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1 La práctica del psicodrama 2 Gloria Reyes 3 La práctica del psicodrama La práctica del psicodrama 4 Gloria Reyes RIL editores bibliodiversidad 5 La práctica del psicodrama Gloria Reyes La práctica del psicodrama 6 Gloria Reyes 616.891 Reyes C., Gloria R La práctica del psicodrama / Gloria Reyes C. -- Santiago : RIL editores, 2007. 240 p. ; 21 cm. ISBN: 978-956-284-537-3 1 PSICODRAMA. 2 DRAMA-USO TERAPÉUTICO. La práctica del psicodrama Primera edición: abirl de 2007 © Gloria Reyes C., 2007 Registro de Propiedad Intelectual Nº 158.484 © RIL® editores, 2007 Alférez Real 1464 cp 750-0960, Providencia Santiago de Chile Tel. (56-2) 2238100 • Fax 2254269 ril@rileditores.com • www.rileditores.com Composición e impresión: RIL® editores Diseño de portada: Cristián Silva Labra Diagramación: Paula Fernández Impreso en Chile • Printed in Chile ISBN 978-956-284-537-3 Derechos reservados. 7 La práctica del psicodrama Índice Prólogo .................................................................................. 15 Introducción ........................................................................... 17 Aplicaciones del psicodrama Parte I: Psicodrama clínico Capítulo I: Psicoterapia individual desde la perspectiva psicodramática Nominaciones de la psicoterapia individual desde el psicodrama ....................................................................23 Visiones de la aplicación del psicodrama ................................24 en la psicoterapia individual ..................................................24 Características de la psicoterapia individual desde el psicodrama ....................................................................26 Lo interaccional en la psicoterapia individual psicodramática .................................................................. 27 El encuadre ............................................................................ 28 La primera entrevista ............................................................. 30 Fases de la psicoterapia individual desde el psicodrama ......... 32 Componentes de la psicoterapia individual desde el Psicodrama .......................................................... 34 Contextos ............................................................................... 35 8 Gloria Reyes Áreas presentes en la psicoterapia ........................................... 37 Técnicas empleadas en psicoterapia psicodramática individual .......................................................................... 40 Acerca del tratamiento y las resistencias a dramatizar ............ 43 Condiciones para un tratamiento bipersonal psicodramático .................................................................. 45 Síntesis ................................................................................... 48 Caso clínico ........................................................................... 48 Capítulo II: Psicoterapia de pareja desde el psicodrama Definición de pareja ............................................................... 53 Componentes de la pareja ...................................................... 55 Fases de la Pareja ................................................................... 56 La visión psicodramática en la psicoterapia de pareja ............ 57 Roles en la pareja ................................................................... 58 Modalidades para el logro de una homeostasis ....................... 59 Patologías de pareja ............................................................... 62 Motivos de consulta en la psicoterapia de pareja .................... 63 Técnicas empleadas en el diagnóstico y en la psicoterapia de pareja ....................................................... 65 Alcances éticos de la psicoterapia de pareja ............................ 69 Un caso de complementariedad patológica ............................. 69 Capítulo III: Psicoterapia de familia desde el psicodrama Característica del grupo familiar ............................................ 75 Influencias de diversas escuelas en la psicoterapia de familia .......................................................................... 77 Etiopatogenia familiar desde el psicodrama ............................ 79 Diagnóstico familiar desde el psicodrama ............................... 80 Psicoterapia familiar desde el psicodrama .............................. 84 9 La práctica del psicodrama Técnicas empleadas en psicodrama de familia ........................ 85 Una casuística familiar. Explorando una familia interna ......... 90 Capítulo IV: Psicoterapia de grupo desde el psicodrama Antecedentes de Jacob Levy Moreno ....................................... 95 Antecedentes de otras psicoterapias grupales ........................... 96 Definición de psicoterapia de grupo ........................................ 98 Bases y principios de la psicoterapia de grupo ........................ 99 Sociometría .......................................................................... 101 Estructura de grupo .............................................................. 106 Procesos de grupo ................................................................. 108 Fases de la psicoterapia de grupo.......................................... 112 Encuadre de la psicoterapia de grupo ................................... 119 Ética de la psicoterapia de grupo .......................................... 123 Rol del terapeuta de grupo ................................................... 125 Esferas de aplicaciones ......................................................... 127 Categorías de los grupos ....................................................... 129 Relaciones entre el psicoanálisis y psicodrama: aspectos centrales ............................................................ 131 Influencias y aportes desde el psicoanálisis ........................... 133 El proceso de psicoterapia grupal ......................................... 134 desde el psicoanálisis ............................................................ 134 Aspectos prácticos del trabajo grupal en psicodrama psicoanalítico .................................................................. 139 Reflexiones y actualizaciones ............................................... 140 Caso clínico ......................................................................... 142 10 Gloria Reyes Aplicaciones desde el psicodrama Parte II: Psicodrama social Capítulo V: Psicodrama comunitario Convergencias entre psicodrama e intervención comunitaria ..................................................................... 149 El método en el psicodrama comunitario .............................. 153 El trabajo de redes en la acción comunitaria ........................ 156 Las aplicaciones en el psicodrama comunitario .................... 158 El psicodrama comunitario en Latinoamérica ....................... 161 Algunas de las experiencias de psicodrama comunitario en Chile .......................................................................... 164 Capítulo VI: Psicodrana en la educación Definiciones del psicodrama en la educación y distinciones con lo comunitario .......................................................... 171 El psicodrama y la educación, reflexiones epistemológicas ... 172 Ámbitos de aplicación del psicodrama en la educación ......... 175 Métodos empleados en psicodrama y educación ................... 177 Sociodrama educativo en los vínculos, afectos, corporalidad y cognición ..................................................................... 178 El psicodrama en el proceso de aprendizaje .......................... 180 El psicodrama en los trastornos de aprendizaje ..................... 182 La creatividad como proceso de aprendizaje ......................... 184 El psicodrama en la formación y supervisión de psicoterapeutas y educadores ...................................................................185 Un ejemplo de sociodrama educativo .................................... 188 11 La práctica del psicodrama Capítulo VII: Psicodrama institucional Definiciones del psicodrama institucional ............................. 205 Aspectos éticos del psicodrama institucional ......................... 206 Aportes conceptuales para el desarrollo del psicodrama institucional .................................................................... 207 El método psicodramático en la institución ........................... 209 Tipos de técnicas aplicadas al psicodrama institucional ........ 213 Un ejemplo de intervención institucional con psicodrama ..... 215 Síntomas laborales ............................................................... 216 El gremializar los conflictos como un síntoma ...................... 217 Los emergentes institucionales .............................................. 218 Los emergentes organizacionales .......................................... 219 Los emergentes de la historia del grupo ................................ 222 Síntesis de la crónica de los talleres ...................................... 223 Bibliografía .......................................................................... 225 12 Gloria Reyes 13 La práctica del psicodrama Para todas aquellas personas que han sido parte de mi experiencia clínica y de talleres, a ellas debo gran parte de lo aprendido y vertido en este libro 14 Gloria Reyes 15 La práctica del psicodrama Prólogo Gloria Reyes fue irremediablemente tocada por el virus moreniano de la creatividad. Esto es irreversible. Sus veinte años de práctica clínica y comunitaria tuvieron como resulta- do un libro sólido: psicodrama, paradigma, teoría y método, publicado en el 2005. Allí reorganiza brillantemente los fun- damentos teóricos del psicodrama de Moreno. No contenta con ello, un año después, ella nos sorpren- de con esta segunda publicación. Con sus años de experien- cia, esta pionera de Chile continúa su trayectoria de escritora psicodramatista y profesora, integrando rigurosidad y espon- taneidad al mismo tiempo. En este libro que tengo el orgullo de prologar, Gloria se ocupa de sistematizar, las aplicaciones prácticas de psicodrama, con ilustraciones clínicas que nos permiten no solo reflexionar, sino también establecer un nexo entre la teoría y la práctica. Ella nos muestra una ruta clara de la aplicaciones del psicodrama, distribuyendo los capítulos en dos partes. En la primera se dedica al estudio del psicodrama clínico, en sus vertientes psicoterapéuticas, aplicadas al contexto individual, de pareja, de familia y de grupo. Gloria se ocupa de las conceptualizaciones y delimitaciones de la psicoterapia psicodramática individual bipersonal en cuanto proceso, de la caracterización del vínculo terapeuta paciente, del concep- to de pareja, de los puntos de encuentro de la aplicación del psicodrama de pareja y de familia con la teoría sistémica. Se- ñala además indicaciones al método de trabajo de la psicote- 16 Gloria Reyes rapia psicodramática de familia y de las relaciones entre la psicoterapia de grupo y la sociometría, con la encrucijada en que se encuentran entre la subjetividad e intersubjetividad. En la segunda parte del libro, se dedica a las aplicaciones no clínicas del psicodrama, destacando las diferencias entre el trabajo comunitario, institucional y educacional. Subraya además la importancia práctica de esta modalidad para el psicodrama en América Latina. El psicodrama aplicado en la educación es visto y revisado por Gloria dentro de una con- cepción holística del ser humano, en que el proceso de apren- dizaje no se desvincula nunca de la visión moreniana de la creatividad. Un abordaje del psicodrama en la institución no se limita a un manual de procedimientos. Muy por el contra- rio, su metodología está fundada consistentemente en una lí- nea maestra construida por la ética y por la cultura. ¿Precisa más aperitivo para tan elevado banquete? Res- ponda el lector al terminar este bello libro. Yo dije el año pasado que la Cordillera de Los Andes estaba sonriendo por el primer libro de Gloria. Hoy yo diría que, más que sonriendo, sus picos nevados nos están abrazando, en un encuentro necesario y obligatorio que eleva el psicodrama a sus alturas, con esta nueva publicación bendecida de Gloria Reyes. Sergio Perazzo São Paulo, 11 de noviembre de 2006 17 La práctica del psicodrama Introducción En mi primer libro «Psicodrama: paradigma, teoría y mé- todo», he sistematizado y desarrollado los aspectos epistemo- lógicos, teóricos, metodológicos y técnicos del psicodrama, intentando llevar a cabo una integración de lo esencial moreniano, con los posteriores psicodramatistas que han ido desarrollando, ampliando y diversificando el psicodrama moreniano. Este libro «La práctica del psicodrama», pretende ser una continuidad del anteriormente mencionado, ya que sistematiza, reflexiona y ejemplifica los alcances prácticos de la disciplina, en sus diversos ámbitos de aplicación. En el sentido anterior, un elemento que transverzaliza ambos libros es el captar la esencia de Moreno y ponerla al servicio de lo que Dalmiro Bustos plantea: una propuesta para ser re inventada en cada momento, no un procedimiento rígi- do para ser imitado. Los componentes de la escenificación en el primer libro son los diversos aportes de los psicodramatistas más connotados. En el segundo, las personas, pacientes y par- ticipantes de intervenciones psicodramáticas que, desde su praxis, me permitieron seguir profundizando y reinventando el método psicodramático de Moreno. Por esa razón dedico a ellos mis agradecimientos. Es así como este libro desarrolla los aspectos teóricos y metodológicos de las aplicaciones del psicodrama en el ámbi- to clínico y social. Un aspecto relevante del psicodrama es precisamente su capacidad para ser una herramienta de traba- jo poderosamente efectiva y eficiente, que puede ser empleada tanto con propósitos psicoterapéuticos, con individuos, pare- 18 Gloria Reyes jas, familias y grupos, como con objetivos psicoeducativos en el nivel comunitario, educacional e institucional. En cualquiera de los ámbitos mencionados, los espacios y tiempos, a ser ex- plorados e intervenidos por el método psicodramático y sus niveles de profundidad, son co construidos y decididos tanto por quien dirige el método como por quien lo protagoniza. Con relación a lo clínico, el psicodrama ha sido amplia- mente conocido en su versión de aplicación grupal, y en gene- ral no ha sido muy difundido en sus posibilidades de trabajo psicoterapéutico con individuos, parejas y familias. Cabe des- tacar que la flexibilidad y amplitud de la técnica permite des- pliegues infinitos de intervención para trabajo con todo tipo de pacientes y grupos etáreos. En este sentido, uno de mis propósitos es que, a partir de este libro, podamos desmitificar que la psicoterapia psicodramática tiene relación solo con el trabajo de extraversión, poseyendo, por el contrario, formas de utilización de sus herramientas en modalidades más introvertidas e íntimas, dependiendo la características de los pacientes y obviamente de los terapeutas. Por otra parte la plasticidad de la técnica lo hace adapta- ble a objetivos de trabajos comunitarios, optimización de pro- cesos de educación e intervenciones institucionales, en la línea del autocuidado, asesorías de trabajos de equipo, en el plano de la resolución de algún conflicto, optimización de los meca- nismos de comunicación-organización y en prácticas grupales e institucionales más saludables. Quiero compartir la experiencia de haber trabajado años en el ámbito público-macro y también años en el ámbito psicoterapéutico más íntimo y privado. Esto me ha permitido la integración de una mirada entre lo social y lo clínico, apuesta central de Moreno. En este sentido, lo que comparto en este libro, es fruto de dicha integración, además de años de expe- riencia profesional en clínica, docencia y supervisiónde pa- cientes. También cabe destacar que este enfoque en la historia ha 19 La práctica del psicodrama estado bastante ausente de los espacios académicos formales. En este aspecto particular quisiera referirme a mi país, Chile, en donde el psicodrama ha estado creciendo paulatinamente y con fuerza en espacios de pre y post grado, en donde me ha tocado realizar actividades de docencia, investigación y pu- blicaciones; y en donde el psicodrama ha desarrollado un apor- te importante en labores formadoras e innovadoras de la psi- coterapia, teniendo en este sentido un cada vez mayor re- conocimiento. Finalmente, este libro es el resultado de años de postítulo formando psicoterapeutas, que incluso proviniendo de dife- rentes modelos, han encontrado en el psicodrama la síntesis entre profundidad y herramienta útil y efectiva de trabajo, lo que ha adquirido un real significado en una comunidad con requerimientos urgentes en el abordaje de la salud mental. De esta forma el psicodrama se inserta en forma óptima en un modelo de salud, que sin excluir la mirada médica, considera los contextos sociales y las heridas históricas, por un lado, y, por otro, la creencia de que los seres humanos y los grupos no son solo portadores de conflictos y enfermedades, sino que también poseen la potencia y la búsqueda de la resolución de sus propias dificultades. 20 Gloria Reyes 21 La práctica del psicodrama Aplicaciones del psicodrama Parte I: Psicodrama clínico 22 Gloria Reyes 23 La práctica del psicodrama Capítulo I Psicoterapia individual desde la perspectiva psicodramática Nominaciones de la psicoterapia individual desde el psicodrama Han existido diversas nominaciones para el psicodrama aplicado o dirigido hacia una persona. Principalmente, de- pendiendo de si está realizado con yo auxiliares que acompa- ñan al terapeuta o no, es que se denomina psicodrama indivi- dual pluripersonal o psicodrama bipersonal, respectivamente. Por estar el origen del método psicodramático en el con- texto grupal, imaginar su aplicación individual cuesta trabajo. Incluso fue así para su creador, Jacob Levy Moreno. Esto ha hecho pensar en la necesidad de yo auxiliares y en los riesgos de realizarla sin la presencia de ellos. De la misma manera, la reco- mendación de la presencia de la co-terapia es discutida por otras corrientes psicoterapéuticas, en el sentido de cautelar y regular la necesaria intimidad en conjunto con el requerimiento de no involucrarse perdiendo límites con los conflictos del paciente. Hablar de psicodrama bipersonal es una forma de subra- yar el hecho de que existen solo dos personas1. Por razones prácticas, no siempre es aplicable la presencia de yo auxilia- res. Sé de numerosos psicodramatistas, dentro de los cuales me incluyo, que realizan psicoterapia individual con psico- drama y sin la presencia de yo auxiliares formados, obtenien- do bueno resultados. 1 Bustos Dalmiro M., Psicoterapia psicodramática, 1990. 24 Gloria Reyes Pienso, por lo tanto, que en la actualidad la realidad es que los psicodramatistas, al menos la mayoría, ejercemos la clínica psicoterapéutica individual con los mismos recursos con los que clásicamente han ejercido nuestros colegas desde otros paradigmas. Por la razón anterior, me tomaré la libertad en este capí- tulo de denominar a esta modalidad psicoterapéutica simple- mente como lo hago siempre, ya sea con mis pacientes o con mis alumnos. Me referiré entonces a la aplicación del psico- drama en el contexto de la psicoterapia individual como «psi- coterapia psicodramática individual». Visiones de la aplicación del psicodrama en la psicoterapia individual La concepción original de Jacob Levy Moreno desesti- maba la psicoterapia individual, puesto que su crítica y sensa- ción predominante emanaba de una oposición al psicoanáli- sis freudiano, criticando la tendencia de este a enfatizar en la dinámica intrapsíquica, además de asociarla con una psiquia- tría clásica, propia del modelo médico. En este sentido el eje de la propuesta de Moreno era la introducción de una temáti- ca más social en la salud mental, en contraposición con una mirada más desde el individuo enfermo. Otro fundamento que hacía que Moreno desechara en un comienzo la psicoterapia individual, a lo que se le suma posteriormente Silva Días, es la supuesta indefensión en la que quedan tanto terapeutas como pacientes en un vínculo bipersonal2. Según este fundamento esta situación deja al vín- culo terapéutico más vulnerable a una situación regresiva y de extrema dependencia. Así como Moreno y Silva Días han argumentado en la literatura en contra de la psicoterapia individual, otros auto- 2 Herranz, Teodoro, Psicoterapia psicodramática individual, 1999. 25 La práctica del psicodrama res psicodramatistas destacados la defienden. Este es el caso de Dalmiro Bustos, Sergio Perazzo, Rosa Cukier, Ernesto Fonseca y Teodoro Herranz. No obstante, cabe destacar que si bien Moreno plantea críticas en la bibliografía en relación con este tema, no ocurre lo mismo a nivel de su praxis, ya que en ella podemos apreciar que el creador del psicodrama ejerce también esta forma de psicoterapia. Con relación a los argumentos planteados por Moreno en contra de la psicoterapia individual, creo que es importan- te mencionar lo siguiente. En primer lugar, la mirada social referente a la salud mental no necesariamente se puede introducir en forma ex- clusiva en una situación psicoterapéutica grupal, sino tam- bién en un trabajo bipersonal. En este sentido, lo que importa es la mirada que yo tengo, como terapeuta, frente a un sujeto o a un grupo de sujetos. Sus conflictos, enfermedades, recur- sos y posibilidades de curación los comprendo desde una di- námica interaccional o desde un aspecto lineal de causa y efec- to, de la misma manera que lo hace un médico con un pacien- te aislado. Puedo estar con una sola persona en la consulta, pero desde su mundo interno surgen personajes y un modelo interaccional, familiar y social. Entonces, la mirada puede o no ser igualmente social, más allá del número de individuos que tengo al frente. En segundo lugar, he experimentado que la situación grupal, en general, propende a crear una relación marca- damente más regresiva que el modelo bipersonal. Al parecer la situación grupal recrea con mayor facilidad los modelos vinculares primarios propios de la matriz de identidad y de la matriz familiar. En la medida en que se avanza en la psicote- rapia grupal, suele producirse una abreacción de conflictos bastantes más inconscientes e infantiles. Desde acá, por lo tan- to, el terapeuta está bastante más vulnerable a transferencias propias de las fases infantiles, en composición con lo que pue- de ocurrir en una situación bipersonal. 26 Gloria Reyes Características de la psicoterapia individual desde el psicodrama Podemos entonces plantear que una de las características de la psicoterapia psicodramática individual es el estar cen- trada en dos personas, como suele ocurrir en la realidad, esto implica ausencia de yo auxiliares. En este caso las dinámicas vinculares y transferenciales son colocadas exclusivamente en este complejo vínculo binario. Lo que por lo tanto acontece, en términos de riesgo, es lo que ocurre con cualquier psicoterapia en la que se encuentran dos personas, sea de cualquier paradigma y es el hecho real de que no hay terceros que contrasten visiones y cotejen acuer- dos o desacuerdos entre terapeuta y paciente. En este aspecto, se torna relevante, desde el punto de vista técnico y ético, que el terapeuta enfatice el tema de la co-construcción de los contenidos emergentes tanto verbales señalados e interpretados, como también dramatizados, de manera de no inducir en el paciente aspectos tal vez no senti- dos profundamente, pero sí aprobados desde una necesidad de congraciarse con el «experto». También hay que conside- rar la inseguridad frecuente con la que los pacientes llegan a consultar, por estar pasando por un momento de angustia, que los puededejar en una situación de más dependencia y vulnerabilidad. Dada la imagen social tradicional de terapeu- ta que circula habitualmente, el poder tiende a concentrarse fuerte y peligrosamente en este polo del vínculo. Es por esta razón que los elementos señalados e interpretados, al paciente se deben plantear de manera hipotética. La psicoterapia individual siempre ha sido más fuerte- mente asociada con la idea de un proceso más largo, compa- rativamente con lo que suele ocurrir con una psicoterapia de grupo. Significa que en la práctica tiende a ser de más prolon- gada duración. En este aspecto, los contenidos que un pacien- te traiga a sesión están relacionados con dos temáticas: una transversal, asociada con lo ocurrido en la actualidad y con la 27 La práctica del psicodrama contingencia, y otra procesal que está más relacionada con la historia del vínculo terapéutico. Ambas se relacionan con el sentido y propósito de la psicoterapia. Se va produciendo, entonces, una apertura en capas espirales cada vez más pro- fundas. Por ello el psicoterapeuta debe estar atento a tomar tanto los aspectos transversales como los longitudinales. Este último es el hilo conductor del proceso terapéutico. En gene- ral los contenidos transversales están más enfatizados en las psicoterapias focalizadas y breves; en cambio los longitudinales en las transferencias y profundizaciones inherentes a las psicoterapias más largas. Lo interaccional en la psicoterapia individual psicodramática Siempre creo, como lo dije en mi libro Psicodrama: para- digma, teoría y método, que lo esencial del psicodrama es el despliegue de aspectos interaccionales que trasciendan e in- cluyan a la vez la mera palabra. En este aspecto el despliegue de fantasías inconscientes y latentes, que no están presentes en el discurso inicial del paciente, es el verdadero propósito e instrumento de la técnica curativa y su poder desbloqueador. El espacio en donde esto ocurre, entonces, no es lo esencial. Puede ser el interno imaginario, una hoja en blanco, un espa- cio escénico, un cojín o silla, un territorio del cuerpo, etc. Con todo esto lo central y coherente con el paradigma psicodra- mático es adecuar la técnica a las necesidades y características del paciente y no al revés3. En este aspecto el primer momento, dentro de la psicote- rapia individual, prepara el vínculo y las condiciones para que el terapeuta sondee la mejor manera a través de la cual surjan en el espacio las fantasías, los conflictos y también los recur- sos de la persona. 3 Reyes Gloria, Psicodrama, paradigma, teoría y método, 2005. 28 Gloria Reyes Van surgiendo entonces las emociones, los personajes, las sensaciones, con las que el paciente comienza a relacionarse y a mirar, casi como si fuese un autodrama, en donde el tera- peuta acompaña, sin perder la necesaria distancia y cuidando de no perderse en los límites del otro. No existe ningún terce- ro que denuncie cautele o avise de esta posibilidad, de tal ma- nera, que se debe poner especial énfasis en esto. En base a lo anterior, la realidad que es el espacio de intervención psicoterapéutica está construida por la propia subjetividad del paciente. Pero básicamente está la teoría del encuentro, la teoría del yo-tú. Desde ahí es imposible que no esté presente la subjetividad del terapeuta. Inevitable no conmoverse y, por lo tanto, que esa conmoción, no condicio- ne que yo como terapeuta me detenga en algún espacio o mo- mento, o me sobresalga algún contenido más que otro y que en esto no influya mi historia y mi ideología. Es así como se construye el entretejido de temáticas emergentes que se van constituyendo en el espacio terapéutico interpersonal. El encuadre Siempre, en todo contrato psicoterapéutico, debe existir una participación de dos. No importa que ese otro sea alguien que provisoriamente esté en condiciones precarias para contraer cons- cientemente un acuerdo. Pienso que entonces la primera labor del terapeuta es establecer un encuentro que posibilite la explicitación de propósitos factibles y honestos para ambos, en relación con para qué y cómo estamos juntos. De lo contrario, quiere decir que la persona no está en condiciones aún de iniciar psicoterapia. Puede requerir entonces otro tipo de atención asistencial, como medicamentos, intervención psicosocial, jurí- dica, u otra, que pueda ser requisito previo para la psicoterapia. Una vez llegado al acuerdo anterior, se especifican las re- glas, referente a la asistencia, puntualidad, pagos, confiden- cialidad terapéutica, etc. El paciente debe tener la libertad para 29 La práctica del psicodrama establecer distancia, cómo sentarse, qué hacer. Obviamente no debe dañar ni el espacio de consulta ni al terapeuta. Cuando se funciona sin yo auxiliares, existen objetos intermediarios, como sillas, cojines, títeres, etc. Además debe existir un espacio amplio, con temperatura y ventilación ade- cuadas, sin distracciones y con la necesaria intimidad. La duración de la sesión suele ser de una hora u hora y media; la frecuencia puede ser semanal o de dos veces a la sema- na. Las psicoterapias pueden ser en bloques acotados con un determinado número de sesiones con un objetivo focalizado acor- dado con el paciente, o puede ser indefinida, apuntando más que a un solo objetivo a una temática general o estructural4. Desde el punto de vista del tiempo y del espacio, las con- diciones señaladas son las ideales. No obstante cabe destacar que existen realidades asistenciales del sector público que son muy diferentes, ya sea por infraestructura o espacio. Referen- te al tiempo, a veces los psicólogos son requeridos para fun- cionar media hora por sesión y no más de 6 sesiones por pa- ciente. De manera que allí las condiciones se deben readecuar, aún reconociendo que no son las óptimas. Obviamente, es necesario plantear en ese caso la modalidad en bloque por sesiones con objetivos muy específicos acordados entre tera- peuta y paciente. En este caso funcionaría la modalidad de intervención en crisis. Por otra parte, un aspecto que todo terapeuta debe re- cordar es que, a pesar de la bilateralidad y co-construcción de los mecanismos vinculares y de los contenidos surgidos en la psicoterapia, los roles son asimétricos. En este sentido el tera- peuta posee responsabilidades profesionales y éticas hacia su paciente, que no son recíprocas. Esto debe ser recordado prin- cipalmente en el caso de información confidencial, ya que el terapeuta debe guardar secreto profesional hacia su paciente, pero no al revés. De manera que en caso de que el terapeuta le comparta a su paciente algo de sí mismo, debe ser con la res- 4 Rojas Bermúdez, Jaime, Teoría y técnicas psicodramáticas, 1997. 30 Gloria Reyes ponsabilidad y cautela necesarias. De lo contrario desprotege a su paciente, al vínculo terapéutico y a sí mismo. Con relación a lo anterior, la única información que al tera- peuta no se le exige guardar es aquella que le transmita su pa- ciente en la cual esté involucrada la integridad vital de él mismo o de terceros. Esto es importante comunicarlo en caso de adoles- centes. También es relevante tomarlo en consideración si se nos comunica maltrato o abuso a menores o personas indefensas. La primera entrevista Es durante esta primera instancia en donde suele estable- cerse el contrato terapéutico. El eje es señalar con claridad el objetivo: ¿Por qué vino la persona? ¿En que y cómo la puedo yo ayudar? Con relación al qué, es importante acoger y validar su motivo de consulta, incluso independientemente de que des- pués tengamos que decirle con mucha claridad si podemos o no ayudar en lo que necesita. Una vez establecido el acuerdo vemos el cómo. Las reglas claras en cuanto a tiempos, espacio, pagos, pueden ser variadas. He visto a terapeutas funcionando con distintas formas o setting, pero creo que lo que es realmen- te relevante es la claridad y la recíproca aceptación del cómo. Las razones por las que puedo no atender a un paciente pueden ser muy diversas, desde crucede roles –por ejemplo aten- der a un alumno–, aspectos de la historia del terapeuta que él mismo sienta o evalúe que no tenga resueltas, o también que aprecie que la temática que haya que trabajar no sea algo de su especialidad, etc. La elección terapeuta y paciente en cierta for- ma es recíproca, es un acontecimiento sociométrico, que debe ser conducido por lo tanto télicamente. Si sentimos que pode- mos trabajar juntos, la elección es recíproca, los criterios de elección están claros y explícitos y estamos de acuerdo en el qué y en el cómo, entonces podemos comenzar. Esa elección sociométrica ocurre realmente en la primera entrevista. Es en 31 La práctica del psicodrama cierto sentido el status nascendi y el locus, de lo que ocurrirá en la psicoterapia5. Para todo lo anterior son cruciales la ética, la vivencia, la postura, la experiencia y el talento del terapeuta. También es básica la adecuación del lenguaje y el reconoci- miento de los códigos valóricos y culturales del paciente, ya que facilitan la comunicación y por ende la comprensión recí- proca. Además, esto último le otorga un contexto y un sentido específico a la sintomatología o conflicto que trae. Un tema ya mencionado es el acoger el motivo de con- sulta. Es relevante reflexionar acerca de qué implica esto ver- daderamente. Acoger no quiere decir siempre resolver. Por ejem- plo, yo puedo empatizar con el sufrimiento de alguien que acaba de descubrir que tiene un cáncer, puedo acompañar pro- fundamente su dolor, pero no puedo ofrecer, ni menos garan- tizar, que a partir de la psicoterapia podrá mejorar del cáncer, aunque la persona en cuestión así me lo solicite y además ex- prese alta sensibilidad a las dinámicas psicológicas que pue- den haber generado esta dolencia. Debo ser explícita y clara en qué aspectos puedo y en cuales no puedo ayudar. También, muchas veces, acompañar no es lo mismo que simpatizar. Pon- go un ejemplo extremo: ¿Qué me ocurre con alguien que está siendo maltratador o abusador? ¿Cómo manejo este tema? ¿Logro conectarme y empatizar con las dinámicas de dolor, horror y desamparo que hay detrás del maltrato? ¿Logro des- de ahí visualizar si el otro tiene efectivamente ganas y posibi- lidades de cambiar? ¿Qué hago en cada uno de los dos casos? Lo que la persona explicita como motivo de consulta la gran mayoría de las veces es la demanda manifiesta, que conlle- va una serie de dolores y conflictos latentes. Durante la primera entrevista, o las dos primeras, a lo que llegamos es a develar con el otro esa demanda real, más allá de su forma. Resulta parti- cularmente útil para ello el método del átomo social y la forma en que lo emplean Jaime Winkler y María Carmen Bello6. Es 5 De Alentar, Leida, Primera entrevista en psicodrama, 1999. 6 Winkler, Jaime, Psicodrama y otras psicoterapias, 2000. 32 Gloria Reyes una forma de resignificar con el otro el motivo de consulta y construir juntos un propósito de trabajo. Finalmente las resistencias y temores naturales, que a ve- ces pueden estar presentes en la primera sesión, deben ser aco- gidos, no enjuiciados. Existe entre los psicoterapeutas una ten- dencia general a menospreciar las resistencias y, por lo tanto manifiestan desagrado y a veces hasta enojo cuando estas se expresan, pudiendo caer en el error de comenzar una lucha enconada en contra, ellas. Por el contrario, observo frecuente- mente en la consulta que con solo escucharlas y no enjuiciar- las, el paciente se tranquiliza bastante. Posteriormente, ade- más, es poder profundizar con la misma actitud de no juicio, qué es lo que existe más allá de estos miedos, para también validarlo y aceptarlo. Lo miedos siempre tienen un propósito sano de subsistencia. Lo que hay que ir corrigiendo a través del tele es que el entorno en el que se manifiestan no siempre es el adecuado. Averiguar eso al paciente le puede tomar su tiempo, solo hay que acompañarlo y ayudarlo. Me he encon- trado con la sorpresa de que los pacientes que manifiestan más resistencias al principio, son los que poseen más después apego al tratamiento y posibilidades de profundizar más rá- pido. Fases de la psicoterapia individual desde el psicodrama Las fases en la psicoterapia individual son las mismas planteadas en general para el psicodrama: el caldeamiento, la dramatización y el sharing. Sin embargo asumen distintas for- mas y diferentes ritmos, de acuerdo con las necesidades del paciente en particular. El caldeamiento es la fase de preparación, en que ambos, terapeuta y paciente, entran paulatinamente en un estado dis- tinto del vínculo, se aproxima una intimidad y una posibili- dad de contención. En su período inespecífico, comienza des- 33 La práctica del psicodrama de el momento del saludo, cuando se va a buscar al paciente a la sala de espera. Existe ahí una serie de códigos no verbales recíprocos, que ya están generando condiciones y anunciando la sesión que ocurrirá. Puede haber intercambios coloquiales, que más allá del contenido tienen el mismo sentido. En su período específico, el caldeamiento en sesión individual pue- de continuar desde el diálogo verbal, en donde aparece el con- tenido emergente, que puede ser algo transversal de la semana o del proceso longitudinal histórico de la terapia, como algo que se activó desde las sesiones pasadas. También puede ser un cerrar los ojos, conectarse con el cuerpo, una sensación o una emoción y obtener desde allí el emergente. La fase de dramatización suele tener menos tiempo que lo que ocurre en la sesión grupal. Por esta razón es solo ocasional que transcurra una escena con una respectiva dramatización completa en el transcurso de una sola sesión. Lo que entonces suele ocurrir es una amplificación dramática de sectores de una escena o de un sueño en que se focalizan conflictos y se drama- tizan. Ocurren muchas inversiones de roles, emergencia y cons- trucción de personajes, diálogos con el cuerpo, con sensaciones y emociones. Creo que en esta fase es importante acompañar al paciente dentro de la escena y también ayudarlo a mirar desde afuera. De esta manera se va posibilitando no solo la catarsis, sino también la resignificación y rematrización. Por último, está la fase del sharing. Inevitablemente com- paro cada una de estas fases con la sesión de grupo, pues su diferenciación fue realizada por Moreno a partir del método con los grupos. En la sesión individual, el tiempo para el sharing puede ser notoriamente más breve que el que se da en la sesión grupal. Por esta razón uno puede destinar en la próxima sesión el tiempo que estime necesario para continuar con el compartir. El sharing tiene una función más elaborativa, que es poner en proceso secundario lo primario de la escena o de los personajes. Aquí la persona simboliza, «lenguajea». Le pone palabras y ordena en conjunto con su terapeuta lo que vivenció. Percibe sus matrices y los costos que paga por sus modelos vinculares. 34 Gloria Reyes Para qué le sirven y para qué no. Muchas veces la persona tiene un insight dramático a partir y dentro de la escena, pero requie- re más tiempo y ayuda para establecer el nexo, que le permita asociar esto con las distintas áreas concretas de su vida y lo que le puede estar ocurriendo ahora. Creo que aquí cabe destacar la responsabilidad de la psicoterapia de mejorar la calidad de vida del paciente, de disminuir las cuotas de dolor innecesario. En el sharing cobra sentido que la exploración en el inconsciente no sea un mero «bucear voyeurista», sino que pueda tener un im- pacto que beneficie la vida del paciente. Respecto de los tiempos y ritmos de las fases en psicote- rapia individual, es importante establecer que es el paciente el que va marcando el ritmo. Una dramatización intensa a veces puede requerir muchas sesiones de sharing elaborativo. Componentes de la Psicoterapia Individual desde el Psicodrama En la psicoterapia individual psicodramática, aparecen algunos de los componentes clásicos que siempre se definen como propios del psicodrama. Estos son el director, el prota-gonista y la escena. En este caso, solo ocasionalmente están los yo auxiliares, pero como ya lo dije, no es lo que suele ocurrir realmente. Tampoco obviamente está el público, ya que ello implica la presencia de un grupo. Con relación al director, corresponde al terapeuta y tiene las funciones que de alguna manera ya han sido transversalmente descritas en los diferentes puntos de este capítulo. Es estar, contener, sostener, aceptar, no inducir antes de tiempo; es sigi- lo, silencio, espera, mantenerse un poco atrás. Pero, a la vez, es dirigir, confrontar, ir adelante, mostrar, interpretar, propo- ner, estimular. Es finalmente compartir, acompañar, estar de yo a tú, co-construyendo. Estos tres momentos de la psicote- rapia van intercambiándose de manera oscilante y rítmica, dependiendo del timing y del proceso en que se esté. 35 La práctica del psicodrama Referente al protagonista, es el paciente. Así como el di- rector pone la vasija, el protagonista coloca el contenido con el que esta vasija se llena. Es él quien despliega su subjetividad, su mundo interno, sus fantasías, sus relaciones. En él están por lo tanto centrados los propósitos terapéuticos. Sin embargo la forma de esta vasija depende fundamentalmente del terapeuta. Finalmente, respecto de la escena, es el dispositivo tera- péutico central del psicodrama, en el que emergen los conteni- dos que no están atrapados en el mundo verbal. Es importante que esté al servicio de los propósitos terapéuticos y no al revés. Contextos A través de cada contenido que una persona nos trae, independientemente que si este es un conflicto o un recurso, es algo que lo aqueja o lo hace feliz, hay en ello simultánea- mente una convergencia de aspectos sociales-culturales, grupal- institucionales e individuales-biográficos. Desde el método psicodramático siempre están presentes en la mirada del tera- peuta las tres dimensiones. En qué me detengo va a depender de las necesidades del proceso terapéutico en ese momento. Se puede enfatizar en uno de los tres aspectos, no obstante cautelar la no escisión de los otros. El ser humano es un ser sano, en tanto asume su contexto interaccional. El contexto social está referido a todos los elementos his- tóricos sociales y culturales que sean parte de la socialización del sujeto y que estén ocurriendo en ese momento. El nivel de comunicaciones de la sociedad moderna hace que este contex- to sea cada vez más amplio y bombardeado por la globalización mundial. Por ejemplo, durante la fecha en que explotaron las Torres Gemelas, muchos de los pacientes que llegaron esa se- mana a la consulta, en Santiago de Chile, traían contenidos de alta persecución y violencia. De la misma manera, otro ejemplo ocurre cuando sale presidenta la primera mujer en nuestro país, Michelle Bachelet. Ocurre en la consulta esta vez mucha emer- 36 Gloria Reyes gencia de contenidos relacionados con problemáticas de géne- ro y los cambios que se están viviendo de hace ya varios años en los roles sociales asociados con lo femenino y lo masculino. Es importante en la intervención terapéutica la consideración de que los conflictos que aparecen en la persona tienen en su sur- gimiento o exacerbación una placenta social, que le da sentido. El contexto grupal, en el ámbito de la psicoterapia indi- vidual, tiene relación con los grupos de pertenencia y referen- cia en los que esté inserto nuestro paciente: el grupo familiar, el trabajo o institución a la que pertenezca, los grupos ideoló- gicos, políticos, etc. Aparecen con claridad mandatos familia- res o transgeneracionales, muchas veces inconscientes en la di- námica conflictiva y que solo emergen en el espacio terapéuti- co. Recuerdo una paciente cuya ascendencia matrilineal com- pleta poseía antecedentes de violencia y alcoholismo de parte del varón y agresión pasiva y anulación hacia los hombres por parte de la mujer. En una exploración psicodramática, apare- ce una tatarabuela mapuche, que se había casado con un «huinca» –de descendencia española–, quien le habría prohi- bido seguir ejerciendo sus funciones de «machi». En la cultu- ra mapuche, ser machi es una atribución chamánica impor- tante otorgada por los dioses solamente. Es una revelación que ocurre mediante los sueños, e implica que la mujer que recibe esta revelación debe ser curandera de su tribu y una especie de guía espiritual, para lo que debe prepararse. De manera que no es de menor importancia para alguien de esta cultura negarse a seguir ejerciendo estas funciones. Especí- ficamente en esta paciente se devela la dificultad de poder ser feliz con su pareja actual, debido al mandato de vengar a su tatarabuela, a través de su pareja, mandato que al parecer en cierto sentido habrían sufrido su madre, su abuela y su bis- abuela. Logra simbólicamente reinvindicar internamente el poder de su abuela, pero no hacerse cargo de algo que no era propio. Experimenta después de esto bastante alivio, además de una mejora significativa en su relación de pareja. El contexto individual es la especificidad de cada persona, 37 La práctica del psicodrama sus condiciones genéticas, pulsionales, energéticas, que influ- yen en que lo social y grupal asuman una manera particular. Aquí nos enfrentamos con la maravilla de la individualidad, que hace que dos personas frente a contextos culturales y fami- liares muy similares o frente a una biografía casi idéntica sean muy distintas. Esto es lo que hace relativizar las explicaciones causalísticas y lineales para las problemáticas psicológicas. En la clínica individual, nos encontramos con la sorpresa, con el misterio de la vida y del ser humano, lo que lo hace impredeci- ble. Eso que nos rompe los esquemas de las teorías psicologistas y nos hace difícil explicar muchas cosas, nos lleva a ser humil- des y a entender que el universo en el que verdaderamente inter- venimos es mínimo. Desde la psicoterapia se pueden articular muchos cambios, por que lo que en definitiva estamos hacien- do es limpiar aquellos obstáculos que bloquean la espontanei- dad y creatividad del ser humano. Sin embargo, el universo de intervención sigue siendo mínimo. Áreas presentes en la psicoterapia La concepción de tiempo que tenía Moreno, influida por Bergson, se resume en la siguiente frase del segundo autor: «El presente es el pasado que será». Si llevamos esto al momento terapéutico, al aquí y ahora psicodramático implica asumir que en el presente está la historia del sujeto y también a partir de ahí tenemos un pronóstico de su futuro. La intervención psicoterapéutica nos permite la síntesis, la integración y el equi- librio de estos puntos. Al acompañar un acto psicodramático, vemos una historia que se actualiza y un futuro que se proyec- ta. Si intentamos o permitimos que el paciente se quede dete- nido quejándose de un pasado que ya no fue, corremos el riesgo de quedar fijados como estatua de sal. La historia es entonces una justificación, un salvoconducto que perpetúa la matriz y rigidiza la modalidad vincular. Si nos concentramos en un futuro que no existe, nos angustiamos en un devenir 38 Gloria Reyes que no está realmente en nuestras manos. El evitar esta inte- gración puede constituirse en un acto defensivo, que impida el avance terapéutico. Por ejemplo, un paciente que viene solo a hablar de su pasado y a relatar las penurias que le han ocu- rrido, buscando la compasión o la justificación de su enfer- medad, puede a través de ello resistirse al cambio. Lo mismo que un paciente que nos refiere solo sus aspectos vitales co- yunturales y nos llena el espacio terapéutico de anécdotas co- tidianas, puede estar resistiendo la profundización de conte- nidos, y la emergencia de conflictos latentes. De la misma manera, un paciente que está excesivamente centrado en sus metas y es incapaz de conectarse con lo que le está ocurriendo en el aquí y ahora, puede estar evitando la profundización y la rematrización. Otra área propia de la psicoterapia son los espacios intrasubjetivos e intersubjetivos. Los espacios simbólicosin- ternos y los reales externos7. En otras palabras, el adentro y el afuera. Si un terapeuta sobredimensiona el afuera por sobre lo de adentro, puede promover o acentuar una dinámica de victimización de su paciente, en que las cosas le ocurren y nada pasa por él. Sin embargo, también sobredimensionar lo interno puede llevar a sobrecargar al paciente de responsabili- dades y generar que se autoculpabilice y se sienta omnipoten- te en relación con todo lo que le ocurre. Es también por lo tanto una parte importante del propósito terapéutico el man- tener una síntesis de estos dos espacios. La sobrecarga de los objetos malos internos corresponde con la vivencia de lo de- presivo, la sobrecarga de los objetos amenazantes afuera, co- rresponde con la vivencia de lo paranoide. Las áreas que más han sido señaladas por los psico- dramatistas, particularmente por Rojas Bermúdez, son las áreas mente, cuerpo y afecto. La integración de esta tríada es las que posibilita la verdadera integración de la experiencia, y por lo 7 Bustos, Dalmiro M., Nuevos rumbos en psicoterapia psicodramática, 1991. 39 La práctica del psicodrama tanto la cura psicodramática. Una sensación corporal puede traerme a la conciencia una serie de recuerdos pre-verbales que estaban bloqueados, que a su vez desencadenen en vivencias de dolor, rabia y desamparo, pero si no las simbolizo y les doy el nombre adecuado, no tengo la suficiente resignificación. Esto es en realidad el insight dramático. También puede ocurrir el tener sobreintelectualizado un conflicto, pero si no paso por la vivencia corporal y afectiva que esto implica, tampoco puedo realmente resignificar, por lo tanto no se podrá producir el insigth dramático. También puede existir una sobrehis- trionización de algunos afectos, eso sin profundizar a través de la simbolización y de una vivencia corporal más profunda. El psicoterapeuta debe situarse al medio y dependiendo de las ca- racterísticas del paciente, será el área que más estimulará. En otras palabras la técnica del psicodrama desbloqueará el área que está más escindida de la conciencia. Cabe señalar aquí el papel del método. Obviamente de- trás de un método existe un cuerpo teórico y un paradigma, esto es una concepción del ser humano y de la vida, que nece- sariamente influyen en la manera de llevar a cabo una técnica. El psicodrama no es solo una técnica, si no bastaría con que adiestráramos un procedimiento. Cuando el método está pro- fundamente arraigado en la persona es difícil escindirlo de la persona, que lo aplica. Pero también puede no ocurrir así, principalmente en las primeras etapas de formación, en que como forma natural del proceso de aprendizaje la técnica y la persona aún no están integradas. En este sentido, es interesante recordar una reflexión que realizó Salvador Minuchen, referente a que un método psicoterapéutico había que leerlo y aprenderlo, para después olvidarlo. Dicho pensamiento debiera ser aplicable para cual- quier psicoterapeuta, sea o no psicodramatista. Lo que im- porta es que cuando tenemos el paciente enfrente, debemos conectarnos con su necesidad psicoterapéutica. El psicodrama es entonces solo un instrumento que lo puede o no ayudar. Lo más relevante es el vínculo. Así como lo captó profundamen- 40 Gloria Reyes te Jung, cuando tenía una paciente al frente y… simplemente le cantó una canción de cuna… Técnicas empleadas en psicoterapia psicodramática individual Cómo método de diagnóstico me ha resultado bastante útil el átomo social, ya que permite trabajar el motivo de con- sulta manifiesto y latente, además de construir propósitos te- rapéuticos conjuntamente con el paciente. También como tra- tamiento, el átomo me permite trabajar en distintas sesiones segmentos diferentes de las relaciones interpersonales y pro- fundizar en los conflictos relativos a los vínculos. Otro método bastante útil como diagnóstico y como tra- tamiento es el biodrama. A través de la acción, poder viajar en conjunto con el paciente a lo largo de su vida, desde la gestación e incluso proyección futura, permite que este vaya explorando experiencias no verbales y sus matrices, esto es, los modelos vinculares que se repiten, pudiendo rematrizar a través de la proyección futura. También el biodrama se puede trabajar un sinnúmero de sesiones, ya que de hecho desde ahí se articulan también nuevas escenas8. La técnica del mapa fantasmático, creada y desarrollada por Elina Matoso y Mario Buchbinder9, es muy útil para ex- plorar e introducir al paciente en zonas de su cuerpo, desde donde se abren abanicos de experiencias pre-verbales, de sor- prendente precisión, si después las contrastamos con la reali- dad o los hechos. Una vez una paciente dibujó una fisura en su rodilla izquierda que aparecía como un accidente gráfico de la hoja o del lápiz. Investigando desde su vivencia corporal y entrevistando ella misma a su madre, habría sufrido a los cua- 8 Reyes, Gloria, op. cit., 2005. 9 Buchbinder, Mario, y Matoso, Elina, Poética del desenmascaramien- to, 1993. 41 La práctica del psicodrama tro años, al entrar al colegio, una fractura de la rodilla izquier- da, que la mantuvo varios meses postrada, sin poder jugar con los otros niños. Efectivamente asociado con la temática del colegio, también se le abrió la temática de la separación y due- lo, que era algo que tenía bastante menos consciente y elabora- do de lo que ella misma imaginaba. Otra paciente dibujó de manera que ella misma se sorprendió un pequeño punto en uno de sus ovarios. Extrañada ella misma de esto y sensibiliza- da con el hecho de que la técnica del psicodrama transforma el cuerpo en una caja de pandora, fue esa misma semana al gine- cólogo. Efectivamente le encontraron un pequeño quiste, en el mismo ovario en el que ella había dibujado el punto. La escena y dramatización clásica, como lo dije, se desa- rrolla solo ocasionalmente en forma completa. Más bien se hacen segmentos, a la manera de la amplificación dramática. Una escena o microescena puede surgir articulada de cualquiera de los métodos anteriores o simplemente de la verbalización inicial, que constituye el caldeamiento inespecífico y específi- co de la sesión individual psicodramática. La construcción de personajes es algo que frecuentemente se utiliza en las sesiones individuales. Una paciente está hablan- do de su madre y entonces la llamamos a sesión. Comienza entonces sin darse cuenta a representarla de forma que ella no se hubiera imaginado. Otro paciente me habla de su jaqueca, entonces llamamos a la jaqueca. Se transforma en personaje, con el que se puede dialogar, realizar inversiones de roles y pre- guntarles que está haciendo, para qué le sirve al paciente, etc. Los objetos intermediarios, que habitualmente se utili- zan, son los cojines y sillas. Para niños, se utilizan títeres, muñecos y juguetes. Algunos psicodramatistas emplean más- caras. Cada uno de estos objetos, aparte de reemplazar al yo auxiliar, representan una forma «intermediaria», «trancisional» de acceder al mundo interno del paciente y expresarlo. Es par- ticularmente útil para personas con un yo muy débil o con un mundo interno percibido como muy amenazante. Por ejem- plo, es más fácil para un niño que un títere le pegue a otro 42 Gloria Reyes títere que represente simbólicamente a una madre, que él mis- mo exprese rabia en forma directa a su madre. Dentro de los objetos intermediarios están las másca- ras. Para Mario Buchbinder, representan la posibilidad de metaforizar a través del goce estético una conflictiva interna o un área de la personalidad que resulta dolorosa de observar10. Referente a las técnicas, se emplean las habituales, como las técnicas verbales. Este tipo de intervenciones pueden ser: co- loquiales, señalamientos, interpretaciones e intervenciones como las entrevistas y, en caso necesario, confrontaciones. La inter- vención coloquial es cualquier intervención dialogal, informa- ción que se proporciona, el llevar a cabo preguntas y confirma- ciones. Cuando el diálogoes fluido, sentido, y apunta a reflexio- nes profundas, se convierte en la forma de comunicación más corriente en psicoterapia psicodramática. El señalamiento im- plica tomar una pequeña distancia. Se trata de llamar la aten- ción sobre conductas, un lapsus, una actitud que despierta du- das o enfatizar interrogativamente una frase. La interpretación es la más compleja de las intervenciones terapéuticas verbales. Trata de acceder a niveles a los que el paciente no puede llegar por sí mismo. Otro tipo de técnicas empleadas en sesión individual son los recursos psicodramáticos típicos, tales como el doble, el so- liloquio, el espejo y la inversión de roles11. El doble se utiliza cuando es necesario que el paciente reflexione sobre aspectos de su vida. El terapeuta habla o emite sonidos por él, como si fuese una extensión del propio paciente. No es muy recomen- dada, cuando el director está sin yo auxiliar, porque puede per- der la distancia necesaria. El doble siempre es una sugerencia. De alguna manera la acción del doble, igual que la interpreta- ción, también es una hipótesis. El espejo consiste en que el tera- peuta, se coloque físicamente en la posición que en determina- 10 Buchbinder, Mario, y Matoso, Elina, Poética del desenmascaramien- to, 1993. 11 Reyes, Gloria, op. cit., 2005. 43 La práctica del psicodrama do momento asume el paciente, como si fuese una fotografía. El objetivo es permitir que el paciente, mirándose a sí mismo desde fuera de la escena, reconozca los aspectos presentes en ella y pueda emitir una reacción frente a estos aspectos, con el pro- pósito de favorecer el aumento de la observación del yo. Tam- bién posee las mismas observaciones de la técnica anterior. La inversión de roles consiste en pedirle al paciente que tome el lugar del otro, o sea, que represente el rol de alguien sobre quien se está hablando. Aquí se suelen usar cojines o sillas. Finalmen- te, el soliloquio consiste en detener un discurso verbal, y pedirle al paciente que exprese lo que no está en ese discurso. Lo que le permite al terapeuta detectar el momento oportuno para intro- ducir esta técnica, es una fisura del discurso, un titubeo, una incongruencia entre lo verbal y no verbal, etc. Otras técnicas empleadas son la interpolación de resis- tencias, la realidad suplementaria, la maximización, la cáma- ra lenta, la focalización, las articulaciones kinestésicas, cenes- tésicas e ideativas y la concretización. Todas estas nos permi- ten también ampliarnos y detenernos en un discurso, un ges- to, una idea reiterada, una queja, etc. Acerca del tratamiento y las resistencias a dramatizar En el contexto psicoterapéutico se entiende por resisten- cias a los mecanismos defensivos inconscientes que de alguna u otra manera obstaculizan aspectos del encuadre, el vínculo o los propósitos terapéuticos. Suelen manifestarse en forma cíclica y esporádica, dentro del proceso psicoterapéutico. Pue- den ser sutiles o manifiestamente burdos y/o agresivos, depen- diendo del nivel de defensas del paciente. Cuando se expresan de forma permanente, pueden estancar el proceso psicote- rapéutico. En este último caso, no solo tal vez baste con seña- larlos o interpretarlos, sino que también profundizarlos, ya que puede ser parte del temor a desmontar una matriz, que es 44 Gloria Reyes lo único que le da seguridad al paciente. En este caso hay que acompañarlo hasta llegar al locus desde donde se desencadena esa matriz y ayudarlo a aceptar y validar que el motivo de su defensa tuvo un sentido y ese es proteger su integridad psicoló- gica y tal vez en su origen incluso física. Es relevante que la persona comprenda que ese aspecto de la defensa es sano y que surgió en un entorno en donde se justificó e incluso lo salvó de una amenaza real. Los sistemas defensivos, en sí no son dañinos sino más bien protectores. Se tornan disfuncionales, con la generalización y la rigidización. Entonces el propósito terapéutico está relacionado con acti- var la posibilidad de discriminar cuando usarlos. Es entonces cuando lo que era una defensa disfuncional, que entorpece los objetivos de crecimiento o curación, se transforma en una forma de protegerse y de saber cuándo exponerse o no. De lo contrario es forzar al paciente a una falacia, que implica que las defensas no existan o que deben «irse para siempre». De la misma manera, si un paciente manifiesta en forma explícita y directa, que existen áreas en las que prefiere espe- rar un tiempo para explorar por qué aún no está preparado, hay que respetarlo y además distinguir esta comunicación como un proceso consciente, diferente al de la resistencia. Por lo tanto, en términos generales el psicodrama, si bien es una técnica con una gran potencia desbloqueadora, valida a la vez los sistemas defensivos. Esa es una de las fundamentaciones de la fase del caldeamiento. Si algo después de un caldeamiento no emerge, no hay que forzarlo, ya que después de esa fase a lo que se apela es a la profunda sabiduría del ser humano, para saber organísmicamente para que está preparada la conciencia. Con respecto a las etapas en que surge la resistencia en el proceso psicoterapéutico, se pueden distinguir las siguientes. En un primer período suele estar relacionada con el vínculo entre terapeuta y paciente. Es un temor a no ser contenido, a ser rechazado, abandonado, enjuiciado, tragado, dominado, etc. Tiene además un sentido diagnóstico, en términos de que se transferencian al terapeuta modelos vinculares originales. 45 La práctica del psicodrama Por esta razón es importante la primera etapa, ya que el papel del terapeuta es reestablecer, a través del «tele», el vínculo y corregir los errores de percepción, tranquilizando al paciente. Esta obviamente no es una acción netamente verbal, sino que también está plasmada de códigos no verbales. Cuando la resistencia se produce en medio del proceso psicoterapéutico, está más relacionada con el temor a profun- dizar en algún contenido. En este caso, una manera adecuada de manejarlo psicodramáticamente es incorporar la resisten- cia a la escena psicodramática, concretizándola en un perso- naje, con el que se puede invertir roles. Así como ya se explicó se reivindican los sentidos de las defensas12. Finalmente, cuando la resistencia se produce en la fase final del proceso psicoterapéutico, tiende a estar relacionada con el temor a la pérdida y separación. Implica aquí el poder acompañar las fases características del duelo, para que el pa- ciente vaya encontrando el sentido de la autonomía. Condiciones para un tratamiento bipersonal psicodramático Desde el punto de vista del paciente, los aspectos que son necesarios revisar tienen que ver con la motivación: qué es lo que lo lleva a consultar, cómo llegó a pedir ayuda y el tipo de patología, si es que se presenta alguna. Cuando me refiero a motivación, me refiero a la fuerza más profunda que lleva a una persona a solicitar psicoterapia, más allá de la forma en que lo exprese. Ya mencioné en puntos anteriores que existen métodos psicodramáticos que permiten explorar en conjunto con el paciente este motivo. Cuando ambos nos encontramos con ello, es cuando se produce el ver- dadero contrato terapéutico. Por ejemplo, un adolescente pue- de llegar a consultar por qué sus padres lo obligan o desde el 12 Herranz, Teodoro, Psicoterapia psicodramática individual, 1999. 46 Gloria Reyes colegio se lo exigen. En ese caso, la demanda no está centrada desde sí mismo, sino que desde los otros. No obstante pode- mos explorar igual, que le ocurre a él con ello y por qué igual accedió. Puede aparecer, su rabia, su necesidad de ser compren- dido y desde ahí buscaremos un motivo para trabajar juntos. Al plantear la patología, o padecimiento de un dolor, nos estamos situando en el modelo médico. Muchas personas llegan a psicoterapia no por una patología, sino por que quie- ren crecer, optimizar una relación, o transitar una situación de vida difícil lo mejor posible. Recordemos que el psicodrama tiene una concepciónde la psicoterapia, que no está centrada solamente en los conflictos y dificultades, sino que también en los recursos. También nos encontramos con personas que portan rótulos psiquiátricos, que alguna vez escucharon de sí mismos y que se constituyen en sistemas defensivos de estan- camiento, como si fueran un salvoconducto para no hacerse cargo de ellos y seguir enfermos dependiendo de otros. En este aspecto sanarse puede ser mirar algo doloroso y conflictivo, como también en ocasiones tomar conciencia de algo positi- vo y recursivo que poseemos y que está adormecido porque no lo hemos visto. No obstante, con lo anterior, no quiero decir que las pa- tologías no existan. Lo importante es no quedarse en la cate- goría nosográfica, sin mirar la dinámica comprensiva, que está detrás de los síntomas y a través de la cual podemos acceder a los espacios de intervención terapéutica. ¿Cómo entonces interactuar con lo nosográfico, desde el psicodrama? Lo nosográfico es parte del contexto, puede ser movible, como una reacción depresiva, o puede ser más estruc- tural o fija como una condición genética que predispone a la esquizofrenia. Conocer ese contexto nos permite localizar me- jor los espacios de intervención terapéutica y aquellos que no lo son. Desde ahí podríamos decir que no existen contraindica- ciones para el psicodrama, solo momentos adecuados para sa- ber cómo y dónde intervenir. Por ejemplo, un momento de en- trada y salida de una depresión profunda no es un momento 47 La práctica del psicodrama adecuado para una dramatización completa y desbloqueadora; tal vez sí para una breve, resolutiva y estructurante, que tran- quilice a la persona. Existen momentos para escenas desestructurantes que abren, como hay momentos para escenas más psicoeducativas que cierren procesos. De la misma mane- ra, nos encontramos con momentos para escuchar con silencio, y otros para recomendar con urgencia. No en todos los mo- mentos de la psicoterapia cabe una escena psicodramática. Por otra parte, no todo el psicodrama es netamente una especie de compulsión a realizar escenas. Otra cautela la presenta el trabajo con psicóticos, parti- cularmente los que manifiestan síntomas paranoídeos y bajo manejo en el control de impulsos y agresiones. Aquí obvia- mente se trabaja una vez que está producida la compensación bajo medicamento, como apoyo a la fase de rehabilitación. Se recomienda mucha utilización de objetos intermediarios, de manera que la identificación y expresión del mundo inter- no, percibida como amenazante, sea gradual y mediada por apoyo y estructuración del yo. Finalmente, otra observación que puede llegar a ser una contraindicación corresponde a la existencia de un muy bajo coeficiente intelectual, que dificulte la capacidad de simbo- lización que requiere realizar una conexión entre una imagen plástica o estética y una conflictiva personal. Referente a las condiciones que debe tener un psicote- rapeuta, para realizar psicodrama individual, creo que han sido mencionadas transversalmente a lo largo de este capítu- lo, de manera que no me detendré mucho en ellas. Solo resu- miré algunas, las más relevantes. Como requisitos básicos estarían la formación ética, la formación psicodramática, la formación clínica, el proceso de revisión personal cíclico o permanente, el compromiso y las ganas. Como condiciones que facilitan el ser terapeuta esta- rían los años de experiencia clínica, la experiencia de vida y el talento. En el Centro de Estudios de Psicodrama de Chile, aparte 48 Gloria Reyes de la formación práctica, experiencial y teórica, desarrolla- mos una serie de trabajos de autoexploración y acompaña- miento, para la formación de la persona del terapeuta. Síntesis El psicodrama es un modelo teórico y metodológico, cuyo origen surge de la empirie grupal, pero cuyos ulteriores desa- rrollos van ampliando su aplicación a diversos ámbitos tera- péuticos. A pesar de que Moreno, en su origen, contravino la mo- dalidad individual, existen contradicciones en su misma teo- ría y práctica, de la que se pueden abstraer fundamentos para la aplicación individual del psicodrama. En la realidad actual muchos psicodramatistas argumentan a favor del psicodrama individual y consecuentemente lo practican. La presencia de yo auxiliares, si bien es planteada enfáti- camente en los orígenes de la bibliografía como una forma de suplir la ausencia de grupo de la terapia bipersonal, en la rea- lidad pocos psicodramatistas llevan a cabo esta sugerencia metodológica. En reemplazo de esto, la existencia de objetos intermediarios ha sido una muy buena solución, que permite al paciente desplegar su fantasía interna. Las fases, instrumentos, contextos, áreas y técnicas del psicodrama individual son prácticamente las mismas de las empleadas en el psicodrama grupal, con algunos énfasis y di- ferencias. De la misma manera, el encuadre y las condiciones requeridas para paciente y terapeuta no presentan diversida- des esenciales, entre las distintas modalidades de psicodrama y la atención individual. Caso clínico La paciente que presento a continuación la denominaré Sofía. Tanto su nombre como muchos de sus datos están 49 La práctica del psicodrama modificados y mezclados con los de otras pacientes con simi- lares características, con el propósito de evitar posibilidades de identificación. Esta paciente es atendida en la consulta particular. Viene a solicitar ayuda por crisis depresiva y angustiosa, desencade- nada en el espacio laboral, la cual se ha ido expandiendo en el transcurso de un año hacia diversas áreas de su vida. Tiene treinta años, es casada hace cinco, y tiene un hijo de dos años. Con respecto a su familia de origen, su padre y madre están vivos. Tiene dos hermanos menores de 28 y 25 años, ambos de sexo masculino, que aún viven con sus padres, el mayor trabaja y el menor estudia. Es una abogada exitosa de una empresa y posee además un estudio particular que está diri- giendo. Su marido es ingeniero, y trabaja como gerente de en un banco, en donde también posee un desempeño exitoso en el ámbito laboral y profesional. Con relación a su historia, aparece en su relato una vida familiar, infancia y adolescencia, relativamente tranquilas, de una familia de clase acomodada, sin mayores dificultades. Según lo manifestado en la primera entrevista por ella, no recuerda cuándo sus dos hermanos nacieron, ni tampoco ex- periencias familiares traumáticas, declarando que entre los pa- dres la relación era en general buena. Referente a su historia escolar y universitaria, siempre fue exitosa, estando en los pri- meros lugares en lo académico y siendo líder en lo social. Su actual esposo fue el cuarto novio y comenzó a estar con él desde la adolescencia. Tampoco refiere conflictos en esa área. Durante la expresión de su motivo de consulta, manifies- ta estar sufriendo intensas angustias y deseos de llorar con do- lor y opresión en el pecho. Menciona además estar extrañada, e incluso sentirse un poco avergonzada y culpable de sentirse mal, teniendo una vida para ella tranquila y sin problemas que jus- tifiquen consultar a una psicóloga. Se define a sí misma como alguien poco conflictivo, esforzado, que disfrutaba mucho de la vida familiar y de su trabajo. También plantea tener buenos amigos, para muchos de los cuales ella constituye un apoyo. 50 Gloria Reyes En la segunda sesión llevo a escena un átomo social con ella, con el propósito de explorar e identificar cuáles son los principales focos de conflicto. Le digo que caminemos por un sector de la sala y que imagine que esa zona es su vida actual. Sobre la base de sugerencias mías va colocando dentro de es- tas zonas cojines, que identifican personas o situaciones que en este momento le llegan como relevantes. Coloca al centro de este espacio a su marido y a su hijo, ella se sitúa más a un costado, cerca del hijo. Detrás de ella coloca dos cojines, re- presentando a sus padres, estando más cerca el de la madre. Más lejos, a su costado derecho, un cojín querepresenta el trabajo. Le preguntó si existe algo más, a lo que me responde dudosa: «Tal vez… no se… creo que no». Le preguntó donde pondría su angustia, a lo que responde que está en todas par- tes. La representa con un cojín que ella misma mueve entre todos los otros cojines de manera acelerada y tensa. Se va po- niendo en el lugar de cada cojín y va hablando desde ahí, haciendo inversión de roles. Van emergiendo, con sorpresa para ella, una serie de contenidos latentes. Dentro de ellos destaca- ría principalmente en relación a los padres una sobreexigencia agobiante por parte de ambos, además de un distanciamiento afectivo sexual entre ellos, que hace que su interés esté puesto sobre los hijos, principalmente en esta hija modelo que les otorga satisfacciones, orgullo y razón para seguir juntos. Re- ferente a su familia nuclear actual, se aprecia a un hijo que corporalmente le cuesta mucho salirse de en medio de ambos padres, quien comienza además a sentir ahogo y pocas ganas de jugar. Ella y su marido se aprecian cansados y muy centra- dos en las metas laborales, la interacción entre ellos se expresa algo fría, casi con un dejo de desdén y resignación. Luego la hago ponerse en el lugar del cojín que represen- ta la angustia y comienza a desplazarse, manifiesta ahogo – igual que el hijo– grita, dice no dar más, siempre sosteniendo situaciones de otros. No sabe dónde está realmente ella, irrumpe en llanto intenso con profunda pena y sensación de abandono. Se desploma en el suelo llorando. Cuando se cal- 51 La práctica del psicodrama ma, la hago respirar profundo, y salirse del espacio escénico, que mire desde afuera conmigo, qué ve, qué cree ahora que debe trabajar. Con ello se le amplía y profundiza el verdadero motivo de consulta, dice que por primera vez logra darse cuenta de que no ha vivido su vida, que siempre ha estado sostenien- do y respondiendo a expectativas de otros. Durante las etapas siguientes profundizamos fundamen- talmente a través de inversión de roles cada una de las relacio- nes objetales incorporadas en el mapa vincular explorados en el diagnóstico de la segunda sesión. Dentro de ellas destaco una en que vuelve a aparecer la angustia como protagonista. Le pido que se centre en la zona corporal en que más la siente, que en este caso es el pecho y la boca del estómago. Desde esta sensación maximizo e induzco la articulación y construcción de un personaje. Es un tirano, grande, fuerte, que la viene a ordenar y organizar. En esta exploración también hago inver- sión de roles con el personaje, quien además de tirano le dice que la viene a salvar, que la está protegiendo y que le entregará el poder de ser la reina y no morir. Con mucha pena ella toma conciencia de que en realidad este personaje fue lo mejor que pudo haber hecho para subsistir al desamor de unos padres con una dinámica muy narcisística. Se conecta por primera vez con el desamparo, la soledad, la sensación de no ser aceptada tal cual ella es. Desde ahí le surgen ganas de darle las gracias a este personaje, de decirle que lo aprecia cansado y de pedirle que la siga cuidando pero de una manera más relajada y confiada. Se emociona, llora de manera tranquila, dulce y profunda. Des- pués de esta sesión, la angustia decrece considerablemente. Me he topado en varias escenas en las que, en la con- cretización de personajes, aparecen las defensas y que la mejor forma es no lidiar con ellas porque siempre estarán; de lo con- trario uno como psicoterapeuta puede forzar e inducir una idealización de algo que no es factible e incluso adecuado que ocurra. La reconciliación con las defensas es importante. No son las defensas en sí las malas; por el contrario, siempre tie- nen un sentido protector para la integridad de la psique. Es la 52 Gloria Reyes rigidización y utilización generalizada de ellas, las que impli- can disfuncionalidad. En las sucesivas sesiones trabajamos la flexibilización y rematrización del personaje. El sentido es el siguiente: ¿cómo podemos proteger a Sofía sin asfixia, agobio y discriminando los momentos en que ella realmente lo necesite? En esta bús- queda nos encontramos con la siguiente escena. Articulamos desde un momento y espacio cotidiano con el marido y el hijo, que solo exploramos brevemente y donde de nuevo aparece esta sensación de angustia. Desde ahí la emoción va evocando una cadena de escenas sucesivas similares, hasta llegar a una en que ella tiene tres años y acaba de nacer su hermano. La escena aparece trivial, aunque con un clima de extrema frialdad y tensión. Nada en lo verbal pareciera anun- ciar agresión ni amenaza. Al realizar soliloquio del padre y de la madre, aparece un intenso agobio por la crianza de dos hijos chicos y la exigencia autoimpuesta de un crecimiento económico rápido y una ascensión social [coincide con mo- mentos previos en Chile, de mucha crisis económica]. Los padres se aprecian excesivamente centrados en el logro, las tareas y las apariencias. La niña sostiene su sino, la soledad, por lo tanto decide no molestar y ser muy buena y exitosa para sentirse valorada o siquiera mirada. Surge la defensa, por lo tanto el ahogo. Como evolución durante la psicoterapia, Sofía comien- za a dejar de sentir angustia y ataques de pánico, equilibra de manera más tranquila las áreas de su vida, de manera que deja de estar tan excesivamente centrada en las tareas y en el éxito. Logra tiempos de más intimidad y goce real con su marido y con su hijo, y mantiene una mayor lejanía con sus padres. De esta manera moviliza al sistema, ya que posteriormente es su marido quien comienza una psicoterapia. 53 La práctica del psicodrama Capítulo 2 Psicoterapia de pareja desde el psicodrama La psicoterapia de pareja es una intervención asumida por la mayoría de las corrientes psicoterapéuticas. El psicodrama también trabaja en esta temática. Moreno, su precursor, fue uno de los primeros terapeutas en trabajar las relaciones interpersonales y dentro de ellas, la de pareja. Este capítulo pretende abordar los diversos aspectos más relevantes para en- tender la aplicación de la psicoterapia psicodramática en la pareja. Cabe destacar que, dentro de los autores psicodra- máticos, el que más ha escrito sobre el tema es Dalmiro Bus- tos, quien, además, representa en la actualidad uno de los exponentes más ortodoxos de la mirada moreniana. Otros autores destacados son Pablo Población y Elisa López Barberá, quienes, siendo psicodramátistas, a diferencia de Bustos, po- seen una marcada influencia de la teoría sistémica. Definición de pareja La pareja constituye una configuración binaria comple- ja de roles simétricos. En esta complejidad, existen una serie de variables de carácter social, cultural, familiar y transgeneracional. La variable socioeconómica constituye un aspecto prácti- co y metafórico, tanto desde el punto de vista de cómo están resueltas las distintas necesidades de la pareja, así como tam- bién quién lleva la responsabilidad en este sentido. Ello posee 54 Gloria Reyes implicancias no menores que impactan sobre los aspectos del poder, la gratificación, el manejo de las emociones y la forma como se reorganizan las tareas en el interior de este complejo vínculo. Con respecto a lo cultural, los valores, normas, roles so- ciales y definiciones de género, son relevantes e influyen en la organización de la estructura de la pareja y en su consecuente organización implícita y explicita de funciones y tareas. La modernización y la globalización han provocado cambios en este ámbito, que han llevado a crisis que pueden implicar un crecimiento, una redefinición, así como también una ruptura, congelamiento y/o desplazamientos de conflictos a través de la cristalización de roles, o el surgimiento de síntomas y disfunciones en las diversas áreas de la pareja. Las variables familiares se hacen presentes a través de las familias de origen de cada uno de los miembros de la pa- reja, a través de los cuales tienden a actualizarse modelos, valores, roles sociales, temáticas de género,
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