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La práctica del psicodrama
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Gloria Reyes
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La práctica del psicodrama
La práctica del psicodrama
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Gloria Reyes
RIL editores
bibliodiversidad
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La práctica del psicodrama
Gloria Reyes
La práctica del
psicodrama
6
Gloria Reyes
616.891 Reyes C., Gloria
R La práctica del psicodrama / Gloria Reyes
C. -- Santiago : RIL editores, 2007.
240 p. ; 21 cm.
ISBN: 978-956-284-537-3
1 PSICODRAMA. 2 DRAMA-USO TERAPÉUTICO.
La práctica del psicodrama
Primera edición: abirl de 2007
© Gloria Reyes C., 2007
Registro de Propiedad Intelectual
Nº 158.484
© RIL® editores, 2007
Alférez Real 1464
cp 750-0960, Providencia
Santiago de Chile
Tel. (56-2) 2238100 • Fax 2254269
ril@rileditores.com • www.rileditores.com
Composición e impresión: RIL® editores
Diseño de portada: Cristián Silva Labra
Diagramación: Paula Fernández
Impreso en Chile • Printed in Chile
ISBN 978-956-284-537-3
Derechos reservados.
7
La práctica del psicodrama
Índice
Prólogo .................................................................................. 15
Introducción ........................................................................... 17
Aplicaciones del psicodrama
Parte I: Psicodrama clínico
Capítulo I: Psicoterapia individual desde
la perspectiva psicodramática
Nominaciones de la psicoterapia individual desde
el psicodrama ....................................................................23
Visiones de la aplicación del psicodrama ................................24
en la psicoterapia individual ..................................................24
Características de la psicoterapia individual desde
el psicodrama ....................................................................26
Lo interaccional en la psicoterapia individual
psicodramática .................................................................. 27
El encuadre ............................................................................ 28
La primera entrevista ............................................................. 30
Fases de la psicoterapia individual desde el psicodrama ......... 32
Componentes de la psicoterapia individual
desde el Psicodrama .......................................................... 34
Contextos ............................................................................... 35
8
Gloria Reyes
Áreas presentes en la psicoterapia ........................................... 37
Técnicas empleadas en psicoterapia psicodramática
individual .......................................................................... 40
Acerca del tratamiento y las resistencias a dramatizar ............ 43
Condiciones para un tratamiento bipersonal
psicodramático .................................................................. 45
Síntesis ................................................................................... 48
Caso clínico ........................................................................... 48
Capítulo II: Psicoterapia de pareja desde el psicodrama
Definición de pareja ............................................................... 53
Componentes de la pareja ...................................................... 55
Fases de la Pareja ................................................................... 56
La visión psicodramática en la psicoterapia de pareja ............ 57
Roles en la pareja ................................................................... 58
Modalidades para el logro de una homeostasis ....................... 59
Patologías de pareja ............................................................... 62
Motivos de consulta en la psicoterapia de pareja .................... 63
Técnicas empleadas en el diagnóstico y en la
psicoterapia de pareja ....................................................... 65
Alcances éticos de la psicoterapia de pareja ............................ 69
Un caso de complementariedad patológica ............................. 69
Capítulo III: Psicoterapia de familia desde el psicodrama
Característica del grupo familiar ............................................ 75
Influencias de diversas escuelas en la psicoterapia
de familia .......................................................................... 77
Etiopatogenia familiar desde el psicodrama ............................ 79
Diagnóstico familiar desde el psicodrama ............................... 80
Psicoterapia familiar desde el psicodrama .............................. 84
9
La práctica del psicodrama
Técnicas empleadas en psicodrama de familia ........................ 85
Una casuística familiar. Explorando una familia interna ......... 90
Capítulo IV: Psicoterapia de grupo desde el psicodrama
Antecedentes de Jacob Levy Moreno ....................................... 95
Antecedentes de otras psicoterapias grupales ........................... 96
Definición de psicoterapia de grupo ........................................ 98
Bases y principios de la psicoterapia de grupo ........................ 99
Sociometría .......................................................................... 101
Estructura de grupo .............................................................. 106
Procesos de grupo ................................................................. 108
Fases de la psicoterapia de grupo.......................................... 112
Encuadre de la psicoterapia de grupo ................................... 119
Ética de la psicoterapia de grupo .......................................... 123
Rol del terapeuta de grupo ................................................... 125
Esferas de aplicaciones ......................................................... 127
Categorías de los grupos ....................................................... 129
Relaciones entre el psicoanálisis y psicodrama:
aspectos centrales ............................................................ 131
Influencias y aportes desde el psicoanálisis ........................... 133
El proceso de psicoterapia grupal ......................................... 134
desde el psicoanálisis ............................................................ 134
Aspectos prácticos del trabajo grupal en psicodrama
psicoanalítico .................................................................. 139
Reflexiones y actualizaciones ............................................... 140
Caso clínico ......................................................................... 142
10
Gloria Reyes
Aplicaciones desde el psicodrama
Parte II: Psicodrama social
Capítulo V: Psicodrama comunitario
Convergencias entre psicodrama e intervención
comunitaria ..................................................................... 149
El método en el psicodrama comunitario .............................. 153
El trabajo de redes en la acción comunitaria ........................ 156
Las aplicaciones en el psicodrama comunitario .................... 158
El psicodrama comunitario en Latinoamérica ....................... 161
Algunas de las experiencias de psicodrama comunitario
en Chile .......................................................................... 164
Capítulo VI: Psicodrana en la educación
Definiciones del psicodrama en la educación y distinciones
con lo comunitario .......................................................... 171
El psicodrama y la educación, reflexiones epistemológicas ... 172
Ámbitos de aplicación del psicodrama en la educación ......... 175
Métodos empleados en psicodrama y educación ................... 177
Sociodrama educativo en los vínculos, afectos, corporalidad
y cognición ..................................................................... 178
El psicodrama en el proceso de aprendizaje .......................... 180
El psicodrama en los trastornos de aprendizaje ..................... 182
La creatividad como proceso de aprendizaje ......................... 184
El psicodrama en la formación y supervisión de psicoterapeutas
y educadores ...................................................................185
Un ejemplo de sociodrama educativo .................................... 188
11
La práctica del psicodrama
Capítulo VII: Psicodrama institucional
Definiciones del psicodrama institucional ............................. 205
Aspectos éticos del psicodrama institucional ......................... 206
Aportes conceptuales para el desarrollo del psicodrama
institucional .................................................................... 207
El método psicodramático en la institución ........................... 209
Tipos de técnicas aplicadas al psicodrama institucional ........ 213
Un ejemplo de intervención institucional con psicodrama ..... 215
Síntomas laborales ............................................................... 216
El gremializar los conflictos como un síntoma ...................... 217
Los emergentes institucionales .............................................. 218
Los emergentes organizacionales .......................................... 219
Los emergentes de la historia del grupo ................................ 222
Síntesis de la crónica de los talleres ...................................... 223
Bibliografía .......................................................................... 225
12
Gloria Reyes
13
La práctica del psicodrama
Para todas aquellas personas
 que han sido parte de mi experiencia
clínica
 y de talleres,
a ellas debo gran parte de lo aprendido
y vertido en este libro
14
Gloria Reyes
15
La práctica del psicodrama
Prólogo
Gloria Reyes fue irremediablemente tocada por el virus
moreniano de la creatividad. Esto es irreversible. Sus veinte
años de práctica clínica y comunitaria tuvieron como resulta-
do un libro sólido: psicodrama, paradigma, teoría y método,
publicado en el 2005. Allí reorganiza brillantemente los fun-
damentos teóricos del psicodrama de Moreno.
No contenta con ello, un año después, ella nos sorpren-
de con esta segunda publicación. Con sus años de experien-
cia, esta pionera de Chile continúa su trayectoria de escritora
psicodramatista y profesora, integrando rigurosidad y espon-
taneidad al mismo tiempo.
En este libro que tengo el orgullo de prologar, Gloria se
ocupa de sistematizar, las aplicaciones prácticas de psicodrama,
con ilustraciones clínicas que nos permiten no solo reflexionar,
sino también establecer un nexo entre la teoría y la práctica.
Ella nos muestra una ruta clara de la aplicaciones del
psicodrama, distribuyendo los capítulos en dos partes. En la
primera se dedica al estudio del psicodrama clínico, en sus
vertientes psicoterapéuticas, aplicadas al contexto individual,
de pareja, de familia y de grupo. Gloria se ocupa de las
conceptualizaciones y delimitaciones de la psicoterapia
psicodramática individual bipersonal en cuanto proceso, de
la caracterización del vínculo terapeuta paciente, del concep-
to de pareja, de los puntos de encuentro de la aplicación del
psicodrama de pareja y de familia con la teoría sistémica. Se-
ñala además indicaciones al método de trabajo de la psicote-
16
Gloria Reyes
rapia psicodramática de familia y de las relaciones entre la
psicoterapia de grupo y la sociometría, con la encrucijada en
que se encuentran entre la subjetividad e intersubjetividad.
En la segunda parte del libro, se dedica a las aplicaciones
no clínicas del psicodrama, destacando las diferencias entre el
trabajo comunitario, institucional y educacional. Subraya
además la importancia práctica de esta modalidad para el
psicodrama en América Latina. El psicodrama aplicado en la
educación es visto y revisado por Gloria dentro de una con-
cepción holística del ser humano, en que el proceso de apren-
dizaje no se desvincula nunca de la visión moreniana de la
creatividad. Un abordaje del psicodrama en la institución no
se limita a un manual de procedimientos. Muy por el contra-
rio, su metodología está fundada consistentemente en una lí-
nea maestra construida por la ética y por la cultura.
¿Precisa más aperitivo para tan elevado banquete? Res-
ponda el lector al terminar este bello libro.
Yo dije el año pasado que la Cordillera de Los Andes estaba
sonriendo por el primer libro de Gloria. Hoy yo diría que, más
que sonriendo, sus picos nevados nos están abrazando, en un
encuentro necesario y obligatorio que eleva el psicodrama a sus
alturas, con esta nueva publicación bendecida de Gloria Reyes.
Sergio Perazzo
São Paulo, 11 de noviembre de 2006
17
La práctica del psicodrama
Introducción
En mi primer libro «Psicodrama: paradigma, teoría y mé-
todo», he sistematizado y desarrollado los aspectos epistemo-
lógicos, teóricos, metodológicos y técnicos del psicodrama,
intentando llevar a cabo una integración de lo esencial
moreniano, con los posteriores psicodramatistas que han ido
desarrollando, ampliando y diversificando el psicodrama
moreniano.
Este libro «La práctica del psicodrama», pretende ser una
continuidad del anteriormente mencionado, ya que sistematiza,
reflexiona y ejemplifica los alcances prácticos de la disciplina,
en sus diversos ámbitos de aplicación.
En el sentido anterior, un elemento que transverzaliza
ambos libros es el captar la esencia de Moreno y ponerla al
servicio de lo que Dalmiro Bustos plantea: una propuesta para
ser re inventada en cada momento, no un procedimiento rígi-
do para ser imitado. Los componentes de la escenificación en
el primer libro son los diversos aportes de los psicodramatistas
más connotados. En el segundo, las personas, pacientes y par-
ticipantes de intervenciones psicodramáticas que, desde su
praxis, me permitieron seguir profundizando y reinventando
el método psicodramático de Moreno. Por esa razón dedico a
ellos mis agradecimientos.
Es así como este libro desarrolla los aspectos teóricos y
metodológicos de las aplicaciones del psicodrama en el ámbi-
to clínico y social. Un aspecto relevante del psicodrama es
precisamente su capacidad para ser una herramienta de traba-
jo poderosamente efectiva y eficiente, que puede ser empleada
tanto con propósitos psicoterapéuticos, con individuos, pare-
18
Gloria Reyes
jas, familias y grupos, como con objetivos psicoeducativos en
el nivel comunitario, educacional e institucional. En cualquiera
de los ámbitos mencionados, los espacios y tiempos, a ser ex-
plorados e intervenidos por el método psicodramático y sus
niveles de profundidad, son co construidos y decididos tanto
por quien dirige el método como por quien lo protagoniza.
Con relación a lo clínico, el psicodrama ha sido amplia-
mente conocido en su versión de aplicación grupal, y en gene-
ral no ha sido muy difundido en sus posibilidades de trabajo
psicoterapéutico con individuos, parejas y familias. Cabe des-
tacar que la flexibilidad y amplitud de la técnica permite des-
pliegues infinitos de intervención para trabajo con todo tipo
de pacientes y grupos etáreos. En este sentido, uno de mis
propósitos es que, a partir de este libro, podamos desmitificar
que la psicoterapia psicodramática tiene relación solo con el
trabajo de extraversión, poseyendo, por el contrario, formas
de utilización de sus herramientas en modalidades más
introvertidas e íntimas, dependiendo la características de los
pacientes y obviamente de los terapeutas.
Por otra parte la plasticidad de la técnica lo hace adapta-
ble a objetivos de trabajos comunitarios, optimización de pro-
cesos de educación e intervenciones institucionales, en la línea
del autocuidado, asesorías de trabajos de equipo, en el plano
de la resolución de algún conflicto, optimización de los meca-
nismos de comunicación-organización y en prácticas grupales
e institucionales más saludables.
Quiero compartir la experiencia de haber trabajado años
en el ámbito público-macro y también años en el ámbito
psicoterapéutico más íntimo y privado. Esto me ha permitido
la integración de una mirada entre lo social y lo clínico, apuesta
central de Moreno. En este sentido, lo que comparto en este
libro, es fruto de dicha integración, además de años de expe-
riencia profesional en clínica, docencia y supervisiónde pa-
cientes.
También cabe destacar que este enfoque en la historia ha
19
La práctica del psicodrama
estado bastante ausente de los espacios académicos formales.
En este aspecto particular quisiera referirme a mi país, Chile,
en donde el psicodrama ha estado creciendo paulatinamente
y con fuerza en espacios de pre y post grado, en donde me ha
tocado realizar actividades de docencia, investigación y pu-
blicaciones; y en donde el psicodrama ha desarrollado un apor-
te importante en labores formadoras e innovadoras de la psi-
coterapia, teniendo en este sentido un cada vez mayor re-
conocimiento.
Finalmente, este libro es el resultado de años de postítulo
formando psicoterapeutas, que incluso proviniendo de dife-
rentes modelos, han encontrado en el psicodrama la síntesis
entre profundidad y herramienta útil y efectiva de trabajo, lo
que ha adquirido un real significado en una comunidad con
requerimientos urgentes en el abordaje de la salud mental. De
esta forma el psicodrama se inserta en forma óptima en un
modelo de salud, que sin excluir la mirada médica, considera
los contextos sociales y las heridas históricas, por un lado, y,
por otro, la creencia de que los seres humanos y los grupos no
son solo portadores de conflictos y enfermedades, sino que
también poseen la potencia y la búsqueda de la resolución de
sus propias dificultades.
20
Gloria Reyes
21
La práctica del psicodrama
Aplicaciones del psicodrama
Parte I:
Psicodrama clínico
22
Gloria Reyes
23
La práctica del psicodrama
Capítulo I
Psicoterapia individual desde la
perspectiva psicodramática
Nominaciones de la psicoterapia individual
desde el psicodrama
Han existido diversas nominaciones para el psicodrama
aplicado o dirigido hacia una persona. Principalmente, de-
pendiendo de si está realizado con yo auxiliares que acompa-
ñan al terapeuta o no, es que se denomina psicodrama indivi-
dual pluripersonal o psicodrama bipersonal, respectivamente.
Por estar el origen del método psicodramático en el con-
texto grupal, imaginar su aplicación individual cuesta trabajo.
Incluso fue así para su creador, Jacob Levy Moreno. Esto ha
hecho pensar en la necesidad de yo auxiliares y en los riesgos de
realizarla sin la presencia de ellos. De la misma manera, la reco-
mendación de la presencia de la co-terapia es discutida por otras
corrientes psicoterapéuticas, en el sentido de cautelar y regular
la necesaria intimidad en conjunto con el requerimiento de no
involucrarse perdiendo límites con los conflictos del paciente.
Hablar de psicodrama bipersonal es una forma de subra-
yar el hecho de que existen solo dos personas1. Por razones
prácticas, no siempre es aplicable la presencia de yo auxilia-
res. Sé de numerosos psicodramatistas, dentro de los cuales
me incluyo, que realizan psicoterapia individual con psico-
drama y sin la presencia de yo auxiliares formados, obtenien-
do bueno resultados.
1 Bustos Dalmiro M., Psicoterapia psicodramática, 1990.
24
Gloria Reyes
Pienso, por lo tanto, que en la actualidad la realidad es
que los psicodramatistas, al menos la mayoría, ejercemos la
clínica psicoterapéutica individual con los mismos recursos
con los que clásicamente han ejercido nuestros colegas desde
otros paradigmas.
Por la razón anterior, me tomaré la libertad en este capí-
tulo de denominar a esta modalidad psicoterapéutica simple-
mente como lo hago siempre, ya sea con mis pacientes o con
mis alumnos. Me referiré entonces a la aplicación del psico-
drama en el contexto de la psicoterapia individual como «psi-
coterapia psicodramática individual».
Visiones de la aplicación del psicodrama
en la psicoterapia individual
La concepción original de Jacob Levy Moreno desesti-
maba la psicoterapia individual, puesto que su crítica y sensa-
ción predominante emanaba de una oposición al psicoanáli-
sis freudiano, criticando la tendencia de este a enfatizar en la
dinámica intrapsíquica, además de asociarla con una psiquia-
tría clásica, propia del modelo médico. En este sentido el eje
de la propuesta de Moreno era la introducción de una temáti-
ca más social en la salud mental, en contraposición con una
mirada más desde el individuo enfermo.
Otro fundamento que hacía que Moreno desechara en
un comienzo la psicoterapia individual, a lo que se le suma
posteriormente Silva Días, es la supuesta indefensión en la
que quedan tanto terapeutas como pacientes en un vínculo
bipersonal2. Según este fundamento esta situación deja al vín-
culo terapéutico más vulnerable a una situación regresiva y de
extrema dependencia.
Así como Moreno y Silva Días han argumentado en la
literatura en contra de la psicoterapia individual, otros auto-
2 Herranz, Teodoro, Psicoterapia psicodramática individual, 1999.
25
La práctica del psicodrama
res psicodramatistas destacados la defienden. Este es el caso
de Dalmiro Bustos, Sergio Perazzo, Rosa Cukier, Ernesto
Fonseca y Teodoro Herranz. No obstante, cabe destacar que
si bien Moreno plantea críticas en la bibliografía en relación
con este tema, no ocurre lo mismo a nivel de su praxis, ya que
en ella podemos apreciar que el creador del psicodrama ejerce
también esta forma de psicoterapia.
Con relación a los argumentos planteados por Moreno
en contra de la psicoterapia individual, creo que es importan-
te mencionar lo siguiente.
En primer lugar, la mirada social referente a la salud
mental no necesariamente se puede introducir en forma ex-
clusiva en una situación psicoterapéutica grupal, sino tam-
bién en un trabajo bipersonal. En este sentido, lo que importa
es la mirada que yo tengo, como terapeuta, frente a un sujeto
o a un grupo de sujetos. Sus conflictos, enfermedades, recur-
sos y posibilidades de curación los comprendo desde una di-
námica interaccional o desde un aspecto lineal de causa y efec-
to, de la misma manera que lo hace un médico con un pacien-
te aislado. Puedo estar con una sola persona en la consulta,
pero desde su mundo interno surgen personajes y un modelo
interaccional, familiar y social. Entonces, la mirada puede o
no ser igualmente social, más allá del número de individuos
que tengo al frente.
En segundo lugar, he experimentado que la situación
grupal, en general, propende a crear una relación marca-
damente más regresiva que el modelo bipersonal. Al parecer
la situación grupal recrea con mayor facilidad los modelos
vinculares primarios propios de la matriz de identidad y de la
matriz familiar. En la medida en que se avanza en la psicote-
rapia grupal, suele producirse una abreacción de conflictos
bastantes más inconscientes e infantiles. Desde acá, por lo tan-
to, el terapeuta está bastante más vulnerable a transferencias
propias de las fases infantiles, en composición con lo que pue-
de ocurrir en una situación bipersonal.
26
Gloria Reyes
Características de la psicoterapia individual
desde el psicodrama
Podemos entonces plantear que una de las características
de la psicoterapia psicodramática individual es el estar cen-
trada en dos personas, como suele ocurrir en la realidad, esto
implica ausencia de yo auxiliares. En este caso las dinámicas
vinculares y transferenciales son colocadas exclusivamente en
este complejo vínculo binario.
Lo que por lo tanto acontece, en términos de riesgo, es lo
que ocurre con cualquier psicoterapia en la que se encuentran
dos personas, sea de cualquier paradigma y es el hecho real de
que no hay terceros que contrasten visiones y cotejen acuer-
dos o desacuerdos entre terapeuta y paciente.
En este aspecto, se torna relevante, desde el punto de
vista técnico y ético, que el terapeuta enfatice el tema de la
co-construcción de los contenidos emergentes tanto verbales
señalados e interpretados, como también dramatizados, de
manera de no inducir en el paciente aspectos tal vez no senti-
dos profundamente, pero sí aprobados desde una necesidad
de congraciarse con el «experto». También hay que conside-
rar la inseguridad frecuente con la que los pacientes llegan a
consultar, por estar pasando por un momento de angustia,
que los puededejar en una situación de más dependencia y
vulnerabilidad. Dada la imagen social tradicional de terapeu-
ta que circula habitualmente, el poder tiende a concentrarse
fuerte y peligrosamente en este polo del vínculo. Es por esta
razón que los elementos señalados e interpretados, al paciente
se deben plantear de manera hipotética.
La psicoterapia individual siempre ha sido más fuerte-
mente asociada con la idea de un proceso más largo, compa-
rativamente con lo que suele ocurrir con una psicoterapia de
grupo. Significa que en la práctica tiende a ser de más prolon-
gada duración. En este aspecto, los contenidos que un pacien-
te traiga a sesión están relacionados con dos temáticas: una
transversal, asociada con lo ocurrido en la actualidad y con la
27
La práctica del psicodrama
contingencia, y otra procesal que está más relacionada con la
historia del vínculo terapéutico. Ambas se relacionan con el
sentido y propósito de la psicoterapia. Se va produciendo,
entonces, una apertura en capas espirales cada vez más pro-
fundas. Por ello el psicoterapeuta debe estar atento a tomar
tanto los aspectos transversales como los longitudinales. Este
último es el hilo conductor del proceso terapéutico. En gene-
ral los contenidos transversales están más enfatizados en las
psicoterapias focalizadas y breves; en cambio los longitudinales
en las transferencias y profundizaciones inherentes a las
psicoterapias más largas.
Lo interaccional en la psicoterapia individual
psicodramática
Siempre creo, como lo dije en mi libro Psicodrama: para-
digma, teoría y método, que lo esencial del psicodrama es el
despliegue de aspectos interaccionales que trasciendan e in-
cluyan a la vez la mera palabra. En este aspecto el despliegue
de fantasías inconscientes y latentes, que no están presentes
en el discurso inicial del paciente, es el verdadero propósito e
instrumento de la técnica curativa y su poder desbloqueador.
El espacio en donde esto ocurre, entonces, no es lo esencial.
Puede ser el interno imaginario, una hoja en blanco, un espa-
cio escénico, un cojín o silla, un territorio del cuerpo, etc.
Con todo esto lo central y coherente con el paradigma psicodra-
mático es adecuar la técnica a las necesidades y características
del paciente y no al revés3.
En este aspecto el primer momento, dentro de la psicote-
rapia individual, prepara el vínculo y las condiciones para que
el terapeuta sondee la mejor manera a través de la cual surjan
en el espacio las fantasías, los conflictos y también los recur-
sos de la persona.
3 Reyes Gloria, Psicodrama, paradigma, teoría y método, 2005.
28
Gloria Reyes
Van surgiendo entonces las emociones, los personajes, las
sensaciones, con las que el paciente comienza a relacionarse y
a mirar, casi como si fuese un autodrama, en donde el tera-
peuta acompaña, sin perder la necesaria distancia y cuidando
de no perderse en los límites del otro. No existe ningún terce-
ro que denuncie cautele o avise de esta posibilidad, de tal ma-
nera, que se debe poner especial énfasis en esto.
En base a lo anterior, la realidad que es el espacio de
intervención psicoterapéutica está construida por la propia
subjetividad del paciente. Pero básicamente está la teoría del
encuentro, la teoría del yo-tú. Desde ahí es imposible que no
esté presente la subjetividad del terapeuta. Inevitable no
conmoverse y, por lo tanto, que esa conmoción, no condicio-
ne que yo como terapeuta me detenga en algún espacio o mo-
mento, o me sobresalga algún contenido más que otro y que
en esto no influya mi historia y mi ideología. Es así como se
construye el entretejido de temáticas emergentes que se van
constituyendo en el espacio terapéutico interpersonal.
El encuadre
Siempre, en todo contrato psicoterapéutico, debe existir una
participación de dos. No importa que ese otro sea alguien que
provisoriamente esté en condiciones precarias para contraer cons-
cientemente un acuerdo. Pienso que entonces la primera labor
del terapeuta es establecer un encuentro que posibilite la
explicitación de propósitos factibles y honestos para ambos, en
relación con para qué y cómo estamos juntos. De lo contrario,
quiere decir que la persona no está en condiciones aún de iniciar
psicoterapia. Puede requerir entonces otro tipo de atención
asistencial, como medicamentos, intervención psicosocial, jurí-
dica, u otra, que pueda ser requisito previo para la psicoterapia.
Una vez llegado al acuerdo anterior, se especifican las re-
glas, referente a la asistencia, puntualidad, pagos, confiden-
cialidad terapéutica, etc. El paciente debe tener la libertad para
29
La práctica del psicodrama
establecer distancia, cómo sentarse, qué hacer. Obviamente
no debe dañar ni el espacio de consulta ni al terapeuta.
Cuando se funciona sin yo auxiliares, existen objetos
intermediarios, como sillas, cojines, títeres, etc. Además debe
existir un espacio amplio, con temperatura y ventilación ade-
cuadas, sin distracciones y con la necesaria intimidad.
La duración de la sesión suele ser de una hora u hora y
media; la frecuencia puede ser semanal o de dos veces a la sema-
na. Las psicoterapias pueden ser en bloques acotados con un
determinado número de sesiones con un objetivo focalizado acor-
dado con el paciente, o puede ser indefinida, apuntando más
que a un solo objetivo a una temática general o estructural4.
Desde el punto de vista del tiempo y del espacio, las con-
diciones señaladas son las ideales. No obstante cabe destacar
que existen realidades asistenciales del sector público que son
muy diferentes, ya sea por infraestructura o espacio. Referen-
te al tiempo, a veces los psicólogos son requeridos para fun-
cionar media hora por sesión y no más de 6 sesiones por pa-
ciente. De manera que allí las condiciones se deben readecuar,
aún reconociendo que no son las óptimas. Obviamente, es
necesario plantear en ese caso la modalidad en bloque por
sesiones con objetivos muy específicos acordados entre tera-
peuta y paciente. En este caso funcionaría la modalidad de
intervención en crisis.
Por otra parte, un aspecto que todo terapeuta debe re-
cordar es que, a pesar de la bilateralidad y co-construcción de
los mecanismos vinculares y de los contenidos surgidos en la
psicoterapia, los roles son asimétricos. En este sentido el tera-
peuta posee responsabilidades profesionales y éticas hacia su
paciente, que no son recíprocas. Esto debe ser recordado prin-
cipalmente en el caso de información confidencial, ya que el
terapeuta debe guardar secreto profesional hacia su paciente,
pero no al revés. De manera que en caso de que el terapeuta le
comparta a su paciente algo de sí mismo, debe ser con la res-
4 Rojas Bermúdez, Jaime, Teoría y técnicas psicodramáticas, 1997.
30
Gloria Reyes
ponsabilidad y cautela necesarias. De lo contrario desprotege
a su paciente, al vínculo terapéutico y a sí mismo.
Con relación a lo anterior, la única información que al tera-
peuta no se le exige guardar es aquella que le transmita su pa-
ciente en la cual esté involucrada la integridad vital de él mismo
o de terceros. Esto es importante comunicarlo en caso de adoles-
centes. También es relevante tomarlo en consideración si se nos
comunica maltrato o abuso a menores o personas indefensas.
La primera entrevista
Es durante esta primera instancia en donde suele estable-
cerse el contrato terapéutico. El eje es señalar con claridad el
objetivo: ¿Por qué vino la persona? ¿En que y cómo la puedo
yo ayudar?
Con relación al qué, es importante acoger y validar su
motivo de consulta, incluso independientemente de que des-
pués tengamos que decirle con mucha claridad si podemos o
no ayudar en lo que necesita. Una vez establecido el acuerdo
vemos el cómo. Las reglas claras en cuanto a tiempos, espacio,
pagos, pueden ser variadas. He visto a terapeutas funcionando
con distintas formas o setting, pero creo que lo que es realmen-
te relevante es la claridad y la recíproca aceptación del cómo.
Las razones por las que puedo no atender a un paciente
pueden ser muy diversas, desde crucede roles –por ejemplo aten-
der a un alumno–, aspectos de la historia del terapeuta que él
mismo sienta o evalúe que no tenga resueltas, o también que
aprecie que la temática que haya que trabajar no sea algo de su
especialidad, etc. La elección terapeuta y paciente en cierta for-
ma es recíproca, es un acontecimiento sociométrico, que debe
ser conducido por lo tanto télicamente. Si sentimos que pode-
mos trabajar juntos, la elección es recíproca, los criterios de
elección están claros y explícitos y estamos de acuerdo en el
qué y en el cómo, entonces podemos comenzar. Esa elección
sociométrica ocurre realmente en la primera entrevista. Es en
31
La práctica del psicodrama
cierto sentido el status nascendi y el locus, de lo que ocurrirá en
la psicoterapia5. Para todo lo anterior son cruciales la ética, la
vivencia, la postura, la experiencia y el talento del terapeuta.
También es básica la adecuación del lenguaje y el reconoci-
miento de los códigos valóricos y culturales del paciente, ya
que facilitan la comunicación y por ende la comprensión recí-
proca. Además, esto último le otorga un contexto y un sentido
específico a la sintomatología o conflicto que trae.
Un tema ya mencionado es el acoger el motivo de con-
sulta. Es relevante reflexionar acerca de qué implica esto ver-
daderamente. Acoger no quiere decir siempre resolver. Por ejem-
plo, yo puedo empatizar con el sufrimiento de alguien que
acaba de descubrir que tiene un cáncer, puedo acompañar pro-
fundamente su dolor, pero no puedo ofrecer, ni menos garan-
tizar, que a partir de la psicoterapia podrá mejorar del cáncer,
aunque la persona en cuestión así me lo solicite y además ex-
prese alta sensibilidad a las dinámicas psicológicas que pue-
den haber generado esta dolencia. Debo ser explícita y clara
en qué aspectos puedo y en cuales no puedo ayudar. También,
muchas veces, acompañar no es lo mismo que simpatizar. Pon-
go un ejemplo extremo: ¿Qué me ocurre con alguien que está
siendo maltratador o abusador? ¿Cómo manejo este tema?
¿Logro conectarme y empatizar con las dinámicas de dolor,
horror y desamparo que hay detrás del maltrato? ¿Logro des-
de ahí visualizar si el otro tiene efectivamente ganas y posibi-
lidades de cambiar? ¿Qué hago en cada uno de los dos casos?
Lo que la persona explicita como motivo de consulta la
gran mayoría de las veces es la demanda manifiesta, que conlle-
va una serie de dolores y conflictos latentes. Durante la primera
entrevista, o las dos primeras, a lo que llegamos es a develar con
el otro esa demanda real, más allá de su forma. Resulta parti-
cularmente útil para ello el método del átomo social y la forma
en que lo emplean Jaime Winkler y María Carmen Bello6. Es
5 De Alentar, Leida, Primera entrevista en psicodrama, 1999.
6 Winkler, Jaime, Psicodrama y otras psicoterapias, 2000.
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Gloria Reyes
una forma de resignificar con el otro el motivo de consulta y
construir juntos un propósito de trabajo.
Finalmente las resistencias y temores naturales, que a ve-
ces pueden estar presentes en la primera sesión, deben ser aco-
gidos, no enjuiciados. Existe entre los psicoterapeutas una ten-
dencia general a menospreciar las resistencias y, por lo tanto
manifiestan desagrado y a veces hasta enojo cuando estas se
expresan, pudiendo caer en el error de comenzar una lucha
enconada en contra, ellas. Por el contrario, observo frecuente-
mente en la consulta que con solo escucharlas y no enjuiciar-
las, el paciente se tranquiliza bastante. Posteriormente, ade-
más, es poder profundizar con la misma actitud de no juicio,
qué es lo que existe más allá de estos miedos, para también
validarlo y aceptarlo. Lo miedos siempre tienen un propósito
sano de subsistencia. Lo que hay que ir corrigiendo a través
del tele es que el entorno en el que se manifiestan no siempre
es el adecuado. Averiguar eso al paciente le puede tomar su
tiempo, solo hay que acompañarlo y ayudarlo. Me he encon-
trado con la sorpresa de que los pacientes que manifiestan
más resistencias al principio, son los que poseen más después
apego al tratamiento y posibilidades de profundizar más rá-
pido.
Fases de la psicoterapia individual
desde el psicodrama
Las fases en la psicoterapia individual son las mismas
planteadas en general para el psicodrama: el caldeamiento, la
dramatización y el sharing. Sin embargo asumen distintas for-
mas y diferentes ritmos, de acuerdo con las necesidades del
paciente en particular.
El caldeamiento es la fase de preparación, en que ambos,
terapeuta y paciente, entran paulatinamente en un estado dis-
tinto del vínculo, se aproxima una intimidad y una posibili-
dad de contención. En su período inespecífico, comienza des-
33
La práctica del psicodrama
de el momento del saludo, cuando se va a buscar al paciente a
la sala de espera. Existe ahí una serie de códigos no verbales
recíprocos, que ya están generando condiciones y anunciando
la sesión que ocurrirá. Puede haber intercambios coloquiales,
que más allá del contenido tienen el mismo sentido. En su
período específico, el caldeamiento en sesión individual pue-
de continuar desde el diálogo verbal, en donde aparece el con-
tenido emergente, que puede ser algo transversal de la semana
o del proceso longitudinal histórico de la terapia, como algo
que se activó desde las sesiones pasadas. También puede ser
un cerrar los ojos, conectarse con el cuerpo, una sensación o
una emoción y obtener desde allí el emergente.
La fase de dramatización suele tener menos tiempo que lo
que ocurre en la sesión grupal. Por esta razón es solo ocasional
que transcurra una escena con una respectiva dramatización
completa en el transcurso de una sola sesión. Lo que entonces
suele ocurrir es una amplificación dramática de sectores de una
escena o de un sueño en que se focalizan conflictos y se drama-
tizan. Ocurren muchas inversiones de roles, emergencia y cons-
trucción de personajes, diálogos con el cuerpo, con sensaciones
y emociones. Creo que en esta fase es importante acompañar al
paciente dentro de la escena y también ayudarlo a mirar desde
afuera. De esta manera se va posibilitando no solo la catarsis,
sino también la resignificación y rematrización.
Por último, está la fase del sharing. Inevitablemente com-
paro cada una de estas fases con la sesión de grupo, pues su
diferenciación fue realizada por Moreno a partir del método
con los grupos. En la sesión individual, el tiempo para el sharing
puede ser notoriamente más breve que el que se da en la sesión
grupal. Por esta razón uno puede destinar en la próxima sesión
el tiempo que estime necesario para continuar con el compartir.
El sharing tiene una función más elaborativa, que es poner en
proceso secundario lo primario de la escena o de los personajes.
Aquí la persona simboliza, «lenguajea». Le pone palabras y
ordena en conjunto con su terapeuta lo que vivenció. Percibe
sus matrices y los costos que paga por sus modelos vinculares.
34
Gloria Reyes
Para qué le sirven y para qué no. Muchas veces la persona tiene
un insight dramático a partir y dentro de la escena, pero requie-
re más tiempo y ayuda para establecer el nexo, que le permita
asociar esto con las distintas áreas concretas de su vida y lo que
le puede estar ocurriendo ahora. Creo que aquí cabe destacar la
responsabilidad de la psicoterapia de mejorar la calidad de vida
del paciente, de disminuir las cuotas de dolor innecesario. En el
sharing cobra sentido que la exploración en el inconsciente no
sea un mero «bucear voyeurista», sino que pueda tener un im-
pacto que beneficie la vida del paciente.
Respecto de los tiempos y ritmos de las fases en psicote-
rapia individual, es importante establecer que es el paciente el
que va marcando el ritmo. Una dramatización intensa a veces
puede requerir muchas sesiones de sharing elaborativo.
Componentes de la Psicoterapia Individual
desde el Psicodrama
En la psicoterapia individual psicodramática, aparecen
algunos de los componentes clásicos que siempre se definen
como propios del psicodrama. Estos son el director, el prota-gonista y la escena. En este caso, solo ocasionalmente están
los yo auxiliares, pero como ya lo dije, no es lo que suele
ocurrir realmente. Tampoco obviamente está el público, ya
que ello implica la presencia de un grupo.
Con relación al director, corresponde al terapeuta y tiene
las funciones que de alguna manera ya han sido transversalmente
descritas en los diferentes puntos de este capítulo. Es estar,
contener, sostener, aceptar, no inducir antes de tiempo; es sigi-
lo, silencio, espera, mantenerse un poco atrás. Pero, a la vez,
es dirigir, confrontar, ir adelante, mostrar, interpretar, propo-
ner, estimular. Es finalmente compartir, acompañar, estar de
yo a tú, co-construyendo. Estos tres momentos de la psicote-
rapia van intercambiándose de manera oscilante y rítmica,
dependiendo del timing y del proceso en que se esté.
35
La práctica del psicodrama
Referente al protagonista, es el paciente. Así como el di-
rector pone la vasija, el protagonista coloca el contenido con el
que esta vasija se llena. Es él quien despliega su subjetividad, su
mundo interno, sus fantasías, sus relaciones. En él están por lo
tanto centrados los propósitos terapéuticos. Sin embargo la
forma de esta vasija depende fundamentalmente del terapeuta.
Finalmente, respecto de la escena, es el dispositivo tera-
péutico central del psicodrama, en el que emergen los conteni-
dos que no están atrapados en el mundo verbal. Es importante
que esté al servicio de los propósitos terapéuticos y no al revés.
Contextos
A través de cada contenido que una persona nos trae,
independientemente que si este es un conflicto o un recurso,
es algo que lo aqueja o lo hace feliz, hay en ello simultánea-
mente una convergencia de aspectos sociales-culturales, grupal-
institucionales e individuales-biográficos. Desde el método
psicodramático siempre están presentes en la mirada del tera-
peuta las tres dimensiones. En qué me detengo va a depender
de las necesidades del proceso terapéutico en ese momento. Se
puede enfatizar en uno de los tres aspectos, no obstante
cautelar la no escisión de los otros. El ser humano es un ser
sano, en tanto asume su contexto interaccional.
El contexto social está referido a todos los elementos his-
tóricos sociales y culturales que sean parte de la socialización
del sujeto y que estén ocurriendo en ese momento. El nivel de
comunicaciones de la sociedad moderna hace que este contex-
to sea cada vez más amplio y bombardeado por la globalización
mundial. Por ejemplo, durante la fecha en que explotaron las
Torres Gemelas, muchos de los pacientes que llegaron esa se-
mana a la consulta, en Santiago de Chile, traían contenidos de
alta persecución y violencia. De la misma manera, otro ejemplo
ocurre cuando sale presidenta la primera mujer en nuestro país,
Michelle Bachelet. Ocurre en la consulta esta vez mucha emer-
36
Gloria Reyes
gencia de contenidos relacionados con problemáticas de géne-
ro y los cambios que se están viviendo de hace ya varios años en
los roles sociales asociados con lo femenino y lo masculino. Es
importante en la intervención terapéutica la consideración de
que los conflictos que aparecen en la persona tienen en su sur-
gimiento o exacerbación una placenta social, que le da sentido.
El contexto grupal, en el ámbito de la psicoterapia indi-
vidual, tiene relación con los grupos de pertenencia y referen-
cia en los que esté inserto nuestro paciente: el grupo familiar,
el trabajo o institución a la que pertenezca, los grupos ideoló-
gicos, políticos, etc. Aparecen con claridad mandatos familia-
res o transgeneracionales, muchas veces inconscientes en la di-
námica conflictiva y que solo emergen en el espacio terapéuti-
co. Recuerdo una paciente cuya ascendencia matrilineal com-
pleta poseía antecedentes de violencia y alcoholismo de parte
del varón y agresión pasiva y anulación hacia los hombres por
parte de la mujer. En una exploración psicodramática, apare-
ce una tatarabuela mapuche, que se había casado con un
«huinca» –de descendencia española–, quien le habría prohi-
bido seguir ejerciendo sus funciones de «machi». En la cultu-
ra mapuche, ser machi es una atribución chamánica impor-
tante otorgada por los dioses solamente. Es una revelación
que ocurre mediante los sueños, e implica que la mujer que
recibe esta revelación debe ser curandera de su tribu y una
especie de guía espiritual, para lo que debe prepararse. De
manera que no es de menor importancia para alguien de esta
cultura negarse a seguir ejerciendo estas funciones. Especí-
ficamente en esta paciente se devela la dificultad de poder ser
feliz con su pareja actual, debido al mandato de vengar a su
tatarabuela, a través de su pareja, mandato que al parecer en
cierto sentido habrían sufrido su madre, su abuela y su bis-
abuela. Logra simbólicamente reinvindicar internamente el
poder de su abuela, pero no hacerse cargo de algo que no era
propio. Experimenta después de esto bastante alivio, además
de una mejora significativa en su relación de pareja.
El contexto individual es la especificidad de cada persona,
37
La práctica del psicodrama
sus condiciones genéticas, pulsionales, energéticas, que influ-
yen en que lo social y grupal asuman una manera particular.
Aquí nos enfrentamos con la maravilla de la individualidad,
que hace que dos personas frente a contextos culturales y fami-
liares muy similares o frente a una biografía casi idéntica sean
muy distintas. Esto es lo que hace relativizar las explicaciones
causalísticas y lineales para las problemáticas psicológicas. En
la clínica individual, nos encontramos con la sorpresa, con el
misterio de la vida y del ser humano, lo que lo hace impredeci-
ble. Eso que nos rompe los esquemas de las teorías psicologistas
y nos hace difícil explicar muchas cosas, nos lleva a ser humil-
des y a entender que el universo en el que verdaderamente inter-
venimos es mínimo. Desde la psicoterapia se pueden articular
muchos cambios, por que lo que en definitiva estamos hacien-
do es limpiar aquellos obstáculos que bloquean la espontanei-
dad y creatividad del ser humano. Sin embargo, el universo de
intervención sigue siendo mínimo.
Áreas presentes en la psicoterapia
La concepción de tiempo que tenía Moreno, influida por
Bergson, se resume en la siguiente frase del segundo autor: «El
presente es el pasado que será». Si llevamos esto al momento
terapéutico, al aquí y ahora psicodramático implica asumir
que en el presente está la historia del sujeto y también a partir
de ahí tenemos un pronóstico de su futuro. La intervención
psicoterapéutica nos permite la síntesis, la integración y el equi-
librio de estos puntos. Al acompañar un acto psicodramático,
vemos una historia que se actualiza y un futuro que se proyec-
ta. Si intentamos o permitimos que el paciente se quede dete-
nido quejándose de un pasado que ya no fue, corremos el
riesgo de quedar fijados como estatua de sal. La historia es
entonces una justificación, un salvoconducto que perpetúa la
matriz y rigidiza la modalidad vincular. Si nos concentramos
en un futuro que no existe, nos angustiamos en un devenir
38
Gloria Reyes
que no está realmente en nuestras manos. El evitar esta inte-
gración puede constituirse en un acto defensivo, que impida
el avance terapéutico. Por ejemplo, un paciente que viene solo
a hablar de su pasado y a relatar las penurias que le han ocu-
rrido, buscando la compasión o la justificación de su enfer-
medad, puede a través de ello resistirse al cambio. Lo mismo
que un paciente que nos refiere solo sus aspectos vitales co-
yunturales y nos llena el espacio terapéutico de anécdotas co-
tidianas, puede estar resistiendo la profundización de conte-
nidos, y la emergencia de conflictos latentes. De la misma
manera, un paciente que está excesivamente centrado en sus
metas y es incapaz de conectarse con lo que le está ocurriendo
en el aquí y ahora, puede estar evitando la profundización y
la rematrización.
Otra área propia de la psicoterapia son los espacios
intrasubjetivos e intersubjetivos. Los espacios simbólicosin-
ternos y los reales externos7. En otras palabras, el adentro y el
afuera. Si un terapeuta sobredimensiona el afuera por sobre
lo de adentro, puede promover o acentuar una dinámica de
victimización de su paciente, en que las cosas le ocurren y
nada pasa por él. Sin embargo, también sobredimensionar lo
interno puede llevar a sobrecargar al paciente de responsabili-
dades y generar que se autoculpabilice y se sienta omnipoten-
te en relación con todo lo que le ocurre. Es también por lo
tanto una parte importante del propósito terapéutico el man-
tener una síntesis de estos dos espacios. La sobrecarga de los
objetos malos internos corresponde con la vivencia de lo de-
presivo, la sobrecarga de los objetos amenazantes afuera, co-
rresponde con la vivencia de lo paranoide.
Las áreas que más han sido señaladas por los psico-
dramatistas, particularmente por Rojas Bermúdez, son las áreas
mente, cuerpo y afecto. La integración de esta tríada es las que
posibilita la verdadera integración de la experiencia, y por lo
7 Bustos, Dalmiro M., Nuevos rumbos en psicoterapia psicodramática,
1991.
39
La práctica del psicodrama
tanto la cura psicodramática. Una sensación corporal puede
traerme a la conciencia una serie de recuerdos pre-verbales que
estaban bloqueados, que a su vez desencadenen en vivencias de
dolor, rabia y desamparo, pero si no las simbolizo y les doy el
nombre adecuado, no tengo la suficiente resignificación. Esto
es en realidad el insight dramático. También puede ocurrir el
tener sobreintelectualizado un conflicto, pero si no paso por la
vivencia corporal y afectiva que esto implica, tampoco puedo
realmente resignificar, por lo tanto no se podrá producir el
insigth dramático. También puede existir una sobrehis-
trionización de algunos afectos, eso sin profundizar a través de
la simbolización y de una vivencia corporal más profunda. El
psicoterapeuta debe situarse al medio y dependiendo de las ca-
racterísticas del paciente, será el área que más estimulará. En
otras palabras la técnica del psicodrama desbloqueará el área
que está más escindida de la conciencia.
Cabe señalar aquí el papel del método. Obviamente de-
trás de un método existe un cuerpo teórico y un paradigma,
esto es una concepción del ser humano y de la vida, que nece-
sariamente influyen en la manera de llevar a cabo una técnica.
El psicodrama no es solo una técnica, si no bastaría con que
adiestráramos un procedimiento. Cuando el método está pro-
fundamente arraigado en la persona es difícil escindirlo de la
persona, que lo aplica. Pero también puede no ocurrir así,
principalmente en las primeras etapas de formación, en que
como forma natural del proceso de aprendizaje la técnica y la
persona aún no están integradas.
En este sentido, es interesante recordar una reflexión que
realizó Salvador Minuchen, referente a que un método
psicoterapéutico había que leerlo y aprenderlo, para después
olvidarlo. Dicho pensamiento debiera ser aplicable para cual-
quier psicoterapeuta, sea o no psicodramatista. Lo que im-
porta es que cuando tenemos el paciente enfrente, debemos
conectarnos con su necesidad psicoterapéutica. El psicodrama
es entonces solo un instrumento que lo puede o no ayudar. Lo
más relevante es el vínculo. Así como lo captó profundamen-
40
Gloria Reyes
te Jung, cuando tenía una paciente al frente y… simplemente
le cantó una canción de cuna…
Técnicas empleadas en
psicoterapia psicodramática individual
Cómo método de diagnóstico me ha resultado bastante
útil el átomo social, ya que permite trabajar el motivo de con-
sulta manifiesto y latente, además de construir propósitos te-
rapéuticos conjuntamente con el paciente. También como tra-
tamiento, el átomo me permite trabajar en distintas sesiones
segmentos diferentes de las relaciones interpersonales y pro-
fundizar en los conflictos relativos a los vínculos.
Otro método bastante útil como diagnóstico y como tra-
tamiento es el biodrama. A través de la acción, poder viajar
en conjunto con el paciente a lo largo de su vida, desde la
gestación e incluso proyección futura, permite que este vaya
explorando experiencias no verbales y sus matrices, esto es,
los modelos vinculares que se repiten, pudiendo rematrizar a
través de la proyección futura. También el biodrama se puede
trabajar un sinnúmero de sesiones, ya que de hecho desde ahí
se articulan también nuevas escenas8.
La técnica del mapa fantasmático, creada y desarrollada
por Elina Matoso y Mario Buchbinder9, es muy útil para ex-
plorar e introducir al paciente en zonas de su cuerpo, desde
donde se abren abanicos de experiencias pre-verbales, de sor-
prendente precisión, si después las contrastamos con la reali-
dad o los hechos. Una vez una paciente dibujó una fisura en
su rodilla izquierda que aparecía como un accidente gráfico de
la hoja o del lápiz. Investigando desde su vivencia corporal y
entrevistando ella misma a su madre, habría sufrido a los cua-
8 Reyes, Gloria, op. cit., 2005.
9 Buchbinder, Mario, y Matoso, Elina, Poética del desenmascaramien-
to, 1993.
41
La práctica del psicodrama
tro años, al entrar al colegio, una fractura de la rodilla izquier-
da, que la mantuvo varios meses postrada, sin poder jugar con
los otros niños. Efectivamente asociado con la temática del
colegio, también se le abrió la temática de la separación y due-
lo, que era algo que tenía bastante menos consciente y elabora-
do de lo que ella misma imaginaba. Otra paciente dibujó de
manera que ella misma se sorprendió un pequeño punto en
uno de sus ovarios. Extrañada ella misma de esto y sensibiliza-
da con el hecho de que la técnica del psicodrama transforma el
cuerpo en una caja de pandora, fue esa misma semana al gine-
cólogo. Efectivamente le encontraron un pequeño quiste, en el
mismo ovario en el que ella había dibujado el punto.
La escena y dramatización clásica, como lo dije, se desa-
rrolla solo ocasionalmente en forma completa. Más bien se
hacen segmentos, a la manera de la amplificación dramática.
Una escena o microescena puede surgir articulada de cualquiera
de los métodos anteriores o simplemente de la verbalización
inicial, que constituye el caldeamiento inespecífico y específi-
co de la sesión individual psicodramática.
La construcción de personajes es algo que frecuentemente
se utiliza en las sesiones individuales. Una paciente está hablan-
do de su madre y entonces la llamamos a sesión. Comienza
entonces sin darse cuenta a representarla de forma que ella no
se hubiera imaginado. Otro paciente me habla de su jaqueca,
entonces llamamos a la jaqueca. Se transforma en personaje,
con el que se puede dialogar, realizar inversiones de roles y pre-
guntarles que está haciendo, para qué le sirve al paciente, etc.
Los objetos intermediarios, que habitualmente se utili-
zan, son los cojines y sillas. Para niños, se utilizan títeres,
muñecos y juguetes. Algunos psicodramatistas emplean más-
caras. Cada uno de estos objetos, aparte de reemplazar al yo
auxiliar, representan una forma «intermediaria», «trancisional»
de acceder al mundo interno del paciente y expresarlo. Es par-
ticularmente útil para personas con un yo muy débil o con un
mundo interno percibido como muy amenazante. Por ejem-
plo, es más fácil para un niño que un títere le pegue a otro
42
Gloria Reyes
títere que represente simbólicamente a una madre, que él mis-
mo exprese rabia en forma directa a su madre.
Dentro de los objetos intermediarios están las másca-
ras. Para Mario Buchbinder, representan la posibilidad de
metaforizar a través del goce estético una conflictiva interna o
un área de la personalidad que resulta dolorosa de observar10.
Referente a las técnicas, se emplean las habituales, como
las técnicas verbales. Este tipo de intervenciones pueden ser: co-
loquiales, señalamientos, interpretaciones e intervenciones como
las entrevistas y, en caso necesario, confrontaciones. La inter-
vención coloquial es cualquier intervención dialogal, informa-
ción que se proporciona, el llevar a cabo preguntas y confirma-
ciones. Cuando el diálogoes fluido, sentido, y apunta a reflexio-
nes profundas, se convierte en la forma de comunicación más
corriente en psicoterapia psicodramática. El señalamiento im-
plica tomar una pequeña distancia. Se trata de llamar la aten-
ción sobre conductas, un lapsus, una actitud que despierta du-
das o enfatizar interrogativamente una frase. La interpretación
es la más compleja de las intervenciones terapéuticas verbales.
Trata de acceder a niveles a los que el paciente no puede llegar
por sí mismo.
Otro tipo de técnicas empleadas en sesión individual son
los recursos psicodramáticos típicos, tales como el doble, el so-
liloquio, el espejo y la inversión de roles11. El doble se utiliza
cuando es necesario que el paciente reflexione sobre aspectos de
su vida. El terapeuta habla o emite sonidos por él, como si
fuese una extensión del propio paciente. No es muy recomen-
dada, cuando el director está sin yo auxiliar, porque puede per-
der la distancia necesaria. El doble siempre es una sugerencia.
De alguna manera la acción del doble, igual que la interpreta-
ción, también es una hipótesis. El espejo consiste en que el tera-
peuta, se coloque físicamente en la posición que en determina-
10 Buchbinder, Mario, y Matoso, Elina, Poética del desenmascaramien-
to, 1993.
11 Reyes, Gloria, op. cit., 2005.
43
La práctica del psicodrama
do momento asume el paciente, como si fuese una fotografía.
El objetivo es permitir que el paciente, mirándose a sí mismo
desde fuera de la escena, reconozca los aspectos presentes en ella
y pueda emitir una reacción frente a estos aspectos, con el pro-
pósito de favorecer el aumento de la observación del yo. Tam-
bién posee las mismas observaciones de la técnica anterior. La
inversión de roles consiste en pedirle al paciente que tome el
lugar del otro, o sea, que represente el rol de alguien sobre quien
se está hablando. Aquí se suelen usar cojines o sillas. Finalmen-
te, el soliloquio consiste en detener un discurso verbal, y pedirle
al paciente que exprese lo que no está en ese discurso. Lo que le
permite al terapeuta detectar el momento oportuno para intro-
ducir esta técnica, es una fisura del discurso, un titubeo, una
incongruencia entre lo verbal y no verbal, etc.
Otras técnicas empleadas son la interpolación de resis-
tencias, la realidad suplementaria, la maximización, la cáma-
ra lenta, la focalización, las articulaciones kinestésicas, cenes-
tésicas e ideativas y la concretización. Todas estas nos permi-
ten también ampliarnos y detenernos en un discurso, un ges-
to, una idea reiterada, una queja, etc.
Acerca del tratamiento
y las resistencias a dramatizar
En el contexto psicoterapéutico se entiende por resisten-
cias a los mecanismos defensivos inconscientes que de alguna
u otra manera obstaculizan aspectos del encuadre, el vínculo
o los propósitos terapéuticos. Suelen manifestarse en forma
cíclica y esporádica, dentro del proceso psicoterapéutico. Pue-
den ser sutiles o manifiestamente burdos y/o agresivos, depen-
diendo del nivel de defensas del paciente. Cuando se expresan
de forma permanente, pueden estancar el proceso psicote-
rapéutico. En este último caso, no solo tal vez baste con seña-
larlos o interpretarlos, sino que también profundizarlos, ya
que puede ser parte del temor a desmontar una matriz, que es
44
Gloria Reyes
lo único que le da seguridad al paciente. En este caso hay que
acompañarlo hasta llegar al locus desde donde se desencadena
esa matriz y ayudarlo a aceptar y validar que el motivo de su
defensa tuvo un sentido y ese es proteger su integridad psicoló-
gica y tal vez en su origen incluso física.
Es relevante que la persona comprenda que ese aspecto
de la defensa es sano y que surgió en un entorno en donde se
justificó e incluso lo salvó de una amenaza real. Los sistemas
defensivos, en sí no son dañinos sino más bien protectores. Se
tornan disfuncionales, con la generalización y la rigidización.
Entonces el propósito terapéutico está relacionado con acti-
var la posibilidad de discriminar cuando usarlos. Es entonces
cuando lo que era una defensa disfuncional, que entorpece
los objetivos de crecimiento o curación, se transforma en una
forma de protegerse y de saber cuándo exponerse o no. De lo
contrario es forzar al paciente a una falacia, que implica que
las defensas no existan o que deben «irse para siempre».
De la misma manera, si un paciente manifiesta en forma
explícita y directa, que existen áreas en las que prefiere espe-
rar un tiempo para explorar por qué aún no está preparado,
hay que respetarlo y además distinguir esta comunicación como
un proceso consciente, diferente al de la resistencia.
Por lo tanto, en términos generales el psicodrama, si bien es
una técnica con una gran potencia desbloqueadora, valida a la
vez los sistemas defensivos. Esa es una de las fundamentaciones
de la fase del caldeamiento. Si algo después de un caldeamiento
no emerge, no hay que forzarlo, ya que después de esa fase a lo
que se apela es a la profunda sabiduría del ser humano, para
saber organísmicamente para que está preparada la conciencia.
Con respecto a las etapas en que surge la resistencia en el
proceso psicoterapéutico, se pueden distinguir las siguientes.
En un primer período suele estar relacionada con el vínculo
entre terapeuta y paciente. Es un temor a no ser contenido, a
ser rechazado, abandonado, enjuiciado, tragado, dominado,
etc. Tiene además un sentido diagnóstico, en términos de que
se transferencian al terapeuta modelos vinculares originales.
45
La práctica del psicodrama
Por esta razón es importante la primera etapa, ya que el papel
del terapeuta es reestablecer, a través del «tele», el vínculo y
corregir los errores de percepción, tranquilizando al paciente.
Esta obviamente no es una acción netamente verbal, sino que
también está plasmada de códigos no verbales.
Cuando la resistencia se produce en medio del proceso
psicoterapéutico, está más relacionada con el temor a profun-
dizar en algún contenido. En este caso, una manera adecuada
de manejarlo psicodramáticamente es incorporar la resisten-
cia a la escena psicodramática, concretizándola en un perso-
naje, con el que se puede invertir roles. Así como ya se explicó
se reivindican los sentidos de las defensas12.
Finalmente, cuando la resistencia se produce en la fase
final del proceso psicoterapéutico, tiende a estar relacionada
con el temor a la pérdida y separación. Implica aquí el poder
acompañar las fases características del duelo, para que el pa-
ciente vaya encontrando el sentido de la autonomía.
Condiciones para un
tratamiento bipersonal psicodramático
Desde el punto de vista del paciente, los aspectos que son
necesarios revisar tienen que ver con la motivación: qué es lo
que lo lleva a consultar, cómo llegó a pedir ayuda y el tipo de
patología, si es que se presenta alguna.
Cuando me refiero a motivación, me refiero a la fuerza
más profunda que lleva a una persona a solicitar psicoterapia,
más allá de la forma en que lo exprese. Ya mencioné en puntos
anteriores que existen métodos psicodramáticos que permiten
explorar en conjunto con el paciente este motivo. Cuando
ambos nos encontramos con ello, es cuando se produce el ver-
dadero contrato terapéutico. Por ejemplo, un adolescente pue-
de llegar a consultar por qué sus padres lo obligan o desde el
12 Herranz, Teodoro, Psicoterapia psicodramática individual, 1999.
46
Gloria Reyes
colegio se lo exigen. En ese caso, la demanda no está centrada
desde sí mismo, sino que desde los otros. No obstante pode-
mos explorar igual, que le ocurre a él con ello y por qué igual
accedió. Puede aparecer, su rabia, su necesidad de ser compren-
dido y desde ahí buscaremos un motivo para trabajar juntos.
Al plantear la patología, o padecimiento de un dolor,
nos estamos situando en el modelo médico. Muchas personas
llegan a psicoterapia no por una patología, sino por que quie-
ren crecer, optimizar una relación, o transitar una situación
de vida difícil lo mejor posible. Recordemos que el psicodrama
tiene una concepciónde la psicoterapia, que no está centrada
solamente en los conflictos y dificultades, sino que también
en los recursos. También nos encontramos con personas que
portan rótulos psiquiátricos, que alguna vez escucharon de sí
mismos y que se constituyen en sistemas defensivos de estan-
camiento, como si fueran un salvoconducto para no hacerse
cargo de ellos y seguir enfermos dependiendo de otros. En este
aspecto sanarse puede ser mirar algo doloroso y conflictivo,
como también en ocasiones tomar conciencia de algo positi-
vo y recursivo que poseemos y que está adormecido porque
no lo hemos visto.
No obstante, con lo anterior, no quiero decir que las pa-
tologías no existan. Lo importante es no quedarse en la cate-
goría nosográfica, sin mirar la dinámica comprensiva, que está
detrás de los síntomas y a través de la cual podemos acceder a
los espacios de intervención terapéutica.
¿Cómo entonces interactuar con lo nosográfico, desde el
psicodrama? Lo nosográfico es parte del contexto, puede ser
movible, como una reacción depresiva, o puede ser más estruc-
tural o fija como una condición genética que predispone a la
esquizofrenia. Conocer ese contexto nos permite localizar me-
jor los espacios de intervención terapéutica y aquellos que no
lo son. Desde ahí podríamos decir que no existen contraindica-
ciones para el psicodrama, solo momentos adecuados para sa-
ber cómo y dónde intervenir. Por ejemplo, un momento de en-
trada y salida de una depresión profunda no es un momento
47
La práctica del psicodrama
adecuado para una dramatización completa y desbloqueadora;
tal vez sí para una breve, resolutiva y estructurante, que tran-
quilice a la persona. Existen momentos para escenas
desestructurantes que abren, como hay momentos para escenas
más psicoeducativas que cierren procesos. De la misma mane-
ra, nos encontramos con momentos para escuchar con silencio,
y otros para recomendar con urgencia. No en todos los mo-
mentos de la psicoterapia cabe una escena psicodramática. Por
otra parte, no todo el psicodrama es netamente una especie de
compulsión a realizar escenas.
Otra cautela la presenta el trabajo con psicóticos, parti-
cularmente los que manifiestan síntomas paranoídeos y bajo
manejo en el control de impulsos y agresiones. Aquí obvia-
mente se trabaja una vez que está producida la compensación
bajo medicamento, como apoyo a la fase de rehabilitación.
Se recomienda mucha utilización de objetos intermediarios,
de manera que la identificación y expresión del mundo inter-
no, percibida como amenazante, sea gradual y mediada por
apoyo y estructuración del yo.
Finalmente, otra observación que puede llegar a ser una
contraindicación corresponde a la existencia de un muy bajo
coeficiente intelectual, que dificulte la capacidad de simbo-
lización que requiere realizar una conexión entre una imagen
plástica o estética y una conflictiva personal.
Referente a las condiciones que debe tener un psicote-
rapeuta, para realizar psicodrama individual, creo que han
sido mencionadas transversalmente a lo largo de este capítu-
lo, de manera que no me detendré mucho en ellas. Solo resu-
miré algunas, las más relevantes.
Como requisitos básicos estarían la formación ética, la
formación psicodramática, la formación clínica, el proceso de
revisión personal cíclico o permanente, el compromiso y las
ganas. Como condiciones que facilitan el ser terapeuta esta-
rían los años de experiencia clínica, la experiencia de vida y el
talento.
En el Centro de Estudios de Psicodrama de Chile, aparte
48
Gloria Reyes
de la formación práctica, experiencial y teórica, desarrolla-
mos una serie de trabajos de autoexploración y acompaña-
miento, para la formación de la persona del terapeuta.
Síntesis
El psicodrama es un modelo teórico y metodológico, cuyo
origen surge de la empirie grupal, pero cuyos ulteriores desa-
rrollos van ampliando su aplicación a diversos ámbitos tera-
péuticos.
A pesar de que Moreno, en su origen, contravino la mo-
dalidad individual, existen contradicciones en su misma teo-
ría y práctica, de la que se pueden abstraer fundamentos para
la aplicación individual del psicodrama. En la realidad actual
muchos psicodramatistas argumentan a favor del psicodrama
individual y consecuentemente lo practican.
La presencia de yo auxiliares, si bien es planteada enfáti-
camente en los orígenes de la bibliografía como una forma de
suplir la ausencia de grupo de la terapia bipersonal, en la rea-
lidad pocos psicodramatistas llevan a cabo esta sugerencia
metodológica. En reemplazo de esto, la existencia de objetos
intermediarios ha sido una muy buena solución, que permite
al paciente desplegar su fantasía interna.
Las fases, instrumentos, contextos, áreas y técnicas del
psicodrama individual son prácticamente las mismas de las
empleadas en el psicodrama grupal, con algunos énfasis y di-
ferencias. De la misma manera, el encuadre y las condiciones
requeridas para paciente y terapeuta no presentan diversida-
des esenciales, entre las distintas modalidades de psicodrama
y la atención individual.
Caso clínico
La paciente que presento a continuación la denominaré
Sofía. Tanto su nombre como muchos de sus datos están
49
La práctica del psicodrama
modificados y mezclados con los de otras pacientes con simi-
lares características, con el propósito de evitar posibilidades
de identificación.
Esta paciente es atendida en la consulta particular. Viene
a solicitar ayuda por crisis depresiva y angustiosa, desencade-
nada en el espacio laboral, la cual se ha ido expandiendo en el
transcurso de un año hacia diversas áreas de su vida. Tiene
treinta años, es casada hace cinco, y tiene un hijo de dos años.
Con respecto a su familia de origen, su padre y madre están
vivos. Tiene dos hermanos menores de 28 y 25 años, ambos
de sexo masculino, que aún viven con sus padres, el mayor
trabaja y el menor estudia. Es una abogada exitosa de una
empresa y posee además un estudio particular que está diri-
giendo. Su marido es ingeniero, y trabaja como gerente de en
un banco, en donde también posee un desempeño exitoso en
el ámbito laboral y profesional.
Con relación a su historia, aparece en su relato una vida
familiar, infancia y adolescencia, relativamente tranquilas, de
una familia de clase acomodada, sin mayores dificultades.
Según lo manifestado en la primera entrevista por ella, no
recuerda cuándo sus dos hermanos nacieron, ni tampoco ex-
periencias familiares traumáticas, declarando que entre los pa-
dres la relación era en general buena. Referente a su historia
escolar y universitaria, siempre fue exitosa, estando en los pri-
meros lugares en lo académico y siendo líder en lo social. Su
actual esposo fue el cuarto novio y comenzó a estar con él
desde la adolescencia. Tampoco refiere conflictos en esa área.
Durante la expresión de su motivo de consulta, manifies-
ta estar sufriendo intensas angustias y deseos de llorar con do-
lor y opresión en el pecho. Menciona además estar extrañada, e
incluso sentirse un poco avergonzada y culpable de sentirse mal,
teniendo una vida para ella tranquila y sin problemas que jus-
tifiquen consultar a una psicóloga. Se define a sí misma como
alguien poco conflictivo, esforzado, que disfrutaba mucho de
la vida familiar y de su trabajo. También plantea tener buenos
amigos, para muchos de los cuales ella constituye un apoyo.
50
Gloria Reyes
En la segunda sesión llevo a escena un átomo social con
ella, con el propósito de explorar e identificar cuáles son los
principales focos de conflicto. Le digo que caminemos por un
sector de la sala y que imagine que esa zona es su vida actual.
Sobre la base de sugerencias mías va colocando dentro de es-
tas zonas cojines, que identifican personas o situaciones que
en este momento le llegan como relevantes. Coloca al centro
de este espacio a su marido y a su hijo, ella se sitúa más a un
costado, cerca del hijo. Detrás de ella coloca dos cojines, re-
presentando a sus padres, estando más cerca el de la madre.
Más lejos, a su costado derecho, un cojín querepresenta el
trabajo. Le preguntó si existe algo más, a lo que me responde
dudosa: «Tal vez… no se… creo que no». Le preguntó donde
pondría su angustia, a lo que responde que está en todas par-
tes. La representa con un cojín que ella misma mueve entre
todos los otros cojines de manera acelerada y tensa. Se va po-
niendo en el lugar de cada cojín y va hablando desde ahí,
haciendo inversión de roles. Van emergiendo, con sorpresa para
ella, una serie de contenidos latentes. Dentro de ellos destaca-
ría principalmente en relación a los padres una sobreexigencia
agobiante por parte de ambos, además de un distanciamiento
afectivo sexual entre ellos, que hace que su interés esté puesto
sobre los hijos, principalmente en esta hija modelo que les
otorga satisfacciones, orgullo y razón para seguir juntos. Re-
ferente a su familia nuclear actual, se aprecia a un hijo que
corporalmente le cuesta mucho salirse de en medio de ambos
padres, quien comienza además a sentir ahogo y pocas ganas
de jugar. Ella y su marido se aprecian cansados y muy centra-
dos en las metas laborales, la interacción entre ellos se expresa
algo fría, casi con un dejo de desdén y resignación.
Luego la hago ponerse en el lugar del cojín que represen-
ta la angustia y comienza a desplazarse, manifiesta ahogo –
igual que el hijo– grita, dice no dar más, siempre sosteniendo
situaciones de otros. No sabe dónde está realmente ella,
irrumpe en llanto intenso con profunda pena y sensación de
abandono. Se desploma en el suelo llorando. Cuando se cal-
51
La práctica del psicodrama
ma, la hago respirar profundo, y salirse del espacio escénico,
que mire desde afuera conmigo, qué ve, qué cree ahora que
debe trabajar. Con ello se le amplía y profundiza el verdadero
motivo de consulta, dice que por primera vez logra darse cuenta
de que no ha vivido su vida, que siempre ha estado sostenien-
do y respondiendo a expectativas de otros.
Durante las etapas siguientes profundizamos fundamen-
talmente a través de inversión de roles cada una de las relacio-
nes objetales incorporadas en el mapa vincular explorados en
el diagnóstico de la segunda sesión. Dentro de ellas destaco una
en que vuelve a aparecer la angustia como protagonista. Le
pido que se centre en la zona corporal en que más la siente, que
en este caso es el pecho y la boca del estómago. Desde esta
sensación maximizo e induzco la articulación y construcción
de un personaje. Es un tirano, grande, fuerte, que la viene a
ordenar y organizar. En esta exploración también hago inver-
sión de roles con el personaje, quien además de tirano le dice
que la viene a salvar, que la está protegiendo y que le entregará
el poder de ser la reina y no morir. Con mucha pena ella toma
conciencia de que en realidad este personaje fue lo mejor que
pudo haber hecho para subsistir al desamor de unos padres con
una dinámica muy narcisística. Se conecta por primera vez con
el desamparo, la soledad, la sensación de no ser aceptada tal
cual ella es. Desde ahí le surgen ganas de darle las gracias a este
personaje, de decirle que lo aprecia cansado y de pedirle que la
siga cuidando pero de una manera más relajada y confiada. Se
emociona, llora de manera tranquila, dulce y profunda. Des-
pués de esta sesión, la angustia decrece considerablemente.
Me he topado en varias escenas en las que, en la con-
cretización de personajes, aparecen las defensas y que la mejor
forma es no lidiar con ellas porque siempre estarán; de lo con-
trario uno como psicoterapeuta puede forzar e inducir una
idealización de algo que no es factible e incluso adecuado que
ocurra. La reconciliación con las defensas es importante. No
son las defensas en sí las malas; por el contrario, siempre tie-
nen un sentido protector para la integridad de la psique. Es la
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Gloria Reyes
rigidización y utilización generalizada de ellas, las que impli-
can disfuncionalidad.
En las sucesivas sesiones trabajamos la flexibilización y
rematrización del personaje. El sentido es el siguiente: ¿cómo
podemos proteger a Sofía sin asfixia, agobio y discriminando
los momentos en que ella realmente lo necesite? En esta bús-
queda nos encontramos con la siguiente escena. Articulamos
desde un momento y espacio cotidiano con el marido y el
hijo, que solo exploramos brevemente y donde de nuevo
aparece esta sensación de angustia. Desde ahí la emoción va
evocando una cadena de escenas sucesivas similares, hasta
llegar a una en que ella tiene tres años y acaba de nacer su
hermano. La escena aparece trivial, aunque con un clima de
extrema frialdad y tensión. Nada en lo verbal pareciera anun-
ciar agresión ni amenaza. Al realizar soliloquio del padre y
de la madre, aparece un intenso agobio por la crianza de dos
hijos chicos y la exigencia autoimpuesta de un crecimiento
económico rápido y una ascensión social [coincide con mo-
mentos previos en Chile, de mucha crisis económica]. Los
padres se aprecian excesivamente centrados en el logro, las
tareas y las apariencias. La niña sostiene su sino, la soledad,
por lo tanto decide no molestar y ser muy buena y exitosa
para sentirse valorada o siquiera mirada. Surge la defensa,
por lo tanto el ahogo.
Como evolución durante la psicoterapia, Sofía comien-
za a dejar de sentir angustia y ataques de pánico, equilibra de
manera más tranquila las áreas de su vida, de manera que deja
de estar tan excesivamente centrada en las tareas y en el éxito.
Logra tiempos de más intimidad y goce real con su marido y
con su hijo, y mantiene una mayor lejanía con sus padres. De
esta manera moviliza al sistema, ya que posteriormente es su
marido quien comienza una psicoterapia.
53
La práctica del psicodrama
Capítulo 2
Psicoterapia de pareja
desde el psicodrama
La psicoterapia de pareja es una intervención asumida por
la mayoría de las corrientes psicoterapéuticas. El psicodrama
también trabaja en esta temática. Moreno, su precursor, fue
uno de los primeros terapeutas en trabajar las relaciones
interpersonales y dentro de ellas, la de pareja. Este capítulo
pretende abordar los diversos aspectos más relevantes para en-
tender la aplicación de la psicoterapia psicodramática en la
pareja. Cabe destacar que, dentro de los autores psicodra-
máticos, el que más ha escrito sobre el tema es Dalmiro Bus-
tos, quien, además, representa en la actualidad uno de los
exponentes más ortodoxos de la mirada moreniana. Otros
autores destacados son Pablo Población y Elisa López Barberá,
quienes, siendo psicodramátistas, a diferencia de Bustos, po-
seen una marcada influencia de la teoría sistémica.
Definición de pareja
La pareja constituye una configuración binaria comple-
ja de roles simétricos. En esta complejidad, existen una serie
de variables de carácter social, cultural, familiar y
transgeneracional.
La variable socioeconómica constituye un aspecto prácti-
co y metafórico, tanto desde el punto de vista de cómo están
resueltas las distintas necesidades de la pareja, así como tam-
bién quién lleva la responsabilidad en este sentido. Ello posee
54
Gloria Reyes
implicancias no menores que impactan sobre los aspectos del
poder, la gratificación, el manejo de las emociones y la forma
como se reorganizan las tareas en el interior de este complejo
vínculo.
Con respecto a lo cultural, los valores, normas, roles so-
ciales y definiciones de género, son relevantes e influyen en la
organización de la estructura de la pareja y en su consecuente
organización implícita y explicita de funciones y tareas. La
modernización y la globalización han provocado cambios en
este ámbito, que han llevado a crisis que pueden implicar un
crecimiento, una redefinición, así como también una ruptura,
congelamiento y/o desplazamientos de conflictos a través de
la cristalización de roles, o el surgimiento de síntomas y
disfunciones en las diversas áreas de la pareja.
Las variables familiares se hacen presentes a través de
las familias de origen de cada uno de los miembros de la pa-
reja, a través de los cuales tienden a actualizarse modelos,
valores, roles sociales, temáticas de género,

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