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El-estado-mexicano--un-balance-teorico-poltico-del-combate-al-crimen-organizado-durante-la-administracion-del-presidente-Felipe-Calderon-2006-2012

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1 
 
 
 
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 
SISTEMA DE UNIVERSIDAD ABIERTA Y A DISTANCIA 
 
 
EL ESTADO MEXICANO: 
UN BALANCE TEÓRICO POLÍTICO DEL COMBATE AL 
CRIMEN ORGANIZADO DURANTE LA ADMINISTRACIÓN 
DEL PRESIDENTE FELIPE CALDERÓN 2006-2012 
 
T E S I S 
Que para obtener el título de: 
 
LICENCIADO EN CIENCIAS POLÍTICAS Y 
ADMINISTRACIÓN PÚBLICA (OP. CIENCIA POLÍTICA) 
 
Presenta: 
 
DOMÉNICA SELVA FERNÁNDEZ 
 
 
Tutor: 
 
MTRO. PABLO TEPICHÍN JASSO 
 
México, D.F. 2012. 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
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fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
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A mis padres y hermana: María del Rosario, Héctor y Aranzazu 
 
3 
 
Agradecimientos 
Quiero agradecer a mi asesor, el Mtro. Pablo Tepichín, no sólo por su paciencia y acertados 
consejos, sino porque con su interés genuino de profesor e investigador me ayudó a aclarar el 
camino a seguir y fue un guía en el desarrollo de este trabajo. 
Muchas otras personas de alguna forma estuvieron presentes en el desarrollo de esta 
investigación y les debo un reconocimiento ya que con su ayuda fue posible ir construyendo 
y cumpliendo las distintas etapas de esta tesis. 
A Guillermo Alcántara por sus sabios consejos y asesoría para poder concluir un proyecto 
que empezó hace mucho tiempo y que hoy concluye su primera etapa. Gracias también a 
Ileana y a todo el equipo universitario de la facultad por todas sus atenciones. 
A mis profesores, Denhi Rosas Zárate, General José Francisco Gallardo Rodríguez, Ricardo 
Navarro Reyna, José Antonio Castillo Medina, por su apoyo y acertadas sugerencias para la 
culminación de este trabajo. Gracias. 
En la parte profesional quisiera agradecer al Dr. Horacio Vives por las facilidades que me 
brindó para concluir mis estudios y su incondicional apoyo durante todo el trayecto. Al Mtro. 
Alonso Lujambio (q.e.d.) por su insistencia y comprensión para cumplir mis metas, así como 
por haberme devuelto mi espíritu universitario. 
También quiero agradecer a Malke Aronovich y Margarita Andresen porque creyeron en mí 
y me brindaron con su apoyo la luz que necesitaba para cerrar círculos y ser capaz de abrir 
otros nuevos. 
No puedo dejar de decir que he terminado esta tesis, sin antes agradecer también a mis 
amigas y amigos por el trayecto recorrido durante estos años. 
A mis amigos Francisco Mandujano, Edén Domínguez y a todos aquellos que 
desinteresadamente me brindaron su amistad. Gracias. A todos mis compañeros de la 
Facultad, por haber compartido conmigo sus experiencias y conocimientos durante las 
clases. Gracias. 
A los incondicionales, a la banda: Roberto Ponce, Azucena Rojas, Karla Macías, Sergio 
Ascencio, Luis Gerardo Quijano, Aarón Sánchez, Irene Palacios y Oswaldo Bayardi. 
Gracias. 
Un reconocimiento a mi familia que desde Texcoco apoyaron mis decisiones y compartieron 
conmigo un largo proceso lleno de aventuras. Gracias a mi hermana quien siempre estuvo 
conmigo al pie del cañón. Gracias por todo su cariño. 
 
 
 
4 
 
 
Índice 
Introducción 5 
Capítulo I. Principales fundamentos teóricos del Estado 7 
1.1. Thomas Hobbes 7 
1.1.1 El orden político: una construcción artificial 11 
1.2. El monopolio de la fuerza y la legitimidad weberiana 15 
1.2.1 El concepto de la política en Weber 17 
1.2.2 Weber y la legitimidad del poder 22 
1.3 La figura schmittiana del soberano 27 
1.3.1 La constitución del conflicto político: el otro 30 
1.4 La administración pública: engrane del Estado 35 
 
Capítulo II. El estado mexicano frente al crimen organizado 38 
2.1 El concepto de seguridad nacional 38 
2.2 El perfil de las Fuerzas Armadas en la seguridad pública 44 
2.3 La confianza en el Ejército mexicano 48 
 
Capítulo III. Erosión de la estructura del Estado: espacios de violencia 53 
3.1 La violencia 56 
3.2 El desafío del monopolio de la violencia 64 
3.3 Una guerra irregular en México 65 
3.4 La estrategia del Ejecutivo 69 
3.5 El enemigo a vencer 74 
 
Capítulo IV. El rol de los medios 78 
3.1 El cuarto poder ¿legitimación del Estado? 79 
3.2 Un acuerdo de no violencia 83 
 
Conclusiones 90 
Anexos 95 
Bibliografía 119 
 
5 
 
Introducción 
El siguiente trabajo pretende explorar las condiciones del Estado mexicano 
dentro de la lucha contra el crimen organizado desde la concepción moderna del 
Estado, ofreciendo algunos de los elementos del pensamiento político de clásicos 
como Thomas Hobbes, Max Weber y Carl Schmitt. 
Se trata de algunos apuntes preliminares para una investigación mucho más 
profunda y extensa por la característica del tema. Sin embargo, se busca que esta 
tesis contribuya a comprender cómo las decisiones de los poderes impactan la forma 
en la que entendemos la vida política de nuestro país; y al mismo tiempo cómo la 
construcción del Estado refleja algunos rasgos de nuestro proceso político entorno a 
la percepción de la seguridad en México. 
El primer capítulo trata de las teorías del Estado correspondientes a Thomas 
Hobbes, Max Weber y Carl Schmitt, quienes abordan el origen del Estado a partir de 
la necesidad del hombre de contar con seguridad para salvaguardar la vida, así como 
tener representantes que conduzcan las decisiones de sus gobernados a través del 
poder delegado a fin de contener la paz y el orden. 
En el capítulo dos, se analiza la estructura del brazo armado del Estado en el 
contexto de la lucha contra el crimen organizado para el caso particular de México. 
Asimismo, se evalúa la legitimación de las decisiones del Ejecutivo por medio de las 
acciones y disposiciones en materia de seguridad con el uso del Ejército. También se 
expone la definición de Seguridad Nacional dentro del Estado mexicano desde una 
 
6 
 
de las definiciones más construidas desde el punto de vista político para México, la 
del Instituto Federal de Acceso a la Información. 
En el capítulo tercero se expone una perspectiva de lo que significa la 
violencia para analizar si existe en el Estado mexicano un desgaste que desafíe su 
estructura, así como también s acercar el concepto del “enemigo” para el Estado de 
acuerdo a los posicionamientos planteados en el marco teórico sobre el contexto de la 
administración del Presidente Felipe Calderón. 
Para cerrar la presentación de este trabajo, el último capítulo, concentra una 
breve evaluación de la participación de los medios de comunicación en la integración 
de las decisiones del gobierno en el tema de seguridad. Además en este capítulo, se 
aborda la relación de los medios con el Estado y su papel en el desarrollo del Estado. 
 
7 
 
Capítulo I. Principales fundamentos teóricos del Estado Moderno 
La amplia literatura sobre la teoría política es una muestra de la relevancia que 
tiene el tema del Estado a lo largo de la historia del hombre y de manera particular, la 
forma en que el hombre resuelve su permanente miedo a la muerte y lucha por 
conseguir un estado de seguridad. 
La elección de Hobbes, Weber y Schmittpara este trabajo corresponde a la 
relación de sus reflexiones desde una mirada al concepto de Estado moderno a partir 
de la racionalidad del conflicto entre los hombres, donde reflejan y evalúan una 
propuesta de orden político a través de un pacto, así como la legitimidad que da el 
poder concentrado de los hombres en un Estado como pieza fundamental para evitar 
la guerra o bien, para dirigirla con elementos que justifiquen las acciones de los 
hombres al sentir amenazada sus vidas. 
Con ellos, podemos acercamos el análisis de este trabajo a las categorías del 
Estado moderno en un contexto político para la seguridad y la legitimidad de las 
decisiones sobre la guerra como uno de los puntos posiblemente más vulnerables en 
la administración del Presidente Calderón. 
1.1 Thomas Hobbes 
En el Leviatán, Hobbes comienza a establecer una serie de razonamientos que le 
permitieron modificar el universo conceptual con el cual se habían venido explicando 
los problemas fundamentales de la política. Plantea el origen de una nueva relación 
entre los hombres por medio de un contrato como modelo de interpretación de la 
vida pública, sentando con ello las bases de un Estado moderno. Con ello lo que 
 
8 
 
Hobbes establece es una construcción conceptual que da cuenta de las relaciones 
entre los hombres, por medio de un poder de carácter limitado que mantenga a una 
sociedad en orden y paz. 
Hobbes conceptualiza al hombre hipotéticamente en una existencia previa a la 
construcción (artificial) de un Estado, cuyo principal objetivo era encontrar dentro de 
una igualdad dada por la naturaleza, los elementos para vivir y al mismo tiempo 
evitar cualquier dolor, causa que lleva al hombre a entrar en conflicto. En este estado 
natural, no existe orden que se ajuste a regular el conflicto más allá de las fuerzas y 
los deseos con los que cada hombre cuente, ya que el fin último es preservar la vida 
utilizando todos los medios a su alcance no importando el detrimento de las vidas de 
los otros. 
Contrario a nuestros tiempos y siguiendo la línea de Hobbes, la naturaleza ha 
hecho a los hombres tan iguales en las facultades de cuerpo, en espíritu y ante las 
leyes que deriva en la igualdad de esperanza respecto a la consecución de nuestros 
fines. “Esta es la causa de que si dos hombres desean la misma cosa, y en modo 
alguno pueden disfrutarla ambos, se vuelven enemigos, y el camino que conduce al 
fin tratan de aniquilarse.”
1
 Esto genera una situación de desconfianza mutua y cuya 
racionalidad de sobrevivencia ejerce su sentido de anticipación, es decir, el dominar 
por medio de la fuerza o por la astucia a todos los hombres que pueda, hasta que 
ningún otro poder, es decir, ningún otro hombre, pueda amenazarle. Es un mero 
sentido de sobrevivencia. 
 
1
 Hobbes, Thomas, Leviatán o la material, forma y poder de una República eclesiástica y civil, FCE 
Undécima edición, México, 2001, p. 101. 
 
9 
 
El modelo de estado de naturaleza anterior al Estado moderno, supone al mismo 
tiempo que existe una igualdad a la que todos los hombres tienen derecho. Todos los 
hombres en el Estado de naturaleza pueden desear la misma cosa y tienen las mismas 
oportunidades de obtenerlo, sin embargo, eso puede conducirlos a tratar de 
eliminarse unos a otros generando conflicto y desasosiego. Es entonces cuando surge 
la desconfianza mutua bajo tres causas principales: la competencia entre ellos, la 
mutua desconfianza, y en última instancia la gloria que puede dejar el vencer al otro. 
La libertad y la igualdad entre los hombres en el pensamiento político de Hobbes 
son parte de los fundamentos del Estado de naturaleza, y buscan convertirse en la 
base del Estado moderno entendiendo la condición de que entre los animales, el 
hombre es el único que puede calcular racionalmente y pensar en un posible futuro, 
es decir, que es capaz de asumir las consecuencias de sus actos como parte de la 
razón, un poder único y exclusivo que le permite evitar la muerte violenta. 
Esta variable que añade Hobbes dadas las constantes de libertad e igualdad entre 
los hombres en un Estado de naturaleza, lo privilegia para resolver el conflicto y el 
miedo constantes en su día a día. Con ello, la razón se convierte en el vehículo para 
pasar del Estado de naturaleza al Estado artificial. Es lo que ancla a las ciencias 
sociales y en particular al estudio de la política y del Estado a una serie criterios 
científicos que hacen fortalecer las ideas cuando están en permanente estudio y 
búsqueda de la verdad. Es decir, Hobbes acerca el estudio del Estado a una 
racionalidad con la firme intención de organizar y poner un orden. 
 
10 
 
La ley suprema de la naturaleza es la conservación de la vida dadas las 
condiciones que la propia naturaleza brinda a los hombres y animales. Sin libertad no 
hay forma de satisfacer los deseos y al mismo tiempo de defenderlos sin entrar en 
conflicto, lo que genera que el hombre se hace presa de sí mismo, siendo en el estado 
natural donde imperan la libertad y la igualdad que les provee a los hombres los 
mismos derechos para desear y confrontarse. Por ello, “cada hombre debe esforzarse 
por la paz, mientras tiene la esperanza de lograrla: cuando no puede obtenerla, debe 
buscar utilizar todas las ayudas y ventajas de la guerra. 
La primera fase de esa regla contiene la ley primera y fundamental de la 
naturaleza: saber buscar la paz y seguirla. La segunda, la suma al derecho de 
naturaleza, es decir, defendernos a nosotros mismos, por todos los medios posibles”.
2
 
Ya que, mientras persista este derecho natural no puede haber seguridad para nadie. 
Es decir, que cada hombre con el precepto de la razón podrá actuar y utilizar los 
medios que están a su alcance para poder encontrar la paz, de lo contrario, estará en 
posibilidades de utilizar a la guerra como herramienta para conseguirla. 
Una segunda ley deviene señalando: “que uno acceda, si los demás consienten 
también, y mientras se considere necesario para la paz y defensa de sí mismo, a 
renunciar este derecho a todas las cosas y a satisfacerse con la misma libertad, frente 
a los demás hombres, que les sea concedida a los demás con respecto a él mismo”.
3
 
Es decir, que al renunciar o transferir este derecho se está renunciando a la libertad 
concedida naturalmente de impedir que otros se beneficien de la misma libertad. 
 
2
 Hobbes, op. cit., p. 107. 
3
 Idem. 
 
11 
 
Bajo el sentido de sobrevivencia, el hombre hace uso del único poder del que 
dispone ante la falta de algún otro poder guardián que vele por el uso del poder de 
todos. Esto genera una guerra constante sin orden y sin fin cuando no hay certezas, y 
donde el juicio se aparta de las acciones pues sólo existe el uso de la fuerza que cada 
hombre tiene para defenderse. No hay lugar que delimite las acciones de los hombres 
y convenga en una paz entre ellos. En este estado de guerra no cabe un estado de 
orden que guarde la seguridad. 
1.1.1 El orden político: una construcción artificial 
Para transitar del Estado de naturaleza a uno donde impere el orden y ofrezca 
tranquilidad a los hombres, es necesario contar con un poder común cuyo valor y 
respeto sea igual para todos quienes lo conformen además de tener el carácter 
coercitivo necesario para defenderlos de otros hombres. Significa dejar la guerra de 
todos contra todos para acordar la paz, pero como señala Hobbes, no es suficiente 
que ese poder tenga solamente un criterio, durante un tiempo determinado. 
La solución a la guerra constante y a la violencia que desatan como 
consecuencia necesaria las pasiones naturales los hombres, es un pacto. Una manera 
artificial de construir una paz, pero único camino para erigir un poder común capaz 
de defenderlos de los otros que buscan complacersus apetitos naturales. Por ello, la 
creación de un Estado artificial es “la causa final, fin o designio de los hombres (que 
naturalmente aman la libertad y el dominio sobre los demás) al introducir esta 
restricción sobre sí mismos (en las que los vemos vivir formando Estados) es el 
cuidado de su propia conservación y, por añadidura, el logro de una vida más 
 
12 
 
armónica; es decir, el deseo de abandonar esa miserable condición de guerra (…)” 
4
, 
lo que significa conferir a un solo hombre o asamblea de hombres la voluntad de 
todos y convertirla en una sola. Esa voluntad es algo más allá que un consentimiento 
o concordia, es una unidad real de todo ello en una misma persona instituida por el 
pacto de cada hombre en un artificio denominado Estado. 
El Estado, define Hobbes, será entonces: “una persona de cuyos actos una 
gran multitud, por pactos mutuos, realizados entre sí, ha sido instituida por cada uno 
como autor, al objeto de que pueda utilizar la fortaleza y medios de todos, como lo 
juzgue oportuno, para asegurar la paz y defensa común”.5 Y como señala Ávalos, “la 
imagen de Hobbes fue acertada. El Estado es la asociación de individuos que, 
mediante un pacto, deciden formar un poder unitario al que todos han de someterse. 
Correspondía a la creación humana del Estado moderno a través de la mitología 
hebrea. Y es a través de figuras míticas donde hacen eco la reflexión política y las 
dicotomías que dan cuenta de la naturaleza política del hombre y de la esencia del 
Estado: orden, cambio, libertad, justicia, estabilidad”.6 
Lo que Hobbes establece es una construcción conceptual que da cuenta de las 
relaciones entre los hombres, y que además determina que es posible contar con un 
poder de carácter limitado que mantenga a una sociedad ordenada. Es este convenio 
social, donde la filosofía hobbesiana desarrolla la idea de un poder soberano capaz de 
llevar al orden y de proveer seguridad al hombre en su conjunto, y al mismo tiempo 
da respuesta al posible estado de guerra en dado caso de salirse del pacto. 
 
4
 Ibid., p.137. 
5
 Ibid., p.141. 
6
 Ávalos Tenorio, Gerardo. Leviatán y Behemoth, Figuras de la idea del Estado. Universidad 
Autónoma Metropolitana – Xochimilco. México, 2001, p.12. 
 
13 
 
En Hobbes, el origen del orden a través de poder común se establece desde la 
razón, ya que a partir de que el hombre es capaz de concebir una cosa e inferir las 
consecuencias y los efectos, capaz de construir el mayor de los poderes humanos, el 
Estado: “Esto es algo más que consentimiento o concordia; es una unidad real de 
todo ello en una y la misma persona, instituida por el pacto de cada hombre con los 
demás, en forma tal como si cada uno dijera a todos: autorizo y transfiero a este 
hombre o asamblea de hombres mi derecho de gobernarme a mí mismo, con la 
condición de que vosotros transferiréis a él vuestro derecho, y autorizareis todos 
sus actos de la misma manera”.
7
 
Al instituirse un orden político, cada uno renuncia al derecho de defender a 
otro, pero no al defenderse así mismo, es el soberano, el jerarca del poder, quien 
castigará al otro, pero no por concesión o donación de los súbditos, sino por el 
derecho dejado a él solamente. La diferencia crucial entre los hombres del Estado de 
naturaleza y la situación política propia del estado civil, radica en que en éste último 
los hombres adquieren una obligación política, Hobbes no se propuso eliminar las 
causas que provocan o hacen surgir comportamientos violentos entre los seres 
humanos, puesto que la naturaleza humana es inalterable y los hombres son y serán 
siempre iguales.
8
 Sin embargo, para que el orden político funcione no basta que los 
hombres se asocien o limiten ellos mismos a sus acciones, hace falta que un poder 
esté por encima de ellos, que sume fuerzas y los derechos de todos para poder 
establecer un orden y soldar a los hombres a leyes civiles que provean seguridad. 
 
7
 Hobbes, op. cit., p.141. 
8
 Morales, A. (2004). La noción de violencia en la filosofía política de Thomas Hobbes. Tesis de 
licenciatura, Universidad Nacional Autónoma de México, p. 81. 
 
14 
 
El Estado es un poder que cuyo valor es su constitución, la integración de 
todos los poderes de muchos hombres. Su concepción no es la idea de restar o quitar 
a los hombres una libertad inherente en su naturaleza para la conquista de sus 
pasiones; sino a través de la suma del poder que cada hombre tiene, concebir un 
ordenamiento capaz de proveer seguridad y disminuir los miedos a la muerte violenta 
que le propina el otro. 
El orden y la seguridad quedará en manos de los propios hombres al asumirse 
capaces de manifestar su poder en uno sólo. La suma de fuerzas impondrá ante los 
enemigos el poder necesario que les ofrezca tranquilidad en sus vidas. Con ello, se 
delega a ese poder, el mantenimiento del orden – por medio de un marco jurídico- 
que avale una vida más tranquila. No obstante, Hobbes dentro de su orden propuesto 
con base en la suma de fuerzas, no elimina la violencia que pueda surgir entre los 
hombres. La discordia y los desacuerdos estarán presentes conforme a nuestra 
naturaleza y por lo tanto el conflicto; sin embargo, se contará con leyes e 
instituciones que las regulen. 
El rompimiento de Hobbes con la visión clásica de un contrato es la llave 
para entrar al Estado moderno. Con él se quiebran las tradiciones jerárquicas de los 
pactos. En su perspectiva todos los que integran el gran pacto tienen los mismos 
derechos, es un pacto entre iguales. Ya no es un pacto entre Dios y su pueblo ni entre 
el monarca y sus súbditos, sino entre todos para crear uno tercero, el soberano. Antes 
el elemento fundamental era la obediencia a cambio de cuidado y la protección por 
un superior, así al salirse de lo convencional Hobbes formula la idea de una figura 
que reúna el poder de todos los hombres o de quienes integren la comunidad, algo 
 
15 
 
artificial pero al mismo tiempo terrenal, donde impere la ley. Un lobo entre los lobos 
–figurativamente- pues mientras persista un derecho natural entre los hombres no 
puede haber seguridad para nadie, lo que trae consigo el conflicto y la condición de 
guerra. 
1.2 El monopolio de la fuerza y la legitimidad weberiana 
Para comprender la política, Max Weber centra su pensamiento en lo que 
puede esperarse de ésta, para poder así explicar la especificidad de la política como 
actividad a lo largo del tiempo. Por eso, para hablar de política es necesario 
establecer lo que es de interés para todos los hombres. A partir identificar lo que es la 
política, Weber explica el modo en que la sociedad encuentra motivos para obedecer 
a una autoridad política cambia de acuerdo a épocas y contextos, lo que hace que el 
uso del monopolio de la violencia por parte del Estado no sea siempre igual. 
Asimismo, identifica que esta asociación está basada en una violencia que sin un 
Estado que la concentre, estaría dispersa en los hombres, esclavizando a los hombres 
a continuas guerras entre ellos, sin un orden. De ahí, el interés que lleva a los 
hombres a establecer una relación de dominio y obediencia a partir de la cual Weber 
encausará sus líneas de pensamiento. 
Siguiendo el fundamento del Estado a partir del condicionamiento al miedo y 
a la violencia que los hombres tienen en un estado de naturaleza, Weber señala que la 
violencia no es el único medio del que se vale el hombre o los Estados para 
proclamar su poder y velar por la seguridad, pero es sin duda alguna su medio 
específico, uno de los rasgos constitutivos para comprender lo que es propio de la 
política como actividad, y que representa un Estado para Weber. Pero este medio en 
 
16 
 
particular tiene que estar otorgado por las voluntades que los hombres ceden para 
adquirirseguridad respecto a sus vidas, lo que lleva a entablar una relación de 
dominación entre ellos y el hombre o asamblea de hombres en quien depositen su 
poder. Asimismo, Weber explica que sólo teniendo una continuidad en el tiempo un 
poder puede llegar a constituirse en Estado, donde el Estado tendrá el monopolio de 
la violencia legítima independientemente de cualquier fin. Así, a través de los medios 
que tiene el Estado, como el de la violencia, “el Estado expropia la violencia al resto 
de la comunidad y la ejerce en forma monopólica”.
9
 
Para Weber la política es una actividad, y aunque sea también pasión, la 
política existe cuando alguien siendo consciente de las exigencias que la actividad 
demanda al que las desarrollará, éste se siente llamado a desempeñarlas. Es así que la 
política no está sujeta a emociones o pasiones que surgen en un momento específico, 
sino a un quehacer, una actividad, pues para Weber, la política no se resuelve en la 
moral ni en su existencia real. La expresión es corta: para la política hay que tener 
vocación. Con ello, Weber describe que “el sentido de obrar bien se relaciona con el 
modo de abordar la política, con actuar de forma adecuada de lo que la política pone 
en juego”.
 10
 Es decir, que la política es “toda actividad de dirección autónoma o la 
influencia sobre la dirección de una asociación específicamente política”
11
 o que 
significa que sin tener resolución ideal o moral, la política es una actuación racional. 
 
9
 Franzé, Javier, ¿Qué es la política? Tres respuestas: Aristóteles, Weber y Schmitt, Ed. Catarata, 
España, 2004, p. 54. 
10
 Ibidem. 
11
 Ibídem. 
 
17 
 
1.2.1 El concepto de la política de Weber 
La concepción weberiana del Estado apunta a comprender que el modo en 
que la sociedad se relaciona varía de acuerdo a las épocas y a los contextos. Y 
aunque al final el Estado guarda una relación de dominación de hombres sobre 
hombres basada en la violencia y en la legitimación de su uso monopólicamente, 
también el Estado guarda un sentido auténtico alrededor de ser la única fuente del 
derecho a la violencia, pues “es cierto que si solamente existieran configuraciones 
sociales que ignorasen el medio de la violencia, habría desaparecido el concepto de 
Estado y se habría instaurado lo que, en este sentido específico, llamaríamos 
anarquía”.
12
 La violencia no es, naturalmente, ni el medio normal ni el único medio 
de que el Estado se vale, pero sí es su medio específico. 
Para Weber las transformaciones culturales influyen en la determinación de lo 
que significa política como actividad en dos formas, por un lado, no hay valores más 
verdaderos que para otro hombre, pues ninguno deriva de su ser o es inherente a la 
condición humana; y por el otro, las consecuencias de las acciones dirigidas a 
realizar determinado valor pueden ser paradójicas. Para describir lo que Weber 
señala como política, Franzé dice al respecto: “El bien propio de la política es 
entonces volcarse en la búsqueda del bien de la sociedad luchando por unos valores, 
entendiéndolos no como inherentes a los hombres ni al mundo, sino como deseables 
para ellos. Ese bien que puede realizar la política, en tanto es un valor construido 
subjetivamente, siempre es parcial, por lo que su impureza proviene no sólo de que 
 
12
 Weber, Max. El político y el científico, [En línea] 38p.p., El Colegio de México, Dirección URL: 
http://www.colmex.mx/centros/cei/bibliografia/Weber%20Politica%20como%20vocacion/El-
Politico-y-el-Cientifico-Max-Weber-.pdf [consulta: 20 de febrero de 2012] 
http://www.colmex.mx/centros/cei/bibliografia/Weber%20Politica%20como%20vocacion/El-Politico-y-el-Cientifico-Max-Weber-.pdf
http://www.colmex.mx/centros/cei/bibliografia/Weber%20Politica%20como%20vocacion/El-Politico-y-el-Cientifico-Max-Weber-.pdf
 
18 
 
se realiza por medio de la violencia física estatal, sino también de la violencia moral 
que entraña su parcialidad, esto es, el hecho de que inexorablemente no será visto 
como un bien por una parte de la sociedad”.13 
Esto significa que no se tiene una relación causal entre los valores que rigen 
una decisión y las consecuencias prácticas de ésta. Para orientar la acción política 
Weber abre la disyuntiva entre convicción y responsabilidad. Aquí es donde se 
inserta el sentido de la responsabilidad por la ética, el cual consiste en tener en 
cuenta que las acciones podrán tener consecuencias no deseadas e incluso 
contradictorias incluso con el objetivo final proyectado. Cabe señalar que los valores 
y el sentido del mundo no es el mismo para todos los hombres, pues cada uno tiene 
un cristal diferente. 
A partir de que Weber traza lo que es propio de la política, da un sentido 
práctico y activo a la toma de decisiones como parte fundamental de lo que a un 
político le corresponde hacer con base en aquella vocación que lo lleva a actuar con 
sentido de responsabilidad y para proteger la existencia de los valores que imperen 
en cierta época y en circunstancias que acreditan esas acciones. Entonces el político 
tendrá que alejarse de la ética de las convicciones. Esto llevaría a interpretar que de 
acuerdo a Rabotnikof, en Weber “la política responsable sería directamente la acción 
calculada, basada en regularidades empíricas y anticipación de posibilidades (…)”.
14
 
Será la responsabilidad del político la que trabajará y estará presente en sus 
decisiones, aunque en ocasiones éstas no sean aprobadas por todos, pues lo que 
 
13
 Franzé, Javier, op. cit., p. 62. 
14
 Rabotnikof, Nora, Max Weber: desencanto, política y democracia, UNAM, México, 1989, p. 102. 
 
19 
 
diferencia al político de los otros es la comprensión de una encrucijada para el uso o 
no de la fuerza que el Estado le otorga para confrontar los males. Entonces, la 
violencia se convierte en un instrumento legítimo del político como parte de sus 
responsabilidades, y le genera un honor al caudillo político cuando éste “asume 
personalmente la responsabilidad de todo lo que hace y todo lo que no”,
15
 a razón de 
que esta responsabilidad no puede arrojarse a otro ni deslindarse de ella. 
Sin embargo, siguiendo la línea argumentativa de Weber, Franzé explica que 
“es la convicción sobre unos valores lo que desempeña un papel tan importante en el 
político que actúa guiado por la ética de la responsabilidad que, precisamente porque 
es responsable, sabe de qué se trata la política, y no obstante elige volcarse en ella. 
Elige salvar la ciudad a su manera, con sus valores, a pesar de que ello le cueste 
condenar su alma. Su convicción le permite aceptar y soportar el ejercicio de la 
violencia que la política exige. Su convicción respecto de los valores que lo animan 
le permite posponer la realización de éstos cuando las circunstancias son negativas 
para su realización y más bien propician su descrédito”.
16
 Se trata de ver que la 
política no se comporta con los mismos dilemas éticos de las relaciones personales o 
sociales, y que el mundo necesita tomar en cuenta que el hombre tiene actividades a 
los cuales no puede aplicar un mismo parámetro. De esta idea se desprende la 
importancia del soberano y del reconocimiento que tenga sobre los instrumentos a 
los que accede una vez que esté dentro del Estado. 
 
15
 Weber, Max, op.cit., p. 18. 
16
 Ibídem. 
 
20 
 
El político, además, deberá hacerse responsable de la existencia del mundo 
sobre el que actúa y dirige, así como de los terceros sobre los que recae cada acción y 
cada decisión tomada. Es decir, que un político no puede alejarse de las 
responsabilidades que le competen. Sin embargo esta responsabilidad combinada con 
verdadera pasión es la que hace unpolítico entero. 
Las decisiones de un político por vocación siempre estarán en vísperas de un 
mejor futuro, no bueno, no malo, sólo mejor, atendiendo al compromiso que hizo 
como líder legítimo de un Estado. Su ética moral estará restringida por la ética 
política, una responsabilidad sin mayor atadura que las decisiones que tome y las 
consecuencias venideras proyectadas. Pero esta legitimidad deberá estar sustentada 
de acuerdo a tres características de dominación, como la dominación legal, la 
patriarcal y la dominación carismática, considerando que no necesariamente están en 
forma pura, sino puede haber combinaciones en distintas proporciones que provean 
al político de la legitimidad necesaria para actuar. 
Asimismo, los niveles de responsabilidad en tres aspectos: responsabilidad 
que genera la misma política, la responsabilidad de elegir los valores que seguirá y 
congregar a quienes deberán realizarlos, y por último de intentar racionalmente de 
prevenir las consecuencias de sus decisiones, anticiparse a los posibles resultados de 
sus actos en términos de los valores adoptados para mostrar que las éticas de la 
responsabilidad y de la convicción se complementan. 
 
21 
 
Como se ha señalado, para Weber el terreno de la política se define alrededor 
de los medios que se poseen para alcanzar cualquier fin dentro del Estado, ya sea 
para quien aspira a obtenerlo conservarlo, renovarlo o hasta influir en él. 
Rabotnikof describe el proceso de formación del Estado soberano a partir de 
las ideas de Weber como “El proceso de expropiación generalizada de los medios 
políticos y bélicos a los titulares privados del poder culmina en la moderna empresa 
estatal en la que ‘el poder de disposición sobre todos los medios de la empresa 
política se amontona en la cima”.
17
 Con ello, el nacimiento de un Estado soberano se 
da cuando se logra despojar y concentrar los medios de coacción física y de 
administración de éstos, lo que lleva a tener un monopolio de la violencia legítima y 
del poder administrado bajo normas que otorgan legitimidad y legalidad. 
Dado que la política tiene en sus manos al Estado como principal 
instrumento, cualquier decisión que se tome estará respaldada por la violencia 
legítima, es decir por el derecho del Estado a obligar a los hombres de actuar o 
ejercer ciertas acciones en pos de conseguir un fin. Recordemos que este fin, no 
necesariamente es bien visto por todos, pero el político tiene la responsabilidad de 
tomar si así lo considerase, sin importar qué tipo de personalidad lo haya llevado al 
poder. Es decir, “implica elegir valores para toda la sociedad en el marco de la 
diversidad de fines en pugna, sin certeza objetiva acerca de la conveniencia de tal 
elección. La difusión de los valores en toda la sociedad se garantiza por la violencia- 
no sólo física sino también espiritual- que implica el Estado”.
18
 
 
17
 Ibíd., p. 163. 
18
 Rabotnikof, Nora, op.cit., p. 102. 
 
22 
 
1.2.2 Weber y la legitimidad del poder 
Un orden legítimo no tendrá ninguna procedencia moral o lógica sino una 
efectividad empírica. Si no hay un efecto observable en la práctica, el orden queda al 
descubierto, y la relación con los involucrados dentro de un orden legítimo estará 
distinguiéndose por dejar la disposición de cumplir con las normas u ordenamientos 
dispuestos. Asimismo, entre estos ordenamientos legítimos Weber los distingue en 
dos tipos: la convención, cuyo orden es legítimo porque en esta forma de relación se 
plasma que los actores operaran bajo conocimiento de un orden legítimo; y la 
coacción jurídica, donde está referida la existencia de una institución o aparato que 
pueda ejecutar ese orden. 
La primera característica corresponde a la legitimidad del eterno ayer, una 
legitimidad consolidada por el tiempo y validada por la costumbre, como la de un 
príncipe o un patriarca en épocas antaño. La segunda, es la legitimidad del carisma, 
cuya fortaleza radica en la propia gracia y cualidades de quien ejerce el poder, ya sea 
un profeta, un guerrillero venido a bien elegido por sus habilidades, o hasta un 
demagogo, quien utiliza sus palabras para convencer de sus cualidades. Por último, 
Weber explica que hay una legitimidad basada en la legalidad, una creencia válida de 
preceptos legales fundada en normas racionales creadas de manera objetiva, y cuyo 
resultado es una obediencia legalmente establecida. 
En esta última forma de legitimar al soberano o a quien ejerce el poder, hay 
un comportamiento racional en las reglas de dominación. No obstante, esta 
obediencia sigue estando condicionada a motivos de miedo y temor, un mundo de 
naturaleza donde la desconfianza permite que el hombre active su destreza racional 
 
23 
 
para establecer un orden legítimo en el cual acomoda sus relaciones con los otros 
hombres. De alguna forma es poner en manifiesto una lucha no sólo del poder, sino 
una lucha entre fines y valores opuestos que caracterizan el terreno de la política por 
ser inevitables. 
El Estado actual se caracteriza, dice Weber, por las notas relativas al carácter 
institucional que incluyó en las relaciones sociales, es decir, “el Estado moderno 
tiene un ordenamiento jurídico y administrativo que presenta unos rasgos distintivos 
específicos: es un ordenamiento que es modificable por normas asimismo 
establecidas; es un ordenamiento por el que se rige toda la actividad del aparato 
administrativo, que a su vez está establecido igualmente por un sistema de normas, y 
es un ordenamiento que reclama su vigencia y aplicación no sólo para aquellos que 
han nacido dentro de la comunidad, sino para cualquier que se encuentre en el 
territorio en el que se ejerce ese poder institucionalizado”.
19
 Lo que significa que el 
Estado moderno tiene actualmente el monopolio de la violencia y sólo existe 
violencia legítima en la medida que el ordenamiento estatal lo permita, lo que lleva a 
Weber a definir al Estado alrededor de la coacción física dentro de la comunidad 
política y sobre sus fines. 
La coacción o fuerza física es el medio que ayuda a dar al Estado el fin que 
cualquier comunidad política persigue, desde la garantía de la seguridad personal 
hasta la justicia, siendo la violencia un elemento exclusivo de la comunidad política 
y al que Weber hace referencia en una precisión del lenguaje en términos de acciones 
que legitiman el propio significado de lo político. Con esta característica propia del 
 
19
 Abellán, Joaquín. Poder y política en Max Weber, Biblioteca Nueva, México, 2004, p.30. 
 
24 
 
Estado, los fines quedan lejanos para Weber a raíz de su razón metodológica, una 
razón que le lleva a una realidad no jurídica y dando apertura a que los fines de 
cualquier comunidad sean distintos al no limitar la definición de un Estado a éstos. 
Ello permite encontrar un común denominador y al mismo tiempo exclusivo: la 
fuerza física, a través del cual se ejerce el poder. 
Una de las claves para la clasificación weberiana de las estructuras de 
dominación se encuentra en la reclamación por parte del detentador del poder, donde 
su poder sea considerado legítimo. Si los obedientes o seguidores creen que es un 
poder legítimo para quien lo ejerce, entonces no importa la conciencia que tenga éste 
de sí mismo, sólo bastará la reivindicación por parte de quien tiene el poder. Es decir, 
que mientras el poder se considere legítimo, quien lo posea puede tomar cualquier 
decisión, aun significando enfrentar al oponente por vía de las armas. Sin un poder 
legítimo, el soberano no podrá contener sus decisiones en sus seguidores y generarán 
una pérdida de poder para quien lo tiene en ese momento. No será necesaria la 
conciencia de quien posea el poder pues quienes le autorizaron tenerlo le otorgaron 
una legitimidad.El segundo elemento de la estructura de dominación de Weber es el tipo de 
relación o legitimidad que existe entre el dominado y el aparato administrativo, es 
decir del cuerpo de seguidores de quien detenta el poder. Ya que es necesario que un 
poder que se ejerza sobre cierto número de personas esté acompañado de un grupo de 
seguidores u hombres fieles que obedezcan para llevar a cabo el mandato general. 
Con esto, Weber demuestra el estudio vertical que realiza para las relaciones de 
 
25 
 
poder y desde sus formas de ejecución del poder más allá de una simple aceptación 
de los dominados en general. 
Weber analiza estos elementos desde una perspectiva normativa, donde en 
principio la primer idea es que puede establecerse una estructura de dominación de 
manera racional por distintas vías, ya sea por pacto o por imposición. Este derecho 
representa una relación social del propio orden de la comunidad y podrá exigirse su 
respeto a quien se encuentre en el territorio o ámbito de poder de dicha comunidad. 
La otra idea sobre el derecho es que éste tiene reglas abstractas, las cuales atenderán 
los intereses de la comunidad dentro de los límites de las reglas jurídicas, es decir, 
que se hace una jurisdicción. 
Entonces es “el poder estatal un poder en virtud de su legalidad, en virtud de 
la creencia en la validez de las normas legales y de las competencias fundadas en 
reglas racionales”.
20
 Lo que significa que “la legitimidad del poder es la legalidad de 
la norma general pensada para un fin, establecida correctamente desde un punto de 
vista formal y publicada”,
21
 una obediencia especial porque se obedece al derecho, al 
ordenamiento impersonal (como es la burocracia o los servidores administrativos), al 
que también están sometidos los órganos del Estado. Sin embargo, cabe señalar que 
no hay pureza en los tipos de dominación, y tampoco la legitimidad del poder legal 
se encuentra solamente en lo legal, sino que también está producida por una serie de 
rasgos como la tradición, una creencia arraigada o hasta una creencia de tipo 
carismático. 
 
20
 Ibíd., p. 64. 
21
 Ídem. 
 
 
26 
 
Con ello, Weber nos dice que la legitimidad de una dominación legal no se 
agota en la legalidad, sino que hay otros factores que intervienen como elementos 
legitimadores del Estado moderno como la tradición y el carisma. La racionalización 
formal permite que cada paso en el sistema de normas sea seguro, previsible y 
posibilite distintos sistemas de poder. Ésta es una de las características principales 
del Estado moderno. 
La racionalización formal contribuye a mantener una estructura lógica y 
sistemática de las normas jurídicas para poder aplicarlas a toda la comunidad política 
en un territorio particular, posibilitando el ejercicio del derecho y destacándolo como 
uno de los principios lógicos con conceptos adoptados para la sana convivencia entre 
quienes deben obedecer y quienes manejan el poder. Por un lado, la dominación hace 
referencia a la autoridad y por otro, al mismo tiempo a la voluntad de obedecer, lo 
que significa que Weber distingue entre un poder de mando y un deber de 
obediencia, sentados ambos en una serie de principios racionales con validez en la 
comunidad que condicionan la efectividad y la continuidad de un tipo de 
dominación. 
En la propia obra de Weber destaca su inquietud en el fundamento que hace 
que la relación de poder sea efectiva en la realidad, es decir, que busca la cara 
científica de la legitimidad del poder y la eficacia que tienen las justificaciones del 
poder a través de la historia. Esta legitimidad del poder no es derivada de que el 
detentador del mismo se presente como “servidor” de los gobernados, ya que su 
legitimidad se ancla en cuanto a la relación efectiva de poder-obediencia siendo los 
obedientes quienes hacen que el poder sea legítimo. 
 
27 
 
1.3 La figura schmittiana del soberano 
El trabajo sobre la esencia de lo político de Carl Schmitt le permite no 
solamente definir la política sino analizar su constitución y fundamento, al someter 
sus preguntas a las posibilidades de eliminar el conflicto y la lucha, así como al 
fundamento de la legitimidad del Estado. Y aunque el conflicto entre los hombres ha 
sido y será una constante, la forma en que se representa ha cambiado a lo largo de 
nuestra historia, llegando hasta enemistades reguladas por un marco jurídico que 
encuentra en el sistema democrático su culminación. 
Al reconocer el conflicto entre los seres humanos, se reconoce el riesgo 
latente en las sociedades y los avances en la historia de la humanidad nos dan 
claridad sobre la capacidad de destrucción entre nosotros mismos. Por ello, es 
importante considerar la perspectiva de un jurista como Carl Schmitt, quien desde su 
análisis busca entender lo político para encontrar respuestas a las decisiones de los 
soberanos. 
Schmitt señala que la figura del soberano es quien actualiza la voluntad de los 
representados y es el propio soberano quien legitima el orden político. Sin embargo, 
para profundizar en el análisis sobre la legitimidad del Estado y la valoración que 
ofrece Schmitt al soberano es necesario considerar las situaciones excepcionales 
como punto de partida, ya que para él una situación normal no puede revelarnos la 
verdadera sustancia del poder estatal. Sin una situación excepcional, destaca Schmitt, 
no es posible comprender la vulnerabilidad del Estado y a su propia mirada, los 
vacíos jurídicos también respecto a su competencia. Por lo tanto, “la decisión en caso 
 
28 
 
de excepcionalidad es creadora de orden en una situación de caos, en la cual por 
definición ninguna norma puede aplicarse. La decisión autónoma sanciona entonces 
un tipo de orden (y de desorden) y lo garantiza. Eso otorga legitimidad al soberano y 
confiera valor jurídico a sus decisiones”.
22
 
Dado que la legitimidad de una Constitución sigue siendo dependiente de una 
decisión – la del pueblo mismo- es una decisión que supone una voluntad unitaria y 
homogénea, sin que ésta sea un contrato o pacto entre diferentes, ya que eso 
respondería a una fractura de la soberanía estatal, al reconocer que el pueblo 
constituyente está dividido en diferentes grupos, los cuales pueden ser 
potencialmente resistentes en caso de verse amenazada la destrucción de la 
comunidad política, es decir, la homogeneidad o identidad que posibilita el orden. 
Por ello, para Schmitt “la unidad del poder estatal sigue en pie a pesar de que su 
legitimidad venga dada por la voluntad popular”,
23
 cuya homogeneidad del pueblo 
está basada en sus rasgos más precisos e identificables, en contenidos, como la 
preferencia por un tipo de Estado, organizado según criterios específicos. 
Es decir, que más allá de la democracia representada en elecciones, el 
verdadero poder se ve reflejado en la identificación pública del pueblo a través de la 
aprobación, aclamación o consentimiento para el representante. Lo que significa que 
la voluntad del pueblo no se manifiesta independiente de la figura del representante 
como en la democracia liberal en el acto de ir a votar, sino gracias al representante 
mismo, lo que significa que dentro del concepto de lo político la decisión legítima el 
 
22
Franzé, Javier, op.cit., p. 135. 
23
 Ibíd., p. 136. 
 
29 
 
orden político en lo interno y en lo externo, agrupando tanto a los amigos como a los 
enemigos. 
Por su parte, Serrano define al ciudadano en un contexto de conflicto y 
diferenciador: “El ciudadano es una especie de amigo público; las distinciones entre 
los ciudadanos no se consideran propiamente diferencias, sino diversos lugares y 
funciones asignados por una estructura compartida”.
24
 Una estructura que congrega y 
subordina las diferencias a una unidad orgánica,el Estado. A partir de esta forma de 
enmarcar las igualdades de los ciudadanos, las diferencias quedan en el exterior. Si 
bien las diferencias, la movilidad de las sociedad y los conflictos que puedan darse 
en ellas crean condiciones que hacen posible un mayor grado de tolerancia al 
individuo diferente y a las libertades que el Estado busca garantizar, también son 
estas diferencias las que complican la tarea política de formar una identidad colectica 
que sirva como mediación entre el orden institucional y las motivaciones de los 
individuos. 
Destaca que “uno de los fenómenos más frecuentes en los conflictos es que 
cada uno de los bandos afirme representar la causa justa y, por este camino, convertir 
a su rival en un enemigo absoluto”.
25
 Un enemigo absoluto es quien trasgrede 
principios a los que se les atribuye una validez universal y a quien se le niega todo 
valor moral, una enemistad que puede ir escalando violentamente, porque al no ser 
identificado como “otro hombre” y degradado al rango de inmoral, deja de ser 
posible cualquier negociación política. 
 
24
 Serrano Gómez, Enrique, Filosofía del conflicto político, UAM-Iztapalapa, 2001, México, p. 213. 
25
 Ibíd., p. 222. 
 
30 
 
Schmitt considera que el renacimiento de las figuras del enemigo absoluto y 
de la guerra justa es una consecuencia del camino liberal que busca neutralizar el 
concepto político de lucha, transformándolo en competencia económica y en 
discusión racional. De acuerdo a su línea argumentativa, la finalidad de los intentos 
violentos por neutralizar el conflicto es ocultar una voluntad de dominio. Y solo “el 
Estado, en su condición de unidad esencialmente política, le es atribución inherente 
el ius belli, es decir, la posibilidad real de, llegado el caso, determinar por propia 
decisión quién es el enemigo y combatirlo”.
26
 Por lo que la condición del Estado 
tiene entre sus competencias la más aterradora: la posibilidad de declarar la guerra, y 
en consecuencia de disponer de la vida de su comunidad. Sin embargo, esto 
corresponde a situaciones excepcionales, ya que en la normalidad la aportación del 
Estado es tener una paz, orden y seguridad dentro de él y su territorio, algo que 
presupone que las normas jurídicas puedan tener vigencia. 
1.3.1 La constitución del conflicto político: el otro 
Para Schmitt, la guerra de todos contra todos descrita por Thomas Hobbes 
tiene su raíz en la existencia de lo político, que siguiendo sus argumentos surgen de 
la misma naturaleza peligrosa y conflictiva de los hombres. Señala que la 
independencia de lo político respecto a otros dominios del pensar y del hacer del 
hombre se encuentra en contar con criterios autónomos para explicar su actividad. En 
este sentido es importante decir que para Schmitt: 
“No existe objetivo tan racional, ni norma tan elevada, ni programa ejemplar, 
no hay ideal social tan hermoso, ni legalidad ni legitimidad alguna que 
 
26
 Schmitt, Carl, El Concepto de lo político, Ed. Alianza, 5ª Reimpresión, 2009, p. 74. 
 
31 
 
puedan justificar el que determinados hombres se maten entre sí por ellos. La 
destrucción física de la vida humana no tiene justificación posible, a no ser 
que se produzca, en el estricto plano del ser, como afirmación de la propia 
existencia contra una negación igualmente óntica de esa forma. Una guerra no 
puede justificarte tampoco a base de argumentos éticos y normas jurídicas. 
Cuando hay enemigos verdaderos, en el sentido óntico al que se está haciendo 
referencia aquí, tiene sentido, pero sólo políticamente, rechazarlos 
físicamente, y si hace falta, combatir con ellos”.
27
 
Para el jurista alemán, está claro que el Estado puede extender su poder sobre 
los individuos pero más allá de eso, la decisión de un pueblo a renunciar a lo político 
es impensable pues no es posible tener un Estado puramente moral o económico, ya 
que lo político no desaparecerá del mundo, en todo caso será el pueblo débil que se 
alejó de lo político. Con ello, Schmitt establece que en todas las concepciones 
democráticas el poder del Estado sobre los individuos siempre puede extenderse, al 
mismo tiempo que una definición de lo político en función de criterios que regulan 
su actividad, dado que el rasgo conceptual de lo político deriva el pluralismo en los 
Estados. La independencia de lo político respecto a otros dominios del pensar y hacer 
humanos se da en poseer unos criterios autónomos, no derivados de ninguna otra 
esfera, ya sea moral o espiritual, para poder así explicar la actividad de lo político. 
En la lucha por el reconocimiento, entendida como la dimensión moral del 
conflicto, no se trata de encontrar una justificación racional de las normas morales, 
sino que los individuos acepten a éstas últimas como motivos propios de su 
 
27
 Schmitt, Carl, op.cit., p. 78. 
 
32 
 
comportamiento. Y serán los individuos quienes a través de la constitución de un 
orden social tendrán garantizada por medio de una norma jurídica su paz y su 
seguridad. Es decir, que sin la estructura de un Estado constituido en lo político, el 
orden dentro de la comunidad no podrá sostenerse y ninguna norma jurídica 
alcanzará sus fines y evitará el conflicto y la lucha. Ya que mientras un pueblo exista 
en la esfera de lo político, tendrá que decidir por sí mismo quién es el amigo y quién 
es el enemigo, decisión que estriba en su propia existencia política, pues al no tener 
capacidad o voluntad de decidir sobre quienes son parte de los amigos y quienes son 
sus enemigos reales, deja de existir políticamente. 
Como la decisión del soberano será quien legitime el orden político, “el 
sentido de la guerra no está en que se haga por ideales o según normas jurídicas, sino 
en que se haga contra un enemigo real”.
28
 Lo que significa que el enemigo determina 
qué tipo de lucha es propia de lo político y con él cabe la posibilidad real de un 
conflicto. Y es el Estado, en la que medida que posee ius belli, el que toma la 
decisión sobre quién es el enemigo y decide combatirlo. 
De hecho, no es posible imaginar una situación más violenta que la de una 
guerra, una enemistad absoluta por el conflicto entre dos existencias que se 
amenazan recíprocamente y al mismo tiempo amenazan cualquier posibilidad de 
consolidarse como una agrupación. Pero no todo conflicto es político, y pueden 
encontrarse disputas de distinta intensidad. Para que tenga un rasgo político es 
necesario que exista una diferenciación entre enemigos y posibles aliados, y será 
político hasta el momento en que no puedan resolverse las situaciones mediante 
 
28
 Ibíd., p. 79. 
 
33 
 
normas comunes y la única solución sea el choque frontal cuerpo a cuerpo, lo que 
significa que incluso pueden resultar irracionales en virtud de las normas muchas de 
las decisiones que realice el Estado. La guerra es una posibilidad real entre Estados, 
una posibilidad de lo político que se da en casos excepcionales donde la comunidad 
no puede renunciar a la decisión de identificar al enemigo y combatirlo. 
De acuerdo con Schmitt el reconocimiento del otro como un enemigo 
potencial es una consecuencia de la consolidación del Estado como poder soberano y 
una decisión política. Ahora el monopolio de la violencia legítima le permite al 
Estado evitar que los individuos conviertan sus enemistades privadas en conflictos 
políticos, pues el Estado al obtener el monopolio de las decisiones para identificar y 
definir al enemigo, resta conflictos entre los particulares y establece un margen a la 
violencia, logrando sentar las bases de una paz interna dentro del Estado. El conflicto 
político sólo será cuando alguna de las disputas se generaliceny excedan su ámbito 
ordinario involucrando al conjunto de la comunidad. Es entonces que el conflicto 
político tiene una intensidad particular, medida por la capacidad de integrar o 
desintegrar a los sujetos y donde hay límites. Cuando la rivalidad sobrepasa esos 
límites de unidad en la comunidad, entonces se está ante una potencial guerra. 
El fundamento de una relación política entre los individuos y el Estado está 
dado por el intercambio entre la protección y la obediencia, lo que señala Schmitt es 
una obediencia hacia un poder político lo que convierte al individuo en parte de una 
competencia estatal, porque ahora el Estado es quien puede ordenarle combatir a 
muerte para salvaguardar la vida de la comunidad en la que se encuentra. El 
individuo se vuelve parte del Estado y está sujeto a la decisión de éste. “El Estado 
 
34 
 
encausa a los iguales e incluso es el que decide cuándo sus existencias como 
miembros del colectivo están en peligro o amenazadas”.
29
 
La legalidad misma se convierte en la fuente de la legitimidad, por lo que 
respecta tanto a las leyes del sistema jurídico en todo su conjunto. Los ciudadanos se 
envuelven en un sistema aprobado por ellos mismos que consideran legítimo cuando 
se estableció por las instancias autorizadas y de conformidad a su legislación, es 
decir, que encuentran en el sistema jurídico la construcción de su propia 
“racionalidad formal” en términos weberianos. El lazo entre los individuos y el 
Estado estará en función de la legitimidad que encuentren en su sistema de leyes con 
el que operen la relación protección y obediencia. Siendo “la excepción” el origen 
de la situación no esperada para desenvainar la espada. 
Schmitt sugiere que hay una verdad o un valor que será interpretado por el 
soberano, por lo que no importa la verdad en sí que funde el Estado sino que alguien 
tome las riendas y se halle en autoridad para determinar lo que es verdadero, lo que 
pone en riesgo el orden constituido y genera una situación de excepcionalidad. El 
soberano podrá crear o determinar cuando se encuentre en un Estado de excepción y 
quebrar o romper las normas. 
La paradoja se encuentra en que al mismo tiempo cuando el soberano acata 
las normas, en un Estado de excepción dejan de existir, pues la idea de Schmitt se 
basa en la suspensión de la constitución que rige el Estado, por lo que el soberano 
estará entonces dentro y fuera del orden jurídico al mismo tiempo. Por lo que debido 
a que en la norma no puede determinarse cuándo aparece una excepción, ya que la 
 
29
 Franzé, Javier, op.cit., p. 152. 
 
35 
 
ley no es capaz de prever para advertir de las posibles acciones fuera de la 
normalidad, es entonces cuando el soberano tiene que decidir sobre lo que signifique 
excepción y lo que es una situación normal. 
El Estado de excepción no tiene forma jurídica dado que es un hecho político. 
Esto significa que la excepción sólo aparece cuando el orden existente se altere, 
considerando que la ley está vigente la mayor parte del tiempo. Desde este punto, 
Agamben sigue el argumento de Schmitt sobre el estado de excepción y señala que 
“el estado de excepción no es ni externo ni interno al ordenamiento jurídico, y el 
problema de su definición concierne precisamente a un umbral, o a una zona de 
indiferenciación, en el cual dentro y fuera no se excluyen sino que se 
indeterminan”.
30
 Es decir, que cuando la norma se suspende en una situación de 
excepción esto no significa su invalidación ya que responde a un hecho político. 
1.4 La Administración Pública: el engrane del Estado 
Comprender las acciones y el funcionamiento del Estado moderno lleva a 
establecer los vínculos que hay entre el Estado y la sociedad a partir del conjunto de 
órganos de decisión como los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial para el caso 
de México, y órganos Ejecutivos entendidos en su totalidad como aparato 
burocrático. 
La noción del Estado moderno es una “categoría histórica”, destaca Omar 
Guerrero, que “en sucesión acumulativa de rasgos de estatalidad, lo signan hoy la 
 
30
 Agamben, Giorgio, Estado de excepción, Ed. Adriana Hidalgo, 2007, p. 59. 
 
36 
 
soberanía, intervención racional en la economía, régimen de derecho y nacionalidad. 
Esta suma de ingredientes delinea al Estado moderno”.
31
 
La vida de un Estado moderno está constituida no tanto por el amor al 
prójimo, sino por la utilidad que ofrece de mantener un orden entre la sociedad y 
permitir su desarrollo evitando la muerte violenta que describe Hobbes. Sin embargo, 
para que pueda cumplirse con el objetivo es indispensable considerar que la principal 
cualidad del Estado, como señala Omar Guerrero, es el movimiento. 
Para que el Estado establezca una relación con la sociedad y opere con todos 
sus medios para cumplir su propósito está la administración pública. “La 
administración pública esencialmente consiste en una capacidad del Estado para 
producir dicha utilidad, que a partir del siglo XVIII se proyectó en el impulso del 
desarrollo de la sociedad”.
32 Por un lado, la administración pública estará dirigida a 
acrecentar el poder del Estado, lo que constituye su capacidad de producir poder. Por 
el otro, tiene la capacidad de proponer, modelar y administrar los bienes y asuntos 
de carácter público, lo que ofrece cierto orden y civilidad. Así, dentro del Estado “el 
gobierno decide sobre la paz y la guerra, y la administración organiza y regula los 
detalles de estos actos”.33 
Desde la administración pública se pone el Estado en acción, siendo la 
sociedad el objeto de estudio y actividad gubernamental donde lo público representa 
el campo de responsabilidad, y al mismo tiempo donde los límites son las propias 
 
31
 Guerrero Orozco, Omar, El Estado en la era de la modernización, Plaza y Valdéx, 1992, México. 
32
 Guerrero Orozco, Omar, Principios de la administración pública, Escuela Superior de 
Administración Pública de la República de Colombia, Colombia, 1997, p. 27. 
33
 Idem. 
 
37 
 
necesidades. Como dijo Weber, fue la necesidad de organizar la violencia lo que 
impulsó al Estado a desarrollar una administración de los medios materiales en un 
determinado territorio. 
Sin la administración pública el Estado no puede atender de manera ordenada 
las necesidades de la sociedad, y tal como se ha descrito, los problemas 
fundamentales que atañen a un Estado moderno, desde administrar los recursos 
materiales hasta actividades que le son inherentes como las relaciones exteriores, 
justicia y defensa. 
Asimismo, además de destacar la relevancia del engrane de la administración 
pública, no es de soslayar que el Estado debe velar tanto por la vida pública como 
por la vida privada. Se preocupa igual por el ciudadano que por el individuo y está 
dotado del elemento jurídico para legitimar la esfera privada. Por ello, la 
administración pública entiende como público todo bien o servicio de interés general 
y necesario para el desarrollo integral de la sociedad en su conjunto. 
 
38 
 
Capítulo II. El Estado mexicano frente al crimen organizado 
En México, el crimen organizado se ha convertido en materia de Seguridad 
Nacional y ocupa actualmente una agenda preponderante en las decisiones del 
Ejecutivo. Las decisiones sobre seguridad pública se han convertido en ejes de la 
Seguridad Nacional como acciones del gobierno. Las consecuencias de las decisiones 
siempre tienen distintas aristas, que por cuestiones particulares de este trabajo no 
podrán ser todas expuestas. Por ello, se definió tejer el capítulo por un lado, con la 
participación del Ejército como parte estructural del Estado mexicano, y por el otro, 
la perspectiva de la violencia como parte del desafío que enfrentael Estado. 
2.1 El concepto de Seguridad Nacional 
La definición de Seguridad Nacional “aparece por primera vez en Estados 
Unidos después de la segunda guerra mundial, y desde entonces estuvo dominado 
por la guerra fría y su pensamiento estratégico-militar”,
34
 lo que significa que en 
principio este concepto se encuentra construido por el contexto geopolítico del cual 
surgió, y haciendo partícipe al mundo de una idea más cercana al aspecto militar; sin 
embargo, algunos analistas han dejado de lado las dimensiones que van más allá de 
la “Seguridad Nacional” vista como tema central de las relaciones internacionales, 
como los factores políticos, económicos, sociales, y en los últimos años, es posible 
incluir los aspectos ambientales. 
 
34
 Maciel Padilla, Agustín, La Seguridad Nacional: concepto y evolución en México, El Colegio de San 
Luis, México, 2002, p. 9. 
 
39 
 
En México, el estudio en materia de seguridad ha sido esporádico y en 
muchas ocasiones confuso. En un principio, “el problema conceptual surge como el 
nacimiento del sistema político posrevolucionario que suscribió la Constitución de 
1917 como sinónimo de la defensa de la soberanía nacional encarnada en la 
fundación del Partido Nacional Revolucionario y sus respectivas instituciones”.
35
 No 
obstante, es hasta hace un par de décadas que el término “Seguridad Nacional” en 
México empezó a cobrar relevancia y a trascender en la literatura, en gran parte por 
la cercanía que tiene México con Estados Unidos. 
En México el término de Seguridad Nacional es relativamente nuevo y poco 
estructurado. “El origen aparente de esta necesidad se remonta a mediados de los 
años setenta (…) donde el clima de tensión entre las políticas nacionalistas del 
gobierno de Echeverría y el gobierno de Estados Unidos, haciendo que la Seguridad 
Nacional sea planteada como el fortalecimiento del nacionalismo político y 
económico”.
36
 No obstante, será hasta el sexenio de López Portillo cuando se incluye 
el término Seguridad Nacional en el Plan Nacional de Desarrollo, y donde la 
novedad reside en que el término aparece como una “una meta en las políticas 
estatales, y se dará atención a los problemas de institucionalización y coordinación 
de las diversas agencias especializadas en el uso de la fuerza estatal”.
37
 
El propio Vidal de la Rosa explica que la forma en que el gobierno de México 
se muestra ante amenazas reales a la soberanía mexicana por parte de la estrategia 
petrolera de los Estados Unidos, así como los riesgos de un desbordamiento de la 
 
35
 Rodríguez Sumano, Abelardo, La urgente seguridad democrática, Ed. Taurus, México, 2008. p. 35. 
36
 Vidal de la Rosa, Godofredo, “Reflexiones sobre la Seguridad Nacional en México”, Sociológica, 
año 9, Núm. 25, Seguridad y soberanía nacionales en América Latina, Mayo-Agosto de 1994, p. 175. 
37
 Idem. 
 
40 
 
guerra en Centroamérica sobre la frontera sur mexicana, van a dar lugar a los 
primeros pasos para la institucionalización de un aparato de Seguridad Nacional. 
Pero será hasta la administración de Miguel de la Madrid donde se llega a 
institucionalizar un aparato de Seguridad Nacional. Aunque la definición ha tenido 
procesos ambiguos, la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información 
Pública Gubernamental; en Diario Oficial de la Federación, México, 11 de junio de 
2002, Artículo 3º, fracción XII, señala: Seguridad Nacional: Acciones destinadas a 
proteger la integridad, estabilidad y permanencia del Estado Mexicano, la 
gobernabilidad democrática, la defensa exterior y la seguridad interior de la 
Federación, orientadas al bienestar general de la sociedad que permitan el 
cumplimiento de los fines del Estado constitucional. 
Por su importancia, John Bailey
38
 ha destacado que el concepto supera las 
ideas teóricas y también es un concepto práctico, ya que el término puede ser 
utilizado para dar o quitar legitimidad a políticas nacionales de gran peso, es decir, 
que se utiliza por diferentes actores en diferentes contextos para promover distintas 
agendas. Siguiendo esta línea de ideas, para los estudios de la seguridad es 
importante realizar análisis de discursos y cómo y por qué alguien determina que 
existe una amenaza a la seguridad, porque de alguna manera ahí es donde reside el 
conflicto y se identifica la vulnerabilidad y las toma de decisiones sobre los riesgos y 
los costos que tienen dichas amenazas. 
 
38
 J. Bailey y S. Shelton-Colby, U.S and Mexican National Interests and Sytrategic Opinion in the Post-
Cold War Era, Background Paper Prepared for Working Meetind at Tepoztlan, Morelos, 9 October 
1992. Center for Latin American Studies, Georgetown University, p. 5. 
 
41 
 
Como ejemplo de lo descrito por John Bailey, en México, el 31 de enero de 
2005, el Presidente Vicente Fox (2000-2006) publicó en el Diario Oficial de la 
Federación la Ley de Seguridad Nacional, la cual establece en su Artículo 1º que “la 
misma tiene por objeto establecer las bases de integración y acción coordinada de las 
instituciones y autoridades encargadas de preservar la Seguridad Nacional, en sus 
respectivos ámbitos de competencia; así como, la forma y los términos en que las 
autoridades de las entidades federativas y los municipios colaborarán con la 
Federación en dicha tarea; regular los instrumentos legítimos para fortalecer los 
controles aplicables a la materia”.
39
 
De acuerdo a lo dispuesto de la Ley de Seguridad Nacional en su artículo 3º 
se entienden las acciones destinadas de manera inmediata y directa a mantener la 
integridad, estabilidad y permanencia del Estado Mexicano, que conlleven a: 
I. La protección de la nación mexicana frente a las amenazas y riesgos que enfrente 
nuestro país; 
II. La preservación de la soberanía e independencia nacionales y la defensa del 
territorio; 
III. El mantenimiento del orden constitucional y el fortalecimiento de las 
instituciones democráticas de gobierno; 
IV. El mantenimiento de la unidad de las partes integrantes de la Federación 
señaladas en el artículo 43 de la Constitución Política de los Estados Unidos 
Mexicanos; 
V. La defensa legítima del Estado Mexicano respecto de otros Estados o sujetos de 
derecho internacional, y 
 
39
 Diario Oficial de la Federación, 31 de enero de 2005. [En línea]. Dirección URL: 
http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LSegNac.pdf [consulta: 3 de marzo de 2012]. 
http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LSegNac.pdf
 
42 
 
VI. La preservación de la democracia, fundada en el desarrollo económico social y 
político del país y sus habitantes. 
Artículo 4º. La Seguridad Nacional se rige por los principios de legalidad, 
responsabilidad, respeto a los derechos fundamentales de protección a la persona 
humana y garantías individuales y sociales, confidencialidad, lealtad, transparencia, 
eficiencia, coordinación y cooperación. 
Artículo 5º. Para los efectos de la presente Ley, son amenazas a la Seguridad 
Nacional: 
I. Actos tendentes a consumar espionaje, sabotaje, terrorismo, rebelión, traición a la 
patria, genocidio, en contra de los Estados Unidos Mexicanos dentro del territorio 
nacional; 
II. Actos de interferencia extranjera en los asuntos nacionales que puedan implicar 
una afectación al Estado Mexicano; 
III. Actos que impidan a las autoridades actuar contra la delincuencia organizada; 
IV. Actos tendentes a quebrantar la unidad de las partes integrantes de la Federación, 
señaladas en el artículo 43 de la Constitución Política de los Estados Unidos 
Mexicanos; 
V. Actos tendentes a obstaculizar o bloquear operaciones militares o navales contra 
la delincuencia organizada; 
VI. Actos en contra dela seguridad de la aviación; 
VII. Actos que atenten en contra del personal diplomático; 
VIII. Todo acto tendente a consumar el tráfico ilegal de materiales nucleares, de 
armas químicas, biológicas y convencionales de destrucción masiva; 
IX. Actos ilícitos en contra de la navegación marítima; 
X. Todo acto de financiamiento de acciones y organizaciones terroristas; 
 
43 
 
XI. Actos tendentes a obstaculizar o bloquear actividades de inteligencia o 
contrainteligencia, y 
XII. Actos tendentes a destruir o inhabilitar la infraestructura de carácter estratégico 
o indispensable para la provisión de bienes o servicios públicos”.
40
 
A partir del pronunciamiento oficial de la Ley de Seguridad Nacional en 
2005, la sociedad comenzó a tejer una concepción sobre el significado de la 
Seguridad Nacional y a relacionar el concepto con el objeto. De manera muy 
particular, actualmente los mexicanos vinculan la amenaza para la Seguridad 
Nacional con la delincuencia organizada. 
El Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia A.C, publicó en 
2009 la “Encuesta sobre Seguridad Nacional SIMO-CASEDE”,
41
cuyo objetivo fue 
proporcionar herramientas en un tema poco explorado, cuyo foco de atención había 
estado concentrado en grupos de especialistas y periodistas, pues era un tema casi 
exclusivo del Poder Ejecutivo. Esta encuesta revela que la delincuencia organizada 
ocupó la primera posición en el estudio, siendo una de las principales amenazas a la 
Seguridad Nacional en México, pasando de 37% en septiembre 2008 a 47% en 
agosto de 2009. Asimismo, señala que la inseguridad pública fluctuó entre 15% y 
21% para el mismo periodo, siendo la segunda amenaza para la Seguridad Nacional. 
Y aunque 31% de los encuestados en este estudio entiende como Seguridad 
Nacional la defensa del territorio y la soberanía nacionales, ante la pregunta sobre 
 
40
 Ídem. 
41
 Encuesta en vivienda de 1250 entrevistas, con un conglomerado de 125 secciones electorales. 
Última fecha del levantamiento para la serie, 24-27 de agosto de 2009; con un margen de error de 
+/- 1.9%. [En línea] Dirección URL: http://www.seguridadcondemocracia.org/encuestas/serie-de-
encuestas-simo-casede/encuestas-simo-casede-sobre-seguridad-nacional.html [consulta: 5 de abril 
de 2012] 
http://www.seguridadcondemocracia.org/encuestas/serie-de-encuestas-simo-casede/encuestas-simo-casede-sobre-seguridad-nacional.html
http://www.seguridadcondemocracia.org/encuestas/serie-de-encuestas-simo-casede/encuestas-simo-casede-sobre-seguridad-nacional.html
 
44 
 
¿cuál es el tema más importante de Seguridad Nacional en nuestro país? La 
dispersión de la respuesta muestra que el territorio y la soberanía están lejos de ser 
los temas con mayor relevancia para la población, ya que ante esa pregunta las 
respuestas más repetidas están distanciadas del objetivo de la Seguridad Nacional de 
acuerdo al concepto. El 20% que dijo ser la distribución y venta de drogas, 17% el 
tráfico de armas hacia Estados Unidos y 16% la crisis económica. Si la población 
identifica como amenaza a la Seguridad Nacional a la delincuencia organizada y el 
tráfico de drogas y armas entonces la agenda de Seguridad Nacional irá encaminada 
a combatir ese problema, asumiendo los riesgos y los costos que de ella deriven. 
2. 2 El perfil de las Fuerzas Armadas en la Seguridad Pública 
El proceso de militarización de la seguridad pública en nuestro país no es un 
fenómeno nuevo, de hecho, constituye una constante histórica desde el surgimiento 
del Ejército en época de la Revolución Mexicana. Sin embargo, la decisión del 
gobierno del Presidente Felipe Calderón de continuar utilizando las Fuerzas Militares 
para combatir al crimen organizado en México y restablecer el orden público en 
algunas entidades y municipios, después de que su antecesor, Vicente Fox Quesada 
lo abordara de esta manera, contiene costos políticos, económicos y sociales, al 
mismo tiempo que la participación de las Fuerzas Armadas de México en la 
seguridad pública lleva consigo un desgastaste en todos los sentidos. 
El “proceso de militarización” en nuestro país tiene como detonantes diversas 
variables y que van desde la relación que se ha dado en cuestiones de la definición de 
Seguridad Nacional durante los años setenta y ochenta, así como la presión ejercida 
por los gobiernos de Estados Unidos como ya se ha señalado. 
 
45 
 
Como antecedente en México, el gobierno del Presidente Carlos Salinas de 
Gortari, en su Plan Nacional de Desarrollo 1988-1994, institucionalizó el uso de las 
Fuerzas Armadas en tareas contra el crimen y delincuencia organizada, 
específicamente en el combate al narcotráfico, donde señala que “el narcotráfico se 
ha convertido en un grave riesgo para la seguridad de la nación y para la salud de los 
mexicanos, su combate es ya razón de Estado; crearé en la Procuraduría General de 
la República dedicada a su exclusivo combate, con más personal y mayor 
adiestramiento; elevaremos las sanciones por su tráfico, y perseguiremos con energía 
redoblada a sus promotores, sea quien sea”,
42
 asintiendo en su primer discurso como 
Presidente, una razón de Estado a esta lucha, y reconociendo en las Fuerzas Armadas 
como el “ejemplo de patriotismo, lealtad institucional, espíritu de solidaridad, 
sacrificio, y vocación pacifista y democrática (…)”.
43
 
Asimismo, se observa un regreso a la militarización en el periodo de gobierno 
de Salinas por la ocupación de altos cargos en los cuerpos de seguridad pública por 
oficiales de las Fuerzas Armadas. Cabe señalar que el proceso de militarización se ha 
dado en relación a la definición de Seguridad Nacional desde los años setenta y 
ochenta, sin embargo no puede dejarse de lado la presión política ejercida por los 
gobiernos de Estados Unidos en estas mismas décadas. 
Por “proceso de militarización” señala la maestra Sigrid Artz, que “debemos 
entender no sólo la presencia en instancias civiles del gobierno, esto es, que haya 
más militares en la procuraduría, o en puestos de seguridad pública en los distintos 
 
42
 Salinas, de Gortari Carlos, Mensaje a la Nación, 1 de diciembre de 1988. [En línea] Dirección URL: 
http://cronica.diputados.gob.mx/DDebates/54/1er/Ord/19881201.html [consulta: 10 de marzo de 
2012] 
43
 Ídem. 
http://cronica.diputados.gob.mx/DDebates/54/1er/Ord/19881201.html
 
46 
 
niveles de gobierno, e incluso en áreas sensibles de inteligencia civil, sino además, se 
agrega a este proceso el hecho de que al paralelo de la militarización concurren tres 
elementos, por lo menos: 
1. No se invierte en la formación de policías civiles al ritmo necesario. 
2. No se construye un sistema de contrapesos y equilibrios ante la 
militarización, esto es claramente una falta de madurez institucional y por 
ende de la fragilidad democrática en México. 
3. Y los recursos humanos y económicos se concentran más de manera paulatina 
en los ámbitos militares y menos en lo civil”.
44
 
La línea argumentativa de Sigrid Artz, sobre el proceso de militarización del 
aparato de seguridad en el combate a la criminalidad y la delincuencia organizada se 
debe entender como un proceso que incluye tres elementos enlazados: primero, el 
incremento de militares en deberes y espacios que son de la competencia de los 
civiles, esta presencia ha venido aumentando particularmente en posiciones de 
mando y operativas. Segundo, el incremento en la participación de las Fuerzas 
Armadas en las decisiones estratégicas en las políticas de seguridad pública y 
nacional, sin el acompañamiento debido de contrapartes civiles. Y en tercer lugar, el 
crecimiento de recursos financieros y materiales a las distintas instancias donde se 
congregan estos elementos castrenses, pero particularmente se mantiene estrecha 
vinculación con la Secretaría

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