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UNIVERSIDAD NACIONAL 
 AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES 
 ACATLÁN 
 
El placer de la transgresión. 
Las significaciones de las prácticas sexuales 
alternativas, una mirada desde la Comunicación 
 
Seminario taller extracurricular de titulación: 
“Prácticas comunicativas, producción, circulación 
y consumo de bienes culturales”. 
 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
Licenciatura en Periodismo y Comunicación Colectiva 
PRESENTA 
Nohemí González Monzalvo 
Asesor: Fernando Martínez Vázquez 
Octubre 2011 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
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PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
AGRADECIMIENTOS 
He llegado al momento más dulce de este trabajo el de agradecer a todos 
los que se han esforzado a la par conmigo para concluir este ciclo. 
Los primeros son Rual Alejandro y Maximiliano por la paciencia tan grande 
que me han tenido con esta experiencia y que les ha robado a su mamá a ratos. 
Ale desde los tres años y Max desde el vientre. ¡Los amo bebés, me enseñan a 
ser mejor mamá, mejor persona! 
A mi papá porque me ha tendido la mano sin decir una palabra de 
inconformidad, incondicionalmente, a pesar de mis locuras. 
A mis hermanos, Lalo y Rosi, porque también me han apoyado en todo este 
tiempo sabiendo lo importante que es para mí este proyecto. Sin ustedes no 
hubiera terminado ni en cien años. 
A Raúl especialmente porque con ejemplo me has enseñado que los 
sueños son posibles, que no hay noches ni días en los que no se puedan vencer 
los obstáculos, que las únicas fronteras existentes son las de la mente y las del 
espíritu y lo que las rompe es el amor, el amor a la vida. Gracias, Gatito, por estar 
junto a mí durante este tiempo. 
A mi mamá por mandarme tus bendiciones, por enviar ángeles a mi camino. 
A Fernando… Sin ti no lo hubiera logrado, me cuidas, me procuras, me 
quieres, me enseñas, me guías. No sé cómo agradecerlo. Sabes lo especial que 
eres, lo importante en mi trazo desde que te conocí. Gracias infinitas por todo lo 
que me has dado, no sólo aquí en este momento, en la vida. 
A la Universidad Nacional Autónoma de México y a la FES Acatlán por 
haberme cobijado en este honorable templo del saber y por abrirme las puertas al 
mundo enarbolando las banderas de la ética y del humanismo. 
 
 
ÍNDICE 
 
IInnttrroodduucccciióónn 55 
 
CCaappííttuulloo II LLaa sseexxuuaalliiddaadd ccoommoo ffeennóómmeennoo ccuullttuurraall 1100 
 
11..22 LLaa sseexxuuaalliiddaadd ccoommoo tteemmaa ddee llaass iinnvveessttiiggaacciioonneess ddee llaass 
cciieenncciiaass ssoocciiaalleess 
 
 
1111 
11..33.. PPllaanntteeaammiieennttoo tteeóórriiccoo 
 
2200 
11..44 DDeeffiinniicciióónn ddee llaass pprrááccttiiccaass sseexxuuaalleess aalltteerrnnaattiivvaass 
 
3355 
CCaappííttuulloo IIII CCoonntteexxttoo hhiissttóórriiccoo ddee llaass pprrááccttiiccaass sseexxuuaalleess aalltteerrnnaattiivvaass 
 eenn MMééxxiiccoo 
 
4499 
22..22.. AAnntteecceeddeenntteess 
 
5500 
22..33.. LLaass ppeerrvveerrssiioonneess eenn MMééxxiiccoo 
 
5555 
22..44 SSaaddoommaassooqquuiissmmoo 
 
6611 
22..55 TTrraavveessttiissmmoo 
 
7700 
22..66 TTrraannsseexxuuaalliissmmoo 
 
7733 
22..77 LLaa ssiittuuaacciióónn ddeell ttrraavveessttiissmmoo yy ttrraannsseexxuuaalliissmmoo eenn MMééxxiiccoo 
 
7788 
 
CCaappííttuulloo IIIIII EEll aarrttee ddee tteejjeerr hhiissttoorriiaass 
 
 
8877 
33..22 MMeettooddoollooggííaa ccuuaalliittaattiivvaa 
 
9944 
33..33 CCuueessttiioonnaarriioo ddee eennttrreevviissttaa pprrooffuunnddaa yy ddee hhiissttoorriiaa ddee vviiddaa 
 
110066 
33..44 AApplliiccaacciióónn ddee llaa hhiissttoorriiaa ddee vviiddaa yy eennttrreevviissttaa pprrooffuunnddaa 110099 
 
 
 
 
 
 
 
CCaappííttuulloo IIVV LLaa ttrraannssggrreessiióónn yy eell sseennttiiddoo ddeell ppllaacceerr 
 
115522 
44..11.. DDiissccuurrssoo 
 
115533 
44..22 VVeessttiimmeennttaa 
 
115588 
44..33.. EEll ccuueerrppoo 
 
116600 
44..44 MMeeddiiooss ddee ccoommuunniiccaacciióónn 
 
116622 
44..55.. IInnssttiittuucciioonneess 
 
116655 
44..66.. AAcccciioonneess 
 
117722 
44..77 LLaass pprrááccttiiccaass sseexxuuaalleess aalltteerrnnaattiivvaass ccoommoo ffoorrmmaass 
ssiimmbbóólliiccaass 
 
118811 
44..88.. CCuullttuurraa,, ccoommuunniiccaacciióónn yy ppooddeerr 
 
118899 
CCoonncclluussiioonneess 
 
119955 
BBiibblliiooggrraaffííaa 
 
119999 
 
5
INTRODUCCIÓN 
El tema del erotismo, del sexo, de la sexualidad es un laberinto. Nada 
nuevo se esconde en él, nada que no se haya practicado, que no se haya dicho, 
que no se haya revelado, sin embargo, las tonalidades que toma son reflejos de la 
luz de su época, del lugar donde surgen, en ese sentido, las prácticas sexuales 
alternativas son espejo de la cultura y la sociedad en el que se dan, donde se 
fomentan o se censuran. 
Tan amplios son los senderos de la sexualidad que mucho se ha escrito 
sobre ello, pero los nuevos abordajes siguen despertando curiosidad, interés y 
hasta sorpresa. Son temas tan frescos como inagotables. 
Sin afán de revelar nada que se haya ocultado, este trabajo de 
investigación titulado El placer de la transgresión. Las significaciones de las 
prácticas sexuales alternativas, una mirada desde la Comunicación –para obtener 
la titulación de la carrera de Periodismo y Comunicación Colectiva-- pretende 
acercar a la comunicación al tema de la sexualidad, a través de un repaso por los 
fenómenos culturales, algo poco común dentro de esta rama de las Ciencias 
Sociales. Han sido la sociología, la psicología y la antropología las disciplinas que 
más interés han mostrado hacia el tema de la sexualidad en trabajos de tesis, 
mientras que en la comunicación a penas unas cuantas investigaciones, la 
mayoría de ellos reportajes, saltan a la vista. 
La idea surgió en el 2008, durante mi estancia profesional en el periódico 
Metro, de Grupo Reforma, en la que hacía coberturas en torno al sexo, viví muy de 
cerca cómo se vivía la sexualidad en la metrópoli a lo largo de seis años. El peso 
editorial de estas coberturas era tan importante que de ellas dependía en gran 
medida la exitosa venta del diario, 300 mil ejemplares diarios sólo en el Distrito 
Federal y zona conurbada. 
Fue entonces que la curiosidad de saber ¿por qué los lectores encontraban 
tanta fascinación en ello?, ¿cómo se vivía realmente la sexualidad y la libertad 
sexual, casi pornográfica, que entonces presenciaba?, ¿y si era real o en todos 
 
6
esos seres que asistían a la expo sexo muy liberados en el fondo escondían una 
doble moral? Quería saber hasta donde el tema del sexo era aún un tabú social o 
hasta donde un discurso. Nada mejor, entonces, que preguntarlo en el terreno 
cotidiano sobre un tema sexual que transgrediera, que hiciera “ruido” con tan solo 
hablarlo, escucharlo, pensarlo, que simplemente incomodara… Y este es el 
resultado. 
Después de discriminar todas las prácticas sexuales que fueran opuestas a 
la convencional, la heterosexual, elegí solo aquellas que consideré confrontaban y 
desafiaban al orden y al imaginario sociocultural del sexo; aquellas que semostraran abiertamente en el escenario cotidiano y que rebasaran la intimidad de 
las alcobas. 
Así decidí analizar el travestismo, el transexualismo y el sadomasoquismo, 
que en un primer momento consideré socialmente transgresoras por la carga de 
significados que poseen y porque ponen en tela de juicio la representación 
genérica del “ser un hombre” o “ser una mujer”, y también aquello que conocemos 
como el “dolor y el placer”. El objetivo fue analizar los significados de las prácticas 
sexuales alternativas que ejercen sujetos de un rango de edad de 30 a 45 años de 
edad, habitantes de la zona metropolitana, para conocer el sentido que ellos le 
otorgan a la transgresión. 
La técnica que nos permitiría adentrarnos a un punto tan delicado, el de la 
sexualidad, era la historia de vida, que por su carácter cualitativo nos permitiría 
conocer las significaciones que los entrevistados elaborarían a partir de sus 
prácticas sexuales. 
 Los entrevistados fueron cuatro practicantes cuyas edades oscilaban entre 
los 25 y los 45 años de edad; ellos tuvieron mayor disposición para compartir sus 
experiencias, aunque desde el principio buscamos a hombres y mujeres con estas 
prácticas, pero la selección invariablemente recayó en cuatro hombres (uno de 
ellos transexual) que abrieron las puertas de su intimidad. 
 
7
La investigación se enmarcó en la Ciudad de México por tratarse, 
supuestamente, de la ciudad con mayor apertura hacia la expresión y la diversidad 
sexual. Sólo uno de los entrevistados vive en el municipio de Tlalnepantla, en la 
colonia Valle Dorado, pero su vida social está instalada en el Distrito Federal. 
La pregunta que resume este trabajo es la siguiente: ¿cuáles son las 
significaciones que los sujetos de entre 25 y 45 años de edad, habitantes de la 
zona metropolitana, elaboran con respecto a sus práctica sexuales alternativas y 
la idea de transgresión? Hipotéticamente las significaciones de las prácticas 
sexuales alternativas que poseen los individuos determinan en cada uno el sentido 
de transgresión, que varía entre hombres y mujeres, a la vez que entre ellos 
mismos. La teoría de John B. Thompson sobre cultura fue el constructo ideal que 
nos permitió desarrollar el sustento teórico para comprender cómo los sujetos 
construyen esas significaciones a partir de análisis de sus formas simbólicas, ya 
que éstas conforman fenómenos culturales, a partir de significados que se 
producen, se reciben, se distribuyen y circulan en espacios cotidianos. 
Estas formas simbólicas, a su vez, constituyen frentes culturales opuestas 
al pensamiento hegemónico de la sexualidad, el cual ha trazado una línea muy 
definida sobre el cuerpo y el uso de cuerpo de los sujetos sociales. 
También retomé los presupuestos teóricos de Gilberto Giménez, expuestos 
en La sociología de Pierre Bourdieu en Perspectivas teóricas contemporáneas de 
las ciencias sociales, para conocer cuáles son el sentido del juego de estas 
prácticas sexuales, en un espacio social conocido como habitus. 
Además se entrelaza la teoría de Michael Foucault sobre la sexualidad, la 
cual desglosa los mecanismos que han impuesto una ideología del sexo como una 
forma de poder que favorece el control a los sujetos sociales, enfocando la 
energía sexual en energía de trabajo, beneficiando así a la burguesía y a la 
instauración de un modelo de Estado. 
El contexto socio-histórico desarrollado en el Capítulo II consiste en un 
repaso desde la época victoriana, que marcó en gran medida la concepción sexual 
 
8
de nuestros tiempos hasta llegar a la llamada Revolución Sexual en la década de 
los 70, la llegada del VIH, y los movimientos lésbicos-gay de la actualidad. 
Asimismo se realiza un recuento histórico breve de cómo se instauraron en México 
las prácticas del sadomasoquismo, travestismo y transexualismo, recordando, 
naturalmente, cuáles han sido sus orígenes históricos. Es importante recalcar que 
estas tres prácticas son relativamente jóvenes en el país y no existe una 
documentación sobre ellas, sino que se reconstruye a partir de lo que los mismos 
practicantes recopilan de una especie de tradición oral entre sus compañeros. 
El Capítulo III está enfocado al diseño de la metodología cualitativa y las 
técnicas de la historia de vida y la entrevista profunda que se aplicaron en esta 
investigación, así como el resultado primario de su instrumentación. Elegí la 
metodología cualitativa por la flexibilidad y comprensión que ofrece al abordar 
temas tan delicados y personales como el sexo, que permitieron generar un tipo 
de conocimiento derivado de la capacidad del investigador de “meterse a la 
realidad” del sujeto-objeto de investigación. 
Como lo menciona Carlos Sandoval Casilimas, en su libro titulado 
Investigación Cualitativa, la metodología cualitativa permite asumir cierta 
comprensión o captación de lo que el otro o los otros quieren decir a través de sus 
expresiones, de sus palabras, de sus silencios, de sus inmovilidades, a través de 
la interpretación y el diálogo, si no también, la posibilidad de construir 
generalizaciones, que permitan entender los aspectos comunes a muchas 
personas y grupos humanos en el proceso de producción y apropiación de la 
realidad social y cultural en la que se desarrollan. 
Además, se desarrollará el diseño de las historias de vida y entrevistas 
semi profundas que se aplicarán en esta investigación. La historia de vida, como 
parte de las herramientas cualitativas, permite trabajar con las subjetividades 
partiendo de las trayectorias de los sujetos o personajes, así como de los grupos 
humanos y su concepción de la realidad. La entrevista semi-profunda nos 
permitirá conocer cuáles son las ideas, las percepciones y significaciones que el 
sujeto construye a partir de su realidad. En este tercer apartado también 
 
9
presentaré los resultados de la primera interpretación, la de las doxas, 
provenientes de la aplicación de las técnicas. 
En el Capítulo IV se desarrollarán las interpretaciones finales, que surgen 
del cruce del contexto histórico y los conceptos teóricos presentados 
anteriormente. 
El placer de la transgresión… es un trabajo que presenta una faceta poco 
común de las investigaciones académicas, pues el terreno del placer sexual está 
confinado a lo cotidiano, a lo ordinario; podría considerarse sin seriedad a menos 
que se vea desde el otro ángulo en el que están anclados valores, pensamientos, 
prejuicios, creencias culturales, marcadas por un tiempo y un espacio, con un 
carácter definitivamente marcado como fenómeno cultural. 
Esta tesis no busca adentrarse en temas de sexualidad con la profundidad 
con que lo hace la psicología, la sociología o la antropología, sino simplemente 
busca exponer cómo las prácticas sexuales también se insertan en la cultura y la 
comunicación. 
La investigación se enfrentó a ciertos obstáculos como la escasa 
información en México sobre el tema, pues a pesar de que ha interesado a 
filósofos, sociólogos y psicólogos, los datos duros se rastrearon en su mayoría a 
través de internet o de mano de los entrevistados. Asimismo, surgieron algunos 
inconvenientes con la aplicación de las técnicas, particularmente de la historia de 
vida, que por su carácter subjetivo el grado de fidelidad de los hechos a la 
narración del entrevistado puede ser variable, ya que algunos de ellos 
reelaboraban la historia para la entrevista según su interés. 
Aún así creo que las historias de vida son atractivas y ricas para la 
interpretación, por lo que se hace al lector una atenta invitación para que recorra 
las siguientes páginas donde encontrará una interpretación sobre las prácticas 
sexuales alternativas con sentido de transgresión, a partir de la construcción de 
sentidos y significados que cada uno de los entrevistados construyó. 
 
10
CAPÍTULO I 
La sexualidad como fenómeno cultural 
 
1.1 Introducción 
El semiólogo españolJesús Martín Barbero concibe la comunicación como 
un espacio estratégico desde el cual puede pensarse la cultura, con un enfoque 
crítico que parte de reubicar los estudios académicos de la comunicación como 
una respuestas a las transformaciones políticas, económicas y culturales que ha 
vivido América Latina con la globalización. 
En el libro Oficio de cartógrafo. Travesías latinoamericanas de la 
comunicación en la cultura1, Barbero expone la necesidad de diseñar un nuevo 
mapa en el terreno intelectual de los estudios de la comunicación en 
Latinoamérica que permitan insertarse en las prácticas sociales cotidianas. 
Para relacionar esta disciplina con los campos culturales y con las prácticas 
sociales, empezaremos con retomar la teoría del antropólogo John B. Thompson 
sobre su concepto de cultura que nos dará los parámetros para sustentar la 
pertinencia de la comunicación en el análisis de los fenómenos culturales, 
constituidos por formas simbólicas, dentro de un campo significativo. 
Abordaremos los ejes que Jesús Martín Barbero expone para aplicar en las 
investigaciones de comunicación en América Latina, a partir de las mediaciones 
de la cultura, y de un contexto social, político y económico, determinado por las 
transformaciones que la cultura latinoamericana ha sufrido con la incursión de la 
globalización y las nuevas tecnologías. 
Finalmente trataremos que la investigación responda a demandas de 
comunicación que, aunque mediadas por la industria cultural de expresión, y a 
necesidades colectivas y que recojan matrices culturales de raigambre popular. 
                                                            
1 MARTÍN BARBERO, Jesús. Oficio de cartógrafo. Travesías latinoamericanas de la comunicación 
en la cultura, Edit. FCE, México, D.F., 2002. 498 pp. 
 
11
A continuación presentaremos una breve panorámica sobre las 
investigaciones que se han realizado en México en los últimos años con el tema 
de la sexualidad y de sus prácticas, en las Ciencias Sociales. Aunque hay una 
gran variedad de trabajos, elegimos sólo los más cercanos a lo que esta 
investigación pretende. 
1.2 La sexualidad como tema de las investigaciones de las ciencias sociales 
La sexualidad es uno de los aspectos más complejos del ser humano, en 
ella se mezclan condicionantes físicos, biológicos, emocionales, culturales y 
sociales. Por eso, más allá de ser considerada como un conjunto de condiciones 
anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada sexo, así como de su función 
reproductiva, la sexualidad y sus prácticas son parte de una construcción social y 
cultural. 
El comportamiento sexual de cada individuo puede servir a los fines de la 
gratificación física, la expresión de afecto, la formación de vínculos y la 
trascendencia espiritual. Pero, también promueve la variabilidad y la diversidad 
individual, así como la estructuración y la organización social.2 
A lo largo de la historia, se ha analizado la sexualidad desde diferentes 
disciplinas, que han permitido desarrollar diversas teorías y puntos de vista sobre 
ella. La biología, la etología, la medicina, la epidemiología y la psiquiatría, fueron 
las primeras disciplinas que se interesaron por la sexualidad, pero en los últimos 
años se ha abierto un campo interesante que ocupa a las ciencias sociales, 
especialmente con la demografía, la historia, la filosofía, la antropología, la 
sociología, la pedagogía y la psicología. 
Los estudios con un enfoque de género también han puesto una especial 
atención a este tema, sobre todo, en la segunda mitad del siglo XX con los 
movimientos feministas, y, recientemente con la expansión de las expresiones de 
la comunidad lésbico-gay. 
                                                            
2GARCÍA RODRÍGUEZ, Georgina. Conducta Sexual: Un Modelo Psicosocial, Tesis de Doctorado, 2007, Facultad de 
Psicología, UNAM. pp. 1-3 
 
 
12
Sin embargo, a pesar de que la sexualidad puede considerarse también 
como una práctica comunicativa3 de la intimidad, las ciencias de la comunicación 
han ejercido poco interés respecto a este tema, excepto aquellas investigaciones 
que se ocupan de los mensajes sobre sexualidad y erotismo transmitidos en 
medios de comunicación. 
En esta revisión bibliográfica, particularmente en tesis, encontramos que el 
estudio de la sexualidad se ha realizado más que nada en el ramo de la 
psicología, independientemente de la clínica, aquí nos enfocamos a la social. 
Una de las aportaciones más interesantes en este campo es la de Georgina 
García Rodríguez, que en su tesis de doctorado en Psicología, titulada Conducta 
Sexual: Un Modelo Psicosocial, en la que relaciona la conducta sexual a un 
relativismo individual y sociocultural, que se hace evidente en los valores, ideas, 
creencias y actitudes, las sensaciones, emociones y afectos, y las normas y 
costumbres que existen en torno a la experiencia sexual, lo que contribuye a su 
variabilidad y transformación dentro y entre las personas a lo largo del tiempo y en 
diversas socioculturas. 
“La concepción y la experiencia que tienen sobre la sexualidad, tanto a nivel 
individual como colectivo, son en gran medida producto de las costumbres y 
normas sexuales que han existido a lo largo de las culturas y los periodos 
históricos”4. 
Georgina García explica que el placer y el afecto que pueden derivarse del 
comportamiento sexual, también tienen la capacidad de generar y mantener la 
unión entre las personas y de influir en la organización social. Para llegar a esta 
conclusión, aplicó una investigación sobre el comportamiento sexual de las 
personas adultas en el contexto de la sociocultura mexicana contemporánea, 
                                                            
3 “Lo amoroso no es en sí mismo un sentimiento, sino un código de comunicación de a cuerdo con cuyas reglas se 
expresan, se forman o se simulan determinados sentimientos” (Luhmann, 1985:21). De este modo, el “mecanismo 
simbólico” específico del amor como código comunicacional es la sexualidad; a través de ella, los individuos logran la 
interpretación, la fusión”. 
El Amor Como Vínculo Social, Discurso e Historia: Aproximaciones Bibliográficas. CORONA BERKIN, Sahara y 
RODRÍGUEZ MORALES, Zeyda. ESPIRAL, Estudios Sobre Estado y Sociedad, Vol. I No. 17. Enero/abril de 2000. pp. 51 
 
4 Ibid. GARCÍA RODRÍGUEZ, Georgina. 
 
 
13
desde un perspectiva psicosocial y empleando un abordaje metodológico 
cuantitativo. 
Otro de los trabajos académicos que destacan en este tema es del María 
del Pilar Valdés Rodríguez, con su tesis Buscando la significación de la 
satisfacción sexual en hombres y mujeres a través del enfoque de género, para 
obtener la licenciatura en Psicología, cuyo objetivo fue buscar la significación 
(representación social) que tiene la satisfacción sexual para hombres y mujeres, 
para lo que aplicó una metodología cualitativa, a través de entrevistas semi 
estructuradas, a cuatro hombres y tres mujeres. 
La conclusión a la que llegó se refiere únicamente a cuáles son los 
indicadores de hombres y mujeres para medir su placer y que ambos coinciden en 
la obtención del orgasmo; además, de que la importancia de la sexualidad entre 
géneros es muy diferente: la de los hombres es reduccionista, casi genital, 
mientras la de las mujeres depende también de otros aspectos de la relación 
sentimental. 
Sin embargo, María del Pilar defiende la sexualidad como parte de una 
construcción simbólica que condiciona patrones comportamentales por el sólo 
hecho de pertenecer a cualquiera de los bandos (o géneros). 
Quien retoma nuevamente el papel social y cultural de la sexualidad en un 
trabajo de tesis, también dentro de la Psicología, es Ofelia Sánchez Vázquez, con 
el tema Significado e implicaciones socioculturales de la sexualidad de mujeres del 
Ejido Loma de Malacota. México. Su objetivo es identificar y describir los 
significados e implicacionessocioculturales que tiene la sexualidad en la vida de 
las mujeres del “Ejido, Lomas de Malacota”, bajo una perspectiva de género y 
aplicando técnicas cualitativas, entre ellas, el método etnográfico y la entrevista de 
profundidad. 
Las categorías analizadas en esta tesis son las siguientes: contexto 
sociocultural de las mujeres; aspectos socioculturales vinculados a la 
segmentación de las etapas y las relaciones de parentesco; significado y aspectos 
 
14
socioculturales vinculados al ejercicio de la sexualidad de las mujeres; 
implicaciones sociales de las mujeres que ejercieron su sexualidad y significados y 
experiencias subjetivas de las mujeres sobre su sexualidad. 
Los temas sobre significados y experiencias de las prácticas sexuales son 
las más recurrentes en investigaciones del área de psicología; mientras que en el 
área de sociología predomina el enfoque de género; tales como Locas, maricones, 
mayates, hombres, homosexuales, gays: apuntes históricos de la identidad y 
relaciones de género en varones con sexualidad del mismo sexo en el México 
moderno (2007). 
Existen otras tesis como El Erotismo Como Proceso Simbólico de la 
Cultura: Aproximaciones Teóricas, de Mayela Marlene Mendoza Montero, de la 
licenciatura de sociología, quien hace un análisis sobre la literatura y teorías que 
existen en torno a la sexualidad. 
Mientras que los temas referentes a la educación sexual en secundarias y 
preparatorias ocupa mayormente a los egresados de Pedagogía. 
En el área de comunicación, encontramos dos reportajes y una tesis que 
abordan el tema de la sexualidad. Una de ellas es la de Claudia Campos 
Gutiérrez, con la tesis El erotismo y la Pornografía ¡De la integración a la 
Degradación!, la cual consiste en realizar entrevistas a diferentes especialistas 
sobre el tema de la pornografía, los cuales van desde periodistas, hasta sexólogos 
reconocidos, que dan su punto de vista respecto al consumo de pornografía. 
La siguiente, titulada Vamos a jugar, los juguetes también son para adultos: 
reportaje sobre juguetes sexuales, sex shops y sexualidad, de Melisa Escobedo 
Barrozo, es una descripción sobre el tipo de juguetes sexuales que se venden en 
la Ciudad de México, de las sex shops como un negocio en ascenso, así como de 
la proliferación de plazas y espectáculos relacionados con el sexo, desde Sex 
Capital, hasta la Expo Sexo. 
 
15
Se trata de un reportaje cuantitativo sobre los productos y el consumo, pero 
no se enfoca a las cuestiones sociales y culturales de la sexualidad y sus 
representaciones. 
Finalmente, tenemos En Nombre del Porno…Sorbo a Sorbo, una tesis de 
Marisol Clorio Miranda, para obtener la licenciatura de Periodismo y Comunicación 
Colectiva, que reconoce la pornografía como un fenómeno social que muestra los 
placeres, las fantasías y los deseos más irresistibles del ser humano. 
La propuesta de Marisol Clorio Miranda es la de ubicar a la pornografía 
como una forma simbólica que expresan los juntos para otros sujetos y como una 
práctica comunicativa donde hay una interacción a través de las mediaciones. Se 
planteó como objetivo estudiar cómo es el consumo cultural de la pornografía para 
conocer cómo los consumidores se apropian de ella, qué valor simbólico y uso le 
dan; así como explicar el consumo cultural de la pornografía entre hombres y 
mujeres, desde la perspectiva de García Canclini5. 
1.2.1 La sexualidad en artículos especializados en revistas 
A diferencia de las investigaciones para tesis, los estudios sobre sexualidad 
son más variados cuando se publican en artículos de revistas especializadas, 
entre las que encontramos destacan: Desacatos, Espiral, Salud Pública de México 
y la Revista Mexicana de Sociología. 
Aunque los enfoques son diferentes en cada uno, y van desde el 
sociodemográfico hasta el filosófico o ético moral, la mayoría de los investigadores 
coincide en que el estudio de las prácticas sexuales en las ciencias sociales aún 
es escaso; a pesar de que la sexualidad estructura, a su vez, la vida cotidiana, las 
creencias, los significados y los sentidos de vida de los sujetos individuales y 
actores sociales6. 
                                                            
5 CLORIO MIRANDA, Marisol. En el nombre del porno… Sorbo a Sorbo. El consumo cultural de la pornografía en la Ciudad 
de México. Tesis de licenciatura en Comunicación. 2009, México, EdoMex, FES Acatlán, UNAM, Introducción. 
 
6 TUÑÓN Pablos, Esperanza. Reseña de “Sexualidades en México. Algunas Aproximaciones desde la perspectiva de las 
Ciencias Sociales”, de I. SZASZ y S. LERNER (COMPS) Salud Pública de México, noviembre-diciembre, año/vol. 41, 
número 006. Instituto Nacional de Salud Pública, Cuernavaca México, pp. 498-500. 
 
16
Las investigaciones predominantes en el tema de la sexualidad tienen un 
enfoque biomédico o sociodemográfico, y destacan aquellas relativas a la 
psicología o a la pedagogía. Aunque cada vez más, la sociología y la antropología 
se han abierto campo en la investigación de este tema. 
Esperanza Tuñón Pablos hace una reseña del libro de Ivonne Szasz 
Sexualidades en México. Algunas Aproximaciones Desde La Perspectiva de las 
Ciencias Sociales (1998), en la que resalta la pertinencia de enfocar en los 
estudios sobre la sexualidad tres enfoques académicos: la búsqueda histórica de 
los significados, la comparación de comportamientos sexuales entre grupos 
sociales específicos y la urgente necesidad de contar con cuerpos teóricos que 
hagan posible acceder a la complejidad del tema. 
También enfatiza el uso inadecuado de los conceptos género y sexualidad, 
que desembocan en la vida cotidiana y han formado parte de la construcción 
cultural e histórica, así como en la construcción de la identidad de los sujetos y el 
sustento del poder. 
Las autoras Sarah Corona Berkin y Zeyda Rodríguez Morales ofrecen una 
revisión bibliográfica sobre los estudios de sexualidad en México, a través de su 
artículo El amor como vínculo social, discurso e historia: aproximaciones 
bibliográficas. 
La tesis principal se sustenta en exponer tres ejes –en el entendido de que 
la sexualidad es un mecanismo del amor--: el amor como vínculo social, en la que 
se aborda desde la sociología; el amor y el discurso amoroso, que a su vez 
explora lo “decible” sobre el cuerpo, la codificación de este discurso y su 
aprendizaje; finalmente, la experiencia amorosa desde la perspectiva histórica. 
La conclusión a la que llegan las investigadoras tapatías es que al 
acercarse a los múltiples y contradictorios sentidos en el intercambio amoroso 
puede ilustrarse no sólo los sentimientos, sino conflictos sociales, roles de géneros 
y aprendizaje sentimental. 
                                                                                                                                                                                     
 
 
17
A diferencia de los artículos anteriores, Patricia Ponce ofrece una 
investigación no de tipo bibliográfico, sino de campo en el artículo intitulado 
Sexualidades Costeñas. Su objeto de estudio es cómo viven la sexualidad los 
pobladores del municipio Boca del Río, Veracruz, y basa su investigación en la 
teoría de la corriente construccionista que concibe a la sexualidad no como un 
hecho dado, fijo o permanente vinculado directamente con un impulso biológico 
natural, sino como una construcción histórica y sociocultural cambiante, y como 
producto de una compleja y diversa red de prácticas discursivas y sexuales en 
donde las premisas, significados y acciones son partícipes en las percepciones 
que los seres humanos construyen sobre su conducta sexual, al mismo tiempo 
que regulan sus sentimientos, deseos y fantasías eróticas. 
Los procesos mentales en la conformación de la sexualidad son una serie 
de potencialidades que se transforman y adquieren sentido y significados en las 
relaciones sociales7. 
Mediante uncenso socioeconómico a 500 familias y la aplicación de 458 
encuestas a hombres y mujeres (de diferentes edades y niveles escolares), así 
como 20 historias de vida, busca conocer las concepciones que tienen los 
pobladores respecto al matrimonio, la familia y la sociedad, y cuáles son sus 
valores y prácticas sexuales. 
La investigadora concluye que los habitantes de Boca de Río sostienen un 
discurso esencialista respecto a las diferencias de los géneros: masculino es igual 
a proveedor, autoridad, espacio público, sexualidad instintiva y desbordante; 
femenino es igual a ámbito doméstico, sexualidad controlada y sumisión. Y las 
relaciones sexuales, dentro del matrimonio, están concebidas para satisfacer las 
necesidades sexuales de los varones y la reproducción de la especie. En cambio, 
fuera del matrimonio existen espacios de resistencia, lucha y transgresión, lo cual 
que permite que coexistan valores y prácticas tradicionales y modernas, en las 
relaciones sociales. 
                                                            
7 PONCE, Patricia. Sexualidades Costeñas. Desacatos. Primavera-verano, No. 006. Centro de Investigaciones y Estudios 
Superiores en Antropología Social, Distrito Federal, México, pp. 111-136 
 
 
18
Finalmente, mencionamos el trabajo de Rocío Córdoba Plaza, Reflexiones 
teórico-metodológicas en torno al estudio de la sexualidad, en el que propone dos 
aspectos centrales para el estudio de la sexualidad: a) reflexionar sobre el carácter 
teórico del concepto, y b) proponer que la sexualidad –al ser un punto de 
confluencia entre la normatividad social y la acción ética de los individuos—puede 
contemplarse como una herramienta metodológica privilegiada para el análisis de 
las oscilaciones en el equilibrio de poder entre los géneros. 
Rocío Córdoba considera a la sexualidad como una construcción social, 
donde el proceso enculturativo proporciona no sólo las normas y los 
comportamientos, sino los estímulos y los satisfactores. Esta corriente propone 
que la sexualidad no es ni una fuerza vital poderosa que se desborda sin importar 
los constreñimientos culturales, ni un impulso natural idéntico en todos los 
individuos que deba ser canalizado por la sociedad. 
En general, podemos concluir que casi todos los investigadores coinciden 
en la necesidad de seguir estudiando la sexualidad desde las ciencias sociales, 
por su importancia en los vínculos y relaciones sociales y en la estructuración de 
una sociedad y de una cultura. 
Los métodos cualitativos y cuantitativos son complementarios entre sí para 
este tipo de investigaciones, ya que permite crear desde estadísticas hasta 
conocer los significados más profundos de la sexualidad y sus prácticas en los 
individuos, y cómo éstas van creando estructuras para la conformación cultural y 
social. 
Es importante resaltar la pertinencia de las ciencias comunicación en los 
estudios sobre sexualidad, ya que, a pesar de que la sexualidad está constituida 
por prácticas comunicativas intrínsecas, al parecer, ésta disciplina tiene 
descuidado el tema. 
Martha Rizo García, en el texto de Interacción y comunicación. Exploración 
teórica-conceptual del concepto de interacción, citando a Jesús Galindo, 
demuestra una paradoja que demuestra el casi nulo interés por los fenómenos 
 
19
comunicativos que se dan a nivel interpersonal, en el campo académico sobre los 
aspectos sociales: “la interacción cara a cara y todo lo demás no mediático no es 
comunicación en un sentido oficial”. 
En cambio, Jesús Martín Barbero, en crea un nuevo campo de los estudios 
de la comunicación, pensado a partir de la realidad de América Latina. Una de sus 
propuestas es estudiar la comunicación y su relación con las prácticas cotidianas, 
que es uno de los enfoques que aquí nos interesan8 y que se desarrollarán 
posteriormente. 
Pero antes, intentaremos ubicar a las prácticas sexuales como fenómenos 
culturales, dignos de ser considerados en campo de investigación de la 
comunicación. El estudio de fenómenos culturales puede interpretarse como el 
estudio de las maneras en que los individuos situados en el mundo socio histórico 
producen, construyen y reciben expresiones significativas de diversos tipos9. 
Para ello, empezaré por retomar el concepto de cultura de John B. 
Thompson, quien, en el libro Ideología y Cultura Moderna, y ubicar las prácticas 
sexuales como formas simbólicas. 
Thompson propone una concepción estructural de la cultura –creada a 
partir del análisis de dos concepciones de cultura generadas con el surgimiento de 
la Antropología en el XIX--, en la que los fenómenos culturales pueden entenderse 
como formas simbólicas en contextos estructurados, y el análisis cultural puede 
interpretarse como el estudio de la constitución significativa y de la 
contextualización social de las formas simbólicas10. 
Las prácticas sexuales pueden ser consideradas formas simbólicas, si se 
ubican dentro de la definición de éstas. Para Thompson la forma simbólica es una 
                                                            
8 MARTÍN BARBERO, Jesús (2002), Oficio cartógrafo. Travesías latinoamericanas de la comunicación en la cultura, México, 
Fondo de Cultura Económica, pp. 207-255. 
 
9 THOMPSON B., John. Ideología y Cultura Moderna. pp.135 
 
10 Ibid. THOMSON John, pp. 149. 
 
 
20
amplia gama de acciones y lenguajes, imágenes y textos, que son producidos por 
los sujetos y reconocidos por ellos y por otros como constructos significativos. 
En ese sentido, las prácticas sexuales al ser consideradas formas 
simbólicas, a la vez son fenómenos culturales y éstos en tanto están involucrados 
directamente con las prácticas cotidianas de los sujetos se pueden incluir dentro 
del campo académico de la investigación. 
Para concluir este apartado, expondremos la pregunta de investigación que 
nos ocupará a lo largo de este trabajo y es la siguiente: ¿Cuáles son las 
significaciones de las prácticas sexuales alternativas (sadomasoquismo, 
travestismo y transexualismo) alternativas que los hombres y mujeres de 25 a 35 
años de edad, que habitan en la Ciudad de México, tienen con respecto a la idea 
de transgresión? 
Ya que planteamos la pregunta de investigación, procederemos a ubicar el 
tema de las prácticas sexuales alternativas como parte de las prácticas sociales y 
fenómenos culturales. Iniciaremos definiendo del concepto de cultura, de John B. 
Thompson, así como la definición de las formas simbólicas. Este último término 
será utilizado en la medida de que las prácticas sexuales alternativas pueden ser 
consideradas como formas simbólicas. 
1.3. Planteamiento teórico 
1.3.1 Concepto de cultura y forma simbólica 
Para retomar el concepto de cultura realizaremos un breve repaso por la 
historia del término que John B. Thompson se ha encargado de resumir en el libro 
Ideología y Cultura Moderna11, en el que expone los cuatro sentidos básicos que 
han participado en la formación de dicho concepto. 
Las primeras concepciones de “cultura” se dieron en los siglos XVIII y XIX 
entre filósofos e historiadores alemanes que se referían principalmente a un 
proceso de desarrollo intelectual o espiritual que ennobleciera las facultades 
                                                            
11 THOMPSON B. John. Ideología y Cultura Modernas, Editorial Grijalbo, México, D.F., 345 pp. 
 
21
humanas, pero con la aparición de la Antropología como nueva disciplina, el 
concepto de cultura ha sufrido cambios radicales, tales que hoy son la base de los 
conceptos que persisten hasta nuestros días. 
Ante la postura limitante, excluyente y elitista de las primeras concepciones 
creadas en la época de la Ilustración, la Antropología tuvo que generar nuevas 
acepciones que le permitieran descifrar las costumbres, prácticas y creencias de 
aquellas sociedades que constituían “el otro”. 
Bajo la perspectiva de esta nueva disciplina para elestudio de las ciencias 
sociales, que surgió en el siglo XIX, se crearon dos conceptos más: la concepción 
descriptiva y la concepción simbólica de la cultura. 
La concepción descriptiva se refiere al conjunto de diversos valores, 
creencias, costumbres, convenciones y prácticas característicos de una sociedad 
particular o de un periódico histórico. Mientras que la simbólica valora los 
fenómenos culturales como fenómenos simbólicos, lo que obliga a los estudios de 
cultura a interesarse esencialmente por la interpretación de los símbolos y de la 
acción simbólica. 
“El concepto de cultura simbólica se entiende como el patrón de 
significados incorporados a las formas simbólicas –entre las que se incluyen 
acciones, enunciados y objetos significativos de diversos tipos—en virtud de los 
cuales los individuos se comunican entre sí y comparten sus experiencias, 
concepciones y creencias”12. 
Sin embargo, Thompson da un paso adelante. Parte de que el concepto de 
cultura puede entenderse como el conjunto de formas simbólicas producidas y 
recibidas en contextos estructurados. 
                                                            
12 “El uso de los símbolos es un rasgo distintivo de la vida humana. En tanto que los animales no humanos pueden emitir 
señales de diversas clases y responder a ellas, sólo los seres humanos han desarrollado plenamente, según se argumenta, 
lenguajes en virtud de los cuales se pueden construir e intercambiar expresiones significativas. Los seres humanos no sólo 
producen y reciben expresiones lingüísticas significativas, sino que también dan significado a construcciones no lingüísticas: 
acciones, obras de arte y objetos materiales de diversos tipos”, Ibid, pp. 144-145. 
 
22
Las formas simbólicas son “las acciones, objetos, expresiones significativas 
de diversos tipos, en relación con los contextos y procesos históricamente 
específicos y estructurados socialmente dentro de los cuales, y por medio de los 
cuales, se producen, trasmiten y reciben”13. 
Los contextos y los procesos sociohistóricos en los que se dan dichas 
formas simbólicas pueden estructurarse de diferentes maneras: por relaciones 
asimétricas de poder, por un acceso diferencial a los recursos y oportunidades, y 
por mecanismos institucionalizados para la producción, transmisión y recepción de 
las formas simbólicas. 
1.3.1.1 Dimensiones de las formas simbólicas 
Las formas simbólicas tienen cinco dimensiones básicas: intencional, 
convencional, estructural, referencial y contextual, que participan en su 
constitución y pueden variar de una a otra. Según John Thompson, estos aspectos 
o dimensiones de las formas simbólicas se relacionan con lo que se transmite por 
medio de los términos “significado”, “sentido” y “significación”; lo cual quiere decir 
las formas simbólicas pueden considerarse también como “fenómenos 
significativos”. 
Intencional: Las formas simbólicas son producidas, construidas o 
empleadas por un sujeto que, al producirlas o emplearlas, persigue ciertos 
objetivos o propósitos y busca expresar por sí mismo lo que quiere decir, o se 
propone con y mediante las formas así producidas. 
Convencional: La producción, la construcción o el empleo de las formas 
simbólicas, así como su interpretación por parte de los sujetos que las reciben, 
son procesos que implican típicamente la aplicación de reglas, códigos o 
convenciones de diversos tipos. 
Estructural: Las formas simbólicas son construcciones que presentan una 
estructura articulada, en el sentido de que se componen de elementos que 
                                                            
13 Ibid, pp. 149-150. 
 
23
guardan entre sí determinadas relaciones. La estructura de una forma simbólica es 
un patrón de elementos que pueden distinguirse en casos de expresiones, 
enunciados o textos reales. Mientras que una forma simbólica es una constelación 
de elementos sistémicos que existen independientemente de cualquier forma 
simbólica, pero que se realizan en formas simbólicas particulares. 
Referencial: Las formas simbólicas son construcciones que representan 
algo, se refieren a algo, dicen algo acerca de algo. Es decir, una forma o 
elemento simbólico de una forma simbólica puede, en determinado contexto, 
representar u ocupar el lugar de algún objeto, situación o individuo. 
Contextual: Las formas simbólicas se insertan siempre en contextos y 
procesos socio-históricos específicos dentro de los cuales, y por medio de los 
cuales, se producen y se reciben. La manera en que se construyen, difunden y 
reciben en el mundo social (las formas simbólicas), así como el sentido y el valor 
que tienen para los que las reciben, depende de alguna manera de los contextos y 
las instituciones que las generan, mediatizan y sostienen. 
1.3.1.2 Contextos de las formas simbólicas 
Thompson se refiere a contextualización social de las formas simbólicas a 
que son producidas generalmente por agentes situados dentro de un contexto 
socio-histórico específico y dotado de recursos y habilidades de diversos tipos. 
Por eso marca cuatro escenarios en los que se producen estas formas 
simbólicas: espacio-temporales, campos de interacción, instituciones sociales y 
estructural social. 
Thompson retoma el concepto de Pierre Bourdieu de campos de interacción 
que es un espacio de posiciones y diacrónicamente un conjunto de trayectorias, 
determinados por el volumen y la distribución de diversos recursos o “capital”. 
Existen tres tipos de capital: el económico (propiedad, riqueza, bienes financieros 
de diversos tipos); el cultural (conocimiento, habilidades y créditos educativos); y 
el simbólico (elogios, prestigio y reconocimiento acumulado). En cualquier campo 
 
24
de interacción, los individuos utilizan estos recursos a fin de alcanzar sus objetivos 
particulares. 
Las instituciones sociales, que pueden ser entendidas como conjuntos 
específicos y relativamente estables de reglas y recursos, junto con las relaciones 
sociales que son establecidas por ellas y dentro de ellas. “Pueden considerarse 
como constelaciones de reglas, recursos y relaciones que se sitúan dentro de 
campos de interacción y al mismo tiempo los crean”14. 
En tanto que la estructura social implica la presentación de categorías y 
distinciones que pueden ayudar a esclarecer la evidencia de las asimetrías y 
diferencias sistémicas. 
La producción de las formas simbólicas implica el uso de los recursos 
disponibles y la puesta en práctica de reglas y esquemas que los individuos 
adquieren a partir de su posición dentro de un campo o una institución. 
1.3.1.3 Valoración de las formas simbólicas 
Las formas simbólicas están sujetas a procesos de valoración, evaluación y 
conflicto, que los sujetos les otorgan de acuerdo a sus capitales económicos, 
simbólicos y culturales. 
John B. Thompson expone dos tipos de procesos de valoración: la 
simbólica (estimación a…) y la económica (en tanto mercancía). Ambos tipos de 
valoración se acompañan de conflictos de evaluación simbólica, que se 
caracteriza por asimetrías y diferenciales de diversos tipos; y de conflictos de 
evaluación económica. 
Los sujetos conscientes de estos procesos de conflictos de evaluación 
pueden crear estrategias orientadas a aumentar o reducir el valor simbólico o 
económico. 
 
                                                            
14 Ibid, Ideología y Cultura Modernas, pp. 163 
 
25
1.3.2. Definición del concepto de frentes culturales 
1.3.2.1 Descripción del concepto de hegemonía 
El concepto de hegemonía es importante definirlo para esta investigación 
en tanto que es parte de la cultura y la cultura es una visión que nos define el 
mundo, según menciona Jorge A. González, en el artículo titulado Los frentes 
culturales. Culturas, mapas, poderes y luchas por las definiciones legítimas de los 
sentidos sociales de la vida. 
El autor también plantea el concepto de hegemoníacomo una visión de las 
desiguales posiciones dentro de la estructura social, que genera una división 
práctica, efectiva y operante del mundo. Un sistema de hegemonía nos define el 
modo en que las clases sociales se relacionan entre sí, desde el punto de vista de 
la construcción de significaciones. 
De acuerdo con Jorge González, la hegemonía responde a ciertas 
características que son las siguientes: a) es una relación social e históricamente 
construida y por ello cambiante; b) no es confundible con “manipulación” o con 
“inyección hipodérmica de ideología”, sino que supone un tipo de ideología 
dominante, pero ésta no agota aquella; c) no se diluye en dominación, pero 
tampoco es repelente a ella. 
En conclusión, la hegemonía expresa un resultado de tensión entre fuerzas 
distintas y refleja las relaciones entre las clases sociales desde el punto de vista 
de la cultura. 
“La hegemonía es un modo de construcción y reinterpretación semiótica 
que es efecto de las estructuras y, al mismo tiempo, capacidad o competencia 
constructiva de toda práctica”15. 
                                                            
15 GONZÁLEZ Jorge A. (1994), Los frentes culturales. Culturas, mapas, poderes y luchas por las definiciones legítimas de 
los sentidos sociales de la vida en Lameiras José y Galindo Cáceres Jesús (Edit.) Medios y mediaciones, México, El 
Colegio de Michoacán, ITESO, PP.145-173. 
 
26
 Del concepto se deriva otro que nos será útil para esta investigación: el de 
“lo alterno”. De acuerdo con González, lo “alterno” no está subordinado o 
articulado a la definición oficial, pero tampoco es hegemónico porque no ha sido 
capaz de aglutinar y articular entorno de su “cultura” al conjunto del bloque social. 
Lo que consigue que se establezca como hegemónico es la legitimación 
cultural, es decir, lo que los sujetos reconocen como aceptado, como lo permitido 
y lo correcto para dinamizar el modelo social. 
1.3.2.2 Descripción del concepto de legitimación cultural 
Siguiendo a Jorge A. González, la legitimación cultural es el funcionamiento 
de espacios sociales mediante la adhesión de los agentes a determinadas reglas 
del juego. Hay legitimidad cuando el conjunto de los agentes reconoce la 
necesidad de esa relación desbalanceada de autoridad cultural16. 
“La autoridad es la que confiere a la fuerza bruta el reconocimiento de que 
no solamente es fuerte, sino justa, buena, bella, útil y necesaria El mecanismo de 
legitimación de una relación siempre tiene una doble cara: es al mismo tiempo un 
acto de reconocimiento y un acto de desconocimiento de las raíces sociales de la 
dominación. (…) Al legitimar se explica el orden de las cosas y se le atribuye 
validez global a sus significados objetivados”17. 
Pero también los procesos de legitimación manifiestan un acuerdo o 
consenso tácito en torno de un “interés” común. Es el interés de tipo “capital” 
circulante lo que genera el “acuerdo” fundamental, que incluso autoriza los 
acuerdos de la superficie. 
“Los agentes creen en el valor real del capital específico que detentan o 
buscan, precisamente quiere decir que las relaciones de dominación localizadas 
son legítimas que se justifica en derecho y de hecho y que la dominación efectiva 
no es percibida como una imposición arbitraria”18. 
                                                            
16 Ibid, González Jorge, Frentes culturales, 70 pp. 
17 Ibid, 70 pp. 
18 Ibid, 70 pp. 
 
27
Son los dominantes los que tienen los medios de hacer prevalecer su visión 
de la realidad y del mundo. Esta visión tiene el efecto de trazar las líneas de 
demarcación que separan las prácticas valorizadas de las desvalorizadas, y no es 
extraño que las desvalorizadas provengan de los agentes más desposeídos de 
capital. 
La unión que construye la cultura y dinamiza las clases sociales es la 
identidad, según explica González, como clase o como grupo, que hemos 
adquirido social e históricamente, pero que permanece en constante construcción. 
“Las claras diferencias sociales de cierta manera unifica y se unifican bajo 
la modelación y modulación, que cotidianamente realiza el bloque que se ha vuelto 
hegemónico. Esto significa que valores, necesidades, amor, vida, muerte, edades, 
sexos, honestidad, maldad, bondad, etcétera, antes que realidades inmanentes y 
naturales son un terreno permanente de lucha entre las clases y los grupos que 
aspiran a la dirección intelectual y moral de la sociedad”19. 
Jorge A. González basó su teoría de los frentes culturales en el 
constructivismo estructural de Pierre Bourdieu; con base en ello el investigador 
mexicano concibió a la sociedad como una relación social dinámica, movilizante y 
acumulable, que puede ser analizada en términos de la distribución del capital 
cultural, de los recursos o bienes culturales dentro de un tipo de relación de 
mercado. 
1.3.2.3 Definición de los niveles de análisis de la cultura 
Para comprender las dinámicas y estructuras de la cultura, Jorge A. 
González plantea tres niveles de análisis divididos en dimensiones: el primero es 
el relativo a lo institucional, el segundo es la dimensión incorporada o subjetiva, y 
el tercero es la dimensión factual. A continuación desglosaremos cada uno de 
ellos. 
                                                            
19 Ibidem 72 y73 pp. 
 
28
La dimensión material o institucional que está conformada por una serie 
de estructuras sociales objetivadas que garantizan la codificación, la difusión y la 
conservación en el tiempo del universo de las significaciones. A este nivel se le 
llama “infraestructura material de ideologías”20. 
Para Jorge González los conceptos de aparatos y campos ideológicos, 
instituciones y redes de convivencia social son los que acercan a la 
“infraestructura” de ideología, desde los niveles altamente especializados hasta los 
más simples y cotidianos. 
Un aparato ideológico21 se define como el conjunto de instituciones 
sociales que la división social del trabajo ha especializado en la formación, 
preservación y difusión de ideologías (concepciones, representaciones, 
definiciones y sentidos de la vida y del mundo). Este concepto destaca el conjunto 
de la actividad social especializada en la construcción social del sentido. 
“El discurso de un aparato jamás se dirige y es recibido por individuos 
aislados, sino que se proyecta sobre individuos ya agrupados; los hombres en 
sociedad nunca viven aisladamente su relación con la ideología que circula en una 
sociedad. Siempre están inscritos de modo fluctuante en diversas formas de 
convivencia social que varían según la edad, el lugar en la familia, su oficio, el 
hábitat, formas que dependen de la organización social en vigor y de las 
estructuras de la producción. Son estas redes ideológicas las cuales funcionan 
como conductores y como cámaras de resonancia ideológica”22. 
Mientras que un campo ideológico23 es un espacio social especializado, 
en él se desarrolla un juego particular que tiene reglas precisas y competencias 
propias. Es siempre un mercado en el que se negocia y se produce un capital 
específico, cuyo valor fluctúa de acuerdo con la evolución de las relaciones de sus 
fuerzas. En el campo se lucha por monopolizar ese capital específico y conferirle o 
restarle legitimidad al discurso y a las prácticas de las posiciones más altas; es 
                                                            
20 Ibidem, 76 pp. 
21 Ibid, Frentes culturales, 76 pp. 
22 Ibidem, 76-77 pp 
23 Ibidem, 76-77 pp. 
 
29
decir las de aquellos agentes que detentan y movilizan mayores volúmenes del 
capital cultural. 
La dimensión incorporada o subjetiva se refiere a un efecto de 
incorporación subjetiva del entorno institucional que rodea y penetra a cada 
agente social. Es decir, la cultura o la ideología se hacen cuerpo en forma de 
esquemas de percepción, acción y valoración que forman estructuras 
estructuradaspor lo social y están dispuestas a funcionar como estructurantes de 
todas las prácticas. Es decir, es el modo de construcción y reinterpretación 
semiótica mediante el cual los individuos participan del proceso de construcción y 
reinterpretación selectiva de la ideología que difunden los aparatos. 
Y la dimensión factual que se refiere a la posición en el espacio social que 
se marca por el tipo de gustos y preferencias, así como por los bienes culturales 
que cada clase dispone y utiliza para distinguirse y para identificarse. Es mediante 
prácticas que enfrentan a situaciones inesperadas o novedosas que el modelo 
dinamiza. 
Después de establecer estos niveles de análisis de la cultura, Jorge A. 
González plantea la propuesta de crear una categoría teórica y metodológica con 
la que se pueda comprender estos procesos de un modo más preciso. Esta es la 
de los frentes culturales. 
1.3.2.4 Definición del concepto de frentes culturales 
Esta categoría sirve para entender los distintos choques y enfrentamientos 
en los que los diferentes grupos y clases sociales se encuentran bajo la cobertura 
de complejos, comunes y transclasistas. 
Jorge A. González explica que las clases y los grupos construyen 
significados distintos y contrapuestos del mismo tipo de significantes, lo cual 
ocurre a los distintos tipos de matrices de percepción, acción y valoración que han 
interiorizado en virtud de su situación objetiva, como punto y como trayectoria en 
la sociedad. 
 
30
“Los frentes culturales se constituyen como espacios sociales, entre cruces 
y haces de relaciones sociales no especializados en lo que se lucha o se ha 
luchado por el monopolio legítimo de la construcción y reinterpretación semiótica 
(modulación y modelación) de determinados elementos culturales transclasistas. 
Es decir, por la resemantización o definición que históricamente un bloque de 
clases/grupos elabora sobre las “necesidades”, las “identidades” y los “valores” 
legítimos (únicos y verdaderos para todos) que pueblan los vericuetos de la vida 
cotidiana e interesan a una densa área en la que a su modo están imbricadas 
todas las clases y grupos”24. 
De acuerdo con la propuesta de González, esta categoría permite captar la 
forma en que la hegemonía de un bloque de clases se enraíza en la misma 
cotidianidad, en la misma propiedad de las condiciones de la vida elemental de los 
hombres. 
1.3.3. Definición del constructivismo estructuralista 
Pierre Bourdieu se refiere al constructivismo estructuralista como una teoría 
desde la cual puede mirarse a la sociedad y a la cultura como una economía 
general de las prácticas, centrada en las condiciones de capital, interés, inversión 
y estrategia, y a una antropología global que se propone aprehender de la acción 
social en su integralidad. 
Gilberto Giménez se propuso desmenuzar esta teoría a través de su libro 
La sociología de Pierre Bourdieu en Perspectivas teóricas contemporáneas de las 
ciencias sociales25. 
El concepto del habitus es esencial para adentrarse a esta teoría 
bourdieusiana. 
                                                            
24 Ibid, GONZÁLEZ Jorge, Frentes culturales, 82-84 pp. 
25 GIMÉNEZ, Gilberto, La sociología de Pierre Bourdieu en Perspectivas teóricas contemporáneas de las ciencias sociales, 
México, UNAM, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, pp. 150-171 
 
31
“Entendemos el habitus como un sistema de disposiciones en vista de la 
práctica, que constituye el fundamento objetivo de conductas regulares y por lo 
mismo de la regularidad de las conductas”. 
“Es aquello que hace que los agentes dotados del mismo se comporten de 
cierta manera en ciertas circunstancias. Y es el principio generador de las 
prácticas, es una intencionalidad sin intención, una regularidad sin sumisión 
consciente a una regla, una racionalidad sin cálculo y una casualidad no 
mecanicistas”26. 
Aunque Bourdieu expone tres facetas del habitus: como disposición y 
esquema, como disposición y estrategia, y como sentido del juego, para esta 
investigación nos recargaremos en esta última. 
1.3.3.1 El habitus como sentido del juego27 
Gilberto Giménez explica el concepto de Bourdieu de “el sentido del juego” 
como una actividad sometida a reglas generalmente escritas y explícitas, donde 
las normas de legitimidad reconocidas e interiorizadas por los agentes y pueden 
estar muy alejadas de las normas escritas. 
Bajo este sentido, las reglas fungen como un sistema de alternativas a la 
vez limitado y abierto, regido por la lógica inmanente del juego en cuestión; es 
decir, el juego permite hacer infinidad de jugadas adaptadas a la infinidad de 
situaciones posibles que ninguna regla por compleja que sea podría prever. 
“La condición esencial para acceder al juego social es el poder, dado que la 
capacidad de jugar es solidaria del juego que se posee. Podríamos decir que 
existe una diferencia capital entre el habitus en sentido restringido y el sentido del 
juego: todo individuo y todo agente social están en cierto modo condenados al 
habitus; pero el sentido del juego está desigualmente distribuido y depende del 
                                                            
26 Ibid, 5 pp 
27 Ibid, La Sociología… 47 pp. 
 
32
capital que posee. El capital es poder, y por lo tanto el poder determina la esfera 
de lo posible”28. 
Ahora bien, las formas en las que se produce el habitus son dos: mediante 
la inculcación y mediante la incorporación. La primera supone una acción 
pedagógica efectuada dentro de un espacio institucional (familiar o escolar) por 
agentes dotados de autoridad que imponen normas arbitrarias. Mientras que la 
incorporación remite a la idea de una interiorización por los sujetos de las 
realidades inscritas en sus condiciones de existencia. 
Lo que Bourdieu postula es una articulación dialéctica entre inculcación e 
incorporación, entre lo institucional y la experiencia del mundo social. Así, las 
estructuras sociales no son más que estructuras simbólicas del pasado producidas 
por la lucha de clases. 
1.3.3.2 El espacio social como articulación de campos 
El semiólogo francés, Pierre Bourdieu, establece el espacio social como 
un sistema de posiciones sociales que se definen las unas en relación con las 
otras: autoridad/súbdito; jefe/subordinado… 
El “valor” de una posición se mide por la distancia social que la separa de 
otras posiciones inferiores o superiores, lo que equivale a decir que el espacio 
social es un sistema de diferencias sociales jerarquizadas en función de un 
sistema de legitimidades socialmente establecidas y reconocidas en un momento 
determinado. 
Mientras que el campo social es el conjunto de campos relativamente 
autónomos, aunque articulados entre sí, por ejemplo, el campo económico, el 
campo político y el campo religioso. Un campo, por lo tanto, es una esfera de la 
vida social que se ha ido autonomizando progresivamente a través de la historia, 
en torno a cierto tipo de relaciones sociales, de intereses y de recursos propios, 
diferentes a los otros campos. 
                                                            
28 Ibid, La Sociología… 151 pp. 
 
33
Existen tres grandes tipos de recursos, a los que Bourdieu les da el nombre 
de capital, y que constituyen los intereses en juego dentro de determinados 
campos y establecen las condiciones para entrar al juego y hacer jugadas 
rentables, estos son: el capital económico (en el cual el dinero ocupa un lugar 
preeminente), el capital cultural (en el que los diplomas y títulos universitarios 
cobran importancia relevante) y el capital social (en el que capacidad de movilizar 
en provecho propio redes de relaciones sociales más o menos extensas, 
derivadas de la pertenencia a diferentes grupos o clientelas). 
Pero Bourdieu introduce una cuarta especie: el capital simbólico, que 
consiste en propiedades impalpables, inefables y cuasi –carismáticas queparecen 
inherentes a la naturaleza misma del agente, por ejemplo, la autoridad, el 
prestigio, la reputación, el crédito, la fama, etcétera. 
Así, los jugadores pueden jugar para aumentar o conservar su capital, sus 
fichas, es decir, en conformidad con las reglas tácitas del juego y con las 
necesidades de la reproducción del juego y de los intereses en juego; pero 
también pueden trabajar para transformar parcial o totalmente las reglas 
inmanentes del juego29. 
 
1.4 Definición de las prácticas sexuales alternativas 
Las prácticas sexuales alternativas pueden considerarse formas simbólicas, 
según el concepto de John B. Thompson, en tanto que son acciones, expresiones 
significativas de diversos tipos, que se dan en contextos estructurados y procesos 
históricamente específicos y estructurados socialmente, en los que se producen, 
transmiten y se reciben. 
La concepción que los sujetos tienen sobre la sexualidad y las experiencias 
o prácticas sexuales, a nivel individual y colectivo, son producto de las costumbres 
y las normas sociales que han existido a lo largo de las culturas y los periodos 
históricos. 
                                                            
29 Ibid, La Sociología… 147 pp.  
 
34
En los comienzos del Siglo XXI vivimos en una época de decadencia de la 
perversión, que ha sido sustituida por la diversidad sexual o por el pluralismo 
sexual, que justifican la proliferación de ciertas prácticas cuyo modelo no está en 
la heterosexualidad y son inherentes a la expansión de la modernidad, según 
Anthony Giddens30. 
El sociólogo británico considera que la heterosexualidad “normal” ha 
estallado en pedazos y lo que anteriormente se llamaban “perversiones” ahora son 
simplemente formas en las que se puede expresar la sexualidad y definir la 
identidad del ego. El reconocimiento de diversas proclividades sexuales 
corresponde a una aceptación de la pluralidad de diferentes estilos de vida, hecho 
que constituye un gesto político. 
Para Giddens el valor radical de este pluralismo deriva no de sus efectos de 
choque, ya que considera que poco nos choca ya a nosotros, sino del efecto del 
reconocimiento de que la “sexualidad normal” es simplemente una opción de un 
estilo de vida. 
“La modernidad va asociada con la socialización del mundo natural, la 
sustitución progresiva de estructuras y acontecimientos que serían parámetros 
externos de la actividad humana, por procesos socialmente organizados (…) Una 
vez que la sexualidad ha llegado a ser un componente “integral” de las relaciones 
sociales, como resultado de los cambios ya discutidos, la heterosexualidad ya no 
es un modelo para juzgarla”31. 
Pero ¿de dónde vienen todos esos cambios en las visiones respecto a la 
pluralidad sexual?, ¿realmente los sujetos asumen los diferentes “estilos de vida” 
que llevan cotidianamente?, ¿cuáles son los límites de esta “pluralidad sexual”? 
 
 
                                                            
30GIDDENS, Anthony, La transformación de la intimidad. Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas, Edit. 
Cátedra, Colección Teorema, Quinta Edición, Madrid, 2007 
31 Ibid, GIDDENS, 41 pp. 
 
35
1.4.1 Descripción de poder, moral sexual y transgresión 
No es nuestra intención responder a las preguntas en este momento, pero 
sí el comprender qué parte de los valores que hasta hoy persisten en las prácticas 
sexuales tienen raíces ancladas en la época clásica, y cómo se construyó el 
pensamiento hegemónico y los códigos morales que rigen el ejercicio y la 
concepción de la sexualidad en nuestros días. 
Para ello retomaremos, antes que nada, la teoría de Michael Foucault32 
sobre poder y sexualidad. 
El nacimiento de la edad de la represión sexual se da en el siglo XVII y 
coincide con el desarrollo del capitalismo y la formación del orden burgués. A partir 
de entonces el sexo fue reprimido con excesivo rigor por ser incompatible con una 
dedicación al trabajo general e intensiva. Era una época en la que se explotaba 
sistemáticamente la fuerza del trabajo: no se podían tolerar los placeres salvo 
aquellos reducidos a un mínimo que les permitiesen reproducirse. 
El ejercicio del poder radicó, entonces, en el discurso, en reducir el campo 
del lenguaje, en controlar su libre circulación. El sexo, en el siglo XVII, quedó 
destinado a la prohibición, a la inexistencia y al mutismo y el sólo hecho de hablar 
de él era ya una transgresión deliberada. 
Sin embargo, frente a esta nueva actitud represora nació, paradójicamente, 
una incitación institucional a hablar del sexo, cada vez más insistente. El poder se 
obstinó en oír hablar del sexo y en hacerlo hablar del modo de la articulación 
explícita y a detalle infinitamente acumulado. Con la Contrarreforma se intentó 
poner reglas tan meticulosas de sí mismo que otorgaron mayor importancia a la 
penitencia religiosa; y según la nueva pastoral católica, el sexo y sus efectos 
tenían que ser seguidos hasta en sus más finas ramificaciones. 
                                                            
32 FOUCAULT, Michael Historia de la sexualidad. Vol. 1 La Voluntad del Saber, Edit. Siglo XXI, México, D.F., 2007, 194 pp. 
 
 
36
La prohibición de ciertos vocablos, la decencia de las expresiones, todas las 
censuras al vocabulario podría ser maneras de tornar la sexualidad como 
“moralmente aceptable y técnicamente útil”. 
Mediante esa técnica (de regular el lenguaje) se instituyeron mecanismos 
de poder para cuyo funcionamiento era llevar el discurso sobre el sexo a un 
interés esencialmente público. Con el siglo XVIII nació una incitación política, 
económica y técnica a hablar de sexo, pero con una nueva racionalidad: el sexo 
no se prohíbe, se administra. 
En el siglo XVIII la transformación derivó en un cambio en el discurso: la 
sexualidad: dejó de ocultarse, pero atrajo el interés de los científicos –demógrafos, 
particularmente— que estaban “autorizados” para tratar con sobriedad el tema y 
velar por los intereses del Estado, en tanto que la sexualidad era un aspecto que 
regular en aras de la población, y era vista como un problema económico, cuyo 
equilibrio participaba en el crecimiento y los recursos de un Estado. 
El sexo ya no era algo que se debiera condenar o tolerar sino dirigir e 
insertar en sistemas de utilidad, regular para el mayor bien de todos y hacer 
funcionar para un mismo interés social. Entonces, participó el poder público e 
instauró una especie de “policía” en torno al sexo. 
De ahí que podemos pensar que fue la clase burguesa, la dominante, la 
que tuvo el poder y los medios para hacer prevalecer su visión de la realidad y del 
mundo (hegemonía), en este caso, de la sexualidad y que tres siglos después 
sigue anclada en la concepción de cómo deben ser las prácticas sexuales. 
La burguesía victoriana instauró un régimen de represión sobre el sexo, en 
aras del poder y lo legitimaron culturalmente, mediante instituciones y mediante 
el establecimiento de un código moral propio, permeado a través de las 
instituciones sociales, o aparatos ideológicos que fungieron como cajas de 
resonancia de estos intereses económicos. A través de la moral que se 
moldearon las reglas del juego sobre la sexualidad y que todavía están 
presentes en el imaginario social actual. 
 
37
“Por moral entendemos un conjunto de valores y de reglas de acción que se 
proponen a los individuos y a los grupos por medio de aparatos prescriptivos 
diversos, como pueden serlo la familia, las instituciones educativas, las iglesias, 
etcétera. 
“Pero también entendemos por moral al comportamiento real de los 
individuos, en su relación con las reglas y valores que se les proponen; a la forma 
en que se someten más o menos completamente a un principio de conducta, en 
que obedecen a una prohibición o prescripción o se resisten a ella, en que se 
respetan o dejan de lado un conjunto de valores”33. 
Las reglas moraleso los códigos morales fungen como un sistema de 
alternativas a la vez limitado y abierto, regido por la lógica inmanente del juego, 
según Bourdieu. Entonces, es ahí donde se recrea el concepto el habitus como 
sentido del juego34. 
En cambio, Foucault postula que la moral establece los márgenes de 
variación o de transgresión de los individuos, que se comportan en relación con un 
sistema prescriptivo (código) dado explícita e implícitamente en su cultura y del 
que tienen una conciencia clara35. 
A la vez que la burguesía usó el poder como una disposición estratégica, ya 
que al ejercerlo, sus efectos son atribuibles a ciertos dispositivos (como la moral y 
sus códigos) que le permiten funcionar plenamente. 
El habitus, según Bourdieu, tiene su génesis en dos formas: la inculcación 
y la incorporación, que son las maneras en que el sujeto subjetiva lo que aprende 
del entorno, de las prácticas comunes en los otros y de lo que se enseña en su 
seno familiar. Ahora bien, Michael Foucault afirma que los valores y códigos 
morales son transmitidos de manera difusa y que, lejos de formar un conjunto 
sistemático, constituyen un juego complejo de elementos que se compensan, se 
                                                            
33 FOUCAULT, Michael, Historia de la sexualidad, Vol. 2 El Uso de los Placeres, Edit. Siglo XXI, México, D.F., 2007, 238 pp. 
34 GIMÉNES Gilberto, La sociología de Pierre Bourdieu en Perspectivas teóricas contemporáneas de las ciencias sociales, 
México, UNAM, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, pp. 150-171. 
35 A este concepto Michael Foucault le llama “moralidad de los comportamientos”. FOUCAULT, Michael, Historia de la 
sexualidad. El uso de los placeres, 27 pp. 
 
38
corrigen, se anulan en ciertos puntos, permitiendo así compromisos o 
escapatorias, y conformando “un código moral”. 
“El código moral es la manera en que debe constituirse uno mismo como 
sujeto moral, que actúa en referencia a los elementos prescriptivos que 
constituyen el código. Dado un código de acciones y para un tipo determinado de 
acciones (que podemos definir por su grado de conformidad o de divergencia en 
relación con ese código) hay maneras de conducirse moralmente, diferentes 
maneras para el individuo que busca actuar no simplemente como agente, sino 
como sujeto moral de tal acción”36. 
A partir del establecimiento de ese código moral (subjetivizado), los 
sujetos pueden atribuirle cierto valor o “capital” a las prácticas en general, y con 
base a los preceptos establecidos, aceptados y legitimados culturalmente 
determinar cuáles son las prácticas “valorizadas” y cuáles las “desvalorizadas”. 
En el espacio social, las prácticas desvalorizadas del siglo XVII eran 
todas aquellas que estuvieran fuera de la sexualidad regular de la pareja legítima. 
Es decir, en el campo de la sexualidad, representaban la extracción de una 
dimensión específica del “contra natura”. 
“Se interroga a la sexualidad de los locos y a la de los criminales; al placer 
de quienes no aman al otro sexo; a las ensoñaciones, las obsesiones, las 
pequeñas manías o las grandes furias”37. 
En el siglo XIX, se dio un fenómeno que el filósofo francés llama “explosión 
discursiva” y que la medicina entra con fuerza en los placeres de la pareja e 
inventa toda una patología orgánica, funcional o mental, que nacería de las 
prácticas sexuales “incompletas” y que clasifican todas las formas anexas de 
placer; las integra al “desarrollo” y a las “perturbaciones” del instinto. 
Fue en esta época cuando se constituyeron todas esas especies, todos 
esos pequeños perversos a los que la psiquiatría bautizó como: exhibicionistas, 
                                                            
36 Ibidem, 27. 
37 FOUCAULT, Michael, La historia de la sexualidad. La voluntad de saber, 51-53 pp. 
 
39
fetichistas, automonosexualistas, mixoescopófilos, y una larga lista de términos 
“científicos”. 
“La mecánica del poder que persigue a toda esa disparidad no pretende 
suprimirla sino darle una realidad analítica, visible y permanente: la hunde en los 
cuerpos, la desliza bajo las conductas, la convierte en principio de clasificación y 
de inteligibilidad, la constituye en razón de ser y de orden natural del desorden”38. 
Ahora bien, las prácticas sexuales alternativas surgen en un espacio social 
que se constituye entre lo hegemónico y lo subalterno: lo alterno; es decir, que 
no está subordinado a la definición social, pero tampoco es hegemónico porque no 
ha sido capaz de aglutinar y articular entorno de su “cultura” al conjunto del bloque 
social. 
Pero también son demostraciones de cómo los agentes sociales participan 
en la construcción de sentidos de la realidad, lo cual implica –según Jorge A. 
González– una asimilación, una selección creativa, una reacomodación, y una 
serie de esquemas interpretativos que suelen operar sobre formas preexistentes 
de nombrar al mundo, o de ordenarlo. 
En el texto de Frentes Culturales, Jorge A. González explica que para todo 
discurso siempre hay un contra-discurso, dentro de un proceso de continua 
construcción, de-construcción y reinterpretación del sentido. Es decir, que de 
acuerdo a los lugares que los individuos ocupan dentro de la estructura de las 
relaciones sociales, estos podrán elaborar distintas, desniveladas e incluso 
contradictorias maneras de concebir el proceso social. 
El sadomasoquismo, el travestimos y el transexualismo contienen una serie 
de elementos que permiten ver cómo los sujetos han construido su propio sentido 
de la vida, a partir de lo que han absorbido y reinterpretado de lo que existe 
culturalmente, retomando símbolos culturales e integrándolos a su vida cotidiana 
con un significado muy particular. 
                                                            
38 Ibid 57 pp. 
 
40
Enseguida expondremos las definiciones de las prácticas sexuales que 
Naief Yehya realizó en su titulado Pornografía, sexo mediatizado y pánico moral39. 
1.4.2 Sadomasoquismo 
La palabra sadismo viene del Marqués de Sade y masoquismo de Leopold 
von Sacher-Masoch (1835-1895), el escritor de origen eslavo y bohemio nacido en 
Lemberg, Ucrania, que se hizo famoso por plasmar en sus novelas escenas de 
flagelaciones (a menudo propinadas por mujeres cubiertas de joyas y pieles), 
mascaradas (donde los disfraces ocultaban la identidad de los participantes en 
escenas sexuales) y sometimiento erótico. 
Según Naief Nehya, el sadomasoquismo, conocido como S&M, es una 
actuación reiterativa en la que se escenifica la pérdida de control de una persona, 
la cual queda a merced de otra. Una relación de este tipo está estrictamente 
regulada por un guión que los participantes deben acatar, pues de lo contrario, la 
situación puede volverse peligrosa. 
La espontaneidad en general no tiene cabida en una escenificación donde 
los roles, las herramientas y hasta la vestimenta son resultado de una minuciosa 
selección que tiene como finalidad satisfacer una fantasía fetichista. 
¿Es aquí donde se puede ubicar objetivamente el concepto del sentido del 
juego de Bourdieu, donde el juego se refiere a una actividad sometida a reglas 
generalmente explícitas? 
El sadomasoquismo consensual, lejos de ser una enfermedad o una 
perturbación genética como han querido creer muchos, es una subcultura histórica 
que emergió en el Siglo de las Luces (siglo XVII a XVIII) organizada primeramente 
en torno a ejercicio simbólico del riesgo social. Es decir, que se trata de un asunto 
relacionado con el poder más que con los típicos objetivos genitales de la 
pornografía convencional. 
El capital simbólico propuesto por Pierre Bourdieu ejerce un papel 
preponderante en este sentido, ya que los sujetos le atribuyen ciertas propiedades 
                                                            
39 YEHYA Naief, Pornografía Sexo y Pánico Moral, Edit. Plaza y Janes, México, D.F., 2007, 287 pp.

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