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Universidad Nacional Autónoma de México 
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales 
Centro de Estudios de Ciencias de la Comunicación 
 
 
 
EL SISTEMA DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN MÉXICO. 
SUS RELACIONES CON EL SISTEMA POLÍTICO 
 
 
TESIS 
Que para optar por el grado de 
Licenciado en Ciencias de la Comunicación 
 
Presenta: 
REBECA ILCE ROSARIO ALTAMIRANO 
Asesor: 
RICARDO MAGAÑA FIGUEROA 
 
 
Febrero, 2015 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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A mi familia, mi sine qua non 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Agradecimientos 
A asesor, Ricardo Magaña, por su paciencia, regaños y atención a esta tesis. 
A mis lectores, Carlos Fazio Varela, Valeriano Ramírez, Porfirio Toledo Delgado, Raúl Trejo 
Delarbre, por sus observaciones y consejos. 
A mis profesores de carrera y de vida, por las enseñanzas y regaños; especialmente a Roberto 
Garduño. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Las convicciones son enemigos más peligrosos de la verdad que las mentiras 
Humano, demasiado humano 
Friedrich Nietzsche 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Índice 
 
PRESENTACIÓN ............................................................................................................................................... 6 
CAPÍTULO 1 .......................................................................................................................................................10 
LAS RELACIONES ENTRE LOS SISTEMAS DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y 
SISTEMAS POLÍTICOS ....................................................................................................................................10 
Los Sistemas de Medios de Comunicación .......................................................................................................16 
Los Sistemas Políticos ...........................................................................................................................................18 
Las relaciones entre los SMC y SP: tres modelos .............................................................................................22 
CAPÍTULO 2 .......................................................................................................................................................28 
EL SISTEMA DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y EL SISTEMA POLÍTICO EN MÉXICO 28 
CAPÍTULO 3 .......................................................................................................................................................65 
CASOS: LA REFORMA ELECTORAL EN MATERIA DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y 
LA INICIATIVA DE REFORMAS A LA LEY DE SEGURIDAD NACIONAL ................................65 
La reforma electoral en materia de medios de comunicación de 2007 .........................................................66 
La iniciativa de reformas a la Ley de Seguridad Nacional de 2009 ................................................................71 
CAPÍTULO 4 .......................................................................................................................................................78 
LAS RELACIONES DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y EL SISTEMA POLÍTICO EN 
MÉXICO. EL CASO DE “EL UNIVERSAL”, “LA JORNADA” Y “REFORMA” DURANTE LA 
REFORMA ELECTORAL EN MATERIA DE MEDIOS EN 2007 Y LA INICIATIVA DE 
REFORMA A LA LEY DE SEGURIDAD NACIONAL ...........................................................................78 
La reforma electoral en materia de medios de comunicación 2007…………………………………...80 
La iniciativa de reforma a la Ley de Seguridad Nacional……………………………………………...92 
CONCLUSIONES .......................................................................................................................................... 105 
 
ANEXOS ............................................................................................................................................................ 116 
REFERENCIAS: ............................................................................................................................................... 119 
 
 
 
 
 
 
6 
 
PRESENTACIÓN 
En los últimos años, uno de los problemas más apremiantes para las diferentes fuerzas 
políticas y académicas de México han sido los alcances de las relaciones de los medios de 
comunicación con el Sistema Político (SP). 
Por un lado, existe una perspectiva que pretende asegurar que los medios de comunicación 
determinan algunas de las decisiones u acciones del aparato gubernamental e incluso 
“imponen presidentes” a los países (Villamil, 2012). Esta postura presupone que los medios 
son un actor más de tablero político o el “cuarto poder” de las sociedades contemporáneas 
(Sandler, 1999; Bond, 1992). 
De acuerdo con esa lógica, los dueños de los medios cuentan con la capacidad de influenciar 
a la opinión pública a través de la urdimbre de instalaciones a lo largo del país y otros lugares 
del mundo, lo que les provee de facultades para imponer sus condiciones a los funcionarios a 
favor de sus intereses. Más que mediadores entre la sociedad y el gobierno, los medios de 
comunicación son uno de los actores determinantes del rumbo del país. 
Por otro lado, existe otra perspectiva que pretende asegurar que los medios de comunicación 
son herramientas de los miembros del sistema político. A diferencia de la postura anterior, los 
medios tendrían como propósito mantener las condiciones de existencia del modo de 
producción capitalista mediante la difusión y reproducción de la ideología de la clase 
dominante en las diferentes formaciones sociales (Althusser, 1989). 
Por esa razón, los funcionarios públicos utilizarían a los medios para difundir sus intereses e 
interferirían en sus dinámicas al grado que éstos mantendrían una relación de codependencia 
con el propio aparato burocrático (Morris, 2003), y no al revés. 
En definitiva, ambas posturas son versiones del mismo modelo. Se basan relaciones 
unilaterales y pasivas entre actores en la lógica del ceteris paribus. En esas posturas sólo existe 
una relación entre los medios de comunicación y el aparato gubernamental: la dependencia. 
Para esas posturas, los medios son capaces de interferir en las necesidades, intereses y objetivos 
del aparato gubernamental, pero no viceversa; o, en caso contrario, ese aparato institucional 
es capaz de determinar los contenidos, intereses y objetivos de los medios, pero no así los 
medios a las decisiones públicas. Esta investigación pretende concentrar esfuerzos en otro 
sentido. 
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En este trabajo se abordan a los medios de comunicación y al aparato gubernamental como 
“sistemas” cuyas relaciones no han estado exentas de contradicciones ni han sido las mismas 
en diversas coyunturas bajo la misma formación social en México. Con ello se pretende 
explicar a los medios de comunicación, en especial a la prensa escrita, como un Sistema de 
Medios de Comunicación (SMC). 
Este trabajo es una investigación aplicada en la que las relaciones entre el SMC y el SP serán 
explicadas a través de la perspectiva de Sistemas mediáticos comparados de Daniel Hallin y Paolo 
Mancini. La obra Sistemas mediáticos comparados es un estudio comparativo anivel mundial que 
tuvo como objetivo principal “descubrir si es posible identificar relaciones sistemáticas entre 
las estructuras políticas y las de los medios de comunicación” (Hallin y Mancini, 2007: XVIII). 
Esta propuesta de análisis comparativo tiene como base la teoría de la diferenciación de Emile 
Durkheim y la teoría de los sistemas de Talcott Parsons. 
En el capítulo número uno llamado “Las relaciones entre los Sistemas de Medios de 
Comunicación y Sistemas Políticos” se presenta el marco teórico-conceptual que permitió 
abordar las diferentes relaciones entre ambos sistemas. La descripción de los sistemas fue 
acompañada de las críticas a esta perspectiva cuya base es la relativa simpleza con la que se 
aborda la dinámica entre los sistemas a partir de la teoría del campo de Pierre Bourdieu. 
El quid de ese capítulo estriba en la exposición de los tres modelos de relaciones entre los 
medios de comunicación y la política presentados en el mundo según Hallin y Mancini: a) el 
modelo mediterráneo o pluralista polarizado, cuya principal característica es una prensa de 
élite fuertemente intervenida por el Estado de países como Francia, Grecia, Italia, Portugal y 
España; b) el modelo del Norte de Europa o Democrático Corporativo, cuya base es la prensa 
de masas y el pluralismo organizado de países como Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, 
Alemania, Países Bajos, Noruega, Suecia y Suiza; y finalmente, c) el modelo del Atlántico 
Norte o Liberal, cuya base es la aparición temprana de la prensa comercial de mesas y la 
democratización. 
Tal como puede apreciarse con esa breve descripción, uno de los obstáculos de esos modelos 
fue que su punto de partida fue el desarrollo de las democracias liberales consolidadas en las 
grandes potencias. En definitiva, las condiciones de existencia de los medios de comunicación 
y el Estado en México son distintas a las presentadas en España, Francia, Estados Unidos, et 
al, por lo que las propuestas conceptuales de Hallin y Mancini no fueron tomadas ad litteram. 
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En el capítulo dos “El Sistema de Medios de Comunicación y el Sistema Político en México” 
se presentan las condiciones históricas en las que los medios de comunicación y el aparato 
gubernamental surgieron con el fin de explicar las condiciones de existencia más importantes 
para la consolidación de los medios y el SP tal y como son ahora. 
En ese apartado se describe el modo de producción de capitalismo no íntegro y la apropiación 
que hubo de las instituciones liberales en el país. La descripción se enfoca al desarrollo de la 
prensa escrita en el país como uno de los medios de comunicación más cercano al SP desde 
sus orígenes a través de cinco dimensiones: a) el desarrollo de los mercados de medios de 
comunicación, en específico la fuerza o debilidad de la prensa de gran tirada; b) el paralelismo 
político; c) la profesionalización periodística; y d) el grado y naturaleza de la intervención 
estatal en los medios de comunicación. 
También se explica el SP nacional a través de las dimensiones propuestas por Hallin y Mancini: 
a) el papel del Estado; b) Sistemas de consenso versus la democracia mayoritaria; c) pluralismo 
individual versus pluralismo organizado; liberalismo versus corporativismo; d) la autoridad 
racional-legal y el clientelismo; y e) el pluralismo moderado versus pluralismo polarizado. 
En la última parte del capítulo se expone la historia de los periódicos El Universal, La Jornada 
y Reforma como unas de las publicaciones más importantes a nivel nacional por su tiraje, interés 
por los acontecimientos de la política e influencia en el SP. Esto ex profeso de explicar el modelo 
de SMC en México actual. 
En el capítulo tres llamado “Casos: la reforma electoral en materia de medios de comunicación 
y la iniciativa de reformas a la Ley de Seguridad Nacional” se explican ambas coyunturas para 
ser analizadas a la luz de los periódicos y el SMC presentados en el capítulo tres. 
Las dos coyunturas pertenecen a problemáticas distintas en las que los medios de 
comunicación adquirieron un papel importante. La reforma electoral en materia de medios de 
comunicación y la iniciativa de reformas a la Ley de Seguridad Nacional fueron proyectos 
legislativos discutidos y, en su caso, aprobados o desechados, en sexenios distintos. En 
diferentes magnitudes, estos proyectos modificaron el SP y el SMC al representar los intereses 
de los partidos y articular los empresariales. Adicionalmente estas coyunturas surgieron en el 
marco de la alternancia partidista y la famosa transición a la democracia. 
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El último capítulo se presenta el análisis de medios y el modelo de SMC en México a través 
de sus relaciones con el SP. La reforma electoral en materia de medios de comunicación y la 
iniciativa de reforma a la Ley de Seguridad Nacional se revisaron a través de las publicaciones 
de El Universal, La Jornada y Reforma. El seguimiento informativo fue desde la propuesta de 
dictamen hasta la promulgación de la misma o su abandono. Los análisis fueron a partir de las 
notas informativas, entrevistas, artículos de opinión y editoriales, así como a través de las 
fuentes utilizadas y la tendencia política de los diarios. Se excluyeron las imágenes publicadas 
y los cartones. Esta parte del estudio contribuyó a explicar decisivamente el SMC en México 
que fue descrito históricamente en el capítulo dos. 
Esta investigación in lato sensu pretende contribuir al debate científico sobre los encuentros y 
desencuentros entre los medios de comunicación y el aparato gubernamental, así como de los 
alcances económicos y sociales de los mismos, los cuales continúan sin grandes certidumbres 
en la actualidad; sobre todo porque cuando se trata de medios, no todo está dicho. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
10 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO 1 
 
LAS RELACIONES ENTRE LOS SISTEMAS DE MEDIOS DE 
COMUNICACIÓN Y SISTEMAS POLÍTICOS 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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El predominio del modo de producción capitalista en el mundo ha brindado las condiciones 
de existencia a los medios de comunicación y los diferentes sistemas políticos durante los 
últimos siglos, pero no ha determinado en ninguna época cómo será esa relación, qué 
influencias tendrán uno sobre otro ni qué necesidades u objetivos pueden llegar a satisfacer 
en coyunturas y formaciones sociales específicas. 
Por consiguiente, las relaciones entre los medios de comunicación y el aparato gubernamental 
dependen in lato sensu de la correlación de fuerzas sociales existente en ese momento; la 
madurez de los grupos sociales –o clases-, entendida a través de su eficacia e intensidad para 
crear, reproducir y mantener proyectos políticos, posturas civiles e intereses empresariales; y, 
por último, la influencia que otras naciones puedan ejercer sobre los objetivos de éstos (Mejía, 
1981: 16). De ahí que los medios de comunicación en el mundo occidental -en donde hubo 
un claro predominio del capitalismo- no siempre aparezcan como medios de masas o estén 
supeditados al gobierno (Hallin y Mancini, 2007). 
La perspectiva sistémica es esclarecedora de estos procesos. En Sistemas Mediáticos Comparados, 
Daniel Hallin y Paolo Mancini realizaron una propuesta de análisis comparativo que tuvo 
como base la teoría de la diferenciación de Emile Durkheim y la teoría de los sistemas de 
Talcott Parsons. El punto de partida de Durkheim y Parsons fue la postura teórico-
metodológica funcionalista1 cuyo fundamento es que las sociedades modernas son complejas 
y pueden dividirse en subsistemas con actividades especializadas. En esa postura, los medios 
de comunicación son un subsistema con reglas y conductas propias que se relacionan con 
otros sistemas para subsistir; uno de ellos puede ser el sistema político. 
Los sistemas son un conjunto de instituciones, grupos y procesos caracterizados por 
influencias recíprocas. “En cualquierreagrupamiento social hay por lo tanto al menos dos 
componentes fundamentales: por un lado cada uno de los individuos y por el otro las 
relaciones que caracterizan la recíproca convivencia de los individuos (sic)” (Bobbio, 
Matteucci y Pasquino, 2013: 1464). La base del análisis sistémico es que la existencia de los 
sujetos y/o grupos está condicionada por una multiplicidad de relaciones. 
 
1 Si bien tanto Durkheim como Parsons son considerados funcionalistas por su enfoque de lo social, no 
emprendieron el mismo tipo de aportaciones a esa postura. Durkeim es considerado “el padre del funcionalismo” 
(Harris, 1927) y Parsons es uno de los máximos representantes del “estructural-funcionalismo” (UNIR, S/F). 
12 
 
La principal crítica que puede realizarse hacia la postura sistémica de Hallin y Mancini radica 
en la simpleza con la que se aborda la dinámica de los subsistemas. El problema de la 
modernidad y su especialidad de funciones para Pierre Bourdieu está en el carácter derivado 
que tendrían los medios de comunicación y el sistema político respecto a la estructura social. 
Bourdieu arguye que éstos no devienen simplemente de la estructura social cuya base es el 
modo de producción, sino que son “campos”; es decir, esferas de acción con reglas y criterios 
de evaluación propios. La principal diferencia de los “campos” y los “subsistemas” consiste 
en la manera en cómo se relacionan entre sí. 
A diferencia de los “subsistemas”, los “campos” tienen dos características fundamentales que 
son lo “heterónomo” y lo “autónomo”: el primero se refiere a aquellas partes del campo que 
están influenciadas por otros “campos” y el segundo a aquellos elementos de autogestión. Las 
transformaciones en los “campos” no son resultado del desarrollo “natural” de las sociedades 
ni producto de las fases superiores de la modernidad, sino, más bien, son procesos de lucha. 
Los campos cambian mediante procesos de encuentros y desencuentros de ambas partes 
“heterónomas” y “autónomas” con otros campos; ergo, los medios de comunicación son un 
“campo” cuyos agentes pueden entrar en lucha con otros “campos”. A estos procesos, 
Bourdieu los llama de “desferenciación”. 
La crítica de Bourdieu es fundamental para este trabajo. La relación entre los medios de 
comunicación y el sistema político se abordará desde una perspectiva de conflictos y acuerdos 
constantes. No existe la intención de explicar estos cambios entre los medios y sistemas 
políticos como parte de un progreso o evolución natural; tampoco se supone que su relación 
siempre conlleve antagonismos o contradicciones, ni que necesariamente toda contradicción 
no sea parte de la lógica mercantil. En todo caso: tanto los medios como los sistemas políticos 
pertenecen a formaciones sociales históricas y, por consiguiente, sus relaciones son procesos 
dialécticos. 
Por tanto, si se supone que las relaciones entre los “subsistemas” o “campos” son procesos 
dialécticos, entonces se puede asegurar que los medios y los sistemas políticos tienen la 
capacidad para motivar transformaciones en sus propias dinámicas e incluso afectar o ser 
influidos por otros sistemas, tales como el económico. En ese sentido, dichas relaciones entre 
sistemas son conditio sine qua non para la existencia de las formaciones sociales. 
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Estas afectaciones entre “subsistemas” o “campos” tienen como punto de partida que: a) a un 
cambio a nivel de la infraestructura de un sistema corresponde alguna afectación a la 
infraestructura del otro; b) los cambios a nivel de la estructura de un sistema a veces están 
concernidos por las modificaciones en la estructura del otro; y, por último que c) las 
modificaciones en la superestructura de uno de los sistemas tiene en algunos casos una 
correspondencia con la variación en la superestructura del otro (Serrano, 1986: 57). Por 
ejemplo: el triunfo del capitalismo en un país puede corresponder con el desarrollo de la prensa 
de masas, y con un proyecto político proclive a mercantilizar la comunicación en medios. 
Estas modalidades de afectación son equivalentes, ya que implican un grado de 
correspondencia entre las dimensiones y actores de los “subsistemas” o “campos”. No 
obstante, también existen afectaciones que implican modificaciones en los niveles o 
dimensiones de otros “subsistemas” o “campos”. 
Estas modalidades de afectación no equivalentes tienen dos supuestos básicos: a) cualquier 
nivel de un “subsistema” o “campo” puede verse afectado por lo que sucede en cualquier nivel 
de otro “subsistema” o “campo”; y que b) la identificación de cuáles son los niveles afectados 
contribuye a diferenciar los efectos que existen o pudieran existir entre los “subsistemas” o 
“campos” (Serrano, 1986: 57). 
Tanto las modalidades de afectación equivalente como las no equivalentes dejan en evidencia 
paradójicamente que la autonomía de los “subsistemas” o “campos” es una de las condiciones 
de existencia más importantes de los mismos, dado que son sus reglas y dinámicas internas las 
que regulan el funcionamiento y dinámicas de los mismos con los demás, así como las que 
resolverán los problemas que surjan de estas relaciones. 
Estas premisas serán tomadas en cuenta en la revisión de la propuesta de Hallin y Mancini. La 
obra Sistemas mediáticos comparados tiene como punto de partida el desarrollo de las democracias 
liberales que fueron consolidadas en Estados Unidos, Inglaterra, España, Francia, Alemania, 
Austria, Suiza y otros. En estos estados, el capitalismo fue posible gracias a la consolidación 
de las instituciones liberales y su versión de democracia. Estos elementos brindaron las 
condiciones de existencia más importantes para los medios de comunicación y los sistemas 
políticos tal y como son ahora. 
De igual forma, esta obra toma en consideración la relación entre el liberalismo, capitalismo y 
democracia en esos países para explicar las diferentes formas y relaciones de los medios de 
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comunicación y los aparatos gubernamentales. No obstante, aunque Hallin y Mancini parten 
de que esa relación nunca fue la misma ni tuvo las mismas consecuencias en diferentes 
coyunturas históricas, no dedicaron gran espacio en su obra a explicar estas contradicciones. 
Vale la pena detenerse a hacerlo puesto que los medios y el gobierno también tienen como 
punto de partida la influencia recíproca de esta relación tripartita. 
En primera instancia, el desarrollo de las fuerzas históricas que dieron origen al liberalismo en 
el continente europeo reveló con prontitud su carácter contradictorio e incluso incoherente 
con el modo de producción capitalista. No fue una doctrina coherente en todos los sentidos 
con el desarrollo del capitalismo ni con el ejercicio de los derechos políticos propios del 
liberalismo, los cuales fueron planteados por sus filósofos, tales como John Stuart Mill o John 
Locke; dependió de las condiciones objetivas y subjetivas que le dieron existencia para 
satisfacer algunos de estos propósitos, por lo que en determinadas etapas los liberales llegaron 
a anteponer dichas pretensiones y perseguir otras conquistas (Laski, 2012). Así, más que una 
doctrina filosófica, el liberalismo fue un proceso revolucionario que transformó las 
condiciones en las que surgió procurando –no sin sobresaltos- otras: las suyas. 
De acuerdo con Harold Laski (2012), el liberalismo fue productor –y reproductor- de la nueva 
sociedad de finales de la Edad Media. El contenido de su doctrina no trascendió las 
condiciones objetivas en las que nació; por ello, se concentró en los problemas económicos y 
político-jurídicos de la época, los cuales eran prioridades para los burgueses. Los promotores 
del liberalismo en las potencias extranjeras no escatimaron esfuerzos por explotar las 
potencialidades de la producción mercantil que el régimen feudal extinguía ni en pugnar por 
los derechos jurídicos-políticosinexistentes para la sociedad del siglo XVI y XVII. Sin 
embargo, ese proceso histórico también integró otras necesidades y demandas de los demás 
grupos, las cuales cambiaron el rumbo de las aspiraciones liberales iniciales y aplicaron los 
horizontes de los liberales conversos en determinados países. 
En segunda instancia, las aspiraciones liberales y los derechos que de ellas surgieron tuvieron 
una relación estructural con la democracia. Si bien en un principio los Estados liberales no 
fueron in stricto sensu democráticos, actualmente no puede pensarse en ellos de otra manera –
en distintos niveles o dimensiones-. Norberto Bobbio aseveró que “hoy el método 
democrático es necesario para salvaguardar los derechos fundamentales de la persona que son 
base del Estado liberal y que la salvaguardia de estos derechos es necesaria para el 
funcionamiento correcto del sistema democrático” (2010: 46). Esto quiere decir que los 
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derechos jurídico-políticos del liberalismo, tales como la libertad individual, el sufragio y la 
defensa a ultranza de la propiedad privada, estuvieron protegidos y garantizados mediante el 
respeto irrestricto a la Ley. Esa máxima del liberalismo hizo posible el advenimiento de la 
democracia representativa, así como su reproducción en los países con tradición capitalista. 
En definitiva, si bien el liberalismo, el capitalismo y la democracia son característicos de los 
sistemas políticos y mediáticos modernos, éstos no se presentan de la misma forma en los 
países. En Sistemas mediáticos comparados se vislumbra la relación entre estos elementos en las 
potencias internacionales mediante el método comparativo. Este método se emplea en la 
investigación social para encontrar las diferencias y similitudes entre procesos ocurridos en 
diferentes espacios geográficos o momentos históricos. Uno de sus objetivos principales es 
reconstruir explicaciones y refinar marcos teórico-conceptuales. 
Los estudios comparativos también contribuyen a evidenciar que los estudios científicos sobre 
los medios de comunicación y el sistema político son altamente etnocéntricos (Hallin y 
Mancini, 2007). Los países con tradiciones de investigación desarrolladas en este campo –tales 
como Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania- construyen modelos de 
interpretación de sus procesos que son representados como únicos. Desde su perspectiva 
dominante, estas investigaciones cuentan con dos elementos fundamentales: a) su pretensión 
de universalidad y b) su capacidad para presentarse ante los demás de ese modo. Asimismo, 
dichos modelos de interpretación son tomados por investigadores de otras latitudes y 
momentos históricos para explicar sus propios fenómenos. Sin embargo, si bien estas 
explicaciones científicas contribuyen a la construcción del conocimiento, no pueden ser 
tomadas ad litteram ni como universales. La comparación es el método que pretende resolver 
dichos problemas al hacer comprensibles las diferencias y similitudes significativas entre los 
diversos medios de comunicación y sistemas políticos. 
Bajo esta perspectiva de relaciones entre “subsistemas” o “campos” que pueden ser 
conflictivas o consensuales y con afectaciones equivalentes o no equivales, se abordarán las 
relaciones entre los medios de comunicación y los sistemas políticos como objetos de estudio. 
 
 
 
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1.1 Los Sistemas de Medios de Comunicación 
 
Los Sistemas de Medios de Comunicación (SMC) constan de cuatro grandes dimensiones de 
análisis. Estas categorías permitirán establecer las bases para explicar las relaciones de este 
sistema con el aparato gubernamental. 
De acuerdo con Hallin y Mancini (2007), las dimensiones son: 1) el desarrollo de los mercados 
de medios de comunicación, en específico: la fuerza o debilidad de la prensa de gran tirada; 2) 
el paralelismo político, los vínculos entre los medios de comunicación y las principales 
divisiones de la sociedad; 3) la profesionalización periodística; y finalmente, 4) el grado y 
naturaleza de la intervención estatal en el sistema de medios de comunicación. 
- El desarrollo de los mercados de medios de comunicación 
Una de las características más importantes de los SMC es su carácter mercantil, en especial a 
lo que concierne a la prensa de gran tirada. En esta dimensión se contempla el tiraje, la 
naturaleza del periódico, la relación con sus lectores y su actuación en los procesos políticos; 
v.g.: es importante distinguir que el desarrollo de una prensa de gran tirada no es el mismo si 
ésta es una prensa sensacionalista o se dedica al análisis, también si predominan los medios 
locales o nacionales. 
Otra de las características más importantes de los SMC es la relación de los medios de 
comunicación –específicamente de la labor periodística- con las diferentes expresiones 
políticas de sus sociedades. Los medios pueden ser políticamente partidistas, respaldar 
coyunturalmente a ciertos grupos o, en algunos casos, la labor periodística busca adoptar un 
equilibrio político, lo cual no supone neutralidad. Estas características reflejan el grado de 
politización de un sistema de medios determinado. 
- El paralelismo político 
El paralelismo político tiene varios componentes. En primer lugar, se refiere al contenido de 
los medios de comunicación, o sea, “hasta qué puntos los diferentes medios reflejan 
determinadas orientaciones políticas en su manera de presentar las noticias de actualidad, y, 
en algunas ocasiones, sus contenidos de entretenimiento” (Hallin y Mancini, 2007: 25). 
También se consideran las relaciones organizativas entre los medios de comunicación y los 
partidos políticos –u otros grupos de interés como los sindicatos o las iglesias-. En este mismo 
apartado debe contemplarse que muchos de los colaboradores de los medios eran o son 
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individuos políticamente relevantes. De ahí que convenga analizar las orientaciones y prácticas 
de los periodistas. 
Finalmente, Hallin y Mancini (2007) distinguen entre dos tipos de pluralismo político: el 
externo e interno. El pluralismo externo es la labor periodística que refleja los diferentes 
puntos de vista de los grupos o tendencias de la sociedad. Una conducta de este tipo implica 
un alto nivel de paralelismo político. Por el contrario, el pluralismo interno es la labor 
periodística que rehúye a las relaciones con los grupos políticos, procuran la neutralidad y el 
“equilibrio” en sus contenidos. Por lo tanto, un sistema caracterizado por este pluralismo 
tendrá un bajo grado de paralelismo político. 
- La profesionalización 
La profesionalización de los periodistas es, en gran medida, un debate que proviene de las 
clásicas profesiones liberales. El periodismo bajo esa lógica es un sistema de conocimientos 
que se adquiere a través de una preparación universitaria. En este concepto no se evaluará el 
grado de estudios o preparación profesional, optará por enfocarse en la práctica de los 
periodistas. 
Las dimensiones de la profesionalización son las siguientes: a) autonomía, b) normas 
profesionales específicas y c) la orientación como servicio público (Hallin y Mancini, 2007). 
La autonomía periodística es el grado de especialización y separación de intereses que tenga el 
periodista con otras áreas; v.g.: un reportero no es dueño de los medios de comunicación sino 
un empleado asalariado cuyo propósito es la producción en serie de información. 
Las normas profesionales se basan en el código ético de los periodistas. Una parte esencial de 
la labor periodística es la existencia de normas compartidas por sus colaboradores. Estas 
normas pueden ir desde la confidencialidad de las fuentes de información hasta criterios de 
excelencia, tales como premios internos de investigación y análisis social. 
La orientación del periodista como servicio público es de suma importancia para la 
profesionalidad. Una de las manifestaciones de la ética del servicio público es la existenciade 
mecanismos de autoregulación. Dichos mecanismos se pueden componer formalmente como 
“consejos de prensa” o de manera informal. 
La profesionalización de los medios de comunicación debe contrastarse con su 
instrumentalización, la cual es el control que realizan ciertos sujetos externos sobre los medios 
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de comunicación el fin de intervenir en el sistema político. Éstos pueden ser partidos, 
personalidades políticas, movimientos sociales o empresarios. La instrumentalización influye 
casi de manera decisiva en la autonomía, las normas profesionales y la orientación al servicio 
público como parte del comportamiento de los medios de comunicación. 
- El papel del Estado 
El Estado también desempeña una de las condiciones de existencia de los SMC. La forma más 
importante de intervención estatal en los medios es la que se ejerce a través de los medios 
públicos pero no es única. 
Las políticas en materia mediática pueden ser subvenciones a los empresarios de la 
información, las cuales pueden ser de manera directa e indirecta; por ejemplo: mediante 
anuncios o reducción de impuestos. En ese sentido, el Estado funge un papel muy importante 
en la financiación y regulación de los medios de comunicación puesto que puede marcar su 
orientación periodística. 
Estas cuatro dimensiones del SMC tienen aspectos correlativos por lo que es probable que 
muchas de sus características dependan de la existencia de otras. En el siguiente apartado se 
identificarán las dimensiones principales del Sistema Político para explicar sus relaciones con 
el SMC. 
1.2. Los Sistemas Políticos 
 
Los Sistemas Políticos (SP) son estructuras históricas complejas cuya dinámica tiene influencia 
en otros sistemas. En este apartado se ahonda en las características del SP que pueden influir 
en el SMC de acuerdo con la sociología política y los estudios de política comparada revisados 
por los autores de Sistemas mediáticos comparados. Estas características tienen el propósito de 
establecer “la influencia relativa del sistema de medios de comunicación en las instituciones 
políticas y viceversa” (Hallin y Mancini, 2007: 44). 
Los tres modelos de sistemas políticos de Hallin y Mancini no contemplan algunos elementos 
de los análisis científicos respecto a los sistemas políticos actuales. La postura estructural-
funcionalista de David Easton es una de las teorías principales en este tema. Easton (1968) 
asevera que los sistemas son construcciones intelectuales cuyo propósito es explicar las 
relaciones sociales en tiempos y espacios determinados. Los sistemas políticos integran 
instituciones e interacciones destinadas a la distribución del poder público. El estudio 
19 
 
científico de los sistemas políticos implica vislumbrar los factores, tanto objetivos como 
subjetivos, que condicionan los actos políticos. 
Los factores objetivos se refieren a las condiciones sociales que aglutinan una pluralidad de 
formas de Estado, gobierno, sistemas de partidos y tipos de leyes construidos históricamente. 
Este aspecto sí está contemplado en Sistemas mediáticos comparados, el segundo factor corre con 
menos suerte. Para Easton, otro de los componentes fundamentales de sistema político son 
las condiciones subjetivas, los cuales se refieren a “la participación en el sistema político de los 
individuos, sujetos a las emociones, perjuicios y predisposiciones de los seres humanos, tal 
como los conocemos en la vida diaria” (1968: 208). Éste es el segundo componente de los 
procesos políticos cuya perspectiva implica categorías psicológicas y otros constructos 
conductuales. Tal aspecto no es retomado en ninguna medida por Hallin y Mancini. 
De acuerdo con Sistemas mediáticos comparados, las dimensiones del SP son: 1) el papel del 
Estado; 2) el consenso versus la democracia mayoritaria; 3) el pluralismo individual versus el 
pluralismo organizado y el liberalismo versus el corporativismo; 4) la autoridad racional-legal y 
el clientelismo; y finalmente, 5) el pluralismo moderado versus pluralismo polarizado. 
- El papel del Estado; 
El papel del Estado en cuanto a los medios de comunicación reside en la relación iure y de 
facto. El grado de intervención estatal está marcado por un andamiaje jurídico que se concede 
a la libertad de prensa o expresión y la regulación a la comunicación política. Asimismo, en las 
intervenciones estatales de facto podrían integrarse las acciones que emprenden los gobiernos 
en turno para influir en los medios de comunicación al margen de la Ley. Esto no implica que 
esas acciones sean ilegales sino que los llamados “vacíos jurídicos” brindan otras condiciones 
para que se ejerza la relación entre la política y los medios de comunicación. 
- El consenso versus la democracia mayoritaria; 
Los sistemas de consenso o de mayoría se emplean en la política comparada como indicadores 
del grado de estabilidad y permanencia del SP. El politólogo Arend Lijphart (Hallin y Mancini, 
2007) construyó estos modelos para explicar las diferencias entre los sistemas políticos de 
mundo. 
Los sistemas de mayoría se presentan comúnmente en los sistemas liberales. Se caracterizan 
porque un partido ganador de elecciones concentra el poder y hay un predominio del gabinete. 
20 
 
Normalmente son sistemas bipartidistas, uninominales mayoritarios y con una clara distinción 
entre el gobierno y la oposición. 
En contraste, en los sistemas de consenso hay un reparto claro de poder público. Existe una 
separación del poder entre los cuerpos del Poder Legislativo y Ejecutivo y con frecuencia 
aparecen en los sistemas multipartidistas con representación proporcional. En esos sistemas 
hay consenso y cooperación entre los adversarios políticos. 
La relación entre los modelos de gobierno y las políticas de control y regulación para los 
medios de comunicación son en gran medida correspondientes; v.g.: en el sistema de mayoría, 
donde predominan los partidos competitivos –como el sistema de Estados Unidos-, se 
desarrollan medios de comunicación de tipo oportunista. Empero, estos tipos de sistema 
pueden aparecer de manera mixta o presentar relaciones contradictorias con los medios de 
comunicación según la coyuntura histórica. 
El papel de los grupos de interés en los gobiernos de mayoría y de consenso de Lijphart (Hallin 
y Mancini, 2007) también es una de las dimensiones más importantes. En los sistemas de 
mayoría es común que exista un sistema de grupos de interés pluralista y competitivo, sin 
coordinación de grupos independientes. En los sistemas de consenso hay grupos de interés 
que están coordinados y son negociadores con el partido en el gobierno. 
- El pluralismo individual versus el pluralismo organizado y el liberalismo versus el 
corporativismo; 
El pluralismo individualizado es aquel en el que “se concibe y se organiza la representación 
política en términos de la relación entre las instituciones que gobiernan y los ciudadanos 
individuales, junto con una diversidad de intereses especiales que compiten” (Hallin y Mancini, 
2007: 49). Esta característica se presenta comúnmente en los sistemas de mayoría. En cambio, 
el pluralismo organizado es aquel en el que los grupos sociales son centrales en los procesos 
políticos, incluso pueden ser parte de la formación de las políticas públicas; a este hecho se le 
llama corporativismo. 
- La autoridad racional legal versus el clientelismo; 
El desarrollo de la autoridad racional legal en un SP condiciona las reglas y la claridad de los 
procedimientos a los que deben someterse los SMC. Max Weber (Hallin y Mancini, 2007) 
definió la autoridad racional-legal como una forma de gobierno en donde los habitantes 
21 
 
reproducen y, por tanto, mantienen, las reglas de procedimiento formales y generalizadas. Una 
autoridad de este tipo tiene como institución principal un sistema jurídico independiente y 
requiere de una cultura política dispuesta a cumplir las reglas, yno a evadirlas. Las políticas en 
materia de comunicación de una autoridad racional-legal tienen procedimientos claros y la 
relación entre el SMC y el SP se mantiene regida por reglas respetadas. 
En contraste, el clientelismo está íntimamente relacionado con la instrumentalización, uno de 
los elementos de la profesionalización del SMC. El clientelismo aparece fundamentalmente en 
los medios de comunicación públicos a través de los nombramientos. La asignación de 
funcionarios a instituciones mediáticas se lleva a cabo por lealtades políticas, antes que criterios 
profesionales. Asimismo, los empresarios de la información tendrían vínculos en esos puestos 
que les permitirán conseguir contratos o concesiones gubernamentales favorables a sus 
intereses. Por ello, el paralelismo político suele ser alto en donde la adhesión a las normas 
jurídicas es débil. El clientelismo también está asociado con niveles más bajos de 
profesionalidad. 
- El pluralismo moderado versus pluralismo polarizado 
El pluralismo polarizado es un tipo ideal que explicó Giovanni Sartori como el modelo político 
en el que existen divisiones políticas muy profundas con mínimos consensos. Una de las 
principales características de esta polarización es la existencia de importantes partidos anti-
sistema, lo que supone una lucha constante de posiciones ideológicas. Esas luchas tienen 
profundas raíces históricas. Según Hallin y Mancini, el pluralismo polarizado surgió donde 
existía una oposición al liberalismo o su desarrollo fue conflictivo. Esa característica para el 
SMC suele asociarse a un alto nivel de paralelismo político. 
El pluralismo moderado tiene características diferentes. Es un modelo con pocas divisiones 
políticas ligadas a la construcción de consensos, esto no implica que no haya distintas 
posiciones ideológicas sino que éstas no tienen como consecuencia desencuentros graves en 
el SP. El pluralismo moderado implica que el SMC tiende a estar menos politizado, de ahí que 
la labor periodística privilegie la neutralidad. 
Las consideraciones finales a las dimensiones de los sistemas propuestos por Hallin y Mancini 
se pueden resumir en que tanto el SMC como el SP están sujetos a procesos históricos. Estas 
dimensiones y sujetos cambian de acuerdo con los sistemas nacionales y las coyunturas propias 
22 
 
de sus latitudes. De ahí que algunas de estas puedan existir de manera más independiente que 
otras o tengan una mayor posibilidad de ejercer una mayor influencia sobre otros sistemas. 
En el siguiente apartado se describirán los tres modelos planteados con Hallin y Mancini que 
explican a cabalidad las relaciones entre el SMC y SP. 
1.3. Las relaciones entre los SMC y SP: tres modelos 
 
El análisis de los tres modelos de SMC está organizado mediante las variables de los medios 
de comunicación y el SP antes expuestas. La base de la tipología está en considerar la influencia 
relativa de un sistema con el otro. Tales modelos son tres: a) el modelo Mediterráneo o 
Pluralista polarizado, b) el modelo del Norte y centro de Europa o Democrático corporativo 
y c) el modelo del Atlántico Norte o Liberal. 
- El modelo Mediterráneo o Pluralista polarizado; 
El desarrollo de Grecia, Portugal y España estuvo marcado por profundos conflictos políticos 
a finales de la década de los 70. Estos países abandonaron regímenes autoritarios y 
emprendieron transiciones a la democracia liberal. Las instituciones liberales, tanto las 
relacionadas con la industrialización capitalista como con la democracia política, se 
desenvolvieron de manera tardía. Esto produjo una relación entre el SP y los medios de 
comunicación marcada por severos conflictos políticos. 
En esta parte de Europa, el SMC estuvo marcado por un débil desarrollo de los mercados de 
medios de comunicación privados, en comparación con el nivel alcanzado por países como 
Estados Unidos e Inglaterra con el modelo Liberal. Esta situación significó que los medios 
dependieran de Estado, partidos políticos, iglesia u otros patrocinadores. De ahí que se 
desarrollaran “más como una institución de los mundos político y literario que como una 
institución de mercado” (Hallin y Mancini, 2007: 84). 
El estilo periodístico tendió a ser de comentario y análisis político, pero también el gremio se 
conformó por escritores e intelectuales. La profesionalización en este caso fue secundaria en 
el desarrollo de los medios. La prensa escrita, especialmente, suele representar las distintas 
tendencias políticas de sus actores más representativos, por lo que el grado de paralelismo 
político es alto. 
23 
 
En la región mediterránea, el periodismo no se ha ejercido de manera autónoma; v.g: en Italia, 
el periodista se sometía a fuerzas externas al periodismo, tales como los propietarios de los 
medios de comunicación, políticos y empresarios. Tanto los actores políticos y económicos 
han intentado usar a los medios de comunicación para influir en el SP, como los medios han 
buscado –en algunos casos a través de la extorsión o escándalos- beneficiarse de esto bajo 
amenazas de publicidad desfavorable. En consecuencia, en el modelo Democrático 
Corporativo prevalecen las prácticas autoritarias de intervención estatal al mismo tiempo que 
las democráticas del Estado de Bienestar. 
En Sistemas mediáticos comparados una de las características más importantes del SP en el sur de 
Europa es el pluralismo polarizado. “La solidez de las fuerzas conservadoras en el sur de 
Europa aseguró que la situación política de la región sería marcadamente polarizada y 
conflictiva” (Hallin y Mancini, 2007: 119). Estas pautas han afectado el comportamiento de 
los medios de comunicación, al grado que especialmente los periódicos han participado como 
actores en las luchas intestinas de esos países. 
El desarrollo tardío de modo de producción capitalista en el sur de Europa también interfirió 
en el cumplimiento de funciones por parte del Estado. En España, Portugal y Grecia, el 
Estado de Bienestar fue débil debido al tardío desarrollo de los mercados y la prolongada 
transición a la democracia. Eso llevó a que el Estado concentrara decisiones importantes –y 
no el mercado, como en el modelo liberal- respecto de las instituciones, entre ellas, los medios 
de comunicación. Asimismo, la importancia del Estado promovió que los medios fueran vistos 
por empresarios y otros grupos como una herramienta para interferir en él. 
Fue precisamente ese desarrollo tardío de las instituciones liberales y el alto grado de 
concentración de poder público del Estado el que promovió la aparición del clientelismo y un 
desarrollo lento de la autoridad racional-legal. El clientelismo es una práctica en la que los 
recursos públicos se erogan mediante concesiones a otros grupos. Este tipo de 
comportamientos del gobierno también se ve reflejado en que los habitantes no respeten las 
reglas de procedimientos formales y generalizados. 
Actualmente, estos países han reducido su distancia económica frente al resto de Europa y 
han avanzado en la consolidación de su sistema democrático pero tienen algunos remanentes 
del sistema autoritario y sus luchas intestinas. En el caso del SMC, estos países aún mantienen 
un número reducido de lectores y consumidores del mercado de la información, un 
24 
 
desequilibrio en la información, un nulo periodismo crítico, un acceso restringido a la 
información pública y una marcada tendencia a la instrumentalización política. 
- El modelo del Norte y Centro de Europa o Democrático Corporativo; 
En el Norte y Centro de Europa –específicamente en Escandinavia, Países Bajos, Alemania, 
Austria y Suiza-, la relación entre el SP y SMC ha sido marcada por conflictos. La historia al 
interior y entre estos Estados ha sido de enfrentamientos bélicos y también de influencia 
mutua en materia cultural. El SMC tiene un alto nivel de desarrollo, relacionado 
fundamentalmente con la debilidad delancien régime frente al avance de liberalismo. 
Las principales características del modelo Democrático Corporativo se sintetizan en tres 
elementos que existen al mismo tiempo en los diferentes países. Estas características son 
incompatibles con el modelo Liberal, aunque sean cercanas en alguna medida al modelo 
Pluralista polarizado. Dichas variables son: 1) un alto grado de paralelismo político, 2) un alto 
nivel de profesionalización periodística y 3) una fuerte tradición de imponer límites al poder 
estatal. 
La amplitud de las clases medias en esos países promovió altos niveles de alfabetización y la 
industrialización produjo el crecimiento de la prensa de gran tirada. Esta prensa se convirtió 
en el vocero de la burguesía emergente y de sus movimientos, tales como el calvinismo y 
protestantismo de la Reforma Protestante; es decir, una burguesía con aspiraciones políticas y 
un alto grado de implicación cívica local. 
Desde principios del siglo XIX, el liberalismo triunfó en los países que constituyen el modelo 
Democrático Corporativo. Esto supuso límites para el poder de Estado y, en consecuencia, 
en los medios de comunicación ha habido una fuerte protección de la libertad de prensa y del 
acceso a la información gubernamental. 
El desarrollo del corporativismo democrático estuvo acompañado de subvenciones estatales 
directas para los medios de comunicación. En la mayoría de países dichas subvenciones se 
asignan acorde a criterios establecidos; de ahí que la autoridad racional-legal tenga un papel 
muy importante en estas sociedades. “Esta circunstancia, junto con el proceso de negociación 
y consenso característico del corporativismo democrático, hace improbable una manipulación 
política de las subvenciones con el propósito de ejercer una presión sobre los periódicos” 
(Hallin y Mancini, 2007: 150). 
25 
 
La segunda característica principal del modelo Democrático Corporativo es la 
profesionalización. El alto grado de paralelismo político no existió en detrimento de la 
profesionalización como en otros modelos. El alto grado de tiraje permitió que el periodismo 
fuera una actividad rentable a la que se dedican especialistas. Incluso, en estos países surgieron 
los primeros gremios y sindicatos de periodistas. 
Finalmente, la tradición de imponer límites al poder también es ejercida por los medios de 
comunicación. Éstos están afiliados públicamente a los partidos políticos y otros grupos; 
declaran en su editorial una orientación partidista y son actores identificables en los procesos 
electorales. Estos Estados tienen un sistema corporativo porque tienen “organizaciones de 
máxima representatividad que pueden defender los intereses de sus miembros al negociar con 
otros grupos” (Hallin y Mancini, 2007: 171). Tales grupos normalmente tienen el status de 
instituciones o desempeñan funciones en el Estado. De ahí que el desarrollo de la sociedad 
civil frente al gobierno –o en su contra- sea elevado y su cultura política sea mayoritariamente 
democrática. 
- El modelo del Atlántico Norte o Liberal. 
Los principales exponentes del modelo Liberal son Inglaterra y Estados Unidos, seguidos de 
Canadá e Irlanda. El capitalismo en esas latitudes produjo un alto desarrollo del mercado de 
medios de comunicación y una limitada participación estatal en éstos. 
El paralelismo político en este modelo es bajo. Los medios de comunicación se enfocaron a 
difundir noticias de la manera más neutral posible. Los temas se inclinaron más hacia la 
información y la narrativa, y no en la retórica y el análisis político –v.g.: uno de sus principales 
tópicos fue lo cultural- y por lo general contenidos dependen de “los puntos de vista de los 
lectores blancos de la clase media que son el objetivo preferido de los anunciantes” (Hallin y 
Mancini, 2007: 192). Sin embargo, esto no quiere decir que en todos los casos no tengan 
tendencias políticas sino que éstas dependen de las coyunturas e intereses de los actores. 
La profesionalización está muy desarrollada en el modelo Liberal. Los mercados en medios de 
comunicación hicieron posible que el periodista fuera un empleado con funciones específicas. 
El principio de objetividad y una tendencia política clara promovió el aumento de contenidos 
periodísticos especializados. De ahí que casi no existan en estos países instituciones formales 
de autorregulación de los medios de comunicación. 
26 
 
Por definición, el liberalismo mantiene limitado al Estado. No obstante, los países 
representativos de este modelo representan diferencias considerables en cuanto a la 
participación estatal en sus medios de comunicación. El caso más puro del liberalismo es 
Estados Unidos. 
La participación de gobierno de Estados Unidos en los medios de comunicación se constituyó 
inicialmente a través de infraestructura y concentración de los mercados. En este país se 
excluyeron casi por complejo los medios no comerciales. En un principio se construyó el 
sistema postal y surgieron los periódicos de partidos como parte de la dinámica mercantil. El 
gobierno proporcionó esas instalaciones e incluso, años después, tuvieron una imprenta 
pública. Asimismo, la tradición jurídica de la Primera Enmienda reguló el comportamiento del 
Estado en esta materia. La intervención gubernamental ha sido prioritariamente sobre la 
regulación de la concentración de medios de comunicación, por lo que las subvenciones 
gubernamentales son mínimas. 
El pluralismo moderado es característico de modelo Liberal. Estos países no tienen diferencias 
ideológicas como las europeas, pero sí tuvieron diversos conflictos políticos. El pluralismo 
moderado es una práctica ligada a la construcción de consensos. De ese mismo modo, el 
pluralismo individualizado promueve que el Gobierno rinda cuentas a los ciudadanos de 
manera individual y no en grupos organizados, tal como el modelo corporativo europeo 
supondría. Este modelo también se caracteriza por un sistema político de mayoría y una 
dominante autoridad racional-legal. 
No obstante, el modelo Liberal no está exento de contradicciones: 
… hay tensión entre el hecho de la propiedad privada y la presunción de que los medios de 
comunicación sirven al bien público, y una tensión, estrechamente relacionada con la anterior, entre 
la ética de la profesionalidad periodística y las presiones del mercantilismo. Hay, también, una tensión 
entre la tradición liberal de la libertad de prensa y las presiones del control gubernamental en las 
sociedades donde el ‘Estado de seguridad nacional’ es fuerte (Hallin y Mancini, 2007). 
Este contradictorio modelo Liberal es el futuro de los tres modelos según estos autores. El 
triunfo del liberalismo a nivel mundial –y en consecuencia del modo de producción capitalista- 
ha implicado que el modelo Democrático Corporativo y el Pluralista Polarizado cada vez se 
acerquen más a sus estructuras, prácticas y valores. 
27 
 
Bajo esta perspectiva de predominio de las prácticas liberales, en el siguiente capítulo se explica 
el caso de México respecto a su sistema de medios de comunicación y el sistema político. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
28 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO 2 
 
EL SISTEMA DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y EL SISTEMA 
POLÍTICO EN MÉXICO 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
29 
 
La explicación del SMC y el SP en México a través de los conceptos brindados por Daniel 
Hallin y Paolo Mancini se enfrenta a algunos inconvenientes iniciales. Estos modelos se 
construyeron con base en Estados en los que el modo de producción capitalista tuvo 
diferentes niveles de desarrollos y en gran medida consolidaron una democracia liberal. En 
este país ninguno de esos elementos tiene condiciones equiparables. 
El Estado en México ha sido producto de un proceso histórico motivado por el capitalismo 
no íntegro, un modo de producción diferente al de las grandes potencias de Europa y Estados 
Unidos.El capitalismo no íntegro es un modo de producción cuya característica principal es 
la creación de plustrabajo, el cual se apropia de un valor de cambio, en precio, determinado 
según el grado de desarrollo de la producción capitalista íntegra (Álvarez, 1994). A diferencia 
del capitalismo íntegro -en donde la creación de valor implica un nivel de socialización de 
trabajo compuesto por la producción, circulación e inversión de capital-, el capitalismo no 
íntegro supone la creación de plustrabajo mediante los últimos tres elementos pero sin las 
implicaciones sociales del valor. 
Las investigaciones sobre las características en el subdesarrollo, específicamente en México, 
toman en consideración que “el capitalismo no ha sido idéntico en todas partes ni en todos 
los tiempos: ha cambiado de un país al siguiente y de una época a otra (…) sin que ello 
implique, claro está, lo que haya de común y general en el proceso” (Aguilar, 1990: 31-32). En 
las potencias, esta formación socioeconómica capitalista se genera a partir del desarrollo del 
proceso de producción, el cual tiene como principal componente el valor y la fuerza de trabajo. 
Según Álvarez Saldaña (1994: 71), en esos países el valor se explica a través de la relación 
social-histórica en la que la fuerza de trabajo tiene como objetivo principal la producción de 
plusvalía o capital; y la fuerza de trabajo mediante su fuerza humana equivalente a la fuerza 
media del trabajo social y del rendimiento que brinde para la creación de mercancías; estos 
elementos generan valor a las mercancías por el tiempo pretérito requerido para fabricarlas. 
Finalmente, “lo que define al trabajo capitalista es precisamente esta relación social del valor, 
y no el que se explote al trabajador mediante un salario cuando éste produce plustrabajo-
valor”. 
El capitalismo no integro es un concepto propuesto por Álvarez y retomado por Jerónimo 
Hernández Vaca en su obra El Estado en México desde la perspectiva de la Teoría de la 
Dependencia. Para Álvarez, este tipo de capitalismo se asemeja al de las grandes potencias en 
30 
 
cuestión de sus elementos básicos –fuerza de trabajo y valor-, pero en la producción no íntegra 
la producción del valor en las mercancías no está respaldada por un “trabajo pretérito” propio 
sino adquirido. En palabras de Álvarez, “el término no íntegro señala, particularmente, la 
producción de mercancías en forma capitalista, sin necesidad de crear valor (social), propio 
del capitalismo íntegro, y sí, en cambio, plustrabajo en relación íntima con éste” (1994: 171). 
En oposición a la teoría burguesa de desarrollo o desarrollismo, cuya base es la condición y 
promesa presente es el progreso, y sin desestimar la influencia que estados como Estados 
Unidos, Inglaterra y Francia ejercen sobre otras naciones, existen versiones que afirman que 
el capitalismo en México no fue producto sólo de la influencia extranjera y por tanto símil de 
la misma sino que cuenta con sus propias características: la primera es un débil mercado 
interior, la débil industrialización, la supervivencia de formas pre-capitalistas, las clases 
dominantes-dominadas y el desarrollo institucional (Aguilar, 1990). 
Sin el propósito de limitar la exposición teórica de tales condiciones económicas, es menester 
insistir que el propósito de este apartado en el capítulo es describir las características del SMC 
y el SP en México, por lo que definidas algunas de las características distintivas del modo de 
producción en el que se insertan tanto las empresas de la comunicación como los actores del 
SP. 
A su vez, el liberalismo mexicano fue una “experiencia, cargada de sentido histórico” (Reyes, 
1974: IX) con múltiples contradicciones entre los propios liberales. El liberalismo en el 
continente europeo reveló su carácter contradictorio y muy pocas veces consciente: no fue 
una doctrina coherente en todos los sentidos con el sistema económico capitalista ni con el 
ejercicio de los derechos políticos-liberales; en gran medida dependió de las condiciones 
objetivas y subjetivas que le dieron existencia para satisfacer algunos de estos objetivos, por lo 
que en determinadas etapas, los liberales llegaron a anteponer dichas pretensiones y perseguir 
otras conquistas. 
El liberalismo nacional tuvo una influencia decisiva de las instituciones españolas, francesas y 
tiempo después estadounidenses. Estos países contribuyeron a la transformación de la realidad 
y la estructuración ideológica del liberalismo nacional en procesos estructurales para la nación 
-como la Revolución de Independencia en 1810 y la Revolución Mexicana en 1910-, pero no 
fueron determinantes para los mismos. El liberalismo mexicano no fue in stricto sensu la 
recepción de la modernidad europea y norteamericana, una sencilla adaptación de la visión de 
31 
 
valores predominantes; estos actores sólo brindaron algunos elementos que lograron 
consagrarse en las constituciones de 1856 y 1917, las cuales son el fundamento de la Carta 
Magna que está vigente en el país. 
La influencia del liberalismo español en los liberales mexicanos se evidencia en el propósito 
de algunos constitucionalistas del siglo XIX de adaptar ideas, principios e instituciones 
premodernos en el territorio conquistado. De acuerdo con Reyes Heroles (1974: 6), las 
clásicas ideas respecto del “pactismo” o “contractualismo” de Thomas Hobbes y Juan Jacobo 
Rousseau fueron inspiradoras para los promotores de la Independencia; v.g.: las primeras 
proclamas de ese movimiento en 1808 se apoyaron en los principios tradicionales del derecho 
español. El propio José María Luis Mora, uno de los principales exponentes del liberalismo 
mexicano, coincide en esto: en ese año se manifestaron por primera vez de manera pública 
ideas propiamente liberales, ese fue el momento en que “se abrió para no cerrarse jamás la 
discusión sobre la gran cuestión de la independencia y los derechos políticos de los mexicanos” 
(1836: 284). Estos principios y prácticas fueron adaptados por las clases medias ilustradas de 
esas épocas. 
Por otro lado, el liberalismo de tipo francés influyó decisivamente en la interpretación y 
elaboración de las libertades políticas y económicas en México. Esas libertades fueron 
retomadas de la Revolución francesa y otras ideas europeas con respecto de la separación 
Estado-Iglesia. La Constitución de Apatzingán y los Sentimientos de la Nación de José María 
Morelos y Pavón fueron los primeros documentos que pusieron en evidencia esas ideas 
modernas (Reyes, 1836). Tales documentos incluían la búsqueda de la seguridad personal, la 
defensa de la propiedad privada -reflejada en los artículos concernientes a la inviolabilidad del 
domicilio-, la libertad de trabajar en cualquier actividad con su respectiva retribución y, 
principalmente, la libertad de imprenta. Todas estas libertades se conjugaron con las 
aspiraciones coyunturales de los liberales nacionales al grado que predominaron aún más que 
los deseos de democracia en el país. 
La apropiación del liberalismo se vio reflejada en algunos aspectos fundamentales. Uno de 
ellos fue “su afán por alcanzar la utopía, nacido precisamente de vivir en un país en que 
coexisten razas distintas y que sufre una conquista, constituye una herencia que se traducirá 
en las preocupaciones sociales del liberalismo mexicano” (Reyes, 1974: 4). Otro problema se 
reflejó en el carácter impuesto de los derechos constitucionales: a diferencia de otros estados 
en los que la Carta Magna logró representar diversos intereses y en consecuencia contar con 
32 
 
un amplio consenso, en el país hubo una exclusión de grupos en su elaboración; la más 
preocupante fue la de los indígenas, pues ellos constituían uno de los grupos mayoritarios y 
no tenían un sentido de pertenencia sobre los nuevos derechos. 
Esto quiere decir que tanto el capitalismo no íntegro como el liberalismo en el país 
obstaculizaron-o hicieron más complicada- la consolidación democrática-liberal, la cual en 
esta época aún se considera en construcción. 
Esa urdimbre de relaciones y contradicciones en los grupos fue el contexto en el que surgieron 
los medios de comunicación y se logró la consolidación del SP. La obra de Hallin y Mancini 
no contempló a Estados nacionales con fuerzas productivas, ideológicas y culturales como las 
de los países en desarrollo como México. Este trabajo pretende hacer un esfuerzo en ese 
sentido. 
2.1. El Sistema de Medios de Comunicación en México 
La historia de los medios de comunicación en México se ha visto íntimamente vinculada con 
la consolidación de fuerzas productivas y el rumbo que algunos grupos le han dado al proyecto 
político de cada sexenio. Estos elementos son los que han proporcionado la estructura 
económica, política, administrativa, jurídica e incluso una dirección de lo cultural sobre la que 
funcionan principalmente la prensa, la radio y la televisión. 
En la tesis La industria de la radio, la televisión y la política del estado mexicano, Fernando Mejía 
Barquera afirmó que el comportamiento de los medios de comunicación actual ha estado 
supeditado a las coyunturas, la madurez alcanzada por las clases sociales, el carácter del 
proyecto estatal y, por supuesto, a la influencia que el imperialismo ejerce sobre los sistemas 
de difusión colectiva en los países capitalistas desde sus orígenes. Son justamente estas 
posiciones las que “definen el tipo de relación (…) con los medios de difusión colectiva” 
(Mejía, 1981: 45) y constituyen el objeto de estudio de esta investigación. 
El resultado de este proceso histórico de tipo capitalista no íntegro en el país ha sido el 
inminente carácter comercial de la radio, prensa y televisión. Para Mejía Barquera, contrario a 
lo que algunos investigadores afirman sobre el “error” cometido por el Estado mexicano en 
la década de los veinte de haber dejado a los empresarios el manejo de la radiodifusión o, en 
su caso, de haberse abstenido a incidir en estos medios; los medios de comunicación 
actualmente existen como “consecuencia directa del proyecto económico-político que el 
33 
 
Estado surgido de la Revolución de 1910 promueve en el país” (Mejía, 1981:14). En su lógica, 
esto implicó que el Estado no tenía un plan de comunicación nacional ni contaba con la 
capacidad económica para emprender un proyecto técnico y humano de este tipo; en él 
tampoco existían fuerzas sociales suficientemente desarrolladas para impulsar un proyecto 
diferente al mercantil, es decir, de carácter más democrático; empero, sí había un interés 
económico e ideológico en el contenido y comportamiento de los medios (Mejía, 1981). 
El nacimiento de la radio y la televisión estuvo marcado por la propiedad privada de los 
mismos y su papel en el ciclo de rotación del capital. Estos elementos son clave para explicar 
su inminente carácter comercial. El régimen de concesiones fue una de sus principales 
consecuencias. 
En esencia, el marco jurídico para otorgar concesiones a los particulares es similar al que surgió 
tiempo después en los orígenes de las telecomunicaciones: una concesión “es un acto 
administrativo (…) que está sujeto a un procedimiento administrativo previo, donde se deben 
respetar ciertos principios y garantías a favor de los concursantes de dicho proceso licitatorio” 
(López, 2011: 241). Esto quiere decir que aun cuando existan normas vigentes cristalizadas en 
la Constitución y diferentes leyes reglamentarias, el proceso administrativo está sujeto a la 
discrecionalidad y proyecto de los funcionarios públicos encargados, los cuales son el Poder 
Ejecutivo a través de la Secretaría de Gobernación (Segob), la Secretaría de Comunicaciones 
y Transportes (SCPyT), la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) y la Comisión 
Federal de Competencia. 
El régimen de concesiones en México tiene un problema de discrecionalidad administrativa e 
inseguridad jurídica. La discrecionalidad administrativa se refiere a que en la práctica es común 
que las licitaciones estén enmarcadas en acusaciones de corrupción y conflictos de intereses 
entre los empresarios de la información y los administradores públicos. La inseguridad jurídica 
deviene de que “las leyes que regulan dichos procedimientos -en materia de 
telecomunicaciones- no señalan plazos claros en la tramitación de dichos procedimientos” 
(López, 2011: 241). Esto revela la relación jurídico-estructural que existe en el sistema político 
y los empresarios de la información. 
En el caso del ciclo de rotación del capital vale la pena señalar que uno de los efectos hacia los 
medios de comunicación es justamente que “la reducción entre el tiempo comprendido entre 
el momento en que el capitalista desembolsa el capital y el tiempo en que lo recupera, ha 
34 
 
incrementado por el plusvalor realizado” (Mejía, 1981: 49). Los medios de comunicación 
aceleran la segunda parte del ciclo de rotación de capital al disminuir el tiempo que se requiere 
para agregar el valor. Las estrategias de tipo publicitario en radio, televisión y prensa son un 
ejemplo de esto, pues buscan convencer a la población de dirigir con antelación sus ingresos 
a determinados servicios o productos. En ese sentido, las industrias de la radiodifusión y de 
los periódicos obtienen ganancias a través de las cuotas pagadas por transmitir o publicar todo 
tipo de anuncios. 
Asimismo, dichas empresas obtienen ganancias a través de producir bienes. Así como 
cualquier empresa, los medios de comunicación elaboran mercancías: “objetos que resultan 
de un proceso de producción capitalista, producidos para realizar en el mercado el valor 
generado por el trabajo humano que tienen incorporado” (Mejía, 1981: 83). En estas 
mercancías se pueden contemplar los programas de televisión y radio vendidos a estaciones o 
empresas pequeñas, repetidoras e incluso las instalaciones rentadas al gobierno cuando éste 
no cuenta con las capacidades técnicas para producir un programa informativo. 
El papel ideológico que fungen los medios de comunicación también es trascendente para el 
Estado en México. Louis Althusser (1989) ubicó a los medios de comunicación como un 
Aparato Ideológico del Estado (AIE) debido a que éstos presentan realidades a los individuos 
bajo la forma de instituciones que permiten reproducir –y por tanto mantener- las 
desigualdades del modo de producción capitalista, principalmente difundiendo la ideología de 
los grupos dominantes. Si bien en este trabajo se considera que esto es cierto, es decir, hay una 
intención de los grupos políticos y empresariales en mantener cierta visión del mundo o 
legitimar algunas de sus acciones, éste proceso no es del todo coherente ni está exento de 
contradicciones. Son precisamente las distintas relaciones entre estos actores los que 
condicionan el comportamiento de los medios. 
En el caso específico de la prensa escrita en el país, el SMC propuesto por Hallin y Mancini 
puede explicarse de la siguiente manera: 
- El desarrollo de los mercados de medios de comunicación, en específico la fuerza o 
debilidad de la prensa de gran tirada; 
A diferencia del desarrollo de la radio y la televisión antes expuesto, la prensa escrita en México 
ha tenido una historia mucho más larga y con más sobresaltos en su relación con el SP. La 
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prensa goza de un contenido político mayor y más evidente que otros medios de 
comunicación. 
Una de las cualidades más importantes de la prensa escrita es que el origen del periodismo en 
el país se dio a través de este medio. El periodismo del siglo XIX participó activamente en la 
búsqueda del modelo de organización política que tendría años más tarde el México 
independiente. En esos años, se disputaban el rumbo del país los federales-liberales-
republicanos y los centralistas-conservadores-monárquicos. Las gacetillas, panfletos y los 
primeros periódicosdel país eran receptáculo de los discursos políticos, las crónicas 
parlamentarias y los disímiles proyectos de nación de los intelectuales de esa época. En realidad 
eran mínimas las publicaciones que se dedicaban a anuncios publicitarios. “En una palabra, 
podemos decir que el siglo XIX se caracteriza por tener un periodismo partidista” (Fernández, 
1998: 19), que luego se convertirá en un periodismo oficialista con Porfirio Díaz y terminaría 
convirtiéndose en mercantil. 
Vale la pena señalar que esta tipología histórica del periodismo mexicano propuesta por 
Fátima Fernández no debe tomarse ad litteram. Son sólo clasificaciones sobre el 
comportamiento de los periodistas y los medios de comunicación en coyunturas determinadas. 
Describen el carácter preponderante de los mismos sin contemplar las contradicciones que 
pudieron surgir en esas mismas coyunturas. Sin embargo, si bien se trata de una simplificación 
de los procesos, esta investigación explica in lato sensu los antecedentes del SMC actual. 
El carácter mercantil de los medios de comunicación se vio potenciado en el país con la 
Primera Guerra Mundial. Esta guerra coincide con la Revolución mexicana, la cual a su fin 
brindó nuevas oportunidades técnicas al territorio nacional. Esta característica es sumamente 
relevante para el SMC del país porque revela que sus orígenes comerciales tuvieron una 
relación intrínseca con las grandes potencias. Este dominio se señaló en un principio con la 
tesis de Mejía Barquera: el imperialismo tiene influencia sobre los sistemas de comunicación y 
en la periferia lo tiene desde sus orígenes. Si bien el imperialismo no influye determinadamente 
en el SMC mexicano, no puede eximirse que condiciona su positividad y negatividad. 
La principal influencia de las grandes potencias está en el carácter técnico con el que pudieron 
contar los medios de comunicación de ese entonces. De acuerdo con Fátima Fernández: 
… esta Primera Guerra Mundial deja como saldo en el campo de las comunicaciones, 
novedosos sistemas inalámbricos que serán explotados por las corporaciones globales 
36 
 
gnorteamericanas que en esos momentos desplazan en México al capital europeo que 
prevaleció durante el porfiriato. Estas corporaciones manejarán a su vez algunos medios 
de información escritos y nuevos medios como la radiofonía. Este hecho influye 
notablemente en los periódicos mexicanos. Dos de ellos, El Universal y Excelsior, surgidos 
durante la primera fuera mundial, serán incorporados al mundo de la radiodifusión, que 
nace en los Estados Unidos con definitivo sello comercial. Surge así, el periodismo como 
empresa (Fernández, 1998: 20). 
Esto no supone que los medios de comunicación no hubieran dado ganancias económicas ni 
políticas en circunstancias pasadas, ni que los empresarios o funcionarios mexicanos 
descubrieran “gracias” a los Estados capitalistas desarrollados, las potencialidades de los 
medios; más bien, la influencia de estos países hizo posible que la producción de mercancías 
derivadas de los medios fuera mucho mayor, lo que aumentó la cantidad de plusvalía que los 
empresarios podrían obtener del negocio de las telecomunicaciones y brindó mayores 
capacidades de difusión de contenidos ideológicos. 
En los siguientes años, el patrón preponderante en materia informativa presentó relaciones 
contradictorias. Una vez promulgada la Constitución de 1917, la prensa escrita exhibió un 
parecido al modelo informativo de las corporaciones norteamericanas, pues los contenidos se 
supeditaban al anunciante. Sin embargo, en vez de inclinarse hacia un periodismo de presunto 
carácter neutral, así como el Modelo Liberal de Hallin y Mancini (2007) lo supondría, los 
contenidos tendieron al oficialismo. Este grado de politización se debió principalmente a que 
las generaciones que detentaban el poder público en ese entonces -los caudillos del grupo 
sonorense, liderados por Álvaro Obregón- aniquilaban los brotes de oposición al régimen; 
entre los que podían incluirse los periódicos, medios a través de los cuales algunos grupos 
manifestaban sus demandas o propuestas en ataño. 
La mercantilización de los medios impresos en México surgió en las siguientes décadas de la 
mano con la consolidación del capitalismo no íntegro en el Estado. En su mayoría, los 
empresarios de la prensa decidieron los contenidos a través de los intereses de los anunciantes 
pero también por sus propios intereses gubernamentales. De ahí que fuera lógico que se 
adscribieran al oficialismo, antes que a las luchas intestinas de las décadas pasadas. El 
oficialismo les permitía obtener recursos públicos en diversas coyunturas y mantener su 
empresa durante más tiempo. Justamente esta actitud ambivalente les permitió mantener la 
rentabilidad de su negocio. 
37 
 
En 2013 la situación no ha cambiado del todo. De acuerdo con la Segob (2014), todos los 
medios impresos en el Distrito Federal son empresas. El Padrón Nacional de Medios 
Impresos de la Secretaría informó que actualmente existen 605 medios de este tipo, los cuales 
pertenecen a corporativos; entre los más importantes se encuentran el Consorcio 
Interamericano de Comunicación, S.A. de C.V. cuyo periódico es Reforma; la Editora La Prensa 
cuya publicación tiene el mismo nombre La Prensa; Grupo Editorial Expansión; Milenio 
Diario S.A. de C.V.; y finalmente, Grupo Editorial Televisa, S.A. de C.V. De todas estas 
publicaciones, son escasas las que se dedican al análisis político. 
Asimismo, el tiraje de los periódicos en el país es escaso en comparación con las grandes 
potencias. El reporte de la Asociación Mundial de Periódicos (WAN, por sus siglas en inglés) 
de 2002 informó que China es el país en donde más se venden medios impresos al circular 83 
millones de ejemplares a diario (Etcétera, 2003). Los países que siguen en el ranking son: Japón, 
con 70.8 millones; India, 57.84; y Estados Unidos, 55.18. México no figura en ningún lugar. 
El tiraje de los periódicos en el país es información privada: primordialmente son las propias 
empresas las que piden esos estudios y, en consecuencia, difícilmente sus resultados son 
mostrados al público en general o, si lo son, no pueden ser tomados como verdaderos, pues 
por lo regular esos datos forman parte de estrategias publicitarias. Asimismo, también deben 
tomarse ciertas reservas con la información de la Segob puesto que sus datos también pueden 
ser resultado de un sesgo de la institución y los intereses coyunturales. 
Uno de los informes más famosos es el de la Unión de Voceadores y Expendedores de 
Periódicos de México. En su publicación número 22 de agosto del 2002 (Etcétera, 2003), 
informó que el periódico Esto tiene un tiraje de 150 mil ejemplares a diario; La Prensa, 140 mil; 
El Financiero, 85 mil y El Universal con 80 mil. En ese informe se muestra que es bajo el nivel 
de tiraje de los periódicos. 
En el caso del perfil de los lectores, la última encuesta nacional realizada por Consejo Nacional 
de la Cultura y las Artes (Conaculta) en 2006 reveló que los mexicanos dicen que leen diversas 
cantidades de productos impresos. Estos materiales pueden ser libros, periódicos, revistas e 
historietas; del total de entrevistados, el 56.4% de libros; el 42%, periódicos; el 39.9%, revistas 
y el 12.2%, historietas. En cuanto a la lectura de periódicos, el informe aclaró que quienes leen 
más textos impresos son los jóvenes de 18 a 22 años con el 49% total, proporción que 
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disminuye conforme aumenta la edad (Conaculta, 2006). La mayoría de éstos cuenta con 
formación universitaria o superior. También pertenecen a un mayor nivel socioeconómico. 
Los lectores del país dicen preferir los periódicos locales sobre los nacionales. El 55.8% 
prefiere leer información relacionada con su comunidad que del acontecer nacional o 
internacional. De ahí que la circulación de los periódicos en el país no sea equilibrada. El lugar 
en donde

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