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1 Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Centro de Estudios de Ciencias de la Comunicación EL SISTEMA DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN MÉXICO. SUS RELACIONES CON EL SISTEMA POLÍTICO TESIS Que para optar por el grado de Licenciado en Ciencias de la Comunicación Presenta: REBECA ILCE ROSARIO ALTAMIRANO Asesor: RICARDO MAGAÑA FIGUEROA Febrero, 2015 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 A mi familia, mi sine qua non 3 Agradecimientos A asesor, Ricardo Magaña, por su paciencia, regaños y atención a esta tesis. A mis lectores, Carlos Fazio Varela, Valeriano Ramírez, Porfirio Toledo Delgado, Raúl Trejo Delarbre, por sus observaciones y consejos. A mis profesores de carrera y de vida, por las enseñanzas y regaños; especialmente a Roberto Garduño. 4 Las convicciones son enemigos más peligrosos de la verdad que las mentiras Humano, demasiado humano Friedrich Nietzsche 5 Índice PRESENTACIÓN ............................................................................................................................................... 6 CAPÍTULO 1 .......................................................................................................................................................10 LAS RELACIONES ENTRE LOS SISTEMAS DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y SISTEMAS POLÍTICOS ....................................................................................................................................10 Los Sistemas de Medios de Comunicación .......................................................................................................16 Los Sistemas Políticos ...........................................................................................................................................18 Las relaciones entre los SMC y SP: tres modelos .............................................................................................22 CAPÍTULO 2 .......................................................................................................................................................28 EL SISTEMA DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y EL SISTEMA POLÍTICO EN MÉXICO 28 CAPÍTULO 3 .......................................................................................................................................................65 CASOS: LA REFORMA ELECTORAL EN MATERIA DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y LA INICIATIVA DE REFORMAS A LA LEY DE SEGURIDAD NACIONAL ................................65 La reforma electoral en materia de medios de comunicación de 2007 .........................................................66 La iniciativa de reformas a la Ley de Seguridad Nacional de 2009 ................................................................71 CAPÍTULO 4 .......................................................................................................................................................78 LAS RELACIONES DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y EL SISTEMA POLÍTICO EN MÉXICO. EL CASO DE “EL UNIVERSAL”, “LA JORNADA” Y “REFORMA” DURANTE LA REFORMA ELECTORAL EN MATERIA DE MEDIOS EN 2007 Y LA INICIATIVA DE REFORMA A LA LEY DE SEGURIDAD NACIONAL ...........................................................................78 La reforma electoral en materia de medios de comunicación 2007…………………………………...80 La iniciativa de reforma a la Ley de Seguridad Nacional……………………………………………...92 CONCLUSIONES .......................................................................................................................................... 105 ANEXOS ............................................................................................................................................................ 116 REFERENCIAS: ............................................................................................................................................... 119 6 PRESENTACIÓN En los últimos años, uno de los problemas más apremiantes para las diferentes fuerzas políticas y académicas de México han sido los alcances de las relaciones de los medios de comunicación con el Sistema Político (SP). Por un lado, existe una perspectiva que pretende asegurar que los medios de comunicación determinan algunas de las decisiones u acciones del aparato gubernamental e incluso “imponen presidentes” a los países (Villamil, 2012). Esta postura presupone que los medios son un actor más de tablero político o el “cuarto poder” de las sociedades contemporáneas (Sandler, 1999; Bond, 1992). De acuerdo con esa lógica, los dueños de los medios cuentan con la capacidad de influenciar a la opinión pública a través de la urdimbre de instalaciones a lo largo del país y otros lugares del mundo, lo que les provee de facultades para imponer sus condiciones a los funcionarios a favor de sus intereses. Más que mediadores entre la sociedad y el gobierno, los medios de comunicación son uno de los actores determinantes del rumbo del país. Por otro lado, existe otra perspectiva que pretende asegurar que los medios de comunicación son herramientas de los miembros del sistema político. A diferencia de la postura anterior, los medios tendrían como propósito mantener las condiciones de existencia del modo de producción capitalista mediante la difusión y reproducción de la ideología de la clase dominante en las diferentes formaciones sociales (Althusser, 1989). Por esa razón, los funcionarios públicos utilizarían a los medios para difundir sus intereses e interferirían en sus dinámicas al grado que éstos mantendrían una relación de codependencia con el propio aparato burocrático (Morris, 2003), y no al revés. En definitiva, ambas posturas son versiones del mismo modelo. Se basan relaciones unilaterales y pasivas entre actores en la lógica del ceteris paribus. En esas posturas sólo existe una relación entre los medios de comunicación y el aparato gubernamental: la dependencia. Para esas posturas, los medios son capaces de interferir en las necesidades, intereses y objetivos del aparato gubernamental, pero no viceversa; o, en caso contrario, ese aparato institucional es capaz de determinar los contenidos, intereses y objetivos de los medios, pero no así los medios a las decisiones públicas. Esta investigación pretende concentrar esfuerzos en otro sentido. 7 En este trabajo se abordan a los medios de comunicación y al aparato gubernamental como “sistemas” cuyas relaciones no han estado exentas de contradicciones ni han sido las mismas en diversas coyunturas bajo la misma formación social en México. Con ello se pretende explicar a los medios de comunicación, en especial a la prensa escrita, como un Sistema de Medios de Comunicación (SMC). Este trabajo es una investigación aplicada en la que las relaciones entre el SMC y el SP serán explicadas a través de la perspectiva de Sistemas mediáticos comparados de Daniel Hallin y Paolo Mancini. La obra Sistemas mediáticos comparados es un estudio comparativo anivel mundial que tuvo como objetivo principal “descubrir si es posible identificar relaciones sistemáticas entre las estructuras políticas y las de los medios de comunicación” (Hallin y Mancini, 2007: XVIII). Esta propuesta de análisis comparativo tiene como base la teoría de la diferenciación de Emile Durkheim y la teoría de los sistemas de Talcott Parsons. En el capítulo número uno llamado “Las relaciones entre los Sistemas de Medios de Comunicación y Sistemas Políticos” se presenta el marco teórico-conceptual que permitió abordar las diferentes relaciones entre ambos sistemas. La descripción de los sistemas fue acompañada de las críticas a esta perspectiva cuya base es la relativa simpleza con la que se aborda la dinámica entre los sistemas a partir de la teoría del campo de Pierre Bourdieu. El quid de ese capítulo estriba en la exposición de los tres modelos de relaciones entre los medios de comunicación y la política presentados en el mundo según Hallin y Mancini: a) el modelo mediterráneo o pluralista polarizado, cuya principal característica es una prensa de élite fuertemente intervenida por el Estado de países como Francia, Grecia, Italia, Portugal y España; b) el modelo del Norte de Europa o Democrático Corporativo, cuya base es la prensa de masas y el pluralismo organizado de países como Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Alemania, Países Bajos, Noruega, Suecia y Suiza; y finalmente, c) el modelo del Atlántico Norte o Liberal, cuya base es la aparición temprana de la prensa comercial de mesas y la democratización. Tal como puede apreciarse con esa breve descripción, uno de los obstáculos de esos modelos fue que su punto de partida fue el desarrollo de las democracias liberales consolidadas en las grandes potencias. En definitiva, las condiciones de existencia de los medios de comunicación y el Estado en México son distintas a las presentadas en España, Francia, Estados Unidos, et al, por lo que las propuestas conceptuales de Hallin y Mancini no fueron tomadas ad litteram. 8 En el capítulo dos “El Sistema de Medios de Comunicación y el Sistema Político en México” se presentan las condiciones históricas en las que los medios de comunicación y el aparato gubernamental surgieron con el fin de explicar las condiciones de existencia más importantes para la consolidación de los medios y el SP tal y como son ahora. En ese apartado se describe el modo de producción de capitalismo no íntegro y la apropiación que hubo de las instituciones liberales en el país. La descripción se enfoca al desarrollo de la prensa escrita en el país como uno de los medios de comunicación más cercano al SP desde sus orígenes a través de cinco dimensiones: a) el desarrollo de los mercados de medios de comunicación, en específico la fuerza o debilidad de la prensa de gran tirada; b) el paralelismo político; c) la profesionalización periodística; y d) el grado y naturaleza de la intervención estatal en los medios de comunicación. También se explica el SP nacional a través de las dimensiones propuestas por Hallin y Mancini: a) el papel del Estado; b) Sistemas de consenso versus la democracia mayoritaria; c) pluralismo individual versus pluralismo organizado; liberalismo versus corporativismo; d) la autoridad racional-legal y el clientelismo; y e) el pluralismo moderado versus pluralismo polarizado. En la última parte del capítulo se expone la historia de los periódicos El Universal, La Jornada y Reforma como unas de las publicaciones más importantes a nivel nacional por su tiraje, interés por los acontecimientos de la política e influencia en el SP. Esto ex profeso de explicar el modelo de SMC en México actual. En el capítulo tres llamado “Casos: la reforma electoral en materia de medios de comunicación y la iniciativa de reformas a la Ley de Seguridad Nacional” se explican ambas coyunturas para ser analizadas a la luz de los periódicos y el SMC presentados en el capítulo tres. Las dos coyunturas pertenecen a problemáticas distintas en las que los medios de comunicación adquirieron un papel importante. La reforma electoral en materia de medios de comunicación y la iniciativa de reformas a la Ley de Seguridad Nacional fueron proyectos legislativos discutidos y, en su caso, aprobados o desechados, en sexenios distintos. En diferentes magnitudes, estos proyectos modificaron el SP y el SMC al representar los intereses de los partidos y articular los empresariales. Adicionalmente estas coyunturas surgieron en el marco de la alternancia partidista y la famosa transición a la democracia. 9 El último capítulo se presenta el análisis de medios y el modelo de SMC en México a través de sus relaciones con el SP. La reforma electoral en materia de medios de comunicación y la iniciativa de reforma a la Ley de Seguridad Nacional se revisaron a través de las publicaciones de El Universal, La Jornada y Reforma. El seguimiento informativo fue desde la propuesta de dictamen hasta la promulgación de la misma o su abandono. Los análisis fueron a partir de las notas informativas, entrevistas, artículos de opinión y editoriales, así como a través de las fuentes utilizadas y la tendencia política de los diarios. Se excluyeron las imágenes publicadas y los cartones. Esta parte del estudio contribuyó a explicar decisivamente el SMC en México que fue descrito históricamente en el capítulo dos. Esta investigación in lato sensu pretende contribuir al debate científico sobre los encuentros y desencuentros entre los medios de comunicación y el aparato gubernamental, así como de los alcances económicos y sociales de los mismos, los cuales continúan sin grandes certidumbres en la actualidad; sobre todo porque cuando se trata de medios, no todo está dicho. 10 CAPÍTULO 1 LAS RELACIONES ENTRE LOS SISTEMAS DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y SISTEMAS POLÍTICOS 11 El predominio del modo de producción capitalista en el mundo ha brindado las condiciones de existencia a los medios de comunicación y los diferentes sistemas políticos durante los últimos siglos, pero no ha determinado en ninguna época cómo será esa relación, qué influencias tendrán uno sobre otro ni qué necesidades u objetivos pueden llegar a satisfacer en coyunturas y formaciones sociales específicas. Por consiguiente, las relaciones entre los medios de comunicación y el aparato gubernamental dependen in lato sensu de la correlación de fuerzas sociales existente en ese momento; la madurez de los grupos sociales –o clases-, entendida a través de su eficacia e intensidad para crear, reproducir y mantener proyectos políticos, posturas civiles e intereses empresariales; y, por último, la influencia que otras naciones puedan ejercer sobre los objetivos de éstos (Mejía, 1981: 16). De ahí que los medios de comunicación en el mundo occidental -en donde hubo un claro predominio del capitalismo- no siempre aparezcan como medios de masas o estén supeditados al gobierno (Hallin y Mancini, 2007). La perspectiva sistémica es esclarecedora de estos procesos. En Sistemas Mediáticos Comparados, Daniel Hallin y Paolo Mancini realizaron una propuesta de análisis comparativo que tuvo como base la teoría de la diferenciación de Emile Durkheim y la teoría de los sistemas de Talcott Parsons. El punto de partida de Durkheim y Parsons fue la postura teórico- metodológica funcionalista1 cuyo fundamento es que las sociedades modernas son complejas y pueden dividirse en subsistemas con actividades especializadas. En esa postura, los medios de comunicación son un subsistema con reglas y conductas propias que se relacionan con otros sistemas para subsistir; uno de ellos puede ser el sistema político. Los sistemas son un conjunto de instituciones, grupos y procesos caracterizados por influencias recíprocas. “En cualquierreagrupamiento social hay por lo tanto al menos dos componentes fundamentales: por un lado cada uno de los individuos y por el otro las relaciones que caracterizan la recíproca convivencia de los individuos (sic)” (Bobbio, Matteucci y Pasquino, 2013: 1464). La base del análisis sistémico es que la existencia de los sujetos y/o grupos está condicionada por una multiplicidad de relaciones. 1 Si bien tanto Durkheim como Parsons son considerados funcionalistas por su enfoque de lo social, no emprendieron el mismo tipo de aportaciones a esa postura. Durkeim es considerado “el padre del funcionalismo” (Harris, 1927) y Parsons es uno de los máximos representantes del “estructural-funcionalismo” (UNIR, S/F). 12 La principal crítica que puede realizarse hacia la postura sistémica de Hallin y Mancini radica en la simpleza con la que se aborda la dinámica de los subsistemas. El problema de la modernidad y su especialidad de funciones para Pierre Bourdieu está en el carácter derivado que tendrían los medios de comunicación y el sistema político respecto a la estructura social. Bourdieu arguye que éstos no devienen simplemente de la estructura social cuya base es el modo de producción, sino que son “campos”; es decir, esferas de acción con reglas y criterios de evaluación propios. La principal diferencia de los “campos” y los “subsistemas” consiste en la manera en cómo se relacionan entre sí. A diferencia de los “subsistemas”, los “campos” tienen dos características fundamentales que son lo “heterónomo” y lo “autónomo”: el primero se refiere a aquellas partes del campo que están influenciadas por otros “campos” y el segundo a aquellos elementos de autogestión. Las transformaciones en los “campos” no son resultado del desarrollo “natural” de las sociedades ni producto de las fases superiores de la modernidad, sino, más bien, son procesos de lucha. Los campos cambian mediante procesos de encuentros y desencuentros de ambas partes “heterónomas” y “autónomas” con otros campos; ergo, los medios de comunicación son un “campo” cuyos agentes pueden entrar en lucha con otros “campos”. A estos procesos, Bourdieu los llama de “desferenciación”. La crítica de Bourdieu es fundamental para este trabajo. La relación entre los medios de comunicación y el sistema político se abordará desde una perspectiva de conflictos y acuerdos constantes. No existe la intención de explicar estos cambios entre los medios y sistemas políticos como parte de un progreso o evolución natural; tampoco se supone que su relación siempre conlleve antagonismos o contradicciones, ni que necesariamente toda contradicción no sea parte de la lógica mercantil. En todo caso: tanto los medios como los sistemas políticos pertenecen a formaciones sociales históricas y, por consiguiente, sus relaciones son procesos dialécticos. Por tanto, si se supone que las relaciones entre los “subsistemas” o “campos” son procesos dialécticos, entonces se puede asegurar que los medios y los sistemas políticos tienen la capacidad para motivar transformaciones en sus propias dinámicas e incluso afectar o ser influidos por otros sistemas, tales como el económico. En ese sentido, dichas relaciones entre sistemas son conditio sine qua non para la existencia de las formaciones sociales. 13 Estas afectaciones entre “subsistemas” o “campos” tienen como punto de partida que: a) a un cambio a nivel de la infraestructura de un sistema corresponde alguna afectación a la infraestructura del otro; b) los cambios a nivel de la estructura de un sistema a veces están concernidos por las modificaciones en la estructura del otro; y, por último que c) las modificaciones en la superestructura de uno de los sistemas tiene en algunos casos una correspondencia con la variación en la superestructura del otro (Serrano, 1986: 57). Por ejemplo: el triunfo del capitalismo en un país puede corresponder con el desarrollo de la prensa de masas, y con un proyecto político proclive a mercantilizar la comunicación en medios. Estas modalidades de afectación son equivalentes, ya que implican un grado de correspondencia entre las dimensiones y actores de los “subsistemas” o “campos”. No obstante, también existen afectaciones que implican modificaciones en los niveles o dimensiones de otros “subsistemas” o “campos”. Estas modalidades de afectación no equivalentes tienen dos supuestos básicos: a) cualquier nivel de un “subsistema” o “campo” puede verse afectado por lo que sucede en cualquier nivel de otro “subsistema” o “campo”; y que b) la identificación de cuáles son los niveles afectados contribuye a diferenciar los efectos que existen o pudieran existir entre los “subsistemas” o “campos” (Serrano, 1986: 57). Tanto las modalidades de afectación equivalente como las no equivalentes dejan en evidencia paradójicamente que la autonomía de los “subsistemas” o “campos” es una de las condiciones de existencia más importantes de los mismos, dado que son sus reglas y dinámicas internas las que regulan el funcionamiento y dinámicas de los mismos con los demás, así como las que resolverán los problemas que surjan de estas relaciones. Estas premisas serán tomadas en cuenta en la revisión de la propuesta de Hallin y Mancini. La obra Sistemas mediáticos comparados tiene como punto de partida el desarrollo de las democracias liberales que fueron consolidadas en Estados Unidos, Inglaterra, España, Francia, Alemania, Austria, Suiza y otros. En estos estados, el capitalismo fue posible gracias a la consolidación de las instituciones liberales y su versión de democracia. Estos elementos brindaron las condiciones de existencia más importantes para los medios de comunicación y los sistemas políticos tal y como son ahora. De igual forma, esta obra toma en consideración la relación entre el liberalismo, capitalismo y democracia en esos países para explicar las diferentes formas y relaciones de los medios de 14 comunicación y los aparatos gubernamentales. No obstante, aunque Hallin y Mancini parten de que esa relación nunca fue la misma ni tuvo las mismas consecuencias en diferentes coyunturas históricas, no dedicaron gran espacio en su obra a explicar estas contradicciones. Vale la pena detenerse a hacerlo puesto que los medios y el gobierno también tienen como punto de partida la influencia recíproca de esta relación tripartita. En primera instancia, el desarrollo de las fuerzas históricas que dieron origen al liberalismo en el continente europeo reveló con prontitud su carácter contradictorio e incluso incoherente con el modo de producción capitalista. No fue una doctrina coherente en todos los sentidos con el desarrollo del capitalismo ni con el ejercicio de los derechos políticos propios del liberalismo, los cuales fueron planteados por sus filósofos, tales como John Stuart Mill o John Locke; dependió de las condiciones objetivas y subjetivas que le dieron existencia para satisfacer algunos de estos propósitos, por lo que en determinadas etapas los liberales llegaron a anteponer dichas pretensiones y perseguir otras conquistas (Laski, 2012). Así, más que una doctrina filosófica, el liberalismo fue un proceso revolucionario que transformó las condiciones en las que surgió procurando –no sin sobresaltos- otras: las suyas. De acuerdo con Harold Laski (2012), el liberalismo fue productor –y reproductor- de la nueva sociedad de finales de la Edad Media. El contenido de su doctrina no trascendió las condiciones objetivas en las que nació; por ello, se concentró en los problemas económicos y político-jurídicos de la época, los cuales eran prioridades para los burgueses. Los promotores del liberalismo en las potencias extranjeras no escatimaron esfuerzos por explotar las potencialidades de la producción mercantil que el régimen feudal extinguía ni en pugnar por los derechos jurídicos-políticosinexistentes para la sociedad del siglo XVI y XVII. Sin embargo, ese proceso histórico también integró otras necesidades y demandas de los demás grupos, las cuales cambiaron el rumbo de las aspiraciones liberales iniciales y aplicaron los horizontes de los liberales conversos en determinados países. En segunda instancia, las aspiraciones liberales y los derechos que de ellas surgieron tuvieron una relación estructural con la democracia. Si bien en un principio los Estados liberales no fueron in stricto sensu democráticos, actualmente no puede pensarse en ellos de otra manera – en distintos niveles o dimensiones-. Norberto Bobbio aseveró que “hoy el método democrático es necesario para salvaguardar los derechos fundamentales de la persona que son base del Estado liberal y que la salvaguardia de estos derechos es necesaria para el funcionamiento correcto del sistema democrático” (2010: 46). Esto quiere decir que los 15 derechos jurídico-políticos del liberalismo, tales como la libertad individual, el sufragio y la defensa a ultranza de la propiedad privada, estuvieron protegidos y garantizados mediante el respeto irrestricto a la Ley. Esa máxima del liberalismo hizo posible el advenimiento de la democracia representativa, así como su reproducción en los países con tradición capitalista. En definitiva, si bien el liberalismo, el capitalismo y la democracia son característicos de los sistemas políticos y mediáticos modernos, éstos no se presentan de la misma forma en los países. En Sistemas mediáticos comparados se vislumbra la relación entre estos elementos en las potencias internacionales mediante el método comparativo. Este método se emplea en la investigación social para encontrar las diferencias y similitudes entre procesos ocurridos en diferentes espacios geográficos o momentos históricos. Uno de sus objetivos principales es reconstruir explicaciones y refinar marcos teórico-conceptuales. Los estudios comparativos también contribuyen a evidenciar que los estudios científicos sobre los medios de comunicación y el sistema político son altamente etnocéntricos (Hallin y Mancini, 2007). Los países con tradiciones de investigación desarrolladas en este campo –tales como Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania- construyen modelos de interpretación de sus procesos que son representados como únicos. Desde su perspectiva dominante, estas investigaciones cuentan con dos elementos fundamentales: a) su pretensión de universalidad y b) su capacidad para presentarse ante los demás de ese modo. Asimismo, dichos modelos de interpretación son tomados por investigadores de otras latitudes y momentos históricos para explicar sus propios fenómenos. Sin embargo, si bien estas explicaciones científicas contribuyen a la construcción del conocimiento, no pueden ser tomadas ad litteram ni como universales. La comparación es el método que pretende resolver dichos problemas al hacer comprensibles las diferencias y similitudes significativas entre los diversos medios de comunicación y sistemas políticos. Bajo esta perspectiva de relaciones entre “subsistemas” o “campos” que pueden ser conflictivas o consensuales y con afectaciones equivalentes o no equivales, se abordarán las relaciones entre los medios de comunicación y los sistemas políticos como objetos de estudio. 16 1.1 Los Sistemas de Medios de Comunicación Los Sistemas de Medios de Comunicación (SMC) constan de cuatro grandes dimensiones de análisis. Estas categorías permitirán establecer las bases para explicar las relaciones de este sistema con el aparato gubernamental. De acuerdo con Hallin y Mancini (2007), las dimensiones son: 1) el desarrollo de los mercados de medios de comunicación, en específico: la fuerza o debilidad de la prensa de gran tirada; 2) el paralelismo político, los vínculos entre los medios de comunicación y las principales divisiones de la sociedad; 3) la profesionalización periodística; y finalmente, 4) el grado y naturaleza de la intervención estatal en el sistema de medios de comunicación. - El desarrollo de los mercados de medios de comunicación Una de las características más importantes de los SMC es su carácter mercantil, en especial a lo que concierne a la prensa de gran tirada. En esta dimensión se contempla el tiraje, la naturaleza del periódico, la relación con sus lectores y su actuación en los procesos políticos; v.g.: es importante distinguir que el desarrollo de una prensa de gran tirada no es el mismo si ésta es una prensa sensacionalista o se dedica al análisis, también si predominan los medios locales o nacionales. Otra de las características más importantes de los SMC es la relación de los medios de comunicación –específicamente de la labor periodística- con las diferentes expresiones políticas de sus sociedades. Los medios pueden ser políticamente partidistas, respaldar coyunturalmente a ciertos grupos o, en algunos casos, la labor periodística busca adoptar un equilibrio político, lo cual no supone neutralidad. Estas características reflejan el grado de politización de un sistema de medios determinado. - El paralelismo político El paralelismo político tiene varios componentes. En primer lugar, se refiere al contenido de los medios de comunicación, o sea, “hasta qué puntos los diferentes medios reflejan determinadas orientaciones políticas en su manera de presentar las noticias de actualidad, y, en algunas ocasiones, sus contenidos de entretenimiento” (Hallin y Mancini, 2007: 25). También se consideran las relaciones organizativas entre los medios de comunicación y los partidos políticos –u otros grupos de interés como los sindicatos o las iglesias-. En este mismo apartado debe contemplarse que muchos de los colaboradores de los medios eran o son 17 individuos políticamente relevantes. De ahí que convenga analizar las orientaciones y prácticas de los periodistas. Finalmente, Hallin y Mancini (2007) distinguen entre dos tipos de pluralismo político: el externo e interno. El pluralismo externo es la labor periodística que refleja los diferentes puntos de vista de los grupos o tendencias de la sociedad. Una conducta de este tipo implica un alto nivel de paralelismo político. Por el contrario, el pluralismo interno es la labor periodística que rehúye a las relaciones con los grupos políticos, procuran la neutralidad y el “equilibrio” en sus contenidos. Por lo tanto, un sistema caracterizado por este pluralismo tendrá un bajo grado de paralelismo político. - La profesionalización La profesionalización de los periodistas es, en gran medida, un debate que proviene de las clásicas profesiones liberales. El periodismo bajo esa lógica es un sistema de conocimientos que se adquiere a través de una preparación universitaria. En este concepto no se evaluará el grado de estudios o preparación profesional, optará por enfocarse en la práctica de los periodistas. Las dimensiones de la profesionalización son las siguientes: a) autonomía, b) normas profesionales específicas y c) la orientación como servicio público (Hallin y Mancini, 2007). La autonomía periodística es el grado de especialización y separación de intereses que tenga el periodista con otras áreas; v.g.: un reportero no es dueño de los medios de comunicación sino un empleado asalariado cuyo propósito es la producción en serie de información. Las normas profesionales se basan en el código ético de los periodistas. Una parte esencial de la labor periodística es la existencia de normas compartidas por sus colaboradores. Estas normas pueden ir desde la confidencialidad de las fuentes de información hasta criterios de excelencia, tales como premios internos de investigación y análisis social. La orientación del periodista como servicio público es de suma importancia para la profesionalidad. Una de las manifestaciones de la ética del servicio público es la existenciade mecanismos de autoregulación. Dichos mecanismos se pueden componer formalmente como “consejos de prensa” o de manera informal. La profesionalización de los medios de comunicación debe contrastarse con su instrumentalización, la cual es el control que realizan ciertos sujetos externos sobre los medios 18 de comunicación el fin de intervenir en el sistema político. Éstos pueden ser partidos, personalidades políticas, movimientos sociales o empresarios. La instrumentalización influye casi de manera decisiva en la autonomía, las normas profesionales y la orientación al servicio público como parte del comportamiento de los medios de comunicación. - El papel del Estado El Estado también desempeña una de las condiciones de existencia de los SMC. La forma más importante de intervención estatal en los medios es la que se ejerce a través de los medios públicos pero no es única. Las políticas en materia mediática pueden ser subvenciones a los empresarios de la información, las cuales pueden ser de manera directa e indirecta; por ejemplo: mediante anuncios o reducción de impuestos. En ese sentido, el Estado funge un papel muy importante en la financiación y regulación de los medios de comunicación puesto que puede marcar su orientación periodística. Estas cuatro dimensiones del SMC tienen aspectos correlativos por lo que es probable que muchas de sus características dependan de la existencia de otras. En el siguiente apartado se identificarán las dimensiones principales del Sistema Político para explicar sus relaciones con el SMC. 1.2. Los Sistemas Políticos Los Sistemas Políticos (SP) son estructuras históricas complejas cuya dinámica tiene influencia en otros sistemas. En este apartado se ahonda en las características del SP que pueden influir en el SMC de acuerdo con la sociología política y los estudios de política comparada revisados por los autores de Sistemas mediáticos comparados. Estas características tienen el propósito de establecer “la influencia relativa del sistema de medios de comunicación en las instituciones políticas y viceversa” (Hallin y Mancini, 2007: 44). Los tres modelos de sistemas políticos de Hallin y Mancini no contemplan algunos elementos de los análisis científicos respecto a los sistemas políticos actuales. La postura estructural- funcionalista de David Easton es una de las teorías principales en este tema. Easton (1968) asevera que los sistemas son construcciones intelectuales cuyo propósito es explicar las relaciones sociales en tiempos y espacios determinados. Los sistemas políticos integran instituciones e interacciones destinadas a la distribución del poder público. El estudio 19 científico de los sistemas políticos implica vislumbrar los factores, tanto objetivos como subjetivos, que condicionan los actos políticos. Los factores objetivos se refieren a las condiciones sociales que aglutinan una pluralidad de formas de Estado, gobierno, sistemas de partidos y tipos de leyes construidos históricamente. Este aspecto sí está contemplado en Sistemas mediáticos comparados, el segundo factor corre con menos suerte. Para Easton, otro de los componentes fundamentales de sistema político son las condiciones subjetivas, los cuales se refieren a “la participación en el sistema político de los individuos, sujetos a las emociones, perjuicios y predisposiciones de los seres humanos, tal como los conocemos en la vida diaria” (1968: 208). Éste es el segundo componente de los procesos políticos cuya perspectiva implica categorías psicológicas y otros constructos conductuales. Tal aspecto no es retomado en ninguna medida por Hallin y Mancini. De acuerdo con Sistemas mediáticos comparados, las dimensiones del SP son: 1) el papel del Estado; 2) el consenso versus la democracia mayoritaria; 3) el pluralismo individual versus el pluralismo organizado y el liberalismo versus el corporativismo; 4) la autoridad racional-legal y el clientelismo; y finalmente, 5) el pluralismo moderado versus pluralismo polarizado. - El papel del Estado; El papel del Estado en cuanto a los medios de comunicación reside en la relación iure y de facto. El grado de intervención estatal está marcado por un andamiaje jurídico que se concede a la libertad de prensa o expresión y la regulación a la comunicación política. Asimismo, en las intervenciones estatales de facto podrían integrarse las acciones que emprenden los gobiernos en turno para influir en los medios de comunicación al margen de la Ley. Esto no implica que esas acciones sean ilegales sino que los llamados “vacíos jurídicos” brindan otras condiciones para que se ejerza la relación entre la política y los medios de comunicación. - El consenso versus la democracia mayoritaria; Los sistemas de consenso o de mayoría se emplean en la política comparada como indicadores del grado de estabilidad y permanencia del SP. El politólogo Arend Lijphart (Hallin y Mancini, 2007) construyó estos modelos para explicar las diferencias entre los sistemas políticos de mundo. Los sistemas de mayoría se presentan comúnmente en los sistemas liberales. Se caracterizan porque un partido ganador de elecciones concentra el poder y hay un predominio del gabinete. 20 Normalmente son sistemas bipartidistas, uninominales mayoritarios y con una clara distinción entre el gobierno y la oposición. En contraste, en los sistemas de consenso hay un reparto claro de poder público. Existe una separación del poder entre los cuerpos del Poder Legislativo y Ejecutivo y con frecuencia aparecen en los sistemas multipartidistas con representación proporcional. En esos sistemas hay consenso y cooperación entre los adversarios políticos. La relación entre los modelos de gobierno y las políticas de control y regulación para los medios de comunicación son en gran medida correspondientes; v.g.: en el sistema de mayoría, donde predominan los partidos competitivos –como el sistema de Estados Unidos-, se desarrollan medios de comunicación de tipo oportunista. Empero, estos tipos de sistema pueden aparecer de manera mixta o presentar relaciones contradictorias con los medios de comunicación según la coyuntura histórica. El papel de los grupos de interés en los gobiernos de mayoría y de consenso de Lijphart (Hallin y Mancini, 2007) también es una de las dimensiones más importantes. En los sistemas de mayoría es común que exista un sistema de grupos de interés pluralista y competitivo, sin coordinación de grupos independientes. En los sistemas de consenso hay grupos de interés que están coordinados y son negociadores con el partido en el gobierno. - El pluralismo individual versus el pluralismo organizado y el liberalismo versus el corporativismo; El pluralismo individualizado es aquel en el que “se concibe y se organiza la representación política en términos de la relación entre las instituciones que gobiernan y los ciudadanos individuales, junto con una diversidad de intereses especiales que compiten” (Hallin y Mancini, 2007: 49). Esta característica se presenta comúnmente en los sistemas de mayoría. En cambio, el pluralismo organizado es aquel en el que los grupos sociales son centrales en los procesos políticos, incluso pueden ser parte de la formación de las políticas públicas; a este hecho se le llama corporativismo. - La autoridad racional legal versus el clientelismo; El desarrollo de la autoridad racional legal en un SP condiciona las reglas y la claridad de los procedimientos a los que deben someterse los SMC. Max Weber (Hallin y Mancini, 2007) definió la autoridad racional-legal como una forma de gobierno en donde los habitantes 21 reproducen y, por tanto, mantienen, las reglas de procedimiento formales y generalizadas. Una autoridad de este tipo tiene como institución principal un sistema jurídico independiente y requiere de una cultura política dispuesta a cumplir las reglas, yno a evadirlas. Las políticas en materia de comunicación de una autoridad racional-legal tienen procedimientos claros y la relación entre el SMC y el SP se mantiene regida por reglas respetadas. En contraste, el clientelismo está íntimamente relacionado con la instrumentalización, uno de los elementos de la profesionalización del SMC. El clientelismo aparece fundamentalmente en los medios de comunicación públicos a través de los nombramientos. La asignación de funcionarios a instituciones mediáticas se lleva a cabo por lealtades políticas, antes que criterios profesionales. Asimismo, los empresarios de la información tendrían vínculos en esos puestos que les permitirán conseguir contratos o concesiones gubernamentales favorables a sus intereses. Por ello, el paralelismo político suele ser alto en donde la adhesión a las normas jurídicas es débil. El clientelismo también está asociado con niveles más bajos de profesionalidad. - El pluralismo moderado versus pluralismo polarizado El pluralismo polarizado es un tipo ideal que explicó Giovanni Sartori como el modelo político en el que existen divisiones políticas muy profundas con mínimos consensos. Una de las principales características de esta polarización es la existencia de importantes partidos anti- sistema, lo que supone una lucha constante de posiciones ideológicas. Esas luchas tienen profundas raíces históricas. Según Hallin y Mancini, el pluralismo polarizado surgió donde existía una oposición al liberalismo o su desarrollo fue conflictivo. Esa característica para el SMC suele asociarse a un alto nivel de paralelismo político. El pluralismo moderado tiene características diferentes. Es un modelo con pocas divisiones políticas ligadas a la construcción de consensos, esto no implica que no haya distintas posiciones ideológicas sino que éstas no tienen como consecuencia desencuentros graves en el SP. El pluralismo moderado implica que el SMC tiende a estar menos politizado, de ahí que la labor periodística privilegie la neutralidad. Las consideraciones finales a las dimensiones de los sistemas propuestos por Hallin y Mancini se pueden resumir en que tanto el SMC como el SP están sujetos a procesos históricos. Estas dimensiones y sujetos cambian de acuerdo con los sistemas nacionales y las coyunturas propias 22 de sus latitudes. De ahí que algunas de estas puedan existir de manera más independiente que otras o tengan una mayor posibilidad de ejercer una mayor influencia sobre otros sistemas. En el siguiente apartado se describirán los tres modelos planteados con Hallin y Mancini que explican a cabalidad las relaciones entre el SMC y SP. 1.3. Las relaciones entre los SMC y SP: tres modelos El análisis de los tres modelos de SMC está organizado mediante las variables de los medios de comunicación y el SP antes expuestas. La base de la tipología está en considerar la influencia relativa de un sistema con el otro. Tales modelos son tres: a) el modelo Mediterráneo o Pluralista polarizado, b) el modelo del Norte y centro de Europa o Democrático corporativo y c) el modelo del Atlántico Norte o Liberal. - El modelo Mediterráneo o Pluralista polarizado; El desarrollo de Grecia, Portugal y España estuvo marcado por profundos conflictos políticos a finales de la década de los 70. Estos países abandonaron regímenes autoritarios y emprendieron transiciones a la democracia liberal. Las instituciones liberales, tanto las relacionadas con la industrialización capitalista como con la democracia política, se desenvolvieron de manera tardía. Esto produjo una relación entre el SP y los medios de comunicación marcada por severos conflictos políticos. En esta parte de Europa, el SMC estuvo marcado por un débil desarrollo de los mercados de medios de comunicación privados, en comparación con el nivel alcanzado por países como Estados Unidos e Inglaterra con el modelo Liberal. Esta situación significó que los medios dependieran de Estado, partidos políticos, iglesia u otros patrocinadores. De ahí que se desarrollaran “más como una institución de los mundos político y literario que como una institución de mercado” (Hallin y Mancini, 2007: 84). El estilo periodístico tendió a ser de comentario y análisis político, pero también el gremio se conformó por escritores e intelectuales. La profesionalización en este caso fue secundaria en el desarrollo de los medios. La prensa escrita, especialmente, suele representar las distintas tendencias políticas de sus actores más representativos, por lo que el grado de paralelismo político es alto. 23 En la región mediterránea, el periodismo no se ha ejercido de manera autónoma; v.g: en Italia, el periodista se sometía a fuerzas externas al periodismo, tales como los propietarios de los medios de comunicación, políticos y empresarios. Tanto los actores políticos y económicos han intentado usar a los medios de comunicación para influir en el SP, como los medios han buscado –en algunos casos a través de la extorsión o escándalos- beneficiarse de esto bajo amenazas de publicidad desfavorable. En consecuencia, en el modelo Democrático Corporativo prevalecen las prácticas autoritarias de intervención estatal al mismo tiempo que las democráticas del Estado de Bienestar. En Sistemas mediáticos comparados una de las características más importantes del SP en el sur de Europa es el pluralismo polarizado. “La solidez de las fuerzas conservadoras en el sur de Europa aseguró que la situación política de la región sería marcadamente polarizada y conflictiva” (Hallin y Mancini, 2007: 119). Estas pautas han afectado el comportamiento de los medios de comunicación, al grado que especialmente los periódicos han participado como actores en las luchas intestinas de esos países. El desarrollo tardío de modo de producción capitalista en el sur de Europa también interfirió en el cumplimiento de funciones por parte del Estado. En España, Portugal y Grecia, el Estado de Bienestar fue débil debido al tardío desarrollo de los mercados y la prolongada transición a la democracia. Eso llevó a que el Estado concentrara decisiones importantes –y no el mercado, como en el modelo liberal- respecto de las instituciones, entre ellas, los medios de comunicación. Asimismo, la importancia del Estado promovió que los medios fueran vistos por empresarios y otros grupos como una herramienta para interferir en él. Fue precisamente ese desarrollo tardío de las instituciones liberales y el alto grado de concentración de poder público del Estado el que promovió la aparición del clientelismo y un desarrollo lento de la autoridad racional-legal. El clientelismo es una práctica en la que los recursos públicos se erogan mediante concesiones a otros grupos. Este tipo de comportamientos del gobierno también se ve reflejado en que los habitantes no respeten las reglas de procedimientos formales y generalizados. Actualmente, estos países han reducido su distancia económica frente al resto de Europa y han avanzado en la consolidación de su sistema democrático pero tienen algunos remanentes del sistema autoritario y sus luchas intestinas. En el caso del SMC, estos países aún mantienen un número reducido de lectores y consumidores del mercado de la información, un 24 desequilibrio en la información, un nulo periodismo crítico, un acceso restringido a la información pública y una marcada tendencia a la instrumentalización política. - El modelo del Norte y Centro de Europa o Democrático Corporativo; En el Norte y Centro de Europa –específicamente en Escandinavia, Países Bajos, Alemania, Austria y Suiza-, la relación entre el SP y SMC ha sido marcada por conflictos. La historia al interior y entre estos Estados ha sido de enfrentamientos bélicos y también de influencia mutua en materia cultural. El SMC tiene un alto nivel de desarrollo, relacionado fundamentalmente con la debilidad delancien régime frente al avance de liberalismo. Las principales características del modelo Democrático Corporativo se sintetizan en tres elementos que existen al mismo tiempo en los diferentes países. Estas características son incompatibles con el modelo Liberal, aunque sean cercanas en alguna medida al modelo Pluralista polarizado. Dichas variables son: 1) un alto grado de paralelismo político, 2) un alto nivel de profesionalización periodística y 3) una fuerte tradición de imponer límites al poder estatal. La amplitud de las clases medias en esos países promovió altos niveles de alfabetización y la industrialización produjo el crecimiento de la prensa de gran tirada. Esta prensa se convirtió en el vocero de la burguesía emergente y de sus movimientos, tales como el calvinismo y protestantismo de la Reforma Protestante; es decir, una burguesía con aspiraciones políticas y un alto grado de implicación cívica local. Desde principios del siglo XIX, el liberalismo triunfó en los países que constituyen el modelo Democrático Corporativo. Esto supuso límites para el poder de Estado y, en consecuencia, en los medios de comunicación ha habido una fuerte protección de la libertad de prensa y del acceso a la información gubernamental. El desarrollo del corporativismo democrático estuvo acompañado de subvenciones estatales directas para los medios de comunicación. En la mayoría de países dichas subvenciones se asignan acorde a criterios establecidos; de ahí que la autoridad racional-legal tenga un papel muy importante en estas sociedades. “Esta circunstancia, junto con el proceso de negociación y consenso característico del corporativismo democrático, hace improbable una manipulación política de las subvenciones con el propósito de ejercer una presión sobre los periódicos” (Hallin y Mancini, 2007: 150). 25 La segunda característica principal del modelo Democrático Corporativo es la profesionalización. El alto grado de paralelismo político no existió en detrimento de la profesionalización como en otros modelos. El alto grado de tiraje permitió que el periodismo fuera una actividad rentable a la que se dedican especialistas. Incluso, en estos países surgieron los primeros gremios y sindicatos de periodistas. Finalmente, la tradición de imponer límites al poder también es ejercida por los medios de comunicación. Éstos están afiliados públicamente a los partidos políticos y otros grupos; declaran en su editorial una orientación partidista y son actores identificables en los procesos electorales. Estos Estados tienen un sistema corporativo porque tienen “organizaciones de máxima representatividad que pueden defender los intereses de sus miembros al negociar con otros grupos” (Hallin y Mancini, 2007: 171). Tales grupos normalmente tienen el status de instituciones o desempeñan funciones en el Estado. De ahí que el desarrollo de la sociedad civil frente al gobierno –o en su contra- sea elevado y su cultura política sea mayoritariamente democrática. - El modelo del Atlántico Norte o Liberal. Los principales exponentes del modelo Liberal son Inglaterra y Estados Unidos, seguidos de Canadá e Irlanda. El capitalismo en esas latitudes produjo un alto desarrollo del mercado de medios de comunicación y una limitada participación estatal en éstos. El paralelismo político en este modelo es bajo. Los medios de comunicación se enfocaron a difundir noticias de la manera más neutral posible. Los temas se inclinaron más hacia la información y la narrativa, y no en la retórica y el análisis político –v.g.: uno de sus principales tópicos fue lo cultural- y por lo general contenidos dependen de “los puntos de vista de los lectores blancos de la clase media que son el objetivo preferido de los anunciantes” (Hallin y Mancini, 2007: 192). Sin embargo, esto no quiere decir que en todos los casos no tengan tendencias políticas sino que éstas dependen de las coyunturas e intereses de los actores. La profesionalización está muy desarrollada en el modelo Liberal. Los mercados en medios de comunicación hicieron posible que el periodista fuera un empleado con funciones específicas. El principio de objetividad y una tendencia política clara promovió el aumento de contenidos periodísticos especializados. De ahí que casi no existan en estos países instituciones formales de autorregulación de los medios de comunicación. 26 Por definición, el liberalismo mantiene limitado al Estado. No obstante, los países representativos de este modelo representan diferencias considerables en cuanto a la participación estatal en sus medios de comunicación. El caso más puro del liberalismo es Estados Unidos. La participación de gobierno de Estados Unidos en los medios de comunicación se constituyó inicialmente a través de infraestructura y concentración de los mercados. En este país se excluyeron casi por complejo los medios no comerciales. En un principio se construyó el sistema postal y surgieron los periódicos de partidos como parte de la dinámica mercantil. El gobierno proporcionó esas instalaciones e incluso, años después, tuvieron una imprenta pública. Asimismo, la tradición jurídica de la Primera Enmienda reguló el comportamiento del Estado en esta materia. La intervención gubernamental ha sido prioritariamente sobre la regulación de la concentración de medios de comunicación, por lo que las subvenciones gubernamentales son mínimas. El pluralismo moderado es característico de modelo Liberal. Estos países no tienen diferencias ideológicas como las europeas, pero sí tuvieron diversos conflictos políticos. El pluralismo moderado es una práctica ligada a la construcción de consensos. De ese mismo modo, el pluralismo individualizado promueve que el Gobierno rinda cuentas a los ciudadanos de manera individual y no en grupos organizados, tal como el modelo corporativo europeo supondría. Este modelo también se caracteriza por un sistema político de mayoría y una dominante autoridad racional-legal. No obstante, el modelo Liberal no está exento de contradicciones: … hay tensión entre el hecho de la propiedad privada y la presunción de que los medios de comunicación sirven al bien público, y una tensión, estrechamente relacionada con la anterior, entre la ética de la profesionalidad periodística y las presiones del mercantilismo. Hay, también, una tensión entre la tradición liberal de la libertad de prensa y las presiones del control gubernamental en las sociedades donde el ‘Estado de seguridad nacional’ es fuerte (Hallin y Mancini, 2007). Este contradictorio modelo Liberal es el futuro de los tres modelos según estos autores. El triunfo del liberalismo a nivel mundial –y en consecuencia del modo de producción capitalista- ha implicado que el modelo Democrático Corporativo y el Pluralista Polarizado cada vez se acerquen más a sus estructuras, prácticas y valores. 27 Bajo esta perspectiva de predominio de las prácticas liberales, en el siguiente capítulo se explica el caso de México respecto a su sistema de medios de comunicación y el sistema político. 28 CAPÍTULO 2 EL SISTEMA DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y EL SISTEMA POLÍTICO EN MÉXICO 29 La explicación del SMC y el SP en México a través de los conceptos brindados por Daniel Hallin y Paolo Mancini se enfrenta a algunos inconvenientes iniciales. Estos modelos se construyeron con base en Estados en los que el modo de producción capitalista tuvo diferentes niveles de desarrollos y en gran medida consolidaron una democracia liberal. En este país ninguno de esos elementos tiene condiciones equiparables. El Estado en México ha sido producto de un proceso histórico motivado por el capitalismo no íntegro, un modo de producción diferente al de las grandes potencias de Europa y Estados Unidos.El capitalismo no íntegro es un modo de producción cuya característica principal es la creación de plustrabajo, el cual se apropia de un valor de cambio, en precio, determinado según el grado de desarrollo de la producción capitalista íntegra (Álvarez, 1994). A diferencia del capitalismo íntegro -en donde la creación de valor implica un nivel de socialización de trabajo compuesto por la producción, circulación e inversión de capital-, el capitalismo no íntegro supone la creación de plustrabajo mediante los últimos tres elementos pero sin las implicaciones sociales del valor. Las investigaciones sobre las características en el subdesarrollo, específicamente en México, toman en consideración que “el capitalismo no ha sido idéntico en todas partes ni en todos los tiempos: ha cambiado de un país al siguiente y de una época a otra (…) sin que ello implique, claro está, lo que haya de común y general en el proceso” (Aguilar, 1990: 31-32). En las potencias, esta formación socioeconómica capitalista se genera a partir del desarrollo del proceso de producción, el cual tiene como principal componente el valor y la fuerza de trabajo. Según Álvarez Saldaña (1994: 71), en esos países el valor se explica a través de la relación social-histórica en la que la fuerza de trabajo tiene como objetivo principal la producción de plusvalía o capital; y la fuerza de trabajo mediante su fuerza humana equivalente a la fuerza media del trabajo social y del rendimiento que brinde para la creación de mercancías; estos elementos generan valor a las mercancías por el tiempo pretérito requerido para fabricarlas. Finalmente, “lo que define al trabajo capitalista es precisamente esta relación social del valor, y no el que se explote al trabajador mediante un salario cuando éste produce plustrabajo- valor”. El capitalismo no integro es un concepto propuesto por Álvarez y retomado por Jerónimo Hernández Vaca en su obra El Estado en México desde la perspectiva de la Teoría de la Dependencia. Para Álvarez, este tipo de capitalismo se asemeja al de las grandes potencias en 30 cuestión de sus elementos básicos –fuerza de trabajo y valor-, pero en la producción no íntegra la producción del valor en las mercancías no está respaldada por un “trabajo pretérito” propio sino adquirido. En palabras de Álvarez, “el término no íntegro señala, particularmente, la producción de mercancías en forma capitalista, sin necesidad de crear valor (social), propio del capitalismo íntegro, y sí, en cambio, plustrabajo en relación íntima con éste” (1994: 171). En oposición a la teoría burguesa de desarrollo o desarrollismo, cuya base es la condición y promesa presente es el progreso, y sin desestimar la influencia que estados como Estados Unidos, Inglaterra y Francia ejercen sobre otras naciones, existen versiones que afirman que el capitalismo en México no fue producto sólo de la influencia extranjera y por tanto símil de la misma sino que cuenta con sus propias características: la primera es un débil mercado interior, la débil industrialización, la supervivencia de formas pre-capitalistas, las clases dominantes-dominadas y el desarrollo institucional (Aguilar, 1990). Sin el propósito de limitar la exposición teórica de tales condiciones económicas, es menester insistir que el propósito de este apartado en el capítulo es describir las características del SMC y el SP en México, por lo que definidas algunas de las características distintivas del modo de producción en el que se insertan tanto las empresas de la comunicación como los actores del SP. A su vez, el liberalismo mexicano fue una “experiencia, cargada de sentido histórico” (Reyes, 1974: IX) con múltiples contradicciones entre los propios liberales. El liberalismo en el continente europeo reveló su carácter contradictorio y muy pocas veces consciente: no fue una doctrina coherente en todos los sentidos con el sistema económico capitalista ni con el ejercicio de los derechos políticos-liberales; en gran medida dependió de las condiciones objetivas y subjetivas que le dieron existencia para satisfacer algunos de estos objetivos, por lo que en determinadas etapas, los liberales llegaron a anteponer dichas pretensiones y perseguir otras conquistas. El liberalismo nacional tuvo una influencia decisiva de las instituciones españolas, francesas y tiempo después estadounidenses. Estos países contribuyeron a la transformación de la realidad y la estructuración ideológica del liberalismo nacional en procesos estructurales para la nación -como la Revolución de Independencia en 1810 y la Revolución Mexicana en 1910-, pero no fueron determinantes para los mismos. El liberalismo mexicano no fue in stricto sensu la recepción de la modernidad europea y norteamericana, una sencilla adaptación de la visión de 31 valores predominantes; estos actores sólo brindaron algunos elementos que lograron consagrarse en las constituciones de 1856 y 1917, las cuales son el fundamento de la Carta Magna que está vigente en el país. La influencia del liberalismo español en los liberales mexicanos se evidencia en el propósito de algunos constitucionalistas del siglo XIX de adaptar ideas, principios e instituciones premodernos en el territorio conquistado. De acuerdo con Reyes Heroles (1974: 6), las clásicas ideas respecto del “pactismo” o “contractualismo” de Thomas Hobbes y Juan Jacobo Rousseau fueron inspiradoras para los promotores de la Independencia; v.g.: las primeras proclamas de ese movimiento en 1808 se apoyaron en los principios tradicionales del derecho español. El propio José María Luis Mora, uno de los principales exponentes del liberalismo mexicano, coincide en esto: en ese año se manifestaron por primera vez de manera pública ideas propiamente liberales, ese fue el momento en que “se abrió para no cerrarse jamás la discusión sobre la gran cuestión de la independencia y los derechos políticos de los mexicanos” (1836: 284). Estos principios y prácticas fueron adaptados por las clases medias ilustradas de esas épocas. Por otro lado, el liberalismo de tipo francés influyó decisivamente en la interpretación y elaboración de las libertades políticas y económicas en México. Esas libertades fueron retomadas de la Revolución francesa y otras ideas europeas con respecto de la separación Estado-Iglesia. La Constitución de Apatzingán y los Sentimientos de la Nación de José María Morelos y Pavón fueron los primeros documentos que pusieron en evidencia esas ideas modernas (Reyes, 1836). Tales documentos incluían la búsqueda de la seguridad personal, la defensa de la propiedad privada -reflejada en los artículos concernientes a la inviolabilidad del domicilio-, la libertad de trabajar en cualquier actividad con su respectiva retribución y, principalmente, la libertad de imprenta. Todas estas libertades se conjugaron con las aspiraciones coyunturales de los liberales nacionales al grado que predominaron aún más que los deseos de democracia en el país. La apropiación del liberalismo se vio reflejada en algunos aspectos fundamentales. Uno de ellos fue “su afán por alcanzar la utopía, nacido precisamente de vivir en un país en que coexisten razas distintas y que sufre una conquista, constituye una herencia que se traducirá en las preocupaciones sociales del liberalismo mexicano” (Reyes, 1974: 4). Otro problema se reflejó en el carácter impuesto de los derechos constitucionales: a diferencia de otros estados en los que la Carta Magna logró representar diversos intereses y en consecuencia contar con 32 un amplio consenso, en el país hubo una exclusión de grupos en su elaboración; la más preocupante fue la de los indígenas, pues ellos constituían uno de los grupos mayoritarios y no tenían un sentido de pertenencia sobre los nuevos derechos. Esto quiere decir que tanto el capitalismo no íntegro como el liberalismo en el país obstaculizaron-o hicieron más complicada- la consolidación democrática-liberal, la cual en esta época aún se considera en construcción. Esa urdimbre de relaciones y contradicciones en los grupos fue el contexto en el que surgieron los medios de comunicación y se logró la consolidación del SP. La obra de Hallin y Mancini no contempló a Estados nacionales con fuerzas productivas, ideológicas y culturales como las de los países en desarrollo como México. Este trabajo pretende hacer un esfuerzo en ese sentido. 2.1. El Sistema de Medios de Comunicación en México La historia de los medios de comunicación en México se ha visto íntimamente vinculada con la consolidación de fuerzas productivas y el rumbo que algunos grupos le han dado al proyecto político de cada sexenio. Estos elementos son los que han proporcionado la estructura económica, política, administrativa, jurídica e incluso una dirección de lo cultural sobre la que funcionan principalmente la prensa, la radio y la televisión. En la tesis La industria de la radio, la televisión y la política del estado mexicano, Fernando Mejía Barquera afirmó que el comportamiento de los medios de comunicación actual ha estado supeditado a las coyunturas, la madurez alcanzada por las clases sociales, el carácter del proyecto estatal y, por supuesto, a la influencia que el imperialismo ejerce sobre los sistemas de difusión colectiva en los países capitalistas desde sus orígenes. Son justamente estas posiciones las que “definen el tipo de relación (…) con los medios de difusión colectiva” (Mejía, 1981: 45) y constituyen el objeto de estudio de esta investigación. El resultado de este proceso histórico de tipo capitalista no íntegro en el país ha sido el inminente carácter comercial de la radio, prensa y televisión. Para Mejía Barquera, contrario a lo que algunos investigadores afirman sobre el “error” cometido por el Estado mexicano en la década de los veinte de haber dejado a los empresarios el manejo de la radiodifusión o, en su caso, de haberse abstenido a incidir en estos medios; los medios de comunicación actualmente existen como “consecuencia directa del proyecto económico-político que el 33 Estado surgido de la Revolución de 1910 promueve en el país” (Mejía, 1981:14). En su lógica, esto implicó que el Estado no tenía un plan de comunicación nacional ni contaba con la capacidad económica para emprender un proyecto técnico y humano de este tipo; en él tampoco existían fuerzas sociales suficientemente desarrolladas para impulsar un proyecto diferente al mercantil, es decir, de carácter más democrático; empero, sí había un interés económico e ideológico en el contenido y comportamiento de los medios (Mejía, 1981). El nacimiento de la radio y la televisión estuvo marcado por la propiedad privada de los mismos y su papel en el ciclo de rotación del capital. Estos elementos son clave para explicar su inminente carácter comercial. El régimen de concesiones fue una de sus principales consecuencias. En esencia, el marco jurídico para otorgar concesiones a los particulares es similar al que surgió tiempo después en los orígenes de las telecomunicaciones: una concesión “es un acto administrativo (…) que está sujeto a un procedimiento administrativo previo, donde se deben respetar ciertos principios y garantías a favor de los concursantes de dicho proceso licitatorio” (López, 2011: 241). Esto quiere decir que aun cuando existan normas vigentes cristalizadas en la Constitución y diferentes leyes reglamentarias, el proceso administrativo está sujeto a la discrecionalidad y proyecto de los funcionarios públicos encargados, los cuales son el Poder Ejecutivo a través de la Secretaría de Gobernación (Segob), la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCPyT), la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) y la Comisión Federal de Competencia. El régimen de concesiones en México tiene un problema de discrecionalidad administrativa e inseguridad jurídica. La discrecionalidad administrativa se refiere a que en la práctica es común que las licitaciones estén enmarcadas en acusaciones de corrupción y conflictos de intereses entre los empresarios de la información y los administradores públicos. La inseguridad jurídica deviene de que “las leyes que regulan dichos procedimientos -en materia de telecomunicaciones- no señalan plazos claros en la tramitación de dichos procedimientos” (López, 2011: 241). Esto revela la relación jurídico-estructural que existe en el sistema político y los empresarios de la información. En el caso del ciclo de rotación del capital vale la pena señalar que uno de los efectos hacia los medios de comunicación es justamente que “la reducción entre el tiempo comprendido entre el momento en que el capitalista desembolsa el capital y el tiempo en que lo recupera, ha 34 incrementado por el plusvalor realizado” (Mejía, 1981: 49). Los medios de comunicación aceleran la segunda parte del ciclo de rotación de capital al disminuir el tiempo que se requiere para agregar el valor. Las estrategias de tipo publicitario en radio, televisión y prensa son un ejemplo de esto, pues buscan convencer a la población de dirigir con antelación sus ingresos a determinados servicios o productos. En ese sentido, las industrias de la radiodifusión y de los periódicos obtienen ganancias a través de las cuotas pagadas por transmitir o publicar todo tipo de anuncios. Asimismo, dichas empresas obtienen ganancias a través de producir bienes. Así como cualquier empresa, los medios de comunicación elaboran mercancías: “objetos que resultan de un proceso de producción capitalista, producidos para realizar en el mercado el valor generado por el trabajo humano que tienen incorporado” (Mejía, 1981: 83). En estas mercancías se pueden contemplar los programas de televisión y radio vendidos a estaciones o empresas pequeñas, repetidoras e incluso las instalaciones rentadas al gobierno cuando éste no cuenta con las capacidades técnicas para producir un programa informativo. El papel ideológico que fungen los medios de comunicación también es trascendente para el Estado en México. Louis Althusser (1989) ubicó a los medios de comunicación como un Aparato Ideológico del Estado (AIE) debido a que éstos presentan realidades a los individuos bajo la forma de instituciones que permiten reproducir –y por tanto mantener- las desigualdades del modo de producción capitalista, principalmente difundiendo la ideología de los grupos dominantes. Si bien en este trabajo se considera que esto es cierto, es decir, hay una intención de los grupos políticos y empresariales en mantener cierta visión del mundo o legitimar algunas de sus acciones, éste proceso no es del todo coherente ni está exento de contradicciones. Son precisamente las distintas relaciones entre estos actores los que condicionan el comportamiento de los medios. En el caso específico de la prensa escrita en el país, el SMC propuesto por Hallin y Mancini puede explicarse de la siguiente manera: - El desarrollo de los mercados de medios de comunicación, en específico la fuerza o debilidad de la prensa de gran tirada; A diferencia del desarrollo de la radio y la televisión antes expuesto, la prensa escrita en México ha tenido una historia mucho más larga y con más sobresaltos en su relación con el SP. La 35 prensa goza de un contenido político mayor y más evidente que otros medios de comunicación. Una de las cualidades más importantes de la prensa escrita es que el origen del periodismo en el país se dio a través de este medio. El periodismo del siglo XIX participó activamente en la búsqueda del modelo de organización política que tendría años más tarde el México independiente. En esos años, se disputaban el rumbo del país los federales-liberales- republicanos y los centralistas-conservadores-monárquicos. Las gacetillas, panfletos y los primeros periódicosdel país eran receptáculo de los discursos políticos, las crónicas parlamentarias y los disímiles proyectos de nación de los intelectuales de esa época. En realidad eran mínimas las publicaciones que se dedicaban a anuncios publicitarios. “En una palabra, podemos decir que el siglo XIX se caracteriza por tener un periodismo partidista” (Fernández, 1998: 19), que luego se convertirá en un periodismo oficialista con Porfirio Díaz y terminaría convirtiéndose en mercantil. Vale la pena señalar que esta tipología histórica del periodismo mexicano propuesta por Fátima Fernández no debe tomarse ad litteram. Son sólo clasificaciones sobre el comportamiento de los periodistas y los medios de comunicación en coyunturas determinadas. Describen el carácter preponderante de los mismos sin contemplar las contradicciones que pudieron surgir en esas mismas coyunturas. Sin embargo, si bien se trata de una simplificación de los procesos, esta investigación explica in lato sensu los antecedentes del SMC actual. El carácter mercantil de los medios de comunicación se vio potenciado en el país con la Primera Guerra Mundial. Esta guerra coincide con la Revolución mexicana, la cual a su fin brindó nuevas oportunidades técnicas al territorio nacional. Esta característica es sumamente relevante para el SMC del país porque revela que sus orígenes comerciales tuvieron una relación intrínseca con las grandes potencias. Este dominio se señaló en un principio con la tesis de Mejía Barquera: el imperialismo tiene influencia sobre los sistemas de comunicación y en la periferia lo tiene desde sus orígenes. Si bien el imperialismo no influye determinadamente en el SMC mexicano, no puede eximirse que condiciona su positividad y negatividad. La principal influencia de las grandes potencias está en el carácter técnico con el que pudieron contar los medios de comunicación de ese entonces. De acuerdo con Fátima Fernández: … esta Primera Guerra Mundial deja como saldo en el campo de las comunicaciones, novedosos sistemas inalámbricos que serán explotados por las corporaciones globales 36 gnorteamericanas que en esos momentos desplazan en México al capital europeo que prevaleció durante el porfiriato. Estas corporaciones manejarán a su vez algunos medios de información escritos y nuevos medios como la radiofonía. Este hecho influye notablemente en los periódicos mexicanos. Dos de ellos, El Universal y Excelsior, surgidos durante la primera fuera mundial, serán incorporados al mundo de la radiodifusión, que nace en los Estados Unidos con definitivo sello comercial. Surge así, el periodismo como empresa (Fernández, 1998: 20). Esto no supone que los medios de comunicación no hubieran dado ganancias económicas ni políticas en circunstancias pasadas, ni que los empresarios o funcionarios mexicanos descubrieran “gracias” a los Estados capitalistas desarrollados, las potencialidades de los medios; más bien, la influencia de estos países hizo posible que la producción de mercancías derivadas de los medios fuera mucho mayor, lo que aumentó la cantidad de plusvalía que los empresarios podrían obtener del negocio de las telecomunicaciones y brindó mayores capacidades de difusión de contenidos ideológicos. En los siguientes años, el patrón preponderante en materia informativa presentó relaciones contradictorias. Una vez promulgada la Constitución de 1917, la prensa escrita exhibió un parecido al modelo informativo de las corporaciones norteamericanas, pues los contenidos se supeditaban al anunciante. Sin embargo, en vez de inclinarse hacia un periodismo de presunto carácter neutral, así como el Modelo Liberal de Hallin y Mancini (2007) lo supondría, los contenidos tendieron al oficialismo. Este grado de politización se debió principalmente a que las generaciones que detentaban el poder público en ese entonces -los caudillos del grupo sonorense, liderados por Álvaro Obregón- aniquilaban los brotes de oposición al régimen; entre los que podían incluirse los periódicos, medios a través de los cuales algunos grupos manifestaban sus demandas o propuestas en ataño. La mercantilización de los medios impresos en México surgió en las siguientes décadas de la mano con la consolidación del capitalismo no íntegro en el Estado. En su mayoría, los empresarios de la prensa decidieron los contenidos a través de los intereses de los anunciantes pero también por sus propios intereses gubernamentales. De ahí que fuera lógico que se adscribieran al oficialismo, antes que a las luchas intestinas de las décadas pasadas. El oficialismo les permitía obtener recursos públicos en diversas coyunturas y mantener su empresa durante más tiempo. Justamente esta actitud ambivalente les permitió mantener la rentabilidad de su negocio. 37 En 2013 la situación no ha cambiado del todo. De acuerdo con la Segob (2014), todos los medios impresos en el Distrito Federal son empresas. El Padrón Nacional de Medios Impresos de la Secretaría informó que actualmente existen 605 medios de este tipo, los cuales pertenecen a corporativos; entre los más importantes se encuentran el Consorcio Interamericano de Comunicación, S.A. de C.V. cuyo periódico es Reforma; la Editora La Prensa cuya publicación tiene el mismo nombre La Prensa; Grupo Editorial Expansión; Milenio Diario S.A. de C.V.; y finalmente, Grupo Editorial Televisa, S.A. de C.V. De todas estas publicaciones, son escasas las que se dedican al análisis político. Asimismo, el tiraje de los periódicos en el país es escaso en comparación con las grandes potencias. El reporte de la Asociación Mundial de Periódicos (WAN, por sus siglas en inglés) de 2002 informó que China es el país en donde más se venden medios impresos al circular 83 millones de ejemplares a diario (Etcétera, 2003). Los países que siguen en el ranking son: Japón, con 70.8 millones; India, 57.84; y Estados Unidos, 55.18. México no figura en ningún lugar. El tiraje de los periódicos en el país es información privada: primordialmente son las propias empresas las que piden esos estudios y, en consecuencia, difícilmente sus resultados son mostrados al público en general o, si lo son, no pueden ser tomados como verdaderos, pues por lo regular esos datos forman parte de estrategias publicitarias. Asimismo, también deben tomarse ciertas reservas con la información de la Segob puesto que sus datos también pueden ser resultado de un sesgo de la institución y los intereses coyunturales. Uno de los informes más famosos es el de la Unión de Voceadores y Expendedores de Periódicos de México. En su publicación número 22 de agosto del 2002 (Etcétera, 2003), informó que el periódico Esto tiene un tiraje de 150 mil ejemplares a diario; La Prensa, 140 mil; El Financiero, 85 mil y El Universal con 80 mil. En ese informe se muestra que es bajo el nivel de tiraje de los periódicos. En el caso del perfil de los lectores, la última encuesta nacional realizada por Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (Conaculta) en 2006 reveló que los mexicanos dicen que leen diversas cantidades de productos impresos. Estos materiales pueden ser libros, periódicos, revistas e historietas; del total de entrevistados, el 56.4% de libros; el 42%, periódicos; el 39.9%, revistas y el 12.2%, historietas. En cuanto a la lectura de periódicos, el informe aclaró que quienes leen más textos impresos son los jóvenes de 18 a 22 años con el 49% total, proporción que 38 disminuye conforme aumenta la edad (Conaculta, 2006). La mayoría de éstos cuenta con formación universitaria o superior. También pertenecen a un mayor nivel socioeconómico. Los lectores del país dicen preferir los periódicos locales sobre los nacionales. El 55.8% prefiere leer información relacionada con su comunidad que del acontecer nacional o internacional. De ahí que la circulación de los periódicos en el país no sea equilibrada. El lugar en donde
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