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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS COLEGIO DE GEOGRAFÍA Espacio y tiempo sagrado, peregrinación otomí a la montaña de El Zamorano. TESIS Que para obtener el título de: LICENCIADO EN GEOGRAFÍA Presenta: Enrique Próspero Roldán Valencia Asesora: Mtra. Lorena Villanueva Carmona Ciudad Universitaria, México. Agosto 2018 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Agradecimientos A mi mamá, mi papá, mi hermano, mi hermana y a toda mi familia que siempre ha estado ahí, apoyándome siempre. A mi asesora, la Mtra. Lorena Villanueva Carmona, por todos sus consejos y recomendaciones, por toda la ayuda que me brindó, su apoyo en todo momento y por su profesionalismo como docente. A los miembros del sínodo, Dr. Juan Carlos Gómez Rojas, Dr. Enrique Propin Frejomil, Dra. María Elena Figueroa Díaz y Dr. Guillermo Castillo Ramírez, por dedicar tiempo para leer este trabajo, por sus valiosas observaciones para mejorarlo y por todo su apoyo y amabilidad durante el proceso de titulación. A todas las profesoras y profesores tanto de la UNAM como de mi vida académica que me ayudaron a ser una mejor persona y sobre todo a ser un mejor ciudadano. A todas mis amigas y amigos de la UNAM y fuera de ella que siempre están conmigo. A Don Eligio y a toda la comunidad otomí de Maguey Manso que me abrieron las puertas de su hogar y de sus corazones. Gracias. Índice Introducción ........................................................................................................ 4 Capítulo 1. Geografía cultural contemporánea: teoría y método en el estudio de las peregrinaciones ............................................................................................. 8 1.1 Lo sagrado, peregrinación y experiencia ................................................. 13 1.2 Geografía de las Religiones y Geografía Cultural .................................... 20 1.3 Las peregrinaciones bajo el enfoque de la Geografía Humanística ........ 25 Capítulo 2. Contexto histórico y peregrinación de la comunidad otomí de Maguey Manso .................................................................................................. 36 2.1 Antecedentes históricos y socioeconómicos de la población de Maguey Manso………………………………………………………………………………………………….......36 2.2 Mito y religión de los otomíes y antecedentes de la peregrinación ....... 44 2.3 Peregrinación a la montaña sagrada de El Zamorano ............................. 49 2.3.1 Días Previos .............................................................................. ………49 2.3.2 El Recorrido ...................................................................................... 54 Capítulo 3. Espacio y tiempo sagrado: Experiencia ritual de los peregrinos ...... 76 3.1 Simbolismos de la peregrinación a la montaña sagrada ......................... 76 3.2 Funciones de la peregrinación en la construcción del espacio-tiempo sagrado .......................................................................................................... 85 3.3 Experiencia, actitudes y valores de los peregrinos ................................. 90 3.4 Nuevas decisiones y actitudes de renovación para la vida cotidiana de los peregrinos .............................................................................................. 100 Reflexiones finales ........................................................................................... 106 Apéndice ......................................................................................................... 114 Bibliografía ...................................................................................................... 119 4 Introducción Este trabajo tiene como objetivo principal comprender cómo la peregrinación hacia la montaña sagrada de El Zamorano que realiza anualmente la comunidad indígena1 otomí de la localidad de Maguey Manso, perteneciente al municipio de Tolimán en el estado de Querétaro convierte el espacio-tiempo profano en un espacio-tiempo sagrado y cómo influye esa sacralidad en la experiencia espacial de los peregrinos. Para ello, primero fue necesario realizar un trabajo de gabinete el cual me permitió conocer más sobre los otomíes, saber la fecha de inicio de la peregrinación, diseñar el Guión general de entrevista así como planear el viaje a la comunidad, entre otras cuestiones. Esta investigación previa fue la base de conocimientos que me permitieron poder realizar el posterior trabajo de campo. Para el desarrollo de esta tesis y tomando a la peregrinación como dinámica espacial y práctica religiosa se plantea la siguiente pregunta: ¿Cómo el espacio-tiempo profano perteneciente a la ruta de la peregrinación se convierte en un espacio-tiempo sagrado? En este sentido, se tomaron los siguientes objetivos particulares como eje principal de la investigación: - Describir la experiencia ritual del espacio que manifiestan los peregrinos antes, durante y después de realizar la peregrinación, el grado en que los participantes están ligados emocionalmente con el entorno físico por el cual se transita durante el recorrido así como sus experiencias vitales obtenidas de dicha práctica cultural. - Comprender si la sacralidad, sentimientos, valores y actitudes hacia el espacio de la ruta de la peregrinación permanecen o no después de haber realizado el viaje a la montaña de El Zamorano. 1 Para el desarrollo de este trabajo se utilizará la categoría de “comunidad” como el término más usado para referirse a la estructura social básica y suprafamiliar de los pueblos indígenas. En este sentido, siguiendo a Olivé (2004:10), se usará el término “indígena” por ser el más usual para referirnos a los pueblos originarios que han habitado lo que ahora es el territorio nacional desde antes de la conquista. 5 - Aplicar metodología cualitativa en la que se involucra la descripción de la experiencia del observador desde el enfoque de la geografía humanística. El presente trabajo consta de tres capítulos, en el primero de ellos se exponen las posiciones teórico-metodológicas a partir de las cuales se llevará a cabo esta investigación, la cual será a través del manejo de información cualitativa obtenida mediante observación participante y entrevistas dirigidas a distintas personas que emprendieron el viaje, tomando también en cuenta el papel activo del investigador como parte constitutiva del trabajo. En este primer capítulo se profundiza en conceptos clave que guían el desarrollo de esta tesis, uno de ellos es el de espacio sagrado, el cual se presenta de acuerdo con Eliade (1998), cuando ocurre una hierofanía, estableciendo un axis mundi y permitiendo así orientarse en la homogeneidad caótica del espacio; otro concepto es el de experiencia espacial, de acuerdo con Tuan (1977), implica tanto sensación como percepción y concepción. La experiencia espacial está en estrecha relación con el concepto de espacio vivido, y éste se refiere a no solamente reconocer lugares frecuentados, sino focalizarla mirada en relación con las representaciones (imágenes), reivindicándolo como un espacio cargado de valores; el lugar de acuerdo con Tuan (1975), constituye un centro de significado construido por la experiencia, para autores como Butz y Eyles (1997:2, citados en Lindón, 2006:379), no hay lugar sin sentido del lugar, esto implica el reconocimiento de que los lugares no sólo tienen una realidad material, sino que son construidos socioculturalmente a través de procesos sociales que los cargan de sentidos, significados y memoria en la vida práctica. En este apartado también se indaga en el vínculo que ha tenido la religión con la geografía, las posturas a partir de las cuales se ha abordado lo religioso desde la disciplina y su evolución hasta los estudios actuales. Por otra parte, se muestra el desarrollo histórico que ha tenido la Geografía Cultural, el papel que jugó Carl O. Sauer y la escuela de Berkeley para dar cimientos a esta rama de la geografía; la influencia que ejerció el movimiento romántico surgido principalmente en Alemania e Inglaterra y que permeó dentro del pensamiento norteamericano, así como también el papel que jugó la Escuela Francesa con el trabajo de Vidal de la Blache, principalmente. 6 Por último, se presenta el desarrollo que ha tenido la Geografía Humanística. Se exploran las distintas corrientes de pensamiento a partir de las cuales se apoya este enfoque geográfico así como los autores más representativos que han contribuido a su desarrollo. Se hace una revisión sobre algunos de los estudios que se han hecho con respecto a las peregrinaciones como dinámicas espaciales y prácticas religiosas, los distintos enfoques con los que se han abordado y las perspectivas de análisis desde la Geografía Humanística. En el segundo capítulo se presenta un panorama general de la comunidad indígena otomí, sus posibles orígenes de acuerdo con las investigaciones que se han realizado, las migraciones que este grupo tuvo que hacer antes de la llegada de los españoles y su establecimiento y situación posterior a la conquista; también se investiga sobre los chichimecas, la relación que entablaron con los otomíes y el contacto que se dio entre estos pueblos en la localidad de Maguey Manso; se describen las características físicas de esta localidad y las actividades que realiza la comunidad para obtener ingresos, siendo la agricultura, la cría de ganado, la venta de pan y artesanías sus principales actividades. Por otra parte, también se muestran los problemas sociales que aquejan a la población y las enfermedades que se presentan con mayor frecuencia dentro de la comunidad. En este capítulo, se habla también sobre los aspectos mítico-religiosos de los otomíes y las similitudes que presenta con la religión de los mexicas, basada en la pareja ancestral del Padre Viejo y la Madre Vieja (Galinier, 1990:47). Se menciona que al pertenecer a un pueblo agrícola, tienen dioses relacionados con la lluvia y la vegetación, como es el caso de Mūy’e, dios de la lluvia y Okhwâdapo, dios de las yerbas. También se presenta el origen de la peregrinación a El Zamorano como una de las actividades religiosas más importantes que realiza la comunidad y se hace una descripción de lo que se hizo durante las actividades previas a la peregrinación, siendo La Enramada y la preparación de la Santa Cruz las actividades de mayor importancia. Posteriormente, se narran las actividades que se llevaron a cabo durante los cuatro días que se necesitaron para realizar la peregrinación: las paradas que se hicieron durante el trayecto, la manera de rezar por parte de los rezanderos, la forma de caminar y la organización de la 7 peregrinación, las personas que preparaban la comida, los lugares donde pasábamos la noche, entre otras. En el tercer capítulo se muestran los simbolismos que están presentes tanto en la peregrinación como en la Santa Cruz; se habla de forma general sobre la función que ha tenido el simbolismo de la montaña a través de la historia humana y la respuesta que distintas culturas han tenido con respecto a estas formaciones rocosas, así como el significado que representa El Zamorano para la comunidad otomí, considerada como una montaña sagrada; también se interpretan las representaciones contenidas en la Santa Cruz así como los ritos y la forma de rezar que se realizó durante la peregrinación. Se presentan las diversas funciones y la importancia que representa la peregrinación para los integrantes de la comunidad. A través del trabajo de Ernst Cassirer (1984), Mircea Eliade (1998) y Mardones (2000), se explica la función que ejerce el mito dentro de las sociedades como una forma ejemplar y arquetípica de explicar la realidad y se señala cómo a través del pensamiento mítico la concepción del espacio y del tiempo se consideran como unas fuerzas relevantes que determinan la vida de las personas. En este sentido, se menciona la función que ejerce la peregrinación a El Zamorano como una forma de reactualizar el mito dentro de la comunidad. Posteriormente, se narran algunas experiencias vividas, historias de vida, opiniones y relatos contados por los peregrinos, se describen las emociones que experimentaron los participantes con respecto a los lugares por los cuales transitamos durante el viaje así como los sentimientos de permanencia o ausencia de la sacralidad en el espacio al término de la peregrinación. Por último, se describen las nuevas decisiones y actitudes de renovación que adquirieron los participantes al haber realizado el viaje así como las labores y actividades que se llevaron a cabo en los días posteriores al recorrido, donde la fiesta del 5 de mayo representa la culminación de las celebraciones religiosas. 8 Capítulo 1. Geografía cultural contemporánea: teoría y método en el estudio de las peregrinaciones En este capítulo presento las bases teóricas y metodológicas en las cuales se sustenta el desarrollo de esta tesis. En la primera parte, se profundiza en diversos conceptos que guían esta investigación, tales como: espacio sagrado, experiencia espacial, espacio vivido, lugar, sentido del lugar y geograficidad. Posteriormente, se muestran las raíces históricas y la relación que ha tenido la religión con la Geografía, la influencia que han tenido las religiones en el espacio y su evolución hasta los estudios actuales. Finalmente, se presentan los principales enfoques a partir de los cuales se han realizado investigaciones referentes a las peregrinaciones, profundizo en el desarrollo que ha tenido la Geografía Humanística así como las corrientes filosóficas en las cuales se apoya, tales como la fenomenología, el existencialismo y la hermenéutica. En cuanto a la metodología, Flores (2015:117) señala que la peregrinación como dinámica espacial es una práctica muy antigua que ha ido sufriendo transformaciones a través del tiempo y de acuerdo con los escenarios donde se ha ido desarrollando. Es a partir de la década de 1990, que el centro de interés de los estudios territoriales de las peregrinaciones ha transitado desde un análisis enfocado a aspectos materiales y objetivos hacia una perspectiva donde se focaliza la experiencia subjetiva de los peregrinos, sus impresiones individuales y las referencias espaciales que hay al respecto (Poria et.al., 2003, 2004 y 2006 citado en Flores, 2015:117). Por tanto, Flores (2015:121) menciona que la peregrinación como viaje religioso es una dinámica espacial que debe ser analizada poniendo la atención en los sujetos y en las formas en que se despliegan estas prácticas espaciales, el lugar que ocupan las representaciones y las distintas maneras de narrar la experiencia peregrina. En este sentido, la metodología que se utilizará para el desarrollo de este trabajo, a diferencia de los modelos estáticos de investigación desarrolladospara las ciencias naturalistas o positivistas, será a partir del manejo de información cualitativa obtenida por métodos 9 etnográficos, ya que éstos permiten tener un mayor acercamiento y profundizar en la realidad social tratando de generar una imagen “fiel a la vida” de lo que la gente dice y del modo en que actúa, dejando que las palabras y acciones de las personas hablen por sí mismas (Taylor y Bogdan, 1987:153). Si bien de acuerdo con Lindón (2007:36), en las ciencias sociales como pueden ser la sociología o la psicología social el tema del sujeto y su punto de vista ya cuenta con tradiciones consolidadas, en el estudio de la espacialidad y el territorio la situación es diferente: existen antecedentes relevantes (voces pioneras), pero distan de ser enfoques instituidos y retomados en las comunidades académicas. Esto debido al peso que ha tenido la idea del espacio y del territorio como realidades materiales y objetivas. Es a partir del giro cultural en Geografía desde fines de los años setenta, que se ha tomado como uno de sus principales ejes la incorporación de lo no-material en el estudio del espacio y la espacialidad. En este sentido, aportes de distintos geógrafos han puesto el acento en la subjetividad, cuya idea confluye en el denominado constructivismo geográfico (Flores, 2015:121). De acuerdo con Lindón (2007:44), este constructivismo geográfico -o espacial- se apoya en la construcción social de los espacios y lugares a partir de la experiencia de los sujetos en acción, asume que el sujeto habitante y también cognoscente construye los lugares día a día, aunque esos lugares también reconfiguran las identidades de los sujetos que los habitan. Se reconoce la acción del sujeto para construir los lugares, no sólo materialmente sino también a través del conocimiento que sobre ellos se acumula, también se enfoca en los valores asignados a los diferentes lugares y en las tramas de sentido complejas que van tejiendo las personas en interacción llamadas imaginarios y que, en última instancia, dotan a los lugares de ciertos atributos. Por tanto, a través de metodología de carácter cualitativa que nos permita adentrarnos en el universo de la subjetividad para poder comprender los motivos y creencias que están detrás de las acciones de la gente (Taylor y Bogdan, 1987:16), se utilizarán como estrategias: 1) la observación participante mediante un trabajo de campo experiencial y, 2) el uso de narrativas espaciales de vida generadas a partir de un Guión general de entrevista. 10 Para el primer caso, el término trabajo de campo experiencial es acuñado hacia la década de 1970 por el geógrafo Graham D. Rowles (citado en Flores, 2015:122), quien propone la recurrencia a campo para lograr el conocimiento interpersonal. La recurrencia a campo se hace obligatoria en distintas circunstancias y situaciones con el objetivo de lograr cercanía a través de una observación participante que permita captar el “hacer de los sujetos en el espacio” (Lindón, 2008:15 citado en Flores, 2015:122); es decir, ese rapport o simpatía que se siente por los informantes y lograr que ellos la acepten como sincera (Taylor y Bogdan, 1987:55). Por otra parte, Berdoulay (2002:55) señala que la geografía cultural tiene que acentuar el cambio epistemológico de las ciencias humanas y sociales, a través del procedimiento discursivo y sobre todo narrativo de los lugares en el cual sitúa el papel activo del sujeto como parte central y fundamental de la investigación, en este sentido, se tomará en cuenta la experiencia del observador para el desarrollo de esta investigación. En el segundo caso, se trata especialmente del conjunto de relatos, historias y narrativas espaciales así como de experiencias vividas por el sujeto participante en determinados lugares, organizados y secuencializados espacio-temporalmente; son narraciones en las cuales el lugar se hace parte de la experiencia allí vivida e influye de alguna forma en la vida y experiencia del sujeto, imprimiéndole una marca. Los relatos de vida representan gran valor metodológico para el investigador ya que condensan elementos claves acerca de la construcción del sentido del lugar (Lindón, 2007:42). Taylor y Bogdan (1987:106) mencionan que las historias de vida constituyen una rica fuente de comprensión en y por sí mismas y representan la forma más pura de los estudios descriptivos, más que cualquier otro enfoque de la ciencia social. La historia de vida nos permite conocer íntimamente a las personas, ver el mundo a través de sus ojos e introducirnos vicariamente en sus experiencias (Shaw, 1931 citado en Taylor y Bogdan, 1987:106). De acuerdo con García Ballesteros (1998) se utilizaron tres técnicas de investigación: documentales, de observación y de autoinformación, las cuales se emplearon conforme a las condiciones del medio así como a la disponibilidad para la obtención de la información. A continuación, se describirá cada una de las técnicas de investigación empleadas para la realización de este trabajo: 11 Técnicas documentales En esta etapa se revisó cartografía y bibliografía general de Querétaro y concretamente de la localidad de Maguey Manso, perteneciente al municipio de Tolimán; se buscó información histórica-geográfica de la comunidad indígena otomí y se consultaron documentos y publicaciones referentes a la peregrinación como dinámica espacial y práctica cultural. Técnicas de observación participante Durante mi estancia dentro de la comunidad utilicé la interacción social como parte de la observación participante en dos principales escenarios de investigación: el primero de ellos es Maguey Manso, el lugar donde la comunidad vive y desarrolla sus actividades y en donde se encuentra la capilla de la Santa Cruz, y el segundo es la ruta de peregrinaje que comprende la distancia entre la capilla de la Santa Cruz hasta la montaña sagrada de El Zamorano. Los primeros días a mi llegada consintieron en reconocer el lugar y adentrarme en las actividades y en la forma de vida de las personas. También en este periodo contacté con las principales autoridades de la comunidad, me presenté formalmente con los protectores de la Santa Cruz y les expliqué los motivos académicos por los cuales me encontraba en su comunidad. En una relación de mutuo apoyo me ofrecí como trabajador voluntario para las actividades que se llevarían a cabo así como para los preparativos que fueran necesarios para la peregrinación, a cambio de su aceptación para la realización de mis entrevistas y la tolerancia para mis observaciones; fue un acuerdo implícito donde se aceptó mi presencia, a partir de ese momento me enfoqué a tener poco a poco un contacto con las personas para lograr ese rapport y aceptación social, con el fin de que se sintieran lo menos incómodo posible, también me concentré en empezar a identificar a los posibles informantes. Para tener un mayor acercamiento con las personas, su forma de vida y el uso y manejo de su espacio, me involucré en todas las posibles actividades cotidianas que se llevaban a cabo, tales como: distintas comidas realizadas dentro de la comunidad, actividades agrícolas y ayuda para la venta de su ‘quiote’ en la plaza de Tolimán. Además, dentro de las actividades previas colaboré en La Enramada y la preparación de la Santa Cruz así como en la realización 12 de los distintos platillos necesarios para la fiesta que se llevaría a cabo al regreso de la peregrinación. La forma de registro de la información obtenida se hizo principalmente mediante la memorización de la mayor cantidad posible de elementos que se ven, oyen, sienten, huelen, etc., así como la búsqueda de palabras y frases claves para su posterior registro, también en algunos momentos, utilicé dispositivos electrónicos para poder registrar la conversación lo más fidedignamente posible.Técnicas de autoinformación En esta fase, la principal herramienta utilizada fue el Guión General de Entrevista (Anexo 1), el cual lo diseñé previamente y se aplicó antes, durante y después de la peregrinación. Estos testimonios orales se obtuvieron de una conversación informal basándome en el Guión General de Entrevista, los cuales fueron transcritos lo más fidedignamente posible. Mediante la entrevista no estructurada y la conversación informal se obtuvieron impresiones subjetivas, historias de vida y relatos. Se entrevistó a un total de 25 participantes y miembros de la comunidad indígena otomí, los informantes fueron principalmente autoridades de la comunidad, como el actual protector de la Santa Cruz y sus familiares más cercanos, así como personas que han tenido una participación relevante y un contacto especial con los lugares por donde se lleva a cabo la dinámica espacial de la peregrinación. Se eligió a estos informantes debido principalmente a la relevancia que representan dentro de la comunidad así como la importancia que tiene para ellos realizar el viaje. Debido a que la mayoría de ellos prefirieron no dar sus nombres (a excepción de Don Eligio), opté por estandarizar y omitir el nombre de los informantes, utilizando sólo un número como pseudónimo para referirme a ellos. Se entrevistó a ese número de personas ya que en algunas ocasiones, especialmente durante la peregrinación, la situación no se prestaba para hablar con más participantes. Al haber realizado entrevistas largas y profundas (ver Guión General de Entrevista, Anexo 1) pasaba mucho tiempo con ciertos peregrinos con el objetivo de lograr el rapport y de penetrar más 13 en sus sentimientos y emociones con respecto a los lugares por los cuales transitamos. Por otra parte, en algún momento de la investigación de campo ocurrió una saturación teórica, es decir, ese punto de la investigación en el que los datos comienzan a ser repetitivos y no se logran aprehensiones nuevas importantes (Glaser y Strauss 1976 citados en Taylor y Bogdan 1987:90). Al tener la información general obtenida de las observaciones planteadas y de los testimonios orales, se procedió a la organización del material para su posterior transcripción y análisis. Taylor y Bogdan (1987:174) señalan que en el caso de las historias de vida o alguna otra narrativa, éstas contienen una descripción de los acontecimientos y experiencias importantes de la vida de una persona, o alguna parte principal de ella, por consiguiente, en la construcción de estas narrativas, su análisis consiste en un proceso de compaginación y reunión del relato, de tal modo que el resultado capte los sentimientos, modos de ver y perspectivas, en este caso en relación al sentido del lugar que se crea por la experiencia espacial. 1.1 Lo sagrado, peregrinación y experiencia Uno de los conceptos fundamentales en torno al cual gira este trabajo es con respecto a lo sagrado, de acuerdo con Wunenburger (2006), éste es difícil de definir ya que a través de una aproximación lexicográfica se puede apreciar la complejidad y ambigüedad que enmarca este término. Este autor señala que históricamente lo sagrado ha remitido a lo religioso, sin embargo, no se refiere exclusivamente a ello, sino que traspasa ese ámbito, lo sagrado corresponde a un conjunto de comportamientos individuales y colectivos que se remontan a los tiempos más inmemoriales de la humanidad. Para Eliade (1999:8), lo sagrado es un elemento de la estructura de la conciencia y no una etapa de su historia. Lo sagrado puede operar en tres niveles: el de la experiencia psíquica, el de las estructuras simbólicas comunes a todas las formas de representación sagrada y, el de las funciones culturales de lo sagrado en las sociedades. 14 El estudio de lo sagrado no comienza verdaderamente sino hasta el desarrollo de las ciencias humanas y religiosas que inicia a mediados del siglo XIX, estos trabajos estaban influenciados principalmente por la filosofía de August Comte mediante una postura dogmática y evolucionista de la cultura (Wunenburger, 2006:82). Ries señala en el Tratado de Antropología de lo Sagrado (1995:23), que a partir de la filosofía positivista, Emilie Durkheim (1858-1917) desarrolla sus investigaciones partiendo de lo religioso como manifestación natural de la actividad humana. Sus estudios realizados sobre el totemismo en Australia representan para él la primera forma religiosa, estructurada a partir de una fuerza anónima e impersonal llamada mana, bajo esta perspectiva es la sociedad la que despierta en el ser humano la sensación de lo divino y de esta forma lo sagrado es visto como una fuerza impersonal que tiene su origen en la conciencia colectiva, excluyendo así tres nociones: lo sobrenatural, el misterio y la divinidad. Otra forma de abordar lo sagrado tiene que ver con el trabajo realizado por Rudolf Otto (1860-1937) y una de sus obras principales, Das Heilige (1917, Lo Sagrado o Lo Santo), este historiador de las religiones se enfoca más sobre la experiencia religiosa dejando a un lado la parte racional de la religión (Eliade, 1998:13). De acuerdo con Ries (1995:30), un aspecto fundamental en la obra de Otto y que representa una etapa totalmente nueva para posteriores investigaciones es lo concerniente a lo sagrado como algo numinoso (del latín numen: Dios o deidad), y al mysterium tremendum et fascinans como experiencias totalmente distintas de las realidades naturales. Otra aportación de Otto es el estudio del símbolo como un aspecto necesario para la toma de contacto con lo divino y como una forma de lenguaje abstracto para la aprehensión de lo sagrado. Anttonen (2000:271) señala que lo sagrado necesita tener una lógica peculiar de entendimiento, esto de acuerdo con el sistema particular de creencias donde se usa. Lo sagrado constituye una cualidad especial en los sistemas individuales y colectivos de significado y se diferencia de lo profano a partir de los mitos culturalmente transmitidos así como de formas rituales donde las construcciones simbólicas de valores de vida tanto individuales como colectivas se renuevan en aquellos lugares donde el contacto entre los seres humanos y Dios se hace real. 15 Con respecto al espacio sagrado, un gran aporte proviene del pensamiento de Mircea Eliade (1907-1986), quien fue influenciado en gran medida por las investigaciones de su colega George Dumézil (1898-1896). En su obra Lo Sagrado y lo Profano (1998), Eliade señala que el espacio-tiempo sagrado se presenta cuando ocurre una Hierofanía, es decir, una manifestación de lo sagrado. Eliade escribió que: “…la revelación de un espacio sagrado permite obtener un punto fijo, orientarse en la homogeneidad caótica, fundar el mundo y vivir realmente. Por el contrario, la experiencia profana mantiene la homogeneidad y, por consiguiente, la relatividad del espacio (Eliade, 1998:23).” Para Eliade (1998:28), un territorio desconocido, o aquel que permanece sin ser ocupado por «los nuestros», continúa participando en la modalidad fluida del «caos», al ocuparlo y al instalarnos en él, el ser humano lo transforma simbólicamente en cosmos por una repetición ritual de la cosmogonía, la cosmización de territorios por medio de un modelo ejemplar es siempre una consagración, al organizar un espacio, se reitera la obra ejemplar de los dioses. De esta manera, «el sistema mundo» de las sociedades tradicionales está caracterizado principalmente por: a) una ruptura en la homogeneidad del espacio que constituye un lugar sagrado; b) esa ruptura simboliza una «abertura» dentro de la cual se puede transitar de una región cósmica a otra (del cielo a la Tierra, y de la Tierra al mundo inferior); c) la comunicación con el cielo se expresa indiferentemente por cierto número de imágenes relativas en su totalidad al axis mundi,y; d) alrededor de este eje cósmico se extiende «nuestro mundo», por consiguiente el eje se encuentra en medio de la Tierra y es el centro del mundo (Eliade, 1998:32). De esta manera, Eliade contribuye con la definición de espacio sagrado, centrando sus investigaciones en cuatro elementos esenciales: lo sagrado, el símbolo, el mito y el rito. Dentro de su obra también señala al homo religiosus y se refiere a él como alguien que «cree siempre que existe una realidad absoluta [lo sagrado], que trasciende este mundo pero que 16 se manifiesta en él y por ello lo santifica y lo hace real» (Eliade, 1965:171, citado en Ries, 1995:37). Para Anttonen (2000:272), distintas formas de comportamiento religioso como el ayuno, el peregrinaje, el ascetismo, el celibato o variadas formas de meditación también pueden ser comprendidas en términos de la categoría de lo sagrado. Esas formas de comportamiento religioso son culturalmente constituidas sobre la idea de marcar el yo físico y mental como algo separado de la rutina de la vida social cotidiana. Con respecto a las peregrinaciones, Agís (2008:303) señala que éstas han estado presentes en todas las culturas y religiones alrededor del mundo, es una actividad indisolublemente unida a la condición itinerante del ser humano. Esta idea ha sido desarrollada por Gabriel Marcel en su obra Homo Viator (1944); para este filósofo el ser humano es un ser en camino, que está en constante itinerancia, en donde ser itinerante está profundamente relacionado con la trascendencia, con un proceso: es movimiento o cambio pero en un camino. Para Marcel (2005:19), la idea de viaje, que no se considera habitualmente como dotada de un valor o alcance específicamente filosófico, presenta sin duda la inestimable ventaja de recoger en sí determinaciones que pertenecen a la vez al tiempo y al espacio. Si bien de acuerdo con Agís (2008:303) existe un fuerte componente antropológico en el peregrinar sobre la tierra, también estas prácticas reflejan formas geográficas espaciales relacionadas con el hecho de viajar, muchas veces hacia tierras incógnitas para poder ver, conocer y tener experiencia, tal como el propio sentido etimológico de la palabra lo sugiere: el término «peregrino» se constituye de un primer fonema «per», que procede de una raíz muy antigua que en latín significa «a través de». Este fonema se encuentra en palabras como «per-iculum»: peligro; «experto»; y «experiencia». Este fonema también se encuentra en alemán y su correspondiente es «fahr», de donde se derivan fahren (viajar), gefahr (peligro) y erfahrung (experiencia). Ortega y Gasset (citado en Agís, 2008:313), señala que tanto los fonemas latinos per y por y los griegos περ y πειρ, proceden de un vocablo indoeuropeo que expresa esta realidad humana: ‘viajar’ en cuanto se abstrae de su eventual finalidad y se toma el viaje en cuanto estar viajando, ‘andando por el mundo’. Es así que el contenido de viajar comprende tanto encontrar curiosidades como pasar peligros. 17 De acuerdo con Tuan (1977), la experiencia espacial implica tanto sensación como percepción y concepción, considerando que la sensación está muy asociada a las emociones y la concepción al pensamiento. La experiencia es un término general para los diversos modos a través de los cuales una persona conoce su mundo, algunos modos sensoriales mediante los cuales éste se conoce son más pasivos y directos que otros, por ejemplo, Tuan (1975:151) señala que con el gusto, el olfato y el tacto sentimos que registramos sensaciones provocadas por estímulos externos, mientras que con la audición y sobre todo con la vista, parecería como si exploráramos activamente el mundo más allá de nosotros y así, de cierta forma, objetivamos tanto lo que escuchamos como lo que vemos. Lindón (2006:388) menciona que la experiencia espacial también es un concepto integrador en otra perspectiva: se refiere al individuo, pero va más allá del individuo. La experiencia siempre está moldeada y orientada socialmente. Este es otro plano de integración del individuo y lo social. Además, siguiendo con Lindón, la experiencia integra distintas temporalidades: la experiencia siempre remite a la memoria, a lo vivido en el pasado y también se anticipa ante lo que aún no se vive, pero en esencia toda experiencia es presente, un presente complejo. La experiencia espacial está en estrecha relación con el espacio vivido, Armand Frémont lo planteó por primera vez en un artículo de 1974 y luego, lo desarrolló en su conocido libro La région: espace vécu de 1976 (Lindón, 2006:382). Jacques Chevalier (citado en Lindón, 2006:382) perteneciente al igual que Frémont al Círculo de Geografía del Oeste de Francia, decía: «La propuesta del espacio vivido no se limita a reconocer lugares frecuentados, definir itinerarios, situar al ser humano-habitante en su cuadro familiar de existencia […] sino focalizar la mirada en la relación con las representaciones […], es decir, superar el espacio extensión (o espacio-soporte), para abordar la noción de representación (imagen) del espacio, el espacio vivido es reivindicado como un espacio cargado de valores». Gómez Rojas (2001:121) señala que la desproporción entre el espacio realmente vivido y el espacio (virtualmente) cósmico, no se expresa sólo con números, sino que presenta también un aspecto cualitativo que da a la discordancia entre las dos perspectivas su principal significación. 18 Di Meo (1991a: 123 citado en Lindón, 2006:382) contrasta la diferencia entre espacio de vida y espacio vivido, y completa la propuesta teórica con el concepto de espacio social. Para Di Meo, «el espacio de vida se confunde para cada individuo con el área de sus prácticas espaciales. Es el espacio frecuentado por cada uno de nosotros, con sus lugares atractivos, sus nodos en torno a los cuales se construye la existencia individual: la morada, la casa, los lugares de trabajo y de ocio. El espacio concreto de lo cotidiano.» Por otra parte, Di Meo señala que: «Lo construido sobre las bases de la materialidad y sus prácticas (el espacio de vida) se enriquece de la pulpa de los intercambios sociales (el espacio social), de las cargas emotivas, de las imágenes y de los conceptos individuales (aunque de esencia sociales), que forjan nuestra representación del mundo sensible y contribuyen a conferirle sentido (espacio vivido)». Así, Di Meo señala que esta forma más completa e integradora es el espacio vivido. Por tanto, de acuerdo con Di Meo (1996: 62-70 citado en Lindón, 2006:382), el espacio de vida son los lugares cotidianos, los itinerarios más o menos regulares del ser humano- habitante, trabajador, consumidor o agente social, los caminos que recorre entre su casa y el trabajo, o hacia centros de servicio, espacios de ocio etc., estos lugares pueden ser recorridos diariamente, semanalmente o anualmente. El espacio vivido incluye las pertenencias espaciales, el sentirse originario o no de un lugar, el construir la identidad de sí a partir del lugar en el cual se reside o el interés en la memoria local. El espacio de vida constituye junto con las relaciones sociales el espacio social. Para este autor, considerar al espacio social desde este enfoque objetivo de la sociedad estaría incompleto y se necesitaría articular con la del espacio vivido para incorporar la visión subjetiva (impregnada de valores) y comprender la relación que el individuo socializado tiene con los lugares (Di Meo, 1999:76 citado en Lindón, 2006:383). Estas reflexiones llevan a considerar la importancia que adquieren determinados lugares y el sentido que les son asignados. Para Tuan (1975), el espacio puede comenzar como algo indefinido que se va transformando en un lugar a medida que lo conocemos mejor y lo dotamos de valor, el espacio es una entidad geométrica abstracta definida por lugares y objetos,constituye una red de lugres donde las personas pueden experimentarlo directamente por medio del movimiento, el sentido de dirección, la distancia que los separa 19 y los relaciona y la localización relativa de objetos y lugares. Si el espacio infinito es abstracto, amplio, abierto y vacío, el lugar por el contrario, representa la estabilidad y el logro; el lugar en todas sus escalas, desde una obra de arte, una ciudad, una región o una nación es un centro de significado construido por la experiencia, se conoce tanto directamente a través de los sentidos como indirectamente a través de la mente y del conocimiento abstracto que se obtiene de ellos para crear la construcción experiencial. La experiencia grata y placentera del lugar, resultante del lazo afectivo o apego entre las personas y los lugares, constituiría lo que Tuan (2007) define como topofilia, ésta se presenta en distintos grados: desde una muy efímera y superficial asociada a criterios estéticos y visuales, hasta otras más profundas y duraderas. Por el contrario, la topofobia, sería aquella relación incómoda que establece un sujeto con su espacio debido a un estado de incongruencia, sus distintos grados serían: desde la sensación de incomodidad leve, hasta el rechazo profundo por el lugar o incluso el miedo o pánico. En cuanto a los lugares sagrados, Tuan (2007:199) menciona que el carácter de éstos como recintos de las hierofanías (de una idea primera y fundamental de un centro o eje del mundo), se adquiere cuando éste se identifica con alguna forma de manifestación divina o con un acontecimiento de máximo significado. Para autores como Butz y Eyles (1997:2, citados en Lindón, 2006:379), no hay lugar sin sentido del lugar, el lugar es donde uno es conocido y conoce a los otros. El sentido del lugar implica el reconocimiento de que los lugares no sólo tienen una realidad material, sino que son construidos socioculturalmente a través de procesos sociales que los cargan de sentidos, significados y memoria en la vida práctica. Por ello, los sentidos y significados espaciales así como la memoria espacial, no solamente se refieren al individuo, sino que son colectivamente reconocidos, están socialmente consensuados aun cuando lo sean dentro de pequeños grupos sociales (Lindón, 2006:379). De esta manera, la experiencia junto con el estudio del espacio y el lugar, para Tuan (1975:152) constituyen conceptos claves dentro de su argumentación a partir de la cual un lugar es entendido como un centro de significado construido por la experiencia. En este sentido, Relph (citado en Lindón, 2006:379) se plantea una geografía que encuentre las 20 formas bajo las cuales los lugares se manifiestan en la experiencia cotidiana o bajo las cuales se toma conciencia del mundo de vida, otorgando así un sentido al lugar, lo que constituye un núcleo profundo de la existencia humana. A continuación, se profundizará más a detalle sobre la geografía cultural y la geografía de las religiones para conocer más a fondo el origen y las tendencias actuales que ha tomado este campo de investigación y a través del cual se ha abordado el estudio de las peregrinaciones. 1.2 Geografía de las Religiones y Geografía Cultural De acuerdo con Kong (1990), las raíces históricas de la relación entre religión y geografía se remontan a la antigua geografía griega. Anaximandro (610 a.c. 546 a.C.) fue el primer cartógrafo griego conocido y sostuvo que el mundo representa una manifestación de un principio religioso. Tales preocupaciones vinculaban a la geografía y a la cosmología y estaban en el corazón de la geografía antigua, en ese sentido fue evidente que desde los primeros tiempos se han incorporado ideas religiosas dentro de la geografía. Jackowski (2012) señala que la primera persona en usar el término ‘geografía de la religión’ fue el científico, físico y escritor inglés Thomas Browne en su obra Religio Medici publicada en 1642. A partir de entonces y durante los siglos XVI y XVII las obras estaban enfocadas principalmente en lo que Isaac (1965:10 citado en Kong, 1990) denominó como geografía eclesiástica, cuyo trabajo consistía en el mapeo del progreso espacial del Cristianismo en el mundo. En este periodo aparte de la geografía eclesiástica también la ‘Geografía Bíblica’ tuvo un desarrollo importante, esta geografía, de acuerdo al autor, buscaba la identificación de lugares y nombres de la Biblia para determinar sus localizaciones, lo que demostraba la poderosa influencia que ejercía la iglesia Cristiana en esa época. En los últimos años del siglo XVII otro vínculo entre geografía y religión emergió, la postura físico-teológica defendía la idea de que en la naturaleza y en toda la Tierra se podía encontrar evidencia de la sabiduría de Dios (Glacken, 1959; 1967; Buttner, 1980: 94-95 citado en Kong, 1990), la naturaleza fue vista como un orden divino creado para el bienestar de toda la vida. Esta relación llegó a ser particularmente fuerte durante el siglo XVIII y XIX, donde a través de 21 las ideas de Montesquieu y Voltaire otro cuerpo de pensamiento también fue desarrollado: el enfoque de esta nueva escuela de pensamiento consistió en la búsqueda de la influencia del ambiente en la religión. Los geógrafos de la época adquirieron una postura ambientalmente determinista cuando trataron de explicar la naturaleza esencial de distintas religiones en términos de sus ambientes religiosos. Esta tendencia continuó así durante la mayor parte del siglo XX (Kong, 1990:357). El siglo XX fue un periodo de cambios y de nuevas formas de pensamiento modelados a partir del trabajo previo realizado. Continuando con Kong (1990:358), uno de los cambios más significativos ocurrió en la década de 1920, cuando la influencia del trabajo de Max Weber causó un gran punto de inflexión al invertir la doctrina anterior ambientalmente determinista. En lugar de examinar la influencia del medio ambiente en la religión, se estudió la influencia de la religión en las estructuras sociales y económicas. Esto representaba una posición completamente opuesta a la de la época anterior y, de acuerdo con la autora fue retomado fuertemente después de la Segunda Guerra Mundial. Con ese espíritu que reinaba en el ámbito académico surgieron muchos estudios sobre la religión como una fuerza importante para el cambio ambiental y paisajístico2. El papel que juega la religión en cuanto a la transformación del paisaje está muy relacionado con el surgimiento y el desarrollo de la Geografía Cultural. Dongre (1985) lo constata al señalar que el estudio de la religión como una fuerza en la adaptación de la gente al paisaje es ciertamente un esfuerzo propio e importante de la geografía y en especial de la Geografía Cultural. En este sentido, sería conveniente partir del concepto de cultura, el cual es un término complejo y difícil de abordar, existen distintas concepciones para el concepto que responden a diversas corrientes epistemológicas (disciplinares, históricas, teóricas), por tanto, esto hace que el término geografía cultural sea ambiguo. Sin embargo, para los propósitos de este trabajo, se definirá como un conjunto homogéneo de formas de ser y de 2 El trabajo de Isaac (1959-60 citado en Kong, 1990:358) sería un ejemplo de los escritos que se generaron a partir de este enfoque: para este autor la Geografía de la Religión es el estudio del papel que desempeñan los motivos religiosos en la transformación del ser humano. La tarea de una Geografía de la Religión es, a su juicio, separar la matriz específicamente religiosa de lo social, económico y ético en la que está inmersa y determinar su peso relativo en relación con las otras fuerzas transformadoras del paisaje (Isaac, 1961 citado en Kong, 1990:358). 22 actuar, de actitudes y de valores que reúne a losmiembros de una comunidad determinada, que a su vez comparten dichos elementos de forma consciente y/o inconsciente, es un sistema dinámico de percepción, de representación e interpretación de la realidad social (Lardellier, 2015:19). El trabajo académico realizado por la escuela de Berkeley y en especial por Carl O. Sauer como su principal precursor, resulta fundamental para comprender la articulación entre geografía y religión. Los escritos de Sauer dentro del contexto académico se focalizan en el análisis de paisajes culturales, adoptando un enfoque más ideográfico y menos nomotético. La geografía saueriana estuvo centrada exclusivamente en los aspectos materiales de la cultura, en donde se analizan los efectos que han tenido las diferentes tradiciones culturales sobre el paisaje, pero sin tratar los componentes no materiales de la creación cultural (Luna, 1999). Las obras realizadas por la escuela de Berkeley estuvieron muy relacionadas con enfoques etnográficos. Sauer, que desde su niñez estaba muy influenciado con la lengua y el pensamiento alemán, entabló relación con el antropólogo Alfred Kroeber y con Barrows, quienes concebían a la geografía como ecología humana centrada principalmente en la etología y no en la cultura (Mahecha, 2003:108). De esta manera, si bien se trató de dar énfasis al aspecto subjetivo, éste se realizó básicamente a través de los preceptos del positivismo, ya que se enfocaban en abordar a la cultura como algo meramente material sin considerar la conciencia, valores y actitudes de los sujetos. Por otro lado, es importante destacar el papel que jugaron las obras germanas y el movimiento romántico cuyo origen se dio principalmente en Alemania e Inglaterra y que permeó en gran medida dentro del pensamiento norteamericano. Este movimiento que se vio reflejado dentro de las distintas esferas sociales como la ciencia, las artes, la política, la religión y la filosofía, influenció en gran medida a la Geografía Cultural ya que resurgió una curiosidad por la alteridad y por tratar asuntos relacionados con los sentimientos y emociones en las distintas culturas. El geógrafo alemán Friedrich Ratzel (1844-1904), a partir de las concepciones naturalistas de Alexander von Humboldt y Carl Ritter, así como de la herencia proveniente de la revolución 23 darwiniana que proponía entre otras cuestiones un interés entre las relaciones de los grupos humanos y el medio, desarrolla el término Anthropogeographie para abordar este nuevo campo de investigación enfocado en el estudio de la distribución de los seres humanos y de las civilizaciones. El trabajo de estos geógrafos podría representar el inicio del desarrollo de los estudios geográficos en esa área ya que se comenzó el interés por distintos aspectos de la actividad humana. De esta manera, su trabajo jugó un rol importante para el proceso de formación de la geografía de la religión como una rama de la disciplina geográfica (Jackowski, 2012:26). De acuerdo con Büttmann (1977:63 citado en Claval, 1999:23) los tres principios fundamentales que guían la Antropogeografía son: 1) describir las áreas donde viven los grupos humanos y cartografiarlas; 2) buscar establecer las causas geográficas de la distribución de los distintos grupos humanos sobre la superficie de la Tierra y; 3) definir la influencia del medio sobre el cuerpo y el espíritu de los seres humanos. Por otra parte, la Escuela Francesa de finales del siglo XIX estuvo caracterizada primordialmente por el trabajo de Vidal de la Blache (1845-1918), la concepción de este geógrafo francés estaba ligada con la tradición ratzeliana y con los desarrollos académicos procedentes de Alemania. En 1891, Vidal de la Blache funda la prestigiosa revista Annales de Géographie, este hecho significó realmente el surgimiento de la disciplina académica de geografía en Francia (Dickinson, 1969; Andrews, 1986, citado en Unwin, 2013:81). Un aspecto relevante del trabajo derivado de esta escuela es la noción de Género de Vida, este concepto de acuerdo con Claval (1999:34), permite una visión integradora de las técnicas, las herramientas y las formas de habitar de las distintas civilizaciones, si bien tiene connotaciones naturalistas desde su origen, sirve como base para estudiar aspectos cada vez más variados de la cultura enfocados con posiciones más humanistas. Durante el siglo XX, principalmente después de la Segunda Guerra Mundial, se intensificaron las investigaciones en el campo cultural de la geografía. Muchos geógrafos comenzaron a interesarse por los fenómenos religiosos y a destacar su relevancia en cuanto al desarrollo y constitución de las diferentes culturas. Entre estos investigadores se encuentran por ejemplo P. Deffontaines (1948), D.E. Sopher (1967, 1981), M. Büttner (1974), L. Kong (1990), V. Anttonen (1999), A. Jackowski (2002) y R. Henkel (2005). 24 De acuerdo con Racine y Walter (2006:483), la evolución epistemológica de la disciplina geográfica debe mucho a los enfoques estrictamente descriptivos, cuyo interés estaba principalmente dirigido a la cartografía de las distribuciones religiosas así como a la morfología del paisaje cultural. De esta manera, en la actualidad los estudios geográficos de lo religioso pasan progresivamente de lo morfológico a lo simbólico, ampliando su horizonte hacia la literatura religiosa así como a la experiencia del investigador o del practicante. Estos autores señalan que resulta fundamental que el geógrafo se interese por el análisis espacial y cultural de los efectos de la mundialización sobre las dinámicas religiosas y que se profundice en el estudio de nuestra modernidad como un tiempo de paradoja, de la confusión de los roles sociales y del movimiento asociado a las nuevas creencias, o a la reformulación de las antiguas. Abordar las representaciones y el efecto de las religiones en el espacio, conlleva de acuerdo con Racine y Walter (2006:487), a distinguir entre una geografía de las religiones, una geografía religiosa, e inclusive, una geografía espiritual: para el primer caso, la religión puede ser aprehendida como la existencia conjunta de creencias y de actos rituales que tienden a establecer relaciones específicas entre los seres humanos y los poderes extra-humanos, siendo estos actos fundados en creencias y formando un sistema sobre el cual se crea un saber ordinario ampliamente compartido; es considerada como una institución humana y trata de explorar sus relaciones con los diversos elementos de aspectos físicos y humanos. De esta forma, la geografía de las religiones se ocupa menos de la religión que de las relaciones, en términos de asociaciones y de efecto, que mantiene con otros campos sociales, culturales y ambientales; la geografía religiosa, por otra parte, se focaliza en el rol de la religión o de lo religioso en la formación de las percepciones humanas del mundo y del lugar que en él ocupa la humanidad: “su principal objetivo es el rol de la teología y de la cosmología en la interpretación del universo” (Stump, 1986 citado en Racine y Walter, 2006:487). Este enfoque fue abordado principalmente por geógrafos de la segunda mitad del siglo XX, bajo un marco positivista guiado por el rigor empírico formal del enfoque de las ciencias puras; a partir del desarrollo de la geografía humanística y de inspiración principalmente fenomenológica, puede hablarse del surgimiento de una geografía espiritual, 25 más orientada a los problemas del sentido, de la intención y de los valores que hacia aquellos ligados a las formas y a las estructuras. Para Handerson (1993:469), la geografía espiritual refleja una expansión multidisciplinaria de un pensamiento renovado en geografía en donde se redefinen las relaciones humanas con la Tierra y entre cada uno de nosotros. En este aspecto, Racine y Walter (2006:488) consideran que las peregrinacionesrepresentan una de las manifestaciones más evidentes de la significación de los lugares sagrados para los creyentes; por consiguiente, el geógrafo puede interrogarse sobre las propiedades del espacio sagrado, la manera de definirlo o de asignarle su carácter sagrado por parte del individuo o del grupo a través de su cultura, su experiencia y sus objetivos. 1.3 Las peregrinaciones bajo el enfoque de la Geografía Humanística De acuerdo con Levi (citado en Olivera, 2003:193), a finales de los años ochenta, los académicos involucrados con la geografía humana cuestionaron las principales corrientes epistemológicas vigentes en la época y replantearon sus ideas. Se empezaron a retomar propuestas que los llevaron a acercarse más a otras disciplinas y a explorar otros caminos. De esta manera, se reflexionó en torno al posmodernismo y hubo un resurgimiento de la geografía cultural. Price y Lewis (citados en Olivera, 2003:194) agrupan los trabajos de geografía cultural en dos conjuntos que coexisten. El primero de ellos se le conoce como Geografía saueriana o Geografía cultural tradicional y se refiere al estudio de las relaciones de las comunidades humanas con la naturaleza, o la transformación de los paisajes naturales construidos por el ser humano. El segundo es la Nueva geografía cultural y se enfoca en el análisis de los patrones de significación del paisaje y su papel en las relaciones sociales. En este sentido, la Escuela de Berkeley y los trabajos de Carl O. Sauer fueron criticados desde el punto de vista metodológico, ya que no se hacían entrevistas ni se intentó la observación participante. Años después surgió otro grupo de geógrafos interesados en hacer estudios culturales, sin embargo, debido a la divergencia que había entre sus investigaciones y las de 26 la Escuela de Berkeley no utilizaron el nombre de geografía cultural y fueron clasificados como humanistas (Levi, citado en Olivera, 2003:195). De acuerdo con Santis Arenas y Gangas (2004), existe un problema lingüístico entre humanista y humanístico como expresiones derivadas de humanismo. Estos autores mencionan que en el momento en que aparece la obra titulada “Humanistic Geography: Problems and Prospects” (1978), editada por D. Ley y M. S. Samuels, es cuando se materializa en el pensamiento de los geógrafos de lengua inglesa la expresión Humanistic Geography y su respectiva traducción a la lengua castellana. El enfoque humanístico ha sido desarrollado principalmente por los geógrafos anglo- estadounidenses. De acuerdo con Tuan (1976:266), la geografía humanística reflexiona sobre los fenómenos geográficos con el fin último de lograr una mejor comprensión del ser humano y de su condición; pertenece a las humanidades y a las ciencias sociales en la medida en que comparte la esperanza de proporcionar una imagen certera del mundo humano, esto mediante el estudio de las personas y su relación con la naturaleza, su comportamiento geográfico, así como sus sentimientos e ideas referentes al espacio y al lugar, enfocándose en las actividades que son distintivas de la especie humana. Para Tuan (1976:266), el mensaje del humanismo histórico, desde Erasmo (1466-1536) hasta Julián Huxley (1887-1975), nos permite tratar y definir al ser humano con una visión más grande de lo que es, así como del modo de actuar de una persona. Estébanez (1982:15) señala que el humanismo a lo largo de la historia ha tenido siempre una actitud revolucionaria respecto a las visiones dominantes del ser humano, esforzándose en introducir todo lo referente al estudio de la condición humana. De acuerdo con Mahecha (2003:103), a partir de la década de 1960 comenzó un periodo en el que muchos geógrafos se mostraron descontentos y desconfiados con respecto a los acontecimientos ocurridos durante el siglo XX, tales como: dos guerras mundiales, movimientos revolucionarios, dos bombas atómicas, la caída del muro de Berlín entre muchos otros, así como los postulados y corrientes positivistas que hasta ese momento habían sido dominantes y estaban considerados como inamovibles dentro del pensamiento académico, político e intelectual del mundo occidental. Esta situación originó la aparición de 27 movimientos críticos que cuestionaron la forma de entender la sociedad y las relaciones de la vida del ser humano con la Tierra. De esta manera, surgió una preocupación generalizada por el medio ambiente que eminentemente se vio amenazado y en constante destrucción por el empleo de ciertas técnicas procedentes del desarrollo científico. Se comenzó a cuestionar en dónde había quedado el mismo ser humano dentro de tanto desarrollo y conocimiento objetivo. Un movimiento muy importante que se desarrolló a partir del surgimiento y la actitud anti- positivista, fue el que se inició en la Escuela de Frankfurt entre 1920 y 1930, cuyo interés principal giraba en torno a la profundización de las teorías marxistas como una crítica hacia la razón y hacia la cultura burguesa. Por ejemplo, Max Horkheimer (2000:32) establecía que la ciencia y el conocimiento científico no son autosuficientes o independientes, sino que más bien se encuentran dentro de un entramado socio-económico y político con determinados fines y objetivos particulares. Por otra parte, también comenzaron a propugnarse enfoques mucho más humanos dentro de los cuales se consideraba luchar contra las estrechas limitaciones del positivismo lógico de la ciencia e incluir cuestiones referentes a la estética, la literatura, la lingüística, los sentimientos, la imaginación así como las emociones y los valores morales del ser humano (D. Ley y M. Samuels, 1978, citado en Estébanez, 1982:15). Por tanto, en cuanto a los orígenes teóricos de la Geografía Humanística, se podría considerar que surge en la década de los setenta cuando muchos geógrafos se mostraron descontentos y desconfiados con las posturas dominantes positivistas y marxistas dentro de la disciplina, y optaron por otras formas alternativas de conocimiento relacionadas con corrientes filosóficas tales como el existencialismo, la fenomenología y la hermenéutica, dando así origen a la llamada Geografía Humanística (Buttimer, 1990; Unwin, 1995; Peet, 1995 citados en Mahecha, 2003). De acuerdo con Buttimer (1990), el término humanismo tiene por lo menos cuatro distintas connotaciones: primero, implica preguntas relacionadas con la naturaleza de la humanidad (humanitas), con una marcada preocupación por la individualidad, la sociabilidad, la libertad, la responsabilidad, la racionalidad, el hedonismo, el conservadurismo y la creatividad; segundo, conforme a los modos de conocimiento humanistas que se oponen al 28 reduccionismo científico se enfatiza la subjetividad de la conciencia y la necesidad del diálogo intersubjetivo; tercero, lo relacionado con las artes, la literatura y la virtud cívica; y cuarto, existe una preocupación por la condición humana, por ejemplo en cuanto a la búsqueda de fomentar la responsabilidad social. Entre los geógrafos más representativos de esta corriente podrían mencionarse a Anne Buttimer, Yi-Fu Tuan, Edward Relph y David Ley (Peet, 1998 citado en Mahecha, 2003). De acuerdo con Buttimer (1990 citado en Mahecha, 2003) el término “Geografía Humanística” tiene varias connotaciones dentro de la literatura geográfica, en algunas ocasiones se suele considerar como sinónimo de geografía “social” o “cultural”. La Geografía Humanística se consolida principalmente por dos grandes escuelas de pensamiento que proporcionan las bases filosóficas que sustentan esta perspectiva geográfica, estas son: la americana y la francesa. La Geografía Humanística conlleva desde su inicio un componente cultural y su desarrollo no se desenvuelve de la misma manera en EstadosUnidos, Francia o Alemania, países caracterizados por sus relevantes aportaciones dentro de esta disciplina (Claval, 1999). Una obra muy significativa para este enfoque geográfico fue la publicación en 1952 de L’homme et la Terre. Nature de la réalité géographique por Eric Dardel. Si bien esta obra pasó inadvertida al momento de su publicación, más tarde es redescubierta principalmente por geógrafos norteamericanos, lo que representó una apertura hacia nuevos enfoques y un marcado interés hacia posturas humanistas, esto debido a la inclinación que tenía Dardel por la filosofía y la etnología. En esta obra, Dardel desarrolla el concepto de geograficidad, entendido como los vínculos existenciales a través de los cuales el paisaje enjuicia la totalidad del ser humano con la Tierra: la Tierra como lugar, base y medio de su realización. Estas relaciones son entendidas por Dardel como inscripciones de lo terrestre en lo humano y de lo humano en la Tierra, de tal manera que lo terrestre y lo humano no son concebibles el uno sin el otro. La geograficidad es esa relación entre el mundo material externo y el mundo interno del sujeto. Dardel (1952:56) aborda el espacio desde una perspectiva heideggeriana. Para él, el espacio geográfico se compone de espacios diferenciados, en donde el relieve, la flora, el cielo y la 29 mano de los seres humanos confieren a cada lugar un aspecto singular; el espacio geográfico es, pues, el mundo de la existencia, un mundo en donde se reagrupan tanto las dimensiones del conocimiento como las de la acción y la afectividad. De esta manera, Dardel señala que de acuerdo con su etimología, la geografía es: la “descripción de la Tierra”, sin embargo, menciona que si pretendiésemos definirla con rigurosidad debería añadirse que el término griego sugiere que la Tierra es una escritura por descifrar (el perfil de una montaña, las sinuosidades de un río, etc), y que el conocimiento geográfico tendría por objeto dilucidar esos signos, lo que la Tierra revela al ser humano sobre su condición humana y su destino. De esta manera, considera que la geografía se inserta en el mundo vivido, en el entorno cotidiano de la existencia humana. Dardel aspira a la formulación de la esencia de la geografía así como también a cuestiones relacionadas con la filosofía y con la historia de las religiones. Para Tuan (1976:267), la Geografía Humanística, a diferencia de los enfoques científicos para el estudio del ser humano que tienden a minimizar el papel de la conciencia y el conocimiento humano, trata de entender cómo las actividades y fenómenos geográficos revelan la calidad de la conciencia humana. Por tanto, propone cinco temas de interés general para los geógrafos, éstos son: conocimiento geográfico, territorio y lugar, hacinamiento y privacidad, medios de vida y economía, y religión. En cuanto a la religión, Tuan (1976:271) menciona que ésta se presenta bajo diversos grados en todas las culturas. La palabra religión deriva del Latín religare que significa unión, unirse fuertemente a un conjunto de fe, creencias o aspectos éticos, una unión entre la naturaleza o cosmos circundante, los hombres y los dioses, se trata de una visión del mundo donde todo está vinculado y mantiene correspondencias, una relación con lo irreductible y lo inefable. Por otra parte, Tuan señala que un enfoque humanístico hacia la religión requeriría que seamos conscientes de la diferencia en el deseo humano de coherencia, y observemos cómo estas diferencias se manifiestan en la organización del espacio-tiempo y en las actitudes de los grupos humanos hacia la naturaleza. De esta forma, la perspectiva humanista en geografía giró en torno a una comprensión centrada principalmente en el ser humano y en la relación de éste con sus alrededores. Contrariamente al enfoque y postulados del positivismo lógico en donde los fenómenos 30 sociales son considerados como objetos de estudio y pueden ser abordados mediante la búsqueda de leyes generales y de explicaciones causales, el modelo humanístico tiene como base la idea de que todo conocimiento es subjetivo, adentrándose al análisis y a la tarea de comprender cómo la gente ve, imagina, siente, construye y experimenta su mundo. La teoría humanística al igual que la teoría del comportamiento está interesada en el entendimiento de las relaciones entre la gente y su entorno, sin embargo, esta última tiene la intención de desarrollar modelos de comportamiento humano, ligados con posturas positivistas (Hubbard, et al., 2002: 37). Una de las corrientes filosóficas de las cuales la Geografía Humanística se apoya es la Fenomenología. De acuerdo con Entrikin (1976:617), es un término cuyo origen se remonta a la filosofía tanto de Hegel como de Kant, sin embargo, su significado contemporáneo generalmente es atribuido al trabajo filosófico de Edmund Husserl (1859-1939). Esta corriente filosófica asumida desde su origen como una crítica hacia el pensamiento racional y objetivo, configura su interés en la búsqueda de conocimiento a través de la descripción de la experiencia (Ibídem). La fenomenología tiene estrecha relación con el mundo subjetivo. De acuerdo con Husserl (1986:73) la ἐποχή (epojé) fenomenológica pone al descubierto una nueva e infinita esfera de la realidad, la esfera de una nueva experiencia: la experiencia trascendental. De esta forma, la fenomenología trascendental desarrollada por Husserl se puede definir por su insistencia en “la vuelta a las cosas mismas”, por su privilegio a la intencionalidad de la conciencia, su atención a la vivencia, su oposición al espíritu de sistema y por el papel central que le asigna a la subjetividad (Schérer, 1982:542 citado en Mahecha, O. D., 2003:104). En la década de los setenta varios geógrafos como Tuan (1977, 1979), Buttimer (1976) y Relph (1970), mostraron interés por los estudios fenomenológicos así como por la fenomenología constitutiva de Alfred Schutz (1962), basada en la búsqueda del significado (Unwin, 1992:147). Schutz desarrolla dentro de las ciencias sociales (ya no en la filosofía) la perspectiva fenomenológica para abordar fenómenos sociales. La introducción de la fenomenología en los estudios geográficos significa un acercamiento a cuestiones relacionadas con la percepción espacial del sujeto, representando así una parte integral y 31 permanente dentro del desarrollo del ser humano, en donde el mundo vivido y la subjetividad llegan a ser factores importantes para el desenvolvimiento y el entendimiento espacial. El existencialismo es otra de las corrientes filosóficas de las cuales la Geografía Humanística se apoya, ésta fue desarrollada principalmente por Jean Paul Sartre, Martin Heidegger y Soren Kierkegaard, y busca profundizar en las esencias y en un mundo exclusivamente humano. Entrikin (1976:621) señala que la principal diferencia entre la perspectiva existencialista y la fenomenología de Husserl es que ésta última tiene interés con las fundaciones a priori del conocimiento, mientras que el existencialismo está enfocado en la cuestión de la naturaleza del “ser” y de la comprensión de la existencia humana, siendo una filosofía del ser humano en el sentido total de su existencia. La existencia está caracterizada por particularidades concretas, en comparación al concepto abstracto y universal de humanidad (González, 2003). La hermenéutica también constituye una corriente filosófica de la cual la Geografía Humanística se apoya. Gadamer (2006:259 citado en Caballero Sánchez, 2009), la entiende como “el arte de dejar que algo vuelva a hablar”, a pesar de la distancia temporal y cultural. Para el caso de la geografía, Caballero Sánchez (2009) considera que el diálogo con textos geográficos del pasado puede contribuir a clarificar cuestiones epistemológicas que preocupan a los geógrafos del presente. Siguiendocon Caballero Sánchez (2009), señala que la hermenéutica es, en esencia, la capacidad humana de ensanchar la experiencia lingüística del mundo, mediante un proceso de apropiación de lo extraño. Esto conlleva a considerar que los ámbitos propios de la hermenéutica son las realidades de orden lingüístico, aquellas que pueden acceder al lenguaje, desde una obra clásica hasta un paisaje o cualquier otro género de imagen. La distinción entre desciframiento, reconstrucción e integración sirve como hilo conductor para identificar y caracterizar una gran diversidad de reflexiones y planteamientos hermenéuticos en la geografía. De esta manera, menciona Caballero Sánchez, se permite afirmar que la situación inicial de la hermenéutica, la extrañeza, es consustancial a la geografía, así como el 32 ejercicio de las capacidades de lectura que permiten salvar esa extrañeza. La hermenéutica se refiere a la interpretación, al trabajo con lo simbólico y el significado El Tableau de la géographie de la France (1903), de acuerdo con Caballero Sánchez (2009), puede considerarse claramente con un enfoque hacia la hermenéutica, esto debido a la descripción paisajística que Paul Vidal de la Blache hace en esta obra. Este texto surge en un ambiente intelectual determinado, precisamente en la configuración de la géographie humaine, durante los siglos XIX y XX, entrando en sintonía con las corrientes culturales y científicas, tales como el neokantismo y el neolamarquismo. En resumen, siguiendo a Entrikin (1976:628), el acercamiento humanístico en geografía puede ser entendido como un intento para aplicar la perspectiva existencial, fenomenológica y hermenéutica en la geografía. La mayor manifestación geográfica de esta perspectiva es la importancia del espacio existencial. Por lo tanto, el objetivo común de los geógrafos humanistas es describir las experiencias geográficas del ser humano como son verdaderamente experienciadas y como experiencias significativas anteriores a las abstracciones de la ciencia. En este sentido, en cuanto a las peregrinaciones como dinámicas espaciales y prácticas religiosas, de acuerdo con Sopher (1981), éstas han atraído una atención creciente dentro de la geografía, paralelamente con tendencia hacia la antropología y hacia una relación entre la geografía y la Religionswissenschaftler3. El viaje hacia un lugar sagrado ha sido tratado por varios investigadores desde distintos escenarios culturales, por ejemplo Singh, R. (2005), ha investigado la geografía de las peregrinaciones en India a través de un acercamiento crítico, concibe a los participantes como una parte del mundo cultural, creado y manifestado por ellos tanto individual como colectivamente. Surinder M. Bhardwaj (1999), penetra en el estudio del peregrinaje hindú a través de la relación de conceptos tales como Tirtha Yatra que hace referencia a emprender una peregrinación a lugares sagrados y Parikrama (o Pradakshina), que significa rodear el objeto sagrado: la circulación que ha sido utilizada para 3 De acuerdo con Eliade (1999:13) el término alemán Religionswissenschaftler no puede traducirse fácilmente, de tal manera que podría entenderse como “Historia de las religiones”, en el sentido más amplio de la palabra, en donde se incluye no solo la historia propiamente dicha sino que también abarca el estudio comparado de las religiones así como la fenomenología y la morfología religiosa. 33 describir los flujos del peregrinaje difiere de la Circumambulation, o si se prefiere Parikrama, que tiene un significado más profundo en el espacio religioso, conectando al peregrino con el cosmos. De esta manera, Bhardwaj interpreta el significado cosmológico de estos dos componentes de la peregrinación a partir del principio de auto organización de la Teoría del Caos. En el trabajo de Stoddard (1997), se presenta un marco general para la clasificación de las peregrinaciones, en él se identifican cuatro elementos básicos para su estudio: 1) distancia de movimiento, 2) motivación, 3) destino y, 4) magnitud. Preston (1992:33) introduce otro elemento para abordar el estudio de las peregrinaciones, para ello, configura el término “Spiritual Magnetism”, el cual puede ser definido simplemente como el poder que ejerce cierto santuario de peregrinación para atraer devotos, relacionado con el número de personas que asisten a dicho santuario; involucra medidas profundas de experiencias religiosas, tal como el sentido que tienen los peregrinos de estar en la presencia de lo sobrenatural. La influencia de Victor Turner ha sido fundamental para el estudio de las peregrinaciones, especialmente dentro de la antropología anglófona del siglo XX (Eade y Albera, 2015:2). Los intereses teóricos abordados por Turner que convergen para el estudio de estas dinámicas espaciales, son: las unidades procesuales, la antiestructura social y la semántica de los símbolos rituales (Turner, 1973:191). Desde esta perspectiva, de acuerdo con el autor, las peregrinaciones son vistas como fenómenos liminales, es decir, los viajes son estados en los que no se está ni en un sitio ni en otro, Turner señala que este concepto es aplicable a los estudios de rituales que marcan el proceso entre un estado y otro, o bien a la aplicación de procesos transitorios aunque estos no estén ritualizados, de esta manera, la liminalidad correspondería a estar en una especie de umbral que permite “el paso” entre una condición social y otra. La liminalidad está directamente relacionada con la Communitas, la cual, permite llevar a cabo el emprendimiento de una humanidad universal libre de las estructuras y divisiones sociales. Turner (1973:193), distingue tres tipos de Communitas: 1) Communitas Existencial o espontánea, que se refiere a la directa, inmediata y total confrontación de identidades 34 humanas que, cuando ocurre, tiende a hacer que los que la experimentan piensen en la humanidad como una comunidad homogénea, no estructurada y libre; 2) Communitas Normativa, en donde bajo la influencia del tiempo, se refiere a la necesidad de movilizar y organizar recursos para mantener a los integrantes de un grupo así como la de tener un control social a través de los miembros que se encuentran dentro de un cumplimiento de objetivos colectivos, esta communitas conduce a que la original Communitas Existencial se organice dentro de un sistema social perdurable. La Communitas Normativa comienza con una experiencia no utilitaria de la hermandad y el compañerismo, cuya forma resultante se trata de preservar en y por sus códigos religiosos y éticos así como por sus estatutos y regulaciones legales; 3) Communitas Ideológica, ésta corresponde a una etiqueta que se puede aplicar a una variedad de modelos utópicos o modelos de sociedades consideradas por sus autores para proporcionar las condiciones óptimas para la Communitas Existencial o espontánea. A partir de estas consideraciones, el enfoque de Turner fue seguido por un gran número de investigadores, los cuales trataron de profundizar en la relevancia de la Communitas en distintos contextos etnográficos. De acuerdo con Eade y Albera (2015:4), el trabajo que realizó Brian Pfaffenberger sobre la peregrinación hindú del centro de Kataragama, inspirado bajo el paradigma turneriano, concluyó que en esa peregrinación los participantes no experimentaron la communitas. Esta contradicción también fue retomada por Alan Morinis (1984, citado en Eade and Albera 2015:4), quien investigó las peregrinaciones hindúes, Morinis aceptó que los sentimientos de communitas fueron un aspecto característico del performance de los peregrinos, sin embrago, la communitas no tenía exclusividad ya que coexistió con otros elementos del comportamiento ritual que eran de significación equivalente. Si bien la influencia de Turner
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