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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
COLEGIO DE GEOGRAFÍA 
 
LA DINÁMICA TERRITORIAL DEL TURISMO EN SAN 
FRANCISCO DE CAMPECHE EN RELACIÓN CON SU 
IMAGEN COMO DESTINO TURÍSTICO 
 
 
 
 
T E S I S 
 
 
 QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: 
 LICENCIADO EN GEOGRAFÍA 
 
 
 
 P R E S E N T A : 
 
Díaz Díaz Álvaro 
 
ASESORA DE TESIS: 
Dra. Alvarado Sizzo Ilia 
 
Ciudad Universitaria, CD. MX., 2017. 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
 
Esta tesis es producto del Proyecto DGAPA-PAPIIT IA301116 Turismo cultural en 
ciudades del patrimonio mundial y pueblos mágicos: una perspectiva de análisis desde las 
representaciones espaciales. 
Responsable: Dra. Ilia Alvarado Sizzo 
Corresponsable: Dr. Álvaro López López 
Agradecimientos 
A la Universidad Nacional Autónoma de México, al Instituto de Geografía, a la Facultad de 
Filosofía y Letras y al Colegio de Geografía por brindarme no una sino muchas maneras ver, 
saber y entender en una formación que va más allá de lo académico. 
Doy gracias al Proyecto DGAPA-PAPIIT IA301116 Turismo cultural en ciudades del 
patrimonio mundial y pueblos mágicos: una perspectiva de análisis desde las 
representaciones espaciales, por la beca otorgada para la realización de esta tesis. 
A mi asesora, la Dra. Ilia Alvarado Sizzo, por haberme guiado en el proceso de elaboración 
de este trabajo que me llevó al final de mi etapa universitaria de Licenciatura. Al sínodo: 
agradezco el conocimiento que desde el primer semestre recibí del Dr. Quezada Edmundo, 
que en el momento inicial de la carrera no pude percibir sino hasta después y que ahora 
aprecio más, lo estimo mucho; al Dr. López López Álvaro y al Dr. Enrique Propín Frejomil, 
a quienes estimo y valoro por el tiempo dado en clase y fuera de ellas con la ayuda en esta 
tesis. Al maestro Frank Gustavo, a cuya ayuda y orientación en clase y en decurso de la 
carrera se suma la de ser parte del sínodo. 
A mi familia: mi padre, Eduardo Díaz Oropeza, mi madre, Adela Díaz Moreno; mis 
hermanos: Margarita, David, Marisol, Eduardo y Sonia. 
A lo largo de la carrera encontré profesores que para mí se volvieron importantes en mi 
formación académica y que agradezco en demasía: Dr. Guadarrama Julio, maestro Ortega 
Herrera José Manuel, maestro Saracho López Federico y maestra López Castro María Teresa. 
A mis amigos cuatreros: Yair, Maribel, Tesy, Alejandro y Eduardo; a mis amigos de filos: 
Enrique, Martha (también cuatrera), Giselle y Yael, Karina, Tania, Yuli y Esther; a mis 
amigos francófonos: Silvia, Marco y Andrés. Todos han representado mucho para mí, desde 
la mejor compañía y apoyo hasta un gran reto intelectual que me han impuesto unas ganas 
de competencia y superación personal para llegar a ser una mejor persona en cualquier 
aspecto de mi vida que jamás podré olvidar. 
A todos muchas gracias. 
 
Índice general 
Introducción…………………………………………………………………………………1 
1. Posturas teórico-conceptuales sobre la imagen del destino turístico en el territorio 
1.1. Geografía del turismo…………………………………………………………….....5 
1.1.1. Conceptos de investigación en turismo………………………………………7 
1.1.1.1. Disertación ocio/turismo……………………………………………..7 
1.1.1.2. El turista……………………………………………………………...9 
1.2. La dinámica territorial……………………………………………………………..11 
1.2.1. Perspectivas en la dinámica territorial………………………………………12 
1.2.2. El destino turístico en la dinámica territorial……………………………….13 
1.3. Turismo y patrimonio……………………………………………………………...16 
1.3.1. El turismo cultural…………………………………………………………..17 
1.3.2. El patrimonio cultural………………………………………………………20 
1.3.2.1. El patrimonio histórico en Europa…………………………………..21 
1.3.2.2. El patrimonio en México……………………………………………23 
1.4. La imagen del destino turístico…………………………………………………….26 
1.4.1. Dimensiones de la imagen…………………………………………………..27 
1.4.2. Proceso de formación de la imagen…………………………………………29 
1.4.3. Las redes sociales, fuente participativa de la imagen……………………….31 
2. Características territoriales de la Ciudad de Campeche 
2.1. Factores físico-geográficos que inciden en el turismo de Campeche………………34 
2.1.1. La ubicación de la Ciudad de Campeche en la región Sureste……………..34 
2.1.2. Los componentes del relieve y los espacios de acopio de agua: formaciones 
del atractivo natural…………………………………………………………...36 
2.1.3. La sensación del clima y la vegetación como escenario exaltante en la 
apreciación del paisaje………………………………………………………..39 
2.2. Contexto histórico…………………………………………………………………42 
2.2.1. La ocupación española del poblado de Ah Kin Pech en la Península de 
Yucatán……………………………………………………………………….43 
2.2.2. La condición de Campeche como puerto y el inicio de la economía regional 
de Yucatán…………………………………………………………………….46 
2.2.3. La defensa de la economía portuaria y la segregación socio-espacial: el 
amurallamiento de San Francisco de Campeche………………………………49 
2.2.4. Los ciclos económicos: el auge portuario de la nueva ciudad……………...52 
2.2.5. Los cambios urbanos del Campeche moderno: hacia el reconocimiento del 
patrimonio y el encaminamiento turístico de la ciudad………………………..60 
3. La dinámica territorial derivada de la imagen del destino turístico San Francisco de 
Campeche 
3.1. Metodología…………………………………....………………………………….64 
3.2. El patrimonio de la Ciudad Fortificada…………………………………………….67 
3.3. Comportamiento territorial de los turistas…………………………………………74 
3.4. La imagen creada por los turistas…………………………………………………..88 
3.4.1. Actuales imágenes en torno a la ciudad: imágenes de cultura y naturaleza...89 
3.4.2. Imagen principal del destino turístico………………………………………92 
Conclusiones…...………………………………………………………………………...106 
Bibliografía……………………………………………………………………………….111 
Anexos…………………………………………………………………………………….123 
Índice de cuadros 
Cuadro 1.1. Campos de investigación en turismo……….…………………………………...7 
Cuadro 1.2. Perspectivas en la dinámica territorial…………...……………….……………13 
Cuadro 2.1. Ubicación de las puertas y baluartes del conjunto fortificado………………….50 
Cuadro 2.2. Composición laboral por barrio registrada en la matrícula de Mar de Campeche 
de 1777..…………………………………………………………………………………… 53 
Cuadro 3.1. Información de sexo, edad y educación de los encuestados……………………74 
Cuadro 3.2 Estados y países de procedencia de los turistas encuestados……………………76 
Cuadro 3.3. Imágenes por recurso ofertado en la página oficial de turismo del estado de 
Campeche, estructurados bajo el distintivo de “Patrimonio Universal de México”………...87 
Cuadro 3.4. Revisión de imágenes de recursos turísticos en páginas de internet y redes 
sociales…………………………………………………………………………………..…90 
Cuadro 3.5. Palabras que caracterizan y definen al destino turístico………..……………...98 
Cuadro 3.6. Usuarios por dispositivo electrónico utilizado, y Medios de difusión de fotos e 
imágenes…………………………………………………………………………………..100 
 
Índice de figuras 
Figura 1.1. Relación entre Ocio, Turismo y Recreación……………………………………..8 
Figura 1.2. Tipos de actores en la dinámica territorial……………………………………...12 
Figura 1.3. Concepto de destino turístico…………………………………………………...14 
Figura 1.4. Aspectos geográficos del destino turístico.………….………………………….15 
Figura 2.1. Localización de la Ciudad de San Francisco deCampeche…………………….35 
Figura 2.2. Hipsometría y cuerpos de agua epicontinentales en el Estado de Campeche…..37 
Figura 2.3. Climograma de la estación 4038, Ciudad de Campeche (CGE)………………..40 
Figura 2.4. Uso de suelo y vegetación en el estado de Campeche………………………….42 
Figura 2.5. Rutas exploratorias y primeros asentamiento en la Península de Yucatán, primera 
mitad del Siglo XVI………………………………………………………………………...44 
Figura 2.6. Plano de los sistemas fortificados de San Francisco de Campeche en 1779……53 
Figura 2.7. Segregación socio-espacial y ocupación laboral, por barrio tradicional en la 
Ciudad de Campeche en 1777………………………………………………………………54 
Figura 3.1. Puntos de levantamiento de encuestas a turistas en la Ciudad de Campeche...….64 
Figura 3.2. Mapa de recursos turísticos en el centro amurallado y la Ciudad de Campeche...71 
Figura 3.3. Museos e imágenes del patrimonio fortificado de la Ciudad de Campeche…..…72 
Figura 3.4. Motivación y conocimiento del destino turístico del encuestado……………….75 
Figura 3.5. Número de personas por actividad realizada en y desde el lugar como destino....79 
Figura 3.6a Recursos de la ciudad más fotografiados por los turistas……………………….80 
Figura 3.6b Panorámica y postales de los lugares más representativos para el turista………81 
Figura 3.7. Imagen Top 10 de zonas arqueológicas de la Página Mundo Maya……..……83 
Figura 3.8. Folleto de las rutas turísticas del estado de Campeche………………………….84 
Figura 3.9. Flujos y rutas seguidas por el turista para el arribo a la ciudad de Campeche…...87 
Figura 3.10. Lugares promocionados en la publicidad impresa en el destino turístico……...95 
Figura 3.11. Publicidad impresa que presenta la cartelera del mes de marzo de 2016………96 
Figura 3.12. Composición de la imagen compleja de San Francisco de Campeche…...…….99 
Figura 3.13. Relación entre publicidad y prácticas del turista en San Francisco de 
Campeche…………………………………………………………………………………101 
Figura 3.14. Estructuración de recursos por áreas del territorio estatal que conforman la 
imagen de la ciudad de San Francisco de Campeche como destino turístico………………104
1 
 
Introducción 
El turismo en México es una actividad que representa un sector económico de gran aporte. 
Desde los años setenta, con el surgimiento de Centros Integralmente Planeados (PND, 2007) 
-como Cancún, Huatulco, Los Cabos- en el país se han desarrollado territorios a partir de esta 
actividad que se ha vuelto un componente clave para la economía de los mismos, y colocan 
a México entre los principales países receptores de turistas a nivel mundial. A pesar de ello, 
en el crecimiento del sector hacia el nuevo milenio se empezaron a posicionar nuevos centros 
con el surgimiento de destinos de diversa índole que proporcionen alternativa a partir de los 
ya bien establecidos por excelencia: los de sol y playa y las grandes ciudades, cuyos 
resultados en términos de competitividad menguaron con respecto a la escala mundial. Para 
la primera década de los 2000 los programas de la Secretaria de Turismo –en adelante 
SECTUR- (pueblos mágicos, centros planificados de sol y playa, destinos turísticos 
prioritarios) no fueron suficientes para reposicionar al país en las primeras diez posiciones 
contra centros emergentes como Hong Kong u otros con tradicional presencia en el ranking 
mundial como Rusia o Turquía. 
Las estrategias seguidas para los destinos turísticos prioritarios se incluyen en la Agenda de 
Competitividad de Destinos Turísticos (ACDT) de la Secretaría de Turismo (SECTUR) así 
como en el Programa Sectorial de Turismo y el Plan Nacional de Desarrollo, con especial 
énfasis en el del período 2013-2018, ya que en esta temporalidad se sitúa este trabajo 
investigativo, concretamente en el año 2016. Además, después del Programa Sectorial del 
sexenio anterior (2007-2012), los señalamientos de las estrategias para el desarrollo de este 
sector en el país se enfocaron y aplicaron en puntos de transformación de los atractivos a 
través del aprovechamiento de los elementos que conforman los territorios involucrados con 
el fin de crear recursos y productos turísticos. Por lo tanto, conocer el territorio en términos 
de geografía física y humana tiene un peso importante, pero también, el de agregarles valor 
mediante tecnología e innovación. La modernización de los destinos implica un desafío en 
aquellos que se valen del patrimonio, atractivo inmanente de los destinos culturales. Tales 
estrategias en estos destinos son una reformulación de la presentación de un recurso tan 
atractivo como lo es el patrimonio. 
2 
 
El fortalecimiento de los destinos turísticos está en la mejora de factores clave, entre los 
cuales destacan: los atractivos, el servicio y la calidad humana agregada y la imagen como 
bastiones de los que se componen. Estos elementos, maquinados entre los actores que 
intervienen para su creación (población, planeación institucional, prestadores de servicios, 
etc.) son de vital importancia para el destino, pero también lo son las acciones hechas por los 
turistas como imprescindible del éxito del mismo. A partir de estos principios, que forman 
parte no solo de la política gubernamental, sino también en la teoría de la dinámica territorial 
parte la realización de esta tesis. 
El lugar en el que se centra esta tesis, la ciudad de San Francisco de Campeche, es un destino 
turístico incluido en la ACDT de la SECTUR, que además posee el título de Ciudad 
Patrimonio de la Humanidad, otorgado en 1999 por la UNESCO, por lo que se trata de un 
destino de carácter eminentemente cultural. 
San Francisco de Campeche es la capital del estado de Campeche y la ciudad más grande en 
la entidad, también es una de las pocas capitales estatales federativas mexicanas que se 
encuentran en la costa (las otras son La Paz y Chetumal). Por ello, Campeche ha mantenido 
una fuerte relación con el mar a lo largo de su historia, desde la actividad pesquera hasta la 
presencia de piratas. Sumada la presencia europea en la época colonial, generó una riqueza 
patrimonial tangible en su estructura urbana y arquitectónica así en como sus legados 
culturales indígenas. Sin embargo, la actividad turística en esta ciudad no había sido 
desarrollada sino hasta después de este nombramiento, habiendo adaptado desde 1996 sus 
espacios culturales hacia una destinación de uso turístico a través de un programa de 
recuperación de las fachadas de los barrios tradicionales y recintos de la ciudad, los cuales 
se basan en un singular tipo de patrimonio: la arquitectura militar defensiva de la época 
virreinal. 
Hasta ahora, Campeche tiene el octavo lugar por número de visitantes de las diez Ciudades 
Mexicanas del Patrimonio Mundial, aun cuando posee una gran variedad de recursos 
turísticos entre los que predominan las edificaciones históricas que son el centro de la 
publicidad turística del lugar en la que se destacan los fuertes y baluartes, que funcionan 
además como museos. A los recursos patrimoniales se suman los espectáculos de luz y los 
recorridos temáticos guiados como recursos contemporáneos que conjugan la historia y la 
3 
 
modernidad del sitio, lo que confiere una imagen atractiva para los turistas, la cual finalmente 
influye en la dinámica espacial de los lugares así como en las prácticas de los visitantes que 
consumen estos productos turísticos, y por lo tanto, configuran la organización del espacio 
turístico. 
La hipótesis que sostiene esta tesis supone que la dinámica territorial del turismo en la ciudad 
de San Francisco de Campeche se centra en las actividades culturales de los recursos 
turísticos con los que cuenta, fuertemente influenciada por su imagen como destino turístico 
perfilada hacia un turismo cultural, debido al buen estado y conservación con que cuentan 
los edificios y construcciones históricas que su riqueza patrimonial permite acondicionar ese 
tipo de actividades a la imagen cultural que se tiene de ella ensu desarrollo histórico 
aprovechada para actividades sugerentes en este ámbito promocionadas por medios visuales 
a partir de la declaración de Ciudad Patrimonio de la Humanidad de la Ciudad de Campeche 
en 1999 y la re-denominación de Calakmul como Patrimonio Mixto de la Humanidad en 
2014, fomentando lo natural como una extensión de lo cultural. 
El objetivo general de esta tesis es evaluar la dinámica territorial del turismo en la ciudad de 
San Francisco de Campeche producto de la influencia que su imagen como destino tiene 
sobre ésta. Para el cumplimiento de este objetivo, al igual que la comprobación de la 
hipótesis, se desprenden los siguientes objetivos particulares: 
 Debatir el marco teórico referente a la dinámica territorial y sus relaciones con la 
imagen del destino turístico. 
 Examinar el desarrollo socio-histórico de San Francisco de Campeche. 
 Caracterizar el territorio turístico del área correspondiente a la investigación. 
 Explicar las relaciones de la imagen del destino turístico con la dinámica del turismo 
de la Ciudad de Campeche. 
 Interpretar la dinámica territorial del turismo en San Francisco de Campeche. 
Para el desarrollo y discusión de cada uno de estos puntos señalados por los objetivos, esta 
investigación consta de tres capítulos. El primero se ocupa del material teórico para el 
abordaje del tema del turismo desde la perspectiva de análisis geográfico de la dinámica 
territorial, delimitando su esfera de conocimiento en torno al turismo de tipo cultural. 
4 
 
Concomitantemente, las relaciones que el patrimonio tiene con el turismo para el destino 
turístico cultural, y cómo de este factor se sirve para la creación de una imagen, y ésta a su 
vez es otro factor que influye en la decisión del turista y su comportamiento en el destino. 
Una revisión histórica y geográfica del territorio de estudio es el centro del segundo capítulo. 
El análisis de las características geográficas y físicas como el relieve, la hidrografía y la 
vegetación, se explican para el entendimiento de específicas imágenes tradicionales de un 
territorio tropical como en el que se encuentra el sitio de estudio, al que después se le inserta 
la implicación particular de la historia que lo lleva a tener esa inclinación hacia el turismo de 
orden cultural pero sobre todo patrimonial. 
Por último, a través de la perspectiva y los conceptos focales utilizados, se procede a la 
interpretación de la dinámica territorial que la ciudad de San Francisco de Campeche posee 
derivada de los elementos en los que se basa para ser un destino turístico. La diferenciación 
de los espacios no en términos de servicios sino de actividad y dinamismo a cargo del turista, 
y las imágenes que se generan en la relación territorio, patrimonio y turismo son evidenciadas 
en este tercer capítulo. 
5 
 
1. Posturas teórico-conceptuales sobre la imagen del destino turístico en el territorio 
1.1. Geografía del turismo 
El turismo es un fenómeno que había sido abordado inicialmente por la geografía entre la 
década de 1930 a 1950 en la academia angloamericana, y aún antes por otras ciencias en los 
70’s del siglo XIX en Europa (Hall y Page, 2002). Sin embargo, el estallido de las guerras 
mundiales menguó tal investigación, de valor más descriptivo, que estaba centrada en las 
características de los destinos regionales y rutas de viaje, la cual fue retomada en la posguerra 
debido a la expansión de la actividad turística que vivió un proceso de masificación ayudada 
en gran parte por el abaratamiento de los costos y la apertura de los vuelos comerciales 
(Giblin, 2007). El turismo se convirtió en un tema que ganó interés como objeto de 
investigación en diversas disciplinas y ciencias sociales por ser una actividad cada vez más 
practicada por la población a nivel mundial y las economías desarrolladas de la Europa 
Occidental (Hiernaux, 2006) cuyos destinos turísticos surgieron como una forma de 
neocolonialismo en países periféricos de Asia y el norte de África durante la década de 1960 
(Hall y Page, 2002). 
En un principio, en la década de 1970, la expansión del turismo significó una desviación de 
recursos en financiamiento para la implantación, planeamiento y gestión de dicha actividad, 
una serie de acciones económicas que gubernamental e institucionalmente justificaron en 
términos de desarrollo económico la importancia del turismo, y en educación, la ampliación 
en la oferta de carreras aplicadas a éste, como turismo, hotelería, marketing, etc. (Sharpley, 
2011). Como parte del enfoque geográfico, estos estudios enfatizaban los flujos espaciales 
entre los territorios emisores y los receptores así como el impacto en el destino turístico del 
territorio anfitrión; pero es a partir de la década de 1980 cuando se refuerzan los estudios en 
turismo con carácter analítico e incluso crítico; los primeros derivados de la oleada 
neopositivista con el uso de métodos cuantitativos que se permearon en la geografía desde 
mediados del siglo XX, y los segundos , de carácter crítico, por la injerencia del marxismo 
en las ciencias sociales desde la década de 1970. Posteriormente, durante la década de 1980 
y la de 1990, junto a los diversos giros, se abrió una gama de temas virando en dirección de 
intereses no solo económicos, sino también sociales (cultura, género, medio ambiente, salud, 
6 
 
territorio, etc.) tales como la importancia que tiene la toma de decisión del destino, el 
comportamiento del turista, las experiencias de viaje, entre otros (Rakić, 2012). 
La inextricable relación que el turismo tiene con los lugares en los que se desarrolla es la que 
permite a la geografía su participación científica en la investigación del fenómeno, el cual es 
“de escala y alcance global con complejidad de su interacción con medios, sociedades y 
culturas que justifica la atención académica de éste” (Sharpley, 2011: 30). Entonces, la 
geografía del turismo es una rama de la geografía que se encarga de estudiar las relaciones 
socio-territoriales ocurridas y vinculadas al espacio de uso turístico en cualquiera de sus 
procesos involucrados, éstos se pueden agrupar en tres campos de análisis: 
 La distribución de la oferta y la demanda supone el análisis de una amplia gama de fenómenos 
territoriales que van, de la dinámica poblacional de las localidades emisoras y receptoras de turistas, 
hasta la modelización de los flujos y los factores de localización estratégico del sitio turístico. 
 La producción espacial del turismo refiere los aspectos significativos del estudio del turismo, tanto 
en su dimensión intangible, como en el entorno perceptivo bajo el que se promociona un lugar, hasta 
su forma material como los son las formas y estereotipos espaciales, modelos de implantación, 
ordenamiento, implantación del sitio turístico, entre otros. 
 La articulación espacial del turismo refiere a este sector de la economía como un sistema de 
conexiones y relaciones entre: a) la organización del propio turismo con la del escenario local y b) 
los vínculos que el emplazamiento turístico genera con otros lugares. Callizo (en Gallegos, 2006). 
Por otra parte, Hall y Page (2002) categorizan las aproximaciones al turismo en geografía 
que se dieron desde la década de 1970 en adelante a través de una revisión de otros autores, 
donde cabe destacar la variedad de temas emergentes durante toda la década de 1990 (Cuadro 
1.1). 
La perspectiva geográfica de la configuración y dinámica espacial en que se organizaba un 
territorio a partir de los componentes territoriales adaptados por la industria turística para su 
disponibilidad y accesibilidad ofertada al turista fue trascendental, pues, la transformación 
del medio a causa de una sola actividad del sector terciario y sus relaciones con la sociedad, 
es otro hecho que no solo ha acreditado el estudio por parte de la geografía, sino la 
introducción del giro espacial en las demásciencias sociales (Smith, 2001). 
 
7 
 
Cuadro 1.1 Campos de investigación en turismo en la década de 1990 
Pearce (1979) Smith and Mitchell 
(1990) 
Mitchell y Murphy 
(1991) 
Pearce (1995) Hall y Lew (1998) 
Patrones 
espaciales de la 
oferta 
Patrones 
espaciales 
Consideraciones 
ambientales 
Modelos turísticos Consideraciones 
ambientales 
Patrones 
espaciales de la 
demanda 
Turismo del tercer 
mundo 
Consideraciones 
regionales 
Demanda del 
turista 
Consideraciones 
regionales 
Geografía de 
resorts 
Evolución del 
turismo 
Consideraciones 
espaciales 
Patrones 
internacionales del 
turismo 
Consideraciones 
espaciales 
Movimientos del 
turista y flujos 
Impactos del 
turismo 
Consideraciones 
evolucionarias 
Patrones de viaje 
Intra-nacional 
Consideraciones 
evolucionarias 
Modelos de 
espacio del turista 
Métodos de 
investigación en 
turismo 
 Flujos del turista 
doméstico 
Planeación 
turística 
 Planeación y 
desarrollo 
 Variaciones 
espaciales en 
turismo 
Turismo urbano 
 Turismo de litoral Estructura nacional 
y regional del 
turismo 
Modernización y 
desarrollo 
 Mercantilización 
del turismo 
 Estructura espacial 
del turismo en islas 
Gestión e 
identidad 
 Ciclos de los 
resorts 
 Resorts costeros Marketing 
territorial y 
promoción 
 Conceptos de 
turismo 
 Áreas urbanas Globalización y 
giro cultural 
 Destino turísticos Desarrollo 
sustentable 
Fuente: Hall y Page (2002) 
1.1.1. Conceptos de la investigación en turismo 
1.1.1.1. La disertación ocio/turismo 
En cuestión de turismo es necesario definir el fenómeno. La OMT (2007) define que el 
turismo es “es un fenómeno social, cultural y económico relacionado con el movimiento de 
las personas a lugares que se encuentran fuera de su lugar de residencia habitual por motivos 
personales o de negocios/profesionales”, definición a la que hace falta agregar la 
temporalidad, ya que en función del tiempo se delimita y mide este sector (López, 2001), y 
lo diferencia de la migración u otros conceptos como la movilidad. En este sentido, la 
duración del viaje debe ser por lo menos mayor a 24 horas pero sin superar los 6 meses. El 
manejo de las definiciones técnicas no es forzosamente una acepción única que se acepte 
como absoluta, más bien son usadas como un consenso para la presentación, administración 
8 
 
y gestión del turismo en la esfera institucional. Se deben resaltar los elementos constitutivos 
conceptuales del turismo existentes en su definición, entre los que destacan la ocurrencia 
fuera del lugar de residencia habitual y el lapso superior a un día, en primera instancia; el 
escape a la cotidianeidad como la necesidad que el sistema capitalista crea en los individuos 
por obtener tiempo libre, causada por la enajenación, para descanso y restauración corpórea 
y mental suficiente con el fin de reincorporar intenciones de la reproducción de la 
productividad en el sistema por medio de su trabajo. Todo ello, ha convertido al tiempo libre 
en una necesidad laboral de la población, en segundo, una vez concedido el tiempo fuera del 
trabajo o negocio (incluido el tiempo consumido en las necesidades fisiológicas) la persona 
se vuelve parte de una práctica social a la que se debe la seriación de demanda de servicios 
que tiene por intención satisfacer las actividades ejercidas en el tiempo libre pero en el cual 
no está obligado a practicar el turismo (López, 2006). 
Fuente: Hall y Page, 2002 
El concepto del tiempo libre envuelve, e incluye, al del turismo ya que es más general. Se 
refiere a todas las actividades hechas en el tiempo que no está dedicado al trabajo o negocio, 
y a su vez, está dividido en ocio y turismo (Figura 1.1). Las formas de efectuarlos son las que 
posibilitan su reconocimiento: el ocio está apegado a la noción de un acceso fácil en cuanto 
a su proximidad territorial debido a que se realiza dentro del rango habitual del 
desplazamiento cotidiano de la persona, y normalmente está asociado con espacios públicos 
 
Ocio 
 
 
 Viaje 
 turístico 
Turismo 
 
 
Viaje de negocios 
Recreación 
 
 
Ocio laboral 
 
Trabajo 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 1.1 Relación entre Ocio, Turismo y recreación 
9 
 
o lugares de consumo afines al conocimiento del medio en que se encuentran sus actividades 
comunes o esporádicas que se pueden cubrir en menos de un día, exactamente entre los 
huecos temporales de las actividades obligatorias; estas actividades llevadas a cabo durante 
el tiempo de ocio se denominan de recreación. En cambio, el turismo es una actividad con 
mayores requerimientos, empezando con la anticipación y desvío de tiempo para su 
planeación lo que hace diferente también el término viaje (el cual es más espontáneo en 
cuanto a los destinos y extenso en duración), por lo que el viaje turístico está totalmente 
dirigido en torno a una demanda de servicios que sustituyan la cobertura de las necesidades 
básicas que en el lugar de residencia habitual la población posee, ya que todos esos servicios 
tendrán uso y función en otro territorio, de los cuales el viajero dispondrá, puesto que dará 
por hecho que se tienen a pesar de no conocer el lugar, y también el sentido de seguridad 
que proporciona el lugar para el huésped (González , 2009). 
1.1.1.2. El turista 
Una vez revisadas las características del turismo, se puede observar que es una práctica socio-
económica muy específica que desencadena en el lugar de destino un advenimiento de 
recursos económicos, incluso antes de su realización, pero que finalmente es detonada por 
quienes la demandan: los turistas. Así que, al hablar de turismo debe definirse al turista bajo 
las mismas condiciones que le dan nombre a tal actividad. En 1954 la ONU define, a causa 
de la relevancia que comenzó a tomar el tema, qué es un turista: 
Por turista, se entiende toda persona que, sin distinción de raza, de sexo, de idioma o de religión, 
penetra en un territorio de otro Estado contratista de aquel en el que reside habitualmente e se aloja 
al menos durante 24 horas y seis meses o más en curso de en un mismo periodo de 12 meses, y si su 
viaje es debido a un motivo legítimo fuera de la inmigración tal como: turismo, ocio, deporte, salud, 
familia, estudios, peregrinaje religioso o negocios. (ONU, 1954; en Cousin, 2002: 56). 
Para cualquier definición de turismo, y consecuentemente del turista, el desplazamiento hacia 
un lugar ajeno al medio común de residencia de la persona tiene connotación geográfica que 
expresa la característica esencial que lo hace ser turista, y que convierte al destino buscado 
en un espacio receptor con una debida preparación de bienes y servicios disponibles para 
cubrir las necesidades y expectativas del consumidor. El desplazamiento genera flujos de 
todo tipo (económicos, poblacionales, de información, etc.) y es primordial, aunque, el 
motivo del viaje se ve restringido a las actividades incluidas en las definiciones opacando 
10 
 
que el fin último del viaje turístico es el de la satisfacción propia buscada fuera de la 
cotidianeidad, pues su retribución es más bien una experiencia a nivel personal. La única 
excluyente es la búsqueda de trabajo lo que hace que el turista no sea un migrante, si bien la 
diferencia es obvia entre los dos términos, la oscilación en desplazamientos y tiempo son 
similitudes técnicas. Las distinciones entre viaje y viaje turístico aclaran estos fenómenos: 
para el turista todo está premeditado en lugar, y duración de cada una de sus acciones 
(hospedaje, transporte, lugares a visitar) en su viaje; en cambio para el migrante, su viaje 
ocurre también con un destino principal como para el turista, pero no en el trayecto ni 
duración, ya que puede variar impredeciblemente en lugares no esperados y tiempo antes de 
llegar al destino por las vicisitudes que puedan presentársele; el viaje tiene por objetivo 
conseguir trabajo en una decisiónforzada por el contexto socioeconómico del territorio 
emisor. 
Aunque los motivos del viaje son la esencia diferencial entre los conceptos, los flujos que 
genera el turismo, donde los subsecuentes impactos entre los lugares conectados o con 
relación al destino incentivan un desarrollo económico, es el significado prioritario ligado a 
las definiciones. Esto porque el turismo de masas tenía un motivo único, el de descanso en 
playa en verano o montaña en invierno, y habiendo pocas opciones no era necesario 
escudriñar la variedad de motivaciones del viaje. Conforme el turismo se diversificó, a finales 
de los 1970 e inicios de la década de 1990, el motivo del viaje fue versando en actividades 
más activas alejados del reposo, de índole cultural o ambiental dando pie a una tipología en 
la que el motivo principal del viaje definiría el tipo de turismo. Los nuevos tipos de turismo 
abarcaron nichos de oportunidad y ampliaron el mercado, así como la territorialidad del 
turismo, y las actividades ya no se restringirían únicamente al motivo principal. El contenido 
de actividades que se pueden realizar responde al hecho de que el turista no es tan solo 
ejecutor de una actividad (Cousin, 2002), sino que puede practicar varias de ellas en el viaje 
según la posibilidad de los atractivos turísticos disponibles del destino visitado. 
En la asociación turismo-turista, donde el motivo del viaje define el tipo de turismo, y a su 
vez, la actividad del turista el tipo de turista, coexiste una imbricación de necesidades 
buscadas por el turista: según las actividades que realice el turista (culturales, de naturaleza, 
aventura, etc.), el tipo de turismo se enmarcará en dichos términos, por lo que buscará lugares 
11 
 
con la oferta que los satisfaga. De este modo, la demanda desprendida del motivo del viaje, 
el turista y el territorio se hacen susceptibles a una caracterización en función de las 
actividades ofertadas a las que fueron dirigidos sus recursos turísticos, y el perfil 
socioeconómico del turista refleja una de las principales barreras para la elección de destino 
por parte del turista (Álvarez, 2009). De hecho, el conocimiento del perfil del turista (edad, 
sexo, ingresos, nivel educativo, motivo de viaje) es clave para que el territorio direccione su 
oferta a los diversos alcances socio-económicos de la población que influyen en aspectos de 
duración del viaje, cantidad de lugares a visitar y tipos de actividades a realizar en ellos 
(Domínguez, 2009). 
1.2. La Dinámica territorial 
Los procesos espaciales constan de “un movimiento o flujo en el espacio, o una localización 
estratégica de un objeto” (Ovidio, 2001 :45), cualquier territorio tiene propiedades de carácter 
fijo que son factor de variabilidad en los procesos y actividades que intervienen en él, 
empezando por las de carácter físico-geográfico (clima, vegetación, suelo, geología, etc.) de 
su entorno natural, pasando a otras que parten de las anteriores con un interés social como la 
presencia de materias o minerales con valor económico, el aprovechamiento del clima y el 
suelo para la agricultura, entre otros. La organización adquirida por la sociedad desde las 
propiedades y elementos espaciales del territorio son referidas a la formación de una 
estructura en la que estos movimientos o flujos se modelan, y guarda en su significado cierta 
estabilidad temporal en su operatividad, sin que el territorio se vea exento de cambios por los 
mismos procesos espaciales que sostiene, en una dinámica recíproca que modifica a la vez la 
estructura. 
Para el turismo, las actividades no pueden ser realizadas más que en el lugar donde se ofertan, 
no son transferibles pues los atractivos que están distribuidos en el destino turístico están 
ubicados físicamente, tangiblemente no se pueden mover, trasladar o guardar (Barrado y 
Timón, 2004) como otra mercancía de consumo corriente. La producción de recursos, en este 
caso de los turísticos, es desarrollada por actores que coordinan la adaptación y estructuración 
de elementos del territorio que por ser apropiados socialmente se vuelven recursos 
territoriales, “ese conjunto de elementos propone una noción de territorio dinámica y 
12 
 
polisémica” (Carvalho y Moquette, 2011: 442) que forma parte del abordaje teórico 
geográfico tratado en la dinámica territorial. 
1.2.1. Perspectivas en la dinámica territorial 
En la literatura hispanohablante, es habitual encontrar el término de dinámica territorial (en 
singular), aunque dicho concepto “encierra elementos referidos a las acciones económicas y 
los movimientos demográficos en una zona geográfica determinada y su incidencia directa 
en las características territoriales, culturales y el hábitat de la comunidad ahí asentada” 
(Laínez, 2012:42), razón alusiva a varios procesos que en la literatura anglófona hacen 
nombrar el término en plural (territorial dynamics). Estos procesos de la dinámica territorial 
escinden en dos enfoques principales: el interaccionista y el institucional, distinción que 
Baurain (2007) arguye en los actores individuales (interaccionista) que actúan con los bienes 
y recursos, y del otro lado, los actores institucionales o empresariales que coordinan la mejora 
de la calidad genérica y específica de los recursos (Figura 1.2). 
Figura 1.2 Tipos de actores en la dinámica territorial 
Elaborado con base en: Baurain, 2007 
 
Dinámica Territorial 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Actores 
Individuales: 
 Población 
 Grupos 
locales 
Institucionales: 
 
 Organizaciones 
 Instituciones 
 Empresas 
Privado/Público 
aprovechamiento y coordinación 
de 
Elementos del territorio 
Ambiente natural Ambiente cultural 
Creación de recursos 
13 
 
La intervención de los actores, es uno de los procesos de la dinámica que adapta el territorio 
para otro proceso, el de creación de recursos, que es común entre los dos tipos de actores. El 
objetivo que tiene la dinámica territorial es el de convertir al territorio en espacio de 
desarrollo considerando su contexto histórico, social y cultural (Brito y Correia, 2012). Los 
temas que se han abordado en esta aproximación teórica pertenecen a diferentes ámbitos 
espaciales entre los que se encuentran: 
Cuadro 1.2 Perspectivas en la dinámica territorial 
Tema Perspectiva Región o Países 
Rural Desarrollo de actividades 
agropecuarias y disminución de la 
migración y el abandono rural 
América Central y Sudamérica 
Industrial Coordinación de empresas y 
grupos de trabajo en creación y 
manejo de recursos estratégicos 
que devenga competitivo el 
territorio 
Europa y Estados Unidos 
Poblacional Actividades económicas y 
movimientos de la población que 
influyen la estructura del territorio 
Sudamérica 
Turístico Creación de ambientes atractivos 
en recursos turísticos para 
satisfacción del turista y su 
comportamiento en el territorio 
Argentina y México 
Elaborado con base en Baurain, 2007; Brito y Correa, 2012; Carvalho y Moquette, 2011; Landel y Senil, 2009 
1.2.2. El destino turístico en la dinámica territorial 
El espacio donde se desarrolla el turismo es aquel que recibe al turista, el lugar que está 
preparado para efectuar la actividad turística con una derrama económica distribuida a partir 
de las rutas, itinerarios o planes del turista y la coordinación entre los atractivos turísticos de 
un territorio desde un lugar que los articula. Este lugar central, que es la causa producente 
del motivo del viaje, del que derivan el viaje y las actividades del turista recibe el nombre de 
destino turístico, el cual Valls define como: 
14 
 
Un espacio geográfico definido, con características propias de clima, raíces históricas, 
infraestructuras y servicios. […] que adquiere centralidad atrayendo a turistas mediante productos 
perfectamente estructurados y adaptados a las satisfacciones buscadas, gracias a la puesta en valor y 
ordenación de los atractivosdisponibles; dotado de una marca, y que se comercializa teniendo en 
cuenta su carácter integra. (Valls, 2004; en: Ros et al., 2007: 15) 
El flujo y movimiento del turista de origen-destino no cesa una vez llegado al destino, es la 
finalización del tiempo usado en transporte e inicio de las prácticas turísticas a cumplir sobre 
el territorio que se quiere consumir, componente primordial del destino turístico. Para su 
visita los turistas disponen de los servicios estructurales de hospedaje, infraestructura y 
transporte que son una parte de todo lo que conforma el destino turístico (figura 1.3). 
Figura 1.3 Concepto de destino turístico 
 
Fuente: Barrado (2004) 
Los elementos atractivos deben contar la infraestructura, equipamiento y servicios 
necesarios, lo que hace que sean recursos turísticos. Las características geográficas y los 
atractivos naturales son elementos de orden territorial que puede tener cualquier sitio: todos 
los lugares poseen un clima, paisajes o atractivos naturales, que no son idénticos pero pueden 
tener similitudes con otros lugares. También existen recursos culturales, producto de 
procesos sociales e históricos orden social como son un centro histórico, construcciones 
religiosas, edificios de valor arquitectónico, monumentos, fiestas, tradiciones, etc. 
15 
 
Figura 1.4 Aspectos geográficos del destino turístico 
 
Fuente: Barrado (2004) 
No obstante, para que los atractivos logren convertirse en recursos se deben conjugar entre 
lo estructural, sectorial y lo social, en un proceso que implica interacción de actores de cada 
ámbito en el territorio donde se realizan las prácticas espaciales que lleva a cabo el turista. 
La estructuración y adaptación de medios de transporte y equipamiento que de manera 
sectorial se organizan al instaurar los servicios para la transformación de atractivos en 
recursos turísticos desempeñan un papel importante en la puesta en valor del destino con el 
fin de obtener una especificidad que contraste y lo haga distinguirse de otros, a esto se refiere 
Valls (2004) con la dotación de una marca, a una forma de publicitar los recursos que 
identifiquen al destino en el mercado turístico. Así, el destino turístico adquiere una mayor 
oportunidad en la parte encargada de la publicidad a la hora de ofertar los recursos, lo que 
aumenta su capacidad de atracción, y por ende, la demanda. 
El nivel de intensidad de aquellos flujos que se suscita en cualquiera de los sitios (nodos) o 
canales que articulan la estructura está moldeado por la actividad de los actores individuales, 
los turistas y la población del lugar receptor, lo que quiere decir, que la aportación del gasto 
económico se decanta en los puntos de mayor interés para el turista, su comportamiento 
demarca la actividad turística. Los procesos y acciones económicas de planeación, 
16 
 
estructuración y oferta de todo lo que compone el destino, gestionado por la parte sectorial, 
depende del comportamiento espacial que tenga el turista en el territorio y comportamiento 
que también está configurado por los recursos de los que se han adquirido conocimiento 
previo generando una expectativa de disfrute del recurso que afiance el consumo y se 
materialice el recorrido o visita. 
El acondicionamiento de los componentes del territorio implica una presencia de éstos para 
su aprovechamiento. Tales componentes dispuestos en el lugar son producto de las 
construcciones sociales en el territorio a lo largo de la historia, han sido sostenidos por la 
sociedad que por medio del uso los conservó. La concepción de cambios a lo largo del tiempo 
en las acciones, movimientos o flujos en el territorio, y consecutivamente de su estructura no 
se relaciona con el simple paso del tiempo, sino con la forma de apropiación de la sociedad 
en interacción con el territorio, al igual que el apoyo de las instituciones que las fomentan o 
regulan según la interacción entre los tipos de actores (sociedad, institución y gobierno). 
1.3. Turismo y patrimonio 
En la medida que el turismo dejó de seguir los estándares de una demanda totalmente 
planeada a la estancia de centros de sol y playa o centros de esquí, “desde principios de la 
década de 1990, el mercado observó un cambio en el comportamiento del turista y en el 
patrón de viaje” (OMT, 1999 y 2002; en Osorio, 2010: 250) y surgió el interés en nuevos 
productos con un trasfondo atractivo en torno a espacios naturales, además de las 
manifestaciones culturales de sociedades exóticas, en la que la industria turística integraba 
estos intereses brindando una serie de posibilidades que extendían todas las actividades de 
las prácticas turísticas, que a diferencia del turismo de masas dejaba sus prácticas en lo 
contemplativo y de descanso, de naturaleza pasiva. El patrón de los turistas, de mayor libertad 
-menos ligados a paquetes todo incluido en los que permanecían estáticos en el destino 
turístico-, que preferían viajes a lugares de índole natural, urbana o cultural, o una 
combinación de las mismas, se revelan en un tipo de turismo más activo: el alternativo, que 
Smith y Eadington (1994) entienden como “las formas de turismo que son consecuentes con 
los valores naturales, sociales y comunitarios, que permiten disfrutar positivamente tanto a 
anfitriones como a invitados y hace que merezca la pena compartir experiencias” (en Santana, 
2003: 35). En este caso, la participación de los turistas en el consumo de los productos 
17 
 
conlleva la interacción y conocimiento de las poblaciones locales y su territorio 
confiriéndoles una experiencia que el turismo connota diferente. La congregación de toda 
una gama de turismos que engloba el turismo alternativo se formula en torno a características 
de producción social que manan de la cultura distintiva de cada sociedad, por lo que 
genéricamente se les denomina en el extenso tipo del turismo cultural (Santana, 2003). 
1.3.1. El Turismo Cultural 
Antes de pasar a una definición del turismo cultural, es necesario evidenciar los rasgos que 
definen la cultura y cómo el turismo hace de ellos productos comercializables. La cultura 
más allá de su materialidad evidente en monumentos o su alta clasificación de las bellas artes, 
constituye una trama de significados y símbolos que se comparten –son intersubjetivos- 
creados por una sociedad (Giménez, 2002), su reproducción vuelve tangibles sus significados 
por medio de las expresiones apegadas a una materialidad que las representan y proyecta, por 
lo que la cultura oscila entre lo popular y lo artístico, lo tangible e intangible, producto de la 
actividad humana que la genera, pero tales características asociativas de significación son 
duraderas en el grupo de individuos que lo comparten, inclusive si se deforman o varían en 
el tiempo en función de la evolución del comportamiento social. 
Aunque la cultura se despliega en todos los niveles, es concebida generalmente en una 
división de dos manifestaciones que la contienen: una primera, relativa a la alta cultura, 
accesible para aquellos que pagan por el acceso a ellos, o de específicos intereses en centros 
urbanos, portadora de un prestigio en el disfrute de actividades artísticas (musicales, teatrales, 
exposiciones); y la segunda, de una cultura popular, cuyos usos, costumbres, tradiciones y 
producciones culturales de una sociedad se manifiestan en la práctica cotidiana (Durham, 
1998). Ambas se insertan como un recurso para el turismo, pero las características culturales 
cotidianas sociales son un producto común que el turista puede experimentar pues son parte 
del lugar visitado, por lo que se exponen a él, y en las cuales puede ser parte de las prácticas 
culturales de una sociedad externa. Esto enriquece el repertorio cultural del turista, que se 
convierte en un conocimiento que también otorga distinción por la misma experiencia 
adquirida en el viaje, así que en ella estriba la oferta y demanda emergentede los turistas. 
Un problema conceptual del turismo cultural proviene de la tradición histórica en su 
realización, es “todo tipo de turismo que se da… en sitios históricos, desde museos hasta 
18 
 
ruinas arqueológicas, así como la visita a comunidades locales” (Bringas y Ojedo, 2000: 
378). La visita a los centros urbanos entra en conflictos ya que siempre se ha dado, pero no 
vista propiamente como turismo, así que el motivo del viaje a una ciudad se engloba en 
muchos intereses económicos, no únicamente del turismo. Visitar una ciudad con motivos de 
conocer el espacio y la sociedad correspondiente a través de los recintos culturales era, en su 
inicio, un fin social de instrucción educativa de la aristocracia, como pasaba en el siglo XVIII 
con el Grand Tour (Turner y Ash, 1991). Además, cuando el turismo se centraba 
principalmente en sol y playa, se asumía la relación del lugar con la centralidad de una ciudad, 
pues mantenía el contacto entre los servicios demandados por el turista y las tour operadoras 
o empresas establecidas; el anclaje de los agentes turísticos giraba alrededor de un territorio 
capaz de soportar las infraestructuras requeridas de los productos. El turismo de masas había 
perdido su carácter cultural, la atención del turista por tener la experiencia diferente no era 
más que una oportunidad de salir del área de confort del centro turístico. Poco a poco, hasta 
la década de 1990 en adelante, se volvió una actitud cada vez más cotidiana en los turistas, 
una curiosidad de querer conocer más allá de lo planeado y planteado por el paquete turístico 
contratado que recreaba le ofrecía el mismo nivel de servicios al que en el lugar de residencia 
estaba acostumbrado. 
Pero las acciones sociales cotidianas así como el ambiente en que se desenvuelven son 
observables además de ser fáciles de experimentar al ser de acceso libre y disponibilidad 
constante en el lugar, cuestión que no se aleja de la intención pasiva del turismo de masas. 
Ya que el turismo alternativo no trata de la elaboración de paquetes turísticos –por el 
contrario una experiencia con el modo de vida de alguna otra sociedad– el involucramiento 
de los agentes locales en la conversión de aspectos de su cultura con agregado trabajo humano 
de la población que se ofrece al turista es una creación de productos turísticos capaces de 
comercializarse impregnados de una calificación cultural que posibilita el consumo, esto 
canaliza a la cultura a ser susceptible de una reestructuración hacia una designación turística 
que suministra una concepción inédita en que no solo es observable la cultura sino que 
adhiere al turista al proceso participativo de vivencia y convivencia que lo separa del turismo 
de masas. La comercialización de los productos culturales advierten el inmiscuir del control 
en la accesibilidad y disponibilidad gestionado por lo público y lo privado (Cousin, 2002); 
las actividades en el espacio público o de acceso gratuito a escala local se relacionan con el 
19 
 
ocio, mientras que la gestión institucional o empresarial faculta a los lugares de una distinción 
de algún tipo (histórico, artístico, etc.), y de un valor agregado, que en la realidad se 
materializa en un costo a pagar por el visitante o turista, es un factor en el que se justifica el 
precio del mantenimiento y conservación de la cultura. Estos recintos tienen por fin alistarse 
en las agendas tanto del local, pero también en los itinerarios del turista, como un lugar al 
cual es necesario asistir. El evidente y constante incremento en el registro de visitantes de los 
museos de cualquier ciudad es una razón de peso que demuestra la demanda de actividades 
culturales para el turismo (Cousin, 2002). 
La mención del interés del turista en la naturaleza desfasa el campo de lo cultural si se ve 
como un tajante dualismo. A pesar de eso no es así, el proceso de apropiación del espacio 
que tienen las sociedades es una formulación indisociable de lo que significa el territorio. En 
los planteamientos del espacio se muestra que la sociedad construye su territorio, el cual es 
producto de la relación en el tiempo y el espacio que ocupa, la naturaleza y la sociedad 
interactúan conformando un ambiente propio de las formas de apropiación, la región es esa 
escala homogénea compuesta a su vez de un mosaico de paisajes que reflejan visualmente a 
una escala humana perceptual la apropiación y organización del espacio en la que se proyecta 
la sociedad (Nogué, 2007). Así que el medio ambiente no es más que una extensión cultural 
al mantener vínculos con la sociedad que alberga y que se reproduce en él dándole una 
significancia común, más específico. Los paisajes se vuelven una expresión y reflejo de la 
cultura. En tanto la cultura expande sus acepciones, también los tipos de turismo en torno a 
ella, entonces el turismo cultural congrega una gran cantidad de actividades en las que se 
mezcla lo convencional (las ciudades históricas y zonas arqueológicas) como otras 
replanteadas que incorporan el conocimiento de las actividades productivas de las 
comunidades. 
El turismo cultural se reabre a las tecnologías, que fungen como un dispositivo de adaptación, 
promoción y atracción en la exposición de la cultura comercializada. Consiguientemente, el 
turismo cultural, en una definición acrecentada por los nuevos productos del mercado, se 
entiende como: 
 
20 
 
esencialmente la forma de turismo que se centra sobre la cultura, y sobre el medio cultural, incluido 
los paisajes del destino, los usos y costumbres, los valores, el patrimonio, las artes visuales y del 
espectáculo, las industrias, las formas de entretenimiento de la comunidad anfitriona o del lugar de 
destino [...]. (ICOMOS, 2002; en Dumont y Du Cluzeau, 2005: 16) 
La innovación tecnológica permite la generación de nuevas apreciaciones que dinamizan la 
cultura enriqueciendo la experiencia del turista convirtiéndose en productos que conjugan las 
herramientas tecnológicas aplicadas al recurso, al igual que el trabajo humano comprometido 
en ello, así como en guías o recorridos ofertados de los que constan estos productos turísticos 
en un coordinación de bienes y servicios. La inclusión de bienes culturales intangibles 
(gastronomía, el arte popular, bailes, festividades, etc.) diversifica el mercado del turismo 
cultural, los nuevos intereses hacia prácticas culturales que no se pueden atestiguar más que 
en el lugar donde se realizan también aumenta la peculiaridad del destino. Aunque hay 
turismos especializados en rutas de productos alimentarios o de sitios de resaltable 
composición étnica. Normalmente, estas expresiones de la cultura son complementarias a los 
recursos tangibles principales para el turista. 
1.3.2. El Patrimonio cultural 
La noción dinámica de espacio y tiempo entre sociedad y territorio refiere a que en tal proceso 
de relación se crean recursos específicos, los cuales se manejan según el interés de los actores 
para el desarrollo del territorio. Esto se dirige hacia la idea de una sostenibilidad en las 
interacciones generadas (Baurain, 2007), tanto también en la forma de apropiación como en 
el uso del territorio, inmerso en un contexto funcional mantenido por elección social que se 
valoriza y se reconoce, que alude a un legado de los constructos socio-históricos que 
simbolizan y representan una referencia del territorio y de la sociedad en la creación de un 
patrimonio, el cual se convierte en un recurso más para la industria turística que lo utiliza 
“como elementos diferenciadores de la oferta turística de los destinos” (Carvalho y Moquette, 
2011: 442) concordante a las preferencias subjetivas de los turistas a los que pueden estar 
dirigidos los recursos, con una agregada adaptación que tiene el objetivo de ambientar y 
proporcionar una experiencia que lo satisfaga. 
El patrimonio tiene una ligadura con el adjetivo “histórico”, que señala la importanciade la 
valoración que ha adquirido, y recuerda la relación que tiene en la identificación de una 
21 
 
sociedad a la que pertenece, como producto cultural de una etapa del pasado de la misma o 
de una sociedad predecesora de la que lo heredó. Es la presentación del patrimonio en su 
forma tangible la que facilita al turismo presentar un lugar de manera visual, al que está 
referida la clasificación de “histórico”, resultante de un consensuado reconocimiento de 
algunos de los bienes que constan las construcciones culturales para representar una 
sociedad; en la evolución conceptual del patrimonio, los bienes culturales tangibles dejan de 
ser los únicos que lo conforman. 
1.3.2.1. El patrimonio histórico en Europa 
Si bien se habla de patrimonio desde la edad antigua, designaba a todos los bienes 
acumulados que conforman la riqueza de algún individuo o grupo. La aparición del 
patrimonio histórico como concepto moderno inicia en la segunda mitad del siglo XVIII 
(Castillo, 2008), época de la Ilustración, cuando surge un interés por la antigüedad liderado 
por el desarrollo de las ciencias que estudian el pasado como la arqueología o la historia del 
arte, pero también desde la antropología, que juzgan y caracterizan los tipo de bienes a 
proteger según el valor histórico con que intrínsecamente cuentan. Entre tales bienes se 
encuentran los monumentos –esta palabra usada como sinónimo de lo antiguo- de la 
civilización grecorromana y las edificaciones de la edad media que “colocaron a la cultura 
en una posición de auténtico protagonismo, convirtiéndola en eje de las conversaciones 
humanas” (Llull, 2005: 187). La tendencia almacenadora de los colecciones museísticas no 
era ya el fin mismo de los recintos que reunían objetos de valor de la cultura propia o de 
otras, eran parte del patrimonio que desde entonces los museos exhibían públicamente 
resguardados por un país. 
En el siglo XIX, el atributo histórico de los monumentos como testimonios del pasado dejó 
su asignación a los de las épocas antiguas y comenzó a acatar los fundamentos emocionales 
y simbólicos del Romanticismo. El patrimonio seguía centrado en los monumentos o 
construcciones de la edad media pero se volvió más selectivo; el criterio artístico tomó 
importancia en la decisión de la selección en compañía de los valores históricos considerados 
como “portadores de los significados y valores resaltados y reclamados por la sociedad” 
(Castillo, 2008: 18) al mismo tiempo, eran arquitectura con valor estético de la estructura 
urbana en que estaban insertos, los edificios y monumentos patrimoniales anteriormente se 
22 
 
encontraban bien distinguidos y aislados para su realce de la traza urbana edificada con 
función de vivienda o comercio. El área en que se concentraban las principales edificaciones 
delimitaba una zona principal que normalmente era llamada centro histórico. El patrimonio 
era un puente entre el pasado y la sociedad moderna unidos por una historia que los vinculaba, 
llevado a formar parte de la construcción de la identidad nacional cuyo simbolismo 
legitimaba su protección, e incluso los primeros esfuerzos de conservación y restauración de 
la arquitectura monumental y edificada –que en resumen era el único tipo de patrimonio 
nombrado– para preservar el significado impregnado en él por la sociedad que la erigió. El 
asiduo avance en el número de viajes y el incremento en la publicación de revistas, libros y 
enciclopedias ilustradas con la novel acción pública de los museos “presentaron a los 
monumentos artísticos como objetos de estudio literario, histórico e iconográfico” (Llull, 
2005: 190) en un aliciente del viaje turístico para conocer el patrimonio que se mostraba 
como un instrumento de revisión documental con fines pedagógicos para el conocimiento de 
la historia de un pueblo o de una nación. 
En el curso de la primera mitad del siglo XX, la subjetividad de una sociedad se sobrepone 
al valor objetivo histórico que en los dos siglos anteriores tenía, la apreciación del patrimonio 
contiene una intencionalidad recordatoria que da singularidad proveniente del uso simbólico 
e identitario otorgado en el siglo XIX, al que se suman los usos sociales y funcionales de los 
bienes. La consideración del valor cultural de muebles e inmuebles de otras épocas históricas 
se aumentan a las grandes obras de las élites religiosas o políticas que predominaban en la 
declaración primigenia del patrimonio (García, 1999), además de añadir obras de los 
recientes siglos que no fueron comprendidos en un principio (siglos XVIII y XIX), 
adjuntando que lo histórico reseña a la cultura y no a lo antiguo. En la segunda mitad del 
siglo XX, aunado al reconocimiento de las manifestaciones culturales, los usos y costumbres 
así como el arte popular, en la categoría de patrimonio intangible; y la reivindicación teórica 
del paisaje como resultado de un proceso de construcción social completan el concepto del 
patrimonio cultural. La elección del patrimonio por parte de la sociedad propietaria superó la 
escala del territorio en que se halla por la relevancia que se empeña en aducir y que asumen 
otras sociedades, el reconocimiento a cargo de instituciones como la UNESCO expone al 
patrimonio evaluado como representativo de la cultura de la Humanidad. Por lo tanto se 
23 
 
considera como patrimonio histórico o cultural aquel descrito en la Convención sobre la 
Protección del Patrimonio Mundial, cultural y natural: 
… los conjuntos: grupos de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad e 
integración en el paisaje les dé un valor universal excepcional desde el punto de la historia, del arte 
o de la ciencia, 
los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza así como las zonas, 
incluidos los lugares arqueológicos que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista 
histórico estético, etnológico o antropológico (UNESCO, 1972). 
1.3.2.2. El patrimonio en México 
Las preocupaciones de la sociedad mexicana en torno al patrimonio se originan desde la 
primera mitad del siglo XIX, con la construcción de una conciencia nacional en la que la 
Independencia fue promotora de una identidad basada en una aceptación de la confluencia 
de las culturas prehispánicas, indígenas y españolas, el sincretismo de las tres, no de 
únicamente una. Una nueva identidad de la cual partir, que seguía los preceptos de los 
movimientos europeos que dieron forma al patrimonio. El pensamiento nacionalista estaba 
encaminado a una cohesión social, no al interés de los bienes hasta el año de 1863 cuando se 
decreta la protección por parte del Estado de la casa donde habitó Miguel Hidalgo y Costilla, 
sucedido durante el gobierno de Benito Juárez (Gálvez, 2009). 
El primer cuerpo jurídico que proclama el deber de la nación para proteger los bienes 
culturales surge en 1896 y 1897, y comprende tanto los bienes prehispánicos como los 
coloniales, ambos componentes culturales de la historia de México. En este periodo, 
correspondiente al gobierno de Porfirio Díaz, las ideas de modernidad provenientes de 
Europea crean una etapa reconstructiva del país y muchas de las construcciones de finales de 
la época colonial y de la independentista fueron demolidas (Gálvez, 2009), quedando muy 
poco de la antigua imagen urbana de las ciudades. Las urbes que consiguieron conservar sus 
elementos arquitectónicos históricos recibirán un valor patrimonial prioritario en el posterior 
siglo. 
La prolongada conformación del concepto de patrimonio que tuvo Europa al paso de tres 
siglos (XVII-XX) se ve en México formalmente a lo largo del siglo XX, cuando se pretende 
alcanzar e ir a la vanguardia de la evolución conceptual del patrimonio, lo que exige gestionar 
24 
 
la diversidad de bienes culturales que posee la compleja y desigual sociedad pluriétnica 
nacional. Tal inquietud es alentada por los intereses socialesganados en la Revolución 
Mexicana que abocan en la primera ley que comprende su protección: Ley sobre 
Conservación de Monumentos Históricos, Artísticos y Bellezas Naturales de 1914. En ese 
documento se estandarizaba al país al margen de los temas de la cultura universal que ligaban 
los valores históricos, estéticos y simbólicos contenidos en los bienes culturales y cierta 
entrada al de la cualificación del contexto territorial en que se desenvolvían la sociedad y los 
pueblos. Las localidades eran referenciadas con respecto a su patrimonio, los espacios eran 
producto de la acción social y reflejaban la cultura que en ellos se había impreso, por lo que 
daban un sentido de pertenencia a sus habitantes, que resaltaba el carácter singular y 
pintoresco que caracteriza a los lugares. 
Las obligaciones del Estado por conservar y proteger el patrimonio hacia la década de 1930, 
comprometían también a la sociedad en esta tarea atendiendo los problemas de la población 
y la funcionalidad del patrimonio, definiendo la necesidad de una administración 
institucional. La monumentalidad arqueológica, las obras arquitectónicas y artísticas 
religiosas de la colonia eran un punto de partida para el impulso de la actividad académica 
en las técnicas de restauración y académica en el estudio de éstos. En la acelerada declaración 
de monumentos y zonas típicas, la Ciudad de México encabezaba la lista por la centralidad 
política, pero poco a poco se reconocieron en el resto del territorio en la década de 1940, 
momento histórico que Galván (2009: 22) señala “es un parteaguas en la historia de la 
conservación en nuestro país” ya que después de la implementación del modelo de sustitución 
de importaciones la actividad industrial desempeña un papel de reconfiguración de las 
ciudades en detrimento de la estructura que portaba el patrimonio que en el largo trayecto 
histórico habían almacenado. 
Es hasta 1970 cuando las oposiciones y demandas sociales de inconformidad con el Estado 
hacen virar al patrimonio hacia una reclamación nacionalista de las producciones culturales 
del arte popular y la utilidad pública, principalmente viable por medio de la intervención del 
sector turístico en el direccionamiento de la accesibilidad pública para el disfrute y 
conocimiento de la riqueza patrimonial. El registro, inventario y catalogación de los bienes 
culturales que decretaba esta ley, Ley Federad del Patrimonio Cultural, era de suma 
25 
 
importancia porque clasificaba al patrimonio, además de asimilar dos año después, en 1972, 
una declaración de conjuntos, poblaciones enteras o algunas partes de ellas en lo que es una 
Zona de Monumentos Históricos, relativas normalmente a lo que se conoce como el centro 
histórico de ciudades; estrategia de administración que aseguraba la atención institucional 
para la salvaguarda del patrimonio ya que los monumentos que fueron declarados de manera 
aislada gastaban muchos recursos económicos para su mantenimiento, lo cual era 
responsabilidad a cargo de varias instituciones sin resolución clara en los deberes de cada 
una de las interventoras en esta diligencia (Gálvez, 2009). 
La relación de México con la UNESCO en la ratificación de convenios sobre la protección 
de la propiedad cultural inició en 1972, año de la Convención, y la obtención de inclusión en 
las listas del Patrimonio de la Humanidad comenzó con ciertos lugares cuyos valores 
patrimoniales ya habían sido reconocidos por medio de la declaratoria de Zonas de 
Monumentos Históricos dirigidas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia desde 
1976 (INAH, 2007). Las primeras declaradas fueron en el año de 1987, a un centros histórico 
(el de la Ciudad de México), a una zona arqueológica (Palenque, Chiapas) y a una área natural 
protegida (Sian Ka’an, Quintana Roo). Ahora, el país cuenta con 33 sitios inscritos en la Lista 
del Patrimonio Mundial, de los cuales, 5 bienes son naturales, 27 culturales y uno mixto 
(UNESCO, 2016). De esta lista, aquellas ciudades que tienen una Zona de Monumentos 
Históricos a la cual deben su declaración conforman un programa nacional llamado Ciudades 
Mexicanas del Patrimonio Mundial creado en 2004 bajo tutela de la Comisión Nacional para 
la Cultura y las Artes, las cuales son las diez siguientes: Campeche, Ciudad de México y 
Xochimilco, Guanajuato, Morelia, Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Miguel de Allende, 
Tlacotalpan, Zacatecas. Según la CONCA (2010). El objetivo del programa: 
…es la conservación y preservación de las características que le permitieron obtener la declaratoria 
de ciudad patrimonio mundial a cada una de las ciudades mexicanas así consideradas por la 
UNESCO, resguardando y preservando dicha declaratoria a través de la implementación de acciones 
claras, con prácticas de conservación, rehabilitación, recuperación y restauración, conservando con 
ello su valor histórico, características arquitectónicas y urbanísticas. 
Lo anterior con la finalidad de mejorar la calidad de vida de sus habitantes a través de la 
implementación de proyectos enfocados al uso de espacios públicos dentro del perímetro 
determinado por la propia UNESCO, en el marco de buenas prácticas urbanas, enalteciendo la 
importancia de sus corredores turísticos. 
26 
 
Además del uso público-administrativo de los edificios ocupados por instituciones 
gubernamentales, una vía de cumplir con los objetivos del patrimonio insinúa el 
acondicionamiento de los inmuebles para un aprovechamiento turístico como principal uso 
funcional del que pueden valerse los bienes inscritos para lograr tal desarrollo, enfocándose 
en aquellos de carácter monumental. De esta manera, la categoría obtenida a nivel mundial 
que respeta y valida la figura de Zona de Monumentos Históricos es un recurso de difusión 
que hace posible el conocimiento del lugar como destino atractivo respaldado por un 
organismo de corte universal en cultura, que procura articular los bienes adaptados a los 
servicios que propone sin afectarlos sustancialmente, ayudado por la promoción en los 
medios de comunicación para la creación de una identificación del destino turístico. En este 
sentido, Galí, Majo y Vidal (2000:76) mencionan: 
El recurso patrimonio, por tanto, presentado como recurso a escala mundial se propone a los 
centenares de nichos de mercados existentes e interesados por el tema y nunca como en el presente, 
obtiene los beneficios del ser percibido, conocido y difundido según la capacidad de definición de 
imagen del cliente 
1.4. La imagen del destino turístico 
La serie de atributos y componentes de un destino turístico que lo hacen distinguirse 
fácilmente de sus componentes en función de los recursos con los que cuenta y promociona 
para posicionarlo en el mercado generen una imagen construida que se proyecta visual o 
mentalmente en los turistas potenciales, despertando el interés en torno a las ideas que de la 
imagen se desprenden sobre cómo son los lugares, atractivos, recursos o productos que lo 
caracterizan. “La imagen del destino turístico es la información, creencias, impresiones, 
actitudes y pensamiento emocionales que un individuo tiene sobre un lugar” (Koller et al., 
1993; en: Moreno, Beerli y De León, 2012: 121), y tiene una fuerte influencia en la elección 
de destino por parte del turista, afianzando según la realidad del destino turístico la creación 
de expectativas en el turista a partir del deseo de tales bienes y servicios que puedan ser 
cubierto en el lugar para el viaje; mientras más se asemeja la imagen a las condiciones del 
destino, más concreta se vuelve para el turista. 
El proceso de formación de la imagen depende en gran medida de la difusión informativa 
sobre el destino por diversas fuentes que crean un intencionado mensaje persuasivo que 
27 
 
incide en el turista y que le da cabida a la hora de considerarse en la toma de decisión. Por lo 
tanto, es crucial para un destino turísticoque el conjunto de percepciones e ideas que provoca 
la imagen sea positiva en una estrategia de constitución del destino para el éxito del 
conocimiento y sostenimiento en la vida turística de un destino, otorgando una ventaja 
competitiva frente a otros sitios con recursos similares (Castaño, Fernández y Martínez, 
2013). La imagen generada en el turista lo aproxima a las características objetivas del destino 
pero también despiertan una estimación subjetiva hacia el tipo de ambiente, actividades y 
lugares que posee. El estímulo inculcado en el turista por las imágenes que muestran el 
diferente ambiente natural, social o cultural es una forma de evidencia visual que avala los 
atractivos y recursos del lugar turístico, los cuales influyen en el comportamiento que tendrá 
de acuerdo con las valoraciones que haga de ellos en contraste con aquellos del entorno y 
modo de vida del territorio del que proviene (Selwin, 1996). La imagen que se genera en los 
turistas también debe permanecer atractiva y satisfactoria aún después de la experiencia en 
el destino pues el individuo se vuelve un trasmisor de dicha imagen positiva, e inclusive, con 
el grado de satisfacción, continuar siendo un turista potencial del mismo destino en próximos 
viajes (Rajesh, 2013). 
1.4.1. Dimensiones de la imagen del destino turístico 
En vista de que la imagen se promueve con el refuerzo del uso y exhibición de las partes y 
elementos que componen al destino tiene una extensión basada en la realidad, en los 
elementos tangibles y perceptibles, la cual produce una serie de juicios en el individuo que 
las recibe, moldeados según la subjetividad e intereses de cada turista potencial. Esta 
dimensión en los elementos tangibles es una primera presentación de la imagen ofertada del 
lugar, pero no es la única: en una revisión de la literatura tocante al tema, la imagen tiene dos 
dimensiones dividas en cognitiva y afectiva (Castaño, Fernández y Martínez, 2013; Femenía, 
2011; Gutiérrez, 2005; Moreno, Beerli y De León, 2012). 
La dimensión cognitiva de la imagen se refiere al grado de conocimientos fehacientes sobre 
el destino a partir de los atributos y es la congregación de las creencias que provoca en el 
pensamiento de la persona como un lugar adecuado para realizar turismo. Los atributos 
objetivos de un destino son tangibles para el turista tales como los monumentos, la 
28 
 
arquitectura, pero incluye también aquellos que son de sensación y observación como el 
clima y el paisaje al ser componentes del medio físico (Gutiérrez, 2005). 
La aparición de la dimensión cognitiva significa una creación simultánea de evaluaciones a 
criterio del turista sobre la información que acumula a lo largo del tiempo. Conforme el 
individuo se entera de algún lugar, lo connota según el contenido de la información, mientras 
más imágenes relativas al ocio o el turismo posea el lugar, lo posicionará más como un 
destino turístico ante otros temas económicos o políticos. La valoración surgida de la 
emotividad concebida en el procesamiento subjetivo de interiorización, comenzada desde la 
parte cognitiva, incita la motivación y el deseo que generan atracción en el turista según la 
prioridad que ponga por su experiencia e intereses en las actividades y recursos de los 
atributos ofertados de los cuales esté pendiente por el conocimiento recibido. 
La dimensión afectiva son los sentimientos y las expectativas generadas en el sujeto, y 
ocupan un peso prominente. El motivo de infundir estimaciones de afectividad hacia el 
destino pondera más allá de los atributos tangibles que caracterizan al destino, debido a que 
en la dimensión global – el resultado de la combinación entre lo cognitivo y lo afectivo – el 
total de impresiones particulares por parte del individuo, se generalizan para adherir un 
significado personal, lo que se convierte en una imagen propia que conserva el turista por 
sobre los detalles objetivos de donde surgieron (Femenía, 2011). 
Por otro lado, la clasificación de los componentes de la imagen se presenta en el 
ordenamiento de las propiedades del destino turístico que estimulan y modelan las emociones 
y creencias almacenadas en el individuo en lo que es una imagen percibida o global que 
Echtner y Ritchie (en Gutiérrez, 2005) escinden en tres binomios o continuos siguientes: 
˗ Atributo-holístico: el ensamble de los atributos individuales que confieren al 
destino distinción son percibidos por el turista para procesarlos en las impresiones 
que darán un juicio integral en que las especificidades se compactan en una 
imagen holística del destino como en la dimensión global 
˗ Funcional-psicológico: involucra aquellos atributos tangibles y observables del 
destino de carácter funcional (atractivos y servicios) que emprenden la emotividad 
y sensaciones vinculadas con las experiencias y satisfacciones en el 
29 
 
comportamiento cultural y psicológico como el contacto con la población local, 
la calidad de los servicios, el sentimiento de seguridad y la relajación entre otros 
˗ Común-único: en los atributos hay algunos afines a cualquier tipos de destino, 
sean funcionales como los servicios (hospedaje, transporte, etc.) o psicológicos 
(calidad del servicio, hospitalidad, etc.) que representarían lo común, contra 
aquellos particulares, únicos, relacionados con la dimensión cognitiva para dar a 
conocer, posicionar e identificar el destino como factores de diferenciación y 
competitividad 
 
1.4.2. Proceso de formación de la imagen 
La generación de la imagen percibida consiste en la transformación de la información 
disponible que externamente arriba a la mente del individuo durante el proceso de selección 
de un destino turístico. Sin embargo, el proceso de construcción de la imagen no es controlada 
absolutamente por las instituciones o empresas encargadas de la publicidad ya que las 
múltiples fuentes de comunicación de las cuales puede provenir la información no están 
dedicadas exclusivamente a la industria turística. De esta manera, la adquisición del 
conocimiento sobre un lugar está compuesta por varias fuentes que se complementan en 
decurso del proceso de formación, por lo que este proceso es una constante formación y 
deformación de variable duración, que configura las impresiones en el potencial turista y 
puede tener un resultado positivo o negativo en torno al destino (Traverso y Román, 2006). 
En primera instancia, existen diferentes tipos de fuentes a partir de las cuales se obtiene 
formación en general de algún lugar. Cada fuente proporciona conocimiento orientado a 
algún tema, sea turístico o no, sobre un espacio, de forma que las personas acumulan 
conocimiento diverso proclive a preestablecer una imagen según la experiencia obtenida a lo 
largo de su vida. Este cúmulo de ideas no intencionado a una publicidad turística de un 
destino proveniente de fuentes que no son comerciales, en que está implicada la instrucción 
educacional, familiar y sentimental, es formadora de lo que se denomina una imagen 
orgánica, mientras que las fuentes con propósito publicitario del destino que surten una 
focalizada difusión de los atributos que componen la imagen, con motivo de generar 
atracción, se consignan en la imagen inducida (Beerli y Martín, 2002). 
30 
 
Los tipos de agentes y fuentes de comunicación que transmiten la información representan 
la divergencia sustancial para el proceso de formación, los cuales se constituyen más 
concretamente en los siguientes medios que Gartner (en Beerli, Martín y Moreno, 2004) 
diferencia, que a pesar de especificar cinco tipos de agentes se circunscriben en los tipos de 
imágenes orgánica e inducida: 
˗ Imagen Inducida: se construye con base en las fuentes encargadas de publicitar 
un destino en cualquier canal de comunicación; desde los convencionales medios 
masivos (televisión, radio, internet, etc.) hasta los medios impresos (folletos, 
guías turísticas, etc.)

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