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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS COLEGIO DE GEOGRAFÍA LA DINÁMICA TERRITORIAL DEL TURISMO EN SAN FRANCISCO DE CAMPECHE EN RELACIÓN CON SU IMAGEN COMO DESTINO TURÍSTICO T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADO EN GEOGRAFÍA P R E S E N T A : Díaz Díaz Álvaro ASESORA DE TESIS: Dra. Alvarado Sizzo Ilia Ciudad Universitaria, CD. MX., 2017. UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Esta tesis es producto del Proyecto DGAPA-PAPIIT IA301116 Turismo cultural en ciudades del patrimonio mundial y pueblos mágicos: una perspectiva de análisis desde las representaciones espaciales. Responsable: Dra. Ilia Alvarado Sizzo Corresponsable: Dr. Álvaro López López Agradecimientos A la Universidad Nacional Autónoma de México, al Instituto de Geografía, a la Facultad de Filosofía y Letras y al Colegio de Geografía por brindarme no una sino muchas maneras ver, saber y entender en una formación que va más allá de lo académico. Doy gracias al Proyecto DGAPA-PAPIIT IA301116 Turismo cultural en ciudades del patrimonio mundial y pueblos mágicos: una perspectiva de análisis desde las representaciones espaciales, por la beca otorgada para la realización de esta tesis. A mi asesora, la Dra. Ilia Alvarado Sizzo, por haberme guiado en el proceso de elaboración de este trabajo que me llevó al final de mi etapa universitaria de Licenciatura. Al sínodo: agradezco el conocimiento que desde el primer semestre recibí del Dr. Quezada Edmundo, que en el momento inicial de la carrera no pude percibir sino hasta después y que ahora aprecio más, lo estimo mucho; al Dr. López López Álvaro y al Dr. Enrique Propín Frejomil, a quienes estimo y valoro por el tiempo dado en clase y fuera de ellas con la ayuda en esta tesis. Al maestro Frank Gustavo, a cuya ayuda y orientación en clase y en decurso de la carrera se suma la de ser parte del sínodo. A mi familia: mi padre, Eduardo Díaz Oropeza, mi madre, Adela Díaz Moreno; mis hermanos: Margarita, David, Marisol, Eduardo y Sonia. A lo largo de la carrera encontré profesores que para mí se volvieron importantes en mi formación académica y que agradezco en demasía: Dr. Guadarrama Julio, maestro Ortega Herrera José Manuel, maestro Saracho López Federico y maestra López Castro María Teresa. A mis amigos cuatreros: Yair, Maribel, Tesy, Alejandro y Eduardo; a mis amigos de filos: Enrique, Martha (también cuatrera), Giselle y Yael, Karina, Tania, Yuli y Esther; a mis amigos francófonos: Silvia, Marco y Andrés. Todos han representado mucho para mí, desde la mejor compañía y apoyo hasta un gran reto intelectual que me han impuesto unas ganas de competencia y superación personal para llegar a ser una mejor persona en cualquier aspecto de mi vida que jamás podré olvidar. A todos muchas gracias. Índice general Introducción…………………………………………………………………………………1 1. Posturas teórico-conceptuales sobre la imagen del destino turístico en el territorio 1.1. Geografía del turismo…………………………………………………………….....5 1.1.1. Conceptos de investigación en turismo………………………………………7 1.1.1.1. Disertación ocio/turismo……………………………………………..7 1.1.1.2. El turista……………………………………………………………...9 1.2. La dinámica territorial……………………………………………………………..11 1.2.1. Perspectivas en la dinámica territorial………………………………………12 1.2.2. El destino turístico en la dinámica territorial……………………………….13 1.3. Turismo y patrimonio……………………………………………………………...16 1.3.1. El turismo cultural…………………………………………………………..17 1.3.2. El patrimonio cultural………………………………………………………20 1.3.2.1. El patrimonio histórico en Europa…………………………………..21 1.3.2.2. El patrimonio en México……………………………………………23 1.4. La imagen del destino turístico…………………………………………………….26 1.4.1. Dimensiones de la imagen…………………………………………………..27 1.4.2. Proceso de formación de la imagen…………………………………………29 1.4.3. Las redes sociales, fuente participativa de la imagen……………………….31 2. Características territoriales de la Ciudad de Campeche 2.1. Factores físico-geográficos que inciden en el turismo de Campeche………………34 2.1.1. La ubicación de la Ciudad de Campeche en la región Sureste……………..34 2.1.2. Los componentes del relieve y los espacios de acopio de agua: formaciones del atractivo natural…………………………………………………………...36 2.1.3. La sensación del clima y la vegetación como escenario exaltante en la apreciación del paisaje………………………………………………………..39 2.2. Contexto histórico…………………………………………………………………42 2.2.1. La ocupación española del poblado de Ah Kin Pech en la Península de Yucatán……………………………………………………………………….43 2.2.2. La condición de Campeche como puerto y el inicio de la economía regional de Yucatán…………………………………………………………………….46 2.2.3. La defensa de la economía portuaria y la segregación socio-espacial: el amurallamiento de San Francisco de Campeche………………………………49 2.2.4. Los ciclos económicos: el auge portuario de la nueva ciudad……………...52 2.2.5. Los cambios urbanos del Campeche moderno: hacia el reconocimiento del patrimonio y el encaminamiento turístico de la ciudad………………………..60 3. La dinámica territorial derivada de la imagen del destino turístico San Francisco de Campeche 3.1. Metodología…………………………………....………………………………….64 3.2. El patrimonio de la Ciudad Fortificada…………………………………………….67 3.3. Comportamiento territorial de los turistas…………………………………………74 3.4. La imagen creada por los turistas…………………………………………………..88 3.4.1. Actuales imágenes en torno a la ciudad: imágenes de cultura y naturaleza...89 3.4.2. Imagen principal del destino turístico………………………………………92 Conclusiones…...………………………………………………………………………...106 Bibliografía……………………………………………………………………………….111 Anexos…………………………………………………………………………………….123 Índice de cuadros Cuadro 1.1. Campos de investigación en turismo……….…………………………………...7 Cuadro 1.2. Perspectivas en la dinámica territorial…………...……………….……………13 Cuadro 2.1. Ubicación de las puertas y baluartes del conjunto fortificado………………….50 Cuadro 2.2. Composición laboral por barrio registrada en la matrícula de Mar de Campeche de 1777..…………………………………………………………………………………… 53 Cuadro 3.1. Información de sexo, edad y educación de los encuestados……………………74 Cuadro 3.2 Estados y países de procedencia de los turistas encuestados……………………76 Cuadro 3.3. Imágenes por recurso ofertado en la página oficial de turismo del estado de Campeche, estructurados bajo el distintivo de “Patrimonio Universal de México”………...87 Cuadro 3.4. Revisión de imágenes de recursos turísticos en páginas de internet y redes sociales…………………………………………………………………………………..…90 Cuadro 3.5. Palabras que caracterizan y definen al destino turístico………..……………...98 Cuadro 3.6. Usuarios por dispositivo electrónico utilizado, y Medios de difusión de fotos e imágenes…………………………………………………………………………………..100 Índice de figuras Figura 1.1. Relación entre Ocio, Turismo y Recreación……………………………………..8 Figura 1.2. Tipos de actores en la dinámica territorial……………………………………...12 Figura 1.3. Concepto de destino turístico…………………………………………………...14 Figura 1.4. Aspectos geográficos del destino turístico.………….………………………….15 Figura 2.1. Localización de la Ciudad de San Francisco deCampeche…………………….35 Figura 2.2. Hipsometría y cuerpos de agua epicontinentales en el Estado de Campeche…..37 Figura 2.3. Climograma de la estación 4038, Ciudad de Campeche (CGE)………………..40 Figura 2.4. Uso de suelo y vegetación en el estado de Campeche………………………….42 Figura 2.5. Rutas exploratorias y primeros asentamiento en la Península de Yucatán, primera mitad del Siglo XVI………………………………………………………………………...44 Figura 2.6. Plano de los sistemas fortificados de San Francisco de Campeche en 1779……53 Figura 2.7. Segregación socio-espacial y ocupación laboral, por barrio tradicional en la Ciudad de Campeche en 1777………………………………………………………………54 Figura 3.1. Puntos de levantamiento de encuestas a turistas en la Ciudad de Campeche...….64 Figura 3.2. Mapa de recursos turísticos en el centro amurallado y la Ciudad de Campeche...71 Figura 3.3. Museos e imágenes del patrimonio fortificado de la Ciudad de Campeche…..…72 Figura 3.4. Motivación y conocimiento del destino turístico del encuestado……………….75 Figura 3.5. Número de personas por actividad realizada en y desde el lugar como destino....79 Figura 3.6a Recursos de la ciudad más fotografiados por los turistas……………………….80 Figura 3.6b Panorámica y postales de los lugares más representativos para el turista………81 Figura 3.7. Imagen Top 10 de zonas arqueológicas de la Página Mundo Maya……..……83 Figura 3.8. Folleto de las rutas turísticas del estado de Campeche………………………….84 Figura 3.9. Flujos y rutas seguidas por el turista para el arribo a la ciudad de Campeche…...87 Figura 3.10. Lugares promocionados en la publicidad impresa en el destino turístico……...95 Figura 3.11. Publicidad impresa que presenta la cartelera del mes de marzo de 2016………96 Figura 3.12. Composición de la imagen compleja de San Francisco de Campeche…...…….99 Figura 3.13. Relación entre publicidad y prácticas del turista en San Francisco de Campeche…………………………………………………………………………………101 Figura 3.14. Estructuración de recursos por áreas del territorio estatal que conforman la imagen de la ciudad de San Francisco de Campeche como destino turístico………………104 1 Introducción El turismo en México es una actividad que representa un sector económico de gran aporte. Desde los años setenta, con el surgimiento de Centros Integralmente Planeados (PND, 2007) -como Cancún, Huatulco, Los Cabos- en el país se han desarrollado territorios a partir de esta actividad que se ha vuelto un componente clave para la economía de los mismos, y colocan a México entre los principales países receptores de turistas a nivel mundial. A pesar de ello, en el crecimiento del sector hacia el nuevo milenio se empezaron a posicionar nuevos centros con el surgimiento de destinos de diversa índole que proporcionen alternativa a partir de los ya bien establecidos por excelencia: los de sol y playa y las grandes ciudades, cuyos resultados en términos de competitividad menguaron con respecto a la escala mundial. Para la primera década de los 2000 los programas de la Secretaria de Turismo –en adelante SECTUR- (pueblos mágicos, centros planificados de sol y playa, destinos turísticos prioritarios) no fueron suficientes para reposicionar al país en las primeras diez posiciones contra centros emergentes como Hong Kong u otros con tradicional presencia en el ranking mundial como Rusia o Turquía. Las estrategias seguidas para los destinos turísticos prioritarios se incluyen en la Agenda de Competitividad de Destinos Turísticos (ACDT) de la Secretaría de Turismo (SECTUR) así como en el Programa Sectorial de Turismo y el Plan Nacional de Desarrollo, con especial énfasis en el del período 2013-2018, ya que en esta temporalidad se sitúa este trabajo investigativo, concretamente en el año 2016. Además, después del Programa Sectorial del sexenio anterior (2007-2012), los señalamientos de las estrategias para el desarrollo de este sector en el país se enfocaron y aplicaron en puntos de transformación de los atractivos a través del aprovechamiento de los elementos que conforman los territorios involucrados con el fin de crear recursos y productos turísticos. Por lo tanto, conocer el territorio en términos de geografía física y humana tiene un peso importante, pero también, el de agregarles valor mediante tecnología e innovación. La modernización de los destinos implica un desafío en aquellos que se valen del patrimonio, atractivo inmanente de los destinos culturales. Tales estrategias en estos destinos son una reformulación de la presentación de un recurso tan atractivo como lo es el patrimonio. 2 El fortalecimiento de los destinos turísticos está en la mejora de factores clave, entre los cuales destacan: los atractivos, el servicio y la calidad humana agregada y la imagen como bastiones de los que se componen. Estos elementos, maquinados entre los actores que intervienen para su creación (población, planeación institucional, prestadores de servicios, etc.) son de vital importancia para el destino, pero también lo son las acciones hechas por los turistas como imprescindible del éxito del mismo. A partir de estos principios, que forman parte no solo de la política gubernamental, sino también en la teoría de la dinámica territorial parte la realización de esta tesis. El lugar en el que se centra esta tesis, la ciudad de San Francisco de Campeche, es un destino turístico incluido en la ACDT de la SECTUR, que además posee el título de Ciudad Patrimonio de la Humanidad, otorgado en 1999 por la UNESCO, por lo que se trata de un destino de carácter eminentemente cultural. San Francisco de Campeche es la capital del estado de Campeche y la ciudad más grande en la entidad, también es una de las pocas capitales estatales federativas mexicanas que se encuentran en la costa (las otras son La Paz y Chetumal). Por ello, Campeche ha mantenido una fuerte relación con el mar a lo largo de su historia, desde la actividad pesquera hasta la presencia de piratas. Sumada la presencia europea en la época colonial, generó una riqueza patrimonial tangible en su estructura urbana y arquitectónica así en como sus legados culturales indígenas. Sin embargo, la actividad turística en esta ciudad no había sido desarrollada sino hasta después de este nombramiento, habiendo adaptado desde 1996 sus espacios culturales hacia una destinación de uso turístico a través de un programa de recuperación de las fachadas de los barrios tradicionales y recintos de la ciudad, los cuales se basan en un singular tipo de patrimonio: la arquitectura militar defensiva de la época virreinal. Hasta ahora, Campeche tiene el octavo lugar por número de visitantes de las diez Ciudades Mexicanas del Patrimonio Mundial, aun cuando posee una gran variedad de recursos turísticos entre los que predominan las edificaciones históricas que son el centro de la publicidad turística del lugar en la que se destacan los fuertes y baluartes, que funcionan además como museos. A los recursos patrimoniales se suman los espectáculos de luz y los recorridos temáticos guiados como recursos contemporáneos que conjugan la historia y la 3 modernidad del sitio, lo que confiere una imagen atractiva para los turistas, la cual finalmente influye en la dinámica espacial de los lugares así como en las prácticas de los visitantes que consumen estos productos turísticos, y por lo tanto, configuran la organización del espacio turístico. La hipótesis que sostiene esta tesis supone que la dinámica territorial del turismo en la ciudad de San Francisco de Campeche se centra en las actividades culturales de los recursos turísticos con los que cuenta, fuertemente influenciada por su imagen como destino turístico perfilada hacia un turismo cultural, debido al buen estado y conservación con que cuentan los edificios y construcciones históricas que su riqueza patrimonial permite acondicionar ese tipo de actividades a la imagen cultural que se tiene de ella ensu desarrollo histórico aprovechada para actividades sugerentes en este ámbito promocionadas por medios visuales a partir de la declaración de Ciudad Patrimonio de la Humanidad de la Ciudad de Campeche en 1999 y la re-denominación de Calakmul como Patrimonio Mixto de la Humanidad en 2014, fomentando lo natural como una extensión de lo cultural. El objetivo general de esta tesis es evaluar la dinámica territorial del turismo en la ciudad de San Francisco de Campeche producto de la influencia que su imagen como destino tiene sobre ésta. Para el cumplimiento de este objetivo, al igual que la comprobación de la hipótesis, se desprenden los siguientes objetivos particulares: Debatir el marco teórico referente a la dinámica territorial y sus relaciones con la imagen del destino turístico. Examinar el desarrollo socio-histórico de San Francisco de Campeche. Caracterizar el territorio turístico del área correspondiente a la investigación. Explicar las relaciones de la imagen del destino turístico con la dinámica del turismo de la Ciudad de Campeche. Interpretar la dinámica territorial del turismo en San Francisco de Campeche. Para el desarrollo y discusión de cada uno de estos puntos señalados por los objetivos, esta investigación consta de tres capítulos. El primero se ocupa del material teórico para el abordaje del tema del turismo desde la perspectiva de análisis geográfico de la dinámica territorial, delimitando su esfera de conocimiento en torno al turismo de tipo cultural. 4 Concomitantemente, las relaciones que el patrimonio tiene con el turismo para el destino turístico cultural, y cómo de este factor se sirve para la creación de una imagen, y ésta a su vez es otro factor que influye en la decisión del turista y su comportamiento en el destino. Una revisión histórica y geográfica del territorio de estudio es el centro del segundo capítulo. El análisis de las características geográficas y físicas como el relieve, la hidrografía y la vegetación, se explican para el entendimiento de específicas imágenes tradicionales de un territorio tropical como en el que se encuentra el sitio de estudio, al que después se le inserta la implicación particular de la historia que lo lleva a tener esa inclinación hacia el turismo de orden cultural pero sobre todo patrimonial. Por último, a través de la perspectiva y los conceptos focales utilizados, se procede a la interpretación de la dinámica territorial que la ciudad de San Francisco de Campeche posee derivada de los elementos en los que se basa para ser un destino turístico. La diferenciación de los espacios no en términos de servicios sino de actividad y dinamismo a cargo del turista, y las imágenes que se generan en la relación territorio, patrimonio y turismo son evidenciadas en este tercer capítulo. 5 1. Posturas teórico-conceptuales sobre la imagen del destino turístico en el territorio 1.1. Geografía del turismo El turismo es un fenómeno que había sido abordado inicialmente por la geografía entre la década de 1930 a 1950 en la academia angloamericana, y aún antes por otras ciencias en los 70’s del siglo XIX en Europa (Hall y Page, 2002). Sin embargo, el estallido de las guerras mundiales menguó tal investigación, de valor más descriptivo, que estaba centrada en las características de los destinos regionales y rutas de viaje, la cual fue retomada en la posguerra debido a la expansión de la actividad turística que vivió un proceso de masificación ayudada en gran parte por el abaratamiento de los costos y la apertura de los vuelos comerciales (Giblin, 2007). El turismo se convirtió en un tema que ganó interés como objeto de investigación en diversas disciplinas y ciencias sociales por ser una actividad cada vez más practicada por la población a nivel mundial y las economías desarrolladas de la Europa Occidental (Hiernaux, 2006) cuyos destinos turísticos surgieron como una forma de neocolonialismo en países periféricos de Asia y el norte de África durante la década de 1960 (Hall y Page, 2002). En un principio, en la década de 1970, la expansión del turismo significó una desviación de recursos en financiamiento para la implantación, planeamiento y gestión de dicha actividad, una serie de acciones económicas que gubernamental e institucionalmente justificaron en términos de desarrollo económico la importancia del turismo, y en educación, la ampliación en la oferta de carreras aplicadas a éste, como turismo, hotelería, marketing, etc. (Sharpley, 2011). Como parte del enfoque geográfico, estos estudios enfatizaban los flujos espaciales entre los territorios emisores y los receptores así como el impacto en el destino turístico del territorio anfitrión; pero es a partir de la década de 1980 cuando se refuerzan los estudios en turismo con carácter analítico e incluso crítico; los primeros derivados de la oleada neopositivista con el uso de métodos cuantitativos que se permearon en la geografía desde mediados del siglo XX, y los segundos , de carácter crítico, por la injerencia del marxismo en las ciencias sociales desde la década de 1970. Posteriormente, durante la década de 1980 y la de 1990, junto a los diversos giros, se abrió una gama de temas virando en dirección de intereses no solo económicos, sino también sociales (cultura, género, medio ambiente, salud, 6 territorio, etc.) tales como la importancia que tiene la toma de decisión del destino, el comportamiento del turista, las experiencias de viaje, entre otros (Rakić, 2012). La inextricable relación que el turismo tiene con los lugares en los que se desarrolla es la que permite a la geografía su participación científica en la investigación del fenómeno, el cual es “de escala y alcance global con complejidad de su interacción con medios, sociedades y culturas que justifica la atención académica de éste” (Sharpley, 2011: 30). Entonces, la geografía del turismo es una rama de la geografía que se encarga de estudiar las relaciones socio-territoriales ocurridas y vinculadas al espacio de uso turístico en cualquiera de sus procesos involucrados, éstos se pueden agrupar en tres campos de análisis: La distribución de la oferta y la demanda supone el análisis de una amplia gama de fenómenos territoriales que van, de la dinámica poblacional de las localidades emisoras y receptoras de turistas, hasta la modelización de los flujos y los factores de localización estratégico del sitio turístico. La producción espacial del turismo refiere los aspectos significativos del estudio del turismo, tanto en su dimensión intangible, como en el entorno perceptivo bajo el que se promociona un lugar, hasta su forma material como los son las formas y estereotipos espaciales, modelos de implantación, ordenamiento, implantación del sitio turístico, entre otros. La articulación espacial del turismo refiere a este sector de la economía como un sistema de conexiones y relaciones entre: a) la organización del propio turismo con la del escenario local y b) los vínculos que el emplazamiento turístico genera con otros lugares. Callizo (en Gallegos, 2006). Por otra parte, Hall y Page (2002) categorizan las aproximaciones al turismo en geografía que se dieron desde la década de 1970 en adelante a través de una revisión de otros autores, donde cabe destacar la variedad de temas emergentes durante toda la década de 1990 (Cuadro 1.1). La perspectiva geográfica de la configuración y dinámica espacial en que se organizaba un territorio a partir de los componentes territoriales adaptados por la industria turística para su disponibilidad y accesibilidad ofertada al turista fue trascendental, pues, la transformación del medio a causa de una sola actividad del sector terciario y sus relaciones con la sociedad, es otro hecho que no solo ha acreditado el estudio por parte de la geografía, sino la introducción del giro espacial en las demásciencias sociales (Smith, 2001). 7 Cuadro 1.1 Campos de investigación en turismo en la década de 1990 Pearce (1979) Smith and Mitchell (1990) Mitchell y Murphy (1991) Pearce (1995) Hall y Lew (1998) Patrones espaciales de la oferta Patrones espaciales Consideraciones ambientales Modelos turísticos Consideraciones ambientales Patrones espaciales de la demanda Turismo del tercer mundo Consideraciones regionales Demanda del turista Consideraciones regionales Geografía de resorts Evolución del turismo Consideraciones espaciales Patrones internacionales del turismo Consideraciones espaciales Movimientos del turista y flujos Impactos del turismo Consideraciones evolucionarias Patrones de viaje Intra-nacional Consideraciones evolucionarias Modelos de espacio del turista Métodos de investigación en turismo Flujos del turista doméstico Planeación turística Planeación y desarrollo Variaciones espaciales en turismo Turismo urbano Turismo de litoral Estructura nacional y regional del turismo Modernización y desarrollo Mercantilización del turismo Estructura espacial del turismo en islas Gestión e identidad Ciclos de los resorts Resorts costeros Marketing territorial y promoción Conceptos de turismo Áreas urbanas Globalización y giro cultural Destino turísticos Desarrollo sustentable Fuente: Hall y Page (2002) 1.1.1. Conceptos de la investigación en turismo 1.1.1.1. La disertación ocio/turismo En cuestión de turismo es necesario definir el fenómeno. La OMT (2007) define que el turismo es “es un fenómeno social, cultural y económico relacionado con el movimiento de las personas a lugares que se encuentran fuera de su lugar de residencia habitual por motivos personales o de negocios/profesionales”, definición a la que hace falta agregar la temporalidad, ya que en función del tiempo se delimita y mide este sector (López, 2001), y lo diferencia de la migración u otros conceptos como la movilidad. En este sentido, la duración del viaje debe ser por lo menos mayor a 24 horas pero sin superar los 6 meses. El manejo de las definiciones técnicas no es forzosamente una acepción única que se acepte como absoluta, más bien son usadas como un consenso para la presentación, administración 8 y gestión del turismo en la esfera institucional. Se deben resaltar los elementos constitutivos conceptuales del turismo existentes en su definición, entre los que destacan la ocurrencia fuera del lugar de residencia habitual y el lapso superior a un día, en primera instancia; el escape a la cotidianeidad como la necesidad que el sistema capitalista crea en los individuos por obtener tiempo libre, causada por la enajenación, para descanso y restauración corpórea y mental suficiente con el fin de reincorporar intenciones de la reproducción de la productividad en el sistema por medio de su trabajo. Todo ello, ha convertido al tiempo libre en una necesidad laboral de la población, en segundo, una vez concedido el tiempo fuera del trabajo o negocio (incluido el tiempo consumido en las necesidades fisiológicas) la persona se vuelve parte de una práctica social a la que se debe la seriación de demanda de servicios que tiene por intención satisfacer las actividades ejercidas en el tiempo libre pero en el cual no está obligado a practicar el turismo (López, 2006). Fuente: Hall y Page, 2002 El concepto del tiempo libre envuelve, e incluye, al del turismo ya que es más general. Se refiere a todas las actividades hechas en el tiempo que no está dedicado al trabajo o negocio, y a su vez, está dividido en ocio y turismo (Figura 1.1). Las formas de efectuarlos son las que posibilitan su reconocimiento: el ocio está apegado a la noción de un acceso fácil en cuanto a su proximidad territorial debido a que se realiza dentro del rango habitual del desplazamiento cotidiano de la persona, y normalmente está asociado con espacios públicos Ocio Viaje turístico Turismo Viaje de negocios Recreación Ocio laboral Trabajo Figura 1.1 Relación entre Ocio, Turismo y recreación 9 o lugares de consumo afines al conocimiento del medio en que se encuentran sus actividades comunes o esporádicas que se pueden cubrir en menos de un día, exactamente entre los huecos temporales de las actividades obligatorias; estas actividades llevadas a cabo durante el tiempo de ocio se denominan de recreación. En cambio, el turismo es una actividad con mayores requerimientos, empezando con la anticipación y desvío de tiempo para su planeación lo que hace diferente también el término viaje (el cual es más espontáneo en cuanto a los destinos y extenso en duración), por lo que el viaje turístico está totalmente dirigido en torno a una demanda de servicios que sustituyan la cobertura de las necesidades básicas que en el lugar de residencia habitual la población posee, ya que todos esos servicios tendrán uso y función en otro territorio, de los cuales el viajero dispondrá, puesto que dará por hecho que se tienen a pesar de no conocer el lugar, y también el sentido de seguridad que proporciona el lugar para el huésped (González , 2009). 1.1.1.2. El turista Una vez revisadas las características del turismo, se puede observar que es una práctica socio- económica muy específica que desencadena en el lugar de destino un advenimiento de recursos económicos, incluso antes de su realización, pero que finalmente es detonada por quienes la demandan: los turistas. Así que, al hablar de turismo debe definirse al turista bajo las mismas condiciones que le dan nombre a tal actividad. En 1954 la ONU define, a causa de la relevancia que comenzó a tomar el tema, qué es un turista: Por turista, se entiende toda persona que, sin distinción de raza, de sexo, de idioma o de religión, penetra en un territorio de otro Estado contratista de aquel en el que reside habitualmente e se aloja al menos durante 24 horas y seis meses o más en curso de en un mismo periodo de 12 meses, y si su viaje es debido a un motivo legítimo fuera de la inmigración tal como: turismo, ocio, deporte, salud, familia, estudios, peregrinaje religioso o negocios. (ONU, 1954; en Cousin, 2002: 56). Para cualquier definición de turismo, y consecuentemente del turista, el desplazamiento hacia un lugar ajeno al medio común de residencia de la persona tiene connotación geográfica que expresa la característica esencial que lo hace ser turista, y que convierte al destino buscado en un espacio receptor con una debida preparación de bienes y servicios disponibles para cubrir las necesidades y expectativas del consumidor. El desplazamiento genera flujos de todo tipo (económicos, poblacionales, de información, etc.) y es primordial, aunque, el motivo del viaje se ve restringido a las actividades incluidas en las definiciones opacando 10 que el fin último del viaje turístico es el de la satisfacción propia buscada fuera de la cotidianeidad, pues su retribución es más bien una experiencia a nivel personal. La única excluyente es la búsqueda de trabajo lo que hace que el turista no sea un migrante, si bien la diferencia es obvia entre los dos términos, la oscilación en desplazamientos y tiempo son similitudes técnicas. Las distinciones entre viaje y viaje turístico aclaran estos fenómenos: para el turista todo está premeditado en lugar, y duración de cada una de sus acciones (hospedaje, transporte, lugares a visitar) en su viaje; en cambio para el migrante, su viaje ocurre también con un destino principal como para el turista, pero no en el trayecto ni duración, ya que puede variar impredeciblemente en lugares no esperados y tiempo antes de llegar al destino por las vicisitudes que puedan presentársele; el viaje tiene por objetivo conseguir trabajo en una decisiónforzada por el contexto socioeconómico del territorio emisor. Aunque los motivos del viaje son la esencia diferencial entre los conceptos, los flujos que genera el turismo, donde los subsecuentes impactos entre los lugares conectados o con relación al destino incentivan un desarrollo económico, es el significado prioritario ligado a las definiciones. Esto porque el turismo de masas tenía un motivo único, el de descanso en playa en verano o montaña en invierno, y habiendo pocas opciones no era necesario escudriñar la variedad de motivaciones del viaje. Conforme el turismo se diversificó, a finales de los 1970 e inicios de la década de 1990, el motivo del viaje fue versando en actividades más activas alejados del reposo, de índole cultural o ambiental dando pie a una tipología en la que el motivo principal del viaje definiría el tipo de turismo. Los nuevos tipos de turismo abarcaron nichos de oportunidad y ampliaron el mercado, así como la territorialidad del turismo, y las actividades ya no se restringirían únicamente al motivo principal. El contenido de actividades que se pueden realizar responde al hecho de que el turista no es tan solo ejecutor de una actividad (Cousin, 2002), sino que puede practicar varias de ellas en el viaje según la posibilidad de los atractivos turísticos disponibles del destino visitado. En la asociación turismo-turista, donde el motivo del viaje define el tipo de turismo, y a su vez, la actividad del turista el tipo de turista, coexiste una imbricación de necesidades buscadas por el turista: según las actividades que realice el turista (culturales, de naturaleza, aventura, etc.), el tipo de turismo se enmarcará en dichos términos, por lo que buscará lugares 11 con la oferta que los satisfaga. De este modo, la demanda desprendida del motivo del viaje, el turista y el territorio se hacen susceptibles a una caracterización en función de las actividades ofertadas a las que fueron dirigidos sus recursos turísticos, y el perfil socioeconómico del turista refleja una de las principales barreras para la elección de destino por parte del turista (Álvarez, 2009). De hecho, el conocimiento del perfil del turista (edad, sexo, ingresos, nivel educativo, motivo de viaje) es clave para que el territorio direccione su oferta a los diversos alcances socio-económicos de la población que influyen en aspectos de duración del viaje, cantidad de lugares a visitar y tipos de actividades a realizar en ellos (Domínguez, 2009). 1.2. La Dinámica territorial Los procesos espaciales constan de “un movimiento o flujo en el espacio, o una localización estratégica de un objeto” (Ovidio, 2001 :45), cualquier territorio tiene propiedades de carácter fijo que son factor de variabilidad en los procesos y actividades que intervienen en él, empezando por las de carácter físico-geográfico (clima, vegetación, suelo, geología, etc.) de su entorno natural, pasando a otras que parten de las anteriores con un interés social como la presencia de materias o minerales con valor económico, el aprovechamiento del clima y el suelo para la agricultura, entre otros. La organización adquirida por la sociedad desde las propiedades y elementos espaciales del territorio son referidas a la formación de una estructura en la que estos movimientos o flujos se modelan, y guarda en su significado cierta estabilidad temporal en su operatividad, sin que el territorio se vea exento de cambios por los mismos procesos espaciales que sostiene, en una dinámica recíproca que modifica a la vez la estructura. Para el turismo, las actividades no pueden ser realizadas más que en el lugar donde se ofertan, no son transferibles pues los atractivos que están distribuidos en el destino turístico están ubicados físicamente, tangiblemente no se pueden mover, trasladar o guardar (Barrado y Timón, 2004) como otra mercancía de consumo corriente. La producción de recursos, en este caso de los turísticos, es desarrollada por actores que coordinan la adaptación y estructuración de elementos del territorio que por ser apropiados socialmente se vuelven recursos territoriales, “ese conjunto de elementos propone una noción de territorio dinámica y 12 polisémica” (Carvalho y Moquette, 2011: 442) que forma parte del abordaje teórico geográfico tratado en la dinámica territorial. 1.2.1. Perspectivas en la dinámica territorial En la literatura hispanohablante, es habitual encontrar el término de dinámica territorial (en singular), aunque dicho concepto “encierra elementos referidos a las acciones económicas y los movimientos demográficos en una zona geográfica determinada y su incidencia directa en las características territoriales, culturales y el hábitat de la comunidad ahí asentada” (Laínez, 2012:42), razón alusiva a varios procesos que en la literatura anglófona hacen nombrar el término en plural (territorial dynamics). Estos procesos de la dinámica territorial escinden en dos enfoques principales: el interaccionista y el institucional, distinción que Baurain (2007) arguye en los actores individuales (interaccionista) que actúan con los bienes y recursos, y del otro lado, los actores institucionales o empresariales que coordinan la mejora de la calidad genérica y específica de los recursos (Figura 1.2). Figura 1.2 Tipos de actores en la dinámica territorial Elaborado con base en: Baurain, 2007 Dinámica Territorial Actores Individuales: Población Grupos locales Institucionales: Organizaciones Instituciones Empresas Privado/Público aprovechamiento y coordinación de Elementos del territorio Ambiente natural Ambiente cultural Creación de recursos 13 La intervención de los actores, es uno de los procesos de la dinámica que adapta el territorio para otro proceso, el de creación de recursos, que es común entre los dos tipos de actores. El objetivo que tiene la dinámica territorial es el de convertir al territorio en espacio de desarrollo considerando su contexto histórico, social y cultural (Brito y Correia, 2012). Los temas que se han abordado en esta aproximación teórica pertenecen a diferentes ámbitos espaciales entre los que se encuentran: Cuadro 1.2 Perspectivas en la dinámica territorial Tema Perspectiva Región o Países Rural Desarrollo de actividades agropecuarias y disminución de la migración y el abandono rural América Central y Sudamérica Industrial Coordinación de empresas y grupos de trabajo en creación y manejo de recursos estratégicos que devenga competitivo el territorio Europa y Estados Unidos Poblacional Actividades económicas y movimientos de la población que influyen la estructura del territorio Sudamérica Turístico Creación de ambientes atractivos en recursos turísticos para satisfacción del turista y su comportamiento en el territorio Argentina y México Elaborado con base en Baurain, 2007; Brito y Correa, 2012; Carvalho y Moquette, 2011; Landel y Senil, 2009 1.2.2. El destino turístico en la dinámica territorial El espacio donde se desarrolla el turismo es aquel que recibe al turista, el lugar que está preparado para efectuar la actividad turística con una derrama económica distribuida a partir de las rutas, itinerarios o planes del turista y la coordinación entre los atractivos turísticos de un territorio desde un lugar que los articula. Este lugar central, que es la causa producente del motivo del viaje, del que derivan el viaje y las actividades del turista recibe el nombre de destino turístico, el cual Valls define como: 14 Un espacio geográfico definido, con características propias de clima, raíces históricas, infraestructuras y servicios. […] que adquiere centralidad atrayendo a turistas mediante productos perfectamente estructurados y adaptados a las satisfacciones buscadas, gracias a la puesta en valor y ordenación de los atractivosdisponibles; dotado de una marca, y que se comercializa teniendo en cuenta su carácter integra. (Valls, 2004; en: Ros et al., 2007: 15) El flujo y movimiento del turista de origen-destino no cesa una vez llegado al destino, es la finalización del tiempo usado en transporte e inicio de las prácticas turísticas a cumplir sobre el territorio que se quiere consumir, componente primordial del destino turístico. Para su visita los turistas disponen de los servicios estructurales de hospedaje, infraestructura y transporte que son una parte de todo lo que conforma el destino turístico (figura 1.3). Figura 1.3 Concepto de destino turístico Fuente: Barrado (2004) Los elementos atractivos deben contar la infraestructura, equipamiento y servicios necesarios, lo que hace que sean recursos turísticos. Las características geográficas y los atractivos naturales son elementos de orden territorial que puede tener cualquier sitio: todos los lugares poseen un clima, paisajes o atractivos naturales, que no son idénticos pero pueden tener similitudes con otros lugares. También existen recursos culturales, producto de procesos sociales e históricos orden social como son un centro histórico, construcciones religiosas, edificios de valor arquitectónico, monumentos, fiestas, tradiciones, etc. 15 Figura 1.4 Aspectos geográficos del destino turístico Fuente: Barrado (2004) No obstante, para que los atractivos logren convertirse en recursos se deben conjugar entre lo estructural, sectorial y lo social, en un proceso que implica interacción de actores de cada ámbito en el territorio donde se realizan las prácticas espaciales que lleva a cabo el turista. La estructuración y adaptación de medios de transporte y equipamiento que de manera sectorial se organizan al instaurar los servicios para la transformación de atractivos en recursos turísticos desempeñan un papel importante en la puesta en valor del destino con el fin de obtener una especificidad que contraste y lo haga distinguirse de otros, a esto se refiere Valls (2004) con la dotación de una marca, a una forma de publicitar los recursos que identifiquen al destino en el mercado turístico. Así, el destino turístico adquiere una mayor oportunidad en la parte encargada de la publicidad a la hora de ofertar los recursos, lo que aumenta su capacidad de atracción, y por ende, la demanda. El nivel de intensidad de aquellos flujos que se suscita en cualquiera de los sitios (nodos) o canales que articulan la estructura está moldeado por la actividad de los actores individuales, los turistas y la población del lugar receptor, lo que quiere decir, que la aportación del gasto económico se decanta en los puntos de mayor interés para el turista, su comportamiento demarca la actividad turística. Los procesos y acciones económicas de planeación, 16 estructuración y oferta de todo lo que compone el destino, gestionado por la parte sectorial, depende del comportamiento espacial que tenga el turista en el territorio y comportamiento que también está configurado por los recursos de los que se han adquirido conocimiento previo generando una expectativa de disfrute del recurso que afiance el consumo y se materialice el recorrido o visita. El acondicionamiento de los componentes del territorio implica una presencia de éstos para su aprovechamiento. Tales componentes dispuestos en el lugar son producto de las construcciones sociales en el territorio a lo largo de la historia, han sido sostenidos por la sociedad que por medio del uso los conservó. La concepción de cambios a lo largo del tiempo en las acciones, movimientos o flujos en el territorio, y consecutivamente de su estructura no se relaciona con el simple paso del tiempo, sino con la forma de apropiación de la sociedad en interacción con el territorio, al igual que el apoyo de las instituciones que las fomentan o regulan según la interacción entre los tipos de actores (sociedad, institución y gobierno). 1.3. Turismo y patrimonio En la medida que el turismo dejó de seguir los estándares de una demanda totalmente planeada a la estancia de centros de sol y playa o centros de esquí, “desde principios de la década de 1990, el mercado observó un cambio en el comportamiento del turista y en el patrón de viaje” (OMT, 1999 y 2002; en Osorio, 2010: 250) y surgió el interés en nuevos productos con un trasfondo atractivo en torno a espacios naturales, además de las manifestaciones culturales de sociedades exóticas, en la que la industria turística integraba estos intereses brindando una serie de posibilidades que extendían todas las actividades de las prácticas turísticas, que a diferencia del turismo de masas dejaba sus prácticas en lo contemplativo y de descanso, de naturaleza pasiva. El patrón de los turistas, de mayor libertad -menos ligados a paquetes todo incluido en los que permanecían estáticos en el destino turístico-, que preferían viajes a lugares de índole natural, urbana o cultural, o una combinación de las mismas, se revelan en un tipo de turismo más activo: el alternativo, que Smith y Eadington (1994) entienden como “las formas de turismo que son consecuentes con los valores naturales, sociales y comunitarios, que permiten disfrutar positivamente tanto a anfitriones como a invitados y hace que merezca la pena compartir experiencias” (en Santana, 2003: 35). En este caso, la participación de los turistas en el consumo de los productos 17 conlleva la interacción y conocimiento de las poblaciones locales y su territorio confiriéndoles una experiencia que el turismo connota diferente. La congregación de toda una gama de turismos que engloba el turismo alternativo se formula en torno a características de producción social que manan de la cultura distintiva de cada sociedad, por lo que genéricamente se les denomina en el extenso tipo del turismo cultural (Santana, 2003). 1.3.1. El Turismo Cultural Antes de pasar a una definición del turismo cultural, es necesario evidenciar los rasgos que definen la cultura y cómo el turismo hace de ellos productos comercializables. La cultura más allá de su materialidad evidente en monumentos o su alta clasificación de las bellas artes, constituye una trama de significados y símbolos que se comparten –son intersubjetivos- creados por una sociedad (Giménez, 2002), su reproducción vuelve tangibles sus significados por medio de las expresiones apegadas a una materialidad que las representan y proyecta, por lo que la cultura oscila entre lo popular y lo artístico, lo tangible e intangible, producto de la actividad humana que la genera, pero tales características asociativas de significación son duraderas en el grupo de individuos que lo comparten, inclusive si se deforman o varían en el tiempo en función de la evolución del comportamiento social. Aunque la cultura se despliega en todos los niveles, es concebida generalmente en una división de dos manifestaciones que la contienen: una primera, relativa a la alta cultura, accesible para aquellos que pagan por el acceso a ellos, o de específicos intereses en centros urbanos, portadora de un prestigio en el disfrute de actividades artísticas (musicales, teatrales, exposiciones); y la segunda, de una cultura popular, cuyos usos, costumbres, tradiciones y producciones culturales de una sociedad se manifiestan en la práctica cotidiana (Durham, 1998). Ambas se insertan como un recurso para el turismo, pero las características culturales cotidianas sociales son un producto común que el turista puede experimentar pues son parte del lugar visitado, por lo que se exponen a él, y en las cuales puede ser parte de las prácticas culturales de una sociedad externa. Esto enriquece el repertorio cultural del turista, que se convierte en un conocimiento que también otorga distinción por la misma experiencia adquirida en el viaje, así que en ella estriba la oferta y demanda emergentede los turistas. Un problema conceptual del turismo cultural proviene de la tradición histórica en su realización, es “todo tipo de turismo que se da… en sitios históricos, desde museos hasta 18 ruinas arqueológicas, así como la visita a comunidades locales” (Bringas y Ojedo, 2000: 378). La visita a los centros urbanos entra en conflictos ya que siempre se ha dado, pero no vista propiamente como turismo, así que el motivo del viaje a una ciudad se engloba en muchos intereses económicos, no únicamente del turismo. Visitar una ciudad con motivos de conocer el espacio y la sociedad correspondiente a través de los recintos culturales era, en su inicio, un fin social de instrucción educativa de la aristocracia, como pasaba en el siglo XVIII con el Grand Tour (Turner y Ash, 1991). Además, cuando el turismo se centraba principalmente en sol y playa, se asumía la relación del lugar con la centralidad de una ciudad, pues mantenía el contacto entre los servicios demandados por el turista y las tour operadoras o empresas establecidas; el anclaje de los agentes turísticos giraba alrededor de un territorio capaz de soportar las infraestructuras requeridas de los productos. El turismo de masas había perdido su carácter cultural, la atención del turista por tener la experiencia diferente no era más que una oportunidad de salir del área de confort del centro turístico. Poco a poco, hasta la década de 1990 en adelante, se volvió una actitud cada vez más cotidiana en los turistas, una curiosidad de querer conocer más allá de lo planeado y planteado por el paquete turístico contratado que recreaba le ofrecía el mismo nivel de servicios al que en el lugar de residencia estaba acostumbrado. Pero las acciones sociales cotidianas así como el ambiente en que se desenvuelven son observables además de ser fáciles de experimentar al ser de acceso libre y disponibilidad constante en el lugar, cuestión que no se aleja de la intención pasiva del turismo de masas. Ya que el turismo alternativo no trata de la elaboración de paquetes turísticos –por el contrario una experiencia con el modo de vida de alguna otra sociedad– el involucramiento de los agentes locales en la conversión de aspectos de su cultura con agregado trabajo humano de la población que se ofrece al turista es una creación de productos turísticos capaces de comercializarse impregnados de una calificación cultural que posibilita el consumo, esto canaliza a la cultura a ser susceptible de una reestructuración hacia una designación turística que suministra una concepción inédita en que no solo es observable la cultura sino que adhiere al turista al proceso participativo de vivencia y convivencia que lo separa del turismo de masas. La comercialización de los productos culturales advierten el inmiscuir del control en la accesibilidad y disponibilidad gestionado por lo público y lo privado (Cousin, 2002); las actividades en el espacio público o de acceso gratuito a escala local se relacionan con el 19 ocio, mientras que la gestión institucional o empresarial faculta a los lugares de una distinción de algún tipo (histórico, artístico, etc.), y de un valor agregado, que en la realidad se materializa en un costo a pagar por el visitante o turista, es un factor en el que se justifica el precio del mantenimiento y conservación de la cultura. Estos recintos tienen por fin alistarse en las agendas tanto del local, pero también en los itinerarios del turista, como un lugar al cual es necesario asistir. El evidente y constante incremento en el registro de visitantes de los museos de cualquier ciudad es una razón de peso que demuestra la demanda de actividades culturales para el turismo (Cousin, 2002). La mención del interés del turista en la naturaleza desfasa el campo de lo cultural si se ve como un tajante dualismo. A pesar de eso no es así, el proceso de apropiación del espacio que tienen las sociedades es una formulación indisociable de lo que significa el territorio. En los planteamientos del espacio se muestra que la sociedad construye su territorio, el cual es producto de la relación en el tiempo y el espacio que ocupa, la naturaleza y la sociedad interactúan conformando un ambiente propio de las formas de apropiación, la región es esa escala homogénea compuesta a su vez de un mosaico de paisajes que reflejan visualmente a una escala humana perceptual la apropiación y organización del espacio en la que se proyecta la sociedad (Nogué, 2007). Así que el medio ambiente no es más que una extensión cultural al mantener vínculos con la sociedad que alberga y que se reproduce en él dándole una significancia común, más específico. Los paisajes se vuelven una expresión y reflejo de la cultura. En tanto la cultura expande sus acepciones, también los tipos de turismo en torno a ella, entonces el turismo cultural congrega una gran cantidad de actividades en las que se mezcla lo convencional (las ciudades históricas y zonas arqueológicas) como otras replanteadas que incorporan el conocimiento de las actividades productivas de las comunidades. El turismo cultural se reabre a las tecnologías, que fungen como un dispositivo de adaptación, promoción y atracción en la exposición de la cultura comercializada. Consiguientemente, el turismo cultural, en una definición acrecentada por los nuevos productos del mercado, se entiende como: 20 esencialmente la forma de turismo que se centra sobre la cultura, y sobre el medio cultural, incluido los paisajes del destino, los usos y costumbres, los valores, el patrimonio, las artes visuales y del espectáculo, las industrias, las formas de entretenimiento de la comunidad anfitriona o del lugar de destino [...]. (ICOMOS, 2002; en Dumont y Du Cluzeau, 2005: 16) La innovación tecnológica permite la generación de nuevas apreciaciones que dinamizan la cultura enriqueciendo la experiencia del turista convirtiéndose en productos que conjugan las herramientas tecnológicas aplicadas al recurso, al igual que el trabajo humano comprometido en ello, así como en guías o recorridos ofertados de los que constan estos productos turísticos en un coordinación de bienes y servicios. La inclusión de bienes culturales intangibles (gastronomía, el arte popular, bailes, festividades, etc.) diversifica el mercado del turismo cultural, los nuevos intereses hacia prácticas culturales que no se pueden atestiguar más que en el lugar donde se realizan también aumenta la peculiaridad del destino. Aunque hay turismos especializados en rutas de productos alimentarios o de sitios de resaltable composición étnica. Normalmente, estas expresiones de la cultura son complementarias a los recursos tangibles principales para el turista. 1.3.2. El Patrimonio cultural La noción dinámica de espacio y tiempo entre sociedad y territorio refiere a que en tal proceso de relación se crean recursos específicos, los cuales se manejan según el interés de los actores para el desarrollo del territorio. Esto se dirige hacia la idea de una sostenibilidad en las interacciones generadas (Baurain, 2007), tanto también en la forma de apropiación como en el uso del territorio, inmerso en un contexto funcional mantenido por elección social que se valoriza y se reconoce, que alude a un legado de los constructos socio-históricos que simbolizan y representan una referencia del territorio y de la sociedad en la creación de un patrimonio, el cual se convierte en un recurso más para la industria turística que lo utiliza “como elementos diferenciadores de la oferta turística de los destinos” (Carvalho y Moquette, 2011: 442) concordante a las preferencias subjetivas de los turistas a los que pueden estar dirigidos los recursos, con una agregada adaptación que tiene el objetivo de ambientar y proporcionar una experiencia que lo satisfaga. El patrimonio tiene una ligadura con el adjetivo “histórico”, que señala la importanciade la valoración que ha adquirido, y recuerda la relación que tiene en la identificación de una 21 sociedad a la que pertenece, como producto cultural de una etapa del pasado de la misma o de una sociedad predecesora de la que lo heredó. Es la presentación del patrimonio en su forma tangible la que facilita al turismo presentar un lugar de manera visual, al que está referida la clasificación de “histórico”, resultante de un consensuado reconocimiento de algunos de los bienes que constan las construcciones culturales para representar una sociedad; en la evolución conceptual del patrimonio, los bienes culturales tangibles dejan de ser los únicos que lo conforman. 1.3.2.1. El patrimonio histórico en Europa Si bien se habla de patrimonio desde la edad antigua, designaba a todos los bienes acumulados que conforman la riqueza de algún individuo o grupo. La aparición del patrimonio histórico como concepto moderno inicia en la segunda mitad del siglo XVIII (Castillo, 2008), época de la Ilustración, cuando surge un interés por la antigüedad liderado por el desarrollo de las ciencias que estudian el pasado como la arqueología o la historia del arte, pero también desde la antropología, que juzgan y caracterizan los tipo de bienes a proteger según el valor histórico con que intrínsecamente cuentan. Entre tales bienes se encuentran los monumentos –esta palabra usada como sinónimo de lo antiguo- de la civilización grecorromana y las edificaciones de la edad media que “colocaron a la cultura en una posición de auténtico protagonismo, convirtiéndola en eje de las conversaciones humanas” (Llull, 2005: 187). La tendencia almacenadora de los colecciones museísticas no era ya el fin mismo de los recintos que reunían objetos de valor de la cultura propia o de otras, eran parte del patrimonio que desde entonces los museos exhibían públicamente resguardados por un país. En el siglo XIX, el atributo histórico de los monumentos como testimonios del pasado dejó su asignación a los de las épocas antiguas y comenzó a acatar los fundamentos emocionales y simbólicos del Romanticismo. El patrimonio seguía centrado en los monumentos o construcciones de la edad media pero se volvió más selectivo; el criterio artístico tomó importancia en la decisión de la selección en compañía de los valores históricos considerados como “portadores de los significados y valores resaltados y reclamados por la sociedad” (Castillo, 2008: 18) al mismo tiempo, eran arquitectura con valor estético de la estructura urbana en que estaban insertos, los edificios y monumentos patrimoniales anteriormente se 22 encontraban bien distinguidos y aislados para su realce de la traza urbana edificada con función de vivienda o comercio. El área en que se concentraban las principales edificaciones delimitaba una zona principal que normalmente era llamada centro histórico. El patrimonio era un puente entre el pasado y la sociedad moderna unidos por una historia que los vinculaba, llevado a formar parte de la construcción de la identidad nacional cuyo simbolismo legitimaba su protección, e incluso los primeros esfuerzos de conservación y restauración de la arquitectura monumental y edificada –que en resumen era el único tipo de patrimonio nombrado– para preservar el significado impregnado en él por la sociedad que la erigió. El asiduo avance en el número de viajes y el incremento en la publicación de revistas, libros y enciclopedias ilustradas con la novel acción pública de los museos “presentaron a los monumentos artísticos como objetos de estudio literario, histórico e iconográfico” (Llull, 2005: 190) en un aliciente del viaje turístico para conocer el patrimonio que se mostraba como un instrumento de revisión documental con fines pedagógicos para el conocimiento de la historia de un pueblo o de una nación. En el curso de la primera mitad del siglo XX, la subjetividad de una sociedad se sobrepone al valor objetivo histórico que en los dos siglos anteriores tenía, la apreciación del patrimonio contiene una intencionalidad recordatoria que da singularidad proveniente del uso simbólico e identitario otorgado en el siglo XIX, al que se suman los usos sociales y funcionales de los bienes. La consideración del valor cultural de muebles e inmuebles de otras épocas históricas se aumentan a las grandes obras de las élites religiosas o políticas que predominaban en la declaración primigenia del patrimonio (García, 1999), además de añadir obras de los recientes siglos que no fueron comprendidos en un principio (siglos XVIII y XIX), adjuntando que lo histórico reseña a la cultura y no a lo antiguo. En la segunda mitad del siglo XX, aunado al reconocimiento de las manifestaciones culturales, los usos y costumbres así como el arte popular, en la categoría de patrimonio intangible; y la reivindicación teórica del paisaje como resultado de un proceso de construcción social completan el concepto del patrimonio cultural. La elección del patrimonio por parte de la sociedad propietaria superó la escala del territorio en que se halla por la relevancia que se empeña en aducir y que asumen otras sociedades, el reconocimiento a cargo de instituciones como la UNESCO expone al patrimonio evaluado como representativo de la cultura de la Humanidad. Por lo tanto se 23 considera como patrimonio histórico o cultural aquel descrito en la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, cultural y natural: … los conjuntos: grupos de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad e integración en el paisaje les dé un valor universal excepcional desde el punto de la historia, del arte o de la ciencia, los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza así como las zonas, incluidos los lugares arqueológicos que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista histórico estético, etnológico o antropológico (UNESCO, 1972). 1.3.2.2. El patrimonio en México Las preocupaciones de la sociedad mexicana en torno al patrimonio se originan desde la primera mitad del siglo XIX, con la construcción de una conciencia nacional en la que la Independencia fue promotora de una identidad basada en una aceptación de la confluencia de las culturas prehispánicas, indígenas y españolas, el sincretismo de las tres, no de únicamente una. Una nueva identidad de la cual partir, que seguía los preceptos de los movimientos europeos que dieron forma al patrimonio. El pensamiento nacionalista estaba encaminado a una cohesión social, no al interés de los bienes hasta el año de 1863 cuando se decreta la protección por parte del Estado de la casa donde habitó Miguel Hidalgo y Costilla, sucedido durante el gobierno de Benito Juárez (Gálvez, 2009). El primer cuerpo jurídico que proclama el deber de la nación para proteger los bienes culturales surge en 1896 y 1897, y comprende tanto los bienes prehispánicos como los coloniales, ambos componentes culturales de la historia de México. En este periodo, correspondiente al gobierno de Porfirio Díaz, las ideas de modernidad provenientes de Europea crean una etapa reconstructiva del país y muchas de las construcciones de finales de la época colonial y de la independentista fueron demolidas (Gálvez, 2009), quedando muy poco de la antigua imagen urbana de las ciudades. Las urbes que consiguieron conservar sus elementos arquitectónicos históricos recibirán un valor patrimonial prioritario en el posterior siglo. La prolongada conformación del concepto de patrimonio que tuvo Europa al paso de tres siglos (XVII-XX) se ve en México formalmente a lo largo del siglo XX, cuando se pretende alcanzar e ir a la vanguardia de la evolución conceptual del patrimonio, lo que exige gestionar 24 la diversidad de bienes culturales que posee la compleja y desigual sociedad pluriétnica nacional. Tal inquietud es alentada por los intereses socialesganados en la Revolución Mexicana que abocan en la primera ley que comprende su protección: Ley sobre Conservación de Monumentos Históricos, Artísticos y Bellezas Naturales de 1914. En ese documento se estandarizaba al país al margen de los temas de la cultura universal que ligaban los valores históricos, estéticos y simbólicos contenidos en los bienes culturales y cierta entrada al de la cualificación del contexto territorial en que se desenvolvían la sociedad y los pueblos. Las localidades eran referenciadas con respecto a su patrimonio, los espacios eran producto de la acción social y reflejaban la cultura que en ellos se había impreso, por lo que daban un sentido de pertenencia a sus habitantes, que resaltaba el carácter singular y pintoresco que caracteriza a los lugares. Las obligaciones del Estado por conservar y proteger el patrimonio hacia la década de 1930, comprometían también a la sociedad en esta tarea atendiendo los problemas de la población y la funcionalidad del patrimonio, definiendo la necesidad de una administración institucional. La monumentalidad arqueológica, las obras arquitectónicas y artísticas religiosas de la colonia eran un punto de partida para el impulso de la actividad académica en las técnicas de restauración y académica en el estudio de éstos. En la acelerada declaración de monumentos y zonas típicas, la Ciudad de México encabezaba la lista por la centralidad política, pero poco a poco se reconocieron en el resto del territorio en la década de 1940, momento histórico que Galván (2009: 22) señala “es un parteaguas en la historia de la conservación en nuestro país” ya que después de la implementación del modelo de sustitución de importaciones la actividad industrial desempeña un papel de reconfiguración de las ciudades en detrimento de la estructura que portaba el patrimonio que en el largo trayecto histórico habían almacenado. Es hasta 1970 cuando las oposiciones y demandas sociales de inconformidad con el Estado hacen virar al patrimonio hacia una reclamación nacionalista de las producciones culturales del arte popular y la utilidad pública, principalmente viable por medio de la intervención del sector turístico en el direccionamiento de la accesibilidad pública para el disfrute y conocimiento de la riqueza patrimonial. El registro, inventario y catalogación de los bienes culturales que decretaba esta ley, Ley Federad del Patrimonio Cultural, era de suma 25 importancia porque clasificaba al patrimonio, además de asimilar dos año después, en 1972, una declaración de conjuntos, poblaciones enteras o algunas partes de ellas en lo que es una Zona de Monumentos Históricos, relativas normalmente a lo que se conoce como el centro histórico de ciudades; estrategia de administración que aseguraba la atención institucional para la salvaguarda del patrimonio ya que los monumentos que fueron declarados de manera aislada gastaban muchos recursos económicos para su mantenimiento, lo cual era responsabilidad a cargo de varias instituciones sin resolución clara en los deberes de cada una de las interventoras en esta diligencia (Gálvez, 2009). La relación de México con la UNESCO en la ratificación de convenios sobre la protección de la propiedad cultural inició en 1972, año de la Convención, y la obtención de inclusión en las listas del Patrimonio de la Humanidad comenzó con ciertos lugares cuyos valores patrimoniales ya habían sido reconocidos por medio de la declaratoria de Zonas de Monumentos Históricos dirigidas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia desde 1976 (INAH, 2007). Las primeras declaradas fueron en el año de 1987, a un centros histórico (el de la Ciudad de México), a una zona arqueológica (Palenque, Chiapas) y a una área natural protegida (Sian Ka’an, Quintana Roo). Ahora, el país cuenta con 33 sitios inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial, de los cuales, 5 bienes son naturales, 27 culturales y uno mixto (UNESCO, 2016). De esta lista, aquellas ciudades que tienen una Zona de Monumentos Históricos a la cual deben su declaración conforman un programa nacional llamado Ciudades Mexicanas del Patrimonio Mundial creado en 2004 bajo tutela de la Comisión Nacional para la Cultura y las Artes, las cuales son las diez siguientes: Campeche, Ciudad de México y Xochimilco, Guanajuato, Morelia, Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Miguel de Allende, Tlacotalpan, Zacatecas. Según la CONCA (2010). El objetivo del programa: …es la conservación y preservación de las características que le permitieron obtener la declaratoria de ciudad patrimonio mundial a cada una de las ciudades mexicanas así consideradas por la UNESCO, resguardando y preservando dicha declaratoria a través de la implementación de acciones claras, con prácticas de conservación, rehabilitación, recuperación y restauración, conservando con ello su valor histórico, características arquitectónicas y urbanísticas. Lo anterior con la finalidad de mejorar la calidad de vida de sus habitantes a través de la implementación de proyectos enfocados al uso de espacios públicos dentro del perímetro determinado por la propia UNESCO, en el marco de buenas prácticas urbanas, enalteciendo la importancia de sus corredores turísticos. 26 Además del uso público-administrativo de los edificios ocupados por instituciones gubernamentales, una vía de cumplir con los objetivos del patrimonio insinúa el acondicionamiento de los inmuebles para un aprovechamiento turístico como principal uso funcional del que pueden valerse los bienes inscritos para lograr tal desarrollo, enfocándose en aquellos de carácter monumental. De esta manera, la categoría obtenida a nivel mundial que respeta y valida la figura de Zona de Monumentos Históricos es un recurso de difusión que hace posible el conocimiento del lugar como destino atractivo respaldado por un organismo de corte universal en cultura, que procura articular los bienes adaptados a los servicios que propone sin afectarlos sustancialmente, ayudado por la promoción en los medios de comunicación para la creación de una identificación del destino turístico. En este sentido, Galí, Majo y Vidal (2000:76) mencionan: El recurso patrimonio, por tanto, presentado como recurso a escala mundial se propone a los centenares de nichos de mercados existentes e interesados por el tema y nunca como en el presente, obtiene los beneficios del ser percibido, conocido y difundido según la capacidad de definición de imagen del cliente 1.4. La imagen del destino turístico La serie de atributos y componentes de un destino turístico que lo hacen distinguirse fácilmente de sus componentes en función de los recursos con los que cuenta y promociona para posicionarlo en el mercado generen una imagen construida que se proyecta visual o mentalmente en los turistas potenciales, despertando el interés en torno a las ideas que de la imagen se desprenden sobre cómo son los lugares, atractivos, recursos o productos que lo caracterizan. “La imagen del destino turístico es la información, creencias, impresiones, actitudes y pensamiento emocionales que un individuo tiene sobre un lugar” (Koller et al., 1993; en: Moreno, Beerli y De León, 2012: 121), y tiene una fuerte influencia en la elección de destino por parte del turista, afianzando según la realidad del destino turístico la creación de expectativas en el turista a partir del deseo de tales bienes y servicios que puedan ser cubierto en el lugar para el viaje; mientras más se asemeja la imagen a las condiciones del destino, más concreta se vuelve para el turista. El proceso de formación de la imagen depende en gran medida de la difusión informativa sobre el destino por diversas fuentes que crean un intencionado mensaje persuasivo que 27 incide en el turista y que le da cabida a la hora de considerarse en la toma de decisión. Por lo tanto, es crucial para un destino turísticoque el conjunto de percepciones e ideas que provoca la imagen sea positiva en una estrategia de constitución del destino para el éxito del conocimiento y sostenimiento en la vida turística de un destino, otorgando una ventaja competitiva frente a otros sitios con recursos similares (Castaño, Fernández y Martínez, 2013). La imagen generada en el turista lo aproxima a las características objetivas del destino pero también despiertan una estimación subjetiva hacia el tipo de ambiente, actividades y lugares que posee. El estímulo inculcado en el turista por las imágenes que muestran el diferente ambiente natural, social o cultural es una forma de evidencia visual que avala los atractivos y recursos del lugar turístico, los cuales influyen en el comportamiento que tendrá de acuerdo con las valoraciones que haga de ellos en contraste con aquellos del entorno y modo de vida del territorio del que proviene (Selwin, 1996). La imagen que se genera en los turistas también debe permanecer atractiva y satisfactoria aún después de la experiencia en el destino pues el individuo se vuelve un trasmisor de dicha imagen positiva, e inclusive, con el grado de satisfacción, continuar siendo un turista potencial del mismo destino en próximos viajes (Rajesh, 2013). 1.4.1. Dimensiones de la imagen del destino turístico En vista de que la imagen se promueve con el refuerzo del uso y exhibición de las partes y elementos que componen al destino tiene una extensión basada en la realidad, en los elementos tangibles y perceptibles, la cual produce una serie de juicios en el individuo que las recibe, moldeados según la subjetividad e intereses de cada turista potencial. Esta dimensión en los elementos tangibles es una primera presentación de la imagen ofertada del lugar, pero no es la única: en una revisión de la literatura tocante al tema, la imagen tiene dos dimensiones dividas en cognitiva y afectiva (Castaño, Fernández y Martínez, 2013; Femenía, 2011; Gutiérrez, 2005; Moreno, Beerli y De León, 2012). La dimensión cognitiva de la imagen se refiere al grado de conocimientos fehacientes sobre el destino a partir de los atributos y es la congregación de las creencias que provoca en el pensamiento de la persona como un lugar adecuado para realizar turismo. Los atributos objetivos de un destino son tangibles para el turista tales como los monumentos, la 28 arquitectura, pero incluye también aquellos que son de sensación y observación como el clima y el paisaje al ser componentes del medio físico (Gutiérrez, 2005). La aparición de la dimensión cognitiva significa una creación simultánea de evaluaciones a criterio del turista sobre la información que acumula a lo largo del tiempo. Conforme el individuo se entera de algún lugar, lo connota según el contenido de la información, mientras más imágenes relativas al ocio o el turismo posea el lugar, lo posicionará más como un destino turístico ante otros temas económicos o políticos. La valoración surgida de la emotividad concebida en el procesamiento subjetivo de interiorización, comenzada desde la parte cognitiva, incita la motivación y el deseo que generan atracción en el turista según la prioridad que ponga por su experiencia e intereses en las actividades y recursos de los atributos ofertados de los cuales esté pendiente por el conocimiento recibido. La dimensión afectiva son los sentimientos y las expectativas generadas en el sujeto, y ocupan un peso prominente. El motivo de infundir estimaciones de afectividad hacia el destino pondera más allá de los atributos tangibles que caracterizan al destino, debido a que en la dimensión global – el resultado de la combinación entre lo cognitivo y lo afectivo – el total de impresiones particulares por parte del individuo, se generalizan para adherir un significado personal, lo que se convierte en una imagen propia que conserva el turista por sobre los detalles objetivos de donde surgieron (Femenía, 2011). Por otro lado, la clasificación de los componentes de la imagen se presenta en el ordenamiento de las propiedades del destino turístico que estimulan y modelan las emociones y creencias almacenadas en el individuo en lo que es una imagen percibida o global que Echtner y Ritchie (en Gutiérrez, 2005) escinden en tres binomios o continuos siguientes: ˗ Atributo-holístico: el ensamble de los atributos individuales que confieren al destino distinción son percibidos por el turista para procesarlos en las impresiones que darán un juicio integral en que las especificidades se compactan en una imagen holística del destino como en la dimensión global ˗ Funcional-psicológico: involucra aquellos atributos tangibles y observables del destino de carácter funcional (atractivos y servicios) que emprenden la emotividad y sensaciones vinculadas con las experiencias y satisfacciones en el 29 comportamiento cultural y psicológico como el contacto con la población local, la calidad de los servicios, el sentimiento de seguridad y la relajación entre otros ˗ Común-único: en los atributos hay algunos afines a cualquier tipos de destino, sean funcionales como los servicios (hospedaje, transporte, etc.) o psicológicos (calidad del servicio, hospitalidad, etc.) que representarían lo común, contra aquellos particulares, únicos, relacionados con la dimensión cognitiva para dar a conocer, posicionar e identificar el destino como factores de diferenciación y competitividad 1.4.2. Proceso de formación de la imagen La generación de la imagen percibida consiste en la transformación de la información disponible que externamente arriba a la mente del individuo durante el proceso de selección de un destino turístico. Sin embargo, el proceso de construcción de la imagen no es controlada absolutamente por las instituciones o empresas encargadas de la publicidad ya que las múltiples fuentes de comunicación de las cuales puede provenir la información no están dedicadas exclusivamente a la industria turística. De esta manera, la adquisición del conocimiento sobre un lugar está compuesta por varias fuentes que se complementan en decurso del proceso de formación, por lo que este proceso es una constante formación y deformación de variable duración, que configura las impresiones en el potencial turista y puede tener un resultado positivo o negativo en torno al destino (Traverso y Román, 2006). En primera instancia, existen diferentes tipos de fuentes a partir de las cuales se obtiene formación en general de algún lugar. Cada fuente proporciona conocimiento orientado a algún tema, sea turístico o no, sobre un espacio, de forma que las personas acumulan conocimiento diverso proclive a preestablecer una imagen según la experiencia obtenida a lo largo de su vida. Este cúmulo de ideas no intencionado a una publicidad turística de un destino proveniente de fuentes que no son comerciales, en que está implicada la instrucción educacional, familiar y sentimental, es formadora de lo que se denomina una imagen orgánica, mientras que las fuentes con propósito publicitario del destino que surten una focalizada difusión de los atributos que componen la imagen, con motivo de generar atracción, se consignan en la imagen inducida (Beerli y Martín, 2002). 30 Los tipos de agentes y fuentes de comunicación que transmiten la información representan la divergencia sustancial para el proceso de formación, los cuales se constituyen más concretamente en los siguientes medios que Gartner (en Beerli, Martín y Moreno, 2004) diferencia, que a pesar de especificar cinco tipos de agentes se circunscriben en los tipos de imágenes orgánica e inducida: ˗ Imagen Inducida: se construye con base en las fuentes encargadas de publicitar un destino en cualquier canal de comunicación; desde los convencionales medios masivos (televisión, radio, internet, etc.) hasta los medios impresos (folletos, guías turísticas, etc.)
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