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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES LA ESCENIFICACIÓN DEL COMPETIDOR POLÍTICO. UNA APROXIMACIÓN PARA REVALORIZAR LA POLÍTICA. TESIS QUE PARA OBTENER EL GRADO DE: LICENCIADO EN CIENCIAS POLÍTICAS Y ADMINISTRACIÓN PÚBLICA ESPECIALIDAD: CIENCIA POLÍTICA. PRESENTA: EDMUNDO MORALES ZÁRATE ASESOR: DR. JORGE FEDERICO MÁRQUEZ MUÑOZ MÉXICO, D.F. 2011 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. AGRADECIMIENTOS Primeramente quiero agradecer profundamente a mis padres por el gran apoyo y ejemplo que nos han dado a mis hermanos y a mí durante todos estos años. Su amor, constancia, dedicación, esfuerzo, generosidad, honradez, lealtad, paciencia, prudencia y tenacidad, son valores que siempre llevaré conmigo. Gracias a la Universidad Nacional Autónoma de México por permitirme formarme académicamente siempre en libertad, tolerancia y sobre todo, con sentido social. Mi más profundo respeto, admiración y agradecimiento, a todos los profesores que dedicaron su valioso tiempo para leer esta tesis, ya que con sus precisas observaciones, ayudaron a enriquecer la presente investigación: Lic. Rosa Martha Sánchez Carrillo Mtro. Carlomagno Fidel Ávila Rosales Dr. Francisco Javier Jiménez Ruiz Dr. Fernando Ayala Blanco Dr. Jorge Federico Márquez Muñoz Mención especial merece la persona que me permitió observar mejor la vida pública nacional, el Magistrado Constancio Carrasco Daza, incansable defensor de la libertad de expresión y del debate democrático de las ideas, mi más alta estima a quien considero también un gran maestro. Finalmente pero no por ello menos importante, doy gracias a Dios por darle sentido al Universo y permitirme conocer a personas extraordinarias, gracias a todos mis amigos que con sus pláticas y reflexiones me han ayudado a caminar en esta vida y en particular a Amneris (Coraline), por su comprensión, tacto, sabiduría y apoyo incondicional. ¡A seguir dándole! ÍNDICE Introducción ........................................................................................................ 1 CAPÍTULO I El marco democrático para la lucha política 1.1 La democracia moderna ............................................................................ 09 1.2 La política como lucha por el poder político ............................................... 13 1.3 El poder político ......................................................................................... 15 1.4 La comunicación política: arena fundamental de la lucha política ............. 16 1.5 La comunicación electoral ......................................................................... 17 1.6 El tiempo de acción fundamental de los políticos: el periodo electoral ..... 20 1.7 La campaña electoral y el mitin político ..................................................... 22 1.8 Elecciones: la fiesta de la democracia ....................................................... 26 1.9 Dos rituales de la política: la campaña electoral y el mitin político ............ 27 1.10 Comentario al primer capítulo .................................................................... 32 CAPÍTULO II Las minorías y las masas en materia política 2.1 Líderes y seguidores ................................................................................. 34 2.2 El poder ..................................................................................................... 35 2.3 Los poderosos ........................................................................................... 36 2.4 ¿Quiénes compiten por el poder político? ................................................. 37 2.5 Las minorías que compiten por el poder político ....................................... 38 2.6 El individuo de acción como ímpetu y pasión ............................................ 39 2.7 El auténtico político como fuerza e intelecto .............................................. 42 2.8 Mirabeau, un caso ejemplar ...................................................................... 42 2.9 Los electores ............................................................................................. 45 2.10 Comentario al segundo capítulo ................................................................ 48 CAPÍTULO III Persuadir: la tarea del competidor político 3.1 Una esfera pacífica para el combate político ............................................. 50 3.2 La persuasión y la política ......................................................................... 51 3.3 La comunicación eficaz ............................................................................. 52 3.4 La persuasión del competidor político: el arte de lo verbal y lo visual ....... 55 3.5 La persuasión científico-racional de los competidores políticos ................ 59 3.6 El discurso político ..................................................................................... 60 3.7 La persuasión mítico-emocional de los competidores políticos ................. 63 3.8 La importancia de la comunicación no verbal ............................................ 64 3.9 El poder de los colores en la persuasión no verbal ................................... 68 3.10 Comentario al tercer capítulo ..................................................................... 71 A manera de conclusión .................................................................................... 73 A. ¿Qué significa que la política se personalice? ........................................... 74 B. ¿Por qué la política se ha convertido en un inevitable espectáculo político? ................................................................................................................... 77 C. ¿Cómo revalorizar la política en los tiempos de su personalización y espectáculo? .............................................................................................. 80 D. Epílogo ....................................................................................................... 81 Bibliografía .......................................................................................................... 85 1 Introducción “La democracia sólo puede existir con un pueblo suficientemente ilustrado […] aunque no es posible erradicar la ficción, al menos sí es posible criticarla, en el sentido de poner de manifiesto sus resortes: los resortes de la manipulación y los de la vigilancia. El juego de la ficción y la crítica es constitutivo tanto del debate democrático como de la formación de la opinión pública” 1 . La presente tesis no pretende descubrir el hilo negro del actuar político, a decir verdad, las cuestiones comentadas en esta obra ya han sido tratadas con anterioridad y para algunos, resultarán obvios los comentarios expuestos. Sin embargo, lo que este escrito representa es un esfuerzo por sistematizar algunos aspectos básicos del quehacer de los políticos en una democracia, con el fin de destacarlos elementos que permitan que la política, pueda ser apreciada de una forma más justa por los ciudadanos. Se parte del supuesto de que la política sufre un gran desprestigio en las modernas democracias, debido entre otros factores, a que no ha cumplido con las ilusiones que se crean los ciudadanos fundamentalmente durante los periodos de persuasión electoral. Por tal motivo, se consideró esencial ofrecer una explicación a dicho fenómeno político, para con ello dotar al elector con herramientas que le permitan comprender el juego de la política en su justa dimensión, es decir, sin generar falsas expectativas. Por lo que se argumentará, que hoy en día se tiende a privilegiar más la personalidad de los competidores políticos, sobre los proyectos o idearios que defienden, y esto en buena parte, gracias a la creciente influencia de la mercadotecnia, propaganda y publicidad en la política. Con esto no estoy diciendo que sea inválido hacer uso de tan útiles herramientas, pero sí que podrían 1 Yves Charles Zarka, Figuras del poder. Estudios de filosofía política de Maquiavelo a Foucault, Madrid, Biblioteca Nueva, 2004, p. 154. 2 privilegiarse los temas de campaña y no tanto al candidato en sí. Por lo que a lo largo de este escrito, intento defender la siguiente tesis central: la personalización de la política ha contribuido con el desprestigio de la misma. Lo que se pretende entonces es familiarizar al ciudadano2 con los elementos esenciales del juego político en democracia, dotarlo con las herramientas que le permitan valorizar esta lucha por el poder político. Por lo que en el primer capítulo titulado: El marco democrático para la lucha política, se especifica el objeto de la política y su ámbito de competencia, comprendiendo así, por qué el periodo electoral es el espacio de combate político por excelencia, donde los competidores se escenifican ante la ciudadanía a través de los medios masivos de comunicación. Sin embargo, lo anterior no basta para pensar que quien conquiste el poder político resolverá todos los problemas logrando la felicidad de sus gobernados. 2 Cabe precisar que la democracia moderna no solo es formal o electoral, y así como no existe en el mundo alguna que esté culminada o consolidada, tampoco lo están las ciudadanías. Ser ciudadano va más allá de poder votar libremente en los periodos electorales, implica ser sujeto de derechos (individuales, civiles, políticos, económicos, sociales, culturales, ambientales, etc.) y obligaciones. Will Kymlicka en la página 345 de su libro La política vernácula, subraya además, cuatro virtudes mínimas que debe tener un ciudadano en democracia: “el espíritu público, lo que incluye la capacidad para valorar la actuación de las personas que ocupan un cargo político y la disposición a implicarse en el discurso público; un cierto sentido de la justicia y la capacidad de discernir y respetar los derechos de los demás, unida a la de moderar correspondientemente las propias reclamaciones; civilidad y tolerancia; y un sentimiento compartido de solidaridad o lealtad”. Para efectos “prácticos”, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos señala en su capítulo IV titulado De los ciudadanos, lo siguiente: “Artículo 34.- Son ciudadanos de la República los varones y las mujeres que, teniendo la calidad de mexicanos, reúnan, además, los siguientes requisitos: I. Haber cumplido 18 años, y II. Tener un modo honesto de vivir. Artículo 35.- Son prerrogativas del ciudadano: I. Votar en las elecciones populares; II. Poder ser votado para todos los cargos de elección popular y nombrado para cualquier otro empleo o comisión, teniendo en cuenta las calidades que establezca la ley; III. Asociarse individual y libremente para tomar parte en forma pacífica en los asuntos políticos del país; IV. Tomar las armas en el Ejército o Guardia Nacional, para la defensa de la República y de sus instituciones, en los términos que prescriben las leyes; y V. Ejercer en toda clase de negocios el derecho de petición”. Resulta claro que un requisito indispensable –más no suficiente- en una democracia moderna, es el fucionamiento adecuado de su sistema electoral y de partidos, y para ello, es necesario que el ciudadano pueda ser capaz de racionalizar su debate, defender sus puntos de vista y participar políticamente si así lo desea dentro de su comunidad. En este sentido, Octavio Paz en Itinerario (ver página 56 de Sueño en libertad. Escritos políticos) apunta que “el fundamento de la democracia, su razón de ser, es la creencia en la capacidad de los ciudadanos para decidir, con libertad y responsabilidad, sobre los asuntos públicos”. Se aprecia entonces que la participación de los ciudadanos es muy importante, sin embargo, como bien indica Mauricio Merino en la página 40 del texto La participación ciudadana en la democracia: “no es necesario ser gladiadores de la política para hacer que la democracia funcione. Pero sí es preciso que los espectadores no pierdan de vista el espectáculo. En ellos reside la clave de bóveda de la participación democrática”. Con esta precisión, en el presente escrito cuando me refiera al ciudadano, lo haré en el sentido del sujeto que tiene la posibilidad de influir con su participación político-electoral en la toma de decisiones públicas, ya que el presente estudio analiza específicamente el fenómeno social donde se manifiesta más intensamente la lucha por conquistar el poder político, es decir, el periodo electoral. 3 No. Ya que es necesario que el ciudadano -y en particular el elector que participará en la elección de sus futuros representantes-, logre distinguir a la persona más confiable que se presente a la lucha democrática. Por eso, en el segundo capítulo titulado: Las minorías y las masas en materia política, primeramente se clasifica a los ciudadanos en gobernados y gobernantes, se estipula además que en las sociedades democráticas modernas, los gobernados pueden dividirse en electores masa y en electores minoría, se llega a esta consideración con ayuda de los argumentos del filósofo español José Ortega y Gasset. Por otro lado, en el ámbito de la clase gobernante, se diferencia a quienes compiten y se autoescenifican durante las campañas electorales en las democracias modernas: los individuos de acción y los auténticos políticos. Saber distinguir a estos últimos resulta fundamental, porque se incentivaría la creación de un círculo virtuoso, donde los ciudadanos los eligieran con sus votos, y de esta forma, se obligue a los competidores a esforzarse cada vez más por ser considerados como auténticos políticos y no como simples individuos de acción, priorizando de este modo, las propuestas o proyectos políticos por encima de los carismas o cualidades personales. Los dos primeros capítulos resultan primordiales para saber qué se puede entender por política y para distinguir a los auténticos políticos de los simples individuos de acción, pues en los procesos de persuasión electoral son estos últimos quienes deterioran el debate democrático de las ideas al poner el énfasis en sus atributos personales, dejando de lado el proyecto o las propuestas políticas. Asimilado lo anterior, se argumenta por qué convencer o persuadir es la tarea fundamental de quienes compiten por conquistar el poder político. Se intenta primordialmente que el ciudadano conozca los mecanismos de persuasión político-electoral, para que de este modo se logre valorar la lucha política en su justa dimensión. Es por lo que en el tercer capítulo titulado: Persuadir: la tarea del competidor político, se analizan los mecanismos de persuasión verbales y no verbales. Se apunta que los competidores políticos con el objetivo de incrementar 4 su esfera de influencia en el menor tiempo posible,deben ser hábiles comunicadores, porque su actuar tiene que convencer eficazmente y para ello, tendrán que hacer uso tanto de la comunicación que apela a los datos objetivos (persuasión científico-racional), como a la que apela a los sentimientos y emociones (persuasión mítico-emocional). Siendo muy importante que ninguna excluya a la otra y que más bien se complementen para proyectar poderosamente el mensaje político. En suma, los dos primeros apartados son de corte doctrinal, mientras que el tercero, transmite elementos útiles al ciudadano que le permiten apreciar el espectáculo de la política desde una perspectiva más realista, la cual no le haga descalificar a la ligera esta lucha por el poder político y a sus actores, incentivando además, la creación de un círculo virtuoso donde los electores comprendan que si los competidores políticos lo que buscan como fin último es el poder político, deben entonces concederle la importancia necesaria al valor de sus votos electorales, privilegiando así los proyectos políticos por encima de los atributos o cualidades personales, es decir, que se aprenda a premiar a los auténticos políticos en favor de la cultura democrática. Resulta entonces sumamente importante que los electores logren ver el juego de la política desde una perspectiva más realista, que se entienda como lo que es: una arena de conflicto en donde se disputa el poder político, se problematizan aún más las diferencias entre los distintos grupos y se ataca discursivamente a los adversarios con el objetivo de evitar que lleguen a las posiciones por las que también se compite. Sólo así se podrá comenzar a revalorizar sin falsas expectativas, la actividad política. Ahora bien, es conveniente realizar algunos apuntes metodológicos de la presente tesis. Comenzaré por responder dos preguntas fundamentales: ¿por qué es importante hacer este estudio? y ¿qué ocurre si no lo hago?, posteriormente especificaré la hipótesis de investigación, el método utilizado y los resultados obtenidos. Considero importante realizar este estudio por la necesidad de elevar el nivel de las campañas político-electorales y comenzar así, a revalorizar la política. 5 Es fundamental que los competidores políticos se esfuercen realmente en impulsar y defender programas públicos, para que no basen sus triunfos en la exaltación de las simples cualidades personales (lo que personaliza la política). Es indispensable que los ciudadanos reconozcan el valor político que tienen en una democracia moderna cuando emiten sus votos, ya que si lo hacen premiando a quienes realmente estén comprometidos con un programa público, se incentivaría la creación de un círculo virtuoso en donde los individuos de acción, comenzarían a extinguirse en beneficio de los auténticos políticos, ayudando así al desarrollo del debate democrático de las ideas y proyectos sociales. Me parece que si no se problematiza este tema, la política y sus actores continuarán abonando en su desprestigio, porque los electores cuando votan por personas y no por proyectos, al final del día terminarán desilusionados de esta fundamental actividad social. Manteniéndose también la creencia popular de que la mercadotecnia aplicada a esta disciplina, únicamente ayuda a engañar a la gente construyendo héroes atractivos, pero sobrevalorados -por no decir ineficaces-, cuando en realidad, esta útil herramienta puede utilizarse igualmente para resaltar el programa o el proyecto político de los candidatos. En cuanto a las hipótesis o supuestos que guían este estudio destaco dos: “si la personalización de la política implica la exaltación de los carismas o cualidades personales, entonces cuando ésta se personaliza, pierde prestigio debido al deterioro del debate público” y “si los ciudadanos son conscientes del poder de su voto, entonces podrán propiciar un círculo virtuoso en donde los candidatos se esfuercen por privilegiar el debate de las ideas políticas, siempre y cuando los electores premien a los auténticos políticos, es decir, a quienes priorizan las ideas y propuestas por encima de las cualidades personales”. Por eso se observará a lo largo de la tesis, cómo en las modernas democracias la personalización de la política contribuye al desprestigio de dicha actividad y cómo los medios masivos de información -así como la propaganda política- influyen para que se lleve a cabo tal fenómeno político. Sin embargo, la personalización de la política se debe también a que los ciudadanos no han sabido 6 valorar al auténtico político cuando se presenta en las contiendas electorales, por eso el elector debe saber reconocerlos, para poder brindarles su voto. Es por lo anterior, que la propuesta que se hace invita a conocer por qué hoy en día los competidores políticos tienen que escenificarse en ese gran ritual de la democracia que son las campañas electorales, donde inevitablemente se personaliza la política, pero que lo fundamental será saber que priorizar los proyectos políticos y no las simples cualidades personales de los candidatos (tanto por los electores, competidores políticos y la opinión pública) es el elemento que permitiría desactivar paulatinamente el descrédito de la política y el deterioro del debate democrático. El método utilizado en la presente tesis es el hermenéutico, el cual busca el reconocimiento por parte del investigador de las ideas y presupuestos ante el objeto de estudio. En términos amplios intenta mostrar el sentido de las realidades, interpreta los textos y la experiencia ya sea por el intercambio de opiniones o con ayuda de la inducción y deducción mediante el análisis de los procesos lógicos que intervienen en el fenómeno estudiado. Fernando Ayala Blanco3 diría que quien hace hermenéutica interviene entre quien pronuncia el discurso y quien lo recibe, y al igual que la figura de Hermes, une y transmite, media e interpreta. Por lo tanto, esta investigación es producto de la observación de un fenómeno político ampliamente señalado por numerosos investigadores: el desprestigio de la política y sus actores, así como el bajo nivel en el debate de las ideas y proyectos públicos fundamentalmente durante los procesos más intensos de comunicación política. Posteriormente, disgregué y sistematicé los elementos del problema, logrando –desde la teoría política, de la comunicación y de la mercadotecnia- configurar una propuesta para revalorizar tan importante actividad social en una época donde los competidores por el poder político tienen que escenificarse inevitablemente en ese gran ritual de la democracia moderna que son las campañas electorales. 3 Ver capítulo “El camino de Hermes” en Fernando Ayala Blanco, El arte de la política, México, Innovación Editorial Lagares de México, 2006, pp. 15-27. Se recomienda también Verdad y método de Hans Georg Gadamer. 7 Como estudioso de la política estoy convencido de que esta actividad social no es malévola ni demoniaca, por eso quise ofrecer una explicación al desprestigio de la política y al mismo tiempo, una propuesta muy elemental para que en las condiciones jurídicas en la que se encuentra nuestro país -donde el único momento efectivo que tiene el ciudadano para calificar el actuar de su clase política es el día de la elección, ya que no se aplica ni la iniciativa popular, el plebiscito, el referéndum y mucho menos la revocación de mandato-, se puedan esperar mejores resultados de tan importante actividad para el desarrollo social. Por lo anteriormente expuesto, la presente tesis si cuenta con un carácter científico porque arroja un conocimiento sistematizado, producto de la observación de un problema ampliamente registrado, presenta una coherencia lógica, definiciones claras y argumentos precisos que demuestran cómo cuando la política se personaliza, nofavorece el debate democrático de las ideas y proyectos públicos, contribuyendo al desprestigio de la misma. Finalmente, los resultados de la investigación conformaron una propuesta para que los ciudadanos sean conscientes de los beneficios democráticos que se obtendrían al priorizar los programas o proyectos políticos por encima de los simples atributos personales de los candidatos y así, pueda comenzar a revalorizarse la política y a sus actores. De tal suerte que si se eleva el debate democrático durante los procesos de persuasión electoral, la vida política podría ofrecer mejores resultados que los producidos hasta ahora. Al clasificar a los competidores políticos en individuos de acción y en auténticos políticos, el ciudadano conseguirá fácilmente identificarlos cuando se presenten en las contiendas electorales y de este modo, premiarlos o castigarlos con su voto electoral en beneficio del debate público de las ideas y proyectos futuros. Se sostiene entonces que una propuesta para revalorizar la política, implica que el elector conozca el desenvolvimiento de los competidores políticos en las modernas democracias, para que así, privilegie lo que realmente se pone en juego el día de la elección: los programas o proyectos políticos. De esta manera se hace notar que en una elección lo realmente primordial son los idearios políticos y no 8 las simples cualidades personales (positivas o negativas) de los candidatos, porque en las distintas sociedades, los actores políticos pasan pero los proyectos permanecen. Es por esto que la presente propuesta contribuye a que la ciudadanía revalorice la política, pues elevando el debate democrático, los ciudadanos y actores políticos sabrán poner énfasis en los proyectos y propuestas durante los periodos en los que se intensifica la comunicación política entre la clase gobernante y los gobernados. De tal suerte que se puedan privilegiar los temas políticos que cada candidato representa, sin que el debate se concentre únicamente en la vida privada o los atributos personales de los contendientes. Además, este estudio logra justificar teóricamente cómo la influencia que ejercen los medios de comunicación y la propaganda política –la mayoría de las veces de corte emocional- es capaz de convertir a los competidores políticos en meros productos mercantiles. Esta estrategia se ha vuelto popular para ganar las elecciones ya que es mucho más fácil vender al público una campaña publicitaria basada en la personalidad de los candidatos, que una que enfatice un programa político propositivo. He aquí la importancia de saber identificar al auténtico político del simple producto, lo cual es necesario para que la sociedad comience a revalorizar la verdadera labor política, mejore el debate democrático y aspire a un mayor desarrollo social. 9 CAPÍTULO I El marco democrático para la lucha política 1.1 La democracia moderna Hoy en día la lucha por el poder político no es una competencia descarnada y violenta entre los distintos grupos antagónicos. Más bien, la política en la mayor parte de los países del mundo, se desenvuelve dentro de las reglas del juego democrático, cuyo fin es producir decisiones con el máximo de consenso y el mínimo de tensión. La doctrina moderna de la democracia favorece la intervención de los ciudadanos en los asuntos del gobierno, es decir, las normas vinculantes para todos los gobernados emanan o son producto de procesos de decisión en donde todos o la mayoría de la población tiene derecho a participar de manera igualitaria y en libertad, a diferencia de las monarquías, tiranías, aristocracias u oligarquías, donde las normas y medidas públicas se dictan por una o muy pocas personas. Desde una concepción procedimental de la democracia, Norberto Bobbio apunta seis reglas del juego democrático concernientes al “quién” y al “cómo” de las decisiones políticas. Seis reglas para la Democracia 1 Establece una condición de igualdad en donde todos los ciudadanos con obligación política, están dotados con derechos políticos, fundamentalmente con el voto electoral, el cual permite participar en el proceso de formación de las decisiones colectivas sin algún tipo de discriminación. 2 Los votos de los ciudadanos tienen el mismo valor y ninguno debe contar más o menos que otro. Una cabeza un voto. 3 Los ciudadanos son libres de poder ejercer su voto según su libre opinión, para lo cual se requiere que se encuentre garantizado el pluralismo de los medios de información. 4 Se tiene la libertad de poder escoger entre diversas opciones políticas, por lo que 10 deben existir posibilidades reales que permitan identificar al ciudadano con una orientación precisa y tener así, la disponibilidad de elegir entre programas políticos distintos. Esto reflejaría pluralidad en los partidos políticos. 5 La “regla de la mayoría” como una condición de eficiencia para llegar más fácilmente a la decisión colectiva. Es una regla técnica para reconocer la voluntad general y no tiene que ser identificada con el principio de la democracia, porque la imposición de la voluntad de la mayoría no es democracia, más bien resulta un mecanismo útil para superar el conflicto y la heterogeneidad de opiniones. 6 Esta última regla se refiere al contenido de las decisiones políticas, ya no al “qué” ni al “cómo”. Ninguna decisión mayoritaria debe limitar u obstaculizar el ejercicio del juego democrático. Esta regla contiene cinco condiciones sustanciales: a) prohíbe cualquier decisión que esté orientada a alterar o abolir las otras reglas del juego, (las condiciones formales de la democracia) b) prohíbe volver inútiles las otras reglas, o que se limiten o anulen los principios de la libertad individual que constituyen las precondiciones liberales de la democracia c) impone a los poderes públicos de una democracia la obligación de volver efectivo el goce universal de estas mismas libertades, mediante la garantía de algunos derechos fundamentales como por ejemplo, el derecho social a la educación pública y gratuita y el derecho a la subsistencia d) prohíbe violar las precondiciones constitucionales de la democracia, específicamente los principios de separación y equilibrio de los poderes del Estado, con el fin de prevenir un despotismo, incluso de la mayoría e) prohíbe toda forma de concentración de los “tres poderes sociales”: el poder político (fundado en última instancia en el control de los medios de coacción), el poder económico (basado en el control de los bienes y recursos materiales), y el poder ideológico (instituido en el control de las ideas y las conciencias, representado por los medios de comunicación y persuasión). Fuente: Michelangelo Bovero, La democracia y sus condiciones, seminario presentado en el “Aula A” de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, México, viernes 11 de febrero de 2011. En este mismo sentido, Robert Dahl señala puntualmente algunos requisitos institucionales que salvaguardan los fundamentos de libertad e igualdad política en las democracias modernas: 11 Algunos requisitos para que se dé la democracia entre un gran número de habitantes Para tener la oportunidad de: Se requieren las siguientes garantías institucionales: I. Formular las preferencias 1. Libertad de asociación. 2. Libertad de expresión. 3. Libertad de voto. 4. Libertad para que los líderes políticos compitan en busca de apoyo. 5. Diversidad de fuentes de información. II. Manifestar las preferencias 1. Libertad de asociación. 2. Libertad de expresión. 3. Libertad de voto. 4. Elegibilidad para la cosa pública. 5. Derecho de los líderes políticos a competir en busca de apoyo. 6. Diversidad de fuentes de información. 7. Elecciones libres e imparciales. III.Recibir igualdad de trato por parte del gobierno en la ponderación de las preferencias 1. Libertad de asociación. 2. Libertad de expresión. 3. Libertad de voto. 4. Elegibilidad para el servicio público. 5. Derecho de los líderes políticos a competir en busca de apoyo. 5.1 Derecho de los líderes políticos a luchar por los votos. 6. Diversidad de fuentes de información. 7. Elecciones libres e imparciales. 8. Instituciones que garanticen que la política del gobierno dependa de los votos y de las otras formas de expresión de preferencias. Fuente: Robert Dahl, La poliarquía. Participación y oposición, México, Tecnos, 1997, p. 15. 12 Ambos autores coinciden en lo fundamental: la igualdad y la libertad como principios de la democracia moderna. Se aprecia entonces que la democracia reconoce a las personas una igualdad esencial de oportunidades para el ejercicio de sus derechos y que cuenta con la mayoría de la población, para la estructuración del poder; pide cultura política, espíritu de diálogo, tolerancia, respeto a los derechos fundamentales de la persona humana y participación activa en los asuntos públicos. Las democracias modernas han resuelto de este modo, el acceso al poder político, con reglas y procedimientos específicos diseñados para conocer el ¿quién? y el ¿cómo? de la disposición política. Norberto Bobbio menciona al respecto que “la única manera de entenderse cuando se habla de democracia, en cuanto contrapuesta a todas las formas de gobierno autocrático, es considerarla caracterizada por un conjunto de reglas (primarias o fundamentales) que establecen quién está autorizado para tomar las decisiones colectivas y bajo qué procedimientos.”4 Se nota entonces como una de sus funciones principales es la de producir decisiones con el máximo de consenso y el mínimo de tensión, sustituyendo de este modo la lucha armada por una competencia pacífica y electoral. Por eso, los periodos electorales son espacios previamente acordados donde la batalla política se materializa de mejor forma, finalizando con bandos vencedores y vencidos. Sin embargo, es sumamente importante subrayar que en las democracias modernas ya no se combate por el poder político de manera violenta -como en las antiguas guerras-, sino que los ataques se producen fundamentalmente en el ámbito de la comunicación política. Sólo al comprender la política como una lucha pacífica por conquistar el poder político, se entenderá que quienes compiten por él, se encuentran mucho más expuestos a los ataques verbales de sus adversarios, que los ciudadanos que no deciden hacerlo. Por ello, es importante que los jugadores de este juego sepan forjarse una imagen pública fuerte y positiva, que logre resistir cualquier ataque de sus contrincantes políticos. 4 Norberto Bobbio, El futuro de la democracia, México, Fondo de Cultura Económica, 2007, p. 24. 13 1.2 La política como lucha por el poder político La política en las modernas democracias implica entonces una disputa por el mando y/o dirección de un País, Estado, Ayuntamiento o cargo de elección popular. Es una actividad por la cual se accede, se incrementa, se retiene y se transfieren posiciones de poder político. Y corresponde fundamentalmente a los políticos, desenvolverse en esta complicada arena pública de lucha y conflicto. Max Weber apuntó que “quien hace política aspira al poder; al poder como medio para la consecución de otros fines (idealistas o egoístas) o al poder <<por el poder>>, para gozar del sentimiento de prestigio que él confiere”5, sin embargo, el auténtico político a diferencia del simple individuo de acción, privilegia el bien social por encima del privado, como se profundizará en el capítulo siguiente. Ahora bien, si se entiende la política como un espacio de competencia y disputa por el poder político, es fundamental reconocer la existencia de adversarios u oponentes; competidores que en las democracias modernas aceptan el juego democrático e intentan por diversos medios, obtener el triunfo en las jornadas electorales, utilizando su fuerza y astucia para ello. Para exponer mejor la importancia del adversario político, viene a cuentas un autor que desde mi óptica, logró explicar de una manera muy realista la política como conflicto. Me refiero a Carl Schmitt, quien entendió lo político como la tensión entre lo amigo y lo enemigo. Él argumenta que un amigo es aquél que comparte un conjunto de valores y normas concretas, que en el terreno político moderno, en una primera instancia son los valores democráticos y normas constitucionales, y en una segunda instancia, los amigos se compactarían en torno a las ideologías o visiones para entender el mundo. Pero cuando un grupo amenaza y pone en riesgo la unidad e identidad de otro grupo, surge la relación amigo-enemigo, la cual únicamente puede ser 5 Max Weber, El político y el científico, Madrid, Alianza, 1993, p. 84. 14 entendida desde lo público, ya que un enemigo “no es siquiera el adversario privado que nos odia debido a sentimientos de antipatía”6. Esta relación tampoco se determina en términos morales ni estéticos, pues hablar de bueno y malo implica aceptar la existencia de un orden establecido, en donde las acciones están ya calificadas de antemano con estos calificativos, y para Schmitt: “el orden no es una realidad dada, sino es el resultado de una decisión soberana”7, producto del poder político. Es de este modo, cómo los otros, son aquellos que no comparten nuestros valores, pero que en el ámbito de lo político, se podrá llegar con ellos a la solución de conflictos mediante acuerdos derivados de la negociación, debido a que al enemigo se le reconoce su derecho público de hacer política. En una democracia moderna, donde la sociedad es cada vez menos homogénea y que cuenta con una gran variedad de valores y creencias, saber reconocer a los adversarios políticos en los términos anteriormente mencionados, facilita apreciar como legítimo, que los distintos grupos defiendan sus valores e idearios dentro de un marco constitucional y democrático. Estipulado lo anterior, se comprende que la inevitable relación amigo- enemigo establecida entre los individuos, produce conflictos y tensiones que más tarde, le permitirán al competidor político, construir un nuevo ordenamiento. Lo político implica entonces un momento de tensión o conflicto entre amigos y enemigos, el cual debe ofrecer la posibilidad de llegar a acuerdos, para restaurar el orden público. El sociólogo alemán Max Weber mencionó que la política es “la aspiración a participar en el poder o a influir en la distribución del poder entre los distintos Estados o, dentro de un mismo Estado, entre los distintos grupos de hombres que lo componen”8. En este sentido, se puede asegurar que al ser el poder político un bien escaso y altamente deseado, los competidores políticos que luchan legalmente por obtenerlo, lo hacen fundamentalmente durante las campañas 6 Carl Schmitt, El concepto de lo político, México, Folios Ediciones, 1985, p. 25. 7 Enrique Serrano Gómez, Consenso y conflicto. Schmitt, Arendt y la definición de lo político, México, Centro de Estudios de Política Comparada, 1998, p. 48. 8 Max Weber, op. cit., p. 84. 15 electorales, las cuales sustituyen la fuerza de las armas por un combate mucho más pacífico. 1.3 El poder político El poder implica la capacidad que se tiene para persuadir a los otros de que se realice o apoye lo que el “poderoso” quiere. Y en el campo de estudio de la ciencia política, quienes compiten por el poder político buscan hacerse de él para implementar su proyecto político sobre los gobernados. El poder político se distingue fundamentalmentede los otros poderes, en atención a la esfera en la que se desenvuelve, pues tiene la capacidad de obligar a los ciudadanos que habitan un territorio a cumplir con sus obligaciones públicas siempre en favor del bien común9. Por lo que su ejercicio, es propio de los gobernantes sobre los gobernados, siendo así el poder político quien manda, guía o dirige en las distintas sociedades. Los gobernantes pueden inclusive hacer uso de la fuerza, ya que como se sabe, el poder del Estado cuenta con el monopolio legítimo de la violencia. En este sentido, quienes lo ejercen se distinguen por ser la clase dominante en cada sociedad: "el poder político se presenta como la posibilidad que tienen unos pocos de determinar o influir en el curso de la vida de los hombres en sociedad"10. El poder del Estado hace uso de la fuerza del derecho, también de la coerción y la violencia, por eso representa el poder coactivo por excelencia. En suma, la batalla por conquistar el poder político se refiere a la situación en la que los distintos competidores buscan mantener, transferir o adquirir aquellos recursos estatales que les permitan orientar el sistema social en beneficio de los intereses que ellos representan. 9 Ya que como se verá en el próximo capítulo, el auténtico político a diferencia del simple individuo de acción, sabrá privilegiar el bien social por encima del privado, siendo así congruente con el vivir para la política y no a costa de ella. 10 Luis Alberto Ayala Blanco, El silencio de los dioses, México, Sexto piso, 2004, p. 154. 16 1.4 La comunicación política: arena fundamental de la lucha política Es con el arribo de la democracia moderna cuando la comunicación política se incorpora al campo de estudio de la ciencia política, para explicar la vida política como un sistema de diálogos entre gobernantes y gobernados. En términos amplios, al estudiar la comunicación del proceso político, se estudia el suceso informativo que se realiza entre medios de comunicación, políticos y ciudadanos. Por lo que es en este espacio público, donde se combate pacíficamente por el poder político, Lazzeri anota al respecto que “la mentira, duplicidad, contrariedad constituyen el estado natural insuperable de las relaciones interhumanas. Pero tal conducta hace pacífica la competencia de vanidades y estabiliza el conjunto de las relaciones sociales”11. Entonces, la violencia generada desde la comunicación política y en la esfera de la opinión pública, no es algo malo en la actividad política: “los actores políticos se autoescenifican, pero también son caracterizados por otros, y en el caso que nos ocupa, son representados por los medios de comunicación. Esta situación genera una tensión entre el discurso político12 y el discurso periodístico13”14. Una aproximación general al término de comunicación política, la ofrece Dominique Wolton, quien aprecia que esta “evoca todo aquello que se vincula con la producción y el intercambio de los discursos políticos que exponen los distintos actores y que los medios reflejan”15. El mismo autor delimita el concepto y lo define como “el espacio en que se intercambian los discursos contradictorios de los tres actores que tienen legitimidad para expresarse públicamente sobre 11 Christian Lazzeri, “Los signos del poder: ensayo sobre la política de Pascal” en Jean Louis Labarriere, et al., Teoría política y comunicación, Barcelona, Gedisa, 2001, p. 75. 12 Destinado básicamente a persuadir o manipular. Fabbri, Macarino, (2002). 13 Orientado esencialmente a informar. Escudero (1996). 14 Alberto Betancourt Posada, “Autoescenificación y representación de los candidatos presidenciales”, en Lucrecia Escudero Chauvel y Claudia I. García Rubio, Democracias de Opinión. Medios y comunicación política en las elecciones mexicanas 2006, Argentina, La Crujía, 2007, p. 72. 15 Dominique Wolton, “La comunicación política: construcción de un modelo” en Jean-Marc Ferry, et al., El nuevo espacio público, Barcelona, Gedisa, 1998, p. 28. 17 política, y que son los políticos, los periodistas y la opinión pública a través de los sondeos”16. Se observa que lo transmitido en el campo de la comunicación política es: ideología, acciones, imágenes, símbolos, opiniones e información de sondeos públicos. Por eso, este espacio representa el escenario donde los políticos intercambian argumentos y pasiones, con el fin de persuadir a los ciudadanos a que los elijan como su preferencia política. Para que exista comunicación política se requiere de un emisor, un receptor, un espacio público, así como de medios de comunicación que transmitan pertinentemente el mensaje político. La opinión pública también interviene ya que hoy en día no se puede gobernar sin hacer caso de su amplia influencia social: “la opinión de las masas tiende pues a convertirse cada vez más en el supremo regulador de la política”17. La comunicación política aparece de este modo como un proceso de construcción permanente entre ciudadanos, periodistas y políticos; es una práctica pero también “un campo de estudios sobre la regulación de la sociedad, está estrechamente ligada a la modernización del espacio público y al rol de los medios en la construcción de una nueva arena social donde lo político se vuelve espectáculo y puesta en escena”18. 1.5 La comunicación electoral La comunicación electoral forma parte de la comunicación política, esta pretende construir mayorías a través del diálogo, siendo los medios masivos de comunicación, los actores fundamentales para la proliferación del mensaje político. Monzón se refiere a ella como el “lugar de convergencia donde pueden contemplarse los resultados de los estudios electorales, la importancia que han 16 Ibid., p. 31. 17 Gustave Le Bon, Psicología de las masas, Madrid, Morata, 2005, p. 110. 18 Lucrecia Escudero Chauvel y Claudia I. García Rubio, op. cit., p. 11. 18 tenido las campañas electorales dentro de la comunicación política y los efectos que producen los medios de comunicación sobre el comportamiento electoral”19. Teresa Velázquez considera que el circuito de comunicación político- electoral bien puede ser el siguiente20: los temas de interés público son puestos en circulación por los actores legitimados para construir el discurso político, el cual desemboca en los ciudadanos, y a partir de ese momento, se establece una interacción entre ambas instancias y se constituye el discurso de la comunicación política. El juego de la interacción discursiva se manifiesta entonces, en la orientación de voto o en el resultado electoral, siendo los momentos cercanos a las contiendas electorales cuando la comunicación política se intensifica. Jean-Luc Parodi va más allá y destaca que en la comunicación electoral no sólo se intercambian símbolos e información, porque “es una comunicación competitiva y, en esa competencia, también otros actores intentan presentar actos de peso y dirigir sus efectos, en la continuidad”21. Es a partir de estas concepciones, como se aprecia que la comunicación político-electoral, comprende el espacio de lucha por el poder político, donde intervienen políticos, medios de comunicación y ciudadanos. Este último autor ofrece nueve elementos útiles para comprender y descifrar el juego de la comunicación electoral22: 1. Este tipo de comunicación fluye continuamente, se construye a lo largo del tiempo. Por lo que un voto razonado se instituirá no sólo durante el periodo de la campaña electoral, sino también tomará en cuenta los recuerdos del pasado. 2. No toda comunicación política tiene resonancia. Esto es así ya que los medios filtran y priorizan ciertos temas.19 Cándido Monzón, Opinión pública, comunicación y política. La formación del espacio público, Madrid, Tecnos, 1996, p. 298. 20 Teresa Velázquez García-Talavera, “El discurso de las campañas electorales en televisión: la efervescencia sígnica” en La comunicación política. Transformaciones del espacio público, deSignis, núm. 2, Barcelona, Gedisa, abril, 2002, p. 275. 21 Jean-Luc Parodi, “Lo que eres dice tanto de ti que ya no se escucha lo que dices. Reflexiones sobre el equilibrio real entre la acción política y la comercialización de la apariencia en la decisión electoral” en Jean- Marc Ferry, et a., El nuevo espacio público, Barcelona, Gedisa, 1998, p. 253. 22 Ibid., p. 248. 19 3. Los actores plantean actos políticos duros durante su carrera política, los cuales tienen más posibilidades de ser recordados por los electores. Estos actos impactantes fungen como referentes que respaldarán su historial político. 4. Un acto político duro debe evocar una fuerte dimensión de la vida política y diferenciarse de los actos acostumbrados. Esto es importante, porque a partir de ello podrá distinguirse por encima de sus competidores. 5. Un acto duro será más recordado, siempre y cuando no existan otros actos duros que lo borren. 6. Cada acto duro contribuye a formar la imagen de un político. 7. Una sociedad politizada posee un conglomerado de recuerdos más completo, de los actos duros de quienes compiten por el poder político. 8. La competencia por el poder político será un combate entre conglomerados de recuerdos de actos duros. 9. La comercialización de la imagen de un político sólo podrá hacerse en los límites que marque su conglomerado de actos duros, es así por lo que un político joven puede construir más fácilmente su imagen pública. Al seguir estos nueve puntos, resulta un tanto complicado saber distinguir exactamente dónde inicia y termina la comunicación electoral, ya que los competidores políticos siempre están en una constante lucha por persuadir y distinguirse sobre sus oponentes, pues como se ha visto, requieren incrementar sus espacios de poder en el menor tiempo posible. En este mismo sentido, el estratega estadounidense Dick Morris dice que “en una época, los partidos competían entre sí sólo durante los periodos eleccionarios; en la actualidad pelean todos los días y no ofrecen tregua ni respiro”23. Por tal motivo, es muy importante subrayar que el término comunicación electoral, se utilizará única y exclusivamente cuando se emitan mensajes políticos 23 Dick Morris, El nuevo príncipe. Maquiavelo actualizado para el siglo XXI, Buenos Aires, El Ateneo, 2008, p. 16. 20 en los tiempos legalmente establecidos para los periodos de precampaña y campaña electoral. Porque es en el tiempo cercano a la elección, cuando se intensifican los mensajes de los competidores políticos, cuando los problemas sociales se convierten en conflictos entre líderes, donde los medios masivos de comunicación atienden constantemente estos temas y cuando las encuestas aparecen constantemente ante la opinión pública. Es durante este ritual electoral cuando se excluye la amenaza de la fuerza como medio para la solución de problemas y se transfieren los conflictos sociales al campo de la comunicación política. Ahora bien, se pueden distinguir tres tipos de comunicación durante una campaña electoral24: 1. Interpersonal: Discursos, recorridos y presentaciones. 2. Por medios: Declaraciones, conferencias, entrevistas y debates. 3. No verbal: Giras y actos de campaña. Se aprecia, como la campaña electoral además de ser un esfuerzo de organización y movilización, es un fenómeno de comunicación, y cuando el marco jurídico de un país se ha endurecido, los competidores políticos tienden a buscar la posibilidad de poner en marcha nuevas prácticas para superar los límites y restricciones en materia electoral, aprovechando los recursos políticos, económicos, materiales, humanos y simbólicos para salir triunfantes de las contiendas político-electorales. 1.6 El tiempo de acción fundamental de los políticos: el periodo electoral Los competidores políticos buscan incrementar su poder político a lo largo de toda su vida y en un sistema democrático, combaten por él con mayor intensidad 24 Ver Mario Martínez Silva y Roberto Salcedo Aquino, Manual de Campaña. Teoría y práctica de la persuasión electoral, México, Instituto Nacional de Estudios Políticos, 2006, p. 28. 21 durante los periodos electorales ya que estos representan el clímax de la lucha política. Es en la campaña electoral en donde el candidato monta una serie de acciones comunicativas para ganarse la aceptación, apoyo y confianza del electorado, porque únicamente son los ciudadanos quienes le podrán coronar con sus votos el día de la elección. Una de las características formales de las modernas democracias es la existencia de reglas claras para la transmisión y el acceso al poder político. Por ello se establece previa y legalmente, la duración de los periodos de gobierno, para que tanto ciudadanos como competidores políticos, sepan el día exacto en que se evaluará con el voto electoral, el desempeño público ofrecido tanto por el grupo político del gobierno, como por los de la oposición. Es durante la campaña electoral cuando el prestigio y responsabilidad del competidor político se pone en tela de juicio. En los periodos electivos, a quienes compiten por los cargos públicos se les llama candidatos, “la palabra candidato proviene del latín candidatus, que se refiere a quien usaba la toga blanca, candidus, que portaban en la antigua República de Roma quienes buscaban un puesto público, para simbolizar la pureza de su vida y de sus intenciones”25. Cada candidato adopta durante la contienda electoral un lema para la batalla o eslogan, palabra de origen “gaélico sluagh-ghairm, que en la antigua Escocia significaba el grito de guerra de un clan, y el inglés adoptó el término en el siglo XVI, para convertirlo, ya en el XIX, en la divisa de un partido y en consigna electoral, con lo que vemos que el origen se produce en la guerra y en la política, para pasar luego a la publicidad”26 (se aprecia nuevamente la histórica relación bélica dentro de la actividad política). Por tal motivo se subraya que son justamente los tiempos electorales, los momentos más importantes de la actividad política democrática, pues representan la objetivación de lo político y el fundamento que da origen al Estado, debido principalmente a dos cuestiones que se producen durante este periodo específico: 25 Mario Martínez Silva y Roberto Salcedo Aquino, op.cit., p. 18. 26 Citado en Javier del Rey Morató, Los juegos de los políticos. Teoría general de la información y comunicación política, Madrid, Tecnos, 1997, p. 166. 22 1. La lucha política se materializa claramente, llegando la comunicación política a su punto más intenso. 2. Los ciudadanos tienen la posibilidad de renovar con su voto electoral, el pacto con su sistema político de gobierno. 1.7 La campaña electoral y el mitin político Dentro del periodo electivo, la campaña electoral representa el clímax de la disputa por el poder político, donde objetivos, tácticas y estrategia se enfrentan a las de los adversarios. Inclusive, el término guerra sucia, se aplica cuando los actores principales entran a un clima directo de confrontación, donde ya no se contrastan las propuestas o características de cada candidato, sino más bien se pretende desincentivar a que se vote por los adversarios políticos, desprestigiándolos a través de campañas negativas. En la guerra sucia lo que abundan son las notas amarillistas y los ataques personales, pues estos transmitenmiedo social hacia la figura del adversario político con el fin de inhibir el voto a su persona. Es en el periodo electoral cuando el grupo vencedor, constituye la nueva autoridad dentro del territorio conquistado. Sin embargo, cabe destacar que en las modernas democracias, las campañas electorales -a diferencia de las guerras-, no derraman sangre, porque como ya se indicó, el escenario de batalla se fija en las mentes y corazones de los electores, se combate en el espacio de la percepción de los individuos, siendo por ello la persuasión, el arma más poderosa para el político. Luego entonces, una campaña política versa sobre la confianza que se pueda depositar en una persona, es un proceso de seducción, donde los ciudadanos elijen a quien inevitablemente encabezará un proyecto político. Y en los procesos electorales la personalidad del guerrero-candidato queda expuesta 23 públicamente. Jacques Gerstlé menciona cuatro características de toda campaña electoral27: 1. Es la ocasión propicia para elegir entre las distintas propuestas de los candidatos registrados. 2. Permite a los ciudadanos evaluar retrospectivamente la acción de los gobiernos. 3. Se revelan los atributos de los candidatos o líderes políticos. 4. Las elecciones son un rito político, donde lo esencial es la campaña electoral y la participación ciudadana más que el resultado, pues es a través de ella como se legitima el acceso al poder político. En este sentido, la campaña electoral es un asunto estratégico de comunicación donde se planifican y ejecutan distintas actividades con el fin de ganar votos. Es en su dinámica cuando los competidores políticos dan a conocer los éxitos y virtudes que representan -ya sea desde la oposición o desde el gobierno-, así como los desaciertos de sus adversarios. En este proceso de comunicación resulta vital prestar atención a los medios masivos de comunicación, porque son ellos quienes en el día a día, forjan opiniones sobre el candidato, señalan lo que éste representa para ellos y dan eco a sus propuestas de campaña. Las campañas políticas refuerzan creencias y buscan involucrar a otros sectores sociales: “son esencialmente persuasión, algunos las comparan metafóricamente con un proceso de seducción, en el que el candidato trata de seducir a los electores mediante palabras e imágenes para que le concedan su voto”28. Por ello, se dice que están diseñadas para atraer a los medios noticiosos a los actos de proselitismo, siempre pensando en que éstos adquieran una mayor difusión, mostrando así el apoyo entusiasta que el candidato genera. 27 Ver Jacques Gerstlé, “La propaganda política. Algunas enseñanzas de la experiencia norteamericana” en Jean-Marc Ferry, et al., El nuevo espacio público, Barcelona, Gedisa, 1998, p. 232. 28 Mario Martínez Silva y Roberto Salcedo Aquino, op. cit., p. 83. 24 Las campañas son un transcurso intenso de persuasión, planeado y controlado, su objetivo es influir en la decisión de los electores, de modo tal que los votos registrados permitan ganar una elección. Es la fase donde la comunicación política entre candidatos, electores y opinión pública, llega a su climax, manifestándose más intensamente. Dentro de las campañas electorales, los mítines políticos son casi obligatorios, con ellos se pretende reforzar el compromiso de los electores e “iniciar” a nuevos seguidores mediante el contagio y la imitación de la masa. Cohesión y entusiasmo es preciso reflejar en cada uno de estos actos, pues demostrar fortaleza política es sumamente importante. El mitin es un espacio creado para la emisión de mensajes políticos, donde la información no verbal o estética es la que sobresale: entonación de la voz, dramatización, sonidos, luces y símbolos son predominantes durante la escenificación de los competidores políticos. Esto es posible porque al auditorio al que se dirige el candidato es en su gran mayoría simpatizante a él y ya está predispuesto a aceptar los argumentos que se le presenten. A continuación se muestra una tabla que considero importante incorporar para comprender la estructura del mitin y la escenificación del competidor político: Estructura Información previa Propaganda de la convocatoria del mitin: carteles, pancartas, megáfonos, espectaculares, etcétera. Desarrollo del mitin Ambientación: banderas, pancartas, música, animadores, escenario. Atmósfera de desinhibición-identificación. Intervención de teloneros, oradores de segundo orden. Discurso del líder. Difusión Información sobre el desarrollo del mitin: radio, prensa, televisión e Internet. 25 Fuente: Javier del Rey Morató, La comunicación política, Madrid, Eudema, 1989, pp. 175 y 178. Todos estos elementos que se presentan durante el mitin no deben dejarse al azar, puesto que tienen como finalidad reforzar el discurso político del emisor. Cabe destacar que los mensajes durante este tipo de ceremonias, no pretenden persuadir a los presentes, más bien reforzar y cohesionar al grupo, impulsándolo a realizar una acción específica. La organización de los mítines es un asunto delicado, por lo que deben ser convocados con suficientes días de anticipación en los medios de comunicación más apropiados. Además, es muy recomendable llamar la atención de los visitantes y entretenerlos mientras inicia el acto, lo más común es la intervención de bandas musicales. Si el mitin se desarrolla al aire libre, debe pensarse en la hora y el lugar idóneo que permitan atraer a transeúntes y aseguren la presencia de un número suficiente de asistentes, por lo que ayudará bastante que el candidato realice una caminata al lugar del mitin, para atraer a los curiosos durante el recorrido. Características Recursos Para cumplir con las funciones asignadas. Localidad Debe ser un espacio inferior al público esperado. Hora Tiene que privilegiar el crepúsculo vespertino, ya que este recrea una atmósfera más íntima y permite resaltar con luces al orador. Recursos ópticos Deben emular un ambiente teatral, para despertar un sentimiento comunitario en torno al líder. Banderas, pancartas y pósters Informan y recuerdan estéticamente el mensaje general. Cohesionan e identifican al auditorio con una idea compleja y sirven para reforzar el mensaje del orador. Música y canto Son útiles porque apelan directamente a la emoción, impulsan el sentimentalismo y desactivan el pensamiento crítico del auditorio. Cabe resaltar que ésta debe introducirse en el momento oportuno para conseguir el efecto deseado. 26 Se recomienda no cansar al auditorio, por eso un máximo de tres oradores incluyendo al principal, será un número aceptable de personas para pronunciar discursos. La tribuna debe hacer atractivo al candidato, nombre, eslogan y logotipo del partido tienen que ser visibles para todos. La decoración puede incluir banderas, emblemas, fotografías, flores, colores, estandartes, etcétera. Además es necesario contar con un sonido de alta calidad para que todos escuchen claramente el mensaje emitido, siendo el personal de apoyo quien entregue la propaganda a los asistentes. En los mítines -como en cualquier acontecimiento significativo del competidor político-, se producen referentes para los medios masivos de comunicación, de esta forma, se puede afirmar que un acto político significativo será eficaz si logra que el mensaje o imagen del político trascienda hacia los medios masivos de comunicación. Los actos del competidor político cuando son eficazmente ritualizados, logran que los medios de comunicación funcionen como una caja de resonancia, la cual reproduce y difunde la información política que de ellos emana. En conclusión, la finalidad del mitin –como acto político significativo- es insertar en los medios masivos y en la opinión públicael mensaje emitido, para poder desencadenar con mayor fuerza la proyección del competidor político, el mitin funge así, como la plataforma perfecta para la escenificación y glorificación del líder. 1.8 Elecciones: la fiesta de la democracia Es durante los periodos electorales cuando los competidores políticos emiten intensamente símbolos y signos orientados a la producción de mensajes, inscriben sus actuaciones y discursos en el ritual legitimador del poder, cuyas reglas son fijadas por los tiempos del proceso político. Las elecciones simbolizan entonces la actualización del pacto social, en donde las creencias sociales se renuevan y se consolidan las convicciones 27 democráticas. Las tensiones sociales se alivianan, pues los conflictos públicos se transfieren al universo simbólico del discurso y se acuerda un nuevo compromiso del gobierno con la sociedad, es así como sobrevive la alianza democrática, he aquí la importancia del ritual electoral. Ayala Blanco por ejemplo, distingue el proceso electoral como un sacrificio ritual, enfatizando que: “La representación política, como el lenguaje, asesina al objeto y pone en su lugar un significante. La idea es renunciar al propio poder en aras de consolidar uno que pertenezca a todos, es decir, delegar nuestra voluntad en una instancia común efectuando así la sustitución que hace posible la ejecución del sacrificio. La representación política es actualmente el ejemplo más claro de su fuerza […] Por ejemplo, lo más sorprendente del sacrificio electoral es su absoluta coincidencia con el sacrificio religioso en un punto decisivo: el consentimiento de la víctima en el momento mismo en que va a ser inmolada. Así como los distintos seres sacrificiales aceptan el golpe fatal, así las masas de ciudadanos se despojan de su poder al depositar su voto en las urnas”29. Las elecciones como ritual, ayudan por eso a sostener la creencia en la democracia representativa, en la igualdad política y la autodeterminación colectiva. Refuerzan el pacto que tienen los ciudadanos con las principales organizaciones políticas y el aparato estatal, por eso, el rito político más importante de la democracia es la fiesta electoral. 1.9 Dos rituales de la política: la campaña electoral y el mitin político Como ya se mencionó, el proceso electoral es el rito político por excelencia de la democracia y su importancia es tal, que se aprecia, cómo los gobiernos pasan 29 Luis Alberto Ayala, op. cit., p. 114. 28 pero los ritos permanecen. Hoy en día los ciudadanos eligen a sus gobernantes por medio de un ritual persuasivo llamado elecciones, éstas, son el medio por el cual se reparten periódicamente los cargos públicos y en las sociedades fuertemente arraigadas hacia lo local, la función del ritual político es “materializar la relación entre lo político y la sociedad civil”30, ya que se refuerzan los elementos de identidad individual y colectiva. Es por ello que el rito político más representativo en las modernas democracias, es el de las campañas electorales. En donde los competidores políticos, convertidos en candidatos, se desenvuelven en determinadas áreas territoriales, es en este rito donde se escenifican siguiendo un reglamento preciso, donde los espectadores parecen fascinados por la representación que observan y donde los rituales políticos combinan tanto artificio como emoción. La campaña electoral es una forma moderna del rito de iniciación, al respecto, Harry Pross insiste que: “las elecciones no sólo significan un rito de iniciación a los escogidos. El ir a las urnas exige regularmente una participación activa y es, en cuanto tal, una forma de comunicación de los súbditos del Estado con la supraordenación. Tal comunicación va dirigida hacia algo que está enfrente y que sólo puede ser captado simbólicamente […] Con su participación, se cerciora de la existencia del orden. El elector quiere lograr que algo cambie o siga igual, depende de lo que se represente”31. Esto es así porque quien no participa en estos actos no goza de los beneficios de la fiesta y no puede materializar la idea de lo público, de lo político, pues la participación es la encargada de introducir a los sujetos en el rito. De igual modo, Fernando Schwarz observa atinadamente la función de las fiestas en las diversas sociedades: 30 Marc Abélès, “Rituales y comunicación política moderna” en Jean-Marc Ferry, et al., El nuevo espacio público, Barcelona, Gedisa, 1998, p. 146. 31 Harry Pross, Estructura simbólica del poder, Barcelona, Gustavo Gili, 1980, pp. 132-133. 29 “las fiestas tienen el objetivo de regular las tensiones entre los hombres. No se trataba solamente de provocar un enloquecimiento individual y colectivo, ni de impedir que se expresen los impulsos de masa, sino de canalizar las tensiones en un sentido constructivo, y esto para impedir el desbordamiento de la barbarie y de la animalidad […] Durante su transcurso todo es posible, todo puede ser revisado. Implica la muerte del estado anterior y la posibilidad de llegar a uno nuevo. En este sentido, tiene un papel iniciático y es la que crea la dinámica en el seno de la sociedad tradicional”32. Es por ello que si las fiestas democráticas son bien realizadas, cumplirán una función muy importante: la de guardar el orden y el equilibrio social al mismo tiempo que renuevan el pacto entre gobernados y gobernantes. Durante el proceso electoral, los competidores políticos asumen el rol de candidatos, convirtiéndose durante ese periodo en los emisores privilegiados del mensaje político, “en la democracia, la lucha electoral y la información electoral representan la transformación simbólica más importante del ritual público que fija los plazos del ejercicio del poder conforme al calendario. Por ello, en estos tiempos, la presión política sobre los medios de comunicación social es de lo más fuerte”33. En las fiestas, el comportamiento del candidato se ajusta al calendario: “el rito político de las elecciones fija el conjunto de actos públicos conforme al calendario”34, por eso la agenda electoral, está determinada por el calendario litúrgico de la democracia. Además, con la ritualización de la política el competidor político aprovecha para ganar notoriedad, ya que como registra Harry Pross: “la ritualización predeterminada por el calendario, obliga a los grupos que quieren operar públicamente a ritualizar igualmente sus costumbres y, al revés, su efectividad pública reside ante todo en el hecho de su notoriedad a nivel de calendario”35. 32 Fernando Schwarz, Mitos, ritos, símbolos, Buenos Aires, Biblos, 2008, p. 138. 33 Harry Pross, op. cit., 177 p. 34 Ibid., p. 139. 35 Ibid., pp. 130 y 135. 30 Con relación al comportamiento de los candidatos, Javier del Rey recalca que “al igual que en los argumentos teatrales, en la campaña electoral hay guión, escenario, tiempo de exposición, temas, personajes, roles, dirección escénica, indumentaria, decorados, escenas y telón final”36, por lo que el competidor político debe apegarse a un guión previamente diseñado, lo que lo deja en un margen de maniobra muy pequeño para la improvisación. En esta lógica, el autor referido reitera que “la campaña electoral es un relato, una narración en la que se representa un conflicto, con un guión, una interpretación dramatizada, un reparto de papeles, con planteamiento del problema, nudo y desenlace, en el que el triunfo de un personaje se produce a costa de la derrota de otro u otros personajes”37. Se aprecia de este modo, como las campañas electorales funcionan para rendir culto a los héroes modernos: los líderes políticos. Como se observa, “si la racionalidadestratégica del candidato quiere tener una posibilidad de expresarse con éxito, debe entregarse a las exigencias del rito social de la campaña electoral”38, por eso, como la fiesta de la democracia además de ser el espacio en donde los políticos se comunican más fácilmente con los electores, forma también parte fundamental del ritual político, porque hace visible la “cercanía” de los futuros gobernantes con sus gobernados, es el periodo en el que se “pacta” y se construye la legitimidad del gobernante y en general del sistema político democrático. Por lo cual, este periodo no puede ser entendido sólo como un proceso de organización, comunicación y estrategia, sino también como una fiesta, en donde el drama, el júbilo, la razón y la pasión, conviven dentro del periodo de la renovación política. Es por ello que durante las campañas electorales los candidatos plantean las modificaciones que consideran necesarias para mantener el orden social, porque la fiesta: “constituye el instante especial para innovar, para 36 Javier del Rey Morató, op.cit., p. 90. 37 Ibid., p. 233. 38 Ver Jacques Gerstlé, op. cit., p. 236. 31 modificar lo que no iba bien en el periodo anterior, ya que todo vuelve a ser posible”39. Desde la perspectiva del ritual, el mitin político también es un rito de poder pues se desarrolla en un determinado lugar, el cual pretende ser geográficamente representativo y que además, despliega fuertes simbolismos: “el ritual político es inseparable de una concepción global de la representatividad, que echa ancla en el territorio. Para construir y mantener a continuación esa legitimidad hay que reactivar los ritos que recurren a lo local y a su memoria, que exaltan a través de la bandera, las medallas y las referencias a la nación un sistema de valores patrióticos comunes”40. Los mítines son escenificaciones que presentan sonidos, imágenes y colores, ofrecen la mayor cantidad de atracciones posibles. En ellos se producen constantes demostraciones de poder, los oradores por ejemplo, aparecen en escena conforme a su jerarquía, existe una conglomeración que grita y aplaude, las luces señalan a la persona más importante, etcétera. En estos actos se pueden encontrar los elementos de la fiesta: el territorio, la primacía de los símbolos y valores colectivos, así como la sujeción al calendario. Es en los mítines donde los celebrantes utilizan simbolismos como la nación, el pueblo o la clase social en sus discursos políticos. Marc Abélès por ejemplo, señala que los mítines “exigen por parte de los protagonistas, una presencia física, que son también localizados, que se subdividen en una multiplicidad de secuencias y que combinan palabras con símbolos no-verbales: conductas gestuales, manejo de objetos de valor simbólico, todo en una escenografía que integra en forma convencional el conjunto acción/discurso”41, lo que se pretende entonces con la ejecución de los rituales políticos, es encaminar acciones -más con ayuda de simbolismos-, pero siempre apegándose a un discurso racional. 39 Fernando Schwarz, op. cit., p. 136. 40 Marc Abélès, op. cit., p. 146. 41 Ibid., p. 147. 32 Es así como la comunicación no verbal se muestra durante los mítines políticos para reforzar el mensaje lógico-racional y crear una atmósfera emotiva que anticipe y prevenga al auditorio sobre el sentido del mensaje que se dictará. La función de los símbolos durante un mitin político es abonar el terreno para que el discurso llegue más fácilmente a los receptores, los emocione e identifique con el emisor. En este sentido, el sonido cuenta con un papel muy importante dentro de esta escenificación, por eso, durante el mitin se utiliza la música como un elemento que desinhibe al auditorio, incitándolo a bailar, gritar y aplaudir, es decir, introduce un ambiente festivo que neutraliza la acción del pensamiento crítico, ofreciendo a los oradores un entorno amigable y receptivo. Es por ello que en los ritos políticos, se despliegan símbolos con fuerte contenido emocional (ligados a los estereotipos de la patria mexicana o de lo que se considera como bueno), dependiendo de lo que se quiera reafirmar. Estos acontecimientos comunicativos se desarrollan en un ambiente de confianza, donde los receptores son afines al emisor, por esto es que se hace un llamado al voto de pertenencia durante los mítines, pues se reafirman las convicciones del grupo, sin pretender tanto convencer a los indecisos. 1.10 Comentario al primer capítulo En la actualidad son los periodos electorales los espacios adecuados por excelencia para problematizar la vida pública de una comunidad. Es en ellos donde los líderes o representantes de los bandos antagónicos, pretenden persuadir a los electores de que sus valores y creencias, representan el mejor proyecto de gobierno. Además, los periodos electorales son procesos polémicos porque durante su desarrollo se suscitan tensiones entre amigos y enemigos, en estos periodos específicos las ideas se confrontan y la comunicación política intenta agrupar y 33 unificar al electorado en torno a una identidad positiva que es encabezada por el representante de cada grupo político. Es así como el clímax político por excelencia se produce en el periodo electoral, momento que representa una posibilidad para el competidor político de sacar provecho a favor de sus intereses de poder, con el objetivo –o excusa- de mejorar la situación pública existente. Las elecciones son el gran asunto público, donde los ciudadanos distinguen con su voto, al grupo encargado de configurar el desarrollo de la comunidad, con base a determinados valores y creencias políticas, las cuales fueron confrontadas abiertamente por los distintos grupos de amigos-enemigos. Se sabe ahora por qué la política moderna es una lucha pacífica por el poder, y en nuestro país, los competidores políticos –convertidos durante los periodos electorales en candidatos- que logran obtener la mayoría de los votos válidos el día de la elección, son quienes acceden a los puestos de representación popular. 34 CAPÍTULO II Las minorías y las masas en materia política 2.1 Líderes y seguidores El capítulo anterior permitió comprender por qué en una democracia, son las minorías organizadas las que gobiernan un territorio dentro de un régimen democrático, en donde todos -o la mayoría de las personas-, tienen el derecho de elegir a sus representantes populares durante los procesos electorales. A lo largo de la historia se han distinguido dos tipos de individuos: los líderes y los seguidores, Gaetano Mosca subraya al respecto que “en todas las sociedades, empezando por las medianamente desarrolladas, que apenas han llegado a los preámbulos de la civilización, hasta las más cultas y fuertes, existen dos clases de personas: la de los gobernantes y la de los gobernados”42. En el mismo sentido Gustave Le Bon valora que la mayoría de los individuos son incapaces de conducirse y que por eso se apoyan en un guía: “en toda esfera social, desde la más alta hasta la más baja, en cuanto el hombre no está aislado, cae muy pronto bajo el dominio de un líder”43. Por su parte José Ortega y Gasset explica que “el hombre es, tenga de ello ganas o no, un ser constitutivamente forzado a buscar una instancia superior. Si logra por sí mismo encontrarla, es que es un hombre excelente; si no, es que es un hombre-masa y necesita recibirla de aquél”44. Desde esta perspectiva se observa claramente a lo largo de la historia, la existencia de los líderes políticos. Y dentro de la clase gobernante, son los competidores políticos los primeros en plantear cuestionamientos e iluminar los pensamientos difusos de
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