Logo Studenta

Expresiones-de-la-identidad-juvenil-en-un-contexto-urbano-del-municipio-de-Chimalhuacan-estado-de-Mexico

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
PROGRAMA DE MAESTRÍA EN TRABAJO SOCIAL 
ESCUELA NACIONAL DE TRABAJO SOCIAL 
 
 
 
EXPRESIONES DE LA IDENTIDAD JUVENIL EN UN CONTEXTO URBANO 
DEL MUNICIPIO DE CHIMALHUACÁN, ESTADO DE MÉXICO 
 
 
 
T E S I S 
 
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: 
 MAESTRO EN TRABAJO SOCIAL 
 
 
 
P R E S E N T A: 
MARTÍN SÁNCHEZ VILLAL 
 
 
 
T U T O R 
MTRO. ELÍ EVANGELISTA MARTÍNEZ 
ESCUELA NACIONAL DE TRABAJO SOCIAL, UNAM 
 
 
 
MÉXICO, D.,F DICIEMBRE, 2015 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
Expresiones de la identidad juvenil en un contexto urbano del Municipio de 
Chimalhuacán, Estado de México. 
 
Resumen 
 
Esta investigación aborda desde una visión interpretativa, las expresiones de la identidad 
juvenil en un contexto urbano del Municipio de Chimalhuacán, Estado de México. El 
objetivo es comprender la diversidad de formas mediante las cuales cada sociedad 
determina las maneras de ser joven, y las estrategias que los jóvenes utilizan en los 
procesos de creación y recreación sociocultural. La premisa versa en que los jóvenes aún 
ubicados en un lugar social desacreditable, tienen la capacidad de generar prácticas 
cotidianas producto de la significación que ellos mismos diseñan en su experiencia de vida, 
de modo que sus prácticas sociales, el género y la clase social condicionan la construcción 
de la identidad juvenil, en tanto su integración a diversos agrupamientos juveniles son una 
forma de expresión y búsqueda de reconocimiento social ante la invisibilidad y 
vulnerabilidad de la que son objeto. Se trata de una investigación cualitativa que se 
fundamenta en la fenomenología, su trabajo de campo se basó en el método 
fenomenológico y etnográfico. El corpus empírico que se presenta resultó del análisis de 
contenido, construido a partir de una muestra intencionada con el criterio de saturación del 
testimonio de informantes clave. 
 
A partir de este posicionamiento, el lector podrá comprender algunos de los elementos 
identitarios que la juventud emplea para reconocerse y diferenciarse entre sus pares, los 
procesos socioculturales que viven cotidianamente y a partir de los cuales la misma 
sociedad coloca a los jóvenes de éste estudio en un lugar disidente y en el límite de las 
estructuras. 
 
Palabras clave: identidad juvenil, prácticas cotidianas y espacios de interacción 
 
 
 
Expressions of youth identity in an urban context Chimalhuacán Township, State of 
Mexico 
 
Summary 
 
This research addresses from an interpretive vision, expressions of youth identity in an 
urban context Chimalhuacán Township, State of Mexico. The goal is to understand the 
diversity of ways in which each society determines the ways of being young, and youth 
strategies used in the processes of creation and cultural recreation. The premise that young 
versa even placed in a social discreditable, they have the ability to generate daily practices 
of the product they design significance in their life experience, so that their social practices, 
gender and social class condition building youth identity, while integrating various juvenile 
groups are a form of expression and seeking social recognition before the invisibility and 
vulnerability they face. This is a qualitative research based on phenomenology, field work 
was based on the phenomenological and ethnographic method. The empirical corpus that 
presents content analysis was built from a purposive sample with the criterion of saturation 
of the testimony of key informants. 
 
From this position, the reader can understand some of the elements of identity that youth 
used to recognize and differentiate among their peers, sociocultural and everyday living 
processes from the same society which puts young people in this study dissident and limit 
structures instead. 
 
Keywords: youth identity, everyday practices and spaces of interaction 
 
 
 
 
 
 
 
Agradecimientos 
 
Esta investigación fue posible gracias al apoyo y participación de los jóvenes de la colonia 
Arturo Montiel, Municipio de Chimalhuacán, Estado de México, para ellos un sincero 
reconocimiento y mi gratitud. 
 
Al Maestro Elí Evangelista que ha sido esencial en este proceso de investigación, su 
disposición y guía fue fundamental en todo el trayecto. De igual forma agradezco a mis 
lectores por aceptar formar parte del jurado revisor de esta tesis. 
 
Quiero agradecer a la Escuela Nacional de Trabajo Social, UNAM, mi formación 
profesional. Y a la Coordinación del Posgrado en Trabajo Social, en tanto siempre 
brindaron su apoyo y orientación. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
ÍNDICE 
 Pág. 
 INTRODUCCIÓN 
 
7 
 
CAPÍTULO 1 IDENTIDADES JUVENILES: UNA CONSTRUCCIÓN SOCIAL 12 
1.1 La construcción social de la realidad: el mundo de la vida 
cotidiana 
13 
1.2 Convergencia de los jóvenes: el problema de las 
generaciones 
21 
1.3 La emergencia de las identidades juveniles 25 
1.4 El ser joven y su capacidad de agencia 31 
1.5 Cultura y subjetividad: prácticas cotidianas y creatividad 
juvenil 
33 
 Consideraciones finales 37 
 
CAPÍTULO 2 UNA APROXIMACIÓN METODOLÓGICA AL ESTUDIO DE 
LAS IDENTIDADES JUVENILES 
40 
2.1 Implicación metodológica 41 
2.2 El referente empírico 42 
2.3 La relación con el otro 44 
2.4 Construcción del dato 46 
 Alusiones al trabajo de campo 48 
 
CAPÍTULO 3 CHIMALHUACÁN: LA INCURSIÓN DE LA JUVENTUD EN 
LA PERIFERIA URBANA COLONIA POPULAR “ARTURO 
MONTIEL” 
50 
3.1 Edificación territorial en la actualidad 51 
3.2 La urbe entre cerros 55 
3.3 El sector poblacional en expansión 57 
3.4 La incursión en la periferia: Colonia Arturo Montiel 60 
CAPÍTULO 4 LOS JÓVENES Y SU IDENTIDAD 66 
4.1 Los jóvenes de la colonia Arturo Montiel 66 
4.2 Los jóvenes y la familia 72 
4.3 Entre la escuela y la calle 78 
4.4 La juventud y el sistema de seguridad pública 82 
4.5 El intersticio, el trabajo informal 84 
 
CAPÍTULO 5 DIVERSIDAD JUVENIL 88 
5.1 Diversidad cultural: coincidencias y diferencias juveniles 88 
5.2 Destruido, pandillero y graffitera 89 
5.3 Lenguajes y espacios de interacción 97 
5.4 Prácticas cotidianas 100 
5.5 Producción cultural 104 
 
 CONCLUSIONES 109 
 
 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 
 
115 
 ANEXO 120 
 
7 
 
INTRODUCCIÓN 
 
En la actualidad, las colonias y barrios del Municipio de Chimalhuacán, Estado de 
México, viven procesos de cambio, el incremento poblacional ha dado lugar a la 
expansión urbana y con ella el surgimiento de diversos fenómenos sociales, uno de 
éstos se asocia a los jóvenes, pues son quienes integran parte importante de la población 
de ese lugar. Hoy en Chimalhuacán los jóvenes cobran relevancia, su constante 
presencia en la trama social los coloca como actores protagónicos, sin embargo, el 
imaginario social construido en torno a ellos adquiere distintas atribuciones y 
significaciones, desde aquellos que los favorecen por su condición etaria hasta quienes 
los estigmatizan al relacionar sus prácticas cotidianas como antepuestas a la concepción 
establecida por la institución. 
 
Situar el contexto de los jóvenes, implica comprender los procesos de intersubjetividad 
expresados en su vida cotidiana, pues al igual que otrossujetos sociales tienen un 
significado y un sentido del mundo de la vida que construyen. En este momento los 
jóvenes tienen una relevancia social al grado que ser joven se ha vuelto un asunto 
complejo; indagar sobre su identidad y trayectoria conduce repensar el espectro 
transversal de sus prácticas sociales, lenguaje, género, condición tiempo-espacial, 
imaginario juvenil, es decir cómo se piensan ellos de sí mismos en su contexto y cómo 
piensan que los consideran los otros en su condición de joven. 
 
Los jóvenes se pronuncian de formas distintas, algunas de estas manifestaciones se han 
convertido en expresiones culturales y sociales, que en cierto sentido no son 
compartidas por todos los actores y sujetos sociales, de manera que actores con 
envestidura de autoridad, medios de comunicación y algunas visiones adultocentristas 
han creado un estigma que considera a los jóvenes causantes de violencia y 
transgresores del orden social, calificándolos de un peligro para la sociedad a los cuales 
hay que castigar. Dista mucho la idea de que son portadores de cultura, que poseen 
capacidad creativa y recreativa de su cotidianidad, que tiene una visión de mundo, que 
más allá de ser clasificada como transgresora o inequívoca, es la manera en como 
interiorizan la cultura. 
 
8 
 
Frente a la dimensión social que adquieren los jóvenes, esta investigación centra su 
interés de estudio en las expresiones de la identidad juvenil en un contexto urbano del 
Municipio de Chimalhuacán, Estado de México, reflexionar a cerca del fenómeno 
juvenil implicó darles voz a los sujetos jóvenes que en su contexto entretejen sus 
propias relaciones sociales, pero que cuyas dinámicas se desconocen, representa una 
forma de aproximación a su construcción identitaria en esos contextos, prácticas 
socioculturales que los determinan, expresiones que adoptan, trayectorias que los 
distinguen e imaginario colectivo que construyen. 
 
Las condiciones actuales y modos de vida de los jóvenes exige partir del conocimiento 
de lo que significa ser joven y los diversos aspectos que lo definen, así, los procesos en 
los que están inmersos generó en esta investigación interrogantes como: ¿Qué aspectos 
sociales y culturales les permiten a los jóvenes reconocerse como jóvenes? ¿Qué 
elementos identitarios están en juego en su construcción de joven? ¿Cómo es qué a 
partir de la biografía personal de los jóvenes se identifican y diferencian entre sus pares 
y con otras generaciones? ¿Qué expresiones juveniles se encuentran en ese contexto? 
 
La intención de esta investigación es comprender la diversidad de formas mediante las 
cuales cada sociedad determina las maneras de ser joven, y las estrategias que utilizan 
los jóvenes al participar en los procesos de creación y recreación sociocultural. Por lo 
que, no sólo se trata de observar a la juventud en aislado o como un dato estadístico 
más, sino comprender cómo los jóvenes han conformado su identidad a través de 
diferentes elementos que conjugan en su vida cotidiana, que trayectorias han adoptado 
de acuerdo a condiciones sociales y culturales que los han permeado tanto internas 
como externas en los escenarios urbanos. 
 
A este respecto, los supuestos que se plantearon fueron de singular utilidad en la 
orientación de la investigación y como posibles respuestas a las interrogantes centrales 
del estudio, toda vez que, las prácticas sociales que realizan los jóvenes son un 
mecanismo de pertenencia e identidad; la experiencia de vida, el género y la clase social 
condicionan la construcción de los elementos identitarios en la juventud; la construcción 
de la identidad se configura como parte de su experiencia de vida y como una respuesta 
social, ante la invisibilidad y vulnerabilidad de la que son objeto; y los jóvenes se 
9 
 
integran a diversos agrupamientos juveniles como una forma de expresión y búsqueda 
de reconocimiento social. 
 
El referente teórico-metodológico que sustenta la investigación y orientó su desarrollo, 
se fundamenta en la visión fenomenológica de la construcción social de la realidad; de 
igual forma se suman otros referentes sustantivos sobre generación, identidad, agencia, 
cultura y juventud. En relación a la implicación metodológica se propuso pasar del 
terreno observado a las relaciones sociales, lógicas de acción y procesos recurrentes en 
un contexto determinado, en el que se desentrañaron significados y formas en que el 
sujeto social construye su realidad de acuerdo a su experiencia biográfica. 
 
Se obtuvo toda la información posible que fue desde el mismo investigador, los jóvenes 
y otros actores externos, de modo, que se captaran las identidades juveniles y sus 
relaciones. En ese sentido los métodos propios de las ciencias sociales fueron clave, 
toda vez que la investigación se planteó a partir de un enfoque cualitativo y una 
perspectiva interpretativa comprensiva. 
 
El trabajo en campo se basó en la descripción de los significados de las experiencias 
vividas a través del método fenomenológico, etnográfico y la aplicación de técnicas con 
objetivos específicos: la entrevista en profundidad apoyada en categorías de análisis 
facilitó la recopilación de los relatos con los jóvenes y vecinos del lugar; los relatos de 
vida permitieron captar la experiencia biográfica de los jóvenes y la observación 
etnográfica sirvió para recoger las conductas y prácticas sociales. 
 
El corpus empírico resultó del análisis de contenido y se construyó a partir de una 
muestra intencionada con el criterio de saturación del testimonio de 35 informantes 
clave, jóvenes residentes de la colonia entre una edad de 15 a 26 años, tanto hombres 
como mujeres en una condición civil de solteros, unión libre y casados, algunos trabajan 
y otros se dedican a actividades ilícitas; los escenarios del trabajo de campo fueron la 
calle, esquinas, bases de mototaxis, tiraderos clandestinos de basura, terrenos baldíos 
cercanos al canal de aguas negras, bailes y algunos lugares de esparcimiento entre otros. 
El tiempo aproximado de la investigación fue de un periodo anual de junio 2014 a junio 
2015. 
 
10 
 
La estructura de la investigación se divide en cinco capítulos: El primer capítulo 
contiene el referente teórico de la investigación, en él se plantean los ejes teóricos que 
enmarcan la reflexión analítica del fenómeno de estudio a partir de dos momentos: en el 
primero, sobre la construcción social de la realidad desde la fenomenología; y en el 
segundo, se elabora una breve discusión teórica sobre el problema de las generaciones y 
se abordan otros referentes sustantivos adoptados sobre las diversas miradas que han 
permeado la concepción de joven, la identidad juvenil, la capacidad de agencia y 
producción cultural de los jóvenes. 
 
En el segundo capítulo se presenta el horizonte metodológico trazado para el desarrollo 
del trabajo de campo, análisis y elaboración del corpus empírico. Se describe la 
implicación metodológica de la que parte el estudio, se da a conocer el referente 
empírico en términos de lo que fue la selección e inserción a la colonia, se presentan las 
estrategias aplicadas en la interacción con los sujetos, las técnicas de investigación 
utilizadas, se bosqueja el proceso de construcción del dato y se esbozan algunas de las 
dificultades presentadas en el trayecto de la investigación. 
 
El tercer capítulo describe el escenario y punto central del trabajo de campo, pues se 
trata del referente empírico que fundamenta la investigación, por lo que se puntualizan 
algunas condiciones del municipio y de la colonia; se señala su ubicación geopolítica, 
rastros históricos y se bosquejan datos estadísticos respecto a la situación demográfica 
en particular sobre la concentración de jóvenes del municipio, la situación del 
equipamiento, la infraestructura, los fenómenos sociales ligados a la precariedad en la 
que conviven losjóvenes y la presencia de otros actores sociales no necesariamente 
vinculados al fenómeno juvenil, pero que conforman el escenario de la investigación. 
 
El cuarto capítulo refiere a un análisis sobre la construcción de la identidad juvenil, aquí 
se desentraña quiénes son los jóvenes en su cotidianidad y qué prácticas culturales 
producen y reproducen, con el aporte de datos sociodemográficos se sitúa el perfil de 
quiénes son esos jóvenes; seguido de ello se aborda la cotidianidad de los jóvenes y en 
la parte final del capítulo se incorpora la información empírica en relación a su 
identidad, espacios sociales construidos y su incursión en las prácticas culturales. 
 
11 
 
En el último capítulo se entretejen las interpretaciones de los discursos expresados por 
los jóvenes, es decir se hace énfasis en el análisis y la reflexión del conjunto de 
elementos que constituyen la diversidad cultural de los jóvenes, lenguajes, espacios de 
interacción, capacidad de agencia y su relación con algunas estructuras como la escuela, 
el trabajo y la seguridad pública; al cierre del capítulo se consideran las formas de 
interacción y prácticas cotidianas. 
 
En las conclusiones generales se reagrupa el conjunto de argumentos desarrollados en 
toda la investigación, se ponderan los elementos que permiten la comprensión del 
fenómeno juvenil y su construcción identitaria, y se abren expectativas a futuras 
investigaciones sobre el tema juvenil desde el Trabajo Social. En el apartado del anexo 
se incluye la guía de entrevista utilizada en el trabajo de campo. 
 
 
12 
 
CAPÍTULO 1 
 
IDENTIDADES JUVENILES 
UNA CONSTRUCCIÓN SOCIAL 
 
En este trabajo de investigación se parte de la idea de que la sociedad se comprende y 
explica a partir de un conjunto de procedimientos de orden fenomenológico (Schutz, 2003), 
toda vez que el postulado fundamental de su construcción versa en la reciprocidad de los 
sujetos, es decir en un esquema recursivo que permite surgir un diálogo. El filosofo Ortega 
y Gasset (1972), refiere que, yo no soy, si no estoy en constante relación con el otro, se 
pronuncia porque lo social es la correspondencia entre los sujetos, una acción en la que se 
hacen presentes, yo y el otro, lo cual atribuye, que un sujeto social no es individualidad, 
más aún, hay que añadir que la sociedad se construye en esta premisa, no hay sociedad si 
no existe relación que intercepte el entramado subjetivo, sociocultural, el tiempo biológico 
y el orden legal, desde dónde los sujetos y sociedades se construyen en una dualidad 
objetiva y subjetiva (Berger y Luckmann, 1986). 
 
Con este preámbulo intento dar una orientación a mis planteamientos, el propósito de este 
capítulo es ofrecer al lector una breve discusión acerca de los principales ejes teóricos que 
enmarcan la reflexión analítica de esta investigación, por tanto, éste capítulo parte de la 
construcción social de la realidad desde la mirada fenomenológica que plantea Alfred Shutz 
(2003), en las estructuras del mundo de la vida y Berger y Luckmann (1986), en la realidad 
de la vida cotidiana. La intención es hacer comprensible como las sociedades construyen 
diversos esquemas de clasificación y tipificación, a partir de un universo subjetivo que se 
concreta en un mundo objetivo. Al mismo tiempo se retoma el problema de las 
generaciones de Karl Mannheim (1993), para comprender la construcción social de los 
jóvenes, toda vez que ésta se plantea como un espacio de tiempo en el que tienen lugar 
acciones que los sujetos comparten en común, y donde su producción cultural además de 
ser única de esa generación, se recrea en contextos de dificultades y en esquemas de 
clasificación impuestos, pero también desde posiciones de contestación y reflexión. 
 
13 
 
Con todo ello, se abre camino para esbozar algunas perspectivas de autores como Reguillo 
(1995), Urtega (1998), Feixa (1999), Perea (2007), en torno a lo juvenil, pero sobre todo 
enfatizar a través del dialogo de Valenzuela (1997), las identidades juveniles y la 
comprensión del ser juvenil en contextos diversos cuyos esquemas estructurales permiten a 
los jóvenes, desde su visión de hoy, apropiarse y reivindicarse en su condición juvenil. 
 
En el cierre del capítulo se aborda la capacidad de agencia del sujeto de acuerdo con la 
perspectiva de Giddens (2006), y se incorporan planteamientos de Geertz (2005), y 
Thompson (2006), sobre la cultura, de modo que, sus aportes hagan comprensible la 
producción cultural, la circulación de lenguaje y la creación de objetos y emblemas 
culturales que envuelve a los jóvenes, pues a pesar de que todos son contemporáneos por 
vivir en el mismo tiempo y mundo, lo construyen de modos diferentes. 
 
De esta forma, la intención es clarificar los fundamentos teóricos que permitan la 
comprensión de los capítulos posteriores, donde se implican las expresiones de las 
identidades juveniles. 
 
1.1 La construcción social de la realidad: el mundo de la vida cotidiana 
 
Inicio por situar el marco que define que es la realidad de la vida cotidiana, que en el 
planteamiento de Berger y Luckamm (1986), se presenta como algo inmanente a nosotros 
mismos, es decir una realidad en donde se aceptan datos y fundamentos particulares como 
algo ya instituido, los cuales tienen un marco de referencia que comparte el otro o bien una 
sociedad. Estos esquemas permiten que los sujetos generen ciertos comportamientos 
aceptados por ese contexto y tiempo específico, pero también esa realidad cotidiana no sólo 
se acepta, sino que, también tiene cuestionamientos que nacen desde la intersubjetividad de 
los actores sociales. Así podemos dar cuenta de manifestaciones producto de los 
pensamientos, de la experiencia previa y del cuestionamiento de situaciones que guían la 
acción social. 
 
14 
 
En este entramado es pertinente aclarar que no existe solo una realidad, en tanto que el 
sujeto reconoce a diferentes semejantes, en ese transcurso del mundo de vida la conciencia 
es capaz de distinguir esas realidades, por ejemplo: cuando nos encontramos durmiendo y 
soñamos, en el momento de enfrentarnos y colocarnos en diversos espacios y ante actores 
sociales, tales como la escuela, la calle, el trabajo, centro deportivo, los amigos, la familia, 
cualquier figura de autoridad, entre otros. Sin negar que existe una suprema realidad y es la 
que se denomina vida cotidiana, mundo de vida y vida diaria. 
 
El mundo de la vida lo constituye el escenario y objeto de nuestras 
acciones e interacciones, para llevar a cabo los propósitos que buscamos 
en él, entre nuestros semejantes, tenemos que dominarlo y modificarlo. 
(Schutz, 2003:27) 
 
La realidad de la vida cotidiana se caracteriza por una presencia inmediata, (Berger y 
Luckmann, 1986:37), “aquí y ahora”, pero también se experimenta en grados de 
proximidad y alejamiento tanto espacial como temporal. En este orden de ideas, la realidad 
que se presenta aquí y ahora es aquella que contempla mi realidad inmediata, mi contexto 
más cercano, que permite mi manipulación corporal, es mi diario obrar porque actúo en él, 
sobre él, lo modifico y decido, aunado a ello se ubica mi contexto más generalizado, 
ejemplo son los acontecimientos que tienen lugar en mi colonia, en la delegación, el 
municipio, en los estados o en todo el país, los cuales afectan de manera directa o indirecta 
mi actuar en el mundo de la vida. 
 
Esos acontecimientos me pueden o no importar, de acuerdo a los intereses que generen en 
mí obrar diario. Pueden ser las reformas laborales que afecten mi ingreso económico, la 
desaparición de 43 jóvenes que mueven mi conciencia en función de observar la violencia 
como algo cotidiano, la exclusión y marginación de los jóvenes en contextos urbanos o bien 
el feminicidio en el Estado de México. Todos estos sucesos y problemas sociales afectan mi 
vida cotidiana, quizá no de manera directa, pero si en un nivelde acontecimiento próximo. 
 
La vida cotidiana se impone por sí sola, esto refiere a que hay acontecimientos que durante 
el transcurso de la vida se vuelven rutinarios, ejemplo de ello puede ser tomar una taza de 
café, pero qué ocurre cuando no hay café, nosotros tenemos la capacidad para enfrentar 
15 
 
situaciones que son impuestas por la misma vida, quizá no sea una taza de café, pero si 
puede ser un accidente en el transcurso de la salida del trabajo. Aquí en este tipo de eventos 
tendremos la capacidad de resolverlos o no, nos enfrentamos a una diversidad de problemas 
y dilemas. Por tanto, podemos observar dos situaciones de la vida cotidiana, aquellas que se 
aprenden desde el sentido común y que no constituyen un problema, en tanto se vuelven 
rutina, y aquellas que son problemas que tenemos que resolver a partir del sentido común, 
de un conocimiento previo y de la experiencia que ese determinado evento nos deje. 
 
Además aparecen dos zonas cargadas de significados y que forman parte de la vida 
cotidiana, la estética y la religión. Para explicar esto, retomo el planteamiento de Berger y 
Luckmann (1986), quienes lo ejemplifican a partir de una obra de teatro, pues durante el 
transcurso de la escena es una determinada realidad, al concluir la obra de teatro se vuelve a 
la realidad, es así como nosotros necesitamos, para estar en el mundo de la vida, estas dos 
zonas cargadas de significado, la estética y la religión proporcionan y dotan a los sujetos de 
una carga de significados que fortalecen las acciones de y en la vida cotidiana. Es a partir 
del lenguaje en dónde los sujetos pueden objetivar y plasmar los significados del arte y la 
religión, en tanto que guían a partir de la creación y de normas y preceptos los 
comportamientos de hombres y mujeres. 
 
El espacio y el tiempo son otros dos elementos que estructuran el mundo de vida. Ya se ha 
hecho referencia que la acción de todo sujeto se determina por el contexto y espacio, así 
que señalo que la vida cotidiana se estructura por una serie de espacios en donde los sujetos 
se insertan, pero también aquellos que los mismos sujetos construyen en la relación social. 
No obstante la dimensión espacial para Berger y Luckmann (1986), es totalmente periférica 
a nuestras consideraciones presentes y tiene una dimensión social en virtud de la capacidad 
de manipulación que tenemos en él. A este respecto el espacio social no sólo es algo que se 
presenta ya establecido ante nosotros, sino surge en la interacción social. Para Lefebvre 
(1974), el espacio social posee una dimensión geográfica, pero también añade que existen 
puntos de confluencia de flujos políticos, económicos, históricos, culturales y sociales. 
 
El espacio no es un objeto científico separado de la ideología o de la 
política; siempre ha sido político y estratégico. Si el espacio tiene 
16 
 
apariencia de neutralidad e indiferencia frente a sus contenidos, y por eso 
parece ser puramente formal y el epítome de abstracción racional, es 
precisamente porque ha sido ocupado y usado, y ya ha sido el foco de 
procesos pasados cuyas huellas no son siempre evidentes en el paisaje. El 
espacio ha sido formado y modelado por elementos históricos y 
naturales; pero esto ha sido un proceso político. El espacio es político e 
ideológico. Es un producto literal lleno de ideologías (Lefebvre, 1974:31) 
 
El concepto de espacio que plantea Lefebvre (1974), es producto de una serie de esquemas 
ideológicos y no es algo pre configurado, a ello agrega su dimensión histórica pero también 
la capacidad de relación que tienen los sujetos en un espacio situado. Pero la preocupación 
del autor no se limita a ser un espacio ideológico, debido a que plantea la producción del 
espacio como una representación, es decir analiza el espacio como producto del cuerpo 
humano donde resalta la capacidad corporal de resistencia y de representación de los 
sujetos. Es precisamente en este planteamiento que Lefebvre identifica que la producción 
del espacio es eso, se produce a partir del cuerpo humano en su capacidad de representación 
desde las prácticas espaciales, la representación del espacio que los sujetos diseñan de él y 
los espacios de representación. 
 
Así las cosas, las prácticas espaciales refieren a la capacidad que tenemos como sujetos 
sociales en las formas en que nos generamos, utilizamos y percibimos el espacio. Ahora 
bien, la representación del espacio tiene que ver con las normas ya establecidas, son 
espacios concebidos desde una lógica particular e institucional, por ejemplo mapas, 
estadísticas, clasificación de la sociedad a partir del espacio. Son instrumentos que permiten 
generar toda una tipología de clasificación social por espacios, pero también se añaden 
otras categorías como género, edad, clase social, condición étnica, raza, escolaridad, entre 
otras. Por último están los espacios de representación que Lefrebvre, (1974), define como 
aquellos donde en su interior se materializa la capacidad de significación que otorgamos a 
esas prácticas, expresan conocimientos locales, se articula la vida cotidiana, son espacios de 
resistencia. 
 
La vida cotidiana se encuentra inmersa en los espacios sociales, en prácticas espaciales, de 
representación y los espacios de representación, en donde los sujetos se desplazan en 
diferentes niveles de aproximación o lejanía. Incluso la producción del espacio necesita de 
17 
 
la temporalidad para poder producirse, es así que el tiempo es otro componente que 
estructura la vida cotidiana, y que por tanto, también permite construir la realidad social. 
 
El tiempo se entiende como aquello que se encuentra entre nosotros y quizá lo percibimos, 
no lo podemos tocar, pero si sentir. “La temporalidad es una propiedad intrínseca en la 
conciencia” (Berger y Luckmann, 1986:42). El tiempo es constitutivo e inmanente de la 
intersubjetividad, se materializa en la noción que cada uno tiene o asume su propio tiempo 
que a su vez es regido por un tiempo cósmico y cronológico, pues la sociedad de la que 
formo parte y el organismo natural que tengo me imponen un tiempo específico, este es 
social, pero también biológico. 
 
La estructura temporal de la vida cotidiana no solo impone secuencias 
preestablecidas en la agenda de un día cualquiera, sino que también se 
impone sobre mi biografía en conjunto. (Berger y Luckmann, 1986:44) 
 
Así la naturaleza desde el orden biológico impone un ritmo de tiempo el cual se conjuga 
con lo sociocultural para determinar ciertas fases en la vida cotidiana de los sujetos. Una de 
estas fases es la edad reproductiva, el tiempo de la cosecha, el horario de verano, el ciclo 
escolar, que en su generalidad se vinculan con aspectos estructurales y que son marcados 
por lineamientos y fechas establecidas, por ejemplo el ingreso a un ciclo escolar. A 
diferencia del tiempo biológico que se caracteriza por la naturaleza del organismo de los 
sujetos, que sin duda se vincula con la parte cultural, como es el caso de la edad 
reproductiva de las mujeres que se delimita en México a los 35 años de edad, de lo 
contrario pueden ser embarazos de alto riesgo. En su concreción la estructura temporal de 
la vida cotidiana permite orientarme y soy participe y contemporáneo de otros en donde 
comparto esa construcción de la realidad de la vida cotidiana. 
 
Otro elemento de la estructuración de la realidad de la vida cotidiana es la relación social, 
la interacción que tengo con el otro me da la posibilidad de reafirmar mi identidad. La 
identidad emerge de esa relación social, así podemos ver que existen diferentes niveles de 
relación social, (Schutz, 2003), la relación entre los predecesores, contemporáneos, 
18 
 
asociados y sucesores, constituyen sujetos con quienes se interactúa y se tiene la posibilidad 
de establecer un vínculo social. 
 
La interacción social es aquella experiencia más importante que tengo conlos otros, debido 
a que emerge mi identidad en la relación, pero también en la confrontación con los otros, 
pero este vínculo no va solo, lo acompaña todo el arsenal del sentido común y del acervo de 
conocimiento que elaboro en base a tipificaciones, las cuales me proporcionan esquemas de 
referencia para la acción. Las tipificaciones funciona como ejes que facilitan “aprehender y 
tratar a los demás” en una determinada relación social. Es así, como puedo percibir al otro 
como indígena, joven, adulto, niño, mujer, anciano, rico, pobre. Este punto lo abordaré más 
a fondo en el apartado: el problema de las generaciones. 
 
Un fundamento más del mundo de la vida cotidiana se encuentra en el lenguaje, a través de 
éste es posible la objetivación y la comprensión de la significación en la vida cotidiana. El 
lenguaje es la expresividad humana que materializa las diversas manifestaciones de la 
actividad humana, incluso para Duch (2002), permite “empalabrarnos”. El lenguaje es tanto 
oral, la expresión del cuerpo, las señales, en fin. La producción subjetiva del hombre cobra 
forma a partir de la objetivación, expresión en diversas manifestaciones. El lenguaje es el 
vínculo que posibilita a la subjetividad su máxima expresión. 
 
El lenguaje, que aquí podemos definir como un sistema de signos 
vocales, es el sistema de signos más importante de la sociedad humana. 
Su fundamento descansa, por supuesto, en la capacidad intrínseca de 
expresividad vocal que posee el organismo humano; pero no es posible 
intentar hablar de lenguaje hasta que las expresiones vocales estén en 
condiciones de separarse del "aquí y ahora" inmediatos en los estados 
subjetivos. (Berger y Luckmann, 1986:53) 
 
La comprensión del lenguaje es fundamental para la vida cotidiana, sin el lenguaje no 
tendríamos orientación, un sentido, una dirección o direcciones que nos posibiliten 
continuar con nuestro andar en lo cotidiano. Sin duda, el lenguaje se origina en la relación 
cara a cara que tengo con el otro, en donde aprehendo del otro, de ese otro generalizado. 
 
19 
 
En el lenguaje también encontramos dimensiones espaciales, temporales y sociales. Por 
ejemplo, puedo dialogar con otros y traerlos a mí aquí y ahora, dado que tengo la 
capacidad de rememorar mi pasado y traerlo a mi presente con la objetivación del lenguaje, 
pero también puedo interactuar por medio de un ordenador y trascender las distancias y el 
tiempo, al encontrarme en la Ciudad de México y mi interlocutor en Canadá. Es así como 
el lenguaje trasciende esas dimensiones en los individuos y colectividades con los que de 
momento no estamos en interacción. 
 
La experiencia o situación biográfica constituye la manera en cómo, yo ser humano, me 
sitúo en el mundo de la vida. Esta elaboración se realiza de acuerdo a normas, preceptos y 
formas culturales e históricas que son válidas en contextos específicos, pero la manera en 
que las aprehendemos y vivimos depende exclusivamente del sentido común, intereses, 
deseos, motivaciones y compromisos que cada sujeto social realiza durante el transcurso de 
su vida. Esto es lo que se conoce como situación biográfica, las vivencias que tienen los 
sujetos a partir de los lineamientos impuestos, de cómo viven, sus prácticas, experiencias y 
la manera en que dan continuidad a esas normas, o bien elaboran demandas, contestaciones 
o resignifican los preceptos de ciertas sociedades. 
 
Las experiencias de las prácticas cotidianas que dan sentido a mi mundo se incluyen 
constantemente dentro de ordenamientos generales de significado que son reales, tanto 
objetiva como subjetivamente. La situación biográfica revela la biografía, da cuenta de 
aquellos aspectos que a simple vista no se comprenden según el sentido de la existencia 
narrada. Estas experiencias dotan a los sujetos de un conocimiento social, que se establece 
quizá de manera diferenciada según los grados de familiaridad, de la relación que se tenga 
con los otros, de los espacios sociales a los cuáles se tiene acceso y de un estilo de vida 
propio, a ello hay que agregar a la ubicación social que tenemos como sujetos en un 
sistema de clasificación jerárquico permeado por una relación asimétrica de poder. 
 
Este conocimiento además funciona con esquemas tipificadores requeridos para las rutinas 
de la vida cotidiana, para aquellos imprevistos y esquemas que salen de lo cotidiano. A 
partir de mi relación con amigos, familia, compañeros de trabajo, escuela, de contactos 
20 
 
ocasionales y hoy en día de la interacción social que puedo establecer en la calle, como un 
espacio de socialización. La experiencia previa funciona como un elemento fundamental 
para los sujetos, donde el cúmulo de conocimiento ofrece a los sujetos las diversas maneras 
de enfrentar situaciones adversas. Sin duda la validez o sanción de ese conocimiento esta 
permeado por las normas, preceptos y lineamientos que indican las maneras de ser, pensar 
y actuar en sociedades específicas. 
 
Para Alfred Schutz (2003), toda realidad es la construcción de aquello que se intenta 
descubrir e investigar. El conocimiento del mundo de la vida, tanto el sentido común y el 
conocimiento científico, supone construcciones. Los hechos puros y simples no existen. El 
hecho o fenómeno social es extraído de un contexto universal, así en lo cotidiano captamos 
ciertos aspectos de la realidad, desde los cuales partimos para el actuar, pero también en 
función de esa experiencia generamos más conocimiento. Por tanto, la construcción de la 
realidad se da en dos ámbitos: primero, por las normas ya instituidas en las estructuras 
sociales, y segundo, por la experiencia de vida. 
 
Existen estructuras tales como el lenguaje, el tiempo, la situación biográfica, el espacio, que 
marcan diversas normas y lineamientos a seguir, pero la experiencia de cada sujeto es lo 
que permite generar la construcción de esas realidades al grado de hacerlas únicas e 
irrepetibles, quizá parecidas en su estructura, pero la significación es lo que hace tomar 
distancia, que bien se aprecia en la diferencia que existe entre un emblema a un símbolo. 
 
Se comprende que la realidad social de la vida cotidiana de los jóvenes se construye en una 
dualidad que se constituye por la estructura social y la construcción de sentido de los 
sujetos. Donde los diversos modos humanos, prácticas que los jóvenes elaboran, acciones y 
expresiones que configuran en su diario vivir, procesos de comunicación que despliegan, 
elaboraciones intersubjetivas que objetivan como parte de su mundo de la vida y que 
reconocen como propio, está permeado por la inscripción de mandatos, preceptos, normas, 
pero también de aquello que queda fuera de las estructuras objetivas y se manifiesta a 
través de la subjetividad en las formas de contestación y mantenimiento de esas normas en 
los sujetos jóvenes. 
21 
 
1.2 Convergencia de los jóvenes: el problema de las generaciones 
 
Este apartado plantea el problema de las generaciones en dos perspectivas, por una parte, 
como un sistema impuesto de clasificación y tipificación de acuerdo a un orden social de 
las cosas, y por otra, como la comprensión de las diversas manifestaciones, producciones, 
procesos de circulación y prácticas cotidianas de los sujetos. Pese a que ambas miradas 
están presentes y resultan útiles para la explicación y comprensión del objeto/sujeto de 
investigación, en la segunda perspectiva se sitúan los fundamentos para entender la forma 
en que los jóvenes construyen su realidad y recrean su producción cultural. 
 
Para esta discusión, retomo los planteamientos de Mannheim (1928), el cual aborda el 
problema de las generaciones en dos sentidos, uno positivista y el otro desde el 
historicismo. El primero, sin duda, le interesa explicar el hecho social a partir de datos 
duros, con ello se pretende captar los datos básicos del ser hombre, mientras que el 
histórico romántico se enfocaa procedimientos cualitativos que permiten generar 
conocimiento desde la significación de la experiencia humana. Para Mannheim (1928), el 
pensamiento francés de Comte, Cournot, J. Dromel, Mentré y pensadores alemanes como 
Ferrare y O. Lorenz tienen en común buscar una ley general del ritmo de la historia con 
base a una ley biológica de la vida del hombre, de sus etapas. El objetivo era comprender el 
cambio formal de los seres humanos a partir de la esfera biológica. 
 
El problema de determinar las generaciones para esta corriente radica en que se trata de 
simplificar su estructura reduciéndola sólo al esquema natural y biológico, así se 
fragmenten las generaciones al determinarse de forma diversa y al delimitarla a los 15 ó 30 
años, que es cuando se considera la edad en la que el individuo empieza a ser creativo y a 
los 60 años el hombre deja la vida pública, es decir deja de ser creativo y productivo. En 
ésta mirada las generaciones se basan en un concepto externalizado del tiempo y 
mecanicista con el fin de tener un patrón apto y confiable para medir el progreso lineal de 
los hombres. Para los franceses el cambio generacional debía ser un factor de progreso y no 
un cambio de pensamiento de un orden liberal a uno nacional. 
 
22 
 
En Alemania, la postura histórica romántica aborda a las generaciones en una concepción 
diferente del tiempo, para los alemanes no es un tiempo lineal o cronológico lo que 
prevalece en las sociedades. El tiempo es interior y no mesurable, por lo tanto, requiere de 
un análisis más hermenéutico que permita dar cuenta de la no linealidad del tiempo. Los 
planteamientos de Dilthey citado en Marías (1961), precisan que la unidad de generación 
basada en años, meses, siglos, horas podía sustituirse por una medición intuitiva y vivencial 
del tiempo. A ello añade que el tiempo no debe ser visto sólo como una serie de etapas 
cronológicas, es necesario mirar el tiempo desde las experiencias contemporáneas que 
experimentan los sujetos conforme su referente cultural de los preceptos y el contexto 
político social, en tanto que esas influencias logran formar una unidad generacional. 
 
Es aquí donde los postulados de las ciencias del espíritu toman distancia del positivismo y 
colocan a la generación en la dimensión del tiempo, no sólo como etapas definidas a partir 
de un orden cronológico. Las generaciones son el tiempo que se experimenta a través de 
esas unidades generacionales que dan cuenta de la significación y de una generalización 
que deja ver las pautas culturales de los sujetos sociales. Por tanto, para Mannheim (1993), 
las generaciones son vivenciales y la contemporaneidad de la generación es un ser interior 
identificable. 
 
Cada uno vive con gente de su edad y con gente de edades distintas en 
una plenitud de posibilidades contemporáneas. Para cada uno el mismo 
tiempo, es un tiempo distinto; a saber una época distinta y propia de él, 
que sólo comparte con sus coetáneos. (W. Pinder, 2000 en Mannheim 
1993:200) 
 
Observó que cada tiempo tiene diversas variaciones, de acuerdo a las posibilidades de 
experimentación vivencial de los sujetos. Pero paralelamente este autor plantea a la 
entelequia como el concepto fundamental para comprender a las generaciones. La 
entelequia se entiende como la expresión de una generación, es una situación de afinidad 
que se correlaciona a partir de las experiencias. Éstas pueden ser de factores constantes, 
temporales y determinantes. Dentro de los factores constantes se encuentra la religión y el 
arte; y en los factores temporales se experimenta las relaciones y experiencias; en las 
entelequias determinantes son aquellas que se visualizan los procesos naturales, ejemplo, 
23 
 
una enfermedad, un desastre ecológico. Por tanto, la generación se construye social y 
culturalmente, crea un vínculo propio que la unifica y la hace ser única y diferente de las 
otras, apoyada de las distintas temporalidades sean constantes, temporales o determinantes. 
Las entelequias se producen en la relación con los otros, por tanto, constituye un eje de la 
identidad propia de cada generación. 
 
Mannheim (1993), plantea el concepto de lagerung, el cuál se emplea para comparar a la 
generación con la clase social. La clase social se determina por un ascenso o una caída, 
mientras que la generación no puede abandonar la edad, aquí lo que trata de explicarse es la 
toma de conciencia que acompaña a las clases social y las generaciones como grupos 
concretos. La generación más allá de un hecho biológico debe de comprenderse en un tipo 
particular de localización social. 
 
Hasta aquí se observa que para Mannheim (1993), las generaciones no pertenecen sólo a 
una esfera natural, ahora veremos cómo es que se construyen las generaciones. Establece 
cinco fenómenos básicos para la existencia sucesiva de las generaciones; a) por la constante 
irrupción de nuevos portadores de cultura; b) por la salida de los anteriores portadores de 
cultura; c) por el hecho de que los portadores de cultura de una conexión generacional 
concreta sólo participan en un período limitado del proceso histórico; d) por la necesidad de 
la tradición–transmisión constante de los bienes culturales acumulados; e) por el carácter 
continúo del cambio generacional. 
 
La constante irrupción de nuevos portadores de cultura refiere a los nacimientos, pero 
también al acceso de diversos sujetos sociales, por ejemplo, el proceso de migración del 
campo a la ciudad tal como sucede con algunos jóvenes, el ingresar a una nueva posición 
social producto de un acontecimiento, cambio de empleo, o bien por el desplazamiento que 
tienen los sujetos. El siguiente fenómeno es la salida constante de los anteriores portadores 
de cultura: El recuerdo social es la base de este eje. El rememorar funciona como una 
medida de continuidad de preceptos y normas en la sociedad. El ser humano tiene la 
capacidad de traer del pasado al presente fenómenos sociales al recordar acontecimientos 
significativos que dan continuidad a su historia. (Duch, 2002). 
24 
 
El tercer hecho básico, los portadores de una conexión general concreta “solo participan en 
un período del proceso histórico temporalmente delimitado” (Mannheim 1993:215). Existe 
la posibilidad de participar en un mismo fenómeno social, con los mismos contenidos 
culturales y con una semejanza en la conciencia e ideología sin importar ser joven, adulto o 
viejo. Se viven acontecimientos histórico parciales sin interesar la generación y sí la 
contemporaneidad de un fenómeno, tal y como ocurre en la actualidad en nuestro país 
México, la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, el feminicidio en Ciudad 
Juárez y el Estado de México, la entrada de la policía federal a las instalaciones de ciudad 
Universitaria de la UNAM, así como los diversos sucesos en Michoacán. Todo este 
fenómeno de la violencia institucional se vive en un mismo tiempo y permea la 
cotidianidad de las diferentes generaciones. 
 
La necesidad de la tradición–transmisión constante de los bienes culturales acumulados, se 
refiere a que la tradición tiene como eje que las nuevas generaciones prosperen a partir del 
cúmulo de saberes, normas y lineamientos que indica una sociedad. Se trata de que el 
conjunto de contenidos y disposiciones culturales funcionen como un fondo vital que 
permita la continuidad de la cultura. El carácter continuo del cambio generacional, 
constituye el equilibrio entre dos generaciones, por lo general de la infancia, a la juventud y 
de ésta a la vejez. No se trata de ver los enfrentamientos o discrepancias entre generaciones, 
lo que interesa son las influencias e intercambio de saberes entre generaciones; por tanto, 
existe un equilibrio entre las diversas generaciones de la sociedad. 
 
Ahora bien, Mannheim (1993), distingue entre posición, conexión y unidad de clase 
generacional, esto es para diferenciar las juventudes,ejemplo de ello es la juventud 
campesina y la juventud de las ciudades. La posición de generación es la misma, “pero no 
participa de la conexión generacional en cuestión. Se encuentra en la misma posición 
generacional en la medida en que puede incluirse potencialmente en los nuevos destinos”. 
Mannheim (1993:222), señala que “dentro de cada conexión generacional, aquellos grupos 
que siempre emplean esas vivencias de modos diversos constituyen, en cada caso, distintas 
«unidades generacionales» en el ámbito de una misma conexión generacional” (Mannheim 
1993:223). Por ejemplo, grupos de jóvenes partidarios del PRI y del PAN, o bien, 
25 
 
pandilleros y chavo banda, estudiantes y disidentes son distintas unidades generacionales 
que forman parte de una misma conexión generacional en el siglo XXI. 
 
Es posible vislumbrar algunos factores que establecen la unidad en el ámbito de las 
generaciones, uno de ellos es el contenido que establecen, ejemplo: la libertad, la paz, son 
contenidos ideológicos que dan la posibilidad de que dos generaciones distintas se unan, 
independientemente de su posición social. Pero lo que permite la unidad no sólo es el 
contenido, sino la significación y experiencia que se origina en los sujetos de acuerdo a los 
marcos y contenidos de referencia, brindan significación y generan lazos sociales entre los 
sujetos. 
 
En esta lógica, la generación dota de sentido y configura al sujeto, aspectos que en las 
identidades juveniles convergen a través de los contenidos ideológicos, significación, 
tiempo, lugar, reconocimiento e interacción social, es decir experiencias de vida comunes 
en los jóvenes de determinada generación. Pues como ya se señalo la identidad de los 
jóvenes corresponde al reconocimiento de modos de vida que ellos mismos identifican, 
asumen y comparten como propios, y que las maneras de pensamiento y conducta que 
recrean son el resultado de un legado generacional en un tiempo y espacio preciso. 
 
1.3 La emergencia de las identidades juveniles 
 
En el siguiente apartado se abordan las identidades juveniles y aclaro que, no pretendo 
realizar un recuento que detalle los estudios sobre los jóvenes, pero si es del interés dar 
cuenta de las aportaciones clásicas de la Escuela de Chicago y de algunas investigaciones 
realizadas en México desde hace más de tres décadas, esto con dos propósitos, por un lado, 
para intentar tomar distancia de investigaciones donde la centralidad presenta al joven en 
esquemas que simplifican su construcción y lo remiten a la categoría de pandillero y chavo 
banda; y por el otro, para retomar la propuesta de Valenzuela (1997), en su análisis sobre 
las identidades juveniles, que desde mi punto de vista incorpora los procesos de 
socialización, experiencia de vida y producción cultural, así como diversos esquemas de 
26 
 
expresión y contestación cultural que emplean los jóvenes frente a un sistema de autoridad 
en declive. 
 
En los estudios realizados por la Escuela de Chicago, a principios del siglo XX, permean 
los términos como la desviación, anomia, problema y patología. Quizá son los primeros 
intentos por dar cuenta de la identidad de los jóvenes, claro que el discurso es propio de la 
época. Esta corriente de investigaciones se ocupó por el fenómeno patológico de las bandas 
en los jóvenes a partir de las tendencias de sus comportamientos. En esta corriente se 
ubican las aportaciones de Thrasher en su estudio de 1313 pandillas de Chicago. Varias 
han sido las críticas a su estudio por no esclarecer la metodología y criterios de 
investigación (Hannerz, 1986), podemos destacar su aporte al conocimiento en la 
conformación de pandillas juveniles, la pertenencia a un territorio, el intersticio, definido 
como un espacio situado entre una cosa y otra, el no estar en la estructura, no ser visible, 
estar ausente. Para Thrasher el intersticio en la banda es una grieta en el marco de la 
sociedad. 
 
Por su parte, el estudio de White (1971), desarrolla la categoría “la sociedad de esquina” 
definida como la asociación habitual de los miembros del grupo en un periodo específico. 
La familia para estos jóvenes no significaba más que aquel espacio para realizar actividades 
precisas como tener un lugar donde dormir, o bien se empleaba en caso de padecer alguna 
enfermedad. Da cuenta de la estructura social a partir de la organización jerárquica que 
entrelaza estrechamente, en la cual las posiciones y obligaciones de los jóvenes se 
encuentran definidas y se reconocen. La composición habitual del grupo y la falta de 
seguridad social eran condiciones para crear un sentido de pertenecía al interior de la 
pandilla. 
 
El problema de la zona de estudio “el barrio Corneville”, es la confluencia antagónica de 
dos sectores que tienen comportamientos diferentes. Por un lado, la sociedad de esquina o 
la pandilla ubicada en la parte inferior de la jerarquía, y por la otra, los chicos del colegio 
en una posición superior en relación a la sociedad de esquina. Existen distinciones sociales 
entre ellos, los cuales se representan por los intereses de sus grupos. 
27 
 
 
Esa separación y segregación constituye un punto de referencia para enmarcar las 
investigaciones que se han realizado en México a partir de la década de los 80’s, éstas se 
ubican en función de procesos socioeconómicos, tales como crisis económicas; desempleo; 
disminución de los niveles de vida y procesos migratorios del campo a la ciudad, 
específicamente en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México [ZMCM]. Sin duda 
estos fenómenos sociales traen consigo una serie de respuestas y trasgresiones elaboradas 
por los jóvenes. 
 
Los estudios de los ochentas se definen por los planteamientos de la teoría marxista, así las 
categorías de análisis empleadas eran la estructura, superestructura, cultura, conciencia de 
clase, proletariado, sujeto, entre otros, se abordan los planteamientos de teóricos de la 
acción social y de los movimientos sociales con Touraine y Melucci. Los argumentos se 
centran en que las bandas como agrupamientos identitarios son el resultado de los diversos 
procesos de urbanización e industrialización. 
 
Villafuerte y Gomezjara (1987), reflexionan sobre la identidad de la banda de los sectores 
populares. El planteamiento base es la doble marginación a la cual se encuentran expuestos 
los jóvenes, por ejemplo, la descalificación y estigma por parte del mundo de los adultos y 
del discurso oficial. 
 
Una de las investigaciones que en lo personal considero de suma importancia es la de 
Reguillo (1995), conceptualiza a las bandas juveniles a partir de una característica de 
agregación1 juvenil en los barrios populares y marginados de las ciudades. Estas 
agrupaciones cumplen con dos funciones, son agrupaciones que integran a los jóvenes con 
características comunes, como dificultades económicas, acceso a un sistema educativo, 
deserción escolar, nula participación y vinculación con alguna figura de autoridad. La 
 
1 La agregación define la confluencia de códigos de interacción a nivel simbólico y a los diversos significados 
que se tienen de los espacios y de las experiencias de los jóvenes que se manifiestan en el ámbito cultural, 
por ello refiere a artefactos o instrumentos de mediación que utilizan los sujetos para lograr satisfacer sus 
necesidades y relacionarse con otros. 
28 
 
segunda función es que el agrupamiento se manifiesta al exterior como una contestación 
impugnadora al medio ambiente que le rodea. 
 
Así este tipo de agrupamiento constituye una forma de interacción social alternativa a otras 
instituciones a las que por lo general no tienen acceso los jóvenes. La objetivación 
simbólica es una categoría que permite dar cuenta de la creación y usos de artefactos 
símbolos y objetos de los jóvenes. Parte de una relación de un esquema propio de 
representacióndonde los signos y emblemas que utilizan los jóvenes inscritos en los 
agrupamientos identitarios son imprescindibles, debido a que su uso tiene que ver con la re-
significación de su identidad. 
 
José Manuel Valenzuela (1997), aborda la condición de los jóvenes de la frontera como 
culturas juveniles populares urbanas, profundiza a partir del análisis de la cotidianeidad de 
los jóvenes cholos. Puntualiza su reflexión en los procesos de conformación de las 
identidades o identificaciones juveniles al hacer referencia a procesos intersubjetivos. El 
espacio es un elemento privilegiado, el cual se refleja en el barrio como un emblema de 
libertad y poder, y pieza clave en la socialización de los jóvenes. 
 
La cultura es en función de un campo horizontal definido por el flujo migratorio que 
determina ciertos estilos de vida, pero también de reconocimiento, historia e identificación, 
y un campo vertical; reflejo de la desigualdad económica y relaciones asimétricas de poder 
marcadas por clase, género, condición de migrante y generación. Valenzuela (1997), 
emplea en sus estudios el concepto de cultura de Gramsci y el de juventud imbricados en 
una explicación socio económico al incluir, en su reflexión, a las clases sociales y procesos 
de migración. A lo largo de sus estudios sobre los jóvenes Valenzuela (2007), reflexiona 
tres limitaciones importantes en los estudios de la juventud, primero los jóvenes son 
presentados como los responsables de la violencia; segundo, el estigma del joven como un 
sujeto social que sólo se incorpora a los agrupamientos juveniles con un carácter de 
agregación y, por último, el romanticismo en que caen algunas investigaciones sobre 
jóvenes al soslayar al sujeto juvenil como un actor social. 
29 
 
Autores como Urteaga (1998), abordan otros aspectos culturales de los jóvenes al 
considerar que la música es un estilo que dota de identidad a los jóvenes en los diferentes 
procesos de urbanización. En sus investigaciones recientes la autora incorpora categorías de 
análisis como la clase, género, etnia en el estudio de y en los jóvenes. Por su parte, 
Maffesoli (2004), introduce el concepto de “socialidad” la cual define como una forma 
lúdica de interacción en la construcción de las bandas. Por ello la socialidad funciona como 
argamasa afectiva en los jóvenes. 
 
Las identidades juveniles son representaciones o imágenes culturales producto de la 
subjetividad que elaboran los jóvenes con base a tres principios: La alteridad del otro, esto 
permite reafirmar la existencia de uno o de un nosotros el de la banda; Integración unitaria, 
posibilita la integración de las diferencias entre los jóvenes a partir de la unidad identitaria, 
es decir, se construye un nosotros ante los otros. La permanencia a través del tiempo, 
refiere a la continuidad temporal, aquí el joven puede construir una memoria que ubique su 
presencia al interior del grupo. 
 
Feixa (1999), plantea diferencias fundamentales entre “la banda y las tribus urbanas”. La 
banda es una forma de microcultura que emerge en sectores urbano populares. Se 
caracteriza principalmente por ciertos estilos y la recreación de éstos, que se consolidan y 
se apropian de uno. La banda ofrece la posibilidad de circular un flujo de significados y 
valores inmersos en la vida cotidiana, su base es territorial, el barrio, existe una 
organización interna. 
 
Los chavos banda son producto de un tiempo y contexto especifico, así el barrio y la crisis 
económica producen en el chavo banda la resistencia y ponen en conflicto la cultura 
hegemónica a partir de su producción, estilos, artefactos culturales, el argot, tatuajes, y el 
placazo. 
 
Las tribus urbanas son emblemas, esto es que abren la posibilidad de ser visibles, de 
distinguirse de una generación a otra, aunque pocos jóvenes se comprometen realmente con 
la ideología de cada tribu. Constituyen una recreación simbólica del desencanto de toda 
30 
 
figura de autoridad como el ámbito político, ausencia de trabajo y un proyecto de vida. No 
son grupos con un territorio definido, son estilos difusos y personalizados, tienen como 
escenario el centro urbano. Se articulan entorno a locales de ocio, el atuendo de la tribu 
urbana suele lucirse para momentos claves, no es para todo el día. 
 
Por su parte Perea (2007), considera al pandillero como un individuo que se desprende de la 
sociedad. El joven pandillero es el reflejo de una sociedad, por tanto su propuesta apunta a 
que el joven no es ese “otro”, más bien es un extremo de “un nosotros”. Resalta el gesto 
pandillero como una manera de habitar la ciudad, donde irrumpe con los procesos de 
urbanización a partir de mediados del siglo XX, aparece en escena desde la década de los 
años cuarenta. El territorio, la transgresión, la violencia, el machismo o la masculinidad 
descarnada, así como la experiencia cotidiana del joven pandillero constituyen lo que el 
autor denomina el gesto pandillero. 
 
Valenzuela (1997:15), plantea que “las identidades son procesos intersubjetivos de 
conformación de límites de adscripción no estáticos ni esencialistas. Estos procesos 
intersubjetivos se inscriben en relaciones sociales históricas”. Por tanto, los jóvenes 
retoman formas y estilos diversos para conformar su propia identidad. La identidad es 
también una puesta en escena representa la disputa por los espacios y prácticas cotidianas 
(Nateras, 2002). Las identidades juveniles se construyen socioculturalmente a partir de 
emblemas, símbolos, prácticas que posibilitan y delimitan la adscripción a ciertos grupos 
juveniles. La identidad emerge de la relación social con los otros, así sus referentes son los 
espacios de socialización, como la calle, escuela y en algunos casos el trabajo. 
 
La identidad da la posibilidad de crear formas diversas de identificación, cuyos límites de 
adscripción se basan en la posición de clase social. Valenzuela (2004), plantea una 
tipología de identidades para identificar a los jóvenes, entre ellas destaca las identidades 
proscritas, en las cuales los estilos de vida y las prácticas cotidianas infringen 
constantemente las normas y valores prevalecientes en tiempos y contextos determinados, 
pero también se ubican los tolerados por el sistema, tal y como son algunos grupos que 
pertenecen a una clase social, ejemplo de ellos se encuentran los clubes deportivos, grupos 
31 
 
políticos como el Partido Revolucionario Institucional, encontramos a los agregados, estos 
jóvenes solo se adhieren por el gusto a un estilo, sea musical, vestimenta, y por último están 
las redes simbólicas, aquí los jóvenes quizá no se conocen, pero se congregan para 
determinados eventos como el grafiti, música, una exposición colectiva de arte. 
 
Sin duda, la identidad de los jóvenes está prescrita por aspectos estructurales, pero lo que 
hace la emergencia de las identidades juveniles se condiciona por la experiencia de vida de 
los mismos. Los significados, ideas y sentido común que adquieren los jóvenes de diversas 
prácticas, sean en una posición de consumidores o productores inmersos en procesos 
sociales y culturales. 
 
De esta manera las identidades juveniles dan cuenta de la diversidad y complejidad de 
rostros de la juventud, agrupados o no de acuerdo a fines o motivos diversos, según tiempo 
y contexto. 
 
1.4 El ser joven y su capacidad de agencia 
 
La posición que asumo en este marco de interpretación es mirar a los jóvenes en su 
capacidad de agencia. Retomo a Weber (1930), el cual afirma que la acción implica un 
sentido, un objetivo claro y preciso. Es así, que desde la construcción sociocultural de los 
jóvenes, éstos parten de una estructura asignada, es algo que se manifiesta en los preceptos, 
tal como se abordo en el primer punto, solo que la capacidad de agencia da la posibilidad a 
que los jóvenes recreen, cuestiones y asuman sus propias responsabilidades. Por lo que las 
normasy preceptos no son cerrados en su totalidad, existe una posibilidad de negociación, 
apropiación y continuidad. 
 
Planteo que los jóvenes tienen una capacidad de agencia en la construcción de su identidad, 
no sólo es el sentido de agregación lo que los une, sino el acto reflexivo el que les da la 
capacidad de actuar, por tanto, se rechaza la idea de que el comportamiento de los jóvenes 
es por simple imitación y en un sentido gregario. Se resalta el papel del lenguaje, el cual 
permite objetivar la vida sociocultural. Giddens (2006), argumenta que los agentes tienen 
32 
 
como un aspecto inherente de lo que hacen, la capacidad de entender lo que ellos hacen 
mientras lo hacen. Es decir, los agentes son agentes, en tanto ostentan una reflexión en su 
vida cotidiana, así los agentes presentan una capacidad reflexiva de su acción que les 
permite decidir su actuar. 
 
Un ser humano es un agente intencional cuyas actividades obedecen a 
razones y que es capaz, si se le pregunta, de abundar discursivamente 
sobre esas razones. 
 
Reflexividad fundada en el ejercicio de la acción. 
 
La acción no es aquella que se realiza sin motivos o como un agregado 
de intenciones. La conducta es una mera respuesta reactiva. (Giddens, 
2006:51) 
 
Los jóvenes generan diversos procesos de orden reflexivo, a partir de registros, prácticas 
discursivas, rutinas, relaciones sociales que establecen y de una rutina diaria inmersa en un 
tiempo específico. Preciso que la acción social nace de la aptitud del individuo para 
producir “una diferencia” en un estado de cosas o cursos de sucesos preexistentes. Por 
tanto, un agente deja de ser tal si pierde la actitud de producir la “diferencia”. 
 
A continuación desarrollo un esquema de pautas de acción social que diseñan los jóvenes 
como agentes sociales, pondero que el siguiente esquema no es lineal, pero constituyó un 
punto de partida para el análisis de las identidades juveniles de esta investigación. 
 
Para acercarme a la comprensión de las identidades juveniles, retomo a Reguillo (1995), su 
propuesta apunta a las prácticas cotidianas o prácticas de producción; las prácticas de 
circulación como el lenguaje oral, el cuerpo, espacios de interacción, más la producción de 
objetos culturales, son elementos esenciales de todo proceso de identidad. De lo que se trata 
es observar y comprender los elementos con los que los jóvenes construyen su identidad, 
independiente del rango etario que establecen algunas instituciones, como se puede ver en 
el Instituto Mexicano de la Juventud, donde la juventud se delimita por un rango de edad de 
15 a 29 años. O bien por aquellos aspectos que hacen referencia a una condición estética o 
33 
 
de clasificación. Aquí lo que planteo es comprender a los sujetos juveniles en ámbitos de 
interacción. 
 
1.5 Cultura y subjetividad: prácticas cotidianas y creatividad juvenil 
 
Las formas y manifestaciones socioculturales que los jóvenes producen, no sólo quedan en 
su condición simbólica, sino se materializa en las prácticas cotidianas o de producción, por 
lo que, en este capítulo mi intención es acercarme al espacio de creación y recreación del 
universo simbólico que da lugar a dichas prácticas y de lo que de ellas subyace, es decir 
elaboraciones tanto materiales como simbólicas: vestido, música, artefactos, lenguajes, 
señas, conductas. 
 
Para este punto se retoman algunos referentes acerca de la cultura, en el entendido que ésta 
es eje de inicio, convergencia y articulación de las formas simbólicas. Es pertinente señalar 
que mi intención no es entender a la cultura como una producción de conocimiento 
monopolizada, sino reflexionar sobre el papel del universo simbólico cultural y su 
interpretación en la cultura, por tanto, los aportes de Geertz (2005), y paralelamente de 
Thompson (2006), resultan sumamente útiles, al enfatizar por un lado, el carácter simbólico 
de la cultura, y por el otro, al no perder de vista la condición estructural de la misma en los 
contextos sociales. 
 
El universo simbólico cultural que construyen y ponen en circulación los jóvenes forma 
parte de su diario vivir, las prácticas cotidianas son el reflejo de ello, ahí se materializan el 
conjunto coherente de elementos cotidianos concretos o ideológicos, a la vez dados por una 
tradición-familia, grupo de amigos y puestos al día mediante comportamientos que les 
permiten ocupar un lugar en el tejido de las relaciones sociales (De Certeau, 2006). 
 
El conjunto de prácticas cotidianas que realizan, así como los objetos, marcas, señales, 
lenguajes escritos, verbales y corporales se relacionan de acuerdo a un espacio y tiempo. Es 
así como los jóvenes se manifiestan en la calle, escuela, trabajo, en todo aquel espacio 
34 
 
social que construyen (Goffman, 2008), a partir de emblemas que los dotan de una 
identidad juvenil. 
 
La unidad espacio-tiempo es el contexto social y en él emergen las construcciones 
culturales. Es decir, la cultura entendida “como un sistema en interacción de signos 
interpretables, no es una entidad, algo a lo que puedan atribuirse de manera causal 
acontecimientos sociales, modos de conducta, instituciones o procesos sociales, la cultura 
es un contexto dentro del cual pueden describirse todos esos fenómenos de manera 
inteligible, es decir densa” (Geertz, 2005:27). 
 
En ese sentido, se atribuye que las prácticas cotidianas expresadas en la vestimenta, 
lenguaje, imágenes, objetos y otros artefactos simbólicos de los sujetos jóvenes, son un 
conjunto de relaciones interpretables que ellos mismos describen, de modo que, esas formas 
simbólicas, es decir (Thompson, 2006:203), “las acciones, los objetos y las expresiones 
significativos de diversos tipos” representan cultura2 y al analizarlas ayudan a su 
descripción, en este caso, del universo simbólico cultural, desde el cual y para el cual los 
jóvenes los producen, transmiten y reciben. 
 
Thompson, reconoce que las formas simbólicas poseen características “intencional, 
convencional, estructural, referencial y contextual” (2006:205). El carácter intencional 
describe a las formas simbólicas como expresiones de un sujeto para otro sujeto, toda forma 
simbólica buscan expresar o proponer algo. Quien las recibe, las interpreta y sabe que 
vienen de otro sujeto que algo dice. 
 
El carácter convencional radica en el uso de las formas simbólicas, puesto que también 
implican reglas, códigos o convenciones, de manera que, por ejemplo un lenguaje es propio 
 
2
 La cultura es interpretable de manera distinta, para la antropología clásica, la crisis de la autoridad 
etnográfica, se ve reflejada en la representación de los otros, al primitivo, el buen salvaje, el exótico, a lo 
diferente no se le otorga el lugar de los otros, no se transcribe lo que los otros dicen, la producción del 
conocimiento se centraliza, dando origen a los monopolios. En ese caso se concibe desde una visión 
simbólica-estructural. 
 
35 
 
de quienes los producen, comparten y utilizan bajo ciertas normas convenidas, si 
pronunciamos algo incorrecto o fuera de lugar puede ser corregido o sancionado; por lo 
regular sucede cuando manifestamos cierta conducta. 
 
Las formas simbólicas tienen un carácter estructural, ya que, presentan una estructura 
articulada, se componen de elementos que guardan relación entre sí; por ejemplo cuando 
utilizamos determinado textil al vestir, la forma de hablar o como en los agrupamientos 
juveniles (Punk - cholos), en éstos cada colectivo presenta características propias. 
 
El aspecto referencial de las formas simbólicas, hace alusión a que éstas siempre son 
representaciones de algo, retratan algo o dicen algo acerca de algo, son una forma de 
expresar o afirmar, no solo sobre las cosas mismas sino incluso en la manera de quien y 
como las presenta porque al hacerlo dice o expresa algo de él, porejemplo el uso de 
expresiones, sobrenombres, figuras o artefactos. 
 
Finalmente las formas simbólicas tienen carácter contextual, están insertas en contextos y 
forman parte de procesos sociohistóricos específicos, ahí se producen, transmiten y reciben. 
 
La inserción de las formas simbólicas en los contextos sociales implica 
que, además de ser expresiones de un sujeto, estas formas son producidas 
por agentes situados en un contexto sociohistórico y dotados de recursos 
y habilidades de diversos tipos; las formas simbólicas pueden portar de 
distintas manera, las huellas de las condiciones sociales de su producción 
(Thompson, 2006:217) 
 
Con base en ello, se hace comprensible que el universo simbólico de los jóvenes tiene como 
línea transversal el contexto social, pues es ahí donde converge el proceso recursivo de toda 
su producción. 
 
El conjunto de pensamientos, sentido común y representaciones que Bourdieu (1994), 
plantea como el habitus permite objetivizar el lenguaje y diversas formas de expresión 
corporal en espacios de interacción. Las prácticas de circulación hacen posible a los agentes 
crear objetos materiales e inmateriales y dominar las necesidades físicas, configurar sus 
36 
 
actuaciones en el plano de la convivencia, sitúan la discontinuidad del hombre como 
animal, a su vez la imagen, manifiesta la construcción y contemplación de imágenes, 
constituye una libertad que ha adquirido el hombre frente a la fijación del instinto, 
posibilita el sugerir, evocar, crear y traducir e interpretar frente a un mundo de 
posibilidades. 
 
Al respecto y de manera complementaria, considero importante agregar que el símbolo 
alude a la facultad de elaborar imágenes, a la creatividad imaginal del sujeto, dando forma a 
la experiencia con lo sagrado, al misterio, al enigma. Por lo tanto, el símbolo no se basa en 
la representación de lo dado o en la conceptualización general de aquellas cosas o sucesos, 
más bien abre la posibilidad a la interpretación y expresión humana; la imaginación 
conduce a la diversidad de significados donde la interpretación refiere al contexto. 
 
Por su parte la alegoría es una imagen clara que ha sido consensada por una cultura con 
significado y valor único, refiere a un sistema o sucesos que se repiten, así la bandera no es 
el símbolo es la figura que se adoptada para una nación, es alegoría. El signo es solo la idea 
abstracta, el concepto que relaciona el significado y significante, es decir la imagen y la 
idea, existe consenso. 
 
La distinción entre símbolo y signo hace referencia a que el símbolo3 se mantiene abierto 
aún sin fin de posibilidades en función con la realidad, el signo se vincula con una relación 
de equivalencia, mientras que para el símbolo su relación es inducida por el deseo del ser 
humano. La capacidad simbólica como acto del pensamiento, constituye una actividad 
primaria del hombre, donde el existir permite crear símbolos, interpretar sentimientos y 
acciones simbólicamente configurados. 
 
La imaginación radical permite al ser humano crear un mundo propio y compartido por los 
demás, donde la representación, afecto e intención posibilitan la formación del mundo 
propio del ser humano, el imaginario no solo remite a la imagen, constituye un pensamiento 
 
3
 No es, sino una especie de signo con unas características muy peculiares, ya que como el mismo signo, 
también posee un carácter vicario de representación de algo que se halla inmediatamente ausente. 
37 
 
innovador, se expresa a través del lenguaje, música, arte. Aquí el papel de la imaginación 
determina el proceso de simbolización, la imaginación desempeña un papel fundamental 
para cuestionar, indagar lo establecido por las instituciones, se retoma con ello la búsqueda 
de la verdad a partir del sentido y de la imaginación (Duch, 2002). 
 
Para los jóvenes, las formas de comunicarse, compartir representaciones e interpretaciones, 
constituyen el eje de la construcción social en la identidad juvenil. La capacidad creativa es 
toda posibilidad de expresiones que da oportunidad para que en un mismo tiempo los 
jóvenes internalicen y recreen la cultura que los dota de identidad. 
 
Consideraciones finales 
 
A manera de conclusión, los planteamientos vertidos, discusiones y reflexiones esbozadas a 
lo largo del capítulo han dado la posibilidad de comprender las expresiones de la identidad 
juvenil. Así, el argumento principal de la investigación en torno a la construcción social de 
la realidad de la vida cotidiana, admite situar la compleja trama de relaciones que involucra 
a las expresiones de las identidades juveniles. Los elementos estructurales del mundo de la 
vida abre sendas para entender como los jóvenes reconocen la realidad de la que forman 
parte, cómo la significan y asumen de acuerdo a las interpretaciones que comparten. El 
espacio y el tiempo brindan posibilidad de entender, no sólo su pertenencia o adscripción al 
lugar y el momento actual que viven, sino la significación que de éste tienen. La interacción 
social muestra las diversas relaciones, encuentros y formas que conjugan los jóvenes con 
sus pares y otros. Por su parte el lenguaje da cuenta de la diversidad de rostros que los 
jóvenes comparten en su creación y recreación sociocultural. 
 
En definitiva, permite comprender que la realidad se construye socialmente, que no hay una 
sola realidad sino múltiples, y que la realidad de la vida cotidiana de los jóvenes justamente 
se construye desde y para ellos en una dualidad de lo que el mundo a instituido y normado, 
pero también desde lo que ellos ven, entienden y actúan en el mundo. 
 
38 
 
Desde esta visión y con base a lo que plantea el problema de las generaciones, se concibe 
que los jóvenes están inmersos en una unidad de espacio tiempo desde la cual se ancla su 
construcción social a partir de los modos humanos que elaboran y comparten, pues se 
entiende que son propios de esa generación situada en un espacio específico y momento 
actual. Que su producción cultural deviene con la aparición de jóvenes que, no sólo se 
muestran en su corporeidad o condición etaria sino por la capacidad de producción cultural 
que les provee el legado generacional. Y que su participación corresponde sólo a un 
fenómeno propio del ahora sin repetición alguna y donde su continuidad depende del 
intercambio de saberes de una generación a otra. 
 
En continuidad con ello, la explicación de las generaciones instala a las identidades 
juveniles como una unidad generacional, cuya configuración es resultado de los procesos 
intersubjetivos situados en un tiempo y espacio, donde los jóvenes se reconocen unos a 
otros, se identifican en la medida que se distinguen de otros, y porque su creación simbólica 
manifiesta a través de sus acciones, objetos y expresiones cotidianas de espacios de tiempo 
específico les da justo la categoría de identidad juvenil. 
 
La identidad juvenil hace comprensible las manifestaciones y formas en que los jóvenes se 
expresan, ya sea por sus acciones y conductas o por sus objetos y pensamientos, en un 
sentido material o simbólico. Claro, dichas expresiones son posibles por la capacidad de 
agencia manifiesta por los jóvenes. En las diversas formas de construcción juvenil emerge 
la capacidad reflexiva y creativa que los hace actuar, ahí tiene lugar la capacidad de 
agencia, que para el caso de los jóvenes de este estudio se visualizan como esa parte 
contestataria que surge ante el recurrente declive de las estructuras. Desde luego, esa 
capacidad se cuestiona, disminuye, estigmatiza por las estructuras de poder al asociarlos a 
contextos de pobreza y marginación. 
 
Finalmente la cultura y la subjetividad muestran como los jóvenes recrean sus prácticas 
cotidianas y a su vez configuran su identidad en una lógica recursiva de recepción, 
producción y transmisión cultural.

Continuar navegando