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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO PROGRAMA DE MAESTRÍA EN TRABAJO SOCIAL ESCUELA NACIONAL DE TRABAJO SOCIAL EXPRESIONES DE LA IDENTIDAD JUVENIL EN UN CONTEXTO URBANO DEL MUNICIPIO DE CHIMALHUACÁN, ESTADO DE MÉXICO T E S I S QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: MAESTRO EN TRABAJO SOCIAL P R E S E N T A: MARTÍN SÁNCHEZ VILLAL T U T O R MTRO. ELÍ EVANGELISTA MARTÍNEZ ESCUELA NACIONAL DE TRABAJO SOCIAL, UNAM MÉXICO, D.,F DICIEMBRE, 2015 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Expresiones de la identidad juvenil en un contexto urbano del Municipio de Chimalhuacán, Estado de México. Resumen Esta investigación aborda desde una visión interpretativa, las expresiones de la identidad juvenil en un contexto urbano del Municipio de Chimalhuacán, Estado de México. El objetivo es comprender la diversidad de formas mediante las cuales cada sociedad determina las maneras de ser joven, y las estrategias que los jóvenes utilizan en los procesos de creación y recreación sociocultural. La premisa versa en que los jóvenes aún ubicados en un lugar social desacreditable, tienen la capacidad de generar prácticas cotidianas producto de la significación que ellos mismos diseñan en su experiencia de vida, de modo que sus prácticas sociales, el género y la clase social condicionan la construcción de la identidad juvenil, en tanto su integración a diversos agrupamientos juveniles son una forma de expresión y búsqueda de reconocimiento social ante la invisibilidad y vulnerabilidad de la que son objeto. Se trata de una investigación cualitativa que se fundamenta en la fenomenología, su trabajo de campo se basó en el método fenomenológico y etnográfico. El corpus empírico que se presenta resultó del análisis de contenido, construido a partir de una muestra intencionada con el criterio de saturación del testimonio de informantes clave. A partir de este posicionamiento, el lector podrá comprender algunos de los elementos identitarios que la juventud emplea para reconocerse y diferenciarse entre sus pares, los procesos socioculturales que viven cotidianamente y a partir de los cuales la misma sociedad coloca a los jóvenes de éste estudio en un lugar disidente y en el límite de las estructuras. Palabras clave: identidad juvenil, prácticas cotidianas y espacios de interacción Expressions of youth identity in an urban context Chimalhuacán Township, State of Mexico Summary This research addresses from an interpretive vision, expressions of youth identity in an urban context Chimalhuacán Township, State of Mexico. The goal is to understand the diversity of ways in which each society determines the ways of being young, and youth strategies used in the processes of creation and cultural recreation. The premise that young versa even placed in a social discreditable, they have the ability to generate daily practices of the product they design significance in their life experience, so that their social practices, gender and social class condition building youth identity, while integrating various juvenile groups are a form of expression and seeking social recognition before the invisibility and vulnerability they face. This is a qualitative research based on phenomenology, field work was based on the phenomenological and ethnographic method. The empirical corpus that presents content analysis was built from a purposive sample with the criterion of saturation of the testimony of key informants. From this position, the reader can understand some of the elements of identity that youth used to recognize and differentiate among their peers, sociocultural and everyday living processes from the same society which puts young people in this study dissident and limit structures instead. Keywords: youth identity, everyday practices and spaces of interaction Agradecimientos Esta investigación fue posible gracias al apoyo y participación de los jóvenes de la colonia Arturo Montiel, Municipio de Chimalhuacán, Estado de México, para ellos un sincero reconocimiento y mi gratitud. Al Maestro Elí Evangelista que ha sido esencial en este proceso de investigación, su disposición y guía fue fundamental en todo el trayecto. De igual forma agradezco a mis lectores por aceptar formar parte del jurado revisor de esta tesis. Quiero agradecer a la Escuela Nacional de Trabajo Social, UNAM, mi formación profesional. Y a la Coordinación del Posgrado en Trabajo Social, en tanto siempre brindaron su apoyo y orientación. ÍNDICE Pág. INTRODUCCIÓN 7 CAPÍTULO 1 IDENTIDADES JUVENILES: UNA CONSTRUCCIÓN SOCIAL 12 1.1 La construcción social de la realidad: el mundo de la vida cotidiana 13 1.2 Convergencia de los jóvenes: el problema de las generaciones 21 1.3 La emergencia de las identidades juveniles 25 1.4 El ser joven y su capacidad de agencia 31 1.5 Cultura y subjetividad: prácticas cotidianas y creatividad juvenil 33 Consideraciones finales 37 CAPÍTULO 2 UNA APROXIMACIÓN METODOLÓGICA AL ESTUDIO DE LAS IDENTIDADES JUVENILES 40 2.1 Implicación metodológica 41 2.2 El referente empírico 42 2.3 La relación con el otro 44 2.4 Construcción del dato 46 Alusiones al trabajo de campo 48 CAPÍTULO 3 CHIMALHUACÁN: LA INCURSIÓN DE LA JUVENTUD EN LA PERIFERIA URBANA COLONIA POPULAR “ARTURO MONTIEL” 50 3.1 Edificación territorial en la actualidad 51 3.2 La urbe entre cerros 55 3.3 El sector poblacional en expansión 57 3.4 La incursión en la periferia: Colonia Arturo Montiel 60 CAPÍTULO 4 LOS JÓVENES Y SU IDENTIDAD 66 4.1 Los jóvenes de la colonia Arturo Montiel 66 4.2 Los jóvenes y la familia 72 4.3 Entre la escuela y la calle 78 4.4 La juventud y el sistema de seguridad pública 82 4.5 El intersticio, el trabajo informal 84 CAPÍTULO 5 DIVERSIDAD JUVENIL 88 5.1 Diversidad cultural: coincidencias y diferencias juveniles 88 5.2 Destruido, pandillero y graffitera 89 5.3 Lenguajes y espacios de interacción 97 5.4 Prácticas cotidianas 100 5.5 Producción cultural 104 CONCLUSIONES 109 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 115 ANEXO 120 7 INTRODUCCIÓN En la actualidad, las colonias y barrios del Municipio de Chimalhuacán, Estado de México, viven procesos de cambio, el incremento poblacional ha dado lugar a la expansión urbana y con ella el surgimiento de diversos fenómenos sociales, uno de éstos se asocia a los jóvenes, pues son quienes integran parte importante de la población de ese lugar. Hoy en Chimalhuacán los jóvenes cobran relevancia, su constante presencia en la trama social los coloca como actores protagónicos, sin embargo, el imaginario social construido en torno a ellos adquiere distintas atribuciones y significaciones, desde aquellos que los favorecen por su condición etaria hasta quienes los estigmatizan al relacionar sus prácticas cotidianas como antepuestas a la concepción establecida por la institución. Situar el contexto de los jóvenes, implica comprender los procesos de intersubjetividad expresados en su vida cotidiana, pues al igual que otrossujetos sociales tienen un significado y un sentido del mundo de la vida que construyen. En este momento los jóvenes tienen una relevancia social al grado que ser joven se ha vuelto un asunto complejo; indagar sobre su identidad y trayectoria conduce repensar el espectro transversal de sus prácticas sociales, lenguaje, género, condición tiempo-espacial, imaginario juvenil, es decir cómo se piensan ellos de sí mismos en su contexto y cómo piensan que los consideran los otros en su condición de joven. Los jóvenes se pronuncian de formas distintas, algunas de estas manifestaciones se han convertido en expresiones culturales y sociales, que en cierto sentido no son compartidas por todos los actores y sujetos sociales, de manera que actores con envestidura de autoridad, medios de comunicación y algunas visiones adultocentristas han creado un estigma que considera a los jóvenes causantes de violencia y transgresores del orden social, calificándolos de un peligro para la sociedad a los cuales hay que castigar. Dista mucho la idea de que son portadores de cultura, que poseen capacidad creativa y recreativa de su cotidianidad, que tiene una visión de mundo, que más allá de ser clasificada como transgresora o inequívoca, es la manera en como interiorizan la cultura. 8 Frente a la dimensión social que adquieren los jóvenes, esta investigación centra su interés de estudio en las expresiones de la identidad juvenil en un contexto urbano del Municipio de Chimalhuacán, Estado de México, reflexionar a cerca del fenómeno juvenil implicó darles voz a los sujetos jóvenes que en su contexto entretejen sus propias relaciones sociales, pero que cuyas dinámicas se desconocen, representa una forma de aproximación a su construcción identitaria en esos contextos, prácticas socioculturales que los determinan, expresiones que adoptan, trayectorias que los distinguen e imaginario colectivo que construyen. Las condiciones actuales y modos de vida de los jóvenes exige partir del conocimiento de lo que significa ser joven y los diversos aspectos que lo definen, así, los procesos en los que están inmersos generó en esta investigación interrogantes como: ¿Qué aspectos sociales y culturales les permiten a los jóvenes reconocerse como jóvenes? ¿Qué elementos identitarios están en juego en su construcción de joven? ¿Cómo es qué a partir de la biografía personal de los jóvenes se identifican y diferencian entre sus pares y con otras generaciones? ¿Qué expresiones juveniles se encuentran en ese contexto? La intención de esta investigación es comprender la diversidad de formas mediante las cuales cada sociedad determina las maneras de ser joven, y las estrategias que utilizan los jóvenes al participar en los procesos de creación y recreación sociocultural. Por lo que, no sólo se trata de observar a la juventud en aislado o como un dato estadístico más, sino comprender cómo los jóvenes han conformado su identidad a través de diferentes elementos que conjugan en su vida cotidiana, que trayectorias han adoptado de acuerdo a condiciones sociales y culturales que los han permeado tanto internas como externas en los escenarios urbanos. A este respecto, los supuestos que se plantearon fueron de singular utilidad en la orientación de la investigación y como posibles respuestas a las interrogantes centrales del estudio, toda vez que, las prácticas sociales que realizan los jóvenes son un mecanismo de pertenencia e identidad; la experiencia de vida, el género y la clase social condicionan la construcción de los elementos identitarios en la juventud; la construcción de la identidad se configura como parte de su experiencia de vida y como una respuesta social, ante la invisibilidad y vulnerabilidad de la que son objeto; y los jóvenes se 9 integran a diversos agrupamientos juveniles como una forma de expresión y búsqueda de reconocimiento social. El referente teórico-metodológico que sustenta la investigación y orientó su desarrollo, se fundamenta en la visión fenomenológica de la construcción social de la realidad; de igual forma se suman otros referentes sustantivos sobre generación, identidad, agencia, cultura y juventud. En relación a la implicación metodológica se propuso pasar del terreno observado a las relaciones sociales, lógicas de acción y procesos recurrentes en un contexto determinado, en el que se desentrañaron significados y formas en que el sujeto social construye su realidad de acuerdo a su experiencia biográfica. Se obtuvo toda la información posible que fue desde el mismo investigador, los jóvenes y otros actores externos, de modo, que se captaran las identidades juveniles y sus relaciones. En ese sentido los métodos propios de las ciencias sociales fueron clave, toda vez que la investigación se planteó a partir de un enfoque cualitativo y una perspectiva interpretativa comprensiva. El trabajo en campo se basó en la descripción de los significados de las experiencias vividas a través del método fenomenológico, etnográfico y la aplicación de técnicas con objetivos específicos: la entrevista en profundidad apoyada en categorías de análisis facilitó la recopilación de los relatos con los jóvenes y vecinos del lugar; los relatos de vida permitieron captar la experiencia biográfica de los jóvenes y la observación etnográfica sirvió para recoger las conductas y prácticas sociales. El corpus empírico resultó del análisis de contenido y se construyó a partir de una muestra intencionada con el criterio de saturación del testimonio de 35 informantes clave, jóvenes residentes de la colonia entre una edad de 15 a 26 años, tanto hombres como mujeres en una condición civil de solteros, unión libre y casados, algunos trabajan y otros se dedican a actividades ilícitas; los escenarios del trabajo de campo fueron la calle, esquinas, bases de mototaxis, tiraderos clandestinos de basura, terrenos baldíos cercanos al canal de aguas negras, bailes y algunos lugares de esparcimiento entre otros. El tiempo aproximado de la investigación fue de un periodo anual de junio 2014 a junio 2015. 10 La estructura de la investigación se divide en cinco capítulos: El primer capítulo contiene el referente teórico de la investigación, en él se plantean los ejes teóricos que enmarcan la reflexión analítica del fenómeno de estudio a partir de dos momentos: en el primero, sobre la construcción social de la realidad desde la fenomenología; y en el segundo, se elabora una breve discusión teórica sobre el problema de las generaciones y se abordan otros referentes sustantivos adoptados sobre las diversas miradas que han permeado la concepción de joven, la identidad juvenil, la capacidad de agencia y producción cultural de los jóvenes. En el segundo capítulo se presenta el horizonte metodológico trazado para el desarrollo del trabajo de campo, análisis y elaboración del corpus empírico. Se describe la implicación metodológica de la que parte el estudio, se da a conocer el referente empírico en términos de lo que fue la selección e inserción a la colonia, se presentan las estrategias aplicadas en la interacción con los sujetos, las técnicas de investigación utilizadas, se bosqueja el proceso de construcción del dato y se esbozan algunas de las dificultades presentadas en el trayecto de la investigación. El tercer capítulo describe el escenario y punto central del trabajo de campo, pues se trata del referente empírico que fundamenta la investigación, por lo que se puntualizan algunas condiciones del municipio y de la colonia; se señala su ubicación geopolítica, rastros históricos y se bosquejan datos estadísticos respecto a la situación demográfica en particular sobre la concentración de jóvenes del municipio, la situación del equipamiento, la infraestructura, los fenómenos sociales ligados a la precariedad en la que conviven losjóvenes y la presencia de otros actores sociales no necesariamente vinculados al fenómeno juvenil, pero que conforman el escenario de la investigación. El cuarto capítulo refiere a un análisis sobre la construcción de la identidad juvenil, aquí se desentraña quiénes son los jóvenes en su cotidianidad y qué prácticas culturales producen y reproducen, con el aporte de datos sociodemográficos se sitúa el perfil de quiénes son esos jóvenes; seguido de ello se aborda la cotidianidad de los jóvenes y en la parte final del capítulo se incorpora la información empírica en relación a su identidad, espacios sociales construidos y su incursión en las prácticas culturales. 11 En el último capítulo se entretejen las interpretaciones de los discursos expresados por los jóvenes, es decir se hace énfasis en el análisis y la reflexión del conjunto de elementos que constituyen la diversidad cultural de los jóvenes, lenguajes, espacios de interacción, capacidad de agencia y su relación con algunas estructuras como la escuela, el trabajo y la seguridad pública; al cierre del capítulo se consideran las formas de interacción y prácticas cotidianas. En las conclusiones generales se reagrupa el conjunto de argumentos desarrollados en toda la investigación, se ponderan los elementos que permiten la comprensión del fenómeno juvenil y su construcción identitaria, y se abren expectativas a futuras investigaciones sobre el tema juvenil desde el Trabajo Social. En el apartado del anexo se incluye la guía de entrevista utilizada en el trabajo de campo. 12 CAPÍTULO 1 IDENTIDADES JUVENILES UNA CONSTRUCCIÓN SOCIAL En este trabajo de investigación se parte de la idea de que la sociedad se comprende y explica a partir de un conjunto de procedimientos de orden fenomenológico (Schutz, 2003), toda vez que el postulado fundamental de su construcción versa en la reciprocidad de los sujetos, es decir en un esquema recursivo que permite surgir un diálogo. El filosofo Ortega y Gasset (1972), refiere que, yo no soy, si no estoy en constante relación con el otro, se pronuncia porque lo social es la correspondencia entre los sujetos, una acción en la que se hacen presentes, yo y el otro, lo cual atribuye, que un sujeto social no es individualidad, más aún, hay que añadir que la sociedad se construye en esta premisa, no hay sociedad si no existe relación que intercepte el entramado subjetivo, sociocultural, el tiempo biológico y el orden legal, desde dónde los sujetos y sociedades se construyen en una dualidad objetiva y subjetiva (Berger y Luckmann, 1986). Con este preámbulo intento dar una orientación a mis planteamientos, el propósito de este capítulo es ofrecer al lector una breve discusión acerca de los principales ejes teóricos que enmarcan la reflexión analítica de esta investigación, por tanto, éste capítulo parte de la construcción social de la realidad desde la mirada fenomenológica que plantea Alfred Shutz (2003), en las estructuras del mundo de la vida y Berger y Luckmann (1986), en la realidad de la vida cotidiana. La intención es hacer comprensible como las sociedades construyen diversos esquemas de clasificación y tipificación, a partir de un universo subjetivo que se concreta en un mundo objetivo. Al mismo tiempo se retoma el problema de las generaciones de Karl Mannheim (1993), para comprender la construcción social de los jóvenes, toda vez que ésta se plantea como un espacio de tiempo en el que tienen lugar acciones que los sujetos comparten en común, y donde su producción cultural además de ser única de esa generación, se recrea en contextos de dificultades y en esquemas de clasificación impuestos, pero también desde posiciones de contestación y reflexión. 13 Con todo ello, se abre camino para esbozar algunas perspectivas de autores como Reguillo (1995), Urtega (1998), Feixa (1999), Perea (2007), en torno a lo juvenil, pero sobre todo enfatizar a través del dialogo de Valenzuela (1997), las identidades juveniles y la comprensión del ser juvenil en contextos diversos cuyos esquemas estructurales permiten a los jóvenes, desde su visión de hoy, apropiarse y reivindicarse en su condición juvenil. En el cierre del capítulo se aborda la capacidad de agencia del sujeto de acuerdo con la perspectiva de Giddens (2006), y se incorporan planteamientos de Geertz (2005), y Thompson (2006), sobre la cultura, de modo que, sus aportes hagan comprensible la producción cultural, la circulación de lenguaje y la creación de objetos y emblemas culturales que envuelve a los jóvenes, pues a pesar de que todos son contemporáneos por vivir en el mismo tiempo y mundo, lo construyen de modos diferentes. De esta forma, la intención es clarificar los fundamentos teóricos que permitan la comprensión de los capítulos posteriores, donde se implican las expresiones de las identidades juveniles. 1.1 La construcción social de la realidad: el mundo de la vida cotidiana Inicio por situar el marco que define que es la realidad de la vida cotidiana, que en el planteamiento de Berger y Luckamm (1986), se presenta como algo inmanente a nosotros mismos, es decir una realidad en donde se aceptan datos y fundamentos particulares como algo ya instituido, los cuales tienen un marco de referencia que comparte el otro o bien una sociedad. Estos esquemas permiten que los sujetos generen ciertos comportamientos aceptados por ese contexto y tiempo específico, pero también esa realidad cotidiana no sólo se acepta, sino que, también tiene cuestionamientos que nacen desde la intersubjetividad de los actores sociales. Así podemos dar cuenta de manifestaciones producto de los pensamientos, de la experiencia previa y del cuestionamiento de situaciones que guían la acción social. 14 En este entramado es pertinente aclarar que no existe solo una realidad, en tanto que el sujeto reconoce a diferentes semejantes, en ese transcurso del mundo de vida la conciencia es capaz de distinguir esas realidades, por ejemplo: cuando nos encontramos durmiendo y soñamos, en el momento de enfrentarnos y colocarnos en diversos espacios y ante actores sociales, tales como la escuela, la calle, el trabajo, centro deportivo, los amigos, la familia, cualquier figura de autoridad, entre otros. Sin negar que existe una suprema realidad y es la que se denomina vida cotidiana, mundo de vida y vida diaria. El mundo de la vida lo constituye el escenario y objeto de nuestras acciones e interacciones, para llevar a cabo los propósitos que buscamos en él, entre nuestros semejantes, tenemos que dominarlo y modificarlo. (Schutz, 2003:27) La realidad de la vida cotidiana se caracteriza por una presencia inmediata, (Berger y Luckmann, 1986:37), “aquí y ahora”, pero también se experimenta en grados de proximidad y alejamiento tanto espacial como temporal. En este orden de ideas, la realidad que se presenta aquí y ahora es aquella que contempla mi realidad inmediata, mi contexto más cercano, que permite mi manipulación corporal, es mi diario obrar porque actúo en él, sobre él, lo modifico y decido, aunado a ello se ubica mi contexto más generalizado, ejemplo son los acontecimientos que tienen lugar en mi colonia, en la delegación, el municipio, en los estados o en todo el país, los cuales afectan de manera directa o indirecta mi actuar en el mundo de la vida. Esos acontecimientos me pueden o no importar, de acuerdo a los intereses que generen en mí obrar diario. Pueden ser las reformas laborales que afecten mi ingreso económico, la desaparición de 43 jóvenes que mueven mi conciencia en función de observar la violencia como algo cotidiano, la exclusión y marginación de los jóvenes en contextos urbanos o bien el feminicidio en el Estado de México. Todos estos sucesos y problemas sociales afectan mi vida cotidiana, quizá no de manera directa, pero si en un nivelde acontecimiento próximo. La vida cotidiana se impone por sí sola, esto refiere a que hay acontecimientos que durante el transcurso de la vida se vuelven rutinarios, ejemplo de ello puede ser tomar una taza de café, pero qué ocurre cuando no hay café, nosotros tenemos la capacidad para enfrentar 15 situaciones que son impuestas por la misma vida, quizá no sea una taza de café, pero si puede ser un accidente en el transcurso de la salida del trabajo. Aquí en este tipo de eventos tendremos la capacidad de resolverlos o no, nos enfrentamos a una diversidad de problemas y dilemas. Por tanto, podemos observar dos situaciones de la vida cotidiana, aquellas que se aprenden desde el sentido común y que no constituyen un problema, en tanto se vuelven rutina, y aquellas que son problemas que tenemos que resolver a partir del sentido común, de un conocimiento previo y de la experiencia que ese determinado evento nos deje. Además aparecen dos zonas cargadas de significados y que forman parte de la vida cotidiana, la estética y la religión. Para explicar esto, retomo el planteamiento de Berger y Luckmann (1986), quienes lo ejemplifican a partir de una obra de teatro, pues durante el transcurso de la escena es una determinada realidad, al concluir la obra de teatro se vuelve a la realidad, es así como nosotros necesitamos, para estar en el mundo de la vida, estas dos zonas cargadas de significado, la estética y la religión proporcionan y dotan a los sujetos de una carga de significados que fortalecen las acciones de y en la vida cotidiana. Es a partir del lenguaje en dónde los sujetos pueden objetivar y plasmar los significados del arte y la religión, en tanto que guían a partir de la creación y de normas y preceptos los comportamientos de hombres y mujeres. El espacio y el tiempo son otros dos elementos que estructuran el mundo de vida. Ya se ha hecho referencia que la acción de todo sujeto se determina por el contexto y espacio, así que señalo que la vida cotidiana se estructura por una serie de espacios en donde los sujetos se insertan, pero también aquellos que los mismos sujetos construyen en la relación social. No obstante la dimensión espacial para Berger y Luckmann (1986), es totalmente periférica a nuestras consideraciones presentes y tiene una dimensión social en virtud de la capacidad de manipulación que tenemos en él. A este respecto el espacio social no sólo es algo que se presenta ya establecido ante nosotros, sino surge en la interacción social. Para Lefebvre (1974), el espacio social posee una dimensión geográfica, pero también añade que existen puntos de confluencia de flujos políticos, económicos, históricos, culturales y sociales. El espacio no es un objeto científico separado de la ideología o de la política; siempre ha sido político y estratégico. Si el espacio tiene 16 apariencia de neutralidad e indiferencia frente a sus contenidos, y por eso parece ser puramente formal y el epítome de abstracción racional, es precisamente porque ha sido ocupado y usado, y ya ha sido el foco de procesos pasados cuyas huellas no son siempre evidentes en el paisaje. El espacio ha sido formado y modelado por elementos históricos y naturales; pero esto ha sido un proceso político. El espacio es político e ideológico. Es un producto literal lleno de ideologías (Lefebvre, 1974:31) El concepto de espacio que plantea Lefebvre (1974), es producto de una serie de esquemas ideológicos y no es algo pre configurado, a ello agrega su dimensión histórica pero también la capacidad de relación que tienen los sujetos en un espacio situado. Pero la preocupación del autor no se limita a ser un espacio ideológico, debido a que plantea la producción del espacio como una representación, es decir analiza el espacio como producto del cuerpo humano donde resalta la capacidad corporal de resistencia y de representación de los sujetos. Es precisamente en este planteamiento que Lefebvre identifica que la producción del espacio es eso, se produce a partir del cuerpo humano en su capacidad de representación desde las prácticas espaciales, la representación del espacio que los sujetos diseñan de él y los espacios de representación. Así las cosas, las prácticas espaciales refieren a la capacidad que tenemos como sujetos sociales en las formas en que nos generamos, utilizamos y percibimos el espacio. Ahora bien, la representación del espacio tiene que ver con las normas ya establecidas, son espacios concebidos desde una lógica particular e institucional, por ejemplo mapas, estadísticas, clasificación de la sociedad a partir del espacio. Son instrumentos que permiten generar toda una tipología de clasificación social por espacios, pero también se añaden otras categorías como género, edad, clase social, condición étnica, raza, escolaridad, entre otras. Por último están los espacios de representación que Lefrebvre, (1974), define como aquellos donde en su interior se materializa la capacidad de significación que otorgamos a esas prácticas, expresan conocimientos locales, se articula la vida cotidiana, son espacios de resistencia. La vida cotidiana se encuentra inmersa en los espacios sociales, en prácticas espaciales, de representación y los espacios de representación, en donde los sujetos se desplazan en diferentes niveles de aproximación o lejanía. Incluso la producción del espacio necesita de 17 la temporalidad para poder producirse, es así que el tiempo es otro componente que estructura la vida cotidiana, y que por tanto, también permite construir la realidad social. El tiempo se entiende como aquello que se encuentra entre nosotros y quizá lo percibimos, no lo podemos tocar, pero si sentir. “La temporalidad es una propiedad intrínseca en la conciencia” (Berger y Luckmann, 1986:42). El tiempo es constitutivo e inmanente de la intersubjetividad, se materializa en la noción que cada uno tiene o asume su propio tiempo que a su vez es regido por un tiempo cósmico y cronológico, pues la sociedad de la que formo parte y el organismo natural que tengo me imponen un tiempo específico, este es social, pero también biológico. La estructura temporal de la vida cotidiana no solo impone secuencias preestablecidas en la agenda de un día cualquiera, sino que también se impone sobre mi biografía en conjunto. (Berger y Luckmann, 1986:44) Así la naturaleza desde el orden biológico impone un ritmo de tiempo el cual se conjuga con lo sociocultural para determinar ciertas fases en la vida cotidiana de los sujetos. Una de estas fases es la edad reproductiva, el tiempo de la cosecha, el horario de verano, el ciclo escolar, que en su generalidad se vinculan con aspectos estructurales y que son marcados por lineamientos y fechas establecidas, por ejemplo el ingreso a un ciclo escolar. A diferencia del tiempo biológico que se caracteriza por la naturaleza del organismo de los sujetos, que sin duda se vincula con la parte cultural, como es el caso de la edad reproductiva de las mujeres que se delimita en México a los 35 años de edad, de lo contrario pueden ser embarazos de alto riesgo. En su concreción la estructura temporal de la vida cotidiana permite orientarme y soy participe y contemporáneo de otros en donde comparto esa construcción de la realidad de la vida cotidiana. Otro elemento de la estructuración de la realidad de la vida cotidiana es la relación social, la interacción que tengo con el otro me da la posibilidad de reafirmar mi identidad. La identidad emerge de esa relación social, así podemos ver que existen diferentes niveles de relación social, (Schutz, 2003), la relación entre los predecesores, contemporáneos, 18 asociados y sucesores, constituyen sujetos con quienes se interactúa y se tiene la posibilidad de establecer un vínculo social. La interacción social es aquella experiencia más importante que tengo conlos otros, debido a que emerge mi identidad en la relación, pero también en la confrontación con los otros, pero este vínculo no va solo, lo acompaña todo el arsenal del sentido común y del acervo de conocimiento que elaboro en base a tipificaciones, las cuales me proporcionan esquemas de referencia para la acción. Las tipificaciones funciona como ejes que facilitan “aprehender y tratar a los demás” en una determinada relación social. Es así, como puedo percibir al otro como indígena, joven, adulto, niño, mujer, anciano, rico, pobre. Este punto lo abordaré más a fondo en el apartado: el problema de las generaciones. Un fundamento más del mundo de la vida cotidiana se encuentra en el lenguaje, a través de éste es posible la objetivación y la comprensión de la significación en la vida cotidiana. El lenguaje es la expresividad humana que materializa las diversas manifestaciones de la actividad humana, incluso para Duch (2002), permite “empalabrarnos”. El lenguaje es tanto oral, la expresión del cuerpo, las señales, en fin. La producción subjetiva del hombre cobra forma a partir de la objetivación, expresión en diversas manifestaciones. El lenguaje es el vínculo que posibilita a la subjetividad su máxima expresión. El lenguaje, que aquí podemos definir como un sistema de signos vocales, es el sistema de signos más importante de la sociedad humana. Su fundamento descansa, por supuesto, en la capacidad intrínseca de expresividad vocal que posee el organismo humano; pero no es posible intentar hablar de lenguaje hasta que las expresiones vocales estén en condiciones de separarse del "aquí y ahora" inmediatos en los estados subjetivos. (Berger y Luckmann, 1986:53) La comprensión del lenguaje es fundamental para la vida cotidiana, sin el lenguaje no tendríamos orientación, un sentido, una dirección o direcciones que nos posibiliten continuar con nuestro andar en lo cotidiano. Sin duda, el lenguaje se origina en la relación cara a cara que tengo con el otro, en donde aprehendo del otro, de ese otro generalizado. 19 En el lenguaje también encontramos dimensiones espaciales, temporales y sociales. Por ejemplo, puedo dialogar con otros y traerlos a mí aquí y ahora, dado que tengo la capacidad de rememorar mi pasado y traerlo a mi presente con la objetivación del lenguaje, pero también puedo interactuar por medio de un ordenador y trascender las distancias y el tiempo, al encontrarme en la Ciudad de México y mi interlocutor en Canadá. Es así como el lenguaje trasciende esas dimensiones en los individuos y colectividades con los que de momento no estamos en interacción. La experiencia o situación biográfica constituye la manera en cómo, yo ser humano, me sitúo en el mundo de la vida. Esta elaboración se realiza de acuerdo a normas, preceptos y formas culturales e históricas que son válidas en contextos específicos, pero la manera en que las aprehendemos y vivimos depende exclusivamente del sentido común, intereses, deseos, motivaciones y compromisos que cada sujeto social realiza durante el transcurso de su vida. Esto es lo que se conoce como situación biográfica, las vivencias que tienen los sujetos a partir de los lineamientos impuestos, de cómo viven, sus prácticas, experiencias y la manera en que dan continuidad a esas normas, o bien elaboran demandas, contestaciones o resignifican los preceptos de ciertas sociedades. Las experiencias de las prácticas cotidianas que dan sentido a mi mundo se incluyen constantemente dentro de ordenamientos generales de significado que son reales, tanto objetiva como subjetivamente. La situación biográfica revela la biografía, da cuenta de aquellos aspectos que a simple vista no se comprenden según el sentido de la existencia narrada. Estas experiencias dotan a los sujetos de un conocimiento social, que se establece quizá de manera diferenciada según los grados de familiaridad, de la relación que se tenga con los otros, de los espacios sociales a los cuáles se tiene acceso y de un estilo de vida propio, a ello hay que agregar a la ubicación social que tenemos como sujetos en un sistema de clasificación jerárquico permeado por una relación asimétrica de poder. Este conocimiento además funciona con esquemas tipificadores requeridos para las rutinas de la vida cotidiana, para aquellos imprevistos y esquemas que salen de lo cotidiano. A partir de mi relación con amigos, familia, compañeros de trabajo, escuela, de contactos 20 ocasionales y hoy en día de la interacción social que puedo establecer en la calle, como un espacio de socialización. La experiencia previa funciona como un elemento fundamental para los sujetos, donde el cúmulo de conocimiento ofrece a los sujetos las diversas maneras de enfrentar situaciones adversas. Sin duda la validez o sanción de ese conocimiento esta permeado por las normas, preceptos y lineamientos que indican las maneras de ser, pensar y actuar en sociedades específicas. Para Alfred Schutz (2003), toda realidad es la construcción de aquello que se intenta descubrir e investigar. El conocimiento del mundo de la vida, tanto el sentido común y el conocimiento científico, supone construcciones. Los hechos puros y simples no existen. El hecho o fenómeno social es extraído de un contexto universal, así en lo cotidiano captamos ciertos aspectos de la realidad, desde los cuales partimos para el actuar, pero también en función de esa experiencia generamos más conocimiento. Por tanto, la construcción de la realidad se da en dos ámbitos: primero, por las normas ya instituidas en las estructuras sociales, y segundo, por la experiencia de vida. Existen estructuras tales como el lenguaje, el tiempo, la situación biográfica, el espacio, que marcan diversas normas y lineamientos a seguir, pero la experiencia de cada sujeto es lo que permite generar la construcción de esas realidades al grado de hacerlas únicas e irrepetibles, quizá parecidas en su estructura, pero la significación es lo que hace tomar distancia, que bien se aprecia en la diferencia que existe entre un emblema a un símbolo. Se comprende que la realidad social de la vida cotidiana de los jóvenes se construye en una dualidad que se constituye por la estructura social y la construcción de sentido de los sujetos. Donde los diversos modos humanos, prácticas que los jóvenes elaboran, acciones y expresiones que configuran en su diario vivir, procesos de comunicación que despliegan, elaboraciones intersubjetivas que objetivan como parte de su mundo de la vida y que reconocen como propio, está permeado por la inscripción de mandatos, preceptos, normas, pero también de aquello que queda fuera de las estructuras objetivas y se manifiesta a través de la subjetividad en las formas de contestación y mantenimiento de esas normas en los sujetos jóvenes. 21 1.2 Convergencia de los jóvenes: el problema de las generaciones Este apartado plantea el problema de las generaciones en dos perspectivas, por una parte, como un sistema impuesto de clasificación y tipificación de acuerdo a un orden social de las cosas, y por otra, como la comprensión de las diversas manifestaciones, producciones, procesos de circulación y prácticas cotidianas de los sujetos. Pese a que ambas miradas están presentes y resultan útiles para la explicación y comprensión del objeto/sujeto de investigación, en la segunda perspectiva se sitúan los fundamentos para entender la forma en que los jóvenes construyen su realidad y recrean su producción cultural. Para esta discusión, retomo los planteamientos de Mannheim (1928), el cual aborda el problema de las generaciones en dos sentidos, uno positivista y el otro desde el historicismo. El primero, sin duda, le interesa explicar el hecho social a partir de datos duros, con ello se pretende captar los datos básicos del ser hombre, mientras que el histórico romántico se enfocaa procedimientos cualitativos que permiten generar conocimiento desde la significación de la experiencia humana. Para Mannheim (1928), el pensamiento francés de Comte, Cournot, J. Dromel, Mentré y pensadores alemanes como Ferrare y O. Lorenz tienen en común buscar una ley general del ritmo de la historia con base a una ley biológica de la vida del hombre, de sus etapas. El objetivo era comprender el cambio formal de los seres humanos a partir de la esfera biológica. El problema de determinar las generaciones para esta corriente radica en que se trata de simplificar su estructura reduciéndola sólo al esquema natural y biológico, así se fragmenten las generaciones al determinarse de forma diversa y al delimitarla a los 15 ó 30 años, que es cuando se considera la edad en la que el individuo empieza a ser creativo y a los 60 años el hombre deja la vida pública, es decir deja de ser creativo y productivo. En ésta mirada las generaciones se basan en un concepto externalizado del tiempo y mecanicista con el fin de tener un patrón apto y confiable para medir el progreso lineal de los hombres. Para los franceses el cambio generacional debía ser un factor de progreso y no un cambio de pensamiento de un orden liberal a uno nacional. 22 En Alemania, la postura histórica romántica aborda a las generaciones en una concepción diferente del tiempo, para los alemanes no es un tiempo lineal o cronológico lo que prevalece en las sociedades. El tiempo es interior y no mesurable, por lo tanto, requiere de un análisis más hermenéutico que permita dar cuenta de la no linealidad del tiempo. Los planteamientos de Dilthey citado en Marías (1961), precisan que la unidad de generación basada en años, meses, siglos, horas podía sustituirse por una medición intuitiva y vivencial del tiempo. A ello añade que el tiempo no debe ser visto sólo como una serie de etapas cronológicas, es necesario mirar el tiempo desde las experiencias contemporáneas que experimentan los sujetos conforme su referente cultural de los preceptos y el contexto político social, en tanto que esas influencias logran formar una unidad generacional. Es aquí donde los postulados de las ciencias del espíritu toman distancia del positivismo y colocan a la generación en la dimensión del tiempo, no sólo como etapas definidas a partir de un orden cronológico. Las generaciones son el tiempo que se experimenta a través de esas unidades generacionales que dan cuenta de la significación y de una generalización que deja ver las pautas culturales de los sujetos sociales. Por tanto, para Mannheim (1993), las generaciones son vivenciales y la contemporaneidad de la generación es un ser interior identificable. Cada uno vive con gente de su edad y con gente de edades distintas en una plenitud de posibilidades contemporáneas. Para cada uno el mismo tiempo, es un tiempo distinto; a saber una época distinta y propia de él, que sólo comparte con sus coetáneos. (W. Pinder, 2000 en Mannheim 1993:200) Observó que cada tiempo tiene diversas variaciones, de acuerdo a las posibilidades de experimentación vivencial de los sujetos. Pero paralelamente este autor plantea a la entelequia como el concepto fundamental para comprender a las generaciones. La entelequia se entiende como la expresión de una generación, es una situación de afinidad que se correlaciona a partir de las experiencias. Éstas pueden ser de factores constantes, temporales y determinantes. Dentro de los factores constantes se encuentra la religión y el arte; y en los factores temporales se experimenta las relaciones y experiencias; en las entelequias determinantes son aquellas que se visualizan los procesos naturales, ejemplo, 23 una enfermedad, un desastre ecológico. Por tanto, la generación se construye social y culturalmente, crea un vínculo propio que la unifica y la hace ser única y diferente de las otras, apoyada de las distintas temporalidades sean constantes, temporales o determinantes. Las entelequias se producen en la relación con los otros, por tanto, constituye un eje de la identidad propia de cada generación. Mannheim (1993), plantea el concepto de lagerung, el cuál se emplea para comparar a la generación con la clase social. La clase social se determina por un ascenso o una caída, mientras que la generación no puede abandonar la edad, aquí lo que trata de explicarse es la toma de conciencia que acompaña a las clases social y las generaciones como grupos concretos. La generación más allá de un hecho biológico debe de comprenderse en un tipo particular de localización social. Hasta aquí se observa que para Mannheim (1993), las generaciones no pertenecen sólo a una esfera natural, ahora veremos cómo es que se construyen las generaciones. Establece cinco fenómenos básicos para la existencia sucesiva de las generaciones; a) por la constante irrupción de nuevos portadores de cultura; b) por la salida de los anteriores portadores de cultura; c) por el hecho de que los portadores de cultura de una conexión generacional concreta sólo participan en un período limitado del proceso histórico; d) por la necesidad de la tradición–transmisión constante de los bienes culturales acumulados; e) por el carácter continúo del cambio generacional. La constante irrupción de nuevos portadores de cultura refiere a los nacimientos, pero también al acceso de diversos sujetos sociales, por ejemplo, el proceso de migración del campo a la ciudad tal como sucede con algunos jóvenes, el ingresar a una nueva posición social producto de un acontecimiento, cambio de empleo, o bien por el desplazamiento que tienen los sujetos. El siguiente fenómeno es la salida constante de los anteriores portadores de cultura: El recuerdo social es la base de este eje. El rememorar funciona como una medida de continuidad de preceptos y normas en la sociedad. El ser humano tiene la capacidad de traer del pasado al presente fenómenos sociales al recordar acontecimientos significativos que dan continuidad a su historia. (Duch, 2002). 24 El tercer hecho básico, los portadores de una conexión general concreta “solo participan en un período del proceso histórico temporalmente delimitado” (Mannheim 1993:215). Existe la posibilidad de participar en un mismo fenómeno social, con los mismos contenidos culturales y con una semejanza en la conciencia e ideología sin importar ser joven, adulto o viejo. Se viven acontecimientos histórico parciales sin interesar la generación y sí la contemporaneidad de un fenómeno, tal y como ocurre en la actualidad en nuestro país México, la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, el feminicidio en Ciudad Juárez y el Estado de México, la entrada de la policía federal a las instalaciones de ciudad Universitaria de la UNAM, así como los diversos sucesos en Michoacán. Todo este fenómeno de la violencia institucional se vive en un mismo tiempo y permea la cotidianidad de las diferentes generaciones. La necesidad de la tradición–transmisión constante de los bienes culturales acumulados, se refiere a que la tradición tiene como eje que las nuevas generaciones prosperen a partir del cúmulo de saberes, normas y lineamientos que indica una sociedad. Se trata de que el conjunto de contenidos y disposiciones culturales funcionen como un fondo vital que permita la continuidad de la cultura. El carácter continuo del cambio generacional, constituye el equilibrio entre dos generaciones, por lo general de la infancia, a la juventud y de ésta a la vejez. No se trata de ver los enfrentamientos o discrepancias entre generaciones, lo que interesa son las influencias e intercambio de saberes entre generaciones; por tanto, existe un equilibrio entre las diversas generaciones de la sociedad. Ahora bien, Mannheim (1993), distingue entre posición, conexión y unidad de clase generacional, esto es para diferenciar las juventudes,ejemplo de ello es la juventud campesina y la juventud de las ciudades. La posición de generación es la misma, “pero no participa de la conexión generacional en cuestión. Se encuentra en la misma posición generacional en la medida en que puede incluirse potencialmente en los nuevos destinos”. Mannheim (1993:222), señala que “dentro de cada conexión generacional, aquellos grupos que siempre emplean esas vivencias de modos diversos constituyen, en cada caso, distintas «unidades generacionales» en el ámbito de una misma conexión generacional” (Mannheim 1993:223). Por ejemplo, grupos de jóvenes partidarios del PRI y del PAN, o bien, 25 pandilleros y chavo banda, estudiantes y disidentes son distintas unidades generacionales que forman parte de una misma conexión generacional en el siglo XXI. Es posible vislumbrar algunos factores que establecen la unidad en el ámbito de las generaciones, uno de ellos es el contenido que establecen, ejemplo: la libertad, la paz, son contenidos ideológicos que dan la posibilidad de que dos generaciones distintas se unan, independientemente de su posición social. Pero lo que permite la unidad no sólo es el contenido, sino la significación y experiencia que se origina en los sujetos de acuerdo a los marcos y contenidos de referencia, brindan significación y generan lazos sociales entre los sujetos. En esta lógica, la generación dota de sentido y configura al sujeto, aspectos que en las identidades juveniles convergen a través de los contenidos ideológicos, significación, tiempo, lugar, reconocimiento e interacción social, es decir experiencias de vida comunes en los jóvenes de determinada generación. Pues como ya se señalo la identidad de los jóvenes corresponde al reconocimiento de modos de vida que ellos mismos identifican, asumen y comparten como propios, y que las maneras de pensamiento y conducta que recrean son el resultado de un legado generacional en un tiempo y espacio preciso. 1.3 La emergencia de las identidades juveniles En el siguiente apartado se abordan las identidades juveniles y aclaro que, no pretendo realizar un recuento que detalle los estudios sobre los jóvenes, pero si es del interés dar cuenta de las aportaciones clásicas de la Escuela de Chicago y de algunas investigaciones realizadas en México desde hace más de tres décadas, esto con dos propósitos, por un lado, para intentar tomar distancia de investigaciones donde la centralidad presenta al joven en esquemas que simplifican su construcción y lo remiten a la categoría de pandillero y chavo banda; y por el otro, para retomar la propuesta de Valenzuela (1997), en su análisis sobre las identidades juveniles, que desde mi punto de vista incorpora los procesos de socialización, experiencia de vida y producción cultural, así como diversos esquemas de 26 expresión y contestación cultural que emplean los jóvenes frente a un sistema de autoridad en declive. En los estudios realizados por la Escuela de Chicago, a principios del siglo XX, permean los términos como la desviación, anomia, problema y patología. Quizá son los primeros intentos por dar cuenta de la identidad de los jóvenes, claro que el discurso es propio de la época. Esta corriente de investigaciones se ocupó por el fenómeno patológico de las bandas en los jóvenes a partir de las tendencias de sus comportamientos. En esta corriente se ubican las aportaciones de Thrasher en su estudio de 1313 pandillas de Chicago. Varias han sido las críticas a su estudio por no esclarecer la metodología y criterios de investigación (Hannerz, 1986), podemos destacar su aporte al conocimiento en la conformación de pandillas juveniles, la pertenencia a un territorio, el intersticio, definido como un espacio situado entre una cosa y otra, el no estar en la estructura, no ser visible, estar ausente. Para Thrasher el intersticio en la banda es una grieta en el marco de la sociedad. Por su parte, el estudio de White (1971), desarrolla la categoría “la sociedad de esquina” definida como la asociación habitual de los miembros del grupo en un periodo específico. La familia para estos jóvenes no significaba más que aquel espacio para realizar actividades precisas como tener un lugar donde dormir, o bien se empleaba en caso de padecer alguna enfermedad. Da cuenta de la estructura social a partir de la organización jerárquica que entrelaza estrechamente, en la cual las posiciones y obligaciones de los jóvenes se encuentran definidas y se reconocen. La composición habitual del grupo y la falta de seguridad social eran condiciones para crear un sentido de pertenecía al interior de la pandilla. El problema de la zona de estudio “el barrio Corneville”, es la confluencia antagónica de dos sectores que tienen comportamientos diferentes. Por un lado, la sociedad de esquina o la pandilla ubicada en la parte inferior de la jerarquía, y por la otra, los chicos del colegio en una posición superior en relación a la sociedad de esquina. Existen distinciones sociales entre ellos, los cuales se representan por los intereses de sus grupos. 27 Esa separación y segregación constituye un punto de referencia para enmarcar las investigaciones que se han realizado en México a partir de la década de los 80’s, éstas se ubican en función de procesos socioeconómicos, tales como crisis económicas; desempleo; disminución de los niveles de vida y procesos migratorios del campo a la ciudad, específicamente en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México [ZMCM]. Sin duda estos fenómenos sociales traen consigo una serie de respuestas y trasgresiones elaboradas por los jóvenes. Los estudios de los ochentas se definen por los planteamientos de la teoría marxista, así las categorías de análisis empleadas eran la estructura, superestructura, cultura, conciencia de clase, proletariado, sujeto, entre otros, se abordan los planteamientos de teóricos de la acción social y de los movimientos sociales con Touraine y Melucci. Los argumentos se centran en que las bandas como agrupamientos identitarios son el resultado de los diversos procesos de urbanización e industrialización. Villafuerte y Gomezjara (1987), reflexionan sobre la identidad de la banda de los sectores populares. El planteamiento base es la doble marginación a la cual se encuentran expuestos los jóvenes, por ejemplo, la descalificación y estigma por parte del mundo de los adultos y del discurso oficial. Una de las investigaciones que en lo personal considero de suma importancia es la de Reguillo (1995), conceptualiza a las bandas juveniles a partir de una característica de agregación1 juvenil en los barrios populares y marginados de las ciudades. Estas agrupaciones cumplen con dos funciones, son agrupaciones que integran a los jóvenes con características comunes, como dificultades económicas, acceso a un sistema educativo, deserción escolar, nula participación y vinculación con alguna figura de autoridad. La 1 La agregación define la confluencia de códigos de interacción a nivel simbólico y a los diversos significados que se tienen de los espacios y de las experiencias de los jóvenes que se manifiestan en el ámbito cultural, por ello refiere a artefactos o instrumentos de mediación que utilizan los sujetos para lograr satisfacer sus necesidades y relacionarse con otros. 28 segunda función es que el agrupamiento se manifiesta al exterior como una contestación impugnadora al medio ambiente que le rodea. Así este tipo de agrupamiento constituye una forma de interacción social alternativa a otras instituciones a las que por lo general no tienen acceso los jóvenes. La objetivación simbólica es una categoría que permite dar cuenta de la creación y usos de artefactos símbolos y objetos de los jóvenes. Parte de una relación de un esquema propio de representacióndonde los signos y emblemas que utilizan los jóvenes inscritos en los agrupamientos identitarios son imprescindibles, debido a que su uso tiene que ver con la re- significación de su identidad. José Manuel Valenzuela (1997), aborda la condición de los jóvenes de la frontera como culturas juveniles populares urbanas, profundiza a partir del análisis de la cotidianeidad de los jóvenes cholos. Puntualiza su reflexión en los procesos de conformación de las identidades o identificaciones juveniles al hacer referencia a procesos intersubjetivos. El espacio es un elemento privilegiado, el cual se refleja en el barrio como un emblema de libertad y poder, y pieza clave en la socialización de los jóvenes. La cultura es en función de un campo horizontal definido por el flujo migratorio que determina ciertos estilos de vida, pero también de reconocimiento, historia e identificación, y un campo vertical; reflejo de la desigualdad económica y relaciones asimétricas de poder marcadas por clase, género, condición de migrante y generación. Valenzuela (1997), emplea en sus estudios el concepto de cultura de Gramsci y el de juventud imbricados en una explicación socio económico al incluir, en su reflexión, a las clases sociales y procesos de migración. A lo largo de sus estudios sobre los jóvenes Valenzuela (2007), reflexiona tres limitaciones importantes en los estudios de la juventud, primero los jóvenes son presentados como los responsables de la violencia; segundo, el estigma del joven como un sujeto social que sólo se incorpora a los agrupamientos juveniles con un carácter de agregación y, por último, el romanticismo en que caen algunas investigaciones sobre jóvenes al soslayar al sujeto juvenil como un actor social. 29 Autores como Urteaga (1998), abordan otros aspectos culturales de los jóvenes al considerar que la música es un estilo que dota de identidad a los jóvenes en los diferentes procesos de urbanización. En sus investigaciones recientes la autora incorpora categorías de análisis como la clase, género, etnia en el estudio de y en los jóvenes. Por su parte, Maffesoli (2004), introduce el concepto de “socialidad” la cual define como una forma lúdica de interacción en la construcción de las bandas. Por ello la socialidad funciona como argamasa afectiva en los jóvenes. Las identidades juveniles son representaciones o imágenes culturales producto de la subjetividad que elaboran los jóvenes con base a tres principios: La alteridad del otro, esto permite reafirmar la existencia de uno o de un nosotros el de la banda; Integración unitaria, posibilita la integración de las diferencias entre los jóvenes a partir de la unidad identitaria, es decir, se construye un nosotros ante los otros. La permanencia a través del tiempo, refiere a la continuidad temporal, aquí el joven puede construir una memoria que ubique su presencia al interior del grupo. Feixa (1999), plantea diferencias fundamentales entre “la banda y las tribus urbanas”. La banda es una forma de microcultura que emerge en sectores urbano populares. Se caracteriza principalmente por ciertos estilos y la recreación de éstos, que se consolidan y se apropian de uno. La banda ofrece la posibilidad de circular un flujo de significados y valores inmersos en la vida cotidiana, su base es territorial, el barrio, existe una organización interna. Los chavos banda son producto de un tiempo y contexto especifico, así el barrio y la crisis económica producen en el chavo banda la resistencia y ponen en conflicto la cultura hegemónica a partir de su producción, estilos, artefactos culturales, el argot, tatuajes, y el placazo. Las tribus urbanas son emblemas, esto es que abren la posibilidad de ser visibles, de distinguirse de una generación a otra, aunque pocos jóvenes se comprometen realmente con la ideología de cada tribu. Constituyen una recreación simbólica del desencanto de toda 30 figura de autoridad como el ámbito político, ausencia de trabajo y un proyecto de vida. No son grupos con un territorio definido, son estilos difusos y personalizados, tienen como escenario el centro urbano. Se articulan entorno a locales de ocio, el atuendo de la tribu urbana suele lucirse para momentos claves, no es para todo el día. Por su parte Perea (2007), considera al pandillero como un individuo que se desprende de la sociedad. El joven pandillero es el reflejo de una sociedad, por tanto su propuesta apunta a que el joven no es ese “otro”, más bien es un extremo de “un nosotros”. Resalta el gesto pandillero como una manera de habitar la ciudad, donde irrumpe con los procesos de urbanización a partir de mediados del siglo XX, aparece en escena desde la década de los años cuarenta. El territorio, la transgresión, la violencia, el machismo o la masculinidad descarnada, así como la experiencia cotidiana del joven pandillero constituyen lo que el autor denomina el gesto pandillero. Valenzuela (1997:15), plantea que “las identidades son procesos intersubjetivos de conformación de límites de adscripción no estáticos ni esencialistas. Estos procesos intersubjetivos se inscriben en relaciones sociales históricas”. Por tanto, los jóvenes retoman formas y estilos diversos para conformar su propia identidad. La identidad es también una puesta en escena representa la disputa por los espacios y prácticas cotidianas (Nateras, 2002). Las identidades juveniles se construyen socioculturalmente a partir de emblemas, símbolos, prácticas que posibilitan y delimitan la adscripción a ciertos grupos juveniles. La identidad emerge de la relación social con los otros, así sus referentes son los espacios de socialización, como la calle, escuela y en algunos casos el trabajo. La identidad da la posibilidad de crear formas diversas de identificación, cuyos límites de adscripción se basan en la posición de clase social. Valenzuela (2004), plantea una tipología de identidades para identificar a los jóvenes, entre ellas destaca las identidades proscritas, en las cuales los estilos de vida y las prácticas cotidianas infringen constantemente las normas y valores prevalecientes en tiempos y contextos determinados, pero también se ubican los tolerados por el sistema, tal y como son algunos grupos que pertenecen a una clase social, ejemplo de ellos se encuentran los clubes deportivos, grupos 31 políticos como el Partido Revolucionario Institucional, encontramos a los agregados, estos jóvenes solo se adhieren por el gusto a un estilo, sea musical, vestimenta, y por último están las redes simbólicas, aquí los jóvenes quizá no se conocen, pero se congregan para determinados eventos como el grafiti, música, una exposición colectiva de arte. Sin duda, la identidad de los jóvenes está prescrita por aspectos estructurales, pero lo que hace la emergencia de las identidades juveniles se condiciona por la experiencia de vida de los mismos. Los significados, ideas y sentido común que adquieren los jóvenes de diversas prácticas, sean en una posición de consumidores o productores inmersos en procesos sociales y culturales. De esta manera las identidades juveniles dan cuenta de la diversidad y complejidad de rostros de la juventud, agrupados o no de acuerdo a fines o motivos diversos, según tiempo y contexto. 1.4 El ser joven y su capacidad de agencia La posición que asumo en este marco de interpretación es mirar a los jóvenes en su capacidad de agencia. Retomo a Weber (1930), el cual afirma que la acción implica un sentido, un objetivo claro y preciso. Es así, que desde la construcción sociocultural de los jóvenes, éstos parten de una estructura asignada, es algo que se manifiesta en los preceptos, tal como se abordo en el primer punto, solo que la capacidad de agencia da la posibilidad a que los jóvenes recreen, cuestiones y asuman sus propias responsabilidades. Por lo que las normasy preceptos no son cerrados en su totalidad, existe una posibilidad de negociación, apropiación y continuidad. Planteo que los jóvenes tienen una capacidad de agencia en la construcción de su identidad, no sólo es el sentido de agregación lo que los une, sino el acto reflexivo el que les da la capacidad de actuar, por tanto, se rechaza la idea de que el comportamiento de los jóvenes es por simple imitación y en un sentido gregario. Se resalta el papel del lenguaje, el cual permite objetivar la vida sociocultural. Giddens (2006), argumenta que los agentes tienen 32 como un aspecto inherente de lo que hacen, la capacidad de entender lo que ellos hacen mientras lo hacen. Es decir, los agentes son agentes, en tanto ostentan una reflexión en su vida cotidiana, así los agentes presentan una capacidad reflexiva de su acción que les permite decidir su actuar. Un ser humano es un agente intencional cuyas actividades obedecen a razones y que es capaz, si se le pregunta, de abundar discursivamente sobre esas razones. Reflexividad fundada en el ejercicio de la acción. La acción no es aquella que se realiza sin motivos o como un agregado de intenciones. La conducta es una mera respuesta reactiva. (Giddens, 2006:51) Los jóvenes generan diversos procesos de orden reflexivo, a partir de registros, prácticas discursivas, rutinas, relaciones sociales que establecen y de una rutina diaria inmersa en un tiempo específico. Preciso que la acción social nace de la aptitud del individuo para producir “una diferencia” en un estado de cosas o cursos de sucesos preexistentes. Por tanto, un agente deja de ser tal si pierde la actitud de producir la “diferencia”. A continuación desarrollo un esquema de pautas de acción social que diseñan los jóvenes como agentes sociales, pondero que el siguiente esquema no es lineal, pero constituyó un punto de partida para el análisis de las identidades juveniles de esta investigación. Para acercarme a la comprensión de las identidades juveniles, retomo a Reguillo (1995), su propuesta apunta a las prácticas cotidianas o prácticas de producción; las prácticas de circulación como el lenguaje oral, el cuerpo, espacios de interacción, más la producción de objetos culturales, son elementos esenciales de todo proceso de identidad. De lo que se trata es observar y comprender los elementos con los que los jóvenes construyen su identidad, independiente del rango etario que establecen algunas instituciones, como se puede ver en el Instituto Mexicano de la Juventud, donde la juventud se delimita por un rango de edad de 15 a 29 años. O bien por aquellos aspectos que hacen referencia a una condición estética o 33 de clasificación. Aquí lo que planteo es comprender a los sujetos juveniles en ámbitos de interacción. 1.5 Cultura y subjetividad: prácticas cotidianas y creatividad juvenil Las formas y manifestaciones socioculturales que los jóvenes producen, no sólo quedan en su condición simbólica, sino se materializa en las prácticas cotidianas o de producción, por lo que, en este capítulo mi intención es acercarme al espacio de creación y recreación del universo simbólico que da lugar a dichas prácticas y de lo que de ellas subyace, es decir elaboraciones tanto materiales como simbólicas: vestido, música, artefactos, lenguajes, señas, conductas. Para este punto se retoman algunos referentes acerca de la cultura, en el entendido que ésta es eje de inicio, convergencia y articulación de las formas simbólicas. Es pertinente señalar que mi intención no es entender a la cultura como una producción de conocimiento monopolizada, sino reflexionar sobre el papel del universo simbólico cultural y su interpretación en la cultura, por tanto, los aportes de Geertz (2005), y paralelamente de Thompson (2006), resultan sumamente útiles, al enfatizar por un lado, el carácter simbólico de la cultura, y por el otro, al no perder de vista la condición estructural de la misma en los contextos sociales. El universo simbólico cultural que construyen y ponen en circulación los jóvenes forma parte de su diario vivir, las prácticas cotidianas son el reflejo de ello, ahí se materializan el conjunto coherente de elementos cotidianos concretos o ideológicos, a la vez dados por una tradición-familia, grupo de amigos y puestos al día mediante comportamientos que les permiten ocupar un lugar en el tejido de las relaciones sociales (De Certeau, 2006). El conjunto de prácticas cotidianas que realizan, así como los objetos, marcas, señales, lenguajes escritos, verbales y corporales se relacionan de acuerdo a un espacio y tiempo. Es así como los jóvenes se manifiestan en la calle, escuela, trabajo, en todo aquel espacio 34 social que construyen (Goffman, 2008), a partir de emblemas que los dotan de una identidad juvenil. La unidad espacio-tiempo es el contexto social y en él emergen las construcciones culturales. Es decir, la cultura entendida “como un sistema en interacción de signos interpretables, no es una entidad, algo a lo que puedan atribuirse de manera causal acontecimientos sociales, modos de conducta, instituciones o procesos sociales, la cultura es un contexto dentro del cual pueden describirse todos esos fenómenos de manera inteligible, es decir densa” (Geertz, 2005:27). En ese sentido, se atribuye que las prácticas cotidianas expresadas en la vestimenta, lenguaje, imágenes, objetos y otros artefactos simbólicos de los sujetos jóvenes, son un conjunto de relaciones interpretables que ellos mismos describen, de modo que, esas formas simbólicas, es decir (Thompson, 2006:203), “las acciones, los objetos y las expresiones significativos de diversos tipos” representan cultura2 y al analizarlas ayudan a su descripción, en este caso, del universo simbólico cultural, desde el cual y para el cual los jóvenes los producen, transmiten y reciben. Thompson, reconoce que las formas simbólicas poseen características “intencional, convencional, estructural, referencial y contextual” (2006:205). El carácter intencional describe a las formas simbólicas como expresiones de un sujeto para otro sujeto, toda forma simbólica buscan expresar o proponer algo. Quien las recibe, las interpreta y sabe que vienen de otro sujeto que algo dice. El carácter convencional radica en el uso de las formas simbólicas, puesto que también implican reglas, códigos o convenciones, de manera que, por ejemplo un lenguaje es propio 2 La cultura es interpretable de manera distinta, para la antropología clásica, la crisis de la autoridad etnográfica, se ve reflejada en la representación de los otros, al primitivo, el buen salvaje, el exótico, a lo diferente no se le otorga el lugar de los otros, no se transcribe lo que los otros dicen, la producción del conocimiento se centraliza, dando origen a los monopolios. En ese caso se concibe desde una visión simbólica-estructural. 35 de quienes los producen, comparten y utilizan bajo ciertas normas convenidas, si pronunciamos algo incorrecto o fuera de lugar puede ser corregido o sancionado; por lo regular sucede cuando manifestamos cierta conducta. Las formas simbólicas tienen un carácter estructural, ya que, presentan una estructura articulada, se componen de elementos que guardan relación entre sí; por ejemplo cuando utilizamos determinado textil al vestir, la forma de hablar o como en los agrupamientos juveniles (Punk - cholos), en éstos cada colectivo presenta características propias. El aspecto referencial de las formas simbólicas, hace alusión a que éstas siempre son representaciones de algo, retratan algo o dicen algo acerca de algo, son una forma de expresar o afirmar, no solo sobre las cosas mismas sino incluso en la manera de quien y como las presenta porque al hacerlo dice o expresa algo de él, porejemplo el uso de expresiones, sobrenombres, figuras o artefactos. Finalmente las formas simbólicas tienen carácter contextual, están insertas en contextos y forman parte de procesos sociohistóricos específicos, ahí se producen, transmiten y reciben. La inserción de las formas simbólicas en los contextos sociales implica que, además de ser expresiones de un sujeto, estas formas son producidas por agentes situados en un contexto sociohistórico y dotados de recursos y habilidades de diversos tipos; las formas simbólicas pueden portar de distintas manera, las huellas de las condiciones sociales de su producción (Thompson, 2006:217) Con base en ello, se hace comprensible que el universo simbólico de los jóvenes tiene como línea transversal el contexto social, pues es ahí donde converge el proceso recursivo de toda su producción. El conjunto de pensamientos, sentido común y representaciones que Bourdieu (1994), plantea como el habitus permite objetivizar el lenguaje y diversas formas de expresión corporal en espacios de interacción. Las prácticas de circulación hacen posible a los agentes crear objetos materiales e inmateriales y dominar las necesidades físicas, configurar sus 36 actuaciones en el plano de la convivencia, sitúan la discontinuidad del hombre como animal, a su vez la imagen, manifiesta la construcción y contemplación de imágenes, constituye una libertad que ha adquirido el hombre frente a la fijación del instinto, posibilita el sugerir, evocar, crear y traducir e interpretar frente a un mundo de posibilidades. Al respecto y de manera complementaria, considero importante agregar que el símbolo alude a la facultad de elaborar imágenes, a la creatividad imaginal del sujeto, dando forma a la experiencia con lo sagrado, al misterio, al enigma. Por lo tanto, el símbolo no se basa en la representación de lo dado o en la conceptualización general de aquellas cosas o sucesos, más bien abre la posibilidad a la interpretación y expresión humana; la imaginación conduce a la diversidad de significados donde la interpretación refiere al contexto. Por su parte la alegoría es una imagen clara que ha sido consensada por una cultura con significado y valor único, refiere a un sistema o sucesos que se repiten, así la bandera no es el símbolo es la figura que se adoptada para una nación, es alegoría. El signo es solo la idea abstracta, el concepto que relaciona el significado y significante, es decir la imagen y la idea, existe consenso. La distinción entre símbolo y signo hace referencia a que el símbolo3 se mantiene abierto aún sin fin de posibilidades en función con la realidad, el signo se vincula con una relación de equivalencia, mientras que para el símbolo su relación es inducida por el deseo del ser humano. La capacidad simbólica como acto del pensamiento, constituye una actividad primaria del hombre, donde el existir permite crear símbolos, interpretar sentimientos y acciones simbólicamente configurados. La imaginación radical permite al ser humano crear un mundo propio y compartido por los demás, donde la representación, afecto e intención posibilitan la formación del mundo propio del ser humano, el imaginario no solo remite a la imagen, constituye un pensamiento 3 No es, sino una especie de signo con unas características muy peculiares, ya que como el mismo signo, también posee un carácter vicario de representación de algo que se halla inmediatamente ausente. 37 innovador, se expresa a través del lenguaje, música, arte. Aquí el papel de la imaginación determina el proceso de simbolización, la imaginación desempeña un papel fundamental para cuestionar, indagar lo establecido por las instituciones, se retoma con ello la búsqueda de la verdad a partir del sentido y de la imaginación (Duch, 2002). Para los jóvenes, las formas de comunicarse, compartir representaciones e interpretaciones, constituyen el eje de la construcción social en la identidad juvenil. La capacidad creativa es toda posibilidad de expresiones que da oportunidad para que en un mismo tiempo los jóvenes internalicen y recreen la cultura que los dota de identidad. Consideraciones finales A manera de conclusión, los planteamientos vertidos, discusiones y reflexiones esbozadas a lo largo del capítulo han dado la posibilidad de comprender las expresiones de la identidad juvenil. Así, el argumento principal de la investigación en torno a la construcción social de la realidad de la vida cotidiana, admite situar la compleja trama de relaciones que involucra a las expresiones de las identidades juveniles. Los elementos estructurales del mundo de la vida abre sendas para entender como los jóvenes reconocen la realidad de la que forman parte, cómo la significan y asumen de acuerdo a las interpretaciones que comparten. El espacio y el tiempo brindan posibilidad de entender, no sólo su pertenencia o adscripción al lugar y el momento actual que viven, sino la significación que de éste tienen. La interacción social muestra las diversas relaciones, encuentros y formas que conjugan los jóvenes con sus pares y otros. Por su parte el lenguaje da cuenta de la diversidad de rostros que los jóvenes comparten en su creación y recreación sociocultural. En definitiva, permite comprender que la realidad se construye socialmente, que no hay una sola realidad sino múltiples, y que la realidad de la vida cotidiana de los jóvenes justamente se construye desde y para ellos en una dualidad de lo que el mundo a instituido y normado, pero también desde lo que ellos ven, entienden y actúan en el mundo. 38 Desde esta visión y con base a lo que plantea el problema de las generaciones, se concibe que los jóvenes están inmersos en una unidad de espacio tiempo desde la cual se ancla su construcción social a partir de los modos humanos que elaboran y comparten, pues se entiende que son propios de esa generación situada en un espacio específico y momento actual. Que su producción cultural deviene con la aparición de jóvenes que, no sólo se muestran en su corporeidad o condición etaria sino por la capacidad de producción cultural que les provee el legado generacional. Y que su participación corresponde sólo a un fenómeno propio del ahora sin repetición alguna y donde su continuidad depende del intercambio de saberes de una generación a otra. En continuidad con ello, la explicación de las generaciones instala a las identidades juveniles como una unidad generacional, cuya configuración es resultado de los procesos intersubjetivos situados en un tiempo y espacio, donde los jóvenes se reconocen unos a otros, se identifican en la medida que se distinguen de otros, y porque su creación simbólica manifiesta a través de sus acciones, objetos y expresiones cotidianas de espacios de tiempo específico les da justo la categoría de identidad juvenil. La identidad juvenil hace comprensible las manifestaciones y formas en que los jóvenes se expresan, ya sea por sus acciones y conductas o por sus objetos y pensamientos, en un sentido material o simbólico. Claro, dichas expresiones son posibles por la capacidad de agencia manifiesta por los jóvenes. En las diversas formas de construcción juvenil emerge la capacidad reflexiva y creativa que los hace actuar, ahí tiene lugar la capacidad de agencia, que para el caso de los jóvenes de este estudio se visualizan como esa parte contestataria que surge ante el recurrente declive de las estructuras. Desde luego, esa capacidad se cuestiona, disminuye, estigmatiza por las estructuras de poder al asociarlos a contextos de pobreza y marginación. Finalmente la cultura y la subjetividad muestran como los jóvenes recrean sus prácticas cotidianas y a su vez configuran su identidad en una lógica recursiva de recepción, producción y transmisión cultural.
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