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© 2004 Elsevier España, S.A. Génova, 17, 3.º 28004 Madrid. España An Elsevier Imprint Primera edición 1991 Segunda edición 2000 Fotocopiar es un delito (Art. 270 C.P.) Para que existan libros es necesario el trabajo de un importante colectivo (autores, traductores, dibujantes, correctores, impresores, editores…). El principal beneficiario de ese esfuerzo es el lector que aprovecha su contenido. Quien fotocopia un libro, en las circunstancias previstas por la ley, delinque y contribuye a la «no» existencia de nuevas ediciones. Además, a corto plazo, encarece el precio de las ya existentes. Este libro está legalmente protegido por los derechos de propiedad intelectual. Cualquier uso, fuera de los límites establecidos por la legislación vigente, sin el consentimiento del editor, es ilegal. Esto se aplica en particular a la reproducción, fotocopia, traducción, grabación o cualquier otro sistema de recuperación de almacenaje de información. Coordinación y producción editorial: EDIDE, S.L. ISBN: 84-8174-709-2 Depósito legal: M-29.563-2004 Impreso en España por Gráficas Hermanos Gómez P resentamos la tercera edición de la obra Mé - todos de investigación, cuya primera edición se pu blicó hace 13 años. En esa primera edición pretendimos escribir un libro sobre fundamentos del método científico que fuera útil para los profe- sionales que se inician en el campo de la investiga- ción en ciencias de la salud. Con esta filosofía inten- tamos que el libro fuera lo más sencillo y didáctico posible pero a la vez riguroso, como corresponde a un libro de método. En la segunda edición se incorporaron nuevos temas, pero sin perder el espíritu de la primera, con la pretensión de que fuera útil no sólo para los profesionales que se inician en la investigación, si - no también para aquellos con experiencia previa en este campo, y para los que quieran aumentar sus capacidades para leer e interpretar críticamente un artículo científico. La tercera edición consolida la segunda, e incor- pora temas que en los últimos años han adquirido gran importancia en la investigación clínica y epide- miológica, como son los aspectos éticos y las revisio- nes sistemáticas de la literatura científica, como herramienta útil para la toma de decisiones. Tam - bién trata con mayor profundidad algunos temas de especial relevancia, como por ejemplo los estu- dios experimentales que han pasado a ocupar dos capítulos. Además se ha actualizado la bibliogra- fía y algunos de los ejemplos prácticos que ilustran la obra. El hilo conductor de la obra sigue siendo la ela- boración de un protocolo de estudio, de forma que aquellos profesionales que se enfrentan al reto de diseñar una investigación puedan seguir paso a paso las diferentes fases, desde los planteamientos iniciales, la definición del objetivo y la realización de una búsqueda bibliográfica eficiente, hasta la planificación de la estrategia de análisis. El libro combina los contenidos teóricos con capítulos y temas tan prácticos como la solicitud de una ayu- da para la financiación de la investigación, una guía pa ra la elaboración de un protocolo de estu- dio, los preparativos para la puesta en marcha y tablas para el cálculo del tamaño de la muestra en la mayoría de situaciones. Las páginas dedicadas a la interpretación de resultados suponen una parte importante del libro, ya que un investigador debe ser capaz de dis- cutir honestamente sus hallazgos, y los profesiona- les sanitarios deben serlo de leer críticamente la literatura, y van desde cómo determinar la poten- cia estadística de un estudio a cómo evaluar la apli- cabilidad práctica de los resultados. Con la finalidad de que el libro sea lo más prác- tico posible, los conceptos teóricos se ilustran con más de 300 ejemplos, que se han diferenciado en el texto para no entorpecer la lectura de los capí- tulos. Como en las ediciones anteriores, agradecemos a los profesionales que han participado en nues- tros cursos, tanto presenciales como a distancia, sus co mentarios y sugerencias, así como al Dr. Amando Martín Zurro, que constantemente nos anima a man tener actualizada esta obra. Los autores Barcelona, mayo de 2004 Presentación E n la práctica de la medicina, el profesional sanitario debe tomar múltiples decisiones sobre la atención a sus pacientes, para lo cual necesita disponer de información de diferente na - turaleza: cuál puede ser la causa de su problema, cuál es su pronóstico, qué estrategia diagnóstica es la más adecuada, qué tratamiento es más eficaz en su situación, qué información y recomendaciones puede proporcionarle para mejorar su estado de salud, etc. Además de tomar en consideración fac- tores como las necesidades y preferencias de los pacientes o las prioridades y recursos que tiene a su alcance, el profesional debe basar sus decisiones en información (evidencia) válida sobre los efectos de las distintas alternativas de actuación. La principal fuente de estas evidencias es la investigación clínica y epidemiológica. Cada vez existe una mayor presión desde todos los ámbitos para pasar de un proceso de toma de decisiones basado en la tradición, la autoridad o las opiniones de los profesionales considerados exper- tos, a un modelo basado en evidencias científicas explícitas y contrastables empíricamente, proce- dentes de la investigación rigurosa, que conduzcan a la obtención de pruebas más objetivas (medicina basada en la evidencia). Por tanto, la investigación biomédica es necesa- ria para el progreso de la medicina al proporcionar las pruebas en que basar la práctica clínica y mejo- rar la calidad de la atención que se presta a los pa - 3 cientes, obteniendo información sobre la utilidad y eficacia de los procedimientos diagnósticos, terapéuticos y preventivos, así como sobre la etio- logía, la fisiopatología y los factores de riesgo de las en fermedades y problemas de salud. La investigación supone también un valor añadi- do tanto para los profesionales (prestigio profesio- nal y social, estímulo intelectual, sentimiento de per- tenecer a una élite, posibilidad de colaborar con otros colegas y otros profesionales expertos intere- sados en los mismos temas, etc.), para los pacientes (beneficios derivados de los resultados de las inves- tigaciones, mayor calidad de la atención, adminis- tración de intervenciones más efectivas, mayor supervivencia, mayor calidad de vida, etc.), para la comunidad (me jora de la situación de salud, au - mento de la esperanza de vida, etc.) y para el propio sistema sanitario (mayor calidad y eficacia de sus actuaciones, mayor eficiencia en el uso de los recur- sos, etc.). MÉTODO CIENTÍFICO El objetivo de cualquier ciencia es adquirir conoci- mientos desde una perspectiva que intenta no abordar solamente acontecimientos y situaciones aisladas, sino la comprensión de fenómenos desde una óptica más generalizada. El problema es elegir un método adecuado que permita conocer la reali- dad, entendiendo como tal la referida a un deter- Capítulo 1 El proceso de la investigación clínica y epidemiológica minado problema, evitando catalogar conocimien- tos erróneos como verdaderos. Es precisamente mediante la aplicación formal de los procedimien- tos sistemáticos que componen el método científi- co cómo el investigador pretende comprender, explicar, predecir o controlar fenómenos. Investigar es algo más que recoger y almacenar información. La investigación nace de la curiosidad y de las inquietudes personales, de la observación de hechos sin explicación lógica aparente o que contra- dicen las teorías aceptadas. Pero en todos los casos requiere establecer hipótesis y objetivos concretos y utilizar instrumentos de medida precisos y reprodu- cibles con una metodología que permita contrastar empíricamente dichas hipótesis y rechazar o aumen- tar el grado de corroboración de las teorías acepta- das en ese momento. Una investigación es un proceso sistemático, organizado y objetivo, destinado a responder a una pregunta. El término sistemático significaque se apli- ca el método científico (fig. 1.1), de manera que, a partir de la identificación de un problema y la revi- sión de los conocimientos existentes, se formula una hipótesis u objetivo de trabajo, se recogen unos datos según un diseño preestablecido y, una vez analizados e interpretados, se obtienen unas con- clusiones cuya difusión permitirá modificar o aña- dir nuevos conocimientos a los ya existentes, ini- ciándose entonces de nuevo el ciclo. Por organizado se entiende que todos los miembros de un equipo investigador siguen un mismo protocolo de estudio y aplican las mismas definiciones y criterios a todos los participantes, actuando de forma idéntica ante cualquier duda. La palabra objetivo indica que las conclusiones que se obtienen no se basan en impre- siones subjetivas, sino en hechos que se han obser- vado, medido y analizado, y que se intenta evitar cualquier prejuicio en la interpretación de los resultados. El control de las condiciones de investigación es un elemento clave del método científico. Sin embar- go, los problemas que interesan a los investigadores son fenómenos complejos y difíciles de medir, que suelen representar los efectos de múltiples factores. Si se pretende aislar las relaciones entre fenómenos, el científico debe intentar controlar los factores que no están siendo investigados de forma directa, lo que resulta más difícil de conse guir en el mundo real que en un laboratorio. Por ello, el método científico aplicado a la investigación en seres hu - manos presenta algunas limitaciones, además de las morales y éticas, dada la dificultad de controlar los múltiples factores que pue den influir, la com- plejidad del ser humano como objeto de investi- gación y los problemas de medición de algunas de sus funciones. El resultado de la investigación es conocimien- to, pero para que el conocimiento generado por un estudio pase a formar parte de la ciencia, es necesa- rio que se presente a la comunidad científica en MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN CLÍNICA Y EPIDEMIOLÓGICA 4 Conocimiento actual Conclusiones Resultados Hipótesis conceptual Hipótesis conceptual Observaciones Generalización Identificación de un problema Diseño Inclusión de sujetos Recogida de datos Interpretación y discusión Análisis Figura 1.1. Ciclo del método científico. una manera que permita juzgar su validez de una forma independiente. Así, las ideas producto de la intuición, la inspiración o la imaginación tienen un alto grado de subjetividad y suelen ser poco fiables. Para cruzar la frontera de la ciencia, deben trasla- darse a un proyecto de investigación, que es evalua- do por un comité independiente que se encarga de excluir aquello que no tiene sentido o que no con- sidera ciencia. Si la investigación pasa este filtro y se lleva a cabo, debe pasar otro, que es el de su revi- sión por expertos para decidir si tiene la calidad y el interés suficientes para ser publicada y poderse difundir entre la comunidad científica. Las publi- caciones secundarias y la elaboración de revisiones suponen un nuevo filtro, al seleccionar los mejores estudios y permitir contrastarlos con otras investi- gaciones. El paso del tiempo y la aplicación de los resultados de las investigaciones seleccionan los conocimientos que pasan a constituir los libros de texto, para quedar finalmente tan sólo aquellos que formarán parte del futuro cuerpo de conocimien- tos (fig. 1.2). Por tanto, una adecuada gestión del conocimien- to debe pasar por la promoción de la investigación útil (producción de información orientada a la reso- lución de las incertidumbres asociadas a problemas de salud concretos), su adecuada diseminación (transferencia del conocimiento a la práctica profe- sional) y la formación de los profesionales sanitarios (capacitación técnica para interpretar, comunicar, compartir y utilizar dicho conocimiento). Sin un adecuado fomento de estos as pectos, difícilmente la investigación tendrá el impacto esperado en la prác- tica de la medicina. 5 EL PROCESO DE LA INVESTIGACIÓN CLÍNICA Y EPIDEMIOLÓGICA SUBJETIVO NO FIABLE LITERATURA PRIMARIA LITERATURA SECUNDARIA LIBROS DE TEXTO Ti em p o FRONTERA DE LA CIENCIA OBJETIVO FIABLE Idea, sospecha, intuición, imaginación, inspiración, etc. Elaboración de un protocolo de investigación Evaluación independiente del protocolo Artículo original (proceso editorial) Revistas secundarias Revisiones Fiable en su mayoría Seudociencia Sesgo, error, deshonestidad Error, falta de interés, fraude Error, obsolescencia Inadecuación TEXTO DEL FUTURO Modificado de Bauer HH (1995). Ethics in science: The knowledge filter Disponible en: http://www.csu.edu.au/learning/eis/hbauer-filter.html Peer-review Figura 1.2. Filtro del conocimiento. PROCESO DE INVESTIGACIÓN La investigación no es una actividad especialmente difícil, aunque requiere, y también ayuda a desarro- llar, la capacidad de pensar con claridad y de una forma organizada. Al contrario de lo que muchos suelen creer, no necesita un extenso conocimiento de técnicas experimentales ni estadísticas, ni el dominio de un amplio vocabulario especializado. La tabla 1.1 resume los diez aspectos más impor- tantes que un investigador se plantea y que guiarán en el proceso de elaboración de un proyecto de investigación. La investigación se inicia a partir de la identifi- cación de un problema o la generación de una buena idea, definiendo la pregunta concreta a la que el estudio pretende responder, expresada habi- tualmente en forma de hipótesis de trabajo o de objetivo específico. Es importante que el investiga- dor sea capaz de justificar, a partir de una revisión de la situación del conocimiento sobre el tema y del establecimiento del marco teórico adecuado, la rea- lización del estudio, valorando su pertinencia y su viabilidad. El diseño de la investigación implica, en una primera fase, la selección del tipo de estudio más adecuado para responder a la pregunta plan- teada y la construcción de su estructura básica. Pos - teriormente se concretarán los aspectos relaciona- dos con la población de estudio, como los criterios de selección de los participantes, cómo se identifi- carán y se seleccionarán, el número de sujetos nece- sario, o la técnica que se utilizará para formar los grupos de estudio. También deben identificarse las variables importantes del estudio, decidir cuál será la variable de respuesta principal, qué otras varia- bles será necesario medir, qué instrumentos de medida habrá que utilizar, etc. También deberá pla- nificarse con detenimiento la fase de recogida de datos y la estrategia que se seguirá para su análisis. Dado que la utilidad de una investigación depende en gran medida de que sus resultados sean aplicados en la práctica, es fundamental la correcta difusión del trabajo realizado en el ámbito adecuado y su inclusión en las bases de datos inter- nacionales para que pueda ser identificado, locali- zado y evaluado por los profesionales sanitarios. Por ello, los aspectos relacionados con la comuni- cación científica son también importantes. FINALIDADES DE LA INVESTIGACIÓN Esquemáticamente, puede considerarse que exis- ten dos grandes categorías de investigación. La primera corresponde a la investigación que busca ampliar los conocimientos existentes sobre la salud, la enfermedad o el proceso de atención sani- taria (p. ej., estimando la frecuencia con que apare- ce una enfermedad o describiendo sus característi- cas), cuya utilidad principal es la generación de ideas e hipótesis (investigación descriptiva). Este tipo de investigación se caracteriza por la ausencia de hipótesis de trabajo previas, y puede ser exclusiva- mente descriptiva, lo que supone la observación, descripción y catalogación de determinados hechos, o tener una orientación más exploradora, dirigida al descubrimiento de relaciones entre fenómenos. Si se utiliza el método científico para realizar las observaciones, los estudios descriptivos pueden ser muy útiles y suelen ser fundamentalescomo base del desarrollo de hipótesis. La segunda categoría corresponde a la investi- gación dirigida a evaluar las intervenciones realiza- das para mejorar la salud, prevenir la enfermedad o impulsar los procesos de atención sanitaria, deter- minando sus efectos y contrastando las hipótesis de trabajo (investigación analítica). Este tipo de investi- gación parte de una hipótesis previa, y puede tener una orientación explicativa, que busca comprender el porqué de los fenómenos, o bien predictiva, en el sentido de que intenta hacer predicciones fiables y brindar la posibilidad de controlar determinados problemas, a pesar de que, con los conocimientos y MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN CLÍNICA Y EPIDEMIOLÓGICA 6 1. Definir la pregunta con claridad 2. Escoger el diseño idóneo 3. Seleccionar la población de estudio adecuada 4. Calcular el número de individuos necesario 5. Medir las variables con precisión y exactitud 6. Planear la estrategia de análisis 7. Organizar el estudio cuidadosamente 8. Ejecutar el estudio con minuciosidad 9. Interpretar los resultados con precaución 10. Comunicar los resultados con rigor Tabla 1.1. Principales aspectos que se plantean en relación con una investigación tecnologías disponibles actualmente, escapan a la comprensión absoluta. Ambas categorías tienen en común el hecho de que el investigador trata de responder a la pregunta de investigación de una forma válida y precisa, diseñando el estudio de manera que disminuyan las probabilidades de existencia de errores que puedan conducirle a una respuesta equivocada. Es mejor tardar en incorporar conocimientos, aunque sean ciertos, que incorporar datos falsos. ORIENTACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN Como veremos en los capítulos siguientes, a lo largo de todo el proceso de una investigación deben to - marse múltiples decisiones sobre muchos aspectos, como los criterios de selección de los participantes, la exclusión de determinados grupos de personas, el ámbito de realización, la duración del estudio, el seguimiento de los sujetos, etc., que definen el grado de control sobre las condiciones de la investigación, y de esta manera condicionan la validez del estudio para responder a la pregunta de investigación y su utilidad para extrapolar o generalizar sus resultados. La mayor parte de los estudios que se realizan actualmente, especialmente los dirigidos a evaluar la eficacia de los tratamientos, se diseñan con la finalidad de obtener el mayor grado posible de con- trol de las condiciones de la investigación, es decir, la mayor validez interna posible, por lo que existen importantes limitaciones a la hora de extrapolar sus resultados a la práctica clínica habitual. Este problema es especialmente relevante si tenemos en cuenta que los resultados de estas investigaciones son la base para la toma de decisio- nes en la práctica clínica, de manera que, aunque se insiste mucho en la necesidad de basar dichas decisiones en evidencias científicas, en la práctica se dispone de pocos datos de lo que ocurre en rea- lidad en la población a la que se desea aplicar los resultados y en las condiciones reales de la práctica diaria. Además, los principales retos actuales de la inves- tigación clínica, como las patologías crónicas, las actividades preventivas o los efectos a largo plazo de las intervenciones en poblaciones con problemas complejos o con comorbilidad, requieren una orien- tación más pragmática del diseño de los estudios. 7 EL PROCESO DE LA INVESTIGACIÓN CLÍNICA Y EPIDEMIOLÓGICA E squemáticamente, la pregunta o hipótesis que se formula en un estudio puede hacer referen- cia a la frecuencia con que aparece una enfer- medad o a la descripción de sus características (es - tudios descriptivos), o bien a la estimación del efecto de un factor de estudio (una exposición o una inter- vención) sobre una enfermedad o una variable de respuesta (estudios analíticos). En todos los casos, el investigador trata de responder a la pregunta de forma válida y precisa. En otras palabras, el estudio se diseña para evitar cualquier error en la respuesta al objetivo planteado. TIPOS DE ERROR En cualquier estudio se han de minimizar dos erro- res principalmente: el error aleatorio y el error sis- temático. ERROR ALEATORIO El error aleatorio se debe al azar. Ocurre tanto por el hecho de que se trabaja con muestras de individuos, y no con poblaciones enteras, como por la variabili- dad inherente al proceso de medición de variables, ya sea por el instrumento de medida que se utiliza, por la propia variabilidad biológica o por la debida al observador. Supongamos que se desea conocer el porcentaje de historias clínicas en las que están registrados los ante- cedentes familiares de cardiopatía isquémica. Para ello, se selecciona una muestra de historias clínicas, determinando el tanto por ciento que contiene la in - formación de interés e infiriendo que el porcentaje observado en la muestra es el mismo que se encon- traría si se hubieran analizado todas las historias. Sin embargo, existe la posibilidad de equivocarse, simple- mente porque, por azar, se ha escogido una muestra de historias que no refleja de forma exacta el verdade- ro tanto por ciento. Esta posibilidad es tanto mayor cuanto menor es el tamaño de la muestra estudiada. Si sólo se hubieran seleccionado diez historias clínicas, y en cuatro de ellas estuvieran registrados los antece- dentes familiares de cardiopatía isquémica, podría inferirse que el porcentaje de historias en que constan dichos antecedentes es del 40%. Si se repitiera el estu- dio seleccionando otra muestra de diez historias, es muy posible que el tanto por ciento observado fuera diferente del 40% (una sola historia más o menos haría variar dicho porcentaje en un 10%). Es decir, existe una gran variabilidad inherente al muestreo. Esta variabilidad sería menor si, en lugar de diez histo- rias, se hubieran seleccionado cien (una historia haría variar el resultado en un 1%), e incluso podría desapa- recer si se estudiaran todas las historias clínicas. Éste es un ejemplo de error aleatorio debido al hecho de que se trabaja con muestras. La mejor estrategia para redu- cirlo sería aumentar el tamaño de la muestra. El error aleatorio también puede producirse al medir las variables. Por ejemplo, las cifras de presión arterial varían a lo largo del día, según las condicio- nes en que se miden o según el observador o el esfig- momanómetro utilizado. En un estudio en el que se 8 Capítulo 2 Bases metodológicas de la investigación clínica y epidemiológica tuviera que medir la presión arterial, las estrategias que permitirían disminuir el error aleatorio serían estandarizar las condiciones de la medición, entrenar a los observadores y medir la presión arterial en más de una ocasión. El error aleatorio está muy relacionado con el concepto de precisión. Una estimación o una medida es tanto más precisa cuanto menor es el componente de error aleatorio. ERROR SISTEMÁTICO Un error sistemático, o sesgo, es un error en el diseño del estudio, ya sea en la selección de los sujetos (sesgo de selección) o en la medición de las variables (ses- go de información), que conduce a una estimación incorrecta o no válida del efecto o parámetro que se estudia. Sesgo de selección El sesgo de selección puede aparecer al elegir una muestra que no represente de forma adecuada a la población de estudio o al formar los grupos que se van a comparar. Ejemplo 2.1. Supongamos que se desea estimar la prevalencia de una enfermedad en los sujetos adultos residentes en un municipio (población de estudio). Para ello, se estudian los 100 primeros sujetos que acuden a la consulta en un centro de salud (muestra estudiada). Obviamente, los sujetos que acuden a la consulta no son representativos de la población del municipio, por lo que se obtendría una estimación sesgada de la prevalencia de la enfermedad. Ejemplo 2.2. Supongamos que se estudia la relación entre la aparición de cáncer de pulmón y la exposi- ción previa al humo del tabaco. Se observaque el 90% de los sujetos con cáncer de pulmón ingresados en un hospital (casos) eran fumadores. Supongamos, además, que los individuos del grupo control se eligen entre los pacientes ingresados en el servicio de neu- mología, de forma que la mayoría de ellos padecen limitación crónica al flujo aéreo (LCFA), y que el 88% habían estado expuestos al tabaco. Ante estos resulta- dos se podría concluir erróneamente que no existe asociación entre el tabaco y el cáncer de pulmón, ya que el tanto por ciento de fumadores es muy similar en ambos grupos. Sin embargo, la selección del grupo control no ha sido muy afortunada, ya que la LCFA está relacionada con el tabaco, lo que enmascara su asociación con el cáncer de pulmón. En general, si se eligen como controles personas con enfermedades relacionadas positiva o negativamente con la exposi- ción, se está introduciendo un sesgo de selección. Los sesgos de selección también se pueden pro- ducir durante el seguimiento de los participantes si la probabilidad de desarrollar la enfermedad entre los sujetos que se pierden es diferente en cada uno de los grupos. Ejemplo 2.3. Consideremos un estudio que compara dos intervenciones (A y B), administradas cada una de ellas a un grupo de 100 sujetos, y que se producen 20 pérdidas durante el seguimiento en cada uno de los grupos (tabla 2.1). El porcentaje de éxitos con ambas intervenciones es del 50% entre los que finali- zan el estudio, por lo que se podría concluir que poseen la misma eficacia. Sin embargo, entre las pér- didas, sólo el 1% de los sujetos que recibieron la intervención A fue clasificada como éxito, mientras que con la intervención B, lo fue un 50%. Cuando se calculó el tanto por ciento total de éxitos resultó que la intervención B fue la más eficaz. Así pues, aunque el porcentaje de pérdidas sea el mismo, se puede pro- ducir un sesgo de selección. Otra situación que puede producir un sesgo de selección es la existencia de no respuestas, lo que suele ocurrir en las encuestas transversales. 9 BASES METODOLÓGICAS DE LA INVESTIGACIÓN CLÍNICA Y EPIDEMIOLÓGICA Intervención A Intervención B Eficacia entre los sujetos que finalizan el estudio 40/80 (50%) 40/80 (50%) Eficacia entre los sujetos que no lo terminan 1/20 (5%) 10/20 (50%) Total 41/100 (41%) 50/100 (50%) Tabla 2.1. Sesgo de selección debido a pérdidas de seguimiento (ejemplo 2.3) Ejemplo 2.4. Supongamos un estudio en el que se desea determinar la prevalencia de consumo de taba- co entre los profesionales sanitarios de una determi- nada zona geográfica. Para ello, se selecciona una muestra aleatoria de 500 profesionales, a los que se les envía un cuestionario. Contestan 300 profesio- nales, de los que 135 (45%) reconocen que fuman. Si la prevalencia de consumo de tabaco entre las no res- puestas es diferente de la que existe entre los que sí han respondido, la cifra del 45% es una estimación sesgada de la verdadera prevalencia. En caso contra- rio, podría asumirse que las no respuestas no están relacionadas con el fenómeno de estudio (podrían considerarse aleatorias), de forma que la cifra obser- vada sería una estimación no sesgada, aunque se habría producido una pérdida de precisión en la esti- mación debido al menor número de respuestas. La única manera de asegurar que las pérdidas durante el seguimiento o las no respuestas no intro- ducen un error sistemático en los resultados es evitar que se produzcan, o bien obtener información suple- mentaria que permita evaluar si los sujetos que se pierden o que no contestan difieren de los que finali- zan el estudio. Sesgo de información El sesgo de información se produce cuando las medi- ciones de las variables de estudio son de mala calidad o son sistemáticamente desiguales entre los sujetos de cada grupo. Las principales fuentes de estos errores son la aplicación de pruebas poco sensibles y/o específicas para la medición de las variables, la aplicación de crite- rios diagnósticos incorrectos, o distintos en cada grupo, e imprecisiones u omisiones en la recogida de los datos. Ejemplo 2.5. Si en un estudio se mide el peso de los su - jetos con una báscula mal calibrada, evidentemente, se obtendrán medidas incorrectas, ya que se utiliza un mal instrumento de medida. Ejemplo 2.6. Consideremos un estudio en el que el ob jetivo es comparar el peso en función del sexo con una báscula bien calibrada. Sin embargo, la medición en los hombres se hace sin zapatos y en ropa interior, mientras que el responsable de pesar a las mujeres sigue un criterio diferente y efectúa la medición con zapatos y en ropa de calle. El problema de este estu- dio es que se aplica un mismo instrumento de medi- da de forma diferente, según el grupo de estudio. Ejemplo 2.7. Si se quiere estudiar si hay una asocia- ción entre la ingestión de alcohol y la hipertensión, y en los hipertensos se obtiene la información a partir de una entrevista personal, mientras que en los indi- viduos del grupo control se obtiene de las historias clínicas, es de esperar que en el primer grupo la información sea más exacta y sistemáticamente dife- rente de la obtenida en el grupo control, lo que ses- gará los resultados. El problema de este estudio es que se usan instrumentos diferentes en cada grupo. Por ello, las variables deben medirse con el instru- mento adecuado, validado y bien calibrado, y aplicar- lo de la misma forma en todos los participantes del estudio. Los errores sistemáticos, ya sean de selección o de información, a diferencia de lo que ocurre con el error aleatorio, no se atenúan al aumentar el tamaño de la muestra. De hecho, aunque se incluyan más indi- viduos, lo único que se logra con ello es perpetuar el sesgo. Además, un error de estas características, una vez introducido, es casi imposible de enmendar en la fase de análisis. El error sistemático va muy ligado al concepto de validez. Así, la estimación de un parámetro o de un efecto se considera válida si representa el verdadero valor del fenómeno que se desea medir. GRUPO CONTROL En los estudios analíticos se pretende estimar la aso- ciación o el efecto de un factor de estudio sobre una variable de respuesta; por ejemplo, qué reducción del colesterol sérico (variable de respuesta) se consi- gue con un determinado tratamiento hipolipemiante (factor de estudio). En estos diseños, además del grupo que está expuesto al factor de estudio, es nece- sario utilizar un grupo control que sirva de referencia sobre lo que ocurre en los sujetos no expuestos a dicho factor, de forma que puedan compararse los resultados obtenidos en ambos grupos. El siguiente ejemplo demuestra la necesidad del grupo control en estos estudios. Ejemplo 2.8. En la década de 1950 un tratamiento pa - ra el angor pectoris que gozaba de gran popularidad entre los cirujanos era la ligadura de la arteria mama- ria interna. Se pensaba que con ello se aumentaba el flujo sanguíneo hacia el miocardio. Cobb et al (1959) publicaron un estudio controlado, doble ciego, en el que a los individuos del grupo experimental se les MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN CLÍNICA Y EPIDEMIOLÓGICA 10 practicaba la ligadura, mientras que a los del grupo control se les practicaba una incisión superficial sin ligarles la arteria, con el fin de que ni los pacientes ni los investigadores que evaluaban los resultados pudieran conocer si pertenecían a uno u otro grupo. En este estudio se observó la recuperación del 32% de los pacientes a quienes se había ligado la arteria y del 43% de los controles. Si no hubiera existido un grupo control, se hubiera podido llegar a la errónea conclusión de que la ligadura era eficaz. La función de un grupo control es la de estimar cuál sería el valor de la variable de respuesta en el caso de que no existiera asociación con el factor de estudio, por lo que debe formarse de manera que sea comparable con el grupo de estudio en todo, excep- to en la exposición o el tratamiento que recibe. Por ejemplo, en un ensayo clínico serviría para determi- nar la respuesta esperada en ausencia de la interven-ción, o en un estudio de casos y controles, para esti- mar el tanto por ciento esperado de sujetos expuestos si no existiera asociación con la enfermedad. EFECTOS A CONTROLAR Si no se utiliza un grupo control, es difícil saber si los resultados obtenidos son debidos al factor de estudio o a otros efectos que no se han controlado. A conti- nuación se describen los principales efectos que se han de controlar cuando se diseña un estudio. Efecto Hawthorne El efecto Hawthorne es una respuesta inducida por el conocimiento de los participantes de que están sien- do estudiados. La participación en un estudio puede cambiar el comportamiento de los individuos tanto del grupo de estudio como del de control. El hecho de explicarles en qué consiste la experiencia, unido a que durante un tiempo deban visitar al médico con más frecuencia, puede hacer que los participantes alteren sus hábitos y obtengan una respuesta que no puede ser atribuida al factor de estudio. Se describió por primera vez durante la década de 1920 cuando la Western Electric Company llevó a cabo una serie de experiencias en su fábrica Hawt - horne de Chicago, con el fin de determinar el efecto de la iluminación en la producción. Los grupos con- trol trabajaron bajo una iluminación constante, mien- tras que en los grupos experimentales era variable, aumentada o disminuida. El resultado fue que la pro- ducción se incrementó no sólo en los grupos de estu- dio, con independencia de la intensidad de la ilumi- nación, sino también en los grupos control. Pare cía claro, pues, que el simple hecho de que los trabajado- res sabían que eran vigilados, supuso un aumento de la producción. En los estudios sin grupo de comparación es muy difícil discernir entre el efecto de la intervención y el debido al hecho de saberse estudiado. Con un grupo de comparación este efecto no se elimina, pero es de esperar que ocurra por igual en ambos grupos y, de este modo, es posible conocer cuál es el verdadero efecto de la intervención. Ejemplo 2.9. Un ensayo clínico evaluaba dos estrate- gias para reducir el número de peticiones de laborato- rio y radiología solicitadas por los médicos residentes de primer año (Martin et al, 1980). Un tercer gru po, al que no se le practicaba ninguna intervención, sirvió de control. Los residentes tenían conocimiento de la exis- tencia del estudio y de cuál era su objetivo. Cuando se comparó en cada grupo el número de peticiones al ini- cio y al final del estudio, se obtuvieron diferencias estadísticamente significativas en todos ellos, incluido el de control, lo que sugería la existencia de un efecto Hawthorne. Sin embargo, al existir más de un grupo es posible compararlos entre sí y aislar el efecto de la intervención. Cuando esta comparación se llevó a cabo se observó que los dos grupos de estudio tuvieron un descenso significativo en el número de peticiones en relación con el grupo control, lo que sugiere que las estrategias puestas en marcha fueron efectivas. Efecto placebo El efecto placebo se puede definir como la respuesta que se produce en una persona enferma como con- secuencia de la administración de un tratamiento, pero que no puede considerarse como un efecto específico de tal tratamiento. Por esta razón, cuando una enfermedad no tiene un tratamiento activo co - nocido o ampliamente aceptado y se quiere evaluar la eficacia de un nuevo fármaco, es importante que al grupo control se le administre un tratamiento lo más parecido posible al nuevo fármaco en todas las carac- terísticas, excepto en la actividad farmacológica, con el fin de controlar el efecto placebo. Al igual que sucedía con el efecto Hawthorne, el hecho de tener un grupo control permite aislar el verdadero efecto debido a la intervención. Sin grupo de comparación es imposible diferenciar qué parte se debe al efecto del fármaco y cuál a otros. 11 BASES METODOLÓGICAS DE LA INVESTIGACIÓN CLÍNICA Y EPIDEMIOLÓGICA Regresión a la media Se entiende por regresión a la media la tendencia de los individuos que tienen un valor extremo de una variable a presentar valores más cercanos a la media de la distribución cuando esta variable se mide por segun- da vez. Un ejemplo simple es la observación de que una persona con una enfermedad o una molestia sin importancia tiende a mejorar, mientras que aquellos con un perfecto estado de salud tienden a empeorar. Los tratamientos, o intervenciones en general, se ensayan cuando una variable que expresa una enfer- medad o un factor de riesgo presentan valores fuera de lo común, por lo que es posible que en subsecuen- tes mediciones los valores sean menos extremos, incluso en ausencia de una intervención eficaz. Cuan - do existe una gran variabilidad diaria, como en el caso de la presión arterial o el colesterol, es posible que un sujeto hipertenso catalogado de moderado un día pueda ser clasificado de leve al cabo de unas semanas, y que este cambio sea atribuido erróneamente a un efecto del tratamiento, cuando en realidad es inde- pendiente. Ejemplo 2.10. En la primera visita del Hypertension Detection and Follow-up Program (1979) para deter- minar si los posibles candidatos cumplían los criterios de selección, un grupo de participantes tenía una media de tensión diastólica de 122,1 mmHg. En la siguiente visita, la media de tensión diastólica de estos mismos sujetos había disminuido a 114,7 mmHg, aun- que la intervención aún no había empezado. La regresión a la media es una fuente de muchos errores en la interpretación de los resultados de un estudio. Cuando los individuos se seleccionan según una característica que varía con el tiempo, el efecto que se halle en las siguientes mediciones puede deberse a la variabilidad de la medida y no al efecto de la intervención. Cuando se dispone de un gru- po de comparación, este fenómeno no desaparece, pero se controla, ya que es de suponer que sucederá en ambos grupos por igual. Evolución natural Cuando el curso habitual de una enfermedad tiende hacia su resolución, los esfuerzos terapéuticos pue- den coincidir con la recuperación observada, pero no ser su causa. De ahí la importancia de comparar siempre los resultados obtenidos en un estudio con los del grupo control. La figura 2.1 resume la función del grupo control en distintas situaciones. La figura 2.1A corresponde a la situación ideal en la que el grupo control recibe un placebo, por lo que es posible aislar perfectamente el MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN CLÍNICA Y EPIDEMIOLÓGICA 12 A B D Efecto debido a la intervención o a la exposición Efecto placebo A. Grupo control al que se administra un placebo. B. Control sin intervención placebo. C. Estudio observacional que controla el efecto Hawthorne y la evolución natural de la enfermedad. D. Si el grupo control no sabe que está siendo estudiado, sólo se controla la evolución natural de la enfermedad. Efecto Hawthorne Evolución natural de la enfermedad C Figura 2.1. Función del grupo control. efecto de la intervención. La figura 2.1B represen- taría la situación en la que, por las propias caracterís- ticas de la intervención (p. ej., la educación sanita- ria), es imposible obtener un grupo control con placebo. Los integrantes del grupo control saben que están participando en un estudio y son seguidos con la misma pauta de visitas y exploraciones, pero no se les administra la intervención. La figura 2.1C sería el ejemplo de un estudio observacional analítico donde, al no existir el efecto placebo, la preocupa- ción principal es controlar el resto de efectos. Por último, la figura 2.1D ilustra la situación de un estu- dio en el que el grupo control no sabe que está sien- do estudiado y, por tanto, sólo se controla la evolu- ción natural de la enfermedad. FACTORES DE CONFUSIÓN Los estudios analíticos implican una comparación entre grupos. La primera regla para que esta compa- ración sea válida es que los grupos sean similares en relación con las características que influyen sobre los resultados. A menudo, estas variables se distribuyen de modo desigual y es necesariocorregir estas dife- rencias. Tomemos un ejemplo sencillo: los resultados de una investigación muestran que la incidencia de la limitación crónica al flujo aéreo (LCFA) es mucho mayor en hombres que en mujeres: ¿significa esta diferencia que el sexo es un factor de riesgo, o bien, se puede explicar por el diferente hábito tabáquico entre hombres y mujeres? El tabaco puede ser un fac- tor de confusión de la relación entre el sexo y la inci- dencia de la LCFA, por lo que debe tenerse en cuen- ta en el diseño del estudio o en la fase de análisis. El fenómeno de confusión aparece cuando la aso- ciación observada entre un factor de estudio y la variable de respuesta puede ser total o parcialmente explicada por una tercera variable (factor de confu- sión), o por el contrario, cuando una asociación real queda enmascarada por este factor. Para que una variable se considere de confusión debe ser un factor pronóstico de la respuesta y estar asociada a la varia- ble de estudio. Además, no debe ser un paso inter- medio en la asociación entre el factor de estudio y la respuesta. Ejemplo 2.11. Supongamos un estudio hipotético de la asociación entre el consumo de café y el cáncer de laringe (tabla 2.2). A partir de los datos totales se estima que el porcentaje de expuestos entre los enfer- mos es del 58%, superior al 42% observado entre los controles, lo que sugiere una asociación entre el con- sumo de café y el cáncer de laringe. Sin embargo, al analizar los datos en subgrupos o estratos en función de si los sujetos eran fumadores o no, se observa que el tanto por ciento de sujetos expuestos al consumo de café es el mismo en los casos y en los controles, y desaparece la asociación. En este ejemplo, la varia- ble fumador cumple los criterios para ser un factor de confusión. Es conocido que el tabaco es un factor de riesgo del cáncer de laringe. Además, está relacio- nado con la variable en estudio (consumo de café), ya que la proporción de controles fumadores que toman café habitualmente (75/100) es mucho mayor que la proporción de los no fumadores (50/200). Un factor de confusión puede sobrestimar o infra- estimar un efecto. 13 BASES METODOLÓGICAS DE LA INVESTIGACIÓN CLÍNICA Y EPIDEMIOLÓGICA Café (+) Café (–) Total Datos globales Enfermos con cáncer de laringe 175 (58%) 125 (42%) 300 (100%) Controles 125 (42%) 175 (58%) 300 (100%) Fumadores Enfermos con cáncer de laringe 150 (75%) 50 (25%) 200 (100%) Controles 75 (75%) 25 (25%) 100 (100%) No fumadores Enfermos con cáncer de laringe 25 (25%) 75 (75%) 100 (100%) Controles 50 (25%) 150 (75%) 200 (100%) Tabla 2.2. Control de un factor de confusión. Estudio hipotético de la asociación entre consumo de café y cáncer de laringe (ejemplo 2.11) Ejemplo 2.12. Consideremos un estudio en el que se evalúa la asociación entre el ejercicio físico y el infar- to agudo de miocardio (IAM), partiendo de la hipó- tesis de que a más ejercicio físico, menor es el riesgo de sufrir un IAM. Una variable que podría ejercer como factor de confusión sería la edad. Por un lado, es más probable que los más jóvenes sean los que rea- licen más ejercicio (relación entre el potencial factor de confusión y la variable de estudio) y, por otro, que los más jóvenes tengan además un riesgo menor de desarrollar un IAM (relación entre el potencial factor de confusión y la enfermedad). Si se cumplen estas condiciones, la edad sería un factor de confusión que tendería a sobrestimar el efecto inverso (protector) del ejercicio físico sobre el IAM. Ejemplo 2.13. Siguiendo con el ejemplo anterior, la diferencia entre la proporción de hombres y mujeres también podría ser un factor de confusión, ya que los hombres suelen realizar más ejercicio físico que las mujeres y, además, presentan un riesgo mayor de padecer un IAM. Así pues, la asociación protectora del ejercicio físico sobre el IAM quedaría infraesti- mada si no se tuviera en cuenta la diferencia en la proporción de hombres y mujeres que pudiera haber en la muestra. En la situación más extrema, un factor de confu- sión puede invertir la dirección de una asociación: es la llamada paradoja de Simpson. Ejemplo 2.14. Rothman (1986) presenta el siguien- te ejemplo: «supongamos que un hombre entra en una tienda para comprarse un sombrero y encuentra una es tantería con 30, 10 de ellos negros y 20 grises. Des cubre que 9 de los 10 sombreros negros le van bien, pero que de los 20 grises sólo le van bien 17. Por tanto, toma nota de que la proporción de sombreros negros que le van bien es del 90%, mientras que la de los grises es sólo del 85%. En otra estantería de la misma tienda encuentra otros 30 sombreros, 20 ne - gros y 10 grises. En ella, 3 (15%) de los sombreros negros le van bien y de los grises sólo 1 (10%) le va bien. Antes de que escoja un sombrero, la tienda cierra y él decide volver al día siguiente. Durante la noche, un empleado ha puesto todos los sombreros en una única estantería: ahora hay en ella 60 sombreros, 30 de cada color. El cliente recuerda que el día anterior la proporción de sombreros negros que le iba bien era superior en ambas estanterías. Hoy se da cuenta de que, aunque tiene delante los mismos sombreros, una vez mezclados, sólo el 40% (12 de 30) de los sombre- ros negros le va bien, mientras que, de los grises, le va bien el 60% (18 de 30)». Aunque este curioso cambio es conocido como la paradoja de Simpson, no es real- mente ninguna paradoja. Este fenómeno es análogo al de confusión, que puede distorsionar una asociación, incluso hasta el punto de cambiar su dirección. CARACTERÍSTICAS DEL FENÓMENO DE CONFUSIÓN Debe estar asociado al factor de estudio y a la variable de respuesta Si no existe dicha asociación, no se producirá un fenómeno de confusión. Retomando el ejemplo 2.12 sobre la relación entre el ejercicio físico y el IAM, los sujetos que realizan ejercicio y los que no quizá dife- rirán en el consumo de agua, pero hasta el momento no se ha demostrado que la ingestión de agua esté relacionada con el riesgo de padecer un IAM. Así pues, el consumo de agua no puede considerarse un factor de confusión de la asociación entre el ejercicio físico y la enfermedad. La relación con la variable de respuesta no es necesario que sea causal Un factor de confusión debe ser predictivo de la res- puesta (es decir, estar asociado con ella), pero esta asociación no tiene que ser necesariamente causal. De hecho, la mayoría de factores de confusión no son causa de la respuesta, sino simplemente marcadores que están correlacionados con el verdadero agente causal. En el ejemplo 2.13 sobre el riesgo de IAM en función del sexo, éste no es la verdadera causa, sino que simplemente expresa diferencias biológicas que podrían ser la causa de la enfermedad. La edad y el sexo son ejemplos claros de variables que están aso- ciadas con multitud de enfermedades, pero que no son su causa directa y, a su vez, están relacionadas con muchos factores. Debe ser un factor predictivo de la respuesta, independientemente del factor de estudio Debe existir una asociación entre el factor de confu- sión y la respuesta también en los sujetos no expues- tos al factor de estudio. En el ejemplo 2.12, si el ejer- cicio físico está inversamente relacionado con la pro babilidad de desarrollar un IAM, el consumo de agua también lo estará, ya que los que realizan más ejercicio beben más agua. Sin embargo, como ya se ha comentado, el consumo de agua no se ha asociado MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN CLÍNICA Y EPIDEMIOLÓGICA 14 con la enfermedad en los sujetos que no realizan ejer- cicio físico (no expuestos) y, por tanto, no puede con- fundir la asociación entre el ejercicio físico y la enfer- medad. Esta situación es muy distinta a la de la edad, el sexo o el consumo de tabaco, que siguen siendo un factor de riesgo independiente entre los sujetos que no realizan ejercicio físico. No debe ser un paso intermedio en la cadena causal El factor de confusión no puede ser un mero paso intermedio en la cadena causal. Esta distinción no es siempre clara yrequiere conocimientos sobre los mecanismos causales de la respuesta. De las consideraciones precedentes se desprende que la identificación de las variables que pueden ser potenciales factores de confusión es, a menudo, difí- cil. El conocimiento teórico sobre los mecanismos causales de la respuesta y la revisión de estudios que hayan abordado un objetivo similar serán de gran ayuda para conocer qué variables pueden ser poten- ciales factores de confusión. Esta identificación es importante, ya que permitirá controlar el efecto de confusión en la fase de análisis. En el ejemplo 2.11, la determinación del consumo de tabaco (potencial fac- tor de confusión) permitió realizar un análisis en estratos (fumadores y no fumadores), de tal forma que se controlaba su efecto. Ésta es una diferencia con los sesgos, que, una vez introducidos, no pueden controlarse en el análisis. VALIDEZ INTERNA Y VALIDEZ EXTERNA La validez interna se refiere al grado en que los resul- tados de un estudio son válidos (libres de error) para la población que ha sido estudiada. Los errores sis- temáticos y los factores de confusión afectan a la vali- dez interna de un estudio. Por el contrario, la validez externa se refiere al grado en que los resultados de un estudio pueden ser gene- ralizados a otras poblaciones distintas a la estudiada. La primera condición para que unos resultados puedan ser generalizados es que tengan validez inter- na. Los investigadores deben diseñar un estudio pen- sando en conseguir la máxima validez interna y no tanto buscando la máxima validez externa. La genera- lización de los resultados no se hace a partir de un único estudio, sino que hay que valorar si hipótesis similares, estudiadas en poblaciones algo distintas y en otros ámbitos y áreas geográficas, dan los mismos resultados. Además, debe apoyarse en criterios de plausibilidad biológica que traten de explicar el meca- nismo por el que se produce un efecto determinado. Así pues, la generalización depende de la consistencia de resultados entre diferentes estudios y de mecanis- mos plausibles que expliquen de forma razonable un efecto, lo que a menudo implica la emisión de juicios de valor por parte de los propios investigadores. BIBLIOGRAFÍA DE LOS EJEMPLOS Cobb LA, Thomas GT, Dillard DH et al. An evaluation of internal mammary artery ligation by a double blind tech - nique. N Engl J Med 1959; 260: 1115-1118. Hypertension Detection and Follow-up Program Cooperative Group. The Hypertension Detection and Follow-up Pro - gram: a progress report. Cir Res 1979; 40 (Supl. 1): 106-109. Martin AR, Wolf MA, Thibodeau LA, Dzau V, Braunwald E. A trial of two strategies to modify the test ordering behav- ior of medical residents. N Engl J Med 1980; 303: 1330. Rothman KJ. Modern epidemiology. Boston: Little, Brown and Company, 1986. BIBLIOGRAFÍA Bakke OM, Carné X, García Alonso F. Ensayos clínicos con medicamentos: fundamentos básicos, metodología y práctica. Barcelona: Doyma, 1994; 23-36. García Alonso F, Guallar E, Bakke OM, Carné X. El placebo en ensayos clínicos con medicamentos. Med Clin (Barc) 1997; 109: 797-801. Greenland S, Morgenstern H. Confounding in health research. Annu Rev Public Health 2001; 22: 189-212. Grimes DA, Schulz KF. An overview of clinical research: the lay of the land. Lancet 2002; 359: 57-61. Grimes DA, Schulz KF. Bias and causal associations in obser- vational research. Lancet 2002 19; 359: 248-52. Guallar E, Jiménez FJ, García Alonso F, Bakke OM. La regre- sión a la media en la investigación y práctica clínica. Med Clin (Barc) 1997; 109: 23-26. Hennekens CK, Buring JE. Epidemiology in medicine. Boston: Little, Brown and Company, 1987. Hrobjartsson A, Gotzsche PC. Is the placebo powerless? An analysis of clinical trials comparing placebo with no treat- ment. N Engl J Med 2001; 344: 1594-602. Hrobjartsson A. What are the main methodological prob- lems in the estimation of placebo effects? J Clin Epi - demiol 2002; 55: 430-435. Moerman DE, Jonas WB. Deconstructing the placebo effect and finding the meaning response. Ann Intern Med. 2002; 136: 471-476. Morton V, Torgerson DJ. Effect of regression to the mean on decision making in health care. BMJ 2003; 326(7398): 1083-1084. Rothman KJ. Modern epidemiology. Boston: Little, Brown and Company, 1986. Yudkin PL, Stratton IM. How to deal with regression to the mean in intervention studies. Lancet 1996; 347: 241-243. 15 BASES METODOLÓGICAS DE LA INVESTIGACIÓN CLÍNICA Y EPIDEMIOLÓGICA 16 L a investigación biomédica es necesaria para el progreso de la medicina porque proporciona las pruebas sobre las que basar la práctica clí- nica, contribuyendo así a mejorar la calidad de la atención que se presta a los pacientes, obteniendo información sobre la utilidad y eficacia de los pro- cedimientos diagnósticos, terapéuticos y preventi- vos, así como sobre la etiología, fisiopatología y fac- tores de riesgo de las enfermedades y problemas de salud. Dados los importantes beneficios que todo ello supone para la sociedad, resulta ob vio que la investigación debe considerarse una obli gación moral de la profesión médica. Por lo tanto, aunque suelen discutirse frecuentemente los aspectos éti- cos relacionados con la realización de investigacio- nes sanitarias, también habría que preguntarse si es ético no investigar e intentar re solver las lagunas de conocimiento, dudas e incertidumbres que se plan- tean en el quehacer diario del profesional. La investigación implica en muchos casos la par - ticipación de seres humanos, con los riesgos, moles- tias e incomodidades que suele suponer para ellos, por lo que es frecuente que se planteen cuestiones éticas y legales, a veces difíciles de resolver. El cam - po de la ética de la investigación está dedicado al análisis sistemático de estas cuestiones para asegu- rar que los participantes en un estudio estén pro - tegidos y, en último término, que la investigación clínica se conduce de manera que sirva a las necesi- dades de esos participantes así como a las de la so - ciedad en su conjunto (Weijer et al, 1997). Capítulo 3 Ética e investigación Por otro lado, el resultado de la investigación es co nocimiento, el cual debe difundirse adecuada- mente entre la comunidad científica, lo que habi- tualmente significa su publicación en una revista y su inclusión en las bases de datos bibliográficas. En todas las fases de la comunicación científica son múltiples los conflictos de intereses que pueden presentarse. Dado que la literatura científica es la principal fuente de evidencias que se utiliza en la toma de decisiones y en la elaboración de las guías de práctica clínica y las recomendaciones para la atención de los pacientes, el impacto que estos conflictos pueden tener sobre la práctica es muy importante. ÉTICA E INVESTIGACIÓN CLÍNICA La ética de la investigación tiene dos componentes esenciales: la selección y logro de fines moralmente aceptables, y la utilización de medios moralmen- te aceptables para alcanzar esos fines. La primera premisa a tener en cuenta es que lo que no es científicamente correcto es éticamente inaceptable. Pero el rigor científico, siendo condi- ción necesaria, no es suficiente, ya que no todo lo científicamente correcto es éticamente aceptable. La historia muestra numerosos ejemplos de estu- dios éticamente inaceptables. Aunque suelen citar- se los experimentos realizados por médicos nazis du rante la Segunda Guerra Mundial, existen otros muchos ejemplos. 17 ÉTICA E INVESTIGACIÓN Ejemplo 3.1. El estudio de Tuskegee (EE.UU.), ini- ciado en 1932, consistía en el seguimiento de una co horte de más de 400 sujetos de raza negra con sífilis no tratada, comparándola con un grupo de 204 sujetos sin sífilis, para estudiar la historia natu- ral de la enfermedad. Aunque no existía un trata- miento eficaz al inicio del estudio, el seguimiento con tinuó sin que los pacientes recibieran trata- miento incluso después de que se hubiera demos- trado la eficacia de la penicilina –hecho del que no se informóa los participantes–, y a pesar de que los da tos mostraban claramente un peor pronóstico y un aumento de la mortalidad entre los sujetos in - fec tados. El estudio se finalizó en 1972 debido a la presión social que se creó cuando el público gene- ral tuvo conocimiento del mismo. Ante las críticas los investigadores argumentaron que, dado que los participantes eran afroamericanos pobres, aunque no hubieran participado en el estudio tampoco ha - brían tenido acceso al tratamiento. Ejemplo 3.2. Willowbrook era una institución del es - ta do de Nueva York para personas con deficiencias mentales en la que se realizaron diferentes estudios para analizar la historia natural de la hepatitis y los efectos de la gammaglobulina sobre ella. Los suje- tos de estudio eran niños a los que se infectaba deli- beradamente con el virus. Los investigadores defendían esta actuación argumentando que la mayoría de los niños internados en el centro acaba- ban ad quiriendo la infección de forma espontánea. Ejemplo 3.3. Ejemplos más recientes son los estu- dios, publicados a finales de la década de 1990, rea- lizados en países en vías de desarrollo sobre la pre- vención de la transmisión vertical del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Prácticamente todos los estudios utilizan un grupo control place- bo, a pesar de las pruebas sobre la eficacia de deter- minados tratamientos y de la existencia de reco- mendaciones sobre su uso en países occidentales (Angell, 1997; Lurie y Wolfe, 1997). De forma similar, en un ensayo clínico aleatorio realizado en Ugan da sobre la profilaxis de la tuberculosis en adultos VIH positivos con prueba positiva de la tu - berculina (Whalen et al, 1997), el grupo control re - cibió placebo a pesar de la existencia de recomen- daciones elaboradas por los Centers for Disease Con trol (CDC) desde 1990. Como respuesta a éstos y otros casos se han ela- borado diferentes códigos éticos y normativas lega- les para guiar la realización de investigaciones con se res humanos. Los dos pilares fundamentales son el Código de Nuremberg, elaborado en 1947 al final de la Segunda Guerra Mundial (http://ohsr. od.nih.gov/nuremberg.php3; versión traducida al castellano en http://www.ub.es/fildt/nurember. pdf) y la Declaración de Helsinki, elaborada por la Asociación Médica Mundial en 1964 y considerada como la principal referencia mundial de investiga- ción biomédica (http://www.wma.net/e/policy/ b3.htm; versión traducida al castellano en: http:// www.fisterra.com/material/investiga/declara- cion_helsinki.htm). La Declaración de Helsinki consta de una intro- ducción y tres apartados: el primero sobre princi- pios básicos, el segundo sobre investigación médica combinada con la atención médica, y el tercero so - bre investigación biomédica no terapéutica. Esta de - claración se ha revisado en cinco ocasiones: To kio (1975), Venecia (1983), Hong Kong (1989), So mer - set West (1996) y Edimburgo (2000). Entre las in - cor poraciones más relevantes de la última revisión pueden destacarse las siguientes: 1) el aumento de las exigencias para investigaciones hechas sin con- sentimiento informado, que deben ser la excepción; 2) el deber de declarar los conflictos de interés; 3) el re fuerzo del derecho de los participantes en una in - vestigación a disponer del mejor tratamiento dispo- nible probado, incluso si es un integrante del grupo control, de manera que el uso de pla cebo debe limi- tarse a los casos en que no haya ningún tratamiento disponible para la situación que se va a investigar; y 4) el deber de publicar tanto los resultados negati- vos como los positivos, o de lo contrario asegurar su disponibilidad pública, así como citar la fuente de fi - nanciación, afiliaciones institucionales y cualquier posible conflicto de intereses. Dado que estos códigos eran difíciles de inter- pretar y aplicar en ocasiones, y se iban producien- do nuevos casos de investigaciones no éticas, como el de Willowbrook (ejemplo 3.2) y especialmente el de Tuskegee (ejemplo 3.1), el congreso de EE.UU. creó en 1974 la Comisión Nacional para la Pro tec - ción de Sujetos Humanos en la Investigación Bio - mé dica y Conductual, para que elaborara un docu- mento que enunciara los principios éticos básicos para formular, criticar e interpretar reglas o normas específicas de aplicación práctica en la investiga- MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN CLÍNICA Y EPIDEMIOLÓGICA 18 ción clínica en seres humanos. En 1978 esta comi- sión presentó el documento sobre principios éticos y pautas para la protección de sujetos humanos de la investigación conocido como Informe Belmont (http://ohsr.od.nih.gov/mpa/belmont.php3; ver- sión traducida al castellano en http://www.ub.es/ fildt/archivos/belmont.pdf), origen de la moderna teoría ética de la investigación clínica, en el que se definen los tres «principios éticos básicos»: el res- peto por las personas, la beneficencia y la justicia. Una de las principales aportaciones del Informe Bel mont, como comenta De Abajo (2001), fue el re - conocimiento de que la investigación clínica es una actividad primariamente cognoscitiva, y no be ne - ficente como la práctica clínica, y por lo tanto se re - quería una justificación diferente de la que se ha bía dado hasta ese momento. La legitimación ética y social de la investigación biomédica en seres hu ma - nos debería venir dada por el hecho de que la prác- tica clínica, para poder considerarse correcta, debe estar basada en pruebas objetivas y no, o al menos no tanto o primariamente, en opiniones y ex periencias personales. La existencia de pruebas científicas dis- tingue las prácticas validadas de las no validadas o simplemente empíricas, y el procedimiento de vali- dación es precisamente la investigación clínica, por lo que ésta se justificaba en la me dida en que era una condición de posibilidad de una práctica clínica correcta y, por tanto, ética. Pos teriormente, la inves- tigación debe tener su propia validación ética, cum- pliendo con los principios y normas adecuados, pero antes de la justificación clínica, debe tener lógica. INVESTIGACIÓN Y PRÁCTICA CLÍNICA Dada la especial importancia de las consideraciones éticas en la investigación con seres humanos, es im - por tante definir de entrada qué es investigación y di ferenciarla claramente de lo que es práctica clíni- ca (Levine, 1986). De hecho, podemos considerar que cada vez que, por ejemplo, un médico adminis- tra un fármaco a un paciente está, de algún modo, rea lizando un experimento. Sin embargo, el térmi- no investigación se utiliza para referirse al proceso sistemático y objetivo que utiliza el método científi- co para desarrollar o contribuir al conocimiento ge - ne ralizable, mientras que el de práctica clínica se re serva para las actividades dirigidas exclusivamen- te a mejorar el estado de salud de un paciente o su - je to. Si bien es cierto que la práctica clínica se basa en una expectativa razonable de éxito, asumiendo cierto grado de incertidumbre, el hecho de que esta expectativa no esté validada no implica que se tra te de una investigación, ya que para ser conside- rada como tal debería realizarse de acuerdo con los estándares científicos aceptados. Existe una creciente interrelación entre la prácti- ca asistencial y la investigación clínica. Los roles de un profesional como clínico y como investigador son muy diferentes: como clínico su interés primario es la salud del paciente concreto que está atendiendo, mientras que como investigador es la validez de la investigación para proporcionar un co nocimiento generalizable. Estos intereses, que coexisten en el investigador clínico, pueden entrar en conflicto en de terminadas ocasiones. Cuando, como ocurre en la mayoría de ensayos clínicos, la investigación tiene un po tencial efecto terapéutico sobre los participantes, éstos tienden a creer que el estudio ha sido diseñado para su be - neficio, a pesar de que el formulario de consenti- miento informado explicite que la finalidad es el interés científico. Este «equívoco» es aún mayorcuando el profesional que les ofrece participar en la investigación es el mismo que les trata ha bi - tualmente y la invitación se realiza en el entorno asistencial habitual. PRINCIPIOS ÉTICOS BÁSICOS El Informe Belmont identifica tres principios éticos bá sicos: respeto por las personas o autonomía, be - ne ficencia y justicia. Algunos autores prefieren se - parar el de beneficencia propiamente dicho del de no maleficencia, de manera que puede considerar- se que existen dos niveles jerárquicos en estos prin- cipios: en el primer nivel se encuentran los de justi- cia y no maleficencia, mientras que en el segundo ni vel están los de beneficencia y autonomía. JUSTICIA Este principio supone reconocer que todos los se res humanos son iguales y deben tratarse con la mis ma consideración y respeto, sin establecer otras dife- rencias entre ellos que las que redunden en benefi- cio de todos, y en especial de los menos favorecidos. Para ello es necesario distribuir los beneficios y las cargas de la investigación de forma equitativa. Para cumplir este principio, la selección y el re - clu tamiento de los participantes deben realizarse 19 ÉTICA E INVESTIGACIÓN de forma no discriminativa, asegurando que los su - je tos no son seleccionados simplemente por su fácil disponibilidad, manipulabilidad o situación de de - pendencia que pueda hacer que se sientan obliga- dos a participar, sino que lo son por razones direc- tamente relacionadas con el problema de estudio. Se trata de evitar poner en situación de riesgo a de - ter minados grupos de personas, como niños, po - bres o sujetos recluidos en prisiones o instituciones cerradas, para el beneficio exclusivo de grupos más privilegiados. La población incluida debe formar parte de aquella que resulte beneficiada por la apli- cación de los resultados de la investigación. Además, deben contemplarse las medidas dirigi- das a indemnizar a los sujetos de los posibles riesgos y perjuicios. De hecho, la normativa vigente obliga a concertar un seguro que cubra los daños y perjui- cios que pudieran resultar para los sujetos como con secuencia de su participación en un ensayo clí- nico con un producto en fase de investigación clíni- ca, para una nueva indicación de un medicamento ya autorizado o cuando no exista interés terapéu tico para el individuo. NO MALEFICENCIA El principio de no maleficencia obliga a no infligir da - ño a los participantes en el estudio, ya que su pro- tección es más importante que la búsqueda de nue - vo conocimiento o el interés personal o profesional en el estudio. Por lo tanto, deben asegurarse la pro- tección, seguridad y bienestar de los participantes, lo que implica, entre otras cosas, que los investiga- dores deben tener la calidad y experiencia suficien- tes y que los centros donde se realiza el estudio deben ser adecuados. Significa también que los riesgos para los parti- cipantes deben ser aceptables y que, si no lo son, no deben incluirse aunque los sujetos estén de acuer- do en participar. BENEFICENCIA Este principio supone procurar favorecer a los suje- tos de la investigación, no exponiéndolos a daños y asegurando su bienestar. Los riesgos e incomodida- des para las personas participantes deben compa- rarse con los posibles beneficios y la importancia del conocimiento que se espera obtener, de mane- ra que la relación sea favorable. Implica también que la pregunta que se desea responder debe ser científicamente válida, y por lo tanto que existe una justificación adecuada para rea- lizar el estudio, que el diseño es metodológicamen- te correcto, ya que si no lo es cualquier riesgo para los sujetos es innecesario, y que el número de suje- tos es el adecuado, sin ser ni excesivo ni insuficiente. AUTONOMÍA El principio de respeto por las personas o de auto- nomía se relaciona con la capacidad de una persona para decidir por ella misma. Dado que esta capaci- dad puede estar disminuida por diferentes motivos, como en los casos de ignorancia, inmadurez o inca- pacidad psíquica, cualquiera que sea su causa, o por restricciones a la libertad (como el caso de las pri- siones), estos grupos vulnerables deben ser especial- mente protegidos. Este principio también implica garantizar la con fidencialidad de la información que se recoge, asegurando la protección de los datos. El procedimiento formal para aplicar este princi- pio es el consentimiento informado, que es el otorgado por una persona que reúne los siguientes requisitos: – Es competente o capaz legalmente para otorgar el consentimiento (la competencia legal plantea la necesidad de obtener el consentimiento a través de un representante legal en los casos de sujetos me nores de edad e incapaces). – Ha recibido la información necesaria. – Ha comprendido adecuadamente dicha informa- ción. – Y, después de considerar la información, ha toma- do voluntariamente una decisión, libre de coac- ción, intimidación, persuasión, manipulación, in - fluencia o incentivo excesivo. Así pues, el consentimiento informado es el pro- cedimiento que garantiza que el sujeto ha ex pre - sado voluntariamente su intención de participar en el estudio, después de haber comprendido la in for - mación que se le ha dado sobre el mismo. Por lo tanto, desde el punto de vista ético, lo más impor- tante no es la obtención del consentimiento sino el proceso por el que se obtiene. Debe quedar claro que no se le pide que participe, sino que se le invita a hacerlo, y se le debe permitir reflexionar, respon- der a sus dudas y preguntas, y ofrecer la posibilidad de consultar con otros profesionales. Dado que la vo luntariedad puede verse afectada fácilmente por la posición de autoridad e influencia del profesio- MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN CLÍNICA Y EPIDEMIOLÓGICA 20 nal y que puede existir cierta persuasión difícil de evi tar en la relación médico-paciente, algunos auto - res sugieren que sería preferible que el consenti- miento lo obtuviera una persona diferente al médi- co que atiende habitualmente al sujeto, para evitar el conflicto de roles entre clínico e investigador (Mo rin et al, 2002). En los ensayos clínicos, la hoja de información para solicitar el consentimiento de un posible par- ticipante debe contener información sobre el obje- tivo del estudio, su metodología, los tratamientos que pueden serle administrados (incluyendo place- bo si procede), los beneficios esperados para él o la so ciedad, las molestias, incomodidades y riesgos de - rivados del estudio (visitas, pruebas, etc.), los posi- bles acontecimientos adversos, otras alternativas terapéuticas disponibes, el carácter voluntario de su participación, la garantía de que puede retirarse en cualquier momento sin perjuicios ni alteraciones de la relación médico-enfermo, los aspectos relacio - nados con la confidencialidad de los datos, las com- pensaciones económicas y tratamientos en caso de daño o lesión, y el nombre del investigador respon- sable del ensayo y de resolver sus dudas, y cómo con tactar con él en caso de urgencia (tabla 3.1). Ejemplo 3.4. En un análisis de 101 protocolos de en - sa yos clínicos aprobados en dos hospitales generales universitarios españoles, Ordovás et al (1999) eva - luaron la información aportada en las hojas de in - formación al paciente, la legibilidad formal de di - chas hojas y el nivel de complejidad del vocabulario. Los apartados con mayor incumplimiento (> 30% de casos) fueron el balance de beneficios y ries gos, la identificación y el modo de contacto con el investi- gador principal, la descripción de los tratamientos alternativos, y la especificación de las compensacio- nes en caso de lesiones. Además, comprobaron que la complejidad del texto era elevada y su legibilidad deficiente, siendo necesario para su comprensión un nivel de estudios medios-superiores o superiores en más del 90% de los casos. REQUISITOS ÉTICOS EN INVESTIGACIÓN Las normas éticas son declaraciones sobre la forma en que determinadas acciones deberían (o no) rea- lizarse en el marco de la investigación, y su finali- dades indicar cómo deben cumplirse los requisitos derivados de los principios éticos fundamentales (tabla 3.2). La declaración de las normas éticas en los códi- gos y regulaciones tiende a ser más o menos vaga, por lo que a veces pueden interpretarse de formas di ferentes y puede resultar difícil saber cómo apli- carlas en situaciones concretas. En estos casos pue - 1. Invitación a participar en el estudio 2. Objetivos del estudio 3. Fundamentos de la selección: por qué son considerados candidatos para el estudio. Cuidado especial con la realización de pruebas destinadas exclusivamente a determinar su elegibilidad 4. Explicación de los procedimientos del estudio: duración de la participación, procedimientos que se seguirán, lugar y duración de los mismos, etc. Cuidado especial en identificar los que se derivarían exclusivamente de su participación en el estudio 5. Descripción de las incomodidades y riesgos razonablemente esperables 6. Medicación de rescate y compensaciones previstas en caso de lesión 7. Descripción de los beneficios para los sujetos y para otros que pueden esperarse razonablemente 8. Discusión de otras alternativas terapéuticas disponibles que podrían ser beneficiosas para el sujeto 9. Garantía de confidencialidad de la información 10. Consideraciones económicas: compensaciones económicas para los voluntarios sanos, costes adicionales para el sujeto, ventajas de su participación, etc. 11. Contacto para responder preguntas y resolver dudas que puedan aparecer relacionadas con la investigación 12. Posibilidad de consultar con otros profesionales 13. La renuncia a participar o continuar en el estudio no comporta castigos ni pérdidas de beneficios 14. Otros elementos, como la información a los participantes de nuevos hallazgos que puedan afectar a su participación Tabla 3.1. Elementos de información que deberían comunicarse al potencial candidato para participar en un estudio 21 ÉTICA E INVESTIGACIÓN de ser útil identificar el o los principios que hay de - trás de la norma. El primer requisito importante es el valor de la pre gunta de investigación, es decir, que el conoci- miento que se deriva del estudio debe tener el valor su ficiente para justificar el riesgo a que se expone a los participantes. Implica que el estudio evalúa una in tervención terapéutica o diagnóstica que podría con ducir a mejoras en el estado de salud o bienes- tar, es un estudio etiológico, fisiopatológico o epi- demiológico que ayudará a desarrollar dicha in - tervención, o contrasta una hipótesis que podría ge nerar conocimiento relevante, aunque no tuvie- ra una aplicación práctica inmediata. Implica tam- bién que el estudio debe estar basado en suficientes investigaciones previas de calidad, incluyendo las realizadas en laboratorios y sobre animales, y en un adecuado conocimiento de la literatura científica so bre la enfermedad o problema de salud, de for - ma que los resultados esperables justifiquen la rea- lización del estudio. El estudio debe tener la suficiente validez científi- ca o rigor metodológico, de forma que pueda ga - ran tizarse razonablemente que conducirá a la res- puesta correcta a la pregunta de investigación. Sin va lidez metodológica la investigación no puede ge - ne rar el conocimiento deseado, ni producir benefi- cio alguno ni justificar la exposición de sujetos a riesgos o molestias. Además, los participantes en un estudio asumen que se derivará alguna cosa de valor de su colaboración, por lo que el diseño defi- ciente de un estudio incumple también este com- promiso ético implícito. Un aspecto que provoca controversia en la co - mu nidad científica es el uso de placebo en los ensa- yos clínicos cuando existen alternativas terapéuticas efectivas disponibles. Mientras que para muchos autores no es ético utilizar un grupo que recibe pla- cebo en estas situaciones, tal como se recoge en la última revisión de la Declaración de Helsinki, para otros podría ser aceptable siempre que no se perju- dicara al paciente por el hecho de diferir el inicio de un tratamiento efectivo (Temple y Ellenberg, 2000). El estudio debe ser llevado a cabo por investiga- dores competentes, científicamente cualificados, es decir, con la suficiente formación en metodología científica y capacidad para alcanzar los objetivos de la investigación. También deben ser clínicamente competentes, es decir, capaces de proporcionar la atención adecuada a los sujetos, por ejemplo detec- tando precozmente los efectos adversos que pue- dan aparecer o comprobando la ausencia de moti- vos de exclusión. La selección justa de los sujetos afecta tanto a la defi- nición de los criterios de selección como a la estrate- gia de reclutamiento de los participantes, de for ma que solamente los objetivos científicos del estudio, y no otras consideraciones como la vulnerabilidad, el privilegio u otros factores no relacionados con el propósito de la investigación, deben guiar la de ter - minación de los sujetos o grupos que van a ser selec- cionados. Una investigación implica fármacos, intervencio- nes o procedimientos sobre los que existe incerti- dumbre acerca de sus riesgos y beneficios. Un estudio solamente está justificado cuando se han minimiza- do los riesgos potenciales para los sujetos y se han fa - vorecido sus potenciales beneficios, y cuando la rela- ción entre los beneficios para los sujetos y la so ciedad y los riesgos es equilibrada o favorable a los primeros. Es importante la evaluación independiente del pro- tocolo del estudio por personas ajenas a la investi- gación que minimicen el posible impacto de los po - ten ciales conflictos de intereses. Aunque hoy día la revisión y aprobación de un protocolo por los Co - mi tés Éticos de Investigación Clínica (CEIC) es un requisito legal únicamente en algunos estudios con medicamentos, cada vez hay una mayor tendencia a que estos comités evalúen cualquier tipo de investi- gación realizada en seres humanos. 1. Valor de la pregunta de investigación 2. Validez científica (buen diseño de la investigación) 3. Competencia de los investigadores 4. Selección de los sujetos con justicia 5. Balance favorable entre beneficios y riesgos 6. Evaluación independiente del protocolo 7. Consentimiento informado 8. Respeto por los sujetos incluidos 9. Compensación por las lesiones relacionadas con la investigación 10. Ejecución honesta del estudio 11. Comunicación puntual y precisa de los resultados Tabla 3.2. Requisitos éticos de una investigación (elaborados a partir de Levine [1986] y Emanuel et al [2000]) MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN CLÍNICA Y EPIDEMIOLÓGICA 22 El consentimiento informado es el requisito que ha recibido mayor atención. Su finalidad es asegurar que los sujetos deciden voluntariamente participar o no en un estudio, y que aceptan solamente cuan- do la investigación es consistente con sus valores, in tereses y preferencias. El respeto por los sujetos no finaliza con la firma del consentimiento, sino que debe mantenerse a lo lar - go de todo el estudio e incluso después, tanto si han aceptado como rechazado participar en el mismo. Implica, por ejemplo, mantener la confidencialidad de los datos recogidos sobre los sujetos candidatos, permitir que abandonen el estudio sin penalización, informar a los participantes si aparece nue va infor- mación sobre la intervención o su problema de salud que pueda ser relevante, o monitorizar cuidadosa- mente su estado de salud durante el seguimiento. La obligatoriedad de compensar a los sujetos por cual quier lesión que pueda producirse relacionada con su participación en el estudio es un requisito que cada vez se considera más importante. El estudio debe realizarse con honestidad, de acuerdo con el protocolo y los mecanismos de mo - ni torización y control de calidad suficientes para ga rantizar la calidad de los datos recogidos y el cum plimiento de los principios éticos. El último requisito es la comunicación puntual y precisa de los resultados. LOS COMITÉS ÉTICOS DE INVESTIGACIÓN CLÍNICA Uno de los componentes
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