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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES LEOPOLDO MENDÍVIL: LA TRAYECTORIA DE UN COMUNICADOR TESIS QUE PARA OBTENER EL GRADO DE LICENCIADA EN CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN PRESENTA RUTH ABIGAIL SAUCEDO CASTRO ASESORA: DRA. FRANCISCA ROBLES CIUDAD UNIVERSITARIA, FEBRERO 2013 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. AGRADECIMIENTOS A mi Dios, que es mi pasado, mi presente y mi futuro, a él, por mostrarme día a día su existencia y su gran amor por mí. A mis papás, Sandra y Samuel, por ser mi apoyo incondicional y mi mejor ejemplo para una vida feliz. A Fer, por hacer cada uno de mis días, más alegres y divertidos. A Oscar, por ser mi mejor amigo. Por siempre estar junto a mí. A mi familia, por descubrir el tronco fuerte que nos mantiene unidos. A mis amigos, por encontrarnos entre tantas personas, y ser felices juntos. A mi asesora, Francisca Robles, por siempre creer que podía lograr lo que quisiera. A Leopoldo Mendívil, porque aún sin conocerme, me abrió las puertas de sus recuerdos. A Carmen Avilés y Pablo Saldaña, por darme la oportunidad de trascender del periodismo teórico al práctico en AUNAM. A la UNAM, por las bases, las alegrías, el conocimiento, la tensión, el pensamiento, las risas y todo lo que significa ser universitario. Por mi raza hablará el espíritu. ÍNDICE INTRODUCCIÓN 4 CAPÍTULO I: ¿NO LE GUSTARÍA SER REPORTERO? 10 EL TRAJE 11 DESDE EL TALLER 12 HASTA LUEGO, DURANGO 15 DESPUÉS DE MÉXICO 16 EL ENGAÑO 19 DETECTIVE PROVISIONAL 21 UN MOVIMIENTO ESTUDIANTIL 23 VIAJES INTERESTELARES 29 UNA PROFESIÓN DISFRAZADA DE OFICIO 30 TRAS EL MICRÓFONO 31 EL NUEVO JEFE DE REDACCIÓN 31 CAPÍTULO II: CONOCIENDO AL LEÓN DESDE SUS ENTRAÑAS 34 ¿BURÓCRATA YO? 35 EL PORTÓN 37 DE MADRUGADA 38 UN ESPEJISMO 39 EN LA JUNGLA 40 TARZÁN Y LA FOTOGRAFÍA 42 LA ÚLTIMA CENA 44 LA LLAMADA 49 CAPÍTULO III: DE VUELTA AL REDIL 51 AIRES DE GRANDEZA 52 UN HUELUM 53 CADA QUIÉN SUS ENEMIGOS 57 GABINETOSIS 58 UN VISTAZO A MÉXICO 62 EL DEBUT 68 LA ORDEN DEL REY ARTURO 70 ARMONIZANDO LETRAS 72 EL SECRETO DE FOX 76 HUELLAS EN LA MEMORIA 77 CAPÍTULO IV: CON EL FUTURO EN LAS MANOS 79 GANANDO AUDIENCIA 80 PAPELITO ¿HABLA? 81 UN IMPERIO 82 SEÑOR LICENCIADO 85 UN CONSEJO DE BUENDÍA 87 DESPACIO 88 CONCLUSIONES 89 FUENTES 92 ANEXOS 94 4 INTRODUCCIÓN ¿Periodismo literario, nuevo periodismo, periodismo de no ficción o periodismo narrativo? Al final, todos estos tipos de periodismo terminan siendo el mismo, al menos, con una misma función: hacer de la realidad una historia. Y ese uno de los objetivos de esta tesis. Leopoldo Mendívil, es un comunicador integral. Las facetas en su vida como periodista, servidor público, conductor, escritor, locutor, etcétera, merecían contarse no como datos aislados, o simples respuestas unidireccionales, merecían tener una historia. Y es que cada uno de los puntos que enlista su larguísimo currículo tiene un trasfondo, con emociones, espacios y personas que contextualiza cada uno de éstos. Si bien, es más sencillo comprender lo que alguien nos explica, si nos lo cuenta a manera de relato. Tomás Eloy Martínez cita en su conferencia Periodismo y Narración: desafíos para el siglo XXI, al ensayista norteamericano Hayden White, que afirma que: Podemos no comprender plenamente los sistemas de pensamiento de otra cultura, pero tenemos mucha menos dificultad para entender un relato que procede de otra cultura, por exótica que nos parezca.1 De esta forma, para la comprensión de este texto, es necesario explicar las dos temáticas centrales que lo conforman: la entrevista y el periodismo narrativo. De acuerdo con Bingham y Moore, la entrevista es una plática o un diálogo que tiene un objetivo previo en la investigación acerca de un tema en 1 MARTÍNEZ, Tomás Eloy. “Periodismo y Narración: desafíos para el siglo XXI”, conferencia dictada en la Sociedad Interamericana de Prensa, Guadalajara, México, 26 de octubre de 1997. 5 específico. Sampieri Hernández, junto a Fernández Collado y Lucio Baptista, definen a ésta en su libro Entrevista como: La entrevista es una técnica en la que una persona (entrevistador) solicita información de otra o de un grupo (entrevistados, informantes), para obtener datos sobre un problema determinado. Presupone, pues, la existencia al menos de dos personas y la posibilidad de interacción verbal.2 Las entrevistas de acuerdo con el periodista Carlos Marín se dividen en tres: Noticiosa o de información Opinión Semblanza De la misma manera, Carlos Marín da su definición de entrevista de semblanza en su libro Manual de Periodismo: Es la que se realiza para captar el carácter, las costumbres, el modo de pensar, los datos biográficos y las anécdotas de un personaje: para hacer de él un retrato escrito. La entrevista de semblanza puede abordarlo exhaustivamente o mirarlo solamente bajo uno de sus aspectos. El retrato que el periodista hace puede ser una especie de “mural” o una simple “viñeta”.3 Para la realización de este trabajo me centré en la entrevista de semblanza, ya que indagué en la trayectoria completa del entrevistado, Leopoldo Mendívil, a lo largo de toda su vida. En algunas ocasiones de la entrevista se ve claramente el punto de vista del entrevistado con respecto a algunos temas controversiales del país en los que él estuvo presente. 2 HERNÁNDEZ Sampieri, R., FERNÁNDEZ Collado, C., BAPTISTA Lucio, P. Metodología de la Investigación, p.161. 3 MARÍN, Carlos. Manual de Periodismo, p.12. 6 Es necesario aclarar que toda la información, opiniones y diálogos vertidos en este texto, provienen en su totalidad del entrevistado. De la misma forma, señalo que como todo texto, los datos expresados aquí son la versión de la realidad que Leopoldo percibió desde su punto de vista personal. La otra temática es el periodismo narrativo. Éste busca principalmente la creación de escenas más allá de las cifras o datos. Toma un dato de la realidad y lo convierte en una parte de la vida de alguien, un suceso de relevancia. Y aunque el periodismo narrativo se encuentra en los límites con la literatura, lo que lo diferencia de ésta es que siempre estará apegado a la realidad. Mientras que una novela puede ser un producto total de la imaginación de una persona, o estar situada en un contexto real pero con datos imaginarios, el periodismo narrativo, en cambio, toma todos los datos sacadosde la realidad, de algo verídico, y permite que sean ordenados y redactados de manera literaria. Y es en el relato periodístico, cuando se unen los dos componentes que presenté anteriormente: la entrevista y el periodismo narrativo. Francisca Robles, en su tesis La entrevista periodística como relato, señala que: El entrevistador, al transmitir su experiencia con el entrevistado hacia el lector, transforma la entrevista en una entrevista-relato. En ese fin, el entrevistador es portador de su propia voz, mientras que el entrevistado es sometido a la interpretación de su voz y a la representación textual de la misma.4 De esta forma, el entrevistado cede su voz al entrevistador para que interprete todo lo que le dijo en la entrevista. Es responsabilidad ética del periodista apegarse lo más posible a lo que el entrevistado haya dicho. En este trabajo se intentó de la manera más exhaustiva, que las declaraciones 4 ROBLES. Francisca. La entrevista periodística como relato; una secuencia de evocaciones p. 138. 7 enunciadas por Leopoldo Mendívil quedaran escritas en el papel lo más cercanas posibles a como él las expresó. En cuanto a la estructura, el texto se encuentra dividido en cuatro capítulos. Todos escritos de manera cronológica. El título de cada uno de estos son frases que alguien relacionado con Leopoldo le dijo alguna vez, y que enmarcan perfectamente cada uno de los apartados. A la vez, cada capítulo se encuentra seccionado en subtítulos que narran una anécdota diferente en la vida de Leopoldo. En el primer capítulo, ¿No le gustaría ser reportero?, se muestra la vida de Leopoldo desde que vivió en Durango con su familia, sus inquietudes profesionales, el despertar de su pasión al periodismo, y su consolidación como reportero de prensa escrita. En el segundo capítulo, Conociendo al león desde sus entrañas, se describe la vida que llevó Leopoldo en el ejercicio del servicio público. Una pausa en su carrera como periodista en el que encuentra la otra cara de la moneda. La tentación de estar en el poder y al mismo tiempo la fe bienintencionada de ver de manera optimista y flexible al rígido sistema político mexicano, en el cual pasó de tenerlo todo a quedarse sin nada en un dos por tres. En el tercer capítulo, De vuelta al redil, se narra el sentir de Leopoldo con respecto a su tiempo en el Gobierno, sobre cómo vuelve a ponerse de pie y regresa al periodismo. Pero también se muestran sus otros cargos públicos que tuvo a la par del periodismo, que tenían una mayor relación con la cultura y educación del país. En el último capítulo, Con el futuro en las manos, se hace un recuento de los sucesos que lo llevaron a su actual vida. Circunstancias que iniciaron en un pasado pero que aún no concluyen. Algunos proyectos en puerta, y su forma de ver la vida para continuar hacía adelante. Hasta este momento, el tiempo verbal utilizado fue el pasado, pero cambia a un presente continuo, en el cual sus acciones siguen realizándose. 8 Para finalizar, señalo, que la metodología en la que me enfoqué para realizar esta entrevista fue la de Historia de vida y métodos biográficos. Esto de acuerdo a como se maneja en el libro que coordinó junto a otros autores Irene Vasilachis, Estrategias de Investigación cualitativa: En éste, el apartado Historia de vida y métodos biográficos, los escritores Fortunato Mallimaci y Verónica Giménez Béliveau, definen a la historia de vida como: El estudio de un individuo o familia, y de su experiencia de largo plazo, contada a un investigador y/o surgida del trabajo con documentos u otros registros formales. Este estudio biográfico puede centrarse en una parte de la vida o trayectoria del individuo que nos interese o su vida en totalidad. Para este trabajo me enfoqué en su trayectoria como comunicólogo. Fortunato Mallimaci y Verónica Giménez Béliveau hacen referencia a Miller para explicar el método más recomendable de la realización de la entrevista. Consideran que es preferible hacer una guía de temas y no una estructuración de preguntas, esto con el fin de que el entrevistado se sienta libre de contar sus anécdotas fuera del estricto margen que supone un cuestionario. Los mismos autores señalan dos caminos para trabajar la información recabada: transcripción de la entrevista o una redacción y tratamiento de la entrevista con datos que proporcionan un respaldo histórico. Decidí elegir la segunda opción para poder realizar el periodismo narrativo que deseaba y para proporcionar una mejor información. Utilicé cuadros de texto laterales que contextualizan las diversas situaciones de interés nacional e internacional por las que pasó el entrevistado. 9 He dejado de leer libros. Encuentro que aparta a mi mente de mí mismo. Oscar Wilde 10 CAPÍTULO I: ¿NO LE GUSTARÍA SER REPORTERO? 11 Sus pupilas han captado el genocidio estudiantil de México, varias giras presidenciales y los primeros viajes espaciales. Sus dedos han escrito sobre la gente, su país y el mundo. Tiene más de 60 años y parece de 40. Su pasaje ha sido diverso, ha presenciado las más grandes maravillas del hombre y las peores atrocidades de éste causadas por la ambición del poder. Pero eso no le quita las ganas de seguir caminando. Tantas décadas de respiración y parpadeos se encuentran bien archivadas en su memoria. Imposible es atrapar cada momento, cada recuerdo. Que sus labios expresen los momentos más relevantes de su vivir, es otra cosa. EL TRAJE Todo inició un día de mayo. Respiró hondo y ahí comenzó la historia. Era el año de 1942, nadie supuso que el bebé que entonces lloraba compartiría la mesa con las personas más importantes de México, años después. Leopoldo Mendívil aparece en la puerta, con un bloc de hojas amarillas. Un bloc que no usará en la entrevista, pero que no suelta. Se sienta, en el lugar principal de la mesa, por supuesto, y frente a él está una botella de Coca Cola con gotas de agua resbalando en su superficie. Lleva un traje sin saco. Hace décadas, un traje le cambió la vida. Leopoldo no era como todos los jóvenes duranguenses. Le gustaba vestir bien, le gustaba usar ropa que nadie usaba en Durango, y menos a los 18 años. Esto no lo detuvo. Cierto día decidió mandarse hacer un traje con el sastre más importante de la ciudad. Claro, él ya podía costearlo, trabajaba en la Distribuidora Ford de su tío Salvador, el patriarca adinerado de la familia Mendívil, desde los ocho años. ‘Te voy a hacer hombre’, le dijo. Pero aún era un niño, y lo que un niño podía hacer, era ir por lo mandados, ayudar a barrer y limpiar los coches nuevos. Si a los doce ya tenía edad para ser cobrador, a los 18 había adquirido el derecho de comprarse algo para sí 12 mismo. Lamentablemente, el cobrador del traje iba en horas inoportunas, Leopoldo nunca estuvo ahí para saldar su deuda. Pero su madre sí. — ¡Eres un irresponsable! ¿Cómo es posible que te hagas de tus caprichos y luego no los pagues? ¡Qué vergüenza! Lastimado por su propia madre. Barrido y trapeado, pero con el orgullo en alto, decidió demostrarle que sí podía hacer las cosas bien. Unos cuantos días después, Leopoldo se paseó frente al Palacio de Gobernación, de pronto se encontró con el reportero más influyente de Durango, no el mejor, pero sí el más influyente, su primo Armando Mendívil. — Tú tienes muchos contactos, a ver si me ayudas porque ando buscando trabajo, tengo 18 años puedo hacer algunas cosas. Al ser Durango una ciudad administrativa y comerciante, Leopoldo ya se veía trabajando en la función pública, pero no. Leopoldo se equivocó. Armando le llamó días después, con una respuestaa su solicitud. —Mi hermana me dijo que tienes buena ortografía, ¿es cierto? —Sí tengo buena ortografía, no sé qué tanta pero sí. —Hay una vacante de corrector en el periódico. A ti te gusta también leer ¿verdad?, lees libros o novelas por lo menos ¿no? —Pues sí, sí leo. —Principalmente vas a corregir errores tipográficos: dedazos, ortografía y algo de estilo. Nomás que tiene un inconveniente, el trabajo es de noche ¿Cómo la ves? DESDE EL TALLER No, Leopoldo no iba a ser limosnero y con garrote. La preparatoria de la Universidad Juárez del Estado de Durango tenía que adecuarse a sus horarios. El Sol de Durango le estaba dando una oportunidad, y no la iba a 13 desaprovechar. Los correctores tenían dos horarios: el primero de ocho a doce de la madrugada y el otro de las doce al cierre. De quedarse ahí, Leopoldo y el otro corrector se turnarían una semana en cada horario. Llegó el día de la prueba de ortografía, y apareció la palabra “avizorar”, que no escribió con Z sino con S. “Ya sabía que no era tan bueno”, pensó. Se dirigió rumbo a la oficina del director, una vez frente a él le dijo: “Mire, sí es una equivocación, no soy perfecto, pero en general tengo buena ortografía. Deme los tres meses de prueba”. Los meses le fueron otorgados y al final, se quedó. Trabajaba en el taller, con un escritorio espantoso que no tenía nada que valiera la pena, sólo un diccionario, un muy buen diccionario que estaba en uno de los cajones, y nada más. Ahí se pasó unos meses hasta que un día, el reportero estrella del periódico, Antonio Norman Fuentes, que cubría la Sección de Policía, se fijó en él. Antonio tenía la costumbre de darse una última vuelta por el taller entre nueve y diez de la noche, para chacotear con los linotipistas. Entonces lo vio. —Oiga ¿usted es el único que estudia de esta bola de ignorantes? Leopoldo soltó una risita. —Pues creo que sí. —Y ¿a poco se piensa quedar toda la vida en ese escritorio? —No, pues no, yo estoy aquí de paso. — ¿De paso? ¿No le gustaría ser reportero? ¿Y eso con qué se come?, pensó Leopoldo. No tenía ni idea. Como se le hizo descortés darle una negación rotunda, no dijo nada. —Bueno, por lo menos, ¿no le gustaría intentarlo? —Si, claro. 14 Al otro día, Antonio comenzó a darle notas para escribir entre cada huequito de la corrección. Leopoldo jamás se instruyó en eso de la mecanografía. Tecleaba con un solo dedo en la máquina Underwood de su padre, el telegrafista. Máquina que escribió los telegramas de Pancho Villa, y que Leopoldo usaba cuando su papá salía de la ciudad a cubrir las vacaciones de los otros telegrafistas. Pero pronto aprendió un poco más en las máquinas de escribir de la redacción. Su primera nota midió menos que el encabezado, estaba atestada de palabras repetidas, y a él, lo hizo muy feliz. Era una nota de policía, de unos detenidos o algo así. No la guardó, y todo lo que sí guardó, se quedó en Durango. Curiosamente, antes de ser reportero, Leopoldo fue columnista, un columnista escolar. El Sol de Durango tenía un lugar especial para la Universidad Juárez. Wulfrano Torres, un estudiante de aquel sitio era quién la escribía cada semana. La columna estaba atestada de banalidades y chismes de sus compañeros. Leopoldo odiaba corregirla. “Éstas son idioteces brutales”, pensó. Para ese entonces él ya colaboraba para El Diario de Durango, que era un periódico meridiano. Pero lo que él quería era escribir en el otro, El Sol de Durango, el importante. Pasó una semana, dos, tres, y en todo el mes nunca llegó la columna de Wulfrano. Leopoldo tuvo una idea. Escribió sobre un asunto de la universidad, con cosas informativas, y se la enseñó al rector de la Universidad. Así pidió ser el autor de esa columna. Y así fue como se la ganó. Cuatro años pasaron, uno siendo corrector y los otros tres en una mezcla de columnista-corrector-reportero. Era 1964 cuando Leopoldo se convirtió en reportero del staff. Un gran nombramiento, de no haber sido porque tuvo las peores fuentes en todo el diario. Primero, la CANACINTRA5, pero lo que más se parecía a una 5 Cámara Nacional de la Industria de Transformación 15 industria en la ciudad era un taller de tornería.. Luego la Secretaría de Recursos Hidráulicos6. Y al final, la CANACO7, en donde halló gracia ante los ojos del director, que era “grillo” en serio. “Yo te voy a ayudar en todo lo que pueda”, le aseguró. Leopoldo no desperdició la oportunidad y cada tres días ya estaba ahí, y salía con una nota. Al final del año ya se había llevado las ocho columnas durante seis meses. Ocho columnas, otras ocho, otras ocho. “¿Bueno yo que estoy haciendo aquí?, no, hay que buscarle”, pensó. HASTA LUEGO, DURANGO Leopoldo siempre había querido estudiar Diplomacia8, la Universidad de Durango no le ayudó. Sólo había tres carreras: Medicina, Derecho y Contaduría. Y aunque lo suyo no era por ahí, entró a estudiar Derecho por tres años. Mismos que le sirvieron para convencerse de que no quería ser abogado. Era tiempo de hablar con sus padres. “Son tus decisiones y nosotros las respetamos, pero termina tu carrera, recuerda que ahora los títulos profesionales son los títulos nobiliarios9 actuales, pero ¿ya fuiste a hablar con tu tío Salvador?”, le dijeron. Cierto, cómo olvidar la valiosa palabra del tío Salvador. “No, yo no tengo por qué hablar con él, ¡ustedes son mis padres!, apeló. Al otro día ya estaba frente a su tío explicándole la situación. — ¿Pero qué vas a hacer a México? ¡Esa es una ciudad come hombres!, por qué no te quedas aquí, entras a estudiar, vuelves a la Ford y ahí puedes quedarte perfectamente. 6 Actualmente la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación 7 Cámara Nacional de Comercio de Durango 8 Actualmente Licenciatura Relaciones Internacionales 9 Privilegio legal concedido desde la antigüedad que distingue a los miembros de la nobleza. 16 —Mire tío, le ruego que no se vaya a enojar por lo que le voy a decir, no lo tome como una ofensa pero yo no me veo cobrando letras de gentes que no pagan, y eso pasará si me quedo en la Ford. Yo entré al periódico, y me ha fascinado lo que he aprendido ahí, quiero hacer eso, pero quiero hacerlo allá porque ahí es donde está el periodismo que quiero hacer. Como su tío acudía continuamente a México para arreglar asuntos en la casa matriz, había adquirido, hacía algún tiempo, un departamento. Departamento que le prestó a Leopoldo para que se instalara mientras conseguía un empleo y tuviera los recursos para irse a vivir por su cuenta. Entonces llegó a México. Entró a la Escuela Libre de Derecho, por recomendación de su padre. Un amigo, que era de Durango, estaba haciendo sus “pininos” en el bufete más famoso de México, el prestigiado bufete Cárdenas-Gómez Mont. Dicho bufete se había hecho famoso porque durante un tiempo en la Ciudad de México se desató una ola de crímenes pasionales. Eran mujeres que mataban a sus esposos, lo llamaron “El año de las autoviudas” y todos los casos se los llevó Gómez Mont, aquel que fue padre o abuelo del ex Secretario Fernando Gómez Mont10. Por invitación de su amigo, Leopoldo visitó por primera vez los tribunales. Parecía emocionante la experiencia, hasta que vio un intercambio de billetes entre su amigo y la secretaria de tribunal. Y fue ahí cuando dijo: “No, gracias”. DESPUÉS DE MÉXICO Leopoldo no conseguía trabajo. Pero un día, un buen amigo suyo, Jaime Torres, que había sido fotógrafo en El Diario de la Tarde en Publicaciones Llergo, le dio dos cartas de recomendación, en ese entonces él ya era Jefe de Prensa del gobierno, así que con una fue suficiente.10 Secretario de Gobernación de México en el periodo 2008-2010. 17 Acudió a Publicaciones Llergo, habló con el gerente Mario Sojo Acosta, y quedó contratado como corrector. Mario Sojo Acosta, personaje que después se quedaría con la empresa, sólo para que al final, el gobierno terminara despojándolo de ésta, en cierto día le dijo a Leopoldo que algo se tenía que hacer con la revista o sino pronto se escribiría su epitafio. “Con suerte y usted lo escribe”, le dijo. Regino Hernández Llergo, creó esta compañía para hacer su revista principal, Impacto. Publicaciones Llergo también publicó la afamada revista Alarma, que fue el gran acontecimiento periodístico que mayor tiraje llegó a lograr, 600 mil ejemplares semanales. Fue un boom total. Y Leopoldo trabajó para ella. Ya no era más un lúgubre taller desde donde Leopoldo corregiría las planas. Ahora estaba en una oficinita muy acogedora que compartía con dos mecanógrafas. Leopoldo estaba feliz, a pesar de que adelgazó de manera dramática, pues la dieta del trabajo-escuela estaba dando frutos extremos. Entraba a trabajar de 1:30 a 5 de la mañana, para después llegar a la escuela a las 7 am. Pero ese era el turno que más le gustaba, porque era el momento en que llegaba el grueso de la información nacional de la Cadena Valseca.11 Ahí descubrió el mundo. Durango era una ciudad pobre y presumida. Había dos librerías y llegaban tres ejemplares de la última novedad, y todos se peleaban por ellos. Su papá compraba Novedades, que llegaba cada tercer día. Leopoldo lo leía, pasaba de la primera plana directo a los cines y espectáculos, casi nunca a los deportes. Nunca le llamó la atención ser deportista, quizás alguna vez quiso ser arquero hasta que un día detuvo el balón con el dedo meñique. Ahí renunció Si, descubrió el mundo, pues ahí llegaba toda la información internacional. Comenzó a ver el universo que para él no existía. Observaba las fotos del 11 Hoy la Organización Editorial Mexicana. 18 reportero estrella de la Cadena, Benjamín Wong Castañeda.12 Unas con el pie en el peldaño de una escalinata de avión, rumbo a una guerra o en camino a un evento internacional junto a algún presidente. “Ay cómo me gustaría ser como éste”, pensó. Y desde entonces, fue su ejemplo a seguir. Más tarde Benjamín se trasladaría a la parte administrativa como director de El Universal y de la Organización Editorial Mexicana. Luego crearía su propio periódico. Leopoldo y él llegaron a ser muy amigos. Al leer sobre el mundo, Leopoldo se dio cuenta de que había cosas mejores. Reflexionó y se dio cuenta de que nunca le gustó Durango, “Pueblo chico, chisme grande”, aseguró. No le gustaba Durango, aunque años más tarde se casaría con una chica que conoció en su Durango, pero que era del Distrito Federal, justamente, la hija del gerente de la Secretaria de Recursos Hidráulicos del aquel Estado. En 1965 estaban prohibidas las revistas policiacas, pero si tenían un contenido cultural entonces si se podían publicar. Así que en Alarma le ponían ocho paginitas de asuntos culturales. Ahí es donde vio una nueva oportunidad para escribir. Fue con el Jefe de la Sección a preguntarle si podía ayudarle de alguna manera. Éste le cuestionó si conocía la estatua del destructor de nuestra civilización, Hernán Cortés, que estaba en Cuernavaca. Leopoldo ni siquiera sabía donde estaba Cuernavaca. Lo que sucedía era que un líder agrario estaba promoviendo la creación de una estatua de Pancho Villa, un héroe de la patria, y Leopoldo debía cubrir la nota. Cuando entregó su cuartilla terminada, el Jefe de Sección le dijo: “Señor Mendívil, vengo a decirle que no le corregí ni siquiera una coma, qué bien escribe usted, me dará mucho gusto que me ayude”, y así comenzó a escribir para Alarma. Sin embargo, un día hubo un problema, nunca supo qué ocurrió ahí. Sojo lo llamó para hablar con él. 12 Benjamín cubrió también el Yom Kippur (Día del gran perdón), la cuarta guerra árabe - israelí, desencadenada por Egipto y Siria del 6 al 22 de octubre de 1973. 19 — Mire Leopoldo no sé cómo decírselo porque es muy molesto, pero me pidió el Jefe de Información de la revista, que le diga que ya no entre a la redacción porque usted le quita mucho tiempo a los reporteros. — ¡Vaya! Yo sólo saludo a dos, no le quito el tiempo a nadie, tal vez sea porque voy a usar las máquinas, pero yo tomo una máquina cuando no está el que la usa, y cuando él llega saco mis cuartillas y después vuelvo a terminar. — Él es un tipo muy mañoso, déjeme ver cómo puedo arreglarlo, deme tiempo, por lo pronto deje de venir unos días, y ya después yo lo llamó. Y Leopoldo decepcionado, pensó: “Yo venía en busca de una redacción y a la primera me hacen esto”. Así que decidió ponerse a buscar algo por otro lado. Y pronto, lo encontró. EL ENGAÑO Un primo, que vivía en la Ciudad de México, le contó que estaba por abrirse un nuevo periódico que llevaría el nombre de El Heraldo de México, en el que todo iba a ser en offset. El buen primo, que se movía en el periodismo por medio del diseño gráfico, lo llevó a las instalaciones del periódico, que aún estaban en proceso de construcción, pero prácticamente concluidas. Lo presentó con el gerente, quién le comentó que estaba por abrirse el proceso de contratación, que regresara al otro día con el Jefe de Información para que le hiciera sus pruebas. Era viernes y el Jefe de Información le pidió para el lunes: una nota informativa, un reportaje, y un artículo. Y por si fuera poco, le pidió también una nota sobre la bolsa de valores, el termómetro de la economía internacional. Leopoldo no tenía ni idea de lo que iba a hacer. 20 Todo lo fue resolviendo en pasos. Recordó que su tío trabajaba en una sucursal bancaria y fue con él. El tío no sabía mucho del tema, pero lo mandó con un experto, y listo, quedó la nota. Luego iba el artículo, que fue sobre los “veranos calientes” en Estados Unidos, la lucha racial con los negros. Ese año fue muy especial porque hubo un alboroto en Los Ángeles , en Watts. Un policía mató a un negro que estaba robando y todo se alebrestó. Hubo una transmisión para TV, por primera vez, al lugar de los hechos, en un helicóptero montaron la cámara con unos dispositivos muy grandes, todo quedó grabado, históricamente fue lo que más quedó recordado de los “veranos calientes”. Había otro tío suyo en la ciudad, que vivía en Los Ángeles, con el que había hablado días antes en relación con toda esa situación. Le platicó cómo era la discriminación contra los negros, los latinoamericanos y los judíos: a los judíos les valía, por todo el poder económico que tienen, los negros atacaban y los latinos aprendían de la situación. Entonces escribió eso. ¿Pero qué iba a hacer con la nota libre y el reportaje? Compró todos los periódicos y revistas que pudo. Leyó y releyó. Se encerró sábado y domingo. Después de que por sus ojos pasaran tantas y tantas letras, al fin supo qué hacer: iba a inventar la historia. Y lo hizo. Era sobre un accidente de avión. De la supuesta tragedia sacó la nota informativa, y el reportaje fue sobre cómo había sido el accidente, y cómo las familias se encontraban en las oficinas de Aeroméxico clamando por información y justicia. Y entregó todo, le dijeron que asistiera tal día para ver si se quedaba. La ocasión llegó pronto. Leopoldo suponía que no se iba a quedar. “En primera porque lo inventé”, pensó. Tampoco conocía el ambiente, la redacción olía a nuevo, y estaba atestada de gente, no conocía a nadie pero escuchaba a muchos reporteros que contaban sus hazañas periodísticas, los observó con cuidado y meditó: “¿Qué voy a hacer yo contra éstos?” Entonces anunciaron al primero en ser empleado,luego al segundo y al tercero, y el cuarto fue Leopoldo. Fueron siete los primeros reporteros que 21 contrató El Heraldo de México. Entró a la oficina del subdirector, Óscar Alarcón, y ahí estaba el que iba a ser el Jefe de Redacción y el Jefe de Información, el subdirector habló. — Siéntese señor Mendívil, primero que nada felicidades, le pediremos que acepte ser nuestro reportero. — No, pues, encantado de la vida. — Pero, tengo una duda, esta nota y reportaje que trajo ¿dónde ocurrió? Leopoldo se sintió descubierto, sin salida. Pero con honestidad contestó: — En mi mente señor, es la verdad. Mire, no llevo mucho tiempo aquí en la ciudad, me la paso estudiando por la mañana y parte de la tarde en la Escuela Libre de Derecho. La nota está inventada, no ocurrió, y apenas tenía tiempo de hacerlo. — Bueno, bueno, lo importante es que está bien escrito, tiene usted idea. El artículo de Watts, el que era real, fue de las primeras cosas que publicaron en la sección editorial. Y como venía de haber trabajado como corrector en Alarma, lo mandaron a la Sección de Policía con otro compañero que tenía mucha experiencia en la Ciudad de México. Fue muy feliz trabajando en esa sección, que, en su opinión, es en donde el reportero se hace, porque es donde más se reportea. Las fuentes principales eran la Jefatura de Policía, con el Servicio Secreto, que entonces existía, y la Procuraduría de Justicia con la Policía Judicial. DETECTIVE PROVISIONAL Cierto día, se dijo que en un estacionamiento en Toluca empezó a oler muy feo, buscaron el motivo, y encontraron un cadáver ahí. Al día siguiente, Leopoldo se enteró de que un reportero de Excélsior, Víctor Payán, iba a ir 22 a Toluca con Jorge Herrera, un reportero de La Prensa. Y se les pegó. Juntos le dieron seguimiento a la nota. Comenzó a pasar mucho tiempo con los reporteros que también iban a cubrir la fuente policiaca. Así que junto a ellos, se fue a investigar lo del cadáver. Le dieron la pista a la policía, que andaba totalmente fuera de foco. En media hora, prácticamente, resolvieron el caso. El muerto había sido metido en una caja de cartón dentro de la cajuela. “Miren la caja tiene la etiqueta de una mueblería”, les señaló. Corrieron hacia la mueblería y la señorita se acordó que habían ido dos hombres a comprar una caja. Leopoldo, junto a sus nuevos aliados, “secuestraron” con su permiso a Jaubert, un hombre que hacía retratos hablados. Éste realizó el dibujo y uno de los asesinos se descubrió. Eran tres, iban a armar una banda de ladrones, y ese muchacho fue la primera víctima. Eran dos hermanos y un tipo perteneciente a la comunidad libanesa. Sabían que el muchacho trabajaba y ganaba buen dinero, pues eran sus amigos. Lo secuestraron, lo mataron, le robaron lo que tenía, y en su coche metieron el cadáver. Caso cerrado. Publicación de la nota al día siguiente. Fue emocionante su trabajo en la Sección de Policía. Tuvo la fortuna de trabajar con dos fotógrafos que conocían la ciudad como la palma de su mano, y así aprendió a manejarse en ésta. Sin embargo, llegó el momento en que comenzó a sentir que le estaba surgiendo la mentalidad del reportero de Policía. En la sección los atropellados no eran noticia, porque había tantos que era común, ya hasta les decían “fiambres”. Él no lo sabía, en su primer día, en la sala de juntas, donde se reunían los reporteros para revisar las copias de las actas de todas las delegaciones, se puso a escoger lo que valía la pena para hacer síntesis13. En una cuartilla cabían aproximadamente cuatro notas de las actas. De pronto salió una acerca de un atropellado, la eligió. Entonces 13 Actualmente denominadas “breves” por los diarios 23 preguntaron: “¿Quien fue el estúpido que puso el fiambre?”. Leopoldo se reveló como el autor de la situación. “Ah, eres nuevo, esto no sirve, hay muchos muertos, estas no son notas”, le comunicaron. Y él tuvo que entenderlo. Los negocios de la fuente de Policía se limitaban a proteger a una casa de citas, a una cantina o un restaurante, no se metían con los narcos, ni nada de eso. Y aunque el trabajo era prácticamente de párvulos, ya no le gustó más. A sólo nueve meses de su trabajo en Policía, ya estaba harto de la fuente. Buscó algo más y lo único que había eran las fuentes económicas, así que se encargó de la Secretaría de Industria y Comercio. Luego se paseó por otras fuentes, hasta que el Jefe de Redacción tomó la decisión de terminar con el sistema de fuentes, para que los reporteros no siguieran obteniendo dinero por promoción en notas. Se supo que el Jefe de Información y dos reporteros, pasaban a las fuentes a cobrar los llamados “embutes”14 y se quedaban con todo. Hasta que la familia Alarcón, dueños del periódico, se dieron cuenta de todo. Una vez que el sistema de fuentes desapareció, Leopoldo conoció las diversas fuentes informativas, desde Presidencia de la República, hasta la de Deportes, y en muy poco tiempo pudo conocer cómo era el movimiento informativo. La única Secretaría que no conoció fue la del Trabajo y Previsión Social, en la que, paradójicamente, llegaría a trabajar años después. UN MOVIMIENTO ESTUDIANTIL Tres años pasaron volando, y apareció 1968 en el calendario. Leopoldo era constantemente enviado a las fuentes educativas, por lo mismo trabajó mucho en la UNAM. Incluso se hizo amigo de los agentes de la Dirección 14 Dinero que les daban a los reporteros por hacer las notas que ellos requerían. 24 Federal de Seguridad. Así comenzó a conocer la temperatura social del país. Se hablaba mucho del sistema político priista y su autoritarismo, él necesitaba información y por eso unió lazos de amistad con ellos. Era mayo. Uno de aquellos amigos le dijo: “Algo va a pasar aquí, están habiendo muchos conciliábulos15, y esto es señal de que aquí va a suceder algo.” Leopoldo escribió la nota sobre eso, ésta iniciaba con: “Fuentes allegadas a la universidad, aseguran…”. Y la publicaron en primera plana. Junto al inicio de todo esto, llegó a la redacción, un hombre que había trabajado en La Prensa en uno de sus mejores momentos, cuando Manuel Buendía era director de ésta. Mario iba a ser el nuevo Jefe de Información. En julio hubo un alboroto entre instituciones: la Escuela Preparatoria Ochoterena, que estaba atrás de la Secretaría de Gobernación, y la Vocacional 5 del Politécnico. Estaban en un pleito intenso cuando llegaron los granaderos a separarlos. Estos agarrones eran comunes en ese tiempo, pero los medios le pusieron mucha atención a éste en particular. Al día siguiente, Leopoldo fue a recoger su correo. El Jefe de Información lo mandó a Gobernación porque, al parecer, los estudiantes se iban a dar otro agarrón. Leopoldo salió casi corriendo, y llegó al lugar. De pronto, por un lado llegaron los de la Vocacional y por el otro los de la Ochoterena, Leopoldo sabía que era momento de 15 Reunión de personas que no ha sido convocado por persona autorizada o que se reúne para tratar un asunto que se quiere mantener oculto. Movimiento Estudiantil 1968 El movimiento estudiantil del 68 fue un movimiento de carácter social. Este movimiento surgió por la indignación y la idea de que algo tenía que hacerse contra el gobierno mexicano en los sesenta, que estaba poco dispuesto a escuchar las demandas que vestían un carácter inofensivo, planteado por un grupo de universitarios. Que más tarde se convertiría en un movimiento con implicaciones en más sectores sociales, no solo de jóvenes, que pugnaban por más libertad política para la población civil. La historia del movimiento del 68 mexicanocomienza con un simple conflicto entre estudiantes y termina en una masacre. Flores, Edgar. “Ensayo del Movimiento Estudiantil de 1968 en México”, www.tuobra.unam.mx 25 trabajar. Pero justo en ese momento arribaron los granaderos, y Leopoldo, sin saber cómo, se quedó en medio. Su razón le indicó irse de lado de los granaderos, y lo hizo. De la nada se armó el alboroto. Los jóvenes aventaron algunas piedras a los granaderos, hasta que éstos dieron el silbatazo, entonces sí, todos a correr hacia su escuela. Cerraron la puerta de la Vocacional, los granaderos, algunos entraron al pasillo de la escuela, pero no a los edificios. También se replegaron a la mitad de la plaza. De un edificio salió un pañuelo blanco, y ahí inició el diálogo. El presidente de la sociedad de alumnos se le enfrentó al comandante de los granaderos, no llegaron a pelear, pero sí le exigió que no se acercaran otra vez a la escuela. El presidente muy convencido, aseguró que en los laboratorios tenían ácidos y se los iban a aventar si se acercaban otra vez. El comandante ofendido advirtió que no los amenazaran, que si no hacían alborotos nadie los iba a tocar. Ahí terminó todo el asunto. Cuando Leopoldo llegó al periódico se encontró con otra versión de los hechos que sólo él había presenciado: los granaderos habían invadido la escuela y golpeado a los estudiantes ahí dentro, lo cual violaba la autonomía del Politécnico. Leopoldo enfureció y dijo: “¡En primer lugar el Politécnico no es autónomo!, en segundo, no hay quién confirme esa información porque sólo había camarógrafos y yo fui el único reportero que estuvo ahí, así que no pienso publicar esa nota, porque no es cierto lo que dice.” Días pasaron, otros acontecimientos como éste sucedieron, mientras tanto, El Heraldo sufría cambios en la redacción. Un compañero llamado José Falconi, quien moriría tiempo después en un accidente de avión cuando viajaba a Posa Rica, Veracruz, durante la campaña de Luis Echeverría, lo saludó y le avisó de la reunión que estaba preparada para ese día con Gabriel Alarcón, el dueño del periódico. El asunto fue que el sistema de fuentes iba a volver, que la especialización era necesaria en un periódico. La repartición de fuentes inició con Leopoldo: 26 — Leopoldo Mendívil, Presidencia. Leopoldo quedó estupefacto. Por su mente transitó el recuerdo de la primera vez que cubrió al reportero de esa fuente: l legó al lugar, observó lo controlado que estaba todo, la mayoría de los reporteros tenían al menos el doble de su edad, era gente de bastón. Al verlo, el director de información de presidencia le dijo: “¿Para que le sirvo chamaco?”. No, él no podía cubrir esa fuente. Gabriel intento revitalizarlo. — No te preocupes, Leopoldo, te vamos a ayudar. No sólo tenía que cubrir la fuente que más le atemorizaba, también tenía que llevar notas exclusivas, y eso, no se valía. Comenzó a viajar en las giras presidenciales. En una ocasión, una construcción estaba siendo inaugurada, así que decidió entrevistar al Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, los reporteros se dieron cuenta y comenzaron a acudir para recibir la información, pero cuando llegaron Leopoldo ya estaba por terminar la entrevista. El Secretario se limitó a saludarlos y se fue. En la noche, el Director de Información de Presidencia llamó a Leopoldo muy molesto, le dijo que tenía una queja de los compañeros periodistas porque estaba entrevistando al Secretario en privado, y que eso no se valía porque la información era para todos. Terminó con un: “¡No lo vuelvas a hacer!”. Los Juegos Olímpicos estaban por iniciar y Leopoldo fue relevado de su fuente de Presidencia, para cubrir todo lo que pasaba en la Villa Olímpica; tenía que llevar preparadas dos entrevistas al día. Para él, fue una experiencia hermosa ver entrenar a los atletas, platicar con algunos de ellos . Pero no era el único tema del que debía estar al pendiente, pues, como la Villa estaba cerca de la Universidad, tenía que estar preparado para salir rumbo a ésta si había algún alboroto por ahí. Fue una locura. Una tarde hubo una manifestación, así que él y otros reporteros llegaron al Zócalo muy temprano y se instalaron en la puerta “Mariana” de Palacio 27 Nacional. La opinión pública ya señalaba a los periodistas como “prensa vendida”. De pronto, Leopoldo se dio cuenta de que la multitud los estaba rodeando, les dijo a sus colegas que era mejor que todos caminaran lentamente hacía los soldados que estaban cerca de ahí, pronto ya estaban entre soldados y estudiantes. La orden: “¡Montar Bayoneta!”, les permitió salir del embrollo. Leopoldo Mendívil sólo veía y realizaba sus anotaciones: Un grupo de estudiantes se quedó atrás de Palacio, rodearon la Secretaria de Educación Pública y no dejaban pasar. Los estudiantes secuestraron y quemaron camiones. Había llegado ya Policía Auxiliar. Los estudiantes salían y les tiraban bombas molotov, y algunas de éstas, les prendían el uniforme, no llegó a más, pero se exacerbaba la furia de unos y otros. Los soportaron un rato, hasta que el silbatazo se dio, entonces los policías corrieron tras ellos y les dieron golpizas brutales. Todos los reporteros se concentraban juntos. Había tres reporteros de El Heraldo, Leopoldo incluido. Se turnaban para cubrir, cuando llegaba su relevo, corrían al periódico a redactar la nota. El protocolo era conocido por todos, si no se controlaba el asunto con la Policía Auxiliar, llegaba la Preventiva, luego los granaderos y, por último, el Ejército. Leopoldo estuvo ahí hasta las 11 pm, instante en que llegó la Policía Preventiva. Momentos antes llegó el Servicio Secreto a estacionarse frente a la Catedral, eran aproximadamente 20 patrullas. Leopoldo era buen amigo del Jefe del Servicio Secreto, “El Gallo”, así que decidió saludarlo. Él le dijo que no lo dejaban entrar, que algo pasaba, y que era la confirmación de que todo estaba planeado, pues era raro que no los pudieran controlar, pues sólo eran estudiantes, lo mejor que tenían eran bombas molotov. Leopoldo volvió al periódico a redactar. Al otro día, un fotógrafo que cubría eventos sociales llamado Guardiola, le platicó lo que sucedió después: llegaron los granaderos, el muchacho que estaba aventando las bombas 28 molotov desde el balcón de un edificio murió, pues al arrojar una molotov, uno de los granaderos disparó a la bomba y uno de los pedazos cayó en la boca del chico. Éste se envenenó de inmediato, cayó del balcón pero su pantalón se atoró en éste, así que quedó colgado muerto, la escena alborotó todo aún más. Después llegó el ejército a sustituir a los granaderos. Con un bazucazo derribaron la puerta de Preparatoria Nacional 1. El ejército entró, y Guardiola también, comenzó a tomar fotografías de los estudiantes golpeados. Y así fue como El Heraldo, fue el único periódico que obtuvo las fotos del famoso “bazucazo”. Leopoldo comenzó a meditar todo. “La revuelta de los estudiantes en ese suceso específico no tenía por qué haber llegado a tanto. La primera policía que estuvo en el evento fue la Policía Auxiliar. Ellos hubieran sido suficientes para detener aquello, esto estuvo preparado”, pensó. Para Leopoldo todo fue una lucha política, pues Luis Echeverría16 quiso obtener más poder, poder para lograr que el presidente Gustavo Díaz Ordaz17 se inclinara por él, por la necesidad que había entonces de proteger la figura presidencial. Supuestamente Echeverría era un hombre leal al presidente. Había sido hechura de Díaz Ordaz, era un hombre de toda su confianza. Leopoldo lo conocía. Echeverría era un tipo que casi no hablaba, siempre tenía una cara de austeridad, usaba unos lentes verdes que eran muy anchos, y más claros en el centro, que hacían que sus ojos se vieran más pequeños. Era un hombre que no teníaningún problema en quedarse más tiempo en la Secretaria si era necesario, trabajaba excesivamente. Así se fue ganando la confianza de Díaz Ordaz. “Lo que quería Echeverría con todo este alboroto, era que el presidente viera su capacidad de hacerse cargo de las dificultades nacionales”, concluyó. 16 Político y abogado mexicano. Presidente de México en el periodo 1970-1976. 17 Fue un abogado y político mexicano. Presidente de México durante el periodo 1964- 1970. 29 VIAJES INTERESTELARES Nunca lo imaginó, nunca se había metido en esos temas, sólo veía lo que pasaban en televisión y hasta ahí, así que le cayó de sorpresa enterarse de que iba a cubrir la llegada del hombre a la Luna. La restructuración de El Heraldo había comenzado un año antes. El diario se reforzó en gran manera tras la llegada de Mario Santoscoy, pues atrajo a mucha gente joven, El Heraldo le dio pelea al Excélsior de Julio Scherer18, tenía mejor cobertura, principalmente en el ámbito fotográfico. Los Juegos Olímpicos iniciaron, y el periódico estaba en su mejor momento. Pero al finalizar éstas, todos tuvieron que hacer un gran esfuerzo para mantener al diario en donde estaba. Leopoldo ya había alcanzado el nombramiento de “Reportero Estrella”, además de tener la fuente de Presidencia, lo mandaron mucho a Estados Unidos para cubrir eventos. Trabajaba muy duro para beneficiar al periódico, y su nivel de inglés había mejorado muchísimo, por todo esto lo mandaron a cubrir el Apolo 11. Leopoldo estaba más que encantado de ir a donde lo llevara el viento, o a donde lo enviaran, porque de esa manera aprendía cada vez más. En el Apolo 11 conoció otro tipo de periodismo, conoció a otra clase de periodistas, aprendió de ellos mientras conversaban, o simplemente cuando los veía trabajar. Al regreso del Apolo 11, los astronautas que viajaron llegaron a México 18 Periodista y escritor mexicano. Exdirector del periódico Excélsior y del semanario Proceso. Actual presidente del Consejo de Administración de CISA Comunicación e Información, S. A. de C. V. Apolo 11 Fue la misión espacial que Estados Unidos envió al espacio el 16 de julio de 1969, siendo la primera misión tripulada en llegar a la superficie de la Luna. El Apolo 11 fue impulsado por un cohete Saturno V desde la plataforma LC 39A y lanzado a las 10:32 hora local del complejo de Cabo Kennedy, en Florida (Estados Unidos). Oficialmente se conoció a la misión como AS-506. La misión está considerada como uno de los momentos más significativos de la historia de la Humanidad y la Tecnología. El 24 de julio, los tres astronautas lograron un perfecto amerizaje en aguas del Océano Pacífico poniendo fin a la misión. S/A, “Apolo 11”, www.es.wikipedia.org 30 para visitar al presidente. En esta oportunidad, Leopoldo aprovechó para entrevistarlos. Pero como las segundas partes nunca han sido buenas, la noticia del lanzamiento Apolo 12 ya no había causado tanto revuelo, y la del Apolo 13 no llamó la atención de nadie. A Leopoldo lo localizaron de noche, a las 10:30 pm, alguien llamó a su esposa, y ella le dijo a Leopoldo que lo estaban buscando del periódico porque querían que fuera a cubrir los “problemas” que el Apolo 13 estaba teniendo. Lo buscaron a él y a Joaquín López Dóriga, pero fue Leopoldo el que contestó primero. Y aunque muchos dijeron que la descompostura del Apolo 13 fue una farsa para jalar de nuevo la atención mundial, para Leopoldo fue una gran experiencia estar ahí. Y todo aquello quedó plasmado en su columna Módulo Lunar. UNA PROFESIÓN DISFRAZADA DE OFICIO La fuente de Presidencia siguió siendo suya, y gracias a ésta, tuvo acceso a mucha información y a muchas otras fuentes informativas. Así que comenzó a escribir otra columna, ésta se llamaba Oficio Reportero. Por ahí andaba un reportero llamado Manuel Mejido19, que en una ocasión se encontró con Leopoldo y lo regañó. — ¿Por qué le pones oficio? ¡Nosotros hacemos una profesión! — Bueno, es que es la manera en la que todo el mundo nos referimos al trabajo, yo no lo uso de manera denigrante. Los oficios fueron durante un tiempo una forma muy noble de trabajo. Luego se fue analizando más el uso término, pero en ese momento no fue 19 Reconocido periodista veracruzano que ha entrevistado a personajes como Dwight Eisenhower, Pablo Picasso el Sha de Irán, Pablo Neruda y Gabriel García Márquez. Ha ganado el Premio Nacional de Periodismo en 18 ocasiones. La revista Time lo nombró uno de los mejores periodistas de México. 31 peyorativo para la cuestión periodística. Leopoldo escribiría esa columna hasta 1972 cuando conoció a Porfirio Muñoz Ledo20. TRAS EL MICRÓFONO El Heraldo tuvo una sección de noticias radiofónicas llamada Radionoticias del Heraldo de México. Los directivos del periódico querían convertir el programa en una agencia distribuidora de información. Ahí fue cuando Leopoldo comenzó a hacer radio. Los reporteros llegaban con la información, y además tenían que entregar dos o tres notas para radio. Hacían sus síntesis y las grababan ellos mismos. Era lo bueno del sistema, permitía voces diferentes, voces nuevas, en la creación de información noticiosa. Sin embargo, no funcionó. Leopoldo siguió en radio, pero sólo cuando sus compañeros lo invitaban. Siempre se reprochó el no haber continuado de fijo en aquel medio, en ese tiempo, fue un error no haberse adentrado en éste hasta muchos años después. La personalidad no le ayudó a Leopoldo con sus intereses. Siempre fue nervioso, porque trató de hacer muy bien todo y siempre tuvo miedo de hacerlo mal. Tiempo después, vencería al miedo de manera extraordinaria. EL NUEVO JEFE DE REDACCIÓN En 1969 nació su primera hija, y aunque Leopoldo moría por no separarse ni un instante de ese pequeño ser, su Jefe de Información no le dio sus vacaciones. Así que él se escapó, sólo fue un día, un lunes de travesura en donde él y su familia disfrutaron de su primera salida juntos. 20 Actualmente se desempeña como Diputado Federal por el Partido del Trabajo. 32 El martes que llegó, se enteró de que el día anterior se había armado una verdadera revolución en el diario: habían despedido a más de la mitad de la redacción. En su impresión, alguien le dijo que no se preocupara, que su puesto estaba seguro. Lo que sucedió, fue que desde hacía ya un tiempo, a un empleado se le había ocurrido la idea de crear un sindicato. Y muchas personas se unieron a él. Leopoldo no lo apoyó, simplemente, porque nunca le llamaron la atención los sindicatos. A él, incluso, lo llamaban “Lobo Estepario”, porque todos se habían dado cuenta de que le gustaba trabajar solo. Los directivos se enteraron de los planes y los despidieron. Muchos afirmaron que Leopoldo había sido el “soplón”, pero no, él siempre se mantuvo al margen. Contrataron a nuevas personas, no se parecían en nada a las de antes. Leopoldo entendió, entonces, que El Heraldo se iba a hundir. Alguien de Excélsior se acercó a él para ofrecerle un empleo en el periódico. Esto hizo pensar a Leopoldo en su futuro, y se preguntó qué era lo que iba a hacer. Tiempo después, sucedió la tragedia del avión que se cayó con algunos de los mejores periodistas de la prensa de aquellos años. En dicho desastre murieron dos de los mejores reporteros de El Heraldo: Mario Falconi y Rafael Moya. Ese fue otro duro golpe al periódico. Así que le ofrecieron la Jefatura de Redacción a Leopoldo para sustituir a Moya, pero él no se sentía capaz. Leopoldo le pidió al subdirector Óscar Alarcón que le permitierapensarlo. Tiempo atrás, cuando Salvador El avionazo del Cerro del Mesón El domingo 25 de enero de 1970, durante el inicio de la 2da. etapa de la campaña del entonces candidato presidencial por el PRI al gobierno de la república Luis Echeverría, un avión tipo Corvair con las siglas XC- 00K propiedad de la paraestatal mexicana CFE se estrelló en la cima del Cerro del Mesón debido a una intensa neblina, dejando un saldo de 14 víctimas, la mayoría de ellos periodistas que cubrían la campaña presidencial para diferentes medios de comunicación como la agencia PIMSA, El Sol de México, El Heraldo de México, La Prensa, La Afición, Excélsior y Ovaciones, siendo el único sobreviviente de aquella tragedia el periodista Jesús Kramsky. El "Monumento a los Caídos" conmemora la tragedia. S/A, “Cerro del Mesón”, www.es.wikipedia.org 33 González fue nombrado Jefe de Información, Leopoldo le había tendido la mano para que se adaptara a su nuevo puesto, pues Salvador venía de la Sección de Deportes en La Prensa. Le sugirió que se metiera a la hemeroteca para empaparse de todos los temas. El Heraldo tenía la mejor hemeroteca de todos los periódicos, era muy completa, así que le dijo que le ayudaría mucho meterse a leer para saber cómo eran las notas de en los asuntos de política y economía. Leopoldo también le mencionó que sería bueno que se fuera a las fuentes y las conociera. Y así inició su relación. Así que en aquel momento, Leopoldo le propuso a Salvador la Jefatura de Redacción a cambio de la de Información. Pero Salvador le confesó que si Leopoldo no estaba preparado, él menos. Al día siguiente, Leopoldo fue hasta la oficina de Óscar. — No puedo aceptar el cargo, no tengo experiencia, yo suelo actuar de acuerdo con mi realidad. — Pues mira Leopoldo, alguien ya me pidió el puesto de Jefe de Redacción que te ofrecí, así que si no quieres el cargo, dale la oportunidad al que si lo quiere. A Leopoldo nunca le llamó la atención poner las cabezas de las notas o formar el periódico, no. A él le gustaba traer la información, estar en la calle, por eso más que nada fue que rechazó el puesto. Y siguió siendo reportero hasta que Muñoz Ledo le ofreció un trabajo en el otro lado del espejo, en el Gobierno. 34 CAPÍTULO II: CONOCIÉNDO AL LEÓN DESDE SUS ENTRAÑAS 35 Ahora Leopoldo recuerda desde su escritorio. Frente a él tiene un mueble de madera con libros, muchos libros. A su izquierda está su computadora, una laptop abierta casi totalmente, y después de ésta, se encuentra la ciudad detrás de su ventana. Y recuerda. Recuerda otra parte de su vida que, sin duda, lo dejó marcado para siempre. Una parte que, asegura, sin ella un reportero nunca está completo. ¿BURÓCRATA YO? Porfirio Muñoz Ledo era Subsecretario de la Presidencia, famoso por ser un hombre de izquierda dentro del aparato priista, y por ser intelectual y muy buen político. Había sido presidente de la Asociación de Estudiantes de la Facultad de Derecho de la UNAM. Estuvo un tiempo en Paris como agregado cultural, estudió allá y conoció mucha gente. Tiempo después estuvo en la Dirección del Seguro Social en el gobierno de Díaz Ordaz. Pronto se comenzó a acercar a Echeverría. Leopoldo siempre le decía que era “un hombre que vive pariendo ideas”. Una vez dentro del mandato de Echeverría, muchas de las acciones del gobierno fueron invento de él. La propuesta de crear una Carta de Deberes y Derechos Económicos de los Estados, fue uno de ellos. Otra de las principales funciones de Muñoz Ledo como Secretario de Presidencia fue escribir los discursos de Echeverría. Después lo nombraron Secretario de Trabajo. “Ahí lo mandaron porque fue lo que hubo”, recuerda Leopoldo. Mientras Leopoldo trabajaba en la fuente de Presidencia, conoció a Muñoz Ledo cuando aún era Subsecretario. Hicieron un vínculo, pues se 36 encontraban en giras que Leopoldo cubría para el diario, dentro y fuera del país. El Heraldo era propiedad de una familia: el padre y los dos hijos. La única persona con un puesto fuera de la familia era Agustín Barrios Gómez, en la vicepresidencia, era muy famoso en el periódico y nunca se le vio fin a su cargo, hasta que se peleó con los Alarcón y se fue. Hubo un momento en el que Leopoldo supo que se encontraba frente a una pared, se dio cuenta de que era un error de su parte si se quedaba en El Heraldo, donde ya no tenía oportunidades de crecer. Sabía que tenía mucho que aprender y no lo conseguiría si se quedaba ahí. Porfirio lo llamó justo en sus momentos de duda sobre El Heraldo para proponerle un trabajo con él en la Secretaria del Trabajo y Previsión Social. Leopoldo supo que necesitaba consejería urgente. Por eso fue que comenzó a preguntar la opinión de los hijos de Alarcón. Y después fue directamente con Gabriel. — Quiero hablar contigo como amigo y como jefe. Leopoldo le explicó cómo estaba la situación con Muñoz Ledo y las dudas que tenía sobre lo que debía hacer, y el jefe habló. — Primero te voy a hablar como tu jefe, y como tu jefe te digo que no te vayas porque te necesitamos. Entonces Gabriel comenzó a contarle una experiencia que tuvo cuando le ofrecieron trabajar como diputado en Puebla. Decidió ir a consultar a su papá y éste le hizo ver todas las cosas que él no veía de una situación de esa naturaleza. Lo convenció de que no tenía que ir a hacer nada allá, y que tenía su vida ya resuelta en el periódico. — Mira Leopoldo, como amigo te digo que si te vas a enfrentar a la burocracia te vas atorar todo, te vas a desesperar porque las 37 decisiones aquí en el periódico se toman rápido, pero en la Secretaría no. — Pero en la burocracia no sabemos como están as cosas, igual y todo es más fácil, con buena voluntad. Pero te agradezco tu consejo, te aviso pronto mi decisión. EL PORTÓN Con todos los enredos que tenía en la cabeza, Leopoldo fue a platicar con el Director General de Información de la Presidencia, que era amigo suyo. Le pidió una cita formalmente, pero no especificó el asunto de su visita. Cuando llegó le preguntó al director si imaginaba a lo que venía, y éste le dijo que sí. Le pidió que le diera su opinión porque estaba hecho bolas, y porque le encantaba su “chamba” de reportero. — La política es como una puerta, como la de Catedral: fuerte, dura. Muchos se acercan a tocar, gritan y golpean pero la puerta no se abre. Pero de pronto hay una puertita que se abre, esto es justo lo que te está pasando a ti, no ves lo que está pasando en la puerta, vas distraído viendo a todos lados, de repente escuchas un grito de alguien que te llama. Lo que vas a aprender con Muñoz Ledo te va a servir para toda la vida, no lo pienses, toma el riesgo. Leopoldo ya había consultado sus fuentes, pero esta vez fueron para resolver y organizar su propia vida. “Si me quedo sé que me va a ir bien como periodista. Pero tengo la oportunidad que se me presenta para entrar a la política. Si no le entro y me arrepiento, me voy a mentar la madre por bruto y por baboso, por no tener los calzones para hacerlo, además si se me está presentando la oportunidad a mí, pues voy a ir”, concluyó. Y se fue. 38 DE MADRUGADA El gobierno de Echeverría estuvo lleno de muchos matices, y a Leopoldo le tocó trabajar con Muñoz Ledo, uno de los hombres más influyentes del país. En ese entonces Leopoldo tenía 32 años y Porfirio 41. Sin darse cuenta Leopoldo comenzó a ocuparse en la Secretaría del Trabajo, en donde había mucho más el trabajo en el horario nocturno. Las negociaciones obrero-patronales casi siempre se efectuaban por la noche. Al parecer era por mera estrategia, porque un Secretario antes de Muñoz Ledoorganizó todas estas reuniones después del atardecer. Metía al lugar de discusión a los obreros por un lado y a los empresarios por otro, el sitio estaba vacío, sin sillas, y todos comían y bebían así, de pie. Tarde, sin asiento, panza llena: las reuniones eran cortas. Y fue quizá por eso, que la forma de manejo de la Secretaría se transformó. Leopoldo ya tenía un cambio de ropa ahí en la oficina, y en su baño le instalaron una regadera, porque nunca se sabía cómo iba a ser la noche. Por otra parte, Muñoz Ledo seguía trabajando en cosas para el presidente, entonces se quedaba a trabajar para hacerle los discursos, o documentos o proyectos. Muchas veces Leopoldo se tuvo que quedar con él, pues era su responsabilidad estar pegado al hombre, ya que en cualquier momento lo podía necesitar. Fueron muchas las noches que se quedaron a trabajar en la creación de un discurso u otro asunto. Se unían, Leopoldo estaba ahí, haciendo observaciones para que se entendiera bien el discurso, siempre alerta de cuál iba a ser la repercusión de cada idea. Fueron tres años en los que estuvo trabajando con Porfirio, de noviembre de 1972 a septiembre de 1975. Hasta que la candidatura presidencial se la llevó López Portillo. Entonces Muñoz Ledo fue enviado como presidente del PRI, y Leopoldo se fue con él para hacer algo para lo que jamás se preparó. 39 UN ESPEJISMO Con toda la situación nueva del partido, Leopoldo recibió en sus manos la Secretaría de Prensa y Propaganda del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, como se llamaba entonces. Pero estuvo al frente solamente una semana. Muñoz Ledo habló con él un día. — Mire Leopoldo, le traigo un recado del señor presidente. Dice que usted tiene todas las capacidades para manejar la Secretaría, pero le falta una: ser político. Y el presidente dice que sobre todo en campaña, el Jefe de Prensa debe ser un político para que entienda todos los asuntos. Entonces ayúdeme, piense en algún senador o diputado federal que pueda dar la talla para el puesto, y nos vemos dentro de dos días. De esa plática pasaron justo los dos días, y Porfirio Muñoz Ledo se dirigió nuevamente a Leopoldo. — ¿Qué cree? Ya el señor presidente encontró quién se pueda encargar de esto, ¿qué le parece a usted Pedro Ramírez Vázquez?’21 — ¡Ah caray! Es un gran organizador, si hizo los Juegos Olímpicos que hizo, esto lo hace con las manos atadas, ¡es un súper nombramiento! — El señor presidente le ofrece a usted la Subsecretaría. — Discúlpeme, pero, no gracias, no es que no me guste la idea, sino porque no quiero que le suceda a usted como algo que ocurrió hace seis años. Seis años atrás el Secretario de Prensa y Propaganda era Humberto Lugo Gil, un miembro del priismo más arraigado. El Subsecretario era Fausto Zapata Toledo, un hombre totalmente hecho “a la Echeverría”, un periodista muy inteligente y muy político. Él fue el encargado de prensa en la campaña, 21 Pedro Ramírez Vázquez es un arquitecto reconocido, fue el constructor del Museo de Antropología e Historia y del Estadio Azteca. También fue el organizador de los Juegos Olímpicos. 40 pero hubo muchos problemas en ésta, porque Humberto daba una orden y Fausto la revocaba. Leopoldo le contó todo esto. — Mire, el hombre de prensa de López Portillo, Rodolfo Landeros, “El Güero”, va a estar metiendo las manos porque es el hombre de prensa del candidato. Y algo así pasó hace seis años. Y a mí no me gustaría que Landeros, incluso fuera de la estructura, estuviera manejando las cosas de comunicación del candidato, así que creo que en todo caso él debería ser el Subsecretario. — Oiga Leopoldo no sabe cómo se lo agradezco, pero entonces ¿usted qué quisiera ser? — No pues usted dígame. — ¿No le gustaría hacer la campaña? — Pues ahí usted sabe. — Lo voy a consultar con el señor presidente. EN LA JUNGLA No se llevó a nadie de su equipo, Leopoldo se fue solo a organizar la campaña, bueno, casi. No entendió lo que le sucedería más adelante porque no era político. Años después, en la campaña de Miguel de la Madrid22, alguien le dijo: “Leopoldo, lo que no acabas de entender es que en campaña no hay jerarquías, aquí es la jungla, todos a darse de ‘carambazos’ para colocarse”. Leopoldo no quería colocarse, sabía que si seguía con Muñoz Ledo le iba a ir tan bien como a él. Y ahora se le planteaba la oportunidad de llegar a la Dirección de Comunicación de la Presidencia, el asunto le agradó. A la Dirección de Comunicación de la Presidencia solamente se llevó a un grabador y un funcionario, Delfín Sánchez Suárez, de la Secretaria del Trabajo, para que le ayudara con los asuntos económicos. 22 Político mexicano. Presidente de México en el periodo 1982-1988. 41 Rodolfo “El Güero” Landeros23 siempre fue conocido por saber manejar a la prensa, siempre estuvo en el área hacendaria, no había limites para él. A excepción quizás, de los terribles problemas que tenía con la migraña. Un día alguien le contó a Leopoldo que en un cuartito totalmente oscuro, que bien pudo haber sido un closet, Landeros se metía a golpearse la cabeza, debido al intenso malestar. En la Dirección, Leopoldo tuvo muchos problemas con la gente del Rodolfo Landeros, porque no les gustaba que Leopoldo llegara a ser su jefe, siempre creyeron que iban a manejar la campaña con “El Güero”. Durante la campaña, los fotógrafos se dividieron en dos: los de los medios y los de la campaña del PRI. Leopoldo no se metía con los fotógrafos del PRI porque a ellos los manejaba el fotógrafo oficial de López Portillo, Ramón, quien también fue compañero de Leopoldo en El Heraldo, y siempre tuvieron buena relación, pero en el gobierno las circunstancias eran otras. En cierta ocasión, Leopoldo quiso evitar algunos problemas al candidato, y todo el mundo estuvo de acuerdo cuando consultó y ejecutó su plan. Llamó a Ramón, el fotógrafo. — No sé qué pienses de todas las vestimentas que se tiene que poner el candidato en campaña, yo he escuchado que en la Ciudad de México lo critican mucho, porque un día se viste de Huichol y al otro día de Tarahumara. — Tienes razón Leopoldo, ¿pues qué se puede hacer? — Mira Ramón yo quiero llegar a un acuerdo contigo si así lo consideras. Si tú controlas el manejo de las fotografías que el partido manda, yo hablo con los medios y les ponemos un concurso semanal. La mejor fotografía de la semana se lleva un premio. Y el plan funcionó. 23 Gobernador del Estado de Aguascalientes en el periodo 1980-1986. 42 Platicó con los fotógrafos de medios y les dijo que si de sus medios les pedían esas fotografías con tantos trajes, las mandaran, pero que si podían evitarlo mejor. Y habló con los asesores del candidato: — Esta situación de que salga con un traje típico está bien para cada Estado que vaya, si es en Durango de Huichol o Mije en Oaxaca, pero son para consumo local, ¡no todas las etnias en un solo mes! Y aunque salió bien, siguió habiendo fricciones, porque Leopoldo no pertenecía al grupo. TARZÁN Y LA FOTOGRAFÍA Llegaron a Tuxpan, se iniciaba la gira por Veracruz, era un sábado. Y aunque los vehículos de los reporteros iban siempre por delante de la comitiva, un autobús se quedaba hasta atrás por si alguno se quedaba rezagado y éste lo recogía. Todos lo llamaban “La barredora”. Leopoldo tenía muy buena relación con los fotógrafos de Ramón, y esto ocasionó los celos del ex compañero de El Heraldo. Al llegar al siguiente pueblo, después de salir de ahí, Ramón entusiasmado intercambió palabras con Leopoldo. — ¡Ahora sí tengo una fotografía buenísima del candidato, y no vas a tener que darle premio a nadie porque es de aquí de los fotógrafos!— ¿De qué se trata? — Al salir de Tuxpan, no sé si viste, que en el circo había un elefante con la panza pintada con el escudo del PRI, y sin más ni más, López Portillo se subió a él. — ¡Oye pero es que no, van a decir que ahora es Tarzán! Y Ramón se enojó. 43 Pasó el fin de semana. Eran las 9:00 pm, y Leopoldo estaba empezando a comer cuando alguien le avisó que se estaba armando un alboroto en la Sala de Prensa a causa de la fotografía. Él compartía la mesa con un colega que se llamaba León Roberto García, éste era hijo de un líder agrario muy famoso en esos tiempos: León García, mismo que a todos sus hijos les puso el nombre de León “Algo”. Leopoldo le narró lo sucedido con la fotografía, le aseguró que el candidato debía enterarse y que si las reacciones eran como él suponía, iban a afectar la imagen del candidato, y que Leopoldo estaba ahí para protegerlo. León Roberto le contó lo que pasó con su papá cuando él tuvo la oportunidad de entrar en la política: — No sabe cómo le agradezco, es el primero de mis hijos que quiere trabajar en lo que yo hago, ¿me acepta el primer consejo hijo? — Claro papá. — Cuando usted se levanta por la mañana seguramente quiere ir al baño, pues a partir de mañana llévese una cucharita, porque si se va a meter a la política va a estar comiendo mierda. León Roberto le pregunto, entonces, a Leopoldo: “¿Tú quisieras comer mierda?”. Leopoldo no dijo nada, se dio la vuelta y se fue. En ese momento sucedía un evento multitudinario. Leopoldo vio a López Portillo sentado, y a su lado derecho, vio a Muñoz Ledo. “Siempre han sido contrarios, no se pueden ver, ésta fue una jugada de Echeverría muy cruel”, pensó. Leopoldo ya no quería meter a nadie más en el asunto. “Éste es mi rollo, no voy a meter a otros”, se dijo. Así que fue directamente hacía López Portillo. — Licenciado, siento que tengo la obligación de plantearle una situación, se mandó una fotografía a los medios. — Ah sí, la del elefante, simpática. 44 “Ya te jodiste Leopoldo”, pensó. Entonces le contó lo que estaba pasando en la Sala de Prensa. El candidato estaba jugando con un clip, dándole vueltas. De pronto lo dobló y lo lanzó al piso: — Pues actúa con respecto con tu criterio Leopoldo. — De acuerdo señor gracias, disculpe usted. El criterio de Leopoldo le dictó hablar otra vez con Landeros. Le rogó que considerara mandar esa fotografía, Landeros le respondió: —Ah es una fotografía simpática, diferente. —Pero está ocasionando una acción, la verdad le tengo miedo a esa fotografía. —No, es una fotografía diferente, además ya es tarde, los cuates ya no están en los periódicos, yo no la retiraría. —Bueno, perfecto, espero estar equivocado. —Espero que lo estés. Ahí se le echó el mundo encima. La gente de “El Güero”, siempre estuvo buscándolo, tendiéndole, trampas. Cuando pasaba un día sin que nada le ocurriera, Leopoldo se ponía muy nervioso porque sabía que le estaban preparando algo peor. LA ÚLTIMA CENA Pasaron algunos meses de aquello. Al llegar a Monterrey, el encargado de servir los alimentos en la campaña se acercó a Leopoldo para ofrecerle una cena con los reporteros. Y Leopoldo aceptó con gusto. El día de la cena llegaron personas de todos los segmentos de la campaña. 45 Leopoldo andaba muy mal de una hernia, que sin querer le provocó Muñoz Ledo cuando estuvieron en la Secretaría del Trabajo. Así que resolvió no asistir a la cena. Pero al final, fue. Llegó tarde, y se sentó en una silla frente a un whiskey que le habían servido. A su lado estaban dos reporteros. En determinado momento escuchó ruido detrás de él, volteó y vio que los reporteros comenzaron a pelearse a manotazos. Rápidamente se levantó y los separó. Sacó a uno de ellos del salón, era un costarricense que trabajaba en la Cadena García Valseca, y éste le contó a Leopoldo todo lo que le habían hecho recientemente. Leopoldo se dio cuenta de que al hombre lo “traían de encargo”. Uno de ellos era el que estaba ahí, se llamaba Leopoldo también. Así que Leopoldo pidió que sacaran al segundo Leopoldo porque ya estaba muy borracho, al contrario del costarricense que prácticamente no había bebido más que Coca Cola. Pasó una hora tranquila, Leopoldo casi ni tomó del jaibol que le habían servido. De repente escuchó unas voces, y vio a su tocayo pidiendo permiso para pasar y presentar una disculpa. Éste regresó a la mesa, se sentó y empezaron a pelearse otra vez. Sólo se estaban empujando, sin golpes, pero Leopoldo volvió a sacar al costarricense. Mientras estaban afuera, el segundo Leopoldo apareció con un vaso y se lo aventó al costarricense, que estaba recargado en una de las patrullas de la campaña. A la mitad del coche, entre las dos puertas, fue donde el vaso se estrelló, se rompió, salpicó la cuba, y el incidente terminó. Al día siguiente despidieron a Leopoldo de la campaña. Alguien dijo que él había estado tan ahogado de borracho en la cena que no había podido controlar todo el problema de los reporteros, problema que había sido una verdadera batalla campal entre periodistas. Esa versión de los hechos llegó a oídos de López Portillo, así que pidió que lo retiraran de la campaña. No fue hasta en la noche cuando Leopoldo pudo conversar con el candidato. — ¿Cómo está Leopoldo? 46 — Muy apenado por lo que sucedió. — Tiene razón en estar apenado Leopoldo, ¡cómo es posible haber estado ahogado de borracho!, eso es enfermedad Leopoldo. — Hicieron bien el trabajo, lo convencieron. — ¿Te calumniaron? — Me calumniaron, si usted me permite le contaré mi versión, no es la verdad, pero así usted podrá comparar las versiones. Y Leopoldo le contó lo que había sucedido en la cena. —Pues sí Leopoldo, coincide con lo que me han dicho varios de tus compañeros que vinieron a abogar por ti. Tal vez cometí una equivocación, pero siento que ya no debo revocar la orden, vas a regresar a México, no se te va a hacer daño de ninguna naturaleza, vas a incorporarte a otras actividades del partido. “Y eso no es provocarme daño alguno”, pensó. Después de eso Leopoldo entendió que su camino no sería por ahí. Esperó. Muñoz Ledo no le ayudó, aunque supo perfectamente cómo había sucedido todo, y conocía la presión que Leopoldo estaba sufriendo por él. Se fue a su casa. Terminó la campaña, y lo mandaron a hacer la campaña del Gobernador de Jalisco; tuvo la oportunidad de quedarse ahí, pero no quiso. Volvió a México, se inició el Gobierno de López Portillo y no hubo nada para él. Landeros, que por encima de todo, para Leopoldo no representaba un hombre malo, le afirmó que se quedaría a trabajar con él. Leopoldo le preguntó a Rodolfo quién estaba al frente de la Oficina de Comunicación, y si tenía algún plan. Landeros le dijo que era un organigrama. Él arriba y toda la fila de amigos suyos abajo, uno tras otro, para todas las áreas de comunicación del Estado mexicano. Pasó diciembre, enero, y fue el momento en que Landeros se puso a integrar a su equipo. Llegó el día 13 de febrero, al día siguiente López Portillo se iba a entrevistar con el presidente Carter en Washington, así que 47 Landeros le sugirió a Leopoldo ponerse de acuerdo con él al día siguiente. Regresó y no apareció en la oficina. Dos días después Leopoldo decidió preguntar por él con su secretaria. Ella le dijo que Landeros tenía problemas de ortodoncia, pero Leopoldo se enteró de lo que en realidad había sucedido: Al terminar la plática entre los presidentes, hubo una reunión entre el Secretario de Relaciones Exteriores y López Portillo. López Portillo le preguntó cómo había estado la entrevista, y éste le dijo: —Muy bien presidente, pero sólo de dientes para fuera, porque la batalla con los medios la perdimos aquí y allá en México. Le mostró como habían manejado la información en Norteamérica
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