Logo Studenta

Leopoldo-Mendvil--la-trayectoria-de-un-comunicador

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 
 
LEOPOLDO MENDÍVIL: LA TRAYECTORIA DE UN 
COMUNICADOR 
 
TESIS 
QUE PARA OBTENER EL GRADO DE LICENCIADA EN 
CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN 
PRESENTA 
 
 
RUTH ABIGAIL SAUCEDO CASTRO 
 
ASESORA: DRA. FRANCISCA ROBLES 
 
CIUDAD UNIVERSITARIA, FEBRERO 2013 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
AGRADECIMIENTOS 
 
A mi Dios, que es mi pasado, mi presente y mi futuro, a él, por mostrarme 
día a día su existencia y su gran amor por mí. 
A mis papás, Sandra y Samuel, por ser mi apoyo incondicional y mi mejor 
ejemplo para una vida feliz. 
A Fer, por hacer cada uno de mis días, más alegres y divertidos. 
A Oscar, por ser mi mejor amigo. Por siempre estar junto a mí. 
A mi familia, por descubrir el tronco fuerte que nos mantiene unidos. 
A mis amigos, por encontrarnos entre tantas personas, y ser felices juntos. 
A mi asesora, Francisca Robles, por siempre creer que podía lograr lo que 
quisiera. 
A Leopoldo Mendívil, porque aún sin conocerme, me abrió las puertas de sus 
recuerdos. 
A Carmen Avilés y Pablo Saldaña, por darme la oportunidad de trascender 
del periodismo teórico al práctico en AUNAM. 
A la UNAM, por las bases, las alegrías, el conocimiento, la tensión, el 
pensamiento, las risas y todo lo que significa ser universitario. Por mi raza 
hablará el espíritu. 
 
 
 
 
 
ÍNDICE 
 
INTRODUCCIÓN 4 
 
CAPÍTULO I: ¿NO LE GUSTARÍA SER REPORTERO? 10 
EL TRAJE 11 
DESDE EL TALLER 12 
HASTA LUEGO, DURANGO 15 
DESPUÉS DE MÉXICO 16 
EL ENGAÑO 19 
DETECTIVE PROVISIONAL 21 
UN MOVIMIENTO ESTUDIANTIL 23 
VIAJES INTERESTELARES 29 
UNA PROFESIÓN DISFRAZADA DE OFICIO 30 
TRAS EL MICRÓFONO 31 
EL NUEVO JEFE DE REDACCIÓN 31 
 
CAPÍTULO II: CONOCIENDO AL LEÓN DESDE SUS ENTRAÑAS 34 
¿BURÓCRATA YO? 35 
EL PORTÓN 37 
DE MADRUGADA 38 
UN ESPEJISMO 39 
EN LA JUNGLA 40 
TARZÁN Y LA FOTOGRAFÍA 42 
LA ÚLTIMA CENA 44 
LA LLAMADA 49 
 
 
CAPÍTULO III: DE VUELTA AL REDIL 51 
AIRES DE GRANDEZA 52 
UN HUELUM 53 
CADA QUIÉN SUS ENEMIGOS 57 
GABINETOSIS 58 
UN VISTAZO A MÉXICO 62 
EL DEBUT 68 
LA ORDEN DEL REY ARTURO 70 
ARMONIZANDO LETRAS 72 
EL SECRETO DE FOX 76 
HUELLAS EN LA MEMORIA 77 
 
CAPÍTULO IV: CON EL FUTURO EN LAS MANOS 79 
GANANDO AUDIENCIA 80 
PAPELITO ¿HABLA? 81 
UN IMPERIO 82 
SEÑOR LICENCIADO 85 
UN CONSEJO DE BUENDÍA 87 
DESPACIO 88 
 
CONCLUSIONES 89 
 
FUENTES 92 
 
ANEXOS 94 
 
 
 
4 
 
INTRODUCCIÓN 
¿Periodismo literario, nuevo periodismo, periodismo de no ficción o 
periodismo narrativo? Al final, todos estos tipos de periodismo terminan 
siendo el mismo, al menos, con una misma función: hacer de la realidad una 
historia. 
Y ese uno de los objetivos de esta tesis. Leopoldo Mendívil, es un 
comunicador integral. Las facetas en su vida como periodista, servidor 
público, conductor, escritor, locutor, etcétera, merecían contarse no como 
datos aislados, o simples respuestas unidireccionales, merecían tener una 
historia. Y es que cada uno de los puntos que enlista su larguísimo currículo 
tiene un trasfondo, con emociones, espacios y personas que contextualiza 
cada uno de éstos. 
Si bien, es más sencillo comprender lo que alguien nos explica, si nos lo 
cuenta a manera de relato. Tomás Eloy Martínez cita en su conferencia 
Periodismo y Narración: desafíos para el siglo XXI, al ensayista 
norteamericano Hayden White, que afirma que: 
Podemos no comprender plenamente los sistemas de 
pensamiento de otra cultura, pero tenemos mucha menos 
dificultad para entender un relato que procede de otra cultura, 
por exótica que nos parezca.1 
De esta forma, para la comprensión de este texto, es necesario explicar las 
dos temáticas centrales que lo conforman: la entrevista y el periodismo 
narrativo. 
De acuerdo con Bingham y Moore, la entrevista es una plática o un diálogo 
que tiene un objetivo previo en la investigación acerca de un tema en 
 
1
 MARTÍNEZ, Tomás Eloy. “Periodismo y Narración: desafíos para el siglo XXI”, 
conferencia dictada en la Sociedad Interamericana de Prensa, Guadalajara, México, 26 de 
octubre de 1997. 
 
 
5 
 
específico. Sampieri Hernández, junto a Fernández Collado y Lucio 
Baptista, definen a ésta en su libro Entrevista como: 
La entrevista es una técnica en la que una persona 
(entrevistador) solicita información de otra o de un grupo 
(entrevistados, informantes), para obtener datos sobre un 
problema determinado. Presupone, pues, la existencia al menos 
de dos personas y la posibilidad de interacción verbal.2 
Las entrevistas de acuerdo con el periodista Carlos Marín se dividen en 
tres: 
 Noticiosa o de información 
 Opinión 
 Semblanza 
De la misma manera, Carlos Marín da su definición de entrevista de 
semblanza en su libro Manual de Periodismo: 
Es la que se realiza para captar el carácter, las costumbres, el 
modo de pensar, los datos biográficos y las anécdotas de un 
personaje: para hacer de él un retrato escrito. La entrevista de 
semblanza puede abordarlo exhaustivamente o mirarlo 
solamente bajo uno de sus aspectos. El retrato que el periodista 
hace puede ser una especie de “mural” o una simple “viñeta”.3 
Para la realización de este trabajo me centré en la entrevista de semblanza, 
ya que indagué en la trayectoria completa del entrevistado, Leopoldo 
Mendívil, a lo largo de toda su vida. En algunas ocasiones de la entrevista 
se ve claramente el punto de vista del entrevistado con respecto a algunos 
temas controversiales del país en los que él estuvo presente. 
 
2 HERNÁNDEZ Sampieri, R., FERNÁNDEZ Collado, C., BAPTISTA Lucio, P. Metodología 
de la Investigación, p.161. 
3
 MARÍN, Carlos. Manual de Periodismo, p.12. 
 
 
6 
 
Es necesario aclarar que toda la información, opiniones y diálogos vertidos 
en este texto, provienen en su totalidad del entrevistado. De la misma forma, 
señalo que como todo texto, los datos expresados aquí son la versión de la 
realidad que Leopoldo percibió desde su punto de vista personal. 
La otra temática es el periodismo narrativo. Éste busca principalmente la 
creación de escenas más allá de las cifras o datos. Toma un dato de la 
realidad y lo convierte en una parte de la vida de alguien, un suceso de 
relevancia. 
Y aunque el periodismo narrativo se encuentra en los límites con la 
literatura, lo que lo diferencia de ésta es que siempre estará apegado a la 
realidad. Mientras que una novela puede ser un producto total de la 
imaginación de una persona, o estar situada en un contexto real pero con 
datos imaginarios, el periodismo narrativo, en cambio, toma todos los datos 
sacadosde la realidad, de algo verídico, y permite que sean ordenados y 
redactados de manera literaria. 
Y es en el relato periodístico, cuando se unen los dos componentes que 
presenté anteriormente: la entrevista y el periodismo narrativo. Francisca 
Robles, en su tesis La entrevista periodística como relato, señala que: 
El entrevistador, al transmitir su experiencia con el entrevistado 
hacia el lector, transforma la entrevista en una entrevista-relato. 
En ese fin, el entrevistador es portador de su propia voz, 
mientras que el entrevistado es sometido a la interpretación de 
su voz y a la representación textual de la misma.4 
De esta forma, el entrevistado cede su voz al entrevistador para que 
interprete todo lo que le dijo en la entrevista. Es responsabilidad ética del 
periodista apegarse lo más posible a lo que el entrevistado haya dicho. En 
este trabajo se intentó de la manera más exhaustiva, que las declaraciones 
 
4
 ROBLES. Francisca. La entrevista periodística como relato; una secuencia de 
evocaciones p. 138. 
 
 
7 
 
enunciadas por Leopoldo Mendívil quedaran escritas en el papel lo más 
cercanas posibles a como él las expresó. 
En cuanto a la estructura, el texto se encuentra dividido en cuatro capítulos. 
Todos escritos de manera cronológica. El título de cada uno de estos son 
frases que alguien relacionado con Leopoldo le dijo alguna vez, y que 
enmarcan perfectamente cada uno de los apartados. A la vez, cada capítulo 
se encuentra seccionado en subtítulos que narran una anécdota diferente en 
la vida de Leopoldo. 
En el primer capítulo, ¿No le gustaría ser reportero?, se muestra la vida de 
Leopoldo desde que vivió en Durango con su familia, sus inquietudes 
profesionales, el despertar de su pasión al periodismo, y su consolidación 
como reportero de prensa escrita. 
En el segundo capítulo, Conociendo al león desde sus entrañas, se describe 
la vida que llevó Leopoldo en el ejercicio del servicio público. Una pausa en 
su carrera como periodista en el que encuentra la otra cara de la moneda. 
La tentación de estar en el poder y al mismo tiempo la fe bienintencionada 
de ver de manera optimista y flexible al rígido sistema político mexicano, en 
el cual pasó de tenerlo todo a quedarse sin nada en un dos por tres. 
En el tercer capítulo, De vuelta al redil, se narra el sentir de Leopoldo con 
respecto a su tiempo en el Gobierno, sobre cómo vuelve a ponerse de pie y 
regresa al periodismo. Pero también se muestran sus otros cargos públicos 
que tuvo a la par del periodismo, que tenían una mayor relación con la 
cultura y educación del país. 
En el último capítulo, Con el futuro en las manos, se hace un recuento de 
los sucesos que lo llevaron a su actual vida. Circunstancias que iniciaron en 
un pasado pero que aún no concluyen. Algunos proyectos en puerta, y su 
forma de ver la vida para continuar hacía adelante. Hasta este momento, el 
tiempo verbal utilizado fue el pasado, pero cambia a un presente continuo, 
en el cual sus acciones siguen realizándose. 
 
 
8 
 
Para finalizar, señalo, que la metodología en la que me enfoqué para 
realizar esta entrevista fue la de Historia de vida y métodos biográficos. Esto 
de acuerdo a como se maneja en el libro que coordinó junto a otros autores 
Irene Vasilachis, Estrategias de Investigación cualitativa: 
En éste, el apartado Historia de vida y métodos biográficos, los escritores 
Fortunato Mallimaci y Verónica Giménez Béliveau, definen a la historia de 
vida como: 
El estudio de un individuo o familia, y de su experiencia de largo 
plazo, contada a un investigador y/o surgida del trabajo con 
documentos u otros registros formales. 
Este estudio biográfico puede centrarse en una parte de la vida o trayectoria 
del individuo que nos interese o su vida en totalidad. Para este trabajo me 
enfoqué en su trayectoria como comunicólogo. Fortunato Mallimaci y 
Verónica Giménez Béliveau hacen referencia a Miller para explicar el 
método más recomendable de la realización de la entrevista. Consideran 
que es preferible hacer una guía de temas y no una estructuración de 
preguntas, esto con el fin de que el entrevistado se sienta libre de contar 
sus anécdotas fuera del estricto margen que supone un cuestionario. 
Los mismos autores señalan dos caminos para trabajar la información 
recabada: transcripción de la entrevista o una redacción y tratamiento de la 
entrevista con datos que proporcionan un respaldo histórico. Decidí elegir la 
segunda opción para poder realizar el periodismo narrativo que deseaba y 
para proporcionar una mejor información. Utilicé cuadros de texto laterales 
que contextualizan las diversas situaciones de interés nacional e 
internacional por las que pasó el entrevistado. 
 
 
 
 
 
9 
 
He dejado de leer libros. Encuentro que aparta a mi mente de mí 
mismo. 
Oscar Wilde 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
10 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO I: 
¿NO LE GUSTARÍA SER REPORTERO? 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
11 
 
Sus pupilas han captado el genocidio estudiantil de México, varias giras 
presidenciales y los primeros viajes espaciales. Sus dedos han escrito sobre 
la gente, su país y el mundo. Tiene más de 60 años y parece de 40. Su 
pasaje ha sido diverso, ha presenciado las más grandes maravillas del 
hombre y las peores atrocidades de éste causadas por la ambición del 
poder. Pero eso no le quita las ganas de seguir caminando. 
Tantas décadas de respiración y parpadeos se encuentran bien archivadas 
en su memoria. Imposible es atrapar cada momento, cada recuerdo. Que sus 
labios expresen los momentos más relevantes de su vivir, es otra cosa. 
 
EL TRAJE 
Todo inició un día de mayo. Respiró hondo y ahí comenzó la historia. Era el 
año de 1942, nadie supuso que el bebé que entonces lloraba compartiría la 
mesa con las personas más importantes de México, años después. Leopoldo 
Mendívil aparece en la puerta, con un bloc de hojas amarillas. Un bloc que 
no usará en la entrevista, pero que no suelta. Se sienta, en el lugar principal 
de la mesa, por supuesto, y frente a él está una botella de Coca Cola con 
gotas de agua resbalando en su superficie. Lleva un traje sin saco. Hace 
décadas, un traje le cambió la vida. 
Leopoldo no era como todos los jóvenes duranguenses. Le gustaba vestir 
bien, le gustaba usar ropa que nadie usaba en Durango, y menos a los 18 
años. Esto no lo detuvo. Cierto día decidió mandarse hacer un traje con el 
sastre más importante de la ciudad. Claro, él ya podía costearlo, trabajaba 
en la Distribuidora Ford de su tío Salvador, el patriarca adinerado de la 
familia Mendívil, desde los ocho años. ‘Te voy a hacer hombre’, le dijo. Pero 
aún era un niño, y lo que un niño podía hacer, era ir por lo mandados, 
ayudar a barrer y limpiar los coches nuevos. Si a los doce ya tenía edad para 
ser cobrador, a los 18 había adquirido el derecho de comprarse algo para sí 
 
 
12 
 
mismo. Lamentablemente, el cobrador del traje iba en horas inoportunas, 
Leopoldo nunca estuvo ahí para saldar su deuda. Pero su madre sí. 
— ¡Eres un irresponsable! ¿Cómo es posible que te hagas de tus 
caprichos y luego no los pagues? ¡Qué vergüenza! 
Lastimado por su propia madre. Barrido y trapeado, pero con el orgullo en 
alto, decidió demostrarle que sí podía hacer las cosas bien. Unos cuantos 
días después, Leopoldo se paseó frente al Palacio de Gobernación, de 
pronto se encontró con el reportero más influyente de Durango, no el mejor, 
pero sí el más influyente, su primo Armando Mendívil. 
— Tú tienes muchos contactos, a ver si me ayudas porque ando 
buscando trabajo, tengo 18 años puedo hacer algunas cosas. 
Al ser Durango una ciudad administrativa y comerciante, Leopoldo ya se veía 
trabajando en la función pública, pero no. Leopoldo se equivocó. Armando le 
llamó días después, con una respuestaa su solicitud. 
—Mi hermana me dijo que tienes buena ortografía, ¿es cierto? 
—Sí tengo buena ortografía, no sé qué tanta pero sí. 
—Hay una vacante de corrector en el periódico. A ti te gusta también leer 
¿verdad?, lees libros o novelas por lo menos ¿no? 
—Pues sí, sí leo. 
—Principalmente vas a corregir errores tipográficos: dedazos, ortografía y 
algo de estilo. Nomás que tiene un inconveniente, el trabajo es de noche 
¿Cómo la ves? 
 
DESDE EL TALLER 
No, Leopoldo no iba a ser limosnero y con garrote. La preparatoria de la 
Universidad Juárez del Estado de Durango tenía que adecuarse a sus 
horarios. El Sol de Durango le estaba dando una oportunidad, y no la iba a 
 
 
13 
 
desaprovechar. Los correctores tenían dos horarios: el primero de ocho a 
doce de la madrugada y el otro de las doce al cierre. De quedarse ahí, 
Leopoldo y el otro corrector se turnarían una semana en cada horario. 
Llegó el día de la prueba de ortografía, y apareció la palabra “avizorar”, que 
no escribió con Z sino con S. “Ya sabía que no era tan bueno”, pensó. Se 
dirigió rumbo a la oficina del director, una vez frente a él le dijo: “Mire, sí es 
una equivocación, no soy perfecto, pero en general tengo buena ortografía. 
Deme los tres meses de prueba”. Los meses le fueron otorgados y al final, 
se quedó. 
Trabajaba en el taller, con un escritorio espantoso que no tenía nada que 
valiera la pena, sólo un diccionario, un muy buen diccionario que estaba en 
uno de los cajones, y nada más. Ahí se pasó unos meses hasta que un día, 
el reportero estrella del periódico, Antonio Norman Fuentes, que cubría la 
Sección de Policía, se fijó en él. Antonio tenía la costumbre de darse una 
última vuelta por el taller entre nueve y diez de la noche, para chacotear con 
los linotipistas. Entonces lo vio. 
—Oiga ¿usted es el único que estudia de esta bola de ignorantes? 
Leopoldo soltó una risita. 
—Pues creo que sí. 
—Y ¿a poco se piensa quedar toda la vida en ese escritorio? 
—No, pues no, yo estoy aquí de paso. 
— ¿De paso? ¿No le gustaría ser reportero? 
 
¿Y eso con qué se come?, pensó Leopoldo. No tenía ni idea. Como se le 
hizo descortés darle una negación rotunda, no dijo nada. 
 
—Bueno, por lo menos, ¿no le gustaría intentarlo? 
—Si, claro. 
 
 
 
14 
 
Al otro día, Antonio comenzó a darle notas para escribir entre cada huequito 
de la corrección. Leopoldo jamás se instruyó en eso de la mecanografía. 
Tecleaba con un solo dedo en la máquina Underwood de su padre, el 
telegrafista. Máquina que escribió los telegramas de Pancho Villa, y que 
Leopoldo usaba cuando su papá salía de la ciudad a cubrir las vacaciones 
de los otros telegrafistas. Pero pronto aprendió un poco más en las 
máquinas de escribir de la redacción. 
Su primera nota midió menos que el encabezado, estaba atestada de 
palabras repetidas, y a él, lo hizo muy feliz. Era una nota de policía, de unos 
detenidos o algo así. No la guardó, y todo lo que sí guardó, se quedó en 
Durango. 
Curiosamente, antes de ser reportero, Leopoldo fue columnista, un 
columnista escolar. El Sol de Durango tenía un lugar especial para la 
Universidad Juárez. Wulfrano Torres, un estudiante de aquel sitio era quién 
la escribía cada semana. La columna estaba atestada de banalidades y 
chismes de sus compañeros. Leopoldo odiaba corregirla. “Éstas son 
idioteces brutales”, pensó. Para ese entonces él ya colaboraba para El Diario 
de Durango, que era un periódico meridiano. Pero lo que él quería era 
escribir en el otro, El Sol de Durango, el importante. 
Pasó una semana, dos, tres, y en todo el mes nunca llegó la columna de 
Wulfrano. Leopoldo tuvo una idea. Escribió sobre un asunto de la 
universidad, con cosas informativas, y se la enseñó al rector de la 
Universidad. Así pidió ser el autor de esa columna. Y así fue como se la 
ganó. Cuatro años pasaron, uno siendo corrector y los otros tres en una 
mezcla de columnista-corrector-reportero. 
Era 1964 cuando Leopoldo se convirtió en reportero del staff. Un gran 
nombramiento, de no haber sido porque tuvo las peores fuentes en todo el 
diario. Primero, la CANACINTRA5, pero lo que más se parecía a una 
 
5
 Cámara Nacional de la Industria de Transformación 
 
 
15 
 
industria en la ciudad era un taller de tornería.. Luego la Secretaría de 
Recursos Hidráulicos6. Y al final, la CANACO7, en donde halló gracia ante 
los ojos del director, que era “grillo” en serio. “Yo te voy a ayudar en todo lo 
que pueda”, le aseguró. Leopoldo no desperdició la oportunidad y cada tres 
días ya estaba ahí, y salía con una nota. Al final del año ya se había llevado 
las ocho columnas durante seis meses. Ocho columnas, otras ocho, otras 
ocho. “¿Bueno yo que estoy haciendo aquí?, no, hay que buscarle”, pensó. 
 
HASTA LUEGO, DURANGO 
Leopoldo siempre había querido estudiar Diplomacia8, la Universidad de 
Durango no le ayudó. Sólo había tres carreras: Medicina, Derecho y 
Contaduría. Y aunque lo suyo no era por ahí, entró a estudiar Derecho por 
tres años. Mismos que le sirvieron para convencerse de que no quería ser 
abogado. 
Era tiempo de hablar con sus padres. “Son tus decisiones y nosotros las 
respetamos, pero termina tu carrera, recuerda que ahora los títulos 
profesionales son los títulos nobiliarios9 actuales, pero ¿ya fuiste a hablar 
con tu tío Salvador?”, le dijeron. Cierto, cómo olvidar la valiosa palabra del 
tío Salvador. “No, yo no tengo por qué hablar con él, ¡ustedes son mis 
padres!, apeló. Al otro día ya estaba frente a su tío explicándole la situación. 
— ¿Pero qué vas a hacer a México? ¡Esa es una ciudad come hombres!, por 
qué no te quedas aquí, entras a estudiar, vuelves a la Ford y ahí puedes 
quedarte perfectamente. 
 
6
 Actualmente la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y 
Alimentación 
7
 Cámara Nacional de Comercio de Durango 
8
 Actualmente Licenciatura Relaciones Internacionales 
9
 Privilegio legal concedido desde la antigüedad que distingue a los miembros de la 
nobleza. 
 
 
16 
 
—Mire tío, le ruego que no se vaya a enojar por lo que le voy a decir, no lo 
tome como una ofensa pero yo no me veo cobrando letras de gentes que no 
pagan, y eso pasará si me quedo en la Ford. Yo entré al periódico, y me ha 
fascinado lo que he aprendido ahí, quiero hacer eso, pero quiero hacerlo allá 
porque ahí es donde está el periodismo que quiero hacer. 
Como su tío acudía continuamente a México para arreglar asuntos en la 
casa matriz, había adquirido, hacía algún tiempo, un departamento. 
Departamento que le prestó a Leopoldo para que se instalara mientras 
conseguía un empleo y tuviera los recursos para irse a vivir por su cuenta. 
Entonces llegó a México. Entró a la Escuela Libre de Derecho, por 
recomendación de su padre. Un amigo, que era de Durango, estaba 
haciendo sus “pininos” en el bufete más famoso de México, el prestigiado 
bufete Cárdenas-Gómez Mont. Dicho bufete se había hecho famoso porque 
durante un tiempo en la Ciudad de México se desató una ola de crímenes 
pasionales. Eran mujeres que mataban a sus esposos, lo llamaron “El año de 
las autoviudas” y todos los casos se los llevó Gómez Mont, aquel que fue 
padre o abuelo del ex Secretario Fernando Gómez Mont10. Por invitación de 
su amigo, Leopoldo visitó por primera vez los tribunales. Parecía 
emocionante la experiencia, hasta que vio un intercambio de billetes entre su 
amigo y la secretaria de tribunal. Y fue ahí cuando dijo: “No, gracias”. 
 
DESPUÉS DE MÉXICO 
Leopoldo no conseguía trabajo. Pero un día, un buen amigo suyo, Jaime 
Torres, que había sido fotógrafo en El Diario de la Tarde en Publicaciones 
Llergo, le dio dos cartas de recomendación, en ese entonces él ya era Jefe 
de Prensa del gobierno, así que con una fue suficiente.10
 Secretario de Gobernación de México en el periodo 2008-2010. 
 
 
17 
 
Acudió a Publicaciones Llergo, habló con el gerente Mario Sojo Acosta, y 
quedó contratado como corrector. Mario Sojo Acosta, personaje que después 
se quedaría con la empresa, sólo para que al final, el gobierno terminara 
despojándolo de ésta, en cierto día le dijo a Leopoldo que algo se tenía que 
hacer con la revista o sino pronto se escribiría su epitafio. “Con suerte y 
usted lo escribe”, le dijo. 
Regino Hernández Llergo, creó esta compañía para hacer su revista 
principal, Impacto. Publicaciones Llergo también publicó la afamada revista 
Alarma, que fue el gran acontecimiento periodístico que mayor tiraje llegó a 
lograr, 600 mil ejemplares semanales. Fue un boom total. Y Leopoldo trabajó 
para ella. 
Ya no era más un lúgubre taller desde donde Leopoldo corregiría las planas. 
Ahora estaba en una oficinita muy acogedora que compartía con dos 
mecanógrafas. Leopoldo estaba feliz, a pesar de que adelgazó de manera 
dramática, pues la dieta del trabajo-escuela estaba dando frutos extremos. 
Entraba a trabajar de 1:30 a 5 de la mañana, para después llegar a la 
escuela a las 7 am. Pero ese era el turno que más le gustaba, porque era el 
momento en que llegaba el grueso de la información nacional de la Cadena 
Valseca.11 Ahí descubrió el mundo. 
Durango era una ciudad pobre y presumida. Había dos librerías y llegaban 
tres ejemplares de la última novedad, y todos se peleaban por ellos. Su papá 
compraba Novedades, que llegaba cada tercer día. Leopoldo lo leía, pasaba 
de la primera plana directo a los cines y espectáculos, casi nunca a los 
deportes. Nunca le llamó la atención ser deportista, quizás alguna vez quiso 
ser arquero hasta que un día detuvo el balón con el dedo meñique. Ahí 
renunció 
Si, descubrió el mundo, pues ahí llegaba toda la información internacional. 
Comenzó a ver el universo que para él no existía. Observaba las fotos del 
 
11
 Hoy la Organización Editorial Mexicana. 
 
 
18 
 
reportero estrella de la Cadena, Benjamín Wong Castañeda.12 Unas con el 
pie en el peldaño de una escalinata de avión, rumbo a una guerra o en 
camino a un evento internacional junto a algún presidente. “Ay cómo me 
gustaría ser como éste”, pensó. Y desde entonces, fue su ejemplo a seguir. 
Más tarde Benjamín se trasladaría a la parte administrativa como director de 
El Universal y de la Organización Editorial Mexicana. Luego crearía su 
propio periódico. Leopoldo y él llegaron a ser muy amigos. 
Al leer sobre el mundo, Leopoldo se dio cuenta de que había cosas mejores. 
Reflexionó y se dio cuenta de que nunca le gustó Durango, “Pueblo chico, 
chisme grande”, aseguró. No le gustaba Durango, aunque años más tarde se 
casaría con una chica que conoció en su Durango, pero que era del Distrito 
Federal, justamente, la hija del gerente de la Secretaria de Recursos 
Hidráulicos del aquel Estado. 
En 1965 estaban prohibidas las revistas policiacas, pero si tenían un 
contenido cultural entonces si se podían publicar. Así que en Alarma le 
ponían ocho paginitas de asuntos culturales. Ahí es donde vio una nueva 
oportunidad para escribir. Fue con el Jefe de la Sección a preguntarle si 
podía ayudarle de alguna manera. Éste le cuestionó si conocía la estatua del 
destructor de nuestra civilización, Hernán Cortés, que estaba en 
Cuernavaca. Leopoldo ni siquiera sabía donde estaba Cuernavaca. Lo que 
sucedía era que un líder agrario estaba promoviendo la creación de una 
estatua de Pancho Villa, un héroe de la patria, y Leopoldo debía cubrir la 
nota. Cuando entregó su cuartilla terminada, el Jefe de Sección le dijo: 
“Señor Mendívil, vengo a decirle que no le corregí ni siquiera una coma, qué 
bien escribe usted, me dará mucho gusto que me ayude”, y así comenzó a 
escribir para Alarma. 
Sin embargo, un día hubo un problema, nunca supo qué ocurrió ahí. Sojo lo 
llamó para hablar con él. 
 
12
 Benjamín cubrió también el Yom Kippur (Día del gran perdón), la cuarta guerra árabe -
israelí, desencadenada por Egipto y Siria del 6 al 22 de octubre de 1973. 
 
 
19 
 
— Mire Leopoldo no sé cómo decírselo porque es muy molesto, pero me 
pidió el Jefe de Información de la revista, que le diga que ya no entre 
a la redacción porque usted le quita mucho tiempo a los reporteros. 
— ¡Vaya! Yo sólo saludo a dos, no le quito el tiempo a nadie, tal vez sea 
porque voy a usar las máquinas, pero yo tomo una máquina cuando no 
está el que la usa, y cuando él llega saco mis cuartillas y después 
vuelvo a terminar. 
— Él es un tipo muy mañoso, déjeme ver cómo puedo arreglarlo, deme 
tiempo, por lo pronto deje de venir unos días, y ya después yo lo 
llamó. 
Y Leopoldo decepcionado, pensó: “Yo venía en busca de una redacción y a 
la primera me hacen esto”. 
Así que decidió ponerse a buscar algo por otro lado. Y pronto, lo encontró. 
 
EL ENGAÑO 
Un primo, que vivía en la Ciudad de México, le contó que estaba por abrirse 
un nuevo periódico que llevaría el nombre de El Heraldo de México, en el 
que todo iba a ser en offset. El buen primo, que se movía en el periodismo 
por medio del diseño gráfico, lo llevó a las instalaciones del periódico, que 
aún estaban en proceso de construcción, pero prácticamente concluidas. Lo 
presentó con el gerente, quién le comentó que estaba por abrirse el proceso 
de contratación, que regresara al otro día con el Jefe de Información para 
que le hiciera sus pruebas. 
Era viernes y el Jefe de Información le pidió para el lunes: una nota 
informativa, un reportaje, y un artículo. Y por si fuera poco, le pidió también 
una nota sobre la bolsa de valores, el termómetro de la economía 
internacional. Leopoldo no tenía ni idea de lo que iba a hacer. 
 
 
20 
 
Todo lo fue resolviendo en pasos. Recordó que su tío trabajaba en una 
sucursal bancaria y fue con él. El tío no sabía mucho del tema, pero lo 
mandó con un experto, y listo, quedó la nota. Luego iba el artículo, que fue 
sobre los “veranos calientes” en Estados Unidos, la lucha racial con los 
negros. Ese año fue muy especial porque hubo un alboroto en Los Ángeles , 
en Watts. Un policía mató a un negro que estaba robando y todo se 
alebrestó. Hubo una transmisión para TV, por primera vez, al lugar de los 
hechos, en un helicóptero montaron la cámara con unos dispositivos muy 
grandes, todo quedó grabado, históricamente fue lo que más quedó 
recordado de los “veranos calientes”. Había otro tío suyo en la ciudad, que 
vivía en Los Ángeles, con el que había hablado días antes en relación con 
toda esa situación. Le platicó cómo era la discriminación contra los negros, 
los latinoamericanos y los judíos: a los judíos les valía, por todo el poder 
económico que tienen, los negros atacaban y los latinos aprendían de la 
situación. Entonces escribió eso. 
¿Pero qué iba a hacer con la nota libre y el reportaje? Compró todos los 
periódicos y revistas que pudo. Leyó y releyó. Se encerró sábado y domingo. 
Después de que por sus ojos pasaran tantas y tantas letras, al fin supo qué 
hacer: iba a inventar la historia. Y lo hizo. Era sobre un accidente de avión. 
De la supuesta tragedia sacó la nota informativa, y el reportaje fue sobre 
cómo había sido el accidente, y cómo las familias se encontraban en las 
oficinas de Aeroméxico clamando por información y justicia. Y entregó todo, 
le dijeron que asistiera tal día para ver si se quedaba. 
La ocasión llegó pronto. Leopoldo suponía que no se iba a quedar. “En 
primera porque lo inventé”, pensó. Tampoco conocía el ambiente, la 
redacción olía a nuevo, y estaba atestada de gente, no conocía a nadie pero 
escuchaba a muchos reporteros que contaban sus hazañas periodísticas, los 
observó con cuidado y meditó: “¿Qué voy a hacer yo contra éstos?” 
Entonces anunciaron al primero en ser empleado,luego al segundo y al 
tercero, y el cuarto fue Leopoldo. Fueron siete los primeros reporteros que 
 
 
21 
 
contrató El Heraldo de México. Entró a la oficina del subdirector, Óscar 
Alarcón, y ahí estaba el que iba a ser el Jefe de Redacción y el Jefe de 
Información, el subdirector habló. 
— Siéntese señor Mendívil, primero que nada felicidades, le pediremos 
que acepte ser nuestro reportero. 
— No, pues, encantado de la vida. 
— Pero, tengo una duda, esta nota y reportaje que trajo ¿dónde ocurrió? 
Leopoldo se sintió descubierto, sin salida. Pero con honestidad contestó: 
— En mi mente señor, es la verdad. Mire, no llevo mucho tiempo aquí en 
la ciudad, me la paso estudiando por la mañana y parte de la tarde en 
la Escuela Libre de Derecho. La nota está inventada, no ocurrió, y 
apenas tenía tiempo de hacerlo. 
— Bueno, bueno, lo importante es que está bien escrito, tiene usted idea. 
El artículo de Watts, el que era real, fue de las primeras cosas que 
publicaron en la sección editorial. Y como venía de haber trabajado como 
corrector en Alarma, lo mandaron a la Sección de Policía con otro 
compañero que tenía mucha experiencia en la Ciudad de México. Fue muy 
feliz trabajando en esa sección, que, en su opinión, es en donde el reportero 
se hace, porque es donde más se reportea. Las fuentes principales eran la 
Jefatura de Policía, con el Servicio Secreto, que entonces existía, y la 
Procuraduría de Justicia con la Policía Judicial. 
 
DETECTIVE PROVISIONAL 
Cierto día, se dijo que en un estacionamiento en Toluca empezó a oler muy 
feo, buscaron el motivo, y encontraron un cadáver ahí. Al día siguiente, 
Leopoldo se enteró de que un reportero de Excélsior, Víctor Payán, iba a ir 
 
 
22 
 
a Toluca con Jorge Herrera, un reportero de La Prensa. Y se les pegó. 
Juntos le dieron seguimiento a la nota. 
Comenzó a pasar mucho tiempo con los reporteros que también iban a 
cubrir la fuente policiaca. Así que junto a ellos, se fue a investigar lo del 
cadáver. Le dieron la pista a la policía, que andaba totalmente fuera de foco. 
En media hora, prácticamente, resolvieron el caso. 
El muerto había sido metido en una caja de cartón dentro de la cajuela. 
“Miren la caja tiene la etiqueta de una mueblería”, les señaló. Corrieron hacia 
la mueblería y la señorita se acordó que habían ido dos hombres a comprar 
una caja. Leopoldo, junto a sus nuevos aliados, “secuestraron” con su 
permiso a Jaubert, un hombre que hacía retratos hablados. Éste realizó el 
dibujo y uno de los asesinos se descubrió. Eran tres, iban a armar una 
banda de ladrones, y ese muchacho fue la primera víctima. Eran dos 
hermanos y un tipo perteneciente a la comunidad libanesa. Sabían que el 
muchacho trabajaba y ganaba buen dinero, pues eran sus amigos. Lo 
secuestraron, lo mataron, le robaron lo que tenía, y en su coche metieron el 
cadáver. Caso cerrado. Publicación de la nota al día siguiente. 
Fue emocionante su trabajo en la Sección de Policía. Tuvo la fortuna de 
trabajar con dos fotógrafos que conocían la ciudad como la palma de su 
mano, y así aprendió a manejarse en ésta. Sin embargo, llegó el momento 
en que comenzó a sentir que le estaba surgiendo la mentalidad del reportero 
de Policía. 
En la sección los atropellados no eran noticia, porque había tantos que era 
común, ya hasta les decían “fiambres”. Él no lo sabía, en su primer día, en la 
sala de juntas, donde se reunían los reporteros para revisar las copias de las 
actas de todas las delegaciones, se puso a escoger lo que valía la pena para 
hacer síntesis13. En una cuartilla cabían aproximadamente cuatro notas de 
las actas. De pronto salió una acerca de un atropellado, la eligió. Entonces 
 
13
 Actualmente denominadas “breves” por los diarios 
 
 
23 
 
preguntaron: “¿Quien fue el estúpido que puso el fiambre?”. Leopoldo se 
reveló como el autor de la situación. “Ah, eres nuevo, esto no sirve, hay 
muchos muertos, estas no son notas”, le comunicaron. Y él tuvo que 
entenderlo. Los negocios de la fuente de Policía se limitaban a proteger a 
una casa de citas, a una cantina o un restaurante, no se metían con los 
narcos, ni nada de eso. Y aunque el trabajo era prácticamente de párvulos, 
ya no le gustó más. 
A sólo nueve meses de su trabajo en Policía, ya estaba harto de la fuente. 
Buscó algo más y lo único que había eran las fuentes económicas, así que 
se encargó de la Secretaría de Industria y Comercio. Luego se paseó por 
otras fuentes, hasta que el Jefe de Redacción tomó la decisión de terminar 
con el sistema de fuentes, para que los reporteros no siguieran obteniendo 
dinero por promoción en notas. Se supo que el Jefe de Información y dos 
reporteros, pasaban a las fuentes a cobrar los llamados “embutes”14 y se 
quedaban con todo. Hasta que la familia Alarcón, dueños del periódico, se 
dieron cuenta de todo. 
Una vez que el sistema de fuentes desapareció, Leopoldo conoció las 
diversas fuentes informativas, desde Presidencia de la República, hasta la 
de Deportes, y en muy poco tiempo pudo conocer cómo era el movimiento 
informativo. La única Secretaría que no conoció fue la del Trabajo y 
Previsión Social, en la que, paradójicamente, llegaría a trabajar años 
después. 
 
UN MOVIMIENTO ESTUDIANTIL 
Tres años pasaron volando, y apareció 1968 en el calendario. Leopoldo era 
constantemente enviado a las fuentes educativas, por lo mismo trabajó 
mucho en la UNAM. Incluso se hizo amigo de los agentes de la Dirección 
 
14
 Dinero que les daban a los reporteros por hacer las notas que ellos requerían. 
 
 
24 
 
Federal de Seguridad. Así comenzó a conocer la 
temperatura social del país. Se hablaba mucho del 
sistema político priista y su autoritarismo, él necesitaba 
información y por eso unió lazos de amistad con ellos. 
Era mayo. Uno de aquellos amigos le dijo: “Algo va a 
pasar aquí, están habiendo muchos conciliábulos15, y 
esto es señal de que aquí va a suceder algo.” Leopoldo 
escribió la nota sobre eso, ésta iniciaba con: “Fuentes 
allegadas a la universidad, aseguran…”. Y la publicaron 
en primera plana. 
Junto al inicio de todo esto, llegó a la redacción, un 
hombre que había trabajado en La Prensa en uno de sus 
mejores momentos, cuando Manuel Buendía era director 
de ésta. Mario iba a ser el nuevo Jefe de Información. 
En julio hubo un alboroto entre instituciones: la Escuela 
Preparatoria Ochoterena, que estaba atrás de la 
Secretaría de Gobernación, y la Vocacional 5 del 
Politécnico. Estaban en un pleito intenso cuando 
llegaron los granaderos a separarlos. Estos agarrones 
eran comunes en ese tiempo, pero los medios le 
pusieron mucha atención a éste en particular. 
Al día siguiente, Leopoldo fue a recoger su correo. El 
Jefe de Información lo mandó a Gobernación porque, al 
parecer, los estudiantes se iban a dar otro agarrón. 
Leopoldo salió casi corriendo, y llegó al lugar. De pronto, 
por un lado llegaron los de la Vocacional y por el otro los 
de la Ochoterena, Leopoldo sabía que era momento de 
 
15
 Reunión de personas que no ha sido convocado por persona autorizada o que se reúne 
para tratar un asunto que se quiere mantener oculto. 
 
Movimiento Estudiantil 
1968 
El movimiento estudiantil 
del 68 fue un movimiento 
de carácter social. Este 
movimiento surgió por la 
indignación y la idea de 
que algo tenía que 
hacerse contra el 
gobierno mexicano en los 
sesenta, que estaba poco 
dispuesto a escuchar las 
demandas que vestían un 
carácter inofensivo, 
planteado por un grupo 
de universitarios. Que 
más tarde se convertiría 
en un movimiento con 
implicaciones en más 
sectores sociales, no solo 
de jóvenes, que 
pugnaban por más 
libertad política para la 
población civil. La historia 
del movimiento del 68 
mexicanocomienza con 
un simple conflicto entre 
estudiantes y termina en 
una masacre. 
 
Flores, Edgar. “Ensayo del 
Movimiento Estudiantil de 
1968 en México”, 
www.tuobra.unam.mx 
 
 
25 
 
trabajar. Pero justo en ese momento arribaron los granaderos, y Leopoldo, 
sin saber cómo, se quedó en medio. Su razón le indicó irse de lado de los 
granaderos, y lo hizo. De la nada se armó el alboroto. Los jóvenes aventaron 
algunas piedras a los granaderos, hasta que éstos dieron el silbatazo, 
entonces sí, todos a correr hacia su escuela. Cerraron la puerta de la 
Vocacional, los granaderos, algunos entraron al pasillo de la escuela, pero 
no a los edificios. También se replegaron a la mitad de la plaza. De un 
edificio salió un pañuelo blanco, y ahí inició el diálogo. 
El presidente de la sociedad de alumnos se le enfrentó al comandante de los 
granaderos, no llegaron a pelear, pero sí le exigió que no se acercaran otra 
vez a la escuela. El presidente muy convencido, aseguró que en los 
laboratorios tenían ácidos y se los iban a aventar si se acercaban otra vez. 
El comandante ofendido advirtió que no los amenazaran, que si no hacían 
alborotos nadie los iba a tocar. Ahí terminó todo el asunto. 
Cuando Leopoldo llegó al periódico se encontró con otra versión de los 
hechos que sólo él había presenciado: los granaderos habían invadido la 
escuela y golpeado a los estudiantes ahí dentro, lo cual violaba la autonomía 
del Politécnico. Leopoldo enfureció y dijo: “¡En primer lugar el Politécnico no 
es autónomo!, en segundo, no hay quién confirme esa información porque 
sólo había camarógrafos y yo fui el único reportero que estuvo ahí, así que 
no pienso publicar esa nota, porque no es cierto lo que dice.” 
Días pasaron, otros acontecimientos como éste sucedieron, mientras tanto, 
El Heraldo sufría cambios en la redacción. Un compañero llamado José 
Falconi, quien moriría tiempo después en un accidente de avión cuando 
viajaba a Posa Rica, Veracruz, durante la campaña de Luis Echeverría, lo 
saludó y le avisó de la reunión que estaba preparada para ese día con 
Gabriel Alarcón, el dueño del periódico. El asunto fue que el sistema de 
fuentes iba a volver, que la especialización era necesaria en un periódico. La 
repartición de fuentes inició con Leopoldo: 
 
 
26 
 
— Leopoldo Mendívil, Presidencia. 
Leopoldo quedó estupefacto. Por su mente transitó el recuerdo de la primera 
vez que cubrió al reportero de esa fuente: l legó al lugar, observó lo 
controlado que estaba todo, la mayoría de los reporteros tenían al menos el 
doble de su edad, era gente de bastón. Al verlo, el director de información de 
presidencia le dijo: “¿Para que le sirvo chamaco?”. No, él no podía cubrir 
esa fuente. Gabriel intento revitalizarlo. 
— No te preocupes, Leopoldo, te vamos a ayudar. 
No sólo tenía que cubrir la fuente que más le atemorizaba, también tenía que 
llevar notas exclusivas, y eso, no se valía. Comenzó a viajar en las giras 
presidenciales. En una ocasión, una construcción estaba siendo inaugurada, 
así que decidió entrevistar al Secretario de Comunicaciones y Obras 
Públicas, los reporteros se dieron cuenta y comenzaron a acudir para recibir 
la información, pero cuando llegaron Leopoldo ya estaba por terminar la 
entrevista. El Secretario se limitó a saludarlos y se fue. 
En la noche, el Director de Información de Presidencia llamó a Leopoldo muy 
molesto, le dijo que tenía una queja de los compañeros periodistas porque 
estaba entrevistando al Secretario en privado, y que eso no se valía porque 
la información era para todos. Terminó con un: “¡No lo vuelvas a hacer!”. 
Los Juegos Olímpicos estaban por iniciar y Leopoldo fue relevado de su 
fuente de Presidencia, para cubrir todo lo que pasaba en la Villa Olímpica; 
tenía que llevar preparadas dos entrevistas al día. Para él, fue una 
experiencia hermosa ver entrenar a los atletas, platicar con algunos de ellos . 
Pero no era el único tema del que debía estar al pendiente, pues, como la 
Villa estaba cerca de la Universidad, tenía que estar preparado para salir 
rumbo a ésta si había algún alboroto por ahí. Fue una locura. 
Una tarde hubo una manifestación, así que él y otros reporteros llegaron al 
Zócalo muy temprano y se instalaron en la puerta “Mariana” de Palacio 
 
 
27 
 
Nacional. La opinión pública ya señalaba a los periodistas como “prensa 
vendida”. De pronto, Leopoldo se dio cuenta de que la multitud los estaba 
rodeando, les dijo a sus colegas que era mejor que todos caminaran 
lentamente hacía los soldados que estaban cerca de ahí, pronto ya estaban 
entre soldados y estudiantes. La orden: “¡Montar Bayoneta!”, les permitió 
salir del embrollo. 
Leopoldo Mendívil sólo veía y realizaba sus anotaciones: Un grupo de 
estudiantes se quedó atrás de Palacio, rodearon la Secretaria de Educación 
Pública y no dejaban pasar. Los estudiantes secuestraron y quemaron 
camiones. Había llegado ya Policía Auxiliar. Los estudiantes salían y les 
tiraban bombas molotov, y algunas de éstas, les prendían el uniforme, no 
llegó a más, pero se exacerbaba la furia de unos y otros. Los soportaron un 
rato, hasta que el silbatazo se dio, entonces los policías corrieron tras ellos y 
les dieron golpizas brutales. 
Todos los reporteros se concentraban juntos. Había tres reporteros de El 
Heraldo, Leopoldo incluido. Se turnaban para cubrir, cuando llegaba su 
relevo, corrían al periódico a redactar la nota. El protocolo era conocido por 
todos, si no se controlaba el asunto con la Policía Auxiliar, llegaba la 
Preventiva, luego los granaderos y, por último, el Ejército. 
Leopoldo estuvo ahí hasta las 11 pm, instante en que llegó la Policía 
Preventiva. Momentos antes llegó el Servicio Secreto a estacionarse frente 
a la Catedral, eran aproximadamente 20 patrullas. Leopoldo era buen amigo 
del Jefe del Servicio Secreto, “El Gallo”, así que decidió saludarlo. Él le dijo 
que no lo dejaban entrar, que algo pasaba, y que era la confirmación de que 
todo estaba planeado, pues era raro que no los pudieran controlar, pues sólo 
eran estudiantes, lo mejor que tenían eran bombas molotov. 
Leopoldo volvió al periódico a redactar. Al otro día, un fotógrafo que cubría 
eventos sociales llamado Guardiola, le platicó lo que sucedió después: 
llegaron los granaderos, el muchacho que estaba aventando las bombas 
 
 
28 
 
molotov desde el balcón de un edificio murió, pues al arrojar una molotov, 
uno de los granaderos disparó a la bomba y uno de los pedazos cayó en la 
boca del chico. Éste se envenenó de inmediato, cayó del balcón pero su 
pantalón se atoró en éste, así que quedó colgado muerto, la escena alborotó 
todo aún más. Después llegó el ejército a sustituir a los granaderos. Con un 
bazucazo derribaron la puerta de Preparatoria Nacional 1. El ejército entró, 
y Guardiola también, comenzó a tomar fotografías de los estudiantes 
golpeados. Y así fue como El Heraldo, fue el único periódico que obtuvo las 
fotos del famoso “bazucazo”. 
Leopoldo comenzó a meditar todo. “La revuelta de los estudiantes en ese 
suceso específico no tenía por qué haber llegado a tanto. La primera policía 
que estuvo en el evento fue la Policía Auxiliar. Ellos hubieran sido 
suficientes para detener aquello, esto estuvo preparado”, pensó. 
Para Leopoldo todo fue una lucha política, pues Luis Echeverría16 quiso 
obtener más poder, poder para lograr que el presidente Gustavo Díaz 
Ordaz17 se inclinara por él, por la necesidad que había entonces de proteger 
la figura presidencial. Supuestamente Echeverría era un hombre leal al 
presidente. Había sido hechura de Díaz Ordaz, era un hombre de toda su 
confianza. 
Leopoldo lo conocía. Echeverría era un tipo que casi no hablaba, siempre 
tenía una cara de austeridad, usaba unos lentes verdes que eran muy 
anchos, y más claros en el centro, que hacían que sus ojos se vieran más 
pequeños. Era un hombre que no teníaningún problema en quedarse más 
tiempo en la Secretaria si era necesario, trabajaba excesivamente. Así se 
fue ganando la confianza de Díaz Ordaz. “Lo que quería Echeverría con todo 
este alboroto, era que el presidente viera su capacidad de hacerse cargo de 
las dificultades nacionales”, concluyó. 
 
16
 Político y abogado mexicano. Presidente de México en el periodo 1970-1976. 
17
 Fue un abogado y político mexicano. Presidente de México durante el periodo 1964-
1970. 
 
 
29 
 
VIAJES INTERESTELARES 
Nunca lo imaginó, nunca se había metido en esos temas, 
sólo veía lo que pasaban en televisión y hasta ahí, así 
que le cayó de sorpresa enterarse de que iba a cubrir la 
llegada del hombre a la Luna. La restructuración de El 
Heraldo había comenzado un año antes. El diario se 
reforzó en gran manera tras la llegada de Mario 
Santoscoy, pues atrajo a mucha gente joven, El Heraldo 
le dio pelea al Excélsior de Julio Scherer18, tenía mejor 
cobertura, principalmente en el ámbito fotográfico. 
Los Juegos Olímpicos iniciaron, y el periódico estaba en 
su mejor momento. Pero al finalizar éstas, todos tuvieron 
que hacer un gran esfuerzo para mantener al diario en 
donde estaba. Leopoldo ya había alcanzado el 
nombramiento de “Reportero Estrella”, además de tener la 
fuente de Presidencia, lo mandaron mucho a Estados 
Unidos para cubrir eventos. Trabajaba muy duro para 
beneficiar al periódico, y su nivel de inglés había 
mejorado muchísimo, por todo esto lo mandaron a cubrir 
el Apolo 11. 
Leopoldo estaba más que encantado de ir a donde lo 
llevara el viento, o a donde lo enviaran, porque de esa 
manera aprendía cada vez más. En el Apolo 11 conoció 
otro tipo de periodismo, conoció a otra clase de 
periodistas, aprendió de ellos mientras conversaban, o 
simplemente cuando los veía trabajar. Al regreso del 
Apolo 11, los astronautas que viajaron llegaron a México 
 
18
 Periodista y escritor mexicano. Exdirector del periódico Excélsior y del semanario 
Proceso. Actual presidente del Consejo de Administración de CISA Comunicación e 
Información, S. A. de C. V. 
 
Apolo 11 
Fue la misión espacial 
que Estados Unidos 
envió al espacio el 16 de 
julio de 1969, siendo la 
primera misión tripulada 
en llegar a la superficie 
de la Luna. El Apolo 11 
fue impulsado por un 
cohete Saturno V desde 
la plataforma LC 39A y 
lanzado a las 10:32 hora 
local del complejo de 
Cabo Kennedy, en 
Florida (Estados Unidos). 
Oficialmente se conoció a 
la misión como AS-506. 
La misión está 
considerada como uno de 
los momentos más 
significativos de la 
historia de la Humanidad 
y la Tecnología. El 24 de 
julio, los tres astronautas 
lograron un perfecto 
amerizaje en aguas del 
Océano Pacífico 
poniendo fin a la misión. 
 
 
 
S/A, “Apolo 11”, 
www.es.wikipedia.org 
 
 
 
 
30 
 
para visitar al presidente. En esta oportunidad, Leopoldo aprovechó para 
entrevistarlos. 
Pero como las segundas partes nunca han sido buenas, la noticia del 
lanzamiento Apolo 12 ya no había causado tanto revuelo, y la del Apolo 13 
no llamó la atención de nadie. A Leopoldo lo localizaron de noche, a las 
10:30 pm, alguien llamó a su esposa, y ella le dijo a Leopoldo que lo estaban 
buscando del periódico porque querían que fuera a cubrir los “problemas” 
que el Apolo 13 estaba teniendo. Lo buscaron a él y a Joaquín López Dóriga, 
pero fue Leopoldo el que contestó primero. Y aunque muchos dijeron que la 
descompostura del Apolo 13 fue una farsa para jalar de nuevo la atención 
mundial, para Leopoldo fue una gran experiencia estar ahí. Y todo aquello 
quedó plasmado en su columna Módulo Lunar. 
 
UNA PROFESIÓN DISFRAZADA DE OFICIO 
La fuente de Presidencia siguió siendo suya, y gracias a ésta, tuvo acceso a 
mucha información y a muchas otras fuentes informativas. Así que comenzó 
a escribir otra columna, ésta se llamaba Oficio Reportero. Por ahí andaba un 
reportero llamado Manuel Mejido19, que en una ocasión se encontró con 
Leopoldo y lo regañó. 
— ¿Por qué le pones oficio? ¡Nosotros hacemos una profesión! 
— Bueno, es que es la manera en la que todo el mundo nos referimos al 
trabajo, yo no lo uso de manera denigrante. 
Los oficios fueron durante un tiempo una forma muy noble de trabajo. Luego 
se fue analizando más el uso término, pero en ese momento no fue 
 
19
 Reconocido periodista veracruzano que ha entrevistado a personajes como Dwight 
Eisenhower, Pablo Picasso el Sha de Irán, Pablo Neruda y Gabriel García Márquez. Ha 
ganado el Premio Nacional de Periodismo en 18 ocasiones. La revista Time lo nombró uno 
de los mejores periodistas de México. 
 
 
31 
 
peyorativo para la cuestión periodística. Leopoldo escribiría esa columna 
hasta 1972 cuando conoció a Porfirio Muñoz Ledo20. 
 
TRAS EL MICRÓFONO 
El Heraldo tuvo una sección de noticias radiofónicas llamada Radionoticias 
del Heraldo de México. Los directivos del periódico querían convertir el 
programa en una agencia distribuidora de información. Ahí fue cuando 
Leopoldo comenzó a hacer radio. 
Los reporteros llegaban con la información, y además tenían que entregar 
dos o tres notas para radio. Hacían sus síntesis y las grababan ellos 
mismos. Era lo bueno del sistema, permitía voces diferentes, voces nuevas, 
en la creación de información noticiosa. Sin embargo, no funcionó. 
Leopoldo siguió en radio, pero sólo cuando sus compañeros lo invitaban. 
Siempre se reprochó el no haber continuado de fijo en aquel medio, en ese 
tiempo, fue un error no haberse adentrado en éste hasta muchos años 
después. La personalidad no le ayudó a Leopoldo con sus intereses. 
Siempre fue nervioso, porque trató de hacer muy bien todo y siempre tuvo 
miedo de hacerlo mal. 
Tiempo después, vencería al miedo de manera extraordinaria. 
 
EL NUEVO JEFE DE REDACCIÓN 
En 1969 nació su primera hija, y aunque Leopoldo moría por no separarse ni 
un instante de ese pequeño ser, su Jefe de Información no le dio sus 
vacaciones. Así que él se escapó, sólo fue un día, un lunes de travesura en 
donde él y su familia disfrutaron de su primera salida juntos. 
 
20
 Actualmente se desempeña como Diputado Federal por el Partido del Trabajo. 
 
 
32 
 
El martes que llegó, se enteró de que el día anterior se 
había armado una verdadera revolución en el diario: 
habían despedido a más de la mitad de la redacción. En 
su impresión, alguien le dijo que no se preocupara, que su 
puesto estaba seguro. 
Lo que sucedió, fue que desde hacía ya un tiempo, a un 
empleado se le había ocurrido la idea de crear un 
sindicato. Y muchas personas se unieron a él. Leopoldo 
no lo apoyó, simplemente, porque nunca le llamaron la 
atención los sindicatos. A él, incluso, lo llamaban “Lobo 
Estepario”, porque todos se habían dado cuenta de que le 
gustaba trabajar solo. Los directivos se enteraron de los 
planes y los despidieron. Muchos afirmaron que Leopoldo 
había sido el “soplón”, pero no, él siempre se mantuvo al 
margen. Contrataron a nuevas personas, no se parecían 
en nada a las de antes. Leopoldo entendió, entonces, que 
El Heraldo se iba a hundir. Alguien de Excélsior se 
acercó a él para ofrecerle un empleo en el periódico. Esto 
hizo pensar a Leopoldo en su futuro, y se preguntó qué 
era lo que iba a hacer. 
Tiempo después, sucedió la tragedia del avión que se 
cayó con algunos de los mejores periodistas de la prensa 
de aquellos años. En dicho desastre murieron dos de los 
mejores reporteros de El Heraldo: Mario Falconi y Rafael 
Moya. Ese fue otro duro golpe al periódico. 
Así que le ofrecieron la Jefatura de Redacción a Leopoldo 
para sustituir a Moya, pero él no se sentía capaz. 
Leopoldo le pidió al subdirector Óscar Alarcón que le 
permitierapensarlo. Tiempo atrás, cuando Salvador 
 
El avionazo del Cerro 
del Mesón 
El domingo 25 de enero 
de 1970, durante el inicio 
de la 2da. etapa de la 
campaña del entonces 
candidato presidencial 
por el PRI al gobierno de 
la república Luis 
Echeverría, un avión tipo 
Corvair con las siglas XC-
00K propiedad de la 
paraestatal mexicana 
CFE se estrelló en la 
cima del Cerro del Mesón 
debido a una intensa 
neblina, dejando un saldo 
de 14 víctimas, la 
mayoría de ellos 
periodistas que cubrían la 
campaña presidencial 
para diferentes medios de 
comunicación como la 
agencia PIMSA, El Sol de 
México, El Heraldo de 
México, La Prensa, La 
Afición, Excélsior y 
Ovaciones, siendo el 
único sobreviviente de 
aquella tragedia el 
periodista Jesús 
Kramsky. El "Monumento 
a los Caídos" conmemora 
la tragedia. 
 
S/A, “Cerro del Mesón”, 
www.es.wikipedia.org 
 
 
33 
 
González fue nombrado Jefe de Información, Leopoldo le había tendido la 
mano para que se adaptara a su nuevo puesto, pues Salvador venía de la 
Sección de Deportes en La Prensa. Le sugirió que se metiera a la 
hemeroteca para empaparse de todos los temas. El Heraldo tenía la mejor 
hemeroteca de todos los periódicos, era muy completa, así que le dijo que le 
ayudaría mucho meterse a leer para saber cómo eran las notas de en los 
asuntos de política y economía. Leopoldo también le mencionó que sería 
bueno que se fuera a las fuentes y las conociera. Y así inició su relación. 
Así que en aquel momento, Leopoldo le propuso a Salvador la Jefatura de 
Redacción a cambio de la de Información. Pero Salvador le confesó que si 
Leopoldo no estaba preparado, él menos. Al día siguiente, Leopoldo fue 
hasta la oficina de Óscar. 
— No puedo aceptar el cargo, no tengo experiencia, yo suelo actuar de 
acuerdo con mi realidad. 
— Pues mira Leopoldo, alguien ya me pidió el puesto de Jefe de 
Redacción que te ofrecí, así que si no quieres el cargo, dale la 
oportunidad al que si lo quiere. 
A Leopoldo nunca le llamó la atención poner las cabezas de las notas o 
formar el periódico, no. A él le gustaba traer la información, estar en la calle, 
por eso más que nada fue que rechazó el puesto. Y siguió siendo reportero 
hasta que Muñoz Ledo le ofreció un trabajo en el otro lado del espejo, en el 
Gobierno. 
 
 
 
 
 
 
 
 
34 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO II: 
CONOCIÉNDO AL LEÓN DESDE SUS ENTRAÑAS 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
35 
 
Ahora Leopoldo recuerda desde su escritorio. Frente a él tiene un mueble de 
madera con libros, muchos libros. A su izquierda está su computadora, una 
laptop abierta casi totalmente, y después de ésta, se encuentra la ciudad 
detrás de su ventana. 
Y recuerda. Recuerda otra parte de su vida que, sin duda, lo dejó marcado 
para siempre. Una parte que, asegura, sin ella un reportero nunca está 
completo. 
 
¿BURÓCRATA YO? 
Porfirio Muñoz Ledo era Subsecretario de la Presidencia, famoso por ser un 
hombre de izquierda dentro del aparato priista, y por ser intelectual y muy 
buen político. Había sido presidente de la Asociación de Estudiantes de la 
Facultad de Derecho de la UNAM. 
Estuvo un tiempo en Paris como agregado cultural, estudió allá y conoció 
mucha gente. Tiempo después estuvo en la Dirección del Seguro Social en 
el gobierno de Díaz Ordaz. 
Pronto se comenzó a acercar a Echeverría. Leopoldo siempre le decía que 
era “un hombre que vive pariendo ideas”. Una vez dentro del mandato de 
Echeverría, muchas de las acciones del gobierno fueron invento de él. La 
propuesta de crear una Carta de Deberes y Derechos Económicos de los 
Estados, fue uno de ellos. 
Otra de las principales funciones de Muñoz Ledo como Secretario de 
Presidencia fue escribir los discursos de Echeverría. Después lo nombraron 
Secretario de Trabajo. “Ahí lo mandaron porque fue lo que hubo”, recuerda 
Leopoldo. 
Mientras Leopoldo trabajaba en la fuente de Presidencia, conoció a Muñoz 
Ledo cuando aún era Subsecretario. Hicieron un vínculo, pues se 
 
 
36 
 
encontraban en giras que Leopoldo cubría para el diario, dentro y fuera del 
país. 
El Heraldo era propiedad de una familia: el padre y los dos hijos. La única 
persona con un puesto fuera de la familia era Agustín Barrios Gómez, en la 
vicepresidencia, era muy famoso en el periódico y nunca se le vio fin a su 
cargo, hasta que se peleó con los Alarcón y se fue. Hubo un momento en el 
que Leopoldo supo que se encontraba frente a una pared, se dio cuenta de 
que era un error de su parte si se quedaba en El Heraldo, donde ya no tenía 
oportunidades de crecer. Sabía que tenía mucho que aprender y no lo 
conseguiría si se quedaba ahí. 
Porfirio lo llamó justo en sus momentos de duda sobre El Heraldo para 
proponerle un trabajo con él en la Secretaria del Trabajo y Previsión Social. 
Leopoldo supo que necesitaba consejería urgente. Por eso fue que comenzó 
a preguntar la opinión de los hijos de Alarcón. Y después fue directamente 
con Gabriel. 
— Quiero hablar contigo como amigo y como jefe. 
Leopoldo le explicó cómo estaba la situación con Muñoz Ledo y las dudas 
que tenía sobre lo que debía hacer, y el jefe habló. 
— Primero te voy a hablar como tu jefe, y como tu jefe te digo que no te 
vayas porque te necesitamos. 
Entonces Gabriel comenzó a contarle una experiencia que tuvo cuando le 
ofrecieron trabajar como diputado en Puebla. Decidió ir a consultar a su 
papá y éste le hizo ver todas las cosas que él no veía de una situación de 
esa naturaleza. Lo convenció de que no tenía que ir a hacer nada allá, y que 
tenía su vida ya resuelta en el periódico. 
— Mira Leopoldo, como amigo te digo que si te vas a enfrentar a la 
burocracia te vas atorar todo, te vas a desesperar porque las 
 
 
37 
 
decisiones aquí en el periódico se toman rápido, pero en la Secretaría 
no. 
— Pero en la burocracia no sabemos como están as cosas, igual y todo 
es más fácil, con buena voluntad. Pero te agradezco tu consejo, te 
aviso pronto mi decisión. 
 
EL PORTÓN 
Con todos los enredos que tenía en la cabeza, Leopoldo fue a platicar con el 
Director General de Información de la Presidencia, que era amigo suyo. Le 
pidió una cita formalmente, pero no especificó el asunto de su visita. Cuando 
llegó le preguntó al director si imaginaba a lo que venía, y éste le dijo que sí. 
Le pidió que le diera su opinión porque estaba hecho bolas, y porque le 
encantaba su “chamba” de reportero. 
— La política es como una puerta, como la de Catedral: fuerte, dura. 
Muchos se acercan a tocar, gritan y golpean pero la puerta no se abre. 
Pero de pronto hay una puertita que se abre, esto es justo lo que te 
está pasando a ti, no ves lo que está pasando en la puerta, vas 
distraído viendo a todos lados, de repente escuchas un grito de 
alguien que te llama. Lo que vas a aprender con Muñoz Ledo te va a 
servir para toda la vida, no lo pienses, toma el riesgo. 
Leopoldo ya había consultado sus fuentes, pero esta vez fueron para 
resolver y organizar su propia vida. “Si me quedo sé que me va a ir bien 
como periodista. Pero tengo la oportunidad que se me presenta para entrar a 
la política. Si no le entro y me arrepiento, me voy a mentar la madre por 
bruto y por baboso, por no tener los calzones para hacerlo, además si se me 
está presentando la oportunidad a mí, pues voy a ir”, concluyó. 
Y se fue. 
 
 
 
38 
 
DE MADRUGADA 
El gobierno de Echeverría estuvo lleno de muchos matices, y a Leopoldo le 
tocó trabajar con Muñoz Ledo, uno de los hombres más influyentes del país. 
En ese entonces Leopoldo tenía 32 años y Porfirio 41. Sin darse cuenta 
Leopoldo comenzó a ocuparse en la Secretaría del Trabajo, en donde había 
mucho más el trabajo en el horario nocturno. 
Las negociaciones obrero-patronales casi siempre se efectuaban por la 
noche. Al parecer era por mera estrategia, porque un Secretario antes de 
Muñoz Ledoorganizó todas estas reuniones después del atardecer. Metía al 
lugar de discusión a los obreros por un lado y a los empresarios por otro, el 
sitio estaba vacío, sin sillas, y todos comían y bebían así, de pie. Tarde, sin 
asiento, panza llena: las reuniones eran cortas. 
Y fue quizá por eso, que la forma de manejo de la Secretaría se transformó. 
Leopoldo ya tenía un cambio de ropa ahí en la oficina, y en su baño le 
instalaron una regadera, porque nunca se sabía cómo iba a ser la noche. 
Por otra parte, Muñoz Ledo seguía trabajando en cosas para el presidente, 
entonces se quedaba a trabajar para hacerle los discursos, o documentos o 
proyectos. Muchas veces Leopoldo se tuvo que quedar con él, pues era su 
responsabilidad estar pegado al hombre, ya que en cualquier momento lo 
podía necesitar. 
Fueron muchas las noches que se quedaron a trabajar en la creación de un 
discurso u otro asunto. Se unían, Leopoldo estaba ahí, haciendo 
observaciones para que se entendiera bien el discurso, siempre alerta de 
cuál iba a ser la repercusión de cada idea. 
Fueron tres años en los que estuvo trabajando con Porfirio, de noviembre de 
1972 a septiembre de 1975. Hasta que la candidatura presidencial se la llevó 
López Portillo. Entonces Muñoz Ledo fue enviado como presidente del PRI, y 
Leopoldo se fue con él para hacer algo para lo que jamás se preparó. 
 
 
39 
 
UN ESPEJISMO 
Con toda la situación nueva del partido, Leopoldo recibió en sus manos la 
Secretaría de Prensa y Propaganda del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, 
como se llamaba entonces. Pero estuvo al frente solamente una semana. 
Muñoz Ledo habló con él un día. 
— Mire Leopoldo, le traigo un recado del señor presidente. Dice que 
usted tiene todas las capacidades para manejar la Secretaría, pero le 
falta una: ser político. Y el presidente dice que sobre todo en 
campaña, el Jefe de Prensa debe ser un político para que entienda 
todos los asuntos. Entonces ayúdeme, piense en algún senador o 
diputado federal que pueda dar la talla para el puesto, y nos vemos 
dentro de dos días. 
De esa plática pasaron justo los dos días, y Porfirio Muñoz Ledo se dirigió 
nuevamente a Leopoldo. 
— ¿Qué cree? Ya el señor presidente encontró quién se pueda encargar 
de esto, ¿qué le parece a usted Pedro Ramírez Vázquez?’21 
— ¡Ah caray! Es un gran organizador, si hizo los Juegos Olímpicos que 
hizo, esto lo hace con las manos atadas, ¡es un súper nombramiento! 
— El señor presidente le ofrece a usted la Subsecretaría. 
— Discúlpeme, pero, no gracias, no es que no me guste la idea, sino 
porque no quiero que le suceda a usted como algo que ocurrió hace 
seis años. 
Seis años atrás el Secretario de Prensa y Propaganda era Humberto Lugo 
Gil, un miembro del priismo más arraigado. El Subsecretario era Fausto 
Zapata Toledo, un hombre totalmente hecho “a la Echeverría”, un periodista 
muy inteligente y muy político. Él fue el encargado de prensa en la campaña, 
 
21
 Pedro Ramírez Vázquez es un arquitecto reconocido, fue el constructor del Museo de 
Antropología e Historia y del Estadio Azteca. También fue el organizador de los Juegos 
Olímpicos. 
 
 
40 
 
pero hubo muchos problemas en ésta, porque Humberto daba una orden y 
Fausto la revocaba. Leopoldo le contó todo esto. 
— Mire, el hombre de prensa de López Portillo, Rodolfo Landeros, “El 
Güero”, va a estar metiendo las manos porque es el hombre de prensa 
del candidato. Y algo así pasó hace seis años. Y a mí no me gustaría 
que Landeros, incluso fuera de la estructura, estuviera manejando las 
cosas de comunicación del candidato, así que creo que en todo caso 
él debería ser el Subsecretario. 
— Oiga Leopoldo no sabe cómo se lo agradezco, pero entonces ¿usted 
qué quisiera ser? 
— No pues usted dígame. 
— ¿No le gustaría hacer la campaña? 
— Pues ahí usted sabe. 
— Lo voy a consultar con el señor presidente. 
 
EN LA JUNGLA 
No se llevó a nadie de su equipo, Leopoldo se fue solo a organizar la 
campaña, bueno, casi. No entendió lo que le sucedería más adelante porque 
no era político. Años después, en la campaña de Miguel de la Madrid22, 
alguien le dijo: “Leopoldo, lo que no acabas de entender es que en campaña 
no hay jerarquías, aquí es la jungla, todos a darse de ‘carambazos’ para 
colocarse”. Leopoldo no quería colocarse, sabía que si seguía con Muñoz 
Ledo le iba a ir tan bien como a él. Y ahora se le planteaba la oportunidad de 
llegar a la Dirección de Comunicación de la Presidencia, el asunto le agradó. 
A la Dirección de Comunicación de la Presidencia solamente se llevó a un 
grabador y un funcionario, Delfín Sánchez Suárez, de la Secretaria del 
Trabajo, para que le ayudara con los asuntos económicos. 
 
22
 Político mexicano. Presidente de México en el periodo 1982-1988. 
 
 
41 
 
Rodolfo “El Güero” Landeros23 siempre fue conocido por saber manejar a la 
prensa, siempre estuvo en el área hacendaria, no había limites para él. A 
excepción quizás, de los terribles problemas que tenía con la migraña. Un 
día alguien le contó a Leopoldo que en un cuartito totalmente oscuro, que 
bien pudo haber sido un closet, Landeros se metía a golpearse la cabeza, 
debido al intenso malestar. 
En la Dirección, Leopoldo tuvo muchos problemas con la gente del Rodolfo 
Landeros, porque no les gustaba que Leopoldo llegara a ser su jefe, siempre 
creyeron que iban a manejar la campaña con “El Güero”. Durante la 
campaña, los fotógrafos se dividieron en dos: los de los medios y los de la 
campaña del PRI. Leopoldo no se metía con los fotógrafos del PRI porque a 
ellos los manejaba el fotógrafo oficial de López Portillo, Ramón, quien 
también fue compañero de Leopoldo en El Heraldo, y siempre tuvieron 
buena relación, pero en el gobierno las circunstancias eran otras. 
En cierta ocasión, Leopoldo quiso evitar algunos problemas al candidato, y 
todo el mundo estuvo de acuerdo cuando consultó y ejecutó su plan. Llamó a 
Ramón, el fotógrafo. 
— No sé qué pienses de todas las vestimentas que se tiene que poner el 
candidato en campaña, yo he escuchado que en la Ciudad de México 
lo critican mucho, porque un día se viste de Huichol y al otro día de 
Tarahumara. 
— Tienes razón Leopoldo, ¿pues qué se puede hacer? 
— Mira Ramón yo quiero llegar a un acuerdo contigo si así lo consideras. 
Si tú controlas el manejo de las fotografías que el partido manda, yo 
hablo con los medios y les ponemos un concurso semanal. La mejor 
fotografía de la semana se lleva un premio. 
Y el plan funcionó. 
 
23
 Gobernador del Estado de Aguascalientes en el periodo 1980-1986. 
 
 
42 
 
Platicó con los fotógrafos de medios y les dijo que si de sus medios les 
pedían esas fotografías con tantos trajes, las mandaran, pero que si podían 
evitarlo mejor. Y habló con los asesores del candidato: 
— Esta situación de que salga con un traje típico está bien para cada 
Estado que vaya, si es en Durango de Huichol o Mije en Oaxaca, pero 
son para consumo local, ¡no todas las etnias en un solo mes! 
Y aunque salió bien, siguió habiendo fricciones, porque Leopoldo no 
pertenecía al grupo. 
 
TARZÁN Y LA FOTOGRAFÍA 
Llegaron a Tuxpan, se iniciaba la gira por Veracruz, era un sábado. Y 
aunque los vehículos de los reporteros iban siempre por delante de la 
comitiva, un autobús se quedaba hasta atrás por si alguno se quedaba 
rezagado y éste lo recogía. Todos lo llamaban “La barredora”. Leopoldo 
tenía muy buena relación con los fotógrafos de Ramón, y esto ocasionó los 
celos del ex compañero de El Heraldo. Al llegar al siguiente pueblo, después 
de salir de ahí, Ramón entusiasmado intercambió palabras con Leopoldo. 
— ¡Ahora sí tengo una fotografía buenísima del candidato, y no vas a 
tener que darle premio a nadie porque es de aquí de los fotógrafos!— ¿De qué se trata? 
— Al salir de Tuxpan, no sé si viste, que en el circo había un elefante con 
la panza pintada con el escudo del PRI, y sin más ni más, López 
Portillo se subió a él. 
— ¡Oye pero es que no, van a decir que ahora es Tarzán! 
Y Ramón se enojó. 
 
 
 
43 
 
Pasó el fin de semana. Eran las 9:00 pm, y Leopoldo estaba empezando a 
comer cuando alguien le avisó que se estaba armando un alboroto en la Sala 
de Prensa a causa de la fotografía. Él compartía la mesa con un colega que 
se llamaba León Roberto García, éste era hijo de un líder agrario muy 
famoso en esos tiempos: León García, mismo que a todos sus hijos les puso 
el nombre de León “Algo”. 
Leopoldo le narró lo sucedido con la fotografía, le aseguró que el candidato 
debía enterarse y que si las reacciones eran como él suponía, iban a afectar 
la imagen del candidato, y que Leopoldo estaba ahí para protegerlo. León 
Roberto le contó lo que pasó con su papá cuando él tuvo la oportunidad de 
entrar en la política: 
— No sabe cómo le agradezco, es el primero de mis hijos que quiere 
trabajar en lo que yo hago, ¿me acepta el primer consejo hijo? 
— Claro papá. 
— Cuando usted se levanta por la mañana seguramente quiere ir al 
baño, pues a partir de mañana llévese una cucharita, porque si se va 
a meter a la política va a estar comiendo mierda. 
León Roberto le pregunto, entonces, a Leopoldo: “¿Tú quisieras comer 
mierda?”. Leopoldo no dijo nada, se dio la vuelta y se fue. 
En ese momento sucedía un evento multitudinario. Leopoldo vio a López 
Portillo sentado, y a su lado derecho, vio a Muñoz Ledo. “Siempre han sido 
contrarios, no se pueden ver, ésta fue una jugada de Echeverría muy cruel”, 
pensó. Leopoldo ya no quería meter a nadie más en el asunto. “Éste es mi 
rollo, no voy a meter a otros”, se dijo. Así que fue directamente hacía López 
Portillo. 
— Licenciado, siento que tengo la obligación de plantearle una situación, 
se mandó una fotografía a los medios. 
— Ah sí, la del elefante, simpática. 
 
 
44 
 
 “Ya te jodiste Leopoldo”, pensó. 
Entonces le contó lo que estaba pasando en la Sala de Prensa. El candidato 
estaba jugando con un clip, dándole vueltas. De pronto lo dobló y lo lanzó al 
piso: 
— Pues actúa con respecto con tu criterio Leopoldo. 
— De acuerdo señor gracias, disculpe usted. 
El criterio de Leopoldo le dictó hablar otra vez con Landeros. Le rogó que 
considerara mandar esa fotografía, Landeros le respondió: 
—Ah es una fotografía simpática, diferente. 
—Pero está ocasionando una acción, la verdad le tengo miedo a esa 
fotografía. 
—No, es una fotografía diferente, además ya es tarde, los cuates ya no 
están en los periódicos, yo no la retiraría. 
—Bueno, perfecto, espero estar equivocado. 
—Espero que lo estés. 
 
Ahí se le echó el mundo encima. La gente de “El Güero”, siempre estuvo 
buscándolo, tendiéndole, trampas. Cuando pasaba un día sin que nada le 
ocurriera, Leopoldo se ponía muy nervioso porque sabía que le estaban 
preparando algo peor. 
 
LA ÚLTIMA CENA 
Pasaron algunos meses de aquello. Al llegar a Monterrey, el encargado de 
servir los alimentos en la campaña se acercó a Leopoldo para ofrecerle una 
cena con los reporteros. Y Leopoldo aceptó con gusto. El día de la cena 
llegaron personas de todos los segmentos de la campaña. 
 
 
45 
 
Leopoldo andaba muy mal de una hernia, que sin querer le provocó Muñoz 
Ledo cuando estuvieron en la Secretaría del Trabajo. Así que resolvió no 
asistir a la cena. Pero al final, fue. Llegó tarde, y se sentó en una silla frente 
a un whiskey que le habían servido. A su lado estaban dos reporteros. En 
determinado momento escuchó ruido detrás de él, volteó y vio que los 
reporteros comenzaron a pelearse a manotazos. Rápidamente se levantó y 
los separó. Sacó a uno de ellos del salón, era un costarricense que trabajaba 
en la Cadena García Valseca, y éste le contó a Leopoldo todo lo que le 
habían hecho recientemente. Leopoldo se dio cuenta de que al hombre lo 
“traían de encargo”. Uno de ellos era el que estaba ahí, se llamaba Leopoldo 
también. 
Así que Leopoldo pidió que sacaran al segundo Leopoldo porque ya estaba 
muy borracho, al contrario del costarricense que prácticamente no había 
bebido más que Coca Cola. Pasó una hora tranquila, Leopoldo casi ni tomó 
del jaibol que le habían servido. De repente escuchó unas voces, y vio a su 
tocayo pidiendo permiso para pasar y presentar una disculpa. Éste regresó a 
la mesa, se sentó y empezaron a pelearse otra vez. Sólo se estaban 
empujando, sin golpes, pero Leopoldo volvió a sacar al costarricense. 
Mientras estaban afuera, el segundo Leopoldo apareció con un vaso y se lo 
aventó al costarricense, que estaba recargado en una de las patrullas de la 
campaña. A la mitad del coche, entre las dos puertas, fue donde el vaso se 
estrelló, se rompió, salpicó la cuba, y el incidente terminó. 
Al día siguiente despidieron a Leopoldo de la campaña. Alguien dijo que él 
había estado tan ahogado de borracho en la cena que no había podido 
controlar todo el problema de los reporteros, problema que había sido una 
verdadera batalla campal entre periodistas. Esa versión de los hechos llegó 
a oídos de López Portillo, así que pidió que lo retiraran de la campaña. 
No fue hasta en la noche cuando Leopoldo pudo conversar con el candidato. 
— ¿Cómo está Leopoldo? 
 
 
46 
 
— Muy apenado por lo que sucedió. 
— Tiene razón en estar apenado Leopoldo, ¡cómo es posible haber 
estado ahogado de borracho!, eso es enfermedad Leopoldo. 
— Hicieron bien el trabajo, lo convencieron. 
— ¿Te calumniaron? 
— Me calumniaron, si usted me permite le contaré mi versión, no es la 
verdad, pero así usted podrá comparar las versiones. 
Y Leopoldo le contó lo que había sucedido en la cena. 
—Pues sí Leopoldo, coincide con lo que me han dicho varios de tus 
compañeros que vinieron a abogar por ti. Tal vez cometí una 
equivocación, pero siento que ya no debo revocar la orden, vas a 
regresar a México, no se te va a hacer daño de ninguna naturaleza, vas 
a incorporarte a otras actividades del partido. 
“Y eso no es provocarme daño alguno”, pensó. Después de eso Leopoldo 
entendió que su camino no sería por ahí. Esperó. Muñoz Ledo no le ayudó, 
aunque supo perfectamente cómo había sucedido todo, y conocía la presión 
que Leopoldo estaba sufriendo por él. 
Se fue a su casa. Terminó la campaña, y lo mandaron a hacer la campaña 
del Gobernador de Jalisco; tuvo la oportunidad de quedarse ahí, pero no 
quiso. Volvió a México, se inició el Gobierno de López Portillo y no hubo 
nada para él. Landeros, que por encima de todo, para Leopoldo no 
representaba un hombre malo, le afirmó que se quedaría a trabajar con él. 
Leopoldo le preguntó a Rodolfo quién estaba al frente de la Oficina de 
Comunicación, y si tenía algún plan. Landeros le dijo que era un 
organigrama. Él arriba y toda la fila de amigos suyos abajo, uno tras otro, 
para todas las áreas de comunicación del Estado mexicano. 
Pasó diciembre, enero, y fue el momento en que Landeros se puso a 
integrar a su equipo. Llegó el día 13 de febrero, al día siguiente López 
Portillo se iba a entrevistar con el presidente Carter en Washington, así que 
 
 
47 
 
Landeros le sugirió a Leopoldo ponerse de acuerdo con él al día siguiente. 
Regresó y no apareció en la oficina. Dos días después Leopoldo decidió 
preguntar por él con su secretaria. Ella le dijo que Landeros tenía problemas 
de ortodoncia, pero Leopoldo se enteró de lo que en realidad había 
sucedido: 
Al terminar la plática entre los presidentes, hubo una reunión entre el 
Secretario de Relaciones Exteriores y López Portillo. López Portillo le 
preguntó cómo había estado la entrevista, y éste le dijo: 
—Muy bien presidente, pero sólo de dientes para fuera, porque la batalla con 
los medios la perdimos aquí y allá en México. 
Le mostró como habían manejado la información en Norteamérica

Continuar navegando