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Los-Pueblos-originarios-del-norte-de-la-Ciudad-de-Mexico--una-primera-aproximacion-etnografica

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
 DOCTORADO EN ANTROPOLOGÍA 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS/ INSTITUTO DE INVESTIGACIONES 
ANTROPOLÓGICAS / INSTITUTO DE INVESTIGACIONES SOCIALES 
 
Los pueblos originarios del norte de la Ciudad de México: una primera 
aproximación etnográfica 
 
TESIS 
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: 
 DOCTOR EN ANTROPOLOGÍA 
 
PRESENTA: 
HULISES GUTIÉRREZ BARRERA 
 
TUTOR: 
DR. ANDRÉS MEDINA HERNÁNDEZ 
INSTITUTO DE INVESTIGACIÓNES ANTROPOLÓGICAS, UNAM 
 
MIEMBROS DEL COMITÉ TUTOR: 
 DRA. ANA BELLA PÉREZ CASTRO 
INSTITUTO DE INVESTIGACIÓNES ANTROPOLÓGICAS, UNAM 
DR. MARIO CASTILLO HERNÁNDEZ 
 INSTITUTO DE INVESTIGACIÓNES ANTROPOLÓGICAS, UNAM 
 
CIUDAD DE MÉXICO, AGOSTO DE 2017 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
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fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
 
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3 
 
La redacción de esta tesis, me 
llevó a perderme, pero también me 
permitió reencontrarme. 
 
 
 
 
4 
 
 
 
 
 
 
5 
 
Agradecimientos 
 
 
 
El proceso de elaboración de esta tesis, ha estado acompañado de múltiples 
personas, algunas de ellas se quedaron en el camino y otras diferentes 
aparecieron. Ellas estuvieron presentes en trabajo de campo o en el de 
escritorio, en mis ratos de ocio o en los de crisis. Mencionar a todos ellos 
ocuparía más de unas páginas, de tal forma que mencionaré sólo algunas 
de ellas, sin restarle importancia a las que no aparecen. 
 
A mi madre, que siempre, desde su muy particular forma de ser, ha estado 
a mi lado. A mis hermanos: Isela, Liliana y Jorge. A mis amigos que 
estuvieron conmigo, sobre todo al final, cuando la luz del faro que me guiaba 
parecía apagarse: a Roberto Mantilla, Lyz Hill, Carlos Varela, Astrid 
Hernández (la morrita), Alejandra Maldonado, Pablo Cabañas, Uriel 
Rodríguez, a los alumnos de PIF; Aldo, Raquel, Armando, Carlos y Evelyn. Y 
finalmente, a mis amigos de San Miguel el Alto, Jalisco, en donde encontré 
un lugar de tranquilidad para salir de la rutina de la gran ciudad. A todos 
ustedes, gracias totales. 
 
 
 
 
Al Doctor Andrés Medina, por todo, pero más por su amistad y confianza. 
 
 
 
6 
 
Esta tesis contó con el apoyo de dos instituciones, sin las cuales esto no 
hubiera sido posible. Por un lado, la Universidad Nacional Autónoma de 
México, brindó su respaldo académico y tres años apoyó con una beca para 
estudios de posgrado, mientras que en el último año, el respaldo económico 
lo proporcionó del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología el CONACYT. 
Esta investigación se nutrió en buena medida de los aportes del seminario 
permanente “Etnografía de la Cuenca de México”, en donde muchas ideas 
se expusieron sobre los pueblos de la ciudad y que fueron al final un gran 
aporte. A las charlas tan interesantes y amenas con los amigos y colegas, 
Tere Romero y con el buen Hernán Correa. A mis sinodales, por su amistad, 
confianza y paciencia; a la Doctora Ana Bella Pérez Castro, al Doctor Mario 
Castillo, al Doctor Mario Ortega y a la Doctora Ana Paula Pintado. 
Finalmente, porque sin ellos tampoco esto hubiera sido posible, a los 
habitantes de los pueblos que abrieron su corazón para compartir el sentir 
de ser parte de una comunidad con una profunda raíz. San Juan 
Ixhuatepec, San Pedro Zacatenco y Santa Isabel Tola, muchas gracias. 
 
 
 
 
 
 
7 
 
 
 
 
 
8 
 
Índice 
 
Introducción ........................................................................ 15 
 
La delimitación de las unidades de análisis en el contexto urbano .......... 18 
Diseño de investigación .......................................................................... 19 
Los capítulos .......................................................................................... 21 
 
Capítulo I Marco teórico y estado de la cuestión ................... 25 
 
Los pueblos originarios como objeto de estudio en la antropología .......... 27 
Los pueblos originarios ........................................................................... 27 
Pueblos urbanos ..................................................................................... 30 
Marco Teórico ......................................................................................... 37 
El pueblo originario como categoría de análisis ....................................... 40 
Las familias troncales ............................................................................. 47 
Los ciclos festivos ................................................................................... 49 
Las organizaciones comunitarias ............................................................ 52 
La agencia política .................................................................................. 55 
La delimitación simbólica de la comunidad ............................................. 56 
La fiesta como la puerta de entrada a los pueblos originarios .................. 58 
 
Capítulo II El proceso histórico de las comunidades indígenas 
de la Cuenca de México ........................................................ 60 
 
Introducción ........................................................................................... 60 
El escenario ............................................................................................ 62 
El posclásico ........................................................................................... 63 
El posclásico Tardío: la Ultima Triple Alianza .......................................... 66 
Algunas consideraciones previas ............................................................. 66 
Antecedentes de la Triple Alianza ............................................................ 67 
 
 
 
9 
 
La estructura tripartita ........................................................................... 69 
El Altepetl mesoamericano ...................................................................... 72 
Las unidades de estudio y su lugar en la estructura de la Triple Alianza . 73 
La época colonial, el siglo formativo ........................................................ 78 
La implantación de la estructura político administrativa en la Nueva 
España ................................................................................................... 87 
El corregimiento ..................................................................................... 88 
El cabildo ............................................................................................... 90 
La arquitectura teológico-filosófica de la comunidad indígena ................. 96 
La Edad Media ........................................................................................ 97 
La construcción del Imperio español en el Nuevo Mundo ......................... 99 
La participación preponderante de los franciscanos en la labor misionera
 ............................................................................................................ 101 
La implantación del sentido de comunidad en los pueblos de indios ...... 104 
La Hacienda en la Cuenca de México .................................................... 109 
Encomienda y Hacienda,la transición .................................................. 110 
La consolidación ................................................................................... 112 
La hacienda y la comunidad indígena ................................................... 114 
La disputa por la tierra ......................................................................... 117 
Los pueblos de Hacienda ...................................................................... 119 
El siglo XIX, el embate liberal hacia las comunidades indígenas ............ 121 
La reforma agraria y la creación del ejido .............................................. 132 
Conclusión ........................................................................................... 137 
 
Capítulo III Elementos para la conformación histórica de una 
región, Guadalupe y sus alrededores ................................. 139 
 
Introducción ......................................................................................... 139 
La ocupación temprana ........................................................................ 142 
La región de estudio: Guadalupe y sus alrededores ............................... 144 
La Sierra de Cuauhtépetl ...................................................................... 146 
Antecedentes pre-coloniales .................................................................. 149 
 
 
 
10 
 
El culto a los dioses en la Sierra de Guadalupe ..................................... 151 
El periodo colonial: la transformación de Tepeaquilla y sus alrededores 
entre los siglos XVI y XVIII .................................................................... 153 
Los pueblos .......................................................................................... 156 
El surgimiento y florecimiento del culto Guadalupano ........................... 158 
El camino de Guadalupe, La Calzada de México, Calzada de los Misterios o 
Calzada de Guadalupe. ......................................................................... 161 
La Colegiata, la Villa y los pueblos ........................................................ 166 
La separación de Ixhuatepec ................................................................. 174 
Guadalupe entre las aguas ................................................................... 174 
Las obras hidráulicas en la región de Guadalupe .................................. 177 
El Acueducto de Guadalupe .................................................................. 179 
Tlalnepantla ......................................................................................... 185 
Las haciendas en Guadalupe y sus alrededores .................................... 190 
La hacienda de Santa Ana de Aragón .................................................... 196 
El siglo XIX ........................................................................................... 207 
Los Primeros ayuntamientos en Guadalupe. ......................................... 208 
El nacimiento del Distrito Federal ......................................................... 211 
El siglo XX, la gran transformación ....................................................... 218 
El Ejido Revolucionario ......................................................................... 226 
La industrialización de la Ciudad de México .......................................... 230 
La década de 1980 ................................................................................ 240 
La década de los noventa ...................................................................... 246 
Conclusión ........................................................................................... 249 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
11 
 
Capitulo IV Etnografía de los pueblos originarios del norte de 
la Ciudad de México ........................................................... 251 
 
Las unidades de estudio ....................................................................... 252 
 
A. San Juan Ixhuatepec ................................................................... 256 
 
Aspectos generales sobre Tlalnepantla y San Juan Ixhuatepec .............. 256 
La organización social del espacio en San Juan Ixhuatepec ................... 263 
Las organizaciones comunitarias de San Juan ...................................... 267 
El ciclo festivo de San Juan Ixhuatepec ................................................ 268 
Calendario Festivo de San Juan Ixhuatepec .......................................... 269 
El Seis de Enero ................................................................................... 270 
La Peregrinación a la Basílica de Guadalupe ......................................... 271 
El recorrido .......................................................................................... 273 
Día de la Candelaria ............................................................................. 276 
La fiesta de la Candelaria en San Juan Ixhuatepec ............................... 277 
El niño dios de la Casa de Piedra .......................................................... 279 
El Carnaval de San Juan Ixhuatepec .................................................... 283 
Un breve repaso histórico ..................................................................... 284 
El Carnaval del Corralón ....................................................................... 287 
Los días de Carnaval ............................................................................ 292 
El carnaval de Petróleos ........................................................................ 300 
Los festejos del Quinto Viernes ............................................................. 301 
El Jueves .............................................................................................. 304 
El recorrido de la chirimía .................................................................... 304 
El traslado de las portadas ................................................................... 306 
El Viernes. ............................................................................................ 309 
El Juicio de Jesús en la Plaza y la procesión al Calvario ........................ 311 
La Velación ........................................................................................... 314 
El Sábado ............................................................................................. 314 
La Semana Santa ................................................................................. 317 
 
 
 
12 
 
El día de la Santa Cruz en Ixhuatepec .................................................. 317 
La peregrinación al Santuario de Chalma .............................................. 319 
El Sagrado corazón de Jesús ................................................................ 322 
La fiesta de San Juan Bautista, Santo Patrón de Ixhuatepec ................. 322 
Etnografía de la fiesta de San Juan Bautista ......................................... 324 
Fiesta patronal, las vísperas ................................................................. 328 
La procesión de los toritos y el traslado de las portadas ........................ 329 
Fiesta patronal 24 de junio, Día de San Juan ....................................... 333 
El palo encebado .................................................................................. 336 
El Castillo y el toro mayor ..................................................................... 337 
La peregrinación a San Juan de los Lagos ............................................. 339 
La fiesta Patronal de Santa Rosa de Lima .............................................. 342 
Las vísperas de la fiesta ........................................................................ 349 
La fiesta patronal .................................................................................. 351 
La procesión porlas calles del pueblo ................................................... 352 
La peregrinación al Tepeyac de la parroquia de Santa Rosa de Lima ...... 356 
La fiesta de San Rafael en San Juan Ixhuatepec ................................... 357 
El San Rafael Peregrino ........................................................................ 358 
La danza de los Tecuanes ..................................................................... 359 
Los días de la fiesta .............................................................................. 362 
La fiesta patronal de San Judas Tadeo .................................................. 365 
El día de muertos en San Juan Ixhuatepec ........................................... 365 
La fiesta patronal de la Virgen de Guadalupe en Ixhuatepec .................. 369 
La Novena de la Virgen de Guadalupe ................................................... 370 
El 11 de diciembre, las vísperas de la fiesta .......................................... 375 
La fiesta Patronal de la Virgen de Guadalupe ........................................ 378 
 
B. San Pedro Zacatenco .................................................................... 384 
 
Las familias troncales ........................................................................... 387 
Las organizaciones comunitarias .......................................................... 387 
El ciclo festivo de San Pedro Zacatenco ................................................. 390 
 
 
 
13 
 
Dos de febrero día de la Candelaria ....................................................... 390 
El carnaval de San Pedro Zacatenco ..................................................... 391 
Los días de carnaval ............................................................................. 394 
Segundo día de carnaval ....................................................................... 397 
Tercer día de carnaval .......................................................................... 399 
Cuarto día de carnaval ......................................................................... 401 
El cierre del carnaval ............................................................................ 401 
La fiesta patronal en honor a San Pedro Apóstol ................................... 402 
La víspera ............................................................................................. 404 
La fiesta patronal en honor a San Pedro apóstol .................................... 408 
La fiesta patronal en honor a la Virgen del Rosario ............................... 410 
 
C. Santa Isabel Tola ......................................................................... 413 
 
El ciclo festivo de Santa Isabel Tola ....................................................... 415 
El dos de febrero día de la Candelaria ................................................... 415 
El carnaval de Santa Isabel Tola ........................................................... 416 
El primer día ........................................................................................ 420 
El segundo día ...................................................................................... 422 
El tercer día .......................................................................................... 423 
El cierre ................................................................................................ 424 
La fiesta patronal de Santa Isabel de Portugal ....................................... 426 
Los rosarios .......................................................................................... 428 
Las misas ............................................................................................. 429 
El fin de semana de la fiesta ................................................................. 430 
El sábado ............................................................................................. 430 
La procesión de Santa Isabel ................................................................ 431 
El domingo de fiesta ............................................................................. 433 
Conclusión ........................................................................................... 435 
 
 
 
 
 
14 
 
Conclusiones Generales ..................................................... 437 
La historia ............................................................................................ 440 
La etnografía ........................................................................................ 450 
El Modelo ............................................................................................. 452 
Bibliografía Referenciada ...................................................................... 459 
Artículos consultados en periódicos ...................................................... 477 
Páginas consultadas en internet ........................................................... 477 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
15 
 
Introducción 
Como ya lo había indicado antes, en mi tesis de maestría, el interés en los 
pueblos originarios de la Ciudad de México, nace de una necesidad 
inconsciente de contestar algunas preguntas derivadas de mi experiencia 
personal en un pueblo originario. Sin embargo, el acercamiento fue 
inicialmente, a una comunidad de la delegación Xochimilco. Santiago 
Tulyehualco es uno de los pueblos más grandes y complejos de esta 
delegación y por ello, muy semejante al pueblo donde pase una buena parte 
de mi vida: Cuautepec, en la delegación Gustavo A. Madero. Con todo y pese 
a dichas similitudes, la vida comunitaria de Tulyehualco y la de Cuautepec 
son muy diferentes, también lo es su proceso de articulación a la ciudad. 
Mientras que el primero aún tiene una gran cantidad de tierra cultivable, 
un núcleo de familias troncales suficientemente grande para ocupar un 
lugar preponderante, frente a los sectores avecindados, en los asuntos del 
pueblo, un denso ciclo festivo anual y de que su proceso de urbanización ha 
sido más lento y gradual. 
 
Cuautepec, por su parte, fue transformado muy rápidamente en el siglo 
pasado y en la actualidad ya fue casi en su totalidad urbanizado, el único 
referente que le queda de su pasado rural, es la Sierra de Guadalupe, 
aunque esta ya paso a ser propiedad federal desde hace poco más de tres 
décadas. Su vida comunitaria ha quedado reducida a unas cuantas fiestas 
en el año y si bien en estos años han cobrado un nuevo impulso, estas son 
muy pequeñas. Lo mismo pasa con sus familias trocales, las cuales han sido 
superadas, por mucho, en número por los migrantes que llegaron a su 
territorio. Con estas dos experiencias, una de vida y otra de campo, pude 
observar más claramente el contraste y me permitió hacerme más 
preguntas, sólo que ahora consientes sobre estos pueblos. 
 
 
 
 
16 
 
Casi al mismo tiempo, como parte del proyecto de investigación formativa 
“Etnografía de los pueblos originarios de la Ciudad de México” coordinado 
por el Doctor Andrés Medina, en la Escuela Nacional de Antropología e 
Historia, inicio la primera aproximación de los pueblos del norte, visitando 
primero al pueblo de Capultitlán para los días de su fiesta patronal, en 
seguida visitamos a los pueblos de San Pedro Zacatenco y Santa Isabel Tola, 
durante los días de carnaval, todos ellos parte de la delegación Gustavo A. 
Madero. Durante esas visitas se reconoció la necesidad de explorar la parte 
norte de la ciudad, al darnos cuenta de que estos pueblos seguían 
manteniendo ciertas fiestas a lo largo de año, lo que a su vez era indicador 
de la existencia de una vida comunitaria. 
 
Al principio, el haber escogido los pueblos que aquí se estudian, parecía algo 
más sencillo y que obedecía solamente a esta necesidad de explorar la parte 
norte de la Ciudad de México. Sin embargo, es necesarioseñalar que se 
tuvieron que hacerse algunas adecuaciones tanto personales como 
históricas y etnográficas durante el proceso de investigación. En la fase 
inicial, por ejemplo, al revisar con detenimiento los mapas de la región se 
encontraron varios pueblos, entre ellos: Cuautepec, Santiago Atepetlac, 
Santa María Ticomán, San Pedro Zacatenco, Santa Isabel Tola, Santiago 
Atzacualco, Magdalena de las Salinas, Capultitlán y San Bartolo 
Atepehuacán. Para la elección de los pueblos se tomó como criterio inicial 
la proximidad territorial, por lo que se pensó en el último rincón de la 
ciudad, es decir los que se encuentran en las faldas de la Sierra de 
Guadalupe. 
En un comienzo se había pensado en Cuautepec, Ticomán y tal vez 
Zacatenco, pero poco después se descartó el primero debido a los vínculos 
personales que existen con este. Si bien el haber crecido aquí despertó el 
interés en los pueblos originarios, incluirlo como unidad de análisis suponía 
algunos inconvenientes, como mi cercanía con su vida cotidiana y sus 
 
 
 
17 
 
diversas problemáticas. Aspectos que al final entorpecerían la mirada 
etnográfica. Cuautepec es uno de los pocos pueblos del norte que se han 
estudiado, por ejemplo, hay un trabajo reciente en el que se busca dar 
cuenta de su historia y de su presente. Aunque al final, es notoria una 
mirada sociológica y un tanto rígida, que deja investigaciones históricas 
importantes de lado, así como en su entender sobre los elementos que 
componen la vida comunitaria de los pueblos, buscando lo “autentico” e 
ignorando las adaptaciones que han tenido que hacer derivado de su 
incorporación a la dinámica urbana (Álvarez, 2011). 
Entonces, se pensó en los demás pueblos cercanos, los que bordean la 
Sierra de Guadalupe, en su lado poniente, entre los límites con el Estado de 
México, es decir, a Santa María Ticomán, a San Pedro Zacatenco y a Santa 
Isabel Tola. Estás serían las unidades de análisis con las que se echó a 
andar esta investigación, sin embargo, un poco adelante, durante la 
investigación histórica se encontró una antigua configuración territorial 
creada por la administración colonial con fines de evangelización, desde 
1570 (López Sarrelangue, 2005: 21). 
En está delimitación territorial que seguía los intereses eclesiásticos, se 
colocó al Santuario de Guadalupe como cabeza de doctrina y se le incluyeron 
cuatro estancias de indios, a saber: Santiago Atzacualco, San Pedro 
Zacatenco, Santa Isabel Tola y a San Juan Ixhuatepec, aunque al correr del 
tiempo se le agregarían también algunas haciendas, como la de la Escalera 
y la de Santa Ana de Aragón. Tener en cuenta dicha configuración, dejaba 
fuera al pueblo de Santa María Ticomán y suponía la inclusión de otro ya 
que el objetivo desde el principio era explorar tres de ellos. Al final se decido 
por San Juan Ixhuatepec conocido también como Sanjuanico y tristemente 
recordado por la tragedia que sufrió en 1984. El motivo principal por el que 
se escogió a San Juan fue por las múltiples relaciones que se encontraron 
con Zacatenco y con Santa Isabel desde muy temprano en la Colonia, tanto 
en términos sociales, económicos, políticos y religiosos. 
 
 
 
18 
 
La elección de este pueblo, sin saberlo aún, sería sumamente relevante en 
esta investigación. Así mismo, desde la etnografía, se encontró que hay aún 
muchos vínculos entre estos tres pueblos. Por ejemplo, si bien en estás 
comunidades del norte no se concentró ya una forma de relacionarse entre 
ellos, que es muy común en las delegaciones del sur, llamadas 
“correspondencias”, se pudo observar que este papel ha sido asumido por el 
carnaval. De tal forma que seguir las visitas entre los pueblos de la región 
durante esos días, reforzó la decisión de tomar a los tres de ellos ya 
mencionados. 
 
La delimitación de las unidades de análisis en el contexto urbano 
Otro problema que había que resolver era delimitar a las comunidades para 
tener una idea de sus antiguos límites, de su espacio comunitario. La 
delimitación de la comunidad se ha convertido en un punto relevante en el 
estudio de los pueblos y cada vez se vuelve más compleja, toda vez que han 
pasado a ser parte del contínuum urbano de la metrópolis. Delinear la 
comunidad permite centrar la atención en puntos clave y restarla de los 
asentamientos que se formaron recientemente. Para hacerlo, en nuestro 
caso, se recurrirá en menor medida de los elementos materiales, físicos, y 
mucho más a lo que se entiende como la delimitación simbólica de la 
comunidad, (Cohen, 1995), reconocible sólo por los habitantes originarios 
de estos pueblos. Mucho de lo anterior se observará, por ejemplo, en los 
recorridos con el santo, durante las fiestas patronales, o los recorridos del 
carnaval y en el caso de Ixhuatepec, durante la novena de la fiesta en honor 
a la virgen de Guadalupe. 
Pero también se servirá para este propósito de observar los elementos 
históricos y naturales, como a los cerros de la Sierra de Guadalupe o el 
antiguo acueducto que atraviesa los pueblos de Tola y Zacatenco. Seguir las 
relaciones y los circuitos de reciprocidad, también ayudarán a visualizar 
 
 
 
19 
 
como los originarios entienden su territorio y que espacios están vinculados 
a su experiencia de vida, de cómo se transformaron y en lo que se han 
convertido actualmente, como es el caso del rio de los Remedios, el cual paso 
a ser un espacio de recreación y fuente del líquido vital a ser un punto rojo, 
peligroso en la comunidad de Ixhuatepec, donde se tira basura, corre agua 
pestilente y han sucedido muchos accidentes fatales. Tener en cuenta los 
vínculos entre los pueblos vecinos, en el pasado y en el presente, también 
será de gran utilidad ya que la comunidad también se refuerza desde el 
exterior y en conjunto con otros pueblos (Gutiérrez, 2013). 
Así, en esta investigación se propone aportar datos tanto históricos como 
etnográficos que permitan entender mejor la situación de estos pueblos y de 
su relación con la ciudad, para lograr una definición más acabada y logren 
ser entendidos en sus necesidades específicas, en el respeto a sus recursos, 
a sus formas de organización y a su cultura. Sobre todo de los pueblos de 
la parte norte de la ciudad, de la que hasta ahora, como se dejó ver sólo se 
ha abordado de manera parcial a Cuautepec. 
 
Diseño de investigación 
La necesidad del estudio de los pueblos de la parte norte, ya ha sido 
subrayada antes, por varios de los estudiosos más importantes de estos 
temas (Medina, 2007; Portal 2013), ya que plantean interrogantes diferentes 
sobre su proceso histórico y sobre su relación actual con la ciudad. En ellos 
hay que tomar en cuenta que su territorio ya fue transformado totalmente, 
atravesado y acotado por vías de comunicación, que sus tierras de cultivo 
fueron, primero, ocupadas por enormes fábricas y colonias que albergaban 
la fuerza de trabajo que ellas requerían y luego por unidades habitacionales 
o centros comerciales. Además de que todos esos cambios sucedieron de 
forma más temprana y rápida que en la parte sur de la ciudad. 
 
 
 
20 
 
Así, en primer lugar, desde la etnografía se busca hacer un acercamiento a 
la realidad de estos pueblos, planteando preguntas específicas sobre la 
rápida transformación que llevó a la urbanización de su territorio y a la 
pérdida de la tierra de cultivo, de si estos dos factores pueden determinar el 
futuro de los pueblos o son sólo aspectos a considerar. Así mismo, sobre 
qué elementos componen su vida comunitaria y de manera interactúan para 
que se reproduzca. 
Como una guía para lograr lo anterior, se partirá de la siguiente hipótesis: 
los pueblos en el contexto urbano de la Zona Metropolitana de la Ciudad de 
México han ido recurriendo, cada vez más, a sus ciclos festivos como una 
alternativa que les permite recrear su cultura y su sentido comunitarioen la 
medida en que el ámbito en el que se sustentaban se ha ido transformando 
radicalmente. 
Teniendo en mente la hipótesis antes descrita, la atención se pondrá, 
principalmente en los ciclos festivos de cada pueblo, buscado describir los 
detalles de cada uno de los eventos que componen sus festividades, a la vez 
que se irán analizando con los conceptos que serán aquí utilizados. En cada 
descripción se ira mostrando los ámbitos que componen su vida 
comunitaria y como de esta interacción depende que se debilite o se 
fortalezca. Así mismo, el registro etnográfico irá señalando en que ámbitos 
conviene profundizar en la historia de tal forma que se logre una panorámica 
más precisa en la conformación de esta región. 
Así, de la mano de la etnografía, se buscará dar cuenta de su transfondo 
histórico. Como sabemos, el escenario histórico es la Cuenca de México, la 
delimitación geopolítica de la Ciudad de México y su área conurbada es muy 
reciente y no permiten observar las antiguas configuraciones históricas, ni 
el lugar que cada uno de estos territorios ocuparon en la estructura política, 
social y económica de los grupos que fueron hegemónicos en otros tiempos. 
 
 
 
21 
 
De igual manera, resulta sumamente importante tener en cuenta los 
cambios que supusieron la conquista y colonización en la Cuenca de México 
y específicamente en nuestra región de estudio. Por ejemplo, lo que sucedió 
con las poblaciones originarias que sobrevivieron, los cambios en los 
conceptos geopolíticos mesoamericanos y lo que supuso la introducción de 
las instituciones españolas que regirían la economía colonial, como la 
Encomienda o la Hacienda o en materia de gobierno, de religión entre otras. 
De tal forma que este recorrido llegue hasta el siglo XIX y el cambio político 
y social que supuso la independencia, así como los efectos de las ideas de 
los grupos que ocuparon el gobierno en los sectores subalternos. Al llegar al 
siglo XX, se muestran los cambios que trajo la industria a nivel social, 
ambiental y económico, para los pueblos de la región y otras cercanas en el 
Estado de México y de esta ciudad. 
 
Los capítulos 
A partir de las preguntas y de la hipótesis ya presentada, es que se propone 
abordar la historia y la vida comunitaria de San pedro Zacatenco, Santa 
Isabel Tola y San Juan Ixhuatepec, para ello se ha pensado en la siguiente 
estructura: 
En el primer capítulo, se presenta el estado de la cuestión, en donde 
se muestran los aportes más importantes de cada una de las propuestas 
que han tomado a los pueblos originarios de la Ciudad de México como 
objeto de estudio, desde la antropología. En esta revisión se muestran los 
puntos más relevantes de cada una de ellas, sus observaciones críticas y 
puntos de acuerdo. Resaltando que la información desde donde se partió 
para elaborar dichas propuestas, se derivó, en su mayoría, del trabajo en 
los pueblos de la región sur de la ciudad. 
 
 
 
22 
 
En consecuencia se señala también, la necesidad de repensarlas desde la 
experiencia de los pueblos septentrionales de la ciudad, así como los que 
están fuera de los límites actuales de ella. 
Aquí también se incluye el apartado teórico con el que se busca dar cuenta 
de las complejidades que se observaron en cada pueblo, atendiendo al 
proceso histórico regional que las moldeó. Se parte entonces de una breve 
revisión sobre el termino pueblo originario como categoría de análisis y se 
muestra enseguida, una definición operativa que permita un acercamiento 
a estas comunidades, ante la falta de una definición ya consolidada. 
En el marco teórico, partiendo de una hipótesis para dar cuenta del estado 
en que se encuentra la vida comunitaria de estos pueblos, se propone un 
modelo que permita explicar cómo es que esto sucede, describiendo uno a 
uno los elementos que lo componen, su interacción y el resultado que está 
interacción tiene en la comunidad, además de que se incluyen los conceptos 
más relevantes con los que se buscará dar forma a los datos recabados. 
Finalmente, se explica porque las fiestas que componen los ciclos anuales 
de cada pueblo, resultan la mejor forma de entrar a los pueblos originarios 
en el contexto urbano. 
En el segundo capítulo, se hace un breve recorrido por el proceso 
histórico de las comunidades en la Cuenca de México centrando la atención 
en los puntos que se consideran más relevantes para explicar su condición 
actual. Así este recorrido parte del momento en que gobernó la última Triple 
Alianza desde el centro de México, su estructura y los principios 
organizativos con los que se regía. Un poco más adelante, se revisan los 
cambios que supuso la conquista y colonización española a la estructura 
política, social y económica que mantenía esta unión de las tres ciudades. 
Se pone especial atención en la política de congregaciones que permitió la 
ceración de las comunidades, en la etapa temprana de la Colonia, así como 
a las ideas que influyeron para dirigir sus dinámicas y cohesión social. 
 
 
 
23 
 
Finalmente, tomando como marco temporal a la hacienda, se siguen los 
efectos que esta tuvo en las comunidades originarias, sobre todo en el siglo 
XIX durante su florecimiento, de la mano de los cambios en la estructura 
social y política que trajo la independencia nacional, las reformas 
decimonónicas y los embates liberales a la Iglesia y a las comunidades 
indígenas. Así, hasta el ocaso de su hegemonía en el agro nacional, en los 
inicios del siglo XX, como consecuencia de la Revolución Mexicana. 
 
En el capítulo tres, la mirada se centrará en la región de estudio que 
fue llamada “Guadalupe y sus alrededores”, cuyos límites se establecieron 
según una antigua delimitación religiosa, donde precisamente el santuario 
de Guadalupe quedó como cabeza de doctrina y varios pueblos de indios 
cercanos, entre ellos los tres aquí referidos, quedaron a su cuidado. Para 
dar cuenta de su conformación y transformación, se propone seguir tres 
factores: El factor hidráulico, el cual se refiere a los cuerpos de agua que 
acotaban estos territorios, su desecación a lo largo del periodo colonial y la 
introducción del agua potable para la producción agrícola y el consumo 
humano. Por otra parte, está el desarrollo del culto guadalupano, el cual fue 
impulsado no sólo por motivos religiosos sino como parte de un proyecto 
político e identitario y que al final le permitiría ir colocarse como el eje 
religioso, social y económico de la región, además de ir cambiando su 
estatus, hasta ser reconocido como una ciudad y adquirir notoriedad 
nacional. Finalmente, en el siglo XX, la transformación de esta región fue 
impulsada por la industria que optó por establecerse ahí por necesitar una 
conexión rápida con los estados del norte del país y con los Estados Unidos. 
Los cambios derivados de este fenómeno, serían radicales, sin parámetro 
alguno en la historia del país y en gran parte explica las condiciones en que 
se encuentran los pueblos de norte de la Ciudad de México y del vecino 
Estado de México. 
 
 
 
24 
 
En el cuarto capítulo, se presenta la etnografía de los ciclos festivos 
de los pueblos de San Juan Ixhuatepec, San Pedro Zacatenco y Santa Isabel 
Tola. En dicha descripción, se busca mostrar con detalle los aspectos más 
relevantes de su vida comunitaria. La observación de las fiestas permiten 
por un lado, establecer varios niveles de análisis, por ejemplo el familiar y el 
comunitario, es decir como a través de las diferentes festividades los 
miembros de las familias troncales se interrelacionan entre para ir 
anudando el tejido comunitario, que como se mostrará en cada pueblo tiene 
una densidad diferente. A su vez, en conexión con lo anterior, de forma 
paralela, se mostrará cómo interactúan los elementos que integran el 
modelo propuesto para el análisis de los pueblos que están en estascondiciones y derivado de esta interacción se intentará demostrar que la 
transformación de su territorio y la pérdida del papel preponderante de la 
agricultura en su vida no son factores determinantes para que su vida 
comunitaria desaparezca, que a través de sus ciclos festivos negocian con 
la urbe el uso de sus tiempos y sus espacios, reproducen sus redes de 
relaciones, su cultura y afirman sus particularidades como pueblo. 
Finalmente, en las conclusiones finales, se dejan ver los principales aportes 
de esta investigación para el estudio de los pueblos originarios en general, 
pero particularmente para los que se encuentran en condiciones similares 
a los pueblos aquí estudiados. Pero además, luego de subrayar sus 
limitaciones, a lo largo de la exposición de los capítulos se van indicando 
líneas de investigación que desde la historia o la etnografía resultarían en 
aportes significativos para ampliar el conocimiento de estas comunidades 
desde una mirada a contrapelo. 
 
 
 
 
 
 
 
25 
 
Capítulo I Marco teórico y estado de la cuestión 
El estudio de los pueblos originarios de la Ciudad de México se ha convertido 
en un tema que ha venido cobrando importancia, sobre todo después de 
haber surgido como un actor más en la arena política de esta ciudad, en la 
última década del siglo pasado. El interés ha venido tanto del ámbito 
académico como del ámbito político. 
Los trabajos de investigación que se han producido, se han enfocado en las 
problemáticas que comenzaron a presentarse en estos pueblos a partir de 
la urbanización y el estrangulamiento que la ciudad ha venido ejerciendo 
sobre ellos, acentuado a partir de la segunda mitad del siglo XX. Disciplinas 
como la historia, la sociología, la ciencia política e inclusive otras como la 
agronomía, se han acercado a los pueblos buscando abonar al 
entendimiento de la complejidad que estos grupos culturales suponen, al 
ser parte de la ciudad pero no producto de ella. 
Sin embargo, la mayoría de estos trabajos se han llevado a cabo por 
separado con un marco teórico y una metodología pensada para dar cuenta 
sólo de un pueblo o tal vez, a lo más, de una demarcación política. Pero 
además, muchos de ellos centran su atención en identificar los factores que 
les dan cohesión o en cómo se genera y reproduce su identidad. El resultado, 
han sido investigaciones cuyas aportaciones son de aplicación reducida y 
focalizada, que no dan cuenta de los factores que hacen particular su 
cultura o sus formas de organización social y política. 
Otro aspecto significativo y que se tiene que considerar, es que casi la 
totalidad de las investigaciones sobre estos pueblos se han realizado en las 
delegaciones del extremo sur del Distrito Federal, principalmente en las 
delegaciones Tlalpan, Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta. Esto, porque los 
pueblos en estas delegaciones no se han transformado de forma tan radical 
y aún es posible observar muchos de los componentes objetivos que los han 
caracterizado y por los cuales se les reconoce más fácilmente como pueblos. 
 
 
 
26 
 
Entre los elementos más notables son por ejemplo, la tierra y la agricultura, 
lo mismo que otros de sus recursos naturales, como los bosques o el agua. 
Así, sus extensiones de tierra cultivada contribuyen a generar una 
atmosfera que remite al ámbito rural pero con la conciencia que se está en 
la ciudad. Pero además, hay que considerar que su presencia política, el 
número y magnitud de sus festividades, ferias comerciales y actividades 
productivas de los pueblos del sur están mejor posicionadas en el imaginario 
de los habitantes, los estudiosos y de las autoridades de esta gran ciudad. 
En ese sentido, se vuelven más fácil de observar los contrastes y en 
consecuencia, casi al instante, surgen las preguntas de lo que de alguna 
forma podría explicar por qué ha sido esta región más atractiva para los 
interesados en estos temas. 
Por otra parte, sobre los pueblos del centro y norte del Distrito Federal, cuya 
transformación ha sido radical, además de haber sucedido más temprana y 
más rápida, poco se sabe. En ellos, su tierra de cultivo fue, desde la segunda 
mitad del siglo XX, ocupada por grandes fábricas, escuelas o viviendas. Las 
más de las veces, lo único que se alcanza a distinguir es su iglesia, su 
antigua plaza, el panteón y algunas de las viviendas de los habitantes 
originarios en los alrededores de esta traza. La cantidad limitada de pueblos 
investigados en el norte, da como resultado que no haya un punto de partida 
y una propuesta teórico- metodológica pensada específicamente para dar 
cuenta de las condiciones en las que se encuentran. Esto hace necesario 
revisar los aportes hasta ahora hechos para el estudio de los estos pueblos, 
antes de presentar una propuesta de análisis específica para esta región del 
Distrito Federal. 
 
 
 
 
 
 
27 
 
Los pueblos originarios como objeto de estudio en la antropología 
Dejando fuera los trabajos de investigación que se han realizado sobre casos 
específicos y que suponen marcos teóricos y metodologías dispersas, se 
podrían consideran dos esfuerzos colectivos cuyas propuestas buscan, en 
términos generales, aportar elementos para lograr el entendimiento de los 
pueblos originarios en la Ciudad de México. 
 
Los pueblos originarios 
El primero de ellos, es encabezado por Andrés Medina (2007, 2007e) quien 
retoma el término de “pueblo originario” para elaborar su planteamiento 
teórico. Así, este autor entiende a los pueblos originarios de la Ciudad de 
México como un conjunto de comunidades agrícolas que se constituyeron 
en el siglo XVI, a partir de las tierras asignadas por la administración 
española, con una estructura política-religiosa como el cabildo y la cofradía 
para su organización y representación. Es por ello que va más profundo en 
el proceso histórico hasta encontrar la raíz mesoamericana de estos grupos. 
Sin embargo, se parte del presente etnográfico para hacer preguntas y así 
buscar referentes en su proceso histórico que permitan explicar lo que se 
observa en la actualidad. 
Es por ello que desde la etnografía ha elaborado una definición que permite, 
desde mi punto de vista, una primera caracterización y aproximación al 
objeto de estudio, estableciendo parámetros para diferenciarlo de otros 
asentamientos en esta misma ciudad. Esto no quiere decir que los 
elementos presentes en la definición tengan un carácter inmutable e 
invariable, pues si algo ha mostrado la cultura de estos pueblos es su 
carácter dinámico. 
 
 
 
 
28 
 
De tal manera que los elementos de los que se parte en dicha definición son: 
su carácter corporativo, el patrón de asentamiento, la toponimia, sus sistemas 
agrícolas de tradición mesoamericana, un núcleo de familias troncales, una 
serie de organizaciones comunitarias, un calendario ceremonial y una serie 
de ciclos festivos, una memoria histórica, la cultura comunitaria y finalmente 
la articulación que existe entre estas comunidades a través de diversos 
circuitos ceremoniales (Medina 2007e: 5-14). Las características enlistadas 
anteriormente, hacen referencia a aspectos sociales, ideológicos y 
estructurales distintivos de los pueblos originarios. 
Esta posición respecto a los pueblos originarios, está dirigida a demostrar 
su presencia como comunidades campesinas de raíz mesoamericana, en el 
contexto de la Ciudad de México y que aún se reproducen socio-
culturalmente pese al avance de dicha ciudad sobre sus territorios. 
Los elementos centrales de la propuesta de este autor se encuentran 
definidos en otros trabajos (Medina 1990c, 1995, 1997), donde el acento se 
pone en la agricultura, la actividad productiva que permitió el surgimiento 
de las sociedades complejas en Mesoamérica y que ha sido la más 
importante aún después de la conquista española. 
Es debido al papel central que esta actividadha tenido en Mesoamérica, que 
sus planteamientos giran en torno a la dialéctica del trabajo agrícola. En 
efecto, nos dice, el proceso de producción del maíz es una tarea de profundos 
efectos sociales e ideológicos; el campesino que labora su milpa no sólo 
obtiene sus medios de vida inmediatos, su esfuerzo implica también la 
construcción de una realidad social. El trabajo en la milpa, continúa, con 
esa calidad hortícola que hace depender el resultado y el proceso mismo de 
adaptación de un meticuloso esfuerzo manual y de manipulación directa e 
individual de cada planta, genera las premisas ideológicas por las cuales se 
definen las categorías de tiempo y espacio (Medina, 1990c:457). 
 
 
 
29 
 
El milpero consigue en el trabajo cotidiano, marcado por el ciclo anual del 
maíz, no sólo los medios de vida por los cuales se mantiene con su familia, 
sino que también establece una clasificación de tiempo y espacio. Pero 
además, en la medida en que conjuga su esfuerzo de producción y de 
reproducción, biológica y social, en un conjunto que trasciende las 
limitaciones de la existencia individual y familiar, es decir que se organiza 
en una comunidad, crea las condiciones para el surgimiento de múltiples 
procesos sociales que generan una memoria histórica y por lo tanto de una 
conciencia social, de una presencia que trasciende la vida individual de sus 
miembros y establece una continuidad a largo plazo. La calidad generativa 
del trabajo agrícola nos permite afirmar que el proceso de producción, en 
términos de relaciones sociales y de la división social del trabajo, constituye 
la matriz por la que se crean y recrean las categorías de tiempo y espacio, o 
sea los elementos fundamentales de su cosmovisión (Medina, 1990c: 476). 
Lo anterior nos permite recuperar la implicación generatriz del trabajo 
agrícola en términos de relaciones sociales, sistemas de representaciones y 
memoria histórica, es el reconocerlo como entramado en un elaborado 
proceso ritual en el que se expresan, en un complejo simbolismo, las 
concepciones espacio-temporales y de persona, en términos históricamente 
determinados. 
En este planteamiento se coloca al trabajo agrícola de milpa como el eje 
principal de la vida comunitaria, donde las pautas en el ciclo de la 
producción del maíz, son los referentes básicos para organizar el tiempo y 
el espacio de los habitantes de las comunidades mesoamericanas, entre 
ellas las que se encuentran en la Cuenca de México. 
Finalmente, es importante resaltar que al ubicar el ámbito donde se 
reproduce la matriz y sus categorías básicas, se logra un sustento tangible 
al argumento que señala la permanencia de ciertos referentes de la 
cosmovisión mesoamericana en las comunidades indígenas. Esta misma 
 
 
 
30 
 
propuesta es aplicable en retrospectiva, se pensaría que con la llegada de 
los colonizadores españoles y la destrucción de los grandes sistemas 
sociopolíticos que dominaron la cuenca, mucho del saber podría haberse 
perdido también. Sin embargo, la mayoría del conocimiento sobre la 
agricultura se mantuvo debido a que esté se reproducía en los sectores bajos 
de la población, es decir los campesinos. Estos serían organizados en 
comunidades, durante la colonia, manteniendo el trabajo agrícola como la 
base económica, tanto para beneficio de los españoles como de ellos mismos. 
Así, con la agricultura, subsisten también los rituales en donde se 
mantienen y reproducen las categorías fundamentales de dicha 
cosmovisión. 
 
Pueblos urbanos 
Por otra parte, encontramos una postura diferente frente a estos pueblos. 
Los autores que la promueven, sugieren el término “pueblo urbano” para 
caracterizarlos (Álvarez et al, 2011). En este planteamiento el énfasis se pone 
en los procesos de urbanización que han alcanzado a los pueblos de la 
Ciudad de México. Es importante señalar que estos investigadores generan 
su propuesta tomando como punto de partida muchos de los elementos 
pertenecientes a la anterior descrita, principalmente contenidos en los 
trabajos referentes a los pueblos originarios de la Ciudad de México (Medina, 
2007b; 2007e), pero buscando distanciarse de ella. 
Su interés se centra en comprender los complejos procesos a través de los 
cuales los pueblos han logrado sobrevivir y adaptarse a las condiciones de 
la urbe, preservar su condición de pueblos, manteniendo sus identidades y 
sus formas de autorregulación, así como construir una relación con la 
comunidad política capitalina y defender su pertenencia a través de ejercer 
diversas formas de ciudadanía (Gomezcésar, 2011: XIII). 
 
 
 
31 
 
Para ello, colocan tres conceptos como el sustento de su propuesta. En 
primer lugar el de ciudadanía y en segundo lugar el de pueblos originarios y 
a partir de los cuales buscan elaborar el tercero, el de identidad. 
Uno de los primeros puntos que señalan se concentra en problematizar el 
término “pueblo originario”. Este término cuya historia es reciente puede ser 
trazado como ya lo anote, en el Foro de Pueblos Originarios y Migrantes 
Indígenas del Anáhuac realizado en Milpa Alta en 1996. Con él, buscan 
colocarse como legítimos herederos de los antiguos pobladores del Anáhuac, 
por lo que tienen derecho incuestionable a su territorio. Esto continúan, 
confiere a este término un significado político, ideológico e identitario e 
implica una delimitación geográfica ya que se refiere exclusivamente a los 
pueblos ubicados en la cuenca de México. Con lo anterior expuesto, buscan 
señalar las complicaciones que la utilización de este término en el ámbito 
académico podría acarrear por su falta de “neutralidad” al surgir en un 
contexto político. 
También enlistan una serie de elementos a considerar tanto para su 
definición como para su análisis, por ejemplo: 
a. No todos los pueblos tienen un origen prehispánico. Muchos de ellos 
fueron creados durante el periodo colonial y casi todos fueron 
refundados después de la revolución en 1910. 
b. Aún los pueblos de origen prehispánico sufrieron fuertes 
transformaciones durante el periodo colonial y adquirieron 
estructuras institucionales y simbólicas diferentes a lo que se pudiera 
considerar como “original”, es decir, han soportado procesos de 
hibridación y sincretismo que los han llevado a incorporar prácticas y 
elementos mestizos, transformando así su carácter clásicamente 
indígena. 
 
 
 
32 
 
c. Así mismo, muchos de ellos han perdido control sobre su territorio y 
sobre todo de sus recursos naturales (el agua, la tierra etcétera) lo que 
los ha despojado de sus principales elementos constitutivos. 
d. La experiencia histórica de los pueblos del norte de la ciudad es muy 
diferente ya que de manera muy pronta se incorporaron a procesos 
industriales y urbanos, que los del sur, sur oriente y sur poniente, 
que conservan una estructura agraria que en ocasiones todavía opera 
y cuyos procesos de urbanización son sumamente tardíos. 
e. Por último, señalan que retomar el término pueblo originario como 
concepto teórico, por estar construido a partir de rasgos, lo convierte 
en un concepto “cerrado” y que al ser confrontado con la realidad de 
estas localidades, es incapaz de situarlos como parte de las dinámicas 
urbanas. Es decir, impide ver el cambio, el conflicto y las 
transformaciones, así como los vínculos con lo urbano (Álvarez, 
2011:12). 
Como una forma de resolver estas dificultades, particularmente las que 
hacen referencia a la heterogeneidad de los pueblos de la Ciudad de México 
y de que el proceso de constitución así como el de urbanización no fue 
homogéneo, generan una estrategia que está centrada en aspectos de tipo 
temporo-espaciales, porque es allí, señalan, en las formas en que se 
estructuran y se usan los tiempos y espacios sociales, en donde se construye 
la diferencia en los lugares urbanos. En esta perspectiva, todogrupo social 
construye y se apropia del tiempo y del espacio, modificándolo y 
construyéndose a sí mismo en el proceso, a partir de un capital cultural 
determinado. Así, la reproducción de las diferencias culturales ent los 
grupos sociales (los urbanos en este caso) se da entonces, “en función del 
uso, la organización y el control que se ejerce sobre el tiempo y el espacio” 
(Aguado y Portal, 1992:69). 
 
 
 
33 
 
Como resultado de la anterior reflexión, plantean una importante pregunta: 
¿Cuál es la forma específica en que los pueblos de hoy articulan y ordenan 
sus tiempos y sus espacios? 
Como un intento de contestarla ofrecen cuatro aspectos que podrían 
conducir a una definición y en los cuales se observan los planos tiempo- 
espacio como los parámetros a considerar: 
1) Tienen como base un conjunto de familias auto-identificadas como 
originarias. 
2) Poseen un territorio en que se distinguen espacios de uso comunitario 
y para desarrollar la vida ritual. 
3) Su continuidad está basada en formas de organización comunitaria y 
un sistema festivo, que tiene como elemento central un santo o santa 
patrona. 
4) Las festividades religiosas y cívicas cumplen la función de generar 
liderazgos en torno a los nombrados para ejercer los cargos, y para el 
colectivo es el medio para refrendar la pertenencia al pueblo 
contribuyendo a las continuidad de las identidades locales. 
Finalmente, otro aspecto muy importante que vale la pena señalar de esta 
propuesta, es su idea respecto a la identidad de estos pueblos, la cual, 
mencionan se constituye en su relación contemporánea con la ciudad, es 
decir; a partir de procesos anclados histórica, económica y culturalmente en 
la vida urbana. En territorios históricamente construidos y apropiados con 
relación a procesos urbanos específicos, lo que les otorga formas 
particulares de entender, ordenar y significar los tiempos y espacios 
sociales. De ahí su idea de hablar de pueblos urbanos (Álvarez, 2011:20). 
A manera de cierre de este apartado quisiera hacer una breve revisión de 
ambos planteamientos, resaltando algunos de sus puntos más relevantes 
desde mi perspectiva. 
 
 
 
34 
 
Respecto a la primera propuesta (Medina, 2007b; 2007e), esta recurre a un 
periodo más amplio para el análisis de estas comunidades, considera que el 
modelo básico de comunidad que caracteriza a las comunidades 
mesoamericanas fue creado en el siglo XVI, después de que la 
administración española les dotara de una cantidad de tierras y se les 
asignara un santo patrón, conservando a la agricultura como la actividad 
productiva principal, que sería utilizada tanto para su consumo como para 
el abastecimiento de los colonizadores. Esta actividad productiva, se 
mantendría como el eje clave para la organización espacio-temporal, como 
el locus de la reproducción de su cosmovisión. Así mismo, junto con los 
elementos anteriores que conforman el modelo, estos autores (Medina 
2007e; Broda, 2007), toman en cuenta también el paisaje sagrado, entre los 
que figuran los cerros que rodean a las comunidades y que con todo y los 
cambios que se han suscitado con la urbanización, aún persisten. 
Por otra parte, sugieren un enfoque que considera necesario seguir las redes 
de relaciones que han existido entre los pueblos de la cuenca (y más allá de 
la misma), desde antes de la llegada de los españoles y que en muchos casos 
aún persisten. Esto supone además un periodo de tiempo más profundo 
para entender sus particularidades, ya que fue hasta hace poco que la 
ciudad literalmente tocó a su puerta, antes había una cierta distancia que 
permitía una relativa “autonomía” respecto del uso de sus tiempos y sus 
espacios, sin contar que podían producir mucho de lo que consumían. 
Por otra parte, el equipo que prefiere utilizar el término de pueblo urbano, 
sin duda hace señalamientos sugerentes y abre nuevas líneas de interés en 
el estudio de estos pueblos. Sin embargo, quisiera señalar sólo algunas 
consideraciones respecto, por ejemplo, del uso del término de ciudadanía. 
Concepto que desde mi perspectiva, va en contra de la lógica comunitaria 
que los caracteriza. Para ellos, el fondo de la ciudadanía es la inclusión. 
 
 
 
35 
 
La pertenencia y la plena competencia de los individuos se registran y 
verifica en la capacidad inclusiva e integradora que ofrece la comunidad, el 
Estado, el régimen político, la ciudad; en la capacidad de integrar a los 
diferentes, de distribuir beneficios, de compartir atribuciones, de atender 
los asuntos comunitarios y de construir en común. Refiere a prácticas y 
condiciones que de ida y vuelta, en una doble dirección, idealmente 
promueven y afirman una inclusión integral, que trasciende los contornos 
de la exclusiva igualdad ante la ley (Álvarez, 2011). 
Sin duda, por lo menos idealmente, la ciudadanía otorga una serie de 
derechos y demanda también obligaciones al reconocer a los individuos 
como parte de una comunidad. Pero abordando el caso específico de estos 
pueblos en relación, sólo con la ciudad de la que son parte, el 
reconocimiento de sus especificidades y de sus derechos es los menos que 
les ha tocado. Fue hasta hace poco, con la elección democrática en los 
noventa, que su voz fue escuchada y se abrieron canales con el gobierno 
para entablar un dialogo, sin que necesariamente sus necesidades hayan 
sido atendidas. La llegada de la democracia entonces traía la promesa de 
una ciudadanía más igualitaria, sin embargo y pese a que el movimiento de 
estos pueblos en la ciudad ha ido creciendo, su situación adversa poco ha 
cambiado. La ciudad y su proyecto “occidentalizado” sigue desviando su 
mirada y reprime cada vez más sus expresiones culturales y avanzando 
sobre sus territorios. 
Así mismo, el uso de este concepto en estos pueblos trae consigo algunos 
peligros, si seguimos lo que se ha descubierto en otras latitudes cuando se 
ha introducido. En Brasil, por ejemplo, se utilizaba en un principio para 
referirse a alguien con quien el interlocutor no tenía una relación 
importante, un anónimo, una persona sin derechos. Los brasileños la 
usaban entre sí para señalar la insignificante presencia de alguien en el 
mundo, usualmente en una situación adversa o devaluada. Utilizando la 
también para dejar claro que alguna persona no era familia, amigo, vecino, 
 
 
 
36 
 
conocido, colega, competidor o cualquiera con una identidad reconocida. 
Estableciendo, en resumen, no sólo la ausencia de una relación personal 
sino que también rechazaba reconocer la igualdad de un otro igual. 
Ciudadano implica distancia, anonimato y desigualdad (Holston, 2007:3). 
Visto de esa manera, la ciudadanía está más cerca de la noción de 
individualismo, tendencia que como se mostrará se promueve desde el siglo 
XIX en México independiente y que resulta todo lo contrario a la lógica 
comunitaria de estos pueblos, en donde lo que más llama la atención es el 
reconocimiento, la inclusión, la participación y la proximidad entre sus 
habitantes, quienes pueden ser un ciudadano cualquiera en la ciudad pero 
no en sus comunidades. 
El otro punto donde centran la atención para distinguir e identificar a los 
pueblos, está también en una matriz espacio-temporal. Sin embargo, dejan 
abierta la pregunta sobre cuáles serían esos ejes centrales que permiten 
dicho ordenamiento y cómo llegaron a ocupar ese lugar (Portan- Álvarez, 
2011:14). Este es, sin duda, un acierto y resulta un plano donde convergen 
ambas propuestas: la de los pueblos originarios y la de los pueblos urbanos. 
La complicación para los seguidores de la segunda resulta cuando se 
identifica uno de los ejes que permiten organizar el tiempo y el espacio de 
estas comunidades, el sistema capitalista. El sistema capitalista ha 
incorporado ya desde hace varias décadas a los pueblos y ha influido en la 
creación de nuevos asentamientos entodos estos territorios, de alguna u 
otra forma la organización de la vida en todos los grupos sociales en la 
ciudad y su área metropolitana depende en buena medida de este sistema 
productivo dominante. Esta característica, como se puede ver, en lugar de 
distinguir homogeniza a los grupos sociales. Desde mi perspectiva, en todo 
caso, se podría decir que estos pueblos comparten dos ejes que organizan 
su tiempo y su espacio o dos matrices una de origen agrícola y otra derivada 
del sistema capitalista. 
 
 
 
37 
 
La primera es la que permitiría entender su transfondo histórico y sus 
especificidades culturales. Mientras que la otra, permitiría identificar la 
dirección hacia donde se han tenido que mover para adaptarse. 
 
Marco Teórico 
Los pueblos originarios de la Ciudad de México, son parte del área geográfica 
conocida como Mesoamérica (Kirchhoff, 1967). Desde su creación, este 
concepto ha propiciado una discusión interesante en la antropología 
mexicana, tanto en lo referente a su poder explicativo como en sus 
repercusiones ideológicas y políticas. 
Está centrado principalmente en la idea de que existen ciertos elementos 
que comparten los grupos sociales que en ella habitan, entre los más 
importantes destacan, por ejemplo; un excelente manejo de los recursos 
agrícolas (principalmente, del cultivo del maíz) mediante diversas técnicas 
intensivas que posibilitaron la aparición de un excedente productivo, el uso 
de un instrumental agrario común, la importancia de las diferentes formas 
procesadas de maíz en la dieta prehispánica, vida sedentaria, patrón de 
asentamiento en vastos centros urbanos, alta especialización artesanal, 
importancia del mercado y del comercio local y a larga distancia, la 
edificación de grandes complejos rituales en los cuales las pirámides 
escalonadas sobresalen. Así como una compleja cosmovisión e ideología, la 
importancia del sacrificio humano y del llamado juego de pelota, y de ciertos 
logros intelectuales, de los cuales la escritura, la astronomía y el calendario 
son los más importantes. 
En lo tocante a lo segundo, baste decir por el momento, que el concepto de 
Mesoamérica tuvo un profundo impacto en la antropología mexicana al 
grado de posicionarse como su paradigma más importante, luego de medio 
siglo de vigencia del evolucionismo de raíz decimonónica. 
 
 
 
38 
 
Interesante también es examinar los sucesos que tuvieron lugar a nivel 
nacional e internacional y que hicieron posible dicho posicionamiento (Para 
una revisión actual sobre este concepto, véase el interesante ensayo de 
Andrés Medina, 2015). 
Sin embargo, lejos de entender esta área geográfica como un espacio 
cultural homogéneo, se ve a Mesoamérica como un área rica en expresiones 
regionales y locales, producto de un complejo proceso de larga duración. 
Mesoamérica no se entiende entonces, como una un área cultural uniforme 
y permanente de estructuras cohesivas, si no como el resultado de una 
compleja y heterogénea dinámica de relaciones sociales, según lo cual se 
logró que la historia común y las historias específicas de cada uno de los 
pueblos mesoamericanos actuaran dialécticamente para forma una 
cosmovisión rica en expresiones particulares (López Austin 1990:31). 
En ese sentido y siguiendo la línea de las diferencias, tenemos el caso de las 
comunidades indígenas en el centro de México que fueron creadas en el siglo 
XVI por la Corona española, después de haber sido desmontados los grandes 
señoríos que conformaban la Triple Alianza. Uno de los factores más 
importante a considerar para abordar el proceso histórico de estas 
comunidades, es que después de la conquista, fue aquí donde se fundó la 
sede de los poderes coloniales en la Nueva España, dando pie al nacimiento 
de la Ciudad de México. Desde entonces y hasta la actualidad, la proximidad 
y luego su absorción a ella, esta ciudad les ha hecho ser diferentes del resto 
de las comunidades en Mesoamérica. 
Es así, que en este trabajo partimos de la necesidad de ir más profundo en 
el proceso histórico para observar los posibles quiebres que vivieron dichas 
comunidades y que al final dieron como resultado sus particularidades. 
 
 
 
 
39 
 
De tal forma que más adelante, en el capítulo siguiente, se presenta el 
proceso histórico de configuración de las comunidades en el Centro de 
México, donde se pone atención en los fenómenos que pudieron ser decisivos 
para ir dándoles la forma que se observa hoy en día. 
Si bien la presente es una investigación antropológica, cuya fuente principal 
de información es la etnografía, también se propone utilizar la historia para 
dar cuenta de un proceso histórico de larga duración y de un presente 
etnográfico que convergen en las comunidades que se aquí estudian y que 
sin la profundidad del primero o sin la detallada descripción del segundo no 
podrían entenderse. 
Hay que recalcar que la mayoría de las investigaciones sobre los pueblos 
originarios que se encuentran en la Cuenca de México, se han llevado a cabo 
en el territorio de lo que hoy se conoce como el Distrito Federal y para ser 
más precisos, en las delegaciones que se encuentran en la parte sur de la 
capital nacional. Es de entenderse, en consecuencia, que la mayor parte de 
la teoría disponible para abordar pueblos originarios en estos territorios 
haya sido a partir de casos en las delegaciones sureñas. 
Es así, que con un afán de explorar y poner a prueba la teoría generada 
hasta ahora, pero también con la finalidad de proveer de nuevas 
herramientas para el análisis, se lleva a cabo este trabajo, el cual es una 
primera aproximación, tanto etnográfica como histórica, a la parte norte de 
esta ciudad. Concretamente a tres de los pueblos de raíz mesoamericana 
que se encuentran en la proximidad del santuario mariano más importante 
a nivel nacional, la Villa de Guadalupe. La atención se centra en entender, 
por ejemplo, su temprana transformación e inclusión en la dinámica urbana 
a diferencia del proceso más lento por el cual aún están atravesando muchos 
pueblos de la región sur. Es entonces que los pueblos de las delegaciones 
que más han sufrido transformaciones, como los del norte, presentan retos 
para el investigador aun cuando ya tenga algo de experiencia. 
 
 
 
40 
 
Cualquiera que mira los mapas antiguos de principios del siglo XX, puede 
notar la presencia de varios pueblos antiguos que estaban ya asentados en 
estos territorios. Sin embargo, al atravesar por estos espacios de la zona 
metropolitana, uno no puede ver más que casas habitación y vías de 
comunicación que a diario transportan a miles de personas de un punto 
geográfico a otro, todos estos territorios se han convertido en un continuum 
urbano. Nadie pensaría que en medio de esta capa de cemento y asfalto 
muchos de estos pueblos aún reproducen su vida comunitaria, con sus 
fiestas patronales y carnavales por ejemplo. Una de las grandes preguntas 
que buscan ser contestadas aquí, es si la ciudad acabará con los pueblos o 
si estos lograran adaptarse cada vez a las condiciones que esta les impone 
y así como conocer las estrategias que harían esto último posible. 
Por lo anterior y pensando en las condiciones específicas en las que se 
encuentran estos pueblos, presento enseguida, el edificio conceptual con el 
que se pretende dar cuenta de la compleja realidad que significa ser un 
pueblo con una lógica comunitaria producto de su herencia mesoamericana, 
medieval y humanista, en el contexto urbano de la Zona Metropolitana de 
la Ciudad de México. 
 
El pueblo originario como categoría de análisis 
La realidad histórica y etnográfica que aquí se aborda, es la que durante la 
Colonia española fue conocida como Repúblicas de Indios o Pueblos de 
Indios (García Martínez, 1987), mientras que en la actualidad se han 
autodenominado Pueblos Originarios. Estas entidadesjurídicas y sociales 
creadas con una lógica distinta, se fueron transformando de maneras 
diferentes dependiendo de los procesos de mayor alcance en los que fueron 
incluidos. 
 
 
 
41 
 
En el caso que nos ocupa, la Ciudad de México ha sido esa variable que hay 
que considerar para entender su transformación y por la cual han ido 
adquiriendo sus especificidades, lo que al final los fue diferenciando de otros 
grupos originarios en el país. La Ciudad les ha obligado a convivir y 
compartir su espacio con un otro, el cual les ha hecho necesario preguntarse 
quienes son en medio del mosaico cultural en el que fue convertido su 
territorio. 
Decidieron no recurrir a la noción de indio o indígena debido a la carga 
racista que implican, en su lugar optaron por utilizar el término de Pueblo 
Originario el cual está construido en referencia al territorio y al tiempo, es 
decir, a la ocupación primigenia de un territorio. Esta re conceptualización 
de sí mismos y como grupo, ha impactado inclusive en su identidad, aunque 
sin olvidar su historia, ya que como será mostrado en la etnografía aún 
tienen clara su larga trayectoria agrícola, por ejemplo. Fue así, que al utilizar 
este término les ha permitido situarse y enfrentar colectivamente a una urbe 
muchas veces hostil, a la vez que les ha servido para abanderar su 
movimiento político que comenzó en la última década del siglo XX y que los 
colocó como un actor más en la arena política de la Ciudad de México. 
Y es justamente su actuación política en dicha arena, lo que hace necesario 
precisar que el término de pueblo originario, dado el contexto donde surge, 
tiene implícita una intencionalidad y una delimitación territorial es decir; 
un movimiento político en la Ciudad de México. Con lo anterior, se muestra 
que se conoce el trasfondo político de este término, lo cual desde nuestra 
perspectiva no lo invalida para ser retomado como una categoría de análisis. 
Sin embargo si es necesario separarlo tanto de su delimitación geográfica, 
como del movimiento político que representa, para poder usarlo como una 
categoría de análisis y ampliar su ámbito de aplicación. En este caso, por 
ejemplo, para abordar un pueblo que en la actualidad está fuera de los 
límites del Distrito Federal, San Juan Ixhuatepec, el cual pertenece al 
 
 
 
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municipio de Tlalnepantla en el Estado de México. Más adelante se 
justificara históricamente por que la inclusión de un pueblo del Estado de 
México, tal vez por ahora sea suficiente decir que la relación de Ixhuatepec 
con el Estado de México es muy reciente en comparación con la que sostuvo 
con la Ciudad de México, a través de la Villa de Guadalupe, relación que 
cambio en el siglo XIX con la creación del Distrito Federal. 
Como una salida para abordar al pueblo de Ixhuatepec, propongo sólo 
utilizar el término de Pueblo Originario, sin incluir “de la Ciudad de México” 
y que cuando lo haga es en referencia a los pueblos que en ella se 
encuentran. Esto, para no confinar su uso a un sólo punto geográfico y para 
disociarlo de un movimiento político, y más bien colocarlo como 
representante de un planteamiento teórico. 
Así mismo, el uso del término de Pueblo Originario como categoría de análisis 
ayuda a establecer diferentes niveles de análisis. En un nivel básico, por 
ejemplo, permite diferenciar a estas comunidades de otros asentamientos 
sociales con los cuales ya llevan varias décadas conviviendo en un mismo 
espacio. Para enseguida, en otro nivel, identificar sus especificidades 
culturales. A partir de dicha identificación, es posible buscar los referentes 
en el proceso histórico hasta encontrar las que puedan ayudar a explicarlas. 
De esta forma se puede también ir trazando la profundidad histórica 
necesaria. Finalmente, en conjunto, se podrá conocer la lógica cultural de 
estos pueblos y en función de esto también intentar caracterizarla. Lo cual 
por cierto, no puede partir solamente de la relación que tienen con la ciudad, 
además de que en dicha relación la influencia es mutua. 
Con todo y pese a los esfuerzos y aportes para lograr una definición acabada 
de pueblo originario, esto aún no ha sido posible. Sin embargo, es necesario 
tener por lo menos una definición operativa que permita delimitar el objeto 
de estudio. En ese sentido, los pueblos originarios serán entendidos como 
los herederos de las comunidades indígenas de la Cuenca de México que se 
 
 
 
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crearon en el siglo XVI bajo la dominación española, a partir de los 
remanentes de los grandes señoríos mesoamericanos y que fueron 
adquiriendo sus particularidades culturales como resultado de su articulación 
al proceso de transformación de la Ciudad de México. 
De lo anterior se puede entender que hay un punto de partida general en el 
proceso de conformación de las comunidades en Mesoamérica y que 
derivado de sus especificidades culturales previas y del proceso histórico al 
que fueron insertadas, fueron tomando un rumbo particular. En el caso de 
los pueblos de la Cuenca de México, la Ciudad de México y su proceso de 
transformación es el factor a considerar. 
En esta definición se destaca, nuevamente, el elemento central con el que 
se busca explicar su lógica cultural: la agricultura. En efecto, como ya se 
dejó ver, los pueblos mesoamericanos se ha destacado esta actividad 
productiva, la cual les permitió primero, crear sociedades complejas y 
consolidar imperios, y después mantenerse ante las nuevas condiciones 
políticas de la dominación europea. En lo que se refiere a las comunidades 
de la Cuenca de México, aún es posible observar en ellas, diversos tipos de 
prácticas agrícolas, pueden ser los sistemas agrícolas en torno al maíz de 
temporal, también conocido como el complejo de milpa, los de agricultura 
intensiva, principalmente las chinampas, y los de huerta, para la pequeña 
producción de verduras, plantas de ornato y yerbas medicinales. Sin 
embargo, la agricultura tradicional ha sido la más vulnerable a las presiones 
de la mancha urbana y al propio contexto del desarrollo capitalista (Medina, 
2007b:69). 
Sin embargo, lo más importante de esta actividad, es que su presencia 
implica el mantenimiento de un sistema de conocimientos y de creencias de 
raíz mesoamericana, manifestado y reproducido en rituales familiares, de 
barrio, comunales y regionales. Dicho de otra forma, se dice que es ahí en 
donde se crea y recrea su visión del mundo (Medina, 1990,476). En efecto, 
 
 
 
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del trabajo en la milpa se desprenden las categorías de tiempo y espacio. En 
lo que toca al primero, esta permite diferenciar tres ámbitos; uno productivo, 
uno doméstico y el entorno natural. Mientras que en lo referente al tiempo, 
el ciclo de desarrollo del maíz es un referente que permite estructurar el 
tiempo comunitario y el individual con sus respectivos los rituales. 
Lamentablemente, las condiciones han cambiado para las comunidades que 
pasaron a ser parte del Distrito Federal y ahora su área conurbada, puesto 
que como se mostrará, la ciudad ha influido de forma particular en su 
transformación, reduciendo la superficie cultivable y obligándolos a dejar de 
lado esta actividad productiva milenaria para ser parte de la mano de obra 
que necesita el sistema capitalista. 
Ahora bien, en lo que respecta a las comunidades de la Ciudad de México y 
su área conurbada, hay que señalar algunos matices, ya que si bien todas 
las comunidades han sido alcanzadas por la ciudad y sus efectos asociados, 
no todas han sido transformadas radicalmente, mostrando que este proceso 
ha sido discontinuo. Así pues, el avance de la urbe sobre las delegaciones 
del sur ha sido más lento, mientras que en las de la parte central y 
septentrional fue más rápido y extremo. 
En un capitulo que se presenta más adelante, se mostrarán algunos 
elementos que permitirán visualizar cómo es que

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