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Capítulo IV la tradición y el magisterio - bryan garcia godinez

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Introducción a la teología Pbro. Lic. José Luis Espinoza Hernández 
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Capítulo IV 
LA TRADICIÓN Y EL MAGISTERIO 
 
1.- El principio de la Tradición y las tradiciones apostólicas1 
 
1.1.- Nuestra época y las sociedades socialmente configuradoras. 
 
Nuestra época está marcada por una superficial nostalgia de las tradiciones. Aunque es difícil la implantación 
profunda de una tradición que dé arraigo y que dé identidad. Ciertamente se valoriza la función de la 
tradición, como enlace entre las generaciones y como signo de identidad cultural abierta a nuevas 
asimilaciones. Un ejemplo clave de una sociedad configurada por la tradición: 
 
En el pueblo hebreo, como en todos los pueblos, la tradición está ligada al recuerdo. A la anamnesis. A esa 
operación mediante la cual los pueblos se remontan a sus antepasados; apuntan a matrices míticas o 
históricas que explican, a través de una etiología sagrada, sus modos de ser y de hacer. Este es el sentido del 
memorial en los pueblos orientales, y en particular en el pueblo hebreo, en el cual creer equivale a recordar 
la acción de Dios desde los antepasados y fundadores del pueblo: desde el principio. Creer, recordar, 
confesar. He aquí lo que hace el israelita que, ante el altar del Señor desgrana una historia, es decir, confiesa 
una tradición: «Mi padre era un arameo errante…» (Dt 26) 
 
 a).- La tradición en el AT 
 
El pueblo de Israel se consideró sostenido y traspasado por un mensaje revelado (oral y escrito) 
importantísimo para la identidad del pueblo, es decir, para que ese pueblo permanezca unido y fiel a su ser y 
a su misión. 
 
Los elementos esenciales de una tradición, que se destacan en el AT: 
 
 El mensaje revelado como un cuerpo de doctrina y de práctica (Torah). Ese mensaje se refiere 
siempre a un bereshit (a un principio), es decir a los (primeros) padres que recibieron las promesas 
de Dios; 
 Su función configuradora, puesto que confiere la identidad al pueblo; 
 La existencia de un aparato transmisor (sacerdotes, sacerdotes escribas, doctores); 
 El culto, elemento importante de la trasmisión del mensaje convertido en memorial que se puede 
celebrar; 
 El carácter doctrinal o edificante (hagadda) y moral o jurídico del mensaje, tiene una doble 
dimensión: teórica y práctica; 
 La forma escrita de la tradición no anula la forma oral, que envuelve a la escrita como una 
interpretación, lo que mantiene el mensaje en permanente actualización; 
 El carácter fiel, repetitivo, de la transmisión; 
 Su compilación en una confesión de fe que se remonta a un pasado en el que germinan las 
promesas. Esta confesión de fe no es necesario que tome la forma de un cuerpo doctrinal, ya que 
puede tomar la forma de la narración (Cfr. Dt 26,5). 
 
1
 J. M. ROVIRA BELLOSO, Introducción a la Teología, Madrid: BAC, 1996, pp. 129-243; Cfr. H.J. POTTMEYER, 
«Tradición», en en LATOURELLE R.- FISICHELLA R., Diccionario de Teología Fundamental, Madrid: San Pablo, 
1992, pp. 1560-1568. 
Introducción a la teología Pbro. Lic. José Luis Espinoza Hernández 
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b).- Origen de la tradición cristiana 
 
En el paso del AT al NT debemos hacer referencia a la plenitud cristológica: es decir, el Señor convive entre 
los hombres para autocomunicarse a través de esta convivencia. 
 
En este sentido, el principio de la Tradición no será tanto la transmisión de unas verdades, o la transmisión 
de los segmentos de verdad contenidos en las tradiciones apostólicas, cuanto el acto originario de la traditio 
Christi Ecclesiae (la entrega de Cristo a su Iglesia), es decir, la comunicación de la Palabra viva de Dios 
recibida por la Iglesia en la luz y en la intelección del Espíritu Santo. 
 
La “traditio Christi” es el hecho primordial y básico del que fluye toda ulterior transmisión oral o escrita. 
Porque la transmisión de Cristo a la Iglesia da lugar a la recepción apostólica del misterio de Cristo. Tradición 
y recepción son las dos caras de la misma moneda: la transmisión del don gratuito de Dios. 
 
La recepción del misterio de Cristo por parte de los Apóstoles da lugar, a su vez, a la traditio apostolica, que 
primero se expresa como predicación oral y, luego, en forma de “regla de fe” escrita, implantada en la 
tradición e interpretada por la conciencia viva de la Iglesia. 
 
La Escritura nace de la primera Tradición apostólica de la fe. Ambas manan de la misma fuente original: 
Cristo totalmente entregado a los suyos. 
 
El principio objetivo de la Tradición es la autoentrega de Cristo. Esta entrega marca la conciencia viva de la 
Iglesia. La conciencia, que bien podemos identificarla con la fe la Iglesia, es el organismo vivo, subjetivo, que 
queda marcado por la entrega del Señor, desde el principio hasta el fin. 
 
La Palabra dicha por el Padre se ha expresado en la humanidad de Jesús de Nazareth. Esto no puede 
entenderse como una legitimación de todas las tradiciones. Quiere decir que, desde el principio hasta la 
Iglesia actual, dondequiera que esté la Palabra, junto con sus mediaciones –Escritura, tradiciones, magisterio, 
etc.– allí está subyacente la Tradición, que es precisamente transmisión de la Palabra y, por consiguiente, la 
transmisión de la única fe de la Iglesia, como acto eclesial de recepción creyente de esa Palabra. 
 
c).- La predicación apostólica, cauce visible de la Tradición 
 
La Iglesia, en el NT, por su naturaleza, será una comunidad transmisora e intérprete de la Palabra de Cristo. 
San Pablo es consciente de estar predicando una palabra que proviene de Dios y que engendra la fe de 
quienes la escuchan: “La palabra de la fe que predicamos” (Rm 10,8). 
 
La Palabra que estaba en el principio, pide ser predicada, y la predicación se convierte en una transmisión o 
tradición de esa Palabra que se hará carne en la historia. 
 
d).- El contenido y las formas 
 
El contenido se identifica con el acontecer de la fe y éste es la entrega de Cristo, donador del Espíritu a los 
hombres. “Una cosa es el depósito mismo de la fe, es decir las verdades que contiene nuestra venerada 
doctrina, y otra la manera como se expresa” (Juan XXIII, en la apertura del Vaticano II). Para discernir al 
hereje que muta la tradición, hay algunos criterios, según Vicente de Lérins: lo que daña la continuidad de la 
tradición es la novedad que aumenta, cercena o muta esencialmente del depósito de la tradición. Ejemplo: 
Marción con su lectura literal del AT, propone un Dios desconocido y espiritual. 
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Una diferencia entre tradiciones apostólicas y tradiciones particulares: hay que enfatizar, según Trento, el 
principio original (la autoentrega de Cristo a su Iglesia) y decir que las tradiciones apostólicas son tradición 
viva de los Apóstoles de Cristo, y aquellas tradiciones que no pueden apelar a un origen de revelación divina 
son particulares y humanas. 
 
e).- La Tradición como interpretación cierta y auténtica 
 
La Tradición es algo más que pura transmisión de un mensaje. No es cuestión sólo jurídica, que se puede 
hacer al margen de la confesión de fe. 
 
El acto mismo de la transmisión de la fe ha de ser un hecho religioso y, concretamente, una confesión de esa 
misma fe recibida. Ejemplo: la Eucaristía y la Resurrección (1Cor 11,23; 15,3), que San Pablo ha recibido por 
Tradición y, por eso mismo, las ha transmitido, continuando la traditio Evangelii. 
 
En efecto, el hecho de definir la fe, precisando sus contenidos y sus límites, podría, a primera vista, parecer 
un acto principalmente jurídico. Pero, en realidad, ha de ser ante todo un acto religioso, consistente en que 
los pastores del Pueblo de Dios, como portavoces dotados de autoridad, confiesan la fe de la Iglesia. 
Asimismo, toda explicitación e interpretación de la fe se realiza principalmente por medio dela confesión 
creyente: y, de esta manera, se transmite. 
 
f).- La Tradición y conciencia viva de la Iglesia 
 
En sentido subjetivo, la transmisión está profundamente ligada a la conciencia de los discípulos y a la 
conciencia del conjunto de la comunidad creyente: «La conciencia del discípulo, se tornará después memoria 
de todo lo que Jesús había enseñado y de todo lo que había pasado a su alrededor, y se desarrollará y se 
precisará en la comprensión de quién era El y de qué había sido Maestro y Autor» (Pablo VI)2. 
 
«El nacimiento de la Iglesia y el desvelarse de su conciencia profética son los dos hechos característicos de 
Pentecostés y progresarán juntos». 
 
Por tanto, el nexo entre Fe, Tradición y Conciencia de la Iglesia como «congregatio fidelium» es evidente: la 
fe de la Iglesia se transmite en la continuidad de la conciencia que cree. 
 
Lumen Gentium, n. 12, habla de un sentido de la fe de todo el pueblo de Dios: 
«El pueblo santo de Dios participa también del don profético de Cristo, difundiendo su vivo testimonio, sobre 
todo por la vida de fe y de caridad, ofreciendo a Dios el sacrificio de la alabanza, el fruto de los labios que 
bendicen su nombre (cf. Hb. 13,15). La universalidad de los fieles que tiene la unción del Santo (cf. 1Jn., 2,20-
17) no puede fallar en su creencia, y ejerce ésta su peculiar propiedad mediante el sentimiento sobrenatural 
de la fe de todo el pueblo, cuando "desde el Obispo hasta los últimos fieles seglares" manifiestan el 
asentimiento universal en las cosas de fe y de costumbres. Con ese sentido de la fe que el Espíritu Santo 
mueve y sostiene, el Pueblo de Dios, bajo la dirección del magisterio, al que sigue fidelísimamente, recibe no 
ya la palabra de los hombres, sino la verdadera palabra de Dios (cf. 1Tes., 2,13), se adhiere indefectiblemente 
a la fe dada de una vez para siempre a los santos (cf. Jds., 3), penetra profundamente con rectitud de juicio y 
la aplica más íntegramente en la vida». 
 
 
 
2
 Cfr. PABLO VI, Encíclica Ecclesiam Suam, n. 15-17. 
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g).-Las mediaciones de la Tradición 
 
- La predicación oral 
- La Escritura 
- La Celebración litúrgica 
- Las profesiones de fe 
- Las costumbres atribuidas a la Iglesia apostólica 
- La serie de los Concilios Ecuménicos 
- La serie de los Padres griegos y latinos… 
- La fe del pueblo de Dios. 
 
Aunque ninguno de estos elementos puede pretender ser el principio de la Tradición, todos derivan sin 
embargo de él: todos son eco multiforme de Cristo único transmitido y recibido por la vida de fe de la Iglesia. 
Más aún: sin tales mediaciones, la Iglesia católica de Oriente y Occidente carecerían de la vitalidad y de la 
riqueza que no sólo le es precisa para interpretar la Escritura o para conservar la doctrina, sino simplemente 
para ser y para vivir en la enseñanza y en la vida de Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios. 
 
2.- Datos relativos al Magisterio3 
 
2.1.- El Magisterio surge en la Iglesia porque existe la Tradición 
 
El Magisterio no es algo independiente del acto de fe de toda la Iglesia y del acto de la confesión de la fe: «Yo 
he rezado por ti para que tu fe no desfallezca, y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos» (Lc 22,32). 
 
Hay una continuidad entre esta promesa de Jesús, según la cual Pedro, una vez convertido a la fe, la 
guardaría fielmente y confirmaría en ella a sus hermanos, y el Magisterio de la Iglesia, que debe estar 
totalmente en función de la Revelación y de la fe. LG 25: 
 
«Cuando el Romano Pontífice o con él el Cuerpo Episcopal definen una doctrina lo hacen siempre de acuerdo 
con la Revelación, a la cual, o por escrito, o por transmisión de la sucesión legítima de los Obispos, y sobre 
todo por cuidado del mismo Pontífice Romano, se nos transmite íntegra y en la Iglesia se conserva y expone 
con religiosa fidelidad, gracias a la luz del Espíritu de la verdad. El Romano Pontífice y los Obispos, como lo 
requiere su cargo y la importancia del asunto, celosamente trabajan con los medios adecuados, a fin de que 
se estudie como debe esta Revelación y se la proponga apropiadamente y no aceptan ninguna nueva 
revelación pública dentro del divino depósito de la fe». 
 
¿Cuáles son los órganos autorizados para expresar la Tradición de la Iglesia?: 
 El Papa 
 El Concilio Ecuménico 
 El conjunto de los Obispos 
 El conjunto del Pueblo de Dios que posee el sensus fidelium. 
 
 
 
3
 Cfr. J. M. ROVIRA BELLOSO, Introducción a la Teología, Madrid: BAC, 1996, pp. 257-269; Cfr. F.A. SULLIVAN, 
«Magisterio», en en LATOURELLE R.- FISICHELLA R., Diccionario de Teología Fundamental, Madrid: San Pablo, 
1992, pp. 841-849. 
 
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2.2.- Magisterio extraordinario del Concilio Ecuménico y del Papa 
 
1.- El Concilio Ecuménico: 
 
 Es la reunión del Papa y los Obispos: forma más normal para ejercer el Magisterio 
extraordinario. 
 Es sujeto normal de las definiciones del Magisterio extraordinario, por su constitución colegial, 
sinodal y comunional. 
 Cuando se reúne para expresar la fe de la Iglesia, es decir, para confesar su fe, goza de la 
prerrogativa de la infalibilidad. 
 
Según J. Alfaro: 
En el ejercicio de su función, el Magisterio eclesial sólo puede definir verdades mediante un verdadero acto 
de fe, que expresa la fe de la Iglesia, con un alcance mucho más religioso que jurídico: no se trata de que la 
Iglesia docente “impone” una fe a la Iglesia discente, desde el exterior; ambas son la Iglesia creyente. 
 
2.- El Papa: 
 
 También el Papa, por sí mismo, como supremo Pastor de la Iglesia, es sujeto del Magisterio 
extraordinario. 
 Cuando habla ex cathedra (desde la cátedra, desde el puesto del maestro, con autoridad) y sobre 
alguna materia de fe y de costumbres (Cfr. LG 25)4 
 
2.3.- Magisterio ordinario 
 
1.- El Papa: 
 
 El Papa es sujeto también del magisterio ordinario, siempre que su enseñanza no tenga las 
formalidades de la enseñanza ex cathedra, propia del magisterio extraordinario. 
 El magisterio ordinario de los Papas se ejerce sobre todo a través de las Encíclicas o Documentos de 
rango parecido, pero también a través de la predicación ordinaria de la doctrina católica. 
 Un acto del magisterio ordinario y definitivo, aunque no infalible, lo constituiría una decisión 
práctica o disciplinar del Romano Pontífice que tuviera como objeto mantener la comunión eclesial 
alrededor de una verdad disputada cuyo acceso común es muy difícil. Ej: La Iglesia carece de 
facultad para conferir el ministerio sacerdotal a las mujeres5. LG 25,1: 
 
 
 
 
4
 CONCILIO VATICANO I, Const. Pastor aeternus, 18/07/1970: « El Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra, 
esto es, cuando en el ejercicio de su oficio de pastor y maestro de todos los cristianos, en virtud de su 
suprema autoridad apostólica, define una doctrina de fe o costumbres como que debe ser sostenida por 
toda la Iglesia, posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella 
infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de fe y 
costumbres. Por esto, dichas definiciones del Romano Pontífice son irreformables en sí mismas, y no por el 
consentimiento de la Iglesia». (DS 3074). 
5
 Cfr. JUAN PABLO II, Carta Apostólica Ordinatio Sacerdotalis, 22 de mayo de 1994. 
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«Esta religiosa sumisión de la voluntad y del entendimiento de modo particular se debe al magisterio 
auténtico del Romano Pontífice, aun cuando no hable ex cathedra; de tal manera que se reconozca con 
reverenciasu magisterio supremo y con sinceridad se adhiera al parecer expresado por él según el deseo que 
haya manifestado él mismo, como puede descubrirse ya sea por la índole del documento, ya sea por la 
insistencia con que repite una misma doctrina, ya sea también por las fórmulas empleadas». 
 
2.- Los obispos: 
 
 Unidos al Papa con sujeto del Magisterio extraordinario. 
 Pero también de Magisterio ordinario, con estas condiciones: 
 Estar en comunión con el Romano Pontífice 
 Coincidir universalmente en su enseñanza a través del tiempo y del espacio. LG 25,1: 
 
«Entre los oficios principales de los Obispos se destaca la predicación del Evangelio. Porque los Obispos son 
los pregoneros de la fe que ganan nuevos discípulos para Cristo y son los maestros auténticos, es decir, 
herederos de la autoridad de Cristo, que predican al pueblo que les ha sido encomendado la fe que ha de 
creerse y ha de aplicarse a la vida, la ilustran con la luz del Espíritu Santo, extrayendo del tesoro de la 
Revelación las cosas nuevas y las cosas viejas (cf. Mt., 13,52), la hacen fructificar y con vigilancia apartan de la 
grey los errores que la amenazan (cf. 2Tim., 4,1-4). Los Obispos, cuando enseñan en comunión por el 
Romano Pontífice, deben ser respetados por todos como los testigos de la verdad divina y católica; los fieles, 
por su parte tienen obligación de aceptar y adherirse con religiosa sumisión del espíritu al parecer de su 
Obispo en materias de fe y de costumbres cuando él la expone en nombre de Cristo». 
 
2.4.- Magisterio ordinario infalible 
 
Las seis condiciones que presenta LG 25,2: 
«Aunque cada uno de los prelados por sí no posea la prerrogativa de la infalibilidad, sin embargo, 
- si todos ellos, 
- aun estando dispersos por el mundo, 
- pero manteniendo el vínculo de comunión entre sí y con el Sucesor de Pedro, 
- convienen en un mismo parecer como maestros auténticos que exponen 
- como definitiva una doctrina 
- en las cosas de fe y de costumbres, 
en ese caso anuncian infaliblemente la doctrina de Cristo. La Iglesia universal, y sus definiciones de fe deben 
aceptarse con sumisión. Esta infalibilidad que el Divino Redentor quiso que tuviera su Iglesia cuando define la 
doctrina de fe y de costumbres, se extiende a todo cuanto abarca el depósito de la divina Revelación 
entregado para la fiel custodia y exposición». 
 
Vale la pena recordar aquí también, lo que dice DV 10,2: 
 
«…el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado 
únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo. Este 
Magisterio, evidentemente, no está sobre la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que 
le ha sido confiado, por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con 
exactitud y la expone con fidelidad, y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como verdad 
revelada por Dios que se ha de creer». 
 
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3.- Los dogmas en la Iglesia6 
 
3.1.- Definición de un dogma de fe 
 
«Se ha de creer con fe divina y católica todo aquello que está contenido en la Palabra de Dios, escrita o 
transmitida por Tradición, y que la Iglesia propone para creer como divinamente revelada, ya sea por un 
juicio solemne, ya sea a través de su Magisterio ordinario y universal» (Conc. Vat. I). Esta definición supone 
dos cosas: 
 - La revelación divina 
 - La presentación por la Iglesia. 
 
Dos características más, que son muy importantes: 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Se trata, pues, de lograr el equilibrio entre la fidelidad a la referencia dogmática y la atracción de la Verdad 
primera; obediencia (el doble acto de escuchar y de dejarse atraer) y libertad (autodeterminación y riesgo en 
la elección del camino apropiado). 
 
«De ordinario, “dogma” se refiere a un declaración dogmática, a una proposición que expresa alguna parte 
del contenido de la revelación divina y que es públicamente propuesta como tal por la Iglesia y, por lo tanto, 
a la que se ha de asentir por la fe. Esta declaración se hace, bien a través del magisterio ordinario y universal 
de la Iglesia, bien del magisterio extraordinario e infalible. Por eso los artículos de los credos, así como los 
cánones de los concilios ecuménicos, deben ser reconocidos como expresión de los dogmas» (G.F. Mansini) 
 
3.2.-Calificaciones teológicas 
 
 Las notas intentan describir calificaciones positivas que tienen una determinada tesis teológica con la 
revelación y, por tanto, su grado de certeza teológica. Se llaman, en cambio, censuras cuando son 
calificaciones negativas, que intentan expresar la herejía, el error o la inconveniencia de una tesis teológica 
determinada. 
 
Notas7: 
 
1.- De fe divina: Proposición que contiene una doctrina revelada. 
 
6
 Cfr. J. M. ROVIRA BELLOSO, Introducción a la Teología, Madrid: BAC, 1996, pp. 269-274; G.F. MANSINI, 
«Dogma», en AA. VV., Teología y Magisterio, Salamanca: Sígueme, 1987, pp. 338-349. 
7
 Notas y censuras que presenta B. de Xiberta. Introductio in sacra theologiam (Madrid 1949) 
- Perfectibilidad: 
Se puede prolongar hacia adelante su sentido; 
esta perfectibilidad es posible por dos razones: 
a) Porque en las fórmulas dogmáticas no puede 
ni es deseable erradicar del todo la envoltura 
cultural propia del tiempo en que el dogma se 
formuló. 
b) La fe, lejos de ser “dogmatista”, está dotada de 
un dinamismo abierto hacia la Verdad primera. 
 
- Irreformabilidad: 
Los dogmas son «enunciados de 
verdades reveladas *…+ que es 
necesario mantener siempre en 
el sentido determinado de una 
vez por todas por nuestra 
madre la Iglesia» (Y. Congar). 
 
 
 
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2.- De fe divina y católica: Proposición revelada y propuesta como tal por la Iglesia. Por medio de una 
definición solemne, o por el magisterio ordinario y universal. Suele denominarse “dogma de fe”. 
3.- Próxima a la fe: Proposición que comúnmente es considerada como revelada por muchos teólogos. 
4.- Doctrina católica: La que se contiene claramente en la profesión o proposición de la Iglesia. Si bien todavía 
no es impuesta perentoriamente como objeto de fe pública. 
5.- De fe eclesiástica: Proposición virtualmente revelada, pero no definida de modo infalible por la Iglesia. 
6.- Teológicamente cierta: Proposición deducida de una premisa revelada y de otra premisa cierta según la 
razón natural. 
7.- Conclusión escolástica: Proposición que se deduce probablemente de la verdad revelada, según los 
principios propios de alguna escuela o sistema. 
 
Censuras: 
 
1.- Herética: Proposición inmediatamente opuesta a la verdad de fe católica o dogma 
2.- Próxima a herejía: Proposición directamente opuesta a la verdad próxima a la fe. 
3.- Sospechosa herejía: Proposición que o bien supone una herejía o conduce a ella. 
4.- Errónea en la fe: Es una proposición contraria a la que es de fe eclesiástica. 
5.- Errónea: Proposición directamente opuesta a una teológicamente cierta. 
6.- Temeraria: Proposición sin suficiente fundamente 
7.- Escandalosa: Sediciona, cismática. Mal sonante. Se malinterpreta. 
 
UR 11: 
 
«Los teólogos católicos *…+ al comparar las doctrinas, han de recordar que existe un orden o “jerarquía” de 
las verdades de la doctrina católica, puesto que es diversa su conexión con el fundamento de la fe cristiana». 
 
Las CDF, en la Instrucción sobre la vocación eclesial del teólogo, n. 23: 
 
«Cuando el Magisterio de la Iglesia se pronuncia de modo infalible declarando solemnemente que una 
doctrina está contenida en la Revelación, la adhesión que se pide es la de la fe teologal. Esta adhesión se 
extiende a la enseñanza del magisterio ordinario y universal cuando propone para creer una doctrinade fe 
como de revelación divina. 
 
Cuando propone “de modo definitivo” unas verdades referentes a la fe y a las costumbres, que, aun no 
siendo de revelación divina, sin embargo están estrecha e íntimamente ligadas con la Revelación, deben ser 
firmemente aceptadas y mantenidas. 
 
Cuando el Magisterio aunque sin la intención de establecer un acto “definitivo”, enseña una doctrina para 
ayudar a una comprensión más profunda de la Revelación y de lo que explícita su contenido, o bien para 
llamar la atención sobre la conformidad de una doctrina con las verdades de fe, o en fin para prevenir contra 
concepciones incompatibles con esas verdades, se exige un religioso asentimiento de la voluntad y de la 
inteligencia. Este último no puede ser puramente exterior y disciplinar, sino que debe colocarse en la lógica y 
bajo el impulso de la obediencia de la fe». 
 
Es útil entender que el dogma de fe es diferente a la verdad de fe, ambas pertenecen al depositum fidei Su 
diferencia estriba en que para que una verdad de fe sea dogma de fe es preciso no solo esté contenida 
explícitamente o implicítamente en la Sagrada Escritura, sino que debe entrar el factor de la definición 
 
 
 
 
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eclesial. Así las verdades de fe (de fide) no hace falta que hayan sido definidas por la Iglesia. Basta que 
consten en los testimonios de la revelación, Escritura y Tradición. 
 
3.3.- Evolución del dogma 
 
Originalmente, la posibilidad de afirmaciones dogmáticas reside en: 
 La enseñanza de Jesús mismo, es decir, en la palabra escatológica de Dios hablada en las 
palabras humanas de Jesús; 
 La afirmación, al menos implícita, sobre la persona y significación de Jesús hecha por 
Jesús, cuya pretensión se hace ya explícita en el NT mediante afirmaciones sobre Jesús; 
 La confirmación de su enseñanza y pretensión en el acontecimiento de su resurrección, 
que es ella misma una palabra para ser dicha. 
 
La palabra escatológica ha sido pronunciada en un tiempo determinado, pero esa palabra debe seguir siendo 
interpretada para que siga teniendo significado para todos los tiempos. El producto de la interpretación de la 
palabra escatológica de Cristo expresada en otro tiempo es «dogma». 
 
En Nicea se expresa de modo claro el dogma de la fe, como regla de fe, con una enseñanza expresada como 
una proposición, propuesta por la autoridad de la Iglesia: homoousios. 
 
La evolución del dogma se da propiamente de la siguiente manera: 
 
a).- Sagrada Escritura, Tradición, Magisterio 
 
Si se entiende la escritura como el testimonio inspirado, materialmente suficiente, de la comunidad 
apostólica sobre la palabra de Dios encarnada, Cristo, y por tanto como norma non normata de la fe; y si la 
tradición, cuyo principio es el mismo Espíritu que inspiró las Escrituras y cuyo sujeto global es la Iglesia, es el 
contexto formalmente necesario en el que leer e interpretar correctamente la Escritura, puesto que incluye 
la experiencia de las auténticas realidades de las que la Escritura habla (DV 8), entonces una declaración 
dogmática deberá relacionarse con la Escritura y con expresiones previas de la tradición como interpretación 
normativa suya, y papel del magisterio en la elaboración de esta interpretación será simplemente el de un 
reconocimiento infalible, en virtud del don del Espíritu Santo que se le ha dado, de que tal interpretación es 
realmente exacta (DV 10). 
 
b).- Cuatro teorías de la evolución del dogma: 
 
 Evolución como reafirmación o afirmación más clara de lo que ya se posee y conoce 
conceptualmente. 
 Evolución como la actividad lógica de sacar conclusiones a partir de premisas reveladas. 
 Evolución como la transformación material de la expresión didáctica de la fe según el 
pensamiento científico y filosófico de la época. 
 Evolución como contemplación propiamente teológica de la realidad revelada por una 
razón necesariamente condicionada por la historia e iluminada por la fe. 
 
De estas cuatro teorías parece que la cuarta es la más apropiada para entender que se da la evolución en un 
contexto de fe. 
 
 
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c).- Interpretación del dogma: 
 
Normalmente debe ser interpretado según las mismas normas con que se interpretan las Escrituras: 
- La objetividad histórico-crítica 
- Dentro del horizonte de la fe y la tradición. 
La “irreformabilidad” de las declaraciones dogmáticas (DS 3074) no significa que no requieran interpretación 
e incluso reformulación; significa que, en el sentido en que fueron entendidas en la época y el contexto de su 
definición, deben ser afirmadas como verdaderas. 
 
d).- Negación del dogma 
 
- Herejía: negación de la doctrina. Ya en el NT hay algunos ejemplos (1Cor 1,10.12; Hch 4,14; 23,7), pero el 
más claro es: 2Pe 2,1 
- Con la elaboración nicena del dogma es posible una noción correlativamente exacta de herejía como la 
negación de una declaración dogmática. 
 
e).- Problemas y perspectivas 
 
Presupuestos antropológicos: 
 
El presupuesto fundamental es: que existe un deseo natural humano de la visión de Dios (Santo Tomás). El 
deseo es subordinado a la naturaleza de la mente humana: La mente humana es realmente capaz de 
comprender algo sobre Dios o, más exactamente, de lo que no es Dios, y las palabras humanas pueden 
hablar de las cosas divinas (Analogía). 
 
Problemas modernos: 
 
- La reforma: el dogma es insuficiente para participar de la autoridad de la revelación misma, sólo es una 
“confesión”. 
- La ilustración: el dogma contradice la libertad del hombre, contradice el espíritu de la libertad de 
investigación, se opone a la apertura del método científico. 
- La índole divisoria del dogma: que no se supera sólo por el simple reconocimiento de la jerarquía de 
verdades. 
 
Propuestas modernas: 
 
- La noción experiencial-expresivista de dogma: 
Los dogmas son mal entendidos si los tomamos como portadores de información sobre alguna realidad que 
trascienda a nuestra experiencia ordinaria; más bien, los dogmas son expresiones y evocaciones de un tipo 
de experiencia única, la experiencia de «dependencia absoluta», nuestra «consciencia de Dios». 
 
- Pragmatismo, modernismo: 
El significado de cualquier afirmación es sólo la expectación de la experiencia que implica y la acción que 
impone. El progreso libre de la ciencia y de la filosofía puede pedir una reformulación del dogma. Su verdad 
radica, no en una correspondencia presente con la realidad, sino en la capacidad de mantenernos en el 
camino de una orientación hacia una verdad que no podemos poseer ahora por medio del lenguaje, sino de 
la que nuestro lenguaje puede expresar sólo la esperanza. 
 
Introducción a la teología Pbro. Lic. José Luis Espinoza Hernández 
11 
 
- Antifundamentalismo, constructivismo: 
Se siguen dos líneas: 
 
a) Se considera que los dogmas son afirmaciones hechas dentro de unas estructuras capaces de la verdad 
sólo dentro de ellas y presuponiédolas. 
 
b) Los dogmas son las meta-afirmaciones que constituyen las estructuras. 
Las afirmaciones dogmáticas son ejemplos de una delimitación de aquello que es importante. 
El dogma mismo es verdadero, no en el sentido de corresponder, sino según que las categorías (unidad 
divina, distinción real, máxima importancia de Jesús) estén adecuadas al propósito del discurso cristiano 
como un todo, que está para ayudarnos a entrar en la relación adecuada con la realidad esencial. 
El dogma no solamente no se opone a la libertad del evangelio y a la libertad del cristiano, sino que 
positivamente la sirve, manteniendo la presencia de la palabra del evangelio en el tiempo; y que la 
heteronomía del dogma, como de la revelación misma, es el instrumento de una libertad humana más 
grande que la que el hombre puede imaginar o alcanzar porsí mismo 
 
4.- El teólogo en la Iglesia y ante el Magisterio8 
 
4.1.- El teólogo en la Iglesia 
 
El punto de partida: El objetivo deseado es la comunión intelectiva y afectiva entre Pastores y Teólogos. Se 
trata de poner en claro el estado de la cuestión sin pretender agotar el tema. 
 
a).- Sobre la eclesialidad y la cientificidad de la fe: 
 
- Eclesialidad: el teólogo debe sentirse atraído por la fe y trabajar en función de la fe que le precede y le 
ilumina. Lo que existe es el advenimiento de la fe: la donación de Dios (el Padre) por Cristo en el Espíritu. Este 
acontecimiento real y objetivo (aunque no se puede objetivar porque es divino) trasciende a los Obispos y 
teólogos y nos sitúa a todos en el nivel de la adhesión de la fe y de la confesión. 
 
- Cientificidad: el teólogo debe tener la capacidad analítica y objetiva del científico, ya que simultáneamente 
a su dimensión creyente y eclesial, la teología es «ciencia», es decir, está relacionada con el análisis objetivo, 
racional e histórico, que tiende a la evidencia. 
 
 Análisis objetivo: descubrir o desvelar la realidad verdadera escondida en la letra de la 
Escritura, en la historia de la Tradición, en definitiva en el misterio cristológico. 
 Análisis racional: tendencia a expresarse en conceptos, proposiciones y razonamientos, 
de forma que puedan ser comprendidos universalmente. 
 Análisis histórico-hermenéutico: 
 
 
 
 
 
 
8
 Cfr. J. M. ROVIRA BELLOSO, «El Magisterio y la libertad del teólogo», en AA. VV., Teología y Magisterio, 
Salamanca: Sígueme, 1987, pp. 205-226; Idem., Introducción a la Teología, Madrid: BAC, 1996, pp. 274-287; 
CDF, Instrucción sobre la vocación eclesial del teólogo, 1990. 
La teología es la investigación cuya finalidad es la de llegar a 
entender una Palabra que nosotros no hemos generado sino que 
nos precede. El teólogo es el hombre que, en la fe de la Iglesia, 
intenta entender el Logos que habla y se comunica. 
Introducción a la teología Pbro. Lic. José Luis Espinoza Hernández 
12 
 
4.2.- Función del teólogo en la Iglesia de la Comunión: 
 
- La Iglesia es una comunión con vocación universal. La unidad de la Iglesia no es uniformidad, consistente en 
que todos deban hacer lo mismo, sino la unidad según la cual la Iglesia puede asumir como propias y 
legítimas las opciones y actitudes diversas que toman sus miembros. Esta es la unidad de la pluriformidad 
eclesial. 
 
- Tres niveles de la comunión: 
 
 Sensus fidelium: lo que creen todos sus miembros; 
 A nivel del pensamiento existe lo que se llama consensus theologorum, como instancia doctrinal 
que en su unanimidad no puede dejar de expresar la fides Ecclesiae; 
 Fides Ecclesiae: la instancia de los pastores, expresada en el magisterio ordinario y 
extraordinario. 
 
- El teólogo ante la infalibilidad pontificia: El teólogo católico acepta cordialmente la infalibilidad pontificia y 
está tranquilo y en paz ante ella. La infalibilidad pontificia está supremamente regida por dos grandes 
principios: el de la encarnación y el de la soberana iniciativa de Dios. 
 
 
4-3.- El teólogo ante el Magisterio 
 
«Dado que la jerarquía tiene por misión mantener íntegro el testimonio auténtico mientras el trabajo de 
teólogo busca siempre “un más allá” en la compresión del misterio, es natural que a veces surjan tensiones y 
conflictos. Pero la integración cristiana de los mismos no se logra por “autoritarismo” de la jerarquía ni por 
“obediencia ciega” del teólogo que niegue análisis, razonamientos y conclusiones que conlleva la ciencia 
teológica; es preferible que mantenga un obsequioso silencio. Tampoco se arregla con abdicación de 
autoridad jerárquica ni por rebeldía de autosuficiencia en el teólogo. También aquí el único criterio para 
salvaguardar la comunión eclesial es la primacía del dato revelado que, si bien tiene una mediación eclesial y 
necesita formulaciones precisas, trasciende todas las expresiones concretas e inspira siempre nueva 
comprensión que no rompa sin embargo la comunión eclesial»9. 
 
a).- La libertad del sujeto 
 
- En la modernidad se ha llegado a una verdadera percepción refleja del hombre: constituirse en sujeto de 
conocimiento, en sujeto ético y en sujeto con capacidad de iniciativa libre. 
- Al hombre moderno hemos de pensarlo y de valorarlo con esa su cualidad típica: su curiosidad por ver el 
revés de la trama, su deseo de comprender la comprensión. 
- Imperativo kantiano: sapere aude, atrévete a dar el primer paso, atrévete a saber por ti mismo, mediante tu 
libertad. 
- El hombre moderno hace una larga marcha de la libertad hacia adelante. 
- En nuestro mundo no podemos dejar de reconocer la necesidad de construir el sujeto: cada hombre que 
viene a este mundo está llamado a constituirse en sujeto y ése es, evidentemente, un proceso de libertad. 
- Debe reconocerse también que el hombre actual desarrolla su existencia en múltiples condicionamientos: 
cada hombre es hijo de su tiempo. 
 
9
 J. ESPEJA PARDO, Para comprender mejor la fe, una introducción a la teología, Salamanca: Editorial San 
Esteban, 1997, p. 114. 
Introducción a la teología Pbro. Lic. José Luis Espinoza Hernández 
13 
 
 
b).-La libertad de la fe 
 
 La libertad de la revelación: la revelación es un acto libre de Dios mismo. Dios es Amor 
expansivo y libremente se da a conocer porque quiere y «tanto como puede». Las Escrituras son 
vestigios de ese Amor, son «cifras» codificadas del que nos amó hasta el fin, que esperan ser 
descodificadas por los ojos del hombre interior. 
 La libertad de la fe: es respuesta libre a la revelación. Es un caminar libre, una búsqueda 
incesante hasta situarse en sintonía con el auténtico modo de ser y de amar de Jesús 
(Käsemann). Un caminar libre que muchas veces se hace por donde no hay camino previamente 
trazado. 
 
La fe es experiencia viva de Dios, mucho más que un acto de pura obediencia jurídica exterior. Ella es saber y 
gustar lo que Dios hace y es. San Juan de la Cruz, al hablar como la fe nos «da» a Dios, nos dice: 
 
«Porque es tanta la semejanza que hay entre ella y Dios que no hay otra diferencia sino ser visto Dios o 
creído. Porque así como Dios es infinito, así ella nos lo propone infinito; y así como es trino y uno nos 
propone ella (la fe) trino y uno; y así como Dios es tiniebla para nuestro entendimiento, así ella también ciega 
y deslumbra nuestro entendimiento. Y así, poe este sólo medio, se manifiesta Dios al alma en divina luz, que 
excede todo entendimiento. Y, por tanto, cuanta más fe el alma tiene, más unida está con Dios»10. 
 
- La libertad fiel y creativa precisamente de aquellos caminos que han de llevar al encuentro ya la comunión. 
- La fe es una aventura: que debe enfrentar frecuentemente la problemática de la teología fundamental. 
 
c).- La libertad del creyente 
 
- La Escolástica habló de la fe como un conocer que tiende a la evidencia, esto hace entrar en el doble ámbito 
de la lucidez y la libertad: la luz de la evidencia y la libre búsqueda del camino riguroso de una certeza a la 
que Dios mismo nos quiere atraer. 
- Los dogmas son una expresión de la fe. Es más importante el contenido y el horizonte de la fe que su propio 
enunciado. 
- Resumen: 1) Atracción que la veritas prima ejerce sobre el corazón (libre) del creyente; 2) Lumen activo en 
el entendimiento, en cuya iluminación, la «inteligencia de la fe» tiende a la «evidencia». 
- Por tanto el creyente hace un peregrinaje libre hacia la luz verdadera que ilumina y libera a todo hombre 
que viene a este mundo. 
 
 d).- La libertad del teólogo 
 
La teología católica después del Vaticano II ha aprendido algunas cosas básicas que le confieren modestia, 
realismo y libertad. 
 
Cuatro líneas que se afianzan en el trabajo de los teólogos de hoy: 
 
 La larga marcha hacia el realismo: incluyeel respeto hacia la conflictividad del ser; el respeto a 
los «agudos conflictos sociales». Se necesita un método riguroso para estar con Dios y con los 
pobres. 
 
10
 SAN JUAN DE LA CRUZ, Sudida al Monte Carmelo, Lib. II, Cap. 9, 1. 
Introducción a la teología Pbro. Lic. José Luis Espinoza Hernández 
14 
 
 Ser libres y creativos para actualizar la fe: la teología, como ciencia teórica y práctica, ha de 
mostrar en qué condiciones la fe permanece viva, presente y activa, en el pueblo de Dios, con 
toda su carga, capaz de cambiar la vida del hombre en el seguimiento de Jesús y en la 
identificación con su forma de vida. 
 Ha de buscarse una alternativa al inmanentismo radical: enfatizando la trascendencia de Dios, la 
realidad sacramental de Jesucristo y la densidad creyente del pueblo de Dios. Dos buenos 
aliados: el método histórico y el lenguaje del símbolo (incluso la filosofía). 
 El valor del contexto social: el contexto social del teólogo y el de toda la Iglesia en su conjunto. 
La comunión vertical con Dios exige intrínsecamente la comunión horizontal con los «privados-
de-bienes», ya que la koinonia del Reino incluye como una esfera todos los radios de la 
comunión. 
 
e).- La libertad para recibir el Magisterio 
 
 El Magisterio se identifica con el órgano eclesial capaz de realizar autorizada y genuinamente el 
acto de la fides Ecclesiae. Ejemplo concreto es el Símbolo Niceo Constantinopolitano. Así el 
Magisterio se enmarca dentro del la Tradición autorizada. 
 En la historia, el acto magisterial se llega a cristalizar en «dogmas», cuya función es la de 
descartar herejías. 
 Pero el Magisterio también intenta salvaguardar (por vía de la autoridad) el contenido genuino 
de la fe, así como la unidad de esa misma fe, en relación con las oleadas ideológicas que, 
sucesivamente, impregnan a la sociedad. 
 La teología también intenta mantener el contenido genuino, el vigor y la unidad de la fe, pero no 
por vía de la autoridad, sino por la de una peculiar experiencia intelectual: aquella experiencia 
que sabe captar el realismo, la racionalidad y el significado de los contenidos de la fe. 
 
Por tanto: 
- Ya que existe diálogo entre la fe y las culturas, se necesita la acción intelectual de los teólogos. 
- La teología no tiene una simple función repetitiva del Magisterio. 
- La teología es un servicio desde la comunidad creyente a esa misma comunidad creyente. 
 
4.4.- Condiciones para el diálogo entre la teología y el Magisterio 
 
a).- El teólogo intérprete: 
 
Interpretar no quiere decir tergiversar. Quiere decir situar los textos del Magisterio, analizarlos partir de 
claves de intelección correctas: hasta que aparezca en ellas el sentido de la tradición de la fe. Cuando se logra 
situar un texto en el conjunto de la Tradición, aparece entonces en él la orientación recta de la fe y, al mismo 
tiempo, las peculiaridades culturales que acompañan al texto: el ethos y el pathos de la época. 
 
b).- El teólogo, hombre de síntesis: 
 
El teólogo tiende a una labor de síntesis que le ha de permitir llegar al «intellectus fidei»: a entender la fe de 
alguna manera. Tiene que hallar la síntesis entre la positividad bíblica y la conceptualización de la realidad 
que se vive. 
 
Además debe contrastar sus investigaciones y sus resultados con los datos del Magisterio. 
 
Introducción a la teología Pbro. Lic. José Luis Espinoza Hernández 
15 
 
c).- La crítica: 
 
La «crítica» es también un acto teológico que busca cuál debe ser la «figura» (el modo de ser y de actuar) del 
Pueblo de Dios en una sociedad determinada. 
 
El perfil del teólogo católico: Las indicaciones de CDF 
 
El teólogo: 
+Tiene la función especial de lograr, en comunión con el Magisterio, una comprensión cada vez más 
profunda de la Palabra de Dios contenida en la Escritura inspirada y transmitida por la tradición viva de la 
iglesia (n.6; cfr. n. 12). 
+Puesto que el objeto de la teología es la Verdad, el Dios vivo y su designio de salvación revelado en 
Jesucristo, el teólogo está llamado a intensificar su vida de fe y a unir siempre la investigación científica y la 
oración (n. 8). 
+A lo largo de los siglos la teología se ha constituido progresivamente en un verdadero y propio saber 
científico. Por consiguiente es necesario que el teólogo esté atento a las exigencias epistemológicas de su 
disciplina, a los requisitos de rigor crítico y, por lo tanto, al control racional de cada una de las etapas de su 
investigación (n. 9). 
+El teólogo, sin olvidar jamás que también es un miembro del pueblo de Dios, debe respetarlo y 
comprometerse a darle una enseñanza que no lesione en lo más mínimo la doctrina de la fe (n.11). 
+Los teólogos, en virtud del propio carisma, también les corresponde participar en la edificación del Cuerpo 
de Cristo en la unidad y en la verdad y su colaboración es más necesaria que nunca para una evangelización a 
escala mundial, que requiere los esfuerzos de todo el pueblo de Dios (n. 40). 
+La recta conciencia del teólogo católico supone consecuentemente la fe en la Palabra de Dios cuyas 
riquezas debe penetrar, pero también el amor a la Iglesia de la que ha recibido su misión y el respeto al 
Magisterio asistido por Dios (n. 39)

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