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Participacion-ciudadana-y-creacion-de-ciudadana-en-la-Delegacion-Benito-Juarez

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 
 
 
Participación Ciudadana y creación de ciudadanía en la Delegación Benito Juárez. 
 
T E S I N A 
 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: 
LICENCIADO EN CIENCIAS POLÍTICAS Y DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA. 
P R E S E N T A : 
 
o Alumno: Gerardo Clara Moctezuma 
o Asesor: Erwin Rodríguez Díaz 
 
México D. F. 2015 
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UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 2
Índice. 
 
 
 
 
 
 
 
 
1. Introducción_______________________________________________________ 4 
2. Capítulo I Ciudadanía _______________________________________________12 
2.1 La participación ciudadana y la participación política ____________ ___15 
3. Capítulo II El Distrito Federal__________________________________________25 
3.1 La delegación Benito Juárez________________________________ __38 
3.1.1 La sociedad juarense________________________________41 
3.1.2 El gobierno panista en la Delegación Benito Juárez________45 
3.2 La Ley de Participación Ciudadana_______________________ ______51 
4. Capítulo III La Dirección General de Participación Ciudadana________________ 59 
4.1 Actividades que se desarrollaron en la DGPC _____________________65 
5. Conclusión________________________________________________________80 
6. Bibliografía________________________________________________________87 
 
 
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 3
Agradecimientos. 
 
 
 
 
 
 
Mi más sincero agradecimiento a Dios y a la vida por permitirme llegar a esta etapa de mi 
existencia. Me es grato compartir este triunfo repleto de gran esfuerzo compartido y colmado de 
gratificaciones con todos mis seres queridos. 
Un agradecimiento especial a mi madre, todo mi orgullo y afecto por todas las vicisitudes vividas 
para heredarme la educación. Estoy agradecido con mi hermano, sin su ejemplo no podría llegar 
hasta donde me encuentro. 
A mi familia Clara Moctezuma-Librado Chavarría toda mi gratitud por el apoyo, una mención 
especial para Benito Jesús Librado Cruz, muchas gracias por todo, desde donde se encuentre. 
A mis amigos, compañeros y grandes personas que me han acompañado en el camino llamado 
vida, a todos ellos, gracias por su amistad y por su enseñanza. 
Mi admiración para mis maestros que han sabido enarbolar la profesión docente como un acto de 
amor. 
A todos y cada uno de ustedes, gracias. 
 
 
 
 
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 4
1. Introducción. 
 
El Distrito Federal tiene una historia peculiar respecto a la participación ciudadana y el respeto a los 
derechos políticos de los ciudadanos. Comenzó desde su configuración como sede de los Poderes 
de la Unión, lo que inhibió durante varias décadas la participación de los ciudadanos en la toma de 
decisiones, a la vez que no permitía que la sociedad capitalina eligiera a sus gobernantes locales y 
federales. Después de mucho tiempo, a través de las distintas Constituciones Políticas de los 
Estados Unidos Mexicanos y diversas reformas a las mismas, el Distrito Federal le dio la 
bienvenida a la democracia y al respeto de los derechos políticos de su sociedad en 1997, cuando 
se eligió por vez primera al Jefe de Gobierno de esta entidad. Posteriormente, en el año 2000, se 
eligieron a los 16 Jefes Delegacionales, rompiendo con los obstáculos que inhibían el ejercicio 
pleno de los derechos político-electorales de su ciudadanía. 
El ejercicio de los derechos políticos de los capitalinos no cuenta con una amplia trayectoria. Pese 
a ello, se han logrado algunos avances, como el proyecto integrado en la Ley de Participación 
Ciudadana1 que dota a la comunidad capitalina de “empoderamiento legal” para participar en la 
toma de decisiones y en el manejo y ejercicio del presupuesto público referente al Distrito Federal. 
Anterior a la posibilidad de elegir al Jefe de Gobierno y Jefes Delegacionales existían figuras de 
representación vecinal bastante cercanas a la población, como los jefes de manzana y presidentes 
de colonia, estructura que retomó la Ley de Participación Ciudadana, la cual estableció la facultad 
de la sociedad para elegir a sus representantes vecinales, así como le dio la atribución de decidir 
directamente respecto al ejercicio presupuestal para subsanar problemas comunitarios en materia 
de obras y servicios, equipamiento e infraestructura urbana y prevención del delito. 
Por otro lado, tenemos a la ciudadanía, la cual ha pasado por distintos momentos históricos, 
encontrando un cauce definitorio distinto al del resto de las regiones del país en el proceso de 
urbanización, al tiempo que se ha conformado como una sociedad cosmopolita y heterogénea. 
Este fenómeno inhibe en gran medida la percepción de la actividad ciudadana, expresada en 
variadas formas, referidas todas en la acción o en la inactividad, las cuales pueden o no tener una 
finalidad social, comunitaria, política, deportiva, cultural, etc. Esta diversidad de expresión de la 
sociedad de la capital del país hace que definamos la parte central de este estudio, el cual está 
 
1 Publicada en la Gaceta Oficial del Distrito Federal el 27 de mayo de 2010. 
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enfocado en exponer la relación que existe entre los órganos político-administrativos y la sociedad, 
a través de las áreas especializadas en canalizar la participación ciudadana, tomando el caso de la 
Dirección General de Participación Ciudadana (DGPC) de la Delegación Benito Juárez, en la 
Ciudad de México. 
Es importante considerar que el trabajo realizado en la DGPC debe de ayudar a entender estos 
fenómenos a razón de la interacción directa que se mantiene con la realidad social y con estos 
procesos de consolidación de la participación ciudadana a través de programas cívicos y de 
participación de la comunidad en la Delegación Benito Juárez. Cabe decir que todas las actividades 
estuvieron encaminadas a vincular el trabajo delegacional con la comunidad, encontrar canales 
administrativos y ciudadanos que ayudaran a construir acuerdos y trabajos eficientes de la 
Administración Pública, al mismo tiempo que contribuyeran a consolidar la figura de un vecino 
consciente y responsable de los problemas comunitarios o públicos que lo rodean, así como de la 
importancia que tiene su participación en la construcción de una sociedad corresponsable donde 
gobierno y ciudadanía son conscientes del papel que cada uno debe tomar para consolidar un 
sistema democrático responsable y pleno. 
Se podrá observar a lo largo de este trabajo que la ciudadanía es un conglomerado de grupos, 
colectivos,organizaciones y estructuras sociales muy complejas y poco homogéneas, lo cual 
dificulta su estudio. Sin embargo, es importante tomar en cuenta que, a pesar de que existen 
distintos tipos de expresión de la ciudadanía en un país, se pueden considerar las oportunidades 
que se originan para crear más y mejores canales de participación, mediante las cuales los 
ciudadanos podrán encontrar identidad, apego y corresponsabilidad con los problemas sociales 
que aquejan a su comunidad, así como ayudar en la construcción de gobiernos cada vez más 
cercanos a la gente y más efectivos en el manejo de sus recursos. 
Es elemental delimitar la investigación en tiempo y lugar para tener una idea clara de lo que se 
desarrollará a lo largo de la misma. El escrito se fundamenta en la Delegación Benito Juárez, 
particularmente en ocho colonias de ésta: Santa Cruz Atoyac, Xoco, San Simón, Portales Sur, 
Portales Norte, General Anaya, Residencial Emperadores y Letrán Valle, pertenecientes al Vínculo 
Territorial 4 de la Jefatura de Unidad Departamental “B”, en el período del 1 de septiembre de 2010 
al 31 de enero de 2012, dentro de la DGPC. 
Se parte de un planteamiento general a manera de hipótesis en el que establezco que la 
participación ciudadana es promovida por el órgano político-administrativo en Benito Juárez a 
través de la DGPC y de sus respectivas áreas, en su expresión normativa-legal, además de 
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manifestarse una visión ideológica del Partido Acción Nacional, organismo político al que pertenece 
el Jefe Delegacional. En esta perspectiva, no se expresa de igual manera en las formas de 
participación ciudadana de la comunidad de la Delegación Benito Juárez, lo cual permite considerar 
que la inactividad en esta forma normativa-legal e ideológica puede reflejarse en indiferencia 
materializada en apatía, localizada principalmente en programas operativos y elecciones. 
El trabajo analizará el concepto de cultura política tratado en el estudio de Gabriel Almond y Sidney 
Verba, La cultura cívica (1970), lo que nos ofrecerá un parámetro para entender a la ciudadanía de 
las colonias analizadas a través de los programas operativos para el fomento de la participación 
ciudadana. El estudio de Almond y Verba se centra en el análisis de la cultura política, la 
democracia y la estructura y procesos sociales que la sostienen; esto es: definir las características 
de la cultura política en una época establecida como democrática en la que la participación de los 
ciudadanos o del individuo está determinada por el sistema político, así como en qué medida esta 
determinación del sistema afecta al individuo para actuar, para tomar una actitud u orientación que 
lo haga sentir parte del sistema. 
En dicho estudio se investiga igualmente la evolución de una cultura política de participación, la 
cual pasa por una serie de cambios en la que primero se da una relación tradicional, después una 
relación moderna y finalmente una mezcla de ambas que dan como resultado una cultura cívica o 
democrática. El choque de culturas tradicionales con el avance tecnológico trae un momento de 
confusión en las sociedades nacionales, ya que el individuo puede pasar por dos estados de 
ánimo. El primero es de temor reverencial o intriga ante los procesos, tratando de cambiar la 
violencia por un instrumento capaz de servir a todos los intereses. El segundo se refiere a un 
estado de ánimo de pesimismo. 
Para ayudar al entendimiento de la cultura democrática se ha buscado apoyo en el enfoque 
introspectivo del psicoanálisis, con el cual se pueden conocer algunas de las razones por las que 
los individuos se mantienen dentro de un sistema político democrático. Se mencionan cinco 
cualidades democráticas del individuo perteneciente al sistema democrático: 1) postura cálida y 
acogedora en relación con el prójimo; 2) aptitud para compartir con otros los valores comunes; 3) 
una orientación plurivalorizada antes que monovalorizada; 4) fe y esperanza en las demás 
personas; y 5) relativa ausencia de ansiedad2. 
 
2 Almond, Gabriel y Verba, Sidney, en: La cultura cívica. Estudio sobre la participación en cinco naciones, España, 
Fundación FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada), EURAMERICA, 1970. Capítulo l. 
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Esta evolución ayuda a entender la cultura política, que deja de ser pasiva y se vuelve de 
participación por los principios en los que se funda la democracia misma. La cultura política va a 
ser entendida como “la orientación psicológica hacia objetos sociales”3, comprendiendo al sistema 
político que informa de los conocimientos, sentimientos y valoraciones a su población Esta cultura 
política, dentro de una nación, se referirá a la distribución de pautas de orientación hacia objetos 
políticos entre los miembros de dicha nación. La orientación, por su parte, se refiere a aspectos 
internalizados de objetos y relaciones, es decir, la forma individual de percepción de los objetos 
que nos rodean, así como la respuesta a dichos estímulos. Estas orientaciones se dividen en tres 
tipos: a) orientación cognitiva: conocimientos y creencias que se tienen acerca del sistema político, 
sus roles y sus aspectos políticos (inputs) y administrativos (outputs); b) orientación afectiva: 
sentimientos acerca del sistema político, sus roles, personal y logros; y c) orientación evaluativa: 
juicios y opiniones sobre objetos políticos. 
En el análisis de Almond y Verba se describen los objetos políticos o elementos que integran al 
sistema, entre los que se distinguen: 1) roles o estructuras específicas, como los cuerpos 
legislativos, ejecutivos o burocráticos; 2) incumbentes de dichos roles, como monarcas o 
presidentes legisladores y administrativos; y 3) principios de gobierno, decisiones o imposiciones 
de decisiones públicas específicas (outputs). 
El estudio arroja tres tipos de cultura política, de acuerdo con esta categorización de las 
orientaciones psicológicas y de los objetos políticos, en donde la relación de ambos forma 
diferentes orientaciones cognitivas, afectivas y evaluativas hacia el sistema político. Se incluyen 
también los procesos políticos4 (inputs) y administrativos5 (outputs), así como al propio individuo. 
Cada tipo de cultura política se diferenciará por la actividad de este último dentro del sistema 
político. Éstas son: 
1) Cultura política parroquial, en la que el individuo no considera al sistema como objeto general, es 
decir, no acepta un sistema político, por lo tanto no percibe los objetos políticos de éste ni los 
objetos administrativos, así como tampoco se reconoce como participante de este sistema; en 
estas sociedades no hay roles políticos especializados, sólo se encuentran roles difusos de tipo 
político-económico-religioso. 2) Cultura política de súbdito, en la cual se reconoce un sistema 
 
3 Ibídem. 
4 El proceso político es entendido como “la corriente de demandas que va de la sociedad al sistema político y la 
conversión de dichas demandas en principios gubernativos de autoridad”. 
5 Por administrativo se entiende el “proceso mediante el cual son aplicados o impuestos los principios de autoridad del 
gobierno”. 
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político, por lo tanto el individuo también se siente participante de este sistema, pero no se 
involucra en los procesos políticos (inputs) ni administrativos (outputs), por lo que su participación 
se ve limitadaa ser pasiva; está afectivamente orientado hacia una autoridad gubernativa, tal vez 
se siente orgulloso de ella o tal vez le desagrada, y la evalúa como legítima o ilegítima. 3) Cultura 
política de participante, se refiere a que los miembros de la sociedad tienden a estar explícitamente 
orientados hacia el sistema como un todo y hacia sus estructuras y procesos políticos y 
administrativos. Expuesto lo anterior, debe entenderse que no existen culturas políticas puras, por 
lo tanto, pueden presentarse culturas mixtas o subculturas, ya que no es una clasificación que 
pretenda homogeneizar a las sociedades, más bien ayuda al entendimiento de estas6. 
Se observan también características únicas dentro de la sociedad de la Delegación Benito Juárez, 
mismas que, compaginadas con la investigación realizada por Almond y Verba, permitirán un mejor 
estudio y tratamiento para los propósitos de este trabajo. Por otra parte, la percepción 
gubernamental-partidista parte del “deber ser” de la participación ciudadana, es decir, los alcances 
que debe de tener la misma, así como las aspiraciones de ejercer las normas, lineamientos y 
códigos de conducta para la configuración de una sociedad mejor. Se podría mencionar que parte 
de la visión utópica de alcanzar una sociedad de mejores ciudadanos y mejores gobiernos, 
insertados en el proceso democrático que va madurando en la Capital. 
Pero lo más importante es que esta participación ciudadana debe expresarse de manera activa, es 
decir, requiere de la acción de cada ciudadano para hacerla efectiva, sólo dentro del marco 
normativo-legal e ideológico. En este sentido, también tenemos a la sociedad, que es capaz de 
encontrar diversos cauces por medio de los cuales pueda expresar su participación, entendida ésta 
de manera ciudadana o política, electoral, deportiva, cultural, etc., dependiendo en gran medida de 
las circunstancias en las que se susciten cada una de ellas. 
Otro elemento importante para entender el fenómeno de la ciudadanía en la Delegación se 
encuentra en los conceptos de participación ciudadana y participación política. La sociedad puede 
expresar su participación ciudadana a través de las normas vigentes para ello; necesita de esta 
herramienta legal para participar, pues su “membresía de ciudadano” no puede desapartarse del 
marco legal que le dio origen. Pese a ello, el ciudadano se encuentra en completa libertad de hacer 
o no efectiva su membresía, así como de ejercerla activa o pasivamente. La participación política, 
en contraste, cuenta con la funcionalidad de inferir en las reglas, sea para reformarlas o abolirlas, al 
 
6 Almond, Gabriel y Verba, Sidney, Op. Cit., Capítulo l. 
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tiempo que incide en las estructuras administrativas o de poder. Pero lo más importante es tomar 
en cuenta también el proceso histórico por el que el Distrito Federal ha pasado en materia de 
respeto de los derechos políticos de los ciudadanos, pues sin él no puede entenderse hoy día la 
participación ciudadana. 
Se considera que el interés y el tiempo del que disponen los vecinos para participar en temas o 
problemas públicos o comunitarios depende, en gran medida, del alcance y la forma en que estos 
conflictos impacten su cotidianidad. Cuando un evento cambia radicalmente la cotidianidad de las 
personas, éstas tienen interés en regresar a sus actividades diarias, que van desde las más 
simples hasta algunas de mayor complejidad; es aquí donde radica la importancia de considerar 
este tipo de acciones como manifestaciones particulares de participación ciudadana por parte de 
las personas de estas colonias específicas, que si bien no pueden encontrarse inmersas en las 
características delegacionales, no pueden tampoco considerarse una sociedad apática. 
Son ese tipo de eventos los que detonan en las personas el interés por participar, al menos en el 
instante en el que se presenta el fenómeno, a través de la molestia que directamente les ocasionan 
los acontecimientos que no les permiten desarrollarse en su mundo y actividades diarias. Es en el 
espacio público donde los individuos pueden resolver estas adversidades, que van desde las más 
particulares hasta las comunitarias o más generales. 
No obstante, hay muchos otros factores que llevan a los individuos a participar en el espacio 
público, aunque es importante tener presentes las características de los involucrados de acuerdo 
con la condición que les otorga el Estado, que fomenta que participen ciudadanamente. Esta 
participación puede darse en el corto plazo; sin embargo, cuando un evento afecta a varios 
individuos al mismo tiempo, la demanda o exigencia de resolución puede detonar una participación 
colectiva que puede dar origen a una participación política. A lo largo del trabajo se irán 
desarrollando más detenidamente estas ideas. 
Es importante ubicar este estudio en el espacio geográfico de la Delegación Benito Juárez, al 
mismo tiempo que es preciso tomar en cuenta las características de la sociedad, de acuerdo con la 
experiencia de campo obtenida a través de la relación directa que se tuvo con los juarenses, y 
sustentadas en las estadísticas presentadas. 
A partir de la consolidación de una ciudadanía heterogénea, la forma en la que la sociedad 
participará, ya sea social o políticamente, es una característica que considero importante, por lo 
cual la visión delegacional y la visión vecinal no logran conformarse en una misma y única forma de 
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participación ciudadana, sino al contrario, se mezclan formando maneras distintas de participar en 
los asuntos públicos. La Delegación está conformada por un gran número de personas de la 
tercera edad, además de que cuenta con un estatus económico medio-alto. Esta longevidad en la 
población y el estatus económico dotan de una particularidad a la sociedad, pues de alguna 
manera puede fomentarse la interacción social al interior de colonias y calles; contrariamente, 
también pueden frenar la interacción debido a que lo que prefieren las personas es disfrutar de su 
tiempo libre, dedicándolo a actividades al interior de sus casas o en centros de desarrollo 
comunitario, como las “Casas de Cultura”. 
La Delegación ha sido dirigida por un gobierno panista desde el año 2000, lo que le da también una 
particularidad si se piensa que, en el Distrito Federal, es el Partido de la Revolución Democrática el 
que cuenta con la mayoría de los gobiernos delegacionales. Vive además un fenómeno propio de 
una gran ciudad: el proceso de urbanización constante, dentro del cual se puede mencionar la 
construcción de infraestructura que conecta a la Delegación con el resto de la Ciudad, como la 
Línea 12 del Metro u obras del Metrobús. Hay además una proliferación de construcciones, en su 
mayoría edificios habitacionales, así como un gran incremento en el número de oficinas. Estas 
particularidades, sin duda, son un buen acercamiento a la sociedad juarense, la cual propicia una 
dinámica especial en el ejercicio de la participación ciudadana, y si bien no encuentra mucho 
interés en los asuntos públicos, sí la ejerce de forma particular por medio de actividades propias de 
sus características socioeconómicas. 
También hay que mencionar que gran parte de las personas no se encuentra en su casa o 
departamento durante el día, debido a que la mayoría cuenta con una agenda apretada que inicia 
desde muy temprano y normalmente acaba a muy altas horas de la noche. Esta característica se 
encuentra particularmente sustentada en la experiencia que se tuvo al convocar a los colonos a 
reuniones vecinales o juntas informativasencaminadas a fomentar la participación y la convivencia 
social. Ese es uno de los factores más importantes que encontré que inhiben la participación 
ciudadana y, peor aún, la interacción social en la Delegación. 
Este trabajo es presentado a través de tres capítulos que ayudarán a comprender el fenómeno de 
la participación ciudadana y la construcción de ciudadanía en las colonias citadas de la Delegación 
Benito Juárez. En el primer capítulo se muestra el sustento conceptual del estudio, se definen las 
características propias de la ciudadanía y se establece la diferencia entre participación ciudadana y 
participación política; en el segundo se presenta el proceso histórico por medio del cual el Distrito 
Federal y sus Delegaciones se han configurado, así como la explicación grosso modo del trabajo 
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del Gobierno del Distrito Federal y de la Delegación Benito Juárez, además de describir la 
trayectoria de la Ley de Participación Ciudadana; en el tercero se define a la sociedad juarense a 
partir de los datos estadísticos, así como de la implicación de un gobierno panista en la misma, a la 
vez que se pretende dar a conocer las actividades en materia de participación ciudadana que se 
fomentaron y desarrollaron en la DGPC; por último, se presentan las conclusiones del trabajo, en 
las que se plasman algunas recomendaciones así como varias consideraciones resultado de este 
estudio. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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2. La ciudadanía. 
 
La ciudadanía se apoya en tres elementos fundamentales para su desarrollo: la pertenencia, el 
derecho y la participación, los cuales se complementan entre sí. El ciudadano pertenece a una 
comunidad política (ciudad-Estado, Estado nacional o unión o federación de Estados) que lo dota 
de derechos y obligaciones que se encuentran dentro de los elementos jurídicos otorgados 
mediante la “membresía” de la misma; en este ámbito, la participación es un recurso esencial para 
conquistar nuevos derechos, o conservar y/o profundizar los que ya tiene garantizados legalmente. 
La parte esencial del trabajo en torno al concepto de ciudadanía está conformado por la ciencia 
política, con el fin de aterrizarlo en las actividades mediante las cuales encuentran significación en 
las estructuras de poder, a través de cauces o vías que se abren por medio de las estructuras 
administrativas o gubernamentales del Estado para la toma de decisiones que repercuten en el 
espacio público, en el contexto del proceso democrático de México. 
“Se sostiene comúnmente que el núcleo central de la teoría democrática clásica y moderna descansa 
precisamente en el principio de ciudadanía. Las diferencias entre los modelos elitistas y participativos 
de la democracia radican en el mayor o menor peso que se otorga al protagonismo de las 
asociaciones ciudadanas de la sociedad civil en el proceso de toma de decisiones políticas”7. 
La ciudadanía surge con la formación de la ciudad (polis-Estado-civitas), el lugar en el que las 
personas se encuentran, se relacionan, interactúan, se conocen; en otras palabras, donde ocurre la 
interacción social. Es el espacio donde las personas libres e iguales pueden participar en la toma 
de decisiones, en las acciones directivas de la ciudad. Al separarse de las cadenas que conllevan 
sus necesidades fisiológicas, el ser humano encuentra libertad para interactuar con otros 
semejantes-diferentes a él. Descubre su igualdad (dotada por la libertad de las necesidades 
primarias) ante los demás, al mismo tiempo que descubre su diferencia. A este lugar en el que los 
humanos deciden “actuar” entre iguales se le denomina espacio público, que no es otra cosa que el 
mundo común compartido. Aquí es donde se aprecia la necesidad de una organización política-
gubernamental capaz de encargarse de los asuntos importantes y públicos. 
 
7 Eber Betanzos, Macarita Elizondo, et al., en: Democracia y fortalecimiento de la participación ciudadana [en línea], 
México, Instituto Federal Electoral, Colección Sinergía, 1ra edición electrónica, diciembre de 2010, Dirección URL: 
<http://secure.iedf.org.mx/biblioteca/sinergia/Sinergia11.pdf> [consulta 26/02/2013 13:02 hrs.], p. 22. 
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Para la concepción de la ciudadanía podemos encontrar elementos importantes en el liberalismo y 
en el republicanismo. En este sentido, el primero aboga por un Estado pasivo y neutral en materia 
moral que respete los derechos del individuo; por su parte, el republicanismo apoya la 
consolidación de un Estado activo en materia moral que fomente la participación ciudadana a partir 
del cultivo de las virtudes cívicas.8 
“En el proceso democrático actual, no puede pensarse una ciudadanía sin Estado. El vínculo entre 
ciudadanía y democracia pasa por el Estado, que es una instancia necesaria de materialización 
tanto de la ciudadanía como de la democracia. […] Hablar de ciudadanía y democracia nos obliga a 
hablar del conjunto de la política y la sociedad9”. 
Tomando en cuenta que en el Estado-nación se desarrolla una pluralidad social, la ciudadanía se 
reduce a un agregado de leyes que unen y dotan de identidad a una sociedad diferenciada por la 
cultura, la religión, la etnia, la clase, la familia, etc., otorgándole un título de pertenencia a un lugar y 
una “membresía completa” como ciudadano. Sin embargo, éste se ve limitado al título solamente, 
pues su participación en los asuntos públicos es reducida. 
Por otra parte, la pérdida de identidad y apego por parte de las instituciones gubernamentales y 
políticas del país ha afectado la interrelación entre ciudadanía y Sistema Político. Y es que parece 
ser que éste no ha sido capaz de ajustarse a los cambios constantes de la sociedad ni de englobar 
en él las demandas ciudadanas. 
Asimismo, con la globalización, aparte de los problemas de pluralidad internos, se encuentran los 
agentes externos que no ayudan a que el Estado liberal logre alcanzar el estado óptimo para captar 
y satisfacer toda clase de demandas sociales, civiles, mercantiles, de identidad, de derechos, de 
reconocimiento, políticos, etc., que limitan los cauces de acción. 
Sin embargo, el Estado liberal también es garante de los derechos individuales de los ciudadanos y 
los asume para tratar de hacerlos más efectivos. En este sentido, es importante reconocer la 
relevancia que han tenido los grandes movimientos sociales que expresan las conquistas de la 
libertad, debido a lo cual los derechos se han diversificado, desde los más generales hasta los que 
 
8 Ibíd., pp. 33-34. 
9 Alberto J. Olvera, en: Ciudadanía y democracia [en línea], México, Instituto Federal Electoral, 1ra. Edición, Mayo de 
2008. Dirección URL: <http://www.ife.org.mx/docs/IFE-
2/DECEYEC/EducacionCivica/CuadernosDivulgacion/CuadernosDivulgacion-pdfs/CUAD_27.pdf>, [consulta02/01/13 
11:27 HRS], p. 42. 
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 14 
se refieren a minorías y grupos colectivos que exigen un trato diferente al de la sociedad 
homogénea. 
Los derechos surgen a partir de un largo proceso de consolidación social y política que permite la 
cohesión de grupos colectivos que exigen libertades expresadas en la ley, garantizadas por el 
Estado; es decir, no son simples concesiones que otorga el Estado, sino producto deluchas y 
conflictos de los grupos que exigen libertades y derechos. 
Al buscar entender el proceso mediante el cual puede vislumbrarse el concepto de ciudadanía, 
encontramos la complejidad del tema al situarlo en un escenario inmerso en la modernidad –o 
postmodernidad–, ambiguo, difícil y adverso para la realización de una ciudadanía plena. 
En este contexto, no perdamos de vista el proceso mediante el cual la sociedad nacional se ve 
asediada desde dos frentes: el interno de la lucha por el reconocimiento y la diferencia, y el agente 
externo representado por la globalidad que inunda a las sociedades plurales para que se integren a 
un proceso homogeneizador de cultura, política, economía, etc. Este proceso le dará forma a la 
nueva configuración de ciudadanía, que encuentra su prototipo en la formación de colectividades 
para hacer notar sus demandas, necesidades e identidades. Así, los ciudadanos tienen que 
emplear herramientas que les permitan improvisar acciones colectivas para defender sus territorios, 
delimitaciones comunitarias, ideas y vidas cotidianas. 
Cabe destacar que el campo de acción de los ciudadanos no puede limitarse al simple espacio 
político del Estado; ejercer la ciudadanía no se basa en tener nacionalidad mexicana, cumplir 18 
años, votar y ser votados en las elecciones a cargos públicos, enlistarse en el Ejército, etc., sino 
que se orienta a encontrar vertientes para poder ejercer los distintos derechos políticos, sociales, 
económicos, culturales, ecológicos, deportivos, etc., además de que existen obligaciones que 
complementan a dichos derechos para el ejercicio pleno de la ciudadanía. 
La forma en la que un ciudadano ejerce de manera pasiva su ciudadanía se limita a seguir el orden 
jurídico de la nación; lo hace de manera activa participando en actividades que tienen la finalidad 
de influir en el espacio público a través de interactuar con las estructuras de gobierno para la toma 
de decisiones de las políticas públicas o, en su caso, para exigir el respeto a los derechos civiles, 
políticos, sociales, ambientales, etc. 
Es importante entender que hoy día la ciudadanía busca constantemente nuevos espacios de 
aparición y participación en la toma de decisiones respecto a los asuntos públicos; en algunos 
casos incluso reclama reconocimiento. Ahora, además, los ciudadanos tienen un sustento legal que 
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les permite organizarse de tal modo que puedan encontrar nuevos espacios para influir en la toma 
de dichas decisiones. 
Así, podemos encontrar nuevas formas de participación política y ciudadana que permitan construir 
ciudadanía a partir de las diversas maneras de actuación social y comunitaria, que igualmente 
contempla una pluralidad de proyectos de vida comunes. También podemos encontrar una 
diversidad en cuanto a la forma de actuar de los ciudadanos, utilizando canales nuevos de 
actuación social. “La ciudadanía no es un derecho pre-social, sino que es el resultado de un 
proceso histórico, de edificación desde formas inmediatas (y, por lo mismo, abstractas o 
idealizadas) hasta formas concretas (y, por lo mismo, realizadas efectivamente)”10. 
Además en la actualidad, con el uso de las tecnologías de la comunicación, las relaciones sociales 
también encuentran mayor fluidez y rapidez en la intercomunicación y organización de colectivos 
para construir proyectos comunes. La acción colectiva no se limita ahora a la participación en la 
toma de decisiones por parte del gobierno, sea este local, estatal o federal, sino que los ámbitos de 
influencia también se amplían. Se observan acciones destinadas a los distintos rubros de la vida 
que permitan dotarla de dignidad, seguridad o emotividad. Las organizaciones se diversifican, por 
ello pueden verse colectivos deportivos, culturales, comunales, etc. 
Todo esto puede tener coherencia si se piensa que la ciudadanía es un modo de actuar en pro de 
nuestro mundo, mismo que compartimos con otros que, al igual que nosotros, son ciudadanos 
pero, sobre todo, seres humanos. “Ser un ciudadano pleno significa participar tanto en la dirección 
de la propia vida como en la definición de algunos de sus parámetros generales; significa tener 
conciencia de que se actúa en y para un mundo compartido con otros y de que nuestras 
respectivas identidades individuales se relacionan y se crean mutuamente. Ser un ciudadano pleno 
significa empeñarse en realizar el compromiso con el mundo”11. 
 
2.1 La participación política y la participación ciudadana. 
 
La participación ciudadana y la participación política se enfrentan a la dificultad de encontrar límites 
claros entre ambos. Sin embargo, hay que considerar que estos conceptos se insertan hoy en día 
 
10 Carlos A. Cullen, en: El malestar en la ciudadanía. Buenos Aires, La Crujía, Editorial Stella, 2007. p. 32. 
11 Paul Barry Clarke, en: Ser ciudadano. Ediciones Sequitur. España, 1996. p. 8. 
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en este proceso democrático que está sufriendo el país con nuevas significaciones. “La 
democracia, cualquiera que sea la concepción que se adopte al respecto, presupone la 
participación ciudadana como un elemento central. Ya sea en su versión mínima –sufragar- o en 
algunas más exigentes –participación como decisión-, el sistema democrático hace descansar su 
legitimidad en la posibilidad de que la voluntad ciudadana forme parte de los insumos del 
sistema12”. 
Las relaciones involuntarias no pueden ser reflejo de una participación dentro del sistema político, 
ya que son interacciones que el individuo hace de manera cotidiana, como lo es la familiar, en la 
que el interés o beneficio del individuo no puede vislumbrarse claramente. En cambio, la 
participación dentro de una organización voluntaria, implica un interés particular que hace al 
individuo inmiscuirse en dicha interacción. Sea una organización social o política, el individuo se 
sentirá subjetivamente competente en asuntos que incumben a la organización, por lo que la 
participación de los miembros está caracterizada, en primer lugar, por el interés que hace que el 
individuo pertenezca a una organización, y en segundo lugar, sentirse subjetivamente competente 
lo hace participe dentro de los asuntos de la organización. 
Esta experiencia que se tiene dentro de la organización en lo que se refiere a la participación y al 
grado en el que los miembros se sienten competentes dentro de ella, se verá reflejado tarde o 
temprano en el sistema político, ya que será vista como un hábito, con lo que la participación en un 
plano menor, implica que el individuo pueda sentirse capaz de influir dentro de un plano mayor. “El 
hecho más significativo sea el de saber que cualquier clase de integración […] tiene un efecto 
sobre la competencia política. La inscripción en cualquier asociación, aunque el asociado no 
considere su integración políticamente importante y aunque no suponga su participación activa en 
la organización, conduce a una ciudadanía más competente13”. Aunque hay que tener en cuenta el 
factor que ocurre también dentro del sistema político, y es que, a pesar de la inserción dentro de 
una organización cualquiera que sea, no implica que los ciudadanos sean más participativos en 
ella, por ende, puede decirse que ocurre lo mismo en el sistema político. 
La participación ciudadana y la participación política se entienden como actividades que pueden 
ser pasivas o activas, voluntarias u obligadas, como parte fundamental de esta actividad 
 
12 Eber Betanzos, Macarita Elizondo, et al, en: Democracia y fortalecimientode la participación ciudadana [en línea], 
México, Instituto Federal Electoral, Colección Sinergía, 1ra edición electrónica, diciembre de 2010, Dirección URL: 
<http://secure.iedf.org.mx/biblioteca/sinergia/Sinergia11.pdf>, [consulta 26/02/2013 13:02 hrs.] p. 9 
13 Almond, Gabriel y Verba, Sidney, en: La cultura cívica. Estudio sobre la participación en cinco naciones, España, 
Fundación FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada), EURAMERICA, 1970. p. 364 
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democrática. Hay quienes afirman que la democracia alude a una participación “minimalista” del 
ciudadano, expresado en el voto, es decir, sólo se reduce a la acción voluntaria de elegir, viendo al 
ciudadano como un individuo inserto en sus actividades privadas, imposibilitado y/ó desinteresado 
en los asuntos públicos. Esto manifiesta un sistema democrático representativo debido a que el 
ciudadano es individualista y egoísta. 
En el otro extremo vemos un sistema democrático participativo, en el que la ciudadanía es 
indispensablemente activa, preocupada por participar en los asuntos públicos, a través de la toma 
de decisiones y de la participación y/ó transformación del Estado. Aquí se observa una creciente 
participación del ciudadano a través de las estructuras de poder para repercutir, y además, formar 
parte de la toma de decisiones que afectará el espacio público. El voto no alcanza para manifestar 
esta participación ciudadana, se requiere además, formar parte de la toma de decisiones que 
influirán su entorno público y privado, debido a los alcances de las políticas públicas en esta esfera, 
la privada. 
Se pretende en este apartado listar algunos elementos que ayuden a diferenciar estos dos tipos de 
participación de la sociedad, la ciudadana y la política, no encontrando grandes diferencias entre 
ambas, cabe aclarar. A través de la sociología política y de la filosofía política se localiza el mejor 
camino para llegar a este cometido. La ciencia política ayudará a dejar más clara esta diferencia 
entre ambas, pues se vislumbra la importancia que es considerar las estructuras de poder y la 
injerencia -o no- sobre ellas para participar en los asuntos públicos. 
El espacio público y el privado han perdido sus límites, no se sabe dónde comienza uno y dónde 
termina el otro. Lo que para Hannah Arendt es una irrupción de lo social en el espacio público de la 
política, para Bauman ocurre algo similar: estas dos esferas se han condensado a grado tal que no 
pueden encontrarse límites tangibles entre uno u otro. La poca importancia que los seres humanos 
dan a los espacios públicos, hace que estos desaparezcan, “las únicas reivindicaciones ventiladas 
en público son manojos de angustias y sufrimientos privados que, sin embargo, no se convierten 
en temas públicos por el sólo hecho de su enunciación publica; […] y los agravios privados no 
llegan a constituirse, por falta de condensación, en causas colectivas14”. 
Las acciones que tienden a ser colectivas son en gran medida, “explosiones aisladas”, de corto 
plazo, debido a que no hay un interés común o público que haga que éstas se condensen para así 
formar una vida de larga duración, un estímulo social que ayude a la colectividad a conseguir su 
 
14 Zygmunt Bauman, en: En busca de la política, FCE, Buenos Aires, 2001, p. 10 
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cometido en el largo plazo, es decir, “por medio de un acontecimiento que provoca en la mayoría el 
mismo sentimiento intenso que le permite sincronizar su júbilo. […] De modo que cuando la 
deslumbrante llamarada de solidaridad se extingue, los solitarios se despiertan tan solos como 
antes, en tanto el mundo compartido, tan brillante iluminado un momento atrás, parece más oscuro 
que antes15”. 
La política, ha perdido el control de asegurar-preservar a su sociedad de seguridad, certeza y 
protección, irrumpiendo en estas tareas las fuerzas económicas que logran ejercer sobre el 
individuo una libertad particular que hace menos posible la condensación de intereses comunes en 
colectividad, así como de privar más sus límites de esa “libertad alcanzada” “la libertad individual 
sólo puede ser producto del trabajo colectivo (sólo puede ser conseguida y garantizada 
colectivamente); hoy nos desplazamos hacia la privatización de los medios de asegurar-garantizar 
la libertad individual16”. Es decir, “Si nos detenemos a pensar por qué esa persecución de la 
felicidad casi nunca produce los resultados esperados y por qué el gusto amargo de la inseguridad 
hace la felicidad menos dulce de lo que habíamos supuesto, advertimos que no llegaremos muy 
lejos sin hacer que regresen del exilio las ideas como el bien público, la sociedad buena, la 
equidad, la justicia, esas ideas que no tienen sentido si no se las cultiva colectivamente17”. 
Las aspiraciones de los individuos y la realidad en la que se engloban y de la que perciben, no 
pueden alcanzar un estatus superior al particular. El bien común no lo es tanto cuando los sujetos 
están ligados inevitablemente a su condición económica, personal y profesional, dejando de lado la 
interacción social al interior de su comunidad. Si bien es cierto que los individuos no pueden 
encontrarse en ningún momento desconectados de todo el enramado social que los rodea, éste se 
encuentra limitado a los campos de convivencia cotidiana, como la interacción al interior de su 
trabajo, de su familia, de su escuela, pero que estos límites se fijan en el momento en el que la 
cotidianidad no puede hacer que esta interacción pueda tener proyectos o metas a mediano o largo 
plazo en un nivel colectivo. 
El individuo sólo observa su participación dentro de su realidad: el marco en el que él puede actuar, 
en el momento y en el instante. No ve más allá de esta realidad que choca con la percepción de 
realidades distintas de los otros miembros que lo rodean. La armonía en la que conviven estas 
percepciones y acciones de realidades pueden englobarse dentro de un escenario social que, con 
 
15 Ibíd., p. 11 
16 Ibíd., p. 15. 
17 Ibíd., p. 16 
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la ayuda de costumbres y reglamentos de conducta, ayudan a que no choquen o entren en 
conflictos violentos dichas visiones y percepciones de la realidad; así como los proyectos de vida 
de cada uno de los individuos que interactúan y que ubican un punto de encuentro gracias a la 
cotidianización de la comunidad. Este espacio en el cual las diferencias y las interrelaciones de las 
percepciones de realidades se concentran y se diluyen, puede llamarse comunidad. 
La preocupación de los individuos se concentra en satisfacer las necesidades que se van 
presentando dentro de su cotidianidad, dentro de su entorno propio y de acuerdo al momento e 
instante en que se suscitan. Es importante tener en cuenta, en este punto, que los eventos 
cotidianos del individuo a los que se enfrenta, se encuentran presentes dentro de su entorno propio 
y privado. Es decir, aquel en el que puede actuar y sabe que es importante su participación para 
satisfacer estas necesidades y eventualidades que se le presentan, determinadas por las reglas, 
creencias, costumbres, formas de conducta, etc., que son aceptadas dentro de su comunidad. “El 
mundo de vida cotidiana como estilo cultural y social de existencia; en él, los actores se sienten 
cómodamente más apegados y ven la posibilidad de intervenir en forma más inmediata y eficaz que 
en ámbitos codificadosy autorregulados como los sistemas económicos o políticos18”. 
Las actividades que encierran a las personas dentro de su misma cotidianidad, no permiten que 
éstas tengan tiempo de interesarse en otros asuntos, sean estos grupales, comunitarios, públicos, 
etc. Estas actividades, absorben el tiempo de las personas y son predominantemente rutinarias, 
convirtiéndose en hábitos y costumbres que las encierran en este “mundo”, sin permitirles observar 
a su alrededor de manera crítica. “El mundo de la vida cotidiana es la región de la realidad en que 
el hombre puede intervenir y que puede modificar mientras opera en ella mediante su cuerpo 
animado. […] Únicamente en el mundo de la vida cotidiana puede constituirse un mundo 
circundante, común y comunicativo (Schütz y Luckmann, 1977)19” La rutina quizá les permite saber 
cómo están las cosas fuera de su cotidianidad; pero inhibe el interés por cambiarlas. Llegamos a un 
punto importante para explicar la participación de las personas en su realidad social, por medio de 
actividades colectivas o comunitarias, para tratar de cambiar la rutina. 
La cotidianidad, como se ha presentado hasta ahora, es un conjunto de actividades, ideas y 
proyectos que envuelven la vida diaria de las personas. De ésta forman parte los hábitos y las 
costumbres repetitivas, las cuales son vistas por los individuos como el modus vivendi para llegar a 
realizar sus metas personales, o bien, sólo sobrellevar la vida diaria. Estas actividades crean 
 
18 Marco Estrada Saavedra, en: Participación política y actores colectivos. México, Ediciones Plaza y Valdés, 1995. p. 2 
19 Ibíd. p. 25 
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hábitos que muy difícilmente cambiarán la forma en la que los individuos puedan alcanzar una 
visión colectiva de los asuntos públicos, delimitando su campo de acción-participación para cambiar 
la realidad comunitaria. La participación del individuo no refleja mucho interés en aquellas prácticas 
que se desarrollan fuera del mundo de actividades que se presentan dentro de su burbuja de 
cotidianidad. La rutina aislante se genera a pesar de que la persona necesita de la interacción y 
participación de otros individuos que se encuentran al margen y dentro de los límites de sus 
actividades cotidianas para que éstas sean satisfechas. 
Pero esta participación limitada, de corto plazo, de los demás individuos se exhibe dentro de las 
actividades necesarias para que cada uno satisfaga solamente su cotidianidad, sin un anhelo que 
vaya más allá del momento dado en tiempo y espacio real. Las acciones limitadas no buscan un 
objetivo futuro o de mediano plazo. En este tipo de participación pueden englobarse, por ejemplo, 
las actividades recreativas necesarias de las personas para completar su cotidianidad. En 
conjunto, son acciones que se desarrollan gracias a un impulso social que contiene reglas de 
conducta sujetas a una aceptación general y que se han desarrollado con el transcurso del tiempo, 
como códigos de conducta que ayudan a la comunicación mecánica entre seres humanos a través 
de diversos métodos que sólo alcanzan a sustentar la cotidianidad de cada uno de los individuos. 
Sin embargo, hay una circunstancia que detona en cualquier individuo el interés y la necesidad por 
participar en asuntos que pueden denominarse públicos, comunitarios o colectivos, o simplemente 
hacen que la participación necesaria dentro de su cotidianización cambie por una participación 
distinta, con otros fines. Cuando un evento o una coyuntura irrumpen la rutina de las personas, el 
interés y las actividades diarias tienen que evolucionar, si éstas se ven sometidas a alteraciones 
radicales de un momento a otro, las personas necesitan cubrir esas actividades con cambios en su 
participación en la realidad que los engloba. Estos eventos coyunturales, pueden ser de carácter 
privado o individual, o de carácter público o colectivo. Los cambios en el ambiente público son los 
que nos interesan. 
Cuando la vida diaria es afectada por alguna circunstancia pública, sea ésta causada por distintos 
factores, que van desde negligencias en servicios urbanos, obras públicas, accidentes humanos, 
etc., un evento que haga que la gente cambie sus actividades diarias, o que, en algunos casos, las 
bloqueen, crece un sentimiento de inconformidad ante dichos sucesos. Estos eventos, si bien 
pueden ser públicos, no tienen los mismos alcances y las mismas afectaciones. Hay efectos que se 
remontan al espacio individual o muy local, otros, sin embargo, de mayores dimensiones, pueden 
tener alcances comunitarios o regionales. Pero que a pesar de estas diferencias en las 
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dimensiones de su alcance, no dejan de ser eventos que detonan este sentimiento de 
inconformidad traducido en manifestaciones de participación ciudadana o política. 
Entre los fenómenos de menor alcance podemos encontrar, por ejemplo, una coladera tapada, que, 
si bien es una alteración al servicio de drenaje público, puede tener repercusiones privadas y 
afectaciones a la vida diaria de una familia, que hará lo posible por aliviar el problema, a través de 
una manifestación ciudadana ante la autoridad correspondiente. En cambio, este mismo problema, 
puede escalar a una afectación común entre varias familias de una colonia, con lo que esta 
participación, que en un primer momento es sólo participación ciudadana, puede convertirse en 
una participación política. El tránsito se da cuando se involucra o se conforma una organización 
social que integre la demanda común y que encabece la exigencia particular y concreta dentro de 
un marco de relación con el poder y con una connotación ideológica. Este ingrediente ideológico 
puede ser primario, incipiente. 
Aquí se observa que la participación ciudadana puede definirse como el acto mediante el cual, los 
ciudadanos toman parte en actividades públicas, emanadas de la actividad del Estado como ente 
público y que repercute en la vida ciudadana, entendida ésta como la interrelación de individuos 
socialmente ligados por la red de su propia cotidianización. Se encuentra por lo tanto, un elemento 
indispensable para separar la participación ciudadana de la política, esta es, una apertura 
normativa o institucional en la forma de cooperar, pues está reglamentada la forma en que un 
vecino en su cualidad de ciudadano puede intervenir en la gestión de un servicio brindado por el 
ente gubernamental o en la toma de decisiones como se establece en la Ley de Participación 
Ciudadana que establece la forma en que los ciudadanos podrán organizarse y contribuir 
coordinadamente con el gobierno para tomar decisiones en las políticas públicas y en el ejercicio 
del presupuesto de la Ciudad de México. 
La participación política por el contrario, se desarrolla en un ambiente de colaboración no 
institucionalizada, es decir, no se encuentran reglamentadas las formas en las que un colectivo 
repercute en las estructuras de poder. “La participación política es un medio y una forma de acción 
para intervenir en la toma de decisiones y administración de recursos, de los cuales los actores se 
ven mayor o menormente “marginados” de su control y uso y que, por tanto, reestructura y redefine 
las interacciones de poder, generando esferas públicas autónomas y socializando la política en 
espacios diferentes de la sociedad20”. 
 
20 Ibíd. p. 115 
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 22 
Cuando la inconformidadindividual o privada pasa al espacio público o de gobierno y plantea el 
problema inmediato como parte de una irregularidad relacionada con la política. Por ejemplo, 
cuando argumenta que hay escasez de agua, pero que esa circunstancia no obedece a errores 
personales o de alguna instancia gubernamental, sino que se debe a la ineficacia de las políticas 
públicas que, a su vez, se relacionan con la estructura y dinámica del gobierno. Así, la participación 
ciudadana que recoge la inconformidad privada y personal, pasa al espacio de lo político, en el 
momento en que su visión es de mayores alcances. Cuando añade una explicación ideológica y 
una relación de largo plazo con las instancias políticas. . 
Es importante insistir en que la participación ciudadana es un proceso que busca adaptar el 
espacio público que en un primer momento afectó al individuo en su cotidianidad, sin que ésta 
tenga que ser necesariamente una manifestación colectiva para que se traduzca en ésta. Es decir, 
la simple insatisfacción con algún servicio determinado no alcanza el grado de participación 
ciudadana y se reduce a una inquietud por vivir la rutina sin sobresaltos. Esta inquietud 
desaparece en el momento en el que esta necesidad queda satisfecha. Así como puede ser una 
manifestación individual, puede convertirse en participación ciudadana cuando se vuelve colectiva 
y deja de serlo cuando los daños o las insuficiencias son satisfechas por la autoridad o por otra 
instancia, como podría ser la iglesia, los clubes de servicio, etcétera. 
La participación política encuentra otros matices, además de dimensiones más grandes y 
complejas que la participación ciudadana. Sin embargo, el problema es que no podemos encontrar 
límites claros entre ambas, debido a que la segunda puede politizarse y, por el contrario, una 
primera puede manifestarse a través de la participación ciudadana. Por ese motivo, es importante 
resaltar las características que se encuentran dentro de la participación política de los ciudadanos. 
Con el ejemplo citado anteriormente de la coladera tapada, podemos observar que un problema 
público con afectaciones individuales, puede, en un primer momento, encontrar la satisfacción del 
mismo a través de actos individuales de participación, como también puede encontrar un colectivo 
con el mismo problema común de la coladera tapada para encontrarle solución al problema público, 
puede evolucionar hacia el espacio político. 
En la participación política se necesita de un colectivo con un problema común, pero más allá de 
esto, se necesita de una estructura social dentro de la organización o grupo, para que a través de 
este problema común, se encuentre también un fin o meta compartidos, creando un movimiento 
político, a largo plazo y con implicaciones ideológicas. Esta organización al interior del colectivo es 
necesaria para dotar de identidad al conjunto, identidad que ayudará a la consecución de estas 
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metas comunes y que tendrá también la aspiración de encontrar un proyecto a mediano o largo 
plazo. Esta idea de permear y mantenerse en el futuro con metas y proyectos compartidos 
diferencia a la participación ciudadana de la participación política, debido a que en la primera las 
aspiraciones son momentáneas, y en la segunda, las metas son a futuro y se relacionan, 
directamente, con el poder político. 
La participación política, además de querer cambiar su espacio público, busca adecuar las 
estructuras de gobierno y de la administración pública, para que éstas puedan ser alcanzadas por 
los ciudadanos, es decir, busca también encontrar cambios en el espacio de gobierno para que se 
logren las metas a la posteridad. Además, los ciudadanos organizados tienen el interés de 
manifestar la exigencia de derechos sociales, políticos y económicos de un grupo o colectivo que 
tiene identidad y proyecto común para el futuro. Estas propuestas, pueden realizarse a través de 
reformas de leyes o por la necesidad de que sean respetados los derechos de los que han sido 
negados. La participación política, como puede observarse, tiene aspiraciones a futuro así como 
una organización definida al interior del colectivo. Cuenta también con estrategias de negociación 
en el espacio político con las distintas esferas de poder para la consecución de derechos o 
demandas comunes, al mismo tiempo que dota a sus miembros de identidad; incluso de ideología 
en sus etapas más avanzadas. 
Se pretende combatir el problema momentáneo de las coladeras tapadas, pero se tiene también el 
interés por prevenir problemas comunes, a través de organismos políticos de vigilancia. Estas 
instancias se encargarán de observar el trabajo gubernamental en el desazolve de coladeras, por 
ejemplo, al mismo tiempo que construyen comités encargados de exigir que se cumplan derechos 
ambientales de los ciudadanos, al no permitir que se tire basura en la calle, principal causa que 
ocasiona este problema. Sin embargo, el ingrediente esencial es lo político, puesto que se trata de 
exigir y de cuestionar a una estructura política. La participación política puede ser para exigir, pero 
también para brindar apoyos al poder político en determinadas circunstancias. 
Podría construirse otro comité encargado de observar que se realicen campañas de cultura cívica 
enfocadas en la prevención de inundaciones, catástrofes, etc., atacando el problema de las 
coladeras tapadas. Como puede observarse, las maneras en que puede abordarse un problema 
común; la participación ciudadana se encontraría enfocada en la resolución instantánea de un 
fenómeno que choca con la vida diaria y que dificulta su realización. En contraparte, la participación 
política se encuentra con el interés de encontrar un conflicto general, para que se le de solución 
con la participación colectiva organizada, a través de metas y proyectos comunes con vistas al 
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futuro, además de que pretende alcanzar medios que permitan que se cambie la estructura de 
poder. Se trata de orientar la estructura del poder político o de participar en la conformación del 
mismo. Además de buscar una solución integral a los problemas habituales, a través de la 
participación y organización de un colectivo dotado al mismo tiempo de identidad ideológica, lo que 
le permitirá sobrevivir en el futuro. 
La participación ciudadana en el Distrito Federal ha estado respaldada institucionalmente por una 
apertura de los derechos participativos de la sociedad dentro de este proceso de democratización 
participativa. Podemos vislumbrar algunas actividades por medio de las cuales los ciudadanos 
pueden ejercer su derecho, como lo son los plebiscitos, el referéndum y la iniciativa popular, 
actualmente por medio de los Comités Ciudadanos y Consejos de los Pueblos. Si bien, esta 
apertura está encaminada en el empoderamiento del ciudadano, a través de su participación en la 
toma de decisiones, no deja de ser parte sistemática de la visión gubernamental de fomentar una 
participación institucionalizada, con reglas fijas. La diferencia que se encuentra con la participación 
política es que el interés por participar no surge del Estado, sino que encuentra sus raíces en los 
interesados en actuar de forma directa en la toma de decisiones que afectan el espacio público. 
La participación ciudadana no deja de ser un ejercicio que encuentra una limitación temporal y que 
surge por medio de un “instantaneísmo”, este pequeño momento en el que los individuos pueden 
tener acceso en la toma de decisión, como lo es un plebiscito, referéndum, la consulta o las 
elecciones para elegir representantes. Se aboga por una forma normativade participación que no 
logra englobar todas aquellas actividades por medio de las cuales la población puede manifestar su 
participación, pues de acuerdo a todo lo que se ha analizado hasta ahora, la participación 
ciudadana puede encontrarse en cualquier tipo de relaciones sociales, tantas como formas de 
ciudadanías encontramos en una comunidad nacional que se expresan de maneras tan distintas. 
 
 
 
 
 
 
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 25 
3. El Distrito Federal. 
 
Para poder abordar el tema de la Delegación, así como de las características particulares de sus 
funciones, hablaré de la historia de la Ciudad de México, entendiendo el trabajo gubernamental en 
el Distrito Federal, al mismo tiempo que se podrá tener una idea del mismo en el nivel delegacional, 
así como de su estructura orgánica y de sus atribuciones. Esta Ciudad ha sido motivo de diversas 
controversias que datan desde la Constitución de 1824, mediante la cual, a través del artículo 50 
de la misma, el Congreso General eligió instaurar al mismo en la Ciudad de México21, iniciando 
una serie de debates acerca de las facultades y atribuciones que debe tener en comparación con 
las demás entidades federativas de la República Federal, debido a su atribución como Distrito 
Federal y sede de los Poderes Federales: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. 
La controversia se centra en las facultades y atribuciones que el Distrito Federal tiene en 
comparación con las demás entidades del país, así como ampliar su autonomía, al mismo tiempo 
que se dotaría de los derechos políticos de sus habitantes en el proceso de mantener a la entidad 
como sede de los Poderes Federales, encontrando la forma propia de gobierno que permita que 
estas causas se desarrollen de manera análoga y equilibrada. En el transcurso de este bloque se 
presentará el origen del Distrito Federal, registrado por vez primera en la Constitución de 1824, así 
como su evolución a través de distintas reformas al artículo 50, fracción XXVII de la misma, el cual 
consignaba como facultad del Congreso General la de “elegir un lugar que sirva de sede a los 
supremos poderes de la Federación, y ejercer en su Distrito las atribuciones del Poder Legislativo 
de un Estado”22. 
El Distrito Federal fue creado definitivamente a través de un decreto promulgado por el entonces 
presidente Guadalupe Victoria el 20 de Noviembre de 1824, después de un largo debate del 
Congreso Constituyente, así, encontramos estos puntos primordiales: 
 El lugar que servirá de residencia a los Supremos Poderes de la federación, conforme 
a la facultad 28ª del Artículo 50 de la Constitución, será la ciudad de México. 
 
21 Oziel Serrano Salazar, en: La reforma política del Distrito Federal. México, Plaza y Valdés, editores, Centro de 
Asesoría Multidisciplinaria (CENAM), 1ra. Edición 2001, p. 289. 
22 Ibíd. p. 64. 
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 26 
 Su distrito será el comprendido en un círculo cuyo centro sea la Plaza Mayor de esta 
ciudad y su radio de acción de dos leguas. 
 El Gobierno General y Gobernador del Estado de México, nombrarán cada uno un 
perito para que entre ambos demarquen y señalen los términos del distrito conforme al 
artículo antecedente. 
 El gobierno político y económico del expresado distrito, queda exclusivamente bajo la 
jurisdicción del Gobierno General desde la publicación de esta ley. 
 En las elecciones de los ayuntamientos de los pueblos comprendidos en el Distrito 
Federal, y para su Gobierno Municipal, seguirán observándose las leyes vigentes en 
todo lo que no pugne con la presente23. 
El Congreso Constituyente de 1856 discutió nuevamente acerca del lugar donde tendrían que 
residir los Poderes de la Unión. Para este momento, se propusieron las ciudades de Querétaro y de 
Aguascalientes. Fue un largo debate acerca de las ventajas y desventajas que tendría este proceso 
de cambio de residencia de los Poderes Federales, se hablaba por ejemplo, de las ventajas que 
tendría dejarlos en la Ciudad de México por la conglomeración cultural, política y económica del 
país, fungiendo además, cómo la metrópoli a lo largo de toda la historia de la nación, que va desde 
la época prehispánica, recorriendo por la época colonial, culminando en la polis de mayor 
importancia económica para el país. Este largo debato dio origen al artículo 46 de la Constitución 
de 1857 en los siguientes términos: 
El Estado del Valle de México se formará del territorio que en la actualidad comprende el 
Distrito Federal, pero la erección sólo tendrá efecto cuando los supremos poderes 
federales se trasladen a otro lugar, correspondiendo al Congreso de la Unión la facultad 
de decretar este traslado, según lo dispuesto por el Art. 72 en su fracción V. En tanto los 
poderes radicaran en la ciudad de México, ésta representaría el Distrito Federal, cuyo 
órgano legislativo sería el propio Congreso según el artículo 72 que en su fracción VI 
disponía: el Congreso tiene facultad: VI. Para el arreglo interior del Distrito Federal y 
territorios, teniendo por base que los ciudadanos elijan popularmente las autoridades 
 
23 Ibíd. p. 76 
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 27 
políticas municipales y judiciales designándoles rentas para cubrir sus atenciones 
locales24. 
Es importante señalar que dentro de la Constitución de 1857 se contemplaba al Estado del Valle de 
México, y no al Distrito como tal, pero siempre y cuando los supremos poderes de la federación no 
cambiasen de residencia. Hasta el momento, no se erigía como tal el Distrito Federal, sino más 
bien, sólo era un territorio designado especialmente para resguardar ahí los poderes de la Unión, la 
participación Civil y Ciudadana, por ejemplo, no alcanzaba los mismos derechos políticos del resto 
de los ciudadanos de las demás entidades federativas, ya que al presidente de la República y el 
Congreso, lo elegían de manera indirecta. La denominación de entidad federativa no englobaba 
aún al Distrito Federal, sino que será en la Constitución de 1917 cuando quede definida su 
naturaleza jurídica. 
Dentro de la Constitución de 1917 el Distrito Federal fue considerado como otra entidad de la 
Federación en su artículo 43, además de que se conserva la erección del Estado del Valle de 
México, sólo si los supremos poderes fuesen trasladados a otro lugar, al cual cito: 
Artículo 43. Las partes integrantes de la federación son los estados de Aguascalientes, 
Campeche, Coahuila, Colima, Chiapas, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Guerrero, 
Hidalgo, Jalisco, México, Michoacán, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, 
Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz, 
Yucatán, Zacatecas, Distrito Federal, Territorio de Baja California y Territorio de 
Quintana Roo. 
Artículo 44. El Distrito Federal se compondrá del territorio que actualmente tiene, y en el 
caso de que los Poderes Federales se trasladen a otro lugar, se erigirá en Estado Del 
Valle de México, con los límites y extensión que le asigne el Congreso General25. 
A pesar de que se había establecido su naturaleza jurídica, al contemplarlo como parte integrante 
de la federación, los ciudadanos seguían careciendo de los derechos políticos que gozaban los 
ciudadanos de las demás entidades federativas, particularmente en la cuestión de la 
representatividad política en su localidad. Si embargo, se había conseguido al menos la 
 
24 Ibíd.p. 90 
25 Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que reforma la de 5 de febrero de 1857, [en 
línea] Dirección URL: 
<http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/ref/cpeum/CPEUM_orig_05feb1917_ima.pdf> [Consulta: 30 
de enero de 2013, 18:34 hrs.], p. 4 
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participación para elegir al poder Legislativo, siendo que se podía votar por un diputado propietario 
por cada sesenta mil habitantes o por una fracción que pase de veinte mil, según el censo general 
del D. F. y el de cada Estado y Territorio, así como de Senadores que representarían al Distrito 
Federal estipulado en el artículo 52 y 56 de dicha Constitución respectivamente. En el último 
artículo mencionado, encontramos que la Cámara de Senadores se compondría de dos miembros 
de cada Estado y dos por el D. F., nombrados en elección directa. 
A pesar de esto, no contaban con la lección del gobernador, quien dependía directamente del 
presidente de la República. Podemos encontrar dentro de las facultades del presidente respecto 
del Distrito Federal en el artículo 89 de esta Constitución, lo siguiente: 
Artículo 89. Las facultades y obligaciones del presidente son las siguientes: 
I… 
II. Nombrar y remover libremente a los Secretarios del Despacho, al procurador general 
de la República, al gobernador del Distrito Federal y a los gobernadores de los 
Territorios, al procurador general de Justicia del Distrito Federal y Territorios, remover a 
los agentes diplomáticos y empleados superiores de Hacienda y nombrar y remover 
libremente a los demás empleados de la Unión, cuyo nombramiento o remoción no esté 
determinado de otro modo en la Constitución o en las leyes26. 
En cuanto a las facultades del Congreso respecto del Distrito Federal en la Constitución de 1917, 
encontramos las siguientes: 
Artículo 73. El Congreso tiene facultad para: 
I al IV… 
V. Para cambiar la residencia de los Supremos Poderes de la Federación. 
VI. Para legislar en todo lo relativo al Distrito Federal y Territorios, debiendo someterse a 
las bases siguientes: 
1ª.- El Distrito Federal y los Territorios se dividirán en Municipalidades, que tendrán la 
extensión territorial y número de habitantes suficientes para poder subsistir con sus 
propios recursos y contribuir a los gastos comunes. 
 
26 Ibíd. p. 7 
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2ª.- Cada municipalidad estará a cargo de un Ayuntamiento de elección popular directa. 
3ª.- El Gobernador del Distrito Federal y los de los Territorios estarán a cargo de 
gobernadores que dependerán directamente del presidente de la República. El 
gobernador del Distrito Federal acordará con el presidente de la República, y los de los 
Territorios, por el conducto que determine la ley. Tanto el gobernador del Distrito Federal 
como el de cada Territorio, serán nombrados y removidos libremente por el presidente 
de la República. 
4ª.- Los magistrados y los jueces de Primera Instancia del Distrito Federal y los de los 
Territorios serán nombrados por el Congreso de la Unión, que se erigirá en Colegio 
Electoral en cada caso. 
En las faltas temporales o absolutas de los magistrados, se substituirán éstos por 
nombramiento del Congreso de la Unión, y en sus recesos, por nombramientos 
provisionales de la Comisión Permanente. La Ley Orgánica determinará l manera de 
suplir a los jueces en sus faltas temporales y designará la autoridad ante la que se le 
exigirán las responsabilidades en que incurran, salvo lo dispuesto por esta misma 
Constitución respecto de responsabilidad de funcionarios. 
5ª.- El Ministerio Público en el Distrito Federal y en los Territorios estará a cargo de un 
procurador general, que residirá en la ciudad de México, y del número de agentes que 
determine la ley, dependiendo de dicho funcionario directamente del presidente de la 
República, quien lo nombrará y removerá libremente27. 
Para que estos artículos tuvieran relevancia y además se cumpliera el artículo 1º transitorio de esta 
Constitución, el cual mencionaba que el orden constitucional debía quedar establecido en la 
República el día 1º de mayo del mismo año, aunado a que para esa fecha también debían de entrar 
en funciones los municipios del Distrito Federal, así como su respectivo gobierno, Venustiano 
Carranza expidió el 13 de abril de 1917 la Ley de Organización del Distrito y Territorios Federales28. 
Algunos puntos importantes de esta Ley ratifican el estatus jurídico y la parcial participación política 
de los ciudadanos, debido a que en ella se menciona nuevamente que la administración del Distrito 
Federal dependerá de un gobernador, quien será designado por el presidente de la República, pero 
a diferencia de los encargados de la administración de los territorios Federales, el gobernador del 
 
27 Ibíd. p. 6 
28 Oziel Serrano Salazar, Op. Cit. p. 117. 
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Distrito Federal podrá acordar directamente con el presidente, sin necesidad de comunicarse y 
entenderse con él por medio de la Secretaría de Estado29. 
Hasta ese momento el Distrito Federal mantenía un gobierno semidemocrático, debido a que los 
municipios con los que contaba estaban a cargo de los ayuntamientos compuestos por miembros 
designados por elección directa, aunque el gobernador era elegido por el presidente. En la reforma 
de 1928, el 31 de diciembre, por conducto del entonces presidente Álvaro Obregón, se expidió la 
Ley Orgánica del Distrito y Territorios Federales, con lo que el gobierno del D. F. se centralizó, se 
eliminó la figura de municipio, quedando un Departamento Central, conformado por las que fueron 
municipalidades de México, Tacuba, Tacubaya y Mixcoac y por trece delegaciones: Guadalupe 
Hidalgo, Atzcapotzalco, Ixtacalco, General Anaya, Coyoacán, San Ángel, La Magdalena Contreras, 
Cuajimalpa, Tlalpan, Ixtapalapa, Xochimilco, Milpa Alta y Tláhuac30. 
Se centralizó el gobierno del ahora Departamento del Distrito Federal, citando los artículos 
referentes a esto, entre los que destaco los siguientes: 
Artículo 21. El gobierno del Distrito Federal estará a cargo del presidente de la 
República, quien lo ejercerá por medio del Departamento del Distrito Federal. 
Artículo 23. Las funciones encomendadas del Departamento del Distrito Federal se 
desempeñarán: 
1º. Por el Jefe del Departamento. 
2º. Por los delegados. 
3º. Por los subdelegados. 
4º. Por los demás empleados que determine la ley. 
Artículo 25. El Jefe del Departamento del Distrito Federal será nombrado y removido 
libremente por el ejecutivo de la Unión; residirá en la Ciudad de México y ejercerá en 
todo el Distrito las atribuciones a que se refiere el capitulo III. 
Artículo 32. En la cabecera de cada delegación habrá un delegado que tendrá a su 
cargo la administración de los servicios públicos locales. 
 
29 Ley de Organización del Distrito y Territorios Federales (13 de abril de 1917), p. 1, [en línea]. Dirección URL: 
<http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/rap/cont/61/pr/pr20.pdf> [Consulta: 01 de febrero del 2013, 17:46 hrs.]. 
30 Oziel Serrano Salazar, Op. Cit. p. 135. 
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Artículo 33. Los delegados serán nombrados y removidos por el Jefe del Departamento 
con la aprobación del presidente de la República31. 
La administración

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