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IPS_U3_EA_JAVA - janette velasco

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UNIVERSIDAD ABIERTA Y A DISTANCIA DE MÉXICO
INTROCUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA.
TERCER SEMESTRE DE LA LICENCIATURA DE SEGURIDAD PÚBLICA
CLAVE: LIC 01142316/ TSU 021142316
EVIDENCIA DE APRENDIZAJE 
PROTOCOLO BÁSICO DE INVESTIGACIÓN
UNIDAD III LA PSICOLOGÍA CIENCIA DEL COMPORTAMIENTO INDIVIDUAL Y COLECTIVO
TRABAJO PRESENTADO POR: JANETTE VELASCO ARAGÓN.
MATRÍCULA: ES1822039175
DOCENTE: MARINA JUÁREZ DUARTE
GRUPO: SP-SIPS-2201-B1002
MARZO 2022
Presentación de la Unidad
La psicología científica ha estudiado el comportamiento individual y colectivo. Lo hace cuando el comportamiento se considera normal, pero también cuando se trata de comportamientos definidos como patológicos. En este apartado se revisarán algunas de las múltiples y complejas relaciones existentes entre conducta, personalidad y patología, ello para acercarse a esclarecer y diferenciar conceptos básicos como malestar, trastorno y enfermedad, sin dejar de lado la necesaria reflexión acerca de lo normal y lo patológico.
Propósitos de la unidad
· Analizar los diversos comportamientos individuales o colectivos, definidos como normales o patológicos. 
• Actuar ante ellos para ofrecer apoyo psicológico, o bien, para canalizar a las instancias adecuadas.
Competencia específica
· Analiza los indicadores de conducta que afectan a la seguridad pública para distinguir los que requieren atención especializada, mediante la identificación de los comportamientos normales y patológicos o individuales y colectivos
ACTIVIDAD 
EVIDENCIA DE APRENDIZAJE 
PROTOCOLO BÁSICO DE INVESTIGACIÓN
Indicadores de comportamientos individuales y colectivos, desviados o patológicos. 
Lo anormal, implica una desviación de la norma.
Karl Jaspers (Jaspers, K. 2011) sostiene que: “Tenemos que estar conscientes de que lo ‘anormal’ no es una comprobación efectiva sino una valoración”
Es decir, se trata de una valoración acerca del comportamiento del sujeto.
Por otra parte, la distinción entre ambas entidades, normal – patología, que pone en juego los problemas de la salud y la enfermedad mental, no sólo en el terreno médico, sino incluso en el terreno filosófico y político, en el asunto de distinguir entre lo normal y lo patológico, lo que no es tema nuevo en el terreno de la ciencia. 
Sin embargo, según Canguilheim, la psicopatología ha sido la que ha contribuido a esclarecer este problema.
Michel Foucault (Foucault, M. 1986) sostiene que el anormal es aquel que se constituye como un dominio específico a partir de la síntesis de tres personajes: el monstruo humano, el individuo a corregir y el onanista, en quienes confluye la configuración de la identidad de lo anormal. Síntesis que aún hoy indica el sentido de que todo aquel señalado como loco, delincuente, discapacitado o pobre, entre otras anormalidades posibles, evoca, en alguna medida, imágenes de alguna de estas tres figuras.
Por lo que, desde los enfoques de Canguilheim y Michel Foucault, la psiquiatría y la psicología han elaborado una visión científica, altamente diferenciada, de los mecanismos del poder, que sirven eficazmente para integrar lo normal y para excluir lo anormal, lo enfermo, lo desviado.
Así se tiene que, los indicadores de comportamientos individuales y colectivos, desviados o patológicos son:
1.- La patología, entendida como comportamientos atípicos o distintos, referentes generalizados en el terreno de la psicología, empleados para clasificar trastornos de personalidad para la elaboración de un diagnostico empleando criterios para diferenciar los normal y patológico.
Sus criterios para la elaboración de un diagnóstico son:
· Socioculturales
· Legales
· Subjetivos
Respecto a los trastornos de personalidad, según el diagnóstico del DSM IV- TR, “provocan malestar clínicamente significativo y deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del sujeto”, lo que significa que afectan al sujeto de manera total y absoluta. 
Se debe considerar en los trastornos de la personalidad, que estos malestares que los sujetos que lo padecen producen en los demás, se definen como trastorno antisocial de la personalidad, al sentir placer con el sufrimiento ajeno o, como en el caso de los narcisistas, a ser indiferentes con el malestar de los demás. Como sostiene (1998, p. 207), “las personas con trastornos de la personalidad suelen generar considerable incomodidad y otras reacciones emotivas en los proveedores de cuidados para la salud”. Ya que las defensas de estos pacientes son primitivas y proyectan sus emociones conflictivas en las personas que cuidan de ellos.
Identifica los indicadores del comportamiento normal y del patológico, describiendo sus conductas y diferenciando cada uno de ellos. 
La normalidad se enfoca, en la mayoría de los casos, en relación con los demás, con el ideal o la regla.
Es decir, el concepto de normalidad es una invención de la era de la Modernidad. Se establece desde entonces como una nueva categoría analítica que rige la mirada y actuar de médicos, psicólogos, educadores y criminólogos a partir del siglo XIX. Es una categoría usada para confirmar lo propio e instalar el control, expulsar, aniquilar, corregir, censurar, moralizar y domesticar todo lo que exceda sus propios límites, todo lo otro, lo diferente, que es, finalmente, desde esta particular perspectiva, lo anormal.
Por otra parte, Lo anormal, implica una desviación de la norma.
Karl Jaspers (Jaspers, K. 2011) sostiene que: “Tenemos que estar conscientes de que lo ‘anormal’ no es una comprobación efectiva sino una valoración”
Es decir, se trata de una valoración acerca del comportamiento del sujeto.
Por otra parte, la distinción entre ambas entidades, normal – patología, que pone en juego los problemas de la salud y la enfermedad mental, no sólo en el terreno médico, sino incluso en el terreno filosófico y político, en el asunto de distinguir entre lo normal y lo patológico, lo que no es tema nuevo en el terreno de la ciencia. 
Sin embargo, Canguilheim dice que la psicopatología ha sido la que ha contribuido a esclarecer este problema.
Michel Foucault (Foucault, M. 1986) sostiene que el anormal es aquel que se constituye como un dominio específico a partir de la síntesis de tres personajes: el monstruo humano, el individuo a corregir y el onanista, en quienes confluye la configuración de la identidad de lo anormal. Síntesis que aún hoy indica el sentido de que todo aquel señalado como loco, delincuente, discapacitado o pobre, entre otras anormalidades posibles, evoca, en alguna medida, imágenes de alguna de estas tres figuras.
Por lo que, desde los enfoques de Canguilheim y Michel Foucault, la psiquiatría y la psicología han elaborado una visión científica, altamente diferenciada, de los mecanismos del poder, que sirven eficazmente para integrar lo normal y para excluir lo anormal, lo enfermo, lo desviado.
Así se tiene que, los indicadores de comportamientos individuales y colectivos, desviados o patológicos son:
1.- Normalidad: todo aquello que se adapta a costumbres y comportamientos típicos de la cultura-
2.- La patología, entendida como comportamientos atípicos o distintos, referentes generalizados en el terreno de la psicología, empleados para clasificar trastornos de personalidad para la elaboración de un diagnostico empleando criterios para diferenciar los normal y patológico.
Sus criterios para la elaboración de un diagnóstico son:
· Socioculturales
· Legales
· Subjetivos
En relación a los trastornos de personalidad, según el diagnóstico del DSM IV- TR, “provocan malestar clínicamente significativo y deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del sujeto”, lo que significa que afectan al sujeto de manera total y absoluta. 
Se debe considerar en los trastornos de la personalidad, que estos malestares que los sujetos que lo padecen producen en los demás, se definen como trastorno antisocial de la personalidad, al sentir placer con el sufrimiento ajeno o, como en el caso de los narcisistas, a ser indiferentes con el malestar de los demás.
Análisis cómo afectan estas conductasen la sociedad, y como estos comportamientos se vinculan con la psicología y la seguridad pública. 
Elkin (1998, p. 207) sostiene que, “las personas con trastornos de la personalidad suelen generar considerable incomodidad y otras reacciones emotivas en los proveedores de cuidados para la salud”. Ya que las defensas de estos pacientes son primitivas y proyectan sus emociones conflictivas en las personas que cuidan de ellos.
	Es decir, la persona antisocial generalmente falla en mantener relaciones íntimas con otras personas, su desempeño laboral es deficiente, está implicado en conductas ilegales, tiende a cambiar sus planes impulsivamente y pierde el control en respuesta a pequeñas frustraciones. Lo que indica que, desde la niñez se mostraba intranquilo, impulsivo, sin sentimientos de culpa, funcionaba mal en la escuela, se fugaba de casa, era cruel con los animales y cometía actos delictivos; volviéndose así la delincuencia un estilo de vida antisocial en su adultez.
Lo cual hace que se le etiquete con el nombre de delincuente común, ya que el origen de su historia familiar es problemática, con conflictos, bajos ingresos, numerosa y con padres delincuentes. Así cuando desde su niñez siempre, sus padres lo vigilan muy poco, las relaciones padres-hijos son poco sólidas y afectivas, utilizan prácticas de crianza severas o inconsistentes y están probablemente en conflicto y separados. En la escuela, se caracteriza por el absentismo, la conducta perturbadora (rebelde, hiperactivo e impulsivo) y resultados académicos bajos. Después de abandonar la escuela, el delincuente suele conseguir empleos poco cualificados, con bajo salario y con numerosos períodos de desempleo. Su conducta delictiva tiende a ser más versátil que especializada (es decir, no sólo comete delitos contra la propiedad, como el robo, sino que también puede cometer actos violentos, consumir droga, beber alcohol en exceso y conducir peligrosamente). Volviéndose así sus delitos numerosos durante la adolescencia y cuando llega a los 30, el delincuente probablemente esté separado o divorciado, desempleado o con trabajos de bajo salario, y si tiene hijos, éstos estarán recibiendo un ambiente familiar con similares características de privación, discordia, desorden y escasa supervisión al que él experimentó cuando era niño; y así se perpetúa de una generación a otra una serie de problemas sociales en los que el delinquir es sólo un elemento más de un estilo de vida antisocial.
	Todos estos factores de comportamiento negativo en la persona individual y familiar, trae graves consecuencias cuando el individuo ya no puede controlar, mismas que traen como consecuencia actos delictivos que van aumentando velozmente por la falta de atención en su núcleo familiar y al tener contacto con la sociedad. 
	Con respecto a la vinculación con la Psicología y a la Seguridad Publica, considero que mucha ya dicha institución procura combatir a individuos con problemas de conducta antisocial. Sin embargo, estos carecen principalmente de la capacitación profesional que se requiere para tratar a las personas de conductas denominadas antisociales, además que en su mayoría de veces se ven corrompidos por sus bajos salarios y no tener el equipo que se requiere para sus funciones, en la cual aceptan actos de corrupción y ello hace que la sociedad no los tenga en buen concepto superando así lo anormal a lo que se conoce como normal aceptado.
	 Referencias
Unidad 3. La Psicología. Ciencia del comportamiento individual y colectivo.

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