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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS COLEGIO DE GEOGRAFÍA “RESILIENCIA Y ADAPTABILIDAD DEL SISTEMA CHINAMPERO DE XOCHIMILCO” TESIS QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN GEOGRAFÍA PRESENTA MARCELA JIMÉNEZ MORENO ASESOR: DR. JOSÉ RAMÓN HERNÁNDEZ SANTANA MÉXICO, D.F. CIUDAD UNIVERSITARIA, 2013. Agradecimientos A la Universidad Nacional Autónoma de México, por su incalculable nobleza y generosidad; por ser mi segunda casa y darme la oportunidad de crecer y aprender, en tantos sentidos, en un entorno excepcional. Es un orgullo formar parte de esta gran institución. Al colegio de Geografía, particularmente a mis profesores, por compartir sus conocimientos y alimentar mi entusiasmo durante este trayecto, por siempre incitar mi curiosidad, por acercarme a mi país y cambiar mi forma de ver el mundo. Al Instituto Nacional de Ecología, por abrirme las puertas, y en particular a quienes integran la subdirección de Ordenamiento Ecológico General del Territorio y Local: Gerardo, Iveth, Leo y Gustavo, por recibirme en la forma en que lo hicieron, por compartir su tiempo y experiencia conmigo, por su consideración, por los consejos, por las oportunidades que me han brindado, por su confianza; por amortiguar mi llegada al mundo laboral; por su amistad. Gracias por compartirme este proyecto. A Gerardo Negrete Fernández, además, por la asesoría brindada desde el inicio del proyecto; por el respeto que le has dado a mi trabajo, incluso desde el comienzo; por tu disposición. Disculpa la tardanza. A mi asesor de tesis, Doctor José Ramón Hernández Santana, por su apoyo para lograr la conclusión de esta etapa de mi formación; por regalarme una parte de su tiempo y energía, siempre con la mejor disposición y actitud; por alimentar mi motivación y la confianza en mi misma. A mis sinodales, Maestro José Manuel Espinosa Rodríguez, Doctor Enrique Propín Frejomil, Doctor José Gasca Zamora y Doctor Edward Peters Recagno, por su apoyo con la revisión de este trabajo y por sus valiosos aportes para mejorarlo y enriquecerlo. Agradezco infinitamente a mis padres, Elia y Jiménez (jeje), por ser las personas y el ejemplo que son. Nunca terminaría de decirles cuánto los admiro. Gracias por acompañarme en cada etapa de mi vida con toda su dedicación y cariño, sin importar el camino del que se trate; gracias por su paciencia. Gracias por compartir lo mejor de la vida conmigo; por ser mis grandes amigos. A Juanita, por quererme tanto y apoyarme siempre; por ser mi otra mamá. A Toño, por ser el gran compañero de la vida que eres; por todo el apoyo y paciencia y por compartirme tanta alegría, energía y cariño. Por cada sonrisa, en tantos momentos y tantos lugares. Te quiero mucho. Gracias por tu valiosísimo apoyo en este proyecto. A mis compañeros de la carrera, en especial a Adri, Ale Cuevas, Gus, Diana, Edgar, Juan Carlos, Azu, Adrián y Hazziel, por compartir conmigo una de las etapas más importantes de mi vida y hacerla una experiencia inigualable. A mis hermanos de corazón, Brenda, Roge y Zaira, por estar siempre tan cerca, por apoyarme en cualquier situación. Por escucharme y entenderme siempre, de la manera en que sólo ustedes saben hacerlo. Y, finalmente, a mi familia: tíos, primos y sobrinos, todos, gracias por estar siempre presentes y celebrar conmigo cada logro, con el cariño más sincero; ¡los quiero mucho! De parte mía y, me permito decir que, de todos nosotros, dedico esta satisfacción, muy particularmente, a mi abuelo Hilario: ¡La primera Universitaria¡ Contenido Resumen/Abstract ……………………………………...………………………………………..…… 1 Introducción …………………………………………….……………………………………….…… 3 Hipótesis y objetivos del trabajo ……………………….…………………………………………..…5 Capítulo 1. Caracterización del sistema chinampero de Xochimilco. 1.1 El sistema chinampero tradicional. ………………..…………………………………………... 6 1.1.1 Características físicas y agrosistémicas de la chinampa. ………………………………… 6 1.1.2 El proceso agroproductivo. ……………………………………………………….…….. 10 1.2 Marco histórico: principales etapas de desarrollo. …………………………………............. 18 1.3 El sistema chinampero en la actualidad. …………………………………………...………... 41 1.3.1 Localización y características del medio físico. ………………………………...…….… 41 1.3.2 Situación demográfica y socioeconómica. …………………………………………….. 47 1.3.3 Contexto actual de la actividad chinampera y tendencias futuras. ………………….... 53 Capítulo 2. Perspectivas cognoscitivas sobre resiliencia y adaptabilidad en sistemas socioambientales. 2.1 Marco teórico‐conceptual. ……………………………………………………………..….… 60 2.1.1 El enfoque sistémico: teoría general de sistemas y teoría de sistemas complejos. …………………….………………………………………………………………………..….. 61 2.1.2 Sistemas socioambientales. .………………………………………………………......... 63 2.1.3 El ciclo adaptativo. …………………………………………………………………….... 66 2.1.4 Panarquía. …………………………………………………………………….........……. 69 2.1.5 Teoría de la resiliencia. …………………………………………………………….……. 72 2.1.6 Adaptabilidad y capacidad adaptativa. ……………………………………………...…. 78 2.1.7 Consideraciones finales. ……………………………………………………………….... 81 2.2 Metodología. …………………………………………………………………………..……... 85 Capítulo 3. Manifestaciones espacio‐temporales de resiliencia y adaptabilidad del sistema chinampero de Xochimilco. 3.1 Análisis temporal: comportamiento sistémico a través del tiempo. ……………….……… 92 3.1.1 Evolución histórica del comportamiento sistémico. …………………………………… 92 3.1.2 Comportamiento histórico de la resiliencia sistémica. ……………………………...… 98 3.1.3 Expresiones actuales de adaptabilidad y transformabilidad. ……………….……...… 103 3.2 Manifestaciones espaciales de resiliencia y adptabilidad en la actualidad. …….………… 113 Conclusiones a. Conclusiones derivadas de la aplicación del marco teórico‐metodológico. …….….…….... 134 b. Conclusiones derivadas de los resultados generales del trabajo. ………………………….. 135 Bibliografía ………………………………………………………………………..……………..…. 142 Anexos ……………………………………………………………………………….……………... 147 Índice de figuras Figura 1.1 Diagrama del sistema chinampero tradicional. …………………………..…………..…... 9 Figura 1.2 Vista de la zona chinampera de Xochimilco en el siglo XIX. ………….…….…….……...10 Figura 1.3 Cuadrícula dibujada sobre el almácigo. ………………………………………….………. 11 Figura 1.4 Siembra en chapín. …………………………………………………………………..…… 11 Figura 1.5 Cultivo con tradicional en almácigo. ……………………………………………………...12 Figura 1.6 Chapines removidos del almácigo para ser transplantados. ………………..………….. 12 Figura 1.7 Diferentes etapas de cultivo en una misma chinampa. ………..………………..…….... 14 Figura 1.8 Salinización en la chinampa. …………………………………………………………..…. 15 Figura 1.9 Cosecha de Nochebuena. ………………………………………..……………….……… 16 Figura 1.10 El canal de la Viga en el siglo XIX. …………………………………..…………………... 18 Figura 1.11 Transporte de productos chinamperos de Xochimilco a la Ciudad de México a finales del siglo XIX. ………………………………………………………………….……………..……….. 18 Figura 1.12 Los lagos de la cuenca de México en 1519. ………………………….……...……..…… 24 Figura 1.13 Plano de la subcuenca Xochimilco‐Chalco en 1521, según Pedro Armillas. ….....……... 25 Figura 1.14 Canal de la Viga en 1910. …………………………………………………………...…… 28 Figura 1.15 Transporte de vapor en el canal de la Viga, en 1860. ………………….……...……..… 28 Figura 1.16 Plano del proyecto del Gran Acueducto construido a principios del siglo XX. ….... ….30 Figura 1.17 Obras sobre el desecado canal de Iztacalco a finales de la década de 1930. ….……... 32 Figura 1.18 Canal alimentado por aguas negras. ………………………………………………....… 32 Figura 1.19 Cruce del Periférico e Insurgentes,recién inaugurado. …………………….………… 34 Figura 1.20 Producción florícola en invernaderos en San Luis Tlaxialtemalco, delegación Xochimilco. ………………………………………………………………………………….……… 39 Figura 1.21 Evolución espacial del desecamiento de los lagos de la cuenca de México, 1824‐2007. ……………………………………………………………………………………………………..… 40 Figura 1.22 Localización del área de estudio: Zona chinampera de Xochimilco. ……..….…….…. 42 Figura 1.23 Pirámide de edades de la delegación Xochimilco, 2010. ……………….…………...… 50 Figura 2.1 Pensamiento lineal y pensamiento sistémico. ……………………………………..…… 62 Figura 2.2 Representación de la resiliencia mediante la metáfora de “una pelota en la cuenca”. ………………………………………………………………………………………..…………….... 66 Figura 2.3 El ciclo adaptativo en dos dimensiones: conectividad y capital, representado por un patrón dinámico en forma de ocho. ………………………………………………………..……… 68 Figura 2.4 El ciclo adaptativo como una secuencia simple, mostrando posibles cambios entre las diferentes etapas. ………………………………………………………………………………...… 68 Figura 2.5 Modelo de panarquía, ilustrado por tres niveles de CAS anidados. ………………....… 71 Figura 2.6 Modelo del ciclo adaptativo en tres dimensiones: potencial, conectividad y resiliencia. ……………………………………………………………………………………………………….. 76 Figura 3.1 Modelo simple del sistema chinampero de Xochimilco. ……………………………..… 97 Figura 3.2 Unidades territoriales de análisis. …………………………………………………….... 118 Figura 3.3 Usos de suelo chinampero. ……………………………………………………..……… 120 Figura 3.4 Estado de los canales. ………………………………………………………………..…. 121 Figura 3.5 Tipos de presiones con incidencia espacial. …………………………………...…......... 123 Figura 3.6 Conservación de la identidad agrícola y de la organización social en torno a la producción. ………………………………………………………………………………..……….. 129 Figura 3.7 Conservación de la funcionalidad de la red de canales y de la relación con los recursos naturales. ……………………………………………………………………………….………….. 130 Figura 3.8 Funcionalidad del sistema. ……………………………………………………..…......... 132 Índice de cuadros Cuadro 1.1 Temperatura media anual en la delegación Xochimilco. …………………….………... 43 Cuadro 1.2 Precipitación mensual en la delegación Xochimilco. …………...……………….….…. 43 Cuadro 1.3 Evolución de la población total en Xochimilco. ……………………………………..… 48 Cuadro 1.4 Población total, 1950‐2010. …………………………………………………….….…… 48 Cuadro 1.5 Habitantes nacidos en otra entidad federativa (1990, 2000 y 2010). ………………… 49 Cuadro 1.6 Habitantes nacidos en otra entidad federativa. Porcentaje respecto a la población total 1990, 2000 y 2010. ………………………………………..……………………………........… 49 Cuadro 2.1 Niveles de potencial, conectividad y resiliencia a lo largo del ciclo adaptativo. ……... 76 Cuadro 3.1 Evolución histórica del comportamiento sistémico, 1400‐2010, de acuerdo con el modelo del ciclo adaptativo (CA). …………………………………………………..…………….... 93 Cuadro 3.2 Diversidad de usos de las chinampas. …………………………………….………….. 108 Cuadro 3.3 Relación entre las presiones, los impactos y las modificaciones identificadas en el sistema chinampero tradicional. …………………………………………………………..…...……111 Cuadro 3.4 Descripción de la unidades territoriales de análisis. ……………………………....….. 115 Cuadro 3.5 Caracterización de las unidades de análisis: uso de suelo y estado de los canales. …………………………………………………………………………………………...…………...120 Cuadro 3.6 Caracterización de las presiones con incidencia espacial. ………….………...……… 122 Cuadro 3.7 Dinámicas particulares asociadas a la resiliencia sistémica. …..………….………..… 105 Cuadro 3.8 Manifestaciones de la resiliencia del sistema chinampero. ………………..…...…… 129 Cuadro 3.9 Indicadores de conservación de la funcionalidad sistema. …………………...……… 131 1 Resumen La presente investigación se centra en el estudio de las propiedades de resiliencia y adaptabilidad del sistema chinampero de Xochimilco, desde un enfoque socioambiental y dentro de un marco teórico desarrollado a partir de la teoría de la resiliencia en sistemas socioambientales. Partiendo de la premisa de que dichas propiedades han jugado un papel crucial en la evolución del sistema de chinampas a lo largo de su historia e influyen en su configuración actual, la metodología empleada se basa en el estudio de estas propiedades en las dimensiones temporal y espacial, esgrimiendo dos recursos principales: el análisis de la evolución histórica del sistema, enfocado en el reconocimiento de dinámicas específicas relacionadas con el comportamiento de ambas propiedades, a lo largo del tiempo; y un análisis espacial, desarrollado a partir de la interpretación de la configuración espacial actual del sistema, como una expresión del comportamiento de dichas propiedades en el territorio. Los resultados de este trabajo señalan los elementos socioambientales que sustentan las capacidades de resiliencia y adaptabilidad del sistema, evidencian la importancia del conocimiento y la comprensión de las dinámicas asociadas al comportamiento de estas propiedades en sistemas complejos y propone el uso del concepto de resiliencia socioambiental –desde el abordaje utilizado– como una matriz para hacer efectiva la perspectiva socio‐ecológica en la aproximación científica a la resolución de problemas diversos. Acorde con el estado del arte de la investigación referente a la resiliencia en sistemas socioambientales, los resultados, conclusiones y recomendaciones que integran en este trabajo, se orientan al campo de los estudios interdisciplinarios, la planeación integral y el desarrollo sostenible. 2 Abstract This research focuses on the study of the properties of resilience and adaptability of the chinampas system in Xochimilco, from a social‐ecological approach and within a theoretical framework developed from the resilience theory in social‐ecological systems. Starting from the idea that both properties have played a crucial role in the evolution of the chinampas system along its history and they affect its present configuration, the methodological approach is based on the study of these properties in the temporal and spatial dimensions, using two main resources: the analysis of the historical evolution of the system, focusing on the recognition of specific dynamics related to the behavior of resilience and adaptability over time; and a spatial analysis, that results from the interpretation of the current spatial configuration of the system, as an expression of the behavior of these properties in the territory. The results of this work indicate the social‐ecological elements that sustain the system capacities of resilience and adaptability, show the importance of knowledge and understanding of the dynamics associated with the behavior of these properties in complex systems and proposes the use of the concept of social‐ecological resilience –as used in this paper– as a way to enforce the social‐ ecological perspective on the scientific approach to diverse problem solving. According with the state of the art of resilience thinking, the results, conclusions and sugestions in this paper are oriented to the field of interdisciplinary studies, integrated planning and sustainable development. 3 Introducción El presente trabajo es resultado de la continuación y evolución del trabajo realizado como parte de las actividades referentes al préstamo de servicio social en la Subdirección de Ordenamiento Ecológico General del Territorio y Local (SOEGTL), del Instituto Nacional de Ecología (INE). El periodo de préstamo se extendió del mes de abril al mes de octubre del año 2010, coincidiendocon los primeros meses de desarrollo del proyecto denominado “Resiliencia y adaptabilidad del sistema chinampero en Xochimilco” a cargo de los Biólogos Iveth Hernández Montoya y Gerardo Negrete Fernández, profesionales de la ya mencionada subdirección. El proyecto de servicio social fue diseñado, entonces, para la colaboración y la participación activa en dicha investigación. El proyecto se lleva a cabo en el contexto de la construcción de conceptos y técnicas útiles para mejorar la metodología del proceso de Ordenamiento Ecológico Local (OEL). Éste toma como premisa el hecho de que las propiedades de resiliencia y adaptabilidad han jugado un papel crucial en el sistema de chinampas, tanto a lo largo de su historia, como en la actualidad, y que el análisis de dichas propiedades es útil en su incorporación a la etapa de diagnóstico en el Ordenamiento Ecológico del Territorio (OET) Local. El sistema chinampero, propio de la delegación Xochimilco, presenta condiciones que hacen posible el estudio de ambas propiedades bajo un enfoque que considera la interacción de los subsistemas ambiental, social y económico. El concepto de resiliencia ha sido estudiado desde diferentes perspectivas cognoscitivas por diversas disciplinas científicas. El presente trabajo está orientado desde una perspectiva sistémica socioambiental, y, específicamente, dentro del marco del Ordenamiento Ecológico del Territorio, a escala local, de modo que considera de manera integral los elementos tanto socioeconómicos como ambientales de la zona chinampera. La presente investigación tiene como propósito aportar información científico‐técnica del sistema de chinampas, haciendo especial énfasis en las características relacionadas con el comportamiento de las propiedades de resiliencia y adaptabilidad ante las presiones inherentes a su entorno, y la manifestación de dichas propiedades sistémicas en el territorio. 4 Este trabajo se compone de tres capítulos. El primero presenta una caracterización del sistema chinampero, haciendo especial énfasis en los elementos físicos, socioeconómicos e históricos que coadyuvan, en su conjunto, a la comprensión de los fenómenos relacionados con las propiedades de resiliencia y adaptabilidad, hipotéticamente cruciales en la dinámica del sistema a lo largo del tiempo. El segundo señala las bases teórico‐conceptuales sobre resiliencia y adaptabilidad en sistemas socioambientales en las cuales está sustentado el trabajo y define la estrategia metodológica mediante la cual se desarrolló la investigación. El tercer capítulo expone, finalmente, los resultados obtenidos desde una perspectiva sistémica, esgrimiendo dos recursos principales: la evolución histórica del sistema, analizada bajo un enfoque sustentado en la teoría de la resiliencia en sistemas socioambientales, y la configuración espacial actual del sistema, interpretada como una expresión del comportamiento de ambas propiedades en el territorio. Los resultados alcanzados, al igual que las conclusiones y recomendaciones formuladas como etapa final de esta investigación, están orientados a la prospección en materia de estrategias de desarrollo sostenible, entre ellas, el OEL. Se espera que los productos obtenidos sean útiles para orientar planes y programas, sirviendo específicamente de respaldo a la toma de decisiones en materia de uso, manejo y protección de esta región. 5 Hipótesis y objetivos del trabajo. Hipótesis El sistema chinampero del sur de la Ciudad de México presenta altas capacidades de resiliencia y adaptabilidad, que sustentan su permanencia en la actualidad, a pesar de las fuertes presiones socioambientales que ha recibido, de manera constante, a lo largo de su historia. Objetivo general • Conocer las dinámicas y elementos sistémicos que sustentan las propiedades de resiliencia y adaptabilidad del sistema chinampero de Xochimilco. Objetivos particulares • Explicar las características físicas y agrosistémicas de las chinampas de Xochimilco. • Caracterizar la evolución histórica del sistema chinampero desde una perspectiva socioambiental. • Ilustrar el contexto, físico‐ambiental y socioeconómico, en el que actualmente se encuentra el sistema chinampero de Xochimilco. • Analizar posiciones teórico‐conceptuales respecto al estudio de la resiliencia y la adaptabilidad en sistemas socioambientales. • Definir la postura metodológica utilizada para el estudio de dichas propiedades en el sistema chinampero. • Inferir la evolución histórica del sistema chinampero como una manifestación de sus dinámicas, en términos sistémicos, a través del tiempo. • Reconocer la diversidad de usos de suelo actual de las chinampas y analizar su relación con las propiedades de resiliencia y adaptabilidad del sistema. • Identificar el uso y la modelación del territorio actuales, como una forma de acercamiento al conocimiento de las estrategias de resiliencia y la adaptabilidad del sistema socioambiental. 6 Capítulo 1. Caracterización del sistema chinampero de Xochimilco 1.1 El sistema chinampero tradicional. 1.1.1 Características físicas y agrosistémicas de las chinampas. El actual sistema chinampero, propio del sur de la ciudad de México, es remanente de un complejo sistema productivo adaptado a las condiciones lacustres existentes en la cuenca del Valle de México hace más de 1500 años. Este sistema tenía como principal finalidad la producción de alimentos mediante la implementación de técnicas agropecuarias especialmente diseñadas para un entorno lacustre. De acuerdo con González Pozo et al. (2010), “La agricultura en humedales permite excelentes rendimientos, pues aprovecha las condiciones que caracterizan estos ecosistemas que combinan suelos fértiles con la constante disponibilidad de humedad, por lo que no dependen directamente del régimen de lluvias; sin embargo, su explotación efectiva depende del desarrollo de un régimen agrohidrológico adecuado y sostenible a la vez”. En relación con lo anterior, se puede afirmar que el sistema chinampero original fue exitoso: altamente productivo y con una gran capacidad de autosustentabilidad. González Pozo et al. (2010) señalan que: “La agricultura chinampera es un excelente ejemplo de sostenibilidad integral, ya que aprovecha el medio físico en su totalidad, incluyendo la flora y la fauna presentes en los humedales. Hasta hace poco, los chinamperos aprovechaban la abundante vida acuática: peces, ranas, tortugas y pequeños crustáceos para consumo propio y, cuando era posible, también para completar sus ingresos. Las aves de corral, cerdos y ganado vacuno que crían en sus poblados podían ser alimentados con los desperdicios y malezas de las chinampas; el estiércol y otros desechos que producían, a su vez, los usaban como fertilizante”. La unidad fundamental de este sistema es la chinampa (Figura 1.1). Una chinampa (del náhuatl chinamitl, que significa cerca o valla de juncos, y apam, terreno plano) es una estructura creada por el ser humano, que funge como terreno de cultivo y que, situada dentro o a orillas de un lago, 7 semejando un islote, se encuentra rodeada por canales de agua. La chinampa conforma el núcleo de un sistema agrohidráulico estructurado como un campo elevado y drenado (Toledo y Barrera‐ Bassols, 2008), que resulta en un sistema complejo de producción, ya que su funcionamiento involucra elementos naturales, sociales, económicos,técnicos y tecnológicos, que interactúan de una manera precisa y particular, haciendo de este sistema algo único en el mundo. El objetivo funcional de la construcción de estos islotes es lograr una superficie apta para el cultivo, que esté lo suficientemente elevada sobre el nivel del agua como para no cubrirse por el líquido y, al mismo tiempo, lo suficientemente baja como para que las raíces gocen de la humedad del suelo sin necesidad de lluvia o regadío. Los humedales son idóneos para estas estructuras, ya que tierra y agua –elementos esenciales para su construcción‐ se encuentran presentes de manera natural (González Pozo et al., op. cit.). De acuerdo con los antropólogos Palerm y Wolf, las chinampas pueden clasificarse de acuerdo con la tecnología de su construcción como “chinampas de tierra adentro” y “chinampas de laguna adentro” (en González Pozo et al., op. cit.). “Las primeras son aquellas que se construyen en terrenos ribereños donde la capa freática está más o menos a flor de tierra. En estos casos, se excavan canales para que el agua penetre los islotes cuya superficie se mantiene sobre el espejo de agua. En cambio, las chinampas de laguna adentro se construyen en aguas someras, como parece haber sido el caso en la mayor parte de la extensión de los lagos de Xochimilco y Chalco. En estos casos es necesario depositar material terrestre donde se requiere sobrepasar el nivel del espejo de agua” (Ibid). Tradicionalmente, cada uno de los islotes es delimitado por ahuejotes (Salix bonplandiana), que se plantan para consolidar el borde de la chinampa. Esta especie es originaria del centro del país y forma parte integral de los sistemas lacustres del Valle de México. Es idóneo para los propósitos con los que se siembra en las chinampas, ya que además de ser un árbol adaptado a las condiciones ambientales características de humedales, sus raíces tienden a dirigirse hacia el fondo del lago, buscando afianzarse en él, pero también pueden ser guiadas, formando tejidos que refuerzan la estructura de los bordes de los islotes, evitando así su fácil desintegración. Las ramas, por su parte, no tienden a formar tejidos entrelazados, más bien crecen bastante apegadas al tronco del árbol, 8 por lo cual no forman copas anchas que bloquearían el sol y la lluvia, a pesar de lo cual contribuyen a refrescar el calor del día, proyectan un poco de sombra, absorben bióxido de carbono y producen oxígeno. Las hileras de ahuejotes sirven como barreras que reducen la fuerza del viento y, además, estos árboles proveen leña para diversos usos (Ibid.). La chinampa tradicional presenta una forma rectangular y estrecha, que deriva enteramente de consideraciones funcionales: ‐ facilita la filtración del agua manteniendo la humedad natural uniforme. ‐ facilita el riego de la chinampa debido a que, tradicionalmente, éste se efectuaba desde una trajinera salpicando agua a los cultivos con un remo o usando un dispositivo, llamado cuero, con el que se recoge agua de los canales y se vacía sobre la chinampa; y el que los islotes sean alargados implica que hay que transportar el agua un mínimo de distancia entre el canal y la planta. Igualmente, esta morfología permite que el agua llegue a toda la superficie de cultivo sin tener que descender de la embarcación. ‐ facilita la cosecha, ya que permite trabajar toda la superficie cultivada desde las orillas de la chinampa. ‐ facilita el traslado de los productos de la chinampa a la trajinera. Con esta forma, se evita el tener que colectar los productos y concentrarlos en una orilla de la chinampa para después trasladarlos a la embarcación; éstos se pueden ir trasladando a la trajinera conforme se van colectando al ir rodeando la chinampa (Ibid.). Por definición, una chinampa debe estar rodeada por canales de agua en al menos tres de sus lados (Merlín, 2009). Los canales son parte esencial del sistema tradicional, ya que son indispensables para el riego, ya sea por infiltración o superficial; para la formación y acumulación de fango, necesario para la construcción de los islotes y utilizado como sustrato para el cultivo; para el transporte, basado en el uso de trajineras; y para la provisión del agua necesaria para el desarrollo de otras actividades en la chinampa, principalmente la ganadería. De manera complementaria, los canales permitieron el desarrollo de la pesca. Originalmente, la red de canales intercomunicaba el área de chinampas y, a su vez, comunicaba a esta zona con la Ciudad de México. Este sistema 9 contaba con vías de comunicación directas (canales) hacia los núcleos comerciales más importantes de la ciudad. Uno de los ejemplos más relevantes es el canal de la Viga, que conectó Xochimilco con la Ciudad de México desde tiempos prehispánicos hasta los años treinta del siglo XX. Los canales eran, por numerosas razones, un elemento esencial para la optimización del proceso productivo en sus diferentes etapas. Figura 1.1 Diagrama del sistema chinampero tradicional. Fuente: Barrera‐Bassols, 2003. Por último, debe enfatizarse la importancia de la cultura como otro de los elementos fundamentales del sistema chinampero. A lo largo de la historia, la cultura chinampera ha sido esencial para mantener –hasta donde las adversidades lo han permitido‐ la cohesión entre los miembros de la comunidad local, así como tradiciones, valores y conocimientos que se han transmitido de generación en generación. La unidad social fundamental en la chinampería es la familia. Todas las labores del proceso productivo pueden ser llevadas a cabo por el campesino y los miembros de su 10 familia. No obstante, la trama social se enriquece al considerar que actividades como la construcción de los islotes, el diseño, la construcción y el mantenimiento de obras hidráulicas, la realización de actividades culturales como la celebración de fiestas tradicionales y ceremonias religiosas, entre otras, requieren de la participación de la comunidad (González Pozo et al., op. cit.). La actividad agrícola ha sido, por cientos de años, parte de la identidad de los habitantes de la zona chinampera y de su comunidad (Figura 1.2). Figura 1.2 Vista de la zona chinampera de Xochimilco en el siglo XIX. Fuente: http://www.mexicoenfotos.com/antiguas/fotografos/hugo‐brehme/1/MX13229838192008.html 1.1.2 El proceso agroproductivo. El proceso agroproductivo inherente al sistema chinampero tradicional es algo único, ya que se relaciona directamente con las características específicas del entorno socioambiental en el que se origina. Este proceso puede dividirse en cuatro etapas: la siembra, el cultivo, la cosecha y la transportación al punto de venta (González Pozo et al., 2010). La siembra Como sustrato para el cultivo se utiliza una mezcla de materia vegetal seca, cubierta con una capa de lodo obtenido del fondo de los canales, ordenada en “camas” de forma estrecha y alargada, llamadas almácigo. Una vez que dicha mezcla está seca, se le hace una serie de cortes a lo largo y a 11 lo ancho, formando una cuadrícula de bloques, típicamente de cuatro a seis centímetros por lado, denominados chapines (Figura 1.3). A cada chapín se le hace un pequeño hoyo en el centro en el cual se colocarán las semillas, cuyo número puede variar de acuerdo al tipo de cultivo (Figura 1.4). Figura 1.3 Cuadrícula dibujada sobre el Figura 1.4 Siembra en chapín.almácigo. Fuente: Fuente: http://cualtimexico.blogspot.mx/2010_04_01_archive.html http://www.aguariosypueblos.org/chinampas/ Los chapines, que ahora contienen semillas, se cubren con fertilizante y, posteriormente, el almácigo se cubre con zacate, hojas, ramas o piedras, con la finalidad de promover la germinación, evitar que las semillas se dispersen con el aire y proteger las nuevas plantas de las aves, el sol, la lluvia y las temperaturas extremas, además de ayudar a conservar la humedad y así reducir la necesidad de riego. Una vez que las plántulas han germinado y se encuentran suficientemente fuertes, se remueve la cubierta protectora y se les deja madurar varias semanas, cuidando que las raíces no se afiancen al suelo de la chinampa o salgan de los chapines y se entrelacen entre ellas (Figura 1.5). Cuando el cultivo alcanza un tamaño que demanda un espacio mayor al ofrecido por el chapín es necesario transplantarlo, para ello, se remueven las plántulas más débiles de cada recuadro, dejando sólo las mejores, se separa cada bloque con las manos y se traspasan al terreno definitivo que ocuparán en la chinampa, espaciándolos de acuerdo con las necesidades de cada cultivo. Esta técnica contribuye a mejorar la calidad y cantidad de los cultivos ya que, al seleccionar las plántulas más vigorosas y al trasladarlas con todo y su chapín (Figura 1.6), aumentan las posibilidades de que se adapte bien a su nueva ubicación y se asegura que todo el cultivo esté formado por plantas fuertes, ahorrando el espacio que habrían ocupado plantas raquíticas sin dar 12 fruto (Ibid.). Una vez realizado el transplante se realizan labores como: riego, fertilización, podas, escarda (remoción de maleza), aporque (cubrir las raíces para sostener la planta) y control de plagas y enfermedades (Jiménez, 2008). Figura 1.5 Cultivo tradicional en almácigo Figura 1.6 Chapines removidos del almácigo para ser transplantados. Fuente: Fotografías tomadas durante el trabajo de campo, 2010. Dado que la tierra de la chinampa es naturalmente blanda y húmeda, no es necesario ser roturada y volteada antes de transplantar; únicamente se esparce agua‐lodo para renovar la fertilidad y emparejar la superficie. Para este proceso se utilizan dos herramientas tradicionales: el cuero o zoquimaitl (un palo de aproximadamente cinco metros de largo con una bolsa de cuero abierta, atada a un extremo, para levantar el lodo del fondo del canal) y el rastrillo (una tabla de madera de unos veinte centímetros de ancho, sujeta a un mango largo, utilizada para nivelar la superficie). Para hacer los huecos en los que se siembran los chapines, originalmente se utilizaba la coa (huitzoctli), que en la época moderna ha sido sustituida por el azadón (González Pozo et al., op.cit.). Entre otras ventajas, el empleo del almácigo permite el uso intensivo de la superficie de la chinampa, que es valiosa puesto que su construcción y manutención son laboriosas. Si las plantas se siembran directamente en el sitio donde van a madurar, deben situarse a distancias apropiadas para acomodar la talla que alcanzarán, lo que significa que durante el período de germinación y las primeras semanas de crecimiento, cuando la planta no necesita tanto espacio, hay mucha superficie 13 disponible. Si las semillas germinan en almácigos, otros cultivos pueden, entre tanto, crecer y madurar en el resto de la chinampa. Así, cuando se cosecha un cultivo y se libera espacio en la chinampa, pueden ocuparlo otras plantas parcialmente desarrolladas (Ibid.). El cultivo El policultivo ha sido una práctica común en las chinampas a través del tiempo, de modo que, tradicionalmente, cada chinampa tenía varios cultivos que crecían simultáneamente (Figura 1.7). Era habitual, por ejemplo, intercalar maíz, frijol y calabaza e intercalar plantas que germinaban en almácigo, como el tomate, con otras que se sembraban directamente en la chinampa como el nabo y la zanahoria (Ibid.). Los arreglos espaciales del cultivo en la chinampa se hicieron para mejorar la productividad múltiple de los estratos vertical y horizontal, sembrando tanto en áreas de almácigo rectangular, como transplantando, en el momento adecuado, individuos de especies arbóreas sobre la línea perimetral del islote. Este complejo arreglo espacial permitió: 1) intensificar los cultivos múltiples en un mínimo espacio productivo, 2) reducir al máximo el espacio no plantado, 3) minimizar al máximo la duración de cada cultivo, y 4) mantener los cultivares durante las estaciones seca y fría. Las chinampas se convirtieron en el único sistema agrícola de Mesoamérica que producía cosechas a todo lo largo del año (Toledo y Barrera‐Bassols, op. cit.). Sin embargo, en las últimas décadas se ha incrementado la tendencia a dejar el policultivo por la especialización en un solo producto. Las razones son variadas y se analizarán más adelante. Tradicionalmente, la chinampería está orientada al cultivo de hortalizas, más que al de flores de corte. De las plantas producidas en estas parcelas, el maíz ha sido la principal y la más constante a través de los siglos. El tomate, los chiles y las calabazas también han sido cultivos predominantes. Frijoles, ejotes, chía, amaranto, chayote, chilacayote, hierbas de olor, quelites y flores de ornato como el cempasúchil completan la lista de los cultivos mesoamericanos de las chinampas (Jiménez, op. cit.). Prácticamente todas las hortalizas, así como gran parte de las hierbas de olor atraídas a América por los españoles durante la Colonia, fueron incorporados, paulatinamente al repertorio de plantas cultivadas en las chinampas; pepino, coliflor, col, col de bruselas, alcachofa, ajo, cebolla, espinaca, acelga, cilantro, perejil, betabel, apio, verdolaga, nabo, rábano, lechuga, poro, brócoli, zanahoria, etcétera… Las principales hierbas de olor son: ruda, hierbabuena, manzanilla, romero y 14 albahaca (Ibid.). Las flores por las cuales destaca Xochimilco y su región, se han cultivado sin interrupción desde el siglo XVI. Entre las flores de mayor preferencia, nativas e introducidas, se encuentran las siguientes: amapola (cuya producción quedó prohibida por el estado mexicano en los años treinta), nube, chícharo, espuela de caballero, cempasúchil, alhelí, pincel, imperial, aretillo, nardo, pensamiento, alcatraz, dalia, violeta, crisantemo, entre otras (Ibid.). Para conservar la fertilidad del suelo (regenerar los nutrientes) la chinampería tradicional recurre a la rotación de cultivos, el descanso ocasional de la tierra y la fertilización orgánica del suelo. “El método principal de fertilización consiste en esparcir sobre la chinampa composta y agua‐ lodo, ésta última obtenida del fondo de los canales circundantes, utilizando para ello el mismo utensilio (el cuero) empleado para regar” (González Pozo et al., op. cit.). Cuando se trasplanta el chapín se coloca un poco de abono en el hoyo donde se implantará. La cantidad y tipo de abono puede variar dependiendo de la planta que se cultiva. En épocas prehispánicas se usaban excretas de murciélago cuando se requería un fertilizante fuerte; excremento humano, agua‐lodo y materia vegetal, en otras ocasiones. Hoyen día se utiliza estiércol y composta, que incluye hojas de ahuejote y vegetación acuática como abono natural (Ibid.). Figura 1.7 Diferentes etapas de cultivo en una misma chinampa. Fuente: http://www.adalberto.mx/enfoque/page/2/ La salinización del suelo de la chinampa es un problema recurrente, inherente a los mismos factores que también favorecen los cultivos. El principal factor que conlleva a este inconveniente es el agua 15 que sube a la superficie por acción capilar y que provee la humedad que favorece la cosecha. Este proceso también trae sales a la superficie, que son depositadas en la chinampa mediante la evaporación (Figura 1.8). Las sales no pueden lavarse del suelo de manera natural, debido a que el nivel freático está muy cerca de la superficie, lo que resulta en un drenaje muy deficiente. En casos de alta salinidad, se retira la tierra contaminada y se deposita en los apantles para que las sales se disuelvan en el agua. Una vez “lavada”, la tierra se va rescatando en forma de agua‐lodo. Figura 1.8 Salinización en la chinampa. Fuente: http://www.comunicacionuniversitaria.uam.mx/boletines/anteriores08/indice/agos‐13‐08.html Para controlar los niveles de agua en los canales (que es crítico para el mantenimiento del sistema agroproductivo) es necesario el uso de diques, compuertas y otras obras hidráulicas. Los propios chinamperos improvisan pequeñas represas en los apantles con costaleras, nombre que le dan a grupos de costales llenos de arena para retener un poco el agua antes de que fluya a un nivel más bajo, que puede deberse a la presencia de hundimientos o desecamientos parciales en alguna zona del sistema lacustre (Ibid.). El riego Aunque las chinampas están diseñadas para aprovechar la humedad de los canales y reducir la necesidad de regadío, ocurren épocas de sequía donde el nivel del agua baja y es necesario humedecer los cultivos superficialmente. Como ya se ha mencionado, tradicionalmente el riego se efectuaba de dos maneras: la más sencilla era salpicar el agua con remos desde una trajinera; la otra era el uso de un dispositivo: el cuero. En esta técnica el chinampero sumerge el palo con la bolsa en 16 el agua para llenarla, la saca y posteriormente vierte el agua sobre los cultivos al voltear el cuero. Nuevamente destaca la utilidad de la forma alargada de las chinampas: si el islote fuera demasiado ancho ninguno de estos dos sistemas sería práctico, ya que el riego requeriría descender de la embarcación y acarrear el agua sobre la chinampa (Ibid.). La cosecha La cosecha, o corte, también es un trabajo enteramente manual, utilizando sencillamente un cuchillo. Para cada cosecha se dan varios cortes, seleccionando en cada uno los productos listos para el mercado. La cosecha era estratégicamente programada para combinar los cultivos de corto plazo (tomate, pimiento, etcétera), con los de largo plazo (maíz, amaranto, etcétera) (Toledo y Barrera‐Bassols, op. cit.). La angostura de los islotes facilita cosechar y cargar el producto, pues las trajineras se acomodan en los tramos longitudinales de los canales donde se va cosechando (Figura 1.9). De este modo, los productos no tienen que ser cargados largas distancias antes de embarcarse. Es importante señalar que mediante el cultivo tradicional (el procedimiento antes descrito) se pueden obtener hasta tres cosechas al año (Jiménez, op. cit.). Figura 1.9 Cosecha de Nochebuena. Fuente: http://www.adalberto.mx/enfoque/page/2/ El transporte al punto de venta “… En un mundo en que no había bestias de carga y que la forma usual de transporte era el tameme (transporte humano), la navegación en el lago constituía un medio extraordinario para acarrear 17 cargas ligeras o pesadas con un esfuerzo relativamente pequeño” (GEA, 1978.). De acuerdo con Palerm (1973), la eficiencia del transporte acuático “propició la integración económica de los valles circunvecinos y, aunado a la intensificación de la agricultura y a la creación de nuevos suelos cultivables, favoreció las altas densidades de población y las concentraciones urbanas” (Palerm, 1973, en GEA, op. cit.). Antes de la aparición de vehículos motorizados, las ventajas del transporte acuático eran considerables. Una trajinera con una carga considerable, impulsada por dos remeros, lograba la travesía entre Xochimilco y Tenochtitlán (más tarde la Ciudad de México) en cuatro o cinco horas. Mover la misma carga vía terrestre hubiese requerido un número mayor de operaciones con carretas y posiblemente no habría empleado un tiempo menor. Además, el transporte vía acuática optimizaba el movimiento de productos al evitar el transbordo de un transporte a otro y el almacenamiento intermedio: se llevaban de la unidad de producción directamente al punto de venta (González Pozo et al., op. cit.). Una muestra de la eficiencia del sistema de transporte acuático, basado en el uso de trajineras sobre la red de canales, se extrae de la siguiente cita: “Aún después de la introducción de bestias de carga, carreteras y la desecación parcial de los lagos, el transporte acuático entre Xochimilco y la Ciudad de México mantuvo ventaja sobre el terrestre. Esto es evidente en la preservación de canales entre las dos zonas hasta la tercera década del siglo XX, cuando el último canal (de la Viga) que conectaba Xochimilco con la terminal de Jamaica en la capital fue convertido en avenida” (Ibid.). Figura 1.11 Transporte de productos Figura 1.10 El canal de la Viga en el siglo XIX. chinamperos de Xochimilco a la Ciudad de México a finales del siglo XIX. Fuente: http://barriodetultenco.blogspot.mx/2010/01/blog‐ post.html Fuente: http://www.skyscrapercity.com/ showthread 18 1.2 Marco histórico: principales etapas de desarrollo. Derivado del análisis histórico desarrollado como parte de esta investigación, se identificó una serie de eventos ocurridos durante un largo período de tiempo (del siglo XIV a la actualidad), que han resultado relevantes para la comprensión del estado actual del sistema chinampero, a partir del análisis del entorno social y ambiental en el que éste se sitúa hoy en día. Para los fines específicos de este trabajo, dichos eventos fueron agrupados y clasificados en cuatro grandes etapas a considerar como períodos clave en la evolución del sistema chinampero en el área de Xochimilco. Dichas etapas son las siguientes: I. Época prehispánica. Origen, desarrollo y auge del sistema chinampero tradicional (De fines del siglo XIV a 1521). II. Conquista española y época colonial. Desecación artificial de la cuenca del Anáhuac; reconfiguración espacial del sistema chinampero (De 1521 a 1821). III. México independiente. Reestructuración político‐administrativa y comienzo del declive del sistema chinampero en la subcuenca Xochimilco‐Chalco (De 1821 a 1914). IV. “Postrevolución”. Reforma agraria, explosión demográfica urbana y crisis ambiental (De 1914 a 1986). V. “Rescate de Xochimilco”. Acciones de recuperación y conservacióndel sistema ambiental y productivo en la zona chinampera de Xochimilco (De 1986 a la actualidad). A continuación, se explicará de manera concisa cada una de estas etapas, haciendo especial énfasis en aquellos momentos y hechos históricos que han dado lugar a la modificación de ciertos elementos intrínsecos del sistema chinampero tradicional, llevándolo, gradualmente, a su configuración actual. 19 Etapa I. Época prehispánica. Origen, desarrollo y auge del sistema chinampero tradicional (De fines del siglo XIV a 1521). La introducción de la agricultura en la cuenca del Valle de México, de acuerdo con el arqueólogo William Sanders, puede haber ocurrido 3200 años antes del presente (Sanders, 1976, en Armillas, 1983). Este acontecimiento “…trajo consigo la transformación gradual del modo de vida de los habitantes, una transformación que facilitaría el desarrollo de sistemas de sentamientos y que culminaría con el florecimiento de ciudades” (González Pozo et al., op. cit.). Entre el 900 y 500 a.C., Jeffry R. Parsosns ha señalado un notable crecimiento poblacional en la cuenca, debido, muy posiblemente, a mejoras a la agricultura; asimismo, ha destacado que los asentamientos humanos más grandes se concentraban en las riberas de los lagos o en las planicies aluviales al sur de la cuenca (Ibid.). El más grande y complejo de los asentamientos en el Valle en esta época fue Cuicuilco, posiblemente la ciudad más temprana en el Valle de México. De acuerdo con Ángel Palerm, hay indicios de obras hidráulicas y la posible práctica de agricultura en campos elevados en torno a ese asentamiento, desde varios siglos antes de la era cristiana; además, al estar situado a orillas del lago es muy probable que su economía estuviese basada, al menos parcialmente, en la explotación de recursos lacustres. “Por consiguiente, constituye una posibilidad la práctica de algún tipo de horticultura en plataformas en las ciénagas lacustres creadas por medio del drenaje del terreno, ya fuera por medio de la excavación de canales o la construcción de islotes” (González Pozo et al., op. cit.). Asimismo, en extremo opuesto del Valle, en tierras contiguas a manantiales al borde de la zona urbana de Teotihuacán, se han detectado obras hidráulicas, incluyendo canales de irrigación y plataformas que datan de principios de nuestra era y que podrían haber sido utilizadas para cultivos (Sanders, op. cit.). No obstante, los primeros indicios de chinampas en las riberas de Xochimilco y Chalco se remontan a un horizonte entre 750 y 1350 de nuestra era, lapso posterior al ocaso de Teotihuacán y apenas anterior a las primeras ocupaciones aztecas (González Pozo et al., op. cit.). Al parecer, “… aunque conocida y practicada durante el primer milenio de nuestra era, la agricultura en chinampas no fue utilizada extensamente sino hasta la época posclásica” (Ibid.). 20 Hacia fines del siglo XIV y principios del siglo XV, se registra una rápida propagación de áreas bajo cultivo chinampero en la cuenca. Esta expansión coincide con el florecimiento del imperio azteca y es particularmente notable en los lagos de agua dulce de Xochimilco y Chalco. Posteriormente, durante el periodo Azteca III, se detecta una resuelta expansión de las chinampas sobre el lecho lacustre. Edward Calnek propone que las principales obras de formación masiva de chinampas ocurrieron entre 1426 y 1467 de nuestra era (Calnek, 1972). Respecto a la distribución de las zonas chinamperas en la cuenca, además de las ya mencionadas en la parte sur, Parsons y Ávila López, de forma independiente, señalan la existencia de áreas con chinampas en los lagos de Xaltocan (en torno al poblado del mismo nombre) y de Texcoco (al pie del cerro de Chimalhuacán), en la vertiente central este de la cuenca, así como en Iztapalapa y, en menor proporción, alrededor de Tenochtitlán; generalmente, en sitios donde surgían manantiales de agua dulce que contrarrestaba la salinidad de los lagos, posibilitando la horticultura. La actividad agrícola en estas áreas se hacía más factible, además, gracias a las obras hidráulicas diseñadas y construidas por los aztecas para reducir la salinidad de la parte oeste del lago, como la Albarrada de Nezahualcóyotl, dique que controlaba el flujo de aguas en el lago de Texcoco, y diversas obras que conducían agua dulce de la vertiente de la cuenca al sector oeste del lago. Sin embargo, desde aquella época, debido principalmente a las características del agua, la mayor concentración de agricultura en campos elevados se dio en las lagunas de Xochimilco‐ Chalco (González Pozo et al., op. cit.). La expansión de la agricultura chinampera en dicha subcuenca se vio impulsada, debido a la escasez de terrenos llanos aptos para el cultivo en esta zona, ya que allí predominaban las extensiones cubiertas por lagos y humedales. Este hecho, a su vez, estimuló la evolución y el mejoramiento de las prácticas chinamperas en esta porción de la cuenca, específicamente. Haciendo referencia a la construcción de chinampas en la subcuenca Xochimilco‐ Chalco, Armillas menciona: “Esta adaptación resultó tan exitosa que para principios del siglo XVI la mayor parte de la superficie de ambos lagos había sido convertida por el hombre en un prodigioso conjunto de varias decenas de miles de islotes para horticultura” (Armillas, 1971). Así, gracias a la eficiencia de estas prácticas, aunada a la conveniente localización de la subcuenca respecto a Tenochtitlán –una distancia de 30 kilómetros, accesible vía acuática–, el área agrícola de Xochimilco‐Chalco surgió como la alternativa que abastacería de alimentos a la capital azteca, debido a que, al estar situada en islotes en medio de un lago, ésta carecía de terrenos circundantes inmediatos que pudiesen dedicarse a la 21 producción agrícola con el objeto de asegurar la provisión de alimentos a la ciudad. Se calcula que el área de chinampas en el lecho lacustre alcanzó, en su momento de auge, una extensión cercana a las 10000 ha (Ibid.). Antes de la introducción de las especies europeas, el principal cultivo al que se destinaba la chinampa era el maíz, el cual se producía con fines de autoconsumo; sin embargo, el cultivo de jitomate, amaranto, chile, calabaza, frijol, uauhtli, tomate, chía, quelites y flores, también eran importantes, ya que tenían alta demanda en los mercados prehispánicos. La disponibilidad de los vegetales variaba de acuerdo a los cambios en el régimen hidrológico y la demanda en los mercados (Santamaría, 1912; Rojas, 1982; González, 1992, en Merlín, op. cit.). No obstante el relativo éxito de la chinampería tradicional como sistema agrícola, las características ambientales de la cuenca en que éste se desarrolló, constituían ya una limitante en la capacidad del mismo para abastecer de alimento a la población del lugar. El crecimiento poblacional en el valle de México superó la capacidad de producir el alimento necesario para su supervivencia desde la época prehispánica (Ezcurra et al., 2006); por lo que era necesario y regular el intercambio de productos con otros pueblos, siendo las principales importaciones los alimentos fuente de proteínas. Sin embargo, la producción chinampera en tiempos aztecas representaba aproximadamente el 50% de los alimentos consumidos por la población de la cuenca (Ibid.). El sistema de chinampas era clave no sólo por su capacidad productiva, sino también por el diseño de una red de canales que facultaron la comunicacióny la distribución e intercambio de productos a través el territorio. En la época prehispánica el sistema chinampero era altamente eficiente en términos de productividad y autosustentablidad. Etapa II. Conquista española y época colonial. Desecación artificial de la cuenca del Anáhuac; reconfiguración espacial del sistema chinampero (De 1521 a 1821). La extensión de las chinampas que los colonizadores españoles posiblemente encontraron en los primeros años de la conquista era de poco más de 116 km². Había ya, además, dos grandes lagos de agua dulce –el de Xochimilco y el de Chalco– divididos por la Albarrada de Nezahualcóyotl, construida durante la época prehispánica (Chiapa, 2006) (Figura 1.12). Sin embargo, los 22 conquistadores de Tenochtitlán, en 1521, fueron incapaces de adaptarse a un modo de vida desarrollado en un ambiente lacustre, por lo que vieron la necesidad de modificar el entorno para hacerlo más seco y apto para la construcción de asentamientos con una configuración basada en el modelo de ciudad española de la época, que implicaba el comunicar el territorio por medio de calles y el impulso de la construcción de edificaciones pesadas en diversos puntos de la nueva ciudad. La conquista afectó gravemente el funcionamiento de los lagos, siempre a favor de la disminución de los niveles de agua en la cuenca del Valle de México. Aparentemente, el primer impacto al caudal de la cuenca resultó de la destrucción del sistema hidráulico prehispánico. Un hecho significativo fue la destrucción del albarradón de Nezahualcóyotl, para utilizar sus piedras en la construcción de la ciudad española. Los españoles no conocían todavía el funcionamiento de la cuenca y nunca habían visto una inundación; la primera sobrevino treinta años después de su llegada, en 1555, veintisiete años después de la destrucción del albarradón azteca. (GEA, op. cit.). Esta inundación no alarmó a los mexicanos, ya que éstos sabían, por su historia, que México era expuesto a esas adversidades. Sin embargo, a los españoles, que eran ajenos a acontecimientos semejantes, causó gran terror. “Fue éste el principio de una pesadilla para los nuevos habitantes de la ciudad; el agua se convirtió en el principal enemigo” (Ibid.). Ante este escenario, lo primero que se hizo fue reconstruir la albarrada de Nezahualcóyotl, de manera que siguiera funcionando como antes de la conquista. Para los colonizadores se volvió imperante el controlar los riesgos de inundación de la capital y otros asentamientos en el Valle (mismos que se presentaban en temporadas de lluvias extraordinarias), situación que atendieron sin considerar los efectos que los cambios en el sistema hidrológico pudiesen tener en las subcuencas. Con este cúmulo de ideas en mente, los españoles implementaron numerosas obras de drenaje de la cuenca del Valle México: “A partir del siglo XVII, comenzaron a construirse obras de drenaje de tamaño y complejidad crecientes, con el objeto de librar a la ciudad del riesgo de inundaciones y de secar el lodoso subsuelo del fondo del lago. Estas obras, a su vez, produjeron poco a poco, cambios en el medio ambiente de la cuenca” (Ezcurra, 1990). 23 Figura 1.12 Los lagos de la cuenca de México en 1519. Fuente: http://barriodetultenco.blogspot.mx/2011_01_01_archive.html Se habían presentado ya inundaciones considerables en la época prehispánica, en 1449 y 1498, y el la época virreinal, en 1555 y 1579; sin embargo, el primer gran proyecto con el que se inició el proceso de desagüe comenzó a principios del siglo XVII, a partir de una gran inundación sufrida por la ciudad en 1604, tras la cual se propusieron varios planes para controlar los niveles hidrológicos de los lagos. 24 El principal consistió en la creación de un drenaje artificial. Este proyecto comenzó en 1607 y finalizaría en 1789 con la obra conocida como el Tajo de Nochistongo (Mathes, 1970). Dicho trabajo localizaba el problema en las avenidas extraordinarias del río Cuautitlán sobre las lagunas centrales el valle, Xaltican y Zumpango, que eran más altas que las de México y Texcoco y, por consiguiente, se desbordaban fácilmente sobre las áreas más pobladas. De lo anterior, derivó una solución relativamente sencilla: encontrar una salida por Nochistongo, que facilitara el desagüe fuera del Valle de México hacia el río Tula. (González Pozo et al., op. cit.) La primera fase de esta obra no resolvió el problema, ya que ignoró el papel de los lagos del sur (Xochimilco y Chalco) en la dinámica hidrológica de la cuenca. A esto siguieron proyectos en los que se reconstruyeron algunas albarradas en torno a la capital y se cerró el paso de agua de los lagos del sur hacia Texcoco; lo que llevó a un aumento en los niveles de agua de éstos últimos, anegado y dañando a los cultivos y a los poblados. Una larga secuencia de malas decisiones llevó a una gran inundación en 1629. “Esta vez la catástrofe se prolongó por cinco años y los habitantes de la Ciudad de México tuvieron que abandonarla hasta que las aguas retrocedieron en 1634.” (Ibid.). Figura 1.13 Plano de la subcuenca Xochimilco‐Chalco en 1521, según Pedro Armillas. Fuente: Tomado de González Pozo et al., 2010. 25 Gradualmente, la ciudad y sus zonas chinamperas fueron reestableciéndose, de modo que el siglo XVIII marcó una nueva etapa de auge en el Anáhuac que coincidía con el de toda la Nueva España. Con el influjo de la ilustración, se facilitó la elaboración de proyectos más ambiciosos y mejor sustentados. En este contexto, en 1753 se delinea el Plan del Real Desagüe de Huehuetoca, con el que se excava el canal de Guadalupe para el alivio del lago de Zumpango, y un año más tarde se hacen modificaciones al drenaje del lago de Texcoco al Tajo de Nochistongo, obra que se abre en su totalidad para el año de 1779 (Ibid.). Como se ha señalado, los recurrentes esfuerzos por drenar los lagos se concentraron en la parte norte de la cuenca y en el propio lago de Texcoco, mientras que los lagos australes no se vieron directamente afectados por estos proyectos. Este proceso llevó, entre otras cosas, a una notable reducción del área chinampera, concentrándola en la región sureste de la cuenca, en la subcuenca Xochimilco‐Chalco (Chiapa, 2006). Al mismo tiempo que se drenaban otras partes de la cuenca, se mantenía un extenso sistema de canales que conectaba las zonas chinamperas con la capital y otros poblados del Anáhuac. Aún al haber sufrido agresivos cambios tanto socioculturales como demográficos, para el siglo XVIII las poblaciones de la subcuenca Xochimilco‐ Chalco habían recuperado ya algo de su vitalidad. Aunque en extensiones reducidas y bajo muchas adversidades, el sistema de horticultura de la zona chinampera se mantuvo durante la Colonia y, dentro de todo, enriquecido con la suma de una nueva variedad de especies traídas de Europa a los cultivos tradicionales prehispánicos. Lo anterior demuestra la supervivencia a la Conquista, de la relación simbiótica entre la subcuenca chinampera y la Ciudad de México, basada en la provisión a la ciudad de alimentos producidos en tierras elevadas en los lagos de Xochimilco y Chalco. No obstante, para ese momento, el intercambio comercial entre los dos lugares se había diversificado como resultado de la nueva variedad de oficios aprendidos por los pobladores de la zona al formar parte del motor del desarrollo económico de la Nueva España. Esto llevóa que además de frutas, verduras y pescado, se intercambiara también leña, madera, zacate y piedra; hecho que aumentó el tráfico comercial, a la vez que incrementó la importancia de los canales de esta ruta como vías de comunicación clave para la ciudad debido a su estabilidad lacustre durante todo el año (González Pozo et al., op. cit.). 26 El diseño de los chinampas, como unidades agroproductivas, resultó crucial para su supervivencia a la colonia, ya que los sistemas agrícolas europeos no eran aptos para las condiciones ambientales y topográficas de la subcuenca, ya que éstos utilizaban el arado, que no resulta práctico ni en terrenos montañosos como los del sur de la subcuenca, ni en humedales y lagos someros como los de la zona chinampera de la misma. También por ello, en el área de Xochimilco no se desarrollaron grandes haciendas y los indígenas mantuvieron la influencia principal en la configuración del paisaje (Ibid.). Etapa III. México independiente. Reestructuración político‐administrativa y comienzo del declive del sistema chinampero en la subcuenca Xochimilco‐Chalco (De 1821 a 1914). Para el territorio Xochimilca‐Chalca, la principal repercusión de la consumación de la independencia fueron las modificaciones al sistema administrativo, proceso que se desarrolló gradualmente, a través de varios años. Una vez materializadas estas modificaciones, los xochimilcas enfrentaron un nuevo problema: el asedio sobre los recursos naturales y las formas de propiedad corporativa ya que, tanto las tierras como las aguas, comenzaron a provocar un gran interés por parte de la burguesía liberal, así como por las autoridades del gobierno del Distrito Federal, demarcación político‐administrativa de cuya jurisdicción pasó a formar parte Xochimilco, una vez definidos los límites del Distrito Federal (Hernández, 2003). En la misma época, el crecimiento demográfico en los asentamientos ribereños comenzó a ser, ya, un factor perturbador del equilibrio hidrológico y ecológico para los humedales, a medida que esas extensiones se iban transformando en terreno desecado destinado para asentamientos humanos, uso agrícola de temporal y explotación pecuaria. Entre las consecuencias de estos cambios destaca la formación de las ciénegas, al norte de la zona chinampera: la ciénega grande de Xochimilco y la ciénega de San Gregorio. Éstas, al ser producto de la desecación parcial de los lagos, fueron consideradas como bienes comunales y, por lo tanto, su explotación debía darse en beneficio de la comunidad. Sin embargo, surgieron intereses por parte de terceros: hacendados y empresarios que se disputaron el control sobre esas porciones de tierra (González Pozo et al., op. cit.). 27 A mediados del siglo XIX quedaba una proporción considerable de la superficie original (21000 hectáreas) de las chinampas. En 1864, el lago de Xochimilco‐Chalco tenía todavía una extensión de 150 km² y su elevación sobre el nivel del lago de Texcoco era superior a los tres metros, a pesar de que sólo subsistía en la cuenca el 15% (230 km²) de la superficie original de los lagos (GEA, op. cit.). A pesar de los intentos de las autoridades de evacuar toda el agua de la cuenca desde el siglo XVIII y hasta fines del siglo XIX, la zona sur se mantuvo como una zona chinampera dedicada a la producción de hortalizas y flores (Sanders, 1969). Asimismo, los canales siguieron siendo vitales como las principales vías de comunicación mediante las cuales se transportaban mercancías y personas. En 1850, se inauguró la primera línea de vapor que conectaba Xochimilco con la Ciudad de México, hecho que intensificó aún más la comunicación lacustre entre estos dos núcleos (González Pozo et al., op. cit.). El canal de la Viga era una de las principales acequias hondas para comunicación y desagüe de las lagunas que existían en el Valle. Desde tiempos coloniales y hasta 1938, una línea de chinampas se extendía desde el barrio de San Pablo hacia el sur a lo largo de este canal, por Santa Anita e Ixtacalco hacia Culhuacán (Armillas y West, 1950, en GEA, op. cit.). Por el canal de la Viga llegaba a México no sólo parte de su abasto, sino también el agua dulce de los lagos del sur que hizo posible el cultivo de chinampas en el lago de México (Rojas, 1974). “El tráfico acuático por este canal era intensísimo en el siglo XVI y siguió siéndolo durante toda la Colonia y hasta fines del siglo XIX. Además de productos de Xochimilco y Chalco, por ella llegaban a México productos de la tierra caliente de Morelos. Todavía en 1890 Porfirio Díaz inauguró una nueva línea de vapores entre Chalco y México. Sin embargo, esta línea estaba destinada a la quiebra, debido al azolve, la poca profundidad de los lagos y el mejoramiento del transporte terrestre; además, desde 1856 se había abierto un concurso para nuevos proyectos de desagüe de la cuenca y en 1866, se aprobó un proyecto que planteaba la construcción de un túnel de 10 km en Tequisquiac. A fines del siglo XIX se construyeron, además, canales para drenar el sur de la cuenca; el fin de los lagos del sur se avecinaba” (GEA, op. cit.). 28 Figura 1.14 Canal de la Viga en 1910. Fuente: Archivo Casasola, en: http://yoatecutli.blogspot.mx/2007/07/ciudad‐lago.html Figura 1.15 Transporte de vapor en el canal de la Viga, en 1860. Fuente: http://yoatecutli.blogspot.mx/2007/07/ciudad‐lago.html Para la últimas décadas del siglo XIX, el área metropolitana de la Ciudad de México empezó a sufrir el agotamiento de sus fuentes cercanas de abastecimiento de agua, consecuencia tanto de la expansión territorial como del aumento de población. Por esa razón, en 1883, el doctor Antonio Peñafiel realizó un estudio sobre la disponibilidad de recursos hidráulicos en la cuenca del Valle de México, a fin de ubicar nuevas fuentes para abastecer la ciudad. Como resultado del estudio, Peñafiel concluía: “… no quedará más recurso que introducir el agua de los grandes manantiales de la región austral de la laguna de Xochimilco, cuyo caudal es suficiente para alimentar una ciudad populosa como deberá ser nuestra capital… siendo los manantiales de esta región la fundada esperanza de la conservación de la Ciudad de México, la ciencia y el gobierno deben fijar sus miradas en la repoblación general de los bosques, pero especialmente de los lugares en que se encuentren 29 los manantiales y en los canales en que corren las aguas sobrantes […] ya que es un principio científico bien adquirido que las arboledas conservan las lluvias regulares, evitan inundaciones y mantienen las vertientes de las aguas potables” (Hernández, op. cit.). Para fundamentar esta conclusión, Peñafiel sostenía que se trataba de aguas sobrantes destinadas a terminar en los pantanos de Xochimilco y en el canal de la Viga, por lo que su empleo estaba más que justificado. Sin embargo, no mencionaba que esas aguas eran para el uso cotidiano de los xochimilcas, para el riego de las chinampas y demás sembradíos, además de ser utilizadas para renovar el agua de los canales y de las lagunas en las que se criaban varias especies de peces y se alimentaban también muchos otros animales (González Pozo et al., op. cit.). A pesar de sus aspectos negativos, la idea de recurrir a las fuentes hídricas de la subcuenca Xochimilco‐Chalco para abastecer a la Ciudad de México fue ganando aceptación y, así, “entre las últimas décadas del siglo XIX y primeras del siglo XX, se configuró lo que ha venido aser el mayor desafío a la supervivencia de la zona chinampera de Xochimilco‐Chalco: la usurpación de sus aguas por la creciente urbe” (Ibid.). El 20 de abril de 1904, el régimen porfirista publicó el decreto de expropiación de terrenos por causa de utilidad pública, para poder construir una de las primeras grandes obras de infraestructura del siglo XX: el Gran Acueducto, que llevaría las aguas de los manantiales de Xochimilco a la naciente metrópolis. Su construcción ocurrió entre 1904 y 1914. La obra se planeó para captar el agua de los diferentes manantiales y transferir a la ciudad alrededor de 2000 litros de agua por segundo, a través de ductos cerrados y empleando cuatro bombas eléctricas ubicadas en La Noria, Nativitas, Santa Cruz Acalpixca y San Luis Tlaxialtemalco. Los nuevos fraccionamientos en la periferia de la capital, como el Hipódromo y la Colonia Condesa, fueron de los primeros beneficiarios de estos esfuerzos (Porras, 2001). La inauguración del Gran Acueducto, en 1914, señala el fin de una etapa de supervivencia del sistema chinampero (aún cuando éste enfrentara ya ciertas dificultades) y el inicio de una nueva etapa de declive del mismo, caracterizada por un deterioro que avanzaría a una velocidad nunca antes vista en esta zona. 30 Figura 1.16 Plano del proyecto del Gran Acueducto construido a principios del siglo XX. Fuente: http://www.projetsdepaysage.fr/fr/los_conflictos_de_escalas_para_valorar_la_apropiacion_urbano_rural_su stentable_en_el_valle_de_mexico Etapa IV. “Postrevolución”. Reforma agraria, explosión demográfica urbana y crisis ambiental (De 1914 a 1986). Después de la Revolución, varios pueblos originarios de Xochimilco recibieron tierras ejidales o les fueron restituidos sus derechos sobre bienes comunales; sin embargo, de forma paralela, la política hídrica de principios del siglo XX, que llevó a la incorporación de las aguas que alimentaban el lago de Xochimilco a la red de agua potable de la Ciudad de México, fue convirtiendo grandes extensiones de lagunas y humedales en sencillos campos de cultivo de temporal (Merlín, op. cit.). Además, aún cuando la desintegración de las haciendas y la posterior dotación de tierras para la 31 conformación de ejidos dio un impulso a la agricultura, los cambios en la Ley Agraria incorporados entre 1930 y 1950 condujeron a la insuficiencia de instrumentos oficiales para la regularización de la propiedad de la tierra, lo que propició el incremento del número de terrenos “sin papeles” en la zona chinampera. Estos elementos, sumados al imparable crecimiento de la Ciudad de México y su avidez por urbanizar nuevas tierras, llevaron a un periodo crítico en el declive del sistema chinampero, caracterizado por una fuerte devaluación del suelo agrícola y, por el contrario, un aumento en la valía del mismo como suelo habitacional. El número y la magnitud de las obras que llevaron el agua desde los manantiales de Xochimilco al centro de la ciudad para el abasto público aumentaron gradualmente y a la par del crecimiento de la Ciudad de México, hasta llegar a una situación crítica en la que los pobladores de Xochimilco no contaban con el recurso hídrico necesario para satisfacer sus necesidades básicas. Los canales se vieron gravemente afectados por el azolve y la desecación; entre 1954 y 1958, éstos llegaron a estar prácticamente secos. Ante la inminente desecación de los canales y el consecuentes descontento de la población local, el entonces Departamento del D.F. realizó una obra con la que pretendieron resarcir el daño, la falta de agua: en 1959, se virtieron aguas negras con tratamiento primario a la red de canales, restituyendo el agua que en algún momento fue de manantial. La calidad del agua inyectada fue tan deficiente que provocó, entre otras cosas, la pérdida de especies como la almeja y el pez blanco. Ante la presión social, el gobierno comienza la operación de la primera planta de tratamiento de aguas para abastecer la zona lacustre: la planta Cerro de la Estrella y, a pesar de la deficiente calidad del agua, este proceso permitió que la agricultura recuperara, aunque en forma limitada, un nuevo auge en la zona en esa época (Merlín, op. cit.). Para subsanar la falta de agua potable que ya no era posible obtener de los manantiales, la Ciudad de México se vio obligada a extraer el líquido vital de las entrañas del suelo xochimilca. El sistema de pozos de Xochimilco, conjuntamente con los existentes en la Delegación Tláhuac constituye, hasta la fecha, una de las principales fuentes de abastecimiento de agua para la Ciudad de México (PDDU Xochimilco, 2009). No obstante, para la década de 1970 gran parte de los terrenos ejidales se había reducido a terrenos salitrosos de escasa 32 productividad, lo que llevó a una disminución en la población xochimilquense dedicada a la agricultura, la cual pasó del 38.6% en 1960, al 3.1% en 1980 (Merlín, op. cit.). Figura 1.17 Obras sobre el desecado canal Figura 1.18 Canal alimentado por aguas de Iztacalco a finales de la década de 1930. negras. Fuente: http://ixtli75.wix.com/intro#!__about‐us‐salinas‐ Fuente: http://www.projetsdepaysage.fr/fr/los_ family/the‐relocation‐ conflictos_ de_escalas_para_valorar_la_apropia cion_ urbano_rural_ sustentable_en_el_valle_de_ mexico Por otra parte, para el año de 1950 ya no existían vías acuáticas que conectaran la zona chinampera con la Ciudad de México: los canales que cumplían esta función habían sido convertidos en avenidas. Ahora, el transporte terreste era el único medio para movilizar productos entre estos dos puntos. La existencia exclusiva de vías de comunicación terrestres, aunada al funcionamiento de la creciente red de carreteras del país, benefició la entrada a la ciudad de productos provenientes de áreas más remotas, mismos que crearon un mercado de competencia, en el que repentina y forzosamente se vieron insertados los productos chinamperos (González Pozo et al., op. cit.). “Como en muchas otras partes de América Latina, la industrialización de México en el siglo XX trajo como resultado un proceso de migración acelerada de campesinos hacia las grandes ciudades. En su rápido crecimiento, la ciudad de México fue devorando los pueblos satélites de la antigua capital, hasta convertirse en la inmensa megalópolis que es actualmente.” (Ezcurra, 1990). Para la década de 1960 la inmigración urbana se hizo especialmente evidente en la periferia de la ciudad, siendo principales destinos (por orden): Gustavo A. Madero, Iztacalco, Iztapalapa y Álvaro Obregón. En 33 estos años, el área urbana de la ciudad de México creció en un 47% (Canabal, Torres‐Lima y Burela, 1992). En comparación con el resto de la ciudad, Xochimilco presentó un crecimiento poblacional acelerado entre 1960‐1980 (alrededor del 5 por ciento anual en comparación a una tasa de 2.5 por ciento para el resto del Distrito Federal) (Zabaleta, 2010). La ineficacia de los programas estatales para vivienda en propiedad supuestamente puestos en marcha por el Estado y dirigidos a sectores medios, propiciaron el poblamiento irregular (sin servicios y bajo un régimen de tenencia poco
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