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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
 
SISTEMA DE UNIVERSIDAD ABIERTA Y EDUCACIÓN A 
DISTANCIA 
 
 
 
 
 
 
Edición del Viaje. . . feliz por mar y tierra que hizo el 
excelentísimo señor marqués de Villena. . . yendo por virrey y 
capitán general de la Nueva España. . . en este año de mil y 
seiscientos y cuarenta. . . de Christóbal Gutiérrez de Medina. 
 
T E S I S 
 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
LICENCIADO EN LENGUA Y LITERATURAS HISPÁNICAS 
 
PRESENTA: 
JORGE LÁZARO DE LA CRUZ 
 
ASESOR 
DR. JOSÉ ARNULFO HERRERA CURIEL 
 
 
CIUDAD UNIVERSITARIA, 2014 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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2 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A María Elena 
Mi amada compañera de vida 
Que con su amor, consejo y entrega 
Me apoyó para lograr este objetivo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
3 
 
 
 
 
A mis padres Guadalupe y Paulino Adalberto que con su amor pleno y ejemplo, me enseñaron los 
valores del trabajo, la dedicación, el esfuerzo, la perseverancia y la satisfacción del deber cumplido, a 
pesar de las adversidades que se presenten en la vida. 
 
 
 
 
 
 
A mis hermanos Mario Alberto, María Ruth Araceli, José Jesús y Laura Estela porque después 
de haber librado mil batallas, con su amor fraterno y solidaridad me impulsaron a lograr este fin. 
 
 
 
 
 
 
A Berna por su apoyo constante e incondicional. 
 
 
 
 
 
4 
 
 
 
A mis suegros María del Carmen y Benjamín () porque con su compresión y generosidad me 
motivaron para llegar a la meta. 
 
 
 
 
 
A mis cuñados Alfredo y Rocío Yolanda por su solidaridad y diversas formas de apoyo. 
 
 
 
 
 
 
A mis sobrinos Denisse Cristina, Atzin Guadalupe, Rodrigo Benjamín, Silvana, Ricardo de 
Jesús, Jorge Adalberto, Mabel Yolotzin, Gloria Paulina, Alberto de Jesús y Cintli Alejandra 
para que perseveren y logren sus sueños. 
 
 
 
 
 
 
5 
 
 
 
A la Universidad Nacional Autónoma de México por darme los medios necesarios para alcanzar 
mi propósito. 
 
 
 
A mis profesores por nutrirme académicamente con sus conocimientos y experiencias. 
 
 
 
A mi asesor, doctor José Arnulfo Herrera Curiel por su guía, paciencia y disposición en la 
elaboración de este trabajo. 
 
 
 
 
A mis sinodales, doctora Lourdes Penella Jean, profesor Galdino Morán López, maestra 
Yosahandi Navarrete Quan y profesor Raúl Aguilera Campillo por la revisión y observaciones de 
este trabajo. 
 
 
 
 
 
6 
 
Índice 
 
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .2 
 
Capítulo 1. La España de mediados del siglo XVII. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .9 
 1.1 La Nueva España antes de la llegada del marqués de Villena . . . . . . . . . . . . . . . . . .12 
 
Capítulo 2. La destitución del marqués de Villena. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .14 
 2.1. Arco triunfal del marqués de Villena. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 
 
Capítulo 3. Los certámenes poéticos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27 
 3.1. La Relación en la época novohispana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29 
 
Capítulo 4. La crónica poética de María de Estrada Medinilla. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31 
 4.1. Los patrocinadores y el impresor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .43 
 4.2. La descripción del impreso y su ubicación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .44 
 
Transcripción del Viaje de tierra, y mar feliz por mar, y tierra que hizo el excelentísimo señor de Villena, mi 
señor, yendo por virrey y capitán general de la Nueva España, en la flota que envió su Majestad este año de mil 
seiscientos cuarenta, siendo general de ella Roque Centeno y Ordoñez; su almirante, Juan Campos de Christóbal 
Gutiérrez de Medina. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .45 
 
Conclusiones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .196 
 
Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 198 
 
7 
 
Introducción 
 
En agosto de 1640 ocurrió un evento extraordinario en la Nueva España: la llegada del nuevo 
virrey don Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla, marqués de Villena y duque de Escalona, 
entre otros títulos. Si se mira bien, lo extraordinario no era en sí la llegada de un nuevo virrey; el 
evento tenía más de cien años de antigüedad y había ocurrido antes dieciséis veces, lo 
extraordinario es que jamás habían enviado a estas tierras a un personaje tan encumbrado y 
poderoso. Precisamente por esta “grandeza” (en todos los sentidos de la palabra)1, su 
nombramiento se vería malogrado. Por lo pronto, los habitantes de la Ciudad de México, capital 
de todos los reinos que estaban en el norte de América, se preparaban para organizar las 
festividades de recibimiento, un evento cuya magnificencia debía estar acorde con la talla social 
del nuevo gobernante. 
 De aquellas festividades dan cuenta varios impresos. El más conocido y del que nos 
ocuparemos en este trabajo es el que lleva por título Viage de tierra, y mar, que hizo el excelentísimo 
señor Marqués de Villena… que fue escrito por Cristóbal Gutiérrez de Medina, canónigo de la 
Catedral Metropolitana de esta ciudad mexicana, e impreso en los talleres de Juan Ruiz en ese 
mismo año de 1640. Y aquí se encuentra la primera dificultad bibliográfica que se nos presenta, 
justo al nombrar al impresor. Se trata de un volumen curioso porque contiene dentro de su 
cuerpo varios impresos realizados por otro impresor, Francisco Robledo2. 
 Los impresos son, un Zodiaco regio; una Loa famosa que se le recito al Duque de Escalona a la entrada 
del arco triunfal… el Festín hecho por las morenas criollas de la muy noble y muy leal Ciudad de México, la 
 
1 Ser “grande” de España era una distinción especial para una centena de nobles. Significaba que ante 
la presencia del Rey podían cubrirse mientras los demás permanecían descubiertos con sus sombreros. 
2 El ensamble de los impresos no quedó de manera correcta. Por ejemplo, la página 40 se quedó 
volando sin antecedentes y sin que se recupere el párrafo correspondiente al reclamo de la página 41 
que aparece muy avanzado en el volumen. 
8 
 
Relación de doña María de Estrada… a una religiosa monja prima suya. No se trata de un volumen al que 
por curiosidad hayan cosido los demás impresos, porque todos los ejemplares conocidos tienen 
las mismas características (con mínimas variantes). Debió haber sido una colaboración entre el 
mayor impresor que había entoncesen la Nueva España, Juan Ruíz, y Francisco Robledo, quien 
poco tiempo después se convertiría en el impresor del obispo de Puebla, Juan de Palafox y 
Mendoza, quien también había realizado el viaje desde España con el marqués de Villena. Lo que 
hace verosímil la posibilidad de esta colaboración es que los patrocinadores hayan buscado acortar 
el tiempo que normalmente tardaría una obra de este tamaño y que esto sólo sería posible 
dividiendo el trabajo entre varios impresores. 
 Además, Juan Ruiz estaba involucrado en la impresión de otros libros sobre este tema que 
también aparecerían ese mismo año de 1640. Esos impresos eran una Oratio panegírica, sive Mexicus 
animata: un qua Perfecruso homo in Pantheonicam Sapientiae ridem, Mexiceam architectatur… primo ingressu 
amplificante Exmo. D. Marchiones de Villena… y la Descripción y explicación de la fábrica, y empresas del 
sumptuoso Arco, que la ilustrísima nobilísima y muy leal Ciudad de México … erigió a la feliz entrada, y gozoso 
recebimiento, del Excelentísimo señor Don Diego López Pacheco… Aunque el impresor experto en 
zodiacos era Juan Ruiz, la carga de trabajo debió ser tal que sólo con el apoyo de su colega se 
pudieron sacar adelante todos los impresos proyectados. Es importante señalar, por otra parte, 
que esa “loa famosa” que figura en el impreso misceláneo al que nos venimos refiriendo, no era 
famosa en el sentido que lo entenderíamos hoy; simplemente los editores querían decir con eso 
que se trataba de una loa que había sido impresa antes y que ahora nuevamente se ponía en letras 
de imprenta. 
 Si bien este primer impreso se concentra más en los detalles del viaje que en las fiestas de 
recibimiento, no deja de ser, con mucho, el más importante hasta ahora y el más conocido al 
respecto. Tal vez por la Relación de doña María de Estrada Medinilla, una de las pocas poetas 
9 
 
novohispanas que conocemos, es que este impreso ha sido el más consultado. No obstante, hubo 
otros impresos que podrían tener enorme importancia para los historiadores y los historiadores 
del arte y la literatura. Por ejemplo, el de Sabina de Estrada y Orozco que por un error se le suele 
confundir con la loa de María de Estrada y que en realidad hace la relación de los dos arcos que se 
construyeron para los personajes que venían juntos: el marqués de Villena y el obispo de Puebla. 
El título abreviado es Relación de las dos entradas, del Excellmo. Señor don Diego López Pacheco, Cabrera y 
Bobadilla, Marqués de Villena…. Y del Ilustrísimo señor D, Ivan de Palafox y Mendoza, Obispo de la Puebla 
de los Ángeles y visitador general del reyno. También fue impreso por Francisco Robledo en el mismo 
año de 1640 y contiene una “descripción en octavas reales de las fiestas de toros, cañas y alcancías 
con que obsequió México a su Virrey Marqués de Villena”3. 
 Hubo al menos otro impreso, éste realizado en Puebla, también en el año de 1640 y formulado 
por el padre Mateo Salcedo. Es el Arco trinfal: emblemas, geroglíficos y poesías con que la ciudad de la 
Puebla recibió al Virrey de Nueva España, Marqués de Villena. Ninguno de los bibliógrafos que lo 
documentan proporciona el nombre del impresor ni agrega datos sobre el padre Mateo Salcedo, y 
como no lo vieron Toribio Medina ni los demás bibliógrafos posteriores, lo más probable es que 
su existencia deba agruparse entre los impresos legendarios. 
 En medio de esta ola de festividades que ha podido rescatar la imprenta, se pueden entresacar 
algunas obras literarias y, sobre todo, las características de esta literatura epigonal, la única que ha 
llegado hasta nosotros y que no hemos sabido apreciar debido a que nos quedamos esperando 
una literatura original, propia de la Nueva España, una literatura que refleje los intereses y las 
inquietudes propios de la Colonia. No podría existir este tipo de literatura desde el momento en 
que no había ninguna identidad propia ni se había concebido aún la noción de “independencia” 
para el naciente reino. La Nueva España era parte de todo el imperio español y todas sus 
 
3 Un original de este impreso se encuentra en la biblioteca Nettie Lee Benson de la Universidad de 
Austin, Texas. 
10 
 
manifestaciones sociales —y por ende artísticas— estaban orientadas a ser idénticas a las de la 
Península, así, sin cuestionamientos de ninguna especie y con orgullo de sus pobladores. 
 Entonces, debemos reiterar que en la Nueva España había una abundante producción literaria 
—así haya sido epigonal, imitativa, circunstancial— y esta producción se realizaba tal como se 
hacía en la Península ya que, como colonia, formaba parte del mundo hispánico y aún no había 
elementos que la definieran como nación. La actividad literaria novohispana estaba dominada por 
los varones, sin embargo, hubo muchas mujeres tanto civiles como religiosas que tuvieron la 
fortuna de saber leer y escribir, además de adquirir una cultura comparable a la de los hombres. La 
participación de la mujer en la vida cultural de la época colonial fue muy activa, aunque muy pocas 
tuvieron la oportunidad de publicar sus obras4. 
 En el ámbito religioso, los conventos femeninos producían mucha literatura, especialmente de 
género confesional, pero se quedaba ahí, no traspasaba los gruesos muros conventuales. En el 
ámbito civil, la producción era personal o de ocasión y sólo se llegaba a conocer en los pequeños 
círculos sociales donde las mujeres interactuaban con los hombres. Como hemos dicho, muy 
pocas mujeres tuvieron el privilegio de publicar su poesía y pudiéramos con ello “comprobar 
cómo absorbieron el pensamiento de su época, cómo lo vivieron, qué testimonios dejaron escritos 
con su propias plumas relativos a su participación activa en la época por ellas vivida”.5 
 Por esta razón se conocen poco sus aportaciones a la riqueza literaria novohispana. Catalina de 
Eslava, María de Estrada y Sor Juana Inés de la Cruz, son los ejemplos más notorios de que se 
tiene noticia, debido a que se hicieron impresiones de sus obras. De la producción poética de las 
dos primeras se conoce poco en comparación con la última. La Décima Musa eclipsó a sus 
antecesoras tanto en calidad como en el número de sus publicaciones. 
 
4 Catalina de Eslava, María de Estrada, Sor Juana Inés de la Cruz, Ana María González, Catharina 
Josefa de San Francisco, Juana de Góngora, María Sebastián, Francisca García Villalobos, Doña María 
Dávila de Orozco. 
5 Josefina Muriel. Cultura femenina novohispana. Pról. México: UNAM, 1982, p. 9. 
11 
 
La crónica que narra el viaje del virrey Marqués de Villena desde su salida de la Península hasta su 
llegada a la capital de la Nueva España, tiene un elemento característico muy importante para todo 
lo que venimos anotando sobre la poesía escrita por mujeres en la Nueva España. Se trata de la 
inserción de un poema de María de Estrada Medinilla que se titula Relación. La importancia radica 
en que es el único poema realizado por una mujer, además de su extensión, pues consta de 
cuatrocientos versos. La impresión de esta obra y su inclusión en la crónica de Cristóbal Gutiérrez 
de Medina, ha hecho que el libro sea buscado con ahínco por los estudiosos de la literatura 
mexicana y que desde el siglo XIX, María de Estrada tenga un lugar destacado en la breve lista de 
las poetas mexicanas que surgieron en la Nueva España. 
 Considerando que esta Relación ha sido antologada en muy diferentes colecciones y que es más 
o menos conocida entre el público culto, nos hemos propuesto en el presente trabajo demostrar la 
relevancia de la silva de María de Estrada Medinilla, pero dentro del contexto que le corresponde 
por dos circunstancias: el impreso donde fue publicada por primera vez y la importancia literaria 
que tiene en el corpus de las relaciones de fiestaspúblicas, un género frecuente en la época 
colonial. Con propósitos complementarios, hablaremos también de los datos que proporcionan 
los demás textos del impreso, e incluiremos una edición del texto completo de Gutiérrez de 
Medina. Indudablemente esta inclusión permitirá conocer el contexto histórico del poema de 
María de Estrada y su contribución a la poesía del siglo XVII. 
 Y aunque conocemos muy poco de su producción poética, porque no publicó los textos que se 
mencionan en los certámenes donde fue premiada la autora, el poema que transcribimos está 
referido al acontecer cotidiano y nos entrega datos que no carecen de importancia, ya que nos 
permiten vislumbrar, además de algunas de las costumbres de la Colonia, los elementos poéticos 
en boga al mediar el siglo XVII, así como la riqueza cultural del período. 
12 
 
De María de Estrada Medinilla se saben unos cuantos datos, que indudablemente son 
insuficientes para construir su biografía. A través de su poema se infieren elementos que nos 
permiten conocerla un poco más. Se sabe que tuvo una vida muy activa en la participación de los 
certámenes literarios, incluso que ganó algunos. Aunque no se conserva más que una muestra muy 
pequeña. Se conocen los poemas Relación, Fiestas de toros, cañas y alcancías, y A la Inmaculada. Incluso 
ganó varios premios, como el de “una gala de quinientos pesos” a la autora, “mujer muy principal 
de esta Ciudad”.6 De cualquier manera, sería ingenuo pensar que su Relación haya sido escrita con 
el propósito de enterar a su “amiga” sobre la entrada ceremonial del virrey Marqués de Villena. Es 
sólo una convención literaria muy propia del género, un pretexto, porque el verdadero propósito 
es hacer una narración versificada de los acontecimientos, con descripciones muy vivaces y 
observaciones sutiles e inteligentes, en otras palabras, María de Estrada quería escribir un poema y 
entregarlo a la imprenta porque era poeta, y quería halagar al virrey porque era una mujer de la 
corte. Ambas cosas estaban bien vistas y ella seguramente las logró, pero este logro le permitió 
también alcanzar la fama, y esta fama es la que nos convoca en este trabajo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
6 Alfonso Méndez Plancarte. Poetas novohispanos. Primer siglo (1521-1621). Introducción. México: UNAM, 
1942, p. XXXIX. 
 
 
13 
 
 
 
 
Don Diego López de Pacheco (y Braganza), Cabrera y Bobadilla 
Marqués de Villena, Duque de Escalona. 
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/5/55/DiegoLopezPacheco,CabrerayBobadilla.jpg
14 
 
 
 
 
 
Don Juan de Palafox y Mendoza, 
obispo de Puebla de los Ángeles. 
 
15 
 
Capítulo 1. La España de mediados del siglo XVII 
 
Al siglo XVII se le conoce como el siglo de la decadencia de España y en su parte final constituye 
el declive de los Austrias. El príncipe de Asturias, Felipe, Domingo, Víctor de la Cruz y de Todos 
los Santos, conocido como Felipe IV de España, el Rey Planeta o el Grande, comenzó su reinado 
en 1621, a los dieciséis años sin ninguna experiencia en lo que a gobernar se refiere y con una serie 
de problemas en los ámbitos de lo económico, lo político y lo social, aunque en lo cultural se vivía 
la plenitud del Siglo de Oro. El rey nombró como su valido a Gaspar de Zúñiga, conde de 
Olivares y duque de San Lucar la Mayor. Este cargo no era institucional, sin embargo, era una 
“privanza” y significaba que este “ministro” era el verdadero gobernante del mundo hispánico. 
 La ideología profundamente religiosa que poseía España y la certeza de que era la elegida para 
luchar contra la herejía y contribuir a la extensión del catolicismo por todo el planeta seguía 
presente en la mentalidad regia, cuyos antecedentes contaban con la protección de San Millán y 
del apóstol Santiago en las batallas. Pero ahora que España se encontraba en crisis se debía 
patentizar ese apoyo sobrenatural, por lo que en 1622 la lista de santos españoles canonizados fue 
inaudita: santa Teresa de Ávila, san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier, san Felipe Neri y san 
Isidro Labrador, bajo el papado de Gregorio XV. 
 El rey Felipe IV cometió un grave error, concentró todo el poder en el conde-duque de 
Olivares y éste se valió del nepotismo y todos los recursos para consolidarse e infundir temor y a 
la vez respeto, sin que el monarca objetara nada. 
 En la política interna puso en práctica el plan propuesto por el Consejo de Indias que se 
basaba en la organización de juntas y en los órganos representativos del reino para la eficacia de 
la acción del gobierno. Durante su mandato se instrumentaron una serie de juntas específicas: 
armada, minas, sal, población, etc. La más importante fue la Junta Grande de Reformación que 
16 
 
emitió medidas económicas: imponer un régimen de austeridad en el gasto público; decretar leyes 
para combatir el lujo y la ostentación. 
 Otro proyecto que le acarreó problemas internos fue el de la Unión de Armas, que sugería la 
formación de un gran ejército sufragado por los distintos reinos, de acuerdo con una cuota en 
función de los recursos económicos y humanos. Para esto el conde-duque de Olivares convocó a 
las Cortes de Aragón, Valencia y Cataluña con el fin de formalizar un acuerdo, sin embargo, esta 
última se negó. Se vivía una crisis agraria ya que escaseaban los alimentos, debido a un campo 
empobrecido por una agricultura atrasada, lo que provocó el surgimiento del bandolerismo en el 
campo y la delincuencia en la ciudad. Castilla, Andalucía, Murcia, Valencia fueron las ciudades 
más dañadas por este fenómeno pero es en Cataluña donde prevalece a lo largo del siglo XVII. 
 En 1640 aconteció la rebelión de Cataluña a la que seguirían otros movimientos secesionistas 
dentro y fuera de España, que tambalearon el sistema institucional de la Monarquía española. En 
1641 Cataluña se declaró república independiente. Al año siguiente España pierde el Rosellón y el 
ejército es derrotado en Lérida. Estos dos hechos produjeron la dimisión del conde-duque de 
Olivares en 1643, quien exiliado y sumido en una profunda tristeza muere meses más tarde. 
 La crisis se agudizó con las sublevaciones populares de Aragón, Portugal, Andalucía y el sur de 
Italia. En Portugal la idea de independencia se reforzó con la crisis financiera por la protección del 
conde-duque a los banqueros portugueses conversos y el descontento por la incapacidad del 
Imperio para defender de los holandeses las posesiones portuguesas del otro lado del mar. 
 Portugal siempre fue una zona de conflicto; desde el siglo XVI era gobernado por virreyes y en 
1634, se nombró como virreina a la Princesa Margarita de Saboya prima de Felipe IV. Esto creó 
un resentimiento entre los portugueses y surgieron grupos que estaban a favor de la Corona y 
otros que querían la independencia. El levantamiento de Lisboa el 1º diciembre de 1640, dio 
principio con el asalto al palacio y la destitución de la virreina Margarita de Saboya, quien era la 
17 
 
regente, y la muerte del secretario de Estado, Miguel de Vasconcelos, además de otros miembros 
del gobierno. Ella quiso calmar la revuelta pero no lo consiguió, sólo logró que le permitieran 
regresar a España. 
 El 15 de diciembre fue coronado el duque de Braganza con el nombre de Juan IV de Portugal 
cuyo reinado duró hasta 1656. Recibió el apoyo de la nobleza y el clero, además del cardenal 
Richelieu quien le dio la espalda a España; entonces Portugal se alía con Francia. Andalucía 
también intentó el movimiento separatista, encabezado por Gaspar Pérez de Guzmán y Sandoval, 
IX duque de Medina Sidonia, cuñado del nuevo rey de Portugal. 
 El monarca lusitano luchó contra algunas conspiraciones a favor de España. Durante su 
reinado los portugueses expulsaron a los holandeses de África para proteger sus intereses en el 
continente. En 1662 Catalina de Braganzase casó con Carlos II de Inglaterra; de esta manera 
Portugal obtuvo el apoyo inglés a favor de la independencia. 
 Con las problemáticas internas y la falta de unidad política, Felipe IV de España no logró 
conquistar Portugal y el 18 de febrero de 1668 con el tratado de Lisboa, España bajo el reinado de 
Carlos II, reconoció la independencia de Portugal con la nueva dinastía de los Braganza. Es 
importante mencionar que el duque de Braganza era primo del marqués de Villena y duque de 
Escalona, don Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla, lo que fue motivo suficiente para 
destituirlo del cargo de virrey por la crisis que se vivía en la Península. 
 Las consecuencias atravesaron el océano y alertaron a las instituciones de la Nueva España, 
debido a que se sospechaba que don Diego favorecía a los portugueses e hiciera lo mismo que su 
primo en tierras americanas. 
 
 
 
18 
 
1.1. La Nueva España antes de la llegada del marqués de Villena 
 
En 1640 gobernaba la Nueva España don Lope Díez de Aux y Armendáriz, marqués de 
Cadereyta, quien fue el primer criollo que llegó a desempeñar el papel de virrey. Nació en Quito, 
entonces capital del virreinato de Nuevo Toledo (Perú). Fue marino destacado, él se encargaba de 
custodiar las flotas que llevaban mercancías de la Nueva España a la Península. 
 El primer problema que enfrentó fue con los criollos, quienes pensaban que iban a tener más 
privilegios, ya que él era uno de ellos, sin embargo, el marqués de Cadereyta, aunque criollo no 
hizo nada para favorecerlos, ya que al nombrar los cargos gubernamentales, éstos siguieron en 
manos de peninsulares. 
 En esa época, la Ciudad de México tenía un grave problema de desagüe, pues, padecía de 
inundaciones prolongadas. Además en 1637 un temblor destruyó una parte del desagüe, 
agravando la situación, y una vez que llegó a la Nueva España, el marqués dio prioridad a esta 
necesidad para solucionarla. 
 Otro obstáculo que debían enfrentar los virreyes, era la Iglesia, pues los obispos usualmente se 
entrometían en las decisiones virreinales y en la práctica se oponían a la autoridad del virrey; sin 
embargo, Francisco Verdugo, designado como obispo en ese momento, murió antes de tomar el 
cargo y éste quedó vacante varios años, por lo que el marqués no tuvo dificultades en ese aspecto.. 
 Cuando que llegó a la Nueva España el marqués de Cadereyta en 1635, España se encontraba 
en guerra con Francia, la guerra de los Treinta años, por lo que llegó la orden de confiscar y 
vender todos los bienes que los franceses tuvieran en la Nueva España. Además, por cédula real 
de Felipe IV, se ordenó la venta de juros, es decir, préstamos forzosos a la Corona por parte de los 
particulares para subsanar la economía deficitaria provocada por la mala administración de 
19 
 
conde-duque de Olivares. Al marqués de Cadereyta le tocó ser el primer virrey en aplicar esta 
medida en la Nueva España. 
Además la Nueva España enfrentaba el constante ataque de piratas y corsarios, sobre todo 
ingleses y holandeses, quienes habían saqueado en 1633 el puerto de Trujillo en Honduras y al año 
siguiente tomaron Curazao, por lo que el marqués de Cadereyta, marino con años experiencia, se 
ocupó de formar la Armada de Barlovento; esta flota se componía de barcos ligeros y armados 
cuya función era el patrullaje constante en las costas del golfo para dar seguridad a la población y 
al comercio. 
 Una nueva cédula real ordenó la abolición de la esclavitud, pero sólo para los indígenas, lo que 
obligaba a los negros a escaparse y ocultarse en Veracruz porque no estaban incluidos en dicha 
orden. Por el norte también había disturbios. Por tal motivo se construyó una cárcel para proteger 
a la población de los indios apaches y comanches. Con el tiempo, en este lugar se fundó una villa 
con el título nobiliario del marqués de Cadereyta. 
 Por su parte la economía se encontraba en recesión por el desabasto de mercurio indispensable 
para la amalgama de la plata, ya que era constantemente interrumpida; y además los indígenas se 
seguían muriendo por una de las tantas epidemias del cocoliztli7. 
 El marqués de Cadereyta fue removido de su cargo sin ninguna razón aparente, sin embargo, 
don Juan de Palafox fue enviado a la Nueva España con el encargo de visitador de la Real 
Audiencia y una vez que llegó, le abrió juicio de residencia.8 
 
7 Palabra náhuatl que en español significa “mal de granos”, era una enfermedad letal que provocaba 
fiebre muy alta, dolor de cabeza, dolor de abdomen, sed, vértigo, ictericia y vómito, los enfermos se 
ponían amarillos, sufrían alucinaciones y les salían úlceras por todo el cuerpo que les hacían sangrar. 
No se sabe exactamente que enfermedad era ya que en la actualidad no tiene comparación, aunque 
tenía síntomas de diferentes enfermedades como la fiebre amarilla, la gripe hemorrágica y el 
paludismo. Jiménez Clavero, Miguel A. “Huey cocoliztli: ¿Una enfermedad emergente del pasado?”. 
Mid+d. Un lugar para la ciencia y la tecnología. (Abr. 2012). Online. 15 sept. 2012. 
20 
 
Capítulo 2. La destitución del marqués de Villena 
 
El 9 de junio de 1642 a la media noche, el obispo de Puebla, Juan de Palafox, junto con la Real 
Audiencia, se presentaron en el palacio virreinal donde éste hizo leer una real cédula en la que se 
le nombraba virrey y destituía a don Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla, marqués de 
Villena y duque de Escalona, del cargo y lo obligaba a regresar de inmediato a España para rendir 
cuentas sobre su “inquietud independentista”. También estuvieron presentes como testigos un 
colaborador del obispo de apellido Vergara y el mariscal de Castilla, don Tristán de Luna y 
Arellano. El oidor, Andrés Prado de Lagos, le notificó al virrey su cese y destierro. 
 El duque aún estaba en su lecho, durmiendo con el sueño tranquilo del que no teme ni 
sospecha nada. Entonces, el oidor don Andrés Pardo de Lagos, los alcaldes, don Juan de 
Xordexuelas y don Pedro de Orós, el fiscal, don Pedro Melian y el secretario de Cámara, don 
Diego de Rivera le mandaron despertar.9 El virrey no opuso resistencia. En la confusión, entregó 
al obispo sus papeles personales y oficiales así como las llaves y otros objetos propios. Lo 
arrestaron y se lo llevaron preso al convento de Churubusco. Todos sus bienes fueron 
confiscados y subastados. 
 Los motivos por los que el obispo Juan de Palafox destituyó al marqués de Villena fueron 
intrascendentes, pero en su momento causaron mucho nerviosismo a la Corona debido a lo que 
sucedía en la Península con Portugal. Primero, el marqués de Villena puso como custodio del 
puerto de San Juan de Ulúa a un portugués; segundo, el virrey presenció una prueba de dos 
caballos; uno, regalo de un señor de apellido Castilla y el otro, de un señor de apellido Portugal; 
hechas las pruebas el marqués escogió al segundo; y tercero, se le acusó de que el navío precursor 
 
8 El juicio de residencia consistía en la evaluación del desempeño de los funcionarios como el virrey, la 
Audiencia, los jueces, etc., una vez que dejaban el cargo. Mientras se realizaba el juicio debían 
permanecer en el lugar donde prestaron sus servicios. 
9 Solange Alberro. Inquisición y sociedad en México 1571-1700. México: FCE, 1988, p. 560. 
21 
 
de la flota en que llegó el virrey, había tocado costas portuguesas, sin informar que se debió al mal 
tiempo. 
 Estos tres hechos fueron relevantes para la destitución del virrey porque la Corona especuló 
que el marqués de Villena tenía inclinación hacia Portugal, debido a que el duque de Braganza, 
quien se proclamó como Juan IV de Portugal, era su primo y él podía hacerlo mismo en la Nueva 
España. 
 Es importante mencionar la relevancia de don Juan de Palafox y Mendoza en el desarrollo de 
esta etapa histórica. Él llegó en la misma flota que el marqués y ni uno ni otro se imaginaron el 
viraje que darían sus vidas una vez que pisaron suelo novohispano. Al igual que en España, en 
América había una profunda problemática en todos los ámbitos. En lo social, una fuerte rivalidad 
entre las dos minorías blancas; peninsulares y criollos se disputaban los más altos puestos en la; 
mientras que los mestizos y negros padecían la explotación con salarios muy bajos. 
 La situación de la Iglesia no era mejor, las diferentes órdenes religiosas que llegaron a 
evangelizar y gozaban de diversos privilegios y exenciones, lo que provocaba constantes roces con 
los obispos y virreyes. No se debe olvidar que Juan de Palafox gozaba del apoyo del conde-duque 
de Olivares y que en Europa ya había ocupado diferentes puestos políticos importantes. Con su 
llegada a América acumuló diferentes cargos simultáneamente y como nadie antes, obtuvo un 
inmenso poder y numerosas enemistades en lo político y en lo religioso. 
 Cuando llegó a América, ya tenía las directrices sobre las reformas que necesitaba el virreinato 
para soportar la decadencia de la Corona y ayudar a sostener el predomino del reino en Europa y 
el resto del mundo. Desde luego esto no le sería fácil dadas las diferencias entre España y 
América. 
 Al poco tiempo de haber llegado y ante la ola de descontento que provocaron sus diversas 
disposiciones, con las que muchos se sintieron afectados al romperse el status quo, no faltó el 
22 
 
ingenio poético para atacarlo mediante sátiras en las que se burlaban por su “doble vida”, en lo 
político y en lo religioso. Un ejemplo a manera de carta al rey, es el siguiente: 
 
Señor, vuestra magestad 
Guarde aquesta Monarquía 
Que le amenaza algún día. 
Reina en ella la maldad, 
Encubriendo la verdad, 
A vestro piados oído. 
Torciendo siempre el sentido 
A los reales mandatos, 
Úsanse mil desacatos; 
Sin justicia el ofendido. 
 
 
 Con la destitución del marqués de Villena, que fue el más grave problema político que 
enfrentó, las plumas no dejaron de escribir y cada vez era más el blanco de constantes críticas. La 
siguiente es una copla sobre lo ocurrido, acusando a Palafox y a los que intervinieron: 
 
¿Quién contra el duque firmara?. . . Vergara 
¿Quién aseguró congojas? . . . Rojas 
¿Cuál por letrado se enlaza?. . . Maza 
¿Qué bien empleada tenaza 
En los dientes de los tres 
Vergara, Rojas, y Maza? 
Pues juran contra el marqués 
Palafox, mirad por vos, 
Porque el Reino a boca llena 
Dice: el leal es Villena 
Y al borde Ariza es traidor. 
 
 Dos años antes de estos hechos en 1640, el rey Felipe IV había nombrado virrey de la Nueva 
España al marqués de Villena. Desde este momento se realizaron muchas actividades festivas, 
comenzaron en Escalona y terminaron en la Ciudad de México. Debido a que realizaría un viaje 
muy largo y peligroso por el mar, lo primero que hizo el marqués fue hacer su testamento, así 
aseguraba el destino de sus posesiones. 
23 
 
Salió de Escalona hacia Fuensalida el 10 de marzo con su familia y tres frailes franciscanos que 
siempre le acompañaban. Llevó consigo provisiones en cien acémilas10, así como ocho coches de 
cámara y dos literas. En Toledo, el marqués ordenó no detenerse; sin embargo, los cabildos 
demostraron tanto afecto al marqués que cerraron las puertas de la ciudad y le hicieron un gran 
recibimiento al que correspondió con enorme gratitud. Siguió por Mora, Consuegra, Membrilla, 
Villaharta, Venta de San Andrés, Andújar, Venta de Carpio, Córdoba, Écija, Fuentes, Carmona, 
Utrera, Lebrija, hasta que llegó al puerto de Santa María en Cádiz, de donde zarparía para la 
Nueva España. 
 Todos los lugares por donde pasaron el marqués y su comitiva, le brindaron corridas de toros, 
juegos de cañas, misas, abundantes banquetes como despedida y buenos deseos para que llegara 
con bien a su destino. 
 En el puerto hubo un gran festejo para despedirlo, estuvieron los duques de Medina y de 
Maqueda y se encontró con el recién nombrado obispo de Puebla de los Ángeles, don Juan de 
Palafox y Mendoza, que además del obispado traía consigo el cargo de visitador general; es decir, 
la supervisión de la Audiencia, de los tribunales, de la Universidad y demás instituciones; además 
de los obispos de Yucatán y de Nueva Vizcaya quienes serían sus compañeros de viaje. 
 El 8 de abril, Domingo de Pascua, debía zarpar la flota del marqués, pero se soltó una 
tempestad que lo impidió, entonces el marqués convocó a una junta con los pilotos y capitanes 
quienes decidieron salir hasta el día veinte del mismo mes, una vez que hubiera pasado el peligro, 
porque la fuerza del viento había roto los cables de las naves. 
 El 21 de abril, a las seis de la mañana, una vez revisadas todas las naves y las provisiones, el 
marqués dio la orden a los capitanes de la flota para que avisaran a toda su gente que se confesara, 
comulgara y cumpliera con la Iglesia; él hizo lo propio en su nave y, después de los servicios 
 
10 Mula de carga. 
24 
 
religiosos, la flota zarpó hacia la Nueva España con la Capitana -así se llamaba la nao del marqués-, 
a la cabeza. 
 El viaje duró aproximadamente dos meses; el 24 de junio, a las ocho de la mañana, los 
marineros gritaron “¡tierra, tierra!”, con júbilo por haber llegado bien. Avistaron el volcán de 
Orizaba y el Cofre de Perote y a las tres de la tarde llegaron al fuerte de San Juan de Ulúa. La flota 
fue reconocida y recibida con disparos de artillería; y debido a que salieron de Cádiz el día de 
pascua y llegaron el día de san Juan, un pasajero hizo esta redondilla: 
 
Los pasajeros os dan 
parabién de haber llegado, 
porque vos les habéis dado 
buena Pascua y buen san Juan. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
25 
 
2.1. Arco triunfal11 del marques de Villena 
 
En 1640 el rey Felipe IV de España designó virrey de la Nueva España a don Diego López 
Pacheco, Cabrera y Bobadilla, marqués de Villena, duque de Escalona y Grande de España. 
Ocupó el decimoséptimo lugar en la lista virreinal. Una vez que la noticia de la designación se 
supo en la Nueva España, comenzó la organización de los preparativos para la magna fiesta de 
recepción que se acostumbraba. Como dice María Dolores Bravo: “La fiesta se convirtió, así, en 
un ritual compartido entre los detentadores del poder y la colectividad para la preservación de un 
orden que dio sentido a la realidad inmediata del individuo y lo incorporó a un sistema de valores 
que sustentaron al Estado absolutista hispánico” 12. 
 Los cabildos civil y eclesiástico, la Universidad y otras instituciones, convocaban a los 
certámenes poéticos en el marco de un gran arco triunfal para dar la bienvenida a tan ilustre 
personaje. 
 El protocolo de recibimiento del virrey contenía varios puntos para agradarlo y homenajearlo 
junto con su familia y el séquito que lo acompañaba desde España. Participaban la Corte, el 
Ayuntamiento, la Iglesia, la Universidad, los gremios, las cofradías y el pueblo. Desde que llegaba 
a Veracruz se organizaban ceremonias religiosas, el hospedaje, la comida, la seguridad, el 
transporte, los desfiles, la ceremonia de cambio de bastón de mando. Uno de los elementos para 
 
11 Alfonso Méndez Plancarte cita la relevancia poética de los Arcos [...] Llegadas de Virreyes o 
Prelados, a más de “Relaciones” […] inspiran muchos Arcos Triunfales, con estatuas y lienzos de 
frecuente alegoría mitológica, descifrada en rimas epigráficas y en la “loa” que se declamaba Ante el 
mismo Arco. . . género, como todos, muy desigual según el autor, pero no fatalmente insincero y hueco 
por ocasional, y en queson paradigmas no sólo el “Neptuno” de Sor Juana y el indianista “Teatro de 
Virtudes” de Sigüenza –erigidos por la Catedral y la Ciudad, respectivamente, a los Condes de 
Paredes--, mas también alguna obra superior y verdaderamente maestra, como el “Géminis” del P. 
Castilla, en Puebla, a los mismos Marqueses de la Laguna [...] Alfonso Méndez Placarte. Poetas 
Novohispanos. Segundo siglo (1621-1721). Prólogo. México, UNAM, 1944, p. XL. 
12 María Dolores Blanco. Historia de la vida cotidiana en México. La ciudad barroca. Vol. II. México: FCE. 
2005. p. 435. 
26 
 
celebrar la llegada del virrey era la erección de un arco triunfal alegórico que intentaba asemejarse 
a los arcos con que se celebraban los triunfos de los grandes generales romanos. 
 En la antigua Roma, los arcos triunfales se erigían para conmemorar una victoria bélica y 
saludar a los ejércitos triunfantes que llegaban a la ciudad. Para que un general romano fuera 
digno de tener un arco y convertirse en héroe, debía cumplir por lo menos tres requisitos: ganar la 
guerra, matar al menos cincuenta mil enemigos y ampliar los confines del estado romano. Esta 
distinción sólo la otorgaba el Senado. 
 En el Renacimiento, hubo un gran interés por las culturas clásicas y se retomó la costumbre de 
erigir arcos del triunfo. Reyes y emperadores de Europa imitaron la tradición romana. De España 
esta práctica pasó a la Nueva España, aunque con diferente matiz, pues se erigían para halagar a 
los virreyes o ministros del clero. Se fabricaban con materiales efímeros como madera, cartón; 
inclusive flores, frutas y vegetales. Se decoraban con pinturas y esculturas de alegorías mitológicas 
grecorromanas, por lo que se contrataba a los gremios de pintores y escultores. 
 El leit motiv del arco en todas las manifestaciones plásticas y poéticas era alguno de los 
atributos del personaje a quien se dedicaba el arco, ya fuera el virrey o el jerarca religioso. La 
erección del arco triunfal era un momento de identidad para la sociedad novohispana; los 
preparativos para el recibimiento del virrey, implicaban muchos días de ardua labor en todos los 
estratos sociales. 
 Otro elemento fundamental era la poesía; se convocaban certámenes poéticos para la 
decoración del arco. Participaban como patrocinadores la Universidad, el Cabildo, el clero, la 
nobleza y los gremios. De acuerdo con las crónicas de la época, la participación de los poetas era 
numerosa y había gran producción en cada una de las convocatorias.13 Queda un vasto legado de 
 
13 Irving A. Leonard comenta respecto a la producción poética del siglo XII: “[…] De gran moda en el 
mundo hispánico del siglo XVII estuvo el escribir versos, hecho éste al que claramente prestó apoyo la 
evidente afición a los torneos poéticos. Una capacidad artística de esta índole algunas veces abría las 
27 
 
las diversas formas poéticas que se utilizaban en el momento como el soneto, la loa, la lira, el 
romance, la décima, la octava y la oda. 
 Los arcos triunfales tuvieron como rasgo característico la combinación de la pintura-
arquitectura y de la poesía-prosa; la conjugación de la literatura y las artes plásticas, contribuyó a 
crear un arte híbrido de enorme complejidad. Se erigían para recibir a personajes importantes 
como si se tratase de un general triunfador. Se encomendaban a los diferentes gremios de poetas, 
pintores y escultores; el propósito era exaltar al personaje, solicitar su benevolencia y señalar 
problemas existentes; así como presentar al pueblo de manera artística la biografía, los atributos 
personales y familiares del personaje a quien se dedicaba. La función que cumplía el arco era la de 
un gigantesco tratado político, visible, aunque no inteligible a todo el mundo, en el que se 
plasmaban uno tras otro los principios institucionales que regían la política de la Nueva España.14 
 El arco triunfal dedicado a don Diego López de Pacheco, Cabrera y Bobadilla, marqués de 
Villena, duque de Escalona, asumió como asunto mitológico a Mercurio, mensajero de los dioses, 
dios de la paz, de la prudencia y de la vigilancia, pues era el mensajero de la Augusta Majestad de 
Felipe IV de España, comparado con la persona del dios romano Júpiter, padre de los dioses y de 
los hombres. El virrey es la imagen o reflejo de una realidad superior e invisible: el monarca.15 
 Una vez que el virrey llegaba a la Nueva España, sumaba a sus títulos, los de gobernador y 
capitán general; el de “príncipe” se le adjudicaba por ser el principal de los estratos sociales, no 
por ser nobiliario; todo lo que se le dedicaba al momento de su llegada, en las letras y las artes, lo 
ensalzaba de manera tal que lo consideraban un ser sobrenatural, lo convertían en semidiós; la 
 
puertas a la prosperidad, y el criollo hispanoamericano, al que se le negaron los puestos más altos del 
gobierno en su propia tierra, se esforzó afanosamente por obtener la distinción literaria como posible 
medio para abrir una brecha en las barreras a su progreso[...]”, Irving A. Leonard. La época barroca en el 
México colonial. México, FCE, 2004, p. 213. 
14 Alejandro Cañeque. “Espejo de virreyes: El arco triunfal del siglo XVII como manual efímero del 
buen gobernante”. Reflexión y espectáculo en la América Virreinal. Edit. José Pascual Buxó. México: 
UNAM, 2007. p. 200. 
15 Cañeque, ídem. 
28 
 
exageración en el trato hacía de él un ser perfecto. Era el convencionalismo de la ideología 
colonial. 
 El virrey estrechaba la relación entre el rey y los reinos del otro lado del mar, lo que se 
consideraba una división de la Corte. El virrey tomaba un papel relevante, porque él mantenía la 
unidad entre el reino más importante del orbe y sus posesiones en América. 
 El duque de Escalona entró en la Ciudad de México el día 28 de agosto de 1640, festividad de 
San Agustín, a las tres de la tarde: 
 
[El] día de San Agustín, a las tres de la tarde, prevenida la familia con traje de gala y de 
camino, las calles, azoteas y ventanas, con tanto concurso, que ni se podía andar por ellas, ni 
entrar en las casas sin temor que se hundiesen, con muchos tablados con festines e 
invenciones de indios, que explicaban su contento con disfraces alegres, ya que con su 
algarabía, no lo podían dar a entender, y tantas eran las bandadas de mujeres como de los 
hombres dando todos confusamente gritos y palmadas de contento […] 16 
 
 El arco contenía las siguientes medidas: de fachada, noventa pies geométricos,17 de alto; setenta 
y medio de lado y siete y medio de ancho. Se dividía en tres cuerpos decorados con los diferentes 
elementos de la arquitectura clásica, el primero de estilo dórico, el segundo de estilo jónico y el 
tercero de estilo compuesto. De acuerdo con las crónicas18 de la época, el arco se colocó en la 
calle de Santo Domingo, cerca de la Catedral Metropolitana. 
 En el frontispicio del primer cuerpo, en una tarja, es decir, en un marco rectangular, de la 
misma manera que los romanos ponían inscripciones en sus arcos, se incluyó la siguiente 
dedicatoria en latín al marqués de Villena: 
EXCELLENTISSIMO PRINCIPI D. D. DIDACO LOPIO PACHIECO: 
VILLENAE, ET MOIAE MARCHIONI ESCALONAE DVCI: 
SANCTI STEPHANI COMITI. 
REGIAE MAIESTATIS AMPLIFICATORI MAXIMO, TRIGRANDI HEROI, 
SERVATORI OPTIMO, PATRI INDVLGENTISSIMO, 
 
16 Christobal Gutiérrez de Medina. Viaje feliz por tierra de Nueva España, y recibimientos que este reino hizo 
al excelentísimo señor, marqués de Villena, mi señor, como a su virrey y capitán general. Parte tercera. 1640. 
17 Antigua medida de longitud, equivalente a 90 cm. 
18 Ídem. 
29 
 
RELIGIONE, PIETATE, IVSTITIACLARISSIMO, 
MAGNANIMITATE, INTEGRITATE, SAPIENTIA CELEBERRIMO, 
AD AVITAM, 
PACIECHORUM GLORIAM, BERGANTIAE CLARITATEM, 
HISPANAE MONARCHIAE MAIESTATEM, ACCIDVI ORBIS FELICITATEM 
MEXICANI IMPERII DECVS TVENDVM, 
 
MERCVRIO DESTINATO SVO 
 
TVTELARI GENIO, CVSTODI VIGILI, SVBVENTORI OPPORTVNO, 
PROREGI SVO, VT OPTATISSIMO, FRVGALISSIMO, 
SALVTEM, FAVSTITATEM, ET CVNCTA FELICIA, 
VT NOBILISSIMA, FIDELISSIMA SVA 
MEXICVS DEPRECATVR, 
TRIVMPHALEMQVE HVNC FORNICEM OBSEQVII PIGNVS, 
INGRESSVI EIVS FAVTISSIMO, 
S. D. C. 
 
 Lo que se escribió en la tarja es lo siguiente: los títulos que poseía, marqués de Villena y de 
Moya, duque de Escalona, conde de Santisteban; también los linajes a los que pertenecía: López, 
Pacheco, Braganza; después se ensalzan las características que le atribuían: excelentísimo, padre, 
indulgente, tres veces grande (por los títulos que poseía), salvador, vigilante, etc. Le rinden honor 
por representar al dios Mercurio. Por último le ofrecen el arco triunfal a nombre de la “muy noble 
y muy leal Ciudad de México”, por su llegada. 
 Homologado el duque de Escalona al dios Mercurio, los poetas novohispanos hicieron 
malabares para conseguir las explicaciones poéticas que dieran cuenta de la homología. Una 
prueba de ello es el siguiente soneto: 
 
Llegó de Dios el mensajero alado, 
el Dios más vigilante, el más prudente, 
el cariñoso halago de la gente, 
que de amor en cadenas ha enredado 
 
Llegó de todo Egipto el deseado, 
de toda buena disciplina fuente; 
el Dios de la concordia el elocuente; 
la nobleza llegó; llegó el agrado 
30 
 
 
 
Llegó la dirección del peregrino, 
que con alas, veloz, orló sus sienes, 
genio de amparo, para el buen destino. 
 
¿A más alto concepto te previenes? 
Ya me declaro más. Mercurio vino, 
y en tu Pacheco, México le tienes. 
 
 Los arcos triunfales se levantaban en las ciudades por donde pasaba el virrey. Los que se 
mencionan en la crónica son tres: en Veracruz le hicieron uno con flores, frutas y vegetales, uno 
más en la ciudad de Puebla y el que se consideraba el principal, el de la Ciudad de México, ya que 
aquí era donde se concentraban los poderes civil y eclesiástico. 
 Cuando el virrey llegaba a la Ciudad de México ya poseía el bastón de mando y el cambio de 
poderes se realizaba en Otumba, lugar donde Hernán Cortés organizó su ejército después del 
episodio de la Noche Triste. 
 La sociedad novohispana era muy festiva, sus días de asueto eran demasiados porque la vida 
cotidiana se vinculaba a la fe, es decir, había muchas celebraciones religiosas de la liturgia católica 
que obligaban a la suspensión de labores. De las más importantes: Corpus Christi, san Hipólito, la 
Asunción de Nuestra Señora, san Felipe de Jesús, la Virgen de los Remedios, la Anunciación, la 
Inmaculada Concepción, Conmemoración de los difuntos, san Agustín, la Virgen de Guadalupe, 
san José, la Conversión de san Pablo, la Concepción de Nuestra Señora, la Santa Cruz, la Pascua 
de Navidad, el martes de Carnestolendas, el miércoles de Ceniza, la beatificación o canonización 
de los santos, la llegada de reliquias, etc. Desde luego también existían innumerables cofradías que 
presidían cada ocasión. Aunado a estas festividades también estaban las de carácter civil, como la 
entronización de un rey, el nacimiento de un príncipe, la llegada de un nuevo virrey, el onomástico 
del virrey o la virreina, el Paseo del Pendón. 
31 
 
La fiesta de recibimiento del virrey Diego López Pacheco fue apoteótica, la sociedad novohispana 
se volcó a las calles para darle la bienvenida. Toda la parafernalia festiva se preparó con antelación 
porque implicaba muchas actividades; se erigía el arco triunfal, la ciudad se adornó con pendones 
de colores; los balcones de las casas señoriales y los edificios administrativos se decoraron con 
abundantes flores. La carroza del virrey se engalanó con gran lujo, los caballos se enjaezaron con 
cintas entorchadas y se les pusieron bozales de oro o plata. Además se preparó un caballo para el 
virrey porque una parte del recorrido lo hacía en la carroza y la otra, montado en el animal para 
que fuera visto y saludado por toda la gente. 
 Se limpiaban las calles por donde pasaría el recién llegado y si el presupuesto lo permitía, 
algunas se empedraban para facilitar el paso; se organizaba un gran desfile que comenzaba con los 
músicos. Participaban los miembros la Universidad portando sus respectivas insignias, la 
Audiencia, el factor y los funcionarios principales que hacían la jura de fidelidad, en fin, todos los 
estratos sociales de la ciudad eran partícipes de una de las fiestas más fastuosas que se realizaban 
en la Nueva España. El derroche de lujo y exquisitez eran característica fundamental de esta fiesta. 
 Después del desfile era imprescindible la celebración religiosa a la que se le denominaba Te 
Deum, oficiada por la alta jerarquía eclesial para agradar a quien se consideraba tan importante 
como el monarca de la Península, ya que era su representante. La ceremonia se celebraba en la 
Catedral de México, máximo recinto religioso de la Nueva España, asiento del obispado de 
México revestida de una solemnidad extraordinaria. La música, por supuesto, no podía faltar, se 
entonaba el himno Te Deum laudamus (A ti Dios, te alabamos), de ahí el nombre de la ceremonia. 
Era una celebración de acción de gracias por haber llegado con bien después de la travesía de 
muchas leguas por mar y tierra. 
 Después, el banquete de bienvenida era en el palacio virreinal que también se caracterizaba por 
la abundancia de comida y bebida. El virrey se retiraba a descansar para más tarde continuar con 
32 
 
la fiesta. Se organizaban corridas de toros, juego de cañas19 y alcancías20, mascaradas, obras de 
teatro y fuegos pirotécnicos. 
 La fiesta duraba varios días ya que se pretendía agradar al virrey que en este caso tomó 
relevancia porque era un Grande de España y estaba emparentado directamente con el rey. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
19 Se denominaba así al juego de caballería que consistía en derribar al oponente con la lanza, sólo que 
se utilizaban cañas para no dañarse. 
20 Este juego también es de caballería y destreza. La alcancía era una bola de barro con pólvora que se 
prendía y arrojaba al oponente con el fin de asustar al caballo para que lo derribara. 
33 
 
Capítulo 3. Los certámenes poéticos 
 
En el siglo XVII, la actividad poética se sustentó en las academias o tertulias literarias y en la 
realización de certámenes poéticos que se organizaban para festejar acontecimientos de índole 
civil como el nacimiento de algún príncipe, la entronización del rey, la llegada de un virrey; y 
religiosa como la beatificación o canonización de santos, la llegada de reliquias, la dedicación de 
algún templo. También se hacían certámenes cuando ocurría algún evento triste como la 
defunción de algún gran personaje. El certamen se convocaba mediante carteles públicos en los 
que se fijaban las bases, el asunto, el tema, el género, las condiciones que debían reunir (rimas 
especiales, algún verso prefijado, un acróstico, etc.), así como la entrega de los trabajos.21 
 El jurado estaba compuesto por un juez, un fiscal y un secretario. La ceremonia de premiación 
era solemne, se leían todos los poemas participantes y el secretario daba respuesta a los ganadores 
mediante epigramas graciosos (“vejámenes”)22 y la entrega de los premios. Aunque se vivía el Siglo 
de Oro en lo cultural, en la poesía los paradigmas eran Luis de Góngora y Francisco de Quevedo 
por su excelencia poética, en la Nueva España no existía tanto rigor al enjuiciar las composiciones, 
lo que prevalecía era el ingenio y la agudeza de los poetas. 
 Ser ganador de un certamen era muy importante para los participantes porque les daba una 
distincióndentro de la sociedad, ya que aparte de ser premiado, el reconocimiento se alimentaba 
de la adulación constante. 
 
21 Irving Leonard cita la relevancia de los certámenes poéticos y de los participantes: “[. . .] Bernardo 
de Balbuena recordaba con orgullo que, en su certamen poético que tuvo lugar en la Ciudad de México 
en 1585, había ganado un premio entre trescientos concursantes. Esta ocasión era la celebración del 
Corpus Christi, y se otorgó el laurel al joven “en presencia de siete obispos allí congregados para 
celebrar un Concilio eclesiástico”. Y después, durante el mismo año, el mismo Balbuena tuvo igual 
éxito en un certamen organizado para festejar la llegada de un nuevo virrey [. . .]” op. cit., p. 195. 
22 Composición poética de índole burlesca que con motivo de la premiación de los certámenes poéticos, 
se pronunciaban contra los participantes. 
34 
 
Una vez que el secretario recibía todos los poemas, el jurado se reunía en casa del mayordomo –el 
patrocinador de los festejos- para seleccionar los trabajos ganadores; desde luego, era un trabajo 
arduo porque había mucha participación y la lectura de tantos versos demoraba algunos días. 
Después de deliberar y acordar quiénes serían los ganadores, los jueces terminaban y el 
mayordomo les daba una gratificación por el esfuerzo realizado. 
 Los premios consistían en cintillos de diamantes (joyas de fantasía), cajas de polvos de plata 
repujada, paños de Cambray con puntas de Flandes23, pomas24 esmaltadas de perlas, rosarios de 
coyole (coyol)25 y filigrana, tumbagas de oro, o bien ricos misales y hasta unas medias o unos 
guantes de ámbar.26 
 El secretario se encargaba de dar a la prensa los poemas ganadores, aunque muy pocos se 
publicaron. Se conoce el interés que tenían los certámenes, ya que desde el siglo XVI hay 
registros de la gran participación que tuvieron. Los certámenes poéticos fueron los semilleros de 
la producción poética en la Nueva España del siglo XVII, pues independientemente de lo que 
marcaban las convocatorias, Irving A. Leonard comenta: “[…] los jueces iban tomando este oleaje 
de metros forzados, de sintaxis complicadas y desconcertantes concepciones entretejidas en una 
vasta colección de romances, glosas, décimas, quintillas, sextetos, sonetos, octavas, sáficos, 
canciones, epigramas y anagramas, tanto en latín como en español”27. 
 
 
 
 
23 Encajes finos. 
24 Recipiente en el que se quemaban esencias para perfumar el ambiente. 
25 Hueso del fruto de una palmera muy duro de color negro y se utiliza para hacer dijes, botones, 
sortijas y cuentas de rosarios. 
26 Méndez. Op. cit. p. XLVI. 
27 Leonard Op. cit. p. 205. 
35 
 
3.1. La Relación en la época novohispana 
 
Desde el siglo XVI se utilizaba la relación para informar de un hecho en forma cronológica, es 
decir, era un relato que con la llegada de los españoles a América fue el recurso que prevaleció 
para informar a la Corona sobre lo que sucedía del otro lado del mar. Como ejemplos se 
encuentran las Cartas de Relación de Hernán Cortés; Relación de las cosas de Yucatán de Diego de 
Landa y la Relación de lo acontecido en las Indias de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, ente otras. 
 Los autores eran testigos de los acontecimientos sobre los que escribían y los enviaban a 
España con dos objetivos principales; primero, informar al rey; segundo, ganar sus favores. 
 La relación se consideraba sólo testimonial útil para la historia, pero no se le tomaba en cuenta 
como una aportación literaria. La relación no siempre se escribió en prosa, algunas veces se 
alternaba con el verso. Dalmacio Rodríguez comenta: 
El valor del género Relación de ninguna manera debe suponerse trivial; al contrario […] 
cumple una función social e histórica específica en alianza indisoluble con las estructuras del 
poder: da cuenta de una parte de la actividad literaria de la época (mecanismos de 
consagración, noticias de poetas, público, preferencias, etc.); también aporta información de 
otras manifestaciones no literarias como la pintura, la arquitectura o la política. El hecho de 
que muchas relaciones hayan llegado a la imprenta ya significa que gozaron de aceptación y 
fueron relevantes para algún grupo social. […]28 
 
 La Relación de doña María de Estrada es sui generis porque lo que escribe en ella es sólo para 
informar a su prima, de forma epistolar, de un evento al que la sociedad novohispana estaba muy 
acostumbrada. Los cambios de virreyes eran una constante en esta época. Lo interesante es que 
siendo una misiva, llegó a la imprenta y se le dieron las concesiones necesarias para su impresión, 
además de su inserción en el encuadernado de las crónicas del viaje realizado desde España hasta 
la Ciudad de México por don Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla.29 Se desconoce si la 
 
28 Dalmacio Rodríguez Hernández. La relación en la literatura novohispana. 1650-1700. Tesis para obtener 
el título de licenciado en Lengua y Literaturas hispánicas. FFyL. México, UNAM, 1997, p. 38. 
29 Es importante mencionar que existe otra Relación en octavas de doña María de Estrada Medinilla, con 
el nombre de: Fiesta de toros, juego de cañas, y alcancías, que celebró la Nobilísima, Ciudad de México, a veinte 
36 
 
Relación llegó a manos de quien fue dirigida. De acuerdo con Dalmacio Rodríguez, esta es una 
relación de fiesta, porque su narración es puntual y se elogia la figura del personaje al que se le 
hace honor, en este caso al virrey, lo que se denomina literatura panegírica30. 
 La relación en su análisis de estudio contiene una doble función: los historiadores ven las 
relaciones de fiestas como fuentes de información, mientras que los literatos entresacan la parte 
poética para ejemplificar las características de la poesía barroca novohispana.31 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
y siete de Noviembre deste año de 1640. En celebración de la venida a este Reyno, el Excellentisimo Señor Don 
Diego López Pacheco, Marqués de Villena, Duque de Escalona, Virrey Y Capitán General desta Nueva España. 
Por Doña María de Estrada Medinilla. Se desconoce por qué no fue incluida en el encuadernado al que 
nos referimos. 
30 Rodríguez, Op. cit. p. 83. 
31 Idem. p. 75. 
37 
 
Capítulo 4. La crónica poética de María de Estrada Medinilla 
 
María de Estrada Medinilla fue una poetisa del siglo XVII. No se sabe mucho de su biografía; se 
presume que fue una dama criolla de la aristocracia novohispana porque así lo refiere ella misma 
en su Relación (en la literatura, es un relato de hechos cronológicos) sobre la entrada que hizo el 
virrey duque de Escalona. Poseía el tratamiento de Doña, lo que hace suponer que era de suma 
importancia. También se sabe que participó en varios certámenes literarios y que se hizo 
acreedora a varios premios. Fue la primera mujer a la que se le imprimió una obra lírica y se le 
considera antecesora de Sor Juana Inés de la Cruz, debido a la cultura que poseía y a su manejo 
lenguaje poético. 
 María de Estrada Medinilla compuso el poema con motivo de la llegada a la Ciudad de México 
del nuevo virrey. Lo escribió como una misiva que dirigió a una prima suya, quien era monja de 
clausura y no podía asistir a dicho acontecimiento. No se sabe su nombre ni a qué orden religiosa 
pertenecía. Como se estilaba en la época, algunos autores recurrían a la epístola, como Salazar 
Alarcón, Juan de la Cueva y Bernardo de Balbuena, por deseo de informar a alguien de su 
estimación. Salazar Alarcón lo había hecho para Fernando de Herrera (el Divino), Balbuena para 
doña Isabel de Tovar32.El poema se conoce con el extenso nombre de Relación escrita por Doña María de 
Estrada Medinilla a una prima suya. De la feliz entrada en México, día de San Agustín, a 
28 de agosto de mil y seiscientos y cuarenta años, de Excelentísimo Señor Don Diego López 
Pacheco Cabrera y Bobadilla, Marqués de Villena, y Moya, Duque de Escalona, Conde de 
Santisteban de Gormaz y Xiquena, Señor de los Estados de Belmonte, Zafra, y Alarcón, 
del Castillo de Garcimuñoz, Orqueda, Fumilla, Alcalá del Río con su Puerto seco, Serón, y 
 
32 Muriel op.cit., p. 135. 
38 
 
Tixola y Mondava, y Arque. Alcayde de los Alumbres de Almacaben, y Curregena, de 
Garganta la olla, Gentilhombre de la Cámara de su Majestad, y su Secretario mayor de 
Confirmaciones, y Mercedes de Castilla, Caballero de la Insigne Orden del Tusón de oro, 
Virrey, Gobernador, y Capitán General de esta Nueva España. 
 El poema es una silva cuyas características son las siguientes: una forma poética de series 
continuadas de versos endecasílabos y heptasílabos, sin estrofas, no tiene límite en la combinación 
métrica y de libre extensión. Por la combinación de pareados endecasílabos y heptasílabos con 
rima consonante, se encuentra más cerca de los dísticos latinos (hexámetro-pentámetro) que 
constituían la elegía, que de las silvas propiamente dichas. 
 La silva tiene su origen en Italia, se desconoce exactamente por qué tiene este nombre, aunque 
hay varias versiones; de acuerdo con Rudolf Baehr, menciona que la palabra griega hyle (materia), 
el título del libro Silvae de Publio Estacio y la mediación italiana, influyeron sin duda en la elección 
de este nombre en España33. 
 Consta de cuatrocientos versos y es el siguiente: 
 
El poema completo 
Quise salir, amiga, 
(Más que por dar alivio a mi fatiga) 
Temprano ayer de casa, 
Por darte relación de lo que pasa. 
Prevenir hice el coche, 
Aunque mi pensamiento se hizo noche, 
Pues tan mal lo miraron, 
Que para daño nuestro pregonaron 
Qué carrozas34 no hubiera; 
O más civil35 que criminal cansera;36 
Lamentélo infinito, 
Puesto que por cumplir con lo exquisito, 
 
33 Rudolf Baehr. Manual de versificación española. Madrid, Gredos, 1973, p. 381. 
34 carrozas: coche grande, ricamente vestido y adornado. 
35 civil: grosero, ruin, vil. 
36 cansera: molestia y enojo causados por la importunación. 
39 
 
Aunque tan poco valgo, 
Menos que a entrada de un Virrey no salgo: 
Mas el ser hizo efecto, 
Y así quise cumplir con lo imperfecto, 
Mudando de semblante; 
No quieras más, pues fui sin guardainfante;37 
Con que habrás entendido, 
Que todo queda bien encarecido; 
Pero si le llevara, 
Del primer movimiento no pasara. 
Siguiéronme unas damas, 
A quienes debe el mundo nobles famas, 
Y con manto sencillo 
Quisimos alentar el tapadillo.38 
Y en fin, como pudimos 
Hacia la Iglesia Catedral nos fuimos 
Donde más que admirada 
Quedé viendo del arco39 la fachada, 
Que tocaré de paso, 
Porque si en el ingenio me embarazo,40 
Habiéndome engolfado,41 
No habrá camino de salir a nado, 
A follajes galantes, 
Estrago fue de Ceusis y Timantes;42 
Grandeza en quien contemplo 
Lo raro de tres templos en un templo: 
Pompa de Mauseolo,43 
Ciencia de Salomón,44 plectro de Apolo.45 
Perdone la pintura, 
Que en lo formal se mostrará más pura; 
Pues a tanto se atreve, 
Que al lienzo fía lo que al bronce debe. 
No quedó en todo el cielo 
Signo, que el arte no bajase al suelo, 
Ni en toda la Escritura46 
Tribu, que no trajese a coyuntura; 
Ni doce que la fama 
Por sus Virreyes justamente aclama, 
 
37 guardainfante: faldellín hecho de cintas y alambre que usaban las mujeres para dar amplitud a sus 
faldas. 
38 tapadillo: acción que hacían las mujeres de taparse la cara con el manto o pañuelo para no ser 
reconocidas. 
39 arco: arco triunfal que se colocaba en la catedral o la plaza mayor en honor de los virreyes. 
40 embarazo: ocuparse y detenerse en alguna cosa. 
41 engolfado: estar en negocio o actividad difícil. 
42 Ceusis y Timantes: pintores griegos del siglo IV a. C. 
43 Mauseolo: alusión a la tumba de este rey que fue una de las siete maravillas del mundo antiguo. 
44 Salomón: referencia a la construcción del templo ordenado por este rey de extraordinaria belleza 
arquitectónica. 
45 Plectro de Apolo: en las artes, inspiración y estilo. 
46 Escritura: La Santa Biblia. 
40 
 
Contra largas edades, 
Para la eternidad de eternidades: 
Ni la insigne ascendencia 
Del ilustre marqués,47 cuya excelencia 
Da con celebraciones 
Glorias a España, al mundo admiraciones, 
De suerte todo unido, 
Que diera suspensiones al sentido 
Que más perspicaz fuera, 
Cuya atención aun no lo consiguiera, 
De su metro imagino, 
Que pasa de lo humano a ser divino; 
Y es caso averiguado, 
Que un ángel a otro ángel le ha dictado, 
Y porque no te asombre 
Corresponde sus obras a su nombre. 
Dimos la vuelta luego, 
Y en un abismo de rumor me anego: 
Al discurrir la calle, 
No hay paso donde el paso no se encalle;48 
El número de gente 
Presumo que no hay cero que tal cuente, 
Pues tomar fuera en vano 
La calle (como dicen) en la mano: 
Iba, aunque aquí se note 
De lo que llama el vulgo bote en bote.49 
Era cada ventana 
Jardín de Venus,50 Templo de Diana,51 
Y desmintiendo Floras,52 
Venciendo mayos y afrentando Auroras.53 
La más pobre azotea 
Desprecio de la copia de Amaltea,54 
Con variedad hermosa, 
Aunque tuvo también de toda broza.55 
Pintar su bizarría,56 
Ni más Flandes habrá, ni más Turquía.57 
En fin todo es riqueza, 
Todo hermosura, todo gentileza: 
A opulencia tan rara, 
 
47 marqués: alusión al nuevo virrey que llegó a la Nueva España; Don Diego López, Pacheco, Cabrera y 
Bobadilla, Marqués de Villena, Duque de Escalona. 
48 encalle: detenerse, no seguir adelante. 
49 bote en bote: cuando un lugar está lleno de gente de extremo a extremo. 
50 jardín de Venus: se refiere a los adornos naturales de plantas que colocaban en los balcones. 
51 templo de Diana: alusión a la belleza arquitectónica de los edificios. 
52 Floras: se refiere a los adornos florales. 
53 Auroras: alusión a la frescura de las plantas y flores. 
54 copia de Amaltea: se refiere la abundancia de adornos con que decoraban los edificios. 
55 broza: se refiere a la gente que no tiene oficio ni empleo. 
56 bizarría: en esta época significaba gallardía, lozanía. 
57 Flandes y Turquía: alusión a la riqueza de estos lugares. 
41 
 
 
¿Qué babilonio muro no temblara?58 
Pues conservando abriles, 
Se miran injuriados sus pensiles. 
La tropa crece mucho, 
Él cerca viene entre la tropa, escucho, 
Y tropezando aprietos, 
Entramos con orgullos más inquietos 
Donde un balcón estaba, 
Que con ostentación nos esperaba, 
Y a menos sobresalto, 
Pienso que nada se nos fue por alto. 
Fundaciones tonantes, 
En hombros de hipogrifos elefantes 
Dejaron ilustrado 
Al primer inventor de lo bordado. 
Duplicados clarines 
De música poblaron los confines, 
Que en acentos suaves, 
Repetición hicieron a las aves, 
Con cuyas armonías 
Ociosas quedaran las chirimías. 
Estruendo de atabales59 
Bienes anuncia a tanto gusto iguales: 
La brevedad se indicia; 
Miden la calle varas60 de justicia. 
Gloriosamente ufana 
Iba la gran nobleza Mexicana, 
Logrando ostentaciones, 
Entre las militares religiones; 
Mostrando en su grandeza, 
Que es muy hijo el valor de la nobleza; 
Y en sus ricos aseos, 
Deseos con obras, obras con deseos. 
Brotando suficiencias 
La doctísima madre de las ciencias61 
Iba, aunque se interprete, 
Cifrado en un vistoso ramillete 
Lo raro y lo diverso 
De la Universidad y el universo 
Compendio mexicano, 
Emulación famosa del romano:62 
En quien se ve cifrada 
La nobleza y lealtad más celebrada: 
Qué mármoles y jaspes 
 
58 ¿Qué babilonio murono temblara?: se refiere a los jardines colgantes de Babilonia, una de las siete 
maravillas del mundo antiguo. 
59 atabales: tambor pequeño hecho con pieles de becerro. 
60 varas: bastón de mando que usaban los ministros de justicia. 
61 madre de las ciencias: se refiere a los funcionarios de la Real y Pontificia Universidad. 
62 romano: alusión al emperador romano. 
42 
 
Ilustra desde el Betis al Idaspes. 
Mostraba generoso 
Cuanto sabe ostentar de lo honroso, 
Haciendo competencia 
Su generosidad con su prudencia, 
Y en órdenes iguales 
Del tribunal mayor y tribunales, 
Ostentaban primores 
El factor,63 tesorero y contadores: 
Donde sólo se iguala 
Con lo rico y perfecto tanta gala: 
Y a fámulas hileras,64 
Forman tapetes, huellan primaveras. 
El que la Guarda rige, 
Dignísimo sujeto, a quien se erige 
Por tan justo derecho 
La blanca insignia que adornó su pecho, 
Con denuedo galante, 
Era la perfección de lo brillante; 
Y a lucientes aceros 
Multiplicaba número de arqueros. 
Insignia real divisa 
La dignidad de un Joven autoriza, 
Que a muchos les excede, 
Tanto, que él solo competirse puede. 
Mostraban su eminencia 
Pompilios y Licurgos65 de la Audiencia, 
De quien hoy fuera amago 
La docta rectitud el Areópago,66 
Que Atenas tanto aprecia, 
De Roma ejemplo y atención de Grecia, 
Llegó la gran persona 
Del valeroso duque de Escalona; 
En un alado bruto67 
Que fue de los de Febo sustituto, 
Y a ser tan hábil viene, 
Que ya de bruto solo el nombre tiene. 
Color bayo rodado,68 
En quien no queda bien determinado, 
Por guardarle el decoro, 
O si fue oro engrifado o grifo de oro; 
A la vista primera, 
Oro esmaltado de azabaches era: 
 
63 factor: oficial real que recaudaba las rentas y tributos en especie pertenecientes a la Corona. 
64 fámulas hileras: debe ser flámulas; se refiere a la ornamentación, son gallardetes en forma de flamas. 
65 Pompilios y Licurgos: Pompilio, romano; Licurgo, griego, han pasado a la historia por la adecuada 
aplicación que hicieron de las leyes. 
66 Areópago: así se denominaba al lugar donde se encontraba el tribunal griego. 
67 alado bruto: así se les denominaba a los caballos veloces. 
68 bayo rodado: de color blanco amarillento con manchas redondas más oscuras que el color general de 
su pelo. 
43 
 
Bien que a la fantasía 
Ya tigre de tramoyas parecía,69 
Y ya pavón de Juno: 
Aunque en lo cierto no tocó ninguno, 
Y erizando sus plumas, 
Furias vertiendo, si brotando espumas. 
Daba a toda la plebe 
 Chirlo y cintarazo, grana y nieve; 
Tan racional estaba, 
Qué capaz de la altura en que se hallaba, 
No tuvo, ni aun apenas 
Un tocar con las manos las arenas, 
Y estando descuidada, 
Hice viendo venir una pedrada, 
Reparo diligente, 
Con que no me rompió toda la frente: 
Y esto lo menos fuera, 
Pues por poquito no me la partiera, 
A vueltas de la cara; 
Aun el susto me dura y cual quedara. 
El corazón me parte, 
Y aunque de mi discurso en esta parte 
Ponderación colijas, 
Tan sin bajarse levantaba guijas, 
Que tuve algún recelo 
De que se granizaban desde el cielo, 
Y en los más retirados, 
Infinitos habrá descalabrados, 
En su furia mostraba, 
Que al virrey en el cuerpo en fin llevaba: 
De suerte le imagino, 
Que en él hasta el bozal70 era ladino;71 
Con nueva maravilla, 
Promontorio de plata era la silla. 
Pintar su dueño agora, 
Quien tanto el arte de primor ignora; 
Aunque el objeto obligue, 
Mal lo comienza y tarde lo consigue, 
Y epítetos vulgares, 
No son para las cosas singulares. 
Viste el solio72 divino 
Del sol, que desde el orbe cristalino 
Dorando las florestas, 
Hace con providencias manifiestas 
Flamantes bizarrías,73 
 
69tigre de tramoyas: se refiere a los animales salvajes que aguardaban en los sótanos del Coliseo 
romano para el espectáculo con los gladiadores, es decir, se encontraba inquieto. 
70 bozal: adorno que se les ponía a los caballos sobre la boca con campanillas de oro u otro metal. 
71 ladino: en esta época significaba elegante. 
72 solio: asiento con gradas y dosel. 
73 bizarrías: adornos coloridos y exagerados. 
44 
 
 
Como desperdiciando argenterías,74 
Y aunque le gozan todos, 
Si le requieren mirar, por varios modos 
Tal resistencia hallan. 
¿Qué ciegos a su amago se avasallan, 
Y nadie aquello puede 
Que a un águila caudal se le concede? 
A mí me ha sucedido: 
Lo mismo pues, poniendo en tanto olvido 
De mi ser la bajeza, 
Llevada del fervor y la viveza, 
Quise bebiendo rayos,75 
Sembrar alientos y coger desmayos; 
Y cuando cerca llega, 
Flamígero furor mi vista ciega: 
Mas aunque más se impide, 
Con el afecto y con la fe le vide:76 
Y aun bosquejarle puedo, 
Si al rayo y a la espuma pierdo el miedo. 
Juzguéle tan airoso, 
Y de tan lindo gusto en lo aliñoso,77 
Haciendo con desgarro 
Desprecio general de lo bizarro, 
Que alguno habrá pensado, 
Que aquel descuido todo fue cuidado, 
Aunque se está sabido, 
Que es aquella postura de entendido, 
Con que está dicho todo. 
Y puesto que en los hombres es apodo 
Entrarles por lo bello 
A riesgo de empezar por el cabello, 
Principio de lo hermoso, 
Habiendo lo discreto y lo brioso, 
Con extremo infinito, 
Aquí se cifra todo sin delito: 
Y en todas opiniones, 
Un epílogo fue de perfecciones. 
Nube viste de plata, 
Donde lo recamado78 se dilata 
Tanto, que no ha llegado 
Lince sutil a haber averiguado 
Por brújula o cautela, 
El más breve dibujo de la tela. 
En fin la chusma79 toda 
 
74 argenterías: bordados de oro y plata. 
75 bebiendo rayos: metáfora que significa que el sol le daba en la cara. 
76 vide: arcaísmo del verbo ver; ví. 
77 aliñoso: elegante en el atavío y la compostura. 
78 recamado: bordadura con hilos de oro, canutillo y listones. 
79 chusma: muchedumbre de gente común. 
45 
 
 
Higas80 y bendiciones le acomoda, 
Y en murmullo cobarde, 
Las mozas le dijeron: “Dios te guarde, 
Qué lindo y qué galano”;81 
Las viejas: “Dios te tenga de su mano; 
Qué bien que resplandece; 
A el mismo rey de España se parece”. 
Llegó a un grave82 edificio, 
De Belo y Jano83 ventajoso indicio, 
Cuyos vivos pinceles, 
Arístides, Protógenes y Apeles84 
Dejaron olvidados; 
Porque aquéllos con éstos son pintados, 
Y aunque en la fama eternos, 
Aténgome al primor de los modernos, 
Pues se han aventajado, 
Cuánto va de lo vivo a lo pintado. 
Honor maravilloso 
Fue de américo suelo lo ingenioso: 
Bien logrado desvelo, 
Cuyos acentos llegan hasta el cielo, 
Cuyas repeticiones 
Eternas vivirán en los blasones 
De que es sin arrogancia 
Rama de Portugal, Castilla y Francia.85 
No bien llegó a las puertas, 
Cuando las vio con regocijo abiertas, 
En quien no se desquicia 
De la misericordia, la justicia, 
Y en sumisiones graves 
Un noble senador le dio las llaves, 
Que al mundo honrar pudiera, 
Cuya opinión es luz de esta ribera. 
Allí fue ejecutada 
La ceremonia siempre acostumbrada, 
Y alegre le recibe 
La ciudad, que de nuevo le apercibe 
Aplauso reverente, 
Siendo a su dignidad tan competente; 
Y habiéndole formado 
Navegación de velas de brocado, 
 
80 higas: señal de menosprecio; se hace cerrando el puño y mostrando el dedo pulgar entre el dedo 
índice y el medio. 
81 galano: se refiere a quien viste bien, con aseo y compostura. 
82 grave: grande y de mucha importancia. 
83 Belo y Jano: se refiere al arco triunfal. Belo por el conocimiento que se tenía del templo de este dios, 
hijo de Poseidón, de extraordinaria belleza. Jano, dios bifronte que miraba al pasado y al futuro; las 
dos caras del arco que estaban bellamente realizadas. 
84 Arístides, Protógenes y Apeles: pintores griegos del siglo IV a. C. 
85 Portugal, Castilla y Francia: se refiere a las Casas reales de las que el marqués descendía. 
46 
 
Que a su sol se permite, 
Grato le aplaude, pero no la admite. 
De dos rojos cendales 
Trabados dos sujetos sin iguales, 
De tanto cielo Atlantes

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