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Territorio-y-violencia-simbolica--el-caso-de-la-calle-de-Regina

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Universidad Nacional Autónoma de México 
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales 
 
 
 
 
 
 
 
T E S I S 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
LICENCIADA EN SOCIOLOGÍA 
 
PRESENTAN 
 
Linda Mercedes Moreno Sánchez 
y 
Elvia Lizet Quintanilla Aguilar 
 
Asesora: Lucía Álvarez Enríquez 
 
 
 
México, Cd. Universitaria Junio, 2013 
Territorio y violencia simbólica: el caso de la calle de Regina 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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2 
 
ÍNDICE 
AGRADECIMIENTOS LINDA ......................................................................................................... 4 
AGRADECIMIENTOS LIZET .......................................................................................................... 6 
INTRODUCCIÓN .............................................................................................................................. 7 
CAPÍTULO I. TERRITORIO Y ESPACIO ................................................................................... 14 
1.1 EL TERRITORIO COMO ESPACIO APROPIADO ........................................................ 20 
1.2 REFERENTE IDENTITARIO Y PERTENENCIA SOCIO-TERRITORIAL ................... 23 
1.3 EL TERRITORIO PRÓXIMO Y LO GLOBAL .................................................................. 27 
CAPÍTULO 2. IMPOSICIÓN DE SIGNIFICACIONES: EL EJERCICIO DE LA VIOLENCIA 
SIMBÓLICA EN EL TERRITORIO ............................................................................................... 32 
2.1 LA INTERIORIZACIÓN Y APROPIACIÓN DEL TERRITORIO: HABITUS ................ 33 
2.2 EL POSICIONAMIENTO DE LOS AGENTES EN EL ESPACIO SOCIAL Y LOS 
PRINCIPIOS DIFERENCIADORES: EL CAPITAL CULTURAL Y ECONÓMICO ........... 37 
2.3 LO NO VISIBLE: LA IMPOSICIÓN DE SIGNIFICACIONES EN EL 
TERRITORIO. CAPITAL SIMBÓLICO Y VIOLENCIA SIMBÓLICA ................................... 43 
CAPÍTULO 3. LA NOCIÓN DE PATRIMONIO CULTURAL .................................................... 57 
3.1 LA ADOPCIÓN DEL CONCEPTO DE PATRIMONIO CULTURAL EN MÉXICO ...... 67 
3.2 EL CASO DE LA CALLE DE REGINA ............................................................................. 78 
CAPÍTULO 4. LA IMPLANTACIÓN DEL PROYECTO “CORREDOR CULTURAL CALLE 
DE REGINA” ................................................................................................................................... 85 
4.1 LA CONSTRUCCIÓN DE UN PROYECTO..................................................................... 86 
4.2 EL DISCURSO DE LA PARTICIPACIÓN COMO MEDIO DE LEGITIMACIÓN ...... 104 
4.3 DE BARRIO A CORREDOR CULTURAL ...................................................................... 120 
CAPÍTULO 5. A CINCO AÑOS DEL CORREDOR CULTURAL REGINA .......................... 147 
5.1 REGINA: EL GRAN EJEMPLO, EL GRAN MODELO ................................................. 148 
5.2 EXCLUSIÓN SOCIAL EN REGINA ................................................................................ 160 
REFLEXIONES FINALES ........................................................................................................... 174 
3 
 
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA ................................................................................................. 182 
ANEXO. GUÍAS DE ENTREVISTAS: ........................................................................................ 190 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
4 
 
AGRADECIMIENTOS LINDA 
 
¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? 
Y fuera de ti nada deseo en la tierra. 
Salmos 73:25 
 
A Dios, porque todo lo puedo en ti. Con todo y mis fallas, tú siempre estás 
conmigo. Te amo. 
Más que gracias, mereces un aplauso, no sólo por tu paciencia y apoyo, sino 
también por todo lo que has hecho por nosotros ¿de dónde sacas tanta fuerza? 
Mujer virtuosa, gracias mamá. Te amo y te admiro mucho Graciela Carro. 
Aunque no lo creas, también mereces un aplauso. Gracias hermana por tu apoyo, 
tus comentarios y mis desayunos, por mandar a tus hijas a la habitación para que 
me dejaran concentrar. Te quiero Dulce. 
Abril y Elisa, algún día entenderán por qué las corría cada que se acercaban a mi 
computadora, por lo mientras sólo tengo que decirles que sus pequeñas cabecitas 
me han hecho muy feliz. 
Por sus comentarios pesados que pude encaminar a bien, gracias Papá y David. 
Liz, qué te puedo decir. Gracias por todo lo que he aprendido en nuestras largas 
pláticas, por tu paciencia y por aguantar a esta mujer que estalló en muchas 
ocasiones; te quiero amigui. Y gracias a tu familia, por las atenciones que tuvieron 
conmigo en el tiempo que trabajamos en tu casa ¡por la deliciosa comida! 
Por la gente que llegó para quedarse en mi vida: Xóchitl Morales, porque tu 
responsabilidad y perseverancia me animaron a apresurar este proceso; Rocío 
Montiel, porque a tu lado conocí que uno no sabe tanto como dice ¡gracias Miss 
Rae! y a Andrea Bautista-Roberto –Israel Pompa los tres juntos, por sus sabios 
comentarios y por la buena música. ¡Gracias! 
Toño, porque me has enseñado a caminar en la ciudad. Y a ti Osvaldo Romero, 
gracias por todos los ánimos, al fin sirvieron de algo. Vielen dank blaue Blume! 
5 
 
Te me adelantaste, pero algún día nos alcanzaremos abuelita Rosa y te diré lo 
mucho que te amo y te admiro. También a ti te agradezco abuelito Melquiades, por 
tu inmensa sabiduría, te quiero. 
Un agradecimiento especial a la profesora Lucía Álvarez por confiar en nosotras y 
en este trabajo que en momentos se vio estancado. Agradezco asimismo a las 
pertinentes correcciones y sugerencias de las profesoras Marcela Meneses 
Reyes, Patricia Ramírez Kuri, Amparo Ruíz del Castillo y al profesor Juan Estrella. 
A la Dra. María Eugenia Negrete Salas, por el apoyo recibido durante este trabajo 
y por lo mucho que he aprendido con usted. Gracias. 
Finalmente, gracias a Luz García, Nathalie Benhumea, Jorge Oviedo y Noemí 
Cortés; aunque ya no nos frecuentamos como antes, les agradezco todas las 
experiencias que me dejaron vivir con ustedes. Siempre los recuerdo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
6 
 
AGRADECIMIENTOS LIZET 
 
Martha Aguilar, que has sido todo mi apoyo, fuerza e inspiración; porque te 
esforzaste tanto como yo para que esto, que parece el fin de algo, fuera posible. 
Mami, te amo. 
Isidro Quintanilla, por estar a mi lado de manera incondicional. Papi, tu compañía y 
apoyo me han hecho muy feliz. 
Patricia, Joselyn y Alejandro, porque no han sido sólo hermanos, sino también 
compañeros en momentos difíciles, palabras dulces en días amargos, sonrisas 
estruendosas en días soleados, y café caliente, cigarros humeantes y sopa tibia 
en días de frío. 
A mis sobrinos, Elizabeth, Emilio y Mitzue, los tres grandes geniecillos que día a 
día me enseñan más de lo que yo pudiera enseñarles. Verlos crecer ha iluminado 
mi vida. 
Gracias a mis amigos incondicionales: Carmen, Margarita, Yass y Luis que 
siempre están y estarán. 
A ti Linda, gracias totales, por soportar mis enojos, mis cejas fruncidas, mis gritos 
enfurecidos; por las charlas de café, por las pláticas sobre libros. Eres la mejor 
colega y amiga. ¡Lo hicimos! 
Al finalgracias a la asesora Lucía Álvarez Enríquez y a los sinodales Amparo Ruiz 
del Castillo, Patricia Ramírez Kuri, Marcela Meneses Reyes y Juan Estrella, que 
tuvieron la paciencia de leernos, nos dieron sugerencias valiosas y contribuyeron 
en mucho en nuestra formación como sociólogas. 
 
7 
 
INTRODUCCIÓN 
Cuando comprendemos que los espacios en sí mismos no son más que una 
porción de tierra que adquiere sentido sólo cuando un grupo de habitantes los dota 
de significado, los crea y los recrea en función de sus necesidades, sus vivencias, 
los lazos amicales que genera con aquellos con los que comparte una historia de 
vida individual y comunitaria, es cuando podemos entender que el transformar un 
territorio trastoca más allá de la dimensión física, trastoca la dimensión simbólica: 
la forma en que una comunidad apropia y vive un lugar. 
Desde este punto de vista, el presente trabajo da cuenta de las implicaciones que 
ha tenido la implantación del Plan Integral de Recuperación del Centro Histórico. 
Un proyecto que ha sido diseñado siguiendo las pautas marcadas por organismos 
internacionales como la UNESCO, que pretenden impulsar el desarrollo de la 
industria turística a nivel mundial, mediante la exportación de modelos creados y 
pensados a partir de las condiciones histórico-sociales particulares de aquellas 
ciudades europeas y estadounidenses, en donde se iniciaron estos proyectos de 
recuperación de espacios históricos. 
Uno de los procesos más interesantes que se suscitan con la introducción de este 
proyecto en el Centro Histórico de la Ciudad de México, es que al no contemplar 
desde su construcción inicial las condiciones socioculturales del territorio, genera 
una oposición y resistencia por parte de los habitantes que sufren los efectos de 
las tendencias globales en su vida cotidiana. Las prácticas de estos habitantes se 
transforman a fin de lograr que las dinámicas sociales que se dan en este espacio, 
estén acorde con la imagen del centro cosmopolita que se busca crear. 
En ese tenor, se explicarán las formas en que las autoridades gubernamentales 
respondieron y contrarrestaron tal oposición, mediante la utilización de 
herramientas discursivas que les permitieron legitimar un proyecto, pese a que 
este implicaba la imposición de una nueva forma de significar y apropiar el 
8 
 
territorio e incluso, la marginación de las prácticas de sus pobladores y su 
paulatina exclusión. 
Para tal propósito se realizará el estudio de las problemáticas expuestas a partir 
de un caso específico, el del “Corredor Cultural Regina”, ubicado en el centro 
capitalino. Este lugar adquiere relevancia debido a que fue la primera calle que se 
remodeló bajo los postulados del proyecto de recuperación, y que por lo tanto, en 
el proceso exhibió cómo se fueron articulando todos los mecanismos de 
legitimización que posteriormente serían utilizados por las autoridades para 
extender el proyecto hacia más calles del Centro Histórico. 
Partimos de una hipótesis general que plantea que con la puesta en marcha del 
proyecto “Corredor Cultura Regina” se ejerció violencia simbólica, en tanto grupos 
de gente con territorialidades externas a la calle impusieron una forma de apropiar 
y valorizar el territorio, distinta a la que los agentes con identidades 
territorializadas en la calle tenían. Imposición que se logró debido a que los grupos 
de agentes con territorialidades externas detentan una mayor cantidad de capital 
económico y cultural, que transformado en capital simbólico les permitió imponer 
su concepción del territorio como la legítima, a través de la estructuración de un 
discurso y mediante un trabajo previo de inculcación, que posibilitó la imposición 
de intereses propios de un grupo particular, disfrazados como intereses de todos. 
Sobre esa base analizaremos y describiremos los métodos que fueron utilizados 
para forjar y poner en circulación un discurso dominante, que sirviendo como 
herramienta de inculcación simbólica, fue de tal efectividad que minó las 
oposiciones y además fue capaz de crear, difundir e inculcar una nueva forma de 
significar y apropiar un territorio. 
Lo anterior será abordado en cinco capítulos: el primero destinado a la 
recuperación del concepto de territorio como espacio apropiado y significado por 
un grupo de agentes, que en este proceso, dotan de sentido una porción de tierra. 
9 
 
En este sentido se explica cómo los agentes son productores del territorio, y a su 
vez, producto de éste. 
Sustentándonos en estos planteamientos, entraremos en un debate entre el 
concepto de espacio público y territorio, con el cual pretendemos, más que oponer 
a los dos conceptos a fin de establecer la superioridad de alguno, asir la postura 
que nos permita establecer una mayor pertinencia del concepto de territorio para 
el estudio de nuestro caso específico. La toma de esta postura es medular en 
nuestro trabajo, en tanto el proyecto de Recuperación del Centro Histórico que nos 
disponemos a analizar, se justifica en aquellas teorías que retoman el concepto de 
espacio público y lo plantean como indispensable para entender, construir y actuar 
según las exigencias que demandan las nuevas dinámicas globales. 
Con lo anterior, en la parte final del capítulo se hablará de la globalización y las 
implicaciones que ésta tiene cuando se siguen postulados internacionales 
basados en las necesidades particulares de los territorios dominantes, para 
desarrollar proyectos que inciden en las dinámicas de la vida comunitaria de los 
territorios próximos. Si bien hacemos hincapié en cómo la importación del 
pensamiento de las grandes potencias conlleva a la transformación de las 
dinámicas de los territorios -las formas de significarlos y vivirlos- en beneficio de 
intereses supranacionales, también nos cuestionaremos si en verdad la presión 
homologante de la globalización destruye por completo las identidades 
territorializadas de una comunidad. 
En el capítulo dos, con el apoyo de las herramientas conceptuales y el método 
desarrollado en la teoría de Pierre Bourdieu, explicaremos al territorio como un 
elemento fundamental en la creación del habitus individual y de clase. Así 
también, comenzaremos a esbozar las bases que posteriormente nos ayudarán a 
explicar las implicaciones que tiene la implementación del Proyecto de 
Recuperación de Regina, con el cual, más que una transformación física, se 
pretende generar una transformación de las dinámicas cotidianas que tienen lugar 
en este territorio, mediante un repoblamiento que promueve la llegada de agentes 
10 
 
con mayor capital económico y cultural, con un habitus completamente diferente al 
de los habitantes antiguos del centro. 
Siguiendo esa tónica, entre muchas otras problemáticas, enfatizaremos el papel 
que juegan los capitales culturales y económicos de ciertos grupos de agentes, a 
la hora de imponer como legítima una forma de concebir el espacio. Finalmente, 
explicaremos cómo estos se relacionan con la posibilidad de contar con las 
herramientas discursivas y el poder para legitimar los discursos, que permiten el 
ejercicio de la dominación territorial sin que ésta se perciba como tal: el ejercicio 
de la violencia simbólica. 
Con el propósito de ubicar históricamente el fenómeno a estudiar, en el tercer 
capítulo hablaremos de cómo con el paso del tiempo, la forma en que se concibe 
al patrimonio cultural e histórico en nuestro país, ha ido cambiado según 
postulados internacionales. Sin embargo, haremos hincapié en el hecho de que 
las distintas nociones de Patrimonio Cultural e Histórico han estado siempre en 
función de la legitimación ideológica del Estado mexicano, que haciendo uso del 
poder simbólico que detenta, utiliza estas concepciones para dotar de valor 
aquella historia que le conviene sea reconocida por la población. 
Desde ese punto de vista, en la parte final delcapítulo tres veremos cómo estas 
nociones de patrimonio se plantean hoy en día desde una perspectiva 
determinada por el mercado turístico patrimonial, y cómo se pueden llegar a 
condensar en un proyecto de recuperación muy específico: el de la calle de 
Regina. Igualmente señalaremos cuáles son los edificios históricos con los que 
cuenta la calle, aquellos en los que se sustenta el valor del lugar y su necesaria 
recuperación. Esta cuestión nos será útil para posteriormente, en el siguiente 
apartado, analizar si realmente fue el valor monumental de Regina lo que hizo de 
su transformación algo imperioso. 
Finalmente en el cuarto y quinto capítulo, el lector encontrará el análisis que se 
realiza con base en el desarrollo teórico y el recorrido histórico hecho 
11 
 
anteriormente, en donde se parte de las posturas que cinco diferentes grupos de 
agentes, previamente ubicados, toman ante este proyecto: las formas diversas en 
que concibieron y vivieron la creación del “Corredor Cultural Regina” los 
originarios, comerciantes, nuevos comerciantes, excluidos, autoridades y usuarios. 
Con ello, en el cuarto capítulo se explica cuál es el discurso en el que se sustenta 
el proyecto de recuperación de la calle de Regina; cómo y quiénes lo produjeron a 
fin de justificar la transformación física y simbólica de éste territorio. Además 
veremos cómo fue que ante las crecientes manifestaciones de descontento por 
parte de los vecinos afectados, la participación y la cultura sirvieron de 
herramientas discursivas para menguar la oposición y legitimar las obras del 
gobierno. 
En el capítulo cinco se explicará lo que sucede actualmente en Regina, a cinco 
años de que culminaran las obras de peatonalización en la calle. En esta parte 
veremos que aquel proyecto que tenía como finalidad la transformación física del 
lugar, trajo como consecuencia una transformación en la forma de significar el 
espacio, trastocando de tal manera la dinámica social que se daba en la calle, que 
hoy en día las nuevas prácticas causan tensión entre nuevos y antiguos vecinos. 
Igualmente se harán visibles las incongruencias existentes entre los propósitos 
que se plantearon en el discurso manejado por las autoridades durante la 
implantación del proyecto, y aquello que ahora acontece realmente en la calle: la 
paulatina marginación y expulsión de los pobladores y sus prácticas. 
Es necesario decir que para el desarrollo de los dos últimos capítulos, en donde se 
comprende el análisis de la investigación, fue necesario echar mano de entrevistas 
que se hicieron a distintas personas que vivieron este proceso de transformación 
de la calle, las cuales fueron agrupadas según categorías que se definieron de 
acuerdo al tipo de participación que los agentes tuvieron en el proyecto, la relación 
de estos con la calle de Regina y los capitales culturales y económicos que 
ostentan. 
12 
 
Así se realizaron entrevistas según seis grupos distintos de agentes: cinco 
entrevistas al grupo de las Autoridades, en donde se encuentran tanto funcionarios 
del gobierno como de la Fundación Centro histórico, y que fueron partícipes en la 
creación e implantación del Proyecto Corredor Cultural Regina; cinco entrevistas al 
grupo de los Comerciantes, conformado por aquellas personas con negocios 
establecidos en la calle desde antes de su transformación; otras cinco al grupo de 
los Originarios, quienes han vivido en la calle de Regina desde antes y 
posteriormente a los cambios; cinco a los Nuevos Comerciantes, que llegaron a 
establecerse a Regina luego de que fuera peatonalizada; una entrevista a dos 
personas del grupo de los Excluidos, quienes por cuestiones del proyecto de 
recuperación, fueron forzados a dejar de residir en este lugar; y por último, ocho 
entrevistas al grupo de los Usuarios, personas que transitan por Regina. 
Respecto a los grupos de los originarios y comerciantes para ser seleccionado 
como candidatos a entrevista fue requisito el que estos se hubieran establecido en 
la calle desde años previos al inicio de las transformaciones (2008); así podemos 
encontrar que en el caso de los originarios todos tienen un tiempo mínimo de 
habitar en la calle de 30 años, mientras que los comerciantes llevan al menos 15 
años de haber establecido su comercio en ese lugar. 
También se hizo una entrevista adicional a la directora del Asilo Concepción 
Béistegui, que no se incluyó en ninguno de los grupos anteriores debido a que no 
se tenía contemplada al inicio de la investigación, pero dado al valor del 
testimonio, decidimos utilizarla para el análisis. A la par, se recuperaron 
testimonios de periódicos y de un documental realizado sobre el Corredor Cultural 
Regina. 
Por último, y para dar fin a la presentación de esta tesis, en la parte de las 
conclusiones se encontrarán con las reflexiones finales sobre la investigación, que 
sin tener el propósito de ser definitivas ni de agotar la discusión sobre el caso, 
plantearán los puntos principales a los que el desarrollo de este trabajo permitió 
13 
 
llegar, y los cuales esperamos sean lo suficientemente sustanciales para el 
ejercicio de futuras reflexiones. 
 
 
14 
 
CAPÍTULO I. TERRITORIO Y ESPACIO 
 
Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: 
 memorias, deseos, signos de un lenguaje; 
son lugares de trueque, como explican 
 todos los libros de historia de la economía, 
 pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, 
son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos… 
 Las ciudades invisibles, Italo Calvino 
Territorio es un término emanado de la geografía que contiene un amplio acervo 
en su definición, que va desde las concepciones más simples que lo perciben 
como un espacio delimitado geográficamente en el cual se asienta una población, 
hasta aquellas que lo observan como un espacio apropiado y valorizado por los 
hombres. Dichas concepciones teóricas varían dependiendo del uso que las 
diferentes disciplinas y escuelas le dan. 
Se puede decir que este concepto ha pasado de una definición abstracta que 
refería a una superficie de escalas y límites; a otra que lo concibe como expresión 
de las sociedades. Estas diferentes formas de comprender al territorio dependen 
de su estrecha relación con las condiciones socio-históricas que se viven a escala 
local, nacional y mundial, lo cual exhibe la condición multi-escalar1 del territorio. 
Desde la veta cultural se define al territorio como una construcción social, y no 
sólo como un espacio físico inerte, pues se apela a la manera en que las 
sociedades apropian y valorizan el espacio a través de las prácticas sociales que 
se desarrollan en él. 
Este proceso de apropiación y valorización del espacio se puede llevar a cabo de 
dos formas distintas: utilitario-funcional y/o simbólico-cultural. En la primera se 
enfatiza la apropiación del espacio con fines económicos y políticos: el territorio 
puede ser visto como mercancía, como generador de fuentes de recursos y como 
 
1 Es decir, puede ser aprehendido en diferentes niveles de la escala geográfica. 
15 
 
un espacio donde se ejerce el poder. En lo que refiere a la segunda forma, el 
espacio es objeto de apropiación, es el lugar en el que se inscribe la historia y las 
tradiciones; hacia él se desarrolla un sentimiento de pertenencia y se crean lazos 
afectivos. Desde esta concepción simbólico-cultural, el espacio apropiado es 
soporte de identidades individuales y colectivas, por lo que el territorio no se 
reduce a ser un mero escenario o contenedor de los modos de producción /…/ 
sino también es un significante denso de significados y un tupido entramado de 
relaciones simbólicas.2 
Mediante el concepto de territorio se pueden entender las identidades 
territorializadas, aquellas que se dan por la socialización entre individuos que 
conformanuna colectividad dentro de un territorio. La socialización posibilita que 
los individuos interioricen elementos simbólicos comunes y adquieran un 
sentimiento de pertenencia socio-territorial. 
De esta manera, los individuos dotan de significado al territorio en el que se 
desenvuelven y crean una pertenencia socio-territorial (sentimiento de arraigo y 
apego) en el momento en el que comparten el complejo simbólico-cultural que 
define a la comunidad a la que pertenece. Se crean así identidades 
territorializadas que suponen, a su vez, que el individuo ha asumido un rol dentro 
de la colectividad y que ha creado una conciencia compartida de pertenencia. 
Para que esta conciencia colectiva sea posible es necesaria la existencia de una 
relativa homogeneidad de valores y costumbres característicos de ese territorio, 
que permitan alcanzar el nivel de involucramiento sociocultural necesario para que 
se integre y solidarice la comunidad. Esta homogeneidad de valores hace posible 
una toma de posición en el espacio social por parte de los agentes de una 
comunidad, cuyo capital cultural y económico es relativamente común. De esta 
forma, los agentes se encuentran allí empleados de tal manera que tienen tanto 
 
2 Giménez, Gilberto (2000), “Territorio, cultura e identidades”, en Rocío Ortega Rosales (coord.), Globalización 
y Regiones en México, México, UNAM/FCPYS/Programa de Estudios sobre la Ciudad/Miguel Ángel Porrúa, 
p.27. 
16 
 
más en común en estas dos dimensiones cuanto más próximos estén, y tanto 
menos cuanto más separados.3 
El territorio es igualmente un espacio en el que se gestan luchas de poder entre 
agentes que valorizan y se apropian de éste de manera distinta, cuyo problema no 
radica en las diferentes formas de apropiación, sino en la imposición de una de las 
visiones como legítima. El territorio se convierte en un espacio en el que se 
manifiestan luchas de poder, este proceso, marcado por conflictos, permite 
explicar de qué manera el territorio es producido, regulado y protegido en interés 
de los grupos de poder. Es decir, la territorialidad resulta indisociable de las 
relaciones de poder/…/ 4 
Como se mencionó anteriormente, el territorio es el espacio apropiado por un 
grupo social. En esta definición el espacio es visto como elemento previo al 
territorio, como una porción cualquiera de la superficie terrestre considerada 
antecedentemente a toda representación y a toda práctica.5 
Sin embargo, al igual que el concepto de territorio, el significado atribuido a la 
noción de espacio se ha ido modificado. En el curso de la mitad del XX pasó de 
ser una definición abstracta a otra que abordaba al espacio como una 
construcción social en donde se inscriben prácticas materiales y simbólicas, cuyo 
contenido varía dependiendo de las condiciones socio-históricas: 
Este tránsito del siglo XX al XXI que abarca poco más de tres décadas se 
distingue por la restructuración del pensamiento social que conduce tanto 
al planteamiento y uso de conceptos para la compresión de nuevas 
realidades, como a la revaloración del espacio y del territorio como 
 
3 Bourdieu, Pierre (2003), “Espacio social y espacio simbólico”, Capital cultural, escuela y espacio social, 
México, Siglo XXI, p.30. 
4 Giménez, Gilberto (2007), “Territorio, paisaje y apego socio-territorial” en Estudios sobre la cultura y las 
identidades sociales, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Instituto Tecnológico y de Estudios 
Superiores de Occidente, p.152. 
5 Ibid., p.151. 
17 
 
expresión y resultado de procesos y relaciones en las que intervienen la 
sociedad y las instituciones.6 
Estas relaciones en el espacio expresan la manera diferenciada y desigual en que 
miembros distintos de la sociedad experimentan y comparten el mundo común 
poniendo en práctica códigos, valores e intereses diferentes. 
Los autores que trabajan el espacio público desde esta perspectiva, aluden a las 
experiencias afectivas, a las formas de comunicación y acción, a los referentes 
identitarios y a las prácticas cotidianas, entre otras cosas, que se desarrollan en el 
espacio público y que definen la relación entre espacio y ciudadanía. 
Lo público es el lugar en donde se hace visible la pluralidad y donde las 
diferencias que pretenden alcanzar objetivos comunes cobran relevancia, pues las 
relaciones que se generan van más allá de vínculos afectivos y familiares. Se trata 
entonces de compromisos adquiridos hacia una comunidad mucho más amplia y 
por lo tanto más compleja. 
Aunque el espacio público apela a la convergencia de las diferencias y de la 
pluralidad, lo público como espacio compartido enfrenta problemáticas al 
encontrarse con sociedades altamente diferenciadas y heterogéneas, como las 
ciudades modernas. 
Uno de los problemas del uso del concepto de lo público como lugar 
común y como espacio de todos es que los significados y atributos 
no corresponden a las realidades segregadas que aparecen en las 
ciudades contemporáneas, particularmente en aquellas que se han 
transformado en megaciudades.7 
En las sociedades altamente diferenciadas, la existencia de múltiples y distintos 
intereses dificulta la posibilidad de lograr integrar a todos los grupos sociales en un 
 
6 Ramírez Kuri, Patricia (2010), Espacio público y ciudadanía en la Ciudad de México: percepciones, 
apropiaciones y prácticas sociales en Coyoacán y su centro histórico, México, UNAM/IIS/Miguel Ángel Porrúa, 
p.22. 
7 Ibid., p.45. 
18 
 
mismo proyecto que satisfaga sus necesidades y demandas. Por tal razón, las 
políticas que apelan al consenso social en el espacio público, suelen esconder tras 
de sí, la imposición de los intereses de un solo grupo dominante y por tanto, la 
exclusión de otros. 
Por su parte, la noción territorio plantea que para lograr un apego socio-territorial 
se necesita la existencia de una relativa homogeneidad en los valores y 
costumbres locales. Además de que no se supedita a la dicotomía entre público y 
privado, sino que hace mayor hincapié en la apropiación y valorización que los 
actores hacen del espacio, formulando que el territorio es un lugar en el que se 
gestan luchas de poder entre grupos con distintos intereses. 
En teoría, en el espacio público se reconoce la existencia de intereses diferentes, 
los cuales se encuentran en una constante lucha, pues el espacio es un lugar de 
conflicto. No obstante, será en el espacio público donde las diferencias alcancen 
objetivos comunes. 
La idea de territorio expone algo diferente desde el momento en que parte del 
postulado de que en el territorio existe una relativa homogeneidad de valores entre 
los integrantes de un grupo, cuyos intereses se enfrentan a los intereses de otras 
agrupaciones que habitan el mismo espacio. 
La lucha entre estos será constante, y destaca que la posibilidad de llegar a un 
consenso es poco probable, pues cada grupo buscará imponer sus intereses 
como legítimos. 
Por consiguiente el territorio supone productores, actores y consumidores del 
espacio, como son: el Estado, los empresarios, la comunidad y los usuarios. Entre 
estos existen conflictos que, en la búsqueda de su solución, muestran cómo se da 
lugar a relaciones de poder que transforman el territorio según los intereses de 
unos cuantos. Por esta razón, el territorio es un campo de batalla en el que se 
inscriben las luchas de poder que se establecen entre los intereses de distintos 
grupos. 
19 
 
La noción de espacio público coincide con la de territorio en ideas claves, ambas 
plantean que en el espacio se llevan a cabo prácticas cotidianas que influyen en la 
construcción de identidades individuales y colectivas, se visualizan los intereses 
de distintos actores, y se expresa la diferencia y desigualdadentre distintos grupos 
que comparten el mismo espacio público. 
Pero desde el territorio no se contemplan las distinciones entre público y privado 
para definir el espacio, sino que se ve al territorio como una zona que es 
significada según construcciones históricas y prácticas culturales, mientras que el 
espacio público se mueve dentro de las coordenadas de privado y público que son 
indisociables de lo político. 
En el espacio público, las distinciones entre público/privado se entienden, como 
escribe Nora Rabottnikof, de la siguiente manera: 
…lo público como lo que es de interés o de utilidad común a todos, lo que 
atañe al colectivo, lo que concierne a la comunidad y, por ende, la 
autoridad allí emanada, en contraposición a lo privado, como aquello que 
se refiere a la utilidad y el interés individual.8 
Desde esta perspectiva las calles son espacios de uso público, lugares abiertos y 
“accesibles” a todos; lo que no quiere decir que todos lo simbolicen y valoren de la 
misma manera, ni que sean lugares asequibles para todos, pues si bien 
físicamente son abiertos, simbólicamente pueden excluir a aquellos grupos que no 
cuenten con el capital cultural y económico necesario para acceder a él. Menos 
aún, cuando la idea de espacio público actualmente se supedita al consumo. 
Los conceptos de espacio público y territorio no se contraponen, sino más bien 
exponen distintas perspectivas para abordar el espacio, mientras que una 
contempla un enfoque político y observa las actividades colectivas, el otro apela 
 
8 Rabotnikof, Nora (2005), “Los sentidos de lo público” en En Busca de un lugar común, México, 
UNAM/IIF/Col. Filosofía Contemporánea, p.28. 
20 
 
más a la interiorización del espacio por parte de los individuos como símbolo de 
apego y pertenencia socioterritorial. 
1.1 EL TERRITORIO COMO ESPACIO APROPIADO 
La noción de territorio o territorialidad que utilizaremos a lo largo del desarrollo de 
esta tesis, y que se retoma del trabajo realizado por Gilberto Giménez, plantea que 
el territorio es: el espacio apropiado por un grupo social para asegurar su 
reproducción y la satisfacción de sus necesidades vitales, que pueden ser 
materiales o simbólicas.9 
Bajo esta premisa se entiende que el espacio ocupa una posición anterior al 
territorio, pues existe antes de que se realice cualquier acción humana sobre él, y 
es hasta que un agente actúa sobre el espacio, lo apropia y lo valoriza, que se 
territorializa, es decir, se crea territorio: 
…el espacio, por lo tanto, es primero, es preexistente a toda acción. Es de 
alguna manera dado como una materia prima. Es lugar de posibilidades, es 
la realidad material preexistente a todo conocimiento y a toda práctica, de 
la cual será objeto desde el momento en que un actor manifieste una 
intencionalidad hacia él.10 
El territorio no es el espacio, pero se produce a partir de éste, es resultado de la 
apropiación y valoración del espacio, una producción humana mediante 
representaciones y trabajo, en la que se ponen en juego relaciones que se 
constituyen en un campo de poder. 
Éste no sólo contiene a una población humana, sino también a los lugares que 
significan al territorio, lugares de referencia o puntos de poder a partir de los 
cuales se establecen relaciones sociales que buscan mantenerse, y que en esta 
búsqueda construyen redes abstractas o concretas, invisibles o visibles que se 
 
9 Giménez, Gilberto, “Territorio paisaje y apego socio territorial”, op. cit., p. 151. 
10 Méndez y Berrueta, Luis H. (2005), Ritos de paso truncos: el territorio simbólico maquilador fronterizo, 
México, UAM-Azcapotzalco/Ediciones y Gráficos Eón, S.A. de C.V, p.96. 
21 
 
manifiestan como una imagen del poder, aquella dada por los agentes sociales 
dominantes. 
Los territorios y sus límites no son dados arbitrariamente, responden a una lógica 
de poder mediante la cual se generan tipos particulares de relaciones, 
generalmente permeadas por la desigualdad; bajo la perspectiva que estamos 
asumiendo el espacio no es sólo un dato, sino también un recurso escaso debido 
a su finitud intrínseca, y por lo mismo, constituye un objeto en disputa permanente 
dentro de las coordenadas del poder.11 
El territorio además de ser un campo de lucha en el que de dan relaciones 
sociales desiguales, en el que se fundan modos de producción, flujos de capitales 
y de mercancías; es el lugar en el que se establecen relaciones simbólicas, 
acontecen fenómenos de arraigo y de sentimiento de pertenencia socio-territorial, 
los cuales tienen que ver con la reproducción social, es decir, con la territorialidad. 
La territorialidad es inherente al territorio, es la vida cotidiana de los habitantes 
dada en el espacio apropiado: sus relaciones laborales, familiares, aquellas que se 
establecen con algún grupo social o religioso y sus relaciones con la autoridad. La 
territorialidad se caracteriza por sus hábitos particulares, distinguibles tanto interna 
como externamente del territorio en el que se genera. Pero esta no está aislada ni 
es inamovible, por el contrario, se encuentra en constante contradicción con 
aquellos territorios más amplios que le imponen conductas y formas de 
comportamiento, la territorialidad se manifiesta a todas las escalas espaciales y 
sociales, es consustancial a todas las relaciones y podríamos decir que es de 
alguna manera el “lado vivido” del “lado hecho” del poder.12 
Para entender lo anterior es necesario dar cuenta de la condición multi-escalar del 
territorio, el cual puede ser aprehendido en diferentes niveles geográficos: local, 
regional, plurinacional, mundial. Se distinguen dos tipos fundamentales de 
 
11 Ibid., p.152. 
12 Ibid., p.99. 
22 
 
territorio, los denominados próximos o identitarios, que son lugares como el 
pueblo, la ciudad o el barrio; y los territorios más vastos, Estados-Nación, 
conjuntos supranacionales y el territorio global. 
Los territorios identitarios o próximos, que serán tomados como referente para 
esta investigación, se caracterizan por ser lugares de vivencia personal, marcos 
inmediatos que prolongan la casa, el espacio intimo. Sitios en los que se generan 
las bases de una vida social, en los que transcurre la vida cotidiana de los 
agentes, y que se identifican por ser objeto de apego. 
Por su parte los territorios vastos se caracterizan porque en ellos predomina el 
carácter político-jurídico del territorio, y a su vez, están dotados de una dimensión 
simbólico-cultural ligada a la comunidad nacional, supranacional o global, según 
sea el caso. Ya dibujado el concepto de territorio es evidente que éste no puede 
ser concebido como un espacio virgen, indiferenciado o neutral, tampoco como un 
simple escenario de la acción social o como un contenedor de la cultura y la vida 
social. 
Éste sólo puede ser en tanto ya valorizado y apropiado, ya sea como refugio, 
fuente de recursos económicos, área geopolítica, espacio de inscripción de una 
historia, de un pasado colectivo o personal, como símbolo de identidad socio-
territorial, como objeto de apego afectivo, etc., el territorio es también objeto de 
operaciones simbólicas y una especie de pantalla sobre la que los actores sociales 
(individuales o colectivos) proyectan sus concepciones del mundo.13 
Esta apropiación y valoración del territorio, de la que tanto hemos hablado, se 
aprecia de dos maneras distintas, ya que puede darse una apropiación-valoración 
de carácter instrumental-funcional o simbólico-expresivo. 
En el primer caso se establece una relación con el territorio prevalentemente 
utilitaria, esto es cuando se le considera como una mercancía, como fuente de 
recursos o como ámbito de jurisdicción del poder. En cambio, en el segundo caso13 Giménez, Gilberto, “Territorio, cultura e identidades”, op. cit., p. 24. 
23 
 
el territorio se distingue como un lugar de asiento de lo simbólico-cultural, en el 
que se dan intervenciones estético-afectivas y que funge como soporte de 
identidades individuales y colectivas. Bajo esta valoración simbólico-expresivo es 
que se concibe al territorio como el lugar en el que se inscribe la historia y la 
tradición de una sociedad o comunidad. 
1.2 REFERENTE IDENTITARIO Y PERTENENCIA SOCIO-TERRITORIAL 
El territorio entendido como resultado de la apropiación simbólica-expresiva del 
espacio, no puede ser únicamente analizado desde la perspectiva reduccionista 
que lo concibe como un escenario o un lugar donde se inscriben los modos de 
producción y organización capitalista, pues en el territorio también se llevan a cabo 
relaciones simbólicas entre quienes lo apropian cotidianamente. 
Para entender este enfoque, es necesario hacer una clarificación mínima de la 
cultura. Existen distintas escuelas que han abordado el tema de la cultura, 
tratando de definirla, delimitarla y diferenciarla de otros aspectos. Entre los 
diferentes significados posibles, nuestra definición de cultura será la siguiente: la 
cultura sería el conjunto complejo de signos, símbolos, normas, modelos, 
actitudes, valores y mentalidades a partir de los cuales los actores sociales 
confieren sentido a su entorno y construyen, entre otras cosas, su identidad 
colectiva.14 
De esta definición se desprende que la cultura como comunicación, como forma 
de conocimiento y como visión del mundo, está presente en todas las prácticas 
sociales, tanto en el estado objetivado como en el estado subjetivado. En el 
estado objetivado bajo formas materializadas –u objetivadas- como instituciones y 
objetos observables; y en el estado subjetivado bajo formas interiorizadas –o 
subjetivadas- de representaciones sociales, de esquemas para percibir la realidad 
y como guía que orienta la acción. 
 
14 Giménez, Gilberto, “Territorio, paisaje y apego socio-territorial”, op. cit., p.163. 
24 
 
Lo anterior ayuda a diferenciar entre los niveles que existen en la cultura territorial 
y en el proceso de apropiación del espacio por parte del agente, en el que se 
involucran sentimientos de pertenencia socio-territorial. 
Ahora bien, para saber cuál es la relación que existe entre territorio y cultura, 
partiremos de las tres dimensiones del territorio desarrolladas por Gilberto 
Giménez, de las cuales desarrollaremos más a fondo la tercera, pues es la que 
nos permitirá adentrarnos al tema que corresponde a este apartado. 
El territorio en una primera dimensión, se establece como un espacio de 
inscripción de la cultura15, esto es, el territorio en su forma objetivada como 
resultado de la intervención de la acción humana, de la historia y de la cultura. En 
esta dimensión se localizan monumentos, sitios representativos de un lugar, 
paisajes, puentes, carreteras, etc. 
En una segunda dimensión, el territorio actúa como mapa donde se pueden 
localizar espacialmente instituciones y prácticas culturales aunque quizá no de la 
misma manera como la dimensión anterior, cuyas instituciones están 
consustancialmente unidas a un espacio específico. En esta dimensión, los 
atributos culturales son siempre objetivados. Por ejemplo, una receta típica de 
cocina, palabras propias de un lugar, una vestimenta peculiar, danzas lugareñas, 
etc. 
En la tercera dimensión, el territorio puede ser apropiado subjetivamente como 
objeto de representación y de apego afectivo, y sobre todo como símbolo de 
pertenencia socio-territorial.16 Es decir, el agente apropia el espacio 
incorporándolo a su sistema de valores o a su sistema cultural como objeto de 
apego afectivo y referente de identidad. 
De esta forma, el territorio antes visto como una realidad territorial externa pasa a 
ser incorporado por el agente a su sistema cultural y se convierte en una realidad 
 
15 Ibid., p.163. 
16 Ibid., p.168. 
25 
 
territorial interna no visible, producto de un proceso de apropiación subjetiva de la 
primera, con la cual coexiste. Esto es interesante, sobre todo en el tema de la 
desterritorialización (física o simbólica), pues a pesar de que un agente abandone 
físicamente su territorio, esto no implica necesariamente la pérdida de sus 
referentes simbólicos y subjetivos. 
El territorio apropiado subjetivamente como referente identitario u objeto de 
representación, nos invita a profundizar la relación entre el territorio y los procesos 
identitarios. Si asumimos que las identidades sociales se basan en un sentimiento 
de pertenencia ligado a diferentes colectivos, entonces las identidades territoriales 
tendrán que definirse primariamente en términos de pertenencia socio-
territorial,17denotando una estrecha vinculación entre los procesos identitarios y la 
pertenencia socio-territorial. 
Las pertenencias socio-territoriales tienen que ver con la inserción de los agentes 
a una colectividad a la cual han dotado de afectividad o de valor simbólico-
expresivo, experimentando incluso, cierta lealtad hacia la misma. Por esta razón, 
cuando el agente es parte de una colectividad, se asume que éste ocupa un papel 
dentro de la misma y sobre todo, que ha interiorizado algunos elementos 
simbólico-culturales de dicha colectividad, los cuales la definen y la diferencian de 
otras. Así, el agente como miembro de una colectividad, orientará mutuamente 
su comportamiento bajo el supuesto de saberse parte de una entidad social 
común. 
Además, la pertenencia socio-territorial implica que el territorio desempeña un 
papel trascendental en las acciones y relaciones humanas, yendo más allá de ser 
sólo un escenario o un contenedor de diferentes situaciones, debido a que 
caracteriza de modo relevante la estructura misma de la colectividad y de los roles 
asumidos por los autores.18 
 
17 Ibid., p. 127. 
18 Ibid., p. 128. 
26 
 
La adquisición de una identidad personal acentuada por la territorialidad requiere, 
como anteriormente se mencionó, que se comparta un universo simbólico-cultural 
común de una colectividad en donde el territorio ocupa un papel importante, 
universo que el agente interiorizará de forma gradual hasta alcanzar el sentimiento 
y el estatus de pertenencia socio-territorial. 
Sin embargo, en algunas situaciones el apego socio-territorial tiene 
intrínsecamente un valor afectivo y simbólico-expresivo, sin la necesidad de que el 
agente tenga integrada una fuerte pertenencia socio-territorial a una colectividad. 
En este sentido, el territorio no es sólo una determinante geográfica para los 
habitantes /…/, es fundamentalmente una construcción histórica y una práctica 
cultural significativa que se arraiga a la memoria a partir de sucesos articulados a 
afectos y experiencias individuales. 19 
Como se mencionó en el apartado anterior, para el caso de esta tesis y en razón 
del tipo de territorio que estudiaremos (la calle de Regina), conviene aclarar que 
tomaremos como herramienta de análisis al territorio próximo o identitario. 
Empero, es importante mencionar que dentro de este territorio próximo hay una 
contradictoria relación que establece el territorio con otros territorios que intentan 
imponerle conductas o valores ajenos a las representaciones sociales de la 
colectividad. El equilibrio establecido a partir de estas relaciones, será el 
parámetro que defina el nivel de permanencia que experimenta el territorio y, 
como resultado, la fortaleza de sus identidades colectivas.20Nuevamente se 
asume que el territorio es un elemento central que da cabida a la consolidación o 
la fragmentación de las identidad territoriales.19 Portal Ariosa, María Ana (2006) “Espacio, tiempo y memoria. Identidad barrial en la Ciudad de México: El 
caso barrio de la Fama, Tlalpan” en Patricia Ramírez Kuri y Miguel A. Aguilar Díaz (coords.), Pensar y habitar 
la ciudad. Afectividad, memoria y significado en el espacio urbano contemporáneo, España, 
Anthropos/Universidad Autónoma metropolitana, p.72. 
20 Méndez y Berrueta, Luis H. “Ritos de paso truncos: el territorio simbólico maquilador fronterizo”, op. cit., 
p.171 
 
27 
 
Se concluye que el territorio es un territorio cultural, resultado de la apropiación 
simbólico-expresiva que los agentes hacen del espacio y que puede ser apropiado 
subjetivamente como objeto de apego afectivo y como referente identitario. En él 
los agentes adquieren un sentimiento y estatus de pertenencia socio-territorial 
como consecuencia de la socialización e incorporación de elementos comunes de 
la comunidad a la que pertenece. Aun así, el territorio es también aquel campo 
donde se materializan las relaciones de poder, aspecto que desarrollaremos más 
adelante. 
1.3 EL TERRITORIO PRÓXIMO Y LO GLOBAL 
En la actualidad, la discusión en torno al fenómeno de la globalización que permea 
las ciencias sociales, plantea escenarios próximos y futuros que visualizan una 
homogeneización cultural, económica, política y social a nivel mundial. 
Lo anterior significaría que el territorio, al no estar exento de este proceso de 
mundialización, se transformaría y evolucionaría continuamente en razón de la 
globalización geopolítica y geoeconómica. De esta manera, las particularidades 
socio-territoriales que suceden en los territorios próximos (en lo local), estarían 
amenazadas por su extinción. 
Con todo, parece que la homogeneización no conlleva necesariamente a la 
extinción del territorio, ya que éste, a pesar de la globalización, sigue teniendo un 
papel importante como referente simbólico e identitario, los territorios siguen 
siendo actores económicos y políticos y siguen funcionando como espacios 
estratégicos, como soportes privilegiados de la actividad simbólica y como lugares 
de inscripción de las “excepciones culturales”, pese a la presión homologante de la 
globalización.21 
Los territorios próximos juegan un rol importante pese a la globalización, pues son 
el marco inmediato de la vivencia, son lugares de desplazamientos cotidianos, 
espacios de sociabilidad y de identificación simbólica; mientras que los territorios 
 
21 Giménez, Gilberto, “Territorio, cultura e identidades”, op. cit., p. 21. 
28 
 
de la globalización son territorios abstractos, que se encuentran lejos de la 
vivencia y de la apropiación subjetiva. 
Este nivel local del territorio próximo o identitario, se podría concebir como una 
prolongación del territorio inmediato, esto es la casa, y se pueden relacionar 
directamente con el barrio, el pueblo, la colonia, etc. El territorio próximo es por lo 
tanto, un objeto que se apropia afectivamente y por el cual se crea un apego. 
Una de las funciones principales de este tipo de territorio es la organización de 
una vida social que sirve de base para el desarrollo de una comunidad. Por 
ejemplo, la escuela, el cuidado a la infraestructura de caminos e inmuebles, la 
seguridad, las fiestas y otros tipos de entretenimiento. 
El territorio próximo, como se mencionó en el apartado anterior, tiene una relación 
contradictoria con otros territorios –como los de la globalización- que tratan de 
imponerle formas diferentes de apropiar el espacio, las cuales son ajenas al 
habitus de los agentes que forman parte de un territorio próximo definido. 
Si entendemos al territorio próximo o identitario como el espacio apropiado y 
valorizado por sus habitantes, en el que se desarrollan prácticas sociales 
cotidianas, se dan procesos de identificación simbólica y se crean lazos de apego 
afectivo, y si contraponemos esto a la luz de los cambios territoriales que los 
procesos globales han impulsado, surge una pregunta inminente ¿qué 
consecuencias trae a las identidades sociales territorializadas, los cambios 
territoriales impulsados por la globalización? 
El término global es considerado como la antítesis de lo local, y por consiguiente, 
el impulso de proyectos globales significaría la desaparición de las 
particularidades locales, sin embargo esta respuesta deja de lado el complejo 
entramado de la identidad y el papel del territorio, que más allá de ser un espacio 
delimitado geográficamente, es objeto de interiorización subjetiva por los 
habitantes del territorio. 
29 
 
La identidad social, plantea Giménez, es la autopercepción de un “nosotros” 
relativamente homogéneo en contraposición con los “otros”, con base en atributos, 
marcas o rasgos distintivos subjetivamente seleccionados y valorizados, que a la 
vez funcionan como símbolos que delimitan el espacio de la “mismidad” 
identitaria.22 Esta identidad a su vez no es una esencia inmutable, es más bien 
resultado de un proceso activo de luchas y conflictos, situado espacial y 
temporalmente. 
La identidad está en constante proceso de cambio aunque siempre teniendo como 
base una “matriz cultural”, un punto de apoyo que sirve de sostén de la identidad 
individual o colectiva, un núcleo de significados construido por elementos 
culturales estructurales, a partir de los cuales los agentes explican y comprenden 
el mundo; 
una “matriz cultural” portadora de los “emblemas de contraste” que marcan 
sus límites, pero esa matriz no se identifica con la cultura objetivada 
observable desde el exterior, sino con la cultura subjetivada resultante de la 
internalización selectiva de algunos elementos de la cultura 
institucionalmente preconstruida.23 
Es con base en esta “matriz cultural” que se integran cosas nuevas en la identidad 
y se generan cambios, entendidos de dos formas específicas: como una 
transformación o una mutación. La transformación que se desarrollaría como un 
proceso adaptativo gradual, que no afectaría significativamente la “matriz”; y la 
mutación que supondría una alteración más significativa del núcleo identitario, el 
paso de una estructura a otra. 
Tomando en cuenta lo anterior se entiende que el proceso de globalización 
impulsa cambios que no necesariamente ocasionarían el fin de las 
particularidades de las identidades sociales locales, ya que estos cambios pueden 
 
22 Giménez, Gilberto (1994), “Comunidades primordiales y modernización en México”, en Gilberto Giménez y 
Ricardo Pozas (coords.), Modernización e identidades sociales, México, UNAM/Instituto de Investigaciones 
Sociales/Instituto Francés de América Latina, p.170. 
23 Ibid., p. 172 
30 
 
ser resignificados con base en una “matriz cultural”, y dependiendo de los casos 
específicos de las identidades sociales, éstas podrían ser más o menos afectadas, 
sin que eso implique su desaparición. 
El territorio, que juega un papel importante en la conformación de las identidades 
sociales territorializadas, como espacio de inscripción de la cultura, no como 
simple objeto material sino ya en su forma subjetivada e interiorizada, puede 
presentar cambios significativos en su forma física debido a las tendencias 
globalizadoras. A pesar de ello, la parte apropiada y valorizada subjetivamente por 
los agentes sociales, que ya conforma una porción de su habitus, persiste con 
todo y sus particularidades como elemento de la identidad social de los habitantes 
de un cierto territorio. 
Incluso en los casos en los que acontece una desterritorialización física, porque 
los agentes tienen que abandonar su territorio o son expulsados de éste, no se da 
una desterritorialización en términos simbólicos subjetivos, pues se apela a la 
pertenencia territorial desde la memoria o el recuerdo, pero la resistencia de estas 
identidades territorializadasdependerá de la fortaleza de su “matriz cultural”. 
No obstante, es necesario aclarar que las transformaciones que sufren los 
territorios ante la presión homologante de la globalización, no propician 
necesariamente la extinción de las particularidades identitarias. 
Sin embargo, la globalización no se acota a un acto de homogeneización de las 
formas de vida, se amplía al interés de los países dominantes por reforzar su 
poder de influencia e incidencia en otros países para asegurar de esta forma, la 
implementación de los mecanismos que perpetuarán sus intereses económicos: en 
suma, la globalización no es una homogenización, sino por el contrario, la extensión de la 
influencia de un pequeño número de naciones dominantes sobre el conjunto de los 
mercados financieros nacionales.24 
 
24 Bourdieu, Pierre y Loïc Wacquant (2005), Una invitación a la sociología reflexiva, México, Siglo XXI. 
31 
 
Es interesante observar que la globalización, si bien no afecta abruptamente a las 
identidades territorializadas, busca imponer en los territorios una manera de 
apropiar el espacio, generalmente apegada a la utilidad económica que de éste se 
puede obtener, para reafirmar así, su poder de establecer significaciones y de 
reproducirlas a través de las prácticas pertinentes. 
En el Centro Histórico de la Ciudad de México, las políticas internacionales y las 
nacionales con sesgo globalizador que impulsan el turismo en torno al patrimonio 
cultural ahí ubicado, son adoptadas por las autoridades para implementarlas en 
territorios con condiciones sociohistóricas distintas a la de los países dominantes; 
situación que, si bien no genera que los agentes que no corresponden a las 
nuevas dinámicas impuestas pierdan el apego afectivo a su territorio, tampoco los 
exonera de procesos de exclusión. 
Así, se aduce que las transformaciones territoriales impulsadas por el proyecto 
global, e incluso el desplazamiento y expulsión que pueden propiciar, no implican 
la extinción de las particularidades identitarias de los agentes, pues siempre se 
puede apelar a la memoria y a la matriz cultural. Sin embargo, lo anterior no exime 
el hecho de que los intereses de un pequeño grupo de países dominantes, 
encuentren en la exportación de modelos territoriales, una manera eficaz de 
propagar las conductas económicas, políticas y sociales que les permiten extender 
y consolidar una visión del mundo que perpetúa su superordinación. 
De esta manera, los cambios territoriales conllevan a un proceso de imposición de 
nuevas formas de significar el espacio, muchas veces poco visible debido a que 
no se hace de manera explícita, sino a través del ejercicio de la violencia 
simbólica; aspecto del que se hablará a lo largo del siguiente capítulo. 
 
 
32 
 
CAPÍTULO 2. IMPOSICIÓN DE SIGNIFICACIONES: EL 
EJERCICIO DE LA VIOLENCIA SIMBÓLICA EN EL 
TERRITORIO 
 
 … ¿A quién le importa que un sitio sea feo o no? 
Mientras haya gente ahí, será interesante. 
 Si quitamos a la gente, ¿qué queda? 
Vacío, nada más. 
 Y el vacío no hace nada por mí excepto bajarme la tensión 
 y hacer que se me caigan los párpados… 
 Mr. Vértigo. Paul Auster. 
El territorio como espacio culturalmente apropiado contiene un conjunto de 
estructuras de significación creadas y creadoras de habitus, según las cuales se 
apropia el espacio, se establecen relaciones, se ejecuta una acción social y se 
ejerce el poder en el territorio. 
La existencia de diferentes grupos con habitus particulares –conformados en 
territorialidades externas o internas- exhibe una lucha por imponer las 
significaciones de un solo grupo como las legítimas (contrario a ciertas 
percepciones del espacio donde los agentes, pese a su diferencia de intereses, 
logran llegar a un consenso y convivir). Esta lucha constituye un fenómeno que no 
se visibiliza fácilmente cuando la imposición no requiere de violencia física para 
llevarse a cabo. 
Lo anterior es de suma importancia para este capítulo, pues trataremos de dar 
cuenta de que las transformaciones realizadas en la calle de Regina tienen como 
trasfondo relaciones de dominación que pretenden reproducir la estructura social a 
través de la imposición de significaciones de un cierto grupo como las legítimas, 
disimulando las relaciones de fuerza en la que se basa. 
Mediante una asociación entre territorio y habitus se explicará de qué manera los 
agentes sociales producen prácticas y representaciones propias de un espacio, las 
cuales se ven alteradas cuando grupos dominantes - detentores de un mayor 
33 
 
capital cultural y económico- imponen un mensaje culturalmente arbitrario a los 
grupos dominados, excluyendo sus usos y costumbres por ser indignas de ser 
reproducidas. 
De esta forma, proyectos como el de Corredor Cultural Regina, deben su éxito -
pese a su arbitrariedad- al capital simbólico con el que cuentan los grupos de 
agentes que lo realizaron, así como al trabajo de inculcación mediante el que se 
implantaron nuevas significaciones que, al ser reproducidas por los agentes, se 
perpetuaron en prácticas que reforzaron tanto la legitimidad de los grupos de 
agentes dominantes como su discurso. 
A este proceso de imposición que los dominantes ejercen sobre los dominados, se 
le llamará violencia simbólica y será objetivo de este capítulo dar cuenta de ella. 
2.1 LA INTERIORIZACIÓN Y APROPIACIÓN DEL TERRITORIO: 
HABITUS 
Partiendo de la noción del territorio como espacio apropiado simbólicamente por 
distintos grupos de agentes que significan el territorio, es necesario aclarar que 
este proceso de apropiación y de significación depende de los condicionamientos 
asociados a condiciones particulares de existencia, esto es habitus: 
Los habitus son producto de la historia, el habitus produce prácticas, 
individuales y colectivas, produce, pues, historia conforme a los principios 
[schémes] engendrados por la historia; asegura la presencia activa de las 
experiencias pasadas que, depositadas en cada organismo bajo la forma 
de principios [schémes] de percepción, pensamiento y acción, tienden, 
con mayor seguridad que todas las reglas formales y normas explícitas, a 
garantizar la conformidad de las prácticas y su constancia a través del 
tiempo.25 
 
25 Bourdieu, Pierre (1992), El sentido práctico, España, Taurus Humanidades, pp.95-96. 
34 
 
El habitus es un sistema de disposiciones duraderas que orientan las 
percepciones y las prácticas, estas disposiciones funcionan en diferentes campos 
de la práctica debido a su carácter transferible. 
El habitus como esquema clasificatorio, como principio de visión y de división (lo 
bueno y lo malo, lo distinguido y lo vulgar), genera prácticas distintas y distintivas a 
partir de las cuales se configura el gusto, las elecciones y las representaciones del 
agente; configuraciones que van más allá de lo consciente; lo que come el obrero 
y sobre todo su forma de comerlo, el deporte que practica y su manera de 
practicarlo, sus opiniones políticas y su manera de expresarlas difieren 
sistemáticamente de lo que consume o de las actividades correspondientes del 
empresario industrial.26 
Como estructura estructurada, el habitus es resultado de la interiorización 
subjetiva que el agente hace de lo social, permitiendo que las estructuras objetivas 
sean compatibles con las subjetivas. Lo social interiorizado por el agente da 
cabida a su vez, a la estructuración de las prácticas y representaciones que se 
llevan a cabo en diferentes campos, esto es, la estructuración del mundo social. 
En este sentido y tomando en cuenta que el territorio caracteriza de manera 
esencial a la colectividad con sus configuraciones, prácticas y relacionesparticulares, se puede decir que éste es parte constitutiva del habitus de aquellos 
que lo habitan, es decir, el territorio (entre otros aspectos como la familia y la 
educación) estructura los esquemas cognitivos del agente, y a la vez, es 
estructurado por ellos.27 
 
26 Bourdieu, Pierre (1997), Razones prácticas: sobre la teoría de la acción, España, Anagrama, p.20. 
27 Según Bourdieu, otra de las características que definen al habitus, es su cualidad de ser estructuras 
estructuradas, predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes. (Bourdieu, Pierre, “El sentido 
práctico”, op. cit., p.92) 
35 
 
Un agente se asume en una comunidad cuando ha interiorizado elementos 
simbólicos-culturales, característicos de una colectividad territorializada que 
responde a un habitus común, o habitus de clase.28 
El habitus de clase es un sistema subjetivo de estructuras interiorizadas por un 
grupo que permite compartir esquemas comunes de percepción, concepción y 
acción; constituyendo así, la condición previa a partir de la cual se significa y 
apropia el mundo de manera similar.29 
Esta similitud de esquemas es posible, según Bourdieu, por la homogeneización 
objetiva de los habitus de clase que resulta de la homogeneización de las 
condiciones de existencia.30 
En el caso que corresponde a la calle de Regina, los grupos de agentes para los 
cuales el territorio estudiado es parte constitutiva de sus condiciones de 
existencia, son aquellos que han interiorizado elementos simbólico-culturales 
particulares de ese territorio (ya sea porque en él se genera la base de una vida 
social o porque lo identifican como un objeto de apego afectivo), tales como los 
Originarios, los Excluidos y los Comerciantes. 
En el mismo territorio coexisten agentes cuyos mundos de vida son expresiones 
de otras territorialidades, los cuales buscarán establecer valores ajenos a las 
representaciones sociales de la colectividad de la calle de Regina, entre los cuales 
están los integrantes de la Fundación Centro Histórico A.C., Autoridades, Nuevos 
Comerciantes y Usuarios. Para estos agentes, la calle de Regina no es parte 
 
28 El habitus de clase, a diferencia de las clases sociales construidas en la teoría marxista, se construyen a 
partir del volumen, estructura, evolución, etc., de los diferentes capitales (cultural, económico, social, etc.) que 
determinan las prácticas de los agentes. De esta manera se entiende que el habitus de clase, como 
herramienta teórica, se crea según las condiciones sociohistóricas específicas de cada caso. (Bourdieu, 
Pierre y Wacquant, Loïc (2005) Una invitación a la sociología reflexiva, Argentina, Siglo XXI Editores.) 
29 Sin embargo, esto no significa que el habitus individual se pierda en la homogeneidad del grupo, sino que la 
diferencia radica en sus singulares trayectorias sociales de cada agente. Bourdieu lo explica de la siguiente 
forma, entre el habitus de clase y el habitus individual se da una relación de homología, es decir, de diversidad 
en la homogeneidad, reflejando la diversidad en la homogeneidad característica de sus condiciones sociales 
de producción, la que une los habitus singulares de los diferentes miembros de una misma clase: cada 
sistema de disposiciones individual es una variante estructural de los otros, en el que se expresa la 
singularidad de la posición en el interior de la clase y de la trayectoria. (Bourdieu, Pierre, “El sentido práctico”, 
op. cit., p.104) 
30 Ibid., p.101. 
36 
 
constitutiva de su habitus ya que su trayectoria de vida no se sitúa en el territorio 
analizado. 
Si bien la interiorización del territorio juega un papel importante en la constitución 
del habitus de los agentes que se localizan en la calle de Regina, esto no significa 
que para quienes este territorio no es pieza fundamental en su habitus, no puedan 
apropiarlo. No obstante, la apropiación se llevará a cabo de manera distinta. 
El habitus establece diferencias en la apropiación del territorio, es decir, mientras 
para algunos el territorio es objeto de apego afectivo por ser lugar de convivencia 
cotidiana, soporte de identidades individuales y colectivas donde se inscribe parte 
de su historia (apropiación simbólica-expresiva); para otros es una mercancía, es 
un lugar rentable con posibilidades de ganancia económica, con el cual se 
establece una relación predominantemente utilitaria (apropiación instrumental-
funcional). 
AGENTES INVOLUCRADOS EN LA CALLE DE REGINA 
Originarios Que han habitado en la calle de Regina antes y después de los cambios 
impulsados por las políticas de recuperación. 
Excluidos Los que habitaban en la calle Regina previo al inicio del proyecto 
corredor cultural Regina y que, luego de la implantación de éste, fueron 
desocupando inmuebles progresivamente. 
Comerciantes Comerciantes establecidos formalmente en la calle de Regina antes y 
después de la “recuperación” de ésta. 
Nuevos comerciantes Comerciantes formales que han llegado a la calle de Regina a partir de 
la “recuperación” de ésta. 
Autoridades Integrantes del gobierno del Distrito Federal, que propusieron y llevaron 
a cabo el proyecto “Corredor Cultural Regina.” 
Autoridades de la 
Fundación Centro 
Histórico y Casa vecina 
Encargados de la veta cultural del proyecto “Corredor Cultural calle de 
Regina.” 
Usuarios Aquellos que, a partir de la recuperación de la calle de Regina y su 
promoción como un nuevo espacio cultural, consumen lo que en este 
lugar se ofrece. Un consumo tanto material (restaurantes) como 
simbólico (parque, mural). 
 
* Los grupos de agentes esbozados en la tabla corresponden al caso específico de la calle de Regina, los cuales 
se construyeron para visualizar los habitus de clase que se encuentran en lucha dentro del campo de poder. 
 
37 
 
La apropiación del territorio (simbólica-expresiva o instrumental-funcional) y la 
manera en que los agentes significan los cambios realizados en la calle de 
Regina, depende de sus tomas de posición (a partir de distinciones estilísticas, 
políticas, económicas, etc.) que se configuran en virtud de la posición que ocupan 
en la estructura del espacio social, y que por mediación de las disposiciones 
constitutivas del habitus les impulsa, ya sea a aceptar los cambios o a rechazarlos. 
2.2 EL POSICIONAMIENTO DE LOS AGENTES EN EL ESPACIO SOCIAL 
Y LOS PRINCIPIOS DIFERENCIADORES: EL CAPITAL CULTURAL Y 
ECONÓMICO 
Los agentes o grupos de agentes visibles en la realidad son y se mueven en y por 
la diferencia, según las posiciones que ocupan en el espacio social, espacio de 
relaciones que a pesar de no ser observable empíricamente, es el principio real de 
las elecciones y de los comportamientos de los agentes que se llevan a cabo en 
los ámbitos más diferentes de la práctica, es la realidad más real.31 
El espacio social como esa realidad invisible, que no se puede mostrar ni tocar 
con el dedo32, posibilita la creación de clases teóricas en donde se agrupan 
agentes según una relación de homología -agentes parecidos entre sí y a la vez 
diferentes de otras clases-, a partir de la configuración de los determinantes 
mayores de las prácticas (los capitales) y las propiedades que resultan de ello. 
El espacio social es el espacio de las elecciones –tomas de posición-, intervenidas 
por el habitus (disposiciones) de las diferentes clases posicionadas en el espacio 
social, es decir, las elecciones del agente dependerán de su posicionamiento en el 
espacio social, que se configura según la cantidad de capital específico con el que 
se cuente. El agente inscrito en el espacio social, dice Bourdieu, no es indiferente 
y está dotado de categorías de percepción, de esquemas clasificatorios, de un 
gusto, que le permite establecer diferencias, discernir, distinguir,33 y distinguirse de31 Bourdieu, Pierre, “Razones prácticas: sobre la teoría de la acción”, op. cit., p.42. 
32 Ibid., p.22. 
33 Ibid., p.21. 
38 
 
los otros habitus. La afinidad de estilo entre los agentes de una misma clase es 
producida por condiciones sociales de existencia similares, vinculadas a la 
posición correspondiente en el espacio social. 
La posición que se ocupa en el espacio social -estructura de la distribución de las 
diferentes especies de capital- no sólo ordena las representaciones de este 
espacio sino también la toma de posición en las luchas para transformarlo o 
conservarlo. 
De ahí se deriva que los capitales jueguen un papel importante en el espacio 
social, permiten a sus poseedores disponer de un poder, una influencia, y por 
tanto existir en el campo en consideración, en lugar de ser considerado una cifra 
desdeñable.34 
Existen diferentes tipos de capitales: capital cultural, económico, social, 
burocrático, académico, etc., cuya importancia varía según el campo en el que se 
ponen en juego. En nuestro caso, los capitales que tomaremos en cuenta para 
ubicar cómo se posicionan los agentes en el espacio social, serán el capital 
cultural y el capital económico: el primero vinculado al poder de legitimar un 
discurso que impone significaciones sobre el territorio; y el segundo relacionado al 
poder sobre los instrumentos para realizar las transformaciones materiales sobre 
un territorio. 
El concepto de capital cultural, retomado de la teoría Bourdiana, no hace 
referencia al concepto de cultura en el sentido amplio de la etnología, sino a las 
cualificaciones de carácter intelectual inculcadas y asimiladas en el medio familiar 
y escolar. Este capital se presenta en tres estados: incorporado, que mediante el 
proceso de inculcación es interiorizado por los agentes bajo la forma de 
disposiciones duraderas(habitus); objetivado, que hace referencia a los bienes 
culturales materiales que pueden acumularse; y el institucionalizado, que es una 
forma de objetivación particular del capital que mediante títulos escolares 
establece el valor cultural del portador de determinado título, y que le permite el 
 
34 Bourdieu, Pierre y Wacquant, Loïc, “Una invitación a la sociología reflexiva”, op .cit., p.152. 
39 
 
reconocimiento social de su capital. El capital cultural es arbitrario en tanto sólo se 
acepta cómo legitima la concepción de la clase dominante, y como todo capital, da 
a su poseedor, el poder de legitimar sus significaciones. 
El espacio social en la calle de Regina se construye según la distribución del 
capital cultural y del capital económico que los diferentes grupos de agentes 
poseen. Los agentes tienen más en común cuando la cantidad de capital con el 
que cuentan es similar -estando más próximos en estas dimensiones-, y por lo 
tanto, más alejados cuando difiere la cantidad de capital que se tiene. 
Esta distribución desigual de capitales origina diferencias en la forma de actuar, 
percibir, consumir y sobre todo, en los estilos de vida de los distintos grupos de 
agentes que se localizan en un mismo espacio. 
 
Cuadro del espacio social en la calle de Regina.35 
 
35 En el caso específico del espacio social del presente estudio, el volumen del capital cultural se mide a partir 
del grado académico y es mayor entre aquellos agentes que forman parte de los grupos de las Autoridades e 
Integrantes de la Fundación Centro Histórico, quienes cuentan con grado de maestría o especialidades y 
diplomados; después se puede ver cómo el volumen va descendiendo, ya que aquellos agentes que 
conforman los grupos de los Nuevos Comerciantes y Usuarios, tienen en su mayoría grado de Licenciatura; y 
40 
 
Según nuestra hipótesis, en el espacio social de la calle de Regina se ubican siete 
grupos de agentes que posicionados de acuerdo a la cantidad de capital 
económico y capital cultural, toman una posición homóloga respecto al territorio. 
Se encuentran aquellos que están más próximos en el espacio social al poseer 
una mayor cantidad de capital cultural y capital económico, tal es el caso de los 
integrantes de la Fundación Centro Histórico y Autoridades (Gobierno del Distrito 
Federal), grupos de agentes que no tienen una identidad territorializada en la calle 
de Regina y asimismo, comparten un proyecto común surgido de una apropiación 
instrumental-funcional de este territorio, al cual conciben como una mercancía en 
dos sentidos: 
 el primero relacionado con el interés de transformar el territorio en función 
de hacer de éste un espacio económicamente activo que permita la oferta 
de cierto tipo de bienes y su respectiva ganancia económica (restaurantes y 
bares principalmente); 
 el segundo, vinculado con el interés de transformar el territorio en virtud de 
reactivar la vida cultural de la calle de Regina, pues se parte del 
presupuesto de que es necesario llevar “la cultura” a los originarios 
desprovistos de ella, lo cual crearía una demanda de oferta cultural en esta 
calle que resultaría en una reactivación económica de la misma. 
 
al final, los agentes de los grupos de los Originarios, Comerciantes y Excluidos, sólo cursaron hasta el nivel 
secundaria. 
El capital económico fue medido mediante el tipo de puesto o trabajo en el que se desempeñan los agentes, y 
al igual que en el caso del capital cultural, los grupos de las Autoridades e Integrantes de la Fundación Centro 
Histórico cuentan con un mayor volumen, pues todos se desempeñan en puestos directivos; los agentes que 
conforman el grupo de los Nuevos Comerciantes son dueños de su propio negocio, en todos los casos del 
rubro restaurantero; siguen los agentes de los grupos de los Originarios, Comerciantes y excluidos, entre los 
que se encuentran amas de casa, dueños de comercios dedicados a los oficios y un desempleado. El caso de 
los usuarios sale de esta línea, pues este grupo se compone por profesionistas, estudiantes y amas de casa, 
sin embargo todos estos coinciden cuentan con el capital para consumir en los Nuevos Comercios de la Calle. 
Si bien en los esquemas realizados Bourdieu se ubica el volumen del capital económico y cultural (de mayor a 
menor) en extremos contrapuestos, pues en el caso específico de la sociedad Francesa que él estudia los 
agentes que tienen mayor capital económico tienen menor capital cultural, y viceversa, en nuestro caso 
específico existe correspondencia entre el la cantidad ostentada capital cultural y económico, por lo que el 
volumen de ambos capitales es ubicado en el mismo extremo del esquema. 
 
41 
 
En el mismo sentido, los nuevos comerciantes (que cuentan con un capital 
económico considerable) ven en Regina la oportunidad de establecer sus 
negocios y obtener ganancias económicas; mientras que los usuarios se 
caracterizan por ser asiduos a la calle desde su transformación: en ella ven un 
espacio de convivencia y recreación, aunque mediado principalmente por el 
consumo. 
Los otros grupos de agentes, más próximos en el espacio social debido a que 
poseen una menor cantidad de capital cultural y capital económico, son los 
originarios, los excluidos y los comerciantes. 
A diferencia de los otros grupos de agentes, éstos cuentan con una identidad 
territorializada en la calle de Regina, pues en dicho territorio ha transcurrido parte 
de su trayectoria de vida o se inscribe en él su historia, por lo que apropian al 
territorio de manera simbólica-expresiva y generan un apego afectivo hacia el 
mismo. A estos agentes se les impone una nueva forma de significar el territorio 
según un proyecto cultural impulsado en su calle por identidades territorializadas 
externas, el cual no apela directamente a las

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