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1 Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Ciencias Políticas y Sociales T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN SOCIOLOGÍA PRESENTAN Linda Mercedes Moreno Sánchez y Elvia Lizet Quintanilla Aguilar Asesora: Lucía Álvarez Enríquez México, Cd. Universitaria Junio, 2013 Territorio y violencia simbólica: el caso de la calle de Regina UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 ÍNDICE AGRADECIMIENTOS LINDA ......................................................................................................... 4 AGRADECIMIENTOS LIZET .......................................................................................................... 6 INTRODUCCIÓN .............................................................................................................................. 7 CAPÍTULO I. TERRITORIO Y ESPACIO ................................................................................... 14 1.1 EL TERRITORIO COMO ESPACIO APROPIADO ........................................................ 20 1.2 REFERENTE IDENTITARIO Y PERTENENCIA SOCIO-TERRITORIAL ................... 23 1.3 EL TERRITORIO PRÓXIMO Y LO GLOBAL .................................................................. 27 CAPÍTULO 2. IMPOSICIÓN DE SIGNIFICACIONES: EL EJERCICIO DE LA VIOLENCIA SIMBÓLICA EN EL TERRITORIO ............................................................................................... 32 2.1 LA INTERIORIZACIÓN Y APROPIACIÓN DEL TERRITORIO: HABITUS ................ 33 2.2 EL POSICIONAMIENTO DE LOS AGENTES EN EL ESPACIO SOCIAL Y LOS PRINCIPIOS DIFERENCIADORES: EL CAPITAL CULTURAL Y ECONÓMICO ........... 37 2.3 LO NO VISIBLE: LA IMPOSICIÓN DE SIGNIFICACIONES EN EL TERRITORIO. CAPITAL SIMBÓLICO Y VIOLENCIA SIMBÓLICA ................................... 43 CAPÍTULO 3. LA NOCIÓN DE PATRIMONIO CULTURAL .................................................... 57 3.1 LA ADOPCIÓN DEL CONCEPTO DE PATRIMONIO CULTURAL EN MÉXICO ...... 67 3.2 EL CASO DE LA CALLE DE REGINA ............................................................................. 78 CAPÍTULO 4. LA IMPLANTACIÓN DEL PROYECTO “CORREDOR CULTURAL CALLE DE REGINA” ................................................................................................................................... 85 4.1 LA CONSTRUCCIÓN DE UN PROYECTO..................................................................... 86 4.2 EL DISCURSO DE LA PARTICIPACIÓN COMO MEDIO DE LEGITIMACIÓN ...... 104 4.3 DE BARRIO A CORREDOR CULTURAL ...................................................................... 120 CAPÍTULO 5. A CINCO AÑOS DEL CORREDOR CULTURAL REGINA .......................... 147 5.1 REGINA: EL GRAN EJEMPLO, EL GRAN MODELO ................................................. 148 5.2 EXCLUSIÓN SOCIAL EN REGINA ................................................................................ 160 REFLEXIONES FINALES ........................................................................................................... 174 3 BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA ................................................................................................. 182 ANEXO. GUÍAS DE ENTREVISTAS: ........................................................................................ 190 4 AGRADECIMIENTOS LINDA ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Salmos 73:25 A Dios, porque todo lo puedo en ti. Con todo y mis fallas, tú siempre estás conmigo. Te amo. Más que gracias, mereces un aplauso, no sólo por tu paciencia y apoyo, sino también por todo lo que has hecho por nosotros ¿de dónde sacas tanta fuerza? Mujer virtuosa, gracias mamá. Te amo y te admiro mucho Graciela Carro. Aunque no lo creas, también mereces un aplauso. Gracias hermana por tu apoyo, tus comentarios y mis desayunos, por mandar a tus hijas a la habitación para que me dejaran concentrar. Te quiero Dulce. Abril y Elisa, algún día entenderán por qué las corría cada que se acercaban a mi computadora, por lo mientras sólo tengo que decirles que sus pequeñas cabecitas me han hecho muy feliz. Por sus comentarios pesados que pude encaminar a bien, gracias Papá y David. Liz, qué te puedo decir. Gracias por todo lo que he aprendido en nuestras largas pláticas, por tu paciencia y por aguantar a esta mujer que estalló en muchas ocasiones; te quiero amigui. Y gracias a tu familia, por las atenciones que tuvieron conmigo en el tiempo que trabajamos en tu casa ¡por la deliciosa comida! Por la gente que llegó para quedarse en mi vida: Xóchitl Morales, porque tu responsabilidad y perseverancia me animaron a apresurar este proceso; Rocío Montiel, porque a tu lado conocí que uno no sabe tanto como dice ¡gracias Miss Rae! y a Andrea Bautista-Roberto –Israel Pompa los tres juntos, por sus sabios comentarios y por la buena música. ¡Gracias! Toño, porque me has enseñado a caminar en la ciudad. Y a ti Osvaldo Romero, gracias por todos los ánimos, al fin sirvieron de algo. Vielen dank blaue Blume! 5 Te me adelantaste, pero algún día nos alcanzaremos abuelita Rosa y te diré lo mucho que te amo y te admiro. También a ti te agradezco abuelito Melquiades, por tu inmensa sabiduría, te quiero. Un agradecimiento especial a la profesora Lucía Álvarez por confiar en nosotras y en este trabajo que en momentos se vio estancado. Agradezco asimismo a las pertinentes correcciones y sugerencias de las profesoras Marcela Meneses Reyes, Patricia Ramírez Kuri, Amparo Ruíz del Castillo y al profesor Juan Estrella. A la Dra. María Eugenia Negrete Salas, por el apoyo recibido durante este trabajo y por lo mucho que he aprendido con usted. Gracias. Finalmente, gracias a Luz García, Nathalie Benhumea, Jorge Oviedo y Noemí Cortés; aunque ya no nos frecuentamos como antes, les agradezco todas las experiencias que me dejaron vivir con ustedes. Siempre los recuerdo. 6 AGRADECIMIENTOS LIZET Martha Aguilar, que has sido todo mi apoyo, fuerza e inspiración; porque te esforzaste tanto como yo para que esto, que parece el fin de algo, fuera posible. Mami, te amo. Isidro Quintanilla, por estar a mi lado de manera incondicional. Papi, tu compañía y apoyo me han hecho muy feliz. Patricia, Joselyn y Alejandro, porque no han sido sólo hermanos, sino también compañeros en momentos difíciles, palabras dulces en días amargos, sonrisas estruendosas en días soleados, y café caliente, cigarros humeantes y sopa tibia en días de frío. A mis sobrinos, Elizabeth, Emilio y Mitzue, los tres grandes geniecillos que día a día me enseñan más de lo que yo pudiera enseñarles. Verlos crecer ha iluminado mi vida. Gracias a mis amigos incondicionales: Carmen, Margarita, Yass y Luis que siempre están y estarán. A ti Linda, gracias totales, por soportar mis enojos, mis cejas fruncidas, mis gritos enfurecidos; por las charlas de café, por las pláticas sobre libros. Eres la mejor colega y amiga. ¡Lo hicimos! Al finalgracias a la asesora Lucía Álvarez Enríquez y a los sinodales Amparo Ruiz del Castillo, Patricia Ramírez Kuri, Marcela Meneses Reyes y Juan Estrella, que tuvieron la paciencia de leernos, nos dieron sugerencias valiosas y contribuyeron en mucho en nuestra formación como sociólogas. 7 INTRODUCCIÓN Cuando comprendemos que los espacios en sí mismos no son más que una porción de tierra que adquiere sentido sólo cuando un grupo de habitantes los dota de significado, los crea y los recrea en función de sus necesidades, sus vivencias, los lazos amicales que genera con aquellos con los que comparte una historia de vida individual y comunitaria, es cuando podemos entender que el transformar un territorio trastoca más allá de la dimensión física, trastoca la dimensión simbólica: la forma en que una comunidad apropia y vive un lugar. Desde este punto de vista, el presente trabajo da cuenta de las implicaciones que ha tenido la implantación del Plan Integral de Recuperación del Centro Histórico. Un proyecto que ha sido diseñado siguiendo las pautas marcadas por organismos internacionales como la UNESCO, que pretenden impulsar el desarrollo de la industria turística a nivel mundial, mediante la exportación de modelos creados y pensados a partir de las condiciones histórico-sociales particulares de aquellas ciudades europeas y estadounidenses, en donde se iniciaron estos proyectos de recuperación de espacios históricos. Uno de los procesos más interesantes que se suscitan con la introducción de este proyecto en el Centro Histórico de la Ciudad de México, es que al no contemplar desde su construcción inicial las condiciones socioculturales del territorio, genera una oposición y resistencia por parte de los habitantes que sufren los efectos de las tendencias globales en su vida cotidiana. Las prácticas de estos habitantes se transforman a fin de lograr que las dinámicas sociales que se dan en este espacio, estén acorde con la imagen del centro cosmopolita que se busca crear. En ese tenor, se explicarán las formas en que las autoridades gubernamentales respondieron y contrarrestaron tal oposición, mediante la utilización de herramientas discursivas que les permitieron legitimar un proyecto, pese a que este implicaba la imposición de una nueva forma de significar y apropiar el 8 territorio e incluso, la marginación de las prácticas de sus pobladores y su paulatina exclusión. Para tal propósito se realizará el estudio de las problemáticas expuestas a partir de un caso específico, el del “Corredor Cultural Regina”, ubicado en el centro capitalino. Este lugar adquiere relevancia debido a que fue la primera calle que se remodeló bajo los postulados del proyecto de recuperación, y que por lo tanto, en el proceso exhibió cómo se fueron articulando todos los mecanismos de legitimización que posteriormente serían utilizados por las autoridades para extender el proyecto hacia más calles del Centro Histórico. Partimos de una hipótesis general que plantea que con la puesta en marcha del proyecto “Corredor Cultura Regina” se ejerció violencia simbólica, en tanto grupos de gente con territorialidades externas a la calle impusieron una forma de apropiar y valorizar el territorio, distinta a la que los agentes con identidades territorializadas en la calle tenían. Imposición que se logró debido a que los grupos de agentes con territorialidades externas detentan una mayor cantidad de capital económico y cultural, que transformado en capital simbólico les permitió imponer su concepción del territorio como la legítima, a través de la estructuración de un discurso y mediante un trabajo previo de inculcación, que posibilitó la imposición de intereses propios de un grupo particular, disfrazados como intereses de todos. Sobre esa base analizaremos y describiremos los métodos que fueron utilizados para forjar y poner en circulación un discurso dominante, que sirviendo como herramienta de inculcación simbólica, fue de tal efectividad que minó las oposiciones y además fue capaz de crear, difundir e inculcar una nueva forma de significar y apropiar un territorio. Lo anterior será abordado en cinco capítulos: el primero destinado a la recuperación del concepto de territorio como espacio apropiado y significado por un grupo de agentes, que en este proceso, dotan de sentido una porción de tierra. 9 En este sentido se explica cómo los agentes son productores del territorio, y a su vez, producto de éste. Sustentándonos en estos planteamientos, entraremos en un debate entre el concepto de espacio público y territorio, con el cual pretendemos, más que oponer a los dos conceptos a fin de establecer la superioridad de alguno, asir la postura que nos permita establecer una mayor pertinencia del concepto de territorio para el estudio de nuestro caso específico. La toma de esta postura es medular en nuestro trabajo, en tanto el proyecto de Recuperación del Centro Histórico que nos disponemos a analizar, se justifica en aquellas teorías que retoman el concepto de espacio público y lo plantean como indispensable para entender, construir y actuar según las exigencias que demandan las nuevas dinámicas globales. Con lo anterior, en la parte final del capítulo se hablará de la globalización y las implicaciones que ésta tiene cuando se siguen postulados internacionales basados en las necesidades particulares de los territorios dominantes, para desarrollar proyectos que inciden en las dinámicas de la vida comunitaria de los territorios próximos. Si bien hacemos hincapié en cómo la importación del pensamiento de las grandes potencias conlleva a la transformación de las dinámicas de los territorios -las formas de significarlos y vivirlos- en beneficio de intereses supranacionales, también nos cuestionaremos si en verdad la presión homologante de la globalización destruye por completo las identidades territorializadas de una comunidad. En el capítulo dos, con el apoyo de las herramientas conceptuales y el método desarrollado en la teoría de Pierre Bourdieu, explicaremos al territorio como un elemento fundamental en la creación del habitus individual y de clase. Así también, comenzaremos a esbozar las bases que posteriormente nos ayudarán a explicar las implicaciones que tiene la implementación del Proyecto de Recuperación de Regina, con el cual, más que una transformación física, se pretende generar una transformación de las dinámicas cotidianas que tienen lugar en este territorio, mediante un repoblamiento que promueve la llegada de agentes 10 con mayor capital económico y cultural, con un habitus completamente diferente al de los habitantes antiguos del centro. Siguiendo esa tónica, entre muchas otras problemáticas, enfatizaremos el papel que juegan los capitales culturales y económicos de ciertos grupos de agentes, a la hora de imponer como legítima una forma de concebir el espacio. Finalmente, explicaremos cómo estos se relacionan con la posibilidad de contar con las herramientas discursivas y el poder para legitimar los discursos, que permiten el ejercicio de la dominación territorial sin que ésta se perciba como tal: el ejercicio de la violencia simbólica. Con el propósito de ubicar históricamente el fenómeno a estudiar, en el tercer capítulo hablaremos de cómo con el paso del tiempo, la forma en que se concibe al patrimonio cultural e histórico en nuestro país, ha ido cambiado según postulados internacionales. Sin embargo, haremos hincapié en el hecho de que las distintas nociones de Patrimonio Cultural e Histórico han estado siempre en función de la legitimación ideológica del Estado mexicano, que haciendo uso del poder simbólico que detenta, utiliza estas concepciones para dotar de valor aquella historia que le conviene sea reconocida por la población. Desde ese punto de vista, en la parte final delcapítulo tres veremos cómo estas nociones de patrimonio se plantean hoy en día desde una perspectiva determinada por el mercado turístico patrimonial, y cómo se pueden llegar a condensar en un proyecto de recuperación muy específico: el de la calle de Regina. Igualmente señalaremos cuáles son los edificios históricos con los que cuenta la calle, aquellos en los que se sustenta el valor del lugar y su necesaria recuperación. Esta cuestión nos será útil para posteriormente, en el siguiente apartado, analizar si realmente fue el valor monumental de Regina lo que hizo de su transformación algo imperioso. Finalmente en el cuarto y quinto capítulo, el lector encontrará el análisis que se realiza con base en el desarrollo teórico y el recorrido histórico hecho 11 anteriormente, en donde se parte de las posturas que cinco diferentes grupos de agentes, previamente ubicados, toman ante este proyecto: las formas diversas en que concibieron y vivieron la creación del “Corredor Cultural Regina” los originarios, comerciantes, nuevos comerciantes, excluidos, autoridades y usuarios. Con ello, en el cuarto capítulo se explica cuál es el discurso en el que se sustenta el proyecto de recuperación de la calle de Regina; cómo y quiénes lo produjeron a fin de justificar la transformación física y simbólica de éste territorio. Además veremos cómo fue que ante las crecientes manifestaciones de descontento por parte de los vecinos afectados, la participación y la cultura sirvieron de herramientas discursivas para menguar la oposición y legitimar las obras del gobierno. En el capítulo cinco se explicará lo que sucede actualmente en Regina, a cinco años de que culminaran las obras de peatonalización en la calle. En esta parte veremos que aquel proyecto que tenía como finalidad la transformación física del lugar, trajo como consecuencia una transformación en la forma de significar el espacio, trastocando de tal manera la dinámica social que se daba en la calle, que hoy en día las nuevas prácticas causan tensión entre nuevos y antiguos vecinos. Igualmente se harán visibles las incongruencias existentes entre los propósitos que se plantearon en el discurso manejado por las autoridades durante la implantación del proyecto, y aquello que ahora acontece realmente en la calle: la paulatina marginación y expulsión de los pobladores y sus prácticas. Es necesario decir que para el desarrollo de los dos últimos capítulos, en donde se comprende el análisis de la investigación, fue necesario echar mano de entrevistas que se hicieron a distintas personas que vivieron este proceso de transformación de la calle, las cuales fueron agrupadas según categorías que se definieron de acuerdo al tipo de participación que los agentes tuvieron en el proyecto, la relación de estos con la calle de Regina y los capitales culturales y económicos que ostentan. 12 Así se realizaron entrevistas según seis grupos distintos de agentes: cinco entrevistas al grupo de las Autoridades, en donde se encuentran tanto funcionarios del gobierno como de la Fundación Centro histórico, y que fueron partícipes en la creación e implantación del Proyecto Corredor Cultural Regina; cinco entrevistas al grupo de los Comerciantes, conformado por aquellas personas con negocios establecidos en la calle desde antes de su transformación; otras cinco al grupo de los Originarios, quienes han vivido en la calle de Regina desde antes y posteriormente a los cambios; cinco a los Nuevos Comerciantes, que llegaron a establecerse a Regina luego de que fuera peatonalizada; una entrevista a dos personas del grupo de los Excluidos, quienes por cuestiones del proyecto de recuperación, fueron forzados a dejar de residir en este lugar; y por último, ocho entrevistas al grupo de los Usuarios, personas que transitan por Regina. Respecto a los grupos de los originarios y comerciantes para ser seleccionado como candidatos a entrevista fue requisito el que estos se hubieran establecido en la calle desde años previos al inicio de las transformaciones (2008); así podemos encontrar que en el caso de los originarios todos tienen un tiempo mínimo de habitar en la calle de 30 años, mientras que los comerciantes llevan al menos 15 años de haber establecido su comercio en ese lugar. También se hizo una entrevista adicional a la directora del Asilo Concepción Béistegui, que no se incluyó en ninguno de los grupos anteriores debido a que no se tenía contemplada al inicio de la investigación, pero dado al valor del testimonio, decidimos utilizarla para el análisis. A la par, se recuperaron testimonios de periódicos y de un documental realizado sobre el Corredor Cultural Regina. Por último, y para dar fin a la presentación de esta tesis, en la parte de las conclusiones se encontrarán con las reflexiones finales sobre la investigación, que sin tener el propósito de ser definitivas ni de agotar la discusión sobre el caso, plantearán los puntos principales a los que el desarrollo de este trabajo permitió 13 llegar, y los cuales esperamos sean lo suficientemente sustanciales para el ejercicio de futuras reflexiones. 14 CAPÍTULO I. TERRITORIO Y ESPACIO Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos… Las ciudades invisibles, Italo Calvino Territorio es un término emanado de la geografía que contiene un amplio acervo en su definición, que va desde las concepciones más simples que lo perciben como un espacio delimitado geográficamente en el cual se asienta una población, hasta aquellas que lo observan como un espacio apropiado y valorizado por los hombres. Dichas concepciones teóricas varían dependiendo del uso que las diferentes disciplinas y escuelas le dan. Se puede decir que este concepto ha pasado de una definición abstracta que refería a una superficie de escalas y límites; a otra que lo concibe como expresión de las sociedades. Estas diferentes formas de comprender al territorio dependen de su estrecha relación con las condiciones socio-históricas que se viven a escala local, nacional y mundial, lo cual exhibe la condición multi-escalar1 del territorio. Desde la veta cultural se define al territorio como una construcción social, y no sólo como un espacio físico inerte, pues se apela a la manera en que las sociedades apropian y valorizan el espacio a través de las prácticas sociales que se desarrollan en él. Este proceso de apropiación y valorización del espacio se puede llevar a cabo de dos formas distintas: utilitario-funcional y/o simbólico-cultural. En la primera se enfatiza la apropiación del espacio con fines económicos y políticos: el territorio puede ser visto como mercancía, como generador de fuentes de recursos y como 1 Es decir, puede ser aprehendido en diferentes niveles de la escala geográfica. 15 un espacio donde se ejerce el poder. En lo que refiere a la segunda forma, el espacio es objeto de apropiación, es el lugar en el que se inscribe la historia y las tradiciones; hacia él se desarrolla un sentimiento de pertenencia y se crean lazos afectivos. Desde esta concepción simbólico-cultural, el espacio apropiado es soporte de identidades individuales y colectivas, por lo que el territorio no se reduce a ser un mero escenario o contenedor de los modos de producción /…/ sino también es un significante denso de significados y un tupido entramado de relaciones simbólicas.2 Mediante el concepto de territorio se pueden entender las identidades territorializadas, aquellas que se dan por la socialización entre individuos que conformanuna colectividad dentro de un territorio. La socialización posibilita que los individuos interioricen elementos simbólicos comunes y adquieran un sentimiento de pertenencia socio-territorial. De esta manera, los individuos dotan de significado al territorio en el que se desenvuelven y crean una pertenencia socio-territorial (sentimiento de arraigo y apego) en el momento en el que comparten el complejo simbólico-cultural que define a la comunidad a la que pertenece. Se crean así identidades territorializadas que suponen, a su vez, que el individuo ha asumido un rol dentro de la colectividad y que ha creado una conciencia compartida de pertenencia. Para que esta conciencia colectiva sea posible es necesaria la existencia de una relativa homogeneidad de valores y costumbres característicos de ese territorio, que permitan alcanzar el nivel de involucramiento sociocultural necesario para que se integre y solidarice la comunidad. Esta homogeneidad de valores hace posible una toma de posición en el espacio social por parte de los agentes de una comunidad, cuyo capital cultural y económico es relativamente común. De esta forma, los agentes se encuentran allí empleados de tal manera que tienen tanto 2 Giménez, Gilberto (2000), “Territorio, cultura e identidades”, en Rocío Ortega Rosales (coord.), Globalización y Regiones en México, México, UNAM/FCPYS/Programa de Estudios sobre la Ciudad/Miguel Ángel Porrúa, p.27. 16 más en común en estas dos dimensiones cuanto más próximos estén, y tanto menos cuanto más separados.3 El territorio es igualmente un espacio en el que se gestan luchas de poder entre agentes que valorizan y se apropian de éste de manera distinta, cuyo problema no radica en las diferentes formas de apropiación, sino en la imposición de una de las visiones como legítima. El territorio se convierte en un espacio en el que se manifiestan luchas de poder, este proceso, marcado por conflictos, permite explicar de qué manera el territorio es producido, regulado y protegido en interés de los grupos de poder. Es decir, la territorialidad resulta indisociable de las relaciones de poder/…/ 4 Como se mencionó anteriormente, el territorio es el espacio apropiado por un grupo social. En esta definición el espacio es visto como elemento previo al territorio, como una porción cualquiera de la superficie terrestre considerada antecedentemente a toda representación y a toda práctica.5 Sin embargo, al igual que el concepto de territorio, el significado atribuido a la noción de espacio se ha ido modificado. En el curso de la mitad del XX pasó de ser una definición abstracta a otra que abordaba al espacio como una construcción social en donde se inscriben prácticas materiales y simbólicas, cuyo contenido varía dependiendo de las condiciones socio-históricas: Este tránsito del siglo XX al XXI que abarca poco más de tres décadas se distingue por la restructuración del pensamiento social que conduce tanto al planteamiento y uso de conceptos para la compresión de nuevas realidades, como a la revaloración del espacio y del territorio como 3 Bourdieu, Pierre (2003), “Espacio social y espacio simbólico”, Capital cultural, escuela y espacio social, México, Siglo XXI, p.30. 4 Giménez, Gilberto (2007), “Territorio, paisaje y apego socio-territorial” en Estudios sobre la cultura y las identidades sociales, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, p.152. 5 Ibid., p.151. 17 expresión y resultado de procesos y relaciones en las que intervienen la sociedad y las instituciones.6 Estas relaciones en el espacio expresan la manera diferenciada y desigual en que miembros distintos de la sociedad experimentan y comparten el mundo común poniendo en práctica códigos, valores e intereses diferentes. Los autores que trabajan el espacio público desde esta perspectiva, aluden a las experiencias afectivas, a las formas de comunicación y acción, a los referentes identitarios y a las prácticas cotidianas, entre otras cosas, que se desarrollan en el espacio público y que definen la relación entre espacio y ciudadanía. Lo público es el lugar en donde se hace visible la pluralidad y donde las diferencias que pretenden alcanzar objetivos comunes cobran relevancia, pues las relaciones que se generan van más allá de vínculos afectivos y familiares. Se trata entonces de compromisos adquiridos hacia una comunidad mucho más amplia y por lo tanto más compleja. Aunque el espacio público apela a la convergencia de las diferencias y de la pluralidad, lo público como espacio compartido enfrenta problemáticas al encontrarse con sociedades altamente diferenciadas y heterogéneas, como las ciudades modernas. Uno de los problemas del uso del concepto de lo público como lugar común y como espacio de todos es que los significados y atributos no corresponden a las realidades segregadas que aparecen en las ciudades contemporáneas, particularmente en aquellas que se han transformado en megaciudades.7 En las sociedades altamente diferenciadas, la existencia de múltiples y distintos intereses dificulta la posibilidad de lograr integrar a todos los grupos sociales en un 6 Ramírez Kuri, Patricia (2010), Espacio público y ciudadanía en la Ciudad de México: percepciones, apropiaciones y prácticas sociales en Coyoacán y su centro histórico, México, UNAM/IIS/Miguel Ángel Porrúa, p.22. 7 Ibid., p.45. 18 mismo proyecto que satisfaga sus necesidades y demandas. Por tal razón, las políticas que apelan al consenso social en el espacio público, suelen esconder tras de sí, la imposición de los intereses de un solo grupo dominante y por tanto, la exclusión de otros. Por su parte, la noción territorio plantea que para lograr un apego socio-territorial se necesita la existencia de una relativa homogeneidad en los valores y costumbres locales. Además de que no se supedita a la dicotomía entre público y privado, sino que hace mayor hincapié en la apropiación y valorización que los actores hacen del espacio, formulando que el territorio es un lugar en el que se gestan luchas de poder entre grupos con distintos intereses. En teoría, en el espacio público se reconoce la existencia de intereses diferentes, los cuales se encuentran en una constante lucha, pues el espacio es un lugar de conflicto. No obstante, será en el espacio público donde las diferencias alcancen objetivos comunes. La idea de territorio expone algo diferente desde el momento en que parte del postulado de que en el territorio existe una relativa homogeneidad de valores entre los integrantes de un grupo, cuyos intereses se enfrentan a los intereses de otras agrupaciones que habitan el mismo espacio. La lucha entre estos será constante, y destaca que la posibilidad de llegar a un consenso es poco probable, pues cada grupo buscará imponer sus intereses como legítimos. Por consiguiente el territorio supone productores, actores y consumidores del espacio, como son: el Estado, los empresarios, la comunidad y los usuarios. Entre estos existen conflictos que, en la búsqueda de su solución, muestran cómo se da lugar a relaciones de poder que transforman el territorio según los intereses de unos cuantos. Por esta razón, el territorio es un campo de batalla en el que se inscriben las luchas de poder que se establecen entre los intereses de distintos grupos. 19 La noción de espacio público coincide con la de territorio en ideas claves, ambas plantean que en el espacio se llevan a cabo prácticas cotidianas que influyen en la construcción de identidades individuales y colectivas, se visualizan los intereses de distintos actores, y se expresa la diferencia y desigualdadentre distintos grupos que comparten el mismo espacio público. Pero desde el territorio no se contemplan las distinciones entre público y privado para definir el espacio, sino que se ve al territorio como una zona que es significada según construcciones históricas y prácticas culturales, mientras que el espacio público se mueve dentro de las coordenadas de privado y público que son indisociables de lo político. En el espacio público, las distinciones entre público/privado se entienden, como escribe Nora Rabottnikof, de la siguiente manera: …lo público como lo que es de interés o de utilidad común a todos, lo que atañe al colectivo, lo que concierne a la comunidad y, por ende, la autoridad allí emanada, en contraposición a lo privado, como aquello que se refiere a la utilidad y el interés individual.8 Desde esta perspectiva las calles son espacios de uso público, lugares abiertos y “accesibles” a todos; lo que no quiere decir que todos lo simbolicen y valoren de la misma manera, ni que sean lugares asequibles para todos, pues si bien físicamente son abiertos, simbólicamente pueden excluir a aquellos grupos que no cuenten con el capital cultural y económico necesario para acceder a él. Menos aún, cuando la idea de espacio público actualmente se supedita al consumo. Los conceptos de espacio público y territorio no se contraponen, sino más bien exponen distintas perspectivas para abordar el espacio, mientras que una contempla un enfoque político y observa las actividades colectivas, el otro apela 8 Rabotnikof, Nora (2005), “Los sentidos de lo público” en En Busca de un lugar común, México, UNAM/IIF/Col. Filosofía Contemporánea, p.28. 20 más a la interiorización del espacio por parte de los individuos como símbolo de apego y pertenencia socioterritorial. 1.1 EL TERRITORIO COMO ESPACIO APROPIADO La noción de territorio o territorialidad que utilizaremos a lo largo del desarrollo de esta tesis, y que se retoma del trabajo realizado por Gilberto Giménez, plantea que el territorio es: el espacio apropiado por un grupo social para asegurar su reproducción y la satisfacción de sus necesidades vitales, que pueden ser materiales o simbólicas.9 Bajo esta premisa se entiende que el espacio ocupa una posición anterior al territorio, pues existe antes de que se realice cualquier acción humana sobre él, y es hasta que un agente actúa sobre el espacio, lo apropia y lo valoriza, que se territorializa, es decir, se crea territorio: …el espacio, por lo tanto, es primero, es preexistente a toda acción. Es de alguna manera dado como una materia prima. Es lugar de posibilidades, es la realidad material preexistente a todo conocimiento y a toda práctica, de la cual será objeto desde el momento en que un actor manifieste una intencionalidad hacia él.10 El territorio no es el espacio, pero se produce a partir de éste, es resultado de la apropiación y valoración del espacio, una producción humana mediante representaciones y trabajo, en la que se ponen en juego relaciones que se constituyen en un campo de poder. Éste no sólo contiene a una población humana, sino también a los lugares que significan al territorio, lugares de referencia o puntos de poder a partir de los cuales se establecen relaciones sociales que buscan mantenerse, y que en esta búsqueda construyen redes abstractas o concretas, invisibles o visibles que se 9 Giménez, Gilberto, “Territorio paisaje y apego socio territorial”, op. cit., p. 151. 10 Méndez y Berrueta, Luis H. (2005), Ritos de paso truncos: el territorio simbólico maquilador fronterizo, México, UAM-Azcapotzalco/Ediciones y Gráficos Eón, S.A. de C.V, p.96. 21 manifiestan como una imagen del poder, aquella dada por los agentes sociales dominantes. Los territorios y sus límites no son dados arbitrariamente, responden a una lógica de poder mediante la cual se generan tipos particulares de relaciones, generalmente permeadas por la desigualdad; bajo la perspectiva que estamos asumiendo el espacio no es sólo un dato, sino también un recurso escaso debido a su finitud intrínseca, y por lo mismo, constituye un objeto en disputa permanente dentro de las coordenadas del poder.11 El territorio además de ser un campo de lucha en el que de dan relaciones sociales desiguales, en el que se fundan modos de producción, flujos de capitales y de mercancías; es el lugar en el que se establecen relaciones simbólicas, acontecen fenómenos de arraigo y de sentimiento de pertenencia socio-territorial, los cuales tienen que ver con la reproducción social, es decir, con la territorialidad. La territorialidad es inherente al territorio, es la vida cotidiana de los habitantes dada en el espacio apropiado: sus relaciones laborales, familiares, aquellas que se establecen con algún grupo social o religioso y sus relaciones con la autoridad. La territorialidad se caracteriza por sus hábitos particulares, distinguibles tanto interna como externamente del territorio en el que se genera. Pero esta no está aislada ni es inamovible, por el contrario, se encuentra en constante contradicción con aquellos territorios más amplios que le imponen conductas y formas de comportamiento, la territorialidad se manifiesta a todas las escalas espaciales y sociales, es consustancial a todas las relaciones y podríamos decir que es de alguna manera el “lado vivido” del “lado hecho” del poder.12 Para entender lo anterior es necesario dar cuenta de la condición multi-escalar del territorio, el cual puede ser aprehendido en diferentes niveles geográficos: local, regional, plurinacional, mundial. Se distinguen dos tipos fundamentales de 11 Ibid., p.152. 12 Ibid., p.99. 22 territorio, los denominados próximos o identitarios, que son lugares como el pueblo, la ciudad o el barrio; y los territorios más vastos, Estados-Nación, conjuntos supranacionales y el territorio global. Los territorios identitarios o próximos, que serán tomados como referente para esta investigación, se caracterizan por ser lugares de vivencia personal, marcos inmediatos que prolongan la casa, el espacio intimo. Sitios en los que se generan las bases de una vida social, en los que transcurre la vida cotidiana de los agentes, y que se identifican por ser objeto de apego. Por su parte los territorios vastos se caracterizan porque en ellos predomina el carácter político-jurídico del territorio, y a su vez, están dotados de una dimensión simbólico-cultural ligada a la comunidad nacional, supranacional o global, según sea el caso. Ya dibujado el concepto de territorio es evidente que éste no puede ser concebido como un espacio virgen, indiferenciado o neutral, tampoco como un simple escenario de la acción social o como un contenedor de la cultura y la vida social. Éste sólo puede ser en tanto ya valorizado y apropiado, ya sea como refugio, fuente de recursos económicos, área geopolítica, espacio de inscripción de una historia, de un pasado colectivo o personal, como símbolo de identidad socio- territorial, como objeto de apego afectivo, etc., el territorio es también objeto de operaciones simbólicas y una especie de pantalla sobre la que los actores sociales (individuales o colectivos) proyectan sus concepciones del mundo.13 Esta apropiación y valoración del territorio, de la que tanto hemos hablado, se aprecia de dos maneras distintas, ya que puede darse una apropiación-valoración de carácter instrumental-funcional o simbólico-expresivo. En el primer caso se establece una relación con el territorio prevalentemente utilitaria, esto es cuando se le considera como una mercancía, como fuente de recursos o como ámbito de jurisdicción del poder. En cambio, en el segundo caso13 Giménez, Gilberto, “Territorio, cultura e identidades”, op. cit., p. 24. 23 el territorio se distingue como un lugar de asiento de lo simbólico-cultural, en el que se dan intervenciones estético-afectivas y que funge como soporte de identidades individuales y colectivas. Bajo esta valoración simbólico-expresivo es que se concibe al territorio como el lugar en el que se inscribe la historia y la tradición de una sociedad o comunidad. 1.2 REFERENTE IDENTITARIO Y PERTENENCIA SOCIO-TERRITORIAL El territorio entendido como resultado de la apropiación simbólica-expresiva del espacio, no puede ser únicamente analizado desde la perspectiva reduccionista que lo concibe como un escenario o un lugar donde se inscriben los modos de producción y organización capitalista, pues en el territorio también se llevan a cabo relaciones simbólicas entre quienes lo apropian cotidianamente. Para entender este enfoque, es necesario hacer una clarificación mínima de la cultura. Existen distintas escuelas que han abordado el tema de la cultura, tratando de definirla, delimitarla y diferenciarla de otros aspectos. Entre los diferentes significados posibles, nuestra definición de cultura será la siguiente: la cultura sería el conjunto complejo de signos, símbolos, normas, modelos, actitudes, valores y mentalidades a partir de los cuales los actores sociales confieren sentido a su entorno y construyen, entre otras cosas, su identidad colectiva.14 De esta definición se desprende que la cultura como comunicación, como forma de conocimiento y como visión del mundo, está presente en todas las prácticas sociales, tanto en el estado objetivado como en el estado subjetivado. En el estado objetivado bajo formas materializadas –u objetivadas- como instituciones y objetos observables; y en el estado subjetivado bajo formas interiorizadas –o subjetivadas- de representaciones sociales, de esquemas para percibir la realidad y como guía que orienta la acción. 14 Giménez, Gilberto, “Territorio, paisaje y apego socio-territorial”, op. cit., p.163. 24 Lo anterior ayuda a diferenciar entre los niveles que existen en la cultura territorial y en el proceso de apropiación del espacio por parte del agente, en el que se involucran sentimientos de pertenencia socio-territorial. Ahora bien, para saber cuál es la relación que existe entre territorio y cultura, partiremos de las tres dimensiones del territorio desarrolladas por Gilberto Giménez, de las cuales desarrollaremos más a fondo la tercera, pues es la que nos permitirá adentrarnos al tema que corresponde a este apartado. El territorio en una primera dimensión, se establece como un espacio de inscripción de la cultura15, esto es, el territorio en su forma objetivada como resultado de la intervención de la acción humana, de la historia y de la cultura. En esta dimensión se localizan monumentos, sitios representativos de un lugar, paisajes, puentes, carreteras, etc. En una segunda dimensión, el territorio actúa como mapa donde se pueden localizar espacialmente instituciones y prácticas culturales aunque quizá no de la misma manera como la dimensión anterior, cuyas instituciones están consustancialmente unidas a un espacio específico. En esta dimensión, los atributos culturales son siempre objetivados. Por ejemplo, una receta típica de cocina, palabras propias de un lugar, una vestimenta peculiar, danzas lugareñas, etc. En la tercera dimensión, el territorio puede ser apropiado subjetivamente como objeto de representación y de apego afectivo, y sobre todo como símbolo de pertenencia socio-territorial.16 Es decir, el agente apropia el espacio incorporándolo a su sistema de valores o a su sistema cultural como objeto de apego afectivo y referente de identidad. De esta forma, el territorio antes visto como una realidad territorial externa pasa a ser incorporado por el agente a su sistema cultural y se convierte en una realidad 15 Ibid., p.163. 16 Ibid., p.168. 25 territorial interna no visible, producto de un proceso de apropiación subjetiva de la primera, con la cual coexiste. Esto es interesante, sobre todo en el tema de la desterritorialización (física o simbólica), pues a pesar de que un agente abandone físicamente su territorio, esto no implica necesariamente la pérdida de sus referentes simbólicos y subjetivos. El territorio apropiado subjetivamente como referente identitario u objeto de representación, nos invita a profundizar la relación entre el territorio y los procesos identitarios. Si asumimos que las identidades sociales se basan en un sentimiento de pertenencia ligado a diferentes colectivos, entonces las identidades territoriales tendrán que definirse primariamente en términos de pertenencia socio- territorial,17denotando una estrecha vinculación entre los procesos identitarios y la pertenencia socio-territorial. Las pertenencias socio-territoriales tienen que ver con la inserción de los agentes a una colectividad a la cual han dotado de afectividad o de valor simbólico- expresivo, experimentando incluso, cierta lealtad hacia la misma. Por esta razón, cuando el agente es parte de una colectividad, se asume que éste ocupa un papel dentro de la misma y sobre todo, que ha interiorizado algunos elementos simbólico-culturales de dicha colectividad, los cuales la definen y la diferencian de otras. Así, el agente como miembro de una colectividad, orientará mutuamente su comportamiento bajo el supuesto de saberse parte de una entidad social común. Además, la pertenencia socio-territorial implica que el territorio desempeña un papel trascendental en las acciones y relaciones humanas, yendo más allá de ser sólo un escenario o un contenedor de diferentes situaciones, debido a que caracteriza de modo relevante la estructura misma de la colectividad y de los roles asumidos por los autores.18 17 Ibid., p. 127. 18 Ibid., p. 128. 26 La adquisición de una identidad personal acentuada por la territorialidad requiere, como anteriormente se mencionó, que se comparta un universo simbólico-cultural común de una colectividad en donde el territorio ocupa un papel importante, universo que el agente interiorizará de forma gradual hasta alcanzar el sentimiento y el estatus de pertenencia socio-territorial. Sin embargo, en algunas situaciones el apego socio-territorial tiene intrínsecamente un valor afectivo y simbólico-expresivo, sin la necesidad de que el agente tenga integrada una fuerte pertenencia socio-territorial a una colectividad. En este sentido, el territorio no es sólo una determinante geográfica para los habitantes /…/, es fundamentalmente una construcción histórica y una práctica cultural significativa que se arraiga a la memoria a partir de sucesos articulados a afectos y experiencias individuales. 19 Como se mencionó en el apartado anterior, para el caso de esta tesis y en razón del tipo de territorio que estudiaremos (la calle de Regina), conviene aclarar que tomaremos como herramienta de análisis al territorio próximo o identitario. Empero, es importante mencionar que dentro de este territorio próximo hay una contradictoria relación que establece el territorio con otros territorios que intentan imponerle conductas o valores ajenos a las representaciones sociales de la colectividad. El equilibrio establecido a partir de estas relaciones, será el parámetro que defina el nivel de permanencia que experimenta el territorio y, como resultado, la fortaleza de sus identidades colectivas.20Nuevamente se asume que el territorio es un elemento central que da cabida a la consolidación o la fragmentación de las identidad territoriales.19 Portal Ariosa, María Ana (2006) “Espacio, tiempo y memoria. Identidad barrial en la Ciudad de México: El caso barrio de la Fama, Tlalpan” en Patricia Ramírez Kuri y Miguel A. Aguilar Díaz (coords.), Pensar y habitar la ciudad. Afectividad, memoria y significado en el espacio urbano contemporáneo, España, Anthropos/Universidad Autónoma metropolitana, p.72. 20 Méndez y Berrueta, Luis H. “Ritos de paso truncos: el territorio simbólico maquilador fronterizo”, op. cit., p.171 27 Se concluye que el territorio es un territorio cultural, resultado de la apropiación simbólico-expresiva que los agentes hacen del espacio y que puede ser apropiado subjetivamente como objeto de apego afectivo y como referente identitario. En él los agentes adquieren un sentimiento y estatus de pertenencia socio-territorial como consecuencia de la socialización e incorporación de elementos comunes de la comunidad a la que pertenece. Aun así, el territorio es también aquel campo donde se materializan las relaciones de poder, aspecto que desarrollaremos más adelante. 1.3 EL TERRITORIO PRÓXIMO Y LO GLOBAL En la actualidad, la discusión en torno al fenómeno de la globalización que permea las ciencias sociales, plantea escenarios próximos y futuros que visualizan una homogeneización cultural, económica, política y social a nivel mundial. Lo anterior significaría que el territorio, al no estar exento de este proceso de mundialización, se transformaría y evolucionaría continuamente en razón de la globalización geopolítica y geoeconómica. De esta manera, las particularidades socio-territoriales que suceden en los territorios próximos (en lo local), estarían amenazadas por su extinción. Con todo, parece que la homogeneización no conlleva necesariamente a la extinción del territorio, ya que éste, a pesar de la globalización, sigue teniendo un papel importante como referente simbólico e identitario, los territorios siguen siendo actores económicos y políticos y siguen funcionando como espacios estratégicos, como soportes privilegiados de la actividad simbólica y como lugares de inscripción de las “excepciones culturales”, pese a la presión homologante de la globalización.21 Los territorios próximos juegan un rol importante pese a la globalización, pues son el marco inmediato de la vivencia, son lugares de desplazamientos cotidianos, espacios de sociabilidad y de identificación simbólica; mientras que los territorios 21 Giménez, Gilberto, “Territorio, cultura e identidades”, op. cit., p. 21. 28 de la globalización son territorios abstractos, que se encuentran lejos de la vivencia y de la apropiación subjetiva. Este nivel local del territorio próximo o identitario, se podría concebir como una prolongación del territorio inmediato, esto es la casa, y se pueden relacionar directamente con el barrio, el pueblo, la colonia, etc. El territorio próximo es por lo tanto, un objeto que se apropia afectivamente y por el cual se crea un apego. Una de las funciones principales de este tipo de territorio es la organización de una vida social que sirve de base para el desarrollo de una comunidad. Por ejemplo, la escuela, el cuidado a la infraestructura de caminos e inmuebles, la seguridad, las fiestas y otros tipos de entretenimiento. El territorio próximo, como se mencionó en el apartado anterior, tiene una relación contradictoria con otros territorios –como los de la globalización- que tratan de imponerle formas diferentes de apropiar el espacio, las cuales son ajenas al habitus de los agentes que forman parte de un territorio próximo definido. Si entendemos al territorio próximo o identitario como el espacio apropiado y valorizado por sus habitantes, en el que se desarrollan prácticas sociales cotidianas, se dan procesos de identificación simbólica y se crean lazos de apego afectivo, y si contraponemos esto a la luz de los cambios territoriales que los procesos globales han impulsado, surge una pregunta inminente ¿qué consecuencias trae a las identidades sociales territorializadas, los cambios territoriales impulsados por la globalización? El término global es considerado como la antítesis de lo local, y por consiguiente, el impulso de proyectos globales significaría la desaparición de las particularidades locales, sin embargo esta respuesta deja de lado el complejo entramado de la identidad y el papel del territorio, que más allá de ser un espacio delimitado geográficamente, es objeto de interiorización subjetiva por los habitantes del territorio. 29 La identidad social, plantea Giménez, es la autopercepción de un “nosotros” relativamente homogéneo en contraposición con los “otros”, con base en atributos, marcas o rasgos distintivos subjetivamente seleccionados y valorizados, que a la vez funcionan como símbolos que delimitan el espacio de la “mismidad” identitaria.22 Esta identidad a su vez no es una esencia inmutable, es más bien resultado de un proceso activo de luchas y conflictos, situado espacial y temporalmente. La identidad está en constante proceso de cambio aunque siempre teniendo como base una “matriz cultural”, un punto de apoyo que sirve de sostén de la identidad individual o colectiva, un núcleo de significados construido por elementos culturales estructurales, a partir de los cuales los agentes explican y comprenden el mundo; una “matriz cultural” portadora de los “emblemas de contraste” que marcan sus límites, pero esa matriz no se identifica con la cultura objetivada observable desde el exterior, sino con la cultura subjetivada resultante de la internalización selectiva de algunos elementos de la cultura institucionalmente preconstruida.23 Es con base en esta “matriz cultural” que se integran cosas nuevas en la identidad y se generan cambios, entendidos de dos formas específicas: como una transformación o una mutación. La transformación que se desarrollaría como un proceso adaptativo gradual, que no afectaría significativamente la “matriz”; y la mutación que supondría una alteración más significativa del núcleo identitario, el paso de una estructura a otra. Tomando en cuenta lo anterior se entiende que el proceso de globalización impulsa cambios que no necesariamente ocasionarían el fin de las particularidades de las identidades sociales locales, ya que estos cambios pueden 22 Giménez, Gilberto (1994), “Comunidades primordiales y modernización en México”, en Gilberto Giménez y Ricardo Pozas (coords.), Modernización e identidades sociales, México, UNAM/Instituto de Investigaciones Sociales/Instituto Francés de América Latina, p.170. 23 Ibid., p. 172 30 ser resignificados con base en una “matriz cultural”, y dependiendo de los casos específicos de las identidades sociales, éstas podrían ser más o menos afectadas, sin que eso implique su desaparición. El territorio, que juega un papel importante en la conformación de las identidades sociales territorializadas, como espacio de inscripción de la cultura, no como simple objeto material sino ya en su forma subjetivada e interiorizada, puede presentar cambios significativos en su forma física debido a las tendencias globalizadoras. A pesar de ello, la parte apropiada y valorizada subjetivamente por los agentes sociales, que ya conforma una porción de su habitus, persiste con todo y sus particularidades como elemento de la identidad social de los habitantes de un cierto territorio. Incluso en los casos en los que acontece una desterritorialización física, porque los agentes tienen que abandonar su territorio o son expulsados de éste, no se da una desterritorialización en términos simbólicos subjetivos, pues se apela a la pertenencia territorial desde la memoria o el recuerdo, pero la resistencia de estas identidades territorializadasdependerá de la fortaleza de su “matriz cultural”. No obstante, es necesario aclarar que las transformaciones que sufren los territorios ante la presión homologante de la globalización, no propician necesariamente la extinción de las particularidades identitarias. Sin embargo, la globalización no se acota a un acto de homogeneización de las formas de vida, se amplía al interés de los países dominantes por reforzar su poder de influencia e incidencia en otros países para asegurar de esta forma, la implementación de los mecanismos que perpetuarán sus intereses económicos: en suma, la globalización no es una homogenización, sino por el contrario, la extensión de la influencia de un pequeño número de naciones dominantes sobre el conjunto de los mercados financieros nacionales.24 24 Bourdieu, Pierre y Loïc Wacquant (2005), Una invitación a la sociología reflexiva, México, Siglo XXI. 31 Es interesante observar que la globalización, si bien no afecta abruptamente a las identidades territorializadas, busca imponer en los territorios una manera de apropiar el espacio, generalmente apegada a la utilidad económica que de éste se puede obtener, para reafirmar así, su poder de establecer significaciones y de reproducirlas a través de las prácticas pertinentes. En el Centro Histórico de la Ciudad de México, las políticas internacionales y las nacionales con sesgo globalizador que impulsan el turismo en torno al patrimonio cultural ahí ubicado, son adoptadas por las autoridades para implementarlas en territorios con condiciones sociohistóricas distintas a la de los países dominantes; situación que, si bien no genera que los agentes que no corresponden a las nuevas dinámicas impuestas pierdan el apego afectivo a su territorio, tampoco los exonera de procesos de exclusión. Así, se aduce que las transformaciones territoriales impulsadas por el proyecto global, e incluso el desplazamiento y expulsión que pueden propiciar, no implican la extinción de las particularidades identitarias de los agentes, pues siempre se puede apelar a la memoria y a la matriz cultural. Sin embargo, lo anterior no exime el hecho de que los intereses de un pequeño grupo de países dominantes, encuentren en la exportación de modelos territoriales, una manera eficaz de propagar las conductas económicas, políticas y sociales que les permiten extender y consolidar una visión del mundo que perpetúa su superordinación. De esta manera, los cambios territoriales conllevan a un proceso de imposición de nuevas formas de significar el espacio, muchas veces poco visible debido a que no se hace de manera explícita, sino a través del ejercicio de la violencia simbólica; aspecto del que se hablará a lo largo del siguiente capítulo. 32 CAPÍTULO 2. IMPOSICIÓN DE SIGNIFICACIONES: EL EJERCICIO DE LA VIOLENCIA SIMBÓLICA EN EL TERRITORIO … ¿A quién le importa que un sitio sea feo o no? Mientras haya gente ahí, será interesante. Si quitamos a la gente, ¿qué queda? Vacío, nada más. Y el vacío no hace nada por mí excepto bajarme la tensión y hacer que se me caigan los párpados… Mr. Vértigo. Paul Auster. El territorio como espacio culturalmente apropiado contiene un conjunto de estructuras de significación creadas y creadoras de habitus, según las cuales se apropia el espacio, se establecen relaciones, se ejecuta una acción social y se ejerce el poder en el territorio. La existencia de diferentes grupos con habitus particulares –conformados en territorialidades externas o internas- exhibe una lucha por imponer las significaciones de un solo grupo como las legítimas (contrario a ciertas percepciones del espacio donde los agentes, pese a su diferencia de intereses, logran llegar a un consenso y convivir). Esta lucha constituye un fenómeno que no se visibiliza fácilmente cuando la imposición no requiere de violencia física para llevarse a cabo. Lo anterior es de suma importancia para este capítulo, pues trataremos de dar cuenta de que las transformaciones realizadas en la calle de Regina tienen como trasfondo relaciones de dominación que pretenden reproducir la estructura social a través de la imposición de significaciones de un cierto grupo como las legítimas, disimulando las relaciones de fuerza en la que se basa. Mediante una asociación entre territorio y habitus se explicará de qué manera los agentes sociales producen prácticas y representaciones propias de un espacio, las cuales se ven alteradas cuando grupos dominantes - detentores de un mayor 33 capital cultural y económico- imponen un mensaje culturalmente arbitrario a los grupos dominados, excluyendo sus usos y costumbres por ser indignas de ser reproducidas. De esta forma, proyectos como el de Corredor Cultural Regina, deben su éxito - pese a su arbitrariedad- al capital simbólico con el que cuentan los grupos de agentes que lo realizaron, así como al trabajo de inculcación mediante el que se implantaron nuevas significaciones que, al ser reproducidas por los agentes, se perpetuaron en prácticas que reforzaron tanto la legitimidad de los grupos de agentes dominantes como su discurso. A este proceso de imposición que los dominantes ejercen sobre los dominados, se le llamará violencia simbólica y será objetivo de este capítulo dar cuenta de ella. 2.1 LA INTERIORIZACIÓN Y APROPIACIÓN DEL TERRITORIO: HABITUS Partiendo de la noción del territorio como espacio apropiado simbólicamente por distintos grupos de agentes que significan el territorio, es necesario aclarar que este proceso de apropiación y de significación depende de los condicionamientos asociados a condiciones particulares de existencia, esto es habitus: Los habitus son producto de la historia, el habitus produce prácticas, individuales y colectivas, produce, pues, historia conforme a los principios [schémes] engendrados por la historia; asegura la presencia activa de las experiencias pasadas que, depositadas en cada organismo bajo la forma de principios [schémes] de percepción, pensamiento y acción, tienden, con mayor seguridad que todas las reglas formales y normas explícitas, a garantizar la conformidad de las prácticas y su constancia a través del tiempo.25 25 Bourdieu, Pierre (1992), El sentido práctico, España, Taurus Humanidades, pp.95-96. 34 El habitus es un sistema de disposiciones duraderas que orientan las percepciones y las prácticas, estas disposiciones funcionan en diferentes campos de la práctica debido a su carácter transferible. El habitus como esquema clasificatorio, como principio de visión y de división (lo bueno y lo malo, lo distinguido y lo vulgar), genera prácticas distintas y distintivas a partir de las cuales se configura el gusto, las elecciones y las representaciones del agente; configuraciones que van más allá de lo consciente; lo que come el obrero y sobre todo su forma de comerlo, el deporte que practica y su manera de practicarlo, sus opiniones políticas y su manera de expresarlas difieren sistemáticamente de lo que consume o de las actividades correspondientes del empresario industrial.26 Como estructura estructurada, el habitus es resultado de la interiorización subjetiva que el agente hace de lo social, permitiendo que las estructuras objetivas sean compatibles con las subjetivas. Lo social interiorizado por el agente da cabida a su vez, a la estructuración de las prácticas y representaciones que se llevan a cabo en diferentes campos, esto es, la estructuración del mundo social. En este sentido y tomando en cuenta que el territorio caracteriza de manera esencial a la colectividad con sus configuraciones, prácticas y relacionesparticulares, se puede decir que éste es parte constitutiva del habitus de aquellos que lo habitan, es decir, el territorio (entre otros aspectos como la familia y la educación) estructura los esquemas cognitivos del agente, y a la vez, es estructurado por ellos.27 26 Bourdieu, Pierre (1997), Razones prácticas: sobre la teoría de la acción, España, Anagrama, p.20. 27 Según Bourdieu, otra de las características que definen al habitus, es su cualidad de ser estructuras estructuradas, predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes. (Bourdieu, Pierre, “El sentido práctico”, op. cit., p.92) 35 Un agente se asume en una comunidad cuando ha interiorizado elementos simbólicos-culturales, característicos de una colectividad territorializada que responde a un habitus común, o habitus de clase.28 El habitus de clase es un sistema subjetivo de estructuras interiorizadas por un grupo que permite compartir esquemas comunes de percepción, concepción y acción; constituyendo así, la condición previa a partir de la cual se significa y apropia el mundo de manera similar.29 Esta similitud de esquemas es posible, según Bourdieu, por la homogeneización objetiva de los habitus de clase que resulta de la homogeneización de las condiciones de existencia.30 En el caso que corresponde a la calle de Regina, los grupos de agentes para los cuales el territorio estudiado es parte constitutiva de sus condiciones de existencia, son aquellos que han interiorizado elementos simbólico-culturales particulares de ese territorio (ya sea porque en él se genera la base de una vida social o porque lo identifican como un objeto de apego afectivo), tales como los Originarios, los Excluidos y los Comerciantes. En el mismo territorio coexisten agentes cuyos mundos de vida son expresiones de otras territorialidades, los cuales buscarán establecer valores ajenos a las representaciones sociales de la colectividad de la calle de Regina, entre los cuales están los integrantes de la Fundación Centro Histórico A.C., Autoridades, Nuevos Comerciantes y Usuarios. Para estos agentes, la calle de Regina no es parte 28 El habitus de clase, a diferencia de las clases sociales construidas en la teoría marxista, se construyen a partir del volumen, estructura, evolución, etc., de los diferentes capitales (cultural, económico, social, etc.) que determinan las prácticas de los agentes. De esta manera se entiende que el habitus de clase, como herramienta teórica, se crea según las condiciones sociohistóricas específicas de cada caso. (Bourdieu, Pierre y Wacquant, Loïc (2005) Una invitación a la sociología reflexiva, Argentina, Siglo XXI Editores.) 29 Sin embargo, esto no significa que el habitus individual se pierda en la homogeneidad del grupo, sino que la diferencia radica en sus singulares trayectorias sociales de cada agente. Bourdieu lo explica de la siguiente forma, entre el habitus de clase y el habitus individual se da una relación de homología, es decir, de diversidad en la homogeneidad, reflejando la diversidad en la homogeneidad característica de sus condiciones sociales de producción, la que une los habitus singulares de los diferentes miembros de una misma clase: cada sistema de disposiciones individual es una variante estructural de los otros, en el que se expresa la singularidad de la posición en el interior de la clase y de la trayectoria. (Bourdieu, Pierre, “El sentido práctico”, op. cit., p.104) 30 Ibid., p.101. 36 constitutiva de su habitus ya que su trayectoria de vida no se sitúa en el territorio analizado. Si bien la interiorización del territorio juega un papel importante en la constitución del habitus de los agentes que se localizan en la calle de Regina, esto no significa que para quienes este territorio no es pieza fundamental en su habitus, no puedan apropiarlo. No obstante, la apropiación se llevará a cabo de manera distinta. El habitus establece diferencias en la apropiación del territorio, es decir, mientras para algunos el territorio es objeto de apego afectivo por ser lugar de convivencia cotidiana, soporte de identidades individuales y colectivas donde se inscribe parte de su historia (apropiación simbólica-expresiva); para otros es una mercancía, es un lugar rentable con posibilidades de ganancia económica, con el cual se establece una relación predominantemente utilitaria (apropiación instrumental- funcional). AGENTES INVOLUCRADOS EN LA CALLE DE REGINA Originarios Que han habitado en la calle de Regina antes y después de los cambios impulsados por las políticas de recuperación. Excluidos Los que habitaban en la calle Regina previo al inicio del proyecto corredor cultural Regina y que, luego de la implantación de éste, fueron desocupando inmuebles progresivamente. Comerciantes Comerciantes establecidos formalmente en la calle de Regina antes y después de la “recuperación” de ésta. Nuevos comerciantes Comerciantes formales que han llegado a la calle de Regina a partir de la “recuperación” de ésta. Autoridades Integrantes del gobierno del Distrito Federal, que propusieron y llevaron a cabo el proyecto “Corredor Cultural Regina.” Autoridades de la Fundación Centro Histórico y Casa vecina Encargados de la veta cultural del proyecto “Corredor Cultural calle de Regina.” Usuarios Aquellos que, a partir de la recuperación de la calle de Regina y su promoción como un nuevo espacio cultural, consumen lo que en este lugar se ofrece. Un consumo tanto material (restaurantes) como simbólico (parque, mural). * Los grupos de agentes esbozados en la tabla corresponden al caso específico de la calle de Regina, los cuales se construyeron para visualizar los habitus de clase que se encuentran en lucha dentro del campo de poder. 37 La apropiación del territorio (simbólica-expresiva o instrumental-funcional) y la manera en que los agentes significan los cambios realizados en la calle de Regina, depende de sus tomas de posición (a partir de distinciones estilísticas, políticas, económicas, etc.) que se configuran en virtud de la posición que ocupan en la estructura del espacio social, y que por mediación de las disposiciones constitutivas del habitus les impulsa, ya sea a aceptar los cambios o a rechazarlos. 2.2 EL POSICIONAMIENTO DE LOS AGENTES EN EL ESPACIO SOCIAL Y LOS PRINCIPIOS DIFERENCIADORES: EL CAPITAL CULTURAL Y ECONÓMICO Los agentes o grupos de agentes visibles en la realidad son y se mueven en y por la diferencia, según las posiciones que ocupan en el espacio social, espacio de relaciones que a pesar de no ser observable empíricamente, es el principio real de las elecciones y de los comportamientos de los agentes que se llevan a cabo en los ámbitos más diferentes de la práctica, es la realidad más real.31 El espacio social como esa realidad invisible, que no se puede mostrar ni tocar con el dedo32, posibilita la creación de clases teóricas en donde se agrupan agentes según una relación de homología -agentes parecidos entre sí y a la vez diferentes de otras clases-, a partir de la configuración de los determinantes mayores de las prácticas (los capitales) y las propiedades que resultan de ello. El espacio social es el espacio de las elecciones –tomas de posición-, intervenidas por el habitus (disposiciones) de las diferentes clases posicionadas en el espacio social, es decir, las elecciones del agente dependerán de su posicionamiento en el espacio social, que se configura según la cantidad de capital específico con el que se cuente. El agente inscrito en el espacio social, dice Bourdieu, no es indiferente y está dotado de categorías de percepción, de esquemas clasificatorios, de un gusto, que le permite establecer diferencias, discernir, distinguir,33 y distinguirse de31 Bourdieu, Pierre, “Razones prácticas: sobre la teoría de la acción”, op. cit., p.42. 32 Ibid., p.22. 33 Ibid., p.21. 38 los otros habitus. La afinidad de estilo entre los agentes de una misma clase es producida por condiciones sociales de existencia similares, vinculadas a la posición correspondiente en el espacio social. La posición que se ocupa en el espacio social -estructura de la distribución de las diferentes especies de capital- no sólo ordena las representaciones de este espacio sino también la toma de posición en las luchas para transformarlo o conservarlo. De ahí se deriva que los capitales jueguen un papel importante en el espacio social, permiten a sus poseedores disponer de un poder, una influencia, y por tanto existir en el campo en consideración, en lugar de ser considerado una cifra desdeñable.34 Existen diferentes tipos de capitales: capital cultural, económico, social, burocrático, académico, etc., cuya importancia varía según el campo en el que se ponen en juego. En nuestro caso, los capitales que tomaremos en cuenta para ubicar cómo se posicionan los agentes en el espacio social, serán el capital cultural y el capital económico: el primero vinculado al poder de legitimar un discurso que impone significaciones sobre el territorio; y el segundo relacionado al poder sobre los instrumentos para realizar las transformaciones materiales sobre un territorio. El concepto de capital cultural, retomado de la teoría Bourdiana, no hace referencia al concepto de cultura en el sentido amplio de la etnología, sino a las cualificaciones de carácter intelectual inculcadas y asimiladas en el medio familiar y escolar. Este capital se presenta en tres estados: incorporado, que mediante el proceso de inculcación es interiorizado por los agentes bajo la forma de disposiciones duraderas(habitus); objetivado, que hace referencia a los bienes culturales materiales que pueden acumularse; y el institucionalizado, que es una forma de objetivación particular del capital que mediante títulos escolares establece el valor cultural del portador de determinado título, y que le permite el 34 Bourdieu, Pierre y Wacquant, Loïc, “Una invitación a la sociología reflexiva”, op .cit., p.152. 39 reconocimiento social de su capital. El capital cultural es arbitrario en tanto sólo se acepta cómo legitima la concepción de la clase dominante, y como todo capital, da a su poseedor, el poder de legitimar sus significaciones. El espacio social en la calle de Regina se construye según la distribución del capital cultural y del capital económico que los diferentes grupos de agentes poseen. Los agentes tienen más en común cuando la cantidad de capital con el que cuentan es similar -estando más próximos en estas dimensiones-, y por lo tanto, más alejados cuando difiere la cantidad de capital que se tiene. Esta distribución desigual de capitales origina diferencias en la forma de actuar, percibir, consumir y sobre todo, en los estilos de vida de los distintos grupos de agentes que se localizan en un mismo espacio. Cuadro del espacio social en la calle de Regina.35 35 En el caso específico del espacio social del presente estudio, el volumen del capital cultural se mide a partir del grado académico y es mayor entre aquellos agentes que forman parte de los grupos de las Autoridades e Integrantes de la Fundación Centro Histórico, quienes cuentan con grado de maestría o especialidades y diplomados; después se puede ver cómo el volumen va descendiendo, ya que aquellos agentes que conforman los grupos de los Nuevos Comerciantes y Usuarios, tienen en su mayoría grado de Licenciatura; y 40 Según nuestra hipótesis, en el espacio social de la calle de Regina se ubican siete grupos de agentes que posicionados de acuerdo a la cantidad de capital económico y capital cultural, toman una posición homóloga respecto al territorio. Se encuentran aquellos que están más próximos en el espacio social al poseer una mayor cantidad de capital cultural y capital económico, tal es el caso de los integrantes de la Fundación Centro Histórico y Autoridades (Gobierno del Distrito Federal), grupos de agentes que no tienen una identidad territorializada en la calle de Regina y asimismo, comparten un proyecto común surgido de una apropiación instrumental-funcional de este territorio, al cual conciben como una mercancía en dos sentidos: el primero relacionado con el interés de transformar el territorio en función de hacer de éste un espacio económicamente activo que permita la oferta de cierto tipo de bienes y su respectiva ganancia económica (restaurantes y bares principalmente); el segundo, vinculado con el interés de transformar el territorio en virtud de reactivar la vida cultural de la calle de Regina, pues se parte del presupuesto de que es necesario llevar “la cultura” a los originarios desprovistos de ella, lo cual crearía una demanda de oferta cultural en esta calle que resultaría en una reactivación económica de la misma. al final, los agentes de los grupos de los Originarios, Comerciantes y Excluidos, sólo cursaron hasta el nivel secundaria. El capital económico fue medido mediante el tipo de puesto o trabajo en el que se desempeñan los agentes, y al igual que en el caso del capital cultural, los grupos de las Autoridades e Integrantes de la Fundación Centro Histórico cuentan con un mayor volumen, pues todos se desempeñan en puestos directivos; los agentes que conforman el grupo de los Nuevos Comerciantes son dueños de su propio negocio, en todos los casos del rubro restaurantero; siguen los agentes de los grupos de los Originarios, Comerciantes y excluidos, entre los que se encuentran amas de casa, dueños de comercios dedicados a los oficios y un desempleado. El caso de los usuarios sale de esta línea, pues este grupo se compone por profesionistas, estudiantes y amas de casa, sin embargo todos estos coinciden cuentan con el capital para consumir en los Nuevos Comercios de la Calle. Si bien en los esquemas realizados Bourdieu se ubica el volumen del capital económico y cultural (de mayor a menor) en extremos contrapuestos, pues en el caso específico de la sociedad Francesa que él estudia los agentes que tienen mayor capital económico tienen menor capital cultural, y viceversa, en nuestro caso específico existe correspondencia entre el la cantidad ostentada capital cultural y económico, por lo que el volumen de ambos capitales es ubicado en el mismo extremo del esquema. 41 En el mismo sentido, los nuevos comerciantes (que cuentan con un capital económico considerable) ven en Regina la oportunidad de establecer sus negocios y obtener ganancias económicas; mientras que los usuarios se caracterizan por ser asiduos a la calle desde su transformación: en ella ven un espacio de convivencia y recreación, aunque mediado principalmente por el consumo. Los otros grupos de agentes, más próximos en el espacio social debido a que poseen una menor cantidad de capital cultural y capital económico, son los originarios, los excluidos y los comerciantes. A diferencia de los otros grupos de agentes, éstos cuentan con una identidad territorializada en la calle de Regina, pues en dicho territorio ha transcurrido parte de su trayectoria de vida o se inscribe en él su historia, por lo que apropian al territorio de manera simbólica-expresiva y generan un apego afectivo hacia el mismo. A estos agentes se les impone una nueva forma de significar el territorio según un proyecto cultural impulsado en su calle por identidades territorializadas externas, el cual no apela directamente a las
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