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UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. A Jesús. A la Universidad Nacional Autónoma de México, por abrir caminos, sembrar curiosidad, disipar la ignorancia. A Aide, mi madre. Por enseñarme a vivir con dignidad y en libertad. A Guillermo, mi padre. La pasión por la lectura y la política la descubrí contigo. A Ranulfo (†). Tus consejos y cariño me acompañan siempre. A Karla Alejandra, Joann, Minerva y Ana Melina, mis hermanas. Camino bajo la sombra de su ejemplo y al cobijo de su amor. A Isaías, mi tío, por el apoyo incondicional. A Roberto. Caja de resonancias. Por el aquí y el ahora. Por saber estar. A mis mentores Natalia Alarcón, Josefina Alcántara, Isabel Arregui, Ana Bertha Galván, Ángeles Morales, Martha Zamarrón, Hermilo Ambrosio, Alan Arias (†), Carlos Gallegos, Job Gastaldi, Enrique Gutiérrez, Alvar Sosa y Antonio Torres. Por mostrarme la responsabilidad histórica de mi condición intelectual. A Alejandra, Karla, Yenni, Lalo y Víctor. Llenan de sentido la palabra amistad. A Sofía, Natalia, Jimena, Gerardo, Federico y Aarón. Sus invaluables consejos formaron a esta investigadora y esta investigación. A Lulú, Estefi, Nora, Rafa, Alan y Yeix. La Facultad de Ciencias Políticas y Sociales fue un mejor lugar debido a ustedes. Para Paloma y Gustavo. Jóvenes juarenses. Amigos entrañables. Hermanos. Para Carla Minerva, Isaías, Kevin Mauricio, Job Emiliano y David Alejandro. Que la sabiduría sea lámpara que alumbre su camino. ÍNDICE 01 CAPÍTULO Riberas del Bravo, lugar prohibido 13 Introducción 8 Construcción histórica del conjunto habitacional Riberas del Bravo 14 1. Historia de la configuración espacial de Ciudad Juárez 14 1.1 El nacimiento de una Región 15 1.2 Ciudad Juárez en el siglo XX 20 2. Historia del proceso de urbanización de la zona suroriente 33 3. Historia del Fraccionamiento Riberas del Bravo 38 Los orígenes sociales del discurso excluyente 42 1. Los relatos oficiales: productores de realidad a partir de indicios 42 2. El discurso oficial aprehendido 44 La construcción política del espacio 50 1. El espacio mental y físico 51 2. El espacio social 53 2.1 La producción del espacio 54 2.2 Representación del espacio 58 2.3 Espacios de representación 61 2.4 Prácticas espaciales 64 2.5 La doble contradicción del espacio capitalista 65 El espacio es una mercancía 68 1. El espacio: producto del desarrollo capitalista 68 2. La urbanización: una estrategia necesaria del capitalismo 72 La dialéctica del lugar: isotopía, heterotopías y utopía 77 02 CAPÍTULO El espacio es político y política 49 03 CAPÍTULO En los márgenes 82 Reflexiones finales, nuevas preguntas 134 Gráficos 146 Bibliografía 155 Acciones y omisiones de las instituciones del Estado 84 1. Articulaciones de la administración pública: 2001- 2002 86 2. Casas pequeñas, grandes problemas. Proyección de Riberas del Bravo 90 2.1 Urbanización del suroriente de Ciudad Juárez 91 2.2 Mini ciudad, mini casas 95 Fraccionar el espacio, castigar la vida 100 1. La violencia estructural 100 1.1 La retirada de las instituciones estatales 104 2. El migrante del Sur. Estigma de la otredad 106 2.1 Riberacruz: lugar de Juarochos 107 3. En busca de una aproximación conceptual a Riberas del Bravo 111 3.1 Terminar con el mito del gueto juarense 112 3.2 Hacia una definición local 117 Organizar la marginación 122 1. Desde las instituciones del Estado 126 2. Desde los intelectuales 128 3. Desde el Fraccionamiento 130 DiCes "Iré a otra tierra, hacia otro mar y una ciudad mejor con certeza hallaré. Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado y muere mi corazón lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez. Donde vuelvo mis ojos sólo veo las oscuras ruinas de mi vida y los muchos años que aquí pasé o destruí”. No hallarás otra tierra ni otro mar. La ciudad irá en ti siempre. Volverás a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez; en la misma casa encanecerás. Pues la ciudad siempre es la misma. Otra no busques — no la hay —, ni caminos ni barco para ti. La vida que aquí perdiste la has destruido en toda la tierra. La ciudad, Konstantino Kavafis Introducción La ciudad es, acaso, la formación social más racional de todas, al tiempo que una de las más conflictivas y caóticas. Pensarla como proceso y no como organización acabada genera múltiples perspectivas de acercamiento, que posibilitan el tratamiento de sus conflictos más complejos. Así, la ciudad es gozo porque reúne los anhelos de quien la habita. Sin embargo, la ciudad también es dolor porque se padece. Como creación hu- mana, la ciudad es diversidad y su estudio crítico da cuenta de esta com- plejidad de miras, una de las cuales es concebirla como privilegio, donde su disfrute corresponde a los sujetos más capaces en términos políticos, simbólicos y materiales y el resto es negado y oculto a través de prácticas de diversa índole. Tal es la historia de la configuración urbana de Ciudad Juárez, urbe que pertenece al municipio de Juárez, del estado de Chihuahua al norte de México y fronteriza con El Paso, Texas, en Estados Unidos de América. Su historia es de vida y progreso en medio del desierto, al tiempo que de transformación, expulsión y violencia, atravesada por límites de carácter espacial e ideológico. El interés por Ciudad Juárez se debe a la relación de primer orden con ella: nací en su suelo y pronto fui desterrada por condiciones que reba- saron la realidad inmediata. La distancia me permitió interrogarla desde perspectivas insospechadas y sembró la ineludible necesidad por compren- der el precipitado desarraigo. En consecuencia, el conocimiento de su his- toria se convirtió en una exigencia y la ciudad fronteriza, en tanto produc- ción intelectual y política, se reveló fascinante. No obstante, admito que la curiosidad por Juárez surgió a causa de las narrativas comunes sobre un conjunto habitacional en el extremo suroriente de la urbe fronteriza: Riberas del Bravo. El imaginario colectivo juarense reconoce al Fraccionamiento Riberas del Bravo desde la infamia y lo señala como un lugar vergonzoso y vergonzante por su ubicación respecto al centro de la ciudad y por quienes lo habitan: los migrantes del sur del continente; aquellos nómadas australes que, en busca de nuevos horizontes, se abren paso ante el agreste norte y son los representantes históricos de la otredad en la región. 09Introducción La audición intuitiva de lo dicho sobre Riberas y sus habitantes y la observación aguda de las condiciones materiales y simbólicas de Ciudad Juárez a través del conocimiento de su devenir histórico, son los estímulos fundamentales de esta investigación. Por tanto, Riberas del Bravo precisa ser explicado y para hacerlo, propongo analizar su situación desde una dimensión elemental: el espacio y la marginación. Para articular esta propuesta de conocimiento sobre la realidad, parto de mi posición intelectual e ideológica respecto al conjunto habitacional, Ciudad Juárez y sus habitantes. Ésta se define a partir de mis circunstan- cias y condiciones: como juarense que busca dotar de sentido su origen y existencia; luego como joven y estudiante de las ciencias sociales, cuya preocupación por el futuro surge de las condicionesadversas del presente; después como migrante, desarraigada y colocada en lógicas ajenas y en de- finitiva, como marginada (en términos espaciales), privada de los recursos y las posibilidades que la ciudad, en tanto centro de acumulación de los excedentes, ofrece. Todo lo cual deviene en la abstracción de la realidad del Fraccionamien- to Riberas del Bravo en forma de preguntas que permitan interpelarlo. El primer acercamiento a este espacio fue mediado por prenociones respec- to a su origen y función, no obstante de tales construí interrogantes que dieran cuenta de este ejercicio reflexivo sobre el conjunto habitacional. Así, la intuición inicial sobre el desprestigio que padece el Fracciona- miento Riberas del Bravo entre los habitantes de Ciudad Juárez pronto se tradujo en cuestionar la situación del espacio con esta idea: ¿El Frac- cionamiento Riberas del Bravo es un espacio marginado? A partir de tal pregunta busco abstraer aún más las condiciones dadas, por lo que arti- culo una segunda interrogante: ¿Qué es el espacio y la marginación urba- na? Estas reflexiones derivan en la pregunta que guía la perspectiva y el sentido de esta investigación: ¿Cómo se produce el espacio de la marginación del Fraccionamiento Riberas del Bravo en Ciudad Juárez? La problematización del conjunto habitacional devino en un proceso de ajuste de perspectivas y creación conceptual, que por sus características re- quirió el desarrollo de la investigación y su exposición a partir de la meto- dología marxista del Circuito del Concreto-Abstracto-Concreto, propuesta por Enrique de la Garza Toledo (2018). 10 Vidas al margen: Riberas del Bravo Esta estrategia metodológica es pertinente para mi investigación debi- do a que parte del conocimiento lógico e histórico de la realidad a la que considera totalidad o conjunto de niveles de complejidad (o esencialidad), articulados en conceptos y teorías producidos para explicar lo real en movimiento. Asimismo, el Circuito del Concreto-Abstracto-Concreto apela a la arti- culación entre el uso crítico de la teoría acumulada y al reconocimiento de las coyunturas históricas que producen la realidad, expresado todo ello en la práctica teórico-dialéctica entre el concreto real (ideología pre-científi- ca) y el abstracto (teorías), que resultan en el concreto pensado (recons- trucción teórica del objeto). Considero útil esta propuesta epistemológica porque concibe al pro- blema de investigación como una construcción controvertible, sujeta a la historia, porque imprime un sentido crítico a las preguntas que orientan la investigación y propone los aparatos teóricos apropiados para explorar el objeto, los sujetos y el problema de este ejercicio, a través de su indaga- ción permanente como del contexto histórico en que las ideas fueron pro- ducidas. Por lo cual, me valgo de los conceptos “sujeto” y “clase” de Karl Marx, “espacio” y “producción espacial” de Henri Lefebvre, “urbanización del capital” de David Harvey, “marginalidad avanzada” de Loïc Wacquant, “violencia simbólica” de Pierre Bourdieu, así como de las disertaciones sobre la ciudad, la marginación, la dominación y la explotación en la obra de estos autores. Con base en lo anterior, analizo la situación del Fraccionamiento Riberas del Bravo en tres capítulos, cuya organización y exposición se sustentan en la propuesta marxista para aprehender la realidad, a saber. El Capítulo 1: Riberas del Bravo, lugar prohibido (o concreto real) construye la historia del Fraccionamiento desde las temporalidades de las estructuras espaciales, políticas y materiales de Ciudad Juárez, e interpreta conceptualmente las narrativas simbólicas del imaginario colectivo de la urbe, inserta a su vez en una región internacional. Luego entonces, las temporalidades que articulan al conjunto habitacio- nal —y el tiempo de la investigación— son múltiples porque responden a los intereses de los sujetos que producen tensiones en el espacio. El propó- sito de este capítulo consiste en dar cuenta de la historia del conjunto ha- bitacional como resultado de lógicas tempo-espaciales, cuyos encuentros 11Introducción culminan en su proyección y definen su situación social. Por otro lado, el Capítulo 2: El espacio es político y política (o abstracto) es la propuesta teórica para aproximarse al Fraccionamiento juarense desde la dimensión del espacio y su condición de obra y producto. En ese sentido, el objetivo de este apartado es “transformar intuiciones y representaciones en conceptos” (Garza Toledo, 2018, pág. 78). Consecuentemente, la síntesis científica de la discusión entre las coyun- turas históricas e ideas se expresa en el Capítulo 3: En los márgenes (o con- creto pensado), el cual considera al espacio como productor y producto de la violencia estructural y simbólica contra la clase obrera que habita Riberas del Bravo, ejercida por las instituciones del Estado, las y los aca- démicos de la localidad que estudian el fenómeno urbano-arquitectónico y la sociedad juarense, donde los prejuicios de clase y origen exacerban la marginación urbana. El resultado de mis reflexiones se traduce en la propuesta del concep- to espacio de marginalidad avanzada, con el que doy cuenta de las parti- cularidades históricas del proceso de producción espacial de Riberas del Bravo. Asimismo, esta definición surge de la necesidad por responder la interrogante que guía mi investigación y a su vez, aumenta la comprensión de las causas y consecuencias de la marginación urbana en Ciudad Juárez. Por lo anterior sostengo que “sólo la creación teórica puede asegurar la no imposición al objeto de modelos que pudiesen resultar obsoletos” (Garza Toledo, 2018, pág. 87) para transformar la realidad. Además, los aportes de esta investigación son posibles mediante un ejer- cicio multidisciplinario porque recurro a dispositivos teóricos y metodoló- gicos de ciencias y disciplinas como la ciencia política, la sociología, la an- tropología, la historia, la economía, la arquitectura y el urbanismo, cuyos conocimientos explican y advierten, en buena medida, las circunstancias de Riberas del Bravo. Por lo cual, Vidas al margen: Riberas del Bravo es ex- presión de la compleja realidad en Ciudad Juárez que exige un acercamien- to necesario de este orden. En razón de lo descrito, afirmo que el conjunto habitacional Riberas del Bravo, ubicado en el suroriente de Ciudad Juárez, Chihuahua, fue producido desde la exclusión a través del ejercicio de la violencia estructural y simbóli- ca; que la marginación que soporta es de carácter espacial, simbólico, mate- rial y político y que la pérdida de los vínculos con el pasado y presente de 12 Vidas al margen: Riberas del Bravo la ciudad perpetúa su exclusión y dificulta la emancipación de sus habitan- tes. Sostengo, por tanto, que en Ciudad Juárez: Esas zonas de relegación habitualmente vergonzantes son ante todo creaciones de las políticas de Estado en materia de vivienda, de trazado urbano y de desarrollo regional. A fin de cuentas, su posible dispersión o reparación, como la de su aparición o consolidación, son cuestiones eminentemente políticas (Wacquant, 2013, pág. 68). Por lo anterior, a través de esta investigación analizo la desposesión espacial, material, simbólica y política de la clase obrera que habita el Fraccionamiento Riberas del Bravo desde las lógicas del modo de producción capitalista vigente en Ciudad Juárez, que produce la marginalidad avanzada de sus espacios urbanos en un esfuerzo necesario por reproducir sus excedentes, así como desde la perspectiva de los desposeídos —aún más compleja pero inmediata—, al entender que “cada época, cada modo de producción, cada sociedad produce su periferia” (Lefebvre, 2013, pág. 366). Sirvan estos apuntes introductorios para esclarecer los contenidos y el sentido de esta obra, cuya apuesta central es reclamar la ciudad para sus habitantes, quienes producen sus espacios con sus prácticas y diferencias, a la vez quecontribuir desde mi formación intelectual con la responsabi- lidad por conocer y transformar la realidad y la historia de Ciudad Juárez, sin sucumbir ante lo que Carlo Ginzburg llamó “la arrogante indiferencia a los hechos”. Concluyo: Vidas al margen: Riberas del Bravo hace suya la promesa de la ciencia social, la cual “tiene como tarea no dejarse llevar por el flujo cambiante de los acontecimientos corrientes, sino dimensio- nar los mecanismos duraderos e invisibles que los producen” (Wacquant, 2013, pág. 323). 01RIBERAS DEL BRAVO, LUGAR PROHIBIDO CAPÍTULO Ciudad Juárez es una urbe fronteriza al norte de México, cuya colin-dancia con su homóloga estadounidense, El Paso, Texas, ha definido en gran medida su devenir histórico. Los cuatro siglos de existencia de la región son testigos de las diversas actividades económicas que ha desarro- llado, la trascendencia política como espacio nodal, las prácticas sociales que sus habitantes han ejercido y los procesos de producción espacial que la han configurado. Por tanto, su fundación y transformaciones espaciales han respondido a las necesidades de las sociedades a lo largo de su historia. Para ahondar y afinar la comprensión de esta ciudad fronteriza inserta en una lógica regional, a su vez que espacio producido a partir de múltiples temporalidades e intereses, el primer capítulo de esta investigación aborda los procesos materiales que configuraron espacialmente la actual Juárez desde su fundación en el siglo XVI hasta el 2002, año en que se autorizó, proyectó e inició la edificación de las nueve etapas del Fraccionamiento Riberas del Bravo al suroriente de Ciudad Juárez, objeto de análisis de mi investigación. Luego entonces, si la ciudad es historia, ésta exige ser leída, por lo que es imprescindible conocer los orígenes de la urbe para hallar secuencias lógicas que permitan analizar su estructura actual, de la que es resultado el conjunto habitacional Riberas del Bravo. Construcción histórica del conjunto habitacional Riberas del Bravo 1. Historia de la configuración espacial de Ciudad Juárez “La ciudad se lee porque se escribe, porque fue escritura”. Henri Lefebvre 15Riberas del Bravo, lugar prohibido 1.1 El nacimiento de una Región Los territorios dominados por la Corona Española en el siglo XVI eran su- mamente extensos y defenderlos ante las demás potencias representaba un reto para ésta y los gobiernos locales. Asimismo, la constante búsqueda de riquezas y yacimientos minerales y la ampliación de los límites territo- riales, exigían expediciones ambiciosas y multitudinarias que no siempre resultaron exitosas. En 1598 Juan de Oñate, militar encargado de explorar el septentrión no- vohispano, llegó al Río Grande del Norte —hoy conocido como Río Bravo— y al paraje donde cruzó su expedición lo nombró Paso del Río del Norte (Santiago Quijada, 2012, pág. 128); tomó posesión del territorio1 después de una serie de fracasos al no encontrar a su paso grandes imperios llenos de riqueza y opulencia como se había experimentado durante los prime- ros años de colonización y exploración europea en el continente americano (Manjarrez Cuéllar, 2012, págs. 38-39). No obstante, tendrían que pasar sesenta y un años para que la posesión del territorio agreste se consolidara en 1659 a través de la fundación de la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Indios Mansos del Paso del Río del Norte por parte de Fray García de San Francisco, en el mismo sitio donde cruzaba el Río Grande del Norte2 con la entrada a Nuevo México,ya que en esta área se localizaba el vado más accesible para cruzar el río y era el punto de cruce desde el cual se podía controlar cualquier accesohacia el norte (Santiago Quijada, 2013, pág. 55); muy cerca de donde Juan de 1 El poema épico fundacional de Paso del Norte escrito por Gaspar Pérez de Villagrá es un acto de posesión legal del territorio donde se explicita el hecho: “Quando otra no vbiera, para justi- ficar mi pretensión (…) corrección y castigo de los pecados contra naturaleza y la inhumanidad que entre estas bestiales naciones se halla (…) tomo y aprehendo (…) la tenencia y possesión Real y actual, cibil y criminal, en este dicho Río del Norte, sin excetar cosa alguna y sin ninguna limitación, con las vegas, cañadas y sus pastos y abrevaderos. Y esta dicha posesión tomo y aprehendo en voz y en nombre de las demás Tierras, Pueblos, Ciudades, Villas, Castillos y casas fuertes y llanas que ahora están fundadas en los dichos Reynos y Provincias de la nueva México y las a ellas circunvezinas” (Manjarrez Cuéllar, 2012, págs. 37-41). 2 Institución encargada de integrar a los indígenas a la sociedad novohispana, convirtiéndolos al cristianismo, y después incorporándolos al sistema económico y político dominante. En el norte de Nueva España servía como barrera ante las incursiones de los indios bárbaros (Gon- zález de la Vara, 2002, pág. 28). 16 Vidas al margen: Riberas del Bravo Oñate tomó posesión en nombre del rey de España, Felipe II (González de la Vara, 2012, pág. 45). A pesar que los expedicionarios no encontraron recursos naturales sig- nificativos en medio del desierto, existió un interés por habitar y controlar el área, ya que ésta fungió como paso estratégico entre la recién fundada gobernación de Nuevo México y la Nueva Vizcaya. Por ello, los pobladores indios resultaron valiosos para los conquistadores, pues a través de su so- metimiento físico y espiritual se dispuso de mano de obra que permitiera la reproducción de la vida social y económica en la región conquistada, por lo que la presencia permanente de la Corona Española a través de militares y del sistema misional franciscano fue esencial para llevar a cabo el control de las actividades, la conversión de las costumbres y necesidades y fortale- cer la vida en el territorio septentrional de la Nueva España. El afianzamiento de la Misión permitió la sedentarización de los diversos grupos indígenas mediante la enseñanza de técnicas de cultivo, elaboración de vino y construcción de sistemas de irrigación, cuya consecuencia fue la expansión territorial y poblacional de la gobernación de Nuevo México, donde se localizaba la Misión (Santiago Quijada, 2013, pág. 54). Es importante señalar que el proceso de sedentarización implicó el asen- tamiento definitivo del conjunto poblacional. En ese sentido, el estableci- miento físico en la Misión se dio en función de los ordenadores naturales del espacio: el cauce del Río Grande al norte la sierra y los lomeríos al poniente y el desierto al sur. Al necesitar irrigar los sembradíos, los caminos vecinales fueron cons- truidos en torno a los cuerpos de agua como la presa existente y el propio río, mismos que fueron conectados al centro de la Misión, por lo que no existió orden en la distribución de las calles. Diversos planos de la época muestran de forma contundente que las principales vías de comunicación en el poblado eran estrechas y no respondían a una linealidad (Santiago Quijada, 2013, pág. 96). Consecuentemente, el patrón de ocupación en la Misión fue disperso, en tanto que las edificaciones se distribuían en torno a la iglesia y la plaza, mientras que las casas-habitación se construían junto a las tierras de labor y el sistema de acequias, en la ribera derecha del Río Grande (González de la Vara, 2012, pág. 50). Así, la configuración de los espacios en la Misión estuvo en función per- manente de los requerimientos y las necesidades de sus habitantes y no de 17Riberas del Bravo, lugar prohibido un orden urbano preconcebido (Santiago Quijada, 2012, págs. 129-134). En 1680 los indios pueblo3 se rebelaron en el centro y norte de Nuevo México contra las invasiones y dominio de sus territorios y las nuevas for- mas de ser y hacer impuestas por los religiosos franciscanos. El conflicto violento generó la migración masiva de indígenas fieles y colonos hacia el sur, quienes lograron encontrar refugio en la ya consolidada regiónde El Paso (González de la Vara, 2012, pág. 48). Este evento modificó dramáticamente la configuración social, económica y espacial de la Misión de El Paso, pues la fortaleció como área imprescin- dible para el comercio entre las poblaciones del sur (capital del virreinato y Nueva Vizcaya) y el norte novohispano (Nuevo México); incrementaron sus habitantes y se renovaron las actividades económicas y sociales debido a las prácticas de sus nuevos residentes, tales como la agricultura hortícola y la vitivinicultura (González de la Vara, 2012, pág. 62). Como consecuencia de este hecho, la Misión adquirió el título de Villa un año después de la gran rebelión de los indios pueblo, lo que produjo que ésta se expandiera territorialmente al crearse las Misiones de San Lo- renzo, Senecú, Socorro, Santa Gertrudis e Isleta, cuyo objetivo fue distri- buir a la población recién llegada y manejar de forma óptima los escasos recursos naturales disponibles. Tal como lo señala el historiador Martín González de la Vara (2012): La llegada de un núcleo de población tan importante, que llevó al establecimiento de nuevas localidades e instituciones, hizo de esa área una región con su unidad económica y social (…) Donde antes sólo había un asentamiento, dependiente para su supervivencia de otras poblaciones, ahora existía un espacio geográfico funcional (págs.48-49). Durante el siglo XVIII el control político de la Villa pasó del resguardo franciscano al control militar. La nueva administración secular vigorizó las exploraciones hacia zonas espacialmente cercanas pero comercialmente distantes, a través de lo cual se generaron nuevas articulaciones territoria- les con diversos centros poblacionales y de poder al fortalecer la producción ³ Llamados de esa manera por los expedicionarios y religiosos debido a que eran sedentarios. 18 Vidas al margen: Riberas del Bravo y reproducción de sus principales actividades económicas basadas en la agricultura y la producción de vinos y licores, (González de la Vara, 2012, pág. 63). En este siglo, la Villa de Paso del Norte se consolidó como punto nodal para el comercio de mercancías y bienes necesarios y una de las áreas es- tratégicas del norte novohispano. La Villa no era sólo un vergel en medio del desierto, también fungía como cabecera de jurisdicción y punto de in- terconexión de circuitos comerciales hacia el norte y sur, además de ser un lugar de abastecimiento y descanso para viajeros y comerciantes que ofrecía relativa protección y seguridad (Santiago Quijada, 2012, pág. 136). Con el estallido del conflicto bélico en la capital de la Nueva España en 1810, el siglo XIX desencadenó una serie de transformaciones políticas que originaron nuevas configuraciones territoriales para el septentrión novo- hispano. Asimismo, las convulsiones sociales y políticas durante la primera mitad de este siglo representaron grandes desafíos para el nuevo gobierno independiente, pues ante la ausencia del orden anterior se buscó estable- cer las bases que reorganizaran la sociedad naciente. Desde 1823 y hasta 1848 la Villa de Paso del Norte atravesó una serie de cambios y adhesiones que repercutieron en su estructura económica, social, política y sobre todo espacial. En 1848 los Estados Unidos de América in- vadieron los territorios de Coahuila y la recién creada provincia de Chi- huahua al tomar ventaja de la independencia de Texas en 1836, la decla- ración de guerra al gobierno mexicano en 1846 y la debilidad del último para librar un conflicto armado en el lejano territorio norteño, por lo que el gobierno central se vio obligado a negociar, aunque no con éxito. La imposición de los nuevos límites fronterizos entre México y los Es- tados Unidos de América en el Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848 y su rectificación en 1853 con el tratado de Gadsen, alteró radicalmente la posición estratégica de la Villa en la región al modificar su estructura ur- bana y supremacía como punto nodal en el comercio y la vida política del septentrión ahora independiente (Santiago Quijada, 2013, págs. 77-78). Guadalupe Santiago Quijada precisa que durante la segunda mitad del siglo XIX, factores como la inestabilidad política, la pérdida del territorio de California, Nuevo México y Texas, la nula atención de los gobiernos cen- trales al norte del territorio, así como el estancamiento de la producción agrícola, contribuyeron al desplazamiento jerárquico de Paso del Norte en 19Riberas del Bravo, lugar prohibido la región, al verse ahora enfrentada a la próspera urbe vecina estadouni- dense de Franklin. Para 1882, el gobierno de Porfirio Díaz ordenó la construcción de las vías del ferrocarril que conectarían a la Ciudad de México con la región paseña en el lado mexicano. Su introducción a la zona sustituyó el histó- rico Camino Real de Tierra Adentro por el que durante más de doscientos años se movilizaron personas, mercancías y víveres y representó una de las mayores transformaciones en el devenir histórico y espacial del área, ya que activó la zona libre4 y conectó definitivamente a Paso del Norte con los mercados desarrollados del sur, aunque de forma tardía. El paso del ferrocarril por la región le permitió aumentar su población al facilitar los traslados e incrementar la seguridad de éstos y se convirtió en un nuevo ordenador del espacio geográfico al dividir a la Villa de oriente a poniente e imponerse sobre las acequias y caminos vecinales que histó- ricamente configuraron el asentamiento colonial. A partir de este suceso, Paso del Norte adquirió un perfil propiamente urbano con la modificación de su estructura espacial y con ello el patrón de ocupación del centro y el resto del poblado (Santiago Quijada, 2013, págs. 93-96). Como consecuencia de los cambios detonados por el ferrocarril en terri- torio paseño y del crecimiento económico y demográfico en la región, en 1888 la Villa fue elevada a la categoría de “Ciudad” por decreto Constitu- cional del estado de Chihuahua5, al dejar atrás el legendario nombre que evocaba su existencia y posición en el norte del territorio por más de tres siglos: Paso del Norte.6 4 Medida para exentar de impuestos a las mercancías extranjeras en territorio mexicano. Su objetivo consistió en mitigar la escasez de productos nacionales elaborados al sur del territo- rio nacional, así como promover el desarrollo económico y retener a la población que migraba hacia Franklin, hoy El Paso, Texas. A diferencia de otras urbes fronterizas, la vigencia de la zona libre en Paso del Norte fue intermitente debido a diversas presiones de sectores afecta- dos, eliminada definitivamente en 1905. 5 Este hecho ocurrió el 30 de julio de 1888 y es el 01 de septiembre del mismo año cuando se le nombró oficialmente Ciudad Juárez (Santiago Quijada, 2013, pág. 95). 6 El nombre otorgado a la ciudad naciente se debe al homenaje a Benito Juárez, líder del gobierno liberal mexicano quien estableció la sede de éste desde 1865 y hasta 1866 en Paso del Norte por la posición estratégica que la entonces Villa representaba para la defensa del territorio mexicano. 20 Vidas al margen: Riberas del Bravo En síntesis, durante tres siglos la Villa se expandió de forma dispersa en torno a un núcleo urbano central7 establecido mediante la Misión y la plaza principal, donde el asentamiento de los pobladores se dio en la parte orien- te del territorio al seguir el cauce natural del Río Bravo. Más tarde, con el estallido del movimiento independentista y la consoli- dación del nuevo orden político, las modificaciones en el territorio nacio- nal representaron grandes desafíos para Paso del Norte al convertirse en un poblado fronterizo que luchaba por mantener su primacía económica y espacial en medio del aislamiento económico con el centro, el desierto agreste al sur, el lomerío al poniente y frente a la frontera natural del Río Bravo y la impuesta por los Estados Unidos de América. Desde 1598 y hasta las últimas décadas del sigloXIX, Paso del Norte evolucionó en su jerarquía espacial al ser denominada en un primero mo- mento Misión, debido a su carácter religioso; posteriormente a Villa, por el crecimiento poblacional y territorial y más tarde a Ciudad, tal como se conoce hoy día. Es preciso señalar que para fines del siglo XIX la morfolo- gía urbana de Ciudad Juárez esculpida durante trescientos años ya estaba definida y delineó definitivamente la configuración del espacio donde hoy se localiza el Fraccionamiento Riberas del Bravo. 1.2 Ciudad Juárez en el siglo XX La mayor expansión física de la actual Ciudad Juárez se dio sin lugar a dudas durante el siglo XX (Gráfico 01). Diversos procesos políticos, econó- micos y sociales de carácter local, nacional e internacional configuraron su territorio durante cien años. Asimismo, existieron esfuerzos por parte de los distintos niveles de gobierno por regular y ordenar la expansión disper- sa que legó el proceso de urbanización colonial. En este apartado analizo las coyunturas de carácter económico y político por las que atravesó la región paseña durante el siglo pasado, cuyas consecuencias se expresan en los espacios de la ciudad que hoy padece las consecuencias de estas deci- siones y omisiones. 7 De acuerdo con Chauncy D. Harris y Edward L. Ullman, el modelo de crecimiento concéntrico o por sectores propuesto por la escuela de Chicago postula que la ampliación de los centros urbanos se da en torno a la formación de centros múltiples con un uso de suelo y actividades diversificadas que se crean y consolidan de acuerdo a la presión económica y social (Santiago Quijada, 2013, pág. 37). 21Riberas del Bravo, lugar prohibido En esta investigación el análisis y la descripción de los procesos eco- nómicos y políticos es trascendental ya que éstos moldean la estructura material de toda ciudad y porque es en el espacio donde las actividades económicas se concretan. En ese sentido, el siglo XX es posiblemente el período histórico donde la influencia de las decisiones políticas y económi- cas en los diversos procesos que configuraron el espacio urbano de Ciudad Juárez es más evidente. Así pues, es menester señalar dichas transforma- ciones para generar las condiciones necesarias de análisis de la urbe actual. En los albores del nuevo siglo, Ciudad Juárez poseía una economía ba- sada en la agricultura hortícola, la producción de vinos, licores8 y artículos primera necesidad, consolidada a través de siglos de tradición misional y como nodo territorial. Asimismo, la urbe le dio la bienvenida al siglo con la delimitación de su fundo legal por parte de las autoridades porfiristas en 1896, mediante la cual se realizó el primer intento por ordenar el espacio urbano al elaborarse el primer plano de la ciudad (Santiago Quijada, 2013, págs. 110-111) como parte del proyecto de modernización urbana impulsa- do por el gobierno de Chihuahua. No obstante, la carencia de un reglamento jurídico que regulara la cre- ciente ocupación del suelo generó serios problemas de especulación y aca- paramiento, así como en la cobertura de servicios básicos. Todo lo cual acarreó graves consecuencias en el goce y la producción de los espacios urbanos de Ciudad Juárez en el devenir del siglo XX. Con el estallido y desarrollo de la lucha armada revolucionaria en 1910, Ciudad Juárez nuevamente fungió como territorio clave en el conflicto polí- tico debido a su ubicación fronteriza y a la profunda ruptura existente entre los chihuahuenses con el régimen porfirista (Siller, 2012, pág. 185). De 1910 a 1917 la Revolución devastó la economía de Ciudad Juárez al ser víctima de los frecuentes saqueos al comercio y la destrucción a sem- bradíos y propiedades; al estar en el epicentro de la contienda, la circula- ción forzosa de diversas monedas revolucionarias trajo un caos económico (González de la Vara, 2002, pág. 133). En este contexto, Ciudad Juárez hizo 8 Estos granjearon fama a la región paseña durante los siglos precedentes, según relatos recu- perados de los visitantes de El Paso, como se muestra en el testimonio de Pedro Rivera, visi- tador militar de la región en 1729: “Son los territorios de dicha provincia despejados, amenos y frondosos (…) por las sazonadas frutas que ofrece su fertilidad y en particular las uvas de las que en el presidio de El Paso se fabrican licores de mucha estima” (González de la Vara, 2012, pág. 52). 22 Vidas al margen: Riberas del Bravo frente al caos y a la dependencia comercial con su ciudad vecina y luchó por subsistir frente al desarrollo y la bonanza que el ferrocarril y el control de las aguas del Río Bravo trajeron para la ciudad vecina de El Paso. Durante la primera década del movimiento armado, las ciudades de la frontera norte de México registraron un aumento demográfico conside- rable debido al desplazamiento de miles de personas en busca de seguri- dad y resguardo en los Estados Unidos de América, ante la violencia y el peligro en territorio mexicano. Este incremento poblacional representó serios desafíos para los gobiernos locales pues no lograron abastecer la demanda de vivienda y tierra ni cubrir las necesidades básicas de la po- blación nativa y recién llegada (Santiago Quijada, 2013, págs. 120-122). Pese a estas circunstancias, la vida en Ciudad Juárez persistió: sus habi- tantes ocuparon diversas áreas de la ciudad de acuerdo con el mercado de la tierra promovido por el gobierno local y el acaparamiento y fracciona- miento de terrenos de un grupo de particulares. Así, el costo de la tierra generó la agrupación poblacional por ingreso económico: al oriente, donde la tierra era fértil debido al cauce del río y se podía acceder fácilmente al vital líquido en medio del desierto, se asentó la población con mayores recursos económicos y políticos; al poniente, en la zona inmediata a la sierra y las lomas, se localizaron las personas que pagaron o invadieron un terreno precario; al sur, en medio del terreno árido, se estableció la población de menores recursos; inmediato a las vías del tren se edificaron los establecimientos comerciales (Santiago Quijada, 2013, págs. 107,122). Esta ordenación del acceso a los espacios configuró la fisionomía desigual de Ciudad Juárez a lo largo del siglo XX sin que existie- ran cambios profundos. En la década de 1920 Juárez enfrentó la hecatombe que la lucha revolu- cionaria llevó hasta su territorio y encontró en el turismo y las actividades recreativas una nueva oportunidad para estabilizar su economía y hacer renacer la productividad de la urbe al aprovechar su vecindad con los Es- tados Unidos de América, cuya moral social era más recatada y menos permisiva. Durante este período la urbanización de la ciudad estuvo en función de las actividades que ésta desarrolló en torno al turismo y la diversión. Tanto las vías del tren como los puentes internacionales fungieron como orde- nadores del espacio urbano debido a que los flujos de la economía local 23Riberas del Bravo, lugar prohibido circularon alrededor de éstos. Asimismo, como señala Guadalupe Santia- go Quijada (2013), es en la década de 1920 cuando Ciudad Juárez adquiere las características del crecimiento por sectores que permite comprender la conformación espacial de la ciudad durante el siglo XX. Otra de las articulaciones que configuraron la historia urbana de Ciudad Juárez ocurrió en 1918 cuando el gobierno de Texas decretó la prohibición para fabricar, vender o consumir alcohol en su territorio, mejor conocida como “Ley Seca”, debido a presiones de grupos ultraconservadores nortea- mericanos. En 1920 la resolución se extendió al resto del país anglosajón. Dicha prohibición resultó un profundo respiro en la reactivación de la economía juarense, la cual recibió a los diversos establecimientos comer- ciales y turísticos de El Paso y aprovechó la estancia de miles de soldados acantonados en el Fuerte Bliss para ofrecer servicios de entretenimiento y diversión, pero sobre todo alcohol, ilegalen territorio norteamericano (González de la Vara, 2002, págs. 138-139). Bajo esta argumentación, Rutilio García Pereyra (2012) señala que: La década de los veinte significó para el espacio fronterizo mexicano un reacomodo de las costumbres, de los valores de sus sociedades y de sus espacios urbanos. El intempestivo arribo de nuevas formas de consumo y de modernidad “muy a la norteamericana”, moldearon la vida cotidiana de su población (pág. 60). Durante esa década, la Primera Guerra Mundial trajo a los Estados Uni- dos de América un período de crecimiento económico del cual Ciudad Juárez se benefició, ya que su fuerte dependencia comercial con el país vecino se debía principalmente la lejanía con los mercados del resto de México. La apertura de la frontera por parte de los Estados Unidos de América generó la migración masiva de mano de obra de diversas zo- nas de México a Ciudad Juárez. Una vez más, la explosión demográfica en Juárez generó una expansión física de la ciudad, caracterizada por la ocupación masiva legal e ilegal de suelo privado y municipal (Santiago Quijada, 2013, pág. 129). Es en los años veinte y la década siguiente que los gobiernos munici- pal y federal buscaron solucionar las problemáticas a causa de la expan- 24 Vidas al margen: Riberas del Bravo sión acelerada del espacio urbano y la escasez de servicios públicos que el desplazamiento de miles de migrantes generó. Entre los esfuerzos para solucionar la demanda de vivienda y servicios públicos se encuentra la creación del Plano General de Ciudad Juárez9 en 1929, así como la creación de la Junta Federal de Mejoras Materiales (JFMM) por parte del gobierno federal (Santiago Quijada, 2013, págs. 131, 303), organismo clave en la pla- neación y crecimiento de Ciudad Juárez durante el siglo XX. Asimismo en este período el mercado de la tierra en Juárez comenzó a monopolizarse en unos cuantos fraccionadores, quienes se beneficiaron con la decisión desesperada del gobierno local por detener la dotación de terrenos municipales, al vender sus propiedades en un contexto de escasez y alta demanda y orientar el crecimiento de la ciudad a la zona poniente y sur, donde las condiciones agrestes del terreno dificultaban y encare- cían la introducción de servicios públicos (Santiago Quijada, 2013, págs. 132-136). Fue así como se formaron y redensificaron las primeras colonias populares habitadas por obreros migrantes y juarenses y aquellos que re- sidían temporalmente en la ciudad en busca del american way of life. Ya en los años treinta la economía juarense resintió las consecuencias de las crisis provocadas por el crack financiero de 1929 y la derogación de la Ley Seca en 1933 en Estados Unidos de América. Durante ese período el país anglosajón expulsó a miles de migrantes e impuso fuertes restriccio- nes en el ingreso a su territorio, por lo que los trabajadores deportados es- peraron para cruzar nuevamente la línea fronteriza y muchos más fijaron su residencia definitiva en las ciudades fronterizas mexicanas. Este hecho convirtió a Ciudad Juárez en un polo atractivo para la migración, pero al mismo tiempo planteó retos urbanos y espaciales que muy pronto resintie- ron la administración pública y sobre todo, la población. En la década de 1940 el proyecto económico nacional se orientó al mo- delo de sustitución de importaciones, mismo que impulsó el crecimiento económico y demográfico de las principales ciudades del país y los cen- tros urbanos fronterizos en el norte. Este hecho, junto a la participación de ambos países en la Segunda Guerra Mundial, logró definir el carácter histó- rico de Ciudad Juárez como paso obligado de migrantes y receptora perma- 9 Este Plano fue el primer intento del Ayuntamiento por ordenar la expansión física de la ciudad después del plan de modernización, ordenado por el régimen porfirista a finales del siglo XIX. 25Riberas del Bravo, lugar prohibido nente de población. Valga señalar que si bien Ciudad Juárez y El Paso son ciudades localizadas en naciones diferentes, su tradición regional es difícil de ignorar, pues los procesos económicos que afectan a una se resienten en su contraparte. Con la movilización masiva de la población masculina estadounidense al frente de guerra, la demanda de mano de obra en los Estados Unidos de América logró que sus fronteras fueran reabiertas para los trabajadores mexicanos a través de la creación del Programa Bracero10 en 1942. Por lo cual, la repatriación de mexicanos que ocurrió durante la década anterior se revirtió al reactivar el traslado de miles de personas a Ciudad Juárez. Este crecimiento demográfico amplió el fundo legal de la ciudad en tres ocasiones (Santiago Quijada, 2013, págs. 151,386). El fundo legal siempre abarcó el oriente de la ciudad, zona donde se asentó el sector poblacional con gran poder adquisitivo, mientras que el sur y el poniente quedaron fuera del espacio considerado ciudad en las tres ocasiones. Lo anterior debe ser reconocido porque los servicios básicos urbanos sólo eran proporcionados a aquellas zonas que estaban dentro del fundo legal, por lo que las colonias obreras y los asentamientos irregulares no sólo se ubicaron en territorio agreste, sino que tuvieron escaso o nulo acceso a los bienes y servicios urbanos, agravando aún más la división entre una Ciudad Juárez próspera y guía del desarrollo econó- mico nacional y la Ciudad Juárez obrera y migrante, que para esta década ya se perfilaba como tal. Por otra parte, la proyección de vialidades estuvo en función de la ur- banización que los particulares construyeron en torno a sus negocios, de forma que, si los ordenadores naturales definieron los espacios geográficos de habitación de acuerdo al poder adquisitivo de la tierra, las vialidades consolidaron las zonas de ocupación por ingreso (Santiago Quijada, 2013, pág. 372), mismas que hoy día siguen intactas. Es en esta década de auge económico en el contexto nacional que el compacto grupo de empresarios locales tomó parte del desarrollo de la débil y poco diversificada industria juarense, que desde principios de si- glo se hallaba atrasada, al delimitar de forma arbitraria un perímetro in- 10 Permitía a los trabajadores mexicanos laborar de forma legal en los campos y la industria agrícola estadounidenses al cumplir determinados requisitos impuestos por ambos países (González de la Vara, 2002, pág. 162). Concluyó en 1964. 26 Vidas al margen: Riberas del Bravo dustrial sobre el plano general de la ciudad, sin una propuesta formal de urbanización futura en torno a la zona elegida. De hecho, la proyección de dicha zona estuvo en función de los requerimientos espaciales de los pro- pietarios y no de un plan de ordenación espacial que permitiera regular el crecimiento urbano (Santiago Quijada, 2013, págs. 188-189). Lo anterior se explica en mayor medida a que los planos urbanos regula- dores diseñados por la administración pública federal y local no contaron con un marco jurídico sólido que exigiera el cumplimiento de la normati- vidad propuesta, y mucho menos sancionara las infracciones cometidas, como se observa a lo largo de los cien años de planeación urbana fallida y crecimiento territorial desordenado durante el siglo XX en Ciudad Juárez. Como respuesta a la expansión arbitraria de la urbe, el gobierno mu- nicipal elaboró el Plano Regulador de Ciudad Juárez en 1958, financiado con recursos privados en un nuevo y necesario intento para regular la ex- pansión de una ciudad que desde la década de 1940 cobró relevancia en el ámbito nacional e internacional. Desde la óptica de Guadalupe Santiago Quijada (2013) este plano regulador “creó las bases para regular el creci- miento urbano de Ciudad Juárez e incorporar la planeación a las políticas locales como una herramienta fundamental para ordenar y dirigir el creci- miento de la ciudad” (pág. 312). Para entonces, un número considerable de empresarios juarenses figura- ron en la administraciónpública local como funcionarios y desarrolladores, pues necesitaron legitimar las decisiones que organizaron espacialmente a la urbe en beneficio de sus intereses y no en función del desarrollo equili- brado para el resto de la población. Así, la década de 1960 trajo cambios profundos en la estructura política, económica, social y espacial en Ciudad Juárez, cuando la actividad econó- mica adoptada por los grupos empresariales de mayor peso transformó completamente los espacios de la ciudad y las dinámicas de ocupación de éstos. Si bien desde la fundación de la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Indios Mansos del Paso del Río del Norte el espacio creció y se ex- pandió alrededor de una retícula céntrica en torno a la Misión y posterior- mente de acuerdo a los ordenadores naturales y a los creados por la pobla- ción, es en los años sesenta cuando el modelo de crecimiento concéntrico se 27Riberas del Bravo, lugar prohibido rompió con la creación de la zona del PRONAF11 para generar nuevos polos urbanos de expansión que redirigieron el crecimiento urbano. A pesar de la bonanza nacional generada por el modelo de sustitución de importaciones y los diversos esfuerzos por estabilizar el crecimiento económico de la ciudad, los empresarios juarenses no habían logrado con- solidar una actividad económica que guiara el crecimiento y desarrollo de ésta. Debido a la crisis nacional e internacional de la actividad agrícola y a la falta de inversiones privadas en la industria tradicional (ya que ésta no generaba ganancias a corto o mediano plazo), se realizaron estudios y planes de desarrollo para encontrar la actividad que produjera las tan espe- radas ganancias en el territorio fronterizo. En 1962 el PRONAF y la Comisión Mixta del Desarrollo Urbano Fronte- rizo (COMDUF) elaboraron un nuevo Plano Regulador de Ciudad Ju árez, mismo que orientó el crecimiento de la mancha urbana hacia el oriente mediante la construcción de infraestructura destinada al comercio y al turismo, donde el territorio agrícola que contuvo el crecimiento urbano hacia esa zona durante siglos fue rebasado. Esto generó el desplazamien- to del centro histórico de la ciudad como lugar hegemónico político y de intercambio comercial (Santiago Quijada, 2013, pág. 221). Al finalizar el Programa Bracero en 1964, Ciudad Juárez enfrentó una vez más la migración masiva de trabajadores que fueron expulsados de los Estados Unidos de América. Ese año, y como parte del PRONAF, el gobierno federal creó el Programa Industrial Fronterizo (PIF) el cual consistió en la entrega de concesiones en materia de impuestos y mano de obra a bajo costo a los inversionistas para la instalación de fábricas en las ciudades fronterizas (González de la Vara, 2002, págs. 174-175). Como resultado del impulso urbano por parte de los diversos gobiernos, la administración pública municipal adoptó ese mismo año las propuestas generadas por el estudio económico “El parque industrial como instrumento de descentralización” (Pequeño Rodríguez, 2012, pág. 122), elaborado por la consultora privada Arthur D. Little Inc. a petición del director general del Programa Nacional Fronterizo, Antonio J. Bermúdez. A consecuencia 11 El Programa Nacional Fronterizo elaboró el Programa de Desarrollo para las ciudades fron- terizas mexicanas como parte de una estrategia de mejoramiento y creación de infraestruc- tura que favoreciera el desarrollo comercial y turístico de estas ciudades, al sur y al norte del territorio (Santiago Quijada, 2013, pág. 216). 28 Vidas al margen: Riberas del Bravo del estudio, se reubicaron fábricas en el oriente y sur de la ciudad para desarrollar fases del proceso productivo de industrias estadounidenses que requerían mano de obra barata, bajos derechos de importación y poca inversión de tecnología en el país receptor (Santiago Quijada, 2013, págs. 236- 237). Fue así como la industria maquiladora vio la luz en Ciudad Juárez para expandir el modelo por el resto de México dos décadas después y respon- der a las reestructuraciones internacionales que el capitalismo impuso en los países asiáticos y latinoamericanos. En términos urbanos, el modelo maquilador cambió drásticamente el carácter tradicional de ocupación del espacio al desaparecer las actividades previas de y en éste y transformar su función original. Por ello señalo que la actividad maquiladora encontró rápidamente una expresión territorial en Ciudad Juárez, al ubicarse de forma estratégica en los accesos que la conectaron fácilmente con las vialidades primarias (tra- zadas en torno a la industria tradicional de transformación) y los puentes internacionales, así como al modificar el patrón de ocupación de la ciudad al adaptar edificaciones de acuerdo a sus requerimientos y construir par- ques industriales que no consideraron ni el perímetro industrial trazado en 1943, la zonificación de la ciudad, el patrón de crecimiento urbano estipulado en los diversos planos reguladores, la localización de la mano de obra ni sus formas de traslado (Santiago Quijada, 2013, págs. 239,264). Como se sabe, durante la primera mitad del siglo XX existió un impul- so internacional por ordenar el crecimiento acelerado de las urbes en el mundo a través de su estudio y análisis en forma de planes reguladores; impulso del que se México se contagió y posteriormente Ciudad Juárez en tanto espacio nodal fronterizo. No obstante, con la adopción de la indus- tria maquiladora esos esfuerzos que buscaron la urbanización democrá- tica desaparecieron, por lo que a partir de la década de 1960 la redacción y actualización de los diversos Planes de Desarrollo Urbano en Juárez respondieron a las necesidades del empresariado por distribuir los espa- cios, fraccionar el suelo y especular con él (comprarlo a bajo y venderlo a alto costo), así como legitimar desde la administración pública municipal y federal sus negocios, más que generar procesos de urbanización equi- tativos para la mayoría de los habitantes. 29Riberas del Bravo, lugar prohibido Los diversos procesos económicos y políticos en Juárez12, el país y el resto del mundo lograron que la industria maquiladora se convirtiera en la actividad económica hegemónica de la ciudad en torno a la que orientó su expansión física, convirtiéndose en el ordenador espacial más influ- yente de la urbe hasta la actualidad. Martín González de la Vara (2002) considera que “la industria maquiladora cambió la forma urbana de la ciudad al instalarse en lugares relativamente lejanos” (pág. 176). A inicios de la década de 1970 el gobierno municipal elaboró un nuevo Plano Regulador de Ciudad Juárez, al verse rebasado por el crecimiento explosivo de la mancha urbana y para buscar contener la especulación del suelo que los lotificadores y fraccionadores practicaron, al no existir los mecanismos legales que sancionaran las prácticas especulativas. En un fragmento de dicho Plano se menciona que: […Ciudad Juárez] ha sufrido una violenta expansión de “la mancha urbana” (superficie construida sobre suelo de la ciudad) que se ha llevado al margen de una planeación de conjunto, provocando un desarrollo caótico y altamente nocivo para la comunidad. La ausencia de planeación ha fomentado la imposición frecuente de los intereses particulares de la comunidad, impide la formación de grupos urbanos conscientes y el desarrollo adecuado de la ciudad (Santiago Quijada, 2013, págs. 328-329). Resulta revelador que el propio Plano asumió las consecuencias de las omisiones por parte de la administración pública en todos los niveles13 y más aún, buscó paliar el desequilibrado desarrollo social y espacial en Ciudad Juárez. Sin embargo, es en la década de 1970 que empresarios, 12 La prolongada búsqueda de actividades económicas redituables a corto plazo emprendi- da por los grupos hegemónicos y empresariales juarenses junto a la administración pública local derivó en la adopción de actividades como la agricultura, el turismoy más tarde la in- dustria maquiladora, mismas que modificaron la estructura productiva y espacial de Ciudad Juárez. 13 El financiamiento para elaborar planos urbanos reguladores fue federal, por lo que el muni- cipio y el gobierno del estado de Chihuahua estuvieron limitados en innumerables ocasiones para tomar decisiones en cuanto al diseño del entramado urbano y las formas en que los recursos debían ser invertidos, hecho que sin duda afectó la configuración espacial de Ciudad Juárez. 30 Vidas al margen: Riberas del Bravo industriales, comerciantes y los propietarios de la tierra afianzaron su in- fluencia en la conformación de la estructura urbana, a través de su par- ticipación en el gobierno local (que les facilitó dirigir la planificación de la ciudad para impulsar sus negocios) y la consolidación de estructuras clientelares con los habitantes de los barrios obreros y los asentamientos irregulares.14 A finales de esta década y el resto del siglo XX, se proyectó el crecimien- to y la ocupación de la ciudad al sur y al oriente (Santiago Quijada, 2013, pág. 335) en gran medida por la adopción del modelo maquilador en las décadas anteriores y su consolidación definitiva como actividad económica preponderante en Ciudad Juárez y el resto de México en 1980. La antigua Paso del Norte se vio obligada a cambiar su tradición social y económica con el arribo de la industria ensambladora, por lo que abor- dar su papel en la configuración espacial de Ciudad Juárez a partir de la década de 1960 resulta fundamental. Si bien fue considerada una activi- dad económica transitoria como el resto de las propuestas, es en los años ochenta cuando ésta tomó un impulso sin precedentes. Los diversos gru- pos empresariales, los propietarios de tierra y las compañías inmobiliarias se beneficiaron de la coyuntura económica y la nula regulación territorial al fijar los ejes rectores de la ciudad en función de los requerimientos que la industria maquiladora impuso y con los cuales se beneficiaron. En este sentido, la estructura urbana de Ciudad Juárez creció y se confi- guró de forma anárquica y sin control durante las últimas dos décadas del siglo XX, respondiendo siempre a los intereses de los grupos especuladores con injerencia en la administración pública, que encontraron en la expan- sión territorial la oportunidad ideal para multiplicar sus ganancias. Por lo anterior, pese a la existencia y actualización de diversos y variados planes reguladores (como el Plan de Desarrollo de 1984 y 1989), la inca- pacidad y negligencia del gobierno municipal para organizar los espacios urbanos configuraron la Ciudad Juárez que hoy padecen sus habitantes. Así, a finales de la década de 1980 la ciudad se había extendido más de lo que se había planeado (Santiago Quijada, 2013, pág. 354). 14 Los habitantes de escasos recursos representaron un negocio redituable para los grupos empresariales que especularon con la tierra, pues los primeros aseguraron a los segundos la permanencia en el poder a cambio de votos y la promesa de la introducción de servicios básicos urbanos y la regularización de los predios invadidos. 31Riberas del Bravo, lugar prohibido En los últimos veinte años del siglo XX el clima político inestable15 en la ciudad agravó aún más el conflicto urbano de expansión, invasión y apropiación de predios carentes de los servicios básicos, cuyas consecuen- cias se resintieron irremediablemente durante el primer lustro del nuevo siglo en la zona sur y suroriente. Lo anterior debido a que en Ciudad Juárez “la problemática urbana (…) se fue complejizando en la medida que los requerimientos del modelo de acumulación capitalista se transformaron y se introdujeron nuevas políticas económicas impuestas por los organis- mos internacionales” (Santiago Quijada, 2013, págs. 609-610). En opinión de Guadalupe Santiago Quijada (2013), desde la década de 1940 y hasta principios de 1990 los detonadores de la veloz expansión de la ciudad y su crecimiento son el aumento demográfico y la ampliación del fundo legal, así como los diversos proyectos económicos que una parte muy reducida de la población local aprovechó en detrimento del resto de los ci- tadinos. Estas articulaciones materiales derivaron en la ruptura dramática del proceso de crecimiento monocéntrico de la ciudad de cuatro siglos en poco más de cincuenta años, explicado en parte por los procesos tardíos de acumulación capitalista que Juárez experimentó durante el siglo XX. Hoy se sabe que en Ciudad Juárez no existió la necesidad de ampliar la mancha urbana de formas tan desproporcionadas, ya que se pudo re- currir a la redensificación de los espacios habitacionales en el centro. Sin embargo, el crecimiento desordenado del fundo legal se llevó a cabo des- de las instancias oficiales porque el mercado de la especulación del suelo encontró cabida en las omisiones legales y las diversas prácticas clientela- res, que permitieron la compra y venta de tierra al mejor postor y cuyas consecuencias se expresaron en la localización arbitraria de la industria maquiladora, misma que consolidó a los puentes internacionales, las via- lidades rápidas y los parque industriales posteriormente como los ordena- dores espaciales más influyentes en Ciudad Juárez desde 1960. Concluyo: “la desigualdad económica entre los distintos habitantes de la ciudad se reflejó en las formas de apropiación del suelo y en el acceso a los servicios públicos e infraestructura” (Santiago Quijada, 2013, pág. 612). 15 Las disputas entre las diversas facciones políticas se tradujeron en un vacío legal profundo del ordenamiento real de la expansión urbana y en una crisis por el control de los diversos grupos y organizaciones populares que movilizaban a cientos de colonos que exigían espacios habitacionales legales, dignos y salubres. 32 Vidas al margen: Riberas del Bravo En los primeros cinco años del siglo XXI las decisiones llevadas a cabo por los grupos especuladores y la administración pública local durante el siglo anterior consumaron los procesos de configuración espacial de Ciu- dad Juárez en una serie de ejecuciones y omisiones que vulneraron el de- recho de apropiación del espacio urbano de migrantes y juarenses, como doy cuenta a lo largo de esta investigación. Es durante este período que las zonas sur y oriente de la ciudad fueron posicionadas como las áreas “naturales” de expansión física, hecho expli- cado tanto por la tradición histórica juarense de distribución espacial mo- nocéntrica, como por la oportunidad que generó la especulación en estos territorios aún sin explotar. Los procesos que produjeron y producen los espacios de Ciudad Juárez responden a las necesidades e intereses de clase de quienes controlan ca- pitales específicos, sean éstos económicos, políticos o simbólicos; que les permiten posicionarse en un contexto urbano y así ejercer el poder para distribuir los recursos disponibles (la influencia en la administración pú- blica, la interacción con capitales extranjeros, el control de grupos políti- cos, por mencionar sólo algunos) de acuerdo a sus requerimientos. Por tanto, desde el conocimiento de las temporalidades urbanas de Ciu- dad Juárez, analizo la historia de las configuraciones espaciales de la ciudad con el objetivo de dilucidar el proceso de producción espacial de la zona suroriente en la cual se edificó y existe el Fraccionamiento Riberas del Bravo. 33Riberas del Bravo, lugar prohibido 2. Historia del proceso de urbanización de la zona suroriente La rápida expansión urbana de Ciudad Juárez durante la segunda mitad del siglo XX respondió a factores económicos y políticos que crearon nuevas espacialidades físicas y sociales. Debido al proceso de crecimiento despro- porcionado que organizó los diversos espacios urbanos, el patrón “lógico” de expansión de la ciudad se orientó hacia las zonas sur y oriente, donde se localizaron los ejidos del valle de Juárez con los que se especuló para ser incorporadosal fundo legal durante el siglo XX. Si bien la región agrícola de Ciudad Juárez existió desde la fundación de la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Indios Mansos del Paso del Río del Norte, es en enero de 1934 cuando ésta se convierte legalmente en el Distrito de Desarrollo Rural 04 “valle de Juárez”, creado por acuerdo presidencial como resultado de las políticas agrícolas y agrarias del carde- nismo, con una superficie de 27, 239 hectáreas de propiedad social y priva- da (Bustillos Durán, 2012, pág. 107). En la década de 1980 la Actualización del Programa de Desarrollo 1984 señalaba que: De acuerdo con la observación de la aptitud territorial, hacia el norte no podía haber mayor ocupación por la frontera y la expansión de la ciudad hacia el poniente se debía descartar en razón de los altos costos de la urbanización por ese rumbo (…) La propuesta fue la de guiar el crecimiento hacia el oriente, su- roriente (…) y sur de la ciudad sobre zonas que por tradición habían ocupado las colonias populares y uno que otro fraccio- namiento residencial. En esas zonas las características del suelo “Fuiste, ciudad. No eres. Te aplastaron tranvías, autos, noches al magnesio. Para verte el paisaje ahora necesito un aparato preciso, lento, de radiografía. ¡Qué enfermedad, tus árboles! ¡Qué ruina tu cielo!” Estatua, Jaime Torres Bodet 34 Vidas al margen: Riberas del Bravo eran las adecuadas [y] se reducirían costos en la introducción de los servicios básicos (Santiago Quijada, 2013, pág. 349). Habrá que recordar que durante siglos la zona oriente se dedicó a la pro- ducción de frutas, vegetales y viñedos, pero las reconfiguraciones de los mercados internacionales durante el siglo XX ocasionaron que la zona oriente reorientara sus mecanismos de producción, productos y hasta la identidad del espacio. Como consecuencia de la normatividad generada por el Programa de Desarrollo 1984, la expansión urbana fue guiada hacia las regiones sur y suroriente, mismas que se afianzaron como espacios históricamente populares. Por otra parte, la prosperidad económica de los Estados Unidos de América y las consecuencias en el mercado mundial provocadas por la Primera Guerra Mundial influyeron definitivamente la actividad agrícola que sostuvo a Ciudad Juárez desde su fundación, así como en la estructu- ra mixta de propiedad privada y social del valle de Juárez. En 1922, una porción importante de las tierras ejidales dedicadas al cultivo de frutas y legumbres se dedicó a la siembra del algodón16 y dos años después, la mitad de los cultivos en la región fronteriza mexicana se dedicaron a la producción de ese bien (González de la Vara, 2002, pág. 150). A finales de la década de 1920, Ciudad Juárez ya contaba con fábricas des- pepitadoras, textiles, harineras y de transformación que dependían direc- tamente de la producción del algodón y de los forrajes. Bajo estos términos se puede hablar de dos etapas en la zona del valle de Juárez durante el siglo XX: la primera, donde la zona oriente produjo insumos para la incipiente industria del sector transformador, manteniendo así su carácter rural y que corresponde a los albores del siglo y hasta finales de los años ochenta, y la segunda en la década de 1990, cuando la sección más oriental del valle se convirtió en receptora de migrantes nacionales y oriundos que no contaban con un espacio propio para vivir (Bustillos Durán, 2012, pág. 111). Este cambio drástico en el giro de los productos cultivados en el valle 16 La transformación paulatina de la tradición agrícola juarense inició debido a los requeri- mientos de la empresa algodonera estadounidense Anderson Clayton, ya que el costo de esta materia prima se elevó en el mercado internacional, por lo que el país vecino aprovechó su condición fronteriza con México y explotó los beneficios que tuvo a su alcance en territorio mexicano (González de la Vara, 2002, pág. 150). 35Riberas del Bravo, lugar prohibido de Juárez no fue menor, pues logró transformar la tradición económica juarense de forma definitiva y delineó los primeros trazos de la ciudad industrial actual. El valle de Juárez se convirtió en el espacio lógico de recepción demográ- fica de la ciudad desde la década de los años cuarenta, cuyas consecuencias se expresaron en la superación física de las barreras naturales como las acequias y los canales que fueron desecados; el desierto o las zonas agríco- las que por siglos contuvieron a la mancha urbana. Ya para 1954, el presidente municipal Pedro N. García difundió la idea de establecer colonias sobre los extensos terrenos del sur y suroriente ante el incremento demográfico y la creciente escasez de vivienda, como par- te de su proyecto para resolver la problemática urbana (Santiago Quijada, 2013, pág. 377). Como consecuencia del impulso a la ocupación de estas zonas desde la administración pública municipal, se llevó a cabo la construcción de asen- tamientos y las áreas destinadas a la industria se ubicaron en el oriente y suroriente de la ciudad, muy cerca de vialidades principales que facilitaban la comunicación con los puentes internacionales para la exportación de los productos manufacturados. De forma irremediable las nuevas zonas indus- triales contribuyeron a la ampliación y consolidación de la mancha urbana. Así, al noreste de Ciudad Juárez se asentaron las clases altas y medias en territorio fértil con acceso pleno al agua y a la frontera, mientras que al sureste se establecieron las pocas industrias existentes y nuevos barrios obreros siguiendo las vías del tren en las inmediaciones de la zona desérti- ca, donde el suelo tenía menor costo (González de la Vara, 2002, pág. 151) y sin seguir un patrón de ocupación preestablecido. En la década de 1970 la zona oriente recibió la primera planta maquilado- ra de la ciudad, la Radio Corporation of America (mejor conocida por sus siglas RCA), posible en gran medida a los recortes presupuestales al sector agrícola desde la administración pública federal y a la nula regulación del uso de suelos en el fundo legal, con lo que la expansión acelerada, caótica y sin regulación de la ciudad en la zona del oriente se hizo posible. De tal manera que la región del valle de Juárez fue sometida a un proce- so de absorción progresiva por la urbe, resultado del arribo de la industria maquiladora a la ciudad y a la región sur y oriente (Bustillos Durán, 2012, pág. 108), agravando la crisis del sector agrícola y generando una desarti- 36 Vidas al margen: Riberas del Bravo culación con el resto de la ciudad debido a los problemas de conectividad generados por la única carretera que vinculaba la zona con el resto de la ciudad y la ineficiencia del transporte público (Santiago Quijada, 2013, pág. 341), como ocurre todavía. Para 1980 el valle de Juárez había perdido 1,700 hectáreas dedicadas a la agricultura y para la década siguiente, las modificaciones al artículo 27 constitucional en 1992 establecieron que la nación dejaba de ser propie- taria de la tierra ejidal y ésta podía ser fraccionada de forma individual, hecho que generó que los ejidos fueran vendidos a un alto costo para ser incorporados en la mancha urbana. Fue así como el valle sacrificó su voca- ción agrícola en aras de la expansión urbana asociada al crecimiento indus- trial (Bustillos Durán, 2012, pág. 99). Por otro lado, las diversas administraciones municipales arrastraron durante todo el siglo XX la problemática de la posesión irregular de la tie- rra, especialmente en la zona poniente donde se asentaron los primeros barrios obreros de Ciudad Juárez. Dichos conflictos no fueron resueltos, tanto por la escasez de recursos municipales como por la falta de voluntad política para hacerlo.17 Para hacer frente a la situación, el gobierno del estado impulsó progra- mas a cargo del Instituto de la Vivienda del Estado de Chihuahua (IVI) y del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (INFONAVIT) enla zona suroriente de la ciudad. Estos organismos edi- ficaron una serie de conjuntos habitacionales de interés social (Santiago Quijada, 2013, pág. 553), lo que originó que los habitantes de colonias y barrios obreros del poniente y la zona centro que carecían de servicios ur- banos como drenaje, pavimentación o escuelas migraran hacia el sur y el suroriente en busca de mejores condiciones de vida en la segunda mitad de los años noventa. 17 La estructura clientelar que crearon los dueños de la tierra y especuladores inmobiliarios con injerencia en el Municipio logró asegurar el voto político de las organizaciones populares que luchaban por adquirir un terreno para habitar de forma legal. Estas prácticas agravaron la problemática de la posesión irregular del suelo ya que si las organizaciones vecinales lograban sus demandas, los grupos empresariales y de especulación perderían el apoyo tan necesario para conseguir sus propias ganancias, por lo que los últimos siempre limitaron la movilidad política de sus militantes. 37Riberas del Bravo, lugar prohibido De esta manera, la expansión de la ciudad hacia la zona donde hoy se lo- caliza el Fraccionamiento Riberas del Bravo fue dirigida por las institucio- nes del Estado y financiada en mayor medida por un grupo de empresarios juarenses autodenominado Grupo de Propietarios y Promotores de la Zona Sur18 durante la década de 1990. Esta agrupación de promotores inmobiliarios financió diversos estudios urbanos a través de los cuales buscó legitimar sus intereses materiales y lucrar con la urbanización horizontal de la zona sur de Ciudad Juárez, con el mayor margen de ganancia en el menor tiempo posible. Esta parti- cipación les permitió influir en la distribución de los recursos públicos y hacerse del poder político para no encontrar oposición en la expansión de la mancha urbana. Si bien la urbanización en la zona oriente inició desde la segunda mitad del siglo XX, el valle de Juárez era considerado Reserva Ecológica y por tanto, su incorporación a la mancha urbana fue medianamente contenida. Desde el estudio realizado por el Plan Director de Desarrollo Urbano de Ciudad Juárez 1995 se supo que en la zona de Reserva Ecológica la propie- dad pública no superaba el 1.7% mientras que la propiedad privada alcan- zaba el 81.9% del total. Sin embargo, a inicios del nuevo siglo fue redactado el Plan de Desa- rrollo Urbano 2002, trascendente en esta investigación debido a que este documento suprimió de forma definitiva las restricciones legales de usos residencial, comercial e industrial de la primera etapa del valle, con lo cual se urbanizó el oriente y suroriente la ciudad, eliminando sin más la fértil zona que hizo florecer vida en medio del desierto desde la fundación de la Misión franciscana en el siglo XVII hasta la primera mitad del siglo XX. En suma, el Plan de Desarrollo Urbano 2002 legalizó la expansión urbana de forma arbitraria y horizontal en la única región que por años frenó el crecimiento físico de Ciudad Juárez. El Fraccionamiento Riberas del Bravo es, por tanto, producto de los di- versos procesos de producción espacial que moldearon a Ciudad Juárez y su región suroriente, como parte de las propuestas de solución al problema 18 El cual formó parte de la empresa Arquitectos S.A. de C.V. desde la que ejecutó estudios urbanos en la zona sur de Ciudad Juárez, como el Plan Parcial de Crecimiento de la Zona Sur, 1990-2010, el Plan Maestro Hidráulico, el Plan Maestro de Red Eléctrica sobre el Libramiento Aeropuerto, entre otros (Santiago Quijada, 2013, págs. 553, 556,557). 38 Vidas al margen: Riberas del Bravo histórico de vivienda desde los distintos órdenes de gobierno, así como de los intereses de grupos empresariales y de especulación del suelo que in- fluyeron irreversiblemente en la planeación y expansión de Ciudad Juárez. 3. Historia del Fraccionamiento Riberas del Bravo La configuración política y social de Ciudad Juárez se expresa en el espacio físico a través de la conformación de nodos poblacionales que responden a intereses y fines específicos. Para dar respuesta a la pregunta que guía esta investigación —¿Cómo se produce el espacio de la marginación del Fraccionamiento Riberas del Bravo en Ciudad Juárez?— es necesario dilucidar los procesos de producción y la historia del espacio conocido como Riberas del Bravo, así como la concepción colectiva juarense de fraccionamiento y colonia, aunque en el caso de Riberas (como es conocido el conjunto habitacional de forma popular entre juarenses y migrantes), las características formales con que se identifica al modelo de fraccionamiento son contrarias a la configuración social y política —que no espacial— de este espacio popular. Este conjunto habitacional fue edificado en cinco años, desde 2002 y hasta 2007 (Aguirre Quiñónez, 2013, pág. 11), como parte de las políticas de vivienda dirigidas por el gobierno estatal de Patricio Martínez mediante el IVI e INFONAVIT y planeado a través del Plan Maestro de Desarrollo Urbano 2002 como una mini ciudad.19 En términos arquitectónicos, el desarrollo inmobiliario es reciente y se localiza en el extremo suroriente de Ciudad Juárez, en la lateral que corre de manera paralela al Río Bravo en un extenso corredor agrícola (Aguirre Quiñónez, 2013, pág. 4). El Fraccionamiento está compuesto por nueve etapas, de las cuales la Etapa 9 se encuentra en otro polígono geográfico al sur (Gráfico 02), pues cada una de éstas fue ejecutada por distintas empre- sas de forma independiente (Aguilar, 2017). Actualmente Riberas del Bravo alberga 12,500 casas-habitación donde vive el 2.69% del total de la población de Ciudad Juárez según el Censo de Población y Vivienda 2010 (USAID, 2012, págs. 13,17). 19 Este fue el término utilizado por el propio Plan para referirse al Fraccionamiento Riberas del Bravo. 39Riberas del Bravo, lugar prohibido Para comprender la historia del conjunto habitacional es preciso señalar que en 1992 las reformas constitucionales permitieron fraccionar y vender territorio ejidal. Si bien el gobierno destinó una gran parte de esta región suroriente como reserva para expandir la ciudad en años venideros, el por- centaje de tierra ejidal en manos de privados fue amplio, por lo que co- nocer quién es o fue el dueño o los dueños del espacio donde se edificó el Fraccionamiento rebasa los límites de mi investigación. En otro orden de ideas, la concepción de fraccionamiento tiene dos acepciones: una física-económica (la división y venta de la tierra) y otra simbólica-social (la identidad que se produce al habitar un conjunto urbano denominado “fraccionamiento”). En Ciudad Juárez consiste en: La subdivisión de un terreno en el que el propietario asume la responsabilidad de proveer los servicios e infraestructura y donar al municipio un porcentaje de la tierra para uso común. El uso de la palabra fraccionamiento también alude a una legalidad de la posesión, al tipo de tierra y de urbanización (Santiago Quijada, 2013, pág. 364). Asimismo, en la localización del fraccionamiento: Está implícita una segregación espacial. Se trata de superficies ocupadas por la población con un perfil socioeconómico con posibilidades de comprar un predio o vivienda en suelo plano y con acceso a los múltiples servicios públicos. Desde luego, el tipo de ocupantes de las áreas fraccionadas está determinado por las diferencias de ingresos de los compradores: los que perciben estipendios altos se acomodaron en zonas exclusivas, mientras que los de sueldo intermedio compraron un predio o casa en un fraccionamiento de acuerdo con sus posibilidades económicas (Santiago Quijada, 2013, pág. 401). La zona geográfica de Ciudad Juárez en la que se edificó Riberas del Bra- vo fue la Reserva Ecológica de Ciudad Juárez donde se encontraban las parcelas del Ejido Jesús Carranza y otros ejidos repartidos entre los agri- cultores en los años posteriores a la lucha revolucionaria en la segunda
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