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Vidas-al-margen--Riberas-del-Bravo

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A Jesús.
A la Universidad Nacional Autónoma de México, 
por abrir caminos, sembrar curiosidad, 
disipar la ignorancia. 
A Aide, mi madre. 
Por enseñarme a vivir con dignidad y en libertad.
A Guillermo, mi padre. 
La pasión por la lectura y la política 
la descubrí contigo.
A Ranulfo (†). 
Tus consejos y cariño me acompañan siempre.
A Karla Alejandra, Joann, Minerva y Ana Melina,
mis hermanas.
Camino bajo la sombra de su ejemplo 
y al cobijo de su amor.
A Isaías, mi tío, 
por el apoyo incondicional.
 
A Roberto. 
Caja de resonancias. 
Por el aquí y el ahora. Por saber estar. 
A mis mentores Natalia Alarcón, Josefina Alcántara, 
Isabel Arregui, Ana Bertha Galván, Ángeles Morales, 
Martha Zamarrón, Hermilo Ambrosio, 
Alan Arias (†), Carlos Gallegos, Job Gastaldi, 
Enrique Gutiérrez, Alvar Sosa y Antonio Torres.
Por mostrarme la responsabilidad histórica 
de mi condición intelectual.
A Alejandra, Karla, Yenni, Lalo y Víctor. 
Llenan de sentido la palabra amistad.
 
A Sofía, Natalia, Jimena, Gerardo, Federico y Aarón. 
Sus invaluables consejos formaron a esta 
investigadora y esta investigación.
A Lulú, Estefi, Nora, Rafa, Alan y Yeix.
La Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
fue un mejor lugar debido a ustedes. 
Para Paloma y Gustavo. Jóvenes juarenses. 
Amigos entrañables. Hermanos.
Para Carla Minerva, Isaías, Kevin Mauricio, 
Job Emiliano y David Alejandro.
Que la sabiduría sea lámpara que alumbre 
su camino.
ÍNDICE
01 CAPÍTULO Riberas del Bravo, lugar prohibido 13 
Introducción 8
Construcción histórica del conjunto habitacional Riberas del Bravo 14
 1. Historia de la configuración espacial de Ciudad Juárez 14
 1.1 El nacimiento de una Región 15
 1.2 Ciudad Juárez en el siglo XX 20
 2. Historia del proceso de urbanización de la zona suroriente 33
 3. Historia del Fraccionamiento Riberas del Bravo 38
Los orígenes sociales del discurso excluyente 42 
1. Los relatos oficiales: productores de realidad a partir de indicios 42
 2. El discurso oficial aprehendido 44
La construcción política del espacio 50
 1. El espacio mental y físico 51
 2. El espacio social 53
 2.1 La producción del espacio 54
 2.2 Representación del espacio 58
 2.3 Espacios de representación 61
 2.4 Prácticas espaciales 64
 2.5 La doble contradicción del espacio capitalista 65
El espacio es una mercancía 68
 1. El espacio: producto del desarrollo capitalista 68
 2. La urbanización: una estrategia necesaria del capitalismo 72
La dialéctica del lugar: isotopía, heterotopías y utopía 77
02 CAPÍTULO El espacio es político y política 49
03 CAPÍTULO En los márgenes 82
Reflexiones finales, nuevas preguntas 134
Gráficos 146
Bibliografía 155
Acciones y omisiones de las instituciones del Estado 84
 1. Articulaciones de la administración pública: 2001- 2002 86
 2. Casas pequeñas, grandes problemas. Proyección de Riberas del Bravo 90
 2.1 Urbanización del suroriente de Ciudad Juárez 91
 2.2 Mini ciudad, mini casas 95
Fraccionar el espacio, castigar la vida 100
 1. La violencia estructural 100
 1.1 La retirada de las instituciones estatales 104 
2. El migrante del Sur. Estigma de la otredad 106
 2.1 Riberacruz: lugar de Juarochos 107
 3. En busca de una aproximación conceptual a Riberas del Bravo 111
 3.1 Terminar con el mito del gueto juarense 112
 3.2 Hacia una definición local 117
Organizar la marginación 122 
1. Desde las instituciones del Estado 126 
2. Desde los intelectuales 128
 3. Desde el Fraccionamiento 130
DiCes "Iré a otra tierra, hacia otro mar
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado
y muere mi corazón
lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez.
Donde vuelvo mis ojos sólo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí”.
No hallarás otra tierra ni otro mar.
La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad siempre es la misma. Otra no busques
— no la hay —,
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.
La ciudad, Konstantino Kavafis
Introducción
La ciudad es, acaso, la formación social más racional de todas, al tiempo que una de las más conflictivas y caóticas. Pensarla como proceso y no 
como organización acabada genera múltiples perspectivas de acercamiento, 
que posibilitan el tratamiento de sus conflictos más complejos.
Así, la ciudad es gozo porque reúne los anhelos de quien la habita. Sin 
embargo, la ciudad también es dolor porque se padece. Como creación hu-
mana, la ciudad es diversidad y su estudio crítico da cuenta de esta com-
plejidad de miras, una de las cuales es concebirla como privilegio, donde 
su disfrute corresponde a los sujetos más capaces en términos políticos, 
simbólicos y materiales y el resto es negado y oculto a través de prácticas 
de diversa índole.
Tal es la historia de la configuración urbana de Ciudad Juárez, urbe 
que pertenece al municipio de Juárez, del estado de Chihuahua al norte 
de México y fronteriza con El Paso, Texas, en Estados Unidos de América. 
Su historia es de vida y progreso en medio del desierto, al tiempo que de 
transformación, expulsión y violencia, atravesada por límites de carácter 
espacial e ideológico. 
El interés por Ciudad Juárez se debe a la relación de primer orden con 
ella: nací en su suelo y pronto fui desterrada por condiciones que reba-
saron la realidad inmediata. La distancia me permitió interrogarla desde 
perspectivas insospechadas y sembró la ineludible necesidad por compren-
der el precipitado desarraigo. En consecuencia, el conocimiento de su his-
toria se convirtió en una exigencia y la ciudad fronteriza, en tanto produc-
ción intelectual y política, se reveló fascinante. No obstante, admito que 
la curiosidad por Juárez surgió a causa de las narrativas comunes sobre 
un conjunto habitacional en el extremo suroriente de la urbe fronteriza: 
Riberas del Bravo. 
El imaginario colectivo juarense reconoce al Fraccionamiento Riberas del 
Bravo desde la infamia y lo señala como un lugar vergonzoso y vergonzante 
por su ubicación respecto al centro de la ciudad y por quienes lo habitan: 
los migrantes del sur del continente; aquellos nómadas australes que, en 
busca de nuevos horizontes, se abren paso ante el agreste norte y son los 
representantes históricos de la otredad en la región.
09Introducción
La audición intuitiva de lo dicho sobre Riberas y sus habitantes y la 
observación aguda de las condiciones materiales y simbólicas de Ciudad 
Juárez a través del conocimiento de su devenir histórico, son los estímulos 
fundamentales de esta investigación. Por tanto, Riberas del Bravo precisa 
ser explicado y para hacerlo, propongo analizar su situación desde una 
dimensión elemental: el espacio y la marginación. 
Para articular esta propuesta de conocimiento sobre la realidad, parto 
de mi posición intelectual e ideológica respecto al conjunto habitacional, 
Ciudad Juárez y sus habitantes. Ésta se define a partir de mis circunstan-
cias y condiciones: como juarense que busca dotar de sentido su origen 
y existencia; luego como joven y estudiante de las ciencias sociales, cuya 
preocupación por el futuro surge de las condicionesadversas del presente; 
después como migrante, desarraigada y colocada en lógicas ajenas y en de-
finitiva, como marginada (en términos espaciales), privada de los recursos 
y las posibilidades que la ciudad, en tanto centro de acumulación de los 
excedentes, ofrece.
Todo lo cual deviene en la abstracción de la realidad del Fraccionamien-
to Riberas del Bravo en forma de preguntas que permitan interpelarlo. El 
primer acercamiento a este espacio fue mediado por prenociones respec-
to a su origen y función, no obstante de tales construí interrogantes que 
dieran cuenta de este ejercicio reflexivo sobre el conjunto habitacional. 
Así, la intuición inicial sobre el desprestigio que padece el Fracciona-
miento Riberas del Bravo entre los habitantes de Ciudad Juárez pronto 
se tradujo en cuestionar la situación del espacio con esta idea: ¿El Frac-
cionamiento Riberas del Bravo es un espacio marginado? A partir de tal 
pregunta busco abstraer aún más las condiciones dadas, por lo que arti-
culo una segunda interrogante: ¿Qué es el espacio y la marginación urba-
na? Estas reflexiones derivan en la pregunta que guía la perspectiva y el 
sentido de esta investigación: ¿Cómo se produce el espacio de la marginación 
del Fraccionamiento Riberas del Bravo en Ciudad Juárez?
La problematización del conjunto habitacional devino en un proceso de 
ajuste de perspectivas y creación conceptual, que por sus características re-
quirió el desarrollo de la investigación y su exposición a partir de la meto-
dología marxista del Circuito del Concreto-Abstracto-Concreto, propuesta 
por Enrique de la Garza Toledo (2018).
10 Vidas al margen: Riberas del Bravo
Esta estrategia metodológica es pertinente para mi investigación debi-
do a que parte del conocimiento lógico e histórico de la realidad a la que 
considera totalidad o conjunto de niveles de complejidad (o esencialidad), 
articulados en conceptos y teorías producidos para explicar lo real en 
movimiento.
Asimismo, el Circuito del Concreto-Abstracto-Concreto apela a la arti-
culación entre el uso crítico de la teoría acumulada y al reconocimiento de 
las coyunturas históricas que producen la realidad, expresado todo ello en 
la práctica teórico-dialéctica entre el concreto real (ideología pre-científi-
ca) y el abstracto (teorías), que resultan en el concreto pensado (recons-
trucción teórica del objeto).
Considero útil esta propuesta epistemológica porque concibe al pro-
blema de investigación como una construcción controvertible, sujeta a la 
historia, porque imprime un sentido crítico a las preguntas que orientan 
la investigación y propone los aparatos teóricos apropiados para explorar 
el objeto, los sujetos y el problema de este ejercicio, a través de su indaga-
ción permanente como del contexto histórico en que las ideas fueron pro-
ducidas. Por lo cual, me valgo de los conceptos “sujeto” y “clase” de Karl 
Marx, “espacio” y “producción espacial” de Henri Lefebvre, “urbanización 
del capital” de David Harvey, “marginalidad avanzada” de Loïc Wacquant, 
“violencia simbólica” de Pierre Bourdieu, así como de las disertaciones 
sobre la ciudad, la marginación, la dominación y la explotación en la obra 
de estos autores.
Con base en lo anterior, analizo la situación del Fraccionamiento Riberas 
del Bravo en tres capítulos, cuya organización y exposición se sustentan en 
la propuesta marxista para aprehender la realidad, a saber. El Capítulo 1: 
Riberas del Bravo, lugar prohibido (o concreto real) construye la historia del 
Fraccionamiento desde las temporalidades de las estructuras espaciales, 
políticas y materiales de Ciudad Juárez, e interpreta conceptualmente las 
narrativas simbólicas del imaginario colectivo de la urbe, inserta a su vez 
en una región internacional. 
Luego entonces, las temporalidades que articulan al conjunto habitacio-
nal —y el tiempo de la investigación— son múltiples porque responden a 
los intereses de los sujetos que producen tensiones en el espacio. El propó-
sito de este capítulo consiste en dar cuenta de la historia del conjunto ha-
bitacional como resultado de lógicas tempo-espaciales, cuyos encuentros 
11Introducción
culminan en su proyección y definen su situación social.
Por otro lado, el Capítulo 2: El espacio es político y política (o abstracto) es 
la propuesta teórica para aproximarse al Fraccionamiento juarense desde 
la dimensión del espacio y su condición de obra y producto. En ese sentido, 
el objetivo de este apartado es “transformar intuiciones y representaciones 
en conceptos” (Garza Toledo, 2018, pág. 78).
Consecuentemente, la síntesis científica de la discusión entre las coyun-
turas históricas e ideas se expresa en el Capítulo 3: En los márgenes (o con-
creto pensado), el cual considera al espacio como productor y producto 
de la violencia estructural y simbólica contra la clase obrera que habita 
Riberas del Bravo, ejercida por las instituciones del Estado, las y los aca-
démicos de la localidad que estudian el fenómeno urbano-arquitectónico 
y la sociedad juarense, donde los prejuicios de clase y origen exacerban la 
marginación urbana. 
El resultado de mis reflexiones se traduce en la propuesta del concep-
to espacio de marginalidad avanzada, con el que doy cuenta de las parti-
cularidades históricas del proceso de producción espacial de Riberas del 
Bravo. Asimismo, esta definición surge de la necesidad por responder la 
interrogante que guía mi investigación y a su vez, aumenta la comprensión 
de las causas y consecuencias de la marginación urbana en Ciudad Juárez. 
Por lo anterior sostengo que “sólo la creación teórica puede asegurar la no 
imposición al objeto de modelos que pudiesen resultar obsoletos” (Garza 
Toledo, 2018, pág. 87) para transformar la realidad.
Además, los aportes de esta investigación son posibles mediante un ejer-
cicio multidisciplinario porque recurro a dispositivos teóricos y metodoló-
gicos de ciencias y disciplinas como la ciencia política, la sociología, la an-
tropología, la historia, la economía, la arquitectura y el urbanismo, cuyos 
conocimientos explican y advierten, en buena medida, las circunstancias 
de Riberas del Bravo. Por lo cual, Vidas al margen: Riberas del Bravo es ex-
presión de la compleja realidad en Ciudad Juárez que exige un acercamien-
to necesario de este orden.
En razón de lo descrito, afirmo que el conjunto habitacional Riberas del 
Bravo, ubicado en el suroriente de Ciudad Juárez, Chihuahua, fue producido 
desde la exclusión a través del ejercicio de la violencia estructural y simbóli-
ca; que la marginación que soporta es de carácter espacial, simbólico, mate-
rial y político y que la pérdida de los vínculos con el pasado y presente de 
12 Vidas al margen: Riberas del Bravo
la ciudad perpetúa su exclusión y dificulta la emancipación de sus habitan-
tes. Sostengo, por tanto, que en Ciudad Juárez:
Esas zonas de relegación habitualmente vergonzantes son 
ante todo creaciones de las políticas de Estado en materia de 
vivienda, de trazado urbano y de desarrollo regional. A fin 
de cuentas, su posible dispersión o reparación, como la de 
su aparición o consolidación, son cuestiones eminentemente 
políticas (Wacquant, 2013, pág. 68).
Por lo anterior, a través de esta investigación analizo la desposesión 
espacial, material, simbólica y política de la clase obrera que habita el 
Fraccionamiento Riberas del Bravo desde las lógicas del modo de producción 
capitalista vigente en Ciudad Juárez, que produce la marginalidad avanzada 
de sus espacios urbanos en un esfuerzo necesario por reproducir sus 
excedentes, así como desde la perspectiva de los desposeídos —aún más 
compleja pero inmediata—, al entender que “cada época, cada modo de 
producción, cada sociedad produce su periferia” (Lefebvre, 2013, pág. 366).
Sirvan estos apuntes introductorios para esclarecer los contenidos y el 
sentido de esta obra, cuya apuesta central es reclamar la ciudad para sus 
habitantes, quienes producen sus espacios con sus prácticas y diferencias, 
a la vez quecontribuir desde mi formación intelectual con la responsabi-
lidad por conocer y transformar la realidad y la historia de Ciudad Juárez, 
sin sucumbir ante lo que Carlo Ginzburg llamó “la arrogante indiferencia 
a los hechos”. Concluyo: Vidas al margen: Riberas del Bravo hace suya la 
promesa de la ciencia social, la cual “tiene como tarea no dejarse llevar 
por el flujo cambiante de los acontecimientos corrientes, sino dimensio-
nar los mecanismos duraderos e invisibles que los producen” (Wacquant, 
2013, pág. 323).
01RIBERAS 
DEL
BRAVO,
LUGAR
PROHIBIDO
CAPÍTULO 
Ciudad Juárez es una urbe fronteriza al norte de México, cuya colin-dancia con su homóloga estadounidense, El Paso, Texas, ha definido 
en gran medida su devenir histórico. Los cuatro siglos de existencia de la 
región son testigos de las diversas actividades económicas que ha desarro-
llado, la trascendencia política como espacio nodal, las prácticas sociales 
que sus habitantes han ejercido y los procesos de producción espacial que 
la han configurado. Por tanto, su fundación y transformaciones espaciales 
han respondido a las necesidades de las sociedades a lo largo de su historia.
Para ahondar y afinar la comprensión de esta ciudad fronteriza inserta 
en una lógica regional, a su vez que espacio producido a partir de múltiples 
temporalidades e intereses, el primer capítulo de esta investigación aborda 
los procesos materiales que configuraron espacialmente la actual Juárez 
desde su fundación en el siglo XVI hasta el 2002, año en que se autorizó, 
proyectó e inició la edificación de las nueve etapas del Fraccionamiento 
Riberas del Bravo al suroriente de Ciudad Juárez, objeto de análisis de mi 
investigación. 
Luego entonces, si la ciudad es historia, ésta exige ser leída, por lo que 
es imprescindible conocer los orígenes de la urbe para hallar secuencias 
lógicas que permitan analizar su estructura actual, de la que es resultado 
el conjunto habitacional Riberas del Bravo.
Construcción histórica del 
conjunto habitacional Riberas del Bravo
1. Historia de la configuración espacial de Ciudad Juárez
“La ciudad se lee porque se escribe, 
 porque fue escritura”.
 Henri Lefebvre
15Riberas del Bravo, lugar prohibido
1.1 El nacimiento de una Región
Los territorios dominados por la Corona Española en el siglo XVI eran su-
mamente extensos y defenderlos ante las demás potencias representaba 
un reto para ésta y los gobiernos locales. Asimismo, la constante búsqueda 
de riquezas y yacimientos minerales y la ampliación de los límites territo-
riales, exigían expediciones ambiciosas y multitudinarias que no siempre 
resultaron exitosas. 
En 1598 Juan de Oñate, militar encargado de explorar el septentrión no-
vohispano, llegó al Río Grande del Norte —hoy conocido como Río Bravo— 
y al paraje donde cruzó su expedición lo nombró Paso del Río del Norte 
(Santiago Quijada, 2012, pág. 128); tomó posesión del territorio1 después 
de una serie de fracasos al no encontrar a su paso grandes imperios llenos 
de riqueza y opulencia como se había experimentado durante los prime-
ros años de colonización y exploración europea en el continente americano 
(Manjarrez Cuéllar, 2012, págs. 38-39).
No obstante, tendrían que pasar sesenta y un años para que la posesión 
del territorio agreste se consolidara en 1659 a través de la fundación de la 
Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Indios Mansos del Paso del 
Río del Norte por parte de Fray García de San Francisco, en el mismo sitio 
donde cruzaba el Río Grande del Norte2 con la entrada a Nuevo México,ya 
que en esta área se localizaba el vado más accesible para cruzar el río y era 
el punto de cruce desde el cual se podía controlar cualquier accesohacia 
el norte (Santiago Quijada, 2013, pág. 55); muy cerca de donde Juan de 
1 El poema épico fundacional de Paso del Norte escrito por Gaspar Pérez de Villagrá es un acto 
de posesión legal del territorio donde se explicita el hecho: “Quando otra no vbiera, para justi-
ficar mi pretensión (…) corrección y castigo de los pecados contra naturaleza y la inhumanidad 
que entre estas bestiales naciones se halla (…) tomo y aprehendo (…) la tenencia y possesión 
Real y actual, cibil y criminal, en este dicho Río del Norte, sin excetar cosa alguna y sin ninguna 
limitación, con las vegas, cañadas y sus pastos y abrevaderos. Y esta dicha posesión tomo y 
aprehendo en voz y en nombre de las demás Tierras, Pueblos, Ciudades, Villas, Castillos y casas 
fuertes y llanas que ahora están fundadas en los dichos Reynos y Provincias de la nueva México 
y las a ellas circunvezinas” (Manjarrez Cuéllar, 2012, págs. 37-41).
2 Institución encargada de integrar a los indígenas a la sociedad novohispana, convirtiéndolos 
al cristianismo, y después incorporándolos al sistema económico y político dominante. En el 
norte de Nueva España servía como barrera ante las incursiones de los indios bárbaros (Gon-
zález de la Vara, 2002, pág. 28).
16 Vidas al margen: Riberas del Bravo
Oñate tomó posesión en nombre del rey de España, Felipe II (González de 
la Vara, 2012, pág. 45).
A pesar que los expedicionarios no encontraron recursos naturales sig-
nificativos en medio del desierto, existió un interés por habitar y controlar 
el área, ya que ésta fungió como paso estratégico entre la recién fundada 
gobernación de Nuevo México y la Nueva Vizcaya. Por ello, los pobladores 
indios resultaron valiosos para los conquistadores, pues a través de su so-
metimiento físico y espiritual se dispuso de mano de obra que permitiera 
la reproducción de la vida social y económica en la región conquistada, por 
lo que la presencia permanente de la Corona Española a través de militares 
y del sistema misional franciscano fue esencial para llevar a cabo el control 
de las actividades, la conversión de las costumbres y necesidades y fortale-
cer la vida en el territorio septentrional de la Nueva España.
El afianzamiento de la Misión permitió la sedentarización de los diversos 
grupos indígenas mediante la enseñanza de técnicas de cultivo, elaboración 
de vino y construcción de sistemas de irrigación, cuya consecuencia fue la 
expansión territorial y poblacional de la gobernación de Nuevo México, 
donde se localizaba la Misión (Santiago Quijada, 2013, pág. 54).
Es importante señalar que el proceso de sedentarización implicó el asen-
tamiento definitivo del conjunto poblacional. En ese sentido, el estableci-
miento físico en la Misión se dio en función de los ordenadores naturales 
del espacio: el cauce del Río Grande al norte la sierra y los lomeríos al 
poniente y el desierto al sur. 
Al necesitar irrigar los sembradíos, los caminos vecinales fueron cons-
truidos en torno a los cuerpos de agua como la presa existente y el propio 
río, mismos que fueron conectados al centro de la Misión, por lo que no 
existió orden en la distribución de las calles. Diversos planos de la época 
muestran de forma contundente que las principales vías de comunicación 
en el poblado eran estrechas y no respondían a una linealidad (Santiago 
Quijada, 2013, pág. 96). Consecuentemente, el patrón de ocupación en la 
Misión fue disperso, en tanto que las edificaciones se distribuían en torno 
a la iglesia y la plaza, mientras que las casas-habitación se construían junto 
a las tierras de labor y el sistema de acequias, en la ribera derecha del Río 
Grande (González de la Vara, 2012, pág. 50). 
Así, la configuración de los espacios en la Misión estuvo en función per-
manente de los requerimientos y las necesidades de sus habitantes y no de 
17Riberas del Bravo, lugar prohibido
un orden urbano preconcebido (Santiago Quijada, 2012, págs. 129-134).
En 1680 los indios pueblo3 se rebelaron en el centro y norte de Nuevo 
México contra las invasiones y dominio de sus territorios y las nuevas for-
mas de ser y hacer impuestas por los religiosos franciscanos. El conflicto 
violento generó la migración masiva de indígenas fieles y colonos hacia el 
sur, quienes lograron encontrar refugio en la ya consolidada regiónde El 
Paso (González de la Vara, 2012, pág. 48). 
Este evento modificó dramáticamente la configuración social, económica 
y espacial de la Misión de El Paso, pues la fortaleció como área imprescin-
dible para el comercio entre las poblaciones del sur (capital del virreinato 
y Nueva Vizcaya) y el norte novohispano (Nuevo México); incrementaron 
sus habitantes y se renovaron las actividades económicas y sociales debido 
a las prácticas de sus nuevos residentes, tales como la agricultura hortícola 
y la vitivinicultura (González de la Vara, 2012, pág. 62).
Como consecuencia de este hecho, la Misión adquirió el título de Villa 
un año después de la gran rebelión de los indios pueblo, lo que produjo 
que ésta se expandiera territorialmente al crearse las Misiones de San Lo-
renzo, Senecú, Socorro, Santa Gertrudis e Isleta, cuyo objetivo fue distri-
buir a la población recién llegada y manejar de forma óptima los escasos 
recursos naturales disponibles. 
Tal como lo señala el historiador Martín González de la Vara (2012):
La llegada de un núcleo de población tan importante, que llevó 
al establecimiento de nuevas localidades e instituciones, hizo 
de esa área una región con su unidad económica y social (…) 
Donde antes sólo había un asentamiento, dependiente para su 
supervivencia de otras poblaciones, ahora existía un espacio 
geográfico funcional (págs.48-49). 
Durante el siglo XVIII el control político de la Villa pasó del resguardo 
franciscano al control militar. La nueva administración secular vigorizó las 
exploraciones hacia zonas espacialmente cercanas pero comercialmente 
distantes, a través de lo cual se generaron nuevas articulaciones territoria-
les con diversos centros poblacionales y de poder al fortalecer la producción
³ Llamados de esa manera por los expedicionarios y religiosos debido a que eran sedentarios.
18 Vidas al margen: Riberas del Bravo
y reproducción de sus principales actividades económicas basadas en la 
agricultura y la producción de vinos y licores, (González de la Vara, 2012, 
pág. 63).
En este siglo, la Villa de Paso del Norte se consolidó como punto nodal 
para el comercio de mercancías y bienes necesarios y una de las áreas es-
tratégicas del norte novohispano. La Villa no era sólo un vergel en medio 
del desierto, también fungía como cabecera de jurisdicción y punto de in-
terconexión de circuitos comerciales hacia el norte y sur, además de ser 
un lugar de abastecimiento y descanso para viajeros y comerciantes que 
ofrecía relativa protección y seguridad (Santiago Quijada, 2012, pág. 136).
Con el estallido del conflicto bélico en la capital de la Nueva España en 
1810, el siglo XIX desencadenó una serie de transformaciones políticas que 
originaron nuevas configuraciones territoriales para el septentrión novo-
hispano. Asimismo, las convulsiones sociales y políticas durante la primera 
mitad de este siglo representaron grandes desafíos para el nuevo gobierno 
independiente, pues ante la ausencia del orden anterior se buscó estable-
cer las bases que reorganizaran la sociedad naciente. 
Desde 1823 y hasta 1848 la Villa de Paso del Norte atravesó una serie de 
cambios y adhesiones que repercutieron en su estructura económica, social, 
política y sobre todo espacial. En 1848 los Estados Unidos de América in-
vadieron los territorios de Coahuila y la recién creada provincia de Chi-
huahua al tomar ventaja de la independencia de Texas en 1836, la decla-
ración de guerra al gobierno mexicano en 1846 y la debilidad del último 
para librar un conflicto armado en el lejano territorio norteño, por lo que 
el gobierno central se vio obligado a negociar, aunque no con éxito. 
La imposición de los nuevos límites fronterizos entre México y los Es-
tados Unidos de América en el Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848 y 
su rectificación en 1853 con el tratado de Gadsen, alteró radicalmente la 
posición estratégica de la Villa en la región al modificar su estructura ur-
bana y supremacía como punto nodal en el comercio y la vida política del 
septentrión ahora independiente (Santiago Quijada, 2013, págs. 77-78).
Guadalupe Santiago Quijada precisa que durante la segunda mitad del 
siglo XIX, factores como la inestabilidad política, la pérdida del territorio 
de California, Nuevo México y Texas, la nula atención de los gobiernos cen-
trales al norte del territorio, así como el estancamiento de la producción 
agrícola, contribuyeron al desplazamiento jerárquico de Paso del Norte en 
19Riberas del Bravo, lugar prohibido
la región, al verse ahora enfrentada a la próspera urbe vecina estadouni-
dense de Franklin.
Para 1882, el gobierno de Porfirio Díaz ordenó la construcción de las 
vías del ferrocarril que conectarían a la Ciudad de México con la región 
paseña en el lado mexicano. Su introducción a la zona sustituyó el histó-
rico Camino Real de Tierra Adentro por el que durante más de doscientos 
años se movilizaron personas, mercancías y víveres y representó una de 
las mayores transformaciones en el devenir histórico y espacial del área, 
ya que activó la zona libre4 y conectó definitivamente a Paso del Norte con 
los mercados desarrollados del sur, aunque de forma tardía.
El paso del ferrocarril por la región le permitió aumentar su población al 
facilitar los traslados e incrementar la seguridad de éstos y se convirtió en 
un nuevo ordenador del espacio geográfico al dividir a la Villa de oriente 
a poniente e imponerse sobre las acequias y caminos vecinales que histó-
ricamente configuraron el asentamiento colonial. A partir de este suceso, 
Paso del Norte adquirió un perfil propiamente urbano con la modificación 
de su estructura espacial y con ello el patrón de ocupación del centro y el 
resto del poblado (Santiago Quijada, 2013, págs. 93-96).
Como consecuencia de los cambios detonados por el ferrocarril en terri-
torio paseño y del crecimiento económico y demográfico en la región, en 
1888 la Villa fue elevada a la categoría de “Ciudad” por decreto Constitu-
cional del estado de Chihuahua5, al dejar atrás el legendario nombre que 
evocaba su existencia y posición en el norte del territorio por más de tres 
siglos: Paso del Norte.6 
4 Medida para exentar de impuestos a las mercancías extranjeras en territorio mexicano. Su 
objetivo consistió en mitigar la escasez de productos nacionales elaborados al sur del territo-
rio nacional, así como promover el desarrollo económico y retener a la población que migraba 
hacia Franklin, hoy El Paso, Texas. A diferencia de otras urbes fronterizas, la vigencia de la 
zona libre en Paso del Norte fue intermitente debido a diversas presiones de sectores afecta-
dos, eliminada definitivamente en 1905. 
5 Este hecho ocurrió el 30 de julio de 1888 y es el 01 de septiembre del mismo año cuando se 
le nombró oficialmente Ciudad Juárez (Santiago Quijada, 2013, pág. 95).
6 El nombre otorgado a la ciudad naciente se debe al homenaje a Benito Juárez, líder del 
gobierno liberal mexicano quien estableció la sede de éste desde 1865 y hasta 1866 en Paso 
del Norte por la posición estratégica que la entonces Villa representaba para la defensa del 
territorio mexicano.
20 Vidas al margen: Riberas del Bravo
En síntesis, durante tres siglos la Villa se expandió de forma dispersa en 
torno a un núcleo urbano central7 establecido mediante la Misión y la plaza 
principal, donde el asentamiento de los pobladores se dio en la parte orien-
te del territorio al seguir el cauce natural del Río Bravo.
Más tarde, con el estallido del movimiento independentista y la consoli-
dación del nuevo orden político, las modificaciones en el territorio nacio-
nal representaron grandes desafíos para Paso del Norte al convertirse en 
un poblado fronterizo que luchaba por mantener su primacía económica 
y espacial en medio del aislamiento económico con el centro, el desierto 
agreste al sur, el lomerío al poniente y frente a la frontera natural del Río 
Bravo y la impuesta por los Estados Unidos de América. 
Desde 1598 y hasta las últimas décadas del sigloXIX, Paso del Norte 
evolucionó en su jerarquía espacial al ser denominada en un primero mo-
mento Misión, debido a su carácter religioso; posteriormente a Villa, por 
el crecimiento poblacional y territorial y más tarde a Ciudad, tal como se 
conoce hoy día. Es preciso señalar que para fines del siglo XIX la morfolo-
gía urbana de Ciudad Juárez esculpida durante trescientos años ya estaba 
definida y delineó definitivamente la configuración del espacio donde hoy 
se localiza el Fraccionamiento Riberas del Bravo.
1.2 Ciudad Juárez en el siglo XX
La mayor expansión física de la actual Ciudad Juárez se dio sin lugar a 
dudas durante el siglo XX (Gráfico 01). Diversos procesos políticos, econó-
micos y sociales de carácter local, nacional e internacional configuraron su 
territorio durante cien años. Asimismo, existieron esfuerzos por parte de 
los distintos niveles de gobierno por regular y ordenar la expansión disper-
sa que legó el proceso de urbanización colonial. En este apartado analizo 
las coyunturas de carácter económico y político por las que atravesó la 
región paseña durante el siglo pasado, cuyas consecuencias se expresan en 
los espacios de la ciudad que hoy padece las consecuencias de estas deci-
siones y omisiones.
7 De acuerdo con Chauncy D. Harris y Edward L. Ullman, el modelo de crecimiento concéntrico 
o por sectores propuesto por la escuela de Chicago postula que la ampliación de los centros 
urbanos se da en torno a la formación de centros múltiples con un uso de suelo y actividades 
diversificadas que se crean y consolidan de acuerdo a la presión económica y social (Santiago 
Quijada, 2013, pág. 37).
21Riberas del Bravo, lugar prohibido
En esta investigación el análisis y la descripción de los procesos eco-
nómicos y políticos es trascendental ya que éstos moldean la estructura 
material de toda ciudad y porque es en el espacio donde las actividades 
económicas se concretan. En ese sentido, el siglo XX es posiblemente el 
período histórico donde la influencia de las decisiones políticas y económi-
cas en los diversos procesos que configuraron el espacio urbano de Ciudad 
Juárez es más evidente. Así pues, es menester señalar dichas transforma-
ciones para generar las condiciones necesarias de análisis de la urbe actual.
En los albores del nuevo siglo, Ciudad Juárez poseía una economía ba-
sada en la agricultura hortícola, la producción de vinos, licores8 y artículos 
primera necesidad, consolidada a través de siglos de tradición misional y 
como nodo territorial. Asimismo, la urbe le dio la bienvenida al siglo con la 
delimitación de su fundo legal por parte de las autoridades porfiristas en 
1896, mediante la cual se realizó el primer intento por ordenar el espacio 
urbano al elaborarse el primer plano de la ciudad (Santiago Quijada, 2013, 
págs. 110-111) como parte del proyecto de modernización urbana impulsa-
do por el gobierno de Chihuahua. 
No obstante, la carencia de un reglamento jurídico que regulara la cre-
ciente ocupación del suelo generó serios problemas de especulación y aca-
paramiento, así como en la cobertura de servicios básicos. Todo lo cual 
acarreó graves consecuencias en el goce y la producción de los espacios 
urbanos de Ciudad Juárez en el devenir del siglo XX. 
Con el estallido y desarrollo de la lucha armada revolucionaria en 1910, 
Ciudad Juárez nuevamente fungió como territorio clave en el conflicto polí-
tico debido a su ubicación fronteriza y a la profunda ruptura existente entre 
los chihuahuenses con el régimen porfirista (Siller, 2012, pág. 185). 
De 1910 a 1917 la Revolución devastó la economía de Ciudad Juárez al 
ser víctima de los frecuentes saqueos al comercio y la destrucción a sem-
bradíos y propiedades; al estar en el epicentro de la contienda, la circula-
ción forzosa de diversas monedas revolucionarias trajo un caos económico 
(González de la Vara, 2002, pág. 133). En este contexto, Ciudad Juárez hizo
8 Estos granjearon fama a la región paseña durante los siglos precedentes, según relatos recu-
perados de los visitantes de El Paso, como se muestra en el testimonio de Pedro Rivera, visi-
tador militar de la región en 1729: “Son los territorios de dicha provincia despejados, amenos 
y frondosos (…) por las sazonadas frutas que ofrece su fertilidad y en particular las uvas de 
las que en el presidio de El Paso se fabrican licores de mucha estima” (González de la Vara, 
2012, pág. 52).
22 Vidas al margen: Riberas del Bravo
frente al caos y a la dependencia comercial con su ciudad vecina y luchó 
por subsistir frente al desarrollo y la bonanza que el ferrocarril y el control 
de las aguas del Río Bravo trajeron para la ciudad vecina de El Paso. 
Durante la primera década del movimiento armado, las ciudades de la 
frontera norte de México registraron un aumento demográfico conside-
rable debido al desplazamiento de miles de personas en busca de seguri-
dad y resguardo en los Estados Unidos de América, ante la violencia y el 
peligro en territorio mexicano. Este incremento poblacional representó 
serios desafíos para los gobiernos locales pues no lograron abastecer la 
demanda de vivienda y tierra ni cubrir las necesidades básicas de la po-
blación nativa y recién llegada (Santiago Quijada, 2013, págs. 120-122).
Pese a estas circunstancias, la vida en Ciudad Juárez persistió: sus habi-
tantes ocuparon diversas áreas de la ciudad de acuerdo con el mercado de 
la tierra promovido por el gobierno local y el acaparamiento y fracciona-
miento de terrenos de un grupo de particulares. 
Así, el costo de la tierra generó la agrupación poblacional por ingreso 
económico: al oriente, donde la tierra era fértil debido al cauce del río y se 
podía acceder fácilmente al vital líquido en medio del desierto, se asentó 
la población con mayores recursos económicos y políticos; al poniente, en 
la zona inmediata a la sierra y las lomas, se localizaron las personas que 
pagaron o invadieron un terreno precario; al sur, en medio del terreno 
árido, se estableció la población de menores recursos; inmediato a las vías 
del tren se edificaron los establecimientos comerciales (Santiago Quijada, 
2013, págs. 107,122). Esta ordenación del acceso a los espacios configuró la 
fisionomía desigual de Ciudad Juárez a lo largo del siglo XX sin que existie-
ran cambios profundos.
En la década de 1920 Juárez enfrentó la hecatombe que la lucha revolu-
cionaria llevó hasta su territorio y encontró en el turismo y las actividades 
recreativas una nueva oportunidad para estabilizar su economía y hacer 
renacer la productividad de la urbe al aprovechar su vecindad con los Es-
tados Unidos de América, cuya moral social era más recatada y menos 
permisiva. 
Durante este período la urbanización de la ciudad estuvo en función de 
las actividades que ésta desarrolló en torno al turismo y la diversión. Tanto 
las vías del tren como los puentes internacionales fungieron como orde-
nadores del espacio urbano debido a que los flujos de la economía local 
23Riberas del Bravo, lugar prohibido
circularon alrededor de éstos. Asimismo, como señala Guadalupe Santia-
go Quijada (2013), es en la década de 1920 cuando Ciudad Juárez adquiere 
las características del crecimiento por sectores que permite comprender la 
conformación espacial de la ciudad durante el siglo XX.
Otra de las articulaciones que configuraron la historia urbana de Ciudad 
Juárez ocurrió en 1918 cuando el gobierno de Texas decretó la prohibición 
para fabricar, vender o consumir alcohol en su territorio, mejor conocida 
como “Ley Seca”, debido a presiones de grupos ultraconservadores nortea-
mericanos. En 1920 la resolución se extendió al resto del país anglosajón. 
Dicha prohibición resultó un profundo respiro en la reactivación de la 
economía juarense, la cual recibió a los diversos establecimientos comer-
ciales y turísticos de El Paso y aprovechó la estancia de miles de soldados 
acantonados en el Fuerte Bliss para ofrecer servicios de entretenimiento 
y diversión, pero sobre todo alcohol, ilegalen territorio norteamericano 
(González de la Vara, 2002, págs. 138-139). 
Bajo esta argumentación, Rutilio García Pereyra (2012) señala que:
La década de los veinte significó para el espacio fronterizo 
mexicano un reacomodo de las costumbres, de los valores de 
sus sociedades y de sus espacios urbanos. El intempestivo arribo 
de nuevas formas de consumo y de modernidad “muy a la 
norteamericana”, moldearon la vida cotidiana de su población 
(pág. 60).
Durante esa década, la Primera Guerra Mundial trajo a los Estados Uni-
dos de América un período de crecimiento económico del cual Ciudad 
Juárez se benefició, ya que su fuerte dependencia comercial con el país 
vecino se debía principalmente la lejanía con los mercados del resto de 
México. La apertura de la frontera por parte de los Estados Unidos de 
América generó la migración masiva de mano de obra de diversas zo-
nas de México a Ciudad Juárez. Una vez más, la explosión demográfica 
en Juárez generó una expansión física de la ciudad, caracterizada por la 
ocupación masiva legal e ilegal de suelo privado y municipal (Santiago 
Quijada, 2013, pág. 129). 
Es en los años veinte y la década siguiente que los gobiernos munici-
pal y federal buscaron solucionar las problemáticas a causa de la expan-
24 Vidas al margen: Riberas del Bravo
sión acelerada del espacio urbano y la escasez de servicios públicos que 
el desplazamiento de miles de migrantes generó. Entre los esfuerzos para 
solucionar la demanda de vivienda y servicios públicos se encuentra la 
creación del Plano General de Ciudad Juárez9 en 1929, así como la creación 
de la Junta Federal de Mejoras Materiales (JFMM) por parte del gobierno 
federal (Santiago Quijada, 2013, págs. 131, 303), organismo clave en la pla-
neación y crecimiento de Ciudad Juárez durante el siglo XX. 
Asimismo en este período el mercado de la tierra en Juárez comenzó a 
monopolizarse en unos cuantos fraccionadores, quienes se beneficiaron 
con la decisión desesperada del gobierno local por detener la dotación de 
terrenos municipales, al vender sus propiedades en un contexto de escasez 
y alta demanda y orientar el crecimiento de la ciudad a la zona poniente 
y sur, donde las condiciones agrestes del terreno dificultaban y encare-
cían la introducción de servicios públicos (Santiago Quijada, 2013, págs. 
132-136). Fue así como se formaron y redensificaron las primeras colonias 
populares habitadas por obreros migrantes y juarenses y aquellos que re-
sidían temporalmente en la ciudad en busca del american way of life.
Ya en los años treinta la economía juarense resintió las consecuencias de 
las crisis provocadas por el crack financiero de 1929 y la derogación de la 
Ley Seca en 1933 en Estados Unidos de América. Durante ese período el 
país anglosajón expulsó a miles de migrantes e impuso fuertes restriccio-
nes en el ingreso a su territorio, por lo que los trabajadores deportados es-
peraron para cruzar nuevamente la línea fronteriza y muchos más fijaron 
su residencia definitiva en las ciudades fronterizas mexicanas. Este hecho 
convirtió a Ciudad Juárez en un polo atractivo para la migración, pero al 
mismo tiempo planteó retos urbanos y espaciales que muy pronto resintie-
ron la administración pública y sobre todo, la población.
En la década de 1940 el proyecto económico nacional se orientó al mo-
delo de sustitución de importaciones, mismo que impulsó el crecimiento 
económico y demográfico de las principales ciudades del país y los cen-
tros urbanos fronterizos en el norte. Este hecho, junto a la participación de 
ambos países en la Segunda Guerra Mundial, logró definir el carácter histó-
rico de Ciudad Juárez como paso obligado de migrantes y receptora perma-
9 Este Plano fue el primer intento del Ayuntamiento por ordenar la expansión física de la ciudad 
después del plan de modernización, ordenado por el régimen porfirista a finales del siglo XIX.
25Riberas del Bravo, lugar prohibido
nente de población. Valga señalar que si bien Ciudad Juárez y El Paso son 
ciudades localizadas en naciones diferentes, su tradición regional es difícil 
de ignorar, pues los procesos económicos que afectan a una se resienten en 
su contraparte. 
Con la movilización masiva de la población masculina estadounidense 
al frente de guerra, la demanda de mano de obra en los Estados Unidos de 
América logró que sus fronteras fueran reabiertas para los trabajadores 
mexicanos a través de la creación del Programa Bracero10 en 1942. Por lo 
cual, la repatriación de mexicanos que ocurrió durante la década anterior 
se revirtió al reactivar el traslado de miles de personas a Ciudad Juárez. 
Este crecimiento demográfico amplió el fundo legal de la ciudad en tres 
ocasiones (Santiago Quijada, 2013, págs. 151,386). 
El fundo legal siempre abarcó el oriente de la ciudad, zona donde se 
asentó el sector poblacional con gran poder adquisitivo, mientras que 
el sur y el poniente quedaron fuera del espacio considerado ciudad en 
las tres ocasiones. Lo anterior debe ser reconocido porque los servicios 
básicos urbanos sólo eran proporcionados a aquellas zonas que estaban 
dentro del fundo legal, por lo que las colonias obreras y los asentamientos 
irregulares no sólo se ubicaron en territorio agreste, sino que tuvieron 
escaso o nulo acceso a los bienes y servicios urbanos, agravando aún más 
la división entre una Ciudad Juárez próspera y guía del desarrollo econó-
mico nacional y la Ciudad Juárez obrera y migrante, que para esta década 
ya se perfilaba como tal.
Por otra parte, la proyección de vialidades estuvo en función de la ur-
banización que los particulares construyeron en torno a sus negocios, de 
forma que, si los ordenadores naturales definieron los espacios geográficos 
de habitación de acuerdo al poder adquisitivo de la tierra, las vialidades 
consolidaron las zonas de ocupación por ingreso (Santiago Quijada, 2013, 
pág. 372), mismas que hoy día siguen intactas.
Es en esta década de auge económico en el contexto nacional que el 
compacto grupo de empresarios locales tomó parte del desarrollo de la 
débil y poco diversificada industria juarense, que desde principios de si-
glo se hallaba atrasada, al delimitar de forma arbitraria un perímetro in-
10 Permitía a los trabajadores mexicanos laborar de forma legal en los campos y la industria 
agrícola estadounidenses al cumplir determinados requisitos impuestos por ambos países 
(González de la Vara, 2002, pág. 162). Concluyó en 1964.
26 Vidas al margen: Riberas del Bravo
dustrial sobre el plano general de la ciudad, sin una propuesta formal de 
urbanización futura en torno a la zona elegida. De hecho, la proyección de 
dicha zona estuvo en función de los requerimientos espaciales de los pro-
pietarios y no de un plan de ordenación espacial que permitiera regular el 
crecimiento urbano (Santiago Quijada, 2013, págs. 188-189). 
Lo anterior se explica en mayor medida a que los planos urbanos regula-
dores diseñados por la administración pública federal y local no contaron 
con un marco jurídico sólido que exigiera el cumplimiento de la normati-
vidad propuesta, y mucho menos sancionara las infracciones cometidas, 
como se observa a lo largo de los cien años de planeación urbana fallida y 
crecimiento territorial desordenado durante el siglo XX en Ciudad Juárez.
Como respuesta a la expansión arbitraria de la urbe, el gobierno mu-
nicipal elaboró el Plano Regulador de Ciudad Juárez en 1958, financiado 
con recursos privados en un nuevo y necesario intento para regular la ex-
pansión de una ciudad que desde la década de 1940 cobró relevancia en 
el ámbito nacional e internacional. Desde la óptica de Guadalupe Santiago 
Quijada (2013) este plano regulador “creó las bases para regular el creci-
miento urbano de Ciudad Juárez e incorporar la planeación a las políticas 
locales como una herramienta fundamental para ordenar y dirigir el creci-
miento de la ciudad” (pág. 312).
Para entonces, un número considerable de empresarios juarenses figura-
ron en la administraciónpública local como funcionarios y desarrolladores, 
pues necesitaron legitimar las decisiones que organizaron espacialmente a 
la urbe en beneficio de sus intereses y no en función del desarrollo equili-
brado para el resto de la población.
Así, la década de 1960 trajo cambios profundos en la estructura política, 
económica, social y espacial en Ciudad Juárez, cuando la actividad econó-
mica adoptada por los grupos empresariales de mayor peso transformó 
completamente los espacios de la ciudad y las dinámicas de ocupación 
de éstos. 
Si bien desde la fundación de la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe 
de los Indios Mansos del Paso del Río del Norte el espacio creció y se ex-
pandió alrededor de una retícula céntrica en torno a la Misión y posterior-
mente de acuerdo a los ordenadores naturales y a los creados por la pobla-
ción, es en los años sesenta cuando el modelo de crecimiento concéntrico se 
27Riberas del Bravo, lugar prohibido
rompió con la creación de la zona del PRONAF11 para generar nuevos polos 
urbanos de expansión que redirigieron el crecimiento urbano. 
A pesar de la bonanza nacional generada por el modelo de sustitución 
de importaciones y los diversos esfuerzos por estabilizar el crecimiento 
económico de la ciudad, los empresarios juarenses no habían logrado con-
solidar una actividad económica que guiara el crecimiento y desarrollo de 
ésta. Debido a la crisis nacional e internacional de la actividad agrícola y 
a la falta de inversiones privadas en la industria tradicional (ya que ésta 
no generaba ganancias a corto o mediano plazo), se realizaron estudios y 
planes de desarrollo para encontrar la actividad que produjera las tan espe-
radas ganancias en el territorio fronterizo. 
En 1962 el PRONAF y la Comisión Mixta del Desarrollo Urbano Fronte-
rizo (COMDUF) elaboraron un nuevo Plano Regulador de Ciudad Ju árez, 
mismo que orientó el crecimiento de la mancha urbana hacia el oriente 
mediante la construcción de infraestructura destinada al comercio y al 
turismo, donde el territorio agrícola que contuvo el crecimiento urbano 
hacia esa zona durante siglos fue rebasado. Esto generó el desplazamien-
to del centro histórico de la ciudad como lugar hegemónico político y de 
intercambio comercial (Santiago Quijada, 2013, pág. 221).
Al finalizar el Programa Bracero en 1964, Ciudad Juárez enfrentó una 
vez más la migración masiva de trabajadores que fueron expulsados de los 
Estados Unidos de América. Ese año, y como parte del PRONAF, el gobierno 
federal creó el Programa Industrial Fronterizo (PIF) el cual consistió en la 
entrega de concesiones en materia de impuestos y mano de obra a bajo 
costo a los inversionistas para la instalación de fábricas en las ciudades 
fronterizas (González de la Vara, 2002, págs. 174-175).
Como resultado del impulso urbano por parte de los diversos gobiernos, 
la administración pública municipal adoptó ese mismo año las propuestas 
generadas por el estudio económico “El parque industrial como instrumento 
de descentralización” (Pequeño Rodríguez, 2012, pág. 122), elaborado por 
la consultora privada Arthur D. Little Inc. a petición del director general 
del Programa Nacional Fronterizo, Antonio J. Bermúdez. A consecuencia 
11 El Programa Nacional Fronterizo elaboró el Programa de Desarrollo para las ciudades fron-
terizas mexicanas como parte de una estrategia de mejoramiento y creación de infraestruc-
tura que favoreciera el desarrollo comercial y turístico de estas ciudades, al sur y al norte del 
territorio (Santiago Quijada, 2013, pág. 216).
28 Vidas al margen: Riberas del Bravo
del estudio, se reubicaron fábricas en el oriente y sur de la ciudad para 
desarrollar fases del proceso productivo de industrias estadounidenses 
que requerían mano de obra barata, bajos derechos de importación y poca 
inversión de tecnología en el país receptor (Santiago Quijada, 2013, págs. 
236- 237).
Fue así como la industria maquiladora vio la luz en Ciudad Juárez para 
expandir el modelo por el resto de México dos décadas después y respon-
der a las reestructuraciones internacionales que el capitalismo impuso en 
los países asiáticos y latinoamericanos. En términos urbanos, el modelo 
maquilador cambió drásticamente el carácter tradicional de ocupación del 
espacio al desaparecer las actividades previas de y en éste y transformar su 
función original. 
Por ello señalo que la actividad maquiladora encontró rápidamente una 
expresión territorial en Ciudad Juárez, al ubicarse de forma estratégica en 
los accesos que la conectaron fácilmente con las vialidades primarias (tra-
zadas en torno a la industria tradicional de transformación) y los puentes 
internacionales, así como al modificar el patrón de ocupación de la ciudad 
al adaptar edificaciones de acuerdo a sus requerimientos y construir par-
ques industriales que no consideraron ni el perímetro industrial trazado 
en 1943, la zonificación de la ciudad, el patrón de crecimiento urbano 
estipulado en los diversos planos reguladores, la localización de la mano 
de obra ni sus formas de traslado (Santiago Quijada, 2013, págs. 239,264). 
Como se sabe, durante la primera mitad del siglo XX existió un impul-
so internacional por ordenar el crecimiento acelerado de las urbes en el 
mundo a través de su estudio y análisis en forma de planes reguladores; 
impulso del que se México se contagió y posteriormente Ciudad Juárez en 
tanto espacio nodal fronterizo. No obstante, con la adopción de la indus-
tria maquiladora esos esfuerzos que buscaron la urbanización democrá-
tica desaparecieron, por lo que a partir de la década de 1960 la redacción 
y actualización de los diversos Planes de Desarrollo Urbano en Juárez 
respondieron a las necesidades del empresariado por distribuir los espa-
cios, fraccionar el suelo y especular con él (comprarlo a bajo y venderlo a 
alto costo), así como legitimar desde la administración pública municipal 
y federal sus negocios, más que generar procesos de urbanización equi-
tativos para la mayoría de los habitantes. 
29Riberas del Bravo, lugar prohibido
Los diversos procesos económicos y políticos en Juárez12, el país y el 
resto del mundo lograron que la industria maquiladora se convirtiera en 
la actividad económica hegemónica de la ciudad en torno a la que orientó 
su expansión física, convirtiéndose en el ordenador espacial más influ-
yente de la urbe hasta la actualidad. Martín González de la Vara (2002) 
considera que “la industria maquiladora cambió la forma urbana de la 
ciudad al instalarse en lugares relativamente lejanos” (pág. 176).
A inicios de la década de 1970 el gobierno municipal elaboró un nuevo 
Plano Regulador de Ciudad Juárez, al verse rebasado por el crecimiento 
explosivo de la mancha urbana y para buscar contener la especulación del 
suelo que los lotificadores y fraccionadores practicaron, al no existir los 
mecanismos legales que sancionaran las prácticas especulativas. En un 
fragmento de dicho Plano se menciona que:
[…Ciudad Juárez] ha sufrido una violenta expansión de “la 
mancha urbana” (superficie construida sobre suelo de la 
ciudad) que se ha llevado al margen de una planeación de 
conjunto, provocando un desarrollo caótico y altamente nocivo 
para la comunidad. La ausencia de planeación ha fomentado 
la imposición frecuente de los intereses particulares de la 
comunidad, impide la formación de grupos urbanos conscientes 
y el desarrollo adecuado de la ciudad (Santiago Quijada, 2013, 
págs. 328-329).
Resulta revelador que el propio Plano asumió las consecuencias de las 
omisiones por parte de la administración pública en todos los niveles13 
y más aún, buscó paliar el desequilibrado desarrollo social y espacial en 
Ciudad Juárez. Sin embargo, es en la década de 1970 que empresarios, 
12 La prolongada búsqueda de actividades económicas redituables a corto plazo emprendi-
da por los grupos hegemónicos y empresariales juarenses junto a la administración pública 
local derivó en la adopción de actividades como la agricultura, el turismoy más tarde la in-
dustria maquiladora, mismas que modificaron la estructura productiva y espacial de Ciudad 
Juárez. 
13 El financiamiento para elaborar planos urbanos reguladores fue federal, por lo que el muni-
cipio y el gobierno del estado de Chihuahua estuvieron limitados en innumerables ocasiones 
para tomar decisiones en cuanto al diseño del entramado urbano y las formas en que los 
recursos debían ser invertidos, hecho que sin duda afectó la configuración espacial de Ciudad 
Juárez. 
30 Vidas al margen: Riberas del Bravo
industriales, comerciantes y los propietarios de la tierra afianzaron su in-
fluencia en la conformación de la estructura urbana, a través de su par-
ticipación en el gobierno local (que les facilitó dirigir la planificación de 
la ciudad para impulsar sus negocios) y la consolidación de estructuras 
clientelares con los habitantes de los barrios obreros y los asentamientos 
irregulares.14
A finales de esta década y el resto del siglo XX, se proyectó el crecimien-
to y la ocupación de la ciudad al sur y al oriente (Santiago Quijada, 2013, 
pág. 335) en gran medida por la adopción del modelo maquilador en las 
décadas anteriores y su consolidación definitiva como actividad económica 
preponderante en Ciudad Juárez y el resto de México en 1980.
La antigua Paso del Norte se vio obligada a cambiar su tradición social 
y económica con el arribo de la industria ensambladora, por lo que abor-
dar su papel en la configuración espacial de Ciudad Juárez a partir de la 
década de 1960 resulta fundamental. Si bien fue considerada una activi-
dad económica transitoria como el resto de las propuestas, es en los años 
ochenta cuando ésta tomó un impulso sin precedentes. Los diversos gru-
pos empresariales, los propietarios de tierra y las compañías inmobiliarias 
se beneficiaron de la coyuntura económica y la nula regulación territorial 
al fijar los ejes rectores de la ciudad en función de los requerimientos que 
la industria maquiladora impuso y con los cuales se beneficiaron.
En este sentido, la estructura urbana de Ciudad Juárez creció y se confi-
guró de forma anárquica y sin control durante las últimas dos décadas del 
siglo XX, respondiendo siempre a los intereses de los grupos especuladores 
con injerencia en la administración pública, que encontraron en la expan-
sión territorial la oportunidad ideal para multiplicar sus ganancias.
Por lo anterior, pese a la existencia y actualización de diversos y variados 
planes reguladores (como el Plan de Desarrollo de 1984 y 1989), la inca-
pacidad y negligencia del gobierno municipal para organizar los espacios 
urbanos configuraron la Ciudad Juárez que hoy padecen sus habitantes. 
Así, a finales de la década de 1980 la ciudad se había extendido más de lo 
que se había planeado (Santiago Quijada, 2013, pág. 354).
14 Los habitantes de escasos recursos representaron un negocio redituable para los grupos 
empresariales que especularon con la tierra, pues los primeros aseguraron a los segundos 
la permanencia en el poder a cambio de votos y la promesa de la introducción de servicios 
básicos urbanos y la regularización de los predios invadidos. 
31Riberas del Bravo, lugar prohibido
En los últimos veinte años del siglo XX el clima político inestable15 en 
la ciudad agravó aún más el conflicto urbano de expansión, invasión y 
apropiación de predios carentes de los servicios básicos, cuyas consecuen-
cias se resintieron irremediablemente durante el primer lustro del nuevo 
siglo en la zona sur y suroriente. Lo anterior debido a que en Ciudad Juárez 
“la problemática urbana (…) se fue complejizando en la medida que los 
requerimientos del modelo de acumulación capitalista se transformaron 
y se introdujeron nuevas políticas económicas impuestas por los organis-
mos internacionales” (Santiago Quijada, 2013, págs. 609-610). 
En opinión de Guadalupe Santiago Quijada (2013), desde la década de 
1940 y hasta principios de 1990 los detonadores de la veloz expansión de 
la ciudad y su crecimiento son el aumento demográfico y la ampliación del 
fundo legal, así como los diversos proyectos económicos que una parte muy 
reducida de la población local aprovechó en detrimento del resto de los ci-
tadinos. Estas articulaciones materiales derivaron en la ruptura dramática 
del proceso de crecimiento monocéntrico de la ciudad de cuatro siglos en 
poco más de cincuenta años, explicado en parte por los procesos tardíos de 
acumulación capitalista que Juárez experimentó durante el siglo XX. 
Hoy se sabe que en Ciudad Juárez no existió la necesidad de ampliar 
la mancha urbana de formas tan desproporcionadas, ya que se pudo re-
currir a la redensificación de los espacios habitacionales en el centro. Sin 
embargo, el crecimiento desordenado del fundo legal se llevó a cabo des-
de las instancias oficiales porque el mercado de la especulación del suelo 
encontró cabida en las omisiones legales y las diversas prácticas clientela-
res, que permitieron la compra y venta de tierra al mejor postor y cuyas 
consecuencias se expresaron en la localización arbitraria de la industria 
maquiladora, misma que consolidó a los puentes internacionales, las via-
lidades rápidas y los parque industriales posteriormente como los ordena-
dores espaciales más influyentes en Ciudad Juárez desde 1960. Concluyo: 
“la desigualdad económica entre los distintos habitantes de la ciudad se 
reflejó en las formas de apropiación del suelo y en el acceso a los servicios 
públicos e infraestructura” (Santiago Quijada, 2013, pág. 612).
15 Las disputas entre las diversas facciones políticas se tradujeron en un vacío legal profundo 
del ordenamiento real de la expansión urbana y en una crisis por el control de los diversos 
grupos y organizaciones populares que movilizaban a cientos de colonos que exigían espacios 
habitacionales legales, dignos y salubres.
32 Vidas al margen: Riberas del Bravo
En los primeros cinco años del siglo XXI las decisiones llevadas a cabo 
por los grupos especuladores y la administración pública local durante el 
siglo anterior consumaron los procesos de configuración espacial de Ciu-
dad Juárez en una serie de ejecuciones y omisiones que vulneraron el de-
recho de apropiación del espacio urbano de migrantes y juarenses, como 
doy cuenta a lo largo de esta investigación. 
Es durante este período que las zonas sur y oriente de la ciudad fueron 
posicionadas como las áreas “naturales” de expansión física, hecho expli-
cado tanto por la tradición histórica juarense de distribución espacial mo-
nocéntrica, como por la oportunidad que generó la especulación en estos 
territorios aún sin explotar.
Los procesos que produjeron y producen los espacios de Ciudad Juárez 
responden a las necesidades e intereses de clase de quienes controlan ca-
pitales específicos, sean éstos económicos, políticos o simbólicos; que les 
permiten posicionarse en un contexto urbano y así ejercer el poder para 
distribuir los recursos disponibles (la influencia en la administración pú-
blica, la interacción con capitales extranjeros, el control de grupos políti-
cos, por mencionar sólo algunos) de acuerdo a sus requerimientos. 
Por tanto, desde el conocimiento de las temporalidades urbanas de Ciu-
dad Juárez, analizo la historia de las configuraciones espaciales de la ciudad 
con el objetivo de dilucidar el proceso de producción espacial de la zona 
suroriente en la cual se edificó y existe el Fraccionamiento Riberas del Bravo.
33Riberas del Bravo, lugar prohibido
2. Historia del proceso de urbanización de la zona suroriente
La rápida expansión urbana de Ciudad Juárez durante la segunda mitad del 
siglo XX respondió a factores económicos y políticos que crearon nuevas 
espacialidades físicas y sociales. Debido al proceso de crecimiento despro-
porcionado que organizó los diversos espacios urbanos, el patrón “lógico” 
de expansión de la ciudad se orientó hacia las zonas sur y oriente, donde 
se localizaron los ejidos del valle de Juárez con los que se especuló para ser 
incorporadosal fundo legal durante el siglo XX.
Si bien la región agrícola de Ciudad Juárez existió desde la fundación de 
la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Indios Mansos del Paso 
del Río del Norte, es en enero de 1934 cuando ésta se convierte legalmente 
en el Distrito de Desarrollo Rural 04 “valle de Juárez”, creado por acuerdo 
presidencial como resultado de las políticas agrícolas y agrarias del carde-
nismo, con una superficie de 27, 239 hectáreas de propiedad social y priva-
da (Bustillos Durán, 2012, pág. 107).
En la década de 1980 la Actualización del Programa de Desarrollo 1984 
señalaba que:
De acuerdo con la observación de la aptitud territorial, hacia 
el norte no podía haber mayor ocupación por la frontera y la 
expansión de la ciudad hacia el poniente se debía descartar en 
razón de los altos costos de la urbanización por ese rumbo (…) 
La propuesta fue la de guiar el crecimiento hacia el oriente, su-
roriente (…) y sur de la ciudad sobre zonas que por tradición 
habían ocupado las colonias populares y uno que otro fraccio-
namiento residencial. En esas zonas las características del suelo 
“Fuiste, ciudad. No eres. Te aplastaron
 tranvías, autos, noches al magnesio.
 Para verte el paisaje
 ahora necesito un aparato
 preciso, lento, de radiografía.
 ¡Qué enfermedad, tus árboles! ¡Qué ruina
 tu cielo!”
 Estatua, Jaime Torres Bodet
34 Vidas al margen: Riberas del Bravo
eran las adecuadas [y] se reducirían costos en la introducción 
de los servicios básicos (Santiago Quijada, 2013, pág. 349).
Habrá que recordar que durante siglos la zona oriente se dedicó a la pro-
ducción de frutas, vegetales y viñedos, pero las reconfiguraciones de los 
mercados internacionales durante el siglo XX ocasionaron que la zona 
oriente reorientara sus mecanismos de producción, productos y hasta la 
identidad del espacio. Como consecuencia de la normatividad generada 
por el Programa de Desarrollo 1984, la expansión urbana fue guiada hacia 
las regiones sur y suroriente, mismas que se afianzaron como espacios 
históricamente populares.
Por otra parte, la prosperidad económica de los Estados Unidos de 
América y las consecuencias en el mercado mundial provocadas por la 
Primera Guerra Mundial influyeron definitivamente la actividad agrícola 
que sostuvo a Ciudad Juárez desde su fundación, así como en la estructu-
ra mixta de propiedad privada y social del valle de Juárez. En 1922, una 
porción importante de las tierras ejidales dedicadas al cultivo de frutas 
y legumbres se dedicó a la siembra del algodón16 y dos años después, la 
mitad de los cultivos en la región fronteriza mexicana se dedicaron a la 
producción de ese bien (González de la Vara, 2002, pág. 150). 
A finales de la década de 1920, Ciudad Juárez ya contaba con fábricas des-
pepitadoras, textiles, harineras y de transformación que dependían direc-
tamente de la producción del algodón y de los forrajes. Bajo estos términos 
se puede hablar de dos etapas en la zona del valle de Juárez durante el siglo 
XX: la primera, donde la zona oriente produjo insumos para la incipiente 
industria del sector transformador, manteniendo así su carácter rural y que 
corresponde a los albores del siglo y hasta finales de los años ochenta, y la 
segunda en la década de 1990, cuando la sección más oriental del valle se 
convirtió en receptora de migrantes nacionales y oriundos que no contaban 
con un espacio propio para vivir (Bustillos Durán, 2012, pág. 111). 
Este cambio drástico en el giro de los productos cultivados en el valle 
16 La transformación paulatina de la tradición agrícola juarense inició debido a los requeri-
mientos de la empresa algodonera estadounidense Anderson Clayton, ya que el costo de esta 
materia prima se elevó en el mercado internacional, por lo que el país vecino aprovechó su 
condición fronteriza con México y explotó los beneficios que tuvo a su alcance en territorio 
mexicano (González de la Vara, 2002, pág. 150).
35Riberas del Bravo, lugar prohibido
de Juárez no fue menor, pues logró transformar la tradición económica 
juarense de forma definitiva y delineó los primeros trazos de la ciudad 
industrial actual. 
El valle de Juárez se convirtió en el espacio lógico de recepción demográ-
fica de la ciudad desde la década de los años cuarenta, cuyas consecuencias 
se expresaron en la superación física de las barreras naturales como las 
acequias y los canales que fueron desecados; el desierto o las zonas agríco-
las que por siglos contuvieron a la mancha urbana.
Ya para 1954, el presidente municipal Pedro N. García difundió la idea 
de establecer colonias sobre los extensos terrenos del sur y suroriente ante 
el incremento demográfico y la creciente escasez de vivienda, como par-
te de su proyecto para resolver la problemática urbana (Santiago Quijada, 
2013, pág. 377).
Como consecuencia del impulso a la ocupación de estas zonas desde la 
administración pública municipal, se llevó a cabo la construcción de asen-
tamientos y las áreas destinadas a la industria se ubicaron en el oriente y 
suroriente de la ciudad, muy cerca de vialidades principales que facilitaban 
la comunicación con los puentes internacionales para la exportación de los 
productos manufacturados. De forma irremediable las nuevas zonas indus-
triales contribuyeron a la ampliación y consolidación de la mancha urbana.
 Así, al noreste de Ciudad Juárez se asentaron las clases altas y medias 
en territorio fértil con acceso pleno al agua y a la frontera, mientras que 
al sureste se establecieron las pocas industrias existentes y nuevos barrios 
obreros siguiendo las vías del tren en las inmediaciones de la zona desérti-
ca, donde el suelo tenía menor costo (González de la Vara, 2002, pág. 151) 
y sin seguir un patrón de ocupación preestablecido.
En la década de 1970 la zona oriente recibió la primera planta maquilado-
ra de la ciudad, la Radio Corporation of America (mejor conocida por sus 
siglas RCA), posible en gran medida a los recortes presupuestales al sector 
agrícola desde la administración pública federal y a la nula regulación del 
uso de suelos en el fundo legal, con lo que la expansión acelerada, caótica y 
sin regulación de la ciudad en la zona del oriente se hizo posible. 
De tal manera que la región del valle de Juárez fue sometida a un proce-
so de absorción progresiva por la urbe, resultado del arribo de la industria 
maquiladora a la ciudad y a la región sur y oriente (Bustillos Durán, 2012, 
pág. 108), agravando la crisis del sector agrícola y generando una desarti-
36 Vidas al margen: Riberas del Bravo
culación con el resto de la ciudad debido a los problemas de conectividad 
generados por la única carretera que vinculaba la zona con el resto de la 
ciudad y la ineficiencia del transporte público (Santiago Quijada, 2013, 
pág. 341), como ocurre todavía.
Para 1980 el valle de Juárez había perdido 1,700 hectáreas dedicadas a 
la agricultura y para la década siguiente, las modificaciones al artículo 27 
constitucional en 1992 establecieron que la nación dejaba de ser propie-
taria de la tierra ejidal y ésta podía ser fraccionada de forma individual, 
hecho que generó que los ejidos fueran vendidos a un alto costo para ser 
incorporados en la mancha urbana. Fue así como el valle sacrificó su voca-
ción agrícola en aras de la expansión urbana asociada al crecimiento indus-
trial (Bustillos Durán, 2012, pág. 99).
Por otro lado, las diversas administraciones municipales arrastraron 
durante todo el siglo XX la problemática de la posesión irregular de la tie-
rra, especialmente en la zona poniente donde se asentaron los primeros 
barrios obreros de Ciudad Juárez. Dichos conflictos no fueron resueltos, 
tanto por la escasez de recursos municipales como por la falta de voluntad 
política para hacerlo.17 
Para hacer frente a la situación, el gobierno del estado impulsó progra-
mas a cargo del Instituto de la Vivienda del Estado de Chihuahua (IVI) 
y del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores 
(INFONAVIT) enla zona suroriente de la ciudad. Estos organismos edi-
ficaron una serie de conjuntos habitacionales de interés social (Santiago 
Quijada, 2013, pág. 553), lo que originó que los habitantes de colonias y 
barrios obreros del poniente y la zona centro que carecían de servicios ur-
banos como drenaje, pavimentación o escuelas migraran hacia el sur y el 
suroriente en busca de mejores condiciones de vida en la segunda mitad 
de los años noventa.
17 La estructura clientelar que crearon los dueños de la tierra y especuladores inmobiliarios 
con injerencia en el Municipio logró asegurar el voto político de las organizaciones populares 
que luchaban por adquirir un terreno para habitar de forma legal. Estas prácticas agravaron la 
problemática de la posesión irregular del suelo ya que si las organizaciones vecinales lograban 
sus demandas, los grupos empresariales y de especulación perderían el apoyo tan necesario 
para conseguir sus propias ganancias, por lo que los últimos siempre limitaron la movilidad 
política de sus militantes.
37Riberas del Bravo, lugar prohibido
De esta manera, la expansión de la ciudad hacia la zona donde hoy se lo-
caliza el Fraccionamiento Riberas del Bravo fue dirigida por las institucio-
nes del Estado y financiada en mayor medida por un grupo de empresarios 
juarenses autodenominado Grupo de Propietarios y Promotores de la Zona 
Sur18 durante la década de 1990. 
Esta agrupación de promotores inmobiliarios financió diversos estudios 
urbanos a través de los cuales buscó legitimar sus intereses materiales y 
lucrar con la urbanización horizontal de la zona sur de Ciudad Juárez, 
con el mayor margen de ganancia en el menor tiempo posible. Esta parti-
cipación les permitió influir en la distribución de los recursos públicos y 
hacerse del poder político para no encontrar oposición en la expansión de 
la mancha urbana.
Si bien la urbanización en la zona oriente inició desde la segunda mitad 
del siglo XX, el valle de Juárez era considerado Reserva Ecológica y por 
tanto, su incorporación a la mancha urbana fue medianamente contenida. 
Desde el estudio realizado por el Plan Director de Desarrollo Urbano de 
Ciudad Juárez 1995 se supo que en la zona de Reserva Ecológica la propie-
dad pública no superaba el 1.7% mientras que la propiedad privada alcan-
zaba el 81.9% del total.
Sin embargo, a inicios del nuevo siglo fue redactado el Plan de Desa-
rrollo Urbano 2002, trascendente en esta investigación debido a que este 
documento suprimió de forma definitiva las restricciones legales de usos 
residencial, comercial e industrial de la primera etapa del valle, con lo cual 
se urbanizó el oriente y suroriente la ciudad, eliminando sin más la fértil 
zona que hizo florecer vida en medio del desierto desde la fundación de 
la Misión franciscana en el siglo XVII hasta la primera mitad del siglo XX. 
En suma, el Plan de Desarrollo Urbano 2002 legalizó la expansión urbana 
de forma arbitraria y horizontal en la única región que por años frenó el 
crecimiento físico de Ciudad Juárez.
El Fraccionamiento Riberas del Bravo es, por tanto, producto de los di-
versos procesos de producción espacial que moldearon a Ciudad Juárez y 
su región suroriente, como parte de las propuestas de solución al problema 
18 El cual formó parte de la empresa Arquitectos S.A. de C.V. desde la que ejecutó estudios 
urbanos en la zona sur de Ciudad Juárez, como el Plan Parcial de Crecimiento de la Zona Sur, 
1990-2010, el Plan Maestro Hidráulico, el Plan Maestro de Red Eléctrica sobre el Libramiento 
Aeropuerto, entre otros (Santiago Quijada, 2013, págs. 553, 556,557). 
38 Vidas al margen: Riberas del Bravo
histórico de vivienda desde los distintos órdenes de gobierno, así como de 
los intereses de grupos empresariales y de especulación del suelo que in-
fluyeron irreversiblemente en la planeación y expansión de Ciudad Juárez.
3. Historia del Fraccionamiento Riberas del Bravo
La configuración política y social de Ciudad Juárez se expresa en el espacio 
físico a través de la conformación de nodos poblacionales que responden 
a intereses y fines específicos. Para dar respuesta a la pregunta que guía 
esta investigación —¿Cómo se produce el espacio de la marginación del 
Fraccionamiento Riberas del Bravo en Ciudad Juárez?— es necesario 
dilucidar los procesos de producción y la historia del espacio conocido 
como Riberas del Bravo, así como la concepción colectiva juarense de 
fraccionamiento y colonia, aunque en el caso de Riberas (como es conocido 
el conjunto habitacional de forma popular entre juarenses y migrantes), las 
características formales con que se identifica al modelo de fraccionamiento 
son contrarias a la configuración social y política —que no espacial— de este 
espacio popular.
Este conjunto habitacional fue edificado en cinco años, desde 2002 y 
hasta 2007 (Aguirre Quiñónez, 2013, pág. 11), como parte de las políticas 
de vivienda dirigidas por el gobierno estatal de Patricio Martínez mediante 
el IVI e INFONAVIT y planeado a través del Plan Maestro de Desarrollo 
Urbano 2002 como una mini ciudad.19 
En términos arquitectónicos, el desarrollo inmobiliario es reciente y se 
localiza en el extremo suroriente de Ciudad Juárez, en la lateral que corre 
de manera paralela al Río Bravo en un extenso corredor agrícola (Aguirre 
Quiñónez, 2013, pág. 4). El Fraccionamiento está compuesto por nueve 
etapas, de las cuales la Etapa 9 se encuentra en otro polígono geográfico al 
sur (Gráfico 02), pues cada una de éstas fue ejecutada por distintas empre-
sas de forma independiente (Aguilar, 2017).
Actualmente Riberas del Bravo alberga 12,500 casas-habitación donde 
vive el 2.69% del total de la población de Ciudad Juárez según el Censo de 
Población y Vivienda 2010 (USAID, 2012, págs. 13,17). 
19 Este fue el término utilizado por el propio Plan para referirse al Fraccionamiento Riberas 
del Bravo.
39Riberas del Bravo, lugar prohibido
Para comprender la historia del conjunto habitacional es preciso señalar 
que en 1992 las reformas constitucionales permitieron fraccionar y vender 
territorio ejidal. Si bien el gobierno destinó una gran parte de esta región 
suroriente como reserva para expandir la ciudad en años venideros, el por-
centaje de tierra ejidal en manos de privados fue amplio, por lo que co-
nocer quién es o fue el dueño o los dueños del espacio donde se edificó el 
Fraccionamiento rebasa los límites de mi investigación.
En otro orden de ideas, la concepción de fraccionamiento tiene dos 
acepciones: una física-económica (la división y venta de la tierra) y otra 
simbólica-social (la identidad que se produce al habitar un conjunto urbano 
denominado “fraccionamiento”). En Ciudad Juárez consiste en:
La subdivisión de un terreno en el que el propietario asume 
la responsabilidad de proveer los servicios e infraestructura y 
donar al municipio un porcentaje de la tierra para uso común. 
El uso de la palabra fraccionamiento también alude a una 
legalidad de la posesión, al tipo de tierra y de urbanización 
(Santiago Quijada, 2013, pág. 364). 
Asimismo, en la localización del fraccionamiento: 
Está implícita una segregación espacial. Se trata de superficies 
ocupadas por la población con un perfil socioeconómico con 
posibilidades de comprar un predio o vivienda en suelo plano 
y con acceso a los múltiples servicios públicos. Desde luego, el 
tipo de ocupantes de las áreas fraccionadas está determinado 
por las diferencias de ingresos de los compradores: los que 
perciben estipendios altos se acomodaron en zonas exclusivas, 
mientras que los de sueldo intermedio compraron un predio o 
casa en un fraccionamiento de acuerdo con sus posibilidades 
económicas (Santiago Quijada, 2013, pág. 401).
La zona geográfica de Ciudad Juárez en la que se edificó Riberas del Bra-
vo fue la Reserva Ecológica de Ciudad Juárez donde se encontraban las 
parcelas del Ejido Jesús Carranza y otros ejidos repartidos entre los agri-
cultores en los años posteriores a la lucha revolucionaria en la segunda

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