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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
PROGRAMA DE MAESTRÍA EN TRABAJO SOCIAL 
ESCUELA NACIONAL DE TRABAJO SOCIAL 
CENTRO REGIONAL DE INVESTIGACIONES MULTIDISCIPLINARIAS 
 
 
“YO ESTOY DIAGNOSTICADA, YO NO SOY BIPOLAR”. TRAYECTORIA 
SOCIAL DE PERSONAS DIAGNOSTICADAS CON TRASTORNO 
AFECTIVO BIPOLAR (TAB) DE ASOBIME. 
 
 
TESIS 
PARA OPTAR POR EL GRADO DE: 
MAESTRA EN TRABAJO SOCIAL 
 
 
PRESENTA 
SARA MARCELA VARGAS CUADROS 
 
 
TUTORA 
DRA. MARIA CAROLINA AGOFF BOILEAU 
CENTRO REGIONAL DE INVESTIGACIONES MULTIDISCIPLINARIAS 
 
 
CIUDAD DE MÉXICO, JUNIO DE 2016 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
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fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
2 
 
AGRADECIMIENTOS 
 
A mi familia y mi compañero de vida, es por ustedes y para ustedes cada uno de 
mis logros. 
 
A ASOBIME y a cada una de las personas entrevistadas en esta investigación, 
gracias por compartir su historia de vida. 
 
A mi tutora, la Dra. Carolina Agoff, por la confianza y el apoyo en todo este 
proceso, pero especialmente por ese último soplo, por recordarme que crecer 
académicamente es crecer humanamente, veo en usted un ejemplo de ello. 
 
A todo mi comité tutor: 
A la Dra. Juanita Suarez Conejero, por su impulso, comentarios y sugerencias que 
ayudaron a dar forma a esta investigación. 
 
A la Dra. Aída Valero Chávez, su disposición ayudar y sus aportes desde la 
disciplina del Trabajo Social fueron apreciables para esta investigación. 
 
A la Dra. Sara Makowski, por su lectura minuciosa y comentarios. 
 
A la Mtra. Olga Robelo, por el tiempo que dedico a leer esta tesis y por sus 
sugerencias. 
 
A la Coordinación del Programa de Maestría en Trabajo Social y al Centro 
Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM), un espacio idóneo para la 
investigación. A la valiosa gestión de la Mtra. Rossana Gutiérrez, por su 
profesionalismo y calidad humana y del Mtro. Fidel Oliveira quien me acompañó 
desde un inicio. A mis compañeros. A todos los docentes, administrativos y 
trabajadores de esta institución que propiciaron un ambiente cálido y respetuoso. 
 
A la beca UNAM que permitió un desarrollo pleno de esta investigación. 
 
A la Universidad Nacional Autónoma de México, que me ofreció no solo un 
espacio de formación académica, sino que permitió una experiencia invaluable de 
intercambio cultural. 
 
 
 
 
 
3 
 
INDICE 
Introducción ............................................................................................................. 5 
CAPÍTULO I: Estado de la cuestión ........................................................................ 8 
CAPÍTULO II: Aproximaciones teórico-conceptuales ............................................ 23 
2.1. El concepto de trayectoria social .............................................................. 23 
2.2. El concepto de apoyo social ..................................................................... 26 
2.3. El concepto de estigma ............................................................................ 29 
CAPITULO III: Modelo teórico-metodológico de análisis de la trayectoria social de 
personas diagnosticadas con TAB de la Asociación Colombiana de Bipolares 
(ASOBIME) ............................................................................................................ 35 
3.1. Teoría Fundamentada de Strauss y Corbin. ............................................. 36 
3.2. La Matriz Heurística de Delor y Hubert. .................................................... 37 
3.3. La teoría Ecológica de Bronfenbrenner. ................................................... 40 
3.4 Uso de la metodología y caracterización de la población estudiada ......... 43 
CAPÍTULO IV: Trayectoria social de personas diagnosticadas con TAB .............. 47 
4.1. Universo de estudio. Personas Entrevistadas .......................................... 47 
4.2. Crisis y diagnóstico del TAB ..................................................................... 49 
4.3. Tratamiento: afrontamiento y costos sociales .......................................... 57 
4.4. Apoyo social: familia y Grupo de Ayuda Mutua (GAM)............................. 64 
4.5. Estructuración del modelo teórico para el análisis de la trayectoria social 
de personas diagnosticadas con TAB de ASOBIME. ...................................... 70 
4.6. Estigma invisibilizado ............................................................................... 73 
CAPÍTULO V: Estrategias de inclusión social de personas diagnosticadas con TAB
 .............................................................................................................................. 86 
5.1. Aislamiento ............................................................................................... 88 
5.2. Ocultación ................................................................................................ 91 
 
4 
 
5.3. Mediación ................................................................................................. 94 
CAPÍTULO VI: Recomendaciones desde la disciplina de Trabajo Social ............. 99 
CONSIDERACIONES FINALES ......................................................................... 107 
REFERENCIAS ................................................................................................... 110 
ANEXOS ............................................................................................................. 119 
Anexo 1. Carta de presentación a la Asociación ASOBIME .......................... 119 
Anexo 2. Formato de consentimiento informado ........................................... 120 
Anexo 3. Guía de entrevista a diagnosticados con TAB ............................... 121 
Anexo 4. Guía de entrevista a familiares de diagnosticados con TAB .......... 124 
Anexo 5. Guía de entrevista a profesionales de salud mental ....................... 127 
 
ÍNDICE DE TABLAS 
 
Tabla 1 Clasificación Única de Procedimientos en Salud (CUPS) para 
trabajador social y recomendaciones ............................................................ 101 
 
ÍNDICE DE FIGURAS 
 
Figura 1. Los tres primeros niveles de la lectura de una situación de 
vulnerabilidad. ................................................................................................. 38 
Figura 2. Matriz de análisis (Creación propia). ................................................ 39 
Figura 3. Modelo socio-ecológico de U. Bronfenbrenner. ............................... 42 
Figura 4. Modelo teórico de análisis de la trayectoria social de personas 
diagnosticadas con TAB de ASOBIME (creación propia). ............................... 72 
 
 
 
 
 
 
5 
 
Introducción 
 
Esta investigación analizó las trayectorias sociales de personas diagnosticadas 
con Trastorno Bipolar, que tenían en común el ser partes de un Grupo de Apoyo 
Mutua (GAM) llamado Asociación Colombiana de Bipolares (ASOBIME) en 
Medellín, Colombia. 
 
Según el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, 
quinta edición), que publica la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), el 
diagnóstico se define como Trastorno Bipolar. El CIE-10 (Clasificación 
Internacional de Enfermedades, décima versión) que es publicado por la 
Organización Mundial de la Salud (OMS), en su versión 2016, lo define como 
Trastorno AfectivoBipolar. Para la presente investigación se usó Trastorno 
Afectivo Bipolar (TAB), por ser esta la forma en que se reconoce el diagnóstico, 
tanto por parte de los profesionales de la salud, por las personas diagnosticadas 
en los contextos de atención, así como en los espacios sociales en los que los 
actores de esta investigación interactúan. 
 
ASOBIME es una entidad sin ánimo de lucro integrada por personas 
diagnosticadas con TAB, sus familias y profesionales que los apoyan y 
conformada bajo la modalidad de GAM. Fue fundada por una psicóloga y una 
psiquiatra con el objetivo de dar a conocer e informar los recursos disponibles a 
nivel sanitario, dar apoyo y divulgar la sintomatología del TAB y su tratamiento 
médico, con el fin de sensibilizar, alertar y enterar a la sociedad y a la 
administración pública, para reconocer la enfermedad y destinar recursos para 
atenderla. Por la propia dinámica social y de sus integrantes, poco a poco 
ASOBIME pasó de ser dirigida por profesionales de la salud mental a ser dirigido 
por los propios diagnosticados resilientes, quienes a través de sus actividades y 
 
6 
 
procesos fueron caracterizando nuevos objetivos encaminados a lograr la 
aceptación, la estabilidad, la recuperación y la resignificación de su experiencia. 
 
ASOBIME ofrece reuniones quincenales a pacientes y familiares, donde 
desarrollan actividades y socializan temas referentes al TAB. Adicionalmente, 
ofrecen apoyo y asesorías telefónicas, talleres de psicoeducación, referencian 
información sobre conferencias, congresos, bibliografía y cuentan un boletín 
electrónico, entre otros. 
 
El objetivo de esta investigación fue analizar, a través del estudio de la trayectoria 
social, las estrategias de inclusión social que usan las personas diagnosticadas 
con TAB de ASOBIME, para formar parte en un sistema social excluyente. Y para 
ello fue imperativo indagar los factores tanto subjetivos y objetivos del apoyo social 
y el estigma en contexto que los determina. 
 
Para lograr dicho objetivo, este trabajo estructuró un modelo teórico para el 
análisis, adaptado metodológicamente desde la Teoría Fundamentada de Strauss 
y Corbin (2002) y teóricamente desde la Matriz Heurística de Delor y Hubert 
(2000), tomando en cuenta también, la visión holística de la Teoría Ecológica de 
Urie Bronfenbrenner. El modelo analítico que se elaboró permite visibilizar la 
problemática social en que yace esta investigación; es decir, se puede ubicar la 
trayectoria social de una persona como parte integradora de los niveles que 
estructuran la sociedad (Bronfenbrenner, 2002), dentro de los cuales existieron 
momentos y factores determinantes en la forma como actualmente asume su 
estrategia de inclusión social. 
 
En el primer capítulo se presenta el estado de la cuestión, que permite evidenciar 
tanto las recurrencia de ciertos tipos de investigaciones, como algunos vacíos en 
el campo social, justificando la problemática fundamental de esta investigación. 
 
7 
 
 
En el segundo capítulo se presentan las categorías de análisis que guían la 
interpretación de los hallazgos tales como: trayectoria social, apoyo social y 
estigma. En este capítulo se inició el proceso de conceptualización 
contextualizada y hacemos una apropiación de cada uno de los conceptos en 
función de los objetivos para el análisis. 
 
En el tercer capítulo se abordó el modelo teórico-metodológico, con el cual se 
estructuró el modelo de análisis, derivado de la adaptación de la Matriz Heurística 
de Delor y Hubert y el Modelo Ecológico de Bronfenbrenner 
 
El cuarto capítulo, por su parte, expone los hallazgos en cuanto a la trayectoria 
social: los costos psicológicos y sociales y el apoyo social de las personas 
diagnosticadas con TAB y finalmente el estigma invisibilizado relacionado al 
diagnóstico de TAB. 
 
En el capítulo cinco se enfoca en el tema de las estrategias individuales y 
colectivas gestionadas por la población estudiada para su inclusión social. Dichas 
estrategias son el resultado de sus trayectorias particulares; es decir, de la forma 
en cómo cada actor experimenta tanto el diagnóstico como el entorno 
sociocultural. 
 
Finalmente, en el capítulo seis se ubicaron algunas recomendaciones que se 
deben tomar en cuenta desde la disciplina de Trabajo Social, que surgen de los 
resultados de esta investigación y se abala con consistencia en la Ley de Salud 
Mental de Colombia, la Ley 1616 de 2013. 
 
 
8 
 
CAPÍTULO I: Estado de la cuestión 
 
En el presente capítulo se hace un recorrido sobre el estado de la cuestión para el 
análisis de las trayectorias sociales de personas con diagnóstico de TAB de esta 
investigación; para ello, el capítulo se trabajó por grupos temáticos. El primer 
grupo trata sobre el TAB, su definición y epidemiologia; el segundo grupo trabaja 
sobre los costos psicológicos y familiares de la posesión del diagnóstico; el tercer 
grupo aborda la relación entre ciencias sociales y salud mental; y finalmente, el 
cuarto grupo de investigaciones centra su atención en la relación de la salud 
mental y el ámbito social y político contextualizado a Colombia. 
 
El primer grupo de investigaciones trata sobre el TAB desde su definición y 
epidemiologia. El TAB es una enfermedad psiquiátrica crónica, como tal, se 
caracteriza por síntomas que suceden a lo largo del tiempo y que se presentan de 
manera aguda o gradual, constante o recurrente y cuyo desenlace puede llevar a 
la muerte o a tener una expectativa de vida reducida o incapacitante (Agudelo et 
al., 2007). El TAB, anteriormente conocido como psicosis-maniaco-depresiva 
(PMD), es un diagnóstico psiquiátrico en el cual una persona tiene periodos 
extremos entre depresión y alegría. Las dos fuentes representativas para su 
clasificación son el CIE-10, que clasifica al Trastorno Afectivo Bipolar (F31), dentro 
de los Trastornos del humor (afectivos) (F30-39) y el DSM-5, que los clasifica en 
Trastorno bipolar I, Trastorno bipolar II y Trastorno ciclotímico. 
 
Según el CIE-10, el TAB se caracteriza por dos o más episodios en los que los 
niveles de estado de ánimo y actividad de la persona fluctúan de manera 
significativa, esta fluctuación consiste algunas veces en una elevación del estado 
de ánimo y aumenta la energía y la actividad (hipomanía o manía) y en otros de 
una disminución del estado de ánimo y disminución de la energía y la actividad 
(depresión) (OMS, 2016). 
 
9 
 
 
Durante el curso del trastorno, las personas suelen cambiar de polaridad entre 
manía y depresión 3 veces al año, además de pasar la mitad de su tiempo con 
síntomas afectivos, de los cuales, los síntomas depresivos suelen ser 3 veces más 
frecuentes que los maniacos, teniendo un peso mayor en la contribución a la 
discapacidad asociada a la enfermedad. El TAB puede afectar tanto a personas 
muy jóvenes como a muy mayores, no obstante, la edad de inicio más frecuente 
suele ser la adolescencia tardía o la adultez temprana. La mitad de los pacientes 
suele tener el primer episodio antes de los 25 años (García-Blanco, Sierra, 
Livianos, 2014). 
 
La presencia en estudios poblacionales recientes han observado prevalencias 
para el TAB cercanas al 5%, clasificando este trastorno como la sexta causa de 
discapacidad en todo el mundo para el grupo de edad de 15 a 44 años, y como la 
novena causa cuando se incluye todas las edades. Los gastos derivados del TAB 
son elevados y la ubican en el séptimo lugar en cuanto a los costos dentro de las 
enfermedades mundiales no mortales, con un cálculo aproximado de 45.000 
millones de dólares en los Estados Unidos durante 1999, y de 2.000 millones de 
libras esterlinas en Gran Bretañaen 2000 (Pardo, Fierro, y Ibáñez, 2011). 
 
Los costos económicos asociados a la enfermedad no son los únicos que se 
presentan, existen también los costos sociales derivados, como la alteración del 
funcionamiento familiar a partir del diagnóstico. Así, el segundo grupo de 
estudios inicia con un estudio realizado a 40 familias de pacientes bipolares que 
tenía como objetivo evaluar que alteraciones y estresores en el funcionamiento 
familiar, determinó que sí existe una alteración importante del funcionamiento 
familiar, con altas cifras de ruptura en la relación conyugal, la restricción de medios 
y la disminución del bienestar general para el grupo familiar derivado la 
 
10 
 
enfermedad y su tratamiento, así como la sobrecarga en el miembro de la familia 
que asume el rol de cuidador del paciente (Holmgren et al., 2005). 
 
El rol de cuidador de una persona con un diagnóstico mental, es una actividad 
compleja, que requiere habilidades como: empatía, paciencia, dedicación y 
esfuerzo, tanto físico como psicológico. En cuanto a la carga se refiere, esta 
puede variar a lo largo del tiempo y está influida por el tipo de sintomatología. 
Muchos cuidadores presentan cansancio y patologías directamente relacionadas 
con su dedicación, siendo poco probable que sin intervenciones mejore la 
situación de la carga (Cruz-Ortiz et al., 2013). Un estudio sugiere que la 
intervención familiar de tipo psicoeducativo junto con el tratamiento farmacológico 
constituye un recurso eficaz para mejorar la evolución de los pacientes bipolares, 
así como para reducción del nivel subjetivo de sobrecarga y disminución de la 
sintomatología depresiva de los cuidadores (Gutiérrez-Rojas, Martínez-Ortega, 
Rodríguez-Martín, 2013). Un estudio similar realizado en 50 cuidadores de 
personas con diagnóstico de TAB que participan del Grupo Psicoeducativo del 
Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Antioquia, en Medellín 
Colombia, arrojó como resultado que gracias al apoyo que ofrece el Grupo y por la 
eutimia del enfermo, la carga familiar en cuidadores es baja (Gómez et al., 2011). 
 
Es tanto por las implicaciones sociales y familiares, como por las características 
de los trastornos mentales que se puede determinar, según Agudelo et al. (2007), 
que las personas con trastorno bipolar son las que se perciben más criticadas en 
su familia, frente a los personas sanas, que se perciben menos criticadas, es así 
que los pacientes con trastorno bipolar se perciben más censurados y con mayor 
intrusión. 
 
Otra línea se investigaciones sobre el TAB se concentra en investigaciones sobre 
diagnósticos y tratamientos farmacológicos de la enfermedad, de modo que se 
 
11 
 
concentran en abordar los cambios en el campo de la farmacoterapia, en la 
introducción de nuevas clases de fármacos focalizados en estrategias de 
rehabilitación cognitiva y de funcionamiento para pacientes bipolares (Vieta, 2007; 
Retamal et al., 2007; Miasso, De Bortoli, Pedrão, 2008). Este tipo de 
investigaciones, si bien contribuyen al tema de la trayectoria de una persona con 
TAB, lo hacen desde un enfoque médico-clínico y no desde lo social. 
 
Es por ello que el tercer grupo son trabajos que sitúan la relación entre ciencias 
sociales y salud. Si bien existe un trabajo conjunto entre los especialistas de la 
ciencia sociales y de las ciencias de la salud en América Latina desde hace ya 
más de medio siglo, dicha confluencia se ha desarrollado, según Castro (2011), 
desde posicionamientos ideológicos y políticos específicos de la materia. Ya 
Michel Foucault (1964) expone como la historia de la locura en Occidente se ha 
desarrollado desde el poder; el filósofo francés sentó las bases para una 
categorización de la locura, no sobre el término locura en sí, sino que exploró con 
detenimiento la relación del concepto con técnicas discursivas y ubicó su papel en 
el desarrollo de procesos socioeconómicos, describiéndolo como una experiencia 
que va de la mano con la constitución de prácticas institucionales y sociales de 
control. 
 
La vigencia de las tesis de Foucault se complementa con la necesidad de evaluar 
y replantear las prácticas relacionadas con la salud mental en los ámbitos 
nacionales y regionales, lo cual va más allá de un mero análisis de los avances de 
tratamientos farmacológicos de las enfermedades psiquiátricas en cada país, pues 
abarca también aspectos administrativos, gubernamentales y económicos en 
relación con las reglamentaciones y el control de los pacientes con trastornos 
mentales, así como con concepciones culturales sobre la locura, gracias a las 
cuales las enfermedades mentales siguen siendo miradas desde puntos de vista 
morales o religiosos o silenciadas en el discurso cotidiano (Bacarlett, 2006). 
 
12 
 
 
Por tanto, el discurso sobre lo mental heredado de Foucault, alude a un discurso 
relacionado con el poder, la política y la institucionalidad. Es así como el análisis 
de Bacarlett (2006), ofrece unas claves valiosas para la lectura de la obra 
foucaultiana y explica como la práctica psiquiátrica que Foucault sitúa en los tres 
primeros cuartos del siglo XIX, o lo que este autor llama “poder psiquiátrico”, 
queda determinada como una expresión más de esta nueva manera de ejercer el 
poder, centrada fundamentalmente en la administración de la vida y de los 
cuerpos. 
 
Resulta llamativa una reevaluación sobre el concepto de salud mental, que pone 
en entredicho el horizonte de todos los trabajos anteriores y posteriores sobre el 
tema (Bertolote, 2008). Tomando como base la definición de la OMS, se determina 
que si lo mental describe tanto lo físico como lo social, siempre que le hagamos 
alusión vamos a referirnos a dimensiones de un estado y no a un dominio o 
disciplina específico. Es por esto que para el autor resultaría incongruente hablar 
de salud física, salud mental o salud social. Así, el autor argumenta que si se 
quisiera en salud especificar una dimensión particular sería más apropiado usar el 
término bienestar (por ejemplo, bienestar mental o bienestar social). Además 
explica que el uso negligente de la palabra salud surgió cuando se sustituyó el 
término Higiene Mental (movimiento social o dominio de actividad) por salud 
mental (originalmente destinado a un estado y después transformado en un 
dominio o campo de actividad) (Bertolote, 2008). Sin embargo, este autor 
reconoce que la expresión salud mental se sigue utilizando en general para 
designar tanto una dimensión de salud como un movimiento derivado de la higiene 
mental, más relacionado con el campo de la psiquiatría en su aplicación a grupos, 
comunidades y sociedades, y no tanto a individuos aislados. 
 
 
13 
 
Este conflicto conceptual resulta pertinente, ya que es en el término salud mental 
donde se inscribe un norte más amplio de trabajos académicos que brindan 
apertura de lo mental desde un enfoque social. Se establece que la salud mental 
compromete tanto a una experiencia interna y subjetiva como una experiencia de 
grupo. De acuerdo con la OMS (2001), la salud mental armoniza experiencias en 
tres campos: el de las experiencias cognitivas en que se incluyen las percepciones 
y los procesos de pensamiento; el de las experiencias afectivas, en tanto incluyen 
las emociones, los estados afectivos y los sentimientos, y el de las experiencias 
relacionales, en términos de interactuar con otros y con el entorno. Todas estas 
definiciones están orientadas hacia el logro de metas y objetivos individuales y 
colectivos, consecuentes con principios de justicia, que tienden a la promoción de 
condiciones de equidad (Restrepo, 2006). Esto resulta relevante para esta 
investigación ya que evidencia que el tema de la salud mental, más allá de algún 
trastorno particular como el Trastorno Afectivo Bipolar, se encuentra estructurado 
en un entorno social y no reducido sólo al ámbito de la salud.La anterior definición de la salud mental, que pone en el eje a un individuo anclado 
en un sistema estructurado va a constituir la base de esta investigación, ya que no 
podemos obviar que existe y preexiste una estructura funcional que determina 
tanto la posesión de algún trastorno mental, como las vivencias propias del 
desarrollo humano. Desde los aspectos sociales, económicos y culturales a los 
que se refiere la salud mental, los grupos poblacionales más vulnerables a sufrir 
algún tipo de trastorno son (Prieto, 2002): 
 
• Personas viviendo en pobreza extrema 
• Niños y adolescentes que sufren interrupciones en el proceso educativo. 
• Personas traumatizadas por violencia. 
• Emigrantes, desplazados y refugiados. 
• Población indígena. 
 
14 
 
 
Esta población se encuentra en mayor riesgo ya que está expuesta fácilmente a 
sufrir desempleo y exclusión social, estigmatización frecuente, exposición a 
violación de derechos humanos y deficiencia en la respuesta a la necesidad de 
apoyo social, e intervención, local, flexible y comprensiva (Prieto, 2002). 
 
Uno de los aspectos fundamentales que apuntan a garantizar una inclusión es la 
incorporación de la subjetividad en el discurso del tratamiento psiquiátrico. En un 
estudio sobre la relevancia de las historias clínicas, la subjetividad obligó al clínico 
a incluir en las historias precisas descripciones de comportamientos y de actitudes 
del enfermo, así como abundantes expresiones verbales registradas literalmente. 
No hace falta aclarar que, para el psicoanálisis, el lenguaje del paciente (y, en 
consecuencia, el análisis literal de sus expresiones verbales) desempeña un valor 
capital, mientras que los signos «objetivos» u «objetivables» pasan a un segundo 
plano (Huertas, 2001). 
 
Un texto ilustrativo sobre normativas antiguas para el tratamiento de la locura, 
detalla la reforma psiquiátrica en Andalucía instruyendo al lector sobre cómo eran 
las prácticas médicas, referidas específicamente al contexto de los problemas 
mentales. En su texto quedan claras las necesidades que no se suplían para los 
enfermos mentales, muchas de las cuales, permanecen en nuestro medio: 
alojamiento, reeducación en capacidades básicas, interpersonales y sociales, 
poder garantizar la ocupación y promoción al empleo, ayudas sociales, poder 
disfrutar del ocio y del tiempo libre, educación académica, etc. (Carmona y Del 
Río, 2011). Remarcan que son muchas las propuestas de modificaciones en el 
sector de la salud mental que abarcan otro tipo de modificaciones culturales, 
sociales y políticas. Cada una de ellas apunta en rigor a una profundización del 
concepto de salud mental y no de enfermedad mental desde la práctica, lejos de 
pretender quedarse en el terreno de lo teórico. Así, por ejemplo, en la exposición 
 
15 
 
de lo que fueron los “Planes Integrales de Salud Mental” en la reforma andaluza 
en España, se destacan entre los puntos más importantes (Carmona y Del Río, 
2011): 
 
1. Aumentar el grado de conocimiento e información sobre la salud mental, de 
las personas con trastorno mental, su entorno cercano y de la sociedad […]. 
2. Mejorar la calidad de vida de las personas con trastornos mentales y sus 
allegados. 
3. Adecuar la oferta de servicios a las necesidades de la población, efectiva y 
eficiente. 
4. Garantizar a las personas con trastornos mentales una atención sanitaria 
basada en el enfoque comunitario y la estructuración del proceso 
asistencial desde la perspectiva de la continuidad de cuidados como 
elemento de calidad integral. 
5. Potenciar el conocimiento –formación e investigación– de los profesionales 
sobre los factores de riesgo y las estrategias de intervención, para potenciar 
la toma de decisiones clínicas basadas en la evidencia. 
 
En la misma medida, el cuarto grupo de investigaciones, centra su atención en la 
relación situada, de la salud mental y el ámbito social y político colombiano. Un 
estudio sobre la atención de los enfermos psiquiátricos en Colombia y Chile 
muestra que ésta continua siendo deficiente. Si bien, la primera puerta que toca el 
enfermo mental es el médico general, su detección, tratamiento y canalización a 
servicios especializados no es suficiente, pues existe un fuerte estigma social que 
segrega a los pacientes. De otro lado, la población no solicita ayuda a causa de 
ese estigma y de la vergüenza, así como del desconocimiento de los beneficios de 
la atención médico psiquiátrica. El artículo muestra como muchas de las 
situaciones son susceptibles de ser evaluadas en los contextos colombianos tanto 
para proceder a un replanteamiento de las mismas, si aún son vigentes, como 
 
16 
 
para asumir a manera de retos las reformas y llevarlo al plano real (Vera y 
Rubiano, 2012). 
 
Así mismo, en el estudio explican como en Colombia el Plan Nacional de 
Desarrollo 2010-2014 “Prosperidad para todos” recalca que para lograr el objetivo 
de superar barreras, es preciso garantizar el funcionamiento del sistema de 
protección social, que comprende tres grandes componentes: la seguridad social 
integral (salud, riesgos profesionales y pensiones), la promoción social y las 
políticas y programas de formación del capital humano. Desde esta perspectiva, 
adquiere gran importancia la promoción social focalizada en la población más 
pobre y vulnerable al acceso de los servicios sociales, al igual que el 
fortalecimiento de sistemas de salud con cobertura universal, sostenible y de 
calidad (Vera y Rubiano, 2012). 
 
La compilación de Cuadernos del Doctorado, de la Universidad Nacional de 
Colombia, trata las cuestiones primarias referentes a la relación no siempre clara 
entre salud pública y salud mental. Se compone de cuatro trabajos de 
investigación en los que se ofrecen bases para comprender los lineamientos de la 
salud pública desde su definición básica hasta las implicaciones más complejas de 
su realidad en el contexto colombiano. Esta publicación es importante para este 
trabajo, ya que ofrece un panorama de la forma como se aborda en el contexto 
colombiano, la relación entre la salud mental y el ámbito social, de modo que 
permite ubicar a los actores de esta investigación en el sistema de salud 
especifico colombiano. 
 
El primero de ellos, titulado “Salud mental y salud pública: reflexiones para 
introducir un debate olvidado” (Arrivillaga y Collazos, 2009), enfatiza en la relación 
esencial de la salud mental con la biología, la cultura, la sociedad, la economía, la 
política y el medio ambiente, y deja preparado el camino para el desarrollo de los 
 
17 
 
procesos mediadores entre dichos campos y los modos particulares de vida con la 
salud mental. 
 
El segundo estudio: “La patología psiquiátrica en Colombia” ofrece un resumen de 
los hallazgos fundamentales del Estudio Nacional de Salud Mental del año 2003 
en Colombia, se hace un llamado de atención sobre la frecuencia, la magnitud y la 
distribución de los problemas de salud mental en el país, sobre las condiciones y 
situaciones de riesgo principales, y sobre las alarmantes carencias en los 
procesos de atención, aún en caso de enfermedades mentales graves. 
 
Según el Estudio Nacional de Salud Mental, Colombia, 2003, el 40,1 % de la 
población colombiana entre 18 y 65 años ha sufrido, está sufriendo o sufrirá 
alguna vez en la vida un trastorno psiquiátrico diagnosticado. De estos, se detecta 
el 16 % en el último año y el 7,4 %, en el último mes. Los trastornos de ansiedad 
encabezan la lista (19,5 %); luego siguen los trastornos del estado de ánimo (13,3 
%), los trastornos por control de impulsos (9,3 %) y los relacionados con el 
consumo de sustancias psicoactivas (9,4 %). Se afirma que para el caso 
Colombiano, los trastornos mentales afectan especialmente a niños, adolescentes 
y adultos jóvenes, situación que empeora en gran medida el pronóstico, la 
productividad académica y económicade la población y, en últimas, el capital 
global, que incluye los factores personales, simbólicos, culturales y relacionales. 
La edad de inicio de trastornos mentales se inician entre los 9 y los 23 años, 
siendo la mediana en la edad para las primeras manifestaciones de los trastornos 
afectivos, como el episodio depresivo mayor, se sitúa en los 24 años, para la 
manía, en los 20 años, y para la hipomanía, en los 27 años. En el mismo se dice 
que las mujeres tienen una mayor probabilidad de presentar trastornos del estado 
de ánimo o trastornos de ansiedad, mientras que los hombres tienen mayor 
probabilidad de sufrir trastornos relacionados con el control de impulsos. El autor 
del estudio concluye que no se puede continuar manteniendo la separación entre 
 
18 
 
los aspectos biológicos, mentales y sociales de la salud, ya que los problemas son 
amplios y afectan a todos los colombianos directa o indirectamente (Posada-Villa, 
2009). Los resultados de este estudio, en cuanto a la prevalencia, la discapacidad 
asociada y relación de facto entre lo biológico y lo social, justifican la pertinencia 
de este trabajo de investigación para el contexto colombiano. 
 
El tercer ensayo, titulado “Política nacional del campo de la salud mental”, propone 
un recuento de los retos prácticos, las complicaciones teóricas y metodológicas, y 
las limitaciones políticas del intento más reciente por elaborar e implantar una 
política nacional de salud mental (Molina Bulla, 2009). La edición de estos 
Cuadernos se cierra con un texto provocador en el cual se discurre por algunos de 
los caminos ya recorridos por los conceptos de salud, salud pública y salud 
mental, como abrebocas a la categoría salud pública mental, cuyo andamiaje 
teórico y posibilidades prácticas está aún por construirse y demostrarse (Oswaldo 
González, 2009). 
 
Una mirada más detenida a cada uno de esos estudios permite ver que los 
autores procuraron, al ampliar sus definiciones de lo particular hacia lo general, 
orientar un debate de una manera que podría calificarse de didáctica por cuanto 
dibuja concienzudamente el panorama de una realidad vigente cuya problemática 
parece ir en aumento en lugar de encontrar soluciones. Y así, si por un lado parten 
de una mera definición terminológica que podría quedarse en el plano de lo 
abstracto, se atreven, en tanto avanzan en la muestra de sus resultados, a 
plantear críticas determinantes a todo el sistema de salud actual, siempre en 
función de establecer qué papel está jugando la salud mental. Es destacable que 
el texto tampoco se agota en la crítica o la denuncia, sino que también elabora 
propuestas de solución coherentes con el discurso establecido desde las primeras 
líneas. Las consideraciones finales de estos investigadores coinciden en que una 
mirada detallada a las reformas en salud mental llevadas a cabo en otros 
 
19 
 
contextos puede ser de gran ayuda para la elaboración de las propias en el país y 
en los ámbitos locales de los departamentos y las ciudades. Para ellos, las 
disciplinas relacionadas de manera directa con la salud mental de los colombianos 
tienen que ser capaces de resistir la importación de teorías y paradigmas de 
evaluación e intervención producidos en otros contextos y al mismo tiempo deben 
fomentar el desarrollo científico y la formación profesional, para más adelante, 
estar en capacidad de explicar condiciones psico-sociales relacionadas con la 
salud. 
 
Otro de los materiales consultados que más luces ofrece en el campo de la 
elaboración de propuestas o sobre posibilidades de reformas que beneficiarían el 
tema de la salud mental en Colombia propone la descentralización de la salud, 
afirmando que con la reforma del Estado por la vía de la descentralización política, 
administrativa y fiscal, la salud pública implantaría en la agenda pública 
colombiana el problema de la salud mental como elemento emergente, por cuanto 
se une de manera interdependiente a los índices de violencia en la comunidad y a 
las dificultades para establecer estrategias de solución de conflictos. Este informe 
se esfuerza por contextualizar al investigador sobre los pormenores de los 
estamentos legales acerca de la salud pública y de su enfoque limitado conforme 
lo que se esperaría que estuviera estipulado en Colombia. Resulta detallado en su 
exposición, si bien no es fácil identificar un criterio claro de clasificación en su 
estructura, es sin duda ilustrativo (Caicedo, s.f.). 
 
De otro lado, encontramos una investigación que muestra las tensiones surgidas 
entre los actores que interactúan en el Sistema General de Seguridad Social 
(SGSSS), revelando que en Colombia el diseño de políticas públicas en salud 
mental demuestra debilidades estatales para adoptar decisiones con impacto 
positivo en el bienestar social. Del estudio de dichas tensiones se establece que el 
análisis de la política pública en salud es una herramienta que sirve para identificar 
 
20 
 
la situación de derecho a la salud en el país, como también es una forma de 
contribuir con información confiable para la elaboración de propuestas para la 
promoción de políticas en salud y la toma de decisiones, teniendo presente desde 
su diseño, la participación de todos los actores involucrados. Su elaboración debe 
integrar lo administrativo, lo científico y lo social sin dejarse reducir por lo 
económico, y responder a problemas sanitarios variados y a la vez específicos 
(Molina y Cabrera, 2008). 
 
Otra investigación sostiene que en la sociedad colombiana hay una distancia entre 
lo que oficialmente se define como trastornos mentales y lo que las personas del 
común entienden por las mismas; así, mientras que la población tiene una 
definición basada en problemas (laborales, con los hijos o la pareja, enfermedades 
o muertes en la familia, económicas, etc.) que presentan fuentes importantes de 
estrés, los servicios de salud ofrecen atención basada en diagnósticos 
psiquiátricos. Por lo tanto, la falta de coincidencia entre las necesidades sentidas 
por la población y la oferta de atención dificultan la entrada a tratamiento. Los 
datos indican que, en consecuencia, solo uno de cada diez personas con un 
trastorno mental recibe servicios de cualquier tipo; que solo uno de cada cinco con 
dos o más trastornos recibieron servicios, y que solo dos de cada diez, con tres o 
más trastornos, obtienen servicios (Posada, Aguilar, Magaña y Gómez, 2004). 
Estos resultados, explican los autores, son similares a los reportados en México 
con el uso de la misma metodología, y muestran un problema global que se ha 
documentado en otros países. Los datos apoyan la urgencia de incrementar los 
esfuerzos orientados a hacer más disponibles los servicios y de acercarlos a la 
población. Para lograr esto, es preciso desarrollar políticas y programas de 
servicios basados en datos generados por investigaciones, que permitan destinar 
en forma más racional los recursos existentes. 
 
 
21 
 
A un nivel mucho más regional tenemos una disposición sobre el Plan Municipal 
de Salud Mental de la Secretaría de Salud de Medellín 2008-2015, que tiene como 
uno de sus ejes operativos la “Gestión del Conocimiento”, cuya finalidad es contar 
con información y conocimientos suficientes, actualizados y pertinentes para 
facilitar la formulación de políticas, la toma de decisiones y orientar el diseño e 
implementación de las acciones en salud mental en el municipio. En relación con 
ello, se plantea la importancia de consolidar los sistemas de información y de 
vigilancia epidemiológica de eventos priorizados en salud mental, y el desarrollo 
de estudios que cuenten con datos actualizados y confiables para orientar las 
intervenciones hacia los trastornos prioritarios y los grupos de alto riesgo (Torres 
de Galvis, 2012). 
 
Por otra parte, existe un estudio que rastrea el origen del problema en ladefinición 
práctica de la salud mental en el país, y llega a la conclusión de que la 
caracterización de la situación nacional de salud mental se basó en un concepto 
de la salud mental como ausencia de enfermedad, con lo cual se dio relevancia 
tanto a su análisis estadístico como a la respuesta social de tipo institucional. Los 
aspectos sociales, sin embargo, fueron introducidos solamente a modo de datos 
sociodemográficos descriptivos de índole general, que no se constituían en focos 
del análisis. No se consideraron otros aspectos adicionales (Urrego, 2004). 
 
Los trabajos hasta ahora mostrados evidencian un sólido abordaje del TAB desde 
las disciplinas médicas y de salud. Más cercanos a una visión social encontramos 
una perspectiva que explora las prácticas de poder, institucionales y políticas de lo 
mental. Puntualmente en el caso colombiano, hay una amplia producción sobre las 
políticas públicas y la salud mental, dichos trabajos están encaminados a la 
trasformación de las políticas en la materia, resaltan además que no sólo es tratar 
las enfermedades mentales, sino que muestran que existe un fuerte componente 
social a incluir. 
 
22 
 
 
Como se ha señalado, los ámbitos académicos van poco a poco preparando el 
camino para la aplicación de categorías sociales en el análisis de los trastornos 
mentales y la salud mental, abarcando múltiples esferas sociales y culturales. Si 
bien no se encontraron hasta el momento trabajos que exploren los modos 
particulares de las trayectorias de vidas de personas que padecen un trastorno 
mental en Colombia, se considera que esta investigación se torna pertinente en la 
medida que busca analizar otra forma de abordar el diagnóstico mental desde la 
subjetividad de quien la padece. A continuación, se hizo oportuno explorar más 
literatura científica sobre los conceptos claves de análisis en esta investigación: 
trayectoria social, apoyo social y estigma. 
 
 
23 
 
CAPÍTULO II: Aproximaciones teórico-conceptuales 
 
En el presente capítulo se revisan los conceptos centrales de la investigación, con 
el fin de indagar e identificar en la literatura científica las perspectivas teóricas 
existentes que apoyan la orientación de este análisis. Los conceptos de trayectoria 
social, apoyo social y el de estigma representan herramientas heurísticas que 
permiten sensibilizar al investigador en la interpretación de sus categorías de 
análisis. 
 
2.1. El concepto de trayectoria social 
 
El interés por estudiar el decurso de una vida tiene sus orígenes teóricos y 
metodológicos en la obra titulada El campesino polaco en Europa y América de 
W.I. Thomas y Znaniecki de la Escuela de Chicago en los inicios del siglo XX. Su 
socio-biografía buscaba la forma de conjugar el devenir histórico y la perspectiva 
subjetiva de los sujetos que se veían afectados por él, así como también los 
modos en que ellos transformaban su realidad social. 
 
Con el renacimiento del paradigma interpretativo en los años sesenta, E. Goffman, 
heredero de esta tradición, desarrolló el concepto de “carrera moral” para designar 
la trayectoria social de enfermos mentales que expuso en el libro: Internados de 
1961. En el libro el autor menciona que la palabra “carrera” se había reservado 
tradicionalmente para quienes aspiraban a “escalar las sucesivas etapas que 
presenta una profesión honorable” (Goffman, 2001, p.133), sin embargo, se 
empezó a usar de forma más amplia para hacer referencia a la trayectoria social 
recorrida por cualquier persona en el curso de su vida. Para Goffman, la 
importancia de este concepto radicaba en su ambivalencia a la luz de análisis de 
pacientes mentales, ya que el concepto de carrera por un lado, se relaciona con 
asuntos subjetivos tan íntimos como la imagen del yo y el sentimiento de 
 
24 
 
identidad, y por otro lado se refiere a una posición formal, referida a relaciones 
jurídicas y a un estilo que forma parte de un complejo institucional accesible al 
público. Es por tanto el concepto de carrera una posibilidad analítica que oscila 
entre lo personal y lo público, entre el yo y su sociedad significativa, no ciñéndose 
de ese modo solo a la representación de la persona. 
 
Posteriormente, en Francia en 1980, Daniel Bertaux (2011), potencia el enfoque 
biográfico como metodología entre las nuevas formas de hacer investigación 
sociológica. Para plantear su enfoque, inicia exponiendo la diferencia entre life 
story (relato de vida) y life history (historia de vida) debate que ya había tenido el 
sociólogo norteamericano Norman K. Denzin (1970), quien propuso una distinción 
adjudicando al relato de vida la historia de una vida tal como es contada por la 
persona que la ha vivido, mientras que historia de vida es reservado para los 
estudios sobre una persona determinada pero que incluye no solo su propio relato 
sino también otra clase de documentos o testimonios. 
 
Bertaux (2011), hace todo un estado del arte sobre los estudios que hasta el 
momento han hecho en base al relato de vida, planteando finalmente su propia 
propuesta del enfoque biográfico, que se sirve de las trayectorias sociales de los 
individuos para explorar objetos sociológicos específicos, pero en el mismo 
camino de Goffman, Bertaux cree que los relatos de experiencia y los relatos de 
vida llevan una carga significativa que da cuenta tanto de la interacción entre el yo 
y el mundo, dando como resultado que el individuo se pueda dejar ver a través del 
mundo y a su vez el mundo revela al individuo. La experiencia humana es para 
este autor, la experiencia concreta de las contradicciones, de las incertidumbres 
de la lucha, de la praxis y de la Historia, que pueden abrir una posición para 
aprender no solo las relaciones sociales (socioestructurales y sociosimbólicas), 
sino también su dinámica, su dialéctica. 
 
 
25 
 
Por su parte, en el contexto académico alemán Gerhard Riemann y Fritz Schutze 
(1991) desarrollan el concepto de "trayectoria" a partir de la investigación de 
Anselmo Strauss, quien ha proporcionado un marco teórico para varias 
publicaciones que se centran en la relación entre el desarrollo de una enfermedad 
y los diferentes tipos de trabajo realizado para "manejar" esa enfermedad. Esta 
perspectiva es de gran utilidad para el análisis de la trayectoria social de las 
personas con diagnóstico TAB de esta investigación, ya que ellas también hacen 
uso de estrategias para el manejo de un dictamen de por vida, así como también 
para las implicaciones del diagnóstico en la sociedad y en su participación en ella. 
Riemann y Schutze (1991) muestran como la investigación de Strauss sobre las 
trayectorias expone un gran aparato de comprensión para los roles e instituciones 
médicos. Los estudios de trayectorias se han concentrado en la organización 
secuencial de los procesos, en las perspectivas de los diferentes participantes, en 
eventos públicos y experiencias personales, tanto desde lo microscópico y 
macroscópico, dando una perspectiva más integradora ante los diversos entornos 
sociales involucrados. 
 
Sin embargo, los autores Delor y Hubert (2000) desarrollan en concepto de 
trayectoria social para identificar los posicionamientos en el curso de la vida de 
personas sobre su identidad sexual, su idea era entender ciertos comportamientos 
sexuales y los riesgos de VIH asociados. Por trayectoria social los autores 
entienden diferentes fases que cada individuo pasa en el curso de su vida, y a 
trayectoria le ponen social porque con éste refieren que puede ser compartida con 
la misma trayectoria de otras personas. Por ejemplo, para ellos la fase “salir del 
closet”, que está caracterizada por un cambio radical de estilo de vida, parece ser 
común en muchos hombres que empiezan a aceptar su identidad homosexual 
después de un periodo “en el armario”. 
 
 
26 
 
Desde el trabajo social se destaca para esta investigación,el trabajo de Lera et al. 
(2007), quienes intentan recuperar y pensar el término de trayectorias desde 
distintas perspectivas debido a la posibilidad que el concepto ofrece para 
comprender trasformaciones sociales generales y procesos particulares de los 
sujetos y diseñar así, las intervenciones desde el trabajo social. Para las autoras, 
trayectoria es el equivalente a relatos de vida, cuya importancia actual se debe 
revalorizar, ya que los individuos de hoy ya no viven en “Estados” sino en 
situaciones o trayectorias. Estudiar las trayectorias significaría abordajes 
singulares para situaciones que son singulares situadas en el marco de procesos 
estructurales, sociales y culturales, en los que se comparten condiciones de vida. 
 
Siguiendo la línea de estudios de trayectorias, los trabajos encontrados muestran 
su uso mayor en temas laborales (Dalla y Ferreyra, 2011; Muñoz, 2012; Torrillo, 
2009) y de acceso a la educación en contextos de pobreza (Concha, 2013; 
Márquez, 2001; Seid, 2013); si bien no son estrictamente del tema de esta 
investigación si fue importante ver la forma como la desarrollan el concepto y su 
uso metodológicamente. 
 
En esta investigación se entiende trayectoria social como un camino 
singularmente marcado por las coerciones estructurales externas al individuo que 
inciden en la trayectoria de vida única e irrepetible de la persona. 
 
2.2. El concepto de apoyo social 
 
En los últimos años hay un creciente interés por conceptos como apoyo social, 
redes sociales, acompañantes en salud, con estos términos se quiere hacer 
alusión al apoyo social, formal o informal que reciben los individuos que tienen 
necesidades, en este caso necesidades en salud. Si bien han sido diversos 
autores los que han analizado los conceptos, fueron los trabajos de Cassel y 
 
27 
 
Cobb, los que dieron origen a la idea de que el apoyo social juega un papel central 
en el mantenimiento de la salud de los individuos, al facilitar conductas adaptativas 
en situaciones de estrés (Como se citó en Castro, Campero y Hernández, 1997). 
Fueron Cassel y Cobb quienes dotaron de importancia a las relaciones sociales en 
el mantenimiento del bienestar, estableciendo asociaciones entre problemas 
psicológicos o psiquiátricos con la falta de vínculos o apoyos sociales adecuados 
(Como se citó en Rodríguez, Pastor y López, 1993). Si bien a dichos autores se 
les atribuye la vitalización del concepto relacionado con salud, podemos ver que 
en el trabajo clásico de El suicidio de Durkehim, ya se vislumbra la importancia de 
la integración y cohesión social, es decir la carga social en un hecho como el 
suicidio. 
 
Pese a dicha revitalización hacia la década de 1970, en la década de 1980, los 
estudios de este tema si bien habían proliferado, no consolidaron una definición de 
apoyo social que fuera aceptada por la academia, ya que hasta el momento se 
utilizó el concepto tanto desde una perspectiva estructural como desde 
perspectivas sociológicas y psicológicas. Es decir, existió una delimitación del 
término desde distintas perspectivas de conceptualización, por un lado se definía 
en términos de integración y participación social, por otro, se veía como una 
estructura de relaciones sociales de una persona o la llamada “red social”, y por 
último fue definido en términos del contenido funcional de las relaciones sociales 
de la persona. 
 
Según Dura y Garcés (1991) el concepto de apoyo social es multidimensional, 
para definirlo y evaluarlo hay que tener en cuenta una serie de variables diversas 
como la proximidad emocional o intimidad, la procedencia del apoyo: ya se 
familiar, amigos, cuidadores profesionales, comunitario, organizaciones de la 
sociedad civil etc. Respecto al sujeto que recibe el apoyo, se ha señalado la edad, 
la identidad sexual y el estilo de afrontamiento como factores a tener en cuenta en 
 
28 
 
la efectividad del apoyo. Según los autores, existe cierta evidencia que según el 
sexo de las personas será más efectivo un tratamiento u otro. De ese modo 
parece indicar que los hombres se benefician más de un apoyo informativo que de 
uno emocional, siendo a su vez, el emocional más positivo para las mujeres. De 
este modo, en el apoyo social se pueden identificar, tanto características objetivas-
estructurales como subjetivas-funcionales. 
 
El campo de la psicología en salud ha trabajado el tema del apoyo social desde la 
familia: su vivencia, tanto como cuidadores, como los receptores de la carga 
familiar al tener un miembro con un trastorno mental. La vivencia de los grupos de 
padres como grupo de apoyo que estudiaron Battaglia y Schettini (2010) nos da 
una idea de cómo son las madres quienes primero integran este tipo de grupo, 
mientras los padres conservan por más tiempo una “posición colateral”. Suelen ser 
las madres las que asumen el rol de cuidadora principal con el consiguiente estrés 
que supone. Bravo (2005) nos introduce en un relato de vida de una madre de un 
diagnosticado develando que son ellas quienes están en las etapas iniciales y 
junto a las cuales se da el diagnóstico. En dicho relato se manifiesta una forma 
usual en que las familias asumen el diagnóstico: inicialmente intentan ocultar o 
minimizar lo problemático de la situación, retrasando innecesariamente la 
asistencia de los profesionales de salud mental. Según Gómez et al. (2011), el 
93% de los familiares de pacientes con trastorno bipolar y esquizofrénico refieren 
estrés moderado o elevado asociado a los síntomas del diagnosticado, la 
alteración del ambiente familiar y los efectos negativos en la actividad laboral de la 
familia, además identificaron que el nivel de carga era mayor en familiares que le 
atribuían al diagnosticado la capacidad de controlar sus síntomas. 
 
De diversos estudios sobre el apoyo social que manejan Cardona et al. (2012) 
concluyen que el conocimiento del trastorno mental y la vinculación de la familia 
de una manera activa en el cuidado y atención de los diagnosticados, son 
 
29 
 
aspectos fundamentales, que tenidos en cuenta en el diagnóstico de una 
enfermedad mental pueden ser de gran ayuda en la recuperación y la prevención 
de crisis, ya que se ha comprobado que existe directa relación entre las recaídas y 
el poco acompañamiento familiar. 
 
En esta investigación se entiende por apoyo social los lazos sociales 
disponibles en los entornos inmediatos a la persona con TAB, que supone el 
fomento de la inclusión a la estructura social en su conjunto, a través del 
mantenimiento de la salud y la facilitación de conductas adaptativas. 
 
2.3. El concepto de estigma 
 
Un concepto para acercarse a la exclusión social que vive una persona 
diagnosticada con TAB, su familia y profesionales de la salud mental es el de 
estigma, éste hace referencia a un atributo profundamente desacreditador que 
ocurre cuando dejamos de ver a una persona como total y corriente para reducirla 
a un ser inficionado y menospreciado (Goffman, 2006). Si bien lo anterior es un 
atributo que produce estigma, para este autor, no son los atributos los que lo 
determinan, sino el lenguaje de relaciones donde los atributos son indeseables o 
incongruentes con los estereotipos de cierto medio social. En el medio social 
emergen dos categorías de personas estigmatizadas: el desacreditado y 
desacreditable, en el primero la calidad de diferente ya es conocida o resulta 
evidente en el acto, mientras que en el segundo no es conocida por quienes lo 
rodean ni es inmediatamente perceptible para ellos. Ambas, son formas de 
manejar la información que se posee sobre la deficiencia, exhibiéndola u 
ocultándola, decidir expresarla o guardar silencio, revelarla o disimularla; mentir o 
decir la verdad; y, en cada caso, ante quién, cómo, dónde y cuándo. Al manejo de 
la información oculta que desacredita le llama “encubrimiento”. Sin embargo 
también tiene la categoríade divergencia que es la que relaciona al estigma con el 
 
30 
 
mundo social mediante las normas de identidad, que la producen y que a su vez 
pueden engendran ajuste. El ajuste para el autor implica tanto el encubrimiento 
como el enmascaramiento y el arte del manejo de la impresión. Este ajuste, brinda 
la posibilidad al sujeto de ejercer un control estratégico sobre su propia imagen y 
la impresión de los demás sobre él, aquí yace el enfoque social del estigma y de 
esta investigación. 
Para el autor existen tres tipos de estigmas: Las abominaciones del cuerpo, los 
defectos del carácter de individuo y los estigmas tribales de raza, nación o religión. 
En este trabajo, utilizaremos el segundo tipo de estigma donde entran los 
trastornos mentales. 
 
Sin embargo es necesario mencionar que posterior a Goffman, autores como Link, 
Yang, Phelan y Collins (2004) retoman tanto el análisis de este autor como de 
autores que introducen nuevas características para el análisis del estigma, en ella 
sobresale las dimensiones que aportaron Jones et al. (1984) en el libro Social 
Stigma: The Psychology of Marked Relationships (Como se citó en Link et al., 
2004) donde proceden a identificar seis dimensiones del estigma: 
1) la ocultación, que indica el grado obvio o detectable de la naturaleza de la 
marca, en el caso de personas con trastorno mental a menudo ocultan su 
condición; 
2) el curso, que indica si la condición estigmatizante es reversible con el tiempo o 
condiciones irreversibles que provocan actitudes más negativas en los demás; 
3) disrupción, que indica el grado en que la marca obstruye las interacciones con 
las personas, en el caso de las personas con trastorno mental está siempre 
presente el miedo a comportamientos inesperados; 
4) la estética, que refleja la percepción en relación con el estigma: agradable o 
reacción instintiva y afectiva de disgusto; 
 
31 
 
5) el origen, se refiere a como la condición llegó a existir, en particular la 
responsabilidad percibida de la condición que influye en la respuesta ante la 
persona; 
6) el peligro, que se refiere a la sensación de peligro o amenaza que la marca 
induce a otros, ya sea a un peligro físico real como en el caso de enfermedades 
contagiosas o sentimientos de vulnerabilidad o culpabilidad al ver a personas 
discapacitadas. 
 
Haciendo frente a las críticas de las dimensiones de concepto estigma, el cual 
localizaba el problema en el individuo y tendía a centrarse en el procesamiento 
cognitivo de la información y no en la discriminación y la exclusión que una 
persona experimenta, Link y Phelan (2001) construyeron una definición que une 
los componentes bajo un concepto amplio que ellos llaman el estigma, cuyos 
pasos son: la identificación de diferencias, en el que distinguen y etiquetan a las 
diferencias humanas; la construcción de estereotipos, donde las creencias 
culturales dominantes titulan las características de las personas en indeseables o 
negativas; la separación de personas etiquetadas en “ellos” y “nosotros”; la 
perdida de status del grupo estigmatizado; y la discriminación o exclusión que 
conduce a resultados desiguales. Uno de los aportes únicos de estos autores es la 
idea de que el estigma es totalmente dependiente de un poder social, económico y 
político que permite que grupos con mayor poder estigmaticen, mientras que 
grupos con menos poder, como es el caso de personas con trastorno mental 
frente a los psiquiatras, pese a poder etiquetar, estereotipar, separarse 
cognitivamente, no puede realizar sobre éstos los pasos restantes: ocasionar 
perdida de status y exclusión, porque no tienen el poder social, cultural económico 
y político. 
 
Por otro lado, el estigma no sólo afecta al estigmatizado, sino que puede contener 
a las personas que se vinculan a la persona con enfermedad mental, a este tipo 
 
32 
 
de estigma Goffman (2006) le llama estigma de cortesía, otros autores lo llaman 
estigma asociativo (Mehta y Farina, 1988; Verhaeghe y Bracke, 2012); este tipo de 
estigma no se da por los propios atributos sino por la asociación con personas 
estigmatizadas, si bien este concepto ha sido aplicado a los familiares de las 
personas que poseen estigma, también se aplica a profesionales de la salud 
(Verhaeghe y Bracke, 2012). 
 
Para Dovidio, Major y Cocker (2000), el estigma actualmente es todo un desafío, 
ya que implica la deshumanización, la amenaza, la aversión, y a veces la 
despersonalización de los demás en caricaturas estereotipadas. Así, la 
estigmatización es personal, interpersonal, y socialmente costosa. Desde la 
psicología social, se pasó de considerar el prejuicio como un reflejo de los rasgos 
profundos de personalidad problemáticos a menudo inconsciente de conflictos 
internos a considerar ahora los estereotipos como una consecuencia normal (si no 
deseable) de las capacidades y limitaciones cognitivas de las personas, y de la 
información social y experiencias a los que están expuestos. Del mismo modo, en 
lugar de asumir que la experiencia de ser estigmatizados, inevitablemente se 
traduce en consecuencias profundas, negativas, e incluso patológicas en 
personalidad de un individuo, ahora los investigadores en esta área asumen que 
las personas que están estigmatizadas experimentan un conjunto de dilemas 
psicológicos que lidian usando las mismas estrategias de afrontamiento de las 
personas no estigmatizadas cuando se enfrentan con problemas psicológicos tales 
como amenazas a la autoestima. 
 
El estigma, según Muñoz, Pérez, Crespo y Guillen (2009), pone de manifiesto tres 
aspectos del comportamiento social: los estereotipos que son las estructuras de 
conocimiento aprendidas dentro de una sociedad, estos estereotipos, pese a que 
los aprendemos, no necesariamente estamos de acuerdo con él, cuando si lo 
estamos aparecen los prejuicios sociales, que es la manifestación de emociones 
 
33 
 
negativas o valoraciones que conllevan a la discriminación efectiva que es todo 
comportamiento de rechazo que pone a las personas con enfermedad mental en 
situación de desventaja social. La investigación de estos autores mostró que en 
las sociedades occidentales los estereotipos sobre la enfermedad mental se 
refieren a: actos violentos y peligrosidad, responsabilidad por la enfermedad o el 
no fin mediante tratamiento, debilidad de carácter, incapacidad para realizar tareas 
de autocuidado, impredecibilidad de carácter y reacción y falta de control; estas 
creencias activan los prejuicios dando lugar a reacciones de miedo, temor o 
desconfianza produciendo a su vez distintas formas de discriminación hacia las 
personas que tienen un trastorno mental, dificultándoles el acceso a trabajo, 
vivienda independiente, limitación en sus relaciones sociales. Estas formas de 
discriminación dificultan la integración social y producen exclusión, los autores 
Twenge, Catanse y Baumeister (2003), afirman que la exclusión social que 
produce el estigma tiene efectos psicológicos en el enfermo y su familia, 
caracterizada por una angustia emocional que los lleva al aislamiento como forma 
defensiva de alejar lo negativo del rechazo que sufren. 
 
En esta misma línea, Magallares (2011) a partir de la revisión de literatura 
concluye que el estigma afecta diversas áreas como: los contextos laborales, las 
relaciones personales, el contexto sanitario y los medios de comunicación, estos 
últimos poseen gran responsabilidad en la visión dada al público sobre las 
enfermedades mentales. 
 
Como hemos visto hasta ahora, el estudio del estigma estuvo dado en un primer 
momento por su definición y descripción de la experiencia vivida, luego el análisis 
se dinamiza al incluir dimensiones del estigma y posterior, la identificación de 
pasos en el proceso de estigma dentro de una sociedad determinada para 
continuar afirmando las consecuencias tanto personales como socialesde este 
fenómeno. 
 
34 
 
 
Para este proyecto, se entenderá por estigma, un atributo profundamente 
desacreditador que se desarrolla desde el diagnóstico de TAB y permanecerá a lo 
largo de la trayectoria de las personas diagnosticadas y cualquier persona 
vinculada a este. Además consta de un proceso por el cual se percibe el 
estereotipo y el prejuicio negativo que tiene como consecuencia una disminución 
de la inclusión social y la progresiva exclusión de determinadas actividades 
sociales. 
 
Teniendo las bases teórico-conceptuales necesarias para esta investigación, 
proseguiremos describiendo el modelo teórico-metodológico que usamos en la 
presente investigación para el análisis de la trayectoria social de personas 
diagnosticadas con TAB de ASOBIME. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
35 
 
CAPITULO III: Modelo teórico-metodológico de análisis de la 
trayectoria social de personas diagnosticadas con TAB de la 
Asociación Colombiana de Bipolares (ASOBIME) 
 
Ya que el término metodología designa el modo en que enfocamos los problemas 
y buscamos las respuestas, que en ciencias sociales se refiere a la manera de 
realizar la investigación (Taylor y Bogdan, 2000), el objetivo de la presente 
investigación fue analizar a través del estudio de la trayectoria social, las 
estrategias de inclusión social que usan las personas diagnosticadas con TAB de 
ASOBIME, para formar parte en un sistema social excluyente. El enfoque es 
cualitativo, el cual se caracteriza por explorar fenómenos desde la perspectiva de 
los participantes en un ambiente natural y en relación al contexto. 
 
Dicho enfoque busca profundizar en las experiencias de individuos o grupos 
pequeños de personas acerca de sus experiencias, perspectivas, opiniones y 
significados (Sampieri, 2010), de modo que este abordaje responde de manera 
precisa las preguntas planteadas en esta investigación, por ejemplo, ¿Cómo 
perciben las facilidades y dificultades que enfrentan en la trayectoria social, las 
personas a partir de su diagnóstico?, o ¿Cuáles son las estrategias que las 
personas con TAB usan como formas de inclusión social?. Éstas tienen que tienen 
que ver con las percepciones y las significaciones que una persona desarrolla en 
la trayectoria de su vida a partir del diagnóstico; además, dicho enfoque ofrece 
una alternativa y complemento a los estudios desde el ámbito médico y clínico que 
se llevan a cabo sobre el TAB y tomó en cuenta que se quiso indagar desde la 
perspectiva del diagnosticado, sus vivencias y contexto social en relación tanto 
con la normativa como con los servicios de salud. 
 
Mediante la Teoría Fundamentada de Strauss y Corbin (2002), que es una 
metodología, se codificó y analizó los datos; utilizando la Teoría Ecológica de 
 
36 
 
Bronfenbrenner (2002) y la Matriz Heurística de Delor y Huber (2000) como marco 
para el desarrollo de un modelo descriptivo-analítico del fenómeno encontrado a 
través de los datos. 
 
3.1. Teoría Fundamentada de Strauss y Corbin. 
 
Con Teoría Fundamentada, los Strauss y Corbin (2002) se refieren a tanto una 
metodología como un conjunto de métodos para construir una teoría derivada de 
datos recopilados de manera sistemática, y analizados por medio de un proceso 
de investigación, y en la que este método, como la recolección de datos, el 
análisis y la teoría que surgirá de ellos guarden estrecha relación entre sí. La 
Teoría Fundamentada, como conjunto de procedimientos, busca que la los 
procedimientos se desarrollen de manera dinámica. La trayectoria social de una 
persona diagnosticada con TAB, es una experiencia intersubjetiva y difícil de 
medir; la Teoría Fundamentada ofreció las herramientas adecuadas para la 
descripción y análisis de las subjetividades e interacciones de los informantes. 
 
La Teoría Fundamentada, proviene epistemológicamente del interaccionismo 
simbólico. Éste sostiene que la experiencia humana está mediatizada por la 
interpretación que las personas realizan de sus experiencias en interacción con su 
mundo social (interacción mediatamente recíproca y mediada por el lenguaje). De 
tal manera, la perspectiva epistemológica se centra en la asunción de que el 
investigador debe situarse dentro del proceso y experiencia de los actores que 
participan en el área de estudio, para comprender el mundo fenomenológico que 
estos construyen (Barreto, 2012). 
 
La Teoría Fundamentada (Strauss y Corbin, 2002) deriva de los datos recopilados 
de manera sistemática que son analizados por medio de un proceso de 
comparación constante. Iniciando con un área de estudio, permite que la teoría 
 
37 
 
emerja a partir de los datos encontrados, aunque teniendo conocimiento previo del 
tema. El desarrollo de la Teoría Fundamentada tienen las siguientes 
características a resaltar: 
 
- Ordenamiento conceptual: este se refiere a la organización de datos en 
categorías según sus dimensiones y luego la descripción de estos. 
 
- Codificar: es conceptuar, reducir, elaborar y relacionar datos. 
 
- Teoría: implica la reformulación de un esquema lógico, sistemático y 
explicativo de ideas o conceptos. 
 
Para los autores, teoría denota un conjunto de categorías bien construidas, por 
ejemplo, temas y conceptos, interrelacionadas de manera sistemática por medio 
de oraciones que indican relaciones, para formar un marco teórico que explica 
algún fenómeno social (Strauss y Corbin, 2002). 
 
3.2. La Matriz Heurística de Delor y Hubert. 
 
En el ámbito de la investigación social aplicada a fenómenos de salud-
enfermedad, el concepto de vulnerabilidad de Delor y Hubert (2000) hace 
referencia tanto a las capacidades individuales para afrontar situaciones de riesgo, 
como a la relación de dicha vulnerabilidad con su trayectoria personal, los factores 
estructurales y de contexto social. 
 
Para desarrollar un estudio integral de la vulnerabilidad, los autores desarrollan un 
modelo heurístico conformado por tres niveles interrelacionados: la trayectoria 
social, las interacciones de dos o más trayectorias, y el contexto social. Además, 
cada uno de los elementos que pertenecen a estos tres niveles se debe describir 
 
38 
 
tanto objetiva, como subjetivamente. El esquema que desarrollaron fue el 
siguiente: 
 
 
 
Figura 1. Los tres primeros niveles de la lectura de una situación de vulnerabilidad. 
Delor, F. y Hubert, M. (2000). Revisiting the concept of `vulnerability' (p. 1559). Social Science & 
Medicine, 50. 
 
De este esquema nos interesa lo que los autores identifican como trayectoria 
social. Se refieren por ella, a las diferentes fases por las que pasa un individuo en 
el curso de su vida y que en ciertos momentos se intersecta o comparte 
características de dicha trayectoria con otros individuos. 
 
A partir del anterior esquema, realizamos una primera adaptación analítica para el 
caso específico de las trayectorias sociales de las personas diagnosticadas con 
TAB. La Matriz desarrollada, parte o restructura la matriz de Delort y Hubert 
(2000), ubica la trayectoria de las personas diagnosticadas con TAB dentro de una 
sociedad normada en salud mental, en la cual existían unas determinaciones 
sociales. De tal manera que tanto la trayectoria del diagnosticado, como la 
interacción con su entorno y su familia, estuvieran limitadas a un entorno 
específico que lo definía: el TAB y todo el entorno médico de salud-enfermedad 
(véase Figura 2). 
 
 
39 
 
 
Figura 2. Matriz de análisis desarrollada a partir de matriz de Delort y Hubert (2000). 
(Creación propia) 
 
Delor y Hubert (2000) dan lugar al contexto, entendido como una sociedad que 
impone un sistema de normas sociales, de las cuales somos conscientes y 
determinan las interacciones de las trayectorias. Lo anterior precisó encontrar un 
elemento teórico más amplio que evidenciara esta forma de interrelaciónno tan 
concientizada, sin ampliar de manera incontable los elementos contextuales a 
analizar. 
 
La teoría ecológica de Bronfenbrenner permite entender de modo más amplio, 
profundo e interactivo, no solo de dos trayectorias cruzadas, sino de una 
trayectoria subjetiva relacionada con un contexto objetivo. Permite ser un marco 
analítico donde se relacionan modelos de análisis e intervención sobre puntos 
específicos del contexto, sin desconocer la multiplicidad de posibilidades y dejarse 
la puerta abierta para muchos más. 
 
40 
 
3.3. La teoría Ecológica de Bronfenbrenner. 
 
En la década de 1970 Urie Bronfenfrener desarrolló la teoría ecológica para explicar 
el desarrollo humano de la persona. Esta teoría explica que el individuo se 
desarrolla de manera interactiva, dinámica e interdependientemente en su 
ambiente; este ambiente está integrado por otras personas en desarrollo, sistemas 
comunitarios y sociales. 
 
Bronfenbrenner (2002) ofrece una perspectiva de investigación del desarrollo 
humano a través de un modelo ecológico, que toma en cuenta los factores 
socioculturales, que en la interacción con la persona van determinando su 
desarrollo. Obtiene una visión amplia y contextualizada de ciertos fenómenos, 
brinda la posibilidad de especificar algunas formas de interacción de personas 
dando lugar a la posibilidad de que, a partir de esta, se pueda lograr 
generalizaciones más allá de los contextos observables y próximos. 
 
El libro “La ecología del desarrollo humano”, publicado por de Bronfenbrenner en 
1979, ofrece una perspectiva teórica para el desarrollo humano, relacionando 
tanto la persona en desarrollo, el ambiente y la interacción entre ambos. El 
ambiente ecológico se concibe como un conjunto de estructuras seriadas, cada una 
de las cuales cabe en la siguiente así, en el nivel interno se encuentra la persona 
en desarrollo y su entorno inmediato; la siguiente estructura es la que se 
encuentra fuera de este entorno inmediato, es decir, las relaciones que la persona 
en desarrollo establece entre la familia o el acceso o relación por ejemplo, con los 
servicios de atención sociosanitaria; el tercer nivel del ambiente ecológico está 
situado aún más lejos del desarrollo de la persona, sin embargo, lo que pasa en 
este nivel puede afectarlo considerablemente; por último se ubica el cuarto nivel 
del ambiente ecológico que lo conforma toda la cultura o subcultura, que contiene 
la interacción de los anteriores tres niveles ecológicos mencionados. 
 
41 
 
 
Otra síntesis de dicho esquema la encontramos en Crego Díaz (2003), quien 
establece que el modelo socio-ecológico de Urie Bronfenbrenner sirve como marco 
teórico para analizar la salud mental desde sus características sociales. Así pues, 
contempla cinco sistemas, en una dirección que va desde lo más concreto (micro) 
a lo más global (macro): 
 
- Microsistema: incluye al individuo concreto, con sus características 
personales de edad, género, salud, etc. y a su entorno social próximo, con 
el que mantiene contacto cara a cara (familia, servicios de salud de 
atención frecuente, escuela, grupo de pares, etc.). Se contempla al sujeto 
como ser activo que es capaz de influir en este medio social primario. 
 
- Mesositema: hace referencia a las relaciones que se establecen entre los 
miembros del microsistema, las conexiones entre los distintos contextos en 
que se mueve un individuo. Por ejemplo, en el caso de una persona con 
TAB sería la relación entre el sujeto y los servicios de atención médicos. 
 
- Exosistema: medio social externo al individuo, en el cual él no tiene un rol 
activo, sin embargo se va a afectar su contexto más inmediato. Por 
ejemplo, circunstancias laborales de uno de los miembros de la familia que 
pueden acabar afectando a otros miembros de la familia, servicios legales y 
políticos, definición de los roles de los agentes de intervención psicosocial, 
medios de comunicación, etc. 
 
- Macrosistema: incluye las actitudes, ideologías, valores y costumbres del 
medio cultural en que el sujeto se mueve (sociedad global, subcultura, clase 
social). Ejemplos que incluiríamos aquí son las representaciones sociales 
generales que se tienen sobre la salud y la enfermedad mental, valores que 
 
42 
 
guían las políticas en salud, valores y ética de la cultura (individualismo, 
máximo beneficio, consumismo...), etc. 
 
- Cronosistema: hace referencia al transcurso temporal, al dinamismo de los 
cuatro sistemas anteriores, donde se incluyen -por tanto- desde los 
períodos evolutivos del individuo a las condiciones sociohistóricas en que 
éste y su entorno se desenvuelven. 
Para explicitar Crego (2003, 87) retoma la gráfica explicativa de Urie 
Bronfenbrenner: 
 
Figura 3. Modelo socio-ecológico de U. Bronfenbrenner. 
Fuente: Crego, A. (2003). Los orígenes sociales de la conciencia: un Marco Teórico para la Salud 
Mental (p.87). Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. 88. 
 
 
43 
 
3.4 Uso de la metodología y caracterización de la población estudiada 
 
Para lograr el objetivo propuesto se delimitó el universo de estudio en la 
Asociación Colombiana de Bipolares (ACB), capítulo Medellín (ASOBIME). Esta 
asociación civil inició originalmente con una psiquiatra y una psicóloga; 
actualmente tiene por objetivo ayudar a la rehabilitación psicosocial de personas 
que han sido afectadas por el trastorno bipolar, como también a personas que 
tienen relación con el TAB, como familiares, amigos y acompañantes de personas 
que han sido diagnosticadas. 
 
La muestra en el proceso cualitativo, es un grupo de personas, eventos, sucesos, 
comunidades, etc., sobre el cual se habrán de recolectar los datos, sin que 
necesariamente sea representativo del universo o población que se estudia. La 
muestra en esta investigación se dio por casos-tipo, en virtud de la riqueza, 
profundidad y calidad de la información obtenida, y no la cantidad ni la 
estandarización; es decir, busca analizar valores, ritos y significados de un 
determinado grupo social (Sampieri, 2010). 
 
Por lo anterior, los sujetos de esta investigación fueron personas con el 
diagnóstico de TAB, sus familias y profesionales de salud mental que fueran parte 
activa de ASOBIME, entre los que se encontraron mujeres y hombres mayores de 
edad, que estaban en estado de eutimia y que además, vivían en la zona 
metropolitana de Medellín, Colombia; cabe señalar que en el apartado de 
hallazgos se encontrará información puntual. 
 
Dentro de la investigación se utilizaron como instrumentos la observación 
participante y la entrevista semiestructurada tanto a diagnosticados, como a sus 
familias y profesionales en salud mental. Estas se realizaron durante el año 2014. 
Para la realización de las entrevistas se identificó y contactó a la asociación por 
 
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medio de una carta de presentación (Anexo 1), en ella se informó la institución de 
la que procede la investigadora, el tema genérico de investigación, la forma de 
indagación, la confidencialidad y el anonimato y las características requeridas para 
participar. Esta presentación tuvo buena acogida, dando lugar a la invitación a 
participar en las actividades que esta asociación realizaba todos los segundos y 
últimos sábados del mes. Fue en ese escenario en el cual se realizó la 
observación participante, lo que permitió conocer tanto el entorno institucional, 
como las relaciones sociales que se gestan en ésta. Finalmente estas asistencias 
permitieron un rapport que hizo efectivo el deseo de participar voluntariamente en 
las entrevistas. 
 
Todas las personas en esta investigación aceptaron voluntariamente participar a 
esta investigación. Se les proporcionó antes de cada entrevista un consentimiento 
informado (Anexo 2), donde se especificaba que dicha entrevista se iba a grabar y 
que la información que se recogiese seria confidencial y no se usaría para ningún 
otro

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