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Chalchuapa-y-el-intercambio-de-obsidiana-durante-el-preclasico

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
PROGRAMA DE MAESTRÍA Y DOCTORADO 
EN ESTUDIOS MESOAMERICANOS 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOLÓGICAS 
 
 
 
 
CHALCHUAPA Y EL INTERCAMBIO DE OBSIDIANA 
DURANTE EL PRECLÁSICO 
 
 
 
 
TESIS 
QUE PARA OPTAR AL GRADO DE 
MAESTRO EN ESTUDIOS MESOAMERICANOS 
 
 
 
 
PRESENTA 
JULIO CÉSAR ALVARADO HERNÁNDEZ 
 
 
 
 
TUTOR 
DRA. ANN MARIE CYPHERS TOMIC 
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ANTROPOLÓGICAS, UNAM 
 
 
 
 
CIUDAD UNIVERSITARIA, CD. MX. JUNIO 2016 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A Sonita, Mayita y Cheli 
 
A mis padres, Gloria y Fernando 
 
 
 
 
 
 
 
Agradecimientos 
Como cualquier investigación arqueológica, que esta tesis haya llegado a buen puerto, ha 
sido producto del trabajo y la colaboración de diferentes personas quienes desde su respectiva 
trinchera abonaron directa o indirectamente a la misma. 
En primer lugar, quiero agradecer a la Universidad Nacional Autónoma de México 
por otorgarme una beca de manutención, que permitió cursar la maestría sin sobresaltos de 
carácter económico. 
De igual manera, deseo externar un profundo agradecimiento a mi tutora la Dra. Ann 
Cyphers, por su disponibilidad para mejorar el trabajo con sus observaciones y consejos. 
Al equipo de jurados y lectores, quienes contribuyeron a mejorar el producto final 
sustancialmente, ellos son: la Dra. Chloé Andrieu, el Dr. Ernesto Vargas, el Dr. Felipe 
Ramírez, la Mtra. Lynneth Lowe y la Dra. Virginia Arieta. 
A los profesores en los cursos, de quienes sin duda aprendí mucho y también 
influyeron en la mejora de la propuesta final, especialmente a la Dra. Linda Manzanilla, al 
Dr. Alfredo López Austin, al Mtro. Gerardo Jiménez, al Arqlgo. Tomás Pérez Suárez y a la 
Dra. María Isabel Álvarez Icaza. Mismo agradecimiento para el Dr. Guillermo Acosta, y el 
Arqlgo. Víctor García, quienes jugaron un papel más que relevante para llevar a cabo los 
análisis químicos presentados en la tesis. 
A los compañeros de la maestría con quienes compartimos esta gran experiencia, 
Brito, Thania, Mario Palacios, Mario Martínez, y el resto de la Generación. 
Un agradecimiento especial al Dr. Félix Lerma y a su padre don Félix (†), quienes me 
abrieron las puertas de México a mí llegada a este país. Igualmente al Arqlgo. Ricardo Rivera, 
Evelyn y Carlitos por su tiempo y recibirme como un miembro más de su familia. 
A la Secretaría de Cultura de El Salvador y a los compañeros del Departamento de 
Arqueología, quienes en mi ausencia, redoblaron esfuerzos para sacar adelante el trabajo. 
Al Dr. Saúl Cruz, Bea, Tati y Naná, por estar siempre pendientes y cuidando de mis 
nenas. A Sonita, por su apoyo incondicional y el esfuerzo realizado junto a Maya e Ixchel. 
Finalmente, a los antiguos habitantes de lo que ahora es mi país, El Salvador, a 
quienes espero seguir conociendo, y sintiéndome cada vez más orgulloso de que su sangre 
corra por mis venas.
 
 
Contenido 
Índice de Figuras _________________________________________________________ i 
Índice de Tablas _________________________________________________________ ii 
Introducción ____________________________________________________________ 1 
Objetivos ____________________________________________________________________ 4 
Hipótesis ____________________________________________________________________ 5 
Capítulo I. Marco Teórico __________________________________________________7 
Economía, sistema económico ___________________________________________________ 9 
Reciprocidad, redistribución e intercambio ________________________________________ 11 
Concentración de recursos _____________________________________________________ 16 
Capítulo II. El sureste de Mesoamérica durante el Preclásico __________________ 21 
Capítulo III. La Zona Arqueológica de Chalchuapa __________________________ 36 
Capítulo IV. Yacimientos de obsidiana _____________________________________ 45 
Los estudios líticos en El Salvador _______________________________________________ 47 
Los estudios líticos en Chalchuapa_______________________________________________ 51 
Capítulo V. Métodos y Análisis ____________________________________________58 
Análisis químico de proveniencia de la obsidiana en Chalchuapa ______________________ 58 
Propuestas de Rutas Óptimas ___________________________________________________ 66 
Análisis de Redes _____________________________________________________________ 76 
Modelos de procuración e intercambio ___________________________________________ 87 
Capítulo VI. Consideraciones Finales. El cacicazgo chalchuapaneco durante el periodo Preclásico: 
El papel de la obsidiana. _________________________________________________ 90 
Bibliografía ___________________________________________________________ 104 
Apéndices _____________________________________________________________ 120 
Apéndice 1. Espectro resultante en el análisis de XRF de una de las muestras de obsidiana 
chalchuapaneca, correspondiente al yacimiento de Ixtepeque. _______________________ 121 
Apéndice 2. Concentraciones en partes por millón de los elementos identificados en las 
muestras de obsidiana de Chalchuapa, por medio del análisis de XRF _________________ 122 
Apéndice 3. Tabla de insumos para el Análisis de Redes ____________________________ 124 
Apéndice 4. Matriz resultante de la aplicación del coeficiente de Brainerd-Robinson (CBR) a 
sitios de la región ____________________________________________________________ 125 
 
i 
 
Índice de Figuras 
Figura II.1 Zona sur del Sureste de Mesoamérica y los principales sitios arqueológicos mencionados 
en el texto. ____________________________________________________________________ 22 
 
Figura II.2 Uno de los personajes tallados en el Monumento 12 de Chalchuapa o Piedra de Las 
Victorias ______________________________________________________________________ 27 
 
Figura II.3 Estela lisa y altar, frente a la Estructura C3-6 dentro del Parque Arqueológico Casa 
Blanca, Chalchuapa. _____________________________________________________________ 30 
 
Figura II.4 Dibujo y fotografía del Monumento 1 de Chalchuapa __________________________ 31 
 
Figura II.5 Fotografía de uno de los ejemplares de la tradición “Cabezas de Jaguar”, excavado en El 
Trapiche, Chalchuapa ____________________________________________________________ 32 
 
Figura II.6 Cuenco de paredes verticales de estilo Usulután, proveniente de una excavación de 
rescate, frente al Parque Arqueológico Casa Blanca, Chalchuapa __________________________ 34 
 
Figura III.1 Sector norte de la Zona Arqueológica de Chalchuapa, se observa el Centro Ceremonial 
del Preclásico, y la identificación de sus estructuras; así como la zona del hallazgo del depósito de 
obsidiana de La Cuchilla _________________________________________________________ 38 
 
Figura IV.1 Principales yacimientos de obsidiana en Mesoamérica, indicando aquellos cuya 
explotación prehispánica se ha comprobado y los que se desconoce su uso durante ese periodo __ 46 
 
Figura IV.2 Ejemplo de navajas de adelgazamiento del depósito de La Cuchilla, Chalchuapa____ 56 
 
Figura IV.3 Plataformas de núcleos provenientes de La Cuchilla, Chalchuapa________________56 
 
Figura V.1. Diagrama bivariado o de dispersión de las concentraciones de Estroncio (Sr) y Zirconio 
(Zr) en las muestras de Chalchuapa, en comparación con las muestras geológicas provenientes de 
El Chayal (CHY), Ixtepeque (IXT) y San Martín Jilotepeque _____________________________ 64 
 
Figura V.2 Diagrama bivariado o de dispersión de las concentraciones de Rubidio (Rb) y Zirconio 
(Zr) en las muestras de Chalchuapa, en comparación con las muestras geológicas provenientes de 
El Chayal (CHY), Ixtepeque (IXT) y San Martín Jilotepeque (SMJ) _______________________ 63 
 
Figura V.3 Dendrograma del análisis de Cluster o Conglomerados, aplicando la correlación de 
Gower y distancias euclidianas, de las 134 muestras arqueológicas chalchuapanecas __________ 65 
 
Figura V.4. Ruta óptima entre Chalchuapa y el yacimiento de obsidiana de Ixtepeque, obtenida con 
datos de la topografía actual _______________________________________________________ 69 
 
Figura V.5 Ruta óptima entre Chalchuapa y los sitios arqueológicos de Ataco, Santa Leticia, Las 
Aradas y el Valle de Zapotitán, todos en territorio salvadoreño, obtenida con datos de la topografía 
actual ________________________________________________________________________ 71 
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ii 
 
Figura V.6 Mapa que muestra la cantidad de obsidiana correspondiente a los yacimientos de San 
Martín Jilotepeque, El Chayal e Ixtepeque, identificados en cada sitio incluido en el análisis ____ 77 
 
Figura V.7. Fragmento de la matriz resultante de la aplicación del Coeficiente de Brainerd-
Robinson a los porcentajes del origen de la obsidiana de cada sitio, indicando el índice de similitud 
entre cada uno de ellos ___________________________________________________________ 79 
 
Figura V. 8 Diagrama obtenido del programa de Análisis de Redes ________________________ 80 
 
Figura V.9 Mismos resultados del Análisis de Redes vistos geográficamente ________________ 82 
 
Figura V.10 Gráfico del análisis de redes ejecutado a partir de los datos presentados en la Tabla V.3
 _____________________________________________________________________________ 85 
 
Figura V.11. Mismo análisis de redes de la Figura V.10 visto de forma geográfica ____________ 87 
 
Figura V.12 Modelos de obtención de la materia prima, basados en Hirth ___________________ 88 
 
Figura V.13 Modelo Dendrítico de distribución o de Mercado ____________________________ 89 
 
 
Índice de Tablas 
Tabla II.1 Cronología del área sur del Sureste de Mesoamérica ___________________________ 23 
 
Tabla V.1 Tabla de puntajes para cada etapa de reducción de un núcleo del que se obtienen navajas 
prismáticas ____________________________________________________________________ 84 
 
Tabla V.2 Tabla de puntajes obtenidos, de acuerdo a la información publicada de cada sitio, para 
cada etapa de reducción de un núcleo del que se obtienen navajas prismáticas _______________ 84 
 
Tabla V.3 Matriz resultante de la aplicación del CBR a los datos presentados en el cuadro de la 
Tabla V.2 _____________________________________________________________________ 84 
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1 
 
Introducción 
La arqueología como una ciencia eminentemente de carácter social, indaga bajo distintas 
aproximaciones, la respuesta a postulados sobre la vida del ser humano en el pasado e intenta 
reconstruir los muchos fenómenos que atañen precisamente a dicha rama de las ciencias, tales 
como el surgimiento de la desigualdad, de la estratificación social, de las instituciones 
políticas y, a la sazón, de los sistemas y las economías de mercado (Smith et. al., 2012). 
 En consonancia con esto último, es fácil observar cómo en la actualidad, cualquier 
individuo se encuentra rodeado de productos o bienes que han llegado hasta él desde distintos 
rincones del planeta, muy probablemente sin que siquiera se haya cerciorado de ello. Esto 
ocurre por obra y gracia de un sistema económico que permite el intercambio de un producto 
por divisas, mismas que comúnmente llamamos dinero. Y además, pone en evidencia 
vínculos de carácter comercial entre las naciones, las empresas, los individuos mismos, y el 
uso de las vías de comunicación, los medios de transporte, entre otros aspectos. 
En tiempos antiguos, en otras palabras durante la prehistoria humana, y sorteando las 
obvias dificultades, las redes de intercambio vincularon pueblos, distantes o no, de una 
manera compleja y productiva; bienes lejanos fueron transportados e intercambiados a través 
de una enorme variedad de nichos, incentivando incluso las dinámicas sociales aparejadas a 
ese movimiento de productos (Dyllian et. al. 2010). 
De entre toda la gama de bienes que fueron intercambiados en la antigüedad, los 
artefactos líticos se convirtieron en uno de los más relevantes para el área mesoamericana, y 
de entre ellos, la obsidiana fue quizá el más importante, como se mencionará más adelante, 
por características intrínsecas, tales como su idoneidad para la elaboración de artefactos 
cortantes. No está de más recordar que Mesoamérica es una zona cultural donde se alcanzó 
2 
 
significativos y destacables niveles civilizatorios, con varios ejemplos de sociedades 
estatales, y sorprendentemente con una casi total ausencia de metalurgia (Hirth, 2012b). 
La obsidiana posee atributos particulares, tales como ser prácticamente indestructible; 
también se encuentra en número abundante en la mayoría de sitios arqueológicos, ya que fue 
altamente apreciada y utilizada por las sociedades prehispánicas de Mesoamérica, incluso 
hay áreas de actividad en las que los artefactos líticos son los únicos que han resistido a la 
degradación (Andrefsky Jr., 2008; Renfrew y Bahn, 1996); además, existen relativamente 
pocos yacimientos de obsidiana en zonas volcánicas específicas, las que a su vez son 
identificables con bastante certeza mediante análisis de su composición química. 
Lo anterior convierte a la obsidiana en una importante fuente de información 
mediante la cual se pueden hacer inferencias de factores como el intercambio a larga 
distancia, la redistribución, la especialización artesanal, el acceso diferenciado a los recursos, 
entre otros. 
En buena parte de Mesoamérica los anteriores tópicos han sido abordados desde 
diversas perspectivas; no obstante, en el caso de la periferia sureste de la macro área cultural, 
se advierte un déficit de estudios en esta línea. Es muy probable que los trabajos desarrollados 
por Nelson y Clark para toda el área Maya (Nelson y Clark, 1998), Aoyama en Copán 
(Aoyama, 1999), y más recientemente Golitko y Feinmann en un extenso estudio del 
intercambio de obsidiana en toda Mesoamérica (Golitko y Feinmann, 2015), sean los que 
mejor abordan los aspectos económicos relacionados con la lítica de aquella región de la zona 
Maya o Sureste, aunque únicamente los dos últimos se aproximan someramente a territorio 
salvadoreño. 
En este sentido, reconocer cómo se integró el occidente de la actual República de El 
Salvador, y en específico el sitio arqueológico de Chalchuapa, a la dinámica político-
3 
 
económica de la región a través del intercambio de obsidiana del yacimiento de Ixtepeque, 
ahora ubicado en territorio guatemalteco, permitirá entre otros aspectos, inferir la manera en 
que algunos sitios producen artefactos a partir de una materia prima, Chalchuapa para el caso, 
y cómo otros asentamientos son meros consumidores. Asimismo, utilizando las técnicas y 
procedimientos adecuados, es posible advertir las rutas que la materia prima siguió para 
llegar a determinado lugar; qué sitios mantenían estrechas relaciones de intercambio de 
productos y qué otros se encontraban distanciados no sólo geográficamente, sino también en 
el ámbito comercial. 
Un aspecto a remarcar, es que Chalchuapa creció de manera destacable desde el 
Preclásico medio (1200 – 400 a.n.e) hasta el Preclásico tardío (400 a.n.e. – 200 d.n.e.) 1. 
Sobresale como un Centro Ceremonial de gran envergadura, con manifestaciones artísticas 
que representan elementos asociados al poder de una clase política fuerte y en ascenso, entre 
ellos la erección de estelas lisas y altares frente a los basamentos piramidales; y el tallado de 
monumentos con escritura glífica; además, es el sitio donde se han identificado el mayor 
número de monumentos de la tradición “Cabeza de Jaguar” adscrita a finalesdel Preclásico 
tardío (Paredes y Cossich, 2011). 
¿Pudo de alguna manera influir el intercambio a media y larga distancia, de productos 
finalizados de obsidiana elaborados en Chalchuapa, en la acumulación de recursos y ascenso 
del poder que dicha entidad demuestra en aquel periodo? ¿Qué relación existe entre el acceso 
franco que Chalchuapa alcanzó del yacimiento de Ixtepeque, y el surgimiento de un 
cacicazgo fuerte? 
 
1 Tomando como base las fechas de Sharer, 1978. 
4 
 
Las anteriores preguntas dejan entrever la necesidad de aglutinar la información que 
se tiene al respecto, y la aplicación de distintos métodos de análisis que permitan dilucidar, 
en la medida de lo posible, la naturaleza del intercambio de obsidiana en aquella región 
mesoamericana; amén de que los resultados obtenidos brindarán un punto de vista sesgado, 
es decir, que se observará sólo el ámbito lítico y en específico de la obsidiana, por lo que un 
ejercicio equivalente podría ejecutarse en otros materiales arqueológicos, tales como la 
cerámica, la piedra pulida y las figurillas de barro; siendo estos, elementos que rebasan los 
alcances de la presente investigación; no obstante, poder complementarla a futuro. 
 
Objetivos 
El objetivo general de la presente tesis es: 
Identificar el papel que desempeñó la redistribución y el intercambio de obsidiana de 
Ixtepeque en el desarrollo político-económico del cacicazgo chalchuapaneco durante el 
Preclásico, con énfasis en el Preclásico tardío (400 a.n.e. -200 d.n.e.). 
 
Los objetivos específicos son: 
1. Demostrar cuál es el yacimiento de origen del que proviene la obsidiana 
registrada en Chalchuapa durante el Preclásico tardío. 
2. Detectar la existencia de rutas de intercambio de obsidiana utilizadas por 
Chalchuapa durante el periodo en estudio. 
3. Proponer modelos de intercambio entre Chalchuapa y la región circundante, 
también con énfasis durante el periodo en mención. 
5 
 
4. Determinar si existe relación entre la redistribución y el intercambio de 
obsidiana, y el desarrollo político-económico de Chalchuapa en aquel 
periodo. 
 
Hipótesis 
Se propone que el acceso franco al yacimiento de obsidiana de Ixtepeque, la extracción de 
la materia prima, y su posterior transformación, principalmente como industria de navajas 
prismáticas, influyó positivamente en el crecimiento económico y político de dicho centro, 
con un énfasis trascendental durante el Preclásico tardío, cuando el sitio alcanzó gran 
importancia a nivel regional. 
 
Atendiendo a las anteriores premisas, las cuales guiarán ésta investigación, se ha 
estructurado el trabajo con un Capítulo I en el que se deja sentado el planteamiento teórico 
sobre el que se ha cimentado la interpretación de los datos empíricos, basado principalmente 
en la Economía Política y su derivación hacia la Antropología Económica. Se incluyen 
además, las definiciones que se utilizarán a lo largo del texto. 
En el Capítulo II, en primer lugar se delimita el área de interés para este trabajo, es 
decir, el sur del área Sureste de Mesoamérica o Zona Maya. Luego, se hace un recorrido por 
la información arqueológica de dicha región pertinente al periodo Preclásico; con un énfasis 
especial en lo que ahora es el occidente del territorio salvadoreño. 
Seguidamente, en el Capítulo III se dan a conocer los detalles de la investigación 
arqueológica al interior de la Zona Arqueológica de Chalchuapa, en el occidente de El 
Salvador, a través del tiempo; haciendo hincapié también en el período cronológico que atañe 
6 
 
a la presente. Así también, se describen las características geográficas y medioambientales 
del territorio chalchuapaneco. 
Luego, el Capítulo IV da cuenta brevemente de la naturaleza de los yacimientos de 
obsidiana en Mesoamérica; así como de los estudios líticos que se han llevado a cabo en lo 
que ahora es El Salvador, para finalizar con los estudios líticos ejecutados en la Zona 
Arqueológica de Chalchuapa propiamente dicha. 
En el Capítulo V, se exponen cada uno de los métodos usados para el procesamiento 
de los datos y el análisis del material efectuado como parte de la investigación. Entre ellos 
los análisis por medio de la Fluorescencia de Rayos X, el uso de los Sistemas de Información 
Geográfica, la Estadística y los Análisis de Redes. En este mismo apartado quedan 
manifiestos los resultados obtenidos a través de la aplicación de dichos procedimientos. 
Para concluir, el Capítulo VI es una propuesta de integración de los análisis 
efectuados y la teoría aplicada a los resultados obtenidos. De tal manera, que sea posible 
hacer evidente si los objetivos arriba descritos fueron finalmente alcanzados o no, y si la 
hipótesis enunciada ha logrado ser dilucidada y en qué medida.
7 
 
Capítulo I 
Marco Teórico 
El ser humano se ha encontrado a través de la historia, con la necesidad imperante de 
satisfacer necesidades de todo tipo. Desde su resguardo de los fenómenos naturales hasta el 
consumo alimenticio para subsistir, pasando por menesteres como la vestimenta, la diversión, 
los instrumentos cotidianos, entre muchos otros; se le han planteado retos que, a su vez, 
permitieron el desarrollo de estrategias y habilidades, muchas veces especializadas, para 
subsanarlos. 
En consecuencia, dependiendo del grupo humano al que se haga alusión, hay factores 
intrínsecos a ese proceso de satisfacer las necesidades de cada individuo. Entre ellos se 
pueden mencionar: la extracción de determinada materia prima para su posterior 
transformación, es decir la producción de un objeto; la distribución de dichos objetos dentro 
o fuera de un asentamiento, y finalmente, el consumo de los mismos. Muchos han sido los 
aportes en el sentido de comprender e intentar explicar cómo es que dichos fenómenos 
ocurren al interior de las sociedades, cuáles son las prerrogativas que algunos grupos o 
individuos alcanzan y por qué otros se ven excluidos del goce de dichos privilegios. 
Siendo Mesoamérica un área cultural por demás heterogénea, a pesar de los rasgos 
compartidos (Kirchhoff, 1960), y paralelamente la obsidiana un bien inseparable del 
desarrollo de dicha región, se plantean a continuación las premisas teóricas sobre las cuales 
se fundamentará la discusión de los datos empíricos obtenidos del material físico, es decir la 
obsidiana, y los fríos pero necesarios números y programas informáticos, todos aplicados a 
los fenómenos de la distribución e intercambio de la obsidiana de Ixtepeque por parte de 
Chalchuapa durante el periodo Preclásico. 
8 
 
Dos mil años separan la producción teórica actual de los hechos ocurridos en 
Chalchuapa. Probablemente se esté lejos de comprender la necesidad de poder que tenía un 
soberano de aquella región en ese momento, así como la necesidad de producir un artefacto 
por parte de un artesano; no obstante, mientras más y mejor sea la interacción de las ideas 
actuales con los materiales que hoy analizamos, sin duda se estará más cerca de advertir, al 
menos someramente, cómo un artefacto es el culmen de todo un sistema de relaciones de 
distinto tipo, que alguna vez fue el mundo conocido por miles de seres humanos. Es así, que 
se parte de las propuestas que desde la Economía Política, y en alguna medida desde la 
Antropología Económica, se plantean en dirección a comprender de mejor manera los 
fenómenos esbozados en las líneas que anteceden a este párrafo. 
La Economía Política tiene sus cimientos en las propuestas de Marx de finales del 
siglo XIX quien, entre algunas definiciones más, aportó los conceptos de producción, 
consumo, distribución y cambio; y estableció lo que él llamó el método de la Economía 
Política, cuyo interés primordial era el de explicar el surgimiento de las estructuras 
económicas de la sociedad industrial (Marx, 2008). Posteriormente, estas ideas han sido 
integradas en la antropologíay en la arqueología, a través del estudio de sociedades estatales 
y no estatales (Hirth, 1996; Wells, 2006). Godelier por su parte, al definir la Antropología 
Económica, indica que ésta “Tiene por objeto el análisis teórico comparado de los diferentes 
sistemas económicos reales y posibles…extrae su material de las informaciones concretas 
dadas por el historiador y el etnólogo, sobre el funcionamiento y evolución de las sociedades” 
(Godelier, 1967: 3). 
Así pues, luego de esta breve delimitación del fundamento teórico básico para la 
presente investigación, es necesario señalar las definiciones, que en su mayoría, serán 
utilizadas en el texto. 
9 
 
Economía, sistema económico 
En esta exploración, de manera particular, la obsidiana hace las veces de medio de 
información a partir del cual se esbozará una de las muchas aristas de la economía y del 
sistema económico imperante en el extremo sureste de Mesoamérica, específicamente al sur 
del área Maya, durante el período Preclásico. Es por ello que antes de adentrarse en 
definiciones más concretas, se debe aclarar qué se entenderá por economía y por sistema 
económico. 
Los aspectos económicos de la humanidad han sido analizados por una inmensa 
cantidad de estudiosos del tema (Godelier, 1967); no obstante, el imbuirse en un debate aún 
sin respuesta concreta, está fuera de los objetivos del presente trabajo. Por tanto, se acotarán 
los términos que serán de plena utilidad en el desarrollo del mismo. 
Fue Karl Polanyi, a partir de una noción substantivista2 de la economía, quien la 
definió como “el intercambio con el entorno natural y social, en la medida en que es esta 
actividad la que proporciona los medios para satisfacer las necesidades materiales” (Polanyi, 
1976: 289). La propuesta de Polanyi ha sido posteriormente revisitada por distintos 
investigadores; entre ellos Godelier, quien ofrece una definición por demás sugestiva, y es la 
que se utilizará en este trabajo, cuando se hable de economía. Según el autor mencionado la 
economía es: 
Un dominio de actividades particulares (producción, reparto, consumo de bienes 
materiales: útiles, instrumentos de música, libros, templos, etc.) y un aspecto 
particular de todas las actividades humanas, que no pertenecen propiamente a ese 
dominio, pero cuyo funcionamiento entraña el intercambio y el uso de medios 
materiales. Lo económico se presenta como un campo particular de relaciones 
 
2 Contrapuesto a lo formal, lo substantivo implica que la economía “subyace” en otras entidades, en las que 
no siempre aparece como la actividad principal. Por ejemplo en la religión, el gobierno, la educación. 
10 
 
sociales a la vez exterior (en cuanto a los otros elementos de la vida social); e interior; 
es decir, como la parte de un todo (Godelier, op. cit.: 10-11). 
 
La presencia de la economía, en esas actividades humanas que no pertenecen al 
dominio de lo económico, puede interpretarse como la manera indirecta en que la humanidad 
ha procurado satisfacer necesidades de diversa índole, Hirth por ejemplo, afirma que: 
The economy is embedded in ancient society not because it is less important than 
religion or politics, or because it cannot be studied as a separated field of human 
behavior. Economy is embedded in ancient society because it is fundamental to 
successful adaptation. Rooting the economy in social institutions was one way to 
ensure that resources were available and route to those who needed them (Hirth y 
Pillsbury, 2013: 6). 
 
A partir de lo anterior se hace evidente que la economía, es parte de un conjunto de 
actividades necesarias para la subsistencia del ser humano, es decir, de un sistema. Por tanto, 
es imperioso definir qué se entenderá por sistema económico. En este sentido, la escueta 
definición de Godelier, nos guiará hacia las siguientes premisas en esta investigación. El 
citado autor, indica que un sistema no es más que “el conjunto de estructuras ligadas entre 
ellas por ciertas reglas (leyes)” (Godelier, op. cit..: 11). Y a su vez afirma que una estructura 
es el “conjunto de objetos ligados entre sí, según ciertas reglas (leyes)” (Ídem). 
Para el caso económico, ¿Cuáles serían las estructuras ligadas? El mismo Godelier 
las indica, acotando que “Un sistema económico es la combinación de tres estructuras: 
producción, reparto y consumo” (op. cit.: 16). Esto, expresado en otros términos significa 
que: 
11 
 
Todo sistema económico es el resultado de la interacción de tres estructuras 
(producción, distribución3 y consumo) y se encuentra él mismo ligado orgánicamente 
a las otras actividades (políticas, religiosas, culturales, etc.) de la vida social a las que 
suministra los medios materiales para realizarse (Palenzuela, 2002: 9). 
 
En consecuencia de lo anterior, y en el entendido que la presente tesis intenta 
comprender la naturaleza del intercambio de la obsidiana en una determinada región y 
momento; es menester conocer cómo y mediante qué elementos es posible ligar las 
estructuras del sistema económico, y a la vez cómo este se vincula al resto de actividades de 
la vida social. 
Reciprocidad, redistribución e intercambio 
Polanyi, al interpretar la economía como una actividad institucionalizada, pieza de un sistema 
engranado, propone que la unidad y estabilidad de la misma depende de lo que él llamó 
formas de integración (Polanyi, op. cit.: 296). Y estas formas están representadas por la 
reciprocidad, la redistribución y el intercambio de los bienes materiales (Ídem). 
En primera instancia, Polanyi define la reciprocidad como “El movimiento entre 
grupos correlativos de agrupaciones simétricas” (Ídem.). La idea de reciprocidad la retoma 
de los trabajos de principios del siglo XX ejecutados por Mauss, quien en base a 
investigaciones etnográficas con algunos grupos de América del Norte, reconoce el 
intercambio de dones y el potlatch4. Mauss indica que “Esas prestaciones y 
contraprestaciones se realizan de forma más bien voluntaria, a través de presentes o regalos, 
 
3 Dependiendo del autor, y probablemente de la traducción, las palabras “distribución” o “reparto” hacen 
referencia a la misma estructura dentro de un sistema económico. 
4 Potlatch, es un término Chinook (tribu norteamericana), que significa “alimentar” o “consumir”. Es usado 
por muchos antropólogos para referirse al intercambio de diversas prestaciones entre nativos americanos de 
aquella región, en una especie de festivales en los que dicho intercambio se ve reflejado en ritos, prestaciones 
jurídicas y económicas, fijaciones de rangos políticos, etc. (Mauss, 2009: 77). 
12 
 
aunque en el fondo sean rigurosamente obligatorias” (Mauss, 2009: 75). Por lo general la 
reciprocidad se practica entre individuos, y en ésta ninguno está en una posición dominante 
(Renfrew y Bahn, 1996). 
Por otra parte, la redistribución es definida por Polanyi, como “Los movimientos de 
apropiación en dirección a un centro primero, y posteriormente, de ese centro hacia afuera 
otra vez” (Polanyi, Íbid.). 
El término redistribución, implica semánticamente, que existe primero una 
distribución, en este caso hacia un centro de almacenamiento, y luego una segunda 
distribución de los bienes materiales hacia los centros consumidores, entendiendo que los 
centros podrían ser individuos también. Carrasco acota muy bien esta idea cuando enuncia 
que “Tierra, materias primas, instrumentos y trabajo se pueden coordinar con fines de 
producción en forma de prestaciones recíprocas entre los individuos que disponen de ellos, 
o mediante la acumulación decidida por una autoridad central, o en base a transacciones 
comerciales” (Carrasco, 1978: 22). 
En este sentido, el trasfondo de la distribución o redistribución de bienes, es que 
regula la propiedad sobre los mismos. Palenzuela hace ver que ladistribución: 
Es el conjunto de operaciones que determinan las formas de apropiación y de uso de 
las condiciones de la producción y de su resultado (el producto social). Las reglas que 
regulan la forma de la distribución definen, al mismo tiempo, los derechos (colectivos 
o privativos) que los miembros de la sociedad tienen sobre los medios de producción 
(materias primas, recursos, tierra, tecnología, fuerza de trabajo, etc.) y sobre el 
resultado final del proceso social de producción (Palenzuela, 2002: 10). 
 
Del mismo modo, Earle luego de trabajos etnográficos en Hawái, indica que la 
redistribución puede ser interpretada como aquel mecanismo esencial que es utilizado para 
13 
 
financiar las actividades políticas, y también las privadas, de un grupo poblacional élite. 
Estando aquella ligada inexorablemente a la evolución sociopolítca de los sistemas de 
estratificación social (Earle, 1977). 
Finalmente, el último eslabón en un sistema económico es el intercambio. Polanyi 
argumenta que el intercambio se refiere a: “Los movimientos recíprocos que se realizan como 
en un sistema de mercado” (Polanyi, op. cit.). El término intercambio y su concepción dentro 
de un sistema económico ha sido de los más utilizados en la arqueología hacia la comprensión 
de los procesos internos de las economías antiguas. Es un hecho que no todos los individuos 
o grupos tienen acceso a los recursos necesarios para subsistir, y es ahí donde el intercambio 
juega un papel determinante dentro del sistema imperante. De hecho, no en pocos casos, se 
propone al intercambio como uno de los rasgos “civilizatorios” de las sociedades complejas 
(Drennan, 1998). 
Pero ¿qué, dónde y cómo se intercambia? El mismo Drennan señala que lo 
intercambiado pueden ser artículos de uso práctico o cotidiano, artículos de lujo e 
información (Ídem.). Yendo un poco más allá, Pires-Ferreira y Flannery, indican que existen 
al menos seis tipos de bienes que pudieron ser intercambiados durante el periodo Formativo 
mesoamericano: objetos de subsistencia; bienes utilitarios; conjuntos de bienes utilitarios 
para su posterior distribución; bienes no utilitarios en bruto para su transformación al interior 
de los asentamientos; materiales en bruto de carácter exótico para su intercambio entre 
miembros de las elites; y bienes de uso meramente ritual (Pires-Ferreira y Flannery, 1976). 
Dentro de estas categorías, sin duda, la obsidiana en su forma de navajas prismáticas, se ubica 
entre los bienes de carácter utilitario. 
¿Dónde se intercambiaba? Esta es una cuestión problemática. Polanyi indica en su 
definición que el intercambio conlleva a la existencia del mercado; visto como un proceso 
14 
 
dentro del sistema económico, más que como un espacio físico destinado al intercambio. Esto 
implica la existencia de aquellos individuos o centros que necesitan solventar una necesidad, 
el rol importador, y aquellos que necesitan ofrecer un producto, el rol exportador (Drennan, 
1984). 
Existen diferentes propuestas que explican cómo se daba el intercambio de mercado 
en las sociedades pre-estatales, Minc por ejemplo, argumenta que: “In a regional perspective, 
market systems consist of a series of market centers that funtion a foci of economic exchange, 
and the market zone or service area provisioned by a given market center” (Minc, 2006: 83). 
De ahí se desprenden los cuatro tipos de sistemas de mercado que la misma autora 
propone, y que serán retomados en esta tesis. Estos son: el Solar Market Systems o Sistema 
Solar de Mercado, también conocido como sistema de intercambio de mercado centralizado 
simple; presenta un bajo nivel de jerarquización y está pobremente articulado con otros 
centros en la región. 
El Non-centralized or overlapping market exhcange systems, también conocido como 
Network Exchange Systems o Sistema de Redes de Intercambio; se caracteriza por un alto 
grado de intercambio horizontal, en el que la autoridad política está descentralizada, y las 
fronteras permiten el libre tránsito de bienes y personas. 
Luego, el Dendritic Market Systems o Sistema Dendrítico de Mercado, que presenta 
un sistema político y económico cuyo control emana de un solo centro primario, y que cuenta 
con una especie de zona nuclear muy bien conectada con el centro rector por su cercanía 
geográfica, y una zona rural o periférica pobremente conectada con el centro principal. 
Finalmente, el Complex Interlocking Market Systems, también llamado 
Hierarchically Integrated Market Networks, o Redes Jerárquicas de Intercambio de 
Mercado; en este caso, los bienes transitan a través de una amplia red de centros primarios y 
15 
 
secundarios, creándose concomitantemente una serie de redes de intercambio a diferentes 
escalas (Ídem). 
A un nivel regional mesoamericano, y para el caso específico de la obsidiana, Hirth 
propone diferentes modelos de procuración de artefactos finalizados. En primer término 
menciona el Direct Procurement Models, o Modelo de Procuración Directa, en el que el 
individuo o centro con el rol importador, llega hasta la fuente de materia prima, un 
yacimiento de obsidiana para el caso, y se hace de lo necesario para su consumo. Este modelo 
posee dos submodelos, el primero propone la visita directa al yacimiento por quien va a 
consumir la materia prima, y el segundo la existencia de un “encargado” de visitar el 
yacimiento quien lleva la materia prima hasta los talleres donde será transformada para su 
consumo (Hirth, 2008). 
El segundo modelo es el Indirect Procurement Models o Modelo de Procuración 
Indirecta, el que según el autor citado fue un poderoso mecanismo para el intercambio a larga 
distancia, desde el 1000 a.n.e. Este modelo implica que los artesanos especializados de un 
asentamiento no viajaban hasta la fuente para hacerse de la materia prima que transformarían 
en un bien de consumo, sino que mercaderes especializados o no, visitaban los yacimientos 
para luego ofrecer nódulos o núcleos ya listos para la extracción de artefactos. La 
especialización o no, radica en la posibilidad de que artesanos a tiempo completo se 
encontrasen en el yacimiento, con el único objetivo de extraer la obsidiana en bruto y dar ahí 
los primeros pasos en la cadena operativa de producción, cuyos productos eran transportados 
hasta los centros consumidores. Otra figura que probablemente haya jugado un papel 
relevante en este modelo es el del artesano itinerante, aquel que no era parte del asentamiento 
consumidor, pero que regularmente visitaba la zona con una carga de núcleos de obsidiana, 
listos para producir artefactos en donde se los solicitasen (Íbid.: 442-443). 
16 
 
Por último, se menciona el Institutional Procurement o Procuramiento Institucional, 
dadas las distancias a los yacimientos de obsidiana, por ejemplo los poco más de sesenta 
kilómetros que separan Chalchuapa de Ixtepeque, es muy probable que los centros menores 
más alejados aún y sus pobladores, hayan necesitado la intermediación de una autoridad o 
institución política para hacerse del recurso. Este modelo asume, pues, que la obtención de 
la obsidiana debió estar organizada por instituciones a nivel estatal o al menos comunitario 
(Íbid.: 443-444). 
Concentración de recursos 
Hacia mediados del siglo XX surge el interés por comprender cómo diversas sociedades 
alcanzaron niveles de “civilización” llegando a proponer distintos caminos que algunos 
grupos recorrieron hasta convertirse en “cacicazgos” o “estados”. Estas ideas se cimientan 
en las propuestas que décadas atrás, tanto Marx como Engels, ofrecieron en su nutrida 
bibliografía. Es Engels quien afirma que el estado emerge a raíz de la sempiterna lucha de 
clases, en la que debido al aparecimiento de un excedente, surge el acceso diferenciado a los 
medios de producción y por tanto una clase no productora, que desemboca en la creación de 
estructuras de poder (Engels, 1980). 
La acumulaciónde recursos es considerada como el detonante de otros aspectos que 
conllevan al surgimiento de cuotas de poder en individuos o grupos de individuos, que 
utilizan sus privilegios para convertirse en una “élite” dentro de una sociedad. Obviamente 
no se trata de un condicionante único, como lo afirma Carneiro, quien desde un punto de 
vista más bien de carácter ambiental, argumenta que: 
La concentración de recursos, por sí misma, no puede dar origen a señoríos o estados. 
Sólo actúa como catalizador. Acelera una reacción que involucra otros elementos. En 
17 
 
especial acelera el inicio de la presión demográfica, que es el primer impulsor de la 
formación del estado (Carneiro, 1988: 271). 
 
Misma situación se hace evidente al ponderar la producción artesanal especializada 
como característica de las sociedades complejas, específicamente en el mundo antiguo 
(Childe, 1954). En el caso mesoamericano, se debate aún si la producción artesanal fue 
verdaderamente “especializada” (Hirth, 2012). En todo caso, es probable que la producción 
artesanal haya sido una actividad principalmente de carácter doméstico (ídem), pero en algún 
momento la élite pudo hacerse del control de la misma, tal como lo afirman Schortman y 
Urban, al indicar que las élites son en algunas ocasiones percibidas como agentes muy 
activos, en cuanto a la manipulación que hacen de la producción especializada, dando lugar 
a transformaciones tan duraderas como dramáticas de los estamentos políticos de sus 
localidades (Schortman, y Urban, 2004). 
De acuerdo a la experiencia en diferentes latitudes de Mesoamérica, y desde un punto 
vista político-económico, se argumenta por ejemplo que las relaciones sociales podrían estar 
definidas en términos de acceso al poder y la riqueza, el acceso a estos componentes de parte 
de un grupo élite, puede en alguna medida ser reconocido en el registro arqueológico (Wells, 
2006). Aunque desde la perspectiva del mismo Wells el manejo de esos recursos estuvo 
imbuido por otros factores más allá de lo meramente económico, al afirmar que muchas de 
las decisiones de carácter económico y sus correspondientes actividades pragmáticas, están 
críticamente marcadas por la práctica ritual (Idem.). Planteamiento que no se distancia de la 
incrustación de la economía en otros ámbitos sociales, como ha sido expuesto líneas arriba. 
En consecuencia de lo anterior, autores como Manzanilla proponen que: 
18 
 
Cuando surgen instituciones como el templo, éstas centralizan gran parte del proceso 
productivo y la distribución de los recursos, y se comienzan a perfilar centros urbanos 
en los que el sacerdocio promueve la existencia de una serie de especialistas en 
diversas actividades productivas y de intercambio (Manzanilla, 1988: 302). 
 
El enunciado anterior es apoyado por otras propuestas, que advierten la existencia 
durante la época prehispánica de un modelo de distribución regentado por una élite. Este 
modelo incluiría dos aspectos fundamentales: la movilización y acumulación de recursos por 
una institución individual (gobernante) o central (el palacio o templo) y luego, la dispersión 
de estos recursos hacia las poblaciones a través de eventos públicos u otros entes 
institucionalizados (Hirth, 1996). 
De esta manera, se ha bosquejado el camino hacia la complejidad social, entendiendo 
ésta como la variedad de actividades entre individuos o grupos que dan forma a una sociedad 
(Blanton, 2005). Finalmente, y dada la zona geográfica a trabajar y el momento histórico en 
el que se ubica esta investigación, es preciso definir lo que se entenderá por cacicazgo. Las 
sociedades humanas presentan una enorme variedad de escalas y formas, por lo que ha sido 
uno de los grandes temas de la arqueología, el descifrar la evolución de los conjuntos sociales 
desde los pequeños grupos de cazadores recolectores hasta los poderosos Estados. 
Fue Elman Service, antropólogo estadounidense, quien estableció las etapas de 
Bandas, Tribus, Cacicazgos y Estados (Demarrais, 2005), no lejos de las críticas, por ejemplo 
desde las aproximaciones de la agencia, cuyos representantes creen que la evolución social 
es inadecuada para explicar las variantes palpables en los grupos humanos (Ídem.). No 
obstante, las definiciones del mencionado autor siguen vigentes en casi cualquier 
investigación que se introduzca al tema del desarrollo de las entidades políticas de las 
sociedades humanas. 
19 
 
En este sentido, se retoman las características que Service enunció para los 
cacicazgos: en el aspecto político-social, la existencia de la desigualdad social a partir de 
rangos obtenidos por medio de linajes familiares; legitimación de un líder o cacique quien 
mantiene de esa manera sus privilegios en la sociedad, entre ellos el de heredar su estatus, y 
la ejecución de prácticas chamanísticas dirigidas al “ancestro mítico”. Por otra parte, en el 
aspecto urbano, ocurren dos niveles en el patrón de asentamiento, el centro donde se 
encuentra la autoridad, y las ramificaciones de los subsidiarios o población en general; el 
trabajo público demuestra resultados visibles, principalmente en obras de ingeniería como 
terracerías, campos de irrigación, templos, pirámides u otros monumentos. Y en el aspecto 
económico se considera que son sociedades redistributivas; gozan de cierto nivel de 
especialización artesanal; poseen un centro redistribuidor que muchas veces subsidia a los 
especialistas; no existe la propiedad privada sobre los recursos, aunque si desigualdad en el 
control sobre los bienes y la producción (Service, 1971). 
Del mismo modo, Earle acota a su vez diez estrategias que los cacicazgos complejos 
ponen en práctica, y por las cuales es factible reconocerlos: ofrecen festines y prestaciones; 
proveen infraestructura para las actividades de subsistencia; alientan la circunscripción, es 
decir, el arraigo de la población a un territorio; aplican la fuerza cuando es necesario; forjan 
vínculos externos; intentan expandir la cantidad de población dependiente del centro; ejercen 
control sobre los principales aspectos legitimadores del poder, tanto naturales como 
sobrenaturales; si no los hay, crean medios de legitimación; ejercen control sobre la 
producción interna de riqueza y su distribución (Earle, 1989). 
Así, tanto Service como Earle, plantean el cacicazgo como la etapa previa al 
surgimiento del Estado, mismo que entre sus principales diferencias con el primero, observa 
20 
 
la presencia de clases sociales, propiedad privada, instituciones de gobierno formales, y la 
fuerza para hacer cumplir las leyes y el pago de impuestos (Blanton, Íbid.)
21 
 
Capítulo II 
El sureste de Mesoamérica durante el Preclásico 
El área cultural mesoamericana fue definida a mediados del siglo pasado por el antropólogo 
alemán Paul Kirchhoff, quien reconoció una serie de rasgos culturales comunes en un 
territorio que va desde la región norcentral de México, hasta la Península de Nicoya en Costa 
Rica. Aunque las observaciones se basaron en manifestaciones propias del Posclásico tardío 
y del momento del contacto, es hasta hoy la mejor definición del área. Entre los elementos 
que Kirchhoff menciona están: uso de la coa; cultivo de maguey, cacao y maíz; pulimento de 
la obsidiana; pirámides escalonadas; canchas de juego de pelota; escritura jeroglífica; 
combinación de dos calendarios para formar un ciclo de 52 años; mercados especializados; 
entre otros aspectos (Kirchhoff, 1960). 
En este contexto, se considera como el Sureste de Mesoamérica a la región que hoy 
en día comprende los territorios de Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán, Quintana Roo y 
los países centroamericanos de Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa 
Rica (López Austin y López Luján, 2001). La parte más septentrional de dicha área, también 
suele conocerse como Zona Maya. En este trabajo se considerará además, la Zona Sur del 
áreaSureste como de especial relevancia, que es la región que hoy comprende la costa de 
Chiapas, la costa sur de Guatemala y el occidente de El Salvador (Figura II.1). Cabe 
mencionar que la investigación se enmarca durante el periodo Preclásico, también conocido 
en distintos ámbitos académicos como periodo Formativo; entendiéndose dicho lapso, como 
el que transcurre aproximadamente entre los 2000 a.n.e. y los 200 d.n.e. (Tabla II.1). 
 
 
22 
 
 
Adentrándonos en la temporalidad que nos atañe, El Preclásico temprano (1800 a. n. 
e. – 900 a. n. e.) ve surgir varios de los fundamentos de las sociedades complejas posteriores. 
Entre ellos la aparición de la cerámica, el surgimiento de la agricultura, la sedentarización; 
así mismo pequeños asentamientos se convierten en centros urbanos importantes, 
consolidándose los primeros cacicazgos y Estados, con sus respectivas instituciones 
controladoras; es decir, el Preclásico fue el periodo que sirvió de marco y punto de partida 
para las sociedades mesoamericanas posteriores (Hirth y Cyphers, 2008; Joyce y Grove, 
1993). 
En específico, la zona Sur del Sureste de Mesoamérica, a través de las últimas décadas 
de investigaciones arqueológicas, ha demostrado ser una región de importancia invaluable, 
si se desea conocer los orígenes de la civilización mesoamericana. Es verosímil considerar 
que los primeros atisbos de sociedades complejas en el área provengan de la zona costera, 
desde Chiapas hasta El Salvador; ésta zona posee un medio ambiente halagüeño, que brinda 
una enorme variedad de recursos para su explotación, entre ellos ríos, esteros y suelos por 
demás fértiles (Coe, 1993). 
Figura II.1 Zona sur del Sureste de Mesoamérica y los principales sitios arqueológicos mencionados en 
el texto. 
1Figura II.1 Zona sur del Sureste de Mesoamérica y los principales sitios arqueológicos mencionados en el texto. 
23 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Según Clark y Pye, quienes han trabajado el área del Soconusco, la distinción entre 
los periodos Arcaico y Formativo se encuentra marcada por la posible presencia de alfarería 
y aldeas permanentes en el Formativo y por su ausencia anterior (Clark y Pye, 2006). Además 
describen el establecimiento de las fases Barra, Ocós, Cuadros y Jocotal por Lowe, Coe y 
Flannery en la segunda mitad del siglo pasado; a las que se suman las fases Locona y Cherla, 
propuestas por los primeros, que en su conjunto se extienden por un periodo entre los años 
Tabla II.1 Cronología del área sur del Sureste de Mesoamérica (Tomado de Love, 2007) 
1Tabla II.1 Cronología del área sur del Sureste de Mesoamérica 
 
 
24 
 
1900 y 1000 a. n. e. (Clark y Pye, 2006). En cuanto a patrones de asentamiento tenemos que 
durante la fase Barra (1550 – 1400 a. n. e.) se observan las primeras aldeas, pero no es sino 
hasta la fase Locona (1400 – 1250 a. n. e.) cuando se advierte cierto nivel de especialización 
en las mismas (Ibíd.: 9). 
Más al sureste, en territorio hoy guatemalteco y salvadoreño, gracias a un intenso 
nivel de investigación en los últimos años, se conoce que los inicios de la sedentarización en 
esta región están ligados también a las zonas costeras, basados en la explotación de los 
recursos que los esteros y manglares podrían brindar. Lo anterior no inhibe el hecho de que 
al interior de los territorios también se hayan gestado los fenómenos necesarios para el 
desarrollo social y económico de las primeras aldeas, tal como sucede con El Carmen, en El 
Salvador, ubicado en una zona donde la extensa planicie costera va reduciendo su amplitud 
hasta poco más de una decena de kilómetros, lo que habría facilitado las conexiones con áreas 
internas alejadas de la costa (Arroyo, 1992; 1993). 
Precisamente, El Carmen es contemporáneo a sitios de la fase Ocós (1250-1100 a. n. 
e.) en Chiapas y Guatemala (Arroyo, 2005); sin embargo, de las fechas de C14 se obtuvo una 
datación de 1750 a. n. e. como la más temprana (Ídem). Esta fecha y parte del material 
recuperado indican una ocupación quizá desde épocas anteriores a Ocós, es decir hacia la 
fase Locona; tradición extendida, según la evidencia, desde Veracruz hasta El Salvador (Pye, 
1992). Según estos datos, sitios contemporáneos a El Carmen son Paso de La Amada, en 
Chiapas y El Mesak en Guatemala. Arroyo además, afirma que a partir de las investigaciones 
en El Carmen se definió la fase Bostan, ubicada cronológicamente antes de la fase Tok 
establecida por Sharer (1978) para Chalchuapa, 
Según Arroyo, las características de la cerámica de El Carmen son muy particulares 
por lo que debió definirse la fase Bostan (Arroyo 1995). El complejo de El Carmen consiste 
25 
 
principalmente de tecomates con algunos cuencos. Algunos tecomates tienen el perfil en 
forma de gota con la típica banda de engobe rojo alrededor del borde y un baño o engobe 
blanco en el resto de la superficie exterior. La autora propone que El Carmen es un sitio 
Formativo temprano que comparte características cerámicas con sus contemporáneos en 
Guatemala, pero que a la vez manifiesta aspectos muy locales. (Arroyo, et. al., 1998). 
Así mismo en la zona de Chalchuapa, Sharer, sitúa el Complejo cerámico Tok hacia 
finales del Preclásico temprano. Según algunos autores la cerámica temprana de Chalchuapa 
debió tener su origen en el Complejo Locona-Ocós, de la extensa zona de la costa Pacífica 
(Fowler, 1995). Las formas cerámicas preponderantes en sitios como los mencionados son 
los tecomates, cajetes y cuencos. Poco se sabe de otros rasgos en estas fechas. Al parecer los 
montículos de tierra ya comenzaban a erguirse en esta zona, pisos de barro quemado se 
construían, los hornos eran utilizados quizá para la cocción de alimentos o cerámica y las 
costas eran las zonas preferidas para la ubicación de asentamientos, a lo mejor por los 
recursos naturales que se encuentran en sus alrededores, como en el caso de El Carmen 
(Arroyo, 2005). 
Durante el Preclásico medio (1200-400 a. n. e.) se consolidan muchos de los rasgos 
que se venían forjando con anterioridad. Aunque para algunos expertos esta época se marca 
por la predominancia de lo olmeca, hoy en día esta tesis da pie a posiciones encontradas. Lo 
anterior claro, sin objetar de tajo la importancia y nivel de desarrollo alcanzado por las 
culturas del Golfo de México en dicha época. Algunos de los sitios donde pueden observarse 
elementos “olmecas” son Tlatilco y Tlapacoya en el centro de México; Chalcatzingo, 
Morelos; Teopantecuanitlán, Guerrero; San José Mogote y Monte Albán en Guerrero; La 
Blanca, Takalik Abaj, en Guatemala y Chalchuapa en El Salvador. 
26 
 
Ante este panorama y en el caso específico de la costa Pacífica en el sur de la Zona 
Maya, Lowe, luego de sus investigaciones en San Isidro, Chiapas; indica que desde el Istmo 
de Tehuantepec hasta Guatemala, incluyendo zonas de Chiapas, Tabasco y Veracruz, la 
fuente étnica candidata a unificar de alguna manera la región mencionada es la Mixe-Zoque 
(Lowe. 1998). 
Por otro lado, diversos investigadores apuntalan la idea de que es difícil hablar de un 
“desarrollo único” en las costas del Golfo de México, y que de ahí se expandiera la cultura 
material hacia otras regiones, proponiendo la existencia de zonas de interacción entre varios 
grupos étnicos. De tal manera que elementos “olmecas” conviven con tradiciones de carácter 
local, y las redes de comercio e intercambio de productos como la obsidiana, la concha, los 
pigmentos, entre otros, se extienden de igual modo (Love, 1992; Lowe, 1998). 
Más recientemente, y con respecto a esta temática Cyphers argumenta que las 
relaciones que los olmecas mantuvieron dentro de la región y fuera de ella pueden quedar 
mejor enmarcadas dentro del concepto de hinterland. Esto considerando que las áreas 
distantes que muestran alguna interacción con los olmecas pueden concebirse en el marco de 
los hinterlands segmentados, es decirhabrían formado parte de los hinterlands de las 
capitales costeñas de manera constante o intermitente, al mismo tiempo que eran entidades 
independientes (Cyphers, 2012). 
Cyphers también aclara al referirse a ciertos autores, quienes consideran que existió 
un estilo “pan-mesoamericano” debido a que en regiones muy dispares se encuentran 
artefactos del “estilo olmeca”, que esta idea pierde fuerza ya que elementos cerámicos y 
escultóricos aparecen por vez primera en el Preclásico inferior en el sur de la costa del Golfo, 
sin tener artefactos contemporáneos fuera de dicha región (Íbid.: 25). 
27 
 
Bajo esta perspectiva hay que tener cautela al analizar uno de los rasgos determinantes 
en El Salvador, la Piedra de Las Victorias o Monumento 12 de Chalchuapa (Figura II.2); 
encontrada en la hacienda del mismo nombre en la zona arqueológica de Chalchuapa. La 
Piedra, tallada en cuatro de sus lados, muestra personajes de apariencia “olmeca” al estilo 
de otros monumentos en zonas de Guerrero, Chiapas y Guatemala (Fowler, 1995). Sin que 
se haya llegado a dilucidar a ciencia cierta el significado de esculpir este monumento tan 
alejado de la Zona Nuclear Olmeca, se lanzan ideas sobre el porqué de su presencia en esta 
región, ¿relaciones económicas de intercambio? ¿relaciones políticas? O ¿simple 
legitimación de los gobernantes locales? 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Además, en dicho periodo dio inicio la edificación de la gran pirámide de El Trapiche 
o Estructura E3-1, con unos 23 metros de altura, fue una de las mayores edificaciones de la 
época en toda la región sur del Sureste mesoamericano, comparable con la Gran Pirámide de 
La Venta, Tabasco, ambas en algún momento contemporáneas (Sharer, 1969; Fowler, 1995). 
Figura II.2 Uno de los personajes tallados en el Monumento 12 de Chalchuapa o Piedra de 
Las Victorias (Tomado de Fowler, 1995). 
2Figura II.2 Uno de los personajes tallados en el Monumento 12 de Chalchuapa o Piedra de Las 
Victorias (Tomado de Fowler, 1995). 
28 
 
Posteriormente, El Preclásico tardío (400 a. n. e. – 200 d. n. e.) se posiciona como el 
periodo en el que la región sureste muestra repuntes importantes de desarrollo en distintas 
regiones de la misma, cambios que no son ajenos al resto de Mesoamérica. Luego de la 
decadencia de grandes centros anteriores como La Venta y Chalcatzingo, surgen otros centros 
de similar importancia y desarrollo, entre ellos El Mirador, en Petén; Izapa y Ujuxte, en la 
costa pacífica de Guatemala; Chiapa de Corzo, en Chiapas; Kaminaljuyú y Chalchuapa, en 
las tierras altas de la Zona Maya (Joyce, 2008). 
Hacia aquel momento y precisamente en la zona sur del sureste de Mesoamérica, se 
suceden una serie de fenómenos políticos y sociales que produjeron, entre otras 
manifestaciones, la aparición de concentraciones urbanas, crecimiento demográfico, 
acentuación del comercio a larga distancia, escritura jeroglífica y estilos artísticos similares. 
Tal es el caso de Izapa, en la costa este de Chiapas, según Love “…estimate that the core of 
Izapa covers approximately four square kilometers. That area, however, includes only the 
zone of monumental construction” (Love, 2011: 61). Este sitio es reconocido por una 
interesante profusión de monumentos en relieve, entre estelas y altares. Además, la Estructura 
60, se considera la estructura temprana más grande de todo el estado de Chiapas (Gómez 
Rueda, 1996). 
Adentrándonos en lo que ahora corresponde a territorio guatemalteco se encuentra el 
sitio de Takalik Abaj, con seis kilómetros cuadrados, cuenta con construcciones masivas, y 
un amplio corpus de monumentos que probablemente legitiman a los gobernantes locales 
como deidades y poseedores de fuerza sobrenatural (Love, op. cit.: 60). 
Del mismo modo, se puede mencionar otro importante sitio en la costa sur de 
Guatemala, El Ujuxte, éste representa una ciudad planificada, de unos cuatro kilómetros 
cuadrados, cuyos edificios mantienen una orientación de treinta y cinco grados respecto al 
29 
 
norte magnético, y que fue fundada en una zona limitada al este por territorio que recibía 
influencia de Izapa y al norte por una región quizá controlada por Takalik Abaj (Ibíd.: 54-
55) 
Otro asentamiento, cuya importancia y desarrollo es reconocido, es la ciudad de 
Kaminaljuyú, un verdadero centro urbano en las tierras altas de Guatemala, donde 
actualmente se encuentra la capital de ese país, lo que tristemente ha conllevado a la 
destrucción parcial o total de buena parte de este sitio arqueológico. El apogeo de esta 
metrópoli acaeció durante el Preclásico tardío, cuando habría superado fácilmente los diez 
kilómetros cuadrados de extensión, y cuyas conexiones evidenciadas en los monumentos 
esculpidos en su interior, la relacionan para este periodo con otros asentamientos tan distantes 
como Chocolá en la bocacosta guatemalteca y Chalchuapa al occidente de El Salvador 
(Kaplan, 2011). 
En el oeste salvadoreño se conoce de varios sitios arqueológicos que alcanzaron 
desarrollos importantes para el Preclásico tardío, tal es el caso de Chalchuapa. 
Durante el Preclásico tardío (400 a.n.e – 200 d.n.e) Chalchuapa alcanzó su máximo 
apogeo, el Centro Ceremonial del asentamiento se extendió por más de un kilómetro en su 
eje norte-sur, y es muy probable que haya contado con una importante zona habitacional en 
su entorno, cualidad ahora difícil de probar, debido a que aquella zona ha prácticamente 
desaparecido tras las sucesivas ocupaciones del área. 
En este periodo, Chalchuapa participó de las dinámicas regionales que transitan desde 
la costa chiapaneca, atraviesan la Costa Sur guatemalteca, y llegan hasta el occidente 
salvadoreño. Estas dinámicas se manifiestan en la erección estelas lisas y altares frente a los 
basamentos piramidales (Ichikawa, 2007b). Conocido como complejo Estela lisa-Altar, las 
estelas lisas son basaltos columnares con poco o nulo trabajo escultórico, probablemente esta 
30 
 
tradición tiene sus orígenes en la zona costera de Chiapas, Guatemala y El Salvador, hacia 
finales del Preclásico Medio y en el transcurso del Preclásico Tardío (Figura II.3). Se conoce 
que este tipo de rasgos, con algunas variantes, cobró gran popularidad durante el Clásico en 
la zona maya (Paredes y Escamilla, 2007). Según algunos autores estos monumentos pueden 
representar cierto tipo de relación de parentesco y gobierno, o la conmemoración de un 
evento calendárico (Arroyo, 2007). Para el caso, en 2007, Paredes reportó el hallazgo de 4 
estelas lisas en Tapalshucut, Izalco, departamento de Sonsonate, El Salvador, incluido un 
complejo Estela lisa-Altar frente a la Estructura 3 del sitio. En 2006, Ichikawa, excava frente 
a la Estructura C3-6 de Casa Blanca, Chalchuapa, y registra el hallazgo de un complejo Estela 
lisa-Altar, supuestamente erigido durante el Preclásico tardío (Ichikawa, 2007b). Algunos 
sitios en los que se ha documentado tal complejo, fuera de El Salvador, son Kaminaljuyú, 
Takalik Abaj, Naranjo, Monte Alto, todos en Guatemala; e Izapa, en Chiapas. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 Figura II.3 Estela lisa y altar, frente a la Estructura C3-6 dentro del Parque Arqueológico 
Casa Blanca, Chalchuapa. 
3Figura II.3 Estela lisa y altar, frente a la Estructura C3-6 dentro del Parque Arqueológico Casa 
Blanca, Chalchuapa. 
31 
 
Además, se talla en el sitio el Monumento 1, el cual es una de las expresiones más 
tempranas de escritura maya en la región. Este representa un personaje sentado en su trono, 
sosteniendo la cabeza de otro individuo, probablemente víctima de decapitación; y sobre esta 
escena aparecen ocho columnas con glifos, desgraciadamente dañados de manera intencional 
en la antigüedad, siendo legible únicamente un signo de “uinal”, un grupo de veinte días en 
el calendario maya (Sharer, 1969) (Figura II.4). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Adicionalmente, hacia esta época se esculpen en todo el occidentesalvadoreño los 
monumentos conocidos ahora como “Cabezas de Jaguar”, los que probablemente se ubicaban 
en grupos de tres frente a las principales estructuras de los Centros Ceremoniales de la región 
(Paredes y Cossich, 2011), y a la sazón, es Chalchuapa el sitio donde mayor cantidad de estos 
monumentos se ha encontrado, cinco en total, cuatro de ellos en el Centro Ceremonial que 
Figura II.4 Dibujo y fotografía del Monumento 1 de Chalchuapa, el círculo encierra el 
supuesto glifo de uinal (Dibujo tomado de Sharer, 1978). 
4Figura II.4 Dibujo y fotografía del Monumento 1 de Chalchuapa, el círculo encierra el supuesto glifo 
de uinal (Dibujo tomado de Sharer, 1978). 
32 
 
corresponde a la ocupación Preclásica de Chalchuapa, en lo que ahora se conocen como los 
sitios de Casa Blanca y El Trapiche (Sharer, 1978; Ichikawa, 2007b; Ito, 2012) (Figura II.5). 
Asimismo, en la Estructura E3-7 de El Trapiche, se identificó un entierro múltiple 
compuesto por 33 individuos, que exponían rasgos de haber sido víctimas de sacrificio 
humano, ya que sus manos y pies parecieron haber estado atados al momento de la deposición 
de los cuerpos en el lugar, y en un caso se puede advertir una posible decapitación (Fowler, 
1984). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En Casa Blanca se encuentran los Edificios 1 (C1-1), 2 (C3-3) y 5c (C3-6c)5, además 
de la Rampa de la Gran Plataforma, los cuales pertenecen a este periodo. La arquitectura de 
tierra, figurillas de barro, cerámica estilo Usulután, entre otros son los rasgos que aparecen 
en mayor cantidad en este sitio (Ohi, 2000). Asímismo, Ichikawa, reporta el hallazgo de 45 
 
5 El proyecto arqueológico del equipo japonés, a mediados de los años noventa del siglo pasado, cambió la 
denominación de las cinco estructuras que se encuentran dentro del Parque Arqueológico Casa Blanca; no 
obstante, el resto de estructuras en Chalchuapa mantienen la establecida por Sharer en los años sesentas. 
Figura II.5 Fotografía de uno de los ejemplares de la tradición “Cabezas de Jaguar”, excavado 
en El Trapiche, Chalchuapa (Fotografía de Nobuyuki Ito). 
5Figura II.5 Fotografía de uno de los ejemplares de la tradición “Cabezas de Jaguar”, excavado en El 
Trapiche, Chalchuapa (Fotografía de Nobuyu Ito). 
33 
 
entierros en una pequeña área conocida como La Cuchilla, ubicada al sur de Casa Blanca, de 
los cuales 39 pertenecen al Preclásico tardío y la mayoría cuenta con ofrendas cerámicas en 
distinto número. Entre las ofrendas hay cerámica Usulután, y cerámica bicroma con 
decoración zoomorfa (Ichikawa 2007a). 
La cerámica Usulután, merece una mención aparte. Es un marcador del Preclásico 
medio y tardío en el sureste de Mesoamérica, y su producción probablemente tenga su origen 
en Chalchuapa, desde donde la tradición llegó a extenderse a otras regiones, convirtiéndose 
incluso en un producto de élite en áreas más lejanas como Tikal o Costa Rica (Erquicia, 2007) 
(Figura II.6). Demarest y Sharer (1982) acotan que: 
The ubiquitous, yet technologically enigmatic, Usulutan pottery is a major 
characteristic of ceramic inventories of southern Mesoamerica. Indeed, Usulutan 
virtually defines periphery: during the later Preclassic period it dominates the ceramic 
assemblages…The Chalchuapa project produced evidence indicating a Salvadoran 
origin and specified a western highland setting for its development. When compared 
with ceramics from Quelepa, Kaminaljuyu and other sites, the Usulutan at 
Chalchuapa seemed both earlier and more varied (1982: 810 y 812). 
 
En una relativamente reciente disertación doctoral, Goralski ejecutó un increíble 
compendio de los antecedentes investigativos de la cerámica Usulután, con énfasis en el 
occidente de Honduras. Su objetivo fue el de realizar la caracterización química de las pastas 
usadas en ejemplares principalmente de la esfera cerámica Uapala, en la que se incluye el 
oriente salvadoreño y el occidente de Honduras. Citando los trabajos de una gran cantidad de 
estudiosos del tema, tales como Sharer, Urban y Demarest, entre otros, confirma que los 
ejemplares más tempranos del estilo Usulután ocurren en Chalchuapa hacia el 650 a.n.e, 
desde donde probablemente se expandió el conocimiento de la técnica al negativo hacia las 
34 
 
regiones circundantes, de tal manera que hacia el Preclásico tardío, se había convertido ya en 
un producto común en los actuales territorios del sur de Guatemala, El Salvador, y occidente 
de Honduras (Goralski, 2008). 
 
 
 
 
 
 
 
Así mismo, en su disertación el citado autor propone que es muy probable que durante 
el Preclásico tardío, hayan existido varios puntos de producción de la cerámica Usulután en 
toda la región, elaborándose en el sur de Guatemala, el oriente de El Salvador y el occidente 
de Honduras; y probablemente desde esos puntos sería redistribuida hacia otros centros 
menores, conviviendo paralelamente con un modelo de importación, en una especie de 
interacción interregional, la que definiría la dinámica de la esfera cerámica Uapala (Ídem.). 
Por otro lado, Santa Leticia es un importante sitio ubicado al occidente del país. Fue 
investigado a finales de la década de los setentas y principios de los ochentas del siglo XX. 
Como resultado de dichas investigaciones se obtuvieron importantes datos para la 
arqueología salvadoreña en cuanto a variedades cerámicas y fechamiento de las esculturas 
en piedra conocidas como “Gordinflones” o “Barrigones” ubicadas hacia el Preclásico tardío, 
Figura II.6 Cuenco de paredes verticales de estilo Usulután, proveniente de una excavación de 
rescate, frente al Parque Arqueológico Casa Blanca, Chalchuapa (Fotografía de Shione Shibata) 
6Figura II.6 Cuenco de paredes verticales de estilo Usulután, proveniente de una excavación de rescate, 
frente al Parque Arqueológico Casa Blanca, Chalchuapa (Fotografía de Shione Shibata) 
35 
 
tradición extendida en la costa Sur guatemalteca y el extremo oeste salvadoreño. En palabras 
de Demarest 
At Takalik Abaj, as at Monte Alto, Kaminaljuyu, Bilbao, Izapa and other sites, the 
potbellies were always found in ambiguous contexts…the contexts, associated 
ceramics and carbon series all favor a Late Preclassic date for the three Santa Leticia 
potbellies…the sherds recovered from within the floors and stone basis supporting 
the monuments date to the Late Preclassic…the period of human activity at the site is 
limited to ca. 500 B.C. - A.D. 100 (Demarest, 1986: 138-139). 
 
De manera trascendental, de cara a los hechos que posteriormente ocurrieron en la 
región, al final del periodo Preclásico tardío acontecieron cambios sustanciales que 
impidieron que sitios como Chalchuapa alcanzaran el desarrollo que otros asentamientos si 
lograron durante el Clásico, como es el caso de Copán, que durante el Preclásico medio y 
tardío observa un desarrollo modesto, y cuyo desarrollo sobresaliente en el Clásico quizá 
haya tenido un impulso importante de las interacciones acaecidas durante el Preclásico 
(Sharer, 1989). 
En consecuencia de los nuevos datos arqueológicos, una reciente hipótesis señala que 
el abandono o desuso del centro ceremonial Preclásico en el norte del asentamiento en 
Chalchuapa, fue a causa de un cambio entre el vínculo político y económico evidenciado en 
un cambio cultural, y la muy poco documentada “influencia” teotihuacana en el área, que en 
alguna medida hubiese provocado el traslado del centro ceremonial principal de El 
Trapiche/Casa Blanca a Tazumal (Ichikawa, et. al., 2009: 507).
36 
 
Capítulo III 
La Zona Arqueológica de Chalchuapa 
Chalchuapa, se encuentra unos 80 kilómetros al oeste de San Salvador la capital del país; 
ocupando un valle al norte de la cordillera Apaneca-Ilamatepec. Así mismo, en un dato por 
demás interesante, Sharer menciona que “Se ubica a unos 120 km. al sureste del centro Maya 
ceremonial masivo de Kaminaljuyú

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