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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS CATÁLOGO DE TÍTULOS DE PERIÓDICOS DE LA COLECCIÓN “HEMEROTECA HISTÓRICA” DE LA BIBLIOTECA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA INFORME ACADÉMICO POR ACTIVIDAD PROFESIONAL QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN HISTORIA P R E S E N T A ANGÉLICA HERNÁNDEZ PÉREZ Director de Tesis. Lic. Mariano Mercado Estrada México D. F., 2011 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. CATÁLOGO DE TÍTULOS DE PERIÓDICOS DE LA COLECCIÓN “HEMEROTECA HISTÓRICA” DE LA BIBLIOTECA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA Informe Académico presentado por la alumna Angélica Hernández Pérez para optar por el título de licenciada en historia Director de Tesis. Lic. Mariano Mercado Estrada Ciudad Universitaria, México D. F., 2011 A mis Padres Joaquín Hernández Sánchez y Juana Pérez Martínez. In Memoriam A mis Hermanos Faustino, Juan, Margarito y Magdaleno, quienes en los momentos difíciles de mi vida siempre han estado conmigo, otorgándome palabras de aliento, así como su apoyo y amor incondicional A mis amigos Armando Sarignana y Raúl Castro In Memoriam Agradecimientos Quiero manifestar mi gratitud a quienes, en su momento, me brindaron su apoyo para el desarrollo de este proyecto, principalmente al doctor César Moheno y la etnóloga Julieta Gil, directores de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia; a la maestra Virginia Guzmán y al señor Marco Antonio Tovar, subdirectores técnicos de la misma; al ingeniero Miguel Ángel Gasca por la asesoría en el manejo de la base de datos, aplicación de programas para la elaboración del catálogo y la digitalización de imágenes; a la maestra Denise Hellion también por la digitalización de imágenes; a la licenciada María de los Ángeles Vela por la corrección de estilo. A mi hermano Juan Hernández Pérez por la donación de sus apuntes y listados mecanuscritos, punto de inicio de este trabajo, así como por la tarea de clasificación emergente que surgió durante la elaboración del catálogo. A Genaro Díaz, Gloria Lubbert, Abel Esteban y Cristina Peñalosa, responsables de las áreas de “Servicios al Público”, “Archivo Histórico”, “Publicaciones Periódicas” y “Archivo Histórico en Micropelícula” por las facilidades otorgadas. A mis sinodales: doctoras Aurora Cano Andaluz, Guadalupe Curiel Defossé, Adriana Álvarez Sánchez y doctor Armando Pavón Romero por invertir su valioso tiempo en la lectura de este trabajo y por sus importantes observaciones. En especial agradezco al maestro Mariano Mercado Estrada por haber dirigido este trabajo, así como por la paciencia y comprensión otorgada durante el desarrollo del mismo. ¡Mil gracias Mariano! ÍNDICE Introducción.........................................................................................................VII Capítulo I. Las Bibliotecas ..................................................................................XIII I.1. Definición e importancia de las bibliotecas .............................................XIII I.2. La Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH)...................XIX I.2.1. Funciones y objetivos generales de la BNAH...........................................XIX I.2.2. Reseña histórica ........................................................................................XXI Capítulo II. Las Hemerotecas. ............................................................................XLIV II.1. Definición e importancia de las hemerotecas ..........................................XLIV II.2. La Hemeroteca Histórica de la BNAH. ...................................................XLVI II.2.1. Funciones y objetivos generales de la Hemeroteca Histórica de la BNAH. .............................................................................................XLVI II.2.3. Conformación y desarrollo de la colección Hemeroteca Histórica de la BNAH. ............................................................................XLVII Capítulo III. Los Catálogos. ...............................................................................LXX III.1. Definición de catálogo.............................................................................LXX III.2. Objetivos e importancia de los catálogos. ...............................................LXXI III.3. Elaboración del Catálogo de Títulos de Periódicos de la Colección "Hemeroteca Histórica" de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia ..................................................................................................LXXIII III.3.1. Antecedentes...........................................................................................LXXIII III.3.2. Objetivos.................................................................................................LXXV III.3.3. Metodología de trabajo...........................................................................LXXVI III.3.4. Revisión de los materiales ......................................................................LXXX III.3.5. Fuentes informativas ..............................................................................XCVIII III.3.6. Contenido general del catálogo .............................................................XCVIII III.3.7. Utilidad del catálogo ..............................................................................CIII III.3.8. Ficha catalográfica..................................................................................CVIII Anexo. .................................................................................................................1 Abreviaturas.........................................................................................................3 Catálogo de Títulos de Periódicos de la Colección "Hemeroteca Histórica" de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia........................................5 Índice de Títulos ..................................................................................................765 Índice Geográfico ................................................................................................795 Índice Temático ...................................................................................................804 Índice Onomástico...............................................................................................815 Índice Cronológico. .............................................................................................856 Bibliografía..........................................................................................................869 Introducción Mi primer contacto profesional con las fuentes hemerográficas de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH) fue en el año de 1992, cuando, en calidad de investigadora de basede la misma institución, me integré al equipo de pasantes de la carrera de historia que se encargarían de realizar el proyecto de investigación de la Guía General Archivo Histórico en Micropelícula Antonio Pompa y Pompa, coordinada por la licenciada Consuelo Méndez Tamargo, entonces Subdirectora de Documentación de la BNAH.1 En aquel tiempo se nos encomendó a cada uno de los participantes la revisión de algunas de las guías o listados de las series que integraban el llamado Catálogo de Archivos Microfilmados del Departamento de Archivos y Bibliotecas, para compararlos con los rollos de micropelícula y confirmar si la información coincidía con el contenido de los rollos, que en muchos casos no fue así. Posteriormente, se conformaron los grupos 1 Antes de ingresar a la BNAH, trabajé en la entonces Dirección de Museos y Exposiciones (hoy Coordinación de Museos y Exposiciones) del INAH, donde desempeñé el cargo de documentalista, labor que consistió por un lado, en la búsqueda en diferentes instituciones de la Ciudad de México de documentos, fotografías, manuscritos, etc., y por el otro, en la elaboración de material gráfico como mapas, cuadros sinópticos, diagramas y cédulas de pie de foto y de objeto que acompañaron a los guiones científicos históricos que los especialistas realizaron para montar exposiciones y museos en diversos estados de la República Mexicana. Posteriormente, ya como investigadora, participé en la elaboración de los guiones científicos y sus cedularios, al tiempo que colaboré en la asesoría durante el montaje de las exposiciones, actividad que me permitió establecer un estrecho contacto con estudiosos de diversas disciplinas de la antropología e inclusive de otras ciencias. Estos trabajos los realicé en el periodo de 1987 a 1991. El siguiente año me trasladaron a la Dirección de Estudios Históricos (DEH), también del INAH, en donde se me encomendó la selección y trascripción de documentos de diferentes siglos de los ramos “Civil” y “Mercedes” del Archivo General de la Nación (AGN), con el objetivo de elaborar una publicación de esos documentos; sin embargo, como estas actividades no eran de mi interés opté por solicitar mi cambio a la BNAH, cuyo acervo contaba con una diversidad de tópicos y de materiales entre los cuales podía escoger uno de ellos para dedicarme a su estudio, pues a pesar de haber desarrollado trabajos de diversa índole, tanto en la Universidad como en el INAH, ninguna de las temáticas abordadas me atrajo tanto como para dedicarme completamente a ella; sin embargo, cuando comencé a tener contacto con los periódicos, a examinarlos y familiarizarme con ellos como fuente de investigación, me apasioné mucho con esos impresos y decidí retomar algunos de los ensayos realizados e iniciar otros basándome en el análisis de los periódicos, pero ahora con la experiencia y los conocimientos adquiridos en mi formación profesional en las instituciones educativas y de investigación (como la UNAM y el INAH) en las que he tenido la fortuna de participar. VII documentales del nuevo catálogo, pero ya con información verídica, y finalmente se elaboró el cedulario de las 113 series que resultaron de la reorganización del acervo microfilmado. Las cédulas quedaron integradas por los rubros siguientes: Procedencia, Periodo, Volumen, Ordenación y Descripción Informativa. En lo particular me tocó revisar series de archivos estatales, particulares, institucionales, de bibliotecas, mapotecas, planotecas y las de contenido estrictamente hemerográfico, en ese entonces formadas por las series: “Hemeroteca Histórica Mexicana del siglo XIX” “Periódicos” y “Artículos Periodísticos”, además de dos series misceláneas (”Miscelánea Histórica” y “Centro de Documentación”), que también registraban algunos títulos periodísticos. En estos momentos de exploración de documentos de diferentes temáticas fue que me apasioné con los periódicos, y decidí que a partir de entonces me dedicaría al estudio de ellos. En el proceso de comparación de los periódicos originales con las micropelículas, para corroborar que efectivamente eran los mismos, me di cuenta que en ambos soportes existían varios rotativos encuadernados o microfilmados, y que algunos de ellos no estaban registrados en las guías o listados mecanuscritos con los que se daba servicio a los usuarios, pero como en esos momentos el objetivo de mi trabajo no era el de realizar ese registro opté por dejarlo de lado para retomarlo en tiempos futuros. Una vez concluida la Guía General Archivo Histórico en Micropelícula Antonio Pompa y Pompa, olvidé ese propósito y me dediqué a elaborar trabajos basados en fuentes VIII hemerográficas que fueran consultadas dentro y fuera de la biblioteca. Sin embargo, durante mi recorrido itinerante por las principales hemerotecas de la Ciudad de México, me di cuenta que no todas, incluida la BNAH, contaban con instrumentos de consulta actualizados, llámense ficheros, catálogos, bases de datos, etc., que permitieran al investigador conocer con certeza los títulos y fechas exactas de sus colecciones. Tiempo después decidí hacer un paréntesis en el trabajo del estudio y análisis del contenido de los periódicos como fuente informativa, para elaborar herramientas de consulta que ayudaran a la labor de los grupos de investigación multidisciplinaria que acudían a la hemeroteca de la BNAH en busca de materiales que les ayudaran a reconstruir la historia de la cultura mexicana a través de la prensa mexicana. Fue así que me incliné por la elaboración de un catálogo, ya que éste es el instrumento donde se asienta de manera breve, precisa y uniforme la información necesaria para localizar y conocer las características generales de los documentos, lo que determinará que el usuario realice o no la consulta directa de las fuentes. Antes de realizar el catálogo preparé algunos listados e inventarios con la intención de conocer un poco más la colección, y ello me permitió reafirmar que ése era el instrumento que se requería en la hemeroteca. Las primeras cuestiones que había que resolver eran: ¿cuántos y cuáles eran los títulos de periódicos con los que realmente contaba la institución?, ¿existía la colección completa?, ¿qué números y años poseía?, ¿qué cantidad de ejemplares había de ellos?, ¿cuál era su IX estado de conservación?, ¿de qué lugares provenían las publicaciones, ¿cuáles eran los nombres de sus directores y colaboradores?, ¿en qué idiomas estaban escritos?, ¿las publicaciones se hallaban encuadernadas o microfilmadas solas o compartían espacio con otras? y ¿cuáles eran los títulos que contaban con copias en microfilm que evitaran el manipuleo de los originales? Estas interrogantes me dieron la pauta para decidir qué tipo de catálogo debía realizar, pues era urgente que tal información estuviera sistematizada para ayudar al investigador a que encontrara rápidamente la información que requiriera para la elaboración de sus proyectos. De ahí que el trabajo debía ser un catálogo de títulos de periódicos, con las características específicas de cada uno de ellos. Los catálogos de artículos de órganos periodísticos determinados o de temáticas particulares que cualquier otro investigador, o incluso yo misma, quisiera realizar, vendrían después, tal y como sucedió con El Hijo del Ahuizote, La Moda Elegante, La Toilette de París y El Mundo Ilustrado, que fueron elaborados por compañeros de la biblioteca y de la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones del INAH, pero basándose en la información del catálogo para delimitar los periodos de sus trabajos. Sin embargo, como en esos momentos los títulos de la colección “Hemeroteca Histórica” (soporte de papel) me parecieron bastante numerosos, resolví empezar por el fondo en micropelícula que sí lo conocía a la perfección, pues tiempoatrás había efectuado su reestructuración, además de que numéricamente era más pequeño, ya que sólo se X conformaba de 78 títulos agrupados en 156 rollos de microfilm de emulsión de plata de 16 y 35 mm. El trabajo en el acervo microfilmado consistió en registrar de forma independiente la información de cada una de las publicaciones. Posteriormente, hice lo mismo con la Hemeroteca Histórica, pero como en ambos soportes encontré que además de periódicos había algunas gacetas y boletines, decidí que éstos también debían ser integrados al catálogo. Meses después, me enteré que en otras colecciones había más ejemplares de esas tipologías documentales, y resolví que, de igual forma, debían ser incluidos (sólo los registros, no las publicaciones) para que todos quedaran juntos en un solo instrumento de consulta de la institución, el cual fue estructurado de acuerdo a los lineamientos generales de catalogación establecidos para la elaboración de catálogos, aunque con ligeras variantes, resultado de las necesidades y características del acervo. Antes de concluir el catálogo se lo presenté al maestro Mariano Mercado, quien amablemente me hizo varias observaciones, y luego ambos decidimos que para obtener el título de licenciada en historia presentara un informe académico de este trabajo, es por eso que hoy pongo a su consideración un Informe Académico por Actividad Profesional que consta de tres capítulos y un anexo. En el primero expongo, de forma somera, la definición y funciones de las bibliotecas en general, y de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia en particular, esta última acompañada de una breve reseña histórica que abarca desde sus primeros intentos de XI creación en 1831 hasta nuestros días. En el segundo apartado presento, también de manera sucinta, el concepto y las actividades de las hemerotecas, pero resaltando la importancia, el origen, desarrollo y situación actual de la Hemeroteca Histórica de la BNAH. El tercer capítulo está dedicado al concepto y objetivos de los catálogos, y a partir de tal definición se desprende la metodología empleada para la realización del catálogo de títulos de periódicos, gacetas y boletines de la BNAH. Se exponen las condiciones en que fue encontrado el acervo y los motivos que me llevaron a realizar este instrumento de consulta, así como la historia de la formación de la colección, desde 1898 hasta la actualidad. Se describe también el contenido general del catálogo y la utilidad que representa para los usuarios de esos materiales contar con un instrumento de consulta preciso, sistematizado y ordenado, al cual se puede acceder a través de fichas catalográficas, mismas que se encargan de describir las particularidades de las publicaciones. Para concluir, se incluye un anexo que está integrado por el catálogo que se conforma de 994 fichas y cinco índices o elementos auxiliares por los cuales se puede acceder a la información desde cinco diferentes puntos de búsqueda, que son: Índice de Títulos de Periódicos, Índice Geográfico, Índice Temático, Índice Onomástico e Índice Cronológico. XII Capítulo I. Las Bibliotecas I.1. Definición e importancia de las bibliotecas La palabra biblioteca proviene del latín biblion, que quiere decir libro y tehke, que significa caja; aunque en el genuino sentido etimológico del vocablo, biblioteca se emplea para la guarda o custodia de libros; sin embargo, de la combinación de estos significados se originó otro que la define como caja o mueble para guardar los libros para su mejor conservación; si bien en la actualidad la palabra biblioteca se expresa indistintamente, tanto para el mueble en donde se depositan los volúmenes, como para el local o edificio de lectura de esos materiales.2 Desde el punto de vista técnico, una biblioteca, según Domingo Buonocore, podría definirse como una colección de obras numerosa, selecta y más o menos semejantes entre sí por autor, materia o lugar que forman una serie determinada, catalogada de acuerdo con un sistema dado y puesta a disposición de los estudiosos para su consulta. De ahí que la biblioteca tenga un doble fin esencial: conservar los libros y facilitar su uso a los lectores.3 Existen varios tipos de bibliotecas; no obstante, en este trabajo sólo se definirán dos de ellas, por ser las que corresponden a las características de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH), que es la que se estudiará en el presente informe 2 Domingo Buonocore, Diccionario de bibliotecología; términos relativos a la bibliología, bibliografía, bibliofilia, biblioteconomía, archivología, documentología, tipografía y materias afines. Prólogo de Roberto Couture de Troismants, 2ª. ed. Buenos Aires, Marymar, 1976, p. 73-76 (Colección Bibliotecología). 3 Ibidem, p. 73-74. XIII académico, ellas son: las Bibliotecas Nacionales y las Especializadas. De las primeras Domingo Buonocore señala que son las “que los distintos estados o países han fundado en sus respectivas capitales para reunir en ellas toda la producción escrita aparecida en los mismos y, en lo posible, las obras fundamentales del pensamiento universal.” Además de ser los centros directrices de la política bibliográfica de sus países y tener a su cargo los servicios técnicos de asesoramiento en la materia, así como la ejecución y coordinación de toda la actividad bibliográfica nacional.4 Por su parte, la enciclopedia Wikipedia menciona que: “Una Biblioteca Nacional es aquella institución en la cual se deposita, acopia, preserva y difunde el patrimonio bibliográfico (libros, diarios, revistas, folletos, grabaciones, etc) de un país [...] Está integrada por colecciones únicas e históricas de acceso restringido al público en general. Contiene por ejemplo, primeras ediciones de obras históricas...”5 Ambas definiciones están sustentadas en los lineamientos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO (United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization por sus siglas en inglés), la cual señaló en su 16ª Asamblea General de 1970, que las Bibliotecas Nacionales representan la cabecera del sistema de los Estados,6 Están financiadas con fondos públicos y son las responsables “de la adquisición y conservación de ejemplares de todas las publicaciones impresas en el país y funcionan como bibliotecas 'de depósito' en virtud de disposiciones sobre el depósito 4 Domingo Buonocore, op. cit. p. 79-80. 5 http://www. wikipedia la enciclopedia libre http://es.wikipedia.org/wiki/Biblioteca_Nacional 6 Ibidem. XIV legal o de otras disposiciones..”.7 Su finalidad es doble: proporcionar material bibliográfico de investigación para cualquier disciplina, y conservar y difundir el patrimonio cultural (referente a información registrada a lo largo del tiempo) de cada país.8 Como custodios del patrimonio de una nación, por ley, en la mayoría de los casos cierta cantidad de ejemplares de las obras impresas o producidas en otros soportes en el país deben depositarse en la biblioteca nacional. Esta medida también sirve para registrar y constatar los derechos de autor, ya que ellas son los centros directrices de la política bibliotecológica de sus países.9 Sobre los lineamientos que las Bibliotecas Nacionales deben seguir, la UNESCO es contundente al señalar que estas instituciones están obligadas a investir el doble carácter de archivo al recopilar y conservar toda la producción intelectual impresa en el país (frecuentemente como depositaria del Deposito Legal) o relativa al mismo, cualquiera que sea el lugar donde esta última se publique; reunir la bibliografía más valiosa y representativa de las naciones extranjeras, en primer términode aquellas con las cuales se tengan más vínculos por razones de afinidad cultural; es decir, que toda biblioteca nacional que aspire realmente a desempeñar su autentica misión, tiene que fusionar “armoniosamente los dos aspectos indicados en cuanto al contenido de su fondo: toda la producción, acumulada con criterio exhaustivo y toda la producción internacional, 7 Juan José Fuentes Romero, “El concepto de Biblioteca Nacional a partir de los tres informes de la UNESCO sobre las Bibliotecas Nacionales: Silvestre (1987), Line (1989) y Cornish (1991)” en Anales de Documentación, Universidad de Murcia, España, 2003, número 6, p. 71-78. y http://www:redalyc.uaemex.mx/pdf/635/63500605.pdf 8 Wikipedia la enciclopedia libre http://es.wikipedia.org/wiki/Biblioteca_Nacional 9 Ibidem. XV seleccionada con el máximo rigor en cuanto a su calidad. De esa doble condición surge la característica esencial de este tipo de biblioteca: órgano de depósito y tesoro donde se custodia y preserva el libro...”10 Pero además las Bibliotecas Nacionales, según el Glosario ALA de Bibliotecología y Ciencias de la Información, deben realizar las funciones siguientes: coordinar la red nacional de bibliotecas; compilar catálogos colectivos; “publicar la bibliografía nacional retrospectiva y otorgar sus servicios de biblioteca a la administración del estado o a algunos de sus organismos y otras responsabilidades establecidas oficialmente” 11 En lo que respecta a las Bibliotecas Especiales su vocablo tiene dos acepciones, pues mientras que para algunos autores son aquellas que reúnen libros correspondientes a un asunto o una materia determinada, con servicios limitados al interés en la materia de la organización que mantiene la biblioteca, ya sean entidades financieras, corporaciones privadas, empresas estatales, organismos de investigación, museos, u otro grupo o entidad que tiene interés en atender las necesidades de información específica de su personal.12 Otros consideran que su origen se vincula más al principio de la división del trabajo 10 Ibidem .p.79-80. Cfr. Luisa Orera Orera. “Reflexiones sobre el concepto de Biblioteca”en Primer Congreso Universitario de Ciencias de la Documentación: Teoría, historia y metodología de las Ciencias de la Documentación (1975-2000). Madrid: Universidad de Zaragoza, Departamento de Biblioteconomía y Documentación, 2000, pp. 663-676. http://www.ucm.es/info/multidoc/multidoc/revista/num10/paginas/pdfs/Lorera.pdf 11 Luisa Orera Orera, op. cit. p. 672. Cfr. Juan José Fuentes Romero, op. cit. 72-73. 12 Domingo Buonocore, op. cit. p. 76. Cfr. Luisa Orera Orera, op. cit. p. 674. XVI intelectual, precepto que ha determinado, correlativamente, un particularismo cada vez más creciente y exigente en el campo de los conocimientos humanos.13 Para este segundo grupo, los elementos fundamentales que caracterizan a una biblioteca especializada son tres: a) la naturaleza o carácter de la colección, b) la categoría o clase de usuario que la frecuenta y c) la función educadora que debe cumplir en la comunidad. La naturaleza de la colección es un elemento distinto e independiente de la materia que tratan los libros que la forman. El objeto a que se destina la colección es también de gran importancia porque atiende a una categoría de usuario, que no es el lector común de la biblioteca pública. De ahí que estos recintos especializados necesiten, por lo general, de un personal de seria formación profesional y cultural, verdaderos documentalistas, que estén en condiciones de utilizar sus fuentes de estudio con mayor espíritu crítico, agilidad en la búsqueda y sentido de exactitud, “en una palabra sutileza.”14 Al inicio de este apartado se mencionó que la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, entraría en las dos tipologías antes mencionadas, en el de Biblioteca Nacional por ser parte de su nombre oficial, el cual fue otorgado en 1964; sin embargo, al analizar la definición que la UNESCO emplea para las Bibliotecas Nacionales se puede apreciar que la BNAH no ingresa en esta categoría, ya que no es el centro directriz de la política bibliográfica del país ni tampoco la depositaria legal de los materiales bibliográficos y documentales (en los diferentes soportes informativos) de la nación, pues las instituciones 13 Ibidem.. 14 Ibidem, p. 77. XVII encargadas de ello, por decreto gubernamental desde mediados del siglo XIX, son la Biblioteca Nacional y la Biblioteca del H. Congreso de la Unión.15 El Decreto más reciente sobre este asunto corresponde al martes 23 de julio de 1991, y en él se señala que “los materiales bibliográficos y documentales editados y producidos en el país, forman parte del patrimonio cultural de la Nación. Su integración, custodia, preservación y disposición para su consulta, en los términos del presente Decreto, son de orden público e interés general.” (Artículo Primero) De ahí que “... todos los editores y productores de materiales bibliográficos y documentales, están obligados a contribuir la integración del patrimonio cultural de la Nación. Esta obligación se cumple con la entrega de ejemplares de cada una de las ediciones y producciones de sus obras, a la Biblioteca Nacional y a la Biblioteca del Congreso de la Unión...” (Artículo Segundo) 16 En cuanto a la designación de Biblioteca Especializada, la BNAH sí entra en esta tipología, pues es una biblioteca de investigación que su acervo reúne diversos materiales correspondientes a materias determinadas, y atiende a una categoría de usuarios que no es el lector común que frecuenta cualquier otra biblioteca, pues a ella asisten profesores, alumnos e investigadores de las escuelas y centros de trabajo del propio Instituto Nacional 15 Los orígenes del deposito legal en México se remontan al decreto del 30 de noviembre de 1846 expedido por el general José Mariano de Salas para establecer una Biblioteca Nacional. Los artículos 1, 3 y 4 dicen: 1) se establece una biblioteca nacional y pública, 3) En lo sucesivo de todas las obras y periódicos que se publiquen en el Distrito Federal y Territorios, se pasará un ejemplar a la biblioteca, 4) Se invitará a los Excmos. Sres, gobernadores de los Estados, a que practiquen lo mismo con las publicaciones que se hagan en estos. Manuel Dublán y José María Lozano “Decreto del gobierno sobre el establecimiento de una biblioteca nacional” en Legislación Mexicana. México. 30 de noviembre de1846. México, 1876. v.5 p. 226. Cfr. Rosa María Fernández de Zamora, La Bibliografía Nacional en México, México, SEP. Dirección General de Bibliotecas, 1986, p.71-85. 16 “Decreto” en Diario Oficial de la Federación, México, 23 de julio de 1991, tomo. número. 17, p. 12 XVIII de Antropología e Historia y de otras instituciones académicas y de investigación dedicadas al estudio de la antropología y ciencias afines. La BNAH se encuentra ubicada en la planta alta del Museo Nacional de Antropología, situado en Reforma y calzada Gandhi s. n., colonia Chapultepec Polanco, con un horario de servicio de lunes a viernes de 9:00 a 21:00 hrs. I.2. La Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH) I.2.1. Funciones y objetivos generales de la BNAH Desde hace más de 120 años, las funciones de esta institución se han encaminado a reunir y proporcionar los documentos y materiales bibliohemerográficos disponibles en las disciplinas antropológicas, procurando una especial atención a todo aquel material que sirva para preservar y difundir las raíces culturales que constituyen nuestro patrimonio histórico. Los servicios documentales de la BNAH se establecieron para servicio de apoyo a las dependencias delInstituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), mediante la provisión oportuna de información y material para el desarrollo de trabajos de investigación y docencia.17 17 Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH 1983 Situación general, México, 1984, p.244 (Cuaderno de Trabajo. Dirección general, número 1) XIX Como Biblioteca Central del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), es responsable de la Coordinación del Sistema Bibliotecario y de Información del Instituto, a través de los avances tecnológicos, asimismo es la encargada de preservar nuestros testimonios histórico-documentales y cooperar en la reflexión sobre el presente, investigando el pasado y proyectando el futuro de México.18 Vestíbulo de la BNAH en 2010. Fotografía: Mtra. Denise Hellion. 18 Tríptico de la BNAH. XX Entre sus objetivos principales se encuentran el apoyo a la enseñanza especializada en arqueología, antropología, historia, lingüística, etnología, etnohistoria y ramas afines por medio de las funciones sustantivas del INAH, que son: la investigación, la conservación, la restauración, la difusión y la docencia. La biblioteca está organizada por áreas de trabajo, que son: Servicios al Público, Procesos Técnicos, Administración e Investigación. I.2.2. Reseña histórica Para poder entender el origen y desarrollo de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH), es necesario pensarla como parte del desarrollo del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, ya que originalmente fue planeada como biblioteca del propio Museo para apoyar las investigaciones científicas y las actividades de conservación que allí se realizaran. El primer intento para establecer la biblioteca del Museo Nacional de Historia Natural y Antigüedades, como entonces se denominaba, se debe a la iniciativa de don Lucas Alamán, quien al desempeñar la cartera de Relaciones, durante los primeros años de la Independencia nacional, destinó todos sus esfuerzos para crear tanto el museo como la biblioteca. XXI Se sabe que en 1831, Alamán envió al conservador de la institución, Ignacio Icaza, unos libros que le había remitido desde Londres don Arturo Wavell, “a fin de que con los que haya y se le vayan remitiendo, forme V. S. en ese establecimiento, una pequeña biblioteca de Ciencias e Historia Natural”19 Alamán, sabedor de los grandes beneficios que los libros prestan a los investigadores, quiso que estos fueran auxiliares importantes de los distintos departamentos técnicos del Museo Nacional. Sin embargo, diversas circunstancias, particularmente políticas, hicieron que aquel proyecto quedara en sus inicios y que el desarrollo del museo fuera lento. Los escasos datos de esos tiempos indican que de 1831 a 1847, el acervo bibliográfico lo constituían una colección de libros que servía de apoyo a los trabajos y estudios que se realizaban en el museo. Una segunda tentativa para restablecer la biblioteca del museo data del 30 de noviembre de 1865, fecha en que el emperador Maximiliano de Habsburgo encargó a su ministro de Instrucción Pública y Cultos, Francisco Artigas, hacer “un Museo Público de Historia Natural, Arqueología e Historia Patria, formando parte de él una biblioteca en que se reúnan los libros ya existentes que pertenecieron a la Universidad y a los extinguidos 19 José Antonio Guadalupe Caballero, “La Biblioteca del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía” en Anales del Museo, tomo 5, época 4ª. año 1927, México, Talleres Gráficos del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, 1927, p. 167. XXII conventos”.20 La dependencia debía tener tres departamentos: Historia Natural, Arqueología e Historia y una Biblioteca. El primero estaría bajo la conducción de un director, nombrado por el emperador, y las tres secciones estarían bajo la responsabilidad de los curadores.21 Asimismo, el emperador Maximiliano disponía que todos ellos debían formar tanto el reglamento general como el de los departamentos; sin embargo, tampoco esta iniciativa pudo ser llevada a efecto. En consecuencia, de 1831 a 1865 sólo un pequeño fondo de libros fue conservado en la secretaría del recinto, para consulta de los investigadores que trabajaban en ese lugar. En 1869, Ramón I. Alcaraz, director de la institución, adquirió para ella “150 volúmenes de historia natural de que carecía absolutamente el establecimiento”,22 con lo que pretendía inaugurar el pequeño acervo existente. El señor Alcaraz fue por lo tanto el creador de esta nueva biblioteca, que en ese tiempo no llegaba a 500 volúmenes, aunque poco a poco fue incrementando su fondo, al grado que en 1879 contaba ya con un millar de ellos y la perspectiva de recibir publicaciones de las distintas Secretarías de Estado.23 Por otro lado, los profesores Gumersindo Mendoza, Joaquín Sánchez, Manuel M. ViIlada y Manuel Urbina agregaron a la colección libros de arqueología e historia natural que ellos mismos habían donado. 20 Luis Castillo Ledón, El Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía 1825-1925, Reseña histórica escrita para la elaboración de su primer centenario, México, Talleres Gráficos del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, 1924, p. 21. 21 Ibidem, p. 21-22. 22 José Antonio Guadalupe Caballero, op. cit. p.170. 23 Ibidem, p. 170-171. XXIII D. José María de Ágreda y Sánchez, primer bibliotecario del Museo. Fuente: José Antonio Guadalupe Caballero, “La Biblioteca del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía” en Anales del Museo, tomo 5, época 4ª. año 1927, p. 167. Fotografía: Ing. Miguel Ángel Gasca. XXIV Un año después, en 1880, el señor Gumersindo Mendoza inauguró provisionalmente la biblioteca dedicándola de manera exclusiva al servicio de los profesores y personal del museo, el cual quedó integrado por tres departamentos, tal como lo había propuesto el gobierno de Maximiliano en 1865.24 Ocho años más tarde, el 22 de diciembre de 1888, se llevó a cabo la inauguración definitiva y solemne de la Biblioteca del Museo Nacional, nombrando como director y primer bibliotecario al señor José María de Agreda y Sánchez, proyectándose además el establecimiento del servicio al público.25 Desgraciadamente esto último no pudo concretarse por falta de presupuesto. Consolidada esta institución bibliotecaria para el año 1900, contaba ya con un fondo de 4 865 volúmenes que el señor Francisco del Paso y Troncoso hizo aumentar con repetidas donaciones de manuscritos, folletos y libros, además de registrar una compra importante de 256 volúmenes de diferentes obras.26 Entre los manuscritos que ingresaron en ese periodo se encuentran expedientes relativos al Tribunal de la Inquisición reunidos por el general don Vicente Riva Palacio; documentos para la historia antigua de México y de la Independencia nacional, así como de la 24 Ibidem, p. 171 Cfr. Jesús Galindo y Villa, “El Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología” en Memorias de la Sociedad Científica Antonio Alzate, tomo 40, número 5, octubre de 1921, México, Sociedad Científica Antonio Alzate, 1921, p. 309. 25 José Antonio Guadalupe Caballero, op. cit. p. 172-173. 26 Yolanda Mercader Martínez, “Biblioteca Nacional de Antropología e Historia “Eusebio Dávalos Hurtado” en La antropología en México. Panorama histórico, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1988, vol. 7, p. 717 (Colección Biblioteca del INAH). XXVCompañía de Jesús y del Hospital Real de Naturales. Se adquirieron también legajos sobre la colonización de Texas, papeles reunidos por Mariano Fernández y Veytia, y una importante colección documental formada por José Fernando Ramírez, entre otros materiales.27 Local en el que se fundó la antigua Biblioteca del Museo. Fuente: José Antonio Guadalupe Caballero, “La Biblioteca del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía” en Anales del Museo, tomo 5, época 4ª. año 1927, p. 171. Fotografía: Ing. Miguel Ángel Gasca. 27 Ibidem. XXVI Al año siguiente, el acervo registraba la cantidad de 5 500 libros, de los cuales 5 000 se hallaban en la biblioteca y el resto estaba repartido en los diferentes departamentos del establecimiento para consulta particular de los investigadores.28 En 1903 el museo abrió las cátedras de Historia Natural, Historia de México y Arqueología, motivo por el cual hubo de permitirse el acceso a alumnos, y poco después, con discreción, a cierto público, lo que obligó al aumento del acervo bibliográfico. Este incremento ocasionó que un año después la biblioteca fuera trasladada a la planta alta del museo.29 Respecto a los sistemas de catalogación de la antigua Biblioteca del Museo Nacional, es conveniente hacer notar que antes de 1907 la institución sólo tenía una lista común y corriente de los libros con los que contaba en su acervo, pero en ese año el señor Catarino D. López elaboró el primer catálogo cedulario de la colección, aunque sin seguir propiamente un sistema determinado sino sólo a su arbitrio.30 Esta iniciativa sirvió para que el año siguiente se realizara un segundo catálogo basado en un sistema decimal, bajo la dirección de José de Gener Ortiz, quien tenía conocimientos de biblioteconomía. Durante los siguientes años se emplearon otros procedimientos, hasta que en 1944 se adoptó el utilizado por la Biblioteca del Congreso de Washington, por ser el más afín al acervo. 28 José Antonio Guadalupe Caballero, op. cit. p.175. 29 Delfino C. Moreno, “La Biblioteca del Museo Nacional de México” en Boletín del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, Época, 4ª, Tomo, 1 Número 5-6.noviembre a diciembre de 1922, México, Imprenta del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, 1922, p. 67. 30 Ibidem, 179. XXVII La biblioteca del museo en 1904. Fuente: José Antonio Guadalupe Caballero, “La Biblioteca del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía” en Anales del Museo, tomo 5, época 4ª. año 1927, p. 179. Fotografía: Ing. Miguel Ángel Gasca. XXVIII La biblioteca del museo en 1907. Fuente: José Antonio Guadalupe Caballero, “La Biblioteca del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía” en Anales del Museo, tomo 5, época 4ª. año 1927, p. 179. Fotografía: Ing. Miguel Ángel Gasca. XXIX En 1922, el directivo del establecimiento, Gustavo Gómez de Orozco, recibió en donación 1 500 volúmenes, provenientes de la Biblioteca del Seminario de Morelia, los libros fueron recibidos en el ex convento de Churubusco y la selección fue hecha por el señor Nicolás León.31 Para 1936, la dirección de la biblioteca quedó a cargo de don Antonio Pompa y Pompa, quien permaneció en ella hasta 1977. Durante su gestión se dio una transformación en sus servicios y en su estructura interna, dejando de ser un almacén más o menos organizado de colecciones utilizadas exclusivamente por eruditos, para convertirse en un centro dinámico de actividad intelectual, al que concurrirían estudiantes, investigadores y docentes del país y del extranjero.32 A partir de la gestión del profesor Pompa, se inició una de las etapas más importantes para la biblioteca. Su actividad se centró fundamentalmente en el acopio del mayor número de documentos y bibliotecas; rescató gran cantidad de ellos que se intentaban sacar del país, y así formar uno de los repositorios más importantes de la historia y la antropología en México. Es importante destacar la labor acuciosa que emprendió el profesor Pompa al recorrer toda la República Mexicana, en donde microfilmó los archivos eclesiásticos y municipales, de 31 Yolanda Mercader Martínez, op. cit. p.722. 32 Cecilia Haupt Homenaje a don Antonio Pompa y Pompa México, Dirección General de Bibliotecas de la Universidad Nacional Autónoma de México, 19 de febrero de 2008, p. 2. http:/ www.dgbiblio.unam.mx/servicios/dgb/publidgb/bole/fullext/volvi4/pompa/html XXX tal forma que los documentos pueden ser consultados en la Ciudad de México sin necesidad de trasladarse a los lugares de origen. Muchos de estos archivos han desaparecido; aunque gracias a esta labor, podemos tener testimonios de su existencia. Se calcula que en ese entonces había 14 millones de documentos microfilmados.33 En 1939 se fundó el Instituto Nacional de Antropología e Historia, motivo por el cual la Biblioteca del Museo Nacional adquirió el carácter de Biblioteca Central de la institución, y a partir de entonces empieza a tener un progreso en sus colecciones y en el número de usuarios, de tal forma que para el quinquenio de 1943 a 1948 el número de lectores fue de 69 013, quienes consultaron 22 401 volúmenes.34 Este incremento en sus fondos provocó que en 1944 se propusiera una nueva reorganización, ya que el acervo había aumentado en aproximadamente 80 000 volúmenes, con la adquisición de las bibliotecas de don Vicente Lira y de don Pablo González Casanova y se acrecentó, más tarde, con parte de lo que fue la biblioteca de Federico Gómez de Orozco y con los fondos de antiguas bibliotecas de conventos de comunidades religiosas que juntos hicieron la respetable suma de 120 000 volúmenes.35 En ese mismo año, como se mencionó anteriormente, se optó por utilizar el sistema de clasificación de la Biblioteca del Congreso de Washington, medida que significó un verdadero adelanto ya que esta clasificación era la más actualizada y avanzada del mundo 33 Yolanda Mercader Martínez, op. cit. p.723. 34 Ibidem, p. 722. 35 Ibidem, p. 722. XXXI occidental, pues tiene la ventaja de clasificar temáticamente los documentos y disponer de las ampliaciones que se requieran de acuerdo a los adelantos científicos de la época.36 Dos años después de haberse iniciado los trabajos de reorganización y ampliación, así como la sustitución de la estantería de madera por metálica, se destinó, en la parte alta del almacén de libros, un nuevo salón para investigadores, con un departamento de diapositivas y otro de lectura en micropelículas. Este nuevo salón para investigadores fue inaugurado el 1 de marzo de 1946, con el nombre de fray Bernardino de Sahagún.37 De esa fecha en adelante la biblioteca progresó en forma inusitada. Se adquirieron bibliotecas valiosas como las de Luis González Obregón y Luis Álvarez y Álvarez de la Cadena; fondos importantes y especializados como el de Jorge Denegre Vaught acerca de la Revolución mexicana, y del ingeniero Luis Gutiérrez Cañedo sobre la legislación nacional, que sumaban la cantidad de 225 000 volúmenes. Con posterioridad, la adquisición de libros fue en aumento y en 1970 se recibió la biblioteca del doctor Alfonso Caso, primer director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, que contaba con 20 000 volúmenes.38 36 Ibidem, p. 723. Es importante señalar que la anotación de clasificación Library of Congress se emplea en la mayoría de bibliotecas de investigación y académicas de los Estados Unidos yvarios otros países. Esta tarea se circunscribió en agregar números a las letras, es decir, aumentó la posibilidad de expandir las clases principales (letras) con la combinación de números para formar la estructura del que sería el nuevo sistema de la Library of Congress, lo que resultó una notación mixta. Organiza los recursos por materia, por consiguiente cada nuevo recurso bibliográfico tiene un código único que lo identifica compuesto por letras y números, lo cual permite agruparlos en los anaqueles en orden alfabético y cronológico. 37 Julio César Olivé Negrete, Augusto Urteaga Castro-Pozo, coords, “Biblioteca Nacional de Antropología e Historia” en INAH, una historia, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1988, p.225 (Colección Divulgación) 38 Yolanda Mercader Martínez, op. cit. p.723. Cfr. Julio César Olivé Negrete, Augusto Urteaga Castro-Pozo, op. cit., p.226 XXXII En 1964, la Biblioteca y el Museo fueron trasferidos a sus nuevas instalaciones en el bosque de Chapultepec y, a partir de entonces, la antigua Biblioteca del Museo Nacional cambió de nombre a Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH), en 1976 se le agregó el de “Doctor Eusebio Dávalos.”39 Para ese entonces, la BNAH contaba además de múltiples servicios ordinarios de consulta, con fondos documentales manuscritos, discoteca y reproducciones en cinta magnética, microfilmes (con un fondo de más de 30 millones de copias), diapositivas y colecciones de consulta bibliográfica sobre lingüística, arqueología, antropología física, etnología, historia y disciplinas afines al estudio del hombre y del medio ambiente.40 Su tesoro bibliográfico cuenta con ediciones princeps, códices, pictografías, cartografía, folletería y, en fin, con ejemplares de positivo valor bibliográfico y científico para la investigación.41 Durante el periodo de 1977 a 1982, la BNAH sufrió el descarte de aproximadamente 30 000 títulos, entre libros, folletos y ejemplares de revistas, que fueron donados a bibliotecas tanto de la capital como de varios estados de la República Mexicana y algunas ciudades del extranjero.42 Al mismo tiempo, fueron adquiridas varias obras, entre ellas: un importante Diario de Ignacio Manuel Altamirano; una colección de bandos, circulares y decretos de diferente índole; documentos de Oscar J. Braniff; una miscelánea archivística de Cadereyta 39 Instituto Nacional de Antropología e Historia, “Biblioteca Nacional de Antropología e Historia: la más importante de América Latina” en Boletín Oficial del Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, nueva época, número 2, marzo- abril de 1985. 40 Julio César Olivé Negrete, Augusto Urteaga Castro-Pozo, op. cit., p.226-227. 41 Idem. p. 227. 42 Idem .p. 227. Este descarte se realizó por única ocasión, ya que eran obras ajenas a la temática de la biblioteca. XXXIII y Querétaro; los archivos del general Felipe Berriozábal, Ethel Turner, del Comité Técnico de Ayuda a los Españoles Desterrados en México, gran parte del que perteneció al general Manuel González, que se hacía acompañar de 3 mil volúmenes de su biblioteca; una fracción de la colección que perteneció al generaql Jesús González Ortega, y varios más de las haciendas de Masapila, Rinconada, Tlaxcaguiahuac y San Pedro Tejalpa.43 Asimismo, se obtuvo documentación perteneciente a la familia del adelantado de Yucatán don Francisco de Montejo; grabados de José Guadalupe Posada y de Manuel Manilla; documentos de Ignacio Ramírez, El Nigromante; así como otros testimonios referentes a la historia de México en sus etapas de Independencia, Reforma, Intervención e Imperio, Revolución Mexicana y relaciones con los Estados Unidos. Entre las últimas adquisiciones de ese período se encuentran documentos de fray Servando Teresa de Mier; de la Sociedad Patriótica Yucateca; bandos del estado de Veracruz y documentos del archivo del licenciado Gonzalo Vázquez Vela 44 También se incrementó la colección de códices con la donación de dos de ellos, el Códice de Huejotzingo y el Códice de la Magdalena Mixhuca.45 Entre las bibliotecas importantes que se adquirieron en esa etapa, están las de Luis González Ortega e Ignacio Ramírez. Se llevó a cabo también, la integración, registro e 43 Idem .p. 227. 44 Julio César Olivé Negrete, Augusto Urteaga Castro-Pozo, op. cit. p. 227-228. 45 Yolanda Mercader Martínez, op. cit. p.725. XXXIV instalación de la Hemeroteca Histórica, una de las más ricas en periódicos que existen en el país, sobre todo los que se refieren al periodo colonial, siglo XIX y principios del XX.46 Vestíbulo de la biblioteca en 1980. Fuente: s.a. Biblioteca Nacional de Antropología e Historia “Dr. Eusebio Dávalos Hurtado” Portada. Fotografía: Ing. Miguel Ángel Gasca. 46 Idem. XXXV Actualmente (primer trimestre del 2011) la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia cuenta aproximadamente con 78 179 títulos y 350 000 volúmenes47 que le permiten cumplir con el objetivo de apoyar las funciones sustantivas del Instituto Nacional de Antropología e Historia: investigación, conservación y restauración, docencia y difusión de la cultura. Para tal fin custodia y actualiza un rico acervo que cubre los temas sobre arqueología, antropología, historia, lingüística, etnología, etnohistoria y ramas afines. Sala de lectura de la BNAH en 1980. Fuente: s.a. Biblioteca Nacional de Antropología e Historia “Dr. Eusebio Dávalos Hurtado” p.12. Fotografía: Ing. Miguel Ángel Gasca. 47 De los 350 000 volúmenes ,122 091 han sido subidos al catálogo electrónico y 227 909 están en ficheros metálicos y de madera en espera de ese proceso. XXXVI Sala de lectura de la BNAH en 2011. Fotografía: Mtra. Denise Hellion. Entre las adquisiciones más recientes se encuentran las bibliotecas particulares del etnólogo Gabriel Mohedano, especializada en bibliografía musical y cultural de los estados de Guerrero y Veracruz; la de la arqueóloga Carolyne Bans, dedicada al estudio del occidente de México, y la del etnólogo Fernando Cámara Barbachano especializada en los grupos étnicos de los mayas.48 48 Información proporcionada por el C. Marco Antonio Tovar Ortiz, Subdirector Técnico de la BNAH. XXXVII Con el propósito de preservar en buen estado el acervo y de prestar un eficiente servicio, se han dividido en secciones específicas las diferentes colecciones que lo integran, cada una de ellas con normas y condiciones de ambiente y seguridad apropiados, y con servicio de estantería cerrada, ellas son: I. Acervo general: Esta colección está constituida básicamente por monografías especializadas en Historia, Antropología y ramas afines, publicadas de 1940 a la fecha. II. Fondo reservado y colecciones especiales: Se integra por libros publicados antes de 1940 que no pertenecen a otra colección especial, o que por su valor histórico, tipográfico o de otra índole requieren de un resguardo especial. III. Fondo Conventual. Integrado por los libros que pertenecieron a las bibliotecas coloniales de las órdenes religiosas de los agustinos, franciscanos, dominicos, mercedarios y carmelitas, por citar algunas. IV. Publicaciones periódicas y seriadas: Es la colección más completa y actualizada sobre las áreas sustantivas de investigación del Instituto. V. Referencia: Se constituye básicamente por obras de consulta como diccionarios, enciclopedias, anuarios, directorios, manuales, etc., tanto generales como especializados. Es la única sección en que el serviciose realiza con estantería abierta. XXXVIII VI. Testimonios pictográficos: Dentro de una bóveda de seguridad se resguardan verdaderas joyas documentales: "Los Códices Mesoamericanos"; prueba indiscutible de la grandeza cultural del pueblo mexicano. La colección está conformada por 98 originales más una cantidad importante de copias e impresos antiguos, las cuales están totalmente digitalizadas, aunque para que éstas puedan ser consultadas se necesita concertar cita con antelación. También existen algunas ediciones facsimilares que pueden ser consultados en la sala de lectura. VII. Archivo Histórico. Se forma con los documentos que pertenecieron a particulares y a instituciones de gran relevancia en la historia nacional y en el desarrollo de la vida intelectual de México. Contiene procesos de bienes eclesiásticos y del Santo Oficio de la Inquisición, vocabularios en lenguas indígenas y documentos sobre los refugiados españoles, entre otros. VIII. Archivo Histórico Microfilmado. Se compone de 154 series de archivos particulares, parroquiales, municipales, estatales, institucionales y especializados en música, mapotecas, fototecas y bibliotecas nacionales y extranjeras. IX. Fonoteca. Son grabaciones realizadas en el siglo XX por investigadores que registran, estudian y difunden la música de las distintas culturas étnicas y regionales que conviven en México. XXXIX X. Archivo de la Palabra. Es una colección de entrevistas que surgieron de la búsqueda de materiales que no fueran los hemerobibliográficos, por lo que se incluyen testimonios directos de los personajes que intervinieron en los acontecimientos que se narran. Las entrevistas corresponden a las temáticas de la revolución mexicana, la historia del cine y de la educación en México, sobre los refugiados españoles y la historia de la medicina contemporánea. XI. Fototeca. La fotografía, en sus diferentes soportes, ha sido una herramienta importante en las labores de investigación y difusión del INAH. La colección está integrada por álbumes fotográficos que contienen vistas de la Ciudad de México, retratos y zonas arqueológicas. XII. Diapoteca. Son materiales de difusión provenientes de los trabajos que se realizan en el INAH, a través de ellos se conocen colecciones tanto de museos como de zonas naturales y arqueológicas. XIII. Mapoteca Se compone de 11 000 mapas de carácter histórico que van del siglo XVI al XX, incluida la colección INEGI. XIV. Planoteca. Es una pequeña colección de planos históricos que van del siglo XVI al XX. XL XV. Tesis. Está conformada, hasta marzo del 2011, por 7 047 títulos de tesis de licenciatura, maestría y doctorado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y diversas escuelas, colegios, institutos y universidades nacionales y extranjeras. Para el alumnado de la ENAH la entrega de dos ejemplares a la BNAH es obligatoria, mientras que para las demás instituciones es opcional. XVI. Departamento de investigación: Cuerpo de investigadores constituido por historiadores, antropólogos, arqueólogos, etnohistoriadores y etnomusicólogos dedicados al estudio de las colecciones de la biblioteca, y a prestar ayuda y asesoría a los usuarios de la misma sobre las posibilidades de recuperación y uso de la información contenida en el acervo. XVII. Hemeroteca histórica: Es una rica colección de periódicos, boletines y revistas nacionales y extranjeros publicados en el periodo que va del siglo XVIII a mediados del siglo XX.49 Esta colección será el tema central del presente informe académico por actividad profesional. 49 Las revistas que existen en esta colección son diferentes a las del fondo “Publicaciones Periódicas”, pues aquéllas sólo contemplan las que tienen que ver con las especialidades del INAH. XLI Planeros de metal de la Mapoteca de la BNAH en 2011. Fotografía: Mtra. Denise Hellion. XLII Guardas de 1º. y 2º. nivel de la Fototeca de la BNAH en 2011. Fotografía: Mtra. Denise Hellion. XLIII Capítulo II. Las Hemerotecas II. 1. Definición e importancia de las hemerotecas La palabra hemeroteca se origina del griego Hemero «día» o «luz del día» y Theke «caja o depósito». Pero para Fernando Pintos el término hemeroteca se refiere al “conjunto de las colecciones de publicaciones seriadas que pueden ser manejadas dentro de cualquier gran biblioteca.”50 En cambio, para José Antonio Ramos es el lugar destinado a toda publicación que no demande su colocación entre los libros permanentes de la biblioteca.51 Empero, existe además otra acepción del término, que maneja que la palabra hemeroteca es subordinada de otra expresión griega: hemerologión que significa «diario», «calendario», «periódico».52 Al respecto, Domingo Buonocore afirma que la expresión hemeroteca fue propuesta por primera vez en 1900 por Enrique Martín, conservador de la Biblioteca del Arsenal de París, y asistente al Congreso Internacional de Bibliotecas realizado en esa capital en el mismo año, al utilizar la palabra “biblioteca” para los libros y “hemeroteca” para las publicaciones periódicas, diarios, revistas, boletines y periódicos de diversas frecuencias. Desde entonces, se han aceptado esos términos para estos materiales.53 Si bien todos estos conceptos han sido considerados como correctos, existe otro que señala que, en el marco de su acepción más actual y periodística, el vocablo hemeroteca se refiere 50 Fernando Pintos, “Hemerografía y el método hemerográfico según Kayser”, en Informe Uruguayo, año 111, número. 27, 10 de noviembre de 2006, p.1. http://www.uruguayinforme.com/news/10112006/10112006_pintos_hemerografia.php 51 José Antonio Ramos, Manual de Biblioteconomía. Clasificación decimal, catalogación metódico-analítica y organización funcional de las bibliotecas, La Habana, P. Fernández, 1948, p. 231. 52 Fernando Pintos, op. cit. p. 3. 53 Domingo Buonocore, op. cit. p. 73-76, Cfr. José Antonio Ramos, op. cit. p.116. XLIV a un local en donde se guardan y coleccionan, de manera organizada, las distintas publicaciones seriadas, así como también algunos otros documentos impresos que estén sujetos a determinada periodicidad.54 Al respecto, la International Standars Organization (ISO), una de las instituciones más importantes y prestigiosas a nivel mundial, encargada de verificar y avalar los diferentes niveles de calidad para productos y empresas, ha definido a la hemeroteca, desde el año de 1975, como toda «Publicación impresa o no, que aparece en volúmenes o fascículos ligados por lo general numérica o cronológicamente, durante un tiempo no limitado de antemano».55 Este tipo de publicaciones comprende todas las publicaciones periódicas, incluyendo diarios, revistas, boletines, anuarios, calendarios, anales, memorias, circulares, actas, informes, etc., editadas y dirigidas colectivamente por sociedades de todas las clases.56 No obstante que la ISO – una organización principalmente enfocada en las actividades empresariales y de entidades lucrativas – haya incluido entre el material hemerográfico los balances y las memorias e informes de labores, lo que realmente interesa a los especialistas es el hecho que haya tomado en cuenta a la hemeroteca, aunque sea como un concepto tan generalizado, pues ello implica un reconocimiento a la importancia de la institución en sí, al material periodístico como objeto de estudio y a las actividades que se llevan a cabo en su ámbito, como son:selección, adquisición, almacenamiento, registro, organización, 54 Fernando Pintos, op. cit. p. 1. 55 Ibidem, p. 2. 56 Domingo Buonocore, op. cit. p.357-358 Cfr. José Antonio Ramos, op. cit . p. 231. XLV catalogación; conservación y difusión de los materiales; y, algo muy importante, acceso constante a las nuevas tecnologías.57 II. 1. La Hemeroteca Histórica de la BNAH II.2.1. Funciones y objetivos generales de la Hemeroteca Histórica de la BNAH Desde su creación en 1978, la Hemeroteca Histórica “Carlos María de Bustamante” estableció que sus funciones primordiales serían: guardar, ordenar, conservar, custodiar, preservar, clasificar y difundir los periódicos de la colección, ya que son parte esencial del patrimonio cultural y de la memoria histórica de la nación mexicana. Sus objetivos fueron planteados en dos ámbitos: técnico y académico. El primero estuvo encaminado a completar, en la medida de lo posible, los números faltantes de algunas colecciones y agregar títulos al acervo, por compra, donación, canje o suscripción; realizar los procesos técnicos para el registro de las publicaciones existentes; planear y ejecutar acciones para su preservación; así como proporcionar los servicios necesarios para el uso de los materiales hemerográficos. En cambio, el segundo estuvo destinado a orientar y poner al alcance de los estudiosos, ya fueran tesistas, profesores o investigadores, la mayor cantidad de material periodístico posible para su consulta, estudio y análisis; enfatizar el valor de la prensa mexicana, como un reflejo de cada época y un espacio donde se 57 Fernando Pintos, op. cit. p. 3. XLVI encuentren y dialoguen el pasado y el presente del país, como elementos vivos de la memoria nacional. II.2.3. Conformación y desarrollo del fondo Hemeroteca Histórica de la BNAH La Biblioteca Nacional de Antropología e Historia cuenta en la actualidad con una colección hemerográfica de gran relevancia. En sus inicios perteneció a la entonces Biblioteca del Museo Nacional, que se encontraba dentro de las instalaciones del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, ubicado en la calle de Moneda 13. La biblioteca permaneció ahí de 1888 a 1964, año en que ambas dependencias fueron trasladadas a sus nuevas instalaciones en el bosque de Chapultepec. A partir de entonces, al primero se le conocería como Museo Nacional de Antropología (MNA) y a la segunda como Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH). La Biblioteca fue inaugurada oficialmente en 1888, pero los primeros datos que tenemos sobre la existencia de periódicos en el acervo se remontan a 1903, año en que el Boletín del Museo de Arqueología, Historia y Etnografía registró, por primera vez, en sus listados mensuales de publicaciones recibidas en la biblioteca los títulos siguientes: Gaceta Médica. Periódico de la Academia Nacional de Medicina de México (números 8 al 12 del tomo 3), Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Tabasco (35 y 37 al 41), Periódico Oficial XLVII del Gobierno del Estado de Michoacán de Ocampo (26 al 45) y El Estado de Tlaxcala. Órgano oficial del Gobierno (966-969).58 En aquel tiempo estos primeros y escasos periódicos fueron colocados en el acervo general de la biblioteca, ya que todavía no existía un fondo especial para ellos, ni tampoco un plan técnico de catalogación. Un par de años después (1905), el bibliotecario encargado del archivo, Catarino D. López, tomaría la iniciativa de incrementar la incipiente colección hemerográfica, por lo que se dio a la tarea de escribir a compañías periodísticas establecidas en el país y en el extranjero, con la intención de solicitarles el envío de sus respectivas publicaciones. Muchas de ellas respondieron satisfactoriamente a esta petición y con ello el pequeño fondo empezó a crecer paulatinamente.59 Tal ampliación haría que en 1909 el acervo requiriera de un mejor arreglo de sus materiales, y se extenderían las solicitudes realizadas para la expedición de ejemplares faltantes con la finalidad de completar algunas colecciones. El empeño puesto en la recolección de rotativos ocasionaría que, dos años más tarde, la biblioteca recibiera varias obras por donación, entre ellas “una gran cantidad de periódicos oficiales y algunos diarios de la capital como de los estados”.60 Estas nuevas adquisiciones harían necesario un reacomodo del acervo y el inicio del trabajo de clasificación para tener un mejor control de él. Entre las publicaciones recibidas ese año se encontraban las siguientes: Diario del 58 Boletín del Museo de Arqueología, Historia y Etnografía, Biblioteca, tomo, 1, número.1, julio de 1903, p. 106. 59 José Antonio Guadalupe Caballero, op. cit. p. 180. 60 Ibidem, pp. 190, 194. XLVIII Hogar (números 10740-10771), El País (3751-3799), The Mexican Herald (60-88), El Heraldo Mexicano (193-216), Le Courrier du Mexique (4181-4201), El Correo (3785, 3788, 3790, 3792, 3794, 3795, 3822-3825), Revista de Mérida (7395, 7396, 7398, 7399, 7406, 7498-7508) El Eco del Comercio (24-25), El Porvenir (7-33), El Obrero Mexicano (101, 103, 104), El Alacrán (8-11), El Disloque (149-151), El Mañana (26-27), El Gil Blas (2756-2758, 2767), La Gaceta de Guadalajara (88), El Kaskabel (498) y varios periódicos oficiales de los estados de Michoacán (números 43-49), Tabasco (39-47), Chihuahua (36- 50), Guerrero (32-38), Zacatecas (43-50), Tlaxcala (155-198) y Jalisco (40-50)61 Sin embargo, en 1914, el crecimiento del acervo se vio frenado a consecuencia de la mala situación económica que afectó al país en plena revolución y que incidió en la biblioteca, ya que el presupuesto fue reducido considerablemente, hecho que provocó la eliminación de algunos gastos, entre ellos la compra de “obras y publicaciones en general, así como periódicos de información...”62 Esta precaria situación perduró hasta 1918, año en que el nuevo director de la Biblioteca, Manuel Romero de Terreros, comenzó a reorganizar su administración, y junto con ello a recuperar algo de su prestigio y reencauzar sus actividades. Para ello atendió con esmero el registro de las adquisiciones tanto de obras y folletos como de las publicaciones periódicas, reanudó el pedido de los faltantes en cada colección para tenerlas completas, puso orden en 61 Boletín del Museo de Arqueología, Historia y Etnografía, Biblioteca, tomo, 1, número 1, julio de 1911, p.4- 5; núm.2, agosto de 1911 pp. 36-37; núm. 3, septiembre de 1911 pp. 54-60. 62 José Antonio Guadalupe Caballero, op. cit, p. 195. XLIX la colocación de las mismas dentro del mueble clasificador y atendió a 10 233 lectores en ese año.63 La Biblioteca del Museo Nacional en 1917. Fuente: José Antonio Guadalupe Caballero, “La Biblioteca del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía” en Anales del Museo, tomo 5, época 4ª. año 1927, p. 203. Fotografía: Ing. Miguel Ángel Gasca. 63 Ibidem, p. 204-205. L LI Mueble clasificador para publicaciones periódicas. Fuente: José Antonio Guadalupe Caballero, “La Biblioteca del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía” en Anales del Museo, tomo 5, época 4ª. año 1927, p. 176. Fotografía: Ing. Miguel Ángel Gasca. A partir de entonces continuaron ingresando a la biblioteca otros ejemplares periodísticos, algunos de ellos fueron complemento de las colecciones existentes y otros eran novedades que se agregaron al acervo, como el caso de varios números de la Gaceta de México. Compendiode Noticias de Nueva España, que fueron incorporados en el transcurso de 1922.64 Se presume que en 1925 la cantidad de periódicos era bastante significativa, ya que para entonces se había planteado la necesidad de crear “la instalación y organización de Periódicos y Folletos en la parte alta del edificio, aunque [fuera] en un lugar separado de la biblioteca…”65 Asimismo, se proyectaba el reacomodo de 30 000 folletos y publicaciones periódicas.66 El año de 1932 fue muy fructífero para este fondo, ya que en el mes de enero se informó que en el ciclo anterior habían ingresado al acervo 2 855 publicaciones periódicas que incluían varios periódicos,67 aunque no se especifica si fue por compra o donación. En octubre del mismo año, se daba cuenta del arreglo de las colecciones de periódicos diarios para que pudieran ser encuadernados y de esa forma tener al día el acervo.68 Para noviembre se notificaba la conclusión del registro de las publicaciones periódicas atrasadas que se encontraban en la bodega y que serían agregadas a los paquetes anteriormente 64 Boletín del Museo de Arqueología, Historia y Etnografía, Biblioteca, tomo, 1, número.2, agosto de 1922, p. 29. 65 José Antonio Guadalupe Caballero, op. cit. p. 214. 66 Ibidem, p. 213. 67 Boletín del Museo de Arqueología, Historia y Etnografía, Biblioteca, tomo, 1, número.1, enero de 1932, p. 18. 68 Ibidem, núm. 9, octubre de 1932, p. 192. LII formados para su encuadernación. En ese mismo mes se notificó de las gestiones para obtener gratuitamente algunos de los periódicos atrasados del primer semestre del año, y de la continuación del trabajo de catalogación de esos materiales.69 Pero la noticia más relevante de ese momento fue que, por primera vez, se hablaba de la elaboración de tarjetas de registros individuales para rotativos, las cuales se encontraban “debidamente ordenadas en el aparato kardex, para que los profesores del Museo y el público en general puedan consultarlas fácilmente”.70 Un año después, el plan de trabajo contemplaba la continuación “de la organización de la sección de revistas y demás publicaciones periódicas, con los elementos de que se pueda disponer”.71 Entre sus adquisiciones se registraron la entrada de los números 2, 8 y 12 de la Gaceta Médica, y los ejemplares 121-123, 137-140, 142-144 y 153-157 de 1933 de El Economista. 72 En el siguiente año la consulta anual de periódicos fue de 122 títulos.73 Tiempo después, el profesor Antonio Pompa y Pompa, director de la biblioteca en el periodo de 1939 a 1977, se encargó de continuar con la recolección de periódicos y publicaciones periódicas en general, ya fuera por compra o donación, así como con el registro, la catalogación y encuadernación de los materiales. Es importante mencionar que durante su gestión el acervo hemerográfico aumentó ampliamente. 69 Ibidem, núm. 12, diciembre de 1932, p.232. 70 Ibidem, núm. 11, noviembre de 1932, p.212. 71 Ibidem, núm. 1, marzo de 1933, p.21. 72 Ibidem, núm. 1, enero de 1933, p. 39; núm. 2, junio de 1933, p.55; número. 3, septiembre de 1933, p. 111; núm. 4, diciembre de 1933, p.137. 73 Ibidem, época 6ª, tomo 1, entrega 3, julio a septiembre de 1934. p. 26. LIII En 1964, la Biblioteca y el Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía fueron traslados a sus nuevas instalaciones en el bosque de Chapultepec. A partir de entonces ambas dependencias fueron administradas de forma independiente, con reglamentos y presupuestos separados. Sin embargo, algunos de los departamentos de la biblioteca siguieron funcionando como lo habían hecho en sus antiguas instalaciones, por ejemplo el de periódicos y publicaciones periódicas continuó con el registro, la catalogación y el préstamo de ejemplares a investigadores propios y extraños. Además siguió teniendo un lugar especialmente para ellos, pero ahora con mayores dimensiones, denominado “Departamento de Publicaciones Seriadas”. En los años posteriores, el incremento del acervo fue tan considerable que para 1977 Sara Martínez, encargada del departamento,74 informó que entre los materiales que habían ingresado a esa sección para marcarse, sellarse y ponerse al servicio del público estaban los siguientes periódicos: El Adalid católico; Álbum de las señoritas: semanario de literatura y variedades; Álbum mexicano; Almacén universal; El Apuntador; Boletín agrícola e industrial; Boletín bibliográfico mexicano; Boletín histórico; El Centinela católico; Correo semanario político, mercantil de México; Le Courrier du Mexique; El Demócrata; Diario oficial; La Educación: periódico científico, literario, social y moral; La Enseñanza moderna; La Escuela moderna; El Estado de Tlaxcala; La Gaceta; Del gladiador, o sea el verdadero federalista; Guanajuato: periódico oficial; El Hijo del Ahuizote; La Historia danzante; La Ilustración mexicana; El 74 En esa época el personal técnico del “Departamento de Publicaciones Seriadas” lo conformaban: Tomás Delgado, Emilio Calderón, Pedro Sánchez, Yolanda Montes y Manuel Vázquez. LIV Imparcial; Jornal económico mercantil de Veracruz; El Liceo mexicano; The Mexican Herald; Michoacán: periódico oficial; El Minero mexicano; Mosaico mexicano; Multicolor; Museo mexicano; La Nación; La Orquesta; El Padre Cobos; El Pájaro verde; La República; El Republicano: periódico oficial del gobierno del estado de Aguascalientes; San Luis Potosí: periódico oficial; Semanario de las señoritas mexicanas; Semanario económico de México; Semanario político y literario de México; Tabasco: periódico oficial, Tiempo; La Unión huasteca; El Valedor; La Voz de México; La Voz de la religión; Zacatecas: periódico oficial.75 A mediados de ese mismo año, un primer inventario del Departamento de Publicaciones Seriadas, registró un total de 10 351 títulos de periódicos, revistas y publicaciones en serie que fueron editados en un Cuaderno de la Biblioteca, llamado: “ Serie Publicaciones Periódicas Existentes en la BNAH”. Para ese entonces (1977), la cantidad de materiales resguardados, más los que ingresaban a diario, ocasionaron que el área destinada a ellos fuera insuficiente, por lo que la maestra Yolanda Mercader Martínez, directora de la Biblioteca en esos momentos,76 hizo notar que la importancia histórica y la cantidad de periódicos depositados en el acervo de “Publicaciones Seriadas”, así como los recién traídos del ex convento de Acolman, (pertenecientes a la Biblioteca, pero resguardados en ese lugar por falta de espacio)77 y 75 Archivo Histórico Institucional del INAH, Serie BNAH-Dirección, Caja 10, volumen 2 (septiembre- noviembre de 1977) 76 El periodo de su gestión fue de 1976 a 1987. 77 Se sabe, por información de empleados de la biblioteca, que en los primeros años de la década de 1940 la falta de espacio en las instalaciones provocó que algunos periódicos fueran trasladados, de manera provisional, al convento de Nuestra Señora de la Merced, pero al pasar ese recinto a formar parte del Instituto Nacional de Bellas Artes el inmueble tuvo que ser desalojado y los periódicos que ahí se hallaban fueron resguardados en el ex convento de Acolman, de donde finalmente fueron recuperados por la maestra Yolanda Mercader. Cfr. Haupt, Cecilia, op. cit., p.2. LV algunos que habían sido colocados en el acervo general de la biblioteca, ofrecían la posibilidad de conformar e instalar un fondo independiente con esos materiales.78 Un año después (1978), la BNAH contaba ya con un nuevo fondo exclusivo para periódicos denominado: “Hemeroteca Histórica”, formada por rotativos antiguos y contemporáneos, a los cuales se les había asignado un local especial para su ubicación y consulta ubicado en
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