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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO PROGRAMA DE POSGRADO EN LETRAS FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOLÓGICAS DE LA POESÍA COMPROMETIDA A LA IRONÍA. LA VISIÓN POÉTICA DE JAIME AUGUSTO SHELLEY QUE PARA OPTAR AL GRADO DE TESIS GAËLLE LE CALVEZ DAVID MAESTRA EN LETRAS (LETRAS MEXICANAS) PRESENTA: ASESOR: DR. SAMUEL GORDON MÉXICO, D.F., octubre 2013 Ricardo Texto escrito a máquina PROGRAMA DE POSGRADO EN LETRAS Ricardo Texto escrito a máquina Ricardo Texto escrito a máquina Ricardo Texto escrito a máquina UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 1 A Julia e Inés 2 AGRADECIMIENTOS La realización de esta tesis fue posible gracias al invaluable apoyo de los maestros que me acompañaron a lo largo del proceso de investigación y escritura. Agradezco a la maestra Gabriela Aguilar las horas invertidas en este proyecto y su minucioso trabajo editorial. Al Dr. Samuel Gordon, mi tutor, sus comentarios y su paciencia, que mucho me ayudaron a reformular mis preguntas y a tener un panorama más amplio de la poesía mexicana (y de la ironía). Al Dr. Eduardo Casar, por enseñarme las posibilidades lúdicas de la escritura y del los efectos del “extrañamiento” que, a la distancia, comprendo mejor que nunca. A la Dra. Raquel Mosqueda, por su anotada y crítica lectura. Al Dr. Armando Pereira, sus puntos de vista, referencia necesaria para todo mexicanista. Al maestro Israel Ramírez, colega y entrañable compañero, por su apoyo y amistad. De igual forma, agraedezco a la Universidad Nacional Autónoma de México los años de formación y la oportunidad de acercarme a maestros y escritores extraordinarios. 3 En las diferentes etapas del trabajo, agradezco la lectura cómplice de Bernardo Ruiz. A Silvia Ruiz Otero, mi mentora, le agradezco profundamente su fe y cariño, sin los cuales probablemente, no estaría escribiendo estas líneas. Agradezco a mis padres, Luz María David García e Yves Le Calvez, su apoyo en todos mis aciertos y desaciertos. Y quiero expresar el mismo cariño a Arturo David Ortigosa, a Federico David Ortigosa, a Laurie Gershenson, a Mónica Kurian, a Alejandra Torres, y a Javier Puga. A Julia Ruiz Le Calvez e Inés Ruiz Le Calvez, gracias infinitas por su presencia, que todo lo resignifica. ÍNDICE INTRODUCCIÓN V 1. APUNTES BIOGRÁFICOS Y CONTEXTO 1.1 El poeta como custodio del bien 10 1.2 La palabra como arma 14 1.3 La ciudad como tema literario 15 2. DE LA POESÍA COMPROMETIDA A LA IRONÍA 2.1 La poesía comprometida 18 2.2 La poética de la ironía 22 2.3 El ironista 25 2.4 Las formas de la ironía 26 2.5 El intérprete 28 2.6 La ironía como estrategia subversiva 28 3. LA POÉTICA DE JAIME AUGUSTO SHELLEY 3.1. La obra temprana: La rueda y el eco, La gran escala, Hierro nocturno 35 3.2. Hacia la madurez poética: Por definición, Ávidos rebaños, Victoria 44 3.2.1 Por definición 45 3.2.2. Ávidos rebaños 49 3.2.3. Victoria 53 3.3. “Guía de la ciudad de México”. El gran poema de la ciudad o la ruptura 60 3.4. El desencuentro con la ciudad: Patria Prometida 72 3.5 La distancia poética: Concierto para un hombre solo 74 3.5.1 La sociedad sin futuro 75 3.5.2 Las imágenes falsas 77 3.5.3 La globalización de la mediocridad 81 CONCLUSIONES 1. Un nuevo contexto para relectura de su obra 85 2. La distancia frente al contexto y el lenguaje 89 3. La ironía como vehículo 90 4. Un nuevo contrato con el lenguaje 91 5. El lugar de Jaime Augusto Shelley en la poesía mexicana 93 BIBLIOHEMEROGRAFÍA 94 INTRODUCCIÓN La obra de Jaime Augusto Shelley es aún demasiado reciente para poder medir el efecto que tiene dentro de la literatura mexicana. Su obra ha permanecido rodeada de un silencio inexplicable (o atribuible a los juegos de “ninguneo” por parte de los factotums de la vida literaria, que no de los lectores de literatura u otros escritores), a pesar de ser valiosa por sí misma, más allá de su participación en el movimiento del 68, de sus opiniones políticas —siempre feroces—o de su vida. Del mismo modo la distancia con el 68 apenas empieza a ser suficiente para reconocer cabalmente sus consecuencias y con una mirada más objetiva volver hacia atrás. Entrevistado al respecto, Shelley prefiere no hacer públicas sus declaraciones. Las heridas, deduzco, no han cicatrizado del todo. Basta decir que su obra importa porque forma parte de un movimiento literario que pretendía entrar en diálogo con su sociedad. Los miembros de La Espiga Amotinada aún viven, escriben y publican pero en los círculos literarios poco se les menciona y cabe agregar que sus libros son escasos, difíciles de encontrar. Acaso en librerías de viejo. No deja de asombrar cómo una generación puede ser sepultada en vida, en su propio medio, por sus mismos contemporáneos. INTRODUCCIÓN VI En el caso de Shelley lo aquí mencionado cobra dimensiones sorprendentes. No pretendo hacer una apología del escritor sino proponer un justo sitio para su poesía, por el interés que despierta entre numerosos y silenciosos lectores de diversas latitudes que reconocen la importancia de su voz en la poesía mexicana. En el primer capítulo, por la circunstancia vital marginal que rodea al poeta, resalto algunos apuntes biográficos del mismo ya que su poesía tiene un carácter de tono confesional en la cual las experiencias vitales influyen directamente en su escritura. Insisto por ello en situar al poeta dentro de su contexto histórico, social y político para lo cual reviso la literatura que recoge testimonios de la época así como ensayos y reflexiones acerca de la coyuntura del autor en el momento de su formación como escritor. En el segundo capítulo busco demostrar cómo la poética de Jaime Augusto Shelley se transforma y se redefine a sí misma, Shelley pasa de la poesía comprometida a la ironía y ese giro, ese cambio de postura ante el lenguaje y ante la realidad representada modifica el lenguaje de sus textos, el tono y la estructura de su poesía. En la medida en que desconfía de la capacidad de la poesíapara transformar al lector, el poeta se repliega sobre el lenguaje y desafía a su interlocutor desde la ironía. La perspectiva y el juego entre el lector, el autor y la obra de arte literaria sufren diversas transformaciones en cada libro. El propio análisis de su obra arroja distintas luces sobre su propuesta poética. Lo que en sus primeros textos se distingue como una voz enfática, se vuelve un diálogo abierto lleno de preguntas, INTRODUCCIÓN VII interpelaciones en el que el autor exige del lector una participación cada vez mayor para lograr, como señalan los hermeneutas, la “concretización de la obra”. Los mismo textos me indicaron el tipo de acercamiento que debía tener con ellos. Si bien es inevitable asomarse a la apasionante vida del escritor, los poemas fueron exigiendo su lugar dentro de la reflexión de este trabajo y para aprehenderlos me pareció que sólo podía hacerlo a partir de sí mismos: de su estructura, de su tono, de la intencionalidad del texto. Es decir a partir de los diferentes estratos lingüísticos de los poemas. Las hipótesis acerca de la poética de Shelley y su investigación fueron escogidas a partir de los textos; las conclusiones están conformadas por las interpretaciones, por la experiencia íntima y desconfiada de lectura que he realizado desde hace varios años de la obra de Jaime Augusto Shelley. CAPÍTULO 1 APUNTES BIOGRÁFICOS Y CONTEXTO Jaime Augusto Shelley nació en 1937, en la ciudad de México en una familia numerosa y acomodada. A los 15 años decide, apoyado por su padre, vivir solo, hacerse independiente. Precoz, crítico por principio de su núcleo familiar, el joven Shelley rompe con el mundo protegido y cerrado del hogar para buscar su camino. Conocer ciertos aspectos de su biografía importa en la medida que diversos acontecimientos hacen de Shelley una persona con una visión muy particular del mundo: es alguien que desea aprehender la realidad, no desde la perspectiva que le corresponde, ni desde su condición económica y social, sino a través de múltiples puntos de vista, desde la sensibilidad, la curiosidad intelectual y la inteligencia. Con la intención de alejarse todavía más del yugo paterno que pretende hacer de él un hombre “adaptado”, conforme con las normas sociales, Jaime Augusto se va aún más lejos: opta por el lado de los desfavorecidos, de los más pobres y junto con otros miembros de La Espiga Amotinada —la generación en que se inserta para desarrollar su espíritu crítico y creativo— decide “educar”, dejar de ser mero APUNTES BIOGRÁFICOS Y CONTEXTO 2 testigo, y hacerse combatiente contra la miseria, la injusticia y la desigualdad social. En suma, una voz para los desposeídos. Eso es La Espiga Amotinada: un grupo pequeño de jóvenes con intereses e intenciones semejantes en aquel momento: Eraclio Zepeda, Óscar Oliva, Jaime Labastida, Juan Bañuelos. En 1960 aparece el que sería su primer volumen colectivo de poesía: La espiga amotinada. Cada uno de los miembros del grupo publican un poemario completo que conforma, a su vez, una obra bajo un mismo nombre. Detrás de este acto hay un manifiesto implícito: el compromiso social de la poesía, la palabra unida por una o varias causas compartidas. Si bien hay una voluntad conjunta de denuncia y crítica, cada poeta muestra una veta distinta, una preocupación individual por construir un lenguaje propio, personal y único, una necesidad de expresión íntima en la que descansa el germen de la futura separación del grupo. A partir de una lectura literaria de éste su primer libro, más que desde el fenómeno literario, la poesía de La Espiga no es revolucionaria sino política. Su originalidad en nuestro contexto —la creación poética mexicana de esa época— es que denuncia, subraya e incorpora en la poesía temas hasta entonces inéditos, como son la desigualdad y la pobreza; sin embargo, la manera de decir y de construir los textos ni es novedosa, ni revoluciona el lenguaje. En general, la poesía de los autores de La Espiga Amotinada hace caso omiso de las vanguardias, retoma una estructura que se desborda en el verso libre, que abunda en lugares comunes —melodramáticos— y que raya, casi, en lo panfletario: APUNTES BIOGRÁFICOS Y CONTEXTO 3 Hermano, quiero saber el por qué de mi cansancio y mi [esperanza. Hoy la fatiga de mi cuerpo está tan poblada de [silencios, Que tengo miedo de verme caer, como los otros, sin [respuesta. Quiero saber el porqué de los cuerpos retorcidos y [mutilados De padres y amigos y enemigos. Hermano, quiero [saber.1 No se logra en los poemas aquello que advertía Vicente Huidobro una y otra vez a lo poetas: no hablar de la rosa, sino hacerla “florecer en el poema”2. Y con esto se refería precisamente a evitar mencionar como lo hace Shelley en los anteriores versos palabras como “cansancio”, “esperanza”, “fatiga” que en vez de convertirse en sensaciones que habiten el poema, son palabras que enuncian sensaciones y que se detienen y congelan en el momento de ser leídas. Dicho de otra manera, en los primeros versos de Shelley predomina la explicación y la descripción de emociones, situaciones y contextos. Se adivina al poeta detrás de las palabras que todavía lo dominan y muestran a un escritor que tiene mucho qué decir, pero que no ha logrado domesticar la fuerza de su lenguaje. Basta leer el fragmento citado para notar que no hay nada por descifrar (en sentido contrario a la propia naturaleza de la poesía) porque no hay un verso contenido. Todo en él es explícito. La mutilación y lo retorcido de los cuerpos permanece en los ojos del poeta, no en la de la realidad que representa, describe, sin llegar a 1 Jaime Augusto SHELLEY, Horas Ciegas. Poesía reunida 1958-1988. México: Grupo Editorial Antártica, 1988, p. 11. 2 Ver Vicente HUIDOBRO, Poética y estética creacionistas. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1994, p.19. APUNTES BIOGRÁFICOS Y CONTEXTO 4 conmover al lector moderno. Esto, quizá, se justifica y se entiende por la juventud o inexperiencia del poeta. No es una cuestión personal sino una fase de la común gestación, ya que lo mismo sucede a todos los miembros de La Espiga. Ante ello, considero de mayor interés llegar hasta un Shelley “maduro” que ha logrado encontrar su propia voz y cuyos versos perduran en el oído del lector. Sus poemas, a diferencia de otros miembros de La Espiga, muestran “algo más”, algo que denota un interés del poeta por las palabras y sus posibilidades. Destaca en él un interés por llevar al referente “más allá”, explorar y jugar con la música de las palabras y con sus significados. En el prólogo a Poesía en movimiento (1966) Octavio Paz señalaba: Los poemas de Jaime Augusto son más complejos que los de sus compañeros de grupo. No es una dificultad conceptual sino física: leerlo es abrirse paso entre piedras, yerbas, espinas. Vale la pena: las vistas son vertiginosas. Otros elementos de la poesía de Jaime Augusto: el jazz, las máquinas, las ciudades. La vida moderna y el campo; en su poesía hay un ir y venir entre ambas: puertas que se abren y cierran, frutos y teléfonos, letreros y semillas –semillas de futuros poemas.3 Por una parte, Paz apunta los espacios que serán fundamentales en la poesía de Shelley: el campo y la ciudad y, por otra, quizá o más relevante, es el reconocimiento que hace del joven poeta y la posición que le da con relación al grupo. Advierte la “complejidad” de sus poemas y evidencia cómo en ese primer momento el poeta lucha por3 Octavio PAZ, “Poesía en movimiento”, pról., Poesía en movimiento. México, 1915-1966, selección y notas de Octavio PAZ et al., 10ª ed. México: Siglo XXI, 1976, p. 32. APUNTES BIOGRÁFICOS Y CONTEXTO 5 encontrar su propio camino dentro de la poesía: se está “abriendo paso”. De acuerdo con Lorena Larenas, su obra se puede dividir en tres grandes periodos: de juventud (1957-1971), de madurez (1972-1984) y de consolidación (1985-1998). Sería demasiado extenso para este espacio llevar a cabo una evaluación total de la obra del autor — poema por poema—, ya que me interesa principalmente citar los fragmentos más representativos de la poética de sus primeros libros y rescatar los elementos que muestran su poética posterior, mejor dicho por Paz: las semillas de su obra. La Espiga Amotinada surge como consecuencia lógica dentro de un grupo social que se solidariza cada vez más con su contexto, con su país: la Universidad. Ahí donde la inteligencia gobierna sin importar diferencias de clase, origen, niveles económicos, donde los valores se rigen de acuerdo con leyes más justas, desde un mundo donde la razón impera. El enemigo a combatir es la ignorancia, fruto de todos los males. Por eso, el grupo de La Espiga se une para educar, para publicar, para hacer frente, para decir en voz alta y despertar las conciencias adormecidas e insensibles a la desigualdad, a la injusticia. En los años 60’s se escribe para cambiar al mundo porque se sabe que la educación abre los ojos, emancipa, libera. Hay que luchar a como de lugar, desde cualquier foro y los intelectuales lo hacen desde la Universidad. La Universidad Nacional Autónoma de México es un cruce obligado donde se encuentran y conviven las ideas, los ideales —la lucha que se gesta para y desde la sociedad que culmina con el movimiento de 1968. APUNTES BIOGRÁFICOS Y CONTEXTO 6 La poesía de Shelley puede dividirse también en antes y después del 68. Porque sus temas cambian, porque la ciudad no es la misma antes y después de Tlatelolco, porque su participación en el movimiento es determinante en su escritura. La poesía no es la misma después del 68. Carlos Monsiváis, parafraseado por Jorge Volpi, describe ese momento: “al iniciarse 1968, la ciudad de México tiene siete millones de habitantes, según la proyección del censo de 1960. Pero la megalópolis aún no cobra conciencia de sus dimensiones, apenas comienza a reconocer sus problemas y los desafíos de la modernidad.”4 La región más transparente es una ciudad moderna, en pleno crecimiento y en la que ser intelectual o universitario es visto con cierta suspicacia. A partir de este momento [68], ser intelectual se volvió sinónimo de conspirador. El presidente sabía que los buenos mexicanos no eran estos ‘hombres de letras’ que se quemaban las pestañas leyendo literatura sediciosa, sino los ‘jóvenes limpios’ que se aprestaban a participar en las Olimpiadas. Treinta y cinco años antes, Hitler se había dado cuenta de lo mismo.5 El conocimiento, la toma de conciencia y el compromiso de los intelectuales con su sociedad ponen a temblar al gobierno represor y dictatorial por varias razones. Una de ellas es la empatía que encuentran en las clases medias, su voz hace eco en la sociedad, es decir, convoca, convence y moviliza. Éste quizá es el mayor temor del gobierno: reconocer el poder de los intelectuales. Mismos que a su vez 4 Jorge VOLPI, La imaginación y el poder. Una historia intelectual de 1968. México: Era, 1998, p.38. 5 VOLPI, 353. APUNTES BIOGRÁFICOS Y CONTEXTO 7 cobran conciencia de su influencia, de su capacidad de convocatoria y se organizan, con inteligencia, para desde ahí cambiar a la sociedad. Desde el inicio del movimiento, ellos fueron, lógicamente, los primeros en tomar una postura ante los hechos que se iban desencadenando; luego cuando se desató la represión, cada uno tomó su camino y, al hacerlo, decidió en gran medida su fama futura: algunos fueron a dar a la cárcel, otros se refugiaron o escondieron, otros más recibieron la censura y la crítica acerba por parte del poder, unos pocos optaron por la lucha clandestina e incluso hubo quienes, sin ambages, se plegaron a los designios del gobierno.6 Shelley, como muchos autores educados en el pensamiento socialista, alterna la pluma con la pala. Comprometido desde antes del 68 con las causas más nobles, Shelley está junto con José Revueltas y otros intelectuales —a quienes posteriormente denunciará Elena Garro7— al frente de la ideología del movimiento. “Yo soy un hombre de acción que a veces escribe” declara Shelley en entrevista a Paul Borgeson (1994), en una frase que debe leerse en el juego de la ironía del poeta en sentido inverso: Jaime Augusto Shelley es un escritor que se ha involucrado en los movimientos de izquierda, en la política. En 1967, Shelley trabaja como jefe de redacción de la Villa Olímpica. Al año, convoca junto con José Revueltas, Sergio Mondragón y Óscar Oliva a la Asamblea de Escritores y Artistas en 6 VOLPI, 18. 7 Elena Garro señala a los principales responsables del movimiento, como los autores intelectuales. Además de Shelley menciona a Luis Villoro, Carlos Monsiváis, Eduardo Lizalde, Rosario Castellanos entre otros. Además los acusa de querer boicotear la Olimpiada Cultural, mediante el retiro de todos los exponentes nacionales y de muchos extranjeros. (VOLPI, 354). APUNTES BIOGRÁFICOS Y CONTEXTO 8 apoyo al Movimiento estudiantil y funge como co-presidente de la Asamblea.8 Notamos aquí que el papel de los intelectuales en los 60’s se acerca más al de los escritores románticos y combativos que se enfilan para ir a la guerra, cuya palabra apunta y dispara más que a los escritores del Ateneo o a los Contemporáneos —quienes libran combates cuerpo a cuerpo con la escritura. En los 60’s-70’s, los intelectuales definidos por la ideología marxista saben que su deber es ser revolucionarios.9 En esa medida pocos son los que quedan excluidos del movimiento: Sea como fuere […] el intelectual latinoamericano tiene la obligación moral de comprometerse políticamente en la transformación de la sociedad [ya que] Sólo puede considerarse que un intelectual es un verdadero revolucionario si se empeña a fondo en la tarea de impulsar a los demás en la toma de conciencia.10 Los intelectuales se reúnen y planean, estructuran y reflexionan. También se organizan y sostienen al Consejo Nacional de Huelga para exigir seis puntos en los que en cada apartado predomina la sensatez y el reclamo de mínima justicia.11 8 Lorena LARENAS, Trayectoria poética de Jaime Augusto Shelley. Tesis de licenciatura. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1998, p. 10. 9 “Fernández Retamar intenta explicar la experiencia revolucionaria con la ayuda del marxismo de Althusser. A partir de la terminología del francés, considera que la tarea de un verdadero intelectual revolucionario debe ser estructurar y generalizar los hechos dentro del canon de la ‘práctica teórica’”. (VOLPI, 87-88). 10 VOLPI, 103-104. 11 “1. Libertad a los presos políticos; 2. Derogación del artículo 145 del Código Penal Federal; 3. Desaparición del cuerpo de granaderos; Destitución de losjefes policiacos Luis Cueto, Raúl Mendioles y A. Frías; 5. Indemnización a los familiares de todos los muertos y heridos desde el inicio del conflicto; 6. Deslindamiento de responsabilidades de los funcionarios culpables de los hechos sangrientos”. (Elena PONIATOWSKA, La noche de Taltelolco. México: Era, 1980 p. 88). APUNTES BIOGRÁFICOS Y CONTEXTO 9 Llega el viernes 13 de septiembre de 1968 y con él como concluye el comunicado del Consejo Nacional de Huelga: “Ha llegado el día en que nuestro silencio será más elocuente que las palabras que ayer callaron las bayonetas”.12 Entonces pensar, cuestionar se vuelve peligroso, y pedir lo justo, informar, abrir los ojos, criminal. Indiscriminadamente, maestros, estudiantes y otros participantes comienzan a ser perseguidos, Shelley forma parte de ellos. En el fondo, el gobierno quisiera silenciarlos “eliminar su prestigio público” aclara Jorge Volpi en su ensayo sobre los intelectuales y el 68. ¿Y cómo conseguirlo? ¿Cómo callar si no es con una brutal represión? Tan tremendamente brutal que su golpe todavía cimbra después de más de 40 años de sucedido. En pocas palabras, no se puede desligar a los intelectuales del 68, para bien o para mal es una marca para el resto de sus vidas. Como lo señala Volpi “los intelectuales de izquierda se vieron enfrentados a una penosa alternativa: integrarse a la supuesta reconciliación nacional encabezada por el reluciente candidato (Echeverría) o bien tomar la ruta de la disidencia y, en último caso, involucrarse con la lucha armada”.13 No cabe aquí un análisis de las consecuencias del 68 en la sociedad mexicana, lo que sí es un hecho es que la sociedad se fragmenta y dónde había deseos de transformación queda la indignación, miedo, injusticia y la muerte. Los intelectuales también se dividen y como algunos revolucionarios aplacan sus ímpetus y se integran al establishment. 12 PONIATOWSKA, 88. 13 VOLPI, 421. APUNTES BIOGRÁFICOS Y CONTEXTO 10 Shelley prefiere la disidencia y el exilio. Se exilia en Canadá donde funda y dirige la Corresponsalía Internacional de la Agencia Mexicana de Noticias en Ottawa. El silencio que fuera la máxima protesta y que habló por el movimiento, se instaló como parálisis tanto en la sociedad como alrededor de la inteligencia. El aislamiento, la traición y la negación cimentaron los siguientes años en los que represión y violencia fueron y siguen siendo formas de control y de sometimiento. No obstante “en medio de este asfixiante silencio, sólo una extraña forma de protesta, la poesía, logró abrirse camino como último refugio de la imaginación crítica”.14 Despojados de casi todo, los intelectuales que no se plegaron, que no se traicionaron a sí mismos, retomaron la pluma como única forma de lucha y de salvación. A partir de ese momento la escritura se fragua desde un sustrato distinto. El discurso no puede ser en el mismo tono ni en la misma estructura sino acorde a una realidad fragmentada. “La vida de [los] intelectuales mexicanos se transformó de manera radical”15 y en el caso de la obra del poeta que ahora nos interesa, transformó su manera de escribir y de ver el mundo. 1.1 El poeta como custodio del bien El escritor, definen Wellek y Warren en su teoría literaria, no sólo experimenta la influencia de la sociedad, sino que influye en ella. El arte no sólo reproduce la Vida, sino que también le da forma.16 La 14 VOLPI, 420. 15 VOLPI, 18. 16 René WELLEK y Austin WARREN, Teoría Literaria. Madrid: Gredos, 1985. APUNTES BIOGRÁFICOS Y CONTEXTO 11 función del escritor se define a partir de sus circunstancias, de sus compromisos con el lenguaje, de su entorno, de sus necesidades así como de sus influencias y su intencionalidad. En Jaime Augusto Shelley no podemos desligar al poeta del yo poético y en sus textos hay una relación directa con el mundo que lo rodea. Si bien en los primeros poemas esta relación es más inmediata, el contexto social, las estructuras de poder y su ciudad son temas que se repiten y se fortalecen a lo largo de su obra. El poeta Shelley es un testigo a la manera del trovador homérico: da cuenta de las batallas cotidianas de su ciudad y de sus compañeros, describe y canta para señalar aquello que otros no ven. Escribe para que su canto perdure: es su intención desde el primer libro: Cada poema que he escrito ha tomado la forma de una pequeña odisea. Una odisea que no va más allá de lo cotidiano, que está en los pies, en los ojos y en el lecho de los que la han fecundado. El mundo –lo descrito— nunca es nuevo. Cambia el oído del que lo escucha y la voz que lo recrea. Lo nuevo lo es más aún. O sucede que sobreviene, una semejanza de mundos distanciados por una diferencia abrumadora de siglos… o de hombres […] Caminar entre los hombres, no es lo mismo que caminar con los hombres… esto se aprende. Yo lo aprendo.17 El poema es “una pequeña odisea” es decir un viaje en el que hay batallas, sangre, en el que se entierra a los muertos y se defienden los principios. Premonitorio de lo que pasaría después, este poema muestra los valores del poeta, su función y la tradición en la que se 17 SHELLEY, 8. APUNTES BIOGRÁFICOS Y CONTEXTO 12 inserta. Como los héroes homéricos, el poeta se solidariza con el otro y además de enseñar “aprende”. Los temas son siempre los mismos. O como reza el Eclesiastés “no hay nada nuevo bajo el sol”. El escritor moldea y transforma esa materia prima que es la realidad para crear a la manera de un “pequeño dios” un universo representado.18 Para ordenar el caos, en ese sentido, Shelley se inscribe en la modernidad y más precisamente dentro de la vanguardia latinoamericana. No tanto por la experimentación en su lenguaje sino por la función que asume como poeta. No es sólo testigo, ni mensajero o mediador, la voz poética de Shelley es un personaje que se desdobla para estar presente con los otros hombres, para hacer comunidad, para estar en lo cotidiano. “No soporto eso que llaman ‘el arte por el arte’. No existe. El arte es una consumación de vida, un camino, una progresión y no una evasión”, protesta Jaime Augusto en entrevista con Paul Borgeson.19 Su postura es más que clara, no se puede separar al poeta de lo que dice y hace. Hay en Shelley una integridad que defiende a como de lugar. El artificio barroco, el juego de palabras por mero placer, la desaparición del sujeto definitivamente no tienen cabida en su poesía. Shelley habla desde el “yo”, desde lo que sabe, ha visto, experimentado, padecido. Más que la imaginación, la protagonista en sus poemas es la reflexión, el otro yo con el que dialoga, los hombres a quienes inquiere, la sociedad a la que cuestiona. La palabra es una herramienta, una 18 HUIDOBRO, 221. 19 Paul, BORGESON, La lucha permanente: arte y sociedad en La Espiga Amotinada. México: Gobierno del Estado de Chiapas, 1994, p. 259. APUNTES BIOGRÁFICOS Y CONTEXTO 13 necesidad, no un ornamento; sirve comovehículo de una idea, los versos construyen una catedral donde no hay dios, donde sólo la palabra redime y salva. Shelley religa al hombre a través de la Verdad, lleva al hombre por distintos caminos que lo devolverán a sí mismo, pero con otros ojos. Ser poeta, dice Shelley “es algo así como ser el custodio del bien más poderoso que hay en las artes: la palabra, y ésta es una arma para transformar la realidad”.20 Después del 68 el poeta decidió ser libre, a la manera más sartreana: liberarse de todas sus ataduras sociales y defenderse de todo aquello que pudiera corromper su palabra. Lejos del poder, así como de los reflectores, Shelley ha permanecido al margen con el fin de no alienarse, de no perder lo único que nadie le puede quitar: su palabra. Fiel a su premisa, la poesía de Shelley tiene siempre un tinte político y crítico, para algunos quizá démodé. Importa destacar que más allá de ser seguida u homenajeada esta corriente que por el momento no predomina, tiene como mérito aportar a la literatura mexicana la conciencia de un proceso histórico visto desde un poeta con una lucidez excepcional. En cuanto a sus textos y a su relevancia en la letras contemporáneas, vale la pena releerlos a la luz de un nuevo siglo y sopesar su resonancia, en un contexto donde el capitalismo domina y devora todos aquellos principios y propuestas por los que se luchaba en el 68. La obra de Jaime Augusto Shelley posee múltiples vasos 20 Jaime Augusto SHELLEY citado por LARENAS, 29. APUNTES BIOGRÁFICOS Y CONTEXTO 14 comunicantes, no se limita a ser “social” es literatura y por lo tanto dialoga con la tradición literaria: con los textos fundamentales de la poesía clásica, así como con la literatura mexicana, la latinoamericana y desde luego la poesía europea, muy particularmente la francesa. En cuanto a sus temas, son tan mexicanos como universales o porque son muy mexicanos logran ser profundamente humanos. 1.2. La palabra como arma En entrevista, Jaime Augusto Shelley comenta y critica sin ser explícito a quienes después de la matanza de Tlatelolco utilizaron la tragedia para buscar el reconocimiento, la fama y utilizar las palabras con fines ajenos al de la literatura misma.21 A Borgeson le explica refiriéndose a ese momento “temí usarlo, pretextar a la muerte y el dolor de tanta gente para hacer un poema, mucha gente oportunista sacó poemas que son muy elogiados.”22 Él prefiere callar y en los textos posteriores al 68 hablar del dolor sin mencionar la palabra “dolor”. Es entonces cuando su voz se distingue de todas las demás, cuando los temas que aborda, con la distancia del exilio, adquieren mayor precisión. La ciudad que se quería construir ha quedado enterrada y paradójicamente, como escribe Octavio Paz en Posdata: “la matanza de Tlatelolco nos revela que un pasado que creíamos enterrado está vivo e irrumpe entre nosotros”.23 Así —superpuestas— son las 21 Jaime Augusto SHELLEY, Entrevista, por Gaëlle LE CALVEZ. Cuidad de México: 2006. 22 BORGESON, 256. 23 Octavio PAZ, Posdata. México: Siglo XXI, 1970, p. 40. APUNTES BIOGRÁFICOS Y CONTEXTO 15 ciudades de Shelley: la ciudad de México, destruida y reconstruida una sobre otra, una y otra vez. Sobre los restos de una se erige la otra. Tlatelolco, de acuerdo con Paz, “fue una repetición instintiva que asumió la forma de ritual de expiación; las correspondencias con el pasado mexicano, especialmente con el mundo azteca, son fascinantes”.24 En el exilio, Shelley recrea esta ciudad que de alguna forma lo ha desterrado y de ahí el tema de la ciudad como Patria se vuelve fundamental en su obra. De ser sólo escenario, se convierte en personaje. 1.3. La ciudad como tema literario Escribir sobre la ciudad o desde ella no es lo mismo. En la literatura mexicana la ciudad pasa de escenario o telón de fondo a convertirse en un personaje que atestigua y participa dentro de la realidad literaria. En 1828, Claudio Linati da a conocer el retrato de la ciudad a partir de sus habitantes en la colección de litografías: Trajes civiles, militares y religiosos, advierte el poeta Vicente Quitarte en su biografía literaria de la Ciudad de México, y explica cómo “antes que la escritura fue la imagen”. Entre 1824 y 1856 aparecen dos obras de conjunto donde la Ciudad de México es el principal personaje. Aquí comienza una tradición que se fortalece y crece paralelamente al desarrollo urbano, y Jaime Augusto Shelley se inscribe en esa tradición de poetas y escritores que toman a la ciudad como tema central de su literatura. A lo largo de su trayectoria como escritor Shelley da testimonio 24 PAZ, Posdata, 40. APUNTES BIOGRÁFICOS Y CONTEXTO 16 de las transformaciones de la ciudad tanto en su aspecto externo como en sus usos y costumbres. Describe en primera persona su crecimiento desmedido, la pobreza que conlleva y retrata a la pequeña burguesía con humor y sarcasmo. La ciudad se vuelve protagonista en su obra a partir del 68 y posteriormente el exilio lo lleva a representarse a la ciudad arquetípica, a la que extraña y anhela volver. La distancia obligada —esa lejanía con el objeto añorado— le permite un acercamiento más objetivo a su realidad y cambia la perspectiva de su escritura. Desaparece el intento por dominar al lenguaje, el tono exaltado y el desbordamiento. Hay, a partir de ese momento, una distancia real que hace posible la distancia del poeta con sus emociones. Sus textos muestran a un poeta que ya no busca sus palabras porque ya las encontró. Se vuelve directo, incisivo, tajante y puntual. Y encuentra el tono que lo acompañará y se perfeccionará en cada uno de sus libros: la ironía. Ya separado de La Espiga Amotinada, por fuerza (en el exilio) comienza a explorar sus propios temas, Shelley abandona, nunca del todo, el aspecto social de su poesía para experimentar más con el lenguaje mismo y ahonda en el tema que ya se perfilaba desde el primer libro: la ciudad. Y la redescubre no sólo a través de los ojos de la ideología marxista sino a través de sus ojos de poeta, es decir, por medio de imágenes. Shelley “le da la espalda” al mundo exterior para crear su propio universo. Después del 68 se acabaron los ideales para algunos, se acabó el mundo tal y como se concebía y las posibilidades de APUNTES BIOGRÁFICOS Y CONTEXTO 17 cambiarlo. Shelley regresa a México en 1971 y la ciudad no es la misma. Quien no desapareció, está en la cárcel, otros han escogido sus propias prisiones, él da cuenta de esta ciudad a la que no reconoce. Se repliega sobre sí mismo y navega dentro de sus propias ciudades, que son las calles, la ciudad perdida, el amor, la mujer, los distintos puertos o patrias a las que llega el poeta de manera simbólica. Ya no importa tanto transformar al mundo con la palabra sino ser transformado por ella. Sin embargo el poeta no renuncia, ni pierde sus convicciones. Colérico, decepcionado, continúa en la lucha pero ahora desde la vía solitaria, con la pluma. La ciudad es la Patria y la mujer, y en ella, descansan todos sus anhelos y frustraciones. Odiseo ha regresado a casa y las batallas que libra ahora son de orden interno. El poetaha definido su tema y también su función como poeta. Por otra parte el silencio y la economía de las palabras determinan a partir de ese momento sus textos. Es así como el poeta influido por la realidad, como señalaban Wellek y Warren, tiene que replantear el sentido de su oficio y replantearse para qué y para quienes escribe. No obstante todo lo dicho, acercarse a la poesía de Shelley, por su contexto social, por su biografía o por cualquier otra razón ajena a la literatura impediría apreciar la dimensión y profundidad de su obra y de su pensamiento. Si bien resulta importante ubicar al escritor en su contexto, conocer su itinerario vital y los acontecimientos que lo marcaron, se torna imprescindible separar a la literatura de la vida y leer a la poesía desde dentro. APUNTES BIOGRÁFICOS Y CONTEXTO 18 La obra de Shelley comprende más de diez libros de poesía, un libro de ensayos y una obra de teatro La gran Revolución. Amenaza con escribir sus memorias y afirma que más de uno tiembla cuando anuncia dicho propósito. CAPÍTULO 2 DE LA POESÍA COMPROMETIDA A LA IRONÍA 2. 1 La poesía comprometida La noción de poesía “comprometida” toma forma y sentido a mediados del siglo XX, al final de la Segunda Guerra Mundial, en una Europa convulsionada y en redefinición de sí misma, con quien sería la figura emblemática del intelectual de izquierda: Jean-Paul Sartre. Es a partir de su propia experiencia frente al mundo, frente a su circunstancia, frente a la guerra (su relación crítica con el partido comunista, su apoyo a la Resistencia) que define el oficio de escritor y que reflexiona sobre el quehacer y el deber ser del intelectual. Sartre distingue el oficio de escritor del resto de los oficios por la imposibilidad de separar la propia vida del trabajo. A un herrero, señala, el fascismo le atañe en su vida, pero no necesariamente en su trabajo; a un escritor le afecta en ambos, y más en su oficio que en su vida.1 Sartre cuestiona y revisa la noción de “libertad” y muestra cómo el intelectual sea cual sea su circunstancia está orillado a tomar una postura frente a su contexto social, económico, político. De acuerdo 1 Ver Jean-Paul SARTRE, Qu´est-ce que la littérature. Francia: Éditions Gallimard, 1948, p. 81. DE LA POESÍA COMPROMETIDA A LA IRONÍA 19 con Sartre, el escritor no escoge ni su origen social, ni su circunstancia; tampoco escoge ser o no comprometido porque aún cuando no toma una decisión está expresando una postura que lo compromete. Y es precisamente su decisión o postura la que puede o no “liberarlo” de estar alienado (sometido en una estructura de poder). Para Sartre, la libertad se gana, porque desde el nacimiento el hombre nace condicionado y crece sumergido en una estructura o inserto en un sistema de producción —dividido en quienes venden su mano de obra y no poseen los medios de producción: el proletariado o la clase explotada, y los burgueses— quienes poseen los medios de producción y explotan. Los opresores, los oprimidos. Dentro de esta limitada estructura el escritor enfoca una parte de la realidad que quiere retratar, delimita sobre qué escribir y desde dónde va escribir, ¿es cómplice y/o aliado de su circunstancia (de su situación social de origen) o crítico y disidente? ¿Se rebela ante su condición? Finalmente el escritor comprometido también debe saber para quiénes va a escribir y para qué. Considero que estas preguntas, eje de la reflexión sartreana sobre el escritor comprometido, son fundamentales para comprender el sentido y la intencionalidad de la obra de Jaime Augusto Shelley. Como ya señalé, Shelley rompe desde muy temprano con su propia circunstancia social. Con esta primera postura crítica (hacia su primer núcleo social, su familia), define una conciencia reflexiva y distante respecto a su circunstancia vital que lo marcará irremediablemente después como escritor. Como afirma Sartre, vida y obra no pueden separarse. Y al ser crítico Shelley intenta “conquistar” su propia libertad para apelar a la DE LA POESÍA COMPROMETIDA A LA IRONÍA 20 libertad del lector, porque toda obra literaria, coincido con Sartre, es “un llamado”. Escribir, puntualiza, involucra al escritor y al lector en un acto de libertad en el que ambos deben participar de manera activa. El escritor cuenta implícitamente con la inteligencia del lector para aprehender lo que éste desea develar con las palabras. Por eso el escritor no dice “todo”; deja silencios y esos silencios tienen que ver con las intenciones del autor.2 En esa medida importa el contexto en el que escribe, donde presupone ya cierto conocimiento del lector sobre la realidad representada. Shelley escribe siempre desde la disidencia con el fin de denunciar, develar y, con el compromiso como escritor de crear una conciencia distinta dentro de su propia sociedad. Está convencido de poder cambiar el mundo con sus palabras y es precisamente esta “batalla”, como la llamaría Sartre, la que lo convierte en un escritor que decide hacer de su palabra una herramienta y comprometerse con una ideología de izquierda. Écrire c’ est donc a la fois dévoiler le monde et le proposer comme une tache a la générosité du lecteur […] l’ art de l’ auteur est pour m’obliger [comme lecteur] a créer ce qu’ il dévoile, donc a me compromettre. A nous deux, voilá que nous portons la responsabilité 3 Es tarea del intelectual no permanecer indiferente ante el mundo. Provocador, Sartre indica claramente cuál debe ser el camino del 2 El proceso de interpretación que utilizaré más adelante para comprender los distintos niveles de lectura de la obra de Shelley, coincide con esta visión de Sartre, en la cual el lector es tan necesario como el autor, para la concretización de la obra de arte literaria. 3 Escribir es entonces a la vez develar el mundo y proponerlo como un reto a la generosidad del lector […] el arte del autor es para obligarme [como lector] a crear aquello que es develado y por lo tanto a comprometerme. He aquí que ambos cargamos con la responsabilidad. (S ARTRE, 76-78). La traducción es mía. DE LA POESÍA COMPROMETIDA A LA IRONÍA 21 escritor: comprometerse pero a su vez, comprometer al lector. La escritura tiene un fin porque, insiste, si la sociedad se observa, si el escritor le presenta su imagen, ella a su vez puede asumirla y/o cambiarla. Rebelde y consciente de su posición privilegiada de burgués, Shelley aprovecha su condición (principalmente su acceso a la educación) para despertar las “conciencias dormidas” y sacudir a las “malas conciencias”. Opta por el arte como un medio para enseñar y poner en evidencia los vicios de su clase. Sin embargo, y éste es un punto que resolverá a lo largo de su trayectoria como escritor, irá cambiando para quién o quiénes escribe y para qué. Sus primeros libros parecen estar en busca de un lector “ideal” que aún no tiene muy definido. Le habla al lector en segunda persona y se dirige fraternalmente, de igual a igual, con el muy en boga: “hermano”. Interpela de manera directa y quizá un poco ingenua. Sus textos pierden fuerza precisamente porque su principal preocupación se centra en el acto de comunicar, el poema sirve como vehículo para expresar ideas y no como un fin. No logra en esos primeros libros que su poesía sea como dice Sartre “autónoma” porque está sometida a los “poderes temporales de una ideología”.A medida que se separa del movimiento del 68, a partir del exilio, del desencanto que poco a poco se produce, resultado de la represión estudiantil, del miedo que se instala después, y de la renuncia a una ideología por parte de muchos de sus compañeros, Shelley toma distancia y cambia de perspectiva. El arrebato emotivo característico de los primeros libros cede ante la reflexión y su obra se DE LA POESÍA COMPROMETIDA A LA IRONÍA 22 transforma al tiempo que su vida también se ve afectada por una nueva y amarga visión del mundo. Más pesimista, desencantado, la ciudad que redescubre después del 68 es una urbe fragmentada, cuyas estructuras de poder no han cambiado: de alguna manera es una ciudad donde reina el fracaso. Muchos de sus compañeros de lucha desaparecieron, otros murieron y los más están bien acomodados en puestos políticos, han traicionado así su propia naturaleza de escritores comprometidos. Luis González de Alba, en Los días y los años, así como en varias de sus obras y ensayos más recientes, insiste en esa misma percepción de los acontecimientos posteriores al 68 con un desencanto análogo. El compromiso está ahora del lado de la complicidad con los grupos de poder y ya no con las causas más justas. Los textos de Shelley van a cambiar de tono y pasan entonces de poemas de corte amoroso en Victoria (1983) a textos densos y poco dinámicos como son los de Patria prometida (1996). En esa larga etapa de transición que va de su obra temprana a su obra de “madurez” hay un poema esencial que redefine y sienta las bases de la que será la mejor parte de su obra: “Guía de la ciudad de México” . En este texto Shelley replantea una postura definitiva ante su vida y su obra, su postura frente al arte y su compromiso como escritor. Se apropia de un recurso presente en muchos de sus textos y lo convierte en el eje de su discurso: la ironía. 2.2. La poética de la ironía ¿Cómo definir la ironía? Si tomamos como punto de partida las definiciones de los diccionarios, la coincidencia es la misma: “la ironía DE LA POESÍA COMPROMETIDA A LA IRONÍA 23 consiste en burlarse de alguien o de algo diciendo lo contrario de lo que se quiere hacer entender”.4 Asimismo los diccionarios distinguen dos tipos de ironía fundamentales: la ironía de las palabras o en el discurso y la ironía en las cosas (ironía de la suerte o el destino). El sentido original de eiron, según Pierre Schoentjes, apunta hacia aquel que se interroga, pregunta, se cuestiona y sin embargo –señala– la etimología permanece obscura. En la comedia griega el eiron es muchas veces representado como un renard o el que se opone al presuntuoso alazon, una suerte de voz de la razón, una voz aguzada. Platón, refiriéndose a la ironía en los diálogos socráticos, retoma el término a veces como eiron a veces como eroneai. La ironía socrática es un método heurístico que, conforme a un sentido etimológico posible de eroneai, procede por interrogaciones. Así Sócrates finge ignorancia para mostrarle al otro, con quien dialoga, lo ignorante que es: para enseñar, para probar. Sin que sea parte de su definición, la ironía muestra desde sus inicios, a diferencia de otros recursos literarios, algo que le es propio e indispensable y que la distingue por encima de todos los demás: su carácter dinámico, manifiesto a partir del diálogo y de la interacción. Otro aspecto por destacar sobre la ironía, además de su vocación dinámica, es la dificultad que han tenido los teóricos para encasillarla, definirla. Si bien la ironía es una forma de comunicar que existe desde los textos bíblicos (Job) no es hasta los textos clásicos griegos sobre poética que este aspecto de la comunicación se denomina como “irónico” 4 Pierre, SCHOENTJES, Poétique de l´ironie. Francia: Seuil, 2001. DE LA POESÍA COMPROMETIDA A LA IRONÍA 24 Durante la edad media y el renacimiento y hasta principios de la modernidad, explica Schoentjes, el interés por la ironía socrática queda confinada a las aproximaciones eruditas o filosóficas de la obra de Platón. No es sino hasta el romanticismo que la reflexión sobre la ironía renueva explícitamente la tradición filosófica que tiene sus raíces en la mayéutica de Sócrates. Frederic Schlegel en 1797 retoma la ironía socrática para definirla a través de la simulación que la caracteriza: el enigma fundamental con el cual la ironía confronta al lector. Schlegel va aún más lejos y apunta que las novelas son los diálogos socráticos de nuestros tiempos. También resalta un aspecto que será fundamental y que enriquece el recurso de la ironía: la importancia del lector. Muestra cómo la participación del lector en el texto irónico implica una “distancia” y un esfuerzo por ser “un observador crítico de la narración y de permanecer siempre consciente del carácter ficticio de la obra”.5 Hasta aquí hemos visto cómo la ironía se va cargando de significados con las redefiniciones adquiridas a lo largo del tiempo. Lo que coincide y se repite constantemente es su lado vital, impreciso o para decirlo en los mismos términos que Schoentjes: la dificultad de darle una sola definición. Dinámica y por lo tanto vital, la ironía implica una acción que involucra al autor y al lector. Misma que analizaremos más adelante. En el siglo XIX, Connop Thirlwall, de nuevo a partir de la obra de Sófocles,6 reflexiona sobre la ironía destacando la importancia de la ironía de situación, cita a manera de ejemplo, cómo “los imperios en 5 SCHOENTJES, 108. 6 SCHOENTJES, 61. DE LA POESÍA COMPROMETIDA A LA IRONÍA 25 su gloria están más cerca de su caída”. El autor insiste sobre los imprevisibles, sobre las vueltas del destino, el drama cotidiano del ser humano. 2. 3. El ironista Hasta ese periodo, el peso de la ironía descansaba sobre todo en el ironista. El autor, desde Sófocles hasta Diderot, buscaba con ella crear conciencia en el lector o en el espectador. En Edipo rey, a través del coro, Sófocles detiene la acción para hacer reflexionar al auditorio acerca del orgullo de Edipo. En la novela moderna como en Tristam Shandy de Sterne, Jacques le fataliste de Diderot, Niebla de Unamuno el autor (como un intruso o una conciencia externa) interrumpe la historia para hablar de sus personajes. Estas rupturas en la diégesis, muy recurrentes posteriormente también en el teatro brechtiano o en el teatro del absurdo de Beckett tienen todas un mismo fin: interpelar al lector. Convertir precisamente al lector en un espectador, un ente que se desdobla y reflexiona frente a la obra de arte. Expulsarlo de la historia, interrumpir la catarsis (en el sentido griego del término): la identificación del espectador con el personaje (o postergarla) para que el espectador tome conciencia sobre el contexto representado. El ironista tiene muchas expectativas puestas en el lector. Espera de éste una reacción, no sólo una lectura plana de la obra de arte literaria, para lo cual puede proporcionar más información acerca de sus personajes, interrumpir la acción para que el lector reflexione DE LA POESÍA COMPROMETIDA A LA IRONÍA 26 sobre su propia realidad a partir de la narración de una historia. En cualquier caso su intención es muy clara. Es un idealista “cree en la perfectibilidad del hombre: al tiempo que lo rechaza, el ironista señala un mundo perfecto al cual aspira o del que tiene nostalgia”.7 Didáctico,moralizante o romántico, el ironista es un autor consciente de tiempo y de su circunstancia, y para el cual la literatura no tiene sólo una función estética. Rebelde y comprometido para el autor/ ironista, la ironía es un arma. El ironista quiere que sus alusiones sean comprendidas8 por lo tanto intenta no cerrar completamente el acceso al significado del texto. Sócrates, Rousseau, Voltaire o Shelley son ironistas, en ese estricto sentido, buscan crear conciencia sobre la realidad representada y pretenden guiar al lector, mostrarle una realidad más allá de la representada. 2.4. Las formas de la ironía Para delimitar cómo se incluye la ironía en el texto cabría comenzar diferenciándola de otros recursos. Ironia ancilla satirae, señala Schoentjes, si bien es un recurso que estuvo bifurcado o en función de otros, la modernidad le devuelve la independencia a la ironía. La sátira, dice es una ironía militante, sus normas morales son 7 SCHOENTJES, 87. 8 SCHOENTJES, 147. DE LA POESÍA COMPROMETIDA A LA IRONÍA 27 relativamente claras. La ironía interroga y se esfuerza por cuestionar las verdades. En otras palabras la ironía a diferencia de la sátira no propone verdades absolutas, sino cuestiona y siembra la duda. Deja al lector frente a una realidad ambivalente, ambigua. De su lectura dependerá la visión completa de la representación literaria. Los recursos más comunes para representar la ironía en el discurso son el oxímoron, la parabase, la hipérbole, la repetición y/o la paradoja (más adelante en el capítulo dedicado al análisis de la obra de Shelley veremos cómo los textos mejor logrados desde el punto de vista literario –los más irónicos– utilizan todos estos recursos). En la medida que se apropia de la ironía, Shelley muestra una mayor destreza en el uso de estos recursos. De tal forma que la ironía es lo que permea con mayor fuerza en el momento de leer e interpretar sus textos, el uso de las imágenes queda en un segundo plano “al servicio” de lo que el poeta quiere decir. Por oposición (oxímoron) o por contraste, por decir más para significar menos (hipérbole) o dirigiéndose directamente al público o al lector (parabase), Shelley logra en sus textos crear una distancia entre lo dicho y hacia lo que apunta el texto. Y conforme su obra madura y evoluciona, los despuntes irónicos que aparecen en los primeros textos se convierten en su principal arma para comunicarse a través de la poesía. DE LA POESÍA COMPROMETIDA A LA IRONÍA 28 2.5. El intérprete El intérprete desempeña un papel fundamental en el proceso de la ironía porque debe discernir entre el sentido literal del texto y su sentido irónico. Linda Hutcheon, una de las teóricas más importantes del posmodernismo, reflexiona y retoma el concepto de la ironía desde la perspectiva del intérprete: “la ironía está llena de riesgos, no hay ninguna garantía de que el intérprete la comprenda en el sentido deseado […] El intérprete realiza una serie de actos hermenéuticos complejos y lo hace en una situación y en un contexto específicos, con un fin particular y con medios específicos”.9 Hutcheon define a la ironía como “una estrategia de subversión”. 2.6. La ironía como estrategia subversiva De acuerdo con Linda Hutcheon la ironía es el tropo que actúa de manera más “ill behaved”. Por “ill behaved” léase: mal portado, rebelde, independiente y por lo tanto como un tropo de naturaleza distinta a otros más estáticos que apuntan o sugieren su referente sin abrir espacio a diversas interpretaciones. Más que un recurso lingüístico ve en éste una “estrategia discursiva” en la que el intérprete, de acuerdo con su postura política, el tiempo y la cultura en las que está inmerso, redefinirá de manera distinta la ironía interpretada. Y en este sentido retomamos lo dicho anteriormente a la hora de definir la ironía no sólo como un tropo sino como una estrategia que implica acción, conflicto, movimiento. 9 Linda, HUTCHEON, Irony´s Edge. Londres: Routledge, 1994, pp. 291-292. DE LA POESÍA COMPROMETIDA A LA IRONÍA 29 La ironía “sucede”, no es una figura estática sino una construcción que involucra y necesita del lector para realizarse. Requiere como sustento un contexto, que permita establecer el diálogo con la obra y participar activamente en la comprensión de la misma. Para acercarse al significado necesita hacer un pacto de complicidad con el texto e identificar los distintos niveles de significación. Hutcheon pone especial énfasis en el papel del lector para que la ironía funcione; la describe como un “juego” en el que los principales jugadores son el intérprete y el ironista. La base del juego consiste, antes que nada, en despojar a las palabras de su significado literal y resignificarlas a partir de nuevos códigos y de un contexto sugeridos por el autor. La ironía, apuntala Hutcheon, siempre tiene un “target” o una víctima. Divide y jerarquiza y pone al autor en una posición de superioridad moral, desde la cual él subordina, dicta, señala. La moral o la escala de valores es, evidentemente, propuesta por el autor quien la establece desde un contexto determinado para describir una situación social y/o política. La ironía le permite al autor convertirse en un narrador testigo que observa, y en una voz disidente que interpela al lector para, desde su postura distante, jerárquica y superior —que Hutcheon llama “Edge”—, invitarlo a reflexionar, a conversar y a cuestionar una realidad determinada dentro del discurso literario. DE LA POESÍA COMPROMETIDA A LA IRONÍA 30 En la medida que busca complicidad, la ironía incluye o excluye; su naturaleza, explica Hutcheon, es siempre compleja y nunca funciona “sola”.10 Por eso, más que un recurso es “una estrategia” involucra las particularidades de un tiempo y de un espacio así como las de una cultura y de una situación social. Los matices del lenguajes están íntimamente relacionados con todos los aspectos extraliterarios de la obra que el lector deberá descifrar para entrar en el juego de la ironía y no quedar fuera del texto. Hutcheon hace una radiografía de la ironía al identificar los distintos niveles que pueden darse dentro de un texto. Muestra, de manera lúdica, las formas en las que se comporta la ironía y el ironista. Divide al texto entre dos polos donde se encuentran el grado máximo de afectividad y la mínima carga afectiva. A partir de ahí divide de un lado el carácter del texto: incluyente, satírico, subversivo, humorístico y del otro, el tono del texto que va desde elitista, ofensivo hasta impreciso, ambiguo y decorativo. A mayor carga afectiva, más fuerte el tono del texto y menos lúdico. Si intentáramos situar a Jaime Augusto Shelley dentro de este esquema, lo ubicaríamos donde la ironía funciona para crear oposición y donde el tono es insultante, ofensivo y la carga emocional alta. En efecto, Shelley intenta subvertir, transgredir el orden establecido a partir de la oposición continua de esquemas jerárquicos: los que tienen el poder y los desprotegidos, los adinerados y los desfavorecidos, los opresores y los oprimidos. La función de la ironía en Shelley puede 10 HUTCHEON,17. DE LA POESÍA COMPROMETIDA A LA IRONÍA 31 leerse, bajo este esquema que presenta Hutcheon, como una ironía de oposición. Sin embargo no es el recurso el que es en sí mismo subversivo, es el uso que se hace de él. Lo explica muy bien Laura Guerrero Guadarrama en el análisis que hace de la ironía en la obra de Rosario Castellanos. la ironía no es subversiva en sí misma porque no tiene una esencia ideológica, su uso es arbitrario, puede ser utilizada por distintas ideologías, ya que es de naturaleza transideológica (transideological nature), por lo que puede utilizarse para burlar cualquier propuesta o postura ideológica, no importa su tendencia o compromiso.11 Mi investigación pretende desentrañar la poética de Shelley a partir de la interpretación hermenéutica, descifrando los distintos niveles de lectura de los poemas y tomando la ironía desde la perspectiva de Hutcheon. Shelley se sirve de la ironía para mostrar los distintos niveles de las relaciones de poder. En Shelley, todas las relaciones —desde el núcleo familiar, la pareja, los hijos, el trabajo, la creación— creadas dentro de los poemas son o tienen que ver con el poder. Y la ironía sirve como herramienta para poner en perspectiva esa relación donde se perfilan campos semánticos opuestos que funcionan para mostrar la cosmovisión del poeta. 11 Laura, GUERRERO GUADARRAMA, La ironía en la obra temprana de Rosario Castellanos. México: EÓN / Universidad Iberoamericana, Ciudad de México, 2005, p. 31. DE LA POESÍA COMPROMETIDA A LA IRONÍA 32 Para determinar el carácter y la evolución de la poética de Jaime Augusto Shelley me parecieron fundamentales dos aspectos: el contexto en el cual comenzó a escribir —que determinó la orientación de su pensamiento— y los mecanismos internos de sus textos, que determinan el estilo del poeta. Su obra no puede desligarse, y menos desde la perspectiva de la ironía, del contexto político y social en el que se desarrolló. Por eso me pareció fundamental revisar algunos hitos claves de su contexto como fueron el movimiento de 68, que marcaron tanto su historia personal como su obra. Hay un antes y un después en la obra de Shelley que se vuelve más irónica —y cabe decirlo, mejor— con el desencanto de las experiencias vividas por el hombre. Las ideologías gastadas y enterradas hacen que su pensamiento sea mucho más crítico y los textos menos explicativos, más sugerentes y ambiguos, no sobra decirlo aquí, más irónicos. Si bien el hombre se ve afectado y su trayectoria atropellada, su poesía se robustece. No es posible probar esto si no es con un análisis desde los textos donde es posible observar cómo construye su discurso, cómo recurre a nuevas imágenes y cómo el recurso de la ironía le da finalmente una vuelta de tuerca a su obra. Por eso el análisis tiene una parte fundamental en este trabajo. Basada en la propuesta de Roman Ingarden para identificar los distintos niveles de sentido, revisé los textos que de cada periodo me parecían más importantes hasta llegar a los textos donde la ironía es más palpable. DE LA POESÍA COMPROMETIDA A LA IRONÍA 33 Ingarden12 propone un acercamiento a la obra de arte literaria donde distingue principalmente cuatro “niveles” o “estratos” que la constituyen, siguiendo a Silvia Ruíz Otero se sintetizaría como: “(1) el estrato de los sonidos-verbales que constituyen (2) las unidades de sentido. Estos presentan (3) aspectos esquematizados y, en consecuencia, constituyen (4) un mundo de objetos representados”.13 El análisis de los textos de Shelley está hecho a partir de los primeros estratos de Ingarden: el nivel fónico donde se distingue el tono, el ritmo, el metro y las unidades de sentido. Entendiendo por estas últimas, la oración, como unidad mínima de sentido. Estas herramientas me permitieron ejercer un evidente rigor a la hora de acercarme a cada poema. Dividí cada poema en secuencias, y dentro de cada una de ellas fui identificando las distintas funciones de las unidades de sentido: funciones nominales, verbales, adjetivales. Y fui sacando conclusiones de cada uno de los campos semánticos que arrojaba el poema. Estos me permitieron presentar la hipótesis de que la ironía en los textos de Shelley hacen de él un poeta posmoderno. Y que en la medida que sus estructuras lingüísticas se concentran en la ironía y que delimita sus campos semánticos en los juegos de poder —en distintos niveles— Shelley se distingue sobre sus contemporáneos y dentro de 12 Roman, INGARDEN, La obra de arte literaria. México: Taurus / Universidad Iberoamericana, 1998. 13 Silvia, RUIZ OTERO, Hermenéutica de la obra de arte literaria: comentarios a la propuesta de Roman Ingarden. México: EÓN / Universidad Iberoamericana, Ciudad de México, 2006, p. 19. DE LA POESÍA COMPROMETIDA A LA IRONÍA 34 la poesía mexicana con una voz propia, con un estilo que lo hace único. Por otra parte, el acercamiento hermenéutico establece igual importancia entre el texto y la recreación que el intérprete hace del mismo, esa “apertura” de la que habla Ingarden es necesaria para la comprensión de poemas permeados de ironía, donde el lector debe echar mano de sus propias experiencias, de sus lecturas para aprehender el sentido de la obra. La ironía crea ambigüedad y apela al lector continuamente, por eso me pareció que los textos irónicos de Shelley requieren de un gran trabajo de “actualización” por parte del lector. Para Ingarden la obra de arte literaria es un objeto multiestratificado, polisémico pero “intencional”: “la intencionalidad de la palabra es la intencionalidad otorgada por el acto correspondiente”.14 La intencionalidad nos lleva a un objeto representado determinado. Con lo cual queda establecido que la recreación del lector no es azarosa ni caprichosa, ni tampoco intuitiva. Bajo estos principios intento acercarme a la obra de Jaime Augusto Shelley para lograr algunas conclusiones que ilustran su poética. 14 RUIZ OTERO, 55. CAPÍTULO 3 LA POÉTICA DE JAIME AUGUSTO SHELLEY 3.1. La obra temprana: La rueda y el eco, La gran escala, Hierro nocturno En entrevista con Federico Campbell, Jaime Augusto Shelley afirma que México es un país imaginario.1 El país que se quería transformar quedó atrás, permanecen una historia hecha con base en mentiras ―distorsionadas‖, una sociedad llena de ―trampas‖ en la que la pareja, núcleo primordial de la sociedad, no es viable por las rígidas estructuras y una educación en la que se sigue viviendo ―el sueño del matriarcado‖. La pareja es una relación de poder en la que la duración sólo es posible si alguna de las dos partes cede. En sus entrevistas, Shelley suele ser muy pesimista con respecto a todo; y como buen rebelde, contesta muchas veces ―no‖ por espíritu de contradicción. Cabe aquí separar también al hombre de quien escribe y apuntar que además del tema de la ciudad, en la que es testigo y observador, 1 Federico Campbell, Conversaciones con escritores. México: SEPSETENTAS, 1972, p. 81. LA POÉTICA DE JAIME AUGUSTO SHELLEY 36 el tema del amor es fundamentalen su obra. Y por lo menos en sus libros pervive otra visión que no coincide con lo que el poeta dice sobre sus temas. Una razón más para hacer ahora a un lado lo que tanto él como los demás creen o describen de la figura del poeta y adentrase en sus textos. De la primera etapa que comprende La rueda y el eco (1960), La gran Escala (1961), Hierro nocturno (1965), rescato este poema donde se leen el tono, el ritmo y los temas que posteriormente acompañarán su poesía. El cerco Habrá niebla en los tejados Caerá como nunca sobre largas formas líquidas la luna Tardaremos en llamarle invierno entretenidos en el grisarse de árboles y cosas Será –diremos—el tiempo que se viene como otoño Pero el año será redondo y perfecto como previsto en nuestros viejos libros Aprendiendo a estar aquí nos dejaremos llevar por los eneros uno por los agostos viernes2 La niebla, las formas líquidas, lo gris de los árboles, el invierno crean una atmósfera apocalíptica, la muerte predomina en toda la primera parte del poema hasta que se cumple el ciclo: ―el año será redondo y perfecto‖. Entonces se abre la posibilidad de otra vida que, acelerada, nos arrastra y revitaliza: ―nos dejaremos llevar por los eneros uno‖ ―por los agostos viernes‖ esa asociación inesperada tanto para el mes como para día y la referencia a un tiempo vertiginoso que se hace uno y nos ―lleva‖. 2 Jaime Augusto SHELLEY, ―Hierro nocturno‖, en Jaime Augusto SHELLEY, Horas Ciegas. Poesía reunida 1958-1988. México: Grupo Editorial Antártica, 1988, p. 58. LA POÉTICA DE JAIME AUGUSTO SHELLEY 37 En el vértigo del recomienzo se amalgaman días y meses y se anuncia un nuevo tiempo, en la estrofa siguiente se lee ―volverá la paz será la lucha‖ y con ella recomienza el ciclo vital del hombre que registra el poeta. La continuidad y el recomienzo se evocan con el título que sugiere por una parte el renacer continuo y, por otra, la condición del ser humano: limitado, aprisionado y su lucha constante por la libertad. De pronto De pronto el golpe seco en las comisuras de la tierra De pronto de pronto el aire fijo en los ramajes de la lluvia De pronto silenciosamente entrepasando la luz encrucijada en las estancias muro arriba en los balcones muda muro arriba en las ventanas el aire quedo oleando cortinajes De pronto de pronto roncas avenidas 3 Conforme se avanza en la lectura de sus obras, se observa cómo desaparecen las descripciones recargadas y gratuitas. Al modo del escultor, el poeta despoja y pule el poema para dejar lo que verdaderamente importa. Al suprimir las largas descripciones y sustituirlas por el silencio o por una imagen, logra dar un efecto en vez de hablar de él. Aquí ya no se habla del paso del tiempo, la elipsis en 3 SHELLEY, 59-60. LA POÉTICA DE JAIME AUGUSTO SHELLEY 38 el texto da esa sensación de que los tiempos se suceden, uno tras otro, con velocidad, y a manera de imágenes cinematográficas, se superponen espacios, luces y desde un ojo que podría ser una lente descubrimos un lugar, un espacio físico que se vuelve único, y que sobresale de la nada como si apareciera intempestivamente, como irrumpen las construcciones imaginarias en los sueños. La enumeración que recurre a la anafóra genera esa atmósfera obsesiva, entrecortada y circular que construye los espacios oníricos. Ya se nota mayor libertad en el decir; la atención del poeta se centra en las palabras y su propia tensión interna, y en la edificación del texto, más que en el referente externo, en lo que se dice. Aquí el sentido va ocurriendo con la yuxtaposición de las imágenes y los silencios. En ―Occidental saxo‖ surgen los elementos que además de la ciudad, la sociedad y el mundo capitalista pueblan el mundo interior del poeta: la música y los espacios urbanos que conforman la ciudad. Además de las revoluciones, del 68, de Cuba, de Vietnam, Shelley vive en un mundo que cambia la visión de los hombres en muchos sentidos. La llegada a la luna, el rock and roll, el jazz y el blues y el rompimiento con todos los valores establecidos de la familia tradicional, de la pareja y —a pesar de lo que diga Shelley con su sistemático ánimo contradictorio—, la liberación femenina, la píldora anticonceptiva, revolucionan la manera de estar y de ser en el mundo de todas las sociedades. LA POÉTICA DE JAIME AUGUSTO SHELLEY 39 Las rebeliones son de todo orden: intelectual, sexual, social. Y a pesar de que en México el 68 suscita, como dice Octavio Paz, una reacción desmedida u ―overreaction‖, como él la llama ―síntoma de la esclerosis del régimen mexicano‖4 y de su incapacidad para enfrentar el cambio, el cambio sucede. A pesar de su apabullante rechazo, a pesar de la violencia y de los intentos de reprimirlo, a pesar del silencio que lo rodea. Y todas estas revoluciones permean incluso la poesía. No se puede escribir ya sin ser afectado por los nuevos ritmos que influyen en la manera de vestir, de bailar y de cantar. El rock es quizá el primero en apropiarse del lenguaje de los jóvenes y de romper con los antiguos convencionalismos, los poetas americanos toman las calles y hacen de la poesía un acto o performance y de la palabra un grito (Gingsberg, los Beats). En la poesía mexicana el cambio es más moderado por el peso de la tradición española y de sus formas clásicas. Los Contemporáneos arriesgan nuevas forman alrededor de la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, es Octavio Paz quien verdaderamente le da un tour de force y nuevo aliento a la poesía mexicana. Es tal el poder de su obra poética que pocos son los poetas que se salvan de su influencia y logran encontrar una voz propia que los distinga. Además de Paz, Efraín Huerta y Eduardo Lizalde transforman el lenguaje poético e introducen a la ciudad dentro de la poesía. ―Juárez-Loreto‖ de Huerta y ―La nueva Tecnochtitlán‖ de Lizalde, son poemas que refundan y renombran, desde perspectivas distintas, 4 Octavio PAZ, Posdata. México: Siglo XXI, 1970, p. 39. LA POÉTICA DE JAIME AUGUSTO SHELLEY 40 a la Cuidad de México. Por su parte, Jaime Sabines, Alí Chumacero y Rubén Bonifaz Nuño, rescatan el discurso amoroso y lo cotidiano para darle alas y hacerlo poético. Shelley se encuentra a medio camino y abreva de ambas tradiciones. Por un lado busca refundar y renombrar su propia ciudad y por el otro, inventar su propio discurso amoroso, sin poder escapar de la influencia de los fundadores de la poesía mexicana contemporánea como son todos los citados anteriormente. A diferencia de los Contemporáneos quienes ―se refugian en sus propias ciudades interiores‖,5 los poetas después del 68 se vuelcan a la ciudad exterior, a sus calles: ―la aceleración de la conciencia provocada por el año 1968 trajo un redescubrimiento de la calle: los muros se convertían en pared, arena o piel amada, como quería Paul Éluard; la poesía trataba de ponerse por delante de la acción, como había profetizado
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