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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLÁN El caos como condición de posibilidad del orden: punto de encuentro entre las mitologías mesopotámica, griega y egipcia y la ciencia contemporánea T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LI CE N CI ADO E N FI L OSO FÍ A PRESENTA A D R I A N A E S T E F A N Í A M A N G A S G O N Z Á L E Z ASESOR: DR. ARTURO RAMOS ARGOTT Santa Cruz Acatlán, Naucalpan, Estado de México, 2018 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 «Lo absurdo no son las cosas, lo absurdo es que las cosas estén ahí y las sintamos como absurdas.» Julio Cortázar, Rayuela 3 D E D I C A T O R I A Dedico este arduo –aunque reconfortante– trabajo a mi madre, quien, con su sabia y alegre manera de ser, ha sido el impulso para despertar y seguir cada día, incluso cuando sentía que no podía. AGRADECIMIENTOS A mi asesor, el Dr. Arturo Ramos Argott, por ser un ejemplo de serenidad, disciplina y sabiduría para mis objetivos profesionales; por el tiempo y la paciencia para leer este texto, además de sus críticas y señalamientos analíticos sin los cuales no habría concluido este trabajo; por su apoyo y amistad incondicionales. A Elena por acompañarme desde el momento más caótico de nuestra existencia hasta aquéllos más alegres y tristes; por abrirme los ojos a un mundo sensible y estético. A Esteban por ser mi ejemplo más cercano de fortaleza y voluntad. A mi padre y a mi hermano Mariano, por la música, fiel acompañante de mi existencia. A Aura por estar siempre cerca; por su risa y su sabia manera de escucharme y leerme. A Hiromi por darme un espacio en su risueño corazón y ayudar en la revisión y corrección de este trabajo. A Brian y Arturo por su incondicional amistad. A Uriel por compartir las alegrías y penas; por ser un ejemplo de disciplina. A Yesenia y Rodolfo por hacerme parte de su sueño y hacer posible el mío. A Rodrigo, Pedro, Jaime y Juan por estar conmigo en los momentos más sublimes de mi existencia. A Mara, Omar, Fabián y Fernanda por ser ejemplos de vida y procurarme en este camino. A Sofía, Ricardo, Mónica, Anahí, Teresa y Hazel por su amistad. A Christian por compartir conmigo sus conocimientos sobre literatura. A los sinodales asignados, por sus observaciones y el tiempo para leer este trabajo. A todas aquellas personas que han sido parte de mi crecimiento espiritual y laboral; gracias porque sin su apoyo no habría sido posible concluir este ciclo de mi vida. A todos esos alumnos y maestros –en especial al maestro Francisco Olvera – por haberme inspirado para ser lo que he sido. Y a la UNAM. 4 Í N D I C E Dedicatoria 3 Agradecimientos 3 Índice 4 Introducción 6 Relevancia Filosófica de esta investigación 15 Condición de posibilidad 19 1. El caos como condición de posibilidad en tres concepciones mitológicas de la Antigüedad 22 1.1. El concepto de caos en la mitología mesopotámica 23 1.1.1. La figura divina del caos en la mitología mesopotámica 25 1.1.2. El elemento natural que caracteriza a la concepción mitológica del caos en Mesopotamia 30 1.2. El caos en la mitología egipcia 35 1.2.1. Concepción mitológica egipcia del caos caracterizada como elemento natural 37 1.2.2. Caracterización del caos como elemento divino de la concepción mitológica egipcia 40 1.3. El concepto de caos en la mitología griega 45 1.3.1. Interpretación de la concepción mitológica del caos en la Teogonía 46 1.3.2. Una interpretación distinta acerca de la concepción mitológica del caos en la Teogonía 50 1.4. Conclusiones 54 2. Visión científica del orden 59 2.1. Visión científica acerca de los fenómenos regulares 60 2.1.1. Condiciones iniciales 62 2.1.2. Leyes generales y reversibilidad 67 2.2. Conclusiones 75 3. Visión científica del caos 78 3.1. Introducción histórica sobre los fenómenos caóticos que dieron pauta a la investigación del caos científico 79 3.2. Sensibilidad a las condiciones iniciales e impredictibilidad 86 3.3. Impredictibilidad y no linealidad 92 3.4. Irreversibilidad, caos y orden 94 3.5. Conclusiones 102 Punto de encuentro 105 Conclusiones finales 108 Cuestiones para investigar a futuro 113 Fuentes de consulta 115 5 Bibliografía básica y hemerografía 115 Bibliografía complementaria 117 6 I N T R O D U C C I Ó N A pesar de que la idea del caos aparece en diversas cosmogonías antiguas, y a pesar también de que actualmente diversas disciplinas científicas tienen como objeto de estudio distintos fenómenos caracterizados como caóticos, resulta interesante notar que por mucho tiempo esta noción no fue tan importante para diversos contextos tanto filosóficos como científicos. El que la idea del caos no fuera lo suficiente importante para ciertos contextos se debió principalmente a tres razones: i) en un principio esta idea estaba supeditada a un ámbito completamente mítico. ii) la noción del caos era señalada como una idea opuesta o contraria y de valor inferior a la noción de orden. iii) al ser la idea del caos mayormente asociada con la noción de desorden, también fue caracterizada como una noción incomprensible, irracional e ininteligible. Una parte de este rechazo se debió, por un lado, a que diversas visiones racionalistas, estéticas, religiosas y científicas dieron mayor importancia a la noción de orden que a la noción de caos, con lo cual el caos pasó a ser un tema de segundo grado o de poco interés filosófico. Por otro lado, el que la noción del caos tuviera un origen completamente mítico y genealógico, lo convirtió en un concepto filosóficamente irrelevante para incluirlo en las diversas explicaciones cosmológicas posteriores a la creación de los mitos. Y, en cuanto al contexto científico moderno, se debió principalmente al hecho de que en la cosmovisión de un universo ordenado –desde la visión clásica newtoniana– 1 el caos no existía, porque si éste existiera, eso implicaría que, o las leyes de la física clásica eran insuficientes para explicar distintos fenómenos o, los fenómenos regulares explicados por la física clásica en realidad no lo eran y podrían ser impredecibles y caóticos. Esta preponderancia que la noción del orden tuvo sobre la noción del caos se puede identificar en las ideas generales de las concepciones cosmológicas de Platón y los antiguos teóricos griegos. Diversos intérpretes –entre ellos, Alexandre Koyré– atribuyen que esta preferencia por estudiar la noción de orden se debía a una inclinación estética por lo 1 Durante el segundo capítulo de nuestra investigación expondremos detenidamente qué significaba para la visión clásica un universo ordenado. Sin embargo, y de manera general, podemos decir que esta visión expone que los fenómenos pueden ser explicados y predichos de manera exitosa a partir de las leyes de la física clásica y la determinación de las condiciones iniciales. 7 circular, ya que para los griegos el círculo representaba la imagen perfecta de lo ordenado. Al respecto Koyré explica lo siguiente: Ya he dicho que comienza con la decisión de descubrir bajo la apariencia desordenada un orden inteligible; así,encontraremos en Platón una fórmula muy clara de las exigencias y los presupuestos de la astronomía teórica: reducir los movimientos de los planetas a movimientos regulares y circulares. Programa que poco o más o menos fue ejecutado por su alumno Eudoxo y perfeccionado por Calipo; éstos, en efecto, sustituyen el movimiento irregular de los astros errantes por los movimientos ordenados de las esferas homocéntricas, es decir, encajadas unas en otras. Se han burlado mucho – menos ahora– de esta obsesión griega por lo circular, de este deseo de reducir todos los movimientos celestes a movimientos circulares. Yo no encuentro que esto sea ridículo ni estúpido: el movimiento de rotación es un tipo muy notable de movimiento, el único que en un mundo finito se prosigue eternamente sin cambio, y es eso justamente lo que buscaban los griegos algo que pudiera proseguirse o reproducirse eternamente. (…) Los teóricos griegos no hablan nunca del origen de las cosas, o si hablan de ello, es de modo muy consciente mítico. En cuanto a la idea de que el movimiento circular es un movimiento natural, parece paradójicamente confirmarse en nuestros días: el Sol gira, las nebulosas giran, los electrones giran, los átomos giran, toda gira. ¿Cómo negar que esto sea algo completamente natural? 2 La explicación de Koyré nos permite conocer –en alguna medida– por qué la noción de orden y la idea de lo circular eran tan importantes para los teóricos griegos, y a su vez nos permite intuir por qué la idea del caos no fue explicada más allá de lo mítico. Esto se pudo deber – en parte– a que antiguamente los griegos explicaron el origen del cosmos mediante la mitología; sin embargo, cuando tuvieron los elementos teóricos para explicar el funcionamiento del cosmos, el caos pasó de ser un concepto genealógico y mítico a ser un concepto asociado con el desorden. Koyré hace mención de esta asociación entre lo mítico y desordenado en oposición a lo racional cosmológico, cuando nos dice que para los teóricos griegos era importante darle un “orden inteligible” al aparente desorden, y que la explicación de los orígenes del cosmos estaba hecha de un modo conscientemente mítico. Lo cual nos permite comprender, por un lado, porqué el caos fue apartado de las explicaciones cosmológicas de los teóricos griegos y en qué medida, a partir de esta identificación del caos como un concepto predominantemente mítico se convirtió en un concepto indefinible e indeterminable en un sentido racional. A su vez, nos permite comprender porqué el caos fue asociado con la 2 Alexandre Koyré, “Las etapas de la cosmogonía científica”, en Estudios de historia del pensamiento científico, México, Siglo XXI, 2013, p. 78. 8 noción de desorden, ya que al darle un “orden inteligible” a lo que de forma mítica era un desorden o algo ininteligible, el caos no podría ser un elemento concebible dentro de las explicaciones teóricas y cosmológicas de los griegos. Otro punto que nos permite ver Koyré reside en que esta preponderancia de la noción de orden sobre la noción del caos se debía más a una predilección estética y física por encerrar el cosmos en la idea de lo circular que a otra cosa; primero, porque lo circular parece ser eterno o regular y segundo, porque, de no establecer límites al cosmos mediante esta noción, el cosmos sería infinito, y esta idea no concordaba con las visiones cosmológicas donde la Tierra era un cuerpo celeste inmóvil ubicado en el centro de todo el Universo. Al respecto Koyré expone lo siguiente: Se ha dicho a veces que la idea del movimiento de la Tierra contradecía demasiado las convicciones religiosas de los griegos. Pienso que fueron más bien otras razones las que determinaron el fracaso de Aristarco, las mismas sin duda que desde Aristóteles y Tolomeo hasta Copérnico se oponen a toda hipótesis no geocéntrica: la invencibilidad de las objeciones físicas contra el movimiento de la Tierra. Hay, lo he dicho, una relación necesaria entre el estado de la física y el estado de la astronomía. Ahora bien, para la física antigua, el movimiento circular (rotacional) de la Tierra en el espacio parecía –y debía parecer– oponerse a los hechos indiscutibles, y contradecir la experiencia diaria, en resumen una imposibilidad física. Otra cosa más constituía un obstáculo para la aceptación de la teoría de Aristarco, a saber, la grandeza desmesurada del Universo, pues si los griegos admitían que el Universo era bastante grande con relación a la Tierra, –¡era incluso muy grande!–, de todas formas las dimensiones postuladas por Aristarco les parecían inconcebibles. 3 De acuerdo con esta cita, el astrónomo griego, Aristarco de Samos –ya mucho antes de Kepler y Copérnico–, 4 había planteado el doble movimiento de la Tierra: el movimiento rotacional y el movimiento en torno al Sol. Sin embargo, fueron diversos factores los que durante siglos impidieron aceptar el doble movimiento: uno de ellos fue la invencibilidad de las objeciones físicas en contra del movimiento de la Tierra, esto debido a que esta “invencibilidad” radicaba en la obviedad de la experiencia donde no se veía que la Tierra se 3 Ibíd., pp. 79-80. 4 Ibíd., pp. 85-86. En “Las etapas de la cosmogonía científica”, Koyré expone las ideas que influenciaron tanto a Kepler como a otros científicos para dudar de la visión heliocéntrica, así como la explicación de los movimientos de los planetas en órbitas elípticas y no circulares. De acuerdo con Koyré, esto se debió a que la idea de lo circular influenció de manera preponderante en las investigaciones de diversos científicos, al grado que, como Kepler, muchas veces tuvieron que aceptar lo contrario a sus demostraciones teóricas. 9 movía y, por otro lado, en el hecho indiscutible que, de aceptarse este doble movimiento de la Tierra, esta concepción perfecta, limitada y circular dejaría de tener importancia. En esta medida, esta renuencia por aceptar la idea del movimiento de la Tierra, ya fuera en forma circular o elíptica implicaba un cambio completamente distinto sobre lo que los antiguos teóricos –y hasta la época renacentista– habían concebido como ordenado, circular y perfecto. Lo anterior, en alguna medida, también nos permite intuir este rechazo por la idea del caos, ya que, si el caos no tenía esa explicación teórica ni tampoco tenía una relación lógica con lo que denominaban ordenado y circular, entonces no debía ser un concepto trascendente para introducirlo en sus estudios cosmológicos teóricos. Con respecto a las ideas de Aristóteles y a la Edad Media, John Briggs y David Peat nos exponen lo siguiente: Aristóteles llevó el enfoque científico un paso más allá y se distanció del caos. Conjeturó que el orden lo impregna todo y existen jerarquías cada vez más sutiles y complejas. Los pensadores medievales y renacentistas luego transformaron este concepto en el de la Gran Cadena del Ser, un esquema que abarca todas las formas de vida, desde los gusanos hasta los ángeles en una escala ascendente. La Edad Media fue una época voluble en que el científico espíritu griego de Aristóteles, Euclides, Demócrito, Pitágoras e Hipócrates luchó con las viejas mitologías. Los hermetistas medievales, o alquimistas, ejemplifican este conflicto. Mezclaron el gnosticismo, el cristianismo y las teologías de Egipto, Babilonia y Persia. Creían en una creación a partir de un caos preexistente que incluía lo grotesco y lo irracional. Pensaban que la mutabilidad, la oscuridad, el cieno generaban vida, que los descensos al caos y los encuentros con monstros acarreaban vitalidad, que la creación era un proceso de constante renovación. 5 La anterior cita nos es de gran utilidad porque nos permite identificar tres aspectos importantes que forman parte del interés por el cualdeseamos analizar la idea del caos. El primero radica en que, al igual que Platón y los antiguos teóricos griegos, Aristóteles no estaba de acuerdo con la noción del caos. El segundo, en que, en la Edad Media y el Renacimiento, el concepto de caos también fue relegado a un ámbito solamente mítico. Y el tercer y último aspecto tiene una estrecha relación con nuestra caracterización del caos. Esto es, aunque nosotros no proponemos que el caos genera lo irracional y lo grotesco – como algunos pensadores medievales–, tampoco aceptamos la idea de que el caos es 5 John Briggs y F. David Peat, “Olvidando al caos o la reunión en casa de Hun Tun”, en Espejo y Reflejo: del caos al orden. Guía ilustrada de la teoría del caos y la ciencia de la totalidad, trad. Carlos Gardini, México, CONACYT-Gedisa, 1991, p. 21. 10 irracional. Porque, como lo veremos más adelante, para nosotros no existe esa dicotomía entre el orden como racional y caos como irracional, sino lo contrario: el caos, tanto científico como mitológico –como lo mostraremos en esta investigación– es condición de posibilidad del orden 6 y, al igual que estos pensadores renacentistas, pensamos que el caos no está disociado del orden. Lo mismo ha sucedido en la historia de la ciencia. Aunque algunos grandes autores como Leonardo Da Vinci, 7 ya habían identificado comportamientos caóticos en ciertos fenómenos naturales, poco fue el interés que los científicos tuvieron para desarrollar una teoría del caos. Podemos decir que fue hasta que Henri Poincaré trató resolver el problema de los tres cuerpos, 8 que se cuestionó la idea de si el sistema solar realmente era un sistema estable. Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos por responder a esta pregunta, poco fue el interés que los científicos demostraron por resolver este problema, lo que incidió en que el planteamiento de la posibilidad de la existencia del caos en los sistemas ordenados quedara relegado a meras suposiciones irrelevantes. Para nosotros, al comprender que el caos científico no tiene nada que ver con la idea de desorden y sí con la idea de orden, logramos comprender también cómo distintos fenómenos de la naturaleza –los fenómenos termodinámicos, por ejemplo– tienen comportamientos caóticos que posteriormente se convierten en estados ordenados. De manera que, a través del análisis y comprensión de esta clase de fenómenos, podremos conocer más sobre lo que actualmente la ciencia entiende por caos y su relevancia para el estudio de la naturaleza. Para muchos científicos, el caos es hasta ahora impredecible. Pero la teoría del caos ha tenido avances que permiten describir ciertos comportamientos caóticos; en este sentido, ya existe una teoría que puede describir algunas de sus características y cada vez se van 6 Posteriormente a esta introducción, explicaremos detenidamente cómo estaremos entendiendo condición de posibilidad. 7 Ibíd., p. 47. Leonardo ya había estudiado el fenómeno de la turbulencia que actualmente es clasificado un fenómeno caótico. La turbulencia es lo que ocurre cuando en los líquidos se forman movimientos irregulares describiendo trayectorias sinuosas unas dentro de otras. Algo parecido a los pequeños remolinos que se forman dentro de los ríos. 8 El problema cuestionaba qué pasaría si las leyes de Newton en vez de explicar la relación de fuerzas entre dos cuerpos (Tierra-Luna o Sol-Tierra) explicaran la relación de fuerzas entre tres cuerpos (Sol-Tierra-Luna). Cuando se insertaba un tercer cuerpo, los resultados de los cálculos arrojaban respuestas no lineales. La no linealidad es la cualidad de los fenómenos por presentar evoluciones impredecibles y distintas a sus causas. 11 descubriendo más de sus cualidades. La importancia principal de este conocimiento es que nos permite ampliar nuestra visión de lo que común y coloquialmente es llamado caos. En cuanto al análisis científico, corroboraremos que, aunque los fenómenos caóticos tienen sus propias características, cualidades y propiedades, algunos de éstos –los fenómenos termodinámicos– pueden convertirse en estados ordenandos en la materia, la cual es una tesis que fue comprobada y corroborada por diversos científicos, entre ellos el químico y físico Ilya Prigogine. Retomaremos los planteamientos principales de este autor porque durante mucho tiempo Prigogine estudió los sistemas alejados del equilibrio y los sistemas de no equilibrio; en muchas de sus investigaciones y ensayos defendió –al igual que nosotros– la idea general de que el caos y el orden no están separados, y que muchos fenómenos regulares y ordenados de nuestra vida y acontecer diarios tiene como antecedente diversos fenómenos caóticos que no identificamos o que no alcanzamos a comprender, no porque éstos no existan, sino porque durante mucho tiempo ha sido más importante filosófica, científica y socialmente, estudiar los fenómenos ordenados de la naturaleza y no los fenómenos caóticos que subyacen a los primeros. Aunado a esto, de aceptar que el caos existe y es parte complementaria de los estados ordenados de la naturaleza, nos ayudaría a producir una actitud no ciegamente confiada en los sistemas ordenados. Esto quiere decir que, si se acepta la tesis de que el caos no representa una oposición con los sistemas ordenados, entonces no caeremos en dogmatismos como el que mantuvieron muchos científicos y filósofos al pretender buscar un orden total de la naturaleza. Pero, al mismo tiempo, dado que no podemos asegurarnos de la presencia total del caos científico –por su parcial impredictibilidad– entonces tampoco produciremos una actitud paranoica ni desconfiada de los sistemas ordenados de la ciencia El objetivo general de esta investigación es lograr ampliar el panorama hermenéutico y científico que se le ha otorgado al término caos en sus dos conceptualizaciones: científica y mitológica. Mientras que nuestros objetivos particulares para ambas concepciones son identificar, señalar y describir las funciones, características, cualidades y propiedades de la noción del caos para así tener una idea general de cómo esta idea ha ido cambiando durante la historia del pensamiento. Con todo esto pretendemos concluir que el caos no es sólo ese concepto negativo que se ha relegado del estudio, por siglos, tanto filosófica y 12 científicamente hablando, sino, como demostraremos con la exposición del caos científico, es una realidad que forma parte de nuestras vidas, de los procesos biológicos, climáticos y cosmológicos con los que interactuamos diariamente. En esa medida, al conocer las características principales de los fenómenos caóticos y ordenados que permean nuestras vidas, podremos tener una actitud parecida a la de los antiguos, es decir, no disociaremos el orden del caos. 9 De forma que al analizar las dos concepciones podremos comprender que muchos de los procesos físicos, biológicos y climáticos con los que interactuamos diariamente, tienen como antecedente un caos que quizá no habíamos identificado o reconocido como existente, no porque no existiera, sino porque no lo conocíamos. La hipótesis general de nuestro trabajo se divide en dos afirmaciones: (1) el caos para la mitología antigua era condición de posibilidad de la existencia del cosmos (orden), principalmente porque en las tres mitologías que investigaremos –la griega, egipcia y la mesopotámica– el caos es puesto antes de la creación de todos los seres. 10 (2) Esta misma concepción del caos –como condición de posibilidad del orden– se encuentra hoy en día en algunas teorías termodinámicas de la ciencia. De acuerdo con lo anterior, vemos necesario presentar y explicar algunas concepciones mitológicas y científicas para contestar las siguientes preguntas: ¿Por qué el concepto de caosno ha sido analizado detenidamente en lo que respecta a la literatura científica, mitológica y filosófica? ¿Es cierto que la noción de orden implica una negación y desprecio de la noción de caos? ¿Por qué la conceptualización del caos ha sido relegada y asociada erróneamente con una idea de rechazo o una idea ilógica e irracional y sinónima del concepto de desorden? Para responder a la problemática que plantean las anteriores preguntas nos apoyaremos en dos visiones acerca de lo que comúnmente es denominado como caos. La primera es la conceptualización mitológica y la segunda es la conceptualización científica. En la historia de la filosofía, así como en la historia de la ciencia, la idea del caos ha sido poco estudiada 9 Durante esta investigación, explicaremos cómo las civilizaciones tanto egipcia como mesopotámica caracterizaron a sus dioses caóticos con los elementos naturales con los que más interactuaban en sus actividades cotidianas. 10 De otro modo no se explicaría por qué para las tres mitologías el caos fue puesto antes de todos los demás elementos que conforman el cosmos. 13 y, en la mayoría de las veces, ha sido asociada con la idea de desorden, lo que, a nuestro juicio, es un problema. En función de esto vemos necesario presentar y explicar algunas de las concepciones mitológicas más importantes del caos para contestar las anteriores preguntas. La conceptualización mitológica del caos que abordaremos a partir de las cosmogonías mesopotámica, egipcia y griega nos permitirá comprender diversos puntos que se derivan de las problemáticas antes expuestas. El primer punto y el más importante reside en que la noción del orden en las tres mitologías mencionadas no está disociada de la noción de caos. Como lo mostraremos, en cada una de estas mitologías, la función del caos era la de ser condición de posibilidad 11 del orden. Y, en el caso de la Teogonía, a pesar de que Hesíodo no explica cuáles son las propiedades más importantes del caos, nosotros identificaremos que el caos es también condición de posibilidad del orden. En cuanto a la conceptualización científica del caos, por mucho tiempo esta idea no fue estudiada ni analizada por los científicos. Esto se debió principalmente a dos razones: i) los científicos presupusieron que el universo era ordenado a la manera newtoniana, esto es, fenómenos regulares que podían ser explicados y predichos exitosamente; ii) los científicos presupusieron que la noción de caos no tenía ninguna relación con la del orden. De acuerdo con estos dos puntos, para los científicos los fenómenos caóticos eran incomprensibles. El éxito de las leyes de la dinámica clásica propició que tanto científicos como filósofos aceptaran la idea de un mundo completamente ordenando y determinado, lo cual hizo que por mucho tiempo la ciencia no se detuviera a entender a aquellos fenómenos que no tenían el mismo comportamiento ni que presentaban el mismo tipo de evolución que los sistemas ordenados (sistemas lineales). Por lo cual, cuando emergía la idea del caos, por un lado, no se le estudiaba con detenimiento, y por otro, se asociaba con la idea de desorden, definiéndolo como algo sin relación con el orden. La metodología expuesta para esta investigación en un primer momento será hermenéutica; los mitos nos permitirán generar interpretaciones acerca de lo que antiguamente era señalado o definido como caos. Posteriormente, por lo que refiere a la conceptualización científica del caos, ésta será descriptiva porque los fenómenos caóticos 11 En los apartados posteriores a esta introducción explicaremos qué estamos entendiendo como condición de posibilidad. 14 que hasta el momento han sido estudiados por la ciencia, sólo nos permiten generar más descripciones que explicaciones rigurosas. En esa medida, primero daremos una breve explicación de lo que son los fenómenos ordenados o regulares y después describiremos cuáles son las características, cualidades y propiedades que permiten identificar a un fenómeno caótico; de manera que, habiendo explicado qué es un fenómeno ordenado y habiendo descrito las características de un fenómeno caótico, comprenderemos en qué se distinguen o qué propiedades tienen en común. Para diferenciar cada una de las conceptualizaciones dividiremos la tesis en tres capítulos. El primero se conformará de las interpretaciones del caos en las tres mitologías: mesopotámica, egipcia y griega. En el segundo, expondremos de manera general qué son los fenómenos regulares u ordenados y cuáles son las leyes, características y propiedades principales que permiten identificarlos, explicarlos y predecirlos. En el tercer capítulo haremos una breve exposición histórica en la que explicaremos cuáles fueron las primeras investigaciones científicas en torno a la idea del caos y cómo éstas derivaron en un estudio más complejo de lo que ahora es nombrado como teoría del caos. Posteriormente en los siguientes apartados, explicaremos los elementos teóricos y físicos que nos permiten identificar y describir un fenómeno caótico. Con la comprensión de ambas visiones –la mitológica y la científica–, haremos algunas conclusiones y comparaciones que nos permitirán demostrar la tesis de esta investigación, la cual consiste en defender que tanto para la mitología antigua como para la ciencia actual, el caos se entiende más como condición de posibilidad del orden que como otra cosa. Lo que quiere decir que, en ninguna de las dos visiones, la idea del caos representa una oposición con la idea de orden y que, al contrario, ambas visiones demuestran que el caos es un elemento complementario para lo que, tanto la cosmología como la ciencia, han denominado como orden o regularidad. 15 R E L E V A N C I A F I L O S Ó F I C A D E E S T A I N V E S T I G A C I Ó N Anteriormente en la introducción, mencionamos que la idea del caos ha sido señalada – tanto filosófica y científicamente hablando– como una idea opuesta y de valor inferior a la noción de orden. Asimismo, ha sido asociada con la noción de desorden, lo que en alguna medida ocasionó que se le caracterizara como algo incomprensible, ininteligible e irracional. El que haya sido relacionado con algo irracional e incomprensible, –nos parece– proviene, por un lado, de la idea de que sólo lo ordenado es algo inteligible, y en su caso, “al ser el caos lo opuesto al orden” fue caracterizado como algo desordenado, ininteligible e incomprensible. Por otro lado, proviene del hecho de que, al tener el caos un origen especialmente mitológico, generó que este término se pensara sólo como algo irracional, lo que en alguna medida propició el desinterés filosófico por comprenderlo. Para nosotros, lo anterior forma parte de un problema que se ha generado a partir de la manera en que ha sido pensada esta noción, sobre todo si esta noción dejó de ser relevante por una relación errónea con otra idea que pareciera ser opuesta a la primera y sin embargo no lo es –en este caso nos estamos refiriendo a la noción de caos con respecto a la noción de orden. En esa medida, nos parece importante, primero, comprender cuál es la naturaleza de este concepto en un sentido tanto mitológico como científico; segundo, descubrir si la noción de orden implica una negación y desprecio de la noción de caos o, si son ideas complementarias. Y, por último, queremos entender por qué la conceptualización del caos ha sido relegada y asociada erróneamente con una idea de rechazo o una idea ilógica e irracional y sinónima del concepto desorden. El que indaguemos la noción del caos mediante la visión mitológica y la científica nos permitirá ampliar nuestra comprensión de este término. Y al mismo tiempo nos permitirá generar un diálogo entre dos visionesque en la mayoría de las veces han sido catalogadas como opuestas y que, sin embargo, –como lo mostraremos en esta investigación– no lo son, ya que ambas comparten características en cuanto a su respectiva conceptualización del caos. 16 Para lograr comprender mejor la noción del caos, necesitaremos regresarnos bastante en la historia, para no dejar nada importante afuera y hacer una mejor reconstrucción conceptual de esta noción. Esta base histórica que desarrollaremos nos permitirá, por un lado, entender por qué la idea del caos dejó de ser relevante en cierto momento tanto para el contexto filosófico como para el científico –en función de la manera en que esta noción fue pensada; y por otro, entender por qué tanto en la concepción científica actual como en el pasado remoto, la noción del caos es pensada como un antecedente que posibilita al orden. En esta medida, el que hagamos referencia a ciertos ejemplos históricos –tanto en la visión mitológica como en la científica– tiene tres objetivos: i) identificar cuáles fueron las principales mitologías que hicieron uso del término caos en sus cosmogonías; ii) reconocer cómo en ambas visiones el término caos fue pensado, señalado y caracterizado; iii) señalar a partir de los ejemplos filosóficos y científicos cómo la idea del caos fue asociada como una noción opuesta a la noción de orden. Haremos uso de estas referencias porque, de lo contrario, nos sería difícil y hasta dogmático presuponer cómo ha sido pensado el concepto de caos sin hacer mención de las concepciones tanto científicas como mitológicas más importantes que refirieron a este término. Sin embargo, nuestro propósito no es enlistar o exponer a cada uno de los filósofos que han hecho uso de este término, ya que si realizáramos ese tipo de descripción el objetivo de pensar al caos como concepto se perdería en un enlistado de los pensadores que mencionaron al caos, y no tanto en una reflexión sobre el mismo término. Tampoco es una tesis filológica o etimológica, porque, y a pesar de que en algunos apartados haremos referencia a la etimología del término, no estamos haciendo un análisis de origen filológico. Para lo cual y de manera concreta nuestro acercamiento al término caos en cada una de las cosmogonías que analizaremos tendrá una metodología hermenéutica donde nos enfocaremos en comprender de qué manera había sido pensado e interpretado este término. Además es importante mencionar que, a pesar de que en algunos aparatos de la conceptualización científica del caos son de carácter descriptivo, parte del objetivo de esta descripción es la de identificar cuáles son las principales características que nos permiten reconocer lo que la ciencia señala como caos. Lo que a su vez fungirá como una 17 introducción filosófica de los alcances epistemológicos que comprenden la teoría del Caos. En este sentido, aunque en esta tesis no reflexionaremos profundamente sobre dicho alcance, esta investigación pretende ser una introducción para futuras investigaciones que tengan como objetivo reflexionar sobre el carácter epistemológico y explicativo de dicha teoría. De forma que esta investigación será una aportación para los principales temas que actualmente comprenden a la Filosofía de la Ciencia. Por lo anterior, creemos que la relevancia filosófica de estudiar la noción del caos se encuentra, por un lado, en el estudio hermenéutico que hacemos de este concepto; y por otro, en el diálogo que mostramos puede existir entre la concepción científica actual y la concepción mitológica, acerca de este concepto. En esta medida, es importante aclarar que, en ningún momento estaremos diciendo que el caos mitológico y el caos científico son lo mismo, pero sí estaremos señalando que, para ambas conceptualizaciones, el caos es un antecedente del orden. Debido a esto es que decimos que es filosóficamente relevante esta investigación porque inaugura un diálogo entre distintas concepciones que no siempre se han visto compatibles, y que, de acuerdo con nuestra investigación, pueden tener un punto de encuentro a partir de la noción del caos. Por último, otra característica más que permite identificar a esta investigación como filosófica radica en el análisis epistemológico que hacemos –especialmente en el tercer capítulo– sobre la posibilidad de conocer la realidad de los fenómenos caóticos. A partir de la descripción de las propiedades y leyes que permiten reconocer un fenómeno caótico, podremos diferenciar los fenómenos caóticos de los fenómenos ordenados. Además que al identificar las principales propiedades que caracterizan a los fenómenos caóticos, delimitaremos la posibilidad del conocimiento de éstos. De forma que esta investigación pretende ser una introducción para futuras investigaciones en la Filosofía de la Ciencia que tengan como propósito cuestionar, por un lado, el estatus teórico de la Teoría del Caos y, por otro lado, el alcance epistemológico, explicativo y predictivo de dicha teoría. En síntesis, creemos que esta investigación es filosóficamente relevante por dos razones principales: (1) para la hermenéutica porque plantea diversas interpretaciones de la noción del caos a partir de ciertos mitos específicos, y (2) para la epistemología y la Filosofía de la 18 Ciencia al delimitar la posibilidad de conocimiento de las principales características de los fenómenos caóticos. 19 C O N D I C I Ó N D E P O S I B I L I D A D Durante este trabajo de investigación haremos uso del concepto de condición de posibilidad para explicar que, tanto en la visión mitológica como en la científica, el caos antecede a lo ordenado; lo que no implica que por ser su antecedente es causa o generador del mismo. Es importante aclarar esto, porque de lo contrario, se podría pensar que estamos entendiendo dicho concepto como condición necesaria o como lo que causa el orden. En ese sentido, el propósito de este breve apartado es aclarar las posibles relaciones que pudieran hacerse en torno al concepto de condición de posibilidad y después de ello explicaremos cómo haremos uso de éste durante toda la investigación. Una de las principales referencias filosóficas a las que nos remite el concepto de condición de posibilidad se encuentra en la Crítica de la razón pura donde Kant explica que las dos únicas formas puras de la intuición –espacio y tiempo–son las condiciones de posibilidad de la experiencia sensible de los fenómenos –objetos indeterminados de una intuición empírica–. 12 Sin embargo, nosotros no estaremos entendiendo condición de posibilidad ni en un sentido epistemológico, ni psicológico. Somos conscientes que para Kant espacio y tiempo son las condiciones de posibilidad necesarias gracias a las cuales el psiquismo puede generar intuiciones empíricas de los fenómenos –objetos indeterminados– estando en un espacio “físico” y siendo en un tiempo; es decir, teniendo una duración. 13 Sin embargo, nuestro abordaje con respecto al término caos no tiene nada que ver con la descripción de la naturaleza del psiquismo, ni tampoco con un sentido epistemológico. Ya que no estamos condicionando el conocimiento del orden a partir del conocimiento del caos; ni tampoco diremos que para que exista el orden necesariamente y de manera condicional debe existir el caos. Sólo explicaremos que, tanto 12 Kant, Immanuel, Crítica de la razón pura, trad. Ribas Pedro; México, Taurus, 2006, pp. 65-66. 13 Cfr. De esta forma Kant define lo que está entendiendo como condición de posibilidad cuando se refiere a las dos formas puras de la intuición; es decir, espacio y tiempo: «El espacio es una necesaria representación a priori que sirve de base a todas las intuiciones externas (…) El espacio es, pues, considerado como condición de posibilidad de los fenómenos, no como condiciónde posibilidad dependiente de ellos, y es una representación a priori en la que se basan necesariamente los fenómenos externos. (…)El tiempo es una representación necesaria que sirve de base a todas las intuiciones. Con respecto a todos los fenómenos en general, no se puede eliminar el tiempo mismo. Sí se pueden eliminar en cambio los fenómenos del tiempo. Este viene pues dado a priori. Sólo en él es posible la realidad de los fenómenos. Estos pueden desaparecer todos, pero el tiempo mismo (en cuanto condición general de su posibilidad) no puede ser suprimido. » Ibíd., p.p. 20 en la mitología, como en algunos ejemplos de la teoría termodinámica, el caos antecede al orden, lo que no lo convierte ni en la condición necesaria para conocerlo, ni tampoco en su generador. En cambio, nosotros estaremos entendiendo condición de posibilidad como un antecedente que hace posible la existencia de un evento, sin que por existir el segundo evento garantice la existencia necesaria del primero, ya que el primero sólo lo posibilita. Por lo cual, siendo el caos algo que antecede y posibilita la existencia del orden y a su vez siendo el orden resultado de esa posibilidad, el caos no puede representar una oposición con el orden ni algo sin relación con éste 14 . Esto quiere decir, podría existir el orden sin que de manera necesaria exista el caos, sin embargo –como lo veremos durante esta investigación tanto en la visión mitológica como en la científica– el caos antecede al orden tanto en las cosmogonías como en algunos ejemplos de fenómenos ordenados que son precedidos por ciertos fenómenos caóticos. En cada una de las cosmogonías que abordaremos veremos que el caos es posicionado antes del orden, lo que para nosotros ha sido traducido como condición de posibilidad en el sentido de ser su antecedente. Decimos que es su condición de posibilidad en la medida que lo antecede, no en tanto que sea su generador. A su vez explicaremos que esto lo estamos entendiendo como condición porque en alguna medida en cada una de las cosmogonías podemos ver que el caos está antes de lo ordenado y eso es lo que para nosotros significa condición. De otra manera no explicaríamos por qué en cada una de estas cosmogonías el caos es posicionado antes del orden. En cuanto a la visión científica, veremos con la teoría termodinámica que existen algunos casos en los cuales ciertos fenómenos caóticos anteceden a ciertos fenómenos ordenados y que, aunque eso pudiera ser entendido como causa, no necesariamente implica que un fenómeno caótico genere un fenómeno ordenado –sólo en el caso de los fenómenos termodinámicos ha ocurrido que estos se comportan de manera caótica y después ordenada. El argumento que desarrollaremos durante toda esta investigación será: el caos no es una condición necesaria de lo ordenado, y tampoco es generador del orden. Sin embargo, al ser 14 Sabemos que en una primera instancia esto suena contradictorio, pero no lo es, ya que, no son, la relación de causa y la relación de oposición, las únicas relaciones que se pueden establecer entre dos términos, está también la relación temporal. 21 una condición de posibilidad, es aquello que antecede al orden, sin que por ello el caos deba existir necesariamente para que exista el orden. De lo contrario, si no pensamos que el caos es antes del orden –como posibilidad– es difícil explicar por qué para la mitología como en la ciencia contemporánea –en el caso de los fenómenos termodinámicos– el caos sucede antes de lo ordenado. 22 1 . E L C A O S C O M O C O N D I C I Ó N D E P O S I B I L I D A D E N TR E S C O N C E P C I O N E S M I TO LÓ G I C A S D E LA AN T I G Ü E D A D En el presente capítulo analizaremos e interpretaremos la concepción mitológica del caos 15 en tres culturas de la Antigüedad. La primera concepción mitológica que revisaremos es la épica mesopotámica que tiene por nombre Enûma Elish. La segunda concepción mitológica será la egipcia y los textos que revisaremos forman parte de algunos fragmentos pertenecientes al Libro de los muertos. La última concepción es parte de la Teogonía, obra poética escrita por Hesíodo, donde el primer elemento divino que compone la cosmogonía es el caos. La interpretación y análisis de la función del caos en estas tres concepciones míticas nos permitirá defender la tesis general de esta investigación, la cual se concentra en mostrar que la función del caos en estas mitologías es la de ser condición de posibilidad para la existencia del orden, si por orden comprendemos todos los elementos materiales que conforman al cosmos. 16 La relevancia de este análisis interpretativo radica en que con él podremos ampliar nuestra concepción sobre el caos, comúnmente limitada a la idea de desorden. Pero además de que ampliaremos esta concepción del caos mitológico, demostraremos que éste no representa una oposición del orden, 17 sino la condición de posibilidad para la existencia del mismo. Por condición de posibilidad estamos entendiendo un antecedente que hace posible la existencia de un evento, sin que por existir el segundo evento garantice la existencia necesaria del primero, ya que el primero sólo lo posibilita. Por lo cual, siendo el caos algo que antecede y posibilita la existencia del orden entendido como cosmos, y a su vez siendo el orden resultado de esa posibilidad, el caos no puede representar una oposición del orden ni algo sin relación con éste. En esta medida, alcanzaremos a vislumbrar el papel tan importante que el caos ha tenido en la constitución de diferentes cosmologías hasta el punto en que, como veremos más adelante, hoy en día sigue siendo una concepción fundamental en varios contextos, incluido el de la ciencia. 15 En el presente capítulo nos referimos al término “caos” con cursivas para así distinguirlo del que es utilizado en la concepción científica. 16 En el presente capítulo estamos entendiendo cosmos por orden. Por lo cual, algunas veces diremos cosmos y en otras, orden. 17 En la introducción de este trabajo mencionamos este contraste entre la noción de orden con la noción del caos. Explicamos que esto se debió en gran medida a que en las nuevas cosmovisiones la idea del caos quedó relegada a un concepto mítico o relacionado con el desorden y a su vez la noción del orden fue predominante. 23 Nuestro propósito, aparte de analizar su función en la mitología antigua, es mostrar una interpretación prolífica de este término que pueda servir para un análisis profundo de la función del caos y de ese modo mostrar que el caos es parte fundamental para la existencia del cosmos en la mitología, ya que la idea de orden ha sido uno de los objetos de estudio que más importancia ha tenido en la historia del pensamiento filosófico y no así la función del caos. El argumento que desarrollaremos dentro de este capítulo es el siguiente: Si el caos no fuera condición de posibilidad, y en ese sentido algo de lo que sería mejor prescindir, resultaría difícil explicar por qué para las culturas antiguas éste era tan importante. Si fuera prescindible, tendría más sentido que cada una de las cosmogonías comenzara desde la aparición del orden sin tener que hablar del caos. Por último, debe quedar bastante claro que somos conscientes de que nuestro análisis e interpretación de la función del caos en las tres mitologías no es la única ni la última que puede hacerse con respecto a la función del caos. Somos conscientes de que pueden existir otras interpretaciones que se contrapongan o sean distintas a la nuestra, como lo mostraremos en el último apartado de este capítulo. El capítulo estará dividido en tres secciones, uno para cada mitología, con sus respectivos apartados. En la primera secciónde este capítulo analizaremos el mito mesopotámico que lleva por nombre Enûma Elish, donde propiamente se caracteriza al caos como una diosa que representa a las aguas saladas. En la segunda, hablaremos sobre la función del caos en la mitología egipcia y en la última sección expondremos la concepción del caos en el pensamiento griego antiguo a partir de la Teogonía escrita por Hesíodo. 1.1. EL CONCEPTO DE CAOS EN LA MITOLOGÍA MESOPOTÁMICA En la presente sección de este capítulo explicaremos lo que nosotros hemos delimitado como dos posibles formas de caracterizar al caos en la mitología babilónica. En la primera se concibe el caos como divinidad y en la segunda, como elemento natural; cada una de estas caracterizaciones tendrá su respectivo apartado. En el primer apartado analizaremos tres puntos generales por los cuales nosotros creemos que la caracterización divina del caos funge como condición de posibilidad del 24 cosmos, a saber: i) Tiâmat es la divinidad que se posiciona al principio de todos los dioses; ii) la fertilidad que caracteriza a Tiâmat es significado de condición de posibilidad porque, gracias a la fusión que ella realiza con el dios Apsû, 18 es posible la existencia de la siguiente generación de dioses; iii) gracias a los órganos y partes del cuerpo de Tiâmat, Marduk 19 puede crear su propio reino que gobernará el nuevo cosmos y que él instaura después de asesinar a la diosa. En el segundo apartado abordaremos la caracterización natural que se le atribuye al caos en la mitología mesopotámica. Primero hablaremos del papel que funge la diosa del caos, Tiâmat, al ser la divinidad que representa a las aguas saladas. Después de ello acudiremos a las referencias que el historiador de filosofía antigua Guthrie expone sobre la mitología mesopotámica para explicar cómo en esta cultura ya estaba presente el elemento acuoso como principio y fundamento de todo; siendo este pensamiento mítico el que influenció directa o indirectamente en el planteamiento del filósofo presocrático Tales de Mileto, quien determinó –según Aristóteles– 20 que el fundamento de la vida o arjé era acuoso. A partir de ello explicaremos por qué ocurre esa relación entre el agua como origen y componente de los demás elementos naturales, y de qué forma se relaciona con la concepción del arjé como principio acuoso. Posteriormente en el mismo apartado, hablaremos de la estrecha relación que los mesopotámicos tenían con el agua, tal que este elemento los orilló a caracterizar a las primeras divinidades como representantes de las aguas dulces y saladas. A partir de lo anterior explicaremos cómo esta relación nos ayuda a comprender que, así como el elemento agua ha sido significado de principio y fundamento del cosmos, tanto en la mitología mesopotámica como en el pensamiento griego, este principio y fundamento es 18 Apsû es la pareja de Tiâmat y a su vez es el dios que junto a ella gobierna las aguas dulces. 19 Marduk es el dios del rayo y de la lluvia, descendiente de Ea –el dios de la sabiduría– y Damkina. En la épica de Enûma Elish, Marduk funge como antagonista principal de la diosa Tiâmat, ya que éste la asesina, creando así con las partes de la diosa un nuevo cosmos y una nueva ciudad llamada Babilonia. 20 Aristóteles en la Metafísica (A3, 93 b6) menciona lo siguiente: «La mayoría de los primeros filósofos creyeron tan sólo en los principios a aquellos que se dan bajo la forma de materia; pues afirman que el elemento y principio de todas las cosas es aquel a partir del cual todas las cosas existen y llegan por primera vez al ser. (…) Respecto al número y la forma de tal principio no todos están de acuerdo, sino que Tales, el iniciador de tal tipo de filosofía, dice que es el agua.» De esta cita Kirk y Raven mencionan que el conocimiento de los antecedentes cosmogónicos planteados por Tales de Mileto, depende completamente de los pasajes donde Aristóteles escribió sobre la conceptualización del arjé en Tales de Mileto. Cfr. G. S. Kirk, J. E. Raven, y M. Schofield, Los filósofos presocráticos: historia crítica con selección de textos, trad. Jesús García Fernández, Madrid, Gredos, 2008 (Grandes obras de la cultura), pp. 127-128. 25 para nosotros significado de condición de posibilidad del cosmos. Lo anterior quiere decir que, así como Tales caracterizó al arjé como un principio acuoso, los mesopotámicos – mucho antes de él– atribuyeron a la primera diosa de la cosmología, Tiâmat, una característica acuosa. En esa medida, si el agua representa el primer elemento y fundamento de la vida, este fundamento es traducido por nosotros como condición de posibilidad; por lo cual, de acuerdo con nuestra interpretación, si el caos en la mitología mesopotámica es caracterizado como un elemento divino acuoso, eso es significado de condición de posibilidad del cosmos. 1.1.1. La figura divina del caos en la mito logía mesopotámica En la presente sección abordaremos la mitología mesopotámica 21 a partir de la épica que tiene por nombre Enûma Elish, en la cual la creación del mundo se da a partir de la diosa del caos Tiâmat. La épica relata que en un principio no existían ni el cielo, ni la tierra, sólo Tiâmat, la diosa de las aguas saladas, y Apsû, su esposo, a quien ella misma engendró y quien representa a las aguas dulces. Ambos juntaron sus elementos naturales en uno solo, engendrando así a Lahmu y Lahamu, quienes representan el limo que se había formado en medio de las aguas primitivas. A su vez, Lahmu y Lahamu engendraron a Anshar, quien representa el límite del cielo, y Kishar, que representa el límite de la tierra, es decir, el horizonte. Estos dioses darían a luz a Anu, el dios del cielo, y éste, a su vez, engendraría a Ea, el dios de la sabiduría. La épica relata cómo el dios Apsû no estaba a gusto con su descendencia, queriendo así asesinar a cada uno de los dioses creados por él y Tiâmat; sin embargo, Ea –su nieto– se entera de las intenciones de Apsû y decide matarlo recitando un conjuro que lo sume en un profundo sueño y hace que éste muera. De esta forma Ea toma posesión de las aguas dulces y contrae matrimonio con Damkina; de esta relación nace Marduk, el dios del rayo y la lluvia. Anu –el dios del cielo y abuelo de Marduk– crea los cuatro vientos para que Marduk juegue con ellos. Sin embargo, los juegos de Marduk perturban a varios dioses, quienes reclaman a Tiâmat no haber vengado la muerte de Apsû. Frente a los reclamos, Tiâmat engendra a once dragones para enfrentar los ataques de Ea, y 21 Toda la reconstrucción de esta mitología proviene de Thorkild Jacobsen, renombrado historiador y antropólogo, especialista en asiriología y estudios literarios de la época sumeria; a finales de su vida fue profesor de asiriología en la Universidad de Harvard. Thorkild Jacobsen además de presentar algunos pasajes importantes sobre la épica de Enûma Elish, también construye una interpretación en torno a la forma en que esta épica se desarrolló y el carácter interpretativo de los elementos que la conforman. 26 a su vez, entrega a su segundo esposo Kingu las tablillas del destino que representan el poder supremo de universo, porque en ellas está escrito el destino de los dioses. 22 Sin embargo, Ea, el dios de la sabiduría, se entera de esta confabulación que Tiâmat hace con Kingu y decide enfrentarla, pero, al estar frente a ella, se encuentra temeroso de la presencia de los dragones y retrocede. Ante esta situación, Ea y los demás dioses, temerosos de la fuerza de Tiâmat y sus dragones, le piden a Marduk que la asesine. Pero Marduk aceptará esta oferta sólo si él toma posesión del trono que le pertenece a su padre – Ea–. Al final Ea y los dioses aceptan concederle esta petición. Es entonces que Marduk mata a Tiâmat, utilizandolos cuatro vientos cedidos por su abuelo y los inserta en el pecho de Tiâmat, después le atraviesa una flecha y la divide en dos; con la parte superior hace el cielo y con la parte inferior, la tierra. Con las partes del cuerpo de Tiâmat creará un reino similar al de su padre Ea. 23 Con las dos costillas de Tiâmat, Marduk crea el este y el oeste; con su hígado crea la estrella polar, con la saliva crea las nubes, la niebla y la lluvia; después amontona una montaña en su cabeza y perfora sus ojos para que de ahí broten los dos ríos más importantes de Mesopotamia: Tigris y Éufrates. Con la cola de Tiâmat –al inclinarla hacia el cielo– crea la Vía Láctea y con su entrepierna da soporte al cielo. Seguido de este acontecimiento, Marduk le arrebata las tablillas del destino a Kingu, quien las había escondido en su propio pecho, y después pregunta a los otros dioses quién es el incitador de Tiâmat para empezar la guerra; ante tal pregunta, los dioses le responden que Kingu. Como castigo Marduk le corta las venas a Kingu y con la sangre de éste crea a la humanidad que residirá en Babilonia; la primera ciudad que construyeron los dioses como signo de agradecimiento a Marduk. A partir de nuestra interpretación y de los elementos mitológicos e interpretativos del historiador Thorkild Jacobsen, esbozaremos tres puntos por los cuales consideramos que la concepción mitológica del caos, analizada a través de la figura divina de Tiâmat, es significado de condición de posibilidad del cosmos: i) Tiâmat es la divinidad que se posiciona al principio de todos los dioses; ii) la fertilidad que caracteriza a Tiâmat es 22 Thorkild Jacobsen, The Treasures of Darkness: A History of Mesopotamian Religion, New Haven, Yale University Press, 1976, p. 168. 23 Posteriormente, en la mitología se explica que ahora quien reinará todo será Marduk porque venció a Tiâmat; esa es la razón por la cual él creará su propio reino y asignará de vuelta a los dioses que gobernarán las partes del cosmos. 27 significado de condición de posibilidad porque, gracias a la fusión que ella realiza con el dios Apsû, es posible la existencia de la siguiente generación de dioses; iii) gracias a los órganos y partes del cuerpo de Tiâmat, Marduk puede crear un nuevo cosmos y un nuevo reino donde él gobernará. De acuerdo con el primer punto, nosotros interpretamos que Tiâmat, la diosa del caos, es significado de condición de posibilidad porque es posicionada al principio de toda la creación del cosmos. En ese sentido, si analizamos la cronología del mito, la primera diosa que existe antes de los demás dioses es Tiâmat, ella engendra a su esposo y después de ello se forman los siguientes dioses; sin embargo, nunca se menciona que exista algo previo que sea el fundamento o el origen de éstos, sino que es Tiâmat quien da vida a las siguientes generaciones de dioses que formarán el cosmos. Por lo cual, si por condición de posibilidad estamos comprendiendo una realidad que antecede y posibilita la existencia de algo posterior, esto significaría que sin los primeros elementos divinos conformados por Tiâmat y Apsû, la siguiente generación de dioses que componen el cosmos, o no hubiera existido, o no hubiera sido engendrada por la diosa del caos. Al respecto de esto, el historiador Thorkild Jacobsen menciona lo siguiente: La descripción presenta el principio del mundo como un caos acuoso en el que el poder de las aguas dulces subterráneas, Apsû y los poderes de las aguas saladas de Tiâmat, se mezclaban. No había nada más, ninguna otra forma. Incluso, la idea de un cielo en lo alto no había sido introducida por nadie, ni tampoco existía allí ninguna tierra debajo, ni siquiera una sola isla o un pantano, y no había, hasta ese momento, dioses como tales. 24 La anterior cita nos es útil porque a partir de ella podemos corroborar que en realidad antes de Tiâmat no existió algún elemento divino que pudiera dar vida a la diosa o que fungiera como condición de posibilidad de los demás dioses. De acuerdo con esto, Jacobsen interpreta que el principio de todo surge a partir de la combinación de los elementos acuosos que caracterizan a Tiâmat y a Apsû; en este sentido, para que existiera la siguiente generación, Apsû debió mezclarse con Tiâmat para así engendrar a la siguiente generación 24 Traducción hecha por nosotros: «The description presents the beginnings of the world as a watery chaos in which the power of the fresh waters underground, Apsû and the powers in the salt waters of sea Tiâmat mingled. There was nothing else, no other form. Even the idea of sky above had not been entertained by anyone, nor was there an earth below, not even a single island or a swampy bog, and there were, as yet, no gods.» 28 divina. De este modo, podemos interpretar que Tiâmat es la condición de posibilidad tanto de la existencia de las demás generaciones como de la existencia de Apsû. 25 Ahora abordaremos el segundo y tercer punto que consiste en interpretar cómo la fertilidad que caracteriza a Tiâmat es significado de condición de posibilidad de los elementos divinos que componen al cosmos. Como ya mencionamos en el primer punto de esta interpretación, al principio de la genealogía del cosmos, no existe otro elemento material ni divino que pueda dar vida a la siguiente generación de dioses; el primer elemento divino a partir del cual se inicia la épica es el caos representado por la diosa Tiâmat. Para corroborar que en efecto esto es así, haremos referencia a la mitología para analizar cómo Tiâmat funge como un elemento de fertilidad, gracias al cual, por un lado, es posible el nacimiento de Apsû –su marido– y, por otro lado, es posible la generación de los siguientes dioses que conformarán al cosmos: Cuando el cielo de en lo alto no fue (ni siquiera en ese momento) mencionado La firme y fija tierra de abajo llamada por ningún nombre; Pero el primigenio Apsû, su engendradora y matriz Tiâmat, –ella que dio a luz a todos ellos– Estaban mezclando sus aguas en una. 26 Como podemos dar cuenta en esta cita, en la épica se menciona cómo Tiâmat fue la diosa que dio vida a los primeros elementos del cosmos –entre ellos, su esposo Apsû–. Sin embargo, aunque él también es un dios primigenio, la vida de él no sería posible sin la existencia previa de Tiâmat, porque es ella quien lo engendra, y a partir de la fusión de estos dos es que es posible la creación de la subsiguiente generación de dioses que conformarán al cosmos. El tercer punto al que nos referimos con la fertilidad reside en que gracias a la muerte de Tiâmat, el dios Marduk puede instaurar un nuevo orden, con nuevos elementos cosmogónicos. Como mencionamos anteriormente, fue gracias a los órganos y partes del cuerpo de Tiâmat que Marduk puede crear su nuevo reino y un nuevo cosmos. Con este 25 Cfr. T. Jacobsen, Op. cit., p. 168. 26 Ibíd., p. 167. Las traducciones son nuestras. «When heaven above was not (yet even) mentioned,/ firm-set earth below called by no name;/ but primeval Apsû, their begetter and the matrix, Tiâmat –she who gave birth to them all–/ were mingling their waters in one.» 29 punto es importante tener presente que no estamos confundiendo creación con condición de posibilidad, porque la condición de posibilidad es una realidad previa que posibilita la existencia de un evento y la creación es un evento a partir de la nada; en nuestra interpretación, el evento es el cosmos y la condición de posibilidad es el caos. En esa medida, Tiâmat –como la diosa que representa al caos– es condición de posibilidad para la existencia del cosmos, porque, aunque ella no es la que crea el cosmos que gobernará Marduk, es una condición vital y necesaria parala consumación de esta creación. Esto por dos razones: primero, porque si no fuera por la muerte de esta diosa, Marduk no habría creado su propio reino; segundo, porque con las partes del cuerpo de Tiâmat, Marduk crea la vía láctea, las nubes, el cielo, la tierra, la lluvia, los ríos, el este, el oeste y demás elementos naturales que conforman la totalidad del cosmos. En esa medida, y a partir del desarrollo y la interpretación de estos tres aspectos generales que comprenden la caracterización del caos como figura divina, podemos concluir que existen los elementos suficientes para saber que la concepción mitológica del caos, caracterizada desde la figura divina de Tiâmat, puede ser interpretada como condición de posibilidad. Asimismo, también podemos decir que el caos, caracterizado como figura divina, tiene muchos aspectos que permiten inferir que es un elemento fundamental en la mitología para dar comienzo a la creación de los demás elementos divinos y materiales que componen el cosmos. Con esto mismo demostramos que, al decir que el caos es condición de posibilidad, ello no significa que estemos entendiendo creación como condición de posibilidad, porque en este sentido la creación se origina de la nada y, como anteriormente revisamos, la creación del reino de Marduk comienza con la muerte de Tiâmat. A partir de lo anterior, podemos tener elementos que nos permitan corroborar la tesis de esta investigación. En el siguiente apartado continuaremos demostrando que la concepción mitológica del caos –en la mitología mesopotámica– también es condición de posibilidad para la existencia del orden, si por orden comprendemos todos los elementos que conforman al cosmos, pero esta vez nos apoyaremos en la caracterización de los elementos naturales que se le atribuyen a la diosa del caos, Tiâmat. 30 1.1.2. El elemento natural que caracter iza a la concepción mito lógica del caos en Mesopotamia Es importante señalar que el elemento natural que caracteriza la concepción mesopotámica del caos no está escindido de la caracterización divina, ya que la diosa del caos, Tiâmat, es la diosa que representa a las aguas saladas. En ese sentido, existe una estrecha relación entre la figura divina del caos y la figura natural, ya que, a diferencia del análisis que encontraremos en el mito griego donde el caos no tiene una caracterización natural, el caos que figura en la mitología mesopotámica tiene tanto una referencia divina como natural; razón por la cual estas características nos proporcionan bases importantes para sostener la tesis de que el caos visto desde la visión natural, igualmente implica la idea de condición de posibilidad del orden. Dentro de nuestro análisis no estamos separando al elemento natural del elemento divino, ya que el agua es el elemento que caracteriza a la diosa del caos; sin embargo, esta concepción mitológica del caos como elemento divino acuoso nos indica la relevancia de éste sobre otros elementos naturales, tales como el fuego, la tierra, etcétera. De modo que, al analizar la figura natural del caos como agua, nos servirá para comprender, por un lado, por qué el agua era un elemento muy importante para los mesopotámicos y por otro, en qué sentido el caos caracterizado bajo este elemento natural es también condición de posibilidad del cosmos. Para fundamentar lo anterior, primero explicaremos en qué parte de la mitología se hace referencia al elemento agua como un elemento caótico, y, por otro lado, hablaremos de las referencias históricas que mencionan por qué éste elemento era tan importante para los mesopotámicos, al grado que caracterizaron a los primeros dioses de su mitología como dioses que representaban las aguas dulces y saladas. Para fundamentar esta idea nos referiremos a la interpretación de Jacobsen, donde expone cómo la formación del cosmos se generó por la mezcla de las aguas de los dioses primigenios, Tiâmat y Apsû: Mesopotamia es aluvial, formada por el limo acarreado de los ríos. Es la situación a la embocadura de los ríos donde las aguas dulces, Apsû, fluyen dentro de las aguas saladas 31 del mar, Tiâmat, y depositan su carga de limo, Lahmu y Lahamu, para formar una nueva tierra que había sido protegida en retrospectiva desde el principio. 27 La anterior cita nos es de gran utilidad para comprender cómo este elemento natural también puede ser interpretado como condición de posibilidad del cosmos. Es decir, en la cita se menciona que Mesopotamia se forma gracias al limo que deja la mezcla de las aguas saladas y dulces de los dioses primigenios. Asimismo, la cita describe que en las aguas saladas de la diosa Tiâmat, Apsû se mezcló para dar vida a la siguiente generación de dioses. En ese sentido, y con esta referencia, podemos saber que el elemento natural que se le atribuye a la diosa del caos también puede ser significado de condición de posibilidad. De tal modo que, si las aguas de Tiâmat no se hubieran fusionado con las aguas de Apsû, es muy probable, o que la siguiente generación que conforma al cosmos no hubiera existido, o que se hubiera originado por otro elemento que no fuera el caos; sin embargo, la mitología no menciona otro elemento aparte del caos. Por otro lado, un punto importante que agrega relevancia a esta propiedad natural atribuida a la diosa del caos, y que al mismo tiempo tiene una estrecha relación con la tesis de nuestro capítulo, es la herencia que los griegos pudieron haber obtenido de la mitología mesopotámica. Para algunos historiadores de la filosofía presocrática como Guthrie, el significado que pudo haber tenido la mitología mesopotámica en la filosofía de Tales de Mileto es crucial para entender por qué Tales de Mileto atribuye, según Aristóteles, una caracterización acuosa del arjé –principio o fundamento del todo–. Es decir, para Guthrie la referencia acuosa del fundamento de todo, el arjé, no tiene sólo un principio racional, sino también uno mitológico y esto se debe, según el mismo autor, a la influencia que tanto el mito mesopotámico como el egipcio dejaron en el pensamiento de Tales. En las siguientes líneas podemos dar cuenta de esta explicación: Se han sugerido varias razones, desde Aristóteles hasta nuestros tiempos, en relación con la elección por parte de Tales del agua como archê. Pueden dividirse en míticas y racionales. Aquellos que creen que Tales, estuvo, quizá subconscientemente influido por los presupuestos míticos de la sociedad en la que nació y se crió, han de decantarse todavía entre la mitología del Oriente y la griega. Algunos señalan el hecho indudable 27 Cfr. Ibíd., p. 169. Las traducciones fueron hechas por nosotros. «Mesopotamia is alluvial formed by silt brought down by the rivers. It is the situation at the mouth of the rivers where the sweet waters, Apsû, flow into the salt waters of the sea, Tiâmat, and deposit their load of silt, Lahmu and Lahamu, to form new land that has been protected backward to the beginning.» 32 que vivió en un país familiarizado con ideas babilónicas y egipcias y que según una segura tradición, él mismo habría visitado Egipto. En ambas civilizaciones el agua desempeña un papel preponderante, que se reflejó en su mitología. Ambas fueron culturas de un río, una basada en los ríos de Mesopotamia y la otra dependiente por entero para su vida de la inundación anual del Nilo. Los sacerdotes egipcios se jactaban, de que no sólo Tales, sino también Homero, habían aprendido de Egipto al llamar al agua el principio de todas las cosas. 28 Es cierto que no podemos afirmar con toda seguridad que el planteamiento de Tales de Mileto haya estado influido por el pensamiento mítico mesopotámico, pero nos valemos de esta referencia histórica para marcar la relación que existe entre el principio (arjé) referido al elemento acuso del pensamientogriego y la caracterización acuosa que los mesopotámicos le dieron a la diosa del caos. Guthrie nos hace ver que esta relación es relevante si se intenta buscar el origen del pensamiento de Tales, de quien no se tiene un escrito que nos permita verificar sus testimonios, pero que, y de acuerdo con Aristóteles, 29 caracterizó al arjé como un principio acuoso. Sin embargo, para los fines de esta investigación, esta relación del agua como principio del cosmos que tanto los griegos como los egipcios y mesopotámicos utilizan, aporta puntos importantes para sustentar la idea de que, relacionar el principio, origen o fundamento de las cosas con el agua, no es sólo una caracterización mítica, sino lo que nosotros definimos como condición de posibilidad del cosmos. De modo que esta condición previa posibilita la existencia de un evento posterior, el agua es condición de posibilidad de la vida humana y material. Asimismo, y con respecto a este punto, Guthrie hace referencia a esta importante relación que los antiguos tienen con los elementos naturales que los rodean. En el caso de Mesopotamia, lo que lleva a deducir que el principio de las cosas es el agua, pudo originarse a partir de la manera en que esta civilización se relacionaba en su vida diaria con 28W. K. C. Guthrie, Historia de la filosofía griega I: Los primeros presocráticos y los pitagóricos, trad. Alberto Medina González, Madrid, Gredos, 1984, p. 67. 29 Aristóteles escribió en la Metafísica (A3, 939 b6) lo siguiente: «La mayoría de los primeros filósofos creyeron tan sólo a principios a aquellos que se dan bajo la forma de la materia; pues afirman que el elemento y el principio primero de todas las cosas es aquel a partir del cual todas las cosas existen y llegan por primera vez al ser. (…) Respecto al número y a la forma del tal principio no todos están de acuerdo, sino que Tales, el iniciador de tal tipo de filosofía, dice que es el agua (por lo que se manifestó también la tierra está sobre el agua).» La anterior cita la extrajimos de G. S. Kirk, J. E. Raven y M. Schofield, “Tales de Mileto”, en Los filósofos presocráticos: historia crítica con selección de textos, trad. Jesús García Fernández, Madrid, Gredos, 2008 (Grandes obras de la cultura), p. 127. 33 los elementos de la naturaleza que los rodeaban, ya que Mesopotamia está entre dos ríos: Tigris y Éufrates, y esa relación constante pudo haberles servido para determinar que el principio de todo se originaba en el agua –razón por la cual figuraron a las primeras divinidades de su cosmología la de ser los dioses de las aguas dulces y saladas. En las siguientes líneas podemos encontrar otra referencia de esta relación que los mesopotámicos tienen con el agua y que Guthrie utiliza para fundamentar el planteamiento filosófico de Tales: La cosmología babilónica Enûma Elish, que data quizá de mediados del segundo milenio antes de Cristo, presenta un cuadro semejante en la primacía del agua (…) Historias similares son comunes en los países del Oriente Próximo, unidas a las grandes inundaciones (un hecho frecuente de experiencia real en Mesopotamia como los habitantes de Irak comprobaron a su costa el año 1954), según las cuales el agua, que todo invade, pretendía exigir todo lo que alguna vez fue de su propiedad. 30 Como podemos notar en esta cita, Guthrie expone cómo para los mesopotámicos y otras civilizaciones, el elemento natural agua era sumamente importante, lo cual está profundamente relacionado con el pensamiento mítico que estos generaron. Cabe destacar que, y de acuerdo con este autor, la civilización mesopotámica fue una civilización unida de manera estrecha con el elemento acuoso porque ésta se origina en medio de dos ríos, lo que nos puede servir para interpretar que esta estrecha, y por decir, necesaria relación entre la civilización y el agua, los llevó a determinar que del elemento agua se originan todas las demás cosas. Por esta razón, es posible que hayan caracterizado a los dioses primigenios como divinidades que representaban las aguas dulces y saladas. Con todo lo anterior podemos decir que, tanto la caracterización divina como la natural que los mesopotámicos le atribuyeron a la diosa del caos, contienen elementos suficientes para defender la tesis de este capítulo y decir que el caos, visto a partir de distintas culturas antiguas, era considerado como una condición de posibilidad para la existencia del cosmos. Asimismo, que no sólo la cultura babilónica caracteriza al principio de todo como un elemento acuoso, sino que otras civilizaciones, como la griega, caracterizaron el principio del cosmos desde un elemento natural; de modo que lo que para ellos significa arjé, para 30W. K. C. Guthrie.,Op. Cit., p. 68. 34 nosotros, y a partir de nuestra interpretación, es significado de condición de posibilidad para la existencia del cosmos. 35 1.2. EL CAOS EN LA MITOLOGÍA EGIPCIA En la presente sección revisaremos la visión egipcia del caos y para ello citaremos dos fragmentos pertenecientes al Libro de los muertos, 31 los cuales fueron retomados como mitos en el culto religioso de la ciudad egipcia Heliópolis. 32 Nuestra interpretación está centrada en el culto heliopolitano porque es propiamente en esta ciudad donde los monjes antiguos unificaron el politeísmo de los dioses egipcios y decidieron rendir culto al dios Ra, quien está estrechamente relacionado con el dios del caos: Nun. 33 Los dos fragmentos son “Atum creador” y el “El dragón de los orígenes”. El primer fragmento es una descripción acerca del dios primigenio Atum, quien al principio se encuentra sumergido en las aguas caóticas del océano profundo y después ascenderá de ellas para convertirse en el dios Ra, quien será la conciencia plena de Atum y a su vez creará a los demás dioses. El segundo fragmento que lleva por nombre “El dragón de los orígenes” describe la creación de tres de los dioses más importantes del cosmos, entre los cuales se encuentra el dios del caos: Nun. Es importante señalar que en la mitología egipcia el caos es caracterizado primero, como un abismo acuoso y después, como divinidad que gobierna y representa este abismo. Primero citaremos el fragmento donde el elemento acuoso que refiere al caos todavía no es caracterizado como divinidad. Posteriormente expondremos el segundo fragmento, “El dragón de los orígenes” donde el dios principal Ra crea al dios del caos, Nun. Es importante señalar que cuando hablemos del término caos en la mitología egipcia no estaremos pensando que, por un lado, sea un elemento acuoso y, por otro lado, sea un 31 El Libro de los muertos es un texto funerario utilizado en el comienzo del Imperio Nuevo en Egipto, el cual data del año 1550 a. C. al 50 a. C. Forma parte de la tradición escrita de los Textos Funerarios y los Textos de los sarcófagos, los cuales se inscribían sobre los muros de los ataúdes o sobre las tumbas. El Libro de los muertos, que ya estaba escrito en papiros, se introducía en los sarcófagos o en las cámaras sepulcrales para ayudar a los difuntos a superar el juicio de Osiris. Nosotros estaremos citando algunas partes de este libro, las cuales ya tienen una traducción al español. 32 En esta mitología nos enfocaremos en el culto heliopolitano, porque fue en Heliópolis donde los clérigos se encargaron de guardar culto al dios Ra, quien es el dios del disco solar y tiene una estrecha relación con el dios del caos: Nun. 33 Es importante resaltar este aspecto porque la mitología egipcia se caracteriza por ser una mitología politeísta conformada por distintos dioses y simbolismos. Algunas veces estos dioses tienen las mismas funciones o tienen representaciones simbólicas similares,
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