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El-evolucionismo-eclectico-de-H G -Wells-a-traves-de-sus-romances-cientficos-1895-1901

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE 
MÉXICO 
 
 
FACULTAD DE 
FILOSOFÍA Y LETRAS 
 
 
 
 
EL EVOLUCIONISMO ECLÉCTICO DE H.G. WELLS A TRAVÉS DE 
SUS ROMANCES CIENTÍFICOS, 1895-1901. 
 
 
 
T E S I S 
 
 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: 
 
 
LICENCIADA EN HISTORIA 
 
 
P R E S E N T A: 
 
 
ANA MAGDALENA GARCÍA CUETO 
 
 
TUTOR: DR. RODRIGO ANTONIO VEGA Y 
ORTEGA BAEZ 
 
 
 CIUDAD UNIVERSITARIA, CDMX 
 
2017 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
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fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 2 
 
Agradecimientos 
 
 
Agradezco a Dios por haberme permitido llegar hasta aquí. 
Proporcionándome fe, paciencia y valor para enfrentar día con día todo lo que 
tiene guardado para mí. 
A mi madre por nunca haber dejado de creer en mí. Por siempre tener la 
palabra precisa en el momento adecuado. Por otorgarme una educación y 
enseñarme a luchar. En ti conocí el amor incondicional, la franqueza y 
humildad. Sin ti no soy nada de lo que soy. 
A Jerónimo por ser más que un hermano para mí, te has convertido en 
todo este tiempo en mi amigo, en mi confidente, en mi consejero, en mi doctor, 
en mi paño de lágrimas y angustias y en un ejemplo de inteligencia combinada 
con disciplina. En pocas palabras, significas una pieza clave y dispensable en 
mi vida. 
A mi madrina Martha Arellano por todo su apoyo incondicional desde mi 
niñez. Eres el ejemplo de que aún existen seres nobles en este mundo. 
Al Sr. Rodrigo Sarmiento por sus consejos y orientación que han 
esclarecido mi camino, convirtiéndose así en un gran amigo de la familia. 
A mi abuelito Rubén que ya no alcanzó a ver este trabajo. Sin embargo 
de él aprendí a vivir como un truhán como un señor. 
A la Sra. Emma Olvera que más por su buen sazón sino por su buen 
corazón se ha ganado mi cariño y respeto. Más que una vecina se ha 
convertido en parte de mi familia. 
 3 
A Romi que su experiencia y madurez en la vida me han servido como 
un eje en tiempos difíciles. 
A esas personas que en ciertos momentos de mi vida significaron una 
pieza clave, una prueba de solidaridad, cariño y comprensión: Mi madrina Lidia, 
Ruth, Laurita, Gema y Aranza junto con su familia. 
Agradezco a Andrés por su sencillez, apoyo, comprensión, paciencia, 
risas, la música, comentarios y pláticas que a través de ellas me han definido 
como persona. No es la necesidad, sino la casualidad, la que está llena de 
encantos. Siempre hay misterios y sincronías en esta vida. 
Agradezco a Abi por la confianza de abrirme las puertas de su casa y la 
calidez de su familia. Tú amistad significó un soporte en tiempos adversos. Y a 
pesar de esas vivencias lejanas, todo recuerdo de ti tiene un significado para 
mí. 
A Saúl porque mis mejores risas las has sacado y por todas nuestras 
aventuras de adolescencia. Contigo puedo ser yo, sin sentirme criticada. 
A los amigos que por diversas situaciones hemos tomado caminos 
diferentes, sin embargo el cariño aún existe: Diana, Brian, Juls, Rosita, Jeidi, 
Pável, Vic, Dani, Marina, Karen, Dianita, Ale, Xime, Fivi y Esther. 
A Irlanda por enseñarme que una amistad se construye y significa 
compromiso. 
A Ehe por su amistad transparente e incondicional y escucharme sin 
juzgarme. 
A esas personas que estuvieron en algún tiempo de mi vida, 
otorgándome buenos momentos: Elian y Fabián. 
 4 
A mi asesor Rodrigo Vega por creer desde un inicio en los romances 
científicos como fuente para la historia. Por su paciencia, comprensión, labor y 
alentarme a lograr esta investigación. Y también por hacerme participe en los 
proyectos que me han mantenido siempre en actividad dentro de la historia de 
las ciencias. 
A la Biblioteca Rosario Castellanos como a su bibliotecaria Lucecita que 
me otorgó un espacio, su apoyo y su amistad durante el desarrollo de esta 
investigación. 
Al profesor Emmanuel Rodríguez Vaca por su sencillez, su carisma, 
amabilidad y apoyar a su alumnado. En ti más que un profesor encontré un 
buen amigo. 
A la profesora Martha Tinoco que sin su ayuda no habría podido 
comprender el mundo evolutivo. 
A la Dra. Noemí Novell Monroy por apoyarme y sugerirme lecturas y 
espacios que me han introducido al universo de la ciencia ficción. Por su 
humildad y ser una persona accesible. 
A Daniel Serrano por las pláticas, por las críticas constructivas y el 
compañerismo que se desarrolló todo este tiempo. 
A mis sinodales, Dra. Luz Fernanda Azuela Bernal, Dra. Lucrecia Infante 
Vargas, Dra. Lilián Álvarez Arellano y el Maestro Juan Aurelio Fernández Meza 
por su tiempo y comentarios que retroalimentaron no sólo el sentido de esta 
investigación sino mi formación como humanista. 
Agradezco a la Dra. Luz Fernanda Azuela Bernal, del Instituto de 
Geografía de la UNAM, por la Beca de elaboración de tesis de Licenciatura en 
 5 
Historia que me fue otorgada por parte del proyecto PAPIIT núm. IN 301113: 
“La Geografía y las ciencias naturales en algunas ciudades y regiones 
mexicanas, 1787-1940”, de la Dirección General de Apoyo al Personal 
Académico (DGAPA-UNAM), entre el 1° de agosto y el 31 de diciembre de 
2013 y del 1° de enero al 30 de julio de 2014. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 6 
ÍNDICE 
 
Introducción .............................................................................................................. 7 
Capítulo 1: H. G. Wells: la lucha por la vida ..................................................... 25 
Capítulo 2: Los años tardíos de la era victoriana en la Gran Bretaña 1874-
1901 ........................................................................................................................... 31 
Evolucionismo, libros y encuentros ..................................................................... 36 
Capítulo 3: Una teoría, el revuelo y la convivencia. El evolucionismo 
inglés 1870-1900 ..................................................................................................... 40 
Capítulo 4: La visión de Lamarck y Darwin en los romances científicos ... 47 
Jean Baptiste Lamarck: Teoría general .............................................................. 48 
Sentido interno de perfección .............................................................................. 49 
La necesidad ......................................................................................................... 50 
El uso y desuso de los órganos .......................................................................... 51 
Los caracteres adquiridos-hábitos ...................................................................... 52 
Charles Robert Darwin: Teoría general .............................................................. 53 
El origen común de las especies (Teoría de la filiación común) ...................... 54 
La selección natural .............................................................................................. 55 
La lucha por la supervivencia .............................................................................. 56 
Especiación-aislamiento geográfico ................................................................... 59 
El medio ambiente ................................................................................................60 
Capítulo 5: El evolucionismo ecléctico de H. G. Wells................................... 63 
El caso de Thomas Huxley .................................................................................. 63 
Los otros factores ................................................................................................. 66 
Definiendo la naturaleza de lo ecléctico en un novelista inglés ....................... 69 
Conclusiones generales ....................................................................................... 73 
Bibliografía .............................................................................................................. 84 
 
 
 
 
 7 
Introducción 
 
El hábito de la lectura se estaba entendiendo entre las nuevas clases, 
debido a diversas exigencias y curiosidades. Estas nuevas clases no 
comprendían ni gozaban las convenciones y las frases de Trollope ni 
de 
Jane Austen, ni la sátira suave de Thackeray […] jamás les agitaron 
las 
pasiones sombrías y las prohibiciones de Brönte de Wessex […] Se 
buscaban libros nuevos y nuevos escritores. Había más facilidades en 
todas partes, arriba y abajo; había más público, más publicidad, más 
editores y más mecenas […] Pero a fines del siglo pasado se buscaba 
a los nuevos escritores […] La literatura “crecía de precedente en 
precedente”. Los editores querían que fuésemos nuevos, pero no 
extraños.1 
 
 
En 1859 se publicó El origen de las especies de Charles Darwin (1809-1882), 
uno de los hombres de ciencia de Gran Bretaña de mayor renombre entre los 
naturalistas de la segunda mitad de la centuria. Darwin, a mediados del siglo 
XIX, dio un giro epistemológico a la vieja idea del “evolucionismo”, una forma 
diferente de explicar el mundo natural a través de nuevos principios científicos 
y leyes naturales. En la década de 1860 se dieron a conocer las primeras 
críticas contra la propuesta de Darwin, por ejemplo el concepto de la “selección 
natural”, señalándola como un mecanismo ineficaz para explicar la diversidad 
de las especies y el problema de la herencia. Entre 1870 y 1900 surgieron otras 
teorías que trataron de descifrar el enigma de la variación de los organismos. 
En esta época, algunos naturalistas complementaron a la selección natural con 
argumentos teístas, saltacionistas o con la teoría del naturalista francés Jean 
Baptiste Lamarck (1744-1829), conocida como “transformismo”. De esta 
 
1 Herbert George Wells, “La lucha por la vida” en Experimento de autobiografía, Trad. de Felipe 
León, Argentina-México, Espasa-Calpe-Argentina, 1944, pp.116-117. 
 8 
manera, el discurso evolucionista inglés que circulaba a finales de siglo se 
convirtió en una heterogénea explicación sobre la naturaleza. 
Es importante destacar que El origen de las especies fue ampliamente 
leído en Gran Bretaña. Por ejemplo, la primera edición constó de 1,250 
ejemplares y se agotó el primer día de publicación. En pocos días, los 
impresores vendieron un segundo tiraje de 3,000 ejemplares que se acabó esa 
misma semana, lo que se tradujo en una de las obras científicas más leídas en 
el siglo XIX, a pesar de que de los 4,250 lectores no todos eran hombres de 
ciencia en sentido estricto, aunque no por ello ajenos a la actualidad de las 
disciplinas científicas.2 
El efecto de la obra fue amplio e instantáneo por varias razones, 
principalmente porque sus explicaciones científicas marcaron como referente 
las doctrinas económicas y sociales de Thomas Robert Malthus (1766-1834)3 y 
Herbert Spencer (1820-1903),4 de quienes Darwin reformuló los conceptos de 
“lucha por la vida” y “supervivencia del más apto”. 
 
2 Máximo Sandín, “Sobre una redundancia: el darwinismo social” en Pensando la evolución, 
pensando la vida, España, Herder, 2009, p.146. 
3 Thomas Robert Malthus fue un clérigo anglicano inglés con gran influencia en la economía 
política y la demografía. Educado según los principios pedagógicos de Jean-Jacques 
Rousseau, completó sus estudios en el Jesus College de Cambridge. Fue miembro desde 1819 
de la Royal Society. Su principal estudio fue el An Essay on the Principle of Population (1798), 
en el que afirmaba que la población tiende a crecer en una progresión geométrica, mientras 
que los recursos solo aumentaban en progresión aritmética, por lo que la población se 
encontraba siempre limitada por los medios de subsistencia. El pensamiento de Malthus fue 
influyente, principalmente para los naturalistas Charles Darwin y Alfred Russel Wallace (1823-
1913), para quienes el malthusianismo era una especie de vía intelectual a fin a la idea de la 
selección natural y a la teoría de la evolución. Véase J. Templado, “Capítulo 9: Darwin” en 
Historia de las teorías evolucionistas, España, Alhambra, 1982, p.68. 
4 Herbert Spencer fue un naturalista, filósofo, psicólogo, antropólogo y sociólogo inglés. 
Contribuyó a una amplia gama de temas, incluyendo la ética, la religión, la economía, la teoría 
política, la ciencia, la filosofía, entre otras disciplinas. Era un exponente de la evolución, e 
incluso escribió acerca de la evolución antes de que lo hiciera Darwin. Spencer es mejor 
conocido por la expresión “supervivencia del más apto”, que acuñó en Principles of Biology 
 9 
 De acuerdo con algunas investigaciones, la clase media y alta británica 
se identificaba con el discurso del naturalista inglés, ya que aludía a la situación 
de su mundo y entorno a través de explicaciones científicas. Parece obvio que 
el éxito de ventas del libro de Darwin tuvo lugar dentro de esta clase social.5 
 Es importante destacar que a partir de 1870, gran cantidad de lectores 
británicos de clase media y alta estuvieron interesados en adquirir novelas, 
poesías, relatos de viaje, folletos y publicaciones periódicas que incluyeron 
contenidos científicos para mostrar la vanguardia de la ciencia. En la época se 
consideraba que cualquier hombre, e incluso la mujer, era capaz de adentrarse 
en varias disciplinas científicas de su preferencia como profesional o amateur,6 
tan sólo se requería un grado aceptable de alfabetización y deseo por conocer 
las “maravillas” de la naturaleza. El lenguaje de tales impresos fue ameno, 
entretenido y sencillo, al alcance de casi cualquier lector que disponía de 
tiempo para leer. En general, la popularización científica apeló a hombres y 
mujeres adultos que residían en las ciudades y que estaban interesados en la 
ciencia y la tecnología. Sin embargo, para finales del siglo XIX se dio un 
cambio de preferencia entre los lectores británicos. Obras clásicas como Vanity 
Fair (1848) de William Makepeace Thackeray (1811-1863), The Macdermots of 
 
(1864), con ello se le asoció con el darwinismo social. Entre 1870 y 1880, Spencer había 
alcanzado una popularidad sin precedentes, convirtiéndose así en una autoridad en el ámbito 
académico de habla inglesa. Para conocer su pensamiento evolucionista social véase Chris 
Buskes, “Darwinismo social y eugenesia” en La herencia de Darwin. La evolución en nuestra 
visión del mundo, Trad.de Catalina Ginard, España, Herder, 2009, pp.417-422. 
5 Máximo Sandín, op.cit., pp.146-149. 
6 Se define al amateur como el aficionado a cualquier área del conocimiento o actividad, 
aunque especializado en un determinado campo. Defendía una retórica empírica y baconiana 
donde todos los hombres poseían igual capacidad para asimilar el conocimiento científico. 
Véase Agustí Nieto-Galan, “La ciencia impresa” en Los públicos de la ciencia. Expertos y 
profanos a través de la historia, Madrid, Ambos Mundos, 2001, p.64. 
 10 
Ballycloran (1847) de Anthony Trollope (1815-1882), Jane Eyre (1847) de 
Charlotte Brönte (1816-1855), al igual que Pride and Prejudice (1813) de Jane 
Austen(1755-1817) y The School of the Heart (1835) de Henry Alford (1810-
1871) dejaron de tener el mismo impacto entre el público inglés que unas 
décadas antes.7 Este fenómeno estaba reforzado por un público que compartía 
las inquietudes, necesidades y preocupaciones del momento. Como también 
por una industria editorial en expansión que se diversificaba con rapidez a 
través de nuevas técnicas publicitarias, nuevas encuadernaciones y diferentes 
tipos de formatos. Un ejemplo de ello fue el fin del monopolio de las Bibliotecas 
circulantes y en 1893 la desaparición de publicación de las novelas de tres 
volúmenes (tripledecker).8 En su lugar un gran mercado para las ediciones 
baratas en volúmenes individuales y flexibles, trajo mayores beneficios a la 
cultura de masas. Estos nuevos formatos en ocasiones servían como 
reimpresiones baratas de novelas serias que habían sido publicadas 
previamente como tripledecker.9 
Dentro de estos nuevos formatos de publicación y distribución surgió el 
romance científico en 1880, un género que relacionaba la narrativa de ficción 
con especulaciones científicas. El término fue estandarizado en Gran Bretaña 
entre 1890 y 1950 por sus pioneros Charles Howard Hinton (1853-1907) que 
 
7 Kate Flint, “The victorian novel and its readers” en David Deirdre, The Cambridge Companion 
to the Victorian Novel, United Kingdom, Cambridge University Press, 2001, p.36. 
8 Roger Luckhurst, “Conditions of emergence” en Science Fiction, UK, Polity Press, 2005, p.26. 
9 Es importante destacar que la novela inglesa decimonónica abarca una variedad de formatos. 
Para mediados del siglo XIX el patrón más frecuente eran las novelas en tres volúmenes 
(tripledcker), un formato ideal para las Bibliotecas circulantes. Algunas de estas novelas de tres 
volúmenes fueron propiedad de Bibliotecas Mude (fundada en 1842). Kate Flint, “Lectores 
victorianos” en El descubrimiento de Literatura. Románticos y victorianos (sitio web), 15 de 
mayo de 2014, consultado 21 de julio de 2016, 
www.bl.uk./romantics-and-victorians/articles/victorian-readers. 
http://www.bl.uk./romantics-and-victorians/articles/victorian-readers
 11 
introducía en su relato una cuarta dimensión en 1886; George Chesney (1830-
1895) en The Battle of Dorkin (1873) inundaba a Gran Bretaña con la invasión y 
las fantasías de la futura guerra y otros autores como George Griffith (1853-
1906) y William Le Quex (1864-1927). Reflejándonos cada uno, que la fusión 
de la ficción y la ciencia no era inusual. 
Es importante destacar en este trabajo que el romance científico fue una 
expresión literaria que surgió en la Gran Bretaña victoriana diferenciándose en 
cierta manera del género ciencia ficción estadounidense. La diferencia radicó 
principalmente en que el relato de los romances científicos aludió a una crítica 
moral o filosófica sobre su entorno social mientras que la tradición literaria 
estadounidense exaltaba el carácter tecnológico, de invención y aventura a 
través de sus relatos conocidos como la Edad del Espacio (Age Space).10 Esta 
separación perduró hasta después de la Bomba Atómica, ya que la visión 
científica estadounidense se convirtió pesimista y apropió el sentido reflexivo y 
crítico del romance científico. Y es que ambos países concebían la ciencia de 
forma distinta. Para los ingleses el quehacer científico recaía en teorizarlo, 
mientras para los estadounidenses estaba ligado con la invención, donde el 
ingeniero era elevado al nivel de héroe cultural. Así se comparó a Thomas Alva 
Edison (1847-1922), Alexander Graham Bell (1847-1922) y Henry Ford (1863-
1947) como hombres que trabajaban con sus manos y no sólo con la mente 
como los de Oxford y Cambridge.11 
 
10 Brian Stableford, Science fact and Science Fiction: an Encyclopedia, New York, Routledge 
Taylor & Francis Group, 2006, pp.468-469. Como también Jean Gattegno, La ciencia ficción, 
Trad. de Diana Luz Sánchez, México Fondo de Cultura Económica, 1983, pp.13-17. 
11 Roger Luckhurst, ibídem, p.51. 
 12 
Actualmente el concepto de romance científico es visto como un medio 
de relieve hacia las diferencias marcadas entre las tradiciones británicas y 
estadounidenses con respecto a la especulación basada en la ciencia.12 Donde 
el género inglés se preocupó en hacer reflexionar a su lector mientras que el 
género estadounidense se encaminaba a emocionarlo. Es valorada la tradición 
literaria inglesa también como antecedente o preludio a la conformación de la 
ciencia ficción como género, así como se conoce hoy en día.13 
En tal contexto, destacó la figura de Herbert George Wells (1866-1946) 
escritor y naturalista amateur que dominó el carácter y estilo del romance 
científico hasta 1945. Retomó el pensamiento y la sensibilidad naturalista de su 
tiempo y aludió a la cultura científica. En sus primeras obras, de las que se 
hablará adelante, se refiere al proceso evolutivo de una manera ecléctica, es 
decir, apropiaba elementos de Lamarck como de Darwin. Por lo que sus relatos 
se insertan en esta atmósfera de diversas interpretaciones evolucionistas que 
se expresaron en la literatura finisecular. Esta investigación se sustenta en tres 
romances científicos del novelista inglés: La máquina del tiempo (1895), La 
guerra de los mundos (1898) y Los primeros hombres en la luna (1901). 
La hipótesis que orienta este trabajo es que la visión de la naturaleza de 
H. G. Wells expuesta en sus obras publicadas entre 1895 y 1901 da elementos 
para comprender la cultura científica que se vivía en los ambientes urbanos de 
Gran Bretaña al final del XIX, en especial en los rubros evolucionistas, 
 
12 Brian Stableford, op.cit., p.17. 
13 Noemí Novell Monroy, Literatura y cine de ciencia ficción. Perspectivas teóricas, Tesis de 
Doctorado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, Departamento de Filología 
Española- Universidad Autónoma de Barcelona, 2008, pp.21-67. 
 13 
paleontológicos, microbiológicos, eugenésicos y los relacionados a la 
diversidad de los seres vivos. Dichos relatos retomaron postulados teóricos de 
Lamarck y Darwin y contribuyeron a conformar una propuesta naturalista 
ecléctica que fue base de las narraciones de Wells. 
 El objetivo principal de esta investigación es caracterizar los contenidos 
referentes de las teorías evolucionistas de Lamarck y Darwin en los tres 
romances científicos de Wells publicados entre 1895 y 1901 como reflejo del 
carácter heterogéneo del pensamiento evolutivo inglés de finales del siglo XIX. 
Un objetivo secundario es comprender el énfasis naturalista en la obra de Wells 
como parte de la cultura científica fomentada en las ciudades europeas 
mediante actividades de carácter divulgativo (literatura, prensa, exhibiciones 
públicas y conferencias). Por último, también se pretende interpretar la visión 
de la naturaleza de Wells mediante transformaciones sociales, económicas, 
tecnológicas y filosóficas de finales de siglo XIX. 
La investigación está respaldada por la historiografía sobre el tema. 
Acerca del carácter ecléctico de la evolución en el período 1870-1900 se han 
publicado diversos trabajos como The Eclipse of Darwinism: Antidarwinian 
Evolution Theories in the Decades around 1900 (1983)14 e Historia fontana de 
las ciencias ambientales (1998)15 de Peter J. Bowler. En el mismo sentido se 
encuentra el trabajo de Ernst Mayr, Una larga controversia: Darwin y el 
 
14 Peter J. Bowler, The eclipse of darwinism: Antidarwinian evolution theories in the decades 
around 1900, Baltimore, Johns Hopkins University, 1983, pp.291. 
15 Peter J. Bowler, Historia Fontana de las ciencias ambientales, Trad. de Roberto Elier, 
México, Fondo de Cultura Económica, 1998, pp.467. 
 14 
darwinismo (1992).16 También se incorporaa este trabajo las aportaciones de 
Michael Ruse en La Revolución darwinista (1983)17 ayudaron a comprender la 
dinámica de las ciencias naturales antes, durante y después de la publicación 
de El origen de las especies, así como también el trabajo de Rodrigo Vega y 
Ortega “Microbios fósiles y genes en una revista catalana en México: El Mundo 
Científico (1899-1911)” (2013),18 el cual reflejó la importancia de las ciencias 
descriptivas (Historia natural) para la construcción del pensamiento evolutivo y 
de igual forma el trabajo que realizó en conjunto con Sofía González Díaz 
titulado “Metodismo y evolución en México (1880-1910)” (2014),19 el cual facilitó 
a comprender el impacto de la publicación de El origen de las especies de 
Charles Darwin en la sociedad inglesa. Por último, la tesis de doctorado de 
Martha Susana Esparza Soria “La cultura científica en México: Imágenes del 
pensamiento evolutivo en el periodo porfiriano” (2014)20 ayudó a comprender el 
discurso evolutivo en diversos ámbitos: políticos, sociales, culturales y 
económicos. 
 
16 Ernst Mayr, Una larga controversia: Darwin y el darwinismo, Trad. de Santos Casado de 
Otala, Barcelona, Crítica, 1992, pp.209. 
17 Michael Ruse, La Revolución darwinista, Madrid, Alianza Universidad, 1983, pp.355. 
18 Rodrigo Vega y Ortega, “Microbios, fósiles y genes en una revista catalana en México: El 
mundo científico (1899-1911)” en Adriana Pineda Solar y Fausta Gantús (coords.), Miradas y 
acercamientos a la prensa decimonónica, Morelia, México, Centro de Estudios sobre la Cultura 
Nicolaila, Red de Historiadores de la prensa y el periodismo en latinoamérica, 2013, pp.437. 
19 Rodrigo Vega y Ortega y Sofía González Díaz, “Metodismo y evolución en México (1880-
1910) en Lucero Morelos Rodríguez y Rodrigo Vega y Ortega (coords.), Estudios históricos 
sobre la cultura mexicana (siglos XIX y XX), México, Historiadores de las Ciencias y 
Humanidades, 2014, pp.133 
20 Martha Susana Esparza Soria, La cultura científica en México: Imágenes del pensamiento 
evolutivo en el periodo porfiriano, Tesis de Doctorado en Filosofía de la Ciencia, Posgrado en 
Filosofía de la Ciencia-UNAM, 2014, pp.133. 
 15 
Los trabajos de Robert Scholes, La ciencia ficción: Historia, ciencia, 
perspectiva (1982),21 Jean Gateggno, La ciencia ficción (1983)22 y Brian 
Stableford, Science Fact and Science Fiction: An Encyclopedia (2006)23 
contribuyeron a entender el carácter del género literario tanto de la ciencia 
ficción como del romance científico. De Beatriz Villacañas se encuentra “De 
Doctores y monstruos: La ciencia como transgresión en Dr. Faustus, 
Frankenstein y Dr. Jekyll and Mr. Hyde” (2001),24 que concilia las líneas de 
estudio de la ciencia y literatura. Como también la tesis de doctorado de Noemí 
Novell Monroy, “Literatura y cine de ciencia ficción. Perspectivas teóricas” 
(2008)25 que fue de gran apoyo para la comprensión en general sobre el 
carácter, visión y sentido del género literario ciencia ficción. 
Por otro lado, los trabajos de Kate Flint, “The victorian novel and its 
readers” (2001)26, Ruth Richardson, “Chapbooks” (2000)27 y Matthew Taunton, 
“Print culture” (2009)28, reflejaron el carácter de la actividad lectora y el 
dinamismo de los lectores ingleses durante el periodo victoriano. Los estudios 
de Agustí Nieto-Galan, Los públicos de la ciencia. Expertos y profanos a través 
 
21 Robert E. Scholes, La ciencia ficción: Historia, ciencia, perspectiva, Madrid, Taurus, 1982, 
pp.283. 
22 Jean Gateggno, op.cit., pp.138. 
23 Brian Stableford, op.cit., pp.729. 
24 Beatriz Villacañas, “De Doctores y monstruos: La ciencia como transgresión en Dr. Faustus, 
Frankenstein y Dr. Jekyll and Mr. Hyde” en Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la 
Ciencia (sitio web), 2001, consultado 13 de noviembre de 2015, 
http://www.asclepio.revistas.csic.es/index.php/asclepio/article/view/177/173. 
25 Noemí Novell Monroy, op.cit., pp.304. 
26 Kate Flint, op.cit., pp.288. 
27 Ruth Richardson, “Chapbooks” en El descubrimiento de Literatura. Románticos y victorianos 
(sitio web), 15 de mayo de 2014, consultado 21 de julio de 2016, 
www.bl.uk/romantics-and-victorians/articles/chapbooks. 
28 Mateo Taunton, “La cultura impresa” en El descubrimiento de Literatura. Románticos y 
victorianos (sitio web), 15 de mayo de 2014, consultado 21 de julio de 2016, 
www.bl.uk/romantics-and-victorians/articles/print-culture. 
http://www.asclepio.revistas.csic.es/index.php/asclepio/article/view/177/173
http://www.bl.uk/romantics-and-victorians/articles/chapbooks
http://www.bl.uk/romantics-and-victorians/articles/print-culture
 16 
de la historia (2011)29, Máximo Sandín, “Sobre una redundancia: el darwinismo 
social” (2006)30 y Janet Browne, La historia de El origen de las especies de 
Charles Darwin (2007)31 contribuyeron a conocer y entender el efecto del 
ambiente cultural científico inglés después de la publicación de El origen de las 
especies. 
La obra Experimento de Autobiografía (1944)32 escrita por el propio H. G. 
Wells aportó el pensamiento y circunstancias del novelista inglés. También los 
estudios de sus críticos Robert M. Philmus y David Y. Hughes en la obra H. G. 
Wells Early Writings in Science and Science Fiction (1975)33 llevaron a 
descubrir las inclinaciones del escritor inglés con respecto a las ciencias 
naturales y el evolucionismo. 
Por otro lado es importante destacar que alternativas diferentes a la 
historia económica, social y política empezaron abordar con una óptica distinta, 
aspectos antes ignorados de la realidad, dando cabida a manifestaciones 
culturales, como fue el caso de la literatura. Tanto historia como literatura 
utilizan el lenguaje para penetrar y traducir la realidad. Con respecto a ello, 
Margarita Alegría y Graciela Sánchez Guevara indican en su artículo “Historia y 
Literatura. Dos disciplinas complementarias” que las relaciones entre historia y 
literatura podrían concretarse en un intercambio de información. Las obras 
 
29 Agustí Nieto-Galan, op.cit., pp.407. 
30 Máximo Sandín, op.cit., pp.408. 
31 Janet Browne, La historia de El origen de las especies de Charles Darwin, Trad. de Ricardo 
García Pérez, Barcelona, Random House Mondadori, 2007, pp.187. 
32 Herbert George Wells, “Experimento en Autobiografía” en The University of Adelaide (sitio 
web), diciembre 2014, consultado 5 de septiembre de 2015, 
https://ebooks.adelaide.edu.av/w/wells/hg/experiment_in_autobiography/. 
33 Robert M. Philmus y David Y. Hughes, H. G. Wells: Early writings in science and science 
fiction, Berkeley- Los Angeles-Londres, University of California Press, 1975, p.248. 
https://ebooks.adelaide.edu.av/w/wells/hg/experiment_in_autobiography
 17 
literarias representan un tipo de “documento” particular, tal vez poco fiable por 
su carácter ficticio, pero que plasma experiencias cotidianas, costumbres y 
creencias que conforman el imaginario cultural, para el literato, en cambio, la 
historia proporciona los elementos informativos de aspectos referenciales 
respecto de las obras estudiadas.34 Por estas razones es importante enfatizar 
en este trabajo la importancia de la literatura como documento de estudio para 
la historia. Las imágenes literarias servirán para el investigador como 
elementos para reinterpretar y cuestionar el devenir histórico. En este caso H. 
G. Wells, como otros literatos británicos del siglo XIX, por ejemplo Charles 
Dickens (1812-1870), Robert Louis Stevenson (1850-1894), Mary Shelley 
(1797-1851), Arthur Conan Doyle (1859-1930), Joseph Conrad (1857-1924) y 
Wilkie Collins (1824-1889), incluyó elementos de la vanguardia científica en 
varias de sus novelas para interesar al público en la reflexión y crítica en torno 
a ella. En este sentido, los romances científicos son una fuente histórica valiosapara los estudios socioculturales de la ciencia, debido a que las narraciones se 
basaban en aspectos científico-técnicos del presente de cada autor y de las 
posibilidades futuras previstas por la ciencia. 
En base a lo que menciona Juan Pimentel en su artículo “¿Qué es la 
historia cultural de la ciencia?” se entiende cultura científica cuando la ciencia 
es vista como cultura, es decir, como una realidad mutable que se comunica y 
 
34 Margarita Alegría y Graciela Sánchez Guevara, “Historia y Literatura. Dos disciplinas 
complementarias” en Biblat. Bibliografía Latinoamericana en revistas de investigación científico 
y social (sitio web), julio-diciembre de 1999, consultado 20 de abril de 2017, 
biblat.unam.mx/fr/revista/fuentes-humanisticas/articulo/historia-y-literatura-dos-disciplinas-
complementarias. 
 
 
 
 18 
desplaza a través de sus prácticas y representaciones. Es la nueva historia 
cultural la que hace parecer a la ciencia más tangible como un producto que 
circula en el espacio y con el que se comercia. Una práctica física parte de la 
conducta humana, a diferencia de una narrativa historiográfica que se 
concentraba en los descubrimientos, teorías, ideas y palabras, convirtiendo al 
conocimiento científico en una versión estática, progresiva y universalista. La 
noción de práctica brinda una versión dinámica de la ciencia, permite estudiar 
el comportamiento de los científicos mediante sus prácticas médicas, 
experimentales o de historia natural. Estas prácticas trascienden fuera del 
laboratorio repercutiendo en el aspecto social. Observando de esta manera que 
hay tanta ciencia fuera como dentro del laboratorio y tanta sociedad fuera como 
en su seno. Otro término que aborda esta nueva historia cultural de la ciencia 
son las representaciones, las cuales hacen notable, la cercanía entre la 
actividad científica, la pintura, la poesía, la narración de ficción, el teatro y en 
general cualquier actividad humana impregnada por la poética y la retórica. Las 
imágenes como relatos se tratan como fuentes, susceptibles de ser 
interrogados, leídos e interpretados, ya que recogen o reconstruyen elementos 
y perfiles de las formas y los significados con que las sociedades o grupos 
humanos emprenden cualquier actividad. Por ello es importante en esta 
investigación insertar los romances científicos de H. G. Wells como una 
representación cultural de la actividad científica. En este caso se observó como 
los textos literarios se apropiaron de la idea de evolución, reflejando que dicha 
 19 
idea se encontraba dentro de un amplio sistema de valores y referencias 
culturales en la época victoriana.35 
En términos metodológicos, los estudios sociales de la ciencia 
reconocen que para la comprensión de la actividad científica no sólo se 
requiere de un cientificismo estático sino de una metodología que proporcione 
las herramientas para abordar contextos sociales y las políticas científicas, 
porque de esta manera se podrán estudiar los “comportamientos” de la ciencia, 
es decir, su práctica social, su lado subjetivo y su relación con la sociedad.36 El 
aspecto cultural resulta útil para caracterizar el ambiente intelectual de finales 
del siglo XIX que se reflejó en las novelas de Herbert George Wells, ya que 
toma en cuenta los procesos de adaptación de la cultura erudita y popular en 
los medios de comunicación impresa. 
 La historia social de la ciencia permite analizar las prácticas naturalistas 
de las que abrevó Wells para conformar las novelas señaladas a partir de los 
postulados de Lamarck y Darwin.37 Ambas perspectivas historiográficas dan pie 
a reflexionar acerca de los temas de zoología, botánica, paleontología, 
morfología, fisiología y herencia presentes en los romances científicos de 
finales del siglo XIX. 
 
35 Juan Pimentel, “¿Qué es la historia cultural de la ciencia?” en Arbor. Ciencia, Pensamiento y 
Cultura (sitio web), mayo-junio de 2010, consultado 24 de abril de 2017, 
arbor.revistas.csic.es/index.php/arbor/article/viewFile/809/816. 
36 Ignacio Sánchez Valle, “Historia, historia de la ciencia y epistemología pedagógica” en 
Perspectivas culturales para historia de la ciencia en Colombia (sitio web) , 2001, consultado 23 
de enero de 2016, 
http://www.academia.edu/807429/perspectivas_culturales_para_hacer_historia_de_la_ciencia_
en_colombia. 
37 Agustí Nieto-Galan, ibídem, pp.74-80. 
http://www.academia.edu/807429/perspectivas_culturales_para_hacer_historia_de_la_ciencia_en_colombia
http://www.academia.edu/807429/perspectivas_culturales_para_hacer_historia_de_la_ciencia_en_colombia
 20 
Es importante señalar que en base a los estudios de la ciencia que 
prevalecen, los problemas de definición se hacen aún más patentes cuando se 
trata de buscar una asociación íntima entre los términos “darwiniano”, 
“darwinismo”, “darwinista” y “lamarckiano”, “lamarckismo” y “lamarckista”, 
principalmente porque cada uno alude a interpretaciones, intereses y fines 
abiertamente contradictorios entre sí. Los estudios en relación a la historia 
evolutiva no proponen una idea coherente con respecto a estos términos y más 
bien se encuentran como una categoría de difícil manejo. Tanto el vocabulario 
evolutivo de Darwin como el de Lamarck se reflejan como entidades dinámicas 
y flexibles. Por ejemplo Álvaro Girón Sierra, en su texto “Darwinismo, 
darwinismo social e izquierda política (1859-1914). Reflexiones de carácter 
general”, alude al término darwinismo para referirse a connotaciones 
sociopolíticas y económicas como justificación del laissez-faire, el imperialismo 
o la apología de la guerra.38 En este sentido, el autor le adscribe carácter de 
darwinismo social al término del darwinismo. Para Ernst Mayr en Una larga 
controversia: Darwin y el darwinismo, el término darwinismo significaba 
simplemente la negación de la creación especial y su sustitución por la teoría 
de la evolución y en particular por la teoría del origen común de las especies, 
es decir, la inclinación a una explicación del mundo viviente mediante causas 
naturales.39 Michael Ruse en La revolución darwinista se refiere al darwinismo 
como la teoría que incluye de modo fundamental la acción de selección 
 
38 Álvaro Girón Sierra, “Darwinismo, darwinismo social e izquierda política (1859-1914). 
Reflexiones de carácter general” en Marisa Miranda y Gustavo Vallejo (coords.), Darwinismo 
social y eugenesia en el mundo latino, Buenos Aires, Siglo Veintiuno de Argentina Editores, 
2005, p.45. 
39 Ernst Mayr, op.cit., pp.111-118. 
 21 
natural, y también señala al darwinista como alguien que se identificaba con 
Darwin aunque no aceptara todas sus ideas.40 Con respecto a Lamarck, 
estudiosos sobre el tema como Marcel Prenant, Emilio J. López Caballero, 
José Leonel Torres e Ismael Ledesma hablan de lamarckismo, lamarckiano y 
lamarckista para referirse al pensamiento evolutivo general del naturalista 
francés y a sus seguidores. Sin embargo, Radl E. M. en Historia de las teorías 
biológicas, señala que son llamados lamarckianos aquellos quienes la función 
es más primaria que el órgano, pero también significaba a quienes se 
inclinaban por la herencia de los caracteres adquiridos.41 Para Jordanova, en 
su libro Lamarck menciona que el término lamarckiano era quién adoptaba las 
ideas de Lamarck, así fuera conscientemente o no, a pesar de que no todos los 
lamarckianos compartían las mismas creencias.42 Por las razones 
anteriormente desarrolladas, en este trabajo se ha preferido reducir la mención 
de los términos “darwiniano”, “darwinismo”, “darwinista” y “lamarckiano”, 
“lamarckismo” y “lamarckista”. . 
Por otro lado, apegándose a la línea de investigación que propone 
Álvaro Girón Sierra usa el término de “apropiación” –y no influencia– de 
conceptos evolucionistas.Girón señala al término de apropiación como una 
herramienta metodológica para comprender el impacto, los alcances y límites 
de cada teoría evolucionista de acuerdo con los intereses de cada intelectual 
(incluyendo Wells). El concepto de apropiación auxiliará a definir el carácter 
 
40 Michael Ruse, op.cit., p.256. 
41 Radl E. M., “Los lamarckianos” en Historia de las teorías biológicas, Madrid, Editorial Alianza, 
2008, p.334. 
42 J. Jordanova, “El legado de Lamarck” en Lamarck, México, Fondo de Cultura Económica, 
1990, p.153. 
 22 
general del pensamiento evolucionista de la época victoriana al final de la 
centuria decimonónica.43 
El cuerpo de este trabajo se divide en cinco capítulos. En el primer 
capítulo se describe la figura de Wells, su pensamiento y carácter. En el 
segundo capítulo se analiza el contexto social de Gran Bretaña a finales del 
siglo XIX, resaltando la lectura de divulgación como medio para el discurso 
ecléctico evolucionista. El tema abordado en el tercer capítulo versa sobre la 
situación del evolucionismo victoriano entre 1870 y 1900. En el cuarto capítulo 
se exponen las definiciones de los conceptos evolucionistas de Lamarck y 
Darwin, como también de los que se apropió Wells en sus tres romances 
científicos. En el quinto capítulo se analiza el carácter del discurso 
evolucionista ecléctico del novelista inglés. En la última parte de este trabajo se 
presentan las conclusiones finales de la investigación. Finalmente, se indica la 
bibliografía consultada en apoyo de este trabajo. 
Por último, los conceptos en los que se basa metodológicamente esta 
investigación son los siguientes: 
Evolución: Es el cambio gradual y acumulativo en el tiempo donde 
todos los seres vivos descienden de antepasados comunes lejanos. Las 
huellas de este parentesco son múltiples y de diversos tipos: embriológicas, 
morfológicas, bioquímicas, inmunológicas, entre otras. La evolución 
proporciona una explicación científica de por qué existen especies diferentes 
 
43 Álvaro Girón Sierra, op.cit., pp.54-58. 
 23 
de organismos sobre la Tierra y de qué manera todas forman parte de una 
estirpe evolutiva.44 
Herencia: Es el fenómeno asociado a la transmisión de las 
características particulares y generales de los padres a su descendencia de 
una generación a otra. Actualmente, la genética es la ciencia que estudia este 
conjunto de caracteres transmisibles a los descendientes y las leyes que lo 
regulan.45 
Transformismo: La teoría transformista clásica basada en el desarrollo 
del organismo individual. La forma y el tamaño de un organismo cambiaba en 
el curso de su vida. Esas modificaciones se consideraron como el desarrollo de 
un programa interno, desencadenado por las señales exteriores al organismo y 
siempre modulado por las circunstancias ambientales. Jean Baptiste Lamarck 
consideró que la idea central del proceso evolutivo era la transformación de los 
organismos. Para él era importante comprender cuáles eran las causas de las 
modificaciones a la que estos organismos fueron sometidos, cuáles eran las 
relaciones de estos mismos seres entre sí, y con todos los demás que se 
conocen.46 
Variación: Se denomina variación al conjunto de diferencias entre 
individuos de la misma especie, fenómeno inherente a los seres vivos. 
Asimismo es la primera magnitud que define el potencial evolutivo de una 
 
44 Carlos Hernández Pibernat y Francese Limona, Enciclopedia de las ciencias naturales, 
España, Ediciones Nauta, 1984, p.125. Como también Francisco J. Ayala, Evolución. Grandes 
cuestiones, Trad. de Joan Doménec Ros, Barcelona, Ariel, 2012, p.11. 
45 Carlos López Beltrán, El sesgo hereditario. Ámbitos históricos del concepto de herencia 
biológica, México, Coordinación de Humanidades: Estudios sobre la ciencia, 2004, pp.141-143. 
46 Richard C. Lewontin, “La evolución” en Juan J. Morrone y Patricia Magaña (coords.), 
Evolución biológica. Una visión actualizada desde la revista Ciencias, México, UNAM: Facultad 
de Ciencias, 2009, p.1. 
 24 
población biológica, principalmente porque es un elemento tangible del proceso 
evolutivo, que se puede cuantificar, observar y percibir en el mundo natural.47 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
47 Víctor R. Hernández Marroquín y Ricardo Noguera Solano, “Variación: el universo infinito de 
las entidades biológicas” en Revista Digital Universitaria (sitio web), 10 de junio de 2009, 
consultado 14 de julio de 2016, 
 http://www.revista.unam.mx/vol.10/num6/art35/int35.htm. 
http://www.revista.unam.mx/vol.10/num6/art35/int35.htm
 25 
Capítulo 1 
H. G. Wells: la lucha por la vida 
 
Herbert George Wells nació el 21 de septiembre de 1866, fue el tercer hijo 
varón de Joseph Wells y su esposa Sarah Neal. Fue educado en el ambiente 
pooterish48 de Bromley, lugar cercano a Londres, donde sus padres eran 
propietarios de una pequeña tienda de objetos de porcelana y productos 
domésticos. En Experimento de Autobiografía, el novelista inglés se describía 
como alguien de clase media, “pequeño burgués”, de hecho cuenta, que su 
madre era una ferviente lectora de Queens, un libro que se adentraba en las 
peripecias de la Reina Victoria, provocando envidia en el escritor británico, 
principalmente por el estilo de vida que llevaba la aristocracia, como las “ropas 
abundantes” y las “magníficas viviendas” que disfrutaban.49 Mediante este libro, 
Wells se percató de la existencia de una sociedad dividida en clases, donde los 
peldaños más altos de la pirámide se apoyaban en la clase trabajadora. En 
pocas palabras, fue consiente de su lugar en la sociedad victoriana. 
Al igual que Charles Dickens, Wells se convirtió en aprendiz de pañero 
de 1881 a 1883, dentro de la tienda Southsea Dropery Emporium, señalando 
 
48 Mateo Taunton nos indica en su artículo sobre el acotamiento geográfico victoriano, que 
pooterish se denomina a los suburbios que acogían a clases medias bajas decimonónicas. 
Véase Mateo Taunton, “Suburbios” en El descubrimiento de Literatura. Románticos y 
victorianos (sitio web), 15 de mayo de 2014, consultado 17 de junio de 2015, 
 www.bl.uk/romantics-and-victorians/articles/suburbia. 
49 Herbert George Wells, “Experimento en autobiografía” en The University of Adelaide (sitio 
web), diciembre 2014, 5 de septiembre de 2015, 
https://ebooks.adelaide.edu.av/w/wells/hg/experiment_in_autobiography/. 
http://www.bl.uk/romantics-and-victorians/articles/suburbia
https://ebooks.adelaide.edu.av/w/wells/hg/experiment_in_autobiography/
 26 
que este periodo fue “sin esperanza y el más infeliz de su vida”.50 A partir de 
ese momento, Wells desempeñó varios oficios como aprendiz, tutor escolar 
(assistant schoolmaster), contador y boticario. Sin despegarse de sus estudios, 
continuó su educación en un colegio local, conocido como la Academia de 
Bromley. En el año de 1881, Wells se casó con su prima Isabel Wells. 
La precocidad intelectual del novelista de Bromley le dio la oportunidad 
de estudiar de 1884 a 1887, mediante una beca, en la Escuela Normal de 
Ciencias de South Kensington, encontrándose por una guinea a la semana, 
inscrito como alumno en las materias de ciencias naturales, zoología, física y 
geología. Aunque el joven inglés quedó desilusionado de estas dos últimas 
cátedras, principalmente por la visión de la ciencia hermética y ortodoxa de sus 
docentes, se dejó envolver por la “solidez y belleza” de la naturaleza que le 
inspiraron los profesores Thomas Henry Huxley (1825-1895),51 de ciencias 
 
50 Herbert George Wells, “Experimento en autobiografía” en The University of Adelaide (sitio 
web), diciembre 2014, consultado 5 de septiembre de 2015, 
https://ebooks.adelaide.edu.av/w/wells/hg/experiment_in_autobiography/.51 Herbert George Wells, “Experimento en autobiografía” en The University of Adelaide (sitio 
web), diciembre 2014, consultado 5 de septiembre de 2015, 
https://ebooks.adelaide.edu.av/w/wells/hg/experiment_in_autobiography/. 
Thomas Henry Huxley fue un importante anatomista comparado y paleontólogo inglés de la 
segunda mitad del siglo XIX. Se convirtió en uno de los principales partidarios de Charles 
Darwin tras la publicación de El origen de las especies, pues acogió con beneplácito la teoría 
de éste porque le ofreció una nueva hipótesis que confirmaba el derecho del científico de tratar 
el origen de los seres vivos como problema susceptible de explicación natural y ya no desde el 
punto de vista teológico. Huxley puso toda su elocuencia y experiencia en la defensa de dicha 
teoría escribiendo referencias favorables, dando a conocer sus doctrinas a las masas, 
prestando su apoyo en los periódicos y asambleas, rechazando con destreza los ataques 
teológicos como lo reflejó en el debate de la British Association en junio de 1860 con el obispo 
de Oxford, Samuel Wilberforce (1805-1873). Huxley también sostuvo la discusión con el 
anatomista inglés Richard Owen (1804-1892) al confirmar las similitudes anatómicas entre los 
humanos y los grandes monos surgiendo así una brecha marcada entre ambos científicos. 
También su extenso trabajo público en la educación científica tuvo un efecto edificante en la 
sociedad británica. Véase Peter J. Bowler, op.cit., p.239. 
https://ebooks.adelaide.edu.av/w/wells/hg/experiment_in_autobiography/
https://ebooks.adelaide.edu.av/w/wells/hg/experiment_in_autobiography/
 27 
naturales y Edwin Ray Lankester (1847-1929)52, de zoología; logrando de esta 
manera en 1890 sus primeros honores en la clase de dicha ciencia y con ello 
su grado de Licenciatura en la Escuela Normal de Ciencias. 
Años más tarde, a Wells se le diagnosticó tisis,53 por lo que se convirtió 
en maestro por correspondencia del área de ciencias naturales entre 1890 y 
1893. Sin embargo, sus necesidades económicas lo orillaron al periodismo, y 
¡cómo no hacerlo!, si se encontraba en la ciudad que hizo el hábito de la 
prensa una necesidad: Londres. Jacques Chastenet indica en su libro La vida 
cotidiana en Inglaterra al comienzo del reinado de Victoria de 1837-1851, que 
el oficio era duro, sin ninguna seguridad en el empleo e irregularmente 
pagado.54 A pesar de ello, Wells intentó abrirse camino en este campo. En 
1891 logró publicar su primer cuento titulado The Stolen Bacillus en la Strand 
Magazine y de ahí en adelante su carrera de periodista fue en ascenso, 
sumándose así semanarios, periódicos y revistas, entre los principales: 
Educational Times, Pearsons Magazine y Pall Magazine. Muchos de estos 
ensayos y reseñas se convirtieron en esbozos para sus futuras novelas. En 
1895, Wells se divorció de su prima y en ese mismo año se casó con su 
 
52 Edwin Ray Lankester pertenece a la generación de naturalistas que se formó después de la 
publicación de El origen de las especies, fue catedrático de zoología en el University College 
de Londres entre 1874 y 1890, catedrático de anatomía comparada en la Universidad de 
Oxford entre 1891 y 1898, y director del Museo de Historia Natural entre 1898 y 1907. En 1884 
fundó la asociación marina en Plymouth. Los trabajos de Lankester estuvieron dirigidos hacia 
temas de zoología y anatomía comparada aunque a través de su teoría de la degeneración en 
los seres vivos abordó planteamientos evolucionistas. Encyclopedia Britannica (sitio web), “Sir 
Edwin Ray Lankester”, 4 de febrero de 2016, consultado 9 de julio de 2016, 
 www.britannica.com/biography/Edwin-Ray-Lankester. 
53 Luis Rutiaga, “Prólogo” a Herbert George Wells, Los primeros hombres en la Luna, Colombia, 
Editorial Tomo, 2003, p.7. 
54 Jacques Chastenet, “Capítulo XII: Lecturas y lectores” en La vida cotidiana en Inglaterra al 
comienzo del reinado de Victoria de 1837-1851, Trad. de Horacio A. Maniglia, Argentina, 1961, 
pp.204-205. 
http://www.britannica.com/biography/Edwin-Ray-Lankester
 28 
alumna Amy Catherine Robbins (1827-1927). Consiguió publicar La máquina 
del tiempo. Esta fue la primera de una serie de romances científicos que 
lograron otorgarle un renombre y posición en esa sociedad victoriana 
sumamente clasista y competitiva. 
 De acuerdo con la historiografía, Wells leyó las obras de Herbert 
Spencer (1820-1903), Mary Shelley, Heinrich Heine (1797-1856), Walt Whitman 
(1819-1892), Charles Lamb (1775-1834), Robert Louis Stevenson, Nathaniel 
Hawthorne (1804-1864), Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) y Thomas 
Carlyle (1795-1881). Entre sus detractores destacaron el novelista Henry 
James (1843-1916), quién lo acusó de escribir de manera “chapucera con 
vulgaridades gratas al mal gusto popular y con personajes ligeros y 
contradictorios”.55 Wells se defendió en su calidad de “testigo de la vida”, que 
no quería jugar al “artista” y que una prosa brillante y vívida era símbolo de 
pose elitista.56 
Wells también señaló que su condición de periodista y de profesor de 
ciencias naturales determinó el carácter de sus obras convirtiéndolas así en 
una visión sólida y crítica de la realidad. De hecho, la influyente Virginia Woolf 
(1882-1941) reprendió a Wells por usar la novela como vehículo para la 
entrega de sus ideas.57 Por lo tanto, los relatos de Wells significaron el pretexto 
perfecto para ser los portavoces de sus intereses. 
 
55 Orlando Mejía Rivera, “H. G. Wells y las semillas de la imaginación científica” en Cronistas 
del futuro. Ensayos sobre escritores de ciencia ficción, Medellín, Editorial Universidad de 
Antioquía, 2012, p.2. 
56 Herbert George Wells, op.cit., p. 207. 
57 Mateo Taunton, “La política de H. G. Wells” en El descubrimiento de literatura. Románticos y 
victorianos (sitio web), 15 de mayo de 2014, consultado 17 de diciembre de 2014, 
 29 
Es importante mencionar que para Wells, desde su etapa periodística, 
las ciencias naturales fueron una parte esencial de su discurso literario, pues 
era conocedor de dicha materia, como científico amateur. Algunos de sus 
intereses se aprecian en su viajero del tiempo, quien comparaba la visión de 
los morlocks con la de los animales nocturnos: 
En primer lugar, estaba el aspecto lívido común a la mayoría de los 
animales que viven prolongadamente en la oscuridad; el pez blanco de las 
grutas de Kentucky, por ejemplo. Luego, aquellos grandes ojos con su 
facultad de reflejar la luz son rasgos comunes en los seres nocturnos, 
según lo demuestra el búho y el gato.58 
 
Si bien la historia natural era un referente de su literatura, esto no 
significó que fuera exclusivo referente de su narrativa, ya que para finales del 
siglo XIX el centro de su pensamiento giraba alrededor de la evolución y se 
atrevería a calificar a la morfología, fisiología, botánica, filogenia y zoología 
como ciencias descriptivas o auxiliares en la comprensión del mundo natural.59 
Para ese entonces, el novelista inglés encontraba incitante reflexionar sobre el 
origen y devenir del hombre; y en torno de las relaciones naturaleza-universo y 
hombre-especie. Por ello, todas esas inquietudes, suposiciones y 
preocupaciones que nacieron del evolucionismo se convirtieron en escenario 
de sus tempranos romances científicos. 
 
 http://.bl.uk/romantics-and-victorians/articles/h-g-wells-politics#authorBlock1. 
58 Herbert George Wells, “Explicación” en La máquina del tiempo, Trad. de Nellie Manso de 
Zúñiga, Madrid, Editorial Alianza, 2002,p.72 
59 Herbert George Wells, “Experimento en autobiografía” en The University of Adelaide (sitio 
web), diciembre 2014, consultado 5 de septiembre de 2015, 
 https://ebooks.adelaide.edu.av/w/wells/hg/experiment_in_autobiography.Historia natural, término usado para designar disciplinas que entonces eran principalmente 
descriptivas como la botánica, la zoología y la geología. Véase Javier Ordoñez y Alberto Elena 
(comps.), La ciencia y su público, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 
1990, p.311. 
http://.bl.uk/romantics-and-victorians/articles/h-g-wells-politics#authorBlock1
https://ebooks.adelaide.edu.av/w/wells/hg/experiment_in_autobiography
 30 
Por último, los cambios de la nueva centuria, entre ellos dos guerras 
mundiales, repercutieron en la personalidad del escritor inglés y salieron a la 
luz en obras como La historia de Mr. Polly (1910), El nuevo Maquiavelo (1911), 
Anticipaciones (1901) o Historia breve del mundo (1922). Estas obras 
empezaron a dirigirse a otro tipo de asuntos, más de índole político-social, 
ideológica e histórica alejándolos de esta manera del “primer Wells” (como lo 
denominó José Luis Borges (1899-1986)).60 Las obras del primero, como del 
posterior Wells tuvieron un carácter diferente, sin embargo compartieron una 
aspiración: hacer una crítica de su entorno para crear una conciencia común 
entre los pobladores, no sólo ingleses, sino del resto del mundo. 
H. G. Well se refugió durante sus últimos años en su finca de Easton 
Glebe, dedicado a la revisión de sus obras completas, falleciendo el 13 de 
agosto de 1946. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
60 Orlando Mejía Rivera, op.cit., p.3. 
 31 
Capítulo 2 
Los años tardíos de la era victoriana en la Gran 
Bretaña 1874-1901 
 
 El señalado reinado de Victoria I (1819-1901) abarcó de 1837 a 1901. En la 
historiografía se denomina los años tardíos al periodo 1874-1901. Éste se 
caracterizó por la depresión económica causado por el declive de la agricultura, 
ya que las tierras dejaron de ser óptimas para el cultivo del trigo. También se 
agudizaron los problemas con Irlanda, a donde el líder Charles Stewart Parnell 
(1846-1891), trató de boicotear la Cámara de los Comunes, con el fin de 
reclamar las antiguas tierras en manos de los landlords61 británicos, y sobre 
todo, recuperar la autonomía política de la isla (Home rule).62 A la vez, Gran 
Bretaña se vio afectada en su primacía industrial al ser opacada por países que 
ascendían aceleradamente, como Alemania y Estados Unidos. Así lo dejó ver 
Wells en un pasaje de La guerra de los mundos: 
Mucha gente había oído hablar del cilindro, por supuesto, y charlaba sobre 
ello en sus ratos libres, pero ciertamente no causó la sensación que 
hubiera provocado un ultimátum de Alemania.63 
El país germano tomó una fuerza importante entre las demás naciones 
europeas, considerándola éstas como país fuerte y amenazador. Era el tiempo 
 
61 Los landlords conformaban un régimen agrario británico que proporcionaba el fundamento 
económico o la preponderancia social irlandesa. Eran aristócratas que rentaban sus tierras a 
pequeños agricultores irlandeses. Rosario de la Torre, “Primera Parte: 1830/37-1850. Los 
primeros años” en La Inglaterra victoriana: política y sociedad, Madrid, Arco Libros, 1997, 
pp.10-11. 
62 Ibíd, p.39. 
63 Herbert George Wells, “El viernes por la noche” en La guerra de los mundos, Trad. de 
Mercedes Rosua, Editorial Castalia, Madrid, 2006, p.69. 
 32 
donde las naciones empezaban a enfrentar una carrera sumamente 
competitiva en periodos políticos y militares, convirtiéndose así cada una en 
rival económico. 
Erick Hobsbawm menciona en La Era del imperio que ante esta crisis, 
los ingleses quisieron actualizar su primera revolución industrial, pero más que 
renovarla terminaron reforzándola.64 Gran Bretaña no participó en inventos 
como la radio, el cine, el tranvía eléctrico, el avión, la bicicleta y el automóvil. 
Tanto los inventores como los jóvenes aristócratas buscaban en otros países lo 
que su mater patria no les podía ofrecer: un porvenir esperanzador. 
Para finales del siglo XIX, la creciente influencia de la ciencia en la 
esfera pública inglesa fue notable. El carácter de la divulgación del saber 
científico era heterogéneo, pues se valió de la prensa, revistas, folletos, 
boletines y novelas. Tanto autores como editores y lectores se movieron entre 
diferentes ocupaciones, gustos, clases sociales e intereses. Los lectores iban 
desde el refinado aristócrata hasta el obrero del East End de Londres, como 
también estaban los editores, quienes adaptaban diferentes contenidos y 
formatos para cada lector. La necesidad de vulgarizar los conocimientos que se 
discutían en el ambiente científico no sólo se respondió con impresos sino que 
también se encontraron otros espacios, como fueron los museos, jardines 
botánicos, asociaciones cultas y zoológicos. Algunos se caracterizaron por 
tener un carácter académico y otros de estilo popular, cada uno de los cuales 
se adaptó a los alcances de cada espectador. Estos espacios se erigieron 
 
64 E. J. Hobsbawm, “La economía cambia de ritmo” en La Era del imperio (1875-1914), Trad. de 
Juan Faci Lacasta, Barcelona, Editorial Labor Universitario, 1989, p.52. 
 33 
como lugares emblemáticos de intereses de la cultura científica, como lo refleja 
la red de más de doscientos jardines botánicos que se extendieron entre las 
metrópolis y las colonias victorianas a finales de la centuria. Tanto, todos estos 
lugares respondieron en buena parte a las diferentes percepciones de la 
naturaleza de la sociedad burguesa y capitalista de la era victoriana.65 
 La sociedad victoriana seguía manteniendo a una aristocracia que 
disfrutaba de su status gracias a sus actividades financieras. A la par, los 
obreros empezaban a defender su identidad como clase a través de la 
organización colectiva66, que recaía en los sindicatos. Sin embargo, la fuerza 
de la burguesía persistía, pues el número de personas de esta clase había 
aumentado a seis millones para 188067 y constituía el estrato social 
preponderante, aún por encima de la nobleza. Esta clase seguía demostrando 
la capacidad para desarrollar su proyecto económico y político, lo que le 
permitía asumir el papel dirigente en distintas actividades de la población 
británica. Tampoco hay que olvidar que el peldaño más bajo de la pirámide 
social se conformaba por hombres y mujeres dedicados a la prostitución, las 
viudas cargadas de hijos, los ancianos, los inválidos, los enfermos, los 
delincuentes68 y los consumidores del opio. 
En los años tardíos de la era victoriana se respiraba en los medios 
letrados un aire de malestar; corría un sentimiento de crisis que obligó a dudar 
a los intelectuales sobre los principios en los que se organizaba la sociedad 
 
65 Agustí Nieto-Galan, op.cit., p.95 y 98. 
66 E. J. Hobsbawm, ibídem, p.126. 
67 Rosario de la Torre, ibídem, p.29. 
68 Rosario de la Torres, ibídem, p.29. 
 34 
victoriana;69 no sólo eso, el futuro provocaba inquietud al surgir pensamientos 
pseudocientíficos como el darwinismo social y la eugenesia. La primera fue la 
ideología que aplicaba el principio de la selección natural a cuestiones socio-
políticas. Dicha corriente era preponderante a través del sociólogo y filósofo 
inglés Herbert Spencer (1820-1903) proponía “la supervivencia del más apto” 
para justificar el capitalismo decimonónico, la estratificación de las clases 
sociales y el imperialismo colonialista.70 La eugenesia fue una doctrina 
introducida por el naturalista y estadista inglés Francis Galton (1822-1911) en 
1883. Su principal objetivo era el perfeccionamiento de las cualidades de la 
especie humana a través del estudio de la herencia. Tal perfeccionamiento 
requería detectar a los seres mejor dotados física y mentalmente, para 
favorecer su reproducción, así como también identificar a todos aquellos que 
pudieran contribuiral deterioro de la especie, como serían los enfermos, los 
delincuentes, los pobres, los endémicos, los débiles mentales y evitar su 
matrimonio y aumento.71 Ante este panorama, la literatura y la filosofía no 
tardaron en expresar esas inseguridades que ni la propia religión pudo calmar, 
pues ambas ideologías tomarían fuerza y poder para el siguiente siglo. 
Victoria I, reina de Gran Bretaña y de Irlanda, de las Colonias y de las 
Dependencias de Europa, de Asia, de África, de América y de Australia, 
emperatriz de la India, defensora de la fe, muere el 22 de enero de 1901 en el 
 
69 Rosario de la Torre, ibídem, p.45. 
70 Chris Buskes, op.cit., pp.415-433. 
71 Raquel Álvarez Peláez, “Prólogo” a Francis Galton, Herencia y Eugenesia, Madrid, Alianza, 
1988, p.15. 
 35 
silencioso castillo de Osborne, llevándose consigo una época y dejando a una 
nación llena de incertidumbres. 
Es importante destacar otro aspecto de este período, principalmente 
cómo el carácter del sistema capitalista sufrió un giro, al entrar a una nueva 
fase económica.72 Ésta consistió en que las naciones se convirtieron en 
economías rivales, iniciando así una competitividad “salvaje” para expandir su 
capital con fines monopolistas sobre el mundo colonial, surgiendo de esta 
manera, el imperialismo. En la década de 1880, África y el Pacífico fueron 
divididas entre británicos, franceses, alemanes, neerlandeses, 
estadounidenses y todavía en una escala modesta los japoneses.73 De hecho, 
Wells retrató esta nueva etapa económica por la que atravesaba Gran Bretaña 
a través en su capítulo “La historia natural de los selenitas”: 
En aquel planeta hay nuevos elementos, nuevas aplicaciones, nuevas 
tradiciones, un abrumador alud de ideas nuevas, una extraña raza con la 
cual tendremos inevitablemente que luchar por el dominio…del oro, que es 
allí tan común, como aquí el hierro o madera.74 
 
El Sr. Bedford (personaje principal de Los primeros hombres en la Luna) 
representaba el espíritu imperialista de la época victoriana al querer colonizar el 
territorio lunar y explotar su oro como lo hizo la Corona inglesa con el marfil 
africano, los diamantes de Sierra Leona, el oro de Sudáfrica, el café de 
Tanzania y un largo etcétera. 
La empresa imperialista no significó un derrumbamiento de la economía 
inglesa sino una metamorfosis. De hecho, fue Gran Bretaña la más beneficiada 
 
72 E. J. Hobsbawm, op.cit., p.59. 
73 E. J. Hobsbawm, op.cit., p.58. 
74 Herbert George Wells, “La historia natural de los selenitas” en Los primeros hombres en la 
Luna, Trad. de Luis Rutiaga, Colombia, Editorial Tomo, 2003, p.507. 
 36 
en esta competencia debido a su experiencia económica en ultramar. Fue así 
como pudo mantener su status ante las demás naciones contendientes. 
Para finales del siglo XIX, el imperialismo se convirtió en el hecho central 
de la historia inglesa, que incluía en su seno muchas y dispares actividades. La 
novela contribuyó significativamente a forjar estas actividades y referencias;75 
viajeros, soldados, colonos, comerciantes, diplomáticos, artistas, oficiales 
navales y periodistas británicos, reflejaban los efectos políticos, económicos, 
culturales y científicos del imperialismo. Por ello, es importante destacar 
algunos relatos de viaje que están ligados al discurso científico, a la expresión 
y descripción de la naturaleza y la geografía de las colonias inglesas como fue 
Westward Ho! (1855) de Charles Kingsley (1819-1875), Heart of Darkness 
(1899) de Joseph Conrad (1857-1924), The Portrait of a Lady (1881) de Henry 
James (1843-1916), Kim (1901) de Joseph Rudyard Kipling (1865-1936) y The 
Lost World (1912) de Arthur Conan Doyle (1859-1930). Por lo tanto, la novela 
se convirtió en uno de los principales elementos de la visión cultural y científica 
de esta empresa victoriana. 
 
Evolucionismo, libros y encuentros 
En la segunda mitad del siglo XIX, la actividad de la lectura se benefició 
durante el reinado de Victoria I. Este beneficio se puede explicar haciendo 
referencia a las mejoras tecnológicas en la impresión y en la producción de 
papel; a los avances en las redes de distribución, como lo fue la llegada del 
 
75 Edward W. Said, “Narrativa y espacio social” en Cultura e imperialismo, Trad. de Nora Catelli, 
Barcelona, Editorial Anagrama, 1996, pp.128-133. 
 37 
ferrocarril;76 al crecimiento de las ciudades que proporcionaron mercados 
concentrados de lectores; al aumento de las tasas de alfabetización en las 
clases trabajadoras y clases media; al abaratamiento de los costos de 
producción; a la conformación de bibliotecas públicas gratuitas y a una industria 
editorial en expansión.77 
Todos estos factores vieron su florecimiento a finales del siglo XIX, 
cuando por ejemplo, las bibliotecas públicas gratuitas tuvieron un rápido 
desarrollo. También se reconocía una amplia gama de preferencias entre 
lectores, al punto de que las obras añejas dejaron de tener el mismo impacto 
entre el público y el entusiasmo por las nuevas obras se extendió.78 Para 
finales del siglo XIX, el hábito de la lectura atravesaba por nuevas exigencias e 
inquietudes que demandaba el público. 
En este contexto, la ciencia gozó del público más numeroso y 
agradecido del que jamás había disfrutado, y el apetito de ese público se veía 
estimulado por nuevos vehículos de comunicación impresa como 
enciclopedias, diccionarios, artículos en revistas generales, revistas de 
divulgación y folletos. Algunos de sus autores, escribieron desde su posición de 
científico profesional79 o amateur. 
 
76 Mateo Taunton, “La cultura impresa” en El descubrimiento de literatura. Románticos y 
victoriano (sitio web), 15 de mayo de 2014, consultado 21 de julio de 2016, 
 www.bl.uk/romantics-and-victorian/articles/print-culture. 
77 Kate Flint, op.cit., p.17. 
78 Kate Flint, op.cit., p.35. 
79 Se le llama científico profesional a la persona que dedica su vida a la ciencia, trabajando en 
alguna universidad o institución, que cuenta con un título reconocido y a menudo una formación 
o nivel de posgraduado, además de pertenecer a las sociedades profesionales pertinentes e 
investiga y publica. Véase Michel Ruse, op.cit. , pp.51-52. 
http://www.bl.uk/romantics-and-victorian/articles/print-culture
 38 
En este escenario estuvieron transitando las diversas interpretaciones 
alrededor del evolucionismo, especialmente el tema de la variación natural. 
Estas posturas o debates encontraron lugar en libros de plumas 
especializadas, como la obra de Edwin Ray Lankester, Degeneration: a 
Chapter in Darwinism (1880), o amateurs como Samuel Butler (1835-1902)80 en 
Life and Habit (1877); reseñas en revistas como Philosophical Transactions 
(1662 a la actualidad) de la Royal Society y críticas en la Quarterly Review 
(1809-1967) o Essays and Reviews (1860). 
Los encuentros que se suscitaron en las asociaciones científicas fueron 
parte integrante de la cultura de la época, ya que se intercambiaban opiniones 
o ideas entre científicos profesionales; se entraba en contacto con las nuevas 
teorías y polémicas; y se formaba parte de los debates, coloquios o 
conferencias que se producían en el medio científico. En Londres, las más 
activas en este quehacer fueron la Royal Society (1660), la Geological Society) 
(1807), la British Association for the Advancement of Science (1831) y la 
Entomological Society (1833). 
Como producto de esta atmósfera cultural aparece otro medio para 
divulgar el conocimiento científico: la literatura. Ésta era una vía popular para 
que la cultura científica llegara sutilmente a los lectores de clases media y alta. 
 
80 Samuel Butler fue un escritor y filólogo inglés. Cursó estudios en elSt. John´s College de 
Cambridge. Estuvo inclinado a los temas religiosos por tradición familiar. A través de sus libros 
Erewhon (1892) y Erewhon revisited (1901) satirizó las tradiciones religiosas, las convenciones 
morales y los sistemas educativos de la sociedad victoriana. En su posición de aficionado 
realizó estudios sobre el pensamiento evolucionista, reflejados en su obra Life and Habit (1848) 
donde exaltó la teoría del naturalista francés Jean Baptiste Lamarck y se opuso a los principios 
evolutivos de Charles Darwin. Por último, es importante mencionar que realizó traducciones en 
prosa de la Ilíada(VIIIa. C.) y la Odisea (VIII a. C.). Véase Oscar Altamirano, “Samuel Butler” en 
Letras Libres (sitio web), 30 de septiembre de 2001, consultado 12 de julio de 2016, 
http://www.letraslibres.com/revista/entrevista/samuel-butler. 
http://www.letraslibres.com/revista/entrevista/samuel-butler
 39 
Estas narrativas se basaban en los conocimientos científicos de la época: 
astronomía, geología, física, ciencias naturales y evolucionismo, que también 
exaltaron el avance tecnológico. Para finales del siglo XIX el público de 
literatura aumentó lo suficiente para facilitar su disponibilidad a través de 
diferentes formatos y diversos puntos de venta.81 
Por estas razones, es importante destacar cómo los medios impresos, 
no sólo fueron vehículo para vulgarizar el conocimiento sino también para 
fortalecer la cultura científica victoriana. Es por ello que deben tomarse en 
consideración dentro de los estudios sociales de la ciencia de carácter 
histórico. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
81 Kate Flint, op.cit., pp.17-36. 
 40 
Capítulo 3 
Una teoría entre el revuelo y la convivencia: el 
evolucionismo inglés 1870-1900 
 
A partir de 1859, el revuelo que provocó el pensamiento de Darwin fue amplio. 
Entre los conceptos evolutivos del naturalista inglés, la selección natural a partir 
de 1870 empezó a recibir fuertes críticas. Algunos ponían en duda que la 
variación pudiera ser simplemente al azar, por lo que se le señaló como un 
mecanismo ineficaz para explicar el problema de las diferenciaciones en los 
seres vivos. Ante semejante situación, surgieron diferentes posturas con 
respecto a la selección natural, unos la aceptaron, otros la rechazaron 
tajantemente, algunos se dedicaron solamente a atacarla y otra parte 
complementó esta teoría con otros mecanismos evolutivos. 
 El discurso teológico fue el primero en manifestar su inconformidad. Los 
evolucionistas teístas sostenían que habían estructuras y relaciones en el 
mundo que no podían haber surgido por casualidad. Estas relaciones 
delataban un propósito que subyacía en las operaciones de la naturaleza y las 
leyes naturales no eran más que los medios por los cuales se alcanzaban sus 
objetivos. Este fenómeno sólo podía explicarse como la manifestación directa 
de Dios en el curso del desarrollo de la naturaleza.82 
 
82 Peter J. Bowler, op.cit., p.45. 
 41 
 Algunos ejemplos de este discurso teísta fueron los del naturalista 
católico George Jackson Mivart (1827-1900),83 quién rechazó la selección 
natural de Darwin y recurrió a la ley del paralelismo para explicar las 
variaciones naturales como efecto del Diseñador.84 De forma semejante 
pensaron John George Campbell (1845-1914) y William Benjamin Carpenter 
(1813-1885).85 Algunos complementaron a la selección natural con dicho 
discurso, como en el caso de Charles Lyell (1797-1875)86 que nunca aceptó del 
todo dicho mecanismo, porque a su juicio, Dios, siempre era la causa última.87 
Por su parte, Alfred Russel Wallace (1823-1915)88 aceptó la selección natural, 
 
83 George Jackson Mivart fue un naturalista inglés. Comenzó sus estudios en varios colegios, 
entre ellos el King´s College de Londres y el St. Mary´s College de Oxford, el cual abandonó en 
1844 al convertirse a la religión católica. Sus inclinaciones hacia la historia natural se 
acentuaron con el conocimiento y trato de figuras como Richard Owen y Thomas Henry Huxley. 
Entre 1836 y 1844 enseñaba anatomía en la Escuela de Medicina del Hospital Santa María en 
Londres. En 1884, por invitación del episcopado belga, Mivart pasó a ser profesor de historia 
natural en la Universidad Católica de Lovaina, en ese mismo año obtiene su doctorado. 
También se dedicó al estudio del pensamiento evolucionista a través de artículos y obras como 
el Genesis of Species (1871), dichos trabajos le ocasionaron su excomunión por el cardenal 
Herbert Vaughan. Mivart perteneció a relevantes asociaciones científicas de la época como la 
Royal Institution, la Zoological Society y la Royal Society. Para conocer su postura 
evolucionista véase Michael Ruse, ibídem, p.47. 
84 Peter J. Bowler, ibídem, p.49. 
85Peter J. Bowler, ibídem, p.49. 
86 Charles Lyell fue un geólogo escocés. Fue a la Universidad de Oxford, al colegio de Exeter. 
Estudió abogacía, pero como su miopía le impedía ser un buen profesional su trabajo se 
centraba cada vez más en la geología, ciencia a la que se vio atraído, influenciado por William 
Buckland (1784-1856). Su importante obra los Principles of Geology, apareció en 1830, en el 
libro se destacaba la teoría de la uniformidad. En ésta se estableció que las formaciones 
geológicas son el resultado de un largo proceso continuo de miles de años. Esta obra fue un 
soporte fundamental para el desarrollo de la teoría evolucionista de Darwin. En 1830 se le 
nombró profesor encargado de geología del recién formado King´s College de Londres. Lyell 
formó parte de ciertas asociaciones científicas británicas como la Royal Society y la Linnean 
Geological Society. Véase Michael Ruse, ibídem, p.47. 
87 Ernst Mayr, op.cit., pp.112-113. 
88 Alfred Russel Wallace fue un naturalista, explorador y geógrafo inglés. Realizó un amplio 
trabajo de campo por la cuenca del río Amazonas en 1848, y entre 1854, y 1862 por el 
archipiélago malayo, obteniendo de estos viajes un amplio conocimiento sobre la distribución 
geográfica de las especies animales. Es conocido, principalmente porque propuso una teoría 
de evolución a través de la selección natural independiente de la de Charles Darwin que motivó 
a éste a publicar su propia teoría. Tras la publicación de la obra El origen de las especies, 
Wallace realizó varios aportes al desarrollo de la teoría de la evolución. Véase Alejandro P. 
 42 
pero no consideraba que había repercutido en ciertas características 
principales del hombre, como su cerebro, mente, voz, entre otras. Wallace 
deducía el desarrollo del ser vivo a través de una “inteligencia superior”.89 Sin 
embargo para 1880, de acuerdo con Peter J. Bowler, este discurso teísta fue 
perdiendo vigor aunque las objeciones de diferente carácter se mantuvieron.90 
Por otro lado, los argumentos que se alejaron del discurso teleológico 
fueron de carácter científico, por ejemplo el paleontólogo y morfólogo Thomas 
Huxley –el más fuerte partidario de Darwin–, quién se negó a aceptar la 
variación gradual y continua de la selección natural, pues se inclinaba a la 
teoría saltacionista. Dicha teoría explicaba cómo una especie evolucionaba 
bruscamente hacia otro tipo de especie, debido a una mutación impulsada 
desde el interior de la estructura de cada ser vivo. Señalaba que las nuevas 
especies no surgen de forma gradual debido a la acumulación de pequeños 
cambios, como defendía Darwin, sino que se originaba a “grandes saltos” como 
consecuencia de la súbita aparición de modificaciones capaces de producir 
cambios evolutivos.91 
En la misma línea, se retomó la figura del francés Jean Baptiste 
Lamarck, apropiándose algunos de sus conceptos transformistas: los 
caracteres adquiridos; el ambiente como modulador del proceso evolutivo; la 
concepción idealista sobre la “finalidad” evolutiva; los hábitos; el uso y

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