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Kraft, V (1966) El círculo de Viena Taurus - Fernanda Juárez

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COBRE el Círculo de Viena ha escrito Bertrand 
^ Russell: «La escuela es admirable por su decisión 
de hacer filosofía científicamente, por su inflexible 
amor a la verdad y por su trabajo técnico en lógica, 
sintaxis y semántica». Sus puntos de partida están en 
el campo de la física (Planck), en el de las ciencias 
exactas, en el de la nueva lógica (Russell) y en el de 
la filosofía del lenguaje (Wittgenstein).
Víctor Kraft
taurus
VI CTOR KRAFT
EL C I R C U L O 
DE V I E N A
Versión española de 
FRANCISCO GRACIA
taurus
Título original: Der Wiener Kreis 
© Springer Verlag, Viena
Primera edición: 1966 
Reimpresiones: 1977, 1986
© 1966 T aurus Ediciones, S. A. 
Príncipe de Vergara, 81. 28006 Madrid 
ISBN: 84-306-1045-6 
Depósito legal: M. 4.098-1986 
PRINTED IN SPAIN
P R O L O G O
El Círculo de Viena fue (junto con la Sociedad de 
Filosofía empírica, de Berlín) el punto de partida de 
un movimiento filosófico internacional que ha produ­
cido una renovación y reforma del positivismo y el 
empirismo. El neopositivismo se encuentra hoy en 
el primer plano filosófico, sobre todo en los países 
anglosajones y escandinavos. Ha de ser considerado 
como el fenómeno filosófico más importante y serio 
del intervalo entre ambas guerras. Sin embargo, es 
precisamente en el área cultural alemana donde la obra 
del Círculo de Viena ha sido rechazada, en la medida 
en que ha sido conocida. Y este conocimiento era y es 
muy insuficiente, extendiéndose sólo a los comienzos. 
A este respecto es significativo que Gerh. Lehmann en 
su historia de la Filosofía alemana actual, aparecida 
en 1943, trate sólo a Camap e incluso de éste no tenga 
en cuenta más que los primeros escritos: su tesis doc­
toral, un tratado sobre Eigentliche und Uneigenttiche 
Begriffe de 1927, Der logische Aufbau der Welt y los 
Scheinprobteme, de 1928, y el Grundriss der Logistik 
de 1929, sin considerar ninguno de sus escritos poste­
riores tan importantes. Además, los trabajos citados 
por él son juzgados erróneamente, ya que no compren-
7
de lo esencial. También Del Negro, cuya Historia de la 
Filosofía alemana de la actualidad se publico sólo un 
año antes, caracteriza todavía como la obra fundamen­
tal de la dirección, Der logische Aufbau der Welt de 
Carnap. Los numerosos e importantes escritos apareci­
dos posteriormente, los estudios de los ocho volúmenes 
de Erkenntnis, la Logische Syntax der Sprache de 
Carnap, los Gesammelte Aufsatze de Schlick, con los 
que acaban el desarrollo y los progresos del Círculo de 
Viena, no han sido tenido en consideración. Ellos y 
el movimiento entero fueron dejados de lado y repri­
midos por la orientación espiritual del nacionalsocia­
lismo. También en la nueva visión de conjunto de la 
Filosofía europea de la actualidad (1947) de Bochenski, 
obra por lo demás valiosa, se presenta al neopositivismo 
y al Círculo de Viena desde luego bastante mejor que 
en los estudios anteriores mencionados, pero en forma 
no del todo satisfactoria y muy brevemente. (Hay tra­
ducción castellana de esta última obra: Fondo de Cul­
tura Económica, Breviarios, núm. 16. México, 1949 y si­
guientes.)
Son sobre todo las exposiciones extranjeras las que 
se ocupan detenidamente del Círculo de Viena. En pri­
mera línea está la gran monografía de J. R. Weinberg 
An examination of Lógical Positivism, Londres, 1936 *, 
muy bien documentada, que, sin embargo, trata funda­
mentalmente la primera etapa, dependiente de Wittgens- 
tein. El Círculo de Viena ha sido objeto posteriormente 
de una detenida consideración en la acertada exposi­
ción del neopositivismo de G. H. von Wright Den logiska 
Empirismen, Helsingfors, 1943, pero debido a estar es­
crita en sueco no ha adquirido mucha difusión. Las
1 Hay traducción española: Examen del positivismo lógico. 
Traducción de J. L. Fernández de Castillejo. Aguilar, Madrid, 
1959. (N. del T.).
8
restantes exposiciones extranjeras proceden en parte 
de los primeros tiempos del Círculo de Viena, como 
el extraordinario trabajo de Kaila Der logische Neupo- 
sitivismus, que apareció ya en 1930, y el informe de 
Petzall, entonces exacto, pero ampliamente superado 
luego, Der logische Positivismus de 1931 y su crítica 
de las proposiciones protocolarías Zum Methodenpro- 
blem der Erkenntrtisforschung de 1935. Parte de ellas 
son visiones de conjunto muy breves, como la de Voui- 
llemin La logique de la science et l'écóle de Vienne, 1935, 
y la de C. W. Morris Logical Positivista, Pragmatista 
aad Scieatific Empiricism, 1937. (Por desgracia no he 
podido conseguir, a pesar de mis esfuerzos, el estudio 
de Blumberg y Feigl.) Entre las exposiciones extranje­
ras de las doctrinas del Círculo de Viena hay que men­
cionar también el libro de Ayer: Laaguage, Truth and 
Lope (1938, 2? ed. 1946). (Versión castellana:: Leaguaje, 
verdad y lógica. Editorial Universitaria de Buenos Ai­
res (EUDEBA).)
Por ello me ha parecido indicado exponer de modo 
sintético los trabajos filosóficos del Círculo de Viena, 
sus problemas y resultados; no sólo para que con ello 
no se pierdan en el olvido, sino sobre todo para pre­
sentar de este modo las ideas fundamentales de este 
movimiento a la filosofía alemana de nuestro tiempo, 
filosofía que sólo las conoce en forma insuficiente.
El Círculo de Viena pertenece al pasado, al menos 
en Viena. Su trabajo, en el que yo mismo participé, ha 
terminado. Por ello mi exposición llega sólo hasta su 
diáspora en 1938. Tampoco hubiese sido posible lograr, 
durante el aislamiento del extranjero ocasionado por 
la segunda guerra mundial, un conocimiento suficiente 
de la literatura aparecida desde entonces en otros países 
y producida por antiguos miembros del Círculo de Viena 
o relacionada con ellos. Por tanto, no ha sido posible
9
referirse a ella, con excepción de las nuevas obras de 
Carnap.
No hay que perder de vista al juzgarlo, que el tra­
bajo del Círculo de Viena no concluyó, sino que fue 
interrumpido bruscamente cuando se hallaba en su ple­
nitud. Más de una simplificación excesiva, mucho ra­
dicalismo se explican como un planteamiento inicial. 
Igual que variaron reiteradamente las opiniones en el 
Círculo de Viena, del mismo modo que Carnap ha su­
perado después la unilateralidad de la consideración 
puramente sintáctica, también en el Círculo de Viena 
se hubiese llegado a soluciones más maduras, si se hu­
biese podido seguir trabajando. Si se quisiesen sacar 
formulaciones y consecuencias extremas, se podría 
presentar sus resultados a una luz totalmente distinta 
de lo que sigue. Pero con ello se habría hecho injusticia 
a su obra. Su gran significado positivo es indudable. 
De ningún modo podría defender por completo' las 
opiniones del Círculo de Viena; he añadido incluso una 
crítica en algunos puntos importantes. Pero el Circulo 
de Viena se preocupó por poner en claro con profun­
didad y amplitud lo fundamental del conocimiento y 
demostró un grado de claridad y rigor lógico que no 
se encuentra en la filosofía alemana de la última ge­
neración. Incluso quienes se hallen en una posición 
distinta de la del Círculo de Viena pueden aprender 
también mucho de él.
Viena, marzo de ¡950. V. Kraft
10
PRIMERA PARTE
LA HISTORIA DEL CIRCULO DE VIENA'
Desde 1895 hubo en la Universidad de Viena una cá­
tedra de filosofía de las ciencias inductivas, que fue 
creada para Emst Mach, quien la ocupó hasta 1901. Des­
pués se encargó de ella L. Boltzmann (de 1902 a 1906). 
Más tarde la obtuvo el original Adolf Stóhr. Había con 
ello en Viena una larga tradición de una filosofía em- 
pirista que se ocupaba principalmente de las ciencias 
naturales. Ya antes se habían impuesto en cierto sen­
tido tendencias empiristas a través de Franz Brentano. 
Theodor Gomperz y Jodl habían defendido una filosofía 
antimetafísica. En 1922 fue nombrado Moritz Schlick 
para desempeñar la cátedra de filosofía de las ciencias 
inductivas. Igual que sus predecesores, habían llegado 
a la filosofía desde la física. Había hecho su tesis doc­
toral con Plancksobre la reflexión de la luz en un 
medio no homogéneo, y fue el primero en valorar 
filosóficamente la teoría de la relatividad en su obra 
Raum und Zeit in der gegenwartigen Physik (1917). Te­
nía relaciones personales con los hombres más impor­
tantes dentro de las ciencias exactas, tales como Planck, 
Einstein, y Hilbert. Pero a diferencia de sus predece-
> Cfr. Wissenschaftiiche Weltauffassung. Der Wiener Kreis. 
Viena, 1929. Neurath: «Den logiska Empirismen och wiener 
krctsen.» 1936. (Theoria, vol. II, p. 72 s.).
11
sores, no sólo de Boltzmann, sino también de Mach, 
tenía un profundo conocimiento de la filosofía.
Pronto se formó en Viena, alrededor de Schlick, un 
círculo no sólo de alumnos, sino también de estudiosos 
interesados en la filosofía. Lo constituían los más ade­
lantados de sus discípulos —entre los que Fr. Waismann 
tenía un lugar destacado—, pero también doctores 
como O. Neurath, E. Zilsel, H. Feigl, B. v. Jubos, H. Nei- 
der, algunos de sus colegas, los profesores R. Camap, 
V. Kraft, F. Kaufmann, y no sólo filósofos «puros», 
sino también matemáticos con intereses filosóficos: el 
catedrático H. Hahn y los profesores Menger, Radako- 
vic y Gódel. Esta composición trajo consigo un nivel 
desacostumbradamente alto. La orientación matemática 
—también Camap, Waismann, Zilsel, Neurath y Kauf­
mann tenían una formación matemática— fortaleció la 
tendencia hacia el rigor y la pureza lógicos. En breves 
informes y largas discusiones se debatían cuestiones 
lógicas y gnoseológicas, mediante lo cual y gracias a la 
preparación y el pensamiento independiente de los 
miembros más importantes2 —particularmente Schlick, 
Camap, Neurath, Waismann, Hahn, Zilsel— se consi­
guieron abundantes resultados. Era un trabajo intelec­
tual de construcción conjunta, no la aceptación de las 
tesis de un maestro. Schlick no marcaba en modo al­
guno la pauta. De Wittgenstein partieron influjos pro­
fundos, aunque él mismo no estuvo nunca presente. 
Fueron transmitidos por Schlick y Waismann, quienes 
se hallaban en contacto con él, que entonces estaba en 
Viena. De este modo llegaron mucho más allá de su 
Tractatus logicophilosophicus *. De este trabajo con­
* Véase una bibliografía de los participantes en Wissenschaftl. 
Weitauffassung. 1929. También en Erkenntnis, vol. I, p. 315 y ss., 
y en Einheitswissemchaft, cuaderno 1, p. 30; cuad. 3, p. 21-22.
* Ver, p., ej., la constatación expresa {le Schlick en el ensayo 
«Meaning and Verification» (Cesammelte Aufsützc, p. 340), 
de que debe su caracterización del significado a conversaciones 
sostenidas con Wittgenstein, que influyeron profundamente sus
12
junto se derivó un progreso tan rápido como el que 
únicamente se produce en las ciencias especiales. Por 
tanto, resulta natural que tal desarrollo tuviese' como 
consecuencia varios cambios y que más de una con­
cepción inicial demasiado simplista fuese superada más 
pronto o más tarde.
En 1929 Schlick fue llamado a Bonn, pero renunció 
después de algunas vacilaciones. En la primavera y el 
verano del mismo año marchó como profesor invitado 
a la Universidad de Stanford en California. En esta 
época, la amenaza de la pérdida primero y la larga 
ausencia de Schlick después, hicieron tomar conciencia 
a los miembros de este círculo de que constituían una 
comunidad espiritual de cuño especial, un grupo filosó­
fico peculiar. El congreso de la Sociedad alemana de 
Física y de la Asociación de matemáticos alemanes, 
que tuvo lugar en Praga a mediados de septiembre del 
mismo año, proporcionó la ocasión exterior de inter­
venir allí como un grupo autónomo, que, junto con la 
Sociedad de Filosofía empírica de Berlín, a la que per­
tenecían Fr. Kraus, H. Reichenbach, A. Herzberg, A. v. 
Parseval, W. Dubislav, K. Grelling, organizó simultá­
neamente un congreso sobre gnoseología de las ciencias 
exactas. Al mismo tiempo se publicó un pequeño es­
crito programático Wissenschaftliche Weltauffassung. 
Der Wiener Kreis, realizado por Carnap, Hahn y Neu­
rath, que exponía brevemente el origen y los miembros, 
la actitud y los fines de esta sociedad de trabajo. Es­
taba dedicado a Schlick y le fue entregado a su vuelta 
a Viena en octubre de 1929 «en señal de agradecimiento 
y de alegría por su permanencia en Viena», como se 
decía expresamente en el prefacio. El «Círculo de Vie­
na» entraba así en la .vida pública.
Esto se manifestó también en que el Círculo consi­
guió su propio órgano de publicación al hacerse cargo
propias consideraciones sobre la materia. «Difícilmente puedo 
exagerar mi deuda respecto de este filósofo.»
13
Camap y Reichenbach en 1930 de los Armalen der Phi- 
losophie, que continuaron bajo el título de Erkenntnis. 
El Círculo encontró una posibilidad ulterior de publi­
cación en los pequeños escritos Veroffentlichungen des 
Vereines Ernst Mach, editados por la asociación «Ernst 
Mach», que había sido fundada en 1928 por varios miem­
bros del Círculo con la tendencia de la popularización *; 
y además, en la serie Einheitswissenschaft, editada por 
Neurath, 1934.
El «Círculo de Viena» se dio a conocer rápidamente 
en medios cada vez más amplios. En septiembre 
de 1930 volvió a organizar junto con el grupo berlinés 
de filosofía empírica un congreso de gnoseología de las 
ciencias exactas, en el que se trataron los problemas 
fundamentales de la matemática y de la mecánica 
cuántica*, congreso que se celebró junto con la Asam­
blea de físicos y matemáticos alemanes en Konigsberg.
La designación de Carnap en 1931 como profesor ex­
traordinario de la Facultad de Ciencias Naturales de la 
Universidad de Praga significó una sensible pérdida 
para el Círculo de Viena, pero Carnap formó con el 
catedrático de física Philipp Frank una ñlial del 
«Círculo de Viena» en Praga. Ambos grupos entraron en 
relación con pensadores extranjeros orientados en el 
mismo sentido: con Jorgensen, catedrático de Filosofía 
en Copenhague, con Rougier, entonces catedrático en 
Besangon y El Cairo, con Morris, catedrático en Chi­
cago, con Miss Stebbing, catedrático en Londres, etcé­
tera. Se estableció también contacto personal con las
* Una tendencia política, tal como la que Neurath intentó 
introducir a veces en las publicaciones y como la que reprochó 
Dingler al «Círculo de Viena» en el prólogo de sus Grundlagen 
der Geometrie (1933), no tenía nada que ver con los esfuerzos 
del «Círculo de Viena», que eran puramente filosóficos. Reichen- 
bahc la rechazó (Erkenntnis, vol. 4, p. 75 s.) y también el pro­
fesor Schlick la rechazó expresamente ante mí.
3 Un informe sobre él en Erkenntnis, vol. 2, p. 86 s.
14
escuelas logísticas de Vársovia y Lemberg*. De aquí 
surgió un congreso internacional de Filosofía científica, 
que fue preparado en 1934 por Rougier, Reichenbach, 
Carnap, Frank y Neurath en una conferencia previa 
en Praga y que tuvo lugar en París en septiembre 
de 1935 en las aulas de la SobornaT. Fue promovido por 
el Gobierno francés y por Institutos científicos interna­
cionales de París; Russell y Enriques pronunciaron 
discursos de apertura; participaron aproximadamente 
170 miembros de más de 20 países, viniendo de Alema­
nia, aparte del grupo de Berlín, solamente el catedrático 
Scholz de Münster. Constituyó un gran éxito. La orien­
tación del Círculo de Viena, que encontró todavía una 
fuerte resistencia en el Congreso de Praga de 1929, fue 
ahora ampliamente reconocida. Enriques y el general 
Vouillemin advirtieron del peligro del dogmatismo y de 
un nuevo escolasticismo, Morris sobre la unilateralidad 
y Reichenbach sobre el peligro de aplicar precipitada­
mente a algo el calificativo de metafísica; algunos parti­
cipantes formularon objeciones contra concepciones 
aisladas. A propuesta de Carnap se nombró un comité 
para la unificación internacional del simbolismo lógico 
y en primer lugar de la terminología alemana; ef Con­
greso se declaró también dispuesto a promover y cola- 6 7
6 Una bibliografía de estas escuelas en Erkenntnis, vol. 5, 
p. 199 s.
7 Informe sobrela conferencia previa de Praga: Einheit der 
Wissenschaft, 1934. Informe sobre el primer congreso en París: 
Philosophie scientifique, París, 1935 y «Actes du Congris inter­
n a r de philosophie scientifique». (Actualités identifiques et 
industrielles, núm. 378-395, París, 1936). Informe sobre ambos 
congresos en Erkenntnis. vol. 5, p. 1 s., p. 377 s. Para este con­
greso aparecieron como introducciones: Vouillemin, La logique 
de la Science et l'école de Vienne. y Neurath, Le développement 
du cercle de Vienne et l'avenir de Vempirisme logique; ambas 
en París, 1935.
15
borar en la Enciclopedia internacional de la ciencia 
unificada, propuesta por Neurath*.
Al año siguiente, en julio de 1936, tuvo lugar un se­
gundo Congreso internacional «para la unidad de la 
ciencia» en Copenhague, que estuvo dedicado especial­
mente al problema causal, sobre todo en relación con 
la física y la biología cuánticas". Participaron unos 
cien miembros, provenientes de la mayoría de los paí­
ses europeos, siendo particularmente grande el número 
de los americanos; N. Bohr pronunció la primera con­
ferencia. En el discurso de apertura Jorgensen puso 
de relieve que la iniciativa de este Congreso y de los 
anteriores había partido del «Círculo de Viena» y que 
era éste el que había desarrollado las ideas fundamen­
tales del nuevo movimiento filosófico. Al año siguiente, 
en julio de 1937, se volvió a celebrar en París y en la 
Sorbona el tercer Congreso para la unidad de la cien­
cia, que sirvió para las discusiones de la proyectada 
Enclopedia10. Y de nuevo un año después, en julio 
de 1938, se organizó un cuarto Congreso para la Unidad 
de la Ciencia en Cambridge, en el que se trató del len­
guaje científico11. G. E. Moore pronunció el discurso 
de apertura, siendo también esta vez internacional la 
concurrencia. El último de tales Congresos tuvo lugar 
en septiembre de 1939 en América, en Cambridge, Mas- 
sachusetts. La guerra señaló entonces el fin. Fue un 
ascenso fulminante. El Círculo de Viena se había con­
vertido así en un movimiento filosófico internacional: 
el neopositivismo o neoempirismo.
Pero mientras tanto el Círculo de Viena había su­
frido dolorosas pérdidas. Feigl obtuvo en 1931 una cá­
* Aparecida ya en parte como Encyclopedia of Unified Scien­
ce, Chicago, 1938 s.
* Informe en Erkenntnis, vol. 6, p. 275 s., y Das Kausalpro- 
blem, Leipzig y Copenhague, 1937.
10 Informe en Zur Enzykiopadie der Einheitswissenschaft, 
La Haya, 1938.
11 Informe en Erkenntnis, vol. 7, p. 153 s.
16
tedra en la Universidad de Iowa, de donde pasó pos­
teriormente a la Universidad de Minnesota. En 1934 
murió inesperadamente el profesor Hahn. Camap mar­
chó en 1936 a América, nombrado doctor honoris causa 
por la Universidad de Harvard, y aceptó un nombra­
miento en la Universidad de Chicago 12. Y en el mismo 
año recibió el Círculo el golpe más fuerte: el profesor 
Schlick fue muerto a tiros en la Universidad por un 
antiguo discípulo, un psicópata con manía persecutoria. 
Fue una pérdida irreparable que Schlick fuese arreba­
tado de este modo al trabajo fecundo y se truncase 
su evolución, pues dejó mucho material incompleto e 
inacabado. Cesaron las reuniones del Círculo y éste se 
disolvió por completo en 1938 después de la anexión 
violenta de Austria a Alemania. Sus miembros se dis­
persaron en todas direcciones. Waismann y Neurath 
marcharon a Inglaterra, donde Waismann fue profesor 
universitario primero en Cambridge y luego en Oxford, 
y donde murió Neurath en 1946; Zilsel y Kaufmann se 
fueron a Norteamérica, donde Zilsel murió en 1943; 
Menger y Gódel habían aceptado ya anteriormente in­
vitaciones para ir allí. Erkenntnis se trasladó en 1938 
de Leipzig a La Haya, donde tomó el título The Journal 
of Unified Science (.Erkenntnis) en el volumen 8, pero 
a causa de la guerra hubo que suspender su publica­
ción en 1940. Se prohibió la compra de las obras del 
Círculo de Viena por razones políticas, ya que entre sus 
miembros había algunos judíos y porque la actividad 
de la Asociación «Ernst Mach» se consideraba «disol­
vente».
En Viena ya no había Círculo de Viena. Pero su 
orientación se defendía ahora en el extranjero, donde 
había ganado cada vez más terreno, sobre todo en los 
Estados Unidos, donde existía ya una orientación se­
12 Por tanto, Camap no «emigró a América», como lo inter­
preta G. Lehmann en Die deutsche Philosophie der Gegen- 
wart, 1943, p. 293.
17
mejante con Morris, Langford, Lewis, Bridgman, Na- 
gelu, donde Reichenbach y R. v. Mises encontraron 
sitio y donde ahora Camap en Chicago y Feigl en Min­
nesota continúan el trabajo. En Inglaterra, donde vive 
Russell como antepasado de todo el movimiento, el 
Círculo de Viena se continúa por Waismann en Ox­
ford y por Ayer y, en lo esencial, también por Pop- 
p er1* bis) en la Universidad de Londres, donde tam­
bién Miss Stebbing (f 1943) defendió una tendencia 
semejante u . Una continuación muy notable de su labor 
la encontró el Círculo de Viena en Finlandia, con Kaila, 
quien, como Ayer, participó personalmente de vez en 
cuando en los últimos tiempos del Círculo, y con 
G. H. v. Wright, que fue su discípulo y luego su colega 
en la Universidad de Helsinki y actualmente es cate­
drático en Cambridge. Por supuesto, los que entonces 
pertenecieron al Círculo de Viena no han permanecido 
en la antigua posición, sino qué han continuado avan­
zando y en parte la han superado.
Con el Círculo de Viena están vinculados también el 
profesor Jorgensen, de Copenhague, y el profesor Dürr, 
de Zürich; en Francia, el profesor Rougier, el general 
Vouillemin, M. Boíl, etc. Hubo igualmente relaciones 
con el Círculo de Viena/ allí donde se profesase la 
misma tendencia, al menos en parte; así con la escuela 
empirista de Upsala y el profesor Tegen de Lund1*, 
con las escuelas logísticas de Gottingen y Münster y 11 * 13 14 15
11 Que tiene su expresión en la revista Philosophy of Science,
Baltimore, 1930 s., y en el Journal of Symbolic Logic.
13 bis El Dr. Popper no participó en los últimos tiempos del 
Círculo de Viena, pero estuvo en contacto personal con varios 
miembros (Camap, Feigl, Kraft). El Dr. H. A. Lindemann, miem­
bro del Círculo, volvió a Buenos Aires, donde había vivido ante­
riormente y donde continúa escribiendo.
El Dr. Tscha Hung, que participó también en el Círculo de 
Viena, es ahora profesor en la Universidad Wuhan, Wuchang, 
China.
14 A la que servía la revista Analysis, Oxford, 1933 s.
15 Que se expresa en la revista Theoria, Lund, 1935 a.
18
con las efe Varsovia y Lemberg ,8, si bien ambas fueron 
disueltas por la guerra igual que el Círculo de Viena.
Sólo en Alemania no encontró difusión la orientación 
del Círculo de Viena. Mientras Russell, por ejemplo, 
emite sobre ella un juicio de gran aprecio17 e incluso 
personas alejadas no han desconocido su significa­
ción 1S, en Alemania ha sido rechazada de modo despec­
tivo y decidido, en la medida en que ha sido tomada en 
consideración **.
16 Con la revista Studia Philosophica, Lemberg. 1934-38. De 
las revistas extranjeras citadas, el autor no ha podido disponer 
más que de Theoria.
17 Russell, «Logical Positivista, 1946 (Polemic, vol. I). P. 7: 
El Circulo de Viena, «que proporcionó un raro ejemplo de 
colaboración fecunda entre filósofos», es caracterizado, igual que 
la escuela de Varsovia, como «del más alto nivel». «La escuela 
es admirable por su decisión de hacer filosofía científicamente, 
por su inflexible amor a la verdad y por su trabajo técnico en 
lógica, sintaxis y semántica.» «Pero, siendo tan grandes los 
méritos de la escuela, tienen una cierta estrechez y una cierta 
ceguera frente a algunos problemas de considerable importan­
cia», como respecto de la psicología, etc., (p. 12).
18 Asi Weinberg, An Examination of Logical Positivism, 1936, 
p. 294, dice después de una crítica: «Las investigaciones de 
lógica, matemáticas y de la esencia de los sisteméis científicos 
realizadas por los positivistas lógicos son a pesar de esto de lamayor importancia. Parece justificado afirmar que estos estu­
dios nos han proporcionado la visión más clara hasta hoy de la 
lógica y de los sistemas científicos y es aquí donde hay que 
ver el mérito más evidente del positivismo lógico.» Y Petzall, 
«Der logische Positivismus», 1931 (Giiteborgs Hogskolas Ars- 
skrift. 37), p. 36: «Las objeciones aqui formuladas no nos im­
piden creer que una revisión del lenguaje científico, tal como 
la que intenta el Círculo de Viena para la concepción científica 
del mundo, sería de un valor extraordinariamente alto.»
18 Así por Heimsoeth en el Lehrbuch der Geschichte der 
Philosophie de Windelband, publicado nuevamente por él, 1935, 
p. 574 (trad. española: Manual de Historia de la Filosofía, Ed. 
Ateneo, México, 1960, p. 599): «El hombre, el espíritu, la historia 
son considerados desde una pretensión metódica y cognoscitiva 
fijada de antemano y supuestamente libre de todo dogma onto- 
lógico y, en último término, son ignorados en lo esencial». Y por
19
Schlick discutió las acusaciones contra el Círculo de 
Viena en su ensayo «L’école de Vienne et la philosophie 
traditionelle»30: «Se reprocha frecuentemente a la es­
cuela de Viena el que no está compuesta por filósofos, 
sino por enemigos de la filosofía. Las doctrinas de esta 
escuela, se dice, no contribuyen en nada al desarrollo 
ni al progreso de la filosofía, sino más bien a su diso­
lución.» Pero sólo puede hablarase así si se equipara 
la filosofía con la metafísica. Y la negación de la meta­
física es claro que no fue inventada por el Círculo de 
Viena31. Las comprensivas palabras que tiene Schlick 
en el mismo ensayo para con la filosofía histórica son 
un testimonio de que el reproche de menosprecio de 
la filosofía no es exacto33: «Los 'anti-metafísicos' son 
injustos muchas veces con la fiosofía tradicional al de­
clarar que es simplemente una colección de pseudo- 
problemas. Yo pienso, por el contrario, que tenemos 
pleno derecho a estar orgullosos de que nuestros pen- 
somientos sean el resultado de un largo desarrollo his­
tórico del espíritu humano.» «Frente a los sistemas del 
pasado mostraremos una comprensión histórica; sus 
dogmas ya no nos alteran; podemos admirar con la 
conciencia tranquila las épocas grandiosas de una hu­
manidad que en la búsqueda y en la equivocación de-
Del Negro en Die deutsche Philosophie der Gegenwart, 1942, p. 8: 
«El neopositivisino emprendió la lucha más violenta no sólo 
contra la metafísica, sino contra todo esfuerzo filosófico en 
general.» «Intenta dar a sus afirmaciones la apariencia de exac­
titud insuperable mediante la vestidura logística. La novedad 
respecto a Mach se halla en el fondo solamente en el campo 
del formalismo.» Y por Gerh. Lehmann en Die deutsche Philo­
sophie der Gegenwart, 1943, que sólo trata de Camap (ver pos­
teriormente la cita en la p. 119) y también por Bochenski. Euro- 
paische Philosophie der Gegenwart, 1948, p. 62 s. Sólo el juicio 
de E. v. Aster, Die Philosophie der Gegenwart, 1935, p. 177 s., 
constituye una excepción.
24 Gesammelte Aufsdtze, 1938, p. 390.
*» tbid., p. 391.
22 Ibid., p. 394.
20
muestra una voluntad profunda para la verdad.» No 
debe juzgarse la posición del Circulo de Viena respecto 
de la filosofía tradicional solamente por las manifes­
taciones de los radicales. Es indudable que quien vea 
en la filosofía la confesión de una sabiduría personal 
sobre el mundo y la vida, de una interpretación sub­
jetiva sobre ellos, o quien busque en ella la construc­
ción especulativa de un principio oculto e inexperímen- 
table del mundo o la poesía conceptual de una novela 
cósmica, éste no podrá considerar a la filosofía tal 
como la entiende el Círculo de Viena más que como 
una degeneración. Pues en este sentido, la filosofía ex­
cluye todo lo que no puede obtenerse por la vía cientí­
fica. Pero sólo entonces se puede superar la diversidad 
y variabilidad subjetiva y sólo entonces se puede pre­
tender lograr generalidad y resultados duraderos.
21
SEGUNDA PARTE
LA LABOR DEL CIRCULO DE VIENA
Debido a su composición, el Círculo de Viena no es­
taba dominado por concepciones tan uniformes como 
las de un mero círculo de discípulos que aceptase sim­
plemente las opiniones del maestro, pues al menos sus 
miembros más importantes eran pensadores indepen­
dientes. Había una orientación radical, representada 
sobre todo por Neurath, qüe actuó por eso muchas ve­
ces como estímulo y a veces indujo a error, orientación 
a la que se adherieron frecuentemente Hahn y también 
Carnap, y una más moderada a la que pertenecía 
Schlick. Había toda clase de diferencias de detalles, al­
gunas de las cuales se aluden en el ensayo de Schlick 
«L'école de Vienne...»1. Tampoco era unánime la posi­
ción frente a las tesis de Wittgenstein ni lo era en la 
teoría de la probabilidad. Pero se estaba de acuerdo 
en lo fundamental.
Existía una orientación fundamental común: la cien- 
tifícidad de la filosofía. Las rigurosas exigencias del 
pensamiento científico han de valer también para la
1 Véase, p. ej.. la polémica de Schlick contra el radicalismo 
de Neurath en lo relativo a la filosofía, en el estudio «L'école 
de Vienne et la philosophie traditionelle», 1937, (Gesammelte 
Aufsdtze, p. 391, 392, 395); y la polémica de Neurath contra la 
«constatación» de Schlick en «Radikaler Physikalismus u. 
"Wirkliche Welt’’.» (Erkenntrds, vol. 4, 1934, p. 346 s.).
23
filosofía. La claridad unívoca, el rigor lógico y la fun 
damentación suficiente son imprescindibles en ella, 
como lo son en las restantes ciencias. Las afirmaciones 
dogmáticas y las especulaciones incontroladas, tan ex­
tendidas todavía hoy en la filosofía, no deben presen­
tarse en ella. Con ello venia dada también la oposición 
contra toda metafísica dogmático-especulativa. La me­
tafísica había de ser eliminada por completo. Esta era 
la razón de que el Círculo de Viena estuviese vinculado 
con el positivismo.
Pero por encima de esta actitud general había tam­
bién una amplia coincidencia en las concepciones fun­
damentales. Así en el empirismo, tal como era defen­
dido por Russell principalmente, y en la repulsa del 
apriorismo unida a él. En este sentido, no puede haber 
juicios sintéticos a priori. Los enunciados sobre hechos 
sólo pueden valer en virtud de la experiencia. Una co­
munidad todavía más estrecha en cuanto a los funda­
mentos la proporcionaba la nueva lógica, tal como la 
habían desarrollado Whitehead y Russell hacía más de 
diez años. La filosofía del lenguaje desarrollada por 
Ludwig Wittgenstein en su Tractatus logico-phitosophi- 
cus, 1922 *, partiendo de la obra de Russell y Whitehead, 
constituía otro punto de partida común. En la discu­
sión de sus pensamientos, en la que éstos fueron per­
feccionados, transformados y en parte superados, se 
desplegó una gran parte del trabajo del Círculo de 
Viena.
De acuerdo con esto, el interés se dirigía en primer 
término hacia cuestiones lógicas, de teoría del conoci­
miento y de filosofía del lenguaje, pero también se 
trataron cuestiones relativas a una imagen científica 
del mundo. Debido a esta amplia coincidencia no hubo
3 Publicado primero como «I.ogisch-philosophische Abhand- 
lung» en los Annalen der Naturphilosophie, año 1921. (Versión 
española de E. Tierno Galván; Madrid, 19S7.)
24
necesidad de realizar previamente la larga y penosa 
tarea de ponerse de acuerdo sobre los fundamentos 
de la discusión y se pudo entrar directamente a las 
cuestiones especiales. Esta fue la razón de la desacos­
tumbrada fecundidad de esta comunidad de trabajo.
25
A. EL LOGICISMO
I. LOGICA Y MATEMATICA
La nueva lógica tenía un significado especial para 
el Círculo de Viena, cosa que se pone de manifiesto en 
las designaciones que se han dado al Círculo de Viena: 
«neopositivismo logístico» o «empirismo lógico» l.
Desde la segunda mitad del siglo xix la lógica expe­
rimentó una transformación y una ampliación que la 
colocaron lejos de la lógica tradicional. Aquello en lo 
que se diferencia lanueva lógica de la antigua1 2 con­
siste, por una parte, en la utilización de símbolos en 
la logística, por analogía con las matemáticas, y por 
otra, en una ampliación de la lógica con un campo 
completamente nuevo: las relaciones y las funciones 
preposicionales, es decir, proposiciones con lugares va­
cíos que se designan mediante variables, aparte del cam­
po de las propiedades, que era el único considerado hasta 
ahora. La reconstrucción material de la lógica partió
1 Véase posteriormente pp. 35-36.
2 Véase para esto Carnap, «Die alte und die neue Logik», 
Erkermtnis, vol. 1, 1930/31, p. 12 ss.; K. Menger, «Die alte u. die 
neue Logik», 1933, en Krise u. Neuaufbau in den exakten Wis- 
senschaften, fascículo 1; Jorgensen, A treatise on Formal Lope, 
vol. I, 1931. (El artículo de Carnap está recogido en la obra 
El positivismo tógico, compilada por A. J. Ayer. Versión es­
pañola publicada en México, en 1965, por Fondo de Cultiva 
Económica.)
27
de los matemáticos, a los que les resultaba insuficiente 
la lógica tradicional para la elaboración rigurosa de la 
matemática. Las proposiciones matemáticas no con- 
cuerdan con el esquema del juicio de la lógica clásica: 
sujeto-cópula-predicado, ya que expresan relaciones. Los 
enunciados que atribuyen un predicado a un sujeto son 
sólo idóneos para propiedades, para clases. Las relacio­
nes, que consisten en la conexión de dos o más miem­
bros, no pueden expresarse adecuadamente de este 
modo. Y las series, tan importantes en matemáticas, 
sólo pueden construirse mediante relaciones (irrever­
sibles transitivas). Por tanto, había que desarrollar una 
teoría lógica de las relaciones. Al realizar la construc­
ción lógica de la matemática surgieron también dificul­
tades lógicas al producirse antinomias que en parte 
eran de carácter lógico general, razón por la cual re­
sultaba también necesaria una reforma de la lógica. 
La nueva forma de la lógica encontró su realización 
amplia y definitiva en la gran obra Principia mathema- 
tica de Russell y Whitehead, vol. I-III, 1910-13, 2í edi­
ción, 1925-7. La nueva lógica es cultivada y proseguida 
no sólo por los discípulos de Russell (Wittgenstein, 
Ramsay), sino también por las escuelas logísticas pola­
cas de Varsovia, Lemberg y Cracovia, y también por 
Hilbert y sus discípulos, por H. Scholz en Münster y 
K. Dürr en Zürích, por Jórgensen en Copenhague, Kaila 
en Helsinki, y en los Estados Unidos.
La nueva lógica, la logística, es muy superior a la 
lógica tradicional, tanto material como formalmente. 
No sólo está incrementada con ámbitos esenciales, sino 
que los antiguos están también concebidos de un modo 
más riguroso y sistemático. Y con el simbolismo se ha 
creado una forma de exposición mediante la cual se 
fijan los conceptos y enunciados y las reglas de su 
conexión con precisión matemática. De este modo se 
hace posible un puro operar formal sin tener en cuenta 
el contenido, un cálculo con conceptos y enunciados. 
Mediante esto se logra una claridad y un rigor que
28
están excluidos al utilizar el lenguaje natural. Se evi­
tan los equívocos, se descubren los supuestos inad­
vertidos, se garantizan el rigor y la consecuncia. Ver­
dad es que la utilización de la logística tiene unos 
límites sensibles en el hecho de que sus fórmulas se 
hacen muy pronto demasiado complicadas. «Sería prác­
ticamente imposible dar a toda deducción la forma de 
una inferencia completa en el cálculo lógico, es decir, 
analizarla en pasos concretos de tal tipo que cada 
paso sea la utilización de una de las reglas de trans­
formación del cálculo, incluida la definición. Una refle­
xión usual de un par de segudos requeriría entonces 
días enteros. Pero lo esencial es que esta resolución 
es teóricamente posible y también lo es prácticamente 
para una pequeña parte del proceso. De este modo, 
cualquier punto crítico puede ser colocado bajo la lupa 
lógica.» «Si varias personas quieren ponerse de acuerdo 
sobre la corrección formal de una inferencia dada, pue­
den dejar de lado todas las diferencias de opinión 
sobre cuestiones materiales o cuestiones de interpreta­
ción. Sólo tienen que investigar si la serie de fórmulas 
dada cumple las reglas formales del cálculo»*.
Partiendo del sistema de la nueva lógica, se deriva 
la matemática por Russell y Whitehead en los Principia 
mathematica. Sólo con los conceptos lógicos primiti­
vos y en virtud de los principios lógicos, con la adición 
de dos nuevos, el axioma de infinitud y el axioma de 
elección, se constituyen los conceptos primitivos ma­
temáticos, los números, naturales y ampliados, y los 
conceptos del análisis y de la teoría de conjuntos. Se 
desarrolla así la matemática como una rama de la ló­
gica y, en consecuencia, lo qué es válido para la lógica, 
es válido también para la matemática.
La nueva lógica y su relación con la matemática tu-
* Camap, «Foundations of Logic and Mathematics», 1939. (In­
ternational Encyclopedia of Unified Science, vol. I, núm. 3.)
29
vieron un significado decisivo en la actitud filosófica 
del Circulo de Viena. Consiguió así la comprensión 
adecuada de la peculiaridad de la lógica y de la mate­
mática, comprensión que hasta entonces le había fal­
tado al empirismo. Este había creído, en la formulación 
clásica de J. St. Mili y Spencer que todavía tiene de­
fensores4, que tenía que fundamentar también la ma­
temática y la lógica en la experiencia. Estas son sola­
mente sus generalizaciones supremas, las leyes del ser 
y del pensar, completamente abstractas y formalizadas. 
De este modo, contendrían también leyes naturales, con 
lo que serían inductivas y, por tanto, ¡refutables por 
la experiencia!
Esta concepción es completamente insostenible. Si 
las proposiciones matemáticas y la experiencia no coin­
ciden, a nadie se le ocurre considerar refutadas las 
proposiciones matemáticas y corregirlas de acuerdo 
con la experiencia. Más bien consideramos los teore­
mas como más seguros que nuestras cuentas y medi­
ciones, pues si éstas salen de otro modo, pensamos que 
las mediciones no son suñcientemente exactas y que las 
cuentas están equivocadas. Esto demuestra que la ma­
temática no descansa en la experiencia, sino que tiene 
validez de un modo completamente autónomo. Por su 
parte, la lógica puede inferirse de la experiencia en 
una medida igualmente escasa, pues está ya presupues­
ta en toda experiencia metódica. Por tanto, la lógica 
no podría modificarse nunca por nuevas experiencias. 
Lógica y matemática pueden reducirse genéticamente 
a experiencias, es decir, a conjuntos de vivencias; éstas 
habrán proporcionado el estímulo para su formación; 
pero al hacerlo se han construido sistemas completa­
mente autónomos, independientes por completo de la
4 P. ej., Bross y Bowdery, «A realistic criticism oí a contem- 
porary philosophy of logic», 1939 (Philosophy of Science, ved. 6, 
p. 105 s.); sobre ello, V. Kraft, «Logik u. Erfahmng», 1946 (The»■ 
ña, vol. 12, p. 205 s.).
30
experiencia en su validez. Valen a priori, siempre que 
con esto no se entienda más que «independiente de la 
experiencia». Esto no puede pasarse por alto.
Comprender esto significó hasta entonces una obje­
ción decisiva contra el empirismo, que se hacía insos­
tenible para quien pensase así. La salida del dilema: 
abandono del empirismo o interpretación errónea de 
la lógica y de la matemática, fue el Círculo de Viena el 
primero en señalarla*: la lógica y la matemática no 
enuncian nada sobre la realidad experimentable. La 
lógica no contiene ningún conocimiento, no proporcio­
na los principios del ser, sino los fundamentos del or­
den de los pensamientos. Las relaciones lógicas son 
relaciones meramente mentales; no existen como rela­
ciones fácticas dentro de la realidad, sino sólo como 
relaciones dentro del sistema de representación. Por 
ejemplo, las clases no son nada real, sino que son la 
reunión en el pensamiento. Y a la negación no le co­
rresponde tampoco en el mundo circundante un hecho 
peculiar que se halle junto al positivo.Puesto que las 
relaciones lógicas son puramente formales, pueden com­
probarse con completa independencia del significado 
especial de las frases, del hecho concreto. Por tanto, 
no pueden enunciar absolutamente nada sobre el ser. 
Lo que contiene la lógica son los principios de la orde­
nación dentro de la representación simbólica. En el 
pensamiento formulado verbalmente se coordinan a los 
objetos y a sus relaciones símbolos y conjuntos de 
símbolos. Estas coordinaciones no son unívocas, de 
tal modo que a cada objeto y a cada relación le corres- 1
1 Sobre esto, Hahn, «Logik, Mathematik u. Naturerkennen», 
1933 (Einheitswissenschaft, fase. 2) y en Erkenntnis, vol. 1 (1930- 
1931), p. 97 s., vol. 2 (1931), p. 135 s. Que la lógica y la mate­
mática no enuncian nada sobre el mundo, siendo reglas de 
transformación y relaciones internas del simbolismo, es cosa 
que se remonta a Wittgenstein. (Parte del trabajo de Hahn 
mencionado en esta nota está recogido en el libro El positi­
vismo lógico, citado en pág. 27, nota 2.)
31
ponda sólo un símbolo y viceversa, sino no uniformes, 
de tal modo que al mismo objeto le corresponden va­
rios símbolos o complejos de símbolos, pero no a la 
inversa. Es posible, pues, transformar entre sí los com­
plejos de símbolos que designen todos el mismo objeto 
o el mismo hecho. Lo que la lógica contiene son las 
reglas de tales transformaciones. Como lógica pura, 
formula leyes dentro del simbolismo únicamente, no 
leyes del mundo de la experiencia. El conocido princi­
pio lógico «lo que es válido para todas las cosas, es 
válido también para cada una en particular» se limita 
a describir el mismo hecho mediante dos simbolizacio­
nes diferentes, a saber, mediante «todas» y «cada una 
en particular». Pero «no es una propiedad del mundo 
que lo que vale para todas las cosas sea válido también 
para cada una de ellas»8.
Puesto que la matemática puede s.er derivada de la 
lógica, participa de su carácter. Tampoco la matemá­
tica enuncia ningún hecho. Los números no significan 
en pura matemática, sin tener en cuenta su aplicación, 
objetos del mundo de la experiencia y la geometría 
no describe el espacio real, pues hay varias geometrías 
mutuamente excluyentes. No puede decidirse de ante­
mano cuál de ellas es válida en el mundo de la expe­
riencia. Se desarrollan, pues, por sí, con independencia 
de si son válidas allí o no. Tampoco se ocupan de 
objetos empíricos, sino de creaciones ideales, tales como 
el punto inextenso, etc. Una igualdad como el cono­
cido ejemplo de Kant 7 + 5 = 12 no se refiere a ningún 
hecho real, proporcionando solamente una transforma­
ción de los grupos de unidades en un grupo único se­
gún las reglas del cálculo. Ni estas unidades son cosas 
de la realidad ni las reglas del cálculo son sus leyes 
naturales, sino que en los números se reúnen clases de 
elementos posibles cualesquiera y las reglas del cálculo 
son las reglas de transformación de tales clases en •
• Hahn en Erkenntnis, vol. 2, 1931, p. 137.
32
otras, reglas que han sido establecidas por Dosotros 
Con ello sólo se agrupan de otro modo las mismas uni­
dades. Se permanece, pues, por completo dentro del 
sistema de representación, dentro de un orden pura­
mente ideal8.
Entendidas de este modo, la lógica y la matemática 
no presentan ya ninguna dificultad por su validez a prio- 
tí. Puede aceptarse sin más tal validez porque no se 
refiere en modo alguno a la experiencia, sino a la re­
presentación simbólica. Las proposiciones de la lógica 
y de la matemática no pueden tomarse como conoci­
mientos de la realidad, sino sólo como modos de trans­
formación dentro del simbolismo, a los cuales corres­
ponde o debe corresponder siempre en la realidad uno 
y el mismo hecho. Su validez apriorística descansa en 
decisiones que sólo se extienden al campo de la sim­
bolización y por eso pueden alcanzar validez objetiva, 
ya que no establecen ninguna regularidad del mundo 
de la experiencia, sino sólo las de la representación.
Las proposiciones de la matemática no son sintéti­
cas, como pensaban Kant y Mili, sino analíticas; puede 
saberse que son verdaderas (o falsas) en virtud única­
mente de las definiciones de los conceptos de que es­
tán formadas; contienen meras tautologías, como llama 
Wittgenstein a las proposiciones que puede saberse que 
son verdaderas sólo por su forma lógica. El carácter 
analítico de la matemática resulta ya con toda claridad 
de su estructuración en sistemas deductivos, tal como 
se ha realizado desde la segunda mitad del siglo xix. 
Su validez apriorística se explica por su carácter analí­
tico. La matemática se refiere solamente a la conexión 1
1 Cuando Schlick (Gesammelte Aufsatze, p. 145 y 222) lo ex­
presa diciendo que la matemática sólo tiene que ver con la com­
binación de «signos», lo que estos signos designan son preci­
samente grupos de unidades, o más exactamente: clases de 
clases (o conjuntos).
■ Sobre esto también V. Kraft, Mathematik, Logik u. Er- 
fahrung, 1947.
33
de pensamiento, no a la realidad experiencial. No se 
necesita, por tanto, buscar una razón de la validez de 
los juicios sintéticos a priori ni recurrir para ello a 
la «razón pura» ni a la «intuición pura», ni a la intui­
ción o la evidencia, ni a la experiencia. Las relaciones 
analíticas son relaciones lógicas, no relaciones empí­
ricas, y las relaciones lógicas son únicamente relacio­
nes dentro de un sistema de representación. La validez 
independiente de la lógica se comprende por el hecho 
de que no contiene los principios del mundo, sino los 
del pensamiento sobre el mundo. Se hace así justicia 
sin dificultad a la autonomía de la lógica y de la mate­
mática frente a la experiencia.
Es claro que el Círculo de Viena no fue el primero 
en descubrir la validez autónoma de la lógica y de la 
matemática; la idea es antiquísima. También se encon­
tró ya con el conocimiento del carácter analítico de la 
matemática. Couturat lo expuso detalladamente* y ya 
antes lo había defendido Brentano>0. Pero los filósofos 
que reconocieron antes que él el carácter apriorístico 
de la lógica y de la matemática, defendieron también 
usualmente un apriorismo y un racionalismo dogmá­
ticos para el conocimiento de la realidad. Por su parte, 
el empirismo desconoció su. carácter apriorístico. Sólo 
el Círculo de Viena supo unir este conocimiento con el 
empirismo. Es esta una solución de extraordinaria sig­
nificación11. El empirismo experimenta con ello una 
corrección fundamental. Su anterior pretensión de de­
rivar y fundamentar todo conocimiento y toda ciencia 
en la experiencia queda abandonada. El empirismo se
* Couturat, Les principes des mathématiques, 1905. Die Prin- 
zipien der Mathematik, 1908.
10 Brentano, Versuch iiber die Erkenntnis. Publicado por 
Kastil. 1925.
11 Schlick designa la comprensión de la esencia de la lógica, 
de su «relación con la realidad y la experiencia» como «el pro­
greso más importante de la filosofía» (Gesammelte Aufsatze, 
P- 223).
34
limita al conocimiento de hechos. Todos los juicios sin­
téticos no pueden tener validez más que en virtud de 
la experiencia; no hay para ellos ningún otro funda­
mento de validez. Este núcleo del empirismo es el que 
se conserva. El reconocimiento de la validez apriorís- 
tica de la lógica y la matemática, por el contrario, no 
tiene como consecuencia ningún racionalismo en el co­
nocimiento de hechos, pues ninguna de ambas enuncia 
nada sobre hechos. Con ello se realiza una reforma 
trascendental del empirismo, sólo mediante la cual que­
da establecido sobre fundamentos sostenibles. En cierto 
aspecto, de este modo se conserva el dualismo de racio­
nalismo y empirismo; hay dos clases fundamentales 
de enunciados: la de los que valen con independencia 
de la experiencia y con necesidad; son válidos única­
mente en virtud de la lógica; son siempre proposiciones 
analíticas, pero que no enuncian nada sobre hechos 
—y hay enunciados sobre hechos, proposiciones sinté­
ticas, que sólo valen en virtud de la experiencia,re­
futables. Pero no se trata de ningún dualismo absoluto, 
como anteriormente. El conocimiento racional no abre 
a otro mundo distinto del empírico; no es ningún racio­
nalismo metafísico. La lógica misma puede volver a 
ser introducida en el ámbito empírico considerándola 
pragmáticamente como un tipo determinado de com­
portamiento metódico12 *.
Esta limitación del empirismo se expresa en la de­
signación de la orientación del Círculo de Viena como 
«empirismo lógico»u. A su favor se declararon tam­
bién sus miembros más importantes, como Schlick14
12 Véase Morris, Ch. W., «The Relation of the Forma] and 
Empirical Sciences within Scientifie Empiricism», 1935 (Erkennt- 
nis, vol. 5, p. 6 s.).
J* Así G. H. v. Wright, Den logiska empirismen, Helsing- 
fors, 1943.
14 Gesammelte Aufsatze. p. 342: «Preferiría llamarle empiris­
mo consistente.»
35
y Carnap ,s. Este objetó contra la denominación de «po­
sitivismo lógico»l#, o también «neopositivismo»1T, con 
la que suele designarse esta orientación, que «sugiere 
una dependencia demasiado estrecha respecto del anti­
guo positivismo, especialmente del de Comte y Mach»ls. 
Pero una objeción completamente análoga podría ha­
cerse también contra la designación como «empiris­
mo». La diferencia frente al antiguo empirismo no es 
aquí menos significativa. Sin embargo, con el positi­
vismo histórico tiene en común el Círculo de Viena la 
atribución de todo conocimiento positivo a las ciencias 
particulares y la de la filosofía a la teoría de la cien­
cia 1#.
II. EL ANALISIS LOGICO DEL LENGUAJE
La nueva lógica se desarrolló para la elaboración teó­
rica de la matemática; en el Círculo de Viena se con­
virtió en el instrumento de la teoría de la ciencia en 
general. En cuanto lógica aplicada, frente a la lógica 
pura, dio precisión al método de las investigaciones 
filosóficas *. El modo y manera de sus investigaciones
» «Testability and Meaning», p. 422: «Tal vez sea adecuada la 
designación de 'empirismo científico'.»
IS Así Morris, Logical Positivism, Pragmatism and Scientifit 
Empiricism, 1937. Der logische Positivismos, 1931. Weinberg, An 
Examination of Logical Positivism, 1936. Blumberg y Feigl, «Lo­
gical Positivism», 1931 (Journal of Philosophy, 28).
11 Kaila, Der logische Neopositivismus, 1931; también en As­
ter, Die Philosophie der Gegenwart-, 1935.
18 «Testability and Meaning», p. 422.
»• Weinberg (loe. cit., p. 2 s.) hace una investigación más 
detallada de la preparación histórica del neopositivismo. (Ver­
sión española, p. 17 s.)
> Sobre esto. Carnap, «Die Aufgabe der Wissenschaftslogik», 
1934 (Einheitswissenschaft, fase. 3); Carnap, «Von der Erkennt- 
nistheorie zur Wissenschaftslogik» (Actes du Congrés infernal.
36
le venía determinando al Círculo de Viena por la exi­
gencia de la cientificidad de la filosofía. Dos eran prin­
cipalmente los grupos de problemas de que se ocu­
paba: el análisis del conocimiento y los fundamentos 
teóricos de la matemática sobre todo, pero también los 
de las ciencias naturales y los de la psicología y de la 
sociología.
La teoría del conocimiento era hasta entonces nor­
malmente una confusa mezcla de investigaciones psi­
cológicas y lógicas, y también lo fue inicialmente en 
varios trabajos del Círculo de Viena mismo. Las inves­
tigaciones psicológicas pertenecen al conocimiento de 
hechos y, por tanto, han de realizarse con los métodos 
de la ciencia empírica, razón por la que se separan de 
la teoría del conocimiento. Esta sólo puede consistir 
en el análisis lógico del conocimiento, en la «lógica de 
la ciencia», como se la designó en el Círculo de Viena 
por razones de claridad.
Los fundamentos y los conceptos fundamentales de 
las ciencias particulares se refieren al espacio y el 
tiempo, a la causalidad y el determinismo, etc. Por ello 
no puede tratarse de un análisis empírico de estos con­
ceptos, pues tal análisis es asunto de las ciencias par­
ticulares, sino únicamente de un análisis lógico. Las 
contestaciones a las preguntas que conciernen a los 
hechos pertenecen a una ciencia particular; no son, 
pues, preguntas filosóficas. Las preguntas de la filosofía 
sólo pueden ser las que se hacen acerca de la estruc­
tura lógica del conocimiento científico.
Investigar el conocimiento científico en su estructu­
ra lógica significa investigar cómo se relacionan entre 
sí sus conceptos y enunciados, cómo unos conceptos 
están incluidos en otros, cómo los enunciados pueden
de philosophie scientifique. Parts, 1935. I. Phitosophie scientifí 
que et Empirisme togique. 19361; Carnap, «Die Methode der 
logische Anaiyse» (Actes du Se Congris intem. de Phitos., 1936, 
p. 142 s.); Waismann, «Was ist logische Anaiyse?» (Erkenntnis, 
vol. 8, 1939-40, p. 265 s.).
37
inferirse unos de otros, y cuestiones semejantes. En 
tales investigaciones, en el análisis lógico de los con­
ceptos, proposiciones, demostraciones, hipótesis y teo­
rías de la ciencia consiste la tarea de la teoría del cono­
cimiento y de la filosofía en general. Sólo aquí tiene 
su campo propio. Con ello queda determinada por su 
objeto, su tarea y su método. Y este campo es más 
amplio que el de la teoría del conocimiento usual. Con­
tiene preguntas del tipo de2: ¿tienen el mismo signi­
ficado dos conceptos C, y Cz definidos de modo dis­
tinto? ¿Tienen el mismo significado las dos proposicio­
nes distintas P, y P_? ¿Se deduce la proposición Pa de 
la proposición P, de modo puramente lógico? ¿O en 
virtud de una ley natural? ¿Es o no compatible la teo­
ría T, con la teoría Tz? Si son compatibles, ¿está con­
tenida T„ en T, o excede T2 a T,? Y si sucede esto 
último, ¿mediante qué elementos? O con ejemplos con­
cretos: «el principio de la constancia de la velocidad 
de la luz en la teoría de la relatividad, ¿es una estipu­
lación o una frase sobre hechos?, ¿contiene la teoría 
general de la relatividad una contradicción lógica?» 
«¿Cuál es el sentido de las proposiciones probabilita- 
rias?» Y puesto que la ciencia presupone el conoci­
miento cotidiano, usual, en su base experimental, la 
lógica de la ciencia equivale al análisis lógico del cono­
cimiento en general.
El conocimiento se expresa en formulaciones lingüís­
ticas. Sólo mediante ellas se fija y objetiva su conte­
nido intelectual, adquiere una forma fija y duradera y 
se hace comunicable. Pero el lenguaje no tiene sim­
plemente la función de la comunicación, no se limita 
a servir a la comprensión intersubjetiva, sino que es ya 
indispensable de un modo puramente solipsista como 
medio de representación. Sin el lenguaje no podría 
desarrollarse y dominarse la pluralidad de los concep­
tos y de los contenidos enunciativos. El lenguaje cons-
2 Camap, Die Aufgabe der Wissenschaftslogik, 1934, p. 6. 
38
tituye por así decirlo el cuerpo del conocimiento. Sólo 
con su ayuda puede elaborarse éste. El análisis lógico 
del conocimiento científico ha de realizarse, por tanto, 
sobre su formulación lingüística. Si la investigación de 
los hechos, es decir, de aquello que se representa me­
diante el lenguaje, corresponde a las ciencias particu­
lares, el análisis lógico se orienta hacia cómo se repre­
sentan en el lenguaje los hechos mediante conceptos 
y enunciados. El análisis del lenguaje constituye el 
campo propio de la lógica de la ciencia. El análisis 
lógico de una expresión consiste en incardinarla en 
un determinado sistema lingüístico, sistema que ha de 
estar ñjado mediante la indicación de sus determina­
ciones esenciales*.
Naturalmente, en este análisis no se investiga el len­
guaje en el sentido de la lingüística. No se trata de 
uno de los lenguajes utilizados realmente, sino de un 
lenguaje con una forma simplificada y perfeccionada. 
Es la estructura de un lenguaje en general, lo que se 
necesita en cualquier lenguaje para la expresión de los 
pensamientos. El lenguaje sirve, aparte de para la re­
presentación, también para lo expresión de sentimien­
tos y actitudes. El análisis lógico sólo tiene que ver 
con la representación. No se considera el lenguajeni 
psicológica ni sociológicamente, sino respecto de las 
condiciones de un sistema de representación en gene­
ral. Es esto lo que aquí quiere decirse con «lenguaje».
Lenguaje en este sentido es representación de un cam­
po de objetos mediante un sistema de signos, sobre 
todo mediante formas orales y escritas, pero también 
mediante gestos, como en el lenguaje de los sordomu­
dos, mediante señales con banderas, etc. Los signos 
tienen un sigificado y precisamente por ello son signos 
y no meramente sonido o figura. Remiten fuera de 
ellos mismos, se refieren a contenidos conceptuales y
* Camap, «Die Methode der logischen Analyse» (Actes du Se 
Congrés internet, de Philosophie á Prague, 1934, 1936), p. 124 s.
39
enunciativos, los representan. Por esta razón, una in­
vestigación del lenguaje no representa todavía una se­
paración de lo esencial, del contenido intelectual, pues 
en la estructura del lenguaje se muestra la estructura 
del pensamiento, por lo cual ésta puede ser compren­
dida en aquélla. Y esta captación será tanto más cla­
ra cuanto más precisamente se formulen los pensamien­
tos sobre el lenguaje. La significación de la logística 
para el análisis del lenguaje consiste en este resultado. 
Es así como se justifica su aplicación; no se limita a 
ser una mera «vestidura».
El lenguaje como sistema de signos puede conside­
rarse bajo dos puntos de vista: por una parte, tenien­
do en cuenta que el lenguaje representa algo y lo que 
representa; por otra parte, desde el punto de vista del 
cómo, de qué modo representa algo. En el primer caso 
se trata del contenido significativo de los signos, de 
su función semántica; en el segundo, del modo de com­
binarse, de sus reglas sintácticas. El primero se ocupa 
también del vocabulario de un lenguaje; el segundo 
sólo de su gramática. Ambos son imprescindibles 
para é l4.
Pero a veces puede considerarse también un len­
guaje sin tener en cuenta su función significativa, de 
un modo puramente exterior, atendiendo a la forma 
de sus signos y combinaciones de signos. Frente a la 
consideración material aparece entonces la formal. Me­
diante ella se ponen de relieve sus propiedades estruc­
turales formales, sobre las que se basa su función de 
representación.
Cuando se explica la construcción de un lenguaje, 
cuando se indican sus formas esenciales mediante defi­
4 Camap distingue ahora en una investigación del lenguaje 
los puntos de vista «pragmático», «semántico» y «sintáctico». 
(Introduction to Semantics, 1942; vol. 2, 1947). (Versión espa­
ñola en preparación por el Patronato de Publicaciones del Ins­
tituto Politécnico Nacional, de México.)
40
niciones y reglas, se está hablando sobre el lenguaje 
mismo. Saber si es siquiera posible hablar sobre el 
lenguaje y cómo es posible, es algo sobre lo que varió 
mucho de la opinión en el Círculo de Viena. El len­
guaje mismo ocupa entonces el puesto que en los demás 
casos tienen los objetos sobre los que se hacen enun­
ciados. Por tanto, se consideraba necesario, junto al 
lenguaje que se representa, otro segundo lenguaje por 
medio del cual pueda ser representado el primero, un 
«metalenguaje». Pero para determinar la construcción 
del metalenguaje se necesita ahora un nuevo lenguaje 
y para hablar sobre éste, otro más, y así hasta el infini­
to. En cambio, Wittgenstein declaró imposible que se 
pudiesen hacer siquiera enunciados sobre el lenguaje ®. 
Lo formal del lenguaje no puede ser enunciado; se 
muestra meramente. Que las proposiciones se contra­
dicen o que una resulta de otra, es algo que se muestra 
en su estructura lógica. Sólo es posible mostrar la for­
ma que es común a ciertas proposicipnes. Pero si es 
imposible hacer enunciados sobre el lenguaje, entonces 
todo el análisis lingüístico no puede consistir más que 
en pseudoproposiciones carentes de significado, que no 
pueden ser más que medios prácticos para lograr cla­
ridad sobre el significado de las proposiciones verda­
deras, como Wittgenstein dice de las proposiciones de 
su Tractatus mismo* *, pero no enunciados teóricos. Nos 
hallamos entonces ante la paradójica tesis de que una 
teoría del lenguaje no puede formularse en modo al- 
gupo con proposiciones signiñcativas.
Pero Carnap eliminó todas estas dificultades en su 
Logische Syntax der Sprache. Mostró que la construc­
ción de un lenguaje puede representarse con la ayuda
s Tractatus logico-philosophicus, 1922, p. 78. (Vers. esp., p. 81).
• Loe. cit., p. 188 (vers. esp., p. 191): «Mis proposiciones son 
esclarecedoras en la medida en que quien me comprende se da 
cuenta al final de que carecen de significado.»
41
de este lenguaje mismo. El metalenguaje es entonces 
un lenguaje parcial del lenguaje investigado. (Ver pos­
teriormente p. 77 s.) Con ello se colocó por primera vez 
todo el análisis del lenguaje sobre un fundamento fir­
me y se hizo posible por vez primera formular de un 
modo científico una estructura lógica general del len­
guaje.
1. An á l isis ' semántico
a) Significado, carencia de significado y metafísica
Uno de los primeros esfuerzos del Círculo de Viena 
fue el de poner en claro la función significativa del 
lenguaje'. Indicar el significado de un signo quiere 
decir establecer una relación simbólica entre un signo, 
o sea, una clase de objetos, y un designado, esto es, un 
objeto o una clase de objetos (en su sentido más am­
plio), de tal modo que el signo señale a lo designado 
y lo represente. Para ello hay que conocerlos a ambos, 
al signo y a lo significado, ha de poderse indicar cada 
uno de ellos. Por lo tanto, no puede establecerse nin­
gún significado cuyo objeto no pueda indicarse de al­
guna manera. El significado de una palabra puede esta­
blecerse mediante una definición, es decir, transcri­
biéndola mediante otras palabras cuyo significado ya 
está dado, de tal modo que la palabra en cuestión pue­
da ser sustituida por las otras. Pero puesto que esto 
no puede proseguirse indefinidamente, hay que llegar 
finalmente a palabras indefinibles, a conceptos primi­
tivos, cuyo significado no puede establecerse más que 
de la manera como se aprende un lenguaje en la prác- 1
1 Sobre esto, Schlick, «Meaning and Verification», 1936 (Ge- 
sammelte Aufsatze, p. 338 s.), frente a Lewis, «Experience and 
vteaning», 1934 (The Philosophical Review, vol. 42).
42
tica: mostrando lo que se designa con esa palabra, lo 
que cae bajo ese concepto. Esto no es siempre tan 
sencillo como en el caso de la palabra «azul» o «ca­
liente». Lo que hay que presentar para hacer compren­
sible el significado de palabras tales como «accidente», 
«porque», «inmediato» son situaciones complejas en las 
que se utilizan estas palabras. Así, Einstein determinó 
lo que significa «simultáneo en lugares alejados» indi­
cando un método experimental para el establecimiento 
de esta simultaneidad. Indicó con ello bajo qué cir­
cunstancias ha de utilizarse esta palabra. Estableció de 
este modo la «gramática» de esta palabra, como dijo 
Wittgenstein, a quien se remonta este tipo de conside­
ración.
En el caso de una proposición, la locución «cómo se 
utiliza» quiere decir: qué hecho se designa con ella, y 
esto significa lo mismo que: bajo qué circunstancias 
constituye un enunciado verdadero o falso. El signifi­
cado de una proposición se determina por el método 
de su verificación2. No se trata con ello, sin embargo, 
de la verificación efectiva de una frase, sino sólo de la 
posible, de la verificabilidad en principio, no de su 
verificación de hecho. Esta sólo es exigible para su 
verdad, pero no para su significado. El significado de 
una proposición no puede obtenerse después de que se 
la ha verificado, pues para poder efectuar la verifica­
ción hay que saber ya bajo qué circunstancias es ver­
dadera.
Incluso respecto de la posibilidad de verificación hay 
que distinguir todavía entre verificabilidad empírica y 
lógica. Una verificación es posible empíricamente si sus 
condiciones no contradicen las leyes naturales. Una ve­
rificación es posible lógicamentesi la construcción de
2 El origen de esta fórmula está en Wittgenstein, cuyo Trac- 
tatas togico-philosophicus constituyó el punto de partida de la 
concepción del significado y la carencia de significado en el 
Círculo de Viena.
43
la frase no contradice las reglas lógicas, si no contra­
dice las reglas de aplicación de sus palabras. El signi­
ficado de una proposición depende sólo de su verifica- 
bilidad lógica, no de la empírica. El enunciado «en la 
cara oculta de la luna hay una montaña de 3.000 me­
tros de altura» no podemos verificarlo, pero no por 
ello carece de significado, pues la imposibilidad de la 
verificación es sólo accidental, empírica, no de fondo, 
lógica. Igualmente, los enunciados de la física newto- 
niana sobre el movimiento absoluto no carecen de sig­
nificado, porque esta física indica criterios para saber 
cuándo estos enunciados son verdaderos o falsos. La 
posibilidad de verificación fue no sólo racional, sino 
también práctica en el experimento de Michelson. Por 
el contrario, una proposición como «hay un mundo en 
sí, pero es completamente incognoscible» carece de sig­
nificado real; parece meramente que lo tiene porque 
las palabras aisladas «hay», «mundo» y «cognoscible» 
tienen significado. Pero cuando se priva a este mundo 
de la cognoscibilidad, se hace imposible por principio 
determinar si existe tal mundo. De este modo se ex­
cluye lógicamente la verificación, pues no pueden indi­
carse circunstancias de ningún tipo bajo las cuales re­
sultase verdadera esta proposición. Es cierto que tal 
proposición suscita imágenes, tal vez también senti­
mientos, pero con ello no expresa ningún hecho, no 
tiene contenido teórico alguno, pues es contradictoria 
en sí, ya que afirma conocer al menos la existencia de 
este mundo a pesar de su incognoscibilidad. (No es ne­
cesario dar por supuesto que las proposiciones contra­
dictorias tienen significado para poder conocer la con­
tradicción; antes bien, la contradicción ha de inferirse 
ya de la mera forma sintáctica de la proposición.)
Esta distinción de significado y carencia de signifi­
cado ha de entenderse, por tanto, referida al contenido 
teórico, es decir, representativo de las proposiciones. 
«Carente de significado» significa, pues, solamente: sin
44
tal contenido, carente de significado teórico, pero no 
«sin sentido».
Las definiciones descansan en última instanciá en 
la mostración de lo designado. Sólo puede mostrarse 
lo que está presente de modo inmediato, es decir, sólo 
lo perceptible. El significado posible de los enunciados 
queda vinculado de este modo a la experiencia, no pue­
de sobrepasarla. A lo que no puede ser reducido a la 
experiencia no se le puede atribuir significado alguno. 
Es esta una consecuencia extremadamente importante, 
pues mediante ella se obtiene un criterio claro para la 
delimitación entre el pensamiento científico y la meta­
física11, criterio que preocupó profundamente al Círcu­
lo de Viena desde el comienzo. Por «metafísica» se de­
signa una pretensión de conocimiento no accesible a 
la ciencia empírica, de conocimiento que la sobrepasa. 
No puede indicarse ningún procedimiento de verifica­
ción de sus proposiciones, no son reductibles a lo ex- 
perimentable. Por tanto, carecen de significado expre- 
sable. Son meras reuniones de palabras que aparentan 
ser proposiciones significativas; son meras pseudopro- 
posiciones. '
Tales proposiciones pueden originarse de dos modos: 
el uno consiste en que contengan una palabra a la que 
no le corresponde ningún significado, que representa 
únicamente un pseudoconcepto; el otro consiste en re­
unir palabras con significado de un modo tal que con­
tradiga las reglas de la gramática lógica. Una palabra 
designa un pseudoconcepto cuando para ella no se 
cumplen las condiciones de la indicación significativa, 
es decir, de acuerdo con lo dicho: cuando no pueden 
indicarse características empíricas del objeto concep­
tual. Tales palabras son, por ejemplo, «fundamento ori- *
* Sobre esto, Camap, «Überwindung der Metaphysik durch 
logische Analyse der Sprache», 1931 (Erkenntnis, vol. 2, pági­
na 219 s.). (Recogido en El positivismo lógico, compilado por 
A. J. Ayer. Versión castellana. Fondo de Cultura Económica, 
México, 1965.)
45
ginario» («Urgrund»), «lo incondicional, lo absoluto» 
«ser-en-sí», «anonadar». Surge también un pseudocon 
cepto cuando, por ejemplo, se utiliza una palabra como 
«nada» como si fuese el nombre de un objeto, cuando 
la verdad es que ella no puede servir legítimamente 
más que para la formulación de una proposición exis- 
tencial negativa. Por eso se obtienen pseudoproposicio- 
nes al querer hacer enunciados sobre este objeto «nada».
Son pseudoproposiciones aquellas proposiciones que 
no violan las reglas gramaticales en sentido filológico 
y, por tanto, tienen la apariencia de proposiciones ver­
daderas. Por ejemplo, «César es un número primo» se 
parece a «César es un general». Con ello se pone de 
manifiesto que la gramática usual, la filológica, es in­
suficiente. Su distinción de los tipos de palabras en 
substantivos, adjetivos, verbos, etc., necesita ser com­
pletada por distinciones ulteriores dentro de ellos en 
categorías sintácticas, de acuerdo con las clases desig­
nadas por tal tipo de palabras: cosas, propiedades de 
cosas o relaciones de cosas, números, propiedades de 
números o relaciones de números, etc. Las propiedades 
numéricas no pueden ser atribuidas a las cosas en vir­
tud de su definición. Por ello la proposición «César es 
un número primo» no puede formularse en un len­
guaje lógicamente correcto. En tal lenguaje no pueden 
construirse tampoco proposiciones metafísicas de tipo 
semejante.
Es esta la razón por la que las pseudoproposiciones 
de la metafísica no son aptas en modo alguno para re­
presentar hechos, pero tienen una función completa­
mente distinta: expresan un sentimiento vital; con ellas 
se manifiestan las actitudes sentimentales y volitivas 
frente al medio, a los otros hombres, a las tareas vita­
les. Por eso tiene la metafísica tal valor para tanta gen­
te. El sentimiento vital puede encontrar también su 
expresión por la vía de la creación artística. En esto la 
metafísica es análoga a la obra de arte. Pero en ella 
el sentimiento vital se expresa en un conjunto de pro­
46
posiciones que aparentemente se hallan relacionadas 
lóigcamente entre sí, en relaciones deductivas, y de 
este modo se aparenta un contenido teórico.
El significado de una proposición consiste en aquello 
que en ella es verificable. Sólo pueden ser verificados 
los enunciados sobre hechos de experiencia, razón por 
la que las proposiciones sobre algo que por principio 
es inexperimentable no tienen significado alguno. De 
este modo se dividen con precisión las proposiciones 
científicas de las metafísicas, en cuanto proposiciones 
significativas y proposiciones carentes de significado, 
respectivamente. Pero con ello se abandona una con­
cepción del antiguo empirismo, que pensaba, como 
Hume, que la metafísica era imposible debido a la in­
solubilidad de sus cuestiones. Pero no hay cuestiones 
insolubles en el sentido de que sean incontestables por 
principio \ Es cierto que hay preguntas que pueden no 
ser contestables prácticamente debido a dificultades 
técnicas, tal como la pregunta por la geografía de la 
otra cara de la luna, o por falta del conocimiento de 
los hechos correspondientes, como la pregunta: ¿qué 
hizo Platón en su 50 cumpleaños? Las preguntas pueden 
ser incontestables por estas razones, bien de momento 
o también probablemente para siempre. Pero esto no 
quiere decir que no permitan por principio, esto es, ló­
gicamente, una respuesta, pues pueden imaginarse sin 
más las condiciones bajo las cuales las respuestas a 
tales preguntas serían enunciados verdaderos. Pero si 
esto no es posible, entonces la pregunta carece de sig­
nificado. Y puesto que el significado de una proposi­
ción viene determinado por su verificabilidad en princi­
pio, las preguntas sedividen en significativas y carentes 
de significado, dando un rodeo a través de sus contes­
taciones. No puede haber cuestiones que sean incon­
testables por principio, ya que tales cuestiones no pue- *
* Sobre esto, Schlick. «Unanswerable Questions», 1935 (Ge- 
sammelte Aufsatze, p. 369 s.).
47
den plantearse significativamente. Las cuestiones que 
tiene planteadas la filosofía desde sus comienzos o pue­
den ser presentadas significativamente mediante una 
formulación cuidadosa o, en caso contrario, no se pue­
de preguntar sobre ellas significativamente.
Pero la determinación del significado por medio de 
la verificabilidad tiene todavía otra consecuencia. Sólo 
las proposiciones empíricas tienen significado, pues 
sólo éstas son verificables. Las proposiciones matemáti­
cas y lógicas, por el contrario, no tienen significado. 
Esta consecuencia se extrajo también en el Círculo de 
Viena, lo cual se comprende sin más si se tiene presente 
que se identifica significado con contenido representa­
tivo. Las proposiciones matemáticas y lógicas no dicen 
nada sobre hechos, no son conocimientos de este tipo, 
sino reglas. Las proposiciones matemáticas son reglas 
para el uso de signos —con lo cual se considera a la 
matemática como un puro cálculo— y las proposiciones 
lógicas son reglas para la transformación de unas pro­
posiciones en otras \ Pero de este modo, las proposicio­
nes de la lógica de la ciencia misma pertenecen tam­
bién, como lógicas que son, a las vacías de contenido. 
Esta consecuencia radical de este concepto de signifi­
cado la extrajo ya Wittgenstein. «Mis proposiciones son 
esclarecedoras en la medida en que quien me compren­
de se da cuenta al final de que carecen de significado, 
cuando mediante ellas —por ellas— las haya supera- *
* Cfr. Schlick, Gesammelte Aufsatze. p. 222: «‘5 + 7 = 12' no 
es en modo alguno una proposición; es una regla que nos per­
mite transformar una proposición en la que entran los sig­
nos de 5 + 7 en una proposición equivalente en la que entra el 
signo 12. Es una regla relativa al uso de signos.» [En los dos 
últimos casos, debe decir «fórmula» en lugar de «proposición», 
para evitar una contradicción con «proposición» en la primera 
parte.] «Las reglas aritméticas tienen carácter tautológico; no 
expresan ningún conocimiento. Esto es también verdad respecto 
de todas las reglas lógicas.»
48
do*.» Las proposiciones de la lógica de la ciencia son 
sólo indicaciones que han de dirigir la mirada a lo que 
se muestra en el lenguaje mismo. En cuanto tales no 
tienen contenido teórico.
Pero esta caracterización del significado por la ve- 
rificabilidad experimentó pronto una crítica radical. 
Petzall fue el primero en llamar la atención sobre las 
insostenibles consecuencias de este concepto de signi­
ficado T, luego Ingarden explicó en el congreso de Pra­
ga de 1934 que de este modo las proposiciones «meta- 
lógicas» carecerían de significado *, y luego también 
lo hizo Weinberg *. Lewis objetó contra la «exigencia 
de significado empírico» que mediante ella el Círculo 
limitaría la discusión filosófica de modo intolerable* 7 * * 10 11 12. 
También Nagel u, Stace 13 y Reichenbach 13 hicieron ob­
jeciones. En el Círculo de Viena fue Neurath el primero 
que se volvió contra las declaraciones de carencia de 
significado. En su Logik der Forschung, de la que par­
tieron muchos estímulos importantes, hizo valer Popper 
contra la determinación entera del significado el hecho 
de que se trataba de una decisión arbitraria. «No hay 
nada más fácil que desenmascarar un problema como 
’pseudoproblema carente de significado’: sólo se nece­
* Tractatus logico-philosophicus, p. 188 ívers. esp., p. 191). Tam­
bién Schlick utiliza con frecuencia (Gesammelte Aujsatze, p. 159, 
166, 168, 170, 206) proposiciones por las que pide disculpas, ya 
que propiamente carecen de significado, haciéndolo con el pro­
pósito de dirigir la atención hacia un punto determinado.
7 A. Petzall, «Logistischer Positivismus», 1931, p. 34, 35 (Go- 
teborgs Hogskolas Arskrift, vol. 37).
* Actes du huitiéme Congres internal. de Philosophie, 1936, 
p. 203 s.
* Weinberg, An Examination oj Logical Positivism, 1936, pá­
gina 195. (Vers. esp., p. 260.)
10 Lewis, «Experience and Meaning», 1934. (The Phiíosophical 
Review, vol. 42).
11 Nagel, «Verifiability, Truth and Verifícation», 1934 (The 
Journal of Philosophy, vol. 31).
12 Stace, «Metaphysics and • Meaning», 1935 (Mind, vol. 44).
13 Reichenbach, Wahrscheinlichkeitslehre, 1935.
49
sita concebir el concepto de 'significado' de un modo 
suficientemente estricto, para que se pueda decir de 
todo problema incómodo que no se le puede encontrar 
'significado' alguno; y al aceptarse como 'significati­
vas' las cuestiones de la ciencia empirica únicamente, 
todo debate sobre el concepto de significado se convier­
te también en carente de significado: una vez entroni­
zado, este dogma del significado está libre para siem­
pre de todo ataque, es 'intangible y definitivo'»14, como 
dice Wittgenstein en el prólogo de su libro. Carnap 
criticó luego a fondo este concepto de significado y lo 
formuló de nuevo en su tratado Testability and Mean- 
ingla, cuya importancia es fundamental en varios as­
pectos. Reconoce que la definición del significado me­
diante la verificabilidad es demasiado estrecha, pues 
de acuerdo con ella carecerían también de significado 
proposiciones a las que difícilmente se Ies puede negar 
significado. Así, una proposición analítica (p. ej., el 
ejemplo kantiano: «todos los cuerpos son extensos») se 
volvería carente de significado al ser negada, pues 
se transforma entonces en contradictoria y las propo­
siciones contradictorias son inverificables por principio. 
A la inversa, una proposición contradictoria carente de 
significado (p. ej., «la altura total de la torre del Ayun­
tamiento de Viena es tanto 50 m. como 100 m.») se 
haría significativa mediante su negación, al hacerse ve- 
rificable. Dos proposiciones sintéticas, cada una de las 
cuales sea significativa, aunque sean incompatibles en­
tre si (p. ej., «la torre del Ayuntamiento de Viena mide 
en total 50 m. de altura» y «la torre del Ayuntamiento 
de Viena mide en total 100 m. de altura»), unidas en 
una conyunción originarían una proposición carente de 
significado, ya que sería una contradicción inverífica-
14 «Logik der Forschung», 1935 (Schriften tur wissenschaftl. 
Weltauffassung, vol. 9), p. 21. (Trad. esp. de V. Sánchez de Za- 
vala, Madrid, 1962, p. 50.)
18 Philosophy of Science, vol. 3, 4, 1936-7.
50
ble. Con esto se pone de manifiesto que la definición 
del significado mediante la verificabilidad no puede 
proporcionar un criterio suficiente para la distinción 
entre proposiciones significativas y carentes de signifi­
cado.
Se logra aclarar el concepto de significado mediante 
un análisis detenido del lenguaje en lo que a su fun­
ción semántica se refiere. Un sistema semántico, un 
sistema de representación, consta de signos como ele­
mentos y de sus combinaciones. Los signos pueden ser 
palabras, o banderas, o golpes de tambor, o cualesquie­
ra otros elementos. Hay sistemas semánticos, lenguajes, 
que constan sólo de signos y combinaciones con una 
significación establecida, fija, p. ej., los lenguajes de 
banderas o tambores. Los lenguajes animales contienen 
también únicamente señales para determinados tipos 
de hechos. En tales lenguajes sólo pueden ser repre­
sentados los hechos para los que han sido establecidas 
combinaciones determinadas de signos. Lo distintivo'del 
lenguaje humano respecto de los lenguajes animales 
consiste en que mediante la combinación de signos es 
capaz de expresar un significado siempre nuevo, sin de­
terminación para el caso concreto; es decir, que puede 
representar con un número limitado de signos un nú­
mero ilimitado de hechos, combinando los signos de 
modo siempre nuevo. Esto viene posibilitado por el he­
cho de que el significado de una combinación de signos 
no descansa en una determinación especial,

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