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1 2 3 Créditos Traducción Mona Corrección: Queen Wolf y Clau Revisión Final Clau Diseño Dabria Rose 4 5 Índice Nota del Autor Glosario el: 1//Black Baby Booties pala: 2//Lust the Lock dau: 3//A Monumental Mess es: 4//Demon Dickhead oh:5//Miniature Mortal norz: 6//Handy Holy Water qew: 7//Bad Idea Blowjob pe: 8//Doll Designer mm: 9//Bloomers in a Bunch ex: 10//Caught in the Cookie Jar elel: 11//Powder Pink Panties elpala: 12//Dysfunctional Deities eldau: 13//Mesmerized by a Mortal eles: 14//Hot and Horned eloh: 15//Scare and Seek elnorz: 16//Sensual Sky elqew: 17//Marvelous Massacre elpe: 18//Two Times the Trouble elmm: 19//Fanatical Formurifri vi: 20//Death by Demon Dick viel: 21//Cousin Coitus vipala: 22//Divine Douche vidau: 23//Daemonic Daycare vies: 24//Losing Loch vioh: 25//Home in a Handbasket vinorz: 26//Torturous Transformation viqew: 27//Waltzes and Wings vipe: 28//Antiprayer for an Angel vimm: 29//Crown of Crystal asptauls: Epilogo Lista de Reproducción Acerca del Autor 6 Nota de la Autora Si has leído mis obras anteriores, es posible que esperes un contenido extremadamente oscuro. Este libro, sin embargo, no es tan oscuro como mis publicaciones más recientes. No obstante, si este es el primer libro mío que encuentras, por favor lee las advertencias de contenido y tómalas en serio. Incubastard es mi primer PNR, y me lo pasé muy bien escribiendo algo tan alejado de mi contenido habitual. Los nombres de los lugares, objetos y criaturas divinas de otro mundo, así como sus habilidades, no están en inglés ni en ningún idioma humano, ya que se inspiró en el enochiano. He incluido un decodificador al principio por si fuera necesario. Espero que disfrutes del viaje y te agradezco que hayas elegido leer mi historia. 7 Advertencia Sobre El Contenido Esta novela contiene escenas gráficas que muestran sangre y vísceras junto con contenido sexual explícito y violencia. Sólo para público adulto. Quiero dejar claro que se tratan temas relacionados con la religión. La brujería que se utiliza es inventada y no se basa ni refleja las prácticas reales. Todo en esta novela es pura ficción. Si crees que puedes sentirte incómodo por una historia que contiene elementos religiosos y de la tradición cristiana, entonces este es un libro que debes omitir. Hay temas de incesto, aunque personalmente no creo que cuente porque es entre seres inmortales, pero si eso te va a molestar, por favor no leas este libro. Obtén la lista completa de advertencias de contenido aquí: www.authorcharityb.com/warnings/incubastard *La lista completa puede contener spoilers. http://www.authorcharityb.com/warnings/incubastard 8 Glosario Aldonitas Comselh /al-don-ee-tass comm-sell/: Tierra de la Avaricia (Reino de Mamón) Aldonitas Orseiinak /al-don-ee-tass or-sin-ack/: Demonio(s) /Demonio(s) de la codicia Ammalok Qew/ am-mah-lock kew/: Libro de los Siete Bransg /bronz-g/: Escudo (Invisibilidad) Cronug /craw-nugg/: Bestia Infernal Drilpa Nalvage /drill-puh nall-vij/: El más allá (reino inmortal) Emetgis /em-ett-giss/: Foca Anillos Farzem /Far-zimm/: Anillos endurecidos bajo la piel del pene Formurifri /por-murr-fri/: Arcángel(es) Gohed /go-ed/: Colgante Divino Ialpr / ee-all-purr/: Fuego líquido Ialzo /ee-all-zo/: Aire líquido Invigil Comselh /in-vij-ill com-sell/: Tierra de Envidia (Reino de Leviatán) Invigil Orseiinak /in-vij-ill or-sin-ack/: Demonio(s)/Demonio(s) de la envidia Levithmong Comselh /le-veeth-mong comm-sell/: Tierra de la Gula (Reino de Belcebú) Levithmong Orseiinak /le-veeth-mong or-sin-ack/: Demonio(s) /Demonio(s) de la Gula Madriiax /mah-dree-ax/: Cielo (Paraíso/Ciudad Plateada) Maelprog /moll-progg/: Infierno (Reino de los condenados) Murifri /murr-ree-free/: Ángel(es) Orseiinak /or-sin-ack/: Daemon(s)/Demonio(s) Otiopag Comselh /ot-tio-pogg comm-sell/: Tierra de la pereza (Reino de Belphegor) Otiopag Orseiinak /ot-tio-pogg or-sin-ack/: Demonio(s)/Demonio(s) de la pereza Ovoarslondoh /oh-voor-slon-doe/: Purgatorio (Reino Medio) Pashbab /posh-bob/: Cámara de Tortura del Reino de la Lujuria Priidzar /pry-idd-zar/: Camuflaje (forma humana) Rorvors Comselh /roar-voors comm-sell/: Tierra de Orgullo (Reino de Lucifer) Rorvors Orseiinak /roar-voors or-sin-ack/: Demonio(s)/Demonio(s) del orgullo 9 Saziamiin /soz-ee-a-meen/: Tatuajes/Marcas Shigmir /shig-meer/: Teletransporte Unphic Comselh /oon-fik comm-sell/: Tierra de la Ira (Reino de Satán) Unphic Orseiinak /oon-fik or-sin-ack/: Demonio(s)/Demonio(s) de la ira Zibiidor Comselh /zi-by-a-door comm-sell/: Tierra de la Lujuria (Reino de Asmodeus) Zibiidor Orseiinak /zi-by-a-door or-sin-ack/: Demonio(s)/Demonio(s) de la lujuria Zildar Tiantas /zill-darr tee-on-toss /: Camas errantes Zodinu River /zod-i-noo/: Río ardiente en Maelprog/Infierno 10 —El infierno de tu alma siempre encontrará el cielo en la mía. Jenim Dibie, La caligrafía de Dios 11 1 Botines Negros Para Bebés Mishka Portland, Oregón Este es el momento. El día en que mi vida cambia. Las gotas de lluvia estallan contra el parabrisas en sintonía con el tamborileo de mi corazón. La anticipación de este momento me tenido nerviosa todo el día. Salgo del auto y meto la bolsa del regalo debajo de mi chaqueta para protegerla de los elementos. Si no hubiera tenido que terminar el encargo en la tienda de muñecas, probablemente habría llegado hace horas. Llevo semanas fantaseando con esto, volviéndome loca por mantenerlo en secreto. Sin embargo, después de esta noche, podré decírselo a quien quiera. Mi mejor amiga, Leena, probablemente tendrá unas cuantas palabras coloridas que decir respecto a que no la haya puesto al corriente antes, pero es justo que Harry lo escuche primero. Originalmente, había planeado esperar hasta este fin de semana, pero anoche, terminé de tejer los botines negros de bebé en los que he estado trabajando. No hay manera de que pueda hacerlo hasta el sábado. Realmente espero que esto sea lo que le ayude a verme como una adulta en lugar de la "novia adolescente" de la que se burlan sus colegas. Estoy lejos de ser una adolescente. Sólo parezco joven, y él es más de una década mayor que yo. No saldrá del trabajo hasta dentro de unas horas, lo que me dará tiempo de sobra para preparar la escena y, dependiendo de lo que tenga en la cocina, tal vez hacer la cena. De pie en su porche, uso la llave que me dio para abrir la puerta y dejo caer mi bolso y mi chaqueta sobre la mesa de cristal de la entrada. El aroma de su ambientador de lino es tan intenso que me irrita las fosas nasales. Repaso mentalmente la lista de detalles que harán que esta noche sea muy especial. Encender algunas de las velas que guarda en el armario para las tormentas es algo obvio. Me aseguraré de que mi maquillaje sea bonito y pondré algo de esa música clásica pretenciosa que le gusta. Mientras subo la escalera, soñando con el resultado de la noche, un golpe me saca de mis planes, golpe, golpe, golpe. Me detengo a mitad de camino, mi pulso se acelera hasta el punto de que mi cabeza se vuelve borrosa. ¿Hay alguien arriba? Es un lugar elegante, nunca hay nada fuera de lugar. Sería el objetivo perfecto para un 12 allanamiento de morada, y sé con certeza que la cámara acorazada de la habitación de Harry contiene los diamantes de su abuela. Mirando por encima de mi hombro, me reprendo por haber dejado mi teléfono en la mesa de abajo. Con el paso de un perezoso, me arrastro hasta el rellano superior, haciendo lo posible por mantener mis pasos en silencio. Mi mano rodea lo primeroque veo, la fea estatua de Chimaera de Harry. Toco suavemente con los dedos la madera de la puerta de su habitación, intentando abrirla. ¿Debería estar escapando ahora mismo en lugar de buscar la fuente del ruido aterrador? Me pregunto si estoy actuando como las zorras tontas de esas películas de terror de las que nos burlamos Leena y yo. De todos modos, ¿qué voy a hacer realmente con esta estúpida estatua? Mientras mi voz interna sigue debatiendo consigo misma, consigo abrir la puerta lo suficiente como para ver la fuente del sonido. Mi cuerpo se balancea y mi mente lucha por dar sentido a lo que estoy viendo. La escena que tengo ante mí me lima el corazón, haciéndolo caer muerto a mis pies. La bilis me quema la garganta cuando miro a Harry levantando y bajando su culo desnudo, enculando a Nicolette, la compañera de trabajo que me juró que era "sólo una amiga". Sus dedos se enredan en la espesa y pelirroja cabellera de ella que siempre me ha encantado. —¡Oh, Dios! No te atrevas a parar. La rabia y la pena se trenzan en mis entrañas, haciéndome sentir náuseas. —Maldito imbécil. —Mi voz es un susurro, pero aparentemente lo suficientemente alto como para que mueva la cabeza en mi dirección, y sus ojos verdes se abren de par en par ante mi presencia. Ahogándome en mi propio sollozo, dejo caer la bolsa de regalo y la estatua, girando para alejarme de ambos inmediatamente. Con palabras arrastradas, grita detrás de mí: —¡Mishka, espera! No lo entiendes. Las lágrimas hacen que todo se vuelva borroso, la aceptación de su traición brota de mi garganta cuando lo miro. —¿Qué es lo que no entiendo, Harry? ¿Está enferma y sólo estás comprobando su temperatura con tu polla? Unas ligeras pecas salpican su pálido cuerpo, haciendo que el recuerdo de cómo se reía de mí cada vez que las conectaba con un bolígrafo salga a la superficie. Su erección, todavía brillante por la excitación de Nicolette, rebota cuando se acerca a mí. Ni siquiera se puso un condón. Su mano me agarra el brazo, pero acaba de perder el derecho a volver a tocarme. Me alejo de él de un tirón y bajo corriendo las escaleras. El sonido de sus gritos intensifica lo que se ha convertido en una náusea familiar. Ojalá pudiera 13 silenciar su voz. Cogiendo mi chaqueta y mi bolso, salgo corriendo de la casa hacia el húmedo y gris atardecer. Después de tantear las llaves, arranco el auto y me alejo del hogar que creí que sería mío algún día. Las lágrimas caen más rápido de lo que soy capaz de secarlas. Grito con todas mis fuerzas, maldiciendo su nombre ahora que estoy sola. ¿Cómo pudo hacerme esto? ¿Por qué no rompió las cosas si no era feliz? Y si lo era, ¿por qué demonios me engañó? Nunca lo negué sexualmente. La mitad de las veces, yo era la instigadora. Sinceramente, no entiendo qué hice mal. ¿Qué pudo hacer que me engañara de esta manera? Yo no... Unas luces nubladas atraviesan las ventanillas del auto. El mundo da vueltas a mi alrededor, mi cuerpo se golpea contra algo duro cada dos segundos mientras soy lanzada ingrávidamente por el aire. Un dolor agudo me atraviesa el abdomen antes de que una luz insoportablemente brillante se encienda y apague en la parte posterior de mis párpados. Unos sonidos que no puedo descifrar se agolpan en mis oídos mientras mi desorientación se filtra en la oscuridad. ¿Qué es ese pitido incesante? Me gustaría que alguien lo hiciera parar. Un olor químico me hace cosquillas en la nariz mientras el pánico me consume, haciendo que una capa de sudor me deje la piel pegajosa. ¿Dónde diablos estoy? Oigo un jadeo antes de que una mano apriete la mía, calmando mi respiración. Mirando hacia abajo, los tatuajes de la parte interior de nuestros antebrazos se juntan, el suyo de una caja torácica azul bebé contra mi propio corazón humano entintado de color rosa. Leena se ha hecho más tatuajes a lo largo de los años, pero el corazón es el único que tengo. Nos los hicimos cuando nos mudamos a nuestro primer apartamento juntas. Un corazón es tierno y una caja torácica es fuerte, pero cada uno necesita al otro. Por supuesto que está aquí. Su papel va más allá del de una mejor amiga. Ella es la única familia que tengo. —Jesús, chica. Sí que sabes cómo cagar del susto a alguien. —Cuando nuestras miradas se encuentran, mis lágrimas se reflejan en su cara—. Casi te mueres, zorra. —Agita la mano alrededor de su cabeza, intentando sacar las palabras que quiere decir—. ¿Cómo te sientes? Por el sonido de las máquinas y la cama en la que estoy acostada, es obvio que estoy en el hospital. La ansiedad se entremezcla con la angustia, haciendo que mi pregunta sea difícil de ahogar. —El bebé. ¿El bebé está bien? 14 Baja la cabeza, y no necesito oírla decir para saber que ya no estoy embarazada. —Oh, Mimi. No puedo creer que no me lo hayas dicho. Me froto la frente dolorida, intentando recuperar mis recuerdos, pero lo único que recuerdo es el sonido de los gemidos de placer de Harry mientras se follaba a otra mujer. —¿Qué... qué ha pasado? Apoya su cabeza en la mía, sus mechones azules y verdes caen en cortinas alrededor de mi cara cuando me besa suavemente la nariz. Como ella prefiere el término "mechones" en lugar de "rastas", así los llamo yo también. El olor rancio del humo de sus cigarrillos me abre la garganta y me permite respirar. A diferencia de la mayoría de la gente, no me molesta el aroma. En realidad, como ha sido fumadora durante todos los años que la conozco, su familiaridad se ha convertido en una comodidad. —El hospital me llamó hace unas horas. Lo único que me dijeron fue que habías tenido un accidente desagradable. —Sus pulseras tintinean cuando se echa hacia atrás para estirar los brazos y soltar un bostezo. Me pregunto qué hora será. La mirada hacia la ventana revela un cielo ceniciento, con gotas de lluvia cayendo sobre el cristal—. No sabía que seguía siendo tu C.E. Pensé que seguro Harry ya tendría ese honor. Dejando escapar una lenta respiración, tiro de los dedos. —¿Cómo te enteraste? Lo del aborto, quiero decir. Señala con el pulgar por encima del hombro, señalando el pasillo. —No mucho después de llegar aquí, oí a la enfermera gritona mencionarlo. Fue entonces cuando llamé a Harry para informarle de lo que estaba pasando. De todas formas, ¿qué ha pasado con ustedes dos? Tiene la impresión de que no quieres verlo. Los recuerdos obstruyen mi cerebro. La sola idea de decirlo en voz alta hace que mi estómago se retuerza en un nudo inútil. Cada vez que cierro los ojos, lo único que veo son visiones de sus cuerpos desnudos retorciéndose el uno contra el otro en la cama que creía que solo compartíamos nosotros. Otra oleada de dolor amenaza con asfixiarme, así que toso en un intento de evitar que se escapen más sollozos. —Fui a su casa para sorprenderlo con... —Mi aliento tiembla con mi pesada exhalación. Ni siquiera puedo decirlo—. Lo encontré teniendo sexo con Nicolette. De su trabajo. —La mandíbula de Leena cuelga abierta mientras sus ojos marrones se extienden tanto bajo sus pestañas postizas que están abultados. Burlándose, se echa el cabello del color del mar por encima del hombro, mostrando unos pendientes de pez en bolsa. —Ese pedazo de vómito regurgitado. —Las cuentas de colores de sus trenzas golpean entre sí cuando sacude la cabeza, frunciendo sus brillantes labios—. Juro por Dios que si vuelvo a verlo, le cortaré la polla y se la daré a su madre en una cazuela. 15 No sé cómo lo hace, pero incluso cuando estoy en lo más bajo, sigue encontrando formas de hacerme reír. —Eres tan elocuente. Inclina la cabeza con una sonrisa triste. —Te tengo. Siempre. Aunque tú no quieras. —Mis manos tiemblan mientras más lágrimas recorren mis mejillas—. Lo siento mucho por el bebé. Ojalá lo hubiera sabido. Luchando por incorporarse, mi cuerpo grita enseñal de protesta. —Quiero decírselo a Harry primero. Utiliza sus dedos para peinar mi fino y rubio cabello, que se siente terriblemente enredado. —Lo entiendo, de verdad. —Se levanta para enderezar su chaqueta morada antes de inclinarse para besarme la frente—. Déjame comprobar el tiempo estimado de tu alta de este deprimente agujero de mierda para que podamos llevarte a casa. Mientras se aleja, susurro: —Pensé que me iba a proponer matrimonio pronto. Sus hombros caen mientras sus botas de tacón hasta la rodilla pisan las baldosas del hospital para volver a mi cama. —Tienes veinticinco años, muñeca. Te queda mucha vida, que será mucho mejor sin esa mancha fecal con micropene. Te lo prometo. Incluso en medio de mi tormento interior, sonrío. —Deberías considerar la poesía. Guiñando un ojo, me deja sola con los pitidos enloquecedores de la maquinaria del hospital. 16 2 La Lujuria es la Cerradura Mishka 10 días después Mi cama se hunde con el peso añadido, sacándome de mi sueño sobre el ataque de un pájaro. El olor rancio de la salvia ofende mis sentidos cuando Leena da una palmada junto a mi oído. —Muy bien, mi pequeño ho-nut glaseado de vainilla. He estado tranquila contigo escondiéndote en esta habitación durante demasiado tiempo. Es hora de sacar tu culo pastoso y maloliente de la cama, y lo digo de la manera más cariñosa posible. Ya tuviste tu momento de revolcarte en la desesperación. Ahora es el momento de recordar que eres una jodida reina, y que el maldito Harry Hickinbottom no va a ser quien te destrone. —Se estremece teatralmente. —¿Te imaginas si te hubieras casado con esa marca de patín? —Agrega con una mueca el chasquido de sus acrílicos—: Tu nombre habría sido "Mishka Hickinbottom". —La miro fijamente porque está claro que se está divirtiendo—. Asqueroso. Gimiendo, me doy la vuelta para enterrar la cara en la almohada. —Vete. Shittles, nuestro pequeño y blanco gatito sphynx, salta a la cama con nosotras, mordiéndome el cabello. Leena recoge al gato sin pelo antes de ponerse en pie, pero no soy lo suficientemente ilusa como para esperar que haya terminado conmigo. —Tengo toda la noche planeada. Vino, helado, una lista de canciones de primera, y todo lo que necesitamos para manifestar a alguien que te puede hacer caer tan fuerte, que el único Harry que importará ya es Harry Styles. El aire helado viola mis piernas desnudas, haciéndome chillar del susto. —¡Devuelve mi manta, puta! Riendo, envuelve mi edredón de tela de araña verde alrededor de sí misma y Shittles. —Si tanto lo quieres, ven a buscarlo. —La colcha me golpea en la cara cuando gira sobre sus talones, saltando hacia el pasillo. Tiene suerte de ser mi alma gemela platónica, y de que yo no soy muy luchadora, o le daría una patada en el culo. Me rindo y bajo los pies a la alfombra azul. La puerta de entrada se cierra de golpe, señal de que Leena se está tomando un descanso para fumar. Maldiciendo en 17 voz baja, me huelo a mí misma, frunciendo el ceño ante el olor. Tiene razón. Me estoy poniendo bastante madura. Me acerco a la ventana y aparto las cortinas rosas para contemplar el cielo nocturno despejado. La luna llena cuelga entre las estrellas y parece enorme esta noche. Una vez limpia tras la ducha, me pongo mis pantalones cortos color rosa con estampado de ataúd y mi camiseta de tirantes antes de caminar por nuestro pasillo repleto de obras de arte enmarcadas que hemos ido acumulando a lo largo de los años. Todavía me río cuando paso junto al cuadro de la cabeza de Steve Buscemi sobre un cuerpo de gato. Ahora que me he librado de la suciedad de varios días, me siento más revitalizada que nunca. Al pasar por los abalorios que cuelgan del arco del salón, mis ojos encuentran las velas que parpadean en todas las superficies planas disponibles y las flores silvestres que adornan el suelo en un círculo gigante, creando una estrella de cinco puntas en el centro. Durante los últimos meses, Leena ha estado incursionando en la brujería. Está decidida a enseñarse a sí misma porque la única bruja experimentada con la que se cruzó necesitaba, y cito, "loción antiperras para su pomposo trasero". Incluso le he seguido la corriente algunas veces, dejándola practicar la lectura de mi tarot, pero esta noche no estoy de humor. Personalmente, siempre he sido una escéptica de la religión y el folclore. No puedo creer en cosas como la magia y los hechizos, las criaturas y las deidades, los dioses y los malditos monstruos. Los mechones de Leena caen sobre su hombro derecho, sus pendientes de Starbucks Frappuccino rosa cuelgan junto a su mandíbula mientras se concentra en las páginas de un libro que nunca he visto antes. Sin mirarme, señala la almohada de RuPaul colocada en el punto más alto de la estrella, detrás de una vela. —Siéntate ahí. Hago lo que me indica, agarrando el vino de la mesa de café para beber directamente de la botella. —¿Viste qué grande está la luna esta noche? Me siento entre todas sus herramientas ceremoniales. Hay mierda por todas partes. Una copa, una varita, cuencos con hierbas, un pequeño caldero, un mortero, un cuaderno y un bote de cristal con lo que parece ser ceniza de cigarrillo. —Al menos usa una taza, campesina. —Mueve la cabeza hacia las tazas de café que hay en la mesa detrás de mí. Coge el tarro de ceniza y susurra unas palabras que no puedo entender—. Y por supuesto que sí. Es una superluna. Debe ser por eso que eligió esta noche para hacer esto, por la luna. El libro que está leyendo no tiene título. Parece tan viejo y frágil que me sorprende que las páginas no se estén cayendo. —¿Cuándo lo conseguiste? 18 Acariciando su encuadernación, lo coloca frente a ella en el suelo. —Hace poco más de una semana. Había una tienda metafísica en Salem que estaba cerrando. El dueño murió o algo así. Me costó un sueldo entero, pero mira lo genial que es esta cosa. Con Vize y Leony sonando de fondo, observo a Shittles bateando los pétalos de las flores mientras bebo el vino de mi taza llena de té de Anxie. Leena me tiende un cuaderno y una pluma blanca, esperando impacientemente a que los agarre. —Escribe con esto las cualidades que quieres en un compañero. —Coloca una copa ornamentada frente a mí—. Cuando se seque, rómpela y deja caer los trozos en este frasco de ceniza. Engullendo el resto del vino en mi taza, sumerjo la pluma en la copa. Al tocar la punta de la pluma con el papel, casi la dejo caer al ver el líquido espeso y rojo. Líquido coagulado. —¿Esto es sangre? —Me encojo, intentando no vomitar—. ¿Qué carajo, Leena? Me hace señas para que me vaya. —Tranquila. Es tuya. El alivio calma mi conmoción durante exactamente medio segundo antes de realmente captar lo que dijo. —Espera. ¿Es mi sangre? ¿Cómo demonios conseguiste eso? Se muerde el labio rosa brillante, alisando la tela de sus pantalones de satén. Una señal reveladora de que sabe que ha hecho algo cuestionable en el mejor de los casos. —No te enfades. Has sido un desastre. Cuando compré el libro, se me ocurrió la idea, y... Me doy cuenta como si me cayera una piedra en la cabeza. Creo que voy a enfermar. —¡Dios mío! ¿Por eso seguiste sacando la basura? ¡¿Por mis almohadillas sanitarias?! —Esto es extremo incluso para ella. Ni siquiera quiero saber cómo extrajo la sangre. —¡Lo siento! El hechizo requiere sangre, y todo el mundo sabe que la sangre virgen es la mejor, así que pensé que la sangre de aborto sería lo más parecido que podríamos conseguir. No es mi culpa que tu tren de la prostitución dejara la estación en la escuela secundaria. —Apretando los dientes, me recuerdo que su corazón está en el lugar correcto. Es su mente la que está completamente loca. Esto es un desastre—. Sin mencionar que es un hechizo sexual, así que la sangre de tu trampa atrapapeneses ideal. A veces quiero estrangularla con su propio cabello. —¿Qué tal si la próxima vez me dices la verdad? —Nunca habrías ido por eso. 19 Que tenga toda la razón no es el punto. —¿Cómo lo has mantenido tan... húmedo? —La nevera. —Eso es jodidamente asqueroso, Leena. Hace un gesto con la mano hacia el cuaderno. —Sólo haz la lista, ¿de acuerdo? En este momento, lo último que me preocupa es ligar, así que tardo un minuto en pensar en algo. Con náuseas por la sangre que gotea de la pluma, escribo los primeros rasgos que se me ocurren. 1. Sentido del humor 2. Bajo perfil 3. Travieso 4. Acento exótico 5. Un lado un poco oscuro Le entrego a Leena mi lista antes de servirme más vino. Ella chasquea la lengua. —No escribiste nada respecto a su apariencia. —Toma la pluma y la sumerge en la copa—. Las cosas específicas son importantes, o estarás follando a un hobbit peludo de un metro y medio. Me devuelve la lista, a la que añadió: 6. Alto 7. Sexy 8. Una polla enorme Sonrío, tirando el papel al suelo para que se seque. —Muy bien... Estoy segura de que te pones esto —agita un frasco con un líquido amarillento y brillante en su interior— en las sienes y en el entrecejo. — Después de hacer lo que dice, la veo mezclar las hierbas dentro del mortero, espolvoreándolas en el frasco de ceniza—. Está bien, haz tu lista. Una vez que ponga la vela en el tarro, empieza a dejar caer los trozos y repite después de mí. ¿Lo has entendido? —Lo que sea. ¿Cuánto tiempo va a llevar esto? Me mira con los ojos entrecerrados. 20 —Hasta que esté hecho. —Cruzando los brazos, espera a que termine de triturar el papel—. Sabes, estoy haciendo esto por ti. Un poco de gratitud no te mataría. ¿Habla en serio? Acaba de hacerme escribir una lista de deseos de ligue con la sangre de mi vagina. —Gracias, Leena. Ignorando mi sarcasmo, se endereza con una sonrisa de satisfacción. —Mira ahí. No moriste. —Enciende una vela blanca para bajarla al frasco. Asiento con la cabeza y recojo uno de los trozos de papel. —Di lo que digo concentrándote en la llama, y tienes que decirlo en serio, así que al menos intenta hacer un esfuerzo. —Trabaja con las manos y estira el cuello antes de entonar—: Imploro a la llama: guíalo hacia mí. El papel cae en la jarra, aterrizando cerca de la llama que hace brillar sus bordes de color naranja. —Imploro a la llama: guíalo hacia mí. —La lujuria es la cerradura, la pasión es la llave. —La lujuria es la cerradura, la pasión es la llave —Desde lo más profundo hasta lo más alto del cielo. —Desde lo más profundo hasta lo más alto del cielo. En un momento dado, la vela me atrae y no puedo apartar la vista aunque quiera. Ver cómo cada trozo de papel es consumido por los zarcillos ardientes es hipnótico. —Responde a la llamada de entre mis muslos. Sus ridículas palabras me sacan del trance. —¿Hablas en serio? —Cállate. He trabajado mucho en esto. Sólo dilo. Maldigo en voz baja antes de continuar. —Responde a la llamada de entre mis muslos. Una y otra vez, cantamos las palabras, la voz de Leena cada vez más baja. Incluso cuando se calla, repito las palabras en mi cabeza. Imploro a la llama: guíalo hacia mí. La lujuria es la cerradura, la pasión es la llave. Desde lo más profundo hasta lo más alto del cielo. Responde a la llamada de entre mis muslos. —Imagínatelo con el ojo de tu mente y repite el encantamiento tres veces más —instruye Leena. 21 Cierro los ojos, intentando evocar una imagen de mi hombre perfecto, hasta que oigo el siseo de la llama al apagarse. Al abrirlos, veo a Leena vertiendo las gotas restantes de mi sangre en el frasco, y hago una mueca. —Eso es tan repugnante. Dando un respingo, se pone en pie. —Ayuda, eso es. Ayúdame a limpiar esta mierda. Luego terminaremos esa botella, nos pondremos a comer galletas de chocolate y nos daremos un atracón de dulces. Colocamos todo en una caja que ella llama "cofre ritual" y luego esperamos a que las velas se enfríen. Por muy tonto que fuera, me hizo sentir mejor. Al menos, me hizo olvidar a Harry por un rato. Una vez que la sala de estar vuelve a ser una mezcolanza normal de cosas aleatorias, Leena se sienta a mi lado con la tarrina de helado y dos cucharas. Shittles se instala entre nosotras mientras Leena hace girar un candado azul alrededor de su dedo con un dramático suspiro, su no tan sutil señal de que tiene algo de lo que quiere hablar. Le tiendo una taza antes de golpear la mía contra ella. —Salud. Ahora derrámalo. Se mueve en el sofá para mirarme, entrecruzando las piernas, y Shittles la mira de reojo por moverse. —Bien, así que la noche en que todo se estropeó entre Harry y tú, yo estaba con Tim. —Está colada por ese chico desde que se conocieron hace dos meses. Lo último que supe es que solo eran amigos, sobre todo porque ella duda de cómo responderá él al enterarse de que es una mujer trans. Lo cual es comprensible, especialmente considerando cómo reaccionaron sus propios padres—. Bueno, finalmente hizo un movimiento, pero me asusté en el momento en que trató de besarme. Me gusta mucho. No estaba preparada para que lo nuestro terminara todavía, ¿sabes? Trató de calmarme abrazándome y diciéndome toda esa mierda dulce. —Bueno, parece un tipo decente. —Me meto una cucharada de helado en la boca y gimo ante el trozo de masa de galleta. —Fue demasiado. Acabé soltando que soy trans. —Saca el labio inferior en un mohín, dándole a Shittles los arañazos en la cabeza por los que está maullando. —Vaya —digo alrededor de otro gran bocado. Está claro que está frustrada por la forma en que hurga en los trozos de masa más grandes. —Sin embargo, ¿honestamente? Fue mejor de lo que esperaba. Dijo que aunque no estaba seguro de cómo sentirse, realmente le gusto. Al final de la noche, terminamos tonteando. Fue increíble. 22 Le empujo el hombro. No puedo creer que haya estado aguantando esto. Debe haberla vuelto loca. Una prueba más de que es la mejor amiga perfecta. —Eso es impresionante. ¿Cuál es el problema? La sonrisa se le escapa de la cara mientras aprieta el helado con la cuchara. —Desapareció. Ni mensajes, ni llamadas, ni siquiera un MP. Ya he superado mi cuota de autoestima por la cantidad de veces que le he mandado mensajes. Esta mierda me enfurece. Podría haberse ido simplemente, pero en lugar de eso, le dio falsas esperanzas primero. Me tiemblan los dedos para llamar al imbécil y decirle lo maricón que es. Aunque nunca me pelearé con Leena por un tipo, siempre estoy dispuesta a ir a tras uno por ella. Durante la siguiente hora, la escucho analizar en exceso cada comentario que él hizo, cada pequeña acción y cada expresión facial que tuvo esa noche. Para cuando la botella se vacía y los restos de helado se derriten, llega a la conclusión de que le hizo un favor al no volver a llamarla. Antes de que empiece a hablar de nuevo de que él es un tipo dulce que está confundido, le digo: —Él se lo pierde, nena. Ella bosteza, estirando los brazos sobre su cabeza. —Sé que tienes razón. —Se inclina hacia delante para besarme en la mejilla y salta del sofá con Shittles en los talones—. Me voy a la cama. Buenas noches. —Buena noche. Las cuerdas de la cortina de cuentas golpean entre sí mientras ella y Shittles desaparecen en el pasillo, dejándome sola con la botella de vino gastada y el cartón de helado vacío. Por primera vez desde el accidente, miro el teléfono y me arrepiento al instante. Sabía que probablemente estaba desempleada después de más de una semana sin llamar, y el último de los tres correos electrónicos de mi jefe lo confirma. Hay unos cuantos mensajes de texto de mis ahora ex compañeros de trabajo preguntándome qué está pasando, junto con múltiples mensajes de Harry, contando alguna historia de mierda. La verdad es que creo queestoy llevando mejor el aborto que su infidelidad. Apenas puedo pensar en ello sin sentir ganas de llorar. Odio dejar que me haga esto. Torturándome hasta que los párpados me pesan demasiado para permanecer abiertos, finalmente apago el teléfono. Llevo todo a la cocina, pongo las tazas en el lavavajillas y tiro el cartón de helado vacío a la basura. ¿Cómo puedo estar tan cansada después de haber dormido durante más de una semana seguida? Frotándome las manos en la cara, me doy la vuelta para ir a mi habitación. El estómago se me sube al pecho, pero tardo un segundo en darme cuenta de que hay un desconocido encapuchado con los brazos cruzados apoyado en el mostrador a escasos metros de mí. Cuando abro la boca para gritar, levanta la cabeza lo suficiente para mostrar su devastadoramente bello rostro con una sonrisa pícara. 23 Antes de que un solo sonido pueda salir de mis labios, mi piel palpita con ondas de hormigueo que se arrastran por mis brazos y piernas. Pierdo la capacidad de utilizar las rodillas, lo que me obliga a darle la espalda y agarrarme al borde del mostrador. Intentando sostenerme, gimo involuntariamente mientras mareas de éxtasis supremo ruedan por entre mis piernas. Mi mano resbala, haciendo caer un plato alrededor de mis pies, pero no parece importarme. La prodigiosa pulsación continúa durante un tiempo tan desmesurado que creo que voy a desmayarme. Es un orgasmo bajo los efectos de LSD. Después de lo que parece una eternidad, las frenéticas vibraciones comienzan a disminuir, permitiendo que mis rígidos dedos suelten el mostrador. De alguna manera, me olvido momentáneamente del hombre que está en la habitación conmigo. Me doy la vuelta y lo encuentro todavía de pie, con la misma sonrisa perversa. —De nada. Con miradas rápidas, busco algo afilado. Mi mente finalmente se pone al día con el conocimiento de que acabo de tener un mega-orgasmo espontáneo frente a un intruso que puede o no estar aquí para matarme. —¿Qué quieres? Se burla, poniéndose erguido para alcanzar su completa e impresionante altura. —Me llamaste, ¿recuerdas? Estoy aquí para hacer lo que desees. No me atrevo a quitarle los ojos de encima mientras mis manos siguen tanteando detrás de mí, casi llorando de alivio cuando envuelvo mis dedos en el mango de un cuchillo. Como yo no le he llamado, está claro que no ha tomado la medicación. Hago lo posible por mantener mi voz suave en un esfuerzo desesperado por aplacarlo. —Creo que estás confundido. —Intentando ser sutil, doy pequeños pasos hacia la puerta de la cocina. Su risa hace que mis nervios se rompan uno a uno. —Está claro que no soy yo quien está confundido. —Con las manos tatuadas, tira de las mangas de su chaqueta de cuero negro, caminando hacia mí. Saco el cuchillo entre nosotros, sin saber si tengo las agallas para usarlo. Entrecerrando los ojos oscuros, se levanta para bajarse la desgastada capucha marrón, revelando más tinta garabateada en el cuello con extraños símbolos—. Eso no me va a hacer una mierda, pero eres más que bienvenida a tenerlo. Aunque sería un poco grosero, ya que, como he dicho, me llamaste. Si mi corazón late más fuerte, voy a volar en pedazos. —Por favor, no me mates. Sus ojos se entrecierran como si lo hubiera insultado. —No está permitido. Además, prefiero follar contigo. 24 Su forma de hablar es increíblemente extraña, con un acento que nunca he oído. Mi mirada se dirige a sus extraños pantalones. Lo que parecen ser diferentes tonos de cuero desgastado se funden en un mosaico único. También es extraño que su chaqueta parezca nueva, pero la capucha que lleva debajo parece tan desgastada como sus pantalones. Me sacudo los pensamientos inútiles de la cabeza y vuelvo a centrarme en la amenaza que tengo delante. Sus cuestionables elecciones de moda no son lo que debería estar pensando. Si no hubiera bebido tanto vino. Hay un psicópata a pocos metros que muy posiblemente podría violarme o algo peor, y apenas puedo mantenerme en pie. La necesidad de preservar mi vida supera cualquier pensamiento crítico que pueda poseer. Tardo menos de un segundo en procesar mis pensamientos y salgo corriendo de la cocina hacia la puerta principal. Justo cuando estoy a punto de alcanzar el picaporte, me doy de bruces con su sólida figura y caigo de espaldas. Ni siquiera se tambalea por el impacto. Las lágrimas mojan mi rostro en señal de derrota. ¿Cómo diablos me ganó llegando aquí? El cabello oscuro y liso le cae sobre la cara cuando se agacha hasta mi nivel. Mi mirada se eleva a las dos trenzas retorcidas que tiene sobre su oreja izquierda cuando su áspera voz exige contacto visual. —Incitaste las llamas de Maelprog con sangre de la muerte, utilizando el Ammalok Qew para invocarme por mi nombre. ¿Qué podías esperar que ocurriera? Las palabras que entiendo hacen que mi pecho se agite. —¿El hechizo de Leena? ¿Funcionó? Su desconcertante risa me acerca al límite de mi cordura mientras él se levanta, imponiéndose sobre mí. —Está claro que has acertado lo suficiente como para que yo acabe aquí. —Su sonrisa sintética se ve empañada por una mueca—. ¿Qué intentabas hacer, humano? ¿Humano? Apenas comprendo su pregunta, me pongo en pie. Aunque una voz en el fondo de mi mente me susurra que está diciendo la verdad, no puedo aceptarlo. Todo esto tiene que ser una pesadilla inducida por el estrés. —¿Qué eres? —pregunto en voz tan baja que dudo que me oiga hasta que me guiña un ojo. —Será mucho más divertido mostrarte. Seguramente lo estoy mirando como si estuviera desquiciado cuando una enorme sonrisa estira su cara, revelando unos dientes brillantes y unos caninos puntiagudos. Me tapo la boca para no gritar, y mis entrañas se estremecen de horror. Las manchas simétricas de sus sienes se abren en heridas incruentas con huesos que se abren paso entre la carne. Sus tatuajes se consumen, para ser sustituidos por una sustancia anaranjada y brillante que se mueve por su piel aceitunada como si estuviera viva. De su frente sobresalen gruesos cuernos de marfil con hilos retorcidos 25 que se suavizan hacia las puntas. Se encoge de hombros y se quita la chaqueta negra, mostrando un chaleco de cuero y las marcas en movimiento que aparecen en sus brazos. Una ráfaga de calor me golpea la cara, el olor a humo me quema las fosas nasales. Unas enormes y plumosas alas color pizarra surgen de su espalda y se extienden por mi entrada. Su mirada por fin se encuentra con la mía, la piel que rodea sus ojos blancos y sólidos, que ahora han perdido el iris, se ha oscurecido como si un niño gótico lo hubiera maquillado. Es imposible respirar lo más mínimo. —Eres... eres un... un... —A...a... —se burla—. Soy orseiinak. Lo que tú llamarías un demonio. No puedo evitar la risa maníaca que sale de mi boca. Es un poco cómica la forma en que su cabeza se mueve hacia atrás ante mi reacción. O bien se trata de una pesadilla increíblemente vívida, o bien no es él quien se está volviendo loco. Soy yo. Es mucho más probable que esté viendo cosas que la locura de lo que sale de sus sensuales labios. Con el ceño fruncido, inclina la cabeza con cuernos y los remolinos brillantes le llegan hasta la mandíbula. —No estoy seguro de lo que es tan gracioso. Aprieto los ojos, murmurando para mí. —Los demonios no existen. Nada de esto es real. —Repito el mantra dos veces, respirando profundamente cada vez. Una inhalación, dos exhalaciones, tres—. Asomándome lentamente por el ojo derecho, no sé si reír o llorar de alivio cuando me encuentro sola en la entrada. —¿Hola? —Giro en círculo, asegurándome de que no está acechando silenciosamente en algún lugar. Dejando caer la cabeza hacia atrás, expulso una bocanada de aire de mis pulmones. Mi respiro dura poco porque no tengo explicación para el delirio que acaba de fabricar mi cerebro. Nunca habíaalucinado sin drogas, y ver gente que no está allí nunca es una buena señal. He oído que las lunas llenas pueden tener un efecto extraño en la gente, pero nunca me lo he creído. Sin embargo, estoy agotada, y lo he estado desde lo que pasó con Harry. Tal vez simplemente se reduce a la reacción de mi cerebro al trauma. Lo único que puedo hacer es esperar que sea así. 26 3 Un Lío Monumental Loch Zibiidor Comselh, Maelprog —¿Príncipe Loch? —Me niego a abrir los ojos y trato de ignorar la incesante presencia de Murkus. Debería azotarlo ahora mismo por molestarme tan temprano— . El Rey exige tu ayuda con los recién llegados. —Los compañeros de cama de la noche anterior se mueven a mi lado cuando me incorporo para ver al esclavo orseiinak de pie en mi puerta, asaltando mis oídos con su voz chillona. Las cadenas de sus muñecas y tobillos se conectan a su collar, tintineando mientras se inclina hacia mí. No espera a que le pida que se explaye—. Una prisión de Turquía ha sido bombardeada hace unos instantes, matando a unas cuatro mil personas. Más de setecientas almas han sido asignadas a Pashbab, además de los ingresos diarios normales. Una sonrisa se dibuja en mi rostro a pesar del indeseado despertar. Cada sesión que realizo en las celdas de Pashbab, una cámara de tortura para los condenados por sus deplorables pecados de lujuria, me permite devolver la retorcida perversión de pederastas y violadores en un juego fantástico de inconmensurable agonía. Trepando por encima de príncipes y princesas dormidos, me pongo mis necropantalones, hechos con la carne eterna de almas execradas. Me abrocho los botones de mi chaleco de piel y me siento en el borde de la cama para abrochar mis botas cubiertas de ceniza. El cuerpo desnudo de Semanedai se desplaza junto a mí, con sus dientes mordiendo mi hombro. —¿Adónde vas? —Se quita los rizos oscuros del hombro y arquea la espalda, mostrando esas soberbias tetas suyas. Me inclino para chupar su oscuro pezón en mi boca. Es una Aldonitas orseiinak, una demonia nacida de la codicia, famosa por ser infaliblemente insaciable en la cama. Lo cual es en gran parte la razón por la que ha sido una compañera de cama recurrente durante tantas décadas. Corlbin se arrastra por la cama para unirse a Semanedai. —Quédate con nosotros, mi príncipe. —Es otro de mis favoritos, sobre todo por su incapacidad para satisfacerse sin importar cuántas veces le haga correrse. —No puedo. Tengo que ir a trabajar. Órdenes de mi padre. 27 Semanedai se levanta sobre sus rodillas y me agarra la cara para lamerme la mejilla. De pie, deslizo dos dedos dentro de su coño para atraer su cuerpo contra el mío. Su humedad cubre mi mano mientras Corlbin intenta desatar mis pantalones. —Lo harás. Quiero volver a ver eso que hiciste con el crucifijo. —Me dedica una sonrisa de satisfacción mientras retiro los dedos para lamerlos. Alargando la mano para acariciar el espacio entre las adorables nalgas de Corlbin, le guiño un ojo—. Ten este agujero listo para mí cuando me releve del deber de tormento. — Sonríe, peinando su largo y rubio cabello con los dedos. Su atención se desplaza hacia Semanedai, que se tumba de espaldas, abriendo las piernas. Me muerdo el labio, observando cómo su lengua acaricia su clítoris, y salgo a mi balcón antes de que me excite demasiado como para poder salir. Liberando mis alas a través de las tablillas de mi chaleco, tomo el camino más largo, volando junto al retorcido castillo de turmalina negra. La ceniza cae del cielo infernal, lloviendo sobre mi cara hasta que llego al nivel superior. Mi padre es Asmodeus, gobernante del segundo círculo de Maelprog, la Tierra de la Lujuria. Tengo la suerte de que mi vivienda se encuentra en la novena ala más alta del castillo de Zibiidor. La estructura sería imposible para los mortales. Seiscientos sesenta y seis niveles con seiscientas sesenta y seis habitaciones en cada piso. Los residentes están estrictamente limitados a los descendientes de mi padre, sus madres y nuestros esclavos. Estoy lejos de ser el mayor de sus hijos, sin embargo, mi madre es venerada como la reina de los orseiinak, lo que me hace favorable entre sus descendientes. Al llegar al piso más alto, vuelo hacia la amplia abertura, sin ventanas ni obstáculos, y repliego mis alas. Mientras atravieso los pilares de obsidiana, llamas parpadeantes sostenidas en apliques de hematita se alinean en las paredes, iluminando mi camino. Su insignia está por todas partes en Zibiidor Comselh, pero la que arde ante las puertas de su despacho indica que está dentro. Siempre he pensado que se parece a una trompeta lateral con una cola puntiaguda. Por supuesto, podría simplemente shigmir, (mi habilidad para viajar instantáneamente entre distancias) y aparecer directamente frente a él, aunque, por respeto, llamo a la puerta. —Te he estado esperando, Loch. Abriendo las puertas de mármol, cruzo el umbral y mis pasos resuenan en la amplia sala hasta que me encuentro frente a su escritorio. —Supongo que Murkus te ha puesto al corriente del desbordamiento. Se podría pensar que, con sus miles de hijos, yo sería obsoleto para él. Aunque no siempre esté disponible para dedicarme su tiempo, de alguna manera lo compensa... de una forma u otra. —Sí, lo hizo. —Las llamas de los cuencos de hierro lamen el aire, sus reflejos parpadean en el suelo negro perlado. No soy capaz de distinguir de quién se trata, ya que están ocultos bajo su escritorio, pero puedo ver una cabeza de cabello corto y rubio que se balancea hacia arriba y hacia abajo en su regazo. 28 —¿Tienes una aproximación de cuántas sesiones tendré que realizar en los próximos días? Sólo para poder planificar mi agenda. Sumerge su pluma, un báculo afilado de una cabra, en su tintero. Tras unos instantes escuchando cómo rasca el papel, responde. —Espera que haya entre doscientos y trescientos pederastas y aproximadamente quinientos violadores. —Soltando el bolígrafo sobre su escritorio, coloca su mano sobre el rubio, empujando hacia abajo y haciendo que se produzcan arcadas—. Tendrás, por supuesto, a muchos de tus hermanos para ayudarte. Si necesitas más, sólo tienes que solicitarlo a uno de los esclavos. —Deja caer la cabeza hacia atrás, gruñendo con su liberación. Cuando su cuerpo se afloja contra su trono, chasquea los dedos, ordenando no verbalmente a quien ahora reconozco como mi primo, Biln, que salga a rastras de debajo del escritorio. Me sonríe y se limpia la barbilla de camino a la puerta. Mi padre espera a que desaparezca para preguntar— : ¿Hay algo más? —Como es evidente que me está despidiendo, hago una reverencia y cierro las puertas antes de salir via shigmir de su despacho. —Ahí está el niño pernicioso de mamá. —Mi madre sale del pasillo, las joyas azules de sus cuernos de ónix negro brillan entre su cabello oscuro y rizado. La cola de su vestido medianoche se arrastra por el suelo brillante, mientras Ors, su mascota, vuela bajo en el suelo detrás de ella, batiendo sus alas cubiertas de membranas. La larga lengua de la enorme criatura sobresale de su cabeza de sabueso, moviendo su cola de reptil. Raspa sus largas uñas negras bajo mi barbilla y me da un beso en la cabeza—. ¿Cómo va tu mañana, malvado? —Tengo casi cien mil años y, sin embargo, a veces me trata como si tuviera trescientos. —Empieza antes de lo que preferiría. Hace un mohín, su mano acaricia suavemente mi cuerno. —Te mereces un descanso. Hablaré con tu padre para que te dé un tiempo libre después del baile del decenio, ¿de acuerdo? —Sus uñas repiquetean antes de levantar su dedo cargado de anillos—. Cuando Lucifer y yo volvamos de las vacaciones en Ovoarslondoh, claro. —Nunca entenderé por qué le gusta tanto el reino medio. La única vez que fui, lo encontré increíblemente aburrido—. Hablando del Baile del Decenio, ¿tienesalgún invitado en mente? El Baile del Decenio no es más que un concurso de meadas a gran escala entre mi padre y mis tíos. Después de unos diez mil de ellos, han perdido su atractivo. —No. No he pensado mucho en ello. Su sonrisa revela sus colmillos, las joyas de sus cuernos brillan a la luz del fuego. —La hija de Mammon, ¿cómo se llama? ¿Semanedai? Es bastante viciosa, y ustedes dos se han entretenido con frecuencia los últimos años. Ors vuela lo suficientemente cerca como para que pueda acariciar a la bestia infernal por su gran espalda. 29 —Lo pensaré. —Besándola en la mejilla, suelto mis alas—. Tengo que ir a trabajar. Te veré más tarde. Ella me devuelve el afecto, presionando suavemente sus labios entre mis cuernos. —Por supuesto, querido. Me dirijo hacia el borde de la enorme abertura y salgo de la cornisa mientras fuerzo mis alas para impulsarme hacia arriba. Volando cerca del cielo en llamas, puedo ver todo Zibiidor Comselh junto con las afueras de Rorvors y Levithmong Comselh, los reinos gobernados por mis tíos Lucifer y Belcebú. Cada reino tiene sus propias ventajas según el estado de ánimo en el que me encuentre, pero algunas de mis noches más entrañables y salvajes las he pasado aquí, en las calles de Zibiidor Comselh. El tamaño gigantesco de Pashbab es evidente incluso desde esta altura. La estructura de merlinita alberga cientos de millones de almas y es el tercer hueco de tortura más grande de Maelprog. Una vez que llego, me dirijo a la sala de reuniones donde mis hermanos y hermanas están recibiendo sus órdenes de ubicación. Está prohibido relacionarse sexualmente durante las horas de trabajo, a menos que sea en el marco de una sesión de castigo, por lo que casi siempre nos mantenemos al margen mientras estamos aquí. Los criminales deambulan entre las celdas de hierro, lo que es habitual en todos los huecos de tortura. Arrancar la carne inmortal de los pecadores muertos es uno de sus juegos favoritos. Mi nombre está grabado en la placa de mármol sobre mis archivos de trabajo. Mirando la lista de los compañeros de juego de hoy, me dirijo a la primera celda. Es imposible no sonreír ante la fiesta que puede suponer otro día de tormento. Dejo que la pesada puerta se cierre tras de mí cuando una mujer grita: —¿Quién eres? —Está perfectamente preparada para mi actuación, boca abajo y desnuda con las piernas abiertas. Envolviendo mi mano alrededor de la flor floreciente, levanto el pesado implemento de la mesa. Tiene un nombre cariñoso para un dispositivo tan horrible. Es más grande que mi antebrazo cuando está cerrado, pero una vez que lo abro para conseguir un efecto dramático, los segmentos afilados recuerdan a una flor en flor. Simplemente imaginando las posibilidades, mi polla se tensa en mis pantalones. Para alguien que secuestró a mujeres en las calles para que ella y su marido pudieran violarlas y filmarlo con fines de lucro, ya está mostrando una gran falta de tolerancia. Espero a que se calmen sus gritos antes de responder a su pregunta con una reverencia. —Soy el Príncipe Loch. Seré tu fuente de agonía insuperable y de persecución incomprensible durante tu primer día de eternidad. 30 —¡Para! ¡POR FAVOR! ¡No puedes seguir haciendo esto! Hoy es mi trigésima quinta sesión, pero ojalá hubiera sido la primera. Este pedazo de mierda en particular fue un psiquiatra de niños durante su tiempo en la Tierra, utilizando la vulnerabilidad de sus pacientes junto con su posición de poder sobre ellos para violar, molestar y manipular brutalmente a los inocentes a su cargo. Curiosamente, su amor por su joven hija era puro. Distorsionando el ojo de su alma, le obligo a ver la ilusión de su amada niña siendo violada con atizadores al rojo vivo y dagas dentadas. Su sangre inexistente se acumula alrededor de sus pies sucios, pegándose a sus dedos mientras la despellejan, pequeños trozos a la vez. Sus gritos me hacen acariciar mi erección por encima de mis pantalones, y aunque la escena es toda ficción, la belleza malévola de la misma es que él no tiene ni idea. Mientras me agacho a su nivel, susurro mi pregunta en su lengua turca. —¿Recuerdas a Caria? ¿La niña de cuatro años de la que abusaste con tanta saña que estuvo a punto de morir por una hemorragia interna? —¡Estoy cumpliendo siete años por eso! ¡Estoy pagando mi cuota por ella! Eso me hace sonreír. Ni siquiera ha empezado a sufrir por sus pecados. Sus ojos no pueden dejar a mi hermano, Sephilen, violando y mutilando el espejismo de su hija, cuando en realidad no está haciendo nada más que acariciarse a sí mismo, a la espera de asistirme en cualquier cosa que pueda necesitar. Es divertido el tiempo que a veces tardan los recién llegados en comprender que están muertos. —¿Y Demir? ¿El niño de diez años que se suicidó por lo que le hiciste? —¡DETENTE! Yo... ¡lo siento tanto, maldita sea! Yo... ¡no sé por qué lo hice! — Tose entre sollozos, los mocos y la saliva gotean de su barbilla—. No pude controlarlo. Sólo... ¡tienes que PARAR! Arrodillado frente a él, sonrío, saboreando la dicha azucarada de su sufrimiento. Maldito anticristo, me encanta esta mierda. Su creencia de que alguna vez habrá un final para esto es patéticamente cómica. —¿No lo estás disfrutando? —Ironizo con incredulidad burlona—. Pensé que esto te traería buenos recuerdos. Esto es lo que te llena las pelotas de anhelo, ¿no? — Sus gritos resuenan y rebotan en la gran celda. Aquí en Maelprog, la angustia emocional de los condenados es una misma cosa con su dolor físico, cada uno de los cuales aumenta el otro cincuenta veces. Desatando mis pantalones, libero mi erección, tirando de él por el cuero cabelludo para introducirme a la fuerza en su garganta. Se ahoga con los ojos saltones mientras sigue mirando a quien cree que es su hija. Como si ocurriera a unos metros de distancia, veo cómo se desarrolla su recuerdo. Está sentado con su hija en una mesita, riendo cuando ella le pone pasadores en el cabello y le pinta la cara con colorete. ¿Quieres más té, papá? Él le 31 sonríe, levantando su taza. Ella vierte la jarra, aunque no sale ningún líquido. Aun así, actúa como si estuviera delicioso. Gracias por jugar conmigo. Te quiero, papá. ¡Papá! ¿Por qué no me ayudas? ¡Me duele mucho! ¡Por favor, ayúdame! —brama la niña imaginaria, con gotas rojas brillantes goteando de las yemas de sus dedos. Cada vez que intenta retroceder, empujo con más fuerza, la silla de espinas perforando más profundamente su carne inmortal. Grita alrededor de mi polla hasta que su mandíbula se afloja. Al final, su boca se vuelve monótona, así que me retiro para cubrir su cara manchada de lágrimas con mi semen. —¡Papá! ¡Por favor, haz que se detenga! Asiento con la cabeza a Sephilen, que está acariciando el utensilio para limar los genitales, dejándole que termine el primer día de nuestro prisionero. Salgo al pasillo y rasco a uno de los crápulas bajo la barbilla cuando me lame la cara. La puerta de la celda en la que se encuentra la próxima alma que debo destripar chirría por falta de mantenimiento. En el momento en que entro en la habitación, un chillido agudo me hace caer de rodillas y sólo puedo suponer que significa una cosa. ¡Chillido! ¡Chillido! —Ah! —Las estruendosas ondas sonoras atacan mis oídos y consumen mi cerebro, amenazando con ponerme en posición fetal. Mi visión se nubla mientras la bilis me quema las entrañas. ¿Está sucediendo esto en serio? De todos los orseiinak de Maelprog... ¡joder! La agobiante agonía de mi cabeza hace imposible incluso shigmir. Aprieto los puños, obligando a mis tensas alas a llevarme junto a la subida del fuego, la corriente ardiente que fluye hacia arriba desde el río Zodinu hasta las puertas en llamas de arriba. Cuanto más tarde en responder a la llamada, peores serán los síntomas. Apenas puedo mantenermeen pie de lo mareado que estoy. Mi primo Rendia, guardia de las puertas, me mira con una ceja arqueada. —¿Qué te pasa? Me aprieto las palmas de las manos contra los ojos, intentando aliviar la angustia de mi cabeza. —Una invocación. —Incluso hablar es insoportable—. Informa a mi... padre... ¿lo harás? Me da una palmada en la espalda, casi haciéndome desmayar. —Seguro, se lo diré cuando termine mi turno. Diviértete. El techo en llamas se abre de par en par como la boca de una bestia cuando el pie calzado de Rendia aterriza contra mi espalda, expulsándome de Maelprog. Me paso las manos por la cara mientras giro y caigo por Drilpa Nalvage. En el mismo momento en que atravieso el mundo de los mortales, los chillidos en mis oídos se disipan. Mi visión se aclara y, justo cuando exhalo aliviado, me 32 recorren escalofríos por la miserable atmósfera fría de este reino. Me subo el bransg, que me protege de los ojos de los mortales. Tardo un momento en acostumbrarme, ya que no lo utilizo desde que era un joven orseiinak que aprendía a controlar mis habilidades. Levanto la cabeza hacia el cartel de neón con un ciervo blanco justo encima de mi cabeza. Portland Oregón Casco Antiguo Este lugar no parece viejo. Me pregunto cuán diferente es de la ciudad nueva. Quien me llamó está al sureste de aquí. Una cuerda invisible tira de mi pecho, guiándome hacia mi invocador. Esto es, sin duda, obra del Ammalok Qew. Esa abominación de libro no debería haber existido en primer lugar. Nunca he tenido la desgracia de estar sometido al reino humano, aunque a través de los recuerdos de las almas condenadas he visto la evolución de la Tierra a lo largo del tiempo. Hasta que no sepa exactamente a dónde voy, tendré que seguir el tirón entre mis costillas. Los edificios de ladrillo y metal se alinean en la calle pavimentada. No puedo creer mi suerte cuando paso por uno que alberga ropa. Me agito dentro, buscando algo que me caliente en este reino helado. Las prendas mortales parecen volverse más horribles con el tiempo, así que agradezco haber encontrado un abrigo negro que me servirá una vez que haya hecho los agujeros por los que se deslizarán mis alas. El sol ha viajado a otro lado del globo. Debería estar envuelto en la oscuridad, pero las luces eléctricas iluminan mi camino mientras continúo siguiendo la cuerda invisible a través de un puente de acero. Subiendo la capucha alrededor de mi cara, sigo girando por diferentes calles hasta que percibo la feminidad de la esencia de mi invocador. La sensación de tirón en mi pecho se disuelve en el momento en que mis pies pisan la hierba descuidada frente a una casa de campo moderna. Al subir los escalones, me asomo al interior de una ventana abierta para ver la espalda de una mujer. Está de pie en lo que supongo que son sus dependencias de cocina, con su cabello rubio ondulado cayendo por encima de los hombros. Mis ojos bajan hasta su trasero, visualizando cómo sería fuera de esos pantalones cortos que lleva. Está claro que es ella quien me invocó. Inhalando el aire helado, cierro los ojos. Cuando los abro de nuevo, estoy de pie justo detrás de ella. Menos de dos segundos después de bajar mi bransg, se da la vuelta. Sus párpados se estiran en torno a unos iris dorados, y la acidez de su conmoción baila en mi lengua. En lugar de presentarme verbalmente, le doy una muestra del placer que le espera. Forzando una estimulación acelerada a través de las terminaciones nerviosas de su clítoris, presiono las paredes de su coño y la entrada de su culo mientras 33 manipulo sus pezones, todo ello simultáneamente. Su respuesta es casi instantánea y bastante erótica. Si esta es la visión que voy a tener durante mi tiempo aquí, entonces el reino mortal puede no ser tan malo. Esto no tiene ningún sentido. ¿Cómo puede ser esta la humana que me llamó aquí? Tiene que ser ella, es imposible que sea otra persona. Hay una parte de mí que espera que esto no sea una especie de malentendido cósmico porque estoy deseando sumergir la mecha en un mortal. Ha sido un poco mi fantasía experimentar el acostarse con una de las criaturas temporales, sin embargo, supuse que sería mucho más bienvenido. Fui invitado aquí, pero ella actúa como si me infiltrara en su casa. Demonio. La palabra es arrancada de su cerebro, instalándose en el mío. Con los puños apretados, permanece con los ojos cerrados, contando para sí misma por alguna ridícula razón. Aunque no pudiera olerlo ni saborearlo, la tensión de su cuerpo y la agitación de su respiración dejan claro que está totalmente aterrorizada. Sin saber qué debo hacer, vuelvo a levantar mi bransg en su sitio. Esto no se parece en nada a las historias de invocación que me contaron cuando era niño. La acidez de su alivio se me clava en la garganta cuando abre los ojos, creyendo que su pequeño ataque de susurros me ha alejado. Sin embargo, sigue siendo aprensiva, lo cual es un refrescante limpiador de paladar. —¿Hola? Sin ninguna gracia, observo cómo me busca, medio tentado de revelar sólo mi voz para poder probar de nuevo su miedo. No puedo leer su mente per se, pero soy capaz de entender los principales pensamientos e intenciones, a veces captando algunas palabras. Dormir. Debe estar planeando ir a su cámara de dormir. Mirando sus pequeñas nalgas que asoman por debajo de sus pantalones, la sigo mientras acciona los interruptores, haciendo que la oscuridad consuma la casa. No me importa, puedo ver perfectamente en la oscuridad. Son los humanos los que no tienen la mejor visión en ausencia de luz, así que es extraño que ella minimice su vista mientras sigue tan ansiosa. Finalmente, toma un grueso edredón de color menta del respaldo del sofá y lo lleva a una habitación de colores nauseabundos con muebles rosas y luces centelleantes colgadas por todas partes. Arroja la manta sobre la cama y se arrastra bajo ella para apagar la lámpara que hay sobre una mesita. Mientras la luz de la luna se posa en su habitación, me paso la lengua por la punta de los colmillos y veo cómo mueve su cuerpo de un lado a otro antes de quedarse dormida. Me subo a su cama para observarla. Es extraño que los humanos sigan teniendo una forma de conciencia durante el descanso, que es lo que les permite soñar. Los orificios nasales de su pequeña nariz respingona se abren cada vez que exhala, sus labios carnosos se separan ligeramente. Pasando mi dedo por su suave brazo de 34 marfil, aspiro su aroma a fresa y me planteo hacer que se corra de nuevo mientras duerme. En lugar de eso, decido explorar su casa, con la esperanza de obtener algunas respuestas sobre por qué estoy aquí. Desde que llegué, he percibido otra fuerza vital femenina en la casa, que me informa de que no estoy solo con esta mortal. Caminando por un pasillo de imágenes extrañas, sigo la esencia de la otra humana hasta una puerta. Detrás de ella duerme una belleza de cabellos coloridos y rica piel morena. Quizá también tenga la oportunidad de conocer su cuerpo. Me inclino para olerla cuando un felino blanco arquea la espalda ante mi presencia. Le muestro los colmillos a la criatura, salgo de la habitación y al pasillo, deteniéndome frente a un tapiz que cuelga de la pared. Es una imagen de punto de aguja de una casa de campo que dice: "Hay algunas putas en esta casa". Teniendo en cuenta mi encuentro con la chica de cabello pálido antes, eso parece inexacto. Una vez que vuelvo a las dependencias de la cocina, olfateo cualquier cosa que pueda ser comestible. Yo, por supuesto, no requiero comida humana, aunque algunas pueden ser bastante placenteras de ingerir. En la mesa hay papeles apilados, y al leerlos no encuentro nada importante, pero sí una cajita de lo que los humanos llaman cigarrillos. De vez en cuando, puedo encontrarlos en Levithmong Comselh, la Tierra de la Gula, y los disfrutobastante. Sacando el calor suficiente de mi dedo para encender una pequeña llama, lo enciendo, respirando el humo. Tendré que asegurarme de adquirir más de estos durante mi estancia aquí. El extremo del bastón de fumar se ilumina de color naranja mientras inclino la cabeza para examinar una fotografía de mi invocadora y la otra mujer pegada a la caja gigante que los humanos llaman "re—fridge—rador". La arranco y le doy la vuelta para leer las palabras del reverso. Mishka & Leena 2013 BF 4-EVER. Mencionó que Leena era la que había utilizado el hechizo antes, así que el nombre de mi invocadora debe ser Mishka. —Mishka. —Lo digo en voz alta para sentirlo en mi lengua. Es un nombre extraño para alguien que reside en esta parte de la Tierra. En ruso significa "cachorro de oso". Abro la caja fría, rompiendo por error el asa en el proceso. Mierda. Olvidé que la Tierra tiene este efecto sobre nuestra fuerza. Como no puedo volver a colocarla, dejo el asa en la encimera. El cigarrillo se ha quemado hasta la colilla, así que lo dejo caer en el agujero del fondo del lavabo y enciendo otro antes de continuar mi búsqueda. Al pasar a la sala de estar, me fijo en una televisión. No entiendo muy bien para qué sirven. Por lo que he deducido, los humanos se limitan a mirarlas. Cuando me doy la vuelta, mis ojos se fijan en un libro encuadernado en cuero que está sobre la mesa. El Ammalok Qew. El deseo de tocarlo es abrumador, pero una vez que lo hago, las yemas de mis dedos se clavan con afilados pinchazos, lo que hace imposible mantenerlo. Lo intento una vez más con el mismo resultado. Ahora, por supuesto, estoy aún más decidido a ver exactamente lo que hay dentro. Con cuidado de volver a colocar todo en su lugar anterior y no romper nada más, busco en cada habitación de la casa hasta encontrar herramientas adecuadas 35 para la tarea. Finalmente, encuentro un juego de puntas de plástico en el cuarto de la cocina y un par de pinzas de metal en el lavabo. Cuando el cigarrillo se apaga, cierro los restos en mi puño, utilizando el calor de mis llamas para quemarlo hasta convertirlo en ceniza y me limpio los residuos en los pantalones. Arrodillado frente al libro, utilizo las púas para abrir la tapa. El Libro de los Siete es una atrocidad cuya mera existencia ofende a los orseiinak. Hace unos mil doscientos años, mi primo lejano, Therveris, nacido de la descendencia de Leviatán y Mammon, vino a la Tierra como recolector, uno que acumula la sangre de los animales terrestres. Durante su tiempo aquí, se enamoró de un hombre humano. Viajó dentro de sus sueños, susurrando las oraciones para convocar a un orseiinak de cada una de las siete familias. Los requisitos básicos están todos en el libro junto con las variaciones dependiendo del resultado deseado. La lengua enoquiana está traducida a la perfección junto con los bocetos de cada uno de los sigilos de mi tío dibujados con todo detalle. Como es imposible invocar a un murifri, sólo los nacidos en Maelprog corren el riesgo de ser llamados. Hacía tanto tiempo que ninguno de nosotros había sido convocado, que casi había asumido que el libro había sido destruido. Utilizando las pinzas, me dirijo a la sección especificada para los descendientes de mi padre. Un trozo de papel blanco, mucho más nuevo y resistente que el resto de las páginas, sobresale del margen del libro. Mientras leo la antireglamentación que me ha traído hasta aquí, no sé si reír o horrorizarme. Ni siquiera han escrito bien mi nombre. No es hasta que llego a las últimas páginas que me entero de que el amante de Therveris mantuvo el Ammalok Qew contenido en su linaje, pasándolo a un miembro elegido de la familia en cada generación. Según las notas inscritas en los márgenes, hace aproximadamente trescientos años, uno de los miembros elegidos de la familia proclamó que el uso del libro estaba prohibido. A partir de ese día, quien estuviera en posesión de Ammalok Qew estaba obligado a mantenerlo protegido y oculto. Parece que la última persona que asumió la responsabilidad firmó el libro hace más de cuarenta años, así que ¿cómo llegó a manos de estas mujeres mortales? Sea como sea, está claro que no tenían intención de sacarme de Maelprog, lo que significa que mi traslado forzoso no fue intencionado. Maldita sea. Esto es un lío monumental. 36 4 Demonio Cretino Mishka El aroma del café preparado es un poderoso motivador para empezar el día. Estiro los brazos sobre la cabeza y los ojos se abren de golpe cuando los recuerdos de la noche anterior golpean mi cerebro como un martillo en el cráneo. En un arrebato de paranoia, me deshago de las mantas y me levanto de un salto para examinar cada centímetro de mi habitación. Miro debajo de la cama y en el armario, incluso abro los cajones como si el demonio de más de dos metros de mis pesadillas pudiera estar escondido en mi cómoda de Ikea. Todo el asunto es tan jodidamente vívido que me cuesta sacudírmelo de encima. Avergonzada de mí misma, miro por la ventana y me pongo la bata corta y rosa con nubes blancas. Al menos, hoy es un día bonito. Leena está sentada en la mesa con su gorro verde, practicando el tarot, cuando entro en la cocina. —Buenos días, puta —digo, dándome cuenta de que hoy estoy de un humor extrañamente decente. No me sentía tan normal desde el incidente de Harry. —Buenos días, apestosaurio. Con un resoplido, busco mi taza y me doy cuenta de que la habitación huele a humo de cigarrillo. Sé que ella lo sabe mejor. —¿Fumaste aquí? Se echa los mechones hacia atrás y estrecha los ojos. —Ningún cigarrillo merece que te quejes. De hecho, iba a preguntártelo porque juraría que anoche tenía más en el paquete. —Los escalofríos rebotan en mi piel como si todo mi cuerpo se hubiera dormido cuando añade—: ¿Y qué pasó con la nevera? Mi corazón duplica su velocidad antes de sentir que se detiene por completo. El picaporte se ha desprendido por completo de la puerta y ahora se encuentra de forma desalentadora sobre la encimera. Aunque detesto mentir, especialmente a mi mejor amiga, tampoco quiero insinuar la posibilidad de que esté perdiendo el control de la realidad. —Oh, sí, se salió anoche. Alarga la mano para rascar la cabeza de Shittles cuando el gato salta sobre la mesa. —Eso es raro. Ni siquiera estaba suelto. Oh, bueno, estoy segura de que puedo volver a atornillarlo. 37 Mi cuerpo se calienta al darse cuenta de que Shittles está bateando una pluma negra que está sobre los montones de facturas. Mierda, mierda, mierda. Lo señalo, mi voz sube una octava. —¿De dónde sacaste eso? Apoyando su mano en el puño, aprieta los labios, obviamente cuestionando mi estado mental. —De la entrada. Me pareció bonito. Nunca había visto una pluma así. Las hebras suelen separarse. —La agarra del gatito para sostenerla—. Esto es una pieza sólida. Mi cerebro da vueltas tan rápido que me marea, cada vez me cuesta más respirar. Trago otro sorbo de mi café y cuento hasta diez en mi cabeza. —Tu amigo tiene una buena polla. —El líquido humeante se va por el tubo equivocado por mi intento de jadear con la boca llena. No. No, no. Esto no está sucediendo. Desplazando lentamente mi mirada hacia el aparente demonio de la noche anterior, lo encuentro sentado bajo la mesa fisgoneando bajo la falda de Leena. Con una ceja enarcada, añade: —Nunca la dejas... —Hace un sonido de clop con la boca, imitando perturbadoramente el sexo al meter el dedo en el hueco de su puño. Me vuelvo rápidamente hacia mi inconsciente amiga, que me mira con ojos parpadeantes. —¿Estás bien? —Mis intestinos hacen acrobacias en mis entrañas mientras mi café recién tragado amenaza con saltar a mi garganta. Ella no lo oye, y no lo ve. Realmente me estoy volviendo loca. La criatura imaginaria fabricada por mi aparente psicosis desaparece de debajo de la mesasólo para reaparecer encima de ella. El largo y oscuro cabello de la parte superior de su cabeza cae sobre sus profundos ojos marrones, y hace una mueca mientras olfatea el café de Leena. —No puede verme ni oírme porque no quiero que lo haga. No estoy en tu cabeza. —Los remolinos simbólicos de sus brazos parecen tatuajes normales esta mañana, y no dejo de mirarlos, esperando que brillen igual que antes. —Estoy bien —respondo a Leena—. Creo que anoche me acosté demasiado tarde. —¿Quieres ir a Spellbound Woodland a almorzar? Yo invito. Me muero por ir desde que abrió. Mis ojos se cansan de lo mucho que intento concentrarme en Leena en lugar de mirar al hombre que sólo yo puedo ver. —Um, sí, claro. 38 —¿Qué tienes hoy en la agenda? —Me cuesta escuchar lo que dice, pero no me da la oportunidad de responder cuando añade—: Porque tienes que encontrar otro trabajo pronto. ¿Y quién sabe? Quizá así conozcas a un chico... —Su teléfono suena, y ella se ríe de lo que sea, agitando su cuidada mano—. No es que vaya a aparecer de la nada. El encantamiento no funciona así. —Me aclaro la garganta mientras el hombre que puede o no existir se abalanza sobre Shittles. Ella le sisea, y él le devuelve el siseo, haciéndola salir corriendo de la cocina—. Gato loco. —¿Quieres sacar el tablero de Ouija muy rápido? —sugiero. En este punto, estoy dispuesta a probar cualquier cosa para convencerme de que no estoy loca. Leena golpea su teléfono sobre la mesa y se incorpora para mirarme con los ojos rasgados. —Bien, ¿qué te pasa hoy? Se necesita toda mi fuerza de voluntad para no hacer contacto visual con el hombre sentado en la mesa. —Nada. Yo... me he sentido un poco... fuera de lugar desde anoche. Con una mueca y una exhalación dramática, se levanta para ir al salón. —Bien, pero luego tienes que dejar de ser tan friki. Siguiéndola, miro por encima del hombro y veo la cocina vacía. Busca la tabla en el armario y, cuando cruzo al salón, tengo que taparme la boca con las dos manos para no gritar. El demonio, de aspecto extrañamente normal, está encaramado en la silla trono barroca de color rosa intenso que Leena tenía que tener y en la que nunca deja que nadie se siente. —¿De dónde ha salido esto? —Obligo a apartar mis ojos de los suyos para ver de qué está hablando. En su mano está la chaqueta de cuero que llevaba anoche. La piel de mi pecho se tensa por el pánico. Mi cerebro no procesa bajo presión. —Uh... ¿tal vez Harry lo dejó aquí? Extiende el labio inferior. —Eso no parece lo suficientemente feo. Mi risa sale entrecortada y poco natural mientras ella deja el tablero en la mesita junto al libro de hechizos de la noche anterior. Saltando de la silla para arrodillarse frente a nosotros, el demonio hace un gesto a la ouija, con los ojos entrecerrados en rendijas, sin diversión. —No puedes hablar en serio. Leena pone los dedos en la plancheta y yo hago lo mismo, intentando no establecer contacto visual con el hombre que me mira fijamente. —De acuerdo, ¿qué quieres saber? Cerrando los ojos, sobre todo para calmar los nervios, pregunto: —¿Quién está aquí? 39 En el momento en que siento que la plancheta es arrastrada por el tablero, mis ojos se abren para ver cómo tira de la punta, llevándola a la N. Mis manos están húmedas por lo fuerte que late mi corazón. Va a decirme su nombre. O.J.O.D.A.S. Leena gruñe y se levanta enfadada mientras él me sonríe desde el otro lado de la mesa. —Debería haberlo sabido. Nunca te tomas esta mierda en serio. —Se marcha enfadada antes de volver a mover la plancheta sobre el "Adiós"—. Por si acaso no me estás tomando el pelo. Me planteo decirle que no lo he movido, pero no me creería o se pasaría los siguientes tres meses intentando librar la casa de espíritus. —Voy a ducharme y a bañar a Shittles. Avísame cuando estés lista para irte — suelta. Cuando oigo cerrarse la puerta del baño, miro fijamente a la fuente de mi repentina locura. Hablo en voz baja, sin querer alertar a Leena sobre mi frágil estado mental. —Shittles... ella te vio. Y Leena vio el movimiento de la plancheta. Se pone de pie, evaluando mi sala de estar. —Los animales tienen sentidos que los humanos no tienen. Mi bransg no funciona con ellos. Sacudo la cabeza porque apenas soy capaz de entender una palabra de lo que dice. —¿Tu qué? —Al menos da menos miedo a la luz del día. Incluso la oscuridad alrededor de sus ojos ha desaparecido. —Mi bransg. Me esconde de los ojos y oídos mortales. Todo esto es demasiado. No puedo creerlo, pero... Leena vio el movimiento de la plancheta. Entrelazando los dedos, inhalo por la nariz y exhalo por la boca. —¿Qué es lo que quieres? Gira el cuello, manteniendo las manos extendidas como si luchara contra el impulso de asfixiarme con ellas. —Voy a hablar increíblemente despacio para que me entiendas. —Aunque está siendo un poco imbécil condescendiente, no se equivoca del todo al ver que me cuesta comprenderlo—. Tú. Me. Convocaste. ¿De acuerdo? He visto tu anti reglamentación. Sabes por qué me llamaste aquí. Incluso si no era exactamente a mí a quien esperabas. Entonces, ¿cuándo vamos a hacer esto? Aunque ahora parezca normal, sigo teniendo destellos de sus cuernos, las marcas brillantes... las alas. Mi mente ha elegido el peor momento para dejar de funcionar. ¿Haciendo qué? Deja escapar un resoplido claramente cargado de irritabilidad. 40 —Eres una perra un poco densa, ¿no? Moler tu maíz, jugar a la comba, pinchar el calamar... ¿de cuántas maneras quieres que te lo diga? No sé cómo reaccionar ante eso, así que siendo la persona torpe que soy, me río por el nerviosismo de estar metida en un lío. —Mira. Esto es claramente un malentendido. Así que yo, te libero. Chasquea los dientes, poniéndose más cerca de mí de lo que me resulta cómodo. —Así no es como funciona esto. Tengo que cumplir los términos de la citación antes de poder irme. —Con una sonrisa ladeada, se cruza de brazos—. Créeme, estoy más que cualificado para el puesto. Con su última palabra, casi pierdo las fuerzas para sentarme. Mi cuerpo se tensa y a la vez tiembla por la sobreestimulación. Puedo sentir cada músculo de mi coño palpitando con cada choque del orgasmo. Odio escuchar los sonidos de los jadeos que salen de mis labios. —¿Ves? Y te prometo, pequeño mortal, que será mucho mejor una vez que me deslice dentro de ti. Mientras recupero el aliento y la orientación, la ira por mi falta de control consume mi inquietud. No tiene derecho a manipularme ni a mi cuerpo de esa manera. —Deja. De hacer eso. ¿No has oído hablar del consentimiento, imbécil? Se encoge de hombros con una exasperante muestra de misoginia. —Me has llamado por mi nombre. Ese es todo el consentimiento que necesito. Mis ojos se abren de par en par ante su atrevimiento. Intentando bajar la voz, hablo con los dientes apretados. —Ni siquiera sé tu nombre. Inclinándose como si estuviéramos viviendo en el año mil cuatrocientos treinta y seis, dice: —Soy Loch. Hijo de Asmodeus, Rey de Zibiidor Comselh. Sólo hay unas pocas palabras que reconozco en esa frase, así que me centro en lo que puedo comprender. —¿Loch1? Yo... —Mi memoria me traiciona de repente. Ese estúpido hechizo. La lujuria es la cerradura, la pasión la llave—. Oh, joder… Se frota las manos antes de que sus dedos comiencen a desabrochar su chaleco con capucha. —Ahora lo entiendes. Apuntándole con un dedo, aprieto la mandíbula. 1 En la frase original del conjuro ella dice Lust the Lock, Passion the key 41 —No, no era eso lo que quería decir. ¡Basta! —Escucha, tin nanba. Estoy atrapado aquí hasta que hagamos esto, y soy inmortal, así que tengo mucho más tiempo que tú. Me masajeo las sienes porque de alguna manera pasó de ser aterrador a increíblemente
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