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1 Facultad de Filosofía y Letras Universidad Nacional Autónoma de México El llanto del héroe. Breve introducción a la Ilíada: tendencias e interpretaciones actuales Tesis para obtener el título de licenciada en Letras Clásicas que presenta Silvia Patricia Chávez Limón Asesora Maestra Silvia Aquino López Ciudad Universitaria, CdMx, 2017 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 Paola Vianello Pedro Chávez In memoriam 3 4 Índice 7 Introducción 12 I Primera parte: aspectos intrínsecos 12 I “Cuestión homérica” 9 I.1 Homero en la antigüedad 18 I.2 Nacimiento de la “Cuestión homérica” 18 I.2.1 Antecedentes 21 I.2.2 Friedrich August Wolf 23 I.3 Escuela analítica 24 I.3.1 Crítica analítica en el siglo XIX 25 I.3.2 Crítica analítica en el siglo XX 26 I.3.3 Aportaciones de la crítica analítica 28 I.4 Escuela unitaria 28 I.4.1 Crítica unitaria en el siglo XIX 30 I.5 Siglo XX y la evolución de la polémica inicial 31 I.5.1 Milman Parry y los comparativistas unitarios 35 I.5.2 Aportaciones de la crítica unitaria 36 I.6 Últimos desarrollos de la cuestión: entre oralistas y escrituristas 36 I.6.1 Oralistas tradicionalistas 38 I.6.2 Neoanalistas 40 I.6.3 Escrituristas 42 I.7 Conclusiones 45 II Lengua 45 II.1 Dialectos 48 II.2 Lengua literaria homérica 50 III Composición y estilo 5 51 III.1 Poesía hexamétrica 52 III.2 Sistema formular 54 III.3 Escenas típicas 55 III.4 Símiles 56 III.5 Estilo 57 III.5.1 Variación homérica 59 III.5.2 Discursos 62 IV Estructura 64 IV.1 Tiempo: anticipaciones y retardos. Digresiones. 68 V El llanto del héroe 68 V.1 Heroicidad y virtud 83 V.2 Epopeya 86 V.3 El llanto del héroe 109 Segunda parte: aspectos extrínsecos 109 VI Historia y arqueología 110 VI.1 Historia y arqueología de Micenas 119 VI.2 Historia y arqueología de Troya 120 VI.2.1 Campañas arqueológicas 122 VI.2.2 Troya e Ilios en los documentos hititas 123 VI.2.3 Troya VI-VIIa: ciudad anatolia comercial y residencial 125 VI.2.4 La lengua de Troya 126 VI.3 Historia y arqueología de la Edad Obscura 132 VII. Dialectos y escrituras de Grecia 132 VII.1 Orígenes 133 VII.2 Dialectos de Grecia 134 VII.3 Escrituras de Grecia 6 141 VIII Religión 141 VIII.1 Dioses olímpicos 145 VIII 2 Divinidades ctónicas 148 VIII.3 Relaciones entre dioses y hombres 151 IX Sociedad 151 IX 1 Clases sociales 152 IX.2 Actividad política 155 IX.3 Justicia y derecho 157 IX.4 Matrimonio y familia 159 IX.5 Trabajo 160 IX.6 Guerra 163 Conclusiónes 166 Epílogo: algunas notas sobre la historia de la recepción 166 a) Época arcaica 168 b) Época clásica 171 c) Época helenística 172 d) Época imperial 175 e) Edad Media Oriental 177 f) Edad Media Occidental 178 g) Renacimiento 181 h) Siglo de las Luces 184 i) Romanticismo 188 j) Modernismos 194 k) Posmodernidad 201 Apéndice para el estudiante de griego 223 Bibliografía 7 Introducción El objetivo de esta tesis es ayudar a comprender y admirar el poema fundacional de la tradición occidental. Objetivo al mismo tiempo modesto e ingente, modesto, pues la belleza de la Ilíada suscita admiración que crece conforme se avanza en su lectura, de modo que cualquier lector “inocente” se ve atrapado por la historia, la belleza de las imágenes, las caracterizaciones, las relaciones entre hombres y dioses y, sobre todo, por el monumental espectáculo de sufrimiento y muerte. Ingente porque es tarea imposible dar cuenta de las variadísimas interpretaciones que ha suscitado el poema por más de dos milenios (con todo, se intenta aquí reunir las principales opiniones). Por estos aspectos, la Ilíada es una obra “contemporánea”, pues le habla al hombre de hoy de los problemas de hoy: ¿qué es la justicia?, ¿cuál es la relación entre libertad y necesidad?, ¿cuáles son los valores éticos que deben guiarnos?, ¿por qué sufrimos?, ¿cuánto vale nuestra vida? y, a fin de cuentas, ¿cuál es el sentido de la vida misma? Sin embargo, la Ilíada es, a la vez, un poema muy lejano a nosotros (de hecho, ya lo era para los propios griegos clásicos), tanto por cuestiones de forma como de contenido: por ejemplo, el estilo formular, propio de la ejecución oral y pública, produce, sin duda, extrañamiento al lector solitario o el sistema axiológico, fundado en el honor, que resulta difícil de comprender en un mundo cuyos valores son ya la bondad individual y subjetiva, ya el éxito social y económico. Este efecto simultáneo de “mismidad y otredad” es, creo, lo que define a una obra “clásica” o, en palabras de Harold Bloom: Un signo de originalidad capaz de otorgar el estatus canónico a una obra literaria es esa extrañeza que nunca acabamos de asimilar, o que se convierte en algo tan asumido que permanecemos ciegos a sus características.1 1 Harold Bloom., El canon occidental. La escuela y los libros de todas las épocas, Barcelona, Anagrama, 2005, p. 14. 8 Pero nuestro poema es además el primer “clásico” de Occidente, cuya influencia toral en la historia, la sensibilidad y el pensamiento sólo puede ser desafiada por la Biblia (gracias a Dios, la Ilíada no es un texto sagrado, sino consagrado). La Ilíada es la obra fundacional de la literatura occidental; por lo tanto, no ha dejado de ser leída en ningún momento y cada generación la ha interpretado según su problemática histórica y su visión del mundo. Para los griegos arcaicos, clásicos, helenísticos e, incluso, para los que vivieron bajo el dominio romano, el poema fue un modelo no sólo literario, sino cultural o, como lo definió Eric A. Havelock en 1963, una “enciclopedia tribal”. Por otro lado, los romanos (desde fechas tan tempranas como el s. III a. C.) recibieron a Homero como máximo modelo; no es casual que la primera obra literaria latina de la que tenemos noticia sea una traducción de la Odisea de Livio Andrónico. Ahora bien, la suerte de los poemas homéricos fue dispareja durante la Edad Media, puesto que en Occidente se les dejó de leer directamente y no hubo traducciones a lenguas vernáculas ni al latín; en cambio, se recurrió a resúmenes y reelaboraciones (como la Ilias latina o el Roman de Troie); por otro lado, en el Oriente bizantino, los testimonios de Focio (s. IX) y de la Suda (s. X) dan cuenta del renacimiento de los estudios homéricos en Constantinopla; finalmente, a partir de los tiempos de Petrarca, la Ilíada recobró su lugar principal en la literatura y en la historia literaria occidental, el cual ha conservado hasta nuestros días. A través de la historia, estos poemas han sido polémicos por varios motivos: en primer lugar, no fueron pocos ni menores los pensadores antiguos que cuestionaron su enfoque ético;entre los principales estaban Heráclito de Éfeso, Jenófanes de Colofón y Platón: todos coincidieron en censurar el carácter inmoral de las divinidades. Durante la época helenística (s. III - I a.C.), la posición canónica de los poemas llevó al interés por el problema de la unidad de las obras y las diversas interpolaciones, el cual fue abordado por los filólogos alejandrinos que los editaron (no hay que olvidar que, gracias a estos problemas textuales homéricos, nació la filología). También en la antigüedad clásica tenemos los primeros planteamientos acerca de lo que en la modernidad habría de llamarse “Cuestión homérica”, puesto que, aunque los antiguos no llegaron a dudar de la existencia real de un poeta llamado Homero, sí llegaron a cuestionarse si tal poeta sería el autor de las dos obras (por ejemplo, Helánico). 9 Durante el Renacimiento italiano (ss. XIV al XVI), gracias a los textos recibidos de bibliotecas bizantinas, la Ilíada se volvió a editar, y, por esto, se estableció de nuevo como el gran modelo (por ejemplo en Torcuato Tasso o Ariosto). Sin embargo, en el siglo XVII, a expensas de la “Querella entre los antiguos y los modernos”, los lectores (muy señaladamente Charles Perrault) y algunos filólogos pusieron su atención en diversos problemas textuales, tales como la unidad de los poemas, su estructura, las interpolaciones, las repeticiones, el estilo, etc.; esto dio pie al nacimiento de la “Cuestión homérica” que, teniendo en cuenta lo anterior, pretende averiguar el método de composición y definir la existencia de uno o varios Homeros; la “cuestión”, a partir del filólogo alemán F. A. Wolf (siglo XVIII) y hasta el siglo XX, habría de ser el más fértil de los aspectos de la investigación y crítica homérica. Por otro lado, la bibliografía homérica es abundantísima: de hecho, L’Année Philologique consigna casi 900 títulos en la primera década de nuestro siglo. Homero ha sido un problema principal para críticos y editores desde la antigüedad (Platón, por la ética; Aristóteles, por la poética, o Pseudo-Longino, por el concepto de “lo sublime”, por citar sólo a algunos); incluso, es posible conocer las preocupaciones literarias de cada época revisando su producción de crítica homérica, a saber, los aspectos que han tenido mayor relieve para cada generación. En la actualidad, los temas se han multiplicado y contemplan desde cuestiones de género, sexualidad y vida cotidiana, hasta instituciones, derecho o geografía. Las introducciones generales a Homero son copiosas tanto en manuales e historias de literatura, filosofía e historia, estudios introductorios en diversas ediciones y traducciones, como en otras obras de investigación y divulgación. Los temas tratados en estos textos son, en gran medida, coincidentes, a saber, la “Cuestión homérica”, la lengua y la composición, las características de la poesía oral, el estilo, la estructura, la caracterización y, por otro lado, el contexto histórico, la religión, la cultura material y las instituciones sociales. Así las cosas, no siempre es posible disponer de los principales textos sobre la Ilíada, además de que su lectura implica mucho tiempo. Por otro lado, la investigación arqueológica ha dado a conocer recientemente nuevos datos sobre la historicidad de la Guerra de Troya. 10 Ante este panorama, este trabajo está pensado como un “acompañante” para el estudiante de Letras, pues se ha buscado compendiar los principales contenidos de dichas introducciones, así como los más recientes conocimientos e interpretaciones que sólo están disponibles, por ahora, en publicaciones especializadas y en diversas lenguas. Esta tesis está organizada en dos partes: “Aspectos intrínsecos” y “Aspectos extrínsecos”, es decir “texto” y “contexto” y un epílogo dedicado a la recepción (cuestión tan cara a nuestra época). Los capítulos recogen solamente los principales tópicos de la crítica homérica y están diseñados como una primera aproximación, por fuerza sintética; sin embargo, el lector que quiera profundizar puede recurrir a la bibliografía que, sin ser exhaustiva, da cuenta de muchas de las últimas investigaciones. Por otro lado, los subcapítulos se pueden leer independientemente y en el orden que el interés del lector dicte. El “Apéndice” está pensado para que el estudiante de griego tenga a la mano algunos de los pasajes que se comentan en los apartados de composición y estilo. Se eligió la traducción de Emilio Crespo, por encima de la canónica de Segalá y Estatella, porque, al ser reciente, ofrece un español más asequible para el lector de hoy, aunque está en prosa, el diseño editorial divide el texto como si estuviera en verso para la fácil localización de los pasajes y, dado que se ha publicado en diferentes colecciones, está disponible en casi cualquier biblioteca y librería y en ediciones tanto costosas como económicas. Los nombres y obras de autores clásicos están abreviados siguiendo Greek- English Lexicon de Henry George Liddell y Robert Scott. Por último, para agilizar la lectura, todos los textos citados que no están disponibles en español se presentan en la lengua original y en traducción. 11 12 I Primera parte: aspectos intrínsecos I “Cuestión homérica” El exigir a los Poemas Homéricos una exactitud y coherencia de aparato de relojería, lo que no se pide a ningún poeta, ha llenado a los homeristas de muchos problemas artificiales, además de los que realmente existen. Detrás, no ya de cada página, sino de cada palabra de estos poemas, podría amontonarse toda una bibliografía los que ha dado lugar. Alfonso Reyes2 La “Cuestión homérica” es la indagación sobre la existencia de Homero, la autoría de la Ilíada y la Odisea, el método de composición y la fecha y el lugar de creación de éstos. Esta polémica tiene orígenes muy antiguos, puesto que ya en la Época Clásica se discutía si el autor de la Ilíada era el mismo de la Odisea, además, nada se sabía de este autor que no fuera legendario. Durante el Renacimiento, junto con el regreso del texto griego de nuestros poemas a Occidente, hubo cierto resurgimiento de esta discusión. Con todo, sólo se puede hablar propiamente de la “Cuestión homérica” a partir de Friedrich August Wolf y la subsecuente división entre “analíticos” y “unitarios”; después, como veremos, estas escuelas opuestas se fueron acercando y, gracias a los trabajos de Milman Parry, a partir de la segunda mitad del siglo pasado, la vieja oposición se superó definitivamente, dando paso a otros tres enfoques interpretativos: oralistas tradicionalistas, oralistas neoanalíticos y escrituristas. I.1 Homero en la antigüedad La perplejidad que embarga al lector contemporaneo frente a los poemas homéricos, el hecho de tener en sus manos dos obras monumentales tanto en extensión y belleza como en 2 Alfonso Reyes, OC, t. XIX, México, Fondo de Cultura Económica, 2000, p. 47. 13 relevancia cultural, esto es, fundamentos primigenios de su cultura (por lo menos en Occidente), no es muy distinta de la que sintieron los griegos antiguos que, como veremos, satisficieron la necesidad que tuvieron de un autor personificado creando la figura de un héroe cultural como se desprende, por ejemplo, del siguiente pasaje de Pseudo Plutarco: Al poeta Homero, que fue el primero cronológicamente entre casi todos y en vigor poético entre todos, con razón leemos primero, obteniendo el máximo fruto en el terreno de la expresión, del pensamiento, y de multiplicidad de conocimientos. […] Por otra parte, si se lee, no de pasada sino con rigor cada cosa que se dice, se mostrará que contienen [sc. la Ilíada y la Odisea] toda ciencia racional y arte y que hanprocurado numerosos puntos de partida así como semillas de palabras y acciones varias para la posteridad, y no sólo para los poetas sino también para los prosistas, historiadores y filósofos.3 La primera mención inequívoca a Homero está en una elegía del poeta-filósofo Jenófanes de Colofón quien, en un momento tan temprano como el siglo VI,4 lo coloca como el maestro de todos los hombres para después reprobarlo (junto con Hesíodo) por mostrar conductas impropias en los dioses.5 Contemporáneamente, aparece también la perífrasis “el ciego de Quíos” en el Himno a Apolo6 y en un fragmento del lírico Simónides de Ceos.7 Sin embargo, la aparición de un nombre no implica la individualización de un hombre de carne y hueso, pues, como afirma Simonetta Nannini: … il nome “Omero” non diferenzia bensì assimila, agglutinando in sé le caratteristiche dell’epos eroico; non identifica nel senso di fissare le caratteristiche di una particolare, riconoscibile identità, ma solo nel senso di fissarne la funzione paradigmatica. In un certo senso ‘Omero’ passa da epiteto a nome comune, emblematico di un genere, sino a perdersi nell’antonomastico ‘il Poeta’.8 3 Pseudo Plutarco, Sobre la vida y poesía de Homero, intr., trad. y notas: Enrique Ángel Ramos Jurado, Madrid, Gredos, 1989, pp. 47, 49-50 (II, 1; 6). 4 Las fechas se refieren a antes de Cristo, cuando no sea así se señalará “d. C.” 5 Xenoph. Fr. 10 y 11 (D K) 6 Fechado en 522 (fundación de las fiestas Delio-píticas por Polícrates de Samos), vv. 172 ss. 7 Fr.19 D K, mientras que en el 20 (que quizá pertenece a la misma elegía) aparece también la primera cita literal de la Ilíada, VI, 146. 8 Simonetta Nannini., Omero, l’Autore necessario, Napoli, Liguori, 2010, p. 18: “…el nombre ‘Homero’ no diferencia, sino que asimila, aglutinando en sí las características del epos heróico; no identifica en el sentido de fijar las características de una particular, reconocible, identidad, sino sólo en el sentido de fijar la función paradigmática de tales características. En cierto sentido, “Homero” pasa de epíteto a nombre común emblemático de un género hasta perderse en “el Poeta” por antonomasia. En el mismo sentido se expresa 14 Esta opinión toma fuerza si tenemos en cuenta que “Homero” es un nombre parlante, para el cual se propusieron varios significados, a saber: el que no ve (ho me oron),9 rehén o acompañante (homerein).10 Poseemos ocho biografías de Homero y el Certamen entre Homero y Hesíodo11 que, plausiblemente, tienen como fuente un viejo poema popular existente ya en tiempos del poeta lírico Arquíloco (siglo VII a. C.); a partir del siglo V se fueron agregando a la leyenda árboles genealógicos que lo relacionaban con los míticos Museo y Orfeo. Por otro lado, según la información de un par de epigramas de la Antología Palatina, siete ciudades12 se disputaron ser la patria de Homero y hoy parece ser más probable vincularlo con la ciudad de Esmirna, la moderna Izmir, o con Quíos, puesto que en esa isla tenía gran arraigo la tradición homérica, pues el gremio de sus rapsodas se llamaba “homérida”.13 Los antiguos, como nosotros, no podían fechar con seguridad a HomerO. El arco de tiempo en que ubicaron a su poeta va desde la Guerra de Troya (así el logógrafo Helánico de Lesbos) hasta el siglo VII a. C. Algunos utilizaron el criterio del “Retorno de los Heráclidas” y de la migración jonia,14 pues en los poemas no hay alusiones a esos hechos, así, Aristóteles lo colocaba en un periodo que dista de la Guerra de Troya 100 o 140 años, es decir, en los tiempos de la migración jonia;15 y luego, uno de los filólogos alejandrinos, Aristarco,16 siguió la datación del estagirita, mientras que Apolodoro y Eratóstenes proponían el 994/9317 y 1084/83 respectivamente; en cambio, el pergamense Crates de Barbara Graziosi: “Homer is defined as the author of the best poetry. This seems to be a very stable definition of the poet”. (Homero es definido como el autor de la mejor poesía. Ésta parece ser una definición muy estable del poeta.), Barbara Graziosi, Inventing Homer: The Early Reception of Epic, Cambridge, Cambridge University Press, 2002, p. 196. 9 Ephor., FHG, 70 F1 J. 10 Coinciden en esta etimología: Vida de Proclo, Vida Romana, Agón de Homero y Hesíodo y Vida de Pseudo- Plutarco. 11 Una de Pseudo-Heródoto (50-150 d. C. ca.), 2 de Pseudo-Plutarco (50-120 d. C. ca.), 3 Vitae anónimas, una del neoplatónico Proclo (s. V d. C.) y una del gramático Hesiquio (s. V). El Certamen es del s. V ca. 12 Cfr. Anth. Pal., XVI. 297-298, los dos poemas dan siete ciudades, pero las listas no coinciden: Colofón, Esmirna, Quíos, Íos, Salamina, Tesalia. Con el tiempo, esa lista no hizo más que crecer: para finales de la Antigüedad, ya eran doce las posibles patrias de Homero, incluyendo Roma, Chipre y Egipto (Hesiquio de Mileto). 13 Recientemente, el editor Martin West ha propuesto que “Homero” derive del nombre “homérida”. Vid. S. Nannini, op. cit., p. 20. 14 Eratóstenes y Apolodoro fechan la guerra en 1184/83; el “Retorno”, 80 años después de la guerra y la migración, 60 años después del “Retorno”. 15 Poet. Fr. 76 Rose Vita Plutarchea, I, 25-7. 16 Clem., Strom. I.117; Taciano, Oratio ad Graecos, XXXII. 4-6 (Schwartz); Vita Plutarchea, II. 17-19. 17 El calendario griego tenía 12 meses de 30 y 29 días alternadamente con un décimotercer mes intercalado cada tres años para ajustarse al año solar. El año comenzaba con el equinoccio de otoño. 15 Malos lo databa en el 1124/3. Por otro lado, el Padre de la Historia, Heródoto aseveraba que Homero vivió cuatro siglos antes de su propio tiempo (850 ca.) y lo tenía por coetáneo de Hesíodo y Jenófanes, a su vez, por anterior;18 después, en el siglo IV, el historiador Éforo pensó que era posterior al autor de la Teogonía, pues, siguiendo la leyenda del encuentro de Homero con el legislador Licurgo, lo fechó en el s. IX,19 finalmente, el bibliotecario de Antioquía, Euforión de Calcis y el historiador Teompompo lo hicieron contemporáneo del lírico Arquíloco y del rey de Lidia Giges, o sea, del siglo VII20. Como hemos visto, Homero ganó tal predicamento que se convirtió en “el Poeta” y gracias a esto se le atribuyeron gran cantidad de obras del ciclo épico: Pequeña Ilíada, Cantos ciprios, Retornos, Tebaida, Epígonos, los Himnos homéricos, varios epigramas y una serie de poemas burlescos como la Batracomiomaquía y el Margites; Heródoto le negó la autoría de los Cantos ciprios y dudó de los Epígonos;21 mientras que Aristóteles consideró homéricos sólo la Ilíada, la Odisea y el Margites22 posiblemente con la finalidad de poner al poeta como antecedente tanto de la tragedia como de la comedia.23 Los ataques contra Homero no fueron pocos, aunque sí minoritarios. Heráclito quiso verlo expulsado de los certámenes y castigarlo con férulas;24 célebre es el poema de Jenófanes: “Homero y Hesíodo han atribuido a los dioses cuantas cosas constituyen vergüenza y reproche entre los hombres, el robo, adulterio y engaño mutuo”.25 La máxima censura fue la de Platón, quien expulsó a los poetas de su ciudad ideal;26 además, el sofista Zoilo de 18 Gell., Noctes Aticae, 3, II. 2f. 19 Plu., Lyc., I. 4. 20 Clem. Strom., I.117 y Taciano Oratio ad Graecos, XXXII.12-5 (Schwartz). 21 II. 117; IV. 32. 22 Poet. 1448b. 23 Vid. Barbara Graziosi, op. cit., p. 4: “while in the sixth century he [sc. Homero] was presented as the author of a vast number of works: Iliad, Odyssey, Hymns, Cyclic poems, Margites, Oechaliae Halosis and other poems besides, by the fourth century his oeuvre had been narrowed down to the Iliad and the Odyssey, becausethey are considered the best poems” (mientras en el siglo sexto él [sc. Homero] fue presentado como el autor de un vasto número de trabajos: Ilíada, Odisea, Himnos, poemas cíclicos, Margites, Toma de Ecalia y, además, otros poemas, en el siglo cuarto su obra se había reducido a la Ilíada y la Odisea, porque éstos eran considerados los mejores poemas”). 24 Heraclit., fr. 42 (D K). 25 Xenoph., fr. 11 (D K) en G.S. Kirk et alii, Los filósofos presocráticos. Historia crítica con selección de textos, trad. Jesús García Fernández, Madrid, Gredos, 1987, p. 247. 26 Pl., R., X.1-X.8; 595-608b. 16 Anfípolis, en el siglo IV, escribió nueve libros titulados En contra de la poesía de Homero.27 En su Poética, Aristóteles admite que Homero dice cosas absurdas, pero sin que se note, matiza esta opinión enunciando sus méritos28 y concluye que las mentiras poéticas son admisibles siempre y cuando se mienta con belleza. La posición del Estagirita es, a grandes rasgos, la siguiente: dado que hay contradicciones, inconsecuencias y repeticiones, desde la antigüedad se ha intentado ora encontrar la coherencia interna de los poemas eliminando interpolaciones, ora interpretarlo en pequeñas partes que configuran la unidad actual, realizada por compiladores recientes. Por otro lado, los filólogos alejandrinos: Zenódoto, director de la biblioteca (285-260),29 Eratóstenes, Aristófanes y Aristarco, dieron forma a esta crítica marcando los versos dudosos con un signo llamado óbelos; hoy podemos interpretar esta primera crítica como el producto de la mentalidad de los alejandrinos que ya tenían un ideal clasicista de la obra literaria y trataron de adaptar a Homero a este canon. A partir de Eratóstenes (275-195) la crítica se encausó hasta llegar a una admirable versión oficial de los poemas, gracias a los trabajos de Aristófanes de Bizancio (275-180) y Aristarco de Samos (215-145), de hecho, de este gran filólogo viene la famosa máxima de “explicar a Homero por Homero”. También en Alejandría, los filólogos Jenón y Helánico30 fueron quienes consideraron la Ilíada y la Odisea como obras de autores distintos; sin embargo, en ese momento, la idea no tuvo gran eco. Aristarco, director de la Biblioteca de Alejandría durante el s. II, editó y comentó la Ilíada y la Odisea, mientras que su coetáneo Crates de Malos, director de la biblioteca rival en Pérgamo, usó un mayor conjunto de versiones por lo que su edición contuvo un mayor 27 Su animadversión contra el poeta le ganó el apodo de Homeromastix (azote de Homero), en su obra Zoilo critica la falta de consistencia, de decoro, de corrección lingüística, etc. 28 Aristóteles, Poética, XXIV, 1460b, intr., trad. y notas: Antonio López Eire, Itsmo, Madrid, 2002. 29 Gaetano Righi., “Historia de la filología clásica”, en: Silvia Aquino (ed.), Lecciones helenísticas, México, UNAM, 2007, p.109. “Hizo la primera edición crítica de los poemas homéricos en el año 275, dividiéndolos en 24 libros cada uno e indicando los de la Ilíada con las letras mayúsculas y los de la Odisea con las minúsculas del alfabeto griego (como se sigue haciendo todavía hoy), inventó el obelo, o sea, una señal consistente en una breve línea horizontal (–) para indicar, poniéndola al margen, los versos que consideraba espurios, es decir, no aunténticos, no debidos a Homero”. 30 El primero es contemporáneo de Aristarco, el segundo, quizá su discípulo. 17 número de versos; además empleó el método de la alegoría en su exégesis, lo cual haría escuela en la tradición interpretativa de Homero.31 En Roma tuvo gran éxito un comentario mitológico del s. I cuyo autor se desconoce, el “Mitógrafo homérico”, en tal texto se daban las versiones completas de los mitos aludidos en los poemas. Por último, este fragmento de Luciano de Samosata resulta muy ilustrativo de las dudas que tenían los antiguos sobre nuestro poeta: el lugar de origen, el número de versos, la estructura de las obras y la ceguera: Aún no habían transcurrido dos o tres días cuando me acerqué a Homero, el poeta, estando ambos ociosos, y le pregunté, entre otras cosas, de dónde era, pues esto es lo que más se investiga todavía hoy entre nosotros. Respondióme no ignorar que unos le creían de Quíos, otros de Esmirna, y muchos de Colofón, pero afirmó ser babilonio, y llamarse entre sus compatriotas no Homero, sino Tigranes: más tarde, al ser rehén de la Hélade, cambió de nombre. En cuanto a los versos rechazados como espurios, le pregunté si habían sido escritos por él, y me aseguró que todos eran suyos; condenaba, por tanto, la gran necedad de los gramáticos Zenódoto y Aristarco. Cuando me hubo contestado suficientemente, volví a preguntarle por qué comenzó tratando de la ‘cólera’, y él repuso que así se le ocurrió, sin intención alguna. También deseaba si había escrito la Odisea antes que la Ilíada, como muchos sostienen, pero dijo que no. Supe también en seguida que no era ciego, como suele decirse: veía, de modo que no tuve necesidad de preguntarle. Muchas veces, en ocasiones posteriores, hice lo mismo, cuando yo lo veía inactivo: me acercaba y le hacía preguntas, y él me contestaba amablemente a todo, en especial después de ganar el proceso; pues había una querella contra él por injurias, presentada por Tersites, en base (sic) a las burlas que le gastó en el poema, y venció Homero, con Ulises como defensor.32 31 Vid. infra:“Epílogo.” 32 Luciano de Samosata, Historia verdadera, Obras I, II. 20, intr.: Carlos García Gual, trad. y notas: Andrés Espinosa Alarcón, Madrid, Gredos, 2002, p.84. 18 I.2 Nacimiento de la “Cuestión homérica” I.2.1 Antecedentes La composición y transmisión oral de nuestros poemas es un dato señalado por tres autores antiguos. El historiador judío del primer siglo de nuestra era, Flavio Josefo, en un opúsculo polémico titulado Contra Apión o Sobre la antigüedad de los judíos dice: “Incluso hay quien dice que Homero tampoco dejó su poema por escrito, sino que se transmitió oralmente al principio y se recopiló después sobre la base de cantos parciales, razón por la cual se dan muchos desacuerdos en él”.33 Por otro lado, Cicerón (s. I d. C.) señala en De oratore: “Y en esa misma época, ¿quién fue más docto o qué elocuencia estuvo más pertrechada de letras que la de Pisístrato? Él fue el primero que, según cuentan, organizó los libros de Homero –antes desordenados- como los tenemos ahora” (III, 137).34 Finalmente, el retórico romano de la época de los Severos, Claudio Eliano, en su obra miscelánea Varia Historia nos informa: Los antiguos, originalmente, recitaban los poemas homéricos por separado. Por ejemplo, decían: ‘La batalla junto a las naves’, ‘La Dolonía’, ‘La gesta de Agamemnón’, ‘El catálogo de naves’, ‘La Patroclía’, ‘El rescate’, ‘Los juegos por Patroclo’, ‘La ruptura de juramentos’. Ésos para la Ilíada. Y para el otro poema: ‘En Pilos’, ‘En Lacedemonia’, ‘La cueva de Calipso’, ‘La balsa’, ‘Las fábulas de Alcínoo’, ‘La historia del Cíclope’, ‘La evocación de los muertos’, ‘La historia de Circe’, ‘El baño’, ‘La muerte de los pretendientes’, ‘En el campamento’, ‘En casa de Laertes’. Mucho tiempo después el lacedemonio Licurgo fue el primero que trajo a Grecia todos los poemas de Homero. Esta mercancía la trajo de Jonia, cuando allí 33 Flavio Josefo, Sobre la antigüedad de los judíos. Autobiografía, I. 12, intr., trad. y notas: José Ramón Busto Saiz y Ma. Victoria Spottorno Díaz-Caro, Madrid, Alianza, 2006, p. 24. 34 Cicerón, Sobre el orador, III. 137, intr., trad. y notas: José Javier Iso, Madrid, Gredos, 2002, p. 437. 19 estuvo de viaje. Y más tarde, Pisístrato, reuniendo todos los poemas, publicó la Ilíada y la Odisea. 35 Estos pasajes son losprincipales datos extrínsecos que los homeristas han analizado hasta nuestros días para comprender los procesos de creación, transmisión y fijación de nuestros poemas. Durante el Renacimiento, la existencia del autor de la Ilíada y la Odisea (incluso del Margites, como sucede con Poliziano, quien sigue a Aristóteles) no fue cuestionada, y esto se debió a que los poemas se impusieron como modelo supremo de belleza y sapiencia; sin embargo, ya en esa época, hay un par de señalamientos sobre el asunto de la transmisión: en su edición de la Odisea de 1572 el jurista y filólogo holandés Hubertus Giphanius, con la vista puesta en el testimonio de Josefo, justifica algunas contradicciones homéricas por la transmisión oral hasta tiempos de Pisístrato; con los mismos argumentos, en su comentario a Diógenes Laercio, aseveró que es imposible tener los poemas de una forma suficientemente correcta. Debe destacarse que la “Cuestión homérica” tuvo a su precursor principal en François Hédelin, el abate de d’Aubignac, quien escribió en la segunda mitad del siglo XVII Conjeturas académicas o disertación sobre la Ilíada.36 Muy influido por la Querella de los antiguos y los modernos,37 él fue el primero en negar la existencia de Homero, pues, según él, la Ilíada no es un poema homogéneo y debió ser obra de un conjunto indeterminado de autores; así, un grupo de cantos separados debieron ser compilados y fijados por escrito antes de Pisístrato (quizá en tiempos de Licurgo, en el s. VII) y atribuidos a un ciego porque muchos de los rapsodas lo eran. Como hemos visto, la transmisión oral de los poemas era un asunto que interesaba, aunque sea marginalmente, a los filólogos; sin embargo, hay un salto enorme en la aseveración del abate que desaparecía de un plumazo al fundador de la literatura occidental. 35 Claudio Eliano, Historias curiosas, XII. 14, intr., trad. y notas: José Manuel Cortéz Copete, Madrid, Gredos, 2006, p. 274. 36 Conjectures académiques ou dissertation sur l’Iliade. La disertación fue pronunciada ca. 1665 y publicada póstumamente en 1715. 37 En la época de Luis XIV, Charles Perrault y sus seguidores declararon que los modernos eran superiores a los antiguos y tildaron a Homero de pagano, anticuado, vulgar e ingenuo. Los denuestos a Homero llegaron al grado de que Pierre Bayle lo condenó porque nos presenta a un Aquiles que “se enoja y llora como una niña por una muñeca”. Esta actitud es comprensible si tenemos en cuenta que en esta época tuvo auge el racionalismo cartesiano, la fe en el progreso y la convicción de haber alcanzado la cumbre de la evolución cultural. En el lado contrario se ubicaron Boileau, Madame Dacier y Racine. Vid. infra: “Epílogo”. 20 Otra declaración de la “inexistencia de Homero” vino de la filosofía, del genio solitario Giambattista Vico en su obra capital Scienza Nuova (1730). Vico propone, entre otras muchas cosas, una nueva concepción de la historia a la cual declara el verdadero ámbito de lo humano. Según él, la imposibilidad de un verdadero conocimiento de la historia se ha dado por el alejamiento entre la filosofía, que se ocupa de la verdad, y la filología, que se ocupa de lo cierto.38 Poniendo en acción este nuevo método, el pensador napolitano distingue tres edades sucesivas y cíclicas, a saber: la Edad teocrática (infancia), sacerdotal y oracular; la Edad heroica (juventud), aristocrática y violenta, y la Edad humana (madurez), razonable y civil, todo esto guiado por la Providencia. La Edad heroica está caracterizada por la fantasía y la poesía y su máximo representante es Homero. El tercer capítulo de su obra se titula “El descubrimiento del verdadero Homero”, ahí se analizan los testimonios sobre los poemas y su autor para concluir que la Guerra de Troya no es histórica y que “Homero ha sido una idea o un carácter heroico de los hombres griegos, en cuanto que estos narraban, cantando, sus historias”.39 Por otra parte, Richard Bentley, profesor del Trinity College, hace un gran adelanto en la comprensión de nuestros textos al descubrir la letra digamma (ϝ), con la cual se explican algunas irregularidades métricas (especialmente los hiatos). De esto se desprende que en la fecha de composición de los poemas se pronunciaba una letra que ya estaba perdida en tiempos de su fijación por escrito; por lo tanto, se confirmó una larga transmisión oral de éstos.40 Asimismo, el clasicista y político británico Robert Wood, después de viajar por la Tróade en busca de los lugares homéricos, supuso que la composición y la transmisión oral de los poemas eran la causa de las imperfecciones; sin embargo, su obra parte de la firme creencia tanto de la historicidad de la Guerra de Troya, como del poeta que la cantó.41 La preocupación por “recrear al Homero original” fue, poco a poco, tomando protagonismo y recibió un impulso definitivo con la publicación del códice Venetus A42 de la Ilíada 38 Es importante aclarar que Vico tenía una concepción amplia de la filología que comprende a “todos los gramáticos, historiadores, críticos, que se ocupan del conocimiento de las lenguas y de los hechos de los pueblos.” Cfr. Giambattista Vico, Principios de una Ciencia Nueva en torno a la naturaleza común de las naciones, Madrid, Tecnos, 1995, p. 119. 39 Ibidem, p. 427. 40 Bentley hizo su descubrimiento durante una edición de la Ilíada que nunca terminó; sin embargo, sus notas llegaron a manos de Heyne quien las usó en su edición de 1802. 41 Robert Wood., An Essay on the Original Genius and Writings of Homer, London, H. Hughs, 1769, p. VIII. 42 Manuscrito del s. X d. C. de la Biblioteca Marciana. Es quizá el más importante manuscrito e incluye, además del poema completo, signos críticos (cuya tradición se remonta hasta Aristarco), selecciones de la 21 editado por J. B. G. d’Ansse de Villoison en 1788. Los escolios que acompañaban al texto daban cuenta de los esfuerzos de generaciones de editores por recuperar la forma original del poema, con esto a la vista, Villoison concluyó que, dado que la primera fase de transmisión de los poemas fue confiada a la memoria, el texto homérico estaba corrupto desde tiempos muy tempranos. De la misma opinión era el profesor de Gotinga, Christian Heyne, que en 1789 declaró que “No recuperaremos la Ilíada tal como salió de la boca y mente de Homero (…) [tampoco la conseguiremos] tal como estaba en sus primeras copias cuando la Ilíada fue por primera vez puesta por escrito en una escritura que, en ese tiempo, estaba incompleta”.43 I.2.1 Friedrich August Wolf Friedrich August Wolf (1759-1824) era hijo de un maestro de escuela y organista, de niño aprendió las lenguas clásicas así como español, francés e italiano; a los 18 años se trasladó a estudiar filología a Gotinga donde asistió a las lecciones de Heyne; dos años después empezó a enseñar en Ilfeld y luego en Osterode, en 1782 su comentario al Banquete de Platón le valió una cátedra en Halle donde ganó gran prestigio y al cerrar ésta (1810) pasó definitivamente, como miembro fundador, a la universidad de Berlín, donde formó parte del círculo de Goethe, Schiller y Wilhelm von Humboldt. Cuando la publicación de Villoison llegó a sus manos, el profesor de Halle proyectó hacer una nueva edición de la Ilíada en la que plasmaría su propia visión de “la ciencia de la antigüedad” que debía ser multidisciplinaria, cuyos cultores dominaran desde la filología hasta la hermeneútica y desde la metrología hasta la geografía. Por otro lado, los escolios le daban la oportunidad de aplicar la metodología filológica bíblica que conocía bien gracias a su compañero de Gotinga, J. G. Eichhorn (también discípulo de Heyne), así pues, Wolf analizó a los alejandrinos como se hacía con los masoretas judíos e intentó reconstruir la “recensión dePisístrato” tal como los exégetas lo hacían con la “versión de Moisés”. Es así cómo, por primera vez, se pone en el centro de la investigación filológica la “historia del texto”. Crestomatía de Proclo (Vida de Homero), resúmenes del ciclo troyano y escolios; éstos se dividen en A: los derivados del trabajo de Aristarco, D: sobre el significado de términos obscuros y, por último, unos pocos escolios exegéticos. 43 Christian Gottlob Heyne apud Friedrich August Wolf y Anthony Grafton, Prolegomena to Homer, 1795, Princeton, Princeton University Press, 1985, p. 13. 22 En Prolegomena ad Homerum,44 hizo un exhaustivo análisis filológico y concluyó que la Ilíada era un conjunto de canciones diversas, muchas de ellas obra de un solo poeta “Homero”, conservadas y escritas por órdenes de Pisístrato (s. VI); asimismo, al no haber escritura en Grecia en el tiempo en que se ha fechado la composición, negó la posibilidad de que un solo autor pudiera crear poemas de tal extensión y supuso que la unidad de los poemas procedía de redactores tardíos. Esta interpretación de la composición de los poemas homéricos fue también aplicada a la Canción de Roland, el Mío Cid y La Canción de los Nibelungos que tenían un núcleo fundamental de Lieder (canciones). A pesar de que sus conclusiones son más o menos las mismas que las del abate de Aubignac o de Vico, llegó a ellas por un camino estrictamente filológico, construyendo, paso a paso, la primera historia de un texto: He tried to show what the rhapsodes, the diaskeuastai [revisers] and the Alexandrians in turn thought they were doing to and with the original poems. He imagined with as much vividness as his sources permitted what it was like to be a professional reciter in a society passing from orality to literacy, what is like to be a professional textual critic in a world without manuals of the ars critica, criteria for assessing the age and independence of manuscripts, and printing presses (…) the Prolegomena was the history of the Homeric text, at once philological and literary in inspiration, that Villoison had dreamed of helping to create45 Es difícil exagerar el revuelo que causó Prolegomena, tanto entre clasicistas como entre el público culto. Su recepción fue, en general, entusiasta, aunque no faltaron reacciones adversas: por un lado, fue festejado por Christoph Martin Wieland, Schelling, Schlegel, Goethe, el filólogo J. G. Hermann o el historiador B. G. Niebuhr quien, en 1827, declaró a Wolf “el héroe y epónimo de la raza de los filólogos alemanes”;46 del lado contrario estaban el traductor alemán Johann Heinrich Voss que consideró la obra de Wolf impía, su homólogo italiano Melchiore Cesarotti que le negó originalidad, y el antiguo maestro 44 La obra, de 1795, se planteó como la introducción a la futura edición, la cual no completó. 45 A. F. Wolf y Anthony Grafton, op. cit., p.15: “Él intentó mostrar lo que los rapsodas, los diaskeuastai [revisores] y los alejandrinos en turno pensaban que les hacían a los poemas originales y qué hacían con ellos. Tan vivamente como sus fuentes se lo permitían, imaginó cómo era ser un recitador profesional en una sociedad en el tránsito de la oralidad a la escritura; cómo era ser un crítico textual profesional en un mundo sin manuales de ars critica, sin criterios para evaluar la edad de los manuscritos, sin imprentas (...) Los Prolegomena, de inspiración al mismo tiempo literaria y filológica, constituyeron la historia del texto homérico que Villoison había soñado con ayudar a crear”. 46 Ibidem, p. 27. 23 Heyne, quien lo acusó de plagiar las ideas que había escuchado en su cátedra. Más allá de la polémica inmediata, los Prolegomena marcan el nacimiento de la “Cuestión homérica”, pues de esta obra surgen las dos tendencias de interpretación que dominarían los estudios homéricos hasta el primer cuarto del s. XX: las escuelas analítica y unitaria. Es importante señalar que la importancia de la obra de Wolf está no en sus conclusiones que, como hemos visto, ya habían sido adelantadas por aquí y por allá, sino en el camino que le llevó a ellas: la gran innovación de Wolf fue la creación de un método científico de investigación por lo cual se le considera, con justicia, uno de los fundadores de la filología moderna. I.3 Escuela analítica En general, la crítica analítica supone que los poemas partieron de un solo núcleo posteriormente ampliado, o bien, de la compilación de unos pocos poemas extensos. Esto implica que es inútil propugnar a un “autor” de los poemas homéricos, pues éstos serían obra colectiva de generaciones de cantores. La crítica analítica se fundamenta en los siguientes tipos de contradicción: 1. Contradicciones de lengua: hay formas eólicas, jónicas, así como algunas acadias y micénicas; también arcaísmos. 2. Contradicciones de estilo: a muchos autores les parece demasiado variado para ser obra de un solo poeta: Ulrich von Wilamowitz-Moellendorf, por ejemplo, pensó que el bucólico episodio de la visita de Odiseo al porquerizo Eumeo no puede ser obra del autor que creó las escenas violentas de la matanza de los pretendientes. 3. Contradicciones arqueológicas y culturales: Costumbres y objetos de distintas épocas conviven en los poemas, tales como las armas (normalmente de bronce, aunque algunas veces de hierro); los carros (tirados por dos caballos, pero alguna vez por cuadrigas); los ritos funerarios (lo común es la inhumación, sin embargo, en el caso de Patroclo, se realiza una cremación); asimismo, se habla del escudo micénico, que llega hasta los pies, junto con el más pequeño, que sólo cubre el pecho, y, dentro de éste, hay dos variedades: el que se empuña con la mano y el que se lleva en el antebrazo (como el de los hoplitas); además, la lanza suele ser arrojadiza, pero a veces se combate a pie firme con ella; por otro lado, Troya e Ítaca son ciudades que coinciden con el urbanismo micénico (con su palacio real y el 24 mégaron) pero la Esqueria de Alcinooo, con su ágora, se asemeja a la polis de la Edad Arcaica.47 4. Contradicciones internas: Son muy variadas. Muy célebre es el caso del guerrero de quien primero se nos narra la muerte y, unos cantos después, se le ve combatiendo.48 Lo mismo se puede decir del muro que destruye Apolo y luego aparece en pie. 5. Repeticiones: Para los analíticos son injustificadas, por lo tanto, se esforzaron en buscar el pasaje originario de cada una de las escenas o frases que son fuente de éstas. 6. Defectos de composición: Comprenden las numerosas digresiones; por ejemplo, el coloquio entre Glauco y Diomedes (canto VI) o, más marcadamente, la desaparición de Aquiles, el protagonista, entre el canto I y el canto IX, y el olvido de la decisión de Zeus de hacer triunfar a los troyanos en este mismo periodo. I.3.1 Crítica analítica en el siglo XIX El padre de la crítica textual moderna, Karl Lachmann,49 quien también estudió el Anillo de los Nibelungos, distinguió dieciséis o dieciocho Lieder (canciones) independientes en la Ilíada y, además, explicó el tema central de la ira por la intervención de la escritura en el s. VI a.C.. Por el contrario, la teoría del núcleo fue defendida por el profesor de Leipzig, Johann Gottfried Jakob Hermann,50 que se avocó al estudio de la lengua (especialmente a la restitución de la letra Digamma), a las contradicciones internas y a las repeticiones con la intención de distinguir las interpolaciones. Para él habría inicialmente dos pequeños poemas: La ira de Aquiles y el Retorno de Odiseo, ampliados por diversos rapsodas. Por su parte, el historiador inglés George Grote afirmó que la Ilíada original comprenderíalos cantos del I al VIII y del XI al XXII; después, los editores alemanes August Fick, Richard Jebb y el inglés Walter Leaf intentaron distinguir los estratos entre el núcleo original y la supuesta redacción final ateniense. Como vemos, estos estudiosos defendían el supuesto de la expansión de un núcleo originario. Por otro lado, la hipótesis de la compilación fue utilizada para explicar la estructura de la Odisea tanto por el editor Adolf Kirchhoff (1859), 47 Vid. infra. “Historia y arqueología”. 48 Pilémenes, rey de los Paflagonios: V, 576-579; XIII, 643-659. 49 Betrachtungen über Homers Ilias, 1837, (Consideraciones sobre la Ilíada). 50 De interpolationibus Homeri, 1832 y De iteratis apud Homerum,1840, (Sobre las interpolaciones de Homero y Sobre la repetición en Homero). 25 como, más tarde, por Ulrich von Wilamowitz-Moellendorff,51 quien observa tres poemas independientes compilados por un poeta mediocre alrededor del 650 a. C.: Victoria sobre los pretendientes, Telemaquia y Odisea antigua la cual, a su vez, constaría de tres poemas, a saber, dos sobre los viajes de Odiseo y uno sobre su reconocimiento en Ítaca. I..3.2 Crítica analítica en el siglo XX La crítica analítica no fue seriamente desafiada hasta la primera posguerra, un poco por motivos políticos (el antigermanismo) y otro por motivos filológicos (los descubrimientos de Milman Parry sobre oralidad). Como veremos, en el siglo pasado se desarrolló un acercamiento entre las posturas unitaristas y analíticas que finiquitaron su oposición; por otro lado, nacieron otras corrientes divergentes: la de los oralistas (en dos versiones: tradicionalistas y neoanalistas) y la de los escrituristas. Wilamowitz52 modificó su primera posición y, con criterios estilísticos, propuso para la Ilíada dos autores principales: el más antiguo (s. VIII) que compuso un poema sobre Héctor cuyo final sería la muerte de Aquiles, y otro más reciente (s. VI), “Homero”, nacido en Esmirna y activo en Quíos, que creó el final que conocemos y, además del poema de Héctor, usó varios más. En cuanto a la Odisea, el erudito prusiano coincide, en parte, con su discípulo Eduard Schwarz: el poeta final habría tomado de sus predecesores la mayor parte de la obra y habría añadido la Telemaquia y el canto XXIV. Sin embargo, Schwarz opina que la forma final de ambas obras se debe no a un gran poeta, sino a anónimos redactores. 53 Al contrario, Erich Bethe54 señaló que el autor de la Ilíada era un gran poeta-arquitecto que reelabora un antiguo canto de unos 1500 versos (ira, Patroclea y muerte de Héctor); y que la Odisea es también obra de un poeta que habría reelaborado una serie de tres obras anteriores en el s. VI. Para Paul Mazon, editor de la Ilíada (1937-1938), el poema primitivo estaría compuesto por los cantos I, XI-XVIII, XX-XXIV y procedería de un núcleo anterior: Ira (I), Aristía de 51 Homerische Untersuchungen, 1884 (Investigaciones homéricas). 52 Die Ilias und Homer (1916) y Die Heimkehr des Odyseeus (1927) (La Ilíada y Homero y El retorno de Odiseo). 53 Zur Entstehung der Ilias, 1918; Die Odyssee, 1924, (Sobre el origen de la Ilíada; La Odisea). 54 Homer, Dichtung und Sage, 1914, (Homero, poesía y leyenda). 26 Agamemnón (XI), Patroclea (XVI), Armas de Aquiles (XVIII) y Muerte de Héctor (XXII). Las demás partes, especialmente los episodios que transcurren entre la decisión de Zeus hasta que ésta se pone en práctica con la derrota griega, serían añadidos posteriores. El helenista francés concluyó que esta evolución es compatible con la idea de que el poema es de un solo autor, aunque prefiere la hipótesis de que es obra de más de uno. Siguiendo la opinión de Mazon, el estudioso suizo de Gotinga, Peter von der Mühl agrega en los años cincuenta que la Ilíada monumental fue completada hacia el año 600 en el círculo cultural ático por un solo poeta.55 En cuanto a la Odisea, explicaciones similares fueron propuestas por los profesores de Tubinga Friedrich Focke56 y Wolfgang Schadewaldt.57 Otros analistas importantes son Willy Theiler,58 Reinholdt Merkelbach59 y Manu Leumann60 quienes han investigado los diferentes estratos de los poemas; también Günther Jachmann61 y V. Marzullo62 piensan que los poemas fueron compuestos por muchos autores. El filólogo español Francisco Rodríguez Adrados opina sobre analíticos y unitarios: Con frecuencia llega un punto en que los trabajos procedentes de la escuela analítica no difieren grandemente de los de la escuela unitaria: basta para ello que, en vez de acudir a poemas preexistentes perfectamente delimitados, se hable de tradición épica en general tomada como fuente por Homero.63 I.3.3 Aportaciones de la crítica analítica a) El análisis de los problemas de lengua: La lengua literaria homérica tiene dos grupos dialectales principales: los más recientes: jónicos y eólicos (tesalio y lesbio históricos), y los antiguos: formas dialectales aqueas (arcadio, panfilio y chipriota) y también micenismos. Aunque esta división no permite clasificar plausiblemente los 55 Kritisches Hypomnema zur Ilias, 1952 (Comentarios críticos a la Ilíada). 56 Die Odyssee, 1943, (La Odisea). 57 Neue Kriteríen, zur Odyssee-Analyse, 1959, (Nuevos criterios para el análisis de la Odisea). 58 Die Dichter der Ilias, 1947, (El poeta de la Ilíada). 59 Untersuchungen zur Odyssee, 1951, (Estudios sobre la Odisea). 60 Homerische Wörter, 1950, (Las palabras homéricas). 61 Der homerische Schiffskatalog und die Ilias, 1958, (El homérico Catálogo de las naves y la Ilíada). 62 Il problema Omerico, 1952, (El problema homérico). 63Francisco Rodríguez Adrados, “La cuestión homérica” en Introducción a Homero, Luis Gil (ed.), Barcelona, Labor, 1984, p. 40. 27 poemas en estratos de antigüedad, gracias a estos estudios se ha concluido que el conjunto de toda la poesía épica que precedió a Homero floreció durante mucho tiempo en ámbitos dialectales diversos. Como resultado de ello, la introducción de formas nuevas que conviven con arcaísmos tradicionales explica la creación de un dialecto épico especial. Incluso algunos lingüistas piensan que la separación del eolio y el jonio fue posterior a la Edad Micénica, con lo cual se puede interpretar que ciertas vacilaciones entre las dos formas son muy antiguas. b) Localización de micenismos. También comprendemos hoy, además de la fluctuación de formas antiguas y recientes, la presencia de la Digamma y el antiguo demostrativo (luego convertido en artículo), estos últimos usos coexisten en el canto primero. En este sentido, el lingüista Pierre Chantraine ha ubicado las formas recientes en la Doloníay en el rescate de Héctor; 64 si bien es cierto que las hay, empero, en los mismos lugares coexisten formas antiguas. Un ejemplo está en la misma Dolonía donde las antiguas formas micénicas conviven con las más recientes eólicas; del mismo modo, en este canto (que aparentemente es de composición reciente) aparece el antiquísimo casco micénico con colmillos de jabalí que usa Odiseo. Según Rodríguez Adrados: “Hay siempre una mezcla tradicional de elementos antiguos y nuevos; son éstos los que establecen el término ante quem, siendo muy dudoso que elementos recientes como los mencionados no puedan colocarse ya en el siglo VIII a. C., que es el que hoy se atribuye a los poemas. Todo lo más, podría pensarse que hay partes donde Homero se sentía menos ligado a la tradición épica. Lo mismo puede decirse de la Odisea en su conjunto”.65 c) Contradicciones de estilo. Este método de análisis resulta muy subjetivo, puesto que es difícil definir si las diferencias en cada caso se deben a la existencia de distintos autores, o de distintos temas. Rodríguez Adrados opina:“Es también muy difícil fijar cuáles son las diferencias de estilo que son demasiado grandes para atribuírselas a un mismo autor; en Platón o Goethe o Shakespeare encontramos tal variedad de tonos que, si no se trataran de obras de atribución segura, podría 64 Dolonía: Contracción ómicron-eta a omega, futuro pasivo perfecto en –k, genitivo singular khrotós; rescate de Héctor, iterativos en –skon. 65 Luis Gil (ed.), op. cit., p. 44. 28 llegarse fácilmente a resultados analíticos comparables a los que se trata de obtener en Homero.”66 Además, es imposible juzgar el estilo homérico sin un conocimiento seguro de cuál es el estilo tradicional de la poesía épica. El estilo juega un papel importante al considerar si las dos obras deben o no atribuirse a un mismo poeta, puesto que, por la diferencia de temas, se pueden justificar diferencias estilísticas como la mayor intensidad dramática de la Ilíada, y la presencia del tono familiar y cortesano de la Odisea. Esto ya fue notado en la antigüedad: Platón afirma67 que la Ilíada es un poema más hermoso que la Odisea; en su Poética, Aristóteles señaló las grandes diferencias estilísticas entre ambos poemas;68 por otro lado, Pseudo- Longino en Sobre lo sublime propone una solución, a saber, que Homero compuso la Ilíada antes que la Odisea, siendo ésta una obra de vejez.69 I.4 Escuela unitaria La crítica unitaria sostiene que la Ilíada y la Odisea son excelsas obras artísticas de un gran poeta aunque no necesariamente el mismo; sin soslayar las inconsistencias estudiadas por los analistas, busca identificar y restaurar las obras monumentales en su unidad y no reducirlas a un conjunto de poemas primitivos. Los unitaristas están de acuerdo con los analistas en que hay un fondo tradicional en el epos homérico y aceptan la existencia de interpolaciones; de hecho, al igual que la escuela analítica, la unitaria nace junto con la publicación de Prolegomena, pues Wolf, a pesar de desmembrar los poemas, no dejó de reconocer en ellos un logro artístico excepcional. A final de cuentas, las diferencias entre dos tendencias interpretativas son de enfoque, pues teniendo a la vista las mismas evidencias, a saber, que los poemas son producto de una tradición, unos sostienen una autoría colectiva y otros una individual con un fondo tradicional. I.4.1 Crítica unitaria en el siglo XIX 66 Ibidem, p. 45. 67 Platón, Diálogos I, Francisco Lipi (intr.), J. Calongé Ruiz, E. Lledó Íñigo, C. García Gual (trad. y notas), Gredos, Madrid, 2000. Hipias Menor, 383b. 68 Vid. “Epílogo”. 69 Longino, Sobre lo sublime, intr., trad. y notas: José García López, Gredos, Madrid, 2002, 9.13. 29 El primero en refutar a Wolf fue, como hemos visto, Cesarotti, traductor de la Ilíada (1786), para él, el hecho de que todo el poema gire en torno de la ira sólo se puede explicar si hay un autor; por otro lado, puso relieve en las concordancias internas de la obra, consecuentemente, afirmó que el filólogo alemán no logra demostrar sus hipótesis con evidencia interna. En el mismo sentido, el profesor de Friburgo, Johann Leonhard von Hug,70 y Richard Payne Knight, editor de ambos poemas, rechazaron las ideas de Wolf enfatizando la unidad estructural del poema. Karl Lehrs71 insistió en que hay que estudiar a Homero como un genio original; en polémica con Lachmann, analizó las abundantes ligas que conectan un canto con otro y observó que no se refieren solamente a asuntos mayores, sino también a detalles subsidiarios; tiempo después,72 observó que las aristías, que según los analistas eran episodios separados, tienen la función de enfatizar la ausencia del héroe principal y, en suma, la prueba de la unidad es la evidente excelencia de los poemas homéricos, pues si es ya un milagro que haya habido un poema tan grande es mucho más difícil de creer que una sola época haya podido producir una multitud de genios de tal magnitud. Gregor Wilhelm Nitzsch73 continúa los argumentos de Lehrs y perfecciona la idea del erudito multidisciplinario Friedrich Gottlib Welcker74 de que la poesía épica griega se desarrolló en dos fases: en la primera habría solamente pequeñas historias pertenecientes al mismo ciclo, mientras que en la segunda se habrían compuesto poemas extensos, por lo tanto la Ilíada y la Odisea pertenecen a esta última fase y, consecuentemente, contienen restos de canciones anteriores; asimismo, niega que la Ilíada contenga algún estrato insertado con excepción de la Dolonía. En su Die Sagenpoesie der Griechen: Kritisch Dargestel75 formuló algunos principios de la poética homérica, a saber: la función de las escenas olímpicas, el tratamiento de acciones simultáneas, el propósito de las digresiones, etc. Acepta la interpolación del Catálogo y la Teomaquia. 70 Die Erfindung der Buchstabenschrift, 1801 (La invención del alfabeto). 71 De Aristarchi Studiis Homericis, 1833,(Sobre los estudios homéricos de Aristarco). 72 Kleine Schriften, 1902 (Pequeños escritos). 73 Dedicó toda su carrera al estudio de los poemas homéricos, desde Quaestiones Homericae (Cuestiones homéricas) de 1824 hasta Betrachtung zur Geschichte der epischen Poesie der Griechen (Visualización de la historia de la poesía épica de los griegos) de 1862. 74 Der epische Zyklus oder die Homerischen Dichter, 1835 (El ciclo épico o el poeta homérico). 75 La saga poética de los griegos: demostración crítica, 1852. 30 Es importante aclarar que, a pesar de que los críticos unitarios del s. XIX no fueron pocos, su trabajo no alcanzó el ascendente de la obra de Lachmann y sus seguidores, de hecho, es lícito declarar esa época como “el siglo de la crítica analítica”. I.5 El siglo XX y la evolución de la polémica inicial Así como el s. XIX estuvo marcado por la estela de los Prolegomena de Wolf, el XX lo estuvo por los estudios del comparativista Milman Parry quien estableció los fundamentos de la composición oral. Desde principios de siglo, como hemos visto en la trayectoria de Wilamowitz, las posiciones analíticas y unitarias tienden a atemperarse y prospera un impulso a la convergencia que se verá sellado después de Parry, su investigación, de hecho, constituye una “Revolución copernicana” para los estudios homéricos. Durante el siglo XIX no hubo una respuesta suficientemente aceptada a las críticas analíticas hasta que en 1910 aparecieron las obras de Carl Rothe76 y Dietrich Mülder,77 el primero continuó el estudio de la unidad de la Ilíada, mientras que el segundo explicó que el poema es el final de una larga tradición épica y que esto justifica las contradicciones; finalmente, afirmó que el carácter tradicional de las obras no implica que sean una yuxtaposición de poemas diversos. Por otro lado, Engelbert Drerup78 definió los rasgos simétricos del canto V,79 por lo cual concluyó que no puede ser un conglomerado inorgánico; también señaló nuevos parámetros para juzgar la poesía homérica, a saber, la comparación con las leyes de composición de la cerámica geométrica del siglo VIII (paralelismo, contraste y gradación)80 y delineó la unidad de recitación (aproximadamente 1000 versos en dos horas) con lo cual se explicarían las repeticiones y digresiones; en la misma época, Sir John Tresidder Sheppard81 estudió la unidad estilística del poema mayor de Homero. 76 Die Ilias als Dichtung (La Ilíada como poesía). 77 Die Ilias und ihre Quellen, Berlín (La Ilíada y sus fuentes). 78 Das fünfte Buch der Ilias, Paderborn, 1913 (El quinto libro de la Ilíada). 79 Divide el canto en tres grandes secciones, la primera y la última constituidas por tres actos con tres escenas cada uno, mientras que la sección central está formada por dosactos de tres escenas cada uno. 80 H. Peters, discípulo de Drerup, sigue el método de la comparación con las artes plásticas y señala que de los cuatro días de batalla relatados entre el segundo canto y el XXII, en el primer y cuarto día, vencen los griegos y en el segundo y tercero los troyanos, por lo tanto hay un quiasmo combinado con una gradación. (Zur Einheit der Ilias, Gotinga, 1922 (De la unidad de la Ilíada). 81 The Pattern of the Iliad, 1922 (El patrón de la Ilíada). 31 También es muy importante el libro de John Adams Scott, The Unity of Homer,82 en el que se intenta demostrar la uniformidad lingüística de los poemas, se descartan algunas contradicciones y se afirma que, dada la unidad de los caracteres de los personajes, las dos obras son del mismo autor. El segundo capítulo polemiza con Wolf, el tercero está dedicado al análisis lingüístico, mientras que en el quinto explica las contradicciones mediante la comparación con autores modernos. Finalmente, los dos siguientes capítulos discurren sobre la caracterización armónica y coincidente de algunos personajes (los dioses y Héctor). De mayor influencia fue la obra del académico de la Universidad de Berlín Wolfgang Schadewaldt83 quien, aplicando un análisis de motivación y de preparación al canto XI de la Ilíada, probó la unidad de esta rapsodia y, asimismo, ubicó al autor en el siglo VIII a. C. A partir de estas investigaciones, la crítica unitaria, teniendo ya claro el carácter tradicional de los poemas, se enfocará a aislar ese fondo tradicional de lo propiamente homérico. I.5.1 Milman Parry y los comparativistas unitarios Respecto a la lengua, fueron Kurt Witte84 y Karl Meister85 quienes señalaron que es artificial y fruto de una larga tradición, lo cual implica la existencia de una técnica épica perfeccionada a lo largo de generaciones, en la cual pueden coexistir lo antiguo y lo nuevo, según lo exija el metro de cada pasaje, por lo tanto, el uso de varios dialectos no significa varios autores. En este sentido, el descubrimiento más importante sobre la dicción fue el del investigador estadounidense Milman Parry86 y su discípulo Albert Lord. Milman Parry (1902-35) estudió filología en Berkerley y en la Sorbona, donde asistió a las lecciones del lingüista Antoine Meillet, en cuya cátedra se enfatizaba que la dicción homérica era formular y tradicional, idea que Parry defendió en su tesis de grado de 1928. El propio Meillet lo contactó con Matija Murko quien, ayudándose con grabaciones fonográficas, estudiaba la poesía épica oral serbia. 82 La unidad de Homero, 1921. 83 Iliasstudien, 1938 (Estudios de la Ilíada). 84 Zur homerischen Sprache, 1972 (Sobre la dicción homérica). 85 Die homerische Kunstsprache, 1921(La dicción poética homérica). 86 Épithète traditionnelle dans Homère, 1928 (El epíteto tradicional en Homero) Homer and Homeric Style, 1930 (Homero y estilo homérico). 32 En 1933 Parry regresó a Estados Unidos para enseñar en Harvard y entre esta fecha y su muerte prematura realizó, junto con Lord, dos viajes a la antigua Yugoslavia para estudiar la poesía serbocroata. El propósito de la investigación era establecer, por medio de la comparación con una tradición viva, si la técnica tradicional de los poemas homéricos era o no oral: My first studies were on the style of the Homeric poems and led me to understand that so highly formulaic a style could be only traditional, I failed, however, at the time to understand as fully as I should have that the style such as that of Homer must not only be tradicional but also must be oral. It was largely due to the remarks of my teacher M. Antoine Meillet, that I came to see, dimly at first, that a true understanding of the Homeric poems could only come with a full understanding of the nature of oral poetry. 87 Parry indagó directamente el método de composición de los guzlares serbios88 (eligió a esos cantores porque eran analfabetas) y comprobó que un poeta iletrado y totalmente oral es capaz de improvisar una obra de gran extensión, lo cual es posibilitado por una técnica formular. Gracias a la comparación con esta épica, quedó asentado que gran parte de los poemas homéricos está constituida por fórmulas que se combinan entre sí y que son propias de la poesía oral, es decir, que el bardo no compone con palabras, sino con frases hechas previamente adaptadas al metro, lo cual facilita la memorización y la invención en el mismo momento de la ejecución. También es de interés señalar que los poemas analizados tenían, como los nuestros, un trasfondo histórico.89 87 “Mis primeros estudios fueron sobre los poemas homéricos y me llevaron a entender que un estilo tan altamente formular sólo podría ser tradicional, fallé, sin embargo, a la hora de entender tan completamente como debía que un estilo como el de Homero debe ser no sólo tradicional, sino también oral. Fue en gran parte debido a las observaciones de mi maestro M. Antoine Meillet, que vine a ver, débilmente al principio, que un verdadero entendimiento de los poemas homéricos sólo puede venir con un verdadero entendimiento de la naturaleza de la poesía oral”. Milman Parry apud Albert B. Lord, The Singer of Tales, Stephen Mitchell y Gregory Nagy (eds.), Cambridge-London, Harvard University Press, 2000, p 11. 88 “He therefore set himself the task of proving, incontrovertibly if it were posible, the oral character of the poems, and to that end he turned to the study of Yugoslav epics” (Por lo tanto se impuso la tarea de probar, de manera incontrovertible si era posible, el carácter oral the los poemas, y con ese fin se volvió al estudio de las épicas yugoslavas), ibidem, p. 3. 89 La Batalla de Kosovo, 15 de junio de 1389. 33 Así pues, Parry definió la fórmula como “la expresión de una idea esencial en las mismas condiciones métricas” y observó que este sistema formular estaba ordenado con arreglo a las leyes de “extensión” y “economía”.90 La muerte de Parry demoró la divulgación de sus descubrimientos hasta la publicación de The Singer of Tales91 en 1960 de Lord y The Making of Homeric Verse: The Collected Papers of Milman Parry92 editado por su hijo, Adam Parry, en 1971. Lord llega a la conclusión de que “cada ejecución es una canción independiente” y que “el cantor de cuentos es, al mismo tiempo, la tradición y un creador individual”93 ya que “un poema oral no es compuesto para, sino en la ejecución”;94 por último, introduce la hipótesis del “texto oral dictado”.95 Las aportaciones de Milman Parry y sus epígonos no pueden ser subestimadas: se explicó la interrelación entre fórmula y colocación métrica, se distinguieron dos tipos de epítetos: ornamentales y caracterizantes; se describió el método de composición oral y se estableció objetivamente la posibilidad de producir poemas de gran extensión sin auxilio de la escritura. La obra de Parry y la de Wolf son los dos grandes hitos para la “Cuestión homérica” y, al igual que su predecesor prusiano, Parry no creó hipótesis originales, sino que abrió un camino nuevo y científico para investigar un texto.96 Por la misma época, los filólogos ingleses John Chadwick97 y Sir Cecil Maurice Bowra98 también compararon los poemas homéricos con la épica popular (Nibelungos, Canción de 90 “La labor de los rapsodas en lo que al uso de fórmulas se refiere consistiría esencialmente en el paulatino incremento de las mismas con el fin de obtener un juego lo más amplio posible de expresiones para cualquier concepto y que al mismo tiempo no sobrepase las necesidades funcionales, es decir, que evitase sobrecarcar la memoria con expresiones métrica y semánticamente equivalentes. Ambos principios fueron elevados por Parry a la categoría de leyes con los nombresde “extensión” y “economía” respectivamente, y su cumplimiento supuestamente estricto en el texto homérico confirmaba al estudioso en sus deducciones”. José Antonio Fernández Delgado, “Técnica oral, didactismo, atesoramiento doctrinal. Orígenes de la poesía épica” en Nova Tellus, no. 12, Méx., DF, UNAM, 1996, p. 79. 91 El cantor de cuentos. 92 La fabricación del verso homérico: los papeles reunidos de Milman Parry. 93 Albert B. Lord., op. cit., p. 4. 94 Ibidem, p. 13. 95 M. Parry y A. Lord rechazan la posibilidad de un autor alfabetizado, pues observaron que la técnica de composición de los guzlares se veía afectada si estos aprendían a leer. 96 “It was not the smallest accomplishment of Parry’s Homeric theory that it made the whole Unitarian- Analyst controversy, at least in its older and best-known form, obsolete.” (No es un logro pequeño de la teoría homérica de Parry el hacer que toda la controversia unitaria-analítica, por lo menos en su vieja y mejor conocida forma, se volviera obsoleta), Adam Parry apud Martin West, “The Homeric Question Today” en Proceeding of the American Philosophical Society, vol. 155, n. 4, Filadelfia, 2011, p. 386. 34 Roldán, Bilinas Rusas y Poema del mio Cid) y han demostrado que sus personajes pueden ser históricos y que, al paso de los siglos, se mezclan en la tradición elementos antiguos y modernos. En esta misma senda, el arqueólogo e historiador de la religión sueco Martin Nilsson99 afirma que la leyenda épica griega arranca del mundo micénico, puesto que todos los grandes ciclos están localizados en ciudades que tuvieron su mayor auge en la época micénica (Tirinto, Micenas, Tebas); también confrontó las descripciones homéricas con los restos arqueológicos (armas, edificios, vestidos, etc.) y concluyó que hay varias coincidencias con la cultura material micénica. Otra fuente de información sobre el fondo micénico de los poemas ha sido suministrada por el desciframiento de la escritura Lineal B100 y hoy ya nadie discute la existencia de elementos micénicos en los poemas. El Regius Professor of Greek de Cambridge, Geoffrey Stephen Kirk,101 incluso sostiene que hubo una épica micénica y que es éste el primer sustrato de la tradición que culmina con Homero. Por otro lado, estudiosos como los profesores de la Universidad de Viena, Albin Lesky,102 de Stanford, T. B. L. Webster103 y de Trieste, Luigia Achillea Stella,104 han llamado la atención sobre un fondo común con la épica oriental: Stella ha establecido paralelos con el poema sumerio de Gilgamesh; Webster ha puesto énfasis en las coincidencias de estilo (fórmulas y repeticiones); sin embargo, hay que tener en cuenta que esto no implica que la épica griega continúe la tradición oriental, sino que, cuando mucho, tome motivos de ella. Junto con esta influencia oriental también se ha vislumbrado una tradición épica indoeuropea en, por ejemplo, algunas fórmulas homéricas y védicas.105 Acompañando estas dos tradiciones están el folklore y el cuento popular (más notorio en la Odisea) que han sido prolijamente estudiados por Ludwig Radermacher;106 William John Woodhouse107 y Martin Nilsson.108 97 The Heroic Age, Cambridge, 1912 (La época heroica). 98 Heroic Poetry, 1952 (Poesía heróica). 99 The Mycenaean Origin of Greek Mythology, 1932 (El origen micénico de la mitología griega), Homer and Mycenae, 1933 (Homero y Micenas). 100 Vid. infra: “Dialectos y escrituras de Grecia”. 101 Geoffrey Stephen Kirk, Los poemas de Homero, Buenos Aires, Paidós, 1968, p. 183. 102 Albin Lesky, “Griechisches Mythos und Vorderer Orient”, 1955, (Mito griego y Oriente Medio). 103 From Myceneae to Homer, 1958 (Desde Micenas a Homero). 104 1l poema di Ulisse, 1955 (El poema de Ulises). 105 Por ejemplo: aksitam sravas es la equivalencia fonética del afthiton kleos (gloria inmortal). Francisco Rodríguez Adrados en Luis Gil (ed.), op. cit., p. 76. 106 Die Erzählungen der Odyssey, 1915 (Los relatos de la Odisea). 35 Una vez establecido el marco tradicional por los estudios comparativos, lo consecuente era tratar de identificar “lo propiamente homérico” o, mejor dicho, lo que es obra del poeta principal. En este sentido, la investigadora suiza Renata Von Sheliha109 estudia una serie de leyendas que están en el ciclo y que, por su brutalidad, Homero calla, como la muerte de Palámedes, el abandono de Filoctetes y las crueldades de la toma de Troya. También analiza las costumbres que el poeta censura: el uso del arco relegado a figuras de segunda categoría o el sacrificio humano que es mencionado sólo apresuradamente. La estudiosa supone que ciertos héroes no juegan un papel importante en el ciclo, pero sí en Homero y que fueron creados por él: Patroclo, Fénix, Héctor y, en la Odisea, Eumeo y Telémaco. La tensión dramática y el dinamismo de la narración también parecen ser “propiamente homéricos”, pues, a diferencia de lo que sabemos de otros poemas cíclicos, en la Ilíada y la Odisea hay una tensión creciente, puesto que el tema central es el sufrimiento y el destino del héroe. Rodríguez Adrados resume así la investigación unitaria del s. XX: No es menos cierto que todos estos análisis converjan en una misma dirección: la de señalar la presencia de un poeta que, debatiéndose en medio de un mundo épico tradicional, crea la gran epopeya, que no canta ya sólo la gloria de los héroes en episodios aislados, sino que descubre todo un nuevo mundo de sentimientos humanos y organiza la acción en forma dramática. Es en realidad un intermedio entre la epopeya puramente narrativa y la tragedia del siglo V.110 I.5.2 Aportaciones de la crítica unitaria 1) Los poemas son la culminación de una dilatada tradición épica. 2) Las contradicciones y digresiones se deben al carácter tradicional de las obras y a su ejecución oral. 3) La organicidad de la estructura de los poemas no es producto de la acumulación. 107 The Composition of Homers Odyssey, 1930 (La composición la Odisea de Homero). 108 Principalmente en Geschicte der griechischen Religion, 1941-50 (Historia de la religión griega). 109 Patroklos, 1944. 110Francisco Rodríguez Adrados en Luis Gil (ed.), op cit., p. 81. 36 4) Hay unidad estilística y uniformidad lingüística. 5) La lengua homérica es artificial y literaria. 6) El método de composición es oral y su técnica, formular. 7) El contenido puede tener un lejano trasfondo histórico. I.6 Últimos desarrollos de la cuestión: entre oralistas y escrituristas Hoy en día, se pueden distinguir dos corrientes interpretativas oralistas: los oralistas tradicionalistas son propensos a la idea de cantores que operan dentro de una tradición que dominan con maestría; por lo tanto, no se puede seguir hablando de “incongruencias”, pues las contradicciones son características de la oralidad y de la existencia de diversas versiones tradicionales. En cuanto a la cuestión de si hay un autor principal o todas las versiones son, en sí mismas, originales, hay posiciones diversas. Por otro lado, los neoanalistas defienden a un autor principal, al cual se le puede identificar si se separan los estratos tradicionales e interpolaciones de la parte original. Como vemos, la diferencia entre las dos escuelas es más bien de matiz, y ambas son descendientes directas de Parry: los tradicionalistas se decantan por un Homero más tradicional que creativo, mientras que los neoanalistas por un Homero más creativo que tradicional. Los escrituristas, al contrario, opinan que es imposible la composición de poemas de la extensión y maestría de la Ilíada y la Odisea
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