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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
PROGRAMA DE POSGRADO EN HISTORIA DEL ARTE 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ESTÉTICAS 
 
 
EL PARAÍSO EN LA TIERRA: 
LOS ARTEFACTOS VEGETALES EN EL ARTE 
EFÍMERO NOVOHISPANO 
 
 
TESIS 
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE 
DOCTORA EN HISTORIA DEL ARTE 
 
 
PRESENTA: 
MARIZA MENDOZA ZARAGOZA 
 
 
TUTOR PRINCIPAL 
DR. ÓSCAR ARMANDO GARCÍA GUTIÉRREZ 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
 
 
TUTORES 
DRA. PATRICIA DÍAZ CAYEROS 
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ESTÉTICAS 
DR. ALEJANDRO ORTIZ BULLÉ GOYRI 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
DR. RICARDO GARCÍA ARTEAGA 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
DR. FRANCESC MASSIP BONET 
UNIVERSITAT ROVIRA I VIRGILI DE TARRAGONA 
 
CIUDAD DE MEXICO, AGOSTO, 2018. 
	
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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El paraíso en la tierra: 
los artefactos vegetales en el 
arte efímero novohispano
Mariza Mendoza Zaragoza
Contenido
Agradecimientos 7
Introducción 9
Capítulo 1 Historiografía 21
1.1 Revisión historiográfica de los artefactos vegetales 22
Capítulo 2 Los artefactos vegetales en las crónicas novohispanas 37
2.1 Crónicas del siglo XVI 39
2.2 Crónicas del Siglo XVII 52
2.3 Crónicas del Siglo XVIII 58
2.4 Crónicas del Siglo XIX 63
2.5 Compendio: Los artefactos vegetales en las crónicas novohispanas 67
Capítulo 3 La fiesta del Corpus Christi en la Ciudad de México: 
 forma y función de los artefactos vegetales 71
3.1 La instauración de la celebración del Corpus Christi 72
3.2 Aparato festivo de la celebración del Corpus Christi 77
3.2.1 El Corpus Christi y el espacio urbano 77
3.2.2 Entradas triunfales, entradas reales … la procesión del Corpus Christi 80
3.2.3 Los artefactos vegetales 84
3.3 La celebración del Corpus Christi en la Nueva España 89
3.3.1 Configuración de la fiesta del Corpus Christi en la Ciudad de México, 
 a partir de la Guia de Actas de Cabildo s. XVI 93
3.3.2 Los artefactos vegetales en la fiesta del Corpus Christi 
 en la Ciudad de México, siglo XVIII 99
3.3.3 «Para que los indios vengan a levantar las enramadas» 
 … La Ordenanza de 1776 104
3.3.4 La organización para levantar los artefactos vegetales 111
3.3.5 Los materiales para los artefactos vegetales 117
3.3.6 Los constructores de los artefactos vegetales 120
3.3.7 La celebración del Corpus Christi en la Ciudad de México, 1751 130
Capítulo 4 La presencia de los artefactos vegetales en el arte novohispano 143
4.1 Análisis de obras pictóricas 144
4.1.1 Los «oficiales que hacen flores» en Historia general de las cosas 
 de la Nueva España, s. XVI 145
4.1.2 M. Arellano, Traslado de la imagen y estreno del santuario de 
 Guadalupe, 1709 151
 Imagen festiva 155
4.1.3 Tomás Xavier de Peralta, Exvoto por la peste en el beaterio de santa 
 Rosa de Viterbo, 1742. 161
4.1.4 Santo crucifijo, san Salvador Josué de los afligidos, ca. 1777 164
4.1.5 Manuel Caro, Procesión y traslado de la Virgen de Ocotlán, 1781 170
Capítulo 5 Los artefactos vegetales en las celebraciones religiosas actuales 179
5.1 Los artefactos vegetales 181
5.1.1 Portadas o Arcos enflorados 181
5.1.2 Tapetes y alfombras vegetales 190
5.1.3 Altares y andas vegetales Altares 197
 Andas 204
5.1.4 Otros artefactos 206
5.1.5 Fiesta del Jueves del Corpus Christi 2014, Valencia, España 211
Conclusiones 219
Lista de imágenes por capítulo 223
Obra consultada 227
Anexos
Anexo 1 254
Anexo 2 261
Anexo 3 267
Anexo 4 269
Anexo 5 276
A la Universidad Nacional Autónoma de México, mi casa de estudios, la cual día 
con día hizo madurar mi espíritu,
Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología por el importante apoyo para la 
realización de esta investigación, 
A mis profesores Óscar A. García Gutiérrez, Patricia I. Díaz Cayeros, Alejandro 
G. Ortiz Bullé Goyri, Elena Estrada de Gerlero, Francesc Massip Bonet, Ricardo 
García Arteaga y Josep Lluís Sirera † quienes con su paciencia, conocimiento y 
sabiduría fueron los mejores cómplices en este sueño,
Con infinito amor y gratitud por todo lo heredado a mi madre 
María del Carmen Zaragoza Constante †; a mis tíos 
José Mendoza † y Enedina Abad † quienes fueron una luz en mi vida, 
siempre los tengo en mi corazón,
 
A mi padre Leobardo de quien aprendí la lucha y entrega constante en la vida,
A mis hermanos Rosaura, Martha, Dina, Atilio, Lilian y Kenia porque a pesar 
de todo nos amamos y seguimos creciendo,
A mis sobrinos Abraham, Isaac, Abiú, Uri, María José, Ximena y José Isaí por ser 
mi escuela de todos los días y tolerar muchas veces a su loca tía,
A todos mis amig@s quienes siempre me han alentado a conseguir mis sueños,
A todas las personas que contribuyeron a enriquecer este trabajo,
Y por último, pero no menos importante, a Dios por darme la oportunidad de 
un día más para poner una sonrisa en mis labios.
¡ A T O D O S M U C H A S G R A C I A S !
Agradecimientos
Introducción
El valor de añadir a la historia del arte efímero novohispano aquellos objetos hechos con plantas, flores naturales y tule (materiales especialmente pere-cederos), se debe a la pervivencia que las tradiciones florísticas han tenido 
en nuestro país. Esto contrasta con la calidad transitoria de las piezas manufactu-
radas y con la ausencia de un estudio en extenso sobre el tema. 
Para el trabajo es indispensable adentrarse en la fiesta religiosa, un campo en 
el que cada una de las acciones realizadas y cada uno de los elementos dispuestos 
resultan indispensables para su desarrollo, independientemente de su fugacidad. 
El objeto de estudio de la presente tesis son las piezas elaboradas con vegetales y 
flores naturales al igual que las formas y usos que tuvieron en las celebraciones 
religiosas durante el período poscortesiano. Para ello, me detengo en el ornato 
vegetal realizado para la conmemoración del Corpus Christi en la Ciudad de Mé-
xico, debido a que algunos especialistas en el tema lo han considerado como un 
modelo para otros festejos.1
1 Nelly Sigaut, «La fiesta de Corpus Christi» en 3 Coloquio Musicat. Lo sagrado y lo profano en 
la festividad de Corpus Christi (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2008), 20; 
Miguel Ángel Ladero Quesada, Las fiestas en la Europa medieval (Madrid: Dykinson, S.L., 2015), 
61; Juan Manuel Martín García, «Elogio y triunfo del catolicismo en Granada: La emblemati-
zación de la plaza de Bibarrambla en la festividad del Corpus de 1759» en Del libro de emblemas 
10
La conmemoración del Corpus Christi, solemnidad que revela el triunfo de la 
religión católica sobre la herejía —como se analizará más adelante— fue estable-
cida por el papa Urbano IV el día 11 de agosto de 1264 en Lieja, a través de la bula 
Transiturus de hoc mundo2 y que a partir de 1316,3 contará con su respectiva pro-
cesión. El traslado de la celebración a la Nueva España por los religiosos durante 
el siglo XVI, gestionó que los naturales confeccionarán un sin número de objetos 
hechos con flores y tule como muestra de su participación en las ceremonias re-
ligiosas, e instauró un particular dominio festivo en la tierra recién conquistada 
para adorar a Cristo, venerar a la Virgen María y conmemorar a los santos cristia-
nos, la victoria del dogma católico sobre el prehispánico.
La marcha de la Sagrada Hostia tomó su forma de las Entradas Reales que se 
hacían en la Edad Mediay éstas a su vez, de las Entradas Triunfales hechas por 
los romanos,4 es apropiado a nuestro estudio recordar que el uso de vegetales 
—como la hoja de laurel, acanto y olivo— estuvieron presentes a manera de ele-
mentos que denotaron gloria.5 El paseo del Santísimo Sacramento fue, y sigue 
siendo, una marcha triunfal, en la que se conmemora la sangre y el cuerpo de 
Jesucristo; así entonces puedo señalar que entre los devotos, tanto en el perío-
do virreinal como hoy en día, la procesión representa caminar con Cristo, en su 
a la ciudad simbólica (Castellón: Universitat Jaume I, 2000), 191; Antonio Rubial García, coord., 
La iglesia en el México colonial (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2013), 65; 
Judith Farré Vidal, Espacio y tiempo de fiesta en Nueva España (1665-1760) (España: Biblioteca In-
diana, 2013), 13; José Sánchez Herrero, «Algunos elementos de la religiosidad cristiana popular 
andaluza durante la Edad Media» en La religiosidad popular I. Antropología e Historia (Barcelo-
na: Anthropos, 1989), 278. 
2 J. Carlos Vizuete Mendoza, «Teología, liturgia y derecho en el origen de la fiesta de Corpus 
Christi» en La fiesta del Corpus Christi (España: Ed. de la Universidad de Castilla-La Mancha, 
2002), 19.
3 Francesc Massip Bonet, El teatro medieval. Voz de la divinidad cuerpo de histrión (España: Mon-
tesinos, 1992), 76. Otro autor señaló que Juan XXII instituyó la procesión en el año de 1317 para 
que la Hostia «fuese paseada triunfalmente por las calles.» Vicente Lleó Cañal, Fiesta grande. El 
Corpus Christi en la historia de Sevilla, 2ª edición (Sevilla: A. Pinedo, 1992), 19.
4 Demetrio Enrique Brisset, «Introducción. La fiesta del Corpus en España» en Rito, música y 
escena en el Corpus (Madrid: Comunidad de Madrid, Consejería de Cultura y Deportes. Direc-
ción de Promoción Cultural, 2004), 12; Francesc Massip Bonet, El teatro medieval, 72; Francesc 
Massip Bonet, La monarquía en escena. Teatro, fiesta y espectáculo del poder en los reinos ibéricos: 
de Jaume El Conquistador al Príncipe Carlos (Madrid: Comunidad de Madrid. Consejería de las 
Artes. Dirección de Promoción Cultural, 2003), 24-25; Alfredo Nava Sánchez, Teatro de ideales, 
teatro de conflictos. La fiesta de Corpus Christi en la ciudad de México durante el siglo XVIII (tesis 
para obtener el grado de Maestro en Historia, México, Facultad de Filosofía y Letras, Univer-
sidad Nacional Autónoma de México, 2009), 24-25. Tomado de Carolyn Dean, Inka Bodies and 
the body of Christ (Durham: Duke University Press, 1999), 12-14.
5 Mary Beard, El triunfo romano. Una historia de Roma a través de la celebración de sus victorias 
(Barcelona: Crítica, 2009), 74; Franz Sales Meyer, Manual de ornamentación: ordenado sistemá-
ticamente para uso de dibujantes, arquitectos, escuelas de arte y oficios y para los amantes del arte 
(Barcelona: Gustavo Gilli, 1976), 42, 51.
11
Sagrada Forma, hacia su morada, el Paraíso, recreado a partir de alfombras vege-
tales, arcos enflorados y otras piezas en flor natural, como trataré más adelante.
Con las Leyes de Reforma, dictadas por el entonces presidente Benito Juárez 
en el año de 1860, la procesión del Corpus Christi se suprimió en México, debido 
a que se le consideró una fiesta que no convenía al pueblo, porque el principio 
religioso se había perdido y el desorden era mucho más evidente.6 En razón de 
este cese, el recorrido con la Hostia Consagrada retornó al interior del templo, 
dejando la organización de su festividad sólo en manos de la Iglesia. De esta ma-
nera, la marcha del Santísimo Sacramento por la Ciudad de México quedó en el 
pasado novohispano, pero no por ello se perdió la fundada tradición de elaborar 
caminos, arcos y otros objetos vegetales para el culto religioso.
En cuanto a las fiestas, las que se realizan durante el mes de mayo, «se vinculan 
simbólicamente con el cambio de la estación seca a la húmeda, es decir el adve-
nimiento de las lluvias (marcado por el paso del sol por el cenit) y el inicio de la 
siembra.»7 La labranza, durante la temporada de Primavera-Verano, comienza en 
el mes de abril y concluye en septiembre del mismo año. Las primeras cosechas de 
este ciclo inician en el mes de junio y terminan en marzo del año subsiguiente.8 
La especialista Dorothy Tanck de Estrada hizo referencia acerca del empleo 
de los objetos hechos con flores vivas para la celebración de la Hostia Consagra-
da. Tanck señaló que la fiesta del Corpus tiene lugar al finalizar el equinoccio de 
primavera, es decir a finales del mes de junio, razón por lo que la investigadora la 
consideró como «la fiesta de las flores», esto debido a que los indígenas tuvieron 
la costumbre de cultivar flores en sus milpas y durante la ceremonia los caciques 
entregaban al Virrey dos xuchiles o ramos de flores de diferentes colores.9
La atención de Tanck de Estrada es compartida con Francesc Massip Bonet10 
respecto a la fecha de la celebración del Corpus Christi y el ciclo agrícola. Ambos 
6 Juan Pedro Viqueira Albán, ¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida social en la ciu-
dad de México durante el siglo de las luces, 5ª reimpresión (México: Fondo de Cultura Económica, 
2005), 155.
7 Johanna Broda, «La ritualidad mesoamericana y los procesos de sincretismo y reelaboración 
simbólica después de la conquista» en Graffilya, 14-28. Consultado el 15 de junio 2017. www.
filosofia.buap.mx/Graffylia/2/14.pdf
8 Consultado el 15 de junio 2017. http://www.campomexicano.gob.mx/portal_siap/Integra-
cion/EstadisticaBasica/Agricola/Normatividad/anexo3N.htm
9 Dorothy Tanck de Estrada, Pueblo de indios y educación en el México Colonial, 1750-1821 (Mé-
xico: El Colegio de México, 2000), 310; Archivo Histórico del DF, Ayuntamiento, Procesiones, 
Vol. 3712, Exp. 7, 1776, f.1.
10 Francesc Massip Bonet, «Rito, música y escena en el Corpus» en Rito, música y escena en el 
Corpus (Madrid: Comunidad de Madrid, Consejería de Cultura y Deportes. Dirección de Promo-
ción Cultural, 2004), 200; «Durante la Edad Media, la Iglesia católica hizo uso de la fiesta como 
un medio para extender el cristianismo entre los paganos, y dio a las múltiples celebraciones 
agrícolas un nuevo sentido al asimilarlas a hechos relacionados con la vida de Cristo, de María 
y de los santos.» En Gustavo Curiel y Antonio Rubial, «Los espejos de lo privado: ritos públicos 
y usos privados en la pintura virreinal» en Pintura y vida cotidiana en México 1650-1950 (México: 
Fomento Cultural Banamex, A.C., Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1999), 59.
12
expertos coinciden sobre la relevancia de instaurar una fiesta cristiana en fecha 
importante para la agricultura, es decir, el momento en que la tierra comienza a 
rendir frutos y flores.
Así entonces, la solemnidad del Corpus Christi, en el período novohispano, fue 
el medio eficaz para convocar a los indígenas y así aprovechar su tradición florís-
tica, ya que el aparato vegetal fue indispensable tanto para la fiesta anual, como 
para otros festejos sacros en la Ciudad de México y el resto del Altiplano central 
Mexicano.
El empleo de las flores y los vegetales por los naturales se encuentra documen-
tada, de manera portentosa, ya desde las primeras crónicas escritas en la Nue-
va España.11 Los indígenas confeccionaban un sinfín de piezas florales para ser 
ofrendadas a sus dioses y como pago de tributo a sus señores o Tlatoanis. Este 
recurso lo utilizaron los religiosos para sus intereses espirituales. Por un lado, 
los indígenas continuaron con sus técnicas florísticas tradicionales y, por otro, 
aprendieron de los evangelizadores figuras cristianas. Tal es el caso de la cruz, el 
crucifijo, el monograma de Cristo y de la Virgen María, los grutescos, los arcos 
triunfales o portadas de flores, es decir que los objetos vegetales se hicieron con 
formas destinadas al culto católico. Algunas de estas prácticas florísticas han per-
vivido hasta el día de hoy.
11 Toribio de Benavente, «Tratado Primero. Capítulo 15 De las fiestas de Corpus Christiy san 
Juan que se celebraron en Tlaxcala en el año de 1538» en Historia de los indios de la Nueva Es-
paña [1541-1565], estudio crítico, apéndices, notas e índice Edmundo O´Gorman, 4ª edición 
(México: Porrúa, 1984), 61-74; Bartolomé de las Casas, «Cap. LXIV. En el cual se prosigue la fiesta 
del Corpus Christi» en Apologética historia sumaria, Tomo I [ca. 1559] (México: Universidad 
Nacional Autónoma de México, 1967), 332; Bernardino de Sahagún, «Segundo libro. Que trata 
del calendario, fiestas y ceremonias, sacrificios y solemnidades que estos naturales de Nueva 
España hacían a honra de sus dioses. Capítulo XXVIII de la fiesta y sacrificios que hacían en 
las calendas del noveno mes, que se llama Tlaxuchimaco» en Historia general de las cosas de la 
Nueva España, Tomo I [ca. 1550-1569], introducción, paleografía, glosario y notas de Josefina 
García Quintana y Alfredo López Austin, 2ª edición (México: Consejo Nacional para la Cultura 
y las Artes, 1989), 140-141; Bernal Díaz del Castillo, «Capítulo XLVIII Cómo Cortés mandó hacer 
un altar» en Historia verdadera de la conquista de la Nueva España [1575] (México: Ed. Valle de 
México), 182; Diego Valadés, «XXV. Del modo que tenían los indios en celebrar las fiestas» en 
Retórica cristiana [1579] (México: Fondo de Cultura Económica, 2003) 507; Diego Durán, «Libro 
Primero. Capítulo XXV. De los grandes tributos y riquezas que entran en México de las provin-
cias y ciudades, que por vía de guerra habían sujetado» en Historia de las indias de Nueva España 
e islas de tierra firme, Tomo I, estudio preliminar Rosa Camelo y José Rubén Romero (México: 
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2002), 155-156; Agustín Dávila Padilla, «Capítulo 
XXVI. De la diligencia con que celebran las fiestas los indios después de su conversión» en His-
toria de la fundación y discurso de la provincia de Santiago de México de la orden de predicadores 
[1592], 3ª edición (México: Academia Literaria, 1955), 80; Gerónimo de Mendieta, «Capítulo XIX 
De la solemnidad con que los indios celebran las pascuas y fiestas principales, y de las procesio-
nes ordinarias que hacen» en Historia eclesiástica indiana, Tomo II [1595-1596], noticias del autor 
y de la obra Joaquín García Icazbalceta, estudio preeliminar Antonio Rubial García (México: 
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Cien de México), 2002), 97-101.
13
Actualmente, el empleo de arreglos florales en las conmemoraciones sacras es 
muy recurrente, sin embargo, el oficio del florista ha quedado sujeto a la tradición 
familiar que la comunidad ostenta con gran orgullo. Así entonces, en muchos 
poblados de México el día de la fiesta patronal se colocan en el interior o exterior 
del templo, en el atrio y, en ocasiones, en las calles aledañas al recinto sagrado, 
alfombras hechas con ramas de árboles fragantes, tableros en flor natural, col-
gantes florales, ramos de flores, arcos o portadas florales con vivos colores. Todos 
estos objetos forman parte de una ofrenda a modo que anuncian la celebración y 
recuerdan al santo patrón del lugar. 
Las piezas en flor se fabrican con una técnica ancestral heredada y son monta-
das por los feligreses con el propósito esencial de ofrendar y dar fe de su religión, 
en otras palabras: materializar una devoción. La relación que los fieles establecen 
con los artificios naturales producen varias funciones. Por un lado, una práctica, 
que es revelar el motivo de la conmemoración. Por otro lado, una simbólica, erigir 
el espacio donde habita el festejado, el Paraíso Celestial, lugar que los católicos, 
aspiran llegar después de la muerte. 
En torno al tema del Cielo, Martha Fernández proporcionó la siguiente re-
flexión que considero valiosa a nuestro propósito:
De acuerdo con las creencias religiosas antiguas y modernas, el lugar per-
fecto, pleno de santidad y de placeres, no se encuentra en la tierra, sino 
en el cielo, por ser el sitio donde habitan los dioses; por lo tanto, el ideal 
de todo ser humano ha sido establecer contacto con ese lugar y volver a 
él después de la muerte. Pero también ha sido un ideal persistente en el 
hombre tratar de reproducir en la tierra la ciudad que los dioses habitan 
en el cielo.12
 «Salvar el alma era una de las principales preocupaciones de los novohispanos. 
La iglesia planteaba que la vida terrenal sólo era transitoria y que la existencia ple-
na comenzaba después de la muerte.»13 La creencia del Paraíso deriva del relato 
biblíco en el que Adán y Eva vivieron en un espacio ameno —como un jardín— 
del cual fueron expulsados por desobedecer los mandatos de Dios.14 Según la doc-
trina católica el alma será procesada durante el Juicio Final en el cual a partir del 
comportamiento personal en la tierra, el espíritu tendrá un lugar en el Paraíso ya 
que Dios habita en el Edén, y éste es el refugio al cual retornaremos después de 
muertos. «Y le pedía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino». Jesús 
le contestó: «Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso.»15
Durante el período colonial el Paraíso Celestial se interpretó como:
12 Martha Fernández, La imagen del templo de Jerusalén en la Nueva España (México: Universi-
dad Nacional Autónoma de México, 2003), 9.
13 Gisela von Wobeser, Cielo, infierno y purgatorio durante el virreinato de la Nueva España (Mé-
xico: Universidad Nacional Autónoma de México, Jus, 2011), 17.
14 Gn. 3, 24.
15 Lc. 23, 42-43.
14
… un jardín bucólico, en el cual el hombre disfruta, sin preocupaciones, 
de la naturaleza; un lugar repleto de aves y plantas, una versión cristiani-
zada de los Campos Elíseos. No se trataba de una naturaleza virgen, que 
implicaba retos y peligros, sino un lugar placentero donde los problemas 
de subsistencia estaban resueltos.16
El ideal por vivir después de la muerte junto a Dios en el Paraíso fue preponde-
rante en la época virreinal. Desde la información recopilada del siglo XVII y XVIII 
puedo interpretar que la solemnidad del Corpus Christi sirvió para revelar, desde 
los artificios naturales, el Paraíso Celestial en la tierra a partir de las característi-
cas del tiempo barroco:
… se fundamenta en un gusto que busca la novedad, el movimiento, la 
exaltación retórica de los sentidos y de la fantasía, el amor por los con-
trastes y por el infinito, como una intención de parecer, más que de ser; 
de impresionar más que de convencer, por ello utiliza una serie de ele-
mentos con un criterio tendiente más a lo decorativo que a lo funcional, 
usando la perspectiva, la búsqueda de remates visuales, el contraste, las 
formas caprichosas en movimiento, el empleo de líneas no definidas o en 
abundancia, para con ello crear nuevos efectos, sobre todo manejando la 
luz, la fantasía, lo artificioso y la sorpresa del espectador, muchas veces 
perdiéndose incluso la claridad del conjunto.17 
Los sentidos y la fantasía, seguramente, vivieron un regocijo frente a los arte-
factos en flor; la vista, el olfato, y el tacto trabajaron de manera fantástica para 
provocar el goce y la contemplación de dichas piezas. El color, la forma, y el aroma 
fueron percibidos momentáneamente debido al carácter fugaz de los materiales, 
sin embargo la impresión permaneció en la memoria humana por tiempo indefi-
nido, de aquí la razón de tantas descripciones en las crónicas de la época.
Con base en la retórica barroca puedo anotar que la tradición florística indí-
gena quedo registrada, ya desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII, como una activi-
dad innovadora, artificiosa, fantástica y, seguramente, sorpresiva. La recreación, 
año tras año, del Edén, como lugar idílico, alentó la fantasía de los devotos para 
situarlos, por un tiempo y en un espacio, en la casa de Dios. Así entonces, los 
creyentes pudieron disfrutar del Paraíso en la tierra a través de todos los objetos 
vegetales creados para las celebraciones religiosas. 
Es preciso apuntar que no pretendo considerar a la tradición floral indígena 
como una actividad de continuidad lineal, sino como un proceso de construccióny de reinterpretación, a partir de la eficacia que las piezas florales mostraron en 
16 Gisela von Wobeser, 104.
17 José Antonio Terán Bonilla, «La fiesta barroca y la transformación efímera de la ciudad no-
vohispana» en Reflexión y espectáculo en la América Virreinal (México: Universidad Nacional 
Autónoma de México, 2007), 411-412. 
15
las solemidades religiosas en la Ciudad de México y sus alrededores, durante la 
etapa virreinal.
Desde este momento, lo que he venido nombrando como objetos vegetales, 
objetos naturales o piezas en flor, los denominaré artefactos vegetales con base en 
la reflexión hecha por Liliana y Benjamín Villegas: «los artefactos representan de 
manera ejemplar, la relación entre lo práctico y lo bello, señalando el destino del 
arte en relación con la sociedad que lo produce. Cada artefacto es portador de una 
historia, acaso inmemorial, porque en él se encuentra expresada una tradición y 
una continuidad social y cultural.»18
Estoy considerando como artefactos vegetales todos aquellos objetos creados 
mediante una práctica cultural y que dieron lugar a figuras o construcciones de 
transitoria duración, tales como: enramadas, capillas posas, escenarios, arcos, an-
das, alfombras, caminos, tapices, letreros, «mundos», ramos o ramilletes, palmas, 
crucifijos, cruces, monogramas de Cristo y de la Virgen María en flor natural y 
tule, aunque en algunos casos se combinaron con frutos, pan, animales y otros 
elementos.
Durante el texto se manejarán distintos términos como sinónimos de arte-
factos vegetales: aparato, arreglo, artificio, artilugio y máquina, combinados con 
vegetal, natural, floral o florístico y efímero, por considerar que son expresiones 
cercanas al fin de la tesis.
En cuanto a la metodología empleada para la presente investigación, ya hace 
algunas décadas el Instituto de Investigaciones Estéticas dedicó su V Coloquio 
Internacional al tema del arte efímero, cuestión que permitió a los participantes 
mostrar estudios de gran valor y en los cuales propusieron cierto procedimiento. 
El comentario que hizo Alfredo López Austin, dentro del trabajo de Nelly Gu-
tiérrez, planteó la necesidad de estudiar lo artístico efímero tomando en cuenta 
cuatro aspectos:
… en la búsqueda de lo artístico efímero cuatro puntos que puede dar al-
gún tipo de respuesta. En primer lugar, la objetivación en la materia sen-
sible; en segundo lugar, la transitoriedad y la trascendencia del espacio y 
del tiempo; en tercer lugar, la expresión y la comunicación y, en cuarto 
lugar, la fusión ideológica que a través de estas manifestaciones estéticas 
se producía en aquella época.19
En Arte efímero y espacio estético, José Fernández Arenas nos plantea que para 
tratar un asunto de esta naturaleza es conveniente considerar tres puntos: «la sín-
tesis histórica de cada técnica, el ofrecimiento de los medios técnicos, utensilios 
18 Liliana Villegas y Benjamín Villegas eds., Artefactos objetos artesanales de Colombia, 3ª edición 
(Bogotá: Villegas Editores, 2006), 16.
19 Nelly Gutiérrez Solana, «En torno al ritual y a la estética en las fiestas de los antiguos mexi-
canos» en El arte efímero en el mundo hispánico (México: Instituto de Investigaciones Estéticas, 
1983), 36-37.
16
y materiales, y la artisticidad desde su consideración social y antropológica de su 
práctica, tanto en el pasado como en la actualidad.»20 
Ambas aproximaciones metodológicas plantean: 1) el fugaz objeto de estudio 
se puede materializar, 2) el tiempo y el espacio son transitorios y trascendentes, y 
3) tomar en cuenta el contexto social y la función con que el objeto fue hecho. Así 
entonces, con base en la sistematización de las descripciones vertidas en las cró-
nicas y en la documentación, así como la interpretación de ciertas piezas pictóri-
cas novohispanas, reconstruí la objetivación de los artefactos vegetales de calidad 
efímera; posteriormente, pude comprender la eficacia que tuvieron los arreglos 
en flor en un período y un lugar concreto, es decir a través del aparato natural 
dispuesto para la tradicional procesión del Corpus Christi y, por último, desde las 
anotaciones recopiladas y los estudios en torno a la fiesta del Corpus, se puede 
entender tanto el ambiente social como la aplicación con que fueron elaborados 
los artificios naturales. 
Como se anotó arriba, debido a la naturaleza transitoria del objeto de estudio, 
para el desarrollo de la tesis ocupé notas de algunas crónicas de la historia de Mé-
xico, en su mayoría religiosas, documentos de archivos históricos, y algunas pin-
turas que hacen referencia a sucesos devocionales del siglo XVIII que manifiestan 
tanto la forma como la función que los aparatos vegetales tuvieron en el marco de 
los festejos. La recuperación de los apuntes se hizo desde el siglo XVI hasta el siglo 
XIX; consideré esta última centuria debido a que en ella encontré referencias de 
siglos anteriores y por creer que gran parte de las tradiciones y costumbres novo-
hispanas continuaron durante dicho siglo y de las cuales nos seguimos nutriendo.
A través de crónicas del período virreinal, memorias de viajeros y periódicos, 
ubiqué el desarrollo de las celebraciones religiosas donde se constató la forma y el 
uso de los artefactos florales. También busqué información en archivos históricos 
de la Ciudad de México; del Archivo General de la Nación obtuve noticias de los 
ramos: Indiferente Virreinal e Instituciones Coloniales, del Archivo Histórico del 
Distrito Federal en el ramo de: Procesiones, y del Archivo Histórico de la Catedral 
de la Ciudad de México consulté para la solemnidad del Corpus: el Diario manual 
de lo que en esta santa iglesia catedral metropolitana de México se practica y se ob-
serva en su altar, coro y demás que le es debido hacer en todos y cada uno de los días 
del año, 1751.
En cuanto a la identificación y registro de imágenes, primero hice una revisión 
de catálogos o inventarios de pintura novohispana, así como de libros de arte y 
grabado en la Nueva España, con la finalidad de obtener los datos de las obras que 
confrontarán el empleo de los artefactos vegetales, y finalmente realicé in situ el 
registro fotográfico de la pieza para desarrollar posteriormente su interpretación.
Para el significado simbólico de los artificios en flor me valí de textos del An-
tiguo y Nuevo Testamento, libros de iconografía y bibliografía especializada. Es 
necesario apuntar la consulta de algunos diccionarios, planos y páginas oficiales 
20 José Fernández Arenas, «Introducción» en Arte efímero y espacio estético (Barcelona: Anthro-
pos, 1988), 13.
17
que se encuentran en Línea, esta última herramienta fue útil para tener acceso a 
información de larga distancia.
A sugerencia de mi tutor de tesis, el doctor Óscar Armando García Gutiérrez 
y del doctor Francesc Massip, hice una estancia de investigación en España, du-
rante los meses de mayo y junio del año 2014, que me permitió conocer textos 
referentes a la procesión del Corpus Christi en Valencia y sus orígenes, así como 
vivir la celebración el día 22 de junio en dicho lugar. 
Los precedentes para asistir a la Solemnidad en la ciudad de Valencia, por una 
parte, fueron la antigüedad y tradición con que ha persistido el festejo en dicho 
lugar, también porque varios de los elementos simbólicos medievales continúan 
vigentes y, de manera muy especial, la distinción entre las similitudes y las dife-
rencias de las formas que tienen los artefactos vegetales empleados en la celebra-
ción actual y las descritas en los textos novohispanos, teniendo ambas su prístino 
en la etapa medieval. Por otra parte, la razón histórica fue: 
Por lo que respecta a España, parece seguro que la nueva festividad co-
menzó a celebrarse en las ciudades del Antiguo Reino de Aragón, lo que 
tiene su explicación, pues el único de los Reyes hispanos que asistió al 
mencionado Concilio de Vienne, donde se confirmó la fiesta, fue el Rey de 
Aragón [Jaime II]. Según el estado actual de los conocimientoslas fechas y 
lugares donde primero se celebró el Corpus fueron los siguientes: Barce-
lona entre 1319 y 1322, Lérida en 1340 y Valencia entre 1348 o 1355.21
Ya desde antes, la doctora Patricia Díaz Cayeros y la maestra Elena Estrada de 
Gerlero, me hicieron valiosas observaciones para consignar la relevancia que tuvo 
la celebración del Corpus Christi, en la Nueva España así como de ciertos casos de 
artificios en flor natural en España, para el tratamiento de la investigación.
Es necesario agradecer también a todas aquellas personas que con sus suge-
rencias me ayudaron para trazar la ruta floral, a razón de ellas asistí y seleccioné 
algunas fiestas religiosas de los poblados de Milpa Alta, Xochimilco, Coyoacán e 
Iztacalco, lugares cercanos a la Ciudad de México, que han conservado la tradi-
ción del empleo de flores y frutos naturales en sus magnas ofrendas y que reunen 
a varios floristas oriundos. También presencié celebraciones en san Miguel Tlaix-
pan, municipio de Texcoco en el Estado de México, así como en Huamantla mu-
nicipio de Tlaxcala y la capital de Tlaxcala, espacios reconocidos a nivel mundial 
por el ingenio y dedicación de sus habitantes para la creación de los artefactos 
naturales. No está por demás señalar que soy originaria de Xochimilco, el sitio 
dedicado ancestralmente al cultivo de flores y legumbres, así como de pertenecer 
a una familia que se dedicó tiempo atrás a la creación de artilugios florales. Mi 
abuelo y mi tío emplearon, por muchos años, la casa como taller de carpinteria 
y para la elaboración de los artificios se encargaron de incorporar a un grupo de 
21 Vicente Lleó Cañal, Fiesta grande. El Corpus Christi en la historia de Sevilla, 19.
18
varones quienes se dedicaban a enflorar las portadas, así entonces estos son algu-
nos motivos que dieron origen a la presente investigación.
La tesis está conformada por cinco capítulos, el primer apartado es la «Histo-
riografía»; este capítulo servirá para conocer el estado de la cuestión. Dicha sec-
ción se construyó con base en lo que se ha escrito durante los siglos XX y XXI, sobre 
el uso que los artefactos vegetales ofrecieron en la etapa novohispana y dando 
noticia que en España el aparato efímero de la celebración del Corpus Christi ha 
sido planteado bajo la consigna de recrear el camino triunfal de Cristo en su Sa-
grada Forma.
Cabe destacar que, en nuestros días, varios interesados se han dado a la tarea 
de consignar como arte efímero a las alfombras y tapetes en flor, y de otros ma-
teriales perecederos, que han ido cobrando auge desde la segunda mitad del siglo 
XX, y considero que no está por demás tener noticia de ello. 
El segundo apartado que lleva por título: «Los artefactos vegetales en las cró-
nicas novohispanas», corresponde a la recuperación y organización cronológica 
de las descripciones acerca del empleo y la figura que a los aparatos naturales se 
les dio durante las ceremonias religiosas desde los escritos virreinales del siglo XVI 
hasta el siglo XIX, preponderando aquellas que se ocuparon en conmemoraciones 
realizadas en la Ciudad de México.
El tercer capítulo lleva por nombre: «La fiesta del Corpus Christi en la Ciudad 
de México: forma y función de los artefactos vegetales», en esta parte del trabajo 
se trazó los antecedentes que el aparato natural mostró en la celebración del Cor-
pus Christi en la Europa medieval, el traslado de la celebración a la Nueva España 
y el uso y la forma que tuvieron los artificios florales en la Ciudad de México a 
finales del siglo XVIII. 
El apartado cuarto corresponde al análisis de los ejemplos pictóricos, para este 
capítulo el área geográfica no se restringió al Altiplano Central de México, sino 
se consideraron piezas que evidencian —de manera clara— la aplicación y los 
formatos que los artefactos vegetales tuvieron en ciertas procesiones registradas 
en pinturas del siglo XVIII; no pude pasar por alto las imágenes de los floristas 
localizadas en el Códice florentino, compilado por fray Bernardino de Sahagún en 
el siglo XVI. 
Es conocido que para el caso de la Ciudad de México no existe un testimo-
nio pictórico de la procesión del Corpus Christi, sin embargo el lienzo de Manuel 
Arellano, Traslado de la imagen y estreno del santuario de Guadalupe de 1709, es 
un ejemplo notable para el análisis del dispositivo festivo novohispano y obli-
gatoriamente para señalar el uso de la enramada vegetal que se acostumbraba 
levantar en las celebraciones importantes. Los siguientes cuadros son: Exvoto por 
la peste en el beaterio de Santa Rosa de Viterbo, de Tomás Xavier de Peralta, 1742 
en Querétaro en el que se observa un arco en flor natural; el Santo crucifijo, san 
Salvador consuelo de los afligidos, de autor anónimo, ca. 1777 instalado en la capilla 
de El Llanito, Guanajuato, en la que se reparó en una ofrenda floral, y la Procesión 
y traslado de la Virgen de Ocotlán, del tlaxcalteca Manuel Caro, con fecha de 1781.
El quinto capítulo lo dediqué al registro y análisis del uso, la forma y la técnica 
de los artificios florales en algunas celebraciones religiosas contemporáneas en 
19
el Altiplano Central Mexicano, así como en la solemnidad del Corpus Christi en 
Valencia y en Barcelona. Posteriormente al capitulario agregué las conclusiones y 
los anexos generados a lo largo de la investigación.
Considero oportuno manifestar un sincero agradecimiento al doctor Francesc 
Massip Bonet, de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona, quien muy ama-
blemente me abrió las puertas de su casa y en especial de su biblioteca personal 
en Barcelona, de la cual obtuve valiosa información para el perfeccionamiento y 
dirección final de esta investigación y a la maestra Elena Estrada de Gerlero quien 
desde mis estudios en la maestría, mostró compromiso, interés, respeto y mucho 
aprecio por el tema de mi tesis. Sus observaciones siempre han enriquecido el 
contenido de mis indagaciones y mi espíritu. 
Mi infinito agradecimiento y admiración al doctor Josep Lluís Sirera†, de la 
Universidad de Valencia, quien afectuosamente me instruyó en la Procesión del 
Corpus Christi y me compartió el amor por su amada Valencia, sin su ayuda no 
habría estado completa la investigación.
Y para concluir, agradezco de todo corazón la hospitalidad de mi amigo Ro-
dolfo Juárez Álvarez en las investigaciones y procesiones referentes a Tlaxcala y 
Huamantla, sin tu apoyo, paciencia y, sobretodo, compañía no lo hubiese logrado, 
mil abrazos van de ida y vuelta.
Historiografía
1
… las ofrendas y el arte litúrgico estaban integrados por artículos artesanales de 
franco sabor indígena: obras de plumaria, mosaicos de flores naturales, cruces y 
monogramas del Santo Nombre de Jesús pintados o labrados. Pero casi todas las 
manifestaciones tenían un carácter efímero.22 
Distintos escritores del período novohispano describen la función y las fi-guras que tuvieron los objetos hechos con materiales naturales, así como el aprecio que los indígenas confirieron a las flores durante las ceremo-
nias sacras. El estudio de los artilugios elaborados con elementos vegetales y 
flores, tales como enramadas, arcos, portadas, alfombras, tapetes, cuadros, andas, 
cruces y ramilletes o xuchiles es relevante para la historia del arte efímero virreinal 
por ser una tradición que, al paso del tiempo, siguió empleándose y consiguió que 
los artefactos vegetales se convirtieran en elementos obligados en las celebracio-
nes religiosas.23 
Con base en esta reflexión no quiero asentar que los artificios florales hayan 
sido propios de la Nueva España, mi deseo es generar un documento que ofrez-
ca la comprensión artística y simbólica de dichas piezas, así como proporcionar 
información de los floristas indígenas y su forma de trabajo en el espacio festi-
vo. Por este motivo, resulta necesario para el presente trabajo hacer el análisis 
historiográfico de los artefactos vegetales a través de estudios hechos durante el 
siglo XX y lo que concierne al siglo XXI. La selecciónbibliográfica, al inicio de la 
investigación, se hizo con base en los trabajos que centraron su atención o hicie-
ron alguna mención acerca de la aplicación que tuvieron los arreglos hechos con 
22 Elena Estrada de Gerlero, «La pintura mural durante el virreinato» en Muros, sargas y pa-
peles. Imagen de lo sagrado y lo profano en el arte novohispano del siglo XVI (México: Universidad 
Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 2011), 537.
23 Ana Paulina Gámez M., «Las flores: ornamento obligado» en La esencia del paraíso: la flor en 
el arte mexicano (México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1998), 24-31.
22
Capítulo 1
flores y otros elementos naturales. Cabe destacar que la indagación no sólo me 
condujo a estudios de la etapa novohispana, sino también a examinar artículos 
y libros que registraron la fabricación de los artificios florales en nuestra época. 
Considero conveniente mencionar estos materiales bibliográficos y hemerográfi-
cos, puesto que en las últimas décadas algunos artífices, cronistas y estudiosos se 
han dedicado a registrar el trabajo floral de las comunidades como parte de una 
tradición heredada.24
En esta bibliografía se pondera el carácter efímero de los objetos naturales em-
pleados para construir espacios en las ceremonias religiosas, por lo que se hace 
hincapié en que los artefactos vegetales fueron de manufactura indígena y que se 
integraron como parte del proceso de evangelización en la Nueva España.
Desde el inicio comenté que son escasas las investigaciones que han profundi-
zado sobre el manejo y los formatos de los aparatos vegetales durante el período 
novohispano; algunas de ellas aluden al artificio efímero de la celebración del 
Corpus Christi y de otras conmemoraciones virreinales, aunque sobresalen los tra-
bajos hechos sobre fiestas que se realizaron durante el siglo XVI. 
El artículo publicado en 2002, por Palma Martínez Burgos García, «El simbo-
lismo del recorrido procesional»,25 como se verá posteriormente, ha sido un afor-
tunado encuentro para el desarrollo de esta tesis, ya que dicho trabajo expone el 
sentido simbólico que puede ser aplicado a cualquier procesión cristiana.
Ahora bien, investigadores del área de historia, historia del arte, antropología y 
artes escénicas, en su mayoría, se han ocupado en detallar elementos del presente 
estudio. Por un lado, la presentación de los textos está diseñada en orden crono-
lógico de su publicación y, en algunos casos, se anotaron citas textuales que con-
sidero importantes para el desarrollo del estudio. Por otro lado, se hizo la distin-
ción geográfica de la bibliografía, es decir, primeramente aquella que concierne a 
México, y a continuación la que refiere al Corpus Christi como procesión triunfal 
en la península ibérica. 
1.1 Revisión historiográfica de los artefactos vegetales 
En el terreno de la historia del arte, los aparatos florales no habían sido conside-
rados para un estudio amplio en el arte novohispano, esto por la transitoria natu-
raleza que tiene la flor. Manuel Toussaint, en su libro Pintura Colonial en México 
24 Artífices dedicados a la creación de tapetes, alfombras y portadas en flor natural, sobre todo 
del estado de Tlaxcala, se han dado a la tarea de ofrecer y difundir su trabajo a través de páginas 
de internet. La tradición de los tapetes y alfombras en Huamantla, Tlaxcala ha provocado que 
varias personas se reúnan para conformar equipos de trabajo y algunos de ellos, como es el 
caso del grupo de Efrén Chacón Godos ha sido requerido en el extranjero. Páginas que puedes 
consultar: http://www.efrenchacon.com; http://www.artemagicodehuamantla.com/; http://
congresartefimer.cat/; entre otras.
25 Palma Martínez Burgos García, «El simbolismo del recorrido procesional» en La fiesta del 
Corpus Christi, (España: Universidad de Castilla–La Mancha, 2002), 157-177.
23
Historiografía
[1965],26 apuntó lo problemático que resulta estudiar los «tapices floridos» debido 
a su calidad efímera y a que continuamente se deben reemplazar las flores natu-
rales,27 sin embargo el autor no tomó en cuenta algunos testimonios pictóricos 
y la fortuna descriptiva que se tiene de los artificios vegetales en fuentes escritas, 
entre las cuales tenemos: crónicas civiles y religiosas, instrumentos legales como 
las actas de cabildo, ordenanzas, bandos, denuncias, entre otros, para realizar una 
exploración sobre la función y los formatos que tuvieron los objetos hechos con 
materiales perecederos.
Robert Ricard en su texto La conquista espiritual de México [1947], recopiló tes-
timonios proporcionados por los religiosos del siglo XVI y consignó a los arcos 
triunfales hechos con flores y a las capillas posas enfloradas, llenas de luces, cons-
truidos justamente para las procesiones de todos los domingos y días de fiesta 
como «un aparato teatral».28
Esta primera nota resulta sugestiva para la investigación; a través de ella se 
puede apuntar la transformación espacial ocasionada por el artificio efímero y 
las formas precisas que tuvieron los artefactos vegetales en el contexto religioso: 
arcos triunfales y capillas posas con «luces» dedicadas para las procesiones do-
minicales y festivas. Es muy seguro que, por un lado los arcos enflorados fueron 
empleados como puertas o umbrales para ingresar a un sitio sagrado y, por otro 
lado, las capillas posas en flor sirvieron como recintos para albergar imágenes re-
ligiosas. Así pues, la práctica florística indígena se mantuvo y confeccionó nuevos 
diseños aptos para el servicio de la nueva liturgia cristiana entre los naturales.
Es de notar el empleo que Robert Ricard hizo con las crónicas para construir lo 
que él designó como «aparato teatral», sin embargo el papel litúrgico que este ar-
tificio transitorio tuvo, quedó fuera del contexto del autor. Ricard no hizo ningún 
reparo en cuanto a la necesidad de construir, cada domingo o fiesta, un «teatro 
temporal» en el atrio como medio de evangelización, aunque no dudó en detallar 
las formas que éste tuvo.
Fernando Horcasitas en su libro Teatro náhuatl I [1974], hizo la siguiente ad-
vertencia al precisar sobre los escenarios construidos para las representaciones. 
Las crónicas que tratan del México prehispánico se refieren frecuente-
mente a la afición del indígena por los elementos tomados de la natura-
26 Manuel Toussaint, «Cap. III Establecimiento de la pintura europea en México. Rodrigo de 
Cifuentes. Causas que motivaron la creación de una pintura colonial. Mosaicos de flores. Arte 
plumario. La escuela de fray Pedro de Gante. Fray Diego Valadés, otros frailes pintores» en 
Pintura Colonial en México, 3ª edición (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 
Instituto de Investigaciones Estéticas, 1990), 15-22.
27 Manuel Toussaint, «Cap. III Establecimiento de la pintura europea en México. Rodrigo de 
Cifuentes. Causas que motivaron la creación de una pintura colonial. Mosaicos de flores. Arte 
plumario. La escuela de fray Pedro de Gante. Fray Diego Valadés, otros frailes pintores», 18.
28 Robert Ricard, «Cap. IV. El esplendor del culto y la devoción. Párrafo II» en La conquista es-
piritual de México. Ensayo sobre el apostolado y los métodos misioneros de las ordenes mendicantes 
en la Nueva España de 1523 - 24 a 1572 (México: Ed. Jus / Polis, 1947), 335.
24
Capítulo 1
leza para sus ritos y espectáculos: ramas, árboles, hojas, semillas, frutos, 
pastos, plumas, flores, animales muertos y vivos —todos formaban parte 
de las escenificaciones—. Nos cuentan los cronistas que en ciertos días del 
año los sacerdotes, estudiantes de los seminarios y el pueblo en general 
salían al monte a buscar estas formas naturales que aparecerían en arcos, 
ramadas, pisos, adornos personales de los danzantes, en bosques artificia-
les y en los atrios destinados para los grandes espectáculos. 29
Con base en esta cita puedo enfatizar varios puntos. 1) El esmero que los in-
dígenas mostraron por la construcción de espacios rituales, a partirde ciertos 
elementos de origen natural, 2) el atrio como lugar para efectuar actos escénicos, 
y 3) el trabajo en colectivo que implicó la fabrica de un «escenario». Entonces 
bien, la construcción de los «escenarios prehispánicos» fue un acontecimiento 
que demandó la participación de la comunidad para recolectar objetos natura-
les en los cerros. El trabajo en colectivo para el levantamiento de construcciones 
transitorias también fue una constante en el período virreinal.
Por su parte Elena Estrada de Gerlero en su apartado «El teatro de evangeliza-
ción» [1991], consignó respecto al escenario teatral del siglo XVI, que el espacio ge-
nerado por medio de la construcción de tablados y ramadas para la escenificación 
de autos religiosos, ofreció la continuidad del uso espacial de la plaza ceremonial 
prehispánica y del método de predicación establecido en la Europa medieval, es 
decir a cielo abierto.30
Estrada de Gerlero propuso la jardinería efímera de mano indígena como ele-
mento capaz de transformar los espacios civiles y religiosos en escenarios no sólo 
durante las representaciones teatrales, sino también para los festejos religiosos. 
«El espacio atrial, ya suyo impregnado de simbolismo, adquiría —para diferentes 
celebraciones dentro del calendario litúrgico— significados adicionales en virtud 
de la jardinería escenográfica con que se adornaba.»31
Desde esta interpretación se puede consignar la versatilidad que los artificios 
vegetales tuvieron en el área festiva. Los religiosos se valieron de la «jardinería 
indígena» para su misión evangelizadora, en las representaciones sacras dicha 
«jardinería» se aprovechó como escenografía, la cual se montó en la zona atrial. 
Sin duda alguna, entre los autos teatrales anotados por fray Toribio de Benavente 
y a los que se refiere la maestra Estrada de Gerlero, considero que debió haber 
sido majestuoso presenciar la Conquista de Jerusalén,32 con la inclusión del San-
tísimo Sacramento y contemplar un sinfín de artefactos vegetales hechos, espe-
29 Fernando Horcasitas, Teatro náhuatl I. Épocas novohispana y moderna [1974], Tomo I, 2ª edi-
ción (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2004), 115-116.
30 Elena Estrada de Gerlero, «El teatro de evangelización», 357-378.
31 Elena Estrada de Gerlero, «El teatro de evangelización», 370.
32 Toribio de Benavente, «Tratado Primero. Capítulo 15. De las fiestas de Corpus Christi y san 
Juan que se celebraron en Tlaxcala en el año de 1538» en Historia de los indios de la Nueva España 
[1541-1565], 61-74.
25
Historiografía
cialmente, para el evento, como se anotará en el siguiente capítulo al referirnos 
a este pasaje.
La participación en la fiesta implica vivir el tiempo y el espacio recreado, de 
no apreciarlo el objetivo inicial del rito no sería eficaz para la comunidad. Desde 
este precepto considero que la mirada teatral resulta limitada sobre el uso de los 
artefactos vegetales, porque su aplicación se observa fraccionada y distante, en 
vez de integradora y eficiente al propósito de la celebración religiosa, es decir que 
el fin sagrado de la ofrenda floral se omite y con ello la verdadera intención del 
artificio natural.
Un acercamiento al propósito de la tesis es el texto de Carlota Mapelli Mozzi, 
Xuchiles o Ramilletes. Adornos florales del siglo XVI al XX en México [1993],33 donde la 
autora, a traves de una investigación bibliográfica y pictórica, elaboró acuarelas 
de piezas en flor que observó y distinguió de crónicas, códices, grabados costum-
bristas, pinturas virreinales y para la época contemporánea se valió de artefactos 
vegetales que se emplean en fiestas mexicanas.
El trabajo de Mapelli M., es un referente para el estudio de las formas de los 
artefactos en flor durante los últimos cinco siglos, sin embargo resulta pertinen-
te comentar que algunas acuarelas son creaciones de la investigadora desde las 
fuentes bibliográficas; el valor de esta referencia es la cantidad y la versatilidad de 
piezas en flor que se elaboraron al paso del tiempo; también conviene señalar que 
la autora no apuntó información objetiva, simbólica o datos concretos acerca de 
los arreglos florales, por este motivo no hay una lectura completa, sino sesgada 
sobre el uso y la forma de los artefactos vegetales.
El texto La esencia del paraíso: la flor en el arte mexicano [1998] recopiló varios 
artículos que hacen referencia, desde la etapa novohispana hasta el siglo XX, a la 
simbología de la flor en los rituales cristianos y civiles, así como a la representación 
de la flor en el arte y al Jardín como imagen del Paraíso Celestial, planteamiento 
cristiano que desarrollaré a través del aparato vegetal en capítulos posteriores. En 
las primeras páginas del libro se ofrece la siguiente consideración: «por medio de 
las obras de arte, se realiza una lectura de los múltiples usos y aplicaciones de las 
flores tanto en sentido estricto, como dentro de estructuras imaginarias».34
Entonces bien, las virtudes de las flores han sido tema de estudio en distintas 
áreas del conocimiento.35 En la historia del arte, la flor a nivel simbólico ha tenido 
un lugar preferente, ya sea cuando se localiza una sola o en conjunto, como puede 
33 Carlota Mapelli Mozzi, Xuchiles o ramilletes. Adornos florales del siglo XVI al XX en México (Mé-
xico: Gota de Leche, 1993).
34 Ana Laura Cué, «La flor en el arte mexicano» en La esencia del paraíso: la flor en el arte mexi-
cano (México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1998), 17.
35 Doris Heyden, Mitología y simbolismo de la flora en el México Prehispánico (México: Univer-
sidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Antropológicas, 1985); San-
tiago Segura Munguía y Javier Torres Ripa, Las plantas en la Biblia (Madrid: Consejo Superior 
de Investigaciones Científicas de Bilbao-Madrid, 2013); María José López Terrada, «Las plantas 
ornamentales» en Jardín y naturaleza en el reinado de Felipe II ([s.l.]: Sociedad Estatal para la 
Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, Unión Fenosa, 1998), 307-327.
26
Capítulo 1
ser la imagen del jardín o del huerto. Sin embargo, me percato nuevamente que 
para los investigadores del arte efímero tanto las enramadas, los arcos, o los ra-
milletes elaborados con flores que se aprecian en algunas pinturas y que han sido 
descritos en las crónicas novohispanas no han sido caso de atención.
En el artículo de Beatriz Mariscal titulado «Entre los juncos, entre las cañas: 
los indios en la fiesta jesuita novohispana» [1999], la investigadora propuso, con 
base en la descripción del aparato festivo dispuesto para la entrada de las reliquias 
enviadas por el papa Gregorio XIII a la Nueva España en el año de 1578 hecha por 
el jesuita Pedro de Morales en 157936, la intervención del pueblo indígena en las 
celebraciones religiosas a partir de la hechura de ciertos arcos con flores y plumas.
[Tres arcos confeccionados con] «arte y traza» de los indios es evidente 
que los emblemas en latín que llevaban los arcos era un agregado inspi-
rado por los religiosos, no sólo porque los arcos de los indios no acos-
tumbraban llevar letreros, sino porque las sentencias biblícas Salmo 84 y 
Esther 8, corresponden muy directamente al proyecto general de la iglesia 
española de integrar el Nuevo Mundo a la cosmovisión europea fundada 
en la Biblia. 
Mención aparte merece la «letra» del tercer arco «En la morada de cha-
cales, en su guarida, será lugar de cañas y juncos», que proviene de Isaías 
35 […]. La cita bíblica coincide con la descripción indígena del lugar de 
origen de Tenochtitlan, intollehtic inacaihtic (entre los juncos, entre las 
cañas) utilizada por el escritor mestizo Fernando Alvarado Tezozomoc en 
la Crónica Mexicayotl, cuando cuenta la fundación mítica de México-Te-
nochtitlan. La utilización de esta sentencia en el arco fabricado por los 
indios constituiría un ejemplo de la resignificación de términos que se da 
en el proceso de creación de la cultura novohispana. 37
Desdeesta referencia puedo señalar que la experta expusó la invención de un 
objeto novohispano, es decir que el arco con flores y plumas tuvo su inicio en la 
cultura indígena y después, bajo la instrucción religiosa, afloró con una nueva 
imagen. Mariscal, apuntó la función de colocar mensajes biblicos en los «arcos 
de indios» como «resignificación de términos» en el marco de una nueva cultura 
36 Pedro de Morales, Carta del padre Pedro de Morales de la Compañía de Jesús. Para el muy 
reverendo padre Everardo Mercuriano, General de la misma Compañía. En que se da relación de la 
festividad que en esta insigne ciudad de México se hizo este año de setenta y ocho, en la colocación de 
las santas reliquias que nuestro muy santo padre Gregorio XIII les envío. Con licencia en México por 
Antonio Ricardo, año de 1579 [1579] (México: El Colegio de México, 2000). 
37 Beatriz Mariscal, «Entre los juncos, entre las cañas: los indios en la fiesta jesuita novohis-
pana» en Anales de Literatura Española 13, Alicante, Universidad, Departamento de Literatura 
Española (1999): 55. Consultado en enero de 2011. rua.ua.es/dispace/bitstream/10045/7348/1/
ALE_13_05.pdf
27
Historiografía
y de calificarlos como «sistemas de representación mestizos» para comunicar el 
proyecto evangelizador.38 
Conviene mencionar la distinción que hizo el padre Pedro Morales desde su 
crónica, y que Beatriz Mariscal respetó al nombrar «arcos de indios», aquellas 
estructuras hechas según su «arte y traza» a base de flores y plumas de aves, ele-
mentos muy apreciados entre los prehispánicos.39 Es necesario comentar que 
otro escrito cercano al de Morales, es el de Francisco Javier Alegre,40 también de la 
orden jesuita, quien apuntó que para este recibimiento la participación indígena 
fue obligada por «mandato expreso» del Virrey.41 Evidentemente, ya para finales 
del siglo XVI, la presencia de los naturales y sus artificios vegetales resultaron fa-
vorables a los objetivos de los religiosos.
Dorothy Tanck de Estrada en su texto Pueblo de indios y educación en el México 
Colonial, 1750-1821 [2000], hizo una referencia acerca del empleo de los artefactos 
hechos con flores naturales por los indígenas como: tapetes, guirnaldas, colgadu-
ras y altares en la celebración del Corpus Christi en la Ciudad de México. La fiesta 
del Corpus tiene lugar al finalizar la primavera, razón para que la investigadora la 
considerara como «la fiesta de las flores». 42
En este trabajo Tanck de Estrada equiparó la solemnidad del Corpus con «la 
fiesta de las flores», probablemente, la que fray Bernardino de Sahagún registro 
como el Noveno mes llamado Tlaxochiaco (Cuando se dan las flores),43 ceremonia 
que más adelante apuntaré. En esta celebración el religioso señaló que los pre-
hispánicos asistían a sus milpas a recolectar flores para ofrendarlas en distintos 
formatos a sus dioses.
Juan P. Viqueira Albán en ¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida so-
cial en la ciudad de México durante el siglo de las luces [2005], anotó para la fiesta del 
Corpus Christi, durante el siglo XVIII, que todos los estratos sociales acudieron sin 
falta alguna. Procesionaron los gremios, cofradías, las distintas órdenes religiosas, 
38 Beatriz Mariscal, «Entre los juncos, entre las cañas: los indios en la fiesta jesuita novohis-
pana», 60.
39 Miguel León Portilla, «Flores y cantos: lo único verdadero en la tierra» en La filosofía náhuatl 
estudiada en sus fuentes, 3ª reimpresión (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 
Instituto de Investigaciones Históricas, 1983), 142-147.
40 Francisco Javier Alegre, Crónicas de la Compañía de Jesús en la Nueva España [ca. 1770] (Mé-
xico: Ediciones de la Universidad Nacional Autónoma, 1957).
41 Francisco Javier Alegre, Crónicas de la Compañía de Jesús en la Nueva España, 38.
42 Dorothy Tanck de Estrada, Pueblo de indios y educación en el México Colonial, 1750-1821, 310.
43 Bernardino de Sahagún, «Segundo libro. Que trata del calendario, fiestas y ceremonias, sa-
crificios y solemnidades que estos naturales de esta Nueva España hacían a honra de sus dioses. 
Capítulo XXVIII, de la fiesta y sacrificios que hacían en las calendas del noveno mes, que se llama 
Tlaxuchimaco» en Historia general de las cosas de la Nueva España, Tomo I, Introducción, paleo-
grafía, glosario y notas de Josefina García Quintana y Alfredo López Austin, 2ª edición (México: 
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1989), 140-141; Arturo Meza Gutiérrez, Calendario 
mexicano (México: Edamex, 1997), 42.
28
Capítulo 1
el Clero Secular, la Inquisición, las Parroquias, el Cabildo Eclesiástico, el Arzobispo, 
el Virrey, la Audiencia, el Ayuntamiento de la Ciudad, la Universidad y los Oficia-
les Reales. Todos estos grupos caminaron sobre una alfombra de flores y hierbas 
olorosas y transitaron debajo de una multitud de arcos hechos con ramas, flores 
y aves de colores.44 Es decir, que la mayor parte de la sociedad novohispana hizo 
uso del aparato efímero mientras acompañó al Santísimo Sacramento en su reco-
rrido anual por la Ciudad de México. Es necesario mencionar que en la lista pro-
porcionada por el historiador, se sugiere una guía de los asistentes a la procesión, 
los cuales caminaron sobre una alfombra floral y olorosa, al mismo tiempo que se 
resguardarón bajo un techo vegetal donde estuvieron colocados algunos pájaros. 
Estos mecanismos, sin dudarlo, sirvieron para recrear un jardín paradisíaco.
El trabajo de Viqueira Albán tiende su dirección hacia un estudio social, en 
el que el comportamiento y las diversiones de los distintos grupos sociales que 
convivían en la Ciudad de México durante el siglo XVIII, correspondían según su 
status. La asistencia a la fiesta del Corpus fue un escaparate para denotar presen-
cia y poder frente a la sociedad; los indígenas estuvieron presentes a través de su 
floristería con la hechura de las enramadas, los arcos con ramas y flores y la co-
locación de hierbas olorosas en el camino, una actividad exclusiva de este sector.
En el siguiente artículo: ««Sombras y enramadas». La participación de los pue-
blos indios» de Ana Laura Vázquez Martínez [2008],45 se asentó la información 
albergada en el Archivo Histórico del Distrito Federal, sobre la negociación para 
el levantamiento de las enramadas y arcos en flor durante la Procesión del Corpus 
Christi en los últimos años del siglo XVIII. 
La autora planteó la fabricación del aparato efímero como un ejemplo de or-
ganización entre el Ayuntamiento y los grupos dedicados al culto divino ya que, a 
través de edicto, la comunidad indígena y los habitantes de la Ciudad estuvieron 
obligados a aderezar el camino procesional del Santísimo Sacramento; Vázquez 
Martínez también consideró la fiesta del Corpus como unidad de lo diverso, ya 
que en ella se congregó la música, la danza, los gigantes y otras manifestaciones 
escénicas, las enramadas y los arcos florales. Es importante preponderar «la natu-
raleza comunitaria, corporativa y religiosa [que tuvo] la sociedad novohispana»46 
frente a la magnitud de estas celebraciones sacras.
Es necesario reflexionar sobre el papel que tuvo el Ayuntamiento para conti-
nuar y, más adelante, mitigar la tradicional florística en la Ciudad de México. La 
colaboración institucional entre la Iglesia y el Ayuntamiento fomentó, durante 
44 Juan Pedro Viqueira Albán, ¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida social en la 
ciudad de México durante el Siglo de las Luces, 158.
45 Ana Laura Vázquez Martínez, «Sombras y enramadas». La participación de los pueblos in-
dios en 3 Coloquio Musicat. Lo sagrado y lo profano en la festividad de Corpus Christi, eds. Mont-
serrat Galí Boadella y Morelos Torres Aguilar (México: Universidad Nacional Autónoma de 
México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2008), 61-76.
46 Clara García Ayluardo, «Ceremonia y cofradía: la ciudad de México durante el siglo XVIII» 
en Rosa María Meyer Cosío (coord.), Identidad y prácticas de los grupos de poder en México,siglos 
XVII-XIX (México: Instituto Nacional de Antropología e Historia (Col. Científica, 398), 1999), 67.
29
Historiografía
mucho tiempo, la elaboración de los artefactos vegetales para las celebraciones 
religiosas, sin embargo en razón de la separación entre ambas instituciones, con 
base en las Leyes de Reforma del año 1860, es que el aparato efímero se deja de 
realizar debido a la supresión de la procesión del Corpus Christi.
Alfredo Nava Sánchez defendió una tesis titulada: Teatro de ideales, teatro de 
conflictos. La fiesta del Corpus Christi en la ciudad de México durante el siglo XVII 
[2009].47 Nava Sánchez hizo un estudio monográfico en el que dedicó unas líneas 
a los artefactos vegetales y de los cuales refirió que: 
En los tramos más significativos se montaba un gran toldo hecho de flores 
y ramas que cubrían del sol a las corporaciones y autoridades. […] El ador-
no de las calles fue una tradición que se había traído de Europa, también 
allá se hacía con flores y demás artefactos necesarios para formar una es-
pecie de túneles que adornaran el paso de la procesión. De igual manera 
se adornaban los balcones de las casas por donde pasaba el desfile, y el piso 
de la calle se rellenaba con arena.48
Es preciso resaltar el comentario que Alfredo Nava hizo acerca del arreglo 
en las calles, ya que él considero que fue una «tradición que se había traído de 
Europa»; esta aseveración hace notar el desconocimiento del autor acerca del 
trabajo indígena y con ello el proceso de asimilación de las piezas vegetales en 
las ceremonias religiosas novohispanas. Para el caso de España la «enramada» 
consistió muchas veces en alfombrar con hierbas aromáticas el suelo que pisaba 
el Santísimo Sacramento49 y el Diccionario de Autoridades de 1732 señala que la 
palabra significa: «La choza y cubierta que se hace de ramos, para tener sombra 
en el campo.»50 Enseguida mostraré una imagen de las enramadas usuales que 
se hacían en Valencia, la cual se localiza en el álbum de acuarelas La procesión del 
Corpus en Valencia. En el año 1800 … (Boceto histórico) (Ver Figura 1)51. En el Viejo 
Continente la enramada pudo ser de las dos maneras, alfombras o construccio-
nes transitorias con vegetales, sin embargo las enramadas para la Nueva España 
47 Alfredo Nava Sánchez, Teatro de ideales, teatro de conflictos. La fiesta del Corpus Christi en la 
ciudad de México durante el siglo XVII (tesis para obtener el grado de Maestro en Historia, Méxi-
co, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, 2009).
48 Alfredo Nava Sánchez, Teatro de ideales, teatro de conflictos. La fiesta del Corpus Christi en la 
ciudad de México durante el siglo XVII, 92-94.
49 Palma Martínez Burgos García, «El simbolismo del reorrido procesional …», 157-177; Rafael 
Narbona Vizcaíno, Memorias de la ciudad. Ceremonias, creencias y costumbres en la historia de 
Valencia (Valencia: Ajuntament de Valencia, 2003); Roberto Vázquez, «Alfombras florales: apli-
caciones didácticas de un arte efímero» en Iber 47 (Enero), 101-111.
50 Diccionario de Autoridades de 1732. Consultado en: http://web.frl.es/DA.html el 02 de 
enero de 2016.
51 Francisco Tarín Juaneda, La procesión del Corpus en Valencia. En el año 1800 … (Boceto históri-
co) (España: Ayuntamiento de Valencia, [1998]).
30
Capítulo 1
fueron estos «túneles», hechos con morillos o palos que se fijaban sobre el suelo y 
se les construía un techo con tule que se iba tejiendo o con petates ya elaborados, 
como se verá posteriormente. Entre tramo y tramo de cada enramada se colocaba 
un arco floral y sobre el tule de la techumbre se disponían flores que los indígenas 
traían desde sus pueblos. 
Es indispensable anotar la siguiente cita que apuntó A. Nava Sánchez de Ca-
rolyn Dean, la cual pasó sin mayor relevancia para el autor. « … el Corpus Christi 
ofrecía […] una fiesta cuyo personaje principal era Cristo presente en la hostia —
mayor personaje en la historia católica no podía haber— […] un festival que reme-
moraba, mediante la procesión, los desfiles triunfales de los antiguos romanos.»52
En mi tesis de maestría El arte floral en las crónicas del Altiplano Central de Mé-
xico del siglo XVI (Registro documental e iconográfico) [2010], realicé la recuperación 
de los formatos hechos con flores y vegetales, sus artífices y el significado que la 
flor tuvo en la primer centuria virreinal a través de narraciones de aquella época.53
A partir de este trabajo de investigación quedo asentada que la floristería del 
siglo XVI, de tradición indígena, se puede considerar como arte floral; en dicho es-
tudio también se trazó una línea para el análisis de las piezas transitorias a través 
de las descripciones narrativas y algunas imágenes localizadas en los escritos no-
vohispanos. Desde esta investigación pude advertir la fortuna de las explicaciones 
52 Alfredo Nava Sánchez, 24-25. Tomado de Carolyn Dean, Inka Bodies and the body of Christ 
(Durham: Duke University Press, 1999), 12-14.
53 Mariza Mendoza Zaragoza, El arte floral en las crónicas del Altiplano Central de México en el siglo 
XVI (Registro documental e iconográfico) (tesis para obtener el título de Maestra en Historia del 
Arte, México, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, 2010).
Figura 1
Fray Bernardo Tarín Juaneda, «Roca 
de san Miguel» en Boceto histórico 
de la Procesión del Corpus Christi en 
Valencia, 1870. Ver la enramada, dos 
personajes —del lado derecho— están 
esparciendo ramas de murtra para 
trazar el camino de la procesión.
• 
31
Historiografía
sobre los artefactos vegetales para el desarrollo de fiestas y procesiones sacras, así 
como la necesidad de realizar un estudio más amplio que diera cuenta del uso y la 
forma de estos artefactos naturales en la historia del arte efímero.
Ana Laura Vázquez Martínez perfeccionó su articulo arriba citado, para ela-
borar su tesis titulada: «Sombras y Enramadas» La participación de los pueblos de 
indios de la ciudad de México en la procesión de Corpus Christi, s. XVII-XVIII [2012],54 
la especialista, nuevamente, recurrió a la información obtenida del Archivo His-
tórico del Distrito Federal sobre la organización para la construcción del aparato 
vegetal. En este nuevo trabajo, el interés de la autora con base en la idea de Nelly 
Sigaut acerca de «la formación de los sistemas visuales»,55 desarrolló el análisis 
del levantamiento de la enramada como «la reconstrucción de los adornos visua-
les» en la Ciudad de México. 
En nuestros días el análisis de algunas celebraciones religiosas ha permitido 
que los artificios naturales continúen describiéndose como elementos impres-
cindibles en los festejos. Las comunidades de Coyoacán, Iztacalco, y Xochimilco 
en la Ciudad de México, el pueblo de san Miguel Tlaixpan, Texcoco, Tlaxcala y el 
municipio de Huamantla en la misma Tlaxcala son algunos de los sitios que regis-
tran, a través de notas periodísticas, crónicas e investigaciones, la construcción de 
portadas, tapetes, alfombras y andas con elementos naturales, preferentemente 
en flor natural.
Otros estudiosos y cronistas abordaron el tema del aparato efímero con la fi-
nalidad de consignarlo como tradición propia del lugar; por esta razón detallaron 
acerca de la técnica de elaboración, los materiales empleados, destacando el tipo 
y color de flores utilizadas, el sentido religioso y en algunos casos se anotó el 
nombre de los artífices que son reconocidos debido a sus obras dentro de su co-
munidad. Ejemplo de esto último se encuentran los textos: Baluarte de una raza 
[1965]56, Cargos religiosos y fiesta patronal en san Miguel Tlaixpan [2006]57, Delega-
ción Iztacalco [2006],58 Alfombras y tapetes de Huamantla. Arte efímero [2007],59 y 
54 Ana Laura Vázquez Martínez, «Sombras y enramadas». La participación de los pueblos indios 
de la Ciudad de México en la procesión de Corpus Christi s. XVII-XVIII (tesis de Licenciatura en Et-
nohistoria, Escuela Nacional de Antropología e Historia,2012).
55 Nelly Sigaut, «La fiesta de Corpus Christi» en 3 Coloquio Musicat. Lo sagrado y lo profano en 
la festividad de Corpus Christi (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2008), 20.
56 Pablo Rosas Velasco, Xochimilco. Baluarte de una raza (México: [s.e.], 1965), 166.
57 Kathia Liliana Pérez Reyes, Cargos religiosos y fiesta patronal en san Miguel Tlaixpan (tesis 
para obtener el grado de Licenciada en Etnohistoria, México, Escuela Nacional de Antropología 
e Historia, 2006).
58 Consejo de la Crónica de la Ciudad de México, Historia Oral Barrios y Pueblos. Delegación 
Iztacalco (México: Delegación Iztacalco, 2006).
59 Isabel Aquino Romero, Alfombras y tapetes de Huamantla, Arte efímero (Huamantla: Munici-
pio de Huamantla, CONACULTA, 2007).
32
Capítulo 1
Pasajes de una historia. El trabajo floral en los pueblos de la Candelaria y Los Reyes 
Coyoacán, 1940-2011 [2011].60
«Xaltocan y sus portadas» [1985]61 y El uso social y ritual de la flor en Xochimilco 
[2004]62 son estudios que hicieron referencia al empleo simbólico de los arreglos 
en flor. Uno de ellos apuntó lo siguiente:
A través de los años las portadas han sido los principales exponentes de 
veneración, y en la actualidad se llevan por lo menos ocho [a Xaltocan], 
una por día, de diferentes materiales, flores, papel, tela, verduras, mone-
das y de otros materiales adaptados a la época y a la moda, como de jugue-
titos de plástico.63
Los artefactos creados con materiales perecederos no son exclusivos de la Ciu-
dad de México o de la República Mexicana, sino son objetos que se elaboran en 
distintos países del mundo, según el texto de Isabel Aquino Romero. La autora 
anotó la participación del municipio de Huamantla, Tlaxcala en el Congreso In-
ternacional de Arte Efímero, en el año 2006, en La Orotava, Islas Canarias, España. 
Los países con tradición constructiva de alfombras de tierra y flores fueron con-
vocados para dicho Congreso, de esta manera las piezas efímeras huamantlecas 
obtuvieron un reconocimiento universal. Alemania, Bélgica, Italia, Japón y el Tí-
bet, así como regiones españolas del Mazo, La Palma, Arucas de Gran Canaria, 
Arrecife, Lanzerote, Sitges, Ponteareas, Pontevedra y Toledo, fueron los lugares 
que se reunieron para fabricar medio centenar de tapetes y alfombras expuestas 
durante la Procesión del Corpus Christi. Conviene apuntar que a raíz de este even-
to el municipio de Huamantla recuperó la Procesión del Jueves del Corpus que se 
desarrolla en su Cuadro Histórico.
 Por un lado, algunos de los artículos hasta aquí expuestos sugieren que 
los artificios naturales, de tradición indígena, utilizados para la fiesta anual du-
rante el período virreinal, responden a un método de evangelización. Es decir, 
que los frailes se sirvieron de los artefactos vegetales para instruir a los naturales 
sobre la nueva religión cristiana. Por otro lado, Elena Estrada de Gerlero, aludió el 
uso de la «jardinería indígena» como medio para recrear un espacio idílico, la Je-
rusalén Celeste. Sin embargo, el uso simbólico y por concordancia las figuras que 
tuvieron los artificios naturales, aún permanecen sin ser motivo de una profunda 
60 Laura Elena Corona de la Peña, Pasajes de una historia. El trabajo floral en los pueblos de la 
Candelaria y Los Reyes Coyoacán, 1940-2011 (tesis para obtener el grado de Doctora en Historia 
y Etnohistoria, México, Escuela Nacional de Antropología e Historia, 2011).
61 Juan Sevilla Medina, «Xaltocan y sus portadas» en Huetzalin Boletín del Archivo Histórico de 
la delegación Xochimilco 13 (1º de marzo de 1985), 8-10.
62 María E. Vera Baltazar y Andrea M. Guadarrama Huerta, El uso social y ritual de la flor en Xo-
chimilco (tesis para obtener el grado de Licenciatura en Antropología Social y en Etnohistoria, 
México, Escuela Nacional de Antropología e Historia, 2004).
63 Juan Sevilla Medina, «Xaltocan y sus portadas», 8.
33
Historiografía
atención. Por esta razón, considero conveniente proporcionar por separado la si-
guiente bibliografía.
En un principio, Francesc Massip Bonet en su artículo «Del llanto al gozo: 
Ritos y ceremonias pascuales en Cataluña» [1994],64 consignó que: «El Domingo 
de Ramos [rememora] aquel ingreso triunfal del Nazareno a la ciudad santa (a su 
vez inspirado en las solemnes entradas de los generales romanos victoriosos a 
la capital del Imperio), cuando de las ramas que portaban los apóstoles brotaron 
las más diversas frutas.»65
Massip Bonet, en su texto La monarquía en escena [2003],66 planteó que: 
Las entradas reales están documentadas ya en el siglo VI, según testimo-
nio de Gregorio de Tours […], herencia del «adventus» imperial y de los 
triunfos romanos que se efectuaban en la conquista de una ciudad o en el 
retorno victorioso a la capital. En época helenística la llegada del soberano 
era celebrada como la entrada de una divinidad. Una tradición que pro-
siguió en tiempos de los emperadores romanos y las celebraciones de sus 
«adventus» en Roma y en las ciudades provinciales con la apertura de la 
puerta y la entrada a través del arco. […] El Triunfo constituía la más alta 
glorificación que se podía tributar al vencedor de importantes batallas.
Pero las grandes solemnidades de época imperial no se restaurarían hasta 
fines del Medioevo, cuando el espíritu de recuperación de lo antiguo se 
afianza con el humanismo.
… Castruccio Castracani hizo su entrada «a la romana» en Lucca (1326) 
tras su victoria contra los florentinos, sentado en una «sella curulis» pues-
ta sobre un carro tirado por cuatro caballos como el carro de Apolo, con 
una corona de oro en la cabeza. […] Y a las puertas de la ciudad salieron 
al paso del vencedor muchachos vestidos de blanco y con ramos de olivo 
en las manos, con lo que el triunfo se asimilaba a la entrada de Cristo en 
Jerusalén, con el claro objetivo de sacralizar el evento y a su protagonista 
y dar al acto un revestimiento mítico-cristiano.67
64 Francesc Massip Bonet, «Del llanto al gozo: Ritos y ceremonias pascuales en Cataluña» en 
Rito, música y escena en Semana Santa (Madrid: Comunidad de Madrid, Consejería de Educa-
ción y Cultura. Centro de Estudios y Actividades Culturales, [1994]), 141-149.
65 Francesc Massip Bonet, «Del llanto al gozo: Ritos y ceremonias pascuales en Cataluña», 142. 
Las negritas son mías.
66 Francesc Massip Bonet, La monarquía en escena. Teatro, fiesta y espectáculo del poder en los 
reino ibéricos: de Jaume El Conquistador al Príncipe Carlos (Madrid: Comunidad de Madrid. Con-
sejería de las Artes. Dirección de Promoción Cultural, 2003).
67 Francesc Massip Bonet, La monarquía en escena. Teatro, fiesta y espectáculo del poder en los 
reino ibéricos: de Jaume El Conquistador al Príncipe Carlos, 24-25.
34
Capítulo 1
Y para concluir con Massip, en su artículo «Rito, música y escena en el Cor-
pus»68 mencionó que:
La ciudad […] concreta todos sus esfuerzos de organización festiva (pues-
tos de manifiesto en las entradas reales) para exaltar, no ya al monarca o a 
los personajes ilustrados, sino al mismísimo «Cuerpo de Dios», la Hostia 
consagrada que se saca a pasear por las calles de los núcleos urbanos como 
máxima expresión triunfal del cristianismo.69 
Desde el trabajo de Massip es posible señalar que el uso de las palmas, ramos de 
olivo y la corona de laurel, empleados en las entradas triunfales de los romanos, 
continuó en las entradas reales de los monarcas durante el período medieval y 
también se transfirió al dominio de lo sacro, en particular a la fiesta del Corpus 
Christi. Ya desde la Edad Media, los objetos naturales mostraron un desarrollo. 
Con el tiempo no sólo se usaron ramos o palmas, sino que se idearon las enrama-
das y se colocaron flores en los balcones para recibir a Cristo victorioso frente a la 
muerte, instaurando un aparato triunfal a través de flores y vegetales.
Para finalizar este primer capítulo, resta citar el artículo de Palma Martínez 
Burgos García, «El simbolismo del recorrido procesional» [2002], quien anotó las

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