Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
SALVADOR MINUCHIN MICHAEL P. NICHOS WAI YUNG LEE Evaluación de FAMILIAS y PAREJAS Del SINTOMA al SISTEMA Evaluación de familias y parejas Del síntoma al sistema Salvador Minuchin Michael P. Nichois Wai-Yung Lee A Pat, que ha sido mi compañera en todas mis travesías, y a Colleen, que, con su saco lleno de interrogaciones, explora el futuro. S. M. Titulo original: Assessing families and couples: from symptom to system Diseño de la portada: Ramón Navarro Traducción: Pilar Carril Revisión técnica: Dra. Elena Cordera 2007, Salvador Minuchin, Michael P. Nichols y Wai-Yung Lee Derechos reservados O 2011, Editorial Paidós Mexicana, S.A. Bajo el sello editorial PAIDOS M.R. Avenida Presidente Masarik núm. 111, 2o. piso Colonia Chapultepec Morales C.P. 11570, México, D. F. www.paidos.com.mx Primera edición: julio de 2011 ISBN: 978-607-7626-73-2 No` se permite la reproducción total o parcial de este libro ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Arts. 229 y siguientes de la Ley Federal de Derechos de Autor y Arts. 424 y siguientes del Código Penal). Impreso en los talleres de Litográfica Ingramex, S. A. de t. V. Centeno núm. 162, colonia Granjas Esmeralda, México, D. F. Impreso y hecho en México - Prn tted and made in Mexico http://D.F.www.paidos.com.mx Indice Prefacio 15 1 Introducción: modelo de cuatro pasos para evaluar a las familias y las parejas 19 Breve repaso de la evolución de la terapia familiar 19 Repaso igualmente breve de la evolución de la terapia familiar estructural 23 ' El estilo del terapeuta cincuenta años después 25 Intervenciones no verbales 28 El uso de la metáfora 28 Mapa para evaluar a las familias y orientar la terapia 31 Modelo de cuatro pasos para evaluar a las familias 32 Paso uno: abrir el motivo de consulta 33 Paso dos: señalar las interacciones que mantienen el problema 33 Paso tres: exploración del pasado centrada en la estructura 34 Paso cuatro: exploración de nuevas formas de relacionarse 35 Un último momento de reflexión 37 Advertencia sobre el terapeuta 39 10 INDICE PARTE UNO Hijos problemáticos y sus padres 2 El hijo parental Paso uno: abrir el motivo de consulta Paso dos: señalar las interacciones que mantienen el problema Segunda sesión Paso tres: exploración del pasado centrada en la estructura Paso cuatro: exploración de nuevas formas de relacionarse Colofón Marco terapéutico Organización familiar 71 / Perspectivas individuales Estrategias de intervención 72 / Técnicas 3 Pareja conflictiva / hijos triangulados Paso uno: abrir el motivo de consulta Paso dos: señalar las interacciones que mantienen el problema Segunda sesión Paso tres: exploración del pasado centrada en la estructura Paso cuatro: exploración de nuevas formas de relacionarse Colofón Marco terapéutico Organización familiar 93 / Perspectivas individuales Estrategias de intervención 95 / Técnicas PARTE DOS Familias reconstituidas 4 La adolescente mentirosa Paso uno: abrir el motivo de consulta Paso dos: señalar las interacciones que mantienen el problema Segunda sesión Paso tres: exploración del pasado centrada en la estructura Paso cuatro: exploración de nuevas formas de relacionarse INDICE 11 Marco terapéutico 124 Organización familiar 124 / Perspectivas individuales 125 Estrategias de intervención 126 / Técnicas 127 5 Tres díadas son menos que una familia entera 129 55 Paso uno: abrir el motivo de consulta 130 59 Paso dos: señalar las interacciones que mantienen 60 el problema 135 64 Segunda sesión 141 70 Paso tres: exploración del pasado centrada en la estructura 141 71 Paso cuatro: exploración de nuevas formas de relacionarse 146 71 Colofón 151 73 Marco terapéutico 152 Organización familiar 152 / Perspectivas individuales 152 75 Estrategias de intervención 153 / Técnicas 154 77 PARTE TRES Parejas complementarias 157 81 84 6 Depresión agitada en una mujer adulta 165 85 Paso uno: abrir el motivo de consulta 166 92 Paso dos: señalar las interacciones que mantienen 92 el problema 175 93 Notas sobre la sesión 181 94 Segunda sesión 182 96 Paso tres: exploración del pasado centrada en la estructura 182 Paso cuatro: exploración de nuevas formas de relacionarse 185 99 Reflexiones 187 Marco terapéutico 188 107 Organización familiar 188 / Perspectivas individuales 188 108 Estrategias de intervención 189 / Técnicas 190 111 7 La mujer cuyas manos siempre estaban sucias 193 116 Paso uno: abrir el motivo de consulta 194 117 Paso dos: señalar las interacciones que mantienen 123 el problema 197 43 51 53 12 INDICE Segunda sesión Paso tres: exploración del pasado centrada en lá estructura Paso cuatro: exploración de nuevas formas de relacionarse Reflexiones Marco terapéutico Organización familiar 204 / Perspectivas individuales Estrategias de intervención 205 / Técnicas PARTE CUATRO Familias psicosomáticas 8 Edipo con cólicos estomacales Paso uno: abrir el motivo de consulta Paso dos: señalar las interacciones que mantienen el problema Segunda sesión Paso tres: exploración del pasado centrada en la estructura Paso cuatro: exploración de nuevas formas de relacionarse Marco terapéutico Organización familiar 235 / Perspectivas individuales Estrategias de intervención 236 / Técnicas 9 Un joven chino con anorexia nerviosa Paso uno: abrir el motivo de consulta Paso dos: señalar las interacciones que mantienen el problema Segunda sesión Paso tres: exploración del pasado centrada en la estructura Paso cuatro: exploración de nuevas formas de relacionarse Reflexiones Marco terapéutico Organización familiar 266 / Perspectivas individuales Estrategias de intervención 268 / Técnicas 200 201 202 203 204 204 206 209 215 21,7 223 226 227 233 235 235 236 239 240 243 253 254 261 265 266 267 268 ÍNDICE 13 PARTE CINCO La familia y los servicios sociales 271 10 Tres generaciones de mujeres 281 Paso uno: abrir el motivo de consulta 282 Paso dos: señalar las interacciones que mantienen el problema 285 Segunda sesión 289 Paso tres: exploración del pasado centrada en la estructura 290 Paso cuatro: exploración de nuevas formas de relacionarse 297 Colofón 302 Marco terapéutico 303 Organización familiar 303 / Perspectivas individuales 304 Estrategias de intervención 305 / Técnicas 306 11 Tratamiento en residencia por drogadicción y la familia 309 Paso uno: abrir el motivo de consulta 310 Paso dos: señalar las interacciones que mantienen el problema 314 Segunda sesión 322 Paso tres: exploración del pasado centrada en la estructura 322 Paso cuatro: exploración de nuevas formas de relacionarse 330 Colofón 331 Marco terapéutico 332 Organización familiar 332 / Perspectivas individuales 333 Estrategias de intervención 334 / Técnicas 335 Epílogo 337 Índice analítico 345 Prefacio Todo libro escrito por más de un autor tiene una historia de cómo se creó. En el caso de este, hubo tres historias que esperamos haber entrelazado exitosamente en el producto final. Salvador Minuchin, luego de una larga vida como psicólogo clínico, quería escribir un libro que fuera un resumen y un signo de admiración, una síntesis de su experiencia clínica en una elegante presentación, algo que tuviera que ver con el conocimiento y la estética. Michael Nichols, quien entre nosotros es el que pasa más tiempo enseñando a los jóvenes, quería escribir algo útil para los confundidos y esperan- zados que apenas comienzan su travesía clínica. Wai-Yung Lee, cuyas raíces en la cultura china han influido en gran medida en su práctica terapéutica,quería escribir sobre la sabiduría de la incer- tidumbre. Por Supuesto, la colaboración entre los autores fue un proceso interesante y complejo. Por un lado, los tres prepararon conjunta- mente la introducción, y aunque los casos están escritos en primera persona y son obra de los terapeutas, todos los autores contribuye- ron con sus comentarios: Michael Nichols escribió la introducción de cada una de las cinco partes y Wai-Yung Lee, el epílogo. Los autores desean expresar su agradecimiento a Chrystal Ba- rranti, de California State University-Sacramento, y a Kathleen Briggs, de Oklahoma State University, por sus críticas profundas. Evaluación de familias y parejas CAPÍTULO 1 Introducción: modelo de cuatro pasos para evaluar a las familias y las parejas Breve repaso de la evolución de la terapia familiar Los precursores de la terapia familiar nos enseñaron a ir más allá de las personalidades individuales para entender los patrones que las convierten en una familia, esto es, una.organización de vidas interrelacionadas que serige: por reglas estrictas Aunque implícitas. Sin embargo, desde la época de Bateson, Bowen y Ackérman, el campo ha evolucionado: dejó atrás la importanciAque•al prin- cipio se atribuía a las interacciones familiares, para centrarse en la construcción narrativa de la experiencia;. en pocas palabras, pasó de las relaciones interpersonales a la cognición individual. Esta progresión resulta desconcertante cuando se considera que la gran innovación de la teoría familiar sistémica fue, precisamente, el descubrimiento de que las vidas de las personas están entre- lazadas de manera 'inextricable y que el comportamiento de los miembros de la familia es, en gran medida, consecuencia de las interacciones de unos con otros. Las diferentes terapias basadas en esta premisa tenían el propó- sito de modificar la organización de la familia. Entonces pensába-, mos que cuando se transformaba la organización familiar, también cambiaba la vida de cada uno de los miembros. de la familia. La terapia familiar floreció no solo por su efectividad, sino también porque nos ayudó a redescubrir la interconexión fundamental de 20 EVALUACIÓN DE FAMILIAS Y PAREJAS INTRODUCCION MODELO DE CUATRO PASOS 21 la condición humana: la teoría familiar sistémica nos enseñó que la familia es más que un grupo de individuos, es un sistema, un todo organizado cuyas partes funcionan de manera tal, que trasciende sus características individuales. Aprendimos a ver la unidad del sistema cuando dejamos de poner el foco en las personalidades para ver el todo. Por desgracia en el acto de alejarnos para apreciar el sistema en su conjunto, en ocasiones los terapeutas familiares perdieron de vista a los seres humanos individuales que conforman la familia Aunque no es posible comprender a las personas sin tomar en cuenta su contexto social, sobre todo el contexto de donde viene la familia, era engañoso limitar nuestra atención a la parte superficial de las interacciones, al comportamiento social divorciado de la experiencia interna. El puente que unió la terapia familiar con el siglo XXI fue el constructivismo social, la idea de que nuestra experiencia está en función de cómo expresamos los acontecimientos en palabras; esto es de las historias con las que describimos nuestra experiencia. Este giro del comportamiento a la cognición abrió un mundo nuevo de posibilidades. El método narrativo que hoy domina la terapia familiar es una expresión cabal de la expresión posmoderna. Cuando se considera que todo conocimiento que se construye y no se descubre lo más natural es que el principal foco de la terapia familiar se ocupa de la forma en que las personas crean significado, en vez de centrarse en cómo se comportan. Desafortunadamente en el proceso de redescubrimiento de los individuos y su experiencia interna, los métodos posmodernos han tendido a perder de vista a las familias y sus relaciones. Una razón por la que el campo se desplazó de la interacción familiar a la cognición individual, fue que nos alejamos del estudio de las familias para concentrarnos en técnicas para cambiarlas. Inspirados por el compromiso científico de Bateson con la observación y el estudio; los primeros terapeutas familiares dedicaron mucho tiempo a observar y escuchar. Estaban dispuestos a observar y aprender de las familias porque estaban en territorio des- conocido. Desafortunadamente, conforme se interesaron más por las técnicas terapéuticas que por comprender a las familias, los terapeutas familiares se afectaron de esta receptividad. En la dinámica de cambio, el aumento de voces y significados pasaron a ser el punto focal, en tanto que la organización psicológica, la interconexión de las personas que creaban su significado y sus intercambios se dio por sentados, si no es que se omitieron por completo. Otra razón del descuido contemporáneo de las familias, pero menos benévola es que en la terapia familiar siempre ha existido un trasfondo de animación y diversión hacia la familia, inicialmente los terapeutas se enfrentaron a la familia como si fuera un adversario. Aunque el arribo de la terapia familiar es un adelanto es un adelanto científico, también tenía connotaciones morales y políticas. Antes se hacía caso omiso de la locura, o se le condenaba al ostracismo o al encierro. Luego se le ubico en la familia donde la responsabilidad, o la culpa eran compartidas. Los terapeutas familiares rescataron a los esquizofrénicos de la invalidación psiquiátrica, cuando demostraron que sus conductas locas tenían sentido como solución desesperada a una situación familiar perturbada, No era el paciente, sino la familia la que estaba desquiciada. En sus esfuerzos por convertir a los miembros individuales de la familia en agentes autónomos por derecho propio, los terapeu- tas profesionales chocaron de frente con una fuerte oposición de la familia al crecimiento. Tal vez el individuo quisiera mejorar, pero se decía que la familia necesitaba alguien que interpretara el papel de enfermo. Los pacientes se convirtieron en pacientes identificados, chivos expiatorios a los que se sacrificaba para mantener el preca- rio equilibrio de la familia. Los terapeutas familiares se veían a sí mismos como ángeles vengadores resueltos a matar a los dragones familiares para salvar a las víctimas inocentes. El ataque contra la familia halló su voz más estridente en la década de 1960. Según R. D. Laing,' el hijo natural era prisionero de las fueras represivas de la familia y la cultura. Aunque el retrato que Laing pintó de la familia como villano era muy melodramático (la llamó el campo 22 EVALUACIÓN DE FAMILIAS Y PAREJAS I NTRODUCCIÓN: MODELO DE CUATRO PASOS 23 de concentración de la sociedad moderna), era congruente con la percepción de la familia que tenían :machas personas. Las observaciones del grupo de Bateson pretendieron ser cien- tíficas; no obstante, su lenguaje para descubrir los sistemas familia- res era combativo y, a menudo, dejaba entrever no solo resistencia, sino oposición.decidida al cambio. El 'concepto del doble vínculo condujo a una visión de la terapia como la liberación del individuo de las reglas patológicas de la familia. La idea de que las' familias eran la oposición.a.,vericer colocó a los terapeutas en una postura de enfrentamiento. Como se pensaba que las familias eran sistemas sin discernimiento; 'a la vez rígidas (aferradas a sus hábitos y mo- dos) y escurridizas (dificiles de apresar)entrevistarlas se convirtió en una lucha. Incluso los terapeutas que superaron la idea de que los pacientes eran víctimas inocentes de sus parientes malévolos, a menudo se sentían enfrentados .con las familiasque obcecada- mente se resistían á las iniciativas para cambiarlas. Esta cualidad antagonista de las familias se captó en el comcepto de Bowen de la masa indiferenciada del yo familiar, 2 que amenazaba con sofocar la in- dividualidaddel self. Incluso el trabajo de Minuchin con las familias amalgamadas,' concebido para liberar al hijo triangulado, así como el concepto de juegos sucios,' de la escuela de Milán, con frecuencia asumieron la apariencia de una confrontación. Cuando los terapeutas familiares de la actualidad hablan de una perspectiva colaborativa con las familias, lo que tienen en mente es alejarse de la agresividad percibida en los enfoques an- teriores. Los pioneros consideraron que la familia era un adversa- rio ("homeostática", "resistente"), en parte porque la trataron con un prejuicio intrínseco. Resueltos a rescatar al "chivo expiatorio de la familia", vieron a la madre como el enemigo que había que vencer, y al padre como figura periférica a la que se podía ignorar. 'Cuando Harlene Anderson y Harry Goolishian5 abogaron por un enfoque colaborativo, renunciaron al modelo autoritario en el que el especialista clínico desempeña el papel de experto omnisciente, a quien los pacientes acuden en busca de respuestas. Al recha- zar el modelo cibernético (las familias atrapadas en circuitos de retroalimentación disfuncional), los terapeutas posmodernos repudiaron la idea de que hay algo malo en las familias. Por des- gracia, también le dieron la espalda a tres descub;imientos que definen la terapia familiar: 1) reconocer que los síntomas psicoló- gicos a menudo se relacionan con conflictos familiares; 2) pensar que los problemas humanos son interaccionales, y 3) tratar a la familia como una unidad. Las primeras versiones de la terapia familiar en ocasiones pre- sentaban a las familias de forma negativa y las culpaban de los pro- blemas. El movimiento narrativo ayudó a cambiar esta visión por una en donde se buscaba establecer una alianza con las familias. Sin embargo, a la vez que negaban la conciencia condescendiente de esa primera etapa, los terapeutas narrativos también rechazaron el pensamiento sistémico, ya que pusieron de relieve sús elementos mecanicistas y pasaron por alto sus implicaciones más humanistas. Repaso igualmente breve de la evolución de la terapia familiar estructural El libro Families and Family Therapy6 fue tan bien acogido hace treinta años porque ofrecía un modelo sencillo, pero integral, para comprender no solo la dinámica de intercambio entre dos personas (doble vínculo, perseguidor-perseguido, etc.), sino la orga- nización de toda la familia. Una de las razones por la que la te- rapia familiar puede ser tan difícil es que a menudo las familias parecen ser grupos de individuos capaces de afectarse entre sí de maneras muy eficaces, pero no fáciles de entender. La terapia • familiar estructural ofreció un marco de referencia que dio orden y significado a esas transacciones, aunque es posible que en el proceso se haya equivocado por no haber tomado en cuenta la di- námica individual; es decir, por rechazar la influencia de la histo- ria personal en la construcción de la experiencia familiar, y cuyo significado fue desatendido para favorecer el proceso. Además, como ha ocurrido en el campo en general a través de los años 24 EVALUACIÓN DE FAMILIAS Y PAREJAS I NTRODUCCIÓN: MODELO DE CUATRO PASOS 25 la terapia familiar estructural también siguió una trayectoria que pasó de tratar de entender a las familias a crear estrategias para cambiarlas. En el primer libro sobre nuestro trabajo, Families of the Slums,7 el foco fue la organización familiar: la descripción de los subsiste- mas, alianzas y coaliciones, límites para diferenciar las funciones y cómo los miembros de la familia se comportaban de manera di- ferenté en los distintos subsistemas a medida que los problemas de pertenencia y sus deficientes resultados se desarrollaban en la organización aglutinada o desligada. La terapia se basaba en la comprensión de la organización familiar. El objetivo de la explo- ración terapéutica era descubrir la organización familiar que fa- cilitaba ciertos tipos de experiencia y conducta, en particular, los tipos de relaciones familiares que estimulaban el comportamiento antisocial de los adolescentes. Por tanto, la evaluación precisa de estos era el prerrequisito para la intervención. En Psychosomatic Famílies,8 la pregunta'era qué tipos de relacio- nes „familiares fomentaban la somatización. Cuando comprendimos la dinámica, pudimos crear las técnicas para cuestionar la rigidez patológica_y estimular nuevas formas de relacionarse y funcionar. Una vez más, la evaluación era la primera prioridad. En Families of the Slums planteamos un tipo desligad¿ de organi- zación familiar en la que los padres no prestaban atención a la con- ducta de sus hijos,.o reaccionaban con control autoritario. La acción pasaba del descuido a la violencia. Las respuestas de los padres dependían más de su propio humor que del comportamiento de sus hijos. La falta de predictibilidad en las respuestas de los padres impedía que los hijos comprendieran las reglas y desarrollaran un control interno. El control siguió siendo del dominio de los padres y era caprichoso. No sé si hoy suscribiríamos todos los supuestos que aceptamos en la década de 1960, cuando escribimos Families of the Slums, pero queda claro que el énfasis de nuestra exploración era la comprensión de los problemas antes de intentar cambiarlos. En Psychosomatic Families tratamos de'describir la organización de las familias que presentaban sintomatología somática. Plantea- mos que estas familias eran aglutinadas, evitadoras de conflictos y sobreprotectoras, y que el conflicto parental era desviado a través de la triangulación del paciente identificado. Estudios posteriores de otros investigadores cuestionaron algurias de nuestras descrip- ciones y propusieron otras. Sin embargo, el poder de nuestras inter- venciones radicaba tanto en la evaluación que habíamos hecho de la dinámica familiar arraigada como en darnos cuenta, por ejemplo en los casos de familias con hijos anoréxicos, de la urgencia de la inanición. La sesión de comida que proyectamos para modificar el régimen de hambre estaba guiada por nuestra comprensión de la organización familiar y tenía el propósito de suscitar conflicto entre los padres y los pacientes identificados y desafiar el desvío parental del conflicto conyugal a través del paciente identificado. Al igual que en nuestro trabajo con niños que utilizan el acting ou t, el trabajo con anoréxicos comenzó con la observación del funcio- namiento de la familia, la formulación de hipótesis sobre la organi- zación familiar y después con la creación de técnicas para introducir cambios novedosos en la relación entre los miembros de la familia. El hincapié en entender a la familia quedó eclipsado después por el desarrollo de las intervenciones y la exploración del estilo del tera- peuta, el contexto familiar y la organización de las instituciones que ofrecían servicios. El campo de la terapia familiar avanzaba en la di- rección de abandonar la observación de las familias, para centrarse en las técnicas (cuestionamiento circular, formulación de hipótesis, pres- cripción invariable), los aspectos de la responsabilidad del terapeuta y su autoría y, recientemente, en la fuerza de las historias que dan significado al comportamiento. El estilo del terapeuta cincuenta años después El estilo del terapeuta cambia con su desarrollo personal y profe- sional, y de acuerdo con la época. El hecho de ser un octogenario me permite mirar al pasado, donde veo no una trayectoria homo- génea, sino un peregrinaje con pausas; y donde vuelvo a empezar, 26 EVALUACIÓN DE FAMILIAS Y PAREJAS I NTRODUCCIÓN: MODELO DE CUATRO PASOS 27 en ocasiones, después de detenerme a reconocer que he transitado con certidumbre por un camino que era engañoso. Es un pasaje que se caracteriza por desechar y volver a empezar Mara Selvini-Palazzoli,9 una extraordinaria pionera, tuvo el va- lor de publicar sus errores y sus nuevos comienzos. Cada principio conllevaba una certeza que era necesaria,en apariencia, para infun- dir la energía indispensable para transitar por nuevos derroteros. 'Pero entonces, para consternación de sus estudiantes y seguidores, había otro comienzo con la misma certeza. Las paradojas se susti- tuían con el cuestionamiento circular; los juegos familiares cedían el paso a las prescripciones invariables, mientras que sus colegas Boscolo y Cecchin" cambiaban su enfoque por la perspectiva pos- moderna de la construcción de significado. Asimismo, a lo largo de más de cincuenta añoS como terapeu- ta, he pulido constantemente mi estilo de intervención, aunque he mantenido más o Menos una base de continuidad en mi modo de pensar. Permítanme admitir, ante todo, que soy alguien acostum- brado a tomar prestado de otros. Leo el trabajo de mis colegas, por lo general con mi criterio, rara vez con indiferencia. Y lo copio. Co- pié a Virginia Satir y Nathan Ackerman; a Bateson y Haley; a Whi- taker, Bowen, Watzlawick, Peggy Papp y Cloe Madanes. Y luego copié a los posmodernistas, el grupo de Milán, Harlene Anderson y Harry Goolishian, Michael White y David Epston, Steve de Shazer, y muchos más. Nunca pensé que alguno de• nosotros tuviera derechos exclu- sivos a sus ideas. Si las ideas de un terapeuta son buenas, son su regalo para el campo, y están ahí para aprovecharlas. No obstante, comprendí que cuando copiaba a Carl Whitaker —preguntando a un cónyuge cuándo se había "divorciado" de su pareja y se había casado con los hijos o el golf— no estaba personificando a Carl: lo estaba incorporando, con el acento español y algunas sutilezas que eran mías y no de él. La experiencia de la vida pule el estilo de la terapia: Jorge Luis Borges me enseñó el valor del misterio y la incertidumbre; mi ma- dre, la importancia del orden en la vida; mi padre, las distorsiones de la justicia, ser judío, la importancia del origen étnico, ser inmi- grante, la angustia de no pertenecer. Experiencias casi olvidadas pueden reavivarse en el encuentro con una nueva farrúlia. Una vez que se acepta que el terapeuta es un instrumento parcial y prejui- ciado, se reconoce la importancia del conocimiento propio y, con toda confianza, se puede pedir prestado a la vida. Es el uso de uno mismo en lo que los terapeutas familiares han centrado su entrena- miento. Por supuesto, también me copié. De continuo estudié y anali- cé mi repertorio de respuestas. Seleccioné una frase o un concepto que me pareció eficaz en ciertas situaciones con algunos tipos de familias y lo repetí en circunstancias similares. Probé los matices, el humor y las tonalidades emocionales. Esos ensayos ocurrieron de manera espontánea y luego, para mi sorpresa, surgieron como técnicas. Por último, pasaron a formar parte de mi repertorio, has- ta que, como la espada de un samurai que se vuelve parte de su brazo, perdí la conciencia de que los estaba utilizando. A un lector de mis libros quizá le parezca entretenido llevar un registro de la frecuencia con que me repito, aunque siempre como si estuviera innovando espontán'eamente. A lo largo de décadas de ser terapeuta, he dejado de ser un reta- dor activo (confrontando, dirigiendo y controlando) para adoptar un estilo más suave, en el que uso humor, aceptación, apoyo, suge- rencia y seducción en beneficio de los mismos objetivos a los que aspiraba con el estilo más áspero. He evolucionado de ser directivo a ser más colaborativo, sin abandonar mí papel de experto; de ver a las familias y las personas integradas en su contexto social a obser- var los sistemas familiares y las psiques individuales, sin perder de vista la influencia mutua que ejercen; y de centrarme en exclusiva en el presente a explorar la influencia del pasado, aunque siempre con la meta de facilitar el cambio en el presente. Estos cambios han influido en que mi estilo sea más complejo y diferenciado. A través de esta evolución, algunas acciones y frases se han vuelto mi sello personal. Las compartiré con ustedes ahora, en es- pera de que las tomen prestadas cuando sea apropiado. INTRODUCCIÓN: MODELO DE CUATRO PASOS 29 28 EVALUACIÓN DE FAMILIAS Y PAREJAS Intervenciones no verbales Utilizo el espacio como indicador de proximidad emocional. Por ejemplo, como verán más adelante, le pedí a Sara, la joven hija parental que vi en España, que alejara su silla de su familia como forma de sugerir independencia. Hago esto con frecuencia. Pedí a la madre de la familia austriaca que hiciera lo mismo y a veces le solicito a alguno de los miembros de una familia desligada que se acerque más a otra persona. Se trata de una intervención sencilla, fácil de entender tanto por los adultos como por los niños. Y corno pedir a la gente que mueva su silla es una sugerencia sin palabras, los miembros de la familia le dan su propio significado. Cuando trabajo con niños pequeños, a menudo les pido que se pongan de pie al lado de sus padres, y a veces pido a los padres que tomen al niño en brazos. Si estoy trabajando con algún niño de los llamados imposibles, le pido que golpee mi palma abierta hasta que se canse e insisto en que lo haga con mucha fuerza. Estas son formas gráficas de recordar a las personas que los niños no son pesos com- pletos, que no son fuertes y que, en comparación con sus padres, en realidad no tienen poder. En ocasiones, estrecho las manos de los miembros ,cle la familia para indicar aprobación por algo que dijeron o hicieron; y cuando Irabajo con una familia rural, es probable que cierre el contrato de cambio con un apretón de manos, basándome en mi experiencia de lo que era vinculante en el pequeño pueblo donde crecí. El uso de la metáfora Las metáforas permiten cuestionar a los miembros de la familia sin que se pongan a la defensiva. Es más fácil, por ejemplo, que un padre oiga que debe ser más delicado con su hija porque "su voz es fuer- te, mientras que la de ella es suave", a que le digan que su manera dominante la intimida. Una metáfora bien elegida puede traspasar la postura cortés de una familia. En las familias en las que los hijos están atrapados en medio del conflicto entre los padres, preguntar "quién es el alguacil en esta familia" pone perfectamente en claro algunas cosas, y muy pronto. Seguir con "¿y su pareja es el ayudante del alguacil o el abogado defensor?", ayuda a redondear la idea. Trato de expresar mis directivas de cambio con un desafío en dos partes que yo describo como "una caricia y un puntapié". Por ejemplo: "Eres muy inteligente, pero no eres prudente" O: "Ya que eres tan amorosa y protectora, ¿cómo es posible que no te des cuen- ta del daño que Causa lo que dices (o lo que haces)?" O bien: "Es curioso cómo familias tan preocupadas tienden a cegarse algunas veces". Y así sucesivamente. Como se verá, en más de un caso en este libro digo: ",EI amor es una jaula de oro... las personas no se dan cuenta de que es una jau- la porque es de oro... sin embargo, sigue siendo una jaula... y no te deja remontar el vuelo". Este tipo de intervención ha sustituido los anteriores desafíos que planteaba a la aglutinación, porque a veces se oían como una acusación y una exigencia de cambio. Acerca del efecto circular que hijos y padres tienen unos sobre otros, digo: "Los padres son carceleros que están presos, y los hijos son presos que son carceleros". "Los hijos lanzan el señuelo y los padres pican como peces atrapados por sus hijos... Hay un ciclo de pescador y pez, y cada uno fluctúa del uno al otro." Sobre las personas que se extralimitan en su disponibilidad y están abrumadas de responsabilidades, como la madre de la fami- lia Martínez, puedo decir "Hay una diosa hindú (o mexicana, grie- ga o cristiana) que tiene ocho brazos. Tú solamente tienes dos, pero crees tener ocho... no sabes pedir ayuda... no delegas". Para resaltar la dinámica de padres-aglutinados-y-parejas-des- ligadas, pregunto: "¿Cuándo te divorciaste de tu pareja y te casaste con los niños?" Una variación de esta metáfora cuandono hay hijos podría incluir algo así: "¿Cuándo te divorciaste de tu pareja y te casaste con tu carrera (o la raqueta de tenis)?" Los cuestionamientos eficaces describen los actos de las perso- nas y sus consecuencias. Sin embargo, para que los clientes presten atención a lo que se les está señalando, no deben sentirse regaña- 30 EVALUACIÓN DE FAMILIAS Y PAREJAS I NTRODUCCIÓN: MODELO DE CUATRO PASOS 31 dos. 'Así, por ejemplo, a menudo decimos: "Qué interesante... ", an- tes de señalar algo, para convertirlo en objeto de curiosidad, más que en una ocasión para ponerse a la defensiva. Además, aunque resulta tentador decirle a la gente lo que debe- ría hacer, seguir este impulso reduce en gran medida la probabili- dad de que aprenda a ver lo que está haciendo y sus consecuencias. Si trabajo con una pareja, es probable que diga: "No, puedes cambiarte a ti mismo, pero puedes cambiar a tu pareja. ¿Qué cam- -bios quieres que él (o ella) realice para que tu vida sea más fácil?" En seguida ofrezco una varita mágica (que congiste en un lápiz o algo por el estilo) y le pido a uno de ellos que examine a su pareja como un escultor examinaría un bloque de mármol, pensando y hablando sobre los cambios necesarios. Quizá comente que en el yin-yang uno puede cambiar al otro si cambia el contexto del todo. Estas intervenciones invitan a los miembros de la familia a ver- se como parte de una historia contada por un narrador juguetón. Utilícenlas y modifíquenlas según sea necesario; no hace falta una receta médica. En este punto, el lector podría preguntarse: con todos estos préstamos de técnicas de otros terapeutas, la evolución del estilo y la influencia de las experiencias vitales que ponen en entredicho certezas anteriores, ¿dónde está la esencia de la terapia familiar es- tructural y dónde está la escenificación, que ha sido una técnica dis- tintiva en la caja de herramientas de los terapeutas estructurales? Permítanme responder primero esta última pregunta. La escenifi- cación evolucionó de la desconfianza que nos inspiran las historias que las familias cuentan al terapeuta y de las distorsiones inheren- tes a la forma en que el terapeuta escucha y responde. Supusimos que los miembros de la familia cuentan historias en- sayadas y que sería mejor si la novedad surgiera de conversaciones e interacciones entre ellos que los terapeutas pueden rastrear y con- tinuar. En algún punto de este proceso, las respuestas emocionales interfieren con la coherencia, de esta manera los miembros de la familia y los terapeutas se encuentran en territorios desconocidos, donde es posible explorar nuevas conductas y nuevos significados. Nos parece que los terapeutas que se interesan en la construc- ción colaborativa de significado podrían adoptar esta técnica, pero la verdad es que, en la terapia familiar estructural, la escenificación ha pasado a un nivel superior y es menos una técnica que una acti- tud predominante. Acerca de la esencia de la terapia familiar estructural, puedo afirmar que, aunque cambié mi estilo de intervención, me man- tengo fiel a los conceptos que desarrollé en la década de 1960: que las familias son organismos sociales estructurados en subsistemas separados por límites; que los subsistemas definen las funciones de sus miembros; que los miembros de las familias se organizan en alianzas, afiliaciones y coaliciones; que las familias evolucio- nan y pasan por periodos de transición conforme cambian, etcé- tera. La parte medular de la terapia familiar sistémica sigue siendo, por un lado, concentrarse en la familia como contexto para enten- der cómo se desarrollan sus miembros y modifican el concepto que tienen de sí mismos y de los demás, y, por el otro, observar el poder que tiene la familia para influir en la experiencia y el comporta- miento de sus miembros. El campo de la terapia familiar ha cambiado con el paso del tiempo y ha corregido sus anteriores escotomas; por su parte, la te- rapia familiar estructural también ha adquirido una lente nueva y más amplia que abarca al individuo como unidad psicológica e in- cluye la exploración del pasado como un medio para comprender el presente. Los cuatro .pasos descritos en este libro son mi forma de crecer con el campo, y representan puntos de vista más amplios que desarrollé con el tiempo, la reflexión y la experiencia. Mapa para evaluar a las familias y orientar la terapia El mapa que creamos para evaluar a las familias puede parecer sen- cillo, pero es el producto de una búsqueda exhaustiva de cincuenta ah-os de conceptos y técnicas en terapia familiar. 32 EVALUACIÓN DE FAMILIAS Y PAREJAS INTRODUCCIÓN: MODELO DE CUATRO PASOS 33 En la última década, he impartido talleres de dos días de dura- ción a grupos grandes en los Estados Unidos y en otros países. En estos talleres he seguido un formato regular que parece funcionar bien con las familias, el público y conmigo mismo. Llego algunos días antes del taller y entrevisto a dos familias. Edito las cintas que presentaré el primer día, y el segundo día veo a las familias en vivo en un espacio que proyecta las sesiones al público. En general, nos las ingeniamos (la familia y yo) para pre- sentar una narrativa coherente que toma en cuenta el contexto cul- tural de la familia. He seguido este formato en 26 países, entre ellos Nueva Zelanda, Japón, España, Alemania, México y Argentina, tra- bajando con un traductor en la mayoría de los casos. He cuestionado de dónde viene la concordancia entre estas fa- milias de culturas tan diversas y yo. Este entendimiento mutuo no debería ser posible, porque con frecuencia siento que me faltan las sutilezas verbales que son tan importantes en la terapia, y he traba- jado en países cuyas normas culturales desconocía por completo. Llegué á la conclusión de que hay dos maneras de explicar este fenómeno. Una sería que soy un maestro del hipnotismo, capaz de convencer a familias de diferentes culturas de que mi forma de ver su expeFiencia es superior a la de ellas; la otra, mucho más proba- ble, es que todos nosotros, incluido yo mismo, estarnos sujetos a formas comunes de ver y comprender las relaciones familiares, y ,que ofrezco a las familias un marco organizativo que, al parecer, explica su difícil situación y luego ellas usan este modelo e introdu- cen innovaciones que lo adaptan a sus maneras individuales. Modelo de cuatro pasos para evaluar a las familias En el trabajo con las familias, el arte de la evaluación consiste en descubrir qué impide a la familia alcanzar sus metas, y unirse a ella en una visión de cómo llegar desde donde se encuentra hasta donde quiere ir. Abordamos esta tarea en cuatro pasos: 1) abrir el motivo de consulta; 2) señalar las interacciones que mantienen el problema; 3) exploración del pasado centrada en la estructura, y, 4) exploración de nuevas formas-de relacionarse. Paso uno: abrir el motivo de consulta El primer paso consiste en cuestionar la certeza de la familia en cuanto a que el problema primario se localiza en la maquinaria in- terna del paciente individual. Este es el paso que transforma la te- rapia en terapia familiar Las técnicas habituales incluyen: • enfocar las áreas de competencia del paciente identificado; • dar un significado distinto al problema por el que la familia ha decidido consultar (reencuadramiento); • explorar las maneras en que el síntoma se presenta y prestar atención a los detalles; • examinar el problema desde diferentes perspectivas hasta que el síntoma pierda su toxicidad; • explorar el contexto en el que aparece el síntoma; • explorar las dificultades de los otros miembros de la familia, parecidas o diferentes de las del paciente identificado; • estimular al paciente identificado para que describa el síntoma y el significado que le atribuye, otros aspectos de sí mismo y de la familia; en otras palabras, darle un espacio respetuoso donde los otros miembros de la familia se conviertan en audiencia.Paso dos: señalar las interacciones que mantienen el problema El segundo paso consiste en explorar lo que los miembros de la familia pueden estar haciendo para perpetuar el problema. El reto está en ayudar a que los dientes se den cuenta de cómo sus accio- nes contribuyen a mantener el problema, sin provocar resistencia. Este paso es básico para toda intervención en el pensamiento sistémíco. En efecto, el carácter complementario de la influencia 34 EVALUACIÓN DE FAMILIAS Y PAREJAS I NTRODUCCIÓN: MODELO DE CUATRO PASOS 35 mutua de los miembros de la familia es del conocimiento general y, por tanto, nunca es una verdadera sorpresa para los miembros de la familia, quienes seguramente ya se han preguntado, en voz alta o en silencio, "¿qué hemos hechor', "¿qué podríamos hacer de ma- nera diferente?", antes de concretar su formulación inicial: "Todo tiene que ver con él o ella". Paul Watzlawick describió este proceso en su paradoja: "El problema reside en cómo trata de resolverlo la familia". Casi siempre el terapeuta encuentra en una parte, la parte curativa de los miembros de la familia, la disposición a aliarse con el proceso de ayuda. A decir verdad, este segundo paso se basa en el supuesto de que los miembros de la familia cambiarán su forma de relacionarse si se consideran capaces de ayudar al paciente identi- ficado. Las técnicas de este paso varían dependiendo del terapeuta, pero se describen en todos los libros de terapia familiar, y el lector las encontrará, una y otra vez, dispersas en los casos de este libro. Paso tres: exploración del pasado centrada en la estructura El tercer paso es una exploración breve y focalizada del pasado de los miembros adultos de la familia para ayudarles a comprender cómo llegaron a su actual visión limitada de ellos mismos y los demás. Este paso es nuevo para nosotros, aunque siempre ha sido parte del método psicodinámico de terapia. Pensamos que el re- chazo de las experiencias pasadas en la formación básica del yo fue una respuesta ideológica de la terapia familiar en su polémica con los pensadores psicodinámicos, y que el campo tiene ya la madurez suficiente para corregir esta primera inclinación parcial. Ya soy octogenario y tengo conciencia de los escombros de mi infancia que flotan a mi alrededor e influyen en mis respuestas pre- sentes. Sé que esto mismo vale para ustedes, los lectores de este libro. Así pues, la pregunta es cómo intervenimos en este ..paso. ¿Cómo podemos usar esta exploración del pasado de modo que facilite la expansión del patrón de las relaciones en el presente? Vemos este paso como una continuación de la exploración de los estilos de relacionarse que el terapeuta y los miembros de la fami- lia descubrieron en el paso anterior. Por consiguienté, señala áreas específicas donde se crean las dificultades. El terapeuta puede em- pezar con la pregunta a uno de los miembros de la familia: "Obser- vé en la última sesión que no cuestionas a tu pareja ni siquiera en situaciones en las que es evidente que él (o ella) está equivocado y tú no estás de acuerdo con su opinión. ¿Qué experiencias de tu niñez te llevan a evitar el conflicto?" O: "¿Cómo te escogieron tus padres este par de lentes?" O: "Parece que este par de lentes que tus padres te ayudaron a elegir reduce tu capacidad de enfrentarte a tu pareja; ¿puedes hablar de cómo los elegiste en tu infancia?" O: "Anteriormente vimos que actúas como si tuvieras ocho brazos cuando de hecho sabes que los dos que tienes están cansados y te gustaría no tener tanto trabajo. ¿Cómo seleccionaste en tu niñez esta orientación específica de tu relación con los demás? ¿Quieres hablar de ello?" Uno podría pensar que esta forma de preguntar tiene su origen no solo en el pensamiento psicodinámico, sino en la tradición narrativa de hallar nuevos significados en historias viejas. En el tercer paso los hijos permanecen corno el público de las historias de sus padres. En el cuarto, se unen a sus padres como participantes activos. El cuarto paso hace que una evaluación no solo sea precisa, sino útil. l'aso cuatro: exploración de nuevas formas de relacionarse Después de establecer el panorama inicial de lo que impide avan- zar a la familia y cómo llegó a ser así, los miembros de la familia y el terapeuta hablan de quién necesita cambiar qué, y quién está dispuesto o no. Sin este paso, que transforma el proceso de evalua- ción de una operación ejecutada en las familias a una operación ejecutada con ellas, la terapia se convierte en un proceso en el que se presiona a las familias a ir a donde no le encuentran sentido. No es de extrañar que opongan resistencia. TABLA 1-2 Expansión del proceso de cuatro pasos Comprensión de la organización fanüliar Técnicas Estructura Límites Alianzas Coaliciones Triangulación Ciclo de vida familiar Unión, alianza Puesta en escena Escucha Trazar mapas Reencuadrár Intensificar Capacidad, competencia Creación de límites Desequilibrar (11111.■••••■■•■~MMIO■ Cuando tratamos de evaluar la utilidad de nuestro instrumento con terapeutas principiantes que eran alumnos de posgrado en un curso de terapia familiar, los estudiantes entendieron el concepto in- trínseco del primer paso y se dieron cuenta de que necesitaban des- centralizar al paciente identificado y el probleMa, y moverse hacia las relaciones interpersonales. Sin embargo, no sabían cómo hacerlo. Entendían que necesitaban encontrar el lenguaje para invitar a los miembros de la familia a explorar ese territorio. Para eliminar esta la- guna, enseñamos organización familiar, y que los miembros de la fa- milia forman parte del sistema familiar. Entonces, el mapa perdió su simplicidad debido a que faltaban los aspectos de cómo aliarse a una familia, cómo entender las historias de cada uno de los miembros dentro del contexto del sistema familiar, cómo mantener la curiosi- dad y apoyar a los miembros de la familia al tiempo que se desafía la rigidez familiar, cómo oír el contenido y observar las conductas -en suma, cómo hacer terapia-, todo esto faltaba. 36 EVALUACIÓN DE FAMILIAS Y PAREJAS INTRODUCCIÓN: MODELO DE CUATRO PASOS 37 Aunque se ha escrito mucho en el campo sobre técnicas de te- rapia, no hemos explorado suficientemente el proceso de la danza terapéutica, es decir, los movimientos necesarios para producir el cambio. Las técnicas de terapia únicamente son herramientas que se emplean para realizar una tarea específica. Con frecuencia, los terapeutas llevan una caja que contiene todas las herramientas ade- cuadas, pero carecen de un mapa. Aunque es necesario que el te- rapeuta esté equipado con algunas herramientas para entrar en el sistema familiar, estas son contraproducentes si no hay una direc- ción conceptual que fundamente su aplicación. En el nuevo milenio, no hay necesidad de más y mejores téc- nicas; nos bastan v sobran las que ya tenernos. En cambio, nuestro objetivo es ofrecer un marco suficientemente amplio como para or- ganizar las innumerables maneras de conceptualizar e intervenir en los problemas familiares. En los diez casos que presentaremos más adelante, trataremos de centrarnos en las técnicas que forman parte del, proceso para lograr algo nuevo. Nuestro modelo• de cuatro pasos tiene la intención de ser útil para los terapeutas dé diversas doctrinas que tratan de sortear las etapas iniciales de la terapia familiar (véase la tabla 1-1). Los pasos que presenta esta tabla están muy simplificados. Al avanzar por estos pasos, es necesario tener una cierta,comprensión de cómo se organizan las familias, mas no imponer nuestros con- -ceptos favoritos. El propósito de la evaluación debe ser descubrir con las familias una forma nueva y útil de comprender sus dilemas y explorar los recursos con los que cuentan para sanar. TABLA 1-1 El modelo de cuatro pasos Paso 1 Paso 2 Paso 3 Paso 4 Descentralizar el problema presentado y el portador de los síntomas. Explorar el patrónfamiliar que mantiene el problema presentado. Explorar qué elemen- tos del pasado, que aún influyen en el presente, aportan los miembros clave de la familiá. Redefinir el pro- blema y abrir las opciones. Un último momento de reflexión Antes de iniciar la aplicación de nuestro modelo a cada caso que aquí se presenta, es conveniente considerar algunas preguntas so- bre la idea de evaluar a las familias. 38 EVALUACIÓN DE FAMILIAS Y PAREJAS I NTRODUCCIÓN: MODELO DE CUATRO PASOS 39 ¿La terapia familiar es la mejor forma de aliviar el dolor de un miembro individual de la familia? ¿La terapia familiar puede pro- vocar consecuencias inesperadas en el paciente identificado u otros miembros de la familia? ¿Los cambios benéficos de una familia pueden considerarse inapropiados dentro de su contexto social? En otras palabras, ¿es posible que el cambio pueda considerarse incorrecto erT el aspecto moral, político o ideológico? Gregory Bateson se planteó preguntas semejantes y se mostró muy receloso de la idea de tratar de cambiar a la gente. Como an- tropólogo, se negaba a emitir juicios. Los terapeutas, pensó, eran taxonomistas: creaban etiquetas de diagnóstico y luego creían que esa era la realidad." A Bateson le preocupaban el sesgo cultural de los supuestos de los terapeutas y las presiones que ejercían en las personas para que aceptaran su versión de lá forma como deberían ser las cosas. La crítica posmodemista, que no cree que sea posible llegar a conocer la verdad, ha amplificado estas preocupaciones efi los últimos años. Lo que pasa por verdad, afirman los posmoder- nístas, es solo una manera de contar una historia. En la época del escepticismo posmoderno, los terapeutas fami- liares se encuentran en una encrucijada. ¿Pueden transitar por dos caminos al mismo tiempo, como el personaje de un cuento de Jorge Luis Borges? ¿Pueden aceptar que la historia de una familia es váli- da y, aun así, pensar que una nueva historia podría ser más útil? Y, de ser así, ¿deben elegir entre creer que las familias con problemas Se aferran a patrones de conducta contraproducentes o a cognicio- nes contraproducentes? Hoy en día nos enfrentamos a una paradoja parecida a la que se enfrentaron los físicos cuando se preguntaron si la luz se trans- mitía en partículas o en ondas. Su respuesta fue: Sí; depende de la naturaleza de la observación. Pero, en lugar de entender que puede haber más de una forma de describir a las personas, los terapeutas familiares tienden a dividirse en campos teóricos: la escuela narrativa, siguiendo el posmodernismo, adopta la narra- ción de historias. Las historias que la gente se cuenta son las que organizan su experiencia y determinan su comportamiento. Así pues, la terapia debe tratar de ayudar a las familias a reexaminar sus presuposiciones. Por otro lado, los terapeutas sistémicos creen que las familias con problemas actúan de forma contraproducen- te. Aunque las acciones y las creencias se refuerzín mutuamen- te, a menudo es mejor producir el cambio de afuera hacia dentro. Nuestra postura es que, a pesar de que las familias pueden afe- rrarse a patrones destructivos de interacción, sus perspectivas son las que restringen y facilitan su modo de pensar y de comportarse, y que, para ser eficaces, debemos encontrarnos con los miembros de las familias como actores y, a la vez, autores de sus propias historias. La acción y la cognición no existen por separado. Los miembros de la familia necesitan crear historias para explicar quiénes son. Las historias pueden mantener o modificar la forma en que se relacio- nan, facilitar nuevas organizaciones que necesiten otras historias, etc. Dependerá de la naturaleza del experimento y d-e la experi- mentación el camino que usted habrá de recalcar. Sin embargo, uno siempre transita por ambos caminos. Advertencia sobre el terapeuta Parece más fácil comenzar por definir lo que no es un terapeu- ta: un terapeuta no es imparcial o justo, ni un profesional polí- ticamente correcto; tampoco es especialista en ética y logística ni omnisciente. El terapeuta es un profesional del cambio. Pero siempre hay resistencia al cambio: a causa de la familiaridad de los caminos que se han recorrido muchas veces, por la convicción de la familia respecto de cómo son las cosas, por la atención corn- petitiva entre los "yos en relación" que componen la familia y por las exigencias de cambio que los miembros de la familia se hacen mutuamente. Por tanto, un terapeuta es un promotor del cambio con opcio- nes limitadas, y será eficaz solo si logra desestabilizar las normas familiares que mantienen vigentes las presunciones. Para ello, el 40 EVALUACI6N DE FAMILIAS Y PAREJAS INTRODUCCIÓN. MODELO DE CUATRO PASOS 41 terapeuta necesita entablar con los miembros, de la familia una relación que ofrezca la esperanza de que existen otras formas de participar en una relación que reportan beneficios: disminución del dolor, aumento de la satisfacción y conocimiento Todo esto significa que el terapeuta es un promotor limitado del cambio. Los miembros de la familia son quienes determinan los límites y las posibilidades de nuevas formas de relacionarse. Por tanto, el cambio es una empresa en colaboración, en la cual, para ser eficaz, el terapeuta necesita adaptarse a los miembros de la familia, aliarse a ellos y ampliar tanto el uso de sí mismo en la relación con ellos como el uso de ellos mismos en la relación que tienen entre sí. La imagen del terapeuta omnisciente y todopoderoso que impone sus supuestos a los miembros confiados e ingenuos de la familia no puede coexistir con la anterior descripción del proceso terapéutico. Por supuesto, todos conocemos terapeutas que asumen una pos- tura autoritaria en la terapia, pero, a la larga, la mayoría de ellos fracasan, y la experiencia es dolorosa para ellos y, con frecuencia, perjudicial para los miembros de la familia. Por consiguiente, un terapeuta es un experto que acepta la in- certidumbre, se une a las familias en la aventura de ampliar y enri- quecer sus formas relacionales y logra poner en duda la certeza de sus'rniembros cuando les ayuda a darse cuenta de que„existen otras formas de relacionarse. En los casos que leerán, tenemos dos terapeutas, Salvador Mi- nuchin y Wai-Yung Lee, que demuestran cómo amplían los reper- torios de las familias. Como todos los terapeutas, cada uno de ellos tiene su propio estilo, pero, en palabras de Harry Stack Sullivan, los dos son "simplemente más humanos que otra cosa". Por lo tan- to, comparten su repertorio con los lectores, con plena conciencia de que estos pueden tomar prestadas sus técnicas y transformarlas para adaptarlas a sus necesidades únicas. Presentaremos diez casos, cada uno de ellos compuesto por dos entrevistas que siguen nuestro modelo de cuatro pasos. Tratamos de seleccionar familias con problemas que los terapeutas encuen- tran a menudo, y formamos cinco grupos» : 1. familiaS con hijos problemáticos; 2. familias reconstituidas (una pareja con hijos de matrimonios anteriores); 3. complerpentariedad de las parejas; 4. familias psicosomáticas, y, 5. la familia y los servicios sociales. Introduciremos cada grupo con algunos comentarios sobre las generalidades para tratar la materia. No estamos satisfechos del todo con estas agrupaciones: son arbitrarias y podríamos haber se- leccionadc, otras. No obstante, los invitamos a acompañamos en nuestro recorrido por el proceso de terapia. NOTAS 1. Laing, R. D., 1965, "Mystification, confusion and conflict", en L Bos- zormenyi-Nagy y J. L Framo (eds.), Intensive Family Therapy, Nueva York, Harper & Row. 2. Bowen, M., 1961, "Family psichotherapy", American Journal of Ortho- psychiatry, 31, pp. 40-60. 3. Minuchin, S., 1974, Families and Family Therapy, Cambridge, Harvard University Press. 4. Selvini-Palazzoli, M., 1986, "Toward a general model of psychotic games", Journal of Marital and Family Therapy, 12, pp. 339-349.5. Anderson, H. y H. Goolishian, 1988, "Human systems as linguistic systems: Prehrninary and evolving ideas about the implications for clinical theory", Family Process, 27, pp. 371-394. 6. Minuchin, S., 1974, Families and Family Therapy, Cambridge, Harvard University Press. 7. Minuchin, S., B. Montalvo, B. Guerney, B. Rosman y F. Schumer, 1967, Families of the Slums, Nueva York, Basic Books. 8. Minuchin, S., B. Rosman y L. Baker, 1978, Psychosomatic Families: Anorexia Nervosa in Context, Cambridge, Harvard University Press. 9. Selvini-Palazzoli, M., L. Boscolo, G. Cecchin y G. Prata, 1978, Paradox and Counterparadox, Nueva York, Jason Aronson. 10. Cecchin, G., 1987, "Hypothesizing, circularity and neutrality revis- ited: An invitation to curiosity", Family Process, 26, pp. 405-413. 11. Bateson, G., 1971, Steps to an Ecology of Mind, Nueva York, Ballantine. PARTE UNO Hijos problemáticos y sus padres En la Edad Media, los niños no existían. Eran considerados adul- tos pequeños y se les trataba como tales. Los retratos familiares de aquella época muestran madres de aspecto familiar y padres vesti- dos con trajes de sedas y brocados. Sin embargo, a su lado, se ob- servan réplicas extrañas en miniatura de esos padres, vestidas igual que ellos, prueba gráfica de que los niños se construyen en la mente de los adultos. Desde aquellos tiempos, la niñez ha sido elevada a una posición tan encumbrada que en las familias actuales los padres giran alrededor de los hijos como planetas que describen órbitas alrededor del sol. Un breve examen de la historia del tratamiento psiquiátrico de niños mostrará que nuestro punto de vista sobre los problemas de la niñez también ha evolucionado de maneras que reflejan nuestra continua ambivalencia respecto de la familia, así como los adelantos en su comprensión. Freud nos enseñó que los trastornos psicológicos eran conse- cuencia de problemas de la infancia sin resolver. Sus descubrimien- tos culparon a la familia, primero por la seducción de la inocencia y después por ser el agente de la represión cultural. Si los niños crecen y se convierten en neuróticos, temerosos de sus propios ins- tintos, que son sanos y naturales, ¿a quién más vamos a culpar sino a los padres? Como los problemas emocionales se originaron en la familia, parecía lógico suponer que la mejor manera de acabar con la influencia familiar era aislar a los parientes del tratamiento del 44 EVALUACIÓN DE FAMILIAS Y PAREJAS HIJOS PROBLEMÁTICOS Y SUS PADRES 45 paciente, erradicar su influencia contaminante Je la sala de opera- ciones psiquiátricas. Alfred Adler fue el primero de los seguidores de Freud en pro- poner que tratar a los niños podría ser la manera más eficaz de pre- venir las neurosis de los adultos. Con ese fin, persuadió al sistema escolar vienés de establecer 32 centros de orientación infantil entre finales de la Primera Guerra Mundial y principios de la década de 1930 (Mosak, 1995). La estrategia de Adler (1927) consistió en ofre- cer estímulo y apoyo para tratar de aliviar los sentimientos de infe- rioridad de los niños, que así podrían llevar un estilo de vida sano y llegar a ser miembros útiles de la sociedad. Sin embargo, en la psico- logía individual de Adler estaba implícita la noción de que las fami- lias hacían más por subvertir que por fomentar el potencial innato saludable de los niños. Cuando los especialistas clínicos piensan en las familias, a menudo las conciben como fuerzas destructivas en la vida de sus pacientes. Lo que nos llama la atención son las diferen- cias y la discordia. Las armonías de la vida familiar (lealtad, toleran- cia, ayuda mutua y asistencia) con frecuencia pasan inadvertidas, como parte del trasfondo de la vida que se da por sentado. Adler (1929) delineó tres modos de crianza que arrebataban a los niños su valor y producían el famoso complejo de inferioridad. Estos tres mo- do eran: 1) sentir lástima por el niño, 2) consentir o spbreproteger al niño, y, 3) descuidar o maltratar al niño. En 1909, el psiquiatra William Healy fundó el Juvenile Psycho- pathic Institute (posteriormente, Institute for Juvenile Research) en Chicago, precursor de las clínicas de orientación infantil. En 1917, Healy se mudó a Boston y estableció el Judge Baker Guidance Cen- ter, dedicado a la evaluación y tratamiento de niños delincuentes. Aunque las clínicas de orientación infantil eran pocas aun después de la Segunda Guerra Mundial, con el tiempo se establecieron en todas las ciudades de los Estados Unidos para ofrecer evaluación y tratamiento de los problemas infantiles, y de las complejas fuerzas familiares y sociales que contribuyen a ellos. Equipos clínicos, que centraban demasiada atención en el ambiente familiar, administra- ban el tratamiento. Poco a poco, los trabajadores de orientación in- fantil concluyeron que el verdadero problema no era el obvio, esto es, los síntomas del niño, sino más bien las tensiones intrafamiliares que eran el origen de dichos síntomas. Al principio hubo una ten- dencia a culpar a los padres, en especial a las madres. La causa principal de los problemas psicológicos infantiles, se- gún David Levy (1943), era la sobreprotección maternal. Las madres que habían sufrido de falta de amor se volvían sobreprotectoras con sus hijos. Algunas eran dominantes; otras, demasiado compla- cientes. Los hijos de madres dominantes eran sumisos, pero tenían dificultades para hacer amigos; los hijos de madres complacientes eran tiránicos en casa, pero se portaban bien en la escuela. Al poco tiempo, Frieda Fromm-Reichmann (1948) acuñó una de las frases más nocivas en la historia de la psiquiatría, la madre esquizofrenizan- te. Se pensaba que estas mujeres dominantes y agresivas, en especial cuando se casaban con hombres pasivos o indiferentes, daban a sus hijos la forma más virulenta de crianza patológica. Aunque estos es- tudios resaltaban la importancia de la familia, la tendencia a culpar a los padres, en especial a las madres, de los problemas en la familia fue un ejemplo desafortunado del uso de un chivo expiatorio, que continúa obsesionando al campo. Incluso después de que se reconoció la importancia de la familia, madres e hijos siguieron recibiendo tratamiento por separado, y se intentaba impedir que los terapeutas intercambiaran ideas debido a que esto podría poner en riesgo las relaciones terapéuticas indi- viduales. El acuerdo habitual era que un psiquiatra tratara al hijo y un trabajador social viera a la madre. La terapia de la madre era secundaria a la misión principal de tratar al hijo. En ocasiones, como una ocurrencia tardía, se veía al padre en un grupo por las noches. En este modelo, se consideraba que la familia era una extensión del hijo, en lugar de lo contrario. Con el tiempo, la prioridad del movimiento de orientación infan- til cambió y se dejó de pensar que los padres eran crueles e ineptos, para considerar que los problemas se derivaban de las relaciones en- tre pacientes, padres y otras personas significativas. Este giro tuvo consecuencias profundas. La psicopatología ya no se localizaba en 46 EVALUACIÓN DE FAMILIAS Y PAREJAS HIJOS PROBLEMÁTICOS Y SUS PADRES 47 el individuo; ya no había padres villanos e hijos víctimas. Ahora se creía que las interacciones entre padres e hijos eran el problema. El trabajo de John Bowlby en la Tavistock Clinic marcó el ini- cio de la transición hacia un enfoque familiar. Bowlby (1949) estaba tratando a un niño y avanzaba con lentitud. Como se sentía frustra- do, decidió ver al niño y a sus padres en una misma sesión. En la primera mitad de esta sesión, el hijo y los padres se alternaron para quejarse unos de otros. En la segunda mitad, Bowlby les explicó las contribuciones que, en su opinión, cada uno de ellos hacía a la dinámica del problema. A la larga, trabajando juntos, los tres miem- bros de la familia llegaron a comprender los puntos de vista de los demás. Aunque a Bowlby le intrigabanlas posibilidades que se abrieron con estas entrevistas conjuntas, siguió creyendo en el formato tradi- cional de la psicoterapia. Si bien las reuniones familiares eran útiles para recabar información, eran solo un complemento del verdadero tratamiento, la terapia psicoanalítica individual. Lo que Bowlby probó a manera de experimento, Nathan Ac- kerman lo concretó: la terapia familiar como forma primaria de tra- tamiento en las clínicas de orientación infantil. Existe constancia de que, desde 1938, Ackerman señaló el valor de considerar a la familia como una unidad en el tratamiento de las perturbaciones de cualquiera de sus miembros (Ackerman, 1938). Posteriormente recomendó estudiar a ala familia como medio para comprender al hijo; en lugar de lo contrario (Ackerman y Sobel, 1950). Después- de darse cuenta de la necesidad de entender a la familia para diag- nosticar problemas, Ackerman dio el siguiente paso: el tratamiento familiar. Una vez que empezamos a ver a los niños en el contexto de sus familias, se abrió todo un mundo de posibilidades. La inclusión de la familia es como prender la luz en un cuartó oscuro: algunas co- sas se aclaran de inmediato. No solo se entiende que los miembros de la familia pueden contribuir a mantener los problemas del niño, sino cómo pueden trabajar juntos para resolverlos. Por eso resulta pasmoso que cincuenta años después, en pleno siglo »a, la mayoría de los esfuerzos para tratar a los niños sigan centrándose en la psi- copatología individual del niño. Esto nos mueve a reflexionar sobre la capacidad extraordinaria de los profesionales de la salud mental para seguir sus mapas ideológicos, incluso ante la prueba palpable de que los niños están inextricablemente integrados a la dinámica de su familia. * * * Cuando las familias llevan a sus hijos a tratamiento, existe la tenta- ción de enfrascarse en los detalles de los problemas del niño, como si fuera responsabilidad del terapeuta resolverlos. Siempre que se considera que los problemas psicológicos están incorporados en los individuos, tiene sentido centrarse en las motivaciones ocultas, personalidades deformadas y neurotransmisores disfuncionales. Las preguntas que se plantean son: ¿qué está haciendo él niño?, ¿qué motiva al niño a hacer eso?, y ¿qué ocurrió en el pasado del niño para que se comporte así? Sin embargo, la primera pregunta, o quizá la más importante, que el terapeuta sistérnico debe hacerse es: ¿qué hacen los miem- bros de la familia que ayuda a mantener los síntomas del paciente identificado? Esta pregunta cambia el enfoque y da una perspecti- va interaccional. Y luego, debido a que casi todas las interacciones problemáticas son triangulares, preguntamos: ¿qué tan eficiente es el trabajo conjunto de los padres en la resolución de los problemas de su hijo?' El punto no es pasar la culpa del hijo a los padres, sino considerar la eficacia o ineficacia con que la familia se organiza para hacer frente a sus problemas. Uno de los factores que incide en que el conflicto entre los pa- dres sea casi inevitable es que cada uno ve su labor de padre desde perspectivas diferentes. Uno puede tener poca paciencia. Uno pue-, de tener la mecha corta. Uno puede preocuparse más. Otro cree que los hijos necesitan protección, en tanto que el otro piensa que nece- sitan valerse por sí mismos.' En las familias felices estas diferencias permiten a los padres establecer una forma equilibrada de tratar a 48 EVALUACIÓN DE FAMILIAS Y PAREJAS HIJOS PROBLEMÁTICOS Y SUS PADRES 49 2. Basta con arañar la superficie para descubrir que muchos de estos su- puestos son proyecciones de la experiencia de los padres, que es pre- cisamente lo que el tercer paso de nuestro modelo de evaluación tiene el propósito de explorar. los hijos. Pero, por desgracia, los padres a menudo se polarizan, se presionan hasta tomar posiciones extremas y menoscaban los es- fuerzos del otro. Las parejas en conflicto, para empezar, tienen más probabilidades de enfrentarse por los hijos. Un patrón común en las parejas que tienen conflictos conyugales es un padre demasiado cercano a los hijos y el otro en una posición más distante y crítica, ya sea abiertamente o no. La esposa que es perseguidora emocional, como se siente frustrada por el alejamien- to de su esposo, empieza a acosar a los hijos. Un hijo, sensible a la alteración de su madre, queda atrapado en el triángulo y comienza un acting out de algún tipo. Los problemas del hijo preocupan a los padres y los unen, o se pelean porque cada uno tiene una opinión distinta de cómo tratar al hijo. Así, una de las presentaciones estructurales más comunes de un triángulo de padres e hijo es la madre y el hijo aglutinados y el padre desligado. Para corregir esta estructura problemática, el tera- peuta sistémico se une al padre desligado para atraerlo de nuevo al círculo familiar, y después la pareja se acerca y restablece el límite generacional apropiado en la familia. Sin embargo, como veremos en los siguientes dos casos, es importante recordar que el mapa no es el territorio. La metáfora estructural no debe hacernos olvidar que las familias están formadas por seres humanos de carne y hue- so y que la terapia funciona solo cuando es una empresa en cola- boración. Los padres también son una pareja, y es un error pensar que uno simplemente puede reunir a dos personas infelices y ahí se acaba el problema. Para llegar al fondo del asunto, el terapeuta debe descubrir y resolver la causa de la infelicidad de la pareja y el conflicto entre ellos. NOTAS 1. Por supuesto, no todos los padres llegan en pareja. Pero a menudo ocurre que los padres o madres solteros que tienen problemas con sus hijos están en conflicto con sus novios o nbvias, sus ex cónyuges o con los maestros de sus hijos. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Ackerman, N. W., 1938, "The unity of the family", Archives of Pediatrics, 55, pp. 51-62. Ackerman, N. W. y R. Sobel, 1950, "Family diagnosis: An approach to the preschool child", American Journal of Orthopsychiatry, 20, pp. 744-753. Ad ler, A., 1927, Understanding Human Nature, Nueva York, Fáwcett. Ad ler, A., 1929, The Science of Living, Nueva York, Greenberg. Bowlby, J. P., 1949, "The study and reduction of group tensions in the family", Human Relations, 2, pp. 123-138. Fromm-Reichrnann, F., 1948, "Notes on the development of treatment of schizophrenics by psychoanalytic psychotherapy", Psychiatry, 11, pp. 263-274. Levy, D., 1943, Maternal Overprotection, Nueva York, Columbia University Press. Mosak, H. H., 1995, "Adlerian psychotherapy", en R. J. Corsini y D. Wedding (eds.), Current Psychotherapies, 5a. ed., basca, F. E. Peacock_ CAPÍTULO 2 El hijo parental El siguiente caso de estudio se relaciona con una familia española y la consulta tuvo lugar en su ciudad de origen. El terapeuta había empezado a ver a esta familia desde hacía un mes; primero se reu- nió, durante dos sesiones, con la paciente identificada, una joven a la que se le había diagnosticado depresión con ideación suicida, y después,. en cuatro sesiones, se reunió con los miembros de la familia en diferentes grupos. Cuando el terapeuta solicitó la con- sulta, su objetivo era ayudar a Sara, la paciente de 22 años, a aban- donar la responsabilidad de cuidar a sus dos hermanos menores, de 18 y 16 años, y motivar a los demás miembros de la familia a valorar y apoyar a Sara, que se siente subvaluada. Sara ha estado tomando dosis pequeñas de antidepresivos y ha respondido bien a los medicamentos. La familia Martínez está formada por el padre y la madre, Pe- dro (de 51 años) y Josefa (de 50); una hija casada, Juana (de 28), que vive en la misma ciudad; Sara (de 22); Alberto (de 18), y Javier (de 16). Los dos chicos menores van a una escuela preparatoria técnica para aprender un oficio. La familia extendida también vive en la misma zona e incluye a las dos abuelas y otros parientes que visitan a la familia con frecuencia.Se trata de una familia de clase trabajadora, y todos, salvo la madre, trabajan fuera del hogar. Llegan a la consulta vestidos con ropa informal y son amistosos v relajados. Me sentí conectado 52 EVALUACIÓN DE FAMILIAS Y PAREJAS EL HIJO PARENTAL 53 con ellos de inmediato, como si yo mismo fuera un pariente le- jano. La familia se sienta en tres subgrupos: el padre y la madre en un extremo de un semicírculo; la hija mayor, sola, en el otro extremo, y Sara, Alberto y Javier, en el centro. El terapeuta y yo cerramos el círculo. Para comenzar, les pregunto por qué quisieron ver a un tera- peuta. PADRE [respondiendo]: La nena tiene problemas y vinimos a ver si la pueden ayudar. [Pregunto a Sara si ella es la nena y qué quiso decir su padre con lo que dijo.] SARA: Me sentía triste. DR. MINUCHIN: Pero, ¿por qué vino también la familia? MADRE: Porque nos preocupamos por ella. DR. MINUCHIN [a Sara]: ¿Eres el único problema de la familia? PADRE: Ella no es ningún problema. Quizá tiene un problema. Es demasiado responsable y le dan ganas de llorar. No quería salir .con la familia y se quedaba en su habitación. DR. MINUCHIN [dirigiéndose a la hermana mayor]: ¿Qué crees que le esté pasando a Sara? IUANA: Creo que trabaja demasiado. Además de su carrera —es- tudia administración en la universidad —, es maestra de ping- pong y trabaja cuidando niños. DR. MINUCHIN: No comprendo. Nada de lo que describen desper- taría ideas suicidas. ¿Podría ser que algo o alguien de la familia la entristece? Estoy cuestionando el ambiente superficial de la sesión y el enfoque exclusivo en la dificultad de Sara. También respondo a la sensación de cercanía que transmite la familia. Creo que aceptarán que les pregunte si los miembros de la familia influyen unos en otros. MADRE: Alberto y Javier son irresponsables. Trabajo mucho y Sara cree que tiene el deber de ayudarme. Le preocupa mucho el or- den y ellos no se ocupan de nada. Si no arreglan su habitación, yo lo hagá, y si ella me ve, se pone a hacerlo. DR. MINUCHIN: ¿Es tu mano derecha? [Al padre]: ¿Tu esposa trabaja para todos? PADRE: No. Yo trabajo fuera y ella me ayuda en la casa, pero los muchachos creen que no tienen que hacer nada y Sara ha asu- mido la responsabilidad de hacer lo que ellos no hacen. La organización de esta familia está en sintonía con la cultura del grupo social de la familia, donde se espera que las mujeres trabajen en la casa y los hombres no. Sin embargo, la posición de Sara como la "hija parental" constituye un punto de entrada para explorar áreas de tensión en la familia. PADRE: No somos machistas. Ella sola se ha echado a cuestas esta responsabilidad. JUANA: Cuando vivía en la casa yo también ayudaba, pero nunca tanto como Sara. La familia vuelve a centrar la atención en las características indivi- duales de Sara, que, según ellos, es la causa de su exceso de responsa- bilidad y depresión. DR. MINUCHIN [a Sara]: ¿Por qué asumes esta responsabilidad? ¿Quieres proteger a tu padre, a tu madre o a tus hermanos? SARA: Protejo a Madre. PASO UNO: abrir el motivo de consulta El primer paso en cada uno de los casos tiene el propósito de liberar al paciente identificado de la tiranía de una sola visión del mundo como marco para definir el yo y a los demás. Para Sara, eso significa olvidar- 54 EVALUACIÓN DE FAMILIAS Y PAREJAS EL HIJO PARENTAL 55 se del diagnóstico psiquiátrico: depresión con ideación suicida, así como del diagnóstico de la familia: responsable y servicial. Aunque parezca paradójico, mi intervención tratará de multipli- car las etiquetas. No exploraré las autodefrniciones de Sara, sino que las aumentaré. Sara pasará a ser, a la vez, la mano derecha de su ma- dre, la madre de sus hermanos, el bastón del terapeuta, la ,gemela de su madre, el ayudante del sheriff, etc. Las etiquetas se convertirán en una mezcla de autodefiniciones y respuestas a las interacciones con los miembros de la familia y desafiarán la rigidez de la perspecti- va original. El proceso ocurre en presencia de los otros miembros de la familia; pero al principio no es evidente para ellos. Más adelante les parecerá divertido, luego confuso, hasta que, al final, en la multiplicidad de perspectivas y definiciones, el diagnóstico planteado originalmente perderá su certidumbre. El primer paso, abrir el motivo de consulta, constituye el inicio de la sesión, pero continúa a lo largo de esta, reapareciendo en diferentes formas. MADRE: Sara siempre fue responsable. Empezó a ocuparse de ellos cuando tenía ocho años. DR. MINUCHIN [a Sara]: ¿Por qué no dejas que tu madre sea la ma- dre? SARA: Claro que la dejo, pero... DR. MINUCI uN: No. Te has convertido en la madre de tus hermanos. ¿Podrías preguntarle a tu madre cuándo empezaste a trabajar de su ayudante? MADRE [a Sara]: Siempre estabas trabajando para ellos, los llevabas a la escuela cuando eran pequeños. Quizá fue culpa mía. Ahora me doy cuenta de que se ha vuelto un problema. [La madre rom- pe en llanto y Juana le pasa un pañuelo desechable.] El foco de la exploración, y de la tensión, ha pasado de.la tristeza de Sara a la complementariedad de Sara y su madre, y ahora, a la relación entre Javier, Pedro y la sobrerresponsable y "explotada" Sara. Estos cambios confunden a los miembros de la familia, a quienes se les han arrebatado las explicaciones conocidas y el consultor los invita a exa- minar de nuevo la situación. PASO DOS: señalar las interacciones que mantienen el problema SARA: Si yo no hago el trabajo, Madre tiene que hacerlo. Ya de por sí se siente abrumada. Cambio de silla con Sara y le pido que se siente cerca de su madre y hable con ella. En este momento, el foco de la exploración es la díada madre-hija, que es una preparación para la exploración posterior de la díada madre-padre y el triángulo formado por los tres miembros de este subsistema parental mal definido. Con el cambio de silla, estimulo la conversación entre los miembros de la familia y a mí me da cierta distancia para observar. DR. MINUCHIN [a Sara]: ¿Tú eres la única que puede ayudar a tu madre? El segundo paso tiene el propósito de descentralizar al paciente iden- tificado como eje del problema familiar y alentar a los miembros de la familia a observarse en sus interacciones con el "paciente", que influyen en el comportamiento sintomático. Lo que antes se consi- deraba depresión intrapsíquica con ideación suicida o exceso de responsabilidad, ahora se ve como una respuesta interpersonal dentro del contexto familiar: como la respuesta de Sara a la carga de la madre, la madre que delega autoridad a Sara, la madre y Sara que protegen al padre, etc. El centro de atención de la sesión pasa a otros miembros de la familia. La "silla caliente" se comparte. ¿El padre es eficaz? ¿La madre está deprimida? ¿Es posible relevar a Sara de su papel de heroína trágica? 56 EVALUACIÓN DE FAMILIAS Y PAREJAS EL HIJO PARENTAL 57 DR. MINUCHIN [a la madre]: ¿Qué discusiones hay en casa? MADRE: Siempre son con los niños. DR. MINUCHIN [mirando a los adolescentes]: ¿Ellos son "los niños"? MADRE [llorando]: Sí. DR. MINUCHIN [a Sara]: ¿Y aceptan tu autoridad? SARA: No, se ríen de mí. ALBERTO [y Javier, asintiendo al mismo tiempo]: Es responsabilidad de rri,is padres, no de ella. PADRE: Sí, pero cuando les pido que hagan algo, no lo hacen, y en- tonces es cuando ella interviene. JAVIER: ¡Pero ella no es nuestra madre! La organización de la familia se revela en este segmento: una madre agobiada por el exceso de trabajo, un padre ineficaz, una hija paren tal sin autoridad e impotente ante dos adolescentes rebeldes. DR. MINUCHIN [a Sara]: Cuando pelean, ¿tu padre está presente, o tu madre es la única que mantiene el orden? [Exploro la posición del padre en la jerarquía familiar.] Tus padres parecen personas competentes. ¿Por qué crees que es tu deber protegerlos? SARA: No- protejo a mis padres, pero creo que necesito
Compartir