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 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 PROGRAMA DE MAESTRÍA Y DOCTORADO EN LETRAS 
 
ENTRE LA CREACIÓN Y EL OFICIO. ANÁLISIS DE LA OBRA REUNIDA DE 
JOSEFINA VICENS. 
 TESIS 
 QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE DOCTORA EN LETRAS 
 PRESENTA 
 MARÍA HALINA VELA SÁNCHEZ 
 
 TUTOR PRINCIPAL 
 DOCTORA EUGENIA REVUELTAS ACEVEDO 
 FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
 
 MIEMBROS DEL COMITÉ TUTOR 
 DOCTORA EUGENIA REVUELTAS ACEVEDO 
 DOCTOR JUAN CORONADO LÓPEZ 
 DOCTORA MARCELA PALMA BASUALDO 
 FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
 
 
 CIUDAD DE MÉXICO, JUNIO DEL 2018 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
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ÍNDICE 
 Capítulo I. Vida y obra de Josefina Vicens. 
I.1.1. Vida. 
I.1.2. Obra. 
I.1.3.Influencias. 
I.1.4. Antecedentes culturales. 
I.1.5. La Nueva Novela 
I.1.6. Panorama cultural. 
I.1.7. La Nueva Novela y El libro vacío. 
I.1.8. El Existencialismo y El libro vacío. 
1.1.9. Contexto socio histórico de El libro vacío: los años cincuentas. 
I.1.10. José García: El hombre es una pasión inútil. 
I.1.11. La influencia de Maurice Blanchot en El libro vacío. 
 
Capítulo II. El deseo/imposibilidad de escribir en El libro vacío. 
II.2.1. El discurso de José García: la escritura de la no escritura. 
II.2.2. José García: testigo del surgimiento de un nuevo mundo mítico: La 
cotidianidad 
II.2.3. José García: La poética de la cotidianidad 
II.2.4. La importancia de los nombres en El libro vacío, Los años falsos y 
en “Petrita”. 
II.2.5. El libro vacío: una nueva forma de narrar. 
 
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II.2.6. Los enemigos, fragmento de una novela inconclusa de Josefina Vicens. 
II.2.7. Josefina Vicens y la poesía. 
 
Capítulo III. La muerte en la obra de Josefina Vicens. 
III.3.1. Introducción. 
III.3.2. Antecedentes culturales. 
III.3.3. La muerte en México. 
III.3.4. Los años falsos y la sed de muerte 
III.3.5. La muerte y la creación en “Petrita”. 
III.3.6. La muerte en la pieza teatral Un gran amor. 
 
IV. El sistema patriarcal en México. 
IV.4.1. Introducción. 
IV.4.2. La Modernidad y el Patriarcado en El libro vacío. 
IV.4.3. Antecedentes. 
IV.4.4. José García: Entre la Modernidad y el Patriarcado 
IV.4.5. José García: la lucha entre los derechos individuales, frente a una 
sociedad aplastante. 
IV.4.6. Los roles masculinos y femeninos en El libro vacío. 
IV.4.7. El mundo patriarcal de Luis Alfonso en Los años falsos. 
IV.4.8. Luis Alfonso: La individualidad robada y la sociedad. 
IV.4.9. Los roles masculinos y femeninos en Los años falsos. 
 
 
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V. Josefina Vicens y su actividad periodística. 
V.5.1. Josefina Vicens como “Pepe Faroles”, cronista de toros. 
V.5.2. Josefina Vicens como “Diógenes García”, cronista política. 
V.5.3. Josefina Vicens: entrevistas. 
 
VI. Josefina Vicens y el Cine. 
VI.6.1.Josefina Vicens y su actividad guionística. 
VI.6.2. Filmografía de Josefina Vicens., 
VI.6.3. Los perros de Dios y la muerte. 
VI.6.4. Los perros de Dios, Los años falsos, “Petrita” y la muerte. 
VI.6.5. Los perros de Dios, adaptación teatral de Eduardo Gómez Cruz y 
Enrique Pineda. 
 VI.6.6. Renuncia por motivos de salud y el compromiso social. 
Conclusión. 
Bibliografía. 
Hemerografía. 
Entrevistas. 
 
 
 
 
 
 
 
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I.VIDA Y OBRA DE JOSEFINA VICENS 
I.1.1. VIDA DE JOSEFINA VICENS. 
Empecé a escribir desde muy chica, en la escuela hacía composiciones y cosas pero no formalmente. No soy 
una escritora fecunda, en lo absoluto; si en tantos años no he escrito sino dos novelas, quiere decir que no 
soy nada fecunda. Eso sí, he escrito un montón de guiones cinematográficos, como 90. Mi estilo literario no es 
barroco, aunque sí muy claro, muy simple, muy terso, realista en tanto que describo la vida real…(1) 
En el siguiente texto se llevan a cabo varias afirmaciones al hablar de Josefina 
Vicens, sin que éstas aparezcan citadas. Esto se debe a que mantuve una muy 
estrecha relación con la autora durante los dos años anteriores a su muerte; es 
decir, de principios de 1986 hasta noviembre de 1988, así que las afirmaciones 
que no aparezcan citadas, son la reproducción de lo que la autora me externó a 
lo largo de esos dos años. Debido a que la obra de Vicens posee un gran 
contenido autobiográfico, y a que el hogar tradicional en el que creció no 
explica su personalidad, se consideró de suma importancia hablar de su vida, 
ya que cuando se conoce su trayectoria, uno no puede dejar de preguntarse 
cómo sería su vida familiar, porque esta brillante escritora, guionista, periodista 
y gran ser humano, no encajaba en ningún lugar y, al mismo tiempo, encajaba 
en todas partes. Vicens es una escritora que no se parece a ninguna otra, y es 
interesante descubrir que sus dos libros poseen facturas diferentes y, 
nuevamente al mismo tiempo, pueden constituirse en anverso y reverso de una 
misma moneda, porque ambos presentan las obsesiones de la propia autora: la 
pasión por la vida, en el caso de El libro vacío; y la pasión por la muerte, en Los 
años falsos, instituyéndose así en la armonía de los contrarios, haciendo 
referencia a las dos pulsiones freudianas del ser humano: el instinto del placer 
(entendido como instinto de vida), y el instinto de la muerte. Esta escritora no 
perteneció a ningún grupo ni generación, pero dada la temática de su obra, se 
le ubica en la Generación de Medio Siglo. Y no podemos olvidar su cercanía 
con los Contemporáneos-sin que esto quiera decir que pertenezca a su grupo-
es evidente, de ahí la afinidad que desde que se conocieron surgió entre ella y 
varios de sus miembros, para quienes la inscripción del arte en la universalidad 
era casi su lema, en un momento en donde el país entero rendía culto a lo 
nacional, baste pensar en los datos biográficos de la autora, quien nació el 
(1)”EL INBA le rinde un homenaje a Josefina Vicens”, Uno más uno, 21 de mayo 1988 
 
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veintitrés de noviembre de 1911, en plena lucha de la Revolución Mexicana, en 
San Juan Bautista,Tabasco, dentro de un hogar tradicional. Su padre, José 
Vicens Ferrer, era español, de las Islas Baleares, de un puerto llamado Soller, 
que está a una hora de Palma de Mallorca. Aproximadamente a los trece años 
lo trajeron a América. Él no conocía su país. Mucho tiempo después recorrió 
con la autora toda España, porque quería conocer su tierra. Su madre fue 
Sensitiva Maldonado, de Tabasco, quien fue maestra antes de casarse, y se 
enorgullecía por haber tenido como alumno a Carlos Pellicer. Ella era muy 
católica, y nunca aceptó la rebeldía de su hija; de hecho, ninguno de los dos, lo 
cual se puede desprender de los recuerdos de la misma, refiriéndose al día que 
en la escuela ganó un concurso de balero, y ella llegó feliz a contarlo a sus 
padres, pensando que la felicitarían, y su padre se limitó a comentar: “Tú Acabarás 
en la cárcel” (2) El matrimonio Vicens-Maldonado tuvo seis hijos: Catalina y 
Constancio quienes murieron antes de nacer, y Lourdes, Josefina, Amelia,
Isabel y Gloria. Amelia e Isabel murieron antes que la autora. Sus padres 
decidieron trasladarse al Distrito Federal hacia 1919, cuando Josefina tenía 
seis años, donde estudia ya la primaria y comercio. Sus recuerdos de infancia 
parecen ser agradables, sobre todo los relacionados con sus estudios de 
primaria: “Yo era feliz en la escuela, me gustaba todo.” (3) sacaba buenas calificaciones, 
jugó coleadas, matatenas y escondidas. Gracias a las exigencias de su madre 
tomó clases de piano, al igual que su hermana Isabel: “Era muy chistoso porque siempre las 
dos sacábamos los primeros premios; mi hermana por técnica y yo porque tocaba con mucho sentimiento.” (4) La 
lectura siempre fue-el mayor deleite de su vida-, y como desde niña padeció 
insomnio, lo aprovechaba para leer. Recordaba que su madre la bañaba en 
agua tibia con hojas de lechuga para que pudiera dormir, pero para ella, el 
insomnio era una maravilla, pues aunque se acostaba desde las once de la 
noche, terminaba durmiéndose hasta las cuatro de la mañana, lo cual 
encerraba la posibilidad de leer un libro completo. Destaca entre los recuerdos 
de niñez: su abuela. Su padre era cariñoso, pero muy iracundo; se refería a él 
poéticamente como al español de Unamuno, decía: “la blasfemia del español es una oración 
al revés, porque todo lo relacionan con Dios. Esto y la hostia, esto en la virgen, esto en Dios, esto…en fin.”(5) 
(2) Cano,Gabriela, op. Cit. p.88 
(3) Ibid., p. 79 
(4) y (5) Op.cit., p.92 
 
7 
 
Fue él quien le consiguió su primer empleo, y con quien viajó a España en 
1947. La otra figura determinante fue su abuela: “Hablo mucho de mi abuela en el libro. Mi 
abuelita me quería tanto y me distinguía tanto…Pero es que yo también la adoraba.” (6) Como se puede 
apreciar, Josefina Vicens no encajaba en su mundo familiar, pues no entendían 
sus inquietudes, su sed de conocimiento, su urgencia por vivir. Vividora, como 
se autonombraba, afirmaba: “Soy una apasionada de la vida, en todos sus actos, en los menores, en los 
mínimos, en los íntimos, en las sorpresas que se reciben cada día…en todo lo que constituye la vida tan efímera que 
tenemos”. Vicens tuvo desde su infancia una personalidad sui generis que le 
acarreó grandes disgustos con sus padres, quienes seguramente no sabían 
qué hacer, ni cómo tratar a esta niña que se apasionaba por los valeros, quien 
leía desaforadamente, a pesar de sólo haber cursado la primaria, y un año de 
una carrera comercial cuya duración era de dos años. Vicens comenzó a 
trabajar desde los catorce años, motivo que le valió el apodo de Peque, que 
conservó hasta su muerte, y con el que fue conocida en el mundo 
cinematográfico, al que incursionaría años más tarde. Su naturaleza rebelde la 
llevó a traspasar las fronteras paternas. Tenía urgencia no sólo por conocer el 
mundo, sino por participar activamente en él, pero el Mundo en esos años sólo 
estaba destinado a los hombres, pero a ella no le importó, y se lanzó: “desnuda, 
inexperta, inocente…” a una vida que la llevó a trabajar-sin haber cumplido los quince 
años- como secretaria de Transportes México-Puebla, en 1925. Cuando esta 
empresa quebró, uno de sus integrantes, el licenciado Breña Alvírez, le pidió 
que lo auxiliara en su despacho. De ahí se fue en 1926, ya con quince años, al 
Departamento Agrario, donde recibió su apodo, y donde el Sr. Ángel Posada-
quien había sido diputado y senador por Chihuahua, le pidió que fuera su 
secretaria particular. La escritora lo recordaba como un hombre honrado a 
carta cabal. Ese tiempo fue determinante en la vida de la autora, ya que le 
permitió tener una conexión espiritual y vital con los campesinos. Un amigo del 
Departamento Agrario, Guillermo Casas, fue el que la presentó con el que sería 
su marido: José Ferrel, lector empedernido, magnífico traductor de Gide, 
Rimbaud, y tío de Aline Pettersson. Él fue quien la introdujo al mundo 
intelectual de la época. Su matrimonio con Ferrel fue civil y religioso, duró 
aproximadamente un año. Vicens tenía veinticinco años cuando se casaron, 
nunca se divorciaron, porque el día que lo iban a hacer, por razones laborales 
(6) Cano, op. cit. P.91 
 
8 
 
de él, pues tenía que viajar a Estados Unidos, él no se presentó en el Registro 
Civil. Ocho días después la llamó para invitarla a cenar, y ante la pregunta de 
ella: ¿Por qué me tuviste tantas horas esperándote? Él contestó: “Ay, se me olvidó divorciarme”. No obstante, 
la relación de amistad entre ellos se mantuvo hasta la muerte de Ferrel: “Pepe me 
relacionó mucho con todos los Contemporáneos, con Villaurrutia, con Nandino, con Owen, en fin. Salíamos a comer y a 
cenar con ellos.” (7) Hacia 1938 trabajó como secretaria de Acción Femenil, en la 
Confederación Nacional Campesina; y al mismo tiempo, era Jefa de la Sección 
Femenil, de la Secretaría de Acción Agraria del Partido de la Revolución 
Mexicana, en tiempo de Ávila Camacho: “…esta fue mi entrada al recorrido de mi vida política…ahí 
empezó mi rebeldía y mi lucha social”.(8) Estando ahí creó las Ligas Femeniles. Fue 
entonces que conoció al doctor Alfonso Millán, quien era director del antiguo 
manicomio de La Castañeda. El doctor Millán le pidió que trabajara con él. Su 
estancia en La Castañeda no duró mucho, porque no pudo resistir el 
sufrimiento de los niños, y renunció. Poco tiempo después trabajó en la 
Cámara de Diputados y Senadores como secretaria del señor León García 
Soler, y a quien acompañó hasta su campaña para gobernador. Es importante 
señalar, que Josefina Vicens supo integrarse y llegar a formar parte de un 
mundo político que era fundamentalmente de hombres. Vicens luchó y defendió 
los derechos femeninos. Un ejemplo lo tenemos en su lucha por el voto 
femenino, y el proyecto del reparto agrario. Entre las mujeres con las que 
Vicens contó para su lucha por el derecho al voto para la mujer se encuentran 
Adelina Zendejas y Aurora Reyes. (Adelina Zendejas nació en Toluca, Edo. de México, el 16 de 
diciembre de 1909, hija de Manuel Zendejas Martínez, pionero de la lucha por la nacionalización de los ferrocarriles, y 
Carmen Gómez. A los 19 años ingresó a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde alcanzó el grado de 
doctora en filosofía. A esa edad inició su labor periodística en El Universal Gráfico, que desempeño hasta su muerte. 
Colaboró con varios periódicos del país, como El Universal Gráfico, El Nacional, El Universal, Excélsior y El Día. En 
1956 fundó dos revistas: Magisterio y La Maestra. En 1976 creó, en el periódico El Día, la columna Ellas y la vida, en 
donde, bajo el seudónimo de Yolia, escribió sobre la condición social de las mujeres y la inequidad de género. En 1988, 
recibió el Premio Nacional de Periodismo, tras 60 años de ejercer la profesión. Adelina no sólo fue maestra y periodista, 
también desempeñó diversos cargos públicos; entre ellos la dirección de la Escuela Taller para Obreros. Fue delegada 
en la Primera Conferencia Mundial de Trabajadores, y coordinó a varias instituciones con motivo del Año Internacional 
de la Mujer en 1975. Fue fundadora del Frente Único Pro Derechos de la Mujer. Entre sus obras: La mujer en la 
Intervención Francesa y Frida Kahlo en la preparatoria. Fue condiscípula de la pintora y parte de las primeras 100 
mujeres que ingresaron en el bachillerato en México. A sus obras se suma Las luchas de la mujer mexicana (de 1776 
a 1976). Murió el 4 de marzo de 1993, a los 84 años de edad, en la ciudad de México. Su epitafio, redactado por ella 
misma, resume su vida y su obra: “Luchadora incansable por los derechos de la mujer y del niño. Mujer revolucionaria y 
convicta del materialismo dialéctico.”) 
(7)Cano, op.cit., p.103 
(8)Cano, Gabriela y Verena Radkau, Ganando espacios. Historia de vida: Guadalupe Zúñiga, Alura Flores,J.V p.100 
 
9 
 
 
Estas experiencias se verían más tarde reflejadas en sus dos libros: El libro 
vacío, donde proyectará
su conocimiento del ambiente burocrático; y en Los 
años falsos, donde se recrearán el machismo y la corrupción predominantes de 
la época, además de otros vicios: “Sólo que los gallones tampoco se les acercaban porque estaban 
tomando alcohol y discutiendo de política, es decir, de esa política turbia y anhelante que consistía en otear como 
bestias para percibir, a varios meses de distancia, quiénes serían “los elegidos”.(9) 
 Josefina Vicens conoció la corrupción de cerca, pero también conoció 
hombres honestos que despertaron su admiración como el Sr. Ángel Posada, 
León Soler y Lázaro Cárdenas, tal como podemos ver: Cárdenas me impresionaba 
tremendamente y sigue siendo para mí un señorón, un hombre estupendo, un presidente inigualable. Allí sí sentía que 
estaba ante el presidente de la República, era sensacional. Sólo una persona hacía de él lo que quería, era el fotógrafo 
Cassasola: “siéntese aquí mi general, párese allá mi general” para sacarle fotos. Todos los demás, con un respeto que 
lo tratábamos, porque eso sí que nos imponía, era un señor presidente. Después tuve la oportunidad de trabajar con 
Ávila Camacho. (10) 
 Vicens fue Presidente de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas 
de 1970-1976. En 1974 fundó el Talller de Escritores Cinematográficos con una 
duración de cuatro años, durante los cuales resultaron guiones como Canoa 
(1975), de Tomás Pérez Turrent, dirigida por Felipe Cazals; Los Indolentes 
(1977), de Rubén Torres, Hugo Argüelles y José Estrada, quien la dirigió, y 
Renuncia por motivos de salud, de la propia Vicens, dirigida por Rafael 
Baledón, que obtuvo el Ariel en 1977. En 1982 ocupó el cargo de 
Vicepresidenta de la Sociedad General de Escritores Mexicanos, que tuvo una 
duración de cuatro años. La reeligieron en un periodo que iba de 1986 a 1990, 
pero falleció en funciones en el año de 1988. 
 David Lauer, traductor de El libro vacío al inglés, quien escribió un artículo 
titulado “El sistema patriarcal en Los años falsos, quedó asombrado por el 
conocimiento que Vicens tenía del mundo político: “La absoluta obediencia de los 
“mandamases” es parte del cuadro presentado en Los años falsos porque forma la base del código de servilismo: el 
único camino para ascender los escalones de la burocracia, un mundo muy conocido para Josefina Vicens.” (11) 
 Nota: Vicens conoció a Concha Michel, Adelina Zendejas, Aurora Reyes y Elena Torres En el Depto. Agrario. 
(9) Vicens, Los años falsos, p.60 
(10) González Dueñas Daniel y Alejandro Toledo, op. cit. 
(11) David Lauer, op. cit. p. 13-16 
 
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Como se comentó, Vicens trató con un gran número de intelectuales, y un lugar 
de reunión común para escritores y artistas de aquella época era el café 
París,al que la novelista asistía, como nos dice Aline Petterson: “Los pocos sitios de 
reunión congregaban a un público heterogéneo y, por ejemplo, el café París, así como el cabaret Leda, eran 
frecuentados por pintores, escritores, dramaturgos, bailarines, políticos y gente común. Quizá por eso el rango de 
amistades era tan grande. Ése fue acaso su origen, pero su carácter jovial aunque también iracundo hizo el resto. 
“Peque” tuvo trato con todo hombre relevante de los años cuarenta y cincuenta. Menciono a Xavier Villaurrutia, Diego 
Rivera, Frida Kahlo,Octavio Paz…”(12) 
Entre las amistades entrañables de Vicens se encuentra Alaíde Fopa, a quien 
conoció en casa de Alfonso Caso en una reunión. Ella y Dominique Eluard se le 
acercaron para pedirle autorización de traducir al francés El libro vacío, de ahí 
nació su amistad. Ella fue una persona predilecta de su vida, de su corazón, 
pocas muertes sintió tanto como la suya. 
 El interés vital de Vicens por todo lo que la rodeaba, la llevó también a 
escribir sobre política en una revista que tenía Carlos Álvarez Rul, y en la que 
firmaba con el pseudónimo: “Diógenes García”. Asimismo, empezó a escribir 
sobre las corridas de toros, nuevamente utilizando un pseudónimo: “Pepe 
Faroles”. Como cronista de toros, porque era una taurófila entusiasta, escribía 
para varios periódicos. Como en una ocasión le rechazaron una nota por atacar 
a uno de los toreros de moda, en el que se había invertido mucha publicidad, la 
autora se enojó y decidió hacer, en los años cuarenta, junto con Alfredo Valdéz, 
un dibujante espléndido, un periódico pequeño que se llamó Torerías, y que se 
editaba en los talleres de Excélsior. Eso era sus obras completas porque hacía 
todo: reseñas, entrevistas, editoriales. La publicación manejaba el sentido del 
humor. Vicens también escribió una serie, la única para televisión, llamada 
Aprendiendo a Vivir, en la que Marga López y Arturo de Córdoba eran los 
actores principales. 
 Alaíde Foppa nació en Barcelona, España, hija de una terrateniente guatemalteca y un arquitecto italiano. Foppa llegó 
a México con su esposo, Alfonso Solórzano, colaborador hasta 1954 del régimen democrático guatemalteco. Fue 
catedrática en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde impartió la materia Sociología de la Mujer. Alaíde 
Foppa fundó en 1975 la revista Fem, primera publicación feminista en México. Condujo el Foro de la Mujer en Radio 
Universidad y asistía a reuniones de organizaciones de defensa de derechos humanos como Amnistía Internacional, y 
la Agrupación Internacional de Mujeres contra la Represión (Aimur). Foppa fue secuestrada el 19 de diciembre de 1980 
en la ciudad de Guatemala por presuntos miembros de la inteligencia militar conocida como G-2, al lado de su chofer 
Actúm Chiroy. Desde ese día nadie volvió a saber del paradero de ambos. 
(12) Cano Gabriela, “Josefina Vicens,… en Maricruz Castro y Aline Pettersson, p. 31 
 
11 
 
Se ha dicho que existe un gran contenido autobiográfico en la obra de Josefina 
Vicens, por lo que se debe señalar también su pasión por la muerte, pasión que 
la llevó a tener una calavera en su casa, a la que bautizó con el nombre de 
Lorenzo. Incluso su afición por los toros, incomprensible para muchos, en sus 
palabras: “porque la muerte está campeante siempre durante la fiesta” (13) 
 Vicens escribió las prosas del disco titulado Mitad mujer mitad gaviota, 
grabado por Raquel Olmedo con la compañía disquera CBS, en el año de 
1977, bajo la dirección artística de Humberto Cisneros, Prosas de Josefina 
Vicens, Arreglos y Dirección de chucho Ferrer. Y cabe decir, que ésa fue 
quizás su producción más valorada. Con canciones de Lolita de la Colina, 
Roberto Carlos, Nelson Ned, Joan Manuel Serrat, Felipe Gil, entre otros. Está 
integrado por las canciones: 1) Mitad mujer Mitad gaviota. 2) Jamás. 3) Hazme 
creer que te enamoras tú de mí. 4) Tu cuerpo (Seu corpo). 5) Poema d amor. 6) 
Amor de paso. 7) Porque tú te irás. 8) Llamarada. 9) Te he querido tanto. 10) 
Para que no me olvides. 11) En el escenario. 
 El trabajo cinematográfico constituyó durante mucho tiempo la principal 
fuente de ingresos de Josefina Vicens, pero también es cierto que le dio 
grandes decepciones: “El cine me ha traído decepciones tremendas. Porque no es lo mismo escribir un 
libro, que es tu libro y ya; malo o bueno, pero es tu libro. Como el cine es un trabajo de equipo, muchas veces, en la 
cantidad de guiones que he hecho, ya no me acuerdo de tantos, yo entrego mi trabajo, que es el mío, pero 
inmediatamente pasa a manos de otra persona, que es quien va a dirigir, quien va a actuar y se forma un equipo. 
Entonces te quitan un trozo, un trozo de eso, te quedas con tu libreto que pensaste de un modo. A veces no estás de 
acuerdo con la dirección y con la actuación. Y tu trabajo resulta mezclado, y ano es propio, propio, propio como es un 
libro.” (14) 
 Como se puede apreciar, Josefina Vicens no encajaba en su mundo 
familiar, no entendían sus inquietudes, su sed de conocimiento, su urgencia por 
vivir, debido a ello empezó a trabajar desde muy joven. En su familia, fue la 
única que tuvo inquietudes
intelectuales, que la llevaron a asistir como oyente a 
las clases del doctor Sergio Fernández (Literatura), y a las de Edmundo O´ 
Gorman (Filosofía de la Historia), en la Facultad de Filosofía y Letras de la 
UNAM. 
(13) “D.F.: aquí nos tocó nacer. Charla con Josefina Vicens”, El Universal, Espectáculos, 21 septiembre, 1987 
(14) González Dueñas Daniel y Alejandro Toledo, Josefina Vicens: la inminencia de la primera palabra,p.79,81 
 
12 
 
 Josefina Vicens estuvo abierta a todo aquel que se le acercara. Tenía un taller 
literario en su casa, recibía a quienes estaban realizando tesis de su obra, y 
además de los cargos desempeñados, se debe añadir el de la Vicepresidencia 
de la Sociedad de Escritores Mexicanos (Sogem), cargo que desempeñaba al 
momento de su muerte, ocurrida, el veintidós de noviembre de 1988, un día 
antes del que sería su cumpleaños setenta y siete. Hasta el momento de su 
muerte fue miembro vitalicio del Sindicato de la Producción Cinematográfica. 
Cabe señalar, que la autora dejó como herencia, la casa que ocupó hasta el 
momento de su muerte, ubicada en la calle Pitágoras, de la Colonia Narvarte, a 
la Sociedad General de Escritores Mexicanos, así como seis millones de 
pesos, obtenidos de la venta de unos cuadros religiosos, cantidad con la que la 
Sociedad General de Escritores Mexicanos compró una casa ubicada en la 
calle de Saturnino Herrán, en contraesquina con la SOGEM, y que fue utilizada 
como Biblioteca mientras el señor Unsain fue su presidente, y que en la 
actualidad lamentablemente ya no funciona como tal, ya que por falta de 
fondos, la presidencia decidió rentar sus instalaciones a un restaurante, por lo 
que gran parte de su material, el teatral, fue enviado al centro Escenología, a 
cargo de Edgar Cevallos; y todo lo demás se encuentra en los sótanos de la 
Sogem, seguramente ya dañado, o destruido por la humedad: “…Nunca he tenido 
limitaciones ni he sido sumisa, porque he sido dueña de mi vida. Nunca he realizado lo que me 
imponen los demás; claro, he tenido debilidades, como el amor. He realizado tantas actividades 
que no me puedo considerar completamente escritora, sino vividora, pero no en el sentido 
peyorativo, porque mi ambición es vivir, a pesar de mis 73 años cumplidos, y a pesar de mis 
arrugas y mi ceguera soy muy joven…Soy tan descuidada que hasta la vista he perdido. Me 
interesan profundamente los seres humanos, la vida, el dolor de los demás, el amor, el 
desamor, el sufrimiento de la gente y su esfuerzo por vivir. Por dentro soy muy joven; cuando 
deje de interesarme por todo esto, mejor me doy un tiro. No soy muy adornada, la mía no es 
una literatura barroca, es más bien sencilla, escueta, creo que entendible por cualquiera, 
porque todos mis personajes son seres humanos comunes y corrientes, como lo soy yo, 
interesados por la vida, el oficio de vivir. Eso es lo que yo soy… En realidad, soy una persona 
amorosa, una persona que en verdad le tiene respeto al amor, a cualquier clase de amor. Si yo 
fuera una mala persona, como que no tendría amigos ¿verdad? Yo he sido un ser libre, no 
apegado a convencionalismos, ni al qué dirán, no nada de eso. Tengo una única moral, y ésa 
es la de no causar daño a terceros; que cuando yo muera me pueda dar mi mano.” 
Mi ambición ha sido vivir más que escribir: Vicens 
Pablo Espinosa. Cultura. La Jornada, domingo 27 de noviembre,de 1988 
 
13 
 
Y cabe añadir y subrayar, que la Sogem ofreció crear unas becas con el 
nombre de la autora, y hasta el momento no lo han cumplido, tal como lo afirma 
Eduardo Cruz Vázquez en su artículo periodístico: “En recuerdo de Josefina Vicens”, en El 
Universal, del 5 de diciembre de 1989. “ 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
14 
 
I.1.2. Obra. 
Con respecto a su producción literaria, Josefina Vicens escribió, dos novelas: 
El libro vacío y Los años falsos. El primero fue publicado en 1958, y la autora 
recibió el premio Xavier Villaurrutia en ese mismo año. En esa época, el premio 
Villaurrutia era entregado por los socios de la Sociedad General de Escritores 
Mexicanos, al que consideraban el mejor libro del año. Josefina Vicens recibió 
entonces cinco mil pesos. La traducción al francés de El libro vacío, tal como la 
misma autora comentó, se llevó a cabo gracias al interés que en él mostraron 
Alaide Foppa y Dominique Eluard, a quienes conoció en una reunión en casa 
de los Caso, y le preguntaron si autorizaría su traducción. A lo que la autora 
contestó que ella no tenía dinero. Ellas comentaron que serían las encargadas 
de realizar la traducción. Así, El libro vacío fue publicado por la Editorial 
Julliard, Les lettres nouvellles 37, en 1963, con el título, Le cahier clandestin, 
mismo que aprobó Vicens. Veinticuatro años después, Vicens publicó su 
segunda novela, por la que recibió el premio Juchimán de Plata, por la 
Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, en 1983. La autora también escribió 
una pieza teatral, Un gran amor, publicada en el año de 1962, por el Instituto 
Nacional de Bellas Artes en: “Cuadernos de Bellas Artes”; un texto titulado Ya 
nació el hombre*, también publicado por el Instituto Nacional de Bellas Artes 
en: “Cuadernos de Bellas Artes”, en el que se podrá observar nuevamente el 
trasfondo existencial sartreano contenido en la idea del hombre como 
inacabado proyecto, de la imposibilidad de comunicación con los otros y el 
desamparo en que se vive desde el momento en que se nace: *Ya nació el hombre. Ya 
fue golpeado por el aire del mundo, por la mano del experto, por el ansioso amor de sus dueños, por la curiosidad de 
los demás. Pasa el tiempo y el hombre goza el privilegio de ser y no serlo todavía. Poco a poco se descubre: descubre 
que “se habita”; que tiene un resguardo, un recinto de él, propio, inalienable, que lo contiene, lo traslada y lo expresa. 
Un cuerpo fiel, hasta la muerte fiel, Un compañero de todo el viaje. Compañero no elegido, sólo donado, aparecido 
encima, pero tan adherido a él, que cuando al fin lo descubre y observa, ya está amado*, ya ha estado amado* por 
soldadura, por compañía, por años de convivencia inadvertida. Lo observa y todavía reclama algo: un centímetro, una 
línea, un determinado color. Pero es sólo una reclamación ornamental, de lujo. Lo esencial está justo. El hombre, 
entonces, hace su inventario, se da la mano y vive. Pero hay un hombre. También fue golpeado al nacer, también gozó 
la inocencia de no saber que lo era, también descubrió un día su cuerpo e hizo su inventario. Pero no pudo darse la 
mano. No reclama una línea, no pretende otra medida. Pide sólo su cuerpo, su traducción fiel, su materia relativa, el 
eco de la voz principal. Pide, pide. Después se da cuenta .¿A quién? Quien tuviera poder para corregir, tendría que 
haberlo tenido para no errar. Entonces el hombre se queda solo, con el error a cuestas. Con el error de no sabe quién. 
No es. No existe. Fronteras, fronteras y documentos falsos. Y la angustia de ser descubierto a cada intento de ser. 
Cierra los ojos y mira hacia adentro. Allí están su medida justa, su estatura, su grave voz. El hombre espera la noche, 
cubre los espejos y sueña.” Nota: la palabra amado aparece dos veces, se piensa es armado, pero hay duda. 
 
15 
 
El cuento: “Petrita”, fue publicado en el año de 1984, por la Universidad 
Autónoma de Tabasco en la “Revista de la Universidad”, así como varias 
décimas y poemas cortos de la autora; pero el periódico EL NACIONAL, sería 
el primero en rescatarlo en la Revista Mexicana de Cultura, el 24 de diciembre 
de 1988. En este cuento Vicens retoma una vez más tanto la problemática de 
la creación, planteada a partir de la creación misma, como el tema de la 
muerte, aquí también es visto desde la muerte misma. El desarrollo de este 
cuento se inicia a partir del cuadro de una niña muerta, que le es regalado a la 
narradora. Ahora, con respecto a la pieza teatral “Un gran
amor” es fácilmente 
observable en ella, la influencia del existencialismo ateo francés (la autora 
misma lo reconoció). (También se cuenta hoy con poemas inéditos que fueron 
publicados después de su muerte). “Petrita”, fue reeditado a través del Taller 
Diana Morán en el texto Josefina Vicens. Un vacío siempre lleno, junto con 
algunos poemas inéditos de la autora. También existe un fragmento de una 
novela de la que nunca se ha hablado, salvo la exclusiva, aunque inexacta 
mención de Gerardo Bustamante Bermúdez, en el Ensayo: Los cien años de 
Josefina Vicens. En éste se menciona que se trata de un proyecto-una novela 
inconclusa- que la autora no terminó debido a sus problemas de la vista, hecho 
falso, ya que este fragmento de novela fue publicado en el suplemento México 
en la Cultura, con la fecha de 26 de junio de 1960; y como se sabe, Vicens 
publicó Los años falsos en 1982, y sus problemas de ceguera iniciaron hacia 
1984. En esta novela, la autora nuevamente se debate, a través de su 
personaje, entre el deseo y la imposibilidad de su realización. En este 
fragmento el problema planteado se refiere al deseo de fumar del personaje; 
quien no lo puede llevar a cabo, debido a serios problemas de salud derivados 
de haber fumado tanto. Aquí claramente se ve la influencia de El libro vacío, y 
seguramente la autora no quedó contenta, pues nunca llegó a mencionar este 
trabajo. Sin embargo, en varias de las entrevistas que le realizaron, Vicens 
comentó haber estado trabajando en una novela cuyo personaje principal sufría 
de ceguera, pero no se decidió a darla a la luz, debido a que le pareció que 
podía resultar un tanto lastimera, ya que era algo que ella misma padecía, por 
lo que terminó rompiéndola. Asimismo, la autora grabó un disco con 
fragmentos de su obra en Voz viva, producido por la Unam, grabado con la voz 
de la actriz Aurora Molina. 
 
16 
 
 Con respecto a la generación a la que pertenece, hay opiniones encontradas 
hasta la fecha. Por mencionar algunas, tenemos que para el doctor Sergio 
Fernández, la prosa de Vicenses es hija de la prosa de Novela como nube, de 
Xavier Villaurrutia; mientras que para Fabienne Bradue, Vicens está influida por 
Andre Gide. Para otros, Vicens se ubica dentro de la Generación de Medio 
Siglo, etc. Pero en lo que todos coinciden es que Vicens fue una escritora sui 
generis, y como tal vivió, siempre adelantada a su tiempo, siempre fiel a sus 
convicciones, sin pretender ninguna otra cosa que no fuera llenar esa hoja en 
blanco que fue siempre su tormento. Josefina Vicens estuvo abierta a todo 
aquel que se le acercara. Tenía un taller literario en su casa, recibía a quienes 
estaban realizando tesis de su obra, y además de los cargos desempeñados, 
se debe añadir el de la Vicepresidencia de la Sociedad de Escritores 
Mexicanos (Sogem), cargo que desempeñaba al momento de su muerte, 
ocurrida, el veintidós de noviembre de 1988, un día antes del que sería su 
cumpleaños setenta y siete. 
 
 Ahora, desde el punto de vista narrativo, aunque El libro vacío está escrito a 
manera de monólogo interior, observamos que la voz utilizada con mayor 
frecuencia, es la voz magister, pues contamos con la voz del personaje, y la 
voz del narrador onmipresente. Sin embargo, tenemos de repente la voz del 
personaje y la voz del narrador onminpesente, utilizadas en forma rotatoria 
para dar idea de simultaneidad. Y también aparecen desdoblamientos, como 
cuando José García se hace preguntas a sí mismo, pero las hace en tercera 
persona; como si el personaje narrador las formulara para sí mismo y para el 
lector: “¿Quién es este José García que desea escribir…?” 
 
 Es obvio que por tratarse de un monólogo interior, la novela posee un tono 
íntimo, confesional, y por lo mismo se entiende que no haya capítulos, ya que 
se trata del conocido self-conscious. Sin embargo, estos no capítulos son 
generalmente muy cortos, algunos están escritos como secuencias; es decir, 
enlazados uno con el otro, a través de una reflexión al final del último párrafo, y 
que funciona como resorte del inicio del siguiente. Otros, no tienen relación 
entre sí, aparecen como recuerdos aislados, o como interrupciones 
intencionadas. Pero también se debe agregar que la novela está escrita a 
 
17 
 
manera de diario. Tenemos a lo largo de ella infinidad de metatextos 
expresados a manera de reflexiones del personaje, y que vuelven única su 
factura, por la manera en cómo están insertados, en el centro mismo de la 
cotidianidad de la vida de un hombre tan común y corriente como su mismo 
nombre y apellido: José García. Gran parte de estos metatextos podrían formar 
parte del corpus de una Teoría Literaria, ya que cuestionan la problemática de 
la creación desde la creación, y que parte de tres preguntas base: ¿Por qué 
escribir? ¿Para qué escribir? ¿Cómo escribir? Asimismo, también hay infinidad 
de preguntas filosóficas que aluden al existencialismo y al nihilismo. Se nos 
presenta el conflicto socioeconómico del burócrata, y el trato con la familia, 
formada por una esposa y dos hijos. También contamos con la presencia de 
una amante, que le sirve a la autora para reflexionar, a través de su personaje 
acerca del amor. 
 
 La infancia juega un papel importante, aparece como una infancia 
recuperada a través del recuerdo, y recreada cuando el personaje nos habla de 
sus sueños de niño, lo cual también llevaría implícito el tema del tiempo, al que 
también se alude constantemente. Es evidente que todo esto queda 
enmarcado dentro de una historia ontológica. 
 
 También es de suma importancia hacer hincapié en el hecho de que al lado 
de todos los temas y metatextos mencionados; es decir al lado de sus 
reflexiones acerca del tiempo, del amor, de la problemática de la creación, del 
adiós, etc.; la autora nos habla de floreros, de manchas en el techo, de goteras, 
de cacerolas, que al caer al piso emiten un sonido característico, lo cual 
obviamente implica una contraposición temática, entendida como la alusión a 
temas que tocan extremos y, que por consiguiente, se contraponen. Esto fue 
característico de la narrativa del fin de siglo. Pero aquí tenemos otra lectura 
importante, en la medida que se magnifica a los objetos, se empequeñece al 
HOMBRE, y creo que también fue este el objetivo de la autora, el señalar hasta 
qué grado el hombre puede ser devorado por la Modernidad, por la 
Cotidianidad, por la Burocracia, si el hombre mismo no se rescata. Y el único 
medio para rescatarse, para rescatar a su propio ser del olvido es EL ARTE. 
 
 
18 
 
 Ahora bien, ya se ha hablado de las dualidades presentes en El libro vacío, los 
dos hijos; las dos abuelas; la esposa y la amante; y, principalmente sus dos 
cuadernos, que claramente representan la objetivación de sus dos yos: el que 
quiere y necesita escribir (el yo que triunfa siempre); y el yo que se resiste a 
hacerlo. Pero también tenemos dos discursos que caminan en forma paralela. 
Tenemos por un lado, la manifestación de José García de su deseo-
imposibilidad de escribir; y por el otro, tenemos: la escritura de una existencia. 
Es decir; cuando Vicens nos habla de un hombre que intenta escribir una 
novela, pero al mismo tiempo, empieza a nombrar su existencia, este 
nombramiento termina siendo la propia novela. 
 
 Como se puede constatar, desde el título del libro: El libro vacío, se nos está 
invitando a la búsqueda del sentido, ya que no existe un libro (considerado 
como tal) que esté vacío. Y todo su contenido, ya sea a partir de reflexiones, 
recuerdos, metatextos, todos ellos aluden, aunque a través de diversos 
temáticas a lo mismo: a la búsqueda del sentido, por el sinsentido en el que el 
vive el hombre a partir de la modernidad. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
19 
 
Capítulo I. Influencias. 
 I.1.4. Antecedentes culturales.
En este capítulo se hablará de la importancia que ejerció la Nueva Novela en la 
obra de Josefina Vicens, por lo que inicialmente se hará referencia a algunos 
de los autores cuyas obras se instituyen en el antecedente de la Nouveau 
Roman, ya que poseen diversas características que después se verán 
reflejadas en la Nouveau Roman. También se darán a conocer sus 
lineamientos e integrantes; para finalmente establecer su relación con la obra 
de Vicens, que como ya se dijo, se inscribe en la universalidad. La propia 
Vicens externó su gusto por todos ellos, y lo determinante de su influencia en la 
literatura actual. 
 Es innegable que la cultura está íntimamente ligada al momento histórico 
que la rodea, o mejor aún, que le da vida. Por lo que es evidente que el 
surgimiento de la Nueva Novela puso de manifiesto la crisis de la Novela, que a 
su vez manifestaba la crisis por la que atravesaba el hombre, después de 
haber sufrido la Primera y Segunda Guerra Mundiales. Cabe decir, que esta 
crisis de la novela ya venía anunciándose, a través de autores que marcarían 
un nuevo rumbo, y que serían determinantes para la literatura universal. Así 
tenemos a Marcel Proust, cuya obra En busca del tiempo perdido, ha sido 
considerada por muchos, como el primer manifiesto estético de la crisis de la 
novela. Aquí se podría comentar que la relación entre la obra de Proust y El 
libro vacío sería la del lenguaje. Para Proust como para Vicens, lo más 
importante es el lenguaje, lo construyen con un afán preciosista, como si se 
regodearan ante cada palabra elegida, pues ésta debe ser la única, la 
insustituible. Pero cuando se habla de este afán preciosista, no se pretende 
hacerlo en un sentido barroco, Proust intenta recrear el pasado deteniéndose 
en cada detalle, como si intentara alargar el tiempo, o posponer su paso; y al 
hacerlo, deja al tiempo sin tiempo, de ahí a que de pronto sintamos una 
inmovilidad latente en su obra, y esa sensación de que no pasa nada. Y 
nuevamente se nos presenta al Arte, como lo único que devuelve sentido a la 
existencia, porque sólo a través suyo-en este caso, de la Literatura-el hombre 
se salva del paso, y del peso del tiempo, de la cotidianidad, de la muerte: 
 
20 
 
Hace mucho tiempo, me he acostado temprano. A veces, nada más apagaba la vela, mis ojos se cerraban tan de prisa 
que no tenía tiempo de decirme Estoy durmiéndome. Y medio hora después me despertada la idea de que ya era hora 
de buscar el sueño: quería dejar el libro que aún creía tener en las manos y matar mi luz; no había dejado de 
reflexionar sobre lo que acababa de leer mientras dormía, pero esas reflexiones habían tomado un giro algo peculiar: 
me parecía ser yo mismo aquello de que hablaba la obra… (1) 
En El libro vacío, José García afirma que cuando sus hijos eran pequeños, sólo 
deseaba que pasara el tiempo, para que con él pasaran también las 
enfermedades y los problemas, pero de pronto se dio cuenta que al desear que 
pasara el tiempo, estaba hablando de su propio tiempo. José García no intenta 
detener el tiempo, pero sí intenta salvarse de su paso por medio de la escritura, 
que finalmente viene a ser lo mismo. José también se rebela contra la 
cotidianidad, que vemos plasmada en las labores domésticas ruidosas que 
realiza su mujer, en el cuidado de sus hijos, en el número de escalones que 
tiene que recorrer para llegar a su trabajo, en cada una de las manchas del 
techo de su cuarto, tan aprendidas de memoria, de tanto contarlas, etc. 
 Otro de los escritores cuya influencia en la narrativa moderna es innegable 
es James Joyce, de quien se podría afirmar, es un revolucionario en cuanto a 
propuestas narrativas se refiere, ya que en su novela Ulises, integra noticias 
leídas en periódicos; conversaciones banales; jirones de lenguaje sin relación; 
canciones, notas, poesías, letanías; frases y párrafos en latín, francés e 
italiano; abreviaturas y onomatopeyas; ausencia de puntuación, monólogos 
internos y segmentaciones del relato, recursos que en su totalidad dan la 
impresión de algo caótico, justamente porque se trata de abrir nuevas 
posibilidades al género; pero lo paradójico, es que todo este caos al que se 
alude, forma parte de una estructura dramática casi clásica, ya que se trata de 
la relación de un día, lo cual mantiene la regla Aristotélica de las veinticuatro 
horas:“…El cirio de las ánimas para alumbrar su agonía. Luz espectral sobre el rostro torturado. Su respiración 
ronca ruidosa, rechinando de horror, mientras todos rezaban arodillados. Sus ojos sobre mí para hacerme sucumbir: 
“Liliata rutilantium te confessorum turma curcumdet iubilantium te virginum chorus excipat”. (2) 
Tanto a él como a Virginia Woolf, otra de las autoras destacadas de este grupo 
de escritores, se le atribuye la creación del monólogo interior. Es evidente que 
El libro vacío está construido a manera de un monólogo interior-herencia de 
(1)Proust, Marcel, A la busca del tiempo perdido, Por la parte de Swann, p.8 
(2) Joyce, James, Ulises,p. 42 
 
21 
 
James Joyce- y que alude al movimiento de self-consciousness, y aunque 
Vicens no utiliza las técnicas usadas por Joyce, como los collage, abreviaturas, 
palabras extranjeras, etc.; sí utiliza a un narrador masculino, e integra a una 
novela, o vuelve a su novela misma, por decirlo mejor, la historia del deseo-
imposibilidad de escribir que sufre su protagonista. Asimismo, Vicens hace 
acopio de diversos textos y metatextos que dan cuenta de su cultura y del 
conocimiento de los autores a los que se cita, y como se puede constatar, 
todos ellos se convierten en un metalenguaje, desde el momento en que 
plantean la problemática de la escritura, desde la escritura misma. Con relación 
a la escritura de Virginia Woolf, de la que Vicens se declaró admiradora, el 
propio José hace alusión al Cuarto propio, de Woolf: Entro a este pequeño cuarto en el que 
escribo” (3) tenemos que comparte con Vicens, el que ésta se presente como un 
metalenguaje, donde la novela aparece como una historia velada de sí misma, 
como una reflexión de su realidad, que termina despedazando su propia 
constructividad. Así tenemos que en El libro vacío, en la medida en que José 
va construyendo su escritura, va también al mismo tiempo, deconstruyéndola, 
de ahí que José García diga que todo lo que escribe será nada. En la novela 
Orlando, de Virginia Woolf, se lleva a cabo una alteración abrupta en el tiempo 
y en el sexo; pues Orlando pasa de ser mujer, a ser un hombre (aquí 
tendríamos presente la androginia, o si se quiere al trasvestismo); y viaja de un 
siglo a otro. Curiosamente, esto se relacionaría con la obra de Vicens, ya que 
muchos de los artículos publicados acerca de la misma, hablan justamente de 
un travestismo, precisamente por el hecho de que sus dos novelas presenten 
a un narrador masculino: “…para escribir novelas, una mujer debe tener dinero y un cuarto propio; y eso, 
como ustedes verán, deja sin resolver el magno problema de la verdadera naturaleza de la mujer y la verdadera 
naturaleza de la novela”. (4) Franz Kafka se suma a los escritores mencionados, y es 
ineludible ver en su obra a la Modernidad como factor de deshumanización; y 
al Arte, como el único medio para rescatar al ser. La relación entre la obra 
kafkiana y la obra de Vicens es detectable a simple vista. Tanto en El libro 
vacío como en Metamorfosis, la Modernidad está representada por la 
burocracia, que aparece como un aparato laberíntico que termina-apoyado por 
la familia del personaje Gregorio Samsa-por cosificar a su protagonista, ya que 
(3)Vicens, El libro vacío, p. 39 
(4)Woolf, Virginia, Un cuarto propio, p.7 
 
22 
 
éste acaba convirtiéndose en una cucaracha, hecho que inscribe esta obra; 
desde el punto de vista literario, en el Realismo Mágico, pero en la que se debe 
subrayar su notorio trasfondo filosófico tanto existencial como nieztcheano.
Es 
obvio que la obra de Vicens no se inscribe en el Realismo Mágico, pero sí 
posee un trasfondo filosófico existencial, y a pesar de que el personaje José 
García no termina reducido en una cucaracha, éste sí menciona que en su 
trabajo, él no es sino un número de expediente dentro de un aparato 
burocrático que se erige frente a él como una institución abrumadora que, junto 
con la cotidianidad, amenaza con devorarlo, y la única manera de salvarse, es 
la escritura, léase, el arte: “…Gregorio en los cinco años que llevaba empleado, no había estado enfermo 
ni una sola vez. Seguro vendría el principal con el médico del seguro. Se desataría en reproches, delante de los 
padres, respecto a la haraganería del hijo, y cortaría todas las objeciones alegando el dictamen médico, para quien 
todos los hombres están siempre sanos y sólo padecen de horror al trabajo.”(5) 
 En Los años falsos, sí vemos cómo-al igual que en Metamorfosis-la familia, 
la madre y las hermanas, así como el medio laboral y social que rodean a Luis 
Alfonso, terminan por robarle su identidad, ya que a nivel familiar se le exige 
que ocupe el lugar del padre; y a nivel laboral y social, que lo sustituya, por lo 
que Luis Alfonso termina despersonalizándose al grado de no saber hasta 
dónde es él, Luis Alfonso; y hasta dónde es Poncho Fernández, su padre 
muerto. Aquí no se puede hablar de una cosificación; o de una degradación 
como en el caso de Gregorio Samsa, pero sí de una anulación, de una muerte 
en vida. Podríamos señalar que en El Proceso y en El castillo, Kafka, 
premeditadamente no les haya puesto un nombre a sus personajes principales, 
justamente porque deseaba poner el acento en la deshumanización de los 
hombres causada por la Modernidad, de ahí que sea de vital importancia para 
Luis Alfonso defender su propio nombre, porque por medio de él rescata su ser. 
Ahora, es indudable que al hablar de la Modernidad, Kafka también está 
hablando del propio paso, y del peso que la Historia tiene, y ha tenido sobre el 
hombre, por ello Milan Kundera habla en su Arte de la Novela, de que sólo el 
arte puede rescatar al ser que ha caído en el olvido como consecuencia de la 
Modernidad. 
 Samuel Becket, destaca entre los escritores antes mencionados, y aunque 
se podría objetar su incursión entre ellos, debido a que sus obras dramáticas 
 
(5) Kafka, Franz, Metamorfosis, p. 392 
 
23 
 
se inscriben en el Teatro del Absurdo, cuyo objetivo consiste justamente, en 
cuestionar el absurdo de la existencia, a través del absurdo del contenido de 
sus obras, y de las acciones de sus personajes, esto finalmente nos habla del 
sin sentido de la existencia, y José García cuestiona entre muchas otras cosas, 
justamente el sentido de la existencia, que para él, no tendrá otra justificación 
que el Arte. 
 Samuel Becket llega al extremo, o pone a sus personajes en situaciones 
extremas, al grado de presentarlos como seres fragmentados, o aniquilados, lo 
cual es fácilmente detectable en las acotaciones que sus obras poseen, y así, 
tenemos diversas instrucciones exigidas por el mismo autor para la puesta en 
escena de cualquiera de sus obras, las cuales deben acatarse en forma 
rigurosa para que pueda cumplirse su propósito, y entre las que la iluminación, 
por ejemplo, juega un papel determinante. Para ilustrar lo anterior, tenemos el 
caso de actores, en los que gracias al juego de la iluminación, sólo podemos 
distinguir sus bocas. Otro ejemplo, lo detectamos en el vestuario, cuando en el 
escenario tenemos a varios participantes vestidos en forma idéntica, 
precisamente para crear esta sensación de no poder diferenciarlos entre sí. Un 
ejemplo, lo tenemos con su obra Not I. Con Eugene Ionesco, también del 
Teatro del Absurdo, en su Delirío a dúo, por ejemplo, situada en plena guerra 
mundial, observamos- puertas adentro-a una pareja que vive peleándose, y 
cuya relación está sustentada en el absurdo, manifestado en su discurso 
formado por frases inconexas que impiden una verdadera comunicación. Lo 
curioso es que estas puertas adentro son fiel reflejo de lo que sucede puertas 
afuera, ya que en la medida en la que se escuchan más explosiones en el 
exterior- un exterior que no sólo se acerca cada vez más al interior de esta 
pareja, sino que acaba por ser su interior-la violencia de sus discusiones 
aumenta. Es decir; como es afuera es adentro. 
 Cuando leemos El libro vacío, llama la atención en primer término, el 
nombre y apellido de su personaje: José García, precisamente por lo común de 
ambos. Elección indudablemente premeditada, justamente para presentar 
como figura del héroe, no a alguien que realiza las grandes proezas, sino a 
alguien que logra salvarse de los efectos de la Modernidad. ¿Y no es esto lo 
que sucede con el texto de Musil, El hombre sin atributos, que es-al igual que 
en el caso de José García- la historia de Ulrich, un hombre común y corriente 
 
24 
 
cuya heroicidad es la del hombre moderno, y la de éste reside precisamente 
en el hecho de asumir el vacío existencial, la propia temporalidad? 
 
 Ahora bien, a continuación se verán aquellas características que son las que 
convierten a los autores citados en el antecedente de la Nouveau Roman. Ya 
se comentó que todos ellos ponen en tela de juicio a la novela tradicional, por 
lo que no tiene sentido escribir novelas con personajes, tramas, inicio, 
desarrollo y desenlace, pues lo trascendente no es la descripción de los 
personajes, sino la exploración de los flujos de conciencia, y esto dará como 
resultado lo que muchos autores han denominado como: la muerte del héroe, y 
que es llevado al extremo en forma diferente por algunos de los escritores 
referidos. Así tenemos, que el protagonista de las dos novelas de Franz Kafka: 
El proceso y El castillo, se llama “K”. No tiene rostro, ni virtud, ni pasión, en el 
sentido del siglo XIX. “K” es una nulidad de hombre, un “X” cualquiera. Le falta 
el mínimo para una existencia: “el nombre”. Y es notorio que la eliminación del 
nombre, o su sustitución por medio de simples iniciales, o pronombres: él, ella, 
usted, hace referencia a “la muerte del héroe”, y señala, al mismo tiempo, un 
cambio de rumbo en la novela. ¿No tendría esto relación con la falta de 
nombres en los personajes femeninos importantes de El libro vacío y Los años 
falsos? Y, ¿no vemos en el mismo Kafka la anulación del personaje principal, 
Gregorio Samsa, cuando éste se ve convertido en una cucaracha? Samuel 
Becket reduce a varios de los personajes de sus obras, gracias al efecto de la 
iluminación exigida en sus acotaciones, a una boca. También los presenta 
vestidos de la misma manera, casi siempre en color gris, y con asombroso 
parecido físico entre sí, justamente para confundir las identidades, y con ello 
anularlos como personajes. ¿No es esta una de las premisas anunciadas por 
Nathalie Sarraute, una de las integrantes de la Nouveau Roman , quien decía 
del personaje: “…no es ya hoy más que la sombra de sí mismo. Es a regañadientes como el novelista le otorga 
todo lo que puede hacerlo fácilmente localizable: aspecto físico, gestos, acciones, sensaciones, sentimientos 
corrientes…incluso el nombre…”(6) 
 En El hombre sin atributos, de Musil, también observamos “la muerte del 
héroe”. Musil nos habla de un hombre común y corriente que se ve aplastado 
 
(6)Kurz, et. al, op, cit...86,87 
 
25 
 
por la cotidianidad, y en lugar de llevar a cabo grandes hazañas, o salir 
triunfante de circunstancias adversas, su proeza consistirá en salvarse del 
vacío existencial. Y esto nos lleva justamente a hablar de otro de los factores 
definitorios de la Nueva Novela, y que también se encuentra relacionado con 
“la muerte del héroe”. Todos los personajes de las obras comentadas son en 
realidad antihéroes, porque se encuentran atrapados por las circunstancias, y 
viven en constante
desacuerdo consigo mismos, son seres angustiados, 
atormentados. La vida les resulta ininteligible, y por ello vivirán siempre 
tratando de encontrarle un sentido. Este héroe-antihéroe es una criatura 
angustiada y atormentada, y se dice así, porque su heroicidad residirá en el 
hecho de salvarse del vacío existencial que lo abruma. Virginia Woolf, lo hace a 
su manera, presentando en su Orlando un rompimiento con las reglas del 
tiempo y espacio, que además de innovadoras resultan muy atrevidas para su 
tiempo. En Proust, el manejo del tiempo, que aparenta un no tiempo, es uno de 
los elementos más importantes de su obra. Pero, como se puede observar, 
todos estos autores, al igual que Josefina Vicens, rompen con los esquemas 
narrativos de su época de una u otra forma, y en todos ellos, el fluir de la 
conciencia de sus personajes será el común denominador, y uno de los puntos 
más importantes. También veremos en esta obra la presencia constante de 
metatextos, que será otro de los recursos utilizados por la Nouveau Roman. 
 
 Además de los autores citados, también se debe hablar de uno de los 
movimientos filosóficos más importantes del siglo XX: el Existencialismo, del 
que se hablará ampliamente más adelante, aquí se menciona por su influencia 
en la Nueva Novela. Este movimiento conjugó el binomio de escritor-filósofo, y 
su presencia en la formación de la Nueva Novela es inmediatamente 
detectable. Para Sartre, como máximo representante del Existencialismo ateo, 
el novelista fabrica el pasado, presente y futuro para negar la “desgracia del 
hombre de ser temporal”, ya sea que acelere el tiempo, o que lo establezca en 
el instante y lo mutile. De ahí, que la mayoría de los grandes autores 
contemporáneos, cada uno a su propio modo, han tratado de mutilar el tiempo. 
Unos lo han privado de pasado y futuro para reducirlo a la intuición pura del 
instante; otros-como Dos Passos- lo han convertido en un recuerdo muerto y 
 
26 
 
cerrado. Proust y Faulkner, por ejemplo, lo han abolido, porque le han quitado 
su futuro, es decir, le han quitado la dimensión de los actos y de la libertad. 
Sartre considera a la novela, al novelista y a sus relaciones dentro de la obra, 
como algo que “se está haciendo”. Y estas relaciones del novelista con el 
lector, que a su vez, “hace” la novela” por medio de la lectura, influirán en los 
nuevos autores. Sartre reemplaza las “esencias” definidas por las “existencias”, 
es decir, invierte el cógito cartesiano. Mediante éstas el hombre se define a sí 
mismo a cada momento en una libertad total. Para algunos críticos es un hecho 
irrefutable que la generación de Andre Malraux, Jean Paul Sartre, Albert 
Camus, etc. hablaba para el universo como ningún escritor contemporáneo 
alemán, italiano o español lo hubiera podido hacer, debido a la creencia en el 
universalismo de París en el dominio literario. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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I.1.5. La Nueva Novela. 
El movimiento literario, conocido en francés como Nouveau Roman (que 
significa en español "Nueva Novela"), está formado por una serie variable de 
escritores entre los que se encuentra Alain Robbe-Grillet, a quien se considera 
fundador y primer teórico del movimiento, como autor del manifiesto Por una 
nueva novela (Pour un nouveau roman); Michel Butor, con su más conocida 
novela, La modificación; Nathalie Sarraute y el Premio Nobel de Literatura en 
1985, Claude Simon. Algunos autores también incluyen a Marguerite Duras, 
Claude Ollier, Robert Pinget, Jean Ricardou, Hélène Bessette y Uwe Johnson. 
 La expresión Nouveau Roman fue acuñada en un artículo del diario francés 
Le Monde ,en el que el crítico Émile Henriot hacía una referencia a la cuarta de 
las novelas de Robbe-Grillet, La celosía ; y a Tropismos, de Sarraute, el 
veintidós de mayo de 1957. Sin embargo, bajo este término se ha reunido a 
distintos autores que tenían como característica principal en común, un 
planteamiento novedoso en cuanto a la forma de narrar, pero se debe 
subrayar, que cada uno de ellos ha evolucionó de forma muy diferente. La 
mayoría de los críticos sitúan a la Nouveau Roman entre los años cincuenta y 
sesenta. 
 Uno de los aspectos más revolucionarios de la Nouveau Roman, y se podría 
afirmar que es justamente el que lo define, es la renuncia a lo novelesco; es 
decir a cualquier viaje hacia un mundo imaginario, o hacia una inserción en el 
mundo real, para remitirnos constantemente hacia el propio texto, y hacia el 
lenguaje que lo constituye, e incluso, hacia el mismo proceso de creación, 
hacia la escritura misma, que se convierte en su tema, materia, punto de inicio 
y regreso. El Nouveau Roman evoca, por lo tanto, implícita, o explícitamente al 
acto de escribir, y se pretende, antes que nada, objeto literario, ensamblaje de 
palabras en una hoja en blanco. Así, el novelista, pretende no tener nada “qué 
decir”, parece estar de más, el acto creativo, y todo aquello que lo constituye se 
convierte en el todo. No obstante, la novela, consciente de ser un objeto 
lingüístico, no escapa completamente de la problemática novelística tradicional, 
tal como lo apuesta Flaubert. Pero, independientemente de que se logre hacer 
de la creación y de la crítica-en el acto de escribir- una sola y única actividad, 
http://es.wikipedia.org/wiki/Alain_Robbe-Grillet
http://es.wikipedia.org/wiki/Michel_Butor
http://es.wikipedia.org/wiki/La_modificaci%C3%B3n
http://es.wikipedia.org/wiki/Nathalie_Sarraute
http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Premio_Nobel_de_Literatura
http://es.wikipedia.org/wiki/1985
http://es.wikipedia.org/wiki/Claude_Simon
http://es.wikipedia.org/wiki/Marguerite_Duras
http://es.wikipedia.org/wiki/Claude_Ollier
http://es.wikipedia.org/wiki/Robert_Pinget
http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Jean_Ricardou&action=edit&redlink=1
http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=H%C3%A9l%C3%A8ne_Bessette&action=edit&redlink=1
http://es.wikipedia.org/wiki/Uwe_Johnson
http://es.wikipedia.org/wiki/Francia
http://es.wikipedia.org/wiki/Le_Monde
http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%89mile_Henriot
http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=La_celos%C3%ADa&action=edit&redlink=1
http://es.wikipedia.org/wiki/22_de_mayo
http://es.wikipedia.org/wiki/1957
 
28 
 
cuyo lenguaje sería a la vez sujeto y objeto, lo que es un hecho, es que el 
Nouveau Roman logra cuestionar el valor de la novela tradicional, 
precisamente por el hecho de que ésta ya no refleja a la realidad circundante 
que alguna vez la vio nacer. Uno de los aspectos más importantes en esta 
nueva narrativa es el manejo del tiempo: si la novela es un escrito en prosa, de 
cierta extensión, en el que se despliega una duración que se debe organizar, 
tenemos que la duración novelesca debe ser la de la escritura, o bien, de la 
lectura. En la novela tradicional se cuenta con dos tiempos obviamente 
irreconciliables en el plano de la realidad: el de duración de la lectura, y el de 
duración de las acciones de los protagonistas. En el Nouveau Roman se 
pretende, a la manera de las reglas aristotélicas, hacer coincidir estos tiempos. 
Pretensión que se facilita gracias al abandono de los personajes y de la intriga, 
representados por el uso exclusivo del presente de indicativo. En adelante, la 
novela tendrá que ordenarse de acuerdo con un orden nuevo, impuesto por 
una retórica del lenguaje, y no de acuerdo con las situaciones, sentimientos y 
símbolos referidos a un mundo “real”, exterior a ella, justamente porque ya no 
se trata de contar una historia, ni de describir personajes y situaciones. La 
atención se fija en los intersticios, en los vacíos y, en particular, en el espacio 
que separa, rodea y hace significar las palabras pronunciadas en los diálogos. 
Entre los novelistas que se impusieron después de 1955, se encuentra Nathalie 
Sarraute, para quien: “…los personajes, tal como los concebía la vieja
novela (y todo el viejo aparato que 
servía para darles valor), no consiguen ya contener la realidad psicológica actual…”(1) 
 Esta autora juega un papel muy importante en este movimiento, aunque su 
primer libro Tropismos, 1936 haya pasado inadvertido; ya que para 1949, con 
la publicación de Retrato de un desconocido, la novelista se encontró en la 
vanguardia de la lucha contra el poder de la vieja novela, contando con el 
apoyo de Jean Paul Sartre, quien escribió un importante prefacio para esta 
obra, y quien en él bautizó a esta nueva novela como la antinovela, y quien 
posteriormente publicó los manifiestos de Sarraute en la revista “Temps 
Modernes”. 
(1)Kurz, Garcia-Viño, et.al. La nueva novela europea, p.86 
 
 
29 
 
En el Prólogo a Retrato de un desconocido, Sartre afirma: “Uno de los rasgos más 
singulares de nuestra época literaria es la aparición, aquí y allá, de obras vivaces y absolutamente negativas que se 
podrían calificar de antinovelas. Coloco en esta categoría obras de Nabokov, las de Evelyn Waugh y, en cierto sentido, 
Los monederos falsos…Las antinovelas conservan la apariencia y los relieves de la novela; son obras de imaginación 
que nos presentan personajes ficticios y nos refieren su historia. Pero sólo para mejor defraudar: trátase de refutar la 
novela mediante la propia novela, de destruirla bajo nuestros ojos en el preciso instante en que el autor parece 
edificarla, de escribir la novela de una novela que no se desarrolla, que no puede desarrollarse, de crear una ficción 
que sea a las grandes obras compuestas por Dostoievsky y por Meredith lo que es a los cuadros de Rembrandt y 
Rubens aquella tela de Miró titulada Asesinato de la pintura. Estas obras extrañas y de difícil clasificación no 
atestiguan la debilidad del género, sino sólo señalan que vivimos en una época de reflexión y que la novela está en 
vías de reflexionar sobre sí misma. Tal es el libro de Nathalie Sarraute: una antinovela que se lee como una novela 
policial.”(2) 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
(2)Sartre, Jean, Prólogo en Retrato de un desconocido, de Nathalie Sarraute, p.5 
 
 
 
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I.1.6. Panorama cultural. 
Entre los años cincuenta y sesenta surgieron dos movimientos que cambiarían 
la forma de ver la vida a través del cine y la literatura. No se trata de grupos 
estilísticamente homogéneos, sino de movimientos artísticos “de autores”. 
Hablamos de la “Nouvelle Vague” francesa, movimiento cinematográfico; y de 
la “Nueva novela Hispanoamericana”. Estos movimientos tuvieron en común, 
básicamente, dos temas rectores: una total insatisfacción vital ante el 
panorama cultural y social de la época, por un lado; y una enorme necesidad 
de renovar su lenguaje; tanto el literario como el cinematográfico, por el otro, 
pues ambos ya no respondían a las necesidades de la época; y por lo mismo, 
tanto lectores como espectadores no podían verse reflejados en ellos. 
 Se hace alusión a estos movimientos, porque a Josefina Vicens, como 
guionista y escritora, le interesaba todo movimiento que se relacionara con la 
búsqueda de nuevos lenguajes, de nuevas formas de expresar la realidad. En 
el caso del primero, es evidente que se relaciona con la Nouveau Roman;, y 
ésta a su vez con El libro vacío. En el caso de La nueva novela 
hispanoamericana, es innegable que con ella la literatura dio un giro 
determinante, en tanto tenía como objetivo encontrar un lenguaje propio, que 
respondiera a nuestras realidades, pero; que al mismo tiempo, también pudiera 
reflejar al hombre en términos universales. 
 Para Carlos Fuentes, (La nueva novela hispanoamericana), la novela 
hispanoamericana, movimiento literario conocido la “Nueva novela 
Hispanoamericana”, que representó todo un fenómeno a nivel internacional, y 
que trascendió como el ya famoso y conocido movimiento “Boom literario de 
los sesenta”, y era escrita por hombres, asumía la tradición de los exploradores 
del siglo XVI, quienes descubrían asombrados el mundo latinoamericano que 
se erigía ante ellos como una presencia implacable de selvas y montañas, a 
______________________________________________________________ 
La Nouvelle Vague es un movimiento “de autores”movimiento, que surgió entre 1958 y 1963,, en torno a un grupo de 
jóvenes que destacó por su nueva forma de hacer cine. Todos sus integrantes eran grandes cinéfilos, conocían las 
técnicas cinematográficas, y eran también redactores de la revista Cahiers du Cinéma. Cabe señalar que no existen 
grandes similitudes entre sus obras cinematográficas, tal como lo podemos ver con Claude Chabrol, Resnais, François 
Truffaut, Jacques Rivette, Eric Rohmmer o Jean-Luc Godard, etc. entre quienes no parece observarse ningún punto de 
comparación. Pero, aunque no fuese un grupo homogéneo en términos de estilo, hay que señalar que veían en la 
artificiosidad del cine francés del momento, descendiente directo de la novela decimonónica, a un enemigo común. 
 
 
31 
 
una escala inhumana, de ahí que la naturaleza se haya convertido en la 
protagonista, y los hombres se vieran aplastados por su fuerza. Baste pensar 
en La vorágine, de Eustasio Rivera, donde la selva termina devorando a los 
hombres que se enfrentan a ella. Asimismo, la tendencia documental y 
naturalista de esta novela-según Fuentes- obedecía al hecho de haber llegado 
a una independencia, sin poseer una verdadera identidad. Esto equivaldría-en 
términos psicoanalíticos-a afirmar, que todo conflicto no resuelto, tiende a 
repetirse a lo largo de nuestra historia. Por ello, para Fuentes, la tiranía de la 
conquista se ha visto proyectada, o trasladada a otros personajes. Por ejemplo, 
Hernán Cortés, reencarnará en Porfirio Díaz; Pizarro, en Santa Cruz; Alonso de 
Ojeda, en Juan Vicente Gómez, y así podríamos continuar con una lista 
interminable, dentro de la cual, el escritor hace referencia a muchos de los 
autores que, además de ser los representantes de esta nueva novela, también 
formarán parte del ya conocido Boom Literario de los años sesenta. Entre los 
autores que destacan tenemos a: Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier, Gabriel 
García Márquez, Juan Carlos Onetti, Ernesto Sábato, Mario Vargas Llosas, 
José Lezama Lima, Cabrera Infante, Julio Cortázar, Juan Rulfo, y el propio 
Carlos Fuentes. Como se podrá observar, todos estos escritores eran 
originarios de diferentes países, y de diferentes edades; y aunque su mirada se 
dirigía hacia la literatura europea, todos compartían la preocupación por el 
lenguaje, por la creación de un lenguaje que de verdad les perteneciera, no por 
aquel impuesto por los conquistadores, que les representaba una conquista y 
colonización ininterrumpidas. Lenguaje que también representó un orden 
jerárquico y opresor. Estos escritores deseaban un lenguaje que hicieran suyo, 
ya que en el momento en que se crea un lenguaje, también se está creando un 
ser. Esto quedaría perfectamente ilustrado con la obra Rayuela, del argentino 
Julio Cortázar, que además de responder, claro está, al deseo por encontrar 
nuevas técnicas y formas narrativas, también respondía a lo mencionado. Otro 
ejemplo importante lo tenemos en Pedro Páramo, novela de Juan Rulfo, 
cuando su hijo, Juan Preciado pregunta: “¿Quién es mi padre?” No podemos 
sino pensar en El laberinto de la soledad, de Octavio Paz, ensayo en el que 
establece como tesis central, que el problema de nuestro país reside en el 
hecho de que somos un pueblo sin padre. Es interesante observar, que los 
espacios narrativos creados por estos autores, ya se trate de Macondo, en 
 
32 
 
Cien años de soledad; de G. García Márquez; de Comala, en Pedro Páramo, 
de Juan Rulfo, por mencionar algunos ejemplos, pretenden distanciarse y 
diferenciarse de la cultura española, para enraizarse en una netamente 
americana. No obstante, todos ellos presentan influencias de James Joyce, 
Franz Kafka,
Marcel Proust, John Dos Passos, Lawrence Durrel, Henry Miller, 
Jean Paul Sartre, Jean Genet y, por supuesto, de la Nouveau Roman. En las 
obras de los escritores hispanoamericanos se reflejan como trasfondos 
filosóficos el Nihilismo y el Existencialismo. El psicoanálisis es también muy 
importante, por ello la complejidad de muchas de las obras producidas por 
estos autores. El sexo es muy importante, y se presenta de una manera más 
cruda.Para algunos críticos esta novela se aproxima a la Antinovela, por su 
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 Leo Pollmann en La Nueva Novela en Francia e Iberoamérica considera que la “Nueva Novela Hispanoamericana” y el 
“Nouveau Roman francés” (movimiento literario intrínsecamente relacionado con la “Nouvelle Vague” cinematográfica), 
son movimientos paralelos y complementarios. Ambos tipos de novela actúan como renovación sustancial, y a ambas 
denomina como antinovelas, polémico concepto propuesto por Sartre, que aún continúa utilizándose.Para el máximo 
exponente del Nouveau Roman, Alain Robbe-Grillet, “la literatura es revolucionaria por su forma, no por su contenido”. 
Si cambiamos la palabra literatura por lenguaje, encontramos una premisa que es aplicable tanto para el escritor Julio 
Cortázar, como para el cineasta Jean-Luc-Godard. De juicios completamente distintos (uno más intuitivo; el otro, otro 
más racional), y desde diferentes disciplinas, ambos alcanzan un lugar común: la revolución dialéctica. Revolución que 
llevan a cabo a través de los mismos recursos: a) El metarrelato, entendido como la reflexión del Arte dentro del Arte. 
En el caso de Cortázar y Godard, éste supone una vuelta de tuerca en su deconstruccióndialéctica. Sus autores 
desean agotar todas las posibilidades de relación entre el lector/espectador y la obra. b) La apertura de límites: A 
Cortázar le apasionaba alejar a la novela de su formato tradicional, baste pensar en su novela Rayuela. Cortázar juega 
siempre con nuevas formas de expresión, incluyendo elementos en un principio ajenos a las novelas, como artículos de 
periódicos, dibujos, bocetos y los comentados collages. Le gusta la idea de novela como algo completamente abierto, 
por ello amplía los límites que impone el relato literario y da nuevos órdenes a sus novelas, por lo que no hay que 
leerlas linealmente; de principio a fin, ahora podemos elegir, y así resultan muchas novelas en una sola, con lo que 
también derriba la estructura clásica de presentación, nudo y desenlace. Cortázar además, desarrolla nuevos 
lenguajes e idiomas, como el “gíglico”, un lenguaje inventado de sonoridad musical, convirtiéndose en todo un acertijo 
para el lector el tratar de descifrar su significado. c) El compromiso social: Este compromiso se puede ver plasmado en 
ambos terrenos; en el literario y en el cinematográfico. Así, tenemos diferentes textos cuya crudeza testimonial reside 
en el hecho de que aparecen narraciones reales de gente que fue torturada en Vietnam, y los diversos trabajos de 
Godard, que parecen obligar al espectador a despertar de su letargo al presentarle imágenes de heridos y cadáveres 
reales, que parecen remitirnos a Goya y sus Desastres de la Guerra. d) La sexualidad: ahora, tanto en el terreno sexual 
como en el sentimental, se habla con franqueza. Las relaciones amorosas de la obra cortazariana aparecen bajo una 
luz cruda. La pasión se muestra liberada de pesadas justificaciones psicológicas y religiosas, y llega a ser un tema 
recurrente en sus novelas. La sexualidad en Godard tiende más a la provocación y a la contemplación. e) El Jazz: Por 
último, no debemos olvidar el jazz, estilo musical que uno y otro admiran. Ambos recurren a menudo al Jazz para 
recrear el ambiente de sus obras. Es un estilo musical fragmentado, a veces improvisado y, en cierta modo, tiene que 
estar muy cerrado, no puede pasar de cierta medida. Es decir, el jazz es a la música, lo que Godard al cine y Cortázar 
a la novela. Por lo anterior se puede concluir, que Godard y Cortázar experimentan y transgreden las normas 
tradicionales, para transmitirnos, a través de su trabajo, esa libertad con la que piensan que debería funcionar el 
mundo. 
 
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exceso intelectualista, que puede desembocar en la deshumanización 
asfixiante, bastaría pensar en Paradiso, de José Lezama Lima; en El túnel, de 
Sabato (el aspecto psicológico), en La ciudad y los perros, de Mario Vargas 
Llosa, (por su crudeza); en Los errores, de José Revueltas, (por el desencanto 
de la humanidad), en Pedro Páramo, donde todos sus personajes están 
muertos, donde todos han padecido el abuso del cacique, representado por el 
propio Pedro Páramo, y donde se ve el problema de identidad de nuestro país. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
34 
 
I.1.7. La Nueva Novela y El libro vacío. 
La influencia que la Nueva Novela ejerció sobre la obra de Josefina Vicens es 
ineludible. Como ya se ha visto, El libro vacío rompió con los esquemas 
narrativos de la época por varias razones. El libro vacío fue publicado en 1958, 
y en ese entonces no era común que una escritora eligiera un narrador 
masculino para su obra, y mucho menos que el tema desarrollado girara en 
torno a la problemática de la creación literaria, planteada además desde la 
creación misma, lo cual ya nos estaría hablando de un metalenguaje. El libro 
vacío está inscrito en la universalidad, cuando el entorno cultural de la época 
rendía culto a lo nacional. Aunque es obvio que Vicens cumplió con algunas 
convenciones de la novela tradicional, como el hecho de dotar a su personaje-
narrador de una esposa, dos hijos, una amante y un trabajo, a lo largo de su 
desarrollo no observamos puntos climáticos. La novela tradicional se 
caracterizó por ser una novela de personajes y argumentos, mientras que El 
libro vacío tiene como punto de partida, medular y de regreso, el problema de 
la escritura. Además, los metatextos presentes de principio a fin-que 
constituyen otro de los aspectos definitorios de la Nueva Novela-de los que 
podrían derivar tanto una teoría literaria como una teoría estética, nos hablan 
de la presencia de autores como Franz Kafka, en quien no podemos dejar de 
pensar, cuando José García habla de la burocracia, ya que el trabajo que 
desempeña es burocrático; como tampoco podemos olvidar, que la autora 
conoció muy bien este tipo de trabajo. Asimismo, la personalidad de José 
García, un hombre común, tan común como su nombre y apellido, nos 
recuerdan El hombre sin atributos, de Musil. 
 
 Como ya se vio en la biografía de la autora, ésta tuvo contacto con grandes 
intelectuales y artistas de la época, y tuvo conocimiento de los escritores que 
determinaron un nuevo rumbo para la literatura, como todos los enunciados en 
los antecedentes de la Nueva Novela, y otros muchos más, como se puede 
detectar en el trasfondo filosófico existencial presente, del que se hablará en 
forma detallada más adelante. 
 
 El libro vacío inicia con el deseo-imposibilidad de escribir de José García, y 
el libro termina sin que él haya podido escribir ni una sola palabra. Es decir, 
 
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que la novela que leemos, de algún modo es una no-novela, porque 
supuestamente nunca inició. Y como ya se vio, ésta es una de las principales 
características de la Nueva Novela, cuyo punto central es el lenguaje, y la 
alusión a todo lo que constituye su proceso formativo, es decir, El Nouveau 
Roman evoca, por lo tanto, implícita, o explícitamente al acto de escribir, y se 
pretende, antes que nada, objeto literario, ensamblaje de palabras en una hoja 
en blanco. Así, el novelista, pretende no tener nada “qué decir”, parece estar de 
más, el acto creativo, y todo aquello que lo constituye se convierte en el todo. 
¿No es lo que sucede en El libro vacío? 
 
 Un aspecto representativo

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