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Marketing y gestión de servicios La gestión de los momentos de la verdad y la competencia en los servicios Marketing y gestión de servicios La gestión de los momentos de la verdad y la competencia en los servicios Christian Grönroos Prólogos: PHILIP KOTLER y JAN CARLZON ediciones _ DÍAZ DE SANTOS, S. A. Traducción: Prolingua Traductores: Rafael Felipe Ramírez León Juan Manuel Criado Fernández Revisión técnica: Caridad Clemente Claudio L. Soriano Soriano Traducción autorizada del ingles por la editorial: Lexington Books y Macmillan, Inc Título original: «Service Management and Marketing». Managing the Mo- ments of Truth in Service Competition. © Christian Grönroos, 1990 © Ediciones Díaz de Santos, S. A., 1994 Juan Bravo, 3-A. 28006 Madrid (España) Reservados todos los derechos. «No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.» ISBN en lengua inglesa: 0-669-20035-2 ISBN en lengua española: 978- 84-7978-146-0 Depósito legal: M. 10.996-1994 Diseño de cubierta: Estuart, S. A. (Madrid) Fotocomposición: Fer, S. A. (Madrid) Impresión: Lavel, S. A. Humanes (Madrid) Contenido Figuras.................................................................................................... VIII Tablas .................................................................................................... IX Prólogo (Philip Kotler) ........................................................................... XI Prólogo (Jan Carlzon).............................................................................. XIII Prefacio ................................................................................................... XV Agradecimientos ...................................................................................... XIX 1. El imperativo del sector servicios: la nueva competencia que plantea la economía de servicios ................................................................... 1 2. La naturaleza y la calidad de los servicios ........................................ 25 3. Gestión de la calidad del servicio percibida por el cliente ................ 49 4. La gestión del servicio como un producto: La oferta de servicio in crementada ....................................................................................... 71 5. La estrategia de los servicios y los principios de su gestión............... 91 6. Gestión de marketing o gestión orientada al mercado...................... 123 7. Gestión total de la comunicación de marketing y la imagen ......... 151 8. La empresa orientada al mercado: Estructura y recursos .................. 169 9. Gestión de los momentos de la verdad: Integración de los procesos de producción y consumo del servicio ............................................. 195 10. La gestión del marketing interno: Un prerrequisito para un marke ting externo eficaz ........................................................................... 215 11. La gestión de la cultura de servicios: El imperativo de los servicios internos ........................................................................................... 235 12. Conclusiones: La gestión de la calidad y las cinco reglas del servicio ................................................................................................................... 251 Bibliografía .............................................................................................. 271 Índice....................................................................................................... 285 VII VIII CONTENIDO Figuras 2.1 Dos dimensiones de la calidad de los servicios 39 2.2 La calidad total percibida 41 2.3 Determinantes de la calidad percibida en los servicios 44 2.4 Los seis criterios de la buena calidad percibida en los servicios 47 3.1 Un marco para la gestión de la calidad de los servicios 55 3.2 Opciones para la evaluación de la calidad 56 3.3 Modelo conceptual de la calidad de los servicios: el modelo de análisis de las deficiencias 59 3.4 El modelo de la calidad de Grönross-Gummesson 66 4.1 La oferta de servicios incrementada 77 4.2 Imagen, comunicación y la oferta de servicios incrementada 81 5.1 La trampa de la dirección estratégica 93 5.2 La visión orientada a la producción de la ecuación de la rentabilidad 106 5.3 La visión orientada a la rentabilidad de los ingresos y los costes en el con texto de los servicios 108 5.4 Enfoque orientado a los servicios 109 6.1 El papel tradicional del marketing 125 6.2 El ciclo de vida de la relación con los clientes 128 6.3 El ciclo de vida de la relación con los clientes en una empresa de trans portes 129 6.4 Las dos funciones de marketing de las organizaciones de servicios 139 6.5 El modelo de las tres etapas 140 6.6 La línea continua de las estrategias de marketing 143 6.7 El ciclo del marketing 148 7.1 El ciclo de la comunicación 155 8.1 El personal de las organizaciones de servicios tiene una responsabilidad simultánea ante operaciones y ante marketing 171 8.2 Estructura organizativa orientada al servicio 178 8.3 Los puntos fuertes de lo grande y lo pequeño 178 8.4 Una estructura organizativa del sector servicios orientada al cliente 180 8.5 Visión estratégica de la interrelación que existe entre los recursos gene radores de calidad 187 8.6 Funciones internas del servicio y clientes internos 191 8.7 Sistema de producción de servicios como una función de subprocesos 193 9.1 El paquete de servicios y el proceso de consumo 200 9.2 El sistema de producción de los servicios 202 9.3 Esquema de producción/consumo de un servicio. Paso 1 209 9.4 Esquema de producción/consumo de un servicio. Paso 2 209 9.5 Contenido de las interacciones comprador/vendedor 211 11.1 Resultados de la orientación al servicio 239 12.1 Visión general de una estrategia orientada al mercado 252 12.2 Principios que guían la mejora de la calidad de los servicios 256 CONTENIDO IX Tablas 1.1 Razones para el crecimiento de la economía de servicios 9 2.1 Diferencias entre servicios y tangibles 28 2.2 Resumen de los esquemas propuestos para la clasificación de los servicios 32 5.1 Principios de la gestión de servicios: Resumen 117 7.1 Comunicación planificada y comunicación no planificada 158 7.2 Efectos de una campaña de comunicación eficaz en la que se hicieron pro mesas excesivas 160 7.3 Efectos de una comunicación realista con el mercado 161 8.1 Consecuencias de tener un departamento de marketing separado 174 Prólogo En 1977, Lynn Shostack, entonces vicepresidente del CitiBank, escribió un ar- tículo de apariencia inocente titulado: «Breaking Free from Product Marke- ting» (Liberémonos del marketing de productos). Dicho artículo alteraría nues- tra línea de pensamiento sobre el marketing de servicios y, muy posiblemente, sobre el marketing en general. En su artículo, la señora Shostack afirmaba que «hacen falta nuevos conceptos si pretendemos que el marketing de servicios se pueda implantar con éxito... La simple adopción de las etiquetas utilizadas en el marketing de productos no soluciona el interrogante fundamental sobre si el marketing de productos puede ser o no aplicado en las empresas de servicios. ¿Podría ser el propio marketing tan "miope" que resulte incapaz de crear mo- delos significativos para el sector servicios?». La primera vez que leí el artículo reaccioné con escepticismo a su tesis. Des- pués de todo, los bancos, hoteles, aerolíneas,hospitales y otras organizaciones de servicios necesitan gestionar la clásica mezcla de marketing, es decir, las «4 P» de producto (product), plaza (place), precio (price) y promoción (promotion). Cierto, por otro lado, que el cliente de servicios entra en contacto con el pro- veedor, lo que puede afectar sustancialmente al grado de satisfacción del cliente con el servicio. Además, la atmósfera de servicios que existe en un banco u hos- pital puede afectar también a la satisfacción del cliente. ¿Se deberían incluir es- tos y otros factores dentro del producto o se deberían investigar como dimen- siones adicionales de la mezcla de marketing para los servicios? Con posterioridad, los profesionales y estudiosos del marketing investigaron y analizaron esta y otras facetas del marketing de servicios. Eventualmente, sur- gió un movimiento que abogaba, de forma consciente, por un desarrollo sepa- rado de la teoría y la gestión práctica del marketing en el sector servicios. Uno de los primeros y más conocidos pioneros de este movimiento lo fue Christian Grönroos. Sus enfoques se distinguen en dos aspectos. En primer lugar, Grön- roos concibe el marketing de servicios de una forma mucho más global y siste- matizada. Su objetivo es el de crear un marco general que reúna todos los as- pectos relacionados con el marketing de servicios. En segundo lugar, su enfoque es más conceptual y teórico. Ofrece una definición más precisa de los términos y una visión que se sustenta en las causas de las relaciones que se producen en- tre los elementos de la gestión de servicios y los elementos de los sistemas de marketing. Después de escribir, desde 1978, dos docenas de ponencias sobre el marke- ting de servicios, el profesor Grönroos ha reunido todas sus aportaciones en un nuevo volumen. Este no constituye una colección de publicaciones sueltas, sino, más bien, un nuevo texto integrado que presenta los principales conceptos, he- XI XII PROLOGO rramientas y técnicas del marketing de servicios. No es sólo un viaje a través de las ideas, sino una ejemplificación de las mismas mediante estudios de casos, anécdotas y citas de los profesionales que están en la vanguardia de la gestión de servicios. Debemos reconocer los méritos del profesor Grönroos por sus contribucio- nes en este campo. Su trabajo, junto al de otros, plantea interrogantes, que re- sultan básicos, sobre los paradigmas actuales del propio marketing. ¿Es el pa- radigma de las «4 P» de la mezcla de marketing realmente adecuado para analizar y planificar los esfuerzos de marketing? ¿Pueden, en la actualidad, los departamentos de marketing incrementar las habilidades de las empresas para prestar un mejor servicio a sus clientes o se convierten en la causa de que otros departamentos de la organización pierdan el punto de vista de los clientes al considerar que ésa es únicamente tarea del departamento de marketing? Esas y otras preguntas desafiarán a los estudiosos del marketing en las próximas déca- das. Confiamos en que, a partir de los trabajos de Grönroos y de otros estudio- sos, surjan nuevos y mejores modelos sobre los fenómenos relacionados con el marketing que enriquezcan nuestra comprensión sobre la gestión y el marke- ting de servicios. PHILIP KOTLER Profesor distinguido S. C. Johnson & Son de Marketing Internacional Escuela de Negocios para Graduados J. L. Kellogg Northwestern University Prólogo Cuando, hace unos diez años, asumí la dirección de SAS (Scandinavian Airlines Systems), la empresa acababa de cerrar el año con pérdidas de 25 millones de dólares. De una forma u otra, logré convencer al consejo de administración para que me permitiera invertir otros 25 millones. Todo ese dinero se destinó a la mejora de los servicios. Y realmente funcionó. Varios años después, cuando ponía por escrito algunas de mis reflexiones sobre la gestión de las empresas de servicios, me di cuenta de que, en realidad, el futuro de ese tipo de empresas depende de cada uno de los breves instantes en que se produce un contacto entre los clientes y los miembros del personal de la organización. A esos instantes les llamé los momentos de la verdad. Es posi- ble que esta denominación no sea del todo original, pero la misma me conmo- cionó con la fuerza de una revelación. La mía era una experiencia práctica, forjada al calor del rescate de una em- presa. Desde el punto de vista académico, el profesor Grönroos ha llegado a la misma conclusión al considerar el contacto cliente/empleado como un pro- blema crucial para la alta dirección. Su análisis de la gestión de los momentos de la verdad me parece completamente admirable, con una visión en profun- didad de gran valor para los directivos o líderes (como él y yo preferimos lla- marlos). Este no es un libro útil exclusivamente para los que trabajamos en empresas de servicios. Tal y como señala el profesor Grönroos, el componente servicio ha alcanzado una importancia vital también en el sector industrial y sólo se puede ignorar asumiendo el riesgo de desaparecer. Cuando se la comprenda en su to- talidad, la llegada de la economía de servicios será comparada, por sus efectos económicos y sociales, con la revolución industrial. JAN CARLZON Consejero Delegado y Presidente del Consejo de Administración Scandinavian Airlines Systems XIII Prefacio La mayoría de los países del mundo occidental han entrado ya �o están a punto de hacerlo� en lo que se denomina economía de servicios o sociedad de servi- cios. Por muchas razones, los servicios se han convertido en una importante fuente de riqueza. Ante todo, el sector servicios es el responsable �cada día más� del aumento de la riqueza y del empleo en la sociedad. Los porcentajes del producto nacional bruto (PNB) y del pleno empleo creados por empresas y organizaciones �privadas y públicas� del sector servicios crecen constante- mente. En épocas de recesión económica este sector ha mantenido el empleo en alza. Además, a nivel microeconómico, la importancia de los servicios crece sin cesar, por encima incluso de los límites de lo que se conoce tradicionalmente como «sector servicios». Todas las estadísticas que, convencionalmente, defi- nen dicho sector no se corresponden totalmente con la verdad, pues en ellas no se incluyen los servicios producidos por los fabricantes de bienes del llamado sector industrial. Si, por ejemplo, el servicio de mantenimiento de un ascensor lo realiza una empresa diferente, que ofrece estos servicios, se considera parte de la producción de servicios. Sin embargo, si esos mismos servicios los realiza un fabricante de ascensores, lo que crece es el PNB del sector industrial. De ahí que exista un gran «sector oculto o encubierto de servicios». Hoy en día, las in- dustrias de servicios y las fabriles se encuentran entrelazadas cada vez en mayor medida. El término «empresas de servicios» pertenece a una época en la que los servicios constituían una parte desatendida de las operaciones de los fabrican- tes, sin una importancia estratégica significativa. En cambio, se debería hablar de gestión de servicios o del factor servicios en los negocios, con independencia de si la organización pertenece a lo que se conoce tradicionalmente como sector servicios o al sector industrial. A nivel microeconómico, el «sector oculto de servicios» está adquiriendo cada vez mayor importancia. Para los fabricantes de bienes, los servicios y sus elementos se están convirtiendo en un medio importante de crear ventajas com- petitivas. Los componentes de los bienes son cada vez más parecidos entre los competidores y, si una empresa quiere evitar una competencia de precios de- vastadora, debe encontrar otras formas de ofrecer valor añadido a sus clientes. Añadir servicios, por ejemplo, o activar los elementos ya existentes, como la facturación, la educación del cliente y la distribución pueden ser formas muy eficaces de diferenciar la oferta de una empresa de la de sus competidores.Exis- ten muchos de esos «servicios ocultos» y los mismos ofrecen a los directivos de las organizaciones de servicios numerosas oportunidades para desarrollar y con- solidar eficaces ventajas competitivas. Sin embargo, competir en la nueva situación que existe en la actualidad, en XV XVI PREFACIO la que, desde el punto de vista competitivo, el servicio se convierte en el eje cen- tral de la oferta que se hace a los clientes, es muy diferente del tipo de compe- tencia con el que están familiarizadas tanto las empresas de servicios como las que elaboran productos tangibles. La mayoría de los modelos de marketing y de gestión se basan en la experiencia de competir con mercancías. La nueva situa- ción, en la que los servicios constituyen el foco de atención, requiere nuevos conocimientos tanto en el nivel estratégico como en el operativo. Las empresas y otros tipos de organizaciones deben afrontar, además, lo que se puede deno- minar como competencia de los servicios, en la que los enfoques tradicionales y familiares se convierten en escollos y en malos indicadores para la gestión. Se precisan nuevos conceptos y marcos de referencia orientados a las característi- cas de los servicios y a la naturaleza de su competencia. Es menester una sólida teoría de la competencia en servicios. El presente libro es una contribución a dicha teoría. Elaborado con base en recientes investigaciones y la experiencia práctica en áreas tales como gestión y marketing, operaciones y comportamiento organizativo en contextos de servi- cios, ofrece un amplio cuerpo de conocimientos sobre la gestión de servicios; es decir, cómo desarrollar y llevar a cabo una estrategia de servicios orientada al mercado. Presenta lo mejor de la experiencia escandinava en gestión y de la Nordic School of Services, además de incorporar la práctica de la gestión nor- teamericana. El libro está pensado para directivos de empresas industriales y de servicios que afronten, como la mayoría, la competencia de los servicios, y tam- bién para estudiantes de gestión de servicios y disciplinas similares, como el marketing de servicios. Es un libro de pensamiento más que de recetas, aunque también incluye consejos prácticos para abordar situaciones concretas. La bibliografía sobre el marketing y la gestión de servicios es muy escasa hoy en día y con muy poca teoría. La presente obra ofrece un sólido marco teórico y consejos prácticos para estructurar una estrategia de servicios orientada al mercado y a la gestión de la competencia en servicios. Organización El libro está organizado en doce capítulos. El primero describe el imperativo de los servicios hoy. Se pone de relieve su creciente importancia y se discute la na- turaleza de su estrategia. En el capítulo 2 se analizan las características de los servicios y la naturaleza de sus organizaciones, junto con el problema de cómo perciben los clientes la calidad de los servicios. Se presenta el concepto de cali- dad percibida en los servicios y se expone un modelo de la calidad percibida por los clientes en los servicios. Cómo gestionar la calidad de los servicios es el tema del capítulo 3. En él se exponen estudios sobre los factores, dimensiones o de- terminantes de la calidad de los servicios y se muestra y describe un marco para analizar y planificar la calidad. En el capítulo 4 se analiza el servicio como un objetivo de la actividad de PREFACIO XVII marketing; es decir, como una «oferta» que se hace al mercado. En otras pala- bras, se analiza el servicio como producto. En dicho capítulo se muestra un mo- delo de los servicios que está orientado a la gestión de los mismos como oferta de la actividad de marketing. Ese modelo, que hemos denominado como «oferta incrementada del servicio», se centra en la determinación de cómo los clientes perciben la calidad de los servicios. En el capítulo 5 se exponen las característi- cas de la estrategia del servicio y se muestran las trampas que conviene aplicar, en el sector servicios, las directrices tradicionales provenientes del sector indus- trial. Finalmente, como conclusión, se proponen algunos principios para la ges- tión de los servicios. En el capítulo 6 se aborda el tema del marketing. Dado que la comprensión de los servicios está muy relacionada con la comprensión de cuáles son los be- neficios que los clientes valoran, una eficaz gestión de los servicios lleva implí- cita una clara orientación al mercado. Debido a las características de los servi- cios y a la naturaleza de su producción y consumo, el marketing no se puede contemplar como una función aislada para especialistas, tal como ha sido hasta ahora. En cambio, dicha función se extiende por toda la organización, siendo responsables del desarrollo de las relaciones con el cliente un número conside- rable de «mercadólogos a tiempo parcial» que supera en mucho a los especialis- tas en marketing. En el contexto de los servicios, el marketing se considera un problema de alta dirección. Además, en este capítulo, se tratan el papel, la vi- sión y el contenido de la función del marketing total. En el 7 analizamos la co- municación con el mercado externo y se pone el énfasis en la importancia de un enfoque de comunicación total con el mercado. Asimismo, se describen los problemas y oportunidades de gestionar una imagen local y corporativa. En el capítulo 8 se tratan problemas referentes a la organización de los ser- vicios y ala orientación al mercado. Las tradicionales estructuras jerárquicas de las organizaciones crean, por su propia naturaleza y con mucha facilidad, fre- cuentes problemas cuando se aplican en las empresas de servicios. Además, como el marketing se hace a través de la organización, y no en un departamento se- parado de ventas y marketing, dichos departamentos tradicionales pueden crear o, al menos, hacer más grande el vacío entre marketing y las áreas operativas. Se necesitan otros tipos de soluciones organizativas. Este problema se aborda en ese capítulo. Además, se describen los recursos necesarios para generar calidad �personal, tecnología, recursos físicos, sistemas y clientes (ya que estos últimos también toman parte activa en la producción de los servicios)� y se propone un modelo de los recursos que generan el servicio. También se discute en el ca- pítulo el concepto de cliente interno y la importancia de proporcionar a esos clientes internos, al igual que a los externos, un buen servicio. En el capítulo 9 se explica la gestión de los momentos de la verdad. Dichos momentos (también denominados «momentos de la oportunidad») suceden cuando los clientes se encuentran e interactúan con otros de los recursos de la organización generadores de calidad, como son personal, tecnología, sistemas y recursos físicos. Se describe un modelo del proceso de consumo y este proceso del cliente se integra en el sistema de producción de los servicios. En ese con- XVIII PREFACIO texto, se analiza el esquema de consumo-producción de los servicios, como un medio para dirigir el desarrollo del proceso de producción de los mismos. En el capítulo 10 se plantea el concepto de marketing interno. Este es un concepto «paraguas» que incluye una serie de actividades que pueden realizar internamente las empresas con el fin de consolidar y desarrollar una cultura de servicios y mantener la orientación al servicio en todo su personal. El mismo surgió como resultado de investigaciones que se realizaron en empresas del sec- tor servicios y se basa en el principio de que los servicios no pueden ser comer- cializados con éxito en los mercados externos si, antes, no han sido compren- didos y aceptados por los empleados de la organización. En consecuencia, las empresas del sector servicios tienen un mercado interno que debe ser, antes de nada, objeto de estudio y observación. El marketing interno es, sobre todo, una filosofía de gestión que centra la atenciónde la dirección en el papel crucial y la importancia que, a pesar del indiscutible impacto que ha tenido la tecnología en la producción de los servicios, sigue teniendo el personal en la competencia de servicios. En segundo lugar, proporciona a la dirección un conjunto de ins- trumentos y de actividades que se pueden utilizar internamente. La mayoría de dichos instrumentos y actividades no son nuevos y, en realidad, se utilizan desde hace ya mucho tiempo como, por ejemplo, la formación, la comunicación in- terna, los métodos de gestión y la contratación y política de promoción de per- sonal. No obstante, la idea de un mercado interno proporciona una nueva forma de utilizar estas y otras herramientas de manera más eficaz y coordinada. En el capítulo 11 se describe el concepto de cultura haciendo hincapié en la importancia que tiene para una organización de servicios el desarrollo de una cultura de empresa en la que la «entrega» de un buen servicio (el imperativo del servicio) sea su fuerza conductora o fuerza motriz. Se analizan también las ca- racterísticas de tal cultura de servicios. Además, se discuten los prerrequisitos de una cultura de servicios y cómo crearla. El capítulo 12 se dedica a recopilar las conclusiones del libro. De nuevo se plantea el tema de la calidad de los servicios y se presenta un programa para lograr una mejor gestión de la calidad percibida por los clientes. Finalmente, se muestran las «cinco reglas del servicio», que constituyen guías que permitirán a la dirección de las empresas afrontar con mayor eficacia la emergente competencia de servicios. Agradecimientos Numerosas personas han contribuido a mis ideas sobre la gestión de servicios, el marketing de servicios y la naciente competencia de servicios. Probable- mente, la más importante haya sido la de un antiguo colega que, un día de la primavera de 1976, me llamó y pidió que diera una charla sobre los aspectos teóricos de la comercialización de los servicios en un seminario sobre marketing de servicios en la industria hospitalaria. Esta conversación telefónica fue el co- mienzo de mi interés por el marketing de servicios, primero, y, más tarde, por la calidad de los servicios, el marketing interno, los servicios en el marketing industrial y, finalmente, la gestión de los servicios y de la competencia de ser- vicios. Debo añadir que este seminario fue cancelado por la falta de curiosidad entre los posibles participantes; sin embargo, mi curiosidad como investigador permaneció. A mis colegas en Escandinavia y norte de Europa: Alf-Erik Lerviks, Gósta Mickwitz, Lars Lindqvist, Henrik Calonius y muchos otros de la Swedish School of Economics and Business Administration de Finlandia; Evert Gummesson del Center for Service Research de la University of Karlstad; Solveig Wikström de Stockholm University y muchos otros en Suecia, que me han aportado una crí- tica sana, buenas ideas y estímulo a lo largo de los años. A mis colegas en Ari- zona State University, Stephen Brown, Lawrence Crosby, Ken Evans, Bruce Walker y muchos otros, así como varios compañeros norteamericanos, de los que deseo especialmente mencionar a Leonard Berry, William George, Philip Kotler y «Parsu» Parasuraman, que han tenido para mí una influencia igual- mente importante. Mi agradecimiento también a Benjamín Schneider y Arthur Brief, que le- yeron versiones previas de este libro y me proporcionaron inapreciables conse- jos para mejorar el manuscrito. También, los estudiantes graduados de mi clase de marketing y dirección de servicios en Arizona State University me propor- cionaron valiosos comentarios sobre una versión anterior del manuscrito. Asi- mismo, quiero expresar mi agradecimiento a Karen Hansen, una antigua edi- tora de D. C. Heath/Lexington Books, y Donna Baillancourt, quienes me dieron apoyo e importantes consejos. Por último, quiero dar las gracias a un gran número de directivos con los que he tenido la fortuna de trabajar, la oportunidad de entrevistar o, simple- mente, de escuchar. Su papel en el desarrollo de una «teoría de los servicios» es fundamental. Por ejemplo, mis discusiones con Jarmo Lehtinen y Lynn Shos- tack, ambos investigadores y personas de negocios, han sido siempre creativas. Hay muchos representantes de la dirección escandinava a los que me gustaría expresar mi agradecimiento: Jan Carlzon, Kalevi Etelä, Allan Larsson, Leif XIX XX AGRADECIMIENTOS Lundberg, Christian Ramm-Schmidt, Dan Rubinstein, Hans Ake Sand, Jan Wallander y muchos otros. Finalmente, pero no por eso menos importante, deseo reconocer el estímulo que he recibido de mi familia y amigos. Mi mujer Su vi me ha apoyado en este esfuerzo, y ella y mis hijos Henrika y Mickel han mostrado una comprensión por mi trabajo que realmente aprecio. CHRISTIAN GRÖNROOS Helsinki, Finlandia, y Tempe, Arizona 1 El imperativo del sector servicios: La nueva competencia que plantea la economía de servicios Vivimos en una economía de servicios En el mundo occidental vivimos, desde hace tiempo, en una sociedad de servi- cios o economía de servicios. Según una definición muy conocida, introducida hace dos décadas, dicha economía se caracteriza por el hecho de que más de la mitad del producto nacional bruto se produce en el denominado sector servi- cios (Fuchs, 1968). Las estadísticas publicadas por el GATT (General Agree- ment on Trade and Tariffs) indican que, en 1984, el sector servicios representa, en el promedio general, el 66 por 100 de la economía de los Estados Unidos, mientras que ese porcentaje referido a los países de la CEE es del 58 por 100. En dos pequeñas economías europeas, como las de Suecia y Finlandia, por po- ner dos ejemplos, los porcentajes son del 62 y 55 por 100, respectivamente. El impacto del sector servicios en la economía de Estados Unidos ha sido realmente importante. En las tres últimas décadas, dicho sector ha generado 44 millones de nuevos empleos, habiendo suavizado los efectos de cada una de las recesiones económicas que se han producido desde la Segunda Guerra Mun- dial y, además, ha supuesto una inyección para cada recuperación económica (Heskett, 1987). Bell (1973) describe la sociedad de servicios como un «juego entre perso- nas». Aunque esta metáfora no recoge todas las características de los servicios, sirve para describir la esencia de esta era posindustrial, en comparación con eta- pas anteriores, a las que Bell denomina «juego contra la naturaleza fabricada» (el período posterior a la revolución industrial hasta nuestros días) y «juego 2 MARKETING Y GESTIÓN DE SERVICIOS contra la naturaleza» (período anterior a la revolución industrial). En resumen, el «juego contra la naturaleza» se caracteriza por la lucha de la humanidad para enfrentarse a la naturaleza con eficacia, mientras que el «juego contra la natu- raleza fabricada», posterior a la revolución industrial, modifica la relación de las personas con el trabajo. Apareció una nueva relación entre personas y má- quinas, siendo precisas nuevas formas de organización, de coordinación de ac- tividades en el trabajo y técnicas de gestión como, por ejemplo, la dirección in- tegrada, el marketing y los comportamientos organizativos (Bowen y Schneider, 1988). Hoy en día, en el referido «juego entre personas», la importancia decisiva de gestionar las relaciones personales (entre el empleado de la empresa de ser- vicios y sus clientes y, de igual modo, entre los empleados de distintas empresas afines de servicios) recibe una atención totalmente nueva y cada vez más deter- minante. Según expone Normann (1984) de forma muy directa: «Lo que carac- teriza a las empresas de servicios es un nuevo tipo de relaciones sociales y, ade- más, que deben extender su capacidad organizativa más allá del ámbito de la propia empresa» (p. 16). Coincidimos con este análisis, pero, al mismo tiempo, nos gustaría subrayar la importancia, cada vez mayor, que tiene la gestión de la tecnología. Elegimos deliberadamentela expresión economía de servicios en vez del tér- mino más frecuente de sociedad de información. Aunque es un hecho general- mente observado que la cantidad de información ha aumentado exponencial- mente y sigue haciéndolo, esto no significa un cambio estructural en la economía. Muchos de estos nuevos tipos de servicios están relacionados con el proceso de información, pero hay muchas más cosas que suceden en esta nueva sociedad. Es la transición a una sociedad caracterizada por un acento en nuevas líneas de negocios; una nueva forma de competencia a la que denominamos en este libro competencia de los servicios; nuevos cuellos de botella en los métodos de ges- tión y una nueva lógica organizativa en los negocios (si se la compara con la sociedad industrial). Es una transición de la misma magnitud que la que alum- bró la sociedad industrial hace doscientos años. No obstante, es menester una palabra de precaución cuando se interpretan los conceptos de economía de servicios y sociedad de servicios. Dichos concep- tos nos pueden llevar a creer que los servicios serán el único factor realmente importante de la nueva economía y que, en consecuencia, la industria fabril, por ejemplo, tendrá una importancia mínima en la sociedad y en el conjunto de la riqueza y que, por tanto, se le debe prestar una atención menor o casi mar- ginal. Esto, desde luego, no es cierto. Es necesario un sector industrial compe- titivo y con buen funcionamiento para mantener la riqueza, del mismo modo que era importante, y todavía lo es, un sector agrícola que funcione bien para la riqueza de la sociedad industrial. El sector industrial y fabril necesita, al me- nos, tanta atención como antes, pero, para la mayoría de los fabricantes la forma de alcanzar y mantener una ventaja competitiva se está modificando como con- secuencia del auge de la sociedad de servicios y de la competencia que está sur- giendo de ellos. Llegar a una comprensión cabal de los servicios y de su real aporte al sector industrial, así como al establecimiento, tanto en los mercados EL IMPERATIVO DEL SECTOR SERVICIOS 3 nacionales como internacionales, de una posición competitiva cada vez más só- lida, constituirá la cuestión central, tanto para la gestión de las empresas del sec- tor industrial, del sector servicios como de las instituciones del sector público. Cuando se menciona la economía de servicios, lo primero que se piensa es en la definición de las estadísticas nacionales. Sin embargo, los datos estadísti- cos ofrecidos por las fuentes oficiales en todo el mundo occidental se basan en la sociedad de ayer, cuando la industria era la fuente principal de desarrollo y de riqueza nacional. Los fabricantes de bienes confiaban, casi por completo, en las cualidades técnicas de sus productos. Había un mercado del vendedor donde los fabricantes no tenían demasiado que ofrecer a sus clientes en términos de servicios o similares. No tenían que distinguir sus ofertas de las de sus compe- tidores para mantener su cuota de mercado y sobrevivir. Al comienzo existían mercados sólo para las mercancías, pero, incluso con la aparición de los productos de marca �bienes industriales y de consumo�, la solución técnica por sí misma era normalmente suficiente para crear una ventaja competitiva. Los servicios se producían solamente en el muy limitado sector servicios, que consistía en bancos e instituciones financieras del sector público y una gama de diferentes y numerosas empresas de servicios como ho- teles, restaurantes, despachos profesionales, firmas de limpieza y peluquerías. El «sector oculto de servicios» y el «sector oficial de servicios» Las empresas de servicios se han percatado de que la competencia es ahora tan dura que no son suficientes las meras soluciones técnicas que se ofrecen a los clientes para crear una ventaja competitiva. En la mayoría de los casos, por ejemplo, el simple alojamiento, las transacciones financieras y el transporte de un lugar a otro no constituyen una garantía suficiente de éxito en el mercado. La mayoría de las empresas fabricantes del así llamado sector industrial de la economía tienen que ofrecer a sus clientes una variedad de servicios como parte integral de sus ofertas totales. Una buena solución, en sentido técnico, por sí sola no es suficiente en muchas de las situaciones de hoy. Para expresarlo de una manera más sencilla: todo el mundo puede producir bienes. En consecuen- cia, las fuentes de ventajas competitivas han de buscarse en otra parte. Los ser- vicios que se pueden añadir a los bienes producidos incluyen, por ejemplo, ser- vicio técnico, reparación y mantenimiento, educación del cliente, servicios de asesoramiento, programas conjuntos de I + D (investigación y desarrollo), ges- tión de materiales, entrega y una amplia gama de otros servicios auxiliares. Desde luego, volveremos sobre ello con más detalle posteriormente. En este punto es suficiente constatar que existe un «sector oculto de servicios» muy sustancial (Evans y Berman, 1987, p. 618) junto con un «sector oficial de servicios» y que el primero no debe excluirse en un debate sobre la gestión y el marketing de servicios. 4 MARKETING Y GESTIÓN DE SERVICIOS Todo el mundo participa de la economía de servicios En la actualidad (y más, incluso, lo será en el futuro) a las empresas se les hace difícil ofrecer, desde el punto de vista técnico, mejores soluciones que sus com- petidores. En cada vez más sectores de negocios, lo que cuenta son los distintos tipos de servicios y elementos auxiliares que las empresas pueden ofrecer a sus clientes, siguiendo una clara orientación al mercado y a la competitividad. Los fabricantes tendrán que darse cuenta de que también forman parte de la economía de servicios y, por ende, tendrán que aprender las nuevas reglas de éstos. Como señala Sir John Harvey-Jones, presidente jubilado del brillante im- perio químico británico ICI, Imperial Chemical Industries: «A medida que el mundo se hace cada vez más competitivo y que las téc- nicas de fabricación se copian con mayor facilidad, la venta de un producto determinado (definido sólo en función de una fórmula) se convierte, desde el punto de vista competitivo, en un asunto que se centra en el área de los costes y en la habilidad para lograr una posición de mercado dominante... Podría su- ceder, y ésa es mi creencia, que la industria química será, dentro de veinte años, más una industria de servicios y menos una industria fabril. Ya se pueden apreciar las tendencias en esta dirección» (Harvey-Jones, 1989, pp. 59-60). En realidad, también pueden verse tales tendencias en otras industrias fa- briles. Chase y Erikson (1988) afirman que la visión tradicional de la manufactura es cerrar la producción al mundo exterior «... situando ciertos elementos orga- nizativos (marketing, diseño del producto, etc.) entre el cliente y el sistema de producción» (p. 191). Siguen argumentando que «existen, sin embargo, cada vez menos mercados que puedan ser atendidos eficazmente con esta filosofía de sis- tema cerrado. Lo que actualmente se necesita en la fabricación es todo lo con- trario, es decir, un sistema abierto que incluya al cliente; un sistema que pueda reunir información del mercado en tiempo real y actuar a partir de la misma» (p. 191). Introducen el término fábrica de servicios para denominar tal sistema abierto de fabricación (véase Chase y Erikson, 1988, pp. 194-195). En palabras de Heskett (1987): «Cualquiera que sea su negocio, los servicios tienen algo que enseñarle» (p. 118). De ahí que la economía de servicios no sea sólo relevante para las empresas que, por definición, se las etiqueta como empresas de servi- cios. Todo el mundo participa de la economía de servicios. Dado que los servicios son cada vez más importantes en las distintas áreas de la economía, quizá ya no sea tan apropiado diferenciar entre sector servicios y, por ejemplo, sector industrial.Dado que comparto la opinión de Gummes- son (1987d), quien sugiere que «incluso, se puede cuestionar si es, en realidad, útil hablar de "sector servicios" y "sector industrial"; sería más razonable hablar de "actividades de servicios" y "actividades de manufactura", con independen- cia del tipo de organización en la que se realicen» (p. 6), trataré de evitar el uso del término sector servicios en este libro. EL IMPERATIVO DEL SECTOR SERVICIOS 5 La importancia de los servicios en la sociedad actual Un estudio publicado en 1983 por la Oficina de Comercio del Gobierno nortea- mericano revela que alrededor de las tres cuartas partes del valor añadido total del sector de los bienes fue generado por las actividades de servicios dentro de ese sector (U.S. National Study on Trade and Services, p. 24). Giarini lo explica de la siguiente manera: «... si consideramos todos los sectores de la actividad económica contem- poránea, podemos ver fácilmente que los servicios, sean del tipo que sean, constituyen la parte fundamental del sistema de producción y distribución de bienes y servicios. Un primer hecho fundamental que ha de tenerse en cuenta es que por cada producto (bien) que compramos, ya sea un automóvil o una alfombra, el coste puro de producción o de fabricación muy raras veces es su- perior al 20 ó 30 por 100 del precio final de dichos productos. En cambio, el coste de funcionamiento del complejo sistema de los servicios y la distribución implicados representa más del 70 o del 80 por 100 del precio. Esto significa que la función de los servicios ha cobrado gran interés, siendo además la mejor in- versión, aun dentro de las empresas industriales más tradicionales» (Giarini, 1990). Sigue defendiendo que la economía de servicios no se opone a la economía industrial, sino que más bien representa una fase más avanzada de desarrollo en la historia de la economía. La macroperspectiva de Giarini se puede sustentar fácilmente con dos ejem- plos a nivel micro. Por ejemplo, Peters y Austin (1987), en su libro sobre la pa- sión por la excelencia, enumeran una serie de empresas que han logrado triunfar por su orientación hacia los servicios. Chase y Erikson (1988), en su artículo sobre la fábrica de servicios, añaden unos cuantos ejemplos más (Frito-Lay e IBM) de la importancia que revisten los servicios para los fabricantes de bienes: «La mayoría de los aperitivos Frito-Lay (las patatas fritas y las cortezas son los ejemplos más representativos) no se distinguen de los productos (bienes) si- milares que venden otros fabricantes. Sin embargo, Frito-Lay acapara más del 50 por 100 del mercado en la mayoría de las regiones de los Estados Unidos La diferencia notable es el servicio (la cursiva es mía). IBM, otro ejemplo bien conocido, tiene renombre como una empresa que sitúa el servicio al cliente en la cumbre de su lista de objetivos corporativos. IBM nunca se ha caracterizado por ser el líder en precios bajos o en la innovación de sus productos, son sus servicios los que hacen que esta compañía mantenga su cuota de mercado por encima del 50 por 100 en los Estados Unidos y en la mayoría de los países del mundo» (p. 191). A pesar de que ya en 1956 Stigler observó que, por lo menos en las ciencias económicas, «no existe consenso autorizado alguno respecto a los límites o a la clasificación del sector servicios» (Stigler, 1956, p. 47), esa afirmación sigue siendo desafortunadamente cierta en la actualidad, a pesar de las tres largas dé- cadas transcurridas. De ahí que todavía se utilicen las antiguas clasificaciones y tipologías que describen a la economía. Las estadísticas oficiales sobre el ta- 6 MARKETING Y GESTIÓN DE SERVICIOS maño del sector servicios no son sino una reminiscencia de la revolución in- dustrial de ayer. Está en marcha un cambio del modelo económico, que ya ob- servó Regan en 1963, época en la que él introdujo la expresión revolución de los servicios (Regan, 1963). La economía ha evolucionado rápidamente en la direc- ción apuntada por Regan desde que acuñó el término. Hoy, en muchos discur- sos y libros, los servicios se consideran el principal producto de la nueva eco- nomía, con grandes implicaciones para las fuentes de productividad y la nueva generación de productos, así como para la organización de sistemas de fabrica- ción y relaciones con el cliente (Reich, 1987; Bowen, Siehl y Schneider, 1989). Davis (1987) razona que los intangibles, las actividades de servicio que las em- presas ofrecen a sus clientes pueden constituir la fuente más importante de va- lor añadido en la economía de servicios. Esta nueva ola, que hace ya tiempo ha sobrepasado la revolución industrial, no se refleja en las estadísticas oficiales. Todas las cifras que describen el ta- maño del sector servicios son un enorme eufemismo. En realidad, este sector es mucho mayor y más importante en la sociedad de lo que parece. La falta de exactitud (e incluso de sentido) de los datos estadísticos se ilustra fácilmente con el siguiente ejemplo: si, pongamos por caso, un fabricante de ascensores se ocupa del servicio, reparación y mantenimiento de sus ascensores, aumenta la contri- bución del sector industrial al producto nacional bruto. Sin embargo, si una empresa de servicios externa proporciona a los propietarios de los ascensores el mismo servicio ¡lo que crece es el sector servicios! No obstante, aun con una definición muy limitada, el sector servicios es un factor principal en la economía de hoy. En períodos de recesión económica, el sector servicios ha conseguido evitar la caída de los empleos y, en épocas de ex- pansión económica, el empleo dentro de este sector ha crecido con mayor ra- pidez que en el sector de la producción. Como refieren Quinn y Gagnon (1986): «En los últimos veinte años, el empleo en los servicios ha avanzado en un pro- medio del 2,1 por 100 durante las recesiones económicas y en un 4,8 por 100 en los períodos de expansión. Por el contrario, en el sector de la producción de bienes, el empleo ha decaído en un promedio del 8,3 por 100 en los períodos de recesión y aumentó sólo un 3,8 por 100 en los de expansión» (p. 96; ver tam- bién Statistical Abstract of the United States, 1984; Heskett, 1987). Asimismo, como estímulo emprendedor, los servicios son importantes para la economía. Según Zemke, el 80 por 100 de las empresas nuevas que sobreviven los dos pri- meros años son organizaciones de servicios. Además el sector servicios ofrece importantes contribuciones a la economía en otros aspectos (Quinn y Gagnon, 1986, pp. 95-96): 1. La gente valora el servicio tanto o más que el producto manufacturado, ya que el servicio no es algo en lo que se fije después de haber satisfecho la ne cesidad de un bien. 2. El valor añadido por las empresas de servicios está al mismo nivel o, incluso, es superior al valor añadido por los fabricantes de bienes. 3. El sector servicios es tan intensivo en capital como el sector de bienes y mu chos sectores de servicios tienen un alto impacto tecnológico. EL IMPERATIVO DEL SECTOR SERVICIOS 7 4. El sector servicios tiende a la concentración tanto como la fabril, y las em presas de servicios propenden a crecer en gran escala para poder ser mejores y compradores más sofisticados. 5. El sector servicios genera incrementos de productividad lo suficientemente altos como para mantener un crecimiento real y permanente de la renta per cápita. Sin embargo, la gente tiende a considerar los servicios de forma ambigua. Según un estudio del Conference Board de 1985, los consumidores creen, prin- cipalmente, que los bienes tienen un alto valor, mientras que los servicios lo tie- nen bajo. Los servicios, ya sean producidos por empresas de servicios o fabricantes de bienes, participan en la actualidad, de muchas maneras, en la generación de ri- quezas. Como dice Giarini: «los servicios ya noson simplemente un sector se- cundario, sino que se están trasladando hacia el centro de la acción económica, en el que se han convertido en indispensables herramientas de producción para satisfacer las necesidades básicas e incrementar la riqueza de las naciones» (Gia- rini, 1990). Heskett (1987) afirma que «... hoy en día las industrias de servicios han asumido el liderazgo económico» (p. 118). De hecho, aún se puede ir más lejos y decir que, actualmente, sin servicios la mayoría de los bienes producidos en el sector industrial o fabril no puede contribuir a la riqueza económica. Los servicios son verdaderos factores de producción al mismo nivel que la misma producción material (comparar con Giarini, 1990). Desde luego, hay diferencias sustanciales entre los sectores, los mercados geográficos, los segmentos de clientes e, incluso, las situaciones específicas. Sin embargo, cada empresa, independientemente de si es una empresa de servicios, según la definición actual, o un fabricante de bienes, tiene que aprender a afron- tar la nueva competencia de la economía de servicios (Grönroos, 1988a). Los servicios se han hecho tan importantes para todas las organizaciones (sea que se denominan empresas de servicios, fabricantes de bienes, organizaciones no lu- crativas o instituciones del sector público) que todos se enfrentan al imperativo de los servicios. ¿Por qué crece la economía de servicios? Existen numerosas razones, que se han venido observando durante las pasadas décadas, para el crecimiento de la economía de servicios (que incluye el lla- mado sector servicios, tan estrictamente definido, y los servicios producidos por los propios fabricantes de bienes). Algunas de las razones están relacionadas con la naturaleza de los negocios; otras, con los cambios en la sociedad y con las actitudes y formas de vida de la gente. Estas razones se encuentran, por su- puesto, altamente interrelacionadas. A este respecto, Cowell nos sugiere las siguientes fuerzas motrices: «Tres de las más importantes explicaciones... son: 8 MARKETING Y GESTIÓN DE SERVICIOS a. El retraso en el crecimiento de la productividad laboral en los servicios com parado con el resto de la economía. b. El crecimiento de la demanda intermedia por parte de las empresas. c. El crecimiento de la demanda final por parte de los clientes» (Cowell, 1984, página. 12). En primer lugar, el volumen de trabajo necesario para producir un resultado dado ha decrecido más rápidamente en los sectores que no son los de servicios. Esto explicaría el relativo crecimiento de sectores de servicios en comparación con otros sectores. En la actualidad, la productividad laboral en las empresas de servicios está aumentando, por supuesto, pero, debido al retraso que mantenía el sector servicios, su importancia, con respecto al empleo ha crecido más que proporcionalmente. Además, la importancia de los servicios con respecto a la creación de empleo, así como con respecto a la producción de riqueza, todavía sigue aumentando. Esto es así porque existe una creciente demanda de más y nuevos servicios. La segunda razón del crecimiento que estamos observando está en las cre- cientes demandas intermedias por parte de las empresas; es decir, la mayor de- manda de insumos (inputs) para la producción manufacturera o de servicios. Servicios profesionales, como consultorías de gestión, servicios de ingeniería e investigación de mercado, etcétera, son más necesarios que antes, y dichos ser- vicios son, en su mayor parte, proporcionados por empresas especialistas crea- das para realizarlos. Anteriormente, las propias empresas controlaban la mayor parte de esas actividades. Además, todos los nuevos servicios proporcionados por las recién creadas empresas de servicios se ofrecen y son utilizados por fa- bricantes y empresas de servicios. A menudo, tales servicios están relacionados con la tecnología informática y el procesamiento de la información, pero han surgido nuevos tipos de servicios relacionados con el medio ambiente, como el control de la contaminación. Finalmente, se da un crecimiento de la demanda directa de servicios por parte de los clientes. Al cambiar la sociedad, la gente se enriquece, se desarrolla una actitud diferente con respecto a la vida y se vuelve a gastar en servicios. La uti- lidad marginal de los bienes disminuye, al menos en sentido relativo, y los ser- vicios aumentan su importancia. La demanda de servicios relacionados con el ocio, deportes, viajes y entretenimiento, por ejemplo, aumenta y, además, sur- gen demandas de tipos de servicios totalmente nuevos, por ejemplo, nuevos ti- pos de servicios sanitarios y servicios referentes al cuidado del cuerpo. Detrás de gran parte del cambio descrito anteriormente están, por supuesto, las tendencias de la sociedad. Schoell e Ivy (1981) han investigado este tema mi- nuciosamente. En la Tabla 1.1 está el resumen de su análisis. El incremento de la riqueza, más tiempo libre, un mayor porcentaje de mujeres en el mundo la- boral y una esperanza de vida más elevada crean una mayor demanda directa de diversos servicios, algunos de los cuales existen desde hace tiempo, mientras otros son completamente nuevos. Una mayor complejidad de los productos, una creciente complejidad de la vida y un mayor número de nuevos productos dis- paran el aumento de la demanda de servicios. Cosas de las que las empresas o EL IMPERATIVO DEL SECTOR SERVICIOS 9 Tabla 1.1 Razones para el crecimiento de la economía de servicios 1. El incremento de la demanda Mayor demanda de servicios como cuidado del césped, limpieza de alfombras y otros, que los consumidores solían hacer por sí mismos 2. Más tiempo libre Mayor demanda de agencias de viajes, lugares turísticos, cursos de educación de adultos 3. Mayor porcentaje de mujeres en el mundo laboral Mayor demanda de guarderías, servicios domésticos, comidas fuera de casa 4. Esperanza de vida más elevada Mayor demanda de residencias de ancianos y servicios sanitarios 5. Mayor complejidad de los productos Mayor demanda de especialistas cualificados para el mantenimiento de productos tan complejos como automóviles y ordenadores personales 6. Creciente complejidad de la vida Mayor demanda de expertos en declaraciones del impuesto sobre la renta, consejeros matrimoniales, abogados, servicios de empleo 7. Mayor preocupación por la ecología y la escasez de recursos Mayor demanda de servicios adquiridos o arrendados, tales como servicios de autobús puerta a puerta y alquiler de automóviles (en lugar de poseer uno o más) 8. Aumento del número de nuevos productos El fulgurante desarrollo informático que ha dado lugar al desarrollo de servicios de pro- gramación, reparación y programas multitareas Fuente: Schoell, W. F. e Ivy, J. T. (1981): Marketing: Conlemporary Concepts and Practices. Boston, Mass.: Allyn and Bacon, p. 277. Reproducido con permiso. personas nunca tuvieron que preocuparse, o de las que ellas mismas podrían ocuparse, tales como servicios de mantenimiento o la declaración del impuesto sobre la renta, se han vuelto tan complejas que, normalmente, son necesarios los servicios de especialistas externos. Una mayor preocupación por la ecología y la escasez de recursos crea nuevos servicios o fomenta la demanda de servicios existentes, como la utilización del transporte público en lugar de automóviles particulares. ¿Existe en la actualidad algún problema con los servicios? Existen actualmente muchas quejas relacionadas con los servicios. En la discu- sión cotidiana, los servicios proporcionados por las compañías de seguros, las empresas de reparación y mantenimiento, bancos, restaurantes, fontaneros y empleados administrativos del sector de la automoción son el blanco de los ata- ques. Además, las revistas y periódicos importantes se están centrando en el mal 10 MARKETING Y GESTIÓN DE SERVICIOS estado de muchos servicios mediantela publicación de artículos de portada y columnas por parte de respetados periodistas. Parece haber algo podrido en el área de servicios. En un artículo de portada de la revista Time de 1987 (¡Por favor, que al- guien me ayude!, 2 de febrero) el escritor, junto con los «frustrados americanos, nos preguntamos dónde se ha metido el servicio» (p. 48). Los americanos que vuelven del extranjero parecen particularmente afectados por el deterioro de los servicios. En el mismo número de Time, su corresponsal, Edwin M. Reingold, reflexiona, a su regreso a Los Angeles, después de haber trabajado durante ocho años en Tokio: «Para un americano, acostumbrado a la cortesía y eficacia del Japón moderno, los Estados Unidos parecen haberse convertido en un atolla- dero de burocracia, ineptitud, mezquindad e informalidad. En Los Angeles, Nueva York, Miami y otras ciudades, al que regresa le horroriza y deprime la falta de eficacia y de simple cortesía y atención» (Time, 2 de febrero de 1987, página 55). Normalmente, quienes relatan tales observaciones son personas que regre- san de países como Japón, conocido por sus modos corteses y eficaces. Sin em- bargo, en una columna en el Mesa Tribune de 1988, Larry Pintak (anterior co- rresponsal de CBS News), después de haber pasado la última década en África y Oriente Medio, compara los servicios en los Estados Unidos con otros simi- lares en Kenia, Burundi, Italia y el Líbano. Escribe lo siguiente: En lugares como Bujumbara, en Burundi, uno espera que las líneas aéreas estén saturadas y que los taxistas se pierdan. Pero no en Estados Unidos. ¿Ha volado usted últimamente en la Continental? ¿Ha desafiado a un taxi de Nueva York? Y también están los teléfonos. Desde Beirut puede telefonear directa- mente a Nueva York. Pero, desde Florida, si quiero llamar al extranjero, tengo que pasar a través de un operador. Incluso, dentro de Estados Unidos, el hecho de poner conferencias es un ejercicio de frustración. «Estaría contento si pu- diese entablar comunicación», dice un ejecutivo que se desahoga en un anun- cio televisivo (Pintak, 1988, p. A7). Y sigue diciendo: Y no sólo los teléfonos. Las oficinas de correos en Italia venden sellos de 17 dólares que garantizan un reparto nocturno. Pero eso ocurre en la caótica Italia, ¿verdad? Aquí el servicio de correos de los Estados Unidos gasta millo- nes anunciando su servicio nocturno que cuesta 8,75 dólares, pero a menudo te dicen: «No podemos garantizarle que llegue mañana». «Más por menos» ahora significa más coste por menos servicio (p. 7). Sin embargo, no son sólo los Estados Unidos los que parecen sufrir este em- peoramiento en tantos servicios. En un número de 1988 del diario más impor- tante de Finlandia, el Helsingin Sanomat, apareció una portada sobre el estado de los servicios de esa pequeña sociedad occidental, con el siguiente titular: «Se buscan servicios. Los servicios empeoran a pesar del aumento de empleados del sector. En una "sociedad de bienestar" no se puede sobrevivir sin el instinto del autoservicio» (Sartti, 1988, p. B1). Esta conclusión parece estar bien justificada. Que los servicios empeoren en una sociedad de bienestar es muy triste y además EL IMPERATIVO DEL SECTOR SERVICIOS 11 resulta paradójico. Cuando la sociedad se hace más rica y el promedio de la gente prospera económicamente y dispone de más tiempo libre, resulta más difícil conseguir un buen servicio. En cierto sentido, esto no es verdad, por supuesto. Hoy se dispone de mu- chos más servicios que hace una década y, además, la tecnología moderna ha hecho más accesibles muchos de ellos. Por ejemplo, han surgido una serie de servicios relacionados con la informática doméstica y, actualmente, podemos obtener información sobre las conexiones aéreas y su disponibilidad, en un de- terminado día, mucho más rápidamente por teléfono, lo que era imposible no hace mucho. Sin embargo, en un análisis último, la gente todavía se queja. Creen que los servicios han empeorado. Como consecuencia del aumento de los costes laborales, los clientes se ven forzados a utilizar el autoservicio aun cuando no quieran. Los empleados con dedicación completa, que son trabajadores cuali- ficados y orgullosos de sus trabajos (por ejemplo vendedores al por menor y ca- mareros de restaurantes), están desapareciendo cada vez más; y empleados con dedicación parcial y con menos destreza e interés por sus trabajos les están reemplazando. Sigue el análisis algo irónico en la portada del Helsingin Sano- mat: «Vivimos en una moderna sociedad de servicios, en la que 1.300.000 fin- landeses están encargados de los servicios, así que no trabajan, al menos, no trabajan bien... En 1959 había sólo 50.000 empleados de servicios. La sociedad de servicios puede reconocerse por el hecho de que todo el mundo se sirve a sí mismo �excepto en la tienda de comestibles, donde a uno le sirven según lo parlanchín que sea�. Durante mucho tiempo, muchos se han preguntado qué está haciendo este ejército de "servidores", ya que muchos de los servicios o han desaparecido o se han deteriorado...» (Sartti, 1988, p. B1). Similares críticas se han publicado en diversos países, y no sólo en el mundo occidental. En Singapur, y en el arco del Pacífico, también se ha puesto de ma- nifiesto la preocupación por el nivel de los servicios. Por supuesto, hay una serie de proveedores de servicios decentes e, incluso, muchas empresas de servicios excelentes. En el ejemplar de la revista Time, dedicado al estado de los servicios en los Estados Unidos, se reconocen empresas excelentes como Nordstrom. En otros contextos, a menudo, se dice que IBM, por ejemplo, y Marriott entienden la importancia del servicio. Hay muchas más como éstas. En el plano interna- cional, se mencionan, con frecuencia, empresas como SAS y Club Med. Sin embargo, aun cuando no fuésemos tan lejos como para decir que los ser- vicios, por regla general, «apestan», hay serios problemas que las organizaciones de servicios tienen que solucionar. Quinn y Gagnon, en su artículo aparecido en la Harvard Business Review de 1986, muestran su preocupación por el he- cho de que los servicios norteamericanos puedan seguir empeorando. En su análisis del sector servicios, encuentran serios síntomas de su deterioro. La im- portancia de los servicios para la economía y para la riqueza de la nación crece continuamente, pero, en un nivel menor, hay una constante amenaza para el mantenimiento de buenos servicios, por no hablar de la creación de excelentes servicios. Acaban diciendo: 12 MARKETING Y GESTIÓN DE SERVICIOS «Costará mucho trabajo que no se pierda el liderazgo que alcanzamos en los servicios como nos ocurrió con la industria manufacturera. Están apare- ciendo muchas de las mismas causas que originaron la pérdida de esa posición líder. Cada día nos encontramos con que se da más importancia a las econo- mías de escala que a las preocupaciones de los clientes y ala orientación finan- ciera a corto plazo que antes perjudicó a la industria manufacturera. Demasia- das empresas de servicios han sido lentas a la hora de invertir en las nuevas oportunidades del mercado y en tecnología flexible que tenían a su disposición. ... Se han concentrado en las eficacias de recorte de costes, que pueden cuanti- ficar, en lugar de aumentar su valor escuchando cuidadosamente y proporcio- nando de forma flexible los servicios que sus clientes realmente quieren.» (la cursiva es mía) (Quinn y Gagnon, 1986, p. 103). Los directivos de las organizaciones de servicios pueden estar equivocándose al seguir métodos similares a los utilizados por sus colegas del sector industrial. Algunos han trabajado allí, pero otros no, como observaron Quinn y Gagnon. Existe una trampa de la gestión de los servicios, que discutiremos, con detalle, en un capítulo posterior. En el análisis de las buenas empresas de servicios que aparece en el ejemplar de la revista Timeantes citado, se observa que «... casi todos los expertos están de acuerdo en que la forma de mejorar el sector servi- cios en América consiste en entender a todos los trabajadores que están en con- tacto con el público» {Time, 2 de febrero, 1987, p. 55). Esta es una observación válida. Los empleados que están en contacto con los clientes son un recurso clave de la mayoría de las organizaciones de servi- cios, tanto privadas como públicas, como se discutirá más adelante. Sin em- bargo, el problema que se trata es mayor. Los directivos también tendrán que entender las necesidades y deseos de los clientes y cómo éstos perciben la cali- dad total de los servicios, además de la importancia de la nueva tecnología y el funcionamiento de sistemas y procedimientos, el papel de normas flexibles y fa- vorables y el impacto de los directivos que sean verdaderos líderes y no sólo di- rectivos estrictamente técnicos. En resumen, los directivos tendrán que apreciar cuáles son las cuestiones clave propias de la gestión de una organización de ser- vicios y entender la naturaleza de la competencia que emerge de la nueva eco- nomía de servicios. Deben darse cuenta de qué es lo que funciona y qué no, en la competencia de servicios. La naturaleza de la nueva competencia ¿Cuál es la nueva competencia? ¿Es lo suficientemente diferente para justificar el término «nueva»? Ciertamente, para la mayoría de las empresas se ha pro- ducido un cambio sustancial en la relación con el mercado que, a su vez, in- fluye en el pensamiento directivo, las estructuras organizativas necesarias, la forma de operar en el mercado y la división de responsabilidades entre las di- versas funciones de la empresa. Se pueden identificar, al menos, dos fuentes para este cambio. En parte, está provocado por la presión de los mercados y en parte EL IMPERATIVO DEL SECTOR SERVICIOS 13 por la presión de la tecnología. En primer lugar, para solucionar sus problemas los clientes demandan, tanto de las empresas industriales como de servicios, algo más que simples soluciones técnicas. Los clientes se están volviendo cada vez más exigentes. Esta demanda del mercado aumenta constantemente por la fe- roz competencia que existe en un número cada vez mayor de sectores empre- sariales. Las empresas tienen que tener en cuenta los nuevos requerimientos del mercado para aumentar ante el cliente el valor de una solución técnica incor- porada en un bien o servicio. Consecuentemente, se desarrollan y ofertan más servicios y elementos auxiliares. En segundo lugar, el desarrollo tecnológico, es- pecialmente dentro del área de la tecnología de la información, permite a las empresas crear nuevos servicios con más facilidad. Por ejemplo, la feliz implan- tación del método «justo-a-tiempo» para la gestión de los inventarios y materia- les necesita un potente sistema informático de tratamiento de la información. Cuando se añaden nuevos elementos a los bienes y componentes de servi- cios de las relaciones con los clientes, aumentan estas relaciones. Tradicional- mente, el área de marketing, organizada jerárquicamente en un departamento de marketing/ventas, ha sido la responsable de las relaciones con los clientes. Las otras funciones de la empresa entran en juego, pero sólo hasta cierto punto. Al aumentar el alcance de las relaciones, más funciones entran en contacto con los clientes: por ejemplo, los cajeros de los bancos, los técnicos del servicio téc- nico y de mantenimiento de máquinas y equipos, recepcionistas telefónicos y personal del departamento de I + D. La responsabilidad del mantenimiento y desarrollo de las relaciones con los clientes, esto es, lo que normalmente se de- nomina marketing, ya no está únicamente relacionado con el departamento de marketing y con el vicepresidente de marketing. En la estructura organizativa hay que reconocer esta nueva responsabilidad compartida del marketing. Finalmente, los directivos tienen que aceptar intelectualmente este cambio y basar sus decisiones y su implicación en la ejecución de las decisiones sobre la verdadera nueva competencia. La solución técnica, independientemente de si la proporciona un bien o un servicio, ya no es la clave para el éxito en el mercado. Los servicios y otros elementos auxiliares que se incorporan a la relaciones con los clientes (los que, en un sentido amplio, podemos denominar como «servi- cios») constituyen los valores y beneficios con los que compiten las empresas. La solución técnica se da más o menos por sentada por parte de los clientes. Y la dura competencia actual les da derecho a hacerlo. La competencia de servicios y los momentos de la verdad La nueva competencia de la economía de servicios exige una profunda com- prensión de la naturaleza de la producción y el consumo de los servicios y las «reglas» para su gestión en la actual situación de competitividad. Al ser la com- 14 MARKETING Y GESTIÓN DE SERVICIOS prensión de los servicios la clave del éxito en esta nueva competencia, podemos hablar de competencia de servicios. Los procesos clave para aumentar el valor fundamental de la oferta han sido desplazados de las fábricas a los momentos de la verdad, para utilizar un tér- mino introducido en la bibliografía empresarial por Normann (1984) y utili- zado con éxito, por ejemplo, por SAS (Carlzon, 1987). Los momentos de la ver- dad son las interacciones entre los representantes del cliente y los diversos recursos de la empresa: por ejemplo, cuando se entrega una máquina a un com- prador, cuando un camarero sirve a un comensal en un restaurante o cuando una persona utiliza un cajero automático. Albrecht (1988, pp. 26-27) pone los siguientes ejemplos de momentos de la verdad en una experiencia de un viaje en avión: 1. El cliente llama a la compañía aérea para pedir información. 2. El cliente reserva el vuelo con el representante de la compañía aérea. 3. El cliente llega al mostrador del aeropuerto. 4. El cliente espera en la cola. 5. El agente de venta de billetes invita al cliente a acercarse al mostrador. 6. El agente de venta de billetes procesa el pago y da el billete. 7. El cliente va en busca de la puerta de su vuelo. 8. El agente de la puerta da la bienvenida al cliente, y comprueba la tarjeta de embarque. 9. El cliente espera en la sala de salidas a que el vuelo parta. 10. El agente de embarque coge el billete del cliente y le invita a embarcar. 11. El cliente sube al avión y es saludado por el auxiliar de vuelo. 12. El cliente busca el asiento que le han asignado. 13. El cliente busca un lugar para poner su equipaje de mano. 14. El cliente se sienta. 15. Etc., etc. En resumen, para todo el mundo los servicios son la base de una diferencia- ción eficaz entre empresas y, por tanto, una fuente explotable de ventajas com- petitivas. Como se describirá con detalle en este libro, esto requiere un nuevo enfoque sobre la gestión, además de sobre otras funciones de la empresa, como marketing, operaciones, personal y finanzas. Es importante utilizar un lenguaje orientado a los servicios cuando se dis- cuten y planifican las cuestiones relacionadas con éstos. Como ya observó Tho- mas en los años setenta: «si los directivos hablan de servicios en lugar de pro- ductos, también piensan en los servicios y en las características que los hacen únicos» (Thomas, 1978, p. 165). Sin embargo, nuestra imagen del trabajo y la mayor parte de la bibliografía, por ejemplo, sobre gestión, marketing, operacio- nes y comportamiento organizativo, sigue adaptada, fundamentalmente, a la industria manufacturera de bienes físicos (Bowen y Schneider, 1988; Gummes- son, 1987c y d; Mills, 1986; Schneider, 1985). En este libro, el término producto se utiliza como un concepto global de ob- jetos o procesos que proporcionan algún valor a los clientes. Los bienes y ser- EL IMPERATIVO DEL SECTOR SERVICIOS 15 vicios son subcategoríasque describen dos tipos de productos. Otra subcategoría es la de los sistemas, que incluyen componentes de bienes y servicios, como los proyectos que implican, por ejemplo, la planificación, el trabajo de construc- ción, distribución e instalación de máquinas de producción y la creación de sis- temas de mantenimiento. Opciones estratégicas Existe, por supuesto, una serie de decisiones estratégicas que se deben tomar. Una estrategia orientada a los servicios es sólo una de las diferentes opciones. En esta sección vamos a discutir brevemente cuatro opciones estratégicas glo- bales que, creemos, cubren, al menos, la mayoría de las posibilidades disponi- bles a largo plazo para la empresa. Estas estrategias no son mutuamente exclu- yentes. Se pueden incluir elementos de varias estrategias; sin embargo, una vez adoptada, sólo una de ellas debería guiar todo el proceso de toma de decisiones, y la implantación de esas decisiones. También existen, por supuesto, diversas formas de considerar las estrategias. Aquí nos centramos en la competitividad que la empresa tiende a transferir a sus clientes. Las cuatro opciones básicas de estrategia son: 1. Estrategia de calidad técnica. 2. Estrategia de precios. 3. Estrategia de imagen. 4. Estrategia de servicios. Una estrategia de calidad técnica significa que el desarrollo y manteni- miento de una calidad técnica superior de un bien o servicio es considerada la piedra angular de las operaciones de la empresa. La compañía confía principal- mente en la ventaja competitiva que implica la propia solución técnica. La competitividad de la empresa se debe a la excelente calidad técnica de sus pro- ductos. Esta solía ser una estrategia ampliamente utilizada, especialmente por parte de muchos fabricantes de bienes industriales. Funciona bien en situacio- nes en las que la competitividad técnica demostrada por la empresa tiene, en sí misma, un valor fundamental para el cliente. Cuanto más aumente la compe- titividad técnica entre los competidores, más se debilitará esta estrategia. Al ser muchas las empresas que ofrecen una solución técnica similar, el buen nivel técnico puede no ser ya la cuestión más importante en el mercado. Keyser (1988) hace un estudio de por qué los clientes cambian de proveedores, en el que se encontró que el 68 por 100 señalaba la indiferencia de los empleados como la razón del cambio, mientras que sólo el 14 por 100 no estaba satisfecho con el producto (bienes). Como dijo Lee Iacocca, presidente de Chrysler Corporation, en un anuncio pagado en la revista Fortune (26 de septiembre de 1988): «Una compañía con el mejor sistema de distribución y el mejor servicio se llevará el gato al agua �porque no se puede mantener una ventaja en otras áreas durante mucho 16 MARKETING Y GESTIÓN DE SERVICIOS tiempo». Está dentro del mismo contexto del que se hizo eco Caleb L. Fowler, presidente de CIGNA's Property and Casualty Group: «Podemos diferenciar nuestros productos a través de la calidad de nuestros servicios junto con su dis- tribución». Esto no quiere decir que una excelente calidad técnica sea menos importante que antes, pero la diferenciación de la oferta mediante el desarrollo de la solución técnica (un bien o un servicio) puede ser imposible, o demasiado cara. Aun, lo más probable es que sea necesario un alto nivel de calidad técnica, pero el éxito no está sólo relacionado con este factor. En una empresa de servicios tenemos, en principio, la misma situación que en las empresas manufactureras. Por ejemplo, el hecho de transportar a una persona en avión, de un lugar a otro por un determinado precio, no es sufi- ciente para crear ventajas competitivas por sí mismo. La forma en la que esto se hace; esto es, la conversión del servicio de transporte, según la naturaleza de las operaciones del servicio, en una oferta más sofisticada, diferencia el servicio básico de forma que crea ventajas competitivas. Una estrategia de precios significa que la empresa confía básicamente en el nivel de sus precios y en las ofertas específicas de precios como ventaja compe- titiva. La competitividad específica de la empresa consiste en ser la alternativa menos cara para el cliente. En muchos casos ésta es una opción atractiva (com- parar con Porter, 1980). Sin embargo, a la larga, no es recomendable utilizar esta estrategia. La utilización de precios bajos como principal argumento no ayuda a la empresa a desarrollar relaciones duraderas con sus clientes. El precio sigue siendo la piedra angular de la relación y cuando éste no sea el más bajo, no queda mucho para mantener unidas a las partes. Si la empresa puede esperar que mantendrá a largo plazo su capacidad como productor de bajo coste, ésta es, probablemente, una estrategia rentable. De otro modo, puede convertirse en una trampa estratégica y debería evitarse. Los precios bajos normalmente significan menos capital para invertir en otros elementos de la relación con el cliente, tales como la misma calidad técnica y algunos servicios adicionales. Por tanto, como estrategia global a largo plazo, la estrategia de precios puede ser peligrosa. Por supuesto, el precio, incluyendo ofertas de bajo precio cuando sean apropiadas, debería utilizarse como parte de cualquier estrategia impor- tante. El término estrategia de imagen no se refiere al concepto de imagen cor- porativa; es decir, a la visión de la empresa que tienen los actores que rodean a la organización. Una imagen corporativa (o local) es una ventaja para cual- quier empresa. Aquí, la imagen se refiere a un imaginativo elemento auxilar de los bienes o servicios. Por consiguiente, la aplicación de una estrategia de imagen significa que la ventaja competitiva se basa en los extras «imagina- rios» que se añaden a los bienes y servicios, frecuentemente creados por medio de la publicidad u otros medios de comunicación con el mercado. Esta estra- tegia es, en cierto sentido, equivalente a la estrategia de precios, porque se añade algo sin sustancia real a la oferta para alcanzar una ventaja competitiva. Si- guiendo una estrategia de precios, ofrecemos uno bajo y, por tanto, competi- tivo. Sin embargo, en este caso aumenta la imagen de la oferta a los ojos de los clientes a través de la utilización de una serie de medios, que van desde EL IMPERATIVO DEL SECTOR SERVICIOS 17 etiquetas, nombres de marcas y canales de distribución, hasta diversos medios de comunicación. Ejemplos típicos de bienes aumentados por una estrategia de imagen son los pantalones vaqueros, los cigarrillos y los productos cosmé- ticos. Sin embargo, incluso los productos duraderos, como los automóviles y servicios, como los restaurantes de comida rápida, parecen confiar en esta es- trategia. La cuarta opción, una estrategia de servicios, significa crear una serie de ser- vicios para consolidar e incrementar las relaciones con los clientes. Incluso, transformar los componentes físicos de las relaciones con los clientes en un ser- vicio puede ser la piedra angular de dichas relaciones. No analizaremos, en este momento, el contenido completo de una estrategia de servicios ya que éste será el tema principal del resto de este libro. Sin embargo, en pocas palabras, pode- mos decir que cuando se adopta este tipo de estrategia se estructuran diferentes tipos de servicios y elementos auxiliares que se incorporan a la oferta de la em- presa con el fin de fortalecer la relación que se establece con los clientes. La ca- pacidad de una empresa se establece en función de su habilidad para prestar ser- vicio a sus clientes de una forma competitiva y, en consecuencia, ofrecer al mercado una oferta diferenciada (comparar con Porter, 1980). Además, para un fabricante, el desarrollo de elementos de servicios, como parte de la oferta, crea un apoyo a los bienes, que puede funcionar, en muchos sectores, como una ba- rrera al ingreso de muchas otras empresas (Lele, 1986). Por consiguiente,
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