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Universidad-Nacional-Autonoma-de-Mexico--devenir-historico-y-funcion-social-1970-2000

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
COLEGIO DE PEDAGOGÍA 
 
 
 
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO: DEVENIR HISTÓRICO Y 
FUNCIÓN SOCIAL 1970-2000 
 
 
TESIS 
 
QUE PARA OBTENER EL GRADO DE 
LICENCIADA EN PEDAGOGÍA 
 
 
PRESENTA: 
TANIA ITZEL NIETO JUÁREZ 
 
ASESOR: 
 DR. HUGO CASANOVA CARDIEL 
 
 
 
CIUDAD UNIVERSITARIA, CD. MX., OCTUBRE 2016 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
ÍNDICE 
 
AGRADECIMIENTOS 
 
 
INTRODUCCIÓN 
 
 
1 
CAPÍTULO I. FUNCIÓN SOCIAL DE LA UNIVERSIDAD 
 
7 
1.1. Estudios sobre la función social de la universidad 
 
8 
1.1.1. Primeras reflexiones. Estudios con perspectiva filosófica: Newman, 
Jaspers y Ortega y Gasset 
 
11 
1.1.2. Reflexiones contemporáneas. Estudios con perspectiva social y política 14 
 Ángel Latorre: Universidad con “proyección social” 15 
 Burton Clark: La universidad como “centro de conocimiento” 17 
 José Joaquín Brunner: La universidad como “hecho social” 18 
 Jacques Derrida: Universidad “sin condición” 20 
 Guillermo Villaseñor: La función social originaria y asignada de la 
 Universidad 
21 
 UNESCO: La responsabilidad social de la universidad 23 
1.2. La universidad contemporánea 
 
27 
 1.2.1. La función social de la universidad en la sociedad del conocimiento 29 
 1.2.2. Perspectivas de la universidad en el siglo XXI 
 
34 
1.3. Concepción operativa de la función social de la universidad 
 
 
37 
CAPÍTULO II. LA FUNCIÓN SOCIAL DE LA UNAM: ANTECEDENTES 
 
41 
2.1. Orígenes de la Universidad Nacional de México. La función social en los 
 documentos fundacionales 
 
41 
2.2. 1910-1920: La función social de la Universidad en el movimiento 
 revolucionario 
 
47 
2.3. 1920-1929: La función social de la Universidad. De Vasconcelos a la 
 obtención de la Autonomía 
50 
 
2.4. 1930-1944: La función social de la Universidad en las Leyes Orgánicas 
 
57 
2.5. 1945-1960: La función social de la Universidad y su consolidación 
 institucional 
 
69 
2.6. 1960-1970: La función social de la Universidad y el movimiento de 1968 
 
 
73 
CAPÍTULO III. FUNCIÓN SOCIAL DE LA UNAM: 1970-2000 
 
79 
3.1. Pablo González Casanova (1970-1972) 
 
80 
3.1.1. Función social de la Universidad: Pablo González Casanova 
 
81 
 Docencia 81 
 Investigación 87 
 Cultura 89 
 Extensión universitaria 90 
 Otros programas 91 
 Balance 
 
91 
3.2. Guillermo Soberón Acevedo (1973-1981) 
 
93 
3.2.1. Función social de la Universidad: Guillermo Soberón Acevedo 
 
96 
 Docencia 96 
 Investigación 100 
 Cultura 103 
 Extensión universitaria 105 
 Otros programas 107 
 Balance 
 
108 
3.3. Octavio Rivero Serrano (1981-1985) 
 
109 
3.3.1. Función social de la Universidad: Octavio Rivero Serrano 
 
112 
 Docencia 112 
 Investigación 115 
 Cultura 120 
 Extensión universitaria 121 
 Otros programas 124 
 Balance 
 
 
124 
 
3.4. Jorge Carpizo MacGregor (1985-1989) 
 
125 
3.4.1. Función social de la Universidad: Jorge Carpizo MacGregor 
 
128 
 Docencia 128 
 Investigación 133 
 Cultura 136 
 Extensión universitaria 138 
 Otros programas 139 
 Balance 
 
140 
3.5. José Sarukhán Kermez (1989-1997) 
 
141 
3.5.1. Función social de la Universidad: José Sarukhán Kermez 
 
144 
 Docencia 144 
 Investigación 149 
 Cultura 153 
 Extensión universitaria 155 
 Otros programas 157 
 Balance 
 
159 
3.6. Francisco Barnés de Castro (1997-1999) 
 
161 
3.6.1. Función social de la Universidad: Francisco Barnés de Castro 
 
166 
 Docencia 166 
 Investigación 169 
 Cultura 173 
 Extensión universitaria 174 
 Otros programas 176 
 Balance 
 
176 
CONSIDERACIONES FINALES 
 
179 
FUENTES DE CONSULTA 185 
AGRADECIMIENTOS 
 
A la Universidad Nacional Autónoma de México por abrirme las puertas del Colegio de 
Ciencias y Humanidades, pero sobre todo, de la Facultad de Filosofía y Letras donde 
realicé mis estudios profesionales y descubrí los amplios caminos de la Pedagogía. Por 
darme la oportunidad de formarme como mejor ser humano. Por contribuir con su labor a la 
transformación y mejora de nuestro contexto. 
A mis papás y hermana por escucharme, acompañarme, animarme, orientarme y apoyarme 
siempre en la construcción y desarrollo de mi proyecto de vida. Por confiar en mí y por 
todo el esfuerzo que sé hicieron para que lograra concretar este proyecto llamado 
licenciatura. 
A mi familia más cercana por estar siempre conmigo y motivarme a continuar cosechando 
éxitos y alegrías. 
A mi asesor, el Dr. Hugo Casanova por su guía y apoyo en la elaboración de este trabajo. 
Por acercarme al IISUE donde descubrí lo amplio y enriquecedor que puede ser el ámbito 
de la investigación educativa. Pero sobre todo por transmitirme su entusiasmo por estudiar 
a la Universidad. 
A mis sinodales: 
La Mtra. Zaida Celis por esa primera clase, que marcaría el camino de mi formación en la 
Universidad Nacional, en la que comencé a reflexionar y a pensar que todo puede ser 
diferente, por cada aprendizaje y consejo, por estar siempre cerca. 
La Mtra. Martha Corenstein por mostrarme lo emocionante que puede ser la labor de una 
investigadora, por introducirme en el campo de la investigación cualitativa. 
La Mtra. Pilar Martínez por darme la oportunidad de conocer el ámbito de la docencia, por 
ser la profesora que me hizo ver la historia desde otra perspectiva, por cada enseñanza y 
apoyo incondicional, por transmitirme su entusiasmo por la Pedagogía y la vida. 
A la Dra. Guadalupe Olivier por su compromiso con el estudio de la educación superior y 
las observaciones realizadas a este trabajo. 
A Mercedes Torrado, mi profesora de educación superior en la Universitat de Barcelona 
porque fue en su clase donde descubrí que la Universidad tenía muchas funciones, pero que 
de todas ellas la social es la más importante. 
A todos los maestros y maestras que guiaron mi formación como Pedagoga que aportaron 
con cada acción y palabra a mi pensamiento y actuar profesional y personal. 
A mis amigas de la universidad, Ilse Castro, Elizabeth García, Giovanna Rivera, Gabriela 
Torres, Irene Díaz y Karla López con las que compartí y construí aprendizajes, tareas, 
actividades, alegrías, experiencias de vida. Por ser mujeres comprometidas con la 
educación y la Pedagogía, por ser siempre el mejor equipo. 
 A Dira, Louise y Laura les meves amigues del meucor, por acompañarme en la última 
parte de este trayecto lleno de preguntas, reflexiones, anécdotas y sobre todo aprendizajes. 
Gracias por sus ánimos y por compartir conmigo la ilusión por descubrir palabras, cosas, 
lugares y personas nuevas. Por ser con quienes puedo soñar y construir proyectos 
educativos en pro de un mundo mejor. 
A todas y todos mis demás amigas y amigos que estuvieron cerca, sus preguntas, libros y 
textos compartidos, así como sus palabras de aliento me aportaron mucho para la 
construcción de esta investigación. 
Finalmente, y no por ello menos importante, de nueva cuenta a la Universidad Nacional que 
a través de la Secretaría de Atención a la Comunidad y su Programa de Vinculación con los 
Egresados me otorgó la “Beca para titulación: Egresados de alto rendimiento”. 
A todas y todos, muchas gracias. 
 
El pueblo a la U
niversidad, la U
niversidad al 
pueblo. 
Por 
una 
cultura 
nacional 
neohum
anista de profundidad universal. 
 
D
avid A
lfaro Siqueiros, 1956 
 
 
 
INTRODUCCIÓN 
 
ensar la universidad es uno de los grandes retos de nuestro tiempo. Como institución 
educativa dedicada a la creación, transmisión y certificación del conocimiento en el 
nivel superior expresa su razón de ser a través de su función social. Dicha función social es 
entendida como el vínculo que la institución universitaria establece con la sociedad en la 
que se ubica. Es así que mediante esta función la universidad da forma al compromiso que 
tiene ante la sociedad en la cual lleva a cabo su labor académica. 
Esta función ha ido cobrando relevancia al grado de que las universidades se han 
colocado como instituciones destacadas para lograr el progreso de las naciones. En este 
sentido los estudios y cuestionamientos referentes a la labor que realizan se han 
incrementado. Aunque varios de ellos destacan las transformaciones que ha realizado la 
universidad para mantener vigente su función social, existen posturas que cuestionan su 
“pertinencia” ante una sociedad tan cambiante como la actual. Ante esta situación las 
universidades se han visto en la necesidad de hacer patente un compromiso ante las 
crecientes demandas y problemáticas sociales. 
Por ello para pensar a la institución y su función social es necesario tener una 
mirada de conjunto, es decir no verla como una institución aislada de su entorno sino como 
parte de él, ya que las expresiones del contexto siempre se manifiestan e influyen en el 
análisis y ejecución de las acciones universitarias. Así, las acciones que lleva a cabo la 
universidad no sólo la benefician a ella, sino a la sociedad en general. 
En México, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se ha 
caracterizado por ser una institución con un carácter eminentemente social. Además, ha 
sido catalogada como el proyecto educativo y cultural más grande del país, colocándose a 
su vez como la institución educativa referente del nivel medio superior y superior a nivel 
nacional. Así, la función social que ha desarrollado a lo largo de su trayectoria ha influido 
de manera definitiva en el desarrollo del país, desde hace más de 100 años. 
P 
2 
 
Como profesional de la educación el foco de mi atención se dirige a determinar 
cuáles han sido las acciones que de manera específica ha llevado a cabo la UNAM para 
realizar su función social. En este sentido la presente investigación constituye un estudio de 
tipo cualitativo elaborado con base en la estrategia metodológica histórico-documental. 
Tiene como objeto de estudio a la Universidad Nacional Autónoma de México y su 
propósito central es identificar y analizar la concepción contemporánea de función social de 
la Universidad. De este modo el período que abarca la investigación es el comprendido 
entre 1970 y 2000. 
 La razón de este corte temporal se centra en que en el último tercio del siglo XX se 
presentaron diversos factores tanto internos como externos que llevaron a la Universidad 
Nacional a transformar su labor y la forma en la que acerca ésta a la sociedad. Algunos de 
estos factores fueron: la conformación de una sociedad globalizada en la que el 
conocimiento y las tecnologías de la información fueron adquiriendo un valor mayor, las 
grandes crisis económicas y políticas, la intervención de nuevos actores en la vida 
universitaria, el incremento de la demanda, el cuestionamiento al alcance de su labor como 
Universidad Nacional, el condicionamiento de la vida académica por parte del gobierno 
federal a través de diversos mecanismos, la instauración de procesos como la planeación y 
la evaluación en las actividades sustantivas de la institución, la necesaria diversificación de 
fuentes de financiamiento y la rendición de cuentas, así como la gestación de diversos 
movimientos y conflictos dentro de la institución. Aunado a que se considera que la UNAM 
del siglo XXI tiene rasgos distintos y requiere ser analizada con materiales y recursos 
diferentes a los aquí utilizados. 
Con base en lo anterior, el supuesto que se planteó para la investigación es que entre 
1970 y 2000 la concepción de la función social de la UNAM experimentó importantes 
transformaciones, incorporándose en ella elementos correspondientes al contexto social, 
político, económico y cultural del país. 
La pregunta central que guió esta investigación fue: ¿Cuál fue la función social de la 
UNAM en el período de 1970 al 2000? De ésta se derivaron otras interrogantes más 
específicas: ¿Cuál es el supuesto formal en el que descansa la UNAM para la sociedad 
mexicana? ¿Cuáles fueron las aportaciones a la función social de la UNAM a través de las 
3 
 
funciones sustantivas: docencia, investigación y difusión de la cultura? ¿Qué afectaciones a 
la función social de la UNAM se generaron en otros sentidos? 
El texto se desarrolla en tres capítulos. El primero, a partir de la revisión de diversas 
fuentes documentales, constituye un apartado teórico respecto a los estudios que se han 
elaborado en relación a la función social de la universidad. Así, se identifican diversas 
perspectivas de función social de la universidad y se definen las tareas mediante las cuales 
ésta ha sido y es operacionalizada. 
Posteriormente, se describe la situación en la que se ubican las universidades e 
instituciones de educación superior contemporáneas, así como los retos a los que se han 
enfrentado para continuar cumpliendo con su función social dentro de una sociedad 
globalizada que tiene como ejes guía al conocimiento y el modelo económico neoliberal. 
Por último, se muestra una matriz de elaboración propia que busca configurarse como un 
instrumento que permite ubicar en el plano real la función social de la universidad. 
Cabe mencionar que en la actualidad el estudio de la función social de la 
universidad ha sido abordado por diversos autores quienes imprimen en ella una 
perspectiva más mercantil que propiamente educativa y social. Sin embargo, este ejercicio 
está elaborado desde una visión pedagógica pensando primordialmente a la universidad 
como una institución educativa en la que debe existir libertad para buscar nuevos 
paradigmas, nuevas ideas, nuevas formas de generación y transmisión del conocimiento 
para afrontar con bases sólidas los retos que plantea la sociedad actual, situación en la que 
radica su fortaleza. 
El segundo capítulo constituye una descripción de la historia de la Universidad 
Nacional a través de la mirada de la función social. Basado en la revisión de una serie de 
fuentes documentales y documentos históricos de la Universidad Nacional se desarrolla el 
cómo se ha conectado ésta con su entorno a lo largo de los años. Desde su fundación en 
1910 hasta el final de los años sesenta, momento en que diversos sectores sociales 
comenzaron a alzar la voz planteando nuevas demandas tanto a las autoridades como a las 
instituciones. Hecho que obligó a la Universidad Nacional a pensarse desde una nuevaperspectiva configurándose así la UNAM contemporánea. 
4 
 
El tercer y último capítulo ofrece una descripción y análisis de los planteamientos 
discursivos de los rectores de la UNAM de 1970 al 2000 expresados en los informes y 
memorias de la institución correspondientes al período antes referido. Así, tomando como 
base la matriz estructurada en el capítulo uno se describen las acciones realizadas en cada 
rectorado para cumplir con la función social concebida. 
Para guiar y dar estructura a este capítulo se toman entonces como eje los períodos 
rectorales de la UNAM, ya que a partir de éstos se puede realizar un ejercicio que permite 
delinear la operativización de la concepción de función social de la Universidad, así como 
las transformaciones que ésta ha presentado por los cambios sociales y las acciones que 
cada rector proyectó en el período correspondiente. Se retoma el pensamiento de los 
rectores, en cada momento histórico revisado, puesto que se considera que son ellos 
quienes tienen la responsabilidad de determinar, con base en las expresiones de todos los 
universitarios, la labor que va a realizar la Universidad durante la administración 
correspondiente para cumplir con sus tareas y su cometido con la sociedad. 
Los períodos que se consideran son los de los siguientes rectores: 
 Pablo González Casanova: 6 de mayo de 1970-7 diciembre de 1972. 
 Guillermo Soberón Acevedo: Primer período: 3 de enero de 1973-3 de enero de 
1977. Segundo período: 3 de enero de 1977-2 de enero de 1981. 
 Octavio Rivero Serrano: 3 de enero de 1981-1 de enero de 1985. 
 Jorge Carpizo MacGregor: 1 de enero de 1985-1 de enero de 1989. 
 José Sarukhán Kermez: Primer período: 2 de enero de 1989-1 de enero de 1993. 
Segundo período: 2 de enero de 1993-6 de enero de 1997. 
 Francisco Barnés de Castro: 6 de enero de 1997-12 de noviembre de 1999. 
En cada rectorado se hace una breve introducción mencionando el proyecto característico a 
través del cual se buscó cumplir con la función social de la Universidad. Posteriormente, se 
recurre a la matriz expuesta en el capítulo uno con base en la cual se organizan y expresan 
las acciones realizadas por la institución, enmarcadas en el proyecto de función social de 
cada rector. En la parte final de cada una de las gestiones abordadas se hace un balance y se 
indica en qué programa o programas se hizo énfasis para cumplir con el cometido social. 
5 
 
Para finalizar el escrito se presenta un apartado de consideraciones finales en el que 
se señalan las reflexiones y hallazgos derivados del presente trabajo. Finalmente, es 
importante mencionar que se aspira a que esta investigación se constituya como una 
aportación significativa para el conocimiento de la UNAM en el período de 1970 a 2000, en 
el ámbito del establecimiento y consolidación de la relación con la sociedad a través del 
cumplimiento de su función social. 
7 
 
CAPÍTULO I. FUNCIÓN SOCIAL DE LA UNIVERSIDAD 
a universidad es el lugar donde se reúnen, de manera voluntaria, los sujetos cuyo 
interés y vínculo es el saber y en torno al cual también son certificados.1 Se trata de 
una institución “[…] que alcanza sentido en su concreción frente a la sociedad”2 por lo 
tanto, tiene un estrecho vínculo con ella. Esta relación se establece a través de sus 
egresados, docentes y resultados académicos, los cuales han adquirido distintos matices a lo 
largo de la historia puesto que siempre busca constituirse como una institución “articulada” 
a su tiempo y espacio.3 
En tal sentido autores como Castrejón, mencionan que la universidad es una 
institución cambiante, puesto que su historia se alinea a procesos de diferente índole: 
políticos, sociales, económicos y culturales, que la llevan a transformarse para seguir 
vigente en la sociedad en la que se concreta. Esta característica de la universidad la hace 
diferente frente a otras instituciones sociales que se vuelven obsoletas ante los retos de la 
sociedad que también es cambiante y llegan incluso a desaparecer. “Si observamos, a lo 
largo de la historia, nos damos cuenta de que su permanencia se debe a su gran capacidad 
de cambio; […] después de periodos de crisis surge una universidad, modificada, pero 
universidad”.4 
Por ello, es posible mencionar que los estudios que se han realizado sobre la función 
social de la universidad también se han posicionado desde diversas perspectivas puesto que 
en cada momento histórico las expectativas que la sociedad tiene de la institución 
universitaria se han ido transformando. En este sentido, en el presente capítulo se muestra 
un acercamiento cronológico a una serie de estudios que autores significativos han 
realizado sobre la función social de la Universidad. Se ubican las semejanzas entre los 
planteamientos pero también las discrepancias entre unos y otros, considerando en todo 
 
1 Cobban, Alan (1992), “Universities 1100-1500”, en Burton Clark y Guy Neave (Eds.), The Enciclopedia of 
higher education, vol.2, Londres, Pergamon Press, en Hugo Casanova (2012) El gobierno de la universidad 
en España, La Coruña, Netbiblo, p. 17. 
2 Casanova, Hugo (2012), El gobierno de la universidad en España, La Coruña, Netbiblo, p. 17 
3 Ídem. 
4 Castrejón, Jaime (1982), El concepto de universidad (Hacia un análisis social de la educación), México, 
Océano, p. 10. 
L 
8 
 
momento el contexto en el que se expusieron las ideas. Posteriormente, se describe la 
situación de la universidad contemporánea y los retos a los que se enfrenta, dentro del 
contexto de la globalización, la sociedad del conocimiento y el neoliberalismo como 
modelo dominante. Finalmente se presenta una matriz de análisis de la función social, la 
cual tiene el cometido de servir como base para identificar los diferentes programas 
institucionales y acciones que realiza la universidad mediante los cuales operacionaliza su 
vínculo con la sociedad. 
1.1. Estudios sobre la función social de la universidad 
Al ser la universidad una institución eminentemente articulada a su contexto, las acciones 
que lleva a cabo deben estar pensadas desde el ámbito académico, pero también político, 
económico, social y cultural. Ha sido debido a las cambiantes exigencias de la sociedad y el 
medio en el que se ubica la universidad, que ésta ha sido cuestionada y se ha visto en la 
necesidad de repensar las tareas que realiza para cumplir su función como institución 
educativa inmersa en una realidad social específica. 
 Para ello se han realizado diversos estudios sobre la universidad. La elaboración 
sistematizada de éstos tiene sus orígenes a finales del siglo XIX e inicios del XX. Se trataba 
principalmente de ejercicios que se realizaban prioritariamente desde la Filosofía; sin 
embargo, en la última década los estudios sobre la universidad y las demás instituciones de 
educación superior han tenido un notable incremento y se han constituido como objeto de 
estudio de diferentes disciplinas, tales como: Historia, Sociología, Economía, Ciencia 
Política, Psicología, Pedagogía, Antropología, y Administración Pública; así como de la 
planeación estratégica, la gestión administrativa y los estudios de género.5 
Estos trabajos han tenido un enfoque interdisciplinario y transdisciplinario ya que 
desde diferentes perspectivas buscan anticipar y dar respuesta a los cambios por los que 
pasa la institución y la sociedad. 
 
5 Clark, Burton (1983), El sistema de educación superior. Una visión comparativa de la organización 
académica, México, UAM Azcapotzalco, pp. 17-18; Neave, Guy (2001), Educación superior: historia y 
política. Estudios comparativos sobre la universidad contemporánea, trad. Alcira Bixio, Barcelona, Gedisa, 
p. 31. 
9 
 
De este modo la universidad ha pasado a formar parte importante de los estudios, 
agendas y acuerdos políticosnacionales e internacionales, consolidándose como objeto de 
análisis de los tomadores de decisiones. Así, el tema de la universidad ha sido abordado por 
los estudiosos de la educación superior en foros académicos. Pero también, en los últimos 
años, por los gobiernos, las instituciones y organizaciones internacionales, y las propias 
sociedades que se realizan preguntas sobre el rumbo de la institución universitaria, los 
cambios que debe adoptar, y las relaciones que ésta tiene con el Estado, el mercado y la 
sociedad.6 
Los temas que se revisan son diversos, sin embargo pueden destacarse dos grandes 
rubros. Están los que se refieren a la organización, las estructuras y procesos de la 
universidad, que afectan a un grupo reducido, de manera específica a los propios 
universitarios. Y por otro lado se ubican aquellos que analizan, cuestionan y ponen a debate 
los fines y acciones de la universidad frente a las demandas y problemas de la sociedad, 
cuyos resultados buscan tener un impacto más amplio.7 Este estudio está ubicado en estos 
últimos. 
Existe un amplio abanico de ideas sobre los fines y acciones de la universidad como 
institución social. Algunos piensan que la universidad es esencial para el desarrollo social, 
que es importante para transformar el mundo y, por ello, debe enfocarse en la atención y 
resolución de las necesidades y problemas de la sociedad. También están los que ven en la 
universidad a una institución crítica de las condiciones del contexto en el que se ubica; por 
otro lado, están quienes piensan que la tarea de la universidad es únicamente académica y 
que por lo tanto no tiene obligaciones sociales; y también hay autores que la ven como la 
institución que controla el saber, produciendo y transmitiendo conocimiento sólo con base 
y en favor de las estructuras hegemónicas.8 
 
6 Casanova, Hugo (2012), op. cit.; Muñoz, Humberto (Coord.) (2009), La universidad pública en México, 
México, SES-UNAM, Miguel Ángel Porrúa; Tünnermann, Carlos (2003), La universidad ante los retos del 
siglo XXI, Yucatán, Universidad Autónoma de Yucatán; Villaseñor, Guillermo (1994), La universidad 
pública alternativa, México, UAM. 
7 Casanova, Hugo (2012), op. cit., p. 15; Latorre, Ángel (1964), Universidad y sociedad, Barcelona, Ariel, p. 
14. 
8 Casanova, Hugo (2004), “La universidad hoy”, en Hugo Casanova y Claudio Lozano (Eds.) (2004), 
Educación, universidad y sociedad: el vínculo crítico, Barcelona, DTHE-UB, CESU-UNAM, pp. 201-207; 
Castrejón, Jaime (1982), op. cit., p. 180. 
10 
 
Todas estas concepciones hacen que la tarea de definir la función social de la 
universidad se torne compleja. Sin embargo, a continuación se expondrán algunos de los 
planteamientos que han realizado diversos autores quienes han tomado la función social de 
la universidad como objeto de análisis, pero la han identificado con diferentes 
denominaciones. 
Así, John Henry Newman (1852) y pensadores alemanes como Karl Jaspers (1946) 
hacían referencia a la idea de universidad; José Ortega y Gasset a la misión de la 
universidad (1930); Ángel Latorre aludía al término proyección social de la universidad 
(1964); Burton Clark a los fines y propósitos operativos de la universidad (1983); José 
Joaquín Brunner a la función primordial de la universidad (1986); Jacques Derrida hablaba 
de la razón de ser de la universidad (1997); Guillermo Villaseñor se refiere a una función 
social de la educación superior (2003); y un concepto más reciente es el de 
responsabilidad social de la universidad usado por la Organización de las Naciones Unidas 
para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) (2010). 
Antes de comenzar a revisar cada uno de ellos vale la pena destacar que los autores 
más contemporáneos no hablan específicamente de universidad, sino de instituciones o 
sistema de educación superior. Lo anterior se debe a la gran diversificación de las 
instituciones correspondientes a este nivel educativo que tuvo lugar en la década de 1950. 
Este hecho contribuyó a que la universidad tuviera que replantear sus fines y funciones 
frente a las nuevas instituciones, creando la necesidad de especificar cuando se habla de 
universidad o de cualquier otra institución de educación superior. En el presente trabajo se 
utilizarán de manera indistinta los términos de universidad y educación superior. 
Recordando que la universidad está implicada siempre en el sistema de educación superior 
y que el sistema de educación superior no se reduce a la universidad, puesto que está 
conformado por diversas instituciones que también son acreditadas por el Estado como 
instituciones de educación superior, todas ellas agrupadas en el nivel educativo terciario.9 
Una vez aclarado este punto, se procederá a abordar el planteamiento de cada uno de los 
autores antes mencionados. 
 
9 Casanova, Hugo (2012), op. cit., p. 10; UNESCO (1998), Declaración Mundial de Educación Superior en el 
siglo XXI: Visión y acción [5- 9 de octubre de 1998], [en línea], París, UNESCO. Disponible en: 
<http://www.unesco.org/education/educprog/wche/declaration_spa.htm> 
11 
 
1.1.1. Primeras reflexiones. Estudios con perspectiva filosófica: Newman, Jaspers y 
Ortega y Gasset 
Uno de los primeros en concebir a la universidad como objeto de análisis fue el Cardenal 
John Henry Newman. En su obra The Idea of a University (1852) buscaba justificar la 
creación de una universidad católica en Irlanda, mencionaba que la universidad es la sede 
de la sabiduría y de la excelencia. “[…] una escuela de conocimientos de todo tipo, [donde] 
se encuentra lo más granado de la naturaleza y del arte junto, aquello que podría hallarse 
por separado en otros lugares [, constituida por…] profesores y los que desean aprender, 
venidos de todos lados”.10 
Para el cardenal el principal fin de la universidad, como el “alma mater de la 
generación que surge”, debía ser brindar a sus estudiantes una “educación liberal”, la cual 
abarcaba la comprensión de “[…] las grandes ideas del conocimiento, los principios en que 
éste se basa, los grados de sus partes, sus claros y defectos, sus puntos principales y 
aquellos otros de menor importancia”.11 
Así, para Newman la universidad debía educar al “gentleman” de la sociedad 
británica, es decir, no debía limitarse a la profesionalización sino que la misión debía 
ampliarse a ofrecer una “cultura intelectual” a los educandos. Por ello indicaba que si debía 
asignársele un “fin práctico” a la universidad, éste era el de “[…] educar y formar buenos 
miembros para la sociedad. Su arte es el de la vida social, y su fin el capacitarles para 
cumplir debidamente su misión en la vida”.12 
En síntesis para Newman, la universidad, a través de la educación en ella impartida, 
debía comprometerse a: 
[…] conseguir un gran fin, aspira a elevar el tono intelectual de la sociedad, a fin de 
cultivar la inteligencia, a purificar el gusto nacional, a proporcionar principios verdaderos 
al entusiasmo popular y fijar metas a las aspiraciones nacionales, a ampliar el campo de 
 
10 Newman, John Henry (2002), “¿Qué es una universidad?” [1852], en Acerca de la idea de Universidad, 
trad. Pablo Soler Frost, México, Libros del Umbral, p.39. Texto traducido de Newman, John Henry (1917) 
The idea of a University. Defined and illustrated, Londres, Green and Co. 
11 Newman, John Henry (1946), Naturaleza y fin de la educación universitaria, trad. Julio Mediavilla, 
Madrid, EPESA, p. 164. Conferencias pronunciadas por el cardenal Newman en 1852, en Dublín, cuando 
tomó posesión como rector de la Universidad Católica de Irlanda. 
12 Ibíd., p. 256. 
12 
 
las ideas de la época, a facilitar el ejercicio de las facultades políticas y a refinar el 
intercambio en la vida privada.13Por su parte, como representante del pensamiento alemán, Karl Jaspers planteó en su obra 
La idea de la universidad (1945) que ésta es una corporación con autonomía, que tiene 
como misión la búsqueda de la verdad por medio de la ciencia. Desde esta perspectiva la 
investigación constituía para Jaspers la “preocupación principal” de la universidad. En 
segundo lugar colocaba a la enseñanza, debido a que consideraba que la verdad también 
debía ser transmitida. Para el autor, el “sentido” de ambas tareas era la formación del 
alumno y desarrollar en él, el “querer saber originario” cuyo fin es “llegar a saber qué es lo 
que es posible conocer, y qué es lo que por medio del conocimiento resulta de nosotros”.14 
A diferencia de Newman quien construye su idea de universidad desde una 
perspectiva religiosa, Jaspers lo hace desde un pensamiento laico y filosófico. Desde esta 
perspectiva destaca la importancia que tiene la institución para el Estado y la sociedad, y 
menciona que ambos se preocupan por ella porque es allí donde se permite “[…] el 
florecimiento de la más clara conciencia de la época [pero también es el lugar donde los 
[estudiantes…] adquieren los fundamentos necesarios para el ejercicio de las profesiones 
públicas, que exigen capacidad científica y formación espiritual”.15 
Entonces para Jaspers la universidad era esencial para la formación, pero sobre todo, 
para realizar investigación que ayudara a descubrir y dar a conocer la verdad en favor de los 
estudiantes pero también de la sociedad en general. 
José Ortega y Gasset en su obra Misión de la Universidad (1930), desde un enfoque 
filosófico, basa su análisis en preguntas como: ¿Para qué existe la universidad? y ¿Para qué 
tiene que estar? Para el autor, la universidad es una “institución docente” y en ello radica su 
importancia ya que es en ella donde el “hombre medio” puede recibir una enseñanza 
superior. Ésta debe estar integrada por tres funciones, expresadas en orden de importancia: 
 
13 Ibíd., pp. 256-257. 
14 Jaspers, Karl (1959), “La idea de la universidad” [1946], en Juan Llambías (Comp.), La idea de universidad 
en Alemania, Buenos Aires, Sudamericana, p. 393. 
15 Ibíd., p. 392. 
13 
 
I. Transmisión de la cultura; II. Enseñanza de las profesiones y III. Investigación científica 
y educación de nuevos hombres de ciencia.16 
Así, la función central de la universidad para Ortega y Gasset es la enseñanza de las 
grandes disciplinas culturales. Con el objetivo de hacer del “hombre medio” un ser humano 
culto, profesional y consciente de su contexto. Estas disciplinas son: Física, Biología, 
Historia, Sociología y Filosofía. El ámbito de la formación profesional comprende la 
“enseñanza de las profesiones intelectuales”, tales como: médico, farmacéutico, abogado, 
economista, administrador y profesor, entre otras; “la investigación científica y la 
preparación de futuros investigadores.” 
Para el autor, las disciplinas culturales y los estudios profesionales debían ser 
brindados de forma pedagógicamente racionalizada, es decir, de manera sintética, 
sistemática y completa. No de manera parcelada como lo hace la ciencia.17 Respecto a la 
investigación, el filósofo español, no la ve como una “función primaria” de la universidad 
porque desde su perspectiva la suma importancia que las universidades brindaban a ésta las 
desvió de su tarea principal: la enseñanza de la cultura, dejando de lado también la 
educación de profesionales ad hoc como tarea esencial.18 
A pesar de este planteamiento no aleja del todo a la investigación de la institución, 
puesto que para él la universidad es, además, ciencia, la cual define como “[…] el alma de 
la Universidad, el principio mismo que le nutre de vida e impide que sea un solo vil 
mecanismo”.19 Por ello aclara que aunque en la universidad no se realice investigación no 
puede estar totalmente separada de ésta. Es decir, debe realizarse pero en centros externos 
que mantengan vinculación con la institución universitaria, puesto que la enseñanza de la 
cultura y la profesionalización no son ciencia pero se nutren de ella. La ciencia para Ortega 
y Gasset es creación y por tanto es algo más que la misma universidad, pero es la “acción 
 
16 Ortega y Gasset, José, (2007), La misión de la universidad [1930], Madrid, Biblioteca Nueva, p. 107. 
17 Ibíd., p. 118. 
18 Ibíd., p. 123. 
19 Ibíd., p. 140. 
14 
 
pedagógica” de la universidad la que se propone “enseñar”, “transmitir”, “inyectar” y 
“digerir” esa creación.20 
Aunado a estas tareas delineó un breve planteamiento de servicio a la sociedad al 
mencionar que la universidad debía ser también un “poder espiritual” de aquella.21 A decir 
del autor, la vida pública que hasta ese momento estaba orientada en su mayoría por la 
prensa, necesitaba urgentemente de la intervención de la universidad. De este modo 
planteaba que la institución universitaria desde su punto de vista cultural, profesional o 
científico “no solo necesita contacto permanente con la ciencia, […]. Necesita también 
contacto con la existencia pública, con la realidad histórica, […] tiene que estar también 
abierta a la plena actualidad; más aún, tiene que estar en medio de ella, sumergida en 
ella”.22 
La universidad que planteaba Ortega y Gasset no era una en la que se formarán 
profesionales que terminarán siendo ajenos a su realidad, sino que fueran capaces de vivir e 
influir “a la altura de los tiempos”.23 
1.1.2. Reflexiones contemporáneas. Estudios con perspectiva social y política 
Continuando con el estudio de las universidades, en la segunda mitad del siglo XX el 
análisis sobre éstas transitó de perspectivas mayormente centradas en la institución y en la 
docencia e investigación como tareas esenciales, tal como las tres anteriores, hacia otras 
que aludían a su concreción frente a la sociedad, colocando como tema central “lo social” 
de la institución.24 
De acuerdo con Guy Neave fue en este momento que las universidades fueron 
“despojadas” de su “propósito histórico” de formar a las élites sociales y políticas de las 
naciones, para en su lugar promover un “acceso masivo”. Este hecho “[…] sentó las bases 
del estudio sistemático de la universidad como objeto de investigación [y…] también 
contribuyó a lo que podríamos llamar la ‘dinámica disciplinar’ en el estudio de la educación 
 
20 Ibíd., p. 120. 
21 A lo largo de la historia, con base en Ortega y Gasset, los poderes espirituales han sido la Iglesia, el Estado 
y la prensa. Ibíd., p. 141. 
22 Ibíd., p. 140. 
23 Ibíd., p. 118. 
24 Casanova, Hugo (2012), op. cit., p.19; Casanova, Hugo (2004), op cit., p. 201. 
15 
 
superior”.25 De este modo el estudio de las universidades dio dos “giros: el primero tuvo su 
auge en las décadas de 1960-1970 y se ubicó en las ciencias sociales, cuyo tema esencial 
fue el analizar las relaciones entre la universidad y su entorno social. En estos estudios se 
planteaba que el propósito principal de la universidad era: “servir como instrumento de 
renovación social y económica mediante la movilidad social y una mejor identificación de 
las ‘reservas de talento’ de la sociedad, y además redistribuir las ‘oportunidades de vida’ de 
manera más equitativa de la permitida con la formación de la élite”.26 
El segundo giro cobró relevancia a mediados de la década de 1980 y se ubicó en las 
ciencias políticas desde donde se emitía una perspectiva más crítica de la universidad, 
juzgándola como una institución impulsada por las fuerzas del mercado más que por la 
demanda social.27 
Ángel Latorre: Universidad con “proyección social” 
Dentro del marco antes descrito, Ángel Latorre28 elaboró Universidad y sociedad (1984), 
obra en la que justo buscaba expresar la importancia de la relación de la universidad conla 
sociedad. Para Latorre, la universidad no tiene solo un fin, sino que es una institución 
destinada a cumplir diferentes fines que se relacionan y conectan entre sí, éstos son: “la 
educación y el avance del saber”. Coloca a la educación en primer lugar, puesto que “el 
centro de gravedad” de la enseñanza universitaria es la formación de profesionales y 
especialistas, debido a que la profesionalización se había convertido ya en el eje central de 
la vida de los “hombres modernos”. Es con base en ésta, a decir del autor, que se miden sus 
triunfos y fracasos, y gracias a ella estos “hombres modernos” pueden alcanzar cierto status 
social e incrementar su nivel económico. Además de que les permite realizar una aportación 
a la sociedad en la que viven. 
Destacando este último aspecto, el autor menciona que la universidad debe tener esa 
“noble y digna tarea” de inculcar en los estudiantes el “valor social del trabajo”, el valor 
que tiene su profesión dentro de todas las “tareas sociales”. Y enfatiza que la profesión no 
 
25 Neave, Guy (2001), op. cit., pp. 29-30. 
26 Ibíd., p. 30. 
27 Ídem. 
28 Jurista y catedrático español. 
16 
 
es únicamente para obtener beneficios personales, sino que también mediante ella se puede 
aportar al “progreso social”. 
Por ello, la universidad debe brindar a los estudiantes un método que les permita 
tener un aprendizaje continuo. Puesto que las profesiones van cambiando con base en las 
demandas sociales y ellos tienen que continuar aprendiendo fuera de la universidad para 
mantenerse actualizados en el quehacer de su profesión. 
A pesar de que para Latorre dentro de la enseñanza universitaria la 
profesionalización es lo más importante, menciona que la educación que la universidad 
imparte debe ser de carácter general. Por ello indica que ésta debe incluir además 
actividades culturales ya que la educación universitaria no debe ser meramente utilitaria, 
sino formadora de “verdaderos universitarios”. 
Así, los fines de la docencia universitaria, según Latorre, son: “la preparación 
científica y técnica de tipo profesional; la formación social que requiere cada profesión y la 
educación general que pueda darse al margen de su aplicación profesional”.29 
Respecto al “avance del saber”, es decir, la investigación es definida como un 
elemento esencial para la enseñanza universitaria y como una tarea que cada vez cobra 
mayor relevancia dentro del contexto universitario y social en todos los países. Debido a 
que es a través de ella que se “alcanza el saber”. En este sentido las dos tareas que tiene que 
realizar la universidad en este sentido son dos: investigar y formar investigadores. 
Para el autor es a través de la docencia y la investigación que la universidad cumple 
una “misión social insustituible”. Sin embargo considera relevante dar una mayor 
importancia a una tercera tarea a la que denomina “misión extraordinaria”, haciendo 
referencia a la “proyección social” de la universidad, la cual incluye tareas de interés para 
la sociedad. Las otras dos también las incluyen, pero ésta le merece un planteamiento 
aparte. 
Latorre puntualiza que esta tarea de “proyección social” de la universidad es 
específica para cada institución universitaria ya que cambia de acuerdo al país en el que se 
 
29 Latorre, Ángel (1964), op. cit., p. 113. 
17 
 
encuentre. Es decir, si la universidad se ubica en un país desarrollado, su relación con la 
sociedad no es tan necesaria y puede concentrarse en la realización de sus dos tareas 
fundamentales, sin necesidad de que éstas se vinculen directamente con las demandas 
sociales. La mayoría están cubiertas por las instituciones sociales adecuadas para cada una 
de ellas. No es que la universidad no realice acciones en favor de la sociedad, sino que éstas 
son menos directas ya que lo hace a través de otras instituciones como centros culturales y 
prensa, entre otros. Mientras que en los países subdesarrollados la “misión social” de la 
universidad se torna sumamente necesaria puesto que existen “vacíos” de instituciones que 
atiendan las demandas sociales. La universidad se vuelve entonces el espacio en el que se 
buscan las respuestas a éstas y es vista como un “[…] frente de combate decisivo en la 
lucha de su progreso y bienestar”.30 Es en estos países donde, a decir de Latorre, la 
universidad debe “salir de sus muros” y llevar sus acciones a comunidades que están al 
margen de ella. 
Para el autor la “proyección social” de la universidad, es una tarea que concierne a 
las otras dos, por tanto en conjunto deben “[…] realizarse con el mayor fervor por los 
intereses del pueblo. Pero al mismo tiempo con un agudo espíritu crítico y un análisis 
implacablemente realista de las circunstancias en que se va[n] a realizar […]”.31 
En síntesis, para Latorre es importante tener siempre presentes los tres fines y tareas 
de la universidad: enseñanza universitaria, investigación y proyección social. Esto para 
tener un conocimiento exacto de la naturaleza de la institución y, desde ahí, partir para 
pensar en su posible transformación frente a las demandas de la sociedad en la que 
desempeña su actividad. 
Burton Clark: La universidad como “centro de conocimiento” 
Otro de los autores que analiza la universidad es Burton Clark quien en su texto: El sistema 
de educación superior. Una visión comparativa de la organización académica (1983), 
 
30 Ibíd., p. 52. 
31 Ibíd., p. 207. 
18 
 
define a la universidad como el “centro del conocimiento”, puesto que es en ella donde éste 
se “descubre”, “conserva”, “depura”, “transmite” y “aplica”.32 
Respecto a los fines y propósitos de la universidad Clark menciona que definirlos es 
una tarea difícil puesto que las tareas de la institución son “tanto intensivas como 
extensivas en conocimiento”.33 Esto hace que sus fines sean “amplios y ambiguos” 
situación que propicia que las instituciones de educación superior tengan pocas 
posibilidades de cumplirlos. De acuerdo con Clark existe una declaración generalizada 
respecto a los fines de la educación superior, ésta es: “la capacitación de personal y/o la 
transmisión cultural y/o el desarrollo individual y, por supuesto, la erudición, la 
investigación y el servicio a la sociedad”.34 Sin embargo esta declaración no resulta 
suficiente para el autor, puesto que carece de “eficacia conductora del trabajo.” Para Clark 
es mejor referirse a fines operativos los cuales son definidos por las tareas que desarrollan 
los “sectores operativos” de la universidad (alumnos, docentes, investigadores, autoridades, 
trabajadores). De esta manera la comunidad universitaria tiene claros los motivos que guían 
sus acciones y no se sienten dispersos ante alguna afirmación trivial o ambigua.35 
En general la docencia y la investigación, de acuerdo con Clark, son las tareas 
“esenciales” de todo sistema de educación superior. Ambas son acciones centrales 
enfocadas a la elaboración y manipulación del conocimiento, y es a través de éstas que la 
universidad contribuye a determinar qué saber se considera legítimo por determinado 
período de tiempo.36 Es, a decir del autor, en los sistemas nacionales de educación superior 
donde se “reúnen una buena parte de aquellos individuos que desarrollan y difunden la 
herencia intelectual del mundo”.37 
José Joaquín Brunner: La universidad como “hecho social” 
Como estudioso de la universidad, principalmente en América Latina, José Joaquín 
Brunner en su texto: Las funciones de la universidad: de la retórica a la práctica (1986) 
 
32 Clark, Burton (1983), op. cit., pp. 17, 34, 53. 
33 Ibíd., p. 42. 
34 Ibíd., p. 45. 
35 Ibíd., p. 51. 
36 Ibíd., pp. 52-53. 
37 Ibíd., p. 17. 
19 
 
mencionaque la universidad es un “hecho social” que tiene “intereses prácticos.” Por ello 
para el autor es de suma importancia pasar de la “retórica académica” con la que se abordan 
las funciones de la universidad para ubicar cuáles son efectivamente las funciones que ésta 
desempeña en el entorno “dinámico y conflictivo” en el que se ubica. 
Para Brunner las actividades que llevan a cabo las universidades como “centros de 
formación masiva” son: la formación, la investigación, así como actividades de extensión y 
de difusión cultural. Para el autor es la “formación profesional o semiprofesional” la 
“función primordial”. La investigación también es concebida como una tarea importante, 
sin embargo, como bien menciona, no todas las instituciones cuentan con las condiciones 
para realizarla. Mientras que la extensión y difusión son definidas como tareas “propias” de 
la universidad que abordan distintos campos de la cultura y generan acciones en medio de 
la sociedad, tales como canales de televisión, desarrollo de las artes nacionales, como el 
teatro y la música, formación de clubes deportivos, cursos de capacitación, programas de 
asistencia estudiantil, entre otros. 
Además de las anteriores, Brunner menciona que las universidades desempeñan 
otras funciones tales como ser un “espacio de la lucha ideológico-política que atraviesa a la 
sociedad,” convirtiéndose así en un lugar central para la política nacional. También por el 
lugar que ocupa en la sociedad se le han impuesto funciones tales como las de: “[…] 
certificación para el mercado ocupacional, de selección y de movilidad social y de 
socialización (incluso política) de las élites. La educación terciaria se ha vuelto inseparable 
del efecto de la certificación, al punto que a veces importa más el diploma que la educación 
recibida”.38 
El problema de que la universidad tenga múltiples funciones como se ha descrito, 
es, a decir del autor, que se envuelven en ella valores “disímiles” o incluso 
“contradictorios”. Puesto que con el desempeño de estas funciones actúa como “institución 
cultural” realizando acciones de difusión y comunicación de la cultura superior, y como 
 
38 Brunner, José (1986, mayo), “Las funciones de la universidad: de la retórica a la práctica” [en línea], en 
Material de discusión-programa FLACSO, núm. 82, Santiago, FLACSO, p. 13. Disponible en: 
<http://flacsochile.org/biblioteca/pub/memoria/1986/000831.pdf> 
20 
 
“agencia social”, incidiendo en los sujetos que acuden a ella para recibir una formación. 
Pero también actúa como “empresa intelectual” que aspira a la “excelencia académica”. 
De este modo, para Brunner las “funciones de la universidad” van a depender del 
tiempo y lugar en el que se ubique la universidad ya que es desde estos elementos que se 
definirá su organización y las acciones que debe desempeñar, y no desde supuestos 
abstractos. 
Jacques Derrida: Universidad “sin condición” 
Otro autor que aborda el tema es Jacques Derrida quien habla de la razón de ser de la 
universidad en su texto Las pupilas de la Universidad. El principio de razón y la idea de 
Universidad (1997). Para el autor la universidad es una institución de ciencia y enseñanza. 
Es “[…] ese lugar en el cual se sabe aprender y en el cual se aprende a saber”.39 Todo ello 
guiado por el principio de su “razón de ser”, estructurado a partir de la pregunta: ¿La 
universidad con vistas a qué? Es éste principio el que brinda a la institución universitaria 
“[…] una justificación para existir, tener un sentido, una finalidad, una destinación. Es 
asimismo tener una causa, dejarse explicar, según el <<principio de razón>>, por una razón 
que es también causa […], es decir, también un fundamento y una fundación”.40 
Responder a este principio de razón, a partir de la propia razón y la verdad, es una 
responsabilidad de la institución. Para cumplir con ello, a decir de Derrida, la universidad 
debe ser “sin condición”, es decir, debe ser una institución que tenga el derecho a decirlo 
todo, a experimentar el saber, a ser un espacio legítimo para cuestionar y proponer, para 
discutir, para buscar la verdad, todo ello dentro de una libertad académica.41 
Es importante que la universidad sea “sin condición” porque es un “sistema social” 
que representa a la sociedad, que es plural, y es sólo con base en este principio que puede 
constituirse como un lugar de crítica frente al dogma y las injusticias que ejercen diversos 
 
39 Derrida, Jacques (1997), “Las pupilas de la Universidad. El principio de razón y la idea de la Universidad” 
[en línea], en Cómo no hablar y otros textos, trad. Cristina de Peretti, Barcelona, Proyecto A. Disponible en: 
<https://es.scribd.com/doc/96469222/Las-Pupilas-de-La-Universidad-Derrida>. 
40 Ídem. 
41 Derrida, Jacques (2002), La Universidad sin condición, trad. Cristina de Peretti y Paco Vidarte, Madrid, 
Trotta, pp.9-14. 
21 
 
poderes: estatales, económicos, mediáticos, ideológicos, religiosos y culturales. Ante ello, 
la universidad debe ser incondicional al saber y “deconstructiva” de lo ya establecido. Debe 
tratarse de una institución que trabaja todos sus componentes en conjunto para proyectar 
acciones hacia el exterior, pero también hacia su interior. En este sentido Derrida menciona 
que se debe ser cuidadoso al abrir la universidad al exterior, pero que se debe tener mayor 
cuidado al “cerrarla sobre sí misma” puesto que esto “sólo crearía un fantasma de cierre, la 
pondría a disposición de cualquier interés o la convertiría en algo totalmente inútil”.42 
Guillermo Villaseñor: La función social originaria y asignada de la universidad 
Desde una perspectiva más local, Guillermo Villaseñor43 en su obra: La función social de la 
educación superior en México: La que es y la que queremos que sea (2003), define la 
función social de la educación superior como: 
[…] la finalidad última y amplia para la cual se requiere que el sistema de educación 
superior y sus instituciones sirvan a la sociedad en su conjunto, y la cual les es asignada a 
las instituciones para incrementar la relación que se establece entre la educación superior 
y el conjunto de los actores de la sociedad; es decir, que es el papel central y primordial 
que se espera que juegue la educación superior en la conformación de las relaciones 
sociales, y del cual deberá desprenderse el conjunto de acciones concretas que de acuerdo 
con ese papel se instrumentarán en las instituciones de educación superior. [… Se trata 
de] una determinación que está definida por la práctica misma y por la dinámica de las 
circunstancias históricas que la rodean.44 
Villaseñor menciona que en la Universidad coexisten dos tipos de función social; una 
originaria trazada desde los orígenes de la universidad y una asignada. La originaria gira en 
torno a dos núcleos: el primero es la realización de “algo positivo” en favor de las 
sociedades; el segundo hace referencia a que esa acción de aportar “algo positivo” a la 
sociedad es inherente a toda institución de educación superior, independientemente de los 
cambios que adopten sus acciones de acuerdo con el contexto. 
Estos núcleos tienen como ejes: 
1) El cultivo del conocimiento: El conocimiento para Villaseñor es el “elemento 
fundante” del quehacer universitario. En este sentido la búsqueda de la verdad, la 
 
42 Derrida, Jacques (1997), op. cit. 
43 Doctor en Sociología por la UNAM, fue director de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la 
UAM-Xochimilco, así como profesor e investigador en la misma institución. 
44 Villaseñor, Guillermo (2003), La función social de la educación superior en México. La que es y la que 
queremos que sea, México, UAM Xochimilco, CESU-UNAM, UV, p.97. 
22 
 
construcción del conocimiento y el acceso a la sabiduría constituyenlo que el autor 
denomina como “algo positivo” que aporta la educación superior a la sociedad. 
2) El servicio a la sociedad: Este eje de servicio a la sociedad tiene como base el antes 
mencionado y es derivado “[…] como una consecuencia de la aceptación de que 
ciertas necesidades generales de la sociedad requieren del conocimiento para ser 
solucionadas y que ese conocimiento lo pueden aportar las instituciones 
educativas”.45 
Ambos ejes son esenciales en todas las instituciones universitarias y, a decir de Villaseñor, 
son “principios constitutivos” de la función social asignada. Esto es particular para cada 
universidad, a diferencia de la función social originaria, ya descrita, que es igual para todas 
las universidades. 
A decir del autor al realizar la definición de función social asignada hay que tener 
en cuenta quién (como sujeto individual) o quiénes (como sujetos colectivos) define o 
definen la función social de la universidad, ya que éstos: 
[…] realmente juegan un papel orientador y/o directivo al interior de las instituciones, en 
instancias claves […], salvo los casos verdaderamente excepcionales, no es la persona 
aislada quien juega el papel de sujeto social transformador, sino el cuerpo, la colectividad 
o ‘el grupo’, quienes realmente desempeñan esa tarea.46 
Los elementos que definen a la función social asignada son:47 
1. La función social originaria con sus dos ejes. 
2. Los valores éticos, políticos, sociales, científicos, históricos, culturales, personales, 
así como los intereses y afinidades económico-políticas que poseen “los sujetos 
sociales” que la definirán. 
3. La visión epistemológica y axiológica del conocimiento, así como la visión 
filosófica de la verdad que tengan los “sujetos sociales”. 
4. Las circunstancias históricas del contexto económico, político, ideológico, social, 
tecnológico, tanto a nivel nacional y mundial en el que se ubica la institución. 
 
45 Ibíd., p. 83. 
46 Ibíd., p.97. 
47 Ibíd., pp. 93-94. 
23 
 
5. La visión analítica que tengan los “sujetos sociales” que definirán la función social 
respecto a los aspectos coyunturales del contexto en el que se ubica la universidad, 
su visión del mundo, del ser humano y de sociedad. 
Ambas funciones (originaria y asignada) son distintas porque la función social originaria 
tiene un carácter permanente, mientras que la función social asignada tiene un carácter 
variante. Sin embargo, son complementarias puesto que la asignada toma su “razón de ser” 
de la originaria y es desde ésta que se determinan las funciones sociales asignadas de las 
diversas instituciones universitarias.48 
De acuerdo con Villaseñor la función social de la universidad es cambiante puesto 
que depende de las circunstancias históricas; de los actores concretos que estén en la toma 
de decisiones dentro e incluso fuera de la universidad; de factores de índole cognoscitivo, 
político, económico o financiero, laboral, organizativos internos, académico, y de 
desarrollo tecnológico innovador. En este sentido para evitar que la función social de la 
universidad sea malinterpretada es necesario que sea formulada con la mayor nitidez y 
claridad posible.49 
UNESCO: La responsabilidad social de la universidad 
Desde su posición como organismo internacional, la UNESCO en la Declaración Mundial 
de Educación Superior en el siglo XXI: Visión y acción (1998), y el comunicado de la 
Conferencia Mundial sobre Educación Superior-2009: La nueva dinámica de la educación 
superior y la investigación para el cambio social y el desarrollo (2010), considera que la 
educación superior es un bien público con fuerza fundamental para la construcción de 
sociedades del conocimiento.50 
 
48 Ibíd., p. 94. 
49 Ibíd., p. 101-103. 
50 UNESCO (2010), Conferencia Mundial sobre Educación Superior-2009: La nueva dinámica de la 
educación superior y la investigación para el cambio social y el desarrollo [5-8 de julio de 2009], [en línea], 
París, UNESCO, p. 1. Disponible en: <http://unesdoc.unesco.org/images/0018/001832/183277s.pdf>; 
UNESCO (1998), op. cit., Art. 14. 
24 
 
En el documento redactado en 1998, la UNESCO estableció que la misión de la 
educación superior es contribuir al desarrollo sostenible y el mejoramiento del conjunto de 
la sociedad, a través de: 
a) formar diplomados altamente cualificados y ciudadanos responsables […]; 
b) constituir un espacio abierto para la formación superior que propicie el aprendizaje 
permanente, brindando […] oportunidades de realización individual y movilidad 
social con el fin de formar ciudadanos que participen activamente en la sociedad y 
estén abiertos al mundo […]; 
c) promover, generar y difundir conocimientos por medio de la investigación, […] para 
contribuir al desarrollo cultural, social y económico de las sociedades, fomentando y 
desarrollando la investigación científica y tecnológica a la par que la investigación en 
el campo de las ciencias sociales, las humanidades y las artes creativas; 
d) contribuir a comprender, interpretar, preservar, reforzar, fomentar y difundir las 
culturas nacionales y regionales, internacionales e históricas, en un contexto de 
pluralismo y diversidad cultural; 
e) contribuir a proteger y consolidar los valores de la sociedad, velando por inculcar en 
los jóvenes los valores en que reposa la ciudadanía democrática; 
f) contribuir al desarrollo y la mejora de la educación en todos los niveles, en particular 
mediante la capacitación del personal docente.51 
Ese año también se le asignó a la educación superior una función ética, de autonomía, 
responsabilidad y prospectiva, la cual consiste en: 
a) preservar y desarrollar sus funciones fundamentales, sometiendo todas sus 
actividades a las exigencias de la ética y del rigor científico e intelectual; 
b) poder opinar sobre los problemas éticos, culturales y sociales, con total autonomía y 
plena responsabilidad, por estar provistos de una especie de autoridad intelectual que 
la sociedad necesita para ayudar a reflexionar, comprender y actuar ; 
c) reforzar sus funciones críticas y progresistas mediante un análisis constante de las 
nuevas tendencias sociales, económicas, culturales y políticas, desempeñando de esa 
manera funciones de centro de previsión, alerta y prevención; 
d) utilizar su capacidad y prestigio moral para defender y difundir activamente valores 
universalmente aceptados, [… tales como …] la paz, la justicia, la libertad, la 
igualdad y la solidaridad, […]; 
e) disfrutar plenamente de su libertad académica y autonomía, […] siendo al mismo 
tiempo plenamente responsables para con la sociedad y rindiéndole cuentas; 
f) aportar su contribución a la definición y tratamiento de los problemas que afectan al 
bienestar de las comunidades, las naciones y la sociedad mundial.52 
En esta misma declaración de 1998 la UNESCO hace uso del término de “pertinencia” en 
referencia a que en el ámbito universitario debe existir una adecuación entre lo que la 
sociedad espera de ella y lo que la institución hace.53 En este sentido también debe buscar 
reforzar sus vínculos con el mundo laboral y con otros sectores de la sociedad. De acuerdo 
 
51 UNESCO (1998), op. cit., Art. 1. 
52 Ibíd., Art. 2. 
53 Ibíd., Art.6. 
25 
 
con Tünnermann este concepto de “pertinencia” se vincula con el deber ser de las 
instituciones, ligado a los objetivos y demandas de las sociedades inmersas en un nuevo 
contexto mundial.54 
Otro término que se incorpora es el de “calidad”, la cual se menciona, debe estar 
presente en todas las funciones y actividades de la universidad tales como: la enseñanza, los 
programas académicos, la investigación, las becas, instalaciones, personal, estudiantes. Es 
significativo destacar que, para el Organismo, la calidad debe ser definida de maneradiferente entre países desarrollados y en vías de desarrollo puesto que las condiciones no 
son las mismas para unos que para otros. 
Actualmente la UNESCO, en la Declaración Mundial sobre la Educación Superior 
en el siglo XXI: Visión y acción, promueve un nuevo término que ha sido apropiado por 
diversas universidades en el mundo: la “responsabilidad social.” Fue en la Conferencia 
Mundial sobre Educación Superior llevada a cabo en julio de 2009, donde se estableció por 
primera vez que la responsabilidad social de la educación superior implica: 
[…] hacer avanzar nuestra comprensión de problemas polifacéticos con dimensiones 
sociales, económicas, científicas y culturales, así como nuestra capacidad de hacerles 
frente. […] asumir el liderazgo social en materia de creación de conocimientos de alcance 
mundial para abordar retos mundiales, entre los que figuran la seguridad alimentaria, el 
cambio climático, la gestión del agua, el diálogo intercultural, las energías renovables y la 
salud pública.55 
Ahí también se señalaron como funciones primordiales de la educación superior: la 
investigación, la enseñanza y el servicio a la comunidad, las cuales deben tener un sentido 
social y desarrollarse en un contexto de “autonomía institucional” y “liberad académica”. 
Desde la formación se debe fomentar en los estudiantes el pensamiento crítico y la 
ciudadanía activa, para que éstos sean ciudadanos “dotados de principios éticos, 
comprometidos con la construcción de la paz, la defensa de los derechos humanos y los 
valores de la democracia”.56 A través de la investigación se debe “[…] promover la ciencia 
y la interdisciplinariedad, al servicio de la sociedad [… así como] crear bases sólidas para 
 
54 Tünnermann, Carlos (2003), op. cit., p. 203. 
55 UNESCO (2010), op. cit., p. 2. 
56 Ídem. 
26 
 
la ciencia y la tecnología pertinentes en el plano local”.57 Respecto al servicio a la 
comunidad se menciona que la educación superior tiene la responsabilidad de contribuir a 
disminuir la brecha que existe entre los países en cuanto al conocimiento, propiciando el 
aumento de la transferencia del mismo a través de las fronteras.58 
Es desde estas tareas consideradas como sustantivas, que a decir de la UNESCO, las 
instituciones de educación superior cumplen con su responsabilidad social de contribuir a 
lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y de la Educación para Todos (EPT), 
acuerdos cuyo alcance es internacional.59 Para la UNESCO realizar todas estas actividades 
con “garantía de calidad” es una tarea esencial de la enseñanza superior contemporánea.60 
Como se puede observar existen diversos conceptos desde los cuales referirse a la 
función social de la universidad. Tomando como base los planteamientos antes descritos 
puede decirse que existen puntos en los que todos los autores coinciden, sobre todo cuando 
aluden a que el conocimiento constituye la fuente primaria, la esencia, el punto de partida 
del quehacer universitario, para desarrollar las tareas consideradas esenciales: docencia 
(educación, formación, difusión, transmisión, profesionalización, comunicación), 
investigación (búsqueda, generación, elaboración, creación, construcción, desarrollo, 
ampliación), difusión de la cultura y extensión universitaria. Finalmente, convienen en que 
todas las tareas que realiza la universidad tienen un impacto en la sociedad y por tanto es 
 
57 Ibíd., p. 7. 
58 Ibíd., p. 5. 
59 Ibíd., p. 1. Para mayor información sobre los ODS y la EPT véase: UNESCO (2015), Objetivos de 
Desarrollo Sostenible. 17 objetivos para transformar nuestro mundo [en línea], UNESCO. Disponible en: 
<http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/>; UNESCO-Educación 
(s/f), La educación para Todos (EPT) [en línea], UNESCO. Disponible en: 
<http://www.unesco.org/new/es/our-priorities/education-for-all/> 
60 En México, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) se 
ha adscrito a este principio de responsabilidad social. El cual concibe como la “obligación” de proporcionar 
“alternativas de solución” a problemas complejos de desarrollo tanto regional como local e internacional. 
Desde esta perspectiva la Asociación ha generado el paradigma de “inclusión con responsabilidad social” el 
cual busca ser pertinente al contexto mexicano, así, respecto a la ejecución de las tareas sustantivas de las 
instituciones adscritas a ella, que ayudaran a la concreción de este paradigma alude a que se “requiere que las 
IES [Instituciones de Educación Superior] profundicen sus actividades en tres ámbitos estratégicos de una 
agenda: la gestión socialmente responsable de la formación [docencia], la gestión socialmente responsable del 
conocimiento [investigación] y la cultura [difusión de la cultura], y la gestión socialmente responsable de la 
institución en su conjunto, frecuentemente denominada ‘campus responsable’”. De esta forma, a decir de la 
Asociación, las universidades podrán lograr un “desarrollo sustentable” a través de una mayor integración en 
la sociedad. Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (2012), Inclusión 
con responsabilidad social, México, ANUIES, pp. 77, 97-98. 
27 
 
eminentemente una institución social que en todo momento está vinculada a su tiempo y 
espacio, puesto que es desde esta perspectiva que se conserva, redefine y transforma para 
mantenerse siempre vigente y en relación con su entorno tanto a nivel local como 
internacional. 
1.2. La universidad contemporánea 
La universidad actual se ubica en una sociedad caracterizada por cambios incesantes que 
atraviesa predominantemente por un proceso de globalización, el cual es definido como: 
[…] la perceptible pérdida de fronteras del quehacer cotidiano en las distintas 
dimensiones de la economía, la información, la ecología, la técnica, los conflictos 
transculturales y la sociedad civil, y, relacionada básicamente con todo esto, una cosa que 
es al mismo tiempo familiar e inasible –difícilmente captable–, que modifica a todas luces 
con perceptible violencia la vida cotidiana y que fuerza a todos a adaptarse y a responder. 
El dinero, las tecnologías, las mercancías, las informaciones y las intoxicaciones 
<<traspasan>> las fronteras, como si éstas no existieran. Inclusive cosas, personas e ideas 
que los gobiernos mantendrían, si pudieran, fuera del país (drogas, emigrantes ilegales, 
críticas a sus violaciones de los derechos humanos) consiguen introducirse. Así 
entendida, la globalización significa la muerte del apartamiento, el vernos inmersos en 
formas de vida transnacionales a menudo no queridas e incomprendidas […].61 
En la globalización las relaciones entre el Estado, la sociedad y el mercado están reguladas 
por éste último. Se resta poder a la política del Estado-nación, evidentemente en la 
configuración de la economía pero también de la sociedad en general. Siendo los aspectos 
económicos y de mercado los que se priorizan en detrimento de los parámetros sociales.62 
De esta forma el principal problema de la globalización es que “no es realmente global sino 
fragmentada” situación que ha provocado que las ventajas de la misma sean reflejadas 
únicamente en un sector reducido de la sociedad, mientras que las desventajas se extienden 
a sectores más amplios.63 
Resultado de este proceso de globalización es la configuración de una nueva 
sociedad. Este planteamiento tiene sus orígenes a finales del siglo XX. Fue el sociólogo 
Daniel Bell quien identificó nuevos aspectos en la sociedad a la que denominó “post-
industrial”, caracterizada por la privatización de los servicios públicos, la asignación de un 
papel relevante a la información y la suma importancia que le otorga el sector empresarial a61 Beck, Ulrich (2008), ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización, 
Barcelona, Paidós, p. 56. 
62 Ibíd., p. 17. 
63 Tünnermann, Carlos (2003), op. cit., p. 135. 
28 
 
la ciencia.64 Desde entonces se han acuñado una gran variedad de términos para describir 
este nuevo “paradigma social” tales como: sociedad de la información, sociedad digital, 
sociedad red, entre otros. Hoy el más utilizado en la literatura es el de sociedad del 
conocimiento,65 la cual es definida como: “[…] una sociedad en la que las condiciones de 
generación de conocimiento y procesamiento de información han sido sustancialmente 
alteradas por una revolución tecnológica centrada en el procesamiento de información, la 
generación del conocimiento y las tecnologías de la información”.66 
La sociedad del conocimiento se organiza y desarrolla entonces, en torno al 
conocimiento y las tecnologías de la información. Respecto al primero, el cual puede ser: 
cuantitativo o cualitativo, orientado a las ciencias o a las humanidades, producido de 
manera individual o por colectividades, encauzado al entendimiento del mundo o al control 
del mismo,67 ocupa el papel más relevante y es con base en éste que se genera una nueva 
economía, denominada “economía del conocimiento”, cuya fuente primaria es la actividad 
científica. Se trata de “una economía que se esfuerza por acelerar el funcionamiento de un 
mercado mundial abierto; que genera valor y riqueza a partir del conocimiento y de sus 
transformaciones con base en la información. Un conocimiento que puede ser 
comercializable”.68 En cuanto a las tecnologías de la información y la comunicación, éstas 
desempeñan un trabajo importante, en el fortalecimiento de este nuevo tipo de sociedad ya 
que se trata de tecnologías que generan información y conocimiento que a su vez produce 
nuevo conocimiento.69 
 
64 Bell, Daniel (2006), El advenimiento de la sociedad post-industrial, Madrid, Alianza Editorial, en 
Humberto Muñoz (2011), “La universidad mexicana en el escenario global”, en Perfiles educativos, 3ª. época, 
vol. 33, núm. especial, México, IISUE-UNAM, p. 22. 
65 Ayuste, Ana, Begoña Gros y Sofía Valdivielso (2012), “Sociedad del conocimiento. Perspectiva 
pedagógica”, en Lorenzo García Aretio, Sociedad del conocimiento y educación, Madrid, UNED, p. 17. 
66 Castells Manuel (2002), Cultura y sociedad del conocimiento: Presente y perspectivas de futuro. La 
dimensión cultural de Internet [en línea], Barcelona, Universidad Oberta de Catalunya. Disponible en: 
<http://www.uoc.edu/culturaxxi/esp/articles/castells0502/castells0502.html> 
67 Barnett, Ronald (2012), “Universidades para la sociedad del conocimiento (Universities for the knowledge 
society)”, trad. Mónica Portnoy, en Antonio Barba y Odette Lobato (Coords.), Instituciones de educación 
superior, políticas públicas y organización, México, UAM, Miguel Ángel Porrúa, p. 17. 
68 Muñoz, Humberto (2011), op. cit., p. 22. 
69 Ídem. 
29 
 
1.2.1. La función social de la universidad en la sociedad del conocimiento 
Dentro de la sociedad del conocimiento “[…] las instancias a través de las cuales se 
producen y se distribuyen los conocimientos y los valores culturales –las instituciones 
educativas, los educadores, los intelectuales en general– ocuparán un lugar central en los 
conflictos y en las estrategias de intervención social y política”.70 De este modo la 
universidad se vuelve una institución sustancial, siendo desplazada “[…] desde la periferia 
hacia el centro de lo social”.71 Puesto que “[…] es una institución social cuya raison d’ etre 
(razón de ser) gira alrededor del conocimiento”.72 A decir de Barnett es entonces desde el 
conocimiento que se genera una sinergia entre la universidad y la sociedad.73 
Este fenómeno ha propiciado el surgimiento de nuevos actores públicos o privados 
en el quehacer y toma de decisiones de la universidad, a los que se les ha denominado como 
stakeholders (audiencias o individuos interesados), ejemplo de ellos son los actores 
políticos, empresarios, intelectuales, medios de comunicación, grupos de poder y grupos 
sociales.74 Ante esta situación, como menciona Josep María Bricall, la universidad no 
puede dejar de lado su misión esencial, es decir las demandas elaboradas por actores 
externos o la misma participación en la toma de decisiones o acciones de la universidad no 
debe “inclinar o condicionar” la misión de la institución.75 Ésta debe preservar las variables 
que la diferencian de cualquier otra institución social: la transmisión, comprensión, 
aplicación, análisis crítico y desarrollo del conocimiento.76 
Actores como los gobiernos, cada vez más, buscan tener una participación en ella y, 
como bien menciona Casanova, aunque en el ámbito discursivo se señale que hay una 
menor presencia e influencia del gobierno en las universidades, éste sigue presente a través 
 
70 Tedesco, Juan Carlos (2000), Educar en la sociedad del conocimiento, México, FCE, p. 57. 
71 Casanova, Hugo (2012), op. cit., p. 32. 
72 Barnett, Ronald (2012) op. cit., p. 15. 
73 Ibíd., p. 16. 
74 Casanova, Hugo (2012), op. cit., p. 34. 
75 Brical, Joseph (2004), “La universidad y la tradición humanista”, en Hugo Casanova y Claudio Lozano 
(Eds.), op. cit., p. 195. 
76 De la Cruz, Cristina y Sasia, Perú (2008, septiembre), “La responsabilidad de la universidad en el proyecto 
de construcción de una sociedad” [en línea], en Educación superior y sociedad. El movimiento de 
responsabilidad social de la universidad: una comprensión novedosa de la misión universitaria, año 13, núm. 
2, Venezuela, IESALC-UNESCO, pp. 32-33. Disponible en: 
<http://unesdoc.unesco.org/images/0018/001820/182067s.pdf> 
30 
 
de “nuevos mecanismos de control a distancia”, infringiendo la autonomía de las 
instituciones universitarias que la poseen. Este hecho, a decir del autor, genera una tensión 
entre la institución universitaria y el gobierno, puesto que ésta tiene que estar en una 
“constante negociación con los actores gubernamentales” quienes llevan a cabo 
mecanismos como los “planes de calidad” o “planes de convergencia internacional”.77 O 
estructuran políticas caracterizadas por tener tintes restrictivos, ejemplo de ello es la 
referente al financiamiento, el cual se condiciona a resultados y evaluaciones o concursos 
organizados por el propio gobierno, obligando a las instituciones a competir por él y a 
buscar diversas fuentes de financiamiento que en ocasiones buscan regular o reorientar las 
acciones de la universidad hacia determinados fines políticos e ideológicos que poco tienen 
que ver con el quehacer académico.78 Ante esta situación Casanova identifica una tensión 
más por la que pasan las universidades al tener que atender las crecientes demandas de 
diversos sectores, tales como el político, económico y social con apoyos “financieros 
decrecientes”. Entrando en una dinámica de tener que “hacer más con menos”.79 
Así como los gobiernos, el mercado también busca intervenir en la universidad al 
ubicarse como el actor principal dentro de la dinámica de la globalización y su modelo 
económico dominante: el neoliberalismo. Las universidades se ven obligadas, mediante 
diversas presiones ejercidas por este modelo, a cambiar su dinámica y a priorizar el 
conocimiento que tiene un sentido productivo, categorizándose como “válido”, frente al 
que se genera por su valor intrínseco, sin ningún valor utilitario, subordinando así los 
intereses y fines académicos ante los de sectores externos que demandan conocimiento 
“útil”. A decir de Barnett, la definición actual de lo que es conocimiento válido o no reside 
en una cuestión de intereses políticos y económicos.80 Lyotard en este sentido menciona 
que “la pregunta, explícita o no planteada por el estudiante profesionista, o por el Estado o 
por la institución

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