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Analisis-del-neurodesarrollo-de-los-movimientos-oculares-en-ninos-con-leucomalacia-periventricular

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Universidad Nacional Autónoma de México 
Instituto de Neurobiología 
 
 
 
ANÁLISIS DEL NEURODESARROLLO DE LOS MOVIMIENTOS 
OCULARES EN NIÑOS CON LEUCOMALACIA PERIVENTRICULAR. 
 
 
Tesis que para obtener el grado de 
 
 
Maestro en Ciencias (Neurobiología) 
Presenta 
 
el Lic. Opt. Adán Ulises Domínguez Vargas 
 
 
Director de Tesis 
Dr. Efraín Santiago Rodríguez 
 
 
 
 
 
 
Juriquilla, Querétaro, octubre de 2011 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
	
  
	
  
	
  
ii	
  
Universidad Nacional Autónoma de México 
Instituto de Neurobiología 
 
Los miembros del Comité Tutoral certificamos que la tesis elaborada por: Adán 
Ulises Domínguez Vargas, cuyo título es: “Análisis del neurodesarrollo de los 
movimientos oculares en niños con leucomalacia periventricular” se presenta como 
uno de los requisitos para obtener el grado de Maestría en Ciencias (Neurobiología) 
y cumple con los criterios de originalidad y calidad requeridos por la División de 
Estudios de Posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México. 
 
 
Firma 
 
Presidente 
Dr. Gerardo Rojas Piloni ____________________ 
 
Secretario 
Dr. Efraín Santiago Rodríguez ____________________ 
 
Vocal 
Dr. Héctor Adrián Poblano Luna ____________________ 
 
Suplente 
Dr. Hugo Merchant Nancy ____________________ 
 
Suplente 
Dr. Víctor Hugo De Lafuente Flores ____________________ 
 
 
 
Aprobado por el Comité Académico 
 
_______________________________ 
Coordinador del Programa 
	
  
	
  
	
  
iii	
  
RESUMEN 
 
La Leucomalacia Periventricular (LPV) difusa es una entidad nosológica causada por 
daño hipóxico-isquémico de la sustancia blanca periventricular, se presenta 
preferentemente en prematuros alterando los procesos de mielinización. El propósito 
de esta investigación fue determinar si el neurodesarrollo de los movimientos 
oculares se altera en niños con LPV difusa. Para ello, se analizaron los movimientos 
sacádicos, de persecución y optoquinéticos. Se realizaron registros electro-
oculográficos en siete niños con LPV de 15.6 + 2.5 meses corregidos; en siete niños 
sanos, con edad de 17.7 + 3.3 meses; y en diez adultos con edad de 29.3 + 8.5 
años. Para movimientos optoquinéticos los niños con LPV tuvieron frecuencias 
menores 0.7 Hz + 0.2 Hz (p=0.003) así como los niños sanos 0.7 Hz + 0.4 Hz 
(p=0.01) en comparación a los adultos 1.2 Hz + 0.2 Hz. Para los movimientos 
sacádicos horizontales hubo mayores latencias en niños con LPV 452.6 + 62.9 ms, 
que en niños sanos 368.1 + 82.9 ms (p=0.03) y en adultos 211.7 + 43.2 ms 
(p=0.0006). Para movimientos de persecución se encontró que los tiempos de 
seguimiento a los estímulos fueron más largos en niños con LPV 3120.0 ms + 80.8 
ms (p=0.04) y en niños sanos 3105.0 ms + 60.4 ms (p=0.04) que en adultos 3058.0 
ms + 17.5 ms. Se concluye que las alteraciones en la mielinización de la sustancia 
blanca tienen efectos sobre el neurodesarrollo de los movimientos oculares, 
específicamente en las latencias de los movimientos sacádicos horizontales y en la 
dinámica de movimientos de persecución. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
	
  
	
  
	
  
iv	
  
SUMMARY 
 
Diffuse Periventricular Leukomalacia (PVL) is a white matter nosologic entity that 
affects the area surrounding the lateral ventricles. PVL is caused by hypoxic-
ischemic damage and is usually present in premature infants where the myelination 
process is altered. The aim of this study was to determine if the eye movements in 
infants with diffuse PVL are altered. We analyzed saccadic, pursuit and optokinetic 
movements through electro-oculographic records in seven PVL infants with a mean 
age of 15.6 + 2.5 months (corrected); seven healthy infants 17.7 + 3.3 months; and 
ten healthy adults with a mean age of 29.3 + 8.5 years. We found that for the 
optokinetic movements the PVL infants, 0.7 Hz + 0.2 Hz (p=0.003), as well as the 
healthy infants, 0.7 Hz + 0.4 Hz (p=0.01), had lower frequencies when compared to 
adults 1.2 Hz + 0.2 Hz. For the horizontal saccadic movements we found higher 
latencies for infants with PVL 452.6 + 62.9 ms than for healthy infants 368.1 + 82.9 
ms (p= 0.03) and for adults 211.7 + 43.2 ms (p=0.0006). Pursuit movements show a 
reduction in the response in PVL infants 3120.0 ms + 80.8 ms (p=0.04) as well as 
healthy infants 3105.0 ms + 60.4 ms (p=0.04) when compared to adults 3058.0 ms + 
17.5 ms. We conclude that myelination alterations of the white matter have effects on 
the neurodevelopment of the eye movements, specifically on the latencies of the 
horizontal saccadic movements and on the dynamics of the pursuit movements. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
	
  
	
  
	
  
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AGRADECIMIENTOS 
 
A la Universidad Nacional Autónoma de México por iniciar mi formación científica y 
profesional para así poder contribuir al desarrollo académico, científico y tecnológico 
de mi país. 
Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología por su confianza en el otorgamiento 
de apoyo financiero durante mi estancia en la maestría. Becario No. 234084. 
A la Dirección General de Estudios de Posgrado de la UNAM por permitirme formar 
parte de este programa de excelencia y apoyarme financieramente en congresos y 
cursos nacionales e internacionales. Becario No. 30181861-2. 
Al Instituto de Neurobiología de la UNAM por brindarme un espacio ideal para la 
realización de mis estudios de maestría. 
A la Unidad de Investigación en Neurodesarrollo “Dr. Augusto Fernández Guardiola”, 
especialmente a la Doctora Thalía Harmony por su confianza, apoyo y por 
permitirme realizar mi proyecto de investigación en su laboratorio. 
Al Doctor Efraín Santiago Rodríguez por brindarme una visión de la metodología 
científica, por dirigir mi investigación y por contribuir a la formación de mi carácter. 
A los Doctores Hugo Merchant Nancy y Jorge Larriva Sahd por sus valiosas 
contribuciones para el mejoramiento de mi tesis. 
A la M. en C. Leonor Casanova Rico, jefa de la Unidad de Enseñanza por su 
excelente trabajo coordinando el desarrollo adecuado del programa de maestría. 
Al Dr. Antonio Fernández Bouzas y al técnico radiólogo David Ávila Acosta por las 
facilidades brindadas para la obtención de imágenes y reportes de la Unidad de 
Resonancia Magnética. A la M. en C. Cintli Carolina Carbajal Valenzuela y al 
laboratorista Oscar González Rosas por las facilidades brindadas para obtener 
potenciales evocados visuales de la Unidad de Investigación en Neurodesarrollo “Dr. 
Augusto Fernández Guardiola”. 
Al M. en C. Leopoldo González Santos por las aportaciones realizadas para el 
análisis de señales obtenidas del EOG. 
Al Ingeniero Héctor Belmont Tamayo y a la Licenciada Paulina Álvarez García, por 
su apoyo en el área de sistemas, así como a todo el personal involucrado en el 
diagnóstico de los niños en la Unidad de Investigación en Neurodesarrollo “Dr. 
Augusto Fernández Guardiola”. 
A los niños y padres que contribuyeron en mi protocolo. 
	
  
	
  
	
  
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DEDICATORIAS 
 
 
Le dedico este trabajo a mi madre y a mis hermanas Elba y Mariana por su apoyo 
incondicional en los proyectos que he decidido abordar. 
 
También le dedico esta tesis a mis compañerosde generación por hacer de esta 
corta estancia una experiencia que no olvidaré, en especial a Adán, Cinthya, 
Daniela, Hugo, Sócrates y Yunuen. 
 
Finalmente quiero dedicar este trabajo a mis compañeros de laboratorio ya que ellos 
mejor que nadie conocen las dificultades y las satisfacciones que conlleva el trabajar 
con bebés, en especial a Alma, Carolina, Cristina, Delia, Gloria, Jesús, Luisa, 
Melissa, Paulina y Teresa. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
	
  
	
  
	
  
vii	
  
ÍNDICE 
 
 pp 
• Resumen español iii 
• Summary iv 
• Agradecimientos v 
• Dedicatorias vi 
• Introducción 1 
• Antecedentes 3 
Daño Cerebral Perinatal 3 
Leucomalacia periventricular 4 
Movimientos Oculares 9 
Electrooculograma 21 
Video oculograma 22 
Características de los movimientos oculares 
en niños sanos, DCP y LPV 23 
• Justificación 26 
• Planteamiento del problema 26 
• Problema 26 
• Hipótesis 27 
• Objetivos 27 
• Material y métodos 28 
• Resultados 33 
• Discusión 50 
• Conclusiones 59 
• Referencias 60 
• Apéndice A 65 
 Técnica para la realización de un EOG. 
 Técnica para la realización de un VOG. 
 Características de los estímulos 
• Apéndice B 67 
 Consentimiento informado 
• Apéndice C 69 
Índice de Figuras y Tablas 
	
  
	
  
	
  
1	
  
1. INTRODUCCIÓN 
 
Se ha presentado un aumento en el número de nacimientos de niños prematuros 
que sobreviven gracias a los avances médico-obstétricos de los últimos 20 años. 
Entre 1989 y 1997 la mortalidad neonatal de niños prematuros en Estados Unidos 
bajó 19.1% (Demissie et al., 2001). En México, las reformas en materia de salud 
que tratan de crear un sistema inclusivo a través del seguro popular podrían tener 
efectos en la sobrevida de sujetos prematuros mayores de 24 semanas de 
gestación. Esto debido a la posible inclusión de unidades de cuidados intensivos 
neonatales en una cantidad mayor de centros de salud (Profit et al., 2010). Sin 
embargo, estos niños se encuentran en mayor riesgo de presentar diversos tipos de 
daño cerebral perinatal (DCP), especialmente con alteraciones en la sustancia 
blanca (Back, 2006). El DCP agrupa a una serie de entidades nosológicas entre las 
que se incluye la leucomalacia periventricular (LPV), la hemorragia de la matriz 
germinal, la encefalopatía del prematuro y la necrosis pontosubicular, entre otras. La 
LPV es la entidad más frecuente en infantes prematuros, se clasifica en focal y 
difusa: la LPV focal es más agresiva ya que se caracteriza por necrosis de todos los 
componentes celulares en zonas de la sustancia blanca específicas con una 
subsecuente formación de quistes. La LPV difusa es menos agresiva y causa muerte 
celular únicamente a un linaje precursor de oligodendrocitos alterando futuros 
procesos de mielinización en la sustancia blanca subcortical. (Folkerth 2007, Volpe, 
2001, Volpe 2009). La LPV se puede detectar por medio de ultrasonido (USG) ó por 
imagen de resonancia magnética (IRM) (Class et al., 2008). 
Cuando se presenta daño en la sustancia blanca que provoca alteraciones visuales, 
se obtienen resultados más bajos en pruebas de desarrollo global en comparación 
con niños sin afectación. Asimismo, los infantes con LPV muestran una alta 
incidencia de anormalidades de la función visual que puede afectar a los 
movimientos oculares o a la percepción visual. Las anormalidades visuales se 
encuentran localizadas en la vía postquiasmática, específicamente en las 
radiaciones genículo calcarinas y en la corteza visual (Cioni et al., 2000). Los niños 
afectados por LPV también pueden presentar déficits visuo-cognitivos, nistagmo y 
estrabismo. La lesión afecta las vías corticoespinales y/o los tractos geniculo-
estriados dando origen a diplegia espástica y/o disfunción visual, tales alteraciones 
pueden clasificarse como una disfunción visual cortical (Jacobson et al., 1998). 
	
  
	
  
	
  
2	
  
El registro de la actividad eléctrica generada por los movimientos oculares o electro 
oculograma (EOG) es un procedimiento neurofisiológico cuantitativo que permite la 
investigación del funcionamiento de diversas estructuras del sistema nervioso central 
que intervienen en el control de los movimientos oculares. El EOG ha sido una 
herramienta neurofisiológica útil en la evaluación longitudinal del desarrollo de 
diversas enfermedades (Versino et al., 1993). El epitelio pigmentado de la retina 
(EPR) es responsable del potencial corneo-fundoscópico del globo ocular, debido a 
cargas negativas en e2l EPR el globo ocular funciona como un dipolo, que al 
moverse en cualquier dirección causa un cambio de voltaje, este cambio puede ser 
registrado por medios electrofisiológicos. (Arden et al., 2006). El EOG es una 
herramienta valiosa en la evaluación de los movimientos oculares en niños. El 
equipo permite a los sujetos realizar movimientos de cabeza de forma libre 
manteniendo una resolución de 1º de desplazamiento angular. El objetivo de la 
presente investigación fue analizar el neurodesarrollo de los movimientos oculares 
en infantes con LPV comparándolos con el que presentan niños sanos sin alteración 
neurológica. El conocer mejor las alteraciones motoras de la LPV facilitará en un 
futuro el crear un modelo de atención integral para los pacientes que la padecen. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
	
  
	
  
	
  
3	
  
2. ANTECEDENTES 
 
2.1 Daño Cerebral Perinatal 
El DCP es una lesión del cerebro en desarrollo que se presenta en el periodo 
comprendido entre la semana 20 de gestación y los 28 días postnatales. (Folkerth, 
2007). El DCP ocasiona alteraciones anatómicas ó funcionales en el sistema 
nervioso. El DCP comprende a un grupo de enfermedades como la LPV, infarto 
hemorrágico periventricular, hemorragia de matriz germinal, hemorragia cerebelosa, 
hemorragia de plexo coroideo, encefalopatías hipóxico-isquémicas, encefalopatías 
del prematuro, daño a los ganglios basales y talámo, necrosis pontosubicular, entre 
otras (Folkerth, 2007; Volpe, 2009). El DCP se presenta del 0.2 al 0.5% de los recién 
nacidos vivos, en gran parte como consecuencia de condiciones de hipoxia-
isquemia. Del 20 al 30% de los infantes que presentan DCP muestran algún tipo de 
discapacidad neurológica. La severidad de la discapacidad presentada es 
dependiente de la extensión, naturaleza y localización del daño así como la edad en 
la que se presentó (Rees et al., 2005; Kurdahi et al., 2009). Una de las entidades 
patológicas más relevantes del DCP es la LPV, la cual involucra daño en la 
sustancia blanca. Se clasifica dependiendo la extensión y características de su 
localización en focal y difusa (Volpe, 2009), ver Figura 1. 
 
 
Figura 1. Componentes de la Leucomalacia Periventricular. Esquematización de un corte coronal del 
cerebro con los componentes focales y difusos de la LPV en un hemisferio y la vascularización 
cerebral en el otro (Modificado de Volpe, 2001). 
	
  
	
  
	
  
4	
  
 
La hemorragia de la matriz germinal (HMG) es otra de las entidades que genera 
DCP. La HMG es de prevalencia baja menos del 5% del total de DCP, esta 
hemorragia se origina y destruye la matriz germinal de la eminencia ganglionar y se 
acompaña de infartos venosos asociados (Volpe, 2009). 
Es importante conocer el origen, la etapa y la localización de la lesión que ocasionó 
al DCP para determinar su pronóstico. Aun cuando el mecanismo de daño sea 
similar en infantes pretérmino y a término, se han observado diferencias en la 
presentación de DCP. La hipoxia isquemia es una de las causas de DCP. Es asi 
que si el daño se presenta en niños prematuros éste será más propenso a padecer 
alteraciones de sustancia blanca.En niños de término el daño se presenta con 
mayor frecuencia en la sustancia gris (Jensen, 2006). 
 
2.2 Leucomalacia periventricular 
2.2.1 Historia de la LPV 
En 1867 Virchow reportó áreas blancas reblandecidas cerca de los ventrículos en 
necropsias de niños y las adjudicó a infecciones de madres con viruela y sífilis. A la 
condición descrita por Virchow se le describió como encefalomielitis congénita y se 
le asoció con diplegia y retraso mental. En 1887 Parrot observó que éste daño se 
presentaba también en regiones con escaso flujo sanguíneo por lo que le relacionó 
con hipoxia. En 1962 Banker y Larroche acuñaron el término LPV y describieron su 
evolución hasta llegar a la formación de quistes (Blumenthal, 2004). 
2.2.2 Características generales de la LPV 
La LPV es una entidad del DCP, la cual forma parte del espectro de lesiones 
formadas en sustancia blanca de tipo hipóxico-isquémico (Biswanath et al., 2009). 
La LPV se presenta por disminución de flujo sanguíneo sistémico y falta de 
regulación de circulación cerebral en el recién nacido. Esta ausencia de regulación 
lleva a perfusión disminuida del cerebro ocasionando oxigenación anómala y daño 
hipóxico isquémico. (Jacobson et al., 2000; Volpe, 2001). La LPV se puede 
presentar en niños prematuros ó a término (Blumenthal, 2004). En prematuros los 
factores de riesgo son inmadurez pulmonar, hipocarbia severa, hipoxia sistémica, 
hipoperfusión por sepsis e insuficiencia cardiaca. En neonatos a término el riesgo se 
debe a asfixia al nacimiento, sepsis, falla multiorgánica, complicaciones en 
	
  
	
  
	
  
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oxigenación extracorpórea y a tratamientos quirúrgicos relacionados a 
enfermedades cardiacas congénitas (Jensen, 2006). 
Los precursores de los oligodendrocitos son especialmente susceptibles a 
condiciones de isquemia, la cual produce en ellos cambios que afectarán el 
desarrollo cerebral. Entre los cambios que se producen a nivel celular ante la 
presencia de hipoxia-isquemia se encuentra, reducción en la fosforilación oxidativa, 
disminución en producción de ATP, acumulación de ácido láctico y formación de 
edema citotóxico, lo cual lleva necrosis celular (Shalak et al., 2004). La circulación 
deficiente en los vasos adyacentes a la sustancia blanca, pueden llevar a la 
formación de edema con hemorragias venosas y en algunos casos compromete la 
función arteriolar. Posteriormente se puede producir necrosis en zonas profundas de 
la sustancia blanca (Jacobson et al., 2000). 
2.2.3 Clasificación de la LPV 
LPV difusa 
La LPV difusa se encuentra asociada a alteración de los precursores de 
oligodendrocitos. Se presenta en zonas adyacentes a las arterias penetrantes largas 
y a zonas terminales de las arterias penetrantes cortas. La isquemia que se genera 
es capaz de causar muerte celular no programada en precursores de 
oligodendrocitos, otros linajes celulares se encuentran relativamente seguros (Volpe, 
2001). Este tipo representa el 95% de los casos de LPV (Rees et al., 2005). 
LPV Focal 
La LPV se asocia a isquemia severa localizada. Se manifiesta en regiones 
profundas de la sustancia blanca. Puede ocasionar necrosis generalizada de todos 
los componentes celulares de una región específica. Esta necrosis se da 
especialmente en las regiones terminales de las arterias penetrantes largas, debido 
a falta de maduración de los extremos dístales de estos vasos, lo cual aumenta la 
probabilidad de formar isquemia severa y finalmente necrosis (Volpe, 2001). 
Actualmente en la LPV pueden identificarse etapas de su evolución que ayudan a 
clasificarla en alguno de los dos tipos descritos anteriormente, un tipo focal y uno 
difuso, cada uno con características específicas. La descripción actual de las etapas 
de evolución de la LPV son las siguientes: 
La primera etapa (aguda no inflamatoria), se presenta de 8 a 24 horas del daño 
isquémico. En el tipo focal se presenta necrosis coagulativa y formación de 
esferoides axonales. En el tipo difuso hay muerte de oligodendrocitos inmaduros, 
	
  
	
  
	
  
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microglia activada y daño axonal difuso. La segunda etapa (subaguda inflamatoria), 
se presenta de tres a cinco días del daño isquémico. En el tipo focal hay infiltración 
de macrófagos, se presenta una zona de astrocitos reactivos, hay aumento de 
citocinas en macrófagos, daño de oligodendrocitos inmaduros por acción de 
radicales libres, astrocitos reactivos, disolución y esferoides axonales. En la LPV 
difusa hay microglia activada, glóbulos focales y calcificación. La última etapa 
(crónica de recuperación y reparación), se presenta en semanas o meses desde el 
daño hipóxico isquémico. En el tipo focal se continua la etapa dos, existe evolución a 
quistes periventriculares o cicatrices gliales focales y calcificación axonal. En el tipo 
difuso se presentan astrocitos reactivos, mielinización retardada y parcial, 
ventriculomegalia, adelgazamiento del cuerpo calloso, repoblación de 
oligodendrocitos y anormalidades secundarias sutiles en las neuronas corticales 
superficiales (Folkerth, 2007). 
2.2.4 Alteraciones Visuales de la LPV 
Jacobson et al., (2000) realizaron una extensa revisión de las alteraciones descritas 
hasta el momento en el sistema visual en presencia de LPV. Se ha propuesto que la 
LPV tiene repercusión en el sistema visual por alteraciones en las radiaciones 
ópticas. Se han realizado estudios para analizar las alteraciones en la vía visual en 
niños con LPV, los cuales muestran que para niños con LPV focal y en menor 
medida para niños con LPV difusa hay tendencia a tener potenciales visuales 
evocados (PEV) con incremento en las latencias de N75 y P100, ver Figura 2 
(Carbajal-Valenzuela et al., 2009). Los PEV representan una respuesta masiva de 
estructuras corticales y posiblemente subcorticales de áreas visuales. La distribución 
de los potenciales puede provenir de una gran variedad de regiones reflejando su 
compleja interacción. Se ha aceptado hasta cierto grado que la onda N70 tiene su 
origen regiones que pertenecen a la corteza estriada y que la P100 representa 
procesos inhibitorios (Whittingstall et al., 2008). En niños con alteraciones de tipo 
hipóxico isquémico en etapa perinatal se ha descrito una reducción parcial en el 
campo visual. Dentro de los estudios revisados no se reportaron alteraciones en la 
visión al color. A nivel cognitivo se ha observado que los niños con desmielinización 
de sustancia blanca occipital y parietal pueden presentar déficits. Se ha reportado 
que los infantes que presentan gliosis en la sustancia blanca central y occipital son 
susceptibles a mala coordinación ojo mano (Jacobson et al., 2000). Se ha observado 
que los infantes con LPV extensiva y parálisis cerebral presentan apraxia con 
	
  
	
  
	
  
7	
  
disrupción ocular motora y ausencia de fijación. En actividades de lectura se 
presenta inhabilidad de realizar movimientos de persecución continuos. Finalmente 
también se ha documentado la presencia de exotropía en niños con LPV (Jacobson 
et al., 2000). 
 
 
Figura 2. Alteraciones visuales en niños con LPV focal y difusa. Se presentan los PEV de un lactante 
sano, uno con LPV difusa y uno con LPV focal ante tres tamaños de estimulación con un patrón 
reversible de cuadros blanco y negro (120’, 60, y 15’). Hay amplitud disminuida en los potenciales de 
los niños con LPV, especialmente en el que presenta el componente focal, así como un retraso en la 
latencia de inicio de los mismos. El niño sano por otra parte presenta potenciales bien definidos y de 
gran amplitud (Carbajal-Valenzuela et al., 2009). 
 
2.2.5 Diagnóstico de LPV 
En niños con LPV se pueden observar alteraciones motoras que se manifiestan 
como hipertonía espástica, que afecta brazos y piernas. Las secuelas que se 
pueden presentar van desde afecciones motoras como diplejia espástica hasta 
problemas cognitivos (Hoon, et al., 2002). 
La IRM es útil paravisualizar LPV en infantes en etapas tempranas del periodo 
neonatal, especialmente con estudios repetidos (Deng et al., 2009). 
La principal ventaja de la IRM es su capacidad de resolución en tejido blandos, ver 
Figura 3, lo cual la hace una herramienta efectiva para detectar anormalidades 
sutiles en sustancia blanca no distinguibles con USG (O’Shea et al., 2005). Se ha 
encontrado una reducción en la sustancia blanca periventricular, así como 
	
  
	
  
	
  
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incremento en el tamaño de los ventrículos laterales y gliosis en la sustancia blanca 
restante (Jacobson et al., 1998). Los estudios con resonancia magnética han 
demostrado que los infantes con LPV también presentan reducción en la cantidad de 
sustancia gris, lo cual es evidente en niños extremadamente prematuros con LPV 
difusa (Blumenthal, 2004). 
En estudios de IRM con técnica de tensor de difusión se ha encontrado que se 
presenta disminución en las conexiones talamocorticales sensoriales, mientras que 
los tractos corticoespinales se mantienen intactos. La información diagnóstica 
encontrada con este tipo de estudios apoya que éste procedimiento podrá ser la 
herramienta de elección para el diagnóstico de la LPV en el futuro (Lee, et al., 2005). 
 
 
Figura 3. Imagen por Resonancia Magnética de un sujeto con Leucomalacia Periventricular difusa. 
Paciente masculino de 27 semanas de gestación con IRM realizada a los tres meses de edad 
cronológica que presentó LPV. Se observa hiperintensidad de sustancia blanca en regiones 
occipitales (Unidad de Investigación en Neurodesarrollo, INB-UNAM). 
 
En las unidades de cuidado intensivo es posible en algunos casos diagnosticar LPV 
con USG de cráneo, al observarse ecogenicidad (o señal de eco) aumentada con o 
sin presencia de anormalidades quísticas (Deng et al., 2009). En la USG es posible 
detectar quistes desde pocos milímetros hasta poco más de un centímetro. El daño 
quístico solo puede ser observado por periodos cortos. Cuando el niño cumple dos ó 
tres meses de edad corregida el factor quístico es reabsorbido. En las regiones 
donde se presentó daño quístico también se puede observar gliosis (de Vries et al., 
	
  
	
  
	
  
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1992). Estudios recientes han propuesto que el volumen ventricular puede ser 
estimado con el uso de USG bidimensional en el asta frontal y el cuerpo medio 
ventricular como apoyo diagnóstico a la IRM (Horsch et al., 2008). 
 
2.3 Movimientos Oculares 
La posición de la mirada es establecida por dos sistemas, uno dado por el 
movimiento de los músculos extraoculares y el segundo por los movimientos de 
cabeza. En el presente trabajo nos referiremos únicamente a los movimientos que 
involucran al movimiento de músculos extraoculares. 
De los movimientos que involucran a los músculos extraoculares se sabe que 
existen cinco tipos de movimiento que se encargan de mantener la fijación. El primer 
movimiento es conocido como sacádico, se encarga de cambiar la posición de los 
ojos de un punto a otro con gran velocidad y precisión. El segundo movimiento es 
conocido como movimiento de persecución, se encarga de mantener la mirada en un 
objetivo en movimiento. El tercer tipo de movimiento es el de vergencias, encargado 
de fijar la mirada en un objetivo de manera binocular cuando este se encuentra a 
diferentes distancias. El movimiento de vergencias es el único movimiento que se 
presenta de forma no conjugada ya que depende de la posición del objeto a 
observar y de su cercanía a los ojos del observador. El cuarto movimiento es uno 
controlado por el sistema vestibular y se encarga de mantener el estímulo visual fijo 
ante cambios en la posición de la cabeza. El quinto tipo de movimiento es el 
optocinético, que ayuda a compensar la fijación en situaciones en las que otros 
sistemas presentan deficiencias. Por lo que si no es posible mantener un punto de 
fijación deseado, el sistema actúa llevando la mirada a un nuevo objetivo (Kandel et 
al., 2000; Yanoff et al., 2009). 
Los movimientos oculares requieren de efectores que dirijan al globo ocular a la 
dirección deseada, los músculos extraoculares. Cada ojo tiene seis músculos 
extraoculares. Cuatro músculos rectos, dos controlan el movimiento horizontal, uno 
medial y uno lateral. Dos controlan la elevación y depresión aunque también tienen 
función de inciclotorsión y exciclotorsión, el recto superior y el inferior. Dos cuya 
función principal es la inciclotorsión y exciclotorsión aunque también deprimen y 
elevan respectivamente, los oblicuos superior e inferior (Rosen et al., 1998). 
Los músculos extraoculares se encuentran inervados por tres grupos de neuronas 
motoras, cuyos cuerpos celulares forman núcleos en el tallo cerebral. El recto lateral 
	
  
	
  
	
  
10	
  
se encuentra inervado por el nervio abducens ó VI nervio craneal. El núcleo del VI 
nervio craneal se encuentra en el puente, en el piso del cuarto ventrículo (Yanoff et 
al., 2009). El nervio motor ocular externo inicia su recorrido en el piso del cuarto 
ventrículo, sus fibras pasan la zona protuberancial y salen del tronco encefálico 
caudalmente. Este nervio tiene dos poblaciones neuronales, las que inervan al 
músculo recto lateral ipsilateral y las que proyectan de manera contralateral a través 
del fascículo longitudinal medial (FLM) para inervar al recto medial del otro ojo. El 
núcleo motor ocular externo recibe impulsos del núcleo vestibular medial, formación 
reticular y núcleo prepositus hipogloso. La zona a la que se le asocia más con los 
movimientos oculares verticales está ubicada en la zona que divide mesencéfalo con 
diencéfalo en el área tegmental rostral al nervio oculomotor, también llamada núcleo 
intersticial rostral del FLM. La región asociada a los movimientos horizontales es el 
núcleo del motor ocular externo. Ambas regiones se encuentran conectadas por la 
formación reticular paramediana ó formación protuberancial paramediana 
(Carpenter, 1994). El músculo oblicuo superior se encuentra inervado por el nervio 
troclear ó IV nervio craneal, ubicado en el mesencéfalo a nivel de los colículos 
inferiores, éste es el único nervio que tiene su origen aparente a nivel de la cara 
dorsal del tallo (Burt, 1993). El nervio troclear inicia su trayecto en el borde ventral de 
la sustancia gris periacueductal, es una extensión al complejo oculomotor en el FLM. 
Estas fibras cruzan el velo medular superior y emergen de la parte dorsal del tronco 
del encéfalo por debajo de los colículos inferiores. Ingresa al seno cavernoso y 
después a la cavidad orbitaria donde inerva al oblicuo mayor (Carpenter, 1994). 
Los rectos inferior, medial y superior se encuentran inervados por el nervio 
oculomotor o III nervio craneal, ubicado en el mesencéfalo a nivel de los colículos 
superiores. El elevador del párpado y los músculos ciliares que dan la constricción a 
la pupila, y ajustan la curvatura del cristalino esta inervados por fibras 
parasimpáticas del nervio oculomotor. El músculo ciliar y el músculo elevador del 
párpado también están inervados por vías simpáticas, la inervación simpática dilata 
la pupila por fibras preganglionares en la columna intermediolateral de la médula 
espinal torácica superior que se unen a la rama oftálmica del nervio trigémino ó V 
nervio craneal (Burt, 1993; Kandel et al., 2000). El nervio motor ocular común o III 
nervio craneal es la agrupación de varios núcleos independientes, además de tener 
el componente somático de los otros núcleos oculomotores presenta un componente 
eferente visceral que corresponde con la capacidad de acomodación y variación del 
	
  
	
  
	
  
11	
  
diámetro pupilar. El complejo se ubica ventral a la sustancia gris periacueductual 
como parte de las fibras divergentes del FLM. Las columnas celulares laterales 
inervan a los músculos extraoculares de la siguiente forma: columna dorsal al recto 
inferior, columna intermedia al recto inferior, columnaventral al recto interno, las 
proyecciones del núcleo son directas, las únicas fibras cruzadas son las de la 
columna medial que inervan al recto superior y el núcleo central caudal que da 
origen a fibras cruzadas y directas que inervan al músculo elevador del párpado. 
El núcleo visceral del complejo oculomotor es el ubicado en el núcleo Edinger 
Westphal que se une con la línea media y se continúa con el núcleo mediano 
anterior. Este núcleo da origen a fibras parasimpáticas preganglionares directas que 
emergen con fibras de proyección somática hacia el ganglio ciliar, se ha dado a 
conocer que las fibras también proyectan a tronco encefálico inferior y la médula 
espinal. Existen tres núcleos secundarios relacionados con el complejo oculomotor, 
el intersticial de Cajal el núcleo de Darkschewitsch y los núcleos de la comisura 
posterior. El núcleo intersticial se encuentra en el mesencéfalo y recibe proyecciones 
de núcleos vestibulares superior y medial, la zona pretectal, los campos visuales 
frontales y el núcleo del techo. Estas fibras decusan en la parte ventral de la 
comisura posterior y se distribuyen a las columnas celulares del oculomotor 
contralateral (Carpenter, 2004). Las principales vías de inervación aferente y 
eferente de los músculos extraoculares así como de las vías simpáticas y 
parasimpáticos se muestran en la Figura 4. 
Los movimientos oculares se encuentran controlados por dos sistemas, uno 
voluntario y el otro reflejo ó de compensación. 
La estabilidad de la imagen en la retina en las diferentes posiciones de la mirada 
está dada en parte por la capacidad compensatoria de los mecanoreceptores del 
sistema laberíntico de detectar la posición de cabeza, su aceleración y dirección 
para llevar a cabo movimientos que corrijan posiciones anómalas de la imagen. Un 
segundo sistema de estabilización de imagen comprende movimientos visualmente 
mediados y voluntarios, que se basan en la capacidad de la retina para determinar 
los cambios en la velocidad de la imagen (Leigh et al., 1999). 
 
 
 
 
	
  
	
  
	
  
12	
  
 
 
 
 
 
 
 
Figura 4. Inervación de los músculos oculares. Esquematización de la inervación motora del ojo 
izquierdo (Modificado de Netter et al., 2002). 
 
El sistema vestibular brinda control no voluntario ó de compensación a los 
movimientos oculares. El sistema vestibular está compuesto de cinco órganos, dos 
controlan los movimientos de aceleración lineal, el utrículo y el sáculo y tres 
controlan los generados por aceleración angular, los conductos semicirculares. Los 
órganos más sencillos del sistema vestibular son el utrículo y el sáculo, los cuales 
son órganos de tres milímetros en su región más amplia, se componen de núcleos 
	
  
	
  
	
  
13	
  
de células ciliadas que reaccionan ante el movimiento de la membrana otolítica que 
forma parte de ellos durante aceleración lineal. Existen tres canales semicirculares 
cada uno sobre ejes distintos, uno sobre el eje horizontal, otro en vertical anterior y 
un vertical posterior. La disposición de los canales así como sus principales 
conexiones se muestran en la Figura 5. Los canales semicirculares se encuentran 
llenos de endolinfa, que al moverse a través de la cúpula activa células ciliadas que 
detectan cambios durante rotación angular por la inercia que se genera en este 
movimiento. La aceleración angular ocurre cuando un objeto modifica su constante 
de rotación sobre un eje como en el caso de los movimientos oculares y de cabeza. 
La detección de los cambios en la posición de la endolinfa por las células ciliadas 
hace que se envíen señales a los núcleos vestibulares ubicados en la protuberancia 
hacia centros como el FLM y los núcleos ocular, abducens y troclear. Este sistema 
tiene la desventaja de habituarse después de un tiempo de mantener el mismo 
estímulo de forma exponencial cada cinco segundos (Nandi et al., 2008; Kandel et 
al., 2000). 
 
 
	
  
	
  
	
  
14	
  
Figura 5. Organización del sistema vestibular. Esquematización de la localización e inervación del 
sistema vestibular. Se observan los canales semicirculares y el órgano coclear (Modificado de Netter 
et al., 2002). 
El sistema vestibular está inervado por el nervio estatoacústico ó VII nervio craneal, 
por el ganglio vestibular. El ganglio vestibular, que lleva las fibras procedentes de los 
órganos vestibulares se divide en una rama superior y una inferior. Los núcleos del 
sistema vestibular se encuentran en el piso del cuarto ventrículo. Los núcleos se 
disponen de forma longitudinal y se pueden dividir en dos columnas, una lateral 
dividida a su vez en núcleo inferior, lateral y superior y una segunda columna que es 
la medial. Las fibras primarias del sistema vestibular se proyectan a los núcleos 
vestibulares y al núcleo intersticial del nervio vestibular, el núcleo vestibular medial 
recibe fibras en toda su extensión. Los canales semicirculares proyectan al núcleo 
vestibular superior y medial. El utrículo y la mácula proyectan al núcleo lateral. La 
mácula del sáculo proyecta al núcleo vestibular inferior. Una parte de las fibras entra 
al cerebelo a través del cuerpo yuxtarestiforme. El FLM participa en los movimientos 
oculares conjugados. Las fibras del FLM se originan en el núcleo vestibular medial, 
son directas y se proyectan a los núcleos de los músculos extraoculares del VI y III 
nervio, las proyecciones al IV nervio son cruzadas. Las fibras cruzadas del FLM son 
internucleares del recto externo que terminan en la zona correspondiente al recto 
interno en el complejo nuclear oculomotor. Lo cual lleva a la mirada a una posición 
horizontal de manera sinérgica (Burt, 1993; Carpenter, 1994). 
Los centros de control de los movimientos oculares voluntarios especifican la 
necesidad de un cambio en la posición de mirada. Diversas estructuras controlan la 
posición de mirada. La formación reticular del tallo cerebral transforma el impulso por 
medio de interneuronas a señales de velocidad y posición que dispararán las 
neuronas motoras de los músculos extraoculares. Si el movimiento requiere de un 
componente horizontal éste involucrará a la formación reticular pontina paramedial y 
la médula rostral. Si el movimiento requiere de un componente vertical éste 
involucrará a la formación reticular mesencefálica. La formación reticular pontina 
paramedial tiene células omnipausa, que disparan continuamente excepto cuando 
se va a generar un movimiento sacádico. La integración neural de velocidad requiere 
del flóculo cerebeloso y de dos núcleos del tallo cerebral, el núcleo vestibular medial 
y el núcleo prepósito hipogloso (Kandel et al., 2000). 
2.3.1 Control voluntario de los movimientos oculares 
	
  
	
  
	
  
15	
  
El control de los movimientos oculares voluntarios depende de áreas corticales y 
subcorticales y se puede dividir en movimientos oculares sacádicos, de persecución, 
optocinéticos y de vergencias. 
2.3.1.1 Movimientos oculares sacádicos 
Movimiento ocular voluntario rápido que se caracteriza por movimientos generados 
por el campo ocular frontal contralateral de la corteza premotora, el cual tiene 
participación importante en la iniciación de movimientos oculares sacádicos y de 
persecución (Yanoff et al., 2009). Se utiliza durante tareas en las cuales se deben 
de seguir o fijar objetos en movimiento en direcciones distintas a nuestro punto de 
fijación anterior, estos movimientos voluntarios pueden alcanzar velocidades entre 
600 y 700 grados/s (Holzman et al., 1977). Las vías de control de los diferentes 
tipos de los movimientos sacádicos se muestran en la Figura 6. 
 
 
Figura 6. Posibles vías de control de movimientos prosacádicos y antisacádicos. A. La vía de control 
neural de los movimientos prosacádicos involucra regiones como los campos oculares frontales 
(COF), el núcleo caudado (NC), la sustancia nigra pars reticulata (SNPR) y los colículos superiores(CS). Para tareas antisacádicas se ha propuesto la participación las mismas estructuras inhibiendo de 
forma activa la prosacada B o facilitando la antisacada por vías directas e indirectas C y D 
(Modificada de Weijer et al., 2010). 
 
La latencia normal para el inicio de estos movimientos es de 200 mseg. La latencia 
se debe a que se requiere procesamiento en varios niveles: En la retina, corteza 
cerebral, colículos superiores y cerebelo. La última conexión del movimiento se 
genera en neuronas de la formación reticular paramediana, misma responsable de la 
generación de la fase rápida del nistagmo (Leigh et al., 1999). Durante el movimiento 
sacádico horizontal la generación de los movimientos sacádicos depende de 
	
  
	
  
	
  
16	
  
neuronas premotoras en la formación reticular pontina paramedial que activa 
motoneuronas de los músculos extraoculares. Las neuronas en el núcleo rostral 
intersticial del FLM activan a las neuronas motoras durante los movimientos 
sacádicos verticales. Estas neuronas premotoras son inhibidas por neuronas 
omnipausa en el núcleo del rafé. Ambas neuronas reciben control aferente de los 
colículos superiores, mientras que los campos visuales frontales en la corteza 
cerebral solo controlan a las neuronas omnipausa (Büttner-Ennever et al., 1997,	
  
Johnston et al., 2008). La ejecución de los movimientos oculares sacádicos en niños 
sanos parece ser menos precisa que en adultos como se observa en la Figura 7. 
 
	
  
 
Figura 7. Registro de EOG en movimientos sacádicos. Los movimientos sacádicos en el niño de dos 
meses de edad tienen menor precisión y se requieren varios movimientos para alcanzar a los 
estímulos (línea punteada), además presentan mayores latencias con respecto a los adultos 
(Modificado de Phillips et al., 2002). 
 
2.3.1.2 Movimientos oculares de persecución 
El movimiento ocular de persecución se caracteriza por mantener una velocidad y 
dirección similar a la del estímulo deseado. El movimiento de persecución se 
presenta de forma conjugada y lenta, consta de tres elementos: El primero, un 
componente sensorial producido por una imagen que se mueve a través de la fóvea. 
	
  
	
  
	
  
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El segundo, un componente motor generado cerca de la unión parieto-occipito-
temporal que proyecta a la formación reticular medial del puente. Un tercer 
componente de atención espacial para concentrarse en un objetivo seleccionado con 
una orientación en el espacio. Estos movimientos permiten a los ojos seguir un 
objeto a velocidades de hasta 70º 7min/s, con una latencia aproximada de 125 ms 
(Yanoff et al., 2009). Los movimientos de persecución reciben información a través 
de dos vías aferentes paralelas. Una vía sensitiva a movimiento o magnocelular y 
una sensitiva a forma y color ó parvocelular, donde cada vía proyecta en paralelo a 
través del núcleo geniculado lateral, a la corteza visual primaria. Estas señales 
proveen información acerca de objetos en movimiento en el espacio a las áreas 
parietocorticales posteriores. Las proyecciones descendentes de la corteza parietal 
posterior terminan en el núcleo pontino dorsolateral, del cual la información es 
enviada al vermis caudal del cerebelo, las eferentes median con el núcleo 
oculomotor generando una persecución lenta (Büttner-Ennever et al., 1997). Los 
estímulos captados por la retina se proyectan a la corteza visual primaria, de ahí las 
fibras se dirigen a la corteza V5, área visual medio temporal y visual medio 
superotemporal. Las fibras se dirigen a los campos visuales frontales, donde se 
genera la señal para iniciar el movimiento de persecución. Otras zonas que se 
conoce ayudan a activar a los campos visuales frontales son los campos visuales 
suplementarios, la corteza prefrontal dorsolateral y los campos visuales parietales. 
Las áreas visuales extraestriadas y frontales proyectan al núcleo pontino lo que 
codifica los movimientos binoculares. De ahí la información es enviada al paraflóculo 
y al vermis del cerebelo. Su salida proyecta el núcleo cerebeloso y el núcleo 
vestibular al núcleo oculomotor (Lencer et al., 2008). 
El sistema de persecución se encuentra asociado a movimientos sacádicos, si la 
posición de un estímulo captado por movimientos de persecución llegase a variar o a 
desaparecer por algunos microsegundos, el sistema de movimientos sacádicos 
puede compensar la pérdida de enfoque para mantener la fijación por periodos 
prolongados (Madelain et al., 2003). Como podemos observar en la Figura 8 estas 
microsacadas son frecuentes en los niños aun sin alteraciones neurológicas. 
 
 
 
 
	
  
	
  
	
  
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Figura 8. Registro de EOG en movimientos de persecución. Aun cuando hay seguimiento al estímulo 
en los ojos del niño de dos meses e edad, el EOG aun no tiene un patrón suave y continuo como en 
el adulto. (Modificado de Phillips et al., 2002). 
 
2.3.1.3 Movimientos optocinéticos 
Movimiento ocular rápido que complementa a los otros sistemas cuando éstos no 
son capaces de mantener la fijación sobre un objetivo visual, haciendo que la 
posición de mirada se reubique en nuevos objetivos (Yanoff et al., 2009). El reflejo 
optocinético fue descrito desde el siglo XIX por Purkinje, quien observó movimientos 
rápidos y abruptos en ojos de personas mientras observaban una procesión de 
caravanas (Wybar, 1974). En estos movimientos los ojos deben compensar la 
incapacidad de mantener un estímulo fijo cuando los estímulos superan la capacidad 
de movimiento de los ojos. Existen tres tipos principales de movimientos dentro del 
sistema optocinético: el nistagmo optocinético, el nistagmo post-optocinético y el 
reflejo oculo-cervical. La morfología de los movimientos optocinéticos se compone 
de una fase lenta de seguimiento y de una rápida de recuperación (Figura 9). La 
fase lenta o de seguimiento comparte vías de control con el sistema de persecución 
y consiste en movimientos de hasta 100 grados/s evocados de forma visual. La fase 
rápida o de recuperación comparte vías de control con el sistema de movimientos 
	
  
	
  
	
  
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sacádicos y consiste en un movimiento balístico de hasta 800 grados/s que ayuda a 
la fijación de un nuevo estímulo visual cuando el anterior no puede ser mantenido en 
el campo visual del sujeto (Kandel et al., 2000). El nistagmo optocinético es utilizado 
como herramienta para evaluar el funcionamiento de las vías motoras involucradas 
en la generación de movimientos optocinéticos (Leigh et al., 1999). La respuesta 
optoquinética es inducida por movimientos amplios de la imagen de la retina en el 
campo visual, los cuales generan respuestas en el núcleo óptico terminal accesorio 
retino receptivo del mesencéfalo y los núcleos terminales intersticial, lateral, dorsal y 
medial. Estos núcleos junto con el núcleo del tracto óptico en el pretectum 
proporcionan información a los circuitos vestibulares, oculomotores a través de los 
cuales es generado el reflejo optocinético. (Büttner-Ennever et al., 1997). 
 
 
 
Figura 9. Registro de EOG en movimientos optocinéticos. Registro de nistagmo optocinético en mono 
rhesus (Macaca mulatta) producido por movimiento horizontal de barras con frecuencia espacial de 
0.25 ciclos por grado, con dimensiones de 90 por 90 grados y velocidad de 60 grados /s. (Modificado 
de Ilg, 1997). 
 
2.3.1.4 Movimientos de vergencias 
Los movimientos de vergencias se encuentran controlados por la acción de los 
rectos mediales y laterales. Al enfocar un objeto a distancia cercana se requiere de 
la acción de los rectos medios. Al enfocar un objeto a distancia lejana se aumenta la 
acción de los rectos laterales. La vergencia y acomodación, proceso que acompaña 
a la vergencia, son controladas por neuronas en el mesencéfalo en la región del 
núcleo oculomotor (Kandel et al., 2000). 
	
  
	
  
	
  
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2.3.2 Control reflejo de los movimientos oculares 
El control vestibularde los movimientos oculares se manifiesta en el reflejo vestíbulo 
ocular, aunque también participa en la fase lenta del reflejo optocinético. 
2.3.1.1 Reflejo vestíbulo ocular 
El reflejo vestíbulo ocular ayuda a mantener la mirada en un objeto estacionario 
mientras la cabeza o cuerpo se encuentra en movimiento, el núcleo vestibular medial 
se conecta con el núcleo oculomotor por medio del FLM. El reflejo vestíbulo ocular 
se divide en dos. El reflejo ocular del canal semicircular y el reflejo ocular otolítico 
(Nandi, 2008). El movimiento vestibular responde ante movimientos de cabeza de 
manera más pronta que los generados por estimulación visual, con una latencia 
promedio menor a 16 mseg, en comparación con los 70 mseg requeridos para 
movimientos mediados por estímulos visuales. Las alteraciones de un canal 
semicircular pueden ocasionar un proceso de movimientos no voluntarios conocidos 
como nistagmo, en la dirección del canal afectado. El componente traslacional de los 
movimientos depende de la integridad de los órganos otolíticos, el sáculo y el 
utrúculo (Leigh et al., 1999). El reflejo vestíbulo ocular es generado por señales 
sensoriales de los canales laberínticos y otolitos, conectados a través del núcleo 
vestibular a las motoneuronas de los músculos extraoculares en los nervios 
craneales III, IV y VI (Büttner-Ennever et al., 1997) La respuesta normal ante un 
estímulo vestibular postrotacional en adultos y niños se muestra en la Figura 10. 
 
 
 
Figura 10. Registro de EOG en movimientos vestibulares rotacionales. Registro de EOG durante 
estimulación de rotación de 100º/seg en adulto y niño sano de dos años. Arriba, nistagmo 
postrotatorio en adulto sano, abajo nistagmo en niños de dos años. Se observa falta de control en el 
niño sano. (Modificado de Phillips et al., 2002). 
	
  
	
  
	
  
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2.4 Electrooculograma 
El EOG es una técnica que permite efectuar un registro grafico de los movimientos 
oculares. EL EOG se puede realizar gracias a características intrínsecas del EPR, el 
cual esta formado de uniones firmes que dan como resultado la formación de 
resistencia eléctrica intercelular mayor a la resistencia transmembranal. La forma del 
globo ocular hace que cargas originadas por esta resistencia intercelular se cancelen 
en todos los meridianos, excepto en el que corresponde a la zona central radial de la 
parte posterior del globo, dando un carácter negativo al polo posterior del ojo y 
positivo al polo anterior (Arden et al., 2006), una esquematización del sistema 
utilizado por Arden puede visualizarse en la Figura 11. 
 
 
Figura 11. Electrooculograma. EL potencial corneorretiniano hace al ojo funcionar como un dipolo 
electronegativamente cargado hacia la parte posterior del globo ocular. Tal potencial puede ser 
registrado con la ayuda de electrodos de superficie (Modificada de Arden, 2006). 
 
La córnea es 0.4 a 1mV más positiva que el EPR, en estado estático y orto-posición 
habrá una diferencia de potencial de 0mV, pero un movimiento del ojo provocará 
diferencias de voltaje susceptibles de ser registradas (Shaunak et al., 1995). Este 
potencial captado por electrodos colocados a cada lado de los ojos y amplificado 
	
  
	
  
	
  
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tiende a variar dependiendo de la cercanía entre los electrodos y los ojos, pero un 
rango entre 12 a 30uV es común. (Arden et al., 2006). 
En el EOG se debe considerar que el potencial es dependiente en forma logarítmica 
a la iluminación retiniana. Es necesario estabilizar el sistema visual en condiciones 
de iluminación reducida por 8 minutos antes de comenzar la prueba (Arden et al., 
2006). El EOG es una buena herramienta diagnóstica en la evaluación del desarrollo 
de movimientos oculares en neonatos. El EOG puede presentar artefactos que 
dificultan el análisis de resultados. El artefacto que llega a repercutir de forma más 
importante en el EOG es el ocasionado por las oscilaciones dependientes a 
variaciones en iluminación ambiental, que pueden prolongarse hasta por una hora 
después de que sucedió el cambio. Otras alteraciones en el registro se relacionan 
con la conductancia variable del medio utilizado, por el campo eléctrico recibido por 
cada electrodo por la colocación en la cara del sujeto y la impedancia producida por 
la piel en distintas regiones de la cara (North, 1965). Las características mínimas 
que debe tener un EOG se pueden ver en el Apéndice A. 
 
2.5 Video oculograma 
Entre los sistemas de seguimiento de posición de mirada que se utilizan se 
encuentra el video oculograma (VOG). El VOG es una prueba fisiológica que 
consiste en el registro de movimientos oculares por medio de detección del reflejo 
corneal del sujeto que se captura por medio de una videocámara y es 
posteriormente analizado por software especializado. La mayoría de los sistemas 
que se utilizan actualmente lo hacen por detección de luz infrarroja emitida por una 
fuente artificial. Un método alternativo es detectar la absorción de la luz infrarroja 
que pasa a través de la pupila (Boraston et al., 2007). Entre las ventajas del VOG 
está una mayor precisión en el registro de posición de mirada. La precisión del 
registro va desde 0.5º en algunos sistemas hasta el 0.1º en los más sensibles lo cual 
lo hace lo doble de sensible en comparación con sistemas de EOG. Otra ventaja del 
VOG es el poder detectar y eliminar artefactos por parpadeo en el software utilizado, 
sin embargo si los artefactos son abundantes el análisis de datos puede resultar 
difícil de interpretar (Baloh et al., 1989). Los estudios realizados con VOG requieren 
que el sujeto se mantenga relativamente estático, lo cual reduce las posibilidades de 
obtener registros confiables en poblaciones pediátricas Otra característica 
importante de los VOG es la identificación de características adicionales como el 
	
  
	
  
	
  
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diámetro pupilar para tareas de atención. Adicionalmente la capacidad de llevar un 
registro gráfico de los objetos observados representa una herramienta importante. 
En condiciones donde se estudia la función vestibular es posible utilizar un VOG 
montado en gafas en conjunción con censores de inercia para estudiar los 
movimientos asociados a este sistema (Bartl et al., 2009). Las características 
requeridas para realizar un VOG se pueden ver en el Apéndice A. 
 
2.6 Características de los movimientos oculares en niños sanos, DCP y LPV 
Luna (2008), en una revisión muy extensa del desarrollo de los movimientos 
oculares en niños sanos, menciona que en los recién nacidos los movimientos 
oculares de persecución no están presentes. A las dos semanas de vida el niño es 
capaz de seguir objetos por medio del sistema de movimientos optocinéticos. A los 
dos meses el niño es capaz de seguir objetos por medio de sacadas. Posteriormente 
se presentan movimientos de persecución lentos y poco precisos. A los seis meses 
se dan los ajustes sacádicos necesarios para mejorar la persecución. A los siete 
meses de edad los niños pueden coordinar movimientos de persecución con 
movimientos de cabeza para mejorar la precisión del seguimiento. Y a los ocho 
meses se presenta la habilidad de hacer persecución predictiva, que es la última 
habilidad necesaria para hacer persecución completa. Se ha observado que en 
infantes de 9 a 11 años para movimientos verticales de persecución hay asimetrías, 
posiblemente por inmadurez de la vía de floculo-vestibular. Para movimientos 
sacádicos en cuanto a su velocidad se ha encontrado gran variabilidad en cuanto a 
si son mayores o menores en infantes con respecto a adultos, para su precisión se 
han detectado hipometrías en comparación a adultos, para latencias de inicio se ha 
reportado que estas disminuyen exponencialmente desde el nacimiento hasta los 14 
o 15 años (Luna, 2008). 
Aun cuando la anterior es una buena referencia del neurodesarrollo del control motor 
ocular en niños, la mayoríade estudios dedicados a menores de edad se han 
enfocado a alteraciones como el autismo y el déficit de atención e hiperactividad, 
además de la esquizofrenia y el síndrome de Tourette. Sin embargo, estos estudios 
son generalmente realizados en adolescentes. Se han reportado alteraciones en 
movimientos sacádicos y en algunos casos en movimientos de persecución 
(Rommelse et al., 2008). En un estudio realizado por Yang (2002) se examinaron las 
latencias de movimientos sacádicos, de vergencias y combinados de sacádicos con 
	
  
	
  
	
  
24	
  
vergencias en 15 niños (4.5-12 años) y 15 adultos sanos (22-44 años). Las latencias 
de los niños fueron mayores en todos los casos, se observó que las latencias 
alcanzan valores de un adulto entre los 10 y 12 años de edad. En los movimientos 
combinados las vergencia iniciaron antes que los movimientos sacádicos, esto 
atribuido a que la iniciación de movimientos sacádicos requiere de procesos de 
atención visual, liberación de atención oculomotora al estímulo previo y cálculo de la 
métrica para alcanzar el nuevo estímulo, debido a una falta de maduración del lóbulo 
frontal y parietal en niños menores de 15 años. Las latencias presentadas por el 
grupo de niños fueron variables, lo cual se propone fue debido a la variabilidad de 
los procesos de atención entre edades (Yang et al., 2002). Otro estudio evaluó las 
diferencias en movimientos oculares de persecución, sacádicos y optocinéticos entre 
adultos (25-50 años) y niños (5-10 años) en cuanto a latencia, precisión, amplitud y 
ganancia, mostrando que los rangos normales de movimientos oculares entre 
adultos y niños son distintos, teniendo los niños latencias mayores (Mezzalira et al., 
2005). En otro estudio se evaluaron las diferencias entre latencias de los 
movimientos sacádicos y los movimientos de persecución en niños de 8 a 11 años 
que nacieron pretérmino (32 semanas ó menos) contra niños nacidos a término. No 
se encontraron diferencias en latencias. La única diferencia significativa fue durante 
una tarea antisacádica en la que los sujetos debían voltear al lugar opuesto del 
estímulo presentado, posiblemente por daño en área prefrontal dorsolateral 
relacionada con procesos de inhibición (Newsham et al., 2007). 
Los estudios sobre los movimientos oculares en niños con LPV son escasos. Entre 
las alteraciones en el sistema visual en presencia de LPV se encuentran las que 
involucran la motilidad ocular. En casos donde la presentación de LPV es severa, se 
presenta una completa falta de organización de movimientos oculares y apraxia 
motora. En alteraciones menos severas donde la agudeza visual del niño es cercana 
a la normal o con estrabismo moderado, se ha reportado la presencia de nistagmo. 
Para que se produzca nistagmo es necesaria cierta fijación, este se ha relacionado a 
daño ocasionado a las radiaciones ópticas. Se ha registrado movimiento 
compensatorio de cabeza en infantes con LPV moderada (Jacobson et al., 2000). En 
algunos pacientes con LPV se ha detectado inhabilidad de realizar movimientos 
oculares de persecución, así como sacádicos. Tales alteraciones en los movimientos 
sacádicos y de persecución se pueden deber a: Deficiencia a la percepción de 
movimiento ó a que las lesiones en la LPV adyacentes al área trigonal, dañan las 
	
  
	
  
	
  
25	
  
fibras del arco que conectan la corteza estriada con el área visual medio temporal. 
En un estudio de 19 niños con LPV entre 5 y 18 años (Jacobson et al; 1998), se 
encontró nistagmo clínicamente visible en una tercera parte de su población, 
mientras que dos tercios de los niños manifestaron nistagmo al ser registrados con 
video-oculografía. Se propuso que el daño generado en las radiaciones ópticas 
inmaduras causa una degeneración retrógrada transináptica en la vía óptica 
provocando daño visual anterior. Otra posible explicación es que el nistagmo puede 
ser provocado por daño a las radicaciones ópticas que afectan a la señal entrante 
hacia circuitos que pueden afectar comandos premotores. (Jacobson, et al., 1998). 
Se ha evaluado la motilidad ocular en niños con LPV quística de forma conductual. 
En un estudio realizado en 12 niños con LPV se registraron alteraciones en nueve 
de ellos, esto evaluado moviendo un objeto redondo en dirección circular, vertical y 
horizontal en búsqueda de movimientos de persecución ó generación de nistagmo. 
Estos estudios han sido llevado a cabo en niños mayores de un año y es importante 
destacar que el estudio no detalla el tipo de registro realizado (Ricci et al., 2006). 
No se han realizado estudios de movimientos oculares en niños menores de un año 
con LPV con métodos cuantitativos como el EOG, lo cual se hace cada vez más 
necesario para lograr un entendimiento integral de las alteraciones ocasionadas por 
esta entidad nosológica. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
	
  
	
  
	
  
26	
  
3. JUSTIFICACIÓN 
 
Los sistemas visual y oculomotor son un buen modelo de exploración de integridad 
del sistema nervioso central, nos permiten observar de manera directa el estado y 
funcionamiento de distintas estructuras. Los movimientos oculares son controlados 
de forma cortical, subcortical y vestibular. Éstos sirven como herramienta para 
evaluar vías motoras que pueden ó no requerir de estimulación visual. Se ha 
observado que la LPV afecta funciones desde motoras hasta cognitivas. Las 
alteraciones en los movimientos oculares a causa de LPV y otras entidades de DCP 
han sido escasamente descritas. El estudiar las características del desarrollo de los 
movimientos oculares en LPV promoverá el mejor entendimiento de la entidad 
nosológica. 
 
4. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA 
La LPV representa una de las entidades del DCP y comprende alteraciones en la 
sustancia blanca subcortical de forma difusa ó focal en niños en etapa perinatal. 
Este daño provocado por la LPV tiene como consecuencia mielinización deficiente 
de la sustancia blanca periventricular afectada y/o necrosis localizada. El daño 
provocado por la LPV puede afectar funciones sensoriales y motoras en los niños 
que la padecen. Las secuelas de la LPV además de las motoras incluyen afecciones 
cognitivas, auditivas y visuales que varían dependiendo de la localización, gravedad 
y edad del daño. 
Se ha descrito que niños con LPV presentan alteraciones en sus movimientos 
oculares dependientes del daño y que van desde nistagmo hasta ausencia de 
fijación ó estrabismo. Sin embargo, no se conocen, de manera electrofisiológica, las 
alteraciones particulares que sufren estos movimientos en niños con LPV, lo cual 
podría enriquecer la el panorama de conocimiento de las vías y procesos afectados 
por la LPV. 
 
PROBLEMAS 
 1.- ¿En niños con LPV difusa, las alteraciones de la sustancia blanca 
modifican el neurodesarrollo de los movimientos oculares? 
 
 
	
  
	
  
	
  
27	
  
HIPÓTESIS 
1.- Las alteraciones en la mielinización de la sustancia blanca en niños con LPV 
difusa provocaran un deterioro en el control de los movimientos oculares, con 
aumento en las latencias de los movimientos sacádicos, disminución en la velocidad 
de los movimientos de persecución, disminución en la velocidad de la fase lenta y 
rápida de los movimientos optocinéticos así como en su frecuencia. 
 
OBJETIVOS 
 1.- Analizar las alteraciones en el neurodesarrollo de los movimientos 
oculares en niños sanos y con LPV difusa. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
	
  
	
  
	
  
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5. MATERIAL Y MÉTODOS 
 
5.1 Tipo de estudio 
Estudio transversal, comparativo, con dos grupos, el primero conformado por niños 
sanos y el segundo conformado con niños con LPV difusa. A los dos grupos se les 
realizó un análisis de los movimientos oculares por medio de registro electro-
oculográfico en un rango de edad de 8-24 meses de edad cronológica (niños sanos) 
ó corregida (niños con LPVdifusa). Los movimientos oculares a analizar: sacádicos, 
de persecución y optocinéticos, ver Figura 12. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 12. Diseño del estudio. La muestra fue obtenida de la población de niños que asisten a la 
Unidad de Investigación en Neurodesarrollo “Dr. Augusto Fernández Guardiola” del Instituto de 
Neurobiología de la UNAM. Ambos grupos fueron seleccionados de acuerdo a los diagnósticos por 
IRM, PEV’s, Oftalmología, Neuropediatría y Terapia física. 
 
 
Niños	
  con	
  LPV	
  difusa	
  
Niños	
  sanos	
  
Exploración	
  
física	
  
Exploración	
  
neurológica	
  
Exploración	
  
oftalmológica	
  
Imagen	
  por	
  
Resonancia	
  
Magnética	
  
	
  
	
  
	
  
Muestra	
  
	
  
OCULOGRAMA	
  
Movimientos	
  
Sacádicos;	
  
Optocinéticos;	
  
Persecución	
  
[8-­‐24]	
  
meses	
  
	
  
Historia	
  clínica	
  
	
  
	
  
	
  
29	
  
 
5.2 Población, muestra y sujetos a estudiar. 
Se estudió a niños que acuden a la Unidad de Investigación en Neurodesarrollo “Dr. 
Augusto Fernández Guardiola” del Instituto de Neurobiología, UNAM. Se 
seleccionaron a los niños que cumplieron con los criterios de inclusión, de exclusión 
y eliminación descritos en la siguiente sección. Se realizó una historia clínica que 
cubre aspectos no patológicos, patológicos y socioeconómicos del niño y sus 
padres. El diagnóstico de LPV se realizó mediante la exploración neurológica y la 
IRM cerebral para su clasificación dentro de uno de los dos grupos. Además, se les 
realizó una evaluación oftalmológica para determinar su agudeza visual, motilidad 
ocular y estado de salud ocular. La integridad de la vía visual se evaluó mediante los 
PEV. 
 
5.3 Criterios 
-Grupo control 
Inclusión 
Niños que presentaron: 
1.- Edad cronológica de 8-24 meses 
2.- Evaluación física normal 
3.- Evaluación neurológica normal 
4.- Evaluación oftalmológica normal 
5.- IRM normal 
Exclusión 
1.- Niños que presentaron signos neurológicos anormales severos, epilepsia clínica, 
síndromes genéticos, enfermedades neuromusculares, congénitas, patología 
muscular y síndromes metabólicos., neurológicas u oftalmológicas importantes. 
Eliminación 
1.- Niños que presentaron alteraciones físicas, neurológicas o visuales durante el 
desarrollo de la investigación 
 
-Grupo de niños con leucomalacia periventricular 
Inclusión 
Niños que presentaron: 
1.- Edad corregida de 8-24 meses 
	
  
	
  
	
  
30	
  
2.- Evaluación física sin alteraciones clínicas 
3.- Evaluación neurológica con manifestaciones clínicas de LPV 
4.- Evaluación oftalmológica sin alteraciones clínicas 
5.- IRM con hiperintensidad difusa de la sustancia blanca que confirme la LPV 
Exclusión 
1.- Niños que presentaron alteraciones físicas neurológicas u oftalmológicas no 
asociadas a LPV así como retinopatía del prematuro de cualquier grado. 
Eliminación 
1.- Niños que presentaron alteraciones físicas, neurológicas o visuales durante el 
desarrollo de la investigación 
 
5.4 Material 
1 Amplificador de 32 canales (Medicid4) 
9 Electrodos de disco de 10 mm 
Pasta conductora 
Software Mindtracer para elaboración de estímulos 
Software de registro de EEG TrackWalker 
1 Sistema de registro de movimientos oculares Iscan ETL-400 
 
5.5 Procedimiento 
El estudio se realizó en dos etapas en los niños seleccionados de acuerdo a los 
criterios de inclusión previamente descritos. 
En la primera etapa se realizó la historia clínica y exploración neurológica de los 
niños incluidos en el estudio, donde se registraron factores de riesgo neurológico así 
como factores de su salud actual. Esta información fue complementada con la 
evaluación física oftalmológica y de IRM. 
La segunda etapa consistió en una sesión de registro. El registro de EOG fue 
realizado en niños que estuvieron dentro de alguno de los rangos establecidos por 
los criterios de inclusión. El niño fue colocado con ayuda de su padre o madre a 50 
cm de una pantalla de 1024 x 768 pixeles lo que hizo posible que fueran registrados 
desplazamientos angulares entre 24 y 32 grados dependiendo de los estímulos 
presentados y el plano en el que se presentaron, esta pantalla se encontró enlazada 
a un programa de registro de EOG. 
 
	
  
	
  
	
  
31	
  
5.6 Aspectos éticos del estudio 
El estudio conllevó un riesgo mínimo. El proceso fue estrictamente confidencial. Los 
nombres no fueron ni serán publicados en ningún informe. A los padres ó tutores de 
los niños se les explicó el objetivo del la investigación y una vez que aceptaron 
firmaron una carta de consentimiento informado (Apéndice B). 
 
5.7 Estímulos 
Los tres estímulos diseñados para provocar movimientos oculares sacádicos, 
optocinéticos y de persecución se realizaron con el programa Mindtracer de 
Neuronic, cada una para el plano horizontal y vertical. Las características de los 
estímulos son descritas en el apéndice A, cada estímulo tuvo una duración de un 
minuto. Se realizó una validación de la efectividad de los estímulos con dos sistemas 
de registro oculográfico, uno de VOG y otro de EOG en adultos y niños. Se 
realizaron modificaciones en los estímulos hasta que éstos fueron suficientemente 
salientes para provocar una respuesta en niños hasta de tres meses de edad. 
 
5.8 Estadística 
Los análisis estadísticos (ANOVA de Kruskal-Wallis y U de Mann-Whitney) fueron 
realizados con el programa StatPlus versión 2009 de AnalystSoft Inc. Las gráficas 
así como el análisis de correlación cruzada utilizada para medir el desfasamiento de 
los movimientos de persecución fueron realizados con Matlab versión R2010a de 
The MathWorks. Se eligieron pruebas no paramétricas ya que la muestra evaluada 
no tuvo un número suficiente para asumir que la distribución era normal, lo cual fue 
confirmado con pruebas W de Shapiro Wilk p<0.05. Los datos fueron expresados 
como la media + desviación estándar. 
5.8.1 Corrección de Bonferroni 
En todos los casos se realizó una corrección de Bonferroni a las pruebas U de 
Mann-Whitney significativas para verificar que su significancia fuera verdadera. Las 
pruebas significativas que no superaron la corrección de Bonferroni (p>0.017) se 
muestran en todo el texto en letras itálicas. El nivel umbral de la corrección de 
Bonferroni fue establecido dividiendo alfa=0.05 entre k(k-1)/2 siendo k el número de 
grupos a parearse, en nuestro caso 3. 
 
 
	
  
	
  
	
  
32	
  
 
5.9 Variables estudiadas 
1.- Morfología. Se obtuvo del registro gráfico a partir del EOG, utilizada para detectar 
diferencias cualitativas en las respuestas de los movimientos oculares, ver Figura 
13. 
2.- Amplitud. Se obtuvo de medir la diferencia en grados entre el punto más bajo y el 
más alto en los grafoelementos presentes en el registro. 
3.- Latencia. El tiempo que transcurrió desde la presentación del estímulo hasta el 
inicio de la respuesta oculomotora. 
4.- Velocidad. Se midió por medio de la relación que existe entre distancias 
recorridas en un lapso de tiempo. Nos dio información de la precisión y constancia 
en el seguimiento ocular con respecto a la velocidad de los estímulos. 
 
 
 
Figura 13. Variables estudiadas. Muestra las variables medidas en cada registro: Para los 
movimientos optocinéticos el desplazamiento angular durante la fase lenta y rápida así como su 
frecuencia y velocidad en bloques de cinco ciclos; Para los movimientos sacádicos el desplazamiento 
angular, la latencia de inicio así como su velocidad; Para los movimientos de persecución la duración 
de cada ciclo así como el desfasamiento angular de la respuesta contra el estímulo. 
 
xº 
1000 ms
x ms
xº 
un ciclo
a
b
c
posición 1
posición 2
fase lenta y rápida
extremo1
extremo 2
x ms
xº 
	
  
	
  
	
  
33	
  
 
6. RESULTADOS 
 
Se registraron siete niños con LPV con edades de 15.6 + 2.5 meses de edad 
corregida (tres hombres), siete niños sanos con edades entre 17.7+ 3.3 meses 
(cinco hombres) y diez adultos sanos con edades de 29.3 + 8.5 años (tres hombres). 
Todos los niños fueron diagnosticados como sanos ó con LPV por una medio de una 
evaluación neuropediátrica e IRM, ninguno presentó alteraciones visuales 
importantes como retinopatía del prematuro ó estrabismo. Los adultos sanos no 
fueron evaluados por IRM, pero refirieron no presentar alteraciones neurológicas, 
sensoriales, motoras, de salud ó procedimientos quirúrgicos. 
 
Sujeto Grupo Edad corregida en 
meses 
Semanas de 
gestación 
Sexo 
C1 Control 18 37 M 
C2 Control 16 40 M 
C3 Control 11 38 F 
C4 Control 19 37 M 
C5 Control 20 38 M 
C6 Control 20 38 M 
C7 Control 20 37 F 
 17.7 + 3.3 37.8 + 1.1 
L1 LPV 15 27 F 
L2 LPV 18 31 M 
L3 LPV 15 27 M 
L4 LPV 15 33 F 
L5 LPV 17.5 32 F 
L6 LPV 18 32 F 
L7 LPV 11 29 M 
 15.6 + 2.5 30.1 + 2.5 
 
Tabla 1. Características generales de la muestra. Se muestran las edades y semanas de gestación 
de los niños que participaron en los registros electro-oculográficos así como el sexo. F (femenino), M 
(masculino). 
 
En el grupo de sujetos con LPV hubo varios factores de riesgo de daño cerebral 
perinatal. Tres niños fueron producto de gesta múltiple, de éstos el gemelo de un 
	
  
	
  
	
  
34	
  
sujeto murió previo al nacimiento y el sobreviviente requirió de reanimación neonatal, 
posteriormente presentó sepsis neonatal. Todos de los niños excepto uno tuvieron 
un peso menor a los 1500 gramos al nacimiento (1.42 + 0.43 gr.) . La LPV en todos 
los casos se presentó de manera generalizada en el área occipital unilateral o 
bilateralmente. En todos los casos hubo hipotonía y en algunos persistieron reflejos 
primitivos de forma tardía. En un caso hubo amenaza de parto prematuro a los cinco 
meses por presentación de infección en la vías urinarias en la madre. Dos sujetos 
requirieron ventilador mecánico y cursaron con ictericia tratada con fototerapia. Uno 
de los sujetos presentó incompatibilidad al factor Rh de la madre y a uno se le 
administraron inductores de maduración pulmonar. 
 
6.1 Movimientos optocinéticos 
 
 
Figura 14. Registro de EOG en movimientos optocinéticos. Morfología de los movimientos 
optocinéticos provocados en adultos, niños sanos y niños con LPV ante un estímulo de barras 
moviéndose a velocidad constante. Trazo superior ojo derecho, inferior ojo izquierdo. En el adulto se 
observan movimientos de seguimiento breves y de poca amplitud, en el niño sano se observan 
	
  
	
  
	
  
35	
  
movimientos menos consistentes entre si, en el niño con LPV los movimientos de persecución se 
observan con un mayor desplazamiento angular. 
 
6.1.1 Frecuencia de movimientos optocinéticos horizontales 
Para el plano horizontal se midió la frecuencia con que se presentaron las fases 
lenta y rápida al seguir el patrón de barras, esto por bloques de cinco movimientos. 
En adultos para el ojo derecho se obtuvo una media de 1.2 + 0.2 Hz, mientras que 
para niños sanos fueron de menor frecuencia 0.7 + 0.4 Hz (p=0.01), de igual forma 
para niños con LPV 0.7 + 0.2 Hz (p=0.003), entre los dos grupos de niños no hubo 
diferencia (p=0.65). Para el ojo izquierdo de los adultos se obtuvo una media de 1.1 
+ 0.2 Hz, mientras que para niños sanos la frecuencia fue menor 0.7 + 0.4 Hz 
(p=0.01), para los niños con LPV la frecuencia fue de 0.7 + 0.2 Hz (p=0.004), entre 
los dos grupos de niños no hubo diferencia (p=0.84). La figura 13 muestra un 
registro representativo de este tipo de movimiento en los tres grupos. 
 
6.1.2 Velocidad de movimientos optocinéticos horizontales 
En adultos, la velocidad de la fase lenta con el ojo derecho fue de 7.4 + 1.8 grados/s, 
para niños sanos fue mayor 10.8 + 3.5 grados/s (p=0.03), para niños con LPV 
también fue mayor 14.1 + 8.0 grados/s (p=0.02). Entre niños sanos y con LPV no 
hubo diferencias significativas (p=0.58). Las velocidades ojo izquierdo durante la 
fase lenta con en adultos fue de 6.0 + 1.5 grados/s, para niños sanos fue mayor 11.2 
+ 3.9 grados/s (p=0.006), para niños con LPV también fue mayor 13.1 + 4.5 grados/s 
(p=0.0009). Entre niños sanos y con LPV no hubo diferencias significativas (p=0.48). 
 
 
Figura 15. Velocidad de fase lenta de movimientos optocinéticos horizontales con ojo derecho. Se 
muestran las diferencias en la velocidad de la fase lenta horizontal con el ojo derecho entre adultos y 
los dos grupos de niños. Las velocidades de los movimientos fueron más lentas en los adultos que en 
los niños sanos (*p=0.03) y que en los niños con LPV (**p=0.02). 
	
  
	
  
	
  
36	
  
 
La fase rápida con el ojo derecho en adultos tuvo una velocidad de 67.8 + 20.8 
grados/s, para niños sanos fue mayor 110.7 + 46.1 grados/s (p=0.01), para niños 
con LPV también fue mayor 14.1 + 8.0 grados/s (p=0.02). Entre niños sanos y con 
LPV no hubo diferencias significativas (p=0.41). Para la fase rápida con ojo izquierdo 
fue de 56.2 + 18.7 grados/s, para niños sanos fue mayor 123.3 + 81.3 grados/s 
(p=0.01), para niños con LPV también fue mayor 128.3 + 81.3 grados/s (p=0.001). 
Entre niños sanos y con LPV no hubo diferencias significativas (p=0.41). 
 
 
Figura 16. Velocidad de fase rápida de movimientos optocinéticos horizontales con ojo derecho. Se 
muestran las diferencias en la velocidad de la fase rápida horizontal de movimientos optocinéticos 
con el ojo derecho entre adultos y los dos grupos de niños. Las velocidades de los movimientos 
fueron más lentas en los adultos que en los niños sanos (*p=0.01) y que en los niños con LPV 
(**p=0.02). 
 
6.1.3 Amplitud de movimientos optocinéticos horizontales 
Aun cuando la velocidad fue mayor en los niños de ambos grupos la frecuencia 
siguió siendo mayor en el grupo de adultos. Lo cual nos hizo preguntarnos si la 
amplitud fue un factor relevante en estos resultados, para los adultos hubo una 
media de desplazamiento angular de 7.7 + 6.0 grados, para los niños sanos el 
desplazamiento fue de más del triple 26.1 + 16.5 grados (p=0.003) y en el grupo de 
niños con LPV también fue mayor 24.6 + 18.5 grados (p=0.002), entre niños no hubo 
diferencias (p=0.75). 
 
 
 
 
	
  
	
  
	
  
37	
  
 
6.1.4 Frecuencia de movimientos optocinéticos verticales 
Para el plano vertical también se midió la frecuencia con que se presentaron las 
fases lenta y rápida. En adultos para ojo derecho se obtuvo una media de 1.1 + 0.4 
Hz, mientras que para niños sanos fueron de menor frecuencia 0.7 + 0.2 Hz 
(p=0.02), en niños con LPV fue de 0.8 + 0.3 Hz (p=0.08), entre niños no hubo 
diferencia (p=0.56). Para ojo izquierdo en adultos se obtuvo una media de 1.1 + 0.4 
Hz, mientras que para niños sanos fueron de menor frecuencia 0.7 + 0.2 Hz 
(p=0.02), en niños con LPV fue de 0.8 + 0.3 Hz (p=0.08), entre niños no hubo 
diferencia (p=0.56). 
 
6.1.5 Velocidad de movimientos optocinéticos verticales 
Para los movimientos verticales en adultos la velocidad de la fase lenta fue de 11.4 
+ 6.9 grados/s., para niños sanos fue de 9.3 + 2.6 grados/s, para niños con LPV fue 
de 21.1 + 11.2 grados/s No hubo diferencias significativas entre grupos (p=0.07). 
Con ojo izquierdo en adultos fue de 14.2 + 16.9 grados/s, para niños sanos fue de 
11.7 + 4.2 grados/s, para niños con LPV fue de 14.5 + 7.6 grados/s No hubo 
diferencias significativas entre grupos (p>0.50). 
 
 
Figura 17. Velocidad de fase lenta de movimientos optocinéticos verticales con ojo derecho. Se 
muestra la velocidad de la fase lenta vertical de movimientos optocinéticos con el ojo derecho entre 
adultos y los dos grupos de niños. 
 
La fase rápida con ojo derecho tuvo una velocidad de 100.8 + 73.8 grados/s, para 
niños sanos fue de 70.0 + 24.2 grados/s, para niños con LPV fue de 189.5 + 110.9 
grados/s No hubo diferencia entre grupos (p=0.06). Con ojo izquierdo en adultos fue 
de 117.0 + 116.4

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