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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA
 DE MÉXICO
 FACULTAD DE PSICOLOGÍA
 
 “ANÁLISIS DE LOS DISCURSOS HEGEMÓNICOS
 EN TORNO A LA ENFERMEDAD MENTAL”.
T E S I S
 PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
 LICENCIADA EN PSICOLOGÍA
 P R E S E N T A: 
GABRIELA TORRÁS CEBALLOS 
 DIRECTOR: DR. CARLOS ARTURO ROJAS ROSALES
 REVISORA: DRA. NORMA PATRICIA CORRES AYALA
 ASESOR METODÓLOGICO: RICARDO TRUJILLO CORREA.
 
MÉXICO D. F. 2013
A la memoria de mis abuelos. 
1
Agradecimientos. 
A mis padres, por mostrarme que lo más importante en la vida es 
ser uno mismo, luchar por lo que se quiere y apoyarme en cada 
ocasión que la regué. 
A Rafa, por tenerme tanta paciencia, y darme tanto amor sin 
pedirme nada a cambio. Eres mi mayor sostén y te agradezco por 
apoyarme tanto en todo este tiempo. Estoy segura que sin ti esto 
habría sido mil veces más difícil y doloroso. Gracias por llenar mi 
vida con tu hermosa y cálida luz. 
A Ari, por su amistad, y por impulsarme a ser una mejor persona. 
A mi abuelo Alfredo, por enseñarme lo valioso que es el estudio, y 
la perseverancia por salir de la mediocridad. 
A mi familia, Alfre, Rita, Karen, Rupert, por reírse conmigo y 
enseñarme a hacer las cosas de la mejor manera. 
A mis amigos, Julián, Fer, Clara, Perla, Ruth, y otros muchos que 
me acompañaron en la carrera haciéndome reír y aprender. 
A los buenos y malos maestros, que me enseñaron lo que se 
debe y no hacer. 
Gracias Blanca, Pablo, Ricardo, Rafa, Eva, Bojalil, Rosario, Olga, 
por ser excelentes maestros y no vivir en la mediocridad. 
A Patty Corres y Carlos Rojas, por ser mis ojos y guías dentro de 
este trabajo. 
A Loana, por ayudarme a crecer tanto. 
Agradezco a la tesis por permitirme ver lo tenaz y fuerte que soy. 
ÍNDICE
1. Nota Metodológica……………………………………...3
2. Introducción…………………………………………………….6
2
3. Discurso Psiquiátrico……………………………………….11
3.1 Historia de la Psiquiatría…………………………………12
3.1.1 Edad Antigua……………………………………………………13
3.1.2 Edad Media………………………………………………………14
3.1.3 Renacimiento……………………………………………………15
3.1.4 Época Clásica………………………………………………….. 17
3.1.5 Modernidad………………………………………………………19
3.2 Etiología Médica………..………………………….……....21 
3.3 Diagnostico y Clasificación………..……………………26
3.4 Tratamientos biológicos y psicológicos…….…….....32
3.4.1 Terapias psicológicas en la Psiquiatría………………. 34
4. Enfoques culturales………………...…………………….....36
4.1 Etiología social de la enfermedad mental…………....36
4.2 Manuales y Diagnostico Psiquiátrico…………............45
4.3 Hipermedicalización en la vida cotidiana…….……....53
Discusión……..……………..……………………….…59
Conclusión……………………………..…………..…..85
Limitaciones…………………………………..……………….....92
Bibliografía……………………..………………………….…..94
1. Nota metodológica
Antes que una nota la nombraremos una advertencia, pues tiene como propósito 
prevenir a los lectores de aquello que encontrarán en este escrito. Esta 
investigación no es una tesis experimental por lo tanto no busca generalizar una 
3
teoría sobre el comportamiento de las personas en torno a la salud mental, no 
pretende generar una conclusión final sobre el debate que durante muchos años 
se ha llevado a cabo en el campo de las ciencias médicas. Invoco en este trabajo 
a muchos otros autores que han generado un debate alrededor de las 
enfermedades mentales, la psiquiatría y las ciencias sociales, autores con los que 
me identifico y otros con los que no estoy de acuerdo, con base en a mi 
experiencia con los pacientes y a mis reflexiones personales. Mi objetivo en este 
trabajo (a través de la recabación de información) es promover un tratamiento 
psiquiátrico multidisciplinario en el tratamiento de algunas enfermedades 
psiquiátricas. Esta tesis pretende mostrar un debate que lleva vigente mucho 
tiempo, y que es muy importante para la clínica y para el mismo paciente, no 
desechar y seguirlo trabajando. 
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos mentales (DSM-IV) está 
configurado por 16 subconjuntos de patologías o desordenes que afectan el 
bienestar social, emocional y conductual de la persona. La forma en que afectan a 
la persona es muy diferente en cada uno de estas agrupaciones patológicas pues 
el DSM IV no solo incluye patologías que han sido definidas claramente como 
orgánicas, ya sea la esquizofrenia o la demencia relacionada a la enfermedad de 
Parkinson. También en este manual de diagnóstico podremos hallar otros tipos de 
desórdenes, cuya adscripción al campo orgánico es ambigua, y no corresponden 
del todo a la etiología biológica, como los trastornos del estado de ánimo, la 
depresión, trastornos de ansiedad como las fobias, trastornos somatomorfos como 
la hipocondría o bien trastorno de la conducta alimentaria como la bulimia, 
trastorno de la identidad sexual como la pedofilia, trastornos del sueño y del 
control de impulsos. 
Nos encontramos ante un cúmulo de trastornos, que abarca desde elementos 
orgánicos y biológicos hasta elementos psicológicos. Es importante para este 
debate dividir los trastornos mentales en dos grupos. El primero estará constituido 
por los trastornos orgánicos; me refiero con este término a patologías que han sido 
estudiadas desde las neurociencias, que tienen un componente biológico 
innegable y que son tratados específicamente por los Psiquiatras o Neurólogos, 
4
por la necesidad que tienen de ser medicamentados para poder subsistir. 
Podemos citar como ejemplo las demencias orgánicas, los Delirium debido al 
consumo de sustancias o bajo los influjos de una enfermedad crónica que termina 
por afectar la mente del paciente, el retraso mental, la esquizofrenia y otros 
trastornos psicóticos. 
El segundo grupo estaría constituido por trastornos que denominaré como 
Trastornos Psicológicos o Psíquicos, pues al dañar el aspecto psíquico se ve 
también perturbadas otras áreas como el pensamiento, las emociones, el lenguaje 
y la conducta. Para la Psiquiatría ambos grupos están determinados por el factor 
biológico, por ejemplo la depresión es entendida como niveles deficientes de 
serotonina en el espacio sináptico, la ansiedad es defenida como el exceso de 
dopamina, y así cada trastorno será explicado a través del uso de los 
conocimientos bioquímicos cerebrales. Lo psíquico no puede reducirse a los 
procesos fisiológicos, aún cuando estos sean su base material, pues lo psíquico 
permite establecer relaciones con los objetos y sujetos que nos rodean, y aunque 
necesita el sustrato material que es el cerebro para su correcto funcionamiento, no 
se puede reducir a este componente su entero funcionamiento, desarrollo y 
bienestar. Ambos grupos de personas son atendidas mayormente por psiquiatras; 
estos bajo la premisa de lo orgánico, tienden a dar un tratamiento con base en la 
modificación de lo bioquímico a través de los fármacos. El tratamiento biológico es 
el que regularmente se ocupa de dar una mejoría a los pacientes que padecen 
una enfermedad grave como la esquizofrenia o incluso para un paciente que 
padece fobias a ciertas situaciones, lo cual no podríamos clasificar como una 
enfermedad grave que afecte en sí a todo la persona. 
El grupo con el que me interesa trabajar dentro de esta investigación son los 
pacientes que manifiestan Trastornos de tipo Psíquico pues son lospacientes que 
corresponden al estudio dentro de mi disciplina como psicóloga. Pues considero 
que el tratamiento farmacológico no es suficiente para dar una mejoría global y 
duradera a los pacientes que se ven afectados por estos síntomas. En este escrito 
serán llamados enfermos mentales, en la medida que la enfermedad es un estado 
que perturba a la persona y que irrumpe en el bienestar, y que por lo tanto 
5
podemos considerar bajo esta definición que una persona que padece una 
depresión grave que le impide realizar actividades provechosas para sí es una 
persona que ha enfermado y necesita ser tratada por los especialistas 
concernientes. Serán llamados mentales pues este término incluye tanto los 
procesos fisiológicos que brindan la estructura, como la emoción, el pensamiento, 
el habla y la memoria que constituyen los procesos complejos dentro de una visión 
holística del ser humano. Lo mental también se verá afectado por las 
enfermedades psíquicas puesto que gran cantidad de los procesos complejos 
como la socialización son afectados por estas situaciones. Digamos que la mente 
es un concepto global que incluye tanto los procesos fisiológicos, los aspectos 
culturales que rodean al individuo y lo elementos personales que manifieste la 
persona. 
Dentro de mi formación profesional, tuve una mayor aproximación a los conceptos, 
métodos y teorías del campo social, que están enriquecidos por las disciplinas de 
la sociología, la filosofía, la antropología, el psicoanálisis, la lingüística, entre otras. 
Tuve también una formación dentro del área de la psicología de la salud que me 
permite dentro de esta tesis realizar un debate que incorpore lo social y lo clínico, 
a partir de otros autores que han manifestado dudas similares a las que yo me 
planteo.
Esta tesis tiene como objetivo realizar una compilación de autores, con la finalidad 
de promover un debate entre las ciencias sociales y la psiquiatría. En este debate 
se incluyen autores que han propuesto la necesidad que tiene el tratamiento de los 
trastornos Psíquicos de una multidisciplinareidad con el campo social además de 
tomar en cuenta las disciplinas biológicas. Esta tesis pretende mostrar un debate 
que lleva vigente mucho tiempo y que es muy importante para la clínica y para el 
mismo paciente. Mi propósito ha sido generar una reflexión que tenga resonancia 
con lo que creo sobre un tema que, como psicóloga me atañe, pues nuestra 
función social está relacionada con el bienestar psíquico de las personas y el 
desarrollo personal. Regularmente, la terapia clínica deposita la responsabilidad 
de la enfermedad psíquica al paciente y a su entorno más cercano, sin tomar en 
cuenta a la estructura social y las formas en que esta pudiese enfermar al 
6
individuo, esto se reconoce como un sesgo pues se ha comprobado y estudiado la 
relevancia e importancia que tienen los aspectos culturales en el desarrollo de la 
dinámicas patógenas en la personalidad. 
Mi conclusión, mi hipótesis y mi aportación, es que existen ciertas trastornos 
mentales, considerados como enfermedades, que tiene un componente afectivo y 
psíquico, que serían mejor tratadas desde un enfoque multidisciplinario que 
incluyese a la Psiquiatría, a la Psicología Social, la Sociología y a otras disciplinas 
dentro del campo social con el objetivo de brindar un trato más ético y una 
curación más duradera a los pacientes. Este escrito retoma los discursos 
sociológicos y filosóficos en busca de una propuesta para el tratamiento 
multidisciplinario de los trastornos mentales pues considero que es insuficiente la 
terapéutica brindada por los psiquiatras para resolver estos conflictos. 
2. Introducción
El termino discurso según (Van Dijk, 2000) se refiere a una estructura cognitiva 
compuesta por elementos verbales y no verbales, interacciones sociales, 
cogniciones sociales, modelos mentales y estrategias durante la producción y la 
comprensión del lenguaje. En nuestro entorno circulan una cantidad importante de 
discursos acerca de los mismos fenómenos, cada persona realiza una 
construcción subjetiva de las situaciones sociales en las que participa y dota así 
de sentido lo que vive. La enfermedad mental corresponde también a un esquema 
mental y a un conjunto de discursos que poseemos sobre ciertas personas, 
situaciones e instituciones. Tal modelo mental y conductual se conforma a partir de 
las experiencias, la ideología, los valores y la cultura, en la que el sujeto vive. 
Existen discursos colectivos que determinan las prácticas sociales y las relaciones 
entre pares, estos discursos suelen ser difundidos a través de los medios masivos 
de información, como la televisión y de las relaciones cotidianas. Existen también 
discursos complementarios, resistentes y alternativos a las formas consensuadas 
de pensar. Los diversos discursos que dan existencia a un fenómeno tienden a 
jugar a ser los únicos, un claro ejemplo lo hallamos en la Facultad de Psicología 
donde cada área pretende existir desde y solo para sí misma, reduciendo al sujeto 
a la forma en que sus teorías explican el mundo. Entonces así un neuropsicólogo 
7
y un psicólogo clínico, ante una misma problemática, procederán de maneras 
siempre excluyentes y pocas veces complementarias. Esto no sólo ocurre dentro 
de las instituciones educativas sino que se manifiesta en el estudio y tratamiento 
de las enfermedades mentales donde la Psiquiatría tiende a trabajar desde su 
modelo epistemológico y excluye otras áreas de conocimientos.
El discurso legitimado es aquel que comunica contenidos que han pasado por el 
rigor del método valga la redundancia científico, a través de información 
estadística, notas metodológicas, en un lenguaje técnico, donde abundan los 
datos duros y por lo tanto una supuesta veracidad. Este discurso tiene también la 
responsabilidad para con la sociedad, en la medida en que pretende difundir el 
conocimiento para que sea aplicado, para que este conocimiento se mejore y 
desarrolle, así como de alentar a las nuevas generaciones para que se vean 
interesadas ante estos avances tecnológicos y los continúen. Este discurso se 
produce generalmente en los centros de estudios superiores y están destinados a 
una élite académica. 
El discurso es importante para esta investigación en la medida en que mostrando 
los discursos que predominan en cada área del conocimiento, dígase sociología, 
psiquiatría o filosofía, se podrá hacer una clara diferencia entre los objetivos que 
cada uno plantea, para luego proponer una integración de estos conocimientos a 
favor del desarrollo de la ciencia y la tecnología en el tratamiento de los pacientes 
aquejados de una enfermedad mental. Así cada disciplina científica, dentro del 
campo social o biológico, ha elaborado un discurso hegemónico sobre lo que 
considera es correcto como un paradigma que de sentido a su práctica y a sus 
investigaciones. 
Aunque es ventajoso que cada disciplina desarrolle un lenguaje propio para 
entender a la enfermedad mental, pues brinda diversidad y enriquecimiento, es 
necesario también que estos discursos se debatan entre ellos y se generen 
discursos complementarios entre estas disciplinas. Por ejemplo es muy importante 
que el discurso científico tenga un acercamiento a los discursos cotidianos pues 
de lo contrario ambas miradas se encontrarán muy lejos y serán muy dispares; 
esto lo podemos observar en la explicación que brindan los médicos a los 
8
pacientes que padecen una enfermedad mental, estas personas poseen una serie 
de creencias que traen desde lo cultural y lo cotidiano que en muchos casos 
promueven un alejamiento y un rechazo delos procedimientos científicos. 
Entonces es importante mirar los discursos que rodean el fenómeno, para generar 
un pensamiento crítico a partir de cada uno de ellos. 
La enfermedad mental, en el pasado era conocida como locura y es un tema que 
ha generado múltiples debates, cuestionamientos y apasionados discursos como 
el Elogio de la locura por Erasmo (1511) que exaltaba las virtudes de la locura 
para el desarrollo del espíritu. Este fenómeno ha sido debatido desde muchas 
disciplinas como la ciencia, la sociología, la religión, el arte, la psicología, figura de 
odio o de exaltación, los desórdenes de la mente han sido un tema controversial 
desde la época de los griegos. Así el paciente aquejado de un trastorno mental 
está siendo observado desde diferentes discursos que dan un sentido a las 
prácticas que se llevan a cabo, discursos que en lugar de excluirse deberían 
promover una integración de saberes. 
Clásicamente la enfermedad se ha entendido desde dos puntos de vista muy 
opuestos, por un lado la ontológica que sostiene que los trastornos son 
entidades reales cuya existencia es independiente de la condición subjetiva, 
y que en consecuencia es biológico y controlable. Destaca como ejemplo las 
enfermedades infecciosas en las que se identifica un agente patógeno, sus 
mecanismos de acción en el organismo y la creación de antibióticos 
específicos que permiten controlar la infección y limitar su propagación. 
Este modelo ontológico garantiza una existencia independiente del trastorno 
y sugiere que el mecanismo de tratamiento funcionará en todos los casos 
(Lugo, 2010). 
La persona que padece un trastorno mental, hablemos de una depresión o una 
fobia trastornos que incapacitan al paciente para trabajar y desarrollarse, es 
diagnosticada automáticamente como signos de una enfermedad y entraría en 
este esquema conceptual. Desde que se le categoriza de esta manera a los 
síntomas psíquicos, ellos están siendo canalizados al campo de la medicina, en 
particular de la psiquiatría. La palabra enfermedad remite inmediatamente a una 
9
institución médica y a los métodos científicos aprobados. El discurso psiquiátrico 
se erige así como el hegemónico para dar tratamiento y cuidado a los pacientes 
que padecen un trastorno mental, desde algo leve como un Trastorno por Déficit 
de Atención e Hiperactividad (TDAH) hasta una psicosis altamente peligrosa para 
el paciente y su entorno. Una crítica frecuente a este planteamiento se basa en 
la excesiva importancia que se otorga a los modelos biomédicos de 
enfermedad y su tratamiento, dejando de lado el carácter humano y la 
individualidad del paciente. 
Mientras que el modelo funcionalista ubica al paciente como el centro de la 
investigación y permite comprender la enfermedad como una alteración que forma 
parte del funcionamiento normal y saludable. Explica el trastorno en base al estilo 
de vida y conductas relacionadas con el medio ambiente natural y social. Este 
enfoque caracteriza a la mayoría de los sistemas de salud a lo largo de la historia; 
sin embargo, el énfasis que se otorga a la experiencia y conducta del sujeto, 
promueve la intención de proporcionar un significado y un marco de referencia para 
que el paciente se enfrente emocionalmente con la enfermedad. El modelo 
funcionalista es el que nos interesa trabajar dentro de este proyecto de 
investigación, por considerar la importancia que tienen los valores circundantes y 
el propio paciente como actor de su enfermedad (Lugo, 2010). 
Relacionado con el modelo funcionalista y la importancia que tiene la experiencia 
del sujeto y los elementos que lo rodean, como la cultura y los medios sociales, se 
pretende entablar un diálogo entre el modelo ontológico que está en relación con 
las ciencias biológicas y los modelos funcionalistas que están mayormente 
sustentados en las ciencias sociales. Aunque no es el propósito de este escrito 
debatir sobre las enfermedades cerebrales orgánicas, se ha comprobado que el 
curso de una esquizofrenia en los países orientales es mucho más satisfactoria 
que en los países occidentales. Esto determinaría un componente cultural que 
afecta el desarrollo de tales patologías. 
Lo importante para este ensayo es construir un discurso multidisciplinario a partir 
de la reunión de los conocimientos sociales y biológicos, que brinde una mejor 
terapéutica a los pacientes. No se trata de determinar un ganador, ni de pelear los 
10
egos de las diferentes disciplinas, la intención es dialogar y generar nuevos 
conocimientos que permitan una mejor calidad de vida a los pacientes. 
Mi hipótesis consiste es que el discurso psiquiátrico, etiología, tratamientos 
biológicos y modelos de diagnóstico, no son suficientes para explicar y dar un trato 
ético a los pacientes aquejados de un trastorno mental psíquico, y que existen 
otros discursos y prácticas que podrían enriquecer el entendimiento y la terapia de 
estos pacientes. 
El médico psiquiatra está en contacto directo con la angustia, el miedo y la 
depresión, o sea con el dolor y el sufrimiento psíquico, por lo que la actitud del 
médico hacia el paciente a través de un trato ético y respetuoso se hace 
indispensable pues esto repercutirá sobre la calidad de vida de esa persona. El 
respeto es el primer acto ético que realiza el médico y este respeto equivale a la 
atención, escuchar al paciente, mostrando interés y respeto a las necesidades que 
plantee. Otro acto ético muy importante será mantener informado al paciente de 
los cambios que ocurren y ocurrirán en su cuerpo, y siempre hablar con la verdad 
al paciente. Por lo tanto un posicionamiento ético incluye tomar al otro como un yo 
que necesita ser atendido con el mayor respeto y una gran empatía hacia su 
sufrimiento. 
La tesis está dividida en tres capítulos: aborda en cada uno de ellos los temas de 
la etiología, el diagnóstico y los tratamientos de la enfermedad mental, temas que 
no podrán ser separados en ninguna ocasión pues son elementos relacionados 
tanto en la práctica como en la teoría, uno determina al otro y así cada uno nutre y 
da soporte al anterior. La etiología médica y su paradigma biológico determina e 
impone un tratamiento biológico y estas concepciones universales a la vez 
conforman un modelo lineal y rígido de clasificar a las enfermedades mentales. 
Estos tema son planteados en el primer capítulo desde las disciplinas médicas 
particularmente la psiquiátrica y se abordan las teorías orgánicas que dan soporte 
a los tratamientos psiquiátricos con fármacos y los diagnósticos que se establecen 
a partir de signos y síntomas según la Clasificación Internacional de 
Enfermedades (CIE 10) y el DSM-IV. Para el segundo capítulo se abordarán los 
mismos temas pero desde un enfoque social y cultural que plantea otras formas 
11
de entender la etiología de la enfermedad mental, y por lo tanto que promueve una 
crítica hacia los modelos diagnóstico y los tratamientos empleados desde la 
psiquiatría.
Entonces la finalidad es confrontar dos saberes, el psiquiátrico y el social, respecto 
a tres temas básicos dentro del estudio de la enfermedad mental, etiología, 
diagnóstico, y tratamientos, con la finalidad de generar un debate y conocer otras 
formas de interacción dentro del campo de la salud mental. Finalmente, la 
discusión tiene como objetivo promover un pensamiento integral que no descarte a 
la psiquiatría y a sus métodos, sino más bien una mirada integradora con las 
ciencias sociales para promover prácticas más eficaces. 
Concluyo a partir de este debate, psiquiátrico y social, que el hombre es un 
fenómeno multifactorial, y que aunquesí tiene células, neuronas, bioquímica, y 
lóbulos cerebrales también tiene emociones, pensamientos, conflictos, dudas, 
miedos y frustraciones que dan un giro a su existencia para remitirlo a un orden 
diferente al de la biología. Considero que es reduccionista suponer que la 
psiquiatría posee todas las respuestas al tratamiento de la enfermedad mental y 
que el tratamiento de estos pacientes debe hacerse desde una mirada amplia y 
multidisciplinaria. En la medida en que la psiquiatría no acepte sus limitaciones, 
faltas y fallas será incapaz de generar respuestas que los personas necesitan para 
recuperarse de un evento tal conflictivo como la enfermedad mental. 
3. Discurso Psiquiátrico
Una definición cotidiana de la Psiquiatría sería una rama de la Medicina que se 
encarga de dar atención a los desviados mentales, un conjunto de personas 
incapaces de lidiar con sus problemas que acuden en busca de la ayuda de un 
profesional para manejar estos. La definición científica sería una rama de la 
12
Medicina que se ocupa del estudio, la prevención, el tratamiento y la rehabilitación 
de los trastornos psíquicos, entendiendo tales trastornos como las enfermedades 
psiquiátricas que afectan el pensamiento, las emociones y las conductas en la vida 
de una persona y que deben ser atendidas bajo el paradigma médico psiquiátrico 
(Otuño, 2009). La psiquiatría tiene como propósito devolver al sujeto la salud mental 
perdida. 
La Salud Mental es definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la 
capacidad de establecer relaciones armoniosas con los demás y la contribución 
constructiva a las modificaciones del ambiente físico y social. La enfermedad no es 
un mero concepto estadístico, sino que se define por la incapacidad que tiene un 
sujeto para su autorrealización como mantener un trabajo, una familia y relaciones 
armoniosas. La patología aparece cuando se ve afectada la libertad, la autonomía, 
el enriquecimiento personal o la imposibilidad de establecer relaciones 
interpersonales satisfactorias y armoniosas. Estos fenómenos son determinantes en 
el diagnóstico y la clasificación de un trastorno psíquico. (Tizón, 1973). 
Cuando nos referimos a enfermedad mental desde la psiquiatría biologicista se 
postula que en la misma forma en que el hígado secreta bilis, el cerebro genera 
pensamientos, por lo tanto algo en el cuerpo del paciente no funciona como es 
correcto y esta disfunción es la que provoca su alteración psíquica. Los manuales 
para identificar a las distintas entidades nosológicas y los tratamiento 
farmacológicos son efectos de esta visión medicalista. Así desde este paradigma la 
enfermedad mental corresponde a un desequilibrio bioquímico que debe ser 
restablecido a través de las terapias biológicas. Este paradigma ha sido sustentado 
por un gran número de investigaciones científicas y es entre los argumentos que 
mayor prevalencia y reconocimiento social poseen para el estudio y el tratamiento 
de la enfermedad mental.
El enfermo mental vive torturado por alteraciones y anomalías de pensamiento, de 
emociones, de conductas, de las relaciones interpersonales, y de la adaptación 
social y profesional. Las enfermedades mentales pueden estar determinadas por 
componentes biológicos como el desequilibrio de algún componente bioquímico 
13
como la falta de serotonina en la depresión, por componentes sociales como la 
vivencia continua en un ambiente hostil y peligroso, o componentes psíquicos como 
experimentar algún trauma que afecte en gran medida al sujeto. (Alarcón, 2010). 
La definición de los trastornos psíquicos ha ido transformándose a través del tiempo 
y las sociedades, los descubrimientos tecnológicos y las revoluciones sociales han 
ido creando nuevos paradigmas para entender y dar tratamiento a los trastornos 
psíquicos. En la actualidad se conoce mucho más de estos trastornos que en el 
pasado pues a través de la ciencia y sus descubrimientos se ha avanzado en el 
conocimiento de los componentes biológicos y sociales que nos conforman. Hemos 
realizado un recorrido histórico desde las diferentes concepciones desde las que se 
ha nombrado la enfermedad mental conoceremos como se ha ido transformando el 
concepto y las prácticas hasta convertirse en lo que hoy conocemos sobre la 
enfermedad mental. 
3.1 Historia de la Psiquiatría
A través de la historia de la Humanidad, las sociedades y los individuos han 
elaborado discursos para dar sentido al personaje del loco. Estos discursos se han 
ido transformando a partir de los descubrimientos científicos, y los valores que 
predominan en una sociedad. En este apartado realizaremos un recorrido histórico 
empleando Historia de la locura de Foucault (1976) como eje y tronco de tal 
recuento, con la finalidad de conocer los diferentes nombres que le hemos dado a 
la enfermedad mental, los métodos y los significados que la han adornado a través 
de los siglos. La genealogía de la locura nos permitirá comparar las miradas 
pasadas y las presentes, comprender como se consolidó el pensamiento 
psiquiátrico actual para entender de donde vienen nuestros métodos y conceptos. 
Es reciente el uso de la categoría de enfermo mental ésta se inaugura con el 
desarrollo de la medicina hace aproximadamente 200 años. Antes de este 
desarrollo el enfermo mental era conocido como el loco, un personaje reconocido 
por su excentricidad. Por lo tanto para la elaboración de esta historia de la 
enfermedad mental usaremos la palabra loco como un sinónimo de este concepto 
hasta la descripción del momento histórico donde el loco es reconocido como un 
enfermo y son asignados al cuidado de los médicos. Un breve resumen de este 
14
apartado nos diriía que el término Psiquiatría ha sufrido múltiples avatares 
terminológicos, políticos y científicos a lo largo del tiempo, nació asociado a los 
conceptos de alienación, en medio de la Revolución Francesa, se transformó en 
Medicina mental con el crecimiento del campo anatomoclínico y alcanzó su plena 
estatura como Psiquiatría a través del uso de los grandes cuadros nosológicos 
(Cavazos, J. & Carrillo, G., 2009). 
Según el Diccionario etimológico de Chile los primeros registros que se tienen sobre 
la palabra loco aparecen alrededor del año 926 en Milán, Italia. En estos pasajes 
medievales el loco aparece como una persona tonta o cretina más que demente, la 
acepción que hoy en día otorgamos a la enfermedad mental. Es muy importante 
situar el momento histórico donde el loco se vuelve parte de la sociedad como una 
categoría lingüística, pues a través del lenguaje es que interpretamos y entendemos 
el mundo, y por ende lo modificamos. Por lo tanto al momento que aparece para 
una sociedad dada es porque el concepto impacta en la vida de los sujetos y 
nombrarlo les permite entenderlo y controlarlo. 
3.1.1 Edad Antigua
Grecia es una de las culturas más representativas de esta época por ser un espacio 
donde se consolidó la filosofía, la medicina, la astronomía, entre muchas otras 
ciencias que en lugar de aislarse se complementaron y enriquecieron para generar 
un conocimiento holístico sobre el ser humano. La locura en Grecia estuvo 
caracterizada por dos posturas un tanto extremas, por un lado el loco era 
considerado un castigo de los dioses siendo poseído por un alma agitada, mientras 
que desde la ciencia Hipócrates postula a la locura como una enfermedad orgánica 
que se produce por la inestabilidad de los fluidos corporales. En cierto modo, la 
locura ha sido vista desde estos dos ángulos en el devenir de la historia, un claro 
ejemplo son las corrientes sociológicos y biológicas que deseamos contraponer en 
esta tesis, una metafísica donde actúauna figura divina y una más concreta donde 
es el cuerpo material el que posee la imperfección. Los griegos son los primeros 
que estudian la enfermedad como un proceso orgánico desde el punto de vista 
científico, a través de los ya conocidos métodos científicos: observación y 
experimentación (Bennett, 1984). Esta ambigüedad ante la locura provoca dos 
15
grupos de pensamiento, por un lado los médicos, los filósofos, escritores y artistas 
en general tienen una actitud positiva ante la locura, la exaltan en sus obras y les 
dedican horas de estudio y tratamiento. Sin embargo, el pueblo griego seguía 
considerando al loco como un poseído o vagabundo errante, y por lo tanto objeto de 
burla y de marginación. 
Hipócrates es un personaje central en la Historia de la psiquiatría y de la 
formulación de la enfermedad mental como concepto científico, su teoría está 
influida por la filosofía natural jónica que buscaba la explicación de los fenómenos 
en general a través de causas naturales. Propone tres teorías para explicar la 
locura, una anatómica por lesión en el tejido cerebral, una fisiológica donde la 
inestabilidad de los líquidos corporales eran los causantes de la enfermedad y una 
psicológica donde los estados emocionales podrían generar alteraciones mentales. 
La enfermedad entonces se producía por el desequilibrio de los humores, y por lo 
tanto la enfermedad de la mente estaba producida por el exceso o disminución de 
alguna sustancia. Resulta, importante hacer un énfasis en las estímulos externos 
que menciona Hipócrates como desencadenante del desequilibrio pues esto estaría 
dando pauta a un estadio de lo que rodea a la locura igual que a un estudio de lo 
interno (Bennett, 1984). 
3.1.2Edad Media
Esta época constituye uno de los periodos históricos más largos en la historia de la 
humanidad, caracterizado por continuas guerras, epidemias, pobreza, oscurantismo 
cultural, descubrimiento de nuevos mundos, religión como estado y la falta de 
educación pública. Durante esta época la locura se consideró como una posesión 
demoniaca, olvidando así todo los conocimientos científicos y naturales que se 
habían avanzado durante la cultura griega. Cabe hacer énfasis que durante este 
periodo se funda la Inquisición, aparato de control utilizada por la Iglesia para 
condenar a todos sus detractores o personas que no actuaran en forma adecuada 
para sus estándares. La religión juega para este periodo un papel fundamental 
dentro de la vida cotidiana y la concepción de los imaginarios, hay registros sobre 
los principales delirios que padecían los enfermos mentales, y estos versaban sobre 
creerse profetas o siendo inspirados por el espíritu santo o el diablo, para realizar 
16
una diversidad de actos. Es notable en este ejemplo resaltar la importancia que 
cobra el contexto social para el desarrollo de la mente del individuo y cuán 
determinante en su psicopatología puede ser, pues la construcción de los delirios 
tiene una gran relación con los símbolos sociales y es notable el impacto que tuvo 
la dictadura religiosa en la mente de los sujetos. 
El loco es para esta época un personaje significativo en la medida en que su figura 
social es ambigua y promueve todo tipo de fantasías e historias, es un individuo que 
asusta, amenaza y fascina por la ridiculez que impone, dentro de las actividades 
cotidianas es estigmatizado y ridiculizado a través de ofensas y burlas. No existen 
aún asilos ni hospitales para ser cuidados, las familias se encargan de su propia 
locura, digamos que se les tolera pero también se les mantiene a distancia. El 
personaje del loco dentro de la literatura medieval en fábulas y cuentos es mostrado 
como una figura de crítica y de relación con la verdad. En la actualidad una frase 
describe la actitud del loco “Solo los niños y los locos dicen la verdad”, cuanto de 
cierto hay en esta frase, el loco por concepto esta fuera de lo social pero aún lo vive 
y es en esta relación desigual donde percibe “la cosa en sí” de nuestro entorno.
Postel y Quetel (2000) mencionan que existe una actitud negativa con respecto a 
los locos y que ésta se origina en la relación que guarda el loco con el mundo del 
mal y la posesión demoniaca. El loco fue concebido como un ser cuya alma era 
perversa y cuya existencia era una ofensa a Dios. Si consideramos que Dios era la 
figura más importante para esta época entenderemos que el loco es por definición 
la peor escoria de la sociedad. A menudo estos locos son encarcelados o 
quemados, por un exceso de agresión o por referir historias donde conviven con el 
Diablo, viajes al infierno y poderes mágicos. En la actualidad ya no se les quema, 
pero si se les encierra, en centros de rehabilitación. 
Este período está caracterizado por la oscuridad y el atraso en lo social, pero 
resalta la aportación realizada por los árabes al tratamiento sistemático de la locura. 
Fundan los primeros centros especializados en la enfermedad mental y se practica 
allí una especie de curación al alma a través de la música, la danza y los 
espectáculos. Algo que es fundamental dentro de estos centros es que son médicos 
quienes conducen las curaciones, tomando en cuenta que en Europa son los 
17
sacerdotes quienes llevan a cabo el trabajo con los locos. Estos primeros 
“hospitales psiquiátricos” imponen a través de España un nuevo concepto sobre la 
locura y su tratamiento. 
3.1.3Renacimiento
El Renacimiento como su propio nombre lo indica hace renacer el arte y la ciencia 
después de un período de mucha oscuridad. Se retoma el estudio de la 
enfermedad mental pero esta vez los autores se alejan del influjo divino, 
demostrando así una actitud mucho más objetiva en el estudio de la locura. Esta 
nueva concepción hacia la locura fomento una nueva actitud, desposeídos del 
signo demoniaco estos fueron trasladados de los monasterios, las prisiones, a los 
asilos y manicomios. El loco para el Renacimiento es un espectáculo que admirar 
más no un discurso que escuchar, es una confrontación a la razón, una relación 
con la bestialidad, un diálogo con lo imposible, por doquier se le muestre y se le 
exalta, pero simplemente como diversión, nunca con seriedad (Foucault, 1976). 
En la Edad media el hombre tiene una relación muy estrecha con Dios y con las 
premisas de la Iglesia Católica, esta relación cambia mucho durante el 
Renacimiento cuando se reencuentra con su propia naturaleza humana. Se 
modifican los valores y el objetivo principal entonces se convierte en el 
descubrimiento de su propia esencia, sus debilidades e imperfecciones. La locura 
y la razón tienen una nueva forma de entenderse, no va a poder definirse la una 
sin la otra, y la locura se convierte en una parte constituyente de la razón. 
Por toda Europa se abren hospitales generales, hospicios, casas correccionales, 
antiguas áreas designadas a los leproso, que tenían como finalidad ocultar lo 
imperfecto del buen orden de lo social, entre ellas a la locura y a la miseria, 
quedando así escondidas y marginadas. En estos asilos se intenta reunir todos 
aquellos individuos que de alguna forma representara la denigración de lo 
humano, como la ociosidad, la mendicidad y claro, la locura. Este encierro 
representa más que el bienestar de los individuos, una estigmatización sobre su 
condición de marginales, un lugar que contenga toda la malicia. En estos asilos 
los internos debían trabajar, con la finalidad de sustentar estos espacios y de 
aprovechar la mano de obra barata, lo que convierte a estos asilados en una 
18
táctica eficaz para desarrollar el comercio a bajo precio. En estas instituciones se 
concebíaal loco como una grave falta a la buena imagen de la sociedad y también 
como una falta de respeto a las figuras divinas. Muchos de estos centros, tenían 
como objetivos colaterales la reeducación política y religiosa de los alienados. 
Desde luego, aunque hubo grandes adelantos en la ciencia y en la tecnología no 
cambió mucho la condición social de los enfermos mentales, una vez más nos 
enfrentamos ante la paradoja de que aunque hay nuevas concepciones más 
humanistas sobre los enfermos mentales el trato sigue siendo alienante y 
deshumanizador. (Foucault, 1976). 
La locura encontró nuevamente un lugar dentro de las enfermedades orgánicas ya 
sin el respaldo de lo diabólico y la necesidad de incorporar a Dios en todas las 
teorías. Se crean propuestas materialistas que dan un nuevo panorama hacia la 
locura, John Locke propone que la locura no puede ser una posesión, ni un 
aspecto humoral, sino un delirio donde se juntan ideas erróneas que generan 
proposiciones falsas. En esta postura vemos lo importante que son las ideas y el 
pensamiento dentro de la estructura de lo irracional. Para los filósofos de la época 
la locura se fue relacionando en mayor medida con el aspecto irracional de la 
mente (Porter, 2002). 
La locura como entidad mental no cambia, hay una falla en la mente que 
incapacita al sujeto para pensar y sentir de forma adecuada. Una sociedad está 
configurada por varias ideologías, algunas de estas son hegemónicas e impactan 
la mente y los pensamientos de los sujetos en mayor grado. Claramente el 
fenómeno necesita de la sociedad para expresarse y los epifenómenos que ella 
manifiesta están en estrecha relación sobre los mitos colectivos que una sociedad 
expresa, queda claro así que los delirios y alucinaciones en la Edad media 
estuviesen emparejados con Dios y el Diablo pues eran las figuras de mayor 
relevancia para la sociedad, mientras que en la actualidad los delirios versan 
sobre la tecnología, el poder y entes del espacio, elementos que nos bombardean 
en los medios masivos. 
3.1.4Época Clásica 
19
Para esta época la premisa fundamental es la importancia que tiene la razón 
humana para combatir la ignorancia, la superstición, la tiranía y construir un 
mundo mejor, época mejor conocida como el siglo de las luces o la Ilustración. La 
ciencia y la filosofía se convierten en las bases fundamentales del añorado 
progreso y la religión queda relegada por creerse inútil para el desarrollo social, 
razón y verdad son las nuevas premisas de la sociedad. Los avances en la ciencia 
no promovieron un cambio significativo en la relación de la sociedad con la locura, 
los nuevos conceptos y tratamientos no influyeron en el pensamiento colectivo y 
cotidiano, el loco siguió siendo marginado y escondido. En este período se 
empieza a gestar el capitalismo y nuevas formas de producción, lo que inaugura 
una nueva forma de vivir en la cotidianeidad, y de dar sentido a la vida. 
Para este momento, ya existen los primeros hospitales especializados en la locura 
como el Hotel-Dieu en Francia que ofrecía un trato diferenciado a los enfermos 
mentales, pero muchos otros pacientes se encuentran aún indiferenciados en 
prisiones, hospitales generales y workhouse, mezclados con todo tipo de 
enfermos, delincuentes y vagabundos (Foucault, 1976). La simple mención del 
hospital de los insanos Bicetre en París provoca un sentimiento de repugnancia, 
horror y desprecio para la sociedad, éste se ha convertido en el espacio que 
contiene lo más inmundo y vil de la sociedad (Foucault, 1976). 
El médico toma un nuevo rol dentro de esta sociedad, se ha vuelto determinante 
para juzgar, desde el derecho, si un individuo está loco y hasta qué grado lo está, 
es el depositario de la justicia. Esto es relevante pues el médico comienza a fungir 
como un intermediario entre el loco y la sociedad, como el traductor de la locura y 
su verdad. Cada vez más hospitales dejan de estar regidos por monjes para ser 
administrados por los médicos, pero todavía en esta época los médicos no tienen 
el valor social que hoy les otorgamos, pues existía una gran cantidad de sujetos 
que ejercían la profesión sin ser precisamente médicos como comadronas, 
charlatanes, magos, monjas, los cuales tenían un reconocimiento social mucho 
mayor que los médicos por su larga experiencia curando enfermos (Gargantilla, 
2011). 
20
Surge en esta época un afán clasificador de las enfermedades agrupándolas en 
grandes categorías, algo comparado a lo que realizó Linneo en la botánica. La 
locura se resistió a la compresión de los grandes volúmenes categóricos, pues al 
contrario de las enfermedades orgánicas ésta es mucho más subjetiva y no posee 
síntomas tan objetivos como las que presentan otras enfermedades. Willis en 
1652 hace una primera clasificación específica de las enfermedades que atacan al 
alma animal y al género nervioso, su análisis retoma las antiguas clasificaciones 
propuesta por los griegos, aunque con mayor profundidad: frenesí, manía, 
melancolía y estupidez. Foucault (1976) hace referencia a las categorías 
usualmente utilizadas en los hospitales psiquiátricos para distinguir a los 
enfermos, estaban los iluminados que eran aquellos que tenían ciertas 
revelaciones, los visionarios que eran visitados por figuras divinas y los que 
padecían una demencia orgánica que eran denominados como imbéciles, dentro 
de esta categoría había diferentes clasificaciones. 
Para esta época, la razón juega un papel muy importante dentro de la vida 
cotidiana, pues se esperaba que ésta trajera de una vez y por todas, la perfección 
y el progreso. Era considerada el modelo ideal en que el hombre debía dirigirse 
para tomar sus decisiones y convivir con otros. La locura está en constante 
relación con la razón, se diferencia a través del concepto de ella, es considerada 
como la negatividad pura de la razón, es una ausencia total de razón y por lo 
tanto lo último a lo que debe aspirar el hombre. El loco es representado como un 
sujeto aislado, incapaz de compartir con los demás, es pura individualidad 
singular, tiene un carácter muy propio, cuya conducta, lenguaje y gestos se 
distinguen de aquellos que no son locos. La definición que ofrecía la Enciclopedia 
sobre la locura menciona que es aquel comportamiento que se aparta de la razón 
ya sea sabiéndolo o no, y las causas pueden ser por estar privado de ideas o por 
ser esclavo de una violenta pasión (Foucault, 1976). 
El loco representa el desorden de la conducta y del corazón, desorden de las 
costumbres y del espíritu, todo bajo el dominio de una oscura rabia amenazante 
(Foucault, 1976). Cabe mencionar que en una sociedad donde el ideal de 
bienestar a través de la razón era tan alto, es notable que el loco por carecer de tal 
21
condición está marginado y no pertenezca al colectivo, no tiene las mismas metas, 
ni ideales, es un ser asocial e irracional. 
3.1.5Modernidad
La modernidad se inaugura con la Revolución Francesa, la consolidación del 
capitalismo y un nuevo conjunto de valores respecto al individuo donde impera la 
producción en masa y la alienación. Para esta época la medicina toma un lugar 
muy importante dentro de las ciencias de la salud, se realizan procedimientos que 
cambian para siempre la vida humana, como el descubrimiento de la penicilina 
que permitió alargar el promedio de vida significativamente. 
La ciencia y la tecnología resultan ser elementos muy importantes dentro de la 
sociedad moderna, se intenta conceptualizar y encerrar a través de elementos 
concretos a los fenómenos naturales. La enfermedad no escapa a este escrutinio 
y se le definecomo la enumeración de los síntomas que sirven para conocer la 
especie y género de la enfermedad con la finalidad de poder hacer un diagnóstico 
diferencial. La enfermedad mental no puede ser incluida dentro de las 
características comunes que clasifican a otras enfermedades del cuerpo pues los 
trastornos mentales manifiestan una subjetividad que no manifiestan los síntomas 
de otras órganos, y además hace surgir un mundo interior de malos instintos, de 
pensamiento distorsionado, perversión, lucidez, verdad, sufrimientos y de 
violencia, que las enfermedades somáticas no expresan. Durante este período se 
realizaron constantes clasificaciones sobre la locura, con el afán de entenderla con 
mayor claridad, pero se deja al margen la vida interna del paciente psiquiátrico, lo 
cual favorecería en mayor grado la conciencia sobre la locura y sus dispositivos. 
Pinel (1793) es una figura decisiva en los adelantos científicos y humanistas que 
se realizan a favor de los enfermos mentales en el siglo XVIII. Es conocida la 
anécdota de Pinel liberando a los enfermos mentales que estuvieron encadenados 
por años y dándoles un trato más justo y humano, dialogando con ellos, 
tomándolos como seres racionales capaces de interactuar con su propia locura y a 
través de esta conciencia de la enfermedad poder curarse. Pinel incorpora un 
elemento fundamental en el trato con los pacientes psiquiátricos que es la empatía 
que deben manifestar los psiquiatras ante los pacientes, esta actitud supone Pinel 
22
debe ser de amabilidad, firmeza y nobleza para fomentar la cooperación del 
enfermo en su propia curación. 
La curación para Pinel se alcanza cuando el sujeto puede volver a ser una 
persona socialmente aceptada y reconocida. Esto guarda mucha relación con la 
idea que tenemos actualmente de la locura, pues consideramos que el loco debe 
compartir con la sociedad un código y por lo tanto insertarse dentro de lo colectivo 
sin dar pruebas de ninguna extravagancia. La premisa básica de Pinel sobre la 
enfermedad mental es que ésta no es la ausencia total de la razón, ni de la 
voluntad, ni de la inteligencia, sino simplemente una perturbación del espíritu, una 
contradicción a la razón. Por lo tanto, al loco se le toma como una persona 
razonable y el tratamiento está dirigido sobre esta capacidad de diálogo que tiene 
el loco, capaz de pensarse a él y a sus trastornos. Las ideas propuestas por Pinel 
fueron ignoradas durante muchos años, pues incluso Esquirol discípulo de Pinel 
describe la penosa situación que viven los alienados en los asilos de Francia, 
donde son expuestos a las burlas y el castigo físico, muchos años después de la 
reforma llevada a cabo por Pinel. 
Foucault (1976) refiere numerosas experiencias descritas por médicos de la época 
sobre las pésimas condiciones en que vivían los locos en los asilos. Estos relatos 
datan del siglo XIX, y aún hoy en día, muchos enfermos mentales sufren de iguales 
penurias en nuestro país, donde se han descrito casos sobre la forma inhumana en 
la que viven estas personas dentro de los hospitales psiquiátricos públicos. Aunque 
las premisas organicistas de la enfermedad tomaron mucho auge en los médicos de 
la época, muchos otros autores manifestaron que la locura era una enfermedad en 
estrecha relación con la sociedad y sus defectos, emociones, incertidumbre, 
agitación, alimentación, status socioeconómico, religión, entre otras (Foucault, 
1976). 
Tres hechos trascendentes marcan el devenir de la psiquiatría como la conocemos 
hoy, las concepciones de Emil Kraepelin (1906) donde postula que debemos 
acercarnos a los enfermos y obsérvalos, Freud (1890) que plantea la importancia 
de escuchar al enfermo y comprenderlo y la Farmacología y su producción de 
medicamentos paliativos para las enfermedades mentales. El descubrimiento y 
23
auge de los psicofármacos se da a partir de los años del 1950 y los avances dentro 
de la biología molecular en los años 1980, ha producido una revolución en el 
tratamiento de las psicosis, de los trastornos del humor, la ansiedad y el sueño. Los 
efectos benéficos de esta revolución están fuera de discusión, incluso para una 
psicoterapia es necesario en casos particulares como las psicosis es necesario 
medicar al paciente para poder establecer un diálogo terapéutico. Pero 
desafortunadamente el uso de los fármacos se ha extendido al consumo por un 
amplio sector de la población general, rompiendo los límites de lo que se 
consideraba como enfermedad mental (Carballeda, 2010). 
En la actualidad aparecen hospitales designados para el tratamiento de la 
enfermedad mental y una gran cantidad de médicos se dan a la tarea de observar 
los síntomas producidos por los diferentes tipos de enfermedades para clasificarlas 
y catalogarlas en grandes familias. Se realizan numerosas investigaciones en el 
área de la neurofisiología y se encuentra evidencia sobre fallas orgánicas 
relacionadas con ciertas patologías mentales. El área de las neurociencias y los 
médicos involucrados obtienen un rol importante para el estudio y tratamiento de la 
locura. La enfermedad mental a partir de estos descubrimientos encuentra dos 
etiogenias posibles, como un cambio físico y químico en el tejido cerebral o como 
una disposición hereditaria (Gargantilla, 2011). 
El médico dentro del espacio psiquiátrico pocas veces realiza un acercamiento 
cercano al paciente, ni forma parte de un diálogo, ni promueve el conocimiento 
mutuo sino más bien clasifica, separa y excluye. El loco está inmerso en un mundo 
donde todo le parece próximo y semejante, pero donde él nunca deja de ser un 
extraño. La ciudad de los hombres razonables lo acoge para sí, con la condición 
que no muestre sus extrañezas, ni debilidades, y mucho menos mostrar su 
verdadera naturaleza. Se le juzga simplemente por sus actos, queda al margen la 
intención y la historia del sujeto. Esto con la finalidad de mantener una distancia 
suficiente entre la mente del sujeto enfermo y la del médico objetivista, no vaya a 
ser que el segundo crea el discurso del primero. El psiquiatra siente una extraña 
atracción por la locura pues ésta posee una voz y una fuerza que el hombre 
razonable reconoce en sí mismo, y este conocimiento produce terror y confusión. El 
24
médico se protege de esta mirada afirmando que el loco no es más que el objeto de 
un conocimiento científico y para esto intenta sistematizar todo aquel tratamiento 
que lo incluya, con la idea de poner una barrera al discurso y las emociones. Dentro 
del espacio médico ya no es necesaria la represión física, puesto que ya se ha 
generado el concepto de autoridad y esta es capaz de frenar a la locura con el sólo 
discurso de la razón (Foucault, 1976). 
El estudio de las enfermedades mentales dentro de los hospitales estará 
caracterizada entonces por los verbos observar y clasificar, más nunca el de 
dialogar. La importancia del lenguaje y del discurso del loco es tematizada y 
realzada por el psicoanálisis, donde se intenta devolver el valor perdido y humillado 
de la locura a través del lenguaje. Así como en la época medieval la religión fue una 
disciplina elemental para entender y controlar la enfermedad mental, en la 
actualidad la biología y sus teorías son la base para explicar y dar tratamiento a los 
enfermos mentales. 
3.2 Etiología Médica
Aún se desconoce la relación entre los factores biológicos, psicológicos y sociales 
que influyen en la aparición de la enfermedad mental. La contribución de la genética 
a través del estudio en gemelos ha permitido afirmar con mayor contundencia el 
componente biológico de la enfermedad mental, otras explicacionesbiológicas se 
derivan de las investigaciones en el campo de la farmacología, estos han 
comprobado que los medicamentos generan un equilibrio y un aplacamiento de los 
síntomas psiquiátricos contribuyendo a valorar estas terapias como las más 
eficaces. La abundante evidencia biológica que se ha recabado a partir de los 
estudios como la Tomografía Computarizada y la Resonancia Magnética 
constituyen tan solo una parte del cuadro total de lo que a enfermedad mental 
refiere, pues está bien documentado el papel que juega la autoestima en la 
construcción o destrucción de la identidad, o los factores psicológicos que inician y 
mantienen el uso y abuso de sustancias nocivas para la mente. (Otuño, 2009). 
La historia de la psiquiatría nos proporciona un seguimiento claro sobre las 
entidades a las que llamamos enfermedades mentales y su relación con el campo 
de la biología. Al comienzo Esquirol (1895) atribuyó la locura a causas morales e 
25
incluso Morel (1899) en su teoría de la degeneración no elimina este elemento 
moral como causa, es a partir de este autor que comienza el movimiento científico 
que busca la explicación última de la enfermedad mental en las causas físicas. 
Primero es con Magnan citado en (Ackerknecht, 1962) donde se ratifica la tara 
hereditaria dentro de la etiogenia de las trastornos mentales, y después es a las 
constituciones biológicas a las que se hace responsable de la aparición de las 
enfermedades mentales, se buscan entonces lesiones que atacan al cerebro, se 
distinguen especies anatomoclínicas, rigurosamente distintas y este movimiento 
llega a un punto cumbre con las clasificaciones sistémicas que desarrollo Emil 
Kraepelin la cual ha perdurado mucho tiempo como base de la psiquiatría 
(Ackerknecht, 1962). 
Para entender el desarrollo de la psiquiatría científica hay que situarla en el 
conjunto de las corrientes científicas del siglo XIX, es la época en la que explicar 
consiste en reducir lo superior a lo inferior, siguiendo la regla cartesiana, lo más 
complejo a lo más simple, si el espíritu es un epifenómeno del cuerpo, las 
enfermedades del espíritu es un epifenómeno del cuerpo, las enfermedades del 
espíritu se reducen a las enfermedades del sistema nervioso (Ackerknecht, 1962).
El modelo biomédico se apoya en las ciencias naturales: física, química y biología, y 
por lo tanto la enfermedad sólo puede ser bioquímica o neurofisiológica en su 
naturaleza, esta concepción es además el marco conceptual para articular el 
tratamiento y la restauración de la salud mental según los psiquiatras. Este modelo 
funciona con la premisa básica de que la medicina es científica, y la naturaleza 
humana se le describe e interpreta en categorías biológicas y en particular en el 
lenguaje de la genética molecular y la bioquímica. El paciente es básicamente un 
organismo biológico complejo y la enfermedad es una desviación de las normas 
derivadas de parámetros somáticos (Saborido, 2009). 
Según la escuela neurológica todas las enfermedades mentales son ocasionadas 
por un defecto neurológico a priori, las teorías incorporadas a este modelo intentan 
explicar todo tipo de distorsión en la personalidad, conducta o pensamiento a través 
del desperfecto orgánico. Son muchos los psiquiatras que mantienen y continúan 
26
esta premisa, lo cual implica un supuesto absurdo del comportamiento humano 
pues eliminan la posibilidad de que los trastornos mentales pueden ser causados 
por las necesidades personales, opiniones, aspiraciones, conflictos o valores 
circundantes (Braunstein, 1980). 
Esta es la base del pensamiento médico-psiquiátrico, puede seguirse desde la 
medicina hipocrática que sostiene la causalidad natural del enfermar. Este 
paradigma se ha mantenido firmemente anclado en la medicina psiquiátrica, a 
pesar de la influencia de otras corrientes psicológicas o sociales, pues se considera 
que puede explicar con mayor claridad la etiología de las enfermedades. En los 
últimos años a partir de los avances en neurociencias, la psicofarmacología y la 
informática, se asiste a un resurgimiento a gran escala de este paradigma, pues 
han existido investigaciones que comprueban la eficacia de los tratamientos 
farmacológicos en la disminución de los síntomas psíquicos. 
Su postulado central es que la enfermedad se produce por acción de un agente etiológico 
que actuando sobre el huésped y rompiendo su equilibrio, altera su estructura anatómica 
y/o la función de los órganos, o del sistema involucrado. De este modo, la enfermedad, sea 
cual fuere el factor que la produzca depende en primer lugar, de la perturbación interna del 
organismo biológico, que producen los síntomas. En la actualidad, el modelo médico ha 
potencializado su eficacia con el apoyo de técnicas auxiliares de diagnóstico cada vez más 
sofisticadas (pruebas especiales de laboratorio, procedimientos neurofisiológicos, técnicas 
de imagenología, y otros que rápidamente se vienen generando). De este modo, precisada 
la enfermedad, el médico, ayudado por los conocimientos ofrecidos por la literatura 
científica y la experiencia de muchos otros casos analizados e informados, puede indicar el 
tratamiento más conveniente y señalar un pronóstico (Apreda, 2004). 
Existe un debate relacionado con los conceptos de salud y enfermedad en el campo 
de los tratamientos psiquiátricos, éste suele presentarse como una discusión entre 
naturalistas y normativistas (Kovacs, 1998 citado en Saborido, 2009). Por un lado, 
los naturalistas describen estos conceptos como nociones teóricas objetivas de 
ciencias como medicina o la fisiología, mientras que para los normativistas, esta 
27
dicotomía salud/enfermedad está plagada de valores subjetivos y de prejuicios que 
poco tienen que ver con una presunta objetividad científica. El autor más relevante 
dentro del modo naturalista es Christopher Boorse y al igual que para el resto de los 
teóricos naturalistas, el concepto de normalidad biológica hace referencia al modo 
en el que los organismos biológicos llevan a cabo sus funciones fisiológicas 
características (Saborido, 2009). 
Así los naturalistas fundamentan la idea de normalidad biológica en el concepto 
objetivo y neutral de la función biológica. La forma en la que cada tipo de organismo 
normalmente funciona es diferente para cada especie, parece ser entonces que los 
individuos de una misma clase tienen una forma común de desempeñar sus 
funciones, esta forma común sería lo normal y un funcionamiento que no se ajuste 
a esta forma “común” es por lo tanto lo anormal. Esta creencia de que todos los 
miembros de una misma clase de organismos tienen un modo de comportamiento 
funcional característica es lo que podemos denominar como determinismo funcional 
y esto significa que dependiendo de la clase de organismo a la que pertenezcas, 
tienes un modo normal de funcionar. Si eres pez lo normal es que respires con las 
branquias. (Saborido, 2009). ¿Pero en qué punto salido de la norma, de lo más 
común se volvió sinónimo de enfermo o de algo que está mal?
La enfermedad para los naturalistas se va a entender como la incapacidad para 
llevar a cabo todas las funciones fisiológicas típicas con un nivel característico de 
eficiencia. Salud es equivalente a funcionamiento normal y aquí normal significa 
representativo, usual, o mayoritario. Aquello que es más común entre los 
individuos de una misma clase es lo que corresponde con su diseño específico, lo 
que equivale a decir que es lo normal y por lo tanto que es lo sano. No obstante 
Amundson (1985) citado en Saborido (2009) señala que el determinismo funcional 
no tiene realmente una buena fundamentación biológica, pues lanaturaleza nos 
ha dado pruebas para creer que la variación entre los individuos de una clase es 
algo común y que no es sencillo clasificar a los normales. Del mismo modo que 
dentro los individuos de una misma raza hay una gran diversidad biológica, dentro 
28
de una misma clase de referencia existe una gran variedad de modos de 
funcionamiento. Esta 0variedad proviene tanto de diferencias en el código 
genético como en el proceso del desarrollo individual de cada organismo. No es 
cierto que todas las partes de un organismo estén específicamente diseñadas 
para funcionar de una determinada manera, adaptando al individuo a su entorno. 
Es posible que haya una forma mayoritaria de funcionar para los humanos y los 
organismos vivos pero esto no significa que esta sea la única forma correcta. Los 
médicos han defendido que la preservación y restauración de la función normal 
debe ser el objetivo básico del cuidado médico, pues el funcionamiento anormal 
supone necesariamente una disminución de oportunidades para el individuo que lo 
sufre y un rechazo social (Saborido, 2009).
La medicina se ocupa de una realidad biológica, que es independiente de nuestra 
conciencia y motivación. Tal como son las leyes de la física y la química, las leyes 
de la medicina son inalterables, una fractura de hueso es lo mismo en Martinica que 
en Australia. Aunque parezca paradójico, tal como el derecho o la religión, la 
medicina emplea criterios normativos para seleccionar lo que le interesa, y en su 
desenvolvimiento, construye una realidad social que es distinta y aislable. Existen 
atributos y determinaciones universales de la salud y enfermedad, pero la actitud 
del enfermo varía de una cultura a otra, el significado que le da a su enfermedad es 
muy diferente para cada cultura, inclusive, con relación a un mismo tipo de 
padecimiento. 
De modo que, aunque el daño fisiológico está en el origen de la enfermedad, ésta 
no la define, ni la determina en toda su extensión. La sociología médica 
contemporánea acuña a la enfermedad como un tipo de desviación de una cierta 
norma. Esta idea sobre la normalidad relacionada con la salud, presupone una 
evaluación humana y una imputación de significado social de lo que debe ser 
considerado como normal, adecuado o enfermedad. Enunciando así, el concepto 
de enfermedad o de salud resulta inherentemente evaluativo y la medicina dícese 
ser una ciencia neutral por lo que el estudio de la enfermedad debe ampliarse a 
29
otras disciplinas fuera de la biología. (Mebarak, M., De Castro, Salamanca, y 
Quintero, 2009). 
Una vez delimitada la etiología orgánica que predomina en el paradigma 
psiquiátrico, realizaremos una revisión a los métodos de clasificación y diagnóstico 
que emplea la Psiquiatría con sus pacientes. 
3.3 Diagnostico y Clasificación
Un hecho verdaderamente trascendente en el campo de las enfermedades 
mentales, junto con el de la “explosión” en la utilización de los Psicofármacos, ha 
sido el de la clasificación sistemática y científica de los trastornos mentales. Frente 
a las clasificaciones demasiado genéricas, arbitrarias, de corte filosófico, empleadas 
a lo largo de la segunda mitad del siglo XX se ha intentado sistematizar los 
trastornos mentales en base a criterios comunes de tipo clínico y también 
etiopatogénico. 
Los triunfos del método científico en los dominios físico y orgánico llevaron a los 
psiquiatras del siglo XIX a pensar que los fenómenos anormales del 
comportamiento estaban gobernados por principios que podían suscribirse y 
enunciarse en forma de leyes. Uno de estos principios básicos era el de la 
existencia de formas distintas de trastorno mental; es decir, que es posible 
mediante el análisis clínico, describir comportamientos que pueden ser agrupados 
en síndromes estables. La forma de agrupar o recolectar estos comportamientos ha 
variado considerablemente con el paso del tiempo, llegando al máximo grado de 
operatividad con los modernos sistemas de diagnóstico donde en muy poco tiempo 
y a partir de muy pocos síntomas se establece un diagnóstico definitivo (Tizón, 
1973). 
La concepción psiquiátrica tradicional parte del supuesto de que el diagnóstico 
consiste en un proceso de observación objetiva del paciente y que estas 
observaciones son representaciones más o menos directas de la realidad, y que las 
descripciones sintomáticas delimitan las entidades empíricas, es decir, cosas que 
30
hallamos en el mundo y que se aparejan con las entidades reales como las 
personas y sus enfermedades (Cortés, Uribe y Vázquez, 2005). 
Los diagnósticos son construcciones que nos permiten caracterizar ciertas 
problemáticas humanas, se realizan mediante la observación, la recolección y el 
análisis de ciertos datos que el paciente lleva al consultorio. Es importante destacar 
que los diagnósticos no son una mera copia de la realidad son construcciones que 
tienen una utilidad para el diagnóstico, por ende no podemos tomarlos como una 
realidad en sí tal como los miedos, incertidumbres o deseos que las personas 
pueden tener. Los diagnósticos fácilmente son cosificados y tomados como 
verdades inamovibles, en cuanto esto ocurre, los mismos pierden su funcionalidad 
original y comienzan a tener otros usos cuestionables como la rotulación y la 
estigmatización (Mellor, y Aragona, 2009). 
Los diagnósticos psiquiátricos y psicológicos se establecen a partir de los signos y 
síntomas que las personas manifiestan. Se consideran síntomas a aquellos datos 
que las personas refieren y no pueden ser observados directamente por el clínico, 
como las descripciones subjetivas que da el paciente, tal como la sensación de 
vacío o el desgano por ejemplo, ya sean relatados por un familiar, un amigo o el 
terapeuta. Llamamos signos a aquellos elementos observables que no necesitan 
del relato de la persona y pueden ser percibidos directamente como el llanto, la 
sudoración excesiva, o manchas en la piel. La mayoría de los diagnósticos se 
realizan a través de relatos muy enredados y confusos que los pacientes hacen de 
su desesperación y que no permite en muchos casos realizar un diagnóstico certero 
(Camacho, 2006).
Los diagnósticos pueden conducir a diversos fines que podemos identificar como 
positivos o negativos. Entre los fines positivos las utilidades principales de un 
diagnóstico en el campo de la psicología y psiquiatría son (Camacho, 2006)
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1) Establecer una terapéutica particular en función del cuadro que el paciente 
presenta, esto requiere que contemos con tratamientos específicos para 
patologías específicas. 
2) Evaluar la funcionalidad y gravedad de un paciente, identificando potenciales 
riesgos en función de la evolución y el pronóstico que ese trastorno puede llegar a 
tener. En algunos casos conocer el cuadro y tener un diagnóstico claro posibilita la 
derivación para una interconsulta. 
3) Investigar, ya que en toda investigación es muy importante la homogeneización 
de la muestra, poder agrupar a los pacientes que tienen determinada patología, 
para eso deben poder establecerse diagnósticos fiables.
4) Tener un lenguaje común, al contar con diagnósticos universalmente aceptados, 
podemos compartir trabajos, investigaciones e información científica en donde 
estemos de acuerdo en un código común consensuado, que permita unificar 
criterios y diagnósticos.
5) Permitir tomar decisiones relacionadas con campos específicos, en muchas 
oportunidades se realizan Psicodiagnóstico o entrevistas para evaluar a una 
persona, ya sea a pedido de la escuela, la justicia o una empresa. En estos casos 
los diagnósticos, no tanto en el sentidode circunscribir a un cuadro determinado, 
sino en el de conocer ciertos rasgos de personalidad o problemáticas específicas 
pueden ser útiles para áreas particulares. 
Los fines negativos que un diagnóstico puede tener en el campo de la psicología y
Psiquiatría son (Camacho, 2006) 
1) Rotular a las personas, tomando a las mismas por el diagnóstico en sí, 
tratándolas como meras patologías, esto es no sólo un mal uso del diagnóstico, 
sino una forma de discriminación. Esta cosificación es frecuente en la práctica de 
la psicología y la psiquiatría, fundamentalmente con los pacientes con patologías 
crónicas, a veces surge por mala formación profesional y en general por una 
deshumanización de la práctica clínica en donde se privilegia la técnica y la teoría 
por sobre el genuino encuentro humano. Ejemplo: a veces a los pacientes en vez 
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de llamarlos por el nombre y pensarlos en función de su persona, se los llama por 
su patología o diagnóstico y entonces se habla de la anoréxica, la histérica, el 
adicto o el psicótico y de esta manera se les borra su subjetividad, ubicándolos en 
el lugar de objetos o subsumiéndolos en una patología que pareciera agotar su 
persona.
2) Explicar los hechos, respuestas o situaciones mediante los diagnósticos. Esto 
hace que los diagnósticos obturen la posibilidad de pensar, entender y reflexionar 
ya que se justifica todo en función de un diagnóstico, en vez de ampliar la mirada 
se establecen círculos cerrados que nada explican. 
3) Atribuir sentidos o rótulos que funcionan como profecías autocumplidoras. Esto 
ocurre con frecuencia, en cuanto a alguien se lo encasilla en un lugar, se lo trata 
de esa manera y obviamente la persona tiende a responder a esa atribución 
significativa con un patrón que responde a la adjudicación previa. Ejemplo: una 
paciente mía fue tratada por sus padres, en complicidad con su psiquiatra como 
una psicótica, incluso se la medicó con antipsicóticos durante varios años, se le 
decía el diagnóstico, se la ubicaba constantemente en el lugar de enferma y la 
misma psiquiatra la amenazaba diciéndole que si dejaba la medicación se iba a 
brotar. La paciente no sólo no era psicótica, sino que dejó la medicación y el 
tratamiento y hace más de 7 años que no tiene ninguno de los supuestos síntomas 
atribuidos por el sistema. Es importante, más allá de cualquier diagnóstico, tratar a 
las personas como personas y no como patologías.
A diferencia de los que ocurre en otras ramas de la Medicina la validez de los 
síndromes psíquicos no se sustenta en criterios lesionales de tipo físico por lo tanto 
ha sido necesario establecer un consenso, como veremos a continuación, en los 
hallazgos de diversos observadores, sobre el inicio, evolución, respuesta 
terapéutica, signos y síntomas específicos de las distintas formas de enfermedad 
mental para poder diagnosticar. Desde el inicio de este proceso de clasificación, a 
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principios del siglo XX hasta la actualidad, se han realizado muy variadas 
propuestas (Alarcón, 2010).
Existen dos grandes sistemas clasificatorios reconocidos mundialmente, la 
Clasificación Estadística internacional de las enfermedades y problemas de salud 
(CIE-10) y el Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV). 
La CIE-10 fue confeccionada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y fue 
publicada en 1992, es un sistema oficial de códigos, documentos e instrumentos 
relacionados con la clínica y la investigación. El DSM-IV fue publicado en 1994 por 
la Asociación Americana de Psiquiatría y es un sistema de clasificación de los 
trastornos mentales que tiene la intención de proporcionar descripciones claras y 
precisas de las categorías diagnósticas, para que los clínicos y los investigadores 
puedan estudiar, diagnosticar e intercambiar información respecto de las mismas 
(Alarcón, 2010).
El DSM es el libro de referencia más utilizado para el diagnóstico de las 
enfermedades mentales. La clasificación CIE es también ampliamente utilizada en 
todo el mundo, aunque esta última clasificación incluye todo tipo de enfermedades, 
y no sólo los trastornos mentales, como el DSM, lo que hace que sea una 
clasificación menos empleada en la actualidad, especialmente entre los médicos 
psiquiatras. El DSM fue desarrollado en un principio con el doble objetivo de tener 
una clasificación que se refiriera exclusivamente a las enfermedades mentales, y 
por otro lado, conseguir un método más objetivo para el diagnóstico y la 
investigación en Psiquiatría (Alarcón, 2011)
Antes de la aparición del DSM, la comunicación entre los profesionales de salud 
mental, especialmente los de diferentes países, era escasa, lo que conducía al 
desarrollo de forma paralelas de distintas clasificaciones y criterios para agrupar y 
estudiar los trastornos mentales. El DSM nació con el objetivo de eliminar este 
obstáculo: la primera edición, (DSM-I) se publicó en 1952, e incluía 106 trastornos 
diferentes. La segunda edición, DSM-II, es de 1968. El número de trastornos se 
incrementó hasta un total de 140. Fue a finales de la década de los 60 cuando el 
National Institute of Mental Health (NIMH) americano apoyó un movimiento 
encaminado a normalizar el diagnóstico psiquiátrico. Antes de la aparición de estos 
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criterios, el diagnóstico en los Estados Unidos de Norteamérica se consideraba un 
elemento accesorio del proceso de análisis o interpretación de los casos 
psiquiátricos, debido a los fuertes hábitos psicoanalíticos de la mayoría de los 
especialistas, mientras en Europa se empleaba el glosario de la CIE para establecer 
un diagnóstico de alta a la salida de la institución en la que se encontraba el 
paciente. Sin embargo, la mayoría de los especialistas europeos diagnosticaban en 
función de los síndromes clásicos propuestos por Kraepelin, o en función de 
determinadas escuelas Alarcón (1991).
El DSM-IV fue confeccionado a partir de datos empíricos, utilizando una 
metodología descriptiva, con la finalidad de mejorar la comunicación entre los 
clínicos y los investigadores de diferentes orientaciones. Por esa razón no tiene 
intención de explicar los trastornos mentales, ni proponer modelos terapéuticos 
para los mismos, ya sean psicológicas o farmacológicas y tampoco adhiere a una 
teoría o corriente dentro de la psicología o psiquiatría. Sin embargo las personas 
que lo confeccionaron tienen orientaciones particulares, por lo tanto este deseo, no 
es fácil de sostener en la praxis, razón por la cual, en algunas oportunidades se ven 
las influencias de determinadas escuelas Alarcón (1991). 
Por ejemplo es clara, aunque subrepticia, la orientación psicoanalítica presente en 
el trastorno límite de la personalidad, incluso el nombre mismo del cuadro, que 
suele ser criticado por muchos investigadores, ya que implícitamente alude a la 
diferenciación entre psicosis y neurosis y a cierto “límite” existente entre ambos. 
Estos conceptos de psicosis y neurosis son tan amplios e inespecíficos que muchos 
clínicos los cuestionan y algunos otros los consideran permitidos como formas 
clasificatorias. El manual está hecho para la clasificación de trastornos mentales y 
no de personas, en el mismo se proporcionan criterios diagnósticos específicos 
para cada cuadro. Estos criterios incluyen listas de características que deben estar 
presenten para establecer un diagnóstico. El DSM-IV debe ser utilizado por 
personas con experiencia y juicio clínico, además de contar con conocimientos 
profesionales y responsabilidad ética (Alarcón, 1991).
En psiquiatría los criterios de validación de enfermedades no pueden ser aplicados 
de la misma forma y con la misma solvencia que en otras ramas

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