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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE PSICOLOGÍA “ANÁLISIS DE LOS DISCURSOS HEGEMÓNICOS EN TORNO A LA ENFERMEDAD MENTAL”. T E S I S PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN PSICOLOGÍA P R E S E N T A: GABRIELA TORRÁS CEBALLOS DIRECTOR: DR. CARLOS ARTURO ROJAS ROSALES REVISORA: DRA. NORMA PATRICIA CORRES AYALA ASESOR METODÓLOGICO: RICARDO TRUJILLO CORREA. MÉXICO D. F. 2013 A la memoria de mis abuelos. 1 Agradecimientos. A mis padres, por mostrarme que lo más importante en la vida es ser uno mismo, luchar por lo que se quiere y apoyarme en cada ocasión que la regué. A Rafa, por tenerme tanta paciencia, y darme tanto amor sin pedirme nada a cambio. Eres mi mayor sostén y te agradezco por apoyarme tanto en todo este tiempo. Estoy segura que sin ti esto habría sido mil veces más difícil y doloroso. Gracias por llenar mi vida con tu hermosa y cálida luz. A Ari, por su amistad, y por impulsarme a ser una mejor persona. A mi abuelo Alfredo, por enseñarme lo valioso que es el estudio, y la perseverancia por salir de la mediocridad. A mi familia, Alfre, Rita, Karen, Rupert, por reírse conmigo y enseñarme a hacer las cosas de la mejor manera. A mis amigos, Julián, Fer, Clara, Perla, Ruth, y otros muchos que me acompañaron en la carrera haciéndome reír y aprender. A los buenos y malos maestros, que me enseñaron lo que se debe y no hacer. Gracias Blanca, Pablo, Ricardo, Rafa, Eva, Bojalil, Rosario, Olga, por ser excelentes maestros y no vivir en la mediocridad. A Patty Corres y Carlos Rojas, por ser mis ojos y guías dentro de este trabajo. A Loana, por ayudarme a crecer tanto. Agradezco a la tesis por permitirme ver lo tenaz y fuerte que soy. ÍNDICE 1. Nota Metodológica……………………………………...3 2. Introducción…………………………………………………….6 2 3. Discurso Psiquiátrico……………………………………….11 3.1 Historia de la Psiquiatría…………………………………12 3.1.1 Edad Antigua……………………………………………………13 3.1.2 Edad Media………………………………………………………14 3.1.3 Renacimiento……………………………………………………15 3.1.4 Época Clásica………………………………………………….. 17 3.1.5 Modernidad………………………………………………………19 3.2 Etiología Médica………..………………………….……....21 3.3 Diagnostico y Clasificación………..……………………26 3.4 Tratamientos biológicos y psicológicos…….…….....32 3.4.1 Terapias psicológicas en la Psiquiatría………………. 34 4. Enfoques culturales………………...…………………….....36 4.1 Etiología social de la enfermedad mental…………....36 4.2 Manuales y Diagnostico Psiquiátrico…………............45 4.3 Hipermedicalización en la vida cotidiana…….……....53 Discusión……..……………..……………………….…59 Conclusión……………………………..…………..…..85 Limitaciones…………………………………..……………….....92 Bibliografía……………………..………………………….…..94 1. Nota metodológica Antes que una nota la nombraremos una advertencia, pues tiene como propósito prevenir a los lectores de aquello que encontrarán en este escrito. Esta investigación no es una tesis experimental por lo tanto no busca generalizar una 3 teoría sobre el comportamiento de las personas en torno a la salud mental, no pretende generar una conclusión final sobre el debate que durante muchos años se ha llevado a cabo en el campo de las ciencias médicas. Invoco en este trabajo a muchos otros autores que han generado un debate alrededor de las enfermedades mentales, la psiquiatría y las ciencias sociales, autores con los que me identifico y otros con los que no estoy de acuerdo, con base en a mi experiencia con los pacientes y a mis reflexiones personales. Mi objetivo en este trabajo (a través de la recabación de información) es promover un tratamiento psiquiátrico multidisciplinario en el tratamiento de algunas enfermedades psiquiátricas. Esta tesis pretende mostrar un debate que lleva vigente mucho tiempo, y que es muy importante para la clínica y para el mismo paciente, no desechar y seguirlo trabajando. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos mentales (DSM-IV) está configurado por 16 subconjuntos de patologías o desordenes que afectan el bienestar social, emocional y conductual de la persona. La forma en que afectan a la persona es muy diferente en cada uno de estas agrupaciones patológicas pues el DSM IV no solo incluye patologías que han sido definidas claramente como orgánicas, ya sea la esquizofrenia o la demencia relacionada a la enfermedad de Parkinson. También en este manual de diagnóstico podremos hallar otros tipos de desórdenes, cuya adscripción al campo orgánico es ambigua, y no corresponden del todo a la etiología biológica, como los trastornos del estado de ánimo, la depresión, trastornos de ansiedad como las fobias, trastornos somatomorfos como la hipocondría o bien trastorno de la conducta alimentaria como la bulimia, trastorno de la identidad sexual como la pedofilia, trastornos del sueño y del control de impulsos. Nos encontramos ante un cúmulo de trastornos, que abarca desde elementos orgánicos y biológicos hasta elementos psicológicos. Es importante para este debate dividir los trastornos mentales en dos grupos. El primero estará constituido por los trastornos orgánicos; me refiero con este término a patologías que han sido estudiadas desde las neurociencias, que tienen un componente biológico innegable y que son tratados específicamente por los Psiquiatras o Neurólogos, 4 por la necesidad que tienen de ser medicamentados para poder subsistir. Podemos citar como ejemplo las demencias orgánicas, los Delirium debido al consumo de sustancias o bajo los influjos de una enfermedad crónica que termina por afectar la mente del paciente, el retraso mental, la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos. El segundo grupo estaría constituido por trastornos que denominaré como Trastornos Psicológicos o Psíquicos, pues al dañar el aspecto psíquico se ve también perturbadas otras áreas como el pensamiento, las emociones, el lenguaje y la conducta. Para la Psiquiatría ambos grupos están determinados por el factor biológico, por ejemplo la depresión es entendida como niveles deficientes de serotonina en el espacio sináptico, la ansiedad es defenida como el exceso de dopamina, y así cada trastorno será explicado a través del uso de los conocimientos bioquímicos cerebrales. Lo psíquico no puede reducirse a los procesos fisiológicos, aún cuando estos sean su base material, pues lo psíquico permite establecer relaciones con los objetos y sujetos que nos rodean, y aunque necesita el sustrato material que es el cerebro para su correcto funcionamiento, no se puede reducir a este componente su entero funcionamiento, desarrollo y bienestar. Ambos grupos de personas son atendidas mayormente por psiquiatras; estos bajo la premisa de lo orgánico, tienden a dar un tratamiento con base en la modificación de lo bioquímico a través de los fármacos. El tratamiento biológico es el que regularmente se ocupa de dar una mejoría a los pacientes que padecen una enfermedad grave como la esquizofrenia o incluso para un paciente que padece fobias a ciertas situaciones, lo cual no podríamos clasificar como una enfermedad grave que afecte en sí a todo la persona. El grupo con el que me interesa trabajar dentro de esta investigación son los pacientes que manifiestan Trastornos de tipo Psíquico pues son lospacientes que corresponden al estudio dentro de mi disciplina como psicóloga. Pues considero que el tratamiento farmacológico no es suficiente para dar una mejoría global y duradera a los pacientes que se ven afectados por estos síntomas. En este escrito serán llamados enfermos mentales, en la medida que la enfermedad es un estado que perturba a la persona y que irrumpe en el bienestar, y que por lo tanto 5 podemos considerar bajo esta definición que una persona que padece una depresión grave que le impide realizar actividades provechosas para sí es una persona que ha enfermado y necesita ser tratada por los especialistas concernientes. Serán llamados mentales pues este término incluye tanto los procesos fisiológicos que brindan la estructura, como la emoción, el pensamiento, el habla y la memoria que constituyen los procesos complejos dentro de una visión holística del ser humano. Lo mental también se verá afectado por las enfermedades psíquicas puesto que gran cantidad de los procesos complejos como la socialización son afectados por estas situaciones. Digamos que la mente es un concepto global que incluye tanto los procesos fisiológicos, los aspectos culturales que rodean al individuo y lo elementos personales que manifieste la persona. Dentro de mi formación profesional, tuve una mayor aproximación a los conceptos, métodos y teorías del campo social, que están enriquecidos por las disciplinas de la sociología, la filosofía, la antropología, el psicoanálisis, la lingüística, entre otras. Tuve también una formación dentro del área de la psicología de la salud que me permite dentro de esta tesis realizar un debate que incorpore lo social y lo clínico, a partir de otros autores que han manifestado dudas similares a las que yo me planteo. Esta tesis tiene como objetivo realizar una compilación de autores, con la finalidad de promover un debate entre las ciencias sociales y la psiquiatría. En este debate se incluyen autores que han propuesto la necesidad que tiene el tratamiento de los trastornos Psíquicos de una multidisciplinareidad con el campo social además de tomar en cuenta las disciplinas biológicas. Esta tesis pretende mostrar un debate que lleva vigente mucho tiempo y que es muy importante para la clínica y para el mismo paciente. Mi propósito ha sido generar una reflexión que tenga resonancia con lo que creo sobre un tema que, como psicóloga me atañe, pues nuestra función social está relacionada con el bienestar psíquico de las personas y el desarrollo personal. Regularmente, la terapia clínica deposita la responsabilidad de la enfermedad psíquica al paciente y a su entorno más cercano, sin tomar en cuenta a la estructura social y las formas en que esta pudiese enfermar al 6 individuo, esto se reconoce como un sesgo pues se ha comprobado y estudiado la relevancia e importancia que tienen los aspectos culturales en el desarrollo de la dinámicas patógenas en la personalidad. Mi conclusión, mi hipótesis y mi aportación, es que existen ciertas trastornos mentales, considerados como enfermedades, que tiene un componente afectivo y psíquico, que serían mejor tratadas desde un enfoque multidisciplinario que incluyese a la Psiquiatría, a la Psicología Social, la Sociología y a otras disciplinas dentro del campo social con el objetivo de brindar un trato más ético y una curación más duradera a los pacientes. Este escrito retoma los discursos sociológicos y filosóficos en busca de una propuesta para el tratamiento multidisciplinario de los trastornos mentales pues considero que es insuficiente la terapéutica brindada por los psiquiatras para resolver estos conflictos. 2. Introducción El termino discurso según (Van Dijk, 2000) se refiere a una estructura cognitiva compuesta por elementos verbales y no verbales, interacciones sociales, cogniciones sociales, modelos mentales y estrategias durante la producción y la comprensión del lenguaje. En nuestro entorno circulan una cantidad importante de discursos acerca de los mismos fenómenos, cada persona realiza una construcción subjetiva de las situaciones sociales en las que participa y dota así de sentido lo que vive. La enfermedad mental corresponde también a un esquema mental y a un conjunto de discursos que poseemos sobre ciertas personas, situaciones e instituciones. Tal modelo mental y conductual se conforma a partir de las experiencias, la ideología, los valores y la cultura, en la que el sujeto vive. Existen discursos colectivos que determinan las prácticas sociales y las relaciones entre pares, estos discursos suelen ser difundidos a través de los medios masivos de información, como la televisión y de las relaciones cotidianas. Existen también discursos complementarios, resistentes y alternativos a las formas consensuadas de pensar. Los diversos discursos que dan existencia a un fenómeno tienden a jugar a ser los únicos, un claro ejemplo lo hallamos en la Facultad de Psicología donde cada área pretende existir desde y solo para sí misma, reduciendo al sujeto a la forma en que sus teorías explican el mundo. Entonces así un neuropsicólogo 7 y un psicólogo clínico, ante una misma problemática, procederán de maneras siempre excluyentes y pocas veces complementarias. Esto no sólo ocurre dentro de las instituciones educativas sino que se manifiesta en el estudio y tratamiento de las enfermedades mentales donde la Psiquiatría tiende a trabajar desde su modelo epistemológico y excluye otras áreas de conocimientos. El discurso legitimado es aquel que comunica contenidos que han pasado por el rigor del método valga la redundancia científico, a través de información estadística, notas metodológicas, en un lenguaje técnico, donde abundan los datos duros y por lo tanto una supuesta veracidad. Este discurso tiene también la responsabilidad para con la sociedad, en la medida en que pretende difundir el conocimiento para que sea aplicado, para que este conocimiento se mejore y desarrolle, así como de alentar a las nuevas generaciones para que se vean interesadas ante estos avances tecnológicos y los continúen. Este discurso se produce generalmente en los centros de estudios superiores y están destinados a una élite académica. El discurso es importante para esta investigación en la medida en que mostrando los discursos que predominan en cada área del conocimiento, dígase sociología, psiquiatría o filosofía, se podrá hacer una clara diferencia entre los objetivos que cada uno plantea, para luego proponer una integración de estos conocimientos a favor del desarrollo de la ciencia y la tecnología en el tratamiento de los pacientes aquejados de una enfermedad mental. Así cada disciplina científica, dentro del campo social o biológico, ha elaborado un discurso hegemónico sobre lo que considera es correcto como un paradigma que de sentido a su práctica y a sus investigaciones. Aunque es ventajoso que cada disciplina desarrolle un lenguaje propio para entender a la enfermedad mental, pues brinda diversidad y enriquecimiento, es necesario también que estos discursos se debatan entre ellos y se generen discursos complementarios entre estas disciplinas. Por ejemplo es muy importante que el discurso científico tenga un acercamiento a los discursos cotidianos pues de lo contrario ambas miradas se encontrarán muy lejos y serán muy dispares; esto lo podemos observar en la explicación que brindan los médicos a los 8 pacientes que padecen una enfermedad mental, estas personas poseen una serie de creencias que traen desde lo cultural y lo cotidiano que en muchos casos promueven un alejamiento y un rechazo delos procedimientos científicos. Entonces es importante mirar los discursos que rodean el fenómeno, para generar un pensamiento crítico a partir de cada uno de ellos. La enfermedad mental, en el pasado era conocida como locura y es un tema que ha generado múltiples debates, cuestionamientos y apasionados discursos como el Elogio de la locura por Erasmo (1511) que exaltaba las virtudes de la locura para el desarrollo del espíritu. Este fenómeno ha sido debatido desde muchas disciplinas como la ciencia, la sociología, la religión, el arte, la psicología, figura de odio o de exaltación, los desórdenes de la mente han sido un tema controversial desde la época de los griegos. Así el paciente aquejado de un trastorno mental está siendo observado desde diferentes discursos que dan un sentido a las prácticas que se llevan a cabo, discursos que en lugar de excluirse deberían promover una integración de saberes. Clásicamente la enfermedad se ha entendido desde dos puntos de vista muy opuestos, por un lado la ontológica que sostiene que los trastornos son entidades reales cuya existencia es independiente de la condición subjetiva, y que en consecuencia es biológico y controlable. Destaca como ejemplo las enfermedades infecciosas en las que se identifica un agente patógeno, sus mecanismos de acción en el organismo y la creación de antibióticos específicos que permiten controlar la infección y limitar su propagación. Este modelo ontológico garantiza una existencia independiente del trastorno y sugiere que el mecanismo de tratamiento funcionará en todos los casos (Lugo, 2010). La persona que padece un trastorno mental, hablemos de una depresión o una fobia trastornos que incapacitan al paciente para trabajar y desarrollarse, es diagnosticada automáticamente como signos de una enfermedad y entraría en este esquema conceptual. Desde que se le categoriza de esta manera a los síntomas psíquicos, ellos están siendo canalizados al campo de la medicina, en particular de la psiquiatría. La palabra enfermedad remite inmediatamente a una 9 institución médica y a los métodos científicos aprobados. El discurso psiquiátrico se erige así como el hegemónico para dar tratamiento y cuidado a los pacientes que padecen un trastorno mental, desde algo leve como un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) hasta una psicosis altamente peligrosa para el paciente y su entorno. Una crítica frecuente a este planteamiento se basa en la excesiva importancia que se otorga a los modelos biomédicos de enfermedad y su tratamiento, dejando de lado el carácter humano y la individualidad del paciente. Mientras que el modelo funcionalista ubica al paciente como el centro de la investigación y permite comprender la enfermedad como una alteración que forma parte del funcionamiento normal y saludable. Explica el trastorno en base al estilo de vida y conductas relacionadas con el medio ambiente natural y social. Este enfoque caracteriza a la mayoría de los sistemas de salud a lo largo de la historia; sin embargo, el énfasis que se otorga a la experiencia y conducta del sujeto, promueve la intención de proporcionar un significado y un marco de referencia para que el paciente se enfrente emocionalmente con la enfermedad. El modelo funcionalista es el que nos interesa trabajar dentro de este proyecto de investigación, por considerar la importancia que tienen los valores circundantes y el propio paciente como actor de su enfermedad (Lugo, 2010). Relacionado con el modelo funcionalista y la importancia que tiene la experiencia del sujeto y los elementos que lo rodean, como la cultura y los medios sociales, se pretende entablar un diálogo entre el modelo ontológico que está en relación con las ciencias biológicas y los modelos funcionalistas que están mayormente sustentados en las ciencias sociales. Aunque no es el propósito de este escrito debatir sobre las enfermedades cerebrales orgánicas, se ha comprobado que el curso de una esquizofrenia en los países orientales es mucho más satisfactoria que en los países occidentales. Esto determinaría un componente cultural que afecta el desarrollo de tales patologías. Lo importante para este ensayo es construir un discurso multidisciplinario a partir de la reunión de los conocimientos sociales y biológicos, que brinde una mejor terapéutica a los pacientes. No se trata de determinar un ganador, ni de pelear los 10 egos de las diferentes disciplinas, la intención es dialogar y generar nuevos conocimientos que permitan una mejor calidad de vida a los pacientes. Mi hipótesis consiste es que el discurso psiquiátrico, etiología, tratamientos biológicos y modelos de diagnóstico, no son suficientes para explicar y dar un trato ético a los pacientes aquejados de un trastorno mental psíquico, y que existen otros discursos y prácticas que podrían enriquecer el entendimiento y la terapia de estos pacientes. El médico psiquiatra está en contacto directo con la angustia, el miedo y la depresión, o sea con el dolor y el sufrimiento psíquico, por lo que la actitud del médico hacia el paciente a través de un trato ético y respetuoso se hace indispensable pues esto repercutirá sobre la calidad de vida de esa persona. El respeto es el primer acto ético que realiza el médico y este respeto equivale a la atención, escuchar al paciente, mostrando interés y respeto a las necesidades que plantee. Otro acto ético muy importante será mantener informado al paciente de los cambios que ocurren y ocurrirán en su cuerpo, y siempre hablar con la verdad al paciente. Por lo tanto un posicionamiento ético incluye tomar al otro como un yo que necesita ser atendido con el mayor respeto y una gran empatía hacia su sufrimiento. La tesis está dividida en tres capítulos: aborda en cada uno de ellos los temas de la etiología, el diagnóstico y los tratamientos de la enfermedad mental, temas que no podrán ser separados en ninguna ocasión pues son elementos relacionados tanto en la práctica como en la teoría, uno determina al otro y así cada uno nutre y da soporte al anterior. La etiología médica y su paradigma biológico determina e impone un tratamiento biológico y estas concepciones universales a la vez conforman un modelo lineal y rígido de clasificar a las enfermedades mentales. Estos tema son planteados en el primer capítulo desde las disciplinas médicas particularmente la psiquiátrica y se abordan las teorías orgánicas que dan soporte a los tratamientos psiquiátricos con fármacos y los diagnósticos que se establecen a partir de signos y síntomas según la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE 10) y el DSM-IV. Para el segundo capítulo se abordarán los mismos temas pero desde un enfoque social y cultural que plantea otras formas 11 de entender la etiología de la enfermedad mental, y por lo tanto que promueve una crítica hacia los modelos diagnóstico y los tratamientos empleados desde la psiquiatría. Entonces la finalidad es confrontar dos saberes, el psiquiátrico y el social, respecto a tres temas básicos dentro del estudio de la enfermedad mental, etiología, diagnóstico, y tratamientos, con la finalidad de generar un debate y conocer otras formas de interacción dentro del campo de la salud mental. Finalmente, la discusión tiene como objetivo promover un pensamiento integral que no descarte a la psiquiatría y a sus métodos, sino más bien una mirada integradora con las ciencias sociales para promover prácticas más eficaces. Concluyo a partir de este debate, psiquiátrico y social, que el hombre es un fenómeno multifactorial, y que aunquesí tiene células, neuronas, bioquímica, y lóbulos cerebrales también tiene emociones, pensamientos, conflictos, dudas, miedos y frustraciones que dan un giro a su existencia para remitirlo a un orden diferente al de la biología. Considero que es reduccionista suponer que la psiquiatría posee todas las respuestas al tratamiento de la enfermedad mental y que el tratamiento de estos pacientes debe hacerse desde una mirada amplia y multidisciplinaria. En la medida en que la psiquiatría no acepte sus limitaciones, faltas y fallas será incapaz de generar respuestas que los personas necesitan para recuperarse de un evento tal conflictivo como la enfermedad mental. 3. Discurso Psiquiátrico Una definición cotidiana de la Psiquiatría sería una rama de la Medicina que se encarga de dar atención a los desviados mentales, un conjunto de personas incapaces de lidiar con sus problemas que acuden en busca de la ayuda de un profesional para manejar estos. La definición científica sería una rama de la 12 Medicina que se ocupa del estudio, la prevención, el tratamiento y la rehabilitación de los trastornos psíquicos, entendiendo tales trastornos como las enfermedades psiquiátricas que afectan el pensamiento, las emociones y las conductas en la vida de una persona y que deben ser atendidas bajo el paradigma médico psiquiátrico (Otuño, 2009). La psiquiatría tiene como propósito devolver al sujeto la salud mental perdida. La Salud Mental es definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la capacidad de establecer relaciones armoniosas con los demás y la contribución constructiva a las modificaciones del ambiente físico y social. La enfermedad no es un mero concepto estadístico, sino que se define por la incapacidad que tiene un sujeto para su autorrealización como mantener un trabajo, una familia y relaciones armoniosas. La patología aparece cuando se ve afectada la libertad, la autonomía, el enriquecimiento personal o la imposibilidad de establecer relaciones interpersonales satisfactorias y armoniosas. Estos fenómenos son determinantes en el diagnóstico y la clasificación de un trastorno psíquico. (Tizón, 1973). Cuando nos referimos a enfermedad mental desde la psiquiatría biologicista se postula que en la misma forma en que el hígado secreta bilis, el cerebro genera pensamientos, por lo tanto algo en el cuerpo del paciente no funciona como es correcto y esta disfunción es la que provoca su alteración psíquica. Los manuales para identificar a las distintas entidades nosológicas y los tratamiento farmacológicos son efectos de esta visión medicalista. Así desde este paradigma la enfermedad mental corresponde a un desequilibrio bioquímico que debe ser restablecido a través de las terapias biológicas. Este paradigma ha sido sustentado por un gran número de investigaciones científicas y es entre los argumentos que mayor prevalencia y reconocimiento social poseen para el estudio y el tratamiento de la enfermedad mental. El enfermo mental vive torturado por alteraciones y anomalías de pensamiento, de emociones, de conductas, de las relaciones interpersonales, y de la adaptación social y profesional. Las enfermedades mentales pueden estar determinadas por componentes biológicos como el desequilibrio de algún componente bioquímico 13 como la falta de serotonina en la depresión, por componentes sociales como la vivencia continua en un ambiente hostil y peligroso, o componentes psíquicos como experimentar algún trauma que afecte en gran medida al sujeto. (Alarcón, 2010). La definición de los trastornos psíquicos ha ido transformándose a través del tiempo y las sociedades, los descubrimientos tecnológicos y las revoluciones sociales han ido creando nuevos paradigmas para entender y dar tratamiento a los trastornos psíquicos. En la actualidad se conoce mucho más de estos trastornos que en el pasado pues a través de la ciencia y sus descubrimientos se ha avanzado en el conocimiento de los componentes biológicos y sociales que nos conforman. Hemos realizado un recorrido histórico desde las diferentes concepciones desde las que se ha nombrado la enfermedad mental conoceremos como se ha ido transformando el concepto y las prácticas hasta convertirse en lo que hoy conocemos sobre la enfermedad mental. 3.1 Historia de la Psiquiatría A través de la historia de la Humanidad, las sociedades y los individuos han elaborado discursos para dar sentido al personaje del loco. Estos discursos se han ido transformando a partir de los descubrimientos científicos, y los valores que predominan en una sociedad. En este apartado realizaremos un recorrido histórico empleando Historia de la locura de Foucault (1976) como eje y tronco de tal recuento, con la finalidad de conocer los diferentes nombres que le hemos dado a la enfermedad mental, los métodos y los significados que la han adornado a través de los siglos. La genealogía de la locura nos permitirá comparar las miradas pasadas y las presentes, comprender como se consolidó el pensamiento psiquiátrico actual para entender de donde vienen nuestros métodos y conceptos. Es reciente el uso de la categoría de enfermo mental ésta se inaugura con el desarrollo de la medicina hace aproximadamente 200 años. Antes de este desarrollo el enfermo mental era conocido como el loco, un personaje reconocido por su excentricidad. Por lo tanto para la elaboración de esta historia de la enfermedad mental usaremos la palabra loco como un sinónimo de este concepto hasta la descripción del momento histórico donde el loco es reconocido como un enfermo y son asignados al cuidado de los médicos. Un breve resumen de este 14 apartado nos diriía que el término Psiquiatría ha sufrido múltiples avatares terminológicos, políticos y científicos a lo largo del tiempo, nació asociado a los conceptos de alienación, en medio de la Revolución Francesa, se transformó en Medicina mental con el crecimiento del campo anatomoclínico y alcanzó su plena estatura como Psiquiatría a través del uso de los grandes cuadros nosológicos (Cavazos, J. & Carrillo, G., 2009). Según el Diccionario etimológico de Chile los primeros registros que se tienen sobre la palabra loco aparecen alrededor del año 926 en Milán, Italia. En estos pasajes medievales el loco aparece como una persona tonta o cretina más que demente, la acepción que hoy en día otorgamos a la enfermedad mental. Es muy importante situar el momento histórico donde el loco se vuelve parte de la sociedad como una categoría lingüística, pues a través del lenguaje es que interpretamos y entendemos el mundo, y por ende lo modificamos. Por lo tanto al momento que aparece para una sociedad dada es porque el concepto impacta en la vida de los sujetos y nombrarlo les permite entenderlo y controlarlo. 3.1.1 Edad Antigua Grecia es una de las culturas más representativas de esta época por ser un espacio donde se consolidó la filosofía, la medicina, la astronomía, entre muchas otras ciencias que en lugar de aislarse se complementaron y enriquecieron para generar un conocimiento holístico sobre el ser humano. La locura en Grecia estuvo caracterizada por dos posturas un tanto extremas, por un lado el loco era considerado un castigo de los dioses siendo poseído por un alma agitada, mientras que desde la ciencia Hipócrates postula a la locura como una enfermedad orgánica que se produce por la inestabilidad de los fluidos corporales. En cierto modo, la locura ha sido vista desde estos dos ángulos en el devenir de la historia, un claro ejemplo son las corrientes sociológicos y biológicas que deseamos contraponer en esta tesis, una metafísica donde actúauna figura divina y una más concreta donde es el cuerpo material el que posee la imperfección. Los griegos son los primeros que estudian la enfermedad como un proceso orgánico desde el punto de vista científico, a través de los ya conocidos métodos científicos: observación y experimentación (Bennett, 1984). Esta ambigüedad ante la locura provoca dos 15 grupos de pensamiento, por un lado los médicos, los filósofos, escritores y artistas en general tienen una actitud positiva ante la locura, la exaltan en sus obras y les dedican horas de estudio y tratamiento. Sin embargo, el pueblo griego seguía considerando al loco como un poseído o vagabundo errante, y por lo tanto objeto de burla y de marginación. Hipócrates es un personaje central en la Historia de la psiquiatría y de la formulación de la enfermedad mental como concepto científico, su teoría está influida por la filosofía natural jónica que buscaba la explicación de los fenómenos en general a través de causas naturales. Propone tres teorías para explicar la locura, una anatómica por lesión en el tejido cerebral, una fisiológica donde la inestabilidad de los líquidos corporales eran los causantes de la enfermedad y una psicológica donde los estados emocionales podrían generar alteraciones mentales. La enfermedad entonces se producía por el desequilibrio de los humores, y por lo tanto la enfermedad de la mente estaba producida por el exceso o disminución de alguna sustancia. Resulta, importante hacer un énfasis en las estímulos externos que menciona Hipócrates como desencadenante del desequilibrio pues esto estaría dando pauta a un estadio de lo que rodea a la locura igual que a un estudio de lo interno (Bennett, 1984). 3.1.2Edad Media Esta época constituye uno de los periodos históricos más largos en la historia de la humanidad, caracterizado por continuas guerras, epidemias, pobreza, oscurantismo cultural, descubrimiento de nuevos mundos, religión como estado y la falta de educación pública. Durante esta época la locura se consideró como una posesión demoniaca, olvidando así todo los conocimientos científicos y naturales que se habían avanzado durante la cultura griega. Cabe hacer énfasis que durante este periodo se funda la Inquisición, aparato de control utilizada por la Iglesia para condenar a todos sus detractores o personas que no actuaran en forma adecuada para sus estándares. La religión juega para este periodo un papel fundamental dentro de la vida cotidiana y la concepción de los imaginarios, hay registros sobre los principales delirios que padecían los enfermos mentales, y estos versaban sobre creerse profetas o siendo inspirados por el espíritu santo o el diablo, para realizar 16 una diversidad de actos. Es notable en este ejemplo resaltar la importancia que cobra el contexto social para el desarrollo de la mente del individuo y cuán determinante en su psicopatología puede ser, pues la construcción de los delirios tiene una gran relación con los símbolos sociales y es notable el impacto que tuvo la dictadura religiosa en la mente de los sujetos. El loco es para esta época un personaje significativo en la medida en que su figura social es ambigua y promueve todo tipo de fantasías e historias, es un individuo que asusta, amenaza y fascina por la ridiculez que impone, dentro de las actividades cotidianas es estigmatizado y ridiculizado a través de ofensas y burlas. No existen aún asilos ni hospitales para ser cuidados, las familias se encargan de su propia locura, digamos que se les tolera pero también se les mantiene a distancia. El personaje del loco dentro de la literatura medieval en fábulas y cuentos es mostrado como una figura de crítica y de relación con la verdad. En la actualidad una frase describe la actitud del loco “Solo los niños y los locos dicen la verdad”, cuanto de cierto hay en esta frase, el loco por concepto esta fuera de lo social pero aún lo vive y es en esta relación desigual donde percibe “la cosa en sí” de nuestro entorno. Postel y Quetel (2000) mencionan que existe una actitud negativa con respecto a los locos y que ésta se origina en la relación que guarda el loco con el mundo del mal y la posesión demoniaca. El loco fue concebido como un ser cuya alma era perversa y cuya existencia era una ofensa a Dios. Si consideramos que Dios era la figura más importante para esta época entenderemos que el loco es por definición la peor escoria de la sociedad. A menudo estos locos son encarcelados o quemados, por un exceso de agresión o por referir historias donde conviven con el Diablo, viajes al infierno y poderes mágicos. En la actualidad ya no se les quema, pero si se les encierra, en centros de rehabilitación. Este período está caracterizado por la oscuridad y el atraso en lo social, pero resalta la aportación realizada por los árabes al tratamiento sistemático de la locura. Fundan los primeros centros especializados en la enfermedad mental y se practica allí una especie de curación al alma a través de la música, la danza y los espectáculos. Algo que es fundamental dentro de estos centros es que son médicos quienes conducen las curaciones, tomando en cuenta que en Europa son los 17 sacerdotes quienes llevan a cabo el trabajo con los locos. Estos primeros “hospitales psiquiátricos” imponen a través de España un nuevo concepto sobre la locura y su tratamiento. 3.1.3Renacimiento El Renacimiento como su propio nombre lo indica hace renacer el arte y la ciencia después de un período de mucha oscuridad. Se retoma el estudio de la enfermedad mental pero esta vez los autores se alejan del influjo divino, demostrando así una actitud mucho más objetiva en el estudio de la locura. Esta nueva concepción hacia la locura fomento una nueva actitud, desposeídos del signo demoniaco estos fueron trasladados de los monasterios, las prisiones, a los asilos y manicomios. El loco para el Renacimiento es un espectáculo que admirar más no un discurso que escuchar, es una confrontación a la razón, una relación con la bestialidad, un diálogo con lo imposible, por doquier se le muestre y se le exalta, pero simplemente como diversión, nunca con seriedad (Foucault, 1976). En la Edad media el hombre tiene una relación muy estrecha con Dios y con las premisas de la Iglesia Católica, esta relación cambia mucho durante el Renacimiento cuando se reencuentra con su propia naturaleza humana. Se modifican los valores y el objetivo principal entonces se convierte en el descubrimiento de su propia esencia, sus debilidades e imperfecciones. La locura y la razón tienen una nueva forma de entenderse, no va a poder definirse la una sin la otra, y la locura se convierte en una parte constituyente de la razón. Por toda Europa se abren hospitales generales, hospicios, casas correccionales, antiguas áreas designadas a los leproso, que tenían como finalidad ocultar lo imperfecto del buen orden de lo social, entre ellas a la locura y a la miseria, quedando así escondidas y marginadas. En estos asilos se intenta reunir todos aquellos individuos que de alguna forma representara la denigración de lo humano, como la ociosidad, la mendicidad y claro, la locura. Este encierro representa más que el bienestar de los individuos, una estigmatización sobre su condición de marginales, un lugar que contenga toda la malicia. En estos asilos los internos debían trabajar, con la finalidad de sustentar estos espacios y de aprovechar la mano de obra barata, lo que convierte a estos asilados en una 18 táctica eficaz para desarrollar el comercio a bajo precio. En estas instituciones se concebíaal loco como una grave falta a la buena imagen de la sociedad y también como una falta de respeto a las figuras divinas. Muchos de estos centros, tenían como objetivos colaterales la reeducación política y religiosa de los alienados. Desde luego, aunque hubo grandes adelantos en la ciencia y en la tecnología no cambió mucho la condición social de los enfermos mentales, una vez más nos enfrentamos ante la paradoja de que aunque hay nuevas concepciones más humanistas sobre los enfermos mentales el trato sigue siendo alienante y deshumanizador. (Foucault, 1976). La locura encontró nuevamente un lugar dentro de las enfermedades orgánicas ya sin el respaldo de lo diabólico y la necesidad de incorporar a Dios en todas las teorías. Se crean propuestas materialistas que dan un nuevo panorama hacia la locura, John Locke propone que la locura no puede ser una posesión, ni un aspecto humoral, sino un delirio donde se juntan ideas erróneas que generan proposiciones falsas. En esta postura vemos lo importante que son las ideas y el pensamiento dentro de la estructura de lo irracional. Para los filósofos de la época la locura se fue relacionando en mayor medida con el aspecto irracional de la mente (Porter, 2002). La locura como entidad mental no cambia, hay una falla en la mente que incapacita al sujeto para pensar y sentir de forma adecuada. Una sociedad está configurada por varias ideologías, algunas de estas son hegemónicas e impactan la mente y los pensamientos de los sujetos en mayor grado. Claramente el fenómeno necesita de la sociedad para expresarse y los epifenómenos que ella manifiesta están en estrecha relación sobre los mitos colectivos que una sociedad expresa, queda claro así que los delirios y alucinaciones en la Edad media estuviesen emparejados con Dios y el Diablo pues eran las figuras de mayor relevancia para la sociedad, mientras que en la actualidad los delirios versan sobre la tecnología, el poder y entes del espacio, elementos que nos bombardean en los medios masivos. 3.1.4Época Clásica 19 Para esta época la premisa fundamental es la importancia que tiene la razón humana para combatir la ignorancia, la superstición, la tiranía y construir un mundo mejor, época mejor conocida como el siglo de las luces o la Ilustración. La ciencia y la filosofía se convierten en las bases fundamentales del añorado progreso y la religión queda relegada por creerse inútil para el desarrollo social, razón y verdad son las nuevas premisas de la sociedad. Los avances en la ciencia no promovieron un cambio significativo en la relación de la sociedad con la locura, los nuevos conceptos y tratamientos no influyeron en el pensamiento colectivo y cotidiano, el loco siguió siendo marginado y escondido. En este período se empieza a gestar el capitalismo y nuevas formas de producción, lo que inaugura una nueva forma de vivir en la cotidianeidad, y de dar sentido a la vida. Para este momento, ya existen los primeros hospitales especializados en la locura como el Hotel-Dieu en Francia que ofrecía un trato diferenciado a los enfermos mentales, pero muchos otros pacientes se encuentran aún indiferenciados en prisiones, hospitales generales y workhouse, mezclados con todo tipo de enfermos, delincuentes y vagabundos (Foucault, 1976). La simple mención del hospital de los insanos Bicetre en París provoca un sentimiento de repugnancia, horror y desprecio para la sociedad, éste se ha convertido en el espacio que contiene lo más inmundo y vil de la sociedad (Foucault, 1976). El médico toma un nuevo rol dentro de esta sociedad, se ha vuelto determinante para juzgar, desde el derecho, si un individuo está loco y hasta qué grado lo está, es el depositario de la justicia. Esto es relevante pues el médico comienza a fungir como un intermediario entre el loco y la sociedad, como el traductor de la locura y su verdad. Cada vez más hospitales dejan de estar regidos por monjes para ser administrados por los médicos, pero todavía en esta época los médicos no tienen el valor social que hoy les otorgamos, pues existía una gran cantidad de sujetos que ejercían la profesión sin ser precisamente médicos como comadronas, charlatanes, magos, monjas, los cuales tenían un reconocimiento social mucho mayor que los médicos por su larga experiencia curando enfermos (Gargantilla, 2011). 20 Surge en esta época un afán clasificador de las enfermedades agrupándolas en grandes categorías, algo comparado a lo que realizó Linneo en la botánica. La locura se resistió a la compresión de los grandes volúmenes categóricos, pues al contrario de las enfermedades orgánicas ésta es mucho más subjetiva y no posee síntomas tan objetivos como las que presentan otras enfermedades. Willis en 1652 hace una primera clasificación específica de las enfermedades que atacan al alma animal y al género nervioso, su análisis retoma las antiguas clasificaciones propuesta por los griegos, aunque con mayor profundidad: frenesí, manía, melancolía y estupidez. Foucault (1976) hace referencia a las categorías usualmente utilizadas en los hospitales psiquiátricos para distinguir a los enfermos, estaban los iluminados que eran aquellos que tenían ciertas revelaciones, los visionarios que eran visitados por figuras divinas y los que padecían una demencia orgánica que eran denominados como imbéciles, dentro de esta categoría había diferentes clasificaciones. Para esta época, la razón juega un papel muy importante dentro de la vida cotidiana, pues se esperaba que ésta trajera de una vez y por todas, la perfección y el progreso. Era considerada el modelo ideal en que el hombre debía dirigirse para tomar sus decisiones y convivir con otros. La locura está en constante relación con la razón, se diferencia a través del concepto de ella, es considerada como la negatividad pura de la razón, es una ausencia total de razón y por lo tanto lo último a lo que debe aspirar el hombre. El loco es representado como un sujeto aislado, incapaz de compartir con los demás, es pura individualidad singular, tiene un carácter muy propio, cuya conducta, lenguaje y gestos se distinguen de aquellos que no son locos. La definición que ofrecía la Enciclopedia sobre la locura menciona que es aquel comportamiento que se aparta de la razón ya sea sabiéndolo o no, y las causas pueden ser por estar privado de ideas o por ser esclavo de una violenta pasión (Foucault, 1976). El loco representa el desorden de la conducta y del corazón, desorden de las costumbres y del espíritu, todo bajo el dominio de una oscura rabia amenazante (Foucault, 1976). Cabe mencionar que en una sociedad donde el ideal de bienestar a través de la razón era tan alto, es notable que el loco por carecer de tal 21 condición está marginado y no pertenezca al colectivo, no tiene las mismas metas, ni ideales, es un ser asocial e irracional. 3.1.5Modernidad La modernidad se inaugura con la Revolución Francesa, la consolidación del capitalismo y un nuevo conjunto de valores respecto al individuo donde impera la producción en masa y la alienación. Para esta época la medicina toma un lugar muy importante dentro de las ciencias de la salud, se realizan procedimientos que cambian para siempre la vida humana, como el descubrimiento de la penicilina que permitió alargar el promedio de vida significativamente. La ciencia y la tecnología resultan ser elementos muy importantes dentro de la sociedad moderna, se intenta conceptualizar y encerrar a través de elementos concretos a los fenómenos naturales. La enfermedad no escapa a este escrutinio y se le definecomo la enumeración de los síntomas que sirven para conocer la especie y género de la enfermedad con la finalidad de poder hacer un diagnóstico diferencial. La enfermedad mental no puede ser incluida dentro de las características comunes que clasifican a otras enfermedades del cuerpo pues los trastornos mentales manifiestan una subjetividad que no manifiestan los síntomas de otras órganos, y además hace surgir un mundo interior de malos instintos, de pensamiento distorsionado, perversión, lucidez, verdad, sufrimientos y de violencia, que las enfermedades somáticas no expresan. Durante este período se realizaron constantes clasificaciones sobre la locura, con el afán de entenderla con mayor claridad, pero se deja al margen la vida interna del paciente psiquiátrico, lo cual favorecería en mayor grado la conciencia sobre la locura y sus dispositivos. Pinel (1793) es una figura decisiva en los adelantos científicos y humanistas que se realizan a favor de los enfermos mentales en el siglo XVIII. Es conocida la anécdota de Pinel liberando a los enfermos mentales que estuvieron encadenados por años y dándoles un trato más justo y humano, dialogando con ellos, tomándolos como seres racionales capaces de interactuar con su propia locura y a través de esta conciencia de la enfermedad poder curarse. Pinel incorpora un elemento fundamental en el trato con los pacientes psiquiátricos que es la empatía que deben manifestar los psiquiatras ante los pacientes, esta actitud supone Pinel 22 debe ser de amabilidad, firmeza y nobleza para fomentar la cooperación del enfermo en su propia curación. La curación para Pinel se alcanza cuando el sujeto puede volver a ser una persona socialmente aceptada y reconocida. Esto guarda mucha relación con la idea que tenemos actualmente de la locura, pues consideramos que el loco debe compartir con la sociedad un código y por lo tanto insertarse dentro de lo colectivo sin dar pruebas de ninguna extravagancia. La premisa básica de Pinel sobre la enfermedad mental es que ésta no es la ausencia total de la razón, ni de la voluntad, ni de la inteligencia, sino simplemente una perturbación del espíritu, una contradicción a la razón. Por lo tanto, al loco se le toma como una persona razonable y el tratamiento está dirigido sobre esta capacidad de diálogo que tiene el loco, capaz de pensarse a él y a sus trastornos. Las ideas propuestas por Pinel fueron ignoradas durante muchos años, pues incluso Esquirol discípulo de Pinel describe la penosa situación que viven los alienados en los asilos de Francia, donde son expuestos a las burlas y el castigo físico, muchos años después de la reforma llevada a cabo por Pinel. Foucault (1976) refiere numerosas experiencias descritas por médicos de la época sobre las pésimas condiciones en que vivían los locos en los asilos. Estos relatos datan del siglo XIX, y aún hoy en día, muchos enfermos mentales sufren de iguales penurias en nuestro país, donde se han descrito casos sobre la forma inhumana en la que viven estas personas dentro de los hospitales psiquiátricos públicos. Aunque las premisas organicistas de la enfermedad tomaron mucho auge en los médicos de la época, muchos otros autores manifestaron que la locura era una enfermedad en estrecha relación con la sociedad y sus defectos, emociones, incertidumbre, agitación, alimentación, status socioeconómico, religión, entre otras (Foucault, 1976). Tres hechos trascendentes marcan el devenir de la psiquiatría como la conocemos hoy, las concepciones de Emil Kraepelin (1906) donde postula que debemos acercarnos a los enfermos y obsérvalos, Freud (1890) que plantea la importancia de escuchar al enfermo y comprenderlo y la Farmacología y su producción de medicamentos paliativos para las enfermedades mentales. El descubrimiento y 23 auge de los psicofármacos se da a partir de los años del 1950 y los avances dentro de la biología molecular en los años 1980, ha producido una revolución en el tratamiento de las psicosis, de los trastornos del humor, la ansiedad y el sueño. Los efectos benéficos de esta revolución están fuera de discusión, incluso para una psicoterapia es necesario en casos particulares como las psicosis es necesario medicar al paciente para poder establecer un diálogo terapéutico. Pero desafortunadamente el uso de los fármacos se ha extendido al consumo por un amplio sector de la población general, rompiendo los límites de lo que se consideraba como enfermedad mental (Carballeda, 2010). En la actualidad aparecen hospitales designados para el tratamiento de la enfermedad mental y una gran cantidad de médicos se dan a la tarea de observar los síntomas producidos por los diferentes tipos de enfermedades para clasificarlas y catalogarlas en grandes familias. Se realizan numerosas investigaciones en el área de la neurofisiología y se encuentra evidencia sobre fallas orgánicas relacionadas con ciertas patologías mentales. El área de las neurociencias y los médicos involucrados obtienen un rol importante para el estudio y tratamiento de la locura. La enfermedad mental a partir de estos descubrimientos encuentra dos etiogenias posibles, como un cambio físico y químico en el tejido cerebral o como una disposición hereditaria (Gargantilla, 2011). El médico dentro del espacio psiquiátrico pocas veces realiza un acercamiento cercano al paciente, ni forma parte de un diálogo, ni promueve el conocimiento mutuo sino más bien clasifica, separa y excluye. El loco está inmerso en un mundo donde todo le parece próximo y semejante, pero donde él nunca deja de ser un extraño. La ciudad de los hombres razonables lo acoge para sí, con la condición que no muestre sus extrañezas, ni debilidades, y mucho menos mostrar su verdadera naturaleza. Se le juzga simplemente por sus actos, queda al margen la intención y la historia del sujeto. Esto con la finalidad de mantener una distancia suficiente entre la mente del sujeto enfermo y la del médico objetivista, no vaya a ser que el segundo crea el discurso del primero. El psiquiatra siente una extraña atracción por la locura pues ésta posee una voz y una fuerza que el hombre razonable reconoce en sí mismo, y este conocimiento produce terror y confusión. El 24 médico se protege de esta mirada afirmando que el loco no es más que el objeto de un conocimiento científico y para esto intenta sistematizar todo aquel tratamiento que lo incluya, con la idea de poner una barrera al discurso y las emociones. Dentro del espacio médico ya no es necesaria la represión física, puesto que ya se ha generado el concepto de autoridad y esta es capaz de frenar a la locura con el sólo discurso de la razón (Foucault, 1976). El estudio de las enfermedades mentales dentro de los hospitales estará caracterizada entonces por los verbos observar y clasificar, más nunca el de dialogar. La importancia del lenguaje y del discurso del loco es tematizada y realzada por el psicoanálisis, donde se intenta devolver el valor perdido y humillado de la locura a través del lenguaje. Así como en la época medieval la religión fue una disciplina elemental para entender y controlar la enfermedad mental, en la actualidad la biología y sus teorías son la base para explicar y dar tratamiento a los enfermos mentales. 3.2 Etiología Médica Aún se desconoce la relación entre los factores biológicos, psicológicos y sociales que influyen en la aparición de la enfermedad mental. La contribución de la genética a través del estudio en gemelos ha permitido afirmar con mayor contundencia el componente biológico de la enfermedad mental, otras explicacionesbiológicas se derivan de las investigaciones en el campo de la farmacología, estos han comprobado que los medicamentos generan un equilibrio y un aplacamiento de los síntomas psiquiátricos contribuyendo a valorar estas terapias como las más eficaces. La abundante evidencia biológica que se ha recabado a partir de los estudios como la Tomografía Computarizada y la Resonancia Magnética constituyen tan solo una parte del cuadro total de lo que a enfermedad mental refiere, pues está bien documentado el papel que juega la autoestima en la construcción o destrucción de la identidad, o los factores psicológicos que inician y mantienen el uso y abuso de sustancias nocivas para la mente. (Otuño, 2009). La historia de la psiquiatría nos proporciona un seguimiento claro sobre las entidades a las que llamamos enfermedades mentales y su relación con el campo de la biología. Al comienzo Esquirol (1895) atribuyó la locura a causas morales e 25 incluso Morel (1899) en su teoría de la degeneración no elimina este elemento moral como causa, es a partir de este autor que comienza el movimiento científico que busca la explicación última de la enfermedad mental en las causas físicas. Primero es con Magnan citado en (Ackerknecht, 1962) donde se ratifica la tara hereditaria dentro de la etiogenia de las trastornos mentales, y después es a las constituciones biológicas a las que se hace responsable de la aparición de las enfermedades mentales, se buscan entonces lesiones que atacan al cerebro, se distinguen especies anatomoclínicas, rigurosamente distintas y este movimiento llega a un punto cumbre con las clasificaciones sistémicas que desarrollo Emil Kraepelin la cual ha perdurado mucho tiempo como base de la psiquiatría (Ackerknecht, 1962). Para entender el desarrollo de la psiquiatría científica hay que situarla en el conjunto de las corrientes científicas del siglo XIX, es la época en la que explicar consiste en reducir lo superior a lo inferior, siguiendo la regla cartesiana, lo más complejo a lo más simple, si el espíritu es un epifenómeno del cuerpo, las enfermedades del espíritu es un epifenómeno del cuerpo, las enfermedades del espíritu se reducen a las enfermedades del sistema nervioso (Ackerknecht, 1962). El modelo biomédico se apoya en las ciencias naturales: física, química y biología, y por lo tanto la enfermedad sólo puede ser bioquímica o neurofisiológica en su naturaleza, esta concepción es además el marco conceptual para articular el tratamiento y la restauración de la salud mental según los psiquiatras. Este modelo funciona con la premisa básica de que la medicina es científica, y la naturaleza humana se le describe e interpreta en categorías biológicas y en particular en el lenguaje de la genética molecular y la bioquímica. El paciente es básicamente un organismo biológico complejo y la enfermedad es una desviación de las normas derivadas de parámetros somáticos (Saborido, 2009). Según la escuela neurológica todas las enfermedades mentales son ocasionadas por un defecto neurológico a priori, las teorías incorporadas a este modelo intentan explicar todo tipo de distorsión en la personalidad, conducta o pensamiento a través del desperfecto orgánico. Son muchos los psiquiatras que mantienen y continúan 26 esta premisa, lo cual implica un supuesto absurdo del comportamiento humano pues eliminan la posibilidad de que los trastornos mentales pueden ser causados por las necesidades personales, opiniones, aspiraciones, conflictos o valores circundantes (Braunstein, 1980). Esta es la base del pensamiento médico-psiquiátrico, puede seguirse desde la medicina hipocrática que sostiene la causalidad natural del enfermar. Este paradigma se ha mantenido firmemente anclado en la medicina psiquiátrica, a pesar de la influencia de otras corrientes psicológicas o sociales, pues se considera que puede explicar con mayor claridad la etiología de las enfermedades. En los últimos años a partir de los avances en neurociencias, la psicofarmacología y la informática, se asiste a un resurgimiento a gran escala de este paradigma, pues han existido investigaciones que comprueban la eficacia de los tratamientos farmacológicos en la disminución de los síntomas psíquicos. Su postulado central es que la enfermedad se produce por acción de un agente etiológico que actuando sobre el huésped y rompiendo su equilibrio, altera su estructura anatómica y/o la función de los órganos, o del sistema involucrado. De este modo, la enfermedad, sea cual fuere el factor que la produzca depende en primer lugar, de la perturbación interna del organismo biológico, que producen los síntomas. En la actualidad, el modelo médico ha potencializado su eficacia con el apoyo de técnicas auxiliares de diagnóstico cada vez más sofisticadas (pruebas especiales de laboratorio, procedimientos neurofisiológicos, técnicas de imagenología, y otros que rápidamente se vienen generando). De este modo, precisada la enfermedad, el médico, ayudado por los conocimientos ofrecidos por la literatura científica y la experiencia de muchos otros casos analizados e informados, puede indicar el tratamiento más conveniente y señalar un pronóstico (Apreda, 2004). Existe un debate relacionado con los conceptos de salud y enfermedad en el campo de los tratamientos psiquiátricos, éste suele presentarse como una discusión entre naturalistas y normativistas (Kovacs, 1998 citado en Saborido, 2009). Por un lado, los naturalistas describen estos conceptos como nociones teóricas objetivas de ciencias como medicina o la fisiología, mientras que para los normativistas, esta 27 dicotomía salud/enfermedad está plagada de valores subjetivos y de prejuicios que poco tienen que ver con una presunta objetividad científica. El autor más relevante dentro del modo naturalista es Christopher Boorse y al igual que para el resto de los teóricos naturalistas, el concepto de normalidad biológica hace referencia al modo en el que los organismos biológicos llevan a cabo sus funciones fisiológicas características (Saborido, 2009). Así los naturalistas fundamentan la idea de normalidad biológica en el concepto objetivo y neutral de la función biológica. La forma en la que cada tipo de organismo normalmente funciona es diferente para cada especie, parece ser entonces que los individuos de una misma clase tienen una forma común de desempeñar sus funciones, esta forma común sería lo normal y un funcionamiento que no se ajuste a esta forma “común” es por lo tanto lo anormal. Esta creencia de que todos los miembros de una misma clase de organismos tienen un modo de comportamiento funcional característica es lo que podemos denominar como determinismo funcional y esto significa que dependiendo de la clase de organismo a la que pertenezcas, tienes un modo normal de funcionar. Si eres pez lo normal es que respires con las branquias. (Saborido, 2009). ¿Pero en qué punto salido de la norma, de lo más común se volvió sinónimo de enfermo o de algo que está mal? La enfermedad para los naturalistas se va a entender como la incapacidad para llevar a cabo todas las funciones fisiológicas típicas con un nivel característico de eficiencia. Salud es equivalente a funcionamiento normal y aquí normal significa representativo, usual, o mayoritario. Aquello que es más común entre los individuos de una misma clase es lo que corresponde con su diseño específico, lo que equivale a decir que es lo normal y por lo tanto que es lo sano. No obstante Amundson (1985) citado en Saborido (2009) señala que el determinismo funcional no tiene realmente una buena fundamentación biológica, pues lanaturaleza nos ha dado pruebas para creer que la variación entre los individuos de una clase es algo común y que no es sencillo clasificar a los normales. Del mismo modo que dentro los individuos de una misma raza hay una gran diversidad biológica, dentro 28 de una misma clase de referencia existe una gran variedad de modos de funcionamiento. Esta 0variedad proviene tanto de diferencias en el código genético como en el proceso del desarrollo individual de cada organismo. No es cierto que todas las partes de un organismo estén específicamente diseñadas para funcionar de una determinada manera, adaptando al individuo a su entorno. Es posible que haya una forma mayoritaria de funcionar para los humanos y los organismos vivos pero esto no significa que esta sea la única forma correcta. Los médicos han defendido que la preservación y restauración de la función normal debe ser el objetivo básico del cuidado médico, pues el funcionamiento anormal supone necesariamente una disminución de oportunidades para el individuo que lo sufre y un rechazo social (Saborido, 2009). La medicina se ocupa de una realidad biológica, que es independiente de nuestra conciencia y motivación. Tal como son las leyes de la física y la química, las leyes de la medicina son inalterables, una fractura de hueso es lo mismo en Martinica que en Australia. Aunque parezca paradójico, tal como el derecho o la religión, la medicina emplea criterios normativos para seleccionar lo que le interesa, y en su desenvolvimiento, construye una realidad social que es distinta y aislable. Existen atributos y determinaciones universales de la salud y enfermedad, pero la actitud del enfermo varía de una cultura a otra, el significado que le da a su enfermedad es muy diferente para cada cultura, inclusive, con relación a un mismo tipo de padecimiento. De modo que, aunque el daño fisiológico está en el origen de la enfermedad, ésta no la define, ni la determina en toda su extensión. La sociología médica contemporánea acuña a la enfermedad como un tipo de desviación de una cierta norma. Esta idea sobre la normalidad relacionada con la salud, presupone una evaluación humana y una imputación de significado social de lo que debe ser considerado como normal, adecuado o enfermedad. Enunciando así, el concepto de enfermedad o de salud resulta inherentemente evaluativo y la medicina dícese ser una ciencia neutral por lo que el estudio de la enfermedad debe ampliarse a 29 otras disciplinas fuera de la biología. (Mebarak, M., De Castro, Salamanca, y Quintero, 2009). Una vez delimitada la etiología orgánica que predomina en el paradigma psiquiátrico, realizaremos una revisión a los métodos de clasificación y diagnóstico que emplea la Psiquiatría con sus pacientes. 3.3 Diagnostico y Clasificación Un hecho verdaderamente trascendente en el campo de las enfermedades mentales, junto con el de la “explosión” en la utilización de los Psicofármacos, ha sido el de la clasificación sistemática y científica de los trastornos mentales. Frente a las clasificaciones demasiado genéricas, arbitrarias, de corte filosófico, empleadas a lo largo de la segunda mitad del siglo XX se ha intentado sistematizar los trastornos mentales en base a criterios comunes de tipo clínico y también etiopatogénico. Los triunfos del método científico en los dominios físico y orgánico llevaron a los psiquiatras del siglo XIX a pensar que los fenómenos anormales del comportamiento estaban gobernados por principios que podían suscribirse y enunciarse en forma de leyes. Uno de estos principios básicos era el de la existencia de formas distintas de trastorno mental; es decir, que es posible mediante el análisis clínico, describir comportamientos que pueden ser agrupados en síndromes estables. La forma de agrupar o recolectar estos comportamientos ha variado considerablemente con el paso del tiempo, llegando al máximo grado de operatividad con los modernos sistemas de diagnóstico donde en muy poco tiempo y a partir de muy pocos síntomas se establece un diagnóstico definitivo (Tizón, 1973). La concepción psiquiátrica tradicional parte del supuesto de que el diagnóstico consiste en un proceso de observación objetiva del paciente y que estas observaciones son representaciones más o menos directas de la realidad, y que las descripciones sintomáticas delimitan las entidades empíricas, es decir, cosas que 30 hallamos en el mundo y que se aparejan con las entidades reales como las personas y sus enfermedades (Cortés, Uribe y Vázquez, 2005). Los diagnósticos son construcciones que nos permiten caracterizar ciertas problemáticas humanas, se realizan mediante la observación, la recolección y el análisis de ciertos datos que el paciente lleva al consultorio. Es importante destacar que los diagnósticos no son una mera copia de la realidad son construcciones que tienen una utilidad para el diagnóstico, por ende no podemos tomarlos como una realidad en sí tal como los miedos, incertidumbres o deseos que las personas pueden tener. Los diagnósticos fácilmente son cosificados y tomados como verdades inamovibles, en cuanto esto ocurre, los mismos pierden su funcionalidad original y comienzan a tener otros usos cuestionables como la rotulación y la estigmatización (Mellor, y Aragona, 2009). Los diagnósticos psiquiátricos y psicológicos se establecen a partir de los signos y síntomas que las personas manifiestan. Se consideran síntomas a aquellos datos que las personas refieren y no pueden ser observados directamente por el clínico, como las descripciones subjetivas que da el paciente, tal como la sensación de vacío o el desgano por ejemplo, ya sean relatados por un familiar, un amigo o el terapeuta. Llamamos signos a aquellos elementos observables que no necesitan del relato de la persona y pueden ser percibidos directamente como el llanto, la sudoración excesiva, o manchas en la piel. La mayoría de los diagnósticos se realizan a través de relatos muy enredados y confusos que los pacientes hacen de su desesperación y que no permite en muchos casos realizar un diagnóstico certero (Camacho, 2006). Los diagnósticos pueden conducir a diversos fines que podemos identificar como positivos o negativos. Entre los fines positivos las utilidades principales de un diagnóstico en el campo de la psicología y psiquiatría son (Camacho, 2006) 31 1) Establecer una terapéutica particular en función del cuadro que el paciente presenta, esto requiere que contemos con tratamientos específicos para patologías específicas. 2) Evaluar la funcionalidad y gravedad de un paciente, identificando potenciales riesgos en función de la evolución y el pronóstico que ese trastorno puede llegar a tener. En algunos casos conocer el cuadro y tener un diagnóstico claro posibilita la derivación para una interconsulta. 3) Investigar, ya que en toda investigación es muy importante la homogeneización de la muestra, poder agrupar a los pacientes que tienen determinada patología, para eso deben poder establecerse diagnósticos fiables. 4) Tener un lenguaje común, al contar con diagnósticos universalmente aceptados, podemos compartir trabajos, investigaciones e información científica en donde estemos de acuerdo en un código común consensuado, que permita unificar criterios y diagnósticos. 5) Permitir tomar decisiones relacionadas con campos específicos, en muchas oportunidades se realizan Psicodiagnóstico o entrevistas para evaluar a una persona, ya sea a pedido de la escuela, la justicia o una empresa. En estos casos los diagnósticos, no tanto en el sentidode circunscribir a un cuadro determinado, sino en el de conocer ciertos rasgos de personalidad o problemáticas específicas pueden ser útiles para áreas particulares. Los fines negativos que un diagnóstico puede tener en el campo de la psicología y Psiquiatría son (Camacho, 2006) 1) Rotular a las personas, tomando a las mismas por el diagnóstico en sí, tratándolas como meras patologías, esto es no sólo un mal uso del diagnóstico, sino una forma de discriminación. Esta cosificación es frecuente en la práctica de la psicología y la psiquiatría, fundamentalmente con los pacientes con patologías crónicas, a veces surge por mala formación profesional y en general por una deshumanización de la práctica clínica en donde se privilegia la técnica y la teoría por sobre el genuino encuentro humano. Ejemplo: a veces a los pacientes en vez 32 de llamarlos por el nombre y pensarlos en función de su persona, se los llama por su patología o diagnóstico y entonces se habla de la anoréxica, la histérica, el adicto o el psicótico y de esta manera se les borra su subjetividad, ubicándolos en el lugar de objetos o subsumiéndolos en una patología que pareciera agotar su persona. 2) Explicar los hechos, respuestas o situaciones mediante los diagnósticos. Esto hace que los diagnósticos obturen la posibilidad de pensar, entender y reflexionar ya que se justifica todo en función de un diagnóstico, en vez de ampliar la mirada se establecen círculos cerrados que nada explican. 3) Atribuir sentidos o rótulos que funcionan como profecías autocumplidoras. Esto ocurre con frecuencia, en cuanto a alguien se lo encasilla en un lugar, se lo trata de esa manera y obviamente la persona tiende a responder a esa atribución significativa con un patrón que responde a la adjudicación previa. Ejemplo: una paciente mía fue tratada por sus padres, en complicidad con su psiquiatra como una psicótica, incluso se la medicó con antipsicóticos durante varios años, se le decía el diagnóstico, se la ubicaba constantemente en el lugar de enferma y la misma psiquiatra la amenazaba diciéndole que si dejaba la medicación se iba a brotar. La paciente no sólo no era psicótica, sino que dejó la medicación y el tratamiento y hace más de 7 años que no tiene ninguno de los supuestos síntomas atribuidos por el sistema. Es importante, más allá de cualquier diagnóstico, tratar a las personas como personas y no como patologías. A diferencia de los que ocurre en otras ramas de la Medicina la validez de los síndromes psíquicos no se sustenta en criterios lesionales de tipo físico por lo tanto ha sido necesario establecer un consenso, como veremos a continuación, en los hallazgos de diversos observadores, sobre el inicio, evolución, respuesta terapéutica, signos y síntomas específicos de las distintas formas de enfermedad mental para poder diagnosticar. Desde el inicio de este proceso de clasificación, a 33 principios del siglo XX hasta la actualidad, se han realizado muy variadas propuestas (Alarcón, 2010). Existen dos grandes sistemas clasificatorios reconocidos mundialmente, la Clasificación Estadística internacional de las enfermedades y problemas de salud (CIE-10) y el Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV). La CIE-10 fue confeccionada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y fue publicada en 1992, es un sistema oficial de códigos, documentos e instrumentos relacionados con la clínica y la investigación. El DSM-IV fue publicado en 1994 por la Asociación Americana de Psiquiatría y es un sistema de clasificación de los trastornos mentales que tiene la intención de proporcionar descripciones claras y precisas de las categorías diagnósticas, para que los clínicos y los investigadores puedan estudiar, diagnosticar e intercambiar información respecto de las mismas (Alarcón, 2010). El DSM es el libro de referencia más utilizado para el diagnóstico de las enfermedades mentales. La clasificación CIE es también ampliamente utilizada en todo el mundo, aunque esta última clasificación incluye todo tipo de enfermedades, y no sólo los trastornos mentales, como el DSM, lo que hace que sea una clasificación menos empleada en la actualidad, especialmente entre los médicos psiquiatras. El DSM fue desarrollado en un principio con el doble objetivo de tener una clasificación que se refiriera exclusivamente a las enfermedades mentales, y por otro lado, conseguir un método más objetivo para el diagnóstico y la investigación en Psiquiatría (Alarcón, 2011) Antes de la aparición del DSM, la comunicación entre los profesionales de salud mental, especialmente los de diferentes países, era escasa, lo que conducía al desarrollo de forma paralelas de distintas clasificaciones y criterios para agrupar y estudiar los trastornos mentales. El DSM nació con el objetivo de eliminar este obstáculo: la primera edición, (DSM-I) se publicó en 1952, e incluía 106 trastornos diferentes. La segunda edición, DSM-II, es de 1968. El número de trastornos se incrementó hasta un total de 140. Fue a finales de la década de los 60 cuando el National Institute of Mental Health (NIMH) americano apoyó un movimiento encaminado a normalizar el diagnóstico psiquiátrico. Antes de la aparición de estos 34 criterios, el diagnóstico en los Estados Unidos de Norteamérica se consideraba un elemento accesorio del proceso de análisis o interpretación de los casos psiquiátricos, debido a los fuertes hábitos psicoanalíticos de la mayoría de los especialistas, mientras en Europa se empleaba el glosario de la CIE para establecer un diagnóstico de alta a la salida de la institución en la que se encontraba el paciente. Sin embargo, la mayoría de los especialistas europeos diagnosticaban en función de los síndromes clásicos propuestos por Kraepelin, o en función de determinadas escuelas Alarcón (1991). El DSM-IV fue confeccionado a partir de datos empíricos, utilizando una metodología descriptiva, con la finalidad de mejorar la comunicación entre los clínicos y los investigadores de diferentes orientaciones. Por esa razón no tiene intención de explicar los trastornos mentales, ni proponer modelos terapéuticos para los mismos, ya sean psicológicas o farmacológicas y tampoco adhiere a una teoría o corriente dentro de la psicología o psiquiatría. Sin embargo las personas que lo confeccionaron tienen orientaciones particulares, por lo tanto este deseo, no es fácil de sostener en la praxis, razón por la cual, en algunas oportunidades se ven las influencias de determinadas escuelas Alarcón (1991). Por ejemplo es clara, aunque subrepticia, la orientación psicoanalítica presente en el trastorno límite de la personalidad, incluso el nombre mismo del cuadro, que suele ser criticado por muchos investigadores, ya que implícitamente alude a la diferenciación entre psicosis y neurosis y a cierto “límite” existente entre ambos. Estos conceptos de psicosis y neurosis son tan amplios e inespecíficos que muchos clínicos los cuestionan y algunos otros los consideran permitidos como formas clasificatorias. El manual está hecho para la clasificación de trastornos mentales y no de personas, en el mismo se proporcionan criterios diagnósticos específicos para cada cuadro. Estos criterios incluyen listas de características que deben estar presenten para establecer un diagnóstico. El DSM-IV debe ser utilizado por personas con experiencia y juicio clínico, además de contar con conocimientos profesionales y responsabilidad ética (Alarcón, 1991). En psiquiatría los criterios de validación de enfermedades no pueden ser aplicados de la misma forma y con la misma solvencia que en otras ramas
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