Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO PROGRAMA DE POSGRADO EN LETRAS FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS LA COSMOGONÍA PREHISPÁNICA COMO ABREVADERO SIMBÓLICO POÉTICO EN EL ALA DEL TIGRE DE RUBÉN BONIFAZ NUÑO TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE MAESTRA EN LETRAS (LETRAS MEXICANAS) PRESENTA MARIANA ORTIZ MACIEL Asesor: Israel Ramírez Cruz Mayo del 2012 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Largo es el tiempo de la muerte. Corto el que vivimos. Nada nos resguarda, del todo somos indigentes. Sólo nos ampara la belleza. R.B.N AGRADECIMIENTOS A Israel Ramírez, mi asesor, por su lectura siempre atenta y su amistad A todos los compañeros del Seminario, que han demostrado ser unos grandes necios de la poesía A Majito y Alejandra, por bravas y por sabias, por la fiesta que es tenerlas cerca A Vico, Rocío, Demián y Adrián, porque sus nombres son mi tribu ÍNDICE Introducción ………………………………………………………………..pp. 1-4 Capítulo 1. La presencia del universo de lo prehispánico en la poesía mexicana del siglo XX ……………………………………………………………………………….pp. 5-29 Capítulo 2. El humanismo prehispánico de Rubén Bonifaz Nuño ……………………………………………………………………………….pp. 30-47 Capítulo 3. La recreación del concepto de movimiento y otros símbolos de la cosmogonía náhuatl, dentro del poemario El ala del tigre de Rubén Bonifaz Nuño ……………………………………………………………………………….pp. 48-80 Conclusiones ……………………………………………………………………………….pp. 81-85 Bibliografía ……………………………………………………………………………….pp. 86-91 1 INTRODUCCIÓN La tesis que presento a continuación tiene como objetivo principal el realizar un análisis del poemario El ala del tigre, de Rubén Bonifaz Nuño, publicado por primera vez en el año de 1969, para descubrir cómo es que se incorporan y se resignifican dentro de él algunos de los símbolos y conceptos fundamentales de la cultura náhuatl. Antes de encauzarnos por completo a la lectura del poemario, me interesa dedicar un primer capítulo de este trabajo a exponer algunos de los fenómenos históricos y políticosque condujeron hacia una transformación de perspectivaen cuanto a la valoración del universo de lo prehispánico en nuestro país, a principios del siglo XX. Para esto, acudiré a los textos que han aportado diversos estudiosos de la materia como son: Miguel León Portilla, Guillermo Sheridan, Ricardo Pérez Montfort, Luis Villoro y Octavio Paz.Lo anterior nos servirá para iniciar la comprensión del contexto en que surge el poemario y como preámbulo para situar con todo cuidado la dedicación que Rubén Bonifaz Nuño ha tenido sobre este tema. Una vez asentados los principales motivos ideológicos que influyeron en este acercamiento de la vida artística e intelectual del México posrevolucionario a la cultura de los pueblos mesoamericanos,incluiré, como parte del mismo capítulo, una revisión al caso concreto de algunos poetasque exploraron el tema del pasado indígena, para indagar cómo es que formularon dicha presencia al interior de su poesía y revelar así cuáles son algunos de los rasgos que coinciden o que difieren en el tratamiento que dieron a este tema dentro de sus propuestas poéticas. Todo esto con la intención de detectar las diversas estrategias utilizadas como puntos de encuentro entre el lenguaje poético y el rescate de la 2 cosmovisión prehispánica, para después poder señalar con mayor precisión las aportaciones realizadas por Rubén Bonifaz Nuño en este campo. Para profundizar en los alcances de dichas aportaciones, me parece indispensable dedicar un segundo capítulo de esta tesis, a señalar la visión tan particular que BonifazNuño ha establecido en torno al aprendizaje de las culturas originarias de México. Para hacerlo, es necesario dar aconocer los proyectos culturales, de tipo colectivo e individual, que ha dedicado al rescate del legado de los pueblos prehispánicos, entre los que destaca la fundación del Seminario de Estudios para la Descolonización de México, cuyo objetivo es forjar una conciencia distinta sobre el pasado indígena, combatir el sentimiento de inferioridad que ha prevalecido en torno a éste y provocar así la posibilidad de transformar el presente de sus pueblos. Del mismo modo, es esencial mostrar los preceptos cardinales del trabajo teórico que ha dedicado a la interpretación de su cosmogonía, cuya característica principal consiste en dar mayor importancia a la lectura iconográfica de las piezas talladas más representativas de las culturas precolombinas, en su caso específico, de la olmeca y la náhuatl, que a los textos escritos provenientes de éstas. Si bien Bonifaz no se especializó en la antropología o en la historia, el enorme interés que ha tenido por generar una mejor comprensión de la forma de pensamiento de los antiguos habitantes de nuestro país, lo ha llevado a ser uno de los mayores estudiosos de este tema, a construir toda una metodología para aproximarse a los mensajes escritos sobre la piedra y finalmente, a plasmar sus conclusiones en diversos libros como son: Imagen de Tláloc, hipótesis iconográfica y textual, Hombres y serpientes. Iconografía olmecay Cosmogonía Antigua Mexicana, hipótesis iconográfica y textual. 3 Por último, un acercamiento a los numerosos ensayos de Bonifaz, dedicados al tema del pasado indígena, nos permitirá tambiénconocer los vínculos que ha descubierto entre la tradición humanista grecolatina y las culturas mesoamericanas, comorespuesta a su constante reflexión sobre el origen mestizo de nuestra cultura. La finalidad de este segundo capítulo, en su conjunto, será la de ubicar la interpretación que hace Bonifaz Nuño a la cosmogonía de las culturas mesoamericanas, porque de ésta se desprende lo que él considera el humanismo prehispánico, que guarda en sí una concepción única del hombre y de su relación con la realidad. Al conocer los planteamientos esenciales de Bonifaz sobre este humanismo prehispánico, en particular el de la cultura náhuatl, como son: la dinámica entre el hombre y lo divino, el lugar central del hombre en la creación y la preservación del universo y el profundo sentido del ritual de sacrificio en relación a esto, nos será posible reconocerlos en la experimentación simbólica de su poesía, en este caso, en su poemario El ala del tigre, cuyo análisis se llevará a cabo en el tercer apartado de esta tesis. El punto de partida para la lectura de El ala del tigre, es la aseveración de que forma y fondo son parte de un mismo impulso, de una misma tensión indivisible, como asevera Helena Beristáin en su libro Imponer la gracia, al referirse a la obra de nuestro autor: “Porque hay una precisión, una exactitud con que en su poesía el significante se adecua al significado y le sirve y con él se amalgama.” En este sentido, la estructura métrica de los poemas será un punto clave para sustentar las preguntas que regirán nuestro análisis:qué es lo que se está enunciando a través de esta forma determinada de tres estrofas de seis versos repetida en todos los poemas, qué implica la relación de correspondenciaque establecida entre las estrofas y cómo se recrea el modelo cosmogónico 4 de la cultura náhuatl, esencialmente su concepto de Movimiento, a través de este procedimiento poético. De esta manera, se propone que el manejo del espacio en los poemas es parte de su significado y para confirmarlo, habrá que detectar la carga simbólica establecida en ellos en relación al arriba y abajo de su propia forma, a la alianza entre lo aéreo y lo terrestre que representan y a la relación que guarda esto con el uso que se hace de la noción del híbrido yde la contraposición de los contrarios, dentro del poemario. Para sustentar la relación entre todos estos elementos con el pensamiento de la cultura náhuatl, voy a recurrir a las interpretaciones sobre sus símbolos y su mitología realizadas por distintos estudiosos del México prehispánico, como son: Laurette Séjourné, Octavio Paz, Alfonso Caso, Miguel León-Portilla, Alfredo López Austin, Federico González y el propio Rubén Bonifaz. De este modo, nos será posible detectar cuáles son los conceptos de la cosmogonía náhuatl presentes en la construcción de los poemas, cuáles son los mecanismos poéticos puestos en juego para recrearlos y cuál es la importancia de este proceso de resignificación en la fuerza simbólica y metafórica del poemario El ala del tigre como unidad. 5 CAPÍTULO I. LA PRESENCIA DEL UNIVERSO DE LO PREHISPÁNICO EN LA POESÍA MEXICANA DEL SIGLO XX A partir de la conquista española, que provocó el encuentro cultural más complejo y significativo que se ha dado en el territorio mexicano: el del enfrentamiento entre la visión del mundo occidental y la cosmogonía de Mesoamérica, se inauguró la historia de un pueblo que a través de los siglosno ha logrado liberarse de las rupturas de su origen. Son incontables las posturas que se han tomado desde entonces para confrontar esa distancia cultural, pero por la oposición que se establece entre ellas es posible plantear una división inicial: la de los movimientos que han negado y destruido la posibilidad de reconocer una herencia en la cosmovisión de los vencidos y la de las búsquedas individuales o colectivas por establecer un vínculo de entendimiento con aquel pasado. Un ejemplo muyrepresentativo de cómo se ha modificado la manera de encarar y significar el legado de los pueblos prehispánicos a través del tiempo, es la de los tres entierros de la Coatlicue. Esta escultura fue enterrada por los soldados españoles durante la toma de Tenochtitlán y no volvió a verse hasta el año de 1790 en que fue encontrada y situada en la Universidad de México por orden del virrey Revillagigedo, al ser considerada “un monumento de la antigüedad americana”, poco tiempo después se le atribuyó el peligro de generar un posible resurgimiento de prácticas idolátricas y se enterró de nuevo. En 1803 fue desenterrada a petición del explorador alemán Alexander von Humboldt, quien supo de su existencia por unas notas que escribió Antonio de León y Gama; una vez más, se permitió su exposición sólo por breve tiempo para después devolverla a la tierra, ya que su presencia seguía siendo perturbadora bajo la lectura de los cánones estéticos imperantes. 6 No fue sino hasta la Independencia de México que la Coatlicue fue desenterrada definitivamente1. Todo este proceso pone en evidencia las transformaciones interpretativas surgidas a partir del encuentro con un símbolo cuyo mensaje primigenio no puede comprenderse. A este respecto, Octavio Paz2 reflexiona sobre los cambios culturales que llevaron a esta escultura de ser diosa, a ser demonio, para finalmente ser comprendida como obra de arte. Esto quiere decir que su significado original está irremediablemente oculto para nosotros y ha sido la violencia contextual a la que ha sido sometida, la que ha modificado la forma en que nos impacta. Evidentemente, los propósitos de estas posturas ideológicas se transfiguraron con el cambio del México colonial al México independiente. Por la naturaleza misma de este trabajo, es imposible abarcar en su totalidad los procesos de transformación que se han dado en la percepción del universo prehispánico, incluso el testimonio de esto en la palabra escrita, que va desde la mirada de los cronistas hasta la de Sor Juana o Altamirano rebasa los propósitos de éste acercamiento. Ya que la finalidad de este estudio en su conjunto, es analizar la forma en que Rubén Bonifaz Nuño, un poeta mexicano de la generación del medio siglo, incorporó en su poesía la simbología de la cultura náhuatl, me limitaréen este capítulo a dar un panorama general sobre los motivos que condujeron a la recuperación del mundo prehispánico en el ámbito cultural de los años posteriores a la Revolución, para después aproximarme a este fenómeno en la obra específica de algunos poetas contemporáneos de Bonifaz. 1Fue hasta la Independencia de México que la Coatlicue fue desenterrada definitivamente, sin embargo, su lugar dentro del Museo de Antropología también fue cambiando, comenzando por permanecer casi escondida, hasta llegar a convertirse en una figura central dentro del museo. 2El texto en el que Octavio Paz reflexiona sobre las transformaciones interpretativas que ha sufrido la figura de la Coatlicue se titula “Diosa, demonia, obra maestra” y fue utilizado originalmente como prólogo al catálogo de una exposición de arte mexicano en Madrid, en el año de 1977. 7 Es un hecho que durante el siglo XIX hubo cambios importantes en la apreciación de los vestigios prehispánicos; la construcción del Museo Nacional de México data de 1825 y en él se guardaban ya algunas colecciones de arte precolombino que comenzaban a ser admiradas por su valor estético. La llegada de viajeros extranjeros, atraídos por las culturas originales de nuestro país, influyó profundamente en este proceso, al grado de que a finales de ese siglo se creó la ley de protección de los centros arqueológicos. Junto con el interés suscitado por las ruinas y las esculturas prehispánicas en función de una mirada hacia lo exótico, como testimonio de una realidad distante y desconocida, se produjo también en este tiempo una polémica en torno a dónde debía afianzarse el modelo de nación para un México autónomo. Mientras algunos dirigían esa búsqueda hacia los modelos extranjeros, especialmente Francia y los Estados Unidos, otros defendían la necesidad de asumir y dar seguimiento al legado hispánico; con lo que, finalmente, hubo también quienes comenzaban a inquirir en el propio pasado mexicano, en sus culturas originarias, el sustento para un proyecto de identidad nacional. Como nos señala Miguel León Portilla, las distintas propuestas derivaban de las múltiples perspectivas con la que se interpretó a la historia: Como puede verse, en la búsqueda de respuesta a los interrogantes que, de variadas formas, surgieron en nuestros países al acceder éstos a la vida independiente, la historia desempeñó un papel considerablemente grande. Unas veces tomar conciencia del pasado movió a rechazarlo y a mirar la experiencia de otras naciones para tratar de copiarla; otras, la conciencia histórica llevó a no querer desprenderse de lo que se presentaba como raíz insuprimible, bien sea la hispánica o la indígena o ambas.3 3Miguel León Portilla, “Historia, Identidad y Cultura Nacional en México”, Herencia Cultural en México, Obras completas, tomo III, p. 73. 8 En 1910 Porfirio Díaz mandó hacer la investigación y la restauración de las ruinas de Teotihuacán como parte de la celebración del centenariode la Independencia4. A pesar del simbolismo de esta fecha, no se planteó con este gesto una apreciación de aquel pasado como una posible fuente de identidad, más bien existía una intención de asumir las construcciones de aquellos pueblos como un patrimonio más del país, una riqueza estática que podía presumirse y compararse con el legado de las ‘altas’ culturas, como la egipcia, la griega o la mesopotámica. En este sentido, la Revolución mexicana supuso un verdadero parteaguas en cuanto a la revaloración del mundo indígena, ya que puso en evidencia que el proceso de esta recuperación era mucho más complejo de lo que suponía aquel ‘orgullo’, que no se cuestionaba las verdaderas implicaciones de ‘identidad’ que conllevaba el establecer una conexión cultural con el pasado prehispánico: La Revolución de 1910-1917 provocó en la conciencia de los mexicanos un poderoso deslumbramiento: la discordia –sus causas, desarrollo y efectos– actualizaba ante sus ojos una multiplicidad de realidades culturales soterradas por el tiempo, la geografía o la indiferencia. Al evidenciar la yuxtaposición de tiempos históricos y las geografías físicas y culturales, la Revolución asestaba un golpe de asombro, y de angustia, a la endeble conciencia de nación heredada del siglo XIX.5 Esta revolución, que en busca de un nuevo orden social mostró y removió esta “multiplicidad de realidades culturales”, puso fin a la polémica decimonónica mencionada 4Respecto a esto nos señala Sonia Lombardo Ruíz en su artículo “El pasado prehispánico en la cultura nacional”: Maximiliano de Hasburgo fomenta la protección y el estudio y la legislación de las antigüedades prehispánicas. El Gobierno de Porfirio Díaz retoma esta política en torno al patrimonio cultural nacional y la lleva a su culminación al crear, el puesto de conservador de monumentos, al dictar la ley sobre monumentos arqueológicos el 11 de marzo de 1897 y al expropiar los terrenos de la zona arqueológica de Teotihuacán para su conservación. 5 Guillermo Sheridan “Entre la casa y la calle: la polémica de 1932 entre nacionalismo y cosmopolitismo literario”, Cultura e identidad nacional, p. 578. 9 anteriormente. En definitiva, el modelo para la nación que se anhelaba llegar a construir no se buscaría ya en el extranjero; a partir de entonces, la raíz de lo ‘auténticamente mexicano’ y la realización de nuestra ‘independencia cultural’, se cifraría, por lo menos en el discurso oficial, en nuestros orígenes prehispánicos. Fue así como surgió una nueva concepción del mundo indígena y una conciencia sobre éste, conocida hoy en día como el indigenismo posrevolucionario: El indigenismo al que se dio lugar durante los años veinte y treinta tuvo, en sus inicios, la característica central de una doble dimensión, aparentemente contradictoria: por un lado se veía al indígena como algo extraño y distante, herencia de la visión decimonónica, pero, por otro, se le identificaba como una raíz “de nuestra más auténtica especificidad”. Retomando el “exotismo” –consistente en afirmar la condición de ente separado y ajeno pero a la vez atractivo– con el que se miraba lo indígena durante los años previos a la Revolución, y reconociendo la necesidad de incorporarlo como entidad propia de la “mexicaneidad”, el indigenismo daba cuenta de la inmensa gama de valores con que las culturas aborígenes mesoamericanas contribuían a la formación de la nacionalidad mexicana. Las ideas revolucionarias reconocieron al indígena como miembro fundamental del “pueblo mexicano” y enfilaron muchos argumentos a favor de su incorporación al proyecto nacional.6 Fue también durante estos años que la vida cultural mexicana se involucró activamente en el proyecto de forjar una nueva identidad nacional, al grado de que la obra de muchos artistas se encausó y sustentó en dicha ideología. El Estado apoyó considerablemente a la cultura, ya que ésta, al legitimar a la Revolución, legitimaba también al sistema político y se convertía así en un eficiente mecanismo para certificar su poder. Fue así como gran parte de los movimientos culturales de la época se institucionalizaron y se permearon de una retórica nacionalista. 6 Ricardo Pérez Montfort “Indigenismo, hispanismo y panamericanismo en la cultura popular mexicana de 1920 a 1940”, Cultura e identidad nacional, p. 530. 10 Las diversas disciplinas artísticas que abordaron y exploraron el tema de lo indígena, coincidían en algo: a través de ellas se emprendía una defensa y una valoración de lo ‘propio’, en busca de las características particulares de la ‘mexicaneidad’. Lo que diferenció a unas propuestas artísticas de otras fue el nivel de profundidad con que se aproximaron a esta temática; ya que mientras algunas de ellas se concentraron únicamente en un tratamiento folclórico y pintoresco de lo indígena, conduciendo así a la creación de estereotipos planos, otras procuraron ahondar en la complejidad de la cosmovisión de las culturas precolombinas y nutrieron sus creaciones en este abrevadero simbólico y mitológico. Esta recreación se manifiesta en el México moderno de muy diversas maneras, según sea el elemento del ser indígena que se repita. Podrá repetirse tan sólo un elemento superficial, casi cutáneo, del indio: su vivencia plástica en forma y color; aparecerá así un indigenismo pictórico que realizará, en el seno del espíritu del mestizo, posibilidades nuevas en un sentido visual casi perdido (encontramos un ejemplo en la pintura de Diego Rivera). O podrá renacer su sentido formal rítmico, en la música (como en algunas obras de Huizar, Carlos Chavés, Moncayo, Sandi, etcétera). Otras veces, el elemento del ayer que se repite será más hondo: se asumirán algunos elementos de la cosmovisión indígena, poéticos (como en MédizBolio, Andrés Henestrosa, etcétera) o míticos y religiosos (como en alguna pintura de José Clemente Orozco). Por fin, queda abierta la posibilidad de una recreación aun más honda, revivencia del espíritu religioso y filosófico indígena que habría de realizarse, al igual que en los anteriores casos, no como una simple reiteración de lo que fue, sino como apertura hacia nuevas posibilidades del espíritu filosófico indio.7 Paradójicamente, esta decisión de dar con la esencia de lo ‘genuinamente mexicano’, para solventar así una presencia nacional, emancipada de los influjos extranjeros, tuvo una onda influencia de los movimientos vanguardistas europeos, que como respuesta a la crisis 7 Luis Villoro, Los grandes momentos del indigenismo en México, p.223. En este libro Villoro plantea que el indigenismo es un proceso intelectual, en el que se pretende recuperar la figura del indio para poder integrarla al mundo moderno. 11 cultural8, dirigieron su mirada hacia las creaciones de las culturas preoccidentales, en busca de nuevos cauces de conocimiento. A partir del desarrollo de la ‘modernidad’ en el arte, se dieron este tipo de acercamientos; la enseñanza formal y espiritual emanada de los pueblos originarios fue fuente de inspiración para los artistas más arriesgados, tenemos por ejemplo el caso de la atracción que sintieron Pablo Picasso, Juan Gris y Georges Braque, creadores del Cubismo, por las formas de la geometría del arte africano. Muchos artistas e intelectuales mexicanos que viajaron al viejo continente, trajeron consigo este cambio de perspectiva estética e ideológica. Entre ellos está el caso de dos hombres que tuvieron un profundo impacto en el desarrollo del llamado ‘nacionalismo posrevolucionario’, Diego Rivera y José Vasconcelos: La búsqueda de respuestas por parte del hombre europeo también ayudó a que México pudiera asomarse a sí mismo, reevaluarse. Varios de los más distinguidos intelectuales delMéxico de principios de siglo compartían un entusiasmo por las culturas preoccidentales como Grecia o India o las culturas prehispánicas: Entre ellos destaca la figura de José Vasconcelos quien jugará un rol fundamental en el surgimiento del movimiento nacionalista mexicano de los años veintes. Vasconcelos opone al modelo de una Europa decadente, el nacimiento de nuevos mundos e indaga –en sintonía con el hombre occidental–, una identidad a partir de culturas preoccidentales.9 He mencionado brevemente el contexto del encuentro entre la vida cultural mexicana posrevolucionaria y la temática del mundo indígena, ya que dentro del ámbito literario se gestaron también una serie de discusiones y de tomas de postura en torno a esta cuestión. Podemos mencionar por ejemplo, la participación de algunos de los integrantes del Ateneo, 8 Muchos de estos movimientos vanguardistas incluían como parte de su propuesta una actitud combativa hacia el pensamiento racional y los modelos culturales de progreso, ya que existía un profundo desencanto frente a todo aquello que condujo a la Primera Guerra Mundial. 9Mariana Villanueva, “Tradiciones musicales de México e identidad nacional, 1930-1940” en La identidad nacional mexicana en las expresiones artísticas. Estudios históricos y contemporáneos., p.150. 12 como Antonio Caso10, quien escribió El pueblo del Sol, un libro fundamental para aproximarse a las formas de la cultura azteca o la labor comprometida de Alfonso Reyes y José Vasconcelos, quienes también ahondaron en estos territorios, aun cuando el enfoque de sus percepciones fue muy distinto; ya que mientras el primero comprendía la herencia precolombina como una más de las riquezas y las posibilidades de aprendizaje del mundo moderno, el segundo veía en ésta una parte del camino para engendrar un nuevo destino universal: el de la “Raza Cósmica”11. Por otro lado, el grupo de Contemporáneos se enfrentó a ciertos escritores, que se concebían a sí mismos como los Nacionalistas, en una serie de debates en torno al contenido, el propósito y la intención que debía guardar el arte. La postura de Contemporáneos como grupo siempre se inclinó a rechazar la idea de utilizar el arte con la finalidad de legitimar a la Revolución y de servir como estrategia en la realización de aquel proyecto de nación, tan ferozmente defendida por algunos intelectuales. Jorge Cuesta y Emilio Abreú Gómez sostuvieron una larga discusión epistemológica en torno a esto; el primero de ellos argumentaba que el arte debía liberarse de cualquier contenido moral o ideológico para poder realizarse plenamente y acceder así al conocimiento universal, más allá de los límites de lo histórico y lo político, mientras que el segundo insistió encarnizadamente en que esa era una postura ‘afeminada’12 que no cooperaba con el 10 Antonio Caso es reconocido como uno de los precursores de la filosofía de lo mexicano que más adelante será trabajada también por autores como Samuel Ramos, Leopoldo Zea y Octavio Paz. 11 “La Raza Cósmica” es un concepto que proviene de un texto escrito por José Vasconcelos en el año de 1925, en él se proponen las posibilidades de desarrollo de una raza cósmica o quinta raza, que surge a partir del intenso mestizaje de Latinoamérica y que puede dar como resultado la creación de una raza superior, en la que se mezclan las sangres más importantes de todo el mundo. Una característica esencial de lo que Vasconcelos propone a través de dicho ensayo, es que este proceso de fusión interracial sólo puede llevarse a cabo a través del mestizaje que históricamente ha sido emprendido por los latinos: “Los pueblos llamados latinos, por haber sido más fieles a su misión divina de América, son los llamados a consumarla. Y tal fidelidad al oculto designio es la garantía de nuestro triunfo” 12 Este concepto surge de un texto de Julio Jiménez Rueda, titulado “El afeminamiento de la literaturamexicana”, publicado por primera vez en El Universal, en el año de 1924. 13 crecimiento nacional. Como señala Guillermo Sheridan, este tipo de discusiones fueron sumamente enriquecedoras para la vida intelectual mexicana de aquellos años, ya que frente a tales cuestionamientos en torno a cuál debía ser el objetivo de la literatura, los escritores se vieron en la necesidad de sustentar teóricamente sus argumentos: Uno de los problemas más interesantes que la Revolución suscitó en el campo de lo literario: el que se refiere al debate entre la creación de una literatura de signo nacionalista abocada a edificar la auténtica nacionalidad a partir del corte impuesto por la Revolución y una literatura que optaba por la naturaleza misma de sus intereses, sus temas, sus procedimientos, por contener, criticar y reflejar la nacionalidad sin convertirla en un propósito temático, estilístico e ideológico privilegiado por la historia inmediata.13 El hecho de que este grupo se negara a encauzar su creación artística a un fin nacionalista, no impidió que algunos de sus integrantes exploraran en su obra poética el imaginario del mundo indígena, entre ellos destaca el caso de Bernardo Ortíz de Montellano14 y el de CarlosPellicer15. Interrumpo aquí el recuento del contexto histórico en el que se forjó esta atracción del mundo intelectual posrevolucionario por el pasado indígena para iniciar un recorrido, apegado a un orden cronológico, a través de la obra de ciertos poetas a los que me parece indispensable mencionar en este capítulo, pues representan algunos de los más importantes acercamientos a este abrevadero temático. Presento a continuación el fragmento de un poema de Pellicer, de su libro titulado Piedra de sacrificios; poema iberoamericano, publicado en el año de 1924, para comenzar 13 Guillermo Sheridan “Entre la casa y la calle: la polémica de 1932 entre nacionalismo y cosmopolitismo literario”, Cultura e identidad nacional, p. 580. 14Además de que aborda el tema de lo indígena en algunos de sus poemas, como es el caso de Primero sueño, Ortíz de Montellano realizó una labor muy importante con las obras de teatro que organizó en La casa del estudiante indígena. 15El tema de lo prehispánico aparece en su obra poética y además de esto Pellicer participó en la construcción del Museo de Sitio de Monte Albán y tuvo una importante colección de arte indígena. 14 a exponer cómo fue que se abordó la temática de la simbología prehispánica en el caso específico de algunos autores: Caballero Águila, tráeme en el ojo una estrella. Pero líbrala de las puestas de sol. ¡Muy alta es mi tristeza! Caballero tigre, tráeme unas ramas de roble. Pero que estén huracanadas. La vida, feroz mi tristeza recorre, como en el reinado de Motecuhzoma, vendrán hombres blancos, y será por el Norte. A cacerías de estrellas me han invitado los dioses y a casi todas he ido, pero con otro nombre…16 Este poema resulta especialmente significativo para reconstruir una breve historia de cómo se fue consolidando la aparición de la cosmovisión prehispánica en el imaginario de la poesía mexicana del siglo XX. En él se encuentran presentes ciertas estrategias poéticas tales como: el uso del concepto de los guerreros Águila y Tigre como símbolo emblemático de la cultura náhuatl, la contraposición de tiempos históricos con referencia a las secuelas de la Conquista y el manejo de la sintaxis que evoca o imita lo que se ha concebido, por lo menos a partir de las traducciones, como la lírica náhuatl:“¡Muy alta es 16 Carlos Pellicer, “Elegía”, Piedra de sacrificios; poema iberoamericano, México, Promexa editores, 1979, p. 38. 15 mi tristeza!”, recurso explorado despuéspor otros poetas, entre ellos, Rubén Bonifaz Nuño en su poemario El ala del tigre, que analizaremos más adelante. Antes de avanzar en este recorrido, para encauzarnos al caso de algunos poetas que son generacionalmente más cercanos a Bonifaz, e indagar de qué forma recuperaron el universo de lo prehispánico dentro de su obra, me detendré en el caso de dos escritores, cuya obra fue fundamental para la construcción de este acercamiento dentro de la literatura mexicana. Uno de ellos es Antonio MedizBolio, originario de Yucatán, hablante de la lengua maya, debe destacarse su labor como traductor muchas de las leyendas de estos pueblos, que hasta entonces se comunicaban únicamente de forma oral. A él se debe, entre otras cosas, la traducción de uno de los textos mayas fundamentales: el Chilam Balam de Chumayel17. En una carta enviada a Alfonso Reyes, quien sería el encargado de hacer el prólogo a la primera edición de su libro La tierra del faisán y del venado18, MedizBolio nos presenta, en gran medida, su perspectiva sobre el mundo indígena: He pretendido hacer una estilización del espíritu maya, del concepto que tienen todavía los indios –filtrado desde millares de años– de sus orígenes, de su grandeza pasada, de la vida, de la divinidad, de la naturaleza, de la guerra, del amor, todo dicho con la mayor aproximación posible al genio de su idioma y al estado de su ánimo en el presente. Le repito, para explicarme, que he pensado el libro en maya y lo he escrito en castellano. He hecho como un poeta indio que viviera en la actualidad y sintiera, a su manera peculiar, todas esas cosas suyas. Los temas están sacados de la tradición, de huellas de los antiguos libros, del alma misma de los indios, de sus danzas, de sus actuales supersticiones (restos vagos de las grandes religiones caídas) y, más que nada, de lo que yo mismo he visto, oído, sentido y podido penetrar en mi primera juventud, pasada en medio de esas cosas y de esos hombres.19 17El Chilam Balam de Chuyamel es el libro más importante de los Chilam Balams, textos sagrados escritos por los sacerdotes mayas en Yucatán, durante la conquista española. 18La tierra y el faisán, que es considerado el libro más importante de Médiz Bolio, y en el que se relata el origen y la desaparición de los pueblos mayas, fue publicado por primera vez en Buenos Aires, en el año de 1922, con un prólogo de Alfonso Reyes e ilustraciones de Diego Rivera. 19Antonio Médiz Bolio, La tierra del faisán y del venado, México, Editorial Dante, 2008, pp.8-9. 16 Esta visión frente al rescate de la cultura maya lo convierte en uno de los primeros escritores del siglo XX en acercarseal humanismo prehispánico, a su cosmovisión, es decir, a su forma de concebir y experimentar conceptos tan importantes como el de la guerra, la divinidad o el amor, no sólo rebasando así los límites de una mirada folclorista, sino también mostrando su preocupación por la realidad actual de dichos pueblos. La suya, es una de las aproximaciones literarias más importantes por comprender la sabiduría y la sensibilidad del mundo indígena maya, como se puede constatar en su poesía y en su prosa poética, a través de la cual define lo que él concibe como la relación tan peculiar que tiene el indio con la realidad; sirva como ejemplo el siguiente fragmento de La tierra del faisán y del venado: Sin que nadie se las haya dicho, el indio sabe muchas cosas. El indio lee con sus ojos tristes lo que escriben las estrellas que pasan volando, lo que está escondido en el agua muerta del fondo de las grutas, lo que está grabado sobre el polvo húmedo de la sabana en el dibujo de la pezuña del ciervo fugitivo. El oído del indio escucha lo que dicen los pájaros sabios cuando se apaga el sol, y oye hablar a los árboles en el silencio de la noche, y a las piedras doradas por la luz del amanecer. Nadie le ha enseñado a ver ni a oír ni a entender estas cosas misteriosas y grandes, pero él sabe. Sabe, y no dice nada. El indio habla solamente con las sombras. Cuando el indio duerme su fatiga, está hablando con aquellos que le escuchan y está escuchando a aquellos que le hablan. Cuando despierta, sabe más que antes y calla más que antes.20 Por otra parte, tenemos el caso de Andrés Henestrosa, el cual nos resulta indispensable mencionar, ya que él recorrió el camino del entendimiento entre las lenguas indígenas y el castellano en el sentido inverso. Andrés Henestrosa nació en San Francisco Ixhuatán, Oaxaca, su lengua materna es el zapoteco y en 1923, a la edad de quince años, llegó a la ciudad de México para pedirle una beca a Vasconcelos. Desde entonces se convirtió en un puente fundamental para la comprensión entre estas dos culturas. Su caso es 20 Antonio MedizBolio, Ibidem, p. 15. 17 muy particular, ya que él llevó hasta su poesía escrita en español, su formación indígena. Como en el caso Mediz Bolio, también él concibió como indispensable rescatar las historias zapotecas comunicadas por medio de la oralidad. Su primer libro titulado Los hombres que dispersó la danza, publicado por primera vez en 1929, gracias al apoyo de Antonieta Rivas Mercado, nos presenta una serie de leyendas zapotecas traducidas metafóricamente a la lengua oficial de su país. Él se refiere a este encuentro como su proceso de hispanización y en él está cifrado un vínculo irremplazable entre estos dos mundos. Como él mismo lo señala su vida implicó una serie de transformaciones, pero nunca un distanciamiento de su origen: Yo vengo como todos los hombres, de muy lejos, de muy abajo; pertenezco a la despeinada, descalza y hambrienta multitud mexicana, y he peleado, desde que me acuerdo, por ser mañana distinto al de hoy y pasado al de antier; ser distinto cada día ha sido mi lucha, pero siempre con un horizonte y sin dejar de ser aquel que descalzo anduvo en su niñez.21 Me parece importante mencionar el caso de estos dos autores, ya que a la par de su labor como traductores, su obra poética fue fundadora de enlaces entre la poesía escrita en lengua castellana y la cosmovisión de los pueblos mesoamericanos. El tratamiento dado por ellos a esta causa se opone a lo que tristemente muchos otros fueron convirtiendo en un discurso gastado, pervertido por intereses políticos, que estancó la imagen del indio en un estereotipo superficial, que poco tenía que ver con la verdadera complejidad de su realidad y no se interesaba por comprender a fondo el pasado y el presente de su cultura, como lo señala Ricardo Pérez Montfort: 21 Fragmento de la obra Retrato de mi madre, publicado en 1940. 18 A principios de los años cuarenta, una vez establecido el estereotipo, constantemente repetido en los medios de comunicación masiva, el indigenismo y la reivindicación del pasado prehispánico en la cultura popular urbana se estancó. Incorporado al discurso estatal y con una serie de instituciones burocráticas que debían encargarse de sus asuntos, el acartonamiento y los lugares comunes permearon su aparición en teatro, pantalla y prensa popular. Con el afán de desmontar los aparatos estatales creados durante el cardenismo ligados a la educación y a la promoción cultural y económica en las comunidades indígenas, los regímenes de Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán, insistieron en la connotación folclórica de los integrantes de dichas comunidades restándole peso a la reivindicación social. A pesar de la presencia que los indígenas han tenido en la cultura, en la economía y en los planes políticos de los años subsiguientes, para la cultura popular urbana éstos parecieron abandonar su condición real para diluirse en el estereotipo gestado en los años veinte y treinta, el cual los despolitizó y estableció su ‘típico’ patrón de ‘mexicaneidad’ conlos lugares comunes del discurso nacionalista; además, magnificó las connotaciones mitológicas y soslayó los valores culturales propios a merced de los intereses comerciales de los medios de comunicación.22 Habiendo trazado a grandes rasgos el panorama de algunos de los primeros acercamientos de la palabra poética a la cosmovisión prehispánica, durante los años posteriores a la Revolución, me enfocaré ahora en analizar el caso concreto de ciertos poetas que reformularon dicha presencia simbólica dentro de su poesía. A partir de la década de los cuarenta, como vimos en la cita anterior, el indigenismo se estancó y se despolitizó dentro de la cultura popular urbana, la obra de estos poetas se convirtió en una vía alternativa para abordar el tema de lo prehispánico a través de una recepción distinta. Comienzo con Octavio Paz, pues su poesía representa un caso paradigmático del cambio de percepción estética producido a través del contacto con las vanguardias europeas y que, como habíamos mencionado anteriormente, influyeron en la revaloración de las culturas primitivas. El propio Paz menciona esto en uno de sus ensayos: En la recuperación del arte prehispánico de México se conjugaron dos circunstancias. La primera fue la Revolución mexicana, que modificó profundamente la visión de nuestro pasado. […] No es extraño que, deslumbrados por los restos brillantes de la antigua 22 Ricardo Pérez Montfort, “Un nacionalismo sin nación aparente. (La fabricación de lo “típico” mexicano 1920-1950) Política y Cultura, núm. 12, p. 190. 19 civilización, recién desenterrados por los arqueólogos, los mexicanos modernos hayamos querido recoger y exaltar ese pasado grandioso. Pero este cambio de visión histórica habría sido insuficiente de no coincidir con otro cambio en la sensibilidad estética de Occidente. […] El arte moderno de Occidente, que nos ha enseñado a ver lo mismo una máscara negra que un fetiche polinesio, nos abrió el camino para comprender el arte antiguo de México.23 Para Octavio Paz, heredero de estos dos acontecimientos, ese cambio de sensibilidad estética se suscitó principalmente a través de su relación con el Surrealismo. La propuesta de esta vanguardia no se cifraba únicamente en una insurrección artística, sino también, en una postura vital que buscaba transgredir el orden impuesto por el pensamiento racionalista, reinventar el vínculo y la interacción entre los distintos planos de la realidad y diluir las distancias entre el ‘yo’ y lo ‘otro’. A través de estas transformaciones de perspectiva, se defendió el concepto de la ‘no contradicción’, consolidada dentro de la poesía como una nueva forma de asociación.24 La atracción experimentada por los integrantes del movimiento surrealista hacia la cosmogonía de los pueblos primitivos se sustenta, justamente, en que éstos no vivieron la fragmentariedad de la lógica racionalista y por lo tanto, fueron capaces de pactar con aquello situado en el misterio. Según esta lectura, su experiencia de la realidad era más intensa, pues lograban comunicarse con ella a través de un ritmo universal de asociación, donde la parte es imagen del todo, en la que lo real y lo maravilloso se confunden en un mismo impulso creador: “Como se sabe, los surrealistas 23 Octavio Paz, “El arte de México: materia y sentido”, Los privilegios de la vista II, Obras completas, Tomo 7, p. 79. 24 En el primer manifiesto Surrealista, André Breton presenta la teoría que Pierre Reverdy postuló acerca de la creación de imágenes: La imagen es una creación pura del espíritu. La imagen no puede nacer de una comparación, sino del acercamiento de dos realidades más o menos lejanas. Cuanto más lejanas y justas sean las concomitancias de las dos realidades objeto de aproximación, más fuerte será la imagen, más fuerza emotiva y más realidad poética tendrá... 20 buscan modelos fuera de la literatura, en el arte y en la etnología de las civilizaciones autóctonas desaparecidas, donde lo maravilloso germina con naturalidad y afecta la sensibilidad por su poder de revelación y de liberación de restricciones mentales.”25 A partir de su encuentro con un movimiento cultural concentrado en las potencias imaginativas del hombre se apostó por la posibilidad de hacer entrar en contacto realidades aparentemente distantes y liberar así al arte de las restricciones racionalistas de Occidente, Octavio Paz reconoció en las antiguas culturas de su país, una cosmovisión que comunicaba profundamente con la naturaleza misma de la poesía, a través de la ‘analogía universal’: “La fusión entre lo literal y lo simbólico, la materia y la idea, la realidad natural y la sobrenatural, es una nota constante no sólo en el arte maya sino en todos los pueblos de Mesoamérica.”26 Su primer ensayo sobre el arte precolombino, escrito en el año de 1947, titulado Escultura antigua de México, el poeta reconoce el valor que tuvo para los artistas modernos el hallazgo de la libertad de asociación de aquellas culturas y la naturalidad con la que enlazaron la imaginación y la realidad en ese tejido inagotable de ‘correspondencias mágicas’: La seducción que ejercen los llamados pueblos primitivos sobre los modernos es la de la libertad. En esas viejas culturas […] el artista moderno encuentra que lo individual y lo social no se oponen ni se complementan […] La imaginación y la realidad se dan la mano y se confunden: ya no se sabe dónde termina la primera y dónde principia la segunda. Ninguna regla, ninguna convención parecen servir de contrapeso al soplo de la fantasía; este mundo de correspondencias mágicas está regido por la imaginación en libertad;gracias a ella la diosa de la muerte es también la de la vida, la serpiente es alada como las águilas, una pluma desprendida del sol fecunda a la estéril y hace nacer al héroe.27 25 Hugo. J. Verani, “Mariposa de obsidiana”: una poética surrealista de Octavio Paz, Op. Cit. p. 245. 26 Octavio Paz, “Reflexiones de un intruso”, Los privilegios de la vista II, p. 141. 27 Octavio Paz, “Escultura antigua de México”, Los privilegios de la vista II, p. 89. 21 Según esta interpretación, en la cosmovisión prehispánica se cumplía lo que los surrealistas anhelaban para el mundo: un lugar donde los mitos, los rituales, la magia y el espacio de lo sagrado, son parte de la vida cotidiana de un pueblo. Tal vez fue esto lo que condujo a AntoninArtaud y más tarde al propio Bretón a viajar a México. Quizá estos hombres imaginaron que en dicho país aún se podía entrar en contacto con los vestigios de una realidad no fragmentada por las relaciones de utilidad, por el miedo o por las imposiciones sociales y morales de su tiempo: “En la imaginación surrealista el pacto de los contrarios revela la nostalgia de un estado ancestral impenetrable a la escisión y a la fragmentación.”28 Las circunstancias históricas de Octavio Paz, unidas a su sensibilidad poética y al encuentro con el arte moderno, lo llevaron, según la opinión de varios críticos, a ser uno de los primeros en explorar a través de su poesía el universo mítico y simbólico de las culturas precolombinas.Su acercamiento a esta fuente no tuvo una intención propiamente nacionalista o folclorista, sino que se generó a partir de una nueva conciencia de la otredad: La adhesión de Paz al surrealismo coincide con su afinidad con la cultura indígena prehispánica, subyacente en el inconsciente mexicano. De la convergencia de la herencia ancestral con una actitud surrealista, con el poder mágico y transmutador de la palabra poética, de la imaginación y el deseo, nace una realidad viviente más allá del tiempo y del espacio que permite vislumbrar la analogía universal. Estaconjunción del surrealismo con la mitología mesoamericana (“surréalismetellurique” en palabras de Alain Bosquet), desencadena la imaginación de Paz para internarse en un tiempo mítico y cobrar conciencia de la otredad. Un telurismo, que excluye, por cierto, toda descripción simplista o pintoresca del paisaje o de las costumbres americanas.29 28Hugo J. Verani, “Mariposa de obsidiana”: una poética surrealista de Octavio Paz, p. 250. 29 Hugo J. Verani, Op. Cit. p. 243. 22 Aún cuando el propio Paz llegó a reconocer que nunca se alejó del todo del surrealismo: “Fui surrealista en un momento de mi vida; procuro no ser infiel a ese momento…”30 y de que los motivos prehispánicos o las resonancias de ese mundo siguen presentes a lo largo de prácticamente toda su obra, como se puede constatar en su poemario Árbol adentro que reúne los poemas escritos entre 1976 y 1986, y en donde se incluye un poema dedicado al surrealismo, “Esto y esto y esto”y uno dedicado a la Coatlicue, “Petrificada, petrificante”, es posible establecer que son tres los libros en los que más decisivamente se tocan estas dos vertientes: Semillas para un himno (1943-1948), ¿Águila o sol? (1949-1950), y La estación violenta (1948-1957). Como se puede constatar en las fechas de realización de estos libros, por lo menos una parte de ellos fue escrita durante la estancia de Paz en Francia, lo cual nos lleva a deducir que todos ellos estuvieron influidos por su relación con el surrealismo. Presento a continuación una parte de su poema “Mariposa de obsidiana”, del libro ¿Águila o sol?, para ejemplificar el fenómeno poético inaugurado a partir de este encuentro entre el influjo surrealista y la simbología prehispánica: Mataron a mis hermanos, a mis hijos, a mis tíos. A la orilla del lago de Texcoco me eché a llorar. Del Peñón subían remolinos de salitre. Me cogieron suavemente y me depositaron en el atrio de la Catedral. Me hice tan pequeña y tan gris que muchos me confundieron con un montoncito de polvo. Sí, yo misma, la madre del pedernal y de la estrella, yo, encinta del rayo, soy ahora la pluma azul que abandona el pájaro en la zarza. Bailaba, los pechos en alto y girando, girando, girando, hasta quedarme quieta; entonces empezaba a echar hojas, flores, frutos. En mi vientre latía el águila. Yo era la montaña que engendra cuando sueña, la casa del fuego, la olla primordial donde el hombre se cuece y se hace hombre.31 A partir del fragmento de un solo poema, se pueden rastrear toda una serie de recursos poéticos que van desde la resignificación de la mitología azteca, encarnada en la figura de 30 Octavio Paz, La búsqueda del comienzo, p. 17. 31 Octavio Paz, “Mariposa de obsidiana”, ¿Águila o sol?, México, FCE, 1987. p. 46. 23 su diosa Izpapálotl, hasta la superposición de planos históricos y la ruptura de la linealidad temporal, con las que Paz explorará constantemente en su poesía, como podemos constatar en dos de sus poemas más representativos: Himno entre ruinas y Piedra de sol. Al combinar el tratamiento surrealista de las imágenes, en donde dos realidades distintas se ponen en contacto para develar que no son ajenas, con aquella forma de conjurar y conjugar a la realidad propia de la cosmogonía prehispánica, en donde participa también la coexistencia dinámica de los contrarios, Octavio Paz consigue una novedosa fuerza metafórica para el lenguaje, rechazando el pensamiento racional unilateral en busca de las correspondencias, lo que él nombró dentro de su poética como la analogía.32 Indudablemente, falta mucho por decir sobre las aportaciones que Octavio Paz realizó en el territorio del encuentro entre la poesía y la cosmogonía de los pueblos mesoamericanos, sin embargo, con lo expuesto hasta aquí se pone en evidencia la enorme importancia de sus experimentaciones en el hallazgo de un nuevo caudal metafórico y simbólico para la poesía mexicana. Ubicándonos ahora en los años posteriores, podemos mencionar el caso de Jaime Labastida y su obra mientras formó parte de La espiga amotinada33, un grupo conformado por cinco jóvenes poetas, que en el año de 1960, publicaron su primer libro con título homónimo. El poeta catalán Agustí Bartra, amigo y cómplice de los integrantes, se refiere al propósito de su búsqueda poética en el prólogo de este proyecto común: “reivindica el 32La analogía, que Helena Beristáin define en su Diccionario de retórica y poética, como una relación de semejanza del significado entre dos términos, es comprendida por Octavio Paz, en su libro El arco y la lira, como la metáfora en la que la alteridad se sueña unidad y la diferencia se proyecta ilusoriamente como identidad. 33Los cinco integrantes de La espiga amotinada fueronn: Jaime Labstida, Óscar Oliva, Juan Bañuelos, Eraclio Zepeda y Jaime Augusto Shelley. Como grupo publicaron dos libros: La espiga amotinada y Ocupación de la palabra. 24 derecho de la poesía a ser acontecimiento”. Esta frase representa en gran medida la actitud que distinguió a dicha agrupación, cuya ideología defendió la necesidad de establecer correspondencias entre la palabra poética y su función social, para lo cual era indispensable imponer frente a la realidad de su tiempo una mirada crítica, agresiva, insobornable, que denuncia lo que observa con el fin de transformarlo. Hago mención de todo esto, ya que dentro de su obra se utiliza constantemente la resignificación de motivos emblemáticos del universo prehispánico como estrategia poética. Sirva como ejemplo el siguiente poema de Labastida, quien retomó algunos de los símbolos de la cultura azteca para exponer con ellos la necesidad de recuperar la fuerza combativa que distinguió a su cultura: ¡Sangre! ¡Qué mi dolor se haga poesía! ¡Mueran los tibios, los ausentes! ¡Para que arda la vida, los dioses piden sangre! Coatlicue, ¿acaso miento? El espíritu de la tierra me preside. Desde el mendigo al pan hay un camino que recorro. Pido la dignidad para mi raza. Soy un hereje en este pueblo que camina debajo de la sombra. ¿Por qué la tranquilidad en una isla? ¿Para qué desear la eternidad? ¿Por qué prados de flores? ¡Fuera! ¡Calcémonos espinas! Si yo soy una espina si soy una daga que hace daño, no me pido perdón por los dolores que me causo, ni les pido perdón por la herida que les abro, hermanos en mi sangre. ¡Gritemos!34 34 Jaime Labastida, “El descenso”, La espiga amotinada, p. 238. 25 En el caso específico de este poema, algunos de los símbolos fundamentales de la cultura náhuatl como: la sangre, las espinas o la propia mención de la diosa Coatlicue,35son utilizados con el fin de aludir a la actitud guerrera de aquellos pueblos, por eso se habla también del espíritu de la tierra, de la hermandad y de la raza, con la intención de señalar como una herencia asequible la potencia de las culturas originarias de México. En este caso se condena a la palabra poética que se establece como un refugio, como una salvación de la realidad y se reclama la necesidad de concebirla como un gesto que violente a la indiferencia, como un hecho capaz de abrir una herida, reivindicando así el profundo sentido del dolor y el sacrificio, enseñanza fundamental de aquellos pueblos. Otro caso importante de mencionar es el de Efraín Huerta, un poeta que sustentó a lo largo de su obra una visión crítica de la realidad de su país y una constante reflexión sobre las causas del malestar del pueblo mexicano. Es especialmente interesante en este sentido que el poemario en el que más concretamente aborda el tema del pasado indígena: Tajín y otros poemas, se concentra sobre la visión de estas ruinastotonacas. Las ruinas, bajo la lectura de Huerta, encarnan en su propia materialidad una ausencia que guarda la gravedad de lo que estuvo ahí. Son la evidencia de una forma de vida forzada a desaparecer: Todo es andar a ciegas, en la fatiga del silencio, cuando ya nada nace y nada vive y ya los muertos dieron vida a sus muertos y los vivos sepultura a los vivos. 35 Es una de las figuras más importantes del panteón azteca. Se le conoce también como: “la de la falda de serpientes” y es la imagen de la diosa madre de la tierra. Se ha interpretado como la expresión femenina de Ometéotl, la divinidad dual y en algunas de las leyendas se le presenta como la madre de Huitzilopochtli, el dios del sol y de la guerra, para la cultura mexica. 26 Entonces cae una espada de este cielo metálico y el paisaje se dora y endurece o bien se ablanda como la miel bajo un espeso sol de mariposas No hay origen. Sólo los anchos y labrados ojos y las columnas rotas y las plumas agónicas. Todo aquí tiene rumores de aire prisionero, algo de asesinato en el ámbito de todo silencio. Todo aquí tiene la piel de los silencios, la húmeda soledad del tiempo disecado; todo es dolor. No hay un imperio, no hay un reino. Tan sólo el caminar sobre su propia sombra, sobre el cadáver de uno mismo, al tiempo que el tiempo se suspende y una orquesta de fuego y aire herido irrumpe en esta casa de los muertos y un ave solitaria y un puñal resucitan.36 No es que Huerta sea el único poeta mexicano en trabajar el tema de las ruinas dentro de su poesía, son muchos los autores que exploraron este tópico antes y después de él, desde diversas perspectivas. La elección de sus versos, dentro de este análisis, se debe a que en ellos podemos encontrar una vertiente fundamental del contacto con el pasado indígena, donde la palabra poética se erige como la posibilidad de denunciar el dolor por algo que ha sido destruido. Las ruinas que Huerta nos presenta son un testimonio de la ruptura que subyace dentro de la historia de México, son piedra labrada que ha guardado un tiempo inmóvil, herido por la imposibilidad de comunicarse, quizá por esto dentro del poema se relaciona al silencio de este espacio con la muerte y con el cansancio. “No hay origen” ahí, 36 El poema “El Tajín”, escrito en 1963, está dividido en tres partes, el fragmento que se presenta aquí es el número 2. 27 nos dice el poeta, sólo nos quedan los restos cargados de un tiempo otro, al que nos es imposible volver a acceder.37 Esta forma de relacionarse con el universo prehispánico, denunciando los peligros de la indiferencia, la encontramos también en algunos de los poemas de Rosario Castellanos. Como es sabido, su historia de vida la llevó a convivir desde muy niña con comunidades indígenas, y este contacto dejó una importante huella dentro de de su obra, en la que es posible reconocer una cercanía que llega a convertirse incluso en un reproche a sí misma, por ser parte de una dinámica cultural que ha participado de la incomprensión y el distanciamiento de un pasado que tendría que comprenderse como tal y por tanto orillarnos a experimentar el duelo de su pérdida. En su poema“Silencio cerca de una piedra antigua” podemos observar esta temática: Estoy aquí, sentada, con todas mis palabras Como una cesta de fruta verde, intactas. Los fragmentos de mil dioses antiguos derribados se buscan por mi sangre, se aprisionan, queriendo recomponer su estatua. De las bocas destruidas quiere subir hasta mi boca un canto, un olor de resinas quemadas, algún gesto de misteriosa roca trabajada. Pero soy el olvido, la traición, el caracol que no guardó del mar 37En este sentido, el poema de Huerta nos recuerda algunos de los versos de “Bajo el Teocalli de Cholula” del poeta cubano José María Heredia, que dicen, refiriéndose a las ruinas de la pirámide cholulteca: “Por ley universal. Aun este mundo/ tan bello y tan brillante que habitamos,/ es el cadáver pálido y deforme/ de otro mundo que fue…” 28 ni el eco de la más pequeña ola. Y no miro los templos sumergidos; sólo miro los árboles que encima de las ruinas mueven su vasta sombra, muerden con dientes ácidos el viento cuando pasa. Y los signos se cierran bajo mis ojos como la flor bajo los dedos torpísimos de un ciego. Pero yo sé: detrás de mi cuerpo otro cuerpo se agazapa, y alrededor de mí muchas respiraciones cruzan furtivamente como los animales nocturnos en la selva. Yo sé, en algún lugar, lo mismo que en el desierto el cactus, un constelado corazón de espinas está aguardando un hombre como el cactus la lluvia. Pero yo no conozco más que ciertas palabras en el idioma o lápida bajo el que sepultaron vivo a mi antepasado.38 Desconocer los símbolos, el idioma, las formas de lo sagrado en que vivieron inmersos los hombres que estuvieron en esta tierra antes que nosotros implica para Castellanos una traición. Pero ella misma reconoce la ceguera, el olvido de los nombres, su propia parte en todo aquello que sepultó a una cultura en vida y sabe también que esos pueblos no han desaparecido, que están ahí, aguardando por la mirada que los reconozca y los asuma como suyos. Una posibilidad para que esa traición comience a desvanecerse está cifrada en la palabra poética, territorio de presencias ocultas, que por un instante pueden nombrarse. 38 Rosario Castellanos, “Silencio cerca de una piedra antigua”, Poesía no eres tú, México, F.C.E, p. 61. 29 Se ha pretendido mostrar a lo largo de este apartado que han sido muchas y variadas las expediciones realizadas a través de la palabra poética, en busca de los puntos de encuentro que han de construirse, para poder llevar hasta el lenguaje de los conquistadores, la cosmovisión de aquellos pueblos mesoamericanos que entablaron un diálogo único y poderoso con la realidad. Los poetas elegidos para esta muestra coinciden en algo, el gran peligro del olvido, la necesidad de recuperar y asumir como nuestra la otra parte de las resonancias de una sangre mestiza. No sé puede saldar la distancia sin un profundo esfuerzo de comprensión, no se puede tocar la inmensa carga simbólica de su cosmogonía sin cuestionar y rehacer las interpretaciones que de ella se hicieron, a partir de una visión del mundo unilateral, que no reconoce otra forma de conjugar el tiempo y el espacio, no se puede desaparecer una ruptura de esa dimensión, como intentó alguna vez Pascual Ortiz Rubio al pretender cambiar a los Reyes Magos por Quetzalcóatl o la iniciativa de un diputado que durante el tiempo de la guerra cristera intento cambiar la medida del tiempo en función del nacimiento de Cristo por la del calendario azteca.39 El proceso de redescubrir nuestro pasado prehispánico es extremadamente complejo, en él participan una serie de propuestas antropológicas, arqueológicas y artísticas que tienen que enfrentarse a un sinfín de pistas falsas y modificadas con el tiempo. El gran reto para todos los movimientos que buscan imaginar y reconstruir la cosmogonía de aquellas culturas, es el de descubrir las claves del humanismo prehispánico, es decir, el de indagar la de aquellos hombres frente a la vida y a la muerte. En este sentido, la obra poética de Rubén Bonifaz Nuño representa una aportación irreemplazable en el camino de dicho descubrimiento. A partir de una constante 39Estos dos acontecimientos los menciona José Fuentes Mares en su libro Biografía de una nación: de Cortés a López Portillo. 30 experimentación de ritmos, imágenes, tópicos y estructuras sintácticas, el poeta ha establecido un diálogoúnico entre la lengua española y el humanismo prehispánico, que ha implicado un doble esfuerzo: el de traer hasta su realidad actual el conocimiento y la riqueza simbólica desprendida de un pasado muchas veces mutilado e ignorado, dentro de la realidad cultural de nuestro país, al mismo tiempo, el hacer que esa evocación tome la forma de su mejor definición dentro de la palabra; de manera que este encuentro de tiempos y símbolos no sea sólo un mecanismo forzado de la memoria, sino un rescate donde se fundan las posibilidades de la belleza. En el siguiente capítulo, ahondaremos en la perspectiva dominante en la interpretación de la cosmovisión de los pueblos mesoamericanos a partir de su trabajo teórico, es decir, en la concepción del humanismo prehispánico planteado por Rubén Bonifaz Nuño, para más adelante, poder realizar un acercamiento al tratamiento que le da a los símbolos de la cultura náhuatl dentro de su poemario El ala del tigre. 31 CAPÍTULO 2. EL HUMANISMO PREHISPÁNICO EN EL TRABAJO DE INVESTIGACIÓN DE RUBÉN BONIFAZ NUÑO Para entender las propuestas vitales e intelectuales que Rubén Bonifaz Nuño ha compartido a través de su trabajo, es necesario acudir al testimonio de las diversas labores que ha realizado como maestro, poeta, ensayista, traductor, fundador y director de múltiples proyectos culturales. Al hacerlo, se puede percibir que todas estas actividades guardan un eje en común: su profundo interés por el actuar y el sentir del hombre a lo largo del tiempo. A partir de la veta humanista elegida como punto central de sus investigaciones, se ha generado una de sus más grandes aportaciones a la vida cultural mexicana: la de señalar los inexplorados vínculos existentes entre la tradición humanista grecolatina y las culturas mesoamericanas. Conocer a un hombre es conocer un poco a todos los hombres, parecen decirnos las líneas de encuentro que Bonifaz ha extendido entre estos dos pasados, al grado de ser capaz de comparar la peregrinación realizada en la Eneida de Virgilio, con el viaje emprendido por el pueblo de los Itzaes en busca de la tierra donde han de fundar la ciudad de Chichen, relatada en el libro de Chilam Balam de Chuyamel.40 El desarrollar una reflexión en torno a los paralelismos culturales es muy común dentro de sus ensayos, e incluso fue el tema que trató en su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua en el año de 1963, el cual después se publicaría bajo el título de Destino del canto y al que acudiremos más adelante para ahondar en su 40 Esta comparación la lleva a cabo en un ensayo titulado La fundación de la ciudad, que fue su conferencia de ingreso a El Colegio Nacional, pronunciada el 3 de noviembre de 1972. 32 concepción del humanismo prehispánico.41Precisamente en este texto Bonifaz resalta la importancia de detectar las diferencias y las similitudes entre los conceptos culturales de los nahuas y los latinos. Al hablar sobre el caso de José Vasconcelos, de quien ocupó el lugar en la Academia, se hace patente el origen de dicha comparación: la condición de mestizaje del mexicano: Quizá por todo esto, entre los problemas que lo ocuparon estuvieron de manera sobresaliente los que plantea nuestra índole mestiza. Ejemplo eminente él mismo de este tipo humano en el que diversos elementos entran en pugna, vio con claridad de amanecer las consecuencias buenas y malas, las luces y las sombras, el clarosucuro vital originado en el movimiento de nuestra sangre mezclada. Pues si mezclada es ésta, mezclados han de ser por necesidad nuestros modos de vida; los frutos de nuestra cultura serán mezclados y mezclada, en consecuencia, será nuestra literatura, en la que se marca, junto a impresiones más recientes, la huella espiritual de abuelos entre sí muy distantes.42 Los encuentros y desencuentros culturales que pugnan en esa sangre mezclada, se ven reflejados en nuestra forma de asumir la vida y representan para el poeta un principio al cual debe acudirse, si se quiere llegar a descifrar el complejo entramado del ‘ser’ mexicano. Pero es necesario resaltar aquí, que en su búsqueda por revelar el origen de nuestros gestos, se incluye el deseo de descubrir aquello que se asemeja entre ambos mundos y hace posible la aspiración a un conocimiento universal43. Al referirse a la obra de Bonifaz Nuño 41 Es importante señalar que este apartado se basa únicamente en las interpretaciones que Rubén Bonifaz ha realizado sobre la cosmogonía prehispánica, aún cuando éstas han suscitado una serie de polémicas teóricas con otros estudiosos del tema, ya que es su visión y su análisis iconográfico de las culturas mesoamericanas, lo que se verá reflejado en la experimentación que hace con los símbolos de dichas culturas dentro de sus poemarios y encausaremos este acercamiento para ver, en específico, la influencia y la resignificación de la cosmogonía náhuatl dentro de El ala del tigre, que es el tema fundamental de este trabajo. 42 Rubén Bonifaz Nuño, Destino del canto, p. 21. 43 Es posible aseverar esto si nos basamos en las palabras del propio Bonifaz: “Los mexicanos, que por la geografía y por la sangre heredamos dos tipos diferentes de sabiduría, aquella que se origina en Grecia y Roma y la que crece en la memoria de las culturas autóctonas de América, somos dueños de la facultad de llegar a todas las obras creadas sobre la tierra, en todos los tiempos. Es un compromiso y una esperanza. Ir 33 es indispensable tomar en cuenta esta intención, que como menciona Agustín Yáñez en la contestación a su discurso44 es parte fundamental de su esencial mexicanismo: Aquí está la clave para descifrar la etopeya de Rubén Bonifaz Nuño y para sondear su esencial mexicanismo. Dos fuerzas luchan en su sensibilidad –volvamos a llamarlas Coatlicue y Ceres– y él batalla por integrarlas en una y la misma unidad: la raíz del hombre universal, sujeto a iguales angustias y apetitos, goces y dolores, en siglos de siglos, bien que con idiosincrasias, cuya definición es la meta suprema de grupos e individuos, en el curso de la historia, en el humano afán de perpetuarse sobre los naufragios de la memoria y de señalar huella en el camino de la especie.45 Antes de concentrarnos en las formas de contacto establecidas por Bonifaz con el universo de lo prehispánico, para vincular su percepción de éste con lo que ocurre dentro de su poesía, es preciso hablar de su relación con la cultura grecolatina, ya que ésta se ha visto reflejada también tanto en su trabajo como docente como en su obra poética46. Como es bien sabido, el poeta ha dedicado gran parte de su vida a la traducción de textos en griego y en latín; su conocimiento del lenguaje, aunado a su impecable dominio de la versificación y a su atracción por la literatura, le han permitido traducirespañol veintidós obras de clásicos grecolatinos47, entre las cuales se encuentran: La Iliadade Homero, la Eneida de Virgilio, las Metamorfosis de Ovidio, las Sátiras de Horacio, las Píticas de Píndaro y El amor y el cólera de Cátulo. creando incesantemente nuestra individual realidad sin renunciar a los conocimientos universales, y fundándonos en ellos.” 44 Agustín Yañez fue el encargado de contestar a su discurso de ingreso a la Academia, lo cual fue muy significativo, ya que fue uno de los primeros en reconocer el talento de Rubén Boniaz Nuño, muchos años atrás en los juegos florales de Aguascalientes, que en repetidas ocasiones fueron ganados por nuestro autor. 45 Agustín Yañez, Contestación al discurso de ingreso a la Academia Mexicana de Rubén Bonifaz. 46 Constantemente, Rubén BonifazNuño ha reconocido la influencia que han tenido las traducciones que ha realizado del griego y el latín, en su obra poética, al respecto podemos ver esta cita que he tomado de una entrevista que le realizó Marco Antonio Campos titulada “El dueño de su lenguaje”: “Grecia y Roma me dieron el sentido del orden y de la importancia del idioma.” 47 La mayor parte de estas obras han sido publicadas en la BibliothecaScriptorumGraecorum et Romanorum Mexicana, que fue dirigida por Bonifaza partir de 1970. Esta colección bilingüe comenzó a publicarse en 1944 y es ahora una de las colecciones más importantes de las que publica la UNAM, habiendo editado más de 130 libros. 34 Su labor como traductor no se ha basado únicamente en la posibilidad de dar con la conversión más aproximada de una palabra de una lengua a otra, también se ha involucrado en este proceso su capacidad para recrear aquellos ritmos que guardan en su interior una forma única de comunicar el sentir de esos hombres frente a su entorno y frente a los temas, siempre inacabados, sobre los cuales escribieron: el amor, la muerte, el miedo, el deseo y el olvido. Menciono esto porque es preciso tomar en cuenta la erudición, el gusto y el cuidado con que ha explorado las culturas que dieron origen al pensamiento occidental, antes de remarcar su preferencia por la concepción del hombre de las culturas prehispánicas. El suyo, no es un nacionalismo ciego ni paternalista como el de tantos otros, es más bien una convicción construida a partir de sus conocimientos sobre una cosmogonía que le parece más sabia por su forma de pactar con la tierra y con lo sagrado. A pesar de que, como vimos anteriormente, Bonifaz ha meditado sobre la condición de la sangre mestiza del mexicano y la huella espiritual de dos abuelos espiritualmente tan disímiles, al momento de elegir un pasado, él defiende el prehispánico como el único que corresponde genuinamente a nuestro país: En efecto, lo único que como pueblo, como entidad cultural, los mexicanos podemos con certidumbre llamar nuestro, por local y nativo, es el mundo prehispánico, obra denuestros antepasados indígenas: el mundo de esa cultura existente en sí como creación humana con carácter y valores propios, fruto de una experiencia de milenios.48 Bonifaz Nuño ha defendido aguerridamente la necesidad de combatir aquello a lo que considera las estrategias colonizadoras a las que ha estado expuesto nuestro país durante cientos de años. Para él, es inaceptable recibir únicamente la herencia de las culturas 48 Rubén Bonifaz Nuño, “Resumen y balance”, entrevista realizada por Marco Antonio Campos, Vuelta núm. 104, Julio de 1985, p. 33. 35 occidentales, que destruyeron gran parte de lo que encontraron en los pueblos originarios de México. Sin embargo, reconoce también que sólo a través de un profundo conocimiento de la cultura hispánica y sobre todo del dominio de su idioma, será posible acceder al conocimiento de la cultura prehispánica. Esto se manifiesta con claridad en el hecho de que su forma de aproximarse a los símbolos de la cultura náhuatl en su poemario El ala del tigre, es precisamente a través de los recursos poéticos del español como la transfiguración del ritmo que evoca los cantos de la lírica náhuatl o la relación interestrófica que activa conceptos como el del movimiento o el de la analogía universal, como veremos en el siguiente capítulo. Por nuestra historia de pueblo colonizado estamos obligados a tener una cultura impuesta, que dista mucho de lo que fue la nuestra. Pero para poder encontrar el valor de nuestra cultura debemos conocer y dominar la española, principalmente el idioma, que es su instrumento. Una vez que la conozca, seré dueño de algo, con lo cual podré volver a explorar lo que es mi verdadera cultura.49 Según su perspectiva, uno de los grandes problemas de nuestro país ha sido el sentimiento de inferioridad establecido como parte de la concepción del mundo indígena. Ya sea por medio de interpretaciones mal fundamentadas o a través de diversas intenciones explotadoras, se ha divulgado una serie de prejuicios en torno a la figura del indio, cuyo mayor peligro es el de ser infundidos y propagados por el propio gobierno oficial, quien evidentemente tiene una inmensa influencia en la educación de las nuevas generaciones de mexicanos: Por colonizantes razones, se nos enseña a la vez que los indios, al ser vencidos, adquirimos cierto signo de inferioridad frente a quienes nos vencieron. Colonizados durante siglos, todavía colonizados, no nos dejan superar el sentimiento de inferioridad frente a los hombres blancos, a quienes atribuimos aun la capacidad natural de 49 Rubén Bonifaz Nuño, “El dueño de su lenguaje”, entrevista realizada por Marco Antonio Campos, La Jornada semanal, 10 de septiembre del 2000, p. 23. 36 dominarnos. Y ese sentimiento inducido por circunstancias históricas, es malévola o a lo menos inconscientemente fomentado por nuestra educación oficial.50 Como parte del trabajo de Bonifaz dedicado a oponerse a estas circunstancias y apoyar a la recuperación del pasado prehispánico, funda el Seminario de Estudios para la Descolonización de México.51 En torno a este proyecto de investigación se reúnen distintos estudiosos de las culturas prehispánicas como: Lilian Álvarez, Octavio Quesada, Itzá Eudave, Rodrigo Castañeda y Bulmaro Reyes, quienes tienen como propósito difundir, más allá de las fechas y los sitios geográficos en que se ubicaron, la forma de vida de los pueblos mesoamericanos, es decir, emprender verdaderas aproximaciones a su cosmogonía. La finalidad de dicho Seminario es, como podemos comprobar en las palabras con que presentan su editorial, transformar el plan educativo de México, de manera que se revalore la visión de su pasado a partir de un conocimiento distinto de éste: La finalidad última a la cual aspiran los trabajos del Seminario de Estudios para la Descolonización de México, es propiciar el establecimiento de un plan educativo nacional que, por estar basado en valores radicalmente nuestros, haga que los mexicanos reivindiquemos, en la dignidad, el orgullo de ser lo que somos.52 Otra muestra del interés que Bonifaz ha manifestado tener para alcanzar una mejor comprensión del legado de las culturas mesoamericanas, son los numerosos artículos y 50 Rubén Bonifaz Nuño, “¿Quiénes somos los indios?”, Conferencia inaugural del ciclo Los pueblos Indígenas y el Estado Mexicano, en la Facultad de Derecho de la UNAM el 7 de noviembre de 1994. 51 Aún cuando Rubén Bonifaz Nuño no se dedicó profesionalmente a la antropología o la arqueología, sus aportaciones a estos campos de conocimiento han sido valorados por muchos de los teóricos más reconocidos de estos ámbitos. A pesar de que también ha tenido enfrentamientos importantes, uno de los más mencionados es su total desacuerdo con las teorías de Michael D. Coe sobre la cultura Olmeca, al grado de que escribió un extenso artículo titulado “Michael D. Coe y los Olmecas”, publicado por El Colegio Nacional, en el que hace una severa crítica a lo que considera el descuido y la superficialidad con las que el teórico norteamericano trabaja en sus interpretaciones. 52 Página electrónica del Seminario de Estudios para la Descolonización de México. (http:// www.descolonizacion.unam.mx, consultada el 13 de octubre del 2011) http://www.descolonizacion.unam.mx/ 37 libros dedicados a su investigación.53 Algunos de los más significativos de ellos son: El arte en el Templo Mayor (1981), El cercado cósmico (de la Venta a Tenochtitlan) (1985), Imagen de Tláloc, hipótesis iconográfica y textual (1986), Hombres y serpientes. Iconografía olmeca (1989), Olmecas: esencia y fundación (1992)Museo Amparo,
Compartir