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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS COLEGIO DE PEDAGOGÍA LA EDUCACIÓN FEMENINA RELIGIOSA EN EL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO Y LA PRÁCTICA EDUCATIVA DE SAN JERÓNIMO (340 – 420) TESINA QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADA EN PEDAGOGÍA PRESENTA: TANIA RAZO ROMÁN ASESORA: MTRA. ANA MARÍA DEL PILAR MARTÍNEZ HERNÁNDEZ México, Ciudad Universitaria, mayo de 2010 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. DEDICATORIAS Al Pedagogo de la Humanidad, JESÚS A mis PADRES: Ofelia Román y Jorge Razo A mi hermano Jorge Luis Razo A mi abuelita Delfina Martínez y mi abuelito José Luis Román A San Jerónimo, mi “muso” AGRADECIMIENTOS A Dios, por todas las bendiciones recibidas a lo largo de mi vida. A mis padres, por su amor, por educarme, por su ejemplo y esmero en ser personas de bien, por su entrega, por su comprensión, cuidados, apoyo y todo lo que me han dado, nunca tendré suficiente para recompensarlos. Este logro es suyo. Los amo. A mi hermano, por estar siempre al pendiente de mí y como una muestra de que con dedicación se pueden alcanzar las metas. Te quiero mucho. A mi asesora y maestra en toda la extensión de la palabra, Pilar Martínez. Mil o mas bien un millón de gracias por permitirme trabajar con usted, por permitirme aprender tanto de sus conocimientos como de las actitudes que hacen de una pedagoga, una auténtica profesional de la educación. Gracias por sus asesorías, por las experiencias profesionales a las que me ha abierto la puerta y por su apoyo moral. Al maestro Fernando Jiménez, por ayudarme a tener literalmente “a la mano” las Cartas de San Jerónimo. Gracias también por su apoyo moral. A mis sinodales, Dra. Ma. Guadalupe García, Lic. Claudia Lugo, Lic. Cinthya Lima y Lic. Rebeca Caballero, por el tiempo dedicado a revisar mi tesina, así como por sus comentarios. A mis tías, Maribel, Leti, Celia y Margarita y a mi familia en general, por las atenciones, amor y apoyo que siempre me han regalado. A Joel, por estar siempre animándome para que finalizara este trabajo. Al Programa de Fortalecimiento de Estudios de Licenciatura de la UNAM, por costear mis estudios universitarios. Al Programa de Fortalecimiento de Becas de la SEP, por la beca de titulación que me otorgaron. ÍNDICE INTRODUCCIÓN……………………………………………………………… 6 CAPÍTULO 1. ANTECEDENTES Y CONTEXTO HISTÓRICO DEL TEMA 1.1 El Imperio Romano y el cristianismo en el siglo IV……………………. 9 1.2 La organización de la educación en el Imperio Romano……………... 17 1.3 Doctrina y estructura del cristianismo primitivo…………….………….. 19 1.3.1 Concepción de la naturaleza humana………………………………... 20 1.3.2 La estructura eclesiástica y el papel de la mujer cristiana en el siglo IV………………………………………………………………………….. 21 1.3.3 Los sacramentos en el cristianismo primitivo………………………... 26 1.3.4 Los concilios ecuménicos y la conformación del credo cristiano….. 29 1.4 La educación en el cristianismo primitivo………………………………. 32 CAPÍTULO 2. INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO Y LA PRÁCTICA EDUCATIVA DE SAN JERÓNIMO 2.1 Datos biográficos de San Jerónimo…………………………………….. 49 2.1.1 Obras…………………………………………………………………….. 56 2.2 Conceptos clave para entender su pensamiento pedagógico y práctica educativa……………………………………………………………... 60 2.2.1 Virgen María…………………………………………………………….. 60 2.2.2 Las vírgenes y las casadas……………………………………………. 61 2.2.3 El pecado y el juicio final……………………………………………….. 62 CAPÍTULO 3. LA EDUCACIÓN FEMENINA RELIGIOSA EN EL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO Y LA PRÁCTICA EDUCATIVA DE SAN JERÓNIMO 3.1 El pensamiento pedagógico de San Jerónimo………………………… 66 3.1.1 Ideal educativo………………………………………………………….. 66 3.1.2 Contenidos de la educación…………………………………………… 66 3.1.3 Métodos en la educación………………………………………………. 72 3.1.4 Agentes que influyen en la educación………………………………... 74 3.2 La práctica educativa de San Jerónimo………………………………... 78 3.2.1 Ideal educativo………………………………………………………….. 79 3.2.2 Contenidos de la educación…………………………………………… 79 3.2.3 Métodos en la educación………………………………………………. 80 3.2.4 Agentes que influyen en la educación………………………………... 83 3.3 Consideraciones en torno al pensamiento pedagógico y la práctica educativa de San Jerónimo…………………………………………………... 84 3.3.1 Ideal educativo………………………………………………………….. 84 3.3.2 Contenidos de la educación…………………………………………… 84 3.3.3 Métodos en la educación………………………………………………. 87 3.3.4 Agentes que influyen en la educación………………………………... 87 3.3.5 Críticas…………………………………………………………………… 89 CONCLUSIONES...................................................................................... 93 FUENTES CONSULTADAS Bibliográficas…………………………………………………………………… 99 Hemerográficas………………………………………………………………... 102 Mesográficas…………………………………………………………………… 102 6 INTRODUCCIÓN El presente trabajo de investigación es de carácter histórico y descriptivo. Histórico porque trata un tema de la historia de la educación y la pedagogía: la educación femenina religiosa en el pensamiento pedagógico y la práctica educativa de San Jerónimo (340 – 420); y descriptivo, porque fundamentalmente se hace la exposición del tema retomando la mayor parte de las veces, la “voz” del propio Jerónimo a través de sus escritos. La pregunta que me planteé al iniciar este trabajo fue: ¿Cómo debe ser la educación para las mujeres, según San Jerónimo? La respuesta se haya en el capítulo tercero, pero adelanto desde ahora que la educación para las mujeres que pensó y practicó el santo, no es una educación para todas las mujeres, sino sólo para las mujeres cristianas consagradas a Dios, ya que como explicaré en el segundo capítulo, para el santo la virginidad era un estado mejor que el del matrimonio, de ahí que en el título del trabajo delimité que se abordará la “educación femenina religiosa”. Los otros conceptos claves en el título de este trabajo, es decir, pensamiento pedagógico y práctica educativa, los retomé para diferenciar entre uno y otro aspecto, ya que considero que en San Jerónimo como en muchos otros personajes en la historia de la pedagogía, existen discrepancias entre sus ideas pedagógicas y su práctica educativa, derivadas de múltiples factores: sociales, económicos, culturales, psicológicos, etc. La importancia de realizar este trabajo de investigación lo defino, utilizando las palabras de Marrou: “la historia de la educación en la Antigüedad no puede resultar indiferente para nuestra cultura moderna: nos hace recordar los orígenes directos de nuestra propia tradición pedagógica”.1 La relevancia de Jerónimo en la historia de la educación y la pedagogía, la encuentro principalmente en dos aspectos: en primer lugar en el hecho de que reflexionó el tema de la educación femenina: “la nueva historiografía pedagógica 1 MARROU, Henri-Irènèe. Historia de la educación en la antigüedad., p. 12. 7 ve en San Jerónimo un importante clásico, acaso el primero dentro del cristianismo, del tema de la educación femenina”.2 En segundo lugar, el hecho de que Jerónimo planteó el acceso a las mujeres a la “educación intelectual cristiana”, ya que consideró necesario que las vírgenesaprendieran a leer para poder estudiar La Biblia y rezar en comunidad; además de que permitió que las mujeres más adelantadas en el conocimiento de los libros sagrados, tuvieran acceso a la teología que, como se revisará en el capítulo uno, constituía según los Padres de la Iglesia la corona de los estudios cristianos, es decir, la “educación superior”, el equivalente al estudio de la retórica en el sistema educativo romano. Organicé este trabajo en tres capítulos: en el primero desarrollo los antecedentes y el contexto histórico del tema, a fin de tener el panorama general del cristianismo primitivo en cuanto al lugar que ocupaba en el Imperio Romano en el siglo IV, su doctrina, organización y educación; en el segundo, menciono datos biográficos de San Jerónimo y defino los conceptos clave para entender su pensamiento pedagógico y la práctica educativa: Virgen María, las vírgenes y las casadas, el pecado y el juicio final; y en el tercer capítulo describo el pensamiento pedagógico y la práctica educativa de San Jerónimo basándome en sus Cartas, particularmente en sus dos tratados sobre la educación: la carta A Leta y la carta A Pacátula. Para abordar el tema utilicé las categorías de: ideal educativo, contenidos de la educación, métodos en la educación y agentes en la educación. Por último citó algunas críticas que se han hecho a su pensamiento pedagógico y otras que yo elaboré. Espero con este trabajo aportar un “granito” a la recuperación y estudio de la historia de la educación en general y de la femenina en particular, ya que los planteamientos de San Jerónimo mencionan un tipo de educación femenina incipiente en el siglo IV, pero que será una de las pocas opciones para las mujeres durante la Edad Media, y en otras épocas y lugares: la educación monástica. Los libros consultados los obtuve de la “Biblioteca Central” de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la biblioteca “Samuel Ramos” 2 LARROYO, Francisco. Historia general de la pedagogía., p. 236. 8 de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, la biblioteca del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM, la Biblioteca Nacional, la biblioteca de la Universidad Pontificia de México y la biblioteca “Francisco Xavier Clavigero” de la Universidad Iberoamericana. Así mismo algunos libros los conseguí en librerías y otros me fueron prestados por algunas personas a quienes les estoy muy agradecida: mi asesora Pilar Martínez, el maestro Fernando Jiménez y el diácono Aurelmar Almazán. 9 CAPÍTULO 1. ANTECEDENTES Y CONTEXTO HISTÓRICO DEL TEMA En este primer capítulo pretendo dar cuenta de los antecedentes y el contexto histórico del tema, es decir, de los acontecimientos políticos, sociales, religiosos y educativos más relevantes que nos permitan entender el pensamiento pedagógico y la práctica educativa de San Jerónimo (340 – 420). Para lograr tal cometido, en este primer apartado señalaré el lugar que ocupaba el cristianismo en el Imperio Romano durante el siglo IV. 1.1 El Imperio Romano y el cristianismo en el siglo IV Han pasado ya varios siglos desde la aparición del cristianismo durante los cuales han ocurrido diversos hechos y cambios; entre los más significativos se encuentran los siguientes: El cristianismo surgió después de la muerte de Jesús (hacia el 33) sin distinguirse claramente del judaísmo, del que tomó su historia, leyes, libros sagrados, profecías e instituciones, incluyendo las educativas.3 Paulatinamente se fueron haciendo notorias las diferencias entre los judíos y los cristianos en cuanto a las creencias (principalmente las que se refieren a la figura de Jesús), destinatarios,4 ritos, etc. Según Teja, la distinción entre judíos y cristianos por parte de las autoridades romanas, se puede situar en el siglo II con el emperador Trajano, a partir de la ambigua respuesta que dio a la carta del gobernador Plinio el Joven (ca. 111-112).5 La respuesta es considerada por los historiadores, como la que fijó la postura de los siguientes emperadores frente a los cristianos, durante 140 años (hasta Valeriano). 3 Este último punto es abordado en el apartado 1.4 La educación en el cristianismo primitivo, de este documento. 4 Se atribuye a San Pablo el hecho de que el cristianismo haya podido extenderse a los no judíos, es decir, que se convirtiera en una religión con carácter universal. 5 Ramón Teja. “El cristianismo y el Imperio romano”, en Manuel Sotomayor y José Fernández Ubiña (coords.). Historia del cristianismo. I. El mundo antiguo., pp. 293-297. 10 De esa carta, según Teja, queda claro que: • No existía una disposición legal de carácter general contra los cristianos. • Los cristianos no eran considerados por el hecho de serlo, como política o socialmente peligrosos, ya que los gobernadores (en este caso, Plinio el Joven) debían proceder igual en todas las denuncias de cualquier delito. • Sin embargo, el hecho de ser cristiano podía ser suficiente para ser condenado, siguiendo los trámites legales en la denuncia, la cual según Trajano, no podía ser anónima.6 Coincido con la ubicación que hace Teja en cuanto a la diferenciación entre judíos y cristianos ante las autoridades romanas, pero es conveniente señalar que los cristianos afirman que se dio con el emperador Nerón, porque lo señalan como su primer perseguidor, al culparlos del incendio de Roma del 64, y por lo tanto suponen que las autoridades romanas ya los identificaban; sin embargo, esta tesis es desechada por este autor al señalar que “[…] fue un hecho aislado y centrado exclusivamente en la capital”.7 En lo referente a la clara separación entre la religión judía y cristiana en cuanto a estructura y creencias, Teja sostiene que se da durante la época de los Severos (193-235), ya que en ella se reconoce que el cristianismo tiene una estructura sólida centrada en la figura del obispo, cuenta con una liturgia y un sistema de creencias definido.8 Sordi, por su parte, identifica que es con el emperador Valeriano, a partir de los edictos del 257 y 258, cuando: […] el Estado romano, por vez primera toma nota a nivel oficial, de la existencia de la Iglesia y de su organización y declara su ilicitud. Hasta ese momento, si bien la religión cristiana estaba prohibida en un plano individual, su organización 6 Ibid., p. 296. 7 Ibid., p. 295. 8 Cfr. Ibid., p. 301. En el apartado 1.3 Doctrina y estructura del cristianismo primitivo, de este documento, se abundará en la conformación de la estructura del cristianismo. 11 eclesiástica, la Iglesia, podía existir legalmente, no en virtud de un reconocimiento especial, sino en virtud de la legislación general en materia de asociaciones.9 En síntesis los cristianos fueron tolerados y en algunos periodos perseguidos, al ser motivo de escándalos, infamias y revueltas por parte de la población, por algunas autoridades locales y en contados casos por la autoridad imperial,10 a causa de sus prácticas y creencias religiosas, estilo de vida, etc. A partir del emperador Constantino (272 – 337)11 encontramos un parteaguas en la historia del cristianismo respecto a su relación con el Estado romano, ya que estableció en el 313 un edicto de tolerancia para todos los cultos, el llamado “Edicto de Milán”, que junto con otras leyes favoreció, directa o indirectamente, la consolidación de la Iglesia; por ejemplo, en el 321 le permitió 9 Marta Sordi. Los cristianos y el Imperio Romano., p. 115. Cuando la autora habla de “la legislación general en materia de asociaciones” se refiere en particular, a los collegia, que eran asociacionesde derecho privado, de carácter profesional, religioso, funerario, cimentadas en la solidaridad de sus miembros y en la asistencia recíproca; elegían a sus jefes (magistri) y tenían una caja (arca) en la que depositaban una ofrenda mensual.” Ibid., p. 172. No se sabe con exactitud la fecha de creación de estos collegia, sin embargo, son mencionados en un epígrafe de la época de Adriano (76-138). Los collegia, según Sordi, podían configurarse incluso sin una aprobación especial, en “asociaciones destinadas a la mutua asistencia entre pobres (tenuiores) con vistas a los funerales. Una disposición de Septimio Severo [146-211] ampliaba el permiso general (sin necesidad de autorizaciones específicas) para este tipo de collegia en Roma, a Italia (sic.) y a las provincias y agregaba a los collegia tenuiorim los collegia religiosos causa […] Con toda probabilidad, ésta fue la forma elegida por la Iglesia para configurar y reivindicar ante el Estado la propiedad eclesiástica de los lugares de reunión y de sepultura y para salir de esa semiclandestinidad en la que permanecía desde el rescripto de Adriano”. Id. 10 Sordi considera que las persecuciones de Valeriano y Diocleciano, la primera de mediados del siglo III y la segunda de finales del mismo siglo e inicios del IV, son “las únicas grandes persecuciones propiamente dichas que el cristianismo padeció en el imperio”. Ibid., p. 13. O sea, que tuvieron su origen en disposiciones oficiales para todo el Imperio Romano. Una lista concisa sobre las persecuciones contra los cristianos, por parte del pueblo y las autoridades locales e imperiales, se encuentra en la primera parte de la obra de Bernardino Llorca, Ricardo García- Villoslada y Juan María Laboa. Historia de la iglesia católica I: Edad antigua: la iglesia en el mundo grecorromano (I-750). 11 Constantino asumió gradualmente el gobierno del Imperio Romano, primero como César del Augusto Severo en Occidente en 306; luego en 311 cuando la tetrarquía estaba en decadencia, fungió como emperador de Galia, Hispania y Bretaña; en el 312 luchó contra Magencio en Italia, y resultó victorioso en la batalla del Puente Milvio, lo que le convirtió en el dueño de Occidente. Mientras tanto en el 313, Licinio era el único soberano de Oriente. El conflicto entre ambos emperadores por la supremacía del poder, se desató en el 324. Constantino resultó vencedor en ese mismo año, y fue el monarca del Imperio Romano hasta su muerte, acaecida en el 337. Cfr. Marcel Le Glay. Grandeza y caída del imperio romano., pp. 378 y 379. 12 recibir herencias y bajo este término pudo hacerse dueña de latifundios sin pagar contribuciones.12 El “Edicto de Milán” se publicó con el apoyo del emperador Licinio, aunque Sordi cree que la idea de “libertad religiosa” es enteramente de Constantino.13 El texto del edicto es el siguiente: Habiéndonos reunido felizmente en Milán tanto yo, Constantino Augusto, como yo, Licinio Augusto, y habiendo tratado sobre todo lo relativo al bienestar y a la seguridad públicas, juzgamos oportuno regular, en primer lugar, entre los demás asuntos que, según nosotros, beneficiarán a la mayoría, lo relativo a la reverencia debida a la divinidad; a saber, conceder a los cristianos y a todos los demás la facultad de practicar libremente la religión que cada uno desease, con la finalidad de que todo lo que hay de divino en la sede celestial se mostrase favorable y propicio tanto a nosotros como a todos lo que están bajo nuestra autoridad. Así pues, con criterio sano y recto, hemos creído oportuno tomar la decisión de no rehusar a nadie en absoluto este derecho, bien haya orientado su espíritu a la religión que cada uno crea la más apropiada para sí, con el fin de que la suprema divinidad, a quien rendimos culto por propia iniciativa, pueda prestarnos en toda circunstancia su favor y benevolencia acostumbrados. Por lo cual, conviene que tu excelencia sepa14 que nos ha parecido bien que sean suprimidas todas las restricciones contenidas en circulares anteriores dirigidas a tus negociados, referentes al nombre de los cristianos y que obviamente resultaban desafortunadas y extrañas a nuestra clemencia, y que desde ahora todos los que desean observar la religión de los cristianos lo puedan hacer libremente y sin obstáculo, sin inquietud, ni molestias. Hemos creído oportuno poner en conocimiento de tu diligencia esta disposición en todos sus extremos, para que sepas que hemos concedido a los propios cristianos incondicional y absoluta facultad para practicar su religión. Al constatar que les hemos otorgado esto, debe entender tu excelencia que también a los demás se les ha concedido licencia igualmente manifiesta e incondicional para observar su religión en orden a la conservación de la paz en nuestros días, de modo que cada cual tenga libre facultad de practicar el culto que desee. Además, hemos dictado, en relación con los cristianos, la siguiente disposición: los locales en que anteriormente acostumbraban a reunirse […], si alguien los hubiese adquirido con anterioridad, bien comprándoselos al Fisco, bien a cualquier persona privada, les deben ser restituidos a los cristianos sin reclamar pago o indemnización alguna y dejando de lado cualquier subterfugio o pretexto. Asimismo, quienes los 12 Cfr. José María Blázquez Martínez. “Constantino el Grande y la Iglesia”, en <<http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12371956448017188532624/014934.p df?incr=1>> [consultada el 08/04/09]. En este artículo el lector puede encontrar la referencia a diversas leyes publicadas por Constantino, que favorecieron al cristianismo. 13 Cfr. Marta Sordi. Op. cit, p. 134. 14 El texto del “Edicto de Milán” se conoce por una carta de Licinio al gobernador de la provincia de Bitinia y Ponto (Asia Menor, Turquía), escrita en el 313, y que fue recogida por Lactancio en Sobre la muerte de los perseguidores. Cfr. Lactancio. Sobre la muerte de los perseguidores., pp. 203- 206.; El texto también aparece en el Libro décimo de la Historia eclesiástica, de Eusebio de Cesarea. 13 adquirieron mediante donación, los deben restituir igualmente a los cristianos a la mayor brevedad posible. Además, si aquellos que los adquirieron mediante compra o donación reclaman alguna indemnización de nuestra benevolencia, deben dirigirse al Vicario para que, mediante nuestra clemencia, se les atienda […]. Por otra parte, puesto que es sabido que los mismos cristianos poseían no sólo los locales en que solían reunirse, sino también otras propiedades que pertenecían a su comunidad en cuanto persona jurídica, es decir, a las iglesias, y no a personas físicas, también éstas, sin excepción, quedan incluidas en la disposición anterior, por lo que ordenarás que, sin pretexto ni reclamación alguna, les sean devueltas a estos mismos cristianos, es decir, a su comunidad y a sus iglesias, de acuerdo con las condiciones arriba expuestas, a saber: que quienes las devuelvan gratuitamente, según hemos dispuesto, pueden esperar una indemnización por parte de nuestra clemencia […].15 Considero relevante del texto, lo siguiente: • Se establece oficialmente la libertad de culto a todas las creencias, quedando equiparadas ante el Estado. • Se conserva la idea de que la religión está vinculada al bienestar del Imperio. • En repetidas ocasiones se hace referencia al cristianismo, si bien se pone en igualdad de condiciones a éste con las demás creencias. • Se manda la rápida devolución de los bienes confiscados a los cristianos y a la Iglesia cristiana. Coincido con Sordi cuando señala que al desbancar al paganismo su tradicional carácter de religión de Estado, se prepara el camino al cristianismo como la nueva religión del Estado romano.16 Constantino como monarca se involucró en las disputas teológicas del cristianismo, por ejemplo en la “arriana”. El sacerdote Arrio (256 – 356) postulabaque Jesús no “era” de la misma naturaleza de Dios; para dar fin a dicha disputa Constantino convocó y presidió lo que se denominaría posteriormente, como el primer concilio ecuménico del cristianismo en Nicea, en el año 325.17 15 Id. 16 Cfr. Marta Sordi. Op. cit., p.134. 17 Sobre este punto volveré en el apartado 1.3.4 Concilios ecuménicos, de este documento. 14 Siguiendo con la exposición de las obras de Constantino, tenemos que en el 330 fundó una segunda capital para el lmperio, en la antigua Bizancio, dándole el nombre de Constantinopla. A su muerte, en el 337, sus hijos se convirtieron en Augustos y se repartieron el Imperio: Constancio II el Oriente y Constantino II Occidente, junto con la tutela de su hermano menor, Constante. Sin embargo, éste último intentó liberarse de su tutor y adueñarse de Italia en el 339. A inicios del 340, Constantino II fue vencido y asesinado. Constancio y Constante, gobernaron durante 10 años.18 Constante autorizó en el 342 que los bárbaros se establecieran en el Imperio: “los salios pudieron instalarse en las bocas del Rin en Batavia y en Toxandria, con un estatuto de federados que les obligaba a proteger el territorio concedido contra las agresiones de otros pueblos. Se encontró un paso abierto hacia la <<barbarización>> interna del Imperio”.19 A inicios del 350 fue proclamado emperador de Occidente un oficial llamado Magnencio y Constante fue asesinado. Magnencio gobernó hasta el 353, fecha en que fue vencido por las tropas de Constancio II en la “batalla de Mons Seleucus” (Francia). Tras la derrota se suicidó. Constancio II se convirtió entonces en el monarca del Imperio Romano, auxiliado de algunos césares, primero por Constancio Galo, y luego por Juliano. En el 360, al saber las tropas de Juliano que Constancio II requería refuerzos para Occidente, se rebelaron y lo proclamaron emperador, aún contra su voluntad. Constancio iba en camino para luchar contra él, cuando enfermó gravemente; antes de morir reconoció a Juliano como su heredero. Juliano fue militar, filósofo, emperador y defensor del paganismo aunque había sido educado en el cristianismo, por lo que es conocido como <<el Apóstata>>. De Juliano interesa destacar que en materia educativa, expidió una ley escolar el 17 de junio de 362, por la que los cristianos quedaban excluidos de la 18 Cfr. Marcel Le Glay. Op. cit., p. 387. 19 Ibid., p. 388. 15 enseñanza. La ley establecía que para ejercer la docencia, se debía tener la autorización previa de los municipios y la sanción imperial, a fin de verificar la competencia y moralidad de los profesores. En circular anexa, Juliano explicaba que se debía entender por moralidad: “a los cristianos que explican a Homero o a Hesíodo sin creer en los dioses que estos poetas colocan en la escena, se les acusa de falta de franqueza u honestidad, pues están enseñando algo en lo que no creen. Se les conmina a que apostaten, o que abandonen la enseñanza”.20 Esta reforma no tuvo trascendencia y fue derogada en el 364; sin embargo, es curioso ver como el emperador trató de que el paganismo recuperará el lugar de antaño a través de la educación. El sucesor de Juliano fue Joviano en el 363, quien derogó las medidas contra los cristianos, pero murió al año siguiente 364. Se nombró Augusto a otro oficial: Valentiniano, quien a su vez nombró Augusto a su hermano Valente. El Imperio estaba dividido en dos: Occidente con capital en Roma, y Oriente con capital en Constantinopla, Valentiniano estaba al frente del primero y Valente del segundo, respectivamente. El siglo IV es reflejo de la desintegración del Imperio Romano, durante él ocurrieron constantes y profundas invasiones de los bárbaros, como muestra tenemos que Valentiniano luchó contra los alamanos y los francos en el Rin, y contra los cuados y los sármatas en el Danubio. Valentiniano murió en Brigetio, en el 375, por un ataque cardíaco. Le sucedió su joven hijo Graciano (16 años), que era Augusto desde el 367, asociado a su hermanastro Valentiniano II de tan sólo cuatro años. Graciano, que era cristiano, fue el primer emperador que rechazó portar la capa de pontífice, dando a entender que el Estado renunciaba al paganismo.21 Mientras tanto Valente se enfrentaba a los godos. Luchando perdió la vida en la “batalla de Adrianópolis” el 9 de agosto del 378. Este hecho es importante 20 Henri-Irènèe Marrou. Op. cit ., p. 439. 21 Cfr. Marcel Le Glay. Op. cit,. p. 399. 16 porque fue la primera vez que un emperador desde el siglo III, moría en el campo de batalla, por eso esta lucha es conocida como “la catástrofe de Adrianópolis”.22 Al morir Valente, Graciano se convirtió en el dueño efectivo del Imperio, pero en el 379 nombró como Augusto para Oriente a un oficial español: Teodosio. Teodosio estableció como religión oficial el cristianismo en el 380 mediante el “Edicto de Tesalónica” y publicó varias leyes contra el “paganismo”, verbigracia, en el 391 prohibió venerar a las estatuas. Teodosio convocó al segundo concilio ecuménico en el 381 en Constantinopla. Sobre los acuerdos ahí tomados se hablará más adelante. En el 382 Teodosio firmó un acuerdo con los godos, mediante el cual les permitió establecerse en el Imperio, entre el Danubio y los Balcanes, gozando de autonomía. “Roma les pagaba un tributo en forma de anona; ellos proporcionaban a Roma soldados y se comprometían a defender su territorio. En el fondo, es el primer Estado germánico arraigado en el Imperio”.23 En el 383 en Bretaña se dio la usurpación del poder con el oficial Máximo. Graciano fue vencido y asesinado en ese mismo año. Máximo logró ser reconocido oficialmente por Teodosio en el 384 y estuvo en escena hasta el 388, cuando el emperador intervino contra él, después de que ocupó en el 387 Italia y África, que en teoría estaban bajo el dominio de Valentiniano II. Éste murió en el 392 por culpa de Arbogasto,24 pues se especula que lo asesinó o lo indujo al suicidio. Arbogasto designó emperador a Eugenio, que no era militar, sino retórico. Teodosio se levantó contra ellos en el 393 y resultó victorioso en el 394. Repentinamente, en el 395, murió Teodosio y quedaron como emperadores sus hijos: Arcadio un joven de aproximadamente 18 años y Honorio, un niño de cerca de 11. 22 Cfr. Ibid., p. 398. 23 Ibid., p. 400. 24 Arbogasto fue un general que debía vigilar a Valentiniano II. Cfr. Ibid., p. 404. 17 Con la muerte de Teodosio, según Le Glay se “ […] abre el comienzo de una grave crisis de ochenta años, casi un siglo, caracterizada por acontecimientos tan trágicos como la conquista y devastación de Roma en 410, el final del Imperio de Occidente y la creación de nuevas naciones, todas germánicas”.25 Al estar caracterizados los siguientes años por la crisis del Imperio Romano de Occidente, que culminan con su caída en el 476, y al ser el principal interés en este apartado el mostrar el lugar que ocupaba el cristianismo en el Imperio durante el siglo IV, me parece conveniente tan sólo mencionar el nombre de los emperadores que sucedieron a Teodosio, y que reinaron hasta la muerte de San Jerónimo (420): En Occidente gobernó Honorio de 395 a 423; y en Oriente Arcadio de 395 a 408, le sucedió Teodosio II que reinó de 408 a 450.26 En síntesis, siguiendo a Le Glay, lo más importante del periodo que se revisó fue el giro constantiniano (313) y el establecimiento del cristianismo como religión de Estado (380). 1.2 La organización de la educación en el Imperio Romano En este apartado señalaré la organización de la educación en el Imperio Romano, porque bajo ese sistema educativo se formó SanJerónimo –el actor principal de esta investigación–, así como muchos otros Padres de la Iglesia; y porque permitirá distinguir y comparar las prácticas educativas clásicas o “paganas” de las específicamente cristianas. El sistema educativo romano se basó en la educación griega, por lo que encontramos los mismos niveles educativos que en aquella: elemental, medio y superior. Pero a diferencia de la Grecia clásica que no conoció la educación 25 Id. 26 El Imperio Romano de Oriente, posteriormente conocido como Imperio Bizantino, abarcaba lo que actualmente es el Mediterráneo oriental: la península balcánica, Asia Menor, Siria y Egipto. Las fronteras cambiaron a lo largo del tiempo. Cfr. “El imperio Bizantino”, en <<http://oregon.conevyt.org.mx/colaboracion/colabora/objetivos/libros_pdf/sso2_u5lecc2.pdf>> [consultada el 24/03/10] 18 pública, durante el Imperio Romano se crearon escuelas municipales, lo que desde luego no significó que la educación privada desapareciera, ni que toda la población tuviera acceso a la educación formal, pues en Roma (como en muchas otras culturas y épocas) la educación tenía un carácter aristocrático, especialmente la superior, que está íntimamente relacionada con el acceso a cargos de privilegio y de poder. La educación romana fue bilingüe, por lo que los niveles antes mencionados se impartían paralelamente en griego y en latín. Sin embargo, en la época que se está estudiando, es decir, el siglo IV y principios del V, el griego estaba en decadencia en el Imperio Romano de Occidente, al grado de que los maestros competentes para enseñarlo eran escasos.27 Esta decadencia según Marrou, “[…] era inevitable, dado el progreso y enriquecimiento propio de la cultura romana”28 y se precipitó a partir del siglo III, fecha en la que algunas Iglesias cristianas occidentales habían adoptado el latín como lengua litúrgica y teológica.29 A continuación se expondrán brevemente los contenidos que se impartían en cada nivel del sistema educativo romano, representado por una escuela diferente: 1. Escuela elemental o del ludi magister o litterator. Asistían niños y niñas desde los 7 años. El programa de estudios estaba conformado por la lectura, la escritura y el cálculo.30 2. Escuela media o del grammatico. Se iniciaba a los 11 o 12 años de edad, y asistían juntos muchachos y muchachas. El programa de estudios comprendía la gramática,31 tomando como referencia a los clásicos, por ejemplo: Homero, Virgilio, Horacio, Terencio, Cicerón, etc. 27 Cfr. Henri-Irènèe Marrou. Op. cit., p. 360. 28 Ibid., p. 356. 29 Cfr. Ibid., p. 359. Marrou habla de Iglesias de Oriente y Occidente, pero en este periodo histórico aún constituían una sola. 30 Cfr. Id.; Francisco Larroyo. Op. cit., pp. 186 y 187. 31 Se entiende por gramática “el estudio teórico de la lengua correcta y la explicación de los poetas clásicos” Henri-Irènèe Marrou. Op. cit., pp. 377 y 378. Por su parte Manacorda señala que es “el 19 Esta educación tenía un carácter enciclopédico (que los griegos llamaban enkyclios paideia), ya que se requería de una cultura general para comprender y analizar los textos. Manacorda, siguiendo la descripción de Quintiliano en su Institutio oratoria, puntualiza que “llamados con su nombre actual, los aprendizajes propuestos por él podrían alinearse en esta serie de disciplinas: lengua y literatura, música (canto y danza), ciencias naturales (con especial referencia a la astronomía), matemática (y geometría), lógica (filosofía)”.32 También la educación física formaba parte de este nivel, pero al igual que la música, nunca alcanzó en Roma la importancia y los fines que perseguía en Grecia, pues era más bien practicada por especialistas a modo de espectáculo.33 3. Escuela superior o del rethor. Los jóvenes iniciaban aproximadamente a los 15 años, edad en la que recibían la toga viril, y terminaban hacia los 20. Esta escuela pretendía formar excelentes oradores, por lo que era necesario estudiar retórica, derecho romano, historia y filosofía.34 A esta escuela, y a la del grammatico, sólo tenían acceso las clases más elevadas que son las que ocupaban cargos como funcionarios de Estado. 1.3 Doctrina y estructura del cristianismo primitivo En los siguientes apartados describo la concepción de la naturaleza humana, la estructura eclesiástica y el papel de la mujer dentro de ella, los sacramentos que existían, los concilios ecuménicos y la conformación del credo cristiano, a fin de contextualizar cuál era la doctrina y la estructura del cristianismo primitivo en la que Jerónimo estuvo inmerso y que contribuyó a consolidar, pues no es gratuito que se le considere Padre de la Iglesia, como se explicará en los apartados que restan en este capítulo. significado de [la] lectura y crítica de los textos”. Mario Alighiero Manacorda. Historia de la educación 1. De la antigüedad al 1500., p. 127. 32 Mario Alighiero Manacorda. Op. cit., p. 138. 33 Cfr. Henri-Irènèe Marrou. Op. cit., p. 341. 34 Además existían escuelas superiores especializadas en el Derecho romano. Cfr. Francisco Larroyo. Op. cit., p. 200. 20 1.3.1 Concepción de la naturaleza humana Para entender la conformación de la estructura eclesiástica y el lugar de la mujer en el cristianismo, es preciso, revisar primero la concepción de esta doctrina acerca de la naturaleza humana. La fuente escrita por excelencia para estudiar este tema es La Biblia, de la cual, se acepta generalmente, que no debe hacerse una lectura literal. En su primer libro, el “Génesis”, se narra la creación del mundo y dos versiones sobre la creación del ser humano. La primera, en el capítulo uno, expone que: Dijo Dios: ‘Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que tenga autoridad sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo, sobre los animales del campo, las fieras salvajes y los reptiles que se arrastran por el suelo.’ Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Macho y hembra los creó.35 En este pasaje notamos que Dios crea a su imagen y semejanza al hombre y a la mujer,36 por lo que podemos deducir, que existe una igualdad entre ambos, y que por tanto, los dos tienen poder sobre la naturaleza, según el deseo de Dios. Sin embargo, existe otro pasaje en el mismo Génesis que sugiere una diferencia entre hombres y mujeres: Entonces Yahvé hizo caer en un profundo sueño al hombre y éste se durmió. Le sacó una de sus costillas y rellenó el hueco con carne. De la costilla que Yahvé había sacado al hombre, formó una mujer y la llevó ante el hombre.37 La interpretación que de este texto han hecho el judaísmo y el cristianismo (al menos el primitivo que es el que se está estudiando) es la subordinación e inferioridad de la mujer con respecto del hombre. 35 Génesis 1: 26-27, en La Biblia., p. 7. 36 Qué se debe entender por la imagen y semejanza es un tema que ha estado a discusión. 37 Génesis 2: 21 y 22, en Op. cit., p. 9. 21 En el Génesis encontramos otras características de los seres humanos, derivadas del “pecado original”:38 • El dolor en el parto • El deseo y el sometimiento de la mujer hacia su esposo • La necesidad del varón de trabajar duro para obtener los alimentos39 • La existencia de la muerte Observamos que según el cristianismo el hombre y la mujer son creación de Dios, quien es omnisciente y omnipotente, al igual que todo lo que existe, pero por el pecado los hombres y las mujeres de todos los tiempos están necesitados de la salvación divina. El cristianismo identificaen Jesús al redentor de los seres humanos y quienes crean en él e imiten su forma de vida, serán salvados. Es aquí donde se da la vinculación entre el cristianismo y la educación: el cristiano necesita estar en el proceso de perfeccionamiento y santificación para asemejarse a Jesús –Dios– y así poder obtener la salvación. Tales procesos implican la educación de la persona en sus hábitos, conducta, sentimientos, etc. 1.3.2 La estructura eclesiástica y el papel de la mujer cristiana en el siglo IV La estructura eclesiástica ya estaba diferenciada y jerarquizada en el siglo IV: el lugar más alto lo ocupaban los obispos, le seguían los sacerdotes, luego los diáconos y por último los laicos, entre éstos algunos se dedicaban a la vida ascética, y otros colaboraban en actividades litúrgicas como lectores, acólitos, exorcistas y ostiarios.40 38 Génesis 3: 1-24, en Op. cit., pp. 9-12. 39 Cfr. Leslie Stevenson. “La Biblia”, en Leslie Stevenson y David L. Haberman. Diez teorías sobre la naturaleza humana. Confucianismo, Hinduismo, la Biblia, Platón, Kant, Marx, Freud, Sartre, Skinner, Lorenz., p. 108. 40 El obispo poseía la suprema autoridad sacerdotal, la facultad de imponer las manos y conferir el sacerdocio, así como el otorgar el perdón de los pecados; el sacerdote o presbítero era el ministro de la liturgia cristiana y estaba bajo las órdenes del obispo; el diácono era el subalterno del presbítero, y servía en el culto divino y en la predicación; el lector era el que leía las Sagradas Escrituras en los oficios litúrgicos; el acólito era el que ayudaba a los diáconos; por su parte el 22 Esta estructura se fue conformando con el paso de los siglos, no fue creada por Jesús; sin embargo, la Iglesia fundamenta su origen recurriendo a las Sagradas Escrituras y a la tradición apostólica, de tal forma que se supone que: 1.- La constitución eclesiástica es imagen y continuación del orden celeste (Dios, Cristo y los apóstoles). 2.- Los obispos son sucesores directos de los apóstoles.41 Existían iglesias y obispos que ejercían una autoridad moral y jurisdiccional sobre otras iglesias, las más importantes eran: Roma, Antioquía, Alejandría, Jerusalén y Constantinopla. Su autoridad provenía básicamente de dos fuentes: la invocación a la tradición de los apóstoles (es decir, que su iglesia fue fundada por un apóstol) y la importancia política que tenía en sí la ciudad. Además de estas iglesias importantísimas que en siglos posteriores serán nombradas patriarcados, existen los <<metropolitanos>>, que son los obispos con primacía sobre los demás obispos de su provincia. A los metropolitanos “les correspondía la inspección disciplinar, tenían competencias jurídicas superiores en la provincia, vigilaban y confirmaban las elecciones episcopales y convocaban y presidían los sínodos de toda la provincia”.42 Se habrá notado ya que en la jerarquía eclesiástica antes descrita (obispos, sacerdotes y diáconos)43 no están contempladas las mujeres. ¿Por qué? Anderson, señala que se debe a que las ideas denigrantes sobre la mujer ejercieron su influencia en el proceso de organización de la Iglesia. “Se citó la naturaleza inherentemente <<más débil>> de las mujeres, su participación en el abandono de la gracia divina y su <<impureza>> periódica, para excluirlas de exorcista cuidaba de los enfermos mentales, epilépticos y posesos; y el ostiario era el que vigilaban las entradas en las iglesias. Cfr. Bernardino Llorca, Ricardo García-Villoslada y Juan María Laboa. Op. cit., p. 272.; Norbert Brox. Historia de la iglesia primitiva., pp. 125-126. La estructura eclesiástica del siglo IV es muy parecida a la que actualmente tiene la Iglesia católica. 41 Cfr. Norbert Brox. Op. cit., pp. 121-125. 42 Ibid., p. 129. 43 No se incluye la figura del Papa porque es un obispo. Sobre los orígenes del papado Cfr. Ibid., pp. 134 -140. 23 todos los puestos de responsabilidad y autoridad de los que en un principio habían disfrutado”.44 Anderson identifica tres fuentes principales de esas ideas denigrantes: 1.- Los pasajes del Antiguo Testamento, donde las mujeres aparecen como subordinadas. 2.- Las tradiciones de subordinación de las mujeres que forman parte de las culturas entre las que se difundió el cristianismo: griega, romana, hebrea, etc. 3.- Los textos neotestamentarios (evangelios, cartas paulinas y escritos de los primeros cristianos) donde la mujer aparece como subordinada.45 Un ejemplo es la primera carta a Timoteo atribuida a San Pablo, que nos permite entender mejor el papel y el comportamiento ideal de la mujer cristiana, pues a pesar de que el texto es del siglo I, fue retomado por diversos Padres de la Iglesia a lo largo de los siglos, para justificar el lugar de subordinación de la mujer en la Iglesia y en la sociedad. La carta dice así: Que la mujer sea sumisa y sepa aprender en vez de molestar. No permito que la mujer enseñe ni quiera corregir a su marido; que se quede tranquila, pues Adán fue formado primero y después Eva. Y no fue Adán el que se dejó engañar, sino la mujer, y por ello vino la desobediencia. Se salvará, por supuesto, gracias a la maternidad, con tal de que lleve una vida ordenada, perseverando en la fe, el amor y la obra de santificación.46 Es preciso abundar sobre el lugar y papel que ocupaba la mujer cristiana, ya que dependiendo del contexto existían ciertos matices diferenciados en Oriente y en Occidente. En Oriente estaba difundida la práctica de “ordenar” diaconisas. Se tienen noticias de ellas desde el siglo III y hasta aproximadamente el siglo XII.47 Sus funciones son descritas en la Didascalia de los apóstoles, texto sirio del siglo III , y las Constituciones apostólicas, obra del siglo IV que compila varios textos, entre 44 Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinsser. Historia de las mujeres: una historia propia., p. 105. 45 Cfr. Ibid., p. 101. 46 1ª Carta a Timoteo 2:11-15, en La Biblia., p. 429. (Las negritas son mías.) 47 Cfr. Monique Alexandre. “Imágenes de mujeres en los inicios de la cristiandad”, en Georges Duby y Michelle Perrot. Historia de las mujeres en Occidente. 1. La antigüedad., pp. 514-518. 24 ellos la Didascalia apostolorum y la Didajé.48 De acuerdo a Alexandre estos textos establecían que: La cantidad de diáconos y mujeres diáconos es proporcional a la congregación. Mientras que las funciones de diácono son extensas –asistencia al obispo, en particular con ocasión de la celebración de Eucaristía, y responsabilidad del buen orden en la asamblea–, las funciones de las mujeres diáconos se limitan al grupo femenino: […] ‘Y cuando se saca del agua a la bautizada, que la mujer diácono la reciba, la acoja y enseñe cómo el sello del bautismo debe conservarse intacto en la pureza y la santidad’. Además, ‘una mujer diácono es necesaria para ir a las casas de los paganos donde haya mujeres creyentes, para visitar a las enfermas, para asistirlas en aquello que necesiten y para lavar a las que comienzan a recuperarse de una enfermedad’. […se] insiste en la necesidad y la importancia de este ministerio […] recordando que Cristo era servido por mujeres diáconos: María Magdalena, María, hija de Santiago y madre de José, la madre de los hijos de Zebedeo, y otras. En el siglo IV, las Constituciones apostólicas modifican y amplían estas disposiciones. Mientras que el obispo elige los diáconos en la asamblea del pueblo, elige en cambio las diaconisas (diákonissai) entre las vírgenes y las viudas, con un ascetismo marcado. También aquí, sus funciones son las de visitar a enfermas e inválidas, asistir durante la administracióndel bautismo a las mujeres. Pero también pueden ser mensajeras; deben ser presentadas cuando una mujer viene a encontrar al diácono o al obispo; reciben a las mujeres en las asambleas litúrgicas y velan, lo mismo que los diáconos respecto de los hombres, por el buen orden de esas reuniones. Pero se marcan límites: ‘La diaconisa no bendice, así como tampoco hace nada de lo que tienen a su cargo los presbíteros y los diáconos; ella tan sólo tiene el cuidado de las puertas y asiste a los presbíteros en la administración del bautismo por razones de decencia’.49 ¿Qué lugar y papel tenía la mujer en la Iglesia de Occidente? Considerando que el diaconado femenino ahí es poco conocido y visto por algunos como propio de los herejes,50 podemos agrupar a las mujeres de la siguiente manera, a saber: 1.- Las esposas que se convierten en madres (matrimonio y procreación van de la mano). 2.- Las vírgenes consagradas a Dios, las que “se esposan” con Cristo. Durante el siglo IV cobraron una importancia creciente las comunidades religiosas 48 Cfr. Ibid., p. 513. 49 Ibid., pp. 514 y 515. 50 Cfr. Ibid., p. 520. En las sectas o movimientos heréticos (considerados así por la Iglesia) las mujeres podían ocupar puestos iguales o equivalentes en jerarquía, a los de los hombres. Un ejemplo de esto, es que los gnósticos permitían a las mujeres ejercer funciones sacerdotales. Cfr. Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinsser. Op. cit., p. 105. 25 femeninas constituidas bajo la guía de un eminente cristiano,51 ejemplo de ello fueron las comunidades dirigidas por San Jerónimo. Anderson señala que para los Padres de la Iglesia, las mujeres vírgenes, es decir, aquellas que negaban su función reproductora, se elevaban de su naturaleza <<inferior>>. San Jerónimo, el mayor defensor de la virginidad de la mujer, explicó esta transformación: En la medida en que la mujer está hecha para el nacimiento y los hijos, es diferente al hombre en cuerpo y en alma. Pero si desea servir a Cristo en lugar de al mundo, entonces dejará de ser mujer y será llamada hombre.52 3.- Las viudas. De este grupo de mujeres se esperaba una conducta recatada, que se dedicaran a rezar y a realizar las labores domésticas. Finalmente, identifiqué también a un cuarto grupo de mujeres que si bien podrían estar ubicadas en uno de los tres anteriores, resaltan porque fueron mujeres “con poder.” Veamos quiénes eran: 4.- Mujeres “con poder”. Estas mujeres destacan por llegar a tener una autoridad moral reconocida tanto por mujeres como por hombres, por lo que se convirtieron en modelo de imitación para ambos sexos. Tales mujeres fueron desde las acaudaladas que daban protección a sacerdotes, monjes y religiosas, a través de su apoyo económico (por ejemplo, creando monasterios), así como aquellas que por su vida ascética eran consultadas sobre temas espirituales. Un ejemplo es Marcela, discípula de San Jerónimo, quien dice de ella: Todo lo que de ciencia hemos podido reunir tras largos estudios […] le sirvió a ella de alimento, lo aprendió y poseyó, al punto que, después de mi partida, si se presentaba alguna controversia a propósito de algún texto de la Escritura se recurría a su juicio. Y como era muy prudente y conocía muy bien lo que los filósofos llamaban to prepon, es decir, lo que conviene, cuando se la interrogaba respondía de tal modo que no decía su propio parecer como si se tratara de un sentimiento personal, sino como si fuera mío o de algún otro, de modo que hasta en su enseñanza representaba el papel de alumna. En efecto, conocía la palabra del apóstol: ‘No permite (sic.) que una mujer enseñe’, y ella no quería aparecer como 51 Cfr. Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinsser. Op. cit., p. 100. 52 John T. Noonan “Power to choose”, en Marriage in the Middle Age. Apud. Ibid., p. 107. (no se especifica de qué obra de San Jerónimo se extrajo la cita) 26 injuriando a los hombres y a veces a los sacerdotes que le preguntaban acerca de problemas oscuros y ambiguos.53 En los tres primeros grupos de mujeres cristianas, encontré como características comunes la sumisión y la obediencia a otro (el varón, sea en la figura del padre, el esposo o el clérigo), no obstante debemos tener presente que a pesar de los límites de su campo de acción en la Iglesia, la mujer en el siglo IV (y en siglos anteriores y posteriores) desempeñó un papel importante en la conversión al cristianismo de sus familias (de su esposo y de sus hijos),54 así como de la sociedad. Además se les permitió desarrollar tareas asistencialistas a enfermos y pobres, las cuales eran actividades que daban prestigio y poder a la Iglesia.55 1.3.3 Los sacramentos en el cristianismo primitivo A continuación definiré qué y cuáles son los sacramentos en el cristianismo primitivo, lo que a su vez nos permitirá conocer parte de los ritos y creencias cristianas. De acuerdo a Vidal el concepto sacramento, es utilizado por primera vez por Tertuliano (ca. 155 – 222) en su obra Ad Martyres, para: […] definir el juramento del soldado. Posiblemente, la recepción ulterior del término derive de su utilización en el nuevo testamento latino como traducción de la palabra griega <<mysterion>>. Durante los primeros siglos del cristianismo, el contenido de la palabra resultó extraordinariamente borroso. Agustín lo definió como <<forma visible de una gracia invisible>> (lo que se acerca a la definición católica posterior), pero consideró como tal el Credo y el Padrenuestro […]56 Lo anterior permite definir al sacramento como signos sagrados a través de los cuales los cristianos reciben gracias que vienen de Dios. Tres son los 53 Monique Alexandre. Op. cit., p. 523. (No especifica de que texto toma las palabras de San Jerónimo) 54 En los siglos IV y V, la Iglesia todavía toleraba los matrimonios mixtos. Cfr. Ibid., p. 528. 55 Cfr. Ibid., p. 643. 56 César Vidal. Diccionario histórico del cristianismo., p. 308. 27 sacramentos que se practicaban en el cristianismo primitivo: el bautismo, la eucaristía y la penitencia. El bautismo era –y es– el sacramento necesario para ser incorporado a la Iglesia. Para ser bautizado se requería que previamente hubiera un proceso de conversión e instrucción. Quienes se sometían a éste, eran llamados catecúmenos.57 La forma básica del catecumenado existía desde inicios del siglo III. En el siglo IV, se introdujeron modificaciones relevantes en el ritual, debido al giro constantiniano que trajo consigo un interés masivo por el cristianismo.58 Un cambio radicó en que se puso más atención, y con ello un control más severo, sobre el acceso al cristianismo; otro fue que si antes era generalizado que el catecúmeno en un promedio de dos a tres años era bautizado, ahora hubo catecúmenos que pasaban muchos más años, incluso toda su vida o hasta su lecho de muerte, es decir, que podían permanecer de forma indefinida como candidatos a ser miembros de la Iglesia y, por consiguiente, tenían acceso a participar de la liturgia de la palabra, pero sin la obligación de observar toda la ética cristiana; otro cambio introducido en el catecumenado, fue que se estableció la cuaresma o tiempo penitencial, como la fase de preparación inmediata para los catecúmenos que se inscribían para solicitar el bautismo.59 El bautismo era administrado a los adultos, sin que por ello, estuviera prohibido a los niños.60 El sacramento de la eucaristía, también denominado “fracción del pan” y “cena del Señor”, se basa en la “última cena” de Jesús con sus apóstoles, narrada en los diferentes evangelios sinópticos: Mateo (26: 26-28), Marcos (14: 22-24) y Lucas (22: 19-20). 57 Sobre el catecumenadose hablará detalladamente en el apartado 1.4 La educación en el cristianismo primitivo. 58 Cfr. Norbert Brox. Op. cit., p. 146. 59 Cfr. Id. 60 La generalización del bautismo de niños fue, según Brox, hacia el siglo V. Cfr. Ibid. p. 149. Por su parte, Estrada ubica tal hecho en el siglo IV. Cfr. Juan Antonio Estrada. “Las primeras comunidades cristianas”, en Manuel Sotomayor y José Fernández Ubiña (coords.). Op. cit., p. 183. 28 La eucaristía inicialmente era celebrada sólo los domingos, pero a partir del siglo IV también se celebró en miércoles y viernes; y a fines de este mismo siglo se efectuó diariamente.61 Otro cambio introducido en este sacramento en el siglo IV, fue que el sacerdote (también los obispos) era el único que podía comulgar.62 El último sacramento identificado y claramente definido en el siglo IV, es el de la penitencia. Su estructura en esencia estaba ya delimitada desde el siglo III: 1) exhomologesis: ante la comunidad el cristiano hacía una confesión pública de los pecados, rogando que se le permitiera la readmisión; 2) penitencia: se le excluía del servicio divino (excomunión) y se le sometía a un período penitencial (de semanas o años, según fuera el pecado); 3) reconciliación: se realizaba mediante la imposición de manos del obispo.63 Brox señala que después de los cambios realizados por Constantino en materia religiosa, la excomunión (que como ya vimos era temporal), tuvo nuevas consecuencias sociales, pues se veía que el pecador, contravenía los modelos públicos de la sociedad, a tal grado que la confesión pública de los pecados podía mermar el buen nombre, honor y la posición socioestatal, e incluso tener consecuencias jurídico-penales.64 No se contempla en este apartado el matrimonio como sacramento, ya que la Iglesia asumía como válido el secular. Fue apenas en el siglo IV cuando se empezó a generalizar la bendición sacerdotal a los matrimonios, pero sin que de esto dependiera su validez;65 sin embargo, existen muchos escritos sobre la moral de los cónyuges y la condenación de la infidelidad de ambas partes, así como la prohibición del divorcio libre y el aborto.66 61 Cfr. Norbert Brox. Op. cit., p. 157. 62 Cfr. Ibid,. p. 158. 63 Cfr. Ibid., pp. 161-163. 64 Cfr. Ibid,. p. 168. 65 Juan Antonio Estrada. Op. cit., p. 183. 66 Cfr. Ibid., pp. 273-276. 29 1.3.4 Los concilios ecuménicos y la conformación del credo cristiano Considero relevante mencionar aunque sea brevemente, lo acordado en los concilios ecuménicos que antecedieron y se llevaron a cabo durante la vida de San Jerónimo, porque permiten tener una idea concreta de la doctrina oficial de la Iglesia, así como abundar en el contexto político-religioso de nuestro personaje. Un concilio ecuménico se refiere al sínodo o asamblea de la Iglesia, al que asisten gentes de todas partes del mundo –en este caso del Imperio Romano–, para regular cuestiones doctrinales y disciplinarias, que atañen a todos por ser miembros de la Iglesia universal. La numeración y definición de los concilios como ecuménicos, se dio hasta el concilio de Calcedonia del año 451.67 En éste se estableció que el primer concilio ecuménico fue el realizado en Nicea en 325; el segundo el de Constantinopla del 381; y el tercero el que ellos estaban realizando en Calcedonia.68 Me ocuparé por lo tanto de los dos primeros, por ser los que abarcan cronológicamente nuestro tema de investigación. El concilio de Nicea de 325 como ya mencioné, fue convocado por el emperador Constantino69 para dar solución al conflicto arriano. El interés del emperador venía de su predilección por el cristianismo para contribuir a la unidad y paz en el Imperio, no así porque fuera un experto en la materia. Constantino se ofreció a pagar los viajes de los asistentes que se reunirían en dicho concilio. A éste asistieron entre 250 y 300 personas aproximadamente, en su mayoría de Oriente, un grupo de África y unos cuantos de Occidente. Destaca el hecho de que no asistió el obispo de Roma (Silvestre I) sino que envío a un representante. 67 Fernández Ubiña ubica como el prototipo conciliar, la reunión que tuvieron los apóstoles en Jerusalén en el año 59, para decidir en qué condiciones se debía admitir a los conversos procedentes de la gentilidad (Hechos 15: 1-29). Cfr. José Fernández Ubiña. “El cristianismo greco- romano”, en Manuel Sotomayor y José Fernández Ubiña (coords.). Op. cit., p. 258. 68 Cfr. Norman P. Tanner. Los concilios de la Iglesia. Breve historia., p. 28. 69 Los primeros siete concilios ecuménicos de la antigüedad fueron convocados, inaugurados, moderados y cerrados (incluyendo la promulgación de los decretos acordados) por los emperadores no por el Papa romano. Cfr. Ibid., p. 33. 30 Algo similar ocurrió en el concilio de Constantinopla del 381, en donde se estima que hubo una asistencia de 150 personas, pero es probable que no hayan asistido representantes de Occidente.70 El modelo de participación de los antiguos concilios consistía en expresar verbalmente la posición respecto al tema a tratar (en el caso de Nicea, la enseñanza de Arrio, quien estuvo presente), luego se discutía el tema y, finalmente, se tomaba el acuerdo según las aclamaciones de la mayoría, no por votación. Dicho procedimiento dificulta a los historiadores precisar si la participación (en contraste con la mera asistencia) era exclusiva de los jerarcas (obispos, sacerdotes y diáconos) o si también los laicos pudieron manifestar su posición respecto al tema en cuestión, pues hay indicios de que hubo asistencia de éstos en los primeros concilios.71 Se podría suponer que la Iglesia oriental fue la única que dio aportaciones a los concilios por su elevado número de asistentes, sin embargo, Tanner considera que la participación de la Iglesia africana con sede en Alejandría, fue significativa y decisiva en el concilio de Nicea, así como en posteriores concilios.72 En el concilio de Nicea se acordó el primer Credo, el cual concentra la doctrina cristiana y refleja un claro rechazo a las tesis arrianas sobre la diferencia de la naturaleza del Hijo de Dios respecto al Padre, y de la subordinación del primero respecto del segundo. Este Credo es básicamente el mismo que se conserva en la Iglesia católica, pero en el concilio de Constantinopla fue ampliado. Se cree que “[…] el credo se basó en la confesión de fe empleada en el rito del bautismo de una determinada iglesia local: ciertos investigadores consideran que Jerusalén, o algún lugar de Siria o Palestina, son los lugares más probables de su origen”.73 70 Ibid., pp. 29 y 30. 71 Ibid., p. 31. 72 Ibid., p. 30. 73 Kerly, Early Christian Creeds. Apud. Ibid., p. 35. 31 El texto del Credo niceno es el siguiente: Creemos en un solo Dios, el Padre todopoderoso, creador de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, engendrado, nacido del Padre, esto es, de la misma naturaleza del Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, consustancial con el Padre, por quien todo fue hecho, tanto en el cielo como en la tierra; por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó y se encarnó, se hizo hombre, sufrió y resucitó al tercer día, subió a los cielos y vendrá para juzgar a vivos y muertos. Y en el Espíritu Santo. Y aquellos que dicen <<hubo una vez cuando él no era>> y <<antes de que fuera engendrado, no existía>> y que procedió de cosas que no existían, o de otra hipóstasis o sustancia, afirmando que el Hijo de Dios está sometido a cambios o alteración, a éstos la iglesia católica y apostólica los considera anatemas.74 Al término del concilio de 325, Constantino promulgólos decretos (el Credo y otros cánones disciplinarios ahí acordados), y como demostración de su apoyo imperial a los acuerdos del concilio, desterró a Arrio y a dos de los obispos cercanos a él, que fueron los únicos que no se suscribieron a la confesión nicena.75 Tras el concilio de Nicea, hubo discrepancias respecto al Credo, pero no se entrará en detalles porque la Iglesia católica, a la que perteneció San Jerónimo, defendió y conservó (con ciertas modificaciones) el Credo arriba citado,76 basta decir, que la oposición al Credo creció específicamente en Oriente, y que el propio Constantino, tres años después del concilio, adoptó una política proarriana, haciéndose bautizar en su lecho de muerte por un sacerdote de este movimiento. El concilio de Constantinopla fue convocado por el emperador Teodosio en el 381 para ¡nuevamente!, dar fin a la controversia arriana. A este concilio sólo asistieron obispos orientales. Señalé ya, que se amplió el Credo niceno, “lo nuevo en el plano dogmático […] son las afirmaciones sobre la homousia del Espíritu Santo”,77 es decir, la misma esencia. 74 Alberigo et al. Conciliorum oecumenicorum decreta. Apud. Id. (Las cursivas son de Tanner para resaltar las palabras antiarrianas) 75 Cfr. Norbert Brox. Op. cit., p.229. 76 Cfr. “El conflicto posniceno” en Ibid., pp. 229-234. 77 Ibid., p. 235. 32 El texto que se agrega al Credo es: “Creemos… en el Espíritu Santo, Señor y vivificante, que procede del Padre, que juntamente con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado, que habló por los profetas”.78 Brox estima que en el concilio de Constantinopla quedó configurado el dogma trinitario,79 además de que como ya dije, en el Credo se sintetiza la doctrina cristiana oficial. 1.4 La educación en el cristianismo primitivo “Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes”. (Mateo 28: 19-20) Al cristianismo no le es ajena la educación, pues desde sus orígenes tuvo que hacer uso de ella para dar cumplimiento al mandato de Jesús arriba citado; el cual implica no sólo que se anuncie (y se escuche) su mensaje, sino que haya una conversión, un cambio de vida, para que “nazca” un hombre nuevo que se asemeje a Cristo, ya que él es el modelo a seguir, pues dijo sobre sí: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”.80 Observamos entonces que la educación es un medio de santificación para alcanzar un fin: la salvación. En este apartado se describirán las prácticas e instituciones educativas que se desarrollaron en el cristianismo primitivo desde su surgimiento en el siglo I hasta llegar al siglo IV, fecha en que se ubica nuestro autor, San Jerónimo. El cristianismo, como ya mencioné, nació en un contexto en el que en lo político dominaban los romanos, en lo cultural y filosófico los griegos, y en lo 78 Id. (Las cursivas son del texto citado) 79 Ibid., p. 236. 80 Juan 14: 6, en La Biblia., p. 232. 33 religioso, derivaba del judaísmo. Todo esto influenció el desarrollo de la educación cristiana en distintos aspectos: instituciones, métodos, contenidos, etc. Los cristianos tomaron como modelo las instituciones educativas judías: la sinagoga, la familia y la escuela rabínica, para crear las suyas, donde encontramos: la asamblea (ekklesía), la familia y la catequesis.81 Para que un cristiano pudiera educarse a través de la asamblea, es decir, de la Iglesia como comunidad, era necesario que sacara provecho de las reuniones y de los signos sacramentales que en ella se practicaban.82 Nótese que la palabra educación se está utilizando aquí en el sentido de proceso de “transmisión” de creencias, ritos, valores, actitudes, etc. Por su parte, la familia jugaba un papel sumamente importante en la educación cristiana de los niños, pues era a partir de su ejemplo como éstos se iban introduciendo en el cristianismo, particularmente en lo que se refiere a los valores y mandamientos que debían seguir, es decir, lo que está en el ámbito de la moral. Además, la familia instruía a los niños para que memorizaran y recitaran algunos pasajes de la Biblia. El método utilizado por los apóstoles y sus sucesores para la predicación del mensaje de Jesús, que actualmente sigue vigente, era la catequesis. La palabra catequesis viene del griego kateecheo, que significa “instruir por medio de preguntas y respuestas”,83 “hacer <<resonar>>, <<hacer resonar en los oídos>>, <<enseñar de viva voz>>, <<instruir>>, <<catequizar>>”.84 Queda claro que la catequesis cristiana es un método de instrucción oral que se vale de preguntas y respuestas para lograr su cometido: adoctrinar respecto al mensaje de Jesús. El nombre que reciben las personas que se están instruyendo en este mensaje y que desean integrarse a esta Iglesia, es como ya 81 Emilio Redondo García (Dir.) Introducción a la historia de la educación., pp. 210 y 211. 82 Id. 83 Francisco Larroyo. Op. cit., p. 233. 84 Emilio Redondo García (Dir.) Op. cit., p. 230. 34 se dijo, el de catecúmeno, palabra que viene del griego kateechoúmenos, que es el participio pasado de kateecheo.85 El catecúmeno es el adulto que, como ya dije, se está instruyendo para recibir el primer sacramento de iniciación cristiana: el bautismo, con el cual quedará incorporado a la Iglesia. Inicialmente esta instrucción la brindaba un “maestro”, posteriormente la dio el sacerdote y el obispo. Para los primeros cristianos era sumamente importante la formación del catecúmeno, a tal grado que para el año 180 era ya una institución, y se habla de escuelas catecúmenas, donde encontramos toda una serie de procesos y contenidos para asegurarse de que el que pretende ser cristiano, tenga una auténtica conversión de vida y sea entonces merecedor del conocimiento de los misterios de Dios y de los sacramentos que la Iglesia administra. El catecumenado en su versión definitiva, surgió a partir del Edicto de Milán del 313, y de acuerdo con Redondo consistía en lo siguiente: La admisión y preparación del candidato se hacía a través de la presentación y la encuesta. El candidato debe ser <<presentado>> por un cristiano que le conozca y salga fiador de su deseo de convertirse y de su rectitud de intención. Acto seguido se le hace una encuesta sobre su vida y sus costumbres: se le interroga sobre los motivos de su conversión, para comprobar que es sincera, sobre su conducta habitual y sobre su profesión. En el supuesto de incompatibilidad con la fe y vida cristianas, debe renunciar a ella. Éste era el caso de profesiones u oficios que implicaban idolatría […] A la recepción como catecúmeno seguía un largo período de prueba –que solía durar de dos a tres años–, jalonado de grados. En el primer grado, el status del catecúmeno es el de <<oyente>>; el audiente recibe alguna instrucción doctrinal mediante la lectura de la Biblia, pero no sobre los misterios de la Santísima Trinidad, la Encarnación y la Redención. Tampoco recibe el Símbolo de la Fe –el Credo–, ni asiste a la celebración de los misterios; aunque pertenece a la Iglesia y debe ejercitarse en la piedad y en la vida cristianas: es todavía un <<profano>>. El siguiente paso se realizaba a través de otro examen doctrinal y ascético, en el que el juicio de los catequistas y los padrinos era decisivo. Dicho examen solía tener lugar antes de la Cuaresma, y situaba al candidato en el grado de los competentes (<<aptos>>), electi (<<elegidos>>, <<separados>>), o photidsomenoi, palabra griega que significa: <<los que van a ser iluminados>>. Éstos, durante la Cuaresma, a través del rito de la traditio symboli, recibíanoralmente el Credo, y también la oración dominical –el Padrenuestro– en la traditio orationis dominicae. Una vez que los habían aprendido de memoria, los recitaban solemnemente en una ceremonia 85 Francisco Larroyo. Op. cit., p. 234. 35 posterior: la redditio symboli. Durante los días que preceden al bautismo, tras haber pasado por un nuevo examen, se les sometía a una preparación más intensa sobre el Símbolo de la Fe, la Oración dominical y los Sacramentos de iniciación cristiana. Finalmente, tenía lugar el solemne acto de la recepción del bautismo en las Vigilias de Pascua y (sic.) de Pentecostés. La condición de <<catecúmeno>> finalizaba el Domingo in albis, en el que el recién bautizado se despojaba de la túnica blanca que se le había puesto el día del bautismo y recibía una catequesis especial.86 En la siguiente página presento una red semántica sobre la organización del catecumenado, a fin de que se visualice la secuencia y se diferencien los contenidos a los que se accedía de acuerdo al grado alcanzado. La expansión de las escuelas de catecúmenos tuvo como consecuencia la necesidad de preparar a los maestros, dando origen a las escuelas catequéticas o de catequistas, hacia el siglo II e inicios del tres.87 Pero antes de continuar señalando las características de éstas, se estima indispensable mencionar, aunque sea brevemente, la asimilación de la cultura clásica en el cristianismo, ya que fue un proceso difícil y largo que permite entender la historia de la educación cristiana primitiva que se está abordando. Me guiaré según la obra (doctrinas) de los Padres de la Iglesia. La diversa obra de los Padres de la Iglesia (que señala el grado de asimilación y aceptación de la cultura clásica) ha dado lugar a una clasificación que a continuación se expone, siguiendo la descrita por Larroyo:88 1. Padres apostólicos. Son quienes tuvieron un contacto directo o próximo con los apóstoles, por lo que vivieron en el siglo I y la primera mitad del siglo II. Utilizaron para predicar los logia (dichos de Jesús), los evangelios y formas literarias griegas tales como la epístola y los hechos o praxeis (actos y doctrinas de hombres sabios o famosos). También emplearon el Apocalipsis, el sermón y la Doctrina de los doce apóstoles,89 en su forma abreviada: Didajé, didaqué o Didaché. 86 Emilio Redondo García (Dir.) Op. cit., pp. 245 y 246. 87 Francisco Larroyo. Op. cit., p. 234. 88 Cfr. Ibid., pp. 232 y 233. 89 Cfr. Werner Wilhelm Jaeger. Cristianismo primitivo y paideia griega., pp. 17-19. 36 ORGANIZACIÓN DEL CATECUMENADO FASES EN LA ADMISIÓN 1. Presentación se ejercita en la piedad y vida cristianas recibe una instrucción doctrinal aprobado presenta examen doctrinal y ascético antes de la Cuaresma a) Oyente grados: 2 a 3 años b) Competente período de prueba aceptación como catecúmeno vida 2. Encuesta cristiano que hará de fiador costumbres motivo para convertirse comportamiento profesión somete preparación intensa presenta examen memorizados los recita en otra ceremonia recibe oralmente Credo Padre- nuestro BAUTISMO durante la cuaresma Credo Sacra- mentos de iniciación Padre- nuestro aprobado Vigilia Pascual o de Pentecostés Domingo in albis se despoja de la túnica termina condición de catecúmeno recibe catequesis especial BAUTISMO 37 II.- Instrucción litúrgica (capítulos VII – X): “trata del bautismo, de la manera de administrarlo y de la preparación para recibirlo; del ayuno, de la oración y de la celebración de la eucaristía”.90 III.- Ordenación disciplinar (capítulos XI – XV): “contiene las reglas que han de observarse en el trato con los predicadores, con los apóstoles ambulantes, con los profetas, los caminantes y los doctores probados. Prescribe, finalmente, la comunión dominical y el trato que debe darse a los obispos, diáconos y hermanos de la comunidad”.91 IV.- Conclusión escatológica (capítulo XVI): “exhorta a velar para esperar la venida de Jesús y describe los signos que han de preceder y acompañar al fin del mundo”.92 El autor (o los autores) de la Didajè se desconoce, pero los historiadores reconocen en su doctrina moral, particularmente la que se refiere a la de los dos caminos, la influencia de una fuente helenista que no es judía ni cristiana.93 Entre los principales Padres apostólicos figuran San Clemente Romano, autor de una carta dirigida a los corintios; San Policarpo que escribió una carta a los filipenses; San Papías, autor de la obra: Explicación de las sentencias del Señor), San Ignacio de Antioquía, quien dirigió una carta a los romanos, para que no se opusieran al martirio; y Hermas, escritor de El Pastor. Sus obras se caracterizan por ser “sencillas instrucciones y exhortaciones a la fe y costumbres cristianas” 94 y por estar escritas, muchas de ellas, en griego. Este último aspecto, usar el griego, viene de la época de los apóstoles y Jaeger identifica en él la primera “fase” de helenización del cristianismo, pues “con el uso del griego penetra en el pensamiento cristiano todo un mundo de conceptos, categorías intelectuales, metáforas heredadas y sutiles connotaciones”.95 90 Id. 91 Id. 92 Id. 93 Ésta es la postura de Jaeger Cfr. Op. cit., p. 19.; Cádiz por su parte, considera que tuvo una fuente cristiana. Cfr. Op. cit., p. 100. 94 Francisco Larroyo. Op. cit., p. 232 95 Werner Wilhelm Jaeger. Op. cit., p. 14. 38 Para valorar esta helenización del cristianismo en el sentido de usar el griego tanto en escritos como en discursos, en su justa dimensión, se deben tomar en cuenta las siguientes puntualizaciones: • Se utiliza el griego porque “se hablaba más o menos correctamente en todas las regiones donde se había extendido el cristianismo; en algunas era la lengua única, en otras era una especie de lengua internacional al lado de los idiomas locales”.96 Lo que se desea resaltar aquí es que se utilizaba el griego porque era la lengua común, es decir, que era lo que se estilaba (hasta que fue desplazada por el latín en la Iglesia occidental, en el siglo III) y no porque los cristianos estuvieran interesados en apropiarse de la cultura clásica ya que ésta es característica de épocas posteriores, como se explicará más adelante. • La cantidad de textos producida por los Padres apostólicos es escasa. Esto se atribuye entre otras cosas, según Cádiz, a que Jesús no les ordenó escribir sino predicar.97 • En las obras de los Padres apostólicos “apenas hay referencias a la cultura pagana”.98 Sus textos son sencillos y con un carácter práctico: instruir sobre la fe, ayudar a que se mantenga el orden y la unidad en las iglesias, a resolver disputas entre ellas, etc. • Durante esta época, las actitudes predominantes de los cristianos hacia la cultura clásica son de indiferencia o bien de desconfianza. De indiferencia, por ejemplo, hacia el hecho de que los cristianos aprendieran aritmética, geometría, astronomía y música, ya que son disciplinas especializadas a las que pocos accedían,99 y en poco o nada contradicen lo que la naciente fe planteaba; pero no era así en el caso de la filosofía, ya que frecuentemente ésta se oponía a las creencias cristianas, tenía sus propias explicaciones sobre la creación del mundo, el fin del hombre, etc., por lo que los cristianos educados dentro de la escuela clásica la consideraban peligrosa para la fe cristiana. 96 Luis M. de Cádiz. Op. cit., p. 95. 97 Ibid., p. 96. 98 Emilio Redondo García (Dir.). Op. cit., p.
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