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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
COLEGIO DE PEDAGOGÍA 
 
 
 
 
 
LA EDUCACIÓN FEMENINA RELIGIOSA EN EL PENSAMIENTO 
PEDAGÓGICO Y LA PRÁCTICA EDUCATIVA DE SAN JERÓNIMO (340 – 420) 
 
 
TESINA QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: 
 LICENCIADA EN PEDAGOGÍA 
 
 
PRESENTA: 
TANIA RAZO ROMÁN 
 
 
ASESORA: 
MTRA. ANA MARÍA DEL PILAR MARTÍNEZ HERNÁNDEZ 
 
México, Ciudad Universitaria, mayo de 2010 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
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fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
DEDICATORIAS 
 
 
 
Al Pedagogo de la Humanidad, JESÚS 
A mis PADRES: Ofelia Román y Jorge Razo 
A mi hermano Jorge Luis Razo 
A mi abuelita Delfina Martínez y mi abuelito José Luis Román 
A San Jerónimo, mi “muso” 
AGRADECIMIENTOS 
 
A Dios, por todas las bendiciones recibidas a lo largo de mi vida. 
A mis padres, por su amor, por educarme, por su ejemplo y esmero en ser 
personas de bien, por su entrega, por su comprensión, cuidados, apoyo y todo lo 
que me han dado, nunca tendré suficiente para recompensarlos. Este logro es 
suyo. Los amo. 
A mi hermano, por estar siempre al pendiente de mí y como una muestra de que 
con dedicación se pueden alcanzar las metas. Te quiero mucho. 
A mi asesora y maestra en toda la extensión de la palabra, Pilar Martínez. Mil o 
mas bien un millón de gracias por permitirme trabajar con usted, por permitirme 
aprender tanto de sus conocimientos como de las actitudes que hacen de una 
pedagoga, una auténtica profesional de la educación. Gracias por sus asesorías, 
por las experiencias profesionales a las que me ha abierto la puerta y por su 
apoyo moral. 
Al maestro Fernando Jiménez, por ayudarme a tener literalmente “a la mano” las 
Cartas de San Jerónimo. Gracias también por su apoyo moral. 
A mis sinodales, Dra. Ma. Guadalupe García, Lic. Claudia Lugo, Lic. Cinthya Lima 
y Lic. Rebeca Caballero, por el tiempo dedicado a revisar mi tesina, así como por 
sus comentarios. 
A mis tías, Maribel, Leti, Celia y Margarita y a mi familia en general, por las 
atenciones, amor y apoyo que siempre me han regalado. 
A Joel, por estar siempre animándome para que finalizara este trabajo. 
Al Programa de Fortalecimiento de Estudios de Licenciatura de la UNAM, por 
costear mis estudios universitarios. 
Al Programa de Fortalecimiento de Becas de la SEP, por la beca de titulación que 
me otorgaron. 
 
ÍNDICE 
 
INTRODUCCIÓN……………………………………………………………… 6
 
CAPÍTULO 1. ANTECEDENTES Y CONTEXTO HISTÓRICO DEL TEMA 
1.1 El Imperio Romano y el cristianismo en el siglo IV……………………. 9
1.2 La organización de la educación en el Imperio Romano……………... 17
1.3 Doctrina y estructura del cristianismo primitivo…………….………….. 19
1.3.1 Concepción de la naturaleza humana………………………………... 20
1.3.2 La estructura eclesiástica y el papel de la mujer cristiana en el 
siglo IV………………………………………………………………………….. 
 
21
1.3.3 Los sacramentos en el cristianismo primitivo………………………... 26
1.3.4 Los concilios ecuménicos y la conformación del credo cristiano….. 29
1.4 La educación en el cristianismo primitivo………………………………. 32
 
CAPÍTULO 2. INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO Y LA 
PRÁCTICA EDUCATIVA DE SAN JERÓNIMO 
2.1 Datos biográficos de San Jerónimo…………………………………….. 49
2.1.1 Obras…………………………………………………………………….. 56
2.2 Conceptos clave para entender su pensamiento pedagógico y 
práctica educativa……………………………………………………………... 
 
60
2.2.1 Virgen María…………………………………………………………….. 60
2.2.2 Las vírgenes y las casadas……………………………………………. 61
2.2.3 El pecado y el juicio final……………………………………………….. 62
 
CAPÍTULO 3. LA EDUCACIÓN FEMENINA RELIGIOSA EN EL 
PENSAMIENTO PEDAGÓGICO Y LA PRÁCTICA EDUCATIVA DE SAN 
JERÓNIMO 
3.1 El pensamiento pedagógico de San Jerónimo………………………… 66
3.1.1 Ideal educativo………………………………………………………….. 66
 
3.1.2 Contenidos de la educación…………………………………………… 66
3.1.3 Métodos en la educación………………………………………………. 72
3.1.4 Agentes que influyen en la educación………………………………... 74
3.2 La práctica educativa de San Jerónimo………………………………... 78
3.2.1 Ideal educativo………………………………………………………….. 79
3.2.2 Contenidos de la educación…………………………………………… 79
3.2.3 Métodos en la educación………………………………………………. 80
3.2.4 Agentes que influyen en la educación………………………………... 83
3.3 Consideraciones en torno al pensamiento pedagógico y la práctica 
educativa de San Jerónimo…………………………………………………... 84
3.3.1 Ideal educativo………………………………………………………….. 84
3.3.2 Contenidos de la educación…………………………………………… 84
3.3.3 Métodos en la educación………………………………………………. 87
3.3.4 Agentes que influyen en la educación………………………………... 87
3.3.5 Críticas…………………………………………………………………… 89
 
CONCLUSIONES...................................................................................... 
 
93
 
FUENTES CONSULTADAS 
Bibliográficas…………………………………………………………………… 99
Hemerográficas………………………………………………………………... 102
Mesográficas…………………………………………………………………… 102
 
 
 
 
6 
 
INTRODUCCIÓN 
 
El presente trabajo de investigación es de carácter histórico y descriptivo. Histórico 
porque trata un tema de la historia de la educación y la pedagogía: la educación 
femenina religiosa en el pensamiento pedagógico y la práctica educativa de San 
Jerónimo (340 – 420); y descriptivo, porque fundamentalmente se hace la 
exposición del tema retomando la mayor parte de las veces, la “voz” del propio 
Jerónimo a través de sus escritos. 
La pregunta que me planteé al iniciar este trabajo fue: ¿Cómo debe ser la 
educación para las mujeres, según San Jerónimo? La respuesta se haya en el 
capítulo tercero, pero adelanto desde ahora que la educación para las mujeres 
que pensó y practicó el santo, no es una educación para todas las mujeres, sino 
sólo para las mujeres cristianas consagradas a Dios, ya que como explicaré en el 
segundo capítulo, para el santo la virginidad era un estado mejor que el del 
matrimonio, de ahí que en el título del trabajo delimité que se abordará la 
“educación femenina religiosa”. 
Los otros conceptos claves en el título de este trabajo, es decir, 
pensamiento pedagógico y práctica educativa, los retomé para diferenciar entre 
uno y otro aspecto, ya que considero que en San Jerónimo como en muchos otros 
personajes en la historia de la pedagogía, existen discrepancias entre sus ideas 
pedagógicas y su práctica educativa, derivadas de múltiples factores: sociales, 
económicos, culturales, psicológicos, etc. 
La importancia de realizar este trabajo de investigación lo defino, utilizando 
las palabras de Marrou: “la historia de la educación en la Antigüedad no puede 
resultar indiferente para nuestra cultura moderna: nos hace recordar los orígenes 
directos de nuestra propia tradición pedagógica”.1 
La relevancia de Jerónimo en la historia de la educación y la pedagogía, la 
encuentro principalmente en dos aspectos: en primer lugar en el hecho de que 
reflexionó el tema de la educación femenina: “la nueva historiografía pedagógica 
                                                            
1 MARROU, Henri-Irènèe. Historia de la educación en la antigüedad., p. 12. 
7 
 
ve en San Jerónimo un importante clásico, acaso el primero dentro del 
cristianismo, del tema de la educación femenina”.2 En segundo lugar, el hecho de 
que Jerónimo planteó el acceso a las mujeres a la “educación intelectual cristiana”, 
ya que consideró necesario que las vírgenesaprendieran a leer para poder 
estudiar La Biblia y rezar en comunidad; además de que permitió que las mujeres 
más adelantadas en el conocimiento de los libros sagrados, tuvieran acceso a la 
teología que, como se revisará en el capítulo uno, constituía según los Padres de 
la Iglesia la corona de los estudios cristianos, es decir, la “educación superior”, el 
equivalente al estudio de la retórica en el sistema educativo romano. 
Organicé este trabajo en tres capítulos: en el primero desarrollo los 
antecedentes y el contexto histórico del tema, a fin de tener el panorama general 
del cristianismo primitivo en cuanto al lugar que ocupaba en el Imperio Romano en 
el siglo IV, su doctrina, organización y educación; en el segundo, menciono datos 
biográficos de San Jerónimo y defino los conceptos clave para entender su 
pensamiento pedagógico y la práctica educativa: Virgen María, las vírgenes y las 
casadas, el pecado y el juicio final; y en el tercer capítulo describo el pensamiento 
pedagógico y la práctica educativa de San Jerónimo basándome en sus Cartas, 
particularmente en sus dos tratados sobre la educación: la carta A Leta y la carta 
A Pacátula. Para abordar el tema utilicé las categorías de: ideal educativo, 
contenidos de la educación, métodos en la educación y agentes en la educación. 
Por último citó algunas críticas que se han hecho a su pensamiento pedagógico y 
otras que yo elaboré. 
Espero con este trabajo aportar un “granito” a la recuperación y estudio de 
la historia de la educación en general y de la femenina en particular, ya que los 
planteamientos de San Jerónimo mencionan un tipo de educación femenina 
incipiente en el siglo IV, pero que será una de las pocas opciones para las mujeres 
durante la Edad Media, y en otras épocas y lugares: la educación monástica. 
Los libros consultados los obtuve de la “Biblioteca Central” de la 
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la biblioteca “Samuel Ramos” 
                                                            
2 LARROYO, Francisco. Historia general de la pedagogía., p. 236. 
8 
 
de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, la biblioteca del Instituto de 
Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM, la Biblioteca 
Nacional, la biblioteca de la Universidad Pontificia de México y la biblioteca 
“Francisco Xavier Clavigero” de la Universidad Iberoamericana. Así mismo 
algunos libros los conseguí en librerías y otros me fueron prestados por algunas 
personas a quienes les estoy muy agradecida: mi asesora Pilar Martínez, el 
maestro Fernando Jiménez y el diácono Aurelmar Almazán. 
 
 
9 
 
CAPÍTULO 1. ANTECEDENTES Y CONTEXTO HISTÓRICO DEL TEMA 
 
En este primer capítulo pretendo dar cuenta de los antecedentes y el contexto 
histórico del tema, es decir, de los acontecimientos políticos, sociales, religiosos y 
educativos más relevantes que nos permitan entender el pensamiento pedagógico 
y la práctica educativa de San Jerónimo (340 – 420). Para lograr tal cometido, en 
este primer apartado señalaré el lugar que ocupaba el cristianismo en el Imperio 
Romano durante el siglo IV. 
 
1.1 El Imperio Romano y el cristianismo en el siglo IV 
 
Han pasado ya varios siglos desde la aparición del cristianismo durante los cuales 
han ocurrido diversos hechos y cambios; entre los más significativos se 
encuentran los siguientes: 
El cristianismo surgió después de la muerte de Jesús (hacia el 33) sin 
distinguirse claramente del judaísmo, del que tomó su historia, leyes, libros 
sagrados, profecías e instituciones, incluyendo las educativas.3 
Paulatinamente se fueron haciendo notorias las diferencias entre los judíos 
y los cristianos en cuanto a las creencias (principalmente las que se refieren a la 
figura de Jesús), destinatarios,4 ritos, etc. 
Según Teja, la distinción entre judíos y cristianos por parte de las 
autoridades romanas, se puede situar en el siglo II con el emperador Trajano, a 
partir de la ambigua respuesta que dio a la carta del gobernador Plinio el Joven 
(ca. 111-112).5 La respuesta es considerada por los historiadores, como la que fijó 
la postura de los siguientes emperadores frente a los cristianos, durante 140 años 
(hasta Valeriano). 
                                                            
3 Este último punto es abordado en el apartado 1.4 La educación en el cristianismo primitivo, de 
este documento. 
4 Se atribuye a San Pablo el hecho de que el cristianismo haya podido extenderse a los no judíos, 
es decir, que se convirtiera en una religión con carácter universal. 
5 Ramón Teja. “El cristianismo y el Imperio romano”, en Manuel Sotomayor y José Fernández 
Ubiña (coords.). Historia del cristianismo. I. El mundo antiguo., pp. 293-297. 
10 
 
De esa carta, según Teja, queda claro que: 
• No existía una disposición legal de carácter general contra los cristianos. 
• Los cristianos no eran considerados por el hecho de serlo, como política o 
socialmente peligrosos, ya que los gobernadores (en este caso, Plinio el Joven) 
debían proceder igual en todas las denuncias de cualquier delito. 
• Sin embargo, el hecho de ser cristiano podía ser suficiente para ser 
condenado, siguiendo los trámites legales en la denuncia, la cual según Trajano, 
no podía ser anónima.6 
Coincido con la ubicación que hace Teja en cuanto a la diferenciación entre 
judíos y cristianos ante las autoridades romanas, pero es conveniente señalar que 
los cristianos afirman que se dio con el emperador Nerón, porque lo señalan como 
su primer perseguidor, al culparlos del incendio de Roma del 64, y por lo tanto 
suponen que las autoridades romanas ya los identificaban; sin embargo, esta tesis 
es desechada por este autor al señalar que “[…] fue un hecho aislado y centrado 
exclusivamente en la capital”.7 
En lo referente a la clara separación entre la religión judía y cristiana en 
cuanto a estructura y creencias, Teja sostiene que se da durante la época de los 
Severos (193-235), ya que en ella se reconoce que el cristianismo tiene una 
estructura sólida centrada en la figura del obispo, cuenta con una liturgia y un 
sistema de creencias definido.8 
Sordi, por su parte, identifica que es con el emperador Valeriano, a partir de 
los edictos del 257 y 258, cuando: 
 
[…] el Estado romano, por vez primera toma nota a nivel oficial, de la existencia de 
la Iglesia y de su organización y declara su ilicitud. Hasta ese momento, si bien la 
religión cristiana estaba prohibida en un plano individual, su organización 
                                                            
6 Ibid., p. 296. 
7 Ibid., p. 295. 
8 Cfr. Ibid., p. 301. En el apartado 1.3 Doctrina y estructura del cristianismo primitivo, de este 
documento, se abundará en la conformación de la estructura del cristianismo. 
11 
 
eclesiástica, la Iglesia, podía existir legalmente, no en virtud de un reconocimiento 
especial, sino en virtud de la legislación general en materia de asociaciones.9 
 
 En síntesis los cristianos fueron tolerados y en algunos periodos 
perseguidos, al ser motivo de escándalos, infamias y revueltas por parte de la 
población, por algunas autoridades locales y en contados casos por la autoridad 
imperial,10 a causa de sus prácticas y creencias religiosas, estilo de vida, etc. 
A partir del emperador Constantino (272 – 337)11 encontramos un 
parteaguas en la historia del cristianismo respecto a su relación con el Estado 
romano, ya que estableció en el 313 un edicto de tolerancia para todos los cultos, 
el llamado “Edicto de Milán”, que junto con otras leyes favoreció, directa o 
indirectamente, la consolidación de la Iglesia; por ejemplo, en el 321 le permitió 
                                                            
9 Marta Sordi. Los cristianos y el Imperio Romano., p. 115. 
Cuando la autora habla de “la legislación general en materia de asociaciones” se refiere en 
particular, a los collegia, que eran asociacionesde derecho privado, de carácter profesional, 
religioso, funerario, cimentadas en la solidaridad de sus miembros y en la asistencia recíproca; 
elegían a sus jefes (magistri) y tenían una caja (arca) en la que depositaban una ofrenda mensual.” 
Ibid., p. 172. No se sabe con exactitud la fecha de creación de estos collegia, sin embargo, son 
mencionados en un epígrafe de la época de Adriano (76-138). Los collegia, según Sordi, podían 
configurarse incluso sin una aprobación especial, en “asociaciones destinadas a la mutua 
asistencia entre pobres (tenuiores) con vistas a los funerales. Una disposición de Septimio Severo 
[146-211] ampliaba el permiso general (sin necesidad de autorizaciones específicas) para este tipo 
de collegia en Roma, a Italia (sic.) y a las provincias y agregaba a los collegia tenuiorim los collegia 
religiosos causa […] Con toda probabilidad, ésta fue la forma elegida por la Iglesia para configurar 
y reivindicar ante el Estado la propiedad eclesiástica de los lugares de reunión y de sepultura y 
para salir de esa semiclandestinidad en la que permanecía desde el rescripto de Adriano”. Id. 
10 Sordi considera que las persecuciones de Valeriano y Diocleciano, la primera de mediados del 
siglo III y la segunda de finales del mismo siglo e inicios del IV, son “las únicas grandes 
persecuciones propiamente dichas que el cristianismo padeció en el imperio”. Ibid., p. 13. O sea, 
que tuvieron su origen en disposiciones oficiales para todo el Imperio Romano. Una lista concisa 
sobre las persecuciones contra los cristianos, por parte del pueblo y las autoridades locales e 
imperiales, se encuentra en la primera parte de la obra de Bernardino Llorca, Ricardo García-
Villoslada y Juan María Laboa. Historia de la iglesia católica I: Edad antigua: la iglesia en el mundo 
grecorromano (I-750). 
11 Constantino asumió gradualmente el gobierno del Imperio Romano, primero como César del 
Augusto Severo en Occidente en 306; luego en 311 cuando la tetrarquía estaba en decadencia, 
fungió como emperador de Galia, Hispania y Bretaña; en el 312 luchó contra Magencio en Italia, y 
resultó victorioso en la batalla del Puente Milvio, lo que le convirtió en el dueño de Occidente. 
Mientras tanto en el 313, Licinio era el único soberano de Oriente. El conflicto entre ambos 
emperadores por la supremacía del poder, se desató en el 324. Constantino resultó vencedor en 
ese mismo año, y fue el monarca del Imperio Romano hasta su muerte, acaecida en el 337. Cfr. 
Marcel Le Glay. Grandeza y caída del imperio romano., pp. 378 y 379. 
12 
 
recibir herencias y bajo este término pudo hacerse dueña de latifundios sin pagar 
contribuciones.12 
El “Edicto de Milán” se publicó con el apoyo del emperador Licinio, aunque 
Sordi cree que la idea de “libertad religiosa” es enteramente de Constantino.13 El 
texto del edicto es el siguiente: 
 
Habiéndonos reunido felizmente en Milán tanto yo, Constantino Augusto, como yo, 
Licinio Augusto, y habiendo tratado sobre todo lo relativo al bienestar y a la 
seguridad públicas, juzgamos oportuno regular, en primer lugar, entre los demás 
asuntos que, según nosotros, beneficiarán a la mayoría, lo relativo a la reverencia 
debida a la divinidad; a saber, conceder a los cristianos y a todos los demás la 
facultad de practicar libremente la religión que cada uno desease, con la finalidad de 
que todo lo que hay de divino en la sede celestial se mostrase favorable y propicio 
tanto a nosotros como a todos lo que están bajo nuestra autoridad. Así pues, con 
criterio sano y recto, hemos creído oportuno tomar la decisión de no rehusar a nadie 
en absoluto este derecho, bien haya orientado su espíritu a la religión que cada uno 
crea la más apropiada para sí, con el fin de que la suprema divinidad, a quien 
rendimos culto por propia iniciativa, pueda prestarnos en toda circunstancia su favor 
y benevolencia acostumbrados. Por lo cual, conviene que tu excelencia sepa14 que 
nos ha parecido bien que sean suprimidas todas las restricciones contenidas en 
circulares anteriores dirigidas a tus negociados, referentes al nombre de los 
cristianos y que obviamente resultaban desafortunadas y extrañas a nuestra 
clemencia, y que desde ahora todos los que desean observar la religión de los 
cristianos lo puedan hacer libremente y sin obstáculo, sin inquietud, ni molestias. 
Hemos creído oportuno poner en conocimiento de tu diligencia esta disposición en 
todos sus extremos, para que sepas que hemos concedido a los propios cristianos 
incondicional y absoluta facultad para practicar su religión. Al constatar que les 
hemos otorgado esto, debe entender tu excelencia que también a los demás se les 
ha concedido licencia igualmente manifiesta e incondicional para observar su 
religión en orden a la conservación de la paz en nuestros días, de modo que cada 
cual tenga libre facultad de practicar el culto que desee. 
Además, hemos dictado, en relación con los cristianos, la siguiente disposición: los 
locales en que anteriormente acostumbraban a reunirse […], si alguien los hubiese 
adquirido con anterioridad, bien comprándoselos al Fisco, bien a cualquier persona 
privada, les deben ser restituidos a los cristianos sin reclamar pago o indemnización 
alguna y dejando de lado cualquier subterfugio o pretexto. Asimismo, quienes los 
                                                            
12 Cfr. José María Blázquez Martínez. “Constantino el Grande y la Iglesia”, en 
<<http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12371956448017188532624/014934.p
df?incr=1>> [consultada el 08/04/09]. En este artículo el lector puede encontrar la referencia a 
diversas leyes publicadas por Constantino, que favorecieron al cristianismo. 
13 Cfr. Marta Sordi. Op. cit, p. 134. 
14 El texto del “Edicto de Milán” se conoce por una carta de Licinio al gobernador de la provincia de 
Bitinia y Ponto (Asia Menor, Turquía), escrita en el 313, y que fue recogida por Lactancio en Sobre 
la muerte de los perseguidores. Cfr. Lactancio. Sobre la muerte de los perseguidores., pp. 203-
206.; El texto también aparece en el Libro décimo de la Historia eclesiástica, de Eusebio de 
Cesarea. 
13 
 
adquirieron mediante donación, los deben restituir igualmente a los cristianos a la 
mayor brevedad posible. Además, si aquellos que los adquirieron mediante compra 
o donación reclaman alguna indemnización de nuestra benevolencia, deben dirigirse 
al Vicario para que, mediante nuestra clemencia, se les atienda […]. 
Por otra parte, puesto que es sabido que los mismos cristianos poseían no sólo los 
locales en que solían reunirse, sino también otras propiedades que pertenecían a su 
comunidad en cuanto persona jurídica, es decir, a las iglesias, y no a personas 
físicas, también éstas, sin excepción, quedan incluidas en la disposición anterior, 
por lo que ordenarás que, sin pretexto ni reclamación alguna, les sean devueltas a 
estos mismos cristianos, es decir, a su comunidad y a sus iglesias, de acuerdo con 
las condiciones arriba expuestas, a saber: que quienes las devuelvan gratuitamente, 
según hemos dispuesto, pueden esperar una indemnización por parte de nuestra 
clemencia […].15 
 
Considero relevante del texto, lo siguiente: 
• Se establece oficialmente la libertad de culto a todas las creencias, 
quedando equiparadas ante el Estado. 
• Se conserva la idea de que la religión está vinculada al bienestar del 
Imperio. 
• En repetidas ocasiones se hace referencia al cristianismo, si bien se pone 
en igualdad de condiciones a éste con las demás creencias. 
• Se manda la rápida devolución de los bienes confiscados a los cristianos y 
a la Iglesia cristiana. 
Coincido con Sordi cuando señala que al desbancar al paganismo su 
tradicional carácter de religión de Estado, se prepara el camino al cristianismo 
como la nueva religión del Estado romano.16 
Constantino como monarca se involucró en las disputas teológicas del 
cristianismo, por ejemplo en la “arriana”. El sacerdote Arrio (256 – 356) postulabaque Jesús no “era” de la misma naturaleza de Dios; para dar fin a dicha disputa 
Constantino convocó y presidió lo que se denominaría posteriormente, como el 
primer concilio ecuménico del cristianismo en Nicea, en el año 325.17 
                                                            
15 Id. 
16 Cfr. Marta Sordi. Op. cit., p.134. 
17 Sobre este punto volveré en el apartado 1.3.4 Concilios ecuménicos, de este documento. 
14 
 
Siguiendo con la exposición de las obras de Constantino, tenemos que en 
el 330 fundó una segunda capital para el lmperio, en la antigua Bizancio, dándole 
el nombre de Constantinopla. A su muerte, en el 337, sus hijos se convirtieron en 
Augustos y se repartieron el Imperio: Constancio II el Oriente y Constantino II 
Occidente, junto con la tutela de su hermano menor, Constante. Sin embargo, 
éste último intentó liberarse de su tutor y adueñarse de Italia en el 339. A inicios 
del 340, Constantino II fue vencido y asesinado. Constancio y Constante, 
gobernaron durante 10 años.18 
Constante autorizó en el 342 que los bárbaros se establecieran en el 
Imperio: “los salios pudieron instalarse en las bocas del Rin en Batavia y en 
Toxandria, con un estatuto de federados que les obligaba a proteger el territorio 
concedido contra las agresiones de otros pueblos. Se encontró un paso abierto 
hacia la <<barbarización>> interna del Imperio”.19 
A inicios del 350 fue proclamado emperador de Occidente un oficial llamado 
Magnencio y Constante fue asesinado. Magnencio gobernó hasta el 353, fecha en 
que fue vencido por las tropas de Constancio II en la “batalla de Mons Seleucus” 
(Francia). Tras la derrota se suicidó. Constancio II se convirtió entonces en el 
monarca del Imperio Romano, auxiliado de algunos césares, primero por 
Constancio Galo, y luego por Juliano. En el 360, al saber las tropas de Juliano que 
Constancio II requería refuerzos para Occidente, se rebelaron y lo proclamaron 
emperador, aún contra su voluntad. Constancio iba en camino para luchar contra 
él, cuando enfermó gravemente; antes de morir reconoció a Juliano como su 
heredero. 
Juliano fue militar, filósofo, emperador y defensor del paganismo aunque 
había sido educado en el cristianismo, por lo que es conocido como <<el 
Apóstata>>. 
De Juliano interesa destacar que en materia educativa, expidió una ley 
escolar el 17 de junio de 362, por la que los cristianos quedaban excluidos de la 
                                                            
18 Cfr. Marcel Le Glay. Op. cit., p. 387. 
19 Ibid., p. 388. 
15 
 
enseñanza. La ley establecía que para ejercer la docencia, se debía tener la 
autorización previa de los municipios y la sanción imperial, a fin de verificar la 
competencia y moralidad de los profesores. En circular anexa, Juliano explicaba 
que se debía entender por moralidad: “a los cristianos que explican a Homero o a 
Hesíodo sin creer en los dioses que estos poetas colocan en la escena, se les 
acusa de falta de franqueza u honestidad, pues están enseñando algo en lo que 
no creen. Se les conmina a que apostaten, o que abandonen la enseñanza”.20 
Esta reforma no tuvo trascendencia y fue derogada en el 364; sin embargo, 
es curioso ver como el emperador trató de que el paganismo recuperará el lugar 
de antaño a través de la educación. 
El sucesor de Juliano fue Joviano en el 363, quien derogó las medidas 
contra los cristianos, pero murió al año siguiente 364. Se nombró Augusto a otro 
oficial: Valentiniano, quien a su vez nombró Augusto a su hermano Valente. El 
Imperio estaba dividido en dos: Occidente con capital en Roma, y Oriente con 
capital en Constantinopla, Valentiniano estaba al frente del primero y Valente del 
segundo, respectivamente. 
El siglo IV es reflejo de la desintegración del Imperio Romano, durante él 
ocurrieron constantes y profundas invasiones de los bárbaros, como muestra 
tenemos que Valentiniano luchó contra los alamanos y los francos en el Rin, y 
contra los cuados y los sármatas en el Danubio. Valentiniano murió en Brigetio, en 
el 375, por un ataque cardíaco. Le sucedió su joven hijo Graciano (16 años), que 
era Augusto desde el 367, asociado a su hermanastro Valentiniano II de tan sólo 
cuatro años. 
Graciano, que era cristiano, fue el primer emperador que rechazó portar la 
capa de pontífice, dando a entender que el Estado renunciaba al paganismo.21 
Mientras tanto Valente se enfrentaba a los godos. Luchando perdió la vida 
en la “batalla de Adrianópolis” el 9 de agosto del 378. Este hecho es importante 
                                                            
20 Henri-Irènèe Marrou. Op. cit ., p. 439. 
21 Cfr. Marcel Le Glay. Op. cit,. p. 399. 
16 
 
porque fue la primera vez que un emperador desde el siglo III, moría en el campo 
de batalla, por eso esta lucha es conocida como “la catástrofe de Adrianópolis”.22 
Al morir Valente, Graciano se convirtió en el dueño efectivo del Imperio, 
pero en el 379 nombró como Augusto para Oriente a un oficial español: Teodosio. 
Teodosio estableció como religión oficial el cristianismo en el 380 mediante 
el “Edicto de Tesalónica” y publicó varias leyes contra el “paganismo”, verbigracia, 
en el 391 prohibió venerar a las estatuas. 
Teodosio convocó al segundo concilio ecuménico en el 381 en 
Constantinopla. Sobre los acuerdos ahí tomados se hablará más adelante. 
En el 382 Teodosio firmó un acuerdo con los godos, mediante el cual les 
permitió establecerse en el Imperio, entre el Danubio y los Balcanes, gozando de 
autonomía. “Roma les pagaba un tributo en forma de anona; ellos proporcionaban 
a Roma soldados y se comprometían a defender su territorio. En el fondo, es el 
primer Estado germánico arraigado en el Imperio”.23 
En el 383 en Bretaña se dio la usurpación del poder con el oficial Máximo. 
Graciano fue vencido y asesinado en ese mismo año. Máximo logró ser 
reconocido oficialmente por Teodosio en el 384 y estuvo en escena hasta el 388, 
cuando el emperador intervino contra él, después de que ocupó en el 387 Italia y 
África, que en teoría estaban bajo el dominio de Valentiniano II. 
Éste murió en el 392 por culpa de Arbogasto,24 pues se especula que lo 
asesinó o lo indujo al suicidio. Arbogasto designó emperador a Eugenio, que no 
era militar, sino retórico. Teodosio se levantó contra ellos en el 393 y resultó 
victorioso en el 394. 
Repentinamente, en el 395, murió Teodosio y quedaron como emperadores 
sus hijos: Arcadio un joven de aproximadamente 18 años y Honorio, un niño de 
cerca de 11. 
                                                            
22 Cfr. Ibid., p. 398. 
23 Ibid., p. 400. 
24 Arbogasto fue un general que debía vigilar a Valentiniano II. Cfr. Ibid., p. 404. 
17 
 
Con la muerte de Teodosio, según Le Glay se “ […] abre el comienzo de 
una grave crisis de ochenta años, casi un siglo, caracterizada por acontecimientos 
tan trágicos como la conquista y devastación de Roma en 410, el final del Imperio 
de Occidente y la creación de nuevas naciones, todas germánicas”.25 
Al estar caracterizados los siguientes años por la crisis del Imperio Romano 
de Occidente, que culminan con su caída en el 476, y al ser el principal interés en 
este apartado el mostrar el lugar que ocupaba el cristianismo en el Imperio durante 
el siglo IV, me parece conveniente tan sólo mencionar el nombre de los 
emperadores que sucedieron a Teodosio, y que reinaron hasta la muerte de San 
Jerónimo (420): 
 En Occidente gobernó Honorio de 395 a 423; y en Oriente Arcadio de 395 
a 408, le sucedió Teodosio II que reinó de 408 a 450.26 
En síntesis, siguiendo a Le Glay, lo más importante del periodo que se 
revisó fue el giro constantiniano (313) y el establecimiento del cristianismo como 
religión de Estado (380). 
 
1.2 La organización de la educación en el Imperio Romano 
 
En este apartado señalaré la organización de la educación en el Imperio Romano, 
porque bajo ese sistema educativo se formó SanJerónimo –el actor principal de 
esta investigación–, así como muchos otros Padres de la Iglesia; y porque 
permitirá distinguir y comparar las prácticas educativas clásicas o “paganas” de las 
específicamente cristianas. 
El sistema educativo romano se basó en la educación griega, por lo que 
encontramos los mismos niveles educativos que en aquella: elemental, medio y 
superior. Pero a diferencia de la Grecia clásica que no conoció la educación 
                                                            
25 Id. 
26 El Imperio Romano de Oriente, posteriormente conocido como Imperio Bizantino, abarcaba lo 
que actualmente es el Mediterráneo oriental: la península balcánica, Asia Menor, Siria y Egipto. Las 
fronteras cambiaron a lo largo del tiempo. Cfr. “El imperio Bizantino”, en 
<<http://oregon.conevyt.org.mx/colaboracion/colabora/objetivos/libros_pdf/sso2_u5lecc2.pdf>> 
[consultada el 24/03/10] 
18 
 
pública, durante el Imperio Romano se crearon escuelas municipales, lo que 
desde luego no significó que la educación privada desapareciera, ni que toda la 
población tuviera acceso a la educación formal, pues en Roma (como en muchas 
otras culturas y épocas) la educación tenía un carácter aristocrático, 
especialmente la superior, que está íntimamente relacionada con el acceso a 
cargos de privilegio y de poder. 
La educación romana fue bilingüe, por lo que los niveles antes 
mencionados se impartían paralelamente en griego y en latín. Sin embargo, en la 
época que se está estudiando, es decir, el siglo IV y principios del V, el griego 
estaba en decadencia en el Imperio Romano de Occidente, al grado de que los 
maestros competentes para enseñarlo eran escasos.27 Esta decadencia según 
Marrou, “[…] era inevitable, dado el progreso y enriquecimiento propio de la cultura 
romana”28 y se precipitó a partir del siglo III, fecha en la que algunas Iglesias 
cristianas occidentales habían adoptado el latín como lengua litúrgica y 
teológica.29 
A continuación se expondrán brevemente los contenidos que se impartían 
en cada nivel del sistema educativo romano, representado por una escuela 
diferente: 
1. Escuela elemental o del ludi magister o litterator. Asistían niños y niñas 
desde los 7 años. El programa de estudios estaba conformado por la lectura, la 
escritura y el cálculo.30 
2. Escuela media o del grammatico. Se iniciaba a los 11 o 12 años de edad, 
y asistían juntos muchachos y muchachas. El programa de estudios comprendía la 
gramática,31 tomando como referencia a los clásicos, por ejemplo: Homero, 
Virgilio, Horacio, Terencio, Cicerón, etc. 
                                                            
27 Cfr. Henri-Irènèe Marrou. Op. cit., p. 360. 
28 Ibid., p. 356. 
29 Cfr. Ibid., p. 359. Marrou habla de Iglesias de Oriente y Occidente, pero en este periodo histórico 
aún constituían una sola. 
30 Cfr. Id.; Francisco Larroyo. Op. cit., pp. 186 y 187. 
31 Se entiende por gramática “el estudio teórico de la lengua correcta y la explicación de los poetas 
clásicos” Henri-Irènèe Marrou. Op. cit., pp. 377 y 378. Por su parte Manacorda señala que es “el 
19 
 
Esta educación tenía un carácter enciclopédico (que los griegos llamaban 
enkyclios paideia), ya que se requería de una cultura general para comprender y 
analizar los textos. 
Manacorda, siguiendo la descripción de Quintiliano en su Institutio oratoria, 
puntualiza que “llamados con su nombre actual, los aprendizajes propuestos por él 
podrían alinearse en esta serie de disciplinas: lengua y literatura, música (canto y 
danza), ciencias naturales (con especial referencia a la astronomía), matemática 
(y geometría), lógica (filosofía)”.32 También la educación física formaba parte de 
este nivel, pero al igual que la música, nunca alcanzó en Roma la importancia y 
los fines que perseguía en Grecia, pues era más bien practicada por especialistas 
a modo de espectáculo.33 
3. Escuela superior o del rethor. Los jóvenes iniciaban aproximadamente a 
los 15 años, edad en la que recibían la toga viril, y terminaban hacia los 20. Esta 
escuela pretendía formar excelentes oradores, por lo que era necesario estudiar 
retórica, derecho romano, historia y filosofía.34 A esta escuela, y a la del 
grammatico, sólo tenían acceso las clases más elevadas que son las que 
ocupaban cargos como funcionarios de Estado. 
 
1.3 Doctrina y estructura del cristianismo primitivo 
 
En los siguientes apartados describo la concepción de la naturaleza humana, la 
estructura eclesiástica y el papel de la mujer dentro de ella, los sacramentos que 
existían, los concilios ecuménicos y la conformación del credo cristiano, a fin de 
contextualizar cuál era la doctrina y la estructura del cristianismo primitivo en la 
que Jerónimo estuvo inmerso y que contribuyó a consolidar, pues no es gratuito 
que se le considere Padre de la Iglesia, como se explicará en los apartados que 
restan en este capítulo. 
                                                                                                                                                                                     
significado de [la] lectura y crítica de los textos”. Mario Alighiero Manacorda. Historia de la 
educación 1. De la antigüedad al 1500., p. 127. 
32 Mario Alighiero Manacorda. Op. cit., p. 138. 
33 Cfr. Henri-Irènèe Marrou. Op. cit., p. 341. 
34 Además existían escuelas superiores especializadas en el Derecho romano. Cfr. Francisco 
Larroyo. Op. cit., p. 200. 
20 
 
1.3.1 Concepción de la naturaleza humana 
 
Para entender la conformación de la estructura eclesiástica y el lugar de la mujer 
en el cristianismo, es preciso, revisar primero la concepción de esta doctrina 
acerca de la naturaleza humana. 
La fuente escrita por excelencia para estudiar este tema es La Biblia, de la 
cual, se acepta generalmente, que no debe hacerse una lectura literal. En su 
primer libro, el “Génesis”, se narra la creación del mundo y dos versiones sobre la 
creación del ser humano. 
La primera, en el capítulo uno, expone que: 
 
Dijo Dios: ‘Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que tenga autoridad 
sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo, sobre los animales del campo, 
las fieras salvajes y los reptiles que se arrastran por el suelo.’ 
Y creó Dios al hombre a su imagen. 
A imagen de Dios lo creó. 
Macho y hembra los creó.35 
 
En este pasaje notamos que Dios crea a su imagen y semejanza al hombre 
y a la mujer,36 por lo que podemos deducir, que existe una igualdad entre ambos, 
y que por tanto, los dos tienen poder sobre la naturaleza, según el deseo de Dios. 
Sin embargo, existe otro pasaje en el mismo Génesis que sugiere una 
diferencia entre hombres y mujeres: 
Entonces Yahvé hizo caer en un profundo sueño al hombre y éste se durmió. Le 
sacó una de sus costillas y rellenó el hueco con carne. De la costilla que Yahvé 
había sacado al hombre, formó una mujer y la llevó ante el hombre.37 
 
La interpretación que de este texto han hecho el judaísmo y el cristianismo 
(al menos el primitivo que es el que se está estudiando) es la subordinación e 
inferioridad de la mujer con respecto del hombre. 
                                                            
35 Génesis 1: 26-27, en La Biblia., p. 7. 
36 Qué se debe entender por la imagen y semejanza es un tema que ha estado a discusión. 
37 Génesis 2: 21 y 22, en Op. cit., p. 9. 
21 
 
En el Génesis encontramos otras características de los seres humanos, 
derivadas del “pecado original”:38 
• El dolor en el parto 
• El deseo y el sometimiento de la mujer hacia su esposo 
• La necesidad del varón de trabajar duro para obtener los alimentos39 
• La existencia de la muerte 
Observamos que según el cristianismo el hombre y la mujer son creación 
de Dios, quien es omnisciente y omnipotente, al igual que todo lo que existe, pero 
por el pecado los hombres y las mujeres de todos los tiempos están necesitados 
de la salvación divina. El cristianismo identificaen Jesús al redentor de los seres 
humanos y quienes crean en él e imiten su forma de vida, serán salvados. 
Es aquí donde se da la vinculación entre el cristianismo y la educación: el 
cristiano necesita estar en el proceso de perfeccionamiento y santificación para 
asemejarse a Jesús –Dios– y así poder obtener la salvación. Tales procesos 
implican la educación de la persona en sus hábitos, conducta, sentimientos, etc. 
 
1.3.2 La estructura eclesiástica y el papel de la mujer cristiana en el siglo IV 
 
La estructura eclesiástica ya estaba diferenciada y jerarquizada en el siglo IV: el 
lugar más alto lo ocupaban los obispos, le seguían los sacerdotes, luego los 
diáconos y por último los laicos, entre éstos algunos se dedicaban a la vida 
ascética, y otros colaboraban en actividades litúrgicas como lectores, acólitos, 
exorcistas y ostiarios.40 
                                                            
38 Génesis 3: 1-24, en Op. cit., pp. 9-12. 
39 Cfr. Leslie Stevenson. “La Biblia”, en Leslie Stevenson y David L. Haberman. Diez teorías sobre 
la naturaleza humana. Confucianismo, Hinduismo, la Biblia, Platón, Kant, Marx, Freud, Sartre, 
Skinner, Lorenz., p. 108. 
40 El obispo poseía la suprema autoridad sacerdotal, la facultad de imponer las manos y conferir el 
sacerdocio, así como el otorgar el perdón de los pecados; el sacerdote o presbítero era el ministro 
de la liturgia cristiana y estaba bajo las órdenes del obispo; el diácono era el subalterno del 
presbítero, y servía en el culto divino y en la predicación; el lector era el que leía las Sagradas 
Escrituras en los oficios litúrgicos; el acólito era el que ayudaba a los diáconos; por su parte el 
22 
 
Esta estructura se fue conformando con el paso de los siglos, no fue creada 
por Jesús; sin embargo, la Iglesia fundamenta su origen recurriendo a las 
Sagradas Escrituras y a la tradición apostólica, de tal forma que se supone que: 
1.- La constitución eclesiástica es imagen y continuación del orden celeste 
(Dios, Cristo y los apóstoles). 
2.- Los obispos son sucesores directos de los apóstoles.41 
Existían iglesias y obispos que ejercían una autoridad moral y jurisdiccional 
sobre otras iglesias, las más importantes eran: Roma, Antioquía, Alejandría, 
Jerusalén y Constantinopla. Su autoridad provenía básicamente de dos fuentes: la 
invocación a la tradición de los apóstoles (es decir, que su iglesia fue fundada por 
un apóstol) y la importancia política que tenía en sí la ciudad. 
Además de estas iglesias importantísimas que en siglos posteriores serán 
nombradas patriarcados, existen los <<metropolitanos>>, que son los obispos con 
primacía sobre los demás obispos de su provincia. A los metropolitanos “les 
correspondía la inspección disciplinar, tenían competencias jurídicas superiores en 
la provincia, vigilaban y confirmaban las elecciones episcopales y convocaban y 
presidían los sínodos de toda la provincia”.42 
Se habrá notado ya que en la jerarquía eclesiástica antes descrita (obispos, 
sacerdotes y diáconos)43 no están contempladas las mujeres. ¿Por qué? 
Anderson, señala que se debe a que las ideas denigrantes sobre la mujer 
ejercieron su influencia en el proceso de organización de la Iglesia. “Se citó la 
naturaleza inherentemente <<más débil>> de las mujeres, su participación en el 
abandono de la gracia divina y su <<impureza>> periódica, para excluirlas de 
                                                                                                                                                                                     
exorcista cuidaba de los enfermos mentales, epilépticos y posesos; y el ostiario era el que vigilaban 
las entradas en las iglesias. Cfr. Bernardino Llorca, Ricardo García-Villoslada y Juan María Laboa. 
Op. cit., p. 272.; Norbert Brox. Historia de la iglesia primitiva., pp. 125-126. 
La estructura eclesiástica del siglo IV es muy parecida a la que actualmente tiene la Iglesia 
católica. 
41 Cfr. Norbert Brox. Op. cit., pp. 121-125. 
42 Ibid., p. 129. 
43 No se incluye la figura del Papa porque es un obispo. Sobre los orígenes del papado Cfr. Ibid., 
pp. 134 -140. 
23 
 
todos los puestos de responsabilidad y autoridad de los que en un principio habían 
disfrutado”.44 
Anderson identifica tres fuentes principales de esas ideas denigrantes: 
1.- Los pasajes del Antiguo Testamento, donde las mujeres aparecen como 
subordinadas. 
2.- Las tradiciones de subordinación de las mujeres que forman parte de las 
culturas entre las que se difundió el cristianismo: griega, romana, hebrea, etc. 
3.- Los textos neotestamentarios (evangelios, cartas paulinas y escritos de 
los primeros cristianos) donde la mujer aparece como subordinada.45 Un ejemplo 
es la primera carta a Timoteo atribuida a San Pablo, que nos permite entender 
mejor el papel y el comportamiento ideal de la mujer cristiana, pues a pesar de 
que el texto es del siglo I, fue retomado por diversos Padres de la Iglesia a lo largo 
de los siglos, para justificar el lugar de subordinación de la mujer en la Iglesia y en 
la sociedad. La carta dice así: 
 
Que la mujer sea sumisa y sepa aprender en vez de molestar. No permito que la 
mujer enseñe ni quiera corregir a su marido; que se quede tranquila, pues Adán fue 
formado primero y después Eva. Y no fue Adán el que se dejó engañar, sino la 
mujer, y por ello vino la desobediencia. Se salvará, por supuesto, gracias a la 
maternidad, con tal de que lleve una vida ordenada, perseverando en la fe, el amor 
y la obra de santificación.46 
 
Es preciso abundar sobre el lugar y papel que ocupaba la mujer cristiana, 
ya que dependiendo del contexto existían ciertos matices diferenciados en Oriente 
y en Occidente. 
En Oriente estaba difundida la práctica de “ordenar” diaconisas. Se tienen 
noticias de ellas desde el siglo III y hasta aproximadamente el siglo XII.47 Sus 
funciones son descritas en la Didascalia de los apóstoles, texto sirio del siglo III , y 
las Constituciones apostólicas, obra del siglo IV que compila varios textos, entre 
                                                            
44 Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinsser. Historia de las mujeres: una historia propia., p. 105. 
45 Cfr. Ibid., p. 101. 
46 1ª Carta a Timoteo 2:11-15, en La Biblia., p. 429. (Las negritas son mías.) 
47 Cfr. Monique Alexandre. “Imágenes de mujeres en los inicios de la cristiandad”, en Georges 
Duby y Michelle Perrot. Historia de las mujeres en Occidente. 1. La antigüedad., pp. 514-518. 
24 
 
ellos la Didascalia apostolorum y la Didajé.48 De acuerdo a Alexandre estos textos 
establecían que: 
 
La cantidad de diáconos y mujeres diáconos es proporcional a la congregación. 
Mientras que las funciones de diácono son extensas –asistencia al obispo, en 
particular con ocasión de la celebración de Eucaristía, y responsabilidad del buen 
orden en la asamblea–, las funciones de las mujeres diáconos se limitan al grupo 
femenino: […] ‘Y cuando se saca del agua a la bautizada, que la mujer diácono la 
reciba, la acoja y enseñe cómo el sello del bautismo debe conservarse intacto en la 
pureza y la santidad’. Además, ‘una mujer diácono es necesaria para ir a las casas 
de los paganos donde haya mujeres creyentes, para visitar a las enfermas, para 
asistirlas en aquello que necesiten y para lavar a las que comienzan a recuperarse 
de una enfermedad’. […se] insiste en la necesidad y la importancia de este 
ministerio […] recordando que Cristo era servido por mujeres diáconos: María 
Magdalena, María, hija de Santiago y madre de José, la madre de los hijos de 
Zebedeo, y otras. 
En el siglo IV, las Constituciones apostólicas modifican y amplían estas 
disposiciones. Mientras que el obispo elige los diáconos en la asamblea del pueblo, 
elige en cambio las diaconisas (diákonissai) entre las vírgenes y las viudas, con un 
ascetismo marcado. También aquí, sus funciones son las de visitar a enfermas e 
inválidas, asistir durante la administracióndel bautismo a las mujeres. Pero también 
pueden ser mensajeras; deben ser presentadas cuando una mujer viene a encontrar 
al diácono o al obispo; reciben a las mujeres en las asambleas litúrgicas y velan, lo 
mismo que los diáconos respecto de los hombres, por el buen orden de esas 
reuniones. Pero se marcan límites: ‘La diaconisa no bendice, así como tampoco 
hace nada de lo que tienen a su cargo los presbíteros y los diáconos; ella tan sólo 
tiene el cuidado de las puertas y asiste a los presbíteros en la administración del 
bautismo por razones de decencia’.49 
 
¿Qué lugar y papel tenía la mujer en la Iglesia de Occidente? Considerando 
que el diaconado femenino ahí es poco conocido y visto por algunos como propio 
de los herejes,50 podemos agrupar a las mujeres de la siguiente manera, a saber: 
1.- Las esposas que se convierten en madres (matrimonio y procreación 
van de la mano). 
2.- Las vírgenes consagradas a Dios, las que “se esposan” con Cristo. 
Durante el siglo IV cobraron una importancia creciente las comunidades religiosas 
                                                            
48 Cfr. Ibid., p. 513. 
49 Ibid., pp. 514 y 515. 
50 Cfr. Ibid., p. 520. En las sectas o movimientos heréticos (considerados así por la Iglesia) las 
mujeres podían ocupar puestos iguales o equivalentes en jerarquía, a los de los hombres. Un 
ejemplo de esto, es que los gnósticos permitían a las mujeres ejercer funciones sacerdotales. Cfr. 
Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinsser. Op. cit., p. 105. 
25 
 
femeninas constituidas bajo la guía de un eminente cristiano,51 ejemplo de ello 
fueron las comunidades dirigidas por San Jerónimo. 
Anderson señala que para los Padres de la Iglesia, las mujeres vírgenes, es 
decir, aquellas que negaban su función reproductora, se elevaban de su 
naturaleza <<inferior>>. 
 
San Jerónimo, el mayor defensor de la virginidad de la mujer, explicó esta 
transformación: En la medida en que la mujer está hecha para el nacimiento y los 
hijos, es diferente al hombre en cuerpo y en alma. Pero si desea servir a Cristo en 
lugar de al mundo, entonces dejará de ser mujer y será llamada hombre.52 
 
3.- Las viudas. De este grupo de mujeres se esperaba una conducta 
recatada, que se dedicaran a rezar y a realizar las labores domésticas. 
Finalmente, identifiqué también a un cuarto grupo de mujeres que si bien 
podrían estar ubicadas en uno de los tres anteriores, resaltan porque fueron 
mujeres “con poder.” Veamos quiénes eran: 
4.- Mujeres “con poder”. Estas mujeres destacan por llegar a tener una 
autoridad moral reconocida tanto por mujeres como por hombres, por lo que se 
convirtieron en modelo de imitación para ambos sexos. Tales mujeres fueron 
desde las acaudaladas que daban protección a sacerdotes, monjes y religiosas, a 
través de su apoyo económico (por ejemplo, creando monasterios), así como 
aquellas que por su vida ascética eran consultadas sobre temas espirituales. Un 
ejemplo es Marcela, discípula de San Jerónimo, quien dice de ella: 
 
Todo lo que de ciencia hemos podido reunir tras largos estudios […] le sirvió a ella 
de alimento, lo aprendió y poseyó, al punto que, después de mi partida, si se 
presentaba alguna controversia a propósito de algún texto de la Escritura se recurría 
a su juicio. Y como era muy prudente y conocía muy bien lo que los filósofos 
llamaban to prepon, es decir, lo que conviene, cuando se la interrogaba respondía 
de tal modo que no decía su propio parecer como si se tratara de un sentimiento 
personal, sino como si fuera mío o de algún otro, de modo que hasta en su 
enseñanza representaba el papel de alumna. En efecto, conocía la palabra del 
apóstol: ‘No permite (sic.) que una mujer enseñe’, y ella no quería aparecer como 
                                                            
51 Cfr. Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinsser. Op. cit., p. 100. 
52 John T. Noonan “Power to choose”, en Marriage in the Middle Age. Apud. Ibid., p. 107. (no se 
especifica de qué obra de San Jerónimo se extrajo la cita) 
26 
 
injuriando a los hombres y a veces a los sacerdotes que le preguntaban acerca de 
problemas oscuros y ambiguos.53 
 
En los tres primeros grupos de mujeres cristianas, encontré como 
características comunes la sumisión y la obediencia a otro (el varón, sea en la 
figura del padre, el esposo o el clérigo), no obstante debemos tener presente que 
a pesar de los límites de su campo de acción en la Iglesia, la mujer en el siglo IV 
(y en siglos anteriores y posteriores) desempeñó un papel importante en la 
conversión al cristianismo de sus familias (de su esposo y de sus hijos),54 así 
como de la sociedad. Además se les permitió desarrollar tareas asistencialistas a 
enfermos y pobres, las cuales eran actividades que daban prestigio y poder a la 
Iglesia.55 
 
1.3.3 Los sacramentos en el cristianismo primitivo 
 
A continuación definiré qué y cuáles son los sacramentos en el cristianismo 
primitivo, lo que a su vez nos permitirá conocer parte de los ritos y creencias 
cristianas. 
De acuerdo a Vidal el concepto sacramento, es utilizado por primera vez por 
Tertuliano (ca. 155 – 222) en su obra Ad Martyres, para: 
 
[…] definir el juramento del soldado. Posiblemente, la recepción ulterior del término 
derive de su utilización en el nuevo testamento latino como traducción de la palabra 
griega <<mysterion>>. Durante los primeros siglos del cristianismo, el contenido de 
la palabra resultó extraordinariamente borroso. Agustín lo definió como <<forma 
visible de una gracia invisible>> (lo que se acerca a la definición católica posterior), 
pero consideró como tal el Credo y el Padrenuestro […]56 
 
Lo anterior permite definir al sacramento como signos sagrados a través de 
los cuales los cristianos reciben gracias que vienen de Dios. Tres son los 
                                                            
53 Monique Alexandre. Op. cit., p. 523. (No especifica de que texto toma las palabras de San 
Jerónimo) 
54 En los siglos IV y V, la Iglesia todavía toleraba los matrimonios mixtos. Cfr. Ibid., p. 528. 
55 Cfr. Ibid., p. 643. 
56 César Vidal. Diccionario histórico del cristianismo., p. 308. 
27 
 
sacramentos que se practicaban en el cristianismo primitivo: el bautismo, la 
eucaristía y la penitencia. 
El bautismo era –y es– el sacramento necesario para ser incorporado a la 
Iglesia. Para ser bautizado se requería que previamente hubiera un proceso de 
conversión e instrucción. Quienes se sometían a éste, eran llamados 
catecúmenos.57 
La forma básica del catecumenado existía desde inicios del siglo III. En el 
siglo IV, se introdujeron modificaciones relevantes en el ritual, debido al giro 
constantiniano que trajo consigo un interés masivo por el cristianismo.58 Un 
cambio radicó en que se puso más atención, y con ello un control más severo, 
sobre el acceso al cristianismo; otro fue que si antes era generalizado que el 
catecúmeno en un promedio de dos a tres años era bautizado, ahora hubo 
catecúmenos que pasaban muchos más años, incluso toda su vida o hasta su 
lecho de muerte, es decir, que podían permanecer de forma indefinida como 
candidatos a ser miembros de la Iglesia y, por consiguiente, tenían acceso a 
participar de la liturgia de la palabra, pero sin la obligación de observar toda la 
ética cristiana; otro cambio introducido en el catecumenado, fue que se estableció 
la cuaresma o tiempo penitencial, como la fase de preparación inmediata para los 
catecúmenos que se inscribían para solicitar el bautismo.59 
El bautismo era administrado a los adultos, sin que por ello, estuviera 
prohibido a los niños.60 
El sacramento de la eucaristía, también denominado “fracción del pan” y 
“cena del Señor”, se basa en la “última cena” de Jesús con sus apóstoles, narrada 
en los diferentes evangelios sinópticos: Mateo (26: 26-28), Marcos (14: 22-24) y 
Lucas (22: 19-20). 
                                                            
57 Sobre el catecumenadose hablará detalladamente en el apartado 1.4 La educación en el 
cristianismo primitivo. 
58 Cfr. Norbert Brox. Op. cit., p. 146. 
59 Cfr. Id. 
60 La generalización del bautismo de niños fue, según Brox, hacia el siglo V. Cfr. Ibid. p. 149. Por 
su parte, Estrada ubica tal hecho en el siglo IV. Cfr. Juan Antonio Estrada. “Las primeras 
comunidades cristianas”, en Manuel Sotomayor y José Fernández Ubiña (coords.). Op. cit., p. 183. 
28 
 
La eucaristía inicialmente era celebrada sólo los domingos, pero a partir del 
siglo IV también se celebró en miércoles y viernes; y a fines de este mismo siglo 
se efectuó diariamente.61 
Otro cambio introducido en este sacramento en el siglo IV, fue que el 
sacerdote (también los obispos) era el único que podía comulgar.62 
El último sacramento identificado y claramente definido en el siglo IV, es el 
de la penitencia. Su estructura en esencia estaba ya delimitada desde el siglo III: 
1) exhomologesis: ante la comunidad el cristiano hacía una confesión pública de 
los pecados, rogando que se le permitiera la readmisión; 2) penitencia: se le 
excluía del servicio divino (excomunión) y se le sometía a un período penitencial 
(de semanas o años, según fuera el pecado); 3) reconciliación: se realizaba 
mediante la imposición de manos del obispo.63 
Brox señala que después de los cambios realizados por Constantino en 
materia religiosa, la excomunión (que como ya vimos era temporal), tuvo nuevas 
consecuencias sociales, pues se veía que el pecador, contravenía los modelos 
públicos de la sociedad, a tal grado que la confesión pública de los pecados podía 
mermar el buen nombre, honor y la posición socioestatal, e incluso tener 
consecuencias jurídico-penales.64 
No se contempla en este apartado el matrimonio como sacramento, ya que 
la Iglesia asumía como válido el secular. Fue apenas en el siglo IV cuando se 
empezó a generalizar la bendición sacerdotal a los matrimonios, pero sin que de 
esto dependiera su validez;65 sin embargo, existen muchos escritos sobre la moral 
de los cónyuges y la condenación de la infidelidad de ambas partes, así como la 
prohibición del divorcio libre y el aborto.66 
                                                            
61 Cfr. Norbert Brox. Op. cit., p. 157. 
62 Cfr. Ibid,. p. 158. 
63 Cfr. Ibid., pp. 161-163. 
64 Cfr. Ibid,. p. 168. 
65 Juan Antonio Estrada. Op. cit., p. 183. 
66 Cfr. Ibid., pp. 273-276. 
29 
 
1.3.4 Los concilios ecuménicos y la conformación del credo cristiano 
 
Considero relevante mencionar aunque sea brevemente, lo acordado en los 
concilios ecuménicos que antecedieron y se llevaron a cabo durante la vida de 
San Jerónimo, porque permiten tener una idea concreta de la doctrina oficial de la 
Iglesia, así como abundar en el contexto político-religioso de nuestro personaje. 
Un concilio ecuménico se refiere al sínodo o asamblea de la Iglesia, al que 
asisten gentes de todas partes del mundo –en este caso del Imperio Romano–, 
para regular cuestiones doctrinales y disciplinarias, que atañen a todos por ser 
miembros de la Iglesia universal. La numeración y definición de los concilios como 
ecuménicos, se dio hasta el concilio de Calcedonia del año 451.67 En éste se 
estableció que el primer concilio ecuménico fue el realizado en Nicea en 325; el 
segundo el de Constantinopla del 381; y el tercero el que ellos estaban realizando 
en Calcedonia.68 Me ocuparé por lo tanto de los dos primeros, por ser los que 
abarcan cronológicamente nuestro tema de investigación. 
El concilio de Nicea de 325 como ya mencioné, fue convocado por el 
emperador Constantino69 para dar solución al conflicto arriano. El interés del 
emperador venía de su predilección por el cristianismo para contribuir a la unidad 
y paz en el Imperio, no así porque fuera un experto en la materia. 
Constantino se ofreció a pagar los viajes de los asistentes que se reunirían 
en dicho concilio. A éste asistieron entre 250 y 300 personas aproximadamente, 
en su mayoría de Oriente, un grupo de África y unos cuantos de Occidente. 
Destaca el hecho de que no asistió el obispo de Roma (Silvestre I) sino que envío 
a un representante. 
                                                            
67 Fernández Ubiña ubica como el prototipo conciliar, la reunión que tuvieron los apóstoles en 
Jerusalén en el año 59, para decidir en qué condiciones se debía admitir a los conversos 
procedentes de la gentilidad (Hechos 15: 1-29). Cfr. José Fernández Ubiña. “El cristianismo greco-
romano”, en Manuel Sotomayor y José Fernández Ubiña (coords.). Op. cit., p. 258. 
68 Cfr. Norman P. Tanner. Los concilios de la Iglesia. Breve historia., p. 28. 
69 Los primeros siete concilios ecuménicos de la antigüedad fueron convocados, inaugurados, 
moderados y cerrados (incluyendo la promulgación de los decretos acordados) por los 
emperadores no por el Papa romano. Cfr. Ibid., p. 33. 
30 
 
Algo similar ocurrió en el concilio de Constantinopla del 381, en donde se 
estima que hubo una asistencia de 150 personas, pero es probable que no hayan 
asistido representantes de Occidente.70 
El modelo de participación de los antiguos concilios consistía en expresar 
verbalmente la posición respecto al tema a tratar (en el caso de Nicea, la 
enseñanza de Arrio, quien estuvo presente), luego se discutía el tema y, 
finalmente, se tomaba el acuerdo según las aclamaciones de la mayoría, no por 
votación. Dicho procedimiento dificulta a los historiadores precisar si la 
participación (en contraste con la mera asistencia) era exclusiva de los jerarcas 
(obispos, sacerdotes y diáconos) o si también los laicos pudieron manifestar su 
posición respecto al tema en cuestión, pues hay indicios de que hubo asistencia 
de éstos en los primeros concilios.71 
Se podría suponer que la Iglesia oriental fue la única que dio aportaciones a 
los concilios por su elevado número de asistentes, sin embargo, Tanner considera 
que la participación de la Iglesia africana con sede en Alejandría, fue significativa y 
decisiva en el concilio de Nicea, así como en posteriores concilios.72 
En el concilio de Nicea se acordó el primer Credo, el cual concentra la 
doctrina cristiana y refleja un claro rechazo a las tesis arrianas sobre la diferencia 
de la naturaleza del Hijo de Dios respecto al Padre, y de la subordinación del 
primero respecto del segundo. Este Credo es básicamente el mismo que se 
conserva en la Iglesia católica, pero en el concilio de Constantinopla fue ampliado. 
Se cree que “[…] el credo se basó en la confesión de fe empleada en el rito del 
bautismo de una determinada iglesia local: ciertos investigadores consideran que 
Jerusalén, o algún lugar de Siria o Palestina, son los lugares más probables de su 
origen”.73 
 
 
                                                            
70 Ibid., pp. 29 y 30. 
71 Ibid., p. 31. 
72 Ibid., p. 30. 
73 Kerly, Early Christian Creeds. Apud. Ibid., p. 35. 
31 
 
El texto del Credo niceno es el siguiente: 
 
Creemos en un solo Dios, el Padre todopoderoso, creador de todas las cosas 
visibles e invisibles. Y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, engendrado, 
nacido del Padre, esto es, de la misma naturaleza del Padre, Dios de Dios, luz de 
luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, consustancial con el 
Padre, por quien todo fue hecho, tanto en el cielo como en la tierra; por nosotros los 
hombres y por nuestra salvación bajó y se encarnó, se hizo hombre, sufrió y resucitó 
al tercer día, subió a los cielos y vendrá para juzgar a vivos y muertos. Y en el 
Espíritu Santo. 
Y aquellos que dicen <<hubo una vez cuando él no era>> y <<antes de que fuera 
engendrado, no existía>> y que procedió de cosas que no existían, o de otra 
hipóstasis o sustancia, afirmando que el Hijo de Dios está sometido a cambios o 
alteración, a éstos la iglesia católica y apostólica los considera anatemas.74 
 
Al término del concilio de 325, Constantino promulgólos decretos (el Credo 
y otros cánones disciplinarios ahí acordados), y como demostración de su apoyo 
imperial a los acuerdos del concilio, desterró a Arrio y a dos de los obispos 
cercanos a él, que fueron los únicos que no se suscribieron a la confesión 
nicena.75 
Tras el concilio de Nicea, hubo discrepancias respecto al Credo, pero no se 
entrará en detalles porque la Iglesia católica, a la que perteneció San Jerónimo, 
defendió y conservó (con ciertas modificaciones) el Credo arriba citado,76 basta 
decir, que la oposición al Credo creció específicamente en Oriente, y que el propio 
Constantino, tres años después del concilio, adoptó una política proarriana, 
haciéndose bautizar en su lecho de muerte por un sacerdote de este movimiento. 
El concilio de Constantinopla fue convocado por el emperador Teodosio en 
el 381 para ¡nuevamente!, dar fin a la controversia arriana. A este concilio sólo 
asistieron obispos orientales. Señalé ya, que se amplió el Credo niceno, “lo nuevo 
en el plano dogmático […] son las afirmaciones sobre la homousia del Espíritu 
Santo”,77 es decir, la misma esencia. 
 
                                                            
74 Alberigo et al. Conciliorum oecumenicorum decreta. Apud. Id. (Las cursivas son de Tanner para 
resaltar las palabras antiarrianas) 
75 Cfr. Norbert Brox. Op. cit., p.229. 
76 Cfr. “El conflicto posniceno” en Ibid., pp. 229-234. 
77 Ibid., p. 235. 
32 
 
El texto que se agrega al Credo es: 
 “Creemos… en el Espíritu Santo, Señor y vivificante, que procede del Padre, que 
juntamente con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado, que habló por los 
profetas”.78 
Brox estima que en el concilio de Constantinopla quedó configurado el 
dogma trinitario,79 además de que como ya dije, en el Credo se sintetiza la 
doctrina cristiana oficial. 
 
1.4 La educación en el cristianismo primitivo 
 
“Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. 
Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y 
enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes”. 
(Mateo 28: 19-20) 
 
Al cristianismo no le es ajena la educación, pues desde sus orígenes tuvo que 
hacer uso de ella para dar cumplimiento al mandato de Jesús arriba citado; el cual 
implica no sólo que se anuncie (y se escuche) su mensaje, sino que haya una 
conversión, un cambio de vida, para que “nazca” un hombre nuevo que se 
asemeje a Cristo, ya que él es el modelo a seguir, pues dijo sobre sí: “Yo soy el 
Camino, la Verdad y la Vida”.80 
Observamos entonces que la educación es un medio de santificación para 
alcanzar un fin: la salvación. 
En este apartado se describirán las prácticas e instituciones educativas que 
se desarrollaron en el cristianismo primitivo desde su surgimiento en el siglo I 
hasta llegar al siglo IV, fecha en que se ubica nuestro autor, San Jerónimo. 
El cristianismo, como ya mencioné, nació en un contexto en el que en lo 
político dominaban los romanos, en lo cultural y filosófico los griegos, y en lo 
                                                            
78 Id. (Las cursivas son del texto citado) 
79 Ibid., p. 236. 
80 Juan 14: 6, en La Biblia., p. 232. 
33 
 
religioso, derivaba del judaísmo. Todo esto influenció el desarrollo de la educación 
cristiana en distintos aspectos: instituciones, métodos, contenidos, etc. 
Los cristianos tomaron como modelo las instituciones educativas judías: la 
sinagoga, la familia y la escuela rabínica, para crear las suyas, donde 
encontramos: la asamblea (ekklesía), la familia y la catequesis.81 
Para que un cristiano pudiera educarse a través de la asamblea, es decir, 
de la Iglesia como comunidad, era necesario que sacara provecho de las 
reuniones y de los signos sacramentales que en ella se practicaban.82 Nótese que 
la palabra educación se está utilizando aquí en el sentido de proceso de 
“transmisión” de creencias, ritos, valores, actitudes, etc. 
Por su parte, la familia jugaba un papel sumamente importante en la 
educación cristiana de los niños, pues era a partir de su ejemplo como éstos se 
iban introduciendo en el cristianismo, particularmente en lo que se refiere a los 
valores y mandamientos que debían seguir, es decir, lo que está en el ámbito de la 
moral. Además, la familia instruía a los niños para que memorizaran y recitaran 
algunos pasajes de la Biblia. 
El método utilizado por los apóstoles y sus sucesores para la predicación 
del mensaje de Jesús, que actualmente sigue vigente, era la catequesis. La 
palabra catequesis viene del griego kateecheo, que significa “instruir por medio de 
preguntas y respuestas”,83 “hacer <<resonar>>, <<hacer resonar en los oídos>>, 
<<enseñar de viva voz>>, <<instruir>>, <<catequizar>>”.84 
Queda claro que la catequesis cristiana es un método de instrucción oral 
que se vale de preguntas y respuestas para lograr su cometido: adoctrinar 
respecto al mensaje de Jesús. El nombre que reciben las personas que se están 
instruyendo en este mensaje y que desean integrarse a esta Iglesia, es como ya 
                                                            
81 Emilio Redondo García (Dir.) Introducción a la historia de la educación., pp. 210 y 211. 
82 Id. 
83 Francisco Larroyo. Op. cit., p. 233. 
84 Emilio Redondo García (Dir.) Op. cit., p. 230. 
34 
 
se dijo, el de catecúmeno, palabra que viene del griego kateechoúmenos, que es 
el participio pasado de kateecheo.85 
El catecúmeno es el adulto que, como ya dije, se está instruyendo para 
recibir el primer sacramento de iniciación cristiana: el bautismo, con el cual 
quedará incorporado a la Iglesia. Inicialmente esta instrucción la brindaba un 
“maestro”, posteriormente la dio el sacerdote y el obispo. 
Para los primeros cristianos era sumamente importante la formación del 
catecúmeno, a tal grado que para el año 180 era ya una institución, y se habla de 
escuelas catecúmenas, donde encontramos toda una serie de procesos y 
contenidos para asegurarse de que el que pretende ser cristiano, tenga una 
auténtica conversión de vida y sea entonces merecedor del conocimiento de los 
misterios de Dios y de los sacramentos que la Iglesia administra. 
El catecumenado en su versión definitiva, surgió a partir del Edicto de Milán 
del 313, y de acuerdo con Redondo consistía en lo siguiente: 
 
La admisión y preparación del candidato se hacía a través de la presentación y la 
encuesta. El candidato debe ser <<presentado>> por un cristiano que le conozca y 
salga fiador de su deseo de convertirse y de su rectitud de intención. Acto seguido 
se le hace una encuesta sobre su vida y sus costumbres: se le interroga sobre los 
motivos de su conversión, para comprobar que es sincera, sobre su conducta 
habitual y sobre su profesión. En el supuesto de incompatibilidad con la fe y vida 
cristianas, debe renunciar a ella. Éste era el caso de profesiones u oficios que 
implicaban idolatría […] 
A la recepción como catecúmeno seguía un largo período de prueba –que solía 
durar de dos a tres años–, jalonado de grados. En el primer grado, el status del 
catecúmeno es el de <<oyente>>; el audiente recibe alguna instrucción doctrinal 
mediante la lectura de la Biblia, pero no sobre los misterios de la Santísima Trinidad, 
la Encarnación y la Redención. Tampoco recibe el Símbolo de la Fe –el Credo–, ni 
asiste a la celebración de los misterios; aunque pertenece a la Iglesia y debe 
ejercitarse en la piedad y en la vida cristianas: es todavía un <<profano>>. El 
siguiente paso se realizaba a través de otro examen doctrinal y ascético, en el que 
el juicio de los catequistas y los padrinos era decisivo. Dicho examen solía tener 
lugar antes de la Cuaresma, y situaba al candidato en el grado de los competentes 
(<<aptos>>), electi (<<elegidos>>, <<separados>>), o photidsomenoi, palabra 
griega que significa: <<los que van a ser iluminados>>. Éstos, durante la Cuaresma, 
a través del rito de la traditio symboli, recibíanoralmente el Credo, y también la 
oración dominical –el Padrenuestro– en la traditio orationis dominicae. Una vez que 
los habían aprendido de memoria, los recitaban solemnemente en una ceremonia 
                                                            
85 Francisco Larroyo. Op. cit., p. 234. 
35 
 
posterior: la redditio symboli. Durante los días que preceden al bautismo, tras haber 
pasado por un nuevo examen, se les sometía a una preparación más intensa sobre 
el Símbolo de la Fe, la Oración dominical y los Sacramentos de iniciación cristiana. 
Finalmente, tenía lugar el solemne acto de la recepción del bautismo en las Vigilias 
de Pascua y (sic.) de Pentecostés. La condición de <<catecúmeno>> finalizaba el 
Domingo in albis, en el que el recién bautizado se despojaba de la túnica blanca que 
se le había puesto el día del bautismo y recibía una catequesis especial.86 
 
En la siguiente página presento una red semántica sobre la organización 
del catecumenado, a fin de que se visualice la secuencia y se diferencien los 
contenidos a los que se accedía de acuerdo al grado alcanzado. 
La expansión de las escuelas de catecúmenos tuvo como consecuencia la 
necesidad de preparar a los maestros, dando origen a las escuelas catequéticas o 
de catequistas, hacia el siglo II e inicios del tres.87 Pero antes de continuar 
señalando las características de éstas, se estima indispensable mencionar, 
aunque sea brevemente, la asimilación de la cultura clásica en el cristianismo, ya 
que fue un proceso difícil y largo que permite entender la historia de la educación 
cristiana primitiva que se está abordando. Me guiaré según la obra (doctrinas) de 
los Padres de la Iglesia. 
La diversa obra de los Padres de la Iglesia (que señala el grado de 
asimilación y aceptación de la cultura clásica) ha dado lugar a una clasificación 
que a continuación se expone, siguiendo la descrita por Larroyo:88 
1. Padres apostólicos. Son quienes tuvieron un contacto directo o próximo 
con los apóstoles, por lo que vivieron en el siglo I y la primera mitad del siglo II. 
Utilizaron para predicar los logia (dichos de Jesús), los evangelios y formas 
literarias griegas tales como la epístola y los hechos o praxeis (actos y doctrinas 
de hombres sabios o famosos). También emplearon el Apocalipsis, el sermón y la 
Doctrina de los doce apóstoles,89 en su forma abreviada: Didajé, didaqué o 
Didaché. 
                                                            
86 Emilio Redondo García (Dir.) Op. cit., pp. 245 y 246. 
87 Francisco Larroyo. Op. cit., p. 234. 
88 Cfr. Ibid., pp. 232 y 233. 
89 Cfr. Werner Wilhelm Jaeger. Cristianismo primitivo y paideia griega., pp. 17-19. 
36 
 
 ORGANIZACIÓN DEL CATECUMENADO 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
FASES EN LA 
ADMISIÓN 
1. Presentación
se ejercita 
en la piedad 
y vida 
cristianas 
recibe una 
instrucción 
doctrinal 
aprobado 
presenta examen 
doctrinal y ascético 
antes de la 
Cuaresma
a) Oyente 
grados: 
2 a 3 años 
b) Competente 
período de prueba 
aceptación como 
catecúmeno 
vida 
2. Encuesta
cristiano que hará 
de fiador 
costumbres 
motivo para 
convertirse
comportamiento 
profesión 
somete 
preparación 
intensa
presenta 
examen 
memorizados 
los recita en 
otra ceremonia 
recibe 
oralmente 
Credo 
Padre-
nuestro
BAUTISMO 
 
durante la 
cuaresma 
Credo 
Sacra-
mentos 
de 
iniciación 
Padre-
nuestro
aprobado 
Vigilia Pascual 
o de 
Pentecostés 
Domingo in albis 
se despoja de la 
túnica 
termina condición 
de catecúmeno 
recibe 
catequesis 
especial
BAUTISMO 
37 
 
II.- Instrucción litúrgica (capítulos VII – X): “trata del bautismo, de la manera 
de administrarlo y de la preparación para recibirlo; del ayuno, de la oración y de la 
celebración de la eucaristía”.90 
III.- Ordenación disciplinar (capítulos XI – XV): “contiene las reglas que han 
de observarse en el trato con los predicadores, con los apóstoles ambulantes, con 
los profetas, los caminantes y los doctores probados. Prescribe, finalmente, la 
comunión dominical y el trato que debe darse a los obispos, diáconos y hermanos 
de la comunidad”.91 
IV.- Conclusión escatológica (capítulo XVI): “exhorta a velar para esperar la 
venida de Jesús y describe los signos que han de preceder y acompañar al fin del 
mundo”.92 
El autor (o los autores) de la Didajè se desconoce, pero los historiadores 
reconocen en su doctrina moral, particularmente la que se refiere a la de los dos 
caminos, la influencia de una fuente helenista que no es judía ni cristiana.93 
Entre los principales Padres apostólicos figuran San Clemente Romano, 
autor de una carta dirigida a los corintios; San Policarpo que escribió una carta a 
los filipenses; San Papías, autor de la obra: Explicación de las sentencias del 
Señor), San Ignacio de Antioquía, quien dirigió una carta a los romanos, para que 
no se opusieran al martirio; y Hermas, escritor de El Pastor. Sus obras se 
caracterizan por ser “sencillas instrucciones y exhortaciones a la fe y costumbres 
cristianas” 94 y por estar escritas, muchas de ellas, en griego. Este último aspecto, 
usar el griego, viene de la época de los apóstoles y Jaeger identifica en él la 
primera “fase” de helenización del cristianismo, pues “con el uso del griego 
penetra en el pensamiento cristiano todo un mundo de conceptos, categorías 
intelectuales, metáforas heredadas y sutiles connotaciones”.95 
                                                            
90 Id. 
91 Id. 
92 Id. 
93 Ésta es la postura de Jaeger Cfr. Op. cit., p. 19.; Cádiz por su parte, considera que tuvo una 
fuente cristiana. Cfr. Op. cit., p. 100. 
94 Francisco Larroyo. Op. cit., p. 232 
95 Werner Wilhelm Jaeger. Op. cit., p. 14. 
38 
 
Para valorar esta helenización del cristianismo en el sentido de usar el 
griego tanto en escritos como en discursos, en su justa dimensión, se deben tomar 
en cuenta las siguientes puntualizaciones: 
• Se utiliza el griego porque “se hablaba más o menos correctamente en 
todas las regiones donde se había extendido el cristianismo; en algunas era la 
lengua única, en otras era una especie de lengua internacional al lado de los 
idiomas locales”.96 Lo que se desea resaltar aquí es que se utilizaba el griego 
porque era la lengua común, es decir, que era lo que se estilaba (hasta que fue 
desplazada por el latín en la Iglesia occidental, en el siglo III) y no porque los 
cristianos estuvieran interesados en apropiarse de la cultura clásica ya que ésta es 
característica de épocas posteriores, como se explicará más adelante. 
• La cantidad de textos producida por los Padres apostólicos es escasa. Esto 
se atribuye entre otras cosas, según Cádiz, a que Jesús no les ordenó escribir 
sino predicar.97 
• En las obras de los Padres apostólicos “apenas hay referencias a la cultura 
pagana”.98 Sus textos son sencillos y con un carácter práctico: instruir sobre la fe, 
ayudar a que se mantenga el orden y la unidad en las iglesias, a resolver disputas 
entre ellas, etc. 
• Durante esta época, las actitudes predominantes de los cristianos hacia la 
cultura clásica son de indiferencia o bien de desconfianza. De indiferencia, por 
ejemplo, hacia el hecho de que los cristianos aprendieran aritmética, geometría, 
astronomía y música, ya que son disciplinas especializadas a las que pocos 
accedían,99 y en poco o nada contradicen lo que la naciente fe planteaba; pero no 
era así en el caso de la filosofía, ya que frecuentemente ésta se oponía a las 
creencias cristianas, tenía sus propias explicaciones sobre la creación del mundo, 
el fin del hombre, etc., por lo que los cristianos educados dentro de la escuela 
clásica la consideraban peligrosa para la fe cristiana. 
                                                            
96 Luis M. de Cádiz. Op. cit., p. 95. 
97 Ibid., p. 96. 
98 Emilio Redondo García (Dir.). Op. cit., p.

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