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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS COLEGIO DE HISTORA "LA CONSTRUCCIÓN DE REDES FAMILIARES EN EL SIGLO XIX: LA HISTORIA DEL MATRIMONIO TORRES RIVAS". T E S I S QUE PARA OBTENER EL TITULO DE LICENCIADA EN HISTORIA PRESENTA ANA KAREN HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ ASESOR: MTRO. ALFREDO RUIZ ISLAS MÉXICO, D.F. 2016 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Agradecimientos La conclusión de este trabajo no hubiera sido posible sin el apoyo constante de profesores, familia y amigos. En primera instancia, gracias a mi asesor, el profesor Alfredo Ruiz Islas, quien trascendiendo la definición elemental de maestro, me tuvo paciencia, me dio ánimos y me hizo las llamadas de atención pertinentes cuando la situación lo ameritara, y en todo momento, estuvo al pendiente de que esta investigación, y los procesos que de ella derivaran, llegaran a buen fin, sin importar horario, fecha o clima. A la Dra. Ana Rosa Suárez Argüello, por despertar en mí el interés por el siglo XIX en México a través de sus clases y seminario, pero sobre todo, por haber dado los primeros y más importantes impulsos a mi carrera como historiadora. A la Mtra. Angélica Velázquez Guadarrama, por haber enriquecido mi conocimiento sobre la centuria decimonónica gracias a sus clases de arte, dando forma y color a mi imaginación, pero muy en particular, por haberme proporcionado el retrato que Juan Cordero hiciera de Javier Torres Adalid, el cual desconocía hasta antes de nuestras sesiones en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. A la Dra. Julieta Pérez Monrroy, por su confianza, sus puntuales comentarios y observaciones, pero sobre todo, por el tiempo que dedicó a la revisión de esta tesis. A la Dra. Lucrecia Infante Vargas porque gracias a ella supe de los Rivas Mercado, conocí los puntos de encuentro entre historia y literatura, y porque tuve su apoyo incondicional como profesora y como coordinadora. De manera especial, quiero agradecer a la Dra. Anne Staples Dean de El Colegio de México, por haberme permitido trabajar con ella: durante ese período, conocí muchas de las fuentes que enriquecen esta investigación. Por su solidaridad en momentos difíciles y ayudarme con todo cuanto estuvo en sus manos. No es sólo una gran historiadora, sino también un gran ser humano. Agradezco también a mi familia que va más allá de los lazos de sangre. Mariana Ramírez Uriza, con la que compartí clases y recreos desde los seis años en la primaria, hasta gratos recorridos de la Facultad de Filosofía y Letras a la Facultad de Ingeniería en Ciudad Universitaria. Siempre ahí para para apoyarme desde hace poco más de veinte años. Daniel Alonso Bautista García, mi guía espiritual, maestro de las lecciones fundamentales y pilares de mi vida; su aporte personal a esta tesis, son los árboles genealógicos de los apéndices: su presencia gráfica en este texto es otra prueba de nuestra fraternidad y aprecio. A María de los Ángeles Avelar Mayer, por su amistad, paciencia y ser la voz siempre pragmática de la conciencia. Al grupo de amigos con el que viví el día a día de la redacción de la historia del matrimonio Torres Rivas. Ellos aligeraron con su presencia la tensión de la investigación y han dado más que alegría a mi ser: Krisha Illescas Bernal, Maddelyne Uribe Delabra, Aníbal Peña Gómez y David Huerta Meza. En verdad, gracias por haber estado ahí, prestos con una palabra y abrazo de aliento. A quienes han desempeñado el papel de hermano y hermana mayor de esta hija única en más de una ocasión: Vania Castorena Iturbe, Paola Encarnación Sandoval, Sergio Antonio Rincón Montiel, Jesús Jorge Valenzuela y Emilio Enrique Navarro Hernández. No hay palabras que expresen mi gratitud por todo en lo que me han ayudado y por todo lo que he aprendido de ellos, de su amistad y de nuestro trato cotidiano; no sólo cuestiones y temas académicos, sino también que hay virtudes que pueden vivir y desarrollarse en un medio que exige lo contrario, como el compañerismo, la solidaridad y la humildad. Enlistar todo cuanto me ha brindado cada uno de ellos desde que me recibieron en el grupo, requeriría otras cien páginas de tesis. Mención especial merecen dos personas por sus favores y atenciones para conmigo: Norma Fabiola Pita Carrasco y Omar Urbina Pineda. Sin ayuda, éste esfuerzo tampoco se habría concretado. Finalmente quiero agradecer a las familias Uriza Gutiérrez (Gaby, Sandra, Angélica y Samantha), García Escobar (don Celso, doña Mercedes, doña Carmen y Norma) y Castorena Iturbe (doña Elvira y Fabricio), por darme cobijo y refugio siempre, como si fuera un integrante más de cada una de ellas. † A mi padre, mi abuelo José Juan Hernández González ( ). Índice Introducción _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 1 Capítulo I El encuentro de los Rivas y los Mercado: el origen de Leonor 1. La llegada del teniente Pedro de Rivas al puerto de San Blas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 8 1.2. Agustín de Rivas y Liñán: cimiento del prestigio local de la familia Rivas _ _ _ _ _ 12 1.3. La genealogía materna de Leonor: la familia Mercado _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 16 1.4. Ildefonso de Rivas y Liñán y Agustín de Rivas y Ríos en las primeras décadas del México independiente_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 18 1.5. Los hermanos Rivas Góngora y el primer ambiente familiar de Leonor Rivas Mercado _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 27 1.6. La familia Rivas Mercado en la Ciudad de México _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 42 Capítulo II Francisco Javier Torres Adalid: un abolengo pulquero 2. El atractivo negocio del pulque en la época virreinal _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 46 2.2. La estirpe pulquera del primer conde de San Bartolomé de Xala_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 48 2.3. Una casta de abogados: la familia Torres_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 57 2.4. Un criollo inconforme. Ignacio Adalid: Guadalupe _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _64 2.5. Los hermanos Adalid y Gómez Rodríguez de Pedroso y el primer ambiente familiar de Javier Torres Adalid _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 76 2.6. Síntesis de dos tradiciones: el abogado y propietario Javier Torres Adalid_ _ _ _ _ _ _ 87 Capítulo III El matrimonio Torres Rivas 1860-1868 3. Los primeros pasos del matrimonio Torres Rivas en la alta sociedad de la Ciudad de México _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 94 3.2. Retorno a la administración pública: los Torres Rivas en 1862 _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _112 3.3 La llegada a México de un noble austriaco_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 127 3.4. Una invitación rechazada: El Consejo General de Beneficencia de 1865_ _ _ _ _ _ _ _ 139 3.5. Javier Torres Adalid y los hacendados pulqueros contra los impuestos imperiales en 1866 _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 150 3.6. LeonorRivas y Carl Khevenhüller en el fin del Imperio_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 164 Epílogo _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 186 Conclusiones_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 201 Apéndices_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 209 Fuentes consultadas_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 216 […] casi todos son parientes por nacimiento o por alianzas matrimoniales, forman una especie de clan, y basta con pertenecer a una u otra de esas familias para ser bien recibido por todas ellas. Se reúnen a menudo, sin ceremonias, y en su senos se encuentran todos aquellos buenos elementos que pueden existir en México. Los padres son, en su mayoría, hombres de talento e ilustración, y las madres, mujeres de las más acendradas virtudes, cuyos nombres se hallan libres de toda sospecha […] cualquiera que sea la conducta privada de los individuos , prevalece el decoro más absoluto en la conducta exterior. Son, además, leales entre sí en grado sumo, con un acentuado sprit de corps, y rara vez se permiten habladurías ante los extraños acerca de las debilidades de su clase; por el contrario, si se hace alusión a ellas afirman ignorarlas del todo. Con tal de que se guarden las apariencias, la costumbre ha hecho posible que vean con tolerante indiferencia las liaisons que subsisten entre sus amigos íntimos. Frances Erskine Inglis de Calderón de la Barca. La vida en México. Durante una residencia de dos años en ese país. 1 Introducción El siglo XIX en México evoca un mosaico de imágenes de diversa índole a quien, curioso, se acerca a su estudio. Hoy en día, ese mosaico se expande, pues parte de los actuales intereses de la historia están en investigar aquellos hechos que fueron comunes y recurrentes, por ser lo que vivió la mayor parte de los individuos que forman una sociedad: el núcleo mismo del acontecer humano en el tiempo y el principal objeto de estudio de dicha disciplina. Y, al ocuparse del acontecer humano, la historia se impone la necesidad de conocer el rostro y el desenvolvimiento particular de los humanos que lo experimentaron, lo que se logra a través de una aproximación a su cultura. El interés por conocer la experiencia ordinaria necesita un concepto amplio de cultura. En su obra Interpretación de las culturas, Clifford Geertz la define como […] un patrón de concepciones históricamente transmitido, mediante las cuales los hombres se comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento de la vida y las actitudes hacia ella; y repercute directamente en las formas en que estructuran creencias, economía, moral, derecho, y cualesquiera otras capacidades y hábitos que serán adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad en particular1. Esto quiere decir que la cultura deja ver al individuo, por ejemplo, que sus emociones se expresan de esta forma o la otra, pero no de aquella. Entonces, el individuo se pliega a lo que dice su cultura en las circunstancias concretas que se le presenten y actúa conforme a ese patrón, modelado desde muchas generaciones anteriores. La cultura es, por tanto, un conjunto de actividades y actitudes humanas, dinámicas y contingentes de acuerdo al tiempo y a un contexto, en las que puede apreciarse el cambio social 1 Clifford Geertz, Interpretación de las culturas, Barcelona, 1989, p. 89. 2 en el largo plazo, cambio que las hace atractivas al quehacer historiográfico. Y el terreno donde interactúan todas esas actividades y las estructuras sociales que llegan a articular es el de la cotidianidad, de la que se ha encargado en explorar en los años recientes la historia de la vida cotidiana. Un intento de definir qué es la vida cotidiana es el de Christian Lalive d’Epinay, en el que dice que La vida cotidiana tiene un carácter de evidencia para el sentido común […] El ciclo cotidiano aparece así como el ciclo elemental, la unidad más cómoda, pero en donde la realidad evidente no toma sentido sino situado o contextualizado dentro de una perspectiva más ancha, en última instancia aquella ofrecida por la vida entera en donde el ciclo se distingue de los demás por su carácter único […]2. La historia de la vida cotidiana es la historia de los cambios y las continuidades dentro de la vida real y material, lo que no quiere decir que esté al margen de los principales sucesos dentro de una sociedad: es el espacio dialéctico donde se unen los sucesos y lo rutinario. Por ello, uno de los retos epistemológicos de la historia de la vida cotidiana es relacionar cómo esos denominados “principales sucesos” influyeron en la vida cotidiana y viceversa. Y al entrar en el espectro de la vida cotidiana ámbitos como el económico y el político, epistemológicamente también hacen de este enfoque una vía para reintegrar esos enfoques historiográficos en una visión holista de la realidad. En este sentido, el grupo social que une los ámbitos anteriormente enunciados con el individuo es la familia, por ser su punto central de referencia. Su génesis: el vínculo entre dos individuos a través del matrimonio. Tomar como punto de partida a la familia es abandonar la definición de grupo social a partir de criterios exclusivamente estructurales (como el económico, por ejemplo) y retomar el 2 Christian Lalive d’Epinay, “La vida cotidiana. Construcción de un concepto sociológico y antropológico”, en Sociedad hoy, Núm. 14, 2008, pp. 12-13. 3 análisis del actor social, ya que los sistemas de relaciones que construye y a los que pertenece el actor social constituyen el entorno dentro del cual le es transmitida una tradición cultural y en el que se desenvuelve cotidianamente. Sin embargo, al enunciar que la historia de la vida cotidiana investiga lo que vivió la mayor parte de los individuos, hace parecer que ésta sólo se aboca a cómo era la vida de la masa social, desposeídos generalmente, dejando de lado a aquellos quienes producían riqueza y tenían cierto coto de poder: las élites. El estudio de las élites, aunque ha sido cuestionado por varios autores a lo largo de las últimas décadas3, no deja de carecer de interés porque también fueron participes de los cambios sociales que se han dado en la historia y, si los resistieron o adaptaron ¿Cómo lo hicieron? Pregunta que abre nuevas perspectivas e intereses historiográficos, pues en la respuesta se descubren estrategias asociativas y de sociabilidad como formas políticas de actuación pública y comportamientos que, por lógica, tuvieron efectos sistémicos en todo el espectro social de una época. El estudio de las élites desde la perspectiva netamente estructural sí restringe las líneas de investigación, no así si se hace desde la historia cultural, desde la historia de la vida cotidiana. Una obra pionera sobre el tema en la historiografía sobre México es el magnífico estudio realizado por Doris Ladd La Nobleza mexicana en la época de la independencia 1780-18264, en la que se analiza cómo los nobles del territorio, agrupados en familias, resistieron o se adaptaron a la transición que implicó en dejar de ser parte de la monarquía española y pertenecer 3 La principal crítica sobre abordar el estudio de las élites en la historiografía viene de las corrientes marxistas y obras como La formación de la clase obrera en Inglaterra de Edward Thompson. Dicha crítica se basa en que las élites y “su exposición política”, son lo que ha permeado la historia, prácticamente desde que existe la historiografía misma, probando que el cambio inherente a la realidad no afecta su condiciónde élite, haciéndola una clase social ahistórica. En tanto, que la existencia del pueblo, concepto abstracto y carente de una clara definición, ha sido ignorada, al ser la clase social a quien afecta directamente todo fenómeno histórico, y al que se puede apreciar de manera clara en los movimientos de masas, motores de los cambios sociales de la humanidad. Vid. Jim Sharpe, “Historia desde abajo”, en Peter Burke (editor), Formas de hacer historia, Madrid, 1993, p. 40. 4 Doris M. Ladd, La nobleza mexicana en la época de la independencia 1780-1826. México, 1984. 4 a la república mexicana, develando que muchos de esos nobles fueron la semilla de la élite capitalina del siglo XIX. La senda mostrada por Ladd la han seguido autores como David Walker en su libro Parentesco, negocios y política: la familia Martínez del Río en México (1823-1867)5, o Entre la tradición señorial y la modernidad: la familia Escandón6, de Nora Pérez Rayón, en las que se abordan la génesis y el desarrollo de estas familias y su riqueza, y cómo la misma las llevó a tener injerencia en los distintos gobiernos del siglo XIX. En el caso particular de los Escandón, lo que interesa a Pérez Rayón es su presencia política y económica en el porfiriato. La tesis que el lector tiene en sus manos se inscribe en el mismo rubro que las obras recién señaladas, ya que analizará la vida cotidiana de un matrimonio que perteneció a la élite del siglo XIX en México, cuya principal actividad económica fue la producción de pulque, para ver cómo los vaivenes políticos lo afectaron y qué actitudes y comportamientos adoptaron con base en su cultura para enfrentarlos: el matrimonio Torres Rivas. En sus páginas he tratado de explicar a partir de la historia de la vida cotidiana el entorno familiar en el que respectivamente crecieron y que más tarde replicaron Leonor Rivas Mercado y Javier Torres Adalid y cómo éste los formó en una cultura que fomentaba la creación de redes familiares a partir de matrimonios como estrategia asociativa para enfrentar los cambios que se dieron en México durante la centuria decimonónica. Con el objetivo de explicar los sucesos que ocurrieron en el siglo XIX en México desde el enfoque de un grupo de individuos que los vivieron, y por medio de la historia del matrimonio Torres Rivas, se muestra el origen y desarrollo de las redes familiares que sostuvieron buena medida la estructura política de hace casi dos siglos. 5 David Walker, Parentesco, negocios y política: la familia Martínez del Río en México (1823-1867). México, 1991. 6 Nora Pérez Rayón, Entre la tradición señorial y la modernidad: la familia Escandón. México, 1995. 5 Los diversos estudios sobre la historia de los matrimonios, así como de sus prácticas cotidianas, sirven para tener una aproximación a la familia en general, pero no enfocan esa aproximación a un ejemplo concreto. Por otra parte, los trabajos historiográficos que estudian una familia en particular, en su mayoría, se enfocan en sus prácticas políticas y económicas, dejando de lado la explicación de la cultura de su época. Hacer una tesis como ésta sirve para unir ambos enfoques, explicar el problema desde la perspectiva de la vida cotidiana y dar preferencia a lo vivido por los actores, lo que al final permite comprender cómo y por qué el matrimonio Torres Rivas adoptó cierta postura política y operó económicamente de cierta manera en un momento específico. La importancia fundamental de una familia está en que es la primera red de sociabilidad en la que se desenvuelve un ser humano y la que moldea su individualidad. Al tener en cuenta el carácter poseído por los distintos lazos establecidos en torno a ésta, puede verse que la pertenencia a una familia no sólo era un factor clave para adquirir estatus social por parte de los individuos; su estudio, como el que se propone esta tesis, pone de relieve que cada una se dedicaba a una amplia gama de actividades económicas y profesionales para mantener ese estatus, como serían la tenencia de la tierra y el ejercicio de empleos en la administración pública o en el sector militar, entre otros. El recorrido por la historia de los Torres Rivas está divido en tres capítulos. El capítulo 1 trata sobre las familias de las que provenía Leonor, la Rivas y la Mercado en Tepic, y su consolidación como la oligarquía que dominó el territorio de lo que hoy en día es el estado de Nayarit en la primera mitad del siglo XIX. El capítulo 2 narra los episodios esenciales de las familias Torres y Adalid desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX y sus estrategias en ese medio siglo para conservar su abolengo. El capítulo 3 explica cómo Leonor 6 y Javier enfrentaron, con base en su cultura, los sucesos de una de las décadas más agitadas en el México decimonónico, que comprende desde el fin de la Guerra de Tres Años hasta el ascenso y caída del Segundo Imperio. Finalmente, el epílogo cuenta qué pasó después de la caída de Maximiliano. Para complementar esta historia se incluyeron siete apéndices con los árboles genealógicos de las familias Torres, Adalid, Torres Adalid, Rivas, Mercado, Rivas Mercado y Torres Rivas. Decidí detener el tiempo cronológico de la narración en 1868, ya que me di cuenta de que para explicar a la siguiente generación, es decir, a los hijos del matrimonio Torres Rivas, no bastaba un capítulo, sino que era necesaria otra investigación, ya que las condiciones históricas en los que ellos crecieron habían cambiado: ya no se vivía en un período de guerra, sino en un episodio de paz, como lo fue el gobierno de Porfirio Díaz. Por ende, las estrategias asociativas eran y tenían que ser de otro tipo y con distintos fines. Como se ha dicho, esta tesis explica, a partir de la historia de la vida cotidiana, el entorno familiar en los que crecieron Leonor Rivas y Javier Torres y cómo replicaron la cultura que les fue transmitida. Si bien esto implica el que se traten las trayectorias en el tiempo de las familias Rivas, Mercado, Rivas Mercado, Torres, Adalid y Torres Adalid, esto no significa que el lector podrá encontrar las biografías de todos y cada uno de los miembros de cada una de ellas, aunque su tratamiento será el de una biografía colectiva, con el énfasis puesto en los episodios esenciales; es decir, en aquellos que repercutirían en las vidas del matrimonio Torres Rivas. De igual forma, a lo largo de esta investigación, se hablará de la cultura femenina, lo cual no implica que sea una historia de género, sino que sólo se efectuará una caracterización de cómo era y cómo debía ser una mujer en el siglo XIX. De igual suerte, aunque ésta es una tesis sobre miembros de la élite en una época determinada, no se hablará de ellos en términos estructurales tales como clase, ni tampoco basados en los procesos de producción, sino como parte de un 7 grupo social con rutinas propias transmitidas de una generación a otra. Finalmente, creo conveniente decir que el espacio temporal de esta investigación no tiene una periodización cronológicamente rígida: ésta será particular a cada familia y a la lógica de sus actos, lo que quizá es arbitrario, pero dota de sentido a la narración. Finalmente, si bien el escenario principal de esta historia es el siglo XIX, no se tratarán a detalle todos los procesos que tuvieron cabida en él, sino sólo aquellos en los que las familias mencionadas anteriormente tuvieron injerencia. Con todos estos elementos, se espera que la investigación que el lector tiene en sus manos lo lleve a conocer otra cara y a otros actores que amplíen su conocimiento sobre el espectro social del México decimonónico, más allá del eco que los apellidos Rivas Mercado y Torres Adalid han provocado en la historiografía. 8 Capítulo I El encuentro de los Rivas y los Mercado: el origen de LeonorLevantándose en un llano pantanoso, encaramado como nido de águila en la cima de una roca de ciento cincuenta pies de altura, absolutamente empinada por tres lados y muy escabrosa en el cuarto, está el puerto de San Blas7. 1. La llegada del teniente Pedro de Rivas al puerto de San Blas Rodeado por esteros y lagunas, el puerto de San Blas, la salida natural de la Nueva Galicia al Océano Pacifico, era sólo un rincón del imperio español a mediados del siglo XVIII. Sin embargo, en esa época se convirtió en la punta de lanza de uno de los últimos y más ambiciosos proyectos que Carlos III de Borbón tenía para sus posesiones ultramarinas. Su heraldo en ese proyecto fue el visitador José de Gálvez, quien llegó a la Nueva España en 1765 con el fin de reorganizar el aparato administrativo y hacer más rentable esa posesión real. Gálvez se dio cuenta de que el litoral del septentrión novohispano y las provincias del noroeste estaban amenazados por la ocupación inglesa en Canadá y la rusa en Alaska, además de que era una zona con potencial comercial dada su situación estratégica frente a China y las Filipinas. El visitador reportó a la Corona que era necesario consolidar la ocupación y el resguardo militar de la Alta California, con la fundación de un puerto con astillero en el litoral pacífico: San Blas. En sus cercanías, había maderas útiles para la construcción de los barcos que llevarían a los misioneros y los enseres necesarios, producidos por los agricultores locales, para el mantenimiento de la nueva provincia8. 7 Basil Hall, El General San Martín en el Perú. Extractos del diario escrito en las costas de Chile, Perú y Méjico en los años 1820, 1821 y 1822. Buenos Aires, 1920, p. 233. 8 Jean Meyer, Breve historia de Nayarit. México, 2005, p. 73. 9 La Corona emitió la real orden para la ocupación de la Alta California el 23 de enero de 1768 y el 22 de febrero de ese mismo año fue fundado oficialmente el puerto de San Blas9. Misioneros franciscanos se dirigieron a la California para hacerse cargo de las misiones que quedaron vacías tras la expulsión jesuita en 1767. Llegaron a Loreto. Avanzaron por tierra: ocuparon unas misiones y fundaron otras. Finalmente, cumplieron la primera etapa de la ocupación al fundar la misión de San Diego (hoy sur de la California continental) en julio de 1769. Los propósitos medulares de las misiones eran evangelizar y civilizar a los indios nómadas y belicosos de esa región y así pacificar el terreno para ser colonizado. A fin de proteger a las misiones en el cumplimiento de sus tareas se establecieron baluartes militares conocidos como presidios. Los presidios también respondían a una estrategia militar de defensa contra las potencias extranjeras, por ello fueron erigidos cerca de las costas. Su principal mano de obra eran los presidiales: hombres que no pertenecían al ejército regular, pero eran diestros en maniobras de combate y trabajos de campo, tales como los de peones y vaqueros, porque no sólo sirvieron como escolta de los misioneros, sino también como albañiles para construir y conservar los edificios del presidio, como correos entre las misiones o con el mismo San Blas. El teniente Pedro de Rivas y Salazar fue uno de ellos: oriundo de Málaga, al parecer llegó a la Nueva España para trabajar en el presidio de San Diego que protegía la misión del mismo nombre10. 9 Martha Ortega Soto, Alta California. Una frontera olvidad del noroeste de México 1769-1846. México, 2001, p. 27. 10 Ante mi imposibilidad de consultar personalmente las fuentes primarias en el Archivo Histórico del estado de Jalisco, me basé en la compilación de Jean Meyer de los documentos para la historia de Nayarit, Nuevas mutaciones. El siglo XVIII, en el que se lee: “Dice el Alcalde Mayor del pueblo de Tepique en 1745, que hallándose preso Manuel Rubio, español, vecino de la ciudad de México, y casado en dicha ciudad, por pedimento de Miguel Alvarado en nombre y con poder de Pedro de Rivas, Teniente del Presidio de San Jph. Del Sauz en la isla de California, sobre cantidad de pesos que dicho Manuel debía al tal Pedro de Rivas. Que murió repentinamente en esas reales sin disposición ninguna de pulmonía, que traía perlas, según la declaración de dos buzos que lo acompañaban desde la citada isla”. Jean Meyer, Nuevas mutaciones. El siglo XVIII. Guadalajara, 1990, p. 281. Sin embargo, en la Alta California no existió ningún presidio llamado San José del Sauz, sólo el de José de Guadalupe, cuya fundación fue hasta 1797, fecha muy tardía con respecto a 10 Los presidios necesitaban abastecimiento externo para subsistir porque no eran unidades de producción autosuficientes. Contaban con un almacén que cada año era abastecido por un barco que llevaba víveres desde San Blas, único puerto que tuvo derecho a intercambiar productos con las misiones californianas en sus primeros años. El encargado del almacén entregaba lo conducido bajo factura al comandante, quien a su vez, distribuía las mercancías entre los miembros del presidio de acuerdo a sus necesidades y a lo que su sueldo en base en su rango pudiera pagar. En este caso, el sueldo de teniente era de 550 pesos11. Es probable que en uno de esos intercambios, el teniente Pedro de Rivas fuese a San Blas y así conociera a la familia del hacendado español Miguel de Liñán y de la Cueva. Los hijos de Miguel se dedicaban a diversas actividades: Felipe de Liñán y Mejía era bachiller, mientras que sus hermanos Ramón y Narciso de Liñán y Mejía tenían un negocio de tabaco en Tepic, la ciudad más cercana al puerto en 177012. El teniente Rivas emparentó con esta familia al desposarse con la hija de Miguel, Teresa de Liñán y Mejía13. Se mudaron al pequeño palacio propiedad del señor de Liñán en el centro de Tepic: un inmueble de dos plantas, divididas por una cornisa de cantera sobre la que se alineaban seis la que indica el libro de Meyer. Vid. Ortega, op. cit., p. 39. Sin embargo, el historiador nayarita Pedro López González señala a Pedro de Rivas y Salazar como el primer antepasado de los Rivas Mercado en Tepic. Vid. El centro histórico de la ciudad de Tepic, México, 1996, p. 59. Es el mismo caso de Fabienne Bradu, quien en su biografía de Antonieta Rivas Mercado, Antonieta, apunta que el origen hispano de los Rivas se remonta a Málaga, de donde partió un Rivas hacia la Nueva España para vigilar las Californias. Vid. Fabienne Bradu, Antonieta (1900-1939). México, 2007, p. 17. Antonio Ponce Rivas, en su novela Una victoria dorada. Ella me espera, deseo alcanzarla, reitera el dato haciendo una breve exposición del árbol genealógico de los Rivas: “Ay mi abuelo José Manuel, capitán de Rivas y Ríos: ¡eres un ausente! ¡No llegué a conocerte! Ni a tu padre, el capitán Agustín de Rivas y Liñán. ¿Tú extrañaste también a tu abuelo Pedro de Rivas y Salazar?” Antonio Ponce Rivas, Una victoria dorada. Ella me espera, deseo alcanzarla, México, 2005, p. 59. Es por todos estos datos, además de que las fechas de fundación del puerto de San Blas y de la misión de San Diego son muy cercanas (sólo un año con cinco meses de diferencia), que creo señalar de forma correcta que el Pedro de Rivas que menciona Meyer es el antepasado de los Rivas que se abordan en este capítulo y que pudo haber sido teniente en el presidio de San Diego. 11 Ortega, op. cit., p. 62. 12 López, op. cit., p. 54; asimismo, “Carta que dirige el Sr. Ramón Ignacio de Liñán y Mexía a su hermano Narciso Antonio de Liñán y Mexía, informándole que le remitió 500 pesos para que termine de instalarse en el comercio de tabaco de Tepic su negocio”, en Meyer, Nuevas mutaciones,op. cit., p. 285. 13 Vid. Apéndice 1. Familia Rivas. 11 balcones con ventanales y rejas de hierro forjado, y abajo un gran zaguán que forma dos columnas adosadas con un dintel14. Para ese momento, la base naval de San Blas había beneficiado al comercio de la Nueva Galicia, sobre todo a Tepic, que paulatinamente se convirtió en un centro comercial al ser el lugar donde los comerciantes establecían su residencia. Las altas temperaturas en la zona portuaria, provocaban que los esteros desprendieran vapores que aumentaban el calor, y las lagunas que la rodeaban, eran un fértil nido del mosquito jején, cuya picadura causaba desde graves úlceras cutáneas hasta malestares en el hígado. La estancia fija y segura en la zona resultaba imposible15. Sin embargo, ese naciente magnetismo comercial se incrementó cuando la flota asiática mercante, conocida popularmente como la nao de China, comenzó a ocupar el puerto neogallego como puerto alterno al de Acapulco, donde era una presa más que fácil de los piratas, para vender las mercancías que traía de Europa y las Filipinas. Tepic comenzó a transformarse urbanísticamente. Se volvieron frecuentes las construcciones de grandes casas-habitación de dos pisos hechas de cal y piedra, con sus balcones y ventanales enrejados, tales como la de la familia de Rivas y Liñán. Se trazaron las calles que comunicaban esas casas con los edificios públicos alrededor de la plaza central, edificios que albergaban la contaduría del puerto, el cuartel y su fortín, así como el hospital y la escuela de primeras letras, cuya construcción estuvo patrocinada por los vecinos ricos del lugar. En esa época también comenzó la construcción de la parroquia16. Las autoridades locales se encargaban de atender los asuntos de carácter comercial y militar, las dos vocaciones de San Blas, a realizar el cobro de impuestos y a resolver los problemas de salud e higiene pública. Con el astillero operando, y construidos los 14 Esta casa es actualmente el Museo Regional de Nayarit. López, op. cit., pp. 54-55. 15 Mario Contreras Valdez, Nayarit. Historia breve. México, 2011, p. 74. 16 Contreras, op. cit., pp. 54-55. 12 principales edificios que cubrían las necesidades sociales del momento, la vida cotidiana transcurría de manera pacífica. A la par del nacimiento de la ciudad de Tepic, nacieron también los hijos del teniente Pedro de Rivas y de Teresa de Liñán: Agustín e Ildefonso de Rivas y Liñán, quienes al alcanzar la juventud comenzaron a figurar en la política local17. 1.2 Agustín de Rivas y Liñán: cimiento del prestigio local de la familia Rivas. Los designios de Carlos III para dotar a la Nueva España de una mejor organización administrativa y eficiencia burocrática, con el propósito de controlar los recursos que poseía en ese territorio, también marcaron el comportamiento cotidiano del siguiente Rivas en la genealogía paterna de Leonor Rivas Mercado: Agustín de Rivas y Liñán. La Corona española emitió en 1786 la Real Ordenanza de Intendentes, en la que estipuló la división del territorio novohispano en doce Intendencias, y cada una de ellas a su vez en Subdelegaciones o Partidos. El reino de la Nueva Galicia se convirtió en la Intendencia de Guadalajara con treinta y dos subdelegaciones18. La autoridad máxima de la Intendencia era el intendente de Provincia, quien estaría subordinado inmediatamente al Virrey, y a cargo de los asuntos de gobierno y militares, así como de la impartición de justicia y las finanzas. El siguiente cargo en orden ascendente en la jerarquía administrativa que estableció dicha Ordenanza fue el de subdelegado, la máxima autoridad en el Partido y subordinado al intendente. El subdelegado sustituyó y concentró las funciones de los cargos de alcalde mayor, corregidor y teniente gobernador, propios de la burocracia creada por los 17 Vid. Apéndice 1. Familia Rivas. 18 José María Muriá, Historia de las divisiones territoriales de Jalisco. México, 1976, p. 145. 13 Habsburgo. A partir de 1694 este puesto se obtenía por compra19. Agustín de Rivas y Liñán consiguió por esa vía su primer puesto dentro de la administración colonial en 1787: alcalde mayor de Ahuacatlán, Partido ubicado al suroeste del ahora llamado también Partido de Tepic. Para esas fechas, de Rivas y Liñán ya estaba casado con Luisa Ríos y tenían un hijo: José Manuel de Rivas y Ríos20. Agustín era apto para el puesto por ser un hombre notable de su localidad, descendiente de españoles y de una familia de comerciantes que había ayudado a la naciente prosperidad de Tepic, características que empataban con el perfil que la Corona buscaba para el cargo. Es decir, la Corona concedió más posibilidades de esparcimiento a los intereses de la gente acaudalada de cada Partido, para que ésta se abocara al desarrollo de su localidad, lo que a su vez implicaría un crecimiento en las cantidades entrantes a las arcas reales. Además, por su situación acomodada, el hijo del teniente de Rivas podía pagar la media anata21. Agustín de Rivas se dirigió a la Audiencia de Guadalajara para iniciar el proceso de compra del cargo de alcalde mayor. Presentó como sus fiadores a Antonio Platero y Juan de Espinoza22. El Rey concedió la Real Orden al Consejo de Indias, y se le emitió una Real Provisión a Agustín con las atribuciones, lugar, término y salario que le corresponderían. Él se dirigió entonces ante el virrey Bernardo de Gálvez, y posteriormente a la Audiencia de Guadalajara, para presentar su Real Provisión. Después de la revisión del documento 19 Águeda Jiménez Pelayo, “Tradición o modernidad. Los alcaldes mayores y los subdelegados en Nueva España”, en Espiral. Estudios sobre Estado y Sociedad. Núm. 21, Vol. VII, mayo-agosto 2001, p. 145. 20 José Manuel Eugenio de Rivas y Ríos nació el 15 de noviembre de 1776, y fue bautizado el 26 de ese mismo mes en el Sagrario Metropolitano de Guadalajara, Jalisco. Sus padrinos fueron Don Pablo Linares de Mejía y doña María Josefa Dolores de Linares y Mejía. “José Manuel Eugenio de Ribas y Rios”. Fe de bautismo, disponible en https://familysearch.org/pal:/MM9.3.1/TH-1-18377-41514-51?cc=1874591&wc= SSKC-MNL:171935001,182938601, 182985601. (Consultado el 7 de febrero de 2014). 21 Impuesto por la compra del cargo. Equivalía a la mitad del sueldo del primer año, más la tercera parte de lo que se calculaba sería el importe de los pagos y derechos percibidos durante el mismo período. Jiménez, op. cit., p. 144. 22 “Tepic. Protocolo de finanzas de alcaldes mayores, por lo respectivo al Juzgado General de Bienes de Difuntos. 1786-1821”; “Enero de 1787, empleo de Alcalde Mayor de Aguacatlán y Xala a Agustín de Rivas, por tiempo de dos años. Sus fiadores: Antonio Platero y Juan de Espinosa”, en Meyer, Nuevas mutaciones, op. cit., p. 287. 14 por el fiscal de lo civil y de su aprobación, tomó protesta y se presentó en Ahuacatlán a ejercer su cargo23. Pero como Ahuacatlán era un pueblo de indios cabecera de partido, con base en la Ordenanza de Intendentes, de Rivas concentró en el ejercicio de su cargo, las facultades de hacienda, justicia, policía, guerra y la recaudación de tributos, de los que recibía el 5%24. Como funcionario de la Corona, el alcalde mayor de Ahuacatlán habitó con su familia en la capital de la jurisdicción en una casa real en los alrededores del pueblo, cerca de la cárcel y del mercado, porque en el centro estaban los terrenos comunales dedicados a la agricultura y a la ganadería. Desde ahí, tenía contacto con los indios para cobrarles el tributo y llevar las cuentas de la caja de la comunidad, lugar donde además de guardar los títulos de propiedad de las tierras del pueblo, se acumulaba el dinero en efectivo delas rentas que los indios recibían por sus tierras comunales. Rentas que eran retenidas como un ahorro forzoso “para precaver las necesidades públicas que suelen prevenir de años estériles y cortos de cosechas, de pestes y otros accidentes25”. Como la autoridad civil representante de Carlos III en Ahuacatlán, Agustín poseía una de las tres llaves de la caja comunal, demostrando con ello que los bienes de la comunidad ya no eran un patrimonio del pueblo, sino una concesión del Rey a los indios26. Por ello, el Subdelegado tenía que incluir todos los terrenos posibles como bienes de la comunidad o recuperar como comunales las tierras usadas por las cofradías. Pero como autoridad civil real, de Rivas también tenía la obligación de escuchar en conferencia las opiniones y quejas de los indios. Así los escuchó cuando éstos se quejaron ante él porque el agrimensor Andrés de Corpas marcó como propiedad de los indios del vecino pueblo de Xomulco, las Lomas de las Tareas, Milpillas e Yzteta, pues siempre habían sido 23 Jiménez, op. cit., p. 139. 24 Ibídem, p. 152. 25 Dorothy Tanck de Estrada, Pueblos y educación en el México colonial, 1750-1821. México, 1999, p. 61. 26 Ibídem, p. 68. 15 reconocidas como suyas, y no marcó como parte del pueblo las tierras que quedaban al sur del mismo27. El cargo de subdelegado duraba dos años con derecho a prorroga. Cuando se cumplió ese plazo, Agustín solicitó el mismo puesto, pero esta vez en el departamento de Tepic, puesto que ocupó desde 1791 hasta 1796. Su residencia fue el lugar donde nació: la casona en el centro de Tepic donde habían vivido sus padres28. En esos años, el departamento de Tepic tenía cinco mil quince habitantes, incluyendo el cuerpo de la Armada Real del puerto de San Blas, que estaba bajo la jurisdicción de dicho departamento. El número de casas reales había aumentado, se finalizó la construcción de la parroquia, el hospital y la escuela de primeras letras estaban siendo remodelados y ampliados. En tanto que la cría del ganado vacuno y caballar era abundante, así como la producción de maíz, frijol y tabaco. El subdelegado cobró notoriedad en la comunidad por sus actos públicos. En 1795 autorizó por orden de la Audiencia de Guadalajara, la petición de Fray Manuel Villarino de que en toda la Subdelegación se pidiera limosna y se ayudase a la reedificación de la parroquia de Atonalisco, pueblo ubicado al norte de Tepic29. El 19 de junio de ese mismo año, en medio de una numerosa concurrencia del pueblo tepicense, participó como orador en la consagración de la parroquia local a la virgen de los Dolores, en la que se prometió celebrar su fiesta anualmente el segundo domingo del mes de junio con misa, sermón, rosario y verbena en las calles30. La importancia del edificio de la iglesia, radicaba en que era el lugar donde se formalizaban los lazos familiares con el sacramento del matrimonio, 27 “Medidas del pueblo de Istlán en Aguacatlán que resultaron a sus lindes practicadas por el comisario Andrés de Corpas”, en Meyer, Nuevas mutaciones, op. cit., p. 108. 28 En el lugar vivirían dos generaciones más de la familia Rivas. 29 “El padre fray Manuel Villarino de la misión de Atonalisco, sobre la reedificación de aquella iglesia parroquial”, en Meyer, Nuevas mutaciones, op. cit., pp. 96-97. 30 Pedro López González, La catedral de Tepic. Tepic, 1979 p. 65. 16 y la biografía de cada individuo comenzaba formalmente con el rito del bautizo31. En la etapa final de su cargo, en enero de 1796, el subdelegado de Rivas reportó a la Audiencia de Guadalajara que en su partido no había habido disturbios causados por salteadores de caminos o robos, ya que él procuró el cuidado y la vigilancia del territorio32. Al parecer, Agustín pudo acumular un considerable capital como subdelegado, ya que en 1802 se convirtió en el arrendatario de las Salinas de Zapotillo, ubicadas al norte del puerto de San Blas. La Corona, dueña del monopolio de la sal, arrendaba las salinas al mejor postor, el cual debía invertir fuertes cantidades de dinero porque era quien corría con todos los gastos de producción y distribución33. Agustín y su hermano Ildefonso fueron socios en ese negocio: pagaron a la Corona 59, 047 pesos por concepto de la salina34. Fue el primero de los negocios en los que invirtieron los hermanos de Rivas y Liñán, los cuales aumentarían en importancia tras la guerra de independencia. 1.3. La genealogía materna de Leonor: la familia Mercado. Es difícil establecer a detalle los perfiles de los integrantes de la familia Mercado, la ascendencia materna de Leonor. Sin embargo, los Mercado también han sido señalados por Jean Meyer como otra familia importante de la región35. Se sabe que sus bisabuelos, José Santiago de Mercado y María Guadalupe de Luna eran terratenientes del pueblo de San 31 Contreras, op. cit., p. 55. 32 Sobre cuadrillas de bandidos, en Meyer, Nuevas mutaciones, op. cit., p. 295. 33 Los arrendatarios debían financiar toda la cosecha y los riesgos que el mal tiempo les presentara, sólo podían estar seguros de vender la sal a un precio fijo en las salinas. Y para la transportación de la misma, se tenían que alquilar yuntas de bueyes y pagar a arrieros. Ursula Ewwald, La industria salinera en México. 1550-1994, México, 1997, pp. 206-207. 34 “Libro de cargos y caudales de la tesorería de marina y real hacienda. 1804”, en Meyer, Nuevas mutaciones, op. cit., p. 223. 35 Jean Meyer, “La desamortización de 1856 en Tepic”, en Relaciones. Estudios sobre historia y sociedad. Núm. 13, Vol. IV, invierno de 1983, p. 15. 17 José del Teúl, al sur del partido de Colotlán, también perteneciente a la Intendencia de Guadalajara36. Entre 1780 y 1785 eran propietarios de la mina Nuestra Señora de Zapopan en el real de minas La Yesca, ubicado en el vecino partido de Hostotipaquillo. En esos años dicha mina tuvo una bonanza37. El matrimonio Mercado y de Luna tuvo dos hijos: José María, nacido en 1781, y Sebastián en 178838. José María optó por la vida religiosa. Estudió en el Seminario de Guadalajara y posteriormente fue nombrado por el obispo Juan Cruz Ruíz de Cabañas cura de la parroquia de Ahuaculco, al este del departamento de Hostotipaquillo. A finales de septiembre de 1810, llegaron a Ahuaculco las noticias de la revuelta en el Bajío del cura de Dolores, Miguel Hidalgo, y que tras una sangrienta batalla, Guanajuato estaba en su poder. Dos meses después la insurgencia llegó a Guadalajara, cuando las tropas al mando de José Antonio Torres, el Amo, tomaron la ciudad capital de la Intendencia el 11 de noviembre. José María Mercado viajó a Guadalajara para entrevistarse con el líder insurgente, quien le encomendó apoderarse de los recursos económicos y materiales del Puerto de San Blas en pro de las tropas rebeldes. El 13 de noviembre Mercado regresó a Ahuaculco, reclutó una pequeña tropa a la que se unió el subdelegado Juan José Zea, y marchó rumbo a Tepic. La plaza fue tomada sin enfrentamiento militar alguno el 23 de noviembre de 1810. Cinco días después, las tropas de Mercado se emplazaron en San Blas e incitaron a José Labayen, comandante encargado del puerto, a entregarlo pacíficamente. Tras tres días de negociaciones, San Blas se convirtió en puerto insurgente el 1 de diciembre de 1810. Desde ahí, el cura Mercado envió a Guadalajara provisiones bélicas para Hidalgo, acción que le mereció ser nombrado 36 Alejandro Villaseñor y Villaseñor, Biografías de los héroes y caudillos de la independencia. México, 1980, p. 54; Meyer, Breve historia, op. cit., p. 72. 37 “Medidas que don José María Mercado registró en las vertientes del real de la yesca”,en Meyer, Nuevas mutaciones, op. cit., pp. 184 y 261. 38 Víd. Apéndice 2. Familia Mercado; Julia de la Fuente, Diccionario enciclopédico de Nayarit. México, 2005, p. 281. 18 por el cura de Dolores comandante en jefe de las fuerzas del Poniente39. Tras la derrota insurgente en Puente de Calderón, Mercado trató de unirse con su tropa a lo que quedaba de las huestes de Hidalgo para reforzarlas. En tanto, el jefe realista José de la Cruz salió de Guadalajara para enfrentarlo, pero fue inútil, ya que en el camino Mercado murió al despeñarse por el cerro de la Contaduría el 31 de enero de 181140. Del otro hermano Mercado y de Luna, Sebastián, se sabe muy poco. Al terminar la guerra de independencia en 1821, México necesitaba relaciones comerciales para dar dinamismo a la economía interna. Sebastián, casado con Juana Camacho, viajó con sus propios recursos a Nueva Orleans como representante de San Blas para promover inversiones y exportaciones en dicho puerto41. Durante su estancia en la Louisiana nació su hija Leonor Mercado Camacho en 1823. Esa niña sería unos años más tarde la madre de Leonor Rivas Mercado42. 1.4. Ildefonso de Rivas y Liñán y Agustín de Rivas y Ríos en las primeras décadas del México independiente. Tras el breve episodio del cura Mercado, la calma regresó a Tepic. A diferencia de otras zonas del virreinato devastadas por la guerra, Tepic fue escenario de una pujanza comercial durante los años bélicos. Las células guerrilleras insurgentes se concentraron en la sierra, ya que las zonas bajas de la región estaban ocupadas por vigilancia realista, ante el levantamiento en el sur del cura de Carácuaro: José María Morelos y Pavón. Con la toma 39 Esas provisiones fueron las que utilizaron los insurgentes en la batalla de Puente de Calderón el 17 de enero de 1811. Villaseñor, op. cit., p. 150. 40 Pedro López González, Tepic: el vigía del Nayar. Zapopan, 1994, p. 19. 41 de la Fuente, op. cit., p. 281. 42 Kathryn Skidmore Blair, A la sombra del ángel. México, 2011, p. 149; Vid. Apéndice 2. Familia Mercado. 19 del puerto de Acapulco por sus tropas el 12 abril de 1813, se había cortado el tránsito del comercio con las Filipinas, Guayaquil, Lima y Panamá. En consecuencia, San Blas se convirtió en la puerta de entrada y salida de la Nueva España para comerciar con Centro y Sur América y el sudeste asiático, y en el motor económico del occidente novohispano. La ruta Tepic-Guadalajara propició muchas actividades, pues había que alimentar a los viajeros, sus animales y a las tripulaciones de los barcos. Ante tal escenario, la Corona por Real Cédula, autorizó celebrar una feria comercial en Tepic43. Los hombres de la familia Rivas no se quedaron al margen de tan beneficioso clima para los negocios: se atrincheraron en la política y en la compra de tierras. Agustín de Rivas ocupó el último cargo del que se tiene noticia: en octubre de 1814 era administrador de rentas de Tepic, a cuya contaduría se trasladaron las cuentas de bienes comunes de los pueblos de indios de la jurisdicción. Él era el encargado de hacer las libranzas44. En 1815, su hijo José Manuel de Rivas y Ríos, un caballero de aspecto impetuoso, ya como miembro del Ayuntamiento, era el encargado de remitir a la Intendencia de Guadalajara el producto de los bienes de propios45. En tanto que su hermano y sobrino figuraban en la burocracia colonial, Ildefonso de Rivas y Liñán adquirió propiedades que pasaron a ser parte del patrimonio familiar. En mayo de 1815, compró por remate los potreros El Espinal y Loma de Gavilán, antes propiedad de una comunidad de indios46. En 1817, Ildefonso apoyó a José Gutiérrez Coronado, otro vecino de Tepic, en su denuncia y petición a la Intendencia de Guadalajara, de que le fueran arrendadas las tierras realengas del pueblo de indios de Pochotitlán y la 43 Contreras, op. cit., p. 66. 44 “Libro que asienta la correspondencia de esta administración general dirigida a sus receptorías anexas”, en Meyer, La tierra de Manuel Lozada. Guadalajara, 1990, pp. 43-44. 45Ibídem, pp. 45-46; Skidmore, op. cit., p. 148. 46 Meyer, Tierra, op. cit., pp. 48-49. 20 hacienda de Puga al norte de Tepic. Argumentaban que el gobierno necesitaba el dinero para hacer frente a los rebeldes47. Cuando éste pleito por tierras comenzó, el mismo Idelfonso tuvo que hacer frente a las guerrillas insurgentes. Hacia 1818, Rivas habló con Juan Gamboa, líder de las guerrillas de la sierra y lo incitó a que sus tropas se indultaran. Logró así que doscientos rebeldes dejaran las armas y acogieran la protección de Fray Rudecindo Angrés, pero un miembro de la guerrilla apodado Loreto no aprobó esa decisión: mató a Gamboa y al fraile. Atacó una de las haciendas de Rivas, quien con sus peones armados y, reforzado con tropas realistas, gracias a la intervención de su sobrino José Manuel ante la Audiencia de Guadalajara, logró apresar y fusilar a Loreto. Tal acción le valió ser nombrado recaudador de tierras realengas48. En 1819, Ildefonso Rivas compró la denuncia de Gutiérrez Coronado hecha un año antes. Como los indios no pudieron probar que las tierras de Pochotitlán eran suyas porque los rebeldes serranos quemaron sus casas y títulos de propiedad, éstas junto con la hacienda de Puga, pasaron a manos de Rivas, así como también la hacienda de Mora y las tierras realengas del pueblo de San Andrés Atonalisco en 1820. Como al parecer Ildefonso Rivas aprovechó su cargo como recaudador de tierras realengas para hacerse de esas propiedades, lo que le valió ser destituido49. En ese mismo año, en España triunfó la rebelión que obligó a Fernando VII a jurar la Constitución de Cádiz de 1812. Consecuentemente en la Nueva España la juraron el virrey Juan Ruiz de Apodaca y la Real Audiencia. La Constitución afectaba los privilegios 47 Ibídem, p. 53. 48 Pedro López González, “Las noticias de la guerra de Independencia del cura de Tepic José María Vázquez Borrego”, en Boletín del Archivo Histórico de Jalisco. Núm. 1, Vol. III, 1979, pp. 9-10. 49 Jean Meyer, Tierra, op. cit., p. 57. 21 del clero, de los terratenientes y del ejército50, por lo que esa oligarquía en vez de seguir combatiendo a los insurgentes, reducidos a guerrillas activas en el sur comandadas por Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria, decidió negociar con ellos la independencia de la metrópoli. A la cabeza del proyectó fue colocado el comandante Agustín de Iturbide. Él pactó con Guerrero el fin de diez años de lucha armada, y el 24 de febrero de 1821 se proclamó el plan de Iguala, en el que se establecía la independencia de la Nueva España51. En junio de ese año llegaron a Tepic noticias de dicho plan, ya que la independencia se había firmado en Guadalajara el día 19. El Ayuntamiento y la gente notable local, entre ellos Ildefonso Rivas, se reunieron para analizar la propuesta encabezada por Iturbide. A través de un acta, Tepic se adhirió al plan independentista el 22 de junio de 182152. Sin embargo, la tropa acuartelada en San Blas no estuvo a favor de 50 La Constitución prohibía fundar nuevas obras pías y capellanías y establecía la desaparición de las órdenes monásticas hospitalarias, una drástica reducción del número de conventos, la prohibición de todos los noviciados, la abolición absoluta de la inmunidad eclesiástica en casos penales, la abolición de los mayorazgos y de las vinculaciones, la limitación de la jurisdicción de las Audiencias, la supresión de los tribunales especiales, la abolición de ciertos privilegios de la milicia y una reducción considerable del fuero militar. Roberto Breña, “La Constitución de Cádiz y la Nueva España: cumplimientos e incumplimientos”,en Historia Constitucional. Núm. 13, septiembre 2012, p. 378. 51 “Proclamaba la independencia, declaraba a la católica como única religión de Estado, establecía que el clero, secular y regular, sería conservado en todos sus fueros y preeminencias, pedía que todos los europeos, criollos e indios se unieran en una sola nación. Como régimen sería la monarquía. Habría de invitarse al propio Fernando VII a ceñir la Corona, o en su defecto a otro miembro de una casa reinante. Mientras, una junta de regencia asumiría el poder. Ésta tendría por obligación designar al soberano y convocar a un congreso para redactar la constitución del imperio”. Luis Villoro, “La revolución de independencia”, en Daniel Cosío Villegas (coordinador), Historia general de México. México, 2000, p. 519. 52 “Congregados en las casas consistoriales los señores Alcaldes don Isidro Díaz y don Juan de Martearena, don Juan Antonio Andrade, don Manuel Varela, don Joaquín Azteazarán , don José Cubillas, don Ildefonso Rivas y Liñán, don Vicente Pintado, Procurador y Síndico don Valentín Jordán; siendo también presentes los vecinos de esta ciudad, se hizo presente así la orden del señor Brigadier Pedro Celestino Negrete, para jurar la independencia con arreglo al Plan acompañó con el oficio de hoy Comandante Militar de esta plaza, don Gonzalo Ulloa, porque consta hallarse de tropa de mando adicta a jurar la Independencia en cuya virtud y consideración a la fuerza que amaga dicho señor Negrete, en caso de oposición, desde la Capital de la provincia y de la disposición de estas tropas fue el voto general del pueblo que se jure la Independencia; por lo que la Corporación acordó, atentos a las poderosísimas razones expuestas, que el día de mañana se jure con el decoro correspondiente el indicado sistema por tan avanzada se optó por reunirse el día siguiente y conocer la opinión de los vecinos de la ciudad y ellos dieron la última determinación. Al día siguiente se reunió el Ayuntamiento, el párroco, el Administrador de rentas, los vecinos principales del pueblo y se leyó el oficio del Comandante Militar. Se tomó juramento a la Independencia al pueblo por el Alcalde. Hubo siete salvas y vivas en honor a Agustín de Iturbide”. Pedro López González, Recorrido por la historia de Nayarit. Tepic, 1986, p. 98. 22 dicha resolución por no haber sido convocada a la junta. Tras una negociación del Ayuntamiento con dicha corporación militar, se logró su adhesión al plan de Iguala53. El intendente de Guadalajara, Pedro Celestino Negrete, se enteró de la negativa militar de adherirse al plan. En represalia, el 21 de septiembre envió al capitán Mariano Laris al frente de doscientos hombres, para estabilizar la situación en Tepic. José Manuel de Rivas y Ríos, que se encontraba entonces en esa ciudad, intentando arreglar que su tío Ildefonso recuperara el cargo de recaudador, ofreció al intendente “mover sus relaciones en Tepic para que no hubiese enfrentamiento alguno54”. Ello no fue necesario; Laris entró a la ciudad de Tepic cuatro días después, donde encontró todo en calma. En octubre, Ildefonso Rivas recuperó el puesto de recaudador y fue reconocido por la Regencia por su apoyo al Plan de Iguala55. La transición de la Nueva España a Imperio Mexicano con Agustín I como soberano, nombrado por la Regencia con base en el Plan de Iguala, no produjo mayores contratiempos inmediatos. La estabilidad social de Tepic y San Blas siguió siendo un fuerte imán para el comercio y las inversiones extranjeras. España ya no era un obstáculo en la creación de mercados para la recién independizada colonia. En el puerto comenzaron a verse barcos de distintas partes del mundo: Burdeos, Calcuta, Cantón, Génova, Hamburgo, Marsella, Nueva York, Liverpool y más. Por consecuencia, Tepic se volvió una ciudad cosmopolita y San Blas comenzó a ser llamado el “Gibraltar del Pacífico56”. Los bienes intermedios y artículos de consumo que llegaban a San Blas, eran transportados por tierra por arrieros en fardos, cajas y barriles hasta los almacenes de Tepic o Guadalajara, o bien a las salas y cocinas de las casas de los hacendados, rancheros y 53 Jean Meyer, De Cantón de Tepic a Estado de Nayarit. México, 1990, p. 93. 54Jean Meyer, Tierra, op. cit., p. 93. 55 Meyer, Tierra, op. cit., p. 25; Meyer, Cantón, op. cit., p. 98. 56 Meyer, Cantón, op. cit., p. 81 23 comerciantes acomodados, como la de la familia Rivas. A los arrieros se les confiaban bultos, maletas y pasajeros, dirigidos a familias y comercios. Alrededor de 1822 en Tepic se instalaron varias casas comerciales, entre ellas la Barrón and Forbes Comercial Company57, fundada por el español con nacionalidad inglesa Eustaquio Barrón y su amigo, el escocés William Forbes. Para afianzar su presencia en la zona, Barrón se casó con Cándida Añorga, española viuda de José Antonio Pintó “de familia reconocida en Tepic” y con relaciones políticas en Guadalajara. Procrearon diez hijos: Catalina, Eustaquio, Guillermo, Antonia, Francisco, Dolores, Cándida, Margarita, Joaquín y Alberto, además de Manuela Pintó, la única hija que Cándida tuvo de su primer esposo. Forbes desposó a ésta última y quedó así integrado a la familia Barrón. La B&F pronto se convirtió en la empresa más importante de la región por su injerencia en los rubros comercial, agrícola, azucarero, minero, textil e incluso el bancario e hipotecario58. Para 1827, los socios se convirtieron en los cónsules de Inglaterra y Estados Unidos respectivamente59. Otro extranjero instalado en Tepic que hizo fortuna en esa misma época fue José María Castaños y Llano, originario de Santander. Él se volvió el rival comercial más fuerte de la B&F, con negocios en la compra-venta de perlas, importación y exportación de productos agrícolas al norte de Europa y de Jalisco. Castaños se casó con Gabriela Lazcano y Sagaz, hija del hacendado y comerciante tepicense Esteban Lazcano y Sagaz, 57 En adelante B&F. 58 Contreras, op. cít., p. 78. Entre las propiedades que Barrón adquirió en Tepic estuvieron las haciendas de Miravalle, donde había una mina de oro y plata; la hacienda de San José del Conde cerca de Compostela (al sureste de Tepic) para ganado y agricultura; las fincas de El Borbollón y San Lorenzo y el ingenio de azúcar de Puga, cerca de la hacienda propiedad de la familia Rivas del mismo nombre. Meyer, Breve historia, op. cit., p. 97 59Inglaterra reconoció la independencia de México el 31 de diciembre de 1824, y el 26 de diciembre de 1826 se firmó con esa nación el primer tratado de amistad comercio y navegación. Para Barrón, ser cónsul de un país ofrecía protección a su persona y sus negocios: los cónsules no sólo transmitían leyes y órdenes de gobierno, sino también hacían un informe al Ministerio de Relaciones Exteriores sobre el movimiento de valores en el país en que residían. Magdalena López Gutiérrez, “El asunto Barrón Forbes, 1855–1857: el conflicto México–Inglaterra y sus orígenes en el cantón de Tepic”. Tesis de maestría (Maestría en Historia Moderna y Contemporánea). México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1998, pp. 11- 13. 24 descendiente de los condes de Miravalle. Y al igual que su rival, fue por este matrimonio que afianzó su pertenencia a la alta sociedad local en la cual crecieron y se desenvolvieron sus hijos: Juan José, José María, Joaquín, Gabriel, Fernando y Gabriela60. En el ámbito político de ese rincón del pacifico, Ildefonso Rivas subió un escalafón más en el ámbito político local en 1822, cuando se convirtió en el alcalde de Tepic, último cargo del que se tiene noticia y que ocupó hasta 1824, mientras que su sobrino José Manuel se casó con Ana Faustina Góngora en la parroquia de Tepic en enero de 182361. Tuvieron diez hijos: Luis, quien sería el padre de Leonor, Manuel,Mariano, Agustín, Espiridión, Carlos, Manuela, Francisco, Lina y Concepción Rivas Góngora62. En Tepic se concentraron entonces los servicios, el comercio y los poderes políticos. Ahí despachaban los hombres con los altos cargos del Partido y los militares de mayor mando. Se activó la organización y vinculación de comerciantes extranjeros con la sociedad y las autoridades locales, lo que generó una fuente de riqueza y dinamismo económico. En Tepic se podía ver que Nadie salía a mediodía, a las tres o cuatro de la tarde, cuando el calor se atemperaba, la gente paseaba a pie o a caballo. En las noches, la gente importante se reunía en las grandes casonas o en los pequeños salones. Los negociantes iban muy temprano a sus oficinas y las damas no se dejaban ver en su casa hasta la diez. La comida se servía a la una y todos dormían la siesta de dos a tres. Uno cree estar en un lugar respetable porque las damas están elegantemente vestidas, sus miradas son de fuego y su fisonomía es graciosa, pero se acaba la belleza cuando prenden su cigarro. Unos señores llevan botas, otros permanecen con el sombrero puesto y en grupo se van a jugar a los rincones de los salones o de sus casas63. 60 Ibídem, p. 79; de la Fuente, op. cit., p. 101. 61 Ibídem, p. 80. 62 Vid. Apéndice 1. Familia Rivas; López, Centro, op. cit., p. 60; de la Fuente, op. cit., p. 399. No encontré algún registro o mención que aluda a que Ildefonso Rivas se haya casado o tenido hijos, pero las propiedades que adquirió y que se indican en este capítulo son mencionadas en algunas fuentes como propiedad de los hermanos Rivas Góngora, sus sobrinos nietos, en las siguientes décadas del siglo XIX. Por ejemplo, la hacienda de Mora era propiedad de su sobrino Manuel Rivas Góngora en 1858. Vid. Meyer, Cantón op. cit., p. 28. 63Hall, op. cit., p. 235. 25 El reinado de Agustín I duró poco. El 1 de febrero de 1823, Antonio López de Santa Anna proclamó en Veracruz el plan de Casamata como respuesta a la disolución del Congreso. Desconocía al emperador y buscaba establecer una República Federal. Iturbide abdicó el 19 de marzo. Tras casi un año de trabajos, el restaurado Congreso, ahora constituyente, publicó el 4 de octubre de 1824 la constitución con la que en México se inauguró el sistema federal republicano: se otorgó autonomía a los estados para su autogobierno. El Congreso de Jalisco publicó su constitución en noviembre, con base en la cual el estado fue dividido en veintiséis Departamentos divididos a su vez en ocho Cantones. El territorio del actual Nayarit fuel el Séptimo Cantón al que le correspondieron cinco departamentos: Acaponeta, Ahuacatlán, Compostela, Sentispac y la cabecera, Tepic. Las autoridades de los Departamentos y Cantones serían los directores y el jefe político respectivamente, nombrados por el gobernador, al igual que los administradores de las aduanas. José Manuel de Rivas y Ríos fue nombrado administrador de la aduana terrestre de Tepic y de 1829 a 1831, lo fue de la aduana marítima de San Blas. Como tal, tenía que vigilar la carga y descarga de los barcos y cobrar los impuestos64. En 1829 tuvo un problema con el cónsul Eustaquio Barrón, porque éste no dejó entrar a un oficial de la aduana a inspeccionar que el embarque de caudales en el Alert no incluyera contrabando65. Los comerciantes aprovecharon el escaso control que los gobiernos local y federal, enfrascados en las frecuentes sucesiones presidenciales durante la Primera República Federal (1829-1835), ejercieron sobre la región para obtener grandes ganancias del contrabando66. 64 de la Fuente, op. cit., p. 399; Skidmore, op. cit., p. 148. 65 Meyer, Cantón, op. cit., p. 56. 66Parte de los ingresos de las aduanas iban al gobierno federal, pero los estados se atribuyeron la facultad de gravar la introducción de mercancías de exportación a su conveniencia. Estos gravámenes, por lo general, financiaban a cualquiera de los bandos que se estuvieran disputando el poder en ese momento. Los comerciantes se quejaban con amargura de lo elevado de las tarifas, que en ocasiones superaban el 100% del valor del producto importado y de sus frecuentes e imprevistos cambios, que impedían a los negociantes calcular riesgos y ganancias. Además, los severos y complicados reglamentos de las aduanas, arbitrariamente 26 De esas ganancias dio un testimonio aproximado, y tan sólo de lo legal, el mismo Manuel de Rivas en 1831, cuando reportó al gobierno federal las ganancias de importación de lienzos y tejidos de algodón: un total de 26 769 pesos, de los que 24 400 correspondían a la B&F67. Eustaquio Barrón no sólo aumentaba sus ganancias, sino también su influencia en la política nacional; factor que necesitaba todo prestamista para identificar posibles prestatarios. En 1830 incitó a la guarnición militar de Tepic, por medio de pagos adelantados, a secundar el levantamiento de “los hombres de bien” que terminó con la vida de Vicente Guerrero en febrero de ese año68. A pesar de los cuartelazos en el centro del país y los volátiles cambios en el gobierno federal, la cotidianeidad de Tepic no se afectó de gran manera, pues al igual que en la guerra de independencia, la zona fue estable: Tepic es un pueblo donde predomina en lo público una armonía de sentimientos que influye sobre manera en lo general de los habitantes, y los distingue de otros de la República, en que se advierte mayor choque de opiniones y partidos. Allí se observa la tendencia al comercio, cierto espíritu de jovialidad y sencillez, que produce ventajas saludables a la masa del cantón, al mismo tiempo que los vecinos de más nota por su laboriosidad y riqueza, gozan de la consideración que es consiguiente, sobre todos aquellos cuya existencia está vinculada a los medios de protección y establecimiento que reciben de los pudientes69. Ese relativo aislamiento afectó al Cantón en 1834, cuando José Manuel de Rivas y Ríos se convirtió en alcalde de Tepic por la vía del voto70. Mientras el clero, los militares y los partidarios del centralismo pedían el regreso del presidente Santa Anna al poder, y la ejecutados, eran considerados contrarios a las prácticas internacionales de comercio. Todo ello propició un ambiente que invitaba a esquivar las normas legales. De esta manera, el contrabando y la especulación fueron inseparables de las aduanas y su control se volvió un asunto político de importancia tanto regional como nacional. Meyer, “Barrón and Forbes y Cía. El cielo y sus primeros favoritos”, en Nexos, Núm. 40, Vol. IV, abril de 1981, p. 27. 67 Meyer, Cantón, op. cit., p. 63. 68 López, Tepic, op. cit., p. 27. 69 “Informe del visitador de la aduana marítima. Informe que da al gobierno el ciudadano Antonio Valdés de su visita a la aduana marítima de Tepic, por los meses de noviembre y diciembre”, en Meyer, Cantón, op. cit., p. 127. 70 Manuel de Rivas y Ríos fue el primer alcalde de Tepic que ocupó el cargo por vía del voto. De la Fuente, op. cit., p. 399. 27 derogación de las reformas del vicepresidente Valentín Gómez Farías, una epidemia de cólera afectó al país. Tepic la enfrentó sólo con recursos locales. El alcalde Rivas y Ríos murió contagiado por la epidemia cuando coordinaba los esfuerzos para combatirla. Los partidarios del centralismo triunfaron, ya que en octubre de 1835 México se convirtió en una República Centralista. La autonomía de los estados se acabó, el Cantón de Tepic se convirtió en Departamento. Los hijos de José Manuel de Rivas y Ríos, los hermanos Rivas Góngora, fueron quienes encararon el nuevo régimen, pero ahora dispersos en varias ramas de la administración,para llevar a la cúspide del poder local el prestigio y la riqueza que les legaron sus antepasados. 1.5. Los hermanos Rivas Góngora y el primer ambiente familiar de Leonor Rivas Mercado. Tepic fue sede de otro tipo de revolución: la industrial. Para 1835 las exportaciones de San Blas se dividían entre la B&F y la compañía de José María Castaños y Llano. En ese año los socios-cónsules abrieron la fábrica de hilados y tejidos Jauja. El algodón y la maquinaria con la que se procesaba provenían de Guayaquil, proveídos a bajo costo por otro yerno de Barrón, Francisco Javier de Luzarraga, un importante empresario ecuatoriano casado con su hija Antonia. El matrimonio produjo una alianza comercial entre las familias71. Eustaquio Barrón padre también se había asociado con uno de los empresarios más importantes de México en el siglo XIX: Manuel Escandón y Garmendia72. Escandón tenía 71 Contreras, op. cit., p. 78. 72 Manuel Escandón Garmendia nació en la Ciudad de México en 1804. Era el hijo mayor del comerciante asturiano Pablo Escandón, pariente de José Escandón, primer conde de Sierra Gorda, y de Guadalupe Garmendia y Mosquera, cuya familia estaba ligada a la tradición militar y agraria de Veracruz, en la que también tuvo su origen Antonio López de Santa Anna. Manuel tuvo nueve hermanos: Dolores, Guadalupe, 28 fuertes intereses en el occidente mexicano. La compañía que tenía en común con sus hermanos y sobrinos, Manuel Escandón y Compañía, compró en 1833 una importante línea de diligencias que iban de México a Veracruz y que pronto tuvo la capacidad para extenderse a más regiones, como el occidente mexicano. En 1834 consiguió, por las buenas relaciones de su familia con Santa Anna, la concesión para cobrar peajes y administrar garitas73. Para cuando Jauja abrió sus puertas, Escandón movía en sus diligencias por el camino que iba a Guadalajara y al norte mexicano, el producto de las salinas de Saculco, Zayula y Atoyac, que compró al gobierno en subasta pública. De ahí provino el primer acercamiento entre estas familias: Barrón se asoció a la compañía de diligencias para trasladar las mercancías que importaba al interior del país y ampliar su mercado, y Manuel fue inversionista de la próspera fábrica de textiles74. Tres años más tarde, en 1838, su rival José María Castaños hizo lo propio y, asociado con Ignacio Fletes, fundó la fábrica textil Bellavista. Ambas fábricas estaban a las afueras de Tepic75. Para la cuarta década del siglo XIX, los hermanos Rivas Góngora comenzaron a insertarse en la naciente bonanza industrial y hacer negocios propios, siguiendo los pasos que les marcaron sus predecesores: desde las instituciones administrativas y las inversiones en bienes raíces. Manuel y Espiridión Rivas Góngora invirtieron en acciones de Bellavista poniendo como garantía la hacienda de Puga76. En 1840, Luis Rivas Góngora prestó dinero a Pablo Martínez Retes, comerciante con relaciones familiares y comerciales en Panamá, José Joaquín, Manuel, Luz, Pedro, Vicente, Antonio, Francisca y Carlota, que al crecer diversificaron sus negocios e inversiones en distintos ramos, como el azucarero, minero, prestamista, pulquero, terrateniente, transportista entre otros. La familia Escandón y sus descendientes fueron una familia rica e importante, cercana a la mayoría de los regímenes que gobernaron México en el siglo XIX. Vid Nora Elizunda Pérez Rayón, “En vísperas de la revolución: los empresarios mexicanos. La familia Escandón”, en 20/10. Memoria de las Revoluciones en México, Núm. 1, junio-agosto 2008, pp. 62-75. 73 Pérez Rayón, Entre la tradición señorial…, op. cit., p. 64. 74Ibídem, p. 67. 75Actualmente, los restos de la fábrica de Jauja son un centro cultural, mientras que Bellavista es sede del Museo del Movimiento Obrero de Nayarit. Ibídem, pp. 273 y 275. 76 Meyer, Cantón, op. cit., p. 51. 29 para pagar las deudas que éste adquirió durante el cólera con la casa comercial Drusina & Martínez, propiedad de sus primos los Martínez del Río, y evitar un pleito legal. Después de eso, no hubo más trato basado en la identificación familiar entre Pablo y sus primos, pero fue el primer acercamiento de Luis Rivas al comercio, inducido por Martínez Retes, y entre las familias Rivas Góngora y Martínez Retes77. Al año siguiente, Luis Rivas y con su hermano Espiridión, formaron parte de la Junta de la Industria de Tepic, en la que José María Castaños y Lazcano era el presidente. Luis tuvo la comisión de administración y vigilancia de la aduana marítima de San Blas, lo que le permitió conocer los tejes y manejes del comercio marítimo78. El mayor de los Rivas Góngora de treinta y un años y un ingreso asegurado tenía que casarse. La elegida fue Leonor Mercado Camacho, joven de dieciocho años con cara ovalada y ojos de almendra79, hija del promotor comercial Sebastián Mercado y de Luna y Juana Camacho. El 28 de marzo de 1842 nació su primera hija. Fue bautizada en la parroquia de Tepic el 19 de abril por el presbítero Ramón Corona con el nombre de Leonor Carlota Encarnación Rivas Mercado. Sus padrinos fueron sus tíos Mariano Rivas Góngora y Josefa de Rivas80. Las festividades en la familia Rivas Góngora continuaron en 1842, cuando Manuela Rivas Góngora se casó con Ignacio Gil Romero, un abogado con cierta fortuna oriundo de Guadalajara81. 77 Ignacio Martínez Retes, tío de Ventura Martínez, el patriarca de los Martínez de Río y padre de Pablo Martínez Retes, se casó en Panamá en 1791. Atraído por la apertura de San Blas en 1813, se trasladó con su familia a vivir a Tepic. Mantuvo estrecha relación comercial con sus familiares que permanecieron en Panamá. Cuando Ignacio murió, Pablo tomó el lugar de cabeza de familia. Drusina & Martínez, la casa comercial de sus primos Martínez Retes, lo contrató como su agente comercial en la región. La peste ocasionó que los barcos no se acercaran al puerto, por lo que sus mercancías no pudieron venderse. Vid Walker, op. cit., pp. 97-98. 78 Semanario de la industria mexicana, 15 de julio de 1841, p. 84. 79 Rivas, op. cit., p. 60. 80 “Leonor Carlota Encarnación Rivas y Mercado”. Fe de bautismo, disponible en https://familysearch.org/pal:/MM9.3.1/TH-1-18019-52559-18?cc=1883377&wc=M647-1M9:176796001, 176796002,177018801 (Consultado el 27 de febrero de 2014) 81 Contreras, op. cit., p. 90. 30 El 28 de octubre de 1844, la señora Mercado de Rivas, con el permiso legal de su esposo, compró por 4,500 pesos al matrimonio de Florentino María del Rivero y Aleja Ortigoza, una lujosa casa amueblada construida en un solar en la calle América, al sur de la parroquia local, en el centro de Tepic. La familia Rivas Mercado se mudó a ella el 18 de enero de 184582. En ella nacerían los seis hermanos que siguieron a la entonces pequeña Leonor: Luis, Juan, Alberto, Elena, Juana y Antonio83. El Tepic en el que nació Leonor se modernizó gracias a la presencia de las dos fábricas rivales. En esa época se introdujo agua entubada en el centro de la ciudad, por la demanda de hospedaje se construyó el Gran Hotel Bola de Oro y se amplió el portal de mercaderes. En medio de los conflictos del centro del país, las calles de Tepic. […] Eran correctas y bien tiradas, ofrecen un piso cómodo y son transitables por carruajes. La plaza mayor ocupa el centro. Se encuentra rodeada de edificios de regular arquitectura, y adornada con una hermosa arboleda, asientos de mampostería y una alegre fuente. Su área es perfectamente plana, bien empedrada y andenes endosados, ofreciendo por todo esto un cómodo paseo nocturno que es frecuentado aun por lo más escogido del vecindario.
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