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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
COLEGIO DE HISTORA 
 "LA CONSTRUCCIÓN DE REDES FAMILIARES 
EN EL SIGLO XIX: 
LA HISTORIA DEL MATRIMONIO TORRES RIVAS". 
 T E S I S 
 QUE PARA OBTENER EL TITULO DE 
LICENCIADA EN HISTORIA 
PRESENTA 
 ANA KAREN HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ 
 ASESOR: MTRO. ALFREDO RUIZ ISLAS 
 MÉXICO, D.F. 2016 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
Agradecimientos 
 
La conclusión de este trabajo no hubiera sido posible sin el apoyo constante de profesores, 
familia y amigos. En primera instancia, gracias a mi asesor, el profesor Alfredo Ruiz Islas, quien 
trascendiendo la definición elemental de maestro, me tuvo paciencia, me dio ánimos y me hizo 
las llamadas de atención pertinentes cuando la situación lo ameritara, y en todo momento, estuvo 
al pendiente de que esta investigación, y los procesos que de ella derivaran, llegaran a buen fin, 
sin importar horario, fecha o clima. 
A la Dra. Ana Rosa Suárez Argüello, por despertar en mí el interés por el siglo XIX en México 
a través de sus clases y seminario, pero sobre todo, por haber dado los primeros y más 
importantes impulsos a mi carrera como historiadora. A la Mtra. Angélica Velázquez 
Guadarrama, por haber enriquecido mi conocimiento sobre la centuria decimonónica gracias a 
sus clases de arte, dando forma y color a mi imaginación, pero muy en particular, por haberme 
proporcionado el retrato que Juan Cordero hiciera de Javier Torres Adalid, el cual desconocía 
hasta antes de nuestras sesiones en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. A la 
Dra. Julieta Pérez Monrroy, por su confianza, sus puntuales comentarios y observaciones, pero 
sobre todo, por el tiempo que dedicó a la revisión de esta tesis. A la Dra. Lucrecia Infante Vargas 
porque gracias a ella supe de los Rivas Mercado, conocí los puntos de encuentro entre historia 
y literatura, y porque tuve su apoyo incondicional como profesora y como coordinadora. 
De manera especial, quiero agradecer a la Dra. Anne Staples Dean de El Colegio de México, 
por haberme permitido trabajar con ella: durante ese período, conocí muchas de las fuentes que 
enriquecen esta investigación. Por su solidaridad en momentos difíciles y ayudarme con todo 
cuanto estuvo en sus manos. No es sólo una gran historiadora, sino también un gran ser humano. 
Agradezco también a mi familia que va más allá de los lazos de sangre. Mariana Ramírez Uriza, 
con la que compartí clases y recreos desde los seis años en la primaria, hasta gratos recorridos 
de la Facultad de Filosofía y Letras a la Facultad de Ingeniería en Ciudad Universitaria. Siempre 
ahí para para apoyarme desde hace poco más de veinte años. Daniel Alonso Bautista García, mi 
guía espiritual, maestro de las lecciones fundamentales y pilares de mi vida; su aporte personal 
a esta tesis, son los árboles genealógicos de los apéndices: su presencia gráfica en este texto es 
otra prueba de nuestra fraternidad y aprecio. A María de los Ángeles Avelar Mayer, por su 
amistad, paciencia y ser la voz siempre pragmática de la conciencia. 
Al grupo de amigos con el que viví el día a día de la redacción de la historia del matrimonio 
Torres Rivas. Ellos aligeraron con su presencia la tensión de la investigación y han dado más 
que alegría a mi ser: Krisha Illescas Bernal, Maddelyne Uribe Delabra, Aníbal Peña Gómez y 
David Huerta Meza. En verdad, gracias por haber estado ahí, prestos con una palabra y abrazo 
de aliento. 
A quienes han desempeñado el papel de hermano y hermana mayor de esta hija única en más de 
una ocasión: Vania Castorena Iturbe, Paola Encarnación Sandoval, Sergio Antonio Rincón 
Montiel, Jesús Jorge Valenzuela y Emilio Enrique Navarro Hernández. No hay palabras que 
expresen mi gratitud por todo en lo que me han ayudado y por todo lo que he aprendido de ellos, 
de su amistad y de nuestro trato cotidiano; no sólo cuestiones y temas académicos, sino también 
que hay virtudes que pueden vivir y desarrollarse en un medio que exige lo contrario, como el 
compañerismo, la solidaridad y la humildad. Enlistar todo cuanto me ha brindado cada uno de 
ellos desde que me recibieron en el grupo, requeriría otras cien páginas de tesis. 
Mención especial merecen dos personas por sus favores y atenciones para conmigo: Norma 
Fabiola Pita Carrasco y Omar Urbina Pineda. Sin ayuda, éste esfuerzo tampoco se habría 
concretado. 
Finalmente quiero agradecer a las familias Uriza Gutiérrez (Gaby, Sandra, Angélica y 
Samantha), García Escobar (don Celso, doña Mercedes, doña Carmen y Norma) y Castorena 
Iturbe (doña Elvira y Fabricio), por darme cobijo y refugio siempre, como si fuera un integrante 
más de cada una de ellas. 
 
 
 
 
 
 
† 
 
 
 
 
 
 
 
A mi padre, mi abuelo 
José Juan Hernández González ( ). 
Índice 
Introducción _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 1 
Capítulo I 
El encuentro de los Rivas y los Mercado: el origen de Leonor 
1. La llegada del teniente Pedro de Rivas al puerto de San Blas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 8 
1.2. Agustín de Rivas y Liñán: cimiento del prestigio local de la familia Rivas _ _ _ _ _ 12 
1.3. La genealogía materna de Leonor: la familia Mercado _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 16 
1.4. Ildefonso de Rivas y Liñán y Agustín de Rivas y Ríos en las primeras décadas del México 
independiente_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 18 
1.5. Los hermanos Rivas Góngora y el primer ambiente familiar de Leonor Rivas Mercado 
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 27 
1.6. La familia Rivas Mercado en la Ciudad de México _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 42 
 
Capítulo II 
Francisco Javier Torres Adalid: un abolengo pulquero 
2. El atractivo negocio del pulque en la época virreinal _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 46 
2.2. La estirpe pulquera del primer conde de San Bartolomé de Xala_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 48 
2.3. Una casta de abogados: la familia Torres_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 57 
2.4. Un criollo inconforme. Ignacio Adalid: Guadalupe _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _64 
2.5. Los hermanos Adalid y Gómez Rodríguez de Pedroso y el primer ambiente familiar de 
Javier Torres Adalid _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 76 
2.6. Síntesis de dos tradiciones: el abogado y propietario Javier Torres Adalid_ _ _ _ _ _ _ 87 
 
Capítulo III 
El matrimonio Torres Rivas 1860-1868 
3. Los primeros pasos del matrimonio Torres Rivas en la alta sociedad de la Ciudad de México 
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 94 
3.2. Retorno a la administración pública: los Torres Rivas en 1862 _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _112 
3.3 La llegada a México de un noble austriaco_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 127 
3.4. Una invitación rechazada: El Consejo General de Beneficencia de 1865_ _ _ _ _ _ _ _ 139 
3.5. Javier Torres Adalid y los hacendados pulqueros contra los impuestos imperiales en 1866 
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 150 
3.6. LeonorRivas y Carl Khevenhüller en el fin del Imperio_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 164 
 
Epílogo _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 186 
 
Conclusiones_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 201 
 
Apéndices_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 209 
 
Fuentes consultadas_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 216 
 
 
 
 
 
 
 
 
[…] casi todos son parientes por nacimiento o por alianzas matrimoniales, 
forman una especie de clan, y basta con pertenecer a una u otra de esas 
familias para ser bien recibido por todas ellas. Se reúnen a menudo, sin 
ceremonias, y en su senos se encuentran todos aquellos buenos elementos 
que pueden existir en México. Los padres son, en su mayoría, hombres 
de talento e ilustración, y las madres, mujeres de las más acendradas 
virtudes, cuyos nombres se hallan libres de toda sospecha […] 
cualquiera que sea la conducta privada de los individuos , prevalece el 
decoro más absoluto en la conducta exterior. Son, además, leales entre 
sí en grado sumo, con un acentuado sprit de corps, y rara vez se permiten 
habladurías ante los extraños acerca de las debilidades de su clase; por el 
contrario, si se hace alusión a ellas afirman ignorarlas del todo. Con tal 
de que se guarden las apariencias, la costumbre ha hecho posible que vean 
con tolerante indiferencia las liaisons que subsisten entre sus amigos íntimos. 
 
Frances Erskine Inglis de Calderón de la Barca. 
La vida en México. Durante una residencia de dos años en ese país. 
 
 
1 
 
Introducción 
El siglo XIX en México evoca un mosaico de imágenes de diversa índole a quien, curioso, se 
acerca a su estudio. Hoy en día, ese mosaico se expande, pues parte de los actuales intereses de 
la historia están en investigar aquellos hechos que fueron comunes y recurrentes, por ser lo que 
vivió la mayor parte de los individuos que forman una sociedad: el núcleo mismo del acontecer 
humano en el tiempo y el principal objeto de estudio de dicha disciplina. Y, al ocuparse del 
acontecer humano, la historia se impone la necesidad de conocer el rostro y el desenvolvimiento 
particular de los humanos que lo experimentaron, lo que se logra a través de una aproximación 
a su cultura. 
El interés por conocer la experiencia ordinaria necesita un concepto amplio de cultura. En 
su obra Interpretación de las culturas, Clifford Geertz la define como 
 
[…] un patrón de concepciones históricamente transmitido, mediante las cuales los hombres se 
comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento de la vida y las actitudes hacia ella; y 
repercute directamente en las formas en que estructuran creencias, economía, moral, derecho, y 
cualesquiera otras capacidades y hábitos que serán adquiridos por el hombre como miembro de 
una sociedad en particular1. 
 
 
Esto quiere decir que la cultura deja ver al individuo, por ejemplo, que sus emociones se 
expresan de esta forma o la otra, pero no de aquella. Entonces, el individuo se pliega a lo que 
dice su cultura en las circunstancias concretas que se le presenten y actúa conforme a ese patrón, 
modelado desde muchas generaciones anteriores. 
La cultura es, por tanto, un conjunto de actividades y actitudes humanas, dinámicas y 
contingentes de acuerdo al tiempo y a un contexto, en las que puede apreciarse el cambio social 
 
1 Clifford Geertz, Interpretación de las culturas, Barcelona, 1989, p. 89. 
2 
 
en el largo plazo, cambio que las hace atractivas al quehacer historiográfico. Y el terreno donde 
interactúan todas esas actividades y las estructuras sociales que llegan a articular es el de la 
cotidianidad, de la que se ha encargado en explorar en los años recientes la historia de la vida 
cotidiana. Un intento de definir qué es la vida cotidiana es el de Christian Lalive d’Epinay, en 
el que dice que 
 
La vida cotidiana tiene un carácter de evidencia para el sentido común […] El ciclo 
cotidiano aparece así como el ciclo elemental, la unidad más cómoda, pero en donde la 
realidad evidente no toma sentido sino situado o contextualizado dentro de una 
perspectiva más ancha, en última instancia aquella ofrecida por la vida entera en donde 
el ciclo se distingue de los demás por su carácter único […]2. 
 
La historia de la vida cotidiana es la historia de los cambios y las continuidades dentro de la vida 
real y material, lo que no quiere decir que esté al margen de los principales sucesos dentro de una 
sociedad: es el espacio dialéctico donde se unen los sucesos y lo rutinario. Por ello, uno de los 
retos epistemológicos de la historia de la vida cotidiana es relacionar cómo esos denominados 
“principales sucesos” influyeron en la vida cotidiana y viceversa. Y al entrar en el espectro de la 
vida cotidiana ámbitos como el económico y el político, epistemológicamente también hacen de 
este enfoque una vía para reintegrar esos enfoques historiográficos en una visión holista de la 
realidad. En este sentido, el grupo social que une los ámbitos anteriormente enunciados con el 
individuo es la familia, por ser su punto central de referencia. Su génesis: el vínculo entre dos 
individuos a través del matrimonio. 
Tomar como punto de partida a la familia es abandonar la definición de grupo social a 
partir de criterios exclusivamente estructurales (como el económico, por ejemplo) y retomar el 
 
2 Christian Lalive d’Epinay, “La vida cotidiana. Construcción de un concepto sociológico y antropológico”, en 
Sociedad hoy, Núm. 14, 2008, pp. 12-13. 
3 
 
análisis del actor social, ya que los sistemas de relaciones que construye y a los que pertenece 
el actor social constituyen el entorno dentro del cual le es transmitida una tradición cultural y 
en el que se desenvuelve cotidianamente. Sin embargo, al enunciar que la historia de la vida 
cotidiana investiga lo que vivió la mayor parte de los individuos, hace parecer que ésta sólo se 
aboca a cómo era la vida de la masa social, desposeídos generalmente, dejando de lado a 
aquellos quienes producían riqueza y tenían cierto coto de poder: las élites. El estudio de las 
élites, aunque ha sido cuestionado por varios autores a lo largo de las últimas décadas3, no deja 
de carecer de interés porque también fueron participes de los cambios sociales que se han dado 
en la historia y, si los resistieron o adaptaron ¿Cómo lo hicieron? Pregunta que abre nuevas 
perspectivas e intereses historiográficos, pues en la respuesta se descubren estrategias 
asociativas y de sociabilidad como formas políticas de actuación pública y comportamientos 
que, por lógica, tuvieron efectos sistémicos en todo el espectro social de una época. El estudio 
de las élites desde la perspectiva netamente estructural sí restringe las líneas de investigación, 
no así si se hace desde la historia cultural, desde la historia de la vida cotidiana. 
Una obra pionera sobre el tema en la historiografía sobre México es el magnífico estudio 
realizado por Doris Ladd La Nobleza mexicana en la época de la independencia 1780-18264, 
en la que se analiza cómo los nobles del territorio, agrupados en familias, resistieron o se 
adaptaron a la transición que implicó en dejar de ser parte de la monarquía española y pertenecer 
 
3 La principal crítica sobre abordar el estudio de las élites en la historiografía viene de las corrientes marxistas y 
obras como La formación de la clase obrera en Inglaterra de Edward Thompson. Dicha crítica se basa en que las 
élites y “su exposición política”, son lo que ha permeado la historia, prácticamente desde que existe la historiografía 
misma, probando que el cambio inherente a la realidad no afecta su condiciónde élite, haciéndola una clase social 
ahistórica. En tanto, que la existencia del pueblo, concepto abstracto y carente de una clara definición, ha sido 
ignorada, al ser la clase social a quien afecta directamente todo fenómeno histórico, y al que se puede apreciar de 
manera clara en los movimientos de masas, motores de los cambios sociales de la humanidad. Vid. Jim Sharpe, 
“Historia desde abajo”, en Peter Burke (editor), Formas de hacer historia, Madrid, 1993, p. 40. 
4 Doris M. Ladd, La nobleza mexicana en la época de la independencia 1780-1826. México, 1984. 
4 
 
a la república mexicana, develando que muchos de esos nobles fueron la semilla de la élite 
capitalina del siglo XIX. La senda mostrada por Ladd la han seguido autores como David 
Walker en su libro Parentesco, negocios y política: la familia Martínez del Río en México 
(1823-1867)5, o Entre la tradición señorial y la modernidad: la familia Escandón6, de Nora 
Pérez Rayón, en las que se abordan la génesis y el desarrollo de estas familias y su riqueza, y 
cómo la misma las llevó a tener injerencia en los distintos gobiernos del siglo XIX. En el caso 
particular de los Escandón, lo que interesa a Pérez Rayón es su presencia política y económica 
en el porfiriato. 
La tesis que el lector tiene en sus manos se inscribe en el mismo rubro que las obras 
recién señaladas, ya que analizará la vida cotidiana de un matrimonio que perteneció a la élite 
del siglo XIX en México, cuya principal actividad económica fue la producción de pulque, para 
ver cómo los vaivenes políticos lo afectaron y qué actitudes y comportamientos adoptaron con 
base en su cultura para enfrentarlos: el matrimonio Torres Rivas. En sus páginas he tratado de 
explicar a partir de la historia de la vida cotidiana el entorno familiar en el que respectivamente 
crecieron y que más tarde replicaron Leonor Rivas Mercado y Javier Torres Adalid y cómo éste 
los formó en una cultura que fomentaba la creación de redes familiares a partir de matrimonios 
como estrategia asociativa para enfrentar los cambios que se dieron en México durante la 
centuria decimonónica. Con el objetivo de explicar los sucesos que ocurrieron en el siglo XIX 
en México desde el enfoque de un grupo de individuos que los vivieron, y por medio de la 
historia del matrimonio Torres Rivas, se muestra el origen y desarrollo de las redes familiares 
que sostuvieron buena medida la estructura política de hace casi dos siglos. 
 
5 David Walker, Parentesco, negocios y política: la familia Martínez del Río en México (1823-1867). México, 
1991. 
6 Nora Pérez Rayón, Entre la tradición señorial y la modernidad: la familia Escandón. México, 1995. 
5 
 
Los diversos estudios sobre la historia de los matrimonios, así como de sus prácticas 
cotidianas, sirven para tener una aproximación a la familia en general, pero no enfocan esa 
aproximación a un ejemplo concreto. Por otra parte, los trabajos historiográficos que estudian 
una familia en particular, en su mayoría, se enfocan en sus prácticas políticas y económicas, 
dejando de lado la explicación de la cultura de su época. Hacer una tesis como ésta sirve para 
unir ambos enfoques, explicar el problema desde la perspectiva de la vida cotidiana y dar 
preferencia a lo vivido por los actores, lo que al final permite comprender cómo y por qué el 
matrimonio Torres Rivas adoptó cierta postura política y operó económicamente de cierta 
manera en un momento específico. 
La importancia fundamental de una familia está en que es la primera red de sociabilidad 
en la que se desenvuelve un ser humano y la que moldea su individualidad. Al tener en cuenta 
el carácter poseído por los distintos lazos establecidos en torno a ésta, puede verse que la 
pertenencia a una familia no sólo era un factor clave para adquirir estatus social por parte de los 
individuos; su estudio, como el que se propone esta tesis, pone de relieve que cada una se 
dedicaba a una amplia gama de actividades económicas y profesionales para mantener ese 
estatus, como serían la tenencia de la tierra y el ejercicio de empleos en la administración 
pública o en el sector militar, entre otros. 
El recorrido por la historia de los Torres Rivas está divido en tres capítulos. El capítulo 
1 trata sobre las familias de las que provenía Leonor, la Rivas y la Mercado en Tepic, y su 
consolidación como la oligarquía que dominó el territorio de lo que hoy en día es el estado de 
Nayarit en la primera mitad del siglo XIX. El capítulo 2 narra los episodios esenciales de las 
familias Torres y Adalid desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX y sus 
estrategias en ese medio siglo para conservar su abolengo. El capítulo 3 explica cómo Leonor 
6 
 
y Javier enfrentaron, con base en su cultura, los sucesos de una de las décadas más agitadas en 
el México decimonónico, que comprende desde el fin de la Guerra de Tres Años hasta el 
ascenso y caída del Segundo Imperio. Finalmente, el epílogo cuenta qué pasó después de la 
caída de Maximiliano. Para complementar esta historia se incluyeron siete apéndices con los 
árboles genealógicos de las familias Torres, Adalid, Torres Adalid, Rivas, Mercado, Rivas 
Mercado y Torres Rivas. Decidí detener el tiempo cronológico de la narración en 1868, ya que 
me di cuenta de que para explicar a la siguiente generación, es decir, a los hijos del matrimonio 
Torres Rivas, no bastaba un capítulo, sino que era necesaria otra investigación, ya que las 
condiciones históricas en los que ellos crecieron habían cambiado: ya no se vivía en un período 
de guerra, sino en un episodio de paz, como lo fue el gobierno de Porfirio Díaz. Por ende, las 
estrategias asociativas eran y tenían que ser de otro tipo y con distintos fines. 
Como se ha dicho, esta tesis explica, a partir de la historia de la vida cotidiana, el entorno 
familiar en los que crecieron Leonor Rivas y Javier Torres y cómo replicaron la cultura que les 
fue transmitida. Si bien esto implica el que se traten las trayectorias en el tiempo de las familias 
Rivas, Mercado, Rivas Mercado, Torres, Adalid y Torres Adalid, esto no significa que el lector 
podrá encontrar las biografías de todos y cada uno de los miembros de cada una de ellas, aunque 
su tratamiento será el de una biografía colectiva, con el énfasis puesto en los episodios 
esenciales; es decir, en aquellos que repercutirían en las vidas del matrimonio Torres Rivas. De 
igual forma, a lo largo de esta investigación, se hablará de la cultura femenina, lo cual no 
implica que sea una historia de género, sino que sólo se efectuará una caracterización de cómo 
era y cómo debía ser una mujer en el siglo XIX. De igual suerte, aunque ésta es una tesis sobre 
miembros de la élite en una época determinada, no se hablará de ellos en términos estructurales 
tales como clase, ni tampoco basados en los procesos de producción, sino como parte de un 
7 
 
grupo social con rutinas propias transmitidas de una generación a otra. Finalmente, creo 
conveniente decir que el espacio temporal de esta investigación no tiene una periodización 
cronológicamente rígida: ésta será particular a cada familia y a la lógica de sus actos, lo que 
quizá es arbitrario, pero dota de sentido a la narración. Finalmente, si bien el escenario principal 
de esta historia es el siglo XIX, no se tratarán a detalle todos los procesos que tuvieron cabida 
en él, sino sólo aquellos en los que las familias mencionadas anteriormente tuvieron injerencia. 
Con todos estos elementos, se espera que la investigación que el lector tiene en sus 
manos lo lleve a conocer otra cara y a otros actores que amplíen su conocimiento sobre el 
espectro social del México decimonónico, más allá del eco que los apellidos Rivas Mercado y 
Torres Adalid han provocado en la historiografía. 
 
 
8 
 
Capítulo I 
El encuentro de los Rivas y los Mercado: el origen de LeonorLevantándose en un llano pantanoso, 
encaramado como nido de águila en la cima 
de una roca de ciento cincuenta pies de altura, 
absolutamente empinada por tres lados 
y muy escabrosa en el cuarto, 
está el puerto de San Blas7. 
 
1. La llegada del teniente Pedro de Rivas al puerto de San Blas 
 
Rodeado por esteros y lagunas, el puerto de San Blas, la salida natural de la Nueva Galicia 
al Océano Pacifico, era sólo un rincón del imperio español a mediados del siglo XVIII. Sin 
embargo, en esa época se convirtió en la punta de lanza de uno de los últimos y más 
ambiciosos proyectos que Carlos III de Borbón tenía para sus posesiones ultramarinas. Su 
heraldo en ese proyecto fue el visitador José de Gálvez, quien llegó a la Nueva España en 
1765 con el fin de reorganizar el aparato administrativo y hacer más rentable esa posesión 
real. Gálvez se dio cuenta de que el litoral del septentrión novohispano y las provincias del 
noroeste estaban amenazados por la ocupación inglesa en Canadá y la rusa en Alaska, 
además de que era una zona con potencial comercial dada su situación estratégica frente a 
China y las Filipinas. El visitador reportó a la Corona que era necesario consolidar la 
ocupación y el resguardo militar de la Alta California, con la fundación de un puerto con 
astillero en el litoral pacífico: San Blas. En sus cercanías, había maderas útiles para la 
construcción de los barcos que llevarían a los misioneros y los enseres necesarios, 
producidos por los agricultores locales, para el mantenimiento de la nueva provincia8. 
 
7 Basil Hall, El General San Martín en el Perú. Extractos del diario escrito en las costas de Chile, Perú y 
Méjico en los años 1820, 1821 y 1822. Buenos Aires, 1920, p. 233. 
8 Jean Meyer, Breve historia de Nayarit. México, 2005, p. 73. 
9 
 
La Corona emitió la real orden para la ocupación de la Alta California el 23 de 
enero de 1768 y el 22 de febrero de ese mismo año fue fundado oficialmente el puerto de 
San Blas9. Misioneros franciscanos se dirigieron a la California para hacerse cargo de las 
misiones que quedaron vacías tras la expulsión jesuita en 1767. Llegaron a Loreto. 
Avanzaron por tierra: ocuparon unas misiones y fundaron otras. Finalmente, cumplieron la 
primera etapa de la ocupación al fundar la misión de San Diego (hoy sur de la California 
continental) en julio de 1769. Los propósitos medulares de las misiones eran evangelizar y 
civilizar a los indios nómadas y belicosos de esa región y así pacificar el terreno para ser 
colonizado. A fin de proteger a las misiones en el cumplimiento de sus tareas se 
establecieron baluartes militares conocidos como presidios. 
Los presidios también respondían a una estrategia militar de defensa contra las 
potencias extranjeras, por ello fueron erigidos cerca de las costas. Su principal mano de 
obra eran los presidiales: hombres que no pertenecían al ejército regular, pero eran diestros 
en maniobras de combate y trabajos de campo, tales como los de peones y vaqueros, 
porque no sólo sirvieron como escolta de los misioneros, sino también como albañiles para 
construir y conservar los edificios del presidio, como correos entre las misiones o con el 
mismo San Blas. El teniente Pedro de Rivas y Salazar fue uno de ellos: oriundo de Málaga, 
al parecer llegó a la Nueva España para trabajar en el presidio de San Diego que protegía la 
misión del mismo nombre10. 
 
9 Martha Ortega Soto, Alta California. Una frontera olvidad del noroeste de México 1769-1846. México, 
2001, p. 27. 
10 Ante mi imposibilidad de consultar personalmente las fuentes primarias en el Archivo Histórico del estado 
de Jalisco, me basé en la compilación de Jean Meyer de los documentos para la historia de Nayarit, Nuevas 
mutaciones. El siglo XVIII, en el que se lee: “Dice el Alcalde Mayor del pueblo de Tepique en 1745, que 
hallándose preso Manuel Rubio, español, vecino de la ciudad de México, y casado en dicha ciudad, por 
pedimento de Miguel Alvarado en nombre y con poder de Pedro de Rivas, Teniente del Presidio de San Jph. 
Del Sauz en la isla de California, sobre cantidad de pesos que dicho Manuel debía al tal Pedro de Rivas. Que 
murió repentinamente en esas reales sin disposición ninguna de pulmonía, que traía perlas, según la 
declaración de dos buzos que lo acompañaban desde la citada isla”. Jean Meyer, Nuevas mutaciones. El siglo 
XVIII. Guadalajara, 1990, p. 281. Sin embargo, en la Alta California no existió ningún presidio llamado San 
José del Sauz, sólo el de José de Guadalupe, cuya fundación fue hasta 1797, fecha muy tardía con respecto a 
10 
 
Los presidios necesitaban abastecimiento externo para subsistir porque no eran 
unidades de producción autosuficientes. Contaban con un almacén que cada año era 
abastecido por un barco que llevaba víveres desde San Blas, único puerto que tuvo derecho 
a intercambiar productos con las misiones californianas en sus primeros años. El encargado 
del almacén entregaba lo conducido bajo factura al comandante, quien a su vez, distribuía 
las mercancías entre los miembros del presidio de acuerdo a sus necesidades y a lo que su 
sueldo en base en su rango pudiera pagar. En este caso, el sueldo de teniente era de 550 
pesos11. 
Es probable que en uno de esos intercambios, el teniente Pedro de Rivas fuese a 
San Blas y así conociera a la familia del hacendado español Miguel de Liñán y de la 
Cueva. Los hijos de Miguel se dedicaban a diversas actividades: Felipe de Liñán y Mejía 
era bachiller, mientras que sus hermanos Ramón y Narciso de Liñán y Mejía tenían un 
negocio de tabaco en Tepic, la ciudad más cercana al puerto en 177012. El teniente Rivas 
emparentó con esta familia al desposarse con la hija de Miguel, Teresa de Liñán y Mejía13. 
Se mudaron al pequeño palacio propiedad del señor de Liñán en el centro de Tepic: un 
inmueble de dos plantas, divididas por una cornisa de cantera sobre la que se alineaban seis 
 
la que indica el libro de Meyer. Vid. Ortega, op. cit., p. 39. Sin embargo, el historiador nayarita Pedro López 
González señala a Pedro de Rivas y Salazar como el primer antepasado de los Rivas Mercado en Tepic. Vid. 
El centro histórico de la ciudad de Tepic, México, 1996, p. 59. Es el mismo caso de Fabienne Bradu, quien 
en su biografía de Antonieta Rivas Mercado, Antonieta, apunta que el origen hispano de los Rivas se remonta 
a Málaga, de donde partió un Rivas hacia la Nueva España para vigilar las Californias. Vid. Fabienne Bradu, 
Antonieta (1900-1939). México, 2007, p. 17. Antonio Ponce Rivas, en su novela Una victoria dorada. Ella 
me espera, deseo alcanzarla, reitera el dato haciendo una breve exposición del árbol genealógico de los 
Rivas: “Ay mi abuelo José Manuel, capitán de Rivas y Ríos: ¡eres un ausente! ¡No llegué a conocerte! Ni a tu 
padre, el capitán Agustín de Rivas y Liñán. ¿Tú extrañaste también a tu abuelo Pedro de Rivas y Salazar?” 
Antonio Ponce Rivas, Una victoria dorada. Ella me espera, deseo alcanzarla, México, 2005, p. 59. Es por 
todos estos datos, además de que las fechas de fundación del puerto de San Blas y de la misión de San Diego 
son muy cercanas (sólo un año con cinco meses de diferencia), que creo señalar de forma correcta que el 
Pedro de Rivas que menciona Meyer es el antepasado de los Rivas que se abordan en este capítulo y que 
pudo haber sido teniente en el presidio de San Diego. 
11 Ortega, op. cit., p. 62. 
12 López, op. cit., p. 54; asimismo, “Carta que dirige el Sr. Ramón Ignacio de Liñán y Mexía a su hermano 
Narciso Antonio de Liñán y Mexía, informándole que le remitió 500 pesos para que termine de instalarse en 
el comercio de tabaco de Tepic su negocio”, en Meyer, Nuevas mutaciones,op. cit., p. 285. 
13 Vid. Apéndice 1. Familia Rivas. 
11 
 
balcones con ventanales y rejas de hierro forjado, y abajo un gran zaguán que forma dos 
columnas adosadas con un dintel14. 
Para ese momento, la base naval de San Blas había beneficiado al comercio de la 
Nueva Galicia, sobre todo a Tepic, que paulatinamente se convirtió en un centro comercial 
al ser el lugar donde los comerciantes establecían su residencia. Las altas temperaturas en 
la zona portuaria, provocaban que los esteros desprendieran vapores que aumentaban el 
calor, y las lagunas que la rodeaban, eran un fértil nido del mosquito jején, cuya picadura 
causaba desde graves úlceras cutáneas hasta malestares en el hígado. La estancia fija y 
segura en la zona resultaba imposible15. Sin embargo, ese naciente magnetismo comercial 
se incrementó cuando la flota asiática mercante, conocida popularmente como la nao de 
China, comenzó a ocupar el puerto neogallego como puerto alterno al de Acapulco, donde 
era una presa más que fácil de los piratas, para vender las mercancías que traía de Europa y 
las Filipinas. 
Tepic comenzó a transformarse urbanísticamente. Se volvieron frecuentes las 
construcciones de grandes casas-habitación de dos pisos hechas de cal y piedra, con sus 
balcones y ventanales enrejados, tales como la de la familia de Rivas y Liñán. Se trazaron 
las calles que comunicaban esas casas con los edificios públicos alrededor de la plaza 
central, edificios que albergaban la contaduría del puerto, el cuartel y su fortín, así como el 
hospital y la escuela de primeras letras, cuya construcción estuvo patrocinada por los 
vecinos ricos del lugar. En esa época también comenzó la construcción de la parroquia16. 
Las autoridades locales se encargaban de atender los asuntos de carácter comercial 
y militar, las dos vocaciones de San Blas, a realizar el cobro de impuestos y a resolver los 
problemas de salud e higiene pública. Con el astillero operando, y construidos los 
 
14 Esta casa es actualmente el Museo Regional de Nayarit. López, op. cit., pp. 54-55. 
15 Mario Contreras Valdez, Nayarit. Historia breve. México, 2011, p. 74. 
16 Contreras, op. cit., pp. 54-55. 
12 
 
principales edificios que cubrían las necesidades sociales del momento, la vida cotidiana 
transcurría de manera pacífica. A la par del nacimiento de la ciudad de Tepic, nacieron 
también los hijos del teniente Pedro de Rivas y de Teresa de Liñán: Agustín e Ildefonso de 
Rivas y Liñán, quienes al alcanzar la juventud comenzaron a figurar en la política local17. 
 
1.2 Agustín de Rivas y Liñán: cimiento del prestigio local de la familia Rivas. 
 
Los designios de Carlos III para dotar a la Nueva España de una mejor organización 
administrativa y eficiencia burocrática, con el propósito de controlar los recursos que 
poseía en ese territorio, también marcaron el comportamiento cotidiano del siguiente Rivas 
en la genealogía paterna de Leonor Rivas Mercado: Agustín de Rivas y Liñán. 
La Corona española emitió en 1786 la Real Ordenanza de Intendentes, en la que 
estipuló la división del territorio novohispano en doce Intendencias, y cada una de ellas a 
su vez en Subdelegaciones o Partidos. El reino de la Nueva Galicia se convirtió en la 
Intendencia de Guadalajara con treinta y dos subdelegaciones18. La autoridad máxima de la 
Intendencia era el intendente de Provincia, quien estaría subordinado inmediatamente al 
Virrey, y a cargo de los asuntos de gobierno y militares, así como de la impartición de 
justicia y las finanzas. 
El siguiente cargo en orden ascendente en la jerarquía administrativa que estableció 
dicha Ordenanza fue el de subdelegado, la máxima autoridad en el Partido y subordinado 
al intendente. El subdelegado sustituyó y concentró las funciones de los cargos de alcalde 
mayor, corregidor y teniente gobernador, propios de la burocracia creada por los 
 
17 Vid. Apéndice 1. Familia Rivas. 
18 José María Muriá, Historia de las divisiones territoriales de Jalisco. México, 1976, p. 145. 
13 
 
Habsburgo. A partir de 1694 este puesto se obtenía por compra19. Agustín de Rivas y 
Liñán consiguió por esa vía su primer puesto dentro de la administración colonial en 1787: 
alcalde mayor de Ahuacatlán, Partido ubicado al suroeste del ahora llamado también 
Partido de Tepic. 
Para esas fechas, de Rivas y Liñán ya estaba casado con Luisa Ríos y tenían un 
hijo: José Manuel de Rivas y Ríos20. Agustín era apto para el puesto por ser un hombre 
notable de su localidad, descendiente de españoles y de una familia de comerciantes que 
había ayudado a la naciente prosperidad de Tepic, características que empataban con el 
perfil que la Corona buscaba para el cargo. Es decir, la Corona concedió más posibilidades 
de esparcimiento a los intereses de la gente acaudalada de cada Partido, para que ésta se 
abocara al desarrollo de su localidad, lo que a su vez implicaría un crecimiento en las 
cantidades entrantes a las arcas reales. Además, por su situación acomodada, el hijo del 
teniente de Rivas podía pagar la media anata21. 
Agustín de Rivas se dirigió a la Audiencia de Guadalajara para iniciar el proceso de 
compra del cargo de alcalde mayor. Presentó como sus fiadores a Antonio Platero y Juan 
de Espinoza22. El Rey concedió la Real Orden al Consejo de Indias, y se le emitió una Real 
Provisión a Agustín con las atribuciones, lugar, término y salario que le corresponderían. 
Él se dirigió entonces ante el virrey Bernardo de Gálvez, y posteriormente a la Audiencia 
de Guadalajara, para presentar su Real Provisión. Después de la revisión del documento 
 
19 Águeda Jiménez Pelayo, “Tradición o modernidad. Los alcaldes mayores y los subdelegados en Nueva 
España”, en Espiral. Estudios sobre Estado y Sociedad. Núm. 21, Vol. VII, mayo-agosto 2001, p. 145. 
20 José Manuel Eugenio de Rivas y Ríos nació el 15 de noviembre de 1776, y fue bautizado el 26 de ese 
mismo mes en el Sagrario Metropolitano de Guadalajara, Jalisco. Sus padrinos fueron Don Pablo Linares de 
Mejía y doña María Josefa Dolores de Linares y Mejía. “José Manuel Eugenio de Ribas y Rios”. Fe de 
bautismo, disponible en https://familysearch.org/pal:/MM9.3.1/TH-1-18377-41514-51?cc=1874591&wc= 
SSKC-MNL:171935001,182938601, 182985601. (Consultado el 7 de febrero de 2014). 
21 Impuesto por la compra del cargo. Equivalía a la mitad del sueldo del primer año, más la tercera parte de lo 
que se calculaba sería el importe de los pagos y derechos percibidos durante el mismo período. Jiménez, op. 
cit., p. 144. 
22 “Tepic. Protocolo de finanzas de alcaldes mayores, por lo respectivo al Juzgado General de Bienes de 
Difuntos. 1786-1821”; “Enero de 1787, empleo de Alcalde Mayor de Aguacatlán y Xala a Agustín de Rivas, 
por tiempo de dos años. Sus fiadores: Antonio Platero y Juan de Espinosa”, en Meyer, Nuevas mutaciones, 
op. cit., p. 287. 
14 
 
por el fiscal de lo civil y de su aprobación, tomó protesta y se presentó en Ahuacatlán a 
ejercer su cargo23. Pero como Ahuacatlán era un pueblo de indios cabecera de partido, con 
base en la Ordenanza de Intendentes, de Rivas concentró en el ejercicio de su cargo, las 
facultades de hacienda, justicia, policía, guerra y la recaudación de tributos, de los que 
recibía el 5%24. 
Como funcionario de la Corona, el alcalde mayor de Ahuacatlán habitó con su 
familia en la capital de la jurisdicción en una casa real en los alrededores del pueblo, cerca 
de la cárcel y del mercado, porque en el centro estaban los terrenos comunales dedicados a 
la agricultura y a la ganadería. Desde ahí, tenía contacto con los indios para cobrarles el 
tributo y llevar las cuentas de la caja de la comunidad, lugar donde además de guardar los 
títulos de propiedad de las tierras del pueblo, se acumulaba el dinero en efectivo delas 
rentas que los indios recibían por sus tierras comunales. Rentas que eran retenidas como un 
ahorro forzoso “para precaver las necesidades públicas que suelen prevenir de años 
estériles y cortos de cosechas, de pestes y otros accidentes25”. 
Como la autoridad civil representante de Carlos III en Ahuacatlán, Agustín poseía 
una de las tres llaves de la caja comunal, demostrando con ello que los bienes de la 
comunidad ya no eran un patrimonio del pueblo, sino una concesión del Rey a los indios26. 
Por ello, el Subdelegado tenía que incluir todos los terrenos posibles como bienes de la 
comunidad o recuperar como comunales las tierras usadas por las cofradías. Pero como 
autoridad civil real, de Rivas también tenía la obligación de escuchar en conferencia las 
opiniones y quejas de los indios. Así los escuchó cuando éstos se quejaron ante él porque 
el agrimensor Andrés de Corpas marcó como propiedad de los indios del vecino pueblo de 
Xomulco, las Lomas de las Tareas, Milpillas e Yzteta, pues siempre habían sido 
 
23 Jiménez, op. cit., p. 139. 
24 Ibídem, p. 152. 
25 Dorothy Tanck de Estrada, Pueblos y educación en el México colonial, 1750-1821. México, 1999, p. 61. 
26 Ibídem, p. 68. 
15 
 
reconocidas como suyas, y no marcó como parte del pueblo las tierras que quedaban al sur 
del mismo27. 
El cargo de subdelegado duraba dos años con derecho a prorroga. Cuando se 
cumplió ese plazo, Agustín solicitó el mismo puesto, pero esta vez en el departamento de 
Tepic, puesto que ocupó desde 1791 hasta 1796. Su residencia fue el lugar donde nació: la 
casona en el centro de Tepic donde habían vivido sus padres28. 
En esos años, el departamento de Tepic tenía cinco mil quince habitantes, 
incluyendo el cuerpo de la Armada Real del puerto de San Blas, que estaba bajo la 
jurisdicción de dicho departamento. El número de casas reales había aumentado, se finalizó 
la construcción de la parroquia, el hospital y la escuela de primeras letras estaban siendo 
remodelados y ampliados. En tanto que la cría del ganado vacuno y caballar era abundante, 
así como la producción de maíz, frijol y tabaco. 
El subdelegado cobró notoriedad en la comunidad por sus actos públicos. En 1795 
autorizó por orden de la Audiencia de Guadalajara, la petición de Fray Manuel Villarino de 
que en toda la Subdelegación se pidiera limosna y se ayudase a la reedificación de la 
parroquia de Atonalisco, pueblo ubicado al norte de Tepic29. El 19 de junio de ese mismo 
año, en medio de una numerosa concurrencia del pueblo tepicense, participó como orador 
en la consagración de la parroquia local a la virgen de los Dolores, en la que se prometió 
celebrar su fiesta anualmente el segundo domingo del mes de junio con misa, sermón, 
rosario y verbena en las calles30. La importancia del edificio de la iglesia, radicaba en que 
era el lugar donde se formalizaban los lazos familiares con el sacramento del matrimonio, 
 
27 “Medidas del pueblo de Istlán en Aguacatlán que resultaron a sus lindes practicadas por el comisario 
Andrés de Corpas”, en Meyer, Nuevas mutaciones, op. cit., p. 108. 
28 En el lugar vivirían dos generaciones más de la familia Rivas. 
29 “El padre fray Manuel Villarino de la misión de Atonalisco, sobre la reedificación de aquella iglesia 
parroquial”, en Meyer, Nuevas mutaciones, op. cit., pp. 96-97. 
30 Pedro López González, La catedral de Tepic. Tepic, 1979 p. 65. 
16 
 
y la biografía de cada individuo comenzaba formalmente con el rito del bautizo31. En la 
etapa final de su cargo, en enero de 1796, el subdelegado de Rivas reportó a la Audiencia 
de Guadalajara que en su partido no había habido disturbios causados por salteadores de 
caminos o robos, ya que él procuró el cuidado y la vigilancia del territorio32. Al parecer, 
Agustín pudo acumular un considerable capital como subdelegado, ya que en 1802 se 
convirtió en el arrendatario de las Salinas de Zapotillo, ubicadas al norte del puerto de San 
Blas. 
La Corona, dueña del monopolio de la sal, arrendaba las salinas al mejor postor, el 
cual debía invertir fuertes cantidades de dinero porque era quien corría con todos los gastos 
de producción y distribución33. Agustín y su hermano Ildefonso fueron socios en ese 
negocio: pagaron a la Corona 59, 047 pesos por concepto de la salina34. Fue el primero de 
los negocios en los que invirtieron los hermanos de Rivas y Liñán, los cuales aumentarían 
en importancia tras la guerra de independencia. 
 
1.3. La genealogía materna de Leonor: la familia Mercado. 
 
Es difícil establecer a detalle los perfiles de los integrantes de la familia Mercado, la 
ascendencia materna de Leonor. Sin embargo, los Mercado también han sido señalados por 
Jean Meyer como otra familia importante de la región35. Se sabe que sus bisabuelos, José 
Santiago de Mercado y María Guadalupe de Luna eran terratenientes del pueblo de San 
 
31 Contreras, op. cit., p. 55. 
32 Sobre cuadrillas de bandidos, en Meyer, Nuevas mutaciones, op. cit., p. 295. 
33 Los arrendatarios debían financiar toda la cosecha y los riesgos que el mal tiempo les presentara, sólo 
podían estar seguros de vender la sal a un precio fijo en las salinas. Y para la transportación de la misma, se 
tenían que alquilar yuntas de bueyes y pagar a arrieros. Ursula Ewwald, La industria salinera en México. 
1550-1994, México, 1997, pp. 206-207. 
34 “Libro de cargos y caudales de la tesorería de marina y real hacienda. 1804”, en Meyer, Nuevas 
mutaciones, op. cit., p. 223. 
35 Jean Meyer, “La desamortización de 1856 en Tepic”, en Relaciones. Estudios sobre historia y sociedad. 
Núm. 13, Vol. IV, invierno de 1983, p. 15. 
17 
 
José del Teúl, al sur del partido de Colotlán, también perteneciente a la Intendencia de 
Guadalajara36. Entre 1780 y 1785 eran propietarios de la mina Nuestra Señora de Zapopan 
en el real de minas La Yesca, ubicado en el vecino partido de Hostotipaquillo. En esos 
años dicha mina tuvo una bonanza37. 
El matrimonio Mercado y de Luna tuvo dos hijos: José María, nacido en 1781, y 
Sebastián en 178838. José María optó por la vida religiosa. Estudió en el Seminario de 
Guadalajara y posteriormente fue nombrado por el obispo Juan Cruz Ruíz de Cabañas cura 
de la parroquia de Ahuaculco, al este del departamento de Hostotipaquillo. 
A finales de septiembre de 1810, llegaron a Ahuaculco las noticias de la revuelta en 
el Bajío del cura de Dolores, Miguel Hidalgo, y que tras una sangrienta batalla, Guanajuato 
estaba en su poder. Dos meses después la insurgencia llegó a Guadalajara, cuando las 
tropas al mando de José Antonio Torres, el Amo, tomaron la ciudad capital de la 
Intendencia el 11 de noviembre. José María Mercado viajó a Guadalajara para entrevistarse 
con el líder insurgente, quien le encomendó apoderarse de los recursos económicos y 
materiales del Puerto de San Blas en pro de las tropas rebeldes. 
El 13 de noviembre Mercado regresó a Ahuaculco, reclutó una pequeña tropa a la 
que se unió el subdelegado Juan José Zea, y marchó rumbo a Tepic. La plaza fue tomada 
sin enfrentamiento militar alguno el 23 de noviembre de 1810. Cinco días después, las 
tropas de Mercado se emplazaron en San Blas e incitaron a José Labayen, comandante 
encargado del puerto, a entregarlo pacíficamente. Tras tres días de negociaciones, San Blas 
se convirtió en puerto insurgente el 1 de diciembre de 1810. Desde ahí, el cura Mercado 
envió a Guadalajara provisiones bélicas para Hidalgo, acción que le mereció ser nombrado 
 
36 Alejandro Villaseñor y Villaseñor, Biografías de los héroes y caudillos de la independencia. México, 
1980, p. 54; Meyer, Breve historia, op. cit., p. 72. 
37 “Medidas que don José María Mercado registró en las vertientes del real de la yesca”,en Meyer, Nuevas 
mutaciones, op. cit., pp. 184 y 261. 
38 Víd. Apéndice 2. Familia Mercado; Julia de la Fuente, Diccionario enciclopédico de Nayarit. México, 
2005, p. 281. 
18 
 
por el cura de Dolores comandante en jefe de las fuerzas del Poniente39. Tras la derrota 
insurgente en Puente de Calderón, Mercado trató de unirse con su tropa a lo que quedaba 
de las huestes de Hidalgo para reforzarlas. En tanto, el jefe realista José de la Cruz salió de 
Guadalajara para enfrentarlo, pero fue inútil, ya que en el camino Mercado murió al 
despeñarse por el cerro de la Contaduría el 31 de enero de 181140. 
Del otro hermano Mercado y de Luna, Sebastián, se sabe muy poco. Al terminar la 
guerra de independencia en 1821, México necesitaba relaciones comerciales para dar 
dinamismo a la economía interna. Sebastián, casado con Juana Camacho, viajó con sus 
propios recursos a Nueva Orleans como representante de San Blas para promover 
inversiones y exportaciones en dicho puerto41. Durante su estancia en la Louisiana nació su 
hija Leonor Mercado Camacho en 1823. Esa niña sería unos años más tarde la madre de 
Leonor Rivas Mercado42. 
 
1.4. Ildefonso de Rivas y Liñán y Agustín de Rivas y Ríos en las primeras décadas del 
México independiente. 
 
Tras el breve episodio del cura Mercado, la calma regresó a Tepic. A diferencia de otras 
zonas del virreinato devastadas por la guerra, Tepic fue escenario de una pujanza comercial 
durante los años bélicos. Las células guerrilleras insurgentes se concentraron en la sierra, 
ya que las zonas bajas de la región estaban ocupadas por vigilancia realista, ante el 
levantamiento en el sur del cura de Carácuaro: José María Morelos y Pavón. Con la toma 
 
39 Esas provisiones fueron las que utilizaron los insurgentes en la batalla de Puente de Calderón el 17 de 
enero de 1811. Villaseñor, op. cit., p. 150. 
40 Pedro López González, Tepic: el vigía del Nayar. Zapopan, 1994, p. 19. 
41 de la Fuente, op. cit., p. 281. 
42 Kathryn Skidmore Blair, A la sombra del ángel. México, 2011, p. 149; Vid. Apéndice 2. Familia Mercado. 
19 
 
del puerto de Acapulco por sus tropas el 12 abril de 1813, se había cortado el tránsito del 
comercio con las Filipinas, Guayaquil, Lima y Panamá. 
En consecuencia, San Blas se convirtió en la puerta de entrada y salida de la Nueva 
España para comerciar con Centro y Sur América y el sudeste asiático, y en el motor 
económico del occidente novohispano. La ruta Tepic-Guadalajara propició muchas 
actividades, pues había que alimentar a los viajeros, sus animales y a las tripulaciones de 
los barcos. Ante tal escenario, la Corona por Real Cédula, autorizó celebrar una feria 
comercial en Tepic43. 
Los hombres de la familia Rivas no se quedaron al margen de tan beneficioso clima 
para los negocios: se atrincheraron en la política y en la compra de tierras. Agustín de 
Rivas ocupó el último cargo del que se tiene noticia: en octubre de 1814 era administrador 
de rentas de Tepic, a cuya contaduría se trasladaron las cuentas de bienes comunes de los 
pueblos de indios de la jurisdicción. Él era el encargado de hacer las libranzas44. En 1815, 
su hijo José Manuel de Rivas y Ríos, un caballero de aspecto impetuoso, ya como miembro 
del Ayuntamiento, era el encargado de remitir a la Intendencia de Guadalajara el producto 
de los bienes de propios45. 
En tanto que su hermano y sobrino figuraban en la burocracia colonial, Ildefonso de 
Rivas y Liñán adquirió propiedades que pasaron a ser parte del patrimonio familiar. En 
mayo de 1815, compró por remate los potreros El Espinal y Loma de Gavilán, antes 
propiedad de una comunidad de indios46. En 1817, Ildefonso apoyó a José Gutiérrez 
Coronado, otro vecino de Tepic, en su denuncia y petición a la Intendencia de Guadalajara, 
de que le fueran arrendadas las tierras realengas del pueblo de indios de Pochotitlán y la 
 
43 Contreras, op. cit., p. 66. 
44 “Libro que asienta la correspondencia de esta administración general dirigida a sus receptorías anexas”, en 
Meyer, La tierra de Manuel Lozada. Guadalajara, 1990, pp. 43-44. 
45Ibídem, pp. 45-46; Skidmore, op. cit., p. 148. 
46 Meyer, Tierra, op. cit., pp. 48-49. 
20 
 
hacienda de Puga al norte de Tepic. Argumentaban que el gobierno necesitaba el dinero 
para hacer frente a los rebeldes47. Cuando éste pleito por tierras comenzó, el mismo 
Idelfonso tuvo que hacer frente a las guerrillas insurgentes. 
Hacia 1818, Rivas habló con Juan Gamboa, líder de las guerrillas de la sierra y lo 
incitó a que sus tropas se indultaran. Logró así que doscientos rebeldes dejaran las armas y 
acogieran la protección de Fray Rudecindo Angrés, pero un miembro de la guerrilla 
apodado Loreto no aprobó esa decisión: mató a Gamboa y al fraile. Atacó una de las 
haciendas de Rivas, quien con sus peones armados y, reforzado con tropas realistas, gracias 
a la intervención de su sobrino José Manuel ante la Audiencia de Guadalajara, logró 
apresar y fusilar a Loreto. Tal acción le valió ser nombrado recaudador de tierras 
realengas48. 
En 1819, Ildefonso Rivas compró la denuncia de Gutiérrez Coronado hecha un año 
antes. Como los indios no pudieron probar que las tierras de Pochotitlán eran suyas porque 
los rebeldes serranos quemaron sus casas y títulos de propiedad, éstas junto con la 
hacienda de Puga, pasaron a manos de Rivas, así como también la hacienda de Mora y las 
tierras realengas del pueblo de San Andrés Atonalisco en 1820. Como al parecer Ildefonso 
Rivas aprovechó su cargo como recaudador de tierras realengas para hacerse de esas 
propiedades, lo que le valió ser destituido49. 
En ese mismo año, en España triunfó la rebelión que obligó a Fernando VII a jurar 
la Constitución de Cádiz de 1812. Consecuentemente en la Nueva España la juraron el 
virrey Juan Ruiz de Apodaca y la Real Audiencia. La Constitución afectaba los privilegios 
 
47 Ibídem, p. 53. 
48 Pedro López González, “Las noticias de la guerra de Independencia del cura de Tepic José María Vázquez 
Borrego”, en Boletín del Archivo Histórico de Jalisco. Núm. 1, Vol. III, 1979, pp. 9-10. 
49 Jean Meyer, Tierra, op. cit., p. 57. 
21 
 
del clero, de los terratenientes y del ejército50, por lo que esa oligarquía en vez de seguir 
combatiendo a los insurgentes, reducidos a guerrillas activas en el sur comandadas por 
Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria, decidió negociar con ellos la independencia de la 
metrópoli. A la cabeza del proyectó fue colocado el comandante Agustín de Iturbide. Él 
pactó con Guerrero el fin de diez años de lucha armada, y el 24 de febrero de 1821 se 
proclamó el plan de Iguala, en el que se establecía la independencia de la Nueva España51. 
En junio de ese año llegaron a Tepic noticias de dicho plan, ya que la 
independencia se había firmado en Guadalajara el día 19. El Ayuntamiento y la gente 
notable local, entre ellos Ildefonso Rivas, se reunieron para analizar la propuesta 
encabezada por Iturbide. A través de un acta, Tepic se adhirió al plan independentista el 22 
de junio de 182152. Sin embargo, la tropa acuartelada en San Blas no estuvo a favor de 
 
50 La Constitución prohibía fundar nuevas obras pías y capellanías y establecía la desaparición de las órdenes 
monásticas hospitalarias, una drástica reducción del número de conventos, la prohibición de todos los 
noviciados, la abolición absoluta de la inmunidad eclesiástica en casos penales, la abolición de los 
mayorazgos y de las vinculaciones, la limitación de la jurisdicción de las Audiencias, la supresión de los 
tribunales especiales, la abolición de ciertos privilegios de la milicia y una reducción considerable del fuero 
militar. Roberto Breña, “La Constitución de Cádiz y la Nueva España: cumplimientos e incumplimientos”,en 
Historia Constitucional. Núm. 13, septiembre 2012, p. 378. 
51 “Proclamaba la independencia, declaraba a la católica como única religión de Estado, establecía que el 
clero, secular y regular, sería conservado en todos sus fueros y preeminencias, pedía que todos los europeos, 
criollos e indios se unieran en una sola nación. Como régimen sería la monarquía. Habría de invitarse al 
propio Fernando VII a ceñir la Corona, o en su defecto a otro miembro de una casa reinante. Mientras, una 
junta de regencia asumiría el poder. Ésta tendría por obligación designar al soberano y convocar a un 
congreso para redactar la constitución del imperio”. Luis Villoro, “La revolución de independencia”, en 
Daniel Cosío Villegas (coordinador), Historia general de México. México, 2000, p. 519. 
52 “Congregados en las casas consistoriales los señores Alcaldes don Isidro Díaz y don Juan de Martearena, 
don Juan Antonio Andrade, don Manuel Varela, don Joaquín Azteazarán , don José Cubillas, don Ildefonso 
Rivas y Liñán, don Vicente Pintado, Procurador y Síndico don Valentín Jordán; siendo también presentes los 
vecinos de esta ciudad, se hizo presente así la orden del señor Brigadier Pedro Celestino Negrete, para jurar 
la independencia con arreglo al Plan acompañó con el oficio de hoy Comandante Militar de esta plaza, don 
Gonzalo Ulloa, porque consta hallarse de tropa de mando adicta a jurar la Independencia en cuya virtud y 
consideración a la fuerza que amaga dicho señor Negrete, en caso de oposición, desde la Capital de la 
provincia y de la disposición de estas tropas fue el voto general del pueblo que se jure la Independencia; por 
lo que la Corporación acordó, atentos a las poderosísimas razones expuestas, que el día de mañana se jure 
con el decoro correspondiente el indicado sistema por tan avanzada se optó por reunirse el día siguiente y 
conocer la opinión de los vecinos de la ciudad y ellos dieron la última determinación. Al día siguiente se 
reunió el Ayuntamiento, el párroco, el Administrador de rentas, los vecinos principales del pueblo y se leyó 
el oficio del Comandante Militar. Se tomó juramento a la Independencia al pueblo por el Alcalde. Hubo siete 
salvas y vivas en honor a Agustín de Iturbide”. Pedro López González, Recorrido por la historia de Nayarit. 
Tepic, 1986, p. 98. 
22 
 
dicha resolución por no haber sido convocada a la junta. Tras una negociación del 
Ayuntamiento con dicha corporación militar, se logró su adhesión al plan de Iguala53. 
El intendente de Guadalajara, Pedro Celestino Negrete, se enteró de la negativa 
militar de adherirse al plan. En represalia, el 21 de septiembre envió al capitán Mariano 
Laris al frente de doscientos hombres, para estabilizar la situación en Tepic. José Manuel 
de Rivas y Ríos, que se encontraba entonces en esa ciudad, intentando arreglar que su tío 
Ildefonso recuperara el cargo de recaudador, ofreció al intendente “mover sus relaciones en 
Tepic para que no hubiese enfrentamiento alguno54”. Ello no fue necesario; Laris entró a la 
ciudad de Tepic cuatro días después, donde encontró todo en calma. En octubre, Ildefonso 
Rivas recuperó el puesto de recaudador y fue reconocido por la Regencia por su apoyo al 
Plan de Iguala55. 
La transición de la Nueva España a Imperio Mexicano con Agustín I como 
soberano, nombrado por la Regencia con base en el Plan de Iguala, no produjo mayores 
contratiempos inmediatos. La estabilidad social de Tepic y San Blas siguió siendo un 
fuerte imán para el comercio y las inversiones extranjeras. España ya no era un obstáculo 
en la creación de mercados para la recién independizada colonia. En el puerto comenzaron 
a verse barcos de distintas partes del mundo: Burdeos, Calcuta, Cantón, Génova, 
Hamburgo, Marsella, Nueva York, Liverpool y más. Por consecuencia, Tepic se volvió una 
ciudad cosmopolita y San Blas comenzó a ser llamado el “Gibraltar del Pacífico56”. 
Los bienes intermedios y artículos de consumo que llegaban a San Blas, eran 
transportados por tierra por arrieros en fardos, cajas y barriles hasta los almacenes de Tepic 
o Guadalajara, o bien a las salas y cocinas de las casas de los hacendados, rancheros y 
 
53 Jean Meyer, De Cantón de Tepic a Estado de Nayarit. México, 1990, p. 93. 
54Jean Meyer, Tierra, op. cit., p. 93. 
55 Meyer, Tierra, op. cit., p. 25; Meyer, Cantón, op. cit., p. 98. 
56 Meyer, Cantón, op. cit., p. 81 
23 
 
comerciantes acomodados, como la de la familia Rivas. A los arrieros se les confiaban 
bultos, maletas y pasajeros, dirigidos a familias y comercios. 
Alrededor de 1822 en Tepic se instalaron varias casas comerciales, entre ellas la 
Barrón and Forbes Comercial Company57, fundada por el español con nacionalidad inglesa 
Eustaquio Barrón y su amigo, el escocés William Forbes. Para afianzar su presencia en la 
zona, Barrón se casó con Cándida Añorga, española viuda de José Antonio Pintó “de 
familia reconocida en Tepic” y con relaciones políticas en Guadalajara. Procrearon diez 
hijos: Catalina, Eustaquio, Guillermo, Antonia, Francisco, Dolores, Cándida, Margarita, 
Joaquín y Alberto, además de Manuela Pintó, la única hija que Cándida tuvo de su primer 
esposo. Forbes desposó a ésta última y quedó así integrado a la familia Barrón. La B&F 
pronto se convirtió en la empresa más importante de la región por su injerencia en los 
rubros comercial, agrícola, azucarero, minero, textil e incluso el bancario e hipotecario58. 
Para 1827, los socios se convirtieron en los cónsules de Inglaterra y Estados Unidos 
respectivamente59. 
Otro extranjero instalado en Tepic que hizo fortuna en esa misma época fue José 
María Castaños y Llano, originario de Santander. Él se volvió el rival comercial más 
fuerte de la B&F, con negocios en la compra-venta de perlas, importación y exportación de 
productos agrícolas al norte de Europa y de Jalisco. Castaños se casó con Gabriela Lazcano 
y Sagaz, hija del hacendado y comerciante tepicense Esteban Lazcano y Sagaz, 
 
57 En adelante B&F. 
58 Contreras, op. cít., p. 78. Entre las propiedades que Barrón adquirió en Tepic estuvieron las haciendas de 
Miravalle, donde había una mina de oro y plata; la hacienda de San José del Conde cerca de Compostela (al 
sureste de Tepic) para ganado y agricultura; las fincas de El Borbollón y San Lorenzo y el ingenio de azúcar 
de Puga, cerca de la hacienda propiedad de la familia Rivas del mismo nombre. Meyer, Breve historia, op. 
cit., p. 97 
59Inglaterra reconoció la independencia de México el 31 de diciembre de 1824, y el 26 de diciembre de 1826 
se firmó con esa nación el primer tratado de amistad comercio y navegación. Para Barrón, ser cónsul de un 
país ofrecía protección a su persona y sus negocios: los cónsules no sólo transmitían leyes y órdenes de 
gobierno, sino también hacían un informe al Ministerio de Relaciones Exteriores sobre el movimiento de 
valores en el país en que residían. Magdalena López Gutiérrez, “El asunto Barrón Forbes, 1855–1857: el 
conflicto México–Inglaterra y sus orígenes en el cantón de Tepic”. Tesis de maestría (Maestría en Historia 
Moderna y Contemporánea). México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1998, pp. 11-
13. 
24 
 
descendiente de los condes de Miravalle. Y al igual que su rival, fue por este matrimonio 
que afianzó su pertenencia a la alta sociedad local en la cual crecieron y se desenvolvieron 
sus hijos: Juan José, José María, Joaquín, Gabriel, Fernando y Gabriela60. 
En el ámbito político de ese rincón del pacifico, Ildefonso Rivas subió un escalafón 
más en el ámbito político local en 1822, cuando se convirtió en el alcalde de Tepic, último 
cargo del que se tiene noticia y que ocupó hasta 1824, mientras que su sobrino José 
Manuel se casó con Ana Faustina Góngora en la parroquia de Tepic en enero de 182361. 
Tuvieron diez hijos: Luis, quien sería el padre de Leonor, Manuel,Mariano, Agustín, 
Espiridión, Carlos, Manuela, Francisco, Lina y Concepción Rivas Góngora62. 
En Tepic se concentraron entonces los servicios, el comercio y los poderes políticos. Ahí 
despachaban los hombres con los altos cargos del Partido y los militares de mayor mando. 
Se activó la organización y vinculación de comerciantes extranjeros con la sociedad y las 
autoridades locales, lo que generó una fuente de riqueza y dinamismo económico. En 
Tepic se podía ver que 
 
Nadie salía a mediodía, a las tres o cuatro de la tarde, cuando el calor se atemperaba, la 
gente paseaba a pie o a caballo. En las noches, la gente importante se reunía en las grandes 
casonas o en los pequeños salones. Los negociantes iban muy temprano a sus oficinas y las 
damas no se dejaban ver en su casa hasta la diez. La comida se servía a la una y todos 
dormían la siesta de dos a tres. Uno cree estar en un lugar respetable porque las damas 
están elegantemente vestidas, sus miradas son de fuego y su fisonomía es graciosa, pero se 
acaba la belleza cuando prenden su cigarro. Unos señores llevan botas, otros permanecen 
con el sombrero puesto y en grupo se van a jugar a los rincones de los salones o de sus 
casas63. 
 
 
60 Ibídem, p. 79; de la Fuente, op. cit., p. 101. 
61 Ibídem, p. 80. 
62 Vid. Apéndice 1. Familia Rivas; López, Centro, op. cit., p. 60; de la Fuente, op. cit., p. 399. No encontré 
algún registro o mención que aluda a que Ildefonso Rivas se haya casado o tenido hijos, pero las propiedades 
que adquirió y que se indican en este capítulo son mencionadas en algunas fuentes como propiedad de los 
hermanos Rivas Góngora, sus sobrinos nietos, en las siguientes décadas del siglo XIX. Por ejemplo, la 
hacienda de Mora era propiedad de su sobrino Manuel Rivas Góngora en 1858. Vid. Meyer, Cantón op. cit., 
p. 28. 
63Hall, op. cit., p. 235. 
25 
 
El reinado de Agustín I duró poco. El 1 de febrero de 1823, Antonio López de 
Santa Anna proclamó en Veracruz el plan de Casamata como respuesta a la disolución del 
Congreso. Desconocía al emperador y buscaba establecer una República Federal. Iturbide 
abdicó el 19 de marzo. Tras casi un año de trabajos, el restaurado Congreso, ahora 
constituyente, publicó el 4 de octubre de 1824 la constitución con la que en México se 
inauguró el sistema federal republicano: se otorgó autonomía a los estados para su 
autogobierno. El Congreso de Jalisco publicó su constitución en noviembre, con base en la 
cual el estado fue dividido en veintiséis Departamentos divididos a su vez en ocho 
Cantones. El territorio del actual Nayarit fuel el Séptimo Cantón al que le correspondieron 
cinco departamentos: Acaponeta, Ahuacatlán, Compostela, Sentispac y la cabecera, Tepic. 
Las autoridades de los Departamentos y Cantones serían los directores y el jefe 
político respectivamente, nombrados por el gobernador, al igual que los administradores de 
las aduanas. José Manuel de Rivas y Ríos fue nombrado administrador de la aduana 
terrestre de Tepic y de 1829 a 1831, lo fue de la aduana marítima de San Blas. Como tal, 
tenía que vigilar la carga y descarga de los barcos y cobrar los impuestos64. En 1829 tuvo 
un problema con el cónsul Eustaquio Barrón, porque éste no dejó entrar a un oficial de la 
aduana a inspeccionar que el embarque de caudales en el Alert no incluyera contrabando65. 
Los comerciantes aprovecharon el escaso control que los gobiernos local y federal, 
enfrascados en las frecuentes sucesiones presidenciales durante la Primera República 
Federal (1829-1835), ejercieron sobre la región para obtener grandes ganancias del 
contrabando66. 
 
64 de la Fuente, op. cit., p. 399; Skidmore, op. cit., p. 148. 
65 Meyer, Cantón, op. cit., p. 56. 
66Parte de los ingresos de las aduanas iban al gobierno federal, pero los estados se atribuyeron la facultad de 
gravar la introducción de mercancías de exportación a su conveniencia. Estos gravámenes, por lo general, 
financiaban a cualquiera de los bandos que se estuvieran disputando el poder en ese momento. Los 
comerciantes se quejaban con amargura de lo elevado de las tarifas, que en ocasiones superaban el 100% del 
valor del producto importado y de sus frecuentes e imprevistos cambios, que impedían a los negociantes 
calcular riesgos y ganancias. Además, los severos y complicados reglamentos de las aduanas, arbitrariamente 
26 
 
De esas ganancias dio un testimonio aproximado, y tan sólo de lo legal, el mismo 
Manuel de Rivas en 1831, cuando reportó al gobierno federal las ganancias de importación 
de lienzos y tejidos de algodón: un total de 26 769 pesos, de los que 24 400 correspondían 
a la B&F67. Eustaquio Barrón no sólo aumentaba sus ganancias, sino también su influencia 
en la política nacional; factor que necesitaba todo prestamista para identificar posibles 
prestatarios. En 1830 incitó a la guarnición militar de Tepic, por medio de pagos 
adelantados, a secundar el levantamiento de “los hombres de bien” que terminó con la vida 
de Vicente Guerrero en febrero de ese año68. 
A pesar de los cuartelazos en el centro del país y los volátiles cambios en el 
gobierno federal, la cotidianeidad de Tepic no se afectó de gran manera, pues al igual que 
en la guerra de independencia, la zona fue estable: 
 
Tepic es un pueblo donde predomina en lo público una armonía de sentimientos que 
influye sobre manera en lo general de los habitantes, y los distingue de otros de la 
República, en que se advierte mayor choque de opiniones y partidos. Allí se observa la 
tendencia al comercio, cierto espíritu de jovialidad y sencillez, que produce ventajas 
saludables a la masa del cantón, al mismo tiempo que los vecinos de más nota por su 
laboriosidad y riqueza, gozan de la consideración que es consiguiente, sobre todos aquellos 
cuya existencia está vinculada a los medios de protección y establecimiento que reciben de 
los pudientes69. 
 
Ese relativo aislamiento afectó al Cantón en 1834, cuando José Manuel de Rivas y 
Ríos se convirtió en alcalde de Tepic por la vía del voto70. Mientras el clero, los militares y 
los partidarios del centralismo pedían el regreso del presidente Santa Anna al poder, y la 
 
ejecutados, eran considerados contrarios a las prácticas internacionales de comercio. Todo ello propició un 
ambiente que invitaba a esquivar las normas legales. De esta manera, el contrabando y la especulación fueron 
inseparables de las aduanas y su control se volvió un asunto político de importancia tanto regional como 
nacional. Meyer, “Barrón and Forbes y Cía. El cielo y sus primeros favoritos”, en Nexos, Núm. 40, Vol. IV, 
abril de 1981, p. 27. 
67 Meyer, Cantón, op. cit., p. 63. 
68 López, Tepic, op. cit., p. 27. 
69 “Informe del visitador de la aduana marítima. Informe que da al gobierno el ciudadano Antonio Valdés de 
su visita a la aduana marítima de Tepic, por los meses de noviembre y diciembre”, en Meyer, Cantón, op. 
cit., p. 127. 
70 Manuel de Rivas y Ríos fue el primer alcalde de Tepic que ocupó el cargo por vía del voto. De la Fuente, 
op. cit., p. 399. 
27 
 
derogación de las reformas del vicepresidente Valentín Gómez Farías, una epidemia de 
cólera afectó al país. Tepic la enfrentó sólo con recursos locales. El alcalde Rivas y Ríos 
murió contagiado por la epidemia cuando coordinaba los esfuerzos para combatirla. Los 
partidarios del centralismo triunfaron, ya que en octubre de 1835 México se convirtió en 
una República Centralista. La autonomía de los estados se acabó, el Cantón de Tepic se 
convirtió en Departamento. Los hijos de José Manuel de Rivas y Ríos, los hermanos Rivas 
Góngora, fueron quienes encararon el nuevo régimen, pero ahora dispersos en varias ramas 
de la administración,para llevar a la cúspide del poder local el prestigio y la riqueza que 
les legaron sus antepasados. 
 
1.5. Los hermanos Rivas Góngora y el primer ambiente familiar de Leonor Rivas 
Mercado. 
 
Tepic fue sede de otro tipo de revolución: la industrial. Para 1835 las exportaciones de San 
Blas se dividían entre la B&F y la compañía de José María Castaños y Llano. En ese año 
los socios-cónsules abrieron la fábrica de hilados y tejidos Jauja. El algodón y la 
maquinaria con la que se procesaba provenían de Guayaquil, proveídos a bajo costo por 
otro yerno de Barrón, Francisco Javier de Luzarraga, un importante empresario ecuatoriano 
casado con su hija Antonia. El matrimonio produjo una alianza comercial entre las 
familias71. 
Eustaquio Barrón padre también se había asociado con uno de los empresarios más 
importantes de México en el siglo XIX: Manuel Escandón y Garmendia72. Escandón tenía 
 
71 Contreras, op. cit., p. 78. 
72 Manuel Escandón Garmendia nació en la Ciudad de México en 1804. Era el hijo mayor del comerciante 
asturiano Pablo Escandón, pariente de José Escandón, primer conde de Sierra Gorda, y de Guadalupe 
Garmendia y Mosquera, cuya familia estaba ligada a la tradición militar y agraria de Veracruz, en la que 
también tuvo su origen Antonio López de Santa Anna. Manuel tuvo nueve hermanos: Dolores, Guadalupe, 
28 
 
fuertes intereses en el occidente mexicano. La compañía que tenía en común con sus 
hermanos y sobrinos, Manuel Escandón y Compañía, compró en 1833 una importante línea 
de diligencias que iban de México a Veracruz y que pronto tuvo la capacidad para 
extenderse a más regiones, como el occidente mexicano. En 1834 consiguió, por las buenas 
relaciones de su familia con Santa Anna, la concesión para cobrar peajes y administrar 
garitas73. 
Para cuando Jauja abrió sus puertas, Escandón movía en sus diligencias por el 
camino que iba a Guadalajara y al norte mexicano, el producto de las salinas de Saculco, 
Zayula y Atoyac, que compró al gobierno en subasta pública. De ahí provino el primer 
acercamiento entre estas familias: Barrón se asoció a la compañía de diligencias para 
trasladar las mercancías que importaba al interior del país y ampliar su mercado, y Manuel 
fue inversionista de la próspera fábrica de textiles74. Tres años más tarde, en 1838, su rival 
José María Castaños hizo lo propio y, asociado con Ignacio Fletes, fundó la fábrica textil 
Bellavista. Ambas fábricas estaban a las afueras de Tepic75. 
Para la cuarta década del siglo XIX, los hermanos Rivas Góngora comenzaron a 
insertarse en la naciente bonanza industrial y hacer negocios propios, siguiendo los pasos 
que les marcaron sus predecesores: desde las instituciones administrativas y las inversiones 
en bienes raíces. Manuel y Espiridión Rivas Góngora invirtieron en acciones de Bellavista 
poniendo como garantía la hacienda de Puga76. En 1840, Luis Rivas Góngora prestó dinero 
a Pablo Martínez Retes, comerciante con relaciones familiares y comerciales en Panamá, 
 
José Joaquín, Manuel, Luz, Pedro, Vicente, Antonio, Francisca y Carlota, que al crecer diversificaron sus 
negocios e inversiones en distintos ramos, como el azucarero, minero, prestamista, pulquero, terrateniente, 
transportista entre otros. La familia Escandón y sus descendientes fueron una familia rica e importante, 
cercana a la mayoría de los regímenes que gobernaron México en el siglo XIX. Vid Nora Elizunda Pérez 
Rayón, “En vísperas de la revolución: los empresarios mexicanos. La familia Escandón”, en 20/10. Memoria 
de las Revoluciones en México, Núm. 1, junio-agosto 2008, pp. 62-75. 
73 Pérez Rayón, Entre la tradición señorial…, op. cit., p. 64. 
74Ibídem, p. 67. 
75Actualmente, los restos de la fábrica de Jauja son un centro cultural, mientras que Bellavista es sede del 
Museo del Movimiento Obrero de Nayarit. Ibídem, pp. 273 y 275. 
76 Meyer, Cantón, op. cit., p. 51. 
29 
 
para pagar las deudas que éste adquirió durante el cólera con la casa comercial Drusina & 
Martínez, propiedad de sus primos los Martínez del Río, y evitar un pleito legal. Después 
de eso, no hubo más trato basado en la identificación familiar entre Pablo y sus primos, 
pero fue el primer acercamiento de Luis Rivas al comercio, inducido por Martínez Retes, y 
entre las familias Rivas Góngora y Martínez Retes77. 
Al año siguiente, Luis Rivas y con su hermano Espiridión, formaron parte de la 
Junta de la Industria de Tepic, en la que José María Castaños y Lazcano era el presidente. 
Luis tuvo la comisión de administración y vigilancia de la aduana marítima de San Blas, lo 
que le permitió conocer los tejes y manejes del comercio marítimo78. El mayor de los Rivas 
Góngora de treinta y un años y un ingreso asegurado tenía que casarse. La elegida fue 
Leonor Mercado Camacho, joven de dieciocho años con cara ovalada y ojos de almendra79, 
hija del promotor comercial Sebastián Mercado y de Luna y Juana Camacho. 
El 28 de marzo de 1842 nació su primera hija. Fue bautizada en la parroquia de 
Tepic el 19 de abril por el presbítero Ramón Corona con el nombre de Leonor Carlota 
Encarnación Rivas Mercado. Sus padrinos fueron sus tíos Mariano Rivas Góngora y Josefa 
de Rivas80. Las festividades en la familia Rivas Góngora continuaron en 1842, cuando 
Manuela Rivas Góngora se casó con Ignacio Gil Romero, un abogado con cierta fortuna 
oriundo de Guadalajara81. 
 
77 Ignacio Martínez Retes, tío de Ventura Martínez, el patriarca de los Martínez de Río y padre de Pablo 
Martínez Retes, se casó en Panamá en 1791. Atraído por la apertura de San Blas en 1813, se trasladó con su 
familia a vivir a Tepic. Mantuvo estrecha relación comercial con sus familiares que permanecieron en 
Panamá. Cuando Ignacio murió, Pablo tomó el lugar de cabeza de familia. Drusina & Martínez, la casa 
comercial de sus primos Martínez Retes, lo contrató como su agente comercial en la región. La peste 
ocasionó que los barcos no se acercaran al puerto, por lo que sus mercancías no pudieron venderse. Vid 
Walker, op. cit., pp. 97-98. 
78 Semanario de la industria mexicana, 15 de julio de 1841, p. 84. 
79 Rivas, op. cit., p. 60. 
80 “Leonor Carlota Encarnación Rivas y Mercado”. Fe de bautismo, disponible en 
https://familysearch.org/pal:/MM9.3.1/TH-1-18019-52559-18?cc=1883377&wc=M647-1M9:176796001, 
176796002,177018801 (Consultado el 27 de febrero de 2014) 
81 Contreras, op. cit., p. 90. 
30 
 
El 28 de octubre de 1844, la señora Mercado de Rivas, con el permiso legal de su 
esposo, compró por 4,500 pesos al matrimonio de Florentino María del Rivero y Aleja 
Ortigoza, una lujosa casa amueblada construida en un solar en la calle América, al sur de la 
parroquia local, en el centro de Tepic. La familia Rivas Mercado se mudó a ella el 18 de 
enero de 184582. En ella nacerían los seis hermanos que siguieron a la entonces pequeña 
Leonor: Luis, Juan, Alberto, Elena, Juana y Antonio83. 
El Tepic en el que nació Leonor se modernizó gracias a la presencia de las dos 
fábricas rivales. En esa época se introdujo agua entubada en el centro de la ciudad, por la 
demanda de hospedaje se construyó el Gran Hotel Bola de Oro y se amplió el portal de 
mercaderes. En medio de los conflictos del centro del país, las calles de Tepic. 
 
[…] Eran correctas y bien tiradas, ofrecen un piso cómodo y son transitables por carruajes. 
La plaza mayor ocupa el centro. Se encuentra rodeada de edificios de regular arquitectura, 
y adornada con una hermosa arboleda, asientos de mampostería y una alegre fuente. Su 
área es perfectamente plana, bien empedrada y andenes endosados, ofreciendo por todo 
esto un cómodo paseo nocturno que es frecuentado aun por lo más escogido del vecindario.

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