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FrancescaGargallo-Sepreparaalalluvialatarde - Julio César Bustos Rangel

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Se prepara 
a la lluvia 
la tarde 
 
 
Francesca Gargallo 
 
 
 
 
 
Ediciones Corcon (Corte y confección) • 2011 
 
 
 
 
 
 
 
SE PREPARA A LA LLUVIA LA TARDE 
 
 
 
Francesca Gargallo 
 
 
 
 
 
 
Ediciones Corcon (Corte y confección) 
Ciudad de México 
2011 
 
 
 
 
 
 
 
Título: 
Se prepara a la lluvia la tarde 
 
 
 
Esta obra está bajo una licencia Creative Commons 
Atribución - No Comercial - Sin Derivadas 2.5 México 
 
Francesca Gargallo, 2010, 2011 
Foto de la contraportada: 
“Francesca Gargallo en Abya Yala (viaje entre Panamá y Colombia)” [detalle], 
por Helena Scully, 2010 
 
Primera edición como libro digital, 2011 
Ediciones Corcón (Corte y confección) 
Ciberactivismo en la Ciudad de México 
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/mx/�
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/mx/�
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/mx/�
 
 5 
 
Contenido 
 
A manera de prólogo con dedicatoria .......... 9 
 
LA OTRA UNA MISMA.......................... 11 
 
La calle es de quien la camina ............. 13 
Esa que por ahí anda ........................... 14 
Achichiguar la cruda ........................... 15 
Maíz cantado ....................................... 16 
Qué pasión la del espejo 
y la ira atenta ....................................... 17 
No digas .............................................. 18 
Como si no fuéramos .......................... 20 
La lluvia es un adiós que rueda 
a las alcantarillas ................................. 21 
Bosnia, Congo, Ciudad Juárez ............ 22 
Irma ..................................................... 24 
 
CUATRO MESES UNA SEMANA 
O HISTORIA CORTA 
DEL AMOR ETERNO ............................. 25 
 
Paliar mañanas .................................... 27 
Es la noche .......................................... 29 
El suspiro que bebo ............................. 30 
Besar, besar, besar ............................... 31 
Entre paredes abiertas 
de una casa grande ............................... 32 
Hambre de pan y cuerpo ...................... 34 
En el fácil pedaleo 
de la ciudad plana ................................ 35 
Lo siento todo ...................................... 37 
Pereira 7:15 a.m. .................................. 38 
Funcionas ............................................ 39 
Tiranías que podrían 
no ser inocentes ................................... 40 
Las últimas estrellas de la noche 
desde el adoquín que se acaba ............. 41 
Once veces madre y ausencia .............. 43 
Los puntos sobre las i .......................... 44 
 
TARDES EN LA CASA DE MONTSE .... 45 
 
Sabe la tarde a tiempo 
que escurre .......................................... 47 
 
 6 
En tu casa cultivo más recuerdo 
que en la mía propia ............................ 48 
En los ojos del insomne ...................... 49 
Se prepara a la lluvia la tarde .............. 50 
Puede ser que tú vuelvas a mí ............. 51 
Condenas ............................................. 53 
Habíase una vez una niña .................... 53 
Besas con tu alma ................................ 54 
No sabrás del amor 
sino por el grito ................................... 55 
Ama .................................................... 55 
Conjuro ............................................... 56 
El sueño de otro .................................. 58 
Jugué tan limpio contigo ..................... 59 
 
OCHO CIUDADES .................................. 61 
 
Alargamos el tiempo 
del avistamiento .................................. 63 
Por Siracusa murió Arquímedes .......... 64 
¿El Dorado? Yo he visto 
esa ciudad ............................................ 65 
El Usumacinta fluye lento 
entre el follaje del B’akaal .................. 67 
El cinturón de oro que reventó 
su chancro sifilítico ............................. 69 
A los tres años dejó de tocar 
el suelo con sus pies ............................ 70 
Roma es una bella tarjeta postal .......... 71 
Afrasiab la construyó Sogdiana ........... 73 
 
PRÁCTICAS DEL DESAMOR ................ 75 
 
Todavía mi cama huele 
a tus brazos .......................................... 77 
A la edad de mi hija ............................. 78 
No quieres que diga ............................. 79 
Siete treinta de la madrugada .............. 80 
Dos de octubre no se olvida................. 81 
Quisiera que mi poema escurriese ....... 82 
Juntaré las páginas de los mapas, 
los libros .............................................. 83 
Agradezco la mirada 
al amor de calle. .................................. 84 
 
Y UN PROCESO EMOCIONAL QUE NO 
QUIERE QUEDAR OCULTO .................. 85 
 
Fuego de gritar que odio 
el arrogante desdén del silencio ........... 87 
 
 7 
Belize again ......................................... 89 
La vida es un perro que nada ............... 90 
Asir la mañana como el regalo 
de una diosa en descuido ..................... 91 
Amarte fue un intenso regalo .............. 92 
Cuando no sabes qué decir .................. 93 
¡Ah qué magnolia! .............................. 94 
Mosquito ............................................. 95 
Por pañuelo una tela 
verde y naranja .................................... 96 
Me como las e ..................................... 97 
Mi querido Ulises he descubierto 
tu secreto ............................................. 98 
Voy a colgarle del pescuezo 
un reloj al pájaro ese ............................ 99 
Nomás al callar el día ........................ 100 
Por años pensé que siempre 
me equivocaba ................................... 101 
Que caiga como ancla la vida. ........... 102 
Cinco deseos como cinco soles ......... 103 
Más de una ciudad 
ardería por ti ...................................... 104 
Petén es el aire 
que denso respiras ............................. 105 
 
Nota sobre la autora ................................. 107 
 
 
 
 
 
 9 
A manera de prólogo con dedicatoria 
 
De: Francesca Gargallo 
Enviado: sáb, julio 3, 2010 6:11:02 PM 
Asunto: SE PREPARA A LA LLUVIA LA TARDE 
 
Mis querido/as amigo/as, 
Albricias: hoy estoy esponjada como un guajolote y es con gran satisfacción que les mando 
un regalito. 
Desde que publiqué Marcha Seca, hace ya 12 años, no había vuelto a sentirme satisfecha 
con mi escritura. Pero soy terca como una mula (de hecho, mi querido Minotauro, yo sí soy 
mucho más un híbrido de burra que de toro: las mulas tienen esa parte de asna que si no 
quiere ir no va aunque la muelan a palos que me encanta, la encuentro más inteligente que 
cualquier lógica) y no he dejado de escribir, aunque sí de publicar. Ahora he pulido un 
libro que realmente me gusta. Son más de 20 años que no termino un libro de poesía, pero 
ahora está. 
Es para ustedes con quien en estos 20 años he compartido algo, un café, una rabia, un 
examen, seis copas de vino, una tarde de diálogo, una satisfacción, una revista, una marcha, 
algo digno de un verso. 
Y va a la memoria de Amanda Castro, que por estos aires ahora anda revoloteando y 
respirando libre. 
Francesca 
 
 
 
 
 
 
 
 
LA OTRA UNA MISMA 
 
 
 
 
 13 
 
LA CALLE ES DE QUIEN LA CAMINA 
 
Nací viajera 
 sombra de un tren sobre las zarzamoras 
 huella de barco. 
Me vive lo que todavía desconozco y lo ya recorrido 
 el aire brioso de los Andes 
 el mar Caribe 
 la noche en una ciudad de invierno. 
Entonces tomo la mano que pinta las calles, 
le ordeno un cartel que se vea desde muy lejos: 
La calle es de quien la camina, 
 las fronteras son asesinas. 
Ahorro peso sobre peso y una primera mañana 
giro la manija, cierro despacio la puerta 
y me voy con el tiempo del paso 
sobre el suelo de todas. 
 
 
 14 
 
Matagalpa, 21 defebrero de 2008 
 
ESA QUE POR AHÍ ANDA 
 
Esa que por ahí anda es un hallazgo 
palabra difícil 
 y andar descalzo 
Cuando me río juega, pero yo no tengo nada que ver 
porque juega cuando lloro, cuando como, cuando la olvido 
 
Esa que por ahí anda me dijo ayer que tuvo un sueño 
Y me lo contó 
 
 
 15 
 
Achichiguar la cruda 
 
tiernos cariñitos a la secuela de un alcohol 
movimientos lentos 
y un jugo que retrae 
la emoción 
 
Palabra deseo y nada 
 
La mano tantea 
el cuerpo agotado 
 
 
 16 
 
MAÍZ CANTADO 
 
Una guarapeta como de ocho mil pesos de vino bueno 
y se me olvidó que tuve padre, que tengo madre y todos los deberes. 
No fue la cruda 
me despertó la mañana de sol y sombras 
maíz cantado 
y voces que retumban en el valle de mis volcanes. 
Hasta me dio alegría el poco dolor de cabeza. 
 
 
 17 
 
Para Alma Karla 
 
Qué pasión la del espejo y la ira atenta 
tu mirada 
refracta la violencia impúdica 
 hostil 
 cotidiana del asesino a sueldo. 
Han golpeado a tu padre 
 su voz tiembla y en el temblor se hace fuerte 
vence lo vivido 
se abraza a tu cabeza. 
El abuso 
 -lo sabe todo cuerpo de tierra caliente- 
 nunca es personal. 
Te abalanzas a zancadas sobre la palabra 
interno externo y real tu decir es ya un acto. 
 
 
 18 
 
Huajuapan de León, septiembre de 1999 
 
NO DIGAS 
 
I 
Cada vez que la noche baja y tú vuelves 
no me digas, niña buena, que soy tu mejor amiga. 
Nunca hables fácil 
mejor di palabra sueltas 
o canta o calla. 
 
 
II 
No enuncies una vez más que entendiste 
No lo repitas con el hilo de voz 
que las mujeres bastonadas usan para decir que sí. 
Prefiero la ignorancia 
la terca ignorancia de la rebeldía 
los ojos cerrados ante los golpes. 
Toda inteligencia esconde una razón para la entrega. 
 
 
 19 
III 
¿Qué ha sido de la duda 
de la posible renuncia, la imposible calma? 
Tu voz traiciona secretos, devela inconscientes; 
en el silencio de las tardes que se perseguían airadas 
había más fuerza que en tu ‘te amo’. 
 
 
 20 
 
COMO SI NO FUÉRAMOS 
 
Entre el aliento detenido en la espera de tu presencia 
y la nada 
un tiempo de tintes múltiples 
escándalo aburrido y exaltado 
 tal el ansia. 
Como si no fuéramos pero hiciésemos 
tu voz no dice lo que debe 
mis oídos escuchan por momentos. 
 
Es el andar a la pobreza de quien despierta temprano 
deja la cama 
camina aún sin luz y soporta la larga faena de la noche 
antes que las luchas se apaguen. 
Es también una fuerza de clorofila obligada: 
subimos a la luz 
donde nos espera un día seco. 
 
 
 21 
 
LA LLUVIA ES UN ADIÓS QUE RUEDA A LAS ALCANTARILLAS 
 
Tu mano 
 dos dedos de tu mano en realidad 
sobre mi pómulo: 
 ni siquiera una caricia. 
La mirada 
 ¿esconde? 
 nuestra tristeza. 
¿Qué decirte, amiga mía? 
Apremian los chubascos de primavera 
largas horas entre un sol y otro. 
¿Qué vamos a hacer de tus pasos al sur, los míos al este? 
Dos dedos 
 la mano entera se extiende 
 es el mar de ala ancha sobre mi rostro. 
La casa aún huele a tardes de cocina 
 al libro que dejaste en la mesita. 
No hay tiempo para la nostalgia 
 tus dedos ya resbalan por mi pelo oscuro. 
 
 22 
 
BOSNIA, CONGO, CIUDAD JUÁREZ 
 
La muerte es un zapato vacío 
en el desierto indiferente 
sequía de sueños 
una madre que grita. 
 
La violencia es el grito 
el deber del grito 
la telaraña de mentiras que sofoca el grito. 
 
Es la trampa donde cae 
la mujer que pierde el zapato 
trabaja doce horas sin afecto 
y no puede abortar a pesar de la eclampsia 
 la violación 
 el abandono 
 el hambre mismo. 
 
Un zapato sin mujer es testigo 
un trozo de media 
 
 23 
 el pelo negro desparramado en el desierto que llora 
que gime como la muerte. 
 
La madre recoge el zapato 
lo arranca de la mano de un policía indiferente 
lo lee. 
 
Levanta el rostro 
ve a la hermana. 
La mira, se miran, sueñan plantando sus pies en la tierra. 
 
 
 24 
 
IRMA 
 
Llegas como una palabra robada al viento 
cuando el polvo oscurece mi garganta 
y raspa la puerta el llanto. 
 
Llegas, agua de cielo. 
 
Del ombligo se levanta el dolor del desierto herido. 
Quema como napalm 
la mano que otro no puede tender. 
Y con tu fuerza 
consuelas 
lo que todavía no ha sido. 
 
 
 
 
 
 
CUATRO MESES UNA SEMANA 
O 
HISTORIA CORTA DEL AMOR ETERNO 
 
 
 
 
 27 
 
PALIAR MAÑANAS 
 
Todavía no tengo palabras para decir 
el miedo la felicidad el ansia 
 
Estoy en otro terreno 
 la misma tierra 
 ajena de mí. 
Y no estoy 
aunque todo parezca fértil de agua 
 
Me pesa la casa 
 los sueños 
 la vida 
 
Hay mucho trabajo que hacer 
cargar la muerte de la infancia de mi hija 
paliar las mañanas. 
 
Bajo la línea del sol 
me siento densa como una noche sin estrellas. 
 
 28 
 
Decir te amo resultó más amenazador 
que recordar mi nombre 
 la vocación de muerte. 
La luna roja me lanzó al abismo: 
el inconsciente individual se hizo trizas 
el colectivo no me sostiene. 
 
El nacimiento y la muerte han de ser gemelos 
paridos por una madre alcohólica 
En medio, un deseo de fuga 
 
 
 29 
 
ES LA NOCHE 
 
Es la noche algo más que un acceso de locura 
un zapato verde que dobla la esquina 
la moto que zumba muy lejos de aquí. 
 
Espero la luz como quien pide absolución 
a sabiendas y no 
 que vendrá. 
Como otra noche. 
 Ojalá entonces duerma. 
 
 
 30 
 
EL SUSPIRO QUE BEBO 
 
Pensé regalarte ese aliento 
que se respira cuando calla el teléfono 
y la oscuridad le inventa piel a los objetos. 
Un aliento de reyes que han dado fin al día 
el suspiro que bebo. 
 
La vela apacigua en el sofá las aventuras 
puedo dormirme o imaginar la historia 
mujeres de pies sangrados sobre la arena del desierto 
resistencias aterradoras 
 tozudas como la pasión del niño. 
 
Tu mano descansa sobre mi pecho. 
 
Una palabra 
 de vez en cuando 
suspendida donde pronto se desplazará tu pincel sobre la tela. 
 
 
 31 
 
BESAR, BESAR, BESAR 
 
Y besar besar besar 
besar besar tu sexo 
tu sexo de noche oscura 
tu pozo para mi sexuada sed 
con el vapor de mi aliento sexual 
 
Besar besar besar 
la axila húmeda de olores nuevos 
el vello escaso de tu pecho ancho 
la atornillada fuerza del muslo 
con la lengua erizada de salivas turbias 
 
Besar hasta humedecer la vida toda 
besar la oreja enfebrecida y la Cólquida 
los Andes el desierto de Atacama 
 
 
 32 
 
ENTRE PAREDES ABIERTAS DE UNA CASA GRANDE 
 
Hoy el deseo por tu boca 
 sabe a labios desgastados. 
Lléname aún del fuego pequeño de las cosas que valen la pena 
esa pasión tuya por la madera 
el barómetro en la pared que escrutas con pericia de amante. 
Tengo nostalgias de estudios encendidos 
 la perseverancia y noches de libros. 
 
No puedo echarme atrás 
acepté la apuesta. 
Bipolar me llama la hija que parí bajo la lluvia 
la que he amado con exclusión hasta 
verla partir del brazo de un novio cualquiera. 
Bipolar. Y mi madre metereopática, 
la enferma de estaciones. 
Enferma de sol más bien 
cuando añoro las noches entre paredes abiertas de una casa grande 
Enferma de estrellas mirando al mar volverse blanco en la luz. 
 
 
 33 
De repente una emoción 
el camino aguardasorpresas 
 
Sólo tu cama me da sosiego. 
 
 
 34 
 
HAMBRE DE PAN Y CUERPO 
 
Nuestro tiempo es una piscina oval 
 
Páginas al galope en mis horas de luz 
diurnas como las aves y los caballos 
 
Tú vives detenidas pinceladas bajo la luna 
 
Nos queda al medio día un hambre de pan y cuerpo 
 de palabra 
ahí donde mi sueño despereza 
tu ansiedad se aquieta. 
 
 
 35 
 
EN EL FÁCIL PEDALEO DE LA CIUDAD PLANA 
 
La bicicleta, las calles, la lluvia detenida 
 y yo vestida de blanco en el fácil pedaleo de la ciudad plana. 
 
Tus manos no recorren mi piel esta noche 
no hay pezón erguido al tacto de tus yemas 
ni un estómago hinchado que se estremece 
ni defectos ni perfecciones 
sólo el aire entra y sale 
 ni siquiera un pensamiento 
 
Un taxi rojo frena 
 cruzo la avenida 
las llantas ruedan levantando el agua del asfalto 
la imagen es ésta. No hay más 
 
En las aceras tres muchachos tan jóvenes 
dos hombres una mujer 
a sus espaldas la luz de un cafecito abierto 
 una música incierta 
 
 36 
muy lejos otro auto que corre 
la ciudad más grande del mundo 
 
Salí de tu casa ofendiéndote porque así terminan las cosas 
una palabra de más y por demás estúpida. 
Si la pronuncié ahí estaba 
 nada se crea de la nada 
y nada perturba el pedaleo suave de la noche mojada que atenúa 
 los chirridos de la cadena 
 el latido de mis sienes 
 la culpable gana de sentir algo 
 
La pierna derecha gira en redondo 
 luego la izquierda 
no iría tan lejos de no estar dando vueltas. 
 
La puerta, las duelas de madera, la cama. 
La verdad es que esta noche huyo de ellas 
 
 
 37 
 
LO SIENTO TODO 
 
Siento 
 Lo siento todo. 
Sube por la carne la alegría 
 la rabia 
 la noche 
 la triste pérdida de una amiga al partir. 
Todo. 
 Tus ojos ansiosos sobre mi respiración agitada 
 el rechazo que nos hiere 
la terquedad de un hacer que renace. 
Porque estás 
 cubriré con mis hojas el sueño del gusano. 
 
 
 38 
 
PEREIRA 7:15 A.M. 
 
¿Será que las ciudades son siempre lluvia sobre adoquines 
la sombrilla en fuga 
una mujer flaca y otra gorda igual de empapadas? 
La policía no complace: 
el hombre que limpia las calles en su buzo de plástico amarillo 
se retrae frente a tres uniformados. 
Más allá una joven cambia de zapatos 
los adoquines resbalan 
Bolívar desnudo cabalga su llama de libertad. 
Salgo a la calle. 
Tú nunca sabrás qué es una ciudad 
porque duermes sus lluvias mañaneras. 
 
 
 39 
 
FUNCIONAS 
 
Hoy funcionas amor. 
Mientras el sueño devora mis horas 
y yo me agazapo entre el cojín y el alma 
tú andas perfecto como una vieja ama de llaves 
cargas con la ropa y la hora de la cena. 
 
Hoy funcionas cual programa doméstico 
te eclipsas silencioso por el pasillo 
llenas la lavadora planchas. 
Ni entre los dos jamás hacemos tanto. 
Será que el cansancio me ha caído encima 
como un oyamel herido en el humus 
y siento que podrirme es mi destino. 
 
Ni siquiera ese miedo de raíz 
 -el pánico infantil frente a mi madre deprimida 
el terror a la nada que devora la gente- 
nada puede levantarme 
 y tú funcionas 
 
 40 
 
TIRANÍAS QUE PODRÍAN NO SER INOCENTES 
 
La pataleta de un niño 
y aun así me gustas 
tirano de tiranías que podrían no ser inocentes 
de privarme yo del abanico que dispersa el calor 
a las ofensas. 
Qué mal amamos 
 los que en la palabra entrega abandonamos 
 la memoria para construir futuro 
Qué pésimo suspiro 
 el de una ira que promete esperanzas 
 en la repetición de los errores de siempre. 
 
 
 41 
 
LAS ÚLTIMAS ESTRELLAS DE LA NOCHE 
DESDE EL ADOQUÍN QUE SE ACABA 
 
No hubiera dormido contigo 
ni inventado el juego de amor que desgasta el aire de la madrugada 
 cargado de vacío. 
Voy soltando paso tras paso la noche 
 -se tiñe de despertares 
 enfermeras apresuradas. 
¿Por qué la ausencia de tu mano se ha convertido en insulto 
cuando por la mañana nuestra saliva amarga se carga de nostalgia? 
La estrella se difumina en un azul todavía nocturno 
pero ya no hay paz 
 y un ansia de hacer me devora. 
Necesito aquietar la mente 
tornar silencio esta idea fija de no saber cómo amarte. 
Por mí pasa la estela de un cigarro 
recodo de pasión, consuelo de tabaco: 
no me enciende el deseo 
 tan sólo la añoranza del día fumando frente al puerto. 
Una mujer en la esquina espera que alguien venga por ella 
 
 42 
la miro en el desvelo 
 y me veo sentada con mi libreta entre manos. 
Nunca sabrás qué es una mañana 
 y mientras te alejas lo lamento por ti: 
este sonido de acera barrida 
 de tos 
 de auto que arranca 
y los buenos días por una voz aguda de mujer. 
No tendrás suspiros por las luces que se apagan en el celeste 
mientras los pájaros despiertan en bandada. 
Ya no puedo esperar a tu lado el movimiento de la sábana 
 un beso malhumorado 
necesito pasos, incendios de rojo sobre las dunas. 
 
Voy llegando a la casa. 
No arrastro los pies como imaginé haría: 
tengo sueño y un vecino me saluda. 
 
 
 43 
 
ONCE VECES MADRE Y AUSENCIA 
 
Lo he amado como a una niña sin rumbo 
hija perdida por la orfandad 
 que apega al berrinche 
huérfana de años que todos deberían tener 
 huérfana de derecho a que la propia voluntad se cumpla 
Lo he amado 
 hijo de fusilada 
 de desaparecida 
 tan muerta de improviso que es imposible 
madre madre once veces madre 
 y ausencia 
 
Su legado es la nula tolerancia a la frustración 
y el agotamiento que provoca 
el amor en quien lo ama 
 
 
 44 
 
LOS PUNTOS SOBRE LAS I 
 
Mientes: 
entre tú yo nunca hubo paz. 
Para ser buenas las noches 
deben tener algo más que papilas 
 gustativas 
alborotadas sobre tu vello púbico. 
Para terminar bien 
la noche necesita del olor a café 
o un beso matutino. 
Tú nunca supiste despertar 
 
 
 
 
 
 
 
TARDES EN LA CASA DE MONTSE 
 
 
 
 
 
 47 
 
Benque Viejo del Carmen, 18 de marzo de 2008 
 
I 
Sabe la tarde a tiempo que escurre 
- vagamente añil 
y con olor a tierra quemada. 
Luego vendrá la luna 
inaugurará otro tiempo la noche. 
 
En el monte, a lo lejos, fuegos 
para recordarnos que las personas velan 
 
la soledad se calma al espantar el sueño. 
 
Mas la tarde sabe a tus palabras 
Te miro hablar 
 los perros lamen tu voz 
y mi hija, ya grande, acomoda las fotos de tu amor difunto. 
 
 
 
 
 48 
II 
 
En tu casa cultivo más recuerdo que en la mía propia 
calores agobiantes en la hora ansiosa de los moscos 
mi hija vestida de blanco 
 mi hija en el techo 
 mi hija entre buganvillas. 
Bajo la fuente de los perros digerimos mi divorcio 
 el tuyo 
 tu nuevo amor. 
Por tu casa pasaron las horas 
 los amigos 
 muchos planes 
 y recuerdos más antiguos. 
Pensé por momentos que el tiempo aquí sedetendría 
que tú y yo cruzaríamos la vida como mujeres sanas de mediana edad. 
Mas ahora Manolo es polvo para el aire que dispersa los tiempos 
yo me he enamorado nuevamente 
Helena está a punto de emprender el vuelo 
Tu casa me duele como una utopía 
y la miro envejecer en la humedad del trópico 
las plantas maltratadas por los perros. 
 Tu casa. 
Siento un deseo enorme de sacarte de ella.
 
 49 
 
EN LOS OJOS DEL INSOMNE 
 
Las horas cuando las estrellas extravían su ruta en los ojos del insomne 
son tiempo de vía láctea abovedada 
 en el calor del trópico. 
Saben a despedida y a ron amargo en las encías 
 
 
 50 
 
Se prepara a la lluvia la tarde 
el viento sacude las ventanas 
la hamaca mece el aire que borbotea enojado a lo lejos. 
En especial el cocotero la espera con ansiedad amante. 
 
 
 51 
 
PUEDE SER QUE TÚ VUELVAS A MÍ 
 
Puede ser que tú vuelvas a mí 
como quien se fue sin llevarse nada más que el asombro de todos 
arropada en una sábana blanca 
más acá de deudas y deberes. 
O que regreses hecha el fantasma 
de las mil cosas que no hubo tiempo decir 
y reclames mi llanto 
 el ataque de pánico 
 la noche que envuelve mi ir siguiendo el tuyo. 
 
Entonces, hermana, haré lo que sea para hablarte 
mojarme en las lluvias de marzo 
empujar montaña arriba el carrito de tus juguetes 
reír tan fuerte que el respiro ahogado parezca llanto. 
Daré por supuesto que sepas lo que no sé 
pues la muerte otorga la madurez que no alcanzaste. 
Me dirás los secretos de familia 
-que todos, no sólo yo, contamos mentiras- 
explicarás por qué de infinitas obsesiones 
 
 52 
me quedó la que hacía de las letras redondas un mensaje 
por qué la política me enamoró más que el amor 
por qué todavía lloro sin motivos. 
 
Tal vez vuelvas a mí convertida en un perro roñoso 
cuando se habrán ido los estudiantes cuya piel huele a reflejo de mi entusiasmo juvenil. 
 
 
O nunca vuelvas 
y yo te recree, hermanita de bucles claros, 
como el anhelo de perfección que no fue. 
 
Lo cierto es que ahora evoco una tarde de finales de verano: 
el heno quemado por el sol en mí conjuraba 
un revolcón con el más bello de los segadores de trigo 
mientras en ti desataba un ataque de asma. 
 
 
 53 
 
CONDENAS 
 
I 
Habíase una vez una niña 
una cola 
uno de esos países del norte donde el otro es ruido y no se ve. 
La nieve como una página en blanco. 
El tiempo largo y lento. 
 
El suéter de mamá derrotaba el frío. 
Dolor y placer eran aún equivalentes desconocidos 
no así el tedio y la vergüenza. 
 
La niña 
 precisamente ahí 
 y en ese tiempo 
adquirió el hábito pernicioso de su existencia. 
 
Imagina un drama para volverse personaje 
un panorama 
 
 54 
un ambiente. 
 
Desde entonces no le importa 
que traicionen las promesas 
ni lavar platos. 
Sólo el trabajo la salva 
y, a veces, que se le concrete 
 la revolución 
 el amor 
 o la entrega 
 
 
II 
Besas con tu alma 
el sueño de otro inexistente. 
La noche abriga pánico y anhelo 
todas las espinas se clavan en tu aura 
y el placer es absoluta síntesis 
 de los dolores que cuidas como brotes de verde 
 
 
 
 
 55 
III 
No sabrás del amor sino por el grito 
esperarás que crezcan los huesos del futuro bajo tierra 
semilla tiempo edades 
presencia de montañas como almohadas donde apoyar la cabeza. 
Serás según el poema tome forma 
 
 
IV 
Ama 
 Cama 
 Fama 
 Rama 
 Flama 
 Llama 
 
 
 56 
 
CONJURO 
 
Usé el dolor como instrumento 
falsa jugada de falsos sentimientos que creció a la fuerza 
 con voluntad de elefante. 
 
Hoy renuncio a la ilusión de controlar 
 la corrección de la palabra 
 la métrica 
 toda sensibilidad para disponer el ánimo a la letra. 
Renuncio y reconozco 
a la amiga 
 la hija 
 la amante 
y aun a ese hombre que se cuela por la concreción de eternidad en un segundo. 
Limpio al sol mi vida de niña 
 digo adiós a la jovencita arrojada. 
 
Herramientas fueron las guerras 
el sufrir de otros, ajeno y pregonado: 
 
 57 
heroicidad inventada para dar cuerpo a cuentos verdaderos 
 deseo de ser personaje de mí misma. 
 
Hoy miro al mundo que se acaba 
 la lluvia sucia del atardecer 
y sueño. 
 
 
 58 
 
EL SUEÑO DE OTRO 
 
La casa del abuelo ha sido dividida 
 entre cinco voraces herederos. 
El viejo quiso vivieran juntos. 
¿Habrá sueño de otro 
 que pueda heredarse? 
 
 
 
 59 
 
 Para D. 
 
Jugué tan limpio contigo 
que el amor se hizo tierra pegada al fondo de mis pantalones. 
 
Te otorgué la pasión eterna 
rescoldo que enciende la paja por el viento o la mañana 
en todo lo dicho suscrito filmado. 
 
Fuiste una foto un teléfono 
expliqué cada uno de mis actos 
le di razones a la razón y tragué los mocos de la ira. 
Nunca los celos incomprensibles de quien desconoce 
la duda que se despeja feliz en el beso 
hicieron presa de nosotros. 
Me fui. 
 
Suelto el caballo palpitante enredado en mi tobillo 
le ofrendé mi sumisión al camino. 
 
Me fui 
 
 60 
dejándote un te amo 
vestigio de un culto al todo sin remedio. 
 
Ningún hijo plan matrimonio 
sólo un mundo que nos traicionaría cien veces 
porque lo construimos a la medida de sueños 
 capaces de sobreponerse al temblor de la 
 entrepierna. 
 
Te dejé 
la casa las calles la imagen de mi cuerpo a los 20 años. 
 
Luego 
 muchas veces 
te olvidaste de mí para vivir 
 
y yo de ti 
para no pensar que el asesinato de la gallina de huevos de oro perdió sentido. 
 
Ahora nos reencontramos como niños 
huérfanos al fin. 
 
 
 
 
 
 
 
OCHO CIUDADES 
 
 
 
 
 63 
 
Alargamos el tiempo del avistamiento; los ojos navegan sobre el agua transparente que 
las olas apenas remueven; cada instante es el preámbulo de la visión de las sólidas 
columnas de Al Mina, sus blancas murallas derrumbadas. Ahí está Tiro la bella. Tiro que 
Alejandro Magno arrastró a tierra firme. De todos los puertos el que más asemeja la caricia 
del amante, palma abierta que recorre a escondidas el cuerpo que jamás será suyo. 
Tiro huele a azahares y viste de púrpura a las mujeres importantes. El puerto sabe a 
tarde de sol que agota. Es bella como el movimiento de la amada, y se da tan pocas veces 
como las pasiones invencibles. Ansiada piedra ardiente de agostos asesinos. 
Cuando el invierno finalmente cae sobre Tiro, es gris, mojado a medias, recuerda las 
bombas israelís sobre los hospitales. Su llovizna ensucia las calles, hace rechinar los autos 
que caen en los baches omnipresentes. Entonces las casas devastadas por siglos de guerras 
huelen a garbanzos y a pañales sucios. 
Es cuando muy lejos de Tiro las marineras suspiran y por las callejuelas del barrio 
cristiano y del barrio musulmán sus habitantes deciden abandonarla. 
 
 
 64 
 
Por Siracusa murió Arquímedes, por sus playas robadas al puerto donde dibujar en la 
arena con un palo las fórmulas de sus cálculos ensimismados. Por Siracusa recobró la 
pasión Caravaggio, viajero impenitente de la culpa de abandonar el pincel por la espada, 
asesino de homicidas con licencia de santos. 
Un montón de piedras blancas acostadas sobre el litoral. Nada más. Pero como a las 
diosas y a las ninfas sedujo mi frente. Ciudad de tiranos, de palabras dadas, de espadasque 
cuelgan sobre la cabeza de los amantes que aspiran al poder. 
Es mi amada. Por ella me dejé poseer y abandonar. Han pasado los años, al cerrar los 
ojos sobre la Marina Grande las historias emergen de la piel del tiempo. 
Agua quieta, cielo que al atardecer enrojece transparente. De vez en cuando, el Etna la 
cubre con sus cenizos oscuros, la bañan los humos fétidos de la refinería de Priolo, Apolo 
llora sobre ella el rechazo de Aretusa a quien convirtió en la fuente que sacia la sed de 
todos. Tan estúpidos los dioses como los hombres. 
Es mi amada, mi ciudad, la de los siete nombres, la que hiere a sus mujeres. Siracusa 
de plazas como salones, de escaleras que suben al remanso de quietud por el cual una y otra 
vez volvió Platón hasta ser vendido como esclavo y rescatado como amigo. 
Es mi amada, la que me ha lanzado al mar, mi puerto perdido. 
 
 
 65 
 
¿El Dorado? Yo he visto esa ciudad. Pero nadie debería haberlo hecho. Sus mismos 
habitantes se han ido porque el brillo de su belleza trae muerte. La iglesia se erigía sobre 
una colina de piedras preciosas y sus muros eran de cuentas de oro y lapislázuli. Cuando un 
rey llegaba a postrarse ante las figuras altivas del estrado, su pueblo había trabajado tanto 
para que el soberano pudiera ofrecer un regalo digno al altar que, al poco tiempo, caía 
rendido ante las enfermedades, el hambre o el enemigo. 
Por las calles no aleteaban olores, ni buenos ni malos. Se oía, eso sí, el trino de un 
pájaro mecánico de pico de rubí, ojos de esmeraldas y plumas de filigrana entretejida de 
diamantes y zafiros. En tiempos muy lejanos, el emperador de China se lo había enviado 
por amistad o venganza al señor de El Dorado y éste se embelesó tanto con su canto que 
mandó llenar de oro fundido los mirlos, canarios, cenzontles y ruiseñores de la ciudad. Sus 
cadáveres resplandecen ahora como estatuas en abandono. 
No, nadie debería ir a las puertas de El Dorado, ni cruzar sus puentes asfaltados con la 
plata de las minas del Potosí: cada pisada despierta el suspiro de un muchacho muerto en la 
flor de la edad. Tampoco debería beber de su agua transparente como el cristal de roca y 
como él sin sabor, sin algas y sin peces. 
Yo fui porque era joven y no quise obedecer a mi padre que me había ordenado buscar 
la fortuna en el matrimonio. Entonces eché a andar y no la encontré en Samarcanda 
destruida por Gengis Kan, ni en las cuevas de las colinas de Sajonia de donde han emigrado 
los dragones, ni en la resplandeciente Bagdad que Bush ha reducido a polvo. Tampoco la 
India tiene una ciudad de oro, ni todos esos pueblos donde a un dios de compasión se llevan 
 
 66 
monedas para recibir más de ellas. Fue al final de un desierto, después de cruzar por 
fortalezas quemadas, cuando ya no tenía yo voluntad ni convicciones que, al atardecer de 
un día de verano, vi a lo lejos el rayo del sol moribundo reflejarse en la fachada de su 
iglesia. 
No, se lo digo de verdad, nadie debería buscar El Dorado, es muy peligroso 
encontrarla. 
 
 
 67 
 
El Usumacinta fluye lento entre el follaje del B’akaal cuando las lluvias escampan y el 
Chixoy, el Ixcán y el Xalalá menguan la intensidad de su entrega. Llegan los saraguatos 
entonces a sus orillas y aúllan la historia trágica de Lakam Ha, que una vez abandonada fue 
Otolum, y terminó teniendo el nombre de Palenque. Los viajeros sin embargo no entienden 
el lenguaje de los monos del río, se encogen de hombros, o reman con más prisa. 
Lakam Ha fue la hermosa ciudad donde K’inich Janaab Pakal hace mil años sacrificó 
su amor a la ceiba de la sabiduría y ésta lo castigó otorgándole dos dones: más poder que a 
cualquier hombre en las Tierras de las Casas Fuertes y la seguridad que sus nietos lo 
perderían. 
La fértil Lakam Ha inundaba de mazorcas y cantos todo el B’akaal, de las Montañas 
de Agua a los pantanos del mar salado. Crecía feliz, la belleza la obsesionaba y en sus 
ceremonias los dioses bajaban a bailar con campesinas y sacerdotes. Fue rica de pronto, y la 
riqueza le trajo guerras desconocidas y con ellas catástrofes y alianzas. El reino de la 
Serpiente derrotó a los que veneraban al Quetzal Jaguar. 
Perdida está la divina señora, perdido está el rey, lloraban los artistas del B’akaal 
cuando los guerreros de Calakmul destronaron a la bella y fuerte Yol Iknal, hija y madre de 
muchas generaciones de ajaw. 
Vinieron luego años de lluvias tristes, trabajo y soledad hasta que la señora Sak K’uk 
devolvió el esplendor al B’akaal. Tuvo un hijo del río. Lo llamó Pakal, lo hizo grande, oyó 
que lo nombraban K’inich, el Alto Sol, y tuvo miedo. Supo de los monos que traducían los 
suspiros de su marido que sería un hombre de sabiduría, el mejor de los señores y los 
 
 68 
artistas de su reino eclipsarían las bellezas de la gran Tikal, pero –y el peligro era 
desordenar el equilibrio que rige a la tierra en sus trece movimientos- tendría que escoger lo 
que el corazón del pueblo necesita para crecer. 
Sak K’uk supo que entre el sol y la vida está la blanca ceiba de la elección. A ella 
envió a su hijo: Ve, porque bajo tu mando crecerá el maíz como tu fama y la sabiduría 
como tu fuerza, pero no deberás equivocarte o de derrota en derrota llegaremos a olvidar a 
los dioses y a servir monos claros. 
Pakal tenía 12 años, era bello como la luz bajo la sombra de un alto caobo. Amaba a 
Yax Ki, pero se casó con la princesa Oktán creyendo en el poder de su padre para proteger 
sus tierras. Durante un siglo, él y sus dos hijos fueron los más grandes de los grandes en 
B’akaal. Cuando las tropas de Toniná llegaron sin trompetas y los dioses no avisaron a los 
sacerdotes de la máscara del jaguar del otro Mundo, el viejísimo nieto de Yax Ki recordó 
que las lágrimas de su abuela habían despertado la furia del río Tulijá que decidió vengar su 
afrenta tras darle el hijo de la muerte por esposo. Cincuenta y dos katunes deberían 
transcurrir antes que la Diosa de Piedra que el río labra con su caricia aguada se apiadara de 
los hijos de los hijos de los cantores de la grandeza de Pakal. 
En los muros de Toniná los jeroglíficos registran las derrotas de Palenque, en los libros 
de Madrid se cuenta el fin de Toniná. 
 
 69 
 
El cinturón de oro que reventó su chancro sifilítico, Rimbaud lo consiguió en Tombuctú. 
Llegó porque, le dijeron, la voz de dios sólo se escucha en los cuentos de Tombuctú. 
Se agazapó tras la sombra de África, marchó su desierto de soledad sin nubes, cruzó 
los ríos de oro, mas no levantó el velo de la morena que lo arañó de un vistazo. ¿Podía 
acaso un relato contener más imágenes que el color de las vocales? 
Luego, perdió el alma, el color, la sonrisa. En sus últimos años, para conseguir dinero 
no desdeñaba vender personas y la aventura del viaje se le hizo trizas en el quemante deseo 
de presenciar la superación de todos los límites. 
Tenía poco más de treinta años. Una edad divina. No declamaba ya versos, ni bebía el 
abscencio de los labios de un adulto dispuesto a todo por su insultante belleza. Era un 
vendedor de esclavos, un asesino cualquiera. 
Arribó a Tombuctú deslumbrado por siete cuentos, siete promesas escuchadas en 
Marraquech y que interpretaba a medias. Le dijeron que ahí cambian los colores de la tierra 
bajo el arcoíris. No encontró la ciudad de oro ni la fuente de Gilgamesh. Cuatro palmeras y, 
en la orilla más al sur, una mezquita de desierto. Su semblante jugaba a las escondidas con 
la arena mojada de un río que aparecía y desaparecía a su antojo. Bereberes, camellos, 
nigerianos, mujeres y hombres como sólo dios sabe imaginarlos. 
Y de él nadie sabía nada. Era un vendedor de esclavos. Ya deambulaba muerto el 
poeta que vio amarilla la a de la historia y roja la i del trino que se originan en la tierra sin 
límite de las fantasías de Tombuctú. 
 
 
 70 
 
A los tres años dejó de tocar el suelo con sus pies. Era la Kumari. 
Escogida entre las familias que descienden de Siddhartha Gautama, el príncipe de los 
Sakia de Kapilavatthu,el que dio cinco pasos al nacer a orillas del estanque, ella es 
perfecta. No tiene marca en su piel ni mancha de miedo en el alma. Su sonrisa sobrepasa las 
pruebas de los sacerdotes, los dioses acompañan los gestos de su pausada condescendencia. 
¿Sabe ella el precio de ser diosa en tierra? 
Las mejores cocineras brahmanes cocinarán sus alimentos con las ofrendas de los 
devotos. Para que sus pies jamás hollen el suelo del segundo piso del palacio que la recluye, 
cuatro cargadores la llevarán en hombros. Si así lo desea, podrá mostrar su rostro, su joven 
figura y los oros de las esposas del dios, para apaciguar los ruegos de los fieles durante un 
minuto. 
 
Cada década en Katmandú una niña es diosa desde hace dos mil años. Una niña en 
todo Katmandú. Una niña que es Kumari, la perfecta, la todo poderosa, la sin gravamen. Su 
mano bendice la voluntad de un capricho. 
 
Luego un día su sangre baja por la entrepierna. Una mujer de repente toma el lugar de 
la diosa. Una mujer nada más. 
¿Qué hombre se casaría con la mujer que es diosa hasta el día que sus adoradores la 
dejan caer? 
La que fue esposa del dios, no tiene marido en Katmandú. 
 
 71 
 
Roma es una bella tarjeta postal. No hay dulzura en sus calles, ni nadie que cante una 
canción. Para sentirse bien en Roma hay que ser un turista con dinero en un hotel del 
centro, caminar hacia el café de Sant’Eustacchio sobre adoquines mojados por la lluvia 
soleada de abril y tener la suerte de ver a una muchacha triste deslizarse por las callejas de 
una ciudad de prohibiciones, recatos y paranoias posmodernas. 
Yo no amo Roma. En sus cielos no se mueven las nubes, su río no corre, sólo octubre 
se llena de colores con las hojas de los plataneros que caen. Pero la amé. Era la primavera 
de mi vida, la primavera de la vida entera. Roma tenía entonces lecherías con mesas de 
mármol donde se bebía el café en vasitos de vidrio grueso. También la suciedad necesaria 
para reconocerla viva. Por sus calles iba descubriendo el amor en besos robados a 
monaguillos, manos sudadas de estudiantes que pasaban las noches discutiendo sobre la 
revolución permanente, nalgas firmes de caminantes que recorrían las subidas y bajadas de 
sus siete colinas. 
Luego, una noche cualquiera, cuando creía que el mundo era perfecto, detrás de la 
iglesia de una de las mil santísimas trinidades, vi a tres muchachos guapos apearse de sus 
motos. Se acercaron a la escalinata donde dormía un indigente. Lo rociaron de gasolina y le 
prendieron fuego. Yo estaba detrás de un portón alto de madera con uno de esos amantes 
que se escogen para probar la delicia de ser joven contra otra piel joven. Me abroché la 
camisa y grité desesperada ¡Socorro, socorro!, en el silencio cómplice de la oscuridad 
estrellada. Esa noche la policía llegó tarde, mi amante se esfumó, nadie le prestó atención a 
 
 72 
tres motos sin placa. Roma no se inmutó. Dicen que con ese aire de princesa en decadencia 
cruza los siglos. 
No, yo no amo Roma y no me duele que se la devoren los turistas. 
 
 
 73 
 
Afrasiab la construyó Sogdiana, un sátrapa rechoncho y simpático. No tenía ganas de 
inmortalizarse, pero era necesario darle abrigo a esos cientos que le regalaban comida, 
caballos y el botín de sus saqueos. Cuando Alejandro el Macedonio intentó invadirla puede 
que ya se llamara Maracanda. Resistió como una bella a la embestida del héroe. Seducción 
y capitulación no estaban en los planes de su ciudadela. Quería, podía, reinar sola. Ese 
engreído de mi colega Arriano, un imbécil que dejé en la gloria en Nicomedia, pero que 
ahora se pudre en las arenas del tiempo como todos los que han visto a Samarcanda resistir, 
ser golpeada, renacer, dijo que se opuso tenazmente a ser sometida. 
Yo soy inmortal mientras Samarcanda viva. Nací el día en que Sogdiana se 
emborrachó al punto de no querer irse más de ese oasis por donde cruzaban los camellos de 
los han y los de los persas. Me cobijaron sus esposas en la lana de sus mejores ovejas. Bebí 
la leche de las diosas de la tierra. Y la espada de los aqueménides desgarró mis hombros, 
experimenté los instrumentos para arrancar la piel del romano Quinto Curcio Rufo, quien a 
falta de palabras para describirla –era un pésimo historiador- dijo que era fácil, florecí con 
los persas de rasgos gentiles, fabriqué papel para los abasidas que le dieron literatura a un 
imperio de caballeros de rizos negros, sonreí cual puta que se entrega al descanso con los 
turcos qarajanidas, selyúcidas, karakitay y khoresmidas. 
El sufrimiento vino con las pirámides de cabezas cortadas, con las cenizas esparcidas, 
con mis amigas violadas y las fábricas derruidas por ese loco mongol que viajaba en una 
tienda jalada por cuatro toros peludos. Genghis Khan le decían los suyos, el rey Océano. 
Pocos sobrevivimos. Yo porque muchos siglos antes bebí el agua destinada a Enkidu y 
no pude estar el día del pacto en que los dignatarios de Gilgamesh renunciaron a la 
 
 74 
inmortalidad. En esos tiempos, a causa de mi pasión por los viajes, había llegado a ser la 
puta sagrada de Babilonia; por ello logré de Inana una promesa de liberación. Fue una diosa 
por supuesto, los dioses no conocen la compasión. Y yo sólo viviré mientras mi ciudad 
viva. 
Creí morir bajo las patas de los caballitos de esas bestias vestidas de seda, pero me 
rebelé contra los mongoles hasta que Tamerlán el cojo, Tamerlán el sabio me rescató, peinó 
y perfumó, haciéndome la favorita del reino de Transoxiana. Fui yo quien lo previno de las 
intenciones de Ruy González de Clavijo. Él sentía un amor que me devoraba de celos por 
ese embajador de Enrique III. En su honor llamó Madrid al barrio más rico de Samarcanda. 
Mi príncipe, la luna creciente de Asia, el general que sonreía como poeta, murió sin 
volver a mis brazos, apenas el tal Clavijo se marchó. Me queda el consuelo de reconocer 
que el español tenía la mejor pluma que un occidental tuvo jamás, la Embajada a Tamorlán 
realmente canta la dulzura de las huertas que rodean mi ciudad. 
Los uzbecos y los rusos, luego, no me gustaron. Duros y faltos de la menor cortesía. 
También es cierto que estoy poniéndome vieja y no me enamoro fácilmente. Cuando se 
conoce el mundo, sus bellezas y sus horrores, que no son ni lo mismo ni necesarios, 
entonces la falta de poesía enfada. Mi ciudad se hizo triste y sus bellezas se cubrieron de 
polvo. 
Hoy no sé qué quiero. Los médicos llaman depresión a mi enfermedad, yo le digo 
historia. Envidié la muerte del genial Omar cuando por cantarle al vino y al amor enojó a 
los sacerdotes y se hizo santo. Quise no ver tantas cosas, pero las vi. Ahora quiero morir y 
no quiero. La amo y la odio. ¿Cómo desear que ella desaparezca? 
 
 
 
 
 
 
PRÁCTICAS DEL DESAMOR 
 
 
 
 
Amor y desamor son sólo dolores diferentes 
XHEVDET BAJRAJ 
(A LA PRIMERA BOTELLA DE WHISKY) 
 
 
 
 
 77 
 
Todavía mi cama huele a tus brazos 
a sobaco habitado en las noches frías 
a sabor de un último ron de fiesta 
aleteo de tu pie cansado por las cobijas 
a cuando dices eres hermosa y me hago la dormida. 
Cambié las sábanas tiré los calcetines 
no abrazo la almohada 
mas me acuesto y un hedor a feromonas me sacude. 
Iré a dormir a la sala. 
 
 
 78 
 
A la edad de mi hija 
el dolor de vivir lo consolaba el faje. 
La escucho llorar 
y pienso 
que no puedo ser celestina. 
Qué impotente es la maternidad. 
 
 
 79 
 
No quieres que diga 
 que tus piernas son el 
 puerto de llegada de 
 mis sueños húmedos. 
 
¿Estás seguro de saber qué quieres? 
 
 
 80 
 
Siete treinta de la madrugada: han 
asesinado a otra mujer en Oaxaca 
callado su voz de ochenta y ocho tiros 
brutales como el robo y la censura. 
 
Nueve y cuarto: estalla un auto en Bagdad 
en el mercado donde los hombres compran lo que no hay 
y los niños corren 
cientos de muertos, luego la calma. 
 
Diez y media es la hora en que salen los capataces a despedir 
obreros por las callesde Coatzacoalcos 
el petróleo necesita máquinas sin derechos. 
 
Once y la bolsa de valores cae 
 
todo ello mientras tu lejanía sabe a 
silencio 
a nada 
a limón sobre una herida. 
 
 81 
 
DOS DE OCTUBRE NO SE OLVIDA 
 
Ya no marchas conmigo 
y revivo la soledad de las masas. 
Consignas 
 ausencias 
la poesía de Mayakowsky desvanece su sentido. 
 
Y pensar que le pedía a la lucha 
renacer el amor. 
 
 
 82 
 
Quisiera que mi poema escurriese 
como río en tierra de hadas 
pero qué hacer 
con la miel de los viejos que vuelven a casas vacías 
cuando a los setenta años se hartan de la ciudad la tristeza el desempleo 
y su pueblo no tiene gradas para sentar a los jubilados 
 
qué hacer con la tierra 
seca de tanto no haber sido trabajada 
la mirada de los hijos perdida en carabelas de opio 
 
y contigo amigo mío 
qué hacer contigo 
si me cuesta retener la mano sobre el teléfono 
y considerar imposible 
una cita para caminar en la madrugada húmeda del parque. 
 
 
 83 
 
Juntaré las páginas de los mapas, los libros, 
los calendarios que rompí para no deberle al tiempo 
tu ausencia. Con ellas haré velas para un barco 
sábanas para levantarme en vuelo 
pelotitas como ruedas para un próximo carruaje. 
 
Quizá mi suerte haya sido 
te dieras cuenta 
que ningún horario nuestro coincidía. 
Ahora puedo olvidar la noche 
tirarme al sol del mediodía para dormir la siesta 
 
luego leeré para planear viajes con la esperanza 
de una llanta ponchada un brazo roto 
daños que permitan detener los pasos 
en un pueblo de ventanucos de madera. 
 
 
 84 
 
Agradezco la mirada al amor de calle. 
La sonrisa de la muchacha en la parada del tranvía 
el viejo besando a su perro. 
 
No hay en la ciudad motivo para sentir que el aire espesa 
de no ser que esa mujer vio a la otra, la dueña de su andar, 
y juntas gritaron que las nubes navegan para ellas solas 
y todos, aun el policía, les creyeron 
como se sostiene a la verdad de un hilo. 
 
Te agradezco que volviera al niño 
anclado en la pierna de su madre 
la hermana mientras sonríe a su hermano 
la gata ronroneando en mi regazo. 
 
Supongo que es un regalo involuntario 
pero como a los ahorros de infancia 
no voy a desperdiciarlo. 
 
 
 
 
 
 
 
Y UN PROCESO EMOCIONAL 
QUE NO QUIERE QUEDAR OCULTO 
 
 
 
 
 
 87 
 
Fuego de gritar que odio el arrogante desdén del silencio 
sonrisita hipócrita de poder social. 
Para esta furia mía que exige 
la denuncia de mi crimen de lesa majestad 
 -rugido de venganza 
 latente insatisfacción 
 borrador de un primer capítulo de nuevos paradigmas- 
masculino y patronal son sinónimos. 
 
¿A qué le tiras al callar no quiero 
 quiero 
 no sé para cuándo? 
¿Qué es ese desaparecer incierto y acusador a medias 
 desprovisto de una sola palabra de reclamo 
que exponga de una vez 
el conflicto lacerante de dos deseos contrapuestos mientras vibran de pasión? 
 
Si vas a decirme que tu silencio es un adiós civilizado 
te diré lo que a Occidente: no creo en tu etiqueta 
exijo muestres tu cuerpo aquietado 
tu económico desinterés por mis recursos 
 
 88 
devuelvas mi libertad al tiempo. 
 
Como todo saqueador 
mientes al negar beneficios. 
Me senté en el fuego 
para reconocerme en el miedo de ver 
con el fin de reconocerte mi igual fluido y tangible. 
 
En el todo difuso 
tu eclipse es hostil 
un viejo valor 
sin cambio. 
 
 
 89 
 
 BELIZE AGAIN 
 
 AGAIN 
 
 again 
 
 
 90 
 
La vida es un perro que nada 
 
 
 ¿Un perro qué? 
 
 Nada 
 
Nada, nada 
 
 
 
 91 
 
Asir la mañana como el regalo de una diosa en descuido 
sin entender siquiera la totalidad de su importancia 
y gozarla hasta el fin 
-la noche, el siguiente día, el aire que se acaba- 
en la dureza del camino la brazada en el agua de mar. 
Asir la mañana dormir la noche 
la piel húmeda como hoja al rocío 
el remo en la mano al enfrentar la ola. 
 
Ninguna nostalgia solo el presente 
no vaya a ser que en el recuerdo se cuele 
la consabida previsión del futuro 
 
 
 92 
 
Amarte fue un intenso regalo 
El olvido es ahora una tarea 
que enfrento en compañía 
Como todo trabajo 
 el fin de semana se suspende 
suspiro en la hamaca 
y recuerdo tu boca con olor a mañana 
 
 
 93 
 
Cuando no sabes qué decir 
hombrecito que he elevado a la altura de mi pasión 
gritas 
 ¡Tú de mí sólo quieres sexo! 
 Iluso: 
yo de ti lo pretendo todo. 
Y no va a ser suficiente 
 
 
 94 
 
¡Ah qué magnolia! 
Cómo se le habrá ocurrido crecer en este trópico hacinado 
al lado de una palmera 
a la sombra de un mango 
donde la madre cacao le limpia la tierra 
 y el helecho la cosquillea. 
Pensar que fue seleccionada por un jardinero enjuto 
comprada por un novio encorbatado. 
Tan bien que se le veía. 
Pero la princesa la raptó de su palacio 
para llevarla a morir de sed en febrero 
y de gozo todo el resto del año. 
 
 
 95 
 
Mosquito 
 mosquito 
 mosquito: 
¡Te voy a matar! 
En este caso la ley de la selva 
es la palma de mi mano 
destripando tu cuerpo sobre la piel del muslo 
con más remordimiento por el piquete que alcanzaste asestarme 
que por tu efímera vida de chupasangre. 
Todavía no medito lo suficiente 
 
 
 96 
 
Por pañuelo una tela verde y naranja 
naranja y verde 
 la tela de mi falda 
 el vestido 
 el chal y la camisa. 
Un velo de tela verde con naranja 
me cubre las tetas. 
Ya no son como fueron 
 pero todavía aguantan 
 
 
 97 
 
Me como las e 
mastico el inglés 
considérenme totalmente incapaz de concebir el sonido de las s 
y con esta lengua sin embargo 
puedo decir te amo 
 tengo hambre 
 voy a navegar en el reino del sol y las sombras 
 
 
 98 
 
Mi querido Ulises he descubierto tu secreto 
no eres un alma en busca de descanso 
menos aún un héroe 
nomás un marido 
uno de esos sádicos que dice 
 amándote me voy 
y consigue tanta gloria cuantos amigos pierde. 
Luego un día vuelve a casa 
porque está celoso de que su mujer goce 
con tejer y destejer 
el arte efímero de la vida. 
 
Frente al mar, mi querido Ulises, 
se diluyen los secretos de los navegantes 
y cualquier hombre vuelve a ser 
un coral que se desgasta en la arena 
 
 
 99 
 
Voy a colgarle del pescuezo un reloj al pájaro ese 
 el esquizofrénico 
 el vestido de ojo blanco y azul como daltónico. 
Por las mañanas despierta a cualquier hora 
y grita. Caray si grita. 
Cumple con llamar el sol cuando flojea aún tras la tierra 
para obligar al trabajo. 
Un reloj de fácil lectura 
doce números en redondo que le enseñen 
 cuándo cacarear con su voz de macho. 
Es cierto 
nada tan masculino como un pinche gallo. 
 
 
 100 
 
Nomás al callar el día 
el aleteo de la mariposa aquieta 
la rana el jaguar todos los monos 
se dicen lo que el agobio del calor esconde 
y ríen lloran se aman 
para poblar los sueños 
que acuno en la hamaca 
 
 
 101 
 
Por años pensé que siempre me equivocaba 
luego que sólo los otros lo hacían. 
Hoy empiezo a dudarlo: 
quizá la cosa sea más salteadita 
 
 
 102 
 
Que caiga como ancla la vida. 
Mientras no encalle y rompa 
frágiles equilibrios marinos 
ni arrastre corales conchas y anemonas 
que suba y baje mil veces 
 de las honduras a cubierta. 
Tú, mi pequeña flor de mar, no le temas 
síguele el juego. 
 
 
 103 
 
Cinco deseos como cinco soles 
del centro a los puntos cardenales 
en desbocado afán de empujarse hasta llenarlo todo. 
Cinco intentos 
 cinco placeres 
cinco veces del magmaal tedioso orden que antecede la muerte 
buscando del este respuesta 
del norte y el sur amores 
del oeste la aventura de la nada conocida. 
Cinco soles cinco vidas 
cinco rumbos para el barco que se aleja. 
Todo está permitido 
menos quedarse 
 
 
 104 
 
Más de una ciudad ardería por ti 
de no ser que un asalto se planea con tiempo y 
yo soy dispersa. 
La paz es también falta de obsesiones. 
 
De ser yo una reina traicionada, no engendraría la Iliada: 
¡qué fatiga y pérdida de tiempo! 
 
Soltaría mi trenza frente al mar 
en el placer de un verano silente 
 (sé que al amor, ese engreído, esto no le va a gustar nada) 
y 
 que no se alebresten los amantes de la épica 
y 
 de ser que él pasara por ahí 
 de que yo tuviera los ojos abiertos 
 y nada más que hacer 
pues 
 ¡me conseguiría a otro Paris! 
 
 
 105 
 
 Para Helena, el amor que me acompaña 
 
Petén es el aire que denso respiras 
mientras atraviesas su amanecer 
de saraguato iracundo, 400 voces de cenzontle, 
guacamayas alborotadas. 
Y yo que quisiera defenderte con la fuerza de un jaguar poderoso 
yo voy contigo. 
 
Es el sabor a boca de las hojas caídas 
la caoba y la ceiba 
que sin lianas sostienen un mundo de insectos. 
 
Antes de la carne y el caballo 
mucho antes del cuchillo y los piratas 
cuando el mar verde era neblina tras la lluvia 
ya estaba el guajolote azul y la pantera 
las sombras del río Belice 
la trenza gruesa por donde se sostiene la cola de mil monos. 
Ya estaba coralillo a la espera. 
 
 
 106 
De selva son las veredas que bifurcan el destino de todas las vidas. 
Plumajes 
revolotean por la orquídea negra de un pino caliente 
y la filigrana de una araña se cruza por tu cara. 
 
Sudas la madrugada entre goterones de lluvias veraniegas 
y feroces lodazales. 
El viento se detiene 
un aullido persistente horada la ternura de tus pensamientos. 
Y yo contigo. 
 Contigo yo. 
 
 
ஜ 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 107 
Nota sobre la autora 
 
Francesca Gargallo 
(Sicilia, Italia, 1956. Radica en la Ciudad de México desde 1979) 
http://francescagargallo.wordpress.com/ 
 
 
Escritora, caminante, madre de Helena, partícipe de redes de amigas y amigos, Francesca 
Gargallo es una feminista autónoma que desde el encuentro con mujeres en diálogo ha intentado una 
acción para la buena vida para las mujeres en diversos lugares del mundo. 
Se prepara a la lluvia la tarde condensa una selección escrita a lo largo de veinte años. 
Preceden a este título otros libros de poesía en español, Hay un poema en el mundo (1986) y A 
manera de retrato una mujer cruza la calle (1990), y en italiano, Itinerare (1980). 
Tiene una destacada obra novelística: Estar en el mundo; Marcha seca; La decisión del capitán 
(Beca del Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde”, 1996), entre otras. Su libro de 
cuentos Verano con lluvia ha sido leído por feministas de varios países y ha recibo una buena crítica. 
Además de su obra poética y ficcional, ha desarrollado un importante trabajo de investigación en 
historia de las ideas: Garífuna, Garínagu, Caribe (Premio al Pensamiento Caribeño, UNESCO y 
Editorial Siglo XXI, 2001); Ideas Feministas Latinoamericanas (Premio Libertador al Pensamiento 
Crítico, Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, 2006); Saharaui, el pueblo del sol 
(reflexión sobre el pueblo saharaui desde hace treinta años en exilio y resistencia en Argelia); Siete 
pintores de una generación (con la colaboración de Rosario Coquena Galo Moya, Premio Nacional 
Bellas Artes Luis Cardoza y Aragón para Crítica de Artes Plásticas, México, 2010). 
Su trayectoria de escritora y activista fue distinguida en 2011 con el premio Medalla Omecíhuatl 
que otorga el Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México, Gobierno del Distrito Federal. 
http://francescagargallo.wordpress.com/�
 
 
 
Se prepara a la lluvia la tarde es el último poemario de Francesca 
Gargallo. Llega con una amplia dedicación de amistad y con el poema de 
una incansable vocación en la historia compartida: 
Nací viajera 
 sombra de un tren sobre las zarzamoras 
 huella de barco. 
Me vive lo que todavía desconozco y lo ya recorrido 
 el aire brioso de los Andes 
 el mar Caribe 
 la noche en una ciudad de invierno. 
Entonces tomo la mano que pinta las calles, 
le ordeno un cartel que se vea desde muy lejos: 
La calle es de quien la camina, 
 las fronteras son asesinas. 
Ahorro peso sobre peso y una primera mañana 
giro la manija, cierro despacio la puerta 
y me voy con el tiempo del paso 
sobre el suelo de todas. 
La calle es de quien la camina 
Francesca Gargallo 
(Sicilia, Italia, 1956. Radica en la Ciudad de México desde 1979) 
http://francescagargallo.wordpress.com/ 
 
 
http://francescagargallo.wordpress.com/�
	A manera de prólogo con dedicatoria
	LA OTRA UNA MISMA
	LA CALLE ES DE QUIEN LA CAMINA
	ESA QUE POR AHÍ ANDA
	Achichiguar la cruda
	MAÍZ CANTADO
	Qué pasión la del espejo y la ira atenta
	NO DIGAS
	COMO SI NO FUÉRAMOS
	LA LLUVIA ES UN ADIÓS QUE RUEDA A LAS ALCANTARILLAS
	BOSNIA, CONGO, CIUDAD JUÁREZ
	IRMA
	CUATRO MESES UNA SEMANA O HISTORIA CORTA DEL AMOR ETERNO
	PALIAR MAÑANAS
	ES LA NOCHE
	EL SUSPIRO QUE BEBO
	BESAR, BESAR, BESAR
	ENTRE PAREDES ABIERTAS DE UNA CASA GRANDE
	HAMBRE DE PAN Y CUERPO
	EN EL FÁCIL PEDALEO DE LA CIUDAD PLANA
	LO SIENTO TODO
	PEREIRA 7:15 A.M.
	FUNCIONAS
	TIRANÍAS QUE PODRÍAN NO SER INOCENTES
	LAS ÚLTIMAS ESTRELLAS DE LA NOCHE DESDE EL ADOQUÍN QUE SE ACABA
	ONCE VECES MADRE Y AUSENCIA
	LOS PUNTOS SOBRE LAS I
	TARDES EN LA CASA DE MONTSE
	Sabe la tarde a tiempo que escurre
	En tu casa cultivo más recuerdo que en la mía propia
	EN LOS OJOS DEL INSOMNE
	Se prepara a la lluvia la tarde
	PUEDE SER QUE TÚ VUELVAS A MÍ
	CONDENAS
	Habíase una vez una niña
	Besas con tu alma
	No sabrás del amor sino por el grito
	Ama
	CONJURO
	EL SUEÑO DE OTRO
	Jugué tan limpio contigo
	OCHO CIUDADES
	PRÁCTICAS DEL DESAMOR
	Todavía mi cama huele a tus brazos
	A la edad de mi hija
	No quieres que diga
	Siete treinta de la madrugada: han
	DOS DE OCTUBRE NO SE OLVIDA
	Quisiera que mi poema escurriese
	Juntaré las páginas de los mapas, los libros,
	Agradezco la mirada al amor de calle.
	Y UN PROCESO EMOCIONAL QUE NO QUIERE QUEDAR OCULTO
	Fuego de gritar que odio el arrogante desdén del silencio
	BELIZE AGAIN
	La vida es un perro que nada
	Asir la mañana como el regalo de una diosa en descuido
	Amarte fue un intenso regalo
	Cuando no sabes qué decir
	¡Ah qué magnolia!
	Mosquito
	Por pañuelo una tela verde y naranja
	Me como las e
	Mi querido Ulises he descubierto tu secreto
	Voy a colgarle del pescuezo un reloj al pájaro ese
	Nomás al callar el día
	Por años pensé que siempre me equivocaba
	Que caiga como ancla la vida.
	Cinco deseos como cinco soles
	Más de una ciudad ardería por ti
	Petén es el aire que denso respiras
	Nota sobre la autora

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