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Se prepara a la lluvia la tarde Francesca Gargallo Ediciones Corcon (Corte y confección) • 2011 SE PREPARA A LA LLUVIA LA TARDE Francesca Gargallo Ediciones Corcon (Corte y confección) Ciudad de México 2011 Título: Se prepara a la lluvia la tarde Esta obra está bajo una licencia Creative Commons Atribución - No Comercial - Sin Derivadas 2.5 México Francesca Gargallo, 2010, 2011 Foto de la contraportada: “Francesca Gargallo en Abya Yala (viaje entre Panamá y Colombia)” [detalle], por Helena Scully, 2010 Primera edición como libro digital, 2011 Ediciones Corcón (Corte y confección) Ciberactivismo en la Ciudad de México http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/mx/� http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/mx/� http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/mx/� 5 Contenido A manera de prólogo con dedicatoria .......... 9 LA OTRA UNA MISMA.......................... 11 La calle es de quien la camina ............. 13 Esa que por ahí anda ........................... 14 Achichiguar la cruda ........................... 15 Maíz cantado ....................................... 16 Qué pasión la del espejo y la ira atenta ....................................... 17 No digas .............................................. 18 Como si no fuéramos .......................... 20 La lluvia es un adiós que rueda a las alcantarillas ................................. 21 Bosnia, Congo, Ciudad Juárez ............ 22 Irma ..................................................... 24 CUATRO MESES UNA SEMANA O HISTORIA CORTA DEL AMOR ETERNO ............................. 25 Paliar mañanas .................................... 27 Es la noche .......................................... 29 El suspiro que bebo ............................. 30 Besar, besar, besar ............................... 31 Entre paredes abiertas de una casa grande ............................... 32 Hambre de pan y cuerpo ...................... 34 En el fácil pedaleo de la ciudad plana ................................ 35 Lo siento todo ...................................... 37 Pereira 7:15 a.m. .................................. 38 Funcionas ............................................ 39 Tiranías que podrían no ser inocentes ................................... 40 Las últimas estrellas de la noche desde el adoquín que se acaba ............. 41 Once veces madre y ausencia .............. 43 Los puntos sobre las i .......................... 44 TARDES EN LA CASA DE MONTSE .... 45 Sabe la tarde a tiempo que escurre .......................................... 47 6 En tu casa cultivo más recuerdo que en la mía propia ............................ 48 En los ojos del insomne ...................... 49 Se prepara a la lluvia la tarde .............. 50 Puede ser que tú vuelvas a mí ............. 51 Condenas ............................................. 53 Habíase una vez una niña .................... 53 Besas con tu alma ................................ 54 No sabrás del amor sino por el grito ................................... 55 Ama .................................................... 55 Conjuro ............................................... 56 El sueño de otro .................................. 58 Jugué tan limpio contigo ..................... 59 OCHO CIUDADES .................................. 61 Alargamos el tiempo del avistamiento .................................. 63 Por Siracusa murió Arquímedes .......... 64 ¿El Dorado? Yo he visto esa ciudad ............................................ 65 El Usumacinta fluye lento entre el follaje del B’akaal .................. 67 El cinturón de oro que reventó su chancro sifilítico ............................. 69 A los tres años dejó de tocar el suelo con sus pies ............................ 70 Roma es una bella tarjeta postal .......... 71 Afrasiab la construyó Sogdiana ........... 73 PRÁCTICAS DEL DESAMOR ................ 75 Todavía mi cama huele a tus brazos .......................................... 77 A la edad de mi hija ............................. 78 No quieres que diga ............................. 79 Siete treinta de la madrugada .............. 80 Dos de octubre no se olvida................. 81 Quisiera que mi poema escurriese ....... 82 Juntaré las páginas de los mapas, los libros .............................................. 83 Agradezco la mirada al amor de calle. .................................. 84 Y UN PROCESO EMOCIONAL QUE NO QUIERE QUEDAR OCULTO .................. 85 Fuego de gritar que odio el arrogante desdén del silencio ........... 87 7 Belize again ......................................... 89 La vida es un perro que nada ............... 90 Asir la mañana como el regalo de una diosa en descuido ..................... 91 Amarte fue un intenso regalo .............. 92 Cuando no sabes qué decir .................. 93 ¡Ah qué magnolia! .............................. 94 Mosquito ............................................. 95 Por pañuelo una tela verde y naranja .................................... 96 Me como las e ..................................... 97 Mi querido Ulises he descubierto tu secreto ............................................. 98 Voy a colgarle del pescuezo un reloj al pájaro ese ............................ 99 Nomás al callar el día ........................ 100 Por años pensé que siempre me equivocaba ................................... 101 Que caiga como ancla la vida. ........... 102 Cinco deseos como cinco soles ......... 103 Más de una ciudad ardería por ti ...................................... 104 Petén es el aire que denso respiras ............................. 105 Nota sobre la autora ................................. 107 9 A manera de prólogo con dedicatoria De: Francesca Gargallo Enviado: sáb, julio 3, 2010 6:11:02 PM Asunto: SE PREPARA A LA LLUVIA LA TARDE Mis querido/as amigo/as, Albricias: hoy estoy esponjada como un guajolote y es con gran satisfacción que les mando un regalito. Desde que publiqué Marcha Seca, hace ya 12 años, no había vuelto a sentirme satisfecha con mi escritura. Pero soy terca como una mula (de hecho, mi querido Minotauro, yo sí soy mucho más un híbrido de burra que de toro: las mulas tienen esa parte de asna que si no quiere ir no va aunque la muelan a palos que me encanta, la encuentro más inteligente que cualquier lógica) y no he dejado de escribir, aunque sí de publicar. Ahora he pulido un libro que realmente me gusta. Son más de 20 años que no termino un libro de poesía, pero ahora está. Es para ustedes con quien en estos 20 años he compartido algo, un café, una rabia, un examen, seis copas de vino, una tarde de diálogo, una satisfacción, una revista, una marcha, algo digno de un verso. Y va a la memoria de Amanda Castro, que por estos aires ahora anda revoloteando y respirando libre. Francesca LA OTRA UNA MISMA 13 LA CALLE ES DE QUIEN LA CAMINA Nací viajera sombra de un tren sobre las zarzamoras huella de barco. Me vive lo que todavía desconozco y lo ya recorrido el aire brioso de los Andes el mar Caribe la noche en una ciudad de invierno. Entonces tomo la mano que pinta las calles, le ordeno un cartel que se vea desde muy lejos: La calle es de quien la camina, las fronteras son asesinas. Ahorro peso sobre peso y una primera mañana giro la manija, cierro despacio la puerta y me voy con el tiempo del paso sobre el suelo de todas. 14 Matagalpa, 21 defebrero de 2008 ESA QUE POR AHÍ ANDA Esa que por ahí anda es un hallazgo palabra difícil y andar descalzo Cuando me río juega, pero yo no tengo nada que ver porque juega cuando lloro, cuando como, cuando la olvido Esa que por ahí anda me dijo ayer que tuvo un sueño Y me lo contó 15 Achichiguar la cruda tiernos cariñitos a la secuela de un alcohol movimientos lentos y un jugo que retrae la emoción Palabra deseo y nada La mano tantea el cuerpo agotado 16 MAÍZ CANTADO Una guarapeta como de ocho mil pesos de vino bueno y se me olvidó que tuve padre, que tengo madre y todos los deberes. No fue la cruda me despertó la mañana de sol y sombras maíz cantado y voces que retumban en el valle de mis volcanes. Hasta me dio alegría el poco dolor de cabeza. 17 Para Alma Karla Qué pasión la del espejo y la ira atenta tu mirada refracta la violencia impúdica hostil cotidiana del asesino a sueldo. Han golpeado a tu padre su voz tiembla y en el temblor se hace fuerte vence lo vivido se abraza a tu cabeza. El abuso -lo sabe todo cuerpo de tierra caliente- nunca es personal. Te abalanzas a zancadas sobre la palabra interno externo y real tu decir es ya un acto. 18 Huajuapan de León, septiembre de 1999 NO DIGAS I Cada vez que la noche baja y tú vuelves no me digas, niña buena, que soy tu mejor amiga. Nunca hables fácil mejor di palabra sueltas o canta o calla. II No enuncies una vez más que entendiste No lo repitas con el hilo de voz que las mujeres bastonadas usan para decir que sí. Prefiero la ignorancia la terca ignorancia de la rebeldía los ojos cerrados ante los golpes. Toda inteligencia esconde una razón para la entrega. 19 III ¿Qué ha sido de la duda de la posible renuncia, la imposible calma? Tu voz traiciona secretos, devela inconscientes; en el silencio de las tardes que se perseguían airadas había más fuerza que en tu ‘te amo’. 20 COMO SI NO FUÉRAMOS Entre el aliento detenido en la espera de tu presencia y la nada un tiempo de tintes múltiples escándalo aburrido y exaltado tal el ansia. Como si no fuéramos pero hiciésemos tu voz no dice lo que debe mis oídos escuchan por momentos. Es el andar a la pobreza de quien despierta temprano deja la cama camina aún sin luz y soporta la larga faena de la noche antes que las luchas se apaguen. Es también una fuerza de clorofila obligada: subimos a la luz donde nos espera un día seco. 21 LA LLUVIA ES UN ADIÓS QUE RUEDA A LAS ALCANTARILLAS Tu mano dos dedos de tu mano en realidad sobre mi pómulo: ni siquiera una caricia. La mirada ¿esconde? nuestra tristeza. ¿Qué decirte, amiga mía? Apremian los chubascos de primavera largas horas entre un sol y otro. ¿Qué vamos a hacer de tus pasos al sur, los míos al este? Dos dedos la mano entera se extiende es el mar de ala ancha sobre mi rostro. La casa aún huele a tardes de cocina al libro que dejaste en la mesita. No hay tiempo para la nostalgia tus dedos ya resbalan por mi pelo oscuro. 22 BOSNIA, CONGO, CIUDAD JUÁREZ La muerte es un zapato vacío en el desierto indiferente sequía de sueños una madre que grita. La violencia es el grito el deber del grito la telaraña de mentiras que sofoca el grito. Es la trampa donde cae la mujer que pierde el zapato trabaja doce horas sin afecto y no puede abortar a pesar de la eclampsia la violación el abandono el hambre mismo. Un zapato sin mujer es testigo un trozo de media 23 el pelo negro desparramado en el desierto que llora que gime como la muerte. La madre recoge el zapato lo arranca de la mano de un policía indiferente lo lee. Levanta el rostro ve a la hermana. La mira, se miran, sueñan plantando sus pies en la tierra. 24 IRMA Llegas como una palabra robada al viento cuando el polvo oscurece mi garganta y raspa la puerta el llanto. Llegas, agua de cielo. Del ombligo se levanta el dolor del desierto herido. Quema como napalm la mano que otro no puede tender. Y con tu fuerza consuelas lo que todavía no ha sido. CUATRO MESES UNA SEMANA O HISTORIA CORTA DEL AMOR ETERNO 27 PALIAR MAÑANAS Todavía no tengo palabras para decir el miedo la felicidad el ansia Estoy en otro terreno la misma tierra ajena de mí. Y no estoy aunque todo parezca fértil de agua Me pesa la casa los sueños la vida Hay mucho trabajo que hacer cargar la muerte de la infancia de mi hija paliar las mañanas. Bajo la línea del sol me siento densa como una noche sin estrellas. 28 Decir te amo resultó más amenazador que recordar mi nombre la vocación de muerte. La luna roja me lanzó al abismo: el inconsciente individual se hizo trizas el colectivo no me sostiene. El nacimiento y la muerte han de ser gemelos paridos por una madre alcohólica En medio, un deseo de fuga 29 ES LA NOCHE Es la noche algo más que un acceso de locura un zapato verde que dobla la esquina la moto que zumba muy lejos de aquí. Espero la luz como quien pide absolución a sabiendas y no que vendrá. Como otra noche. Ojalá entonces duerma. 30 EL SUSPIRO QUE BEBO Pensé regalarte ese aliento que se respira cuando calla el teléfono y la oscuridad le inventa piel a los objetos. Un aliento de reyes que han dado fin al día el suspiro que bebo. La vela apacigua en el sofá las aventuras puedo dormirme o imaginar la historia mujeres de pies sangrados sobre la arena del desierto resistencias aterradoras tozudas como la pasión del niño. Tu mano descansa sobre mi pecho. Una palabra de vez en cuando suspendida donde pronto se desplazará tu pincel sobre la tela. 31 BESAR, BESAR, BESAR Y besar besar besar besar besar tu sexo tu sexo de noche oscura tu pozo para mi sexuada sed con el vapor de mi aliento sexual Besar besar besar la axila húmeda de olores nuevos el vello escaso de tu pecho ancho la atornillada fuerza del muslo con la lengua erizada de salivas turbias Besar hasta humedecer la vida toda besar la oreja enfebrecida y la Cólquida los Andes el desierto de Atacama 32 ENTRE PAREDES ABIERTAS DE UNA CASA GRANDE Hoy el deseo por tu boca sabe a labios desgastados. Lléname aún del fuego pequeño de las cosas que valen la pena esa pasión tuya por la madera el barómetro en la pared que escrutas con pericia de amante. Tengo nostalgias de estudios encendidos la perseverancia y noches de libros. No puedo echarme atrás acepté la apuesta. Bipolar me llama la hija que parí bajo la lluvia la que he amado con exclusión hasta verla partir del brazo de un novio cualquiera. Bipolar. Y mi madre metereopática, la enferma de estaciones. Enferma de sol más bien cuando añoro las noches entre paredes abiertas de una casa grande Enferma de estrellas mirando al mar volverse blanco en la luz. 33 De repente una emoción el camino aguardasorpresas Sólo tu cama me da sosiego. 34 HAMBRE DE PAN Y CUERPO Nuestro tiempo es una piscina oval Páginas al galope en mis horas de luz diurnas como las aves y los caballos Tú vives detenidas pinceladas bajo la luna Nos queda al medio día un hambre de pan y cuerpo de palabra ahí donde mi sueño despereza tu ansiedad se aquieta. 35 EN EL FÁCIL PEDALEO DE LA CIUDAD PLANA La bicicleta, las calles, la lluvia detenida y yo vestida de blanco en el fácil pedaleo de la ciudad plana. Tus manos no recorren mi piel esta noche no hay pezón erguido al tacto de tus yemas ni un estómago hinchado que se estremece ni defectos ni perfecciones sólo el aire entra y sale ni siquiera un pensamiento Un taxi rojo frena cruzo la avenida las llantas ruedan levantando el agua del asfalto la imagen es ésta. No hay más En las aceras tres muchachos tan jóvenes dos hombres una mujer a sus espaldas la luz de un cafecito abierto una música incierta 36 muy lejos otro auto que corre la ciudad más grande del mundo Salí de tu casa ofendiéndote porque así terminan las cosas una palabra de más y por demás estúpida. Si la pronuncié ahí estaba nada se crea de la nada y nada perturba el pedaleo suave de la noche mojada que atenúa los chirridos de la cadena el latido de mis sienes la culpable gana de sentir algo La pierna derecha gira en redondo luego la izquierda no iría tan lejos de no estar dando vueltas. La puerta, las duelas de madera, la cama. La verdad es que esta noche huyo de ellas 37 LO SIENTO TODO Siento Lo siento todo. Sube por la carne la alegría la rabia la noche la triste pérdida de una amiga al partir. Todo. Tus ojos ansiosos sobre mi respiración agitada el rechazo que nos hiere la terquedad de un hacer que renace. Porque estás cubriré con mis hojas el sueño del gusano. 38 PEREIRA 7:15 A.M. ¿Será que las ciudades son siempre lluvia sobre adoquines la sombrilla en fuga una mujer flaca y otra gorda igual de empapadas? La policía no complace: el hombre que limpia las calles en su buzo de plástico amarillo se retrae frente a tres uniformados. Más allá una joven cambia de zapatos los adoquines resbalan Bolívar desnudo cabalga su llama de libertad. Salgo a la calle. Tú nunca sabrás qué es una ciudad porque duermes sus lluvias mañaneras. 39 FUNCIONAS Hoy funcionas amor. Mientras el sueño devora mis horas y yo me agazapo entre el cojín y el alma tú andas perfecto como una vieja ama de llaves cargas con la ropa y la hora de la cena. Hoy funcionas cual programa doméstico te eclipsas silencioso por el pasillo llenas la lavadora planchas. Ni entre los dos jamás hacemos tanto. Será que el cansancio me ha caído encima como un oyamel herido en el humus y siento que podrirme es mi destino. Ni siquiera ese miedo de raíz -el pánico infantil frente a mi madre deprimida el terror a la nada que devora la gente- nada puede levantarme y tú funcionas 40 TIRANÍAS QUE PODRÍAN NO SER INOCENTES La pataleta de un niño y aun así me gustas tirano de tiranías que podrían no ser inocentes de privarme yo del abanico que dispersa el calor a las ofensas. Qué mal amamos los que en la palabra entrega abandonamos la memoria para construir futuro Qué pésimo suspiro el de una ira que promete esperanzas en la repetición de los errores de siempre. 41 LAS ÚLTIMAS ESTRELLAS DE LA NOCHE DESDE EL ADOQUÍN QUE SE ACABA No hubiera dormido contigo ni inventado el juego de amor que desgasta el aire de la madrugada cargado de vacío. Voy soltando paso tras paso la noche -se tiñe de despertares enfermeras apresuradas. ¿Por qué la ausencia de tu mano se ha convertido en insulto cuando por la mañana nuestra saliva amarga se carga de nostalgia? La estrella se difumina en un azul todavía nocturno pero ya no hay paz y un ansia de hacer me devora. Necesito aquietar la mente tornar silencio esta idea fija de no saber cómo amarte. Por mí pasa la estela de un cigarro recodo de pasión, consuelo de tabaco: no me enciende el deseo tan sólo la añoranza del día fumando frente al puerto. Una mujer en la esquina espera que alguien venga por ella 42 la miro en el desvelo y me veo sentada con mi libreta entre manos. Nunca sabrás qué es una mañana y mientras te alejas lo lamento por ti: este sonido de acera barrida de tos de auto que arranca y los buenos días por una voz aguda de mujer. No tendrás suspiros por las luces que se apagan en el celeste mientras los pájaros despiertan en bandada. Ya no puedo esperar a tu lado el movimiento de la sábana un beso malhumorado necesito pasos, incendios de rojo sobre las dunas. Voy llegando a la casa. No arrastro los pies como imaginé haría: tengo sueño y un vecino me saluda. 43 ONCE VECES MADRE Y AUSENCIA Lo he amado como a una niña sin rumbo hija perdida por la orfandad que apega al berrinche huérfana de años que todos deberían tener huérfana de derecho a que la propia voluntad se cumpla Lo he amado hijo de fusilada de desaparecida tan muerta de improviso que es imposible madre madre once veces madre y ausencia Su legado es la nula tolerancia a la frustración y el agotamiento que provoca el amor en quien lo ama 44 LOS PUNTOS SOBRE LAS I Mientes: entre tú yo nunca hubo paz. Para ser buenas las noches deben tener algo más que papilas gustativas alborotadas sobre tu vello púbico. Para terminar bien la noche necesita del olor a café o un beso matutino. Tú nunca supiste despertar TARDES EN LA CASA DE MONTSE 47 Benque Viejo del Carmen, 18 de marzo de 2008 I Sabe la tarde a tiempo que escurre - vagamente añil y con olor a tierra quemada. Luego vendrá la luna inaugurará otro tiempo la noche. En el monte, a lo lejos, fuegos para recordarnos que las personas velan la soledad se calma al espantar el sueño. Mas la tarde sabe a tus palabras Te miro hablar los perros lamen tu voz y mi hija, ya grande, acomoda las fotos de tu amor difunto. 48 II En tu casa cultivo más recuerdo que en la mía propia calores agobiantes en la hora ansiosa de los moscos mi hija vestida de blanco mi hija en el techo mi hija entre buganvillas. Bajo la fuente de los perros digerimos mi divorcio el tuyo tu nuevo amor. Por tu casa pasaron las horas los amigos muchos planes y recuerdos más antiguos. Pensé por momentos que el tiempo aquí sedetendría que tú y yo cruzaríamos la vida como mujeres sanas de mediana edad. Mas ahora Manolo es polvo para el aire que dispersa los tiempos yo me he enamorado nuevamente Helena está a punto de emprender el vuelo Tu casa me duele como una utopía y la miro envejecer en la humedad del trópico las plantas maltratadas por los perros. Tu casa. Siento un deseo enorme de sacarte de ella. 49 EN LOS OJOS DEL INSOMNE Las horas cuando las estrellas extravían su ruta en los ojos del insomne son tiempo de vía láctea abovedada en el calor del trópico. Saben a despedida y a ron amargo en las encías 50 Se prepara a la lluvia la tarde el viento sacude las ventanas la hamaca mece el aire que borbotea enojado a lo lejos. En especial el cocotero la espera con ansiedad amante. 51 PUEDE SER QUE TÚ VUELVAS A MÍ Puede ser que tú vuelvas a mí como quien se fue sin llevarse nada más que el asombro de todos arropada en una sábana blanca más acá de deudas y deberes. O que regreses hecha el fantasma de las mil cosas que no hubo tiempo decir y reclames mi llanto el ataque de pánico la noche que envuelve mi ir siguiendo el tuyo. Entonces, hermana, haré lo que sea para hablarte mojarme en las lluvias de marzo empujar montaña arriba el carrito de tus juguetes reír tan fuerte que el respiro ahogado parezca llanto. Daré por supuesto que sepas lo que no sé pues la muerte otorga la madurez que no alcanzaste. Me dirás los secretos de familia -que todos, no sólo yo, contamos mentiras- explicarás por qué de infinitas obsesiones 52 me quedó la que hacía de las letras redondas un mensaje por qué la política me enamoró más que el amor por qué todavía lloro sin motivos. Tal vez vuelvas a mí convertida en un perro roñoso cuando se habrán ido los estudiantes cuya piel huele a reflejo de mi entusiasmo juvenil. O nunca vuelvas y yo te recree, hermanita de bucles claros, como el anhelo de perfección que no fue. Lo cierto es que ahora evoco una tarde de finales de verano: el heno quemado por el sol en mí conjuraba un revolcón con el más bello de los segadores de trigo mientras en ti desataba un ataque de asma. 53 CONDENAS I Habíase una vez una niña una cola uno de esos países del norte donde el otro es ruido y no se ve. La nieve como una página en blanco. El tiempo largo y lento. El suéter de mamá derrotaba el frío. Dolor y placer eran aún equivalentes desconocidos no así el tedio y la vergüenza. La niña precisamente ahí y en ese tiempo adquirió el hábito pernicioso de su existencia. Imagina un drama para volverse personaje un panorama 54 un ambiente. Desde entonces no le importa que traicionen las promesas ni lavar platos. Sólo el trabajo la salva y, a veces, que se le concrete la revolución el amor o la entrega II Besas con tu alma el sueño de otro inexistente. La noche abriga pánico y anhelo todas las espinas se clavan en tu aura y el placer es absoluta síntesis de los dolores que cuidas como brotes de verde 55 III No sabrás del amor sino por el grito esperarás que crezcan los huesos del futuro bajo tierra semilla tiempo edades presencia de montañas como almohadas donde apoyar la cabeza. Serás según el poema tome forma IV Ama Cama Fama Rama Flama Llama 56 CONJURO Usé el dolor como instrumento falsa jugada de falsos sentimientos que creció a la fuerza con voluntad de elefante. Hoy renuncio a la ilusión de controlar la corrección de la palabra la métrica toda sensibilidad para disponer el ánimo a la letra. Renuncio y reconozco a la amiga la hija la amante y aun a ese hombre que se cuela por la concreción de eternidad en un segundo. Limpio al sol mi vida de niña digo adiós a la jovencita arrojada. Herramientas fueron las guerras el sufrir de otros, ajeno y pregonado: 57 heroicidad inventada para dar cuerpo a cuentos verdaderos deseo de ser personaje de mí misma. Hoy miro al mundo que se acaba la lluvia sucia del atardecer y sueño. 58 EL SUEÑO DE OTRO La casa del abuelo ha sido dividida entre cinco voraces herederos. El viejo quiso vivieran juntos. ¿Habrá sueño de otro que pueda heredarse? 59 Para D. Jugué tan limpio contigo que el amor se hizo tierra pegada al fondo de mis pantalones. Te otorgué la pasión eterna rescoldo que enciende la paja por el viento o la mañana en todo lo dicho suscrito filmado. Fuiste una foto un teléfono expliqué cada uno de mis actos le di razones a la razón y tragué los mocos de la ira. Nunca los celos incomprensibles de quien desconoce la duda que se despeja feliz en el beso hicieron presa de nosotros. Me fui. Suelto el caballo palpitante enredado en mi tobillo le ofrendé mi sumisión al camino. Me fui 60 dejándote un te amo vestigio de un culto al todo sin remedio. Ningún hijo plan matrimonio sólo un mundo que nos traicionaría cien veces porque lo construimos a la medida de sueños capaces de sobreponerse al temblor de la entrepierna. Te dejé la casa las calles la imagen de mi cuerpo a los 20 años. Luego muchas veces te olvidaste de mí para vivir y yo de ti para no pensar que el asesinato de la gallina de huevos de oro perdió sentido. Ahora nos reencontramos como niños huérfanos al fin. OCHO CIUDADES 63 Alargamos el tiempo del avistamiento; los ojos navegan sobre el agua transparente que las olas apenas remueven; cada instante es el preámbulo de la visión de las sólidas columnas de Al Mina, sus blancas murallas derrumbadas. Ahí está Tiro la bella. Tiro que Alejandro Magno arrastró a tierra firme. De todos los puertos el que más asemeja la caricia del amante, palma abierta que recorre a escondidas el cuerpo que jamás será suyo. Tiro huele a azahares y viste de púrpura a las mujeres importantes. El puerto sabe a tarde de sol que agota. Es bella como el movimiento de la amada, y se da tan pocas veces como las pasiones invencibles. Ansiada piedra ardiente de agostos asesinos. Cuando el invierno finalmente cae sobre Tiro, es gris, mojado a medias, recuerda las bombas israelís sobre los hospitales. Su llovizna ensucia las calles, hace rechinar los autos que caen en los baches omnipresentes. Entonces las casas devastadas por siglos de guerras huelen a garbanzos y a pañales sucios. Es cuando muy lejos de Tiro las marineras suspiran y por las callejuelas del barrio cristiano y del barrio musulmán sus habitantes deciden abandonarla. 64 Por Siracusa murió Arquímedes, por sus playas robadas al puerto donde dibujar en la arena con un palo las fórmulas de sus cálculos ensimismados. Por Siracusa recobró la pasión Caravaggio, viajero impenitente de la culpa de abandonar el pincel por la espada, asesino de homicidas con licencia de santos. Un montón de piedras blancas acostadas sobre el litoral. Nada más. Pero como a las diosas y a las ninfas sedujo mi frente. Ciudad de tiranos, de palabras dadas, de espadasque cuelgan sobre la cabeza de los amantes que aspiran al poder. Es mi amada. Por ella me dejé poseer y abandonar. Han pasado los años, al cerrar los ojos sobre la Marina Grande las historias emergen de la piel del tiempo. Agua quieta, cielo que al atardecer enrojece transparente. De vez en cuando, el Etna la cubre con sus cenizos oscuros, la bañan los humos fétidos de la refinería de Priolo, Apolo llora sobre ella el rechazo de Aretusa a quien convirtió en la fuente que sacia la sed de todos. Tan estúpidos los dioses como los hombres. Es mi amada, mi ciudad, la de los siete nombres, la que hiere a sus mujeres. Siracusa de plazas como salones, de escaleras que suben al remanso de quietud por el cual una y otra vez volvió Platón hasta ser vendido como esclavo y rescatado como amigo. Es mi amada, la que me ha lanzado al mar, mi puerto perdido. 65 ¿El Dorado? Yo he visto esa ciudad. Pero nadie debería haberlo hecho. Sus mismos habitantes se han ido porque el brillo de su belleza trae muerte. La iglesia se erigía sobre una colina de piedras preciosas y sus muros eran de cuentas de oro y lapislázuli. Cuando un rey llegaba a postrarse ante las figuras altivas del estrado, su pueblo había trabajado tanto para que el soberano pudiera ofrecer un regalo digno al altar que, al poco tiempo, caía rendido ante las enfermedades, el hambre o el enemigo. Por las calles no aleteaban olores, ni buenos ni malos. Se oía, eso sí, el trino de un pájaro mecánico de pico de rubí, ojos de esmeraldas y plumas de filigrana entretejida de diamantes y zafiros. En tiempos muy lejanos, el emperador de China se lo había enviado por amistad o venganza al señor de El Dorado y éste se embelesó tanto con su canto que mandó llenar de oro fundido los mirlos, canarios, cenzontles y ruiseñores de la ciudad. Sus cadáveres resplandecen ahora como estatuas en abandono. No, nadie debería ir a las puertas de El Dorado, ni cruzar sus puentes asfaltados con la plata de las minas del Potosí: cada pisada despierta el suspiro de un muchacho muerto en la flor de la edad. Tampoco debería beber de su agua transparente como el cristal de roca y como él sin sabor, sin algas y sin peces. Yo fui porque era joven y no quise obedecer a mi padre que me había ordenado buscar la fortuna en el matrimonio. Entonces eché a andar y no la encontré en Samarcanda destruida por Gengis Kan, ni en las cuevas de las colinas de Sajonia de donde han emigrado los dragones, ni en la resplandeciente Bagdad que Bush ha reducido a polvo. Tampoco la India tiene una ciudad de oro, ni todos esos pueblos donde a un dios de compasión se llevan 66 monedas para recibir más de ellas. Fue al final de un desierto, después de cruzar por fortalezas quemadas, cuando ya no tenía yo voluntad ni convicciones que, al atardecer de un día de verano, vi a lo lejos el rayo del sol moribundo reflejarse en la fachada de su iglesia. No, se lo digo de verdad, nadie debería buscar El Dorado, es muy peligroso encontrarla. 67 El Usumacinta fluye lento entre el follaje del B’akaal cuando las lluvias escampan y el Chixoy, el Ixcán y el Xalalá menguan la intensidad de su entrega. Llegan los saraguatos entonces a sus orillas y aúllan la historia trágica de Lakam Ha, que una vez abandonada fue Otolum, y terminó teniendo el nombre de Palenque. Los viajeros sin embargo no entienden el lenguaje de los monos del río, se encogen de hombros, o reman con más prisa. Lakam Ha fue la hermosa ciudad donde K’inich Janaab Pakal hace mil años sacrificó su amor a la ceiba de la sabiduría y ésta lo castigó otorgándole dos dones: más poder que a cualquier hombre en las Tierras de las Casas Fuertes y la seguridad que sus nietos lo perderían. La fértil Lakam Ha inundaba de mazorcas y cantos todo el B’akaal, de las Montañas de Agua a los pantanos del mar salado. Crecía feliz, la belleza la obsesionaba y en sus ceremonias los dioses bajaban a bailar con campesinas y sacerdotes. Fue rica de pronto, y la riqueza le trajo guerras desconocidas y con ellas catástrofes y alianzas. El reino de la Serpiente derrotó a los que veneraban al Quetzal Jaguar. Perdida está la divina señora, perdido está el rey, lloraban los artistas del B’akaal cuando los guerreros de Calakmul destronaron a la bella y fuerte Yol Iknal, hija y madre de muchas generaciones de ajaw. Vinieron luego años de lluvias tristes, trabajo y soledad hasta que la señora Sak K’uk devolvió el esplendor al B’akaal. Tuvo un hijo del río. Lo llamó Pakal, lo hizo grande, oyó que lo nombraban K’inich, el Alto Sol, y tuvo miedo. Supo de los monos que traducían los suspiros de su marido que sería un hombre de sabiduría, el mejor de los señores y los 68 artistas de su reino eclipsarían las bellezas de la gran Tikal, pero –y el peligro era desordenar el equilibrio que rige a la tierra en sus trece movimientos- tendría que escoger lo que el corazón del pueblo necesita para crecer. Sak K’uk supo que entre el sol y la vida está la blanca ceiba de la elección. A ella envió a su hijo: Ve, porque bajo tu mando crecerá el maíz como tu fama y la sabiduría como tu fuerza, pero no deberás equivocarte o de derrota en derrota llegaremos a olvidar a los dioses y a servir monos claros. Pakal tenía 12 años, era bello como la luz bajo la sombra de un alto caobo. Amaba a Yax Ki, pero se casó con la princesa Oktán creyendo en el poder de su padre para proteger sus tierras. Durante un siglo, él y sus dos hijos fueron los más grandes de los grandes en B’akaal. Cuando las tropas de Toniná llegaron sin trompetas y los dioses no avisaron a los sacerdotes de la máscara del jaguar del otro Mundo, el viejísimo nieto de Yax Ki recordó que las lágrimas de su abuela habían despertado la furia del río Tulijá que decidió vengar su afrenta tras darle el hijo de la muerte por esposo. Cincuenta y dos katunes deberían transcurrir antes que la Diosa de Piedra que el río labra con su caricia aguada se apiadara de los hijos de los hijos de los cantores de la grandeza de Pakal. En los muros de Toniná los jeroglíficos registran las derrotas de Palenque, en los libros de Madrid se cuenta el fin de Toniná. 69 El cinturón de oro que reventó su chancro sifilítico, Rimbaud lo consiguió en Tombuctú. Llegó porque, le dijeron, la voz de dios sólo se escucha en los cuentos de Tombuctú. Se agazapó tras la sombra de África, marchó su desierto de soledad sin nubes, cruzó los ríos de oro, mas no levantó el velo de la morena que lo arañó de un vistazo. ¿Podía acaso un relato contener más imágenes que el color de las vocales? Luego, perdió el alma, el color, la sonrisa. En sus últimos años, para conseguir dinero no desdeñaba vender personas y la aventura del viaje se le hizo trizas en el quemante deseo de presenciar la superación de todos los límites. Tenía poco más de treinta años. Una edad divina. No declamaba ya versos, ni bebía el abscencio de los labios de un adulto dispuesto a todo por su insultante belleza. Era un vendedor de esclavos, un asesino cualquiera. Arribó a Tombuctú deslumbrado por siete cuentos, siete promesas escuchadas en Marraquech y que interpretaba a medias. Le dijeron que ahí cambian los colores de la tierra bajo el arcoíris. No encontró la ciudad de oro ni la fuente de Gilgamesh. Cuatro palmeras y, en la orilla más al sur, una mezquita de desierto. Su semblante jugaba a las escondidas con la arena mojada de un río que aparecía y desaparecía a su antojo. Bereberes, camellos, nigerianos, mujeres y hombres como sólo dios sabe imaginarlos. Y de él nadie sabía nada. Era un vendedor de esclavos. Ya deambulaba muerto el poeta que vio amarilla la a de la historia y roja la i del trino que se originan en la tierra sin límite de las fantasías de Tombuctú. 70 A los tres años dejó de tocar el suelo con sus pies. Era la Kumari. Escogida entre las familias que descienden de Siddhartha Gautama, el príncipe de los Sakia de Kapilavatthu,el que dio cinco pasos al nacer a orillas del estanque, ella es perfecta. No tiene marca en su piel ni mancha de miedo en el alma. Su sonrisa sobrepasa las pruebas de los sacerdotes, los dioses acompañan los gestos de su pausada condescendencia. ¿Sabe ella el precio de ser diosa en tierra? Las mejores cocineras brahmanes cocinarán sus alimentos con las ofrendas de los devotos. Para que sus pies jamás hollen el suelo del segundo piso del palacio que la recluye, cuatro cargadores la llevarán en hombros. Si así lo desea, podrá mostrar su rostro, su joven figura y los oros de las esposas del dios, para apaciguar los ruegos de los fieles durante un minuto. Cada década en Katmandú una niña es diosa desde hace dos mil años. Una niña en todo Katmandú. Una niña que es Kumari, la perfecta, la todo poderosa, la sin gravamen. Su mano bendice la voluntad de un capricho. Luego un día su sangre baja por la entrepierna. Una mujer de repente toma el lugar de la diosa. Una mujer nada más. ¿Qué hombre se casaría con la mujer que es diosa hasta el día que sus adoradores la dejan caer? La que fue esposa del dios, no tiene marido en Katmandú. 71 Roma es una bella tarjeta postal. No hay dulzura en sus calles, ni nadie que cante una canción. Para sentirse bien en Roma hay que ser un turista con dinero en un hotel del centro, caminar hacia el café de Sant’Eustacchio sobre adoquines mojados por la lluvia soleada de abril y tener la suerte de ver a una muchacha triste deslizarse por las callejas de una ciudad de prohibiciones, recatos y paranoias posmodernas. Yo no amo Roma. En sus cielos no se mueven las nubes, su río no corre, sólo octubre se llena de colores con las hojas de los plataneros que caen. Pero la amé. Era la primavera de mi vida, la primavera de la vida entera. Roma tenía entonces lecherías con mesas de mármol donde se bebía el café en vasitos de vidrio grueso. También la suciedad necesaria para reconocerla viva. Por sus calles iba descubriendo el amor en besos robados a monaguillos, manos sudadas de estudiantes que pasaban las noches discutiendo sobre la revolución permanente, nalgas firmes de caminantes que recorrían las subidas y bajadas de sus siete colinas. Luego, una noche cualquiera, cuando creía que el mundo era perfecto, detrás de la iglesia de una de las mil santísimas trinidades, vi a tres muchachos guapos apearse de sus motos. Se acercaron a la escalinata donde dormía un indigente. Lo rociaron de gasolina y le prendieron fuego. Yo estaba detrás de un portón alto de madera con uno de esos amantes que se escogen para probar la delicia de ser joven contra otra piel joven. Me abroché la camisa y grité desesperada ¡Socorro, socorro!, en el silencio cómplice de la oscuridad estrellada. Esa noche la policía llegó tarde, mi amante se esfumó, nadie le prestó atención a 72 tres motos sin placa. Roma no se inmutó. Dicen que con ese aire de princesa en decadencia cruza los siglos. No, yo no amo Roma y no me duele que se la devoren los turistas. 73 Afrasiab la construyó Sogdiana, un sátrapa rechoncho y simpático. No tenía ganas de inmortalizarse, pero era necesario darle abrigo a esos cientos que le regalaban comida, caballos y el botín de sus saqueos. Cuando Alejandro el Macedonio intentó invadirla puede que ya se llamara Maracanda. Resistió como una bella a la embestida del héroe. Seducción y capitulación no estaban en los planes de su ciudadela. Quería, podía, reinar sola. Ese engreído de mi colega Arriano, un imbécil que dejé en la gloria en Nicomedia, pero que ahora se pudre en las arenas del tiempo como todos los que han visto a Samarcanda resistir, ser golpeada, renacer, dijo que se opuso tenazmente a ser sometida. Yo soy inmortal mientras Samarcanda viva. Nací el día en que Sogdiana se emborrachó al punto de no querer irse más de ese oasis por donde cruzaban los camellos de los han y los de los persas. Me cobijaron sus esposas en la lana de sus mejores ovejas. Bebí la leche de las diosas de la tierra. Y la espada de los aqueménides desgarró mis hombros, experimenté los instrumentos para arrancar la piel del romano Quinto Curcio Rufo, quien a falta de palabras para describirla –era un pésimo historiador- dijo que era fácil, florecí con los persas de rasgos gentiles, fabriqué papel para los abasidas que le dieron literatura a un imperio de caballeros de rizos negros, sonreí cual puta que se entrega al descanso con los turcos qarajanidas, selyúcidas, karakitay y khoresmidas. El sufrimiento vino con las pirámides de cabezas cortadas, con las cenizas esparcidas, con mis amigas violadas y las fábricas derruidas por ese loco mongol que viajaba en una tienda jalada por cuatro toros peludos. Genghis Khan le decían los suyos, el rey Océano. Pocos sobrevivimos. Yo porque muchos siglos antes bebí el agua destinada a Enkidu y no pude estar el día del pacto en que los dignatarios de Gilgamesh renunciaron a la 74 inmortalidad. En esos tiempos, a causa de mi pasión por los viajes, había llegado a ser la puta sagrada de Babilonia; por ello logré de Inana una promesa de liberación. Fue una diosa por supuesto, los dioses no conocen la compasión. Y yo sólo viviré mientras mi ciudad viva. Creí morir bajo las patas de los caballitos de esas bestias vestidas de seda, pero me rebelé contra los mongoles hasta que Tamerlán el cojo, Tamerlán el sabio me rescató, peinó y perfumó, haciéndome la favorita del reino de Transoxiana. Fui yo quien lo previno de las intenciones de Ruy González de Clavijo. Él sentía un amor que me devoraba de celos por ese embajador de Enrique III. En su honor llamó Madrid al barrio más rico de Samarcanda. Mi príncipe, la luna creciente de Asia, el general que sonreía como poeta, murió sin volver a mis brazos, apenas el tal Clavijo se marchó. Me queda el consuelo de reconocer que el español tenía la mejor pluma que un occidental tuvo jamás, la Embajada a Tamorlán realmente canta la dulzura de las huertas que rodean mi ciudad. Los uzbecos y los rusos, luego, no me gustaron. Duros y faltos de la menor cortesía. También es cierto que estoy poniéndome vieja y no me enamoro fácilmente. Cuando se conoce el mundo, sus bellezas y sus horrores, que no son ni lo mismo ni necesarios, entonces la falta de poesía enfada. Mi ciudad se hizo triste y sus bellezas se cubrieron de polvo. Hoy no sé qué quiero. Los médicos llaman depresión a mi enfermedad, yo le digo historia. Envidié la muerte del genial Omar cuando por cantarle al vino y al amor enojó a los sacerdotes y se hizo santo. Quise no ver tantas cosas, pero las vi. Ahora quiero morir y no quiero. La amo y la odio. ¿Cómo desear que ella desaparezca? PRÁCTICAS DEL DESAMOR Amor y desamor son sólo dolores diferentes XHEVDET BAJRAJ (A LA PRIMERA BOTELLA DE WHISKY) 77 Todavía mi cama huele a tus brazos a sobaco habitado en las noches frías a sabor de un último ron de fiesta aleteo de tu pie cansado por las cobijas a cuando dices eres hermosa y me hago la dormida. Cambié las sábanas tiré los calcetines no abrazo la almohada mas me acuesto y un hedor a feromonas me sacude. Iré a dormir a la sala. 78 A la edad de mi hija el dolor de vivir lo consolaba el faje. La escucho llorar y pienso que no puedo ser celestina. Qué impotente es la maternidad. 79 No quieres que diga que tus piernas son el puerto de llegada de mis sueños húmedos. ¿Estás seguro de saber qué quieres? 80 Siete treinta de la madrugada: han asesinado a otra mujer en Oaxaca callado su voz de ochenta y ocho tiros brutales como el robo y la censura. Nueve y cuarto: estalla un auto en Bagdad en el mercado donde los hombres compran lo que no hay y los niños corren cientos de muertos, luego la calma. Diez y media es la hora en que salen los capataces a despedir obreros por las callesde Coatzacoalcos el petróleo necesita máquinas sin derechos. Once y la bolsa de valores cae todo ello mientras tu lejanía sabe a silencio a nada a limón sobre una herida. 81 DOS DE OCTUBRE NO SE OLVIDA Ya no marchas conmigo y revivo la soledad de las masas. Consignas ausencias la poesía de Mayakowsky desvanece su sentido. Y pensar que le pedía a la lucha renacer el amor. 82 Quisiera que mi poema escurriese como río en tierra de hadas pero qué hacer con la miel de los viejos que vuelven a casas vacías cuando a los setenta años se hartan de la ciudad la tristeza el desempleo y su pueblo no tiene gradas para sentar a los jubilados qué hacer con la tierra seca de tanto no haber sido trabajada la mirada de los hijos perdida en carabelas de opio y contigo amigo mío qué hacer contigo si me cuesta retener la mano sobre el teléfono y considerar imposible una cita para caminar en la madrugada húmeda del parque. 83 Juntaré las páginas de los mapas, los libros, los calendarios que rompí para no deberle al tiempo tu ausencia. Con ellas haré velas para un barco sábanas para levantarme en vuelo pelotitas como ruedas para un próximo carruaje. Quizá mi suerte haya sido te dieras cuenta que ningún horario nuestro coincidía. Ahora puedo olvidar la noche tirarme al sol del mediodía para dormir la siesta luego leeré para planear viajes con la esperanza de una llanta ponchada un brazo roto daños que permitan detener los pasos en un pueblo de ventanucos de madera. 84 Agradezco la mirada al amor de calle. La sonrisa de la muchacha en la parada del tranvía el viejo besando a su perro. No hay en la ciudad motivo para sentir que el aire espesa de no ser que esa mujer vio a la otra, la dueña de su andar, y juntas gritaron que las nubes navegan para ellas solas y todos, aun el policía, les creyeron como se sostiene a la verdad de un hilo. Te agradezco que volviera al niño anclado en la pierna de su madre la hermana mientras sonríe a su hermano la gata ronroneando en mi regazo. Supongo que es un regalo involuntario pero como a los ahorros de infancia no voy a desperdiciarlo. Y UN PROCESO EMOCIONAL QUE NO QUIERE QUEDAR OCULTO 87 Fuego de gritar que odio el arrogante desdén del silencio sonrisita hipócrita de poder social. Para esta furia mía que exige la denuncia de mi crimen de lesa majestad -rugido de venganza latente insatisfacción borrador de un primer capítulo de nuevos paradigmas- masculino y patronal son sinónimos. ¿A qué le tiras al callar no quiero quiero no sé para cuándo? ¿Qué es ese desaparecer incierto y acusador a medias desprovisto de una sola palabra de reclamo que exponga de una vez el conflicto lacerante de dos deseos contrapuestos mientras vibran de pasión? Si vas a decirme que tu silencio es un adiós civilizado te diré lo que a Occidente: no creo en tu etiqueta exijo muestres tu cuerpo aquietado tu económico desinterés por mis recursos 88 devuelvas mi libertad al tiempo. Como todo saqueador mientes al negar beneficios. Me senté en el fuego para reconocerme en el miedo de ver con el fin de reconocerte mi igual fluido y tangible. En el todo difuso tu eclipse es hostil un viejo valor sin cambio. 89 BELIZE AGAIN AGAIN again 90 La vida es un perro que nada ¿Un perro qué? Nada Nada, nada 91 Asir la mañana como el regalo de una diosa en descuido sin entender siquiera la totalidad de su importancia y gozarla hasta el fin -la noche, el siguiente día, el aire que se acaba- en la dureza del camino la brazada en el agua de mar. Asir la mañana dormir la noche la piel húmeda como hoja al rocío el remo en la mano al enfrentar la ola. Ninguna nostalgia solo el presente no vaya a ser que en el recuerdo se cuele la consabida previsión del futuro 92 Amarte fue un intenso regalo El olvido es ahora una tarea que enfrento en compañía Como todo trabajo el fin de semana se suspende suspiro en la hamaca y recuerdo tu boca con olor a mañana 93 Cuando no sabes qué decir hombrecito que he elevado a la altura de mi pasión gritas ¡Tú de mí sólo quieres sexo! Iluso: yo de ti lo pretendo todo. Y no va a ser suficiente 94 ¡Ah qué magnolia! Cómo se le habrá ocurrido crecer en este trópico hacinado al lado de una palmera a la sombra de un mango donde la madre cacao le limpia la tierra y el helecho la cosquillea. Pensar que fue seleccionada por un jardinero enjuto comprada por un novio encorbatado. Tan bien que se le veía. Pero la princesa la raptó de su palacio para llevarla a morir de sed en febrero y de gozo todo el resto del año. 95 Mosquito mosquito mosquito: ¡Te voy a matar! En este caso la ley de la selva es la palma de mi mano destripando tu cuerpo sobre la piel del muslo con más remordimiento por el piquete que alcanzaste asestarme que por tu efímera vida de chupasangre. Todavía no medito lo suficiente 96 Por pañuelo una tela verde y naranja naranja y verde la tela de mi falda el vestido el chal y la camisa. Un velo de tela verde con naranja me cubre las tetas. Ya no son como fueron pero todavía aguantan 97 Me como las e mastico el inglés considérenme totalmente incapaz de concebir el sonido de las s y con esta lengua sin embargo puedo decir te amo tengo hambre voy a navegar en el reino del sol y las sombras 98 Mi querido Ulises he descubierto tu secreto no eres un alma en busca de descanso menos aún un héroe nomás un marido uno de esos sádicos que dice amándote me voy y consigue tanta gloria cuantos amigos pierde. Luego un día vuelve a casa porque está celoso de que su mujer goce con tejer y destejer el arte efímero de la vida. Frente al mar, mi querido Ulises, se diluyen los secretos de los navegantes y cualquier hombre vuelve a ser un coral que se desgasta en la arena 99 Voy a colgarle del pescuezo un reloj al pájaro ese el esquizofrénico el vestido de ojo blanco y azul como daltónico. Por las mañanas despierta a cualquier hora y grita. Caray si grita. Cumple con llamar el sol cuando flojea aún tras la tierra para obligar al trabajo. Un reloj de fácil lectura doce números en redondo que le enseñen cuándo cacarear con su voz de macho. Es cierto nada tan masculino como un pinche gallo. 100 Nomás al callar el día el aleteo de la mariposa aquieta la rana el jaguar todos los monos se dicen lo que el agobio del calor esconde y ríen lloran se aman para poblar los sueños que acuno en la hamaca 101 Por años pensé que siempre me equivocaba luego que sólo los otros lo hacían. Hoy empiezo a dudarlo: quizá la cosa sea más salteadita 102 Que caiga como ancla la vida. Mientras no encalle y rompa frágiles equilibrios marinos ni arrastre corales conchas y anemonas que suba y baje mil veces de las honduras a cubierta. Tú, mi pequeña flor de mar, no le temas síguele el juego. 103 Cinco deseos como cinco soles del centro a los puntos cardenales en desbocado afán de empujarse hasta llenarlo todo. Cinco intentos cinco placeres cinco veces del magmaal tedioso orden que antecede la muerte buscando del este respuesta del norte y el sur amores del oeste la aventura de la nada conocida. Cinco soles cinco vidas cinco rumbos para el barco que se aleja. Todo está permitido menos quedarse 104 Más de una ciudad ardería por ti de no ser que un asalto se planea con tiempo y yo soy dispersa. La paz es también falta de obsesiones. De ser yo una reina traicionada, no engendraría la Iliada: ¡qué fatiga y pérdida de tiempo! Soltaría mi trenza frente al mar en el placer de un verano silente (sé que al amor, ese engreído, esto no le va a gustar nada) y que no se alebresten los amantes de la épica y de ser que él pasara por ahí de que yo tuviera los ojos abiertos y nada más que hacer pues ¡me conseguiría a otro Paris! 105 Para Helena, el amor que me acompaña Petén es el aire que denso respiras mientras atraviesas su amanecer de saraguato iracundo, 400 voces de cenzontle, guacamayas alborotadas. Y yo que quisiera defenderte con la fuerza de un jaguar poderoso yo voy contigo. Es el sabor a boca de las hojas caídas la caoba y la ceiba que sin lianas sostienen un mundo de insectos. Antes de la carne y el caballo mucho antes del cuchillo y los piratas cuando el mar verde era neblina tras la lluvia ya estaba el guajolote azul y la pantera las sombras del río Belice la trenza gruesa por donde se sostiene la cola de mil monos. Ya estaba coralillo a la espera. 106 De selva son las veredas que bifurcan el destino de todas las vidas. Plumajes revolotean por la orquídea negra de un pino caliente y la filigrana de una araña se cruza por tu cara. Sudas la madrugada entre goterones de lluvias veraniegas y feroces lodazales. El viento se detiene un aullido persistente horada la ternura de tus pensamientos. Y yo contigo. Contigo yo. ஜ 107 Nota sobre la autora Francesca Gargallo (Sicilia, Italia, 1956. Radica en la Ciudad de México desde 1979) http://francescagargallo.wordpress.com/ Escritora, caminante, madre de Helena, partícipe de redes de amigas y amigos, Francesca Gargallo es una feminista autónoma que desde el encuentro con mujeres en diálogo ha intentado una acción para la buena vida para las mujeres en diversos lugares del mundo. Se prepara a la lluvia la tarde condensa una selección escrita a lo largo de veinte años. Preceden a este título otros libros de poesía en español, Hay un poema en el mundo (1986) y A manera de retrato una mujer cruza la calle (1990), y en italiano, Itinerare (1980). Tiene una destacada obra novelística: Estar en el mundo; Marcha seca; La decisión del capitán (Beca del Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde”, 1996), entre otras. Su libro de cuentos Verano con lluvia ha sido leído por feministas de varios países y ha recibo una buena crítica. Además de su obra poética y ficcional, ha desarrollado un importante trabajo de investigación en historia de las ideas: Garífuna, Garínagu, Caribe (Premio al Pensamiento Caribeño, UNESCO y Editorial Siglo XXI, 2001); Ideas Feministas Latinoamericanas (Premio Libertador al Pensamiento Crítico, Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, 2006); Saharaui, el pueblo del sol (reflexión sobre el pueblo saharaui desde hace treinta años en exilio y resistencia en Argelia); Siete pintores de una generación (con la colaboración de Rosario Coquena Galo Moya, Premio Nacional Bellas Artes Luis Cardoza y Aragón para Crítica de Artes Plásticas, México, 2010). Su trayectoria de escritora y activista fue distinguida en 2011 con el premio Medalla Omecíhuatl que otorga el Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México, Gobierno del Distrito Federal. http://francescagargallo.wordpress.com/� Se prepara a la lluvia la tarde es el último poemario de Francesca Gargallo. Llega con una amplia dedicación de amistad y con el poema de una incansable vocación en la historia compartida: Nací viajera sombra de un tren sobre las zarzamoras huella de barco. Me vive lo que todavía desconozco y lo ya recorrido el aire brioso de los Andes el mar Caribe la noche en una ciudad de invierno. Entonces tomo la mano que pinta las calles, le ordeno un cartel que se vea desde muy lejos: La calle es de quien la camina, las fronteras son asesinas. Ahorro peso sobre peso y una primera mañana giro la manija, cierro despacio la puerta y me voy con el tiempo del paso sobre el suelo de todas. La calle es de quien la camina Francesca Gargallo (Sicilia, Italia, 1956. Radica en la Ciudad de México desde 1979) http://francescagargallo.wordpress.com/ http://francescagargallo.wordpress.com/� A manera de prólogo con dedicatoria LA OTRA UNA MISMA LA CALLE ES DE QUIEN LA CAMINA ESA QUE POR AHÍ ANDA Achichiguar la cruda MAÍZ CANTADO Qué pasión la del espejo y la ira atenta NO DIGAS COMO SI NO FUÉRAMOS LA LLUVIA ES UN ADIÓS QUE RUEDA A LAS ALCANTARILLAS BOSNIA, CONGO, CIUDAD JUÁREZ IRMA CUATRO MESES UNA SEMANA O HISTORIA CORTA DEL AMOR ETERNO PALIAR MAÑANAS ES LA NOCHE EL SUSPIRO QUE BEBO BESAR, BESAR, BESAR ENTRE PAREDES ABIERTAS DE UNA CASA GRANDE HAMBRE DE PAN Y CUERPO EN EL FÁCIL PEDALEO DE LA CIUDAD PLANA LO SIENTO TODO PEREIRA 7:15 A.M. FUNCIONAS TIRANÍAS QUE PODRÍAN NO SER INOCENTES LAS ÚLTIMAS ESTRELLAS DE LA NOCHE DESDE EL ADOQUÍN QUE SE ACABA ONCE VECES MADRE Y AUSENCIA LOS PUNTOS SOBRE LAS I TARDES EN LA CASA DE MONTSE Sabe la tarde a tiempo que escurre En tu casa cultivo más recuerdo que en la mía propia EN LOS OJOS DEL INSOMNE Se prepara a la lluvia la tarde PUEDE SER QUE TÚ VUELVAS A MÍ CONDENAS Habíase una vez una niña Besas con tu alma No sabrás del amor sino por el grito Ama CONJURO EL SUEÑO DE OTRO Jugué tan limpio contigo OCHO CIUDADES PRÁCTICAS DEL DESAMOR Todavía mi cama huele a tus brazos A la edad de mi hija No quieres que diga Siete treinta de la madrugada: han DOS DE OCTUBRE NO SE OLVIDA Quisiera que mi poema escurriese Juntaré las páginas de los mapas, los libros, Agradezco la mirada al amor de calle. Y UN PROCESO EMOCIONAL QUE NO QUIERE QUEDAR OCULTO Fuego de gritar que odio el arrogante desdén del silencio BELIZE AGAIN La vida es un perro que nada Asir la mañana como el regalo de una diosa en descuido Amarte fue un intenso regalo Cuando no sabes qué decir ¡Ah qué magnolia! Mosquito Por pañuelo una tela verde y naranja Me como las e Mi querido Ulises he descubierto tu secreto Voy a colgarle del pescuezo un reloj al pájaro ese Nomás al callar el día Por años pensé que siempre me equivocaba Que caiga como ancla la vida. Cinco deseos como cinco soles Más de una ciudad ardería por ti Petén es el aire que denso respiras Nota sobre la autora
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