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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 Facultad de Filosofía y Letras 
 División de Estudios de Posgrado 
 Departamento de Historia 
 
 
 
 
 
LA FORMACIÓN DE LA CONCIENCIA TRABAJADORA 
MEXICANA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 
 
 
 
Tesis que presenta para optar al grado de Maestro en Historia 
 Marta Christlieb Robles 
 
 Directora de Tesis 
 Dra. Margarita Carbó Darnaculleta 
 
 Ciudad Universitaria D. F. Febrero 2012 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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 1 
ÍNDICE 
 
 
Introducción .................................................................................................................... 3 
Capítulo 1. Hacia una conciencia de clase: Marco teórico ............................................. 8 
Capítulo 2. La clase trabajadora vista por sí misma ....................................................... 16 
Capitulo 3. Expresión, instrucción y unión: Periódicos obreros .................................... 29 
Capítulo 4. Ayuda, protección y progreso: Asociaciones obreras .................................. 64 
Capítulo 5. Descontento y lucha: las Huelgas ................................................................ 87 
Capítulo 6. El movimiento obrero mexicano y el internacional: Influencias 
ideológicas ...................................................................................................................... 103 
Capítulo 7. Las clases trabajadoras frente a la vida política: Participación, ¿sí o 
no? .................................................................................................................................. 117 
Conclusiones ................................................................................................................... 134 
Fuentes consultadas ........................................................................................................ 137 
 2 
 
 
 
 
 
 
El amor y la vida 
son hoy sindicalistas. 
 
–Manuel Maples Arce, Prisma 
 
 3 
 
INTRODUCCIÓN 
 
En el año de 1854, cuando no estaba consignado el Derecho de Asociación en ninguna ley, 
murió un individuo, de oficio sombrerero. Al tener noticia de tal acontecimiento varios de 
sus amigos, también sombrereros, pasaron a ofrecer sus servicios a la familia y quedaron 
dolorosamente sorprendidos al ver el cadáver tendido en el suelo y con un pequeño plato a 
los pies destinado a recoger limosna para los gastos de la inhumación. Ángel García 
Alonso, quien presidía aquella comisión de amigos, les hizo notar la triste situación del 
artesano e inmediatamente propuso la formación de una sociedad de auxilios mutuos, idea 
que fue aceptada por los demás. El contingente se puso en contacto con el Ministerio de 
Fomento, que en ese momento estaba presidido por Miguel Lerdo de Tejada, y de esta 
reunión resultó que la Sociedad Mutua del Ramo de Sombrerería y su reglamento fueron 
aprobados el 23 de mayo de 1854. 
La noticia de estos eventos fue publicada en la ciudad de México, en el periódico La 
Convención Radical, el 15 de diciembre de 1889. 
¿Qué tenemos ahí? Un grupo de trabajadores necesitados, un líder, una sociedad 
mutualista (luego cooperativista), un interlocutor gubernamental, un periódico y la versión 
que los trabajadores –convertidos en periodistas– brindan de su propia historia, versión que 
muchas veces no corresponde a la realidad, con el fin de apoyar a los propios intereses y 
construir la leyenda de la lucha obrera. 
Estos elementos son la materia que da cuerpo a la presente tesis que, a lo largo de 
los siete capítulos que la componen, busca dar luz a la manera en que los obreros 
mexicanos se veían a sí mismos en la segunda mitad del siglo XIX, concebían su lucha con 
 4 
el aval de pensadores de distintos orígenes y la hacían pública en la prensa a la que los 
mismos aportaban sus publicaciones, a la vez que se relacionaban con los poderes 
económicos y políticos. 
En “Hacia una conciencia de clase: Marco teórico”, el primer capítulo, se revisa una 
nómina de pensadores e instituciones que dieron forma a la lucha de los trabajadores por 
sus derechos y calidad de vida: de Aristóteles a La Internacional, pasando por Fourier y 
Lenin, cuya definición de clase es la que más se acerca a la de los pequeños artesanos, 
trabajadores y obreros que conformaban la clase trabajadora del siglo XIX mexicano. 
La situación y características de obreros y artesanos son retratadas en el siguiente 
capítulo, “La clase trabajadora vista por sí misma”, donde se reúnen los datos que existen 
sobre ésta tanto en la bibliografía actual como en la prensa de la época, principalmente la 
escrita por los mismos trabajadores. 
Esta prensa es el objeto principal del tercer capítulo, “Expresión, instrucción y 
unión: Periódicos obreros”. En la prensa obrera de la época se entretejían las opiniones de 
los trabajadores con las de exitosos empresarios como Vicente García Torres y reconocidos 
literatos como Ignacio Manuel Altamirano y Guillermo Prieto, quienes en más de una 
ocasión intervinieron en favor de la lucha de los trabajadores por el respeto de sus derechos 
y la mejora de sus condiciones. En sus páginas se escribió la historia de su lucha y están 
repletas de los nombres o seudónimos escogidos por los mismos trabajadores, quienes 
fungieron como editores, directores, colaboradores regulares y, en algunos casos, como 
sostén. Algunos se ganaron un lugar en los anales de la prensa decimonónica, pero otros 
han permanecido prácticamente anónimos, conocidos sólo por sus escritos y su claro interés 
por lograr el mejoramiento de su clase, de su gente, de los que tenían necesidades y 
aspiraciones semejantes. En este trabajo abordaré la lucha de los trabajadores 
 5 
decimonónicos y su búsqueda de mejores condiciones de vida como personas, como 
ciudadanos y como trabajadores a partir de lo que estos periodistas expresaron en la prensa 
obrera de la época y me he ayudado consultando autores de la época como Mariano Otero, 
Guillermo Prieto, Fernando Garrido o Plotino Rhodakanaty y estudiosos del siglo XX como 
Luis Chavez Orozco, José Valadés, Rosendo Rojas Coria, Gastón García Cantú y Carlos 
Illades. 
Estas necesidades y aspiraciones buscaron ser cubiertas por distintas organizaciones, 
estudiadas en el cuarto capítulo: “Ayuda, protección y progreso: Asociaciones obreras”. La 
unión fue un elemento clave en la lucha de los trabajadores, pues les permitió crecer y 
fortalecerse como clase e incluso llegar a negociar con patronos y autoridades el 
cumplimiento de sus derechos. Asociaciones mutualistas, cooperativas, federaciones y 
confederaciones según avanzaba el siglo. 
Cuando esto no era posible, cuando no se alcanzaba el consenso, se recurría al paro 
de labores, tratado en el quinto capítulo: “Descontento y lucha: las huelgas”. Los autores de 
la prensa obrera, trabajadores muchos de ellos, publicaron textos a favory en contra de 
dicha medida, a la que muchos catalogaban de excesiva, además de que su éxito no era cosa 
segura. De hecho, pocas veces cumplía con todos sus propósitos. Es muy importante darnos 
cuenta de que cuando los trabajadores se decidían a estallar una huelga era porque se 
encontraban en una situación extrema, ya que si bien la Constitución de 1857 en su artículo 
9° permitía la asociación , el Código penal de 1872 en su artículo 925 castigaba con ocho 
días a tres meses de arresto y una multa de 25 a 500 pesos a los que emplearan la violencia 
física o moral,con el objeto de hacer que subieran o bajaran los salarios o jornales de los 
operarios, o de impedir el libre ejercicio de la industria o del trabajo. 
 6 
En general, la postura de periodistas y trabajadores ante la huelga y otros asuntos 
relacionados con la lucha obrera, era determinada por los autores con los que se hubieran 
topado. Estos autores y la forma en que llegaron a México y fueron dados a conocer por 
medio de la prensa o las instituciones es el tema del capítulo 6°, “El movimiento obrero 
mexicano y el internacional: Influencias ideológicas”. 
Estas ideas, además, marcaron para muchos el rumbo a seguir frente al poder 
político y la participación de los obreros en esa esfera. En “Las clases trabajadoras frente a 
la vida política: Participación ¿sí o no?” se relata cómo para unos, el obrero, sus 
organizaciones, sus líderes y aún su prensa, debían mantenerse apartados del poder político, 
so pena de perder de vista sus objetivos o corromperse, mientras que para otros era todo lo 
contrario: el nexo con los interlocutores gubernamentales era fundamental para alcanzar sus 
metas, e incluso se debía pensar en volverse ellos mismos miembros del gobierno. Se 
estudia también la relación con los gobiernos en turno, principalmente el de Lerdo de 
Tejada, que ayudó a los trabajadores a eludir la leva con tarjetas de “resguardos”, y el de 
Díaz, cuando los obreros tuvieron que acatar las disposiciones del régimen que buscaba el 
orden y el progreso. 
La noticia con la que abre la presente investigación sintetiza la historia de la lucha 
obrera; vista desde los ojos de los propios obreros sus necesidades eran muchas: requerían 
de un trabajo mediante el cual mantener a su familia: darle de comer, curarla en sus 
enfermedades, proporcionarle instrucción, una vida en paz y al momento de su muerte, 
proporcionarle todavía una manera digna de ser velados y enterrados sin dejar arruinada a 
la familia. Pero el espíritu de unión entre los obreros también era vasto, a pesar de las 
circunstancias adversas como el constante estado de guerra en algunos períodos y las 
pugnas internas que podían llegar a debilitarlos. 
 7 
Con esta inquietud por mejorar sus condiciones, los obreros encontraron en los 
periódicos europeos –interpretados en su mayoría por periodistas de origen español, que 
vinieron al Nuevo Mundo a enseñar estas teorías, que permitieran a los obreros y al pueblo 
en general mejorar su calidad de vida y de trabajo, inspiración para sus propios periódicos, 
organizaciones y huelgas, además de maneras para negociar con el poder y con el capital. 
Para ello contaron con el amparo de la Constitución de 1857, aunque cada gobernante la 
interpretaba a su modo. Y aunque la lucha no siempre fue fácil, abrieron la posibilidad de 
formar organizaciones con mayor influencia en la vida cotidiana de los trabajadores y en la 
relación obrero-patronal y obrero-gubernamental. Fue un proceso largo, pero como bien 
decía Lamennais, uno de los ideólogos adoptados por los trabajadores mexicanos: 
“Necesitamos mucha paciencia y un valor que nunca se canse; pues no venceremos en un 
día”. 
 8 
CAPÍTULO 1 
HACIA UNA CONCIENCIA DE CLASE: MARCO TEÓRICO 
 
La presente investigación indaga acerca del comportamiento de los trabajadores en 
la segunda mitad del siglo XIX. Estos trabajadores reflexionaban sobre sí mismos y sus 
condiciones de vida. ¿Quién los inspiraba? 
Para entender mejor el fenómeno, es necesario aclarar que los trabajadores 
mexicanos llegaron poco a poco a pensar en sí mismos como “la clase trabajadora”, una 
entidad diferente de otras clases, de otros conjuntos de seres humanos. Este término ha 
tenido un significado variable a lo largo de la historia. Revisando a autores clásicos, 
podemos comenzar por citar a Aristóteles, quien en su Política dice textualmente: “En 
todos los Estados hay tres grupos de ciudadanos: los muy ricos, los muy pobres y una 
tercera clase intermedia entre ambos. Pero como quiera es verdad universalmente 
reconocida que la moderación y la medianía es lo mejor, está claro que también en el 
campo de la posesión de los bienes de fortuna la propiedad mediana será indudablemente la 
mejor.”1 
Este pensamiento aristotélico fue válido hasta los comienzos del capitalismo 
moderno. Nuestros periodistas y líderes de los trabajadores procuraron que los obreros, 
debido a todos los beneficios de la asociación, pasaran de ser los muy pobres a ser la clase 
intermedia, esta clase media que tiene una mejor forma de vida y hace progresar a los 
pueblos. En las sociedades del siglo XIX, su influencia fue desvaneciéndose lentamente 
pero sin desaparecer hasta el momento actual. El deseo de los obreros de alcanzar el nivel 
 
1.Aristóteles.Ética Nicomaquea y Política. 12ª ed. Versión española de Antonio Gómez Robledo. Porrúa, 
México, 1989, libro IV, p. 231. 
 9 
de esta clase media permanece sin embargo al desarrollarse la industria el sistema 
individualista liberal, que tuvo como consecuencia que los artesanos, oficiales y aprendices 
formaron un ejército de asalariados sujetos, en lo relativo a las condiciones de trabajo, a la 
ley inexorable de la oferta y la demanda. 
Ahora bien, ¿a qué teóricos conocían los trabajadores decimonónicos? ¿Cómo los 
conocieron? ¿Cómo los interpretaron? Aunque no se cuenta con todas las respuestas, se 
sabe que conocieron a varios pensadores europeos. ¿Cómo, si entre estos trabajadores había 
un alto índice de analfabetismo en esos años? Un grupo de propagandistas de estas 
doctrinas novedosas, en su mayoría de origen español, vinieron a México con el propósito 
de instruir, ayudar y concientizar a los trabajadores mexicanos. Aunado a su altruismo, 
vieron en este nuevo país un campo propicio para experimentar estas nuevas formas de 
pensamiento que consideraban benéficas tanto para el mundo como para México. 
Dichos propagandistas leían en voz alta ante grupos de trabajadores deseosos de 
mejorar sus condiciones de vida. Entre otras obras, hicieron pública la propuesta de 
François Marie Charles Fourier, quien nació en Besançon el 7 de abril de 1772, en una 
familia de clase media que había perdido la mayoría de sus posesiones durante la 
Revolución de 1789. Fourier decía que los gobernantes debían legislar primero y antes que 
nada sobre la industria, función primordial de la sociedad. La solución para la humanidad 
era crear grupos llamados falansterios, en ellos el hombre tendría la libertad de acción 
necesaria para alcanzar la dicha. La felicidad se lograría cuando “las pasiones humanas” –
llama así al conjunto de intereses dados por Dios a los hombres para diversos fines– 
encontraran una satisfacción. Una vez las pasiones fueran ordenadas, los hombres se 
distinguirían por el monto de los ingresos que percibieran. Para que la dicha fuera 
completa, no debían reunirse hombres de distintas condiciones económicas en una misma 
 10 
comunidad. El inventor del mundo societario murió el 9 de octubre de 1837, pero sus 
discípulos trajeron sus ideas a México. 
¿Por qué leían además a Proudhon? Pierre-Joseph Proudhon nació en Besançon, 
Francia en 1809. Hablaba de la fuerza que daría a los trabajadores la asociación y de la 
necesidad de la autogestión. Se le considera uno de los fundadores del mutualismo, sistema 
adoptadopor algunas asociaciones de trabajadores durante la segunda mitad del siglo XIX, 
que a través de un sistema de cuotas, ofrecía a los trabajadores la posibilidad de sobrellevar 
una enfermedad y de que la familia contara con medios de supervivencia en caso de la 
muerte del trabajador. Algunos maestros de taller y obreros textiles en Francia habían 
probado estas organizaciones. En su obra ¿Qué es la propiedad?, publicada en Francia en 
1840, Proudhon afirma que la propiedad es un robo. Sin embargo, más adelante acaba 
aceptando la pequeña propiedad y dice: “el pueblo quiso que la condición del propietario 
fuera igual para todos: para que cada uno pudiera gozar y disponer libremente de los bienes 
de sus rentas, del producto de su trabajo y de su industria. El pueblo no inventó la 
propiedad; pero como no existía para él del mismo modo que para los nobles y clérigos 
decretó la uniformidad de este derecho.”2 
Proudhon admite por tanto la diferencia entre los hombres y plantea la existencia de 
tres grupos: el pueblo, los nobles y los clérigos, y constata que el primero critica e imita a 
los otros dos. Para Proudhon lo que hace que circulen las ideas no son los vagones de 
ferrocarril sino los escritores, es la discusión pública, la prensa libre. Proudhon murió en 
Francia en 1865. 
 
2Pierre-JosephProudhon. ¿Qué es la propiedad? Trad. de Rafael García Ormaechea. Ediciones Orbis 
HYSPAMERICA, Barcelona, 1983, p. 47. 
 11 
Piotr Kropotkin, leído por los dirigentes de las sociedades de trabajadores y citado 
en sus periódicos, nació en Moscú y vivió de 1842 a 1921. En su obra Palabras de un 
rebelde, publicada en Francia en 1880, hace la distinción entre los jóvenes del pueblo y los 
jóvenes acomodados y los incita a que establezcan la verdadera libertad, igualdad y 
fraternidad de la sociedad humana, puesto que tiene una gran confianza en los jóvenes para 
que cambien el mundo. El pueblo, según el príncipe Kropotkin, está formado por hombres 
y mujeres, trabajadores del campo y de las fábricas, artesanos y soldados. Al hablar de 
jóvenes acomodados, por otro lado, piensa en los nuevos profesionistas con una educación 
privilegiada, que pertenecen a ese “medio en el cual es moda decir que el pueblo no es más 
que un puñado de brutos”,3 y los llama a salir de su error: “venid a mezclaros con ese 
pueblo y la contestación surgirá por sí sola”.4 Para Kropotkin parte del antagonismo surge 
de la falta de conocimiento entre los miembros de las diferentes clases y confía en que los 
jóvenes se conozcan y juntos busquen el bienestar para ambas partes de la sociedad. 
Francisco Zalacosta, artesano anarquista, que dirigió el periódico La Internacional 
se declaraba representante de la facción bakuninista de La Internacional. ¿Quién fue 
Bakunin y cómo llegaron sus ideas a México? Mijail Bakunin nació en Priamújino al norte 
de Moscú, en mayo de 1814, en una hacienda comprada por su abuelo y habitada después 
por su numerosa familia. A pesar de que los Bakunin vivían con tanta comodidad, dice Max 
Nettlau en la introducción al libro Dios y el Estado, el ideólogo siempre quiso compartir 
con los demás y más tarde con la humanidad entera.5 Buscaba la lucha de la libertad 
humana contra la autoridad. En 1842, Bakunin dejó Berlín y se trasladó a Dresden 
 
3Piotr Koprotkin. Palabras de un rebelde. Casa Editorial Maucci, Barcelona, s.a., p. 55. 
4Ibídem. 
5MijailBakunin. Dios y el Estado. Trad. de Ricardo Mella y Ernesto Álvarez, intro. de Max Nettlau. 
Organización Editorial Capricornio, México, 1969, p. XIX. 
 12 
pensando en la revolución. En sus artículos de 1843 y 1844 todavía simpatiza con el 
socialismo, aunque lo critica y no se adhiere a los sistemas porque siente que al hacerlo 
pierde su libertad. Bakunin atacó implacablemente toda institución que le pareciera 
incompatible con la libertad y cualquier creencia que se opusiera al reconocimiento de tal 
derecho como fin supremo. En 1844 se trasladó a París y frecuentó los círculos radicales 
alemanes donde conoció a Karl Marx y a Friedrich Engels, así como a socialistas franceses, 
pero se identificó solamente con Proudhon, a quien consideraba el único que tenía entonces 
el propósito de abolir realmente al Estado y no de construirlo con nuevas formas. En 
noviembre de 1847 fue expulsado de Francia y se trasladó a Bruselas, donde se encontró 
con el círculo comunista alemán alrededor de Marx y no simpatizó con él. Nettlau nos dice 
que la alegría de Bakunin fue indescriptible cuando estalló la revolución de la Comuna en 
1848. A partir del otoño de ese año se pronunció por las luchas comunes de los pueblos 
eslavos, magiares y alemanes contra sus opresores, los gobiernos.6 Viajó a Francfort y a 
Colonia, donde rompió completamente con Marx. Sufrió persecuciones y penas de muerte 
conmutadas por cadena perpetua. Fue enviado a Siberia, logra adaptarse, daba lecciones de 
francés, se casa. Llega a Irkutsk, bajó por el Amur de ahí se sube a un barco 
estadounidense, llega a San Francisco, Panamá, Nueva York, y Londres Después de 
muchos ires y venires se estableció en Italia y volvió a formar parte del movimiento 
internacional. 
En 1864, en ocasión de una exposición internacional en Londres, obreros ingleses y 
franceses se reunieron en la sala San Martín con la idea de concretar la unión estrecha entre 
los obreros de todos los países. Se formó un comité con la misión de redactar un programa 
 
6 Ibídem, p. XXIV. 
 13 
y los estatutos para la Unión Internacional; como miembro de ese comité fue elegido, entre 
otros, Marx. En enero de 1869, Bakunin comenzó a publicar artículos en Progrès, periódico 
fundado por James Guillaume en Le Locle, Suiza, y al hablar de la sociedad afirma que en 
cada una hay obreros, intelectuales que no se ocupan del trabajo manual, burgueses, 
burócratas y el Estado que ha sido “el patrimonio de una clase privilegiada sea cual fuere: 
clase sacerdotal, noble, burguesa; burocracia al fin mientras otras clases se encuentran 
agotadas, extenuadas, aplastadas”.7 
El cuarto congreso de La Internacional se celebró en Bruselas del 6 al 13 de 
septiembre de 1869, y fue ahí donde empezaron las grandes discusiones entre Marx y 
Bakunin. Ahí fue donde se afirmó la idea de la anulación del Estado y su reemplazo por las 
uniones de productores. Bakunin tuvo gran éxito y entró en conflicto con Marx y sus 
partidarios. En 1870 se suspendió el congreso a causa de la guerra Franco-Prusiana, y para 
el siguiente año el Consejo General convocó en Londres a una conferencia cerrada, a la 
cual fueron invitados y estuvieron presentes sobre todo delegados partidarios de Marx y e el 
Consejo General. Los belgas, españoles e italianos se inclinaban con Bakunin hacia el 
federalismo. En el quinto congreso, celebrado en La Haya del 2 al 7 de septiembre de 1872, 
Bakunin fue expulsado de la Internacional. El 15 de septiembre de 1872 los federalistas 
organizaron a la vez un congreso en Saint-Imier, al que asistió toda el ala latina: secciones 
del Jura, Italia, España, Francia y dos secciones americanas. En esta reunión se formularon 
los principios fundamentales del movimiento obrero libertario, que pueden servir como 
indicadores del camino al proletariado revolucionario de la época. Algunos de los españoles 
que asistieron vinieron a México con estas ideas. 
 
7 Michel Bakunin. Le socialisme libertaire contre les despotismes.Compilación y presentación de 
FernandRude. Denöel/Gonthier, París, 1973,p. 11. 
 14 
Bakunin criticaba al Estado diciendo que ha sido siempre patrimonio de una clase 
privilegiada, que la burguesía usó al proletariado para expulsar de su trono a la nobleza y 
una vez conseguido esto pretendió olvidar la existencia y necesidades de las clasestrabajadoras. Estas ideas se discutieron en México en el Congreso Obrero de 1876. 
En sus escritos, los periodistas obreros mexicanos reconocían a los trabajadores 
como una clase aparte, distinta del resto de la población y que cumplía una función. En este 
sentido, su idea de clase es afín a la expresada por Karl Marx en El Dieciocho Brumario de 
Luis Bonaparte, donde escribe en la primavera de 1852 que un conjunto de individuos se 
convierte en clase en el pleno sentido del término, sólo cuando sus miembros se encuentran 
unidos por la conciencia de clase, es decir la conciencia de los intereses comunes, la cual se 
forma a través de las luchas políticas. 
Por otro lado, cuando Vladímir Ilich Lenin trató el problema del concepto de clase, 
expresó que se trataba de grupos de hombres entre los cuales algunos privilegiados, 
aprovechándose del lugar que ocupaban en un sistema determinado de economía social, se 
apropiaban del trabajo de los demás: 
Las clases son grandes grupos de hombres que se diferencian entre sí por el lugar 
que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado, por 
las relaciones en que se encuentran con respecto a los medios de producción 
(relaciones que las leyes refrendan y formulan en gran parte), por el papel que 
desempeñan en la organización social del trabajo y, consiguientemente, por el 
modo y la proporción en que perciben la parte de la riqueza social de que 
disponen.8 
 
Las tres grandes clases que constituyen la sociedad moderna basada en el sistema 
capitalista de producción son: los propietarios de la simple fuerza de trabajo, los 
propietarios del capital y los latifundistas, cuyas respectivas fuentes de renta son: el salario, 
 
8V. I. Lenin. “Una gran iniciativa”, en Obras escogidas. Editorial Progreso, Moscú, 1969, t. 3, pp.118-129. 
 15 
el beneficio y la renta de la tierra. La clase media constituye el campo fronterizo entre las 
dos clases fundamentales y antagónicas: burguesía y proletariado. Los individuos de la 
clase media están ligados en ciertos aspectos con el criterio burgués, y en algunos otros con 
el sentir proletario. 
La idea de la conciencia de clase es otro concepto importante para el desarrollo de la 
presente investigación. Stanislaw Ossowski, en Estructura de clases y conciencia social, 
dice: 
se trata no sólo de la conciencia de pertenecer a una clase dada sino también de la 
conciencia del puesto ocupado por esta clase en la jerarquía clasista, de percatarse 
claramente de la diversidad de clases y de los intereses de clase, eventualmente 
incluso hasta de la solidaridad de clase. En este sentido la sociedad clasista es una 
sociedad en la cual la mayoría de los miembros activos tiene una conciencia de 
clase que se refleja en su comportamiento.9 
 
La definición de clase que más se aplica a los pequeños artesanos, trabajadores y 
obreros del siglo XIX mexicano es la expresada por Lenin, según se analiza en el desarrollo 
de la presente investigación. Los dirigentes de los trabajadores son en su mayoría artesanos 
que se saben diferentes a los grandes capitalistas. Estos artesanos, grupo pequeño y frágil, 
han perdido ingresos por la aparición de las fábricas y creen que deben formar una unidad 
con otros artesanos y los empleados de estos talleres. En este contexto, las ideas de unión y 
organización entre trabajadores expresadas en los periódicos obreros cayeron en tierra 
fértil. 
 
 
9Stanislaw Ossowski. Estructura de clases y conciencia social. 2ª ed. Trad. de M. Bustamante Ortiz. 
Ediciones Península, Barcelona, 1972, p. 180. 
 16 
CAPÍTULO 2 
LA CLASE TRABAJADORA VISTA POR SÍ MISMA 
 
Artesanos y obreros de las fábricas se llamaban a sí mismos trabajadores o clase 
trabajadora, y expresaron sus necesidades e inquietudes a través de periódicos. Si pensamos 
cómo y en dónde trabajaban sabemos que eran diferentes entre sí, sin embargo, tenían 
necesidades semejantes que los llevaron a unirse, a sentirse diferentes de los dueños de las 
fábricas. Para Juan Felipe Leal y José Woldenberg, los artesanos serían: “pequeños 
productores de mercancías y/o servicios que laborarían con instrumentos y técnicas 
rudimentarias y manuales, que observarían una división del trabajo muy escasa y que 
participarían en una cadena muy prolongada de aprendizaje del oficio. Por lo regular serían 
ellos mismos quienes controlarían el proceso de producción y venta de sus mercancías o 
servicios.”10 
Estos trabajadores mexicanos no pertenecen al modo de producción capitalista, sino 
que se originan en una forma específica de producción. Las fábricas y los nuevos barrios 
obreros concentraron alrededor de las ciudades a una población que, en una sola generación 
y no en varias como en Europa, se transformó de campesina en obrera. 
La diferencia entre artesanado urbano y proletariado industrial es que este último 
surge de las relaciones capitalistas de producción. “El proletariado industrial es productor 
directo pero carece de los medios de producción propios y no ejerce ningún control sobre el 
producto final; vive del salario que recibe a cambio de la venta de su trabajo”.11 
 
10Juan FelipeLeal y José Woldenberg. Del estado liberal a los inicios de la dictadura porfirista. Siglo 
XXI/Universidad Nacional Autónoma de México/Instituto de Investigaciones Sociales, México, 1980, p. 121. 
11Ibídem, p. 122. 
 17 
Los artesanos conocían un oficio –carpintero, ebanista, zapatero, herrero, 
sombrerero, sastre–. Tenían pequeños establecimientos. Trabajaban varios miembros de 
una misma familia y eventualmente uno o dos ayudantes asalariados. El artesano era dueño 
de los instrumentos de trabajo y era encargado de dirigir el proceso productivo. El artesano 
realizaba su trabajo para personas de mayores posibilidades económicas que las propias, 
por lo que al estar en contacto con formas de vida más cómodas y diferentes a la suya 
deseaba alcanzarlas o en un momento dado, debido a que las conocía, criticarlas y atacarlas. 
Ciertos artesanos eran críticos, pues su grado de instrucción les había llevado ya a 
leer a autores como Charles Fourier y Pierre-Joseph Proudhon, que despertaban en ellos la 
necesidad de vivir de una forma distinta a la que se les había permitido hasta ese momento. 
Los artesanos mexicanos habían conocido el socialismo utópico y el anarquismo por el 
contacto con artesanos inmigrantes, especialmente españoles. Dentro de los cambios, ellos 
consideraban prioritario el de fundar escuelas para sus hijos. José María González, sastre de 
profesión y líder de los trabajadores, escribe al respecto: “Pretendemos que se ilustre en sus 
escuelas, porque allí no recibirá la instrucción por caridad ni sus hijos serán recibidos según 
el traje que lleven […] pretendemos que tengan cátedras de economía política y de derecho 
constitucional porque en el sistema democrático todos tienen derecho a puestos públicos.”12 
Políticamente, el artesano se adhería al sistema republicano democrático y a la 
doctrina liberal que le hacía respetar la propiedad privada y la seguridad de los demás: “Por 
esto el obrero que recurre a la huelga, no hace sino ejercer un derecho sancionado por la 
conciencia propia por las leyes universales, siempre que no llegue al extremo de que se 
 
12El Hijo del Trabajo. Año 1, época 1, no. 20 (3 de septiembre de 1876), pp. 1 y 2. 
 18 
queja es decir a atentar contra la seguridad y la propiedad individuales, ya sean las de sus 
compañeros o las de su patrón.”13 
Años más adelante, cuando apareció el positivismo en nuestro país, los trabajadores 
aceptaron y se adhirieron al “orden y progreso”. 
Acerca de las fábricas que existían a mediados del siglo XIX, sabemos que las 
estadísticas son inexactas porque el país pasaba poruna época de perturbaciones políticas. 
La industria textil fue la que recibió más inversión en la primera mitad del siglo XIX. Lucas 
Alamán pensaba que para que el desarrollo de México fuera posible se necesitaba solidez 
financiera, innovación tecnológica e industrialización. Alamán compartía estas ideas con su 
amigo Esteban de Antuñano, el industrial de Puebla. A finales de la década de 1830 
Alamán no tenía capital, pero asociado con los hermanos Legrand, capitalistas franceses 
que vivían en México, otros socios, un préstamo del Banco del Avío y una pequeña 
aportación propia, emprendió la construcción de la fábrica de hilos de algodón Cocolapan 
cerca de Orizaba. A finales de 1836 fueron contratados centenares de trabajadores, sin 
embargo a mediados de 1841 las cosas empezaron a ir mal y la fábrica textil cerró. En 1848 
compró la fábrica Manuel Escandón y consiguió un contrato para importar algodón. 
Esteban de Antuñano fundó en 1835 en la ciudad de Puebla la primera fábrica textil 
moderna de América Latina: La Constancia Mexicana. Antuñano se preocupó por controlar 
las propiedades que tenían acceso al río Atoyac, así podría controlar también la 
multiplicación de las fábricas que utilizaban la energía hidráulica. 
 Para 1843 existían 57 fábricas que producían al año 7 millones de piezas de manta. 
Hacia 1856 había 46 grandes fábricas de hilados y tejidos de algodón establecidas en la 
 
13El Obrero Mexicano. Año 1, t. 1, no. 15 (5 de agosto de 1894), p. 1. 
 19 
ciudad de México y en varios estados. Junto a los pequeños y medianos talleres, coexistían 
cuatro fábricas grandes que contaban con maquinaria moderna: La Magdalena y La Fama 
en la capital, la Zacatecana para hilados y fieltros en Pedernalillo, Zacatecas, cuyo 
propietario la había dotado de “un sistema de maquinaria escogido entre todo lo más 
perfecto” que se conocía en Europa en ese género movido, por máquina de vapor de 25 
caballos y alta presión, en la que se utilizaba de combustible la turba hallada en las 
cercanías; en Querétaro se encontraba la fábrica Hércules y en Tlaxcala una fábrica de 
textiles fundada en 1864. 
Las estadísticas mencionan a la vez los sueldos y salarios que se pagaban. He aquí 
algo importante: el obrero fabril o industrial trabajaba en talleres y fábricas que eran 
propiedad de personas que no conocían el oficio, sin embargo, habían comprado la 
maquinaria en Europa y Estados Unidos y seguían los modelos de producción extranjeros. 
Más adelante se incluyen las diferentes opiniones sobre esta nueva relación patrón-
trabajador, expresadas por algunos de los mismos trabajadores en sus periódicos. El 
asalariado industrial obtenía un salario mayor que el del promedio de los peones, pero 
también gastaba más pues vivía en las ciudades donde la vida era más cara. La familia del 
obrero se vestía y alimentaba mal, vivía en cuartos de vecindad. El obrero trabajaba 12, 14 
y 16 horas diarias. Algunas veces había intervalos de media hora para desayunar y una hora 
para comer, como en la fábrica Hércules, de Querétaro, propiedad de Cayetano Rubio. En 
otras ni eso, por lo que tenían que introducir una ración de pulque. Todos los obreros vivían 
al ritmo que marcaba el silbato de la fábrica. 
El grupo proletario –digamos, el que está constituido por aquellos que solamente 
poseen su fuerza de trabajo– estaba formado en la segunda mitad del siglo XIX por 
 20 
trabajadores del campo, de las minas, obreros manufactureros y una serie de desocupados. 
Mariano Otero, escritor liberal de la época, divide a este grupo en dos partes: 
los peones que en la colonia sufrieron la esclavitud de los repartimientos y las 
encomiendas y que ahora siendo libres no se han podido regenerar, en parte porque 
son indolentes y malos trabajadores, y en parte por el atraso del ramo en que 
sirven. Ellos no sienten más que las primeras necesidades físicas de la vida […] no 
conocen más organización social que la de los campos en que están distribuidos, y 
para los que no existe absolutamente ninguna de las necesidades sociales que 
hacen desear el goce de las nobles facultades del hombre. 
Y el obrero aunque recibe salarios un poco más altos, también resiente el 
atraso del ramo en que sirve. Las condiciones de su trabajo, han hecho que su 
mansión en las ciudades no les haya servido de otra cosa que de contagiarse de los 
vicios de la clase alta que miraban; vicios que desarrollados por un carácter 
salvaje, ha venido a formar de esta población un conjunto doblemente degradado 
por la estupidez del estado de barbarie y por la prostitución del estado social.14 
 
La gran mayoría de los trabajadores en México eran iletrados. Dorothy Tanck 
Estrada cita un documento de 1835, en el que un maestro de escuela municipal afirmaba 
que varios jóvenes medianamente instruidos habían abandonado la escuela para trabajar en 
comercios y que las profesiones industriosas entonces, de las artes y oficios, burocracia y 
ejército, parecen haber sido el destino de muchos de los egresados de la escuela primaria.15 
El artesano, ante el avance del capitalismo y el crecimiento de la industria, se siente 
amenazado, se da cuenta de que sus hermanos de oficio lo están igualmente y piensa en la 
necesidad de asociarse para sobrevivir delante de este monstruo que le aplasta. El poeta 
José T. Viesca escribe: 
Para que el artesano y el obrero lleguen a realizar el sueño de los grandes 
socialistas cuyo poderoso talento ha puesto en constante alarma a los 
especuladores de mala fe se necesita la unión, el gremio, la asociación, que en el 
presente siglo es la palanca de Arquímedes; pero no la asociación bajo bases 
 
14 MarianoOtero. Ensayo sobre el verdadero estado de la cuestión social y política que se agita en la 
República Mexicana. Instituto Tecnológico de la Universidad de Guadalajara, Guadalajara (Jal.), 1952,pp. 50-
51. 
15 Archivo del Ayuntamiento de la ciudad de México. Instrucción pública en general, vol. 2478,exp. 326 
(noviembre de 1835). Citado en DorothyTanck Estrada.La educación ilustrada 1786-1836. Educación 
primaria en la ciudad de México. El Colegio de México, México, 1998,p. 216. 
 21 
contrarias a la equidad, a la justicia y a la moral; la asociación mutua en trabajo, en 
utilidad, en socorro y en pérdida.16 
 
El instinto de sobrevivencia en este incipiente capitalismo hace que el artesano se 
alíe con el obrero o el minero, según se necesite, en contra del capitalista. El carpintero, el 
herrero, el tipógrafo, el tonelero, el sombrerero, el platero, el litógrafo siguen a sus líderes y 
algunos de ellos son periodistas. 
José María González, antiguo maestro y propietario de un taller de sastrería, decía 
en 1877: “Somos artesanos, estamos en contacto continuo con los obreros, vemos su 
miseria y comprendemos su situación”.17 
La minería era también importante, aunque apenas se estaba recuperando de la crisis 
en que la sumió la guerra de Independencia. Los obreros mineros eran alrededor de 200 
mil, según dice José C. Valadés, y disfrutaban de ciertas ventajas porque podían elegir 
libremente su día de asueto, recibían el salario en metálico con algunos descuentos para 
médicos, contribuciones personales y fondos de ahorro. En los principales minerales 
existían tiendas de raya y también comercio independiente.18 
Los obreros procedentes del campo, del artesanado y del lumpen citadino 
aumentaban cada día a medida que crecía la industria. La Convención Radical, periódico de 
la época, habla de la existencia de un millón de obreros en total para 1894.19 
 
16El Hijo del Trabajo(31 de agosto de 1884). 
17El Hijo del Trabajo (19 de enero de 1877). Citado en Alfonso López Aparicio. El movimiento obrero en 
México. Antecedentes, desarrollo y tendencias. Pról. de Mario de la Cueva. Jus, México, 1952, p. 93. 
18José C. Valadés. El Porfirismo. Historia de un régimen.Universidad Nacional Autónoma de 
México/Coordinación de Humanidades, México, 1977, t. 1, p. 329. 
19 Sobre el número de obreros, Daniel Cosío Villegas aclara: “El total de operarios laborantes en la actividad 
minero metalúrgica se incremento a una tasa anual de 1.6% de 1895 a 1907 pasando de 82,499 a 99,753 
obreros. Tan lento crecimiento no coincide con el más veloz de la producción minera”. Historia moderna de 
México. El porfiriato. La vida económica.Editorial Hermes, México-Buenos Aires, 1953-1973, t. 7, p. 249. 
 22 
Muchos campesinos abandonaban las áreas rurales debido a que el salario en las 
industrias era mayor al que percibían trabajando en las haciendas. Hay quien habla de que 
era un salario fijo, sin embargo, se sabe que frecuentemente se hacían descuentos por 
diferentes razones, entre otras el deterioro de la maquinaria con que se trabajaba. En las 
fábricas textiles era común que se rompieran las lanzaderas, hechas de madera, y si esto 
sucedía era posible que se descontara al obrero el precio de ese útil de trabajo.20 
El obrero, generalmente analfabeta, dependía totalmente de la fábrica: a las cinco o 
seis de la mañana se hacía sonar el silbato, crujían los piñones y se soltaba el agua. Ahí 
trabajaba normalmente 14 horas diarias, pero éstas podían variar entre 12 y 16. En los 
alrededores del centro de trabajo se encontraba la tienda de raya dependiente del patrón, de 
algún pariente o protegido suyo. En la capilla, el obrero satisfacía sus necesidades 
espirituales y conmemoraba fechas religiosas, celebraciones para las cuales frecuentemente 
se le descontaba parte de su salario. Por último estaba también la cárcel, ya que los patrones 
eran a la vez administradores de justicia y podían encarcelar a los trabajadores si lo 
consideraban necesario. Faltaba el descanso dominical y abundaban los accidentes de 
trabajo, por lo que había un descuento para médicos. El patrón tenía amplios poderes y el 
obrero dependía absolutamente de él. Las diferencias entre el obrero y el patrón eran muy 
claras y crecientes: “los obreros de buena fe, esos hombres obscuros pero honrados, 
 
20 Según Moisés González Navarro: “Casi la mitad de las huelgas se debió a la disminución del salario de los 
obreros, y a las infructuosas peticiones de su aumento; en menor grado, a que no se pagaba a los trabajadores, 
o se hacía con vales o moneda de níquel. Los malos tratos, que en algunas casos llegaban a los golpes, figuran 
en segundo término entre las causas de los conflictos; después, el aumento de la jornada de trabajo; el cese de 
operarios; la oposición a nuevos administradores y reglamentos; la lucha contra el trabajo dominical y el 
nocturno; la limitación de las entradas y salidas a las fábricas; el sistema de multas y de castigos en general 
empleados en ellas”. Las huelgas textiles en el Porfiriato. Editorial José M. Cajica Jr., Puebla, 1970, pp. 15-
16. 
 23 
apáticos y débiles, esos seres que se creen ciudadanos sin conocer sus derechos y libres sin 
disfrutar de los bienes sociales”.21 
El liberalismo vigente admitía la diferencia de clases sociales creada por la desigual 
distribución de la riqueza y la propiedad. El salario, la duración de la jornada, el descanso, 
la asistencia, la previsión social eran simples cuestiones de oferta y demanda, de 
producción y consumo, para las que no contaban la necesidad particular del obrero ni de la 
clase trabajadora en general, ni siquiera las supremas razones del beneficio colectivo. Un 
periodista manifestaba sus raíces ideológicas en El Obrero Mexicano al escribir: 
Todo está ordenado maravillosamente y el orden exige subordinación de aquí 
resulta la diferencia de clases en el hombre. Pero esta diversidad de clases sociales 
por ningún título arguye diferencia ninguna moral, porque todos somos animales 
racionales creados para un mismo fin. La diversidad consiste en la posición y esta, 
cuando no se adquiere por herencia se gana por trabajo, he aquí la diferencia entre 
los magnates y los súbditos.22 
 
En la cita anterior aparece la idea de que “todo está ordenado maravillosamente”. Es 
ya la época del positivismo mexicano que, como afirma Ignacio Sosa, quería erradicar de la 
sociedad el fantasma omnipresente de la revolución.23 Los positivistas veían en la 
revolución un afán demoledor que conducía a la anarquía. Buscaban que México se 
integrara a lo que en ese momento se llamaba el concierto civilizado de naciones. Esto 
quería decir entrar al grupo de países que habían sentado las bases de la sociedad industrial, 
conjurado la amenaza de la revolución y gozaban de paz. El ideal de perfección de su 
doctrina se basaba en un triángulo cuyos vértices correspondían a los lemas de Gabino 
Barreda: Libertad, Orden y Progreso. 
 
21El Hijo del Trabajo (16 de julio 1876). 
22El Obrero Mexicano.T. 1, año 1, no. 3(13 de mayo de 1894). 
23 Ignacio Sosa (comp.). El Positivismo en México: Antología. Universidad Nacional Autónoma de 
México/Coordinación de Humanidades, México, 2005, p. XIV. 
 24 
En México la clase gobernante estaba constituida por abogados, médicos, militares, 
profesionistas en general, y políticos profesionales. No tenía ante sí una aristocracia, y se 
puede decir que existía cierta movilidad en la escala social. A partir del triunfo de la 
República, el positivismo exigiría un nuevo orden y disciplina en el país: no más revueltas 
ni asonadas. 
Por su parte artesanos y obreros al mismo tiempo, hablaban de que eran una clase y 
trataban de definirse. En 1874, en el “Proyecto de Constitución para la clase obrera de la 
República Mexicana”, realizado por Francisco Bañuelos y publicado en El Socialista, se 
lee: 
Pertenecen a la clase trabajadora los que modifican la materia que está en relación 
con nuestras necesidades físicas, los labradores, los criados, los mineros, los 
industriales, los químicos, los maquinistas y en general todos aquellos que 
contribuyen con el fruto de su trabajo para satisfacer todas nuestras necesidades 
materiales. Todo el que no viva del trabajo de esa clase no debe pertenecer a ella. 
Los fabricantes de objetos que no satisfacen las necesidades naturales: como 
naipes, ruletas etc. no son tampoco de dicha clase.24 
 
Al hablar de satisfacción de las necesidades físicas, recuerda lo dicho por Mariano 
Otero acerca de que el proletario de la segunda mitad del siglo XIX buscaba solamente la 
satisfacción de sus primeras necesidades. En el texto, Francisco Bañuelos considera dentro 
de su clase a aquellos que pueden transformar la materia con el fin de satisfacer las 
actividades aconsejables y provechosas por la sociedad de la época. Los fabricantes de 
naipes y ruletas no se incluyen pues sus productos se utilizaban en el juego, actividad 
considerada viciosa y por la que a veces los trabajadores desempleados perdían lo poco que 
tenían y hasta podían ir a dar al tribunal y ser juzgados por vagos. A mi parecer, la 
 
24El Socialista. (22 de enero de 1874). 
 25 
definición de Francisco Bañuelos es muy amplia, ya que comprende todas las actividades 
de transformación. 
El tonelero Juan B. Villareal escribe en El Hijo del Trabajo: “es necesario 
emanciparnos definitivamente, viviendo entre la democracia; aspirando al ambiente de la 
libertad daremos ser a nuestra clase y gloria a la patria”.25 El periodista busca vivir en la 
libertad y la democracia, aspiración muy explicable si recordamos que escribe en 1876, año 
en que Porfirio Díaz alcanzó el poder. El que un artesano nos hable del ser de su clase nos 
hace pensar que es una persona que se ha ocupado de leer a los socialistas utópicos y que 
busca instruir a sus hermanos. Al mismo tiempo, Villareal quiere dar gloria a la patria, idea 
poco precisada pero muy usual en el sigloXIX. 
El periodista José María González, citado anteriormente, define a la clase obrera 
desde el punto de vista de su antagonismo con la clase rica, la clase acomodada. Los 
trabajadores son los que permiten que los ricos tengan tantas riquezas; estos últimos se 
apropian de su tiempo y fuerza de trabajo y sólo les devuelven ultrajes, destrucción y 
muerte. 
En palabras de J. Espínola, “en vez de pensar en el bienestar de la clase obrera, de la 
que produce, de la que proporciona al rico comodidades y las riquezas la abaten, la 
destruyen y la matan”.26 Estas líneas, dirigidas a los trabajadores, los contraponen a la clase 
propietaria, buscan sembrar el germen del descontento entre la clase explotada. 
Otros escritores, obreros también, se percatan de que obrero y capitalista, a pesar de 
su natural antagonismo, se necesitan el uno al otro, deben complementarse: “¿Creen que el 
capital invertido en la industria puede algo sin la ayuda del obrero? ¿Creen que el obrero 
 
25El Hijo del Trabajo. Año 1, época 1, no. 25 (8 de octubre de 1876). 
26El Hijo del Trabajo. Año 1, época 1, no. 21 (10 de septiembre de 1876), pp. 1 y 2. 
 26 
pueda algo sin la ayuda del capital? Lo dicho: de la discusión pacífica y razonada de las 
cuestiones obreras, sacarán mucho provecho el capital y el trabajo”.27 El trabajador 
comprende su dignidad y quiere que los demás se percaten de ella: 
¿Qué hombre no se llena de gozo al decir soy obrero? Luego está visto que el 
obrero honrado es más digno que el capitalista. Los obreros comprendemos bien 
que necesitamos del capitalista tanto como el capitalista necesita del obrero, y por 
la misma razón, aun suponiéndonos enemigos, pero enemigos leales y francos, 
queremos tratar y ser tratados con las consideraciones debidas a los hombres 
honrados.28 
 
Espínola conoce el deber del capitalista y sólo recrimina al que no lo cumple. Al ser 
necesarios el uno para el otro, obrero y capitalista deben vivir en armonía. Se nota también 
la influencia de Fourier, quien hablaba de la unión de capital, talento y trabajo. 
El Segundo Congreso Obrero, de 1880, entiende por proletariado todo el que vive 
de su trabajo personal, ya sea manual o intelectual. Esta idea es más amplia, sólo queda 
fuera aquel que no realiza ningún trabajo, forma difícil de vivir en sociedad: “La clase 
obrera, esa clase benemérita (a la que tenemos la honra de pertenecer) que no tiene más 
patrimonio que su corporal trabajo para acudir a la satisfacción de sus más urgentes 
necesidades, de esa clase que, para no carecer de lo más indispensable, trabaja desde las 
primeras horas de la mañana hasta muy entrada la noche.”29 
El autor del texto define al obrero y se considera uno de ellos. Tal vez encontremos 
aquí una respuesta a la crítica que encierra la definición que da Otero del obrero, pues dice 
que sólo atiende a sus más urgentes necesidades, tal vez porque a pesar de realizar un gran 
esfuerzo lo que gana no alcanza para más. 
 
27La Unión de los Obreros (3 de septiembre de 1875). 
28La Unión de los Obreros. Tomo 1, no. 10 (30 de septiembre de 1877), p. 2. 
29El Socialista (3 de septiembre de 1875). 
 27 
En varias ocasiones, José María González se detiene a considerar y a describir la 
situación del trabajador para que todos puedan apreciarla y busquen mejorarla: 
Se lastima el alma al contemplar […] que las pocas prendas de ropa que 
constituyen todo el haber del obrero, van a perderse en una friolera en los 
empeños, al ver los malos efectos que se expenden en las tiendas públicas, y el 
robo que allí se hace del peso y medida; al tropezar continuamente con el artesano 
y con el industrial que pudieron hacer alguna obra propia y no hay comprador; al 
saber que los juzgados menores están llenos de demandas a obreros por renta, 
embargos y desocupación de casa; al penetrar en esos calabozos húmedos y 
malsanos que se llaman cuartos de vecindad, en donde habitan esos infelices 
trabajadores, pagando rentas exorbitantes a exigentes propietarios; al ver al hijo 
del obrero siempre harapiento, siempre sufrido, siempre con hambre, por más que 
tenga un padre honrado y trabajador.30 
 
La cita es por demás elocuente y descriptiva. José María González, sastre y 
periodista, conocía bien la situación. 
Al contemplar el panorama, Marius increpa en El Socialista a la clase acomodada: 
“Habéis colmado el residuo de nuestro sufrimiento, que ya se desborda en lágrimas y en 
odios; queremos recobrar nuestro derecho y nadie podrá impedírnoslo”.31 El seudónimo 
utilizado por el autor recuerda al héroe de Los Miserables, obra romántica que plantea los 
problemas de los trabajadores en Francia hacia 1862. Su autor, Victor Hugo, nació en 
Besançon al igual que Fourier. 
El sastre y líder obrero José María González, dice: “Operarios de todas las fábricas 
despertad de vuestro letargo, perded el miedo a vuestros tiranos, tened dignidad, obrad con 
arreglo a nuestras instituciones políticas, y habéis dado un paso gigantesco: os haréis 
independientes de la vergonzosa tutela en que os tiene”.32 El autor de este texto, publicado 
en El Hijo del Trabajo, parece inspirarse en el “Proletarios del mundo, uníos” de Karl Marx 
 
30 J. M. González, en El Hijo del Trabajo. Año 2, época 2, no. 66(28 de octubre de 1877), p. 1. 
31El Socialista (6 de septiembre de 1877). 
32El Hijo del Trabajo. Año 2, época 2, no. 66 (28 de octubre de 1877), p. 1. 
 28 
al hacer su llamado a los “Operarios de todas las fábricas”. Los instiga a que sean capaces 
de buscar mejores condiciones de vida y confía en las instituciones políticas; aparentemente 
en quien no confía es en los patrones. Un poco más adelante en el mismo artículo, dirigido 
a los operarios de la fábrica El Águila en Contreras, les dice que los patrones los necesitan 
y, por lo tanto, ellos mismos deben exigir condiciones justas de trabajo. 
Un núcleo de trabajadores era capaz de darse cuenta de que formaban un grupo, una 
clase diferente a las demás y quería que todos los miembros de ésta se reconocieran, 
tuvieran conciencia de ser diferentes y de que se podían unir. Los dirigentes pensaban que 
el siglo XIX ofrecía una oportunidad especial de llevar a cabo sus deseos. Con ese fin 
formaron asociaciones, se publicaron periódicos y en éstos aparecieron, por entregas, como 
se hacía frecuentemente en la época, libros que instruían a los trabajadores sobre las 
posibilidades de organizarse, de promover huelgas, de abrir escuelas y bibliotecas y acerca 
de como decidirse, en ciertos momentos, participar en la vida política del país. 
 
 29 
CAPÍTULO 3 
EXPRESIÓN, INSTRUCCIÓN Y UNIÓN: PERIÓDICOS OBREROS 
 
Los diarios políticos más aceptados de la época del Porfiriato imprimían entre semana de 
tres mil a cuatro mil ejemplares, y en los días festivos de cuatro a cinco mil. Muchos no 
pasaban de los mil números diarios, la mayoría tenían subvenciones de círculos privados o 
centros oficiales y a veces, aun así imprimían sólo 150, 200, 400 o 500 ejemplares. La 
construcción del ferrocarril permitió que los diarios alcanzaran mayor difusión. La libertad 
de prensa era casi nula; los periódicos se dedicaban a elogiar al gobierno en turno, celebrar 
la paz porfiriana, fiestas cívicas, conmemoraciones, vida social y espectáculos. Aparecían 
algunas novelas por entregas. Otro tema era la alabanza a la libertad que proporcionaba el 
positivismo. Sólo subsistían los periódicos que además de contar con recursos económicos, 
se sometían al régimen buscando la protección de algún personaje poderoso. Daniel Cosío 
Villegas apunta que entonces el público era mejor lector de periódicos que en la actualidad, 
pues el ritmo de vida era más pausado y los periódicos tenían unas cuantas páginas. Debe 
tenerse en cuenta también que a diferencia de los periódicos de ahora queson 
esencialmente informativos, los de aquella época eran doctrinarios; en palabras de Cosío 
Villegas, “se hacían para exponer y mantener una doctrina política; el fin era la doctrina y 
el medio era el periódico”.33 
“La clase obrera sufre y se queja por medio de sus órganos [sus periódicos], 
denuncia el mal e indica el remedio; no le hacen caso, no le escuchan, se ríen de ella, la 
burlan, la escarnecen, la odian, está bien, porque siempre reirá mejor el último que 
 
33 Daniel Cosío Villegas (coord.). Historia moderna de México. La República restaurada. Vida 
política.Editorial Hermes, México-Buenos Aires, 1953–1973, t. 1, p. 37. 
 30 
ría”.34Este pensamiento, publicado en El Hijo del Trabajo, nos deja ver la idea de que el 
triunfo final será del obrero, del trabajador. 
Un grupo de éstos se reúne porque siente que tiene algo que comunicar a sus 
semejantes, a los miembros de su clase o al que quiera escucharlo. Este núcleo decide 
publicar un periódico en sus ratos libres, quitándoselos a su familia, al sueño, a la diversión, 
a la instrucción. Las instalaciones para la publicación se ubican en una parte del taller o de 
la casa de alguno de los colaboradores. El financiamiento corre por cuenta de la mesa 
directiva o, si se tiene suerte, de los suscriptores. Algunos periódicos se dedican a los 
obreros de una fábrica en específico, a un ramo de actividad económica o son para la clase 
obrera en general y buscan conocerse y comunicarse entre sí. Según Leal y Woldenberg: 
“Se ha atribuido la gestación de este movimiento [periodístico] del artesanado urbano a la 
influencia ideológica (sin duda importante) ejercida por artesanos inmigrantes franceses y 
catalanes en particular que se situaban en el horizonte doctrinal del socialismo utópico y del 
anarquismo.”35 
Por aquellos años la cultura oficial –llamémosla así– alcanzaba un esplendor nunca 
antes contemplado. La intelligentzia mexicana disfrutaba del exclusivo lujo de entender a 
Auguste Comte y decoraba su poesía con biombos chinos y mármoles versallescos. Era 
nuestra atenuada Belle Époque. Los feos de cuerpo y alma eran escondidos en el desván del 
Valle Nacional y la clase dominante acudía tranquila a las tandas del Principal sabiendo que 
 
34El Hijo del Trabajo (12 de mayo de 1876). 
35 Juan Felipe Leal y José Woldenberg. Del estado liberal a los inicios de la dictadura porfirista. Siglo 
XXI/Universidad Nacional Autónoma de México/Instituto de Investigaciones Sociales, México, 1980, p. 128. 
 31 
nada podía ir mal bajo la férrea mano del héroe del 2 de abril, encarnación y síntesis aun 
física de la sabiduría oaxaqueña y la elegante disciplina británica36. 
Los periódicos obreros generalmente presentan su ideario en los primeros números 
y señalan la frecuencia con que van a aparecer: serán diarios –muy rara vez– o aparecerán 
cada semana, cada quincena o cada mes. La realidad es que los periódicos aparecen cada 
vez que las circunstancias lo permiten. Aclaran si son órganos de alguna sociedad o partido 
político y empiezan a circular. Buscan comunicarse entre sí, se apoyan unos a otros y en sus 
páginas surgen polémicas sobre temas importantes como la huelga, la adhesión de los 
trabajadores a cierto partido político o a ninguno. Algunos periódicos ofrecen bolsa de 
trabajo. La ideología de las publicaciones cambia a veces debido a las amenazas del 
régimen; en ocasiones el periódico desaparece por razones particulares al no someterse a 
los lineamientos señalados por el gobierno o simplemente cuando los editores se quedaban 
sin dinero para publicarlo. 
El movimiento obrero de la segunda mitad del siglo XIX “estuvo dirigido no por los 
líderes obreros, que a la sazón no surgían en la masa proletaria, sino por periodistas 
pequeño burgueses, que desde las columnas de sus publicaciones hacían prodigiosos 
esfuerzos por orientar a los asalariados”37, a decir de Luis Chávez Orozco. 
Los periódicos obreros de esa época, disponibles o citados, suman alrededor de 30, 
proceden principalmente de la ciudad de México y tienen diferentes ideologías. Los más 
importantes aparecen en los lugares donde, además de existir fábricas, hay una mayor 
politización y acceso a la información, como es el caso de la capital. En ella había, en 1893, 
 
36 Conversación con Gerrnán Dehesa Violante. 1977. 
37Luis Chávez Orozco. Del artesanado al socialismo. Selecc. de José María González, pról. de Luis Chávez 
Orozco. Secretaría de Educación Pública, México, 1974,p 29. 
 32 
ocho fábricas textiles y para entonces habían circulado al menos 15 periódicos; en cambio, 
en Puebla había21 fábricas para esa fecha y una sola publicación. En Veracruz se 
encontraban cinco fábricas y carecían de periódico, mientras que en Jalapa había tres 
fábricas y circulaba La Huelga. 
 
PERIÓDICOS EDITADOS POR LA SOCIAL Y SUS MIEMBROS 
Los miembros de La Social, grupo que será tratado a detalle en el siguiente capítulo, usaron 
los periódicos como medio de difusión para sus ideas. El Socialista apareció en México el 9 
de julio de 1871 como órgano oficial del Gran Círculo de Obreros de México. “Periódico 
semanario destinado a defender los derechos e intereses de la clase trabajadora”, aparecía 
los domingos por la mañana en el Despacho 2° del factor número 7. Los números sueltos 
valían 2 centavos y a los repartidores se les daba a un peso el ciento. A partir del número 
16, de 1871, se declaró “Periódico semanario dedicado a la defensa de la clase obrera”, con 
lo que sustituyó al término más general de “clase trabajadora”. Sus lemas eran: Todos 
somos hermanos, Amaos los unos a los otros y Nunquampecuniae cedo. Se daba el crédito 
de editor propietario a Juan de Mata Rivera “por haber puesto la primera aportación”, 
mientras que el editor responsable era Francisco de Paula González y sus redactores: 
Plotino Rhodakanaty, Gerardo M. Silva, Scévola, Cromwell, Agapito Silva, Diego 
Bencomo, Francisco Silva, Justo Pastor Muñoz, Francisco Aduna, Luis G. Sánchez, 
Francisco Delgado y Luis G. Miranda, quien también figuraba como editor de La Igualdad, 
en Cuautla, Morelos. 
El periódico se publicaba en el taller del periodista Vicente García Torres, en San 
Juan de Letrán 3, y era costeado de su propia bolsa. Para 1872 aumentó su tiraje y tamaño, 
con lo que alcanzó las dimensiones de todo un gran periódico. En ese mismo año, El 
 33 
Socialista apoyó la candidatura de Vicente Riva Palacio para la presidencia de la Suprema 
Corte. 
Hijo de españoles, Juan de Mata Rivera nació en México en 1838, y su vida 
transcurrió entre los talleres tipográficos y las asociaciones mutualistas. Discípulo de 
Rhodakanaty, dirigió El Socialista de 1971 a 1888, periodo en el que fue notoria la 
influencia de Charles Fourier y Pierre-Joseph Proudhon. Mata Rivera fue partidario de la 
reelección de Sebastián Lerdo de Tejada en 1876 y criticó la rebelión de Porfirio Díaz y su 
Plan de Tuxtepec. Valadés acusa a Mata Rivera de ser protegido del presidente Lerdo y de 
que intentaba manejar a los obreros mediante la publicación. Creo que la última afirmación 
es una alabanza más que una crítica, pues era natural que los periodistas obreros escribieran 
con la idea de dirigir y orientar a los miembros de su clase.38El Socialista, a pesar de haber 
criticado en ese momento a Díaz, tuvo que mostrar su adhesión al régimen durante el 
Porfiriato. 
Michoacano, Francisco de Paula González nació el 21 de abril de 1844, estudió en 
Morelia, entró a trabajar en una fábrica textil y más tarde en un taller de tipografía. 
González. A partir de 1867, año del triunfo de la República, González se mostró muy activo 
dentro del movimiento obrero: fue socio de la sociedad de sastres –a pesar de que no ejercía 
ese oficio–, fundó el periódico quincenal El Artesano, la SociedadUnionista de 
sombrereros y fue uno de los 12 miembros fundadores del Gran Círculo de Obreros. En 
1875 se mostró en contra de la reelección de Lerdo, por lo que prefirió separarse del Gran 
Círculo de Obreros y fundó el Gran Círculo de la Unión. En 1877 adquirió el periódico El 
Hijo del Trabajo. 
 
38 José C. Valadés. “Cartilla Socialista de Plotino C.Rhodakanaty. Noticia sobre el socialismo en México 
durante el siglo XIX”, en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México,t. 3 (1970), p. 31. 
 34 
En 1876, año en que se propuso la reelección de Lerdo de Tejada, escribieron en El 
Socialista, entre otros, Ignacio Manuel Altamirano, Ignacio Ramírez, Francisco Sosa y José 
María Vigil. Todos escritores consagrados de la época. En sus páginas se publicaron 
también diversas obras como El Manifiesto Comunista de Karl Marx y Friedrich Engels, 
que salió íntegro en 1888. 
A partir del 25 de agosto de 1882,El Socialista sacó por entregas el libro La 
cooperación: Estudio teórico y práctico sobre las sociedades cooperativas de consumo y de 
producción en Inglaterra y otros países, y especialmente en Cataluña, del español 
Fernando Garrido, libro que tuvo gran influencia sobre el movimiento obrero mexicano. La 
obra fue publicada originalmente en la Imprenta de Oliveros de Barcelona, en 1879, con 72 
páginas. 
¿Quién era Fernando Garrido? Uno de los principales propagandistas del socialismo 
durante el siglo XIX. Nació en Cartagena en 1821 y murió en Córdoba en 1883. Se educó 
en Cádiz y a los 25 años se fue a Madrid, donde publicó varios periódicos de vida efímera 
como La Organización del Trabajo, inspirado en las ideas de Fourier. 
El fin de El Socialista era la defensa e instrucción de la clase trabajadora. “Una 
sociedad para cada arte y todas ellas reunidas en una asociación universal obrera podrán 
usar de la huelga para conseguir un salario justo y una forma de vivir digna”.39Con “Una 
sociedad para cada arte” los redactores del periódico se referían a que los trabajadores 
tenían características y necesidades distintas porque las circunstancias de su trabajo 
variaban según la actividad a la que se dedicaran: textileros, tipógrafos, toneleros, mineros 
y demás. Existían gran cantidad de oficios – ya en la época colonial existían 300 
 
39 José Muñúzuri en El Socialista (22 de agosto de 1876). 
 35 
ordenanzas de gremios y obrajes - y pedían que cada uno tuviera su propia asociación y que 
todas ellas estuvieran cobijadas por una asociación universal obrera que entre otras cosas 
les permitiera usar la huelga y saber que los obreros tienen características que los aglutinan: 
Convencido el obrero de esta verdad (de que se pagan cantidades homeopáticas, lo 
necesario para vivir y reproducirse) y de que el trabajo es el verdadero mantenedor 
de las sociedades debe guiarse por el lema de que la unión constituye la fuerza, se 
asocia con sus compañeros, emplea la huelga para cercenar privilegios a los 
señores, y consigue poniendo de valladar a las exigencias de la burguesía la 
solidaridad obrera, ser tratado como hombre.40 
 
Cuadron, redactor de El Socialista, se da cuenta dela necesidad de que el obrero 
viva en forma humana, que tenga lo que en el siglo XXI llamamos una buena calidad de 
vida y la única forma de conseguirlo es la unión. 
“Poco le deben importar a él [el mundo obrero] las cuestiones meramente políticas 
cuando algo hay que afecte a la clase obrera en su presente y su porvenir”,41afirmaba 
Manuel María Romero. Sin embargo, otros redactores del periódico habían apoyado la 
candidatura del general Díaz para las elecciones de 1883. 
 La organización de la Internacional de Trabajadores constituyó también una 
preocupación del cuerpo de redacción del periódico y en éste aparecieron cartas dirigidas a 
obreros de La Habana tratando el asunto. 
Semanario popular destinado a la defensa de las clases trabajadoras de la República 
y órgano de la Sociedad Artístico Industrial. El Obrero Internacional apareció en la ciudad 
de México en 1874. Se sabe que la Sociedad Artístico Industrial es una de las 
organizaciones de trabajadores más antiguas del país; sin embargo, los datos de su 
fundación son poco precisos. Este fenómeno es común entre este tipo de sociedades que 
 
40El Socialista (10 de septiembre de 1884). 
41Ibídem (23 de diciembre 1888). 
 36 
aparecían y desaparecían según las circunstancias, por lo que pueden encontrarse varias 
fechas de su origen. Santiago Villanueva y Ricardo Velatti, miembros de La Social, 
fundaron la Sociedad Artístico Industrial junto a Epifanio Romero, al parecer en 1844. 
De Romero se sabe que participó en la guerra de intervención norteamericana como 
soldado en los cuerpos de la Guardia Nacional. Ricardo Velatti, de origen italiano, nació en 
México en 1850. Carpintero, participó en el Gran Círculo de Obreros y fue secretario y 
fundador de la Sociedad Artístico Industrial y de algunas otras asociaciones. Perteneció a 
La Social y siguió la corriente anarquista de Francisco Zalacosta. Publicó sus escritos en El 
Socialista y El Hijo del Trabajo, además de El Obrero Internacional. Por su parte, el 
ebanista Santiago Villanueva nació en México en 1838. En su juventud fue escultor y 
estudiante de dibujo en la Academia de San Carlos. Participó en 1886 en la fundación de la 
Sociedad Mutua del Ramo de Sombrerería y fue miembro fundador de la Unión de 
Tejedores del Valle de México. 
Miguel Sánchez de Tagle fungió como director de El Obrero Internacional, 
mientras que Ricardo Velatti, Santiago Villanueva, Balderas, López, Carlos Larrea,Juan 
Cano, José Olvera, Luis G. Rubín y Federico Fusco formaron el cuerpo de redactores. 
“Trabajo e instrucción para nuestros hermanos, protección para las artes y la 
industria y el respeto debido a los derechos políticos y sociales de nuestra clase”42era parte 
del programa de la redacción de El Obrero Internacional. Derechos políticos: votar y ser 
votado. Para sus responsables, a pesar de que las sociedadesmutualistas tenían gran mérito 
y habían contribuido al progreso del movimiento obrero inculcando el socialismo, el mejor 
medio de lucha eran las sociedades cooperativas en las que veían mayor provecho para los 
 
42El Obrero Internacional(31 de agosto de 1874). 
 37 
trabajadores, ya que con ellas tenían además la opción de convertirse en pequeños 
propietarios. 
Los redactores de El Obrero Internacional se declaraban socialistas y pedían al Ser 
Supremo la unión de la clase obrera no sólo en pequeñas asociaciones locales sino en una 
que comprendiera a todas las de la República y las representara en un congreso 
internacional. Al hablar del Ser Supremo, los redactores nos dejan ver su origen 
confesional. Los periodistas desde sus columnas animaban a los trabajadores y les daban 
consejos, especialmente a los que tenían problemas en esos momentos, como los obreros 
del Mineral del Montey los cocheros de las líneas de la ciudad de México.43 
Periódico liberal, independiente, socialista y acérrimo defensor de la clase obrera,El 
Hijo del Trabajo apareció semanalmente en la ciudad de México a partir de 1876. José 
Muñúzuri, miembro de La Social, era su propietario y Francisco de Paula González, quien 
había salido de El Socialista, el responsable. Benito Castro, pintor; Justo Pastor Muñoz y 
Miguel O’Gorman, carpinteros; Simón Nieto, impresor; Francisco Zambrano de la Portilla, 
profesor; Juan B. Villarreal, tonelero; Gregorio O. Esquerro, litógrafo, y José María 
González, sastre y uno de los periodistas más activos en el movimiento trabajador de la 
segunda mitad del siglo XIX, formaban el cuerpo de redactores del periódico. 
José María González proclamó ser socialista, no comunista. El socialismo, como 
repiten variasveces este y otros redactores de los periódicos obreros, significaba una 
mejoría de la clase obrera sin ruptura del orden establecido. El comunismo era asociado con 
el movimiento francés de La Comuna (1871), el terror y la violencia sin fin, el robo y el 
exterminio. Esta postura, a pesar de ser pública, podía ser olvidada, como ocurrió en la 
 
43 Ibídem,t. 1, no. 4(22 de septiembre de 1874) y t. 1, no. 11 (10 de noviembre de 1874). 
 38 
reunión referida por Gastón García Cantú en El socialismo en México, siglo XIX, 
convocada por la Sociedad de Meseros en el Teatro Arbeu, en julio de 1878.El principal 
invitado fue Porfirio Díaz.44 En La Patria, periódico de Ireneo Paz que se conocía como de 
oposición y se identificaba a sí mismo como político, científico, literario, comercial y de 
anuncios, se dijo de aquel acto: “uno de los discurseros lo hizo de tal forma que fue llamado 
al orden por el presidente de la Sociedad, mas el general Díaz se levantó de su asiento, 
pidiendo que siguiese el discurso, porque según la Constitución, el uso de la palabra es 
sagrado en una reunión pacífica”.45El discursero era José María González, quien fue 
atacado a los pocos días al grito de “éste es comunista”. 
El Hijo del Trabajo apareció en abril de 1876 y desapareció en 1884, probablemente 
en el mes de diciembre, ysu tiraje total fue de 78 números. Órgano oficial del Gran Círculo 
de la Unión y de las sociedades Esperanza del Círculo de Zapateros, Talabarteros y Mutua 
del Ramo de Sombrerería, posteriormente de laSociedadProgresista de Obreros de la 
Colonia Buenavista y de las sociedades de Pintores, Meseros y Curtidores.La unión por 
medio del sistema cooperativo era uno de los principales ideales de José María González, 
principal redactor del semanario: 
Que, ¿no habrá en la capital un número de diez mil obreros sensatos que 
comprendan sus intereses y se unan para realizar el bello ideal de su emancipación 
y engrandecimiento? Creemos que sí; sólo que se necesita que las sociedades 
mutualistas den el primer paso; que olviden su sistema de cofradías y se conviertan 
en compañías cooperativas: y muy pronto seguirán su ejemplo todas las sociedades 
en los Estados de la República, se vindicarían de la nota de egoístas que pesa sobre 
ellos.46 
 
 
44 Gastón García Cantú, El socialismo en México, siglo XIX. Era, México, 1974. p. 213. 
45 Citado por Gastón García Cantú. El socialismo en México, siglo XIX. Era, México, 1974. p. 213. 
46 González José María en El Hijo del Trabajo (6 de agosto de 1876). 
 39 
Rojas Coria nos reseña en su Tratado de cooperativismo mexicano estas noticias y 
al mismo tiempo sostiene: “No cabía duda, González era también un soñador”.47 Al buscar 
en las estadísticas de la época si era posible que hubiera 10 mil obreros agrupados en 
sociedades mutualistas, ¿qué encontramos? Pocas estadísticas. La gente se rehusaba a 
contestar cuando se le preguntaba, nos dicen diversos autores, siempre pensaban que si 
contestaban la verdad se les cobrarían impuestos o se les reclutaría como soldados. 
Además, las clasificaciones de las estadísticas que existen nos hablan de categorías 
etnográficas o de la producción de las fábricas: cuántos husos tenían las fábricas textiles, 
cuál era la producción anual… datos que nos sirven para informarnos de la parte económica 
del proceso pero muy poco de la parte humana. Para 1880, nos dice Emiliano Busto en su 
Estadística de la República Mexicana, habría en total en el país11 mil trabajadores en la 
industria textil.48 Esto nos lleva a la conclusión de que, si leemos periódicos obreros, 
siempre encontraremos el pensamiento y los deseos de los dirigentes obreros que 
procuraban el bien de los trabajadores, mas no la realidad en datos. José María González 
soñaba con encontrar 10 000 obreros agrupados ya en sociedades mutualistas que 
estuvieran decididos a fundar asociaciones cooperativistas y Emiliano Busto habla de 11 
000 trabajadores solamente en la industria textil. Existían otras ramas de actividad 
económica que empleaban trabajadores. 
José María González insistía en que “las sociedades mutualistas den el primer paso; 
que olviden sus sistema de cofradías”. Las cofradías procedían de la Nueva España y 
 
47 Rosendo Rojas Coria. Tratado de cooperativismo mexicano. Pról. de Roberto Lira Leyva. México, Fondo 
de Cultura Económica, 1952, p. 123. 
48 Emiliano Busto. Estadística de la República Mexicana: estado que guardan la agricultura, industria, 
minería y comercio. Imprenta de Ignacio Cumplido, México, 1880. Citado en DawnKeremitsis. La industria 
textil mexicana en el siglo XIX. Secretaría de Educación Pública, México, 1973, p. 206. 
 40 
respondían a la necesidad que tenían los conquistadores de salvaguardar su identidad en 
este nuevo territorio. Muchas estaban dedicadas al culto de un santo, un Cristo o una 
Virgen, además de su interés en la ayuda mutua. Por ejemplo, según consta en su Patente, 
en la Archicofradía del Santísimo Sacramento y Soledad de Nuestra Señora, fundada en la 
Parroquia de la Santa Cruz de México y cuya existencia se remonta hasta 1854, se recibía 
por Cofrades a todas las personas de uno y otro sexo, desde los 10 años y que no pasaran de 
50 de edad, ni estuvieran enfermos. Menciona la cuota que pagarían al tiempo de 
incorporarse a la Archicofradía y los pagos semanales y anuales. Más adelante incluye las 
ayudas que recibirían en caso de enfermedad y muerte, y en caso de necesidad, según el 
número de cuotas que hubieran pagado. Más adelante se tratará el funcionamiento de las 
sociedades mutualistas, que era muy semejante al de las cofradías. 
Los redactores de El Hijo del Trabajobuscaban la moral y la justicia y dejaban ver 
claramentela influencia del cristianismo en sus escritos. José Muñúzuri afirmaba que Jesús 
había sido “el primer demócrata y socialista del mundo”49, mientras que el obrero detrás del 
seudónimo Andrés el Jornalero declaraba los propósitos de la redacción: 
Partidarios acérrimos de las ideas socialistas, siempre hemos consagrado nuestra 
insignificante pluma a la defensa de esa sublime doctrina, cuyo fundador y 
maestro murió en el Calvario; jamás de nuestros labios ha salido una maldición 
hacia nuestros opresores, pero la habitual franqueza propia de nuestra clase, si bien 
es cierto que muchas veces la amargura, el dolor o la desesperación nos han 
arrancado palabras de venganza duras y acres hacia los que causan nuestros males; 
nunca hemos pretendido convertir la sociedad en un caos ni desconocer los 
benditos lazos de la familia, ni tampoco pretendemos desconocer la propiedad 
adquirida noble y honradamente, ni los derechos naturales de cada individuo.50 
 
Ofrecen respeto a los demás y piden respeto para sí mismos. Aman el orden. Tienen 
ideas confesionales, reconocen la institución de la familia, se aprecia la tradición cultural 
 
49El Hijo del Trabajo (1 de marzo de 1876). 
50Ibídem(15 de mayo de 1876). 
 41 
mexicana de la que están orgullosos y recomiendan a sus lectores que la sigan. Piden la 
instrucción de las masas, el reconocimiento a sus derechos y propiedad, así como la 
conciliación y armonía entre el trabajo y el capital. Los obreros, además, debían intervenir 
en política y evitar las huelgas y la violencia, sus amos serían la Constitución del país, la 
razón y la justicia. Esto denota la influencia del liberalismo, pues la confianza que tenían en 
las leyes era muy grande. 
Semanario consagrado exclusivamente a la propaganda teórico práctica del 
socialismo para la defensa de los pueblos, redención de la clase obrera yproletaria, 
emancipación de la mujer y organización agrícola e industrial de la República, La 
Internacional era un periódico que nació queriendo abarcar a la población con

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