Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Facultad de Filosofía y Letras División de Estudios de Posgrado Departamento de Historia LA FORMACIÓN DE LA CONCIENCIA TRABAJADORA MEXICANA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX Tesis que presenta para optar al grado de Maestro en Historia Marta Christlieb Robles Directora de Tesis Dra. Margarita Carbó Darnaculleta Ciudad Universitaria D. F. Febrero 2012 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 1 ÍNDICE Introducción .................................................................................................................... 3 Capítulo 1. Hacia una conciencia de clase: Marco teórico ............................................. 8 Capítulo 2. La clase trabajadora vista por sí misma ....................................................... 16 Capitulo 3. Expresión, instrucción y unión: Periódicos obreros .................................... 29 Capítulo 4. Ayuda, protección y progreso: Asociaciones obreras .................................. 64 Capítulo 5. Descontento y lucha: las Huelgas ................................................................ 87 Capítulo 6. El movimiento obrero mexicano y el internacional: Influencias ideológicas ...................................................................................................................... 103 Capítulo 7. Las clases trabajadoras frente a la vida política: Participación, ¿sí o no? .................................................................................................................................. 117 Conclusiones ................................................................................................................... 134 Fuentes consultadas ........................................................................................................ 137 2 El amor y la vida son hoy sindicalistas. –Manuel Maples Arce, Prisma 3 INTRODUCCIÓN En el año de 1854, cuando no estaba consignado el Derecho de Asociación en ninguna ley, murió un individuo, de oficio sombrerero. Al tener noticia de tal acontecimiento varios de sus amigos, también sombrereros, pasaron a ofrecer sus servicios a la familia y quedaron dolorosamente sorprendidos al ver el cadáver tendido en el suelo y con un pequeño plato a los pies destinado a recoger limosna para los gastos de la inhumación. Ángel García Alonso, quien presidía aquella comisión de amigos, les hizo notar la triste situación del artesano e inmediatamente propuso la formación de una sociedad de auxilios mutuos, idea que fue aceptada por los demás. El contingente se puso en contacto con el Ministerio de Fomento, que en ese momento estaba presidido por Miguel Lerdo de Tejada, y de esta reunión resultó que la Sociedad Mutua del Ramo de Sombrerería y su reglamento fueron aprobados el 23 de mayo de 1854. La noticia de estos eventos fue publicada en la ciudad de México, en el periódico La Convención Radical, el 15 de diciembre de 1889. ¿Qué tenemos ahí? Un grupo de trabajadores necesitados, un líder, una sociedad mutualista (luego cooperativista), un interlocutor gubernamental, un periódico y la versión que los trabajadores –convertidos en periodistas– brindan de su propia historia, versión que muchas veces no corresponde a la realidad, con el fin de apoyar a los propios intereses y construir la leyenda de la lucha obrera. Estos elementos son la materia que da cuerpo a la presente tesis que, a lo largo de los siete capítulos que la componen, busca dar luz a la manera en que los obreros mexicanos se veían a sí mismos en la segunda mitad del siglo XIX, concebían su lucha con 4 el aval de pensadores de distintos orígenes y la hacían pública en la prensa a la que los mismos aportaban sus publicaciones, a la vez que se relacionaban con los poderes económicos y políticos. En “Hacia una conciencia de clase: Marco teórico”, el primer capítulo, se revisa una nómina de pensadores e instituciones que dieron forma a la lucha de los trabajadores por sus derechos y calidad de vida: de Aristóteles a La Internacional, pasando por Fourier y Lenin, cuya definición de clase es la que más se acerca a la de los pequeños artesanos, trabajadores y obreros que conformaban la clase trabajadora del siglo XIX mexicano. La situación y características de obreros y artesanos son retratadas en el siguiente capítulo, “La clase trabajadora vista por sí misma”, donde se reúnen los datos que existen sobre ésta tanto en la bibliografía actual como en la prensa de la época, principalmente la escrita por los mismos trabajadores. Esta prensa es el objeto principal del tercer capítulo, “Expresión, instrucción y unión: Periódicos obreros”. En la prensa obrera de la época se entretejían las opiniones de los trabajadores con las de exitosos empresarios como Vicente García Torres y reconocidos literatos como Ignacio Manuel Altamirano y Guillermo Prieto, quienes en más de una ocasión intervinieron en favor de la lucha de los trabajadores por el respeto de sus derechos y la mejora de sus condiciones. En sus páginas se escribió la historia de su lucha y están repletas de los nombres o seudónimos escogidos por los mismos trabajadores, quienes fungieron como editores, directores, colaboradores regulares y, en algunos casos, como sostén. Algunos se ganaron un lugar en los anales de la prensa decimonónica, pero otros han permanecido prácticamente anónimos, conocidos sólo por sus escritos y su claro interés por lograr el mejoramiento de su clase, de su gente, de los que tenían necesidades y aspiraciones semejantes. En este trabajo abordaré la lucha de los trabajadores 5 decimonónicos y su búsqueda de mejores condiciones de vida como personas, como ciudadanos y como trabajadores a partir de lo que estos periodistas expresaron en la prensa obrera de la época y me he ayudado consultando autores de la época como Mariano Otero, Guillermo Prieto, Fernando Garrido o Plotino Rhodakanaty y estudiosos del siglo XX como Luis Chavez Orozco, José Valadés, Rosendo Rojas Coria, Gastón García Cantú y Carlos Illades. Estas necesidades y aspiraciones buscaron ser cubiertas por distintas organizaciones, estudiadas en el cuarto capítulo: “Ayuda, protección y progreso: Asociaciones obreras”. La unión fue un elemento clave en la lucha de los trabajadores, pues les permitió crecer y fortalecerse como clase e incluso llegar a negociar con patronos y autoridades el cumplimiento de sus derechos. Asociaciones mutualistas, cooperativas, federaciones y confederaciones según avanzaba el siglo. Cuando esto no era posible, cuando no se alcanzaba el consenso, se recurría al paro de labores, tratado en el quinto capítulo: “Descontento y lucha: las huelgas”. Los autores de la prensa obrera, trabajadores muchos de ellos, publicaron textos a favory en contra de dicha medida, a la que muchos catalogaban de excesiva, además de que su éxito no era cosa segura. De hecho, pocas veces cumplía con todos sus propósitos. Es muy importante darnos cuenta de que cuando los trabajadores se decidían a estallar una huelga era porque se encontraban en una situación extrema, ya que si bien la Constitución de 1857 en su artículo 9° permitía la asociación , el Código penal de 1872 en su artículo 925 castigaba con ocho días a tres meses de arresto y una multa de 25 a 500 pesos a los que emplearan la violencia física o moral,con el objeto de hacer que subieran o bajaran los salarios o jornales de los operarios, o de impedir el libre ejercicio de la industria o del trabajo. 6 En general, la postura de periodistas y trabajadores ante la huelga y otros asuntos relacionados con la lucha obrera, era determinada por los autores con los que se hubieran topado. Estos autores y la forma en que llegaron a México y fueron dados a conocer por medio de la prensa o las instituciones es el tema del capítulo 6°, “El movimiento obrero mexicano y el internacional: Influencias ideológicas”. Estas ideas, además, marcaron para muchos el rumbo a seguir frente al poder político y la participación de los obreros en esa esfera. En “Las clases trabajadoras frente a la vida política: Participación ¿sí o no?” se relata cómo para unos, el obrero, sus organizaciones, sus líderes y aún su prensa, debían mantenerse apartados del poder político, so pena de perder de vista sus objetivos o corromperse, mientras que para otros era todo lo contrario: el nexo con los interlocutores gubernamentales era fundamental para alcanzar sus metas, e incluso se debía pensar en volverse ellos mismos miembros del gobierno. Se estudia también la relación con los gobiernos en turno, principalmente el de Lerdo de Tejada, que ayudó a los trabajadores a eludir la leva con tarjetas de “resguardos”, y el de Díaz, cuando los obreros tuvieron que acatar las disposiciones del régimen que buscaba el orden y el progreso. La noticia con la que abre la presente investigación sintetiza la historia de la lucha obrera; vista desde los ojos de los propios obreros sus necesidades eran muchas: requerían de un trabajo mediante el cual mantener a su familia: darle de comer, curarla en sus enfermedades, proporcionarle instrucción, una vida en paz y al momento de su muerte, proporcionarle todavía una manera digna de ser velados y enterrados sin dejar arruinada a la familia. Pero el espíritu de unión entre los obreros también era vasto, a pesar de las circunstancias adversas como el constante estado de guerra en algunos períodos y las pugnas internas que podían llegar a debilitarlos. 7 Con esta inquietud por mejorar sus condiciones, los obreros encontraron en los periódicos europeos –interpretados en su mayoría por periodistas de origen español, que vinieron al Nuevo Mundo a enseñar estas teorías, que permitieran a los obreros y al pueblo en general mejorar su calidad de vida y de trabajo, inspiración para sus propios periódicos, organizaciones y huelgas, además de maneras para negociar con el poder y con el capital. Para ello contaron con el amparo de la Constitución de 1857, aunque cada gobernante la interpretaba a su modo. Y aunque la lucha no siempre fue fácil, abrieron la posibilidad de formar organizaciones con mayor influencia en la vida cotidiana de los trabajadores y en la relación obrero-patronal y obrero-gubernamental. Fue un proceso largo, pero como bien decía Lamennais, uno de los ideólogos adoptados por los trabajadores mexicanos: “Necesitamos mucha paciencia y un valor que nunca se canse; pues no venceremos en un día”. 8 CAPÍTULO 1 HACIA UNA CONCIENCIA DE CLASE: MARCO TEÓRICO La presente investigación indaga acerca del comportamiento de los trabajadores en la segunda mitad del siglo XIX. Estos trabajadores reflexionaban sobre sí mismos y sus condiciones de vida. ¿Quién los inspiraba? Para entender mejor el fenómeno, es necesario aclarar que los trabajadores mexicanos llegaron poco a poco a pensar en sí mismos como “la clase trabajadora”, una entidad diferente de otras clases, de otros conjuntos de seres humanos. Este término ha tenido un significado variable a lo largo de la historia. Revisando a autores clásicos, podemos comenzar por citar a Aristóteles, quien en su Política dice textualmente: “En todos los Estados hay tres grupos de ciudadanos: los muy ricos, los muy pobres y una tercera clase intermedia entre ambos. Pero como quiera es verdad universalmente reconocida que la moderación y la medianía es lo mejor, está claro que también en el campo de la posesión de los bienes de fortuna la propiedad mediana será indudablemente la mejor.”1 Este pensamiento aristotélico fue válido hasta los comienzos del capitalismo moderno. Nuestros periodistas y líderes de los trabajadores procuraron que los obreros, debido a todos los beneficios de la asociación, pasaran de ser los muy pobres a ser la clase intermedia, esta clase media que tiene una mejor forma de vida y hace progresar a los pueblos. En las sociedades del siglo XIX, su influencia fue desvaneciéndose lentamente pero sin desaparecer hasta el momento actual. El deseo de los obreros de alcanzar el nivel 1.Aristóteles.Ética Nicomaquea y Política. 12ª ed. Versión española de Antonio Gómez Robledo. Porrúa, México, 1989, libro IV, p. 231. 9 de esta clase media permanece sin embargo al desarrollarse la industria el sistema individualista liberal, que tuvo como consecuencia que los artesanos, oficiales y aprendices formaron un ejército de asalariados sujetos, en lo relativo a las condiciones de trabajo, a la ley inexorable de la oferta y la demanda. Ahora bien, ¿a qué teóricos conocían los trabajadores decimonónicos? ¿Cómo los conocieron? ¿Cómo los interpretaron? Aunque no se cuenta con todas las respuestas, se sabe que conocieron a varios pensadores europeos. ¿Cómo, si entre estos trabajadores había un alto índice de analfabetismo en esos años? Un grupo de propagandistas de estas doctrinas novedosas, en su mayoría de origen español, vinieron a México con el propósito de instruir, ayudar y concientizar a los trabajadores mexicanos. Aunado a su altruismo, vieron en este nuevo país un campo propicio para experimentar estas nuevas formas de pensamiento que consideraban benéficas tanto para el mundo como para México. Dichos propagandistas leían en voz alta ante grupos de trabajadores deseosos de mejorar sus condiciones de vida. Entre otras obras, hicieron pública la propuesta de François Marie Charles Fourier, quien nació en Besançon el 7 de abril de 1772, en una familia de clase media que había perdido la mayoría de sus posesiones durante la Revolución de 1789. Fourier decía que los gobernantes debían legislar primero y antes que nada sobre la industria, función primordial de la sociedad. La solución para la humanidad era crear grupos llamados falansterios, en ellos el hombre tendría la libertad de acción necesaria para alcanzar la dicha. La felicidad se lograría cuando “las pasiones humanas” – llama así al conjunto de intereses dados por Dios a los hombres para diversos fines– encontraran una satisfacción. Una vez las pasiones fueran ordenadas, los hombres se distinguirían por el monto de los ingresos que percibieran. Para que la dicha fuera completa, no debían reunirse hombres de distintas condiciones económicas en una misma 10 comunidad. El inventor del mundo societario murió el 9 de octubre de 1837, pero sus discípulos trajeron sus ideas a México. ¿Por qué leían además a Proudhon? Pierre-Joseph Proudhon nació en Besançon, Francia en 1809. Hablaba de la fuerza que daría a los trabajadores la asociación y de la necesidad de la autogestión. Se le considera uno de los fundadores del mutualismo, sistema adoptadopor algunas asociaciones de trabajadores durante la segunda mitad del siglo XIX, que a través de un sistema de cuotas, ofrecía a los trabajadores la posibilidad de sobrellevar una enfermedad y de que la familia contara con medios de supervivencia en caso de la muerte del trabajador. Algunos maestros de taller y obreros textiles en Francia habían probado estas organizaciones. En su obra ¿Qué es la propiedad?, publicada en Francia en 1840, Proudhon afirma que la propiedad es un robo. Sin embargo, más adelante acaba aceptando la pequeña propiedad y dice: “el pueblo quiso que la condición del propietario fuera igual para todos: para que cada uno pudiera gozar y disponer libremente de los bienes de sus rentas, del producto de su trabajo y de su industria. El pueblo no inventó la propiedad; pero como no existía para él del mismo modo que para los nobles y clérigos decretó la uniformidad de este derecho.”2 Proudhon admite por tanto la diferencia entre los hombres y plantea la existencia de tres grupos: el pueblo, los nobles y los clérigos, y constata que el primero critica e imita a los otros dos. Para Proudhon lo que hace que circulen las ideas no son los vagones de ferrocarril sino los escritores, es la discusión pública, la prensa libre. Proudhon murió en Francia en 1865. 2Pierre-JosephProudhon. ¿Qué es la propiedad? Trad. de Rafael García Ormaechea. Ediciones Orbis HYSPAMERICA, Barcelona, 1983, p. 47. 11 Piotr Kropotkin, leído por los dirigentes de las sociedades de trabajadores y citado en sus periódicos, nació en Moscú y vivió de 1842 a 1921. En su obra Palabras de un rebelde, publicada en Francia en 1880, hace la distinción entre los jóvenes del pueblo y los jóvenes acomodados y los incita a que establezcan la verdadera libertad, igualdad y fraternidad de la sociedad humana, puesto que tiene una gran confianza en los jóvenes para que cambien el mundo. El pueblo, según el príncipe Kropotkin, está formado por hombres y mujeres, trabajadores del campo y de las fábricas, artesanos y soldados. Al hablar de jóvenes acomodados, por otro lado, piensa en los nuevos profesionistas con una educación privilegiada, que pertenecen a ese “medio en el cual es moda decir que el pueblo no es más que un puñado de brutos”,3 y los llama a salir de su error: “venid a mezclaros con ese pueblo y la contestación surgirá por sí sola”.4 Para Kropotkin parte del antagonismo surge de la falta de conocimiento entre los miembros de las diferentes clases y confía en que los jóvenes se conozcan y juntos busquen el bienestar para ambas partes de la sociedad. Francisco Zalacosta, artesano anarquista, que dirigió el periódico La Internacional se declaraba representante de la facción bakuninista de La Internacional. ¿Quién fue Bakunin y cómo llegaron sus ideas a México? Mijail Bakunin nació en Priamújino al norte de Moscú, en mayo de 1814, en una hacienda comprada por su abuelo y habitada después por su numerosa familia. A pesar de que los Bakunin vivían con tanta comodidad, dice Max Nettlau en la introducción al libro Dios y el Estado, el ideólogo siempre quiso compartir con los demás y más tarde con la humanidad entera.5 Buscaba la lucha de la libertad humana contra la autoridad. En 1842, Bakunin dejó Berlín y se trasladó a Dresden 3Piotr Koprotkin. Palabras de un rebelde. Casa Editorial Maucci, Barcelona, s.a., p. 55. 4Ibídem. 5MijailBakunin. Dios y el Estado. Trad. de Ricardo Mella y Ernesto Álvarez, intro. de Max Nettlau. Organización Editorial Capricornio, México, 1969, p. XIX. 12 pensando en la revolución. En sus artículos de 1843 y 1844 todavía simpatiza con el socialismo, aunque lo critica y no se adhiere a los sistemas porque siente que al hacerlo pierde su libertad. Bakunin atacó implacablemente toda institución que le pareciera incompatible con la libertad y cualquier creencia que se opusiera al reconocimiento de tal derecho como fin supremo. En 1844 se trasladó a París y frecuentó los círculos radicales alemanes donde conoció a Karl Marx y a Friedrich Engels, así como a socialistas franceses, pero se identificó solamente con Proudhon, a quien consideraba el único que tenía entonces el propósito de abolir realmente al Estado y no de construirlo con nuevas formas. En noviembre de 1847 fue expulsado de Francia y se trasladó a Bruselas, donde se encontró con el círculo comunista alemán alrededor de Marx y no simpatizó con él. Nettlau nos dice que la alegría de Bakunin fue indescriptible cuando estalló la revolución de la Comuna en 1848. A partir del otoño de ese año se pronunció por las luchas comunes de los pueblos eslavos, magiares y alemanes contra sus opresores, los gobiernos.6 Viajó a Francfort y a Colonia, donde rompió completamente con Marx. Sufrió persecuciones y penas de muerte conmutadas por cadena perpetua. Fue enviado a Siberia, logra adaptarse, daba lecciones de francés, se casa. Llega a Irkutsk, bajó por el Amur de ahí se sube a un barco estadounidense, llega a San Francisco, Panamá, Nueva York, y Londres Después de muchos ires y venires se estableció en Italia y volvió a formar parte del movimiento internacional. En 1864, en ocasión de una exposición internacional en Londres, obreros ingleses y franceses se reunieron en la sala San Martín con la idea de concretar la unión estrecha entre los obreros de todos los países. Se formó un comité con la misión de redactar un programa 6 Ibídem, p. XXIV. 13 y los estatutos para la Unión Internacional; como miembro de ese comité fue elegido, entre otros, Marx. En enero de 1869, Bakunin comenzó a publicar artículos en Progrès, periódico fundado por James Guillaume en Le Locle, Suiza, y al hablar de la sociedad afirma que en cada una hay obreros, intelectuales que no se ocupan del trabajo manual, burgueses, burócratas y el Estado que ha sido “el patrimonio de una clase privilegiada sea cual fuere: clase sacerdotal, noble, burguesa; burocracia al fin mientras otras clases se encuentran agotadas, extenuadas, aplastadas”.7 El cuarto congreso de La Internacional se celebró en Bruselas del 6 al 13 de septiembre de 1869, y fue ahí donde empezaron las grandes discusiones entre Marx y Bakunin. Ahí fue donde se afirmó la idea de la anulación del Estado y su reemplazo por las uniones de productores. Bakunin tuvo gran éxito y entró en conflicto con Marx y sus partidarios. En 1870 se suspendió el congreso a causa de la guerra Franco-Prusiana, y para el siguiente año el Consejo General convocó en Londres a una conferencia cerrada, a la cual fueron invitados y estuvieron presentes sobre todo delegados partidarios de Marx y e el Consejo General. Los belgas, españoles e italianos se inclinaban con Bakunin hacia el federalismo. En el quinto congreso, celebrado en La Haya del 2 al 7 de septiembre de 1872, Bakunin fue expulsado de la Internacional. El 15 de septiembre de 1872 los federalistas organizaron a la vez un congreso en Saint-Imier, al que asistió toda el ala latina: secciones del Jura, Italia, España, Francia y dos secciones americanas. En esta reunión se formularon los principios fundamentales del movimiento obrero libertario, que pueden servir como indicadores del camino al proletariado revolucionario de la época. Algunos de los españoles que asistieron vinieron a México con estas ideas. 7 Michel Bakunin. Le socialisme libertaire contre les despotismes.Compilación y presentación de FernandRude. Denöel/Gonthier, París, 1973,p. 11. 14 Bakunin criticaba al Estado diciendo que ha sido siempre patrimonio de una clase privilegiada, que la burguesía usó al proletariado para expulsar de su trono a la nobleza y una vez conseguido esto pretendió olvidar la existencia y necesidades de las clasestrabajadoras. Estas ideas se discutieron en México en el Congreso Obrero de 1876. En sus escritos, los periodistas obreros mexicanos reconocían a los trabajadores como una clase aparte, distinta del resto de la población y que cumplía una función. En este sentido, su idea de clase es afín a la expresada por Karl Marx en El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, donde escribe en la primavera de 1852 que un conjunto de individuos se convierte en clase en el pleno sentido del término, sólo cuando sus miembros se encuentran unidos por la conciencia de clase, es decir la conciencia de los intereses comunes, la cual se forma a través de las luchas políticas. Por otro lado, cuando Vladímir Ilich Lenin trató el problema del concepto de clase, expresó que se trataba de grupos de hombres entre los cuales algunos privilegiados, aprovechándose del lugar que ocupaban en un sistema determinado de economía social, se apropiaban del trabajo de los demás: Las clases son grandes grupos de hombres que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado, por las relaciones en que se encuentran con respecto a los medios de producción (relaciones que las leyes refrendan y formulan en gran parte), por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo y, consiguientemente, por el modo y la proporción en que perciben la parte de la riqueza social de que disponen.8 Las tres grandes clases que constituyen la sociedad moderna basada en el sistema capitalista de producción son: los propietarios de la simple fuerza de trabajo, los propietarios del capital y los latifundistas, cuyas respectivas fuentes de renta son: el salario, 8V. I. Lenin. “Una gran iniciativa”, en Obras escogidas. Editorial Progreso, Moscú, 1969, t. 3, pp.118-129. 15 el beneficio y la renta de la tierra. La clase media constituye el campo fronterizo entre las dos clases fundamentales y antagónicas: burguesía y proletariado. Los individuos de la clase media están ligados en ciertos aspectos con el criterio burgués, y en algunos otros con el sentir proletario. La idea de la conciencia de clase es otro concepto importante para el desarrollo de la presente investigación. Stanislaw Ossowski, en Estructura de clases y conciencia social, dice: se trata no sólo de la conciencia de pertenecer a una clase dada sino también de la conciencia del puesto ocupado por esta clase en la jerarquía clasista, de percatarse claramente de la diversidad de clases y de los intereses de clase, eventualmente incluso hasta de la solidaridad de clase. En este sentido la sociedad clasista es una sociedad en la cual la mayoría de los miembros activos tiene una conciencia de clase que se refleja en su comportamiento.9 La definición de clase que más se aplica a los pequeños artesanos, trabajadores y obreros del siglo XIX mexicano es la expresada por Lenin, según se analiza en el desarrollo de la presente investigación. Los dirigentes de los trabajadores son en su mayoría artesanos que se saben diferentes a los grandes capitalistas. Estos artesanos, grupo pequeño y frágil, han perdido ingresos por la aparición de las fábricas y creen que deben formar una unidad con otros artesanos y los empleados de estos talleres. En este contexto, las ideas de unión y organización entre trabajadores expresadas en los periódicos obreros cayeron en tierra fértil. 9Stanislaw Ossowski. Estructura de clases y conciencia social. 2ª ed. Trad. de M. Bustamante Ortiz. Ediciones Península, Barcelona, 1972, p. 180. 16 CAPÍTULO 2 LA CLASE TRABAJADORA VISTA POR SÍ MISMA Artesanos y obreros de las fábricas se llamaban a sí mismos trabajadores o clase trabajadora, y expresaron sus necesidades e inquietudes a través de periódicos. Si pensamos cómo y en dónde trabajaban sabemos que eran diferentes entre sí, sin embargo, tenían necesidades semejantes que los llevaron a unirse, a sentirse diferentes de los dueños de las fábricas. Para Juan Felipe Leal y José Woldenberg, los artesanos serían: “pequeños productores de mercancías y/o servicios que laborarían con instrumentos y técnicas rudimentarias y manuales, que observarían una división del trabajo muy escasa y que participarían en una cadena muy prolongada de aprendizaje del oficio. Por lo regular serían ellos mismos quienes controlarían el proceso de producción y venta de sus mercancías o servicios.”10 Estos trabajadores mexicanos no pertenecen al modo de producción capitalista, sino que se originan en una forma específica de producción. Las fábricas y los nuevos barrios obreros concentraron alrededor de las ciudades a una población que, en una sola generación y no en varias como en Europa, se transformó de campesina en obrera. La diferencia entre artesanado urbano y proletariado industrial es que este último surge de las relaciones capitalistas de producción. “El proletariado industrial es productor directo pero carece de los medios de producción propios y no ejerce ningún control sobre el producto final; vive del salario que recibe a cambio de la venta de su trabajo”.11 10Juan FelipeLeal y José Woldenberg. Del estado liberal a los inicios de la dictadura porfirista. Siglo XXI/Universidad Nacional Autónoma de México/Instituto de Investigaciones Sociales, México, 1980, p. 121. 11Ibídem, p. 122. 17 Los artesanos conocían un oficio –carpintero, ebanista, zapatero, herrero, sombrerero, sastre–. Tenían pequeños establecimientos. Trabajaban varios miembros de una misma familia y eventualmente uno o dos ayudantes asalariados. El artesano era dueño de los instrumentos de trabajo y era encargado de dirigir el proceso productivo. El artesano realizaba su trabajo para personas de mayores posibilidades económicas que las propias, por lo que al estar en contacto con formas de vida más cómodas y diferentes a la suya deseaba alcanzarlas o en un momento dado, debido a que las conocía, criticarlas y atacarlas. Ciertos artesanos eran críticos, pues su grado de instrucción les había llevado ya a leer a autores como Charles Fourier y Pierre-Joseph Proudhon, que despertaban en ellos la necesidad de vivir de una forma distinta a la que se les había permitido hasta ese momento. Los artesanos mexicanos habían conocido el socialismo utópico y el anarquismo por el contacto con artesanos inmigrantes, especialmente españoles. Dentro de los cambios, ellos consideraban prioritario el de fundar escuelas para sus hijos. José María González, sastre de profesión y líder de los trabajadores, escribe al respecto: “Pretendemos que se ilustre en sus escuelas, porque allí no recibirá la instrucción por caridad ni sus hijos serán recibidos según el traje que lleven […] pretendemos que tengan cátedras de economía política y de derecho constitucional porque en el sistema democrático todos tienen derecho a puestos públicos.”12 Políticamente, el artesano se adhería al sistema republicano democrático y a la doctrina liberal que le hacía respetar la propiedad privada y la seguridad de los demás: “Por esto el obrero que recurre a la huelga, no hace sino ejercer un derecho sancionado por la conciencia propia por las leyes universales, siempre que no llegue al extremo de que se 12El Hijo del Trabajo. Año 1, época 1, no. 20 (3 de septiembre de 1876), pp. 1 y 2. 18 queja es decir a atentar contra la seguridad y la propiedad individuales, ya sean las de sus compañeros o las de su patrón.”13 Años más adelante, cuando apareció el positivismo en nuestro país, los trabajadores aceptaron y se adhirieron al “orden y progreso”. Acerca de las fábricas que existían a mediados del siglo XIX, sabemos que las estadísticas son inexactas porque el país pasaba poruna época de perturbaciones políticas. La industria textil fue la que recibió más inversión en la primera mitad del siglo XIX. Lucas Alamán pensaba que para que el desarrollo de México fuera posible se necesitaba solidez financiera, innovación tecnológica e industrialización. Alamán compartía estas ideas con su amigo Esteban de Antuñano, el industrial de Puebla. A finales de la década de 1830 Alamán no tenía capital, pero asociado con los hermanos Legrand, capitalistas franceses que vivían en México, otros socios, un préstamo del Banco del Avío y una pequeña aportación propia, emprendió la construcción de la fábrica de hilos de algodón Cocolapan cerca de Orizaba. A finales de 1836 fueron contratados centenares de trabajadores, sin embargo a mediados de 1841 las cosas empezaron a ir mal y la fábrica textil cerró. En 1848 compró la fábrica Manuel Escandón y consiguió un contrato para importar algodón. Esteban de Antuñano fundó en 1835 en la ciudad de Puebla la primera fábrica textil moderna de América Latina: La Constancia Mexicana. Antuñano se preocupó por controlar las propiedades que tenían acceso al río Atoyac, así podría controlar también la multiplicación de las fábricas que utilizaban la energía hidráulica. Para 1843 existían 57 fábricas que producían al año 7 millones de piezas de manta. Hacia 1856 había 46 grandes fábricas de hilados y tejidos de algodón establecidas en la 13El Obrero Mexicano. Año 1, t. 1, no. 15 (5 de agosto de 1894), p. 1. 19 ciudad de México y en varios estados. Junto a los pequeños y medianos talleres, coexistían cuatro fábricas grandes que contaban con maquinaria moderna: La Magdalena y La Fama en la capital, la Zacatecana para hilados y fieltros en Pedernalillo, Zacatecas, cuyo propietario la había dotado de “un sistema de maquinaria escogido entre todo lo más perfecto” que se conocía en Europa en ese género movido, por máquina de vapor de 25 caballos y alta presión, en la que se utilizaba de combustible la turba hallada en las cercanías; en Querétaro se encontraba la fábrica Hércules y en Tlaxcala una fábrica de textiles fundada en 1864. Las estadísticas mencionan a la vez los sueldos y salarios que se pagaban. He aquí algo importante: el obrero fabril o industrial trabajaba en talleres y fábricas que eran propiedad de personas que no conocían el oficio, sin embargo, habían comprado la maquinaria en Europa y Estados Unidos y seguían los modelos de producción extranjeros. Más adelante se incluyen las diferentes opiniones sobre esta nueva relación patrón- trabajador, expresadas por algunos de los mismos trabajadores en sus periódicos. El asalariado industrial obtenía un salario mayor que el del promedio de los peones, pero también gastaba más pues vivía en las ciudades donde la vida era más cara. La familia del obrero se vestía y alimentaba mal, vivía en cuartos de vecindad. El obrero trabajaba 12, 14 y 16 horas diarias. Algunas veces había intervalos de media hora para desayunar y una hora para comer, como en la fábrica Hércules, de Querétaro, propiedad de Cayetano Rubio. En otras ni eso, por lo que tenían que introducir una ración de pulque. Todos los obreros vivían al ritmo que marcaba el silbato de la fábrica. El grupo proletario –digamos, el que está constituido por aquellos que solamente poseen su fuerza de trabajo– estaba formado en la segunda mitad del siglo XIX por 20 trabajadores del campo, de las minas, obreros manufactureros y una serie de desocupados. Mariano Otero, escritor liberal de la época, divide a este grupo en dos partes: los peones que en la colonia sufrieron la esclavitud de los repartimientos y las encomiendas y que ahora siendo libres no se han podido regenerar, en parte porque son indolentes y malos trabajadores, y en parte por el atraso del ramo en que sirven. Ellos no sienten más que las primeras necesidades físicas de la vida […] no conocen más organización social que la de los campos en que están distribuidos, y para los que no existe absolutamente ninguna de las necesidades sociales que hacen desear el goce de las nobles facultades del hombre. Y el obrero aunque recibe salarios un poco más altos, también resiente el atraso del ramo en que sirve. Las condiciones de su trabajo, han hecho que su mansión en las ciudades no les haya servido de otra cosa que de contagiarse de los vicios de la clase alta que miraban; vicios que desarrollados por un carácter salvaje, ha venido a formar de esta población un conjunto doblemente degradado por la estupidez del estado de barbarie y por la prostitución del estado social.14 La gran mayoría de los trabajadores en México eran iletrados. Dorothy Tanck Estrada cita un documento de 1835, en el que un maestro de escuela municipal afirmaba que varios jóvenes medianamente instruidos habían abandonado la escuela para trabajar en comercios y que las profesiones industriosas entonces, de las artes y oficios, burocracia y ejército, parecen haber sido el destino de muchos de los egresados de la escuela primaria.15 El artesano, ante el avance del capitalismo y el crecimiento de la industria, se siente amenazado, se da cuenta de que sus hermanos de oficio lo están igualmente y piensa en la necesidad de asociarse para sobrevivir delante de este monstruo que le aplasta. El poeta José T. Viesca escribe: Para que el artesano y el obrero lleguen a realizar el sueño de los grandes socialistas cuyo poderoso talento ha puesto en constante alarma a los especuladores de mala fe se necesita la unión, el gremio, la asociación, que en el presente siglo es la palanca de Arquímedes; pero no la asociación bajo bases 14 MarianoOtero. Ensayo sobre el verdadero estado de la cuestión social y política que se agita en la República Mexicana. Instituto Tecnológico de la Universidad de Guadalajara, Guadalajara (Jal.), 1952,pp. 50- 51. 15 Archivo del Ayuntamiento de la ciudad de México. Instrucción pública en general, vol. 2478,exp. 326 (noviembre de 1835). Citado en DorothyTanck Estrada.La educación ilustrada 1786-1836. Educación primaria en la ciudad de México. El Colegio de México, México, 1998,p. 216. 21 contrarias a la equidad, a la justicia y a la moral; la asociación mutua en trabajo, en utilidad, en socorro y en pérdida.16 El instinto de sobrevivencia en este incipiente capitalismo hace que el artesano se alíe con el obrero o el minero, según se necesite, en contra del capitalista. El carpintero, el herrero, el tipógrafo, el tonelero, el sombrerero, el platero, el litógrafo siguen a sus líderes y algunos de ellos son periodistas. José María González, antiguo maestro y propietario de un taller de sastrería, decía en 1877: “Somos artesanos, estamos en contacto continuo con los obreros, vemos su miseria y comprendemos su situación”.17 La minería era también importante, aunque apenas se estaba recuperando de la crisis en que la sumió la guerra de Independencia. Los obreros mineros eran alrededor de 200 mil, según dice José C. Valadés, y disfrutaban de ciertas ventajas porque podían elegir libremente su día de asueto, recibían el salario en metálico con algunos descuentos para médicos, contribuciones personales y fondos de ahorro. En los principales minerales existían tiendas de raya y también comercio independiente.18 Los obreros procedentes del campo, del artesanado y del lumpen citadino aumentaban cada día a medida que crecía la industria. La Convención Radical, periódico de la época, habla de la existencia de un millón de obreros en total para 1894.19 16El Hijo del Trabajo(31 de agosto de 1884). 17El Hijo del Trabajo (19 de enero de 1877). Citado en Alfonso López Aparicio. El movimiento obrero en México. Antecedentes, desarrollo y tendencias. Pról. de Mario de la Cueva. Jus, México, 1952, p. 93. 18José C. Valadés. El Porfirismo. Historia de un régimen.Universidad Nacional Autónoma de México/Coordinación de Humanidades, México, 1977, t. 1, p. 329. 19 Sobre el número de obreros, Daniel Cosío Villegas aclara: “El total de operarios laborantes en la actividad minero metalúrgica se incremento a una tasa anual de 1.6% de 1895 a 1907 pasando de 82,499 a 99,753 obreros. Tan lento crecimiento no coincide con el más veloz de la producción minera”. Historia moderna de México. El porfiriato. La vida económica.Editorial Hermes, México-Buenos Aires, 1953-1973, t. 7, p. 249. 22 Muchos campesinos abandonaban las áreas rurales debido a que el salario en las industrias era mayor al que percibían trabajando en las haciendas. Hay quien habla de que era un salario fijo, sin embargo, se sabe que frecuentemente se hacían descuentos por diferentes razones, entre otras el deterioro de la maquinaria con que se trabajaba. En las fábricas textiles era común que se rompieran las lanzaderas, hechas de madera, y si esto sucedía era posible que se descontara al obrero el precio de ese útil de trabajo.20 El obrero, generalmente analfabeta, dependía totalmente de la fábrica: a las cinco o seis de la mañana se hacía sonar el silbato, crujían los piñones y se soltaba el agua. Ahí trabajaba normalmente 14 horas diarias, pero éstas podían variar entre 12 y 16. En los alrededores del centro de trabajo se encontraba la tienda de raya dependiente del patrón, de algún pariente o protegido suyo. En la capilla, el obrero satisfacía sus necesidades espirituales y conmemoraba fechas religiosas, celebraciones para las cuales frecuentemente se le descontaba parte de su salario. Por último estaba también la cárcel, ya que los patrones eran a la vez administradores de justicia y podían encarcelar a los trabajadores si lo consideraban necesario. Faltaba el descanso dominical y abundaban los accidentes de trabajo, por lo que había un descuento para médicos. El patrón tenía amplios poderes y el obrero dependía absolutamente de él. Las diferencias entre el obrero y el patrón eran muy claras y crecientes: “los obreros de buena fe, esos hombres obscuros pero honrados, 20 Según Moisés González Navarro: “Casi la mitad de las huelgas se debió a la disminución del salario de los obreros, y a las infructuosas peticiones de su aumento; en menor grado, a que no se pagaba a los trabajadores, o se hacía con vales o moneda de níquel. Los malos tratos, que en algunas casos llegaban a los golpes, figuran en segundo término entre las causas de los conflictos; después, el aumento de la jornada de trabajo; el cese de operarios; la oposición a nuevos administradores y reglamentos; la lucha contra el trabajo dominical y el nocturno; la limitación de las entradas y salidas a las fábricas; el sistema de multas y de castigos en general empleados en ellas”. Las huelgas textiles en el Porfiriato. Editorial José M. Cajica Jr., Puebla, 1970, pp. 15- 16. 23 apáticos y débiles, esos seres que se creen ciudadanos sin conocer sus derechos y libres sin disfrutar de los bienes sociales”.21 El liberalismo vigente admitía la diferencia de clases sociales creada por la desigual distribución de la riqueza y la propiedad. El salario, la duración de la jornada, el descanso, la asistencia, la previsión social eran simples cuestiones de oferta y demanda, de producción y consumo, para las que no contaban la necesidad particular del obrero ni de la clase trabajadora en general, ni siquiera las supremas razones del beneficio colectivo. Un periodista manifestaba sus raíces ideológicas en El Obrero Mexicano al escribir: Todo está ordenado maravillosamente y el orden exige subordinación de aquí resulta la diferencia de clases en el hombre. Pero esta diversidad de clases sociales por ningún título arguye diferencia ninguna moral, porque todos somos animales racionales creados para un mismo fin. La diversidad consiste en la posición y esta, cuando no se adquiere por herencia se gana por trabajo, he aquí la diferencia entre los magnates y los súbditos.22 En la cita anterior aparece la idea de que “todo está ordenado maravillosamente”. Es ya la época del positivismo mexicano que, como afirma Ignacio Sosa, quería erradicar de la sociedad el fantasma omnipresente de la revolución.23 Los positivistas veían en la revolución un afán demoledor que conducía a la anarquía. Buscaban que México se integrara a lo que en ese momento se llamaba el concierto civilizado de naciones. Esto quería decir entrar al grupo de países que habían sentado las bases de la sociedad industrial, conjurado la amenaza de la revolución y gozaban de paz. El ideal de perfección de su doctrina se basaba en un triángulo cuyos vértices correspondían a los lemas de Gabino Barreda: Libertad, Orden y Progreso. 21El Hijo del Trabajo (16 de julio 1876). 22El Obrero Mexicano.T. 1, año 1, no. 3(13 de mayo de 1894). 23 Ignacio Sosa (comp.). El Positivismo en México: Antología. Universidad Nacional Autónoma de México/Coordinación de Humanidades, México, 2005, p. XIV. 24 En México la clase gobernante estaba constituida por abogados, médicos, militares, profesionistas en general, y políticos profesionales. No tenía ante sí una aristocracia, y se puede decir que existía cierta movilidad en la escala social. A partir del triunfo de la República, el positivismo exigiría un nuevo orden y disciplina en el país: no más revueltas ni asonadas. Por su parte artesanos y obreros al mismo tiempo, hablaban de que eran una clase y trataban de definirse. En 1874, en el “Proyecto de Constitución para la clase obrera de la República Mexicana”, realizado por Francisco Bañuelos y publicado en El Socialista, se lee: Pertenecen a la clase trabajadora los que modifican la materia que está en relación con nuestras necesidades físicas, los labradores, los criados, los mineros, los industriales, los químicos, los maquinistas y en general todos aquellos que contribuyen con el fruto de su trabajo para satisfacer todas nuestras necesidades materiales. Todo el que no viva del trabajo de esa clase no debe pertenecer a ella. Los fabricantes de objetos que no satisfacen las necesidades naturales: como naipes, ruletas etc. no son tampoco de dicha clase.24 Al hablar de satisfacción de las necesidades físicas, recuerda lo dicho por Mariano Otero acerca de que el proletario de la segunda mitad del siglo XIX buscaba solamente la satisfacción de sus primeras necesidades. En el texto, Francisco Bañuelos considera dentro de su clase a aquellos que pueden transformar la materia con el fin de satisfacer las actividades aconsejables y provechosas por la sociedad de la época. Los fabricantes de naipes y ruletas no se incluyen pues sus productos se utilizaban en el juego, actividad considerada viciosa y por la que a veces los trabajadores desempleados perdían lo poco que tenían y hasta podían ir a dar al tribunal y ser juzgados por vagos. A mi parecer, la 24El Socialista. (22 de enero de 1874). 25 definición de Francisco Bañuelos es muy amplia, ya que comprende todas las actividades de transformación. El tonelero Juan B. Villareal escribe en El Hijo del Trabajo: “es necesario emanciparnos definitivamente, viviendo entre la democracia; aspirando al ambiente de la libertad daremos ser a nuestra clase y gloria a la patria”.25 El periodista busca vivir en la libertad y la democracia, aspiración muy explicable si recordamos que escribe en 1876, año en que Porfirio Díaz alcanzó el poder. El que un artesano nos hable del ser de su clase nos hace pensar que es una persona que se ha ocupado de leer a los socialistas utópicos y que busca instruir a sus hermanos. Al mismo tiempo, Villareal quiere dar gloria a la patria, idea poco precisada pero muy usual en el sigloXIX. El periodista José María González, citado anteriormente, define a la clase obrera desde el punto de vista de su antagonismo con la clase rica, la clase acomodada. Los trabajadores son los que permiten que los ricos tengan tantas riquezas; estos últimos se apropian de su tiempo y fuerza de trabajo y sólo les devuelven ultrajes, destrucción y muerte. En palabras de J. Espínola, “en vez de pensar en el bienestar de la clase obrera, de la que produce, de la que proporciona al rico comodidades y las riquezas la abaten, la destruyen y la matan”.26 Estas líneas, dirigidas a los trabajadores, los contraponen a la clase propietaria, buscan sembrar el germen del descontento entre la clase explotada. Otros escritores, obreros también, se percatan de que obrero y capitalista, a pesar de su natural antagonismo, se necesitan el uno al otro, deben complementarse: “¿Creen que el capital invertido en la industria puede algo sin la ayuda del obrero? ¿Creen que el obrero 25El Hijo del Trabajo. Año 1, época 1, no. 25 (8 de octubre de 1876). 26El Hijo del Trabajo. Año 1, época 1, no. 21 (10 de septiembre de 1876), pp. 1 y 2. 26 pueda algo sin la ayuda del capital? Lo dicho: de la discusión pacífica y razonada de las cuestiones obreras, sacarán mucho provecho el capital y el trabajo”.27 El trabajador comprende su dignidad y quiere que los demás se percaten de ella: ¿Qué hombre no se llena de gozo al decir soy obrero? Luego está visto que el obrero honrado es más digno que el capitalista. Los obreros comprendemos bien que necesitamos del capitalista tanto como el capitalista necesita del obrero, y por la misma razón, aun suponiéndonos enemigos, pero enemigos leales y francos, queremos tratar y ser tratados con las consideraciones debidas a los hombres honrados.28 Espínola conoce el deber del capitalista y sólo recrimina al que no lo cumple. Al ser necesarios el uno para el otro, obrero y capitalista deben vivir en armonía. Se nota también la influencia de Fourier, quien hablaba de la unión de capital, talento y trabajo. El Segundo Congreso Obrero, de 1880, entiende por proletariado todo el que vive de su trabajo personal, ya sea manual o intelectual. Esta idea es más amplia, sólo queda fuera aquel que no realiza ningún trabajo, forma difícil de vivir en sociedad: “La clase obrera, esa clase benemérita (a la que tenemos la honra de pertenecer) que no tiene más patrimonio que su corporal trabajo para acudir a la satisfacción de sus más urgentes necesidades, de esa clase que, para no carecer de lo más indispensable, trabaja desde las primeras horas de la mañana hasta muy entrada la noche.”29 El autor del texto define al obrero y se considera uno de ellos. Tal vez encontremos aquí una respuesta a la crítica que encierra la definición que da Otero del obrero, pues dice que sólo atiende a sus más urgentes necesidades, tal vez porque a pesar de realizar un gran esfuerzo lo que gana no alcanza para más. 27La Unión de los Obreros (3 de septiembre de 1875). 28La Unión de los Obreros. Tomo 1, no. 10 (30 de septiembre de 1877), p. 2. 29El Socialista (3 de septiembre de 1875). 27 En varias ocasiones, José María González se detiene a considerar y a describir la situación del trabajador para que todos puedan apreciarla y busquen mejorarla: Se lastima el alma al contemplar […] que las pocas prendas de ropa que constituyen todo el haber del obrero, van a perderse en una friolera en los empeños, al ver los malos efectos que se expenden en las tiendas públicas, y el robo que allí se hace del peso y medida; al tropezar continuamente con el artesano y con el industrial que pudieron hacer alguna obra propia y no hay comprador; al saber que los juzgados menores están llenos de demandas a obreros por renta, embargos y desocupación de casa; al penetrar en esos calabozos húmedos y malsanos que se llaman cuartos de vecindad, en donde habitan esos infelices trabajadores, pagando rentas exorbitantes a exigentes propietarios; al ver al hijo del obrero siempre harapiento, siempre sufrido, siempre con hambre, por más que tenga un padre honrado y trabajador.30 La cita es por demás elocuente y descriptiva. José María González, sastre y periodista, conocía bien la situación. Al contemplar el panorama, Marius increpa en El Socialista a la clase acomodada: “Habéis colmado el residuo de nuestro sufrimiento, que ya se desborda en lágrimas y en odios; queremos recobrar nuestro derecho y nadie podrá impedírnoslo”.31 El seudónimo utilizado por el autor recuerda al héroe de Los Miserables, obra romántica que plantea los problemas de los trabajadores en Francia hacia 1862. Su autor, Victor Hugo, nació en Besançon al igual que Fourier. El sastre y líder obrero José María González, dice: “Operarios de todas las fábricas despertad de vuestro letargo, perded el miedo a vuestros tiranos, tened dignidad, obrad con arreglo a nuestras instituciones políticas, y habéis dado un paso gigantesco: os haréis independientes de la vergonzosa tutela en que os tiene”.32 El autor de este texto, publicado en El Hijo del Trabajo, parece inspirarse en el “Proletarios del mundo, uníos” de Karl Marx 30 J. M. González, en El Hijo del Trabajo. Año 2, época 2, no. 66(28 de octubre de 1877), p. 1. 31El Socialista (6 de septiembre de 1877). 32El Hijo del Trabajo. Año 2, época 2, no. 66 (28 de octubre de 1877), p. 1. 28 al hacer su llamado a los “Operarios de todas las fábricas”. Los instiga a que sean capaces de buscar mejores condiciones de vida y confía en las instituciones políticas; aparentemente en quien no confía es en los patrones. Un poco más adelante en el mismo artículo, dirigido a los operarios de la fábrica El Águila en Contreras, les dice que los patrones los necesitan y, por lo tanto, ellos mismos deben exigir condiciones justas de trabajo. Un núcleo de trabajadores era capaz de darse cuenta de que formaban un grupo, una clase diferente a las demás y quería que todos los miembros de ésta se reconocieran, tuvieran conciencia de ser diferentes y de que se podían unir. Los dirigentes pensaban que el siglo XIX ofrecía una oportunidad especial de llevar a cabo sus deseos. Con ese fin formaron asociaciones, se publicaron periódicos y en éstos aparecieron, por entregas, como se hacía frecuentemente en la época, libros que instruían a los trabajadores sobre las posibilidades de organizarse, de promover huelgas, de abrir escuelas y bibliotecas y acerca de como decidirse, en ciertos momentos, participar en la vida política del país. 29 CAPÍTULO 3 EXPRESIÓN, INSTRUCCIÓN Y UNIÓN: PERIÓDICOS OBREROS Los diarios políticos más aceptados de la época del Porfiriato imprimían entre semana de tres mil a cuatro mil ejemplares, y en los días festivos de cuatro a cinco mil. Muchos no pasaban de los mil números diarios, la mayoría tenían subvenciones de círculos privados o centros oficiales y a veces, aun así imprimían sólo 150, 200, 400 o 500 ejemplares. La construcción del ferrocarril permitió que los diarios alcanzaran mayor difusión. La libertad de prensa era casi nula; los periódicos se dedicaban a elogiar al gobierno en turno, celebrar la paz porfiriana, fiestas cívicas, conmemoraciones, vida social y espectáculos. Aparecían algunas novelas por entregas. Otro tema era la alabanza a la libertad que proporcionaba el positivismo. Sólo subsistían los periódicos que además de contar con recursos económicos, se sometían al régimen buscando la protección de algún personaje poderoso. Daniel Cosío Villegas apunta que entonces el público era mejor lector de periódicos que en la actualidad, pues el ritmo de vida era más pausado y los periódicos tenían unas cuantas páginas. Debe tenerse en cuenta también que a diferencia de los periódicos de ahora queson esencialmente informativos, los de aquella época eran doctrinarios; en palabras de Cosío Villegas, “se hacían para exponer y mantener una doctrina política; el fin era la doctrina y el medio era el periódico”.33 “La clase obrera sufre y se queja por medio de sus órganos [sus periódicos], denuncia el mal e indica el remedio; no le hacen caso, no le escuchan, se ríen de ella, la burlan, la escarnecen, la odian, está bien, porque siempre reirá mejor el último que 33 Daniel Cosío Villegas (coord.). Historia moderna de México. La República restaurada. Vida política.Editorial Hermes, México-Buenos Aires, 1953–1973, t. 1, p. 37. 30 ría”.34Este pensamiento, publicado en El Hijo del Trabajo, nos deja ver la idea de que el triunfo final será del obrero, del trabajador. Un grupo de éstos se reúne porque siente que tiene algo que comunicar a sus semejantes, a los miembros de su clase o al que quiera escucharlo. Este núcleo decide publicar un periódico en sus ratos libres, quitándoselos a su familia, al sueño, a la diversión, a la instrucción. Las instalaciones para la publicación se ubican en una parte del taller o de la casa de alguno de los colaboradores. El financiamiento corre por cuenta de la mesa directiva o, si se tiene suerte, de los suscriptores. Algunos periódicos se dedican a los obreros de una fábrica en específico, a un ramo de actividad económica o son para la clase obrera en general y buscan conocerse y comunicarse entre sí. Según Leal y Woldenberg: “Se ha atribuido la gestación de este movimiento [periodístico] del artesanado urbano a la influencia ideológica (sin duda importante) ejercida por artesanos inmigrantes franceses y catalanes en particular que se situaban en el horizonte doctrinal del socialismo utópico y del anarquismo.”35 Por aquellos años la cultura oficial –llamémosla así– alcanzaba un esplendor nunca antes contemplado. La intelligentzia mexicana disfrutaba del exclusivo lujo de entender a Auguste Comte y decoraba su poesía con biombos chinos y mármoles versallescos. Era nuestra atenuada Belle Époque. Los feos de cuerpo y alma eran escondidos en el desván del Valle Nacional y la clase dominante acudía tranquila a las tandas del Principal sabiendo que 34El Hijo del Trabajo (12 de mayo de 1876). 35 Juan Felipe Leal y José Woldenberg. Del estado liberal a los inicios de la dictadura porfirista. Siglo XXI/Universidad Nacional Autónoma de México/Instituto de Investigaciones Sociales, México, 1980, p. 128. 31 nada podía ir mal bajo la férrea mano del héroe del 2 de abril, encarnación y síntesis aun física de la sabiduría oaxaqueña y la elegante disciplina británica36. Los periódicos obreros generalmente presentan su ideario en los primeros números y señalan la frecuencia con que van a aparecer: serán diarios –muy rara vez– o aparecerán cada semana, cada quincena o cada mes. La realidad es que los periódicos aparecen cada vez que las circunstancias lo permiten. Aclaran si son órganos de alguna sociedad o partido político y empiezan a circular. Buscan comunicarse entre sí, se apoyan unos a otros y en sus páginas surgen polémicas sobre temas importantes como la huelga, la adhesión de los trabajadores a cierto partido político o a ninguno. Algunos periódicos ofrecen bolsa de trabajo. La ideología de las publicaciones cambia a veces debido a las amenazas del régimen; en ocasiones el periódico desaparece por razones particulares al no someterse a los lineamientos señalados por el gobierno o simplemente cuando los editores se quedaban sin dinero para publicarlo. El movimiento obrero de la segunda mitad del siglo XIX “estuvo dirigido no por los líderes obreros, que a la sazón no surgían en la masa proletaria, sino por periodistas pequeño burgueses, que desde las columnas de sus publicaciones hacían prodigiosos esfuerzos por orientar a los asalariados”37, a decir de Luis Chávez Orozco. Los periódicos obreros de esa época, disponibles o citados, suman alrededor de 30, proceden principalmente de la ciudad de México y tienen diferentes ideologías. Los más importantes aparecen en los lugares donde, además de existir fábricas, hay una mayor politización y acceso a la información, como es el caso de la capital. En ella había, en 1893, 36 Conversación con Gerrnán Dehesa Violante. 1977. 37Luis Chávez Orozco. Del artesanado al socialismo. Selecc. de José María González, pról. de Luis Chávez Orozco. Secretaría de Educación Pública, México, 1974,p 29. 32 ocho fábricas textiles y para entonces habían circulado al menos 15 periódicos; en cambio, en Puebla había21 fábricas para esa fecha y una sola publicación. En Veracruz se encontraban cinco fábricas y carecían de periódico, mientras que en Jalapa había tres fábricas y circulaba La Huelga. PERIÓDICOS EDITADOS POR LA SOCIAL Y SUS MIEMBROS Los miembros de La Social, grupo que será tratado a detalle en el siguiente capítulo, usaron los periódicos como medio de difusión para sus ideas. El Socialista apareció en México el 9 de julio de 1871 como órgano oficial del Gran Círculo de Obreros de México. “Periódico semanario destinado a defender los derechos e intereses de la clase trabajadora”, aparecía los domingos por la mañana en el Despacho 2° del factor número 7. Los números sueltos valían 2 centavos y a los repartidores se les daba a un peso el ciento. A partir del número 16, de 1871, se declaró “Periódico semanario dedicado a la defensa de la clase obrera”, con lo que sustituyó al término más general de “clase trabajadora”. Sus lemas eran: Todos somos hermanos, Amaos los unos a los otros y Nunquampecuniae cedo. Se daba el crédito de editor propietario a Juan de Mata Rivera “por haber puesto la primera aportación”, mientras que el editor responsable era Francisco de Paula González y sus redactores: Plotino Rhodakanaty, Gerardo M. Silva, Scévola, Cromwell, Agapito Silva, Diego Bencomo, Francisco Silva, Justo Pastor Muñoz, Francisco Aduna, Luis G. Sánchez, Francisco Delgado y Luis G. Miranda, quien también figuraba como editor de La Igualdad, en Cuautla, Morelos. El periódico se publicaba en el taller del periodista Vicente García Torres, en San Juan de Letrán 3, y era costeado de su propia bolsa. Para 1872 aumentó su tiraje y tamaño, con lo que alcanzó las dimensiones de todo un gran periódico. En ese mismo año, El 33 Socialista apoyó la candidatura de Vicente Riva Palacio para la presidencia de la Suprema Corte. Hijo de españoles, Juan de Mata Rivera nació en México en 1838, y su vida transcurrió entre los talleres tipográficos y las asociaciones mutualistas. Discípulo de Rhodakanaty, dirigió El Socialista de 1971 a 1888, periodo en el que fue notoria la influencia de Charles Fourier y Pierre-Joseph Proudhon. Mata Rivera fue partidario de la reelección de Sebastián Lerdo de Tejada en 1876 y criticó la rebelión de Porfirio Díaz y su Plan de Tuxtepec. Valadés acusa a Mata Rivera de ser protegido del presidente Lerdo y de que intentaba manejar a los obreros mediante la publicación. Creo que la última afirmación es una alabanza más que una crítica, pues era natural que los periodistas obreros escribieran con la idea de dirigir y orientar a los miembros de su clase.38El Socialista, a pesar de haber criticado en ese momento a Díaz, tuvo que mostrar su adhesión al régimen durante el Porfiriato. Michoacano, Francisco de Paula González nació el 21 de abril de 1844, estudió en Morelia, entró a trabajar en una fábrica textil y más tarde en un taller de tipografía. González. A partir de 1867, año del triunfo de la República, González se mostró muy activo dentro del movimiento obrero: fue socio de la sociedad de sastres –a pesar de que no ejercía ese oficio–, fundó el periódico quincenal El Artesano, la SociedadUnionista de sombrereros y fue uno de los 12 miembros fundadores del Gran Círculo de Obreros. En 1875 se mostró en contra de la reelección de Lerdo, por lo que prefirió separarse del Gran Círculo de Obreros y fundó el Gran Círculo de la Unión. En 1877 adquirió el periódico El Hijo del Trabajo. 38 José C. Valadés. “Cartilla Socialista de Plotino C.Rhodakanaty. Noticia sobre el socialismo en México durante el siglo XIX”, en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México,t. 3 (1970), p. 31. 34 En 1876, año en que se propuso la reelección de Lerdo de Tejada, escribieron en El Socialista, entre otros, Ignacio Manuel Altamirano, Ignacio Ramírez, Francisco Sosa y José María Vigil. Todos escritores consagrados de la época. En sus páginas se publicaron también diversas obras como El Manifiesto Comunista de Karl Marx y Friedrich Engels, que salió íntegro en 1888. A partir del 25 de agosto de 1882,El Socialista sacó por entregas el libro La cooperación: Estudio teórico y práctico sobre las sociedades cooperativas de consumo y de producción en Inglaterra y otros países, y especialmente en Cataluña, del español Fernando Garrido, libro que tuvo gran influencia sobre el movimiento obrero mexicano. La obra fue publicada originalmente en la Imprenta de Oliveros de Barcelona, en 1879, con 72 páginas. ¿Quién era Fernando Garrido? Uno de los principales propagandistas del socialismo durante el siglo XIX. Nació en Cartagena en 1821 y murió en Córdoba en 1883. Se educó en Cádiz y a los 25 años se fue a Madrid, donde publicó varios periódicos de vida efímera como La Organización del Trabajo, inspirado en las ideas de Fourier. El fin de El Socialista era la defensa e instrucción de la clase trabajadora. “Una sociedad para cada arte y todas ellas reunidas en una asociación universal obrera podrán usar de la huelga para conseguir un salario justo y una forma de vivir digna”.39Con “Una sociedad para cada arte” los redactores del periódico se referían a que los trabajadores tenían características y necesidades distintas porque las circunstancias de su trabajo variaban según la actividad a la que se dedicaran: textileros, tipógrafos, toneleros, mineros y demás. Existían gran cantidad de oficios – ya en la época colonial existían 300 39 José Muñúzuri en El Socialista (22 de agosto de 1876). 35 ordenanzas de gremios y obrajes - y pedían que cada uno tuviera su propia asociación y que todas ellas estuvieran cobijadas por una asociación universal obrera que entre otras cosas les permitiera usar la huelga y saber que los obreros tienen características que los aglutinan: Convencido el obrero de esta verdad (de que se pagan cantidades homeopáticas, lo necesario para vivir y reproducirse) y de que el trabajo es el verdadero mantenedor de las sociedades debe guiarse por el lema de que la unión constituye la fuerza, se asocia con sus compañeros, emplea la huelga para cercenar privilegios a los señores, y consigue poniendo de valladar a las exigencias de la burguesía la solidaridad obrera, ser tratado como hombre.40 Cuadron, redactor de El Socialista, se da cuenta dela necesidad de que el obrero viva en forma humana, que tenga lo que en el siglo XXI llamamos una buena calidad de vida y la única forma de conseguirlo es la unión. “Poco le deben importar a él [el mundo obrero] las cuestiones meramente políticas cuando algo hay que afecte a la clase obrera en su presente y su porvenir”,41afirmaba Manuel María Romero. Sin embargo, otros redactores del periódico habían apoyado la candidatura del general Díaz para las elecciones de 1883. La organización de la Internacional de Trabajadores constituyó también una preocupación del cuerpo de redacción del periódico y en éste aparecieron cartas dirigidas a obreros de La Habana tratando el asunto. Semanario popular destinado a la defensa de las clases trabajadoras de la República y órgano de la Sociedad Artístico Industrial. El Obrero Internacional apareció en la ciudad de México en 1874. Se sabe que la Sociedad Artístico Industrial es una de las organizaciones de trabajadores más antiguas del país; sin embargo, los datos de su fundación son poco precisos. Este fenómeno es común entre este tipo de sociedades que 40El Socialista (10 de septiembre de 1884). 41Ibídem (23 de diciembre 1888). 36 aparecían y desaparecían según las circunstancias, por lo que pueden encontrarse varias fechas de su origen. Santiago Villanueva y Ricardo Velatti, miembros de La Social, fundaron la Sociedad Artístico Industrial junto a Epifanio Romero, al parecer en 1844. De Romero se sabe que participó en la guerra de intervención norteamericana como soldado en los cuerpos de la Guardia Nacional. Ricardo Velatti, de origen italiano, nació en México en 1850. Carpintero, participó en el Gran Círculo de Obreros y fue secretario y fundador de la Sociedad Artístico Industrial y de algunas otras asociaciones. Perteneció a La Social y siguió la corriente anarquista de Francisco Zalacosta. Publicó sus escritos en El Socialista y El Hijo del Trabajo, además de El Obrero Internacional. Por su parte, el ebanista Santiago Villanueva nació en México en 1838. En su juventud fue escultor y estudiante de dibujo en la Academia de San Carlos. Participó en 1886 en la fundación de la Sociedad Mutua del Ramo de Sombrerería y fue miembro fundador de la Unión de Tejedores del Valle de México. Miguel Sánchez de Tagle fungió como director de El Obrero Internacional, mientras que Ricardo Velatti, Santiago Villanueva, Balderas, López, Carlos Larrea,Juan Cano, José Olvera, Luis G. Rubín y Federico Fusco formaron el cuerpo de redactores. “Trabajo e instrucción para nuestros hermanos, protección para las artes y la industria y el respeto debido a los derechos políticos y sociales de nuestra clase”42era parte del programa de la redacción de El Obrero Internacional. Derechos políticos: votar y ser votado. Para sus responsables, a pesar de que las sociedadesmutualistas tenían gran mérito y habían contribuido al progreso del movimiento obrero inculcando el socialismo, el mejor medio de lucha eran las sociedades cooperativas en las que veían mayor provecho para los 42El Obrero Internacional(31 de agosto de 1874). 37 trabajadores, ya que con ellas tenían además la opción de convertirse en pequeños propietarios. Los redactores de El Obrero Internacional se declaraban socialistas y pedían al Ser Supremo la unión de la clase obrera no sólo en pequeñas asociaciones locales sino en una que comprendiera a todas las de la República y las representara en un congreso internacional. Al hablar del Ser Supremo, los redactores nos dejan ver su origen confesional. Los periodistas desde sus columnas animaban a los trabajadores y les daban consejos, especialmente a los que tenían problemas en esos momentos, como los obreros del Mineral del Montey los cocheros de las líneas de la ciudad de México.43 Periódico liberal, independiente, socialista y acérrimo defensor de la clase obrera,El Hijo del Trabajo apareció semanalmente en la ciudad de México a partir de 1876. José Muñúzuri, miembro de La Social, era su propietario y Francisco de Paula González, quien había salido de El Socialista, el responsable. Benito Castro, pintor; Justo Pastor Muñoz y Miguel O’Gorman, carpinteros; Simón Nieto, impresor; Francisco Zambrano de la Portilla, profesor; Juan B. Villarreal, tonelero; Gregorio O. Esquerro, litógrafo, y José María González, sastre y uno de los periodistas más activos en el movimiento trabajador de la segunda mitad del siglo XIX, formaban el cuerpo de redactores del periódico. José María González proclamó ser socialista, no comunista. El socialismo, como repiten variasveces este y otros redactores de los periódicos obreros, significaba una mejoría de la clase obrera sin ruptura del orden establecido. El comunismo era asociado con el movimiento francés de La Comuna (1871), el terror y la violencia sin fin, el robo y el exterminio. Esta postura, a pesar de ser pública, podía ser olvidada, como ocurrió en la 43 Ibídem,t. 1, no. 4(22 de septiembre de 1874) y t. 1, no. 11 (10 de noviembre de 1874). 38 reunión referida por Gastón García Cantú en El socialismo en México, siglo XIX, convocada por la Sociedad de Meseros en el Teatro Arbeu, en julio de 1878.El principal invitado fue Porfirio Díaz.44 En La Patria, periódico de Ireneo Paz que se conocía como de oposición y se identificaba a sí mismo como político, científico, literario, comercial y de anuncios, se dijo de aquel acto: “uno de los discurseros lo hizo de tal forma que fue llamado al orden por el presidente de la Sociedad, mas el general Díaz se levantó de su asiento, pidiendo que siguiese el discurso, porque según la Constitución, el uso de la palabra es sagrado en una reunión pacífica”.45El discursero era José María González, quien fue atacado a los pocos días al grito de “éste es comunista”. El Hijo del Trabajo apareció en abril de 1876 y desapareció en 1884, probablemente en el mes de diciembre, ysu tiraje total fue de 78 números. Órgano oficial del Gran Círculo de la Unión y de las sociedades Esperanza del Círculo de Zapateros, Talabarteros y Mutua del Ramo de Sombrerería, posteriormente de laSociedadProgresista de Obreros de la Colonia Buenavista y de las sociedades de Pintores, Meseros y Curtidores.La unión por medio del sistema cooperativo era uno de los principales ideales de José María González, principal redactor del semanario: Que, ¿no habrá en la capital un número de diez mil obreros sensatos que comprendan sus intereses y se unan para realizar el bello ideal de su emancipación y engrandecimiento? Creemos que sí; sólo que se necesita que las sociedades mutualistas den el primer paso; que olviden su sistema de cofradías y se conviertan en compañías cooperativas: y muy pronto seguirán su ejemplo todas las sociedades en los Estados de la República, se vindicarían de la nota de egoístas que pesa sobre ellos.46 44 Gastón García Cantú, El socialismo en México, siglo XIX. Era, México, 1974. p. 213. 45 Citado por Gastón García Cantú. El socialismo en México, siglo XIX. Era, México, 1974. p. 213. 46 González José María en El Hijo del Trabajo (6 de agosto de 1876). 39 Rojas Coria nos reseña en su Tratado de cooperativismo mexicano estas noticias y al mismo tiempo sostiene: “No cabía duda, González era también un soñador”.47 Al buscar en las estadísticas de la época si era posible que hubiera 10 mil obreros agrupados en sociedades mutualistas, ¿qué encontramos? Pocas estadísticas. La gente se rehusaba a contestar cuando se le preguntaba, nos dicen diversos autores, siempre pensaban que si contestaban la verdad se les cobrarían impuestos o se les reclutaría como soldados. Además, las clasificaciones de las estadísticas que existen nos hablan de categorías etnográficas o de la producción de las fábricas: cuántos husos tenían las fábricas textiles, cuál era la producción anual… datos que nos sirven para informarnos de la parte económica del proceso pero muy poco de la parte humana. Para 1880, nos dice Emiliano Busto en su Estadística de la República Mexicana, habría en total en el país11 mil trabajadores en la industria textil.48 Esto nos lleva a la conclusión de que, si leemos periódicos obreros, siempre encontraremos el pensamiento y los deseos de los dirigentes obreros que procuraban el bien de los trabajadores, mas no la realidad en datos. José María González soñaba con encontrar 10 000 obreros agrupados ya en sociedades mutualistas que estuvieran decididos a fundar asociaciones cooperativistas y Emiliano Busto habla de 11 000 trabajadores solamente en la industria textil. Existían otras ramas de actividad económica que empleaban trabajadores. José María González insistía en que “las sociedades mutualistas den el primer paso; que olviden sus sistema de cofradías”. Las cofradías procedían de la Nueva España y 47 Rosendo Rojas Coria. Tratado de cooperativismo mexicano. Pról. de Roberto Lira Leyva. México, Fondo de Cultura Económica, 1952, p. 123. 48 Emiliano Busto. Estadística de la República Mexicana: estado que guardan la agricultura, industria, minería y comercio. Imprenta de Ignacio Cumplido, México, 1880. Citado en DawnKeremitsis. La industria textil mexicana en el siglo XIX. Secretaría de Educación Pública, México, 1973, p. 206. 40 respondían a la necesidad que tenían los conquistadores de salvaguardar su identidad en este nuevo territorio. Muchas estaban dedicadas al culto de un santo, un Cristo o una Virgen, además de su interés en la ayuda mutua. Por ejemplo, según consta en su Patente, en la Archicofradía del Santísimo Sacramento y Soledad de Nuestra Señora, fundada en la Parroquia de la Santa Cruz de México y cuya existencia se remonta hasta 1854, se recibía por Cofrades a todas las personas de uno y otro sexo, desde los 10 años y que no pasaran de 50 de edad, ni estuvieran enfermos. Menciona la cuota que pagarían al tiempo de incorporarse a la Archicofradía y los pagos semanales y anuales. Más adelante incluye las ayudas que recibirían en caso de enfermedad y muerte, y en caso de necesidad, según el número de cuotas que hubieran pagado. Más adelante se tratará el funcionamiento de las sociedades mutualistas, que era muy semejante al de las cofradías. Los redactores de El Hijo del Trabajobuscaban la moral y la justicia y dejaban ver claramentela influencia del cristianismo en sus escritos. José Muñúzuri afirmaba que Jesús había sido “el primer demócrata y socialista del mundo”49, mientras que el obrero detrás del seudónimo Andrés el Jornalero declaraba los propósitos de la redacción: Partidarios acérrimos de las ideas socialistas, siempre hemos consagrado nuestra insignificante pluma a la defensa de esa sublime doctrina, cuyo fundador y maestro murió en el Calvario; jamás de nuestros labios ha salido una maldición hacia nuestros opresores, pero la habitual franqueza propia de nuestra clase, si bien es cierto que muchas veces la amargura, el dolor o la desesperación nos han arrancado palabras de venganza duras y acres hacia los que causan nuestros males; nunca hemos pretendido convertir la sociedad en un caos ni desconocer los benditos lazos de la familia, ni tampoco pretendemos desconocer la propiedad adquirida noble y honradamente, ni los derechos naturales de cada individuo.50 Ofrecen respeto a los demás y piden respeto para sí mismos. Aman el orden. Tienen ideas confesionales, reconocen la institución de la familia, se aprecia la tradición cultural 49El Hijo del Trabajo (1 de marzo de 1876). 50Ibídem(15 de mayo de 1876). 41 mexicana de la que están orgullosos y recomiendan a sus lectores que la sigan. Piden la instrucción de las masas, el reconocimiento a sus derechos y propiedad, así como la conciliación y armonía entre el trabajo y el capital. Los obreros, además, debían intervenir en política y evitar las huelgas y la violencia, sus amos serían la Constitución del país, la razón y la justicia. Esto denota la influencia del liberalismo, pues la confianza que tenían en las leyes era muy grande. Semanario consagrado exclusivamente a la propaganda teórico práctica del socialismo para la defensa de los pueblos, redención de la clase obrera yproletaria, emancipación de la mujer y organización agrícola e industrial de la República, La Internacional era un periódico que nació queriendo abarcar a la población con
Compartir