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Colegio de Estudios Latinoamericanos La Escuela de Mecánica de la Armada, un lugar de memoria en Argentina. 1998-2007 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA Facultad de Filosofía y Letras México, D.F., Marzo 2013 Licenciada En Estudios Latinoamericanos DE MÉXICO Presenta Ana Laura Deceano Estrada Asesora Dra. Eugenia Allier Montaño Investigadora Del Instituto De Investigaciones Sociales, Unam Tesis que para obtener el título de 1 La Escuela de Mecánica de la Armada, un lugar de memoria en Argentina. 1998-2007 Índice Página Introducción 2 Capítulo 1. La memoria, algunos conceptos para su teorización 12 El auge de la memoria 12 Entre el presentismo y la vuelta al pasado 14 El auge de la memoria en América Latina 17 Conceptualizar la memoria: memoria individual, memoria colectiva, memoria pública 18 La otra cara de la recuerdo: el olvido 22 La relación entre memoria e historia 26 Lugares de memoria 28 La memoria en América Latina 30 Capítulo 2. La dictadura militar: 1976-1983 36 La violencia política. 1966-1976 37 El “enemigo” 39 El régimen militar. 1976-1983 46 Represión 48 Centros clandestinos de detención 49 Escuela de Mecánica de la Armada 52 Capítulo 3. Las discusiones públicas sobre el pasado reciente: 1984-1998 58 El fin del régimen militar 58 El inicio del gobierno democrático 63 La “reconciliación nacional” 67 El retorno del pasado 72 Capítulo 4. La consolidación de un lugar de memoria: 1998-2007 79 El decreto de traslado. 1998 79 El traspaso. 2004 86 La apertura del Espacio para la memoria. 2007 95 Un lugar de memoria 99 Conclusiones 101 Anexo 1. Cronología 105 Anexo 2. Visita guiada a la ESMA 110 Anexo 3. Imágenes 118 Fuentes 127 2 Introducción La presente tesis busca ser un estudio sobre cómo la participación de los organismos de derechos humanos en la lucha simbólica por el sentido del recuerdo del último régimen militar argentino (1976-1983), dirimida en el espacio público, favoreció la construcción de un museo, entre 1998 y 2007, en el ex centro clandestino de detención que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada durante la dictadura, y la consolidación de un lugar de memoria en dicho emplazamiento. En América Latina, durante la segunda mitad del siglo XX, las iniciativas para recuperar y conservar el pasado, enmarcadas en un fenómeno mundial conocido como “irrupción de la memoria” 1 , aumentaron en países que habían vivido regímenes autoritarios y se encontraban en transición a la democracia. Este auge, además de buscar conmemorar el pasado, se encaminó a objetivos específicos: identificar a los culpables de la violencia experimentada durante los regímenes militares, 2 realizar juicios, castigar a los responsables, mantener y transmitir el recuerdo del pasado represivo para evitar su repetición. En el caso de Argentina, algunos sectores de la sociedad desarrollaron proyectos 3 para ocupar simbólicamente los lugares vinculados a la represión (por ejemplo, aquellos que funcionaron como centros clandestinos de detención [CCD] 4 durante el régimen militar), así como para erigir espacios destinados al homenaje y recuerdo de las víctimas. Muestra de ello es la Escuela de Mecánica de la 1 Este fenómeno se experimentó en países cuyo pasado fue violento, como Alemania, Polonia, España, Rumania, Filipinas, Sudáfrica y Argenta, ejemplos significativos de cada continente. Para más información, véase Alexandra Barahona de Brito, Paloma Aguilar Fernández y Carmen González Enríquez (eds.), Las políticas hacia el pasado. Juicios, depuraciones, perdón y olvido en las nuevas democracias, Madrid, Istmo, 2002. 2 Cabe destacar que en América Latina la recuperación del pasado no es exclusiva de países que tuvieron regímenes autoritarios (Colombia es un ejemplo claro de ello), ni todas las sociedades que vivieron dictaduras civiles o militares experimentaron el mismo auge del pasado, como en.el caso de Brasil. 3 Es importante mencionar aquellos que pretenden incluir el pasado dictatorial en los textos escolares y transmitirlo mediante el sistema educativo y los que proponen designar algunos lugares públicos con nombres de los desaparecidos. Estos programas se desarrollaron fundamentalmente en Buenos Aires, pero poco a poco se extendieron al resto del país. 4 Hay una lista de los centros clandestinos que funcionaron durante el periodo 1976-1983 en CONADEP, Nunca más. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, Buenos Aires, Eudeba, 1984. 3 Armada (ESMA), establecimiento de instrucción militar que alojó —en parte de sus instalaciones— uno de los CCD más activos del periodo. 5 Desde fines de la década de 1990, su rehabilitación formó parte de los proyectos cuyo propósito era recuperar, resguardar y transmitir el recuerdo y la historia de los acontecimientos vividos durante el último régimen militar, 1976-1983. En 1998, el gobierno de Carlos Saúl Menem intentó demoler el edificio; sin embargo, ciertos sectores de la sociedad se opusieron y pugnaron por su conservación y la creación —en sus instalaciones— de un lugar destinado a mantener y transmitir el recuerdo del pasado dictatorial, que desde los primeros años del régimen constitucional se había convertido en símbolo de la represión. A partir de ese momento, y durante casi diez años, las organizaciones defensoras de los derechos humanos gestionaron ante distintas autoridades la constitución del museo, situación que reavivó la discusión pública acerca de los sucesos vividos durante la dictadura, hasta que en octubre de 2007 — tras la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia argentina— el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA), antes Espacio para la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos, abrió sus puertas al público. En este sitio, los organismos de derechos humanos lograron mantener vivo un lugar de memoria 6 y relanzaron un sentido del pasado. 5 Se tiene conocimiento de que la ESMA funcionaba como centro clandestino desde 1977 a partir de la publicación de la Carta a la Junta Militar de Rodolfo Walsh. Esta condición se estableció oficialmente por la investigación que derivó en el informe Nunca Más de la Comisión Nacional para la Desaparición de Personas (CONADEP); véase CONADEP, Op. cit. 6 Aunque más adelante regresaremos a esta noción, conviene adelantar que lugar de memoria es una categoría de análisis surgida en el contexto de la historiografía francesa que designa “aquellos lugares donde se cristaliza y se refugia la memoria”. Acuñada en los años ochenta del siglo XX por el historiador francés Pierre Nora, este concepto ha sido adaptado a distintos contextos, entre ellos el argentino. Para más información, véase Josefina Cuesta Bustillo (ed.), Memoria e historia, Madrid, Marcial Pons, 1998. 4 Justificación Uno de los motivos que detona la realización de este trabajo es el interés de mostrar que los individuos y las comunidades, a partir de la recuperación del recuerdo de los acontecimientos vividos por una generación, pueden formarse una conciencia crítica y actuar para transformar la realidad. El segundo motivo es la intención de señalar un nuevo elemento del debate abierto acerca de los procesos de memoria y olvido, y las representaciones del pasado en la época de la posdictadura argentina: el estudio de la dinámica social y política que se desenvuelvedurante la constitución de un espacio para recuperar y rememorar el pasado. La reflexión sobre este elemento es fundamental para examinar la dinámica de la historia de las disputas por las representaciones del pasado reciente en Argentina. Profundizar al respecto permite retomar elementos de la discusión teórica acerca de la naturaleza e importancia de la memoria, así como de sus múltiples manifestaciones en ese país sudamericano, para después trasladar este conocimiento al análisis de otras memorias y otros pasados recientes conflictivos como el del caso mexicano, con énfasis en el estudio de las disputas por las representaciones del pasado reciente en un contexto de conflicto provocado por la lucha contra el narcotráfico y los lugares de memoria que se han generado a partir de ella. El tercer motivo es efectuar una investigación basada en dos perspectivas historiográficas poco trabajadas en México —la historia del tiempo presente y la historia de la memoria— e indagar las posibilidades de aplicar un concepto proveniente de la realidad europea 7 : lugar de memoria, al acontecer de América Latina. 7 En Argentina esa categoría tiene mayor presencia. Es posible encontrarla en diversas investigaciones o iniciativas como el Concurso de Ensayos celebrado en 2005 por la Escuela de Capacitación Docente (CePA) “Argentina: los lugares de memoria”. Para más información, véase Varios Autores, Concurso de Ensayos. Argentina: los lugares de la memoria, Buenos Aires, CePA-Ministerio de Educación, 2006. 5 Consideraciones teóricas Esta investigación se sirve del subgénero historiográfico, la historia del tiempo presente, que examina los acontecimientos o fenómenos sociales que constituyen recuerdos de al menos una de tres generaciones que comparten un mismo presente histórico 8 . Una generación es la sustitución biológica de unos hombres por otros, percibida como un movimiento recurrente cada cierto tiempo, en un ritmo semejante a oleadas. Éstas agrupan los nacimientos y decesos de colectivos producidos casi de manera simultánea en zonas de fechas, más que en fechas exactas. 9 Las generaciones se renuevan en un flujo continuo: las personas que integran una generación conviven durante una parte de su vida entre sí y con los que nacen de ella —abuelos, padres, hijos, nietos—. En un mismo presente histórico existen tres generaciones que se entrecruzan: la sucesora (jóvenes en formación), la activa o central (adultos maduros biológica y socialmente) y la antecesora (los adultos de edad avanzada). La coincidencia de edad crea afinidades sociales, culturales y de experiencia, las cuales otorgan la característica de coetaneidad: distintas generaciones conviven en el entrecruzamiento de su presente. La coexistencia entre ellas en determinado momento da como resultado un presente histórico. 10 El presente histórico no es un periodo determinado por un comienzo y un final. Esto dará como resultado que los límites temporales del presente al que se refiere este subgénero se encuentren en constante movimiento. En esta tesis se habla de historia del tiempo presente pues una de las tres generaciones que experimentaron el acontecimiento histórico, el proceso de constitución del lugar de memoria, continúa con vida. 11 En este sentido, esta investigación se avoca a un proceso aún abierto, conflictivo 8 Para mayor información, véase María Inés Mudrovcic, Historia, narración y memoria: los debates actuales en filosofía de la historia, Madrid, Akal, 2005. 9 Julio Aróstegui, La historia vivida, Madrid, Alianza, 2004, p. 112. 10 Julio Aróstegui, Op. cit., p. 127. 11 Para más información, véase Elena Hernández Sandioca, Op. cit. 6 e inconcluso que ha marcado la vida de sus contemporáneos, y que extiende sus efectos hasta el presente. 12 Otro referente teórico que se usará es la historia de la memoria. Dicha corriente historiográfica se fundamenta, como su nombre lo indica, en el vínculo entre historia y memoria. Su objeto de análisis son las representaciones del pasado y su propósito es estudiar cómo éstas se desenvuelven en distintas épocas y ámbitos determinados. 13 Asimismo, su innovación consiste en examinar representaciones del pasado desde ámbitos importantes para esta investigación: las discusiones en el espacio público, la memoria de distintos grupos y los lugares de memoria. 14 La noción lugar de memoria (otro referente teórico que se empleará) se trabajó por primera vez en la obra dirigida por el francés Pierre Nora, Les lieux de mémoire, publicada entre 1984 y 1992. En ella, un grupo de historiadores analizó los usos del pasado en la actualidad, así como los cambios y permanencias de algunos símbolos de la identidad francesa: el 14 de julio, la Marsellesa, los tres colores de la bandera, etcétera, con el objetivo de conocer las creencias y representaciones alrededor del pasado, más que la realidad de los hechos. Es decir, la historia de los lugares de memoria no analizó el desarrollo de los acontecimientos del 14 de julio de 1789, sino sus representaciones a lo largo del tiempo, su carga y significado actual. Para ello partió de algunas preguntas: ¿Cómo se construyen las representaciones de esos lugares en el tiempo? ¿Cómo se les considera en la actualidad? En este caso el concepto ha permitido una historia crítica de la memoria por medio de sus principales puntos de cristalización: 15 espacios, símbolos, representaciones de acontecimientos 12 Elena Hernández Sandioca Op. cit., p.531. 13 Rousso en Eugenia Allier Montaño, “Los Lieux de mémoire: una propuesta historiográfica para el análisis de la memoria”, en Historia y Grafía, 31, 2008, p. 178. 14 Véase Eugenia Allier Montaño, Op. cit. 15 Pierre Nora, “La aventura de Les lieux de mémoire”, en Josefina Cuesta Bustillo (ed.), Memoria e historia, Madrid, Marcial Pons, 1998, p. 32. 7 tanto pasados como presentes y actores o conceptos que condensan un cúmulo de significados acerca del pasado. Objeto de estudio, hipótesis y propósitos Esta tesis pretende ser un acercamiento al análisis de la participación de un sector de la sociedad, los organismos de derechos humanos, en la discusión sobre el sentido de las representaciones del pasado reciente en el espacio público, y cómo a partir de esta se constituyó un lugar de memoria en un museo de la memoria. La hipótesis que se propone es que la disputa de los organismos de derechos humanos por situar su representación del pasado dictatorial como la hegemónica en el espacio público posibilitó la consolidación de un lugar de memoria en el museo de memoria de la Escuela de Mecánica de la Armada. Para comprobarla, se analizarán las discusiones de los actores sociales antes, durante y después de la creación de un museo de la memoria y cómo estas lo proyectaron en símbolo de la represión, generando la necesidad de mantener su existencia y dotándolo de un nuevo sentido, el de lugar de memoria. Con el fin de guiar la investigación se formuló la siguiente pregunta: ¿Cómo se desenvolvieron las disputas por el sentido del pasado antes, durante y después del proceso de constitución del museo de la memoria en la ESMA? Además, se plantearon otras no menos importantes: ¿Qué acontecimientos se desarrollaron durante el proceso de constitución del espacio para la memoria en el predio de la ESMA? ¿Qué actores mostraron sus representaciones del pasado? ¿Qué perspectivas del pasado dictatorial se discutieron? De esas interrogantes se desprenden otros objetivos: identificar y analizar los hechos significativos en el proceso de construcción de un espacio para resguardar y transmitir la memoria, la ESMA, y 8 distinguir cómo estos reactivaron las disputas porel sentido del pasado; reconocer las distintas posturas de los actores inmiscuidos en el debate sobre la transformación de la ESMA (organizaciones de defensa de los derechos humanos, gobierno, oposición, sectores sociales) y analizar los discursos sobre el pasado que resultaron tras la apertura del museo. Metodología y fuentes de la investigación El presente análisis de corte histórico, cuyo propósito es conocer, analizar y comprender el proceso de constitución y consolidación de un lugar de memoria en un museo de la memoria en su dimensión sociopolítica, utilizó la metodología de la investigación cualitativa con enfoque interpretativo 16 . La información del primer capítulo se obtuvo de textos que trataran, desde el punto de vista teórico, el vínculo entre historia y memoria, y los lugares de memoria. Para ello se consultaron fuentes bibliográficas, publicaciones académicas y literatura especializada referente al auge de la memoria, sus componentes, la relación entre historia y memoria, los lugares de memoria y la memoria en América Latina. En el segundo capítulo se recopiló, analizó y sistematizó información sobre el periodo previo a la última dictadura militar, la represión ejercida durante esa época en Argentina y una de sus manifestaciones, los centros clandestinos de detención (CCD), en particular el localizado en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Para este contexto histórico, se utilizó bibliografía que se refiere a la historia argentina, específicamente del periodo comprendido entre 1966 y 1983. 16 Según Rodríguez, Gil y García, este método permite estudiar el contexto, interpretar los fenómenos de acuerdo con los significados otorgados por las personas implicadas, entender las complejas interrelaciones de la realidad y construir conocimiento, centrando la indagación en hechos relevantes. Gregorio Rodríguez Gómez, Javier Gil Flores y Eduardo García Jiménez, Metodología de la investigación cualitativa, Málaga, Aljibe, 1999. 9 Para desarrollar el tercer capítulo, se elaboró una cronología de los distintos momentos de discusión pública sobre el pasado dictatorial en Argentina durante el periodo democrático (1984-1998); dicha cronología se basó en bibliografía y fuentes hemerográficas relativas al tema. En el análisis central y la reflexión posterior se recopilaron, analizaron e interpretaron noticias relacionadas con la ESMA en el periodo 1998-2007, las cuales se publicaron en los periódicos Clarín, La Nación y Página/12 entre el 1° de enero de 1998 y el 31 de diciembre de 2007. Se seleccionaron estos diarios porque representan opiniones ideológico-políticas distintas (centro e izquierda), son de circulación nacional y por cuestiones prácticas: sus archivos se pueden revisar en Internet. Otras fuentes consultadas en este capítulo fueron los documentos resultantes del trámite legislativo —acuerdos, actas, proyectos y leyes— y las entrevistas semiestructuradas con representantes del Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECUNHI), del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), del Ente Interjurisdiccional, del Archivo Nacional de la Memoria (ANM) y del Instituto Espacio para la Memoria (IEM). Además, se entrevistó a Emilio Crenzel, especialista en el tema, y se llevó a cabo un recorrido guiado por el Casino de Oficiales, sede del CCD, así como cinco visitas al Espacio para la Memoria. Estructura de la tesis El trabajo se divide en cuatro capítulos: en el primero, cuyo carácter es teórico, se presenta el estudio de la memoria y de los lugares vinculados a ella desde la perspectiva histórica, mediante el análisis de su auge, de la relación entre memoria y olvido, y entre historia y memoria, de la caracterización de los lugares de memoria y de la importancia de los debates sobre la recuperación de la memoria en el contexto latinoamericano y argentino. 10 En el segundo capítulo se expone la espiral de violencia en que se envolvió la sociedad argentina a partir de las décadas de 1960 y 1970, y las distintas etapas de la dictadura militar, con el objetivo de mostrar que el aumento de la conflictividad social y la violencia política son elementos que explican la fuerza de la represión con que actuó el Estado instaurado después del golpe de 1973 y la existencia de los centros clandestinos de detención, la manifestación más acabada de la violencia represiva. Estos elementos permitirán explicar por qué la ESMA se convirtió, para ciertos sectores de la sociedad argentina, en un símbolo de la violencia ejercida por el Estado. En el tercer capítulo, titulado “Las discusiones públicas sobre el pasado reciente”, se da cuenta de las discusiones sobre las distintas representaciones del periodo 1976-1983 en el espacio público entre 1984 y 2007 y de la participación los organismos de derechos humanos en ellas. Su propósito es mostrar la configuración de los relatos sobre el pasado y cómo estos influyeron en la conformación de un símbolo de la dictadura en el ex CCD de la ESMA. Este recuento se distribuye en cinco periodos que se retoman de Lvovich y Bisquert. 17 En el último capítulo se trata la participación de los organismos de derechos humanos en las discusiones públicas entabladas durante la conformación del “Espacio Memoria” en el predio que ocupaba la ESMA, en el periodo de 1998 a 2007. Su objetivo es analizar que la construcción de la representación del pasado de los organismos de derechos humanos que se presentó durante la construcción del museo de la memoria permitió la consolidación del lugar de memoria. Agradecimientos Doy gracias al proyecto “Memorias públicas del movimiento estudiantil de 1968” (PAPIIT- IN307910), dirigido por Eugenia Allier Montaño y financiado por la DGAPA (UNAM), por el apoyo 17 Jaquelina Bisquert y Daniel Lvovich, La cambiante memoria de la dictadura: discursos públicos, movimientos sociales y legitimidad democrática, Buenos Aires, Biblioteca Nacional, Universidad Nacional de General Sarmiento, 2008. 11 económico brindado para hacer esta tesis. A los integrantes del Seminario Historia y memoria del posgrado de Ciencias Políticas y al Seminario de Tesis, dirigidos por la misma profesora, cuyos comentarios y aportaciones para el primer borrador fueron fundamentales. También agradezco a Emilio Crenzel; a Valeria Barbuto, coordinadora del área de Investigación del CELS; a Andrés Martínez Canto, encargado de comunicación del ECUNHI; a Daniel Schiavi encargado del Archivo Nacional de la Memoria; a Federico Lorenz; y a Nenina Boulliet del área de Relaciones institucionales del Instituto Espacio para la Memoria, quienes me brindaron su apoyo y compartieron conmigo su conocimiento acerca de la ESMA, la memoria del pasado dictatorial y la sociedad argentina. Asimismo, doy gracias a los guías que me acompañaron en los recorridos por la ESMA y el Casino de Oficiales, y a los miembros de los organismos de derechos humanos que mantuvieron un diálogo enriquecedor durante mi estancia en Buenos Aires. Extiendo un agradecimiento especial a Eugenia Allier, quien me brindó su respaldo absoluto, tuvo gran interés en mi proyecto, se mostró dispuesta a resolver mis dudas y me proporcionó sugerencias invaluables. Agradezco a Guadalupe, Francisco, Edgar, María y Teresa por enseñarme que el camino del esfuerzo no es el más sencillo, pero sí el más gratificante. 12 Capítulo 1. La memoria, algunos conceptos para su teorización Introducción En este apartado se hace un recorrido teórico sobre la memoria. Primero, se identificarán las causas de su auge en distintas sociedades contemporáneas para, en un segundo momento, hablar de él desde el orden del tiempo. En tercer lugar, se destacarán las características del caso latinoamericano. En uncuarto momento, se revisarán los atributos de la memoria (individual, colectiva y pública) para más tarde, en una quinta y sexta secciones, establecer la relación entre dos componentes de la memoria: el recuerdo y el olvido, y otra forma de representar el pasado: la historia. En séptimo lugar se hablará de la noción lugar de memoria y se cuestionarán las posibilidades de aplicarla al caso argentino. En último lugar, se expondrán los debates abiertos por algunos miembros de la academia e intelectualidad argentina en torno a las representaciones del pasado. Este capítulo permitirá dilucidar desde una perspectiva teórica la importancia de la memoria, y algunas nociones que se relacionan con ella, en la disputa simbólica por el pasado entre los organismos de derechos humanos y otros sectores de la sociedad argentina durante la instalación del museo y la consolidación de un lugar de memoria en la ESMA. El auge de la memoria En la segunda mitad del siglo XX, particularmente a partir de los años setenta, distintas sociedades, sobre todo las que habían experimentado pasados conflictivos, comenzaron a interesarse por el pasado. Desde diversos sectores se llevaron a cabo iniciativas que mostraron el surgimiento de una 13 “cultura de la memoria” 18 : proliferaron museos y monumentos, se restauraron edificios antiguos, se lanzaron proyectos para conservar espacios considerados patrimonio mundial —cultural, inmaterial, natural, turístico—, 19 se conmemoraron fiestas patrias, se crearon documentales históricos y sitios de Internet sobre memoria, se formaron asociaciones para el recuerdo y redes para el intercambio de investigaciones sobre la memoria y el pasado reciente; 20 asimismo, muchos sitios históricos se convirtieron en museos, y creció el “turismo de la memoria”. 21 El crítico cultural Andreas Huyssen 22 ha propuesto explicar este auge desde una doble matriz: cultural y política. Desde la primera, el autor considera que la movilización de la memoria 23 se explica por la velocidad de la época contemporánea. Las transformaciones aceleradas y la oportunidad de conocerlas al instante, que proporcionaron los medios de comunicación masiva, los cambios tecnológicos, los altos niveles de consumo y la movilidad global podrían explicar la creciente necesidad de recuperar y asirse al pasado. De acuerdo con él, la dificultad de aprehender el acontecimiento 24 —pues los medios de comunicación van lanzándolo y rebasándolo constantemente— desestabilizó a los individuos, porque el tiempo en su dimensión presente se redujo cada vez más. Esta situación los obligó a voltear al pasado para encontrar un asidero donde descansar del ajetreado ritmo de la vida moderna. 25 18Andreas Huyssen, En busca del futuro perdido. Cultura y memoria en tiempos de globalización, Buenos Aires, FCE, 2001. 19 Puede encontrarse una lista de los sitios considerados patrimonio mundial en la página http://whc.unesco.org/en/list [Consultada el 30 de noviembre de 2009]. 20 Algunos ejemplos para el caso argentino son las páginas de Internet www.memoriaabierta.org.ar, www.desaparecidos.org y www.comisionporlamemoria.org.ar [Consultadas el 30 de noviembre de 2009]. 21 Enzo Traverso, El pasado, instrucciones de uso. Historia, memoria y política, Madrid, Barcelona, Marcial Pons, 2007. 22 Andreas Huyssen, Op. cit. 23 Ibíd., p. 29. 24 Pierre Nora considera al “acontecimiento monstruo” como un producto y a la vez condicionante de las sociedades contemporáneas, pues las mantiene en un constante estado de sobreinformación y subinformación, lo cual favorece el sentimiento de angustia y pánico social, en Jacques Le Goff y Pierre Nora (dirs.), Hacer la historia: nuevos problemas, Barcelona, Laia, 1985, p. 232. 25 La explicación de Huyssen es sólo una entre otras más sobre el auge de la memoria en el mundo contemporáneo. Véase Traverso, Op. cit. http://www.memoriaabierta.org.ar/ http://www.comisionporlamemoria.org.ar/ 14 Entre el presentismo y la vuelta al pasado Para explicar cómo funciona la transformación cultural que derivó en el auge de la memoria a la que alude Huyssen, es indispensable referirse a las categorías de análisis del orden del tiempo histórico que propuso Reinhardt Koselleck. 26 Para este autor el tiempo histórico es una magnitud que va cambiando con la historia; las modificaciones se pueden deducir a partir de la coordinación entre dos categorías metahistóricas a las que denomina espacio de experiencia y horizonte de expectativa. La primera es el pasado que se infiltra en el presente; gracias a ella, el individuo incorpora acontecimientos a su experiencia y es capaz de recordarlos. Por otro lado, la expectativa es el futuro que se manifiesta en el presente; la inquietud y el análisis racional forman parte de ella. Cuando ambas categorías se relacionan, entrelazan el pasado y el futuro de manera particular, además de posibilitar y ayudar a constituir la historia. La relación que establecen, así como sus modificaciones y desplazamientos, permiten la existencia de distintos órdenes del tiempo histórico. Los órdenes del tiempo han cambiado a lo largo de la historia. En el antiguo régimen de historicidad 27 —que existió hasta mediados del siglo XVIII, en la época cristiana de las postrimerías— el horizonte de expectativas estaba limitado y cercano al espacio de experiencia; éstas se colocaban en el “más allá” (la muerte o el fin de los tiempos), por lo que nunca se cumplían. En el régimen moderno, que tomó forma a partir de 1789 28 , este horizonte fue sustituido poco a poco por el progreso: la posibilidad de mejorar la vida terrenal proponía un futuro abierto. La articulación moderna entre pasado, presente y futuro puso énfasis en este último; el futuro y su principal agente, 26 Reinhardt Kosselleck, Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos, Barcelona-México, Paidós, 1993. 27 Un régimen de historicidad es la expresión de un orden dominante del tiempo; tejido a partir de diferentes regímenes de temporalidad, es un modo de traducir y ordenar las experiencias del tiempo —maneras de articular presente, pasado y futuro— y de darles sentido: François Hartog, Regímenes de historicidad. Presentismo y experiencias del tiempo, México, Universidad Iberoamericana, 2007, p.132. 28 Reinhardt Kosselleck, Op. cit. y François Hartog, Op. cit. 15 el progreso, se convirtieron en sus símbolos. 29 Pero, ¿en qué articulación del presente, pasado y futuro se encuentra el auge de la memoria? En un intento por responder esta pregunta se encuentran dos posturas teóricas. Por un lado, Andreas Huyssen plantea que la imagen de progreso y las expectativas asociadas con el futuro, propias del régimen moderno de historicidad, perdieron importancia y potencial condensador en la época contemporánea, pues con un presente complejo el futuro deja de ser el alivio para la angustia humana y no logra apaciguar su desestabilización. De igual manera, ha perdido su capacidad alentadora, esperanzadora y reparadora, y cada vez se le ve con más miedo. Debido al agotamiento de los proyectos futuros y la incertidumbre, el poder de previsión, característico del régimen moderno de historicidad, se resquebraja, lo que vuelve más importante mirar al pasado —para asirse a él— que escrutar el incierto porvenir, como si el peso de la experiencia, en lugar de ampliar el horizonte de expectativas, obligara a las sociedades a regresar una y otra vez sobre ese espacio. 30 Según este teórico el auge de la memoria se explicaría por un viraje al pasado como categoría predominante; recuperar el pasado para asirse a él y enfrentar un futuro incierto. Por otro lado, François Hartog propone que el “presentismo” 31 reemplazó al futurismo característico del régimenmoderno de historicidad; de acuerdo con este teórico el presente se convirtió en el horizonte, sin futuro ni pasado, 32 punto de partida, de vista y de llegada. El autor supone que, debido al aumento de la imprevisibilidad del futuro, el presente devino la categoría preponderante y, por ello, la memoria es un instrumento presentista. Una característica del predominio del presente —como régimen de historicidad— es la preocupación por conservar, o incluso reconstituir, un pasado ya desaparecido o a punto de perderse para 29 Nora Rabotnikof, "¿Una memoria presentista? (Acerca de una tesis de François Hartog)", en Mariana Aguiluz Ibargüen y Gilda Waldman (coords.), Memorias (in)cógnitas: contiendas en la historia, México, CEIICH-UNAM, 2007, p. 66. 30 Nora Rabotnikof, "Política, memoria y melancolía", en Fractal, 29, 2003, p. 83. 31 Referido al tipo de ruptura que instaura, con el pasado y con el futuro, a una especie de impune colonización del pasado por el presente (en general a partir de las necesidades identitarias de ese presente) y la asumida y reivindicada independencia respecto de la historia, en Nora Rabotnikof, Op. cit., p. 61. 32 François Hartog, Op. cit., p.140. 16 siempre. 33 Dado que se pasó de una historia que se construía sobre un espacio de experiencia ampliado o transmitido generacionalmente a una que se edificaba con fragmentos de ella, trozos rescatados y rearmados desde el presente, 34 el ejercicio de la memoria, propio del presentismo, partiría de nuevas formas de articulación del espacio de experiencia de las generaciones previas, 35 pues los hombres y las mujeres de fin de siglo habrían crecido en un presente permanente sin relación con el pasado ni con las generaciones precedentes 36 . En esta investigación se considera que el auge de la memoria se explica a partir de la preminencia de la categoría del presente. Es debido a su condición arrebatadora, en la que el pasado y el futuro pierden forma y contenido, que las sociedades contemporáneas buscan en el recuerdo su origen, razón de ser y alguna guía que les muestre el camino. Ahora, desde la perspectiva política, Huyssen explica que este auge habría surgido, en los años setenta, con las luchas para liberar y descolonizar a los países africanos y asiáticos. La recuperación de la visión de los vencidos y las historiografías alternativas, cuya gran preeminencia en esa época se debe al cuestionamiento del paradigma existente (originado en Europa) que ignoraba a los marginados, también contribuyó a mirar al pasado. Además, en 1980, los debates en torno al Holocausto y los aniversarios que recordaban la experiencia traumática de la Segunda Guerra Mundial —que no se había elaborado— acentuaron los discursos de la memoria en Europa y Estados Unidos. En la misma época, tanto en Europa —España, Grecia y Portugal— como en América Latina —Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Chile—, se inició la transición de gobiernos autoritarios a gobiernos democráticos; mientras que en los países de Europa del Este, tras la caída del muro de Berlín en 1989 y el fin de la guerra fría, comenzó el derrumbamiento del comunismo y, con 33 Ibíd., p. 152. 34 Ibíd., p. 68. 35 Mecanismos rotos debido a diversas coyunturas: violencia, migración, exilio, guerras o cambios drásticos en la forma de vida, propios de las sociedades contemporáneas, en Nora Rabotnikof, Op. cit., 2007, p. 71. 36 Ibíd., p.79. 17 ello, las transiciones a la democracia. Estos hechos pusieron en primer plano la discusión acerca del pasado. 37 Los procesos de descolonización y el surgimiento de las historiografías alternativas modificaron los paradigmas y mostraron la necesidad de hablar del otro; la historia vista desde abajo hizo aportes fundamentales a la de arriba 38 . El resurgimiento del debate en torno al Holocausto, que se había mantenido al margen durante las primeras décadas de la posguerra, evidenció la importancia de elaborar el pasado. En algunos casos, las transiciones a la democracia promovieron que algunas sociedades se enfrentaran a un pasado violento, para develar la verdad y buscar justicia. Según Huyssen, estos hechos traumáticos que envolvieron a diversas sociedades durante la segunda mitad del siglo XX (o antes en el caso español y alemán) en ocasiones provocaron una ruptura en la manera de entender la realidad, plantearon otras interrogantes sobre cómo afrontar el pasado y configuraron el auge de la memoria desde la perspectiva política. Debido a ellos, el pasado se volvió un campo de acción para resolver algunas demandas y un elemento de aprendizaje, más que una simple dimensión temporal. El auge de la memoria en América Latina Si en Europa y otras sociedades occidentales el auge de la memoria se explicó por una cuestión cultural, como lo menciona Andreas Huyssen, en América Latina, este se ha conformado en países cuyo pasado reciente (sobre todo en los casos con regímenes militares represores entre 1970 y 1980) es violento y tiene al testigo (la “víctima”) como centro de la narración. En este lado del Atlántico el 37 En Argentina, ciertos sectores de la sociedad se mantuvieron en actividad constante con el fin de mantener y transmitir a las nuevas generaciones y a otras sociedades el recuerdo de los acontecimientos vividos. Asimismo, presionaron al gobierno —y lo siguen haciendo en mayor o menor medida—, para obtener el reconocimiento de los crímenes perpetrados, así como para juzgar y castigar a los responsables. Para más información sobre otros casos, véase Alexandra Barahona de Brito, Paloma Aguilar Fernández y Carmen González Enríquez (eds.), Las políticas hacia el pasado. Juicios, depuraciones, perdón y olvido en las nuevas democracias, Madrid, Istmo, 2002. 38 Andreas Huyssen, Op. cit., p. 14. 18 auge de la memoria se manifiesta por una necesidad de encontrar la verdad, ejercer la justicia, transmitir la experiencia y expandir la naturaleza del debate público 39 . Puesto que el debate en torno a la represión política continúa presente en la lucha entre los actores que heredaron las banderas de aquella época, la búsqueda para apropiarse del sentido del pasado y que una sola interpretación sea hegemónica en el espacio público convierte a esta en una memoria política. 40 Los actores involucrados en los acontecimientos del pasado reciente, en este caso los organismos de derechos humanos, han tratado de nombrar y explicar lo ocurrido, de buscar justicia, de conservar y transmitir la memoria, de imponer su visión de los hechos, o de promover el olvido, con el objetivo de que su percepción impere en el debate público contemporáneo para nombrar al pasado, lograr que esa imagen perdure en la sociedad, continuar con la lucha y “ganarla” en la actualidad por medio del dominio discursivo. 41 Conceptualizar la memoria: memoria individual, memoria colectiva, memoria pública La memoria es un término multívoco que conviene definirla desde varios puntos. En primer lugar, se considera que se trata de una facultad mediante la cual se retiene y recuerda el pasado 42 . Se compone de percepciones del exterior —estímulos y acontecimientos—que transforman la realidad de los individuos. Cada uno elige lo más importante del momento que vive de acuerdo con sus valores, experiencias previas, expectativas, tradición cultural, etcétera; por lo tanto, no existe el recuerdo total de un suceso. Es decir, la memoria es una construcción individual o social, subjetiva y selectiva, 39 Eugenia Allier, “Memoria, política, violencia y presente en América Latina”, en Eduardo Rey Tristán y Pilar Caiao Vila (coords.), Conflicto, memoria y pasadostraumáticos: El Salvador contemporáneo, Santiago de Compostela, Universidad de Santiago de Compostela, 2011, p. 48. 40 Eugenia Allier, Op. cit., p. 51. 41 Ídem. 42 Definición extraída del Diccionario de la Lengua Española en www.rae.es [Consultado el 3 de noviembre de 2012]. http://www.rae.es/ 19 modificada por conocimientos adquiridos con posteridad, de tal suerte que no se encuentra fijo para siempre, pues el tiempo y la experiencia lo cambian. 43 Los seres humanos tienen una memoria autobiográfica —el recuerdo de un acontecimiento vivido— y una memoria transmitida. Ambas coexisten en el tiempo y se influyen entre sí, aunque no siempre coinciden. La memoria colectiva 44 de un sector de la sociedad se convierte en patrimonio común y reside en depósitos sociales —archivos, monumentos, museos— que constituyen una tradición previa a la existencia de las personas en momentos históricos posteriores. Asimismo, se engarza con las memorias individuales en las que influye y de las que se retroalimenta. Las memorias colectivas se reviven intermitentemente mediante ritos públicos y ceremonias que pretenden legitimar un presente enraizado en la tradición propia y socializar a los nuevos ciudadanos en las tradiciones comunitarias por medio de la evocación de un pasado común. 45 Halbwachs inició la sociología de la memoria al considerar en su libro La memoria colectiva 46 que dicha facultad individual se compone al identificarse con grupos sociales—de los marcos de un conjunto de ellas—; por ejemplo, se evoca la infancia como parte de una familia, el barrio como parte de una comunidad, el trabajo como parte del personal de una fábrica u oficina, o de un sindicato. Estos recuerdos son, en esencia, memorias de grupo; por lo tanto, la memoria individual existe sólo en cuanto a producto de una intersección particular de grupos. 47 La memoria individual no funciona sin las palabras e ideas que el entorno le proporciona. Por ello, según Halbwachs, para obtener un recuerdo, el pasado se reconstruye con datos o nociones comunes que se encuentran en nuestra mente y en la de los demás, las cuales están conectadas de forma constante. Esto sólo es 43 Jean-Pierre Changeux, “Definición de memoria biológica”, en Academia Universal de las Culturas, ¿Por qué recordar?, Buenos Aires, Granica, 2006, p. 15. 44 Jacques Le Goff, El orden de la memoria, Barcelona, Paidós, 1991. 45 Pierre Nora, Op. cit., 1997a, pp. 23-43. 46 Maurice Halbwachs, La memoria colectiva, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2005, [1951], p. 54. 47 James Fentress y Chris Wickham, Memoria social, Madrid, Cátedra, 2003, p. 13. 20 posible si los individuos han sido parte de un mismo grupo. 48 Muchas veces, para revivir su pasado un hombre necesita recurrir a los recuerdos de los demás; para ello, se remite a puntos de referencia fijados por la sociedad que existen fuera de él. La memoria es una construcción filtrada por la reflexión que sigue al suceso, por conocimientos adquiridos con posterioridad y por otras experiencias que se superponen a la originaria y modifican el recuerdo. Además, éste se reelabora constantemente por una memoria inscrita en el espacio público y se somete a los modos de pensar colectivos. 49 Dado que el pasado se altera de manera continua en función de los intereses del presente, éste determina sus modalidades: los acontecimientos que deben recordarse, así como los testigos por escuchar, su interpretación y sus lecciones. Resulta crucial la forma en que se muestra el pasado para ver cómo se ha modelado el modo de percibirse, pues la memoria es a la vez recuerdo e intención por apropiarse de él conforme a un interés general. Cuando se habla de memoria pública, debe entenderse desde tres sentidos: lo común y general frente a lo individual y particular, lo manifiesto frente a lo oculto, y lo abierto frente a lo cerrado. El espacio público se refiere tanto “a los lugares comunes, compartidos o compartibles (plazas, calles, foros), como a aquellos donde aparecen, se dramatizan o se ventilan, entre todos y para todos, cuestiones de interés común. Este podría estudiarse a partir de conocer cómo se constituyen los temas, se moviliza la atención, se estimula el juicio ciudadano y se manifiesta la pluralidad”. 50 De acuerdo con esta definición, la memoria pública conjugaría los ejercicios de memoria en el espacio abierto —declaraciones, conmemoraciones abiertas, ceremonias—. Considerada desde los sentidos mencionados, vuelve efectiva la necesidad de que los temas vehiculados por ella salgan a la 48 Maurice Halbwachs, Op. cit., p. 54. 49 Enzo Traverso, El pasado, instrucciones de uso. Historia, memoria y política, Madrid, Barcelona, Marcial Pons, 2007, p. 23. 50 Allier, Op. cit., 2011, p. 50. 21 luz —pues se construyen sólo al aparecer en público—, generen lazos comunes buscando ir más allá de los protagonistas y sean accesibles, es decir, que otros grupos o nuevas generaciones puedan incluirse en ella, lo cual la distingue de las memorias grupales o individuales; 51 así, a lo público se une lo político. De esta manera, evidencia las formas que adquieren el recuerdo y el olvido cuando atañen a asuntos de interés común que se discuten en el espacio público 52 . Claudia Kloonz delimitó la arena pública como el campo de batalla donde la memoria dominante y la popular rivalizan por la hegemonía del sentido del pasado. Desde esta perspectiva, el concepto permite explicar las luchas por reconstruir las representaciones del pasado. No se trata de una, sino de múltiples memorias; más que la sociedad, son sus grupos los que recuerdan. Eugenia Allier acota que no es un combate entre memorias oficiales y populares —pues las luchas por la memoria en ocasiones no funcionan así—, sino entre memorias grupales particulares que pretenden dominar la arena pública; por consiguiente, el término memoria pública aludiría a marcos generales de sentido, cuadros temporales que serían comunes, aunque el contenido difiriera 53 . Para los propósitos de esta investigación el concepto memoria pública adquiere especial interés porque, a partir de su presencia, se cuestiona —en el caso de las luchas por recordar el pasado que se reactivaron durante la construcción de un museo de la memoria la ESMA— la forma en que la participación de los organismos de derechos humanos en el debate del espacio público volvieron hegemónico un sentido del pasado, dirigieron la atención hacia la conformación de un símbolo de la dictadura, promovieron la creación de un museo de la memoria y causaron la consolidación de un lugar de memoria. 51 Idem. 52 Ibíd., p. 49. 53 Ibíd., p. 50. 22 La otra cara del recuerdo: el olvido La memoria se compone de recuerdo y olvido; 54 ambas mantienen una relación dialéctica: su coexistencia es necesaria e incluso benéfica, pues el olvido no es un enemigo de la memoria, sino una dimensión que la constituye. 55 Por lo tanto, para comprenderla, se requiere conocer este segundo elemento que la integra. El olvido, al igual que la memoria, es un concepto polisémico. Para entender su relevancia parece conveniente tener en cuenta las reflexiones del etnólogo Marc Augé 56 sobre la necesidad de olvido, el análisis de Paul Ricoeur 57 respecto a los tipos de olvido y el estudio sobre los abusos de la memoria, de Tzvetan Todorov. 58 Marc Augé 59 considera que el olvido es una selección de recuerdos, por lo que funciona como un complemento de la memoria 60 . Así, la memoria, definida por la relación intrínseca entre recuerdo y olvido, semeja la labor de jardinería: algunos recuerdos, como sucede con las plantas, deben eliminarse para ayudar a que el restoflorezca. 61 El autor desestigmatiza esta faceta, 62 pues considera que permite, a quienes vivieron hechos traumáticos, continuar su vida y albergar nuevos recuerdos. En este sentido, recuerdo y olvido son mutuamente solidarios y necesarios, evitar el olvido equivale a perder la memoria, pues sin este no existe selección que la posibilite. 63 Por su parte, Paul Ricoeur en La memoria, la historia y el olvido 64 desecha la idea del olvido como una “inquietante amenaza” para la memoria y, en concordancia con Augé, piensa en el olvido y el recuerdo como una pareja imprescindible. Al mismo tiempo, considera que hay distintos tipos de 54 Paul Ricoeur, La memoria, la historia, el olvido, Argentina, FCE, 2004, p. 532. 55 Marc Augé, Las formas del olvido, Barcelona, Gedisa, 1998, p. 24. 56 Ídem. 57 Paul Ricoeur, Op. cit. 58 Tzvetan Todorov, Los abusos de la memoria, Barcelona, Paidós Ibérica, 2000. 59 Marc Augé, Op. cit. 60 Ibíd., p. 102. 61 Ibíd., p. 23. 62 Augé les propone a quienes han experimentado acontecimientos traumáticos que “si quieren revivir y no sólo sobrevivir deben darle espacio al olvido”, Ídem. 63 Marc Augé, Op. cit., p. 104. 64 Paul Ricoeur, Op.cit. 23 olvido, según el grado de profundidad y la relación que el individuo —o la colectividad— establece con él. En el nivel más profundo se encuentra el olvido por destrucción de huellas, el cual consiste en la eliminación de huellas escritas (documentales, archivos), psíquicas (impresiones-afecciones) o cerebrales (corticales). También a este nivel pertenece el olvido de reserva, que se basa en la idea 65 de que el pasado es indestructible e inolvidable, por lo tanto, los recuerdos se encuentran en estado de latencia y en cualquier momento pueden “volver”. Su existencia se demuestra cuando reconocemos imágenes que pensamos haber perdido. 66 En un segundo nivel de profundidad —más superficial— se ubica el olvido manifiesto u olvido ejercido, cuyas manifestaciones se distribuyen a lo largo de un plano horizontal, entre un polo activo y otro pasivo. Al respecto, Ricoeur analiza los usos del olvido: el olvido y la memoria impedida, el olvido y la memoria manipulada, y el olvido impuesto, la amnistía. Para hablar del primero, 67 considera que esta manifestación del olvido es individual y surge sobre todo, pero no únicamente, después de vivir acontecimientos traumáticos. En este caso, el sujeto aparta de su conciencia hechos y sucesos que le resultan inaceptables. La memoria impedida es una “memoria olvidadiza”: el individuo reprime un recuerdo, lo cual le impide concientizar esa experiencia dolorosa; así, el olvido resulta de los mecanismos de represión que vuelven inconsciente la sustitución o negación de la imagen o impresión del pasado. No obstante, los recuerdos aún refrenados siguen activos, lo cual evita que una persona siga su vida. Para controlar los recuerdos, se precisa identificarlos y anularlos, pues cuando se localizan y trabajan es posible superarlos o dejarlos de lado, mas no olvidarlos. 68 65 Idea planteada por Freud y Bergson que Ricoeur utiliza como argumento. 66 Ibíd., p. 549. 67 En este párrafo sigo la reflexión de Paul Ricoeur, Op. cit., y Tzvetan Todorov, Op. cit. 68 Tzvetan Todorov, Op. cit., p. 24. 24 La segunda manifestación, el olvido y la manipulación de la memoria, proviene de desposeer a los actores sociales del poder de relatarse a sí mismos; manipular la memoria, sobre todo en el plano ideológico, es posible gracias a la “fragilidad de las identidades” y a la función mediadora y selectiva de la narración. Al contar un acontecimiento vivido o un recuerdo se efectúa una selección, lo que permite omitir o modificar el relato. 69 El sujeto o colectivo que olvida a consecuencia de un relato manipulado tiene un alto grado de responsabilidad que lo vuelve cómplice. 70 La tercera manifestación del olvido, la amnistía, se define como un olvido institucional cuya finalidad es alcanzar la reconciliación de una sociedad dividida por graves desórdenes políticos. La amnistía intenta ser una terapia de urgencia que interrumpe una ola de violencia y encono, la cual afecta al tejido social al finalizar los procesos en curso y suspender las diligencias judiciales. Como olvido jurídico equivale a borrar la memoria en su expresión testificativa y a decir que nada ocurrió. Aunque su intención es reafirmar la unidad nacional, lo hace omitiendo de la memoria dominante los ejemplos capaces de proteger el futuro, además de privar a la opinión pública de los efectos benéficos del desacuerdo. La amnistía se encuentra en la frontera de la amnesia, un límite peligroso porque es fácilmente franqueable. 71 Ricoeur 72 plantea que la memoria individual y colectiva necesitan sufrir una crisis de identidad que les facilite la reapropiación lúcida del pasado y su carga traumática, lo correspondiente a elaborar los acontecimientos y aprender a vivir con ellos, sin reprimirlos de manera inconsciente. En Los abusos de la memoria, 73 Tzvetan Todorov pone en perspectiva los usos de la memoria y el olvido. Como preámbulo, menciona que en la actualidad la memoria se ha ganado prestigio por considerarse un acto de resistencia antiautoritaria. Sin embargo, está amenazada por la supresión de 69 Ibíd., p. 576. 70 Luis Vergara, Paul Ricoeur para historiadores: un manual de operaciones, México, UIA-Plaza y Valdés, 2006, p. 143. 71 Paul Ricoeur, Op. cit., pp.578-580. 72 Ibíd., p. 581. 73 Tzvetan Todorov, Op. cit. 25 la información y por la sobreabundancia de ella —características de las sociedades modernas—; en consecuencia, no puede elogiarse incondicionalmente ni el olvido debe condenarse de forma intransigente. Resulta primordial distinguir entre la simple recuperación del pasado y el uso que se le confiere. La elección entre recuerdo y olvido que propicia la existencia de la memoria ocurre bajo ciertos criterios; la función del pasado en el presente depende de conocerlos. Después de trabajar con la memoria, como expone Ricoeur, es necesario formularse algunas preguntas: ¿Para qué sirve la memoria? ¿Con qué fin se utiliza? ¿Cuáles son los objetivos que persigue la evocación del pasado? De acuerdo con el análisis de Todorov, si bien es indispensable recuperar el pasado, éste no debe regir el presente, pues no todos los recuerdos son admirables: aquellos que alimenten el espíritu de venganza suscitarán reservas, 74 así como los que ponderen el pasado en el primer plano del debate para reprimir un presente conflictivo. Su conmemoración obsesiva, al igual que el culto a la memoria y su sacralización, pueden volverla estéril. 75 Asimismo, Todorov 76 explica dos formas de reminiscencia: la literal y la ejemplar. En la primera, el suceso permanece intransitivo y no conduce más allá de sí mismo. El recuerdo literal sirve para justificar o impulsar las iniciativas de desquite o venganza señaladas. Gracias a él, la persona afectada que identifica al causante de su sufrimiento —o a sus allegados— y lo acosa en términos semejantes a los que vivió, establece una continuidad entre pasado y presente, además de extender las consecuencias del trauma inicial a todos los instantes de la existencia, convirtiendo el pasado en principio de acción para el presente, e incluso sometiéndolo a él. 77 74 Jacques Le Goff plantea que “la conmemoración del pasado conoció su culminación con la Alemania Nazi y la Italia Fascista”. En ambos casos se usó un pasado cuidadosamente seleccionado, en Tzvetan Todorov, Op. cit., p. 28. 75 Tzvetan Todorov, Op. cit., p. 33. 76 Ibíd., p. 30. 77 Todorov menciona el ejemplo serbio; este paísjustifica sus agresiones contra otros pueblos de la ex Yugoslavia a partir del pasado: la violencia desatada es una manera de desquitarse por lo que sufrió en el pasado. En Tzvetan Todorov, Op. cit., p. 27. 26 Al contrario, la memoria ejemplar utiliza una lección del pasado para actuar en el presente, es decir, aprovecha la enseñanza de las injusticias sufridas para luchar por las que se producen en la actualidad. Al comparar acontecimientos, manteniendo su identidad, establece relaciones que permiten destacar sus semejanzas y diferencias, encontrar nexos y fundar aprendizajes con el fin de actuar en situaciones nuevas que sean análogas. El objetivo de esta clase de memoria no es reparar el daño o evocar repetidas veces los sufrimientos sin trabajarlos, sino alertar y preparar para afrontar situaciones similares que se desarrollen en el presente. 78 La relación entre memoria e historia Resulta indispensable destacar también la relación de la memoria con la historia. Desde principios del siglo XX, cuando los paradigmas del historicismo clásico entraron en crisis, la memoria se ha considerado el sustrato subjetivo de la historia. 79 Entre sus puntos de convergencia y discordancia se puede considerar, en primer lugar, que la memoria es la matriz de la historia 80 . En segundo lugar, entre los años sesenta y setenta del siglo XX, la historia oral —el registro y análisis de testimonios hablados acerca del pasado—, impulsada por la creciente influencia de la nueva historia social o “historia desde abajo”, 81 mostró cómo la memoria se convertía en fuente de la historia. Aunque esta nueva relación representó un cuestionamiento para la historia tradicional —que privilegiaba a los actores dominantes—, sus supuestos básicos no se alteraron: el historiador preparaba el material que le permitía reconstruir el pasado de forma tan objetiva y completa como le fuera posible. El historiador adicionó la historia oral a su arsenal de técnicas y consideró a la memoria una fuente más. En tercer lugar, después de analizar sistemáticamente los contenidos de las fuentes orales, el uso de 78 Ibíd., p. 58. 79 Enzo Traverso, Op. cit. 80 Paul Ricoeur, Op. cit., p. 190. 81 Ídem. 27 los recuerdos y la manera de contarlos, los historiadores comenzaron a interesarse menos por su contenido y más por el proceso de su desarrollo y por el trabajo de la memoria. Cuando tomaron conciencia de que tanto en una sociedad como en un individuo pueden coexistir diferentes memorias del mismo acontecimiento —en ocasiones opuestas o que discrepan de la visión dominante— su tarea consistió en analizar las formas, los mecanismos, las funciones y transformaciones de esos recuerdos en la vida de los grupos, así como en sus interacciones y conflictos 82 a lo largo del tiempo. En otras palabras, surgió el interés por historizar la memoria, 83 por transformarla en objeto de la historia y efectuar un estudio de las memorias. Los teóricos referidos en este capítulo tienen un punto de vista particular acerca de la relación entre memoria e historia. Por un lado, el sociólogo Maurice Halbwachs y el historiador Pierre Nora, entre otros, 84 consideran que ambas mantienen un vínculo de ruptura. Al pensar en la historia positivista —estudio científico del pasado, sin interferencias con el presente— oponen una memoria subjetiva basada en la experiencia de grupos e individuos. De ahí la delimitación entre ellas: si la historia es una práctica científica, su campo de acción comienza cuando se termina la memoria. Esto significa que el pasado de la historia es lejano y acabado, mientras que el de la memoria es vivo y cambiante. Por otro lado, entre los autores que defienden la continuidad de ambas representaciones del pasado se encuentra Paul Ricoeur, quien estima a la memoria como la matriz de la historia, lo cual no significa una reivindicación de la primera contra la segunda ni que aquella sea un simple objeto de la historia o viceversa. Ricoeur asume que la historia es capaz de ampliar, completar, corregir, e incluso refutar, el testimonio de la memoria sin invalidarlo, porque éste es prueba de su existencia. 85 Así, aunque ambas representaciones tengan atributos distintos, mantienen una relación complementaria: la 82 Nathan Wachtel, Op. cit., p. 87. 83 Jacques Le Goff, Op. cit. 84 María Inés Mudrovcic, Op. cit., p. 121. 85 Paul Ricoeur, Op. cit., pp. 152-154. 28 historia nació de la memoria y, tras adoptar una postura autorreflexiva, la convirtió en uno de sus objetos. 86 Por último, es importante mencionar que memoria e historia se afectan mutuamente: no existe la memoria originaria y no contaminada, los recuerdos se elaboran de manera constante por una memoria escrita en el espacio público y se someten a los modos de pensar colectivos e influidos por los paradigmas científicos de representación del pasado. 87 Si bien ambas tienen características opuestas, se complementan y forman parte de una relación dinámica de tensión creadora. Lugares de memoria El historiador francés Pierre Nora dirigió la obra Les lieux de mémoire. 88 En ella definió los lugares de memoria como una unidad significativa de orden material o ideal 89 que la voluntad de los hombres o el trabajo del tiempo convirtieron en un elemento simbólico que integraba el patrimonio memorial de cualquier comunidad. Esta noción se enfoca en entender el presente al examinar las representaciones del pasado; por ello parte de las siguientes preguntas: ¿Qué representan en la actualidad la celebración del 14 de julio o los castillos del Loira? ¿Cómo se mira y reconstruye el pasado en el presente? ¿Cuáles son los elementos del pasado que se conservan en el presente y de qué manera? No se interesa tanto por los acontecimientos 90 , sino por cómo el presente emplea el pasado 91 , por sus usos y su impronta en los presentes sucesivos. 86 Enzo Traverso, Op. cit., p. 21. 87 Ibíd., p. 29. 88 Pierre Nora (ed.), Les lieux de mémoire, 3 vols., 4ª ed., París, Gallimard, 1997. 89 Eugenia Allier, “Lugar de memoria: ¿un concepto para el análisis de las luchas memoriales? El caso de Uruguay y su pasado reciente”, en Cuadernos del CLAEH (96-97) (Uruguay), “Sesenta años de la declaración universal de los derechos humanos”, 2ª serie, año 31, 2008b, p. 88. 90 Pierre Nora, Op. cit., 1998, p. 25. 91 Eugenia Allier, “Los Lieux de mémoire: una propuesta historiográfica para el análisis de la memoria”, en Historia y Grafía, 31, 2008a, p 181. 29 Se podría decir que hay dos tipos de lugares de memoria: aquellos determinados por historiadores, quienes tras un análisis encuentran que los espacios contienen una memoria con carga simbólica, conservada, transformada y ampliada a lo largo de su historia; y los que se construyeron por el paso del tiempo como artefactos de memoria, porque mediante ellos la ciudadanía —grupo, colectivo o partido— recuerda un acontecimiento específico de la historia nacional reciente. 92 En el primer caso el trabajo del historiador es fundamental para encontrar y dar forma a estos sitios, mientras que en el segundo el contexto mueve a su creación. Si el espacio proviene de la tradición y se ha consolidado con el paso del tiempo, o si se crea ex profeso para conmemorar un pasado, sobre todo uno reciente, puede considerarse un lugar de memoria. Cuando Nora 93 afirma que lo importante para estos últimos es la relación con el pasado y la manera en que el presente lo utiliza y reconstruye, parece sugerir que el concepto no debe referirse a los sitios creados recientemente y que suponen el recuerdo de una historia cercana. Para él, los lugares de memoria existen cuando la memoria se pierde, situaciónque, según su punto de vista, ocurre en la memoria nacional francesa —pues la considera en desaparición acelerada—. Sin embargo, y en la presente investigación se concuerda con esta postura, pueden al mismo tiempo considerarse por los historiadores puntos de cristalización de la memoria, sea esta nacional o de un colectivo, o pueden elegirse y configurarse por actores o contemporáneos de la historia que se intenta rescatar. 94 En este trabajo se plantea que, en casos con pasados recientes conflictivos y violentos distintos del francés, los lugares de memoria no designan a la memoria perdida o en vías de desaparición, sino la que aún está en confrontación, 95 de tal modo que participan en las luchas por el recuerdo del pasado libradas en dichos casos y entre distintos grupos o actores que buscan apropiarse de él para usarlo en 92 Eugenia Allier, Op. cit., 2008b. 93 Pierre Nora, Op. cit., p. 33. 94 Eugenia Allier, Op. cit., 2008b, p. 93. 95 Ibíd., pp. 95-96. 30 el presente. 96 Tal es el caso de Argentina, la ESMA y la participación de los organismos de derechos humanos en la disputa por controlar el sentido del pasado que se estableció durante la constitución del Espacio Memoria en el ex CCD. La importancia de ese espacio se explica por un pasado reciente violento que continúa generando malestar en ciertos sectores de la sociedad. Aunque los acontecimientos traumáticos hayan terminado, sus huellas no se han borrado; son todavía tema de discusiones que, muchas veces, se dirimen en escenarios públicos y simbólicos, y explican la necesidad de los distintos grupos por implantar su punto de vista sobre el pasado. La memoria en América Latina Hasta el momento se ha tratado las perspectivas de la memoria y de la recuperación del pasado propuestas desde la mirada europea. Sin demeritar su valor, también resulta primordial mencionar algunos planteamientos considerados desde la realidad latinoamericana. De manera sucinta, se presentarán en este apartado las líneas de investigación que se han abierto con los trabajos de Sandrine Lefranc, 97 Daniel Feierstein 98 y Hugo Vezzetti. 99 Sandrine Lefranc analiza las políticas del perdón y la reconciliación que se iniciaron como mecanismos de la justicia transicional. En primer lugar, considera que la política del perdón surgió en una etapa que requería mantener la estabilidad y la gobernabilidad y establecer consensos entre los grupos políticos que salían del poder y los nuevos gobiernos democráticos. La autora considera que esta retórica no surtió el efecto deseado por los gobiernos, pues este discurso pacificador 96 Eugenia Allier, Op. cit., 2008a, p. 106. 97 Sandrine Lefranc, “Las políticas del perdón y de la reconciliación. Los gobiernos democráticos y el ajuste de cuentas con el legado del autoritarismo”, en Desarrollo económico Revista de Ciencias sociales, Buenos Aires, vol. 45, núm. 178, julio-septiembre, 2005, pp. 163-186. 98 Daniel Feierstein, El genocidio como práctica social: entre el nazismo y la experiencia argentina, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2008. 99 Hugo Vezzetti, Sobre la violencia revolucionaria, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2009. 31 pretendía cancelar la investigación de los conflictos heredados por los regímenes autoritarios, en lugar de buscar impartir la justicia demandada por las víctimas o sus familiares. Ahora, si bien esta retórica no favoreció la reconciliación nacional ni sirvió para apaciguar los ánimos, sí permitió que el tema de la verdad y la justicia se retomara desde las ciencias sociales; pues juristas y científicos sociales se replantearon los términos del análisis de la justicia transicional a partir de las reflexiones en torno al perdón. En un segundo momento, supone que dicha retórica, que originalmente perseguía terminar las discusiones sobre la violación de los derechos humanos, fue un elemento que reavivó el debate público, pues motivó la construcción de una verdad histórica común —en el caso argentino detonó la investigación de la Comisión Nacional para la Desaparición de Personas (CONADEP)— y favoreció la revalorización del papel de las víctimas, los sobrevivientes, y su testimonio. Lefranc revisa los análisis acerca de las políticas de reconciliación con el fin de reconsiderar su función en la apertura y lanzamiento del debate sobre la violencia política ejercida durante los regímenes dictatoriales, en este caso, el referido a Argentina. Para el estudio del caso que ocupa este trabajo, la reactivación de la propuesta para crear un museo de la memoria en el predio de la ESMA respondió a un intento de reconciliación. Contraponerse a la clausura de las demandas de justicia bajo la retórica del perdón desató la movilización de los actores políticos que devolvió al espacio público la demanda de reparación y “recuperación” 100 del predio. La iniciativa de erigir un museo relanzó el debate, dio más visibilidad a las causas judiciales abiertas (como la “Megacausa ESMA”) y promovió que la postura de la víctimas 101 dominara en el discurso y se convirtiera en la versión 100 En este trabajo siempre que se mencione el término recuperación, se debe tener en cuenta que no es el más adecuado para referirse a la acción de los organismos de derechos humanos respecto al predio, pues formalmente éste no les pertenecía antes de que fuera un centro de detención; por lo tanto, no puede decirse que lo hayan recuperado. 101 Lefranc, Op. cit., p. 178. 32 “oficial”. 102 Así, la obsesión reconciliadora provocó que los organismos de derechos humanos, reaccionaran y trataran de cancelarla. Otro enfoque de los estudios sobre las representaciones del pasado lo plantea Daniel Feierstein, quien se cuestiona la posibilidad de calificar la experiencia argentina, el “Proceso de Reorganización Nacional”, como un genocidio. Para tal efecto, establece una tipología de los genocidios en la historia occidental, centrándose en el siglo XIX y el siglo XX, y compara dos que supone representativos por su condición reorganizadora: el nazismo y el caso argentino. El análisis de Feierstein sitúa la experiencia argentina en la lógica de continuidad del genocidio, en específico de aquel que, mediante su mecanismo más acabado, el dispositivo concentracionario, reorganiza las prácticas sociales del Estado Nación. Desde esta perspectiva, el “Proceso de Reorganización Nacional” fungió como un aparato para reestructurar a la sociedad argentina con toda intencionalidad, desarticular la construcción política de los años sesenta y setenta, así como las prácticas sociales que en ella se establecieron —caracterizadas por la colectividad y la justicia social— y aniquilar al grupo político que las defendía. Según el autor, esta reorganización cumplió su objetivo; prueba de ello es que la sociedad argentina contemporánea es individualista, solipsista y atomizada. Así, este genocidio, a diferencia del colonial, por ejemplo, significó el aniquilamiento de un grupo político y el reajuste de las relaciones sociales al interior del Estado Nación preexistente. Por otro lado, Feierstein establece una periodización de los relatos de los hechos desde sus aproximaciones política, periodística y académica, pues plantea que los modos de representación del pasado producen efectos materiales en las maneras de procesarlo simbólicamente. Al analizar las narraciones de la violencia y sus efectos materiales y simbólicos encuentra representaciones distintas de los militares, la CONADEP y las reflexiones teóricas. Su interés es caracterizar las categorías 102 Ibíd., p. 179. 33 analíticas y señalar el modo en que se asumen,así como las consecuencias de cada definición en el desarrollo del debate sobre las representaciones del pasado. 103 Feierstein apunta al genocidio como un concepto que puede aportar elementos a la discusión sobre la caracterización de las víctimas, pues distingue entre víctimas y victimarios: las primeras se identifican por conformar un conjunto —militantes sociales, sindicales, estudiantiles y militantes de las organizaciones armadas— bien definido por el perpetrador para su exterminio, aun cuando existiera o no previamente como fuerza social. Esta diferencia permite analizar la función de la víctima para reapropiarla en tanto sujeto social. Tal vez esta forma de ver el pasado favorezca el establecimiento de responsabilidades y reparaciones para el conjunto de la sociedad, además de nuevos enfoques académicos que esclarezcan el tema. Por su parte, la lectura de Hugo Vezzetti propicia un cuestionamiento sobre la función que tuvieron la militancia setentista, los organismos de derechos humanos en la construcción de iniciativas para recordar el pasado en la posdictadura, y el Estado porteño y nacional en la institucionalización de la memoria militante. Al igual que Lefranc y Feierstein, este autor reflexiona en torno a la caracterización de la víctima y además cuestiona en qué punto de la historia argentina se debe situar el inicio de la violencia, quizá la respuesta permitiría dilucidar quién es el responsable en la vorágine de la violencia, quién es la víctima y quién el victimario. Vezzetti reta la idea arraigada en el imaginario peronista que asegura que las organizaciones armadas tuvieron un origen reactivo a la violencia ejercida desde el Estado, durante la dictadura de Onganía, —Pilar Calveiro 104 y Antonius Robben siguen está misma línea— 105 . El autor antepone a dicho planteamiento la tesis de que las organizaciones armadas se habían radicalizado desde la Revolución 103 Feierstein, Op. cit., p. 303. 104 Pilar Calveiro, Política y/o violencia. Una aproximación a la guerrilla de los años setenta. Editorial Norma, Buenos Aires, 2008. 105 Antonius C. G. M. Robben, Pegar donde más duele. Violencia política y trauma social en Argentina, Anthropos Editorial, Barcelona, 2008. 34 cubana. Es decir, reconsidera a los participantes de la guerrilla desarrollada entre 1973 y 1976 como entes políticos que detonaron el uso de la violencia como agente movilizador. Además, sostiene que estos también costaron vidas, las cuales en muchas ocasiones no se tuvieron en cuenta, lo que significa que la guerrilla setentista también fue responsable en el origen del periodo de violencia política; de esta manera afirma que “el terrorismo guerrillero ayudó a crear condiciones favorables para la empresa criminal” y plantea que ningún ejercicio de memoria puede dejar de lado la función de los grupos radicalizados en el escenario de la violencia indiscriminada. En cuanto a las iniciativas de conmemoración del pasado reciente y los organismos de derechos humanos, el investigador sugiere que estas agrupaciones se constituyeron en agentes mayoritarios e incluso protagonistas de su desarrollo; como ejemplo menciona el Parque de la Memoria y la ESMA. En su opinión, dichos organismos crearon 106 eventos para unos cuantos, sobre todo para la plana política del gobierno porteño, que en ese entonces les era favorable, lo cual considera un vacío estatal pues “estas no han sido capaces de promover la deliberación pública, la inclusión de otras voces y otras constelaciones de ideas, incluyendo la de los especialistas, en la fijación material del pasado” 107 . Es importante mencionar que las tres lecturas del pasado y presente argentino contribuyen al estudio de temas que la academia e intelectualidad han trabajado desde hace más de cinco años: el reposicionamiento de la figura de la víctima, el cuestionamiento sobre la pertinencia de estudiar el fenómeno desde otra perspectiva —el caso del genocidio—, la repolitización del papel de la militancia en los años setenta, su responsabilidad en los acontecimientos y el papel de los organismos de derechos humanos y el Estado en la conmemoración del pasado dictatorial. 106 Vezzetti, Op. cit., p. 246. 107 Ídem 35 Para los fines de esta tesis, la postura de Vezzetti es un detonante que llama a formular una pregunta que se atraviesa en esta línea de investigación, la cual se procurará responder a lo largo de la misma: ¿qué función tuvieron los organismos de derechos humanos en la conformación de un relato que ha permitido mantener en el espacio público el recuerdo del pasado, erigir un museo de la memoria y consolidar un lugar de memoria? Hasta el momento se ha definido de forma general el término memoria y sus componentes — memoria colectiva, memoria pública y olvido—, así como las relaciones que establece con otras disciplinas, como la historia, y los lugares de memoria. Estas nociones serán la base para analizar la participación de los organismos de derechos humanos en la confrontación de las memorias gestada al construir un museo y consolidar un lugar de memoria en predio del ex CCD. En el siguiente capítulo se examinará la génesis y el desenvolvimiento de la violencia política en Argentina entre 1966 y 1976, además de la ola de represión que incrementó su fuerza a partir del golpe de Estado de 1976 y una de sus manifestaciones más representativas: el secuestro, la tortura y la desaparición de opositores al régimen en centros clandestinos de detención. 36 Capítulo 2. La dictadura militar: 1976-1983 Introducción En este capítulo se examinará el contexto histórico del periodo dictatorial (1976-1983) y de su antecedente inmediato, la etapa localizada entre 1966 y 1976. En el primer apartado, se revisarán los acontecimientos ocurridos entre la llegada de Onganía al gobierno argentino y el retorno de Perón al escenario político, así como su vínculo con la radicalización de la protesta y la violencia política que derivaron en el golpe de Estado llevado a cabo el 24 de marzo de 1976. En un segundo momento se presentará la represión, una característica del régimen militar importante para este estudio. Y en el tercero, se discurrirá acerca de una de las manifestaciones de la represión ejercida por el Estado en esa época: la captura ilegal de personas y su reclusión en centros clandestinos de detención, en particular en el de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). El objetivo es conocer una perspectiva de la génesis y el desenvolvimiento de la violencia política en Argentina entre 1966 y 1983, desde la cual se plantea que la brutalidad del enfrentamiento (1966- 1976) entre algunos grupos ―sectores radicales, los militares y los sectores sociales que los apoyaban― produjo una espiral de violencia que legitimó el golpe de Estado de 1976 y la respuesta del gobierno de una fuerza sin precedentes, que resultó en la represión y el exterminio del “enemigo”. Asimismo, se pretenden mostrar algunas acciones del régimen militar que posibilitarían dimensionar los alcances de la violencia desplegada en los centros clandestinos de detención, como el ubicado en la ESMA. Con este acercamiento se busca dar referencia al accionar de ciertos actores sociopolíticos que promovieron la apropiación de espacios vinculados al régimen dictatorial y la generación de iniciativas de recuperación de la memoria. 37 La violencia política. 1966-1976 Tras el golpe de Estado de 1966, la autodenominada “Revolución Argentina”, a cargo del general Juan Carlos Onganía, se propuso reconfigurar el orden social, además de desmantelar las estructuras y valores de la partidocracia. 108 Desde ese momento, la estrategia del gobierno militar para construir un nuevo orden social fue reprimir las movilizaciones,
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