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La-alteridad-en-Oficio-de-tinieblas-de-Rosario-Castellanos

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
SISTEMA UNIVERSIDAD ABIERTA Y EDUCACIÓN A DISTANCIA 
 
 
LA ALTERIDAD EN OFICIO DE TINIEBLAS DE ROSARIO CASTELLANOS 
 
 
TESIS  
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
 LICENCIADA EN LENGUA Y LITERATURAS HISPÁNICAS  
PRESENTA 
RAINHILDE EDITH SCHWARZ HENNING 
 
 
ASESORA: DRA. HERLINDA DABBAH MUSTRI 
 
 
 
MÉXICO, D.F., Junio 2011. 
 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
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objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
Agradecimientos 
Quisiera agradecerle a la Dra. Herlinda Dabbah sus múltiples sugerencias 
y comentarios que hicieron que este trabajo se enriqueciera 
enormemente. Sin su orientación y aportaciones, este trabajo hubiera 
tomado otro giro y, sinceramente, creo que gracias a sus sabios 
consejos, se ha logrado algo más que lo que se planteó como proyecto 
inicial, permitiendo, además, incrementar mis conocimientos en muchos 
campos no vislumbrados por mí. 
Igualmente importante para mí, es el haber tenido la oportunidad de 
convivir y conocer a la Dra. Dabbah en diversas circunstancias y me 
siento muy afortunada de haber tenido ese privilegio. 
Herlinda, ¡eres una bellísima persona. Muchas gracias por todo! 
También quiero agradecer a la Maestra María de Lourdes Penella por 
toda su colaboración para facilitar las tareas en todos los trámites 
relacionados con la titulación; y, sobre todo, por permanecer en mi 
memoria como esa maestra que en cada clase entregaba verdadera 
pasión al transmitir sus conocimientos. 
¡El asistir a tus clases era entrar en otro mundo, Lourdes, cada momento 
una experiencia inolvidable! 
Son incontables los maestros en los que verdaderamente valoro su 
calidad humana, además de reconocer su profesionalismo y magnífica 
actitud al impartir sus enseñanzas. Entre ellos no quisiera dejar de 
mencionar a la Dra. Beatriz Arias, a la Maestra Rosalinda Saavedra y al 
Lic. Norma Macías. Además de haber aprendido de ustedes, me llevo el 
valioso recuerdo de unas personas que aún conservan valores que para 
muchos han dejado de existir. 
Reconozco, con mucho cariño, el que nuestra Máxima Casa de Estudios, 
la U.N.A.M., nos permita contarnos entre los afortunados de tener a 
nuestro alcance tan maravilloso mundo impartido a través de los libros y 
personal altamente capacitado y que permitirá a nuestras mentes y 
almas caminar por los mundos que elijamos. 
 
 
 
 
 
 
 
 
El ansia de saber no termina nunca y todo cuanto nos rodea es 
motivo de aprendizaje 
Para ustedes, mis seres más queridos que vivieron conmigo tan grande, 
apasionada y extraordinaria experiencia: Marce, Astrid, Emilio. 
¡Siempre serán para mí lo más importante y maravilloso de mi vida! 
 
Agradezco igualmente a todos aquellos que también estuvieron a mi lado 
todo este tiempo apoyándome incondicionalmente: Mamá, Hugo, Alfonso, 
Nadia, Nelly, mis queridos compañeros de clase y tú. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
ÍNDICE 
 
 
INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………… ………… 1 
 
CAPÍTULO 1. La alteridad en Oficio de tinieblas de Rosario 
 Castellanos……………………………………………………………………..…….4 
1.1 Zonas de otredad en Oficio de tinieblas……………………….8 
 1.2 Memoria histórica en Oficio de tinieblas…………………….. 26 
 1.3 Figuras de alteridad en Oficio de tinieblas………………….32 
CAPÍTULO 2. La alteridad en el espacio físico y social en Oficio 
 de tinieblas……………………………………………………………………..46 
 
CAPÍTULO 3. Interlocutores en conflicto……………………………………………..68 
 
 
CONSIDERACIONES FINALES…………………………………………………………..85 
 
OBRAS CONSULTADAS 
 
 
 
1 
 
La alteridad en Oficio de tinieblas de Rosario Castellanos 
INTRODUCCIÓN 
El propósito de este trabajo es analizar, en algunos pasajes de Oficio de tinieblas 
de Rosario Castellanos, la perspectiva desde la que se escribe sobre los indígenas y 
los coletos, así como el reducto de ambos “mundos” en relación con el otro. 
Esta obra se eligió por ejemplificar magníficamente el concepto de alteridad u 
otredad entre los personajes participantes. 
Asimismo se pretende estudiar el empleo del lenguaje en algunos fragmentos 
donde los personajes hacen un uso particular del castellano con distinta carga 
semántica, lo que permitirá analizar el desencuentro lingüístico como resultado de 
un desencuentro cultural; es el caso del ladino y del indígena aunque, en el mismo 
contexto, ocurre entre el hombre y la mujer, quienes a pesar de compartir la misma 
lengua, ésta los separan debido a aspectos culturales, sociales y hasta sexistas. 
Esta forma de abordar el estudio de Oficio de tinieblas se propone como algo 
novedoso, pues la mayoría de los estudios se han enfocado en aspectos psicológicos 
de los personajes o en aspectos sociológicos en general. Si bien se ha tratado el 
tema de la subordinación ladino-indígena (y la de la mujer en relación al hombre), 
en este estudio se ha enfatizado la forma como Rosario Castellanos emplea el 
lenguaje para lograr establecer la carga semántica que conlleva. 
Para poder analizar este uso del lenguaje en los diferentes grupos o personajes 
que participan, se estableció la voz narrativa y, siguiendo el criterio de Teun A. van 
Dijk, se analiza “cómo el discurso contribuye a la reproducción de la desigualdad y 
la injusticia social determinando quiénes tienen acceso a estructuras discursivas 'y 
de comunicación aceptables y legitimadas por la sociedad”1. 
Al resaltar el poder del lenguaje, el lector podrá apreciar cómo cada personaje 
participante hace uso del mismo dentro del contexto que le toca desempeñar en la 
novela. 
Para lograr esto, la autora, mediada por un narrador omnisciente, coloca a sus 
personajes en una perspectiva que nos permite ver un mundo coleto u occidental 
                                                            
1 Teun van Dijk, Discurso, poder y cognición social, 7-8. 
 
 
2 
 
contrastado con el mundo indígena, además de marcar diferencias muy acusadas 
en la conducta del hombre y de la mujer. Al hacerlo, origina diversos puntos de 
vista sustentados en diversas costumbres, herencias culturales, rangos sociales, 
etc., para luego presentarnos la forma como se defienden las actitudes de unos y 
otros. 
En este estudio se subrayan los aspectos sociales, históricos y biográficos de la 
autora que permiten contextualizar el hibridismo propio de algunas zonas de 
Chiapas, por la estrecha convivencia entre ladinos e indígenas, así como la forma 
en que son percibidos los coletos por los indígenas y viceversa. 
En el primer capítulo, con base en el intratexto se ofrece un recorrido histórico y 
social de la situación del México de principios del siglo XX, tanto de los indígenas 
con relación a los ladinos, como de la situación de la mujer, siempre subordinada al 
hombre; inferencias todas que se desprenden del narrador, dándole al lector los 
diferentes puntos de vista de cada uno de los mundos descritos, así como las 
actitudes y razonamientos que defiende y apoya cada sector. 
En el segundo capítulo se estudia la alteridad en el espacio físico y social. Se 
observa cómo la historia se subordinaa los móviles que persigue la novela, cuyo 
espacio físico y social funciona de marco y sostén del mundo narrado. 
La presencia de un narrador omnisciente permite a la autora profundizar en los 
rasgos físicos y psicológicos de sus personajes, además de externar juicios basados 
en el conocimiento de las actitudes y posiciones que desempeñan según el papel 
que les toca representar en “su mundo”. 
La repetición de ciertos patrones sociales refuerza los patrones y modelos que 
fortalecen la verosimilitud del relato. 
 Finalmente en el último capítulo vemos la interacción entre dos “mundos 
diferentes”, en donde el dominante tiene la tendencia a querer cambiar 
radicalmente al subordinado. Las diferencias entre estos dos grupos culturales dan 
lugar a que ambos se perciban como “diferentes”. 
Sin embargo, la convivencia forzada entre ambas culturas dio lugar a la 
instauración de ciertas normas que se imponen y prevalecen para lograr una 
“adecuada relación” entre el que manda y el que debe obedecer. 
3 
 
Para este estudio se optó por un método ecléctico que permita diversos 
acercamientos a la literatura, tanto desde el punto de vista del escritor como de la 
obra o lector. 
Oficio de tinieblas cuenta con material suficiente para ser analizada bajo 
cualquiera de estas perspectivas: si consideramos a los teóricos románticos que 
hacen hincapié en la mente y vida del escritor, a los defensores de la teoría de la 
recepción que se enfocan en las experiencias del lector y a los formalistas que 
centran su atención en la obra, a la crítica marxista que considera fundamental el 
contexto social e histórico o a los estructuralistas que analizan los códigos utilizados 
en la elaboración del significado, podemos afirmar que cada una de estas teorías 
podría ser aplicada individualmente. 
Diversas propuestas para analizar algunos aspectos de la narratología fueron 
tomadas de las obras El espacio en la ficción y El relato en perspectiva, ambas de 
Luz Aurora Pimentel. 
Con su ayuda se logró explicar cómo la autor, tal vez desde el narrador, percibe 
ese mundo compartido por “el otro”, pero que converge en un mismo espacio y en 
un mismo tiempo. Además, expresa su punto de vista ante esas realidades 
probablemente influidas por vivencias personales, en donde su propia cultura, 
psicología y experiencia, ejercen su papel, aunque nunca deja de escucharse la voz 
del “otro”. 
Ni la mujer ni el indio (los subordinados) se presentan idealizados, más bien se 
caracterizan de una forma objetiva. Se comprenden sus razones, a veces, con 
ayuda de expresiones irónicas. 
La autora misma señala que fue necesario: 
(penetrar) en la psicología del personaje. (Dar) antecedentes de sus vidas para, 
de esta manera, ayudar a comprender su conducta. En ocasiones parecen 
reaccionar de un modo arbitrario si nos desentendemos de sus antecedentes. La 
arbitrariedad existe y subsiste porque en la situación en que se encuentran no 
rige la justicia sino la fuerza2. 
 
Por último se exponen algunas consideraciones basadas en el estudio realizado. 
 
 
                                                            
2 Emmanuel Carballo, Protagonistas de la literatura mexicana. México. Porrúa, 508. 
4 
 
1. LA ALTERIDAD EN OFICIO DE TINIEBLAS DE ROSARIO 
CASTELLANOS 
2. 
Empecemos por definir alteridad u otredad con el objeto de analizar cómo 
Rosario Castellanos presenta y desarrolla este concepto a lo largo de Oficio de 
tinieblas apoyándose en el papel que desempeñan los diversos personajes 
participantes y cómo el lenguaje interviene para establecer esta diferenciación. 
Platón, que la llama “lo otro”, le da el rango de ser una de las propiedades 
generales de las ideas o formas, junto con el movimiento, la quietud, la existencia 
(o el ser) y la igualdad, y es lo que hace que cada cosa sea otra respecto de las 
demás3. 
 Hegel da a la alteridad un lugar destacado: 
En el otro, Yo intuyo en aquélla a mí mismo como yo, inmediatamente, pero 
contemplo también allí un objeto, que es inmediatamente existente, y, como yo, 
es absolutamente otro y autónomo frente a mí. […] Es una lucha, puesto que yo 
no puedo saberme como mí mismo en el otro, hasta que el otro es para mí otra 
existencia inmediata; yo soy dirigido por esto a suprimir esta su inmediatez. 
Igualmente yo no puedo ser reconocido como inmediato, sino en cuanto yo 
suprimo en mí mismo la inmediatez, y confiero así una existencia a mi libertad. 
[…] La lucha del reconocimiento es, pues, de vida o muerte; cada una de las dos 
autoconciencias pone en peligro la propia vida y la del otro.[…] la lucha termina 
ante todo como negación unilateral con la desigualdad; es decir, que uno de los 
dos combatientes prefiere la vida y se mantiene como autoconciencia singular, 
pero renuncia a su pretensión a ser-reconocido; pero el otro en cambio se aferra 
a su autorrelación y es reconocido por el primero como un sometido. Ésta es la 
relación de la señoría y de la servidumbre. […]La fuerza, (que) es fundamento en 
este fenómeno, no es por esto fundamento del derecho […]. […] el señor tiene en 
el siervo y en el servicio servil la intuición de la validez del propio ser-por-sí 
singular. Y precisamente lo intuye mediante la supresión ser ser-por-sí 
inmediato, que cae en otro.[…] La autoconciencia universal es el saber afirmativo 
de sí mismo en otro sí mismo, cada uno de los cuales, como singularidad libre, 
tiene autonomía absoluta;[…] se sabe reconocido en el otro individuo libre, y lo 
sabe en cuanto reconoce al otro y lo sabe libre4. 
 
La filosofía contemporánea en autores sobre todo como Husserl, Sartre, Merleau-
Ponty y Levinas, ha desarrollado el concepto de alteridad como la presencia 
necesaria del otro, no sólo para la existencia y constitución del propio yo, sino sobre 
todo la constitución de la intersubjetividad5. 
                                                            
3 Platón, Sofista, 77. 
4 Georg W.F. Hegel, Filosofía del espíritu, 58-61. 
5 Enrique Dussel, La Filosofía de la Liberación, 5. 
5 
 
Es interesante el concepto de Luis Villoro que diagnostica la situación del hombre 
moderno como una condición de “enajenación”, de aislamiento y soledad, respecto 
de la cual la idea de “comunión” (de integración, de comunidad) aparece como una 
posibilidad lejana, casi perdida. Lo que encontramos es un profundo extrañamiento, 
un distanciamiento, o un enfrentamiento incluso, entre el sujeto y la realidad. Para 
el pensamiento moderno, explica el filósofo, “todo movimiento de simpatía, de 
comunicación afectiva con el mundo, se considera pueril ilusión o burdo 
antropomorfismo”6. 
En este trabajo la noción del “otro” se referirá a la existencia de un sujeto distinto 
de “mi yo” (siempre situándose desde el punto de vista del que está hablando o 
actuando al referirse a alguien más). 
El lenguaje ayudará a distinguir a cada uno de los participantes y con ello “sus 
diferencias”, pues es precisamente la forma tan distinta de utilizar el lenguaje lo 
que nos permitirá diferenciarlos. 
Luis Villoro considera que la experiencia del otro es, por excelencia, la experiencia 
de una trascendencia irreductible. En esto consiste el carácter propio y específico de 
la otredad: en que no se puede determinar ni definir y de lo que sólo podemos 
hablar adecuadamente en términos negativos: “lo que no es tal o cual”. Surge así la 
paradoja de un ser —el otro— cuyo aparecer es su “no aparecer”. Los actos y 
discursos del otro “no concuerdan exactamente con las motivaciones que yo les 
había prestado y con los cuales había creído poder determinarlo”7. 
En Oficio de tinieblas se muestran los problemas sociales que pueden suscitarse 
cuando criterios diferentes pugnan por hacerse valer.Rosario Castellanos incorporó en su obra a diferentes grupos: Los indígenas, que 
ejemplifican a la gente oprimida, despojada de todo, con idioma y costumbres 
propias. 
Dentro de los indígenas habría que diferenciar a aquéllos que 
sirven a los coletos, pues éstos no son aceptados ni por los segundos ni por los 
indígenas, pero cuentan con cierta protección de los ladinos. 
                                                            
6 Luis Villoro, Soledad y comunión, 116. 
7 Luis Villoro, Soledad y comunión, p. 124. 
6 
 
Los ladinos o coletos, señores poderosos, terratenientes blancos y herederos de 
una cultura de conquistadores. Ellos serán los defensores de su jerarquía y 
dominarán a toda costa. 
La mujer, tanto ladina como indígena, en ningún caso autónoma y bajo el 
dominio del hombre. 
Los extranjeros o gente que proviene de otro lugar con diferente educación y que 
no se adapta fácilmente a las normas preestablecidas por esa sociedad a la que 
pretende integrarse. 
 La controversia entre dos mundos excluyentes, es presentada a través de todos 
los personajes que participan en la novela, ya sea mediante sus actitudes, sus 
pensamientos o costumbres y el lenguaje seleccionado para cada grupo es 
representativo de su idiosincrasia. 
Muchos de los actantes operan como contrarios- complementarios, parejas que 
conforman las dualidades eje de la novela: uno hace las veces de opositor y de 
freno y el otro desempeña una función motriz y catalizadora, como es el caso de 
Fernando y Leonardo; de Julia e Isabel. El conflicto permite al lector detectar los 
diferentes criterios de todos los personajes participantes y ver cómo cada uno los 
defiende convencido de que “ésos” son los adecuados. 
La diversidad de criterios o culturas está unida por un espacio común pero 
separado por ese universo histórico diferente, llámese indio-ladino u hombre-mujer. 
De allí que la forma de expresarse sea diferente y por ello, ajena al otro. 
Si hablamos del poder de la clase dominante, sus representantes están 
ejemplificados de muy diversas maneras, pero uno de sus rasgos más claros es el 
de la incomunicación con otros grupos sociales. 
La imposición del idioma y la suplantación de las lenguas indígenas significaron 
un factor importante en el proceso de dominación ya desde la Conquista, aunque el 
propósito haya sido unificar lingüísticamente a las colonias españolas. 
Toda imposición de lo ajeno debilita la visión del mundo habitual y orilla a 
transformaciones, que muchas veces no son bien aceptadas o incluso, rechazadas. 
Pero la falta de comunicación también se ejemplifica dentro de la misma clase 
social a través de gente que viene de otra parte de la República y que no comulga 
7 
 
con la ideología de Ciudad Real, como sucede entre Cifuentes y Ulloa, o cuando se 
ejemplifica el dominio masculino sobre la mujer. 
El narrador es un elemento que toma forma a partir de una mirada organizadora 
(la de Rosario Castellanos) que situándose en determinadas perspectivas da voz al 
personaje en cuestión; consecuentemente, se reordena el tiempo y el espacio de 
acuerdo con la situación y se proyecta un particular punto de vista. 
Iniciémos con el análisis de la alteridad u otredad en Oficio de tinieblas y cómo la 
autora a través de aspectos tales como la utilización del lenguaje, ejemplos de 
situaciones, etc., nos muestra magistralmente este concepto. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
8 
 
1.1. Zonas de otredad en Oficio de tinieblas. 
 
 El hecho de haber crecido en Comitán, Chiapas, permite a Rosario Castellanos 
vivir los dos mundos que allí prevalecían: el mundo de los mestizos o blancos, 
denominados en esta zona ladinos, coletos o caxlanes, y el mundo indígena. 
Castellanos pertenecía a la clase adinerada, pero la estrecha convivencia con su 
nana indígena la marcaría para siempre y le permitiría conocer el mundo indio. 
La sociedad comiteca, de la que formaba parte, conservaba muchas costumbres 
coloniales y, dentro de éstas, el papel y situación de la mujer era de una total 
subordinación al hombre. 
 El que las mujeres no pudieran expresarse o incluso el hecho de tener que 
permanecer calladas se aprecia en muchos personajes femeninos de Oficio de 
tinieblas, donde ese silencio exigía que “en cada respiración [se ahogara] un sollozo 
de rabia impotente, un alarido de dignidad pisoteada”8. El narrador expresa el 
coraje que experimenta el personaje femenino ante su imposibilidad de rebelarse 
por el trato que recibe de su esposo. 
Simone de Beauvoir propone “la destrucción del patriarca, sólo si las mujeres 
escapan de su objetificación”9, y eso en el entorno en que creció la autora era 
prácticamente imposible. 
En toda la novela, vocablos tales como impotencia, alarido, dignidad pisoteada y 
ahogo de sentimientos son propios de la mujer oprimida y van siempre unidos a 
ella, tal vez para reforzar la imagen de la situación y sentir de la mujer de esa 
época; bien pudiera ser la voz de Rosario Castellanos expresando su propia 
experiencia a través del narrador. 
Y aquí hay otro ejemplo en donde la aguda observación de la escritora del papel 
femenino nos muestra cómo las mujeres callan y se ahogan incesantemente en una 
vida cotidiana por aceptar una situación impuesta sin poder librarse de “la opresión 
de una rutina sin horizontes […]”10. 
El padre de la autora, César Castellanos, hombre cuyo apellido era sinónimo 
de abolengo en la sociedad comiteca de su tiempo, se casó con una costurera 
                                                            
8 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 67. 
9 Ibídem, 185. 
10 Ibídem, 178. 
9 
 
de oficio, doña Adriana Figueroa, conjugación de clases que representó una 
afrenta para la “gente bien” de aquella época. 
La figura paterna es predominantemente fuerte, pero un tanto ajena. 
Veamos esta descripción que se hace de quien podría ser el padre de Rosario 
Castellanos: 
[el padre] dios cotidiano y distante cuyos relámpagos iluminaban el cielo monótono 
del hogar y cuyos rayos se descargaban fulminando no se sabía cómo, no se sabía 
cuándo, no se sabía por qué. El padre, ante cuya presencia enmudecen de terror 
los niños y de respeto los mayores. El padre que desata el cinturón de cuero para 
castigar, para volcar sobre las mesas el chorro de monedas de oro11. 
Al describir al padre, el narrador inminentemente resalta la fuerza bruta del 
personaje, ante el cual todos se debían someter. Se aprecia el miedo que se 
siente ante su presencia y también se señala que ese hombre sólo era capaz 
de otorgar bienes materiales en recompensa a su sumisión. En todas las 
referencias al padre encontramos la carencia de sentimientos gratos; no hay 
acercamientos por parte de los hijos y mucho menos de la esposa; no se 
encuentran rasgos de confianza ni de cariño. Hay una marcada lejanía: es un 
dios cotidiano y distante. 
Tal vez por ello, al referirse a la madre, y en general a la mujer, se hace 
más palpable la fuerza y el poder del hombre, pues la figura femenina está 
totalmente opacada por la del varón. En el caso de Rosario Castellanos su 
madre fue de origen humilde y, por la diferencia social con su marido, tenía un 
fuerte sentimiento de inferioridad. 
En todo proceso de desconocimiento y negación del otro, en este caso de la 
mujer ante el hombre, existe un mecanismo de construcción y definición del 
ser que somete y esto lo hace desde los marcos ideológicos y las estrategia 
que él mismo impone. 
El otro está condenado a ser un “objeto” para el “yo”; siempre “es” lo que el 
“yo” define, capta, interpreta y quiere de él; no hay posibilidad de inversión de 
los papeles, de intercambio y de reciprocidad entre ambos polos. Por esto, 
además, la aprehensión del otro siempre conduce a un desconocimiento o a 
una falsificación. El sujetono se detiene en la realidad y en la experiencia 
efectiva del ser del otro; pronto limita esta experiencia y remite los datos que 
                                                            
11 Ibídem, 285. 
10 
 
tiene ante sí a los marcos de costumbres previas, de una concepción 
preestablecida. 
 Independientemente de las diferencias entre las distintas concepciones 
ideológicas, todas ellas padecen un mismo defecto: su incapacidad para 
rebasar el cerco del pensar que opera en todo momento según el principio de 
la identidad. 
La falta de amor entre este matrimonio y un rechazo, sobre todo por parte 
de su madre, es algo que la autora vive desde muy temprana edad. 
Pero como menciona Barthes, “los lectores son libres de abrir y cerrar el 
proceso de significación del texto sin tener en cuenta el significado”12. 
A través del narrador se describe la soledad, sentimiento muy conocido por 
la autora, y que se plasma en Idolina, quien menciona que su madre sólo 
venía “cuando no tiene otra cosa que hacer. Y por compromiso”13. Veamos 
otro ejemplo: “cuando alguno está solo, solo de raíz y durante mucho tiempo, 
adivina las intenciones de los demás antes de que cuajen en actos y palpa los 
delirios ajenos y da nombre y substancia a las criaturas que los otros sueñan 
sin saberlo”14. 
Idolina, que representa al personaje abandonado en Oficio de tinieblas, es 
descrito por el narrador como ese ser que, 
desde el fondo de su reclusión, añoraba siempre la compañía, la ternura, la confianza, la 
amistad. Acechaba, en cada eco de los que resonaban en la acera, el paso de quien 
vendría a libertarla. Había aprendido a distinguir, con esa agudeza terrible de los 
solitarios, la prisa de los jóvenes, de los gozosos, de los que van en busca de la felicidad, 
la prisa de los angustiados, de los que corren a detener los destinos15. 
La ausencia del amor y la conflictiva relación de pareja, es una constante en la 
obra narrativa de Rosario Castellanos, a tal grado que ella internalizó una noción de 
pareja como sinónimo de enfrentamiento y no como vínculo amoroso. 
Muchos matrimonios de esa sociedad se arreglaban entre los padres por convenir 
a sus intereses y muchas parejas realmente no se amaban; es por ello que 
                                                            
12 Raman Selden, La teoría literaria contemporánea, 193. 
13 Ibídem, 82. 
14 Ibídem, 361. 
15 Ibídem, 89. 
11 
 
encontramos al amor en la obra de Nahum Megged, Rosario Castellanos. Un largo 
camino a la ironía descrito como un “instrumento de la catástrofe”16. 
He aquí otro ejemplo, tomado de Álbum de familia de Rosario Castellanos, en 
donde la ausencia del marido significaba para las esposas un alivio, aun cuando no 
dejaba “de ser un detalle de buen gusto invocarlo de cuando en cuando”17. 
Aunado a estos conflictos familiares, la influencia de su medio ambiente resultó 
determinante en la medida en que sus padres obedecían los papeles establecidos 
por su condición y clase social y funcionaban como agentes transmisores de esa 
ideología. Veamos lo que nos dice el narrador en el cuento de Ciudad Real “El 
advenimiento del águila” de lo que debía ser el comportamiento correcto de una 
mujer en esa sociedad y las consecuencias a que debía sujetarse si faltaba a esos 
principios: 
Pero da la casualidad de que las mujeres de Ciudad Real no andan de partida 
suelta por las calles. Si por su gusto fuera, tal vez; pero hay padres, hermanos, 
paredes, costumbres que las defienden. Y no es cosa de meterse, de buenas a 
primeras, a gato bravo. Los mayores acaban siempre por vencer. O por 
desheredar18. 
Esa sutileza del narrador —si por su gusto fuera, tal vez…—, deja asomar un 
anhelo, esa voz que surge de atrás y que quisiera que esto fuera cierto y que no 
pueda callarse expresándolo abiertamente. Pero esa exclamación de inmediato es 
acallada y vuelve la realidad, pues hay que considerar que: hay padres, hermanos, 
paredes, costumbres que las defienden. Y no es cosa de meterse…..Los mayores 
acaban siempre por vencer. O por desheredar. 
 Y aquí un ejemplo donde Isabel, la esposa del patrón exclama: “¡qué esperanzas 
que yo [mujer decente de Ciudad Real] anduviera de correchepe, como otras que 
conozco y que se pasan de sobradas! No, yo adentro de mi casa, como una reina, 
para eso tenía yo muchos que dieran la cara por mí”19. 
En el mundo de Comitán o cualquiera otra ciudad chiapaneca, la familia, la 
hacienda, la Iglesia y la institución militar eran de dominio masculino. Los 
personajes femeninos están atrapados en normas culturales que distorsionan sus 
voces o las silencian por completo. 
                                                            
16 Nahum Megged, Rosario Castellanos. Un largo camino a la ironía, 18. 
17 Rosario Castellanos, “Cabecitas blancas” en Álbum de familia ,48. 
18 Rosario Castellanos, “El advenimiento del águila” en Ciudad Real, 86. 
19 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 20-21. 
12 
 
Al situarse deliberadamente en primer plano, el punto de vista de una voz ajena 
que se percata de esta situación permite poner de manifiesto la dominación 
masculina. 
Como diría María Estela Franco: “Rosario Castellanos nace bajo el signo de una 
sociedad provinciana, conservadora de un caudal de ideología sexista y clasista, de 
cuyos valores se nutrió, fue víctima y en parte reparadora” 20. 
Luz Aurora Pimentel señala en El relato en perspectiva: “[…] la experiencia 
humana […] no surge, como se dice, de la proyección de la literatura sobre la vida, 
sino que constituye una “auténtica exigencia del relato”21, lema que Castellanos 
utiliza aprovechando la voz del narrador para señalar costumbres y puntos de vistas 
de dos mundos. En seguida un ejemplo de Oficio de tinieblas para describir la 
percepción de una coleta en relación a los indígenas: “No, no somos nosotros los 
que los despreciamos ¡son ellos los que se sobajan”22. Isabel, esposa del 
hacendado, justifica su actitud hacia los indios y los culpa por subordinarse al amo 
de la forma en que lo hacen, lo que constituye otro tipo de estrategia semántica 
para referirse a una forma de diferenciar a los “otros” y que: es el hecho de 
transferir las opiniones propias a otras personas: No, no somos nosotros…..son 
ellos. 
 Raman Selden dice en su Teoría literaria contemporánea que por lo general “nos 
negamos a permitir que un texto se mantenga al margen de nuestros marcos de 
referencia, insistimos en «neutralizarlos» y en borrar su textualidad”23. 
Volviendo a Rosario Castellanos, otra cosa que marcó su vida fue la muerte de su 
hermano, muerte que ella deseaba en su afán de verse querida, por lo que se sintió 
culpable y, como observa Fernando Martínez Ramírez: “Eran demasiadas cosas 
juntas para su espíritu infantil que quedó marcado como un espíritu solitario y 
dubitativo en donde pudieron convivir perfectamente el razonamiento analítico y la 
magia” 24. 
El hecho de que su hermano fuera varón y como en muchos matrimonios esto era 
muy importante, su madre la rechazó constantemente cuando el niño murió. 
                                                            
20 Ma. Estela Franco. Otro modo de ser humano y libre, 155 y 156. 
21 Luz Aurora Pimentel, El relato en perspectiva, 7. 
22 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 141. 
23 Raman Selden, La teoría literaria contemporánea, 52. 
24 Fernando Martínez Ramírez, Homenaje a Rosario Castellanos, 5. 
13 
 
De esa, primero niña observadora, surgirá posteriormente la voz de la mujer 
crítica, que a través de sus personajes con sus monólogos interiores y haciendo uso 
de su gran creación literaria, manifestará su propio sentir, sus propios criterios, esa 
visión de un mundo dividido, de un mundo diverso. 
Durante una entrevista que Elena Poniatowska realizó a Castellanos, ésta 
mencionó al comparar el papel femenino con el masculino: 
No es equitativo –asíque no es legítimo- que uno tenga la oportunidad de 
formarse intelectualmente y al otro no le quede más alternativa que la de 
permanecer sumido en la ignorancia. 
No es equitativo –y por ello no es legítimo-que uno encuentre en el trabajo no 
sólo una fuente de riqueza sino también la alegría de sentirse útil, partícipe en la 
vida comunitaria, realizado a través de su obra, mientras que el otro cumple con 
una labor que no amerita remuneración, y que apenas atenúa la vivencia de 
superfluidad y de aislamiento que sufre; una labor, que por su misma índole, 
perecedera, no se puede dar por hecho. 
No es equitativo y contraría el espíritu de la Ley que uno tenga la libertad de 
movimiento mientras el otro esté reducido a la parálisis. 
No es equitativo –luego no es legal- que uno sea dueño de su cuerpo y disponga 
de él como se le dé la real gana mientras que el otro reserva este cuerpo no para 
sus propios fines, sino para que se cumplan procesos ajenos a su voluntad. No es 
equitativo el trato entre hombre y mujer en México 25. 
 
La convivencia con los ladinos y los indígenas despierta en la escritora un interés 
social activo por su país, interés que unirá en su lucha por crear conciencia de la 
situación de la mujer mexicana, debida precisamente a que se encontraba aislada 
política, social, cultural y económicamente. 
Castellanos, a través de su obra, buscó crear una conciencia, particularmente en 
las mujeres, con el fin de mejorar su situación marginada dentro de la sociedad. 
La autora auténticamente se comprometió con el mundo que le tocó vivir. 
Este interés social es tratado con rasgos antagónicos que son más palpables si se 
habla de los indios en relación con los ladinos; de los pobres con los ricos; de los 
dominadores con los dominados y de la mujer sometida a los valores culturales 
impuestos por el predominio masculino. 
Toda una gama de alteridades, pero la autora sabe que sólo se puede acceder a 
lo otro (al Ser) a través del otro (del tú), si se logra sostener y mantener el acceso 
al otro humano en la apertura comprensora de lo otro en general. 
                                                            
25 Elena Poniatowska, Novedades, 9 de junio de 1979. 
14 
 
Lo interesante es que la autora no se desvía de la realidad y esa preocupación 
social será desarrollada con una marcada tendencia realista. 
En Oficio de tinieblas, Rosario Castellanos plantea pueblos con problemas de 
carácter social, político, económico, de carácter tribal, incluso religioso; mientras 
que en sus personajes dejará oír la intriga, los celos, la traición, el reproche, el 
abandono, la soledad, etc. 
Castellanos rompe mitos como patria, religión, padre, hombre, mujer; descubre 
cómo actúa lo sublime convertido en rutina, analiza, además, que el despertar no 
siempre lleva a la liberación. 
La inexistencia del amor y la obligación social de la no felicidad de la mujer se 
manifiesta con ironía en párrafos como éste que fue extraído de su obra El eterno 
femenino: “Allí está precisamente tu error. Una mujer decente no tiene ningún 
motivo para ser feliz…y si lo tiene lo disimula”26. Una mujer decente, habla la voz 
de la sociedad y comenta otra voz intercalada, no tiene ningún motivo para ser feliz. 
La teoría psicoanalítica podría mencionar que se busca el inconsciente literario en 
el autor, en el lector y en el texto. 
El problema femenino estará relacionado con la transformación social y las 
contradicciones que suponen la oposición entre la visión tradicional y la moderna; 
cambios que eran necesarios llevar a cabo si se quería lograr la igualdad entre el 
hombre y la mujer. 
 La escritora equiparó el mundo femenino al mundo indígena. Ambos mundos, 
el del indígena y de la mujer, se presentan carentes de identidad propia, ya que el 
drama de sus personajes femeninos se cifra en la dependencia, permanente y 
desesperada, de una figura masculina; una mujer que no tiene hombre, no vale 
nada. 
La función de la mujer se concebía como parte del hombre y no se justificaba ni 
se explicaba su presencia sin la presencia del varón: “— No entiende que las 
mujeres no nacimos para vivir ni solas ni arrimadas. Poco valemos sin el respeto de 
hombre”27, dice Isabel. 
Apoyándonos ahora en la teoría feminista podríamos citar esta afirmación de 
Foucault según la cual la “verdad depende de quien controle el discurso, resulta 
                                                            
26 Rosario Castellanos, El eterno femenino, 33 y 39. 
27 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 138. 
15 
 
razonable creer que la dominación masculina ha encerrado a las mujeres dentro de 
una «verdad masculina»”28, lo que justifica a Simone de Beauvoir, quien hacía 
referencia de ese hombre masculino como el Uno y ella, el Otro, es decir una total 
subordinación femenina ante el hombre y por consiguiente, represión de su 
personalidad por completo. 
Esta “visión del mundo” de la total dependencia femenina estructura el texto en 
Oficio de tinieblas y le da su coherencia. 
Sin embargo, la escritora expresa su inquietud por el cambio y presenta 
personajes que intentan modificar la realidad, romper con estas tendencias y que se 
ven expuestos al rechazo por parte de los “otros”: “la Alazana”, esa mujer 
“extranjera”, que viene de la capital con otras costumbres; Pedro, el indígena, que 
aprende la lengua castellana y Fernando Ulloa que trae las buenas nuevas 
gubernamentales; todos ellos con nuevas ideas, con actitudes e ideas diferentes y 
que se enfrentan a toda una serie de problemas para tratar de imponerlas, con el 
consecuente rechazo de la gente de esa zona que teme los cambios, porque con 
ellos se rompe su estructura ya impuesta por años y que les ha funcionado bien. 
En su afán por despertar o identificarse con otra conciencia en la mujer, 
Castellanos hace referencias continuamente en varias de sus obras a cambios de 
actitudes y pensamientos. 
En Mujer que sabe latín se pregunta: 
¿En cuántos casos las mujeres no se atreven a cultivar un talento, a llevar hasta 
sus últimas consecuencias la pasión de aprender, por miedo a la soledad, al 
juicio adverso de quienes la rodean, al aislamiento, a la frustración sexual y 
social que todavía representa en nosotros la soltería29. 
 
He aquí otra observación en la introducción de la misma obra: 
La máscara de las relaciones y la necesidad de desenmascararlas para curar esta 
relación anormal hombre-mujer como índice de toda una relación anormal de una 
cultura de prejuicios, es uno de los temas más tratados en su literatura en los 
últimos años30. 
 
La tendencia realista nunca está ajena en estas situaciones que se presentan y 
donde esos seres “extraños” se ven expuestos a un constante desafío y rechazo por 
parte de los “otros”. 
                                                            
28 Raman Selden, La teoría contemporánea, 160. 
29 Rosario Castellanos, Mujer que sabe latín, 33. 
30 Ibídem, 5. 
16 
 
Este conflicto, que responde a los valores de su época, se transforma en una 
denuncia progresiva y tenemos así a Pedro que cansado se pregunta: 
—¿Cómo está esto?, se decía. Yo dejo mi casa, mi familia, mi paraje; camino 
leguas, bajo montañas. Sufro el calor, me duele la enfermedad, no estoy de 
haragán, tirado todo el día en la hamaca, sino que rindo la jornada completa. Y 
cuando llega la hora de regresar resulta que regreso con las manos vacías. A mi 
modo de ver no está bien. No es justo31. 
Ese enfrentamiento entre la realidad y los ideales va acompañado por un 
raciocinio perfectamente estructurado acerca de lo difícil que resulta cambiar la 
situación, dados los milenarios antecedentes históricos, sociales y culturales. 
Tenemos aquí un ejemplo que muestra cómo los vecinos del hacendado alemán se 
resisten a las innovaciones que trae el extranjero pretendiendoeducar a los indios 
de su finca: “cuando estos tales por cuales sepan leer y hablar castilla no va a haber 
diablo que los aguante”32. 
 Van Dijk argumenta que si se observa “el estilo de las palabras usadas cuando 
se describe a los otros, a los demás, hay entonces, una manera de marcar la 
distancia social a través del uso de pronombres y demostrativos” 33 ; en lugar de 
usar nombres, usan pronombres demostrativos esos tales por cuales. 
Así tenemos por un lado a los indios cuya condición marginal los mantiene fuera 
del tiempo y del espacio histórico y, por el otro a los ladinos, en su papel 
perfectamente de conquistadores con todo lo que esto conlleva. Si bien ambos 
grupos sociales pueden vivir una historia común, lo cierto es que es desigual. 
En la escala de valores occidental el punto más alto lo ocupa el acumular riquezas 
materiales, pues con ello se puede medir su progreso, su desarrollo, su éxito y “su 
felicidad”, lo que no se presenta con los indígenas, quienes básicamente trabajan en 
comunidad para apoyarse mutuamente. 
Ciudad Real nos muestra la mentalidad tradicional y la herencia colonial, lo que 
trajo consigo la exclusión y negación de la cultura dominada. En esta región hubo 
una impenetrabilidad histórica, ciertamente, y así el narrador nos presenta a unos 
indios que han abolido el tiempo: 
Solos, estos hombres olvidan su linaje, la dignidad que ostentaban, su pasado. 
[…] Desnudos, mal cubiertos de harapos o con taparrabos de piel a medio curtir, 
                                                            
31 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 53. 
32 Ibídem, 56. 
33 Teun A. van Dijk, Discurso, poder y cognición social, 38. 
17 
 
han abolido el tiempo que los separaba de las edades pretéritas. No existe ni 
antes ni hoy. Es siempre. Siempre la derrota y la persecución. Siempre el amo 
que no se aplaca con la obediencia más abyecta ni con la humildad más servil. 
Siempre el látigo cayendo sobre la espalda sumisa. […] En esta eternidad se 
cumple el destino de la tribu34. 
 
Es como pretender que los indios ingresen al tiempo y espacio histórico de los 
ladinos, o esperar que la mujer goce de los mismos derechos que los varones. 
La tendencia social de un desarrollo nacional pasa por alto, aún hoy en día, las 
grandes contradicciones y dificultades de tratar de unir dos mundos diferentes, 
donde incluso ahora, los indios luchan por conservar esa identidad y cultura que 
entre otras cosas los hace “diferentes” a los ladinos. 
Es en esta obra donde Rosario Castellanos nos muestra, la poca atención que se 
otorgaba a la actitud india ante esa cultura ajena a la suya y la cual pretendía 
imponerle rasgos totalmente extraños. 
Incluso las “buenas intenciones” de algunos ladinos, en su afán de provocar 
cambios en las culturas indígenas que pudieran colocarlos en una “mejor” situación, 
origina que los indios reaccionen poniendo muchos obstáculos, como ocurría al 
querérseles enseñar el castellano. Lo interesante es considerar si esa situación 
“mejor” es realmente la que deseaban o les convenía. 
Escribe Guillermo Bonfil: “los héroes de aquélla (historia) son los villanos de ésta 
(la otra historia), sus méritos son su oprobio, sus mayores logros el punto más alto 
de su ignominia”35. 
Cualquier historia ajena o de “otros” nunca será “nuestra historia”, es lo que nos 
muestra la historia de la humanidad. 
Toda persona que no comulgue con las ideas de una sociedad será vista como 
“peligrosa” o, incluso, como expresa Fernando Ulloa en Oficio de tinieblas, como 
“anormal”, pues no entiende por qué la mayoría de los hacendados se referían a 
los indios “como si se tratara de los habitantes de otro planeta”36. Para Ulloa no 
existían diferencias entre los indígenas y los ladinos. Él habla de ellos siempre en 
términos de igualdad, cuanto a derechos se refiere. 
                                                            
34 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 362-363. 
35 Guillermo Bonfil, “Aculturación e indigenismo”, 195. 
36 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 184. 
18 
 
 Es a través de este personaje y su interacción con Cifuentes donde encontramos 
lo que Mijail Bajtin denomina “carnavalización”, pues existe un intercambio de 
puntos de vista que se confrontan sin una estricta jerarquía de voces establecidas 
por el autor37. Cada lector se puede reconocer en el personaje que él elija y apoyar 
o estar en total desacuerdo con el punto de vista que se deje ver. 
Interesante es observar cómo Rosario Castellanos invita, a través de sus 
personajes, a conocer los diversos sectores que se presentan; así tenemos a un 
Fernando Ulloa pretendiendo influir en su ayudante Santiago para que entienda “las 
actitudes de los indios; que (piense) cómo se comportaría (uno) si lo colocaran en 
una situación semejante a la de ellos”. Esto es una franca invitación para situarse 
en el otro lado, ese que es ajeno para tratar de entender las actitudes o reacciones 
de los otros. 
En Oficio de tinieblas encontramos una clara tendencia por marcar los puntos de 
vista de los personajes o grupos sociales participantes, como se puede ver en la 
forma en que el narrador empieza por señalar cómo apreciaban los indígenas la 
presencia del dominador y el lenguaje ladino: 
Todo les fue balbuceo confuso, párpados abatidos, brazos desmayados en 
temeroso ademán. Por eso fue necesario que más tarde vinieran otros hombres. 
Y estos hombres vinieron de otro mundo. Llevaban el sol en la cara y hablaban 
lengua altiva, lengua que sobrecoge el corazón de quien escucha. Idioma, no 
como el tzotzil que se dice también en sueños, sino férreo instrumento de 
señoría, arma de conquista, punta de látigo de la ley. Porque ¿cómo, sino en 
castilla, se pronuncia la orden y se declara la sentencia? ¿Y cómo amonestar y 
cómo premiar sino en castilla?38 
Pero para los coletos, los indios no podían ni les interesaba entender: “¿Quién 
distingue la cara de un indio culpable de la cara de un indio inocente? ¿Quién 
escucha los alegatos en una lengua confusa y atropellada que siempre ha 
considerado indigna de ser comprendida?”39 
Van Dijk sugiere en su discurso que “(…) un modelo es una representación 
mental en la memoria, es la cognición de un evento, de una situación”40, es decir, 
que cuando se externa una opinión no solamente se construye una representación 
del texto, sino que también se construye una imagen mental, un esquema mental 
                                                            
37 Raman Seldan, La teoría literaria contemporánea, 59. 
38 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 9. 
39 Ibídem, 231. 
40 Teun Van Dijk, Discurso, poder y cognición social, 65. 
19 
 
de lo que se dice. Rosario Castellanos maneja estos conceptos y permite que se 
manifiesten a través de sus personajes. 
Van Dijk advierte que, 
Todos los conocimientos relevantes que necesitamos para interpretar el texto se 
encuentran en el modelo. Con la noción de modelo tenemos un aspecto 
interesante por cuanto a éste funciona como un mecanismo selectivo y 
jerarquizado que nos permite establecer la relación de los contenidos de una 
noticia con la información implícita en el texto41. 
 
El lector se encuentra en libertad de elegir el modelo que desee para identificarse 
con el personaje o grupo social que él elija. 
Cuando decimos que estamos leyendo entre líneas, lo que realmente ocurre es 
que estamos activando, haciendo explícita la información que se encuentra en el 
modelo, es decir, en nuestro caso particular, aquello que sabemos sobre 
determinado tema. 
Así Van Dijk explica que, 
entonces el aspecto implícito del texto es lo que está en nuestros modelos, es el 
conocimiento que tenemos del mundo. Aquello que se construye como modelo 
puede tener evidentemente razones sociales, políticaso culturales, como por 
ejemplo los temas o aspectos que la gente aborda en una discusión sobre 
minorías étnicas, puede ser parte del modelo que este grupo posee.42 
 
Como cada grupo tiene su modelo propio, es obvio que ante las diferencias, 
llámense lenguaje, costumbres, etc., no existe la comprensión, el entendimiento y 
muchos menos la aceptación. “Un prejuicio se definiría entonces como una actitud 
social de un grupo, y ésta viene a ser parte de la cognición social”43, según explica 
Van Dijk. Corresponde a una manera de considerar las cosas. Las ideas cumplen 
una función en la sociedad. “Las ideas se vuelven producto de la realidad social”44, 
diría Luis Villoro. La universalización de las ideas responde al interés de la clase. 
Veámoslo una vez más en otro ejemplo: “Ser patrón implica una raza, una 
lengua, una historia que los coletos poseían y que los indios no eran capaces de 
improvisar ni de adquirir”45. Todas justificaciones por parte de la voz ladina. 
Van Dijk considera que 
                                                            
41 Ibídem, 65. 
42 Ibídem, 65. 
43 Ibídem, 65. 
44 Luis Villoro, El concepto de ideología, 60. 
45 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 149 y150. 
20 
 
La cognición social se refiere tanto a los conocimientos generales que tenemos 
como a las actitudes. Actitudes hacia otros grupos, sobre todo hacia los grupos 
minoritarios, hacia los grupos que no tienen el poder; también se tiene una 
actitud hacia los grupos dominantes. Normalmente lo que ocurre es que nos 
llenamos de prejuicios y estos prejuicios tienen una estructura46. 
 
Al respecto Luis Villoro complementaría: 
No se trata de una operación consciente ni corresponde a un engaño deliberado, 
por lo contrario, la mayoría de las veces es inconsciente y el ideólogo la efectúa 
con la firme convicción de que maneja conceptos universalmente válidos”47. 
 
Indudablemente el horizonte ideológico influye en el contenido de la obra y cada 
sector nos muestra el suyo; pero también están las experiencias de la autora y 
éstas afloran a lo largo de la narración. 
Lo ideal sería ponerse en el lugar del indio y no mirarlo desde la perspectiva de la 
sociedad dominante o de la voz intermediaria. 
Siguiendo esta idea Mijail Bajtin afirma, al responder una pregunta hecha por la 
revista Novy Mir: 
Existe una idea unilateral y por eso incorrecta, pero muy variable, acerca de que 
para una mejor comprensión de la cultura ajena hay que de alguna manera 
trasladarse a ella y, olvidando la propia, ver el mundo con los ojos de la cultura 
ajena.48 
 
Y continúa “algo muy importante para la comprensión es la extraposición del que 
comprende en el tiempo, en la cultura; la extraposición con respecto a lo que quiere 
comprender creativamente”49. 
Estos conceptos podrían aplicarse a lo que Castellanos hace al mostrarnos en 
Oficio de tinieblas dos mundos ajenos entre sí. Veamos otras notas de Bajtin en 
relación a culturas ajenas: 
[…] su verdadera apariencia sólo la pueden ver y comprender las otras personas, 
gracias a su ubicación extrapuesta en el espacio y gracias al hecho de ser otros. 
[…] La cultura ajena se manifiesta más completa y profunda sólo a los ojos de 
otra cultura. […].Un sentido descubre sus profundidades al encontrarse y al 
tocarse con otro sentido, un sentido ajeno […]. Planteamos a la cultura ajena 
nuevas preguntas que ella no se había planteado, buscamos su respuesta a 
                                                            
46 Teun A. van Dijk, Discurso, poder y cognición social, 67. 
47 Luis Villoro, El concepto de ideología, 62. 
48 Mijail Bajtin "Response to a Question from the Novy Mir Editorial Staff." Speech Genres and 
Other Late Essays. 1-7. 
49 Ibídem, 306. 
21 
 
nuestras preguntas, y la cultura ajena nos responde descubriendo ante nosotros 
sus nuevos aspectos, sus nuevas posibilidades de sentido50. 
 
 Al integrarse al mundo indígena mediante su convivencia con Rufina o Teresa, 
sus nanas indígenas en Balún Canán y en Oficio de tinieblas, respectivamente, 
Rosario Castellanos descubre que los indios tienen una civilización propia, que casi 
cinco siglos de dominación no pudieron aniquilar. Hay una historia viva perpetuada 
por los personajes; hubo invasión, no conquista. 
La autora se da cuenta que, por más se busque la forma de iluminar al indígena 
con las categorías y actitudes del “otro”, permanece, como bien señala Luis Villoro, 
“un sentido personal, desconocido y no realizado en la superficie que muestra ante 
nosotros: su capacidad de trascendencia”51 esto es, su alteridad, su “ser otro”. Esa 
voz de autorrevelación propia del indígena no encuentra la forma adecuada de 
surgir. 
Al convivir con su nana, Rosario Castellanos conoce el mundo devaluado de los 
indígenas; un mundo devaluado por los blancos, sector al que ella pertenece y en 
buena medida le avergüenza. 
A través de la nana, Rosario recibe un caudal de valores que le permiten tomar 
conciencia de la condición de injusticia oprimido-opresor, que la madre refuerza en 
la perspectiva hombre-mujer y que la llevarán a su eterna búsqueda de rasgos de 
identidad propios y a anhelar algo que le parece inalcanzable: el amor. 
Bonfil sugiere al respecto: “la dominación descansa en la fuerza y la violencia es 
su signo”52, así se ve en Ciudad Real: 
Cuando uno se le acerca [al indio] con brutalidad, ya conoce el modo, ya sabe lo 
que debe hacer [el indio]. Pero cuando otro es amable y le da sin exigir nada en 
cambio, no lo entiende. Está fuera del orden que impera en Ciudad Real.Teme 
que la trampa sea aún más peligrosa y se defiende a su modo: huyendo53. 
 
Esta es la voz de la realidad y los ejemplos sobran. Veamos lo que hace el 
narrador de Oficio de tinieblas, al comentar cómo el indígena vivió como “un 
hombre al que su trabajo no salva de la lenta agonía del hambre. Otro que no 
                                                            
50 Ibídem, 306. 
51 Luis Villoro, Los grandes momentos del indigenismo, 243. 
52 Guillermo Bonfil, “Aculturación e indigenismo”, 198. 
53 Rosario Castellanos “El don rechazado” en Ciudad Real, 163. 
22 
 
conoce más voz que la del látigo”54. Nuevamente la misma imagen del indio 
miserable, del castigado y de la amarga realidad que vive. 
Esta imposibilidad de diálogo entre el mundo ladino y el indígena se logra con 
maestría por ejemplo en la escuela de Chactajal, que es la escuela del no diálogo, 
donde un maestro blanco lee en un idioma desconocido con una voz que nunca 
llegará al otro. 
Un ejemplo relacionado con la religión, donde el personaje Xaw de “Aceite guapo” 
dice: “—Fíjate en la cara de santa Margarita. Es blanca, es ladina, lo mismo que san 
Juan, que santo Tomás, que todos ellos. Ella habla castilla. ¿Cómo vas a querer que 
entienda el tzotzil?”55 
Castellanos reconoce la imposibilidad de los indios para encontrar refugio aun en 
la religión impuesta, pues les es ajena hasta en los rasgos físicos de las imágenes 
que deben adorar e, indudablemente, la limitación del lenguaje ocasiona una 
barrera infranqueable entre el mundo indígena y el blanco. 
En el caso de que existan además diferencias físicas como el color de la piel, 
Bonfil nos describe claramente cómo el racismo “colorea todas las relaciones entre 
el indio y quien no lo es”56. 
Se percibe en nuestro texto esa lucha constante entre ambas visiones del mundo, 
en donde ninguno es capaz de hacer una reflexión objetiva de su situación y vive de 
acuerdo con su punto de vista. 
El tema del “no diálogo” es uno de los más recurrentes para resaltar la diferencia 
de criterios, de costumbres, de creencias, etc., y así, advierte el narrador de Oficio 
de tinieblas, “seguían siendo [para cada uno de los que tenían estas diferencias] un 
enigma”57. 
A Rosario Castellanos le tocó vivir y compartir los ideales del presidente Lázaro 
Cárdenas respecto deuna transformación en la posesión de la tierra. Por ello el 
narrador en Oficio de tinieblas menciona que, a pesar de tener el Gobierno “la 
fuerza suficiente para usar de ella si es necesario”, prefiera usar 
(la razón para convencer), tanto a los egoístas que no quieren renunciar a ningún 
privilegio como a los pusilánimes que no se atreven a reclamar ningún derecho, 
                                                            
54 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 175. 
55 Rosario Castellanos, “Aceite guapo” en Ciudad Real, 53. 
56 Guillermo Bonfil, “Aculturación e indigenismo”, 199. 
57 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 73. 
23 
 
de que un país no es grande si no es justo; de que una sociedad no es próspera 
si no es equitativa, de que un bien no es un bien si no disfrutan de él todos los 
ciudadanos58. 
 
Esta opinión, seguramente, muestra el punto de vista de la propia autora y 
como explica Van Dijk “lo interesante es que la gente que tiene relatos con una 
resolución, en general, tiene menos prejuicios. Es también interesante ver que esos 
relatos son mucho menos negativos”59. 
La trayectoria literaria en prosa de Rosario Castellanos se inserta en la tradición 
indigenista aunque estableció, como se sabe, una inteligente distancia. 
Ya para 1941, los padres de Castellanos, castigados por la política cardenista, 
–despojados de parte de sus tierras–, deciden instalarse en la Ciudad de México. 
Rosario Castellanos tenía dieciséis años. 
La oportunidad de conocer una vida diferente a la que estaba acostumbrada le 
permite ampliar su visión y empieza a vislumbrar que “lo que estaba más allá de 
aquellos vidrios (la sociedad y vida comiteca) era la vida, era el mundo”60. 
Sus estudios de derecho y filosofía van puliendo su espíritu y afianzando sus 
ideas, de tal forma que en su tesis para la maestría en filosofía, Sobre cultura 
femenina, apunta ya hacia lo que sería su visión feminista. 
Este feminismo fue visto como una protesta literaria en defensa a la mujer en 
México y en otras latitudes. 
La escritora señala en un artículo escrito por Elena Poniatowska en Novedades: 
“Mi estilo, consiste en tomar un hecho a todas luces insignificante y tratar de 
relacionarlo con una verdad trascendente”61, verdad que realmente existía en el 
espíritu de muchas mujeres que luchaban por cambiar la situación que vivían ante 
los hombres. 
 A diferencia de muchas mujeres, Castellanos es una luchadora, y su espíritu, en 
busca de cambios, la lleva de regreso a Chiapas donde efectúa labor social y luego, 
debido a razones de salud, continúa su tarea colaborando en el Instituto Nacional 
Indigenista, pues en su corazón existía la eterna inquietud que se deja ver en la 
voz del narrador en uno de su cuentos de Ciudad Real de, “¿pero qué se hace con 
                                                            
58 Ibídem, 175. 
59 Teun A. van Dijk, Discurso, poder y cognición social, 36. 
60 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 90. 
61 Elena Poniatowska, Novedades, 3/VI/79. 
24 
 
este hervor en la cabeza, en la sangre, en las entrañas, cuando se vive en un 
pueblo como Ciudad Real?”62 
Ciudad Real, las aldeas indígenas, hombres-mujeres, ladinos-indios, todos 
resistentes a modificar sus actitudes, pues todo cambio provocaba “un escalofrío de 
recelo, de curiosidad y expectación”63. 
Los temas y sucesos tratados en las obras de Castellanos forman parte de su 
experiencia y de alguna manera quedaron alojados en su espíritu para manifestarse 
más tarde en su producción literaria, en donde hay una postura paternalista en 
relación al indio, pero a la vez invita a conocer la visión del dominador; respeto 
hacia lo diferente. 
Mas es evidente la simpatía que siente la autora hacia los pobres y su 
desconfianza hacia los ricos; por ello, no es de extrañar que en Oficio de tinieblas el 
personaje justo diga: “No establezcas nunca alianza con los ricos, Manuel. Siempre 
exigen más de lo que dan. En cambio los pobres…”64. 
En La espiral parece un círculo, Aralia López analiza que “su visión no 
deshumaniza ni excluye la visión mítica, aunque sí la aborda con sentido crítico al 
enjuiciar menos el entusiasmo del pueblo”65. 
Nahum Megged nos señala en su obra Rosario Castellanos. Un largo camino a la 
ironía, lo siguiente: 
Rosario fue una persona que se sentía desamparada por la violencia de un 
mundo y de un inframundo, perseguida por la magia que trataba de entrar en su 
microhistoria. Por eso se sentía identificada con un pueblo que como pueblo vivió 
lo que ella sentía como individuo. 
No había dualismo en Rosario Castellanos. La que escribió fue la expresión de la 
otra, la que vivió. Lo íntimo se hizo público, el dolor se convirtió en arte, la ironía 
invitaba a las plumas de los lectores que junto con ella, al leer, escribían su 
propia poesía66. 
 
Rosario Castellanos se dio cuenta que poco se podía cambiar en relación a las 
costumbres de un estado, pero entabló una lucha personal para romper esquemas 
opresivos contra la mujer en la sociedad patriarcal; es por ello que el narrador en 
Oficio de tinieblas se identifica con los indígenas y con las mujeres, pero actúa como 
                                                            
62 Rosario Castellanos, “El advenimiento del águila” en Ciudad Real, 83. 
63 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 125. 
64 Ibídem, 108. 
65 Aralia López, La espiral parece un círculo, 79. 
66 Nahum Megged, Rosario Castellanos. Un largo camino a la ironía, p. 14. Voz viva de México, 
Introducción, p.2 IX/61, 10. 
25 
 
conciencia histórica reflexiva en contraste con la realidad imperante. A través de sus 
personajes, nos muestra la situación que se vivía en esa sociedad chiapaneca y la 
actitud que adoptaron sus diversos actores siguiendo cada uno sus convicciones. 
La faceta de la mujer es la ya muy conocida de la opresión pero con rasgos 
morales: en Oficio de tinieblas muchas mujeres tenían “por vicio el perdonar 
todo”67. Nótese el tono irónico que trasluce una postura desaprobatoria. 
Emmanuel Carballo cita: “[…] Su inteligencia la ha traicionado: comenta y juzga 
con tanta pasión lo que está narrando que se olvida del lector”68, situación que se 
presenta en sus escritos, pues su propia visión sale a relucir dentro del suceso que 
se está narrando. 
En Oficio de tinieblas también tenemos al personaje mestizo, representado aquí 
por César Santiago, quien desea vengarse del “viejo hacendado”, ese hombre rico, 
que no acepta al nuevo rico y que gusta de mofarse de él por no tener una historia 
de abolengo, por no haber tenido unos antepasados conocidos y respetados en ese 
lugar, etc.; pero ese mismo mestizo tampoco entiende y quiere al indio, por sentirse 
superior a él. 
En su último tramo creativo, tanto en poesía como en prosa, se descubre otra 
Rosario: la que cambió lo trágico por lo irónico al contemplar desde arriba los 
hechos del mundo, su propia vida. Y así encontramos un mundo original y humano 
en donde sus personajes no dialogan, viven unos junto a los otros, creando mundos 
paralelos. 
 
 
 
 
 
 
                                                            
67 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 67. 
68 Nahum Megged, Rosario Castellanos Un largo camino a la ironía. Voz viva de México, 
Introducción, p.2 IX/61, 14. 
26 
 
1.2. Memoria histórica en Oficio de tinieblas 
Rosario Castellanos vive la transición de una sociedad latifundista y rural hacia 
otra que busca un desarrollo industrial. 
Vive ese cambio de la concepción colonial, pero sabe que toma tiempo y que las 
transformaciones traen riesgos como el desmoronamiento de certidumbres. Sin 
duda, los habitantes de regiones como las de Chiapas se resistían a modificar su 
esquema de vida sostenido por siglos. 
El pasar de una economía agrícola, típica de las comunidades indígenas,a una 
economía industrializada especialmente para las zonas marginadas de la provincia 
chiapaneca, implicaba cambiar siglos de hábitos e ideas muy arraigadas en los 
indios; por ello, el proyecto de nación, de unidad y de justicia social que se inició 
con el gobierno cardenista, se topó con una serie de impedimentos importantes. 
El costo humano era muy alto, ya que se buscaba el surgimiento de un nuevo 
tipo de sociedad basado en el desarrollo capitalista. 
Cualquier modificación en este sentido implicaba, además, transformaciones en 
las relaciones sociales con sus correspondientes expresiones ideológicas; entre 
ellas, los indios debían cambiar su concepción de casta a una concepción de clase, 
lo cierto es que los indios se resistieron y hasta le fecha lo siguen haciendo. 
La miseria, el hambre, la enfermedad y las conductas antisociales son algunas 
consecuencias de esa resistencia. 
 El narrador en Oficio de tinieblas dice que: 
[Los indios] llevaban tan en la médula el sentimiento de que la inferioridad era su 
condición verdadera, que se escandalizaban contra quienes pretendían 
imponerles un nuevo fardo: el de la dignidad. Hacía tiempo que los indios habían 
abdicado de ella y creían haberla perdido para siempre69. 
 
Van Dijk refiere en su conferencia que “los grupos dominantes saben que para 
controlar los actos de los otros es necesario controlar sus estructuras mentales. Los 
actos son intenciones y controlar las intenciones implica lograr controlar los actos”70. 
Sin embargo, no es la voz del indígena la que habla, sino una voz más consciente 
que exterioriza su visión ante tal posición. Esa voz no juzga, tan sólo expresa lo que 
ve. 
                                                            
69 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 155. 
70 Teun A. van Dijk, Discurso, poder y cognición social, 11. 
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 Como ya se dijo, Rosario Castellanos se basa en el movimiento cardenista para 
situar Oficio de tinieblas. El pasado sirve para explicar el presente, pero se refresca 
con sueños de un futuro diferente. He aquí algunos ejemplos: cuando el idealista 
Ulloa sueña con un mundo donde “hombres instruidos […] hacen naciones 
prósperas. Y se imaginaba un mundo sin miseria, sin conflictos, cuando todos los 
hombres hubiesen alcanzado un mismo nivel de conocimientos”71. 
Ulloa pensaba que los indios debían participar y poner un gran esfuerzo “para 
igualarse con los demás mexicanos para llevar una existencia digna y respetada”72. 
Otro párrafo más que refuerza esta idea: 
el indio, igualado, alzado por una disposición del gobierno, ya no andará como 
ahora, siempre pegado a la pared como buscando protección en ella; no se 
deslizará lo mismo que un animal furtivo, temeroso de la reprimenda, de la orden 
que jamás acierta a interpretar, de la pregunta para la que no tiene más que 
respuestas inadecuadas y balbucientes. Ya no se detendrá ante el amo sin 
atreverse a levantar los ojos. Cuando este indio hable ya no lo hará con una 
vocecilla de ratón, adelgazada hasta lo increíble “para no faltar al respeto”. […] 
Ya no será un delito dirigirse al patrón como a cualquier otro hombre73. 
 
Como se ve, la realidad indígena es presentada objetivamente y la voz narrativa 
reconoce que es necesaria una transformación para que se produzca un cambio de 
actitud y de sentir. Al respecto Van Dijk opina que: 
La noción de poder involucra sobre todo el concepto de control sobre dos 
instancias: los actos de las personas y la mente de las personas; es decir, hablar 
de poder es hablar de control. El control remite a la limitación de la libertad de 
acción de otro. El poder moderno consiste en influenciar a los otros por medio de 
la persuasión para lograr que hagan lo que se quiere. Los grupos que tienen 
acceso a esas formas de poder y de control social son generalmente grupos que 
han sido legitimados y tienen a su vez acceso al discurso público74. 
 
La voz narrativa reitera enormes dificultades que enfrentan estas 
transformaciones; quizá por eso la fuerza opaca la justicia y por ello, personajes 
como Cifuentes (el dominador), crecen y prevalecen al final de todo; y tal vez por 
eso personajes como Ulloa, tan deseosos de justicia y llenos de honestidad, 
carezcan de fuerza y solidez y sean expuestos como ingenuos, débiles y confían en 
                                                            
71 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 57. 
72 Ibídem, 60. 
73 Ibídem, 150. 
74 Teun A. van Dijk, Discurso, poder y cognición social, 12. 
28 
 
que la justicia llegará través de disposiciones oficiales, sin saber que esto es muy 
dudoso por la misma condición en la cual se encuentran los hombres. 
El tono en que se expresan estas ideas marca perfectamente la situación real, la 
posición del indio, su actitud ante el “amo”; su manera de vivir dentro de ese 
entorno y lo que pudiera ser su vida si se percibiera como “igual” ante los demás. 
En Oficio de tinieblas se menciona que “sólo los jóvenes, cuyo brío no había sido 
aún totalmente refrenado, conservaron […] una inquietud, una semilla que, para 
germinar, tendría que romper la dura costra de la inercia y de la conformidad”75. 
Nuevamente se refuerza este concepto de temor al cambio al hacer hincapié en que 
se debía romper la inercia y la conformidad y se plantea esto como algo que sólo 
puede ocurrir en un futuro. 
El deseo de una transformación implicaba entonces, como ahora, un 
enfrentamiento entre visiones mítico-religiosas y la historia en sí. La idea era pasar 
de la regresión a la progresión histórica y la realidad era que había demasiados 
términos en oposición y muchos contrastes entre el mundo de los ladinos y los 
indígenas. 
A lo largo de la historia mexicana encontramos momentos de rebelión y lucha 
abierta, resistencia pasiva y dos fases de una misma lucha: conservar y defender el 
reconocimiento de la especificidad ética y cultural. 
Es muy importante considerar qué tan importante fue la lucha armada y cómo la 
resistencia cotidiana se presentó entre ladinos e indígenas. Sus formas son muy 
diversas y van desde la conservación de prácticas prohibidas por los dominadores 
como enterrar el cordón umbilical de los recién nacidos, etc., hasta el apego 
aparentemente insensato de conductas establecidas, como la que practican los 
tzotziles al momento de preparar la cosecha en donde realizan tres misas en 
distintos momentos del calendario tradicional: una cuando se quema y desmonta el 
terreno que se sembrará y que es para el Dueño de la Montaña y la Santa Tierra. 
Una segunda misa al viento “para impedir que quiebre las cañas de maíz, y expide 
por la suerte de la futura cosecha” y una tercera misa que marca el fin del año ritual 
                                                            
75 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 63. 
29 
 
y que coincide con la cosecha76 ; más el apego a la tradición indígena y a sus 
costumbres para hacer posible un espacio definido de cultura propia. 
Rosario Castellanos explica esto en varias de sus obras y en el texto “La tregua” 
del libro Ciudad Real nos muestra cómo: “[…] los ritos continuaban siendo 
observados con exacta minuciosidad. Las mujeres aún continuaban destetando a 
sus hijos dándoles a chupar un trapo empapado de posh”77. 
Una y otra cultura buscaba la forma de prevalecer, de no sucumbir. Los indios 
anhelaban terminar con las injusticias de los blancos y los blancos creían a los indios 
incapaces de saber qué hacer con su futuro. 
El hecho de que los blancos fueran los vencedores orilló a los indígenas a 
segregarse en su afán de conservar su cultura propia. 
Como señala Guillermo Bonfil, la presencia de “dos civilizaciones significa dos 
proyectos civilizantes, dos modelos ideales de la sociedad a la que se aspira, dos 
futuros posibles diferentes”78. 
Bonfil subraya en su obra que cada grupo social establece los “códigos que le 
permitancomunicarse entre sí: un idioma que expresa además la peculiar visión del 
mundo, el pensamiento por el grupo a lo largo de su historia; una manera de 
gestos, de tonos de voz, de miradas y actitudes que tienen significado para 
nosotros, y muchas veces sólo para nosotros”79. 
Con todo, la convivencia se dio entre estos grupos sociales, precisamente por 
estar en un mismo espacio y en un mismo tiempo, dando origen a procesos de 
apropiación en donde ciertos elementos culturales ajenos fueron tomados, como por 
ejemplo, el de ofrecer servicios laborales a cambio de un sueldo, algo totalmente 
inusual entre los indígenas. 
Lo cierto es que hay una eterna búsqueda de “alivio”, sin conseguirse jamás a 
cabalidad. Los indios no son aceptados; los ladinos vigilan que no cambie su 
situación de amo para no perder sus privilegios; los abandonados (mujeres, por lo 
general) buscan el consuelo en el amor o en no perder su lugar dentro de la 
                                                            
76 Cristina Barros, La ritualidad del maíz. Su espacio y su tiempo, 49 (v. López Austin. 
Tamoanchan y Tlatocan,F.C.E. México, 1994, p. 117) 
77 Rosario Castellanos, “La tregua” en Ciudad Real, p.35. 
Nota: El posh es una bebida tradicional que nace de la fermentación del maíz. 
78 Guillermo Bonfil. México profundo. Una civilización negada, 9. 
79 Ibídem, 47. 
30 
 
sociedad; y la justicia no puede ejercerse porque hay poca participación por parte 
de los oprimidos y porque los dominantes no ceden su poder. 
 He aquí este ejemplo de Oficio de tinieblas en donde César Santiago, joven 
rechazado por los ladinos de Ciudad Real por su “dudosa” posición social, está 
plenamente convencido que no es fácil cambiar la idiosincrasia del indio, pues 
“aunque usted les dé las razones más satisfactorias y se las explique 
minuciosamente. Se pierde el tiempo nada más”80. 
Esta manera de percibir al indígena va de acuerdo con un hombre que no está ni 
a favor ni en contra de ellos, que no se deja influir por ideologías; es alguien que 
realmente ve cómo es la situación y no espera un cambio de la noche a la mañana. 
César Santiago sabe que el indio no entiende y ve muy difícil hacerlo 
comprender; en cambio Ulloa, el idealista, lucha porque cree en la igualdad entre 
indígenas y ladinos pues ” ningún hombre es superior a otro”81 ; pero termina por 
convencerse cuando, 
[…] teniendo ya los resultados de su actitud ante la vista, no podía menos que 
reconocer que su opositor acertaba y había errado. Por otra parte sabía que ya 
no era ni oportuno ni posible hacer una tentativa de ejercicio de esa autoridad 
que tan necia y precipitadamente había desechado82. 
 
Para entender esta situación y no juzgarla sin comprender, una y otra vez el 
narrador en Oficio de tinieblas nos sitúa en el punto de vista de cada grupo y así 
veremos que el hacendado estaba convencido de que los “indios precisaban una 
tutela, ¿y quién iba a ejercerla mejor y más beneficiosamente para todos que los 
patrones”83; o este otro ejemplo tomado del mismo texto, en donde los coletos se 
ven forzados a ceder ante algunas exigencias gubernamentales, pero no por ello 
iban a cambiar mucho su actitud, si bien eran capaces de 
(los hacendados de) conceder alguna mejoría en el trato de sus peones, […] no 
iban a transigir nunca en que los indios creyeran que habían conquistado un 
derecho. El patrón debería ser siempre la divinidad dispensadora de favores, de 
beneficios gratuitos y de castigos merecidos84. 
La forma de expresarse del ladino es la de un conquistador, y sólo si él lo desea, 
es capaz de conceder ciertas mejoras a sus subordinados. Pero no considerará 
                                                            
80 Rosario Castellanos, Oficio de Tinieblas 346. 
81 Ibídem, 346. 
82 Ibídem, 346. 
83 Ibídem, 234. 
84 Ibídem, 155. 
31 
 
jamás como una obligación. Su criterio será siempre el de aprobar o no un favor a 
quien está a su merced. 
Van Dijk afirma que, 
el poder es una forma de control sobre los actos y sobre las estructuras mentales 
de las personas. Es también limitación de libertad en general: cuando yo puedo 
controlar los actos de alguien puedo limitar su libertad85. 
 
Otra fuerza que sometió al indígena fue sin duda el factor religioso; también para 
los representantes de la Iglesia, los indios eran vistos como seres inferiores: almas 
que se debían salvar, una mano de obra útil. 
No hubo ciertamente una total aceptación de la religión impuesta, pues les 
resultaba incomprensible, como aparece señalado en Oficio de tinieblas cuando 
Manuel, el sacerdote, se dirige a sus feligreses indios: “tronaba desde el púlpito en 
un idioma extraño; decretaba mandatos absurdos, se enternecía por motivos 
incógnitos. Podía temérsele, sí, reverenciársele. Pero quererlo, entregarse a él, 
jamás”86. 
Castellanos conoce la historia y la vive en carne propia, lo que le da la 
oportunidad de exteriorizar a través del narrador o del personaje lo que acontece en 
Ciudad Real. 
En cuanto al punto de vista indígena se resaltan algunas concepciones propias de 
su cultura, de tipo mágico-realista. Encontramos varios ejemplos en la novela, como 
cuando la nana expone a Idolina ese mundo donde se explicaban las enfermedades 
por la presencia de un gran “pukuj” * que arrastraba niños y se los llevaba “lejos 
volando, a otro paraje. Muchos lo vieron volar. Muchos de nuestros mayores en 
cuya boca no cabe la mentira”87. 
 
 
 
 
 
 
                                                            
85 Teun van Dijk, Discurso, poder y cognición social, 30. 
86 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 216. 
87 Ibídem, 40. 
*Nota: Pukuj.- Los tzotziles, los hombres murciélago, llaman al diablo "Pukuj". 
32 
 
1.3. Figuras de alteridad en Oficio de tinieblas 
 
Castellanos levante el velo de la tragedia entre los dos pueblos que componen su 
país: indio oprimido y blanco dominador y ostentador de ideas transformadas en 
verdades. 
Esto concuerda con la teoría marxista que enfatiza la importancia del medio 
ambiente, la historia y las relaciones sociales que se establecen en una sociedad 
donde conviven diferentes clases. 
Luis Villoro, cita a Marx y Engels, comenta el hecho de que estos autores ya 
hablaban del concepto ideología y lo mencionaban como “un tipo de “conciencia 
falsa” determinada por las relaciones sociales”88. 
Luis Villoro opina que: 
Una situación de dominio requiere ciertas creencias comunes destinadas a 
alcanzar el orden existente. Un pensamiento que responde a intereses 
particulares de una clase, de un grupo, intenta justificarlas. El concepto de 
ideología corresponde a este tipo de pensamiento y a las creencias que 
origina.89 
Irónicamente esa vida y costumbres se heredan de generación en generación; 
costumbres que incluían la forma de educar a los hijos como vemos en el trato que 
le daba Catalina a Domingo en Oficio de tinieblas: 
la ilol se acercaba a Domingo [su hijo adoptivo] para servirlo, no para mimarlo. 
De las manos se le caían las caricias, de los labios los nombres de ternura. Pero 
estos renunciamientos de Catalina, esta distancia, eran la tierra en que estaba 
germinando la hombría del muchacho.90 
 
En Oficio de tinieblas se describe el mundo blanco, sus leyes, su forma habitual 
de vivir y el trato que se le daba al indio. Los intereses particulares de clase, con 
matices ya impuestos de intereses generales.     
 Es el mundo “normal” del hombre dominador; su superioridad y avaricia que 
desde la Colonia se estableció en todo el país y siguió presente hasta muchos siglos 
después en zonas marginadas. Esto se puede apreciar en “La muerte del tigre” en 
los cuentos de Ciudad Real: 
Porque la codicia de los caxlanes no se aplaca ni con la prelación ni con los 
tributos. No duerme. Vela en ellos, en sus hijos, en los hijos de sus hijos. Y los

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