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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS SISTEMA UNIVERSIDAD ABIERTA Y EDUCACIÓN A DISTANCIA LA ALTERIDAD EN OFICIO DE TINIEBLAS DE ROSARIO CASTELLANOS TESIS QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN LENGUA Y LITERATURAS HISPÁNICAS PRESENTA RAINHILDE EDITH SCHWARZ HENNING ASESORA: DRA. HERLINDA DABBAH MUSTRI MÉXICO, D.F., Junio 2011. UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Agradecimientos Quisiera agradecerle a la Dra. Herlinda Dabbah sus múltiples sugerencias y comentarios que hicieron que este trabajo se enriqueciera enormemente. Sin su orientación y aportaciones, este trabajo hubiera tomado otro giro y, sinceramente, creo que gracias a sus sabios consejos, se ha logrado algo más que lo que se planteó como proyecto inicial, permitiendo, además, incrementar mis conocimientos en muchos campos no vislumbrados por mí. Igualmente importante para mí, es el haber tenido la oportunidad de convivir y conocer a la Dra. Dabbah en diversas circunstancias y me siento muy afortunada de haber tenido ese privilegio. Herlinda, ¡eres una bellísima persona. Muchas gracias por todo! También quiero agradecer a la Maestra María de Lourdes Penella por toda su colaboración para facilitar las tareas en todos los trámites relacionados con la titulación; y, sobre todo, por permanecer en mi memoria como esa maestra que en cada clase entregaba verdadera pasión al transmitir sus conocimientos. ¡El asistir a tus clases era entrar en otro mundo, Lourdes, cada momento una experiencia inolvidable! Son incontables los maestros en los que verdaderamente valoro su calidad humana, además de reconocer su profesionalismo y magnífica actitud al impartir sus enseñanzas. Entre ellos no quisiera dejar de mencionar a la Dra. Beatriz Arias, a la Maestra Rosalinda Saavedra y al Lic. Norma Macías. Además de haber aprendido de ustedes, me llevo el valioso recuerdo de unas personas que aún conservan valores que para muchos han dejado de existir. Reconozco, con mucho cariño, el que nuestra Máxima Casa de Estudios, la U.N.A.M., nos permita contarnos entre los afortunados de tener a nuestro alcance tan maravilloso mundo impartido a través de los libros y personal altamente capacitado y que permitirá a nuestras mentes y almas caminar por los mundos que elijamos. El ansia de saber no termina nunca y todo cuanto nos rodea es motivo de aprendizaje Para ustedes, mis seres más queridos que vivieron conmigo tan grande, apasionada y extraordinaria experiencia: Marce, Astrid, Emilio. ¡Siempre serán para mí lo más importante y maravilloso de mi vida! Agradezco igualmente a todos aquellos que también estuvieron a mi lado todo este tiempo apoyándome incondicionalmente: Mamá, Hugo, Alfonso, Nadia, Nelly, mis queridos compañeros de clase y tú. ÍNDICE INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………… ………… 1 CAPÍTULO 1. La alteridad en Oficio de tinieblas de Rosario Castellanos……………………………………………………………………..…….4 1.1 Zonas de otredad en Oficio de tinieblas……………………….8 1.2 Memoria histórica en Oficio de tinieblas…………………….. 26 1.3 Figuras de alteridad en Oficio de tinieblas………………….32 CAPÍTULO 2. La alteridad en el espacio físico y social en Oficio de tinieblas……………………………………………………………………..46 CAPÍTULO 3. Interlocutores en conflicto……………………………………………..68 CONSIDERACIONES FINALES…………………………………………………………..85 OBRAS CONSULTADAS 1 La alteridad en Oficio de tinieblas de Rosario Castellanos INTRODUCCIÓN El propósito de este trabajo es analizar, en algunos pasajes de Oficio de tinieblas de Rosario Castellanos, la perspectiva desde la que se escribe sobre los indígenas y los coletos, así como el reducto de ambos “mundos” en relación con el otro. Esta obra se eligió por ejemplificar magníficamente el concepto de alteridad u otredad entre los personajes participantes. Asimismo se pretende estudiar el empleo del lenguaje en algunos fragmentos donde los personajes hacen un uso particular del castellano con distinta carga semántica, lo que permitirá analizar el desencuentro lingüístico como resultado de un desencuentro cultural; es el caso del ladino y del indígena aunque, en el mismo contexto, ocurre entre el hombre y la mujer, quienes a pesar de compartir la misma lengua, ésta los separan debido a aspectos culturales, sociales y hasta sexistas. Esta forma de abordar el estudio de Oficio de tinieblas se propone como algo novedoso, pues la mayoría de los estudios se han enfocado en aspectos psicológicos de los personajes o en aspectos sociológicos en general. Si bien se ha tratado el tema de la subordinación ladino-indígena (y la de la mujer en relación al hombre), en este estudio se ha enfatizado la forma como Rosario Castellanos emplea el lenguaje para lograr establecer la carga semántica que conlleva. Para poder analizar este uso del lenguaje en los diferentes grupos o personajes que participan, se estableció la voz narrativa y, siguiendo el criterio de Teun A. van Dijk, se analiza “cómo el discurso contribuye a la reproducción de la desigualdad y la injusticia social determinando quiénes tienen acceso a estructuras discursivas 'y de comunicación aceptables y legitimadas por la sociedad”1. Al resaltar el poder del lenguaje, el lector podrá apreciar cómo cada personaje participante hace uso del mismo dentro del contexto que le toca desempeñar en la novela. Para lograr esto, la autora, mediada por un narrador omnisciente, coloca a sus personajes en una perspectiva que nos permite ver un mundo coleto u occidental 1 Teun van Dijk, Discurso, poder y cognición social, 7-8. 2 contrastado con el mundo indígena, además de marcar diferencias muy acusadas en la conducta del hombre y de la mujer. Al hacerlo, origina diversos puntos de vista sustentados en diversas costumbres, herencias culturales, rangos sociales, etc., para luego presentarnos la forma como se defienden las actitudes de unos y otros. En este estudio se subrayan los aspectos sociales, históricos y biográficos de la autora que permiten contextualizar el hibridismo propio de algunas zonas de Chiapas, por la estrecha convivencia entre ladinos e indígenas, así como la forma en que son percibidos los coletos por los indígenas y viceversa. En el primer capítulo, con base en el intratexto se ofrece un recorrido histórico y social de la situación del México de principios del siglo XX, tanto de los indígenas con relación a los ladinos, como de la situación de la mujer, siempre subordinada al hombre; inferencias todas que se desprenden del narrador, dándole al lector los diferentes puntos de vista de cada uno de los mundos descritos, así como las actitudes y razonamientos que defiende y apoya cada sector. En el segundo capítulo se estudia la alteridad en el espacio físico y social. Se observa cómo la historia se subordinaa los móviles que persigue la novela, cuyo espacio físico y social funciona de marco y sostén del mundo narrado. La presencia de un narrador omnisciente permite a la autora profundizar en los rasgos físicos y psicológicos de sus personajes, además de externar juicios basados en el conocimiento de las actitudes y posiciones que desempeñan según el papel que les toca representar en “su mundo”. La repetición de ciertos patrones sociales refuerza los patrones y modelos que fortalecen la verosimilitud del relato. Finalmente en el último capítulo vemos la interacción entre dos “mundos diferentes”, en donde el dominante tiene la tendencia a querer cambiar radicalmente al subordinado. Las diferencias entre estos dos grupos culturales dan lugar a que ambos se perciban como “diferentes”. Sin embargo, la convivencia forzada entre ambas culturas dio lugar a la instauración de ciertas normas que se imponen y prevalecen para lograr una “adecuada relación” entre el que manda y el que debe obedecer. 3 Para este estudio se optó por un método ecléctico que permita diversos acercamientos a la literatura, tanto desde el punto de vista del escritor como de la obra o lector. Oficio de tinieblas cuenta con material suficiente para ser analizada bajo cualquiera de estas perspectivas: si consideramos a los teóricos románticos que hacen hincapié en la mente y vida del escritor, a los defensores de la teoría de la recepción que se enfocan en las experiencias del lector y a los formalistas que centran su atención en la obra, a la crítica marxista que considera fundamental el contexto social e histórico o a los estructuralistas que analizan los códigos utilizados en la elaboración del significado, podemos afirmar que cada una de estas teorías podría ser aplicada individualmente. Diversas propuestas para analizar algunos aspectos de la narratología fueron tomadas de las obras El espacio en la ficción y El relato en perspectiva, ambas de Luz Aurora Pimentel. Con su ayuda se logró explicar cómo la autor, tal vez desde el narrador, percibe ese mundo compartido por “el otro”, pero que converge en un mismo espacio y en un mismo tiempo. Además, expresa su punto de vista ante esas realidades probablemente influidas por vivencias personales, en donde su propia cultura, psicología y experiencia, ejercen su papel, aunque nunca deja de escucharse la voz del “otro”. Ni la mujer ni el indio (los subordinados) se presentan idealizados, más bien se caracterizan de una forma objetiva. Se comprenden sus razones, a veces, con ayuda de expresiones irónicas. La autora misma señala que fue necesario: (penetrar) en la psicología del personaje. (Dar) antecedentes de sus vidas para, de esta manera, ayudar a comprender su conducta. En ocasiones parecen reaccionar de un modo arbitrario si nos desentendemos de sus antecedentes. La arbitrariedad existe y subsiste porque en la situación en que se encuentran no rige la justicia sino la fuerza2. Por último se exponen algunas consideraciones basadas en el estudio realizado. 2 Emmanuel Carballo, Protagonistas de la literatura mexicana. México. Porrúa, 508. 4 1. LA ALTERIDAD EN OFICIO DE TINIEBLAS DE ROSARIO CASTELLANOS 2. Empecemos por definir alteridad u otredad con el objeto de analizar cómo Rosario Castellanos presenta y desarrolla este concepto a lo largo de Oficio de tinieblas apoyándose en el papel que desempeñan los diversos personajes participantes y cómo el lenguaje interviene para establecer esta diferenciación. Platón, que la llama “lo otro”, le da el rango de ser una de las propiedades generales de las ideas o formas, junto con el movimiento, la quietud, la existencia (o el ser) y la igualdad, y es lo que hace que cada cosa sea otra respecto de las demás3. Hegel da a la alteridad un lugar destacado: En el otro, Yo intuyo en aquélla a mí mismo como yo, inmediatamente, pero contemplo también allí un objeto, que es inmediatamente existente, y, como yo, es absolutamente otro y autónomo frente a mí. […] Es una lucha, puesto que yo no puedo saberme como mí mismo en el otro, hasta que el otro es para mí otra existencia inmediata; yo soy dirigido por esto a suprimir esta su inmediatez. Igualmente yo no puedo ser reconocido como inmediato, sino en cuanto yo suprimo en mí mismo la inmediatez, y confiero así una existencia a mi libertad. […] La lucha del reconocimiento es, pues, de vida o muerte; cada una de las dos autoconciencias pone en peligro la propia vida y la del otro.[…] la lucha termina ante todo como negación unilateral con la desigualdad; es decir, que uno de los dos combatientes prefiere la vida y se mantiene como autoconciencia singular, pero renuncia a su pretensión a ser-reconocido; pero el otro en cambio se aferra a su autorrelación y es reconocido por el primero como un sometido. Ésta es la relación de la señoría y de la servidumbre. […]La fuerza, (que) es fundamento en este fenómeno, no es por esto fundamento del derecho […]. […] el señor tiene en el siervo y en el servicio servil la intuición de la validez del propio ser-por-sí singular. Y precisamente lo intuye mediante la supresión ser ser-por-sí inmediato, que cae en otro.[…] La autoconciencia universal es el saber afirmativo de sí mismo en otro sí mismo, cada uno de los cuales, como singularidad libre, tiene autonomía absoluta;[…] se sabe reconocido en el otro individuo libre, y lo sabe en cuanto reconoce al otro y lo sabe libre4. La filosofía contemporánea en autores sobre todo como Husserl, Sartre, Merleau- Ponty y Levinas, ha desarrollado el concepto de alteridad como la presencia necesaria del otro, no sólo para la existencia y constitución del propio yo, sino sobre todo la constitución de la intersubjetividad5. 3 Platón, Sofista, 77. 4 Georg W.F. Hegel, Filosofía del espíritu, 58-61. 5 Enrique Dussel, La Filosofía de la Liberación, 5. 5 Es interesante el concepto de Luis Villoro que diagnostica la situación del hombre moderno como una condición de “enajenación”, de aislamiento y soledad, respecto de la cual la idea de “comunión” (de integración, de comunidad) aparece como una posibilidad lejana, casi perdida. Lo que encontramos es un profundo extrañamiento, un distanciamiento, o un enfrentamiento incluso, entre el sujeto y la realidad. Para el pensamiento moderno, explica el filósofo, “todo movimiento de simpatía, de comunicación afectiva con el mundo, se considera pueril ilusión o burdo antropomorfismo”6. En este trabajo la noción del “otro” se referirá a la existencia de un sujeto distinto de “mi yo” (siempre situándose desde el punto de vista del que está hablando o actuando al referirse a alguien más). El lenguaje ayudará a distinguir a cada uno de los participantes y con ello “sus diferencias”, pues es precisamente la forma tan distinta de utilizar el lenguaje lo que nos permitirá diferenciarlos. Luis Villoro considera que la experiencia del otro es, por excelencia, la experiencia de una trascendencia irreductible. En esto consiste el carácter propio y específico de la otredad: en que no se puede determinar ni definir y de lo que sólo podemos hablar adecuadamente en términos negativos: “lo que no es tal o cual”. Surge así la paradoja de un ser —el otro— cuyo aparecer es su “no aparecer”. Los actos y discursos del otro “no concuerdan exactamente con las motivaciones que yo les había prestado y con los cuales había creído poder determinarlo”7. En Oficio de tinieblas se muestran los problemas sociales que pueden suscitarse cuando criterios diferentes pugnan por hacerse valer.Rosario Castellanos incorporó en su obra a diferentes grupos: Los indígenas, que ejemplifican a la gente oprimida, despojada de todo, con idioma y costumbres propias. Dentro de los indígenas habría que diferenciar a aquéllos que sirven a los coletos, pues éstos no son aceptados ni por los segundos ni por los indígenas, pero cuentan con cierta protección de los ladinos. 6 Luis Villoro, Soledad y comunión, 116. 7 Luis Villoro, Soledad y comunión, p. 124. 6 Los ladinos o coletos, señores poderosos, terratenientes blancos y herederos de una cultura de conquistadores. Ellos serán los defensores de su jerarquía y dominarán a toda costa. La mujer, tanto ladina como indígena, en ningún caso autónoma y bajo el dominio del hombre. Los extranjeros o gente que proviene de otro lugar con diferente educación y que no se adapta fácilmente a las normas preestablecidas por esa sociedad a la que pretende integrarse. La controversia entre dos mundos excluyentes, es presentada a través de todos los personajes que participan en la novela, ya sea mediante sus actitudes, sus pensamientos o costumbres y el lenguaje seleccionado para cada grupo es representativo de su idiosincrasia. Muchos de los actantes operan como contrarios- complementarios, parejas que conforman las dualidades eje de la novela: uno hace las veces de opositor y de freno y el otro desempeña una función motriz y catalizadora, como es el caso de Fernando y Leonardo; de Julia e Isabel. El conflicto permite al lector detectar los diferentes criterios de todos los personajes participantes y ver cómo cada uno los defiende convencido de que “ésos” son los adecuados. La diversidad de criterios o culturas está unida por un espacio común pero separado por ese universo histórico diferente, llámese indio-ladino u hombre-mujer. De allí que la forma de expresarse sea diferente y por ello, ajena al otro. Si hablamos del poder de la clase dominante, sus representantes están ejemplificados de muy diversas maneras, pero uno de sus rasgos más claros es el de la incomunicación con otros grupos sociales. La imposición del idioma y la suplantación de las lenguas indígenas significaron un factor importante en el proceso de dominación ya desde la Conquista, aunque el propósito haya sido unificar lingüísticamente a las colonias españolas. Toda imposición de lo ajeno debilita la visión del mundo habitual y orilla a transformaciones, que muchas veces no son bien aceptadas o incluso, rechazadas. Pero la falta de comunicación también se ejemplifica dentro de la misma clase social a través de gente que viene de otra parte de la República y que no comulga 7 con la ideología de Ciudad Real, como sucede entre Cifuentes y Ulloa, o cuando se ejemplifica el dominio masculino sobre la mujer. El narrador es un elemento que toma forma a partir de una mirada organizadora (la de Rosario Castellanos) que situándose en determinadas perspectivas da voz al personaje en cuestión; consecuentemente, se reordena el tiempo y el espacio de acuerdo con la situación y se proyecta un particular punto de vista. Iniciémos con el análisis de la alteridad u otredad en Oficio de tinieblas y cómo la autora a través de aspectos tales como la utilización del lenguaje, ejemplos de situaciones, etc., nos muestra magistralmente este concepto. 8 1.1. Zonas de otredad en Oficio de tinieblas. El hecho de haber crecido en Comitán, Chiapas, permite a Rosario Castellanos vivir los dos mundos que allí prevalecían: el mundo de los mestizos o blancos, denominados en esta zona ladinos, coletos o caxlanes, y el mundo indígena. Castellanos pertenecía a la clase adinerada, pero la estrecha convivencia con su nana indígena la marcaría para siempre y le permitiría conocer el mundo indio. La sociedad comiteca, de la que formaba parte, conservaba muchas costumbres coloniales y, dentro de éstas, el papel y situación de la mujer era de una total subordinación al hombre. El que las mujeres no pudieran expresarse o incluso el hecho de tener que permanecer calladas se aprecia en muchos personajes femeninos de Oficio de tinieblas, donde ese silencio exigía que “en cada respiración [se ahogara] un sollozo de rabia impotente, un alarido de dignidad pisoteada”8. El narrador expresa el coraje que experimenta el personaje femenino ante su imposibilidad de rebelarse por el trato que recibe de su esposo. Simone de Beauvoir propone “la destrucción del patriarca, sólo si las mujeres escapan de su objetificación”9, y eso en el entorno en que creció la autora era prácticamente imposible. En toda la novela, vocablos tales como impotencia, alarido, dignidad pisoteada y ahogo de sentimientos son propios de la mujer oprimida y van siempre unidos a ella, tal vez para reforzar la imagen de la situación y sentir de la mujer de esa época; bien pudiera ser la voz de Rosario Castellanos expresando su propia experiencia a través del narrador. Y aquí hay otro ejemplo en donde la aguda observación de la escritora del papel femenino nos muestra cómo las mujeres callan y se ahogan incesantemente en una vida cotidiana por aceptar una situación impuesta sin poder librarse de “la opresión de una rutina sin horizontes […]”10. El padre de la autora, César Castellanos, hombre cuyo apellido era sinónimo de abolengo en la sociedad comiteca de su tiempo, se casó con una costurera 8 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 67. 9 Ibídem, 185. 10 Ibídem, 178. 9 de oficio, doña Adriana Figueroa, conjugación de clases que representó una afrenta para la “gente bien” de aquella época. La figura paterna es predominantemente fuerte, pero un tanto ajena. Veamos esta descripción que se hace de quien podría ser el padre de Rosario Castellanos: [el padre] dios cotidiano y distante cuyos relámpagos iluminaban el cielo monótono del hogar y cuyos rayos se descargaban fulminando no se sabía cómo, no se sabía cuándo, no se sabía por qué. El padre, ante cuya presencia enmudecen de terror los niños y de respeto los mayores. El padre que desata el cinturón de cuero para castigar, para volcar sobre las mesas el chorro de monedas de oro11. Al describir al padre, el narrador inminentemente resalta la fuerza bruta del personaje, ante el cual todos se debían someter. Se aprecia el miedo que se siente ante su presencia y también se señala que ese hombre sólo era capaz de otorgar bienes materiales en recompensa a su sumisión. En todas las referencias al padre encontramos la carencia de sentimientos gratos; no hay acercamientos por parte de los hijos y mucho menos de la esposa; no se encuentran rasgos de confianza ni de cariño. Hay una marcada lejanía: es un dios cotidiano y distante. Tal vez por ello, al referirse a la madre, y en general a la mujer, se hace más palpable la fuerza y el poder del hombre, pues la figura femenina está totalmente opacada por la del varón. En el caso de Rosario Castellanos su madre fue de origen humilde y, por la diferencia social con su marido, tenía un fuerte sentimiento de inferioridad. En todo proceso de desconocimiento y negación del otro, en este caso de la mujer ante el hombre, existe un mecanismo de construcción y definición del ser que somete y esto lo hace desde los marcos ideológicos y las estrategia que él mismo impone. El otro está condenado a ser un “objeto” para el “yo”; siempre “es” lo que el “yo” define, capta, interpreta y quiere de él; no hay posibilidad de inversión de los papeles, de intercambio y de reciprocidad entre ambos polos. Por esto, además, la aprehensión del otro siempre conduce a un desconocimiento o a una falsificación. El sujetono se detiene en la realidad y en la experiencia efectiva del ser del otro; pronto limita esta experiencia y remite los datos que 11 Ibídem, 285. 10 tiene ante sí a los marcos de costumbres previas, de una concepción preestablecida. Independientemente de las diferencias entre las distintas concepciones ideológicas, todas ellas padecen un mismo defecto: su incapacidad para rebasar el cerco del pensar que opera en todo momento según el principio de la identidad. La falta de amor entre este matrimonio y un rechazo, sobre todo por parte de su madre, es algo que la autora vive desde muy temprana edad. Pero como menciona Barthes, “los lectores son libres de abrir y cerrar el proceso de significación del texto sin tener en cuenta el significado”12. A través del narrador se describe la soledad, sentimiento muy conocido por la autora, y que se plasma en Idolina, quien menciona que su madre sólo venía “cuando no tiene otra cosa que hacer. Y por compromiso”13. Veamos otro ejemplo: “cuando alguno está solo, solo de raíz y durante mucho tiempo, adivina las intenciones de los demás antes de que cuajen en actos y palpa los delirios ajenos y da nombre y substancia a las criaturas que los otros sueñan sin saberlo”14. Idolina, que representa al personaje abandonado en Oficio de tinieblas, es descrito por el narrador como ese ser que, desde el fondo de su reclusión, añoraba siempre la compañía, la ternura, la confianza, la amistad. Acechaba, en cada eco de los que resonaban en la acera, el paso de quien vendría a libertarla. Había aprendido a distinguir, con esa agudeza terrible de los solitarios, la prisa de los jóvenes, de los gozosos, de los que van en busca de la felicidad, la prisa de los angustiados, de los que corren a detener los destinos15. La ausencia del amor y la conflictiva relación de pareja, es una constante en la obra narrativa de Rosario Castellanos, a tal grado que ella internalizó una noción de pareja como sinónimo de enfrentamiento y no como vínculo amoroso. Muchos matrimonios de esa sociedad se arreglaban entre los padres por convenir a sus intereses y muchas parejas realmente no se amaban; es por ello que 12 Raman Selden, La teoría literaria contemporánea, 193. 13 Ibídem, 82. 14 Ibídem, 361. 15 Ibídem, 89. 11 encontramos al amor en la obra de Nahum Megged, Rosario Castellanos. Un largo camino a la ironía descrito como un “instrumento de la catástrofe”16. He aquí otro ejemplo, tomado de Álbum de familia de Rosario Castellanos, en donde la ausencia del marido significaba para las esposas un alivio, aun cuando no dejaba “de ser un detalle de buen gusto invocarlo de cuando en cuando”17. Aunado a estos conflictos familiares, la influencia de su medio ambiente resultó determinante en la medida en que sus padres obedecían los papeles establecidos por su condición y clase social y funcionaban como agentes transmisores de esa ideología. Veamos lo que nos dice el narrador en el cuento de Ciudad Real “El advenimiento del águila” de lo que debía ser el comportamiento correcto de una mujer en esa sociedad y las consecuencias a que debía sujetarse si faltaba a esos principios: Pero da la casualidad de que las mujeres de Ciudad Real no andan de partida suelta por las calles. Si por su gusto fuera, tal vez; pero hay padres, hermanos, paredes, costumbres que las defienden. Y no es cosa de meterse, de buenas a primeras, a gato bravo. Los mayores acaban siempre por vencer. O por desheredar18. Esa sutileza del narrador —si por su gusto fuera, tal vez…—, deja asomar un anhelo, esa voz que surge de atrás y que quisiera que esto fuera cierto y que no pueda callarse expresándolo abiertamente. Pero esa exclamación de inmediato es acallada y vuelve la realidad, pues hay que considerar que: hay padres, hermanos, paredes, costumbres que las defienden. Y no es cosa de meterse…..Los mayores acaban siempre por vencer. O por desheredar. Y aquí un ejemplo donde Isabel, la esposa del patrón exclama: “¡qué esperanzas que yo [mujer decente de Ciudad Real] anduviera de correchepe, como otras que conozco y que se pasan de sobradas! No, yo adentro de mi casa, como una reina, para eso tenía yo muchos que dieran la cara por mí”19. En el mundo de Comitán o cualquiera otra ciudad chiapaneca, la familia, la hacienda, la Iglesia y la institución militar eran de dominio masculino. Los personajes femeninos están atrapados en normas culturales que distorsionan sus voces o las silencian por completo. 16 Nahum Megged, Rosario Castellanos. Un largo camino a la ironía, 18. 17 Rosario Castellanos, “Cabecitas blancas” en Álbum de familia ,48. 18 Rosario Castellanos, “El advenimiento del águila” en Ciudad Real, 86. 19 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 20-21. 12 Al situarse deliberadamente en primer plano, el punto de vista de una voz ajena que se percata de esta situación permite poner de manifiesto la dominación masculina. Como diría María Estela Franco: “Rosario Castellanos nace bajo el signo de una sociedad provinciana, conservadora de un caudal de ideología sexista y clasista, de cuyos valores se nutrió, fue víctima y en parte reparadora” 20. Luz Aurora Pimentel señala en El relato en perspectiva: “[…] la experiencia humana […] no surge, como se dice, de la proyección de la literatura sobre la vida, sino que constituye una “auténtica exigencia del relato”21, lema que Castellanos utiliza aprovechando la voz del narrador para señalar costumbres y puntos de vistas de dos mundos. En seguida un ejemplo de Oficio de tinieblas para describir la percepción de una coleta en relación a los indígenas: “No, no somos nosotros los que los despreciamos ¡son ellos los que se sobajan”22. Isabel, esposa del hacendado, justifica su actitud hacia los indios y los culpa por subordinarse al amo de la forma en que lo hacen, lo que constituye otro tipo de estrategia semántica para referirse a una forma de diferenciar a los “otros” y que: es el hecho de transferir las opiniones propias a otras personas: No, no somos nosotros…..son ellos. Raman Selden dice en su Teoría literaria contemporánea que por lo general “nos negamos a permitir que un texto se mantenga al margen de nuestros marcos de referencia, insistimos en «neutralizarlos» y en borrar su textualidad”23. Volviendo a Rosario Castellanos, otra cosa que marcó su vida fue la muerte de su hermano, muerte que ella deseaba en su afán de verse querida, por lo que se sintió culpable y, como observa Fernando Martínez Ramírez: “Eran demasiadas cosas juntas para su espíritu infantil que quedó marcado como un espíritu solitario y dubitativo en donde pudieron convivir perfectamente el razonamiento analítico y la magia” 24. El hecho de que su hermano fuera varón y como en muchos matrimonios esto era muy importante, su madre la rechazó constantemente cuando el niño murió. 20 Ma. Estela Franco. Otro modo de ser humano y libre, 155 y 156. 21 Luz Aurora Pimentel, El relato en perspectiva, 7. 22 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 141. 23 Raman Selden, La teoría literaria contemporánea, 52. 24 Fernando Martínez Ramírez, Homenaje a Rosario Castellanos, 5. 13 De esa, primero niña observadora, surgirá posteriormente la voz de la mujer crítica, que a través de sus personajes con sus monólogos interiores y haciendo uso de su gran creación literaria, manifestará su propio sentir, sus propios criterios, esa visión de un mundo dividido, de un mundo diverso. Durante una entrevista que Elena Poniatowska realizó a Castellanos, ésta mencionó al comparar el papel femenino con el masculino: No es equitativo –asíque no es legítimo- que uno tenga la oportunidad de formarse intelectualmente y al otro no le quede más alternativa que la de permanecer sumido en la ignorancia. No es equitativo –y por ello no es legítimo-que uno encuentre en el trabajo no sólo una fuente de riqueza sino también la alegría de sentirse útil, partícipe en la vida comunitaria, realizado a través de su obra, mientras que el otro cumple con una labor que no amerita remuneración, y que apenas atenúa la vivencia de superfluidad y de aislamiento que sufre; una labor, que por su misma índole, perecedera, no se puede dar por hecho. No es equitativo y contraría el espíritu de la Ley que uno tenga la libertad de movimiento mientras el otro esté reducido a la parálisis. No es equitativo –luego no es legal- que uno sea dueño de su cuerpo y disponga de él como se le dé la real gana mientras que el otro reserva este cuerpo no para sus propios fines, sino para que se cumplan procesos ajenos a su voluntad. No es equitativo el trato entre hombre y mujer en México 25. La convivencia con los ladinos y los indígenas despierta en la escritora un interés social activo por su país, interés que unirá en su lucha por crear conciencia de la situación de la mujer mexicana, debida precisamente a que se encontraba aislada política, social, cultural y económicamente. Castellanos, a través de su obra, buscó crear una conciencia, particularmente en las mujeres, con el fin de mejorar su situación marginada dentro de la sociedad. La autora auténticamente se comprometió con el mundo que le tocó vivir. Este interés social es tratado con rasgos antagónicos que son más palpables si se habla de los indios en relación con los ladinos; de los pobres con los ricos; de los dominadores con los dominados y de la mujer sometida a los valores culturales impuestos por el predominio masculino. Toda una gama de alteridades, pero la autora sabe que sólo se puede acceder a lo otro (al Ser) a través del otro (del tú), si se logra sostener y mantener el acceso al otro humano en la apertura comprensora de lo otro en general. 25 Elena Poniatowska, Novedades, 9 de junio de 1979. 14 Lo interesante es que la autora no se desvía de la realidad y esa preocupación social será desarrollada con una marcada tendencia realista. En Oficio de tinieblas, Rosario Castellanos plantea pueblos con problemas de carácter social, político, económico, de carácter tribal, incluso religioso; mientras que en sus personajes dejará oír la intriga, los celos, la traición, el reproche, el abandono, la soledad, etc. Castellanos rompe mitos como patria, religión, padre, hombre, mujer; descubre cómo actúa lo sublime convertido en rutina, analiza, además, que el despertar no siempre lleva a la liberación. La inexistencia del amor y la obligación social de la no felicidad de la mujer se manifiesta con ironía en párrafos como éste que fue extraído de su obra El eterno femenino: “Allí está precisamente tu error. Una mujer decente no tiene ningún motivo para ser feliz…y si lo tiene lo disimula”26. Una mujer decente, habla la voz de la sociedad y comenta otra voz intercalada, no tiene ningún motivo para ser feliz. La teoría psicoanalítica podría mencionar que se busca el inconsciente literario en el autor, en el lector y en el texto. El problema femenino estará relacionado con la transformación social y las contradicciones que suponen la oposición entre la visión tradicional y la moderna; cambios que eran necesarios llevar a cabo si se quería lograr la igualdad entre el hombre y la mujer. La escritora equiparó el mundo femenino al mundo indígena. Ambos mundos, el del indígena y de la mujer, se presentan carentes de identidad propia, ya que el drama de sus personajes femeninos se cifra en la dependencia, permanente y desesperada, de una figura masculina; una mujer que no tiene hombre, no vale nada. La función de la mujer se concebía como parte del hombre y no se justificaba ni se explicaba su presencia sin la presencia del varón: “— No entiende que las mujeres no nacimos para vivir ni solas ni arrimadas. Poco valemos sin el respeto de hombre”27, dice Isabel. Apoyándonos ahora en la teoría feminista podríamos citar esta afirmación de Foucault según la cual la “verdad depende de quien controle el discurso, resulta 26 Rosario Castellanos, El eterno femenino, 33 y 39. 27 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 138. 15 razonable creer que la dominación masculina ha encerrado a las mujeres dentro de una «verdad masculina»”28, lo que justifica a Simone de Beauvoir, quien hacía referencia de ese hombre masculino como el Uno y ella, el Otro, es decir una total subordinación femenina ante el hombre y por consiguiente, represión de su personalidad por completo. Esta “visión del mundo” de la total dependencia femenina estructura el texto en Oficio de tinieblas y le da su coherencia. Sin embargo, la escritora expresa su inquietud por el cambio y presenta personajes que intentan modificar la realidad, romper con estas tendencias y que se ven expuestos al rechazo por parte de los “otros”: “la Alazana”, esa mujer “extranjera”, que viene de la capital con otras costumbres; Pedro, el indígena, que aprende la lengua castellana y Fernando Ulloa que trae las buenas nuevas gubernamentales; todos ellos con nuevas ideas, con actitudes e ideas diferentes y que se enfrentan a toda una serie de problemas para tratar de imponerlas, con el consecuente rechazo de la gente de esa zona que teme los cambios, porque con ellos se rompe su estructura ya impuesta por años y que les ha funcionado bien. En su afán por despertar o identificarse con otra conciencia en la mujer, Castellanos hace referencias continuamente en varias de sus obras a cambios de actitudes y pensamientos. En Mujer que sabe latín se pregunta: ¿En cuántos casos las mujeres no se atreven a cultivar un talento, a llevar hasta sus últimas consecuencias la pasión de aprender, por miedo a la soledad, al juicio adverso de quienes la rodean, al aislamiento, a la frustración sexual y social que todavía representa en nosotros la soltería29. He aquí otra observación en la introducción de la misma obra: La máscara de las relaciones y la necesidad de desenmascararlas para curar esta relación anormal hombre-mujer como índice de toda una relación anormal de una cultura de prejuicios, es uno de los temas más tratados en su literatura en los últimos años30. La tendencia realista nunca está ajena en estas situaciones que se presentan y donde esos seres “extraños” se ven expuestos a un constante desafío y rechazo por parte de los “otros”. 28 Raman Selden, La teoría contemporánea, 160. 29 Rosario Castellanos, Mujer que sabe latín, 33. 30 Ibídem, 5. 16 Este conflicto, que responde a los valores de su época, se transforma en una denuncia progresiva y tenemos así a Pedro que cansado se pregunta: —¿Cómo está esto?, se decía. Yo dejo mi casa, mi familia, mi paraje; camino leguas, bajo montañas. Sufro el calor, me duele la enfermedad, no estoy de haragán, tirado todo el día en la hamaca, sino que rindo la jornada completa. Y cuando llega la hora de regresar resulta que regreso con las manos vacías. A mi modo de ver no está bien. No es justo31. Ese enfrentamiento entre la realidad y los ideales va acompañado por un raciocinio perfectamente estructurado acerca de lo difícil que resulta cambiar la situación, dados los milenarios antecedentes históricos, sociales y culturales. Tenemos aquí un ejemplo que muestra cómo los vecinos del hacendado alemán se resisten a las innovaciones que trae el extranjero pretendiendoeducar a los indios de su finca: “cuando estos tales por cuales sepan leer y hablar castilla no va a haber diablo que los aguante”32. Van Dijk argumenta que si se observa “el estilo de las palabras usadas cuando se describe a los otros, a los demás, hay entonces, una manera de marcar la distancia social a través del uso de pronombres y demostrativos” 33 ; en lugar de usar nombres, usan pronombres demostrativos esos tales por cuales. Así tenemos por un lado a los indios cuya condición marginal los mantiene fuera del tiempo y del espacio histórico y, por el otro a los ladinos, en su papel perfectamente de conquistadores con todo lo que esto conlleva. Si bien ambos grupos sociales pueden vivir una historia común, lo cierto es que es desigual. En la escala de valores occidental el punto más alto lo ocupa el acumular riquezas materiales, pues con ello se puede medir su progreso, su desarrollo, su éxito y “su felicidad”, lo que no se presenta con los indígenas, quienes básicamente trabajan en comunidad para apoyarse mutuamente. Ciudad Real nos muestra la mentalidad tradicional y la herencia colonial, lo que trajo consigo la exclusión y negación de la cultura dominada. En esta región hubo una impenetrabilidad histórica, ciertamente, y así el narrador nos presenta a unos indios que han abolido el tiempo: Solos, estos hombres olvidan su linaje, la dignidad que ostentaban, su pasado. […] Desnudos, mal cubiertos de harapos o con taparrabos de piel a medio curtir, 31 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 53. 32 Ibídem, 56. 33 Teun A. van Dijk, Discurso, poder y cognición social, 38. 17 han abolido el tiempo que los separaba de las edades pretéritas. No existe ni antes ni hoy. Es siempre. Siempre la derrota y la persecución. Siempre el amo que no se aplaca con la obediencia más abyecta ni con la humildad más servil. Siempre el látigo cayendo sobre la espalda sumisa. […] En esta eternidad se cumple el destino de la tribu34. Es como pretender que los indios ingresen al tiempo y espacio histórico de los ladinos, o esperar que la mujer goce de los mismos derechos que los varones. La tendencia social de un desarrollo nacional pasa por alto, aún hoy en día, las grandes contradicciones y dificultades de tratar de unir dos mundos diferentes, donde incluso ahora, los indios luchan por conservar esa identidad y cultura que entre otras cosas los hace “diferentes” a los ladinos. Es en esta obra donde Rosario Castellanos nos muestra, la poca atención que se otorgaba a la actitud india ante esa cultura ajena a la suya y la cual pretendía imponerle rasgos totalmente extraños. Incluso las “buenas intenciones” de algunos ladinos, en su afán de provocar cambios en las culturas indígenas que pudieran colocarlos en una “mejor” situación, origina que los indios reaccionen poniendo muchos obstáculos, como ocurría al querérseles enseñar el castellano. Lo interesante es considerar si esa situación “mejor” es realmente la que deseaban o les convenía. Escribe Guillermo Bonfil: “los héroes de aquélla (historia) son los villanos de ésta (la otra historia), sus méritos son su oprobio, sus mayores logros el punto más alto de su ignominia”35. Cualquier historia ajena o de “otros” nunca será “nuestra historia”, es lo que nos muestra la historia de la humanidad. Toda persona que no comulgue con las ideas de una sociedad será vista como “peligrosa” o, incluso, como expresa Fernando Ulloa en Oficio de tinieblas, como “anormal”, pues no entiende por qué la mayoría de los hacendados se referían a los indios “como si se tratara de los habitantes de otro planeta”36. Para Ulloa no existían diferencias entre los indígenas y los ladinos. Él habla de ellos siempre en términos de igualdad, cuanto a derechos se refiere. 34 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 362-363. 35 Guillermo Bonfil, “Aculturación e indigenismo”, 195. 36 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 184. 18 Es a través de este personaje y su interacción con Cifuentes donde encontramos lo que Mijail Bajtin denomina “carnavalización”, pues existe un intercambio de puntos de vista que se confrontan sin una estricta jerarquía de voces establecidas por el autor37. Cada lector se puede reconocer en el personaje que él elija y apoyar o estar en total desacuerdo con el punto de vista que se deje ver. Interesante es observar cómo Rosario Castellanos invita, a través de sus personajes, a conocer los diversos sectores que se presentan; así tenemos a un Fernando Ulloa pretendiendo influir en su ayudante Santiago para que entienda “las actitudes de los indios; que (piense) cómo se comportaría (uno) si lo colocaran en una situación semejante a la de ellos”. Esto es una franca invitación para situarse en el otro lado, ese que es ajeno para tratar de entender las actitudes o reacciones de los otros. En Oficio de tinieblas encontramos una clara tendencia por marcar los puntos de vista de los personajes o grupos sociales participantes, como se puede ver en la forma en que el narrador empieza por señalar cómo apreciaban los indígenas la presencia del dominador y el lenguaje ladino: Todo les fue balbuceo confuso, párpados abatidos, brazos desmayados en temeroso ademán. Por eso fue necesario que más tarde vinieran otros hombres. Y estos hombres vinieron de otro mundo. Llevaban el sol en la cara y hablaban lengua altiva, lengua que sobrecoge el corazón de quien escucha. Idioma, no como el tzotzil que se dice también en sueños, sino férreo instrumento de señoría, arma de conquista, punta de látigo de la ley. Porque ¿cómo, sino en castilla, se pronuncia la orden y se declara la sentencia? ¿Y cómo amonestar y cómo premiar sino en castilla?38 Pero para los coletos, los indios no podían ni les interesaba entender: “¿Quién distingue la cara de un indio culpable de la cara de un indio inocente? ¿Quién escucha los alegatos en una lengua confusa y atropellada que siempre ha considerado indigna de ser comprendida?”39 Van Dijk sugiere en su discurso que “(…) un modelo es una representación mental en la memoria, es la cognición de un evento, de una situación”40, es decir, que cuando se externa una opinión no solamente se construye una representación del texto, sino que también se construye una imagen mental, un esquema mental 37 Raman Seldan, La teoría literaria contemporánea, 59. 38 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 9. 39 Ibídem, 231. 40 Teun Van Dijk, Discurso, poder y cognición social, 65. 19 de lo que se dice. Rosario Castellanos maneja estos conceptos y permite que se manifiesten a través de sus personajes. Van Dijk advierte que, Todos los conocimientos relevantes que necesitamos para interpretar el texto se encuentran en el modelo. Con la noción de modelo tenemos un aspecto interesante por cuanto a éste funciona como un mecanismo selectivo y jerarquizado que nos permite establecer la relación de los contenidos de una noticia con la información implícita en el texto41. El lector se encuentra en libertad de elegir el modelo que desee para identificarse con el personaje o grupo social que él elija. Cuando decimos que estamos leyendo entre líneas, lo que realmente ocurre es que estamos activando, haciendo explícita la información que se encuentra en el modelo, es decir, en nuestro caso particular, aquello que sabemos sobre determinado tema. Así Van Dijk explica que, entonces el aspecto implícito del texto es lo que está en nuestros modelos, es el conocimiento que tenemos del mundo. Aquello que se construye como modelo puede tener evidentemente razones sociales, políticaso culturales, como por ejemplo los temas o aspectos que la gente aborda en una discusión sobre minorías étnicas, puede ser parte del modelo que este grupo posee.42 Como cada grupo tiene su modelo propio, es obvio que ante las diferencias, llámense lenguaje, costumbres, etc., no existe la comprensión, el entendimiento y muchos menos la aceptación. “Un prejuicio se definiría entonces como una actitud social de un grupo, y ésta viene a ser parte de la cognición social”43, según explica Van Dijk. Corresponde a una manera de considerar las cosas. Las ideas cumplen una función en la sociedad. “Las ideas se vuelven producto de la realidad social”44, diría Luis Villoro. La universalización de las ideas responde al interés de la clase. Veámoslo una vez más en otro ejemplo: “Ser patrón implica una raza, una lengua, una historia que los coletos poseían y que los indios no eran capaces de improvisar ni de adquirir”45. Todas justificaciones por parte de la voz ladina. Van Dijk considera que 41 Ibídem, 65. 42 Ibídem, 65. 43 Ibídem, 65. 44 Luis Villoro, El concepto de ideología, 60. 45 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 149 y150. 20 La cognición social se refiere tanto a los conocimientos generales que tenemos como a las actitudes. Actitudes hacia otros grupos, sobre todo hacia los grupos minoritarios, hacia los grupos que no tienen el poder; también se tiene una actitud hacia los grupos dominantes. Normalmente lo que ocurre es que nos llenamos de prejuicios y estos prejuicios tienen una estructura46. Al respecto Luis Villoro complementaría: No se trata de una operación consciente ni corresponde a un engaño deliberado, por lo contrario, la mayoría de las veces es inconsciente y el ideólogo la efectúa con la firme convicción de que maneja conceptos universalmente válidos”47. Indudablemente el horizonte ideológico influye en el contenido de la obra y cada sector nos muestra el suyo; pero también están las experiencias de la autora y éstas afloran a lo largo de la narración. Lo ideal sería ponerse en el lugar del indio y no mirarlo desde la perspectiva de la sociedad dominante o de la voz intermediaria. Siguiendo esta idea Mijail Bajtin afirma, al responder una pregunta hecha por la revista Novy Mir: Existe una idea unilateral y por eso incorrecta, pero muy variable, acerca de que para una mejor comprensión de la cultura ajena hay que de alguna manera trasladarse a ella y, olvidando la propia, ver el mundo con los ojos de la cultura ajena.48 Y continúa “algo muy importante para la comprensión es la extraposición del que comprende en el tiempo, en la cultura; la extraposición con respecto a lo que quiere comprender creativamente”49. Estos conceptos podrían aplicarse a lo que Castellanos hace al mostrarnos en Oficio de tinieblas dos mundos ajenos entre sí. Veamos otras notas de Bajtin en relación a culturas ajenas: […] su verdadera apariencia sólo la pueden ver y comprender las otras personas, gracias a su ubicación extrapuesta en el espacio y gracias al hecho de ser otros. […] La cultura ajena se manifiesta más completa y profunda sólo a los ojos de otra cultura. […].Un sentido descubre sus profundidades al encontrarse y al tocarse con otro sentido, un sentido ajeno […]. Planteamos a la cultura ajena nuevas preguntas que ella no se había planteado, buscamos su respuesta a 46 Teun A. van Dijk, Discurso, poder y cognición social, 67. 47 Luis Villoro, El concepto de ideología, 62. 48 Mijail Bajtin "Response to a Question from the Novy Mir Editorial Staff." Speech Genres and Other Late Essays. 1-7. 49 Ibídem, 306. 21 nuestras preguntas, y la cultura ajena nos responde descubriendo ante nosotros sus nuevos aspectos, sus nuevas posibilidades de sentido50. Al integrarse al mundo indígena mediante su convivencia con Rufina o Teresa, sus nanas indígenas en Balún Canán y en Oficio de tinieblas, respectivamente, Rosario Castellanos descubre que los indios tienen una civilización propia, que casi cinco siglos de dominación no pudieron aniquilar. Hay una historia viva perpetuada por los personajes; hubo invasión, no conquista. La autora se da cuenta que, por más se busque la forma de iluminar al indígena con las categorías y actitudes del “otro”, permanece, como bien señala Luis Villoro, “un sentido personal, desconocido y no realizado en la superficie que muestra ante nosotros: su capacidad de trascendencia”51 esto es, su alteridad, su “ser otro”. Esa voz de autorrevelación propia del indígena no encuentra la forma adecuada de surgir. Al convivir con su nana, Rosario Castellanos conoce el mundo devaluado de los indígenas; un mundo devaluado por los blancos, sector al que ella pertenece y en buena medida le avergüenza. A través de la nana, Rosario recibe un caudal de valores que le permiten tomar conciencia de la condición de injusticia oprimido-opresor, que la madre refuerza en la perspectiva hombre-mujer y que la llevarán a su eterna búsqueda de rasgos de identidad propios y a anhelar algo que le parece inalcanzable: el amor. Bonfil sugiere al respecto: “la dominación descansa en la fuerza y la violencia es su signo”52, así se ve en Ciudad Real: Cuando uno se le acerca [al indio] con brutalidad, ya conoce el modo, ya sabe lo que debe hacer [el indio]. Pero cuando otro es amable y le da sin exigir nada en cambio, no lo entiende. Está fuera del orden que impera en Ciudad Real.Teme que la trampa sea aún más peligrosa y se defiende a su modo: huyendo53. Esta es la voz de la realidad y los ejemplos sobran. Veamos lo que hace el narrador de Oficio de tinieblas, al comentar cómo el indígena vivió como “un hombre al que su trabajo no salva de la lenta agonía del hambre. Otro que no 50 Ibídem, 306. 51 Luis Villoro, Los grandes momentos del indigenismo, 243. 52 Guillermo Bonfil, “Aculturación e indigenismo”, 198. 53 Rosario Castellanos “El don rechazado” en Ciudad Real, 163. 22 conoce más voz que la del látigo”54. Nuevamente la misma imagen del indio miserable, del castigado y de la amarga realidad que vive. Esta imposibilidad de diálogo entre el mundo ladino y el indígena se logra con maestría por ejemplo en la escuela de Chactajal, que es la escuela del no diálogo, donde un maestro blanco lee en un idioma desconocido con una voz que nunca llegará al otro. Un ejemplo relacionado con la religión, donde el personaje Xaw de “Aceite guapo” dice: “—Fíjate en la cara de santa Margarita. Es blanca, es ladina, lo mismo que san Juan, que santo Tomás, que todos ellos. Ella habla castilla. ¿Cómo vas a querer que entienda el tzotzil?”55 Castellanos reconoce la imposibilidad de los indios para encontrar refugio aun en la religión impuesta, pues les es ajena hasta en los rasgos físicos de las imágenes que deben adorar e, indudablemente, la limitación del lenguaje ocasiona una barrera infranqueable entre el mundo indígena y el blanco. En el caso de que existan además diferencias físicas como el color de la piel, Bonfil nos describe claramente cómo el racismo “colorea todas las relaciones entre el indio y quien no lo es”56. Se percibe en nuestro texto esa lucha constante entre ambas visiones del mundo, en donde ninguno es capaz de hacer una reflexión objetiva de su situación y vive de acuerdo con su punto de vista. El tema del “no diálogo” es uno de los más recurrentes para resaltar la diferencia de criterios, de costumbres, de creencias, etc., y así, advierte el narrador de Oficio de tinieblas, “seguían siendo [para cada uno de los que tenían estas diferencias] un enigma”57. A Rosario Castellanos le tocó vivir y compartir los ideales del presidente Lázaro Cárdenas respecto deuna transformación en la posesión de la tierra. Por ello el narrador en Oficio de tinieblas menciona que, a pesar de tener el Gobierno “la fuerza suficiente para usar de ella si es necesario”, prefiera usar (la razón para convencer), tanto a los egoístas que no quieren renunciar a ningún privilegio como a los pusilánimes que no se atreven a reclamar ningún derecho, 54 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 175. 55 Rosario Castellanos, “Aceite guapo” en Ciudad Real, 53. 56 Guillermo Bonfil, “Aculturación e indigenismo”, 199. 57 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 73. 23 de que un país no es grande si no es justo; de que una sociedad no es próspera si no es equitativa, de que un bien no es un bien si no disfrutan de él todos los ciudadanos58. Esta opinión, seguramente, muestra el punto de vista de la propia autora y como explica Van Dijk “lo interesante es que la gente que tiene relatos con una resolución, en general, tiene menos prejuicios. Es también interesante ver que esos relatos son mucho menos negativos”59. La trayectoria literaria en prosa de Rosario Castellanos se inserta en la tradición indigenista aunque estableció, como se sabe, una inteligente distancia. Ya para 1941, los padres de Castellanos, castigados por la política cardenista, –despojados de parte de sus tierras–, deciden instalarse en la Ciudad de México. Rosario Castellanos tenía dieciséis años. La oportunidad de conocer una vida diferente a la que estaba acostumbrada le permite ampliar su visión y empieza a vislumbrar que “lo que estaba más allá de aquellos vidrios (la sociedad y vida comiteca) era la vida, era el mundo”60. Sus estudios de derecho y filosofía van puliendo su espíritu y afianzando sus ideas, de tal forma que en su tesis para la maestría en filosofía, Sobre cultura femenina, apunta ya hacia lo que sería su visión feminista. Este feminismo fue visto como una protesta literaria en defensa a la mujer en México y en otras latitudes. La escritora señala en un artículo escrito por Elena Poniatowska en Novedades: “Mi estilo, consiste en tomar un hecho a todas luces insignificante y tratar de relacionarlo con una verdad trascendente”61, verdad que realmente existía en el espíritu de muchas mujeres que luchaban por cambiar la situación que vivían ante los hombres. A diferencia de muchas mujeres, Castellanos es una luchadora, y su espíritu, en busca de cambios, la lleva de regreso a Chiapas donde efectúa labor social y luego, debido a razones de salud, continúa su tarea colaborando en el Instituto Nacional Indigenista, pues en su corazón existía la eterna inquietud que se deja ver en la voz del narrador en uno de su cuentos de Ciudad Real de, “¿pero qué se hace con 58 Ibídem, 175. 59 Teun A. van Dijk, Discurso, poder y cognición social, 36. 60 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 90. 61 Elena Poniatowska, Novedades, 3/VI/79. 24 este hervor en la cabeza, en la sangre, en las entrañas, cuando se vive en un pueblo como Ciudad Real?”62 Ciudad Real, las aldeas indígenas, hombres-mujeres, ladinos-indios, todos resistentes a modificar sus actitudes, pues todo cambio provocaba “un escalofrío de recelo, de curiosidad y expectación”63. Los temas y sucesos tratados en las obras de Castellanos forman parte de su experiencia y de alguna manera quedaron alojados en su espíritu para manifestarse más tarde en su producción literaria, en donde hay una postura paternalista en relación al indio, pero a la vez invita a conocer la visión del dominador; respeto hacia lo diferente. Mas es evidente la simpatía que siente la autora hacia los pobres y su desconfianza hacia los ricos; por ello, no es de extrañar que en Oficio de tinieblas el personaje justo diga: “No establezcas nunca alianza con los ricos, Manuel. Siempre exigen más de lo que dan. En cambio los pobres…”64. En La espiral parece un círculo, Aralia López analiza que “su visión no deshumaniza ni excluye la visión mítica, aunque sí la aborda con sentido crítico al enjuiciar menos el entusiasmo del pueblo”65. Nahum Megged nos señala en su obra Rosario Castellanos. Un largo camino a la ironía, lo siguiente: Rosario fue una persona que se sentía desamparada por la violencia de un mundo y de un inframundo, perseguida por la magia que trataba de entrar en su microhistoria. Por eso se sentía identificada con un pueblo que como pueblo vivió lo que ella sentía como individuo. No había dualismo en Rosario Castellanos. La que escribió fue la expresión de la otra, la que vivió. Lo íntimo se hizo público, el dolor se convirtió en arte, la ironía invitaba a las plumas de los lectores que junto con ella, al leer, escribían su propia poesía66. Rosario Castellanos se dio cuenta que poco se podía cambiar en relación a las costumbres de un estado, pero entabló una lucha personal para romper esquemas opresivos contra la mujer en la sociedad patriarcal; es por ello que el narrador en Oficio de tinieblas se identifica con los indígenas y con las mujeres, pero actúa como 62 Rosario Castellanos, “El advenimiento del águila” en Ciudad Real, 83. 63 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 125. 64 Ibídem, 108. 65 Aralia López, La espiral parece un círculo, 79. 66 Nahum Megged, Rosario Castellanos. Un largo camino a la ironía, p. 14. Voz viva de México, Introducción, p.2 IX/61, 10. 25 conciencia histórica reflexiva en contraste con la realidad imperante. A través de sus personajes, nos muestra la situación que se vivía en esa sociedad chiapaneca y la actitud que adoptaron sus diversos actores siguiendo cada uno sus convicciones. La faceta de la mujer es la ya muy conocida de la opresión pero con rasgos morales: en Oficio de tinieblas muchas mujeres tenían “por vicio el perdonar todo”67. Nótese el tono irónico que trasluce una postura desaprobatoria. Emmanuel Carballo cita: “[…] Su inteligencia la ha traicionado: comenta y juzga con tanta pasión lo que está narrando que se olvida del lector”68, situación que se presenta en sus escritos, pues su propia visión sale a relucir dentro del suceso que se está narrando. En Oficio de tinieblas también tenemos al personaje mestizo, representado aquí por César Santiago, quien desea vengarse del “viejo hacendado”, ese hombre rico, que no acepta al nuevo rico y que gusta de mofarse de él por no tener una historia de abolengo, por no haber tenido unos antepasados conocidos y respetados en ese lugar, etc.; pero ese mismo mestizo tampoco entiende y quiere al indio, por sentirse superior a él. En su último tramo creativo, tanto en poesía como en prosa, se descubre otra Rosario: la que cambió lo trágico por lo irónico al contemplar desde arriba los hechos del mundo, su propia vida. Y así encontramos un mundo original y humano en donde sus personajes no dialogan, viven unos junto a los otros, creando mundos paralelos. 67 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 67. 68 Nahum Megged, Rosario Castellanos Un largo camino a la ironía. Voz viva de México, Introducción, p.2 IX/61, 14. 26 1.2. Memoria histórica en Oficio de tinieblas Rosario Castellanos vive la transición de una sociedad latifundista y rural hacia otra que busca un desarrollo industrial. Vive ese cambio de la concepción colonial, pero sabe que toma tiempo y que las transformaciones traen riesgos como el desmoronamiento de certidumbres. Sin duda, los habitantes de regiones como las de Chiapas se resistían a modificar su esquema de vida sostenido por siglos. El pasar de una economía agrícola, típica de las comunidades indígenas,a una economía industrializada especialmente para las zonas marginadas de la provincia chiapaneca, implicaba cambiar siglos de hábitos e ideas muy arraigadas en los indios; por ello, el proyecto de nación, de unidad y de justicia social que se inició con el gobierno cardenista, se topó con una serie de impedimentos importantes. El costo humano era muy alto, ya que se buscaba el surgimiento de un nuevo tipo de sociedad basado en el desarrollo capitalista. Cualquier modificación en este sentido implicaba, además, transformaciones en las relaciones sociales con sus correspondientes expresiones ideológicas; entre ellas, los indios debían cambiar su concepción de casta a una concepción de clase, lo cierto es que los indios se resistieron y hasta le fecha lo siguen haciendo. La miseria, el hambre, la enfermedad y las conductas antisociales son algunas consecuencias de esa resistencia. El narrador en Oficio de tinieblas dice que: [Los indios] llevaban tan en la médula el sentimiento de que la inferioridad era su condición verdadera, que se escandalizaban contra quienes pretendían imponerles un nuevo fardo: el de la dignidad. Hacía tiempo que los indios habían abdicado de ella y creían haberla perdido para siempre69. Van Dijk refiere en su conferencia que “los grupos dominantes saben que para controlar los actos de los otros es necesario controlar sus estructuras mentales. Los actos son intenciones y controlar las intenciones implica lograr controlar los actos”70. Sin embargo, no es la voz del indígena la que habla, sino una voz más consciente que exterioriza su visión ante tal posición. Esa voz no juzga, tan sólo expresa lo que ve. 69 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 155. 70 Teun A. van Dijk, Discurso, poder y cognición social, 11. 27 Como ya se dijo, Rosario Castellanos se basa en el movimiento cardenista para situar Oficio de tinieblas. El pasado sirve para explicar el presente, pero se refresca con sueños de un futuro diferente. He aquí algunos ejemplos: cuando el idealista Ulloa sueña con un mundo donde “hombres instruidos […] hacen naciones prósperas. Y se imaginaba un mundo sin miseria, sin conflictos, cuando todos los hombres hubiesen alcanzado un mismo nivel de conocimientos”71. Ulloa pensaba que los indios debían participar y poner un gran esfuerzo “para igualarse con los demás mexicanos para llevar una existencia digna y respetada”72. Otro párrafo más que refuerza esta idea: el indio, igualado, alzado por una disposición del gobierno, ya no andará como ahora, siempre pegado a la pared como buscando protección en ella; no se deslizará lo mismo que un animal furtivo, temeroso de la reprimenda, de la orden que jamás acierta a interpretar, de la pregunta para la que no tiene más que respuestas inadecuadas y balbucientes. Ya no se detendrá ante el amo sin atreverse a levantar los ojos. Cuando este indio hable ya no lo hará con una vocecilla de ratón, adelgazada hasta lo increíble “para no faltar al respeto”. […] Ya no será un delito dirigirse al patrón como a cualquier otro hombre73. Como se ve, la realidad indígena es presentada objetivamente y la voz narrativa reconoce que es necesaria una transformación para que se produzca un cambio de actitud y de sentir. Al respecto Van Dijk opina que: La noción de poder involucra sobre todo el concepto de control sobre dos instancias: los actos de las personas y la mente de las personas; es decir, hablar de poder es hablar de control. El control remite a la limitación de la libertad de acción de otro. El poder moderno consiste en influenciar a los otros por medio de la persuasión para lograr que hagan lo que se quiere. Los grupos que tienen acceso a esas formas de poder y de control social son generalmente grupos que han sido legitimados y tienen a su vez acceso al discurso público74. La voz narrativa reitera enormes dificultades que enfrentan estas transformaciones; quizá por eso la fuerza opaca la justicia y por ello, personajes como Cifuentes (el dominador), crecen y prevalecen al final de todo; y tal vez por eso personajes como Ulloa, tan deseosos de justicia y llenos de honestidad, carezcan de fuerza y solidez y sean expuestos como ingenuos, débiles y confían en 71 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 57. 72 Ibídem, 60. 73 Ibídem, 150. 74 Teun A. van Dijk, Discurso, poder y cognición social, 12. 28 que la justicia llegará través de disposiciones oficiales, sin saber que esto es muy dudoso por la misma condición en la cual se encuentran los hombres. El tono en que se expresan estas ideas marca perfectamente la situación real, la posición del indio, su actitud ante el “amo”; su manera de vivir dentro de ese entorno y lo que pudiera ser su vida si se percibiera como “igual” ante los demás. En Oficio de tinieblas se menciona que “sólo los jóvenes, cuyo brío no había sido aún totalmente refrenado, conservaron […] una inquietud, una semilla que, para germinar, tendría que romper la dura costra de la inercia y de la conformidad”75. Nuevamente se refuerza este concepto de temor al cambio al hacer hincapié en que se debía romper la inercia y la conformidad y se plantea esto como algo que sólo puede ocurrir en un futuro. El deseo de una transformación implicaba entonces, como ahora, un enfrentamiento entre visiones mítico-religiosas y la historia en sí. La idea era pasar de la regresión a la progresión histórica y la realidad era que había demasiados términos en oposición y muchos contrastes entre el mundo de los ladinos y los indígenas. A lo largo de la historia mexicana encontramos momentos de rebelión y lucha abierta, resistencia pasiva y dos fases de una misma lucha: conservar y defender el reconocimiento de la especificidad ética y cultural. Es muy importante considerar qué tan importante fue la lucha armada y cómo la resistencia cotidiana se presentó entre ladinos e indígenas. Sus formas son muy diversas y van desde la conservación de prácticas prohibidas por los dominadores como enterrar el cordón umbilical de los recién nacidos, etc., hasta el apego aparentemente insensato de conductas establecidas, como la que practican los tzotziles al momento de preparar la cosecha en donde realizan tres misas en distintos momentos del calendario tradicional: una cuando se quema y desmonta el terreno que se sembrará y que es para el Dueño de la Montaña y la Santa Tierra. Una segunda misa al viento “para impedir que quiebre las cañas de maíz, y expide por la suerte de la futura cosecha” y una tercera misa que marca el fin del año ritual 75 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 63. 29 y que coincide con la cosecha76 ; más el apego a la tradición indígena y a sus costumbres para hacer posible un espacio definido de cultura propia. Rosario Castellanos explica esto en varias de sus obras y en el texto “La tregua” del libro Ciudad Real nos muestra cómo: “[…] los ritos continuaban siendo observados con exacta minuciosidad. Las mujeres aún continuaban destetando a sus hijos dándoles a chupar un trapo empapado de posh”77. Una y otra cultura buscaba la forma de prevalecer, de no sucumbir. Los indios anhelaban terminar con las injusticias de los blancos y los blancos creían a los indios incapaces de saber qué hacer con su futuro. El hecho de que los blancos fueran los vencedores orilló a los indígenas a segregarse en su afán de conservar su cultura propia. Como señala Guillermo Bonfil, la presencia de “dos civilizaciones significa dos proyectos civilizantes, dos modelos ideales de la sociedad a la que se aspira, dos futuros posibles diferentes”78. Bonfil subraya en su obra que cada grupo social establece los “códigos que le permitancomunicarse entre sí: un idioma que expresa además la peculiar visión del mundo, el pensamiento por el grupo a lo largo de su historia; una manera de gestos, de tonos de voz, de miradas y actitudes que tienen significado para nosotros, y muchas veces sólo para nosotros”79. Con todo, la convivencia se dio entre estos grupos sociales, precisamente por estar en un mismo espacio y en un mismo tiempo, dando origen a procesos de apropiación en donde ciertos elementos culturales ajenos fueron tomados, como por ejemplo, el de ofrecer servicios laborales a cambio de un sueldo, algo totalmente inusual entre los indígenas. Lo cierto es que hay una eterna búsqueda de “alivio”, sin conseguirse jamás a cabalidad. Los indios no son aceptados; los ladinos vigilan que no cambie su situación de amo para no perder sus privilegios; los abandonados (mujeres, por lo general) buscan el consuelo en el amor o en no perder su lugar dentro de la 76 Cristina Barros, La ritualidad del maíz. Su espacio y su tiempo, 49 (v. López Austin. Tamoanchan y Tlatocan,F.C.E. México, 1994, p. 117) 77 Rosario Castellanos, “La tregua” en Ciudad Real, p.35. Nota: El posh es una bebida tradicional que nace de la fermentación del maíz. 78 Guillermo Bonfil. México profundo. Una civilización negada, 9. 79 Ibídem, 47. 30 sociedad; y la justicia no puede ejercerse porque hay poca participación por parte de los oprimidos y porque los dominantes no ceden su poder. He aquí este ejemplo de Oficio de tinieblas en donde César Santiago, joven rechazado por los ladinos de Ciudad Real por su “dudosa” posición social, está plenamente convencido que no es fácil cambiar la idiosincrasia del indio, pues “aunque usted les dé las razones más satisfactorias y se las explique minuciosamente. Se pierde el tiempo nada más”80. Esta manera de percibir al indígena va de acuerdo con un hombre que no está ni a favor ni en contra de ellos, que no se deja influir por ideologías; es alguien que realmente ve cómo es la situación y no espera un cambio de la noche a la mañana. César Santiago sabe que el indio no entiende y ve muy difícil hacerlo comprender; en cambio Ulloa, el idealista, lucha porque cree en la igualdad entre indígenas y ladinos pues ” ningún hombre es superior a otro”81 ; pero termina por convencerse cuando, […] teniendo ya los resultados de su actitud ante la vista, no podía menos que reconocer que su opositor acertaba y había errado. Por otra parte sabía que ya no era ni oportuno ni posible hacer una tentativa de ejercicio de esa autoridad que tan necia y precipitadamente había desechado82. Para entender esta situación y no juzgarla sin comprender, una y otra vez el narrador en Oficio de tinieblas nos sitúa en el punto de vista de cada grupo y así veremos que el hacendado estaba convencido de que los “indios precisaban una tutela, ¿y quién iba a ejercerla mejor y más beneficiosamente para todos que los patrones”83; o este otro ejemplo tomado del mismo texto, en donde los coletos se ven forzados a ceder ante algunas exigencias gubernamentales, pero no por ello iban a cambiar mucho su actitud, si bien eran capaces de (los hacendados de) conceder alguna mejoría en el trato de sus peones, […] no iban a transigir nunca en que los indios creyeran que habían conquistado un derecho. El patrón debería ser siempre la divinidad dispensadora de favores, de beneficios gratuitos y de castigos merecidos84. La forma de expresarse del ladino es la de un conquistador, y sólo si él lo desea, es capaz de conceder ciertas mejoras a sus subordinados. Pero no considerará 80 Rosario Castellanos, Oficio de Tinieblas 346. 81 Ibídem, 346. 82 Ibídem, 346. 83 Ibídem, 234. 84 Ibídem, 155. 31 jamás como una obligación. Su criterio será siempre el de aprobar o no un favor a quien está a su merced. Van Dijk afirma que, el poder es una forma de control sobre los actos y sobre las estructuras mentales de las personas. Es también limitación de libertad en general: cuando yo puedo controlar los actos de alguien puedo limitar su libertad85. Otra fuerza que sometió al indígena fue sin duda el factor religioso; también para los representantes de la Iglesia, los indios eran vistos como seres inferiores: almas que se debían salvar, una mano de obra útil. No hubo ciertamente una total aceptación de la religión impuesta, pues les resultaba incomprensible, como aparece señalado en Oficio de tinieblas cuando Manuel, el sacerdote, se dirige a sus feligreses indios: “tronaba desde el púlpito en un idioma extraño; decretaba mandatos absurdos, se enternecía por motivos incógnitos. Podía temérsele, sí, reverenciársele. Pero quererlo, entregarse a él, jamás”86. Castellanos conoce la historia y la vive en carne propia, lo que le da la oportunidad de exteriorizar a través del narrador o del personaje lo que acontece en Ciudad Real. En cuanto al punto de vista indígena se resaltan algunas concepciones propias de su cultura, de tipo mágico-realista. Encontramos varios ejemplos en la novela, como cuando la nana expone a Idolina ese mundo donde se explicaban las enfermedades por la presencia de un gran “pukuj” * que arrastraba niños y se los llevaba “lejos volando, a otro paraje. Muchos lo vieron volar. Muchos de nuestros mayores en cuya boca no cabe la mentira”87. 85 Teun van Dijk, Discurso, poder y cognición social, 30. 86 Rosario Castellanos, Oficio de tinieblas, 216. 87 Ibídem, 40. *Nota: Pukuj.- Los tzotziles, los hombres murciélago, llaman al diablo "Pukuj". 32 1.3. Figuras de alteridad en Oficio de tinieblas Castellanos levante el velo de la tragedia entre los dos pueblos que componen su país: indio oprimido y blanco dominador y ostentador de ideas transformadas en verdades. Esto concuerda con la teoría marxista que enfatiza la importancia del medio ambiente, la historia y las relaciones sociales que se establecen en una sociedad donde conviven diferentes clases. Luis Villoro, cita a Marx y Engels, comenta el hecho de que estos autores ya hablaban del concepto ideología y lo mencionaban como “un tipo de “conciencia falsa” determinada por las relaciones sociales”88. Luis Villoro opina que: Una situación de dominio requiere ciertas creencias comunes destinadas a alcanzar el orden existente. Un pensamiento que responde a intereses particulares de una clase, de un grupo, intenta justificarlas. El concepto de ideología corresponde a este tipo de pensamiento y a las creencias que origina.89 Irónicamente esa vida y costumbres se heredan de generación en generación; costumbres que incluían la forma de educar a los hijos como vemos en el trato que le daba Catalina a Domingo en Oficio de tinieblas: la ilol se acercaba a Domingo [su hijo adoptivo] para servirlo, no para mimarlo. De las manos se le caían las caricias, de los labios los nombres de ternura. Pero estos renunciamientos de Catalina, esta distancia, eran la tierra en que estaba germinando la hombría del muchacho.90 En Oficio de tinieblas se describe el mundo blanco, sus leyes, su forma habitual de vivir y el trato que se le daba al indio. Los intereses particulares de clase, con matices ya impuestos de intereses generales. Es el mundo “normal” del hombre dominador; su superioridad y avaricia que desde la Colonia se estableció en todo el país y siguió presente hasta muchos siglos después en zonas marginadas. Esto se puede apreciar en “La muerte del tigre” en los cuentos de Ciudad Real: Porque la codicia de los caxlanes no se aplaca ni con la prelación ni con los tributos. No duerme. Vela en ellos, en sus hijos, en los hijos de sus hijos. Y los
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