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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLÁN LA BÚSQUEDA DE LA VIRTUD EN LA NOVELA NOCHES TRISTES Y DÍA ALEGRE DE JOSÉ JOAQUÍN FERNÁNDEZ DE LIZARDI (ANÁLISIS DEL PERSONAJE) TESIS QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADO EN LENGUA Y LITERATURA HISPÁNICAS PRESENTA JOSÉ MANUEL IGNACIO URIARTE ASESORA: LIC. MARÍA DEL ROCÍO MONTIEL TOLEDO FEBRERO DE 2017 usuario Texto escrito a máquina SANTA CRUZ ACATLÁN, NAUCALPAN, EDO. DE MÉXICO UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. A mis padres, Fausto y Vicenta, por su ejemplo de vida, por su bondad e infinito amor. A mis hermanos, Armando, Erika, Blanca y Mariana, por sus consejos, por su incondicional apoyo, por enseñarme a vivir. A mi abuela Chepita, por descubrir a su lado a Dios, por ser la palabra de amor que me hacía falta. A mi abuelo Baltazar, por los agradables momentos a su lado. A mi tía Emilia, por el amor que siempre nos mantiene cerca. Al Amor, por ser lo más parecido a nuestra esencia. ÍNDICE Introducción……………………………………………………………………….1 1. Panorama Histórico: México y los albores de la guerra de Independencia……7 1.1 La guerra de Independencia…………………………………………………...14 1.2 El amanecer cultural: los precursores de Lizardi……………………………...24 1.3 El Pensador Mexicano: José Joaquín Fernández de Lizardi…………………..32 2. Noches tristes y día alegre…………………………………………………………….49 2.1 Historia………………………………………………………………………...57 2.2 Discurso……………………………………………………………………..…67 2.3. El personaje literario…………………………………………………………..78 3. El personaje en la primera noche……………………………………………..101 3.1 El nacimiento del personaje: nombre atributos……………………………….105 3.2 Relaciones destructivas y la experiencia de la muerte………………………...112 4. El personaje en la segunda noche…………………………………………….126 4.1 El héroe buscador…………………………………………………………….126 4.2 Teófilo y la búsqueda del objeto de deseo…………………………………...134 5. El personaje en la tercera noche……………………………………………...143 5.1 Las virtudes…………………………………………………………………..143 5.2 Relaciones constructivas: la amistad y la justicia…………………………….154 6. El personaje en la cuarta noche………………………………………………160 6.1 El proceso de mejoramiento………………………………………………….162 6.2. El cementerio y el conocimiento de la muerte……………………………….167 7. El personaje en el Día alegre…………………………………………………173 7.1 El encuentro con el objeto de deseo………………………………………….173 7.2 La consumación de los valores……………………………………………….177 8. Conclusiones………………………………………………………………….180 9. Bibliografía…………………………………………………………………...187 1 INTRODUCCIÓN Durante el siglo XIX existieron muchos factores en nuestro país que propiciaron cambios radicales en la manera de pensar y actuar. El movimiento Ilustrado en México favoreció el desarrollo de un pensamiento que tenía la noble intención de transformar y reorganizar el mundo hostil impuesto por los españoles. El surgimiento de dichas ideas no fue bien recibida por los principales dirigentes del virreinato. A pesar de todos los obstáculos impuestos para detener el movimiento de Independencia, no pudieron contener el ímpetu de los principales héroes de la lucha armada y educativa. Uno de los principales intelectuales de esa etapa histórica que luchó a favor de la justicia y la verdad en México fue Don José Joaquín Fernández de Lizardi, mejor conocido como El Pensador Mexicano, cuya obra gira en torno a un tema muy recurrente: la educación. Uno de sus mayores anhelos formó parte de un sueño que también otros eruditos de la misma época deseaban: la construcción de una identidad. La escritura fue el principal aliado que ayudó a Lizardi a abrir nuevos horizontes, pues era obligatorio completar la amada libertad con la ayuda del conocimiento; la Independencia cultural fue su principal objetivo. Don José Joaquín Fernández de Lizardi se distinguió por ser un pensador preocupado del porvenir de un pueblo que se entregaba a su nuevo destino. Este nuevo proyecto, el de educar, no fue sino una continuación de las luchas de los hombres que dieron la vida por su país. Este tipo de héroes nació con la firme intención de liberar las mentes del pueblo que habían permanecido enterradas en la ignorancia. Por esta razón, el pensamiento de Fernández de Lizardi se mantiene vigente a pesar de los años. Es un autor tan actual, cuyas obras albergan variados temas, por 2 ejemplo: la crítica constante a las injusticias de las instituciones, a algunas costumbres de la sociedad, a los vicios, a la irracionalidad y a la barbarie; también, a modo de contraste, la exaltación de las virtudes, la lucha constante a favor del bien común y la felicidad. El contenido temático de las obras de Lizardi se inscribe dentro de un marco no muy lejano al nuestro. Hablar acerca de su extenso quehacer literario no es un tema tan sencillo de desglosar. Podemos mencionar, en cambio, sus obras literarias más importantes: El Periquillo Sarniento, La Quijotita y su prima, Don Catrín de la Fachenda y, por último, una novela que merece toda nuestra atención porque su protagonista es el principal objeto de estudio de este trabajo: Noches tristes y día alegre. En esta novela hallaremos a un héroe creado por los límites del lenguaje literario. El tema del presente trabajo es La búsqueda de la virtud en la novela Noches tristes y día alegre de José Joaquín Fernández de Lizardi (análisis del personaje). En este estudio nos hemos planteado este problema: ¿cuáles son las características y virtudes principales del personaje Teófilo? Para responder dicha cuestión, hemos tomado en cuenta el estudio de todos los elementos narrativos que intervienen en la formación de Teófilo, por lo que nuestro objetivo principal es analizar la construcción narrativa de las virtudes del protagonista para comprender el carácter didáctico de la obra de nuestro Pensador Mexicano. La importancia del estudio de este personaje principal reside en el análisis detallado de las características sobresalientes que lo componen, ya que deslumbra por sus acciones virtuosas, por su actitud firme y constante ante las adversidades, en especial ante la muerte, y la soledad que en un momento determinado de la novela le anima cuando siente que no puede continuar más. Estas cualidades principales hacen 3 de Teófilo un personaje totalmente distinto de un Catrín de la Fachenda o, incluso, de un Periquillo Sarniento. El punto central del análisis del personaje Teófilo consiste, por lo tanto, en demostrar cómo el nombre, los atributos, las acciones, y todas aquellas fuentes de información que proporciona el relato son los responsables de construir un personaje modelo que impresiona por sus cualidades compasivas y bondadosas. Si bien es cierto que el personaje literario no posee los mismos atributos que un ser real, es posible describir cada uno de los aspectos que lo componen con ayuda de la teoría literaria. En este caso, el lenguaje es el encargado de otorgarlecualidades humanas, esto desde el punto de vista lingüístico, por el cual reconoceremos al personaje literario. Esto nos permitirá establecer una descripción acorde con el modelo narrativo que se utilizará en el análisis literario del personaje para precisar cada uno de los caracteres que lo distinguen. Como hipótesis principal hemos considerado que todas las fuentes de información, es decir, el nombre y adjetivos, acciones, relaciones con otros personajes, espacio y todos los objetos que lo rodean, etc., son los principales elementos que determinan al personaje Teófilo, puesto que son los responsables de otorgarle una vida y un desarrollo dentro de la novela. En cada uno de los capítulos de este trabajo se analizará un elemento en específico para demostrar detalladamente el proceso de su construcción. Para ello, tomaremos en cuenta las propuestas de Propp, Greimas, Tomachevsky, Bobes Naves, Chatman, Barthes Todorov, Philippe Hamon y Mieke Bal, entre otros, acerca del análisis del personaje para una explicación puntual y objetiva. No trataremos de definir el ser o el alma del personaje, antes bien, abordaremos un estudio preciso que compruebe los elementos que conforman a nuestro personaje principal. 4 Por ende, este trabajo se ha realizado de la siguiente manera: en el capítulo número uno dedicado al panorama de la revolución de Independencia de México y los precursores de Don José Joaquín Fernández de Lizardi, consiste en explicar cuáles fueron los factores decisivos que orillaron al pueblo mexicano a buscar su propia libertad. La consulta de fuentes antiguas y actuales para reconstruir el proceso histórico de la Independencia de México nos permitió conocer un factor decisivo que hizo detonar la lucha entre españoles y americanos: la desigualdad. Tanto la disputa armada como literaria durante ese periodo histórico reveló la necesidad de un cambio urgente en la manera de gobernar el país. En este primer capítulo pretendo demostrar que a raíz del surgimiento de personalidades capacitadas en ámbitos políticos, científicos y humanísticos, nace la obligación de reorganizar un mundo que había sido hostil durante mucho tiempo con el pueblo indígena, por medio de una herramienta elemental: la educación. Por tal motivo, es importante conocer esta parte de la historia de México, porque uno de sus principales escritores, Don José Joaquín Fernández de Lizardi, fue uno de los promotores que deseaba con tanto esmero ilustrar a los mexicanos para mostrarles que con ayuda de la virtud y las acciones nobles y caritativas puede existir un país mejor. El capítulo número dos consiste en el análisis de la novela Noches tristes y día alegre; se elabora un estudio de la historia y el discurso para conocer con detalle cada elemento que estructura a la novela, en especial de una de las unidades centrales de nuestro trabajo: el personaje, que forma parte de los acontecimientos del relato y al que le dedicamos un apartado para saber qué es lo que la crítica literaria ha dicho de él. El capítulo número tres está dedicado al análisis literario de nuestro personaje principal, estudiamos el nombre y los adjetivos que le asigna el relato, así como las 5 relaciones destructivas que mantiene con otros personajes a la luz de las propuestas de Todorov, Hamon, Bobes Naves, Greimas y Fontanille, etc., para demostrar cómo cada uno de estos elementos son los responsables de otorgarle determinadas características que lo distinguen como un personaje virtuoso. El capítulo número cuatro está dedicado al estudio de la acciones de Téofilo con base en la propuesta del modelo actancial de Greimas. Describiremos con detalle cómo las acciones del protagonista están determinadas por la búsqueda de su familia, y gracias a eso, Teófilo renuncia a la quietud que lo sometía en la prisión y decide afirmar la vida por medio del amor. La búsqueda del objeto de deseo legitima las acciones que dan como resultado la construcción de su personalidad: lo identifican como el sujeto operador que renuncia a la muerte y a las sombras con ayuda del amor y las acciones. En el capítulo número cinco se argumenta, con base en todos los elementos que componen al personaje principal, que la virtud es la consecuencia de las acciones caritativas que ha realizado Teófilo. Se lleva a cabo, en efecto, una revisión del significado de la palabra “virtud” a la luz de la Ética Nicomáquea de Aristóteles. La importancia del estudio de la virtud, como adjetivo que califica y construye al personaje, nos permitirá dejar más en claro la relación estrecha que mantiene con la amistad, la justicia y el bien. Además, demostraremos que las acciones virtuosas tienen como resultado relaciones constructivas que velan por la conservación de la vida. En el capítulo número seis abordamos el estudio del proceso de mejoramiento de Teófilo, respaldado por la teoría de Claude Bremond. En este capítulo podremos darnos cuenta cómo el personaje ha reunido ciertas características que lo motivan a pesar de estar solo. No requiere de un ayudante en particular porque él mismo es quien se convierte en su propia ayuda; en Teófilo reposan dos dramatis personae. 6 En el capítulo siete se demuestra que gracias a las acciones y a sus actitudes puede recuperar de nuevo a su familia. El estudio del día alegre de la novela confirmará que la virtud, la felicidad, el bien, la razón, el amor, etc., a causa de sus acciones, de los calificativos que lo delimitan, así como de las relaciones constructivas que mantiene con otros personajes, son los elementos que lo caracterizan y lo construyen en la novela. Por lo tanto, esta investigación beneficiará estudios posteriores de la novela Noches tristes y día alegre de Fernández de Lizardi, ya que permitirá conocer con detalle la obra literaria de este importante escritor. Y no sólo eso, también conoceremos su importante participación en la historia de México antes y después de la Independencia; también su contribución en el desarrollo del pensamiento que posteriormente muchos intelectuales tomaron en cuenta, pues la educación, como ya lo he mencionado de manera reiterada, es un punto importante en el progreso de las capacidades del ser humano y, sobre todo, recordar siempre el valioso mensaje que transmitía Lizardi en sus trabajos literarios: practicar siempre el bien ante cualquier tempestad, ya que las virtudes permiten al hombre ser mejor cada día para el bien de todos aquellos que lo rodean. 7 1. MÉXICO Y LOS ALBORES DE LA INDEPENDENCIA La muerte no tiene poder sobre los héroes. Lizardi. Los documentos de la historia de México testifican una lucha incesante entre dos naciones que pelearon por sus dominios. Por un lado se encontraban los españoles y su obstinación por ejercer el derecho de posesión de riquezas que obtenían los americanos con tantos esfuerzos. Por otro lado estaban aquellos hombres que reclamaban con justicia el derecho de propiedad de tierras. El espectáculo de miseria y desdicha, de opresión e intolerancia iba a provocar un conflicto que ya nunca más se resolvería. El nacimiento de los héroes de la nación tuvo que precipitarse para imponer su principal necesidad: la libertad: “El héroe es lo contrario del fatalista, está del lado de los revolucionarios y en contra de los conservadores, no tiene ningún respeto por las reglas existentes y piensa que todo objetivo puede ser alcanzado por poco que se disponga de una voluntad suficientemente fuerte”.1 Las circunstancias del país requerían de ciertos héroes para convocar una lucha en contra de los conservadores españoles. No había otra alternativa. El ideal de la Independencia tenía que realizarse. Por esta razón, el héroe: “puede saber que su ideal es irrealizable… pero, como lo desea por encima de todo, pondrá todas sus fuerzas en alcanzarlo”.2 Y a pesar de que el destino de estoshéroes fue la muerte, no tendría el suficiente poder sobre ellos… La historia de México a finales del siglo XVIII y principios del XIX fue un periodo de luchas incesantes en ámbitos tanto humanísticos como bélicos. Era indudable que 1 Todorov, Tzvetan, Frente al límite, México, Siglo XXI, 1993, p. 13. 2 Ibid, p. 14. 8 los reclamos a la metrópoli eran cada vez más notorios. La Nueva España estaba sufriendo modificaciones ideológicas, y además era evidente que los ideales de la Ilustración estaban generando en los habitantes una mayor conciencia de sus auténticas raíces. Pues, en palabras de Kant: “La ilustración consiste en el hecho por el cual el hombre sale de la minoría de edad”.3 Es decir, el hombre emprende su progreso y comienza a fortalecerse. Ve el mundo de manera distinta y es más consciente de su realidad, por lo que la razón se vuelve la fuerza legitimadora de su acción. Exhorta Kant: “¡Sapere aude!, ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la ilustración.”4 Y fue así como: La noción de que los escritores, en tanto formadores del conocimiento y la opinión, constituían una especie de poder tan formidable como el de los gobiernos organizados, la idea de la igualdad entre todos los involucrados en la República de las Letras, los valores del cosmopolitismo y la idea de que el conocimiento y sus productores actuaban más allá de las fronteras políticas estaban todas muy presentes en la Ilustración.5 Esta fuente ideológica favoreció la adquisición de conocimientos que fueron prohibidos una vez por la Inquisición española, lo cual generó un despertar cuyas repercusiones contribuyeron también a la emancipación de la opresora España. Gracias al movimiento ilustrado en Europa, promovido por Voltaire, Diderot, Rosseau, entre otros, no sólo se consiguió alzar la voz en contra del poder eclesiástico, sino exigir igualdad y libertad para todos los hombres. Los principios racionales de la Ilustración 3 Kant, Immanuel, Filosofía de la Historia. Qué es la Ilustración, Argentina, Derramar, 2004, p. 33. 4 Ibidem. 5 Outram, Dorinda, La ilustración, México, Siglo XXI, 2009, p.30. 9 demandaron un mundo mejor organizado. Y eso fue lo que en México exigieron aquellas personas que decidieron transformar su realidad. Parte de la población, en particular criollos, abogados, curas, bajo clero, partidarios de los principios filosóficos de la Ilustración, ya no toleraba un gobierno cuyas decisiones afectaban por completo sus derechos y, sobre todo, a la clase más desfavorecida: los indígenas. Querían, por el contrario, expresar sus ideas y no ser la clase humillada y desplazada. No querían que los españoles se repartieran, como de costumbre, los mejores puestos y sacar de ellos el mayor provecho posible. Sólo la revolución podía significar la reorganización de un mundo que había sido durante siglos hostil. No tenían otra opción que ser la parte activa de la revolución de Independencia. Era un hecho que el gobierno español se había dedicado por mucho tiempo a mantener a los indígenas en un estado deplorable, sumidos en la ignorancia y el olvido total de su dignidad. La actitud de los representantes del la corona española: “[…] precipitaban a sus habitantes a los excesos de orgullo y de avaricia que parecen increíbles, a la hinchazón que produce el mando, y a la sujeción a las ilusiones de la riqueza".6 Tal era la actitud de los españoles que Fray Servando Teresa de Mier condenó la soberbia y reprobó la actitud egoísta de un gobierno que no se apegó para nada al precepto humanista de procurar el bien y la felicidad de los habitantes.7 No está de más mencionar las palabras de Lorenzo de Zavala al respecto: “La conquista de los españoles en América redujo a los indios a tal estado de esclavitud, que cada hombre blanco se consideraba con el derecho de servirse de los indígenas sin que éstos 6 Pradt, Dominique de, Examen del plan presentado a las Cortes para el reconocimiento de la Independencia de la América española, México, Cámara de diputados, Consejo Editorial, LXII Legislatura: Pámpano Servicios Editoriales, 2013, p. 14. 7 Mier, Servando Teresa de, fray, Escritos sobre la joven Nación, México, Cámara de diputados, Consejo Editorial, LXII Legislatura: Pámpano Servicios Editoriales, 2012, p. 13. 10 tuviesen ni valor para oponerse, ni aun la capacidad de explicar algún derecho”.8 Este tipo de gobierno impuesto por los españoles fue de tal manera opresor que los mismos curas mandaban a azotar a los indígenas públicamente por no acatar las leyes degradantes establecidas. Lamentablemente: “Los azotados tenían la obligación después de besar la mano de su verdugo”.9 Incluso, Humboldt escribió todo un retrato de las condiciones humillantes en las que los indígenas vivían. Mencionaba que éstos no podían adelantar en materia de moral o de inteligencia, porque eso sólo se podía conseguir gracias a la libertad. Para Humboldt, la opresión únicamente producía destrucción. La opresión era la misma oscuridad. Por esta razón, los indígenas expresaban un temple melancólico y una inmovilidad de sensaciones. De ahí que: “La verdadera perfección de las instituciones sociales depende ciertamente de las luces y del desarrollo de las facultades intelectuales […]”.10 Sin embargo: En cuanto á las facultades morales de los indígenas mejicanos, es difícil darles su justo valor, si no se considera esta casta sino en el estado actual de envilecimiento en que la tiene una larga tiranía. Al principio de la conquista de los españoles, la mayor parte de los indios más acomodados, y en quienes se podía suponer alguna cultura de entendimiento, perecían victimas de la ferocidad de los europeos… Así no quedó de los naturales del país sino la casta más miserable, los pobres labradores, los artesanos, entre los cuales había un gran número de tejedores; los mozos de carga de quienes se servían como de bestias, y sobre todo las heces del pueblo, esto es, aquella multitud de pordioseros que en testimonio de la imperfección de las 8 Zavala, Lorenzo de, “La sociedad mexicana antes y después de la independencia”, en Lira, Andrés (comp.) Espejo de Discordias: La sociedad mexicana vista por Lorenzo de Zavala, José María Luis Mora y Lucas Alamán, México, SEP, 1984, p. 31. 9 Ibid, p. 35. 10 Humboldt, Ensayo Político sobre la Nueva España. Tomo I, traduc. Vicente González Arnao, Imprenta de Paul Renouard, [s.l ], 1827, p. 195. https://forodeespanol.com/Archive/ParentesisYCorchetes/bhvpg/post.htm 11 instituciones sociales y del yugo de la feudalidad, llenaban ya en tiempo de Cortés las calles de todas las grandes ciudades del imperio mejicano.11 Por tanto, el sistema que regía en la Nueva España se fundaba en el terror que producía el castigo al desobedecer cualesquiera leyes impuestas; del mismo modo se fundaba en la ignorancia, sólo se les permitía conocer hasta donde el gobierno creía que era necesario; también se fundaba en la educación religiosa y la más indigna superstición; se fundaba en la incomunicación con todo el pueblo extranjero, no se permitía tener algún contacto con ellos; y por último, sobre un número de tropas que estaban al servicio y capricho de los amos. En pocas palabras, los habitantes de la colonia vivían encerrados en un mundo cuya visión, ideales y convicciones eran impuestas por un gobierno incapaz de reconocer la libertad de todo un extenso territorio que únicamente reclamaba lo que en esencia era suyo. La desigualdad, los contrastes eran tales que habían: “[…] lujosos carruajes junto a hombres desnudos y hambrientos”.12 No quedabaduda que tarde o temprano todo esto tenía que terminar. La revolución y el grito de guerra en contra de los españoles iban a estallar en cualquier momento. Ya nada podía detener la rebelión de un pueblo demasiado herido por los maltratos del reino español. Varios factores fueron claves para que esto sucediera, todo ello propició un ambiente de insubordinación, y los levantamientos en distintas partes del país tuvieron un fin en común: la libertad. 11 Ibid, pp. 179-180. 12 Zavala, Silvio, Apuntes de Historia nacional: 1808-1974, México, FCE, 1995, p. 14. 12 No había marcha atrás, la insubordinación de la Nueva España comenzó en el año de 180813: “[…] los primeros síntomas revolucionarios comenzaron a aparecer simultáneamente en distintas partes del país. Los intelectuales de esa época, se encontraban ya… profundamente imbuidos en las doctrinas emanadas de la Revolución Francesa […]”.14 Una de las noticias que también generó demasiada agitación fue la invasión de los ejércitos de Napoleón a España y la captura de Fernando VII en Francia. Desde ese entonces, los lazos que mantenían sujetos a ambos territorios se destruyeron luego de la falta de un representante legítimo en España; aquella nación quedó acéfala, la cabeza principal del reino había sido desprendida. Para los habitantes de la Nueva España un gobierno sin un monarca no merecía ninguna obediencia, pues ¿a quién debía el americano obedecer y respetar? “Las autoridades de las Américas no se creyeron bastante legítimas para continuar por sí mismas en los gobiernos que habían obtenido de un monarca que había desaparecido […]”,15 era un hecho que un territorio sin un gobierno fijo motivaba a los americanos a conseguir su propia independencia, las condiciones que enfrentaba España al ser ocupada por Napoleón favorecieron el movimiento de Independencia. Eso hizo patente el sueño de la creación de un gobierno que supliera el vetusto régimen. La caída de los Borbones en España a manos de Napoleón, dejando en el poder a su hermano José Bonaparte, y la falta de legitimidad de un gobierno endeble de ese entonces, determinó a los americanos a exigir todo el derecho de reclamarse soberanos únicos y legítimos de sus propias tierras, las cuales les habían sido arrebatadas so pretexto de ser considerados sólo la 13 Quintanilla Obregón, Lourdes, “Testigos de la independencia (Alamán, Bustamante, Mora y Zavala)”, en Galeana, Patricia, (coord.), El Nacimiento de México, México, Archivo General de la Nación: FCE, 1999, p. 107. 14 Gutiérrez Lara, Lázaro, El pueblo mexicano y sus luchas por la libertad, México, Textos Clandestinos, 2003, p. 27. 15 Zavala, Lorenzo de, op. cit., p. 45. 13 mano de obra para complacer la codicia de otros, ya que no eran considerados dignos de ellas, su voz no tenía ninguna protección ni derecho; pero la América pasaba de dejar el abandono, a centrarse en su propia libertad: “Tras la quiebra de la monarquía absoluta en ambos territorios, se inicia un vertiginoso proceso de construcción del Estado-nación”.16 Los habitantes de la Nueva España que reclamaban su liberación sentían la necesidad de administrar y gobernar su país de acuerdo a sus propias leyes. 16 Chust, Miguel y Mínguez, Víctor (eds.), La construcción del héroe en España y México (1789-1847), México, Colegio de Michoacán, 2003, p.10. 14 1.1. LA GUERRA DE INDEPENDENCIA La carencia de un mando legítimo, la alianza de los eclesiásticos, militares y abogados en 1809 tuvieron como consecuencia el levantamiento del pueblo mexicano un año después. El año de 1810, en efecto, se desencadenó la lucha por la Independencia, ésta manifestaba la esencia histórica del país, es decir, se revelaba el problema primordial en contra de aquellas personas que poseían la mayor parte de las riquezas, del yugo con el que se sometía a los mexicanos, y de las diferencias entre razas. Fue así que el dieciséis de septiembre se levantó en armas el distinguido cura Hidalgo en el pueblo de Dolores. Como lo hemos mencionado reiteradamente, el descontento social se pronunció en contra del gobierno español. Pero este movimiento intentó ser obstaculizado por el clero. Los curas que estaban a favor del virreinato recriminaban la sublevación dirigida por el hereje y enemigo número uno del sistema: Miguel Hidalgo. El clero, puesto ya en guardia, fue el primero en darse cuenta de la situación y en prepararse en contra de la revolución futura, pues ésta no iba a ser una revolución de gabinete, planeada por unos cuantos descontentos intelectuales y aristócratas, sino la revuelta espontánea y formidable de la clase trabajadora del verdadero pueblo que esclavizado durantes tres siglos, iba a surgir agresivo, vengador y supremo, en toda su potencia como raza y como clase.17 El principal opositor del cura Hidalgo, el obispo Abad y Queipo, culpaban a éste por haber seducido al pueblo a la insurrección. Desde el púlpito, el obispo, en lugar de 17 Gutiérrez Lara, Lázaro, op. cit., p.29. 15 predicar, amenazaba; en lugar de cuidar y defender a los indefensos, asustaba y afilaba su poderosa arma: la excomunión. “La religión, que por sus principios debía favorecer la libertad, se vio envilecida desde que se la hizo interesada en la esclavitud del pueblo”.18 Acusó al cura Hidalgo de perturbar el orden público, de animar al pueblo a la insurrección, de combatir a quien por años, según ellos, había sido el guardián de la idolatría, de su falsa religión, por este motivo lo llamó sacrílego y apóstata. La tarea de la iglesia consistía, por ende, en advertir a los creyentes del castigo de la excomunión si prestaban ayuda a los rebeldes. Pues bien sabemos el poder que en esos tiempos gozaba el clero, y fue así como se trató de suprimir la agitación del pueblo desde el interior de las iglesias. Sin embargo, nada pudo detener la desobediencia dirigida por los insurgentes. La lucha continuó. El lenguaje del cura Hidalgo transmitía la ilusión de un gobierno justo y equitativo, se dirigía al pueblo con un mensaje que consistía en la representación de una administración que gobernara con la dulzura de un padre, tratando a los habitantes como a sus hermanos, desterrando la pobreza y la ignorancia, fomentando, asimismo, las artes, y avivando la industria para generar sus propias riquezas: “En Guanajuato expresó Hidalgo que Fernando VII era un ente que ya no existía y que el juramento de obedecerle no obligaba”.19 En lugar de celebrar misas, Hidalgo persuadía a la población de los beneficios que podría tener la revolución. Ya no tenían que rendir cuentas al señor feudal que se había llenado los bolsillos de riquezas si se entregaban fielmente a la causa de la Independencia. Por otra parte, las clases más conservadoras: 18 Humboldt, op. cit., p. 190. 19 Zavala, Silvio, op. cit., p. 24. 16 […] invocaron en su defensa, la religión, la obediencia al trono, la protección de los bienes y la hermandad de europeos y americanos. El Colegio de Abogados consideraba ingrata la conducta de los criollos, porque abandonaban a España en el momento en el que combatían por su libertad, honor, religión y monarca y concedía parte a la América en su gobierno y Cortes. La Inquisición hizo saber a todo el reino, que los sediciosos tenían por corifeo a un apóstata de la religión y a un enemigo del trono de Fernando VII.20 Pero a este corifeo nada lograba detener porque las raíces más profundas de la proclamación de Independencia fueron posibles gracias a los clérigos humildes,abogados, criollos poseedores de un considerable depósito de conocimiento; estas personas educadas comenzaron a tener una mayor superioridad, lo que hacía ver a los europeos con enfado, sin olvidar a los principales protagonistas que se unieron a Hidalgo, al coronel Allende, a Aldama y al capitán Abasolo, los cuales fueron: “[…] más de cuarenta mil hombres armados de picas, de palos, de mazas, de coas, de machetes y otros instrumentos de minería y labranza […]”.21 Este era en esencia el ejército improvisado del cura Hidalgo. La clase más oprimida al grito de ¡Mueran los gachupines! se lanzó a la lucha, actuaron de inmediato, fue un grupo harto entusiasta, entregado al riesgo y al peligro de la causa, muchos salieron de sus hogares, otros dejaron sus trabajos y sus familias, pues fue la única e inmediata alternativa para derrocar el sistema que tantos años se aprovechó de ellos. 20 Ibid, p. 28. 21 Zavala, Lorenzo de, Páginas escogidas, México, UNAM, 1991, p. 6. 17 Era el supremo éxodo del pueblo-ciego que sintiendo en su alma el aliento de rebelión caminaba en un éxtasis de gloria hacia la libertad… Momentos de inspiración en que el ciervo se siente hombre y corre a la lucha como un iluminado, para conquistar sus perdidos derechos transformando la tierra en la herencia común de la humanidad. Por primera vez en la jornada de aquel día, el peón era soberano, se levantaba a la altura de hombre libre y encadenaba y destruía la opresión e imponía su voluntad sobre aquel pedazo de tierra […]22 “El Santo Oficio acabó de perder todo su prestigio, pues se empeñaba en declarar como una herejía el sentimiento más profundamente arraigado en los hombres, que es el de su felicidad […]”.23 La guerra de Independencia se volvió una realidad. La lucha era a muerte en contra de los españoles. Pero por desgracia la insurrección cobraría resultados perjudiciales, mostró su verdadero rostro: sitios teñidos de sangre por la violenta lucha en los campos de batalla se manifestaron tal y como eran. Luchas sangrientas eran de esperarse, saqueos también. La parte sombría del combate por la emancipación resurgía y las hazañas de la muerte hicieron su trabajo. Las personas que se unieron a la guerra de Independencia eran entusiastas, y sin embargo era una masa desorganizada, los efectos de dichos sucesos mostraron una lucha mal constituida, ambas partes fueron sangrientas: “La lucha se torna inclusive más profunda y radical, y la guerra misma más cruel y sangrienta, por una y otra parte”.24 Era evidente que las consecuencias de los primeros enfrentamientos con los españoles fueron crueles y bárbaras. A la postre, la derrota de los insurgentes en contra del general Félix Calleja en Aculco el 7 de noviembre, y la destrucción de la guerra y su 22 Ibid, p. 32. 23 Ibid, p. 7. 24 Gómezcesar, Iván, “Los principales actores”, en Aguilar, M. Alonso, et al, Pensamiento Político de México. Tomo I: La época de la Revolución de Independencia (1808-1824). México, Editorial Nuestro Tiempo, S.A., 1986, p. 81. 18 desorganización dejó abatido de tal manera a Hidalgo que llegó a pensar en la posibilidad de que la revolución terminaría siendo de pronto sólo una revuelta sumida en el olvido. Mencionó Lorenzo de Zavala que en ese entonces “[…] las cárceles se llenaron, los patíbulos se veían por primera vez cubiertos de delincuentes por causas políticas […]”.25 No obstante, la lucha no culminó con la derrota y la muerte de Hidalgo el 30 de julio de 1811, continuó extendiéndose a lo largo del país. Uno de los continuadores de dicha lucha fue Ignacio Rayón, quien se expresó de las injusticias de los españoles de esta forma: ¡Ah!, pueblos del mundo culto; yo os llamo en nombre de la humanidad afligida para que presencien este espectáculo doloroso. Mirad cómo se ultraja a una nación soberana; mirad cómo se confunde con las turbas de malhechores y asesinos que degradan la especie de los hombres; mirad cómo se agotan los sarcasmos y las bellísimas frases del idioma de los Alfonsos y los Fernandos, para herirla, degradarla y envilecerla. ¿Y es ésta la filosofía y educación que recibisteis de la culta Europa de que os llamáis hijos?… Humanidad, filosofía, mirad, repito, estos ultrajes; mas si vos os preparáis para condenarlos, los americanos se aprestan para perdonarlos y olvidarlos eternamente. 26 También se unió Morelos a la causa, y al igual que Hidalgo, fue condenado por el Santo Oficio al estar en contra del gobierno. Proclamó que nadie tenía el derecho de pagar tributo a los españoles, de tener esclavos, de trabajar a marchas forzadas, de 25 Zavala, Lorenzo de, op.cit., p.10 26 Rayón, Ignacio. “Proclama de Ignacio Rayón a los europeos de la Nueva España”, en Herrerón, Carlos (ed.). La independencia según Ignacio Rayón, México, SEP, 1985, pp. 252-253. 19 enriquecer a unos cuantos. Morelos creía en el trabajo de los indígenas, en el reestablecimiento de las tierras que por derecho eran suyas, en los prisioneros que habían sido juzgados por haberse enfrentado a los señores feudales. Por ello, El Ciervo de la Nación entregó a su pueblo propuestas donde expresó el más sincero deseo de libertad y democracia. Los documentos donde manifestó todas sus inquietudes políticas fueron la Constitución de Apatzingan y Sentimientos de la nación. En este último, Morelos dejó escrito que: “La América es libre e independiente de España y de toda otra nación, gobierno o monarquía, y que así se sancione dando al mundo las razones”.27 El trabajo de Morelos en la revolución de Independencia fue muy importante porque siguió los pasos de Hidalgo, abolió la esclavitud, fue la voz de su pueblo y no permitió, al igual que Ignacio Rayón, que la lucha fuera una simple insurrección, sino una lucha mejor organizada y consciente. Sin embargo, Morelos no pudo ver a su país libre del dominio español, fue fusilado el 22 de noviembre de 1815; y no fue sino hasta el año de 1821, siete años después, cuando Iturbide culminó la labor de estos grandes héroes. El costo de la guerra fue demasiado, tuvieron que pasar muchos años para hacer realidad la liberación. La movilización del pueblo mexicano fue clave para obtener su autonomía. Sin embargo, eso no se quedaría así. España planeó la reconquista, no de toda América, sino del territorio que más le había producido riquezas: México. El anhelo de poseer la fuente de sus capitales se convirtió, en cambio, en los mismos preparativos de México para encontrar sus propias fuerzas y negarse a ser nuevamente dominado. Y a pesar de la ferocidad de la lucha en los campos de batalla, del coraje y 27 Morelos, “Sentimientos de la nación”, en Herrerón, Carlos (ed.), Morelos: Antología documental. México, SEP, 1985, p. 133. 20 la rabia desatada del campesino en contra de los españoles, de la muerte, de todas aquellas turbulencias que atormentaron el devenir de todo un pueblo durante mucho tiempo, encontró por un momento la esperanza y la ilusión de conducirse bajo sus propias leyes y sobre todo fuerzas. Y así lo fue, se armó de valor para transformar un escenario opresor que por tanto tiempo había sido contrario al espíritu humanista. España no dejó pasar la oportunidad de recriminar los supuestos actos sediciosos de un pueblo. Según los españoles, habían sido educados y salvados de la idolatría, de la superstición e ignorancia. Fueron, según sus versiones, ellos los que nos protegieron de invasiones extranjeras, de civilizar al pueblo, pero esto no era cierto, pues culpaban constantemente al criollo de haber excitado el espíritu de libertad de los indígenas, además dehaber cometido las peores atrocidades en contra de los soldados españoles. Aunado a estas consideraciones, anota Costeloe que los españoles afirmaban que el indígena poseía una bajeza tal que iba a tardar en desarrollar cualidades tanto físicas como emocionales.28 Eso era lo que distanciaba y diferenciaba al indígena de los hombres blancos. Por mencionar algunos adjetivos, estos son los siguientes apelativos atribuidos a los indígenas: flojos, monstruos, bárbaros, depravados. Además, los insurgentes eran, desde su punto de vista, sólo un simple club de malvados que traicionaron a la corona española por defender una causa totalmente injusta. De hecho, Clavijero consideraba que las ideas del filósofo holandés Cornelio de Pauw carecían de sólidos argumentos para criticar las condiciones culturales y 28 Un trabajo elaborado por Michael P. Costeloe, La respuesta a la Independencia: La España imperial y las revoluciones hispanoamericanas, 1810-1840, México, FCE, 1986, p. 38, demuestra el escaso reconocimiento de la dignidad de los indígenas por parte de los españoles. No hay que olvidar también que otros pensadores de la época, ya de Pauw, ya Buffón, criticaban sólo el aspecto físico de un pueblo, el cual perjudicaba, según éstos, la condición espiritual y física de quienes llegaban a estas tierras. 21 geográficas del continente americano; de Pauw pensaba que existían varios factores dañinos que negaban el progreso físico y moral del americano, pues juzgaba a éste como un genio estúpido e indolente. Hechas estas reflexiones, el ilustrado Clavijero refutó sus ideas y puso en alto todas las condiciones del clima, y el esplendor intelectual del americano. Clavijero destacó los deslices y las preocupaciones estériles de de Pauw, poniendo constantemente en evidencia sus errores.29 El trabajo de Xavier Francisco Clavijero celebra y enaltece las virtudes de los hombres americanos. Su centro de atención, su punto de referencia, su objeto de estudio ya no fue Europa, sino las cualidades de una cultura y de un hombre que había sido sometido y educado en una cultura totalmente distinta a la suya. La importancia de su trabajo radica en la aportación de una visión diametralmente opuesta a la del europeo. El americano no era un rabioso ni endeble como los europeos pensaban, no era tímido ni agachado, no era torpe, no era inútil, no era sacrílego, no era demonio, era de una naturaleza semejante a la del hombre blanco, poseía defectos y virtudes como cualquier otro: Tenemos el derecho –dice Fray Servando Teresa de Mier– de los indios, porque como paisanos tenemos el derecho nato de protegerlos contra el bárbaro derecho que se arrogaron los españoles de declarar en pupilaje eterno a la mitad del mundo para darle su protección que nadie les pedía, y que es tan buena por lo menos como la que ellos no quieren aceptar de Napoleón; tenemos el derecho de oponer la fuerza a la fuerza, pues la de los españoles no se ha legitimado en 300 años, una vez que ha permanecido el tributo como marca de forzados; 29 Clavijero, Francisco Xavier, Historia antigua de México. Disertaciones IV, México, Porrúa, 1959, pp. 93-123. 22 tenemos el derecho de probar que el clima de América no embrutece ni degrada, que somos hombres y no monos orangutanes […]30 Estas palabras confirman la oposición de los americanos acerca de las nada objetivas tesis de los europeos con respecto al entorno general y las condiciones físicas que, supuestamente, los hacían inferiores frente a los europeos. Este clima suave, hermoso, este clima repudiado, este suelo rico en oro y plata, trabajado por aquellos indígenas que eran considerados flojos y débiles, que produjo abundante alimento a los españoles aquí en América, no fue el problema o el mal de la ignorancia de éstos, sino la tiranía, como menciona Lorenzo de Zavala y Humboldt, lo que los arrojó a un estado de embrutecimiento, lo cual fue bueno para los intereses del europeo. Sin embargo, cabe resaltar que en esta guerra de independencia, la comunidad más depreciada resultó ser la más valiente y heroica. Las descripciones físicas despectivas no se comparan con la excelencia del trabajo, del esfuerzo, por la cultura y el conocimiento que muchos de ellos adquirieron. Como bien lo menciona García Cantú Gastón: “En el principio de las libertades está Hidalgo”.31 Para complementar dicha idea, quiero también agregar que en ese principio también se encuentran aquellos héroes anónimos que dieron su vida para entregar a las nuevas generaciones una nación Independiente. Estos héroes que lucharon codo a codo contra los españoles tuvieron también la suerte de compartir los mismos ideales con aquellas mentes que decidieron librar también una dura batalla desde otra perspectiva. Como lo mencioné al principio, la Historia de finales del siglo XVIII es una prueba de ello, pues muchos pensadores, entre ellos Don José Joaquín Fernández de Lizardi, encontraron las bases sobre las que 30 Mier, Servando Teresa de, fray, op.cit., p. 17 31 García Cantú, Gastón, Idea de México IV. Ensayos, México, FCE, 1991, p. 58. 23 pudieron fundamentar una lucha diferente, una lucha que no derramaba sangre, sino una lucha que inquietaba al gobierno y agitaba a todo un pueblo en vista de un bien. Este tipo de héroe se iba a levantar en contra del gobierno con otro tipo de armas: el papel y la pluma. 24 1.2. EL AMANECER CULTURAL: LOS PRECURSORES DE LIZARDI México ha poseído una riqueza cultural importante. Tal fue a finales del siglo XVIII y principios del XIX, ya que muchos pensadores fundaron las bases ideológicas que fueron parte también del movimiento de Independencia. Un nuevo amanecer cultural estaba brotando desde el más profundo olvido en el que la Nueva España estaba sumida. Sólo la libertad de pensamiento podía de nuevo invocar las luces de la razón que se hallaban extraviadas. Los resabios de la oscuridad y la censura de la Inquisición pretendían mantener sometido al pueblo mexicano. Pero era inevitable oponerse al deseo de transformar la mentalidad del pueblo americano mediante la divulgación de contenidos que nunca antes se habían publicado; era el momento de hacer más consciente al pueblo del papel fundamental que la educación podía generar en sus vidas. Efectos y reacciones positivos iban a ser los resultados de dichos esfuerzos. Este saber, del cual tuvieron mucha esperanza quienes propusieron un cambio: “[…] (se) centraba en la ciencia, la educación y las artes útiles […].32 El saber ya no iba a estar en manos de unos pocos. La desigualdad cultural era también un problema a vencer, pues: “La ignorancia era terriblemente general. Nadie pintó con más horribles colores la degradación, la ignorancia y la falta de nuevas costumbres en el pueblo de Nueva España […].33 Y, en efecto, era necesario combatir todos los males que afectaban el aspecto mental del pueblo mexicano. Era necesario salir de la oscuridad. Lo más importante es que se comenzaron a producir textos de búsqueda y afirmación de identidad. Lo que se requería era impulsar el intelecto. 32 Saldaña, José Juan, “Ilustración, ciencia y técnica en América”, en Soto Arango, Diana, et al, La ilustración en América Colonial, Madrid, Conciencias, 1995, p. 21. 33 Torres Quintero, Gregorio, México hacia el final del Virreinato español, México, CONACULTA, 1990, p. 107. 25 También hay que tomar en cuenta las condiciones en las que vivía el pueblo en aquel entonces. En un principio, se tomaron ciertas medidas que mantenían al pueblo fuera del alcance de cualquier conocimientoque afectara los intereses del gobierno español. Tan sólo la prohibición de ciertas clases de libros era una prueba de ello: La razón es de hecho, aunque raras veces se recuerde: en disposiciones legales de 1532 y de 1543, se prohibió, para todas las colonias, la circulación de obras de imaginación pura, en prosa o en verso (“que ningún español o indio lea… libros de romances, que traten de materias profanas y fabulosas, e historias fingidas, porque se siguen muchos inconvenientes”) y se ordenó que las autoridades permitiesen que se imprimieran o se trajeran de Europa. Los habitantes de las colonias, que vivían cercados de prohibiciones, se volvieron peritos en contrabando; novelas y poemas impresos en España penetraban en América, a pesar de frecuentes pesquisas y secuestros en las naves.34 El contenido de los libros era un problema que no agradaba al gobierno español, mucho menos a la iglesia. Pero el correr de los años y el anhelo de conocer nuevas cosas no frenaron para nada el ímpetu de importantes pensadores. El conocimiento de un pasado cuya riqueza había quedado en el olvido motivó a muchos pensadores, en particular a los jesuitas, a conocer detalladamente una historia que los hizo más conscientes de sus raíces. Incluso Lorenzo Boturini se atrevió a decir que la historia de México no podía competir con las historias más celebres del orbe, sino excederlas.35 Fue un amplio conocedor de la cultura mexicana, se dedicó a estudiar con esmero su cosmovisión, sus leyendas, la estructura de los caracteres de los años, que quedó 34 Henríquez Ureña, Pedro, Estudios mexicanos, México, FCE, 1984, pp. 85-86. 35 Boturini, Lorenzo, Idea de una nueva historia general de la América Septentrional, Madrid, Imprenta de Juan de Zúñiga, [s.f ], p. 167. https://forodeespanol.com/Archive/ParentesisYCorchetes/bhvpg/post.htm 26 ampliamente maravillado de la sabiduría de las antiguas culturas que habían dominado el territorio antes de la llegada de los españoles. Esto demuestra que la naturaleza del pasado era para los intelectuales la base para construir en él un nuevo futuro. En palabras de Mauricio Beuchot, no se debe olvidar: “[…] la intención de base que tuvieron la mayor parte de sus receptores, como es el mismo Clavigero, (sic) de no acabar con lo anterior, sino de revitalizar, perfeccionar y mejorar lo antiguo con lo nuevo”.36 El pasado prehispánico constituía una base tan rica de conocimientos que el trabajo, por ejemplo, de Francisco Xavier Clavijero reflejó un estudio que no manifestó las inquietudes de un europeo propiamente, sino la de un americano cuyo interés estuvo centrado en la descripción de la cultura y la tierra que lo vio nacer. Cabe mencionar que estas ideas fueron llevadas a cabo por los pensadores mexicanos a raíz de situaciones que desde hacía tiempo se venían desarrollando en las colonias. Primero, hay que señalar la influencia del pensamiento europeo de ese entonces: la Ilustración, la cual privilegiaba el progreso y el avance científico, la educación era la herramienta principal, pero: “Cuando el siglo XVIII quiere designar esta fuerza, cuando pretende condensar su esencia en una sola palabra, apela al sustantivo razón. La razón se le convierte en punto unitario y central, en expresión de todo lo que anhela y por lo que se empeña, de todo lo que quiere y produce”.37 Los ilustrados se caracterizan por hablar un mismo lenguaje: la razón. El siglo XVIII maneja a la razón con un sentido nuevo y más modesto. No es el nombre colectivo de las "ideas innatas", que nos son dadas con anterioridad a toda experiencia y en las que se nos descubre la 36 Beuchot, Mauricio, Historia de la filosofía en México colonial, España, Editorial Herder, 1997, p. 232. 37 Cassirer, Ernst, Filosofía de la Ilustración, España, FCE, 1993, p. 20. 27 esencia absoluta de las cosas. La razón, lejos de ser una tal posesión, es una forma determinada de adquisición. No es la tesorería del espíritu en la que se guarda la verdad como moneda acuñada, sino más bien la fuerza espiritual radical que nos conduce al descubrimiento de la verdad y a su determinación y garantía. Este acto de garantizar es el núcleo y supuesto imprescindible de toda verdadera seguridad. 'Todo el siglo XVIIl concibe la razón en este sentido. No la toma como un contenido firme de conocimientos, de principios, de verdades, sino más bien como una energía, una fuerza que no puede comprenderse plenamente más que en su ejercicio y en su acción. 38 Lo más importante de dicha idea es que la razón se caracteriza por ser una construcción, se empeña en hacer valer su condición de acción, porque le interesa construir un todo verdadero: Pero al crear ella misma este todo, al acomodar las partes de un todo según una regla que ella misma dispone, se le hace completamente transparente la estructura del edificio que surge así. Comprende esta estructura porque es capaz de reconstruirla, de copiarla en la totalidad y en la secuencia ordenada de cada uno de sus momentos. Este movimiento espiritual doble es el que caracteriza por completo el concepto de razón, no como concepto de un ser, sino de un hacer.39 La razón, por ende, no es un mero cálculo frío o un simple procesamiento de datos, no destruye ni devasta, es un movimiento espiritual en tanto construye y edifica. La razón es una fuerza productiva. Esto evoca de inmediato la máxima de Kant: 38 Ibid, p. 28. 39 Ibidem. 28 “¡Sapere aude!40 Salir de inmediato de la infancia para progresar y construir un nuevo mundo con ayuda de la razón. Así, estas principales bases y libros que capitalizaron su principal objetivo, entraron a estos suelos incluso por contrabando. El aislamiento de las colonias no fue ningún impedimento para lograr introducir libros prohibidos por la Inquisición. La censura no fue capaz de obstaculizar la formación de un conocimiento nuevo. Por consiguiente, muchas personalidades fueron adquiriendo libros importantes de medicina, biología, física, matemáticas, filosofía y artes, entre ellos estaba Ignacio Bartolache (1739-1790), quien se dedicó igualmente a la divulgación de información importante para el pueblo en la publicación de su periódico principal, el Mercurio volante. Y al Igual que el pensador Alzate, el único fin de la transmisión de ideas relevantes era el de informar e ilustrar a un pueblo sumido en la ignorancia. El trabajo que emprendieron estos intelectuales tenía una cierta coincidencia con las labores de los misioneros, esto es, se acercaron a los habitantes y compartieron conocimientos nuevos. De este modo, el saber adquirido por las ciencias motivó a varios pensadores a cuestionar los errores de ese entonces, por poner una muestra, Juan Benito Díaz de Gamarra (1745-1783) criticó la idea absurda de la pérdida de la salud por vestir y andar a la moda41, y no sólo eso, también hizo hincapié, en materia moral, en decir la verdad y estar siempre del lado de la razón. El esplendor del nuevo amanecer cultural en México estaba naciendo en gran medida por todos aquellos pensadores preocupados por el bienestar social. Las artes y las ciencias no encontraban alguna razón para hallar alguna disconformidad entre ellas. 40 ¡Atrévete a saber! Cfr. Immanuel Kant, Filosofía de la Historia. Qué es la Ilustración, Argentina, Derramar, 2004, p. 33. 41 Díaz de Gamarra, Juan Benito, Tratados, México, UNAM, 1995, p. 14. 29 Lo vital era mantenerse unidas y contribuir en la búsqueda de la propia identidad del americano. Tan es así que el valor de las artes útiles: “[…] es característico de los ilustrados americanos en el últimotercio del siglo, en el momento en el que las Luces fueron ya asimiladas y se busca utilizarlas para conocer y transformar el país”.42 Como hemos podido notar, el bien productivo del amanecer cultural gracias a los efectos de la razón tenía como objetivo combatir la oscuridad que engendraba destrucción. A partir de esto, los americanos ilustrados fueron abriendo paso a nuevos valores. Existe un sentimiento tan profundo que el tutelaje español, tan renuente y opuesto a los valores de avance y progreso, comienza a entrar en crisis. La educación impartida por éstos no obedecía por ningún motivo el camino impuesto por la razón: la máxima tutora del bien colectivo. Sin embargo, la expulsión de los jesuitas en el año de 1767 y su inminente exilio representó un duro golpe al progreso de toda América. Su enseñanza permitió reconocer el impulso de la educación y la introducción de los avances científicos y, principalmente, el rescate de la cultura grecolatina y las raíces indígenas. Y a pesar de todo, la importancia de la Ilustración, en un primer punto, radicó en el establecimiento y la instalación del conocimiento científico y artístico, estos cimientos hechos por pensadores preocupados por su nación se convirtieron en materia dispuesta para reflejarse también en el orden político. Pues el amanecer cultural y científico fue la materia prima que poco después se reveló en el ámbito social. Por tanto, ¿cuál es la relevancia de estos antecedentes, en particular de la Ilustración? En realidad significó demasiado porque el ingreso y el asentamiento de las 42 Saldaña, José Juan, op. cit., p. 29. 30 ideas ilustradas tomaron en México una forma especial y determinada, por no decir única. Gracias a los aportes humanísticos de Clavijero, de Gamarra, de Bartolache, de Javier Francisco Alegre, entre otros, se dignificó de tal manera la humanidad del hombre americano que las ideas vetustas y deshonrosas con relación a su condición física y moral reflejaron, por el contrario, el atraso intelectual de los europeos que criticaron sin consideración a su prójimo. Como bien menciona María del Carmen Rovira: El humanismo al interior de la tradición filosófica mexicana, ya desde el siglo XVIII, se caracteriza principalmente, por la dignificación de la naturaleza humana y por el respeto a la esencialidad del otro, lo que supone comprender al otro en su mismidad, sin intentar ni suponer una violenta imposición de valores: respetando y reconociendo su identidad.43 El aporte humanístico mexicano de esa época se basó en la reflexión de las condiciones espirituales y físicas de los mexicanos. Es por esto que nuestros pensadores se empecinaron, gracias a toda la cultura que poseían, en reconocer no la incapacidad, ni la inoperancia, ni la displicencia, ni la brutalidad con la que fue sumamente criticado y oprimido el indígena, sino en aplaudir su grandeza y todo su magnífico esplendor. Esta luz, este albor de la cultura ilustrada de México manifestó un paradigma opuesto a la oscuridad del gobierno español. El heredero de esta tradición humanística, y gran defensor de la libertad, José Joaquín Fernández de Lizardi, reflejó 43 Rovira Gaspar, María del Carmen, “Proyección filosófico-político y pluriculturalismo del humanismo mexicano del siglo XVIII y algunos años del XIX.”, en Ambrosio, Silvio (comp.), Humanismo novohispano, Independencia y liberalismo: continuidad y ruptura en la formación de la nación mexicana, México, UNAM, pp. 59-60. 31 en cada uno de sus escritos el compromiso con el proyecto ilustrado. La razón, la verdad, la libertad, la luz ante la oscuridad, pero del mismo modo el vicio, el mal, la corrupción, la desunión, el caos, se mostraron tal y como eran exhibiendo las condiciones de un mundo que necesitaba de inmediato cambiar para su propio bien. En la literatura de Lizardi podemos encontrar a personajes repletos de vicios y corrupciones, pero también de personajes dignos, comprometidos con el bienestar ajeno. Por ejemplo, el amor que refleja uno de sus personajes llamado Teófilo fortalece, en medio de la desesperación, la dignidad y el respeto que debe de prevalecer en los hombres a pesar de todas las desdichas. Lizardi fue el claro ejemplo del habitante que, al salir de la caverna y negar sus sombras, regresó a ella para inspirar a otros la luz y la verdad que hacía falta en el país. De algún modo, El Pensador Mexicano quiso entregarle a su pueblo un poco de amanecer para devolverle a su vida un poco de alegría en medio de tantas desgracias. Porque la luz es constructiva. 32 1.3. EL PENSADOR MEXICANO: JOSÉ JOAQUÍN FERNÁNDEZ DE LIZARDI La figura de Don José Joaquín Fernández de Lizardi es el mayor ejemplo de compromiso y acción en la literatura mexicana. En cada uno de sus textos reclama un cambio necesario y urgente, pues la población mexicana de ese entonces debía con urgencia salir de la ignorancia y la superstición. Muchas de las iniciativas y las fuertes críticas al sistema eclesiástico le valieron persecuciones, encarcelamientos y excomuniones. Enfrentarse al clero era considerado una herejía, y enfrentarse al gobierno era también una traición. De este modo, Don José Joaquín Fernández de Lizardi fue parte de un movimiento intelectual que luchó y exigió reformas capaces de transformar un sistema que atentaba en contra de la voz de la razón y las luces. Pues era totalmente contradictorio que una parte del mundo gozara de los frutos de la libertad y de la razón, mientras que en otra la oscuridad, la violencia y demás perjuicios, fueran predominantes en un continente que requería cambios urgentes en su interior. Lizardi tuvo la oportunidad de contemplar todo el desarrollo de la independencia de México y con él el copioso trabajo literario apegado a ese extraordinario fin. Por desgracia, hasta el día de su muerte, el destierro de los españoles no fue suficiente para liberar a su amado país de ciertos comportamientos y actitudes que lo deshonraban, sin embargo siempre creyó y tuvo esperanzas en un proyecto que transformara la mentalidad del pueblo mexicano, el cual aún hoy perdura, y es que el auténtico cambio, como posibilidad, se encuentra sólo en la educación. El nacimiento de Don José Joaquín Fernández de Lizardi es un poco confuso, hay quienes afirman que su nacimiento fue el 15 de noviembre del año de 1771, 1774, 1775 ó 1776, pero uno de sus biógrafos más importantes, González Obregón, afirma que nació el año de 1774, lapso de la historia muy importante para México en cuanto al 33 desarrollo de las bases humanísticas se refiere, de las cuales él fue uno de los principales herederos. Fue bautizado en la parroquia de Santa Cruz y Soledad. Fue hijo de Manuel Fernández de Lizardi y de Bárbara Gutiérrez. Se sabe que no provenía de una familia acomodada, poseedora de copiosas riquezas, sino de una familia más bien modesta y honrada. Su padre fue doctor en Medicina, y estuvo a cargo del colegio de Tepotzotlán durante su infancia, pues la familia había arribado a ese lugar con la intención de obtener mejores ingresos. Pasado el tiempo, José Joaquín Fernández de Lizardi estudió a los seis años en Tepotzotlán las primeras letras, allí aprendió éste a leer; de su primera juventud se sabe muy poco, parece que siguió viviendo en Tepotzotlán, para luego ser enviado a México, donde estudió latín con un profesor llamado D. Manuel Enríquez. La inquietud por el conocimiento lo motivó a estudiar en el Colegio de San Ildefonso, donde recibió muy buenos elogios por parte de sus profesores. Manuel de Sanchirtóbal, el maestro de Lizardi: “[…] lo consideraba talentoso y elogió su desempeño en Metafísica, Física, y Lógica. Aparentemente ese curso estructuróla mente de Lizardi tanto como el estudio del latín moldeó su escritura”.44 Así pues, Pedro Enríquez Ureña y González Obregón mencionan que Lizardi pudo convertirse en bachiller45 a los dieciséis años, y un año más tarde pudo cursar Teología, Por otra parte, Álvarez de Testa sugiere que Lizardi, por el contrario, no pudo ser bachiller debido a la enfermedad y fallecimiento de su padre. Sin embargo, si finalizó o no sus cursos en el colegio, no fue impedimento para que Lizardi se comprometiera, tiempo después, a desempeñar el rol de mentor, 44 Álvarez de Testa Lilian, Ilustración, Educación e Independencia: Las ideas de José Joaquín Fernández de Lizardi, México, UNAM, 1994, p. 80. 45 González Obregón, Don José Joaquín Fernández de Lizardi (El Pensador Mexicano), México, 1888, p. 4 34 educando a un pueblo sumido totalmente en la ignorancia. Es importante conocer esta parte de la vida de Lizardi, porque tuvo la oportunidad de ir al colegio, privilegio que muy pocos tenían en aquellos tiempos, aunado al desarrollo intelectual que adquirió al saber Latín, Filosofía, Lógica, entre otras disciplinas, sin olvidar la educación que también pudo gozar desde su infancia al rodearse de muchos libros, herencia que recibió por parte de la familia de su madre. De esta manera, el saber y el conocimiento fueron parte de toda su vida, creció con la oportunidad de creer en la posibilidad de transformar aquellas inconsistencias que había en la educación del país. Este hecho lo sometió a prueba en cada uno de sus textos, ganándose con respeto el sobrenombre de El Pensador Mexicano. Por desgracia, Lizardi no pudo continuar profundizando sus estudios, así que tuvo que buscar empleo por falta de recursos. Lo único que sabemos de su vida es que trabajó como juez interino o encargado de justicia en Taxco, nombramiento otorgado por el gobierno español. En ese lugar, en el año de 1810, en los albores de la guerra de independencia y al grito de ¡mueran los gachupines!, Lizardi no tuvo más remedio que entregar las armas a los insurgentes, y a consecuencia de estos actos, fue llevado a la ciudad de México justificando su encarcelamiento por prestar apoyo a los rebeldes. Es importante mencionar que los habitantes eran amenazados a muerte si contribuían en la lucha, pero en este caso, Lizardi pudo librar tal castigo argumentando que se vio obligado a entregar el armamento por la situación que estaba enfrentando en esos momentos. Tales acontecimientos orillaron una vez más a Lizardi a enfrentar la realidad de su entorno. La lucha que se desarrollaba en los campos de batalla no era lo suficiente para detener por completo al injusto gobierno español. Se necesitaban más recursos 35 que abastecieran la ilusión de una victoria completa, había una necesidad legítima de los pueblos americanos al reclamar su libertad, y fue así como Lizardi decidió contribuir, hasta donde más pudo, con su genialidad y maestría, a la causa que el pueblo mexicano pedía a gritos. En el año de 1809 conocemos de Lizardi uno de sus primeros escritos llamado Polaca que en honor de nuestro Católico Monarca Señor Don Fernando Séptimo Cantó J. F. de L, cuyo contenido, lejos de elogiar a Fernando VII, pide unión, paz, tranquilidad, en lugar de falsedad y engaño. Así es como la carrera literaria de Lizardi se perfiló en un horizonte totalmente contrario al del gobierno español. La censura que vivió Lizardi a partir de las críticas tan fuertes y severas al gobierno de la Nueva España, fueron detonantes que proyectaron cada vez más las contradicciones y decadencias de una administración sumamente negligente. No fue sino hasta el año de 1812 cuando Lizardi se arriesgó a publicar y hacer valer la libertad de imprenta impuesta en la Constitución de Cádiz. Esta libertad de expresión le costó muy caro a El Pensador, pero la censura no pudo terminar totalmente con sus aspiraciones. En muchas ocasiones, Lizardi no se pudo librar de persecuciones, de encarcelamientos y condenas. Y como todo escritor comprometido continuó escribiendo hasta el día de su muerte. No hay ningún escrito suyo que no contenga algunas líneas de denuncias y, en particular, de iniciativas benéficas para el pueblo mexicano. El camino que eligió y del cual se sustentó lo iba a convertir en una figura importante, ya que se convirtió en el heredero directo de las aportaciones de los pensadores ilustrados mexicanos de finales del siglo XVIII. Y aprovechando el decreto de libertad de imprenta promulgada en dos artículos, en el 131º y 371º, publicó su más importante periódico: El Pensador Mexicano. Toda libertad de imprenta, de acuerdo con la Constitución de 36 Cádiz, estaba protegida, ya que los ciudadanos gozaban de libertad de: “imprimir y publicar sus ideas políticas, sin necesidad de licencia, revisión o aprobación alguna anterior a la publicación […]”.46 Esta “Ley de Libertad de imprenta entró en vigor en España en noviembre de 1810, pero el virrey de la Nueva España de aquel entonces, Francisco Javier Venegas, no la promulgó inmediatamente pues temía que las nuevas libertades servirían para fomentar la revolución iniciada el 16 de septiembre de 1810.”47 Esta Constitución llegó a las manos del virrey Venegas el 21 de septiembre de 1812, y fue hasta el 5 de Octubre de ese mismo año cuando el público supo de la libertad de imprenta, pues se requirió en muchas ocasiones al virrey su autorización para que el pueblo mexicano supiera lo que hacían las Cortes a su favor, pero lamentablemente no se especificó ni se dejó en claro qué clase textos se iban a considerar subversivos, por esta razón los censores tomaron fallos arbitrarios. Don José Joaquín Fernández de Lizardi no pudo dejar pasar la oportunidad de publicar sus ideas y reflexiones. Con ello, El Pensador Mexicano se unió a la batalla, junto con otros pensadores, como Carlos María Bustamante y su periódico El juguetillo, en contra del gobierno. En ese entonces, el periodismo se vuelve un arma ideológica de combate y, por tanto, una ventana para que la población se informara de todos los sucesos políticos y culturales del momento. Las características de esa literatura en armas: “[…] recorre diversas formas de expresión: el sermón, la arenga, la proclama, la 46 González Obregón, Luis, dir, La constitución de 1812 en la Nueva España. Tomo I, México, Publicaciones del Archivo General de la Nación, vol. IV, p.LXXXII. 47 Neal, Clarece, “La libertad de imprenta en Nueva España 1810-1820.”, en Lee Benson, Nettie. México y las cortes españolas, 1810-1822: Ocho ensayos, México, Instituto de Investigaciones Legislativas, 1966, p. 98. 37 fábula, el epigrama, la poesía, el diálogo, el testimonio, la autobiografía y la novela”.48 Podemos decir que Lizardi recorre la mayoría de estas formas de expresión en sus escritos. Pero hubo escritores que escribieron con la intención de adular y disfrazar el mal gobierno español. A consecuencia de las constantes demandas habidas en los periódicos, el virrey Venegas no tuvo otra opción que eliminar la libertad de imprenta, a sabiendas de que no poseía la suficiente autoridad para modificarla a su conveniencia. Esta supuesta libertad de imprenta sólo duró un par de meses en la Nueva España, exactamente el 4 de Diciembre de 1812 suspendió lo que para muchos fue considerado una breve luz de la razón en estas tierras. Y se reservó siempre el derecho de establecerla nuevamente hasta que terminara la guerra en contra del gobierno. Debemos de mencionar que Lizardi estuvo inmiscuido en este asunto, ya que el 3 de diciembre, fecha de cumpleaños del virrey Venegas, le entregó como obsequio un ejemplar de su periódico, el noveno número. El contenido de su publicación fue censurado ya que recordaba al virreysus errores y su ignorancia. Esto correspondió también a la crítica y a la revocación del bando del 25 de junio que amenazaba a los eclesiásticos con fusilar y a todo aquel que sorprendiera con un arma o poniendo en contra al pueblo del gobierno. Por esto, el gobierno atribuyó a Lizardi la desunión de todo el pueblo y: “[…] viendo el grado a que había llegado la prensa en sus manifestaciones, suprimiera, dos días después de la publicación del artículo del Pensador, y por bando del 5 de Diciembre, la 48 Morales, Josefina, “La literatura en la cultura de la Independencia”, en Aguilar Monteverde, Alonso. (comp.), Pensamiento Político de México. Tomo I, La época de la Revolución de Independencia (1808-1824), México, Editorial nuestro tiempo, S.A., 1986, p. 239. 38 libertad de imprenta, y mandara encarcelar a Fernández de Lizardi”.49 Y fue así como las persecuciones a El Pensador comenzaron, encarcelándolo en varias ocasiones. El enfrentamiento que tuvo con el gobierno, y los castigos que recibió por esto, fueron una excusa para terminar con la aparente libertad que todo el pueblo había obtenido de la Constitución. Por desgracia, el gobierno, como lo afirma Lizardi en la segunda carta al Papista, arruinó a él y a toda su familia, y no sólo eso, el virrey Venegas, como lo dice El Pensador: “[…] decretó mi prisión, a la que fui arrastrado a las tres de la mañana del 7 de diciembre de 1812… se me sorprendió con más de setenta hombres. ¡Tanto era el temor que me tenían por mi opinión! 50 Y no fue sino hasta el primero de junio de 1813 cuando salió de la cárcel. Durante el proceso: “Él fue su propio abogado defensor en la corte informal de la opinión pública y la estima virreinal, ya que nunca tuvo un juicio formal”.51 Sus opiniones y críticas al sistema fueron de tal manera contundentes y en específico peligrosas, que el mismo clero no tuvo más remedio que excomulgarlo. Esa noticia fue un duro golpe a su reputación. En su escrito Defensa de los francmasones juzgó la hipocresía de los eclesiásticos y, no sólo eso, manifestó que los canónigos no tenían ningún carácter divino y eran perjudiciales al Estado por las cuantiosas rentas que cobraban. Con toda la exuberante cantidad de ingresos, como lo proponía Lizardi, era posible construir escuelas, casas de beneficencia, hospitales, pero los supuestos daños espirituales que aparentemente había cometido al calificar de codiciosos a los canónigos, mientras que otros morían padeciendo miserias, justificaron su expulsión. 49 Obregón, González, op., cit, p. 19. 50 Fernández de Lizardi, José Joaquín, Obras XI-folletos (1821-1822), México, UNAM, 1991, p. 564. 51 Álvarez de Testa, Lilian, op., cit. p. 138. 39 A pesar de haber sido considerado un hereje, un apóstata, un provocador y demás peores denominaciones, las demandas de Lizardi en sus escritos eran totalmente justas. El espíritu de El Pensador siempre fue inquebrantable. La lucha que mantuvo en contra del gobierno se mantuvo en la vía de lo racional, en lo que debía de ser acertado y adecuado para el pueblo. En sus exposiciones para defenderse de todos los cargos, alegó que no era ningún delincuente por su opinión, lo único que pretendía era exigir beneficios para el pueblo, ya que estaban viviendo una etapa muy difícil y harto caótica. Y a pesar de que la Junta de Censura lo haya calificado de sedicioso y de alborotador, su aspiración fue siempre el orden, la unión, el amor, la paz que no la guerra entre hermanos, pues ya era suficiente tanto derramamiento de sangre, de salvajismo y barbarie. Hasta este punto, hay que resaltar el pensamiento de Lizardi y recordar las palabras de ofensa de los pensadores europeos a los americanos, entre ellos de Pauw, que se acoplaban, sin pensarlo, a las condiciones desfavorables que atravesaba el pueblo americano, pues el pensamiento humanístico e ilustrado de Lizardi surge en medio de la oscuridad, lleno de franqueza y sinceridad, proponiendo la paz y el cambio necesario que necesitaba con urgencia México. El pueblo mexicano era digno de amor y de aprecio, sólo así podía conseguir, en efecto, la unión tan querida y ansiada, pues el amor, desde los tiempos más remotos, no es más que un acto de cohesión y afinidad entre los seres vivos. El pueblo americano no era cualquier objeto de desprecio, sólo la unión y la consolidación de la paz con el hombre europeo podía enaltecer aún más su esencia. Esto lo dejaba muy en claro El Pensador mexicano y otros muchos pensadores que manifestaron su inconformidad al ver cómo los hombres se batían a muerte tratando de imponer sus causas. 40 En el diálogo de Chamorro y Dominquín, Lizardi reclama la libertad de América argumentando que nadie podía dominar ni reclamar para sí la Naturaleza, y el americano debía ser libre por necesidad y derecho.52 Estas ideas obviamente fueron censuradas por la Junta Provincial de Censura, y para poder ampararse de dichas acusaciones presentó una defensa53 en la que consideraba oportuna la unión, la fraternidad y la paz. El derramamiento de sangre era innecesario, las crueldades de la guerra revelaban cada vez más la oscuridad que cegaba el camino correcto del mexicano: “Siempre veré con lástima y horror una guerra entre hermanos”,54 dijo Lizardi. Pues los intereses del gobierno español estaban en estas tierras, este suelo era el más importante de todos y lo que le importaba más a España era no abandonar bajo ninguna circunstancia la colonia que más le había dado riquezas. Los sentimientos más nobles y justos los dejó plasmados en cada una de las defensas que presentó. Ahí tuvo la oportunidad de criticar el egoísmo y el solipsismo de quienes ignoraban o mostraban desdén a las causas justas, o de quienes se sentían sumamente cómodos en la subordinación y obediencia al gobierno español. Aún así, Lizardi continuó luchando y siguió publicando El Pensador Mexicano por algunos años más. Durante los años de 1814 a 1816, como lo indica González Obregón, Lizardi publicó escritos en prosa y en verso, y su Alacena de Frioleras, publicación donde insertó fábulas y artículos de costumbres mexicanas. Más tarde, en el año de 1816, vería la luz uno de los trabajos literarios más importantes que se hayan escrito en nuestro país: El Periquillo Sarniento. Esta 52 Fernández de Lizardi, José Joaquín, op. cit., p.107. 53 Ibid, p. 151. 54 Ibidem. 41 importante novela se presentó al público, en medio de una crisis política y social, por tomos; los tres primeros fueron publicados sin ningún problema, pero el cuarto tomo fue publicado después de la muerte del autor, pues fue censurado por haber proclamado en uno de los capítulos la abolición de la esclavitud. Y éste no es el único tema tan importante a destacar en la novela, también hay una critica al modelo de enseñanza de las escuelas, la desunión que aflige a toda una sociedad, la superstición, la charlatanería, la poca importancia de la muerte de los padres, el consejo y la virtud, la máxima aspiración del ser humano, entre otros temas. Asimismo, podemos subrayar el mensaje didáctico que el narrador quiere transmitir a sus hijos; el padre ilustrado, como lo presenta Lizardi, mediante la narración de sus aventuras de juventud, desea infundir con el ejemplo las virtudes a las que ellos deben siempre aspirar. La insistencia de este mensaje educativo en toda la novela radica en la enseñanza de las muchas aventuras que Pedro Sarmiento, mejor conocido como el Periquillo Sarniento, tiene a lo largo de toda su vida. Por consiguiente, el contenido de esta importante novela resalta un modelo de persona ideal, en contra de la persona improductiva, estéril e indolente para la sociedad.
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