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UNIVERSIDAD NACIONAL 
AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLÁN 
 
 
 
LA BÚSQUEDA DE LA VIRTUD EN LA NOVELA NOCHES TRISTES Y DÍA ALEGRE DE 
JOSÉ JOAQUÍN FERNÁNDEZ DE LIZARDI (ANÁLISIS DEL PERSONAJE) 
 
 
 
TESIS 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
LICENCIADO EN LENGUA Y LITERATURA HISPÁNICAS 
 
 
 
PRESENTA 
JOSÉ MANUEL IGNACIO URIARTE 
 
 
 
ASESORA: LIC. MARÍA DEL ROCÍO MONTIEL TOLEDO 
 
 
 
 
FEBRERO DE 2017 
 
 
usuario
Texto escrito a máquina
SANTA CRUZ ACATLÁN, NAUCALPAN, EDO. DE MÉXICO
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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 A mis padres, Fausto y Vicenta, 
por su ejemplo de vida, 
por su bondad e infinito amor. 
 
A mis hermanos, Armando, Erika, Blanca y Mariana, 
por sus consejos, 
por su incondicional apoyo, 
por enseñarme a vivir. 
 
A mi abuela Chepita, 
por descubrir a su lado a Dios, 
por ser la palabra de amor que me hacía falta. 
 
 
A mi abuelo Baltazar, 
por los agradables momentos a su lado. 
 
 
A mi tía Emilia, 
por el amor que siempre nos mantiene cerca. 
 
 
Al Amor, 
por ser lo más parecido a nuestra esencia. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
ÍNDICE 
 Introducción……………………………………………………………………….1 
1. Panorama Histórico: México y los albores de la guerra de Independencia……7 
 1.1 La guerra de Independencia…………………………………………………...14 
 1.2 El amanecer cultural: los precursores de Lizardi……………………………...24 
 1.3 El Pensador Mexicano: José Joaquín Fernández de Lizardi…………………..32 
2. Noches tristes y día alegre…………………………………………………………….49 
 2.1 Historia………………………………………………………………………...57 
 2.2 Discurso……………………………………………………………………..…67 
 2.3. El personaje literario…………………………………………………………..78 
3. El personaje en la primera noche……………………………………………..101 
 3.1 El nacimiento del personaje: nombre atributos……………………………….105 
 3.2 Relaciones destructivas y la experiencia de la muerte………………………...112 
4. El personaje en la segunda noche…………………………………………….126 
4.1 El héroe buscador…………………………………………………………….126 
4.2 Teófilo y la búsqueda del objeto de deseo…………………………………...134 
5. El personaje en la tercera noche……………………………………………...143 
5.1 Las virtudes…………………………………………………………………..143 
5.2 Relaciones constructivas: la amistad y la justicia…………………………….154 
6. El personaje en la cuarta noche………………………………………………160 
 6.1 El proceso de mejoramiento………………………………………………….162 
 6.2. El cementerio y el conocimiento de la muerte……………………………….167 
7. El personaje en el Día alegre…………………………………………………173 
 7.1 El encuentro con el objeto de deseo………………………………………….173 
 7.2 La consumación de los valores……………………………………………….177 
8. Conclusiones………………………………………………………………….180 
9. Bibliografía…………………………………………………………………...187 
 1 
INTRODUCCIÓN 
Durante el siglo XIX existieron muchos factores en nuestro país que propiciaron 
cambios radicales en la manera de pensar y actuar. El movimiento Ilustrado en México 
favoreció el desarrollo de un pensamiento que tenía la noble intención de transformar y 
reorganizar el mundo hostil impuesto por los españoles. El surgimiento de dichas ideas 
no fue bien recibida por los principales dirigentes del virreinato. A pesar de todos los 
obstáculos impuestos para detener el movimiento de Independencia, no pudieron 
contener el ímpetu de los principales héroes de la lucha armada y educativa. 
Uno de los principales intelectuales de esa etapa histórica que luchó a favor de la 
justicia y la verdad en México fue Don José Joaquín Fernández de Lizardi, mejor 
conocido como El Pensador Mexicano, cuya obra gira en torno a un tema muy 
recurrente: la educación. 
Uno de sus mayores anhelos formó parte de un sueño que también otros 
eruditos de la misma época deseaban: la construcción de una identidad. La escritura 
fue el principal aliado que ayudó a Lizardi a abrir nuevos horizontes, pues era 
obligatorio completar la amada libertad con la ayuda del conocimiento; la Independencia 
cultural fue su principal objetivo. 
Don José Joaquín Fernández de Lizardi se distinguió por ser un pensador 
preocupado del porvenir de un pueblo que se entregaba a su nuevo destino. Este nuevo 
proyecto, el de educar, no fue sino una continuación de las luchas de los hombres que 
dieron la vida por su país. Este tipo de héroes nació con la firme intención de liberar las 
mentes del pueblo que habían permanecido enterradas en la ignorancia. 
Por esta razón, el pensamiento de Fernández de Lizardi se mantiene vigente a 
pesar de los años. Es un autor tan actual, cuyas obras albergan variados temas, por 
 2 
ejemplo: la crítica constante a las injusticias de las instituciones, a algunas costumbres 
de la sociedad, a los vicios, a la irracionalidad y a la barbarie; también, a modo de 
contraste, la exaltación de las virtudes, la lucha constante a favor del bien común y la 
felicidad. 
El contenido temático de las obras de Lizardi se inscribe dentro de un marco no 
muy lejano al nuestro. Hablar acerca de su extenso quehacer literario no es un tema tan 
sencillo de desglosar. Podemos mencionar, en cambio, sus obras literarias más 
importantes: El Periquillo Sarniento, La Quijotita y su prima, Don Catrín de la Fachenda 
y, por último, una novela que merece toda nuestra atención porque su protagonista es 
el principal objeto de estudio de este trabajo: Noches tristes y día alegre. 
En esta novela hallaremos a un héroe creado por los límites del lenguaje literario. 
El tema del presente trabajo es La búsqueda de la virtud en la novela Noches tristes y 
día alegre de José Joaquín Fernández de Lizardi (análisis del personaje). En este 
estudio nos hemos planteado este problema: ¿cuáles son las características y virtudes 
principales del personaje Teófilo? Para responder dicha cuestión, hemos tomado en 
cuenta el estudio de todos los elementos narrativos que intervienen en la formación de 
Teófilo, por lo que nuestro objetivo principal es analizar la construcción narrativa de las 
virtudes del protagonista para comprender el carácter didáctico de la obra de nuestro 
Pensador Mexicano. 
La importancia del estudio de este personaje principal reside en el análisis 
detallado de las características sobresalientes que lo componen, ya que deslumbra por 
sus acciones virtuosas, por su actitud firme y constante ante las adversidades, en 
especial ante la muerte, y la soledad que en un momento determinado de la novela le 
anima cuando siente que no puede continuar más. Estas cualidades principales hacen 
 3 
de Teófilo un personaje totalmente distinto de un Catrín de la Fachenda o, incluso, de 
un Periquillo Sarniento. El punto central del análisis del personaje Teófilo consiste, por 
lo tanto, en demostrar cómo el nombre, los atributos, las acciones, y todas aquellas 
fuentes de información que proporciona el relato son los responsables de construir un 
personaje modelo que impresiona por sus cualidades compasivas y bondadosas. 
Si bien es cierto que el personaje literario no posee los mismos atributos que un 
ser real, es posible describir cada uno de los aspectos que lo componen con ayuda de 
la teoría literaria. En este caso, el lenguaje es el encargado de otorgarlecualidades 
humanas, esto desde el punto de vista lingüístico, por el cual reconoceremos al 
personaje literario. Esto nos permitirá establecer una descripción acorde con el modelo 
narrativo que se utilizará en el análisis literario del personaje para precisar cada uno de 
los caracteres que lo distinguen. 
Como hipótesis principal hemos considerado que todas las fuentes de 
información, es decir, el nombre y adjetivos, acciones, relaciones con otros personajes, 
espacio y todos los objetos que lo rodean, etc., son los principales elementos que 
determinan al personaje Teófilo, puesto que son los responsables de otorgarle una vida 
y un desarrollo dentro de la novela. En cada uno de los capítulos de este trabajo se 
analizará un elemento en específico para demostrar detalladamente el proceso de su 
construcción. Para ello, tomaremos en cuenta las propuestas de Propp, Greimas, 
Tomachevsky, Bobes Naves, Chatman, Barthes Todorov, Philippe Hamon y Mieke Bal, 
entre otros, acerca del análisis del personaje para una explicación puntual y objetiva. 
No trataremos de definir el ser o el alma del personaje, antes bien, abordaremos un 
estudio preciso que compruebe los elementos que conforman a nuestro personaje 
principal. 
 4 
Por ende, este trabajo se ha realizado de la siguiente manera: en el capítulo 
número uno dedicado al panorama de la revolución de Independencia de México y los 
precursores de Don José Joaquín Fernández de Lizardi, consiste en explicar cuáles 
fueron los factores decisivos que orillaron al pueblo mexicano a buscar su propia 
libertad. La consulta de fuentes antiguas y actuales para reconstruir el proceso histórico 
de la Independencia de México nos permitió conocer un factor decisivo que hizo 
detonar la lucha entre españoles y americanos: la desigualdad. Tanto la disputa armada 
como literaria durante ese periodo histórico reveló la necesidad de un cambio urgente 
en la manera de gobernar el país. En este primer capítulo pretendo demostrar que a 
raíz del surgimiento de personalidades capacitadas en ámbitos políticos, científicos y 
humanísticos, nace la obligación de reorganizar un mundo que había sido hostil durante 
mucho tiempo con el pueblo indígena, por medio de una herramienta elemental: la 
educación. Por tal motivo, es importante conocer esta parte de la historia de México, 
porque uno de sus principales escritores, Don José Joaquín Fernández de Lizardi, fue 
uno de los promotores que deseaba con tanto esmero ilustrar a los mexicanos para 
mostrarles que con ayuda de la virtud y las acciones nobles y caritativas puede existir 
un país mejor. 
El capítulo número dos consiste en el análisis de la novela Noches tristes y día 
alegre; se elabora un estudio de la historia y el discurso para conocer con detalle cada 
elemento que estructura a la novela, en especial de una de las unidades centrales de 
nuestro trabajo: el personaje, que forma parte de los acontecimientos del relato y al que 
le dedicamos un apartado para saber qué es lo que la crítica literaria ha dicho de él. 
El capítulo número tres está dedicado al análisis literario de nuestro personaje 
principal, estudiamos el nombre y los adjetivos que le asigna el relato, así como las 
 5 
relaciones destructivas que mantiene con otros personajes a la luz de las propuestas de 
Todorov, Hamon, Bobes Naves, Greimas y Fontanille, etc., para demostrar cómo cada 
uno de estos elementos son los responsables de otorgarle determinadas características 
que lo distinguen como un personaje virtuoso. 
El capítulo número cuatro está dedicado al estudio de la acciones de Téofilo con 
base en la propuesta del modelo actancial de Greimas. Describiremos con detalle cómo 
las acciones del protagonista están determinadas por la búsqueda de su familia, y 
gracias a eso, Teófilo renuncia a la quietud que lo sometía en la prisión y decide afirmar 
la vida por medio del amor. La búsqueda del objeto de deseo legitima las acciones que 
dan como resultado la construcción de su personalidad: lo identifican como el sujeto 
operador que renuncia a la muerte y a las sombras con ayuda del amor y las acciones. 
En el capítulo número cinco se argumenta, con base en todos los elementos que 
componen al personaje principal, que la virtud es la consecuencia de las acciones 
caritativas que ha realizado Teófilo. Se lleva a cabo, en efecto, una revisión del 
significado de la palabra “virtud” a la luz de la Ética Nicomáquea de Aristóteles. La 
importancia del estudio de la virtud, como adjetivo que califica y construye al personaje, 
nos permitirá dejar más en claro la relación estrecha que mantiene con la amistad, la 
justicia y el bien. Además, demostraremos que las acciones virtuosas tienen como 
resultado relaciones constructivas que velan por la conservación de la vida. 
En el capítulo número seis abordamos el estudio del proceso de mejoramiento de 
Teófilo, respaldado por la teoría de Claude Bremond. En este capítulo podremos 
darnos cuenta cómo el personaje ha reunido ciertas características que lo motivan a 
pesar de estar solo. No requiere de un ayudante en particular porque él mismo es quien 
se convierte en su propia ayuda; en Teófilo reposan dos dramatis personae. 
 6 
En el capítulo siete se demuestra que gracias a las acciones y a sus actitudes 
puede recuperar de nuevo a su familia. El estudio del día alegre de la novela confirmará 
que la virtud, la felicidad, el bien, la razón, el amor, etc., a causa de sus acciones, de los 
calificativos que lo delimitan, así como de las relaciones constructivas que mantiene con 
otros personajes, son los elementos que lo caracterizan y lo construyen en la novela. 
Por lo tanto, esta investigación beneficiará estudios posteriores de la novela 
Noches tristes y día alegre de Fernández de Lizardi, ya que permitirá conocer con 
detalle la obra literaria de este importante escritor. Y no sólo eso, también conoceremos 
su importante participación en la historia de México antes y después de la 
Independencia; también su contribución en el desarrollo del pensamiento que 
posteriormente muchos intelectuales tomaron en cuenta, pues la educación, como ya lo 
he mencionado de manera reiterada, es un punto importante en el progreso de las 
capacidades del ser humano y, sobre todo, recordar siempre el valioso mensaje que 
transmitía Lizardi en sus trabajos literarios: practicar siempre el bien ante cualquier 
tempestad, ya que las virtudes permiten al hombre ser mejor cada día para el bien de 
todos aquellos que lo rodean. 
 7 
1. MÉXICO Y LOS ALBORES DE LA INDEPENDENCIA 
 
La muerte no tiene poder sobre los héroes. 
Lizardi. 
 
Los documentos de la historia de México testifican una lucha incesante entre dos 
naciones que pelearon por sus dominios. Por un lado se encontraban los españoles y 
su obstinación por ejercer el derecho de posesión de riquezas que obtenían los 
americanos con tantos esfuerzos. Por otro lado estaban aquellos hombres que 
reclamaban con justicia el derecho de propiedad de tierras. El espectáculo de miseria y 
desdicha, de opresión e intolerancia iba a provocar un conflicto que ya nunca más se 
resolvería. El nacimiento de los héroes de la nación tuvo que precipitarse para imponer 
su principal necesidad: la libertad: “El héroe es lo contrario del fatalista, está del lado de 
los revolucionarios y en contra de los conservadores, no tiene ningún respeto por las 
reglas existentes y piensa que todo objetivo puede ser alcanzado por poco que se 
disponga de una voluntad suficientemente fuerte”.1 
Las circunstancias del país requerían de ciertos héroes para convocar una lucha 
en contra de los conservadores españoles. No había otra alternativa. El ideal de la 
Independencia tenía que realizarse. Por esta razón, el héroe: “puede saber que su ideal 
es irrealizable… pero, como lo desea por encima de todo, pondrá todas sus fuerzas en 
alcanzarlo”.2 Y a pesar de que el destino de estoshéroes fue la muerte, no tendría el 
suficiente poder sobre ellos… 
La historia de México a finales del siglo XVIII y principios del XIX fue un periodo 
de luchas incesantes en ámbitos tanto humanísticos como bélicos. Era indudable que 
 
1
 Todorov, Tzvetan, Frente al límite, México, Siglo XXI, 1993, p. 13. 
2
 Ibid, p. 14. 
 8 
los reclamos a la metrópoli eran cada vez más notorios. La Nueva España estaba 
sufriendo modificaciones ideológicas, y además era evidente que los ideales de la 
Ilustración estaban generando en los habitantes una mayor conciencia de sus 
auténticas raíces. Pues, en palabras de Kant: “La ilustración consiste en el hecho por el 
cual el hombre sale de la minoría de edad”.3 Es decir, el hombre emprende su progreso 
y comienza a fortalecerse. Ve el mundo de manera distinta y es más consciente de su 
realidad, por lo que la razón se vuelve la fuerza legitimadora de su acción. Exhorta 
Kant: “¡Sapere aude!, ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la 
divisa de la ilustración.”4 Y fue así como: 
 
La noción de que los escritores, en tanto formadores del conocimiento 
y la opinión, constituían una especie de poder tan formidable como el 
de los gobiernos organizados, la idea de la igualdad entre todos los 
involucrados en la República de las Letras, los valores del 
cosmopolitismo y la idea de que el conocimiento y sus productores 
actuaban más allá de las fronteras políticas estaban todas muy 
presentes en la Ilustración.5 
 
Esta fuente ideológica favoreció la adquisición de conocimientos que fueron 
prohibidos una vez por la Inquisición española, lo cual generó un despertar cuyas 
repercusiones contribuyeron también a la emancipación de la opresora España. Gracias 
al movimiento ilustrado en Europa, promovido por Voltaire, Diderot, Rosseau, entre 
otros, no sólo se consiguió alzar la voz en contra del poder eclesiástico, sino exigir 
igualdad y libertad para todos los hombres. Los principios racionales de la Ilustración 
 
3
 Kant, Immanuel, Filosofía de la Historia. Qué es la Ilustración, Argentina, Derramar, 2004, p. 33. 
4
 Ibidem. 
5
 Outram, Dorinda, La ilustración, México, Siglo XXI, 2009, p.30. 
 9 
demandaron un mundo mejor organizado. Y eso fue lo que en México exigieron 
aquellas personas que decidieron transformar su realidad. 
Parte de la población, en particular criollos, abogados, curas, bajo clero, 
partidarios de los principios filosóficos de la Ilustración, ya no toleraba un gobierno 
cuyas decisiones afectaban por completo sus derechos y, sobre todo, a la clase más 
desfavorecida: los indígenas. Querían, por el contrario, expresar sus ideas y no ser la 
clase humillada y desplazada. No querían que los españoles se repartieran, como de 
costumbre, los mejores puestos y sacar de ellos el mayor provecho posible. Sólo la 
revolución podía significar la reorganización de un mundo que había sido durante siglos 
hostil. No tenían otra opción que ser la parte activa de la revolución de Independencia. 
Era un hecho que el gobierno español se había dedicado por mucho tiempo a 
mantener a los indígenas en un estado deplorable, sumidos en la ignorancia y el olvido 
total de su dignidad. La actitud de los representantes del la corona española: “[…] 
precipitaban a sus habitantes a los excesos de orgullo y de avaricia que parecen 
increíbles, a la hinchazón que produce el mando, y a la sujeción a las ilusiones de la 
riqueza".6 Tal era la actitud de los españoles que Fray Servando Teresa de Mier 
condenó la soberbia y reprobó la actitud egoísta de un gobierno que no se apegó para 
nada al precepto humanista de procurar el bien y la felicidad de los habitantes.7 No está 
de más mencionar las palabras de Lorenzo de Zavala al respecto: “La conquista de los 
españoles en América redujo a los indios a tal estado de esclavitud, que cada hombre 
blanco se consideraba con el derecho de servirse de los indígenas sin que éstos 
 
6
 Pradt, Dominique de, Examen del plan presentado a las Cortes para el reconocimiento de la Independencia de la 
América española, México, Cámara de diputados, Consejo Editorial, LXII Legislatura: Pámpano Servicios Editoriales, 
2013, p. 14. 
7
 Mier, Servando Teresa de, fray, Escritos sobre la joven Nación, México, Cámara de diputados, Consejo Editorial, 
LXII Legislatura: Pámpano Servicios Editoriales, 2012, p. 13. 
 10 
tuviesen ni valor para oponerse, ni aun la capacidad de explicar algún derecho”.8 Este 
tipo de gobierno impuesto por los españoles fue de tal manera opresor que los mismos 
curas mandaban a azotar a los indígenas públicamente por no acatar las leyes 
degradantes establecidas. Lamentablemente: “Los azotados tenían la obligación 
después de besar la mano de su verdugo”.9 Incluso, Humboldt escribió todo un retrato 
de las condiciones humillantes en las que los indígenas vivían. Mencionaba que éstos 
no podían adelantar en materia de moral o de inteligencia, porque eso sólo se podía 
conseguir gracias a la libertad. Para Humboldt, la opresión únicamente producía 
destrucción. La opresión era la misma oscuridad. Por esta razón, los indígenas 
expresaban un temple melancólico y una inmovilidad de sensaciones. De ahí que: “La 
verdadera perfección de las instituciones sociales depende ciertamente de las luces y 
del desarrollo de las facultades intelectuales […]”.10 Sin embargo: 
 
En cuanto á las facultades morales de los indígenas mejicanos, es 
difícil darles su justo valor, si no se considera esta casta sino en el 
estado actual de envilecimiento en que la tiene una larga tiranía. Al 
principio de la conquista de los españoles, la mayor parte de los indios 
más acomodados, y en quienes se podía suponer alguna cultura de 
entendimiento, perecían victimas de la ferocidad de los europeos… Así 
no quedó de los naturales del país sino la casta más miserable, los 
pobres labradores, los artesanos, entre los cuales había un gran 
número de tejedores; los mozos de carga de quienes se servían como 
de bestias, y sobre todo las heces del pueblo, esto es, aquella multitud 
de pordioseros que en testimonio de la imperfección de las 
 
8
 Zavala, Lorenzo de, “La sociedad mexicana antes y después de la independencia”, en Lira, Andrés (comp.) Espejo 
de Discordias: La sociedad mexicana vista por Lorenzo de Zavala, José María Luis Mora y Lucas Alamán, México, 
SEP, 1984, p. 31. 
9
 Ibid, p. 35. 
10
 Humboldt, Ensayo Político sobre la Nueva España. Tomo I, traduc. Vicente González Arnao, Imprenta de Paul 
Renouard, [s.l ], 1827, p. 195. 
https://forodeespanol.com/Archive/ParentesisYCorchetes/bhvpg/post.htm
 11 
instituciones sociales y del yugo de la feudalidad, llenaban ya en 
tiempo de Cortés las calles de todas las grandes ciudades del imperio 
mejicano.11 
 
Por tanto, el sistema que regía en la Nueva España se fundaba en el terror que 
producía el castigo al desobedecer cualesquiera leyes impuestas; del mismo modo se 
fundaba en la ignorancia, sólo se les permitía conocer hasta donde el gobierno creía 
que era necesario; también se fundaba en la educación religiosa y la más indigna 
superstición; se fundaba en la incomunicación con todo el pueblo extranjero, no se 
permitía tener algún contacto con ellos; y por último, sobre un número de tropas que 
estaban al servicio y capricho de los amos. En pocas palabras, los habitantes de la 
colonia vivían encerrados en un mundo cuya visión, ideales y convicciones eran 
impuestas por un gobierno incapaz de reconocer la libertad de todo un extenso territorio 
que únicamente reclamaba lo que en esencia era suyo. La desigualdad, los contrastes 
eran tales que habían: “[…] lujosos carruajes junto a hombres desnudos y 
hambrientos”.12 
No quedabaduda que tarde o temprano todo esto tenía que terminar. La 
revolución y el grito de guerra en contra de los españoles iban a estallar en cualquier 
momento. Ya nada podía detener la rebelión de un pueblo demasiado herido por los 
maltratos del reino español. Varios factores fueron claves para que esto sucediera, todo 
ello propició un ambiente de insubordinación, y los levantamientos en distintas partes 
del país tuvieron un fin en común: la libertad. 
 
11
Ibid, pp. 179-180. 
12
 Zavala, Silvio, Apuntes de Historia nacional: 1808-1974, México, FCE, 1995, p. 14. 
 12 
No había marcha atrás, la insubordinación de la Nueva España comenzó en el 
año de 180813: “[…] los primeros síntomas revolucionarios comenzaron a aparecer 
simultáneamente en distintas partes del país. Los intelectuales de esa época, se 
encontraban ya… profundamente imbuidos en las doctrinas emanadas de la Revolución 
Francesa […]”.14 Una de las noticias que también generó demasiada agitación fue la 
invasión de los ejércitos de Napoleón a España y la captura de Fernando VII en 
Francia. Desde ese entonces, los lazos que mantenían sujetos a ambos territorios se 
destruyeron luego de la falta de un representante legítimo en España; aquella nación 
quedó acéfala, la cabeza principal del reino había sido desprendida. Para los habitantes 
de la Nueva España un gobierno sin un monarca no merecía ninguna obediencia, pues 
¿a quién debía el americano obedecer y respetar? “Las autoridades de las Américas no 
se creyeron bastante legítimas para continuar por sí mismas en los gobiernos que 
habían obtenido de un monarca que había desaparecido […]”,15 era un hecho que un 
territorio sin un gobierno fijo motivaba a los americanos a conseguir su propia 
independencia, las condiciones que enfrentaba España al ser ocupada por Napoleón 
favorecieron el movimiento de Independencia. Eso hizo patente el sueño de la creación 
de un gobierno que supliera el vetusto régimen. La caída de los Borbones en España a 
manos de Napoleón, dejando en el poder a su hermano José Bonaparte, y la falta de 
legitimidad de un gobierno endeble de ese entonces, determinó a los americanos a 
exigir todo el derecho de reclamarse soberanos únicos y legítimos de sus propias 
tierras, las cuales les habían sido arrebatadas so pretexto de ser considerados sólo la 
 
13
 Quintanilla Obregón, Lourdes, “Testigos de la independencia (Alamán, Bustamante, Mora y Zavala)”, en Galeana, 
Patricia, (coord.), El Nacimiento de México, México, Archivo General de la Nación: FCE, 1999, p. 107. 
14
 Gutiérrez Lara, Lázaro, El pueblo mexicano y sus luchas por la libertad, México, Textos Clandestinos, 2003, p. 27. 
15
 Zavala, Lorenzo de, op. cit., p. 45. 
 13 
mano de obra para complacer la codicia de otros, ya que no eran considerados dignos 
de ellas, su voz no tenía ninguna protección ni derecho; pero la América pasaba de 
dejar el abandono, a centrarse en su propia libertad: “Tras la quiebra de la monarquía 
absoluta en ambos territorios, se inicia un vertiginoso proceso de construcción del 
Estado-nación”.16 Los habitantes de la Nueva España que reclamaban su liberación 
sentían la necesidad de administrar y gobernar su país de acuerdo a sus propias leyes. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
16
 Chust, Miguel y Mínguez, Víctor (eds.), La construcción del héroe en España y México (1789-1847), México, 
Colegio de Michoacán, 2003, p.10. 
 14 
1.1. LA GUERRA DE INDEPENDENCIA 
La carencia de un mando legítimo, la alianza de los eclesiásticos, militares y abogados 
en 1809 tuvieron como consecuencia el levantamiento del pueblo mexicano un año 
después. El año de 1810, en efecto, se desencadenó la lucha por la Independencia, 
ésta manifestaba la esencia histórica del país, es decir, se revelaba el problema 
primordial en contra de aquellas personas que poseían la mayor parte de las riquezas, 
del yugo con el que se sometía a los mexicanos, y de las diferencias entre razas. Fue 
así que el dieciséis de septiembre se levantó en armas el distinguido cura Hidalgo en el 
pueblo de Dolores. 
Como lo hemos mencionado reiteradamente, el descontento social se pronunció 
en contra del gobierno español. Pero este movimiento intentó ser obstaculizado por el 
clero. Los curas que estaban a favor del virreinato recriminaban la sublevación dirigida 
por el hereje y enemigo número uno del sistema: Miguel Hidalgo. 
 
El clero, puesto ya en guardia, fue el primero en darse cuenta de la 
situación y en prepararse en contra de la revolución futura, pues ésta 
no iba a ser una revolución de gabinete, planeada por unos cuantos 
descontentos intelectuales y aristócratas, sino la revuelta espontánea y 
formidable de la clase trabajadora del verdadero pueblo que 
esclavizado durantes tres siglos, iba a surgir agresivo, vengador y 
supremo, en toda su potencia como raza y como clase.17 
 
El principal opositor del cura Hidalgo, el obispo Abad y Queipo, culpaban a éste 
por haber seducido al pueblo a la insurrección. Desde el púlpito, el obispo, en lugar de 
 
17
 Gutiérrez Lara, Lázaro, op. cit., p.29. 
 15 
predicar, amenazaba; en lugar de cuidar y defender a los indefensos, asustaba y afilaba 
su poderosa arma: la excomunión. “La religión, que por sus principios debía favorecer la 
libertad, se vio envilecida desde que se la hizo interesada en la esclavitud del pueblo”.18 
Acusó al cura Hidalgo de perturbar el orden público, de animar al pueblo a la 
insurrección, de combatir a quien por años, según ellos, había sido el guardián de la 
idolatría, de su falsa religión, por este motivo lo llamó sacrílego y apóstata. La tarea de 
la iglesia consistía, por ende, en advertir a los creyentes del castigo de la excomunión si 
prestaban ayuda a los rebeldes. Pues bien sabemos el poder que en esos tiempos 
gozaba el clero, y fue así como se trató de suprimir la agitación del pueblo desde el 
interior de las iglesias. Sin embargo, nada pudo detener la desobediencia dirigida por 
los insurgentes. La lucha continuó. 
El lenguaje del cura Hidalgo transmitía la ilusión de un gobierno justo y 
equitativo, se dirigía al pueblo con un mensaje que consistía en la representación de 
una administración que gobernara con la dulzura de un padre, tratando a los habitantes 
como a sus hermanos, desterrando la pobreza y la ignorancia, fomentando, asimismo, 
las artes, y avivando la industria para generar sus propias riquezas: “En Guanajuato 
expresó Hidalgo que Fernando VII era un ente que ya no existía y que el juramento de 
obedecerle no obligaba”.19 En lugar de celebrar misas, Hidalgo persuadía a la población 
de los beneficios que podría tener la revolución. Ya no tenían que rendir cuentas al 
señor feudal que se había llenado los bolsillos de riquezas si se entregaban fielmente a 
la causa de la Independencia. 
Por otra parte, las clases más conservadoras: 
 
18
 Humboldt, op. cit., p. 190. 
19
 Zavala, Silvio, op. cit., p. 24. 
 16 
[…] invocaron en su defensa, la religión, la obediencia al trono, la 
protección de los bienes y la hermandad de europeos y americanos. El 
Colegio de Abogados consideraba ingrata la conducta de los criollos, 
porque abandonaban a España en el momento en el que combatían 
por su libertad, honor, religión y monarca y concedía parte a la América 
en su gobierno y Cortes. La Inquisición hizo saber a todo el reino, que 
los sediciosos tenían por corifeo a un apóstata de la religión y a un 
enemigo del trono de Fernando VII.20 
 
 
Pero a este corifeo nada lograba detener porque las raíces más profundas de la 
proclamación de Independencia fueron posibles gracias a los clérigos humildes,abogados, criollos poseedores de un considerable depósito de conocimiento; estas 
personas educadas comenzaron a tener una mayor superioridad, lo que hacía ver a los 
europeos con enfado, sin olvidar a los principales protagonistas que se unieron a 
Hidalgo, al coronel Allende, a Aldama y al capitán Abasolo, los cuales fueron: “[…] más 
de cuarenta mil hombres armados de picas, de palos, de mazas, de coas, de machetes 
y otros instrumentos de minería y labranza […]”.21 Este era en esencia el ejército 
improvisado del cura Hidalgo. La clase más oprimida al grito de ¡Mueran los 
gachupines! se lanzó a la lucha, actuaron de inmediato, fue un grupo harto entusiasta, 
entregado al riesgo y al peligro de la causa, muchos salieron de sus hogares, otros 
dejaron sus trabajos y sus familias, pues fue la única e inmediata alternativa para 
derrocar el sistema que tantos años se aprovechó de ellos. 
 
 
20
 Ibid, p. 28. 
21
 Zavala, Lorenzo de, Páginas escogidas, México, UNAM, 1991, p. 6. 
 17 
Era el supremo éxodo del pueblo-ciego que sintiendo en su alma el 
aliento de rebelión caminaba en un éxtasis de gloria hacia la libertad… 
Momentos de inspiración en que el ciervo se siente hombre y corre a la 
lucha como un iluminado, para conquistar sus perdidos derechos 
transformando la tierra en la herencia común de la humanidad. Por 
primera vez en la jornada de aquel día, el peón era soberano, se 
levantaba a la altura de hombre libre y encadenaba y destruía la 
opresión e imponía su voluntad sobre aquel pedazo de tierra […]22 
 
 “El Santo Oficio acabó de perder todo su prestigio, pues se empeñaba en 
declarar como una herejía el sentimiento más profundamente arraigado en los hombres, 
que es el de su felicidad […]”.23 La guerra de Independencia se volvió una realidad. La 
lucha era a muerte en contra de los españoles. Pero por desgracia la insurrección 
cobraría resultados perjudiciales, mostró su verdadero rostro: sitios teñidos de sangre 
por la violenta lucha en los campos de batalla se manifestaron tal y como eran. 
Luchas sangrientas eran de esperarse, saqueos también. La parte sombría del 
combate por la emancipación resurgía y las hazañas de la muerte hicieron su trabajo. 
Las personas que se unieron a la guerra de Independencia eran entusiastas, y sin 
embargo era una masa desorganizada, los efectos de dichos sucesos mostraron una 
lucha mal constituida, ambas partes fueron sangrientas: “La lucha se torna inclusive 
más profunda y radical, y la guerra misma más cruel y sangrienta, por una y otra 
parte”.24 Era evidente que las consecuencias de los primeros enfrentamientos con los 
españoles fueron crueles y bárbaras. A la postre, la derrota de los insurgentes en contra 
del general Félix Calleja en Aculco el 7 de noviembre, y la destrucción de la guerra y su 
 
22
 Ibid, p. 32. 
23
 Ibid, p. 7. 
24
 Gómezcesar, Iván, “Los principales actores”, en Aguilar, M. Alonso, et al, Pensamiento Político de México. Tomo I: 
La época de la Revolución de Independencia (1808-1824). México, Editorial Nuestro Tiempo, S.A., 1986, p. 81. 
 18 
desorganización dejó abatido de tal manera a Hidalgo que llegó a pensar en la 
posibilidad de que la revolución terminaría siendo de pronto sólo una revuelta sumida 
en el olvido. Mencionó Lorenzo de Zavala que en ese entonces “[…] las cárceles se 
llenaron, los patíbulos se veían por primera vez cubiertos de delincuentes por causas 
políticas […]”.25 
No obstante, la lucha no culminó con la derrota y la muerte de Hidalgo el 30 de 
julio de 1811, continuó extendiéndose a lo largo del país. Uno de los continuadores de 
dicha lucha fue Ignacio Rayón, quien se expresó de las injusticias de los españoles de 
esta forma: 
 
¡Ah!, pueblos del mundo culto; yo os llamo en nombre de la humanidad 
afligida para que presencien este espectáculo doloroso. Mirad cómo se 
ultraja a una nación soberana; mirad cómo se confunde con las turbas 
de malhechores y asesinos que degradan la especie de los hombres; 
mirad cómo se agotan los sarcasmos y las bellísimas frases del idioma 
de los Alfonsos y los Fernandos, para herirla, degradarla y envilecerla. 
¿Y es ésta la filosofía y educación que recibisteis de la culta Europa de 
que os llamáis hijos?… Humanidad, filosofía, mirad, repito, estos 
ultrajes; mas si vos os preparáis para condenarlos, los americanos se 
aprestan para perdonarlos y olvidarlos eternamente. 26 
 
 
También se unió Morelos a la causa, y al igual que Hidalgo, fue condenado por el 
Santo Oficio al estar en contra del gobierno. Proclamó que nadie tenía el derecho de 
pagar tributo a los españoles, de tener esclavos, de trabajar a marchas forzadas, de 
 
25
 Zavala, Lorenzo de, op.cit., p.10 
26
 Rayón, Ignacio. “Proclama de Ignacio Rayón a los europeos de la Nueva España”, en Herrerón, Carlos (ed.). La 
independencia según Ignacio Rayón, México, SEP, 1985, pp. 252-253. 
 19 
enriquecer a unos cuantos. Morelos creía en el trabajo de los indígenas, en el 
reestablecimiento de las tierras que por derecho eran suyas, en los prisioneros que 
habían sido juzgados por haberse enfrentado a los señores feudales. Por ello, El Ciervo 
de la Nación entregó a su pueblo propuestas donde expresó el más sincero deseo de 
libertad y democracia. Los documentos donde manifestó todas sus inquietudes políticas 
fueron la Constitución de Apatzingan y Sentimientos de la nación. En este último, 
Morelos dejó escrito que: “La América es libre e independiente de España y de toda 
otra nación, gobierno o monarquía, y que así se sancione dando al mundo las 
razones”.27 El trabajo de Morelos en la revolución de Independencia fue muy importante 
porque siguió los pasos de Hidalgo, abolió la esclavitud, fue la voz de su pueblo y no 
permitió, al igual que Ignacio Rayón, que la lucha fuera una simple insurrección, sino 
una lucha mejor organizada y consciente. Sin embargo, Morelos no pudo ver a su país 
libre del dominio español, fue fusilado el 22 de noviembre de 1815; y no fue sino hasta 
el año de 1821, siete años después, cuando Iturbide culminó la labor de estos grandes 
héroes. 
El costo de la guerra fue demasiado, tuvieron que pasar muchos años para hacer 
realidad la liberación. La movilización del pueblo mexicano fue clave para obtener su 
autonomía. Sin embargo, eso no se quedaría así. España planeó la reconquista, no de 
toda América, sino del territorio que más le había producido riquezas: México. El anhelo 
de poseer la fuente de sus capitales se convirtió, en cambio, en los mismos 
preparativos de México para encontrar sus propias fuerzas y negarse a ser nuevamente 
dominado. Y a pesar de la ferocidad de la lucha en los campos de batalla, del coraje y 
 
27
 Morelos, “Sentimientos de la nación”, en Herrerón, Carlos (ed.), Morelos: Antología documental. México, SEP, 
1985, p. 133. 
 20 
la rabia desatada del campesino en contra de los españoles, de la muerte, de todas 
aquellas turbulencias que atormentaron el devenir de todo un pueblo durante mucho 
tiempo, encontró por un momento la esperanza y la ilusión de conducirse bajo sus 
propias leyes y sobre todo fuerzas. Y así lo fue, se armó de valor para transformar un 
escenario opresor que por tanto tiempo había sido contrario al espíritu humanista. 
España no dejó pasar la oportunidad de recriminar los supuestos actos 
sediciosos de un pueblo. Según los españoles, habían sido educados y salvados de la 
idolatría, de la superstición e ignorancia. Fueron, según sus versiones, ellos los que nos 
protegieron de invasiones extranjeras, de civilizar al pueblo, pero esto no era cierto, 
pues culpaban constantemente al criollo de haber excitado el espíritu de libertad de los 
indígenas, además dehaber cometido las peores atrocidades en contra de los soldados 
españoles. Aunado a estas consideraciones, anota Costeloe que los españoles 
afirmaban que el indígena poseía una bajeza tal que iba a tardar en desarrollar 
cualidades tanto físicas como emocionales.28 Eso era lo que distanciaba y diferenciaba 
al indígena de los hombres blancos. Por mencionar algunos adjetivos, estos son los 
siguientes apelativos atribuidos a los indígenas: flojos, monstruos, bárbaros, 
depravados. Además, los insurgentes eran, desde su punto de vista, sólo un simple 
club de malvados que traicionaron a la corona española por defender una causa 
totalmente injusta. 
De hecho, Clavijero consideraba que las ideas del filósofo holandés Cornelio de 
Pauw carecían de sólidos argumentos para criticar las condiciones culturales y 
 
28
 Un trabajo elaborado por Michael P. Costeloe, La respuesta a la Independencia: La España imperial y las 
revoluciones hispanoamericanas, 1810-1840, México, FCE, 1986, p. 38, demuestra el escaso reconocimiento de la 
dignidad de los indígenas por parte de los españoles. No hay que olvidar también que otros pensadores de la época, 
ya de Pauw, ya Buffón, criticaban sólo el aspecto físico de un pueblo, el cual perjudicaba, según éstos, la condición 
espiritual y física de quienes llegaban a estas tierras. 
 21 
geográficas del continente americano; de Pauw pensaba que existían varios factores 
dañinos que negaban el progreso físico y moral del americano, pues juzgaba a éste 
como un genio estúpido e indolente. 
Hechas estas reflexiones, el ilustrado Clavijero refutó sus ideas y puso en alto 
todas las condiciones del clima, y el esplendor intelectual del americano. Clavijero 
destacó los deslices y las preocupaciones estériles de de Pauw, poniendo 
constantemente en evidencia sus errores.29 El trabajo de Xavier Francisco Clavijero 
celebra y enaltece las virtudes de los hombres americanos. Su centro de atención, su 
punto de referencia, su objeto de estudio ya no fue Europa, sino las cualidades de una 
cultura y de un hombre que había sido sometido y educado en una cultura totalmente 
distinta a la suya. La importancia de su trabajo radica en la aportación de una visión 
diametralmente opuesta a la del europeo. El americano no era un rabioso ni endeble 
como los europeos pensaban, no era tímido ni agachado, no era torpe, no era inútil, no 
era sacrílego, no era demonio, era de una naturaleza semejante a la del hombre blanco, 
poseía defectos y virtudes como cualquier otro: 
 
Tenemos el derecho –dice Fray Servando Teresa de Mier– de los 
indios, porque como paisanos tenemos el derecho nato de protegerlos 
contra el bárbaro derecho que se arrogaron los españoles de declarar 
en pupilaje eterno a la mitad del mundo para darle su protección que 
nadie les pedía, y que es tan buena por lo menos como la que ellos no 
quieren aceptar de Napoleón; tenemos el derecho de oponer la fuerza 
a la fuerza, pues la de los españoles no se ha legitimado en 300 años, 
una vez que ha permanecido el tributo como marca de forzados; 
 
29
 Clavijero, Francisco Xavier, Historia antigua de México. Disertaciones IV, México, Porrúa, 1959, pp. 93-123. 
 22 
tenemos el derecho de probar que el clima de América no embrutece ni 
degrada, que somos hombres y no monos orangutanes […]30 
 
Estas palabras confirman la oposición de los americanos acerca de las nada 
objetivas tesis de los europeos con respecto al entorno general y las condiciones físicas 
que, supuestamente, los hacían inferiores frente a los europeos. Este clima suave, 
hermoso, este clima repudiado, este suelo rico en oro y plata, trabajado por aquellos 
indígenas que eran considerados flojos y débiles, que produjo abundante alimento a los 
españoles aquí en América, no fue el problema o el mal de la ignorancia de éstos, sino la 
tiranía, como menciona Lorenzo de Zavala y Humboldt, lo que los arrojó a un estado de 
embrutecimiento, lo cual fue bueno para los intereses del europeo. 
Sin embargo, cabe resaltar que en esta guerra de independencia, la comunidad 
más depreciada resultó ser la más valiente y heroica. Las descripciones físicas 
despectivas no se comparan con la excelencia del trabajo, del esfuerzo, por la cultura y 
el conocimiento que muchos de ellos adquirieron. Como bien lo menciona García Cantú 
Gastón: “En el principio de las libertades está Hidalgo”.31 Para complementar dicha idea, 
quiero también agregar que en ese principio también se encuentran aquellos héroes 
anónimos que dieron su vida para entregar a las nuevas generaciones una nación 
Independiente. Estos héroes que lucharon codo a codo contra los españoles tuvieron 
también la suerte de compartir los mismos ideales con aquellas mentes que decidieron 
librar también una dura batalla desde otra perspectiva. Como lo mencioné al principio, la 
Historia de finales del siglo XVIII es una prueba de ello, pues muchos pensadores, entre 
ellos Don José Joaquín Fernández de Lizardi, encontraron las bases sobre las que 
 
30
 Mier, Servando Teresa de, fray, op.cit., p. 17 
31
 García Cantú, Gastón, Idea de México IV. Ensayos, México, FCE, 1991, p. 58. 
 23 
pudieron fundamentar una lucha diferente, una lucha que no derramaba sangre, sino una 
lucha que inquietaba al gobierno y agitaba a todo un pueblo en vista de un bien. Este tipo 
de héroe se iba a levantar en contra del gobierno con otro tipo de armas: el papel y la 
pluma. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 24 
1.2. EL AMANECER CULTURAL: LOS PRECURSORES DE LIZARDI 
México ha poseído una riqueza cultural importante. Tal fue a finales del siglo XVIII y 
principios del XIX, ya que muchos pensadores fundaron las bases ideológicas que fueron 
parte también del movimiento de Independencia. Un nuevo amanecer cultural estaba 
brotando desde el más profundo olvido en el que la Nueva España estaba sumida. Sólo 
la libertad de pensamiento podía de nuevo invocar las luces de la razón que se hallaban 
extraviadas. Los resabios de la oscuridad y la censura de la Inquisición pretendían 
mantener sometido al pueblo mexicano. Pero era inevitable oponerse al deseo de 
transformar la mentalidad del pueblo americano mediante la divulgación de contenidos 
que nunca antes se habían publicado; era el momento de hacer más consciente al 
pueblo del papel fundamental que la educación podía generar en sus vidas. Efectos y 
reacciones positivos iban a ser los resultados de dichos esfuerzos. Este saber, del cual 
tuvieron mucha esperanza quienes propusieron un cambio: “[…] (se) centraba en la 
ciencia, la educación y las artes útiles […].32 El saber ya no iba a estar en manos de unos 
pocos. La desigualdad cultural era también un problema a vencer, pues: “La ignorancia 
era terriblemente general. Nadie pintó con más horribles colores la degradación, la 
ignorancia y la falta de nuevas costumbres en el pueblo de Nueva España […].33 Y, en 
efecto, era necesario combatir todos los males que afectaban el aspecto mental del 
pueblo mexicano. Era necesario salir de la oscuridad. Lo más importante es que se 
comenzaron a producir textos de búsqueda y afirmación de identidad. Lo que se requería 
era impulsar el intelecto. 
 
32
 Saldaña, José Juan, “Ilustración, ciencia y técnica en América”, en Soto Arango, Diana, et al, La ilustración en 
América Colonial, Madrid, Conciencias, 1995, p. 21. 
33
 Torres Quintero, Gregorio, México hacia el final del Virreinato español, México, CONACULTA, 1990, p. 107. 
 25 
También hay que tomar en cuenta las condiciones en las que vivía el pueblo en 
aquel entonces. En un principio, se tomaron ciertas medidas que mantenían al pueblo 
fuera del alcance de cualquier conocimientoque afectara los intereses del gobierno 
español. Tan sólo la prohibición de ciertas clases de libros era una prueba de ello: 
 
La razón es de hecho, aunque raras veces se recuerde: en 
disposiciones legales de 1532 y de 1543, se prohibió, para todas las 
colonias, la circulación de obras de imaginación pura, en prosa o en 
verso (“que ningún español o indio lea… libros de romances, que traten 
de materias profanas y fabulosas, e historias fingidas, porque se siguen 
muchos inconvenientes”) y se ordenó que las autoridades permitiesen 
que se imprimieran o se trajeran de Europa. Los habitantes de las 
colonias, que vivían cercados de prohibiciones, se volvieron peritos en 
contrabando; novelas y poemas impresos en España penetraban en 
América, a pesar de frecuentes pesquisas y secuestros en las naves.34 
 
El contenido de los libros era un problema que no agradaba al gobierno español, 
mucho menos a la iglesia. Pero el correr de los años y el anhelo de conocer nuevas 
cosas no frenaron para nada el ímpetu de importantes pensadores. El conocimiento de 
un pasado cuya riqueza había quedado en el olvido motivó a muchos pensadores, en 
particular a los jesuitas, a conocer detalladamente una historia que los hizo más 
conscientes de sus raíces. Incluso Lorenzo Boturini se atrevió a decir que la historia de 
México no podía competir con las historias más celebres del orbe, sino excederlas.35 
Fue un amplio conocedor de la cultura mexicana, se dedicó a estudiar con esmero su 
cosmovisión, sus leyendas, la estructura de los caracteres de los años, que quedó 
 
34
 Henríquez Ureña, Pedro, Estudios mexicanos, México, FCE, 1984, pp. 85-86. 
35
 Boturini, Lorenzo, Idea de una nueva historia general de la América Septentrional, Madrid, Imprenta de Juan de 
Zúñiga, [s.f ], p. 167. 
https://forodeespanol.com/Archive/ParentesisYCorchetes/bhvpg/post.htm
 26 
ampliamente maravillado de la sabiduría de las antiguas culturas que habían dominado 
el territorio antes de la llegada de los españoles. Esto demuestra que la naturaleza del 
pasado era para los intelectuales la base para construir en él un nuevo futuro. 
En palabras de Mauricio Beuchot, no se debe olvidar: “[…] la intención de base 
que tuvieron la mayor parte de sus receptores, como es el mismo Clavigero, (sic) de no 
acabar con lo anterior, sino de revitalizar, perfeccionar y mejorar lo antiguo con lo 
nuevo”.36 El pasado prehispánico constituía una base tan rica de conocimientos que el 
trabajo, por ejemplo, de Francisco Xavier Clavijero reflejó un estudio que no manifestó 
las inquietudes de un europeo propiamente, sino la de un americano cuyo interés 
estuvo centrado en la descripción de la cultura y la tierra que lo vio nacer. 
Cabe mencionar que estas ideas fueron llevadas a cabo por los pensadores 
mexicanos a raíz de situaciones que desde hacía tiempo se venían desarrollando en 
las colonias. Primero, hay que señalar la influencia del pensamiento europeo de ese 
entonces: la Ilustración, la cual privilegiaba el progreso y el avance científico, la 
educación era la herramienta principal, pero: “Cuando el siglo XVIII quiere designar 
esta fuerza, cuando pretende condensar su esencia en una sola palabra, apela al 
sustantivo razón. La razón se le convierte en punto unitario y central, en expresión de 
todo lo que anhela y por lo que se empeña, de todo lo que quiere y produce”.37 Los 
ilustrados se caracterizan por hablar un mismo lenguaje: la razón. 
 
El siglo XVIII maneja a la razón con un sentido nuevo y más modesto. 
No es el nombre colectivo de las "ideas innatas", que nos son dadas 
con anterioridad a toda experiencia y en las que se nos descubre la 
 
36
 Beuchot, Mauricio, Historia de la filosofía en México colonial, España, Editorial Herder, 1997, p. 232. 
37
 Cassirer, Ernst, Filosofía de la Ilustración, España, FCE, 1993, p. 20. 
 27 
esencia absoluta de las cosas. La razón, lejos de ser una tal posesión, 
es una forma determinada de adquisición. No es la tesorería del 
espíritu en la que se guarda la verdad como moneda acuñada, sino 
más bien la fuerza espiritual radical que nos conduce al descubrimiento 
de la verdad y a su determinación y garantía. Este acto de garantizar 
es el núcleo y supuesto imprescindible de toda verdadera seguridad. 
'Todo el siglo XVIIl concibe la razón en este sentido. No la toma como 
un contenido firme de conocimientos, de principios, de verdades, sino 
más bien como una energía, una fuerza que no puede comprenderse 
plenamente más que en su ejercicio y en su acción. 38 
 
Lo más importante de dicha idea es que la razón se caracteriza por ser una 
construcción, se empeña en hacer valer su condición de acción, porque le interesa 
construir un todo verdadero: 
 
Pero al crear ella misma este todo, al acomodar las partes de un todo 
según una regla que ella misma dispone, se le hace completamente 
transparente la estructura del edificio que surge así. Comprende esta 
estructura porque es capaz de reconstruirla, de copiarla en la totalidad 
y en la secuencia ordenada de cada uno de sus momentos. Este 
movimiento espiritual doble es el que caracteriza por completo el 
concepto de razón, no como concepto de un ser, sino de un hacer.39 
 
La razón, por ende, no es un mero cálculo frío o un simple procesamiento de 
datos, no destruye ni devasta, es un movimiento espiritual en tanto construye y edifica. 
La razón es una fuerza productiva. Esto evoca de inmediato la máxima de Kant: 
 
38
 Ibid, p. 28. 
39
 Ibidem. 
 28 
“¡Sapere aude!40 Salir de inmediato de la infancia para progresar y construir un nuevo 
mundo con ayuda de la razón. Así, estas principales bases y libros que capitalizaron su 
principal objetivo, entraron a estos suelos incluso por contrabando. El aislamiento de 
las colonias no fue ningún impedimento para lograr introducir libros prohibidos por la 
Inquisición. La censura no fue capaz de obstaculizar la formación de un conocimiento 
nuevo. Por consiguiente, muchas personalidades fueron adquiriendo libros importantes 
de medicina, biología, física, matemáticas, filosofía y artes, entre ellos estaba Ignacio 
Bartolache (1739-1790), quien se dedicó igualmente a la divulgación de información 
importante para el pueblo en la publicación de su periódico principal, el Mercurio 
volante. Y al Igual que el pensador Alzate, el único fin de la transmisión de ideas 
relevantes era el de informar e ilustrar a un pueblo sumido en la ignorancia. El trabajo 
que emprendieron estos intelectuales tenía una cierta coincidencia con las labores de 
los misioneros, esto es, se acercaron a los habitantes y compartieron conocimientos 
nuevos. De este modo, el saber adquirido por las ciencias motivó a varios pensadores 
a cuestionar los errores de ese entonces, por poner una muestra, Juan Benito Díaz de 
Gamarra (1745-1783) criticó la idea absurda de la pérdida de la salud por vestir y andar 
a la moda41, y no sólo eso, también hizo hincapié, en materia moral, en decir la verdad 
y estar siempre del lado de la razón. 
El esplendor del nuevo amanecer cultural en México estaba naciendo en gran 
medida por todos aquellos pensadores preocupados por el bienestar social. Las artes y 
las ciencias no encontraban alguna razón para hallar alguna disconformidad entre ellas. 
 
40
 ¡Atrévete a saber! Cfr. Immanuel Kant, Filosofía de la Historia. Qué es la Ilustración, Argentina, Derramar, 2004, p. 
33. 
41
 Díaz de Gamarra, Juan Benito, Tratados, México, UNAM, 1995, p. 14. 
 29 
Lo vital era mantenerse unidas y contribuir en la búsqueda de la propia identidad del 
americano. Tan es así que el valor de las artes útiles: “[…] es característico de los 
ilustrados americanos en el últimotercio del siglo, en el momento en el que las Luces 
fueron ya asimiladas y se busca utilizarlas para conocer y transformar el país”.42 Como 
hemos podido notar, el bien productivo del amanecer cultural gracias a los efectos de la 
razón tenía como objetivo combatir la oscuridad que engendraba destrucción. 
A partir de esto, los americanos ilustrados fueron abriendo paso a nuevos 
valores. Existe un sentimiento tan profundo que el tutelaje español, tan renuente y 
opuesto a los valores de avance y progreso, comienza a entrar en crisis. La educación 
impartida por éstos no obedecía por ningún motivo el camino impuesto por la razón: la 
máxima tutora del bien colectivo. 
Sin embargo, la expulsión de los jesuitas en el año de 1767 y su inminente exilio 
representó un duro golpe al progreso de toda América. Su enseñanza permitió 
reconocer el impulso de la educación y la introducción de los avances científicos y, 
principalmente, el rescate de la cultura grecolatina y las raíces indígenas. Y a pesar de 
todo, la importancia de la Ilustración, en un primer punto, radicó en el establecimiento y 
la instalación del conocimiento científico y artístico, estos cimientos hechos por 
pensadores preocupados por su nación se convirtieron en materia dispuesta para 
reflejarse también en el orden político. Pues el amanecer cultural y científico fue la 
materia prima que poco después se reveló en el ámbito social. 
Por tanto, ¿cuál es la relevancia de estos antecedentes, en particular de la 
Ilustración? En realidad significó demasiado porque el ingreso y el asentamiento de las 
 
42
 Saldaña, José Juan, op. cit., p. 29. 
 30 
ideas ilustradas tomaron en México una forma especial y determinada, por no decir 
única. Gracias a los aportes humanísticos de Clavijero, de Gamarra, de Bartolache, de 
Javier Francisco Alegre, entre otros, se dignificó de tal manera la humanidad del 
hombre americano que las ideas vetustas y deshonrosas con relación a su condición 
física y moral reflejaron, por el contrario, el atraso intelectual de los europeos que 
criticaron sin consideración a su prójimo. Como bien menciona María del Carmen 
Rovira: 
 
El humanismo al interior de la tradición filosófica mexicana, ya desde el 
siglo XVIII, se caracteriza principalmente, por la dignificación de la 
naturaleza humana y por el respeto a la esencialidad del otro, lo que 
supone comprender al otro en su mismidad, sin intentar ni suponer una 
violenta imposición de valores: respetando y reconociendo su 
identidad.43 
 
El aporte humanístico mexicano de esa época se basó en la reflexión de las 
condiciones espirituales y físicas de los mexicanos. Es por esto que nuestros 
pensadores se empecinaron, gracias a toda la cultura que poseían, en reconocer no la 
incapacidad, ni la inoperancia, ni la displicencia, ni la brutalidad con la que fue 
sumamente criticado y oprimido el indígena, sino en aplaudir su grandeza y todo su 
magnífico esplendor. Esta luz, este albor de la cultura ilustrada de México manifestó un 
paradigma opuesto a la oscuridad del gobierno español. El heredero de esta tradición 
humanística, y gran defensor de la libertad, José Joaquín Fernández de Lizardi, reflejó 
 
43
 Rovira Gaspar, María del Carmen, “Proyección filosófico-político y pluriculturalismo del humanismo mexicano del 
siglo XVIII y algunos años del XIX.”, en Ambrosio, Silvio (comp.), Humanismo novohispano, Independencia y 
liberalismo: continuidad y ruptura en la formación de la nación mexicana, México, UNAM, pp. 59-60. 
 31 
en cada uno de sus escritos el compromiso con el proyecto ilustrado. La razón, la 
verdad, la libertad, la luz ante la oscuridad, pero del mismo modo el vicio, el mal, la 
corrupción, la desunión, el caos, se mostraron tal y como eran exhibiendo las 
condiciones de un mundo que necesitaba de inmediato cambiar para su propio bien. En 
la literatura de Lizardi podemos encontrar a personajes repletos de vicios y 
corrupciones, pero también de personajes dignos, comprometidos con el bienestar 
ajeno. Por ejemplo, el amor que refleja uno de sus personajes llamado Teófilo fortalece, 
en medio de la desesperación, la dignidad y el respeto que debe de prevalecer en los 
hombres a pesar de todas las desdichas. Lizardi fue el claro ejemplo del habitante que, 
al salir de la caverna y negar sus sombras, regresó a ella para inspirar a otros la luz y la 
verdad que hacía falta en el país. De algún modo, El Pensador Mexicano quiso 
entregarle a su pueblo un poco de amanecer para devolverle a su vida un poco de 
alegría en medio de tantas desgracias. Porque la luz es constructiva. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 32 
1.3. EL PENSADOR MEXICANO: JOSÉ JOAQUÍN FERNÁNDEZ DE LIZARDI 
La figura de Don José Joaquín Fernández de Lizardi es el mayor ejemplo de 
compromiso y acción en la literatura mexicana. En cada uno de sus textos reclama un 
cambio necesario y urgente, pues la población mexicana de ese entonces debía con 
urgencia salir de la ignorancia y la superstición. Muchas de las iniciativas y las fuertes 
críticas al sistema eclesiástico le valieron persecuciones, encarcelamientos y 
excomuniones. Enfrentarse al clero era considerado una herejía, y enfrentarse al 
gobierno era también una traición. De este modo, Don José Joaquín Fernández de 
Lizardi fue parte de un movimiento intelectual que luchó y exigió reformas capaces de 
transformar un sistema que atentaba en contra de la voz de la razón y las luces. Pues 
era totalmente contradictorio que una parte del mundo gozara de los frutos de la libertad 
y de la razón, mientras que en otra la oscuridad, la violencia y demás perjuicios, fueran 
predominantes en un continente que requería cambios urgentes en su interior. Lizardi 
tuvo la oportunidad de contemplar todo el desarrollo de la independencia de México y 
con él el copioso trabajo literario apegado a ese extraordinario fin. 
Por desgracia, hasta el día de su muerte, el destierro de los españoles no fue 
suficiente para liberar a su amado país de ciertos comportamientos y actitudes que lo 
deshonraban, sin embargo siempre creyó y tuvo esperanzas en un proyecto que 
transformara la mentalidad del pueblo mexicano, el cual aún hoy perdura, y es que el 
auténtico cambio, como posibilidad, se encuentra sólo en la educación. 
El nacimiento de Don José Joaquín Fernández de Lizardi es un poco confuso, 
hay quienes afirman que su nacimiento fue el 15 de noviembre del año de 1771, 1774, 
1775 ó 1776, pero uno de sus biógrafos más importantes, González Obregón, afirma 
que nació el año de 1774, lapso de la historia muy importante para México en cuanto al 
 33 
desarrollo de las bases humanísticas se refiere, de las cuales él fue uno de los 
principales herederos. Fue bautizado en la parroquia de Santa Cruz y Soledad. Fue hijo 
de Manuel Fernández de Lizardi y de Bárbara Gutiérrez. Se sabe que no provenía de 
una familia acomodada, poseedora de copiosas riquezas, sino de una familia más bien 
modesta y honrada. Su padre fue doctor en Medicina, y estuvo a cargo del colegio de 
Tepotzotlán durante su infancia, pues la familia había arribado a ese lugar con la 
intención de obtener mejores ingresos. 
Pasado el tiempo, José Joaquín Fernández de Lizardi estudió a los seis años en 
Tepotzotlán las primeras letras, allí aprendió éste a leer; de su primera juventud se sabe 
muy poco, parece que siguió viviendo en Tepotzotlán, para luego ser enviado a México, 
donde estudió latín con un profesor llamado D. Manuel Enríquez. La inquietud por el 
conocimiento lo motivó a estudiar en el Colegio de San Ildefonso, donde recibió muy 
buenos elogios por parte de sus profesores. Manuel de Sanchirtóbal, el maestro de 
Lizardi: “[…] lo consideraba talentoso y elogió su desempeño en Metafísica, Física, y 
Lógica. Aparentemente ese curso estructuróla mente de Lizardi tanto como el estudio 
del latín moldeó su escritura”.44 Así pues, Pedro Enríquez Ureña y González Obregón 
mencionan que Lizardi pudo convertirse en bachiller45 a los dieciséis años, y un año 
más tarde pudo cursar Teología, Por otra parte, Álvarez de Testa sugiere que Lizardi, 
por el contrario, no pudo ser bachiller debido a la enfermedad y fallecimiento de su 
padre. Sin embargo, si finalizó o no sus cursos en el colegio, no fue impedimento para 
que Lizardi se comprometiera, tiempo después, a desempeñar el rol de mentor, 
 
44
 Álvarez de Testa Lilian, Ilustración, Educación e Independencia: Las ideas de José Joaquín Fernández de Lizardi, 
México, UNAM, 1994, p. 80. 
45
 González Obregón, Don José Joaquín Fernández de Lizardi (El Pensador Mexicano), México, 1888, p. 4 
 34 
educando a un pueblo sumido totalmente en la ignorancia. Es importante conocer esta 
parte de la vida de Lizardi, porque tuvo la oportunidad de ir al colegio, privilegio que 
muy pocos tenían en aquellos tiempos, aunado al desarrollo intelectual que adquirió al 
saber Latín, Filosofía, Lógica, entre otras disciplinas, sin olvidar la educación que 
también pudo gozar desde su infancia al rodearse de muchos libros, herencia que 
recibió por parte de la familia de su madre. De esta manera, el saber y el conocimiento 
fueron parte de toda su vida, creció con la oportunidad de creer en la posibilidad de 
transformar aquellas inconsistencias que había en la educación del país. Este hecho lo 
sometió a prueba en cada uno de sus textos, ganándose con respeto el sobrenombre 
de El Pensador Mexicano. 
Por desgracia, Lizardi no pudo continuar profundizando sus estudios, así que 
tuvo que buscar empleo por falta de recursos. Lo único que sabemos de su vida es que 
trabajó como juez interino o encargado de justicia en Taxco, nombramiento otorgado 
por el gobierno español. En ese lugar, en el año de 1810, en los albores de la guerra de 
independencia y al grito de ¡mueran los gachupines!, Lizardi no tuvo más remedio que 
entregar las armas a los insurgentes, y a consecuencia de estos actos, fue llevado a la 
ciudad de México justificando su encarcelamiento por prestar apoyo a los rebeldes. Es 
importante mencionar que los habitantes eran amenazados a muerte si contribuían en 
la lucha, pero en este caso, Lizardi pudo librar tal castigo argumentando que se vio 
obligado a entregar el armamento por la situación que estaba enfrentando en esos 
momentos. 
Tales acontecimientos orillaron una vez más a Lizardi a enfrentar la realidad de 
su entorno. La lucha que se desarrollaba en los campos de batalla no era lo suficiente 
para detener por completo al injusto gobierno español. Se necesitaban más recursos 
 35 
que abastecieran la ilusión de una victoria completa, había una necesidad legítima de 
los pueblos americanos al reclamar su libertad, y fue así como Lizardi decidió contribuir, 
hasta donde más pudo, con su genialidad y maestría, a la causa que el pueblo 
mexicano pedía a gritos. En el año de 1809 conocemos de Lizardi uno de sus primeros 
escritos llamado Polaca que en honor de nuestro Católico Monarca Señor Don 
Fernando Séptimo Cantó J. F. de L, cuyo contenido, lejos de elogiar a Fernando VII, 
pide unión, paz, tranquilidad, en lugar de falsedad y engaño. Así es como la carrera 
literaria de Lizardi se perfiló en un horizonte totalmente contrario al del gobierno 
español. 
La censura que vivió Lizardi a partir de las críticas tan fuertes y severas al 
gobierno de la Nueva España, fueron detonantes que proyectaron cada vez más las 
contradicciones y decadencias de una administración sumamente negligente. No fue 
sino hasta el año de 1812 cuando Lizardi se arriesgó a publicar y hacer valer la libertad 
de imprenta impuesta en la Constitución de Cádiz. Esta libertad de expresión le costó 
muy caro a El Pensador, pero la censura no pudo terminar totalmente con sus 
aspiraciones. En muchas ocasiones, Lizardi no se pudo librar de persecuciones, de 
encarcelamientos y condenas. Y como todo escritor comprometido continuó escribiendo 
hasta el día de su muerte. No hay ningún escrito suyo que no contenga algunas líneas 
de denuncias y, en particular, de iniciativas benéficas para el pueblo mexicano. El 
camino que eligió y del cual se sustentó lo iba a convertir en una figura importante, ya 
que se convirtió en el heredero directo de las aportaciones de los pensadores ilustrados 
mexicanos de finales del siglo XVIII. Y aprovechando el decreto de libertad de imprenta 
promulgada en dos artículos, en el 131º y 371º, publicó su más importante periódico: El 
Pensador Mexicano. Toda libertad de imprenta, de acuerdo con la Constitución de 
 36 
Cádiz, estaba protegida, ya que los ciudadanos gozaban de libertad de: “imprimir y 
publicar sus ideas políticas, sin necesidad de licencia, revisión o aprobación alguna 
anterior a la publicación […]”.46 Esta “Ley de Libertad de imprenta entró en vigor en 
España en noviembre de 1810, pero el virrey de la Nueva España de aquel entonces, 
Francisco Javier Venegas, no la promulgó inmediatamente pues temía que las nuevas 
libertades servirían para fomentar la revolución iniciada el 16 de septiembre de 1810.”47 
Esta Constitución llegó a las manos del virrey Venegas el 21 de septiembre de 1812, y 
fue hasta el 5 de Octubre de ese mismo año cuando el público supo de la libertad de 
imprenta, pues se requirió en muchas ocasiones al virrey su autorización para que el 
pueblo mexicano supiera lo que hacían las Cortes a su favor, pero lamentablemente no 
se especificó ni se dejó en claro qué clase textos se iban a considerar subversivos, por 
esta razón los censores tomaron fallos arbitrarios. 
Don José Joaquín Fernández de Lizardi no pudo dejar pasar la oportunidad de 
publicar sus ideas y reflexiones. Con ello, El Pensador Mexicano se unió a la batalla, 
junto con otros pensadores, como Carlos María Bustamante y su periódico El juguetillo, 
en contra del gobierno. En ese entonces, el periodismo se vuelve un arma ideológica de 
combate y, por tanto, una ventana para que la población se informara de todos los 
sucesos políticos y culturales del momento. Las características de esa literatura en 
armas: “[…] recorre diversas formas de expresión: el sermón, la arenga, la proclama, la 
 
46
 González Obregón, Luis, dir, La constitución de 1812 en la Nueva España. Tomo I, México, Publicaciones del 
Archivo General de la Nación, vol. IV, p.LXXXII. 
47
 Neal, Clarece, “La libertad de imprenta en Nueva España 1810-1820.”, en Lee Benson, Nettie. México y las cortes 
españolas, 1810-1822: Ocho ensayos, México, Instituto de Investigaciones Legislativas, 1966, p. 98. 
 37 
fábula, el epigrama, la poesía, el diálogo, el testimonio, la autobiografía y la novela”.48 
Podemos decir que Lizardi recorre la mayoría de estas formas de expresión en sus 
escritos. Pero hubo escritores que escribieron con la intención de adular y disfrazar el 
mal gobierno español. 
A consecuencia de las constantes demandas habidas en los periódicos, el virrey 
Venegas no tuvo otra opción que eliminar la libertad de imprenta, a sabiendas de que 
no poseía la suficiente autoridad para modificarla a su conveniencia. Esta supuesta 
libertad de imprenta sólo duró un par de meses en la Nueva España, exactamente el 4 
de Diciembre de 1812 suspendió lo que para muchos fue considerado una breve luz de 
la razón en estas tierras. Y se reservó siempre el derecho de establecerla nuevamente 
hasta que terminara la guerra en contra del gobierno. Debemos de mencionar que 
Lizardi estuvo inmiscuido en este asunto, ya que el 3 de diciembre, fecha de 
cumpleaños del virrey Venegas, le entregó como obsequio un ejemplar de su periódico, 
el noveno número. El contenido de su publicación fue censurado ya que recordaba al 
virreysus errores y su ignorancia. Esto correspondió también a la crítica y a la 
revocación del bando del 25 de junio que amenazaba a los eclesiásticos con fusilar y a 
todo aquel que sorprendiera con un arma o poniendo en contra al pueblo del gobierno. 
Por esto, el gobierno atribuyó a Lizardi la desunión de todo el pueblo y: “[…] viendo el 
grado a que había llegado la prensa en sus manifestaciones, suprimiera, dos días 
después de la publicación del artículo del Pensador, y por bando del 5 de Diciembre, la 
 
48
 Morales, Josefina, “La literatura en la cultura de la Independencia”, en Aguilar Monteverde, Alonso. (comp.), 
Pensamiento Político de México. Tomo I, La época de la Revolución de Independencia (1808-1824), México, Editorial 
nuestro tiempo, S.A., 1986, p. 239. 
 38 
libertad de imprenta, y mandara encarcelar a Fernández de Lizardi”.49 Y fue así como 
las persecuciones a El Pensador comenzaron, encarcelándolo en varias ocasiones. El 
enfrentamiento que tuvo con el gobierno, y los castigos que recibió por esto, fueron una 
excusa para terminar con la aparente libertad que todo el pueblo había obtenido de la 
Constitución. Por desgracia, el gobierno, como lo afirma Lizardi en la segunda carta al 
Papista, arruinó a él y a toda su familia, y no sólo eso, el virrey Venegas, como lo dice 
El Pensador: “[…] decretó mi prisión, a la que fui arrastrado a las tres de la mañana del 
7 de diciembre de 1812… se me sorprendió con más de setenta hombres. ¡Tanto era el 
temor que me tenían por mi opinión! 50 Y no fue sino hasta el primero de junio de 1813 
cuando salió de la cárcel. Durante el proceso: “Él fue su propio abogado defensor en la 
corte informal de la opinión pública y la estima virreinal, ya que nunca tuvo un juicio 
formal”.51 
Sus opiniones y críticas al sistema fueron de tal manera contundentes y en 
específico peligrosas, que el mismo clero no tuvo más remedio que excomulgarlo. Esa 
noticia fue un duro golpe a su reputación. En su escrito Defensa de los francmasones 
juzgó la hipocresía de los eclesiásticos y, no sólo eso, manifestó que los canónigos no 
tenían ningún carácter divino y eran perjudiciales al Estado por las cuantiosas rentas 
que cobraban. Con toda la exuberante cantidad de ingresos, como lo proponía Lizardi, 
era posible construir escuelas, casas de beneficencia, hospitales, pero los supuestos 
daños espirituales que aparentemente había cometido al calificar de codiciosos a los 
canónigos, mientras que otros morían padeciendo miserias, justificaron su expulsión. 
 
49
 Obregón, González, op., cit, p. 19. 
50
 Fernández de Lizardi, José Joaquín, Obras XI-folletos (1821-1822), México, UNAM, 1991, p. 564. 
51
 Álvarez de Testa, Lilian, op., cit. p. 138. 
 39 
A pesar de haber sido considerado un hereje, un apóstata, un provocador y 
demás peores denominaciones, las demandas de Lizardi en sus escritos eran 
totalmente justas. El espíritu de El Pensador siempre fue inquebrantable. La lucha que 
mantuvo en contra del gobierno se mantuvo en la vía de lo racional, en lo que debía de 
ser acertado y adecuado para el pueblo. En sus exposiciones para defenderse de todos 
los cargos, alegó que no era ningún delincuente por su opinión, lo único que pretendía 
era exigir beneficios para el pueblo, ya que estaban viviendo una etapa muy difícil y 
harto caótica. Y a pesar de que la Junta de Censura lo haya calificado de sedicioso y de 
alborotador, su aspiración fue siempre el orden, la unión, el amor, la paz que no la 
guerra entre hermanos, pues ya era suficiente tanto derramamiento de sangre, de 
salvajismo y barbarie. 
Hasta este punto, hay que resaltar el pensamiento de Lizardi y recordar las 
palabras de ofensa de los pensadores europeos a los americanos, entre ellos de Pauw, 
que se acoplaban, sin pensarlo, a las condiciones desfavorables que atravesaba el 
pueblo americano, pues el pensamiento humanístico e ilustrado de Lizardi surge en 
medio de la oscuridad, lleno de franqueza y sinceridad, proponiendo la paz y el cambio 
necesario que necesitaba con urgencia México. El pueblo mexicano era digno de amor 
y de aprecio, sólo así podía conseguir, en efecto, la unión tan querida y ansiada, pues 
el amor, desde los tiempos más remotos, no es más que un acto de cohesión y afinidad 
entre los seres vivos. El pueblo americano no era cualquier objeto de desprecio, sólo la 
unión y la consolidación de la paz con el hombre europeo podía enaltecer aún más su 
esencia. Esto lo dejaba muy en claro El Pensador mexicano y otros muchos 
pensadores que manifestaron su inconformidad al ver cómo los hombres se batían a 
muerte tratando de imponer sus causas. 
 40 
En el diálogo de Chamorro y Dominquín, Lizardi reclama la libertad de América 
argumentando que nadie podía dominar ni reclamar para sí la Naturaleza, y el 
americano debía ser libre por necesidad y derecho.52 Estas ideas obviamente fueron 
censuradas por la Junta Provincial de Censura, y para poder ampararse de dichas 
acusaciones presentó una defensa53 en la que consideraba oportuna la unión, la 
fraternidad y la paz. El derramamiento de sangre era innecesario, las crueldades de la 
guerra revelaban cada vez más la oscuridad que cegaba el camino correcto del 
mexicano: “Siempre veré con lástima y horror una guerra entre hermanos”,54 dijo 
Lizardi. Pues los intereses del gobierno español estaban en estas tierras, este suelo 
era el más importante de todos y lo que le importaba más a España era no abandonar 
bajo ninguna circunstancia la colonia que más le había dado riquezas. 
Los sentimientos más nobles y justos los dejó plasmados en cada una de las 
defensas que presentó. Ahí tuvo la oportunidad de criticar el egoísmo y el solipsismo de 
quienes ignoraban o mostraban desdén a las causas justas, o de quienes se sentían 
sumamente cómodos en la subordinación y obediencia al gobierno español. Aún así, 
Lizardi continuó luchando y siguió publicando El Pensador Mexicano por algunos años 
más. Durante los años de 1814 a 1816, como lo indica González Obregón, Lizardi 
publicó escritos en prosa y en verso, y su Alacena de Frioleras, publicación donde 
insertó fábulas y artículos de costumbres mexicanas. 
Más tarde, en el año de 1816, vería la luz uno de los trabajos literarios más 
importantes que se hayan escrito en nuestro país: El Periquillo Sarniento. Esta 
 
52
 Fernández de Lizardi, José Joaquín, op. cit., p.107. 
53
 Ibid, p. 151. 
54
 Ibidem. 
 41 
importante novela se presentó al público, en medio de una crisis política y social, por 
tomos; los tres primeros fueron publicados sin ningún problema, pero el cuarto tomo fue 
publicado después de la muerte del autor, pues fue censurado por haber proclamado en 
uno de los capítulos la abolición de la esclavitud. Y éste no es el único tema tan 
importante a destacar en la novela, también hay una critica al modelo de enseñanza de 
las escuelas, la desunión que aflige a toda una sociedad, la superstición, la 
charlatanería, la poca importancia de la muerte de los padres, el consejo y la virtud, la 
máxima aspiración del ser humano, entre otros temas. Asimismo, podemos subrayar el 
mensaje didáctico que el narrador quiere transmitir a sus hijos; el padre ilustrado, como 
lo presenta Lizardi, mediante la narración de sus aventuras de juventud, desea infundir 
con el ejemplo las virtudes a las que ellos deben siempre aspirar. La insistencia de este 
mensaje educativo en toda la novela radica en la enseñanza de las muchas aventuras 
que Pedro Sarmiento, mejor conocido como el Periquillo Sarniento, tiene a lo largo de 
toda su vida. Por consiguiente, el contenido de esta importante novela resalta un 
modelo de persona ideal, en contra de la persona improductiva, estéril e indolente para 
la sociedad.

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