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LA LOCURA: MANIFESTACIÓN LITERARIA DE INCONFORMIDAD FEMENINA 
EN CINCO CUENTOS DE AMPARO DÁVILA 
 
T E S I S 
 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO 
DE LICENCIADA EN LENGUA Y LITERATURAS HISPÁNICAS 
 
PRESENTA 
 
ANGÉLICA NALLELY THOMASSINY ROMERO 
 
ASESORA: 
 
DRA. MARÍA RAQUEL MOSQUEDA RIVERA 
 
 
 
MÉXICO, D.F. JUNIO, 2012 
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
COLEGIO DE LETRAS HISPÁNICAS 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
 
 
 
 
 
A mis Padres: 
 
Por brindarme su infinito cariño. 
Agradezco su comprensión, sus consejos, sus palabras de aliento 
además de su constante apoyo, no sólo en mi formación académica 
 sino a lo largo de mi vida. 
Me enseñaron a levantarme después de cada tropiezo, 
a ser perseverante y alcanzar mis metas. 
Gracias a ello soy lo que soy 
y llegar hasta aquí no hubiera sido posible sin ustedes. 
 
 
A David: 
 
Por su incansable apoyo, alentarme en todo momento 
y escuchar cada una de mis ideas para este proyecto. 
Gracias por esclarecer mis dudas 
y desenredar mis reflexiones confusas. 
Por estar a mi lado compartiendo uno a uno 
los instantes de mi vida y darme la fuerza para continuar. 
 
 
A Raquel: 
 
Por revelarme una visión nueva de la literatura. 
Por aceptar ser parte de este proyecto y 
sobre todo por compartir esta interpretación 
y el gusto por los cuentos de Amparo Dávila. 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
 
 
Índice 
 
Introducción ................................................................................................................................ 5 
 
CAPÍTULO 1. Vida y obra de Amparo Dávila .............................................................................. 9 
1.1 El tiempo destrozado de Amparo Dávila ............................................................................ 9 
1.2 Generación de Medio Siglo ............................................................................................. 17 
1.3 Dávila y la crítica ............................................................................................................. 25 
 
CAPÍTULO 2. Deslinde de lo fantástico .................................................................................... 29 
2.1 Deslinde de lo fantástico ................................................................................................. 29 
2.2 Lo fantástico, distractor de la locura ................................................................................ 36 
2.3 Antecedentes. La condición femenina, origen de la locura .............................................. 42 
 
CAPÍTULO 3. La locura en los cuentos de Amparo Dávila........................................................ 53 
3.1 La locura como reacción ante la imposibilidad de pertenecer a alguno de los estereotipos 
femeninos moralmente aceptados en “Música concreta” y “Detrás de la reja” ....................... 53 
3.2 La locura como escape del encierro de la madresposa en “El último verano” y “El 
pabellón del descanso” ......................................................................................................... 77 
3.3 La locura como consecuencia de la corrupción de la imagen colectiva de la mujer en “La 
señorita Julia” ........................................................................................................................ 96 
 
Conclusiones .......................................................................................................................... 105 
 
Referencias ............................................................................................................................ 108 
Bibliografía Directa .............................................................................................................. 108 
Bibliografía Indirecta ............................................................................................................ 109 
Hemerografía ...................................................................................................................... 112 
Páginas web........................................................................................................................ 114 
 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
5 
 
Introducción 
 
 La escritora zacatecana Amparo Dávila (1928), creció entre leyendas y visiones aterradoras 
que a la fecha no sabe si realmente sucedieron o sólo fueron producto de su imaginación.1 Sin 
embargo, fue precisamente el eco de esos acontecimientos de la infancia lo que la impulsó a 
escribir las narraciones que hoy conocemos. 
Además de sus estremecedoras experiencias, la autora pasó mucho tiempo en la 
biblioteca de su padre. Al principio, cuando era muy pequeña, juntando letras y mirando los 
grabados de los libros, pero cuando aprendió a leer se convirtió en una entusiasta lectora; 
circunstancia que también la encaminó a escribir desde muy joven: primero poesía y 
posteriormente cuentos. 
Sus narraciones han representado un reto para la crítica, sobre todo con sus primeros 
libros, ya que resultaba difícil encasillarla, es decir, saber qué tipo de cuentos escribía Amparo 
Dávila. Algunos centraron su interés en los aspectos “góticos” de sus textos; otros, destacaron 
la preeminencia de los elementos fantásticos. 
No obstante, mediante el presente trabajo intentaré mostrar una interpretación distinta 
de los cuentos de Amparo Dávila. Desde mi perspectiva, la lectura atenta de sus textos denota 
una constante: la pérdida de la razón en sus personajes femeninos; por lo tanto, me propuse 
indagar en las causas de esta locura. 
 La razón parece ser siempre la misma en los cinco cuentos analizados en este trabajo: 
las protagonistas se sienten asfixiadas al vivir en una sociedad que las restringe por medio de 
los estereotipos aceptados. Establezco así que la sociedad instaura modelos culturales o 
estereotipos que exige sean acatados, estos determinan a su vez, cierta forma de 
comportarse, vestirse, expresarse, etcétera según los diferentes roles a cumplir. Es decir, una 
 
1
 (http://www.youtube.com/watch?v=w9cH5sI8ZPY; 2008; 12 de junio 2010) 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
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mujer como madre y esposa, debe tener un comportamiento específico: primero, por ser mujer 
debe vestir y comportarse de una manera aceptable moralmente, de lo contrario será tachada 
de “mala mujer”. Después, en su rol de madre y esposa debe desempeñar las funciones 
correspondientes: atender a su marido e hijos (planchar, lavar, limpiar la casa, hacer la comida, 
etc.). Porque de no ser así, la sociedad la juzga y relega. 
A pesar de la existencia de modelos culturales, tanto para hombres como para mujeres, 
la investigación sobre este hecho me llevó a la conclusión de que la sociedad es más severa al 
considerar a las mujeres, esto se debe a que tienen un margen de error reducido respecto a los 
hombres, lo cual atribuyoa que vivimos en una cultura patriarcal. 
Por ello aventuro que la autora aborda esta problemática con una clara intención crítica. 
Sus personajes femeninos enloquecen y, en esta transgresión puede observarse, una suerte 
de “salida”, extrema claro, pero salida al fin. Es entonces cuando la autora enfrenta a sus 
lectores con toda la carga moral y social que las mujeres padecen en la sociedad en la que 
viven. 
 En el caso de Marcela (“Música concreta”) y Paulina (“Detrás de la reja”), pierden la 
razón por querer ser esposas, ser parte del estereotipo aceptado en la sociedad y no 
pertenecer a las divorciadas o a las solteronas, a las cuales la sociedad juzga como 
incompletas por no tener un hombre a su lado o en las que contempla una amenaza, a la caza 
de algún compañero sexual. Por otro lado, la protagonista de “El último verano” y Angelina (“El 
pabellón del descanso”) a través de la locura y posteriormente del suicidio, pretenden escapar 
del exhaustivo papel de madresposas. Finalmente Julia (“La señorita Julia”) quien representa el 
estereotipo de “mujer intachable”, pierde la cordura por las habladurías de la gente que la 
consideran como la peor de las mujeres, aunque no sea así. 
Lo interesante de esta interpretación es que en tres cuentos: “Música concreta”, “El 
último verano” y “La señorita Julia” tienen cabida hechos tradicionalmente denominados por los 
estudiosos como fantásticos. Sin embargo, Amparo Dávila los ha utilizado como recursos 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
7 
 
literarios para distraer al lector de la problemática de la condición femenina. En “Música 
concreta” es la amante convertida en sapo. En “El último verano” son los gusanos que según el 
personaje femenino, la persiguen sin tregua para vengarse. Y en “La señorita Julia” las ratas 
que nadie ve ni escuchan, excepto la protagonista. La crítica ha tomado los sucesos anteriores 
como motivos principales para afirmar que los cuentos son fantásticos. No obstante, mi trabajo 
apunta a matizar dicha interpretación y, aunque considero que en la obra cuentística de 
Amparo Dávila existen textos fantásticos, sostengo que ninguno de los aquí analizados lo es 
(por lo menos no única ni principalmente). Debido a las circunstancias que rodean a los 
personajes femeninos, las situaciones antes descritas (que en un primer acercamiento pueden 
ser tachadas como meras alucinaciones), sólo son una muestra de cómo la locura expresa la 
urgente necesidad de dejar atrás la exigencia de acatar los estereotipos. La demencia es una 
solución extrema de las protagonistas para deshacerse (des- asirse) de un estereotipo al que 
no quieren pertenecer o por dejar de cumplir cabalmente con las funciones impuestas a su 
condición “femenina”. 
De esta manera, la tesis se divide en tres capítulos. El primero se centra en Amparo 
Dávila, su vida y su participación en la llamada Generación de Medio Siglo; así como su 
relación con la crítica y la manera en que se han interpretado sus cuentos. En el segundo 
apartado explico qué es lo fantástico y lo deslindo de los cinco cuentos aquí analizados. 
También muestro la manera en que la autora utiliza situaciones ─la amante convertida en 
sapo, los gusanos y las ratas─ como distractores, con la finalidad de que el lector pase por alto 
la protesta subyacente sobre la condición femenina. Asimismo, hago referencia al afán 
constante de las escritoras del siglo pasado por narrar su sentir pero ocultándolo por medio de 
metáforas; estrategia que al parecer adopta Dávila para hablar sobre la condición de la mujer. 
 Abordo desde un punto de vista literario y social la relación causa-consecuencia entre 
la situación de la mujer y la locura en los relatos. Finalmente en el tercer capítulo, analizo los 
cuentos, planteando la importancia del simbolismo en las alucinaciones de las protagonistas, y 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
8 
 
del ámbito social en cuanto a la situación femenina para demostrar que la locura es la 
respuesta, desesperada, extrema, de los personajes femeninos a las circunstancias en que 
viven. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
9 
 
CAPÍTULO 1 
Vida y obra de Amparo Dávila 
 
1.1 El tiempo destrozado de Amparo Dávila 
 
“El tiempo me perturba muchísimo 
en el sentido de que un minuto que pasa no vuelve. 
Uno de mis sueños sería cómo destrozar el tiempo, 
que ya dejara de atormentarnos, que ya no siga corriendo. 
Esto es mi tiempo destrozado” 
 
Amparo Dávila 
 
Amparo Dávila es una mujer que siempre se ha preocupado por vivir más que escribir;2 lo cual 
ha caracterizado sus cuentos, ya que provienen en primera instancia de su experiencia. Sin 
embargo, aclara: “con la literatura he sido una amante inconstante, mas no infiel. Yo me 
hubiera pasado la vida escribiendo, pero la vida no me deja”.3 De esta manera, el tiempo que 
ha dedicado a sus cuentos, le ha permitido sacar a la luz cuatro grandes obras y dos 
recopilaciones: Tiempo destrozado (1959), Música concreta (1964), Muerte en el bosque 
(1975), Árboles petrificados (1977) y Cuentos reunidos (2009) —que incluye cinco textos 
inéditos bajo el título Con los ojos abiertos—. Obras que le han otorgado varios homenajes y el 
Premio Xavier Villaurrutia en 1977 por Árboles petrificados. 
Dávila nació en Pinos, Zacatecas “el pueblo de las mujeres enlutadas de Agustín 
Yáñez” (Dávila, 2005:1) en 1928. Su infancia se convirtió en la base de esa inigualable 
imaginación que posee, marcada por la angustia, el terror y lo irreal cotidiano. Desde muy 
pequeña se entretenía en la vasta biblioteca de su padre. A veces sólo se dedicaba a mirar por 
la ventana el pasar de la gente o el de los cortejos fúnebres. La autora relata que en aquellos 
días no había muchos cementerios en las poblaciones cercanas, razón por la cual, las 
 
2
(http://blogs.myspace.com/index.cfm?fuseaction=blog.view&friendld=174839194&blogld=452372; 2008: 
25 de mayo 2010) 
3
 (http://www.prensafondo.com/; 2005; 14 de junio 2010) 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
10 
 
personas llegaban en procesión a Pinos para enterrar a sus muertos. En otras ocasiones, se 
interesó por obras como El Quijote o La Divina Comedia; aunque eran lecturas avanzadas para 
su corta edad, se entretenía juntando letras y palabras que conocía. La obra de Dante le causó 
una peculiar impresión debido a los grabados de Doré que con el tiempo se convirtió en un 
constante terror a los lugares oscuros. Desde entonces, la pequeña de casi cinco años, sólo 
pensaba en seres demoniacos con tridente, así como en don Antonio Villaseñor, protagonista 
de una leyenda del poblado, quien supuestamente fue propietario de la casa en donde vivía. 
Por las noches, Amparo escuchaba la pata de palo de don Antonio retumbar en el suelo, 
asimismo, creía ver “una mujer vestida de blanco, con una vela encendida, muy pálida y sin 
ojos, buscaba algo a través de la larga noche, crujían las puertas y las ventanas, los muebles, 
pasaban sombras, bultos, se oían voces, suspiros, quejidos” (Dávila, 2005:3-4). Al respecto la 
autora afirmó en una entrevista: “Hasta la fecha, yo no sé si yo veía realmente cosas o las 
imaginaba”.4 
Lo cierto es que Amparo vivía muy sola en aquella casa, su hermano menor murió y 
sólo estaba acompañada de los gatos y algunos perros; ya que su madre por bastante tiempo 
se entregó al dolor de su pérdida y su padre a los negocios y a las mujeres: sus dos pasiones, 
asegura la escritora (Zamora, 2001: 3). 
A los siete años viaja a San Luis Potosí con su madre y su padre ─pero éste nunca se 
estableció porque ibay venía de Pinos a San Luis Potosí, por los negocios que tenía en 
Zacatecas─ e ingresó a un colegio de religiosas: “Colegio Motolinía”, lugar donde dejó de lado 
a los demonios para conocer a un dios bondadoso. A raíz de lo cual, comenzó a escribir 
pequeños poemas místicos que hablaban de Dios como pastor de sus ovejas o un jardinero 
que se dedicaba a regar y cuidar sus flores, porque así concebía Dávila a este nuevo ser que 
 
4
 (http://www.youtube.com/watch?v=w9cH5sI8ZPY; 2008; 12 de junio 2010) 
 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
11 
 
se contraponía a todo aquello que la horrorizaba en las noches de Pinos. Desde su niñez, la 
escritura se manifestó como una necesidad natural y una forma de expresión ineludible. 
La autora escribe sus primeros salmos bajo la influencia de El cantar de los cantares, 
los cuales aparecen en la revista Estilo, fundada por Joaquín Antonio Peñaloza quien, al darse 
cuenta de la buena respuesta de la crítica, exhortó a Dávila para que los publicara. Así, en 
1950 Salmos bajo la luna vio la luz; mientras, Dávila seguía escribiendo para las revistas Ariel y 
Letras Potosinas. Posteriormente también se difundieron dos plaquetitas más en verso libre: 
Perfil de soledades (1954) y Meditaciones a la orilla del sueño (1959). 
En San Luis Potosí, dentro de los cursos de invierno impartidos en la universidad, 
conoce a Alfonso Reyes quien se convirtió en un gran compañero y maestro. Reyes fue una de 
las grandes personalidades invitadas para dar conferencias, asimismo daban la oportunidad a 
los jóvenes escritores de presentar su obra; en esta ocasión Dávila le mostró sus salmos. Sin 
embargo, fue después de algún tiempo cuando se reencontraron en Guanajuato, donde 
tuvieron la oportunidad de conversar; de esta manera surge una simpatía entre ambos que se 
prolongó y afianzó aun más con el arribo de Dávila a la ciudad de México para seguir su 
vocación por las letras en la Universidad. 
 A sus 26 años llegó al Distrito Federal ─para entonces sus padres se habían 
divorciado, y por lo tanto sólo su madre la acompañaba─ y de inmediato se puso en contacto 
con Alfonso Reyes quien, después de un tiempo de entrañable amistad, la contrató como 
secretaria para transcribir sus textos. Este hecho significó mucho para Dávila, y aunque 
asegura que no logró hacer de ella una escritora disciplinada, lleva consigo muchas de las 
enseñanzas del escritor: “Don Alfonso me enseñó que no era conveniente encerrarse en 
ninguna camarilla, que el escritor tiene que ser libre, no comprometerse con nada […] Me decía 
que tuviera muchos amigos, de todas las ideologías, pero que no me metiera en ningún grupo. 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
12 
 
Y así es, tengo muchísimos amigos comunistas, filósofos, escritores, pero no pertenezco a 
ningún grupo”.5 
Para el también autor de “La Cena” era muy importante la narrativa, así que le propuso a Dávila 
escribir cuentos, y fue así como la autora se abrió paso en el inagotable mundo cuentístico. 
Después de trabajar por dos años con Alfonso Reyes, en 1958 contrajo matrimonio con 
el pintor zacatecano Pedro Coronel. Esta nueva etapa le da la oportunidad de acercarse a 
nuevas experiencias de tipo personal ─como madre y esposa─ e intelectual con 
personalidades de la pintura. Su vinculación con los artistas plásticos le permite enriquecer su 
obra, sobre todo a través de Pedro Coronel, quien era asiduo lector de sus cuentos, y como tal, 
aportaba su crítica, la que no en contadas ocasiones Dávila consideraba acertada; de la misma 
forma, la cuentista daba su opinión sobre las pinturas de su marido, y aunque al principio 
ambos parecían tener poco en cuenta aquellos juicios, al final hacían las modificaciones 
pertinentes. 
El primer libro de cuentos que publicó, y con gran éxito, fue Tiempo destrozado en 1959. 
A principios de este año, la autora corregía sus textos ─sin ánimos de que fueran editados─ 
cuando recibió la llamada de Arnaldo Orfila, director del Fondo de Cultura Económica, 
preguntando por sus cuentos, de los cuales se había enterado por Agustín Yáñez. En cuanto 
Dávila terminó de hacer las correcciones, los llevó a la editorial; admite que corrió con mucha 
suerte, debido a lo difícil que resulta publicar.6 
Este libro se lo dedica a su padre, ya que no creyó en ella; pensó que haría el ridículo 
como escritora. Al respecto, la escritora relata lo siguiente: “Mis padres ya estaban separados y 
yo vivía con mi madre, cuando nosotras estábamos por venir a México, le dije a mi padre que 
nos veníamos porque yo me iba a dedicar a la literatura. Le dio risa. ¿A estudiar qué?, me 
preguntó. Literatura, dije. ¿Es que no te has puesto a pensar que para eso se necesita un gran 
 
5
 (http://mariadoloresbolivar.com/zacatecaspolvoyluz/id10.html; 2001; 25 de mayo 2010) 
6
 (http://www.lopategui.com/AmparoDavilaEntrevista.htm; 2008; 14 de abril 2009) 
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talento, una gran cultura? Y tú no tienes ni cultura ni talento, dijo” (Ramos, 1993: 3). Por lo 
tanto, no la apoyó en su viaje a la ciudad de México para estudiar en la Universidad. Y a pesar 
de habérselo dedicado, su padre nunca dijo nada al respecto. Dávila hace referencia a ello en 
una entrevista concedida a Agustín Ramos: “Me comentó que un amigo suyo había visto una 
crítica de ese libro; nunca dijo que estuviera satisfecho, pero por la forma en que hablaba, por 
su expresión, supe que por lo menos no estaba avergonzado de mí” (Ramos, 1993: 3). 
Debido a Tiempo destrozado que llegó, no de manera fortuita, a manos del escritor, sino 
por medio de Emma Susana Esperatti Piñeiro, una argentina conocida de Amparo, quien vino a 
la ciudad para hacer su tesis doctoral en el Colegio de México. Esperatti le envió dicho ejemplar 
a Cortázar; por supuesto, la cuentista se molestó porque lo hizo sin su consentimiento, además 
consideraba que a un autor de la talla de Julio Cortázar no se le debía molestar con el libro de 
una principiante, como se consideraba ella en aquel entonces. Sin embargo, este hecho resultó 
benéfico, y al mes y medio aproximadamente de enviada la publicación, Dávila recibió una 
carta en el Fondo de Cultura Económica y el remitente era Julio Cortázar, quien escribió para 
transmitir el asombro provocado por Tiempo destrozado como su primera obra, siendo un libro 
tan maravilloso, y a pesar de que le hace notar algunas fallas, se muestra impresionado porque 
exista ese tipo de literatura en México, ya que sólo había leído algo parecido en Edgar Allan 
Poe. En adelante, después de la carta de agradecimiento en respuesta, ambos siguieron con la 
correspondencia como medio de comunicación. 
Igual que con Julio Cortázar, Juan José Arreola es otro escritor con el que Dávila llevó 
muy buena amistad y, siendo así, se interesaban por sus cuentos. Vivió cerca de Arreola y su 
familia, por lo que se veían todos los días o casi todo el día; cuando el escritor la visitaba, 
encontraba el departamento de su vecina lleno de gatos: gatos en la cama, en los sillones y 
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sobre su máquina de escribir mientras ella elaboraba sus cuentos, por lo que bromeaba 
diciendo: “No, Amparo no escribe, los que escriben son los gatos”.7 
La cuentista ha sido amante de los gatos desde muy pequeña, dice que ejercen un 
magnetismo muy particular.8 Estos animales se han convertido en sus más fieles compañeros; 
al nacer ellos estaban dentro de su cuna y le hacían calor en las frías noches en Pinos, 
Zacatecas.9 De la misma manera, cuando murió su hermano menor, Amparo no se quedósola, 
sus gatos siempre estuvieron a su lado. 
Dávila viaja a París para encontrarse con Pedro Coronel, y ahí conoció personalmente a 
Julio Cortázar. Tenía planes para visitar varios lugares en Francia, pero ante la hospitalidad y la 
amistad que le brindaron éste y Aurora Bernárdez, su esposa, decidió quedarse con ellos. 
Gracias a ese mismo encuentro, conoce a Alejandra Pizarnik y a Edith Aron con quienes 
entabla una agradable amistad. 
En 1964 publica Música concreta, un libro compuesto por ocho magníficos cuentos que 
afortunadamente no pasó desapercibido por la crítica, y hoy en día se pueden encontrar no 
pocas reseñas de esta obra.10 Siete años después de haber publicado Tiempo destrozado, 
muere su padre, y la cuentista se va a San Luis Potosí a enterrarlo; ese mismo año, le dieron la 
beca en el Centro Mexicano de Escritores, pero debido a esta tragedia de la que tardó en 
reponerse, perdió algunas clases y tuvieron que llamarle para que se reincorporara lo más 
pronto posible. Así que regresó a las clases enlutada tanto por fuera como por dentro. Ahí 
conoció a varios escritores con los que la relacionarían tiempo después dentro de la llamada 
Generación de Medio Siglo. 
 
7
 (http://www.lopategui.com/AmparoDavilaEntrevista.htm; 2008; 14 de abril 2009) 
8
 (http://www.lopategui.com/AmparoDavilaEntrevista.htm; 2008; 14 de abril 2009) 
9
(http://blogs.myspace.com/index.cfm?fuseaction=blog.view&friendld=174839194&blogld=452372; 2008; 
25 de mayo 2010) 
10
 Batis, Huberto. “Reseña de Música Concreta” en La Cultura en México, no. 143, 11 de noviembre, 
1964; “La escritora Amparo Dávila es una verdadera cuentista”. Reseña a Música Concreta en La 
Revista de la Semana, 8 de noviembre, 1964; Durán Rosado, Esteban, Reseña a Música Concreta”, 
Revista Mexicana de Cultura, núm. 923, 6 de diciembre, 1964; Sáinz, Gustavo, Reseña a Música 
Concreta, Revista Mexicana de Cultura, núm. 695, 8 de julio, 1962. 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
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Así, a pesar de los consejos de Reyes, Amparo Dávila ha sido tradicionalmente 
estudiada como parte de dicha Generación. Esto ha tenido el inconveniente que se observa 
siempre en un escritor clasificado dentro de un grupo: se enfatizan más sus semejanzas con 
los otros miembros que sus rasgos individuales. Sin embargo, considero que este hecho 
también da la oportunidad a sus lectores de acercarse a su obra, situarla en un contexto y 
llegar de la mano de sus cuentos, si es el caso, a una interpretación más cercana a la autora. 
En 1975 se publica Muerte en el bosque, donde se recopilan todos los cuentos de 
Tiempo destrozado y uno de Música concreta. Árboles petrificados —escrito con la beca del 
Centro Mexicano de Escritores— se convierte en su tercer trabajo, ganador en 1977 del Premio 
Xavier Villaurrutia. 
Después de esta publicación pasaron poco más de dos décadas sin que saliera a la luz 
otra de sus obras. Al respecto comentó para una entrevista a Octavio Avendaño Trujillo en 
2008: “Yo no escribo constantemente. Yo vivo mucho, intensamente; no dejo pasar la vida, sino 
que la gozo; pienso, medito y hasta que realmente tengo necesidad de escribir, escribo, pero 
no escribo compulsivamente como muchos escritores, sino que voy rumiando, meditando mis 
preocupaciones”. No obstante, se mantuvo inmersa en la literatura impartiendo talleres de 
cuento en el departamento de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes así como en 
instituciones particulares. 
En febrero de 1998 la homenajearon en Bellas Artes, debido a sus 70 años y a su breve 
pero profunda obra literaria. Se encontraba acompañada de sus hijas quienes estuvieron muy 
orgullosas de que su madre recibiera un homenaje en vida y también por su trayectoria. 
Asimismo, en el año 2002 y 2005 se le realizan homenajes en Zacatecas y San Luis Potosí 
respectivamente (Dávila, 2005:14). 
Durante su trayecto literario se ha mantenido presente, cuando no por sus publicaciones, sí por 
medio de las entrevistas que otorga a los medios —en su mayoría impresos—, hasta el año 
2009 en el que publica Cuentos reunidos dándole gusto a todos aquellos que habían solicitado 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
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la reedición de sus libros. Esta obra contiene Tiempo destrozado, Música concreta y Árboles 
petrificados además de una serie de cuentos inéditos bajo el título Con los ojos abiertos. 
De esta manera es posible conocer a una autora evanescente, que comenzó a escribir 
sin imaginar que sus cuentos causarían tan diversas perspectivas y formas de interpretación. 
Amparo Dávila es una escritora que ha sobresalido en la literatura por esa manera inteligente 
de entretejer el suspenso con lo irreal, la locura con la realidad. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
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1.2 Generación de Medio Siglo 
 
La Generación de Medio Siglo marcó la diferencia entre la literatura del fin de la Revolución, los 
motines, así como la Guerra Cristera, y el inicio de un México moderno, más próspero en el 
ámbito económico, social y cultural. Como muestra de lo anterior, Daniel Cosío Villegas fundó el 
Fondo de Cultura Económica en 1934, que con el tiempo se convirtió en una de las casas 
editoras más importantes del país. Asimismo, en 1939, después de la caída de la República 
Española, se asienta en México un grupo de intelectuales españoles, quienes desde su llegada 
se integran de manera activa a la vida académica y artística del país, creando La Casa de 
España entonces dirigida por Alfonso Reyes y Daniel Cosío Villegas; la cual un año después se 
convertiría en El Colegio de México. 
Entre exiliados diligentes y paisanos con iniciativa, comienza a consolidarse el México 
moderno que en 1950 sorprenderá por su urbanización y cosmopolitismo. Lorenzo Meyer lo 
describe así: 
La historia de los cambios ocurridos en México a partir de 1940 […] es 
básicamente la historia del desarrollo de una base industrial moderna con todas las 
consecuencias características de este tipo de procesos: supeditación de la 
agricultura a la industria, incremento en la urbanización, aumento del sector 
terciario, etcétera (apud Pereira, 1997:6). 
De esta manera, para 1949, a pesar de la devaluación de la moneda, el gobierno de Miguel 
Alemán (1946-1952) elevó la economía del país que continuó hasta 1970 en ascenso, logrando 
una estabilidad tanto económica como política y social.11 
En el arte, el muralismo empezaba a perder terreno frente a las manifestaciones 
pictóricas vanguardistas: “El muralismo había devenido a un arte puramente decorativo y 
retórico: ornamento insulso en los muros de edificios públicos u hoteles de lujo, su mensaje 
 
11
 Al respecto, Armando Pereira asegura que: “Los gobiernos de Manuel Ávila Camacho (1940-1946) y 
Miguel Alemán (1946-1952), a diferencia de los que los precedieron desde el conflicto revolucionario, se 
caracterizaron por una relativa estabilidad política y por un rápido crecimiento y diversificación de la 
economía” (1997:8). 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
18 
 
revolucionario había quedado reducido a una pura fraseología huera y sin sentido” (Pereira, 
1997: 13). 
Igualmente en esta década, la literatura pasó de un contenido basado en las 
preocupaciones revolucionarias e intenciones de denuncia social, a la literatura de corrientes de 
vanguardia, como el estridentismo, el grupo de Contemporáneos y posteriormente la generación 
de Taller y Tierra Nueva. 
En el ambiente musical, cedió la corriente nacionalista a nuevos compositores, como 
Joaquín Gutiérrez Hera, Armando Lavalle,Raúl Cosío, Manuel Henríquez, Héctor Quintanar y 
Julio Estrada. 
Mientras, el cine mexicano había conquistado el mercado nacional, el centro y el sur de 
América. Fue esta su “Época de Oro”, y a diferencia de lo que sucedía en la pintura, la literatura 
y la música, el cine acentuó la visión de un México rural y popular. Asimismo, se convirtió en la 
época de actores, como María Félix, Jorge Negrete, Arturo de Córdova, Dolores del Río, Andrea 
Palma, Pedro Armendáriz, Cantinflas, “El Indio” Fernández, Pedro Infante, Joaquín Pardavé y 
los hermanos Soler. Quienes protagonizaron películas con una imagen estereotipada de nuestro 
país y el mexicano: un México rural, los vestigios revolucionarios, la gente todavía con la sangre 
encendida por la Revolución, los indios buenos explotados, las adelitas, los rancheros machos, 
etc. (Pereira, 1997:20). 
De esta manera llegó 1950 con la modernidad en las calles —principalmente del 
centro— abarrotadas de cafés, teatros, cines, librerías, restaurantes, es decir, un México con lo 
que Monsiváis llamaba “geografía intelectual”. Aunado a todos los sitios de reunión para la 
nueva generación cosmopolita del medio siglo, la vida intelectual se expresaba en la creación de 
la Universidad, la Escuela Nacional Preparatoria, así como las grandes librerías: Porrúa y 
Robredo Hermanos. 
En 1951 Margaret Shedd funda el Centro Mexicano de Escritores, donde varios de los 
integrantes de la Generación de Medio Siglo se formaron y sacaron a la luz obras hasta hoy 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
19 
 
destacadas en la historia de la literatura, como Farabeuf, Morirás lejos, La señal, La región más 
transparente, entre otras. Shedd y el director de Humanidades de la Fundación Rockefeller 
─Charles Fahrs─, antecedieron al Centro Mexicano de Escritores con el Mexican Writing Center, 
y ya que en su nueva fundación decidieron admitir solamente escritores mexicanos, Shedd 
decidió incentivar a sus alumnos con becas. Poco a poco el CME subsistió únicamente debido al 
patrocinio mexicano, dejando de lado el de la Fundación Rockefeller. Así, los integrantes del 
grupo que ingresaron al CME fueron los siguientes: 
 Jorge Ibargüengoitia (1954-1955 y 1955-1956) 
 Tomás Segovia (1954-1955 y 1955-1956) 
 Juan García Ponce (1957-1958 y 1963-1964) 
 Inés Arredondo (1961-1962) 
 Salvador Elizondo (1963-1964 y 1966-1967) 
 Amparo Dávila (1966-1967) 
 José Emilio Pacheco (1969-1970) 
 
La urbanización acentuada en el México de los años cincuenta, se manifiesta 
principalmente en la literatura con El laberinto de la soledad de Octavio Paz. Una obra que 
muestra la caracterización del mexicano que ha llegado a su fin para dar paso a otra 
mexicanidad, ahora urbana, lejos de la tipificación rural. También en este año se exhibe Los 
olvidados de Luis Buñuel, una cinta que rompe con los estereotipos, algunos incluso, 
idealizados. Plantea una visión compleja del mexicano, a diferencia de las películas de estilo 
convencional de la Época de Oro cinematográfica. Posiblemente por eso, el público no la recibió 
con agrado y sólo fue reconocida en el extranjero en el festival de Cannes (1951) (Pereira, 
1997:23). 
En estos primeros cinco años de la década, es notorio el afán del escritor por otros 
temas que ponen fin a la novela de la Revolución. Se abre un abanico de posibilidades y 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
20 
 
preocupaciones nuevas del ser mexicano que van de la mano con el cambio del país. Algunos 
ejemplos a este respecto son: ¿Águila o Sol? De Octavio Paz, La X en la frente de Alfonso 
Reyes o Confabulario de Juan José Arreola. 
En 1956 aparece un grupo formado por escritores, músicos, pintores, dramaturgos y 
actores con voluntad e interés que en un afán renovador ponen en marcha Poesía en Voz Alta, 
un proyecto hecho con el fin de volver a los orígenes del teatro, dejando atrás el artificio 
innecesario y “hacer de la palabra hablada su esencia, su centro motor” (Pereira, 1997:26). 
Fueron auspiciados por la Dirección de Difusión Cultural de la UNAM, a cargo de Jaime García 
Terrés igual que La Casa del Lago ─inaugurada en septiembre de 1957─ que se convirtió en un 
espacio común de actividades culturales y artísticas, entre las que destacan, presentaciones de 
grupos corales, folklóricos y funciones de cine; posteriormente también mesas redondas en las 
que se abordaban problemas sociales o artísticos con toda libertad. En el ciclo “La nueva 
generación”, se dictaron conferencias sobre la obra de jóvenes escritores y artistas plásticos, 
entre los que se encontraba a la mayoría de los miembros de la Generación de Medio Siglo. 
Asimismo, se abrieron diversos talleres, como el taller de “Iniciación a la literatura” a cargo de 
Juan Vicente Melo o el de “Iniciación a la poesía” impartido por Tomás Segovia. 
En fin, el panorama anterior fue en el que incidió poco después la Generación de Medio 
Siglo, llamada así por el historiador Wigberto Jiménez Moreno debido a que sus integrantes 
nacieron entre 1921 y 1935, de esta manera comenzaron a participar en la vida cultural del país 
a partir de los años cincuenta. El nombre también coincide con la revista Medio Siglo que inicia 
su publicación en esa misma época, fundada por estudiantes de la Facultad de Derecho de la 
UNAM, y en la que participaron algunos de los miembros de la Generación. 
Existen algunas variaciones en cuanto a los individuos relacionados, sin embargo, los 
nombres persistentes en las listas de aquellos críticos estudiosos de esta generación son: Inés 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
21 
 
Arredondo, Juan Vicente Melo, Sergio Pitol, Huberto Batis, Carlos Valdés, Amparo Dávila,12 
Jorge Ibargüengoitia, Juan García Ponce y Salvador Elizondo. Quienes venían en su mayoría de 
provincia ─Guadalajara, Sinaloa, Veracruz, Yucatán, Zacatecas, entre otros─ tal vez buscando 
en la ciudad de México un horizonte amplio para desplegar sus inquietudes literarias. 
Además de ser amigos entre sí, se caracterizan por su libertad técnica, su inalcanzable 
curiosidad experimental; una gran fascinación por lo insólito, los personajes misteriosos y las 
situaciones límite. Son verdaderos maestros del cuento que buscan un estilo auténtico y se 
encuentran de frente con el erotismo, la sensualidad y lo insólito que invade el territorio de lo 
real cotidiano (Pereira, 1997:42). Sus temas se relacionan sin proponérselo, como afirma Martha 
Robles refiriéndose en particular a las escritoras: 
La agresividad, el escape de la realidad, los problemas de la identidad y las 
perturbaciones persecutorias, forman parte de los temas de las escritoras 
mexicanas desde el medio siglo: los cuentos de Inés Arredondo, cuyos personajes 
parecen desplazarse con una doble naturaleza y vivir en los linderos de la 
demencia […] En Amparo Dávila, la alusión directa del problema: obsesión 
despejada de velos, expuesta en detalle. En su obra, las protagonistas se entregan 
al propio drama con doliente intensidad, sin resistencias engañosas. Por sus libros 
desfilan reflejos de una locura cercana a la experiencia secreta de cualquiera de 
sus lectores (1989:114). 
Precisamente fue en la década de los sesenta cuando la Generación comenzó a publicar 
lo que los definiría como grupo, entre otras cosas, el cuento. El cuento se convirtió en el género 
más abundante y con mayor prestigio. Con anterioridad no se tomaba en cuenta como categoría 
literaria, se le asociaba con el relato infantil, la fábula, leyendas, etc. Hasta el siglo XIX se valoró 
estética e intelectualmente y en los sesenta cobró su mayor auge. 
El ánimo que alentó al grupo a lo largo de toda su labor editorial ha quedado definido en 
palabras de Huberto Batis: “una defensa de los valores literarios, vengande donde vengan; un 
 
12
 Amparo Dávila es incluida en esta generación por Agustín Cadena en Medio Siglo y los sesenta. Aunque 
Dávila ha afirmado en varias entrevistas, como la que concedió a Amalia Rivero: “Angustia, desilusión y 
muerte, preocupaciones de Amparo Dávila” que no forma parte de ningún grupo, se le ha clasificado dentro 
del Medio Siglo tanto porque pertenece a la generación de los nacidos entre 1920 y 1935 como por 
compartir características que los conforman como grupo. 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
22 
 
repudio a lo nacionalista, a lo oficialista, a lo ‘mexicano’, así, entre comillas, que es lo que a 
nosotros nos unió más” (apud Pereira, 1997:29). 
Pero ¿cuáles fueron las características que los unieron como grupo? Primero, 
compartían los mismos moldes literarios, obtenidos de El arco y la lira de Octavio Paz y más 
específicamente de “La revelación poética”, capítulo en el que Paz analiza una serie de 
conceptos ligados a la poesía que los de Medio Siglo trasladaron al cuento y la novela, además 
los toman como una especie de poética. 
Segundo, tenían la vocación crítica que Paz había señalado como una exigencia 
esencial de la literatura moderna, la cual desarrollaron por varios años y abarcaba la música, la 
pintura, el teatro, el cine, la poesía, el cuento, la novela y el ensayo. Es decir, no hubo ámbito 
artístico que la Generación no tomara en cuenta. Al respecto Juan Vicente Melo afirma: 
Esta generación ha alcanzado una visión crítica, un deseo de rigor, una voluntad 
de claridad, una necesaria revisión de valores que nos ha permitido una firme 
actitud ante la literatura, las otras artes y los demás autores. Cada uno de los 
miembros de la supuesta generación… ha alcanzado… responsabilidad y 
compromiso en el arte. No es raro que todos nosotros, poetas, novelistas, 
ensayistas, campistas, nos preocupemos por la crítica de una manera que, desde 
hace algunos años, no existía en México (Pereira, 1997: 29). 
La tercera característica que los une es la forma de percibir y reproducir al mundo en un 
afán misterioso, insólito, pero lleno de erotismo. Dávila marca una diferencia con respecto al 
erotismo. La autora basa sus cuentos en lo insólito de la cotidianidad, ubicando a los personajes 
en situaciones extremas, dejando el romanticismo y la sensualidad para enfocarse en el lado 
oscuro del ser humano. 
Cuarta, su postura contraria a ciertas tendencias nacionalistas de los años cuarenta que, 
no en contadas ocasiones, revelaron tanto en sus críticas periodísticas como en el rotundo 
apoyo dado a la Revista Mexicana de Literatura.13 
 
13
 La Revista Mexicana de Literatura fue fundada por Carlos Fuentes y Emmanuel Carballo en contra de 
la tendencia cultural mexicana al nacionalismo oficial. Por esa razón el nombre de la revista resulta 
significativo al abolir el sentido nacionalista que le dio Antonio Castro Leal a su Revista de Literatura 
Mexicana en 1940. De esta manera, la RML publicó traducciones de autores europeos y 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
23 
 
Y quinta, su participación en el Centro Mexicano de Escritores y en publicaciones 
literarias que al mismo tiempo promovieron su integración. Algunos ejemplos son: Cuadernos 
del viento dirigida por Huberto Batis y Carlos Valdés, La palabra y el hombre donde los de Medio 
Siglo publicaron sus primeros textos, y por supuesto, la Revista Mexicana de Literatura además 
de suplementos como “México en la Cultura” (Novedades) y “La cultura en México” (de la revista 
Siempre!). 
Así en los años cincuenta y sesenta, el panorama cultural se ve acaparado en el 
esquema literario por la Generación de Medio Siglo, que participó en un sinnúmero de 
actividades culturales y contribuyó en diversas publicaciones con sus particulares críticas. Sin 
embargo, fue este hecho el causante del sobrenombre de “la mafia” que posteriormente 
caracterizó a varios de sus miembros ─Emmanuel Carballo, Juan Vicente Melo, Juan García 
Ponce y Huberto Batis─. La aparición recurrente de estos jóvenes en los dos suplementos 
dirigidos por Fernando Benítez: “México en la Cultura” y “La cultura en México”, aparte de su 
presencia en las grandes casas editoras ─Fondo de Cultura Económica, Siglo XXI, ERA, 
Joaquín Mortiz─, hizo parecer que todo el ámbito cultural mexicano estaba dominado por una 
pequeña élite de jóvenes pretenciosos que mangoneaban a su arbitrio los gustos artísticos de 
un país. En cifras de la escritora belga Kristen Vanden Berghe se muestra que los integrantes 
de “la mafia literaria” tienen casi 180 colaboraciones de 1962-1972 en “La cultura en México”, 
mientras muchos otros no llegan a publicar ni 10 artículos. 
Si Benítez les dio la oportunidad de participar de tal manera en los suplementos es 
porque descubrió en ellos esa capacidad de renovación que hacía falta y propició un cambio 
positivo en la manera de hacer crítica cultural, fundamental en todo suplemento literario. Lo que 
no se dice ─asegura Pereira─ al hablar de “la mafia” es la cantidad de espacios nuevos que 
abrieron a través de traducciones de escritores europeos y norteamericanos o de la publicación 
 
norteamericanos: Joyce, Mann, Musil, Miller, Barthes, entre otros, y promovió a autores 
latinoamericanos, tanto jóvenes como consolidados (Pereira, 1997:38-39). 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
24 
 
de escritores hasta entonces desconocidos o, al menos, poco conocidos en México, que nos 
permitió superar esa ‘cortina de nopal’ de la que hablaba Cuevas (1997:41). 
Al respecto también señala García Ponce: “Yo puedo decir sinceramente que no había 
ninguna mafia que nunca tuvimos intención de ser un grupo cerrado ni mucho menos, que la 
Revista Mexicana de Literatura publicó por primera vez a muchos autores mexicanos (…) Yo 
preferiría que quede como una generación alcohólica o lo que sea, menos eso” (Gonzalez 
Levet, 1980:68). 
El grupo termina a fines de los años sesenta debido a un asesinato en la Facultad de 
Filosofía y Letras. En la resolución del crimen se necesitaba un chivo expiatorio ─según la 
propia afirmación de Huberto Batis─. Fue así que inculparon a Juan Vicente Melo, por esta 
razón, todo el grupo se enfrenta a Gastón García Cantú, el sucesor de García Terrés en la 
Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM. Después de este hecho y de manera sutil, como 
se hace en estos casos, se les obligó a los integrantes de la Generación de Medio Siglo a 
renunciar a sus puestos en la Universidad. 
Tocó el nacionalismo ramplón, demagógico y populista ─concluye Batis─ intentar 
destripar a mi gente de letras… [En] aquellos tiempos oscuros del abyecto 
diazordacismo, en aquel río revuelto, Gastón García Cantú implantó […] la 
represión de todo arte, literatura y pensamiento crítico que no se ocupara de 
contarle las lentejuelas a la china poblana” (apud Pereira, 1997:45). 
Desde entonces cada uno se dedicó a sus proyectos personales, pero conservaron las 
características que en épocas anteriores los unieron como Generación. Pese a constituir un 
grupo, todos tienen preocupaciones distintas y diferentes modos de resolverlos. 
 
 
 
 
 
 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
25 
 
1.3 Dávila y la crítica 
 
Dávila destacó, en un homenaje realizado a sus 70 años de edad, la complacencia que le han 
dado las letras, así como la dadivosidad de la crítica: “La literatura me ha dado muchas 
satisfacciones y estímulosgratificantes: invitaciones para asistir a congresos de literatura o 
para leer cuentos, dentro y fuera del país; distinciones, condecoraciones, premios inesperados 
y homenajes. Debo decir que la crítica ha sido siempre conmigo sumamente generosa” (Dávila, 
2005:12). 
Es cierto que durante su trayectoria ─que ha sido vasta, debido a que comenzó a 
escribir poesía desde muy joven─ la autora se ha abierto las puertas en el ámbito cultural por 
medio de su incomparable escritura. El misterio de sus cuentos ha envuelto a quienes la leen, 
pareciéndoles necesario hablar al respecto. La incógnita siempre presente, los finales abiertos 
y la presencia de seres peculiares también han desatado la polémica sobre una literatura 
fantástica, sin embargo, como analizaré más adelante, estas declaraciones deben matizarse. 
La mayor parte de la crítica se ha enfocado en el elemento fantástico de sus cuentos, 
tomando como referencia la amistad de la autora con escritores como Juan José Arreola y Julio 
Cortázar, además de su influencia borgiana y kafkiana o basados en los acontecimientos 
insólitos y los seres extraños que irrumpen en sus relatos; sin embargo, otros han encontrado 
tintes de locura, aunada a una serie de temas amparodavilanos, como la angustia, la 
cotidianidad alterada y la obsesión por el tiempo, entre otros. 
En un recuento cronológico de las notas de juicio, la resultante apunta a un enfoque 
sucesivamente más preciso por parte de Amparo Dávila respecto a sus obras. Es decir, cada 
vez tuvo más clara la respuesta a las cuestiones cómo, qué, para qué y para quién escribir. De 
esta manera en 1978, Huberto Batis hace una reseña de Arboles Petrificados, afirmando lo 
siguiente: 
El infierno fantástico que nos presentó haciendo uso de la pesadilla, del 
necromonólogo rulfiano, se fue rarificando, haciéndose a un lado —su verdadero 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
26 
 
lugar— para dejar en el centro del interés el infierno cotidiano […] Este infierno de 
tedio contado en voz baja, como al oído […] Hay pues un trasfondo de 
autenticidad, una queja, una acusación, una protesta disfrazada en estas historias 
de susto, tan mexicanas por lo gratuitas y previsibles (1978: 15). 
 
En las líneas anteriores, acertadamente se hace referencia a un trasfondo, una queja, una 
protesta disfrazada que antes no había sido notada, así como también a una cotidianidad 
infernal que viene a reemplazar la idea de sucesos fantásticos. 
Tanto la crítica como las investigaciones literarias han puesto su atención en los temas 
más arraigados de sus cuentos, como son la locura y la muerte; igualmente en la angustia, 
soledad, obsesión, desesperación y el concepto del tiempo, que la escritora asegura: “son 
temas fundamentales que siempre me han perturbado” (Avendaño Trujillo, 2008:2). Sobre la 
percepción del tiempo, Patricia Rosas Lopátegui la cuestionó: 
P.R.L.- “El tiempo se detuvo”, dice en “La celda”: “Las manecillas del reloj no se 
movían. El tiempo se había detenido”. Esta idea aparece constantemente en sus 
relatos. 
A.D.- Es la preocupación del tiempo. El tiempo como algo irremediable, que se nos 
va de las manos, y que de un momento a otro cambia todo. Cambia la vida, cambia 
el panorama, cambian los sentimientos, cambia todo. El tiempo es implacable, pero 
en un momento se detiene definitivamente porque es la muerte, el fin (2008:2). 
 
Así, estos grandes misterios de la vida, le permiten a la escritora mostrar su interioridad en la 
narrativa porque son temas que la han marcado. Desde muy pequeña, la atmósfera de muerte 
estuvo presente y hasta ahora le resulta una incógnita inexplicable y angustiosa. Asimismo 
considera nunca haber conocido ni el equilibrio ni la cordura, por ello sus personajes se 
balancean en la sinrazón. Sus relatos parten de una vivencia, una melodía o cualquier estímulo 
sensorial y se transmutan para convertirse en el cuento. Por lo tanto, su origen está en la 
realidad, además se caracterizan por tener personajes introspectivos, con una personalidad 
psicológica bien definida que los convierte en individuos casi reales. 
A su vez, la crítica ha atribuido el acercamiento tan familiar de los lectores hacia sus 
cuentos a que dichos personajes se desenvuelven en una cotidianidad muy parecida a la de la 
clase media mexicana, y en general sufren de la pérdida de la razón, que tanto Martha Robles 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
27 
 
(1989) como Alberto Paredes (1990) coinciden en afirmar, es propio “de una época y de una 
sociedad enajenadas” (1989: 111). Aunque en las narraciones no sea explícito el lugar en donde 
transcurre la trama, lo interesante es que los hechos pueden acontecer en cualquier sitio: 
“Entonces se aprovechan las posibilidades […] como escenarios pertinentes a la pesadilla que 
se vive” (1990:50); ésta es una de las causas de la vigencia de sus cuentos aunado a la 
importancia de los temas que aborda. 
Al respecto, aunque a veces digan que se entromete en los dominios de la psicología, en 
general la crítica respeta el quehacer de la autora. Por lo que se hallan aquellos que rescatan y 
no demeritan su recurrencia en temas como la locura y factores psicológicos; es el caso de Irma 
Cuña, quien en su artículo “Los cuentos de Amparo Dávila” (1965) exalta los tintes de terror en 
sus relatos así como los trastornos mentales en evolución que llegan hasta la locura. Asimismo, 
Luis Mario Schneider (1960) encuentra en su obra, las nuevas corrientes de la creación 
psicológica; afirmando con fascinación que se trata de un realismo psicológico y no de 
psicología de evasión. 
En el ensayo “El canto de las sirenas”, Dávila afirma que su predilección por la 
enajenación mental14 no es una moda, simplemente habla del clima que le tocó habitar, “de la 
atmósfera en la que he vivido y padecido”, asegura (Burgos, 2004: 452). 
Dicho texto ha sido considerado como la poética de la autora, en él describe los temas de sus 
cuentos así como la estructura de los mismos: 
El cuento es para mí como un triángulo. La base es el planteamiento del asunto, la 
línea ascendente es el conflicto o nudo, y la línea descendente es el desenlace. 
Pero el triángulo de mis cuentos no es, desde luego, un triángulo equilátero de tres 
lados iguales sino un triángulo escaleno de tres lados desiguales puesto que mis 
planteamientos son generalmente muy detallados y lentos en su exposición, el 
conflicto es menos extenso, y el desenlace ─en el que, por ejemplo, una frase 
podría bastar─ casi siempre muy breve (2004: 541). 
 
 
14
 El Diccionario de la Real Academia Española, iguala la enajenación mental con la locura, además en su 
segunda acepción dice lo siguiente: “Estado mental de quien no es responsable de sus actos; puede ser 
permanente o transitorio” (http://drae.rae.es; 2001; 21 de diciembre 2011). 
 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
28 
 
De esta manera define las dimensiones de su obra. Lo que también da una idea 
perfeccionista de ella. En diferentes entrevistas ha expresado su autoexigencia como escritora, 
pero no en el sentido de publicar constantemente, sino por la calidad brindada a sus lectores, 
rumiando sus cuentos hasta que están redondos y entonces comienza a escribir. 
Los temas que aborda y el modo de hacerlo, la convierten en una autora representativa, 
tanto de la literatura de medio siglo, como también de la llamada literatura de mujeres de su 
época. La crítica la encuentra cercana a Inés Arredondo y a Guadalupe Dueñas; tan intimista 
─aunque no lo parezca─ como Josefina Vicens y su Libro vacío (1950). A pesar de las 
similitudes, Dávila ha conseguido ser una escritora auténtica sin la necesidad de estar unida a 
un grupo que la respalde nia una corriente con la cual se identifique y esto le permite estar 
vigente, asimismo ser capaz de reflejar la actualidad de cualquier época. 
La crítica ha representado una puerta abierta para la autora en la literatura. Haciendo un 
recuento, sus salmos fueron elogiados y posteriormente logró publicarlos cuando incluso ella 
misma reconoce lo difícil que es “que lo publiquen a uno”. Más adelante, Tiempo destrozado 
rompió con los esquemas del cuento hasta el momento, evidenciando la falta de categorías para 
los textos contemporáneos. Lo que por supuesto causó polémica en los círculos literarios, unos 
a favor, otros en contra, pero se hablaba de la transgresiva literatura de Dávila. Posteriormente, 
tomada como un personaje de ficción en la obra de Cristina Rivera Garza, se encuentra en la 
atención de todos aquellos que la creen desaparecida después de tantos años de ausencia 
literaria. Su enigmático ser la ha colocado entre las escritoras de culto de Medio Siglo, si bien la 
crítica ha hablado bastante al respecto, lo cierto es que la difusión de su obra no ha sido 
suficiente, aunado a ello, las interpretaciones que la ubican tanto en las antologías de cuentos 
fantásticos como en compilaciones de escritoras con temas femeninos, distrae y confunde. 
 
 
 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
29 
 
CAPÍTULO 2 
Deslinde de lo fantástico 
 
2.1 Deslinde de lo fantástico 
 
Al examinar distintas fuentes, en un acercamiento a lo fantástico,15 me percaté de la 
importancia de la relación fundamental entre el tema y su tratamiento. Este vínculo se debe 
tener en cuenta antes de encasillar un relato dentro de algún género ─sobre todo si se trata del 
que aquí presento─, ya que “un tema por sí solo no puede ser fantástico, mas que si es tratado 
de cierta manera. Un tratamiento no puede darse en abstracto, sino referido a un tema 
determinado” (apud Botton, 2003:30); de las modalidades que resultan de esta 
correspondencia surge lo fantástico. 
Dicho esto, me parece que dada la separación, en la relación mencionada hecha por 
algunos críticos, escritores y lectores en general respecto a la obra de Dávila se han enfocado 
en referencias aisladas para asegurar que todos sus cuentos son fantásticos, pero no es así. 
Para lograr el deslinde que pretendo, es necesaria la definición ─aunque probablemente 
imprecisa, igual que todas─ que regirá el proyecto y así llegar al objetivo del capítulo. Lo 
fantástico es un suceso que irrumpe en el entorno estructurado y que no es explicable 
mediante las leyes del mundo conocido ni tampoco dentro de otro mundo.16 
Para ejemplificar usaré el relato de Dávila “La señorita Julia”, en el cual, el personaje comienza 
con una desmejora, emocional y física, a partir de la intromisión de ratas que sólo salen en las 
noches y corren por la casa haciendo un ruido insoportable, hecho que impide conciliar el 
 
15
 Digo acercamiento porque después de consultar distintos autores al respecto —Louis Vax, Tzvetan 
Todorov, Flora Botton, David Roas— puedo afirmar que lo fantástico no tiene una definición precisa 
porque como señala Vax, “no existe lo fantástico en sí” (apud Botton, 2003:33). 
16
 De ser este último, estaría dentro de lo maravilloso. Y si es algo que se puede explicar con las normas 
de este mundo pero parecía sobrenatural —por ejemplo, que al final resulte una mentira, un truco, etc.— 
pertenece a lo extraño. 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
30 
 
sueño a la protagonista, además de todo, por más que ha intentado deshacerse de ellas, no lo 
logra. 
En este caso, si bien es cierto que las ratas aparecen irrumpiendo en el orden de la 
cotidianidad de Julia ─aunque la irrupción es una característica presente en la definición de lo 
fantástico─, el tema del cuento y por lo tanto su tratamiento no refieren a un suceso fantástico. 
Basta darse cuenta de la forma tan metódica en que vive el personaje, del cuidado que tiene en 
su apariencia ─física y moral─ para no provocar habladurías; hasta que este hecho (las ratas) 
irrumpe para destruir todo lo anterior. Convirtiéndola, según ella, en el foco de las malas 
lenguas y en resumen, en todo lo que “nunca quiso ser”; situación que más adelante analizaré 
con detalle. 
Como se muestra, no es posible asegurar que un elemento en sí es suficiente para 
identificar un relato como fantástico, resulta necesario tomar en cuenta más de uno de los 
factores y relacionarlos. A este respecto muy acertadamente asegura Noé Jitrik lo siguiente: 
Lo fantástico […] reside, antes que nada, en el lenguaje: hay un modo de tratar la 
palabra que favorece un cambio de plano, la aparición de una nueva dimensión 
referida por contraste a la dimensión de lo real. Pero la palabra no tiene ese poder 
en sí, sino a partir de los actos o situaciones que refiere. Lo fantástico se centra, 
entonces, en ciertos núcleos del relato y es allí donde tiene un sentido. Digamos, 
para abreviar, ámbitos, objetos, personajes que parcialmente siguen manejándose 
de acuerdo con normas universales y establecidas […] pero que proponen una 
fuga respecto de tales normas (apud Botton, 2003:30). 
La obra cuentística de Dávila también está compuesta de textos fantásticos, aunque 
algunos escritores, como José Luis Martínez, engloba todos sus cuentos dándoles este 
calificativo: “[Amparo Dávila] no ha merecido hasta la fecha un estudio conjunto que permita 
apreciar su particular uso de los registros literarios de lo fantástico” (Velázquez, 1991). 
También Emmanuel Carballo en su artículo “Amparo Dávila entre la realidad y la 
irrealidad” hace una crítica a Tiempo destrozado (1959) y Música concreta (1964), libros a los 
que pertenecen “La señorita Julia”, “Detrás de la reja” y “Música concreta” respectivamente. 
Afirma en cuanto a la primera: “Ofrece a lo largo de doce cuentos una visión del mundo en la 
La locura: manifestación literaria de inconformidad femenina en cinco cuentos de Amparo Dávila 
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que la lógica cede sitio al absurdo, el orden al caos, el tiempo cronológico al tiempo subjetivo” 
(Carballo, 1964:XVII). Mientras de Música concreta asegura que existe al mismo tiempo mayor 
realismo y mayor cantidad de fantasía en comparación con su obra previa (Carballo, 
1964:XVII). 
Aseveraciones como las anteriores parecen demasiado tajantes para describir la totalidad 
de los cuentos. Por ello es importante matizar estas ideas destacando de dónde provienen las 
transgresiones que motivan una interpretación distinta de los relatos; es esencial que 
apreciaciones basadas en la transición de la lógica al absurdo o del orden al caos, antepongan 
los argumento por los cuales se presentan dichos efectos. Es decir, aquello que la crítica ha 
denominado como “lo absurdo” en los relatos, no surge de la nada, en realidad ni siquiera es 
absurdo y tiene sus razones en detalles de la vida cotidiana correspondientes al deber-ser 
femenino, imposibles de ignorar. 
Huberto Batis, en su reseña a Música concreta habla de una “gratitud de lo fantástico” 
presente en todos lo cuentos de Dávila y más adelante dice: “nunca queda delimitado el 
tránsito o el puente lógico entre lo real y lo irreal” (Batis, 1964:XVIII). Lo cual es posible en 
algunos cuentos de esta obra, pero no en todos, como precisamente el cuento que da título al 
libro. Al contrario, coincido con Laura Cázares Hernández (2009:229) al afirmar que lo más 
frecuentemente destacado en su narrativa es lo fantástico, sin embargo no se le puede 
encasillar en este género. 
La obra de Amparo Dávila en distintas ocasiones ha sido calificada como fantástica. No 
obstante que algunos de sus cuentos tienen estas características, también existen varias 
excepciones donde esos elementos que pueden parecer irreales, más bien son propios de las 
alucinacionesde los personajes. 
Incluso, la misma autora, en una entrevista hecha por la prensa de Fondo de Cultura 
Económica en 2008, al preguntarle su opinión sobre la crítica que ubica su narrativa en el 
terreno de lo fantástico, aseguró lo siguiente: 
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Eso es lo que creen, pero en realidad no ocurre así. Lo que hago es manejar la 
realidad, mas para mí esa realidad tiene dos caras: la externa ─que es lo que 
sucede cotidianamente y tiene una razón de ser, una lógica─ y la interna ─que 
suele ser oscura─. Esta última cara la manejo mucho y paso de una a la otra, muy 
cómodamente: de la lógica al absurdo. Muchos creen que es literatura fantástica y 
no, describo parte de la realidad porque hay situaciones que en verdad ocurren.17 
Por lo tanto, esta afirmación nos exhorta a leer sus relatos como textos que parten de la vida 
real y logran una complementación al conjugar la lógica y el absurdo. Sin embargo, tratándose 
de realidad ¿a qué se refiere el absurdo, si no es a la pérdida de la razón en los personajes? 
Lo anterior es un avance en la corroboración de mi hipótesis sobre la locura como resultado de 
una serie de vivencias asfixiantes a las que se encuentran sometidos los personajes. 
También es importante decir que si bien muchos artículos hablan de la obra de Dávila 
como literatura fantástica, también existen algunos que han percibido en sus textos lo que Luis 
Mario Schneider denomina la “nueva corriente de la creación psicológica” (Schneider, 1960). 
Este concepto ─afirmó Todorov─ es la razón de que después del siglo XIX haya desaparecido 
la literatura fantástica, ya que la sustituyó: 
El psicoanálisis reemplazó (y por ello volvió inútil) la literatura fantástica. En la 
actualidad no es necesario recurrir al diablo para hablar de un deseo sexual 
excesivo, y a los vampiros para aludir a la atracción ejercida por lo cadáveres; el 
psicoanálisis, y la literatura que directa o indirectamente se inspira en él, los tratan 
con términos directos (apud Bravo, 1988:38). 
Al respecto, coincido con Flora Botton en que el psicoanálisis no ha tomado el lugar de este 
género, sino más bien, se ha introducido en este tipo de relatos, modificándolos. Por ello, 
muchos de los textos clasificables en un principio como fantásticos ─como los cuentos de 
Amparo Dávila─ demuestran por medio de sus características que en realidad no pertenecen 
sólo a este subgénero, sin embargo, antes la crítica no lo pudo percibir con facilidad, dado que 
la corriente es relativamente reciente. 
Ahora pretendo diferenciar los cuentos fantásticos, de los que no lo son, reunidos 
incluso en una misma obra, por esa razón insisto en deslindar lo fantástico ya que existen 
 
17
 Amparo Dávila habla sobre esta concepción que tiene de sus cuentos también en la entrevista hecha 
por Octavio Avendaño Trujillo en “Confabulario”, El Universal (16 de febrero de 2008) 
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ambos tipos de cuentos y ─como ya mencioné─ la crítica generalmente ha influido en 
caracterizar su obra cuentística como parte de este género evanescente.18 
Además del suceso irruptor por el cual se encasilla la literatura de Dávila, existen otras 
características de fácil acceso a lo fantástico en las que probablemente no pocos lectores han 
incurrido. Según Flora Botton, para que un cuento fantástico cumpla su objetivo, es 
fundamental el compromiso por parte del lector, de acercarse sabiendo que el relato pertenece 
a este género (Botton, 2003:49). Así, aceptará sin cuestionar lo que lee; en palabras de David 
Roas es un “pacto de ficción” (Roas, 2001:24). 
Con lo anterior como premisa, me parece válido asegurar que si desde el principio la 
crítica ha denominado la obra cuentística de Dávila como fantástica ─y dado que no existe una 
definición precisa de dicho género─ la aproximación de los lectores a sus relatos será con este 
“prejuicio”. 
Otra razón para que juzguen los relatos como fantásticos, es precisamente la idea de no 
escuchar la inconformidad femenina subyaciente en ellos, porque ─como asegura Helene 
Cixous─ a pesar de que la escritura por parte de las mujeres se ha convertido en una 
transgresión importante permitiéndoles un poco de libertad, “su palabra casi siempre cae en el 
sordo oído masculino, que sólo entiende la lengua que habla en masculino” (1995:55). Aunque 
también la autora provoca conscientemente que esto suceda, al disfrazar de fantásticos los 
sucesos cuando en realidad ─como lo demostraré más adelante─ expresan el malestar de sus 
personajes femeninos debido a los roles impuestos por la sociedad. 
 
18
 Llamo género evanescente al género fantástico, basada en la teoría de Todorov que asegura lo 
siguiente: “Lo fantástico no dura más que el tiempo de una vacilación […] Al finalizar la historia, el lector, 
si el personaje no lo ha hecho, toma sin embargo una decisión: opta por una u otra solución, saliendo así 
de lo fantástico. Si decide que las leyes de la realidad quedan intactas y permiten explicar los fenómenos 
descritos, decimos que la obra pertenece a otro género: lo extraño. Si, por el contrario, decide que es 
necesario admitir nuevas leyes de la naturaleza mediante las cuales el fenómeno puede ser explicado, 
entramos en el género de lo maravilloso. Lo fantástico tiene pues una vida llena de peligros, y puede 
desvanecerse en cualquier momento. Más que un género autónomo, parece situarse en el límite de dos 
géneros: lo maravilloso y lo extraño” (2009:37). 
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Sin duda también se han confundido los cuentos “Detrás de la reja”, “El pabellón del 
descanso” , “El último verano”, “Música concreta” y “La señorita Julia” con el resto de su obra 
cuentística, porque cumplen con varias de la características enunciadas por los teóricos 
─Todorov, Roger Caillois, Louis Vax─ al tratar de hacer una definición de lo fantástico. Por 
ejemplo, el ambiente totalmente cotidiano y apegado a la realidad que contrasta con el hecho 
inquietante que se hace presente de improviso; asimismo un repentino suceso insólito en la 
aparente tranquilidad de la vida de los personajes; el descenlace abierto ─característico de los 
cuentos fantásticos y de varios de Amparo Dávila─. Incluso, las emociones o sensaciones que 
provocan los relatos pertenecientes al género evanescente igualmente están presentes en los 
cuentos de la autora. Dichas emociones no tienen que ser sólo el horror, el terror y el miedo. 
Específicamente en los cuentos a tratar, las sensaciones provocadas son de inquietud, 
angustia e incomodidad, las cuales, según Louis Vax son propias de los cuentos fantásticos: 
[…] lo fantástico se mueve en el campo del arte donde la participación afectiva 
excluye la reflexión. En otras palabras, lo fantástico nos hace retroceder de lo 
espiritual a lo psíquico. Lo fantástico literario o popular cultiva la afectividad en 
estado puro. […] Ser perseguido por una pesadilla, una mujer o una melodía, lo 
mismo da. Es sentirse incómodo en la propia casa, en la compañía de un ser que 
no es ni completamente inoportuno, ni completamente bienvenido (apud Botton, 
2003:48). 
Con estas bases realicé un primer análisis de los cinco cuentos que conciernen a este 
proyecto y me dí cuenta que la inquietud de sus protagonsitas va más allá de un simple hecho 
irruptor que altera su cotidianidad. 
Estos relatos esconden la insatisfacción femenina por la imagen colectiva y la opresión de la 
sociedad. La pérdida de la razón es una forma de transgresión para estar fuera de cualquier 
modelo impuesto por los otros. Aunque “la loca” también resulta un estereotipo, a diferencia dela madresposa o la solterona respetable, por citar algunos, el primero las exime de las reglas 
sociales incluyendo los roles y arquetipos. 
Por esa causa elegí dichos cuentos, ya que considero que representan la 
inconformidad de las mujeres que sólo necesitan de un detonante: ya sea la aparición de 
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gusanos en el huerto, la intromisión de ratas en la casa, la llegada de una hermana que vive 
en el extranjero, la infidelidad de la pareja o el regreso de un amigo de la infancia, para 
comenzar con un proceso de degradación progresiva. Así, cuando se dan cuenta que la 
verdadera felicidad está en la libertad que no podrán alcanzar, envueltas siempre en el rol de 
la madresposa, de la soltera respetable, de la esposa fiel y sacrificada, de la hermana 
abnegada al servicio de los “suyos”; entonces enloquecen, pierden la razón y otras, como en el 
caso de Angelina (“El pabellón del descanso”), en busca de la transgresión total que la haga 
libre de las ataduras sociales, se suicida. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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2.2 Lo fantástico, distractor de la locura 
 
En los cuentos, existe la intención de mostrar la situación de la mujer al extremo. Con esto me 
refiero a que muchas están viviendo en el encierro ─literal y/o simbólico─,en un entorno que 
las asfixia y sin posibilidades reales de “ser” simplemente, de no apegarse a un modelo 
cultural y, sin embargo, no todas enloquecen, pero hay una alta probabilidad de que lo hagan. 
Patricia M. Spacks afirma que “la cólera [antes mencionada como una intensa y mal 
disimulada emoción personal] se puede encontrar siempre que las mujeres escriben acerca de 
su condición” (1980:37). Lo cual me parece acertado aunque no en la totalidad de las 
autoras.19 Amparo Dávila, a pesar de escribir relatos que tienen como tema la condición 
femenina, lo hace con objetividad. Es cierto que se manifiesta la idea de reivindicación en los 
cuentos y, por consiguiente, en la voz de los personajes; no obstante, no me atrevería a 
afirmar que existe una sensación colérica, más bien, la autora, mediante sus protagonistas, 
alza la voz a manera de queja para hacerse escuchar. Aunque Dávila busque evidenciar la 
protesta femenina, lo hace difuminando las pautas que harían más sencilla la interpretación del 
texto con respecto a la condición cultural de la mujer, mas no por eso resulta contradictorio el 
tema que aborda y la forma de transmitirlo. 
Por medio de aparentes “registros literarios de lo fantástico”, la escritora desvanece los 
efectos paulatinos provocados en los personajes debido al deterioro moral que sufren al paso 
del tiempo y que va en aumento a partir del elemento irruptor. Lo que implica dicha irrupción, 
en algunas ocasiones aparece como la mayor muestra de un supuesto hecho fantástico. El 
caso de la amante convertida en sapo en “Música concreta” es un claro ejemplo, así como los 
gusanos que persiguen a la protagonista de “El último verano”. 
 
19
 “Simone de Beauvoir la encubre [la cólera] tras su acumulación de datos y lógica, Mary Ellman la utiliza 
como una fuerza impotente de su ingenio, presentando éste evasivamente, más que la cólera, como su 
justificación. Kate Millet, sintiendo que su ira está justificada, la utiliza como arma retórica” (Spacks, 
1980:37). 
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Al respecto de los elementos que aparecen como irreales, Spacks asegura que son 
producto del desequilibrio de las mujeres: “el fructífero intercambio de sueño y realidad, la 
consciencia de lo extraño de la realidad, la autenticidad de la fantasía […] constituyen la fuerza 
especial de las mujeres como escritoras, el resultado positivo de la alienación social que 
sufren” (1980:360). Las autoras hacen uso de este cambio, de la realidad a la irrealidad del 
que ha hablado Dávila, que en su caso específico se traduce en el delirio provocado por la 
locura. Así, la escritura se convierte en una posibilidad viable de libertad. Mientras los 
personajes literarios buscan deshacerse de las ataduras sociales a través de la locura, sus 
creadoras lo hacen al escribir. Sin embargo, son muy pocos los textos críticos o de análisis 
que han visto en sus cuentos la abierta protesta en cuanto a la condición femenina en la 
sociedad patriarcal.20 
Ahora bien, para llegar a las razones del oscurecimiento21 en el discurso, es necesario 
hablar de la situación de la escritura en el género femenino: sus dificultades y la solución a la 
que llegaron para lograrlo. 
Las escritoras, paulatinamente, resolvieron ser libres mediante la pluma y el papel,22 
consolidando este hecho a finales del siglo XIX. Dejaron de lado los prejuicios de la literatura 
predominantemente masculina, enfocándose a escribir sin imitar ni renunciar a la escritura de 
 
20
 En 1978 Huberto Batis reseña Arboles Petrificados de la siguiente manera: “el infierno fantástico que 
nos presentó haciendo uso de la pesadilla, del necromonólogo rulfiano, se fue rarificando, haciéndose a 
un lado —su verdadero lugar— para dejar en el centro del interés el infierno cotidiano […] Este infierno 
de tedio contado en voz baja, como al oído” (1978:15). Mientras en 2008, América Luna Martínez en su 
publicación “Amparo Dávila o la feminidad contrariada” describe las tres razones por las que a su 
consideración las mujeres se vuelven locas. Tomando como eje del análisis el ser y el deber ser 
femenino (2008:3). 
21
 Entiéndase por oscurecimiento, el ocultar o distraer la atención de la interpretación crítica sobre la 
situación de la mujer, con situaciones o seres aparentemente fantásticos. 
22
 Antes del s. XIX las mujeres que deseaban escribir, estaban condenadas a incursionar sólo en los 
géneros menores (diarios, libros para niños, etc.), a aparecer con seudónimos y a menospreciar su 
propia obra —como signo de modestia y respeto a la literatura de norma patriarcal—, sin embargo, 
descubrieron que era posible acceder a los llamados géneros mayores sin necesidad de imitar a los 
hombres, sino “siendo hombres” en la literatura, es decir, que estaban a su altura en la escritura. Así, 
abordaron experiencias desde una perspectiva puramente femenina y dentro de estas sumergieron 
significados menos aceptados por la sociedad, como el rechazo ante su condición impuesta, la negación 
a seguir estereotipos, etc. (Gubar, 1984:90-91) 
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los géneros mayores. Para lograrlo, utilizaron los modelos de los hombres pero dentro de su 
escritura, con la finalidad de “registrar sus propios sueños y relatos disfrazados” (Gubar, 
1984:91). Por lo tanto, establecieron un proceso femenino único de revisión y redefinición que 
dio comienzo a una equitativa libertad escritural. 
Así, las mujeres fueron creando significados ocultos debajo del contenido accesible de 
sus obras, de tal manera que pudieran leerse aún prescindiendo de sus preocupaciones 
oscurecidas ante el lector. Es decir, que al mismo tiempo que lograban contar sus propios 
relatos, comenzaron a aliviar su ansiedad por la autoría reconocida, siguiendo el consejo de 
Emily Dickinson: “Di toda la verdad, pero dila de soslayo” (Gubar, 1984:91). 
En Estados Unidos e Inglaterra, las autoras han presentado al público fachadas 
aceptables para cubrir un discurso “peligroso”. De Austen a Dickinson abordaron experiencias 
femeninas desde su perspectiva. Pero este discurso característico de su literatura23 pasa 
desapercibido por los críticos, debido a que han canalizado sus preocupaciones en “rincones 
secretos

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