Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Estudios Superiores Iztacala UNAM IZTACALA Breve Análisis de la Sociedad Contemporánea con Base en el Concepto de Conciencia de Erich Fromm T E S I N A QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE L I C E N C I A D A E N P S I C O L O G Í A P R E S E N T A M a r í a E l e n a L o b a t o M a d r i g a l Director: Lic. Alejandro Gaona Figueroa Dictaminadores: Lic. Rosa María Segura González Lic. Guillermo Hernández Neria Los Reyes Iztacala, Edo. de México, 2012 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. A G R A D E C I M I E N T O S Quiero expresar mi gratitud primeramente a Dios, como yo lo concibo, a mis padres por haberme dado la vida y un ejemplo intachable y a mi amada casa de estudios que tanto me enorgullece. A mi hermano Ismael, pues aún cuando ya no está entre nosotros, partió con la satisfacción de verme terminar la carrera y tengo la certeza de que, desde donde se encuentre, le dará mucho gusto que por fin termino este trabajo de titulación. A mi querido maestro de la carrera y asesor, Alejandro Gaona Figueroa, por compartir sus conocimientos, su paciencia, comprensión y gran calidad humana. A mis hijos, Carlos, Elena y Ricardo, porque han sido y siguen siendo un gran aliciente para superarme. A mi querida amiga Mireya, por sus demostraciones de afecto e interés, y por proporcionarme bibliografía que me fue gran utilidad para desarrollar y entender mejor el tema que ahora presento. A mi amigo Raúl, pues gracias a su apoyo, este trabajo tiene la presentación y el decoro que se requiere. ÍNDICE INTRODUCCIÓN ....................................................................................................................... 3 MARCO TEÓRICO .................................................................................................................. 12 1. INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA OBRA DE ERICH FROMM ................................................. 12 1.1. Breve reseña de su vida y obra ...................................................................................... 12 1.2. Visión antropológica de Erich Fromm .......................................................................... 14 1.3. Fromm, breve síntesis Freudo-Marxista ....................................................................... 19 2. MATERIALISMO HISTÓRICO Y PSICOANÁLISIS HUMANISTA .................................................... 22 2.1. Acerca del malentendido de la Filosofía Marxista. ...................................................... 22 2.2. El Materialismo histórico de Marx. ................................................................................ 23 2.3. Del humanismo de Marx al humanismo de Fromm ..................................................... 28 2.4. Aplicación del psicoanálisis humanista de Fromm a la teoría de Marx .................... 32 3. APORTACIONES DE MARX DESDE LA PERSPECTIVA DE ERICH FROMM .................................. 40 3.1. La conciencia ................................................................................................................... 40 3.2. La conciencia humanista ................................................................................................ 47 3.3. La naturaleza del hombre ............................................................................................... 51 3.4. Contribuciones de Marx a la Psicología ....................................................................... 51 4. BREVE ANÁLISIS DE LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA .......................................................... 57 4.1. La situación humana actual. Patología de la normalidad ........................................... 57 4.2. Necesidades básicas y tendencias de desarrollo ........................................................ 60 4.3. El carácter social ............................................................................................................. 66 4.4. Lo inconsciente Social como generador de psicopatología ...................................... 68 CONCLUSIONES .................................................................................................................... 72 BIBLIOGRÁFÍA ...................................................................................................................... 76 INTRODUCCIÓN Desde tiempos muy remotos, pensadores de todo el mundo se han preocupado por dar cuenta de la existencia del ser humano: inicialmente, la filosofía plantea que el hombre es un ser capaz de percibirse a sí mismo, a su entorno y a los demás, y que sobre este hecho, con base en esta realidad, el hombre adquiere conocimiento de su propia existencia, es decir, desarrolla una conciencia que es posible únicamente dentro de un entorno social. En consonancia con lo antes expuesto y en palabras de Marx (cit. en Rubinstein, 1963): “no es la conciencia del hombre lo que determina su ser, sino por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”. Por lo tanto, la conciencia presupone que el hombre se destaca respecto a lo que le rodea, de tal manera que aparece como sujeto de la acción, adoptando una determinada actitud frente al mundo objetivo. De lo anterior se extrae que la naturaleza de la conciencia únicamente pueda dilucidarse explorando las interrelaciones entre lo material y lo ideal, entre lo físico y lo psíquico, de manera tal que de situarnos en uno u otro lado del espectro, nos encontraremos con las respectivas aportaciones del materialismo y del idealismo, vertientes que aportan al problema de la conciencia soluciones que resultan ser diametralmente opuestas. Por su parte, los idealistas reconocen en el carácter primario de la conciencia la causa del ser, a tal grado que para los llamados idealistas objetivos lo ideal o psíquico es el principio básico del ser. Así, desde Platón hasta nuestros tiempos, para los idealistas lo espiritual es lo primario, la causa que determina al ser, de modo tal que, para ellos, lo ideal o psíquico es el principio básico del ser. A través del tiempo, científicos dedicados al estudio del comportamiento humano han hecho importantes aportaciones al estudio de la conciencia; por ejemplo, 4 Descartes (cit. en Levistain, 1988) concibe a la conciencia como un atributo de la sustancia espiritual, un mundo interior cerrado en sí mismo, que el hombre sólo conoce a través de la auto-observación. Asimismo, para Locke, la conciencia es la propiedad que se manifiesta en todas las representaciones, ideas, sentimientos, necesidades y acciones volitivas, en tanto que para Herbart la conciencia consiste en representaciones de una infinita cantidad de representaciones, de las cuales sólo unas cuantas llegan a la conciencia en cada momento dado, pues existe una vasta región de la vida espiritual que se halla al margen de la conciencia (Shorojova, 1963a). En épocas más recientes, un destacado psicólogo de la ex Unión Soviética, Lev Semenovich Vigotsky (cit. en Wertsch, 1988), solía evaluar la productividad de una teoría psicológica determinada en función de su contribuciónreal o potencial al estudio de la conciencia. Así, en su obra Pensamiento y Lenguaje, Vigotsky (1973) introduce la noción de conciencia dentro de una psicología objetiva, concibiéndola como la organización objetivamente observable del comportamiento, que nos es impuesto a los seres humanos como el reflejo subjetivo de la realidad material a través de la participación en las prácticas socioculturales. En cuanto a la utilización del término reflejo, un concepto relacionado, éste se deriva de la teoría desarrollada por V. I. Lenin (cit. en Wertsch, 1977) y se refiere a un proceso que se halla vinculado con la transformación activa de la realidad. Esta realidad objetiva es conocida por el hombre, y es a través de las funciones psíquicas como se determina su carácter subjetivo. Así, mediante el descubrimiento de la relación entre las funciones psíquicas superiores y la causa que las provoca es como la propia vivencia se convierte en un hecho de la conciencia. De lo anterior se deriva que sólo la forma superior del reflejo de la realidad, es decir, la conciencia, permita al hombre subordinar sus acciones a las ideas y conceptos que surgen en su mente, así como actuar mentalmente. A su vez, este 5 hecho es el que determina el papel específico que desempeña la conciencia en la actividad humana (Shorojova, 1963a). En relación con lo antes expuesto, tenemos que, inicialmente, la idea sobre la fisonomía del hombre se origina en el proceso del desarrollo individual e histórico de la conciencia para, a continuación, dar paso a la eclosión de la conciencia de sí mismo como un ser que piensa y conoce. A raíz de lo anterior, cuando el hombre experimenta en su interior la existencia de sentimientos y emociones como alegría, tristeza y entusiasmo, entre otros, y cuando además advierte que también puede actuar sobre las cosas haciéndolas que cambien de acuerdo a sus necesidades y deseos, advierte también que hay en él algo diferente de los objetos del mundo exterior. Este conjunto de sensaciones, representaciones y procesos volitivos es lo que constituye el mundo interior del hombre, lo que estructura su autoconciencia, siendo ésta el nivel superior de la conciencia, resultado a su vez del reflejo de la actividad de otros hombres y de su propia actividad teórica y práctica. En síntesis, la autoconciencia empieza por ciertas auto-sensaciones, de éstas se pasa a las representaciones y por último al pensamiento. El análisis de estas sensaciones y de sus vínculos es el punto de partida en la formación de ideas del hombre sobre sí mismo y, por consiguiente, analizar el proceso de formación de las ideas sobre la actividad propia consiste en un proceso de la actividad cognoscitiva del hombre dirigida al mundo exterior. Ahora bien, en el hombre, la autoconciencia de las propiedades y de las cualidades psíquicas propias, que se verifica en el proceso de la formación del pensamiento del concepto sobre su “yo”, implica tener conciencia de las acciones propias, de los objetivos de su actividad y de los motivos de esta (Shorojova, 1963b). 6 En este sentido, podemos afirmar que el proceso de la auto-sensación tiene por base fisiológica la actividad de un primer sistema de signalización, en tanto que la formación de un concepto sobre el mundo interno del hombre está vinculada a un segundo sistema de signalización, por medio del cual el hombre puede orientarse no sólo en el mundo exterior sino también en sí mismo (Shorojova, 1963b). Así, la autoconciencia se realiza gracias a este segundo sistema, que da lugar también a la autorregulación y al autocontrol, además de constituir la base fisiológica de la palabra humana, medio que vincula al hombre con su entorno social y también con otros hombres. Tenemos pues que, en la formación de la autoconciencia tiene gran importancia la conciencia del hombre respecto a la actividad de otros hombres que actúan sobre el mundo exterior y que lo modifican, pues al tener conciencia de esto, el hombre acaba por tener conciencia de sí mismo como sujeto activo de la relación cognoscitiva y práctica, desarrollando también una actitud activa ante sus propias intenciones y acciones. Este auto-análisis que acompaña a la conciencia de sí mismo, es una forma que emplea el hombre para regular su actividad con base en las normas morales correspondientes. Así pues, en el hombre, tanto las normas morales como las funciones cognoscitivas se forman al mismo tiempo: las funciones cognoscitivas son el resultado del reflejo de las propiedades de las cosas del mundo objetivo, en tanto que las normas morales se forman en las interrelaciones del hombre con otros hombres, cuando es consciente de ser sujeto de la actividad colectiva a través del conocimiento de sí mismo como miembro de una sociedad. Ahora bien, en lo que se refiere al estudio del inconsciente, éste se ha abordado desde diversas disciplinas científicas tanto en sus aspectos neurológicos como en sus aspectos filosóficos, ya que la esencia de lo inconsciente ha sido objeto de investigaciones tanto experimentales como teóricas. A este respecto, cabe mencionar que la filosofía ha planteado el cuestionamiento de ¿cómo podría progresar una reflexión cuando ella misma se vuelve su propio objeto en un 7 proceder en el que el instrumento de investigación y el objeto de estudio constituyen una sola y misma realidad? Desde el punto de vista médico y psiquiátrico, el recurso posible para dar respuesta a este cuestionamiento ha sido el punto de acuerdo que ha unido la posición neurofisiológica defendida por H. Hasper (cit. en Ey, 1997) con el principio de la inscripción de los procesos psíquicos en el sistema nervioso. Desde esta perspectiva, tenemos que tanto consciente como inconsciente suelen emplearse como términos referidos a acontecimientos que se desarrollan en el medio físico del sistema nervioso que, sin embargo, desde una perspectiva fisiológica se topan con la exigencia de un conocimiento “desubjetivizado” como definición del conocimiento científico, ya que desde este enfoque la inclinación es ver al ”hombre enfermo” y no precisamente la perturbación neurofisiológica que haya podido originar la enfermedad1. Situándonos ahora en la teoría idealista de Leibniz (cit. en Shorojova, 1963a), nos encontramos con que las percepciones inconscientes representan la fase inferior del desarrollo de un contenido innato, inherente al alma. A este respecto, por ejemplo, Herbart (Ídem) indicaba que existen representaciones de las que el sujeto, en determinadas condiciones, no es consciente. En este mismo sentido, y de acuerdo con la concepción Freudiana (Shorojova, 1963b), se define al inconsciente como un sistema especial de la actividad psíquica que está constituido por impulsos y deseos reprimidos. En este sistema no hay dudas ni contradicción, pues existe al margen del tiempo y sustituye la realidad exterior por la psíquica. También, según la teoría freudiana (Jung, 1987), 1 En este punto, cabe mencionar como cierto positivismo biológico, inclinado a confundir en el hombre lo psíquico con lo espiritual, ha llegado a suprimir la vida psíquica, identificándola exclusivamente con los fenómenos fisiológicos. 8 el inconsciente contendrá aquellas partes de la personalidad que podrían lo mismo ser conscientes, y que están reprimidas por la educación. Además de lo reprimido, el inconsciente también contiene todo aquel material psíquico que no alcanza el umbral de la conciencia; aquí, hay que hacer notar que en el inconsciente se encuentra todo lo psíquico vuelto subliminal, incluidas las percepciones sensoriales subliminales. Se ha llegado también a la conclusión de que el inconsciente no está en reposo, es decir, que no se encuentra inactivo, sino que permanentemente se haya agrupando o reagrupandosus contenidos en una actividad coordinada con la conciencia en el sentido de una relación compensatoria. No obstante lo anterior, la filosofía marxista se ha caracterizado por negar la existencia de todo estado psíquico al margen de cuerpos orgánicos que actúan en la realidad. Según esta filosofía, tanto lo consciente como lo inconsciente son cualidades del reflejo psíquico y, por lo tanto, permiten determinar las interrelaciones entre lo psíquico y lo fisiológico, de donde se deriva la necesidad de estudiar aquellos estados de la materia orgánica que pueden ser fenómenos del reflejo inconsciente. En cuanto al reflejo psíquico, la filosofía marxista expone que éste surge cuando el sistema nervioso establece conexiones del organismo con el medio, ya sea a través de reflejos condicionados o incondicionados, y que únicamente la actividad refleja condicionada tiene la propiedad de ser consciente o inconsciente. Con respecto a lo anterior y en consonancia con la tesis fisiológica de Pavlov (cit. en Shorojova, 1963a), se asume que cualquier estado de las células del cerebro puede convertirse en estímulo condicionado y que éstos, por su naturaleza, son idénticos en lo esencial a los descubiertos por Pavlov con relación a las excitaciones exteriores del organismo. Con estas investigaciones, se ha llegado a la conclusión de que la actividad de los reflejos condicionados de los órganos 9 internos es sumamente importante para el estudio de aquella zona de la psique humana que ha sido abordada exclusivamente por la psicología del inconsciente. Por su parte, Spinoza, y posteriormente Freud (Shorojova, 1963b), hablaban de una “conciencia falsa” esto es, que la mayor parte de lo que el hombre piensa es ideología y racionalización; que las verdaderas fuentes de los actos del hombre son inconscientes y se originan en los impulsos de la libido. Sin embargo, Marx (cit. en Fromm, 1966) sostenía que los actos del hombre se originan en toda la organización social, que dirige su atención en determinadas direcciones, lo que le impide tener conciencia de otros hechos y experiencias. En su teoría, Marx afirma que sólo si tenemos conciencia de la realidad, en vez de deformarla mediante racionalizaciones o ficciones, podremos acceder a la conciencia de nuestras necesidades materialmente humanas y verdaderas. De ahí que para él sea fundamental tener una conciencia clara de la naturaleza humana (Ídem). En sus planteamientos, Marx parte de la idea de que el hombre, como tal, es un ser reconocible y determinable que no sólo puede definirse biológica, anatómica y fisiológicamente, sino también psicológicamente. Aquí, es necesario mencionar que Marx hacía una diferencia entre “naturaleza humana en general” y “naturaleza humana condicionada históricamente en cada cultura”. Al respecto, este autor estableció la distinción entre dos tipos de impulsos y apetitos humanos: los constantes y fijos, como el habla y el instinto sexual, que sólo pueden modificarse de acuerdo con las diversas culturas, y los apetitos relativos, que no son parte de la naturaleza humana, pero que “se originan en ciertas estructuras sociales y en ciertas condiciones de producción y comunicación” (Ibídem). Para apuntalar su tesis, Marx (cit. en Fromm, op. cit.) da como ejemplo la necesidad del dinero en la estructura capitalista de la sociedad, mencionando que es la única necesidad que crea este tipo de estructura, lo que se demuestra subjetivamente, en parte, por el hecho de que la expresión de la producción y de 10 las necesidades se convierte en una servidumbre ingeniosa y siempre calculadora de apetitos humanos depravados, antinaturales e imaginarios. Por consiguiente, tomando como base la información anteriormente expuesta, el objetivo de la presente tesina es llevar a cabo un breve análisis de la sociedad contemporánea con base en el concepto de conciencia de Erich Fromm. A decir de este autor, la sociedad de nuestros tiempos padece una patología social de la cual no se ha dado cuenta: el hombre ha emergido de su fase pre-humana y ha hecho grandes descubrimientos y avances tecnológicos que le han facilitado la vida; sin embargo, en la actualidad es testigo de su propia destrucción (a través de guerras, de la creciente devastación ecológica, entre otros). De acuerdo con Erich Fromm, esto se debe a que el hombre no ha satisfecho sus necesidades genuinamente humanas ni ha podido trascenderse a sí mismo construyendo y creando. Dicho en otras palabras, su inteligencia ha ido en aumento, mientras su razón y su conciencia (que son precisamente las que lo hacen erigirse como un ser único e irrepetible, como ser humano) han ido en decadencia. En suma, la finalidad del presente trabajo es llevar a cabo un análisis de la situación del hombre contemporáneo y de su calidad de vida en relación con el “progreso” en su acepción más difundida, es decir, entendido como el desarrollo económico, social y tecnológico. De acuerdo con la lógica prevalente en la actualidad, lo esperado sería que, a mayor progreso, mayor calidad de vida; en este sentido, el descubrimiento por el hombre de un sinnúmero de medios que le proporcionan mayor comodidad y confort, nos hace pensar que debería ser más feliz, sin embargo, al observar la realidad podemos darnos cuenta de que, en mayor o menor medida, la humanidad está pasando por una situación de crisis en todos los frentes. 11 Así, en la actualidad somos testigos presenciales de guerras, de violencia que se vive a diario en diferentes partes del mundo y de millones de seres humanos que viven en condiciones de miseria y hambre; asimismo, presenciamos la desintegración familiar y las consecuencias que ésta conlleva, así como el aumento en el consumo de drogas, y el número cada vez mayor de personas que padecen algún tipo de alteración mental (depresión, ansiedad, angustia, por citar algunos) y el grave aumento en los índices de alcoholismo y suicidios. Fromm (Ey, 1997) nos advierte de estos resultados paradójicos, haciéndonos ver que el hombre, en su vertiginosa carrera por conseguir sus fines, no ha podido o no ha querido ser consciente de que se está destruyendo a sí mismo, a otros y a su propio hábitat. De ahí el interés por revisar la obra de Erich Fromm, médico, psicoanalista, marxista y humanista contemporáneo que ha abordado esta problemática de una manera minuciosa y extensa, aunque no acabada. Al respecto, Fromm se dedicó a investigar tanto las tendencias destructivas como las positivas del hombre, ya que como él lo menciona, ambas son aprendidas e incorporadas por otros, los poseedores de los bienes de capital, quienes detentan el poder y son capaces de manejar y determinar en gran medida los destinos de la humanidad. Así, en esta revisión es importante mencionar algunos de los mecanismos que, en ciertos aspectos, hacen que el hombre actúe al margen de su conciencia, a un grado de enajenación tal, que es fácilmente manipulado por y para beneficio de otros, lo cual le ocasiona un malestar que en muchas ocasiones le pasa inadvertido, desconociendo en consecuencia tanto sus orígenes como sus causas, aún cuando éstas le conduzcan a adoptar actitudes y prácticas no conscientes que lo orillan a desarrollar alteraciones y problemas de salud mental. MARCO TEÓRICO 1. INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA OBRA DE ERICH FROMM La obra del Doctor Erich Fromm posee un valor científico, literario y humano de alcance universal; por ello, es justo aseverar que su pensamiento ha trascendido al paso del tiempo y que con toda seguridad estará presente en el futuro de las generaciones por venir. Adicionalmente, a la par de su obra escrita, a lo largo de su carrera docente Fromm formó intelectualmente a generaciones de alumnos que se han encargado de proseguir con la inacabada obra de su mentor, ya sea dándole continuidad,enriqueciéndola o incluso distorsionándola en algunos casos. 1.1. Breve reseña de su vida y obra Contrario a lo que muchos piensan, la obra de Erich Fromm no constituye solamente un cuidadoso análisis de los aspectos psicológicos de la crisis de nuestro tiempo, sino que ofrece una importante contribución a la aplicación del psicoanálisis a los fenómenos históricos y al estudio de los hechos sociales, es decir, su contribución está encaminada sobre todo a afirmar la necesidad de considerar los factores sociales, así como los valores y las normas éticas en el estudio de la personalidad total. Lo anterior fructificó en buena parte gracias al trabajo que desarrolló en México, vía el contacto que tuvo con varias generaciones de psiquiatras y psicólogos, así como a través de sus investigaciones con el campesino mexicano (enmarcadas en su teoría del carácter social), y ello sin mencionar la importante y significativa influencia que su pensamiento tuvo y sigue teniendo en el desarrollo de los aspectos psicológicos y humanísticos de la medicina, la psiquiatría, la psicología, la sociología y la antropología en nuestro país a través de la U.N.A.M., así como de sus discípulos (entre ellos, médicos, psicólogos, sociólogos y psicoanalistas), 13 que han hecho de su escuela, el psicoanálisis humanístico, una forma de análisis de la situación del hombre actual dentro de un contexto social. De ahí la importancia y trascendencia de analizar algunas de las aportaciones del Dr. Erich Fromm y de presentar en forma práctica su pensamiento, esperando sea de utilidad para el estudioso de la carrera de Psicología. Antes, cabe mencionar también que Fromm combinó sus conocimientos con amplios estudios de Historia, Filosofía y Psicología y que debido a su gran interés por el ser humano llevó a cabo minuciosos estudios multidisciplinarios sobre la naturaleza humana. En un inicio, a raíz del suicidio de una amiga cercana a su familia fue que Fromm se empezó a interesar por las obras de Freud, tratando de entender las relaciones familiares y sus motivaciones, quedando muy sorprendido por los alcances y la profundidad de la teoría freudiana, por lo que a partir de entonces decide dar inicio a su formación como psicoanalista. En consecuencia, en el año de 1924 viaja a Múnich2 con la finalidad de realizar estudios de postgrado en Sociología y Psiquiatría. Más tarde, a principios de 1928, radicado todavía en Múnich, Fromm inicia su preparación formal como psicoanalista bajo la tutela del Dr. Wittenberg y del Dr. Karl Landauer y, al año siguiente (1929), prosigue su entrenamiento en el instituto psicoanalítico Karl Abraham de Berlín. Hacía 1930 Fromm, junto con Laundauer, Reichmann y Meg, funda el instituto del Sur de Alemania para el psicoanálisis en Frankfort del Main; una vez establecido de nuevo en Frankfort, Fromm se convierte en miembro del Instituto para la Investigación Social de esta Universidad. Fromm imparte clases de Psiquiatría y Psicología en ambas universidades, no obstante, es en el Instituto en donde 2 Durante su estancia en la ciudad de Múnich, Fromm fue analizado por Freída Reichmann y por Wilhelm Wittenberg, experiencia en el psicoanálisis que le condujo a abandonar el judaísmo ortodoxo. 14 desarrolla las bases de la Psicología Social Analítica así como sus particulares interpretaciones del psicoanálisis, derivadas de los estudios de tipo sociológico desarrollados en dicha institución. En este mismo año termina su formación como psicoanalista en el Instituto Psicoanalítico de Berlín. 1.2. Visión antropológica de Erich Fromm Aquellos que se han abocado al estudio crítico de la extensa obra intelectual de Erich Fromm no han planteado objeciones serias al conjunto de sus reflexiones, sino al contrario: han destacado la originalidad de sus argumentos asumiendo que los temas de ruptura con Marx y Freud lo colocan en la posición de un pensador original y creador de nuevas coordenadas de pensamiento. Sin embargo, a pesar de lo anterior persisten diversas interrogantes acerca de su identidad teórica, habiendo quienes le sitúan del lado del psicoanálisis sin considerar la diferencia entre lo que implica el uso articulado de categorías psicoanalíticas para el análisis de la circunstancia social y su distinción de lo que se llama psicoanálisis aplicado. Asimismo, hay quienes circunscriben su obra a las líneas de pensamiento generado a partir de su participación en el instituto de Investigaciones Sociales de Frankfurt, institución en donde Fromm se propone articular y explicar las implicaciones y efectos del proceso socioeconómico en relación a las condiciones bio-psicológicas, emprendiendo el estudio de la realidad social a través del análisis de la implicación de las pautas sociales, y de como éstas afectan el carácter social, modelan la acción y permiten la configuración de los distintos pensamientos individuales. Es también en esta época cuando Fromm crea los conceptos de biofilia y necrofilia para diferenciar un vivir productivo y armónico de un vivir estéril y patológico, analizando la circunstancia social y la forma en que ésta afecta nuestro desarrollo productivo. Asimismo, su concepción teórica le llevó a concebir a la vida como una progresión, como un desarrollo constante, lo cual le lleva a interesarse por enfatizar la capacidad de vivir de manera independiente, asumiendo un 15 compromiso con la verdad y, en consecuencia, desarrollando la capacidad de amar; en este sentido, se considera que su formación en Frankfort fue lo que le permitió revisar las bases psicológicas del desarrollo de la personalidad. En lo que se refiere a la antropología desarrollada por Fromm, ésta se encuentra compuesta por apreciaciones históricas, filosóficas, políticas, e incluso religiosas, culminando en lo que ha dado en denominarse un humanismo radical. Por ejemplo, desde una perspectiva religiosa, Fromm interpreta la desobediencia de Adán reseñada en el Génesis de la Biblia como una expresión de libertad, en vez de verlo como “el pecado original”. Para Fromm, este acto de libertad y la expulsión del paraíso que le sigue, vienen a formar parte constitutiva de la realidad humana, pues el hombre, al hacer conciencia de su propia existencia, asume la responsabilidad del desarrollo de su capacidad para construir y trascenderse, al tiempo que conquista una mayor racionalidad. Fromm asume al humano como un ser que evoluciona en un escenario que se llama historia, concibiendo a ésta como la oportunidad del hombre para alcanzar el pleno dominio de la realidad; duda incluso del empleo de la fuerza, así como del ejercicio deliberado de la violencia, señalando que el ser humano se encuentra atrapado en una situación extrema y a la vez contradictoria: “El ser humano nace y muere en contra de su voluntad, es parte de la naturaleza, y a la vez lucha por transformarla y diferenciarse de ella”. Asimismo, sugiere que para superar estas contradicciones, el hombre debe superar su propia vivencia a través de experiencias místicas no teístas y, para ello, propone echar mano de la creatividad, desarrollando la capacidad de amar; de relacionarnos con otros con un fuerte sentido de conocimiento, responsabilidad, cuidado, y respeto mutuos. En su postura, Fromm utiliza conceptos y categorías tanto de la filosofía marxista como de los estudios antropológicos-culturales de Freud. 16 Fromm emplea el referente teórico marxista para analizar a la sociedad contemporánea y, sobre todo, para dilucidar cómo ésta obstruye el desarrollo humano; a tal efecto, se enfoca en nuestra idea más común de progreso, evidenciando cómo vivimos y cómo pensamos, señalando el engaño en que nos dejamos atrapar, ubicando nuestra circunstancia bajo una dimensión existencial y señalando que esta se manifiestaen diversos estados de ansiedad (Cortés, 2002). En este mismo sentido, E. Fromm subraya que concebir la dicha humana tomando como referente los avances tecnológicos es la mayor de las contradicciones del hombre contemporáneo; en apoyo a su aserción, Fromm estudia las diferentes formaciones sociales hasta llegar al capitalismo contemporáneo, el cual produjo en el siglo XX dos guerras mundiales. Bajo este referente, Fromm analiza todas y cada una de las contradicciones, su funcionamiento, composición y manifestaciones y, al hacerlo, hace referencia a un sistema social que funciona y se articula en medio de una creciente patologización de las relaciones humanas y de la amplia difusión de la idea de que la organización socioeconómica industrial de la posguerra, ha producido una sociedad “feliz” y “sana”. A la par de los estudios antropológicos de Fromm, su extensa y profunda creación intelectual le permitió el desarrollo de una teorización original de las bases del desarrollo de la personalidad. A su vez, Karl Marx, en su libro “Crítica de la Economía Política”, ya había estudiado las características del sistema capitalista, análisis que son retomados por Fromm para fundamentar sus trabajos sobre la situación humana desde la perspectiva histórico-evolutiva. Esto le permite a Fromm diferenciar el grado de participación e implicación filogenética y ontogenética, llevándole a retomar el concepto de San Agustín referente a las características del ser humano: “lo que no es natura, es cultura” y a introducir en sus planteamientos un elemento ético concerniente a la responsabilidad moral del sujeto. En sus estudios, Fromm estudia al hombre 17 vinculado a los primates superiores, a partir de lo cual señala la existencia de instintos, pero también la transformación de las estructuras neurológicas, lo cual hace posible el desarrollo de la inteligencia y la eclosión de diversas formas de conciencia y, sobre todo, el uso de la razón. Tal como es abordado por Fromm, es decir, desde una perspectiva histórico- evolutiva, el ser humano oscila entre el Ser natura y el Ser cultura, lo cual implica una naturaleza intrínsecamente antagónica. Dicho en otras palabras, si bien el ser humano pertenece a la naturaleza, simultáneamente lucha por diferenciarse de ella, lucha que a la postre le lleva a constituirse como ser humano, como sujeto histórico, como ser social, como ser psicológico y como agente de cambio y de transformación a partir de una serie de condiciones en las que él mismo participa. Es aquí, en el plano socio-evolutivo, donde Fromm ubica las diversas posibilidades del ser humano para trascenderse a sí mismo y para hacerse responsable de su crecimiento; y es precisamente aquí donde se refiere a la razón como esa capacidad de penetrar la superficie percibida por los sentidos para ir más allá y comprender la esencia que está detrás de ella. Asimismo, es por esto que el ser humano posee la capacidad de reflexionar sobre sí mismo, implicándose en la definición de su existencia y trascendiendo su vínculo con la naturaleza, emancipándose de ella gracias a las bases biológicas que le han sido otorgadas dada su posición erecta y el crecimiento de su cerebro. Aquí, es importante subrayar que la explicación de lo humano en Fromm se fundamenta en la condición biológica del hombre y en la perspectiva evolucionista; para Fromm, la humanización del primate significa un hecho trascendente: que la vida adquiere conciencia de sí misma. Gracias al uso de la razón y la imaginación, el hombre se ha ido distanciando y diferenciando de la naturaleza, distanciamiento que es producto articulado de la conciencia con la razón y la imaginación. A partir de estos elementos, Fromm explica el malestar del hombre, señalando cómo éste, al mismo tiempo que es parte de la naturaleza, se está imponiendo a ella, circunstancia desafiante que lo enfrenta a diversos retos 18 que él asume, pero sin poseer la capacidad de descifrar sus enigmas, que están ligados a la vida, a la historia, y a la convivencia social (Ídem). Es así como el ser humano inicia un recorrido sin límites cuyo fin hay que configurar desde la estructura del carácter. A este respecto, en su obra Ética y Psicoanálisis, que data de 1947, Fromm considera dos orientaciones básicas: el carácter productivo y el carácter improductivo; en la obra citada, Fromm, expone detalladamente su definición de lo humano tomando como punto de partida la debilidad biológica del ser humano, misma que le permite analizar y contextualizar nuestro devenir histórico, nuestra evolución, nuestra transformación y crecimiento, pero a la vez, Fromm concluye que la debilidad del ser humano no es histórica, psicológica o sociológica. Para Fromm, si bien la naturaleza limita, la raza humana se ha desarrollado y es producto de diversos embates en el orden social, material y cultural, lo que le ha permitido sobreponerse a diversas situaciones de catástrofe, dándole también la posibilidad de transformar la experiencia de generaciones enteras en sistemas de pensamiento; a la par, el ser humano ha ido elaborando un conjunto de respuestas a cada circunstancia hasta llegar a una ética humanista que, para Fromm, está implícita en nuestra condición humana y se expresa en bondad y productividad. De la misma manera, la ética humanista es definida por Fromm como el arte de vivir fundamentado en códigos socialmente válidos por medio de los cuales el hombre se interrelaciona con los demás; señala además que en este convivir, el ser humano afronta diversas dicotomías históricas y sociales en un continuo proceso de maduración que pasa por la definición y estudio de los núcleos de la personalidad, lo cual incluye la dimensión psicológica y la presencia de cualidades psíquicas heredadas. Con respecto al carácter, Fromm menciona que éste es un sistema de impulsos subyacentes en la conducta (Fromm, 1971) y hace una diferenciación entre los rasgos de conducta y los rasgos de carácter para abordar el estudio de las 19 motivaciones inconscientes que subyacen a las conductas observables: señala que la vida humana es la vida de los instintos, o sea, el uso prudente de la subjetividad en la conducta observable. Es así como Fromm delimita lo psicológico desde la estructura inconsciente de las motivaciones de cada sujeto a partir del estudio de su estilo de vida. 1.3. Fromm, breve síntesis Freudo-Marxista A decir de Fromm, la psicología de Freud complementa el análisis de Marx, ya que el análisis freudiano constituye una psicología dinámica que trata con fuerzas psíquicas o pulsiones irracionales que motivan la conducta humana, los sentimientos y las ideas, siendo una psicología capaz de entender la evolución de estas fuerzas psíquicas al concebirlas como un proceso de interacción constante entre las necesidades del hombre y la realidad social e histórica. Ahora bien, recordemos que Fromm inicia su contribución al psicoanálisis a finales de la década de los veinte y que trabajó más de 50 años en el campo del psicoanálisis, siempre con el objetivo de llegar a la esencia del pensamiento de Freud a través de la interpretación de sus fundamentos filosóficos, sustituyendo el materialismo burgués por el histórico para llegar así a una síntesis creativa entre freudismo y marxismo, es decir, el psicoanálisis a la luz del materialismo dialéctico e histórico, mismo que se caracteriza por a) el compromiso con los intereses de clase; b) el carácter histórico de todo proceso social; y c) el principio de totalidad, que parte de grupos y clases sociales. En consonancia, Fromm menciona que el trabajo del psicoanalista va a estar influenciado por su vivencia social, esto es, “que la sociedad ya no está separada de quien la estudia, y el proceder del psicoanalista tiene mucho que ver con los resultados que se obtengan” (cit. en Millán,1981), es decir, en la práctica psicoanalítica, la realidad social y la persona no deben confundirse con un objeto de laboratorio, ya que los problemas que plantea la práctica psicoanalítica, así 20 como las soluciones que demanda, están ligadas a las condiciones específicas (sociales) que determinan a quienes llevan a cabo la investigación. A su vez, lo anterior implica que de igual manera, los fines que motivan el comportamiento transformador del psicoanalista son dictados o sugeridos por las condiciones particulares del analizado en el campo psicoanalítico, por lo que para Fromm, tanto la praxis dialéctica del investigador como del analizado se ven sometidos a la realidad presente y sus opciones de cambio; por consiguiente, Fromm mantiene un pensamiento crítico al señalar que toda sociedad, dada su proclividad a mantener sus propios sistemas, impide el desarrollo óptimo de las potencialidades del individuo. En suma, Fromm enarbola lo que ha dado en denominarse un humanismo radical, consistente en: “Una filosofía global que insiste en la unicidad de la raza humana; en la capacidad del hombre para desarrollar su propio potencial y para llegar a la armonía interior y establecer un mundo pacífico, considera como fin del hombre la completa independencia, y eso implica penetrar a través de las ficciones e ilusiones hasta llegar a una plena conciencia de la realidad. Implica además una actitud escéptica respecto al empleo del poder; precisamente a lo largo de la historia del hombre, el poder ha sido y sigue siendo (al crear temor) lo que ha predispuesto al hombre para tomar la ficción por la realidad, las ilusiones por la verdad. El poder volvió al hombre incapaz de independencia y consiguientemente embotó su razón y sus emociones” (Ídem). En el materialismo histórico, Fromm distingue la función científica y la función ideológica del discurso psicoanalítico, entendiendo por discurso científico el que devela y manifiesta sus propias condiciones de producción, mientras el discurso ideológico las oculta. Así por ejemplo, en la obra de un autor, lo ideológico se hace evidente al considerar las áreas sistemáticamente relegadas en su discurso. 21 Respecto a Freud, concretamente, Fromm menciona su ceguera frente a las estructuras sociales del poder (Saavedra, 1994). Sin embargo, en 1930, en su libro El dogma de Cristo, Fromm concibe al ser humano dentro de su tiempo histórico y dentro de un marco social de lucha de clases, y sus necesidades, deseos y anhelos moldeados a través de la interacción dialéctica con una realidad externa concreta, respecto a lo cual menciona: “las ideologías solo se pueden comprender mediante el conocimiento del inconsciente, sobre el cual ejerce su efecto la realidad externa, que a su vez determina el contenido de la conciencia” (Ídem). En este sentido, Fromm historiza, es decir, particulariza la realidad externa y dice que ésta se encuentra determinada por la situación social y que a su vez la sociedad desempeña una doble función en la situación psíquica del individuo: tanto frustrante como gratificante. En primer término, es raro que una persona renuncie a sus impulsos por advertir los posibles peligros resultantes de su satisfacción; más bien, generalmente es la sociedad la que establece las restricciones mediante normas y prohibiciones impuestas al individuo con fundamento en la base de un reconocimiento social de un peligro verdadero para él mismo y vinculado con la gratificación del impulso; en segundo término, tenemos que la represión y frustración de impulsos se debe a que su satisfacción podría significar un daño no para el individuo sino para el grupo, y, por último, sabemos que las prohibiciones son hechas no en el interés del grupo sino sólo en el interés de una clase dominante. 2. MATERIALISMO HISTÓRICO Y PSICOANÁLISIS HUMANISTA En este capítulo se exponen las aclaraciones que hace Erich Fromm acerca del verdadero significado de la filosofía de Marx, punto relevante en virtud de que Fromm ha sido uno de los investigadores contemporáneos que con mayor seriedad ha profundizado en el estudio de la obra de Marx, retomando conceptos medulares de la filosofía marxista, tales como conciencia, alienación, enajenación y humanismo, entre otros, para demostrar cuán vigentes se encuentran en nuestra realidad cotidiana. 2.1. Acerca del malentendido de la Filosofía Marxista. En su obra titulada Marx y su concepto del hombre (1966), Fromm menciona que es muy lamentable el desconocimiento y la ignorancia prevalecientes en quienes afirman haber leído la obra de Marx, esto a la vista del malentendido y la falsificación de los conceptos marxistas cuando, hoy por hoy, estamos siendo testigos del cumplimiento de aquello que con tanta precisión Marx pudo prever y fundamentar de una manera detallada y científica en obras tan completas y profundas como sus “Manuscritos Económico Filosóficos” y “El Capital”. Dado lo anterior, tal vez no sea coincidencia que esta mala interpretación se dé con mayor encono en Estados Unidos de Norteamérica, país 100% capitalista y uno de los primeros en que el consumismo ha alcanzado su máxima expresión. En la obra antes mencionada, Fromm expone que la filosofía Marxista tiene sus raíces en la tradición filosófica humanista de occidente, respecto a la cual, considera a Spinoza, Goethe y Hegel como sus principales representantes, haciendo hincapié en que la esencia de esta filosofía radica en el interés por el ser humano y en la realización de sus potencialidades, Menciona Fromm que el pensamiento de Marx conforma una filosofía revolucionaria que se erige en contra de las ideas de una sociedad impregnada de un ánimo de indiferencia y deshumanización, razón por la cual, a los ojos de algunos la filosofía marxista pudiera parecer rebasada y utópica; mientras a los ojos de otros representa una 23 verdadera obra magistral, impregnada esencialmente de la fe en la humanidad, fuente de nueva visión y esperanza que trasciende los estrechos límites del pensamiento positivista y mecanicista de las ciencias sociales en la actualidad (Ídem). Dicho lo anterior, Fromm advierte que solo si se entiende verdaderamente el sentido real del pensamiento de Marx, analizando su obra a fondo (y sin predisposición ni prejuicios, añadiría yo), podremos diferenciarlo del seudomarxismo ruso y chino, y solo entonces tendremos las herramientas necesarias para comprender la compleja realidad del mundo actual y, por ende, para entender y enfrentar de una manera más adecuada este reto, así como para influir de manera positiva en la disminución de la actitud irracional y paranoide que ve en el humanismo de Marx una fantasía, un sueño imposible de alcanzar. 2.2. El Materialismo histórico de Marx. Uno de los puntos abordados por Erich Fromm versa acerca de la interpretación que muchos teóricos han dado al materialismo de Marx (sobre todo, como ya mencionábamos, en los Estados Unidos de Norteamérica), consistente en la tesis filosófica de que el interés material del hombre, su deseo de ganancias y comodidades materiales cada vez mayores, es su única motivación. Al respecto, menciona Fromm (Ibídem) que tales aserciones pasan por alto que los términos idealismo y materialismo, tal y como son empleados por Marx, no guardan relación con las definiciones en el sentido psicológico que conocemos como motivaciones psíquicas de un nivel superior o espiritual, en oposición a las motivaciones de un nivel inferior o más bajo, respectivamente. Para aclarar este malentendido, Fromm (Ibídem) expone el sentido en que Marx emplea este término —ya que precisamente es en este sentido que está en concordancia con toda su obra—, recurriendo para ello a la terminología filosófica donde el significado de materialismo se refiere a que la materia en movimiento es 24 el elementofundamental del universo. En contraposición a esto, se entiende por idealismo una filosofía en la que la percepción que tenemos del mundo a través de nuestros sentidos no es lo que constituye la realidad, sino que ésta se encuentra constituida por esencias incorpóreas o ideas. En este punto, es conveniente aclarar que si bien hay distintas concepciones filosóficas, ya sea materialistas o idealistas, a este respecto, Marx adoptó una postura firme en contra del materialismo mecanicista-naturalista, aquel que sostiene que las ideas y los sentimientos se explican como resultado de procesos corporales químicos, con la consecuencia de soslayar la influencia del proceso histórico. En lugar de ello, Marx postuló lo que llamó en sus Manuscritos Económico-Filosóficos el «naturalismo» o «humanismo», que se distingue tanto del materialismo como del idealismo, y es lo que constituye su tesis unificadora. En suma, al referirse al materialismo, Marx simplemente hacía alusión a las condiciones materiales fundamentales de la existencia humana. Este aspecto del método materialista de Marx consiste en el estudio de la vida económica y social del hombre y de la influencia de este modo de vida real en sus pensamientos y sentimientos; es decir, para Marx no se parte de lo que los hombres dicen, se representan o imaginan, sino que, a decir suyo: “se parte del hombre que realmente actúa, y, arrancado de su proceso de vida real, se expone también al desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vida”. A continuación se cita textualmente la propia definición de lo que representa para Marx el concepto de materialismo histórico, tal y como se enuncia en la obra La ideología Alemana (Ibídem): “El modo como los hombres producen sus medios de vida depende, ante todo, de la naturaleza misma de los medios de vida con que se encuentran y que se trata de reproducir. Este modo de producción no debe considerarse solamente en cuanto es la reproducción de la existencia física de los individuos. Es ya, más bien, un determinado modo de la actividad de estos individuos, un determinado modo de 25 manifestar su vida, un determinado modo de vida de los mismos. Tal y como los individuos manifiestan su vida, así son. Lo que son coincide, por consiguiente, con su producción, tanto con lo que produce como con el modo cómo producen. Lo que los individuos son depende, por tanto, de las condiciones materiales de su producción”. Así pues, la interpretación popularizada de la idea del materialismo histórico de Marx es errónea porque supone que el motivo psicológico más fuerte en el hombre es ganar dinero y disfrutar de mayor comodidad material. Si esta fuera la principal fuerza que actúa en el hombre (según la opinión distorsionada que se tiene de la tesis de Marx), la clave para explicar la historia sería que la única ambición del hombre es la consecución de satisfacciones materiales. A decir de Fromm (Idem), la explicación de este malentendido radica en el supuesto de que el materialismo histórico es una teoría psicológica que se refiere a los impulsos y pasiones del hombre; cuando en realidad el materialismo histórico afirma que el modo de producir del hombre determina su pensar y sus deseos. En este sentido, la economía se refiere, no a un impulso psicológico, sino a un factor objetivo económico-sociológico: el hombre, para sobrevivir, necesita satisfacer sus necesidades materiales (alimentos, vivienda, vestido, entre otros) y, por lo tanto, necesita producir; de ahí que el modo de producción —que depende de condiciones reales y objetivas—, actúe primero y determine las demás condiciones de vida, esto es, su organización social, sus ideas y sus intereses. Para darnos una idea más precisa, Fromm (Idem) cita la formulación más completa escrita por Marx en 1859 acerca del concepto de Materialismo Histórico: “El resultado general a que llegué y que, una vez obtenido sirvió de hilo conductor a mis estudios, puede resumirse así: en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción 26 forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre lo que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta ahí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social, al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian estas revoluciones, hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de revolución por su conciencia, sino que por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso la humanidad se propone únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo 27 brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización. A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de progreso, en la producción económica de la sociedad, el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal, y el moderno burgués. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social, se cierra por tanto, la prehistoria de la sociedad humana”. A su vez, Rodolfo Mondolfo, en su obra denominada El Humanismo de Marx (1973), menciona el verdadero significado que para Marx y Engels tenía lo que denominaron materialismo histórico, concluyendo que éste consiste en considerar al hombre en su realidad efectiva y concreta; comprendiendo la existencia del hombre en la historia y, a su vez, comprendiendo a la historia misma como la realidad producida por el hombre a través de su actividad, de su trabajo, de su interacción social. Esto es a lo que Marx llama praxis, misma que abarca toda forma de actividad teórica y práctica al mismo tiempo y, a su vez, es una relación recíproca entreel hombre y las circunstancias que él mismo crea, ya que al modificar las circunstancias se produce un cambio interno en el mismo espíritu del hombre, de tal manera que el producto de su creación reacciona sobre su creador. Dicho en otras palabras, Mondolfo hace referencia a lo que Marx llamó la inversión de la praxis: el efecto se convierte en causa y produce por medio de la modificación de sí mismo, la transformación continua del hombre. En conclusión, menciona este autor, la filosofía de la praxis sostenida por Marx se refiere evidentemente al hombre y a su historia, es decir es un humanismo historicista. 28 2.3. Del humanismo de Marx al humanismo de Fromm En términos muy sencillos, el humanismo de Marx implica la creencia en el género humano y en el potencial del hombre para perfeccionarse por sus propios esfuerzos. Este humanismo tiene sus raíces en las concepciones de los profetas hebreos y filósofos griegos; por ejemplo, para Goethe (cit. en Fromm, 1974). “El hombre lleva en sí no sólo su individualidad, sino toda la humanidad, con todas sus posibilidades, pero las limitaciones externas que operan sobre su existencia individual determinan que sólo pueda materializar esas posibilidades en escala restringida”. Asimismo, podemos afirmar que, a la par de Goethe, pensadores como Sócrates, Leibniz, Kierkegaard y el mismo Marx compartieron la fe en el género humano y su perfectibilidad, asumiendo que, en la medida en que el hombre se conozca a sí mismo, desarrollará aún más su autoconciencia y con ello podrá darse cuenta de lo que es capaz, contando así con las herramientas necesarias para desarrollar su individualidad, su potencial humano y, en consecuencia, es de esperarse que será capaz de lograr una mayor armonía consigo mismo y con sus semejantes. En alusión a lo expuesto hasta el momento, podemos afirmar que el humanismo surge como una reacción frente a evidentes amenazas que se han cernido sobre la humanidad; así, durante el Renacimiento surge contra la amenaza del fanatismo religioso, mientras en la época del Iluminismo, su surgimiento se explica y entiende con base en la prevaleciente esclavización del hombre por la máquina y los intereses económicos. En la actualidad, el humanismo adquiere mayor importancia ante la deshumanización imperante, misma que se refleja en la sobrevaloración de los bienes materiales y de intereses económicos sobre las verdaderas necesidades del hombre. Es una realidad que el hombre, sin advertirlo a cabalidad, se está convirtiendo en esclavo de las cosas y de las circunstancias que él mismo ha 29 creado; en consecuencia, actualmente hay un creciente interés por el humanismo, como una alternativa ante la descomposición social. Para Mihailo Marcovik, humanista contemporáneo (cit. en Fromm, 1974), el humanismo significa una filosofía que procura resolver todos los problemas del hombre, incluyendo no sólo problemas antropológicos tales como la naturaleza humana, la alienación, la libertad, etc., sino también problemas de carácter ontológico, epistemológico y axiológico. Así, una ontología humanista implica una teoría de los objetos del mundo humano cuyos límites están constituidos por todo género de actividad humana, incluyendo la percepción sensorial, la elaboración de las teorías, la operación matemática con símbolos, etc., así como las funciones físicas del cuerpo humano. En el mismo tenor, una epistemología humanista implica una teoría del conocimiento humano, mientras que una axiología humanista implica una teoría de los valores concretos, históricamente dados y variables, y no sólo de ciertos ideales y normas absolutas y trascendentales. Semejante enfoque humanista de la filosofía exige un método filosófico que acepte la unidad intrínseca del sujeto y el objeto, y de una teoría y práctica que tome en cuenta el proceso histórico de manera crítica y objetiva, no de manera ideológica, desprovisto de la ceguera positivista ante los valores humanos y los intereses prácticos. Desde el punto de vista de este autor, el método que reúne estos requisitos, es el método dialéctico desarrollado y aplicado por Marx, para quien la dialéctica era principalmente un arma de crítica social, un medio para explicar la realidad social existente y que además, al mismo tiempo indicaría el camino hacia la acción de cambio. No obstante, en la mayoría de los casos, la filosofía humanista contemporánea padece de eclecticismo metodológico, de un enfoque abstracto y a-histórico de los problemas del hombre. Carlos Marx fue el primero que postuló que no es posible separar la teoría de la práctica ni el conocimiento de la acción, así como tampoco es posible separar los 30 fines espirituales del sistema social, afirmando que el hombre libre e independiente sólo podría existir en un sistema social y económico que, por su racionalidad y abundancia contribuyera al desarrollo pleno del individuo, como condición para el desarrollo pleno de la sociedad, y viceversa. El humanismo de Marx está impregnado de la sensibilidad para reconocer y el valor para señalar los males sociales: la pobreza, la explotación del hombre por el hombre, la esclavitud y la opresión y todo lo que se deriva de ello, y que impide al hombre el desarrollo de su potencialidad, de su individualidad y, como consecuencia, lo imposibilita para alcanzar la felicidad, misma que si bien aún no ha podido ser definida, ni siquiera por el mismo Marx, al menos éste ha tenido el acierto de plantear con claridad científica cuáles son los obstáculos que se oponen a ella al incluir en sus planteamientos formas y medios para subsanar las causas de los padecimientos que aquejan a la humanidad. A diferencia de otros filósofos de su época, Marx profundizó por primera vez en el problema del hombre y de las diversas formas de su alienación en una sociedad de clases; pudo advertir que si los males que padece el hombre tienen sus raíces en una estructura social dada, entonces las posibles soluciones se deben encausar precisamente en este sentido, en una perspectiva social, para lo cual definió y dio vida a conceptos tales como clase social, burguesía y proletariado, formación social y factores de su desarrollo, lucha de clases, propiedad privada, capitalismo y socialismo, todas ellas categorías que asumen el papel de fuerzas modeladoras de la sociedad. Es aquí precisamente donde la teoría de Fromm se articula con la de Marx, en su perspectiva social, de donde Fromm retoma importantes descubrimientos de la teoría marxista, como aquel que dicta que la conciencia del hombre es producto de su ser social, y no el ser social producto de la conciencia. Partiendo de ahí, Fromm revitaliza y crea importantes conceptos, tales como el carácter social, la enajenación, el interés desmedido del hombre por los cosas materiales, y el descuido o abandono de los valores espirituales. 31 Para Fromm, como para Marx, el punto central de su filosofía, tanto teórica como práctica, fue el bienestar del hombre y el planteamiento de que este bienestar sólo podría llegar a materializarse por medio de la disolución de las clases sociales, ya que la marcada diferencia entre éstas era producto del dominio de la clase social que ostentaba el poder y la riqueza material, obtenida a través de la explotación de la clase social que tenía como único recurso su fuerza de trabajo. La finalidad y la convergencia de estos dos filósofos humanistas se podría decir, entre otras, es la desaparición de las clases sociales, el Estado, el prejuicio, la religión, y todas las formas básicas de alienación. Sobre todo en este sentido, la filosofía de Marx encuentra eco en el pensamiento de Fromm, quien actualiza y aplica el concepto de alienación, tal vez uno de los más importantes descubrimientos de la filosofía de Marx, ya que parte de la concepción del hombre comoun ser activo, productivo, que capta y transforma al mundo objetivo con sus propias facultades. En contraposición, para Marx la alienación significa que el hombre no se experimenta a sí mismo como el factor activo de su captación del mundo, sino que experimenta a su entorno social y material, e incluso a sí mismo, como algo ajeno, extraño a él, experimentando al mundo, pasiva y receptivamente. Desde esta perspectiva, inclusive las ideas, el arte y cualquier clase de objetos hechos por la mano del hombre (que si bien son valiosos auxiliares en la vida de éste al hacerla más práctica y cómoda), si no se les da el lugar que realmente tienen, constituyen una trampa, un riesgo de confundir la vida con las cosas: el hombre, sin darse cuenta, transfiere su poder en las cosas, llegando a concebirlas inconscientemente como algo superior a él mismo, de tal manera que gradualmente reduce todo su ser a una abstracción, reduciéndose a sí mismo, en su propio desarrollo, a un ser cuantitativo, deseando tener siempre más y más. En sus formas más extremas, este homo consumens llega a constituir un trastorno psicopatológico que se encuentra en muchos casos de personas deprimidas o angustiadas, que se refugian en la sobrealimentación, las compras exageradas, el 32 alcoholismo o la drogadicción, para compensar la depresión y la angustia ocultas. El hombre que se ha sometido a este sistema de vida, menciona Fromm, (1966) es “un ser mental y físicamente deshumanizado, la mercancía con conciencia de sí y capaz de actuar por sí mismo”. De ahí que, desde el punto de vista de Fromm, el humanismo de Marx sea un humanismo real, ya que este nombre corresponde justamente a su fin, es decir, la reivindicación de la persona humana, y no la persona degradada a la categoría de una mercancía más, y aún cuando en su teoría Fromm utiliza el término individualismo, al hacerlo no se refiere a la realización egoísta de los intereses particulares de los individuos, sino al desarrollo del potencial y de la creatividad del ser humano en el sentido de su unicidad, como ser único e irrepetible y a la vez vinculado al resto de la humanidad, con la que comparte rasgos comunes. En síntesis, tenemos que la aspiración de la filosofía Marxista consiste en que el libre desarrollo de un individuo es la condición para el libre desarrollo de todos los individuos. 2.4. Aplicación del psicoanálisis humanista de Fromm a la teoría de Marx Erich Fromm ha sido uno de los investigadores más interesados y comprometidos en estudiar al hombre desde el punto de vista de su entorno social, así como de escudriñar las causas que le impiden desarrollar su potencial humano. A raíz de sus estudios, Fromm llegó a la conclusión de que una sociedad mentalmente enferma sólo puede producir individuos enfermos, y pudo alcanzar a ver y definir precisamente esta circunstancia que el mismo hombre ha creado, misma que le permite seguir funcionando “normalmente”, pero en la que, de alguna manera, se encuentra atrapado. Esto es a lo que Fromm denominó patología de la normalidad (Fromm, 1958); de ahí que, a decir suyo (Fromm, 1974), el mayor aporte de la obra de Marx consistió en liberar de sus expresiones abstractas y alienadas a las categorías económicas 33 y filosóficas que se referían al hombre, así como en aplicar la filosofía y la economía al hombre. En efecto, siendo Marx uno de los más grandes filósofos humanistas, las aportaciones que legó al conocimiento del hombre han sido de gran valor para la humanidad y, en concreto, para la psicología pues, como bien sabemos, esta ciencia tiene como objeto de estudio al hombre como ente pensante, poseedor de una conciencia de sí mismo y de su entorno. A grandes rasgos, la filosofía de Marx incluye conceptos psicológicos tales como conciencia, naturaleza del hombre, hombre mutilado, alienación, tendencias pasionales e independencia, por mencionar sólo algunos de los más importantes, y si bien en su tiempo no se pudo articular la filosofía de Marx con la Psicología, probablemente ello se debió a que en esa época no existía una psicología dinámica aplicable a los problemas reales de la humanidad; sin embargo, podemos advertir cómo la psicología de Freud complementa la teoría de Marx, ya que los descubrimientos más importantes de Freud se refieren precisamente a las fuerzas psíquicas que motivan la conducta, los sentimientos y las ideas humanas. En adición a lo anterior, en sus planteamientos Freud delinea diversos elementos para explicar las fuerzas antes mencionadas como un proceso de interacción constante entre las necesidades del hombre y la realidad social e histórica en la cual éste participa. Desafortunadamente, en esa época no se pudieron conjugar estos conocimientos, ello debido en parte a que los marxistas siguieron ignorando a la Psicología mientras, por su parte, Freud y sus colegas elaboraron sus ideas dentro de un marco de materialismo mecanicista que no fue benéfico para el desarrollo de los descubrimientos de Freud. No obstante, debido a la situación crítica que en muchos aspectos enfrenta la humanidad actualmente, con el transcurrir del tiempo tuvo lugar un resurgimiento del humanismo Marxista, especialmente en los países socialistas más pequeños, pero también en algunos de occidente. En este contexto, muchos socialistas marxistas tomaron conciencia de que la teoría marxista requería de una teoría psicológica y de que ambas, al articularse, podrían proporcionar al hombre un 34 sistema de orientación y sentido necesario que, a la postre, coadyuvaría a dilucidar el significado y objetivo de su vida. Dado lo anterior, los marxistas actuales deben reconocer que el empleo de una teoría dinámica crítica, de orientación social y en cuyo centro se encuentra el hombre, no puede seguir prescindiendo de la Psicología si no quiere perder el contacto con la realidad humana. En este mismo tenor, Erich Fromm (1988) menciona que uno de los principales problemas a los que debe dedicarse el psicoanálisis humanista, es al del carácter social, carácter matriz común a un grupo social (nación o clase) que determina efectivamente los actos e ideas de sus miembros y que se origina en la práctica de la vida tal y como está constituida, en virtud de una forma de producción específica y con una estratificación social resultante. Dicho en otros términos, el carácter social es aquella estructura específica de energía psíquica que una sociedad determinada moldea con el propósito de que resulte útil para el funcionamiento de dicha sociedad; dando como resultado el que la persona quiera hacer sólo aquello que debe hacer (por ejemplo, una estructura capitalista moldea hombres ávidos por trabajar, disciplinados y puntuales, cuyo principal interés consiste en el lucro monetario que deriva de la producción), fenómeno al que Adam Schaff (1974) denominó autonomía relativa. De ahí que, para Erich Fromm, el carácter social es la clave para entender las trabas que obstaculizan la plena realización humana. Pero a su vez, el carácter social es reforzado por todos los medios de comunicación disponibles en una sociedad dada: su sistema educativo, su producción literaria, sus canciones, chistes, formas de entretenimiento y, sobre todo, sus métodos familiares para criar a los niños. Este último aspecto es clave, pues gran parte de la estructura de carácter se forma en los primeros seis años de vida; lapso durante el cual la información que los padres trasmiten a los hijos (proveniente de la sociedad), tanto por su contenido, como por sus métodos educativos, actúa como agente normativo de su estructura de carácter. 35 Con base en estos planteamientos, Fromm (1983) demuestra que, dado que el hombre es un ente primordialmente social, sus tendencias se desarrollan como consecuencia de la necesidad de asimilar cosas y de socializar conpersonas, y que las formas de asimilar y socializar dependen de la estructura social en la cual vive. Pero además de aportar al humanismo el concepto de carácter social de Fromm, retoma importantes problemas que la filosofía marxista no analizó a fondo, ofreciendo respuestas a problemas tales como: ¿Cuál es la causa por la que una sociedad logra asegurar la lealtad de la mayoría de sus miembros, aún cuando estos sufran bajo el sistema y aún cuando su razón les diga que la lealtad al sistema les es perjudicial? ¿Por qué sus intereses reales como seres humanos no triunfan sobre los intereses ficticios creados por todo tipo de información y lavados de cerebro ideológicos? ¿Por qué la conciencia de su situación de clase y de las ventajas del socialismo no fue tan eficaz como lo supuso Marx? Fromm afirma que las respuestas a estas interrogantes se encuentran en el concepto de carácter social; menciona que cuando una sociedad ha logrado moldear la estructura de carácter del hombre común, de tal manera que sólo le guste hacer lo que debe hacer, éste se siente satisfecho con las condiciones que le impone la sociedad. El carácter social también sirve para expresar el nexo entre la base material de una sociedad y su superestructura ideológica; una teoría psicológica dinámica demuestra que la sociedad produce el carácter social y que, a su vez, éste tiende a producir ideas e ideologías que se adaptan a él y lo nutren. Además, el carácter social no sólo es creado por la base económica, creando ciertas ideas, sino que a su vez estas ideas influyen sobre él e indirectamente sobre la estructura socioeconómica. El concepto de carácter social demuestra que la naturaleza de la energía humana (tanto física como psíquica) es tan maleable, que el hombre puede ser moldeado 36 casi para cualquier fin: para odiar o cooperar, someterse o dignificarse, disfrutar con el sufrimiento o con la felicidad. Tristemente, esto lo podemos comprobar cuando advertimos que mucha gente disfruta con la crueldad y la degradación humana, presentes en muchos de los espectáculos más populares de hoy en día. Si bien es cierto que el hombre es sumamente maleable, también es cierto que entre más es mutilado por la sociedad, más genera en él una sensación de incapacidad, misma que, a la postre, le impulsa a cambiar las formas sociales que lo mutilan. De ahí que los cambios sociales surjan del choque entre condiciones sociales inhumanas y las verdaderas necesidades humanas (la historia de la lucha del hombre por su libertad nos confirma este principio). El concepto de carácter social es útil para hacer estudios empíricos cuyo objetivo es demostrar la incidencia de los diversos tipos de carácter social en una determinada clase social. Por ejemplo, suponiendo que el carácter campesino se defina como industrioso, ahorrativo, obstinado, con escaso sentido del tiempo y la puntualidad; esto no sólo constituye una suma de rasgos de carácter, sino también una estructura psíquica cargada de energía, de emotividad, y de sentimientos que, de intentar ser cambiados, manifestaría una fuerte resistencia, ya que debe su existencia a una forma común de trabajar la tierra que ha caracterizado la vida del campesino durante miles de años. Fromm (Ídem) menciona que tal vez la aplicación más importante del concepto de carácter social consiste en que a través suyo podemos distinguir el carácter social futuro (en un socialismo como lo imaginó Marx) del carácter social de la época del capitalismo del siglo XIX (con su característico afán de poseer riqueza material), del carácter social del siglo XX (capitalismo o socialismo) de las sociedades altamente industrializadas y del carácter social del homo consumens (Fromm, 1971). El carácter del homo consumens está convirtiéndose en la fuerza psíquica predominante en la sociedad industrial contemporánea, y su característica 37 principal consiste en confundir la libertad para consumir con la auténtica libertad humana. Marx percibió claramente este rasgo en la sociedad capitalista, de ahí que su meta haya consistido en liberar al hombre de la codicia de las cosas materiales, para que así pudiera estar totalmente despierto, vivo y sensible. A su vez, Fromm, al igual que Marx, pensaba que la producción primeramente debía estar destinada a cubrir las auténticas necesidades de consumo de los individuos para posteriormente ser canalizada hacía los medios de consumo social, tales como escuelas, bibliotecas, hospitales, parques, teatros, transporte público, etc. De la misma manera, ambos autores señalaban que el consumo individual irrestricto, conduce a la competencia, la codicia y la envidia, actitudes que son generadas no solo por la propiedad privada, sino por el consumo privado. En consonancia con lo antes expuesto, los métodos para estudiar el carácter social nos muestran la frecuencia de los diversos síndromes de carácter dentro de una población y la intensidad de estos síndromes dentro de cada sociedad; además, nos muestran también factores nuevos o contrarios generados por condiciones económicas diferentes. Esto nos permite conocer la importancia de las fuerzas psíquicas que subyacen a los procesos sociales, tales como el racismo, el belicismo, el pacifismo. Aquí, es necesario hacer notar que un rasgo común a estos métodos consiste en que evitan el error de confundir las ideologías con experiencias de la realidad interior, las cuales generalmente son inconscientes. Por otra parte, un aspecto adicional y sumamente importante que debe estudiar la psicología es el inconsciente social, es decir, todo aquello reprimido de la realidad interior y que es común a grandes grupos. Por ejemplo, en la sociedad industrial contemporánea, al hombre aburrido, angustiado y deprimido se le induce a pensar que es feliz siempre y cuando pueda comprar y consumir muchas cosas. De esta manera, podemos afirmar que el inconsciente social está constituido por ciertas fuerzas que actúan a espaldas del hombre, promoviendo en él un fin que de hecho 38 no forma parte de sus intenciones y llevándolo a actuar de cierta manera mientras, al mismo tiempo, tiene la ilusión de ejercer su libre albedrío. Esto se explica porque, al ser la conciencia un fenómeno social, ésta se puede moldear por medio de un filtro social cuyo objetivo consiste en no permitir que la mayoría de las experiencias humanas auténticas asciendan del inconsciente a la conciencia. Este filtro social consiste principalmente en: a) el lenguaje, b) la lógica y c) los tabúes sociales, y se encuentra revestido por las ideologías sociales (racionalizaciones) mismas que se expresan subconscientemente como ciertas cualidades que en realidad son ficciones producidas y compartidas socialmente. El estudio psicoanalítico demuestra que cada hombre está dotado de un potencial de tendencias pasionales, que van desde las más arcaicas hasta las más actuales, y que la suma de este potencial humano está moldeado por el conjunto de fuerzas económicas y sociales características de cada sociedad. Estas fuerzas producen un determinado inconsciente social y ciertos conflictos entre los factores represivos y las necesidades humanas dadas, que son esenciales para el normal desempeño humano (cierto grado de libertad, interés por la vida, etc.). La represión, ya sea que esté condicionada social o individualmente, fragmenta al hombre y lo priva de su humanidad total; de ahí se deduce que la conciencia representa al “hombre social”, producto de una sociedad determinada, mientras el inconsciente representa al hombre universal, es decir, al ser humano como tal. Otras importantes aportaciones que hace Marx a la psicología desde una perspectiva no determinista, sino ecléctica, consiste en señalar que en cada paso que da el hombre en su vida individual e histórica se enfrenta a una cantidad de
Compartir