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Universidad Nacional Autónoma de México 
Facultad de Estudios Superiores Iztacala 
 
 
 
 
 
UNAM IZTACALA 
 
 
Breve Análisis de la Sociedad Contemporánea con 
Base en el Concepto de Conciencia de Erich Fromm 
 
 
 
 
T E S I N A 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
L I C E N C I A D A E N P S I C O L O G Í A 
P R E S E N T A 
M a r í a E l e n a L o b a t o M a d r i g a l 
 
 
 
 
 
 Director: Lic. Alejandro Gaona Figueroa 
Dictaminadores: Lic. Rosa María Segura González 
Lic. Guillermo Hernández Neria 
 
 
 
 
 
Los Reyes Iztacala, Edo. de México, 2012 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
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A G R A D E C I M I E N T O S 
 
Quiero expresar mi gratitud primeramente a Dios, como yo lo concibo, 
a mis padres por haberme dado la vida y un ejemplo intachable 
y a mi amada casa de estudios que tanto me enorgullece. 
 
A mi hermano Ismael, 
pues aún cuando ya no está entre nosotros, 
partió con la satisfacción de verme terminar la carrera 
y tengo la certeza de que, desde donde se encuentre, 
le dará mucho gusto que por fin termino este trabajo de titulación. 
 
A mi querido maestro de la carrera y asesor, 
 Alejandro Gaona Figueroa, 
por compartir sus conocimientos, su paciencia, comprensión 
y gran calidad humana. 
 
A mis hijos, Carlos, Elena y Ricardo, 
porque han sido y siguen siendo un gran aliciente para superarme. 
 
A mi querida amiga Mireya, 
por sus demostraciones de afecto e interés, 
y por proporcionarme bibliografía que me fue gran utilidad 
para desarrollar y entender mejor el tema que ahora presento. 
 
A mi amigo Raúl, 
pues gracias a su apoyo, 
este trabajo tiene la presentación y el decoro que se requiere. 
 
 
ÍNDICE 
INTRODUCCIÓN ....................................................................................................................... 3 
MARCO TEÓRICO .................................................................................................................. 12 
1. INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA OBRA DE ERICH FROMM ................................................. 12 
1.1. Breve reseña de su vida y obra ...................................................................................... 12 
1.2. Visión antropológica de Erich Fromm .......................................................................... 14 
1.3. Fromm, breve síntesis Freudo-Marxista ....................................................................... 19 
2. MATERIALISMO HISTÓRICO Y PSICOANÁLISIS HUMANISTA .................................................... 22 
2.1. Acerca del malentendido de la Filosofía Marxista. ...................................................... 22 
2.2. El Materialismo histórico de Marx. ................................................................................ 23 
2.3. Del humanismo de Marx al humanismo de Fromm ..................................................... 28 
2.4. Aplicación del psicoanálisis humanista de Fromm a la teoría de Marx .................... 32 
3. APORTACIONES DE MARX DESDE LA PERSPECTIVA DE ERICH FROMM .................................. 40 
3.1. La conciencia ................................................................................................................... 40 
3.2. La conciencia humanista ................................................................................................ 47 
3.3. La naturaleza del hombre ............................................................................................... 51 
3.4. Contribuciones de Marx a la Psicología ....................................................................... 51 
4. BREVE ANÁLISIS DE LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA .......................................................... 57 
4.1. La situación humana actual. Patología de la normalidad ........................................... 57 
4.2. Necesidades básicas y tendencias de desarrollo ........................................................ 60 
4.3. El carácter social ............................................................................................................. 66 
4.4. Lo inconsciente Social como generador de psicopatología ...................................... 68 
CONCLUSIONES .................................................................................................................... 72 
BIBLIOGRÁFÍA ...................................................................................................................... 76 
 
INTRODUCCIÓN 
Desde tiempos muy remotos, pensadores de todo el mundo se han preocupado 
por dar cuenta de la existencia del ser humano: inicialmente, la filosofía plantea 
que el hombre es un ser capaz de percibirse a sí mismo, a su entorno y a los 
demás, y que sobre este hecho, con base en esta realidad, el hombre adquiere 
conocimiento de su propia existencia, es decir, desarrolla una conciencia que es 
posible únicamente dentro de un entorno social. 
En consonancia con lo antes expuesto y en palabras de Marx (cit. en Rubinstein, 
1963): “no es la conciencia del hombre lo que determina su ser, sino por el 
contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”. Por lo tanto, la 
conciencia presupone que el hombre se destaca respecto a lo que le rodea, de tal 
manera que aparece como sujeto de la acción, adoptando una determinada actitud 
frente al mundo objetivo. 
De lo anterior se extrae que la naturaleza de la conciencia únicamente pueda 
dilucidarse explorando las interrelaciones entre lo material y lo ideal, entre lo físico 
y lo psíquico, de manera tal que de situarnos en uno u otro lado del espectro, nos 
encontraremos con las respectivas aportaciones del materialismo y del idealismo, 
vertientes que aportan al problema de la conciencia soluciones que resultan ser 
diametralmente opuestas. 
Por su parte, los idealistas reconocen en el carácter primario de la conciencia la 
causa del ser, a tal grado que para los llamados idealistas objetivos lo ideal o 
psíquico es el principio básico del ser. Así, desde Platón hasta nuestros tiempos, 
para los idealistas lo espiritual es lo primario, la causa que determina al ser, de 
modo tal que, para ellos, lo ideal o psíquico es el principio básico del ser. 
A través del tiempo, científicos dedicados al estudio del comportamiento humano 
han hecho importantes aportaciones al estudio de la conciencia; por ejemplo, 
4 
 
Descartes (cit. en Levistain, 1988) concibe a la conciencia como un atributo de la 
sustancia espiritual, un mundo interior cerrado en sí mismo, que el hombre sólo 
conoce a través de la auto-observación. 
Asimismo, para Locke, la conciencia es la propiedad que se manifiesta en todas 
las representaciones, ideas, sentimientos, necesidades y acciones volitivas, en 
tanto que para Herbart la conciencia consiste en representaciones de una infinita 
cantidad de representaciones, de las cuales sólo unas cuantas llegan a la 
conciencia en cada momento dado, pues existe una vasta región de la vida 
espiritual que se halla al margen de la conciencia (Shorojova, 1963a). 
En épocas más recientes, un destacado psicólogo de la ex Unión Soviética, Lev 
Semenovich Vigotsky (cit. en Wertsch, 1988), solía evaluar la productividad de una 
teoría psicológica determinada en función de su contribuciónreal o potencial al 
estudio de la conciencia. Así, en su obra Pensamiento y Lenguaje, Vigotsky (1973) 
introduce la noción de conciencia dentro de una psicología objetiva, concibiéndola 
como la organización objetivamente observable del comportamiento, que nos es 
impuesto a los seres humanos como el reflejo subjetivo de la realidad material a 
través de la participación en las prácticas socioculturales. 
En cuanto a la utilización del término reflejo, un concepto relacionado, éste se 
deriva de la teoría desarrollada por V. I. Lenin (cit. en Wertsch, 1977) y se refiere a 
un proceso que se halla vinculado con la transformación activa de la realidad. Esta 
realidad objetiva es conocida por el hombre, y es a través de las funciones 
psíquicas como se determina su carácter subjetivo. Así, mediante el 
descubrimiento de la relación entre las funciones psíquicas superiores y la causa 
que las provoca es como la propia vivencia se convierte en un hecho de la 
conciencia. 
De lo anterior se deriva que sólo la forma superior del reflejo de la realidad, es 
decir, la conciencia, permita al hombre subordinar sus acciones a las ideas y 
conceptos que surgen en su mente, así como actuar mentalmente. A su vez, este 
5 
 
hecho es el que determina el papel específico que desempeña la conciencia en la 
actividad humana (Shorojova, 1963a). 
En relación con lo antes expuesto, tenemos que, inicialmente, la idea sobre la 
fisonomía del hombre se origina en el proceso del desarrollo individual e histórico 
de la conciencia para, a continuación, dar paso a la eclosión de la conciencia de sí 
mismo como un ser que piensa y conoce. A raíz de lo anterior, cuando el hombre 
experimenta en su interior la existencia de sentimientos y emociones como 
alegría, tristeza y entusiasmo, entre otros, y cuando además advierte que también 
puede actuar sobre las cosas haciéndolas que cambien de acuerdo a sus 
necesidades y deseos, advierte también que hay en él algo diferente de los 
objetos del mundo exterior. 
Este conjunto de sensaciones, representaciones y procesos volitivos es lo que 
constituye el mundo interior del hombre, lo que estructura su autoconciencia, 
siendo ésta el nivel superior de la conciencia, resultado a su vez del reflejo de la 
actividad de otros hombres y de su propia actividad teórica y práctica. En síntesis, 
la autoconciencia empieza por ciertas auto-sensaciones, de éstas se pasa a las 
representaciones y por último al pensamiento. 
El análisis de estas sensaciones y de sus vínculos es el punto de partida en la 
formación de ideas del hombre sobre sí mismo y, por consiguiente, analizar el 
proceso de formación de las ideas sobre la actividad propia consiste en un 
proceso de la actividad cognoscitiva del hombre dirigida al mundo exterior. 
Ahora bien, en el hombre, la autoconciencia de las propiedades y de las 
cualidades psíquicas propias, que se verifica en el proceso de la formación del 
pensamiento del concepto sobre su “yo”, implica tener conciencia de las acciones 
propias, de los objetivos de su actividad y de los motivos de esta (Shorojova, 
1963b). 
6 
 
En este sentido, podemos afirmar que el proceso de la auto-sensación tiene por 
base fisiológica la actividad de un primer sistema de signalización, en tanto que la 
formación de un concepto sobre el mundo interno del hombre está vinculada a un 
segundo sistema de signalización, por medio del cual el hombre puede orientarse 
no sólo en el mundo exterior sino también en sí mismo (Shorojova, 1963b). Así, la 
autoconciencia se realiza gracias a este segundo sistema, que da lugar también a 
la autorregulación y al autocontrol, además de constituir la base fisiológica de la 
palabra humana, medio que vincula al hombre con su entorno social y también con 
otros hombres. 
Tenemos pues que, en la formación de la autoconciencia tiene gran importancia la 
conciencia del hombre respecto a la actividad de otros hombres que actúan sobre 
el mundo exterior y que lo modifican, pues al tener conciencia de esto, el hombre 
acaba por tener conciencia de sí mismo como sujeto activo de la relación 
cognoscitiva y práctica, desarrollando también una actitud activa ante sus propias 
intenciones y acciones. Este auto-análisis que acompaña a la conciencia de sí 
mismo, es una forma que emplea el hombre para regular su actividad con base en 
las normas morales correspondientes. 
Así pues, en el hombre, tanto las normas morales como las funciones 
cognoscitivas se forman al mismo tiempo: las funciones cognoscitivas son el 
resultado del reflejo de las propiedades de las cosas del mundo objetivo, en tanto 
que las normas morales se forman en las interrelaciones del hombre con otros 
hombres, cuando es consciente de ser sujeto de la actividad colectiva a través del 
conocimiento de sí mismo como miembro de una sociedad. 
Ahora bien, en lo que se refiere al estudio del inconsciente, éste se ha abordado 
desde diversas disciplinas científicas tanto en sus aspectos neurológicos como en 
sus aspectos filosóficos, ya que la esencia de lo inconsciente ha sido objeto de 
investigaciones tanto experimentales como teóricas. A este respecto, cabe 
mencionar que la filosofía ha planteado el cuestionamiento de ¿cómo podría 
progresar una reflexión cuando ella misma se vuelve su propio objeto en un 
7 
 
proceder en el que el instrumento de investigación y el objeto de estudio 
constituyen una sola y misma realidad? 
Desde el punto de vista médico y psiquiátrico, el recurso posible para dar 
respuesta a este cuestionamiento ha sido el punto de acuerdo que ha unido la 
posición neurofisiológica defendida por H. Hasper (cit. en Ey, 1997) con el 
principio de la inscripción de los procesos psíquicos en el sistema nervioso. 
Desde esta perspectiva, tenemos que tanto consciente como inconsciente suelen 
emplearse como términos referidos a acontecimientos que se desarrollan en el 
medio físico del sistema nervioso que, sin embargo, desde una perspectiva 
fisiológica se topan con la exigencia de un conocimiento “desubjetivizado” como 
definición del conocimiento científico, ya que desde este enfoque la inclinación es 
ver al ”hombre enfermo” y no precisamente la perturbación neurofisiológica que 
haya podido originar la enfermedad1. 
Situándonos ahora en la teoría idealista de Leibniz (cit. en Shorojova, 1963a), nos 
encontramos con que las percepciones inconscientes representan la fase inferior 
del desarrollo de un contenido innato, inherente al alma. A este respecto, por 
ejemplo, Herbart (Ídem) indicaba que existen representaciones de las que el 
sujeto, en determinadas condiciones, no es consciente. 
En este mismo sentido, y de acuerdo con la concepción Freudiana (Shorojova, 
1963b), se define al inconsciente como un sistema especial de la actividad 
psíquica que está constituido por impulsos y deseos reprimidos. En este sistema 
no hay dudas ni contradicción, pues existe al margen del tiempo y sustituye la 
realidad exterior por la psíquica. También, según la teoría freudiana (Jung, 1987), 
 
1 En este punto, cabe mencionar como cierto positivismo biológico, inclinado a confundir en el 
hombre lo psíquico con lo espiritual, ha llegado a suprimir la vida psíquica, identificándola 
exclusivamente con los fenómenos fisiológicos. 
8 
 
el inconsciente contendrá aquellas partes de la personalidad que podrían lo mismo 
ser conscientes, y que están reprimidas por la educación. 
Además de lo reprimido, el inconsciente también contiene todo aquel material 
psíquico que no alcanza el umbral de la conciencia; aquí, hay que hacer notar que 
en el inconsciente se encuentra todo lo psíquico vuelto subliminal, incluidas las 
percepciones sensoriales subliminales. Se ha llegado también a la conclusión de 
que el inconsciente no está en reposo, es decir, que no se encuentra inactivo, sino 
que permanentemente se haya agrupando o reagrupandosus contenidos en una 
actividad coordinada con la conciencia en el sentido de una relación 
compensatoria. 
No obstante lo anterior, la filosofía marxista se ha caracterizado por negar la 
existencia de todo estado psíquico al margen de cuerpos orgánicos que actúan en 
la realidad. Según esta filosofía, tanto lo consciente como lo inconsciente son 
cualidades del reflejo psíquico y, por lo tanto, permiten determinar las 
interrelaciones entre lo psíquico y lo fisiológico, de donde se deriva la necesidad 
de estudiar aquellos estados de la materia orgánica que pueden ser fenómenos 
del reflejo inconsciente. 
En cuanto al reflejo psíquico, la filosofía marxista expone que éste surge cuando el 
sistema nervioso establece conexiones del organismo con el medio, ya sea a 
través de reflejos condicionados o incondicionados, y que únicamente la actividad 
refleja condicionada tiene la propiedad de ser consciente o inconsciente. 
Con respecto a lo anterior y en consonancia con la tesis fisiológica de Pavlov (cit. 
en Shorojova, 1963a), se asume que cualquier estado de las células del cerebro 
puede convertirse en estímulo condicionado y que éstos, por su naturaleza, son 
idénticos en lo esencial a los descubiertos por Pavlov con relación a las 
excitaciones exteriores del organismo. Con estas investigaciones, se ha llegado a 
la conclusión de que la actividad de los reflejos condicionados de los órganos 
9 
 
internos es sumamente importante para el estudio de aquella zona de la psique 
humana que ha sido abordada exclusivamente por la psicología del inconsciente. 
Por su parte, Spinoza, y posteriormente Freud (Shorojova, 1963b), hablaban de 
una “conciencia falsa” esto es, que la mayor parte de lo que el hombre piensa es 
ideología y racionalización; que las verdaderas fuentes de los actos del hombre 
son inconscientes y se originan en los impulsos de la libido. Sin embargo, Marx 
(cit. en Fromm, 1966) sostenía que los actos del hombre se originan en toda la 
organización social, que dirige su atención en determinadas direcciones, lo que le 
impide tener conciencia de otros hechos y experiencias. 
En su teoría, Marx afirma que sólo si tenemos conciencia de la realidad, en vez de 
deformarla mediante racionalizaciones o ficciones, podremos acceder a la 
conciencia de nuestras necesidades materialmente humanas y verdaderas. De ahí 
que para él sea fundamental tener una conciencia clara de la naturaleza humana 
(Ídem). En sus planteamientos, Marx parte de la idea de que el hombre, como tal, 
es un ser reconocible y determinable que no sólo puede definirse biológica, 
anatómica y fisiológicamente, sino también psicológicamente. 
Aquí, es necesario mencionar que Marx hacía una diferencia entre “naturaleza 
humana en general” y “naturaleza humana condicionada históricamente en cada 
cultura”. Al respecto, este autor estableció la distinción entre dos tipos de impulsos 
y apetitos humanos: los constantes y fijos, como el habla y el instinto sexual, que 
sólo pueden modificarse de acuerdo con las diversas culturas, y los apetitos 
relativos, que no son parte de la naturaleza humana, pero que “se originan en 
ciertas estructuras sociales y en ciertas condiciones de producción y 
comunicación” (Ibídem). 
Para apuntalar su tesis, Marx (cit. en Fromm, op. cit.) da como ejemplo la 
necesidad del dinero en la estructura capitalista de la sociedad, mencionando que 
es la única necesidad que crea este tipo de estructura, lo que se demuestra 
subjetivamente, en parte, por el hecho de que la expresión de la producción y de 
10 
 
las necesidades se convierte en una servidumbre ingeniosa y siempre calculadora 
de apetitos humanos depravados, antinaturales e imaginarios. 
Por consiguiente, tomando como base la información anteriormente expuesta, el 
objetivo de la presente tesina es llevar a cabo un breve análisis de la sociedad 
contemporánea con base en el concepto de conciencia de Erich Fromm. A decir 
de este autor, la sociedad de nuestros tiempos padece una patología social de la 
cual no se ha dado cuenta: el hombre ha emergido de su fase pre-humana y ha 
hecho grandes descubrimientos y avances tecnológicos que le han facilitado la 
vida; sin embargo, en la actualidad es testigo de su propia destrucción (a través de 
guerras, de la creciente devastación ecológica, entre otros). 
De acuerdo con Erich Fromm, esto se debe a que el hombre no ha satisfecho sus 
necesidades genuinamente humanas ni ha podido trascenderse a sí mismo 
construyendo y creando. Dicho en otras palabras, su inteligencia ha ido en 
aumento, mientras su razón y su conciencia (que son precisamente las que lo 
hacen erigirse como un ser único e irrepetible, como ser humano) han ido en 
decadencia. 
En suma, la finalidad del presente trabajo es llevar a cabo un análisis de la 
situación del hombre contemporáneo y de su calidad de vida en relación con el 
“progreso” en su acepción más difundida, es decir, entendido como el desarrollo 
económico, social y tecnológico. 
De acuerdo con la lógica prevalente en la actualidad, lo esperado sería que, a 
mayor progreso, mayor calidad de vida; en este sentido, el descubrimiento por el 
hombre de un sinnúmero de medios que le proporcionan mayor comodidad y 
confort, nos hace pensar que debería ser más feliz, sin embargo, al observar la 
realidad podemos darnos cuenta de que, en mayor o menor medida, la humanidad 
está pasando por una situación de crisis en todos los frentes. 
11 
 
Así, en la actualidad somos testigos presenciales de guerras, de violencia que se 
vive a diario en diferentes partes del mundo y de millones de seres humanos que 
viven en condiciones de miseria y hambre; asimismo, presenciamos la 
desintegración familiar y las consecuencias que ésta conlleva, así como el 
aumento en el consumo de drogas, y el número cada vez mayor de personas que 
padecen algún tipo de alteración mental (depresión, ansiedad, angustia, por citar 
algunos) y el grave aumento en los índices de alcoholismo y suicidios. 
Fromm (Ey, 1997) nos advierte de estos resultados paradójicos, haciéndonos ver 
que el hombre, en su vertiginosa carrera por conseguir sus fines, no ha podido o 
no ha querido ser consciente de que se está destruyendo a sí mismo, a otros y a 
su propio hábitat. De ahí el interés por revisar la obra de Erich Fromm, médico, 
psicoanalista, marxista y humanista contemporáneo que ha abordado esta 
problemática de una manera minuciosa y extensa, aunque no acabada. 
Al respecto, Fromm se dedicó a investigar tanto las tendencias destructivas como 
las positivas del hombre, ya que como él lo menciona, ambas son aprendidas e 
incorporadas por otros, los poseedores de los bienes de capital, quienes detentan 
el poder y son capaces de manejar y determinar en gran medida los destinos de la 
humanidad. 
Así, en esta revisión es importante mencionar algunos de los mecanismos que, en 
ciertos aspectos, hacen que el hombre actúe al margen de su conciencia, a un 
grado de enajenación tal, que es fácilmente manipulado por y para beneficio de 
otros, lo cual le ocasiona un malestar que en muchas ocasiones le pasa 
inadvertido, desconociendo en consecuencia tanto sus orígenes como sus causas, 
aún cuando éstas le conduzcan a adoptar actitudes y prácticas no conscientes que 
lo orillan a desarrollar alteraciones y problemas de salud mental. 
 
MARCO TEÓRICO 
1. INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA OBRA DE ERICH FROMM 
La obra del Doctor Erich Fromm posee un valor científico, literario y humano de 
alcance universal; por ello, es justo aseverar que su pensamiento ha trascendido 
al paso del tiempo y que con toda seguridad estará presente en el futuro de las 
generaciones por venir. Adicionalmente, a la par de su obra escrita, a lo largo de 
su carrera docente Fromm formó intelectualmente a generaciones de alumnos que 
se han encargado de proseguir con la inacabada obra de su mentor, ya sea 
dándole continuidad,enriqueciéndola o incluso distorsionándola en algunos casos. 
1.1. Breve reseña de su vida y obra 
Contrario a lo que muchos piensan, la obra de Erich Fromm no constituye 
solamente un cuidadoso análisis de los aspectos psicológicos de la crisis de 
nuestro tiempo, sino que ofrece una importante contribución a la aplicación del 
psicoanálisis a los fenómenos históricos y al estudio de los hechos sociales, es 
decir, su contribución está encaminada sobre todo a afirmar la necesidad de 
considerar los factores sociales, así como los valores y las normas éticas en el 
estudio de la personalidad total. 
Lo anterior fructificó en buena parte gracias al trabajo que desarrolló en México, 
vía el contacto que tuvo con varias generaciones de psiquiatras y psicólogos, así 
como a través de sus investigaciones con el campesino mexicano (enmarcadas en 
su teoría del carácter social), y ello sin mencionar la importante y significativa 
influencia que su pensamiento tuvo y sigue teniendo en el desarrollo de los 
aspectos psicológicos y humanísticos de la medicina, la psiquiatría, la psicología, 
la sociología y la antropología en nuestro país a través de la U.N.A.M., así como 
de sus discípulos (entre ellos, médicos, psicólogos, sociólogos y psicoanalistas), 
13 
 
que han hecho de su escuela, el psicoanálisis humanístico, una forma de análisis 
de la situación del hombre actual dentro de un contexto social. 
De ahí la importancia y trascendencia de analizar algunas de las aportaciones del 
Dr. Erich Fromm y de presentar en forma práctica su pensamiento, esperando sea 
de utilidad para el estudioso de la carrera de Psicología. Antes, cabe mencionar 
también que Fromm combinó sus conocimientos con amplios estudios de Historia, 
Filosofía y Psicología y que debido a su gran interés por el ser humano llevó a 
cabo minuciosos estudios multidisciplinarios sobre la naturaleza humana. 
En un inicio, a raíz del suicidio de una amiga cercana a su familia fue que Fromm 
se empezó a interesar por las obras de Freud, tratando de entender las relaciones 
familiares y sus motivaciones, quedando muy sorprendido por los alcances y la 
profundidad de la teoría freudiana, por lo que a partir de entonces decide dar inicio 
a su formación como psicoanalista. En consecuencia, en el año de 1924 viaja a 
Múnich2 con la finalidad de realizar estudios de postgrado en Sociología y 
Psiquiatría. 
Más tarde, a principios de 1928, radicado todavía en Múnich, Fromm inicia su 
preparación formal como psicoanalista bajo la tutela del Dr. Wittenberg y del Dr. 
Karl Landauer y, al año siguiente (1929), prosigue su entrenamiento en el instituto 
psicoanalítico Karl Abraham de Berlín. 
Hacía 1930 Fromm, junto con Laundauer, Reichmann y Meg, funda el instituto del 
Sur de Alemania para el psicoanálisis en Frankfort del Main; una vez establecido 
de nuevo en Frankfort, Fromm se convierte en miembro del Instituto para la 
Investigación Social de esta Universidad. Fromm imparte clases de Psiquiatría y 
Psicología en ambas universidades, no obstante, es en el Instituto en donde 
 
2 Durante su estancia en la ciudad de Múnich, Fromm fue analizado por Freída Reichmann y por 
Wilhelm Wittenberg, experiencia en el psicoanálisis que le condujo a abandonar el judaísmo 
ortodoxo. 
14 
 
desarrolla las bases de la Psicología Social Analítica así como sus particulares 
interpretaciones del psicoanálisis, derivadas de los estudios de tipo sociológico 
desarrollados en dicha institución. En este mismo año termina su formación como 
psicoanalista en el Instituto Psicoanalítico de Berlín. 
1.2. Visión antropológica de Erich Fromm 
Aquellos que se han abocado al estudio crítico de la extensa obra intelectual de 
Erich Fromm no han planteado objeciones serias al conjunto de sus reflexiones, 
sino al contrario: han destacado la originalidad de sus argumentos asumiendo que 
los temas de ruptura con Marx y Freud lo colocan en la posición de un pensador 
original y creador de nuevas coordenadas de pensamiento. 
Sin embargo, a pesar de lo anterior persisten diversas interrogantes acerca de su 
identidad teórica, habiendo quienes le sitúan del lado del psicoanálisis sin 
considerar la diferencia entre lo que implica el uso articulado de categorías 
psicoanalíticas para el análisis de la circunstancia social y su distinción de lo que 
se llama psicoanálisis aplicado. Asimismo, hay quienes circunscriben su obra a las 
líneas de pensamiento generado a partir de su participación en el instituto de 
Investigaciones Sociales de Frankfurt, institución en donde Fromm se propone 
articular y explicar las implicaciones y efectos del proceso socioeconómico en 
relación a las condiciones bio-psicológicas, emprendiendo el estudio de la realidad 
social a través del análisis de la implicación de las pautas sociales, y de como 
éstas afectan el carácter social, modelan la acción y permiten la configuración de 
los distintos pensamientos individuales. 
Es también en esta época cuando Fromm crea los conceptos de biofilia y necrofilia 
para diferenciar un vivir productivo y armónico de un vivir estéril y patológico, 
analizando la circunstancia social y la forma en que ésta afecta nuestro desarrollo 
productivo. Asimismo, su concepción teórica le llevó a concebir a la vida como una 
progresión, como un desarrollo constante, lo cual le lleva a interesarse por 
enfatizar la capacidad de vivir de manera independiente, asumiendo un 
15 
 
compromiso con la verdad y, en consecuencia, desarrollando la capacidad de 
amar; en este sentido, se considera que su formación en Frankfort fue lo que le 
permitió revisar las bases psicológicas del desarrollo de la personalidad. 
En lo que se refiere a la antropología desarrollada por Fromm, ésta se encuentra 
compuesta por apreciaciones históricas, filosóficas, políticas, e incluso religiosas, 
culminando en lo que ha dado en denominarse un humanismo radical. Por 
ejemplo, desde una perspectiva religiosa, Fromm interpreta la desobediencia de 
Adán reseñada en el Génesis de la Biblia como una expresión de libertad, en vez 
de verlo como “el pecado original”. Para Fromm, este acto de libertad y la 
expulsión del paraíso que le sigue, vienen a formar parte constitutiva de la realidad 
humana, pues el hombre, al hacer conciencia de su propia existencia, asume la 
responsabilidad del desarrollo de su capacidad para construir y trascenderse, al 
tiempo que conquista una mayor racionalidad. 
Fromm asume al humano como un ser que evoluciona en un escenario que se 
llama historia, concibiendo a ésta como la oportunidad del hombre para alcanzar el 
pleno dominio de la realidad; duda incluso del empleo de la fuerza, así como del 
ejercicio deliberado de la violencia, señalando que el ser humano se encuentra 
atrapado en una situación extrema y a la vez contradictoria: “El ser humano nace y 
muere en contra de su voluntad, es parte de la naturaleza, y a la vez lucha por 
transformarla y diferenciarse de ella”. 
Asimismo, sugiere que para superar estas contradicciones, el hombre debe 
superar su propia vivencia a través de experiencias místicas no teístas y, para ello, 
propone echar mano de la creatividad, desarrollando la capacidad de amar; de 
relacionarnos con otros con un fuerte sentido de conocimiento, responsabilidad, 
cuidado, y respeto mutuos. En su postura, Fromm utiliza conceptos y categorías 
tanto de la filosofía marxista como de los estudios antropológicos-culturales de 
Freud. 
16 
 
Fromm emplea el referente teórico marxista para analizar a la sociedad 
contemporánea y, sobre todo, para dilucidar cómo ésta obstruye el desarrollo 
humano; a tal efecto, se enfoca en nuestra idea más común de progreso, 
evidenciando cómo vivimos y cómo pensamos, señalando el engaño en que nos 
dejamos atrapar, ubicando nuestra circunstancia bajo una dimensión existencial y 
señalando que esta se manifiestaen diversos estados de ansiedad (Cortés, 2002). 
En este mismo sentido, E. Fromm subraya que concebir la dicha humana tomando 
como referente los avances tecnológicos es la mayor de las contradicciones del 
hombre contemporáneo; en apoyo a su aserción, Fromm estudia las diferentes 
formaciones sociales hasta llegar al capitalismo contemporáneo, el cual produjo en 
el siglo XX dos guerras mundiales. 
Bajo este referente, Fromm analiza todas y cada una de las contradicciones, su 
funcionamiento, composición y manifestaciones y, al hacerlo, hace referencia a un 
sistema social que funciona y se articula en medio de una creciente patologización 
de las relaciones humanas y de la amplia difusión de la idea de que la 
organización socioeconómica industrial de la posguerra, ha producido una 
sociedad “feliz” y “sana”. 
A la par de los estudios antropológicos de Fromm, su extensa y profunda creación 
intelectual le permitió el desarrollo de una teorización original de las bases del 
desarrollo de la personalidad. A su vez, Karl Marx, en su libro “Crítica de la 
Economía Política”, ya había estudiado las características del sistema capitalista, 
análisis que son retomados por Fromm para fundamentar sus trabajos sobre la 
situación humana desde la perspectiva histórico-evolutiva. 
Esto le permite a Fromm diferenciar el grado de participación e implicación 
filogenética y ontogenética, llevándole a retomar el concepto de San Agustín 
referente a las características del ser humano: “lo que no es natura, es cultura” y a 
introducir en sus planteamientos un elemento ético concerniente a la 
responsabilidad moral del sujeto. En sus estudios, Fromm estudia al hombre 
17 
 
vinculado a los primates superiores, a partir de lo cual señala la existencia de 
instintos, pero también la transformación de las estructuras neurológicas, lo cual 
hace posible el desarrollo de la inteligencia y la eclosión de diversas formas de 
conciencia y, sobre todo, el uso de la razón. 
Tal como es abordado por Fromm, es decir, desde una perspectiva histórico-
evolutiva, el ser humano oscila entre el Ser natura y el Ser cultura, lo cual implica 
una naturaleza intrínsecamente antagónica. Dicho en otras palabras, si bien el ser 
humano pertenece a la naturaleza, simultáneamente lucha por diferenciarse de 
ella, lucha que a la postre le lleva a constituirse como ser humano, como sujeto 
histórico, como ser social, como ser psicológico y como agente de cambio y de 
transformación a partir de una serie de condiciones en las que él mismo participa. 
Es aquí, en el plano socio-evolutivo, donde Fromm ubica las diversas posibilidades 
del ser humano para trascenderse a sí mismo y para hacerse responsable de su 
crecimiento; y es precisamente aquí donde se refiere a la razón como esa 
capacidad de penetrar la superficie percibida por los sentidos para ir más allá y 
comprender la esencia que está detrás de ella. Asimismo, es por esto que el ser 
humano posee la capacidad de reflexionar sobre sí mismo, implicándose en la 
definición de su existencia y trascendiendo su vínculo con la naturaleza, 
emancipándose de ella gracias a las bases biológicas que le han sido otorgadas 
dada su posición erecta y el crecimiento de su cerebro. 
Aquí, es importante subrayar que la explicación de lo humano en Fromm se 
fundamenta en la condición biológica del hombre y en la perspectiva 
evolucionista; para Fromm, la humanización del primate significa un hecho 
trascendente: que la vida adquiere conciencia de sí misma. Gracias al uso de la 
razón y la imaginación, el hombre se ha ido distanciando y diferenciando de la 
naturaleza, distanciamiento que es producto articulado de la conciencia con la 
razón y la imaginación. A partir de estos elementos, Fromm explica el malestar del 
hombre, señalando cómo éste, al mismo tiempo que es parte de la naturaleza, se 
está imponiendo a ella, circunstancia desafiante que lo enfrenta a diversos retos 
18 
 
que él asume, pero sin poseer la capacidad de descifrar sus enigmas, que están 
ligados a la vida, a la historia, y a la convivencia social (Ídem). 
Es así como el ser humano inicia un recorrido sin límites cuyo fin hay que 
configurar desde la estructura del carácter. A este respecto, en su obra Ética y 
Psicoanálisis, que data de 1947, Fromm considera dos orientaciones básicas: el 
carácter productivo y el carácter improductivo; en la obra citada, Fromm, expone 
detalladamente su definición de lo humano tomando como punto de partida la 
debilidad biológica del ser humano, misma que le permite analizar y contextualizar 
nuestro devenir histórico, nuestra evolución, nuestra transformación y crecimiento, 
pero a la vez, Fromm concluye que la debilidad del ser humano no es histórica, 
psicológica o sociológica. 
Para Fromm, si bien la naturaleza limita, la raza humana se ha desarrollado y es 
producto de diversos embates en el orden social, material y cultural, lo que le ha 
permitido sobreponerse a diversas situaciones de catástrofe, dándole también la 
posibilidad de transformar la experiencia de generaciones enteras en sistemas de 
pensamiento; a la par, el ser humano ha ido elaborando un conjunto de respuestas 
a cada circunstancia hasta llegar a una ética humanista que, para Fromm, está 
implícita en nuestra condición humana y se expresa en bondad y productividad. 
De la misma manera, la ética humanista es definida por Fromm como el arte de 
vivir fundamentado en códigos socialmente válidos por medio de los cuales el 
hombre se interrelaciona con los demás; señala además que en este convivir, el 
ser humano afronta diversas dicotomías históricas y sociales en un continuo 
proceso de maduración que pasa por la definición y estudio de los núcleos de la 
personalidad, lo cual incluye la dimensión psicológica y la presencia de cualidades 
psíquicas heredadas. 
Con respecto al carácter, Fromm menciona que éste es un sistema de impulsos 
subyacentes en la conducta (Fromm, 1971) y hace una diferenciación entre los 
rasgos de conducta y los rasgos de carácter para abordar el estudio de las 
19 
 
motivaciones inconscientes que subyacen a las conductas observables: señala 
que la vida humana es la vida de los instintos, o sea, el uso prudente de la 
subjetividad en la conducta observable. Es así como Fromm delimita lo psicológico 
desde la estructura inconsciente de las motivaciones de cada sujeto a partir del 
estudio de su estilo de vida. 
1.3. Fromm, breve síntesis Freudo-Marxista 
A decir de Fromm, la psicología de Freud complementa el análisis de Marx, ya que 
el análisis freudiano constituye una psicología dinámica que trata con fuerzas 
psíquicas o pulsiones irracionales que motivan la conducta humana, los 
sentimientos y las ideas, siendo una psicología capaz de entender la evolución de 
estas fuerzas psíquicas al concebirlas como un proceso de interacción constante 
entre las necesidades del hombre y la realidad social e histórica. 
Ahora bien, recordemos que Fromm inicia su contribución al psicoanálisis a 
finales de la década de los veinte y que trabajó más de 50 años en el campo del 
psicoanálisis, siempre con el objetivo de llegar a la esencia del pensamiento de 
Freud a través de la interpretación de sus fundamentos filosóficos, sustituyendo el 
materialismo burgués por el histórico para llegar así a una síntesis creativa entre 
freudismo y marxismo, es decir, el psicoanálisis a la luz del materialismo dialéctico 
e histórico, mismo que se caracteriza por a) el compromiso con los intereses de 
clase; b) el carácter histórico de todo proceso social; y c) el principio de totalidad, 
que parte de grupos y clases sociales. 
En consonancia, Fromm menciona que el trabajo del psicoanalista va a estar 
influenciado por su vivencia social, esto es, “que la sociedad ya no está separada 
de quien la estudia, y el proceder del psicoanalista tiene mucho que ver con los 
resultados que se obtengan” (cit. en Millán,1981), es decir, en la práctica 
psicoanalítica, la realidad social y la persona no deben confundirse con un objeto 
de laboratorio, ya que los problemas que plantea la práctica psicoanalítica, así 
20 
 
como las soluciones que demanda, están ligadas a las condiciones específicas 
(sociales) que determinan a quienes llevan a cabo la investigación. 
A su vez, lo anterior implica que de igual manera, los fines que motivan el 
comportamiento transformador del psicoanalista son dictados o sugeridos por las 
condiciones particulares del analizado en el campo psicoanalítico, por lo que para 
Fromm, tanto la praxis dialéctica del investigador como del analizado se ven 
sometidos a la realidad presente y sus opciones de cambio; por consiguiente, 
Fromm mantiene un pensamiento crítico al señalar que toda sociedad, dada su 
proclividad a mantener sus propios sistemas, impide el desarrollo óptimo de las 
potencialidades del individuo. 
En suma, Fromm enarbola lo que ha dado en denominarse un humanismo radical, 
consistente en: 
“Una filosofía global que insiste en la unicidad de la raza humana; en la 
capacidad del hombre para desarrollar su propio potencial y para llegar 
a la armonía interior y establecer un mundo pacífico, considera como 
fin del hombre la completa independencia, y eso implica penetrar a 
través de las ficciones e ilusiones hasta llegar a una plena conciencia 
de la realidad. Implica además una actitud escéptica respecto al 
empleo del poder; precisamente a lo largo de la historia del hombre, el 
poder ha sido y sigue siendo (al crear temor) lo que ha predispuesto al 
hombre para tomar la ficción por la realidad, las ilusiones por la 
verdad. El poder volvió al hombre incapaz de independencia y 
consiguientemente embotó su razón y sus emociones” (Ídem). 
En el materialismo histórico, Fromm distingue la función científica y la función 
ideológica del discurso psicoanalítico, entendiendo por discurso científico el que 
devela y manifiesta sus propias condiciones de producción, mientras el discurso 
ideológico las oculta. Así por ejemplo, en la obra de un autor, lo ideológico se hace 
evidente al considerar las áreas sistemáticamente relegadas en su discurso. 
21 
 
Respecto a Freud, concretamente, Fromm menciona su ceguera frente a las 
estructuras sociales del poder (Saavedra, 1994). 
Sin embargo, en 1930, en su libro El dogma de Cristo, Fromm concibe al ser 
humano dentro de su tiempo histórico y dentro de un marco social de lucha de 
clases, y sus necesidades, deseos y anhelos moldeados a través de la interacción 
dialéctica con una realidad externa concreta, respecto a lo cual menciona: “las 
ideologías solo se pueden comprender mediante el conocimiento del inconsciente, 
sobre el cual ejerce su efecto la realidad externa, que a su vez determina el 
contenido de la conciencia” (Ídem). En este sentido, Fromm historiza, es decir, 
particulariza la realidad externa y dice que ésta se encuentra determinada por la 
situación social y que a su vez la sociedad desempeña una doble función en la 
situación psíquica del individuo: tanto frustrante como gratificante. 
En primer término, es raro que una persona renuncie a sus impulsos por advertir 
los posibles peligros resultantes de su satisfacción; más bien, generalmente es la 
sociedad la que establece las restricciones mediante normas y prohibiciones 
impuestas al individuo con fundamento en la base de un reconocimiento social de 
un peligro verdadero para él mismo y vinculado con la gratificación del impulso; en 
segundo término, tenemos que la represión y frustración de impulsos se debe a 
que su satisfacción podría significar un daño no para el individuo sino para el 
grupo, y, por último, sabemos que las prohibiciones son hechas no en el interés 
del grupo sino sólo en el interés de una clase dominante. 
 
2. MATERIALISMO HISTÓRICO Y PSICOANÁLISIS HUMANISTA 
En este capítulo se exponen las aclaraciones que hace Erich Fromm acerca del 
verdadero significado de la filosofía de Marx, punto relevante en virtud de que 
Fromm ha sido uno de los investigadores contemporáneos que con mayor 
seriedad ha profundizado en el estudio de la obra de Marx, retomando conceptos 
medulares de la filosofía marxista, tales como conciencia, alienación, enajenación 
y humanismo, entre otros, para demostrar cuán vigentes se encuentran en nuestra 
realidad cotidiana. 
2.1. Acerca del malentendido de la Filosofía Marxista. 
En su obra titulada Marx y su concepto del hombre (1966), Fromm menciona que 
es muy lamentable el desconocimiento y la ignorancia prevalecientes en quienes 
afirman haber leído la obra de Marx, esto a la vista del malentendido y la 
falsificación de los conceptos marxistas cuando, hoy por hoy, estamos siendo 
testigos del cumplimiento de aquello que con tanta precisión Marx pudo prever y 
fundamentar de una manera detallada y científica en obras tan completas y 
profundas como sus “Manuscritos Económico Filosóficos” y “El Capital”. Dado lo 
anterior, tal vez no sea coincidencia que esta mala interpretación se dé con mayor 
encono en Estados Unidos de Norteamérica, país 100% capitalista y uno de los 
primeros en que el consumismo ha alcanzado su máxima expresión. 
En la obra antes mencionada, Fromm expone que la filosofía Marxista tiene sus 
raíces en la tradición filosófica humanista de occidente, respecto a la cual, 
considera a Spinoza, Goethe y Hegel como sus principales representantes, 
haciendo hincapié en que la esencia de esta filosofía radica en el interés por el ser 
humano y en la realización de sus potencialidades, Menciona Fromm que el 
pensamiento de Marx conforma una filosofía revolucionaria que se erige en contra 
de las ideas de una sociedad impregnada de un ánimo de indiferencia y 
deshumanización, razón por la cual, a los ojos de algunos la filosofía marxista 
pudiera parecer rebasada y utópica; mientras a los ojos de otros representa una 
23 
 
verdadera obra magistral, impregnada esencialmente de la fe en la humanidad, 
fuente de nueva visión y esperanza que trasciende los estrechos límites del 
pensamiento positivista y mecanicista de las ciencias sociales en la actualidad 
(Ídem). 
Dicho lo anterior, Fromm advierte que solo si se entiende verdaderamente el 
sentido real del pensamiento de Marx, analizando su obra a fondo (y sin 
predisposición ni prejuicios, añadiría yo), podremos diferenciarlo del 
seudomarxismo ruso y chino, y solo entonces tendremos las herramientas 
necesarias para comprender la compleja realidad del mundo actual y, por ende, 
para entender y enfrentar de una manera más adecuada este reto, así como para 
influir de manera positiva en la disminución de la actitud irracional y paranoide que 
ve en el humanismo de Marx una fantasía, un sueño imposible de alcanzar. 
2.2. El Materialismo histórico de Marx. 
Uno de los puntos abordados por Erich Fromm versa acerca de la interpretación 
que muchos teóricos han dado al materialismo de Marx (sobre todo, como ya 
mencionábamos, en los Estados Unidos de Norteamérica), consistente en la tesis 
filosófica de que el interés material del hombre, su deseo de ganancias y 
comodidades materiales cada vez mayores, es su única motivación. 
Al respecto, menciona Fromm (Ibídem) que tales aserciones pasan por alto que 
los términos idealismo y materialismo, tal y como son empleados por Marx, no 
guardan relación con las definiciones en el sentido psicológico que conocemos 
como motivaciones psíquicas de un nivel superior o espiritual, en oposición a las 
motivaciones de un nivel inferior o más bajo, respectivamente. 
Para aclarar este malentendido, Fromm (Ibídem) expone el sentido en que Marx 
emplea este término —ya que precisamente es en este sentido que está en 
concordancia con toda su obra—, recurriendo para ello a la terminología filosófica 
donde el significado de materialismo se refiere a que la materia en movimiento es 
24 
 
el elementofundamental del universo. En contraposición a esto, se entiende por 
idealismo una filosofía en la que la percepción que tenemos del mundo a través de 
nuestros sentidos no es lo que constituye la realidad, sino que ésta se encuentra 
constituida por esencias incorpóreas o ideas. 
En este punto, es conveniente aclarar que si bien hay distintas concepciones 
filosóficas, ya sea materialistas o idealistas, a este respecto, Marx adoptó una 
postura firme en contra del materialismo mecanicista-naturalista, aquel que 
sostiene que las ideas y los sentimientos se explican como resultado de procesos 
corporales químicos, con la consecuencia de soslayar la influencia del proceso 
histórico. En lugar de ello, Marx postuló lo que llamó en sus Manuscritos 
Económico-Filosóficos el «naturalismo» o «humanismo», que se distingue tanto 
del materialismo como del idealismo, y es lo que constituye su tesis unificadora. 
En suma, al referirse al materialismo, Marx simplemente hacía alusión a las 
condiciones materiales fundamentales de la existencia humana. Este aspecto del 
método materialista de Marx consiste en el estudio de la vida económica y social 
del hombre y de la influencia de este modo de vida real en sus pensamientos y 
sentimientos; es decir, para Marx no se parte de lo que los hombres dicen, se 
representan o imaginan, sino que, a decir suyo: “se parte del hombre que 
realmente actúa, y, arrancado de su proceso de vida real, se expone también al 
desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vida”. A 
continuación se cita textualmente la propia definición de lo que representa para 
Marx el concepto de materialismo histórico, tal y como se enuncia en la obra La 
ideología Alemana (Ibídem): 
“El modo como los hombres producen sus medios de vida depende, 
ante todo, de la naturaleza misma de los medios de vida con que se 
encuentran y que se trata de reproducir. Este modo de producción no 
debe considerarse solamente en cuanto es la reproducción de la 
existencia física de los individuos. Es ya, más bien, un determinado 
modo de la actividad de estos individuos, un determinado modo de 
25 
 
manifestar su vida, un determinado modo de vida de los mismos. Tal y 
como los individuos manifiestan su vida, así son. Lo que son coincide, 
por consiguiente, con su producción, tanto con lo que produce como 
con el modo cómo producen. Lo que los individuos son depende, por 
tanto, de las condiciones materiales de su producción”. 
Así pues, la interpretación popularizada de la idea del materialismo histórico de 
Marx es errónea porque supone que el motivo psicológico más fuerte en el hombre 
es ganar dinero y disfrutar de mayor comodidad material. Si esta fuera la principal 
fuerza que actúa en el hombre (según la opinión distorsionada que se tiene de la 
tesis de Marx), la clave para explicar la historia sería que la única ambición del 
hombre es la consecución de satisfacciones materiales. 
A decir de Fromm (Idem), la explicación de este malentendido radica en el 
supuesto de que el materialismo histórico es una teoría psicológica que se refiere 
a los impulsos y pasiones del hombre; cuando en realidad el materialismo histórico 
afirma que el modo de producir del hombre determina su pensar y sus deseos. En 
este sentido, la economía se refiere, no a un impulso psicológico, sino a un factor 
objetivo económico-sociológico: el hombre, para sobrevivir, necesita satisfacer sus 
necesidades materiales (alimentos, vivienda, vestido, entre otros) y, por lo tanto, 
necesita producir; de ahí que el modo de producción —que depende de 
condiciones reales y objetivas—, actúe primero y determine las demás 
condiciones de vida, esto es, su organización social, sus ideas y sus intereses. 
Para darnos una idea más precisa, Fromm (Idem) cita la formulación más 
completa escrita por Marx en 1859 acerca del concepto de Materialismo Histórico: 
“El resultado general a que llegué y que, una vez obtenido sirvió de hilo 
conductor a mis estudios, puede resumirse así: en la producción social 
de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias 
e independientes de su voluntad, relaciones de producción que 
corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas 
productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción 
26 
 
forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la 
que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que 
corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de 
producción de la vida material condiciona el proceso de vida social, 
política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre lo que 
determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que 
determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de 
desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan 
con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la 
expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de 
las cuales se han desenvuelto hasta ahí. De formas de desarrollo de 
las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas 
suyas. Y se abre así una época de revolución social, al cambiar la 
base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente toda la 
inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian estas 
revoluciones, hay que distinguir siempre entre los cambios materiales 
ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden 
apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las 
formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una 
palabra las formas ideológicas en que los hombres adquieren 
conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo 
que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no 
podemos juzgar tampoco a estas épocas de revolución por su 
conciencia, sino que por el contrario, hay que explicarse esta 
conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto 
existente entre las fuerzas productivas sociales que caben dentro de 
ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción 
antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan 
madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso la 
humanidad se propone únicamente los objetivos que puede alcanzar, 
pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo 
27 
 
brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las 
condiciones materiales para su realización. A grandes rasgos, 
podemos designar como otras tantas épocas de progreso, en la 
producción económica de la sociedad, el modo de producción asiático, 
el antiguo, el feudal, y el moderno burgués. Las relaciones burguesas 
de producción son la última forma antagónica del proceso social de 
producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, 
sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de 
vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan 
en el seno de la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las 
condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta 
formación social, se cierra por tanto, la prehistoria de la sociedad 
humana”. 
A su vez, Rodolfo Mondolfo, en su obra denominada El Humanismo de Marx 
(1973), menciona el verdadero significado que para Marx y Engels tenía lo que 
denominaron materialismo histórico, concluyendo que éste consiste en considerar 
al hombre en su realidad efectiva y concreta; comprendiendo la existencia del 
hombre en la historia y, a su vez, comprendiendo a la historia misma como la 
realidad producida por el hombre a través de su actividad, de su trabajo, de su 
interacción social. 
Esto es a lo que Marx llama praxis, misma que abarca toda forma de actividad 
teórica y práctica al mismo tiempo y, a su vez, es una relación recíproca entreel 
hombre y las circunstancias que él mismo crea, ya que al modificar las 
circunstancias se produce un cambio interno en el mismo espíritu del hombre, de 
tal manera que el producto de su creación reacciona sobre su creador. Dicho en 
otras palabras, Mondolfo hace referencia a lo que Marx llamó la inversión de la 
praxis: el efecto se convierte en causa y produce por medio de la modificación de 
sí mismo, la transformación continua del hombre. En conclusión, menciona este 
autor, la filosofía de la praxis sostenida por Marx se refiere evidentemente al 
hombre y a su historia, es decir es un humanismo historicista. 
28 
 
2.3. Del humanismo de Marx al humanismo de Fromm 
En términos muy sencillos, el humanismo de Marx implica la creencia en el género 
humano y en el potencial del hombre para perfeccionarse por sus propios 
esfuerzos. Este humanismo tiene sus raíces en las concepciones de los profetas 
hebreos y filósofos griegos; por ejemplo, para Goethe (cit. en Fromm, 1974). “El 
hombre lleva en sí no sólo su individualidad, sino toda la humanidad, con todas 
sus posibilidades, pero las limitaciones externas que operan sobre su existencia 
individual determinan que sólo pueda materializar esas posibilidades en escala 
restringida”. 
Asimismo, podemos afirmar que, a la par de Goethe, pensadores como Sócrates, 
Leibniz, Kierkegaard y el mismo Marx compartieron la fe en el género humano y su 
perfectibilidad, asumiendo que, en la medida en que el hombre se conozca a sí 
mismo, desarrollará aún más su autoconciencia y con ello podrá darse cuenta de 
lo que es capaz, contando así con las herramientas necesarias para desarrollar su 
individualidad, su potencial humano y, en consecuencia, es de esperarse que será 
capaz de lograr una mayor armonía consigo mismo y con sus semejantes. 
En alusión a lo expuesto hasta el momento, podemos afirmar que el humanismo 
surge como una reacción frente a evidentes amenazas que se han cernido sobre 
la humanidad; así, durante el Renacimiento surge contra la amenaza del fanatismo 
religioso, mientras en la época del Iluminismo, su surgimiento se explica y 
entiende con base en la prevaleciente esclavización del hombre por la máquina y 
los intereses económicos. 
En la actualidad, el humanismo adquiere mayor importancia ante la 
deshumanización imperante, misma que se refleja en la sobrevaloración de los 
bienes materiales y de intereses económicos sobre las verdaderas necesidades 
del hombre. Es una realidad que el hombre, sin advertirlo a cabalidad, se está 
convirtiendo en esclavo de las cosas y de las circunstancias que él mismo ha 
29 
 
creado; en consecuencia, actualmente hay un creciente interés por el humanismo, 
como una alternativa ante la descomposición social. 
Para Mihailo Marcovik, humanista contemporáneo (cit. en Fromm, 1974), el 
humanismo significa una filosofía que procura resolver todos los problemas del 
hombre, incluyendo no sólo problemas antropológicos tales como la naturaleza 
humana, la alienación, la libertad, etc., sino también problemas de carácter 
ontológico, epistemológico y axiológico. Así, una ontología humanista implica una 
teoría de los objetos del mundo humano cuyos límites están constituidos por todo 
género de actividad humana, incluyendo la percepción sensorial, la elaboración de 
las teorías, la operación matemática con símbolos, etc., así como las funciones 
físicas del cuerpo humano. 
En el mismo tenor, una epistemología humanista implica una teoría del 
conocimiento humano, mientras que una axiología humanista implica una teoría de 
los valores concretos, históricamente dados y variables, y no sólo de ciertos 
ideales y normas absolutas y trascendentales. Semejante enfoque humanista de la 
filosofía exige un método filosófico que acepte la unidad intrínseca del sujeto y el 
objeto, y de una teoría y práctica que tome en cuenta el proceso histórico de 
manera crítica y objetiva, no de manera ideológica, desprovisto de la ceguera 
positivista ante los valores humanos y los intereses prácticos. 
Desde el punto de vista de este autor, el método que reúne estos requisitos, es el 
método dialéctico desarrollado y aplicado por Marx, para quien la dialéctica era 
principalmente un arma de crítica social, un medio para explicar la realidad social 
existente y que además, al mismo tiempo indicaría el camino hacia la acción de 
cambio. No obstante, en la mayoría de los casos, la filosofía humanista 
contemporánea padece de eclecticismo metodológico, de un enfoque abstracto y 
a-histórico de los problemas del hombre. 
Carlos Marx fue el primero que postuló que no es posible separar la teoría de la 
práctica ni el conocimiento de la acción, así como tampoco es posible separar los 
30 
 
fines espirituales del sistema social, afirmando que el hombre libre e 
independiente sólo podría existir en un sistema social y económico que, por su 
racionalidad y abundancia contribuyera al desarrollo pleno del individuo, como 
condición para el desarrollo pleno de la sociedad, y viceversa. 
El humanismo de Marx está impregnado de la sensibilidad para reconocer y el 
valor para señalar los males sociales: la pobreza, la explotación del hombre por el 
hombre, la esclavitud y la opresión y todo lo que se deriva de ello, y que impide al 
hombre el desarrollo de su potencialidad, de su individualidad y, como 
consecuencia, lo imposibilita para alcanzar la felicidad, misma que si bien aún no 
ha podido ser definida, ni siquiera por el mismo Marx, al menos éste ha tenido el 
acierto de plantear con claridad científica cuáles son los obstáculos que se oponen 
a ella al incluir en sus planteamientos formas y medios para subsanar las causas 
de los padecimientos que aquejan a la humanidad. 
A diferencia de otros filósofos de su época, Marx profundizó por primera vez en el 
problema del hombre y de las diversas formas de su alienación en una sociedad 
de clases; pudo advertir que si los males que padece el hombre tienen sus raíces 
en una estructura social dada, entonces las posibles soluciones se deben 
encausar precisamente en este sentido, en una perspectiva social, para lo cual 
definió y dio vida a conceptos tales como clase social, burguesía y proletariado, 
formación social y factores de su desarrollo, lucha de clases, propiedad privada, 
capitalismo y socialismo, todas ellas categorías que asumen el papel de fuerzas 
modeladoras de la sociedad. 
Es aquí precisamente donde la teoría de Fromm se articula con la de Marx, en su 
perspectiva social, de donde Fromm retoma importantes descubrimientos de la 
teoría marxista, como aquel que dicta que la conciencia del hombre es producto 
de su ser social, y no el ser social producto de la conciencia. Partiendo de ahí, 
Fromm revitaliza y crea importantes conceptos, tales como el carácter social, la 
enajenación, el interés desmedido del hombre por los cosas materiales, y el 
descuido o abandono de los valores espirituales. 
31 
 
Para Fromm, como para Marx, el punto central de su filosofía, tanto teórica como 
práctica, fue el bienestar del hombre y el planteamiento de que este bienestar sólo 
podría llegar a materializarse por medio de la disolución de las clases sociales, ya 
que la marcada diferencia entre éstas era producto del dominio de la clase social 
que ostentaba el poder y la riqueza material, obtenida a través de la explotación 
de la clase social que tenía como único recurso su fuerza de trabajo. 
La finalidad y la convergencia de estos dos filósofos humanistas se podría decir, 
entre otras, es la desaparición de las clases sociales, el Estado, el prejuicio, la 
religión, y todas las formas básicas de alienación. Sobre todo en este sentido, la 
filosofía de Marx encuentra eco en el pensamiento de Fromm, quien actualiza y 
aplica el concepto de alienación, tal vez uno de los más importantes 
descubrimientos de la filosofía de Marx, ya que parte de la concepción del hombre 
comoun ser activo, productivo, que capta y transforma al mundo objetivo con sus 
propias facultades. En contraposición, para Marx la alienación significa que el 
hombre no se experimenta a sí mismo como el factor activo de su captación del 
mundo, sino que experimenta a su entorno social y material, e incluso a sí mismo, 
como algo ajeno, extraño a él, experimentando al mundo, pasiva y 
receptivamente. 
Desde esta perspectiva, inclusive las ideas, el arte y cualquier clase de objetos 
hechos por la mano del hombre (que si bien son valiosos auxiliares en la vida de 
éste al hacerla más práctica y cómoda), si no se les da el lugar que realmente 
tienen, constituyen una trampa, un riesgo de confundir la vida con las cosas: el 
hombre, sin darse cuenta, transfiere su poder en las cosas, llegando a concebirlas 
inconscientemente como algo superior a él mismo, de tal manera que 
gradualmente reduce todo su ser a una abstracción, reduciéndose a sí mismo, en 
su propio desarrollo, a un ser cuantitativo, deseando tener siempre más y más. 
En sus formas más extremas, este homo consumens llega a constituir un trastorno 
psicopatológico que se encuentra en muchos casos de personas deprimidas o 
angustiadas, que se refugian en la sobrealimentación, las compras exageradas, el 
32 
 
alcoholismo o la drogadicción, para compensar la depresión y la angustia ocultas. 
El hombre que se ha sometido a este sistema de vida, menciona Fromm, (1966) 
es “un ser mental y físicamente deshumanizado, la mercancía con conciencia de 
sí y capaz de actuar por sí mismo”. 
De ahí que, desde el punto de vista de Fromm, el humanismo de Marx sea un 
humanismo real, ya que este nombre corresponde justamente a su fin, es decir, la 
reivindicación de la persona humana, y no la persona degradada a la categoría de 
una mercancía más, y aún cuando en su teoría Fromm utiliza el término 
individualismo, al hacerlo no se refiere a la realización egoísta de los intereses 
particulares de los individuos, sino al desarrollo del potencial y de la creatividad del 
ser humano en el sentido de su unicidad, como ser único e irrepetible y a la vez 
vinculado al resto de la humanidad, con la que comparte rasgos comunes. En 
síntesis, tenemos que la aspiración de la filosofía Marxista consiste en que el libre 
desarrollo de un individuo es la condición para el libre desarrollo de todos los 
individuos. 
2.4. Aplicación del psicoanálisis humanista de Fromm a la teoría 
de Marx 
Erich Fromm ha sido uno de los investigadores más interesados y comprometidos 
en estudiar al hombre desde el punto de vista de su entorno social, así como de 
escudriñar las causas que le impiden desarrollar su potencial humano. A raíz de 
sus estudios, Fromm llegó a la conclusión de que una sociedad mentalmente 
enferma sólo puede producir individuos enfermos, y pudo alcanzar a ver y definir 
precisamente esta circunstancia que el mismo hombre ha creado, misma que le 
permite seguir funcionando “normalmente”, pero en la que, de alguna manera, se 
encuentra atrapado. 
Esto es a lo que Fromm denominó patología de la normalidad (Fromm, 1958); de 
ahí que, a decir suyo (Fromm, 1974), el mayor aporte de la obra de Marx consistió 
en liberar de sus expresiones abstractas y alienadas a las categorías económicas 
33 
 
y filosóficas que se referían al hombre, así como en aplicar la filosofía y la 
economía al hombre. En efecto, siendo Marx uno de los más grandes filósofos 
humanistas, las aportaciones que legó al conocimiento del hombre han sido de 
gran valor para la humanidad y, en concreto, para la psicología pues, como bien 
sabemos, esta ciencia tiene como objeto de estudio al hombre como ente 
pensante, poseedor de una conciencia de sí mismo y de su entorno. 
A grandes rasgos, la filosofía de Marx incluye conceptos psicológicos tales como 
conciencia, naturaleza del hombre, hombre mutilado, alienación, tendencias 
pasionales e independencia, por mencionar sólo algunos de los más importantes, 
y si bien en su tiempo no se pudo articular la filosofía de Marx con la Psicología, 
probablemente ello se debió a que en esa época no existía una psicología 
dinámica aplicable a los problemas reales de la humanidad; sin embargo, 
podemos advertir cómo la psicología de Freud complementa la teoría de Marx, ya 
que los descubrimientos más importantes de Freud se refieren precisamente a las 
fuerzas psíquicas que motivan la conducta, los sentimientos y las ideas humanas. 
En adición a lo anterior, en sus planteamientos Freud delinea diversos elementos 
para explicar las fuerzas antes mencionadas como un proceso de interacción 
constante entre las necesidades del hombre y la realidad social e histórica en la 
cual éste participa. Desafortunadamente, en esa época no se pudieron conjugar 
estos conocimientos, ello debido en parte a que los marxistas siguieron ignorando 
a la Psicología mientras, por su parte, Freud y sus colegas elaboraron sus ideas 
dentro de un marco de materialismo mecanicista que no fue benéfico para el 
desarrollo de los descubrimientos de Freud. 
No obstante, debido a la situación crítica que en muchos aspectos enfrenta la 
humanidad actualmente, con el transcurrir del tiempo tuvo lugar un resurgimiento 
del humanismo Marxista, especialmente en los países socialistas más pequeños, 
pero también en algunos de occidente. En este contexto, muchos socialistas 
marxistas tomaron conciencia de que la teoría marxista requería de una teoría 
psicológica y de que ambas, al articularse, podrían proporcionar al hombre un 
34 
 
sistema de orientación y sentido necesario que, a la postre, coadyuvaría a 
dilucidar el significado y objetivo de su vida. 
Dado lo anterior, los marxistas actuales deben reconocer que el empleo de una 
teoría dinámica crítica, de orientación social y en cuyo centro se encuentra el 
hombre, no puede seguir prescindiendo de la Psicología si no quiere perder el 
contacto con la realidad humana. En este mismo tenor, Erich Fromm (1988) 
menciona que uno de los principales problemas a los que debe dedicarse el 
psicoanálisis humanista, es al del carácter social, carácter matriz común a un 
grupo social (nación o clase) que determina efectivamente los actos e ideas de 
sus miembros y que se origina en la práctica de la vida tal y como está constituida, 
en virtud de una forma de producción específica y con una estratificación social 
resultante. 
Dicho en otros términos, el carácter social es aquella estructura específica de 
energía psíquica que una sociedad determinada moldea con el propósito de que 
resulte útil para el funcionamiento de dicha sociedad; dando como resultado el que 
la persona quiera hacer sólo aquello que debe hacer (por ejemplo, una estructura 
capitalista moldea hombres ávidos por trabajar, disciplinados y puntuales, cuyo 
principal interés consiste en el lucro monetario que deriva de la producción), 
fenómeno al que Adam Schaff (1974) denominó autonomía relativa. De ahí que, 
para Erich Fromm, el carácter social es la clave para entender las trabas que 
obstaculizan la plena realización humana. 
Pero a su vez, el carácter social es reforzado por todos los medios de 
comunicación disponibles en una sociedad dada: su sistema educativo, su 
producción literaria, sus canciones, chistes, formas de entretenimiento y, sobre 
todo, sus métodos familiares para criar a los niños. Este último aspecto es clave, 
pues gran parte de la estructura de carácter se forma en los primeros seis años de 
vida; lapso durante el cual la información que los padres trasmiten a los hijos 
(proveniente de la sociedad), tanto por su contenido, como por sus métodos 
educativos, actúa como agente normativo de su estructura de carácter. 
35 
 
Con base en estos planteamientos, Fromm (1983) demuestra que, dado que el 
hombre es un ente primordialmente social, sus tendencias se desarrollan como 
consecuencia de la necesidad de asimilar cosas y de socializar conpersonas, y 
que las formas de asimilar y socializar dependen de la estructura social en la cual 
vive. Pero además de aportar al humanismo el concepto de carácter social de 
Fromm, retoma importantes problemas que la filosofía marxista no analizó a 
fondo, ofreciendo respuestas a problemas tales como: 
¿Cuál es la causa por la que una sociedad logra asegurar la lealtad de la mayoría 
de sus miembros, aún cuando estos sufran bajo el sistema y aún cuando su razón 
les diga que la lealtad al sistema les es perjudicial? ¿Por qué sus intereses reales 
como seres humanos no triunfan sobre los intereses ficticios creados por todo tipo 
de información y lavados de cerebro ideológicos? ¿Por qué la conciencia de su 
situación de clase y de las ventajas del socialismo no fue tan eficaz como lo 
supuso Marx? 
Fromm afirma que las respuestas a estas interrogantes se encuentran en el 
concepto de carácter social; menciona que cuando una sociedad ha logrado 
moldear la estructura de carácter del hombre común, de tal manera que sólo le 
guste hacer lo que debe hacer, éste se siente satisfecho con las condiciones que 
le impone la sociedad. 
El carácter social también sirve para expresar el nexo entre la base material de 
una sociedad y su superestructura ideológica; una teoría psicológica dinámica 
demuestra que la sociedad produce el carácter social y que, a su vez, éste tiende 
a producir ideas e ideologías que se adaptan a él y lo nutren. Además, el carácter 
social no sólo es creado por la base económica, creando ciertas ideas, sino que a 
su vez estas ideas influyen sobre él e indirectamente sobre la estructura 
socioeconómica. 
El concepto de carácter social demuestra que la naturaleza de la energía humana 
(tanto física como psíquica) es tan maleable, que el hombre puede ser moldeado 
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casi para cualquier fin: para odiar o cooperar, someterse o dignificarse, disfrutar 
con el sufrimiento o con la felicidad. Tristemente, esto lo podemos comprobar 
cuando advertimos que mucha gente disfruta con la crueldad y la degradación 
humana, presentes en muchos de los espectáculos más populares de hoy en día. 
Si bien es cierto que el hombre es sumamente maleable, también es cierto que 
entre más es mutilado por la sociedad, más genera en él una sensación de 
incapacidad, misma que, a la postre, le impulsa a cambiar las formas sociales que 
lo mutilan. De ahí que los cambios sociales surjan del choque entre condiciones 
sociales inhumanas y las verdaderas necesidades humanas (la historia de la lucha 
del hombre por su libertad nos confirma este principio). 
El concepto de carácter social es útil para hacer estudios empíricos cuyo objetivo 
es demostrar la incidencia de los diversos tipos de carácter social en una 
determinada clase social. Por ejemplo, suponiendo que el carácter campesino se 
defina como industrioso, ahorrativo, obstinado, con escaso sentido del tiempo y la 
puntualidad; esto no sólo constituye una suma de rasgos de carácter, sino también 
una estructura psíquica cargada de energía, de emotividad, y de sentimientos que, 
de intentar ser cambiados, manifestaría una fuerte resistencia, ya que debe su 
existencia a una forma común de trabajar la tierra que ha caracterizado la vida del 
campesino durante miles de años. 
Fromm (Ídem) menciona que tal vez la aplicación más importante del concepto de 
carácter social consiste en que a través suyo podemos distinguir el carácter social 
futuro (en un socialismo como lo imaginó Marx) del carácter social de la época del 
capitalismo del siglo XIX (con su característico afán de poseer riqueza material), 
del carácter social del siglo XX (capitalismo o socialismo) de las sociedades 
altamente industrializadas y del carácter social del homo consumens (Fromm, 
1971). 
El carácter del homo consumens está convirtiéndose en la fuerza psíquica 
predominante en la sociedad industrial contemporánea, y su característica 
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principal consiste en confundir la libertad para consumir con la auténtica libertad 
humana. Marx percibió claramente este rasgo en la sociedad capitalista, de ahí 
que su meta haya consistido en liberar al hombre de la codicia de las cosas 
materiales, para que así pudiera estar totalmente despierto, vivo y sensible. 
A su vez, Fromm, al igual que Marx, pensaba que la producción primeramente 
debía estar destinada a cubrir las auténticas necesidades de consumo de los 
individuos para posteriormente ser canalizada hacía los medios de consumo 
social, tales como escuelas, bibliotecas, hospitales, parques, teatros, transporte 
público, etc. De la misma manera, ambos autores señalaban que el consumo 
individual irrestricto, conduce a la competencia, la codicia y la envidia, actitudes 
que son generadas no solo por la propiedad privada, sino por el consumo privado. 
En consonancia con lo antes expuesto, los métodos para estudiar el carácter 
social nos muestran la frecuencia de los diversos síndromes de carácter dentro de 
una población y la intensidad de estos síndromes dentro de cada sociedad; 
además, nos muestran también factores nuevos o contrarios generados por 
condiciones económicas diferentes. Esto nos permite conocer la importancia de 
las fuerzas psíquicas que subyacen a los procesos sociales, tales como el 
racismo, el belicismo, el pacifismo. Aquí, es necesario hacer notar que un rasgo 
común a estos métodos consiste en que evitan el error de confundir las ideologías 
con experiencias de la realidad interior, las cuales generalmente son 
inconscientes. 
Por otra parte, un aspecto adicional y sumamente importante que debe estudiar la 
psicología es el inconsciente social, es decir, todo aquello reprimido de la realidad 
interior y que es común a grandes grupos. Por ejemplo, en la sociedad industrial 
contemporánea, al hombre aburrido, angustiado y deprimido se le induce a pensar 
que es feliz siempre y cuando pueda comprar y consumir muchas cosas. De esta 
manera, podemos afirmar que el inconsciente social está constituido por ciertas 
fuerzas que actúan a espaldas del hombre, promoviendo en él un fin que de hecho 
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no forma parte de sus intenciones y llevándolo a actuar de cierta manera mientras, 
al mismo tiempo, tiene la ilusión de ejercer su libre albedrío. 
Esto se explica porque, al ser la conciencia un fenómeno social, ésta se puede 
moldear por medio de un filtro social cuyo objetivo consiste en no permitir que la 
mayoría de las experiencias humanas auténticas asciendan del inconsciente a la 
conciencia. Este filtro social consiste principalmente en: a) el lenguaje, b) la lógica 
y c) los tabúes sociales, y se encuentra revestido por las ideologías sociales 
(racionalizaciones) mismas que se expresan subconscientemente como ciertas 
cualidades que en realidad son ficciones producidas y compartidas socialmente. 
El estudio psicoanalítico demuestra que cada hombre está dotado de un potencial 
de tendencias pasionales, que van desde las más arcaicas hasta las más 
actuales, y que la suma de este potencial humano está moldeado por el conjunto 
de fuerzas económicas y sociales características de cada sociedad. Estas fuerzas 
producen un determinado inconsciente social y ciertos conflictos entre los factores 
represivos y las necesidades humanas dadas, que son esenciales para el normal 
desempeño humano (cierto grado de libertad, interés por la vida, etc.). La 
represión, ya sea que esté condicionada social o individualmente, fragmenta al 
hombre y lo priva de su humanidad total; de ahí se deduce que la conciencia 
representa al “hombre social”, producto de una sociedad determinada, mientras el 
inconsciente representa al hombre universal, es decir, al ser humano como tal. 
Otras importantes aportaciones que hace Marx a la psicología desde una 
perspectiva no determinista, sino ecléctica, consiste en señalar que en cada paso 
que da el hombre en su vida individual e histórica se enfrenta a una cantidad de

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