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Protosauce - Jair Montes Uribe

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Centro de Publicaciones / Universidad Nacional del Litoral 
PROTOSAUCE 
Esta edición electrónica reproduce por escaneo la parte correspondiente a este poemario, 
de la monumental edición de las Obras Completas, realizada por el Departamento de 
Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral, hoy lamentablemente muy difícil, 
sino imposible, de hallar. Se ha dejado el número de página original para referencia 
en citas. 
Puesto que la sección de notas está al final de la poesía editada y antes de la inédita 
y la prosa, no sigue la secuencia de números de página. 
Los poemas de Juanele exigen una cuidadosa disposición en la página, tipografía, 
interlineados, a veces sangrados, cuestiones en la que el autor era minucioso y 
exigente; vaya por tanto todo el mérito que corresponde a esa gran obra que fue 
la edición de la UNL. 
Índice 
(se indica el número de página del papel, 
seguido del número de página en el pdf) 
Mañana 35 5) Canción 65 35) 
Azul, lila... 36 6) Oh, lluvia sobre los campos... 67 37) 
En el Parque 37 7) La mañana... 68 38) 
Hacia el poniente el sol... 38 8) Luna llena 69 39) 
¡Oh, qué dulzura... 39 9) Rumor de lluvia 70 40) 
También tienes unos modos... 40 10) ¿Es la lluvia? 71 41) 
Luna... 41 11) Sangre mía 72 42) 
Sol de esta mañana... 42 12) Con una claridad de... 73 43) 
Sol de esta tarde... 43 13) Noche provinciana 74 44) 
Cuántas rosas... 44 14) Anoche ha llovido 75 45) 
Crepúsculo 45 15) Música de la retreta 76 46) 
Oh, esta lluvia... 46 16) En el lento crepúsculo se azulan 
En el Paraná 47 17) las afueras... 77 47) 
¿Por qué ese tono malva... 49 19) La noche es un silencio iluminado... 78 48) 
Una paz amarilla... 50 20) Los árboles dicen al agua... 79 49) 
Luna... 51 21) El corazón del campo... 80 50) 
Dicha 52 22) Espinillos de mi tierra 81 51) 
Tarde otoñal... 53 23) Mira mi hijo... ¿qué es eso? 83 53) 
Mañana otoñal 54 24) Mujer que el viento tienes... 84 54) 
En una claridad de rosa muerta.. 55 25) Mañana 85 55) 
Los matices del crepúsculo... 56 26) Ha llovido... La luz todavía de un gris 86 56) 
¡Qué maravilloso es el día! 57 27) La mañana quiere irse 87 57) 
Esta tarde me iría... 58 28) El río Gualeguay... 88 58) 
La noche murmura... 59 29) Estrellas de los campos... 89 59) 
Mañana 60 30) Corazón nocturno de la calle... 90 60) 
El paisaje se duerme... 61 31) Cielo azul, prado florido 91 61) 
Se apagan los matices... 62 32) Rama de sauce 92 62) 
La mañana penétrame... 63 33) Como dos criaturas... 93 63) 
El rastro del ocaso 64 34) Despertar 95 65) 
Luego de las poesías se encuentran las notas de la edición 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
Mañana 
Paz verde e infinita, esmaltada y azul 
hacia las lejanías en el dulce calor. 
El aire transparente y brillante palpita 
en sutiles relámpagos de fugaces cristales. 
Mariposas en el alfalfar cercano 
de fluido temblor, con manchas amatistas. 
Árboles quietos. Cantan las chicharras y trema 
como en lírica fiebre la mañana estival. 
Juan L Ortiz Obra Completa 6 
Azul, lila, rosa, amarillo que apenas 
es y el creciente en el cielo de perla. 
Arboles, árboles, contra la suba matizada, 
profundamente quietos como bajo un encanto. 
Qué bien estoy aquí, 
a lo largo tendido 
del perezoso, al lado 
de ti dormida, blanca, espectral en la luna. 
Las estrellas están 
dulcemente solemnes 
con yo no sé qué ensueño de ojos quietos 
en el cielo de un gris apenas azulado. 
Música de grillos 
sutilmente agria 
tan numerosa que es urdimbre tenue. 
El churrinche canta... 
Oh agua del río 
que gorgotea en la noche 
tan cristalina y fresca. 
¡Cómo estará el río! 
Sombra oscura de sauces sobre el agua argentada, 
quieta como de cielo engastado, muy íntimo, 
un rumor que es apenas en follajes azules, 
y el canto del cachilo que al paisaje confía 
un delgado secreto de brisa y de agua insomnes. 
Azul, lila... 
10 
20 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
En el Parque 
—No salgamos del Parque todavía... 
me rogaba mi alma ante el banal 
apremio que el regreso me imponía 
—No salgamos del Parque, que mi mal 
de hastío se fundiera en la alegría 
de esta dorada luz primaveral, 
tan dulce, que su diáfana armonía, 
hace la tarde casi musical. 
No salgamos del Parque... hasta la más 
humilde hierba está como transida 10 
de esta delicia clara y extasiada 
y ahora soy un ave que esta paz 
canta, sobre la rama más subida, 
melodiosamente enajenada. 
Juan L Ortiz Obra Completa 8 
Hacia el poniente el sol... 
Hacia el poniente el sol es un hervor dorado 
bajo de un archipiélago fantástico de ámbar. 
Sobre el agua infinita, malva, del cielo quieto, 
un vapor de violetas desde el este se alza. 
El caserío, allí, se aclara de amarillo, 
sobre el verde ya crepuscular del valle. 
Un hombre corta alfalfa... Qué paz la anciana 
figura laboriosa sobre el alfalfar hila... 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
¡Oh, qué dulzura... 
¡Oh, qué dulzura estar esta tarde así unidos, 
sentados frente a frente, mirando los tejidos 
tenues de la llovizna, conversando, leyendo, 
escribiendo yo un poco y tú un rato tejiendo, 
mirándonos los ojos profundamente, y 
sonrientes quedándonos en éxtasis así... 
¡Oh, qué dicha, Señor, tenerla ya en mi vida 
a mi ensueño constante como una gracia asumida 
muy quieta y silenciosa, aunque llena de amor, 
cuando sobre el papel me distrae el ardor 10 
lírico que me infunde con su dulce belleza, 
inmediata y lejana por su misma pureza... 
Juan L Ortiz Obra Completa 10 
También tienes unos modos... 
También tienes unos modos 
de chicuela traviesa y juguetona 
que con su alegría 
divierte mi ensueño, 
luminoso todo el de tu aire matinal. 
Pero me ves entonces 
un poco distraído 
y enojada me dices que estoy indiferente. 
¡Oh, no, no, vida mía, 
que así quisiera verte en todos los momentos, 10 
como con un encanto de ondina, fugitiva 
de levedad ondulante y transparente, 
de ligera alegría destrenzada... 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
Luna-
Luna 
ya llena de un 
misterio 
primaveral 
voluptuoso y dulce 
que al alma mía hace adormecer 
en una languidez 
larga 
y sutil. 
Luna hecha de ilusión 
triste de infinita. 
Luna fresca y lánguida 
como de jazmín, 
llena ya de un vago 
hálito de flores 
que están por abrir. 
Luna de Septiembre 
ya clara de una 
tibia palidez 
primaveral. 
Juan L Ortiz Obra Completa 12 
Sol de esta mañana... 
Sol de esta mañana 
tan tibio y sutil 
que anegas mi alma 
con una caricia 
transparente y honda. 
No soy más que un 
punto diamantino 
de tu infinita 
diáfana clámide. 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
Sol de esta tarde... 
Sol de esta tarde 
ya un poco dorado 
que me das este éxtasis 
lleno de celeste 
hondo, de verde 
transparente, 
de agua joyante. 
Sol de esta tarde 
tendido en el pasto. 
Chispean las hojas 
y en el aire tiembla 
un brillo de telas. 
Los insectos hacen 
égloga dulcísima. 
Un pájaro canta... 
Ya es toda dorada 
la paz. 
Juan L Ortiz Obra Completa 14 
Cuántas rosas... 
Cuántas rosas abrieron anoche! 
y en este aire de cristal celeste 
todavía fresco 
qué rojas, qué rojas... 
¡Oh, el paraíso florecido 
contra la suba diáfana del cielo 
tan luminoso 
entre la espesa fronda verde y lila... 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
Crepúsculo 
Un fuego vivo se abre en el poniente. 
El paisaje se inflama. 
El caserío lejano se pone rosa, lila, 
mientras las arboledas 
distantes 
se irisan en un vago tornasol. 
El cielo 
nublado 
de una sangre efímera se pinta. 
Momento divino 10 
que me deja los ojos encantados 
y arde como una rosa incandescente 
que se consume al punto de abrirse y deslumhrar. 
Juan L Ortiz Obra Completa 16 
Oh, esta lluvia... 
Oh, esta lluvia estival 
con gr ave son de arpa 
tan dulcemente bañada. 
Hay una claridad pálida 
llena de alma y de delicia. 
Los árboles 
aunque oscuros 
están voluptuosos. 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
En el Paraná 
Atardecer 
El ocaso alarga su llama en el río.Y al oriente la luna 
ya alta en el cielo 
inefable 
da un matiz imposible a las aguas de seda 
en que dilátanse las vagas arboledas. 
Noche 
La luna hace un camino de lirios en el agua 
por el que va hasta ella el más íntimo sueño 
de esta melancolía 
solitaria e insomne: 
un encanto tembloroso de azucenas 
como si floreciera la bruma de las islas 
que árboles, agua, envuelve en una palidez 
vaporosa de gris y de azul infinitos. 
Amanecer 
Fuego claro debajo de un malva transparente. 
Se irisa en el agua, apenas conmovida, un temblor 
metálico de un fugitivo tejido. 
Juan L Ortiz Obra Completa 
Otro amanecer 
El paisaje desvélase 
en blanquísima humedad. 
Azules lejanías cambiantes y vapores 
de ópalo entre los árboles aún oscurecidos. 
Amarillos y rosas de acuarela, fugaces 
del cielo y del agua como sonrisas pálidas. 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
¿Por qué ese tono malva... 
¿Por qué ese tono malva 
se extiende por el cielo? 
Es el alma sutil 
de los árboles hecha 
vapor, matiz, esencia 
en el lento crepúsculo. 
Los árboles meditan 
su pensamiento íntimo 
alumbrado de rosa, 
de amarillo, de lila... 
velado de una tenue, 
irisada ceniza... 
Juan L Ortiz Obra Completa 20 
Una paz amarilla... 
Una paz amarilla 
cantada de pájaros. 
Oro tenue en que ya germinan los matices 
de un crepúsculo dulce y apacible. 
En la calle 
un domingo extasiado 
en una transparencia dorada aún traspasa 
de suntuosa delicia la hierba, el polvo, todo, 
y al alma aclara de una candidez infantil 
llena de los recuerdos de domingos lejanos. 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
Luna-
Luna, 
qué hechizo 
extraño 
y qué maleficio 
sutil, 
hace esta pena 
mía, 
en tu palidez 
una melodía? 
Es que tú eres luna 10 
música secreta 
de una luz de alma, 
la más suave música 
para el corazón: 
digo un llanto tenue 
de no sé qué plantas 
cuyo vago encanto 
dulcemente suspende las flores y la noche. 
Melodía luna, 
mi corazón es todo de suspiros, 
dolido en tu nostálgico infinito. 
20 
Juan L Ortiz Obra Completa 22 
Dicha 
La calle estaba triste en la tarde nublada. 
Volvía melancólico de ciudad vanidosa. 
Pero bajo la lámpara de pantalla rosada 
me sonreiste con alegría amorosa. 
¡Oh, la dicha del nido tibio, con tu sonrisa, 
esa penumbra vaga que de rosa es apenas 
en torno del dorado círculo en que se irisa 
tu cabellera en dulces refulgencias serenas; 
la lectura de libros de extraña fantasía, 
el silencio hacendoso ante la tela blanca, 10 
y la mantilla blanca, de tu alma y de la mía; 
la gracia de tus ojos bajados, y el azul 
humo del cigarrillo que de un rubí arranca, 
y se alza luego en lentos arabescos de tul... 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
Tarde otoñal... 
Tarde otoñal, 
diáfana y pura como de otro mundo. 
¡Oh, esta luz, 
tibia y suntuosa como un tesoro ideal. 
Alargo mis manos 
y las doy vuelta mirándolas, 
y las cierro luego 
con un gesto inconsciente de apresar esta gracia, 
mientras sonrio en una 
eterna 
dicha 
dorada... 
Juan L Ortiz Obra Completa 24 
Mañana otoñal 
Los cantos de los pájaros 
más fríos son, más delicados son. 
Se dijera que suenan 
en una 
profundidad desconocida 
un poco triste 
que no se sabe si es del cielo o del alma 
sensibles hasta el dolor. 
La brisa fresca diríamos 
con sugestiones 
voluptuosas y un tanto melancólicas. 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
En una claridad de rosa muerta... 
En una claridad de rosa muerta 
se abismaba el crepúsculo en el rio. 
Había en las cosas no sé qué desierta 
quietud que daba un vago escalofrío. 
¿Por qué lenta ilusión la luz incierta 
demoraba en el agua su ya frío 
matiz, si en rededor estaba yerta 
la tarde, en un oscuro, azul, vacío? 
¿Hacia qué país lueñe de reflejo 
hundía un adiós rosa en el espejo 
que era ya un vapor lívido y ligero? 
...Y todavía pálida flotaba 
cuando la noche lila palpitaba 
tal como un florecido jazminero. 
Juan L Ortiz Obra Completa 26 
Los matices del crepúsculo... 
Los matices del crepúsculo 
son ángeles. 
Angeles calmos aquellas sombras lívidas 
que se abren en un sueño 
de agua, 
y de un claro ardor aquellas rosas 
que fránjanles de un fuego floral. 
Los matices del crepúsculo 
son ángeles 
que adormecen el alma, la tierra, de una tenue 
languidez azulada cuyo influjo 
hace el silencio 
melancolía 
contenida, 
íntimo el árbol 
vacío encantado el agua, 
cinta impasible y pálida el camino. 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
¡Qué maravilloso es el día! 
¡Qué maravilloso es el día! 
Me parecía bella 
la luz rosada de la lámpara 
frente a la tinta negra de la noche. 
—Azul ya lleno 
del puro ensueño del alba 
palidecía detrás de los cristales. 
Un lampo rosa 
pintó de pronto en el celeste verde 
el techo de la galería, 
y luego fue una disolución 
de piedras preciosas en la madreselva. 
¡Qué maravilloso es el día! 
¡Qué mezquina 
la luz de la lámpara 
ahora! 
Juan L Ortiz Obra Completa 28 
Esta tarde me iría... 
Esta tarde me iría 
lejos, hacia la orilla 
del río. 
Me sentaría 
frente a la maravilla 
transparente del agua sin un escalofrío 
sobre la barranca 
verde, cara a la paz 
perlada de este cielo 
de vaguedad entre blanca 
y una casi voluptuosidad 
primaveral, que es un anhelo. 
Sobre la barranca me sentaría 
y como en una melodía 
mi alma disuelta se hundiría 
en el silencio del paisaje 
solitario. De qué viaje 
profundo a través 
del infinito ella regresara después 
que estaría aún lejana 
y triste de belleza en lo íntimo llorando 
cuando 
viniese a mí el sueño suave como una hermana? 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
La noche murmura... 
La noche murmura como una arboleda 
invisible 
bajo la luna transparente y pura. 
Tiembla toda de grillos y de ranas 
y de infinitos élitros 
a la orilla del río de palidez celeste 
con tenues encajes de reflejos. 
¿Por qué me quedo tanto tiempo 
mirando el río 
profundo como un cielo 
sobre el cual se recortan 
unas ramas oscuras perfiladas de plata? 
Los álamos están 
dulcemente solemnes 
bajo las húmedas estrellas. 
El confín suave de delicados azules 
apenas vaguea en el hálito lunar. 
Noche pura hasta la delicia 
de una transparencia que casi no es de ella, 
y por eso tiembla en su desnudez 
con un inefable pudor inocente. 
Juan L Ortiz Obra Completa 30 
Mañana 
Vamos hacia la luz como hacia un incendio 
plateado 
por el camino dorado 
entre árboles que una tenue bruma apenas vela. 
¡Oh, el brillo del rocío 
y los argentinos relámpagos del agua quieta 
que arde como un tesoro hacia la lejanía 
bajo el cielo de esmalte 
celeste... 
Gracia de la mañana que nos trae 
una fragancia brillante 
de otra vida. 
... Y nos dan ganas de volar 
sobre los campos verdes con lento vuelo extasiado 
y aletear, traspasados 
de este aire 
dulce, que es una voluptuosidad 
traslúcida, infinita. 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
El paisaje se duerme... 
El paisaje se duerme 
en una inmóvil gloria verde 
que apenas turban 
vacas que pastan. 
Las arboledas 
hacia la lejanía 
son de una nube vaga, 
verde gris, un poco azul, 
casi tornasolada. 
¡Qué paz, qué paz! 
La tarde como un lago 
se duerme en el paisaje 
bajo la curva inmensa de su éxtasis. 
Juan L Ortiz Obra Completa 32 
Se apagan los matices... 
Se apagan los matices como una melodía 
con una pureza 
perfecta. 
Un vago rosa flota ahora sólo 
que el caserío torna ciudad maravillosa 
Y se difunde luego un vaho blanquecino 
que hacia el confín degrada en un celeste tenue, 
como un agua infinita que se pierde en el cielo, 
mientras por el poniente se va apagando lenta 
una hoguera morada tras las quintas oscuras. 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
La mañana penétrame... 
La mañana penétrame 
con su éxtasis 
de agua luminosa 
y de delicados prados verdes que mueren 
en tenue arboleda azul: 
éxtasis traspasado de una íntima 
cristalería de pájaros... 
Juan L Ortiz Obra Completa34 
El rastro del ocaso 
El rastro del ocaso 
se confunde en el río 
como en un vago vacío 
con la palidez lunar. 
Hacia el oriente 
hacia ¿qué mundo 
de alba extraña 
se va el río 
entre praderas flotantes 
cantado por los grillos, cantado por los grillos? 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
Canción 
Duérmete mi niño 
que la noche pura 
también se ha dormido 
sobre el campo oscuro. 
Duérmete, mi bien, 
mi bien, que los árboles 
apenas si son 
fantasmas de árboles. 
Duérmete mi niño 
que vela tu sueño 
una inquietud húmeda, 
dorada, de estrellas. 
Duérmete mi niño 
que arrulla tu sueño 
el canto del grillo 
y del cachilito. 
Duérmete mi niño 
que tu sueño adora 
un errante hálito 
de alfalfa y de pasto. 
Duérmete, mi bien, 
mi bien, que refresca 
Juan L Ortiz Obra Completa 
tu sueño un vapor 
vago de luceros. 
Duérmete mi vida 
que sobre tu sueño 
igual que la noche 
mi corazón late. 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
Oh, lluvia sobre los campos... 
¡Oh, lluvia sobre los campos! 
El cielo uniforme y gris 
flotante como una gasa. 
|Oh, lluvia sobre los campos 
anegados de esta lenta 
delicia igual que de una 
caricia infinita e íntima 
entre la sed del Estío! 
¡Oh, lluvia sobre los campos! 
¿En qué sueño casi ya 
olvidado, oyó el alma 
esta música tan dulce 
como un ensueño dormido 
sobre sí mismo en el aire 
y en el corazón lejano? 
¿Y hacia dónde, hacia dónde 
se me va el alma vagando? 
Se quedó en aquel árbol 
nostálgico contra el cielo, 
oscuro y vago como una 
melancolía abismada, 
o naufragó en el confín 
pálido, de lejanía 
marina triste y abierta? 
Juan L Ortiz Obra Completa 38 
La mañana-
La mañana 
de rosado sol alto 
y quieto 
[rubio] disuelto en pálidos matices 
va despertando 
con un hondo 
temblor de cigarras 
en su intimidad húmeda, dormida 
de rocío... 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
Luna llena 
Luna llena. Una esquila 
en la noche perdida. 
Un balido. Ladridos. 
Y los grillos, los grillos, 
los grillos solos que 
hasta la madrugada 
cantarán a la luna 
la dulzura del agua, 
de la tierra, del pasto, 
bajo la paz de ella 
que es un silencio pálido 
y musical de ángeles. 
Juan L Ortiz Obra Completa 40 
Rumor de lluvia 
Rumor de lluvia. 
Flota el alma en una 
dulce soñolencia 
musical, 
y se pone del 
color del paisaje: 
verde hondo y húmedo 
contra gris errante; 
y se hunde en su 
temblorosa vaguedad; 
se hunde, se hunde... 
Leo. Leo como en una 
rumorosa lejanía 
de mí mismo. 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
¿Es la lluvia? 
— ¿Es la lluvia? 
— No, no es la lluvia. 
Son las hadas del sueño 
que tocan los techos 
con floridas varillas, 
prenden gasas mojadas a los árboles 
y dan al alma 
esta gracia de serenidad 
flotante 
y triste... 
Juan L Ortiz Obra Completa 42 
Sangre mía 
Sangre mía que golpeas tu fiebre 
en las sienes, 
sal, y ábrete en una sonrisa 
de claridad y de agua para el mundo. 
O penetra en la húmeda 
sombra de las raíces 
y aflora luego hecha esperanza tierna 
y paz mullida toda irisada de vuelos 
bajo la luz del sol... 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
Con una claridad de... 
Con una claridad de infancia se alegra la mañana 
en un recuerdo impreciso de campo y cielo azul. 
Nubes de humo irisado abren paso a la luz 
que viene 
como una novia a los quince años. 
Juan L Ortiz Obra Completa 44 
Noche provinciana 
Los grillos quieren estar 
a solas con las estrellas, 
con la noche, 
pero los interrumpen los 
ladridos de los perros 
y 
los cantos de los gallos. 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
Anoche ha llovido 
Anoche ha llovido. 
Una lluvia ligera como un riego. 
El cielo es 
un celeste tierno 
de donde brota el mundo, nuevo, 
todo húmedo de brillos vegetales. 
Las cosas tienen 
el alma lejana de mi infancia 
disuelta en unos ojos 
queridos 
que lo llenaban todo de una maravilla 
amanecida 
y temblorosa de convaleciente. 
Juan L Ortiz Obra Completa 46 
Música de la retreta 
Música de la retreta 
que haces al sueño un camino 
melodioso hacia la noche. 
Música de la retreta 
que lloras a los luceros 
una pena antigua, yo 
no sé hasta dónde en tu llanto 
me llevas un alma vieja 
que yo creía ya muerta, 
música de la retreta. 
Música de la retreta. 
Estoy acostado. Afuera 
la luna de primavera 
es un resplandor de aromas 
todo sonoro de grillos. 
Música de la retreta 
que haces un camino dulce 
al sueño que viene a mí 
melodioso de tu 
llanto lejano y antiguo. 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
En el lento crepúsculo se azulan 
las afueras... 
En el lento crepúsculo se azulan las afueras 
como de un sentimiento que un escalofrío 
oscuro hace temblar de íntimas caricias 
en el aire que baja cual un ángel del agua 
estelar que humedece ya el cielo aún violeta... 
La noche es un amor de alba campesina, 
todo estremecimiento, tras el día de fuego, 
río invisible y vago corrido de frescores 
amanecidos como de lejanos arpegios 
—fuga de silfos que lo abren de sonrisas—. 
Juan L Ortiz Obra Completa 48 
La noche es un silencio iluminado... 
La noche es un silencio iluminado 
de una paz melodiosa de luna 
pura, pura, pura, pura, 
tan pura 
que parece 
recién nacida 
temblorosa de rocío. 
Hay un temblor de vida dulce en los follajes. 
Ladridos. Hacia la isla 
las esquilas que sueñan 
la dulzura de los prados, 
de la noche, de los follajes, 
del agua pálida y encantada, 
en gotas morosas y lánguidas, 
casi perdidas, 
casi desvanecidas. 
Gritos de los teruteros 
en invisibles bañados. 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
Los árboles dicen al agua... 
Los árboles dicen al agua 
unas cosas oscuras que los grillos entienden 
y propagan 
grandes pájaros vagos 
por el aire absorto 
encantado 
de un sentimiento malva 
tan puro 
que la primera estrella tiembla en su agua reciente 
como una voz dorada demasiado brillante. 
Juan L Ortiz Obra Completa 50 
El corazón del campo... 
El corazón del campo 
está soñando con la primavera. 
Ni un pájaro canta. 
¿A dónde se ha ido 
el rumor? 
El cielo es un silencio 
algodonoso y tibio. 
Con una gracia de almas pensativas 
las ramas 
sienten que de lo íntimo les llega 
una alegría diáfana de hojas. 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
Espinillos de mi tierra 
Espinillos de mi tierra 
que al horizonte del campo 
—humo verde entre tus troncos— 
le dais una vaga gracia 
de islas lueñes y fundidas. 
Espinillos, espinillos 
como mi tierra, vosotros 
sois de agrestes y de dulces. 
Sois el alma misma de 
mi tierra humilde y sumida 
en su silencio feliz 
sólo subrayado por 
los pájaros y las aguas, 
y en donde las tardes como 
pensamientos de otro mundo 
son tan frágiles y puras 
que un canto suele quebrarlas 
y un vuelo solo mancharlas. 
Espinillos, espinillos. 
¿Qué diálogo con la tarde 
ya madura, sostenéis? 
¿Lo vocearán los chingolos, 
o lo llevarán de aquí 
para allá estos pajarillos, 
mensajeros de las cosas 
Juan L Ortiz Obra Completa 52 
que están diciendo las ramas? 
Oh no, se queda en vosotros, 
y así parecéis cargados 
de los secretos del campo, 
del misterio de la paz 30 
agreste, bajo la tarde! 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
Mira mi hijo... ¿qué es eso? 
r 
— Mira mi hijo... ¿qué es eso? 
La desnudez de la aurora 
medio velada por una 
cabellera de árboles. 
Mi hijo miró, miró, los ojos agrandados. 
Miró y no encontraba la palabra. 
Pura como el asombro 
rosado de la aurora 
era su maravilla. 
Miraba. Es pequeño. 
Tiene apenas dos años. 
— ¿Qué es eso, mi hijo? ¿Qué es eso?— 
— Chiche!... papá 
chiche!! — 
me contestó. 
Juan L Ortiz Obra Completa 54 
Mujer que el viento tienes... 
Mujer que el viento tienes 
del primer día en tus ojos, 
y de la noche primera 
en tus pestañas bajadas. 
Dahlia creciente tus cejas 
son, que maduran las noches 
más dulces para el amor, 
o arcos en que palpitan 
cielos de golondrinas. 
Tu boca abre la punta 
en que ardeuna muerte 
más honda que la del vino 
y que la de la misma música, 
y en las líneas de tu cuerpo 
se estiran las curvas más 
tiernas de las manzanas. 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
Mañana 
El sol que se ha bebido ya el rocío 
arde sobre los follajes 
y tiembla en las chicharras, 
mientras debajo de los sauces 
pálidos tapices nocturnos 
conservan la humedad de la luna de anoche 
con sus flores blancas casi desvanecidas. 
El canto de las chicharras 
teje a la mañana una temblorosa tela 
en que se borda 
el quejido de la paloma, 
el piar de algunos pajarillos, 
el trino amoroso de otros, 
el gotear de algún cencerro 
[...] 
Teje a la mañana una temblorosa tela 
que empieza no sé dónde 
y se extiende hasta los confines ardientes 
que humean arboledas azules. 
Como una mosca enorme el campo bordonea 
bajo la araña del sol. 
Juan L Ortiz Obra Completa 56 
Ha llovido... La luz todavía de un gris 
Ha llovido. La luz todavía de un gris 
absorto, como una felicidad aún tímida 
de la mano de una brisa niña a los charcos 
de un acero indeciso, apenas si sonríe. 
Pura como del fondo de una paz mojada 
los grillos y los pájaros la están llamando. Ella 
se ha quedado con los parpados caídos, 
sumida acaso en un secreto voluptuoso. 
La felicidad pura, aérea del paisaje 
está hecha de luz translúcida y de cantos 10 
de pájaros. Tan pura la paz es que los árboles 
con una gracia de ángeles flotan en una música. 
Melodía infinita que tiembla de tan frágil 
como un agua de encanto en que sumida el alma 
sentimos a la vez el amor de la vida 
y la muerte a manera de una sutil angustia. 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
La mañana quiere irse 
La mañana quiere irse 
con el río al horizonte 
en una sonrisa de aguas, 
pero la prenden al cielo, 
a manera de alfileres 
melodiosos, los cantos 
de los pájaros. Se queda 
igual que una niña agreste, 
colgada por el encanto, 
absorta mirando el río. 
Juan L Ortiz Obra Completa 58 
El río Gualeguay... 
El río Gualeguay frente al pueblo se ha 
quedado distraído en su melancolía. 
¿Qué anhelo su verde silencio rizará 
que una luz abismada parece la alegría? 
¿Acaso querrá ser una claridad agreste 
que en torno a islas perdidas baila como una niña? 
Su anemia, en tanto, hecha fluido de sauce es este 
éxtasis que a la hora deja que se destiña. 
Ya no la hace ondular en su fuga a manera 
de una inquietud que busca su cielo accesible, 
pues encontró su esencia íntima, verdadera, 
vuelto sobre su hondo corazón apacible. 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
Estrellas de los campos... 
Estrellas de los campos, 
vuestra pureza 
aguda, 
como de música, 
temblando entre los árboles oscuros 
de celestes heridas mi vigilia 
llenó. ¿En qué honduras del sueño 
se disolvieron vuestros guiños 
o se quedaron para siempre palpitando? 
Deben haberse quedado. 
Porque a ratos un fuego, 
lejano y dulce, 
allá en el fondo último del alma me hace señas. 
Juan L Ortiz Obra Completa 60 
Corazón nocturno de la calle... 
Corazón nocturno de la calle. 
La calle se ensimisma 
en la paz fragante y pálida 
del creciente. 
Ajena está a todo, 
vuelta sobre su fiesta silenciosa 
llena de estrellas en su lagunilla. 
Ajena al cielo gris y vaporoso 
que muere con tan dulce muerte en el confín. 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
Cielo azul, prado florido 
La tarde niña vestida 
de azul, verde claro y rosa 
sonríe doradamente 
sobre el prado de cristal. 
Cielo azul, prado florido... 
Palabras recién vividas 
con una ya casi mística 
profundidad, oh, de Dios, 
quien modula en verde y rosa 
y azul, su primer palabra! 
Juan L Ortiz Obra Completa 62 
Rama de sauce 
Rama de sauce soy curvada sobre el río 
en busca del sentido de la noche del agua. 
Rama de sauce soy sensible a las preguntas 
del pájaro, en la tarde que ya es un hado extraño. 
Rama de sauce que se estremece con la 
"celistia" cuando en nosotros como un 
calofrío azulea, y que muere de vida 
cuando el alma del río en la luna se vuela. 
Rama de sauce soy a cuyos pies el tiempo 
es un baile de hadas que hacia la noche ondula. 10 
Rama de sauce soy para quien el sentido 
de la vida se aclara a una luz de agua. 
Rama de sauce soy siguiendo los hilos 
de un nocturno canto en la emoción del río, 
en busca del secreto sensible del paisaje 
que aun amándolo se le escapa, delgado. 
Rama de sauce soy curvada sobre el río 
en busca del sentido de la noche del agua. 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
Como dos criaturas-
Como dos criaturas tristes por la vida 
iremos dulcemente cogidas de la mano. 
Nuestra felicidad será la de dos niños 
enfermos pero unidos por un mismo dolor. 
Con muy suave sonrisa nuestras almas 
temblarán extasiadas ante toda belleza. 
Y será en su tristeza el temblor luminoso 
del rocío cuando saludemos la aurora 
y corramos por sobre la hierba amanecida 
con la misma inocencia de la tierna mañana. 10 
Como dos criaturas iremos por la vida 
maravillados ante los aspectos del cielo, 
la gracia de los árboles, el canto del pájaro, 
los reflejos del agua, la armonía de la flor. 
Seremos como espejos para el alma del día 
y si en las tardes grises cuando el cielo es triste, 
mortal, entristecemos demasiado, tendremos 
el consuelo tan íntimo y dulce de querernos 
Juan L Ortiz Obra Completa 64 
que nos hará más bella la urdimbre de la lluvia 
que aleja y va agrisando el paisaje flotante... 20 
Seremos en las noches como dos criaturas 
que deslumhra una fiesta infinita de estrellas, 
y que enmudece una melancolía sin nombre 
debajo de la inefable ceniza de la luna... 
Saldremos en las tardes al campo a admirar 
el árbol suavemente dorado, las sombras largas, 
el valle vago, la tenue melancolía fantástica 
que se estrella de lágrimas en la sombra que se alza... 
Juan L. Ortiz Protosauce 51 
Despertar 
Desde mi lecho, todas las mañanas, 
miro nacer la aurora, y un consuelo 
sutil es de mi alma en las tempranas 
ilusiones efímeras del cielo. 
La noche desvelada fue de vanas 
quejas, enfermo el amoroso anhelo 
de hondas nostalgias, bajo las lejanas 
fascinaciones del nocturno velo. 
El alba viene de ópalo. Me voy 
adormeciendo, a punto que una hada 
piadosa mis pupilas ardorosas 
entreabre, de tal modo que no soy 
más que una somnolencia aurirosada... 
más que un ensueño pálido de rosas... 
NOTAS 
Protosauce 
Construimos este libro hipotético que llama-
mos Protosauce de un cuaderno de tipo esco-
lar, de tapa blanda, que tiene como marca el 
título de "Cuaderno Borrador" (de la librería, 
juguetería y casa de Música "A Ostro v", Cór-
doba 2802, Buenos Aires), que Ortiz conservó, 
forrado en papel madera, entre sus papeles, 
hasta el final de su vida. Un cuaderno que se 
inicia con una fecha, 25 de diciembre de 1924, 
para el poeta sin dudas muy significativa (es 
el año de su casamiento), y que contiene, 
escritos en tinta negra, de corrido, sin espa-
cios en blanco entre medio, los poemas de sus 
dos primeros libros, El agua y la noche y El 
alba sube, y un conjunto de poemas no inclui-
dos ni en éstos ni en ningún otro libro. Preci-
samente estos poemas inéditos hasta ahora 
son los que componen el Protosauce y vinen a 
ser en realidad, antes que lo "anterior" a En el 
aura del sauce como en cierta manera lo con-
sideramos, más bien un resto de la selección 
que da origen a El agua y la noche. 
El Cuaderno Borrador está dividido en cuatro 
partes: en las tres primeras están los poemas 
sometidos a esta "selección" que da origen a 
El agua y la noche y en la cuarta parte todos 
los poemas de El alba sube... 
Podemos pensar, en cierto sentido, que estas 
cuatro partes que componen el Cuaderno Bo-
rrador constituyen el magma primigenio que 
da origen a En el aura del sauce: es decir, la 
suma de los poemas incluidos y los excluidos 
(a los que también llamamos suspendidos) y 
también las distintas variantes de los poemas 
que quedan consignadas en las respectivas 
notas. Estas variantes,de todas maneras, si 
bien significativas, en ningún caso son sustan-
ciales. El Cuaderno Borrador no es, propia-
mente, un "borrador". En su mayoría, los poe-
mas están en una versión muy próxima a la 
definitiva. Salvo en los casos de "¡Qué bien 
estoy aquí...!" y "Rio Rosado aún en la noche", 
ninguno de estos poemas ha sido retrabajado 
en el cuaderno. 
El Cuaderno Borrador está compuesto, en 
este orden, por los siguientes poemas: 
I 
(25 de diciembre de 1924) 
Mañana 
Mirado anochecer (*) 
Azul, lila... 
Qué bien estoy aquí...! (*) 
En el Parque 
Hacia el poniente el sol 
II 
(1924) 
¡Oh, qué dulzura... 
También tienes unos modos.. 
Luna-
Sol de esta mañana... 
Sol de esta tarde... 
Cuántas rosas... 
Crepúsculo 
Oh, esta lluvia... 
En el Paraná 
Atardecer 
Anochecer 
Amanecer 
Otro amanecer 
¡Oh, vivir aquí! (*) 
¿Por qué ese tono malva-
Una paz amarilla-
Señor... (*) 
Luna-
Dicha 
Tarde Otoñal— 
Mañana Otoñal 
¡Qué bien extraño el otoño!... (*) 
En una claridad de rosa muerta 
Los matices del crepúsculo 
¡Qué maravilloso es el día! 
Esta tarde me iría... 
La noche murmura-
Mañana 
El paisaje se duerme... 
Se apagan los matices... 
La mañana penétrame... 
El rastro del ocaso 
Canción 
Oh, lluvia sobre los campos.. 
La mañana... 
Luna llena 
Rumor de lluvia 
¿Es la lluvia? 
Sangre mía 
Iba la felicidad (*) 
Con una claridad de... 
Noche provinciana 
Entre Ríos (*) 
Anoche ha llovido 
Juan L Ortiz Obra Completa 98 
Música de la retreta 
En el lento crepúsculo se azulan 
las afueras-
Siesta (*) 
Pesada luz (*) 
La noche es un silencio 
iluminado... 
Los árboles dicen al agua.. 
Otoño, esplendor grave... (*) 
Día gris (*) 
El corazón del campo... 
Espinillos... (*) 
Mira mi hijo... ¿qué es eso? 
Dios se desnuda en la 
lluvia... (*) 
Mujer que el viento tienes-
Mañana 
Se extasía sobre las arenas... (*) 
Ha llovido... La luz todavía de 
un gris 
Delicias últimas (*) 
Como una niña la calle... (*) 
Lluvia (*) 
Los ángeles bailan entre la 
hierba... (*) 
La mañana quiere irse-
Tarde (*) 
El rio Gualeguay... 
Primavera lejana (*) 
Aquí estoy a tu lado (*) 
Este mediodía de... (*) 
Dulzura de la tarde... (*) 
Estrellas de los campos... 
Primavera en el aire... (*) 
Corazón nocturno de la calle-
Luna vaga, disuelta.. (*) 
La paloma se queja.. (*) 
Esplendor lejano y mortal (*) 
Luna sola de los campos... (*) 
Cielo azul, prado florido 
Los colores de Dios (*) 
ni 
(28 de abril de 1931) 
Poemas del anochecer (*) 
Calle dormida en el sol— (*) 
Danzad, muchachos (*) 
Noche (*) 
Claridad, claridad (*) 
"Diana" (*) 
Otoño (*) 
Domingo (*) 
Rama de sauce 
IV 
El alba sube... 
Sí, las rosas... 
Momento 
La noche y la mujer 
Es otoño, muchachos-
Mañana 
Sueño encendido... 
No, no es posible... 
Adelante brisa... 
Oh, pueblo azul y quieto... 
Cómo es de sensible 
Río rosado aún en la 
noche [la. versión] 
Los ángeles bajan en el 
anochecer 
Río rosado aún en la 
noche [2a. versión] 
Ráfaga del vacío-
Hay entre los árboles... 
Hay en el corazón de la noche... 
¿De dónde era la paz...? 
Versos leídos junto... 
Estas primeras tardes... 
Estos hombres-
Perdón ¡oh noches!... 
Nada más... 
Con una perfección-
Aromos de la calle— 
Un canto sólo... 
Nada más que esta luz... 
Gracia secreta... 
El viento... 
Sí, yo s é -
Una luz tibia... 
Sobre los montes... 
(*) Incluidos en El agua y 
la noche. 
Se incluyen, además, el poema "Como dos 
criaturas", q u e estaba en una hoja suelta den-
tro del cuaderno, y el poema "Despertar", pu-
blicado en El Diario d e Paraná, que per tenece 
a este período. 
Mañana 
Los versos 3 y 4 presentan la siguiente varian-
te: 
sobre la cual el aire transparente y brillante 
tiembla en fúgaces relámpagos sutiles 
Azul, l i la. . . 
Primera versión del poema "¡Qué bien estoy 
aquí...!" que, ya con es te título, se lo transcribe 
más adelante, sin los cuatro pr imeros versos 
(como en la versión definitiva), y con pocas 
variantes ("confidente" en lugar d e "perezoso" 
y "pájaro" en lugar de "churrinche"). 
E n el P a r q u e 
Este soneto es una parte, la q u e cor responde 
a Ortiz, de un juego poético con Amaro Villa-
nueva. Ambos debían escribir un soneto par-
tiendo de un pr imer verso común: "No salga-
mos del Parque todavía...". Ortiz solia recor-
dar de memoria es te soneto, incluso m u c h o s 
años después. Lo evocó, por ejemplo, en un 
homena je a Mastronardi realizado en Guale-
guay en 1973. 
Encontramos en t re los papeles de Ortiz una 
hoja suelta, parte de un trabajo mayor que 
Protosauce Notas 99 
llevaba por título "Por esa misma época (1922 
o 23)", escrita a máquina, que dice: 
Más o menos por la misma época posterior a la 
referida Cascabel, Amaro intentó, con su tío Ama-
deo Gianello, y su propio hermano Américo, dar 
vida a una revista de gran formato, de la cual 
apareció un solo número con el título de Arco 
Iris. Y una edición semanal de narraciones de 
cuentistas y narradores litoraleños, de la que se 
publicaron dos números. El primero con una 
narración mía, y el otro con un cuento de S. 
Dañero, de Gualeguaychú. 
A partir de aquí, Amaro se estableció en Rosario 
para seguir estudiando medicina, lo que luego 
abandonó y debió procurarse empleo que encon-
tró en Vialidad Nacional, ciudad desde donde 
envió a La Nación y se publicó un largo poema 
en verso libre titulado "El Horcón". Era a media-
dos de 1924. 
En una breve visita a su pueblo, hacia la prima-
vera, dedicó una tarde al Parque de Gualeguay 
en compañía de su primer amigo —como decía 
él— literario. En tales circunstancias, habiendo 
dicho éste: "No salgamos del Parque todavía", él 
lo comprometió a componer cada uno un soneto 
con ese primer endecasílabo, lo que por su parte 
no tardó mayor tiempo en cumplir, en la forma 
siguiente: 
No salgamos del Parque todavía, 
y fueron sus dolientes ojos claros 
dos ingenuos y tímidos amparos 
al fuego que en sus labios florecía. 
Nos vio el sendero que se atardecía 
juntando rosas de rubores raros, 
las efímeras rosas de los claros 
crepúsculos enfermos de poesía. 
Amaro Villanueva (1900-1969) y Juan L Ortiz, 
vivieron unidos por la amistad y la poesía a lo 
largo de sus diferentes vidas. Villanueva man-
tuvo, con su escritura, una actividad muy in-
tensa en la militancia política, en el estudio del 
folklore y de la literatura gauchesca (que ma-
terializó en importantes ensayos y libros: Crí-
tica y pico, 1945; El ombú y la civilización, 1965; 
El mate: arte de cebar, 1960; El lenguaje del 
mate, 1967), y en el periodismo (trabajó como 
redactor del diario El Litoral de Santa Fe y 
como director de la página literaria de El Dia-
rio de Paraná, siendo, incluso, un referente 
importante de Ortiz, sobre todo en los años 
'40, cuando colabora frecuentemente en estos 
diarios según se puede ver en las Prosas). Pero 
escribió y publicó muy poca poesía. Grandes 
espacios de tiempo separan un libro de otro 
(Poemas para la oreja (1937), Son sonetos 
(1952), Lunfardópolis (1963)), cosa que per-
turbaba a Ortiz, que se refiere a él, en una 
conferencia a mediados de los años '40 (ver 
nota a "El paisaje en los últimos poetas entre-
rrianos" en Comentarios), como "un poeta ya 
formado aunque de actividad lírica no muy 
regular". Crítica demasiado directa y precisa 
como para venir de Ortiz, que incluso la ex-
tiende a su poema Tara Amaro Villanueva" de 
El aire conmovido-. 
v. 11/3 te olvidaste del tuyo [tu canto], amigo, 
que yo sé con ese perfume sutil y esa 
[ gracia de pudor 
que hemos sentido a veces en el aire y 
[ más allá del aire. 
Si seguimos el relato de Ortiz, que citamos 
anteriormente, Villanueva comenzó su vida 
literaria con la escritura de un poema, "El 
Horcón", hacia 1924, año también inicial en la 
escritura orticiana. Es en este mismo año, 
hacia la primavera, que juntos escriben estos 
dos sonetos "unidos" por su primer verso. Una 
iniciación conjunta que Ortiz veía, como escri-
be en el poema "Gualeguay" de La brisa pro-
funda, repitiendo los mismos tópicos, con un 
convencimiento íntimo: 
v.329/30 Perouna ternura que todavía jugaba 
[ de pudorosa se insinuaba 
y yo sabía de su adhesión profunda a lo 
[ que ya estaba en el aire 
Pese a la importancia que le da Ortiz a este 
poema, es excluido del libro El agua y la noche. 
Una suerte de máxima gobierna esta decisión: 
todos los sonetos, todos los poemas con una 
forma regular, son excluidos de En el aura del 
Juan L Ortiz Obra Completa 100 
sauce. Esto tanto para los poemas de la época 
del Protosauce, como para poemas posteriores 
(ver, en este sentido, el poema "Gualeguay" en 
Poesía inédita). 
Oh, qué dulzura... 
Con este poema, escrito en una página nueva, 
y con el año, 1924, a modo de título, comienza 
la segunda parte del Protosauce. 
Sol de esta mañana... / Sol de esta 
tarde... 
Dos poemas autónomos que, sin embargo, 
guardan entre sí una relación muy estrecha, 
en este caso el pasaje de "esta" mañana a "esta" 
tarde. 
El tema de la unidad, la "unidad cerrada del 
poema que ahora tiene la extensión de un 
libro", ya era señalado por Ortiz en 1934 al 
citar, en su conferencia en la peña del grupo 
Vértice (ver Comentarios), La voz a ti debida 
de Pedro Salinas. La búsqueda de la unidad 
del poema y, al mismo tiempo, del borramien-
to de sus límites en la construcción del libro, 
que irá constituyendo uno de los rasgos cen-
trales de la poesía de Ortiz: la "unidad", preci-
samente, de En el aura del sauce, debe hacer-
se, según expresa en esta conferencia, de una 
manera sutil: 
Anteriormente esta unidad se buscaba por cami-
nos no muy limpios. La poesía moderna ha redu-
cido sus elementos y los ha afinado de tal modo 
que se hacen casi imperceptibles. 
En Ortiz esta búsqueda de la unidad tiene 
muchos elementos. Este en particular, donde 
el día, o los momentos del día, se constituyen 
en motivo del poema, puede verse claramente, 
también, en otros poemas del Protosauce 
como los poemas "En el Paraná" y "Tarde 
otoñal..."/"Mañana otoñal" (que se presentan 
dispuestos en pequeñas series consecutivas, 
para las cuales el orden del Cuaderno Borra-
dor es importante). Y también, ya de una ma-
nera menos explícita, en poemas como "La 
noche murmura..."/"Mañana", o, consideran-
do todo el Cuaderno Borrador como gran uni-
dad, entre los distintos poemas dedicados a las 
mañanas, a las tardes, al anochecer, a la noche, 
al alba. 
Esta manera particular de borramiento de los 
límites del poema, quizá no tan "impercepti-
ble" como quería Ortiz (de hecho fue dejada 
de lado), puede encontrarse también en la 
última poesía, en otro de los poemas que que-
daron al margen, los poemas al "7 de Setiem-
bre" (ver Poesía inédita) 
En el Paraná 
Primer encuentro con este rio, que se inte-
rrumpirá hasta el poema "Al Paraná" de El 
junco y la corriente, de principios del '60, es 
decir treinta y cinco años después, para termi-
nar admitiendo una imposibilidad de conoci-
miento ("No sé nada de ti...") como motivo-
anáfora del poema. Como si el estar en el río 
(este atardecer, esta noche, este amanecer y 
otro amanecer, y otros...), durante treinta y 
cinco años, no hubiera bastado. 
Como sucede con "Sol de esta mañana..."/"Sol 
de esta tarde...", aquí se presenta otro elemen-
to del borramiento de los límites del poema: la 
reunión de varios poemas bajo un título gené-
rico. Lo mismo va a suceder con "Poemas del 
anochecer" (en El agua y la noche) y, luego, 
con "Poemas de la sed" (ver nota a "Ah, veo" 
de El álamo y el viento). 
El río Gualeguay 
Este poema dejado al margen es la margen 
misma. El río Gualeguay, el río natal, motivo 
por excelencia de la poesía de Ortiz, recién va 
a ser motivo de un poema en el poema-libro El 
Gualeguay, cuyo programa de escritura se tra-
za en el poema "Al Paraná" de El junco y la 
corriente, el libro anterior: "te miro / con los 
ojos de aquel a cuyo borde abrí los míos". 
Por otra parte, es importante señalar que si 
bien el río Gualeguay aparece muchas veces 
a lo largo de los cuatro primeros libros de En 
el aura del sauce (siempre que se habla del río 
y del agua se habla del Gualeguay), el nombre 
del río recién aparecerá en el libro El álamo y 
el viento, en el poema "La casa de los pájaros": 
Protosauce Notas 101 
v. 107 y la paz de aquella canoa que despegaba 
[ sobre el moaré amanecido 
[ del Gualeguay 
Dicha 
En el v.12 "bajados" en lugar de "bajos" que 
sería lo correcto, probablemente para compo-
ner la métrica. Lo mismo en otro poema del 
Protosauce, "Mujer que el viento tienes...", en 
el v.4. Ver, también, en las notas, la corrección 
al poema "Primavera en el aire..." de El agua y 
la noche. 
Rama de sauce 
Distintos árboles (el lapacho, el aguaribay, el 
manzano, la tipa, el espinillo) son motivos de 
poemas, pero de ninguno lo es el sauce salvo 
en este poema y, de manera más indirecta, en 
el poema "Entre Ríos" de El junco y la corriente. 
El tema de la empatia poeta-paisaje ("Rama de 
sauce soy"), que permanece indicado y margi-
nado en el acápite agregado al poema "Se-
ñor..." en El agua y la noche ("Fui... rama de 
árbol"), reaparecerá recién en el poema "Fui 
al río..." de El ángel inclinado (ver nota). 
En el poema "Rama de sauce" encontramos 
por primera vez el sustantivo neologizante "ce-
listia", que recién volveremos a encontrar en 
el poema "Gualeguay" de La brisa profunda: 
El silencio, por cierto, era de una trama tan 
[ efímera, tan huidiza 
como el día del agua, como la "celistia" del 
[ agua, como la lunación del agua, 
y en el poema "Las colinas" de El alma y las 
colinas: 
[las niñas han danzado] 
con todos los espíritus de la "celistia" y de 
[ la luna 
pero que sigue utilizándose hasta en la poesía 
última, como en el poema "No puedo..." (ver 
Poesía inédita): 
el sereno con que la "celistia" 
ha destilado en cada una de las pestañas 
[ del pastito 
los destiempos que le dolían 
La "celistia" se ubica entre el día y la luna y su 
sentido refiere al cielo, o al reflejo del cielo en 
el agua, o en la superficie húmeda de rocío de 
un pastito, en las horas de la tarde cuando el 
sol ya se ocultó (quizá en oposición a solsticio). 
Esta palabra, que según el poema "Rama de 
sauce" tiene una expresión temprana, es uno 
de los pocos casos, como "cariza", de neologis-
mo total (ver, en esta edición, D.G.Helder, 
"Juan L Ortiz: un léxico, un sistema, una cla-
ve"). El caso de "celistia", además, es muy 
particular: es una palabra que la poesía adopta 
desde sus comienzos y que mantiene hasta el 
final en sus rasgos mínimos (sobre la superfi-
cie de un pastito), como si tuviera, dentro del 
"idioma" Ortiz, una vida propia. 
Despertar 
Publicado en El Diario de Paraná, el 17 de 
abril de 1933, junto con "Domingo" (incluido 
en El agua y la noche) y "Momento" (primer 
poema de El alba sube...), conformando un 
grupo de poemas que llevaba el título "Tres 
poemas". 
© Centro de Publicaciones, Universidad Nacional del Litoral, 
Santa Fe, Argentina, 1996. 
ISBN 950-9840-73-4 
Reservados todos los derechos. 
Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723. 
Centro de Publicaciones, UNL 
9 de Julio 3563 - 3000, Santa Fe, Argentina 
Tel. (042) 559610 Int 208 - Fax (042) 554292

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