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Centro de Publicaciones / Universidad Nacional del Litoral PROTOSAUCE Esta edición electrónica reproduce por escaneo la parte correspondiente a este poemario, de la monumental edición de las Obras Completas, realizada por el Departamento de Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral, hoy lamentablemente muy difícil, sino imposible, de hallar. Se ha dejado el número de página original para referencia en citas. Puesto que la sección de notas está al final de la poesía editada y antes de la inédita y la prosa, no sigue la secuencia de números de página. Los poemas de Juanele exigen una cuidadosa disposición en la página, tipografía, interlineados, a veces sangrados, cuestiones en la que el autor era minucioso y exigente; vaya por tanto todo el mérito que corresponde a esa gran obra que fue la edición de la UNL. Índice (se indica el número de página del papel, seguido del número de página en el pdf) Mañana 35 5) Canción 65 35) Azul, lila... 36 6) Oh, lluvia sobre los campos... 67 37) En el Parque 37 7) La mañana... 68 38) Hacia el poniente el sol... 38 8) Luna llena 69 39) ¡Oh, qué dulzura... 39 9) Rumor de lluvia 70 40) También tienes unos modos... 40 10) ¿Es la lluvia? 71 41) Luna... 41 11) Sangre mía 72 42) Sol de esta mañana... 42 12) Con una claridad de... 73 43) Sol de esta tarde... 43 13) Noche provinciana 74 44) Cuántas rosas... 44 14) Anoche ha llovido 75 45) Crepúsculo 45 15) Música de la retreta 76 46) Oh, esta lluvia... 46 16) En el lento crepúsculo se azulan En el Paraná 47 17) las afueras... 77 47) ¿Por qué ese tono malva... 49 19) La noche es un silencio iluminado... 78 48) Una paz amarilla... 50 20) Los árboles dicen al agua... 79 49) Luna... 51 21) El corazón del campo... 80 50) Dicha 52 22) Espinillos de mi tierra 81 51) Tarde otoñal... 53 23) Mira mi hijo... ¿qué es eso? 83 53) Mañana otoñal 54 24) Mujer que el viento tienes... 84 54) En una claridad de rosa muerta.. 55 25) Mañana 85 55) Los matices del crepúsculo... 56 26) Ha llovido... La luz todavía de un gris 86 56) ¡Qué maravilloso es el día! 57 27) La mañana quiere irse 87 57) Esta tarde me iría... 58 28) El río Gualeguay... 88 58) La noche murmura... 59 29) Estrellas de los campos... 89 59) Mañana 60 30) Corazón nocturno de la calle... 90 60) El paisaje se duerme... 61 31) Cielo azul, prado florido 91 61) Se apagan los matices... 62 32) Rama de sauce 92 62) La mañana penétrame... 63 33) Como dos criaturas... 93 63) El rastro del ocaso 64 34) Despertar 95 65) Luego de las poesías se encuentran las notas de la edición Juan L. Ortiz Protosauce 51 Mañana Paz verde e infinita, esmaltada y azul hacia las lejanías en el dulce calor. El aire transparente y brillante palpita en sutiles relámpagos de fugaces cristales. Mariposas en el alfalfar cercano de fluido temblor, con manchas amatistas. Árboles quietos. Cantan las chicharras y trema como en lírica fiebre la mañana estival. Juan L Ortiz Obra Completa 6 Azul, lila, rosa, amarillo que apenas es y el creciente en el cielo de perla. Arboles, árboles, contra la suba matizada, profundamente quietos como bajo un encanto. Qué bien estoy aquí, a lo largo tendido del perezoso, al lado de ti dormida, blanca, espectral en la luna. Las estrellas están dulcemente solemnes con yo no sé qué ensueño de ojos quietos en el cielo de un gris apenas azulado. Música de grillos sutilmente agria tan numerosa que es urdimbre tenue. El churrinche canta... Oh agua del río que gorgotea en la noche tan cristalina y fresca. ¡Cómo estará el río! Sombra oscura de sauces sobre el agua argentada, quieta como de cielo engastado, muy íntimo, un rumor que es apenas en follajes azules, y el canto del cachilo que al paisaje confía un delgado secreto de brisa y de agua insomnes. Azul, lila... 10 20 Juan L. Ortiz Protosauce 51 En el Parque —No salgamos del Parque todavía... me rogaba mi alma ante el banal apremio que el regreso me imponía —No salgamos del Parque, que mi mal de hastío se fundiera en la alegría de esta dorada luz primaveral, tan dulce, que su diáfana armonía, hace la tarde casi musical. No salgamos del Parque... hasta la más humilde hierba está como transida 10 de esta delicia clara y extasiada y ahora soy un ave que esta paz canta, sobre la rama más subida, melodiosamente enajenada. Juan L Ortiz Obra Completa 8 Hacia el poniente el sol... Hacia el poniente el sol es un hervor dorado bajo de un archipiélago fantástico de ámbar. Sobre el agua infinita, malva, del cielo quieto, un vapor de violetas desde el este se alza. El caserío, allí, se aclara de amarillo, sobre el verde ya crepuscular del valle. Un hombre corta alfalfa... Qué paz la anciana figura laboriosa sobre el alfalfar hila... Juan L. Ortiz Protosauce 51 ¡Oh, qué dulzura... ¡Oh, qué dulzura estar esta tarde así unidos, sentados frente a frente, mirando los tejidos tenues de la llovizna, conversando, leyendo, escribiendo yo un poco y tú un rato tejiendo, mirándonos los ojos profundamente, y sonrientes quedándonos en éxtasis así... ¡Oh, qué dicha, Señor, tenerla ya en mi vida a mi ensueño constante como una gracia asumida muy quieta y silenciosa, aunque llena de amor, cuando sobre el papel me distrae el ardor 10 lírico que me infunde con su dulce belleza, inmediata y lejana por su misma pureza... Juan L Ortiz Obra Completa 10 También tienes unos modos... También tienes unos modos de chicuela traviesa y juguetona que con su alegría divierte mi ensueño, luminoso todo el de tu aire matinal. Pero me ves entonces un poco distraído y enojada me dices que estoy indiferente. ¡Oh, no, no, vida mía, que así quisiera verte en todos los momentos, 10 como con un encanto de ondina, fugitiva de levedad ondulante y transparente, de ligera alegría destrenzada... Juan L. Ortiz Protosauce 51 Luna- Luna ya llena de un misterio primaveral voluptuoso y dulce que al alma mía hace adormecer en una languidez larga y sutil. Luna hecha de ilusión triste de infinita. Luna fresca y lánguida como de jazmín, llena ya de un vago hálito de flores que están por abrir. Luna de Septiembre ya clara de una tibia palidez primaveral. Juan L Ortiz Obra Completa 12 Sol de esta mañana... Sol de esta mañana tan tibio y sutil que anegas mi alma con una caricia transparente y honda. No soy más que un punto diamantino de tu infinita diáfana clámide. Juan L. Ortiz Protosauce 51 Sol de esta tarde... Sol de esta tarde ya un poco dorado que me das este éxtasis lleno de celeste hondo, de verde transparente, de agua joyante. Sol de esta tarde tendido en el pasto. Chispean las hojas y en el aire tiembla un brillo de telas. Los insectos hacen égloga dulcísima. Un pájaro canta... Ya es toda dorada la paz. Juan L Ortiz Obra Completa 14 Cuántas rosas... Cuántas rosas abrieron anoche! y en este aire de cristal celeste todavía fresco qué rojas, qué rojas... ¡Oh, el paraíso florecido contra la suba diáfana del cielo tan luminoso entre la espesa fronda verde y lila... Juan L. Ortiz Protosauce 51 Crepúsculo Un fuego vivo se abre en el poniente. El paisaje se inflama. El caserío lejano se pone rosa, lila, mientras las arboledas distantes se irisan en un vago tornasol. El cielo nublado de una sangre efímera se pinta. Momento divino 10 que me deja los ojos encantados y arde como una rosa incandescente que se consume al punto de abrirse y deslumhrar. Juan L Ortiz Obra Completa 16 Oh, esta lluvia... Oh, esta lluvia estival con gr ave son de arpa tan dulcemente bañada. Hay una claridad pálida llena de alma y de delicia. Los árboles aunque oscuros están voluptuosos. Juan L. Ortiz Protosauce 51 En el Paraná Atardecer El ocaso alarga su llama en el río.Y al oriente la luna ya alta en el cielo inefable da un matiz imposible a las aguas de seda en que dilátanse las vagas arboledas. Noche La luna hace un camino de lirios en el agua por el que va hasta ella el más íntimo sueño de esta melancolía solitaria e insomne: un encanto tembloroso de azucenas como si floreciera la bruma de las islas que árboles, agua, envuelve en una palidez vaporosa de gris y de azul infinitos. Amanecer Fuego claro debajo de un malva transparente. Se irisa en el agua, apenas conmovida, un temblor metálico de un fugitivo tejido. Juan L Ortiz Obra Completa Otro amanecer El paisaje desvélase en blanquísima humedad. Azules lejanías cambiantes y vapores de ópalo entre los árboles aún oscurecidos. Amarillos y rosas de acuarela, fugaces del cielo y del agua como sonrisas pálidas. Juan L. Ortiz Protosauce 51 ¿Por qué ese tono malva... ¿Por qué ese tono malva se extiende por el cielo? Es el alma sutil de los árboles hecha vapor, matiz, esencia en el lento crepúsculo. Los árboles meditan su pensamiento íntimo alumbrado de rosa, de amarillo, de lila... velado de una tenue, irisada ceniza... Juan L Ortiz Obra Completa 20 Una paz amarilla... Una paz amarilla cantada de pájaros. Oro tenue en que ya germinan los matices de un crepúsculo dulce y apacible. En la calle un domingo extasiado en una transparencia dorada aún traspasa de suntuosa delicia la hierba, el polvo, todo, y al alma aclara de una candidez infantil llena de los recuerdos de domingos lejanos. Juan L. Ortiz Protosauce 51 Luna- Luna, qué hechizo extraño y qué maleficio sutil, hace esta pena mía, en tu palidez una melodía? Es que tú eres luna 10 música secreta de una luz de alma, la más suave música para el corazón: digo un llanto tenue de no sé qué plantas cuyo vago encanto dulcemente suspende las flores y la noche. Melodía luna, mi corazón es todo de suspiros, dolido en tu nostálgico infinito. 20 Juan L Ortiz Obra Completa 22 Dicha La calle estaba triste en la tarde nublada. Volvía melancólico de ciudad vanidosa. Pero bajo la lámpara de pantalla rosada me sonreiste con alegría amorosa. ¡Oh, la dicha del nido tibio, con tu sonrisa, esa penumbra vaga que de rosa es apenas en torno del dorado círculo en que se irisa tu cabellera en dulces refulgencias serenas; la lectura de libros de extraña fantasía, el silencio hacendoso ante la tela blanca, 10 y la mantilla blanca, de tu alma y de la mía; la gracia de tus ojos bajados, y el azul humo del cigarrillo que de un rubí arranca, y se alza luego en lentos arabescos de tul... Juan L. Ortiz Protosauce 51 Tarde otoñal... Tarde otoñal, diáfana y pura como de otro mundo. ¡Oh, esta luz, tibia y suntuosa como un tesoro ideal. Alargo mis manos y las doy vuelta mirándolas, y las cierro luego con un gesto inconsciente de apresar esta gracia, mientras sonrio en una eterna dicha dorada... Juan L Ortiz Obra Completa 24 Mañana otoñal Los cantos de los pájaros más fríos son, más delicados son. Se dijera que suenan en una profundidad desconocida un poco triste que no se sabe si es del cielo o del alma sensibles hasta el dolor. La brisa fresca diríamos con sugestiones voluptuosas y un tanto melancólicas. Juan L. Ortiz Protosauce 51 En una claridad de rosa muerta... En una claridad de rosa muerta se abismaba el crepúsculo en el rio. Había en las cosas no sé qué desierta quietud que daba un vago escalofrío. ¿Por qué lenta ilusión la luz incierta demoraba en el agua su ya frío matiz, si en rededor estaba yerta la tarde, en un oscuro, azul, vacío? ¿Hacia qué país lueñe de reflejo hundía un adiós rosa en el espejo que era ya un vapor lívido y ligero? ...Y todavía pálida flotaba cuando la noche lila palpitaba tal como un florecido jazminero. Juan L Ortiz Obra Completa 26 Los matices del crepúsculo... Los matices del crepúsculo son ángeles. Angeles calmos aquellas sombras lívidas que se abren en un sueño de agua, y de un claro ardor aquellas rosas que fránjanles de un fuego floral. Los matices del crepúsculo son ángeles que adormecen el alma, la tierra, de una tenue languidez azulada cuyo influjo hace el silencio melancolía contenida, íntimo el árbol vacío encantado el agua, cinta impasible y pálida el camino. Juan L. Ortiz Protosauce 51 ¡Qué maravilloso es el día! ¡Qué maravilloso es el día! Me parecía bella la luz rosada de la lámpara frente a la tinta negra de la noche. —Azul ya lleno del puro ensueño del alba palidecía detrás de los cristales. Un lampo rosa pintó de pronto en el celeste verde el techo de la galería, y luego fue una disolución de piedras preciosas en la madreselva. ¡Qué maravilloso es el día! ¡Qué mezquina la luz de la lámpara ahora! Juan L Ortiz Obra Completa 28 Esta tarde me iría... Esta tarde me iría lejos, hacia la orilla del río. Me sentaría frente a la maravilla transparente del agua sin un escalofrío sobre la barranca verde, cara a la paz perlada de este cielo de vaguedad entre blanca y una casi voluptuosidad primaveral, que es un anhelo. Sobre la barranca me sentaría y como en una melodía mi alma disuelta se hundiría en el silencio del paisaje solitario. De qué viaje profundo a través del infinito ella regresara después que estaría aún lejana y triste de belleza en lo íntimo llorando cuando viniese a mí el sueño suave como una hermana? Juan L. Ortiz Protosauce 51 La noche murmura... La noche murmura como una arboleda invisible bajo la luna transparente y pura. Tiembla toda de grillos y de ranas y de infinitos élitros a la orilla del río de palidez celeste con tenues encajes de reflejos. ¿Por qué me quedo tanto tiempo mirando el río profundo como un cielo sobre el cual se recortan unas ramas oscuras perfiladas de plata? Los álamos están dulcemente solemnes bajo las húmedas estrellas. El confín suave de delicados azules apenas vaguea en el hálito lunar. Noche pura hasta la delicia de una transparencia que casi no es de ella, y por eso tiembla en su desnudez con un inefable pudor inocente. Juan L Ortiz Obra Completa 30 Mañana Vamos hacia la luz como hacia un incendio plateado por el camino dorado entre árboles que una tenue bruma apenas vela. ¡Oh, el brillo del rocío y los argentinos relámpagos del agua quieta que arde como un tesoro hacia la lejanía bajo el cielo de esmalte celeste... Gracia de la mañana que nos trae una fragancia brillante de otra vida. ... Y nos dan ganas de volar sobre los campos verdes con lento vuelo extasiado y aletear, traspasados de este aire dulce, que es una voluptuosidad traslúcida, infinita. Juan L. Ortiz Protosauce 51 El paisaje se duerme... El paisaje se duerme en una inmóvil gloria verde que apenas turban vacas que pastan. Las arboledas hacia la lejanía son de una nube vaga, verde gris, un poco azul, casi tornasolada. ¡Qué paz, qué paz! La tarde como un lago se duerme en el paisaje bajo la curva inmensa de su éxtasis. Juan L Ortiz Obra Completa 32 Se apagan los matices... Se apagan los matices como una melodía con una pureza perfecta. Un vago rosa flota ahora sólo que el caserío torna ciudad maravillosa Y se difunde luego un vaho blanquecino que hacia el confín degrada en un celeste tenue, como un agua infinita que se pierde en el cielo, mientras por el poniente se va apagando lenta una hoguera morada tras las quintas oscuras. Juan L. Ortiz Protosauce 51 La mañana penétrame... La mañana penétrame con su éxtasis de agua luminosa y de delicados prados verdes que mueren en tenue arboleda azul: éxtasis traspasado de una íntima cristalería de pájaros... Juan L Ortiz Obra Completa34 El rastro del ocaso El rastro del ocaso se confunde en el río como en un vago vacío con la palidez lunar. Hacia el oriente hacia ¿qué mundo de alba extraña se va el río entre praderas flotantes cantado por los grillos, cantado por los grillos? Juan L. Ortiz Protosauce 51 Canción Duérmete mi niño que la noche pura también se ha dormido sobre el campo oscuro. Duérmete, mi bien, mi bien, que los árboles apenas si son fantasmas de árboles. Duérmete mi niño que vela tu sueño una inquietud húmeda, dorada, de estrellas. Duérmete mi niño que arrulla tu sueño el canto del grillo y del cachilito. Duérmete mi niño que tu sueño adora un errante hálito de alfalfa y de pasto. Duérmete, mi bien, mi bien, que refresca Juan L Ortiz Obra Completa tu sueño un vapor vago de luceros. Duérmete mi vida que sobre tu sueño igual que la noche mi corazón late. Juan L. Ortiz Protosauce 51 Oh, lluvia sobre los campos... ¡Oh, lluvia sobre los campos! El cielo uniforme y gris flotante como una gasa. |Oh, lluvia sobre los campos anegados de esta lenta delicia igual que de una caricia infinita e íntima entre la sed del Estío! ¡Oh, lluvia sobre los campos! ¿En qué sueño casi ya olvidado, oyó el alma esta música tan dulce como un ensueño dormido sobre sí mismo en el aire y en el corazón lejano? ¿Y hacia dónde, hacia dónde se me va el alma vagando? Se quedó en aquel árbol nostálgico contra el cielo, oscuro y vago como una melancolía abismada, o naufragó en el confín pálido, de lejanía marina triste y abierta? Juan L Ortiz Obra Completa 38 La mañana- La mañana de rosado sol alto y quieto [rubio] disuelto en pálidos matices va despertando con un hondo temblor de cigarras en su intimidad húmeda, dormida de rocío... Juan L. Ortiz Protosauce 51 Luna llena Luna llena. Una esquila en la noche perdida. Un balido. Ladridos. Y los grillos, los grillos, los grillos solos que hasta la madrugada cantarán a la luna la dulzura del agua, de la tierra, del pasto, bajo la paz de ella que es un silencio pálido y musical de ángeles. Juan L Ortiz Obra Completa 40 Rumor de lluvia Rumor de lluvia. Flota el alma en una dulce soñolencia musical, y se pone del color del paisaje: verde hondo y húmedo contra gris errante; y se hunde en su temblorosa vaguedad; se hunde, se hunde... Leo. Leo como en una rumorosa lejanía de mí mismo. Juan L. Ortiz Protosauce 51 ¿Es la lluvia? — ¿Es la lluvia? — No, no es la lluvia. Son las hadas del sueño que tocan los techos con floridas varillas, prenden gasas mojadas a los árboles y dan al alma esta gracia de serenidad flotante y triste... Juan L Ortiz Obra Completa 42 Sangre mía Sangre mía que golpeas tu fiebre en las sienes, sal, y ábrete en una sonrisa de claridad y de agua para el mundo. O penetra en la húmeda sombra de las raíces y aflora luego hecha esperanza tierna y paz mullida toda irisada de vuelos bajo la luz del sol... Juan L. Ortiz Protosauce 51 Con una claridad de... Con una claridad de infancia se alegra la mañana en un recuerdo impreciso de campo y cielo azul. Nubes de humo irisado abren paso a la luz que viene como una novia a los quince años. Juan L Ortiz Obra Completa 44 Noche provinciana Los grillos quieren estar a solas con las estrellas, con la noche, pero los interrumpen los ladridos de los perros y los cantos de los gallos. Juan L. Ortiz Protosauce 51 Anoche ha llovido Anoche ha llovido. Una lluvia ligera como un riego. El cielo es un celeste tierno de donde brota el mundo, nuevo, todo húmedo de brillos vegetales. Las cosas tienen el alma lejana de mi infancia disuelta en unos ojos queridos que lo llenaban todo de una maravilla amanecida y temblorosa de convaleciente. Juan L Ortiz Obra Completa 46 Música de la retreta Música de la retreta que haces al sueño un camino melodioso hacia la noche. Música de la retreta que lloras a los luceros una pena antigua, yo no sé hasta dónde en tu llanto me llevas un alma vieja que yo creía ya muerta, música de la retreta. Música de la retreta. Estoy acostado. Afuera la luna de primavera es un resplandor de aromas todo sonoro de grillos. Música de la retreta que haces un camino dulce al sueño que viene a mí melodioso de tu llanto lejano y antiguo. Juan L. Ortiz Protosauce 51 En el lento crepúsculo se azulan las afueras... En el lento crepúsculo se azulan las afueras como de un sentimiento que un escalofrío oscuro hace temblar de íntimas caricias en el aire que baja cual un ángel del agua estelar que humedece ya el cielo aún violeta... La noche es un amor de alba campesina, todo estremecimiento, tras el día de fuego, río invisible y vago corrido de frescores amanecidos como de lejanos arpegios —fuga de silfos que lo abren de sonrisas—. Juan L Ortiz Obra Completa 48 La noche es un silencio iluminado... La noche es un silencio iluminado de una paz melodiosa de luna pura, pura, pura, pura, tan pura que parece recién nacida temblorosa de rocío. Hay un temblor de vida dulce en los follajes. Ladridos. Hacia la isla las esquilas que sueñan la dulzura de los prados, de la noche, de los follajes, del agua pálida y encantada, en gotas morosas y lánguidas, casi perdidas, casi desvanecidas. Gritos de los teruteros en invisibles bañados. Juan L. Ortiz Protosauce 51 Los árboles dicen al agua... Los árboles dicen al agua unas cosas oscuras que los grillos entienden y propagan grandes pájaros vagos por el aire absorto encantado de un sentimiento malva tan puro que la primera estrella tiembla en su agua reciente como una voz dorada demasiado brillante. Juan L Ortiz Obra Completa 50 El corazón del campo... El corazón del campo está soñando con la primavera. Ni un pájaro canta. ¿A dónde se ha ido el rumor? El cielo es un silencio algodonoso y tibio. Con una gracia de almas pensativas las ramas sienten que de lo íntimo les llega una alegría diáfana de hojas. Juan L. Ortiz Protosauce 51 Espinillos de mi tierra Espinillos de mi tierra que al horizonte del campo —humo verde entre tus troncos— le dais una vaga gracia de islas lueñes y fundidas. Espinillos, espinillos como mi tierra, vosotros sois de agrestes y de dulces. Sois el alma misma de mi tierra humilde y sumida en su silencio feliz sólo subrayado por los pájaros y las aguas, y en donde las tardes como pensamientos de otro mundo son tan frágiles y puras que un canto suele quebrarlas y un vuelo solo mancharlas. Espinillos, espinillos. ¿Qué diálogo con la tarde ya madura, sostenéis? ¿Lo vocearán los chingolos, o lo llevarán de aquí para allá estos pajarillos, mensajeros de las cosas Juan L Ortiz Obra Completa 52 que están diciendo las ramas? Oh no, se queda en vosotros, y así parecéis cargados de los secretos del campo, del misterio de la paz 30 agreste, bajo la tarde! Juan L. Ortiz Protosauce 51 Mira mi hijo... ¿qué es eso? r — Mira mi hijo... ¿qué es eso? La desnudez de la aurora medio velada por una cabellera de árboles. Mi hijo miró, miró, los ojos agrandados. Miró y no encontraba la palabra. Pura como el asombro rosado de la aurora era su maravilla. Miraba. Es pequeño. Tiene apenas dos años. — ¿Qué es eso, mi hijo? ¿Qué es eso?— — Chiche!... papá chiche!! — me contestó. Juan L Ortiz Obra Completa 54 Mujer que el viento tienes... Mujer que el viento tienes del primer día en tus ojos, y de la noche primera en tus pestañas bajadas. Dahlia creciente tus cejas son, que maduran las noches más dulces para el amor, o arcos en que palpitan cielos de golondrinas. Tu boca abre la punta en que ardeuna muerte más honda que la del vino y que la de la misma música, y en las líneas de tu cuerpo se estiran las curvas más tiernas de las manzanas. Juan L. Ortiz Protosauce 51 Mañana El sol que se ha bebido ya el rocío arde sobre los follajes y tiembla en las chicharras, mientras debajo de los sauces pálidos tapices nocturnos conservan la humedad de la luna de anoche con sus flores blancas casi desvanecidas. El canto de las chicharras teje a la mañana una temblorosa tela en que se borda el quejido de la paloma, el piar de algunos pajarillos, el trino amoroso de otros, el gotear de algún cencerro [...] Teje a la mañana una temblorosa tela que empieza no sé dónde y se extiende hasta los confines ardientes que humean arboledas azules. Como una mosca enorme el campo bordonea bajo la araña del sol. Juan L Ortiz Obra Completa 56 Ha llovido... La luz todavía de un gris Ha llovido. La luz todavía de un gris absorto, como una felicidad aún tímida de la mano de una brisa niña a los charcos de un acero indeciso, apenas si sonríe. Pura como del fondo de una paz mojada los grillos y los pájaros la están llamando. Ella se ha quedado con los parpados caídos, sumida acaso en un secreto voluptuoso. La felicidad pura, aérea del paisaje está hecha de luz translúcida y de cantos 10 de pájaros. Tan pura la paz es que los árboles con una gracia de ángeles flotan en una música. Melodía infinita que tiembla de tan frágil como un agua de encanto en que sumida el alma sentimos a la vez el amor de la vida y la muerte a manera de una sutil angustia. Juan L. Ortiz Protosauce 51 La mañana quiere irse La mañana quiere irse con el río al horizonte en una sonrisa de aguas, pero la prenden al cielo, a manera de alfileres melodiosos, los cantos de los pájaros. Se queda igual que una niña agreste, colgada por el encanto, absorta mirando el río. Juan L Ortiz Obra Completa 58 El río Gualeguay... El río Gualeguay frente al pueblo se ha quedado distraído en su melancolía. ¿Qué anhelo su verde silencio rizará que una luz abismada parece la alegría? ¿Acaso querrá ser una claridad agreste que en torno a islas perdidas baila como una niña? Su anemia, en tanto, hecha fluido de sauce es este éxtasis que a la hora deja que se destiña. Ya no la hace ondular en su fuga a manera de una inquietud que busca su cielo accesible, pues encontró su esencia íntima, verdadera, vuelto sobre su hondo corazón apacible. Juan L. Ortiz Protosauce 51 Estrellas de los campos... Estrellas de los campos, vuestra pureza aguda, como de música, temblando entre los árboles oscuros de celestes heridas mi vigilia llenó. ¿En qué honduras del sueño se disolvieron vuestros guiños o se quedaron para siempre palpitando? Deben haberse quedado. Porque a ratos un fuego, lejano y dulce, allá en el fondo último del alma me hace señas. Juan L Ortiz Obra Completa 60 Corazón nocturno de la calle... Corazón nocturno de la calle. La calle se ensimisma en la paz fragante y pálida del creciente. Ajena está a todo, vuelta sobre su fiesta silenciosa llena de estrellas en su lagunilla. Ajena al cielo gris y vaporoso que muere con tan dulce muerte en el confín. Juan L. Ortiz Protosauce 51 Cielo azul, prado florido La tarde niña vestida de azul, verde claro y rosa sonríe doradamente sobre el prado de cristal. Cielo azul, prado florido... Palabras recién vividas con una ya casi mística profundidad, oh, de Dios, quien modula en verde y rosa y azul, su primer palabra! Juan L Ortiz Obra Completa 62 Rama de sauce Rama de sauce soy curvada sobre el río en busca del sentido de la noche del agua. Rama de sauce soy sensible a las preguntas del pájaro, en la tarde que ya es un hado extraño. Rama de sauce que se estremece con la "celistia" cuando en nosotros como un calofrío azulea, y que muere de vida cuando el alma del río en la luna se vuela. Rama de sauce soy a cuyos pies el tiempo es un baile de hadas que hacia la noche ondula. 10 Rama de sauce soy para quien el sentido de la vida se aclara a una luz de agua. Rama de sauce soy siguiendo los hilos de un nocturno canto en la emoción del río, en busca del secreto sensible del paisaje que aun amándolo se le escapa, delgado. Rama de sauce soy curvada sobre el río en busca del sentido de la noche del agua. Juan L. Ortiz Protosauce 51 Como dos criaturas- Como dos criaturas tristes por la vida iremos dulcemente cogidas de la mano. Nuestra felicidad será la de dos niños enfermos pero unidos por un mismo dolor. Con muy suave sonrisa nuestras almas temblarán extasiadas ante toda belleza. Y será en su tristeza el temblor luminoso del rocío cuando saludemos la aurora y corramos por sobre la hierba amanecida con la misma inocencia de la tierna mañana. 10 Como dos criaturas iremos por la vida maravillados ante los aspectos del cielo, la gracia de los árboles, el canto del pájaro, los reflejos del agua, la armonía de la flor. Seremos como espejos para el alma del día y si en las tardes grises cuando el cielo es triste, mortal, entristecemos demasiado, tendremos el consuelo tan íntimo y dulce de querernos Juan L Ortiz Obra Completa 64 que nos hará más bella la urdimbre de la lluvia que aleja y va agrisando el paisaje flotante... 20 Seremos en las noches como dos criaturas que deslumhra una fiesta infinita de estrellas, y que enmudece una melancolía sin nombre debajo de la inefable ceniza de la luna... Saldremos en las tardes al campo a admirar el árbol suavemente dorado, las sombras largas, el valle vago, la tenue melancolía fantástica que se estrella de lágrimas en la sombra que se alza... Juan L. Ortiz Protosauce 51 Despertar Desde mi lecho, todas las mañanas, miro nacer la aurora, y un consuelo sutil es de mi alma en las tempranas ilusiones efímeras del cielo. La noche desvelada fue de vanas quejas, enfermo el amoroso anhelo de hondas nostalgias, bajo las lejanas fascinaciones del nocturno velo. El alba viene de ópalo. Me voy adormeciendo, a punto que una hada piadosa mis pupilas ardorosas entreabre, de tal modo que no soy más que una somnolencia aurirosada... más que un ensueño pálido de rosas... NOTAS Protosauce Construimos este libro hipotético que llama- mos Protosauce de un cuaderno de tipo esco- lar, de tapa blanda, que tiene como marca el título de "Cuaderno Borrador" (de la librería, juguetería y casa de Música "A Ostro v", Cór- doba 2802, Buenos Aires), que Ortiz conservó, forrado en papel madera, entre sus papeles, hasta el final de su vida. Un cuaderno que se inicia con una fecha, 25 de diciembre de 1924, para el poeta sin dudas muy significativa (es el año de su casamiento), y que contiene, escritos en tinta negra, de corrido, sin espa- cios en blanco entre medio, los poemas de sus dos primeros libros, El agua y la noche y El alba sube, y un conjunto de poemas no inclui- dos ni en éstos ni en ningún otro libro. Preci- samente estos poemas inéditos hasta ahora son los que componen el Protosauce y vinen a ser en realidad, antes que lo "anterior" a En el aura del sauce como en cierta manera lo con- sideramos, más bien un resto de la selección que da origen a El agua y la noche. El Cuaderno Borrador está dividido en cuatro partes: en las tres primeras están los poemas sometidos a esta "selección" que da origen a El agua y la noche y en la cuarta parte todos los poemas de El alba sube... Podemos pensar, en cierto sentido, que estas cuatro partes que componen el Cuaderno Bo- rrador constituyen el magma primigenio que da origen a En el aura del sauce: es decir, la suma de los poemas incluidos y los excluidos (a los que también llamamos suspendidos) y también las distintas variantes de los poemas que quedan consignadas en las respectivas notas. Estas variantes,de todas maneras, si bien significativas, en ningún caso son sustan- ciales. El Cuaderno Borrador no es, propia- mente, un "borrador". En su mayoría, los poe- mas están en una versión muy próxima a la definitiva. Salvo en los casos de "¡Qué bien estoy aquí...!" y "Rio Rosado aún en la noche", ninguno de estos poemas ha sido retrabajado en el cuaderno. El Cuaderno Borrador está compuesto, en este orden, por los siguientes poemas: I (25 de diciembre de 1924) Mañana Mirado anochecer (*) Azul, lila... Qué bien estoy aquí...! (*) En el Parque Hacia el poniente el sol II (1924) ¡Oh, qué dulzura... También tienes unos modos.. Luna- Sol de esta mañana... Sol de esta tarde... Cuántas rosas... Crepúsculo Oh, esta lluvia... En el Paraná Atardecer Anochecer Amanecer Otro amanecer ¡Oh, vivir aquí! (*) ¿Por qué ese tono malva- Una paz amarilla- Señor... (*) Luna- Dicha Tarde Otoñal— Mañana Otoñal ¡Qué bien extraño el otoño!... (*) En una claridad de rosa muerta Los matices del crepúsculo ¡Qué maravilloso es el día! Esta tarde me iría... La noche murmura- Mañana El paisaje se duerme... Se apagan los matices... La mañana penétrame... El rastro del ocaso Canción Oh, lluvia sobre los campos.. La mañana... Luna llena Rumor de lluvia ¿Es la lluvia? Sangre mía Iba la felicidad (*) Con una claridad de... Noche provinciana Entre Ríos (*) Anoche ha llovido Juan L Ortiz Obra Completa 98 Música de la retreta En el lento crepúsculo se azulan las afueras- Siesta (*) Pesada luz (*) La noche es un silencio iluminado... Los árboles dicen al agua.. Otoño, esplendor grave... (*) Día gris (*) El corazón del campo... Espinillos... (*) Mira mi hijo... ¿qué es eso? Dios se desnuda en la lluvia... (*) Mujer que el viento tienes- Mañana Se extasía sobre las arenas... (*) Ha llovido... La luz todavía de un gris Delicias últimas (*) Como una niña la calle... (*) Lluvia (*) Los ángeles bailan entre la hierba... (*) La mañana quiere irse- Tarde (*) El rio Gualeguay... Primavera lejana (*) Aquí estoy a tu lado (*) Este mediodía de... (*) Dulzura de la tarde... (*) Estrellas de los campos... Primavera en el aire... (*) Corazón nocturno de la calle- Luna vaga, disuelta.. (*) La paloma se queja.. (*) Esplendor lejano y mortal (*) Luna sola de los campos... (*) Cielo azul, prado florido Los colores de Dios (*) ni (28 de abril de 1931) Poemas del anochecer (*) Calle dormida en el sol— (*) Danzad, muchachos (*) Noche (*) Claridad, claridad (*) "Diana" (*) Otoño (*) Domingo (*) Rama de sauce IV El alba sube... Sí, las rosas... Momento La noche y la mujer Es otoño, muchachos- Mañana Sueño encendido... No, no es posible... Adelante brisa... Oh, pueblo azul y quieto... Cómo es de sensible Río rosado aún en la noche [la. versión] Los ángeles bajan en el anochecer Río rosado aún en la noche [2a. versión] Ráfaga del vacío- Hay entre los árboles... Hay en el corazón de la noche... ¿De dónde era la paz...? Versos leídos junto... Estas primeras tardes... Estos hombres- Perdón ¡oh noches!... Nada más... Con una perfección- Aromos de la calle— Un canto sólo... Nada más que esta luz... Gracia secreta... El viento... Sí, yo s é - Una luz tibia... Sobre los montes... (*) Incluidos en El agua y la noche. Se incluyen, además, el poema "Como dos criaturas", q u e estaba en una hoja suelta den- tro del cuaderno, y el poema "Despertar", pu- blicado en El Diario d e Paraná, que per tenece a este período. Mañana Los versos 3 y 4 presentan la siguiente varian- te: sobre la cual el aire transparente y brillante tiembla en fúgaces relámpagos sutiles Azul, l i la. . . Primera versión del poema "¡Qué bien estoy aquí...!" que, ya con es te título, se lo transcribe más adelante, sin los cuatro pr imeros versos (como en la versión definitiva), y con pocas variantes ("confidente" en lugar d e "perezoso" y "pájaro" en lugar de "churrinche"). E n el P a r q u e Este soneto es una parte, la q u e cor responde a Ortiz, de un juego poético con Amaro Villa- nueva. Ambos debían escribir un soneto par- tiendo de un pr imer verso común: "No salga- mos del Parque todavía...". Ortiz solia recor- dar de memoria es te soneto, incluso m u c h o s años después. Lo evocó, por ejemplo, en un homena je a Mastronardi realizado en Guale- guay en 1973. Encontramos en t re los papeles de Ortiz una hoja suelta, parte de un trabajo mayor que Protosauce Notas 99 llevaba por título "Por esa misma época (1922 o 23)", escrita a máquina, que dice: Más o menos por la misma época posterior a la referida Cascabel, Amaro intentó, con su tío Ama- deo Gianello, y su propio hermano Américo, dar vida a una revista de gran formato, de la cual apareció un solo número con el título de Arco Iris. Y una edición semanal de narraciones de cuentistas y narradores litoraleños, de la que se publicaron dos números. El primero con una narración mía, y el otro con un cuento de S. Dañero, de Gualeguaychú. A partir de aquí, Amaro se estableció en Rosario para seguir estudiando medicina, lo que luego abandonó y debió procurarse empleo que encon- tró en Vialidad Nacional, ciudad desde donde envió a La Nación y se publicó un largo poema en verso libre titulado "El Horcón". Era a media- dos de 1924. En una breve visita a su pueblo, hacia la prima- vera, dedicó una tarde al Parque de Gualeguay en compañía de su primer amigo —como decía él— literario. En tales circunstancias, habiendo dicho éste: "No salgamos del Parque todavía", él lo comprometió a componer cada uno un soneto con ese primer endecasílabo, lo que por su parte no tardó mayor tiempo en cumplir, en la forma siguiente: No salgamos del Parque todavía, y fueron sus dolientes ojos claros dos ingenuos y tímidos amparos al fuego que en sus labios florecía. Nos vio el sendero que se atardecía juntando rosas de rubores raros, las efímeras rosas de los claros crepúsculos enfermos de poesía. Amaro Villanueva (1900-1969) y Juan L Ortiz, vivieron unidos por la amistad y la poesía a lo largo de sus diferentes vidas. Villanueva man- tuvo, con su escritura, una actividad muy in- tensa en la militancia política, en el estudio del folklore y de la literatura gauchesca (que ma- terializó en importantes ensayos y libros: Crí- tica y pico, 1945; El ombú y la civilización, 1965; El mate: arte de cebar, 1960; El lenguaje del mate, 1967), y en el periodismo (trabajó como redactor del diario El Litoral de Santa Fe y como director de la página literaria de El Dia- rio de Paraná, siendo, incluso, un referente importante de Ortiz, sobre todo en los años '40, cuando colabora frecuentemente en estos diarios según se puede ver en las Prosas). Pero escribió y publicó muy poca poesía. Grandes espacios de tiempo separan un libro de otro (Poemas para la oreja (1937), Son sonetos (1952), Lunfardópolis (1963)), cosa que per- turbaba a Ortiz, que se refiere a él, en una conferencia a mediados de los años '40 (ver nota a "El paisaje en los últimos poetas entre- rrianos" en Comentarios), como "un poeta ya formado aunque de actividad lírica no muy regular". Crítica demasiado directa y precisa como para venir de Ortiz, que incluso la ex- tiende a su poema Tara Amaro Villanueva" de El aire conmovido-. v. 11/3 te olvidaste del tuyo [tu canto], amigo, que yo sé con ese perfume sutil y esa [ gracia de pudor que hemos sentido a veces en el aire y [ más allá del aire. Si seguimos el relato de Ortiz, que citamos anteriormente, Villanueva comenzó su vida literaria con la escritura de un poema, "El Horcón", hacia 1924, año también inicial en la escritura orticiana. Es en este mismo año, hacia la primavera, que juntos escriben estos dos sonetos "unidos" por su primer verso. Una iniciación conjunta que Ortiz veía, como escri- be en el poema "Gualeguay" de La brisa pro- funda, repitiendo los mismos tópicos, con un convencimiento íntimo: v.329/30 Perouna ternura que todavía jugaba [ de pudorosa se insinuaba y yo sabía de su adhesión profunda a lo [ que ya estaba en el aire Pese a la importancia que le da Ortiz a este poema, es excluido del libro El agua y la noche. Una suerte de máxima gobierna esta decisión: todos los sonetos, todos los poemas con una forma regular, son excluidos de En el aura del Juan L Ortiz Obra Completa 100 sauce. Esto tanto para los poemas de la época del Protosauce, como para poemas posteriores (ver, en este sentido, el poema "Gualeguay" en Poesía inédita). Oh, qué dulzura... Con este poema, escrito en una página nueva, y con el año, 1924, a modo de título, comienza la segunda parte del Protosauce. Sol de esta mañana... / Sol de esta tarde... Dos poemas autónomos que, sin embargo, guardan entre sí una relación muy estrecha, en este caso el pasaje de "esta" mañana a "esta" tarde. El tema de la unidad, la "unidad cerrada del poema que ahora tiene la extensión de un libro", ya era señalado por Ortiz en 1934 al citar, en su conferencia en la peña del grupo Vértice (ver Comentarios), La voz a ti debida de Pedro Salinas. La búsqueda de la unidad del poema y, al mismo tiempo, del borramien- to de sus límites en la construcción del libro, que irá constituyendo uno de los rasgos cen- trales de la poesía de Ortiz: la "unidad", preci- samente, de En el aura del sauce, debe hacer- se, según expresa en esta conferencia, de una manera sutil: Anteriormente esta unidad se buscaba por cami- nos no muy limpios. La poesía moderna ha redu- cido sus elementos y los ha afinado de tal modo que se hacen casi imperceptibles. En Ortiz esta búsqueda de la unidad tiene muchos elementos. Este en particular, donde el día, o los momentos del día, se constituyen en motivo del poema, puede verse claramente, también, en otros poemas del Protosauce como los poemas "En el Paraná" y "Tarde otoñal..."/"Mañana otoñal" (que se presentan dispuestos en pequeñas series consecutivas, para las cuales el orden del Cuaderno Borra- dor es importante). Y también, ya de una ma- nera menos explícita, en poemas como "La noche murmura..."/"Mañana", o, consideran- do todo el Cuaderno Borrador como gran uni- dad, entre los distintos poemas dedicados a las mañanas, a las tardes, al anochecer, a la noche, al alba. Esta manera particular de borramiento de los límites del poema, quizá no tan "impercepti- ble" como quería Ortiz (de hecho fue dejada de lado), puede encontrarse también en la última poesía, en otro de los poemas que que- daron al margen, los poemas al "7 de Setiem- bre" (ver Poesía inédita) En el Paraná Primer encuentro con este rio, que se inte- rrumpirá hasta el poema "Al Paraná" de El junco y la corriente, de principios del '60, es decir treinta y cinco años después, para termi- nar admitiendo una imposibilidad de conoci- miento ("No sé nada de ti...") como motivo- anáfora del poema. Como si el estar en el río (este atardecer, esta noche, este amanecer y otro amanecer, y otros...), durante treinta y cinco años, no hubiera bastado. Como sucede con "Sol de esta mañana..."/"Sol de esta tarde...", aquí se presenta otro elemen- to del borramiento de los límites del poema: la reunión de varios poemas bajo un título gené- rico. Lo mismo va a suceder con "Poemas del anochecer" (en El agua y la noche) y, luego, con "Poemas de la sed" (ver nota a "Ah, veo" de El álamo y el viento). El río Gualeguay Este poema dejado al margen es la margen misma. El río Gualeguay, el río natal, motivo por excelencia de la poesía de Ortiz, recién va a ser motivo de un poema en el poema-libro El Gualeguay, cuyo programa de escritura se tra- za en el poema "Al Paraná" de El junco y la corriente, el libro anterior: "te miro / con los ojos de aquel a cuyo borde abrí los míos". Por otra parte, es importante señalar que si bien el río Gualeguay aparece muchas veces a lo largo de los cuatro primeros libros de En el aura del sauce (siempre que se habla del río y del agua se habla del Gualeguay), el nombre del río recién aparecerá en el libro El álamo y el viento, en el poema "La casa de los pájaros": Protosauce Notas 101 v. 107 y la paz de aquella canoa que despegaba [ sobre el moaré amanecido [ del Gualeguay Dicha En el v.12 "bajados" en lugar de "bajos" que sería lo correcto, probablemente para compo- ner la métrica. Lo mismo en otro poema del Protosauce, "Mujer que el viento tienes...", en el v.4. Ver, también, en las notas, la corrección al poema "Primavera en el aire..." de El agua y la noche. Rama de sauce Distintos árboles (el lapacho, el aguaribay, el manzano, la tipa, el espinillo) son motivos de poemas, pero de ninguno lo es el sauce salvo en este poema y, de manera más indirecta, en el poema "Entre Ríos" de El junco y la corriente. El tema de la empatia poeta-paisaje ("Rama de sauce soy"), que permanece indicado y margi- nado en el acápite agregado al poema "Se- ñor..." en El agua y la noche ("Fui... rama de árbol"), reaparecerá recién en el poema "Fui al río..." de El ángel inclinado (ver nota). En el poema "Rama de sauce" encontramos por primera vez el sustantivo neologizante "ce- listia", que recién volveremos a encontrar en el poema "Gualeguay" de La brisa profunda: El silencio, por cierto, era de una trama tan [ efímera, tan huidiza como el día del agua, como la "celistia" del [ agua, como la lunación del agua, y en el poema "Las colinas" de El alma y las colinas: [las niñas han danzado] con todos los espíritus de la "celistia" y de [ la luna pero que sigue utilizándose hasta en la poesía última, como en el poema "No puedo..." (ver Poesía inédita): el sereno con que la "celistia" ha destilado en cada una de las pestañas [ del pastito los destiempos que le dolían La "celistia" se ubica entre el día y la luna y su sentido refiere al cielo, o al reflejo del cielo en el agua, o en la superficie húmeda de rocío de un pastito, en las horas de la tarde cuando el sol ya se ocultó (quizá en oposición a solsticio). Esta palabra, que según el poema "Rama de sauce" tiene una expresión temprana, es uno de los pocos casos, como "cariza", de neologis- mo total (ver, en esta edición, D.G.Helder, "Juan L Ortiz: un léxico, un sistema, una cla- ve"). El caso de "celistia", además, es muy particular: es una palabra que la poesía adopta desde sus comienzos y que mantiene hasta el final en sus rasgos mínimos (sobre la superfi- cie de un pastito), como si tuviera, dentro del "idioma" Ortiz, una vida propia. Despertar Publicado en El Diario de Paraná, el 17 de abril de 1933, junto con "Domingo" (incluido en El agua y la noche) y "Momento" (primer poema de El alba sube...), conformando un grupo de poemas que llevaba el título "Tres poemas". © Centro de Publicaciones, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, Argentina, 1996. ISBN 950-9840-73-4 Reservados todos los derechos. Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723. Centro de Publicaciones, UNL 9 de Julio 3563 - 3000, Santa Fe, Argentina Tel. (042) 559610 Int 208 - Fax (042) 554292
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