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1 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS COLEGIO DE HISTORIA LOS JORNALEROS MEXICANOS EN ARIZONA DURANTE LA CRISIS DE 1920-1921: ECONOMÍA POLÍTICA CONTRA LABORISMO Tesis que para obtener el título de Licenciado en Historia presenta: Rafael Rodríguez Ulloa Asesora: Licenciada Elsa Verónica Aguilar Casas Ciudad Universitaria, Ciudad de México, agosto de 2018 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 3 AGRADECIMIENTOS: A Palabra de Clío por su invaluable programa “Estímulos para la titulación”; al Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la UNAM, Obras completas de Victoriano Salado Álvarez (IN-400316) del Instituto de Investigaciones Filológicas, del cual fui becario; al Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores donde presté mi servicio social; a los profesores, a los compañeros, a la familia, a los amigos, a mi hermana Jimena, a mis padres Gloria y Rafael, y a Dora mi compañera de amor. 4 5 ÍNDICE p. INTRODUCCIÓN 7 CAPÍTULO I: TRABAJADORES MEXICANOS EN ARIZONA A INICIOS DEL SIGLO VEINTE, Y LA POLÍTICA LABORAL ESTADOUNIDENSE POST 1917 15 a) Los trabajadores mexicanos en los inicios del desarrollo económico de Arizona 15 b) Inicios del enganche de mexicanos a los Estados Unidos 20 c) La economía de guerra estadounidense y su demanda laboral 26 CAPÍTULO II: LABORISMO MODERADO, MUTUALISMO, Y EL CONSULADO MEXICANO DURANTE LA CRISIS DE LOS MEXICANOS ENGANCHADOS POR LA ACGA EN 1920 35 a) Del radicalismo a la moderación en la organización laboral fronteriza 35 b) El enganche de la ACGA y la Comisión Investigadora 40 c) Crisis de los mexicanos enganchados por la ACGA y arreglos para su repatriación 46 CAPÍTULO III: EL ACUERDO ENTRE LA ACGA Y LA MLA, Y LAS ÓRDENES DEL DEPARTAMENTO DEL TRABAJO PARA LA ADMISIÓN DE TRABAJADORES MEXICANOS 61 a) La comunicación del cónsul Vicente Rendón Quijano con la ACGA 61 b) El estudio de Rendón del trato entre la ACGA y la MLA 68 c) Información oficial del Departamento del Trabajo ante la comunicación consular 72 CONCLUSIONES 83 FUENTES 89 6 7 INTRODUCCIÓN En 1917, en los Estados Unidos fue promulgada la Ley de Inmigración1 que restringió el ingreso de personas iletradas y contenía varias cláusulas que impedían el acceso a trabajadores oficialmente no calificados a ese país, con lo que muchos de los mexicanos que radicaban entre México y Estados Unidos encontraron imposible cruzar la frontera del norte de manera legal. No obstante, durante la Primera Guerra Mundial los principales empleadores de mexicanos en Estados Unidos consiguieron que el Departamento del Trabajo de este país aplicara un artículo de la referida ley que estipulaba que en condiciones excepcionales se podría permitir la entrada regulada de trabajadores sin calificación oficial. Entonces, sólo bajo las órdenes del Departamento del Trabajo entraron casi 73,000 trabajadores de México entre 1917 y 1921.2 En el contexto de la crisis económica en Estados Unidos acontecida luego de la Primera Guerra Mundial, en la cual su producto interno bruto tuvo un déficit de 13.4 mil millones de dólares en 1919, y el desempleo saltó del 5.2 al 11.7 por ciento de su fuerza laboral entre 1920 y 1921,3 miles de mexicanos empleados bajo las órdenes del Departamento del Trabajo fueron desocupados. Por lo tanto, a inicios de 1921 varias poblaciones estadounidenses se vieron sorprendidas con la llegada de numerosos grupos de familias e individuos mexicanos en condiciones de indigencia. Entonces los consulados mexicanos se vieron rebasados por esta excepcional circunstancia, y entre 1920 y 1923 1 Linda B. Hall. “El Refugio: migración mexicana a los Estados Unidos, 1910-1920”, en Históricas, México, enero-abril de 1982, p. 30. 2 Mark Reisler. By the Sweat of their Brow. Mexican Immigrant Labor in the United States, 1900- 1940. Westport, Greenwood Press, 1976, p. 38. 3 Hughes, Jonathan. American Economic History. Nueva York, Addison Wesley, 2003, p. 444. 8 cerca de 50,000 connacionales fueron repatriados a costa del gobierno del presidente de México Álvaro Obregón.4 Este trabajo se enfoca en el caso de los jornaleros mexicanos empleados bajo las órdenes del Departamento del Trabajo por la Arizona Cotton Growers Association (ACGA), la cual ingresó a los Estados Unidos alrededor de 17,000 mexicanos sólo en 1920, cuando el precio del algodón se desplomó y miles de trabajadores quedaron abandonados en los campos de los agricultores asociados a la ACGA entre 1920 y 1921. La investigación se realizó con un objetivo central y dos colaterales: el objetivo central es presentar e interpretar los documentos generados a partir de la correspondencia girada por la embajada de México en Estados Unidos en torno al caso de los jornaleros mexicanos empleados en 1920 por la ACGA, localizados en el Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores. El primer objetivo colateral, es analizar la historia del trabajo de los mexicanos y del laborismo5 en Arizona en torno al caso de la ACGA entre 1920 y 1921; y el segundo, es analizar las órdenes del Departamento del Trabajo de los Estados Unidos bajo las cuales entraron los jornaleros empleados por la ACGA. 4 Fernando Alanís Enciso. “Las políticas migratorias de Estados Unidos y los trabajadores mexicanos (1880-1940)”, en Manuel Ceballos Ramírez. Encuentro en la frontera: mexicanos y norteamericanos en un espacio común. México, El Colegio de México-El Colegio de la Frontera del Norte-Universidad Nacional Autónoma de Tamaulipas, 2001, pp. 409-410. 5 Se aprovecha esta tesis para emplear el término laborismo, generalmente restringido a la tradición inglesa, para aludir con una palabra a prácticas o posicionamientos políticos en favor de la clase trabajadora. El sufijo ismo, conlleva una significación ideológica, doctrinaria o sistémica que sumándose a labor implica un “sistema caracterizado por políticas y actitudes favorables a la predominancia de los trabajadores y sus intereses en economía y política.” Merriam-Webster Collegiate Dictionary. Springfield, Massachusetts, Merriam-Webster Incorporated, 2004, s.v. laborism. 9 La hipótesis es que entre 1917 y 1921, el Departamento del Trabajo de los Estados Unidos facilitó el desarrollo de un sistema de trabajo forzoso en ese país al no establecer responsabilidades laborales hacia los trabajadores transfronterizos empleados bajo sus órdenes. De esto, una de las consecuencias más notables fue el caso de la Arizona Cotton Growers Association durante la crisis de 1920-1921, cuando ésta abandonó a una buena parte de los 17,000 trabajadores mexicanos que empleaba forzosamente gracias a las referidas órdenes de Departamento del Trabajo. Para esta tesis, es fundamental el trabajo de Mark Reisler, quien bajo el título By the Sweat of Their Brow. Mexican Immigrant Labor in the United States 1900-1940, de 1976,6 compuso una obra clave para la historia de los mexicanos en Estados Unidos durante las cuatro primeras décadas del siglo XX, y con base en fuentes oficiales estadounidenses y artículos periodísticos, entre otros, se presenta como una consulta obligada para la historia del trabajo de los mexicanos en ese país. Obras de Fernando Alanís Enciso, tales como El primer programa bracero y el gobierno de México, 1917-1918, de 1999, y Que se queden allá: El gobierno de México y la repatriación de mexicanos en Estados Unidos (1934-1940), de 2007,7 presentan un cuadro amplio de la situación de los mexicanos que emigraron a los Estados Unidos bajo las órdenes del Departamento del Trabajo, y aportan una perspectiva mexicana de un tema binacional: la historia de la migración laboral mexicana a los Estados Unidos a principios del siglo veinte. 6 Mark Reisler. op cit. 7 Fernando Saúl Alanís Enciso. El primer programa bracero y el gobierno de México. México, El Colegio de San Luis, 1999.//____. Que se queden allá. El Gobierno de México y la repatriación de mexicanos en Estados Unidos. México, El Colegio de la Frontera Norte/El Colegio de San Luis, 2007. 10 El trabajo de Juan Gómez-Quiñones, Mexican American Labor, 1790-1990, de 1994,8 es una extensa y bien documentada obra que, además de contener una gran cantidad de datos precisos acerca de los trabajadores mexicanos en Estados Unidos, aporta una óptica laborista a la historia de los mexicanos en los Estados Unidos. Asimismo, esta investigación prestó particular atención a La revolución sin frontera: el Partido Liberal Mexicano y las relaciones entre el movimiento obrero de México y el de Estados Unidos, 1900-1923, de 1990, de Javier Torres Parés,9 quien aborda un movimiento fundamental para el desarrollo de la Revolución mexicana, pero que también lo fue para el laborismo de la región Arizona-Sonora. También fueron consultados artículos hemerográficos, destacándose el de Lawrence Cardoso “La repatriación de braceros en época de Obregón, 1920-1923”, de 1977,10 en el cual se encuentran valiosas fuentes acerca del tema que trabaja, y el de Chris Lukinbeal, Daniel Arreola y Drew Lucio, “Mexican Urban Colonias in the Salt River Valley”, de 2010,11 acerca de la historia de los mexicanos alrededor de Phoenix, Arizona. Para elaborar esta tesis, durante la prestación de su servicio social en el Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, el autor conoció los documentos de la embajada de México en Estados Unidos acerca del caso de los jornaleros empleados por la ACGA en 1920. Posteriormente, luego de realizar lecturas de obras generales relacionadas 8 Juan Gómez-Quiñones. Mexican American Labor, 1790-1990. Albuquerque, University of New Mexico Press, 1994. 9 Javier Torres Parés. La revolución sin frontera: el Partido Liberal Mexicano y las relaciones entre el movimiento obrero en México y el de Estados Unidos, 1900-1923. México, FFL/UNAM, 1990. 10 Lawrence Cardoso, “La repatriación de braceros en época de Obregón, 1920-1923”, en Historia Mexicana, abril-junio de 1977, núm. 26, pp. 576-595 11 Chris Lukinbeal, Daniel D. Arreola y D. Drew Lucio, “Mexican urban Colonias in the Salt River Valley of Arizona” en The Geographical Review. vol. 100, núm. 1, enero de 2010, pp. 12-34. 11 con el contenido de los documentos, siguió una investigación en las bibliotecas de los institutos y facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México y la Biblioteca Nacional, así como en bases de datos electrónicas, con lo cual conformó el material documental, bibliográfico y hemerográfico para escribir este trabajo. El capítulo I analiza la historia de los mexicanos en el sistema laboral de Arizona y el suroeste estadounidense a inicios del siglo veinte, la política laboral en ese país durante la Primera Guerra Mundial y de cómo en ese contexto se implementaron las órdenes del Departamento del Trabajo para la admisión de trabajadores mexicanos. El capítulo II trata acerca del movimiento laboral mexicano en los Estados Unidos a principios del siglo XX; y son analizados los documentos consulares que dan cuenta de cómo evolucionó la crisis de los jornaleros mexicanos empleados por la ACGA a finales de 1920, así como se trabaja la documentación respecto de la comisión mexicana encargada para lidiar con la situación a principios de 1921. El capítulo III aborda el caso de los mexicanos empleados por la ACGA en 1920, a partir del acuerdo de dicha asociación con agentes enganchadores para ingresar jornaleros desde México, y se analizan artículos del Departamento del Trabajo acerca de sus órdenes para la admisión de trabajadores mexicanos, los cuales son contrastados con las comunicaciones consulares previamente referidas. Si bien es tratado en ciertos títulos aquí trabajados, ninguno dedica tan siquiera un capítulo a la situación de los jornaleros mexicanos empleados por la ACGA en 1920, y a lo 12 largo de esta investigación no se ha dado con publicación alguna que haga referencia a los documentos de la Embajada de México en Estados Unidos acerca del caso de la ACGA.12 Finalmente, se advierte que autor es el único responsable de errores e imprecisiones en las traducciones de citas a los textos cuya referencia en notas acuse a un título redactado en inglés, y también aquellas tomadas de documentos de archivo elaborados por entidades estadounidenses, o dirigidos a ellas. 12 Esta investigación sólo halló el título de una tesis que aborda la crisis algodonera de la que fue parte el caso de la ACGA. A pesar de que la presente investigación no hizo contacto directo con ella, obras que la citan no refieren importantes datos contenidos en los documentos de la Embajada de México en Estados Unidos, por lo que es válido suponer que no han sido trabajados ahí tampoco. Se trata de: Herbert Peterson, “A Twentieth Century Journey to Cibola: Tragedy of the Bracero in Maricopa County, Arizona, 1917-1921”, tesis doctoral, Arizona State University, 1975. 13 El guardián debe inclinarse profundamente hacia él, porque con el paso del tiempo la diferencia de estatura se ha acentuado mucho en perjuicio del campesino. —¿Qué más quieres saber ahora? —pregunta el guardián—. Eres insaciable. —Todos buscan la Ley —dice el hombre—. ¿Y cómo es posible que en tantos años nadie más haya pedido permiso para entrar? El guardián ve que el hombre está a punto de morir y levanta mucho la voz, para que sus débiles oídos lo oigan: —Nadie más podía entrar por aquí, porque esta puerta solo estaba destinada para ti. Ahora la cerraré. FRANZ KAFKA, Ante la Ley, 1919 14 15 CAPÍTULO I TRABAJADORES MEXICANOS EN ARIZONA A INICIOS DEL SIGLO VEINTE, Y LA POLÍTICA LABORAL ESTADOUNIDENSE POST 1917 Este capítulo presenta aspectos de la historia de Arizona y de los Estados Unidos de América que influyeron en caso de los jornaleros mexicanos en ese estado durante la crisis de 1920 y 1921, así como la política que implementó el gobierno de dicho país con respecto de la inmigración laboral mexicana cuando entró a la Primera Guerra Mundial. a) Los trabajadores mexicanos en los inicios del desarrollo económico de Arizona Desde la llegada de los españoles, algunos de los habitantes de Arizona conocidos como o’odham o pima, y hopis o indios pueblo, hijos de un sol ardiente que se aprovecha bien si se sabe canalizar un río para que moje la tierra, ya irrigaban y cultivaban con técnicas ancestrales, similares a las hispánicas y árabes que confluyeron en el desarrollo de la agricultura del árido norte de México.1 Luego de la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo (1848), y de que el ejército estadounidense suprimiera a los pueblos nativos insumisos de la región,2 algunos mexicanos comenzaron a llegar a ese territorio en busca de trabajo. Entonces, la agricultura en Arizona se valió de la experiencia y conocimientos que los mexicanos llevaban consigo 1 Carey McWilliams. Al norte de México. México, Siglo Veintiuno, 1979, p.186-189. 2 Sheridan escribe que indios, mexicanos y anglos convivieron intercambiando “ideas, rituales, semillas y genes. Pero ningún grupo estableció su dominio sobre la región hasta que el ejército de los Estados Unidos ganó las Guerras Indias de 1860 hasta 1880. Cuando Gerónimo se rindió al general Nelson Miles en 1886, la frontera llegó a su fin”. Thomas Sheridan. Arizona: a History. Phoenix, The University of Arizona Press, 1995, p. XV. 16 para su desarrollo y “guiaron a los anglos en desarrollar la economía agrícola del valle, excavando canales y proveyendo de trabajo para plantar y cosechar los cultivos”.3 Asimismo, las primeras técnicas extractivas fueron una aportación de los mexicanos, quienes “construyeron los primeros hornos para fundir minerales de cobre en Arizona”.4 Aunque Arizona, como su nombre lo indica, es árida, por el sur es atravesada por el caudal del río Gila, el cual la recorre de este a oeste, desde la Sierra del Diablo en Nuevo México, hasta su desembocadura en el río Colorado, al sur de la frontera con California. El río Salado es el principal tributario del Gila, y poco antes del encuentro de estos dos caudales se localiza el Valle del Río Salado, sitio donde hoy se yergue Phoenix, la actual capital y ciudad más importante del estado, y la quinta más poblada en los Estados Unidos de América.5 De acuerdo a Lukinbeal, la idea que usualmente se tiene de Phoenix es la de un poblado fronterizo que se convirtió en ciudad con el auge suburbano posterior a la Segunda Guerra Mundial; pero la suburbanización “comenzó mucho antes de la incorporación de la ciudad de Phoenix (1881) y de que Arizona se convirtiera en un estado (1912)”.6 Los mexicanos pavimentaron las primeras calles de Phoenix, y “trabajaron en muchas de las 3 Chris Lukinbeal et al., “Mexican urban Colonias in the Salt River Valley of Arizona” en The Geographical Review. vol. 100, núm. 1, enero de 2010, p. 15. 4 Carey Mc Williams. op. cit., p. 169. 5 Lukinbeal y otros señalan que en el 2005 el Valle del Río Salado, “comúnmente conocido como ‘el área metropolitana de Phoenix,’ comprendía un vasto y amplio horizonte geográfico de unos 3.7 millones de residentes”. Chris Lukinbeal, et. al., p. 12. 6 ibid., p. 29. 17 estructuras tempranas del valle, valiéndose en el adobe para crear un paisaje vernáculo que reflejaba sus raíces de Sonora.”7 Posteriormente, a finales del siglo XIX y principios del XX las compañías mineras dieron un gran impulso económico en Arizona, dinamizando otras industrias, aumentando la demanda laboral y convirtiéndose en un factor que influyó en que ese territorio fuese el estado número cuarenta y ocho en formar parte de los Estados Unidos de América. Con la demanda de cobre generada por el crecimiento del cableado eléctrico en todo el mundo, la extracción de ese metal se convirtió en una de las más rentables industrias extractivas.8 Sin embargo, para comprender el posterior sistema laboral de Arizona, es necesario identificar que su desarrollo económico se debió a la expansión poblacional, industrial y económica que se volcó sobre el oeste estadounidense a finales del siglo XIX y principios del XX. Entonces, se presentaron fuertes contrastes entre un desarrollo industrial en los Estados Unidos de América: un proceso de vanguardia, que construyó la más amplia red ferroviaria del mundo,9 en el cual también se presentaron fuertes fricciones por la sistematización y el desplazamiento de los trabajadores especializados, quienes “perdieron cada vez más su orgullosa independencia que había caracterizado al trabajo artesanal.”10 Asimismo, la electricidad aceleró este proceso con la mezcla de la turbina de vapor con el 7 ibid., p. 15. 8 McWilliams señala que “entre 1858 y 1940, las minas de Arizona produjeron tres mil millones de dólares en metales. La producción de cobre aumentó de 800,000 libras en 1874 a 830,628,411 libras en 1929. Fue la expansión de la industria eléctrica la que permitió al cobre, ‘el metal rojo’, destronar a su ‘rival blanco’ la plata”. Carey McWilliams, op. cit., p. 170. 9 Brinkeley escribe que entre las décadas de 1870 y 1880 “la producción de hierro remontó mientras los ferrocarriles agregaban 40,000 nuevas millas de vías”. Alan Brinkley. American History, a Survey. Nueva York, McGraw Hill, 2003, p. 474. 10 James Henretta, et al. America’s History. Nueva York, Worth Publishers, 1997, p. 572. 18 generador eléctrico, entonces, “la energía fue aparejada al sistema manufacturero. Todos estos productos básicos del industrialismo moderno –acero, carbón, y producción de energía– crecieron después de 1870 a tasas por lejos excedentes a la producción misma”.11 Simultáneamente, a partir de la década de los ochenta del siglo XIX se presentó el desarrollo del llamado “nuevo sur”12, en lo que destaca el estado de Texas, que tuvo un crecimiento económico sinigual intensificado con el boom petrolero de finales del siglo XIX. No obstante, el sur todavía presentaba serios problemas vinculados a cuestiones no resueltas tras la Guerra Civil estadounidense: por ejemplo, la mediería (sharecropping) fue implementada para que terratenientes empobrecidos pudieran producir, y la población afroamericana tuviera algo similar a una propiedad sin la presencia autoritaria del amo. Sin embargo “al final de la Reconstrucción solo una fracción de los medieros, no más que un cuarto del total, se las habían arreglado para ahorrar lo necesario para rentar suficiente tierra con pagos en efectivo”13 por lo que la mayoría de ellos “permanecieron empobrecidos”.14 Por otro lado, en las regiones agrícolas del medio oeste, gobierno, 11 ibid., p. 555. 12 Adams hace referencia a ciertas locaciones sureñas en donde “prendió el espíritu industrial nordista”, como en Carolina del Norte donde “se desarrollaron los textiles y el tabaco”, o Atlanta, Georgia, la cual una vez reconstruida se convirtió en “un importante centro comercial”, y señala como clave de este proceso que en 1901 fue descubierto petróleo en Texas. Paul Willi Adams. Los Estados Unidos de América. México, Siglo veintiuno, 1979. p. 128. 13 James Henretta, et. al., op. cit., p. 505. 14 ibid. 19 empresarios e inversionistas lidiaban en torno a la situación del campo: sobreproducción, deudas, pobreza e incluso la soledad propia de los agricultores aislados en las planicies.15 El desarrollo del suroeste estadounidense tiene mucho que ver con las necesidades de esta fase industrial y sus contrastes: dicha región ofreció una salida al océano Pacífico, ríos, espacios adecuados para la ganadería, y de manera notable, minerales. Durante la llamada “fiebre del oro”, la minería se practicó mediante operaciones pequeñas con técnicas elementales, sin embargo, posteriormente “pasó al mundo industrial. En algunos sitios el oro y la plata probaron ser menos importantes que metales mucho más comunes – cobre, plomo, zinc– para lo cual había una enorme demanda”.16 Por lo tanto, es importante destacar que el desarrollo de Arizona está relacionado con su región, la cual se convirtió en una de las áreas de mayor productividad extractiva. Asimismo, el potencial agrícola del sureste fue fundamental para dicho proceso, cuando “un nuevo, agrícola e irrigado imperio produjo campos regados y un hábitat adecuado para vastas poblaciones urbanas donde la naturaleza había puesto sólo desierto”.17 Actualmente, al estar compuesto por ciudades cosmopolitas rodeadas de paisajes vernáculos, y pobladas por gente de múltiples orígenes, el suroeste estadounidense es de algún modo “el límite del mundo y de toda la civilización occidental”18. 15 Brinkley apunta que “este triunfo de la agricultura americana como un sistema productivo no se tradujo en buenos tiempos para los cultivadores. Al contrario, el siglo diecinueve tardío fue una época de profundo descontento agrícola”. Adam Brinkley. op. cit., p. 545. 16 ibid., p. 537. 17 Jonathan Hughes. American Economic History. Nueva York, Addison Wesley, 2003, p. 303. 18 Referencia poética que alude a la localización geográfica extremo-occidental de California con respecto de las regiones tradicionalmente asociadas a la cultura occidental y a un predominio de ésta frente a la cultura universal. Red Hot Chili Peppers. Californication. Los Ángeles, Warner Brothers Records, 1999, pista 6, min. 0:45-0:53. 20 Para el singular caso de Arizona, las palabras clave de su desarrollo económico a inicios del siglo XX son cobre, algodón, ganado y clima.19. A principios del siglo XX, mientras ya destacaba por sus ricas venas cupríferas, gracias a notables obras de irrigación figuró un potencial agrícola que convertiría al Valle del Río Salado en un importante productor algodonero, entonces “el terreno del suroeste, montañoso y semidesértico, se convirtió en lugar fértil y productivo por la ley de 1902 [Reclamation Act], que permitió el uso de fondos federales para la construcción de sistemas de riego”: la Presa Theodore Roosevelt, construida entre 1906 y 1911, se levantó para irrigar los campos del Valle del Río Salado de Arizona,20 y junto con el Canal de Panamá, fue el sello de la ingeniería civil estadounidense durante el periodo del presidente cuyo nombre tomó el mencionado embalse hidroeléctrico.21 b) Inicios del enganche de mexicanos a los Estados Unidos Crear un sistema de agricultura intensiva en una de las áreas más despobladas del país fue un reto considerable para la economía de Arizona. Tradicionalmente, el crecimiento demográfico de los Estados Unidos había tenido dos principales fuentes de pobladores: la primera el crecimiento por natalidad de una población predominantemente angloparlante, y la segunda el arribo de grandes números de inmigrantes que llegaban en navíos a la costa atlántica, cuyos descendientes solían adoptar el inglés si no es que ya fuera de origen su lengua materna. Sin embargo, a principios del XX, tanto los trabajadores nacidos en el país 19 Thomas Sheridan. op. cit. p. VI. 20 Fernando Alanís Enciso. “Las políticas migratorias de Estados Unidos y los trabajadores mexicanos, 1880-1940”, en Manuel Ceballos Ramírez. Encuentro en la frontera: mexicanos y norteamericanos en un espacio común. México, El Colegio de México-El Colegio de la Frontera del Norte-Universidad Nacional Autónoma de Tamaulipas, 2001, p. 414. 21 Thomas Sheridan. op. cit., p. 211. 21 como la población que llegaba a través del océano Atlántico tendieron a ser absorbidos por los centros urbanos, entonces “se dio un proceso de reubicación geográfica de la mano de obra impulsado por las posibilidades de mejores salarios en estados más alejados de la frontera: Colorado, Pennsylvania, Chicago, entre otros”.22 En ese contexto, la proporción de la inmigración que llegaba Estados Unidos desde el océano Atlántico tendía a llegar de Europa oriental, balcánica y mediterránea, mientras que la población local estaba compuesta mayoritariamente por descendientes de pobladores originarios de las regiones del norte de Europa. Los recién inmigrados vivían en condiciones desfavorables, en muchas ocasiones tenían que tomar los peores trabajos y su imagen fácilmente se asociaba con malas condiciones de vida.23 Asimismo, se les otorgaba un estatus inferior en sus lugares de trabajo, por lo cual, muchos inmigrantes se involucraron en las organizaciones laboristas que buscaban incluirlos, mientras en los principales centros industriales circulaban textos con ideas revolucionarias dirigidas hacia ellos.24 Al mismo tiempo, en el proceso de industrialización la sistematización productiva imponía obstáculos para la asociación laboral, pero conforme se desarrolló el complejo 22 Fernando Saúl Alanís Enciso. El primer programa bracero y el gobierno de México. México, El Colegio de San Luis, 1999, p. 12. 23 Alanís anota que “entre 1881 y 1900 surgió la diferencia entre la inmigración ‘antigua’ y la ‘nueva’, esta última considerada como inferior a la primera”. Fernando Alanís, “Las políticas migratorias de Estados Unidos...”, p. 416. 24 Joseph Rayback anotó que 1910 el Partido Socialista, “en un esfuerzo por alcanzar a los grandes grupos de inmigración eslava y latina de las décadas previas, había creado las ‘federaciones de lenguajes’, las cuales se dedicarían exclusivamente a la tarea de difundir el canto socialista entre los de sus propias nacionalidades”. Joseph G. Rayback. A History of American Labor. Nueva York, The Free Press, 1966, pp. 283-284. 22 fabril se generaron amplios intentos de autogestión por parte algunos grupos obreros. En 1886 la American Federation of Labor (AFL) se conformó como una federación compuesta por organizaciones que asociaban trabajadores de oficio, y consiguió ser la agrupación laboral más importante en los Estados Unidos desde de su fundación hasta la muerte de Samuel Gompers en 1924, su fundador y líder, preservando hasta la actualidad un gran peso en la organización obrera estadounidense. Sin embargo, tuvo una influencia capital en la división laboral, pues “garantizaba a los obreros calificados una federación sindical cuidadosamente cerrada para los trabajadores de menor calificación, y con ello, el establecimiento de un monopolio para los primeros a través, entre otros medios, de pagos altos por el derecho de sindicalización.” 25 Las fricciones generadas entre nuevos y viejos inmigrantes, situación ante la cual la AFL optó por asociar a los mejor posicionados trabajadores nacidos en los Estados Unidos, evidencia la fragmentación entre grupos con posturas nativistas, y el discurso de clase de asociaciones que “evitaron distinciones entre viejos y nuevos inmigrantes, así como entre obreros de distintas razas y de diferentes idiomas, colocándolos a todos en pie de igualdad”.26 La formación de los International Workers of the World (IWW) en 1905 representó un hito en la historia del trabajo organizado, pues fue la principal asociación en los Estados Unidos cuyos fines eran cambiar radicalmente el sistema de trabajo: organizar a la clase trabajadora y colocarla en el centro de vida pública. Sus fines eran “la abolición del 25 Torres Parés, Javier. La revolución sin frontera: el Partido Liberal Mexicano y las relaciones entre el movimiento obrero en México y el de Estados Unidos, 1900-1923. México, FFL/UNAM, 1990, p. 135. 26 ibid. 23 sistema de sueldos, el derrocamiento del estado capitalista, y el establecimiento de una sociedad dirigida por trabajadores organizados bajo las líneas de la industria”.27 Además la demanda laboral se precipitó con la Ley de exclusión china (1882), y el Pacto de Caballeros (1907) que limitaba el ingreso de la inmigración japonesa, pues “se creó una considerable reducción de mano de obra en sectores clave de la economía del oeste estadounidense, en particular en los servicios ferroviarios, la minería, la agricultura y la construcción”.28 Los mexicanos figuraban en la ecuación de la división laboral de la frontera desde que Texas y el suroeste fueron anexionados por los Estados Unidos entre 1845 y 1848. Poblaciones como San Francisco, Los Ángeles, San Antonio, Tucson y Santa Fe, durante muchos años fueron principalmente habitadas por mexicanos, buena parte de los cuales no fueron incorporados al sistema político estadounidense sino hasta bien entrado el siglo XX.29 La necesidad de trabajadores fue vista como una oportunidad para hacer negocio por ciertos individuos en ambos lados de la frontera, y el contacto entre empleadores y agentes conocidos como enganchadores, fue el principal modelo con el cual los dueños de los ferrocarriles, fábricas, minas y campos de los Estados Unidos se proveyeron de 27 Juan Gómez-Quiñones apunta que los IWW fueron “elementos salidos del Partido Socialista del Trabajo, y de sindicatos militantes como la Federación Occidental de Mineros.” Juan Gómez- Quiñones. Mexican American Labor, 1790-1990. Albuquerque, University of New Mexico Press, 1994, p. 69. 28 Jorge Durand, et al. Detrás de la trama de las políticas migratorias entre México y Estados Unidos. México, Universidad Autónoma de Zacatecas, 2009, p. 34. 29 George Sánchez apunta que “el grupo indo˗hispánico podría haber sido asimilado”, pero que “ningún pensamiento fue dado a la rehabilitación educacional, salubre, económica, o política de los hispanos. Y después de 1910 la oportunidad había pasado”. George Sánchez, “History, Culture and Education” en Julián Samora, La Raza: Forgotten Americans. Nortre Dame, University of Nortre Dame Press, 1966, pp. 6-7. 24 trabajadores mexicanos de manera sistematizada, estableciéndose el sistema del enganche, el cual se define como un trato oral en el cual: [...] una vez aceptadas las condiciones los enganchados quedaban supeditados al enganchador. Desde el momento en que el contratista erogaba algún dinero para el traslado o adelantaba efectivo para la manutención de la familia en el lugar de origen, el obrero quedaba endeudado y atrapado ˗enganchado˗ en las redes del contratista.30 En ese contexto, la importancia que tuvieron los trabajadores mexicanos en la construcción y manutención del tendido férreo en el suroeste fue indispensable, de acuerdo a Mark Reisler “habían hecho la mayoría del trabajo de construcción de los rieles del sur de California, Arizona y Nevada”.31 Para ciertas compañías ferroviarias, mineras y agrícolas llegó a ser indispensable estar bien provistas de trabajadores mexicanos. Sin embargo en su intento de asegurar suficientes trabajadores, los empresarios estadounidenses implementaron medidas tales como su cautiverio bajo amenazas, deportación, cárcel y la retención de sueldos.32 Asimismo, los enganchadores “reclutaban trabajadores a cambio de tener exclusivamente el privilegio de brindarles comida, ropa y otras necesidades”. El trato solía implicar que los trabajadores perdían sus ahorros por los costos excesivos, pues “los precios cobrados por las agencias eran de cinco a quince por ciento más altos”. 33 30 Fernando Alanís Enciso. Primer programa de bracero y el gobierno de México. México, El Colegio de San Luis, 1999, p 27.; Jorge Durand destaca que esta red de enganchadores llegaba hasta Guanajuato, San Luis Potosí, y Michoacán. Jorge Durand. op. cit. p. 35. 31 Mark Reisler. By the Sweat of their Brow. Mexican Immigrant Labor in the United States, 1900- 1940. Westport, Greenwood Press, 1976, p. 3. 32 Reisler cita que los agricultores en Texas “eran conocidos por hacer que les ‘prestaran’ los zapatos y pantalones de los trabajadores mexicanos por la noche para desanimarlos de dejar las cosechas antes de que estuvieran completas”. ibid., p. 11. 33 ibid., p. 19. 25 Los trabajadores mexicanos fueron utilizados como trabajadores de reserva, en ese sentido, Juan Gómez-Quiñones anota que durante una crisis económica “los trabajadores inmigrantes son convertidos en chivos expiatorios para el descontento público a través de una manipulación deliberada en función de prevenir antagonismo hacia aquellos de hecho responsables de la crisis”.34 Por lo tanto, las organizaciones de trabajadores estadounidenses generalmente fueron hostiles a los mexicanos, y esto los excluyó de los derechos conseguidos por movimiento laboral en Estados Unidos. No obstante, la AFL “aceptó incorporar a los trabajadores mexicanos únicamente en los centros de trabajo en donde su presencia masiva o mayoritaria lo imponía”.35 En contraparte, los mexicanos que trabajaban entre México y Estados Unidos fueron influidos por los IWW y el Partido Liberal Mexicano (PLM), organizaciones que centraban sus posicionamientos en contra del orden laboral establecido en ambos lados de la línea fronteriza: La división del trabajo que hemos visto delinearse entre la IWW y el PLM, muestra que la acción de este último en el medio obrero de E.U.A., como sucedió también en México, se orientó sistemáticamente a obtener la participación de los trabajadores más decididos en la estrategia insurreccional, proceso central en la concepción revolucionaria del PLM.36 Por lo visto, algunos de los principios que protegían a los trabajadores mexicanos de la arbitrariedad estaban secundados por asociaciones como los IWW y el PLM, sin embargo, como se muestra a continuación, el laborismo revolucionario sería puesto en la mira por un discurso nacionalista intensificado durante la Primera Guerra Mundial. 34 Juan Gómez-Quiñones. op. cit., p. 89. 35 Javier Torres Parés. op. cit., p. 21. 36 ibid., p. 127. 26 c) La economía de guerra estadounidense y su demanda laboral El 28 de junio de 1914, en la provincia bosnia de Sarajevo fueron asesinados el archiduque Francisco Fernando y su esposa Sofía Chotek, herederos del Imperio Austrohúngaro, con lo cual se desencadenaron una serie de rupturas y alianzas internacionales que dieron paso a la Primera Guerra Mundial. Entonces, las demandas de la clase trabajadora no tenían mayor peso en las doctrinas imperialistas de las potencias mundiales: en ellas, el “nacionalismo liberal de sus diez primeros lustros, defensor de la igualdad de la diversas naciones y su derecho a la autodeterminación”37, había mutado en un conservadurismo xenófobo y racista que “exigía la existencia de una clase dominante selecta”38. Sin embargo, la década anterior al estallido de la guerra había visto el fortalecimiento del movimiento laboral, en un contexto en el que los grandes empresarios y las familias con títulos nobiliarios perdían representatividad frente a los partidos que daban voz a las clases trabajadoras, lo cual generaba una presión amenazante para las altas esferas sociales. Por lo tanto la guerra fue vista como una forma de canalizar dicha presión interna sobre los Estados vecinos.39 Por otro lado, México había sufrido un cambio en su estructura social durante el Porfiriato, pues en ese periodo se desarrolló una economía con proyección hacia los grandes mercados. Entonces, a pesar de una gran capitalización de la riqueza producida por los ingenios, haciendas, minas y demás sistemas encausados al comercio en escala nacional e intercontinental, hubo importantes movimientos poblacionales y una proletarización generalizada que “alteró la vida económica de comunidades enteras, creó poblaciones 37 John H. Morrow. La gran guerra. Barcelona, Edhasa, 2008, p. 28. 38 ibid., p. 32. 39 ibid., p. 51. 27 flotantes, inestables, levantiscas”. 40 Asimismo, la privatización de tierras de la que miles de pueblos fueron víctimas generó la oferta laboral que los principales complejos productivos necesitaban para su desarrollo. Sin embargo, “contribuyó a la destrucción de la economía campesina tradicional, usurpó derechos de pueblos y comunidades rurales, y lanzó a sus habitantes al mercado de trabajo, al hambre, al peonaje y a la emigración”41. El la organización obrera cobró fuerza en varios puntos y, cuando el estancamiento del sistema político de la cúpula gobernante se juntó con el cuadro del descontento laboral, se desencadenó la Revolución mexicana que derrocó al régimen de Porfirio Díaz en 1911. Con la entrada de los Estados Unidos en la guerra mundial en 1917, su economía fue reestructurada y planificada de acuerdo con las necesidades del Estado en tiempos bélicos, de tal modo que se creó la Junta de Trabajo de Guerra (War Labor Board), compuesta por empresarios, la AFL y representantes del gobierno federal, quienes implementaron medidas para incrementar la producción en sectores estratégicos.42 En ese sentido, el gobierno estadounidense, interesado el consolidar la producción bélica y vender bonos de guerra, llevó una campaña propagandística para dar popularidad al conflicto armado, formándose el Comité de Información Pública,43 con lo cual se disparó un pronunciado patriotismo, al tiempo que se llevó a cabo una verdadera cacería contra las prácticas laboristas más radicales. 40 Fernando Alanís Enciso. Que se queden allá. El Gobierno de México y la repatriación de mexicanos en Estados Unidos. México, El Colegio de la Frontera Norte/El Colegio de San Luis, 2007, p. 35. 41 ibid. 42 Joseph Rayback. op. cit., p. 274. 43 Adam Brinkley destaca que el CPI “en un principio intentó distribuir sólo ‘hechos’, creyendo que la verdad hablaría por sí misma. Conforme la guerra continuó, sin embargo, sus tácticas se volvieron cada vez más crudas”. Adam Brinkley. op. cit., p. 633. 28 En ese cuadro algunos dirigentes laboristas se opusieron a la guerra, y en respuesta el gobierno estadounidense inició una represión contra esta posición. Tras su entrada en la guerra, “una ola de histeria antiextranjera barrió la nación” potenciada por la propaganda nacionalista del gobierno estadounidense, la cual “pronto se transformó en una campaña para eliminar todos los elementos que en cualquier forma parecieran obstruir el esfuerzo bélico”44. Así que fueron emitidas la Ley de Espionaje de 1917 y la Ley de Sedición de 1918 del gobierno federal, las cuales fueron aplicadas a grupos antimilitaristas. Entonces, los trabajadores organizados con posturas antibélicas fueron acusados de ser agentes extranjeros, saboteadores, y portadores de doctrinas enemigas de los Estados Unidos de América. En ese periodo los IWW y el PLM fueron prácticamente suprimidos, así como el Partido Socialista y otras organizaciones revolucionarias fueron reducidas.45 Al mismo tiempo, la AFL y el gobierno federal pactaron darse ciertas concesiones para evitar conflictos y aumentar la producción durante la Primera Guerra Mundial, entonces de 1917 a 1918, dicha asociación aumentó sus miembros de 2,370,000 a 3,260,000 y “cuando terminó la Primera Guerra Mundial la AFL estaba de júbilo”.46 Asimismo, de acuerdo con los intereses de los grupos de trabajadores mejor posicionados, poco antes de su entrada en la guerra, en febrero de 1917 el Congreso de los Estados Unidos aprobó la Ley de Inmigración, una serie de disposiciones que constituyeron la más restrictiva de las políticas inmigratorias estadounidenses hasta entonces: negaba la entrada de quienes no supieran leer y escribir, reafirmaba la prohibición del ingreso de 44 Joseph Rayback. op. cit., pp. 280, 287. 45 Rayback refiere que entonces “el gobierno federal arrestó y señaló toda nueva figura que se levantó para liderar la IWW. El efecto fue desastroso”. ibid. p., 282. 46 ibid., p. 274. 29 trabajadores a Estados Unidos bajo contrato y prohibía el acceso a personas que buscaran trabajo temporal.47 Si bien de estas medidas resultó un cambio notable en la cantidad de personas que llegaba por los puertos marítimos, dada la relativa facilidad con la que podía cruzarse la frontera con México no se impidió la entrada de trabajadores por tierra desde el sur. Sin embargo, la Ley de Inmigración de 1917 provocó un cambio fundamental en las condiciones en las que los mexicanos ingresaban, pues hacerlo legalmente resultaba imposible para la mayoría. Además, la restricción se aplicó en un escenario que ya tenía una connotación discriminatoria contra ellos pues, incluso antes de su aplicación, los que cumplían los requisitos pasaban por inspecciones vergonzosas, y en ocasiones los oficiales de inmigración los hacían pasar días enteros en espera sin motivo alguno, lo cual no correspondía con el trato que se daba a los estadounidenses que cruzaban hacia México.48 Por otro lado, la emigración de trabajadores mexicanos hacia los Estados Unidos durante la Revolución mexicana fue considerable,49 aunque su movimiento migratorio de la oferta laboral del otro lado. Hubo años en los que el daño provocado por la guerra civil en México limitó el movimiento de trabajadores hacia Estados Unidos, así como se pronunció la escasez laboral durante los reclutamientos de las distintas facciones y con la destrucción 47 Linda B. Hall, “El Refugio: migración mexicana a los Estados Unidos, 1910-1920”, en Históricas, México, enero-abril de 1982, p. 30. 48 Alanís cuenta que “eran reunidos en grandes grupos para examen médico en lugares semejantes a corrales. Cerca de 500 o 600 personas eran detenidas en esos lugares por largo tiempo sin permiso para tomar líquidos o sin espacios para cubrir sus necesidades fisiológicas”. Fernando Alanís Enciso. “Las políticas migratorias...”, p. 419. 49 Según Linda Hall, sin incluir a los trabajadores temporales, “la cifra oficial de inmigrantes legales que cruzaron la frontera mexicana hacia los Estados Unidos en el periodo comprendido entre el 1º de julio de 1910 y el 1º de julio de 1920 es de 890,371”. Linda B. Hall, “El refugio...”, p. 23. 30 que causaron a su paso.50 Por lo tanto, la emigración laboral hacia el vecino del norte durante la fase armada de la Revolución mexicana fue irregular, pero en el balance total tendió al incremento. En ese sentido, la demanda laboral que generó la economía de los Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial fue un gran impulso migratorio, sobre todo cuando ese país se dispuso a entrar activamente en la contienda en un tiempo de relativa paz y de escasez laboral en México, en las postrimerías del triunfo de los ejércitos constitucionalistas sobre los de la Convención de Aguascalientes.51 Sin embargo, la escasez laboral se cernió sobre los territorios estadounidenses fronterizos con México inmediatamente después de que los Estados Unidos declararon la guerra a las potencias centrales europeas, ya que una gran cantidad de trabajadores fueron incorporados a las fuerzas armadas. Además, algunos mexicanos fueron reclutados y enviados a Europa,52 lo que provocó la desbandada de quienes temerosos del reclutamiento volvieron a México, alarmando a los principales empleadores pues muchos quedaban sin una fuerza laboral esencial. El gobierno mexicano protestó y, gracias a los esfuerzos de la embajada mexicana y a la presión ejercida por los patrones en Estados Unidos, el gobierno 50 Alanís señala que “irónicamente en los años de 1913 a 1915, los más severos de la lucha civil, se observó una ligera disminución. [...] a muchos particulares les resultaba peligroso y difícil llegar a la frontera”. Fernando Alanís. El primer programa bracero..., p. 33. 51 A partir de que los constitucionalistas controlaron el país “la corriente migratoria comenzó a fluir de nuevo hacia el norte y, a pesar de la Ley de Inmigración de 1917, siguió un nivel alto y en continuo aumento”. ibid., p. 22. 52 ibid., p. 52. 31 estadounidense exentó a los mexicanos del servicio militar y comenzó una campaña para contrarrestar su temor al reclutamiento.53 La Ley de Inmigración 1917 también generó una respuesta organizada por parte de los grupos de presión de los cultivadores del suroeste, por lo cual el comisionado general de inmigración, Anthony Caminetti, recomendó al secretario del Trabajo, William B. Wilson, “que invocase inmediatamente la cláusula de la Ley de 1917 que calmaría las restricciones a la entrada de trabajadores mexicanos”.54 Entonces, los empleadores de mexicanos en Estados Unidos obtuvieron una serie de medidas que aquí serán llamadas las órdenes del Departamento del Trabajo para la admisión de trabajadores mexicanos (en adelante ODTATM).55 Esta política se dio mediante una serie de órdenes emitidas por el Departamento del Trabajo en forma de memorándums, para facilitar y regular el ingreso de trabajadores de México. Pero no fue una modificación a la ley inmigratoria, ni la exención de los mexicanos a cumplir la misma, sino la aplicación de un artículo de la Ley de Inmigración de 1917 que especificaba que, bajo la aprobación del Departamento del Trabajo, el comisionado de inmigración del Congreso podía implementar medidas para regular la entrada de trabajadores extranjeros en tiempos excepcionales. Por lo tanto el 23 de mayo de 1917, el secretario del Trabajo “emitió una orden departamental que permitía que la prueba de alfabetización y el impuesto por cabeza, así 53 Reisler habla de que en el “esfuerzo por calmar a la marea de trabajadores que huían, la cual podía poner en juego la producción y transporte de suministros militares por tren, los departamentos de Estado, Guerra y Trabajo, unieron fuerzas para acallar los rumores”. Mark Reisler. op. cit., p. 26. 54 ibid., p. 27. 55 La denominación oficial a esta política varía según diversas fuentes. Aquí se aplican los caracteres ODTATM en alusión a los términos más utilizados por el Departamento del Trabajo en circulares que son analizadas en el capítulo III de esta tesis. 32 como la cláusula de contrato laboral fueran suspendidas en lo tocante a la admisión temporal de trabajadores mexicanos para la agricultura”.56 Sin embargo, los empleadores interesados debían presentar una solicitud al Departamento del Trabajo, en la cual indicaban el número de trabajadores deseados, así como el tiempo que planeaban utilizarlos y las condiciones de vivienda que les ofrecerían. Para contactar y distribuir a los trabajadores los empresarios utilizaron agentes privados y el Servicio de Empleo de los Estados Unidos57 de ese departamento estaba encargado de corroborar la escasez de trabajadores y facilitar las gestiones necesarias para satisfacer la demanda laboral. La implementación de las ODTATM fue muy irregular y su vigencia se alargó más allá de la duración de la guerra, finalizando hasta el 3 de marzo de 1921;58 no obstante, este sistema laboral probó su utilidad para los intereses de los empresarios del suroeste. Sin embargo, fue una solución unilateral, en la que el gobierno mexicano tuvo una participación pasiva, pues no existieron tratados oficiales y hubo poca colaboración en torno a la cuestión migratoria entre las administraciones de Venustiano Carranza y Woodrow Wilson, quienes estuvieron mucho más ocupados en cuestiones tales como la propiedad de la riqueza del subsuelo mexicano.59 56 ibid., p. 27. 57 ibid., p. 37. 58 Una orden departamental del 15 de diciembre de 1918 cesó la admisión de trabajadores, sin embargo, ante la presión los empleadores se extendió hasta el 30 de junio de 1919, y posteriormente de nuevo se amplió el permiso, de lo que “no fue sino hasta el día previo a que Woodrow Wilson dejara la oficina que todas las admisiones temporales fueron rescindidas”. ibid., pp. 33-34. 59 Alanís señala que “en Estados Unidos, algunas personas interesadas en el asunto buscaron negociar con los cónsules y no con otras instancias gubernamentales. Entre otras razones, por la oposición al gobierno carrancista y su política nacionalista”. Fernando Alanís, El primer programa bracero..., p. 40. 33 Según estadísticas oficiales del Departamento del Trabajo, “un total de 72,862 trabajadores mexicanos fueron admitidos en Estados Unidos bajo el programa de admisión temporal.”60 Al término de ésta política, durante la crisis económica de 1920 y 1921, miles de trabajadores fueron dejados a su suerte por todo ese país, y el gobierno de México tuvo que repatriar a cerca de 50,000,61 cuadro en el que Arizona figuró como uno de los escenarios más dramáticos. 60 Reisler también refiere que “en junio de 1921, tres meses después de que el programa terminara, 34,992 de ellos habrían regresado a México, 15,632 seguían empleados en los Estados Unidos, 414 murieron, a 494 se les permitió permanecer como inmigrantes regulares, y 21,400 habrían desertado de sus empleos y desaparecido”. Reisler, Mark. op. cit., p. 38. 61 Alanís Enciso, Fernando. “Las políticas migratorias...”, pp. 409-410. 34 35 CAPÍTULO II LABORISMO MODERADO, MUTUALISMO, Y EL CONSULADO MEXICANO DURANTE LA CRISIS DE LOS MEXICANOS ENGANCHADOS POR LA ACGA EN 1920 El caso de los jornaleros mexicanos en Arizona llamó la atención del gobierno mexicano en agosto de 1920, cuando se desató un conflicto entre un grupo de trabajadores organizados y la Arizona Cotton Growers Association (ACGA). Posteriormente, la situación se agravó con la caída del precio del algodón. Este capítulo estudia algunas características de las organizaciones laborales involucradas, así como presenta la evolución del caso a partir de la comunicación del gobierno mexicano y artículos periodísticos en torno al mismo. a) Del radicalismo a la moderación en la organización laboral fronteriza Durante las primeras dos décadas del siglo veinte, los mexicanos en el sistema laboral de los Estados Unidos comenzaron a manifestarse como la principal fuente de trabajadores poco remunerados. En las compañías ferroviarias del oeste estadounidense los mexicanos “componían desde el 70 al 90 por ciento de la fuerza laboral y eran concentrados en labores de bajo estatus.”1 Asimismo, en la industria extractiva “habían abierto las minas, trabajado bajo tierra, hecho trabajo de superficie, y operaban los hornos. En algunos casos permanecieron como la principal fuerza laboral, pero a menudo eran gradualmente desplazados por los anglos”.2 A pesar de la posición que ocupaban, algunas organizaciones mexicanas se fortalecieron con sus grandes números de trabajadores, y fueron parte de un movimiento de 1 Juan Gómez-Quiñones. Mexican American Labor, 1790-1990. Albuquerque, University of New Mexico Press, 1994, p. 74. 2 ibid., p. 75 36 obreros inmigrantes y estadounidenses, que consiguió garantías en áreas donde la mano de obra era peor pagada y poco protegida. Si bien los mexicanos eran excluidos de las principales asociaciones laborales de los Estados Unidos, especialmente aquellas compuestas por trabajadores de oficio, eso mismo contribuyó a que consiguieran organizarse en algunos sectores en los que notablemente sumaron esfuerzos con los grupos que representaban trabajadores sin calificación oficial, y con las asociaciones más revolucionarias de ese país. Particularmente a partir de la publicación del Manifiesto Industrial de 1905 (Industrial Union Manifiesto) adoptado por los International Workers of the World (IWW), ciertas características de este movimiento laboral “facilitaron la participación de mexicanos en sus filas.”3 Las poblaciones del suroeste estadounidense fueron los principales focos en los cuales participaron grupos laborales mexicanos de carácter revolucionario y combativo que influyeron decididamente en la fase inicial de la Revolución mexicana, donde miembros del Partido Liberal Mexicano (PLM) interactuaron activamente junto con los IWW “fortaleciendo apreciablemente la presencia obrera en el devenir de la situación mexicana en un periodo fundamental”.4 Sin embargo, en 1918, tras la derrota de los ejércitos de la Convención de Aguascalientes, para la dirigencia del PLM “la estrategia insurreccional de obreros y campesinos había sido ya claramente abandonada. Paulatinamente, los sindicatos radicales fueron reconocidos como una alternativa para hacer avanzar la lucha 3 Javier Torres Parés. La revolución sin frontera: el Partido Liberal Mexicano y las relaciones entre el movimiento obrero en México y el de Estados Unidos, 1900-1923. México, FFL/UNAM, 1990, p. 137. 4 ibid. pp. 139-140. 37 anticapitalista del proletariado,” 5 sin embargo, el PLM no consolidó su fuerza ni entre las facciones triunfantes de la Revolución mexicana, ni en el movimiento laborista de la región fronteriza.6 El gobierno estadounidense tuvo bajo vigilancia a los mexicanos influyentes exiliados en su territorio en esos años, en especial a aquellos adversos a sus intereses. En ese contexto y ante la Primera Guerra Mundial, los líderes de tendencias radicales en los Estados Unidos fueron perseguidos y sus organizaciones suprimidas; entonces, el PLM fue perseguido en ambos frentes, por violar las leyes de neutralidad estadounidenses, y junto con los grupos que llevaron a cabo actos en contra de la guerra, fue combatido por su antimilitarismo. En marzo de 1918 Ricardo Flores Magón, figura central del PLM, fue apresado y sentenciado a veinte años de cárcel y, en 1922, murió preso en Leavenworth, Kansas, sin poder llevar su movimiento a las bases del sindicalismo.7 La American Federation of Labor (AFL) también trató de llevar su influencia hacia los grupos de trabajadores peor posicionados, creando para ellos las FLU (Federal Labor Union), en las cuales se tenían que mantener los lineamientos de la AFL: “la estructura de las FLU fue desarrollada por el cuerpo ejecutivo de la AFL para segregar de acuerdo a líneas raciales y de nacionalidad a aquellos trabajadores calificados y a veces no calificados que eran excluidos por las uniones tradicionales de obreros”.8 Para 1920, las directrices de la AFL se presentaban como la única vía para la organización laboral, y Según Gómez- Quiñones “ninguna fuerza independiente progresiva o laborista se consolidó como para 5 Javier Torres Parés. op. cit., p. 231. 6 ibid., p. 207; Juan Gómez˗Quiñones. op. cit., p. 69. 7 Javier Torres Parés. op. cit. pp. 88, 227, 235. 8 Juan Gómez-Quiñones. op. cit., p. 68. 38 enfrentar a los dos partidos dominantes. Ningún movimiento unionista masivo de trabajadores no artesanales se consolidó en contradicción del ethos y las formas de la AFL”,9 por lo que ésta, aumentó su presencia entre los trabajadores mexicanos, expandiéndose hacia el espacio dejado por los grupos laboristas suprimidos durante la Primera Guerra Mundial. No obstante, esto resultó artificial y la dirigencia de la AFL fue poco contundente en su acercamiento a las organizaciones mexicanas, puesto que su política, dirigida hacia la fuerza obrera mejor posicionada, tenía un carácter nacionalista y se había concentrado en favorecer a los ciudadanos estadounidenses de piel clara, angloparlantes y oficialmente acreditados, en demérito de los inmigrados, los de piel oscura, y los trabajadores oficialmente no calificados.10 En Arizona, se fundó en 1915 la Liga Protectora Latina (LPL), la cual practicaba el mutualismo y podía operar sin ser reprimida por las autoridades estadounidenses, pues pedía a sus asociados respetar las leyes “por más que algunas de ellas, en lo que se refiere a individuos de nuestra raza, excedan a todo lujo de humillación y de crueldad”.11 La liga, buscaba la intercesión del gobierno mexicano y los agentes consulares, así como favorecer a los partidos afines a los intereses de los mexicanos en Estados Unidos por la vía electoral, y en defensa de sus prácticas la LPL se adjudicó un papel crucial en la victoria del gobernador Thomas Campbell de Arizona en 1920.12 Asimismo, se oponía a los sindicatos, a los cuales su presidente acusó de ser “el enemigo más encarnizado del obrero mexicano”, 9 ibid., p. 95. 10 ibid., p. 85. 11 Brígido Caro, “Discurso celebrado por su autor en la celebración del 5° aniversario de la Liga Protectora Latina”, en El Heraldo de México, Los Ángeles, vol. IV, núm. 604, 13 de febrero de 1920, p. 5. 12 ibid. 39 jactándose de que “fueron derrotadas por la Liga, haciendo fracasar todo intento de huelgas en los campos mineros de Morenci, de Clifton y Jerome”.13 En cuanto al sindicalismo en México, en 1912 la Casa del Obrero Mundial (COM) había planteado emprender la lucha laboral conformando un movimiento independiente de las directrices del Estado, sin embargo la organización se fragmentó durante la Guerra de facciones de la Revolución mexicana.14 En 1918, algunos exlíderes de la COM, dirigidos por Luis Napoleón Morones, fundaron la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), la cual buscó asociar a los principales grupos de trabajadores a escala nacional y para 1920, era el órgano laboral más importante del país, sin embargo, esta no proponía una separación del Estado tradicional, por el contrario, consolidó su poder mediante su alianza con Álvaro Obregón, quien a su vez obtuvo de ella un apoyo clave para fortalecerse entre los líderes emergentes de la Revolución mexicana.15 Por lo tanto, los lineamientos impuestos desde las cúpulas dirigentes se asentaron con mayor firmeza en el movimiento obrero tanto en México como en Estados Unidos, pues al término de la Primera Guerra Mundial y de la guerra de facciones de la Revolución mexicana, se delimitaron las posiciones de los principales actores políticos. En consecuencia, los dirigentes de los gobiernos dependieron del favor de los principales 13 ibid. 14 Javier Torres Parés. op. cit., p. 164, 165, 166. 15 Álvaro Matute anotó que “el 6 de agosto de 1919 celebraron un pacto secreto el candidato Obregón y los directivos de la CROM, entre quienes se contaba a Morones, Celestino Casca, Samuel Yúdico y otros”, acordándose que se nombrarían cromistas en puestos clave, y que se solicitaría la “la promulgación de una ley laboral y del reconocimiento a la CROM para tratar directamente con las autoridades todo lo referente a ‘los asuntos directamente relacionados con las agrupaciones (de obreros) de la República’”. Álvaro Matute. Historia de la Revolución Mexicana 1917-1924. La carrera del caudillo. México, El Colegio de México, 1980, p. 68. 40 actores económicos y las prácticas laboristas que amenazaron con alterar el balance político alcanzado, fueron tácitamente proscritas en ambos lados de la región fronteriza, de lo cual resultó un movimiento laboral considerablemente moderado en la frontera en comparación a los lineamientos de los IWW o el PLM. b) El enganche de la ACGA y la Comisión Investigadora El cultivo de algodón fue una de las operaciones más rentables para los agricultores del suroeste estadounidense a principios del siglo XX. Impulsados por la demanda de algodón de fibra larga por parte de la industria llantera, los grandes cultivadores del Valle del Río Salado en Arizona transformaron las granjas del área en plantaciones que entraron de lleno a la producción del llamado “oro blanco”: en 1916 “los agricultores del Valle del Río salado estaban sembrando 7,300 acres de algodón”, y con la llegada de llanteras como Firestone, Dunlop y Goodyear, aumentaron a 69,000 acres en 1918.16 Al respecto, Lukinbeal, Lucio y Arreola anotan, citando a McWilliams, que “las pequeñas granjas familiares abrieron paso a operadores especuladores que crearon ‘sweatshops [fábricas de sobrexplotación] en el desierto’ practicando ‘un tipo de agricultura industrializada a gran escala’”17 El cultivo intensivo del algodón despuntó aún más cuando el Imperio Británico restringió las exportaciones que producían sus colonias para asegurar su propio suministro durante la Primera Guerra Mundial, lo cual generó una escasez global que alcanzó a las industrias que utilizaban dicho producto. Sheridan señala que esto sucedió “al tiempo que el Departamento de Guerra ordenó cientos de aviones, los cuales necesitaban fibra de algodón 16 Thomas Sheridan. Arizona: a History. Phoenix, The University of Arizona Press, 1995, p. 213. 17 Chris Lukinbeal, Daniel D. Arreola y D. Drew Lucio. “Mexican urban Colonias in the Salt River Valley of Arizona” en The Geographical Review. vol. 100, núm. 1, enero de 2010, p.17. 41 para sus llantas y sus alas.”18 Sin embargo el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos había llevado a cabo un proyecto para obtener un gran beneficio en las regiones recientemente irrigadas y, con variaciones de algodón egipcio, obtuvo como resultado una cepa muy satisfactoria a la que se le dio el nombre con el que se referían a los nativos o’odham: algodón Pima.19 En 1913 se formó en Tempe, Arizona, la Salt River Egyptian Cotton Growers Association, agrupando a los principales algodoneros del Valle del Río Salado.20 Posteriormente, el interés de los cultivadores por aprovechar el aumento del precio del algodón se hizo patente en 1917: en ese año, la empresa pasó a llamarse Arizona Cotton Growers Association (ACGA), fue publicado que extendería su área de cultivo a 100,000 acres, y que gracias a los 4,000 trabajadores traídos desde México pudieron pagar a sus jornaleros dos centavos por libra pizcada de algodón, mientras en el Yuma se pagaban seis centavos por el mismo trabajo.21 La demanda laboral de la ACGA era estacional, y mediante el ingreso masivo de mexicanos pudo fijar sueldos muy bajos, de lo que Mark Reisler cita que “el reclutamiento de la asociación ahorró a los cultivadores $28 millones en costos de pizca”,22 para lo cual, Cardoso refiere que “cada miembro de la asociación había dado 18 Thomas Sheridan. op. cit., p. 212. 19 Chris Lukinbeal, et al., op. cit., p. 17. 20 “Cotton Industry’s Growth in Salt River Valley”, en The Arizona Republican, vol. XXIV, núm. 128, 24 de septiembre de 1913, p. 5. 21 “Cotton Exchange to Change Name”, en The Arizona Republican, vol. XXVIII, núm. 193, 30 de noviembre de 1917, p. 9; “Mexican Cotton Pickers”, en The Border Vidette, año 25°, núm. 26, 8 de septiembre de 1917, p. 2. 22 Mark Reisler. By the Sweat of their Brow. Mexican Immigrant Labor in the United States, 1900- 1940. Westport, Greenwood Press, 1976, pp. 37, 39. 42 dinero para formar la Asociación de Trabajadores Mexicanos de Nogales” empleó a la Mexican Labor Association (MLA), una empresa enganchadora de Nogales, Sonora.23 En la primavera de 1920, se desató un conflicto entre la ACGA y un grupo de jornaleros mexicanos organizados como FLU, y por lo tanto vinculados a la AFL. De esta huelga, Juan Gómez-Quiñones anota que “involucró cuatro mil trabajadores mexicanos” e indica que fue organizada por Clemente Idar, quien “compartía algunos de los sesgos de Gompers; era antisocialista y anti-inmigración. Sin embargo, su éxito en organizar trabajadores fue facilitado por el trabajo previo hecho por mexicanos con antecedentes radicales, y eso necesariamente involucraba a ambos, inmigrantes y no inmigrantes”.24 Asimismo, Jamieson apunta que “Lester Doane, representante estatal de la AFL, junto con C. N. Idar, organizador mexicano de la AFL, condujeron temporalmente exitosas campañas sindicales entre los pizcadores de algodón, promediando de 300 a 400 miembros cada una, en los principales pueblos del Condado de Maricopa”.25 Eduardo González, el cónsul de México en Phoenix, Arizona, participó en una comisión formada entre el gobierno de Sonora y el de Arizona para investigar la situación de los jornaleros mexicanos. En la comisión, recorrieron los campos de la ACGA John D. Patty, como representante de Thomas Campbell, gobernador de Arizona, y Abelardo Sobarzo por parte de Flavio Bórquez, gobernador de Sonora. Posteriormente copias de un reporte rubricado por González y Sobarzo fueron enviadas a los periódicos de habla 23 Lawrence Cardoso, “La repatriación de braceros en época de Obregón, 1920-1923” en Historia Mexicana, abril-junio de 1977, núm. 26, p. 585. 24 Juan Gómez-Quiñones. op. cit., pp. 84, 88; Stuart Jamieson. Labor Unionism in American Agriculture. Nueva York, Arno Press, 1976, p. 195. 25 Stuart Jamieson. Labor Unionism in American Agriculture. Nueva York, Arno Press, 1976, p. 195. 43 hispana en los Estados Unidos, los cuales le dieron publicación a principios de agosto de 1920. El reporte se basa en lo atestiguado por sus autores en los campos de la ACGA. La Prensa de San Antonio, Texas, refiere que el recorrido “tuvo por objeto, el darse cuenta de las condiciones de vida de nuestros compatriotas, trabajar porque mejoren las condiciones en que se encuentran, y con el mismo fin se nos ha enviado el referido informe para que le demos publicidad, cosa que hacemos con mucho gusto”.26 Los autores del informe primero describen las carpas utilizadas como viviendas por los jornaleros, muchas de las cuales estaban maltrechas y expuestas a los elementos, situación agravante para familias trabajadoras que, junto con sus niños, sufrían las inclemencias del clima. Luego anotan que fueron informados por los trabajadores de que cualquier afección que implicara una visita médica les era cobrada, por lo que los signatarios del reporte piden que dichos gastos vayan por cuenta de la ACGA. Con respecto de las quejas de los trabajadores, reportan que no eran en contra de los “patrones” sino de los “mayordomos” y por arbitrariedades cometidas por parte de la asociación de algodoneros. Los jornaleros se lamentaban por sus bajos sueldos, las horas de trabajo, los sufrimientos durante sus traslados y que les eran descontados gastos que iban más allá de su entendimiento, pues no se les avisó de todo lo que se les cobraría para su transporte y sustento cuando fueron enganchados. Se concluye con que cuando la asociación regresaba trabajadores a México, sólo lo hacía hasta la línea divisora, “siendo ya verdaderamente alarmante el número de individuos que en esa forma son internados a México”. 27 26 “Las condiciones en que están los trabajadores mexicanos en los campos de Arizona. La labor de investigación realizada por los comisionados de los Gobernadores de los Estados de Arizona y Sonora”, en La Prensa, San Antonio, Año VII, núm. 1951, 10 de agosto de 1920, p. 1. 27 ibid., p. 5. 44 El cónsul González obtuvo una respuesta28 por parte W. H. Knox, director general ACGA, éste le agradece el “justo reporte”29 publicado, y señala elementos en contestación a lo referido por el cónsul: al respecto de las viviendas en mal estado escribe que esperaba que los agricultores tuviesen habitaciones apropiadas para los jornaleros conforme creciera la industria, y asevera que la atención médica era buena, que no se cobraban las visitas al hospital a los trabajadores, pero que no era posible dar atención gratuita cada una de las veces en las que “estos hombres y mujeres imaginan que tienen una enfermedad”30. En respuesta a las quejas de los trabajadores, argumenta que las condiciones de trabajo satisfacían a los jornaleros puesto que la mayor parte de la publicidad para hacerse de pizcadores era hecha por ellos mismos, gracias a la cual muchos de sus conocidos y familiares se presentaban a trabajar para la asociación. Finalmente, asegura que el tema de los deportados sería tratado con la Junta de Directores para que el gobierno mexicano no tuviese que pagar por los gastos de regresar “indeseables”31 a México. El 10 de agosto, González telegrafió a la ACGA con respecto de una nueva queja de trabajadores mexicanos presentada en el consulado a su cargo. Reporta que los jornaleros decían que, mientras en el rancho en el que trabajaban se había implantado como sueldo mínimo la tarifa de 3.50 dólares, a los trabajadores recién llegados de México se les 28 Los documentos de la comunicación de la embajada mexicana en Estados Unidos respecto de la crisis de los jornaleros mexicanos empleados por la ACGA en 1920 se localizan en el Archivo Histórico Genaro Estrada de la Secretaría de Relaciones Exteriores: Archivo de la Embajada de México en los Estados Unidos de América; Legajo 671, expediente 3 [113 fojas]. Este expediente en adelante es referido así: AHSRE: EMBAMEXEUA; leg. 671, exp. 3. 29 ACGA a consulado de México en Phoenix, 2 de agosto de 1920. AHSRE: EMBAMEXEUA; leg. 671, exp. 3, foja 1. 30 ibid. 31 ibid., foja 2. 45 pagaban 3.00 dólares, y argumenta que una de las peticiones de la Comisión Investigadora había sido la de establecer 3.50 dólares como sueldo mínimo.32 En respuesta a lo último, el 14 del mismo mes el tesorero de la ACGA comunicó que la asociación instruyó a los agricultores pagar ya no tres, sino cuatro centavos por libra pizcada de algodón durante la temporada siguiente. Aclara que el aumento de un centavo había sido “enteramente voluntario”, y agradece la participación del cónsul y Abelardo Sobarzo en el acallamiento de “la injusta agitación por parte de la llamada Federal Labor Union”, subrayando que el aumento que se dio no fue gracias a las agitaciones a las que habían estado sujetos “durante los últimos cuatro o cinco meses”. El representante de la ACGA asegura que con la tarifa de cuatro centavos por libra, el trabajador promedio alcanzaría “al menos $3.50 al día”, y que, “si las mujeres, las niñas crecidas, y los niños mayores desean trabajar una parte del tiempo, como la mayoría de ellos hace, las ganancias de la familia a menudo alcanza mucho más que las ganancias indicadas.”33 La comunicación del tesorero continúa con que los “agitadores” mentían al decir que el sueldo de la temporada de cultivo bajó cincuenta centavos de dólar, sosteniendo que 3.00 dólares al día era el sueldo del trabajo de cultivo, y 3.50 fue lo que habían pagado algunos agricultores que permitieron que su tierra se infestara de maleza, por lo que pagaban 50 centavos de dólar más para remediar esa situación. Asimismo, acusa a los llamados agitadores de mentir acerca del precio en que los agricultores vendían su algodón, pues estuvieron divulgando que mientras a los pizcadores se les daban 4 centavos de dólar 32 Consulado de México en Phoenix a la ACGA, 10 de agosto de 1920. AHSRE: EMBAMEXEUA; leg. 671, exp. 3, foja 9. 33 ACGA al consulado de México en Pheonix, 14 de agosto de 1920. AHSRE: EMBAMEXEUA; leg. 671, exp. 3, foja 18. 46 por libra de algodón recogido, éste se vendía a 1.20 dólares por libra, y sostiene que el algodón “limpio” se pagaba a un dólar por libra mientras las despepitadoras de algodón pagaban de 18 a 32 centavos por libra de algodón con semillas. Finalmente menciona que los agitadores cometían la “injusticia” de comparar el sueldo de los obreros mexicanos de las zonas pobladas, el cual era de cuatro o cinco dólares diarios, con el de los pizcadores, puesto que los últimos no pagaban por su vivienda y, por lo tanto, ganar tres dólares diarios era equivalente.34 Asimismo, hubo un intercambio de comunicación entre E. M. Flores, presidente de la FLU involucrada en el conflicto con la ACGA, y el cónsul González.35 Flores mencionó que en un principio presentó una queja a la Secretaría de Relaciones Exteriores por no haber sido incluido en la negociación en torno a la situación de los trabajadores mexicanos de la ACGA. Sin embargo, explica que ahora comprende que esto fue así por un motivo de imparcialidad, pues de igual modo no se invitó a la ACGA para que tuviese un representante en la Comisión Investigadora. Acusa de enterado de que hasta entonces el resultado obtenido de la comisión había sido el aumento de tres a cuatro centavos por libra de algodón recogido para la próxima temporada. Finalmente menciona que adjuntaba la circular girada por el Departamento del Trabajo en la que se publicaron las disposiciones de las ODTATM del 10 de mayo de 1918,36 y aseveraba que ni el cónsul ni él mismo podrían 34 ibid. foja 19. 35 E. M. Flores, presidente de la FLU, al consulado de México en Phoenix, 12 de agosto de 1920. AHSRE: EMBAMEXEUA; leg. 671, exp. 3, foja 13. 36 La circular fue publicada por el Departamento del Trabajo en noviembre de 1918, y será tratada en el capítulo III de este trabajo. Bureau of Labor Statistics, “Labor Laws and Regulations. Regulations by United States Department of Labor for Admission of Mexican Laborers” en Monthly Labor Review, vol. 7, núm. 5, noviembre de 1918, pp. 266-271. 47 evitar la deportación de los mexicanos “si no se cumplían con las condiciones exigidas por la antes dicha circular.”37 c) Crisis de los mexicanos enganchados por la ACGA y arreglos para su repatriación El encargado del tesoro de la ACGA había mencionado al cónsul que, al cabo de la temporada de cosecha de 1920, no habría trabajo en el Valle del Río Salado hasta el próximo año, 38 y a eso, se sumó la próxima expiración de las órdenes del Departamento del Trabajo para la admisión de trabajadores de México, las malas condiciones del mercado, así como las medidas del gobierno mexicano para lidiar con la asociación de algodoneros, elementos que contribuyeron en la agudización de la crisis. Dado el trato de la ACGA hacia los mexicanos, el 20 de octubre de 1920 la Secretaría de Relaciones Exteriores comunicó a Manuel Téllez, encargado de negocios ad interim de la embajada de México en Estados Unidos, que la Secretaría de Gobernación había ordenado que se llevara a cabo una campaña para que los jornaleros mexicanos no aceptaran ofertas de empleo por parte de la Arizona Cotton Growers Association.39 La embajada ordenó lo mismo a los consulados de México en Estados Unidos, y pidió que se le suministrara información al respecto. En respuesta, el consulado mexicano en Phoenix, 37 E. M. Flores, presidente de la FLU, al consulado de México en Phoenix, 12 de agosto de 1920. AHSRE: EMBAMEXEUA; leg. 671, exp. 3, foja 13. 38 ACGA al consulado de México en Pheonix, 14 de agosto de 1920. AHSRE: EMBAMEXEUA; leg. 671, exp. 3, foja 18.//Jamieson señala que el pico del trabajo estacional en Arizona durante los años treinta era noviembre, y que su nadir marzo, fechas que concuerdan con las mencionadas por el oficial de la ACGA en su comunicación con el cónsul. Stuart Jamieson. op. cit., p. 194. 39 Secretaría de Relaciones Exteriores a la Embajada de México en Estados Unidos, 20 de octubre de 1920. AHSRE: EMBAMEXEUA; leg. 671, exp. 3, foja 25. 48 Arizona, llevó a cabo una investigación,
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