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México, DF. Abril 2010 FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ZARAGOZA PSICOLOGÍA UUNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO T E S I S QUE PARA OBTENER EL GRADO DE: LICENCIADA EN PSICOLOGÍA P R E S E N T A BEATRIZ RODRÍGUEZ MARTÌNEZ “Características electroencefalográficas durante la ejecución de la prueba Torre de Londres en niños de 9 a 12 años con y sin trastorno de atención” TUTOR: Dr. Miguel Ángel Villa Rodríguez Dr. Héctor Brust Carmona Lic. Félix Ramos Salamanca Dr. Eduardo Alejandro Escotto Córdova Mtro. Martín Pérez Mendoza UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. AGRADEZCO Con cariño y respeto a mi madre Ma. Cristina por haberme educado con valores, cariño y paciencia. Por enseñarme que con esfuerzo todo se puede lograr, siendo para mi la mejor de las herencias. A mis hermanas Adriana y Patricia por haberme brindado su apoyo incondicional en los momentos en que lo necesité. Finalmente, agradezco a la UNAM, a mis profesores: Dr. Miguel Ángel Villa, Dr. Héctor Brust Carmona, Lic. Félix Ramos Salamanca, a mis sinodales Dr. Eduardo Alejandro Escotto Córdova y Mtro. Martín Pérez Mendoza, a tod@s mis amig@s que me han acompañado a lo largo de este camino, en especial a Abel que ha estado a mi lado enfrentando todo tipo de experiencias, y a todas aquellas personas que estuvieron cerca de mi compartiendo su compañía, sabiduría, experiencia, amistad, apoyo, cariño y comprensión con lo cual he logrado terminar mi carrera profesional. A todos ellos que me formaron como persona y como profesionista, dedico mi labor como psicóloga y como ser humano como un testimonio de gratitud y eterno reconocimiento GRACIAS!!!!!! “Por mi raza hablará el espíritu” Beatriz Rodríguez Martínez I ÍNDICE Dedicatorias……………………………………………………….………………………….I Resumen……………………………………………………………………………………..1 Introducción …………………………………………………………………………………2 1. Atención…………………………………………………………………………………..4 1.1. Estados de conciencia……………………………………………………………..8 1.2. Medición de la atención…………………………………………………………..11 2. Trastorno por Déficit de Atención…………………………………………………….13 2.1. Evaluación y Diagnóstico…………………………………………………..........16 2.2. Funciones ejecutivas………………………………………………………..........21 2.3. Medición de funciones ejecutivas………………………………………….........25 3. TOL………………………………………………………………………………………26 4. Electroencefalograma…………………………………………………………………27 4.1. Mecanismos neurofisiológicos de la actividad EEG……………………..........28 4.2. El sistema internacional 10-20……………………………………………..........29 4.3. Los montajes………………………………………………………………………30 4.4. EEG en niños de 9 a 12 años…………………………………………….........32 5. Planteamiento del problema……………………………………………………….....34 5.1. Objetivos o propósitos……………………………………………………………35 6. Método………………………………………………………………………………….35 7. Resultados……………………………………………………………………….........45 8. Discusión y conclusiones……………………………………………………………..67 9. Referencias…………………………………………………………………………….70 10. Anexos………………………………………………………………………………….74 RESUMEN El trastorno de atención con o sin hiperactividad (TDA) se caracteriza por la facilidad para distraerse y las dificultades crónicas para organizar tareas y actividades. La escuela constituye la principal actividad en la vida de niños y adolescentes. Por tanto, todo aquello que interfiera con el rendimiento y el buen resultado en la escuela provocará estrés al estudiante y a su familia y, posteriormente, tendrá una alta repercusión socio-política-económica para la sociedad. En general, los niños con TDA presentan dificultades en la ejecución de pruebas neuropsicológicas que valoran las funciones ejecutivas (FE). Se analizaron las características del EEG durante la ejecución de la prueba Torre de Londres (TOL), y la evaluación de la Escala de inteligencia infantil Wechsler–IV (WISC-IV) en 12 niños, 10 hombres y 2 mujeres de 9 a 12 años con (6) y sin (6) TDA utilizando para su análisis estadístico las pruebas U de Mann-Whitney y Análisis de varianza factorial por parcelas dividas. No se encontraron diferencias en cuanto a la ejecución de la TOL ni en el WISC-IV. Sin embargo, en el ritmo alfa se encontraron diferencias significativas sólo en el hemisferio izquierdo en cuanto al diagnóstico y en el hemisferio derecho sólo entre las etapas de la prueba, es decir, en el total de los sujetos sin importar el diagnóstico, mostraron aumento significativo. El ritmo beta1 y beta2 aumenta en ambos hemisferios durante las etapas de antes de la presentación del problema y en la y planeación de un método para llegar a la posición requerida en la TOL. INTRODUCCIÓN El proceso de atención que permite responder a los cambios del medio ambiente (estímulos), identificarlos y seleccionarlos para mantener uno de ellos se puede alterar por diversos factores, haciendo que los sujetos respondan a todos los estímulos, o presenten inatención déficit de atención (TDA), e inclusive que en algunos casos se incremente la actividad de respuestas conductuales que se manifiestan como hiperactividad e impulsividad (TDAH). Aparentemente estos trastornos o síndrome de inatención con o sin hiperactividad se han incrementado de tal manera que la incidencia promedio mundial del TDA es del 5%. En México se estima que lo padecen 1 millón 600 mil niños (1er. Consenso Latinoamericano sobre el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, 2007). Brown (2004) menciona que la etiología está vinculada a diversos factores, tales como herencia, problemas durante la gestación, complicaciones en el parto, bajo peso al nacer, prematuridad y en forma más general al medio ambiente. La escuela constituye la principal actividad en la vida de niños y adolescentes. Por tanto, todo aquello que interfiera con el rendimiento y el buen resultado en la escuela provocará estrés al estudiante y a su familia y posteriormente tendrá una alta repercusión socio-política-económica para la sociedad. El TDAH es una discapacidad de alto impacto en la vida del sujeto que la padece y sus familiares. Estos comportamientos de conductas inapropiadas interfieren con la disponibilidad escolar para el aprendizaje en el aula, en sus casas y posteriormente en sus trabajos. Los empleadores tienden a clasificar a los adultos con TDAH como menos capaces de trabajar independientemente, menos persistentes en completar tareas y con menor probabilidad de mantener una relación correcta con sus supervisores. Brown, apoyándose en Weiss y Hechtman señala que los adultos con TDAH cambian de trabajo (tanto por despido como por cese voluntario) como de residencia. También interfieren en la vida familiar, en las interacciones con los compañeros y en la participación satisfactoria en deportes y otras actividades. En general, los niños con TDA presentan dificultades en la ejecución de pruebas neuropsicológicas que valoran las funciones ejecutivas. Barkley (1997) señala que los lóbulos frontales están involucrados en el desarrollo de dichas funciones. Las funciones ejecutivasson un constructo funcional relacionado con el proceso de resolución de tareas y el mantenimiento, flexible, de objetivos. Las más mencionadas son las de inhibición de respuestas dominantes, planificación y monitorización. Todas ellas se relacionan con la flexibilidad cognitiva o la perseveración e influyen en el control de la cognición, el aprendizaje y la conducta social (Sastre-Riba, S. et. al. 2007), lo cual, se puede medir con la aplicación de la prueba de Torre de Londres, ya que es un instrumento neuropsicológico diseñado para la ejecución de planes y habilidades en niños y adultos. En dicha prueba, el individuo lleva acabo la elaboración de planes mentales eficientes para limitar el número de movimientos necesarios para llegar a igualar el modelo en cuestión. Otra prueba que puede utilizarse como herramienta psicoeducativa para obtener una evaluación completa del funcionamiento cognoscitivo general es la Escala Wechsler de Inteligencia para Niños (WISC-IV) (Weschler D., 2003). También es posible usarla como parte de una evaluación para identificar la inteligencia sobresaliente, el retraso mental y las fortalezas y debilidades cognitivas. Por otro lado, existe la relación cuantificable entre la conducta y la actividad electroquímica del cerebro. Cuando se estudian los niveles de vigilancia o atención exhibidos por un individuo bajo diferentes circunstancias, se puede obtener información por medio del análisis de la conducta y de la actividad eléctrica cerebral emitidas a cada instante (Islas, 1997). La relación entre la actividad bioeléctrica del sistema nervioso central, el sueño y la vigilia comenzó a estudiarse en 1924. Gracias a los trabajos de Berger, es posible hacer un registro percutáneo de la actividad eléctrica espontanea cerebral en el hombre, electroencefalograma (EEG). El propio Berger describió un ritmo de 10 ciclos por segundo (lo que hoy conocemos como ritmo alfa), en condiciones de reposo con los parpados cerrados y al abrirlos se disminuye así como en los estados de somnolencia. Después se analizaron los ritmos del EEG durante los diferentes estados de conciencia tanto en situaciones normales como patológicas (Muñoz-Martínez, 1998) algunos otros ritmos descritos son: beta que oscila entre 13-28 Hz, theta que está compuesto por ondas de 4-8 Hz y el ritmo delta cuya frecuencia es de 0.5 a 3 Hz. En este trabajo se propone utilizar el EEG durante la ejecución de la prueba Torre de Londres, como una prueba confiable y válida correlacionable con las evaluaciones neuropsicológicas, en niños mexicanos pues, es una prueba no estandarizada. A la par, se evalúa al individuo en su totalidad a fin de determinar qué dificultades puede tener como resultado de los trastornos comórbidos relacionados, además del TDA. 1. ATENCIÓN Influida por la metáfora del computador, la psicología cognitiva ha creado un vocabulario completamente nuevo para discutir el procesamiento de la información. Los estímulos se convierten en información de entrada; el comportamiento se convierte en información de salida y las respuestas mediadoras son ahora los niveles de procesamiento de la información. La información se integra en la memoria sensorial (patrón de información) que la mantiene durante un periodo muy corto (alrededor de 0.5 a 1.0) segundos en el sistema visual), justo lo suficiente para que seleccionemos qué atender para un procesamiento ulterior (Leahey y Harry, 2000). La atención y el reconocimiento de los patrones se producen para contribuir a la identificación y la selección de la información. A veces, los procesos de atención y de reconocimiento de patrones deben acercarse al material “más alejado” en la cadena de procesamiento de la información, específicamente, a la recuperación del patrón guardado en la memoria a largo plazo. Eysenk (1985) sostiene que Cherry se interesó en conocer cómo es que podemos seguir una sola conversación cuando varias personas hablan a la vez (problema del cocktail party). La respuesta es que la gente aplica diferencias físicas entre informaciones auditivas para seleccionarlas; cuando las informaciones se expresan con voces diferentes o se presentan aisladamente a cada oído, es muy difícil separarlas basándose exclusivamente en su significado. Aunque otros autores proponen que además de las diferencias físicas que activan diversas áreas sensoriales desde los receptores hasta la corteza esos patrones de información se complementan con la información de los cambios que suceden en el organismo al responder a esos estímulos, lo que permite mantener la homeostasis corporal. Diferentes modos de interacción con el medio externo e interno de los organismos son procesados en paralelo por distintos sistemas sensoriales. En primer lugar: los receptores de cada sistema sensorial responden, codifican las características del estímulo. Luego, cada sistema sensorial decodifica e integra dichas características y lo representa en los diferentes relevos específicos e inespecíficos del encéfalo, convirtiéndolo en su propia “información”. El encéfalo lo logra gracias a que sus componentes básicos, las células nerviosas y la glía están conectadas entre sí integrando los circuitos neurogliales, propuestos por Hebb con bases puramente teóricas que hoy empiezan a comprobarse, de tal modo que pueden ser modificados por las actividades sensoriales motoras internas y externas, así como por el aprendizaje. Recordamos los acontecimientos, debido a que la estructura y la función de las conexiones entre dichas células nerviosas llegan a modificarse con la experiencia (Kandel, Schwartz y Jessell, 1997). El material que hay en la memoria operativa de los organismos, procede de dos fuentes básicas: del ambiente externo (nueva información sensorial) y de la información previamente aprendida recuperada de la memoria a corto y largo plazo. Si queremos recordar algo para el futuro, generalmente intentamos “transferirlo” de alguna manera a la memoria a largo plazo. Si se codifica satisfactoriamente, podemos olvidarlo por un momento, sabiendo que lo recuperaremos después cuando lo necesitemos. Si no se codifica y no continuamos procesándolo en la memoria operativa, se olvida rápida y permanentemente. Estos cambios son los que intervienen en los procesos de aprendizaje. Silver (2004) refiere un esquema que describe lo que debe hacer el cerebro para aprender. El primer paso es la codificación de la entrada o input- que el cerebro recibe por las vías sensoriales, por ejemplo, a través de los ojos y los oídos. Una vez que se ha codificado y conformado un patrón sensorial específico los circuitos neuronales responden e integran toda “la información” de lo que se supone resulta el proceso denominado percepción. La información integral, probablemente de varios circuitos simultáneamente o en cadena, es almacenada para recuperarla posteriormente- en el proceso de evocación de la memoria. Finalmente el cerebro responde activando diferentes circuitos o sistemas de respuesta conductual que incluye el lenguaje, proceso de salida de la información, resultado u output. Alteraciones de dichos circuitos pueden generar en algunos sujetos, discapacidades en la percepción por ejemplo en la información visual, generando discapacidad de la percepción visual y otros con discapacidades en la información auditiva, discapacidad de la percepción auditiva. Por lo tanto, algunos niños presentan problemas en un área de entrada de información, otros padecen ambos tipos de discapacidades de la percepción, y algunos tienen problemas cuando se necesitan que funcionen ambas entradas de información al mismo tiempo (Silver, 2004). Tirapu-Ustárroz, Muñoz-Céspedes, Pelegrín-Valero y Albéniz-Ferreras (2005) sostienen que muchas de las alteraciones de la atención están estrechamente relacionadas con una ineficaciacrónica de la memoria de trabajo, la cual hace referencia a un sistema que mantiene y manipula la información de manera temporal, coordina la información para la resolución de tareas cognitivas complejas, por lo que interviene en importantes tareas como comprensión del lenguaje, lectura, pensamiento, etc. Una cuestión constante y recurrente en el procesamiento de la información es la yuxtaposición de los procesos descendentes (dirigidos conceptualmente) y ascendentes (dirigidos por los datos). Los procesos ascendentes, también denominados “buttom-up” o procesamiento de abajo-arriba, se refieren al procesamiento de los estímulos ambientales reales. El procesamiento descendente, de arriba-abajo o “top-down”, implica expectativas sobre lo que los datos sostendrán, basándonos en nuestras experiencias pasadas y el conocimiento de la memoria a largo plazo. Otra importante distinción que debe hacerse cuando se comentan los procesos cognitivos es la diferenciación entre procesos en serie y procesos en paralelo. Los procesos en serie o consecutivos se realizan secuencialmente, mientras que los procesos en paralelo se realizan a la vez. El almacén de la memoria más inmediato es la memoria sensorial, registro sensorial o almacén de información sensorial. Su función es la de mantener la información el tiempo que sea estrictamente necesario para que sea atendida selectivamente e identificada para su ulterior procesamiento en la memoria operativa: el material decae rápidamente de la memoria sensorial a menos que se seleccione para un procesamiento posterior. En los decenios de 1950 y 1960 se produjo un resurgimiento del interés por el estudio de la atención. Una de las cuestiones más fundamentales implica una paradoja recurrente básica del procesamiento de la información, es decir, debemos atender algo antes de que pueda procesarse con demasiada profundidad, las variables que afectan a cómo elegimos lo que atendemos exigen a veces un procesamiento amplio antes de tomar la decisión “inicial”. Eysenk menciona que Posner y Snyder en 1975 propusieron una teoría de la atención, en la que desarrollaron una distinción conceptual entre procesos automáticos y atención consciente, señala que hay tres criterios operacionales que deben seguirse para que un proceso pueda ser clasificado como automático: 1) debe tener lugar sin intención, 2) no debe originar un conocimiento consciente y 3) no debería interferir en ninguna otra actividad mental que sigue su curso. Además, que Posner estableció una relación entre los procesos automáticos y la idea de una “vía psicológica", que define como “el establecimiento de códigos internos y de sus conexiones que se activan automáticamente por la presentación de un estímulo" (p. 90). Además, supuso que la activación automática se produce como resultado de un aprendizaje anterior. En contraposición con la invariancia relativa de los procesos automáticos, la atención consciente puede aplicarse de una manera extraordinariamente flexible en diferentes etapas de procesamiento de la información. Leahey y Harris sostienen que Shiffrin y Schneider, principalmente, y otros autores han hecho una distinción entre procesos automáticos y procesos controlados. Los procesos automáticos no precisan mucha atención pueden ejecutarse en paralelo con otros procesos o actividades cognoscitivas. Los procesos controlados deben ser ejecutados, generalmente, en serie porque precisan mucha atención. Los límites de la atención en el área de la automaticidad pueden deberse más a la práctica limitada que a cualquier límite cognitivo inherente a tal procesamiento. En la actualidad, existen métodos para estudiar las consecuencias de la atención en la vida de un organismo. Una de las líneas de la investigación actual se centra en el estudio de la maduración de los mecanismos de orientación en los niños, en los que se ha observado que la capacidad de orientar la atención a estímulos visuales experimenta una maduración sustancial durante el primer año de vida. Por ejemplo, un niño de 2 a 4 meses de edad tiene una gran dificultad para desconectarse de un estímulo que atraiga intensamente su atención. Con el tiempo, los mecanismos parietales implicados en la orientación de la atención maduran y permiten al niño desconectarse de estos estímulos. A los 4 meses, los niños pueden empezar a mover los ojos antes de que aparezca un estímulo visual. La capacidad de realizar movimientos oculares anticipatorios demuestra la influencia del aprendizaje en la orientación, en el lugar hacia donde el niño dirige su atención (Kandel, 2007). 1.1. ESTADOS DE CONCIENCIA En contraposición con la invariancia relativa de los procesos automáticos, la atención consciente puede aplicarse de una manera extraordinariamente flexible en diferentes etapas de procesamiento de la información. La atención consciente puede aplicarse a la elaboración de una respuesta manifiesta, a la recuperación a partir de la memoria, a la transformación del estímulo o a la formación de hipótesis (Eysenk, 1985). Los mecanismos que intervienen en la regulación del ciclo de vigilia-sueño están estrechamente relacionados con aquellos que controlan los niveles de atención. La atención dirigida a un escenario panorámico o a un objetivo determinado depende cuando menos de la interacción de dos procesos funcionales. Uno de estos procesos comprende a aquellos sistemas cerebrales que regulan la capacidad de procesar el total de determinada información, como la eficiencia de percepción de dicha información, la capacidad de concentración del individuo y la resistencia a la interferencia originada por otras señales. Este conjunto de funciones pudiera estar relacionado con la atención tónica sostenida que involucra globalmente al cerebro como un todo. Este nivel de atención es regulado por el sistema reticular activador ascendente del tronco cerebral, cuya función es también fundamental para la presencia del estado de vigilia, este hecho ilustra la relación estrecha que existe entre los mecanismos responsables de la atención y los reguladores de los estados de vigilancia (Meulders & Boisacq-Schepens, 1981). La psicofisiología de los estados de la conciencia se ha desarrollado esencialmente en el cuadro de los estudios del ciclo vigilia-sueño, donde se especifican cuatro niveles: 1. Vigilia atenta o vigilia. El individuo está muy despierto, atento a lo que sucede a su alrededor. Está preparado para, ante estímulos sensoriales, emitir respuestas externas, motoras (conducta somática) e internas (comportamiento emocional), la respiración y el corazón se aceleran, la presión arterial se eleva y la pupila se dilata. 2. Vigilia en reposo. El individuo está despierto pero en calma, no presenta tensión psíquica ni emociones. Sus funciones vegetativas están en un nivel basal. 3. Sueño Lento. En el curso del adormecimiento, el tono muscular somático disminuye y la intensidad de las funciones ortosimpáticas decrecen con incremento de la función parasimpática. 4. Sueño paradójico. Con una periodicidad aproximada de 90 minutos, el sueño lento se ve interrumpido por un episodio denominado sueño paradójico, en el cual aumenta el tono muscular y se presentan movimientos corporales llamando la atención los movimientos de los ojos. Los mecanismos que mantienen la vigilia dependen del sistema centroencefálico y los mecanismos pontobulbares inductores del sueño y con sus diversos neurotransmisores. Se presenta un resumen de la evolución del conocimiento al respecto: Teoría dualista. 1) Von Economo, 1918 (en Meulders & Boisacq- Schepens, 1981).-La manera más simple de explicar los mecanismos que subyacen en el equilibrio vigilia-sueño era postular la acción de dos centros distintos en el interior del sistema nervioso, el primero se encargaría de la vigilia y el segundoprovocaría el sueño. El examen histológico de los cerebros de pacientes fallecidos por esta enfermedad reveló, en efecto, importantes lesiones en el cerebro medio; estas lesiones se localizaban esencialmente en el límite del hipotálamo y del mesencéfalo, dorsalmente en relación al tercer ventrículo cuando se trataba de pacientes en los que la letargia había sido el elemento dominante del cuadro clínico; al contrario, en los individuos que habían presentado insomnio más que letargia, las lesiones se situaban a nivel más anterior, bajo la cara ventral del tercer ventrículo en el hipotálamo. A partir de estas observaciones Von Economo dedujo la intervención de un centro regulador del nivel de vigilia cuya parte anterior provocaría el sueño y cuya parte posterior condicionaría la vigilia. 2) Hess, 1929 (en Meulders & Boisacq-Schepens, 1981), describió que en gatos, la aplicación de choques eléctricos breves a 5-10/s, en el hipotálamo producían adormecimiento con la postura característica, disminución de los ritmos respiratorio y cardiaco, de la presión arterial y constricción de las pupilas, igual que en el sueño fisiológico. Mientras que la estimulación eléctrica del mesencéfalo producía el despertar. Con mayores intensidades de estimulación en el hipotálamo se presentaba toda la conducta somática y vegetativa relacionable con el estado de furia. En la condición de disminución funcional del sistema de vigilia es posible que el individuo disminuya su respuesta a los estímulos externos e internos lo que se manifiesta clínicamente como una alteración de los procesos de atención (TDA trastorno por déficit de atención). La intensidad del trastorno depende de la magnitud y extensión de la alteración en la integridad morfofuncional de los circuitos neurogliales correspondientes. (Brust, 2010). Esta interpretación de la alternancia vigilia-sueño mediante un interjuego de balanza entre dos centros distintos que predominaban en un determinado momento, es seductora por su simplicidad, sin embargo, actualmente se ha complicado, pero su descripción y estudio está muy por fuera de los objetivos de esta tesis. Sin embargo se acepta la propuesta de organización frontal en el tallo cerebral del sistema de vigilia y en la parte posterior del sueño Según Brown (2004) Sergeant informó que un modelo adecuado de atención debe incorporar elementos de alerta, activación y esfuerzo. La atención implica no solo el flujo de información de la corteza, sino también las intensidades variables de alerta y activación, interviniendo y desprendiéndose de un flujo constante de estímulos internos y externos. Así mismo, menciona que Posner y Raichle mostraron la evidencia de al menos tres redes anatómicas que funcionan por separado y conjuntamente para apoyar varios aspectos de la atención. Estas redes interactivas son: 1) una red orientativa consistente en circuitos parietales, cerebrales medios y talámicos; 2) una red ejecutiva de la atención, que incluye las áreas frontales laterales izquierdas y la parte anterior de la circunvolución del cingulo, y 3) una red vigilancia que comprende los lóbulos frontales y parietales derechos así como el locus coeruleus. La atención claramente no es una función cerebral unitaria ni modular, no está específicamente identificada con ninguna estructura singular cerebral. “La atención es un proceso distribuido… favorecido por muchas estructuras cerebrales” (Colby, 1991, p. 90 en Brown, 2004). 1.2. MEDICIÓN DE LA ATENCIÓN Kandel (2007) sostiene que estudio experimental de la atención se inició en 1958 con la publicación por parte de Donald Broadbent de una monografía titulada Percepción y comunicación. Este investigador propuso que cuando centramos nuestra atención en un objeto y excluimos otros objetos circundantes, el enfoque de atención selectiva requiere un filtro para los mensajes de los canales no atendidos. De acuerdo con esta hipótesis, la atención es una habilidad compleja aprendida que se desarrolla en algunas personas como para permitirles realizar tareas tales como la traducción simultánea. En la actualidad no se cuenta con un instrumento exclusivo para medir la capacidad del proceso de atención, motivo por el cual, se han desarrollado y usado sub-escalas de pruebas que midan otras funciones y que otorguen elementos necesarios y suficientes para determinar la actuación de algún componente atencional en dichas pruebas. La labor del psicólogo consiste en determinar las áreas que se encuentren en déficit en el individuo a fin de contribuir con su desarrollo. De esta manera, en casos de personas que presenten déficit en la atención, el profesional deberá realizar un examen psicológico completo e indagar sobre los factores ambientales y personales intervinientes con la finalidad de considerar el apoyo de otros profesionales. Cabe señalar que la observación, las entrevistas y las escalas o demás pruebas son consideradas cada una como un componente más de la valoración general. Los test psicológicos y las escalas son útiles para valorar y detectar deficiencias en la atención, pero no pueden considerarse por sí solos como válidos para determinar un diagnóstico. En la investigación experimental, la forma de medir una actividad cognitiva se realiza a través del rendimiento obtenido en la ejecución de una tarea cognitiva, la cual es evaluada en función de unas dimensiones de respuestas tales como: el tiempo de reacción, la precisión de la respuesta, (aciertos y errores), la duración de la respuesta y la tasa de respuesta. Sin embargo, estas técnicas carecen de datos normativos que puedan demostrar la desviación de las personas con respecto al desarrollo normal, y nunca se deben tomar como única medida para un diagnóstico. Algunas de las pruebas que se ocupan para medir la atención son: la tarea de categorización (Wisconsin Card Sorting Test) que permite evaluar factores relacionados con la interferencia, la elaboración de estrategias, el mantenimiento de las mismas y la capacidad de cambio. Las pruebas de ejecución continua (CPT) para evaluar cambios en el nivel de alertamiento (vigilancia) a lo largo del tiempo permiten analizar la atención sostenida en tareas que requieren de un trabajo continuo que el sujeto ha de realizar de manera monótona sin detenerse, en esta prueba se presentan estímulos como números, letras etc. Cada estímulo se presenta de manera aleatoria, con una duración de 100 ms. y un intervalo inter- estímulo variable entre 1 y 3 s. Por ejemplo, una prueba que se efectua en sistema de computación consiste en que ante la presentación del número 0, que se presenta con una probabilidad del 20%, los sujetos deben responder oprimiendo el botón del lado derecho del ratón, mientras que, ante la presentación de los otros números, debe de responder con el botón izquierdo del ratón. Y en otra variante presentan las letras A a la Z, con la misma duración e intervalo descrito en el caso anterior. La respuesta del sujeto consiste en oprimir el botón izquierdo del ratón ante la presentación de la letra X, siempre y cuando ésta hubiera sido precedida por la letra A. (Morales y Meneses, 2005). La prueba de Atención Visoespacial evalúa la atención espacial hacia distintas regiones del campo visual, así como la capacidad para orientar y cambiar el foco de atención ante la presencia de pistas visuales, en esta tarea los sujetos deben detectar y señalar el sitio en el que se presentó un estímulo. La atención dividida se evalúa con tareas tipo Stroop, las cuales se basan en el hallazgo de que lleva más tiempo pronunciar los nombres de los colores que leerlos y que cuando el color de la palabra difiere del color denominado en la palabra, incluso puede producirse una mayor interferencia. Aquí se revelan dos operaciones disociables, la primera, relacionada con el procesamientoautomático de la información, y la segunda, con el procesamiento no automático o controlado, en la presentación individual de las palabras verde, azul, rojo y amarillo, algunos estímulos están escritos con el mismo color y se les denominan, estímulos congruentes, por ejemplo, la palabra rojo escrita en color rojo, o estímulos con un color distinto al que denominan, estos son estímulos incongruentes, por ejemplo, la palabra rojo escrita en color azul. En este caso la respuesta “esperada” a un estímulo congruente es distinta a la del estímulo incongruente. Esta técnica evalúa distractibilidad y la forma como ciertos automatismos pueden llegarse a convertir en distractores. La atención selectiva actúa modificando el proceso de percepción al orientarlo en discriminar percepción visual del color y percepción visual del grafema. Otra técnica consiste en ejecutar dos o más tareas de manera simultánea. Previo a ello, el sujeto realiza por separado cada una de las tareas para establecer la línea base, que servirá como patrón de comparación del rendimiento de esas mismas tareas cuando se realicen de manera conjunta. Con esta técnica se observa el grado de deterioro que se produce en algunas tareas, se analizan mecanismos de división y distribución de la atención así como los efectos que la práctica tiene sobre esos mecanismos. Otra prueba que puede utilizarse como herramienta psico-educativa para obtener una evaluación completa del funcionamiento cognoscitivo general es la Escala Wechsler de Inteligencia para Niños (WISC-IV) (Weschler, 2003). Es una evaluación que de acuerdo a los resultados obtenidos se interpreta que puede identificar sujetos con inteligencia sobresaliente, con retraso mental y algunas de las fortalezas y debilidades cognitivas. Respecto a la subprueba de retención de dígitos, esta es frecuentemente utilizada en la evaluación de la atención auditiva. La prueba de retención de dígitos en progresión es usada para evaluar el nivel o intensidad del proceso de atención, mientras que los dígitos en regresión evalúan la capacidad de concentración y secuenciación. La sub prueba de dígitos y símbolos evalúa la capacidad de concentración de la atención pues consiste en tareas que requieren de una mayor habilidad visomotora. Los instrumentos de medición se complementan con la observación conductual, por ejemplo, la entrevista y la aplicación de escalas y cuestionarios para ser contestados por el mismo individuo o por otras personas allegadas a él. Es importante recordar al evaluar la atención que esta incluye múltiples funciones y que alguna de ellas puede verse afectada, mientras que otras pueden estar relativamente intactas, y que todas o la mayoría de las funciones de atención pueden verse afectadas en cualquier sujeto. 2. TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN Un número cada vez mayor de niños y niñas, de hombres y mujeres, están siendo diagnosticados y tratados por problemas crónicos de alteraciones de la atención y dificultades asociadas que han perturbado gravemente su actividad en la escuela, en el trabajo y en sus relaciones familiares y sociales. El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es una alteración crónica del neuro-desarrollo que es objeto de consulta frecuente en los servicios de atención psicológica y psiquiátrica para población infantil y adolescente, se caracteriza fundamentalmente por una disminución en el espectro de la atención con dificultades en el control inhibitorio, que se expresa por hiperactividad conductual y déficit cognoscitivos. El niño con TDAH carece de la capacidad de ajuste conductual adecuado en el medio ambiente en el que se desarrolla (en ocasiones con excesiva actividad motora), y suele mostrar un limitado control de los procesos de atención y en general la conducta que puede prolongarse hasta la adolescencia e incluso durante la vida adulta. Se considera que el trastorno está presente cuando estas conductas son más frecuentes e intensas de lo habitual, según la edad y desarrollo del sujeto en una determinada sociedad. Es probable que, algunos síntomas de hiperactividad o de desatención deben haber aparecido antes de los siete años, y se acepta como norma diagnóstica que se manifiesten en más de un contexto (escolar, familiar, etc.) e interfieran en el rendimiento y en las actividades cotidianas. Su etiología está vinculada a diversos factores, tales como herencia, problemas durante la gestación, complicaciones en el parto, bajo peso al nacer, prematuridad y en forma más general a modificaciones del medio ambiente, como la falta de educación con establecimiento de “limites de conducta”. El fenómeno de la disminución de los síntomas de hiperactividad con la edad puede explicar la idea que se tenía hace tiempo de que los niños con TDAH tienden a superar estos trastornos en la adolescencia. Sin embargo, cuando las alteraciones de la atención están presentes en la infancia, con o sin hiperactividad tienden a persistir en la adolescencia y edad adulta, frecuentemente creando problemas a los afectados en la escuela, el trabajo y las relaciones sociales. Se han publicado los resultados de un amplio estudio realizado durante 6 años con adolescentes de ambos géneros que estaban en la transición a la edad adulta. Los resultados indicaron que el déficit de atención en la infancia tendía a perdurar al principio de la edad adulta, generalmente sin la presencia de problemas significativos de hiperactividad-impulsividad. Se describió que los problemas de atención no sólo eran más persistentes en la edad adulta que los síntomas de hiperactividad-impulsividad, sino también más perjudiciales. También se observó que al principio de la edad adulta los problemas de atención están asociados a las alteraciones significativas en el trabajo y en las relaciones sociales (Brown, 2004). Un niño o adolescente puede tener problemas para mantener la atención por diversas razones. El TDAH no es más que una causa. Es importante que el clínico conozca los problemas atencionales, debe escuchar a los padres, profesores, directores de actividades y otros adultos que interaccionen con el niño o el adolescente para poder describir cómo se comporta en situaciones estructuradas y no estructuradas. La hipótesis principal que se ha manejado como causa del TDAH es la disfunción de los sistemas: 1) sensoriales específico e inespecífico; 2) piramidal y extrapiramidal con sus componentes dopaminérgicos y 3) de los anillos límbicos (Brown, 2004). Los niños con TDA incluyen muchas variantes de alteraciones en una amplia gama de funciones cognoscitivas ejecutivas que incluyen alteraciones motoras de hiperactividad-impulsividad, como se menciono antes (TDAH). Las alteraciones del TDAH no aparecen solas; pueden presentarse concurrentemente con una gran variedad de otros trastornos psiquiátricos y hacerlo con una frecuencia muy superior al azar. El término médico para esta concurrencia es comorbilidad. Ésta puede aplicarse a la superposición de dos o más trastornos en el mismo momento o, lo que es más habitual, a la concurrencia de dos o más trastornos en la misma época de la vida. Algunos de los trastornos asociados con el TDA son: Trastorno de ansiedad, trastorno depresivo mayor, trastorno negativista desafiante, trastorno disocial, trastornos del aprendizaje, trastornos bipolares, trastorno de la Tourette, abuso de sustancias, y otros diagnósticos psiquiátricos. Puede que además de las dificultades de planificación burda y fina, los niños con éste trastorno tengan problemas a la hora de interpretar la información que proviene de las terminaciones nerviosas de la piel. Quizá no son muy sensibles al tacto o interpretan mal la temperatura o el dolor. También pueden tener dificultades para procesar la información procedente del sistema vestibular, información necesariapara saber dónde se encuentra el cuerpo en relación con el espacio y la gravedad. Éstos niños tienen problemas de movimiento o de ubicación espacial. Los problemas específicos observados dependen del déficit morfo-funcional de las áreas del cerebro implicadas (Silver, 2004). El TDAH es un nombre para una gama de alteraciones de las funciones cognoscitivas y ejecutivas que a menudo aparecen juntas y que frecuentemente responden a terapias similares, a pesar de que pueden presentar etiologías, factores de riesgo y evoluciones diferentes, y a menudo son comórbidas con una gran variedad de trastornos psiquiátrico, lo que altera la calidad de vida del paciente y de la familia, agravan la evolución, hacen más complejo el tratamiento y su adherencia al mismo ya sea farmacológico, conductual, social/familiar (Brown 2004). Algunos adultos con trastorno de aprendizaje con inicio en la infancia pueden solicitar una evaluación de seguimiento para determinar el grado en que han compensado sus discapacidades y el grado en que mantienen dificultades residuales y alteraciones morfo-funcionales. Los empleadores tienden a clasificar a los adultos con TDAH como menos capaces de trabajar independientemente, menos persistentes en completar tareas y con menos probabilidad de mantener una relación correcta con sus supervisores. Los adultos con TDAH cambian de trabajo (tanto por despido como cese voluntario). Por lo tanto, la inestabilidad adulta con respecto al trabajo y el hogar puede resultar de su déficit de atención y de hiperactividad. 2.1. EVALUACIÓN Y DIAGNÓSTICO El diagnóstico del TDA lo lleva acabo el clínico, el cual debe recopilar y sopesar información de varias fuentes diferentes y combinar datos de diferentes áreas de funcionamiento cerebral para así precisar la presencia y la gravedad del trastorno. Sigue las pautas del DSM-IV. Se definen dos grupos de síntomas del TDA: de desatención y de hiperactividad-impulsividad. En cada grupo del DSM-IV, se citan nueve criterios de síntomas que debe evaluar el clínico. Para precisar el diagnóstico deben cumplirse seis de los nueve criterios correspondientes a un grupo o a ambos. Para el diagnóstico se deben cumplir criterios adicionales incluyendo la manifestación de una alteración clínicamente significativa a una edad temprana, (es decir, antes de los 7 años de edad) efectos del trastorno en el sujeto en dos o más ambientes y el requisito de que los síntomas no se atribuyan a otros trastornos y causen una alteración significativa en el funcionamiento social, académico y laboral. Los criterios del DSM-IV para el Diagnostico son: A. Existen 1 o 2: 1. seis (o más) de los siguientes síntomas de desatención han persistido por lo menos durante 6 meses con una intensidad que es desadaptativa e incoherente en relación con el nivel de desarrollo: Desatención: (a) a menudo no presta atención suficiente a los detalles o incurre en errores por descuido en las tareas escolares, en el trabajo o en otras actividades (b) a menudo tiene dificultades para mantener la atención en tareas o en actividades lúdicas (c) a menudo parece no escuchar cuando se le habla directamente (d) a menudo no sigue instrucciones y no finaliza tareas escolares, encargos, u obligaciones en el centro de trabajo (no se debe a comportamiento negativista o a incapacidad para comprender instrucciones) (e) a menudo tiene dificultades para organizar tareas y actividades (f) a menudo evita, le disgusta o es renuente en cuanto a dedicarse a tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido (como trabajos escolares o domésticos) (g) a menudo extravía objetos necesarios para tareas o actividades (p. ej. juguetes, ejercicios escolares, lápices, libros o herramientas) (h) a menudo se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes (i) a menudo es descuidado en las actividades diarias 2. seis (o más) de los siguientes síntomas de hiperactividad-impulsividad han persistido por lo menos durante 6 meses con una intensidad que es desadaptativa e incoherente en relación con el nivel de desarrollo: Hiperactividad (a) a menudo mueve en exceso manos o pies, o se remueve en su asiento (b) a menudo abandona su asiento en la clase o en otras situaciones en que se espera que permanezca sentado (c) a menudo corre o salta excesivamente en situaciones en que es inapropiado hacerlo (en adolescentes o adultos puede limitarse a sentimientos subjetivos de inquietud) (d) a menudo tiene dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a actividades de ocio (e) a menudo "está en marcha" o suele actuar como si tuviera un motor (f) a menudo habla en exceso Impulsividad (g) a menudo precipita respuestas antes de haber sido completadas las preguntas (h) a menudo tiene dificultades para guardar tumo (i) a menudo interrumpe o se inmiscuye en las actividades de otros (p. ej. se entromete en conversaciones o juegos) B. Algunos síntomas de hiperactividad-impulsividad o desatención que causaban alteraciones estaban presentes antes de los 7 años de edad. C. Algunas alteraciones provocadas por los síntomas se presentan en dos o más ambientes (p. ej., en la escuela [o en el trabajo] y en casa). D. Deben existir pruebas claras de un deterioro clínicamente significativo de la actividad social, académica o laboral. E. Los síntomas no aparecen exclusivamente en el transcurso de un trastorno generalizado del desarrollo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico, y no se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental (p. ej., trastorno del estado de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo o un trastorno de la personalidad) (pp.88-89). Los criterios del DSM-IV también se refieren a los excesivos problemas planteados por la facilidad para distraerse y las dificultades crónicas para organizar tareas y actividades, atender a los detalles, seguir instrucciones y acabar tareas. El primer reconocimiento importante de los síntomas de desatención como los síntomas centrales de TDAH llegó con la publicación del DSM-III, que pasó a considerar la desatención como el síntoma principal del diagnóstico conocido hasta entonces como “hiperactividad”. En el DSM-III el nombre del diagnóstico pasó de “reacción hipercinética de la infancia” a “trastorno por déficit de atención” y se establecieron los criterios diagnósticos para el TDA con (TDAH) y sin hiperactividad (TDA). Aunque a finales de 1998 numerosos estudios demostraron claramente la validez del diagnóstico de TDA sin hiperactividad, no fueron aceptados oficialmente los criterios diagnósticos para este tipo de TDA hasta que fue publicado el DSM-IV en donde se reconoció el tipo “con predominio del déficit de atención” del TDA, que no requería ningún síntoma de hiperactividad o impulsividad (H), pero a pesar de eso el nombre del diagnóstico continuó siendo “trastorno por déficit de atención con hiperactividad”. Una de las dificultades presentes al seleccionar instrumentos que ayuden en la evaluación del TDA con o sin H estriba en que el trastorno ha pasado por numerosos cambios en cuanto a su conceptualización y definición. La observación del trastorno se inició en niños hiperactivos y las primeras definiciones del síndrome, definido como “trastorno hipercinético”, acentuaron el papel de los síntomas de hiperactividad e impulsividad en la definición del trastorno. A medida que mejora el conocimiento del trastorno y que se realizan estudios a largo plazo de niños con dicho trastorno durante su adolescencia y edad adulta, el cuadro de los cambios evolutivos en la presencia del TDAH implica síntomas de atención, concentración, esfuerzo y memoria. La definición ha pasado de “hiperactividad” a “trastorno por déficit de atención”. Mediante los test y cuestionarios psicológicos se evalúan de otra manera áreas con alteraciones ya detectadas o sin detectar, utilizandodistintas herramientas para documentar el estado del paciente y presentando un potencial diferente para los sesgos y las diversas causas de error. Los inventarios son útiles para obtener observaciones sistemáticas del paciente y de quienes los rodean. Los test psicológicos pueden ser complementos importantes del proceso de la entrevista. Existen instrumentos que ayudan al clínico a evaluar bastantes aspectos del TDA con o sin H. Estos instrumentos se agrupan en cuatro categorías: entrevistas estructuradas; inventarios tests psicométricos de funcionamiento cognoscitivo, e instrumentos especializados para calibrar variables críticas específicas asociadas al TDAH. Estos recursos permiten al clínico ir más allá de la observación y juicio inmediato, explorar campos sistemáticamente, medir procesos con mayor precisión y observar de forma estandarizada y objetiva cómo funciona el paciente. Para ser útil cualquier instrumento debe proporcionar información de forma predecible, debe ser repetible en distintas circunstancias, proporcionar información relevante para el diagnóstico de TDAH o para un aspecto determinado del trastorno con o sin hiperactividad o de tipo combinado y debe realizarlo de forma que sea rentable en tiempo, esfuerzo y gastos implicados. Una evaluación y terapia del TDA requiere que el clínico considere no solamente la amplia gama de alteraciones asociadas al TDA sino también los síntomas acompañantes que dependen de otros trastornos. La confusión sobre cómo distinguirlos se puede atribuir a numerosos factores, incluyendo la superposición de problemas académicos y de atención asociados a ambos trastornos, definiciones poco precisas, heterogeneidad de los criterios definitorios y la frecuente presentación clínica de varios trastornos en un mismo niño. El TDAH incluye muchas variantes de alteraciones en una amplia gama de funciones cognoscitivas ejecutivas. No existe una prueba para realizar el diagnóstico de trastorno por déficit de atención (TDA) con o sin hiperactividad (TDAH). No se han asociado al trastorno hallazgos físicos, de laboratorio, ni neurológicos. Sin embargo, disponemos de test psicológicos, escalas de evaluación en donde los datos de dichos instrumentos pueden aportar datos para confirmar si un niño o adolescente es hiperactivo- impulsivo o distraído. La principal dificultad para diagnosticar un TDA consiste en diferenciar entre las múltiples causas de hiperactividad, distractibilidad e impulsividad. Se desconoce el déficit cognoscitivo fundamental del TDA y se precisan más investigaciones para clarificar la naturaleza exacta de las alteraciones cognoscitivas del TAD. Las propuestas actuales incluyen los trastornos asociados a la autorregulación, el retraso o inhibición de la respuesta y el control ejecutivo. Sin embargo, el sistema de diagnóstico psiquiátrico proporciona un diagnóstico de TDAH basándose solo en manifestaciones conductuales de desatención, impulsividad e hiperactividad en el individuo (Brown, 2004). Otra área afectada en varios pacientes con TDA es la memoria. En algunos pacientes, todos los aspectos de la memoria pueden verse afectados; en otros, la memoria a corto y largo plazo puede estar intacta, pero alterada a memoria de trabajo, que definimos como la capacidad para recordar desde un minuto hasta un día, para mantener la concentración en una actividad mientras se atiende a otra y para recuperar información aprendida previamente. Atención y memoria están entremezcladas, para recordar algo, en primer lugar se debe prestar atención a lo que está pasando. Al evaluar la atención, es importante que el clínico tenga presente la variada expresión de las dificultades de la atención. Ningún test de atención contempla todas las manifestaciones posibles de las dificultades de la atención. Los instrumentos que miden la inteligencia general evalúan un número de funciones que representan una amplia gama de aptitudes. Algunas de ellas están muy influidas por dificultades en la atención, en enfocarla y mantenerla, mientras que otras reflejan la acumulación de conocimientos a través de la enseñanza formal. Aquellos que evalúan la inteligencia general, utilizados habitualmente en la práctica clínica, incluyen las escalas de Wechsler. La subprueba de dígitos evalúa la utilización de pequeñas cantidades de material mediante la memoria inmediata. Las escalas de valoración se utilizan habitualmente en la evaluación de los síntomas y conductas asociados al TDAH. Las Escalas de Conners, que son un listado de síntomas con un formato de escala de Likert son, posiblemente, los instrumentos más utilizados en la evaluación del TDAH (Campos, et. al. 2002; Ramos et. al., 1999). Aunque estas escalas se desarrollaron para evaluar los cambios en la conducta de niños hiperactivos, que recibían tratamiento con medicación estimulante, su uso se ha extendido al proceso de evaluación anterior al tratamiento, como instrumento útil para recoger información de padres y profesores (Campos, et. al. 2002). La aplicación de una prueba neuropsicológica para la exploración diagnóstica de este tipo de trastorno del desarrollo nos permite, por un lado, conocer el impacto funcional sobre los mecanismos cerebrales básicos (perfil neuropsicológico) y, por otro, contar con un sistema de control terapéutico específico sensible (Etchepareborda, 2000). 2.2. FUNCIONES EJECUTIVAS La función ejecutiva se refiere a una amplia gama de procesos cerebrales de control que conectan, priorizan e integran la operación de subordinar ciertas funciones cerebrales. Denckla (1996) (en Brown, 2004) destaca que este sistema de control central, a menudo atribuido a operaciones en la corteza prefrontal, es crucial para organizar e integrar los procesos cognoscitivos a lo largo del tiempo y desempeñan un papel cada vez más importante a medida que los niños maduran y llevan a cabo tareas más complejas y participan en actividades más independientes. Lezak, Howieson & Loring (2004) fragmentan las funciones ejecutivas en distintas áreas, como forma de entender mejor su complejidad. Consideran cuatro aspectos básicos: Volición: Consiste en la capacidad del ser humano para formalizar un objetivo y establecer activamente las conductas y planes para conseguirlo. En la volición intervienen la motivación y la conciencia de uno mismo como requisitos básicos para que pueda presentarse el deseo. Se evalúa a través de la entrevista con el sujeto y familiares. La planificación – organización: Se trata de la capacidad del sujeto para, una vez decido alcanzar un objetivo, programar los pasos necesarios, así como los elementos que se consideren necesarios para alcanzar el objetivo. En definitiva establecer, desde el punto de vista organizativo, la estrategia pertinente. Este aspecto necesita además del control de los impulsos, recursos de memoria y de la atención. Intencionalidad: Plasmar una intención o plan en una actividad productiva requiere iniciar, mantener, cambiar y detener secuencias de conducta complejas de una manera ordenada e integrada. En su evaluación se suelen utilizar pruebas de flexibilidad cognitiva y conductual. Ejecución efectiva: La ejecución de un plan se considera efectiva cuando se dan las condiciones necesarias de autorregulación, autocontrol y duración e intensidad en el tiempo necesario. Díaz (2006) apunta que Duncan y colaboradores definen las funciones ejecutivas como las habilidades necesarias para mantener un conjunto de estrategias de soluciones de problemas, con el fin de alcanzar una meta futura. Han descrito que sujetos con lesiones en regiones prefrontales “olvidan las metas concretas” necesarias para la realización de ciertas tareas o que presentan bajas puntuaciones en las pruebas de inteligencia. Lo que atribuyen a la disminución de la función coordinadorade los diversos procesos cognitivos dentro de un marco interactivo. La ejecución de dichas funciones depende de dos funciones principales: 1) la habilidad para mantener y manipular información a corto plazo necesaria para ejecutar una acción posterior (memoria de trabajo); y 2) la destreza para inhibir una acción inapropiada. Estas funciones son un constructo funcional relacionado con el proceso de resolución de tareas y el mantenimiento flexible, de objetivos. Todas ellas se relacionan con la flexibilidad cognitiva o la perseveración e influyen en el control de la cognición, el aprendizaje y la conducta social (Sastre-Riba, et. al. 2007). Desde el modelo de Barkley (1997) el primer acto ejecutivo y autoregulatorio lo constituye la inhibición de la respuesta, lo que permite una demora en la misma y las acciones autodirigidas más complejas. Las alteraciones de la función ejecutiva pueden llegar a no ser evidentes hasta que se requiera al individuo que utilice esta función en particular. No se espera que los niños preescolares se controlen mucho así mismos; se les exige poco autocontrol, más allá de que cumplan las indicaciones de los padres. Generalmente, los progenitores u otros cuidadores son los responsables de iniciar, dirigir y detener la mayoría de las actividades del niño. El ingreso al nivel escolar demanda al niño la adquisición de funciones cognitivas básicas que le permitan organizar su conducta en torno a objetivos y normas de trabajo, en un entorno compartido. La mayoría de los autores definen las funciones ejecutivas como un conjunto de procesos de control, interdependientes y relacionados entre sí. La entrada en la guardería o en otra situación semejante sitúa gradualmente al niño ante más demandas para autorregularse y adaptarse a las necesidades de cuidadores y de otros niños. El jardín de infancia o la escuela primaria incrementan en el niño las demandas para regular su conducta (como permanecer sentado, evitar hablar, completar tareas dentro de un tiempo dado). El ambiente escolar también aumenta en el niño las demandas para regular el conocimiento (como mantener la atención en tareas específicas, organizar y priorizar actividades, recordar habilidades y conceptos concretos). Los niños cuyas alteraciones de la función ejecutiva incluyen dificultades graves en la inhibición del comportamiento impulsivo probablemente se identifican muy temprano en su escolaridad. Los niños que pueden desarrollar adecuadamente un autocontrol básico de la conducta, pero presentan alteraciones significativas en el espectro de la desatención, pueden no ser identificados hasta que acceden a los cursos superiores. La función ejecutiva llega a ser progresivamente más necesaria y compleja a medida que la persona se hace mayor. Las investigaciones en diversas áreas de las neurociencias demuestran, en forma consistente que las funciones ejecutivas residen, principalmente, en el área prefrontal; dichas funciones se traducen en las facultades –capacidades o aptitudes- que permiten que una persona ejerza su voluntad y tenga un comportamiento independiente, organizado, propositivo, con control de sus impulsos y con utilidad para sí misma y para los demás. El control de las emociones, la motivación y el nivel de despierto/alerta, permite al individuo lograr sus metas por medio del retraso o la modificación de sus reacciones emocionales, que potencialmente lo podrían distraer. Asimismo, le permite controlar su estado de conciencia y modificar voluntariamente el interés o motivación con el que realiza una tarea. (Van-Wielink, 2004). Cuando la función ejecutiva es inmadura o no funciona correctamente pueden esperarse dificultades en las siguientes áreas: En la solución de problemas En organizar habilidades En la medición mental del tiempo En el manejo de las emociones (frustración, coraje) En el control motor de los movimientos finos En la perseverancia en las tareas En aceptar recompensas tardías En la habilidad para estudiar En las interacciones sociales En concentrarse y bloquear las distracciones En tomar decisiones sin pensar en las consecuencias En completar proyectos a largo plazo En Planear el futuro En el proceso de memorización En la afluencia verbal En mantener determinadas actividades En general, los niños con TDA presentan dificultades en la ejecución de pruebas neuropsicológicas que valoran las funciones ejecutivas. Algunos autores señalan que la aleración de estas funciones ejecutivas, en los casos de TDA, se debe al déficit de los lóbulos frontales (Solovieva, et al., 2003). El problema principal de las personas con TDA es que no son capaces de activar o mantener estas funciones que, sin embargo, a veces realizan bastante bien, en muchas situaciones en las que es necesario o deseable que lo hagan. Las funciones (prestar atención, organizar, recordar, etc.) permanecen intactas; simplemente no responden al procesamiento de una orden superior. Esto es, el individuo no es capaz de estar dispuesto para activar, organizar y utilizar estas funciones como debiera. El número de niñas con TDAH, en comparación con los varones, es de una por cada tres o cuatro hombres. Muchas niñas con trastorno de la atención no son diagnosticadas oportunamente, o bien, son mal diagnosticadas durante años porque ellas y probablemente por los procesos culturales, no tienen los síntomas típicos de hiperactividad que padecen los niños, y no llaman tanto la atención de los padres y profesores. Las niñas que padecen hiperactividad son fácilmente reconocibles ya que son considerablemente distintas de sus compañeras. Sin embargo, un gran porcentaje de ellas sólo serán inatentas. Un problema para el diagnóstico consiste en que también, con frecuencia tratan de pasar inadvertidas y tienden a padecer más depresión y ansiedad, que constituyen problemas internos y, por tanto, menos evidentes (De la Garza, 2005). 2.3. MEDICIÓN DE FUNCIONES EJECUTIVAS Existen varias pruebas que se han utilizado para la evaluación de diversos componentes de las funciones ejecutivas, las más estudiadas son la prueba de Clasificación de tarjetas de Wisconsin la prueba de la Torre de Hanoi, el test de conflicto palabra/color o prueba de Stroop (Díaz, 2006),Trail Making Test (TMT) y la Torre de Londres (Pineda, 2000). Cuando se ha indagado sobre los trastornos de las funciones ejecutivas, encontramos que las pruebas antes mencionadas utilizadas convencionalmente para evaluarlas muestran que existen grados variables de compromiso en entidades fisiopatológicamente vinculadas a trastornos del desarrollo tales como el autismo, el trastorno por déficit de atención-hiperactividad, el síndrome de la Tourette. Más específicamente se ha encontrado que los déficit en las funciones ejecutivas son consistentes en los estudios de autismo y déficit de atención-hiperactividad (Zuluaga, 2001). Cada vez hay más evidencias que sugieren que la característica principal del TDAH son los déficits en las funciones de control ejecutivo central, particularmente la capacidad de inhibir o retrasar una respuesta. Estudios cuantitativos de neuroimagen por resonancia magnética del TDAH indican anomalías estructurales en los circuitos cerebrales asociados a funciones ejecutivas. Las anomalías observadas incluyen una menor corteza prefrontal derecha, núcleo caudado (con pérdida o inversión de la asimetría normal) (Brown, 2004). El concepto empírico de funciones ejecutivas se elaboró a partir de la investigación neuropsicológica realizada en pacientes con lesiones prefrontales, principalmente en la región dorsolateral (Díaz, J. 2006). Es un concepto general que incluye los procesos cognitivos involucrados en la atención, planificación de la conducta, en el mantenimiento de una meta determinada, en el control de los impulsosy en la memoria de trabajo. 3. TORRE DE LONDRES (TOL) García-Villamisar y Muñoz (2000), mencionan que las tareas destinadas a la evaluación de las funciones ejecutivas deben reunir tres criterios: que sean novedosas, que exijan cierto esfuerzo y que requieran el concurso de los procesos de la memoria de trabajo para su resolución. La Torre de Londres-Drexel (TOL) satisface estos criterios pues es una prueba neuropsicológica que consiste en presentarle al sujeto una “tabla con tres torres de diferentes tamaños (grande, mediana y pequeña) en las que pueden ponerse bolitas de diferentes colores (verde, rojo y azul)”. El niño imita la posición de las bolitas presentada en el modelo del aplicador (problemas 1-10) con el menor número de movimientos, no debe colocar más de 2 bolitas en la torre mediana, ni más de 1 bolita en la torre pequeña (violación 1), ni tomar dos bolitas simultáneamente (violación 2), en el tiempo especificado (violación de tiempo). La evaluación neurológica es útil en la medida que permite al profesional detectar anomalías funcionales y/o estructurales del cerebro, los cuales devendrán en un tratamiento de dicha especialidad. La ejecución de esta prueba registra la habilidad necesaria para mantener y manipular información a corto plazo para ejecutar una acción posterior (memoria de trabajo); y la destreza para inhibir una acción inapropiada. Ejecuciones exitosas requieren de la formulación de un plan que guíe la secuencia de movimientos a realizar, la retención del plan, la ejecución de los movimientos, y la supervisión y revisión del plan conforme se ejecuta la acción. Se obtiene un índice cuantitativo de las habilidades de planificación especificando el número de pasos o etapas involucradas en la solución de un problema, al considerar como variables de estudio el número de problemas correctamente resueltos, el número de movimientos realizados en cada problema, el tiempo de latencia desde la presentación del problema a la ejecución del primer movimiento (periodo de observación-planeación (OP)), el tiempo total de la ejecución de movimientos (respuestas) hasta poner las bolitas en las mismas posiciones del problema (periodo de ejecución (E)), número de los problemas resueltos ejecutando el número de movimientos preestablecidos (ejecuciones perfectas), así como las observaciones conductuales registradas durante la evaluación (Matute, et. al., 2008). Por lo tanto, se espera que los sujetos con una capacidad de planificación efectiva sean aquellos que logren integrar correctamente la mayor cantidad de diseños, de movimientos de las bolitas sin excederse en el número de movimientos y en lapsos de tiempo más cortos. Se han realizado estudios con la TOL a la par del registro de algunas técnicas de neuroimagen, como lo son tomografía por emisión de positrones, resonancia magnética funcional (Schall et. al., 2003; Newman, et. al, 2003; Boghi, et. al. 2006) en donde ven la asociación de la dificultad de la tarea con la activación dorsolateral de los ganglios basales y cerebelo. 4 ELECTROENCEFALOGRAMA El cerebro sufre una serie de cambios extraordinarios, empezando inmediatamente después del nacimiento, el cerebro de un bebé establece un trillón de conexiones interneuronales, más de las que posiblemente pueda usar. Elimina las conexiones o sinapsis que se utilizan raras veces o nunca. La actividad eléctrica y química de las células del cerebro altera la estructura física de éste. Un sistema funcional relacionado con la atención selectiva, es el permite que el interés del individuo pueda ser dirigido hacia un objetivo preciso, este sistema está asociado con elementos del sistema nervioso central distribuidos más rostralmente, involucrando de manera particular a la neocorteza. Este tipo de atención también se ve afectado en sujetos que se quejan de somnolencia y cuya actividad cerebral se caracteriza por presentar patrones eléctricos constituidos por una mezcla de ondas lentas y rápidas de amplitud variable. En estas circunstancias, la atención está tan dispersa que puede originar como resultado en los estudiantes niveles de rendimiento escolar bajo (Ayala y Mexicano, 1997). Cuando se estudian los niveles de vigilancia o atención exhibidos por un individuo bajo diferentes circunstancias, se puede obtener información por medio del análisis de la conducta y de la actividad eléctrica cerebral emitidas a cada instante (Islas, 1997). La relación entre la actividad bioeléctrica del sistema nervioso central entre el sueño y la vigilia comenzó a estudiarse en 1924. Gracias a los trabajos de Berger, es posible hacer un registro percutáneo de la actividad eléctrica espontánea cerebral en el hombre, electroencefalograma (EEG). El registro de la actividad eléctrica espontánea (electroencefalograma EEG) ha encontrado su principal aplicación en el diagnóstico de las epilepsias. A pesar de que algunos autores como Papazian y cols. (2006) mencionan que los métodos neurofisiológicos, lo que incluye el mapeo mediante EEG digital, magnetoencefalografía y potenciales evocados, son aún experimentales para recomendar su empleo, se ha mostrado su utilidad en el diagnóstico y evaluación de los trastornos del desarrollo y la maduración del sistema nervioso central, en lesiones y disfunciones cerebrales. Con el desarrollo del análisis digital cuantitativo del electroencefalograma (EEGc) se logra obtener una información mucho más amplia y versátil y, por ende, una mayor precisión en la evaluación de la actividad eléctrica cortical. 4.1. MECANISMOS NEUROFISIOLÓGICOS DE LA ACTIVIDAD EEG El EEG consiste en una sucesión de ondas eléctricas sinusoidales que pueden ser detectadas mediante electrodos de superficie, colocados sobre la piel cabelluda del cráneo y mediante sistemas de transformación analógica-digital registrar todas las diferentes ondas que lo componen. Esta actividad varía, en amplitud, entre los 2 y los 300 microvoltios (µV), y la frecuencia de sus ondas por segundo, Hertzios (Hz), entre 0.5 a 40 clasificándolas dentro de diferentes ritmos o bandas como: Tabla 1. Clasificación de Ritmos según su frecuencia. Ritmo o Banda Frecuencia en Hz Alfa 8-13 Beta 1 14-20 Beta 2 21-30 Beta 3 31- 40 Theta 4-7 Delta 0.5-3.5 El ritmo alfa es una actividad que ocurre durante la vigilia, con mayor voltaje en regiones posteriores, presente con ojos cerrados y relajado pero que se atenúa o bloquea al abrir los ojos y con la actividad mental. El ritmo beta suele constituir la actividad dominante en las regiones anteriores y centrales, su reactividad aun es desconocida, a veces el ritmo beta se bloquea o atenúa por el movimiento o la estimulación táctil. Aunque persiste o se acentúa durante la somnolencia, disminuye y llega a desaparecer durante el sueño profundo; a veces se incrementa en las fases del sueño REM. La actividad theta está compuesta por ondas de diversa morfología, escasa duración, suele ser de baja amplitud en los adultos y de mayor amplitud en los niños, y tener una distribución en regiones temporales. Se observa con creciente intensidad a medida que las personas envejecen. Su origen y significado no es claro. La actividad delta puede verse localizada o lateralizada, puede ser signo de un disturbio en la actividad cerebral, cuando se registra en personas adultas en reposo, tranquilas y con los ojos cerrados (Ebersol y Pedley, 2003). La naturaleza sinusoidal u ondulatoria de la actividad EEG se expresa satisfactoriamente mediante la teoría del “Dipolo oscilante” o “Dipolo fluctuante” del mecanismo de las acciones de sincronización o desincronización de la oscilación (variaciones del potencial) de las neuronas corticales, resulta lo que se conoce como “registro EEG sincronizado”, que es aquel constituido por ondas lentas de relativo mayor voltaje productos de laoscilación sincrónica de un número elevado de neuronas de la corteza cerebral. Por el contrario, se conoce como “desincronización” al fenómeno de la transformación de los ritmos lentos (alfa, theta o delta) en ritmos rápidos y de bajo voltaje (beta). Un ejemplo, es la “reacción de bloqueo alfa” o “reacción de desincronización occipital”, la cual ocurre en lo sujetos en estado de vigilia con los ojos cerrados a los que se les pide que abran los ojos. En ese momento, el ritmo alfa, que es más prominente en las derivaciones occipitales, se transforma en ritmo beta, seguramente por la acción desincronizante del sistema reticular activador ascendente, el cual a su vez se activa por la estimulación sensorial como por ejemplo las imágenes visuales al abrir los ojos. Un aspecto muy importante a señalar es que las funciones de la sensación- percepción, la asociación funcional con el tipo de respuesta y la expresión en la comunicación humana son fenómenos eminentemente corticales. Surge ahí la importancia y la utilidad de un método de la exploración funcional de la corteza cerebral, como el EEG, para el diagnóstico de los trastornos de la atención y evaluación de las funciones ejecutivas. 4. 2. EL SISTEMA INTERNACIONAL 10-20 En los estudios convencionales, los electrodos de registro se colocan sobre la piel cabelluda. Si se sigue el método americano, se utilizará una pasta viscosa de bentonita o de un material similar, la cual sirve a la vez de un medio conductor para disminuir la resistencia óhmica de la piel, y debido a su propia viscosidad o cohesión interna, sirve también de agente fijador de los electrodos de placa sobre la superficie del cráneo. Si, en cambio, seguimos el método europeo, colocaremos sobre la piel el medio conductor que es más fluido, únicamente para abatir la resistencia cutánea; y para fijar los electrodos, usaremos un “casco” de caucho cuyas trabéculas ejercen presión externa sobre los electrodos y así los mantiene en su correcta posición (islas, 1997). La colocación de los electrodos sobre el cráneo, sea cual sea el método utilizado para fijarlos, debe siempre seguir al llamado Sistema Internacional 10-20. Este sistema se basa en dividir la distancia del cráneo, en sentido anteroposterior, entre los puntos Nasión e Inión, y en sentido transversal, la distancia entre los dos tragos auriculares. Dichas distancias se fraccionan en 10% o 20% y ahí se colocan las filas de electrodos de registro alineados que suman 22 incluyendo 2 electrodos de referencia y uno de conexión a tierra del paciente. Figura 1. Muestra la colocación de los electrodos según el sistema internacional 10-20 4. 3. LOS MONTAJES Los montajes son las diferentes formas en que las señales captadas por los electrodos de registro ingresan en los distintos canales de amplificación del electroencefalógrafo. Podemos considerar que hay 3 tipos de montajes: 1. Monopolares o referidos: son aquellos en los que las señales de los electrodos activos de registro (cualquiera de los colocados en la convexidad craneana) ingresan en la entrada superior (G1) de los amplificadores. Mientras que a la entrada inferior (G2) se conectan los electrodos supuestos “inertes” de referencia, tales como los A1 y A2 en los lóbulos de las orejas. Siguiendo esta convención, todo potencial EEG negativo que se dirija hacia G1, producirá una deflexión hacia abajo en el registro. 2. Bipolares: registran en cada canal del aparato las señales de dos electrodos activos, uno ingresando a G1 y otro a G2, se eliminan así del registro los electrodos referenciales. Por lo tanto en cada canal se amplifica la diferencia de potencial instantánea entre dos electrodos activos. 3. Laplacianos: ingresan en la entrada G1 de cada canal, la señal de un electrodo activo, mientras que entran a G2 el promedio de las señales de los electrodos circundantes. Este promedio se aproxima a la función laplaciana del campo eléctrico del electrodo activo a medida y presenta a la segunda derivada de la intensidad del campo eléctrico con respecto al espacio. Una vez colocados los electrodos, se procede a medir la impedancia de cada electrodo a una señal eléctrica ondulatoria de 10 Hz. Dicha impedancia debe ser, en lo posible, menor de 5 kilohms en todos los electrodos. Antes del registro propiamente dicho, se realiza el registro de la señal de calibración de voltaje, el cual debe ser igual en todos los canales, y debe corresponder, en términos generales a 7 µV/mm., de manera que una señal de calibración de 50 µV debe dar una deflexión aproximada de 7 mm. Un registro EEG puede ser realizado a sujetos de cualquier edad, incluyendo la etapa intrauterina, estando el paciente en cualquier estado de conciencia: alerta, vigilia, hipnosis, sueño espontáneo o inducido, bajo anestesia, coma, etc. La mayoría de los estudios convencionales se realizan en estado de vigilia (en decúbito dorsal, despierto, tranquilo y relajado), con los ojos cerrados y en reposo físico. La actividad eléctrica, generada por el cerebro en condiciones normales, varía dependiendo de diversos factores internos (edad, sexo, vigilia-sueño, estado psicoafectivo, factores metabólicos) y externos (ambientales, toma de fármacos, procedimientos de activación –hiperventilación, estimulación luminosa–), que actúan sobre una determinada base genética. Por estos motivos, es difícil definir el EEG normal, en base a la presencia de los múltiples patrones eléctricos que pueden observarse en personas sin enfermedad. La actividad EEG estadísticamente rara o inusual, no debe ser considerada necesariamente patológica. Un EEG normal puede ser definido mejor, como aquel trazado que carece de patrones electrográficos, cuya presencia se asocia con alteraciones clínicas. Por otra parte, siempre debe tenerse presente que un EEG normal no implica ausencia de patología cerebral, porque no todas las alteraciones neurológicas estructurales o funcionales originan anomalías en el EEG. Éste puede ser normal en lesiones cerebrales de pequeño tamaño, de evolución crónica o de situación profunda; en otras ocasiones, las enfermedades producen anomalías electrográficas intermitentes o infrecuentes que pueden no aparecer durante un registro rutinario. Los ejemplos pueden ser múltiples: pequeños infartos lacunares o infartos isquémicos crónicos de mayor tamaño (de localización más o menos profunda), enfermedades degenerativas o focos epilépticos pueden ser detectados clínicamente y no reflejarse en el EEG. Sin embargo, el EEG aporta información acerca de cambios en la actividad bioeléctrica cerebral ante estados cognitivos o de una actividad funcionalmente patológica o anormal asociada a ciertas disfunciones o perturbaciones cognitivas, pero no de la naturaleza cognitiva de la perturbación (Escotto, 1999). 4. 4. EEG EN NIÑOS DE 6-12 AÑOS Según Tejeiro (s/f) en un registro electroencefalográfico en niños de 6 a 12 años de edad, se puede distinguir: El ritmo alfa posterior alcanza una frecuencia de unos 10 Hz (en general hacia los 10 años de edad). La aceleración de la frecuencia de los ritmos posteriores se alcanza antes en niñas que en niños. La amplitud media es de unos 50 μV, si bien el máximo voltaje se alcanza a los 6-9 años de edad, para disminuir posteriormente. Dicha amplitud es usualmente mayor en el hemisferio dominante, aunque esta asimetría raramente excede de 20 μV. Frecuente actividad lenta entremezclada con el ritmo alfa, muy prominente en los 6-12 años. Puede adoptar diversa morfología: elementos agudos transitorios seguidos de una onda lenta, de ondas lentas rítmicas (la «variante lenta del ritmo alfa» representa un subarmónico del mismo), ondas rítmicas de 3-4 Hz y alto voltaje, ondas lentas arrítmicas (en rango theta o delta), etc. Especial mención merecen las llamadas ondas posteriores de
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