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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE MEDICINA DIVISIÓN DE ESTUDIOS DE POSTGRADO SECRETARIA DE SALUD HOSPITAL GENERAL DEL ESTADO DE SONORA “DR. ERNESTO RAMOS BOURS” “COCCIDIOIDOMICOSIS EN UNA ZONA ENDÉMICA DE MÉXICO: REVISIÓN DE CASOS DEL SERVICIO DE INFECTOLOGÍA EN EL HOSPITAL GENERAL DEL ESTADO DE SONORA DEL AÑO 2006 AL 2013” T E S I S QUE PARA OBTENER EL GRADO DE ESPECIALISTA EN MEDICINA INTERNA PRESENTA: DR. ALLAN GIOVANNI TREJO RIVERA ASESOR DR. MOISES ACUÑA KALDMAN HERMOSILLO, SONORA. NOVIEMBRE 2014 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE MEDICINA DIVISIÓN DE ESTUDIOS DE POSTGRADO SECRETARIA DE SALUD HOSPITAL GENERAL DEL ESTADO DE SONORA DR. ERNESTO RAMOS BOURS T E S I S “COCCIDIOIDOMICOSIS EN UNA ZONA ENDÉMICA DE MÉXICO: REVISIÓN DE CASOS EN EL SERVICIO DE INFECTOLOGÍA DEL HOSPITAL GENERAL DEL ESTADO DE SONORA DEL AÑO 2006 AL 2013” FIRMAS DE AUTORIZACIÓN ___________________________________________ DR. FRANCISCO RENÉ PESQUEIRA FONTES DIRECTOR GENERAL Hospital General del Estado de Sonora Tel (662) 259-25-00 rpesqui@gmail.com ______________________________________ DR. JORGE ISAAC CARDOZA AMADOR DIRECTOR MÉDICO Hospital General del Estado de Sonora Tel. (662) 259-25-00 jicardozaa@hotmail.com __________________________________ DRA. CARMEN A. ZAMUDIO REYES JEFA DE LA DIVISIÓN DE ENSEÑANZA E INVESTIGACIÓN Hospital General del Estado de Sonora Tel. (662) 259-25-00 ensenanzahge@hotmail.com ______________________________ Dr. MOISES ACUÑA KALDMAN ASESOR DE TESIS Hospital General del Estado de Sonora Tel. (662) 259-25-00, Cel. (662) 256-22-12 moisesacunak@gmail.com ___________________________________ BIO. NOHELIA G. PACHECO HOYOS ASESOR DE TESIS DE LA DIVISION DE ENSEÑANZA E INVESTIGACION Hospital General del Estado de Sonora Tel. (662) 259-25-00, Cel. (662) 113-32-49 Noheliapachecoh@gmail.com _________________________________ Dr. MAURICIO BELTRÁN RASCÓN JEFE DEL SERVICIO DE MEDICINA INTERNA Hospital General del Estado de Sonora Tel. (662) 259-25-00, Cel. (662) 139-22-18 mbr67doctor@hotmail.com ____________________________________ DR. ALLAN GIOVANNI TREJO RIVERA RESIDENTE DE CUARTO AÑO DE MEDICINA INTERNA Hospital General del Estado de Sonora Tel. (662) 190-38-91 giotr3@gmail.com mailto:rpesqui@gmail.com mailto:jicardozaa@hotmail.com mailto:ensenanzahge@hotmail.com mailto:moisesacunak@gmail.com mailto:Noheliapachecoh@gmail.com mailto:mbr67doctor@hotmail.com mailto:giotr3@gmail.com 1 DEDICATORIAS Y RECONOCIMIENTOS Mi tesis la dedico a las personas que dan sentido a mi vida, ya que con su influencia me hacen una persona de bien y contribuyen a mi crecimiento personal; a mis padres, Martha (D.E.P.) por ser el gran ejemplo de ser humano en mi vida y Jorge por contribuir a forjar mi carácter; a mis hermanas Shantal y Daniela por la fraternidad que construimos y que sé que no terminará nunca; a mí “nina Chayito” por demostrarnos su amor desinteresado y que lo más importante es la familia; a Anahí, el amor y nuevo pilar de mi vida por su profundo amor y apoyo incondicional con quien descubrí verdaderamente a amar y ser feliz todos los días. Agradezco a Dios por permitirme llegar hasta este momento; al resto de mi familia y amigos por estar siempre cuando los necesito, y cuando no, también. Agradezco a mis compañeros y maestros de residencia por ayudarme a crecer como persona y como Médico. 2 ÍNDICE Introducción 3 Resumen 5 Planteamiento del problema 6 Antecedentes científicos: Marco teórico 7 Generalidades 7 Distribución geográfica y biogeografía 8 Vía de transmisión y fisiopatología 10 Epidemiología e impacto económico 11 Factores de riesgo 14 Manifestaciones clínicas 16 Diagnóstico 19 Tratamiento 20 Objetivos 21 Hipótesis 21 Justificación 22 Materiales y métodos 24 Resultados 27 Discusión 42 Conclusiones 51 Recomendaciones 52 Anexos 53 Bibliografía 58 3 INTRODUCCIÓN Coccidioidomicosis es una micosis sistémica, la más antigua (Einstein, 1993) y más virulenta de las infecciones fúngicas primarias de los humanos (Dixon, 2001). Es producida por dos especies del hongo dimórfico del género Coccidioides, C. immitis y C. posadassi, se adquiere por vía pulmonar a través de la inhalación de la forma infectante cuyo hábitat se encuentra en el suelo de regiones desérticas del continente americano, incluyendo a México (Ampel, 2009). El espectro de presentación clínica que produce es muy amplio, va desde formas asintomáticas hasta formas potencialmente letales, pude afectar literalmente cualquier parte del cuerpo por lo que se le considera un verdadera “gran imitadora”, frecuentemente implica un reto diagnóstico (Laniado, 2006). Es más frecuente y se tiene más riesgo de enfermedad severa o diseminada en adultos mayores de 40 años, históricamente en hombres pero recientemente predominan discretamente las mujeres, en embarazadas en su último trimestre, en descendientes de afroamericanos y filipinos y en pacientes con alteraciones en la inmunidad mediada por linfocitos “T”, que incluyen pacientes con VIH, que reciben fármacos inmunosupresores, trasplantes, con neoplasias oncohematológicas, diabetes mellitus, enfermedades autoinmunes y cardiopulmonares (Brown, 2013). Las actualizaciones epidemiológicas en las áreas endémicas de los Estados Unidos de América (EUA) destacan el aumento dramático en su incidencia en la última década (Nguyen, 2013). En México a pesar de que una parte considerable del territorio se considera endémica, dejó de ser una enfermedad de reporte epidemiológico obligatorio desde hace dos décadas por lo que su incidencia y prevalencia real se desconoce (Castañón, 2004). 4 En el presente estudio se describen las características epidemiológicas, clínicas, las estrategias diagnóstico-terapéuticas y la morbimortalidad de 63 casos de Coccidioidomicosis con el objetivo de determinar las particularidades de presentación en los pacientes de nuestro medio, haciendo énfasis en la presencia de factores de riesgo asociados a la enfermedad y la relación de estos mismos con la mortalidad. 5 RESUMEN Objetivos. Describir las características clínico-epidemiológicas, estrategias diagnóstico-terapéuticas y las asociaciones de morbimortalidad en pacientes con Coccidioidomicosis incluidos en este estudio. Material y métodos. Estudio observacional, descriptivo, longitudinal y retrospectivo de 63 casos de Coccidioidomicosis que se presentaron del año 2006 al 2013 en el servicio de Infectología del Hospital General del Estado de Sonora, en el cual se emplearon recursos de estadística descriptiva para evaluar las variables sociodemográficas, presencia de factores de riesgo, manifestaciones y formas clínicas, método diagnóstico, hallazgos radiográficos, tratamiento, supervivencia y sus asociación con factores de riesgo.Resultados. Coccidioidomicosis fue más frecuente en hombres (84%) de menos de 40 años (90.5%), en más de la mitad de los casos los síntomas fueron respiratorios (tos, disnea) y generales (fiebre, pérdida de peso), radiográficamente los infiltrados fueron el hallazgo más común, bilateral en 60% y focal en 30%, predominantemente apical, la forma clínica más común fue la neumonía aguda (80%), el 95% de todos los casos se diagnosticó por medio de microscopía, el uso de azoles fue el tratamiento más empleado, fluconazol (48%) principalmente, los factores de riesgo estuvieron presentes en la mayoría de los pacientes (78%), destacando el VIH (45%) y DM (25%). El tiempo de estancia hospitalaria fue prolongado (media 22.1 días) y el diagnóstico desde el ingreso retardado (media 8.3 días). La mortalidad fue elevada (48%), más frecuente en hombres jóvenes con VIH. Conclusiones. Coccidioidomicosis se presentó más frecuentemente como neumonía aguda en pacientes jóvenes con factores de riesgo, en los que produce una mortalidad elevada. En zonas endémicas debería incluirse en los diagnósticos diferenciales iniciales de neumonía y ser una enfermedad de reporte nacional obligatorio. Palabras clave: Coccidioidomicosis, micosis sistémicas, Coccidioidomicosis zona endémica en México, Coccidioidomicosis revisión de casos en Sonora. 6 PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA El presente trabajo pretende responder y aportar información a la comunidad médica en relación a la siguiente pregunta de investigación: ¿Cuáles son las características sociodemográficas, cuadro clínico, formas de presentación, asociaciones de morbimortalidad y estrategias diagnóstico- terapéuticas en pacientes diagnosticados con Coccidioidomicosis incluidos en este estudio? 7 MARCO TEÓRICO Generalidades En el mundo se describen 36 micosis de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), en México existen 32 de estas (Baptista, 2006). Aunque muchos hongos pueden causar invasión a nivel sistémico, clásicamente la OMS clasifica cuatro tipos de micosis sistémicas: histoplasmosis, coccidioidomicosis, paracoccidioidomicosis y blastomicosis, en nuestro país existen las tres primeras (Méndez, 2008), históricamente Coccidioidomicosis es la que se ha reportado con mayor frecuencia (Castañón, 2011). Se considera una enfermedad milenaria para los humanos, pero como género se cree que tiene 40 a 50 millones de años acompañando la evolución de los mamíferos (Koufopanou, 2001), se encontró evidencia de la presencia del hongo en un esqueleto de la cultura Sinagua los cuales habitaban en la región árida de lo que hoy es Arizona, EUA, sobre los años 1400-1000 aC (Harrison, 1991), fue reconocida como una enfermedad infecciosa a finales del siglo XIX por Alejandro Posadas, quien sospechó que la enfermedad era causada por un protozoario, inicialmente la nombró psorospermiasis infectante generalizada (Posadas, 1892), posteriormente en 1900 se logró descubrir su naturaleza fúngica (Ophüls, 1900). La Coccidioidomicosis, antes conocida como fiebre del valle, fiebre de valle de san joaquín o reumatismo del desierto es causada por un hongo dimórfico del género Coccidioides (clase Dikarymycota, subclase Ascomycota, orden Onygenales, familia Onygenaceae) que incluye dos especies, C. immitis y C. posadasii (Fisher, 2002), previamente denominadas como especie “Californiana” y “no Californiana” respectivamente debido a su localización geográfica, la primera 8 se ha propuesto que está restringida al estado de California, EUA, aunque se cree que existe en áreas adyacentes en Arizona, EUA y Baja California, México, y la segunda fuera de esta área (Fisher 2001). Fenotípicamente son indistinguibles, pero tienen diferencias genotípicas que no parecen diferir en sus manifestaciones clínicas ni en su respuesta al tratamiento (Catanzaro, 2004). Esta micosis afecta principalmente a mamíferos, especialmente al hombre, también es común en perros (Shubitz, 2005), se ha registrado en una variedad de otros mamíferos domésticos y salvajes, principalmente gatos, roedores, caballos y primates, además en algunos reptiles (Shubitz, 2007). Distribución geográfica y biogeografía La distribución geográfica de Coccidioides se limita al continente Americano entre las latitudes 40° de norte a sur (Laniado, 2007), pues nunca se ha asilado en el ambiente fuera del hemisferio occidental (Nguyen, 2013). Es endémica especialmente en algunas zonas desérticas de América, en los EUA estas zonas están localizadas en las regiones áridas del sureste en los estados de California, destacando el valle de San Joaquín como zona hiperendémica, en el sur de Arizona, sur de Nuevo México y oeste de Texas, además focos dispersos en Nevada y Utah (Kirkland, 1996). En México el mapeo de la zona endémica se estableció en la década de los sesentas mediante un estudio de reactividad a pruebas cutáneas conducido por González Ochoa incluido en la Encuesta Nacional 1961–1965 (Anexo 1). Se definieron tres zonas, la principal es la zona norte frontera con EUA e incluye a Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas 9 (Baptista, 2007), la zona del litoral del pacífico a Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Michoacán y Guerrero y la zona central en Guanajuato, Durango, Zacatecas y San Luis Potosí (González, 1966). En Centro y Sudamérica existen áreas endémicas en Guatemala, Honduras, Venezuela, Paraguay, Argentina, Brasil, Colombia (Avilés, 2007), además de Ecuador y Bolivia (Negroni 2008). Fuera de las áreas endémicas Coccidioidomicosis también ha sido reportada en casi todos los continentes, en la mayoría de los casos se logra asociar el antecedente de haber radicado o de visita reciente a un área endémica o el contacto con fomites provenientes de áreas endémicas (Pappagianis, 1988). La biogeografía del hábitat del hongo se caracteriza por un clima seco, con veranos calurosos e inviernos suaves, índices de precipitación anual escasa entre 10 y 50 centímetros y altitudes menores a 1,400 metros (Laniado, 2006). Se desarrolla en el suelo alcalino y arenoso a una profundidad entre 5 y 30 centímetros por debajo de la superficie del suelo, especialmente se ha encontrado alrededor de madrigueras de roedores o reptiles (Kirkland, 1996). La densidad de crecimiento de Coccidioides en el suelo tiene relación estrecha con los cambios en las condiciones climáticas (Kolivras, 2003). La humedad es un factor determinante para su crecimiento, se ha establecido que luego de las lluvias de verano en primavera y otoño el hongo prolifera, las hifas posteriormente requieren de un periodo seco para promover su maduración en artroconidias que finalmente se aerolizan y pueden ser inhaladas (Zender, 2006). 10 Vía de transmisión y fisiopatología La vía de transmisión de la Coccidioidomicosis es casi exclusivamente pulmonar, a través de la inhalación de artroconidias, la forma infectante que se encuentra en el medio ambiente (Nguyen, 2013). No se trasmite entre personas o animales de forma directa, aunque puede ocurrir de manera indirecta al exponerse a material contaminado, que con las condiciones adecuadas pudieran completar su ciclo de vida hasta la forma infectante (Stevens, 1995). El ciclo de vida de Coccidioides explica por qué causa infección pero no una enfermedad infectocontagiosa (Stevens, 1995). El hongo es dimórfico, es decir tiene dos fases, la saprobia o infectante que crece en forma de micelio habitualmente en el suelo, los cuales se conforman por hifas y en un periodo de cinco a siete días forman artroconidias las cuales se individualizan por un proceso de fragmentación llamado rexolisis (Pappagianis, 1990). Estas estructuras son fácilmente separadas por acción del viento o movimiento de la tierra y pueden ser transportadasen el ambiente pudiendo así recorrer grandes distancias (Moroyoqui, 2008). La inhalación de una sola artroconidia puede desarrollar la enfermedad (Pappagianis, 1990). La infección inicia cuando el hospedero inhala las artroconidias, una vez en el pulmón se aloja probablemente a nivel de bronquiolos terminales o del alveolo e inicia un cambio morfológico drástico, único del género Coccidioides (Nguyen, 2013). Dentro del pulmón el hongo inicia la remodelación de su pared celular en una estructura especializada llamada esférula, la fase parasitaria, esta estructura incrementa su tamaño durante un periodo de cuatro días y se somete a división nuclear produciendo una estructura que al alcanzar su madurez puede medir 11 hasta 100 μm y contener varios cientos de nuevas estructuras celulares asexuales llamadas endosporas, después de varios días la esférula se rompe liberando endosporas, cada una de estas es capaz de convertirse en nuevas esférulas, el proceso continúa hasta que el sistema inmune del huésped o la intervención médica reprimen el crecimiento del hongo (Nguyen, 2013). Si este proceso no se reprime, el organismo tiene el potencial de diseminarse por vía hematógena o linfática a cualquier órgano (Adam, 2009). A pesar de que la forma parasitaria es la esférula, se pueden observar hifas o artroconidias en los tejidos (Muñoz, 2004). Cuando la fase parasitaria regresa al medio ambiente o es colocada en un medio de cultivo adecuado, revierte rápidamente a la forma de hifas, la fase infectante (Laniado, 2004). En la mayoría de los casos, después de cuatro a ocho semanas en individuos inmunocompetentes se desarrolla una clona de linfocitos “T” específicamente sensibilizados para destruir al hongo que favorece la formación de granulomas epiteloides compactos que son fagocitados por macrófagos una vez que adquieren capacidad lítica y se forman anticuerpos (Mendoza, 2014). La enfermedad no progresa y la traducción clínica puede estar ausente u ocasionar un cuadro infeccioso respiratorio banal, por el contrario, los individuos con supresión de la inmunidad mediada por linfocitos “T” tienen mayor riesgo de desarrollar enfermedad pulmonar severa y/o diseminación (Laniado, 2006). Epidemiología e impacto económico Coccidioidomicosis se ha establecido como un verdadero problema de salud pública en zonas endémicas, el incremento en la incidencia sigue una curva 12 ascendente particularmente en Arizona y California (Anexo 2), entre estos estados se reporta el 97% del total de casos reportados en EUA, con un 66% y 31% respectivamente (CDC, 2013). En 2011 fue la segunda causa más reportada de las enfermedades de notificación nacional en Arizona y la cuarta en California (CDC, 2011). En Arizona el incremento de la incidencia fue notable desde los años 90´s, al doblarse la incidencia anual de casos por 100,000 habitantes en un lustro de 7/100,000 en 1990 a 15/100,000 en 1995 (CDC, 1996). Se convirtió en una enfermedad de reporte obligatorio en este estado en 1997, entonces la incidencia anual fue de 21/100,000. En la mayoría de los años subsecuentes ha continuado incrementándose, destacando en el 2009 hasta 154/100,000, luego a 182 y 248 casos por 100,000 habitantes en 2010 y 2011 respectivamente (CDC, 2013). En California la tendencia ha sido similar, la incidencia anual por 100,000 habitantes se incrementó de alrededor de 2.5/100,000 casos en el periodo de 1995-2000 a 7.5/100,000 en 2005 (CDC, 2009), y luego de una discreta disminución en 2007-2009, nuevamente se incrementó a 12.2/100,000 y 14.9/100,000 casos/habitantes en 2010 y 2011 respectivamente (CDC, 2013). La explicación del incremento de la incidencia en áreas endémicas es multifactorial, en 2009 se gestó un cambio en la validez de diagnóstico serológico en Arizona, eliminándose la obligación de corroborar el diagnóstico con pruebas de inmunoensayo (Héctor, 2011). Otros factores determinantes son el aumento de la población expuesta tanto por el crecimiento poblacional regional de las zonas endémicas, como por la inmigración de individuos de áreas no endémicas y por lo tanto no inmunes, el aumento del turismo en dichas zonas, además el aumento 13 global de pacientes con factores de riesgo para la enfermedad y finalmente el conocimiento de esta enfermedad se ha incrementado, sensibilizando tanto a médicos como a pacientes (Parish, 2008). La mortalidad por Coccidioidomicosis se ha mantenido estable al menos desde hace dos décadas, la tasa de mortalidad ajustada por edad en un reporte reciente de EUA fue de 0.59 por millón de personas/año (Huang, 2012). En México, Coccidioidomicosis dejó de considerarse como una enfermedad de reporte obligatorio desde 1995 por motivos no aclarados, por lo que su incidencia desde entonces es desconocida (Castañón, 2011). Un reporte reciente de Castañón Olivares en base a los informes epidemiológicos de morbilidad de 1989 a 1994 de la Secretaría de Salud revela las cifras reportadas en México de casos totales de Coccidioidomicosis en ese periodo, además esquematiza mediante una representación gráfica el número de casos por estado (Anexo 3), destacando el hecho de que en todos los estados de México, sin excepción, durante ese periodo de cinco años, fueron reportados casos de Coccidioidomicosis, incluso en estados en los que no se considera endémica (Castañón, 2011). El impacto económico de Coccidioidomicosis conlleva gastos directos en los servicios de salud y gastos indirectos por el grado de incapacidad laboral que puede ocasionar, en este sentido un reporte histórico en pacientes sanos determinó que los pacientes faltaban en promedio un mes al trabajo o la escuela (Scogins, 1947). El número de visitas médicas hasta la resolución de la enfermedad en un grupo de estudiantes de Tucson, Arizona fue de un promedio de seis visitas (Galgiani, 1993). 14 El Departamento de Servicios de Salud de Arizona y la CDC realizaron un programa de vigilancia clínica reciente en el que siguieron 452 pacientes en un periodo de 13 meses en el que destacó que el 85% de los pacientes tenían enfermedad limitada al pulmón, el 41% de estos pacientes habían sido hospitalizados, el tiempo medio para llegar al diagnóstico fue de 23 días, la duración media de la enfermedad fue de 120 días, el tiempo promedio de días perdidos de actividad laboral o escolar fue de 14 días y el tiempo promedio de recuperación total del estado de salud fue de 47 días (Tsang, 2010). El costo calculado por año en pacientes hospitalizados por Coccidioidomicosis fue de $86 millones, alrededor de $30,000 dólares por paciente (Tsang, 2010). Factores de riesgo Los factores de riesgo implican aspectos tanto para la adquisición de la enfermedad como para el desarrollo de formas severas y diseminadas (Nguyen, 2013). El factor de riesgo crítico para infectarse es la exposición al polvo, ya sea de tipo ocupacional o recreativa, especialmente en áreas no cultivadas en zonas endémicas (Laniado, 2006). Se han documentado brotes de la enfermedad asociados con este factor en diversas circunstancias, incluyendo terremotos (Schneider, 1997), maniobras militares (Crum, 2002), tormentas de arena (Pappagianis, 1978), excavaciones arqueológicas (CDC, 2001), entre otras. Históricamente se ha reportado más comúnmente en hombres, en alrededor del 60% de los casos (Sunenshine, 2007), sin embargo desde el 2009 la relación tiende a igualarse y más recientemente a invertirse, la relación con las formas severas y diseminadas tiene el mismo comportamiento (Brown, 2013), en las 15 mujeres el embarazo es un grupo especial de riesgo para enfermedad severa o diseminada, en especial cuando la infección se adquiere en el tercer trimestre o en el post-parto inmediato (Bercovitch, 2011). Todos los grupos de edad se afectan, pero es más común en adultos, especialmenteen mayores de 40 años, la incidencia aumenta con la edad, en Arizona el grupo más afectado es el de mayores de 65 años (Blair, 2008). La raza Afro-americana y los Filipinos han mostrado un incremento de riesgo para las formas severas y diseminadas, en el primer caso hasta 10 veces más en relación a la raza blanca (Smith, 1946). El factor determinante que aumenta el riesgo de adquisición y de presentación severa o diseminada son los pacientes con alteraciones en la respuesta inmune mediada por linfocitos “T” (Brown, 2013), que incluye pacientes con VIH en los cuales el conteo de CD4 <250 céls/mm³ es el factor más importante para el desarrollo de la enfermedad, Coccidioidomicosis se considera una enfermedad oportunista, su incidencia ha disminuido notablemente con el uso de terapia antirretroviral (Masannat, 2010), los trasplantes de órganos sólidos o células hematopoyéticas son un factor emergente en áreas endémicas, en los EUA se incluye en las enfermedades de descarte en pacientes en protocolo de trasplante (Blair, 2001), los fármacos que afectan la inmunidad celular como agentes antineoplásicos, esteroides a altas dosis (20mg/día de Prednisona o más), e inmunosupresores biológicos (Bergstrom, 2004), las neoplasias oncohematológicas, especialmente linfomas y leucemias (Blair, 2005), la diabetes mellitus, especialmente en pacientes mal controlados (Santelli, 2006), pacientes 16 con enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide (Berstrom, 2004) y la presencia de enfermedad cardiopulmonar (Brown, 2013). Manifestaciones clínicas La presentación clínica de infección por Coccidioidomicosis varía en un amplio rango e incluye la primoinfección que puede ser asintomática y resolverse espontáneamente hasta en el 60% de los casos, en estas circunstancias la única evidencia de infección sería la conversión de la prueba cutánea con coccidioidina o esferulina (Laniado, 2006). Mientras el 40% restante de los casos son sintomáticos, de estos, el 15% de los casos los síntomas no son lo suficientemente significativos como para acudir a atención médica y el 25% restante la requiere (Smith, 1945). Los casos sintomáticos van desde presentar síntomas respiratorios no complicados similares a la gripe hasta la neumonía (Theo, 1996). Si la enfermedad pulmonar no se resuelve progresa hasta en un 5% de los casos a la forma crónica y en el mismo porcentaje se presentan secuelas pulmonares que incluyen cavidades y nódulos (Moroyoqui, 2008). La diseminación extrapulmonar o enfermedad diseminada ocurre en menos del 1% de los casos, se calcula que uno de cada 200 infectados la presenta (Laniado, 2006). La infección coccidioidal tiene cinco grandes grupos de entidades clínicas: la neumonía aguda, neumonía crónica progresiva, nódulos y cavidades pulmonares, enfermedad extrapulmonar no meníngea y meningitis, las últimas dos son las denominadas formas diseminadas (Chiller, 2003). 1. Neumonía aguda: ocurre como manifestación primaria de la enfermedad alrededor de 1 a 3 semanas después del contacto con la forma infectante, 17 clínicamente es indistinguible de una neumonía adquirida en la comunidad (NAC) por otra etiología (Parish, 2008). Los pacientes generalmente tienen tres o cuatro síntomas, los más comunes son: tos (74%), fiebre (56%), diaforesis nocturna (35%), dolor torácico pleurítico (33%), escalofríos (28%), disnea (27%), artralgia (13%), mialgias (12%), pérdida de peso (21%) y erupción cutánea (14%) (Crum, 2004). En el contexto de una infección respiratoria aguda los síntomas que sugieren Coccidioidomicosis son cefalea y dolor torácico pleurítico severos, otra característica es la fatiga en el periodo de convalecencia que puede durar semanas o meses (Parish, 2008). Los hallazgos radiográficos en la infección aguda son similares a los de cualquier NAC, la adenopatía hiliar o paratraqueal ocurre en aproximadamente el 25% de los casos, el derrame pleural se encuentra en 5-10% de los casos, usualmente es de tipo exudado y puede contener un alto porcentaje de eosinófilos (Crum, 2004). Las manifestaciones dermatológicas son otra particularidad que pueden acompañar a la infección coccidioidal, en el menor de los casos pueden ser severas, estas incluyen eritema multiforme, eritema tóxico y eritema nodoso, que refleja una respuesta inmune exagerada y no diseminación, el último mencionado se asocia con pronóstico favorable, clásicamente a la asociación de síntomas respiratorios y eritema nodoso se le denominaba Fiebre del Valle o Reumatismo del Desierto (Parish, 2008). La neumonía difusa o miliar es una forma poco común de la infección aguda, se presenta en su mayoría en pacientes con algún tipo de deficiencia inmunológica, influye la cantidad del inóculo y el hecho de presentar diseminación hematógena, clínicamente se agrega al cuadro ataque al estado general severo, fiebre elevada, 18 disnea e hipoxemia, se puede presentar como un síndrome de insuficiencia respiratoria aguda (SIRA) y por lo tanto requerir ventilación mecánica asistida (VMA), los estudios de imagen muestran infiltrados difusos, pequeñas nodulaciones multilobares bilaterales (Chiller, 2003). 2. Neumonía progresiva crónica: se define por la persistencia clínico- radiográfica de enfermedad por más de tres meses, clínicamente se manifiesta por tos persistente, producción de esputo, hemoptisis y pérdida de peso (Parish, 2008), las pruebas serológicas suelen ser positivas, radiográficamente el hallazgo más común son infiltrados densos focales o múltiples que pueden incluir cavitaciones (Chiller, 2003). El diagnóstico diferencial principal es la tuberculosis, ambas patologías pueden estar presentes, son indistinguibles clínica y radiográficamente y únicamente la identificación de ambos agentes etiológicos permitirá establecer su coexistencia (Castañeda, 2002). 3. Nódulos y cavidades pulmonares: Se pueden presentar como secuelas luego de una neumonía aguda, incluso pueden ser la presentación inicial de una Coccidioidomicosis primaria, clínicamente la mayoría cursan asintomáticos pero pueden producir tos crónica, dolor torácico o hemoptisis, menos común, por ruptura hacia la pleura neumotórax, hemotórax e incluso empiema, la evolución tiene un curso impredecible a través del tiempo, desde su desaparición hasta la persistencia llegando a requerir manejo quirúrgico (Parish, 2008). 4. Enfermedad extrapulmonar no meníngea: se puede afectar literalmente cualquier área del cuerpo, por lo que la presentación clínica es heterogénea, comportándose como una verdadera “gran imitadora”, los sitios más comunes de diseminación son la piel, nódulos linfáticos, huesos y articulaciones (Parish, 2008). 19 La diseminación puede ocurrir en meses o en años después de la infección primaria, depende del estado inmunológico del paciente (Moroyoqui, 2008). 5. Meningitis: es la forma de presentación de peor pronóstico, ocurre en 30 a 50% de los casos con enfermedad diseminada y conlleva una alta morbi- mortalidad a pesar del tratamiento, el síntoma más frecuente es cefalea, puede haber alteración del estado de alerta, déficit neurológico, particularmente de pares craneales y crisis convulsivas (Parish, 2008). El diagnóstico se basa en el la serología positiva en líquido cefalorraquídeo (LCR), el cual suele revelar pleocitosis mononuclear, hipoglucorraquia y hiperproteinorraquia, similar al tuberculoso, el cultivo usualmente es negativo, afecta a los núcleos basales con tendencia a obstruir la circulación del LCR y causar hidrocefalia (Jhonson, 2006). Diagnóstico El principal obstáculo para establecer el diagnóstico de Coccidioidomicosis es no considerar este padecimiento en el diagnóstico diferencial (Laniado, 2006). Existen tres tipos de herramientas para establecer el diagnóstico: 1. La identificación de esférulas de coccidioides en una citología obiopsia, el hallazgo de esférulas en esputo, lavado broncoalveolar, tejidos o cualquier líquido corporal es diagnóstico de Coccidioidomicosis (Parish, 2008). 2. El cultivo de cualquier fluido corporal se considera el “estándar de oro” (Galgiani, 1993). 3. La serología positiva que requiere un laboratorio con experiencia, incluye varios métodos cuantitativos y cualitativos y tiene sus limitaciones por falsos positivos, sin embargo es un método validado para diagnóstico (Parish, 2008). 20 Tratamiento Las guías de tratamiento actuales enfatizan que las estrategias de manejo deben ser individualizadas en base a la presencia de factores de riesgo para las formas severas o diseminadas, el tipo de forma clínica de presentación, la severidad, localización y la cronicidad (Galgiani, 2005). Debido a que el espectro de presentación clínica es muy variable, desde las formas asintomáticas que solo requieren vigilancia clínica, hasta formas diseminadas potencialmente fatales que determinan un reto terapéutico, el manejo puede incluir terapia combinada con distintos antifúngicos, manejo quirúrgico o ambos (Welsh, 2012). Una publicación reciente por Welsh et al. (2012) propone un algoritmo de manejo que facilita la decisión terapéutica al exponer los diferentes escenarios clínicos que puede presentar la enfermedad, el cual fue traducido y utilizado a su vez en el contenido de las guías mexicanas de diagnóstico y tratamiento de la Coccidioidomicosis realizada por Mendoza et al. (2014), que se encuentra en prenta, se utilizó dicho algoritmo para referirlo en esta publicación con permiso de uno de los colaboradores de la guía, asesor del presente trabajo (Anexo 4). 21 OBJETIVOS General Describir las características clínico-epidemiológicas, las estrategias diagnóstico- terapéuticas y las asociaciones de morbimortalidad en pacientes con diagnóstico de Coccidioidomicosis que se presentaron del año 2006 al 2013 en el servicio de Infectología del Hospital General del Estado de Sonora. Específicos Describir los aspectos sociodemográficos de los pacientes incluidos en este estudio. Describir la frecuencia de las formas clínicas y las características del cuadro clínico de presentación de los pacientes incluidos en este estudio. Describir las particularidades en las estrategias de diagnóstico y manejo en los pacientes incluidos en este estudio. Describir los factores de riesgo en relación con la presencia de enfermedad y con los pacientes que fallecieron, así como describir las asociaciones de características generales relevantes en estos pacientes. HIPÓTESIS Los pacientes con Coccidioidomicosis se presentan principalmente con síntomas generales y respiratorios, el diagnóstico en nuestro medio es más frecuente en pacientes con factores de riesgo y tienen un alto índice de mortalidad. 22 JUSTIFICACIÓN El impacto epidemiológico de coccidioidomicosis en los EUA sigue una curva ascendente desde hace al menos dos décadas (CDC, 2013). El número de casos se ha incrementado dramáticamente confiriéndole el estatus de una enfermedad reemergente, incluso desde mediados de los noventas (Kirkland, 1996). En el total del área endémica de EUA, de acuerdo a los reportes anuales de incidencia, es ocho veces más frecuente que hace poco más de una década y en Arizona es más de 30 veces más frecuente que hace poco más de dos décadas (CDC, 2013), aún más destacable es el hecho de que se estima que alrededor de 150,000 casos más no son diagnosticados cada año en este país (CDC, 2012). En México la evolución y el estado epidemiológico actual de la enfermedad no se puede demostrar por la falta de legislación del reporte de la enfermedad (Moroyoqui, 2008), sin embargo, se cree que la enfermedad sigue un comportamiento similar al de EUA (Laniado, 2006), evidencia indirecta en relación a encuestas de prevalencia regional con reactividad a pruebas cutáneas recientes apoyan esta hipótesis, en Tijuana Baja California con tasas de 10% (Laniado, 1991), en Torreón, Coahuila con tasas de 40% (Padua, 1999), otra más en varias comunidades de Coahuila revelando tasas hasta del 93% (Mondragón, 2005). El último año que se reportó la enfermedad en México, en 1994, el número de casos fue incluso mayor que el reportado en EUA (Castañón, 2011). En nuestro país la enfermedad es infravalorada, la sospecha clínica es limitada y por lo tanto es sub-diagnosticada (Laniado, 2006), debido a que la mayoría de los casos evoluciona favorablemente sin tratamiento, el diagnóstico pasa 23 desapercibido, sin embargo por el amplio rango de formas clínicas puede presentar un reto clínico para cualquier especialidad médica. En México la literatura sobre esta enfermedad es escasa, Sonora es catalogado históricamente como una zona endémica, comparte la frontera territorial y características bioclimáticas con Arizona, el estado con el mayor impacto epidemiológico en EUA, por lo que es trascendental dimensionar la magnitud de la enfermedad, iniciando por describir las particularidades de presentación clínico- epidemiológica, las asociaciones de morbimortalidad y las estrategias diagnóstico- terapéuticas en pacientes con Coccidioidomicosis, objetivo del presente estudio, antecedente de investigación en adultos con el que no contamos en nuestro medio. 24 MATERIALES Y MÉTODOS Diseño del estudio Observacional, descriptivo, longitudinal: Las variables recolectadas contenidas en los expedientes fueron informadas individualmente o en conjunto en tablas y gráficas, sin ser alteradas ni modificadas, no se les realizó ningún seguimiento. Retrospectivo: La información necesaria para completar los objetivos del estudio se obtuvo totalmente de las notas médicas de los expedientes clínicos de la población estudiada en el periodo de tiempo descrito. Lugar y población de estudio El estudio se llevó a cabo con los expedientes clínicos de pacientes con diagnóstico confirmado de Coccidioidomicosis que ingresaron al área de Infectología del servicio de Medicina Interna del Hospital General del Estado (HGE) de Sonora “Dr. Ernesto Ramos Bours” en el periodo comprendido del 01 de enero de 2006 al 31 de diciembre de 2013. Criterios de selección Criterios de inclusión - Expedientes de pacientes con diagnóstico confirmado de Coccidioidomicosis que ingresaron al área de Infectología del HGE en el periodo de tiempo establecido del estudio. El diagnóstico confirmado incluyó a los pacientes en los que se demostró la infección por cualquiera de los tres métodos validados para diagnosticar la enfermedad, los cuales incluyen la histología, el cultivo y la serología positiva. 25 Criterios de exclusión. - Expedientes de pacientes con diagnóstico probable de Coccidioidomicosis que ingresaron al área de Infectología en el periodo del 01 de Enero de 2006 al 31 de Diciembre de 2013 que no cumplieron los criterios de diagnóstico confirmado, sea por resultados negativos en las pruebas de diagnóstico o porque no se confirmó el diagnóstico por cualquier circunstancia. - Expedientes de pacientes que por cualquier motivo no se obtuvieron ni en su forma electrónica o física para su revisión. Descripción de la metodología El proceso para la recolección de datos fue el siguiente: 1. Se revisaron los registros de pacientes ingresados al área de Infectología del servicio de Medicina Interna del HGE, registrando por escrito los nombres y números de expediente de todos los pacientes en los que se refería el diagnóstico de egreso de Coccidioidomicosis como probable o confirmado. Se obtuvieron 108 registros de pacientes con estas características, 28 de estos referidos como probables. 2. Se revisó cada expediente en su formato electrónico y físico de haberse requerido para recabardatos faltantes en el primero y viceversa. Se aplicaron los criterios de inclusión y exclusión, descartándose un total de 45 casos, siendo seleccionables para su análisis un total de 63 casos. Cabe aclarar que los casos que durante el periodo de estudio reingresaron, sólo se les incluyó una vez en el censo de este estudio, solo se contabilizaron para generar datos en caso su defunción para asociarlos con factores de riesgo, uno de los objetivos del estudio. 26 3. Se diseñó y aplicó un instrumento de recolección de datos a los 63 casos que cumplieron los criterios de selección para la obtención de las variables necesarias para satisfacer los objetivos del estudio: sexo, edad, lugar de origen, presencia de factores de riesgo, síntomas, método diagnóstico, hallazgos radiográficos, tratamiento y supervivencia (Anexo 5). 4. Las variables se registraron en el programa de datos de Microsoft Exel y se procesaron para su análisis estadístico. Análisis estadístico Se aplicaron recursos de estadística descriptiva a las variantes mencionadas con las respectivas medidas de tendencia central, dispersión, análisis de proporciones y frecuencias, incluyendo cuadros de frecuencia y gráficas para su interpretación. 27 RESULTADOS El número total de casos confirmados de Coccidioidomicosis en el periodo de tiempo del estudio que abarcó 8 años, fue de 63 casos. El promedio de casos por año fue de 7.8 casos/año, expresado de otra manera, se presentó en promedio un caso cada 46 días. En los primeros 4 años que abarcó el periodo del estudio se presentaron 26 casos, dominando los siguientes 4 años con un total de 37 casos que representan el 59% del total de los casos. Los años que presentaron mayor número de casos fueron el año 2008 y 2013 con 10 casos cada uno y el 2011 con 15 casos que por sí solo representó el 24% del total (Figura 1). Los días promedio de estancia intrahospitalaria fueron 22.1 días y los días promedio desde el ingreso hasta el diagnóstico de 8.3 días. 3 6 10 7 6 15 6 10 0 2 4 6 8 10 12 14 16 2 0 0 6 2 0 0 7 2 0 0 8 2 0 0 9 2 0 1 0 2 0 1 1 2 0 1 2 2 0 1 3 Figura 1. Número de casos por año y defunciones por año Casos/Año 28 En relación a las características sociodemográficas destacó que la gran mayoría de pacientes fue del sexo masculino con un 84% del total de los casos (Figura 2). La distribución de los casos por grupos etáreos se dividió en cuatro subgrupos, de 18 a 39, 40 a 59, 60 a 79 y mayor de 80 años. Los grupos que tuvieron mayor número de casos fueron los primeros dos con 31 y 26 casos, representando el 49.2% y 41.3% respectivamente del total (Figura 3). La edad promedio fue de 40.5 años con una desviación estándar (DE) de 14.5 años. 84% 16% Figura 2. Distribución de casos por sexo Masculino Femenino 0.00% 10.00% 20.00% 30.00% 40.00% 50.00% 49.20% 41.30% 6.30% 3.20% 18-39 años 40-59 años 60-79 años >80 años Figura 3. Distribución de casos por grupos etáreos 29 68% 32% Figura 4. Distribución de casos por Estado de origen Sonora Otro La distribución de casos respecto al lugar de origen de los pacientes destacó que el 32% de los pacientes tenían su origen fuera de Sonora, todos fueron mexicanos (Figura 4). La frecuencia de presentación respecto a las formas clínicas de Coccidioidomicosis (Figura 5) fue dominada como se esperaba por la neumonía aguda casi en un 80% de los casos, destacó que las formas diseminadas de la enfermedad en conjunto representaron el 22.2% de los casos, el 12.7% correspondieron a meningitis y 9.5% a otras localizaciones, de este subgrupo de pacientes, que en total son seis casos, cuatro fueron de localización dérmica, una ganglionar y otra peritoneal. Los otros dos tipos de formas clínicas de Coccidioidomicosis, nódulos y cavidades y neumonía crónica progresiva se presentaron en el 12.7% y 4.8% de los casos respectivamente. 30 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 Neumonía Aguda Neumonía Crónica Progresiva Nódulos y Cavidades Extrapulmonar no Meningea Meningitis Esta figura tiene una aclaración, la suma de los porcentajes es mayor al 100% y se explica por qué varios pacientes tenían o desarrollaron más de un tipo de forma clínica de la enfermedad. Las manifestaciones clínicas (Figura 6) fueron predominantemente síntomas respiratorios y generales, el principal síntoma fue la tos en el 83% de los casos, se reportó asociada a hemoptisis en el 25% de los casos, más de la mitad de los pacientes se presentó con disnea, fiebre y pérdida de peso. La diaforesis y el dolor pleurítico se presentaron en el 29% y 25% de los casos respectivamente. Las manifestaciones del sistema nervioso central (SNC) se reportaron en el 27%, varios pacientes se presentaron con más de un síntoma entre cefalea, confusión y crisis convulsivas, se reportaron en el 71%, 47% y 35% de este subgrupo de pacientes respectivamente. Figura 5. Número de casos y distribución de las formas clínicas de Coccidioidomicosis 50 (79.36%) 3 (4.76%) 8 (12.69%) 6 (9.52%) 8 (12.69%) N ú m e ro d e c a s o s 31 0 10 20 30 40 50 60 Figura 6. Frecuencia de las manifestaciones clínicas Manifestaciones en piel y adenomegalias se reportaron en menos del 10% de los casos. Un 32% de los casos reportó otras manifestaciones dentro de las que destacaron diarrea en 14% de los casos, mio-artralgias en el 8% de los casos, además fatiga, dolor faríngeo, dolor abdominal y vómito en menos del 5% de los casos. La herramienta de diagnóstico (Figura 7) que confirmó casi la totalidad de los casos fue la microscopía con el 95% del total, al identificar esférulas de Coccidioides en muestras biológicas, de estas el 85% de los casos se identificó en esputo, el 6.6% (4 casos) se diagnosticó mediante biopsia de piel y el resto en otras muestras en las que se requirió incluso de procedimientos quirúrgicos para su obtención, con un caso para cada uno de los siguientes: en un nódulo 83% 68% 65% 57% 29% 27% 25% 8% 5% 32% 25% 32 Microscopía Serología Cultivo pulmonar, en una caverna pulmonar, en tejido pulmonar obtenido con biopsia a cielo abierto, en un ganglio periférico y en líquido cefalorraquídeo. La serología confirmó el 5% (3 casos) restante de los casos, y no hubo reportes de cultivos positivos. Destacó que estas herramientas diagnósticas fueron poco solicitadas y en el caso de la serología, cuando se solicitó, la mayoría de las veces no se efectuó por falta de recursos económicos del paciente. Los hallazgos radiográficos (Figura 8), que salvo en el 8% de los casos en los que se solicitó una tomografía de tórax, fueron reportados de radiografías de tórax que fueron documentadas en las notas del expediente clínico en 62 de los 63 casos del estudio, un paciente podía tener más de un hallazgo clasificado en la figura correspondiente a este aspecto. Destacó la presencia de infiltrados que fueron bilaterales en el 60% de los casos y focales en el 30% de los casos, de estos 58% fueron apicales, debido a la 60 (95%) 3 (5%) Figura 7. Uso de herramientas diagnósticas 33 0 5 10 15 20 25 30 35 40 Figura 8. Hallazgos radiográficos limitante de no revisar los estudios radiográficos y dado que en la mayoría no se especificaba el tipo de infiltrado, esta información no se incluyó en este estudio. El hallazgo de cavidades y nódulos en conjunto se presentaron en el 18% de los casos, 13% y 5% respectivamente. Otras anormalidades fueron la presencia de derrame pleural y neumotórax, ambos en 6% de los casos, se reportaron adenomegalias en una tomografía en el 1.5% de los casos. El hallazgo de una radiografía de tórax normalse reportó en el 11% de los casos, todos correspondían a pacientes con Meningitis o con afección dérmica. Las estrategias de tratamiento en relación al empleo de fármacos antifúngicos destacó el empleo de azoles como monoterapia predominando fluconazol e itraconazol en el 48% y 27% de los casos. La anfotericina B se utilizó más frecuentemente en combinación con azoles que como monoterapia, siendo su uso 30% 59% 6% 5% 13% 1.5% 6% 11% 34 0% 5% 10% 15% 20% 25% 30% 35% 40% 45% 50% 27% 48% 1.60% 4.80% 3.10% 4.80% 1.60% 1.60% 8% Figura 9. Uso de antifúngicos en el 8% y cerca del 5% de pacientes respectivamente. En dos pacientes que representan el 3.1% de los casos se utilizó Voriconazol. (Figura 9) La asociación de factores de riesgo documentados para el desarrollo de Coccidioidomicosis (Figura 10), mostró que la mayoría, el 78% de los pacientes del estudio tenía al menos un factor de riesgo, sólo un paciente tenía dos factores de riesgo. El factor de riesgo que más se documentó fue el VIH con el 45% de los casos, de estos sólo en 6 casos, el 21% del total se tenía documentada la cuenta de linfocitos CD4, en todos fue menor de 250 céls/mm³, destacó además en este grupo de pacientes que el 31% desconocía este diagnóstico, del 69% restante que sí conocía dicho diagnóstico solo el 15% tenía tratamiento antirretroviral. 35 El segundo factor más frecuente fue la diabetes mellitus (DM) con un 25% de casos, la enfermedad cardiopulmonar se asoció al 8% de los casos, el resto de factores reportados en la literatura no se presentaron. El tabaquismo no es un factor de riesgo documentado, pero se documentó en el 17% de los casos. La mortalidad fue elevada y se presentó en 30 casos, que representan el 48% del total (Figura 11), aunque cabe aclarar que se contabilizaron también los pacientes que fallecieron al reingresar, se documentaron 10 pacientes que reingresaron de los cuales fallecieron 6, si no se contabilizaran, el porcentaje de pacientes finados solo en el primer ingreso sería el 38% de los casos. El promedio de defunciones por año fue de 3.75 defunciones/año, que traduce una defunción cada 97 días adjudicada a Coccidioidomicosis y sus complicaciones. 0% 20% 40% 60% 80% 100% Sin Factores de riesgo Factores de riesgo VIH: 45% DM: 25% ECP: 8% Figura 10. Asociación de Coccidioidomicosis con presencia o ausencia de factores de riesgo 23% VIH: Virus de Inmunodeficiencia Humana DM: Diabetes Mellitus ECP: Enfermedad cardiopulmonar 36 48% 52% Figura 11. Mortalidad y supervivencia globales Defunciones Sobrevivientes 3 6 10 7 6 15 6 10 0 2 4 4 4 5 3 8 0 2 4 6 8 10 12 14 16 2 0 0 6 2 0 0 7 2 0 0 8 2 0 0 9 2 0 1 0 2 0 1 1 2 0 1 2 2 0 1 3 Figura 12. Número de casos por año y defunciones por año Casos/Año Defunciones/Año La distribución del número de defunciones por año se mantuvo en un rango de entre dos a cinco en la mayoría de los años, salvo en 2006 que no hubo defunciones y en 2013 donde se reportaron ocho defunciones, este año junto con el 2010 fueron los que presentaron la mayor mortalidad respecto a los casos reportados, representando un 80% y 66% de casos finados respectivamente (Figura 12). 37 0% 20% 40% 60% 80% 100% Mujeres Hombres 70% 49% 30% 51% Sobrevivientes Defunciones La mortalidad y su asociación de frecuencia por sexo mostró que los hombres tuvieron una mortalidad mayor en comparación con las mujeres, siendo del 51% y 30% respectivamente (Figura 13). La asociación de la presencia de factores de riesgo separando los casos finados y sobrevivientes, destaca la presencia de VIH en el total de pacientes que fallecieron en un 63%, de todos los casos que sobrevivieron la presencia de VIH fue del 30%. Así mismo para pacientes con DM, los resultados traducen que el 10% de pacientes que fallecieron tenía DM, mientras que el 39% de los casos que sobrevivieron tenía DM. Para enfermedad cardiopulmonar las cifras son del 9% y 7% respectivamente (Figura 14). Figura 13. Frecuencia de mortalidad por sexo 38 0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% VIH DM ECP Otros Finados Sobrevivientes Otro dato a destacar es el porcentaje de pacientes que tenía VIH y murió el cual fue de 65.5% de pacientes, siguiendo esta línea, el 18.7% de pacientes con DM murió, y llamativamente el 20% de pacientes sin factores de riesgo falleció. Los pacientes que fallecieron en relación con la frecuencia de presentación para cada uno de los grupos etáreos, es decir el porcentaje de pacientes que murió en cada uno de los grupos etáreos, destacó que el grupo de 18 a 39 años fue el que más proporción de muertes registró con un 58% de defunciones, los grupos de 60 a 79 y >80 años registraron un 50% de defunciones, el grupo de 40-59 años fue el que menor proporción de defunciones tuvo con un 35% de casos (Figura 15). 63% 30% 10% 39% 7% 9% Figura 14. Frecuencia de presentación de factores de riesgo para cada grupo: finados y sobrevivientes 39 0.00% 5.00% 10.00% 15.00% 20.00% 25.00% 30.00% 35.00% 40.00% 45.00% 50.00% 18-39 años 40-59 años 60-79 años >80 años % Pacientes/Total 49.20% 41.30% 6.30% 3.20% % Defunciones/Total 29% 14% 3.17% 2% Figura 15. Mortalidad y grupos etáreos 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 Pacientes Defunciones La asociación de los casos finados con las formas de presentación clínica destacó que tanto para la neumonía aguda como para la Meningitis la mortalidad fue del 50%, para enfermedad diseminada no meníngea fue de 17% (Figura 16). 58% 35% 50% 50% 50% 50% 17% Figura 16. Defunciones y su asociación con las formas de presentación clínica de Coccidioidomicosis 40 Otras características relevantes asociadas a la mortalidad fueron la presencia de Sepsis, ventilación mecánica asistida (VMA) y la necesidad de vigilancia en la unidad de cuidados intensivos (UCI) (Figura 17). La figura presenta números absolutos pero en porcentajes traduce que de los pacientes con Sepsis el 74% falleció, de los pacientes que requirieron VMA el 79% falleció y de los que ingresaron a la UCI el 50% falleció. Por último, otro dato interesante que no fue parte de los objetivos fueron las co- infecciones, más frecuentemente con tuberculosis pulmonar (considerando solo la forma activa, no las secuelas de la misma), en un total de 13 casos, que representan al 20.6% de los casos, la cual se diagnosticó tanto antes, como después, incluso durante la estancia hospitalaria donde fue diagnosticada 0 5 10 15 20 25 Sepsis VMA UCI 23 19 2 17 15 1 Presencia de/Requerimiento Mortalidad Figura 17. Presencia de Sepsis, requerimiento de VMA/UCI y su asociación con mortalidad 41 Coccidioidomicosis, además se documentó un caso de co-infección con Aspergilosis pulmonar. (Figura 18) 0 2 4 6 8 10 12 14 Tuberculosis pulmonar Aspergilosis pulmonar 6 1 3 4 Dx en EIH Dx anterior a CM Dx posterior a CM Figura 18. Co-infecciones con TBP y otros hongos EIH: estancia intrahospitalaria CM: Coccidioidomicosis 42 DISCUSIÓN Coccidioidomicosis es una enfermedad infecciosa infraestimada en nuestro país en términos tanto de sospecha diagnóstica como del impacto en la salud pública, la principal causa es que ha sido ignorada por el sistema de vigilancia epidemiológica desde hace casi dos décadas, pues no es una enfermedad de reporte nacional obligatorio (Castañón, 2004); por lo tanto su difusión en la comunidad médica ha sido históricamente limitada y su diagnósticono se incluye como posibilidad inicial, sobre todo en el primer y segundo nivel de atención médica lo que hace que en la mayoría de los casos el diagnóstico sea tardío. Un estudio prospectivo en Arizona que aunque cuenta con una muestra pequeña reveló que casi tres de cada diez pacientes con neumonía adquirida en la comunidad (29% de 55 pacientes) fueron causadas por Coccidioidomicosis (Valdivia, 2006). En EUA se considera una enfermedad remergente pues su incidencia ha aumentado dramáticamente en los último años y ha ganado una renovada apreciación en áreas endémicas pues el impacto económico y de funcionalidad en términos de incapacidad, que repercute a su vez en el primero es significativo (Tsang, 2010). En nuestro país tiene una endemicidad probada desde la década de los sesentas en la mayoría del territorio nacional, incluyendo a Sonora en un grado tan alto como las áreas hiperendémicas de California y Arizona, y aunque no se ha actualizado un estudio a escala nacional para corroborar el porcentaje de 43 reactividad a pruebas cutáneas, estudios de prevalencia regional recientes en estados de la frontera norte del país revelan que al menos debería ser tan prevalente como en EUA (Laniado, 2006). Las características de la forma de transmisión convierten a la enfermedad en un reto único para la salud pública, dado que el factor crítico para la transmisión de la enfermedad, el polvo, es difícil de limitar, y aún no existe una vacuna efectiva, además el amplio rango de presentación clínica resulta a menudo un reto diagnóstico para todas la especialidades médicas de una enfermedad que potencialmente es omnipresente en el cuerpo humano, ganándose por ello su estatus de “gran imitadora”. En este estudio se revisaron 63 casos de pacientes con Coccidioidomicosis pretendiendo describir las características sociodemográficas, clínicas, las formas de presentación, presencia de factores de riesgo y estrategias diagnóstico- terapéuticas, con énfasis especial en los pacientes que fallecieron y su asociación con los factores de riesgo y otras características generales. Los resultados revelaron un promedio de casi ocho casos/año, se presentó un caso de Coccidioidomicosis alrededor de cada mes y medio tan solo en el servicio de Infectología que es el área en donde se hospitalizan la gran mayoría de los casos en nuestra institución. Los pacientes presentaron un promedio de estancia intrahospitalaria de poco más de tres semanas, un caso en una paciente joven sin factores de riesgo que tuvo una presentación diseminada con enfermedad meníngea y lesión dérmica 44 que finalmente sobrevivió, contribuyó a esta estadística pues estuvo hospitalizada por seis meses, aunque existieron varios casos en los que la estancia era menor a 24-48hrs, casi siempre pacientes con Sepsis y VIH que morían a pesar de que diagnóstico no se retrasaba y se iniciaba tratamiento. En este sentido destacó que el tiempo promedio desde la fecha de ingreso hasta la fecha de diagnóstico fue de poco más de una semana (8.3 días) demostrándose que en la mayoría de los casos es elusivo, y aun sospechándose la enfermedad en nuestro medio las herramientas de diagnóstico son limitadas, aspecto que contribuye a esta estadística. La distribución de los casos a través de los años que evaluó el estudio revelaron que en la segunda mitad se presentaron casi seis de cada diez casos, el año 2011 destacó con casi el doble del promedio de caso/año, representando cerca de uno de cada cuatro casos del total, no se asoció algún factor que lo explicara. La distribución por sexo fue ampliamente dominada por los hombres con más del 80% de los casos, dato que contrasta con la literatura internacional actual que refiere un ligero predominio de mujeres, probablemente haya contribuido la presencia de VIH, que es más común en hombres en nuestro medio y fue un factor de riesgo frecuente en hombres en pacientes de este estudio. La edad media de presentación (40.5 años) determina que afecta a pacientes en edad productiva, el diagnóstico de Coccidioidomicosis fue más frecuente en pacientes menores de 60 años, casi cinco de cada diez casos se presentaron en 45 el grupo de 18 a 39 años y cuatro de cada diez en el grupo de 40 a 60 años, este hecho coincide parcialmente con la literatura internacional, pues mientras que en California el grupo más afectado es el segundo referido, en Arizona los pacientes de 60 a 79 años son el grupo predominante, en la estadística global en EUA, el primer lugar lo ocupa este grupo, el segundo los mayores de 80 años y el tercero los de 40 a 59 años (CDC, 2013). En nuestro estudio probablemente influyó el VIH, más frecuente en pacientes jóvenes y el hecho de que quizá en nuestro medio en adultos mayores la enfermedad no es sospechada frecuentemente y existe mayor dificultad para obtener una muestra de esputo adecuada, que fue el método diagnóstico más común en este estudio. Los datos que evaluaron el lugar de origen de los pacientes destacaron un número relativamente alto para pacientes de otros estados del país, correspondiente a tres de cada diez casos, la mayoría del sur del país, Sonora tiene una población de individuos que migra al estado para trabajar en el campo, es un grupo de población vulnerable de bajos recursos y que quizá no tiene inmunidad contra Coccidioides al provenir de áreas probablemente no endémicas. Los resultados de las formas clínicas de presentación revelaron que el tipo más frecuente fue la Neumonía aguda con ocho de cada diez casos, lo cual coincide con la literatura internacional, al ser el órgano de afección por infección primaria. La cifra de pacientes que presentaron formas diseminadas de la enfermedad fue alarmantemente alta (22.2%), la literatura reporta que las formas diseminadas se presentan en <1% en pacientes inmunocompetentes, en nuestro grupo de 46 pacientes la mayoría, el 12.7% del total de pacientes (que representa el 57% de ese 22.2% de pacientes) no tenía ningún factor de riesgo, cifra que supera ampliamente a lo reportado por la literatura internacional y que pudiera sugerir que en nuestro medio existen otros factores que intervienen en el porcentaje de diseminación de la enfermedad en pacientes inmunocompetentes, sean ambientales o genéticos del patógeno o del individuo infectado; o bien que la proporción de casos diagnosticados de meningitis respecto a los de neumonías agudas sea desproporcional. Cabe aclarar que el diagnóstico de Meningitis fue siempre avalado por el Infectólogo y en la mayoría de los casos por el Neurólogo del Hospital, realizado clínicamente apoyado por asociar haber encontrado esférulas en pulmón o la piel y la presencia de síntomas neurológicos, un LCR compatible (Pleocitosis mononuclear, hipoglucorraquia, hiperproteinorraquia) que se presentó en todos los casos y datos de aracnoiditis basal en estudios de imagen en la mayoría de los casos, no se reportó cultivo positivo en LCR ni serología en el mismo, un caso destacó por la presencia de esférulas en LCR. Por otro lado de ese 22.2% de pacientes el 43% sí tenía algún factor de riesgo, VIH en el 83% de estos casos, el resto correspondió a DM. Los nódulos y cavidades se reportaron el doble de lo que reporta la literatura internacional, probablemente influenciado por la co-infección con tuberculosis pulmonar que se presentó en uno de cada cinco casos, una cifra elevada que una vez más probablemente el VIH contribuye a esta asociación, la neumonía crónica progresiva coincide con el 5% reportado en la literatura internacional. 47 Las manifestaciones clínicas presentadas en este estudio solo tienen algunas diferencias en cuanto a la frecuencia de presentación pero coinciden en general con lo reportado en la literatura y son dominados por síntomas respiratorios y generales poco específicos. En nuestrogrupo de pacientes las diferencias radicaron en que fue más frecuente la presencia de disnea y pérdida de peso, probablemente en relación a la cronicidad y gravedad de los casos por el retraso en el diagnóstico. Otro aspecto a destacar fue el alto porcentaje de las manifestaciones neurológicas que se explica por el número de casos con afección al SNC. En este estudio las herramientas de diagnóstico se limitan prácticamente al uso de la microscopía, principalmente en muestra de esputo, en EUA la serología tiene un uso generalizado, lamentablemente en nuestro medio no se solicita con frecuencia y cuando se hace la limitante son los recursos económicos, ya que nuestra institución atiende a pacientes de bajo nivel económico y la serología no se incluye dentro de los gastos que absorbe el sistema de salud. Los métodos de radiodiagnóstico orientan al diagnóstico, en este grupo de pacientes el hallazgo más común fue el infiltrado bilateral, predominante en las formas crónicas, severas o miliares de acuerdo a la literatura, y que en nuestro medio fue significativo predominante en pacientes con VIH, el infiltrado focal se encontró en tres de cada diez pacientes y predominó en los ápices, el resto de hallazgos coincide con la literatura, salvo el hallazgo de adenomegalias hiliares que es más frecuente en niños. Destacó además que una de cada diez placas de 48 tórax fue reportada aparentemente como normal, en todos los casos en pacientes con enfermedad diseminada meníngea. Los fármacos más utilizados fueron los azoles, en la primera mitad del periodo del estudio predominó Itraconazol y en la segunda mitad Fluconazol, finalmente el segundo fue el más utilizado, aunque no es el objetivo del estudio, destacaron que se emplearon vías de administración (oral en lugar de intravenosa) y dosis sub- óptimas muy frecuentemente asociadas a la falta de recursos. Llama la atención en este sentido la frecuencia del uso limitada de Anfotericina a pesar de que un porcentaje significativo de pacientes presentó enfermedad diseminada y/o severa. Un aspecto medular de este estudio fue determinar la asociación de factores de riesgo en relación con la frecuencia de la enfermedad, los resultados revelaron que la mayoría de los pacientes, casi ocho de cada diez casos tenía al menos un factor de riesgo. El factor de riesgo principalmente asociado fue el VIH cuya frecuencia de presentación fue cerca de uno de cada dos casos (45%), de estos solo en uno de cada cinco pacientes se documentó la cuenta de linfocitos CD4, en todos fue menor de 250 céls/mm³, el factor de riesgo más importante para el riesgo de adquirir la enfermedad y presentar una forma severa o diseminada (Brown, 2013). Otro dato importante es que de siete de cada diez pacientes que sabían que tenía VIH solo el 15% estaba bajo tratamiento antirretroviral, lo cual es un factor determinante en la cuenta de CD4 y por lo tanto en la incidencia de Coccidioidomicosis. Un reporte en una clínica de VIH en 1988 mostró una incidencia acumulativa en 41 meses de seguimiento del 25% que representaba una incidencia anual de 7.3% (Ampel, 1993); en una actualización en la misma 49 clínica con el uso de antirretrovirales, de 2003 a 2008 la incidencia anual fue de sólo 0.9% (Masannat, 2010), lo que apoya el argumento descrito previamente. El otro factor de riesgo que destacó fue la DM en uno de cada cuatro casos, una enfermedad con elevada prevalencia en nuestro medio. La enfermedad cardiopulmonar se reportó en menos del 10% de los casos. La mortalidad fue otro objetivo secundario del estudio, los datos revelaron que prácticamente uno de cada dos casos (48%) falleció, una cifra escandalosamente elevada, e influenciada fuertemente por la presencia de VIH. El promedio de defunciones/año fue de cerca de 4 casos/año. En 2010 y 2013 las cifras superaron dicho promedio sin encontrarse una causa específica. Los hombres murieron más que las mujeres en una proporción 1.7/1. El grupo de edad que mayor proporción de muertes registró fue el más joven con el 58% de pacientes finados, que contrasta con la literatura internacional pero que en nuestro estudio tiene que ver nuevamente con la presencia frecuente de VIH en este grupo de pacientes. En relación a la asociación con los factores de riesgo destacó que poco más de seis de cada diez pacientes que fallecieron tenía VIH y uno de cada diez pacientes que fallecieron tenía DM, mientras que pacientes con enfermedad cardiopulmonar fue menor de uno de cada diez pacientes. Otra cifra que destacó fue que el 65% de pacientes con VIH falleció, mientras que la cifra para pacientes con DM fue del 18.7%. En el grupo de pacientes con VIH probablemente la causa de la defunción se pudo haber visto influenciada por otras enfermedades oportunistas, pero los 50 casos que se contabilizaron en la mortalidad fueron adjudicados a Coccidioidomicosis. En pacientes sin factores de riesgo la mortalidad también fue elevada, pues dos de cada diez murió. La mortalidad de acuerdo a las formas clínicas fue muy elevada respecto a la literatura reportada para la Neumonía aguda, pues uno de cada dos pacientes falleció, esta cifra fue la misma para la forma meníngea lo cual coincide con lo reportado, pues es la complicación más temida y fatal, incluso se han reportado cifras de mortalidad más elevada a pesar de tratamiento adecuado. En los pacientes con criterios de Sepsis y que requirieron VMA también se observó una mortalidad elevada, pues de siete a ocho de cada diez pacientes falleció, la mortalidad en la UCI fue del 50%, literalmente uno de dos casos. 51 CONCLUSIONES 1. Las manifestaciones clínicas más comunes fueron síntomas generales y respiratorios, presentados en la forma clínica de neumonía aguda, más frecuente en hombres en edad productiva con factores de riesgo. 2. El número de casos es probablemente sea subestimado, aun así la frecuencia de enfermedad anual tiende a aumentar. 3. Los pacientes con Coccidioidomicosis generan una ocupación hospitalaria significativa en relación a los tiempos de estancia hospitalaria prolongados, el tiempo para llegar al diagnóstico frecuentemente es retardado influido probablemente por la limitación de las herramientas de diagnóstico. 4. Las formas diseminadas de la enfermedad se presentaron llamativamente más frecuentes que lo reportado en la literatura respecto al resto de formas clínicas, inclusive en pacientes inmunocompetentes sin factores de riesgo. 5. Los factores de riesgo se asociaron a la mayoría de los casos, destacando en este estudio al VIH sin tratamiento y a la DM. 6. La mortalidad fue muy elevada, en especial en pacientes con VIH, sin embargo, también lo fue en pacientes inmunocompetentes, sin factores de riesgo. 52 RECOMENDACIONES 1. Todos los pacientes con síntomas generales y respiratorios que vivan en un área endémica o que tengan el antecedente de viaje a áreas endémicas debe descartárseles Coccidioidomicosis, especialmente si tienen factores de riesgo. 2. Partiendo del hecho de que la incidencia real de Coccidioidomicosis no se puede demostrar y que por lo tanto solo existen las suposiciones deducidas indirectamente de que el comportamiento epidemiológico de la enfermedad sigue al de EUA, las autoridades nacionales y estatales en las zonas endémicas deberían implementar estrategias para determinar la incidencia real de la enfermedad, que llevaría a replantear el hecho que los que han estudiado la enfermedad postulan: se trata de un padecimiento infeccioso de interés epidemiológico y debería ser una enfermedad de reporte nacional obligatorio. 3. Se requiere difundir información de calidad sobre la enfermedad, pues el desconocimiento del abordaje diagnóstico-terapéutico de la enfermedad es generalizado y tiene una carga de mortalidadasociado a retraso en el diagnóstico que debería considerarse inaceptable. 4. Se requiere destinar más recursos públicos para que el empleo de herramientas de diagnóstico sea accesible desde el momento en el que se sospecha la enfermedad, especialmente en relación a los métodos de serología. 53 ANEXOS Anexo 1. Representación gráfica de las zonas endémicas de Coccidioidomicosis elaborado mediante pruebas de sensibilidad dérmica (Tomado de Nguyen, 2013). 54 Anexo 2. Tabla que expone los casos totales y la incidencia por 100,000 habitantes de casos de Coccidioidomicosis por Región: Arizona, California, Nevada, Nuevo México y Utah, de 1998- 2011. Tomada de CDC, 2013. 55 Anexo 3. Mapa que ilustra la distribución de 4,453 casos nuevos de Coccidioidomicosis en la República Mexicana registrados de 1989 a 1994 por la Secretaría de Salud. 56 Anexo 4. Algoritmo de tratamiento de Coccidioidomicosis, tomado con permiso de Mendoza, 2014, en prenta. 57 Anexo 5. Anverso: Reverso: Formato de recolección de datos. 58 BIBLIOGRAFÍA Adam RD, Elliott SP, Taljanovic MS. 2009. The spectrum and presentation of disseminated coccidioidomycosis. Am. J. Med. 122:770–777. Ampel NM. 2009. Coccidioidomycosis: A Review of Recent Advances. Clin Chest Med. 30; 241–251 Ampel NM, Dols CL, Galgiani JN. 1993. Coccidioidomycosis during human immunodeficiency virus infection: results of a prospective study in a coccidioidal endemic area. Am J Med. 94(3):235–240. Aviles-Salas A, Quintero-Cuadra Y, Cornejo-Juárez P. 2007. Coccidioidomicosis extrapulmonar. Presentación de un caso y revisión de la literatura. Rev Chilena Infectol. 24: 398-401. Baptista-Rosas RC, Riquelme M. 2007. 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