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1 COMORBILIDAD Y DEPRESIÓN DOS ENTIDADES ASOCIADAS EN EL ADULTO MAYOR EN EL HOSPITAL GENERAL DE MÉXICO. TRABAJO QUE PARA OBTENER EL TITULO DE ESPECIALISTA EN MEDICINA FAMILIAR PRESENTA: MIGUEL ANGEL JUÁREZ SILVA RESIDENTE DEL TERCER AÑO DE MEDICINA FAMILIAR MÉXICO D.F 2015 ASESOR DR. JOSÉ DE JESÚS RIVERA SÁNCHEZ MEDICO GERIATRÍA ADSCRITO A LA UNIDAD DE MEDICINA INTERNA UNIDAD 110. HOSPITAL GENERAL DE MÉXICO “DR. EDUARDO LICEAGA”. UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE MEDICINA DIVISIÓN DE ESTUDIOS DE POSGRADO SUBDIVISIÓN DE MEDICINA FAMILIAR HOSPITAL GENERAL DE MÉXICO UNIDAD ACADÉMICA UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 COMORBILIDAD Y DEPRESIÓN DOS ENTIDADES ASOCIADAS EN EL ADULTO MAYOR EN EL HOSPITAL GENERAL DE MÉXICO. TRABAJO QUE PARA OBTENER EL TITULO DE ESPECIALISTA EN MEDICINA FAMILIAR PRESENTA: MIGUEL ANGEL JUÁREZ SILVA RESIDENTE DEL TERCER AÑO DE MEDICINA FAMILIAR A U T O R I Z A C I O N E S: DRA. LILIANA RODRÍGUEZ CERVANTES PROFESOR TITULAR DEL CURSO DE ESPECIALIZACIÓN EN MEDICINA FAMILIAR PARA MÉDICOS GENERALES EN HOSPITAL GENERAL DE MÉXICO “DR. EDUARDO LICEAGA” ASESOR METODOLÓGICA DE TESIS DR(A). DR. JOSÉ DE JESÚS RIVERA SÁNCHEZ MEDICO GERIATRÍA ADSCRITO DE LA UNIDAD DE MEDICINA INTERNA. HOSPITAL GENERAL DE MÉXICO “DR. EDUARDO LICEAGA” UNIDAD 110. JEFA DE ENSEÑANZA DRA. MARÍA DEL CARMEN CEDILLO PÉREZ DEPARTAMENTO DE POSGRADO HOSPITAL GENERAL DE MÉXICO “DR. EDUARDO LICEAGA” MÉXICO D.F 2015 3 COMORBILIDAD Y DEPRESIÓN DOS ENTIDADES ASOCIADAS EN EL ADULTO MAYOR EN EL HOSPITAL GENERAL DE MEXICO. TRABAJO QUE PARA OBTENER EL TITULO DE ESPECIALISTA EN MEDICINA FAMILIAR PRESENTA: MIGUEL ANGEL JUÁREZ SILVA RESIDENTE DEL TERCER AÑO DE MEDICINA FAMILIAR A U T O R I Z A C I O N E S DR. FRANCISCO JAVIER FULVIO GÓMEZ CLAVELINA JEFE DE LA SUBDIVISIÓN DE MEDICINA FAMILIAR DIVISIÓN DE ESTUDIOS DE POSGRADO FACULTAD DE MEDICINA U.N.A.M. DR. FELIPE DE JESÚS GARCÍA PEDROZA COORDINADOR DE INVESTIGACIÓN SUBDIVISIÓN DE MEDICINA FAMILIAR DIVISIÓN DE ESTUDIOS DE POSGRADO FACULTAD DE MEDICINA U.N.A.M. DR. ISAÍAS HERNÁNDEZ TORRES COORDINADOR DE DOCENCIA SUBDIVISIÓN DE MEDICINA FAMILIAR DIVISIÓN DE ESTUDIOS DE POSGRADO FACULTAD DE MEDICINA U.N.A.M. 2 INDICE 1 Resumen 1 2 Introducción 2 3 Marco teórico 3 3.1 Antecedentes 3 3.2 Epidemiología 4 3.2.1 Envejecimiento demográfico 4 3.3 Mortalidad 5 3.4 Morbilidad 6 3.5 Enfermedades crónicas 7 3.6 Aspectos importantes acerca del adulto mayor 7 Definición 7 3.6.1 Proceso de envejecimiento 8 3.6.2 Definición y características del envejecimiento 8 3.7 Tipos de adulto mayor 9 3.7.1 Proceso de envejecimiento 9 3.7.2 Tipología según los cuidados 9 3.7.3 La vivencia del envejecimiento 11 3.7.4 Diagnóstico 11 3.7.5 Presentación de los problemas en tercera edad 11 3.7.6 Indicadores de alto riesgo 12 3.7.7 Multimorbilidad 12 3.7.8 Acceso a los servicios 12 3.7.9 Acceso a los servicios y discapacidad 12 3.7.10 La vejez y la enfermedad crónica 13 3.7.11 Uso de los servicios 13 3.7.12 La familia y las redes de apoyo 13 3.8 Comorbilidad y transición demográfica 14 3.8.1 Comorbilidad y vejez 15 3.8.2 Definiciones 15 3.8.3 Definiciones de comorbilidad 15 3.8.4 Comorbilidad 16 3.8.5 Prevalencia 17 3.8.6 Hospitalización y utilización de recursos 17 3.8.7 Calidad de vida 18 3.8.8 Situación funcional 18 3.8.9 Ensayos clínicos, yatrogenia y polifarmacia 18 3.8.10 Significado clínico de la comorbilidad 19 3.8.11 Los síndromes geriátricos 19 3.8.11 El anciano institucionalizado 19 3.8.12 Aspectos sociales 20 3.8.13 Evaluación de la comorbilidad 21 3.8.14 Índice de comorbilidad de charlson 22 3.8.15 Definiciones del índice de comorbilidad 23 3 3.8.16 Interpretación de la puntuación 24 3.8.17 Predicción de mortalidad en seguimientos prolongados (> 5 años) 24 3.9 Depresión y comorbilidad 26 3.9.1 Definición 26 3.9.2 Etiología 28 3.9.3 Cuadro clínico 28 3.9.4 Diagnóstico 29 3.9.5 Factores de riesgo 30 3.9.6 Características de la depresión en el adulto mayor 30 3.9.7 Consecuencias de la depresión en el adulto mayor 31 3.9.8 Instrumentos para la valoración en el adulto mayor 32 3.9.9 La escala de depresión geriátrica de yesavage 32 3.9.10 Herramienta útil 32 3.9.11 Población de destino 32 3.9.12 Validez y confiabilidad 33 3.9.13 Fortalezas y limitaciones 33 4. Planteamiento del problema 34 5. Justificación 35 6. Pregunta de investigación 36 7. Hipótesis 36 8. Objetivos 36 8.1 General 36 8.2 Específicos 36 9. Metodología 36 10. Tipo de estudio 36 11. Población y tamaño de la muestra 37 12. Tipo de muestreo 37 13. Criterios de inclusión y eliminación 37 13.1 Inclusión 37 13.2 Exclusión 37 14. Variable dependiente 37 15. Variable independiente 37 16. Operacionalización de variables 37 17. Cronograma de actividades 38 18. Resultados 38 19. Análisis estadístico 46 20. Discusión 47 21. Conclusiones 48 22. Anexos 50 23. Bibliografía 59 1 1. RESUMEN. La población de adultos mayores se encuentra en constante aumento, gracias a los avances científicos y tecnológicos alcanzados en el campo de la medicina lo que ha hecho posible que disminuya la tasa de mortalidad y aumente la esperanza de vida, como consecuencia de estas variables, las sociedades de todo el mundo se encontró ante un fenómeno nuevo: la longevidad de la población. Lo que hará que las personas de la tercera edad se encuentren en riesgo de padecer más enfermedades que la mayoría de la gente. La importancia de la comorbilidad se debe a su alta prevalencia y su impacto en la salud y los cuidados sanitarios. Comorbilidad entendida como la presencia de una o más enfermedades entre sujetos con una enfermedad índice, no incluye padecimientos de salud mental como la depresión, y que normalmente no se le toma mucha importancia a la hora de entrevistar al adulto mayor, pero que agravan sus padecimientos, por lo que se desea realizar este estudio para ver el comportamiento de la comorbilidad y la depresión. Se pretende determinar y estudiar para saber si al haber mayor comorbilidad se presenta depresión en este grupo etario. La hipótesis que planteamos es que a mayor comorbilidad más depresión. Se realizará este estudio en la consulta externa, consultorio 50, del HospitalGeneral de México al momento de que el paciente acuda a solicitar consulta por primera vez, realizándose entrevista directa a toda persona de 60 años y más. Para llevar a cabo el estudio utilizaremos la escala de Charlson que es la más utilizada y validada en todo el mundo, así como la escala de depresión geriátrica (GDS), test de Yasavaje, que ha sido probada y usada extensamente con la población de adultos mayores. El GDS puede usarse con adultos mayores con buena salud, con enfermedad médica, y aquellos con deterioro cognitivo de leve a moderado. Se ha usado extensamente en entornos comunitarios, de atención de agudos y de cuidados de largo plazo. Palabra clave: Enfermedad crónica, envejecimiento, adulto mayor, comorbilidad, depresión. 2 2. INTRODUCCIÓN. La población mundial está envejeciendo. Esta tendencia resulta de un proceso denominado transición demográfica, caracterizada por disminución de las tasas tanto de fecundidad cómo de mortalidad. La población adulto mayor aumenta progresivamente a nivel mundial, nuestro país no está exento de éste problema. La edad avanzada se asocia con un aumento de la prevalencia de enfermedades crónicas y deterioro funcional, como resultado, la tasa de hospitalizaciones por descompensación de procesos crónicos y enfermedad aguda entre las personas de edad mayor es más alta. Los niveles de comorbilidad aumentan el riesgo y la severidad de alteraciones físicas, funcionales o mentales, aunado a esto, la depresión que es una patología que se diagnostica poco en los ancianos y que con frecuencia tanto el diagnóstico como el tratamiento se realizan de manera inadecuada, desembocado en complicaciones más graves que incrementan el riesgo de morir en este grupo de personas. La Organización Mundial de la Salud (2006) menciona que la depresión en ancianos no se diagnostica en fases tempranas, y por lo tanto, esto favorece una mayor discapacidad. El padecimiento de varios problemas de salud a la vez en la misma persona tiene consecuencias sobre el momento del diagnóstico de las enfermedades, el pronóstico, el tratamiento, el uso de servicios y los resultados en salud. 3 3. MARCO TEÓRICO. 3.1 ANTECEDENTES. Los avances científicos y tecnológicos alcanzados en el campo de la medicina han hecho posible que disminuya la tasa de mortalidad y aumente la esperanza de vida, como consecuencia de estas variables, la sociedad de fines del siglo XX se encontró ante un fenómeno nuevo: la longevidad de su población. (2) En medida que nuestra sociedad envejece, las enfermedades relacionadas con la edad asumen cada vez mayor importancia como problemas de salud personal y pública. El médico de familia en el ámbito de la atención primaria es el primer receptor de los problemas del adulto mayor y por tanto ha de tener la capacidad de reconocer la problemática de salud del anciano para intervenir preventivamente (1). En nuestra formación como médicos familiares es de suma importancia conocer los tipos de familia y sus fases del ciclo vital para poder intervenir adecuadamente con nuestros pacientes, ya que muchos de los problemas de salud se encuentran íntimamente relacionados con el núcleo familiar. En el caso del adulto mayor no es la excepción y de hecho este grupo etáreo conlleva sus propias y muy particulares afecciones que predisponen y favorecen a que se presente patología en las diferentes áreas emocional, física y social, permitiendo con ello tener una mayor injerencia de tipo preventivo en los problemas de salud que aquejan a este tipo de pacientes en nuestra sociedad. Sobre el estado de salud en el adulto mayor influye el entorno natural, la familiar, el grado de vida social y su actividad diaria (9). El crecimiento acelerado de la población envejecida en México va acompañado de un incremento de enfermedades crónicas y de individuos con mayor vulnerabilidad fisiológica lo que hace que su manejo sea más complejo, requiriendo mayor consumo de recursos por la alta demanda asistencial y obliga a la incorporación de atención especializada en este grupo de edad en el sistema institucional (1). No podemos ignorar que el proceso de envejecimiento es un declinar paulatino de la funcionalidad de los órganos y sistemas, caracterizado por una vulnerabilidad aumentada y una viabilidad disminuida que, progresivamente, aminora la reserva fisiológica. Inicialmente, esta disminución de la respuesta se manifiesta sólo bajo circunstancias de intenso estrés, para después presentarse ante mínimas agresiones. Conforme se pierde la reserva funcional, la susceptibilidad es mayor y aumenta la posibilidad de que cualquier situación desencadene una pérdida de función, discapacidad y dependencia. El envejecimiento es un proceso de la vida, que no es sinónimo de enfermedad; sin embargo, muchas patologías inician en etapas tempranas de la vida y persisten al llegar a la vejez, asociándose a comorbilidades y complicaciones. 4 En los países de ingresos bajos y medios, los adultos mayores son especialmente vulnerables a padecer enfermedades crónicas no trasmisibles (ECNT) así como las infecto-contagiosas. En dichos países, las personas tienden a desarrollar enfermedades a edades más tempranas y sufrirlas por periodos más largos, a menudo con complicaciones prevenibles lo que conduce a un incremento de la mortalidad prematura, respecto a la de los países de altos ingresos (15). El número de personas que en el mundo rebasa la barrera de los 60 años aumentó en el siglo XX, de 400 millones en la década de 1950 a 700 millones en la década de los 1990, de esta manera, se estima que para el año 2025 existirán alrededor de 1200 millones de Adultos Mayores. También se ha incrementado el grupo de los “muy viejos”, es decir los mayores de 80 años, los cuales en los próximos 30 años constituirán 30% de los adultos mayores en los países desarrollados y 12% en los países en vías de desarrollo. La preocupación por la salud, como componente más destacable de la investigación sobre los adultos mayores, obliga a los médicos a enfrentar una creciente demanda de cuidados médico-sociales-asistenciales y geriátricos. La evaluación integral es fundamental y debe de ir más allá de la historia clínica tradicional para extenderse a los aspectos psicológicos, familiares, sociales, económicos y de disponibilidad de los cuidadores (2). La población mundial está envejeciendo. Esta tendencia resulta de un proceso denominado transición demográfica, caracterizada por disminución de las tasas tanto de fecundidad cómo de mortalidad. La población adulto mayor aumenta progresivamente a nivel mundial, nuestro país no está exento de éste problema. Existe una pequeña proporción de la población que se caracteriza por presentar múltiples enfermedades crónicas y un elevado consumo de recursos sanitarios (4). 3.2 EPIDEMIOLOGÍA. 3.2.1 ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO Durante la segunda mitad del siglo pasado, la mayoría de los países disminuyeron en menor o mayor grado su nivel de la fecundidad y aumentaron su sobrevivencia; estas tendencias han incidido en un proceso de envejecimiento que caracteriza la dinámica poblacional de gran parte del planeta, siendo en los países desarrollados donde se da con mayor intensidad. El envejecimiento demográfico involucra un cambio en la estructura por edad y generalmente se expresa en un aumento en el porcentaje de las personas en edad avanzada. En 2012 de acuerdo con el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), 11.5% de la población mundial tiene una edad de 60 años y más, mientras que en las regiones más desarrolladas llega a ser de 22.6por ciento. 5 Proyecciones realizadas por el UNFPA, indican que en 2050, uno de cada cinco habitantes en el planeta (21.2%) tendrá 60 años y más; en las regiones menos desarrolladas será de 19.5%, es decir, casi el nivel que actualmente se observa en las regiones más desarrolladas, en éstas, una de cada tres personas (32%) será un adulto mayor en 2050. (Cuadro 1) En nuestro país, el proceso de envejecimiento se hizo evidente a partir de la última década del siglo pasado, mostrando una inercia que cada vez se hace más notoria; en 2012 la base es más angosta que en 1990, debido a que la proporción de niños y jóvenes es menor, mientras que la participación relativa de adultos mayores pasa de 6.2% a 9.3% y se espera que en 2050 sea de 21.5 por ciento. Anexos. (Figura1) En 2012 el monto de personas de 60 años y más es de 10.9 millones lo que representa 9.3% de la población total, la esperanza de vida al nacer es de 74.3 años. De los 10.9 millones de personas de 60 años y más que en 2012 residen en el país, 31.1% están en una etapa de prevejez (60 a 64 años); 41.3% se encuentran en una vejez funcional (65 a 74 años); 12.5% está en una vejez plena (75 a 79 años) y 15.1% transita por una vejez avanzada (80 años y más). En la medida en que avanza la edad se hace patente una mayor sobrevivencia en las mujeres: en la etapa de prevejez hay 111 mujeres por cada 100 hombres y aumenta a 129 en la vejez avanzada. En México, la esperanza de vida ha aumentado considerablemente; en 1930 las personas vivían en promedio 34 años; 40 años después en 1970 este indicador se ubicó en 61; en el 2000 fue de 74 y en 2014 es de casi 75 años. (Grafica 2) Las mujeres viven en promedio más años que los hombres, en 1930, la esperanza de vida para las personas de sexo femenino era de 35 años y para el masculino de 33. Al 2010 este indicador fue de 77 años para mujeres y 71 para los hombres, en 2014, se ubicó en poco más de 77 años casi igual para las mujeres, y en 72 años para los hombres. (Grafica 3) El aumento de la esperanza de vida no significa que las condiciones de la población hayan mejorado, por el contrario una de las características de este grupo poblacional es la pérdida de las capacidades funcionales, emocionales, cognitivas y una alta incidencia de enfermedades crónico degenerativas, todo ello conlleva a limitar en mayor o menor grado las actividades habituales y necesarias para la vida de los adultos mayores, provocando pérdida de su independencia y la necesidad de depender de una tercera persona (22). 3.3 MORTALIDAD. En 1930 la esperanza de vida de los mexicanos era de 34 años, situación que contextualizaba un panorama muy precario en las condiciones de salud; para varios especialistas, la cuarta década del siglo pasado marca el inicio de una expansión progresiva de las campañas sanitarias y asistenciales en las cuales los avances tecnológicos en materia de salud son un factor importante para abatir enfermedades infecciosas y parasitarias, dando lugar a una transición epidemiológica en la cual la 6 mayor concentración de las defunciones se dan por padecimientos crónico degenerativos aspecto que denota una mayor sobrevivencia. (3) El aumento en la sobrevivencia de la población ha provocado que la mayor parte de las defunciones se den en edades avanzadas, de las 591 mil muertes registradas en 2011, 61.4% corresponden a personas de 60 años y más. Muchos de los fallecimientos en este grupo de población se producen por enfermedades crónicas degenerativas, entre las que destacan: la diabetes mellitus, las enfermedades isquémicas del corazón, las enfermedades cerebrovasculares, las enfermedades crónicas de las vías respiratorias inferiores, las enfermedades del hígado y las enfermedades hipertensivas; en conjunto, estas seis causas concentran 54.8% de los fallecimientos ocurridos en este grupo poblacional. Uno de cada cuatro adultos mayores que falleció en 2011 (22.6%) no tenía derechohabiencia, por lo que en la actualidad, uno de los grandes desafíos de la política gubernamental es ampliar su cobertura y promover la prevención y el cuidado de la salud, ya que si bien el aumento de enfermedades crónicas es atribuible al envejecimiento de la población, también lo son los comportamientos y elecciones poco saludables que hacen los individuos durante el curso de vida (como son una nutrición deficiente, sobrepeso y consumo de tabaco y alcohol, entre otros). (Grafica 4, Tabla 1,2, 3) 3.4 MORBILIDAD. Las diez principales causas de morbilidad del sector durante el 2006 son: 1) infecciones respiratorias agudas; 2) infecciones de vías urinarias; 3) infecciones intestinales por otros organismos y mal definidas; 4) úlceras, gastritis y duodenitis; 5) hipertensión arterial sistémica; 6) diabetes mellitus, 7) gingivitis y enfermedades periodontales; 8) amebiasis intestinal; 9) otitis media aguda, y 10) enfermedades isquémicas del corazón. (Tabla 4) Como puede observarse en los datos anteriores, México presenta una polarización epidemiológica, en específico en el grupo de adultos mayores, en donde se aprecia que el patrón de morbilidad se distingue por tener simultáneamente tanto enfermedades infecciosas como enfermedades crónicas no transmisibles. A nivel mundial, los problemas de salud más frecuentes en la población adulta mayor son las enfermedades crónicas, como las cardiopatías, cerebrovasculares y pulmonares; en México, durante 2010, las cardiopatías isquémicas y la diabetes representan aproximadamente el 24% de la carga de enfermedad en la población adulta mayor Otras afecciones que padecen los adultos mayores son los denominados síndromes geriátricos, que son cuadros clínicos habitualmente originados por enfermedades con alta prevalencia, se presentan de forma atípica, generan incapacidad funcional y social como el déficit visual o auditivo, y afecta aproximadamente al 90% de los adultos de vejez avanzada. 7 De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2012, en México el principal síndrome geriátrico que reporta la población de edad es el déficit visual (47.4%), el cual pasa de 41.3% en la prevejez a 76.7% para los de vejez avanzada de 90 años y más; y el segundo, el déficit auditivo afecta al 42.9% de los adultos mayores y se incrementa con la edad (de 34.5% en los de prevejez a 68.9% para los de vejez avanzada de 90 años y más); las caídas, que pueden relacionarse con los anteriores son altas, se presentan en 34.8% de las personas adultas mayores y son más frecuentes en las personas que se encuentran en la etapa de vejez avanzada, de 80 a 84 años (40.9 por ciento). Finalmente, el maltrato que es consecuencia de la condición de salud, dependencia y vulnerabilidad de este grupo de población, está presente en dos de cada 100 adultos mayores. (Grafica 4) 3.5 ENFERMEDADES CRÓNICAS Las enfermedades crónicas, patologías no trasmisibles entre los adultos mayores, son consecuencia de los estilos de vida no saludables y requieren atención médica continua; dichas afecciones se exacerban por el envejecimiento, lo que aumenta la demanda de servicios de salud e incrementa los costos de atención. En 2011, la diabetes mellitus es la principal causa de morbilidad hospitalaria por enfermedades crónicas en las personas adultas mayores de 60 a 79 años (en prevejez, vejez funcional y vejez plena), ubicándose la tasa más alta en las personas en vejez plena –75 a 79 años– (842 de cada 100 mil varones de ese grupo de edad y 915 en las mujeres); y para los adultos en vejez avanzada (de 80 años y más), el primer lugar lo tienen las enfermedades cerebrovasculares (775 en hombres y 791 en mujeres). La segunda causa de morbilidad hospitalaria en los hombres enprevejez, vejez funcional y vejez plena (de 60 a 79 años) son las enfermedades isquémicas del corazón, la tasa más alta se observa en los varones en vejez plena (604 de cada 100 mil hombres en esas edades); y para los que están en vejez avanzada, la diabetes mellitus (723) ocupa el segundo lugar; en tanto, en las mujeres de 60 a 74 años (en prevejez y vejez funcional) es la hipertensión arterial (con tasas de 184 en las de prevejez y 273 para las que están en vejez funcional); las enfermedades cerebrovasculares, ocupan el segundo lugar en la población en vejez plena (508 de cada 100 mil mujeres de ese grupo de edad) y en la de 80 años y más (en vejez avanzada), la diabetes mellitus (783) (3). (Grafica 5) 3.6 ASPECTOS IMPORTANTES ACERCA DEL ADULTO MAYOR a) Definición En “La Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento” convocada por la Organización de las Naciones Unidas en Viena en 1982, se acordó considerar como ancianos a la población de 60 años y más. Posteriormente a los individuos de este grupo poblacional se les dio el nombre de “adultos mayores”. (1) Existen términos como viejo, anciano, senecto, provecto, vetusto, carcamal, gerántropo, entre otros. Cada cultura ha manejado el término que por tradición o historia le es más conveniente, por lo que podemos utilizarlos como sinónimos y referirnos al mismo grupo etéreo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera como adultos mayores a quienes tienen una edad mayor o igual de 60 años en los piases en vías de desarrollo y de 65 años o más a quienes viven en países desarrollados. 8 Las personas de 60 a 74 años son consideradas de edad avanzada; de 75 a 90 viejas o ancianas, y las que sobrepasan los 90 se les denomina grandes viejos o grandes longevos. A todo individuo mayor de 60 años se le llamará de forma indistinta persona de la tercera edad. Estas diferencias cronológicas obedecen a las características socio-económicas que tienen unos y otros países. Algunos de ellos se consideran adultos mayores disfuncionales debido a que, a causa de los problemas naturales que conlleva el envejecimiento, necesitan ayuda para llevar a cabo sus actividades cotidianas. Además, las personas de la tercera edad son más vulnerables a diversas enfermedades y por lo tanto requieren una constante observación y atención médica. Por otra parte, debido al aumento en la esperanza de vida, al proceso natural de envejecimiento y a la vulnerabilidad física, social y psicológica se ha incrementado el número de padecimientos y sus complicaciones, con predominio de las enfermedades crónico-degenerativas, aunado a una vida más prolongada se presenta un detrimento de la calidad de la misma. Es importante considerar que es posible ser un adulto mayor saludable, ya que el envejecimiento es un proceso de cambios que tiene el organismo a través del tiempo y puede ser negativo o positivo, según nuestro estilo de vida (17). 3.6.1 PROCESO DE ENVEJECIMIENTO. Se entiende por envejecimiento del ser humano los cambios morfológicos, bioquímicos, fisiológicos y psicológicos que acontecen como consecuencia de su funcionamiento en el tiempo. Es producto de una relación compleja y dinámica entre la persona que envejece y los factores externos ambientales y ecológicos. Existe una gran diversidad en la forma de envejecer. Es común a todas ellas que los cambios del envejecimiento determinen una disminución de la capacidad de adaptación a las situaciones estresantes biopsicosociales: «el anciano es más susceptible a los problemas de salud que las personas jóvenes, pero el envejecimiento por sí mismo no es causa de enfermedad; la presencia de síntomas corresponde a la presencia de enfermedades y no a los cambios fisiológicos del envejecimiento» (19). 3.6.2 DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS DEL ENVEJECIMIENTO En un intento arbitrario de definición, podríamos considerar al envejecimiento como un proceso que comprende cambios a nivel morfológico y funcional, en todos los seres vivientes y que se presentan como consecuencia del paso de los años. Este proceso es considerado como fisiológico, es decir, se distingue netamente de aquellas modificaciones que se puedan encontrar en organismos envejecidos, pero producidas por las enfermedades. El envejecimiento tiene algunas características fundamentales es universal, irreversible, heterogéneo, deletéreo, intrínseco. Es universal: porque compromete a todos los seres vivos, desde las células y sus organelas hasta los organismos más complejos, como los mamíferos y el ser humano. Es irreversible: porque aunque no conocemos con precisión cuando inicia, sabemos que los cambios son inexorables. En este sentido se están buscando 9 estrategias de intervención que permitan al menos, con acciones sobre el medio ambiente y los estilos de vida, alcanzar edades avanzadas con una mejor reserva funcional y plena autonomía. Es heterogéneo: porque existe una gran variabilidad en el modo como envejecen los diferentes especies vivientes, los grupos poblacionales, las personas y a su vez dentro de un mismo organismo viviente: aparatos, sistemas, órganos, tejidos y células. Es deletéreo: porque el envejecimiento implica la pérdida progresiva de funciones, con una menor reserva homeostática y mayor vulnerabilidad. Es intrínseco: porque como veremos más adelante, existen genes y grupos de genes que gobiernan a nivel celular, la manera como la célula envejece (20). 3.7 TIPOS DE ADULTO MAYOR. 3.7.1 Proceso de envejecimiento. El proceso de envejecimiento es la mezcla de factores intrínsecos (hereditarios) y extrínsecos (estilos de vida, factores ambientales, entre otros). De esta unión podemos clasificar al envejecimiento en, habitual, exitoso, incapacitante y el patológico: - Habitual: factores intrínsecos y extrínsecos normales. - Exitoso: factores intrínsecos y extrínsecos favorables. - Incapacitante: factores extrínsecos desfavorables. - Patológico: factores intrínsecos y extrínsecos desfavorables (2). El ritmo de envejecimiento varía según los condicionamientos, religiosos, psicológicos, económicos, sociales y culturales que rodean al individuo de edad mayor. El individuo vive más cuando encuentra el apoyo de su familia, de su comunidad y de la sociedad que lo identifica como ciudadano. 3.7.2 Tipología según los cuidados. Dentro del cuidado del adulto mayor podemos tener diferentes tipos de adultos mayores, encontramos al anciano sano, al enfermo, en situación de riesgo y el anciano frágil. - Anciano sano: se trata de una persona de edad avanzada con ausencia de enfermedad objetivable. Su capacidad funcional está bien conservada y es independiente para actividades básicas e instrumentales de la vida diaria y no presenta problemática mental o social derivada de su estado de salud. - Anciano enfermo: es aquel anciano sano con una enfermedad aguda. Se comportaría de forma parecida a un paciente enfermo adulto. Suelen ser personas que acuden a consulta o ingresan en los hospitales por un proceso único, no suelen presentar otras enfermedades importantes ni problemas mentales ni sociales. Sus problemas de salud pueden ser atendidos y resueltos con normalidad dentro de los servicios tradicionales sanitarios de la especialidad médica que corresponda. - El anciano en situación de riesgo es aquel que presenta uno o más de los siguientes factores: padecer patología crónica invalidante, el haber sido dado de alta reciente mente del hospital, el estar confinado en su domicilio, el vivir solo, el tener más de 80 años (aunque para algunos autores es el tener más 10 de 85 años), el padecer una situación de pobreza, el estar afectado de malnutrición, el estar aislado socialmente o carecer de apoyo familiar cercano, el haberperdido recientemente a su pareja (situación de duelo inferior a 1 año), y el tener una enfermedad en fase terminal. La situación de estar en riesgo debe considerarse en relación a un alto grado de vulnerabilidad biopsicosocial que puede determinar una pérdida de la independencia, la institucionalización o la muerte del anciano (19). - Anciano frágil: es aquel anciano que conserva su independencia de manera precaria y que se encuentra en situación de alto riesgo de volverse dependiente. Se trata de una persona con una o varias enfermedades de base, que cuando están compensadas permiten al anciano mantener su independencia básica, gracias a un delicado equilibrio con su entorno socio- familiar. En estos casos, procesos intercurrentes (infección, caídas, cambios de medicación, hospitalización, etc.) pueden llevar a una situación de pérdida de independencia que obligue a la necesidad de recursos sanitarios y/o sociales. El hecho principal que define al anciano frágil es que, siendo independiente, tiene alto riesgo de volverse dependiente (riesgo de discapacidad); en otras palabras, sería una situación de prediscapacidad (18). La Geriatría, especialidad médica que trata a los adultos mayores, los clasifica en funcionales y disfuncionales basándose en escalas que miden la capacidad para realizar las actividades de la vida diaria. Los adultos mayores funcionales son aquellos que pueden llevar a cabo sus actividades cotidianas sin dificultad o bien con mínima dificultad, por lo que pueden mantenerse independientes. Se considera disfuncionales a aquellos adultos mayores que por algún motivo presentan una limitación para efectuar las tareas mínimas necesarias para valerse por sí mismos. El adulto mayor independiente busca proveerse de medidas que beneficien su propia seguridad; es decir, que es capaz de mantener un entorno seguro para él mismo, o acondicionarlo según sus necesidades. Podríamos decir que la seguridad del adulto independiente proviene de la conciencia que tiene de su propio estado y de su propia condición, lo cual le confiere una estabilidad lo mismo física que emocional Por su parte, el adulto dependiente puede presentar un déficit cognitivo que no le permite discernir entre las situaciones seguras y las situaciones de peligro. De igual manera, no adecúa sus actividades y su entorno a los cambios propios del proceso de envejecimiento que afectan de forma significativa la necesidad de seguridad. Por ello es necesario insistir en que la seguridad en el adulto mayor es un elemento de suma importancia en tanto que está relacionada con la satisfacción global de las necesidades restantes. El objetivo primordial del cuidador, en este sentido, consiste en mantener un entorno seguro en relación con las características de la vejez (17). 11 3.7.3 LA VIVENCIA DEL ENVEJECIMIENTO. En una orientación biopsicosocial, la forma de envejecer está más determinada por la interrelación del estado físico, intelectual, afectivo y de la situación social que por la propia edad cronológica. No existe un patrón único de la vivencia del envejecimiento; depende de los factores externos y de la personalidad del sujeto. La salud, la situación financiera y el estado marital influyen en la forma de envejecer, y la personalidad de cada sujeto determina cómo afectan estos factores al envejecimiento de cada uno. El envejecimiento adecuado debe acontecer en las tres áreas vitales: la física, la intelectual y la interpersonal (Perlado, 1995; Regato, 2004). Dentro del área interpersonal, las relaciones sociales, y especialmente la disponibilidad de un confidente, juegan un papel muy importante en el bienestar personal. La familia es el mejor recurso de apoyo social en la vejez, y éste influye en la situación de bienestar en los ancianos (19). 3.7.4 DIAGNÓSTICO. Más de la mitad de los adultos mayores de 60 años conserva la salud y no tiene discapacidad alguna, una fracción significativa del total (20%) se encuentra en condición de fragilidad, es decir, en la antesala de la discapacidad y la dependencia. Por otra parte, la cuarta parte de la población mayor padece alguna discapacidad y sufre las con- secuencias de la morbilidad crónica acumulada. Representa, además, la mayor proporción de la carga de la enfermedad que se deriva de este contingente poblacional y que corresponde a 25% del total nacional para todas las edades. Uno de cada 5 adultos mayores con discapacidad es totalmente dependiente, es decir, necesita ayuda permanente, por parte de un tercero, para su subsistencia (18). 3.7.5 PRESENTACIÓN DE LOS PROBLEMAS EN TERCERA EDAD. - Problemas médicos múltiples. - Presentación de los problemas médicos en forma atípica, inespecífica y asintomática: infecciones sin fiebre, neumonía sin manifestación radiológica evidente, infarto de miocardio o abdomen agudo sin dolor, estado confusional como única presentación de muchas enfermedades depresión enmascarada, evolución solapada de la demencia compensada por mucho tiempo por los familiares más próximos (sobre todo cónyuges). - Reconocimiento como “normalidades” del envejecimiento y no como problemas, por parte del paciente, su familia, los cuidadores y los profesionales. - Rápida afectación de la movilidad y deterioro del estado físico y de la salud mental. - Curación lenta. - Tendencia a la cronicidad. - Tendencia a la dependencia. - Límite fácilmente franqueable entre el beneficio terapéutico y la iatrogenia (causar daño con las medidas terapéuticas) - Alta incidencia de causas psíquicas y sociales en la presentación y /o descompensación de los problemas médicos. - Alto riesgo de claudicación de los cuidadores informales aunque con persistencia de la voluntad de cuidado por parte de los mismos. 12 3.7.6 INDICADORES DE ALTO RIESGO: - 80 años y más - Vivir solo - Estar socialmente aislado - Ser mujer anciana sobre todo soltera o viuda - Vivir en instituciones colectivas no controladas - Ancianos sin hijos - Un componente de la pareja anciana , discapacitado o muy enfermo - Soledad parcial nocturna y / o más de 10 horas en el día - Ser responsable de asumir los cuidados de otra persona - Existencia de cuidador no apto para el cuidado requerido en calidad y cantidad. - Tener problemas de autonomía funcional - Presentar intervalo libre de ayuda crítico, es decir necesidad de cuidados permanentes para mantener la seguridad vital - Contexto económico inadecuado - Hábitat inadecuado en función de autonomía, patología y condiciones para la rehabilitación - Patología crónica y/ o invalidante - Desnutrición - Poli medicación o medicación de alto riesgo - Egreso hospitalario - Complejidad de tratamiento indicado al egreso - Complejidad de cuidados especiales - Falta de contacto con médico de cabecera. 3.7.7 MULTIMORBILIDAD: Es ya un problema grave entre los adultos mayores más jóvenes; 7% de ellos tiene 5 ó más enfermedades simultáneamente y con mayor repercusión funcional que las enfermedades crónicas en forma aislada. 3.7.8 ACCESO A LOS SERVICIOS. El mayor porcentaje de adultos mayores está afiliado al IMSS y al ISSSTE; sin embargo, 1 de cada 6 no tiene ningún tipo de aseguramiento. De estos últimos, 50% acude a resolver sus problemas al sector privado y 1 de cada 5 lo hace en las farmacias. Adicionalmente, de aquellos que están asegurados, 1 de cada 5 va al sector privado. Es claro que prefieren pagar, a esperar. 3.7.9 ACCESO A LOS SERVICIOS Y DISCAPACIDAD. Las barreras económicas son la principal razón para no buscar atención formal (hasta 27%) y este porcentaje se incrementa para el caso de los ancianos con limitacio- nes funcionales. 13 3.7.10 LA VEJEZ Y LA ENFERMEDAD CRÓNICA: Hogarescon personas mayores consumen 50% más recursos en salud que el promedio. La carga de morbilidad crónica acumulada durante varios años es la prin- cipal razón del incremento en el costo de la atención, mucho más que la edad en sí misma, pues las personas mayores sanas consumen menos recursos que los adultos de edad media en igual situación de salud. 3.7.11 USO DE LOS SERVICIOS: La presión que genera esta población para el sistema de salud es importante y la respuesta insuficiente: Del total de personas que reportaron haber estado hospitalizadas en el último año, más de la mitad corresponde a AM. Por otro lado, la polifarmacia es un tema del mayor interés: A pesar de que el promedio de medicamentos se ubica en 3, para el caso de AM, proporciones que llegan hasta el 20%, superan los 7 fármacos (18). La situación de una población anciana que vive mayoritariamente en la comunidad, con una tipología heterogénea que varía desde el anciano sano hasta el anciano con múltiples enfermedades, hace que sea imprescindible la participación de la Atención Primaria en la organización del sistema de atención a las personas mayores. El papel de la Atención Primaria en la asistencia al anciano también está implícito en la concepción de una atención geriátrica adecuada, entendida ésta como «la planificación de la atención socio-sanitaria en un conjunto de niveles que garantice que los ancianos pertenecientes a un área sectorizada permanezcan, o se reintegren, en su domicilio habitual en condiciones adecuadas de bienestar y seguridad». La Atención Primaria es, dentro de la organización sanitaria, el nivel responsable de la promoción del autocuidado y del cuidado informal en los ancianos del ahora y del futuro; la detección precoz de los problemas de salud; la intervención sobre múltiples problemas de salud; la detección precoz de la incapacidad; la detección de los ancianos de riesgo, y de la reinserción a los cuidados en la comunidad de los ancianos enfermos e incapacitados. Es responsable de ofertar, además, sus otras características, como ser la puerta de entrada al Sistema Sanitario y el suministro de medicación. La atención longitudinal y continuada que realiza el sistema de Atención Primaria es el adecuado para desarrollar estas funciones. 3.7.12 LA FAMILIA Y LAS REDES DE APOYO Ante la carencia de apoyos institucionales, las deficiencias de la seguridad social y demás problemática de nuestro país, vemos que aún hay buen número de personas que se dedican a cuidar y proteger a sus familiares ancianos. Al igual que en otros conflictos en los que el Estado se ve limitado o no puede resolver, se espera que la familia se encargue de proporcionar atención si no altamente tecnificada, sí con la calidez que ofrece el entorno que se antoja más seguro y acogedor, o sea, la familia. Aunque el paciente anciano es visto como un símbolo de respeto por su sapiencia y experiencia, las modificaciones culturales actuales han hecho que al sujeto envejecido se le trate con algunas deficiencias en el contexto de una sociedad con múltiples carencias económicas (21). 14 3.8 COMORBILIDAD Y TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA. El proceso de envejecimiento de la población ha llevado al aumento de las enfermedades crónicas y discapacitantes, las que limitan las actividades de la vida diaria, derivadas del incremento en su número, elevando el riesgo de admisiones hospitalarias y el desarrollo de dependencia funcional (9). La mejora de las condiciones de vida y la eficacia de la atención sanitaria logran la supervivencia de pacientes que antes morían a consecuencia de enfermedades que hoy se transforman en crónicas. Por ejemplo, las cardiopatías congénitas en los niños, o el sida en jóvenes y adultos, o el infarto de miocardio en adultos y ancianos. La presencia de enfermedades crónicas crea un subconjunto de población con mayor probabilidad de padecer varias enfermedades al mismo tiempo, de padecer comorbilidad (8). También han influido en el cambio del patrón epidemiológico variaciones en los hábitos y estilos de vida de las poblaciones y por ende en diferentes factores de riesgo, que unidos al hecho de que las personas viven más tiempo contribuyen a elevar el porcentaje de entidades como la diabetes mellitus (DM), la hipertensión arterial (HTA), la cardiopatía isquémica (CI), el cáncer, la obesidad, la enfermedad cerebrovascular (ECV), trastornos musculo-esqueléticos como la artritis, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), osteoporosis, demencia y depresión, entre otras (5). Estos pacientes constituyen una población homogénea en complejidad, vulnerabilidad clínica, fragilidad, mortalidad, deterioro funcional, polifarmacia, pobre calidad de vida relacionada con la salud y frecuente situación de dependencia funcional. Sin embargo, a pesar de ser un problema muy frecuente, no existe una definición universalmente aceptada sobre términos como cronicidad, comorbilidad, multimorbilidad o pluripatología. Las consecuencias derivadas de los padecimientos crónico-degenerativos son el resultado de procesos iniciados varias décadas atrás. Su historia natural puede ser modificada con intervenciones que cambien el curso clínico de las condiciones que determinan su incidencia y complicaciones, por lo cual deberán detectarse y atenderse de manera oportuna, ya que si bien esto no elimina la patología, si ofrece ganancia en años de vida saludable con mejor calidad de vida (15). La edad avanzada se asocia con un aumento de la prevalencia de enfermedades crónicas y deterioro funcional, como resultado, la tasa de hospitalizaciones por descompensación de procesos crónicos y enfermedad aguda entre las personas de edad mayor es más alta. Del mismo modo, la demanda de servicios de cuidados críticos y de la admisión a las unidades de cuidados intensivos (UCI) se ven incrementadas (4). 15 3.8.1 COMORBILIDAD Y VEJEZ. Definiciones de: - Comorbilidad: Diferentes enfermedades o condiciones morbosas que acompañan a modo de satélite a una patología protagonista. - Pluripatología: Pacientes con dos o más enfermedades crónicas sintomáticas en las que resulta dificultoso establecer los protagonismos, pues en general presentan un grado de complejidad equivalente, con similar potencial de desestabilización, dificultades de manejo e interrelaciones. Es un término que se utiliza para referirse al anciano frágil, a los enfermos poli- medicados, a los hiperfrecuentadores, en el caso de atención primaria, o a los reingresadores, en el caso de la atención hospitalaria. - Multi-morbilidad es la ocurrencia simultánea de múltiples problemas de salud en la misma persona, sin tener en cuenta ni el orden jerárquico entre ellos ni su gravedad (2,5). Puesto que en la multi-morbilidad no se considera la gravedad e importancia de los problemas, la simple adición puede no tener consecuencias, y no aumentar la probabilidad de muerte - Fragilidad: Síndrome biológico intrínsecamente unido al fenómeno biológico del envejecimiento y caracterizado por el descenso de la reserva biológica y la resistencia al estrés, resultado del deterioro de múltiples sistemas fisiológicos, en el que predomina un disbalance energético metabólico que confiere al individuo una situación de vulnerabilidad frente a pequeñas agresiones. - Discapacidad: Dificultad o dependencia para realizar las actividades esenciales de una vida independiente, incluyendo las funciones esenciales, las tareas necesarias para el autocuidado y la vida independiente en el hogar, así como las actividades deseadas importantes para la calidad de vida (6). 3.8.2 DEFINICIONES DE COMORBILIDAD. - Alvan Feinstein (1970) definió comorbilidad como la existencia de una entidad clínica adicional distinta que ocurre durante el curso clínico de un paciente con unaenfermedad indexada bajo estudio. - Kraemer se refirió al término comorbilidad en un estudio de pares específicos de enfermedades. - Van den Akker et al redefinieron posteriormente ambos conceptos y reservaron el término de multimorbilidad para describir la coocurrencia de múltiples enfermedades agudas o crónicas y situaciones médicas en la misma persona. - Karlamangla et al prefieren definir la comorbilidad como el impacto total de la disfunción biológica, incluida en su valoración no sólo las enfermedades evidentes, sino también procesos subclínicos que no llegan al diagnóstico de enfermedad por los criterios actuales (12). - El instituto para la información de salud canadiense (Canadian Institute of Health Information), efectúa su propia definición en 1994. Esta se refiere a un diagnóstico de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) que describe una condición que inicia después del comienzo de la observación hospitalaria y/o del tratamiento, que usualmente influye en la duración de la 16 hospitalización del paciente, y/o incluyen significativamente el manejo o tratamiento del paciente. - El centro de políticas de salud Manitoba (Manitoba Centres for Health Policy), en el año 2003, definió comorbilidad como las condiciones médicas que aumentan el riesgo del muerte del paciente, además de las condiciones más significativas que causa su estadía en el hospital. Para ello el número de condiciones comorbidas se debería usar para proveer un indicador del estado de salud y riesgo de muerte. En otras palabras, la comorbilidad sería un indicador de la utilización diferencial del cuidado hospitalario. - Un artículo del Journal of Gerontology: Medicial Sciences del 2004, define comorbilidad como la presencia concurrente de dos o más enfermedades diagnosticadas desde el punto de vista médico en el mismo individuo. - Para la organización Mundial de Salud (OMS) la comorbilidad es la ocurrencia simultánea de dos o más enfermedades en una misma persona, lo que se asemeja a la definición de Feinstein (7). 3.8.4 COMORBILIDAD. En su origen definía la presencia concurrente de dos o más enfermedades diagnosticadas desde el punto de vista médico en el mismo individuo, basándose para el diagnóstico de cada enfermedad en criterios establecidos y ampliamente reconocidos (10). Con la edad, la presencia de la comorbilidad se incrementa notablemente, en gran parte porque la frecuencia de condiciones crónicas individuales aumenta con la edad. Por ejemplo, después de los 65 años, el 48% de las personas que residen en comunidades de los Estados Unidos reportan artritis, el 36% hipertensión, el 27% cardiopatías, el 10% diabetes y el 6% una historia de accidente cerebrovascular (2,5). Como resultado de estas prevalencias, el 35.3% de la población de los Estados Unidos con 65-79 años de edad reporta dos o más enfermedades, y esta alcanza un 70.2% en los de más de 80 años. Un análisis de Medicare afirma que los datos demuestran que dos tercios de todos los beneficiarios de más de 65 años tienen dos o más condiciones crónicas, y un tercio tiene cuatro o más. La comorbilidad se relaciona con la gran utilización y gastos de atención de salud, con un 96% de los gastos de Medicare que se les atribuyen a los beneficiarios con múltiples condiciones crónicas. Asimismo, la comorbilidad intensifica el riesgo de discapacidad y mortalidad, por encima y por debajo del riesgo de enfermedades individuales. Al prevalecer un par de enfermedades crónicas en cada individuo, estas son sinergistas al incrementarse el riesgo de incapacidad. Por ejemplo, la presencia concurrente de cardiopatía y osteoartritis de la rodilla incrementó el riesgo relativo de desarrollar la incapacidad de moverse en 13.6, a partir de un riesgo relativo de 4.4 en aquellos que presentan osteoartritis solamente o 2.3 en aquellos que presentan una cardiopatía solamente (en comparación con aquellos que no tienen ninguna enfermedad). 17 Un trabajo recientemente desarrollado en geriatría clínica indica que podría pensarse que la comorbilidad se presenta a múltiples niveles fisiológicos / fisiopatológicos, más allá de las enfermedades clínicamente diagnosticables. Con respecto a los pacientes con una comorbilidad, se reconoce que la atención especializada centrada en una sola enfermedad puede provocar una atención inadecuada de otras enfermedades presentes. Más allá de reconocer y tratar adecuadamente cada condición, puede haber complicaciones debido a la competencia o a las interacciones clínicas entre las condiciones. En los adultos mayores es frecuente encontrar enfermedades comórbidas, fragilidad y/o discapacidad. Un individuo puede experimentar simultáneamente múltiples síntomas de enfermedades comórbidas, dificultades para realizar las actividades esenciales o necesarias, y una progresiva debilidad y vulnerabilidad asociadas con la fragilidad (10). 3.8.5 PREVALENCIA. Existen pocos datos disponibles que describan el fenómeno de la comorbilidad a pesar de que gran parte de las personas que acuden a la consulta presentan este fenómeno, incluso en mayores de 65 años es del 98%, según algunas fuentes. La comorbilidad es frecuente y aumenta con la edad, como se refleja en los registros de los países con cierta tradición en el estudio de la morbilidad atendida en atención primaria. En Holanda afecta al 10% de los menores de 20 años y al 78% de los mayores de 80. En el registro de Nijmegen afecta al 38% de los pacientes. (8). En el registro de Nijmegen afecta al 38% de los pacientes. En Estados Unidos el 65% de las personas mayores de 65 años tienen dos o más problemas crónicos como hipertensión, diabetes, artrosis y cardiopatía isquémica. Se ha estimado la prevalencia de multimorbilidad en Europa y en EE.UU. Sin embargo, hay grandes diferencias en las fuentes de datos y en los resultados. De todas maneras, en los estudios poblacionales realizados, la prevalencia de comorbilidad aumenta con la edad y parecen existir determinados patrones de presentación de la enfermedad en el paciente anciano (12). La comorbilidad o coexistencia de varias de estas afecciones se relaciona sustancialmente con una mayor probabilidad de aparición de discapacidades, considerándose un fuerte factor de riesgo para el surgimiento de las mismas, no solo por las consecuencias derivadas del incremento en su número, sino también por los efectos de combinaciones específicas entre las mismas, las cuales elevan el riesgo y la severidad de las alteraciones funcionales, físicas o mentales que de ello se deriva (5). 3.8.6 HOSPITALIZACIÓN Y UTILIZACIÓN DE RECURSOS La comorbilidad influye significativamente en diferentes resultados de la atención hospitalaria, como la duración de la estancia, las complicaciones, la discapacidad, la posibilidad de rehabilitación, los resultados quirúrgicos, el consumo de recursos, 18 la mortalidad en diferentes ventanas temporales y los tipos de pacientes, el estado funcional y la calidad de vida y los reingresos hospitalarios. Además, se asocia a mayor sobrecarga psicológica, complejidad en los cuidados y afecta la progresión de las enfermedades concurrentes. 3.8.7 CALIDAD DE VIDA La comorbilidad puede ser incluso una manera más exacta de reflejar la calidad de vida de determinadas enfermedades. Los ancianos con múltiples enfermedades crónicas refieren una calidad de los cuidados prestados inadecuada y una insatisfacción con estos cuidados. Esto puede deberse a la «competencia» entre las diversas necesidades de atención, múltiples directrices que se entremezclan, y el alto riesgo de interacciones medicamentosas. 3.8.8 SITUACIÓN FUNCIONAL Las personas con múltiples enfermedades crónicas pueden tenerdeterioros más rápidos en su situación de salud y una mayor probabilidad de discapacidad, aunque no siempre se han observado los supuestos efectos sinérgicos. 3.8.9 ENSAYOS CLÍNICOS, YATROGENIA Y POLIFARMACIA Los ancianos habitualmente tienen múltiples enfermedades crónicas y ninguna de éstas puede tratarse de manera independiente, así que toman numerosas medicaciones. Además, los ancianos con polifarmacia tienen más efectos secundarios, menor adherencia a las pautas terapéuticas y peor control clínico. La eficacia de regímenes terapéuticos complejos no se ha ensayado todavía correctamente en los ancianos en la mayoría de los casos. Las investigaciones sobre diversos aspectos médicos se enfocan a enfermedades únicas, ya que esto incrementa la certeza de que cualquier diferencia observada se deba a la enfermedad principal o al tratamiento, y no a la participación como «elemento de confusión» de la comorbilidad. Sin embargo, estos ensayos en pacientes sin comorbilidad tienen muy limitada su extensibilidad a toda la población, este hecho es todavía más llamativo en los ancianos, y compromete la validez externa y la relevancia de los resultados en la población anciana. Las directrices obtenidas de estos estudios probablemente no se ajusten a las necesidades de los ancianos con múltiples enfermedades. Por esto, la mayor parte de los sistemas de clasificación de pacientes intentan controlar este factor confusor, al incorporar, de una u otra forma, la comorbilidad en sus algoritmos de construcción. Además, hay una creciente evidencia de que los ancianos y las personas con pluripatología prestan diferente importancia a los resultados relacionados con la salud (12). El estudio de la calidad de vida en pacientes crónicos a través de varios estudios poblacionales demuestra que los pacientes con al menos una condición comórbida añadida declaran peor calidad de vida en todas sus dimensiones, tanto en las funciones físicas como en las mentales. El uso de recursos asistenciales depende del grado de comorbilidad más que del propio diagnóstico; así, cuando se estratifica por el grado de comorbilidad, el número de visitas por condiciones comórbidas excede al número de visitas por la condición índice. La comorbilidad más grave 19 acarrea más disponibilidad para pagar, más gasto en lo marginal y más coste de la enfermedad principal (8). 3.8.10 SIGNIFICADO CLÍNICO DE LA COMORBILIDAD. Los síndromes geriátricos El fenómeno de enfermar en la población anciana va ligado al concepto de fragilidad o vulnerabilidad. La reserva funcional de cada órgano y sistema para responder a una agresión decrece a medida que envejecemos, y esta mayor vulnerabilidad puede traducirse como mayor susceptibilidad a infecciones, a la aparición de cuadros confusionales, caídas, fenómenos isquémicos y, en general, a la aparición de fenómenos de insuficiencia de órgano o de fracaso multiorgánico en el contexto de una enfermedad aguda grave. La presencia de comorbilidad en la población anciana obliga a realizar un screening exhaustivo de aquellas patologías relacionadas que pueden coexistir y no han estado detectadas previamente. Existe una agrupación de entidades relacionadas en las que sólo la presencia de una de ellas, nos debería obligar a descartar la existencia de otras. Tomando como ejemplo la fibrilación auricular, en un interesante estudio poblacional en el que se clasificaba a la población general mayor de 60 años en función de si presentaban o no fibrilación auricular, podemos observar cómo la presencia de este factor de comorbilidad se asociaba de forma significativa a la coexistencia de diabetes, hipertensión, cardiopatía isquémica, enfermedad cerebrovascular e hipertiroidismo. Otros estudios han demostrado de forma similar la asociación entre factores de riesgo cardiovascular y síndromes de demencia (enfermedad de Alzheimer, demencia vascular y formas mixtas). Además, la presencia de comorbilidad es un factor predictor de mortalidad a medio y largo plazo. En dos trabajos clásicos se ha demostrado cómo la presencia de ésta marcaba la supervivencia. Concretamente, en el trabajo de Satariano la mortalidad a tres años de pacientes afectas de cáncer de mama era muy superior en aquellas con comorbilidad asociada, cuando era comparada con las pacientes sin comorbilidad independientemente de la edad, características y estadio del tumor, tamaño, histología y tipo de quimioterapia empleada. Los índices más frecuentemente utilizados en nuestro medio para medir la comorbilidad son el índice de Charlson y el Cumulative Illness Rating Scale (CIRS-G). La presentación clínica de la enfermedad en el anciano vulnerable tiene su paradigma en la aparición de los síndromes geriátricos: pérdida de autonomía física, deterioro cognitivo, desnutrición, incontinencias y caídas. Con una base fisiopatológica muy amplia, responden a las situaciones de pérdida de reserva funcional del organismo y a su vez pueden ser causa y consecuencia de la espiral del deterioro conocida como cascada de la dependencia (23). 3.8.11 EL ANCIANO INSTITUCIONALIZADO. La institucionalización entendida como un marcador de riesgo independiente se asocia a mayor mortalidad de los ancianos. Estudios prospectivos han estudiado este fenómeno, y aun controlando la comorbilidad de base este marcador persiste asociado a mayor mortalidad, lo que parece estar en relación con la desinserción del anciano de la comunidad y las repercusiones que todo ello conlleva. 20 En nuestro entorno el anciano institucionalizado casi invariablemente traduce una situación de dependencia y comorbilidad latente o manifiesta, caracterizada en la mayoría de los casos por pérdida de autonomía física y/o cognitiva, asociada a la falta de cuidadores o incapacidad de éstos para suplir los déficits del individuo. En los pacientes en régimen institucional de larga duración la prevalencia de deterioro cognitivo, osteoporosis, malnutrición, incontinencia urinaria y/o fecal, pueden representar entre uno y dos tercios de la totalidad de la población. En este entorno se ha de primar el análisis de todas las patologías presentes y estimar qué intervenciones serán las que mayor beneficio puedan reportar al individuo. Las plazas de institucionalización en residencia y de larga estancia geriátricas son un recurso creciente en la de muchos países (23). 3.8.12 ASPECTOS SOCIALES Los aspectos socioeconómicos pueden ser tan importantes como las patologías más prevalentes en las edades extremas de la vida (niños y ancianos). Al tratar problemas de salud hemos de valorar la composición del núcleo familiar, las relaciones interpersonales, la disponibilidad de servicios básicos (agua caliente, calefacción, ascensor, etc.), y en general la presencia de cualquier elemento que condicione la accesibilidad a los servicios, o que pueda ser generador de hábitos insalubres. Vivir en soledad conduce a un deterioro de hábitos alimentarios, genera un mayor consumo de alimentos precocinados y puede deteriorar la calidad de la dieta. Las economías en situación precaria también pueden traducir problemas de salud importantes. La presencia de un familiar (cónyuge, hijo o terceros) puede facilitar el cumplimiento terapéutico, disponer de elementos de ayuda ante un accidente doméstico y evitar situaciones de riesgo. Un buen apoyo social ayuda a reducir aspectos patógenos y a mejorar aspectos preventivos. En la atención geriátrica el examen detallado de las patologías más prevalentes, la evaluación de la autonomía para la toma de decisiones, la capacidad funcional para el desempeño de las actividades básicas e instrumentales de la vida diaria, el estado nutricional, la integridad de los órganos de los sentidos, el conocimiento de disposiciones previas del paciente y la situación socio-familiarconforman un todo que ha de ser evaluado de forma global para abordar los problemas de salud de los ancianos. Este proceso de evaluación global conocido como VGI es de gran utilidad a la hora de priorizar las recomendaciones terapéuticas (23). Por otra parte los pacientes con una comorbilidad, se reconoce que la atención especializada centrada en una sola enfermedad puede provocar una atención inadecuada de otras enfermedades presentes. Más allá de reconocer y tratar adecuadamente cada condición, puede haber complicaciones debido a la competencia o a las interacciones clínicas entre las condiciones. Los protocolos para el tratamiento de una enfermedad dada que se basan en las pruebas pueden indicar el empleo de medicaciones y regímenes de tratamiento que pueden ir más allá de la tolerancia o capacidad de cumplirlos del paciente debido a otras enfermedades comórbidas que están presentes, como cuando la demencia (o depresión) puede limitar la capacidad de cumplir los tratamientos seleccionados para otras enfermedades. El tratamiento de una enfermedad también puede afectar de forma adversa a otra, como sucede con las medicaciones con antidepresivos o 21 vasodilatadores que pueden incrementar el riesgo de caídas o el empleo de medicamentos para tratar la artritis, la cual también podría exacerbar la gastritis. En algunos casos, puede ser necesario priorizar las enfermedades que requieren tratamientos porque todos los que se indican pueden que no sean factibles, de forma simultánea, en el paciente. En otra variante de esta cuestión, en los pacientes con pobres pronósticos a corto plazo debido a otras condiciones de salud, puede ser inadecuado aplicar tratamientos que recomiendan directivas clínicas para una condición dada ya que es probable que el paciente no experimente ningún beneficio a corto plazo de un tratamiento (cuando quizás se utilizan estatinas en un paciente con una enfermedad terminal). En cada una de estas situaciones, la atención clínica a esta dinámica entre las enfermedades comórbidas podría mejorar los resultados generales y reducir las secuelas adversas, así como minimizar los regímenes médicos que probablemente no mejoren los resultados en la esperanza de vida del paciente. De forma general, frente a la comorbilidad, la atención de los pacientes se hace previsiblemente compleja (10). 3.8.13 EVALUACIÓN DE LA COMORBILIDAD La evaluación de la comorbilidad en el Adulto Mayor es de gran utilidad debido a que esta, se ha asociado a desenlaces negativos como una mayor dependencia, fragilidad, hospitalización, alta mortalidad, entre otros. En la actualidad disponemos de múltiples instrumentos que evalúan el pronóstico vital de pacientes con comorbilidad. Los cuatro métodos con mayor trayectoria cronológica y citas científicas son el índice de Charlson, el Cumullative Index Rating Scale (CIRS), el Index of Coexisting Diseases (ICED) y el índice de Kaplan (6). Los intentos iniciales para medir la comorbilidad implicaban una simple dicotomía de presencia o ausencia de enfermedad sin considerar la severidad, por lo cual Kaplan y Feinstein (1974) definieron y clasificaron a la comorbilidad de acuerdo a su severidad. Esta clasificación fue ampliada posteriormente por Charlson, quien otorgó diferentes pesos de acuerdo al riesgo de mortalidad según la severidad de las comorbilidades. Hasta el momento, han sido creados múltiples índices para evaluar comorbilidad con el objetivo de brindar un método estandarizado para establecer de acuerdo con la severidad un riesgo, controlar el potencial efecto confusor (para mejorar la validez interna de los resultados), modificar la enfermedad o el tratamiento (para mejorar la validez externa de los resultados) y como factor pronóstico. Algunos índices creados hasta el momento se basan en dar una puntuación específica acorde con cada enfermedad, otros gradúan la enfermedad de acuerdo con grupos de enfermedades e, incluso, otros incorporan marcadores fisiológicos por laboratorio y gabinete (11). El instrumento que se utilizara en este trabajo por ser el más validado es el índice de comorbilidad de Charlson. 22 3.8.14 INDICE DE COMORBILIDAD DE CHARLSON Este índice es sin duda el más utilizado y fue propuesto por Mary Charlson y colaboradores en 1987. Fue creado con el objetivo de desarrollar un instrumento pronóstico de comorbilidades que individualmente o en combinación pudiera incidir en el riesgo de mortalidad a corto plazo de pacientes incluidos en estudios de investigación. - Estructura: el índice consiste en 19 condiciones médicas catalogadas en cuatro grupos de acuerdo con el peso asignado a cada enfermedad (cuadro I). Estas condiciones médicas pueden ser obtenidas mediante expedientes clínicos, bases de datos médicos-administrativos y entrevista clínica detallada; la puntuación total es la sumatoria de todas las entidades clínicas presentadas por el paciente evaluado que da como resultado el riesgo relativo de mortalidad (cuadro II). - Experiencia clínica: además del estudio previamente mencionado, en 1994 Charlson y colaboradores validaron el uso combinado de comorbilidad y edad, basados en una cohorte de pacientes con hipertensión o diabetes sometida a cirugía electiva de julio de 1982 a septiembre de 1985. En los resultados se encontró que el riesgo relativo de muerte para cada década de edad fue 1.42 (IC 95 % = 1.08- 1.88) y para cada incremento en el grado de comorbilidad fue de 1.46 (IC 95 % = 1.22-1.74). Por lo tanto, el riesgo relativo estimado y ajustado para cada unidad (edad/comorbilidad) fue de 1.45 (IC 95 % = 1.25-1.68) (cuadro I). En cuanto a su aplicación en geriatría, la mayoría de los autores concluye que es útil, sin embargo, se ha podido mejorar su validez predictiva eliminando el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (debido a su frecuencia aun baja en esta población), el índice puede complementarse con algunas otras entidades más frecuentes en el adulto mayor, como enfermedad valvular, discapacidad visual, discapacidad auditiva y problemas urinarios. Otros autores proponen agregar al índice original entidades clínicas como hipertensión, depresión, uso de anticoagulante oral (warfarina) y úlceras cutáneas/celulitis, ya que mejoran la validez predictiva del instrumento en cuanto a costos y la utilización de los recursos. - Propiedades clinimétricas: en general, el índice de Charlson ha demostrado tener una aceptable confiabilidad interobservador mediante kappa ponderada de 0.945. La concordancia mediante prueba-reprueba analizada por medio del coeficiente de correlación intraclase (CCI) fue de 0.92. Como se ha mencionado, se ha obtenido una aceptable validez predictiva aumentando el riesgo relativo entre 1.45 y 2.4 por cada punto de incremento en la puntuación total. La validez concurrente con CIRS-G (Escala de Puntuación Acumulativa de Enfermedad en Geriatría) con base en las enfermedades ponderadas es moderada, de r = 0.39. El índice de Charlson relaciona la mortalidad a largo plazo con la comorbilidad del paciente. El índice asigna a cada uno de los procesos determinados un peso (puntuación de 1 a 6) en función del riesgo relativo de muerte, que se transforma en una puntuación global mediante la suma de pesos. La suma de las puntuaciones en función del tipo de morbilidad actual genera una puntuación. Así, las personas con una puntuación> 5 tienen esencialmente un 100% de riesgo de morir en un año. 23 Una fuerte influencia de la edad se ha visto que existe con comorbilidad. Por lo tanto, se recomienda que el punto 1 se añadirá a la puntuación total de cada década por encima de la edad de 40 años (13). El índice final consta de 19 condiciones diferentes asignados en gruposponderarán del modo siguiente. INDICE DE COMORBILIDAD DE CHARLSON 1 punto Infarto de miocardio Insuficiencia cardíaca congestiva Enfermedad vascular periférica Enfermedad cerebrovascular Demencia Enfermedad respiratoria crónica Enfermedad del tejido conectivo Ulcus péptico Hepatopatía leve Diabetes mellitus sin evidencia de afectación de órganos diana 2 puntos Hemiplejia Insuficiencia renal crónica moderada severa Diabetes con afectación de órganos diana Tumor sin metástasis Leucemia Linfoma 3 puntos Enfermedad Hepática moderada o severa 6 puntos Tumor Sólido con metástasis SIDA (no únicamente HIV positivo) 3.8.15. Definiciones: Infarto agudo de miocardio: Evidencia en la historia clínica de hospitalización por IAM, se excluyen los cambios electrocardiográficos sin antecedentes médicos. Insuficiencia cardíaca: Antecedentes de disnea de esfuerzo y/o signos de insuficiencia cardiaca en la exploración física que respondieron favorablemente con el tratamiento con diuréticos o vasodilatadores. Enfermedad arterial periférica: Incluye claudicación intermitente, intervenidos de by-pass periférico, isquemia arterial aguda y pacientes con aneurisma de aorta (torácica o abdominal) de más de 6 cm. de diámetro. Enfermedad cerebrovascular: Pacientes con accidente vascular cerebral y mínimas secuelas o accidente isquémico transitorio. Demencia: Pacientes con evidencia en la historia clínica de deterioro cognitivo crónico. 24 Enfermedad respiratoria crónica: Evidencia en la historia clínica, exploración física o en exploraciones complementarias de cualquier enfermedad respiratoria crónica. Úlcera gastroduodenal: Pacientes con diagnóstico y tratamiento completo por ulcus (incluye hemorragia digestiva alta). Conectivopatía: Incluye lupus, polimiositis, enfermedad mixta, polimialgia reumática, arteritis células gigantes y artritis reumatoide. Hemiplejia: Evidencia de hemiplejia o paraplejia por cualquier causa. Insuficiencia renal crónica: Incluye pacientes en diálisis o con creatinina > 3mg/dl de forma repetida. Hepatopatía crónica leve: Sin evidencia de hipertensión portal (incluye hepatitis crónica). Hepatopatía crónica moderada/severa: Con evidencia de hipertensión portal (ascitis, varices esofágicas o encefalopatía). Diabetes: Pacientes con insulina o hipoglicemiantes orales pero sin complicaciones tardías (no incluye los tratados exclusivamente con dieta). Diabetes con lesión órganos diana: Evidencia de retinopatía, neuropatía o nefropatía. Incluye antecedentes de cetoacidosis o descompensación hiperosmolar. Tumor o neoplasia sólida: Pacientes con cáncer pero sin metástasis documentadas. Excluir si han pasado más de 5 años desde el diagnóstico. Leucemia: Incluye leucemia mieloide crónica, leucemia linfática crónica, policitemia vera, otras leucemias crónicas y toda leucosis aguda. Linfoma: Incluye linfomas, enfermedad de Waldestrom y mieloma. SIDA definido: No incluye portadores asintomáticos (11). 3.8.16 Interpretación de la puntuación: En general, se considera. Ausencia de comorbilidad: 0-1 puntos. Comorbilidad baja: 2 puntos y Alta > 3 puntos. Predicción de mortalidad en seguimientos cortos (< 3 años): Puntuación Mortalidad/Año 0 12% 1-2 26% 3-4 52% >5 85% 3.8.17 Predicción de mortalidad en seguimientos prolongados (> 5 años): La predicción de mortalidad deberá corregirse con el factor edad. Esta corrección se efectúa añadiendo un punto al índice por cada década existente a partir de los 50 años (p. ej., 50 años = 1 punto, 60 años = 2, 70 años = 3, 80 años = 4, 90 años = 5, etc.). Así, un paciente de 60 años (2 puntos) con una comorbilidad de 1, tendrá un índice de comorbilidad corregido de 3 puntos, o bien, un paciente de 80 años (4 puntos) con una comorbilidad de 2, tendrá un índice de comorbilidad corregido de 6 puntos. 25 * El Índice tiene como limitación que la mortalidad del SIDA en la actualidad no es la misma que cuando se publicó. (11) La siguiente tabla muestra las calificaciones de las 19 condiciones con el código CIE 10. Esto es útil cuando vemos las categorías, como por ejemplo, enfermedad hepática leve vs enfermedad hepática moderada a grave. Basta con mirar el código CIE 10 y ya está. Condición Puntuación Código ICD 10 Infarto de miocardio 1 I21.x, I22.x, I25.2 Insuficiencia Cardíaca Congestiva 1 I09.9, I11.0, I13.0, I13.2, I25.5, I42.0, I42.5-I42.9, I43.x, I50.x, P29.0 Enfermedad Vascular Periférica 1 I70.x, I71.x, I73.1, I73.8, I73.9, I77.1, I79.0, I79.2, K55.1, K55.8, K55.9, Z95.8, Z95. 9 Enfermedad cerebrovascular 1 G45.x, G46.x, H34.0, I60.x, I69.x Demencia 1 F00.x, F03.x, F05.1, G30.x, G31.1 Enfermedad pulmonar crónica 1 I27.8, I27.9, J40.x, J47.x, J60.x, J67.x, J68.4, J70.1, J70.3 Enfermedad del tejido conectivo 1 M05.x, M06.x, M31.5, M32.x, M34.x, M35.1, M35.3, M36.0 Enfermedad por Úlceras 1 K25.x a K28.x Enfermedad hepática leve 1 B18.x, K70.0 K70.3 a, K70.9, K71.3 K71.5 a, K71.7, K73.x, K74.x, K76.0, K76.2 K76.4 a, K76. 8, K76.9, Z94.4 Diabetes 1 E10.0, E10.l, E10.6, E10.8, E10.9, E11.0, E11.1, E11.6, E11.8, E11.9, E12.0, E12.1, El2. 6, E12.8, El2.9, E13.0, E13.1, E13.6, E13.8, E13.9, E14.0, E14.1, E14.6, E14.8, E14.9 Hemiplejia 2 G04.1, G11.4, G80.1, G80.2, G81.x, G82.x, G83.0 G83.4 al, G83.9 Moderada a severa enfermedad renal 2 I12.0, I13.1, N03.2 N03.7 a, N05.2 N05.7 a, N18.x, N19.x, N25.0, Z49.0 para Z49.2, Z94.0, Z99. 2 Diabetes con lesión de órganos diana 2 E10.2 a E10.5, E10.7, E11.2, E11.5, E11.7, E12.2 a E12.5, E12.7, E13.2 a E13.5, E13.7, E14. 2 a E14.5, E14.7 Cualquier tumor 2 C00.x a C26.x, C30.x a C34.x, C37.x a C41.x, C43.x a C45.x, C58.x a C60.x, C76.x a C81.x, C85. x para C88.x, C90.x a C97.x Leucemia 2 Como es arriba 26 Linfoma 2 Como es arriba Enfermedad hepática moderada a grave 3 I85.0, I85.9, I86.4, I98.2, K70.4, K71.1, K72.1, K72.9, K76.5, K76.6, K76.7 Tumores sólidos metastásicos 6 C77.x-C80.x SIDA 6 B20.x-B22.x, B24.x 3.9 DEPRESIÓN Y COMORBILIDAD. 3.9.1 DEFINICIÓN La depresión es un conjunto de síntomas que se manifiestan por la pérdida de interés y la incapacidad de satisfacción por las actividades y experiencias de la vida diaria (29). La depresión en el adulto mayor es un síndrome o agrupación de síntomas en el que predominan los síntomas afectivos (tristeza patológica, decaimiento, irritabilidad, sensación subjetiva de malestar e impotencia frente a las exigencias de la vida) aunque, en mayor o menor grado, también están presentes síntomas de tipo cognitivo, volitivo o incluso somático, por lo que podría hablarse de una afectación global de la vida psíquica, haciendo especial énfasis en la esfera afectiva. La base para distinguir estos cambios patológicos de cambios ordinarios, viene dada por la persistencia de la clínica, su gravedad, la presencia de otros síntomas y el grado de deterioro funcional y social que lo acompaña (28). La mayoría de los ancianos están satisfechos de sus vidas y no están predispuestos psicológicamente a la depresión. Sin embargo, algunos experimentan sentimientos de desmoralización y desespero, no sólo como resultado de la pérdida de capacidades debida al envejecimiento, sino también debido a la sensación de no haber alcanzado las expectativas que tenían de su vida (30). La depresión se considera uno de los trastornos mentales de mayor complejidad en la tercera edad. A ello contribuyen una serie de factores, entre los que destacan la frecuente comorbilidad con enfermedades
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