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Efecto-de-la-psicoeducacion-en-la-promocion-de-consciencia-de-enfermedad-mental

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA 
DE MÉXICO 
 FACULTAD DE PSICOLOGÍA 
DIVISIÓN DEL SISTEMA DE UNIVERSIDAD ABIERTA 
 
 
 
 
EFECTO DE LA PSICOEDUCACIÓN EN LA PROMOCIÓN DE 
CONSCIENCIA DE ENFERMEDAD MENTAL 
 
 
 
TESIS 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: 
 
LICENCIADO EN PSICOLOGÍA 
 
 
 
PRESENTAN: 
 
 
SILVIA PADILLA SILVA 
 
JOSÉ ALFREDO RAMOS GONZÁLEZ 
 
 
JURADO DE EXAMEN 
 
 
 DIRECTORA: Mtra. Karina Beatriz Torres Maldonado 
 
 COMITÉ: Dra. María del Carmen Montenegro Núñez 
 
 Mtra. Gabriela Romero García 
 
Mtra. Margarita María Molina Avilés 
 
Mtra. Esther González Ovilla 
 
 
 
 
 
Ciudad Universitaria, CDMX, 2018 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
2 
 
AGRADECIMIENTOS 
A la Mtra. Karina Beatriz Torres Maldonado por ser una valiosa 
guía en este incierto camino, por sus acertadas observaciones y, 
sobre todo por motivarnos cada día a ser mejores. Gracias 
Maestra por su dedicación, su cariño y por compartirnos sus 
conocimientos y experiencias profesionales. 
A los miembros del Comité: 
Mtra. Margarita María Molina Avilés 
Dra. María del Carmen Montenegro Núñez 
Mtra. Gabriela Romero García 
Mtra. Esther González Ovilla 
Por su gran disposición, apoyo, confianza y su invaluable 
retroalimentación. 
A los miembros del Hospital Psiquiátrico “Samuel Ramirez 
Moreno” quienes nos apoyaron en todo momento para hacer 
posible esta investigación. 
A mis hijos: Varinia, Gustavo y Albani que en todo momento 
estuvieron presentes para motivarme, apoyarme y señalar con 
amor mis aciertos y errores. Gracias a su paciencia, consejos, 
entusiasmo y sentido del humor. 
A Alfredo, amigo y compañero con quien tuve la oportunidad de 
formar equipo en este proyecto. Gracias por tu responsabilidad y 
compromiso. Tu fuerza y constancia fueron los pilares que nos 
impulsaron a llegar a nuestra anhelada meta. 
 
Silvia Padilla Silva 
3 
 
AGRADECIMIENTOS 
A mi esposa Alma, gracias por tu paciencia, por tu amor, por tu 
motivación y principalmente por inspirarme a lograr cada uno 
de mis objetivos. 
A Giorgio, con tu sentido del humor lograste que este proceso haya 
sido muy ameno, simplemente gracias por estar, amigo. 
A mis padres y hermanos, muchas gracias por el apoyo, 
comprensión y por alentarme a culminar mis metas. 
A la Mtra. Karina Torres, gracias por la gran labor que usted 
hace como docente, siempre siendo tan generosa y comprensiva. 
El gran apoyo y conocimientos que usted nos ha compartido es 
invaluable. Simplemente nos formó como psicólogos, por eso y más 
estaré siempre agradecido. 
A los miembros del Jurado, Dra. Maricarmen Montenegro, Mtra. 
Margarita Molina, Mtra. Gaby Romero, y Mtra. Esther González, 
gracias por el apoyo y sus valiosas aportaciones. 
Al personal del Hospital Psiquiátrico “Dr. Samuel Ramírez 
Moreno”, gracias por el apoyo y por las facilidades que nos 
brindaron para lleva a cabo esta investigación. 
 A Silvia, compañera y gran amiga con quién compartí grandes 
experiencias durante los últimos semestres de la carrera. Muchas 
gracias por la paciencia, dedicación y esfuerzo para culminar 
este proyecto. 
 
A todos, muchas gracias. 
 
José Alfredo Ramos González 
4 
 
RESUMEN 
 
La presente investigación tiene como objetivo principal promover consciencia 
sobre el padecimiento mental en pacientes internos del Hospital Psiquiátrico “Dr. 
Samuel Ramírez Moreno”, después de asistir al taller psicoeducativo “Afrontando la 
enfermedad mental”. 
 
Además de la promoción sobre el padecimiento mental, el taller también fue 
dirigido con actividades encaminadas a generar autoconocimiento y desarrollo de 
habilidades sociales, así como, mejorar la comunicación familiar. Se subrayó la 
importancia de apegarse al tratamiento psicológico y farmacológico a fin de evitar 
recaídas. 
El grupo se conformó por siete participantes que fueron hospitalizados por el 
brote de una crisis psicótica. Durante el transcurso del taller los participantes se 
encontraban con los síntomas positivos de la enfermedad en remisión. 
Se aplicó el instrumento Escala de Valoración de la No Consciencia de 
Trastorno Mental SUMD (Ruíz, A. et al., 2008). Al comparar los resultados obtenidos 
entre el pre test y el post test, se encontró una diferencia estadísticamente 
significativa en 14 de las 37 dimensiones que mide dicho instrumento. 
 
Asimismo, se realizó un análisis cualitativo con un diseño fenomenológico. 
Se describe la dinámica grupal e individual de los participantes a lo largo de las 
sesiones. 
 
Estos resultados muestran que, al finalizar el taller psicoeducativo, se logró 
promover consciencia sobre el padecimiento mental en los participantes. 
 
 
 
5 
 
ÍNDICE 
INTRODUCCIÓN ....................................................................................... 7 
MARCO TEÓRICO..................................................................................... 9 
CAPÍTULO I: PREVALENCIAS DE LAS ENFERMEDADES MENTALES .... 9 
CAPITULO II: TRASTORNOS PSICÓTICOS ........................................... 18 
1.- Esquizofrenia. ............................................................................. 21 
2.- Esquizofrenia Paranoide .............................................................. 26 
3.- Trastorno delirante ...................................................................... 27 
4.- Trastorno psicótico breve............................................................. 27 
5.- Trastorno esquizofreniforme ........................................................ 28 
6-Trastorno esquizoafectivo .............................................................. 29 
7.- Trastorno psicótico inducido por sustancias/medicamentos. ....... 30 
8. Depresión psicótica. ..................................................................... 32 
CAPÍTULO III. CONSCIENCIA DE ENFERMEDAD ................................ 35 
Adherencia al tratamiento ................................................................ 38 
CAPÍTULO IV. TEORÍA DE LOS GRUPOS ............................................. 41 
Propiedades de los grupos: .................................................................. 43 
Psicoeducación ................................................................................. 45 
Modelo de Intervención ..................................................................... 53 
Modelo transteórico .......................................................................... 53 
MÉTODO ................................................................................................ 58 
JUSTIFICACIÓN .................................................................................. 58 
PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN ......................................................... 60 
HIPÓTESIS .......................................................................................... 60 
OBJETIVO GENERAL .......................................................................... 60 
OBJETIVOS PARTICULARES ............................................................... 60 
VARIABLES .........................................................................................
61 
DISEÑO DE INVESTIGACIÓN .............................................................. 62 
RESULTADOS ........................................................................................ 66 
Análisis Cuantitativo ........................................................................... 66 
Análisis Cualitativo .............................................................................. 72 
6 
 
Análisis grupal .................................................................................... 72 
Análisis por participante ...................................................................... 76 
DISCUSIÓN .......................................................................................... 105 
CONCLUSIONES .................................................................................. 113 
REFERENCIAS: .................................................................................... 118 
CIBERGRAFÍA ...................................................................................... 127 
ANEXOS ............................................................................................... 131 
ANEXO A: .......................................................................................... 132 
INSTRUMENTO ................................................................................. 132 
ANEXO B:.......................................................................................... 148 
CARTAS DESCRIPTIVAS .................................................................... 148 
ANEXO C:.......................................................................................... 155 
CARTA DE CONSENTIMIENTO INFORMADO ..................................... 155 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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7 
 
INTRODUCCIÓN 
 
La falta de consciencia de enfermedad de las personas con trastornos 
psicóticos se relaciona directamente con la falta de adherencia al tratamiento 
farmacológico y psicológico (Cabrera, 2004; Giner et al., 2006 y ADHES, 2008). Se 
considera que la psicosis está presente en padecimientos como la esquizofrenia, la 
depresión psicótica y secundaria a consumo de sustancias, entre otros 
padecimientos. 
Asimismo, la estigmatización de la enfermedad mental, el rechazo social, el 
temor a la medicación y la escasa información influyen directamente en la falta de 
consciencia de la enfermedad. 
 
Una pobre consciencia de estar enfermo provoca mayor número de recaídas 
debido al abandono del tratamiento, de igual forma, ocasiona constantes ingresos 
hospitalarios y, por tanto, elevación de gastos familiares y del sector salud. El 
problema de la adherencia al tratamiento está relacionado directamente con la 
consciencia de enfermedad, lo que representa un problema de salud pública a nivel 
mundial, ya que se considera que la falta de adherencia en las enfermedades 
crónicas se eleva hasta un 50%, y en particular, en las enfermedades mentales llega 
al 80%. Estas cifras se refieren principalmente a los trastornos psicóticos cuyos 
síntomas conducen a un grave deterioro del funcionamiento personal y social de la 
persona que los padece (Escar, 2017). 
 
Se ha reconocido ampliamente en el ámbito de la psiquiatría y la psicología, 
la utilidad de las terapias psicológicas y psicosociales, las cuales sumadas al 
tratamiento farmacológico, constituyen una forma efectiva de abordar este 
problema. 
 
8 
 
Los servicios de los hospitales psiquiátricos brindan diagnósticos y 
prescripciones terapéuticas adecuadas, sin embargo, no hay resultados respecto a 
la concientización de la enfermedad. 
 
El objetivo de esta investigación es conocer si, por medio de la 
psicoeducación dirigida a los usuarios con psicosis, es posible promover la 
consciencia sobre el padecimiento mental para fortalecer la adherencia al 
tratamiento farmacológico y psicológico; con lo que se espera evitar el riesgo de 
recaída en un nuevo brote psicótico. 
 
El contenido de este taller, denominado “Afrontando la enfermedad mental”, 
fue construido con base en el desarrollo de habilidades que permitan a los 
participantes mejorar sus relaciones sociales, ser funcionales y tener autonomía. 
 
En este sentido, este taller se enfocó en comprender la perspectiva que el 
paciente tiene acerca de su enfermedad. En un ambiente empático, establecimos 
comunicación con el grupo, escuchando activamente y reflexionando en conjunto 
hacia el mejoramiento de su vida personal. 
 
En el capítulo 1 se hace una presentación de la prevalencia de las 
enfermedades mentales tanto a nivel nacional como mundial. 
 
En el capítulo 2 se describen las características de los trastornos psicóticos 
y las principales enfermedades que se incluyen en esta categoría, tales como la 
Esquizofrenia, el Trastorno delirante, el Trastorno psicótico breve, el Trastorno 
esquizofreniforme, el Trastorno esquizoafectivo, el Trastorno psicótico inducido por 
sustancias/medicamentos y la depresión psicótica. En el capítulo 3 se desarrollan 
las diferentes concepciones acerca del significado de consciencia de enfermedad. 
El capítulo 4 contiene la descripción de los diversos modelos sobre la teoría de los 
grupos y se explica el modelo de intervención adoptado para esta investigación. 
9 
 
 
Finalmente, se asientan los resultados obtenidos para ser discutidos y dar 
pie a las conclusiones. 
 
MARCO TEÓRICO 
 
CAPÍTULO I: PREVALENCIAS DE LAS ENFERMEDADES MENTALES 
 
La OMS describe salud mental como un estado de bienestar en el que el 
individuo es consciente de sus capacidades, pueda afrontar las exigencias 
normales de la vida y trabajar productivamente de modo fructífero, y a la vez es 
capaz de contribuir a su comunidad. 
La enfermedad mental es una alteración de tipo emocional, cognitivo y/o del 
comportamiento que afecta los procesos psicológicos básicos como la emoción, la 
consciencia, la conducta, la percepción, el lenguaje, etc. y que dificulta a la persona 
en su adaptación cultural y social. 
Existen diferentes formas de enfermedad mental y se agrupan por categorías 
de acuerdo al Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM-5) que distingue entre 
trastornos del estado de ánimo, trastornos psicóticos, trastornos de ansiedad, 
trastornos sexuales, trastornos de personalidad, entre muchos otros. 
Las enfermedades mentales representan un grave problema de salud 
pública, tanto a nivel mundial como nacional, porque generan en el enfermo 
discapacidad. Dicha discapacidad impide que el enfermo se incorpore a la vida 
escolar o laboral, además, tienen bajo rendimiento en estas áreas, así como déficit 
en sus relaciones sociales y familiares, todo lo cual conduce a una pobre calidad 
de vida. Las enfermedades mentales generan sentimientos familiares de 
vergüenza, rechazo y estigmatización. Las cifras de estas enfermedades presentan 
un subregistro, sobre todo en los países emergentes en los cuales gran parte de 
los enfermos de los estratos sociales bajos, no son diagnosticados tempranamente 
10 
 
ni reciben tratamiento, razón por la cual son bajas las posibilidades de reinsertarlos 
a la sociedad. Aunado a lo anterior, están los costos que representan para
el 
Estado el sostenimiento de los hospitales psiquiátricos. Debido a que los sistemas 
de salud no responden adecuadamente a las necesidades de tratamiento y su 
prestación de servicios en materia de salud mental, el problema es cada vez más 
grande en todo el mundo. 
Según cálculos de la OMS (2014), por lo menos 350 millones de personas 
padecen depresión, 50 millones epilepsia, trastorno bipolar 60 millones, 47.5 
millones padecen demencia y 21 millones de casos de esquizofrenia y cada año 
ocurren 900 mil suicidios en el mundo. 
Entre las principales causas de la conducta suicida se encuentran: los 
antecedentes familiares de suicidio, así como el abuso de alcohol y estupefacientes, 
los maltratos en la infancia, el aislamiento social y determinados trastornos mentales 
como la depresión y la esquizofrenia. La pobreza, el desempleo, la pérdida de seres 
queridos, una discusión, la ruptura de relaciones y problemas jurídicos o laborales 
también tienen gran influencia en numerosos suicidios (OMS, 2004). 
Por otra parte, de acuerdo con los datos proporcionados por el Programa 
Sectorial de Salud 2013-2018 (Caraveo, 2013), cuatro de las seis causas principales 
de los Años de Vida Ajustados por Discapacidad “AVAD” (medida de carga de la 
enfermedad global que expresa el número de años perdidos debido a una 
enfermedad, discapacidad o muerte prematura), resultan de trastornos 
neuropsiquiátricos, tales como depresión, trastornos generados por el uso de 
alcohol, esquizofrenia y trastorno bipolar. 
Asimismo, en los países de ingresos bajos y medios, entre un 76% y un 85% 
de las personas con trastornos mentales graves no recibe tratamiento; la cifra es 
alta también, en los países de ingresos elevados: entre un 35% y un 50%. El 
problema se complica aún más por la escasa calidad de la atención que reciben los 
casos tratados. Las consecuencias económicas de estas pérdidas de salud mental 
11 
 
están calculadas a nivel mundial pérdidas económicas de 16,3 billones de dólares 
US entre los años 2011 y 2030 (OMS, 2017). 
El gasto público en salud mental es muy reducido en los países de ingresos 
bajos y medianos (menos de 2 dólares US por habitante). Una gran parte de estos 
fondos se destina a la atención hospitalaria, sobre todo a hospitales psiquiátricos. 
Asimismo,el 68% de los Estados Miembros de la OMS dispone de una política de 
salud mental específico y el 51% ha promulgado legislación independiente en la 
materia. Sin embargo, las políticas y la legislación de muchos países no están 
plenamente armonizados con los instrumentos jurídicos sobre derechos humanos, 
su aplicación es escasa y la participación de personas con trastornos mentales y 
sus familiares es insuficiente (OMS, 2014). 
Debido a la estigmatización y la discriminación, las personas con trastornos 
mentales sufren frecuentes violaciones de los derechos humanos y a muchas se 
les niegan derechos económicos, civiles, políticos y culturales y se les imponen 
restricciones al trabajo y a la educación, así como a los derechos reproductivos. 
Debido a su condición, están expuestos a condiciones de vida inhumanas y poco 
higiénicas, maltratos físicos y abusos sexuales, falta de atención y prácticas 
terapéuticas nocivas y degradantes en los centros sanitarios. Por tanto, las 
personas con trastornos mentales se encuentran frecuentemente en situaciones de 
vulnerabilidad y pueden verse excluidas y marginadas de la sociedad, lo cual 
representa un importante impedimento para la consecución de los objetivos de 
desarrollo nacionales e internacionales (OMS, 2013). 
Los determinantes de la salud mental y de los trastornos mentales 
incluyen características individuales y factores sociales, culturales, económicos, 
políticos y ambientales, como las políticas nacionales, la protección social, el 
nivel de vida, las condiciones laborales y los apoyos sociales de la comunidad. 
Asimismo, factores como el estrés, la herencia genética, la alimentación, las 
infecciones perinatales y la exposición a riesgos ambientales (OMS, 2017). 
 
12 
 
En la región de la Américas, entre el 19% y el 24% de la población adulta 
sufre de algún trastorno mental. La depresión sigue siendo el principal y es dos 
veces más frecuente en mujeres que en hombres. Unas 65.000 personas mueren 
por suicidio cada año en la región. También los trastornos por uso de alcohol y 
sustancias psicoactivas son un problema creciente y con gran impacto social, 
aunque a menudo no hay servicios adecuados para atender esta situación. Se 
estima que, aproximadamente 7 de cada 10 adultos que tienen un trastorno mental 
no recibe tratamiento en servicios de salud. De la misma manera, según datos 
publicados en el libro Haciendo que la Salud Mental Cuente, publicado por la 
OCDE, el 5% de la población en edad de trabajar tiene una condición mental grave 
y 15% sufre una condición más leve o moderada. Además, las personas con 
trastornos mentales severos mueren 20 años antes que el resto y tienen entre 6 y 
7 veces más probabilidades de estar desempleadas (OMS, 2014). 
Uno de cada cuatro mexicanos que habitan en comunidades urbanas, ha 
padecido en algún momento de su vida un trastorno mental (23.7%). El 9.2% de la 
población ha padecido un episodio de depresión y se estima que una de cada cinco 
personas sufrirá uno antes de llegar a los 75 años. La edad de inicio de la mayoría 
de los trastornos psiquiátricos se encuentra en las primeras décadas de la vida; el 
50% de los adultos que han sufrido un trastorno mental lo padecieron antes de 
cumplir 21 años. Los datos de la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica 
(Medina et al., 2003), señalan que solo una de cada cinco personas con algún 
trastorno afectivo, y solo una de cada diez con algún trastorno de ansiedad, 
recibieron atención. El trastorno de pánico fue el diagnóstico que generó más uso 
de servicios especializados (17.1%), seguido por el episodio de manía (12.7%) y la 
depresión mayor (11.9%). El tiempo que tardan los pacientes en llegar a la atención 
es también significativo, con una latencia que oscila entre cuatro y 20 años según 
el tipo de tratamiento. El uso de servicios aumenta en relación con la severidad del 
padecimiento, los casos leves reportaron un uso de cualquier servicio del 12.6%; 
los moderados de 20.8% y los severos de 23.8%. El porcentaje de asistencia a 
13 
 
servicios médicos generales o especializados en salud mental, también aumenta 
entre más grave es el padecimiento. 
Cabe señalar que existe un 70% de déficit de médicos especializados en 
trastornos como la esquizofrenia, existe solo entre cuatro mil y cinco mil en todo el 
país, y de éstos solo un pequeño porcentaje labora en hospitales públicos. Esto 
aunado al hecho de que existen por lo menos un millón 100 mil personas que 
padecen esquizofrenia, y de éstas solo el 20% acuden a los servicios de salud, 
además de que solo el 50% recibe el tratamiento adecuado. Esta enfermedad 
ocupa el quinto sitio en la lista de enfermedades que ocasionan mayor 
discapacidad, y se estima que entre el 10 y 15 % de las personas con este 
padecimiento se suicidan. De igual forma, se afirma que aproximadamente 43 mil 
muertes anuales se relacionan con algún trastorno mental. Asimismo, en México, 
el trastorno depresivo ocupa el primer lugar en cuanto a la pérdida de años de vida 
saludables, el 6.4% de población lo padece, los trastornos relacionados por el 
consumo de alcohol ocupan el noveno lugar, 2.5% y la esquizofrenia el décimo, 
2.1% (Castro y Cruz, 2014). 
Por lo menos hasta el 2011 y de acuerdo con IESM-OMS (Informe Sobre el 
Sistema de Salud en México, OMS, 2011) se ejemplifica que los trastornos 
mentales que mayormente se atendieron en Hospitales Generales y Psiquiátricos 
fueron los relacionados con el Estado de ánimo y Psicóticos como la Esquizofrenia. 
14 
 
 
Figura 1. Pacientes atendidos en establecimientos de Salud
Mental por tipo de diagnóstico 
 
A pesar del gran impacto que tienen los trastornos mentales en la vida de las 
personas, una gran proporción de ellas no acude a tratamiento. Sólo el 11.7% de 
los que reportaron un trastorno; el 19.4% de los que presentaron dos y el 11.2% de 
los que presentaron tres o más, solicitaron ayuda. Es probable que esta baja 
utilización de servicios represente, en mayor medida, a la población sin seguridad 
social y con bajos recursos, para quienes la compra de medicamentos resulta un 
gasto estratosférico. 
De acuerdo con las estadísticas de mortalidad del INEGI, entre los años 2002 
y 2011, se han registrado en México 43,700 defunciones por trastornos mentales y 
del comportamiento; y a pesar de que hay una tendencia a la baja en la mortalidad 
por este tipo de padecimientos, entre los años 2007 y 2010 hubo repuntes 
importantes que muestran cómo aún hace falta mucho por construir en materia de 
políticas adecuadas de atención a la salud mental. 
De igual forma, mientras que en el año 2007 el número de fallecimientos 
anuales fue de 4,056 y en 2008 de 4,034, para los años 2009 y 2010 hubo un 
repunte, situándose en 4,194 y 4,401 casos, respectivamente; mientras que en el 
año 2011 el dato se ubicó en 4,179 casos. Cabe señalar que el 90% de estas 
15 
 
defunciones se relacionan con el consumo de sustancias psicoactivas. Asimismo, 
el número de pacientes atendidos por adicciones en centros no gubernamentales 
aumentó un 400% entre los años 2001 y 2010 (Fuentes, 2013). En efecto, según el 
documento Panorama epidemiológico de las adicciones en México, 2010, el número 
de casos atendidos en centros de rehabilitación no gubernamentales creció de 
3,224 en el año de 1993 a 17,094 en el año 2000; y a la cifra de 70,465 en el año 
2010. 
 
De acuerdo con (INEGI, 2016), las entidades con mayor número absoluto de 
defunciones por enfermedades mentales son, en primer lugar, Veracruz, con 4,450 
casos en el periodo de 2002 al 2011; el estado de México, con 4,192, Puebla con 
3,939, Oaxaca con 3007 casos; Jalisco con 3,007; el Distrito Federal con 2,882 
defunciones, Michoacán con 2,320 casos y Guanajuato con 2,220. 
 
El mapa de la mortalidad por trastornos mentales cambia si se considera la 
proporción de defunciones por la causa señalada, respecto del total de 
fallecimientos registrados en la entidad. Así, los estados con mayor porcentaje de 
muertes por trastornos mentales son: Oaxaca con 1.8% respecto del total de 
fallecimientos contabilizados en el periodo que va del 2002 al 2011; Puebla, con un 
1.4%; Querétaro con 1.3%; Chiapas con 1.2%; y Veracruz, Michoacán, San Luis 
Potosí y Aguascalientes con 1.1% en cada uno de ellos. 
 
En México, durante 2014 se registraron 6,337 suicidios, 98.1% de ellos 
(6,215) ocurrieron en ese mismo año; estos últimos representan 1% del total de 
muertes ocurridas y registradas en 2014, colocándose como la décimo quinta causa 
de muerte a nivel nacional, con una tasa de 5.2 decesos, lo que muestra un 
aumento respecto a la tasa de 2013, que fue de 4.9 muertes por cada 100 mil 
habitantes. Al igual que en los niveles mundiales, los suicidios en México presentan 
una tendencia creciente; entre el año 2000 y 2014, la tasa de suicidios aumentó de 
3.5 a 5.2 por cada 100 mil habitantes (INEGI, 2016). 
16 
 
Los resultados de la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica en 
México reportan que el 28.6% de la población presentó algunos de los 23 trastornos 
de la CIE alguna vez en su vida, el 13.9% lo reportó en los últimos 12 meses y el 
5.8% en los últimos 30 días. Por tipo de trastornos, los más frecuentes fueron los 
de ansiedad (14.3% alguna vez en la vida), seguidos por los trastornos de uso de 
sustancias (9.2%) y los trastornos afectivos (9.1%). Los hombres presentan 
prevalencias más altas de cualquier trastorno en comparación con las mujeres 
(30.4% y 27.1%, alguna vez en la vida, respectivamente). Sin embargo, las mujeres 
presentan prevalencias globales más elevadas para cualquier trastorno en los 
últimos 12 meses (14.8% y 12.9%). Al analizar los trastornos individuales, las fobias 
específicas fueron las más comunes (7.1% alguna vez en la vida), seguidas por los 
trastornos de conducta (6.1%), la dependencia al alcohol (5.9%), la fobia social 
(4.7%) y el episodio depresivo mayor (3.3%). Los tres principales trastornos para 
las mujeres fueron las fobias (específicas y sociales), seguidas del episodio 
depresivo mayor. Para los hombres, la dependencia al alcohol, los trastornos de 
conducta y el abuso de alcohol (sin dependencia). La región centro-oeste de la 
República es la que presenta la prevalencia más elevada de trastornos en la vida 
(36.7%) explicada por el elevado índice de trastornos por uso de sustancias. Esta 
región también muestra la prevalencia más elevada de trastornos afectivos en los 
últimos 30 días (2.5%), la región conformada por las tres áreas metropolitanas 
muestra la prevalencia más elevada de trastornos de ansiedad (3.4%) y la región 
norte presenta mayores trastornos por uso de sustancias (1.7%). Solamente uno 
de cada 10 sujetos con un trastorno mental recibió atención, sólo uno de cada cinco 
con dos o más trastornos recibió atención, y sólo uno de cada 10 con tres o más 
trastornos obtuvieron atención. En general, los hombres presentan prevalencias 
globales más altas de cualquier trastorno en relación con las mujeres, alguna vez 
en la vida (30.4% y 27.1%). Sin embargo, las mujeres presentan prevalencias 
globales más elevadas que los hombres para cualquier trastorno en los últimos 12 
meses (14.8% y 12.9%) y en los últimos 30 días (6.5% y 5.1%). Los trastornos 
afectivos y de ansiedad son más frecuentes para las mujeres, mientras que los 
17 
 
trastornos por uso de sustancias son más frecuentes para los hombres (Medina et 
al,, 2003). 
La Comisión de Salud de la Cámara de Diputados elaboró un documento en 
el cual manifiestan que: aun cuando existen diversos programas de atención a 
problemas mentales, hacen falta aquellos que, además de brindar atención, 
asuman el compromiso de rehabilitar integralmente a las personas que las 
padecen, así como a la sociedad en general, a través de la difusión de información 
suficiente que permita desmitificar tales enfermedades. Por su parte, la diputada 
del PRI, que, según cifras de la Secretaría de Salud, uno de cuatro mexicanos, 
entre 18 y 65 años, ha padecido en algún momento de su vida un trastorno mental, 
pero sólo uno de cada cinco recibe tratamiento. Asimismo, señaló que el 24.7 por 
ciento de los adolescentes se encuentran afectados por uno o más problemas de 
salud mental (ansiedad, déficit de atención, depresión, uso de sustancias e intento 
de suicidio). Por otro lado, se afirma que 800 mil mexicanos se suicidan cada año, 
la mayoría de los cuales consumía enervantes y antidepresivos. Asimismo, se 
afirma que solo el 2.5% de los pacientes diagnosticado con algún trastorno mental 
se encuentran bajo supervisión médica de acuerdo con la Cámara de Diputados en 
su Boletín de abril, 2015. 
Por otra parte, respecto a los recursos humanos en materia de salud mental 
en México, la tasa por cada 100,000 habitantes se distribuye de la siguiente 
manera: 1.6 psiquiatras, 1 médico, 3 enfermeras, 1 psicólogo, 0.53 trabajadores 
sociales, 0.19 terapeutas, 2 profesionales/técnicos de salud. Estos recursos son 
insuficientes, mal distribuidos y la mayoría de ellos están concentrados en los 
hospitales psiquiátricos públicos (OMS, 2011). 
En España, una encuesta aplicada a psiquiatras, enfermos y familiares (Giner 
et al., 2006) arrojó que, según los psiquiatras, el 56.8% de sus pacientes evaluados 
no cumplieron con el tratamiento durante el último mes, en cambio, el 95% de los 
pacientes diagnosticados con esquizofrenia afirmaron apegarse al tratamiento y por 
18 
 
otra parte, los datos recabados en familiares, registran que un 47%
de pacientes 
olvidan tomar su medicación. 
Una investigación denominada Ensayos Clínicos sobre la Eficacia de los 
Tratamientos Antipsicóticos (CATIE) encontró que el 74% de personas con 
esquizofrenia abandonó la medicación a lo largo de 18 meses de seguimiento 
(Lieberman et al., 2005). 
La falta de consciencia de enfermedad constituye uno de las principales 
características de los pacientes psiquiátricos (Abelleira y Touriño, 2009). Estos 
mismos autores afirman que un 25% de sujetos con dicha enfermedad abandona 
el tratamiento en los primeros 7-10 días después de su alta hospitalaria y u 50% lo 
hace en el primer año, la cifra alcanza un 75% de abandono durante el segundo 
año. Otro estudio (Pérez, Gil, Piña y Cabrera, 2010) sostiene que entre el 50 y 90% 
de pacientes presentan falta de adherencia al tratamiento. 
La adherencia al tratamiento se refiere no solo al cumplimiento de las 
prescripciones farmacológicas, también incluye hábitos, dietas, asistencia a citas, 
disposición al cambio, etc. Factores como la cronicidad de las patologías mentales, 
la falta de conciencia de enfermedad o el elevado grado de estigmatización que 
acompaña a los trastornos mentales agravan el problema de la adherencia al 
tratamiento. Esta situación tiene importantes repercusiones, particularmente en los 
pacientes con una enfermedad mental, tales como mal pronóstico, altas tasas de 
hospitalizaciones, recaídas y suicidios, así como precaria calidad de vida; cabe 
señalar que la esquizofrenia se encuentra entre las enfermedades en las cuales el 
índice de falta de adherencia al tratamiento es el más elevado (Giner et al., 2006). 
 
CAPITULO II: TRASTORNOS PSICÓTICOS 
 
 
La enfermedad mental es producida por alteraciones en los procesos 
cerebrales que se manifiestan en el comportamiento afectivo y cognitivo de la 
19 
 
persona. El individuo con una enfermedad mental muestra dificultades para razonar, 
comportamientos atípicos, problemas para comprender la realidad y para adaptarse 
a las situaciones sociales. 
 
El común denominador de las enfermedades mentales es que las relaciones 
interpersonales y sociales son afectadas por el padecimiento al grado que impiden 
al individuo llevar una vida social aceptable. 
 
La etiología de las enfermedades mentales es multifactorial, integra 
elementos biológicos (genéticos y neurológicos), contextuales (relacional, familiar y 
social, incluyendo el consumo de drogas) y psicológicos (cognitivos y emocionales), 
factores que inciden en su aparición, desarrollo y pronóstico. 
 
Los trastornos psicóticos se caracterizan por delirios, alucinaciones, pérdida 
de contacto con la realidad y conducta extraña. De acuerdo con (OPS, 2010) se 
trata de un síndrome en el que se incluye: 
 
a.- La esquizofrenia y los trastornos relacionados a esta 
b.- Los trastornos médicos como el trauma físico, la epilepsia del lóbulo 
temporal, la demencia, la enfermedad neurológica y endocrina, y las alteraciones 
metabólicas. 
c.- Los trastornos por abuso de sustancias, principalmente anfetaminas y 
alucinógenos. 
 
Se han determinado tres fases del desarrollo de un episodio psicótico de 
acuerdo con (Belloch, Sandin y Ramos, 2009), los cuales son: 
 
1ª fase. El pródromo: Los primeros síntomas son vagos y apenas 
perceptibles. En algunos casos cambia la manera en que la persona describe sus 
sentimientos, pensamientos y emociones. 
20 
 
 
2ª fase. Aguda: Se presentan síntomas claros de psicosis, tales como 
alucinaciones, delirios o ideas confusas. 
 
3ª fase. La recuperación: La psicosis tiene tratamiento y en la mayoría de los 
casos el paciente se recupera. Las características específicas de la recuperación 
varían según el caso. 
 
La perturbación más común asociada los trastornos psicóticos son los delirios 
o falsas creencias, pueden ser delirios de persecución y principalmente delirios de 
referencia. La psicosis afecta las funciones básicas que dan a una persona normal 
un sentimiento de individualidad, singularidad y dominio de sí. 
 
Entre los trastornos psicóticos más comunes se encuentra la esquizofrenia. 
Este trastorno fue descrito por vez primera por Morel (1809-1873) y definido por 
Emil Kraepelin (1856-1926), se le conocía como demencia precoz y en 1911, Bleuler 
propuso el término esquizofrenia que describía el padecimiento como una 
separación entre las funciones psicológicas del individuo (Halgin y Krauss, 2009). 
 
Existen factores predisponentes como: a) Genéticos, los cuales aumentan la 
probabilidad de padecer esquizofrenia, es decir, el 1 % entre la población general 
se elevaría a un 10% en los casos en los que uno de los padres sufra esta 
enfermedad y a 40 % si los dos padres la padecen b) Bioquímicos: se han 
encontrado alteraciones en los niveles de algunos neurotransmisores tales como 
dopamina y serotonina c) Del desarrollo: Alteraciones durante el embarazo, 
complicaciones en el parto d) Factores Desencadenantes: La ocurrencia de ciertos 
sucesos vitales estresantes en personas vulnerables podría desencadenar la 
aparición de la enfermedad. La esquizofrenia se presenta en igual número entre 
hombres y mujeres, pero en éstas tiene un inicio más tardío. Esta enfermedad tiene 
21 
 
inicio a principio de la edad adulta, pero puede aparecer en sujetos de más de 45 
años. En la infancia es poco común y es probable que se confunda con el autismo. 
 
Las dimensiones psicopatológicas en (DSM-5) para la elaboración del 
diagnóstico y tratamiento de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos tienen 
diferentes pautas de respuesta al tratamiento e implicaciones diversas en su 
pronóstico. La gravedad de estas dimensiones sintomatológicas varía de un 
paciente a otro debido en parte a la etapa de la enfermedad en que se encuentra el 
paciente. 
 
Los dominios psicopatológicos más importantes incluyen distorsión de la 
realidad (delirios, alucinaciones), síntomas negativos, desorganización, deterioro 
cognitivo, síntomas motores (como por ejemplo catatonía) y síntomas del estado de 
ánimo (depresión y manía). 
 
El Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM 5) 
considera la clasificación de las psicosis dentro del Espectro de la Esquizofrenia y 
otros trastornos psicóticos, Trastornos relacionados con sustancias y otras 
adicciones y trastornos bipolares y asociados, los cuales se enuncias a 
continuación: 
 
1.- Esquizofrenia. 
 
La etiología de la esquizofrenia es multicausal, se considera la existencia de 
una predisposición biológica que interacciona con determinadas condiciones 
ambientales que propician la aparición de síntomas. La explicación desde la 
perspectiva biológica se basa en la localización de anormalidades en la estructura 
y funcionamiento cerebrales, la predisposición genética, así como los marcadores y 
estresores biológicos. Desde la psicología se explica la aparición de la esquizofrenia 
22 
 
en función de la importancia de los roles e interrelaciones familiares y patrones de 
comunicación al interior de la familia. 
En el DSM-IV (Diagnóstico que fue sustituido por el DSM-5 en 2012) se define 
así la esquizofrenia: “Trastorno psicótico que presenta al menos dos de estas 
características: ideas delirantes, alucinaciones, lenguaje desorganizado, 
comportamientos catatónicos, y síntomas negativos (aplanamiento afectivo, abulia, 
alogia). Dichas características mencionadas anteriormente deben imposibilitar la 
vida cotidiana correcta del sujeto. Del mismo modo, no se considera esquizofrenia 
si hay esta sintomatología causada por ingesta de sustancias psicoactivas o 
enfermedad médica asociada”. (DSM IV) 
Según Halgin y Krauss (2009), la esquizofrenia es un trastorno que incluye 
alteraciones en el contenido del pensamiento, en la forma del pensamiento, en la 
percepción, el afecto, el sentido de sí mismo, la motivación, la conducta y el 
comportamiento interpersonal.
Se distinguen tres fases en este periodo: 
a) La fase prodrómica, es el periodo inicial en el cual se observa deterioro 
progresivo en el comportamiento social e interpersonal del individuo, tales como 
aislamiento social e incapacidad para llevar a cabo un trabajo productivo, 
excentricidad, falta de arreglo personal, emociones inapropiadas, pensamiento y 
lenguaje peculiares, creencias poco usuales, experiencias perceptuales extrañas y 
baja energía e iniciativa. 
b) La fase activa se caracteriza por la presencia de síntomas denominados 
positivos que consiste en delirios, alucinaciones, lenguaje desorganizado, conducta 
perturbada y por síntomas negativos como mutismo, aplanamiento afectivo, 
deficiente motivación, pérdida de palabras y de espontaneidad (alogia) y falta de 
iniciativa y de disposición para actuar (abulia) 
23 
 
c) La fase residual en que se presentan indicadores de perturbación similares 
a las de la fase prodrómica, asimismo se presentan problemas laborales, 
interpersonales y de autocuidado. 
Para diagnosticar esta enfermedad es primordial que los síntomas estén 
presentes por lo menos durante seis meses e incluye al menos un mes con por lo 
menos dos de los síntomas de la fase activa (Halgin y Krauss, 2009). 
El tratamiento de la esquizofrenia se basa en su etiología multicausal, por 
ello se ven implicadas las áreas biológica, psicológica y sociocultural. 
 
Tratamiento farmacológico 
 
Los antipsicóticos son básicos para la esquizofrenia y los trastornos 
relacionados. La administración de estos psicofármacos ha demostrado eficacia en 
la reducción de los síntomas más graves como las alucinaciones, el delirio, la 
agitación, y el pensamiento y el comportamiento desorganizado; sin embargo, no 
tiene gran efecto en la disminución de los síntomas residuales como la falta de 
interés, iniciativa y embotamiento afectivo. 
Los antipsicóticos se clasifican en: antipsicóticos de primera generación o 
convencionales, y antipsicóticos de segunda generación o atípicos. Los 
antipsicóticos de primera generación se clasifican en: fenotiacinas (clorpromazina, 
levomepromazina, promazina, periciazina, pipotiazina, flufenazina, perfenazina, 
proclorperazina y trifluoperazina), butirofenonas (benperidol y haloperidol), 
difenilbutilpiperidinas (pimozida), tioxantenos (flupentixol y zuclopentixol) y 
benzamidas sustituidas (sulpirida). Los antipsicóticos de segunda generación 
incluyen: amisulprida, aripiprazol, clozapina, olanzapina, risperidona, quetiapina, 
sertindol, ziprasidona, zotepina. Estos dos grupos de fármacos difieren 
notablemente en cuanto a los efectos adversos. La OMS considera que los 
medicamentos esenciales para los trastornos psicóticos que han demostrado 
24 
 
eficacia y seguridad, son la clorpromazina, la flufenazina (decanoato o enantato) y 
el haloperido (OPS, 2010). 
La clorpromazina que actúa sobre los receptores de la dopamina es efectiva 
para disminuir los síntomas positivos de la esquizofrenia; sin embargo, tiene 
importantes efectos secundarios como sedación y movimientos involuntarios. 
Posteriormente se sugieren los antipsicóticos de segunda generación como la 
clozapina (Clozaril) que es un bloqueador de serotonina que resultó ser eficaz en 
casos que los antipsicóticos anteriores no habían tenido resultados, además tenía 
menos daños colaterales. Sin embargo, la clozapina puede causar agranulocitosis, 
enfermedad de la médula ósea que impide la formación de glóbulos blancos. 
Actualmente, se utilizan los antipsicóticos atípicos de tercera generación 
cuyo fin es regular la capacidad de los neurotransmisores y modulan el impacto de 
éstos en los receptores neuronales, entre ellos se encuentran la risperidona 
(Risperdal), la olanzapina (Zyprexa) y la quetiapina (Seroquel), son eficientes como 
la clozapina y no se acompaña del riesgo de la agranulocitosis. 
 
Perspectiva psicológica 
 
El tratamiento de la esquizofrenia incluye a las intervenciones psicosociales. 
Este tipo de acción mejora el funcionamiento en áreas como la vida independiente, 
las relaciones y el trabajo. Entre las intervenciones específicas están: la 
psicoeducación familiar, el empleo con apoyo, la capacitación en habilidades 
sociales, la enseñanza de habilidades para el manejo de la enfermedad, la terapia 
cognitivo-conductual y el tratamiento integrado del abuso de sustancias coexistente. 
En el abordaje de la esquizofrenia, es el modelo conductual la alternativa 
explicativa más aceptada frente al modelo biológico. En la década de los setentas 
del siglo pasado, se demostró que, mediante determinados reforzadores, los 
síntomas de la esquizofrenia disminuían al grado de permitir que las personas con 
este padecimiento tuvieran un comportamiento funcional. 
25 
 
En este sentido se afirma los individuos desde la infancia: adquieren los 
síntomas de la esquizofrenia al no poder aprender cómo dirigir su atención a las 
señales importantes en las interacciones sociales. De tal forma que refugiarse en 
un mundo interno constituye una experiencia más reforzante, así, no existe 
motivación para salir de este universo ya que la realidad exterior es demasiado 
áspera y el sujeto es socialmente señalado como raro y esto lo lleva posteriormente 
a ser llamado esquizofrénico, generando un círculo vicioso de acuerdo con Ullman 
y Krasner (1975, citado en Halgin y Krauss, 2009). 
Asimismo, se considera que las conductas perturbadas de los pacientes 
dentro de los hospitales podrían ser reforzadas por el personal médico, de tal forma 
que, si el personal no refuerza las conductas apropiadas de los enfermos, éstos no 
tendrán incentivos para adoptar una conducta considerada normal. Según la 
corriente conductual, esta situación mantiene y aumenta los síntomas de 
esquizofrenia. 
 
Perspectiva sociocultural 
 
Las primeras teorías socioculturales explican la esquizofrenia y los otros 
trastornos relacionados en función del ambiente familiar, en sus formas de 
comunicarse y en el comportamiento de la familia que tiene un enfermo con 
esquizofrenia. Se cree que las respuestas emocionales defectuosas y las 
distorsiones cognitivas que rigen las relaciones interfamiliares son fundamentales 
en la aparición de los síntomas psicológicos de la esquizofrenia. 
De acuerdo con (Halgin y Krauss, 2009) existen investigaciones dentro de 
este modelo que sostienen que dentro de la familia se gesta un ambiente estresante 
que no abona para mejorar las posibilidades de un enfermo que intenta recuperarse 
de un episodio esquizofrénico. Las críticas, los sentimientos hostiles o la 
preocupación excesiva generan condiciones en las cuales el enfermo tiene mayor 
riesgo de sufrir una recaída. Este estrés creado por la familia se le denomina 
26 
 
emoción expresada (EE), según esta teoría la EE contribuye a los déficits 
neuropsicológicos, ya que aumenta el riesgo de que se presente la esquizofrenia en 
individuos con predisposición genética. 
 
 
2.- Esquizofrenia Paranoide 
 
En esta variante, en el cuadro clínico predominan las ideas delirantes 
relativamente estables, a menudo paranoides, que suelen acompañarse de 
alucinaciones, en especial de tipo auditivo y de otros trastornos de la percepción. 
Sin embargo, los trastornos afectivos, de la voluntad, del lenguaje y los síntomas 
catatónicos pueden ser poco llamativos. 
Las ideas delirantes y alucinaciones paranoides más características son las 
siguientes: 
Ideas delirantes de persecución, de referencia, de celos, genealógicas, de 
tener una misión especial o de trasformación corporal. 
Voces alucinatorias que increpan al enfermo dándole órdenes, o 
alucinaciones auditivas sin contenido verbal, por ejemplo, silbidos, risas o 
murmullos. 
Alucinaciones olfatorias, gustatorias, sexuales u de otro tipo de sensaciones 
corporales. Pueden presentarse también alucinaciones visuales, aunque rara vez 
dominan. 
El curso de la
esquizofrenia paranoide puede ser episódico, con remisiones 
parciales o completas, o crónico. En esta última variedad los síntomas persisten 
durante años y es difícil distinguir episodios aislados. El comienzo tiende a ser más 
tardío que en las formas hebefrénica y catatónica. 
 
27 
 
Pautas para el diagnóstico: 
 
Deben satisfacerse las pautas generales para el diagnóstico de esquizofrenia 
y además deben predominar las alucinaciones o las ideas delirantes y ser 
relativamente poco llamativos los trastornos de la afectividad, de la voluntad y del 
lenguaje y los síntomas catatónicos. 
Normalmente las alucinaciones son del tipo descrito en b) y c). Las ideas 
delirantes pueden ser casi de cualquier tipo, pero las más características son las 
ideas delirantes de ser controlado, de influencia, de dominio y las ideas de 
persecución de diversos tipos (CIE -10). 
 
3.- Trastorno delirante 
 
Este trastorno se caracteriza por una confusión severa y repentina, cuya 
causa frecuente se debe a enfermedades físicas o mentales y a afecciones 
relacionadas con deficiencia de oxígeno a nivel cerebral. 
 
 
4.- Trastorno psicótico breve 
 
En este tipo de afección, las alucinaciones y delirios se presentan de manera 
súbita y son de corta duración, los síntomas duran menos de un mes. Este 
comportamiento psicótico se desencadena debido a un estrés extremo, la persona 
puede o no, ser consciente de su conducta. Este trastorno afecta principalmente a 
individuos entre los 20 y 40 años, la presencia de este padecimiento se asocia a los 
trastornos de personalidad. Se caracteriza por la presencia de al menos uno de los 
siguientes síntomas: 
 
 
28 
 
• Delirios. 
• Alucinaciones. 
• Discurso desorganizado 
• Comportamiento muy desorganizado o catatónico. 
 
La duración del episodio es de al menos un día y menos de un mes, con 
retorno total al funcionamiento previo. 
 
La gravedad se clasifica mediante evaluación cuantitativa de los síntomas 
primarios de psicosis: delirios, alucinaciones, discurso desorganizado, 
comportamiento psicomotor anormal y síntomas negativos. 
 
El tratamiento de este trastorno consiste en la combinación de fármacos 
como ansiolíticos y antipsicóticos, además de psicoterapia. 
 
 
5.- Trastorno esquizofreniforme 
 
Se diagnostica con dos o más de los síntomas anteriores, incluyendo 
síntomas negativos como expresión emotiva disminuida o abulia. Los síntomas 
activos duran mínimo un mes y menos de seis meses. Si es mayor su duración, se 
diagnostica como esquizofrenia. Se ha encontrado patrones similares a los de la 
esquizofrenia en personas con este trastorno, tales como ventrículos cerebrales 
demasiado grandes y actividad cerebral semejante durante la realización de una 
tarea cognoscitiva. Asimismo, los familiares de personas con trastorno 
esquizofreniforme tienen mayor probabilidad de padecer este trastorno. Estos 
pacientes pueden desarrollarse normalmente mientras no tengan un episodio 
psicótico, por ello se suspenden los medicamentos, también se utiliza la terapia 
electro convulsiva y la psicoterapia como tratamiento. 
 
29 
 
 
6-Trastorno esquizoafectivo 
 
 Es una afección mental, que provoca tanto pérdida de contacto con la 
realidad (psicosis) como problemas anímicos. De acuerdo al CIE-10, el trastorno 
esquizoafectivo se caracteriza por episodios en que se destacan tanto los síntomas 
afectivos como los de la esquizofrenia simultáneamente o con algunos días de 
diferencia. 
 
Estos episodios no cubren las pautas para esquizofrenia ni para un episodio 
depresivo o maniaco, frecuentemente los esquizofrénicos tienen síntomas 
depresivos después de síntomas psicóticos. Este trastorno puede ser de tipo 
maniaco, depresivo o mixto. 
a) Trastorno esquizoafectivo de tipo maniaco se caracteriza por una 
alteración del humor, acompañada por un aumento de la estimación propia y de 
ideas de grandeza, también sobresale en otros casos, la excitación, irritabilidad, 
agresividad e ideas de persecución. También se presenta, hiperactividad, un 
aumento en la vitalidad, dificultades de concentración y pérdida de inhibición social. 
Se pueden presentar ideas delirantes de referencia, de grandeza o de persecución. 
Este tipo muestra inicio agudo, con recuperación total después de unas semanas. 
Para diagnosticar este tipo de trastorno esquizoafectivo deberá presentarse 
una evidente exaltación del humor o una menor exaltación y mayor irritabilidad. 
Durante el mismo episodio deberán presentarse uno o dos síntomas de la 
esquizofrenia. 
b) Trastorno esquizoafectivo de tipo depresivo tiene síntomas depresivos y 
esquizofrénicos en un mismo episodio. Los síntomas frecuentes son insomnio, 
pérdida de vitalidad, de apetito o de peso, problemas de concentración, culpa, 
desesperanza e ideas suicidas, acompañados de ideas de referencia, paranoia. 
30 
 
Este trastorno es de mayor duración que el de tipo maniaco y de peor pronóstico. 
Gran parte de estos enfermos logran una recuperación completa y otros desarrollan 
posteriormente esquizofrenia. 
El diagnóstico de este tipo de trastorno se basa en la existencia de un humor 
depresivo, dentro de un mismo episodio uno o dos síntomas de esquizofrenia 
acompañado de por lo menos dos síntomas de depresión. 
c) Trastorno esquizoafectivo de tipo mixto, este tipo se caracteriza por la 
coexistencia de los síntomas esquizofrénicos con los de trastorno bipolar. 
 
7.- Trastorno psicótico inducido por sustancias/medicamentos. 
 
La principal característica de este trastorno es la existencia de alucinaciones 
o delirios que se consideran ser el resultado de los efectos fisiológicos de una droga, 
medicamento o tóxico. No se diagnostica este trastorno si la alteración no se explica 
mejor por la presencia de un trastorno psicótico no inducido por sustancias. Solo se 
diagnostica si los síntomas psicóticos sólo se presentan durante un delirium. El 
diagnóstico de este trastorno se basa en la presentación de síntomas excesivos 
respecto a los habituales que acompañan al síndrome de intoxicación o abstinencia. 
 
El trastorno psicótico inducido por sustancias se produce cuando hay 
hallazgos de laboratorio o mediante la exploración física que muestren evidencia de 
intoxicación o abstinencia de alguna droga de abuso. Los síntomas psicóticos 
pueden permanecen en tanto el individuo continúe consumiendo sustancias. El 
trastorno psicótico puede presentarse aún cuatro semanas después del abandono 
de la sustancia. 
 
Los trastornos psicóticos inducidos por sustancias pueden asociarse a las 
siguientes clases de sustancias: alcohol; alucinógenos; anfetaminas y sustancias 
31 
 
de acción similar; Cannabis; cocaína; fenciclidina y sustancias de acción similar; 
inhalantes; opiáceos (meperidina); sedantes, hipnóticos y ansiolíticos, y otras 
sustancias o desconocidas. Asimismo, en estado de abstinencia los trastornos 
psicóticos pueden presentarse debido a sustancias como el alcohol; sedantes, 
hipnóticos y ansiolíticos, y otras sustancias o desconocidas. 
 
 El inicio del trastorno varía considerablemente dependiendo de la sustancia. 
Asimismo, un trastorno psicótico puede presentarse debido a un tratamiento 
prescrito para una enfermedad mental o médica, el cual se presenta al iniciarse la 
medicación, así, al suspenderse el tratamiento los síntomas psicóticos desaparecen 
en unos días o semanas. En caso de que los síntomas persistan por más de cuatro 
semanas, deberá buscarse otras causas de los trastornos. 
 
Ciertos fármacos pueden provocar síntomas psicóticos tales como 
anestésicos y analgésicos, agentes anticolinérgicos, anticonvulsivantes, 
antihistamínicos, antihipertensivos y medicamentos cardiovasculares, 
antimicrobianos y antiparkinsonianos, agentes quimioterápicos (p. ej., ciclosporina 
y procarbacina), corticosteroides, medicamentos gastrointestinales, relajantes 
musculares,
antiinflamatorios no esteroideos, medicamentos de libre dispensación 
(p. ej., fenilefrina, seudoefedrina), antidepresivos y disulfiram. Los tóxicos que se 
han relacionado con la producción de síntomas psicóticos incluyen 
anticolinesterasa, insecticidas organofosforados, gases nerviosos, monóxido de 
carbono, dióxido de carbono y sustancias volátiles como combustibles o pintura 
(Malgor y Valsecia, 2000). 
El paciente con trastorno psicótico debido a alguna afección médica presenta 
alucinaciones e ideas delirantes que se deben a efectos fisiológicas de alguna 
enfermedad, como es el caso de las enfermedades neurológicas, las enfermedades 
endocrinas, las enfermedades metabólicas, alteraciones del equilibrio 
hidroelectrolítico, enfermedades hepáticas o renales y trastornos autoinmunes con 
afectación del sistema nervioso central. Entre las enfermedades neurológicas, las 
32 
 
que más se asocian a ideas delirantes son las que afectan a estructuras 
subcorticales o del lóbulo temporal. Las alucinaciones pueden ser simples o 
amorfas, o muy complejas y organizadas, dependen de la causa, el medioambiente 
y la localización de la lesión. 
Para el establecimiento del diagnóstico de trastorno psicótico debido a 
enfermedad médica, se precisa si el paciente se percata de que las alucinaciones 
se deben a su enfermedad. Por ello, debe relacionarse la existencia de la 
enfermedad y el trastorno psicótico, considerando el tiempo en que iniciaron ambos. 
Normalmente no se establece el diagnóstico de trastorno psicótico debido a 
enfermedad médica si el sujeto conserva el juicio de realidad para la alucinación y 
se da cuenta de que las alucinaciones son producto de la enfermedad que posee. 
Para conceder este diagnóstico, el clínico tiene primero que constatar la presencia 
de la enfermedad y en segundo lugar debe encontrar la relación entre dicha 
enfermedad y el trastorno psicótico. Para establecer el diagnóstico, el clínico puede 
ayudarse, por ejemplo, en la asociación. Los síntomas psicóticos pueden aparecer 
hasta en un 20% de los individuos que padecen trastornos endocrinos; y hasta un 
40% de los sujetos que presentan epilepsia del lóbulo temporal (Medina, Sarti y 
Real, 2015). 
 
8. Depresión psicótica. 
 
La depresión psicótica se caracteriza por la presencia de los síntomas de la 
depresión, así como de la psicosis. Este estado está presente la mayor parte del 
día y la mayor parte de los días. 
La depresión psicótica es un trastorno depresivo mayor que presenta delirios 
y alucinaciones, los delirios se refieren al estado depresivo y las alucinaciones se 
presentan con menor frecuencia, sobre todo en los casos de mayor gravedad. Las 
33 
 
alucinaciones auditivas son más frecuentes y el contenido de éstas tiene 
características de devaluación personal e ideas suicidas. 
Entre los principales síntomas de la depresión psicótica se encuentran los 
siguientes: 
a) Ansiedad, irritabilidad o ataques de ira, son síntomas que pueden 
aparecen junto con delirios y alucinaciones y que agrava el cuadro depresivo. 
b) Alteración del estado de ánimo. La persona muestra una tristeza 
permanente relacionada con fatiga constante e incontrolable, la cual refiere la 
persona como algo insoportable. Existe pérdida de interés y de placer por las 
actividades que antes disfrutaba. 
c) Con frecuencia las personas con depresión psicótica presentan 
dificultades de concentración y lentitud de pensamiento. Tienen dificultades para 
comunicarse y poco o nulo interés en los demás. 
d) Debido a este padecimiento, la persona presenta lentitud en sus 
movimientos y puede caminar de forma ortopédica o arrastrando los pies. O, por el 
contrario, puede tener agitación en sus movimientos. 
e) Este padecimiento puede provocar alteraciones en el apetito, grandes 
problemas para comer, boca seca o disfunción sexual. 
f) Las personas con depresión psicótica constantemente presentan llanto 
excesivo, gritos, y quejas. Existen altas probabilidades de intentos de suicidio y 
suicidios consumados. 
Los tipos de delirio que se presentan con mayor frecuencia en la depresión 
psicótica son: 
• Delirio de culpa: La persona considera que ha realizado actos 
imperdonables, se siente culpable y triste, por ello cree que no merece vivir 
ni ser feliz. 
34 
 
• Delirio de ruina o catástrofe: La persona cree que, en un futuro adverso, por 
lo que no tiene sentido vivir. Considera un final cercano y desastroso para la 
humanidad. 
• Delirio hipocondríaco: A pesar de no contar con un diagnóstico, la persona 
cree firmemente que padece enfermedades incurables que la llevarán a la 
muerte. 
• Delirio de negación: La persona cree que sus órganos están putrefactos o 
que se encuentra muerto. Puede negar la existencia de algunas partes de su 
cuerpo, también puede pensar que es inmortal y que solo existe su espíritu. 
Este tipo de delirio se hace presente en una depresión psicótica de extrema 
gravedad. 
Los tipos de alucinaciones que se presentan en la depresión psicótica son: 
• Alucinaciones auditivas: tales como ruidos, cuchicheos, sonidos no bien 
identificados. Pueden que escuchen voces que les induzcan al suicidio o 
que nada vale la pena, ello provoca en la persona grandes niveles de 
ansiedad y desesperación. 
• Alucinaciones somáticas: Se presentan con menor frecuencia 
alucinaciones relacionadas con sensaciones corporales (tacto, 
temperatura, presión, etc.). La persona puede sentir que están 
destrozando partes de su cuerpo, percibir dolores intensos o sentir que 
está perdiendo alguna parte de su cuerpo. Esta alucinación se relaciona 
con el delirio de negación. 
• Alucinaciones visuales: Se presentan en casos graves de depresión 
psicótica, la persona ve figuras o imágenes que habitualmente aumentan 
su estrés y ansiedad. Lo cual aumenta el riesgo suicida. 
Las alucinaciones y delirios de la depresión psicótica solo se presentan 
cuando el estado de ánimo se encuentra alterado, a diferencia de la esquizofrenia 
en que estos síntomas tienen lugar en cualquier momento de la enfermedad. 
35 
 
Debido al alto índice de suicidios e intentos, las personas que padecen este 
tipo de depresión requieren ser hospitalizados y someterse a un tratamiento 
farmacológico consistente en antidepresivos y antipsicóticos. 
Una vez descritos los padecimientos psicóticos, es necesario precisar que, 
aunque la consciencia de enfermedad mental aún no ha sido incluida en la reciente 
revisión del DSM-5 como parte de los síntomas de dichos trastornos, la literatura le 
brinda vital importancia como uno de los factores por los que es posible o no 
apegarse a un tratamiento farmacológico o psicoterapéutico. 
 
CAPÍTULO III. CONSCIENCIA DE ENFERMEDAD 
 
En la antigüedad los griegos hicieron uso de conceptos como 
autoconocimiento y autoevaluación como elemento importante para lograr un 
bienestar. El término insight se comenzó a utilizar en el siglo XIX por Dagonet en 
1881 para reportar los indicios de estudios clínicos en los que se podía observar de 
forma directa los efectos de la enfermedad en el autoconocimiento (Navarro et al., 
2006). 
Durante los siglos XVII y XIX, no se aceptaba la idea de padecer un brote 
psicótico y tener consciencia de este. A finales del Siglo XIX, se introdujo el término 
consciencia parcial, el cual da la oportunidad de establecerla como una variable 
clínica, y a su vez la ausencia de esta según Berrios y Marková (1992, citado en 
Déciga, 2015). 
El insight denota varios significados, en su forma literal insight se define como 
introspección, el cual con el paso del tiempo y el avance científico ha podido ser 
intercambiable con el término de awareness (consciencia). Ambos indican una 
ausencia de ser conscientes de tener una enfermedad, de los signos y síntomas 
específicos; las consecuencias del trastorno y falta de adherencia hacia el 
tratamiento sugerido. 
36 
 
Para la psiquiatría
fenomenológica y en especial para Karl Jaspers (1968, 
citado en Navarro et al., 2006) “la auto-observación del paciente es una de las más 
importantes fuentes de conocimiento en la vida psíquica patológica”. Jaspers 
estableció diferencias entre introspección como una habilidad por parte de los 
pacientes para analizar qué les ocurría durante el desarrollo de la psicosis y la 
conciencia de enfermedad como la experiencia de sentirse enfermo. 
Para la teoría psicodinámica, Freud utilizó el témino insight o los términos 
alemanes einsicht/einblick para referirse a la consciencia de estar enfermo. El 
psicoanálisis ha tenido un enfoque basado en la introspección como la habilidad del 
individuo para analizarse a sí mismo y a su ser. Algunos autores sostienen que el 
objetivo fundamental de una intervención psicoanalítica es propiciar la consciencia 
de elementos o mecanismo inconscientes que, según la teoría, se encuentran 
inmersos en la psicología de un paciente, el cual dentro el trabajo de introspección 
no solamente incluye al insight intelectual sino al insight emocional (Navarro et al., 
2006). 
El insight intelectual hace referencia a la habilidad de una persona de 
reconocer rasgos de personalidad, dificultades, cuestiones relevantes en su 
desarrollo y eventos estresantes en su vida que han sido determinantes en la 
generación de síntomas o enfermedades de índole psiquiátrico. Así, el insight 
emocional se define como la habilidad de una persona para hacer un análisis más 
profundo que por lo regular se práctica en el contexto de una psicoterapia; y que 
tiene como objetivo fundamental la resolución de conflictos inconscientes (Aceves, 
2002). 
La consciencia de enfermedad para autores sajones es sinónimo claro de 
insight, entendiendo esté como: el grado de consciencia y comprensión que el 
paciente tiene de que esta enfermo, dentro de esta referencia se enmarcan niveles 
de consciencia de enfermedad: 
• Negación total de la enfermedad 
• Ligera consciencia de estar enfermo 
37 
 
• Consciencia de estar enfermo, pero culpando a los demás, a factores 
externos, a factores orgánicos. 
• Consciencia de que la enfermedad se deba a algo desconocido 
• Insight intelectual donde admite que está enfermo y que sus síntomas o 
falla en adaptación social son debidos a sus propios sentimientos 
irracionales y particulares sobre sus trastornos, pero sin aplicar este 
conocimiento a las experiencias futuras. 
• Insight emocional (verdadero) donde se establece una consciencia clara 
con contenido emocional de los motivos y sentimientos de la significación 
subyacente de los síntomas, si esta consciencia lleva a un cambio de 
personalidad y comportamiento futuro: apertura a nuevas ideas sobre sí 
mismo y las personas significativas en su vida Kaplan (1995, citado en 
Saracco, 2006). 
 
Autores como David (1990, citado en Vaskinn et al., 2013) especifica tres 
dimensiones: a) El reconocimiento de que uno tiene una enfermedad, b) El 
reconocimiento de que se necesita tratamiento, y c) La capacidad para relacionar 
los eventos mentales inusuales como patológicos. 
Por otra parte, Marková y Berrios (1992) definen el insight como una forma 
de autoconocimiento con referencia a una enfermedad o algún tipo de deterioro, el 
cual no solamente incluye estar informado de la patología que se padece, sino en 
cómo éste afecta la interacción del paciente en todos los rubros de su vida (Déciga, 
2015). 
Uno de los conceptos más aceptados, que han dado lugar a más trabajos de 
investigación y con el cual se pretende dar seguimiento en el presente trabajo es el 
de Amador y David (2004) quienes definen al insight como la consciencia que tiene 
el paciente de: 1) Sufrir un trastorno mental, 2) Aceptar las consecuencias sociales 
de dicho trastorno, 3) Atribuir correctamente sus síntomas a la enfermedad, y 4) 
Aceptar la necesidad de tratamiento. 
38 
 
Existen distintas hipótesis que explican la falta de insight en pacientes que 
han padecido por lo menos un brote psicótico. La hipótesis clínica atribuye la falta 
de consciencia de enfermedad como un síntoma más de la propia psicosis y como 
un evento esperado o que tiene relación con la naturaleza del mismo trastorno en 
sus distintas variantes en cuanto a los síntomas positivos y negativos; la hipótesis 
motivacional considera a la falta de consciencia de padecer un trastorno como 
defensa psicológica como habilidad de afrontamiento que tiene como objetivo la 
preservación de una percepción adecuada del sujeto; la hipótesis atribucional 
describe a la falta de consciencia como una necesidad de los seres humanos para 
interpretar las percepciones del mundo para fortalecer explicaciones que den 
sentido, y, finalmente, la hipótesis neuropsicológica interpreta a la falta de 
consciencia como resultado de los deterioros en los sistemas encargados de 
registrar la percepción consciente, la cual está ampliamente relacionada con el 
mismo deterioro que se manifiesta a nivel cerebral en los pacientes con 
esquizofrenia o los trastornos psicóticos, que de alguna forma podría enlazarse con 
padecimientos como la anosognosia (Ruiz et al., 2008). 
Justamente uno de los problemas a los que se enfrentan los clínicos a la hora 
de instaurar y mantener cualquier tipo de tratamiento farmacológico o 
psicoterapéutico; es la falta de consciencia de enfermedad, puesto que un paciente 
que no es consciente de su propia enfermedad difícilmente aceptará con pasividad 
un tratamiento que para él es totalmente injustificado, ya sea porque cree que lo 
están engañando o porque simplemente cree que no lo necesita (Déciga, 2015). 
 
Adherencia al tratamiento 
 
En la literatura se encuentran diversos términos para hacer referencia al 
concepto de adherencia, de los cuales los más utilizados son: cumplimiento 
(compliance) y adherencia (adherence). De los cuales, el primero se considera 
como el grado en que el comportamiento de cualquier persona en cuanto al 
39 
 
seguimiento del tratamiento prescrito (farmacológico, psicoterapia, cambios en el 
estilo de vida, etc.) es correspondido con las recomendaciones de un prestador del 
servicio sanitario (Crespo et al., 2017). Este concepto no ha sido completamente 
aceptado debido al rol pasivo que se atribuye al paciente, limitándolo únicamente a 
seguir las instrucciones por parte del personal sanitario. 
Así, el concepto adherencia (adherence) en su forma más completa se define 
como una implicación activa y voluntaria del paciente en un curso de 
comportamiento aceptado de mutuo acuerdo, cuyo fin es producir un resultado 
terapéutico deseado Di Matteo y DiNicola (1982, citado en Salvador y Ayesta, 2009). 
Meichenbaum y Turk (1991, citado en Holguín, Correa, Arrivillaga, Cáceres y 
Varela, 2006) identificaron distintas variables y factores que se encuentran 
relacionados con la adherencia a un tratamiento: 
Variables del paciente: incluye las características individuales; falta de 
compresión del tratamiento; apatía y pesimismo; no reconocer un estado de 
enfermedad o de necesitar medicamento; creencias; falta de apoyo social; 
reforzadores ambientales que impiden la adhesión y falta de recursos. 
Variables de la enfermedad: Trastorno crónico con ausencia de 
sintomatología manifiesta; estabilidad de los síntomas y características asociadas 
al trastorno. 
Variables del tratamiento: Se refiere a la reputación en términos de facilidad 
o no de un tratamiento; supervisión inadecuada por los prestadores del servicio 
sanitario; características del tratamiento; duración del tratamiento; características y 
efectos de la medicación. 
Variables de la relación: Comunicación inadecuada; empatía pobre; ausencia 
de actitudes y conductas necesarias, así como la insatisfacción del paciente. 
40 
 
La psicología de la salud proporciona distintas teorías y modelos que 
demuestran ser útiles como herramientas de intervención sobre
la conducta de 
adherencia: 
Teoría Social Cognitiva: Se centra en la autoeficacia percibida por parte de 
un paciente, como herramienta para propiciar un cambio de conducta que éste 
puede alcanzar. De esta forma, si el paciente se siente vulnerable ante una 
enfermedad adquiere la disponibilidad de adoptar comportamientos saludables que 
puedan disminuir la probabilidad de enfermar y buscar apoyo social. Sin embargo, 
si la persona no se percibe enferma, difícilmente las conductas saludables se 
llevarán a cabo por parte de la persona. 
Teoría de la Acción Razonada: Esta teoría fue propuesta por Ajzen y Fishbein 
para explicar cómo las actitudes pueden predecir un comportamiento. Esta teoría 
tiene dos principales señalamientos, el primero, considera que las intenciones 
determinan el comportamiento de forma causal y, el segundo, que las intenciones 
son propiciadas por el conjunto de influencias dirigidas al comportamiento por las 
normas subjetivas; entendiendo como normas subjetivas a la presión social que es 
ejercida hacia el individuo por parte de sus referentes más cercanos para que realice 
o no un comportamiento. De tal forma que una intención es consecutiva por la 
actitud hacia ejecutar una conducta y con ello predecir con más exactitud que una 
persona esté involucrada en conductas saludables indagando sobre la intención que 
tenga de realizarlas (Novo, Muñoz, Miguel y Calvo, 2011). 
Modelo de creencias en Salud: Agrupa teorías cognitivas y conductuales 
como explicación de por qué las personas no se adhieren a un tratamiento. Así, la 
expectativa de que una persona se capaz de llevar acabo conductas adherentes a 
un tratamiento dependerá de: a) grado de motivación e información que tenga sobre 
su salud, b) auto percepción en la que la persona se siente vulnerable ante una 
enfermedad, c) percibir como una amenaza su situación, d) Estar consciente de que 
un tratamiento puede resultar eficaz para su problemática, y e) percibir poca 
dificultad para poder realizar conductas saludables. 
41 
 
Modelo de Información-Motivación-Habilidades Conductuales: Considera 
que la información es un elemento importante pero no el único para poder alterar la 
conducta; así, estima que la motivación y las habilidades conductuales son las 
principales aliadas para determinar un cambio. La información y la motivación 
repercuten en la conducta por medio de las habilidades conductuales. Según este 
modelo, el vínculo entre motivación e información por separado es débil; sin 
embargo, la existencia de ambos elementos aumente el poder predictivo del modelo 
(Ortiz y Ortiz, 2007). 
Ya habiendo definido los modelos y teorías referentes a la adherencia de un 
tratamiento, encontramos que las posibles estrategias para mejorar el cumplimiento 
de éste incluyen: 1) estrategias farmacológicas, y 2) estrategias no farmacológicas; 
de las cuales, los modelos anteriormente descritos forman parte de este rubro; y 
que a su vez se incluyen estrategias como la psicoeducación, potenciar la alianza 
terapéutica y la terapia asertiva comunitaria, que se han mostrado como eficaces, 
efectivas y posiblemente eficientes. Además de lo anterior, se ha encontrado que el 
trabajo terapéutico con grupos favorece la adherencia terapéutica (Crespo et al., 
2017). 
 
 
CAPÍTULO IV. TEORÍA DE LOS GRUPOS 
 
De acuerdo con González Núñez (1992) un grupo es la reunión de dos o más 
personas que se congregan, interactúan, se perciben entre sí, con distintas metas; 
en la que cada miembro posee sus propias motivaciones; las cuales tienen que 
verse satisfechas o realizadas en el grupo o por el grupo. 
Características del grupo 
Kissen (1989, citado en González Núñez, 1999) sostiene los siguientes 
apartados sobre la existencia de los grupos: 
42 
 
• Los grupos existen y existirán da la naturaleza del hombre. Éste es un ser 
social que gusta de convivir, vivir, divertirse, trabajar, descansar y muchas 
otras actividades grupales. 
 
• Cuando las personas se reúnen en grupos, movilizan fuerzas que poseen 
gran importancia y repercusión para los individuos que los conforman. 
 
• Los grupos pueden ejercer una influencia positiva sobre los individuos, sobre 
todo aquellos en los que se manifiesta amor y cultura, debido a que las 
personas que se reúnen por lo regular salen beneficiadas. Habiendo grupos 
que se pueden estancar y/o resultan negativos en algún aspecto; los cuales, 
se distinguen por la inexistencia de amor y cultura, y predomina la agresión 
o la maldad de alguno de sus miembros. 
 
• La dinámica de los grupos, si es bien llevada, propicia el desarrollo del ideal 
del yo, pues no sólo ayuda a fortalecer al yo y al superyó, sino que también 
les da forma y contenido a los valores, a los ideales y a las aspiraciones 
sublimatorias más nobles del ser humano. 
 
Por su parte Carwringht y Zander (1971, citado en González Núñez et. al, 
1999) sugiere que para que se pueda hablar de grupos es necesario que exista una 
reunión de dos o más personas y que éstas posean alguna o algunas de las 
siguientes características: 
 
• Que sus integrantes interactúen constantemente. 
• Que se reconozcan unos a otros como pertenecientes al grupo. 
• Que otras personas, ajenas al grupo, también los reconozcan como miembros 
de éste. 
43 
 
• Que acepten las mismas normas. 
• Que se inclinen por temas de interés común. 
• Que constituyan una red de papeles entrelazados. 
• Que se identifiquen como un mismo modelo que rija sus conductas y exprese 
sus ideales. 
• Que el grupo les proporcione recompensa de algún tipo. 
• Que las metas que buscan alcanzar sean interdependientes. 
• Que todos perciban al grupo como una unidad. 
• Que actúen en forma similar con respecto al ambiente. 
 
Propiedades de los grupos: 
 
De acuerdo con González Núñez (1992), además de las características, 
menciona las siguientes propiedades: 
 
• Los antecedentes individuales de los miembros del grupo. 
• Atmósfera: Se refiere al estado de ánimo, que se encuentra presente en los 
integrantes del grupo. 
• Esquema o patrón de participación: Determinada por la dirección de las 
relaciones existentes dentro del grupo y por el grado de participación de los 
miembros en los asuntos grupales. 
• Capacidad de autodirección: Refiriéndose a la disposición de los integrantes del 
grupo para regular su comportamiento que va dirigido a la meta de este. 
• Interacción Grupal: De acuerdo con esta propiedad, el conductor del grupo 
utiliza sus habilidades para propiciar que los miembros del grupo interactúen con 
respecto a los intereses que se persiguen. 
44 
 
• Inducción mutua: Se trata de la inducción por parte de los miembros del grupo, 
el cual suele intensificarse con la empatía y que tiende a afectar de forma directa 
a la ansiedad y hostilidad en el grupo. 
• Asimilación: Es la tendencia a favorecer la socialización por parte de los 
miembros del grupo. 
• Polaridad: Es propiamente una manifestación dinámica de un grupo, en la que 
se polarizan en función de una persona, idea o problema. 
• Voluntad y beneplácito: Cualidades de los miembros para pertenecer a él. 
• Identificación: Por lo regular se trata de un proceso inconsciente, que cuando se 
hace consciente beneficia al proceso grupal. 
• Cohesión: Se trata de la cantidad de presión ejercida sobre los miembros del 
grupo para que éstos permanezcan en él. 
• Meta común: Para que un grupo permanezca reunido es necesaria la presencia 
de una meta en común. 
• Tamaño y función: La función de un grupo junto con su tamaño, están 
relacionados en el momento en que aumenta o disminuye el número de sujetos, 
lo cuales, a su vez, alteran el número de patrones de participación e interacción, 
así como las propiedades del grupo. De acuerdo con su tamaño, los grupos se 
pueden clasificar en: Diada; triada, Cuaterna; grupos mayores de ocho 
miembros; la masa. 
 
Habiendo descrito lo anterior,

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