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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE PSICOLOGÍA DIVISIÓN DEL SISTEMA DE UNIVERSIDAD ABIERTA EFECTO DE LA PSICOEDUCACIÓN EN LA PROMOCIÓN DE CONSCIENCIA DE ENFERMEDAD MENTAL TESIS QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADO EN PSICOLOGÍA PRESENTAN: SILVIA PADILLA SILVA JOSÉ ALFREDO RAMOS GONZÁLEZ JURADO DE EXAMEN DIRECTORA: Mtra. Karina Beatriz Torres Maldonado COMITÉ: Dra. María del Carmen Montenegro Núñez Mtra. Gabriela Romero García Mtra. Margarita María Molina Avilés Mtra. Esther González Ovilla Ciudad Universitaria, CDMX, 2018 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 AGRADECIMIENTOS A la Mtra. Karina Beatriz Torres Maldonado por ser una valiosa guía en este incierto camino, por sus acertadas observaciones y, sobre todo por motivarnos cada día a ser mejores. Gracias Maestra por su dedicación, su cariño y por compartirnos sus conocimientos y experiencias profesionales. A los miembros del Comité: Mtra. Margarita María Molina Avilés Dra. María del Carmen Montenegro Núñez Mtra. Gabriela Romero García Mtra. Esther González Ovilla Por su gran disposición, apoyo, confianza y su invaluable retroalimentación. A los miembros del Hospital Psiquiátrico “Samuel Ramirez Moreno” quienes nos apoyaron en todo momento para hacer posible esta investigación. A mis hijos: Varinia, Gustavo y Albani que en todo momento estuvieron presentes para motivarme, apoyarme y señalar con amor mis aciertos y errores. Gracias a su paciencia, consejos, entusiasmo y sentido del humor. A Alfredo, amigo y compañero con quien tuve la oportunidad de formar equipo en este proyecto. Gracias por tu responsabilidad y compromiso. Tu fuerza y constancia fueron los pilares que nos impulsaron a llegar a nuestra anhelada meta. Silvia Padilla Silva 3 AGRADECIMIENTOS A mi esposa Alma, gracias por tu paciencia, por tu amor, por tu motivación y principalmente por inspirarme a lograr cada uno de mis objetivos. A Giorgio, con tu sentido del humor lograste que este proceso haya sido muy ameno, simplemente gracias por estar, amigo. A mis padres y hermanos, muchas gracias por el apoyo, comprensión y por alentarme a culminar mis metas. A la Mtra. Karina Torres, gracias por la gran labor que usted hace como docente, siempre siendo tan generosa y comprensiva. El gran apoyo y conocimientos que usted nos ha compartido es invaluable. Simplemente nos formó como psicólogos, por eso y más estaré siempre agradecido. A los miembros del Jurado, Dra. Maricarmen Montenegro, Mtra. Margarita Molina, Mtra. Gaby Romero, y Mtra. Esther González, gracias por el apoyo y sus valiosas aportaciones. Al personal del Hospital Psiquiátrico “Dr. Samuel Ramírez Moreno”, gracias por el apoyo y por las facilidades que nos brindaron para lleva a cabo esta investigación. A Silvia, compañera y gran amiga con quién compartí grandes experiencias durante los últimos semestres de la carrera. Muchas gracias por la paciencia, dedicación y esfuerzo para culminar este proyecto. A todos, muchas gracias. José Alfredo Ramos González 4 RESUMEN La presente investigación tiene como objetivo principal promover consciencia sobre el padecimiento mental en pacientes internos del Hospital Psiquiátrico “Dr. Samuel Ramírez Moreno”, después de asistir al taller psicoeducativo “Afrontando la enfermedad mental”. Además de la promoción sobre el padecimiento mental, el taller también fue dirigido con actividades encaminadas a generar autoconocimiento y desarrollo de habilidades sociales, así como, mejorar la comunicación familiar. Se subrayó la importancia de apegarse al tratamiento psicológico y farmacológico a fin de evitar recaídas. El grupo se conformó por siete participantes que fueron hospitalizados por el brote de una crisis psicótica. Durante el transcurso del taller los participantes se encontraban con los síntomas positivos de la enfermedad en remisión. Se aplicó el instrumento Escala de Valoración de la No Consciencia de Trastorno Mental SUMD (Ruíz, A. et al., 2008). Al comparar los resultados obtenidos entre el pre test y el post test, se encontró una diferencia estadísticamente significativa en 14 de las 37 dimensiones que mide dicho instrumento. Asimismo, se realizó un análisis cualitativo con un diseño fenomenológico. Se describe la dinámica grupal e individual de los participantes a lo largo de las sesiones. Estos resultados muestran que, al finalizar el taller psicoeducativo, se logró promover consciencia sobre el padecimiento mental en los participantes. 5 ÍNDICE INTRODUCCIÓN ....................................................................................... 7 MARCO TEÓRICO..................................................................................... 9 CAPÍTULO I: PREVALENCIAS DE LAS ENFERMEDADES MENTALES .... 9 CAPITULO II: TRASTORNOS PSICÓTICOS ........................................... 18 1.- Esquizofrenia. ............................................................................. 21 2.- Esquizofrenia Paranoide .............................................................. 26 3.- Trastorno delirante ...................................................................... 27 4.- Trastorno psicótico breve............................................................. 27 5.- Trastorno esquizofreniforme ........................................................ 28 6-Trastorno esquizoafectivo .............................................................. 29 7.- Trastorno psicótico inducido por sustancias/medicamentos. ....... 30 8. Depresión psicótica. ..................................................................... 32 CAPÍTULO III. CONSCIENCIA DE ENFERMEDAD ................................ 35 Adherencia al tratamiento ................................................................ 38 CAPÍTULO IV. TEORÍA DE LOS GRUPOS ............................................. 41 Propiedades de los grupos: .................................................................. 43 Psicoeducación ................................................................................. 45 Modelo de Intervención ..................................................................... 53 Modelo transteórico .......................................................................... 53 MÉTODO ................................................................................................ 58 JUSTIFICACIÓN .................................................................................. 58 PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN ......................................................... 60 HIPÓTESIS .......................................................................................... 60 OBJETIVO GENERAL .......................................................................... 60 OBJETIVOS PARTICULARES ............................................................... 60 VARIABLES ......................................................................................... 61 DISEÑO DE INVESTIGACIÓN .............................................................. 62 RESULTADOS ........................................................................................ 66 Análisis Cuantitativo ........................................................................... 66 Análisis Cualitativo .............................................................................. 72 6 Análisis grupal .................................................................................... 72 Análisis por participante ...................................................................... 76 DISCUSIÓN .......................................................................................... 105 CONCLUSIONES .................................................................................. 113 REFERENCIAS: .................................................................................... 118 CIBERGRAFÍA ...................................................................................... 127 ANEXOS ............................................................................................... 131 ANEXO A: .......................................................................................... 132 INSTRUMENTO ................................................................................. 132 ANEXO B:.......................................................................................... 148 CARTAS DESCRIPTIVAS .................................................................... 148 ANEXO C:.......................................................................................... 155 CARTA DE CONSENTIMIENTO INFORMADO ..................................... 155 https://d.docs.live.net/87d629a771eb6faf/TESIS/TESIS%20FINAL/Tesis%20versión%20Final%201.docx#_Toc527641955 https://d.docs.live.net/87d629a771eb6faf/TESIS/TESIS%20FINAL/Tesis%20versión%20Final%201.docx#_Toc527641956 https://d.docs.live.net/87d629a771eb6faf/TESIS/TESIS%20FINAL/Tesis%20versión%20Final%201.docx#_Toc527641957 https://d.docs.live.net/87d629a771eb6faf/TESIS/TESIS%20FINAL/Tesis%20versión%20Final%201.docx#_Toc527641958 https://d.docs.live.net/87d629a771eb6faf/TESIS/TESIS%20FINAL/Tesis%20versión%20Final%201.docx#_Toc527641959 https://d.docs.live.net/87d629a771eb6faf/TESIS/TESIS%20FINAL/Tesis%20versión%20Final%201.docx#_Toc527641960 https://d.docs.live.net/87d629a771eb6faf/TESIS/TESIS%20FINAL/Tesis%20versión%20Final%201.docx#_Toc527641961 7 INTRODUCCIÓN La falta de consciencia de enfermedad de las personas con trastornos psicóticos se relaciona directamente con la falta de adherencia al tratamiento farmacológico y psicológico (Cabrera, 2004; Giner et al., 2006 y ADHES, 2008). Se considera que la psicosis está presente en padecimientos como la esquizofrenia, la depresión psicótica y secundaria a consumo de sustancias, entre otros padecimientos. Asimismo, la estigmatización de la enfermedad mental, el rechazo social, el temor a la medicación y la escasa información influyen directamente en la falta de consciencia de la enfermedad. Una pobre consciencia de estar enfermo provoca mayor número de recaídas debido al abandono del tratamiento, de igual forma, ocasiona constantes ingresos hospitalarios y, por tanto, elevación de gastos familiares y del sector salud. El problema de la adherencia al tratamiento está relacionado directamente con la consciencia de enfermedad, lo que representa un problema de salud pública a nivel mundial, ya que se considera que la falta de adherencia en las enfermedades crónicas se eleva hasta un 50%, y en particular, en las enfermedades mentales llega al 80%. Estas cifras se refieren principalmente a los trastornos psicóticos cuyos síntomas conducen a un grave deterioro del funcionamiento personal y social de la persona que los padece (Escar, 2017). Se ha reconocido ampliamente en el ámbito de la psiquiatría y la psicología, la utilidad de las terapias psicológicas y psicosociales, las cuales sumadas al tratamiento farmacológico, constituyen una forma efectiva de abordar este problema. 8 Los servicios de los hospitales psiquiátricos brindan diagnósticos y prescripciones terapéuticas adecuadas, sin embargo, no hay resultados respecto a la concientización de la enfermedad. El objetivo de esta investigación es conocer si, por medio de la psicoeducación dirigida a los usuarios con psicosis, es posible promover la consciencia sobre el padecimiento mental para fortalecer la adherencia al tratamiento farmacológico y psicológico; con lo que se espera evitar el riesgo de recaída en un nuevo brote psicótico. El contenido de este taller, denominado “Afrontando la enfermedad mental”, fue construido con base en el desarrollo de habilidades que permitan a los participantes mejorar sus relaciones sociales, ser funcionales y tener autonomía. En este sentido, este taller se enfocó en comprender la perspectiva que el paciente tiene acerca de su enfermedad. En un ambiente empático, establecimos comunicación con el grupo, escuchando activamente y reflexionando en conjunto hacia el mejoramiento de su vida personal. En el capítulo 1 se hace una presentación de la prevalencia de las enfermedades mentales tanto a nivel nacional como mundial. En el capítulo 2 se describen las características de los trastornos psicóticos y las principales enfermedades que se incluyen en esta categoría, tales como la Esquizofrenia, el Trastorno delirante, el Trastorno psicótico breve, el Trastorno esquizofreniforme, el Trastorno esquizoafectivo, el Trastorno psicótico inducido por sustancias/medicamentos y la depresión psicótica. En el capítulo 3 se desarrollan las diferentes concepciones acerca del significado de consciencia de enfermedad. El capítulo 4 contiene la descripción de los diversos modelos sobre la teoría de los grupos y se explica el modelo de intervención adoptado para esta investigación. 9 Finalmente, se asientan los resultados obtenidos para ser discutidos y dar pie a las conclusiones. MARCO TEÓRICO CAPÍTULO I: PREVALENCIAS DE LAS ENFERMEDADES MENTALES La OMS describe salud mental como un estado de bienestar en el que el individuo es consciente de sus capacidades, pueda afrontar las exigencias normales de la vida y trabajar productivamente de modo fructífero, y a la vez es capaz de contribuir a su comunidad. La enfermedad mental es una alteración de tipo emocional, cognitivo y/o del comportamiento que afecta los procesos psicológicos básicos como la emoción, la consciencia, la conducta, la percepción, el lenguaje, etc. y que dificulta a la persona en su adaptación cultural y social. Existen diferentes formas de enfermedad mental y se agrupan por categorías de acuerdo al Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM-5) que distingue entre trastornos del estado de ánimo, trastornos psicóticos, trastornos de ansiedad, trastornos sexuales, trastornos de personalidad, entre muchos otros. Las enfermedades mentales representan un grave problema de salud pública, tanto a nivel mundial como nacional, porque generan en el enfermo discapacidad. Dicha discapacidad impide que el enfermo se incorpore a la vida escolar o laboral, además, tienen bajo rendimiento en estas áreas, así como déficit en sus relaciones sociales y familiares, todo lo cual conduce a una pobre calidad de vida. Las enfermedades mentales generan sentimientos familiares de vergüenza, rechazo y estigmatización. Las cifras de estas enfermedades presentan un subregistro, sobre todo en los países emergentes en los cuales gran parte de los enfermos de los estratos sociales bajos, no son diagnosticados tempranamente 10 ni reciben tratamiento, razón por la cual son bajas las posibilidades de reinsertarlos a la sociedad. Aunado a lo anterior, están los costos que representan para el Estado el sostenimiento de los hospitales psiquiátricos. Debido a que los sistemas de salud no responden adecuadamente a las necesidades de tratamiento y su prestación de servicios en materia de salud mental, el problema es cada vez más grande en todo el mundo. Según cálculos de la OMS (2014), por lo menos 350 millones de personas padecen depresión, 50 millones epilepsia, trastorno bipolar 60 millones, 47.5 millones padecen demencia y 21 millones de casos de esquizofrenia y cada año ocurren 900 mil suicidios en el mundo. Entre las principales causas de la conducta suicida se encuentran: los antecedentes familiares de suicidio, así como el abuso de alcohol y estupefacientes, los maltratos en la infancia, el aislamiento social y determinados trastornos mentales como la depresión y la esquizofrenia. La pobreza, el desempleo, la pérdida de seres queridos, una discusión, la ruptura de relaciones y problemas jurídicos o laborales también tienen gran influencia en numerosos suicidios (OMS, 2004). Por otra parte, de acuerdo con los datos proporcionados por el Programa Sectorial de Salud 2013-2018 (Caraveo, 2013), cuatro de las seis causas principales de los Años de Vida Ajustados por Discapacidad “AVAD” (medida de carga de la enfermedad global que expresa el número de años perdidos debido a una enfermedad, discapacidad o muerte prematura), resultan de trastornos neuropsiquiátricos, tales como depresión, trastornos generados por el uso de alcohol, esquizofrenia y trastorno bipolar. Asimismo, en los países de ingresos bajos y medios, entre un 76% y un 85% de las personas con trastornos mentales graves no recibe tratamiento; la cifra es alta también, en los países de ingresos elevados: entre un 35% y un 50%. El problema se complica aún más por la escasa calidad de la atención que reciben los casos tratados. Las consecuencias económicas de estas pérdidas de salud mental 11 están calculadas a nivel mundial pérdidas económicas de 16,3 billones de dólares US entre los años 2011 y 2030 (OMS, 2017). El gasto público en salud mental es muy reducido en los países de ingresos bajos y medianos (menos de 2 dólares US por habitante). Una gran parte de estos fondos se destina a la atención hospitalaria, sobre todo a hospitales psiquiátricos. Asimismo,el 68% de los Estados Miembros de la OMS dispone de una política de salud mental específico y el 51% ha promulgado legislación independiente en la materia. Sin embargo, las políticas y la legislación de muchos países no están plenamente armonizados con los instrumentos jurídicos sobre derechos humanos, su aplicación es escasa y la participación de personas con trastornos mentales y sus familiares es insuficiente (OMS, 2014). Debido a la estigmatización y la discriminación, las personas con trastornos mentales sufren frecuentes violaciones de los derechos humanos y a muchas se les niegan derechos económicos, civiles, políticos y culturales y se les imponen restricciones al trabajo y a la educación, así como a los derechos reproductivos. Debido a su condición, están expuestos a condiciones de vida inhumanas y poco higiénicas, maltratos físicos y abusos sexuales, falta de atención y prácticas terapéuticas nocivas y degradantes en los centros sanitarios. Por tanto, las personas con trastornos mentales se encuentran frecuentemente en situaciones de vulnerabilidad y pueden verse excluidas y marginadas de la sociedad, lo cual representa un importante impedimento para la consecución de los objetivos de desarrollo nacionales e internacionales (OMS, 2013). Los determinantes de la salud mental y de los trastornos mentales incluyen características individuales y factores sociales, culturales, económicos, políticos y ambientales, como las políticas nacionales, la protección social, el nivel de vida, las condiciones laborales y los apoyos sociales de la comunidad. Asimismo, factores como el estrés, la herencia genética, la alimentación, las infecciones perinatales y la exposición a riesgos ambientales (OMS, 2017). 12 En la región de la Américas, entre el 19% y el 24% de la población adulta sufre de algún trastorno mental. La depresión sigue siendo el principal y es dos veces más frecuente en mujeres que en hombres. Unas 65.000 personas mueren por suicidio cada año en la región. También los trastornos por uso de alcohol y sustancias psicoactivas son un problema creciente y con gran impacto social, aunque a menudo no hay servicios adecuados para atender esta situación. Se estima que, aproximadamente 7 de cada 10 adultos que tienen un trastorno mental no recibe tratamiento en servicios de salud. De la misma manera, según datos publicados en el libro Haciendo que la Salud Mental Cuente, publicado por la OCDE, el 5% de la población en edad de trabajar tiene una condición mental grave y 15% sufre una condición más leve o moderada. Además, las personas con trastornos mentales severos mueren 20 años antes que el resto y tienen entre 6 y 7 veces más probabilidades de estar desempleadas (OMS, 2014). Uno de cada cuatro mexicanos que habitan en comunidades urbanas, ha padecido en algún momento de su vida un trastorno mental (23.7%). El 9.2% de la población ha padecido un episodio de depresión y se estima que una de cada cinco personas sufrirá uno antes de llegar a los 75 años. La edad de inicio de la mayoría de los trastornos psiquiátricos se encuentra en las primeras décadas de la vida; el 50% de los adultos que han sufrido un trastorno mental lo padecieron antes de cumplir 21 años. Los datos de la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica (Medina et al., 2003), señalan que solo una de cada cinco personas con algún trastorno afectivo, y solo una de cada diez con algún trastorno de ansiedad, recibieron atención. El trastorno de pánico fue el diagnóstico que generó más uso de servicios especializados (17.1%), seguido por el episodio de manía (12.7%) y la depresión mayor (11.9%). El tiempo que tardan los pacientes en llegar a la atención es también significativo, con una latencia que oscila entre cuatro y 20 años según el tipo de tratamiento. El uso de servicios aumenta en relación con la severidad del padecimiento, los casos leves reportaron un uso de cualquier servicio del 12.6%; los moderados de 20.8% y los severos de 23.8%. El porcentaje de asistencia a 13 servicios médicos generales o especializados en salud mental, también aumenta entre más grave es el padecimiento. Cabe señalar que existe un 70% de déficit de médicos especializados en trastornos como la esquizofrenia, existe solo entre cuatro mil y cinco mil en todo el país, y de éstos solo un pequeño porcentaje labora en hospitales públicos. Esto aunado al hecho de que existen por lo menos un millón 100 mil personas que padecen esquizofrenia, y de éstas solo el 20% acuden a los servicios de salud, además de que solo el 50% recibe el tratamiento adecuado. Esta enfermedad ocupa el quinto sitio en la lista de enfermedades que ocasionan mayor discapacidad, y se estima que entre el 10 y 15 % de las personas con este padecimiento se suicidan. De igual forma, se afirma que aproximadamente 43 mil muertes anuales se relacionan con algún trastorno mental. Asimismo, en México, el trastorno depresivo ocupa el primer lugar en cuanto a la pérdida de años de vida saludables, el 6.4% de población lo padece, los trastornos relacionados por el consumo de alcohol ocupan el noveno lugar, 2.5% y la esquizofrenia el décimo, 2.1% (Castro y Cruz, 2014). Por lo menos hasta el 2011 y de acuerdo con IESM-OMS (Informe Sobre el Sistema de Salud en México, OMS, 2011) se ejemplifica que los trastornos mentales que mayormente se atendieron en Hospitales Generales y Psiquiátricos fueron los relacionados con el Estado de ánimo y Psicóticos como la Esquizofrenia. 14 Figura 1. Pacientes atendidos en establecimientos de Salud Mental por tipo de diagnóstico A pesar del gran impacto que tienen los trastornos mentales en la vida de las personas, una gran proporción de ellas no acude a tratamiento. Sólo el 11.7% de los que reportaron un trastorno; el 19.4% de los que presentaron dos y el 11.2% de los que presentaron tres o más, solicitaron ayuda. Es probable que esta baja utilización de servicios represente, en mayor medida, a la población sin seguridad social y con bajos recursos, para quienes la compra de medicamentos resulta un gasto estratosférico. De acuerdo con las estadísticas de mortalidad del INEGI, entre los años 2002 y 2011, se han registrado en México 43,700 defunciones por trastornos mentales y del comportamiento; y a pesar de que hay una tendencia a la baja en la mortalidad por este tipo de padecimientos, entre los años 2007 y 2010 hubo repuntes importantes que muestran cómo aún hace falta mucho por construir en materia de políticas adecuadas de atención a la salud mental. De igual forma, mientras que en el año 2007 el número de fallecimientos anuales fue de 4,056 y en 2008 de 4,034, para los años 2009 y 2010 hubo un repunte, situándose en 4,194 y 4,401 casos, respectivamente; mientras que en el año 2011 el dato se ubicó en 4,179 casos. Cabe señalar que el 90% de estas 15 defunciones se relacionan con el consumo de sustancias psicoactivas. Asimismo, el número de pacientes atendidos por adicciones en centros no gubernamentales aumentó un 400% entre los años 2001 y 2010 (Fuentes, 2013). En efecto, según el documento Panorama epidemiológico de las adicciones en México, 2010, el número de casos atendidos en centros de rehabilitación no gubernamentales creció de 3,224 en el año de 1993 a 17,094 en el año 2000; y a la cifra de 70,465 en el año 2010. De acuerdo con (INEGI, 2016), las entidades con mayor número absoluto de defunciones por enfermedades mentales son, en primer lugar, Veracruz, con 4,450 casos en el periodo de 2002 al 2011; el estado de México, con 4,192, Puebla con 3,939, Oaxaca con 3007 casos; Jalisco con 3,007; el Distrito Federal con 2,882 defunciones, Michoacán con 2,320 casos y Guanajuato con 2,220. El mapa de la mortalidad por trastornos mentales cambia si se considera la proporción de defunciones por la causa señalada, respecto del total de fallecimientos registrados en la entidad. Así, los estados con mayor porcentaje de muertes por trastornos mentales son: Oaxaca con 1.8% respecto del total de fallecimientos contabilizados en el periodo que va del 2002 al 2011; Puebla, con un 1.4%; Querétaro con 1.3%; Chiapas con 1.2%; y Veracruz, Michoacán, San Luis Potosí y Aguascalientes con 1.1% en cada uno de ellos. En México, durante 2014 se registraron 6,337 suicidios, 98.1% de ellos (6,215) ocurrieron en ese mismo año; estos últimos representan 1% del total de muertes ocurridas y registradas en 2014, colocándose como la décimo quinta causa de muerte a nivel nacional, con una tasa de 5.2 decesos, lo que muestra un aumento respecto a la tasa de 2013, que fue de 4.9 muertes por cada 100 mil habitantes. Al igual que en los niveles mundiales, los suicidios en México presentan una tendencia creciente; entre el año 2000 y 2014, la tasa de suicidios aumentó de 3.5 a 5.2 por cada 100 mil habitantes (INEGI, 2016). 16 Los resultados de la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica en México reportan que el 28.6% de la población presentó algunos de los 23 trastornos de la CIE alguna vez en su vida, el 13.9% lo reportó en los últimos 12 meses y el 5.8% en los últimos 30 días. Por tipo de trastornos, los más frecuentes fueron los de ansiedad (14.3% alguna vez en la vida), seguidos por los trastornos de uso de sustancias (9.2%) y los trastornos afectivos (9.1%). Los hombres presentan prevalencias más altas de cualquier trastorno en comparación con las mujeres (30.4% y 27.1%, alguna vez en la vida, respectivamente). Sin embargo, las mujeres presentan prevalencias globales más elevadas para cualquier trastorno en los últimos 12 meses (14.8% y 12.9%). Al analizar los trastornos individuales, las fobias específicas fueron las más comunes (7.1% alguna vez en la vida), seguidas por los trastornos de conducta (6.1%), la dependencia al alcohol (5.9%), la fobia social (4.7%) y el episodio depresivo mayor (3.3%). Los tres principales trastornos para las mujeres fueron las fobias (específicas y sociales), seguidas del episodio depresivo mayor. Para los hombres, la dependencia al alcohol, los trastornos de conducta y el abuso de alcohol (sin dependencia). La región centro-oeste de la República es la que presenta la prevalencia más elevada de trastornos en la vida (36.7%) explicada por el elevado índice de trastornos por uso de sustancias. Esta región también muestra la prevalencia más elevada de trastornos afectivos en los últimos 30 días (2.5%), la región conformada por las tres áreas metropolitanas muestra la prevalencia más elevada de trastornos de ansiedad (3.4%) y la región norte presenta mayores trastornos por uso de sustancias (1.7%). Solamente uno de cada 10 sujetos con un trastorno mental recibió atención, sólo uno de cada cinco con dos o más trastornos recibió atención, y sólo uno de cada 10 con tres o más trastornos obtuvieron atención. En general, los hombres presentan prevalencias globales más altas de cualquier trastorno en relación con las mujeres, alguna vez en la vida (30.4% y 27.1%). Sin embargo, las mujeres presentan prevalencias globales más elevadas que los hombres para cualquier trastorno en los últimos 12 meses (14.8% y 12.9%) y en los últimos 30 días (6.5% y 5.1%). Los trastornos afectivos y de ansiedad son más frecuentes para las mujeres, mientras que los 17 trastornos por uso de sustancias son más frecuentes para los hombres (Medina et al,, 2003). La Comisión de Salud de la Cámara de Diputados elaboró un documento en el cual manifiestan que: aun cuando existen diversos programas de atención a problemas mentales, hacen falta aquellos que, además de brindar atención, asuman el compromiso de rehabilitar integralmente a las personas que las padecen, así como a la sociedad en general, a través de la difusión de información suficiente que permita desmitificar tales enfermedades. Por su parte, la diputada del PRI, que, según cifras de la Secretaría de Salud, uno de cuatro mexicanos, entre 18 y 65 años, ha padecido en algún momento de su vida un trastorno mental, pero sólo uno de cada cinco recibe tratamiento. Asimismo, señaló que el 24.7 por ciento de los adolescentes se encuentran afectados por uno o más problemas de salud mental (ansiedad, déficit de atención, depresión, uso de sustancias e intento de suicidio). Por otro lado, se afirma que 800 mil mexicanos se suicidan cada año, la mayoría de los cuales consumía enervantes y antidepresivos. Asimismo, se afirma que solo el 2.5% de los pacientes diagnosticado con algún trastorno mental se encuentran bajo supervisión médica de acuerdo con la Cámara de Diputados en su Boletín de abril, 2015. Por otra parte, respecto a los recursos humanos en materia de salud mental en México, la tasa por cada 100,000 habitantes se distribuye de la siguiente manera: 1.6 psiquiatras, 1 médico, 3 enfermeras, 1 psicólogo, 0.53 trabajadores sociales, 0.19 terapeutas, 2 profesionales/técnicos de salud. Estos recursos son insuficientes, mal distribuidos y la mayoría de ellos están concentrados en los hospitales psiquiátricos públicos (OMS, 2011). En España, una encuesta aplicada a psiquiatras, enfermos y familiares (Giner et al., 2006) arrojó que, según los psiquiatras, el 56.8% de sus pacientes evaluados no cumplieron con el tratamiento durante el último mes, en cambio, el 95% de los pacientes diagnosticados con esquizofrenia afirmaron apegarse al tratamiento y por 18 otra parte, los datos recabados en familiares, registran que un 47% de pacientes olvidan tomar su medicación. Una investigación denominada Ensayos Clínicos sobre la Eficacia de los Tratamientos Antipsicóticos (CATIE) encontró que el 74% de personas con esquizofrenia abandonó la medicación a lo largo de 18 meses de seguimiento (Lieberman et al., 2005). La falta de consciencia de enfermedad constituye uno de las principales características de los pacientes psiquiátricos (Abelleira y Touriño, 2009). Estos mismos autores afirman que un 25% de sujetos con dicha enfermedad abandona el tratamiento en los primeros 7-10 días después de su alta hospitalaria y u 50% lo hace en el primer año, la cifra alcanza un 75% de abandono durante el segundo año. Otro estudio (Pérez, Gil, Piña y Cabrera, 2010) sostiene que entre el 50 y 90% de pacientes presentan falta de adherencia al tratamiento. La adherencia al tratamiento se refiere no solo al cumplimiento de las prescripciones farmacológicas, también incluye hábitos, dietas, asistencia a citas, disposición al cambio, etc. Factores como la cronicidad de las patologías mentales, la falta de conciencia de enfermedad o el elevado grado de estigmatización que acompaña a los trastornos mentales agravan el problema de la adherencia al tratamiento. Esta situación tiene importantes repercusiones, particularmente en los pacientes con una enfermedad mental, tales como mal pronóstico, altas tasas de hospitalizaciones, recaídas y suicidios, así como precaria calidad de vida; cabe señalar que la esquizofrenia se encuentra entre las enfermedades en las cuales el índice de falta de adherencia al tratamiento es el más elevado (Giner et al., 2006). CAPITULO II: TRASTORNOS PSICÓTICOS La enfermedad mental es producida por alteraciones en los procesos cerebrales que se manifiestan en el comportamiento afectivo y cognitivo de la 19 persona. El individuo con una enfermedad mental muestra dificultades para razonar, comportamientos atípicos, problemas para comprender la realidad y para adaptarse a las situaciones sociales. El común denominador de las enfermedades mentales es que las relaciones interpersonales y sociales son afectadas por el padecimiento al grado que impiden al individuo llevar una vida social aceptable. La etiología de las enfermedades mentales es multifactorial, integra elementos biológicos (genéticos y neurológicos), contextuales (relacional, familiar y social, incluyendo el consumo de drogas) y psicológicos (cognitivos y emocionales), factores que inciden en su aparición, desarrollo y pronóstico. Los trastornos psicóticos se caracterizan por delirios, alucinaciones, pérdida de contacto con la realidad y conducta extraña. De acuerdo con (OPS, 2010) se trata de un síndrome en el que se incluye: a.- La esquizofrenia y los trastornos relacionados a esta b.- Los trastornos médicos como el trauma físico, la epilepsia del lóbulo temporal, la demencia, la enfermedad neurológica y endocrina, y las alteraciones metabólicas. c.- Los trastornos por abuso de sustancias, principalmente anfetaminas y alucinógenos. Se han determinado tres fases del desarrollo de un episodio psicótico de acuerdo con (Belloch, Sandin y Ramos, 2009), los cuales son: 1ª fase. El pródromo: Los primeros síntomas son vagos y apenas perceptibles. En algunos casos cambia la manera en que la persona describe sus sentimientos, pensamientos y emociones. 20 2ª fase. Aguda: Se presentan síntomas claros de psicosis, tales como alucinaciones, delirios o ideas confusas. 3ª fase. La recuperación: La psicosis tiene tratamiento y en la mayoría de los casos el paciente se recupera. Las características específicas de la recuperación varían según el caso. La perturbación más común asociada los trastornos psicóticos son los delirios o falsas creencias, pueden ser delirios de persecución y principalmente delirios de referencia. La psicosis afecta las funciones básicas que dan a una persona normal un sentimiento de individualidad, singularidad y dominio de sí. Entre los trastornos psicóticos más comunes se encuentra la esquizofrenia. Este trastorno fue descrito por vez primera por Morel (1809-1873) y definido por Emil Kraepelin (1856-1926), se le conocía como demencia precoz y en 1911, Bleuler propuso el término esquizofrenia que describía el padecimiento como una separación entre las funciones psicológicas del individuo (Halgin y Krauss, 2009). Existen factores predisponentes como: a) Genéticos, los cuales aumentan la probabilidad de padecer esquizofrenia, es decir, el 1 % entre la población general se elevaría a un 10% en los casos en los que uno de los padres sufra esta enfermedad y a 40 % si los dos padres la padecen b) Bioquímicos: se han encontrado alteraciones en los niveles de algunos neurotransmisores tales como dopamina y serotonina c) Del desarrollo: Alteraciones durante el embarazo, complicaciones en el parto d) Factores Desencadenantes: La ocurrencia de ciertos sucesos vitales estresantes en personas vulnerables podría desencadenar la aparición de la enfermedad. La esquizofrenia se presenta en igual número entre hombres y mujeres, pero en éstas tiene un inicio más tardío. Esta enfermedad tiene 21 inicio a principio de la edad adulta, pero puede aparecer en sujetos de más de 45 años. En la infancia es poco común y es probable que se confunda con el autismo. Las dimensiones psicopatológicas en (DSM-5) para la elaboración del diagnóstico y tratamiento de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos tienen diferentes pautas de respuesta al tratamiento e implicaciones diversas en su pronóstico. La gravedad de estas dimensiones sintomatológicas varía de un paciente a otro debido en parte a la etapa de la enfermedad en que se encuentra el paciente. Los dominios psicopatológicos más importantes incluyen distorsión de la realidad (delirios, alucinaciones), síntomas negativos, desorganización, deterioro cognitivo, síntomas motores (como por ejemplo catatonía) y síntomas del estado de ánimo (depresión y manía). El Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM 5) considera la clasificación de las psicosis dentro del Espectro de la Esquizofrenia y otros trastornos psicóticos, Trastornos relacionados con sustancias y otras adicciones y trastornos bipolares y asociados, los cuales se enuncias a continuación: 1.- Esquizofrenia. La etiología de la esquizofrenia es multicausal, se considera la existencia de una predisposición biológica que interacciona con determinadas condiciones ambientales que propician la aparición de síntomas. La explicación desde la perspectiva biológica se basa en la localización de anormalidades en la estructura y funcionamiento cerebrales, la predisposición genética, así como los marcadores y estresores biológicos. Desde la psicología se explica la aparición de la esquizofrenia 22 en función de la importancia de los roles e interrelaciones familiares y patrones de comunicación al interior de la familia. En el DSM-IV (Diagnóstico que fue sustituido por el DSM-5 en 2012) se define así la esquizofrenia: “Trastorno psicótico que presenta al menos dos de estas características: ideas delirantes, alucinaciones, lenguaje desorganizado, comportamientos catatónicos, y síntomas negativos (aplanamiento afectivo, abulia, alogia). Dichas características mencionadas anteriormente deben imposibilitar la vida cotidiana correcta del sujeto. Del mismo modo, no se considera esquizofrenia si hay esta sintomatología causada por ingesta de sustancias psicoactivas o enfermedad médica asociada”. (DSM IV) Según Halgin y Krauss (2009), la esquizofrenia es un trastorno que incluye alteraciones en el contenido del pensamiento, en la forma del pensamiento, en la percepción, el afecto, el sentido de sí mismo, la motivación, la conducta y el comportamiento interpersonal. Se distinguen tres fases en este periodo: a) La fase prodrómica, es el periodo inicial en el cual se observa deterioro progresivo en el comportamiento social e interpersonal del individuo, tales como aislamiento social e incapacidad para llevar a cabo un trabajo productivo, excentricidad, falta de arreglo personal, emociones inapropiadas, pensamiento y lenguaje peculiares, creencias poco usuales, experiencias perceptuales extrañas y baja energía e iniciativa. b) La fase activa se caracteriza por la presencia de síntomas denominados positivos que consiste en delirios, alucinaciones, lenguaje desorganizado, conducta perturbada y por síntomas negativos como mutismo, aplanamiento afectivo, deficiente motivación, pérdida de palabras y de espontaneidad (alogia) y falta de iniciativa y de disposición para actuar (abulia) 23 c) La fase residual en que se presentan indicadores de perturbación similares a las de la fase prodrómica, asimismo se presentan problemas laborales, interpersonales y de autocuidado. Para diagnosticar esta enfermedad es primordial que los síntomas estén presentes por lo menos durante seis meses e incluye al menos un mes con por lo menos dos de los síntomas de la fase activa (Halgin y Krauss, 2009). El tratamiento de la esquizofrenia se basa en su etiología multicausal, por ello se ven implicadas las áreas biológica, psicológica y sociocultural. Tratamiento farmacológico Los antipsicóticos son básicos para la esquizofrenia y los trastornos relacionados. La administración de estos psicofármacos ha demostrado eficacia en la reducción de los síntomas más graves como las alucinaciones, el delirio, la agitación, y el pensamiento y el comportamiento desorganizado; sin embargo, no tiene gran efecto en la disminución de los síntomas residuales como la falta de interés, iniciativa y embotamiento afectivo. Los antipsicóticos se clasifican en: antipsicóticos de primera generación o convencionales, y antipsicóticos de segunda generación o atípicos. Los antipsicóticos de primera generación se clasifican en: fenotiacinas (clorpromazina, levomepromazina, promazina, periciazina, pipotiazina, flufenazina, perfenazina, proclorperazina y trifluoperazina), butirofenonas (benperidol y haloperidol), difenilbutilpiperidinas (pimozida), tioxantenos (flupentixol y zuclopentixol) y benzamidas sustituidas (sulpirida). Los antipsicóticos de segunda generación incluyen: amisulprida, aripiprazol, clozapina, olanzapina, risperidona, quetiapina, sertindol, ziprasidona, zotepina. Estos dos grupos de fármacos difieren notablemente en cuanto a los efectos adversos. La OMS considera que los medicamentos esenciales para los trastornos psicóticos que han demostrado 24 eficacia y seguridad, son la clorpromazina, la flufenazina (decanoato o enantato) y el haloperido (OPS, 2010). La clorpromazina que actúa sobre los receptores de la dopamina es efectiva para disminuir los síntomas positivos de la esquizofrenia; sin embargo, tiene importantes efectos secundarios como sedación y movimientos involuntarios. Posteriormente se sugieren los antipsicóticos de segunda generación como la clozapina (Clozaril) que es un bloqueador de serotonina que resultó ser eficaz en casos que los antipsicóticos anteriores no habían tenido resultados, además tenía menos daños colaterales. Sin embargo, la clozapina puede causar agranulocitosis, enfermedad de la médula ósea que impide la formación de glóbulos blancos. Actualmente, se utilizan los antipsicóticos atípicos de tercera generación cuyo fin es regular la capacidad de los neurotransmisores y modulan el impacto de éstos en los receptores neuronales, entre ellos se encuentran la risperidona (Risperdal), la olanzapina (Zyprexa) y la quetiapina (Seroquel), son eficientes como la clozapina y no se acompaña del riesgo de la agranulocitosis. Perspectiva psicológica El tratamiento de la esquizofrenia incluye a las intervenciones psicosociales. Este tipo de acción mejora el funcionamiento en áreas como la vida independiente, las relaciones y el trabajo. Entre las intervenciones específicas están: la psicoeducación familiar, el empleo con apoyo, la capacitación en habilidades sociales, la enseñanza de habilidades para el manejo de la enfermedad, la terapia cognitivo-conductual y el tratamiento integrado del abuso de sustancias coexistente. En el abordaje de la esquizofrenia, es el modelo conductual la alternativa explicativa más aceptada frente al modelo biológico. En la década de los setentas del siglo pasado, se demostró que, mediante determinados reforzadores, los síntomas de la esquizofrenia disminuían al grado de permitir que las personas con este padecimiento tuvieran un comportamiento funcional. 25 En este sentido se afirma los individuos desde la infancia: adquieren los síntomas de la esquizofrenia al no poder aprender cómo dirigir su atención a las señales importantes en las interacciones sociales. De tal forma que refugiarse en un mundo interno constituye una experiencia más reforzante, así, no existe motivación para salir de este universo ya que la realidad exterior es demasiado áspera y el sujeto es socialmente señalado como raro y esto lo lleva posteriormente a ser llamado esquizofrénico, generando un círculo vicioso de acuerdo con Ullman y Krasner (1975, citado en Halgin y Krauss, 2009). Asimismo, se considera que las conductas perturbadas de los pacientes dentro de los hospitales podrían ser reforzadas por el personal médico, de tal forma que, si el personal no refuerza las conductas apropiadas de los enfermos, éstos no tendrán incentivos para adoptar una conducta considerada normal. Según la corriente conductual, esta situación mantiene y aumenta los síntomas de esquizofrenia. Perspectiva sociocultural Las primeras teorías socioculturales explican la esquizofrenia y los otros trastornos relacionados en función del ambiente familiar, en sus formas de comunicarse y en el comportamiento de la familia que tiene un enfermo con esquizofrenia. Se cree que las respuestas emocionales defectuosas y las distorsiones cognitivas que rigen las relaciones interfamiliares son fundamentales en la aparición de los síntomas psicológicos de la esquizofrenia. De acuerdo con (Halgin y Krauss, 2009) existen investigaciones dentro de este modelo que sostienen que dentro de la familia se gesta un ambiente estresante que no abona para mejorar las posibilidades de un enfermo que intenta recuperarse de un episodio esquizofrénico. Las críticas, los sentimientos hostiles o la preocupación excesiva generan condiciones en las cuales el enfermo tiene mayor riesgo de sufrir una recaída. Este estrés creado por la familia se le denomina 26 emoción expresada (EE), según esta teoría la EE contribuye a los déficits neuropsicológicos, ya que aumenta el riesgo de que se presente la esquizofrenia en individuos con predisposición genética. 2.- Esquizofrenia Paranoide En esta variante, en el cuadro clínico predominan las ideas delirantes relativamente estables, a menudo paranoides, que suelen acompañarse de alucinaciones, en especial de tipo auditivo y de otros trastornos de la percepción. Sin embargo, los trastornos afectivos, de la voluntad, del lenguaje y los síntomas catatónicos pueden ser poco llamativos. Las ideas delirantes y alucinaciones paranoides más características son las siguientes: Ideas delirantes de persecución, de referencia, de celos, genealógicas, de tener una misión especial o de trasformación corporal. Voces alucinatorias que increpan al enfermo dándole órdenes, o alucinaciones auditivas sin contenido verbal, por ejemplo, silbidos, risas o murmullos. Alucinaciones olfatorias, gustatorias, sexuales u de otro tipo de sensaciones corporales. Pueden presentarse también alucinaciones visuales, aunque rara vez dominan. El curso de la esquizofrenia paranoide puede ser episódico, con remisiones parciales o completas, o crónico. En esta última variedad los síntomas persisten durante años y es difícil distinguir episodios aislados. El comienzo tiende a ser más tardío que en las formas hebefrénica y catatónica. 27 Pautas para el diagnóstico: Deben satisfacerse las pautas generales para el diagnóstico de esquizofrenia y además deben predominar las alucinaciones o las ideas delirantes y ser relativamente poco llamativos los trastornos de la afectividad, de la voluntad y del lenguaje y los síntomas catatónicos. Normalmente las alucinaciones son del tipo descrito en b) y c). Las ideas delirantes pueden ser casi de cualquier tipo, pero las más características son las ideas delirantes de ser controlado, de influencia, de dominio y las ideas de persecución de diversos tipos (CIE -10). 3.- Trastorno delirante Este trastorno se caracteriza por una confusión severa y repentina, cuya causa frecuente se debe a enfermedades físicas o mentales y a afecciones relacionadas con deficiencia de oxígeno a nivel cerebral. 4.- Trastorno psicótico breve En este tipo de afección, las alucinaciones y delirios se presentan de manera súbita y son de corta duración, los síntomas duran menos de un mes. Este comportamiento psicótico se desencadena debido a un estrés extremo, la persona puede o no, ser consciente de su conducta. Este trastorno afecta principalmente a individuos entre los 20 y 40 años, la presencia de este padecimiento se asocia a los trastornos de personalidad. Se caracteriza por la presencia de al menos uno de los siguientes síntomas: 28 • Delirios. • Alucinaciones. • Discurso desorganizado • Comportamiento muy desorganizado o catatónico. La duración del episodio es de al menos un día y menos de un mes, con retorno total al funcionamiento previo. La gravedad se clasifica mediante evaluación cuantitativa de los síntomas primarios de psicosis: delirios, alucinaciones, discurso desorganizado, comportamiento psicomotor anormal y síntomas negativos. El tratamiento de este trastorno consiste en la combinación de fármacos como ansiolíticos y antipsicóticos, además de psicoterapia. 5.- Trastorno esquizofreniforme Se diagnostica con dos o más de los síntomas anteriores, incluyendo síntomas negativos como expresión emotiva disminuida o abulia. Los síntomas activos duran mínimo un mes y menos de seis meses. Si es mayor su duración, se diagnostica como esquizofrenia. Se ha encontrado patrones similares a los de la esquizofrenia en personas con este trastorno, tales como ventrículos cerebrales demasiado grandes y actividad cerebral semejante durante la realización de una tarea cognoscitiva. Asimismo, los familiares de personas con trastorno esquizofreniforme tienen mayor probabilidad de padecer este trastorno. Estos pacientes pueden desarrollarse normalmente mientras no tengan un episodio psicótico, por ello se suspenden los medicamentos, también se utiliza la terapia electro convulsiva y la psicoterapia como tratamiento. 29 6-Trastorno esquizoafectivo Es una afección mental, que provoca tanto pérdida de contacto con la realidad (psicosis) como problemas anímicos. De acuerdo al CIE-10, el trastorno esquizoafectivo se caracteriza por episodios en que se destacan tanto los síntomas afectivos como los de la esquizofrenia simultáneamente o con algunos días de diferencia. Estos episodios no cubren las pautas para esquizofrenia ni para un episodio depresivo o maniaco, frecuentemente los esquizofrénicos tienen síntomas depresivos después de síntomas psicóticos. Este trastorno puede ser de tipo maniaco, depresivo o mixto. a) Trastorno esquizoafectivo de tipo maniaco se caracteriza por una alteración del humor, acompañada por un aumento de la estimación propia y de ideas de grandeza, también sobresale en otros casos, la excitación, irritabilidad, agresividad e ideas de persecución. También se presenta, hiperactividad, un aumento en la vitalidad, dificultades de concentración y pérdida de inhibición social. Se pueden presentar ideas delirantes de referencia, de grandeza o de persecución. Este tipo muestra inicio agudo, con recuperación total después de unas semanas. Para diagnosticar este tipo de trastorno esquizoafectivo deberá presentarse una evidente exaltación del humor o una menor exaltación y mayor irritabilidad. Durante el mismo episodio deberán presentarse uno o dos síntomas de la esquizofrenia. b) Trastorno esquizoafectivo de tipo depresivo tiene síntomas depresivos y esquizofrénicos en un mismo episodio. Los síntomas frecuentes son insomnio, pérdida de vitalidad, de apetito o de peso, problemas de concentración, culpa, desesperanza e ideas suicidas, acompañados de ideas de referencia, paranoia. 30 Este trastorno es de mayor duración que el de tipo maniaco y de peor pronóstico. Gran parte de estos enfermos logran una recuperación completa y otros desarrollan posteriormente esquizofrenia. El diagnóstico de este tipo de trastorno se basa en la existencia de un humor depresivo, dentro de un mismo episodio uno o dos síntomas de esquizofrenia acompañado de por lo menos dos síntomas de depresión. c) Trastorno esquizoafectivo de tipo mixto, este tipo se caracteriza por la coexistencia de los síntomas esquizofrénicos con los de trastorno bipolar. 7.- Trastorno psicótico inducido por sustancias/medicamentos. La principal característica de este trastorno es la existencia de alucinaciones o delirios que se consideran ser el resultado de los efectos fisiológicos de una droga, medicamento o tóxico. No se diagnostica este trastorno si la alteración no se explica mejor por la presencia de un trastorno psicótico no inducido por sustancias. Solo se diagnostica si los síntomas psicóticos sólo se presentan durante un delirium. El diagnóstico de este trastorno se basa en la presentación de síntomas excesivos respecto a los habituales que acompañan al síndrome de intoxicación o abstinencia. El trastorno psicótico inducido por sustancias se produce cuando hay hallazgos de laboratorio o mediante la exploración física que muestren evidencia de intoxicación o abstinencia de alguna droga de abuso. Los síntomas psicóticos pueden permanecen en tanto el individuo continúe consumiendo sustancias. El trastorno psicótico puede presentarse aún cuatro semanas después del abandono de la sustancia. Los trastornos psicóticos inducidos por sustancias pueden asociarse a las siguientes clases de sustancias: alcohol; alucinógenos; anfetaminas y sustancias 31 de acción similar; Cannabis; cocaína; fenciclidina y sustancias de acción similar; inhalantes; opiáceos (meperidina); sedantes, hipnóticos y ansiolíticos, y otras sustancias o desconocidas. Asimismo, en estado de abstinencia los trastornos psicóticos pueden presentarse debido a sustancias como el alcohol; sedantes, hipnóticos y ansiolíticos, y otras sustancias o desconocidas. El inicio del trastorno varía considerablemente dependiendo de la sustancia. Asimismo, un trastorno psicótico puede presentarse debido a un tratamiento prescrito para una enfermedad mental o médica, el cual se presenta al iniciarse la medicación, así, al suspenderse el tratamiento los síntomas psicóticos desaparecen en unos días o semanas. En caso de que los síntomas persistan por más de cuatro semanas, deberá buscarse otras causas de los trastornos. Ciertos fármacos pueden provocar síntomas psicóticos tales como anestésicos y analgésicos, agentes anticolinérgicos, anticonvulsivantes, antihistamínicos, antihipertensivos y medicamentos cardiovasculares, antimicrobianos y antiparkinsonianos, agentes quimioterápicos (p. ej., ciclosporina y procarbacina), corticosteroides, medicamentos gastrointestinales, relajantes musculares, antiinflamatorios no esteroideos, medicamentos de libre dispensación (p. ej., fenilefrina, seudoefedrina), antidepresivos y disulfiram. Los tóxicos que se han relacionado con la producción de síntomas psicóticos incluyen anticolinesterasa, insecticidas organofosforados, gases nerviosos, monóxido de carbono, dióxido de carbono y sustancias volátiles como combustibles o pintura (Malgor y Valsecia, 2000). El paciente con trastorno psicótico debido a alguna afección médica presenta alucinaciones e ideas delirantes que se deben a efectos fisiológicas de alguna enfermedad, como es el caso de las enfermedades neurológicas, las enfermedades endocrinas, las enfermedades metabólicas, alteraciones del equilibrio hidroelectrolítico, enfermedades hepáticas o renales y trastornos autoinmunes con afectación del sistema nervioso central. Entre las enfermedades neurológicas, las 32 que más se asocian a ideas delirantes son las que afectan a estructuras subcorticales o del lóbulo temporal. Las alucinaciones pueden ser simples o amorfas, o muy complejas y organizadas, dependen de la causa, el medioambiente y la localización de la lesión. Para el establecimiento del diagnóstico de trastorno psicótico debido a enfermedad médica, se precisa si el paciente se percata de que las alucinaciones se deben a su enfermedad. Por ello, debe relacionarse la existencia de la enfermedad y el trastorno psicótico, considerando el tiempo en que iniciaron ambos. Normalmente no se establece el diagnóstico de trastorno psicótico debido a enfermedad médica si el sujeto conserva el juicio de realidad para la alucinación y se da cuenta de que las alucinaciones son producto de la enfermedad que posee. Para conceder este diagnóstico, el clínico tiene primero que constatar la presencia de la enfermedad y en segundo lugar debe encontrar la relación entre dicha enfermedad y el trastorno psicótico. Para establecer el diagnóstico, el clínico puede ayudarse, por ejemplo, en la asociación. Los síntomas psicóticos pueden aparecer hasta en un 20% de los individuos que padecen trastornos endocrinos; y hasta un 40% de los sujetos que presentan epilepsia del lóbulo temporal (Medina, Sarti y Real, 2015). 8. Depresión psicótica. La depresión psicótica se caracteriza por la presencia de los síntomas de la depresión, así como de la psicosis. Este estado está presente la mayor parte del día y la mayor parte de los días. La depresión psicótica es un trastorno depresivo mayor que presenta delirios y alucinaciones, los delirios se refieren al estado depresivo y las alucinaciones se presentan con menor frecuencia, sobre todo en los casos de mayor gravedad. Las 33 alucinaciones auditivas son más frecuentes y el contenido de éstas tiene características de devaluación personal e ideas suicidas. Entre los principales síntomas de la depresión psicótica se encuentran los siguientes: a) Ansiedad, irritabilidad o ataques de ira, son síntomas que pueden aparecen junto con delirios y alucinaciones y que agrava el cuadro depresivo. b) Alteración del estado de ánimo. La persona muestra una tristeza permanente relacionada con fatiga constante e incontrolable, la cual refiere la persona como algo insoportable. Existe pérdida de interés y de placer por las actividades que antes disfrutaba. c) Con frecuencia las personas con depresión psicótica presentan dificultades de concentración y lentitud de pensamiento. Tienen dificultades para comunicarse y poco o nulo interés en los demás. d) Debido a este padecimiento, la persona presenta lentitud en sus movimientos y puede caminar de forma ortopédica o arrastrando los pies. O, por el contrario, puede tener agitación en sus movimientos. e) Este padecimiento puede provocar alteraciones en el apetito, grandes problemas para comer, boca seca o disfunción sexual. f) Las personas con depresión psicótica constantemente presentan llanto excesivo, gritos, y quejas. Existen altas probabilidades de intentos de suicidio y suicidios consumados. Los tipos de delirio que se presentan con mayor frecuencia en la depresión psicótica son: • Delirio de culpa: La persona considera que ha realizado actos imperdonables, se siente culpable y triste, por ello cree que no merece vivir ni ser feliz. 34 • Delirio de ruina o catástrofe: La persona cree que, en un futuro adverso, por lo que no tiene sentido vivir. Considera un final cercano y desastroso para la humanidad. • Delirio hipocondríaco: A pesar de no contar con un diagnóstico, la persona cree firmemente que padece enfermedades incurables que la llevarán a la muerte. • Delirio de negación: La persona cree que sus órganos están putrefactos o que se encuentra muerto. Puede negar la existencia de algunas partes de su cuerpo, también puede pensar que es inmortal y que solo existe su espíritu. Este tipo de delirio se hace presente en una depresión psicótica de extrema gravedad. Los tipos de alucinaciones que se presentan en la depresión psicótica son: • Alucinaciones auditivas: tales como ruidos, cuchicheos, sonidos no bien identificados. Pueden que escuchen voces que les induzcan al suicidio o que nada vale la pena, ello provoca en la persona grandes niveles de ansiedad y desesperación. • Alucinaciones somáticas: Se presentan con menor frecuencia alucinaciones relacionadas con sensaciones corporales (tacto, temperatura, presión, etc.). La persona puede sentir que están destrozando partes de su cuerpo, percibir dolores intensos o sentir que está perdiendo alguna parte de su cuerpo. Esta alucinación se relaciona con el delirio de negación. • Alucinaciones visuales: Se presentan en casos graves de depresión psicótica, la persona ve figuras o imágenes que habitualmente aumentan su estrés y ansiedad. Lo cual aumenta el riesgo suicida. Las alucinaciones y delirios de la depresión psicótica solo se presentan cuando el estado de ánimo se encuentra alterado, a diferencia de la esquizofrenia en que estos síntomas tienen lugar en cualquier momento de la enfermedad. 35 Debido al alto índice de suicidios e intentos, las personas que padecen este tipo de depresión requieren ser hospitalizados y someterse a un tratamiento farmacológico consistente en antidepresivos y antipsicóticos. Una vez descritos los padecimientos psicóticos, es necesario precisar que, aunque la consciencia de enfermedad mental aún no ha sido incluida en la reciente revisión del DSM-5 como parte de los síntomas de dichos trastornos, la literatura le brinda vital importancia como uno de los factores por los que es posible o no apegarse a un tratamiento farmacológico o psicoterapéutico. CAPÍTULO III. CONSCIENCIA DE ENFERMEDAD En la antigüedad los griegos hicieron uso de conceptos como autoconocimiento y autoevaluación como elemento importante para lograr un bienestar. El término insight se comenzó a utilizar en el siglo XIX por Dagonet en 1881 para reportar los indicios de estudios clínicos en los que se podía observar de forma directa los efectos de la enfermedad en el autoconocimiento (Navarro et al., 2006). Durante los siglos XVII y XIX, no se aceptaba la idea de padecer un brote psicótico y tener consciencia de este. A finales del Siglo XIX, se introdujo el término consciencia parcial, el cual da la oportunidad de establecerla como una variable clínica, y a su vez la ausencia de esta según Berrios y Marková (1992, citado en Déciga, 2015). El insight denota varios significados, en su forma literal insight se define como introspección, el cual con el paso del tiempo y el avance científico ha podido ser intercambiable con el término de awareness (consciencia). Ambos indican una ausencia de ser conscientes de tener una enfermedad, de los signos y síntomas específicos; las consecuencias del trastorno y falta de adherencia hacia el tratamiento sugerido. 36 Para la psiquiatría fenomenológica y en especial para Karl Jaspers (1968, citado en Navarro et al., 2006) “la auto-observación del paciente es una de las más importantes fuentes de conocimiento en la vida psíquica patológica”. Jaspers estableció diferencias entre introspección como una habilidad por parte de los pacientes para analizar qué les ocurría durante el desarrollo de la psicosis y la conciencia de enfermedad como la experiencia de sentirse enfermo. Para la teoría psicodinámica, Freud utilizó el témino insight o los términos alemanes einsicht/einblick para referirse a la consciencia de estar enfermo. El psicoanálisis ha tenido un enfoque basado en la introspección como la habilidad del individuo para analizarse a sí mismo y a su ser. Algunos autores sostienen que el objetivo fundamental de una intervención psicoanalítica es propiciar la consciencia de elementos o mecanismo inconscientes que, según la teoría, se encuentran inmersos en la psicología de un paciente, el cual dentro el trabajo de introspección no solamente incluye al insight intelectual sino al insight emocional (Navarro et al., 2006). El insight intelectual hace referencia a la habilidad de una persona de reconocer rasgos de personalidad, dificultades, cuestiones relevantes en su desarrollo y eventos estresantes en su vida que han sido determinantes en la generación de síntomas o enfermedades de índole psiquiátrico. Así, el insight emocional se define como la habilidad de una persona para hacer un análisis más profundo que por lo regular se práctica en el contexto de una psicoterapia; y que tiene como objetivo fundamental la resolución de conflictos inconscientes (Aceves, 2002). La consciencia de enfermedad para autores sajones es sinónimo claro de insight, entendiendo esté como: el grado de consciencia y comprensión que el paciente tiene de que esta enfermo, dentro de esta referencia se enmarcan niveles de consciencia de enfermedad: • Negación total de la enfermedad • Ligera consciencia de estar enfermo 37 • Consciencia de estar enfermo, pero culpando a los demás, a factores externos, a factores orgánicos. • Consciencia de que la enfermedad se deba a algo desconocido • Insight intelectual donde admite que está enfermo y que sus síntomas o falla en adaptación social son debidos a sus propios sentimientos irracionales y particulares sobre sus trastornos, pero sin aplicar este conocimiento a las experiencias futuras. • Insight emocional (verdadero) donde se establece una consciencia clara con contenido emocional de los motivos y sentimientos de la significación subyacente de los síntomas, si esta consciencia lleva a un cambio de personalidad y comportamiento futuro: apertura a nuevas ideas sobre sí mismo y las personas significativas en su vida Kaplan (1995, citado en Saracco, 2006). Autores como David (1990, citado en Vaskinn et al., 2013) especifica tres dimensiones: a) El reconocimiento de que uno tiene una enfermedad, b) El reconocimiento de que se necesita tratamiento, y c) La capacidad para relacionar los eventos mentales inusuales como patológicos. Por otra parte, Marková y Berrios (1992) definen el insight como una forma de autoconocimiento con referencia a una enfermedad o algún tipo de deterioro, el cual no solamente incluye estar informado de la patología que se padece, sino en cómo éste afecta la interacción del paciente en todos los rubros de su vida (Déciga, 2015). Uno de los conceptos más aceptados, que han dado lugar a más trabajos de investigación y con el cual se pretende dar seguimiento en el presente trabajo es el de Amador y David (2004) quienes definen al insight como la consciencia que tiene el paciente de: 1) Sufrir un trastorno mental, 2) Aceptar las consecuencias sociales de dicho trastorno, 3) Atribuir correctamente sus síntomas a la enfermedad, y 4) Aceptar la necesidad de tratamiento. 38 Existen distintas hipótesis que explican la falta de insight en pacientes que han padecido por lo menos un brote psicótico. La hipótesis clínica atribuye la falta de consciencia de enfermedad como un síntoma más de la propia psicosis y como un evento esperado o que tiene relación con la naturaleza del mismo trastorno en sus distintas variantes en cuanto a los síntomas positivos y negativos; la hipótesis motivacional considera a la falta de consciencia de padecer un trastorno como defensa psicológica como habilidad de afrontamiento que tiene como objetivo la preservación de una percepción adecuada del sujeto; la hipótesis atribucional describe a la falta de consciencia como una necesidad de los seres humanos para interpretar las percepciones del mundo para fortalecer explicaciones que den sentido, y, finalmente, la hipótesis neuropsicológica interpreta a la falta de consciencia como resultado de los deterioros en los sistemas encargados de registrar la percepción consciente, la cual está ampliamente relacionada con el mismo deterioro que se manifiesta a nivel cerebral en los pacientes con esquizofrenia o los trastornos psicóticos, que de alguna forma podría enlazarse con padecimientos como la anosognosia (Ruiz et al., 2008). Justamente uno de los problemas a los que se enfrentan los clínicos a la hora de instaurar y mantener cualquier tipo de tratamiento farmacológico o psicoterapéutico; es la falta de consciencia de enfermedad, puesto que un paciente que no es consciente de su propia enfermedad difícilmente aceptará con pasividad un tratamiento que para él es totalmente injustificado, ya sea porque cree que lo están engañando o porque simplemente cree que no lo necesita (Déciga, 2015). Adherencia al tratamiento En la literatura se encuentran diversos términos para hacer referencia al concepto de adherencia, de los cuales los más utilizados son: cumplimiento (compliance) y adherencia (adherence). De los cuales, el primero se considera como el grado en que el comportamiento de cualquier persona en cuanto al 39 seguimiento del tratamiento prescrito (farmacológico, psicoterapia, cambios en el estilo de vida, etc.) es correspondido con las recomendaciones de un prestador del servicio sanitario (Crespo et al., 2017). Este concepto no ha sido completamente aceptado debido al rol pasivo que se atribuye al paciente, limitándolo únicamente a seguir las instrucciones por parte del personal sanitario. Así, el concepto adherencia (adherence) en su forma más completa se define como una implicación activa y voluntaria del paciente en un curso de comportamiento aceptado de mutuo acuerdo, cuyo fin es producir un resultado terapéutico deseado Di Matteo y DiNicola (1982, citado en Salvador y Ayesta, 2009). Meichenbaum y Turk (1991, citado en Holguín, Correa, Arrivillaga, Cáceres y Varela, 2006) identificaron distintas variables y factores que se encuentran relacionados con la adherencia a un tratamiento: Variables del paciente: incluye las características individuales; falta de compresión del tratamiento; apatía y pesimismo; no reconocer un estado de enfermedad o de necesitar medicamento; creencias; falta de apoyo social; reforzadores ambientales que impiden la adhesión y falta de recursos. Variables de la enfermedad: Trastorno crónico con ausencia de sintomatología manifiesta; estabilidad de los síntomas y características asociadas al trastorno. Variables del tratamiento: Se refiere a la reputación en términos de facilidad o no de un tratamiento; supervisión inadecuada por los prestadores del servicio sanitario; características del tratamiento; duración del tratamiento; características y efectos de la medicación. Variables de la relación: Comunicación inadecuada; empatía pobre; ausencia de actitudes y conductas necesarias, así como la insatisfacción del paciente. 40 La psicología de la salud proporciona distintas teorías y modelos que demuestran ser útiles como herramientas de intervención sobre la conducta de adherencia: Teoría Social Cognitiva: Se centra en la autoeficacia percibida por parte de un paciente, como herramienta para propiciar un cambio de conducta que éste puede alcanzar. De esta forma, si el paciente se siente vulnerable ante una enfermedad adquiere la disponibilidad de adoptar comportamientos saludables que puedan disminuir la probabilidad de enfermar y buscar apoyo social. Sin embargo, si la persona no se percibe enferma, difícilmente las conductas saludables se llevarán a cabo por parte de la persona. Teoría de la Acción Razonada: Esta teoría fue propuesta por Ajzen y Fishbein para explicar cómo las actitudes pueden predecir un comportamiento. Esta teoría tiene dos principales señalamientos, el primero, considera que las intenciones determinan el comportamiento de forma causal y, el segundo, que las intenciones son propiciadas por el conjunto de influencias dirigidas al comportamiento por las normas subjetivas; entendiendo como normas subjetivas a la presión social que es ejercida hacia el individuo por parte de sus referentes más cercanos para que realice o no un comportamiento. De tal forma que una intención es consecutiva por la actitud hacia ejecutar una conducta y con ello predecir con más exactitud que una persona esté involucrada en conductas saludables indagando sobre la intención que tenga de realizarlas (Novo, Muñoz, Miguel y Calvo, 2011). Modelo de creencias en Salud: Agrupa teorías cognitivas y conductuales como explicación de por qué las personas no se adhieren a un tratamiento. Así, la expectativa de que una persona se capaz de llevar acabo conductas adherentes a un tratamiento dependerá de: a) grado de motivación e información que tenga sobre su salud, b) auto percepción en la que la persona se siente vulnerable ante una enfermedad, c) percibir como una amenaza su situación, d) Estar consciente de que un tratamiento puede resultar eficaz para su problemática, y e) percibir poca dificultad para poder realizar conductas saludables. 41 Modelo de Información-Motivación-Habilidades Conductuales: Considera que la información es un elemento importante pero no el único para poder alterar la conducta; así, estima que la motivación y las habilidades conductuales son las principales aliadas para determinar un cambio. La información y la motivación repercuten en la conducta por medio de las habilidades conductuales. Según este modelo, el vínculo entre motivación e información por separado es débil; sin embargo, la existencia de ambos elementos aumente el poder predictivo del modelo (Ortiz y Ortiz, 2007). Ya habiendo definido los modelos y teorías referentes a la adherencia de un tratamiento, encontramos que las posibles estrategias para mejorar el cumplimiento de éste incluyen: 1) estrategias farmacológicas, y 2) estrategias no farmacológicas; de las cuales, los modelos anteriormente descritos forman parte de este rubro; y que a su vez se incluyen estrategias como la psicoeducación, potenciar la alianza terapéutica y la terapia asertiva comunitaria, que se han mostrado como eficaces, efectivas y posiblemente eficientes. Además de lo anterior, se ha encontrado que el trabajo terapéutico con grupos favorece la adherencia terapéutica (Crespo et al., 2017). CAPÍTULO IV. TEORÍA DE LOS GRUPOS De acuerdo con González Núñez (1992) un grupo es la reunión de dos o más personas que se congregan, interactúan, se perciben entre sí, con distintas metas; en la que cada miembro posee sus propias motivaciones; las cuales tienen que verse satisfechas o realizadas en el grupo o por el grupo. Características del grupo Kissen (1989, citado en González Núñez, 1999) sostiene los siguientes apartados sobre la existencia de los grupos: 42 • Los grupos existen y existirán da la naturaleza del hombre. Éste es un ser social que gusta de convivir, vivir, divertirse, trabajar, descansar y muchas otras actividades grupales. • Cuando las personas se reúnen en grupos, movilizan fuerzas que poseen gran importancia y repercusión para los individuos que los conforman. • Los grupos pueden ejercer una influencia positiva sobre los individuos, sobre todo aquellos en los que se manifiesta amor y cultura, debido a que las personas que se reúnen por lo regular salen beneficiadas. Habiendo grupos que se pueden estancar y/o resultan negativos en algún aspecto; los cuales, se distinguen por la inexistencia de amor y cultura, y predomina la agresión o la maldad de alguno de sus miembros. • La dinámica de los grupos, si es bien llevada, propicia el desarrollo del ideal del yo, pues no sólo ayuda a fortalecer al yo y al superyó, sino que también les da forma y contenido a los valores, a los ideales y a las aspiraciones sublimatorias más nobles del ser humano. Por su parte Carwringht y Zander (1971, citado en González Núñez et. al, 1999) sugiere que para que se pueda hablar de grupos es necesario que exista una reunión de dos o más personas y que éstas posean alguna o algunas de las siguientes características: • Que sus integrantes interactúen constantemente. • Que se reconozcan unos a otros como pertenecientes al grupo. • Que otras personas, ajenas al grupo, también los reconozcan como miembros de éste. 43 • Que acepten las mismas normas. • Que se inclinen por temas de interés común. • Que constituyan una red de papeles entrelazados. • Que se identifiquen como un mismo modelo que rija sus conductas y exprese sus ideales. • Que el grupo les proporcione recompensa de algún tipo. • Que las metas que buscan alcanzar sean interdependientes. • Que todos perciban al grupo como una unidad. • Que actúen en forma similar con respecto al ambiente. Propiedades de los grupos: De acuerdo con González Núñez (1992), además de las características, menciona las siguientes propiedades: • Los antecedentes individuales de los miembros del grupo. • Atmósfera: Se refiere al estado de ánimo, que se encuentra presente en los integrantes del grupo. • Esquema o patrón de participación: Determinada por la dirección de las relaciones existentes dentro del grupo y por el grado de participación de los miembros en los asuntos grupales. • Capacidad de autodirección: Refiriéndose a la disposición de los integrantes del grupo para regular su comportamiento que va dirigido a la meta de este. • Interacción Grupal: De acuerdo con esta propiedad, el conductor del grupo utiliza sus habilidades para propiciar que los miembros del grupo interactúen con respecto a los intereses que se persiguen. 44 • Inducción mutua: Se trata de la inducción por parte de los miembros del grupo, el cual suele intensificarse con la empatía y que tiende a afectar de forma directa a la ansiedad y hostilidad en el grupo. • Asimilación: Es la tendencia a favorecer la socialización por parte de los miembros del grupo. • Polaridad: Es propiamente una manifestación dinámica de un grupo, en la que se polarizan en función de una persona, idea o problema. • Voluntad y beneplácito: Cualidades de los miembros para pertenecer a él. • Identificación: Por lo regular se trata de un proceso inconsciente, que cuando se hace consciente beneficia al proceso grupal. • Cohesión: Se trata de la cantidad de presión ejercida sobre los miembros del grupo para que éstos permanezcan en él. • Meta común: Para que un grupo permanezca reunido es necesaria la presencia de una meta en común. • Tamaño y función: La función de un grupo junto con su tamaño, están relacionados en el momento en que aumenta o disminuye el número de sujetos, lo cuales, a su vez, alteran el número de patrones de participación e interacción, así como las propiedades del grupo. De acuerdo con su tamaño, los grupos se pueden clasificar en: Diada; triada, Cuaterna; grupos mayores de ocho miembros; la masa. Habiendo descrito lo anterior,
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